Oscar Ramirez - Arquitectura de un día común

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© Ricardo Calderón Inca

Oscar Ramirez [Lima – Perú, 1984]

Actualmente reside en la ciudad de Trujillo. Estudia la carrera profesional de Lengua y Literatura en la Universidad Nacional de la misma ciudad. Edita la revista cultural “Pluma de Carne”. Obtuvo el primer puesto en el VI Concurso

Nacional Juvenil de Cuentos en memoria de Germán Patrón Candela, en el año 2006. En noviembre de 2008, resultó entre los siete ganadores del Concurso Nacional de Poesía Prima Fermata Literaria, organizado por la UNMSM. Obtuvo una mención honrosa en el Concurso de Cuento de la IV Feria del Libro de Trujillo 2009, organizado por ATAL, y participó, representando a la UNT, en el conversatorio El mundo que es mañana: un diálogo

entre Mario Vargas Llosa y los jóvenes. En marzo de 2009 quedó como finalista del VIII Premio Internacional de Poesía Martín García Ramos, de Almería – España. Algunos de sus poemas han sido publicados en la Revista de Cultura Almiar / Margen Cero, de Madrid – España. Para contactos con el escritor:

[email protected]

http://elhabitaculodeorem.blogspot.com

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ARQUITECTURA DE UN DÍA COMÚN

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Hablar de la poesía de Oscar Ramirez (mejor dicho, de su primer poemario, al cual me referiré de ahora en adelante) no es hablar de una voz nueva, porque hasta cierto punto eso suena demasiado encasillado, por lo que prefiero hablar de ciertas diferencias en su poesía. Si bien todo poeta demuestra a grandes rasgos las influencias de autores que admira, lo que se lee en los versos de Arquitectura..., a pesar de que Oscar siente gran interés por algunas características de la poesía europea contemporánea, no es el recurrente esteticismo utópico de matices argumentales o lamentaciones de pasados ignorados y desastrosos, sino un mundo casi tan impenetrable como la sequedad humana. Todo poeta establece sus pautas, sus condiciones poéticas, pero las condiciones que se nos ofrecen en este poemario, aunque se fecunda en muchos temas universales, es totalmente vertical, obligada a variar entre lo común y lo onírico sin perder la fusión entre veracidad y espacio donde se desarrolla la emoción creativa. Dividido en cuatro etapas, este producto poético va formándose en un proceso de construcción y destrucción paulatina, con historias concebidas en espasmos que van desde un inventario formativo hasta envolvernos en un cuadro donde no existe mayor esperanza que la de una niña vagando entre nosotros invitándonos a caer. Ahora bien, no sé dónde ubicar este libro, ya que en muchas de sus páginas la dirección de sus versos nos remite al espectáculo de cinematográficas escenas, como en otras tantas nos oculta el mínimo bosquejo que se le puede brindar con eficacia a la razón. La poesía de Oscar Ramirez es un viaje perfecto, un vagar de versos, y palabras, por desnudas praderas sin llegar al simplismo de lo que se ha venido escribiendo en muchos de los poetas de su generación. Las palabras están en el campo, ahora les toca a los lectores el deber de la cosecha.

Julio Arguedas

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Primera Edición: Marzo – 2009

© Oscar Ramirez Arquitectura de un día común Trujillo 2009 Imagen de portada e interiores: © del autor Diseño y cuidado de la edición: Julio Arguedas Queda terminantemente prohibida, sin la autorización escrita del editor y/o el autor, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento electrónico.

EDITORIAL ALTERNATIVA Contactos para edición y publicación: Móvil : 044 – 94 9974963 E-mail : [email protected] Web : http://edicionesorem.blogspot.com Impreso en Perú

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PRÓLOGO [UN ARQUITECTO NO COMÚN]

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Pronunciarse ante una obra primigenia constituye un desafío, y por lo tanto, un riesgo. Sin embargo, deja de ser desafío cuando se asume, con categoría de análisis literario, el tener que opinar lo que objetivamente podemos encontrar en un texto; y deja de ser riesgo, cuando se tiene la seguridad de encontrarse ante una nueva voz que conlleva intrínsecamente el peso específico y artístico de su construcción poco común. Esta toma de decisión de explicar la poesía de Oscar Ramirez, nos entusiasma a seguir apostando por el parnaso de la literatura regional y, por ende, peruano. Por lo tanto, la denominación de “novísimos” que se le asigna a su promoción de escribas es sólo teórica y circunstancial. Van más allá y el tiempo me acompañará en este teorema. Hasta hace poco me preocupaba el vacío de la nueva escritura que se desarrolla en nuestro país, especialmente en el norte. Sin embargo, con sincero reconocimiento escribí una nota crítica a Euritmia, primer libro de Denisse Vega Farfán, joven poeta trujillana, quien actualmente radica en Chimbote. Asimismo, con valoración escribí el prólogo del libro Espejo Ramaje de Paul Mendoza Malaver en Cajamarca. Mi interés silencioso e inquietante era estar atento a lo qué ocurría en Trujillo y grato es el encuentro con el arquitecto de las palabras, Oscar Ramirez, en un tiempo nada común. Tengo el privilegio de expresar algunas opiniones en torno al libro Arquitectura de un día común, primer poemario de Oscar, en quien he reconocido al joven poeta que, como Javier Heraud, sabe ya que la poesía es un trabajo difícil que se pierde o se gana con el transcurrir de los años otoñales. Con la publicación de Arquitectura…, su autor nos demuestra que la literatura peruana actual está atravesando por un periodo de innovación y expectativa. Por ello, es un orgullo para nosotros el tener que mencionar que la nueva hornada de creadores empieza no tan sólo con un buen pie, sino con su propia luz.

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Este primer poemario, desde el título, nos remite al hecho de rescatar el término “común”, enfocado en el aspecto de comunidad, de pueblo, de popular. Es un relanzamiento de lo “común” lejos del coloquialismo último de la poesía peruana, en donde sí existe mucho “lugar común”, es decir frases repetitivas, frases que caen en exceso y por lo cual pierden la categoría literaria. Por el contrario, en Arquitectura… se denota oficio, trabajo, y desde luego, la voz que se va volviendo propia de Oscar Ramirez. Como bien decía Raquel Jodorovski, en el mundo de la literatura no existen ni buenos ni malos poetas, lo que existe en la tierra son hombres que cantan. Las categorías de bueno o malo nos lo dan los ojos avizores y críticos, que dependen también del cristal con el cual se mire: si nos miran con categoría de análisis social, con categoría de análisis político, o si nos miran desde un punto de vista estético y operacional. Empero, esto ya no es problema de Oscar ni de los poetas, sino de los críticos y de los que tienen el libro en sus manos. En el libro Arquitectura..., al aplicar una lectura estratégica, encontramos que tiene fortalezas en cuanto es un lenguaje que ya demuestra oficio literario. No existe el adjetivo fácil ni el verbo gastado, porque, si bien en algunos casos se demuestra coloquial, se condensa artísticamente con figuras con las cuales logra aún más que describir circunstancias y exponer sentimientos; de manera que el lector no es sólo un lector pasivo sino que se constituye en un lector activo, el cual irá recreando con libertad la poesía que lee. La temática se concentra en asuntos de categoría universal, pero realizada en una forma estructural diferente. Desde la primera parte, la cual da título al libro, asistimos a la creación definida de la poesía, la naturaleza y el enigma de amanecer, en espíritu y sueño. En cambio, el apartado Oficio de aprendiz obtiene sus raíces en el tema del amor, aves y voces. En la tercera parte, subtitulada Pequeñas historias, tiene como lei motiv sus emociones de soledad, contemplaciones y aciertos conceptuales y poéticos. Finaliza el poemario resumiendo en

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presente y pasado el Principio y final de las historias, como fin de esperanza o la duración del día. Si bien los temas son universales, como mencioné anteriormente, éstos se muestran frescos en la voz de nuestro joven poeta, quien utiliza un lenguaje próximo a Saint-John Perse del libro Anábasis. Así encontramos el manejo de las figuras como en el poema Inventarios de imágenes:

Reposos de niñas bajo contemplaciones de cielos. Orillas cobijando sus pasos. Se pronuncian murmullos. Se dibujan retratos. Un vacío / La realidad

Inventarios de días: amaneceres y descansos.

El gran tema del mar, que con elegancia y exactitud circunda gran parte del libro, se manifiesta en el texto Bosquejo de la contemplación del mar por las mañanas de la siguiente manera:

Amanecer entre fraguas y mansas lamentaciones de horas perdidas. Desnudos, los pies olvidan la tentación o el deambular por calles e historias vacías. Poder hallar y contemplar aquella imagen mientras descubrimos que la orilla del mar es un lugar sereno y amable puede ser una acción generosa.

Principiará en el cielo la brillante emoción de la mañana.

Como se puede observar, escuchar y analizar, el lenguaje usado por Oscar Ramirez, es coloquial, siempre ligado a la sugerencia, por lo tanto es un lenguaje abierto y dispuesto a la recreación. Conforme vaya escribiendo, sostendrá su arte poético. Leamos un fragmento del poema Creación de las palabras:

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Marea, meridiano vocal, algún pretexto verbal para la formación de las voces.

Las imágenes confeccionarán la fragilidad de conceptos morales.

Un nombre, conducido por el viento, viene a posarse temeroso en tus labios.

Convertido en palabra, con la hipérbole creativa del amor, aquello resonará como un vacío, como el eco de un cristal murmurando a destiempo el dolor de las sombras.

Muy al margen de los temas que se han mencionado, podemos hacer un análisis lingüístico y semiótico de lo que viene a ser la escritura en este texto. Son poemas como cuerpos de libre disponibilidad en donde lo que mejor se descubre es el manejo interior del poema, y lograrlo significa oficio, categoría literaria. Este es el lenguaje que refleja figuras del pensamiento y la palabra en forma conjunta, lo cual constituye la modernidad de la arquitectura, no solamente de un día común, sino como testimonio permanente de que la poiesis, al final, es belleza. Finalmente, debo opinar que no hay mejor homenaje a un escritor como el de la atenta lectura a sus escritos. Hölderlin decía que los poetas son los mensajeros entre los dioses y los hombres, y creo que Oscar Ramirez, quien pareciera haber leído muy bien las Cartas a un joven poeta de Rainer María Rilke, se orienta por ese derrotero, pues con lo obtenido artísticamente en este primer poemario, nos anuncia gratamente lo que será su sacerdocio poético en las letras del norte del Perú. No hay duda. Estamos ante un joven poeta que apunta lejos.

Bethóven Medina Trujillo, 27 de enero de 2009

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I

[ARQUITECTURA DE UN DÍA COMÚN]

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INVENTARIO DE IMÁGENES

Mar o luna.

Cristal o acero penetrando la noche.

Luz o fiebre de cúpulas

rechinando en secretas voces.

Murmullos. Herida azul.

Alba. Rendija de sol.

Nocturnos telares perdieron el brillo

mientras se avivan en ellos

las cárceles y el tiempo.

Sobre el horizonte,

la perpetua burbuja de fuego.

Reposos de niñas

bajo contemplaciones de cielos.

Orillas cobijando sus pasos.

Se pronuncian murmullos.

Se dibujan retratos.

Un vacío / La realidad

Inventarios de días:

amaneceres y descansos.

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Los principios se tornan escasos.

La contemplación del mundo

es algo furtivo.

(No saber fingir)

(No tentar amar)

Tupidas márgenes limitan las creencias.

La verdad es camino doloroso.

Un secreto. Soñar.

Abriles no impiden

el ligero tránsito de bendiciones.

Contemplar el sol

tiene épicos rasgos de palabras.

Sólo lo perpetuo:

mar o luna,

mar o águila.

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PRECOZ OBERTURA DEL SOL

Crédulas palabras descienden de las gargantas

en una divertida procesión de murmullos.

Pretextos de sutiles ornatos,

donde ecos y voces repitiéndome el silencio

condicionan la libertad,

olvidarán los portales del sueño.

Bajo la pureza

de un vientre cubierto de arena,

torpes manos, desnudas de oficio,

aprenden las oraciones matutinas.

En el crisol venidero de las aguas,

un pergamino de espuma

comprende la evolución de las horas:

las almas vuelven del oscuro letargo de los muertos.

Cuando el viento sople otra vez sobre

la armoniosa virtud de tus mejillas,

verás el pálido amor de la luna

dibujándote la inmortal silueta

del adiós.

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BOSQUEJO DE LA CONTEMPLACIÓN DEL MAR POR LAS MAÑANAS Mirar. Contemplar el alba

en silencio. Callar.

Evitar el incestuoso murmullo de las aves.

Ocultar la voz. Olvidar el canto.

Con la timidez de un recuerdo, despertar.

Amanecer entre fraguas

y mansas lamentaciones de horas perdidas.

Desnudos, los pies olvidan la tentación

o el deambular por calles

e historias vacías.

Poder hallar y contemplar

aquella imagen mientras descubrimos

que la orilla del mar es un lugar sereno y amable

puede ser una acción generosa.

Principiará en el cielo la brillante emoción de la mañana.

Rodeados de gaviotas, ángeles aguardan la verdad.

Los pausados movimientos del sol

nos dirán cuando emprender la partida.

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Poseer la entonación exacta sobre las olas

es virtud de un solo aliento, pero incitar la luz

propagando entre melodías los retazos del sol,

tiene secretas almas de nublados infantes:

ellos no consiguen andar,

el silencio opaca sus huellas con brisa.

Una espera de mantos y laureles.

El ocaso de las palabras

aviva el solitario espectáculo del mar.

Trabajos o cultivos de emociones

permiten al horizonte

describir más allá de su vetada monotonía.

Fornidos guardianes irrumpirán en las orillas

llevando en sus hombros

la necesidad de colmar aquel vientre vacío.

Navegar, palpar con picardía

la lentitud de las aguas. Volar.

La contemplación del mar se torna febril y parca.

Antes de dormir llevarás entre brazos

aquella imagen mortal y el nublado cordero.

Cuando duermas y veas en su mirada

la plegaria de un amanecer

lejos de la oscuridad y las neblinas,

comprenderás lo inmenso de la luz

por las mañanas.

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CREACIÓN DE LAS PALABRAS

Marea, meridiano vocal,

algún pretexto verbal para la formación de las voces. Las imágenes confeccionarán

la fragilidad de conceptos morales. Un nombre, conducido por el viento,

viene a posarse temeroso en tus labios. Convertido en palabra,

con la hipérbole creativa del amor,

aquello resonará como un vacío,

como el eco de un cristal

murmurando a destiempo el dolor de las sombras. Aprenderá a sonreír cuando sonrían tus labios,

a dormir de improviso cuando dibujes el silencio.

Podrá comprender el vibrar de las olas

y la efímera humanidad de la espuma.

Como un pretexto tendrá la eficacia de la persuasión,

y refranes y versos compondrán su arrebato. Sólo abre los labios

y retén su agonía.

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PERSISTENCIA O EL ESPÍRITU DEL TIEMPO

Musa, madera de tiempos remotos.

Criatura y profeta,

efímeros objetos sucumbiendo en un

febril destino de habitáculos sin nombre. Severa luz de lo infinito, lucidez,

vasija donde artistas de labios y sudores cadenciosos

reposan la contemplación de viejos mundos.

Imágenes avivan creaciones nocturnas

donde los rezos se tornan crueles y voraces. El silencio es la equilibrada perfección de lo venidero. Para elevar el curso de cristales negros,

rezagos de mantos mudos devuelven voluntad y castigo.

Arena y roídos huesos de poetas

rodean el presbítero cantar de las venas. Infante o senil creador de ideas,

vivir es sólo un constante caer hacia el vacío.

Los años no permiten la perfección

de lo equívoco, pero consienten a su vez

toda aquella sensación de agonía.

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Es aquí donde lo externo nos celebra,

y nuestros frutos conservan con virtud

la intensa melancolía de los nombres.

A la posteridad quedan nuestros sueños,

plasmados sobre muros y maderos de tiempos remotos.

Criatura y profeta,

ambos renacen con el persistir de las musas.

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POEMA ACERCA DE LA CONCEPCIÓN DEL OLVIDO

Materiales de oscuros prodigios

conllevan la ventura de aceptar

la eficacia de los secretos del mar. He aquí la sapiencia de la oscuridad. Las niñas aprenderán que bajo las aguas

ninguna historia

comprende la desidia del fuego. La sabiduría es un eterno

conocer teorías incompletas. Canciones ocuparán

el abatido pregonar de las liras

mientras solitarias aves de invierno

nos devolverán el abrazo que perdimos

por intentar la creencia de la soledad. El retrato del sol se perderá en las pupilas del alba. Insectos con rostros amados

divulgarán el afán del amor.

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Los pensamientos, como cristales,

se quebrarán bajo el mandil de las infantas:

no todo conservará la madurez.

Escondidos,

los pequeños caballeros

llevarán en sus muñecas

heridas tan grandes como el silencio.

Ninguna virtud es valedera.

Nada podrá contener los quejidos del fuego.

Las huellas de una ciudad cautiva

dibujarán el presente bajo las sombras.

Sólo quedará un roble enfermo

apoyado en el cruel estrago de la memoria.

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FÁBULA DEL SUEÑO

Medianoche. El búho canta

la inocencia de su virtud.

Aquella sombra bajo la luna

puede ocultar sus alas, pero no la vida.

Racimos plateados acumulan voces.

En ellos, poemas dibujándose como hojas secas

incitan la verdad:

acabada la noche y culminados los sueños,

todos podremos volver a la realidad.

La virtud es una inocente gitanilla.

A pocos bostezos del alba,

el búho aún persiste su canto. Evitemos caer:

la tentación de los siglos

convierte su fuego en descanso.

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II

[OFICIO DE APRENDIZ]

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OFICIO DE APRENDIZ Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca. Rayuela. Cap. 7 Julio Cortázar

Voy

dibujándome el secreto de tu nombre

mientras delineo

con lentitud

el perfecto margen de tus labios.

Voy

entre el aroma desolado del incienso

y los cristales empañados del amor hacia

el principio de tu emblema en las mañanas,

donde raíces y espumas dolorosas nacen

en el peregrino gravitar de los vientos.

Voy provocando la tentativa del silencio,

construyendo un abismo entre mis manos

y tu cuerpo

cuando el bostezo de las calles

nos devuelve la realidad.

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Despacio, como en una habitación oscura,

busco el límite que me entrega la soledad

y lo prohibido. El juego de las horas

conserva la ingenuidad de lo incierto,

cuando por obrar del aliento tibio

descubro América en tu vientre infinito.

Prosigo la virtud en este oficio de infante,

abrazando verdades y perfectas historias

de colonias devoradas

por la ambición de un gemido.

El descubrimiento de orillas pálidas

y un horizonte baldío

me recuerda el menudo divagar por tu sombra.

Voy, deambulando entre tu mar

como un naufragio de líneas rotas,

remando con fuerza contra la obediencia

del tiempo, hundiéndome en tu libertad

con el absurdo espíritu de palabras y juramentos.

Sigo aquella imagen,

el hilo conceptual donde el sendero

de tus dientes me prohíbe el retraso.

Avanzo,

como perdiéndome en mareas vírgenes de sueño,

y es aquel sueño el que me cohíbe

en un caer de pupilas sin regreso.

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LAS AVES Y EL AMOR

Intentando comprender

la timidez de las aves,

descubrí sobre tu cuerpo

la perfecta gracia

de aquel viento

que sumiso se esconde

entre los recios ataviares

de tu vientre.

La templanza de tus manos

evocó en mí

la naturaleza de vibrantes mares

donde barcos emergían

del nocturno viajar por el fuego.

Afines vocales permitieron

la voluntad de las orillas.

En un beso, sin descubrir

el necesario destino de las olas,

nos dejamos envolver

por la amada inmortalidad

de los cuerpos.

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MORENA a maría armas

Morena,

aliento de canela

y fuego en las pupilas.

Pasión o multitud de emociones

constantes. Morena,

ardiente corazón de perpetuas madrugadas,

cuerpo y tentación,

tormenta y erosión de las palabras.

Mujer, manto de actitudes,

de soberbia o timidez ante la vida,

refugio de soles negros,

pequeños vigilantes del sendero. La comunión de la realidad

percibe tu aliento,

convive en tu regazo,

acepta tus verdades como verdades suyas

y duerme en tus caricias

para olvidar por entero la desdicha. Ínsula de furores y temores,

morena de fuego y ceniza.

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Cómo silenciar nuestras voces

cuando ante tu cuerpo

balbuceamos torpemente las heridas

o los pretextos del amor

escondidos como niños

entre roídos libros y cuadros rotos.

Tenga a bien nuestras plegarias

y aquellas voces imitando su voz desde lo incierto.

Abra sus manos

como dos grandes crisoles

y deje copar este augurio

con el felino color de aguas turbias.

Alimente nuestra fe

con la inocencia de su risa,

y sofoque aquella sed que es usted

bella morena de fuego en las pupilas.

33334444 //// Oscar Ramirez

LO MÁS SECRETO DE LAS VOCES Hemos inventado nuevos nombres para las miradas y sus terribles caminos. Alejandra Pizarnik

Mas, cuando lúgubres melodías

desentonan los contentos,

gitanos de aire y comparsa

toman como suyos el final

o aquel verso dormido en el abismo.

La esperanza es armonía y alba.

Ciudades emergen del encantamiento nocturno.

Carentes de espacios donde extender las alas,

moribundas aves, disfrazadas de libertad,

pernoctarán bajo los rieles.

Al despertar,

fiebre de lunas y plumas distintas

acompañan la desierta contemplación de las horas.

Lo gris

no permite solución o entereza.

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Rostros, húmedos testigos de lo presente,

habitantes de ciénagas

o estaciones

donde las historias crean distancias

para olvidar los pretextos del sol.

Una oscura franja

impregna la mirada evitando la orientación

de arrecifes sin rumbo.

Falsas teorías. Irreales conceptos de felicidad

que nos agobian prometen la venganza.

No podremos intentar las palabras o el tiempo.

La invasión de relatos cohíbe nuestras almas.

Incompletos labios y deseos

dibujan la existencia

de rojizos atardeceres para los ángeles ciegos:

un brotar de peregrinas alas y silencios

perturban la noche.

La certeza y la virtud

escriben jaulas donde

sermones evocan

tentativas luces que olvidan el juego.

Junto al amado movimiento de tus brazos,

las campanas semejan los teoremas del adiós.

El amor es un delgado río de caricias lejanas.

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Trajín de amores y poemas.

Versos describiendo la ferviente oración.

Las melodías y la contemplación

agitan el presente.

Verbos devoran acciones

donde niñas o gaviotas en cristalinas praderas

recrean la nostalgia del amor y las primeras

destrucciones de los nombres.

Trajín de rostros y existencias.

Arrinconados,

en lo más secreto de las voces,

dos niños olvidan la realidad.

Tienen en sus labios palabras tan perfectas

como el silencio.

Lo gris no los alcanza.

Ellos dibujan su propia calma.

Ellos componen su propio mundo.

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III

[PEQUEÑAS HISTORIAS]

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BREVE INTENTO DE LA SOLEDAD

Martes. Una canción al despertar las palabras

nos proporciona lo necesario

para comprender los estragos del tiempo.

Mientras apresamos la luz

entre nuestros débiles ojos,

el eco de lo perdido nos invita al descanso.

En lo lejano,

la melodía del horizonte

dibuja el danzar de las gaviotas

junto a orillas sin rumbo.

Las imágenes se desprenden una a una de la realidad.

Dejando el historial de sus huellas,

un niño corre desnudo

sobre las aguas. Lleva una sonrisa

y el alma a oscuras.

En su mirada se percibe lo imposible y doloroso:

una blanca y ambigua soledad.

Alguien lleva puñados

de arena y de sueños. Quien lo observa

no puede olvidarlo, aunque

la actitud del forastero le es bien recibida.

44440000 //// Oscar Ramirez

Él sabe de verdades y temores,

y concede regalos de infantiles cuentos,

pero su oficio tiene lánguidas historias

que bifurcan el conocimiento del fuego:

cristalinas bóvedas, como cielos,

le permiten ser cautivo o profeta de inviernos.

Con la sutil educación de los días,

radiantes cabelleras dibujándose al viento

nos permiten el agrado.

La sutileza del color

pasea su virtud por estos lares. Se agradece el contento.

El soplido del mar resuena en las grietas

y del silencio se crean

las futuras plegarias de las aves.

Ingenuas niñas dibujan su nombre en la arena.

Una labor copiosa y amena,

tentada por siempre a la facilidad.

Pero olvidan lo fugaz:

las aguas se divierten ocultando el esfuerzo.

En una similitud cautivadora,

las gaviotas y las niñas

duermen bajo el cielo de marzo.

La ignorancia de los caminos nos conduce

al violento equilibrio de la razón.

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Sólo aprenderemos a ocultar las sonrisas,

mientras renunciamos, bajo el eco

de una lágrima, a la posibilidad del amor.

Con el claro principio de la luna

el profeta ha partido,

lejana se muestra ahora su sombra.

Ha rechazado la furtiva condición de los sueños.

El rutinario persistir de la vida

le ha impreso su hartazgo. Sólo nos queda el mar

que contiene al niño de alma oscura.

Su descanso es dulce,

un flotar sin dolor sobre las aguas.

Una sonrisa,

aquella sutil imagen de compasión,

se muestra temerosa.

Ha preferido la soledad sin palabras.

Es mejor así: soñar y sentirme perdido.

44442222 //// Oscar Ramirez

CONTEMPLACIÓN DE CASTILLOS En la mirada, en la callada imagen de las voces,

ocultos secretos develan su misterio:

una rosa que olvida pétalos en su diario,

semejante al brillo plateado del mar,

confundiéndose en la prematura opresión de la luz. En el silencio,

la persistencia de la contemplación

nos devuelve ligeros brazos para apresarnos el alma.

Bajo el eco y la tentación,

vívidas imágenes secuencian toda aquella

torpe elaboración de sueños. El tiempo es averso a la tranquilidad

del recuadro, pero el cristal

evita romper el equilibrio del encuentro.

La observación cautiva de los muros

nos entrega el deambular de las horas frente a los espejos.

Hemos hallado la facilidad de un ojo abierto. Los espacios nos demuestran la humana

condición de lo imperfecto: ningún

lugar tiene la compleja seguridad del olvido.

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Aferrados a la existencia, los sinónimos

evitan el tumulto donde sílabas oculten

el nocturno merodear de gemidos por el bosque.

Imagen o mirada o recuerdo, todo se ejecuta

como una eventual secuencia de criterios.

Se ocultarán en el amor las armas.

De tus nombres, los pétalos de marchitas novias

murmurarán la virtud dolorosa y tentativa

de comprender la pesada cadencia de las palabras.

Tu silueta, como un mapa,

tendrá la perfecta ubicación de mis sentidos.

Tiempo. Instante horizontal

donde latidos y olas de fuego

producen aquella voz calcinada por las mareas de junio.

Arcos y liras temen la ruptura,

porque los días perciben

aquella dura complementación de secretos.

La entonación de los verbos cohíbe las entrañas.

En el silencio o las miradas,

las espadas tienen alma de niñas.

Sólo tu nombre lejos del invierno.

El mar como una llave / tu cuerpo como un castillo.

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LA TENTACIÓN DEL AMOR (una pequeña fábula)

El eterno descenso hacia las aguas

se dibuja en Orfeo como la melodiosa

provocación a lo infinito. Artesano musical,

orfebre de melancolía.

Para componer recuerdos,

volveremos los labios

hacia el sublime caer de las hojas

donde la razón nos prohíba lo perdido.

Una litera de sonidos y epopeyas,

aquella frágil guarida de animales o bestias morenas,

nos permite transitar por estas islas. En los árboles tendrá lugar la creación de las palabras. Tu cuerpo como un grial,

como un rincón o el olvido,

recrea el espacio inmortal donde soles o notas

devuelven ligeros compases devorados

por noches donde gargantas furiosas

o silencios fortuitos.

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La opresión de los velos

nos permite el secreto:

la esperanza será la única salvación de tu ninfa dormida.

Templos. Olivos.

Los sátiros vagarán por bosques

donde somnolientas serpientes aguardan tu llegada.

Bajo el andar se acurruca el silencio.

Una multitud de gorriones bordea tu figura.

El cantar de los grillos

se envuelve en tus brazos.

La sinfonía y la luz comparten la misma certeza.

Artesano musical,

Orfeo contempla sin temor tu melodía.

Su mirada es una mezcla de ambición y ternura

que va creando en su interior

el deseo obligado de las liras.

El murmullo de su voz,

frágil como el hilo del viento,

acaricia tu mejilla

de la misma manera en que se agita un lamento.

Una oración, tan religiosa como su nombre,

perturbará la necesidad de los caminos

cuando al volver

intentes la osada lentitud de una mirada.

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ORACIÓN

Volvamos al Hades,

oh Señora del Fuego Eterno,

permita encontrar la esperanza

que por la tentación del amor me es esquiva.

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LÚDICO HISTORIAL DE LAS HORAS La mañana, bañada en cristales de luz,

dibuja el vigoroso cantar de las aves

mientras una turbia imagen de soberbia

nos limita la condición de los principios.

Podemos recrear la existencia de las horas.

Bajo la fragilidad de los cielos,

ángeles navegan sus alas a la deriva del sol.

A lo lejos, jinetes sucumben a recuerdos conclusos.

La historia tiene retazos de presentes,

y el futuro se muestra con las mismas imperfecciones

del ayer.

Nada es personal, sólo el eco o lo despectivo.

Rodeada de las breves historias del mar,

la sombra del amor construye su secreto:

eternidad o brisa de paraíso.

Bajo la mañana y el mar llueven labios.

Razones como pretextos / pretextos como oraciones.

44448888 //// Oscar Ramirez

Voces o cautivas ecuaciones del silencio,

en un trepidante caer

por las mañanas,

originarán la partida.

Perdiéndose en las miradas,

un niño sin madre tentativa

se dibuja la melancolía en el rostro. La infancia, como una serena lentitud de recuerdos,

nos obliga a olvidar por siempre aquellos juegos

donde intentábamos sin remedio la vida. El relieve del sol posee palabras.

La bravura del mar, poemas. En lugares donde observamos las odiseas como

míticos episodios de placer y algarabía,

fosas o pliegues de olvidos ocultan palomas

vestidas con aire del ayer.

En el umbral o el habitáculo de viejas heridas

habremos de divisar entre pieles y lamentos

la oscuridad venidera. Inertes materias recuerdan la eficacia de las horas. Los jinetes conducen el primario ruego

de aquellos vagabundos que ocultaron cobijo

por temor a olvidar el tiempo.

Se les tiene permitido el llanto,

pero lágrimas es lo que han perdido.

Arquitectura de un día común //// 44449999

Cercano a las sombras, el final de los versos se proclama.

La oscuridad cobija lanzas. Los secretos, juramentos.

Sólo una orilla o la brisa de mayo.

Un ligero adiós y varias plumas tintas.

55550000 //// Oscar Ramirez

LA PARTIDA DE ELISA (una chica a la orilla del mar)

Muñecas y virginales heridas

ocupan la parte más sutil del equipaje.

La silueta del adiós o la promesa de alguna bienvenida

nos reservan senderos rotos.

En palabras no colisionan los hechos:

las acciones son lo certero y lo incorrecto. En un resonar de furores,

el sollozo de las aves comprenderá el temor

o la inútil privación de los afectos.

La virtud del vivir

tiene medida en situaciones y pretextos

o en oscuros recintos donde el amor

oculta siempre sus bondades. Resignaciones o delirios,

un acercamiento presuroso al vértigo imitará la calma. Tránsito de luces. Ideas, vivencias de fantasías rotas.

Las palomas consumen el acero de sus jaulas.

Los ángeles dibujan en silencio las plegarias.

La única libertad es aquella que se atrapa.

Arquitectura de un día común //// 55551111

Bajo los manzanos o los nombres

descubrirás el instante perfecto para la osadía.

Intentarás un refugio donde dormir. Sólo te quedará el habitáculo donde lograste empañar

la irascible condición de los secretos:

el privilegio del dolor,

la imperfecta solidaridad de la muerte. Incoherentes melodías

o creencias de bienaventuradas extensiones de vida

nos advierten el descanso.

Carente de razones, una lejana cruz agiliza las mentiras

y nos describe la promesa de la consumación. Brevedad al esconder la tentación del alba. Alrededor de tus huellas,

imágenes saturan la ocupación del silencio.

Un cristal ocultando los nombres

o

la cruel figura del adiós. Cuando vuelvas

entenderás la nulidad de tus actos

y aquellas flores cubriendo el descanso de tus manos.

Las orillas ocultarán el sol

mientras infantiles gaviotas te invitan

a levantar la mirada.

55552222 //// Oscar Ramirez

El horizonte comprenderá la ironía de tu verdad.

Las aguas contemplarán tu caída

mientras las gotas del amor

se aglomeran bellamente sobre la arena.

Arquitectura de un día común //// 55553333

ENSAYO ACERCA DE LA LIBERTAD

Muro. Canción de gentiles robles.

Golpes de olas sobre el cimiento

olvidan la precaución de conservar el silencio.

De regreso al norte,

la fortaleza de un corazón resuelto al rencor. Muy lejos de sí mismos,

plegarias imitan el resonar de violentas muestras.

Las manos, tibias, colmadas de inocencia,

acarician la piel del cordero. El silencio descubre los conflictos de la realidad. Remotas venturas asoman la creencia

de un latir muy lejos de los robles.

La serena comparsa de Efebo describe los intentos

por aprender a dominar las orillas. Inclinada hacia el manto deforme,

la multitud demuestra su compromiso:

un pétalo o el desliz

de impuras almas que desconocen

la verdad de los abriles y el incienso.

55554444 //// Oscar Ramirez

Hemos descubierto el sutil espectáculo de la soledad.

Trémula de amor,

un ave desliza su religión

por encima de los profetas.

Podemos contemplar la indulgencia de su silueta,

pero no podemos acompañarla.

Ahora, desnuda,

la noche cobija la fiebre de las madres.

Ningún llanto podrá dibujar el festivo descanso de los sueños.

Ningún sueño tendrá el festivo color del descanso.

Sólo el infantil sollozo

o la caída de solitarias hojas en el invierno.

Las estaciones perderán de por sí los estragos.

El ave, herida de alas,

dirige su firmeza sobre las aguas.

Lograr escapar del horizonte con la firme convicción

de hundirse en lo lejano:

en ti aprendemos el inútil intento de la libertad.

Apresados en lo infinito

abriremos de par en par la mirada:

podemos contemplar el dolor,

pero no podemos comprender el llanto.

Arquitectura de un día común //// 55555555

IV

[PRINCIPIO Y FINAL DE LAS HISTORIAS]

55556666 //// Oscar Ramirez

Arquitectura de un día común //// 55557777

(presente)

He aquí principio y final de la historia. Deambulando sobre los rezagos de una ciudad derruida,

una muchacha de muñecas de oro,

de cintas e infantil figura provocando

en un sueño el mediodía,

nos descubre las palabras

y la matinal ausencia del amor.

En ella, la juventud,

otrora virtud prometida de la infancia,

se dibuja como el portal de un abismo temeroso.

Sus manos tienen la completa imagen de la esperanza. Sin la intención de los caminos,

la voluntad tomó rumbo perverso. Entre lúdicas concepciones de realidad,

entre partituras

o melodías de inviernos,

su silueta compone los vacíos donde

la claridad nos devuelve el arpegio

de solitarias habitaciones que se alimentan

con el vibrar de oraciones vagabundas.

55558888 //// Oscar Ramirez

Sólo conservar el más puro de los secretos

puede imitar en ella

la certeza de volver a contemplar el amor

a oscuras.

Artificio de luz.

Prevención de momentos

en que el fuego escribe tentaciones o ecos.

La lozanía de sus huellas

serán el sendero donde podremos distinguir

abriles o marzos

corriendo entre prados y labios verdes.

A la orilla del río,

sus pies recrean las siluetas de pálidas hojas

que simulan el porvenir de los barcos.

El consejo de las aves es concreto:

no tienten volar, ustedes carecen de viento.

Arquitectura de un día común //// 55559999

(lo pasado)

Romance y canción del fauno.

La libertad de las niñas tiene precio merecido.

Laberinto de palabras

e inverosímiles argumentos

nos confían la aparición de bárbaros pilares.

Observación o padecimiento:

la realidad segmenta la cicatriz del cordero.

Sólo la verdad nos convence de lo aprendido.

Con buenas acciones, aceptar el fin.

El tiempo y la luz han fracasado.

La soledad envuelve líricas y tormentos

bajo una corona cubierta de pecados

que nos devuelve la ingratitud de la historia.

La boca del mundo es un instinto

donde el vino tornándose agrio nos reclama.

Vacíos,

vacíos opacan la claridad.

Tertulias de acabóses recrean el inicio de las fauces.

66660000 //// Oscar Ramirez

Silencios abriendo temores

a razón de higos maduros por vida

ocupan la voluntad de resecas palmas.

Imágenes nos perturban el descanso.

En vista ajena se producen llantos.

En cuerpos amados se cosen heridas.

Una lanza o el final de los verbos

dan fe de la esperanza no habida.

Es inútil comprender lo infinito.

Arquitectura de un día común //// 66661111

(el fin de toda esperanza)

El rostro de lo que fuera una ciudad

nos obliga a esconder la mirada. Para evitar la duda,

el golpe de la verdad acecha las orillas del mundo.

El corazón del hombre es ahora

un terreno muerto donde

la arena y el polvo vuelven a poblar la brisa.

Aquella ciudad se dibuja entre escombros,

aquella otra, es sinónimo

y nos demuestra la ausencia de vida. La libertad carece de lugares donde huir

porque sus cadenas tienen una magnitud tan extensa

como el nombre de las niñas.

Evitar abrir los ojos:

podemos aprender a conllevar el exilio. A lejanos ecos o pasos de lo dormido,

evitando el murmullo de cruces

donde antaño condenamos el día,

una muchacha deambula escribiendo

sus años a la voluntad del viento.

66662222 //// Oscar Ramirez

Camina por abrojos y cenizas,

por rezagos de mundos hacia la orilla del mar.

Sus huellas son testimonio y plegaria

de perdidas palabras

sofocadas por la agonía del tiempo.

Nada puede corromper su vital armonía.

Ha logrado comprender el principio y final de la historia:

ninguna esperanza es bienvenida.

En ella se puede percibir lo preciado:

caminar al dolor

sin temor a dominar el silencio.

Arquitectura de un día común //// 66663333

66664444 //// Oscar Ramirez

Arquitectura de un día común //// 66665555

ÍNDICE 7 / Prólogo, por Bethóven Medina I Arquitectura de un día común

15 / inventario de imágenes 17 / precoz obertura del sol 18 / bosquejo de la contemplación del mar por las mañanas 20 / creación de las palabras 21 / persistencia o el espíritu del tiempo 23 / poema acerca de la concepción del olvido 25 / fábula del sueño

II Oficio de aprendiz

29 / oficio de aprendiz 31 / las aves y el amor 32 / morena 34 / lo más secreto de las voces

III Pequeñas historias

39 / breve intento de la soledad 41 / contemplación de castillos 44 / la tentación del amor 47 / lúdico historial de las horas 50 / la partida de elisa 53 / ensayo acerca de la libertad

IV Principio y final de las historias

57 / (presente) 59 / (lo pasado) 61 / (el fin de toda esperanza)

66666666 //// Oscar Ramirez