Ortner. Geertz, Subjetividad y Conciencia Posmoderna

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:.' IEEm. _JETIVIDAD YCONCIENCIAPOSMODlftNI1 Sberry B. Ortner Este artículo examina la importancia de la nocíón de subjetividad para una antropologta crítica. Si bien no existe un vínculo necesario entre las cuestiones relacionadas con la subjetividad, las cuesrlones del poder y la subordinación -y a decir verdad, hay una gran cantidad de trabajos, tanto dentro como fuera de la antropología, que exploran la subjetivi- dad como un ámbíto de investigación relativamente neutral-, mi interés se concentrará sobre todo en ampliar lb llneas de trabajo que ven, en erecto, una intima vinculación entre la subjetividad y el poder. De ahí el planteo sobre la importancia de Investigar la subjetividad en cuanto parte de "la antropología como crítica cultural" (Marcus y Flsher, 1986), .~:;~ Por subj~tividad entiendo el conjunto de modos de percepci6n, afecto, pensamienlo;-aéseo, temor, etc., que animan a los su~tos actuantes. Pero también aludo a las formaciones culturales y sociales que modelan, or- ganizan y generan determinadas "estructuras de sentimiento" (WUliams, 1977). En sustancia, este trabajo se moverá una y otra vez entre el exa- men de díchas formaciones culturales y los estados internos de los su- jetos actuantes. Sin embargo, como la idea misma desujeto es un asunto contencioso, comenzaré con! •Sbt!lT')l Onner e$ Profesora de CoIumfJía Unh,'et'S(I)'. Entre sus prtnctpaies contribuciones se rncuenfrQn Tbeory of An,hrop%gy since 'be stxues, sbeepas and Htmalayan MOlll1- taI~ ]be Fa/e 01 "CuJtUIT': Gf>erfz and &!yond y New .fet'Sry Dreamtng: Capital, Culture and!be Cklss of '58: 25

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IEEm. _JETIVIDAD Y CONCIENCIAPOSMODlftNI1

•Sberry B. Ortner

Este artículo examina la importancia de la nocíón de subjetividad parauna antropologta crítica. Si bien no existe un vínculo necesario entre lascuestiones relacionadas con la subjetividad, las cuesrlones del poder yla subordinación -y a decir verdad, hay una gran cantidad de trabajos,tanto dentro como fuera de la antropología, que exploran la subjetivi-dad como un ámbíto de investigación relativamente neutral-, mi interésse concentrará sobre todo en ampliar lb llneas de trabajo que ven, enerecto, una intima vinculación entre la subjetividad y el poder. De ahíel planteo sobre la importancia de Investigar la subjetividad en cuantoparte de "la antropología como crítica cultural" (Marcus y Flsher, 1986),

.~:;~Por subj~tividad entiendo el conjunto de modos de percepci6n, afecto,pensamienlo;-aéseo, temor, etc., que animan a los su~tos actuantes. Perotambién aludo a las formaciones culturales y sociales que modelan, or-ganizan y generan determinadas "estructuras de sentimiento" (WUliams,1977). En sustancia, este trabajo se moverá una y otra vez entre el exa-men de díchas formaciones culturales y los estados internos de los su-jetos actuantes.

Sin embargo, como la idea misma desujeto es un asunto contencioso,comenzaré con!

• Sbt!lT')lOnner e$ Profesora de CoIumfJía Unh,'et'S(I)'. Entre sus prtnctpaies contribucionesse rncuenfrQn Tbeory of An,hrop%gy since 'be stxues, sbeepas and Htmalayan MOlll1-

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Una breve hist~rla del debate sobre el sujeto .Sería factible considerar el desarrollo de la teoría social y cultural a lolargo de todo el siglo XX como una lucha en torno del papel del ser so-cíal -Ia persona, el sujeto, el actor o el agenre- en la sociedad y la his-toria. Aunque el origen de la controversia sobre la significación delsujeto puede remontarse mucho más atrás en la filosofía, la versión de)siglo XX se presenta como un debate librado principalmente entre las cien-cias sociales de reciente evolución, por un lado. y ciertas líneas del pen-samiento filosófico, por olro2. En la primera mirad del siglo, el debatecobró forma como una reacción filosófica ante el surgimiento de las teoríasde la "coacción" social (Durkheim) y el "deterrnínismo" (Marx). mientrasque Sartre, en particular, s~ apartaba de ambas y sostente en El ser y lanada la prtmacía de la libertad humana.

A su vez, en una respuesta directa a Sartre, Lévi-Strauss encauzó aDurkhelrn en nuevas y más extremas direcciones y también modificó has-ta cierto punto, los términos del debate para alejarlo de las categorías dela libertad y el dererminlsmo. Si bien Durkheim aludía a un nivel de "losocia)" que podía analizarse con escasa referencia a los sujetos, el suje-to (a quien s0lía denominar "individuo·) seguía teniendo, empero, unapresencia importante en ~Iedificio teórico, en tanto elemento sobre y através del cual la "sociedad" hace su trabajo, y que Incluso presenta devez en cuando alguna lucha (véase por ejemplo Durkheim, 1982: 5]). L!vl-SlI'3USS tomó la noción durkheírníana del hecho social que existe por enci-ma del Individuo y que c~sj tiene vida propia, y procuró purificarla porcompleto de la presencia )'1.. necesidad de los sujetos. Ast, en la intro-ducción de Lo crudo y lo cocido escribió lo siguiente:

"Por lo tanto, pretendo mostrar, no cómo piensan los hombres en los mi-lOS, sino cómo actúan los muos en la mente de los hombres sin que és-(OS sean COnscientesdel hecho 1...1 tal vez serfa mejor ir aun más lejos y,haciendo completo caso omiso del sujeto pensante, proceder como si elproceso del pensamiento se produjera en los mitos, en su reflexión so-bre ~¡mismos y su interrelación" (Lévl-Strauss, 1969: 12).

Aquí ya no se trata exactamente de una cuestión de libertad y coacción.No sólo se plantea la idea de que la libertad del sujeto es ilusoria, sinotambién que el propio pensamiento humano es simplemente un efectodel puro juego de la estructura o un medio para llevarlo a cabo. Tal co-mo Lévi-Strauss señaló en El pensamiento salvaje, la meta de las cien-cias humanas no "era consrtruír al hombre sino dísclverlo". Según NikFarrell Fax resume en una biografía reciente de Sartre:

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°el estructuralísmo se embarcó en una crítica concenada del humanismoy el arnropocenrrisrno e ínvinló las premisas humanas al dar prioridad ala estructura sobre el sujeto, lo inconsciente sobre lo consciente y los análi-sis objelivo.s de las leyes científicas sobre las epistemologías basadas enel yo" (fox, 2003: 24).

El paisaje actual de la teoría social y cultural debe verse contra el telónde fondo de esta historia. En sustancia, hay tres líneas de discusión. Laprimera es el llamado post-estructuralismo, que aban~ona enfá!iCament.eel posuívísmo durkheimiano todavía presente en L!VI-Strauss ( 10.5 aná'~-sís objetivos de las leyes ctentíñcas") y se concentra con mayor mrensi-dad aún en "disolver al hombre", Los términos de la critica dan aquí otroleve giro, pues la critica del concepto de "hombre" comienza a .hacer hin-capié no sólo en sus cualidades Ilusorias desde un p~nt~ de vl.sta fl~OSÓ-neo (el yo como un lugar originario de coherencia, tntenCJonahdad,creatividad, etc.), sino en su especlñcídad ideológica. En manos de laspost-estructuralislas Feministas (Joan Scou, por ejemplo), la cuestión essu naturaleza enmascarada de género: 10 que pretende ser hombre enel sentido universal es, literalmente, el hombre en el sentido de género,los hombres. En manos de los posr-estructuralistas poscoloniales (GayatriSpivak, por ejemplo). la cuestión es la localización de la idea de un pre-sunto hombre universal en lo que es, en realidad, un proyecto especí-ñcamenre occidental de dominaci6n: los hombres (colonialistas) blancos.

Considerado en esta perspectiva, puede comprenderse el atractivo constantedel posl-estrucruralismo en muchos ámbitos académicos, inc1uy~ndoimportantes sectores de la antropologia. No obstante, su antlhumaOlsmoplantea problemas reales l! u.na anttot>o!ogía que ~uiera entender no sólo Iel funcionamienlO del poder, sino los intentos de los subalternos (en elsenrído gramsciano) de alcanzar, por lo pronto, el privilegio de conver-

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tírse en su¡etos3 ..' .

Debemos en consecuencia, referirnos a una segunda e importante linea Idel pen~miento post-Ievistraussiano (pero no ~post-es~rucluralisla"), !una linea que de algún modo intenta volver a poner Un sujeto en el cen- Itro de la teoría social, pero al mismo tiempo procura reformularlo teórl- icamente de una manera que no rehabilite el ilusorio universalismo del!~hombre". Yo situaría en esta corriente las diversas versiones de la ~Ia- !mada teoría práctica, tal como se la constata en la obra-de Plerre ~ourdleu 1;,

(por ejemplo, 1977, 1990. 2000), Anrhony Gíddens (en especial 1979), J

Marshall Sahlins (en especial 1981) y WiIliam H. Sewell, Jr. 0992. 1999),así como en varios de mis propios trabajos (por ejemplo, 1984, 1994.2003). Si dejamos a un lado mi obra, que en tod~ caso trato de pr?fun-

.: dízar aquí, podemos ver que los pensadores recté n enumerados nenen

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una diversidad de planteas teóricos sobre el sujeto. Para Bourdieu, el su-jeto ínternalíza las estructuras del mundo externo, tanto el objetiva-mente real como el definido desde un punto de vista cultural. Esasestructuras internallzadas constituyen un babitus; un sistema de dis-posiciones que indinan a 10$ actores a actuar, pensar y sentir de una maneracoherente con los límites de la estructura. Si bien hay aspectos del con-cepto de babitus que pueden localizarse en una noción de la subjetivi-dad en el sentido de -tal vez podamos darle la descripción sumaria de"sentlmlentosr--, los argumentos de Bourdieu destacan sobre todo el he-cho de que ese babitus establece una gama de opciones y límites parael actor social. Sahlíns, también influido por el pensamiento estruc-turalísta francés y al mismo tiempo resistente a su antíhumanlsmo, cons-truye un sujeto muy similar al de Bourdieu, principalmente motorizadopor las estructuras. Por otra parte, como Sahlins escribe sobre actoreshistóricos reales (el capitán Cook, por ejemplo), sus descripciones de lasacciones de éstos los muestran a veces más complejos, en la dimensiónsubjetiva, de lo que se deja ver en su exposición teórica de esos mismoshechos.

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Para Giddens y Sewell, si bien debe entenderse que los sujetos consti-tuyen una producción plenamente culruraty estructural, es precisodestacar la importancia de un elemento de "agencia" en todos los suje-tos sociales. En contraste con la insistencia de Bourdieu en la naturalezaprofundamente internalizada y sobre todo inconsciente del conocimien-to social en los sujetos actuantes, Giddens subraya que éstos son siem-pre -al menos en parte- "cognoscíentes", y por lo tanto capaces de influirsobre las estructuras que los han constituido, y a veces de actuar con-tra ellas. En contraste con el intenso determinismo estructural de Bour-díeu, Sewell orienta la perspectiva del historiador para sostener que "enel mundo de las luchas y estratagemas humanas, muchos pensamientos,percepciones y acciones consistentes con la reproducción de los patronessociales existentes dejan de suceder, pero los que son inconsistentes conella aparecen todo el tiempo" (Sewell, 1992: 15).

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Todos estos pensadores, que de una manera u otra volvieron a poner alsujeto actuante en la teoría social, han sido una gran inspiración para mipensamiento; he escrito sobre la importancia de su obra en muchos otrosI contextos. Dicho esto, permítaseme sugerir que en la obra de todos e-I 1I0s hay una falta o una zona de debilidad específlca que abre el espa-

Ido para este trabajo: una tendencia a descuidar la cuestión de la!, subjetividad, esto es, la concepción del sujeto como un ser existencíal-:/ mente complejo, que siente, piensa y reflexiona, que da y busca senudos,

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¿Por qué esto constituye tu, problema? ¿Cuál es la importancia de reins-talar la cuesti6n de la subjetividad en la teoría social? En parte, desdeluego, es importante porque se trata de una dimensión fundamental dela existencia humana e ignorarla en la teoría slgnífíca empobrecer el sen-tido de lo humano en las llamadas cíenclas humanas. Pero también esImportante desde un punto de vista político, como dije al comienzo deeste articulo. En particular, veo la subjetividad como base de la "agen-cía", como un elemento necesario para comprender por qué las personasobran (tratan de obrar) sobre el mundo aún cuando son objeto de eseobrar. La agenda no es una voluntad natural u originarla, adopta la for-ma de deseos e intenciones específicas dentro de una matriz de subje-tividad: de sentimientos, pensamientos y slgníflcados (culturalmentéconstituklos).

Comenzaré con una definición preliminar. Por subjetívídad entenderé unaconciencia específicamente cultural e histórica. Al' utilizar la palabra"conciencia" no pretendo excluir diversas dlnámlcas inconscientes, tal co-mo se las ve, por ejemplo, en un inconsciente freudiano o un babttusbourdieusiano. Sin embargo, quiero decir que la subjetividad es siem-pre más que esas cosas, en dos sentidos. En un plano individual, supon-dré, coo Giddens, que los actores siempre son al menos en parte "sujetoscognoscientes", tienen cierto grado de reflexividad sobre si mismos y susdeseos, y cuentan con alguna "penetración" acerca del papel de las cir-cunstancias en su propia formaci6ri~'Son, en síntesis, conscientes en elsentido psicológico convencional, algo que es preciso destacar como com-plemento y no en reemplazo de la insistencia de Bourdleu sobre el carác-ter inaccesible que la lógica subyacente de sus prácticas tiene para losactores. En el plano colectivo me valgo de la palabra "conciencia" tal c9..~mo la usaron Marx y Durkheim: la sensibilidad colectiva de un conjuri"to de actores socialmente Interrelacionados. En es~ sentido, la concienciasiempre es una parte ambigua de las subjetividades personales de la gentey de la cultura pública, esa ambigüedad estará presente en casi todo 10que sigue. Por momentos hablaré de fa subjetividad en un sentido máspsicológico, en términos de los senurrilentos internos, deseos, angustias,Intenciones, erc., de los individuos. pero en otras ocasiones me con-centraré en las formaciones culturales de gran escala.

La mayoría de las veces, la cuestión de las subjeuvídades complejas enel sentido más psicológico (lo cual no significa acultural) debe ras-trearse en los estudios de grupos dominados. No sólo las cuestiones dela "agenda" (y la "resistencia"), sino del dolor, el temor o la confusión,así como los diversos modos de superar esos estados subjetivos han si-do centrales en ese tipo de trabajos. Entre los ejemplos podríamos citarlos estudios de Lila Abu-Lughod sobre las estructuras de sentimiento de

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las mujeres beduinas, tal como se modelan y expresan en la poesía y lanarrativa 0986, 1993); el trabajo de José Limón sobre la sensación de frag-mentación entre los mexicano-norteamericanos pobres (1994); la obra deAshís Nandy sobre la desorientación y reorienración del "yo" indígenabajo el colonialismo (983); el estudio de Purnima Mankekar acerca delas complejas reacciones de las mujeres de la India ante las epopeyas tele-visivas (999), o él de Tassadír Yacine sobre la naturaleza de género delmiedo entre los cabíles (1992)6. En Iodos estos casos se exploran la ex-periencia y construcción subjetivas de la condición de sujeción, así co-mo las maneras creativas de superarla, aunque sólo sea episódicamente.

Además de este tipo de investigaciones en el nivel de los actores Indi-viduales o los grupos de actores, también existe, desde luego, una tradi-ción ínvesrlgatíva e interpretativa en un plano cultural (y político) másgeneral, concerniente al papel de formaciones culturales determinadasen la configuracíón y generación de las subjetividades. Mi propósito esahora trasladarme a ese plano. Comenzaré por volver a algunos de lostraba íos clásicos de Clifford Geertz. Si bien Geertz trabajó más o menosen la misma é~ca que Lévi-Strauss, Bourdíeu, Sahlins y Otros autoresantes mencionados, Geertz fue el único de los grandes pensadores so-ciales y culturales que abordó la cuestión de la subjetividad en el senti-do analizado aquí. por lo cual debemos considerar con mucha seriedadsu obra.

Otra mirada al conceptQJ,e cultura de Geertz ........En algunos celebrados artículos de las décadas de 1960 y 1970, Geerrzapeló a la filosofía y la teoría llterarla para dar expresión a un enfogueespecíflca~ente cultural de la subjetividad y, podríamos decir, a una··teoi-ia .~e I~ cultura específicamente orlentada hacia la subjetividad". Ambas .guardan una relación tan estrecha que no se puede analizar una sin otra.Comenzaré con la cultura.

.: En la teoría de la cultura de Geertz pueden señalarse dos dimensiones:por un lado, el concepto norteamericano clásico, ;d~n(ifica·cio' e'~t~~otros con Boas, Mead y Benedícr, y definido de manera sustantiva co-'mo la visión del mundo y del etbos de un grupo particular de personas;por otro, una teoría filosófico literaria del proceso cultural, especialmenteinspirada en Wittgenstein que hace hincapié en la construcción del sen-tido y las subjetividades a través de procesos simbólicos inmersos en elmundo social.

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Como sabrá cualquiera que conozca la lírerarura antropológica de las úl-timas décadas. ~I concepto de «cultura" ha sido objeto de serios ataques,He analizado el debate cultural en Otro lugar (l999b). pero no es posi-

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ble avanzar en una discusión de la obra de Geertz sin volver a abordarloa cada paso. Sin embargo, en este caso lo haré con una orientación untanto difererue.

Si bien el concepto geertztano de cultura tiene dos vertientes, resulta bas-tante evidente que elproblema radica en su primer sentido, Ia acepción \norrearnerícana, es decir, la idea de que grupos específicos "tienen" cul- Ituras específicas -cada uno la suya-, "compartidas" por lodos sus miem- :bros, las crítícas dirigidas a esta concepción de la cultura adoptan varias Iformas. Por un lado, el concepto es demasiado indiferenciado, demast-ado homogéneo: vista la existencia de diversas formas de diferencia ydesigualdad sociales. ¿cómo pueden lodos los integrantes de una sociedaddada compartir la misma visión del mundo y la misma orientación ha-cia éste?6 Por otro -y ésta ha sido la crítica más conrundente-, la ho-mogeneidad y falla de diferenciación del concepto de cultura lo vinculabaíntimamente al "esencialismo", la idea de que "los nuers" o "los ballne-ses" tenían una esencia singular que los hacía ser como eran y que ex-plicaba, además, gran parle de lo que hacían y cómo lo hacían. Podemosadvertir los peligros de esta posición cuando observamos los tipos derepresentaciones de la "cultura árabe" o la "cultura musulmana" que hanempezado a circular por el mundo luego del 11 de septiembre. Geertz,desde luego, nunca adhirió a esta forma de pensar. Su interés en la com-prensión de la diferencia cultural consistía justamente en lo contrario: erauna manera de inaugurar "conversaciones" a través de líneas culturales.Pero el concepto mismo resultó ser más politicarnente escurridizo de loque antes parecía.

Geertz defiende lo que llamo concepto norteamericano de cultura en Aftet·tbe Fact (995), sobre todo con el argumento de que la cultura es realy los críticos entierran la cabeza en la arena para negarla. Coincido, perola crítica exige una defensa más elocuente en términos de la polítíca im-plícita en el uso del concepto. Así, si bien reconocemos los peligros muy J:reales de la "cultura" cuando se la pone en juego para eseacíallzar y de- 1monízar a grupos enreros de personas, también debemos admitir su valor ,-políttco crníco, para entender tanto el funcionamiento del poder, como 1,los recursos de quienes carecen de él.

Vista desde el lado del poder, uno puede reconocer una formación cul- '\:,. ..... , ' l'

rural como el cuerpo relativamente coherente de símbolos y significados, 'etilos y visión del mundo y, al mismo tiempo, concebir esos significados i

, como ideológicos y/o como parte de las fuerzas y procesos de dorni- inación. La figura más importanre en la reformulación peJ concepto de Jcultura en ese sentido tal vez haya sido Raymond Williilm~~ con suadaptación de la idea grarnsciana de be~~onía9. La obra de Willíams

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desencadenó una virtual revolución académica que motivó en parte lacreación de ese enorme, fértil e indócil campo llamado "estudios cul-rurales". Si bien la versión estadounidense de los estudios culturales ter-minó por quedar ba]o la dominación de la teoría literaria (sobre todofrancesa), en Gran Bretaña la disciplina asumió un cariz mucho másantropológico, con trabajos etnográficos de campo (en especial learninglo Labor, el clásico de Paul Willis) y un despliegue productivo de la con-cepción de WílIiams de la cultura como hegemonía, esto es, un ·entre-lazamlento del concepto norteamericano de cultura y el conceptomarxista de ideología (Wllliams, 1977: 108-1(9)1°. Los anállsls de la cul-tura posmoderna como parte de la hegemonía más amplia del capitalismotardío, que consideraremos más adelante en este articulo, ilustrarán esetipo de trabajo .

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rVista desde el lado de los menos poderosos, la cultura, en el sentídoantropológico norteamericano -pero, insistamos, con un filo más críti-co- persiste en los estudios de la "cultura popular". Se trata de estudios

1, de los mundos locales desujetos y grupos que. por muy dominados omarginados que estén, procuran llevar una vida significativa para simismos: culturas raciales o étnicas (por ejemplo. Limón, 1994), culturasde clase obrera (por ejemplo, Lipsitz, 1994), culturas juveniles (porejemplo, Taylor, 2001; Thornton, 1995; Amn-Tala! y Wulrf, 1995), etc. Co-mo en la antropología cláslca estadounidense, en estos estudios se con-sidera que la cultura es compartida por un grupo, que forma parte desu modo colectivo de vida y encarna su historia y su identidad, suvisión del mundo y su etbos comunes. Los estudios de la cultura popu-

r lar entendida en este sentido también suelen introducir, de manera irn-1 plicita o explicita, una perspectiva bajtiniana para la cual la, culturaencarna cierto tipo de resistencia, de malicia o, como alternativa, de ac-tividad lúdica y placentera, partícipe de una vida vivida en los márgenesde las estructuras de dominación. Yo' Mama's Disfunkttonalt, de RobinKelley, un estudio acerca de la cultura popular afroamericaoa, es un mara-villoso ejemplo de esta clase de trabajos.

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En suma, la "cultura", aun en algo parecido al viejo sentido norteameri-cano, no es tnberentemente un concepto conservador o peligroso; cuan-do se lo ve como tal se comete tina especie de error categorial.El concepto es flexible y vigoroso y puede utilizárselo de maneras muydiversas, la más importante de ellas, como parte de una crítica política,

\Sin embargo, el concepto de cultura al estilo norteamericano fue s610 unade las dimensiones de la teoría de Geertz. La otra era una serie de ideas\ sobre el funcíonamiento de los procesos culturales y lo que éstos hacen.'.Geertz sostenía que la cultura debla entenderse como un co~junto de for-

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"J,as.simbólicas públicas. que expresan y a la vez configuran el significadopara actores inmersos en el flujo constante de la vida social. Y aunque '.la idea de "signíñcado" también puede encauzarse en muchas y dlferentesdirecciones, el interés específico de Geertz se orientó hacia las formasde la subjetívidad simultáneamente reflejadas y organizada.'; por los dis-cursos y prácttcas culturales. Lo cual vuelve a llevarnos a la subjetividady la conciencia.

La construcción cultural de la subJetividadEn dos de sus artkulos más célebres, "Person, time, and conduct in BaH"0973 [19660 Y "Deep play: Notes on the Balínese cockflght" 0973d(1972)), Geertz da una vigorosa muestra práctica de su método de tra-bajo cuando interpreta las formas culturales balinesas -términos de de-nominación personal, sistemas calendarios, reglas de etiqueta, reunionesde riñas de gallos-, según los modos de conciencia que encarnan.

Es Importante no separar el método interpretativo y la preocupación porla subjetividad (conciencia histórica y cultural). En nuestros días hay for-mas de análisis cultural, sobre todo inspiradas en Foucault u otrascorrientes del pensamiento post-estrucruralista, que destacan eJ hechode que los sujetos y las posiciones subjetivas son construidos por los dis-cursos y que tienen, por lo tanto, una semejanza superficial con la in-terpretación geertztana. Pero Jos suje~o.1!aludidos en ese tipo de análisisse definen. principalmente en términofile lugares políticos C'posiclonessubjetivas") e identidades políticas (unos y otras por lo común subordi-nados): subalterno (en el sentido histórico y brttáníco), mujer, otroracializado, etc. El ejercido no carece en modo alguno de importancia,'pero es diferente de la cuestión de la formación de las subjettvidades,~~estructuras complejas de pensamiento, sentimiento, reflexión, etc., que ".siempre hacen de los seres sociales algo más quemeros ocupantes deposiciones específicas y simples poseedores de determinadas ldenn-dades.U

Geertz afirma con claridad que su modo de pensar la subjetividad se re-monta a Max Weber. Entonces, no hay mejor lugar para comenzar queel análisis de Weber sobre la influencía del protestantismo en la confi-guración de la condencla de los primeros sujetos modernos. A partir dela doctrina protestante de la predestinación y su supuesto acerca del carác-ter remoto e inaccesible de Dios, Weber sostiene que el protestantismocalvinista inculcó en sus sujetos una estructura particular de sentimien-tos:

"En su extrema inhumanidad, esta doctrina debe haber tenido, sobre todo,una consecuencia para la vida de una generación que se rindió a su mag-

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nífica coherencia: un sentimiento sin precedentes de soledad interna enel individuo aislado» (Weber, 1958: 104).

~eber construye una imagen de la capacidad del protestantismo de in-tensificar a cada paso las angustias religiosas. El calvinismo, por ejem-plo, permitió que la práctica de la "ccnfesíón privada" del pecado cayeraen desuso, con el resultado de "suprimir la posibilidad de una liberaciónperiódica de la carga emocional del pecado" (Weber, 1958: 106). Y el ori-gen último de la angustia relígtosa era, desde luego, la sítuación psi-cológicamente intolerable de estar predestinado y, sin embargo, nocontar con medios para descubrir cuál es ese destino.

Toda la estrategia de. Weber para construir los vínculos entre el proles-tantlsmo y'"el espfritu del capítalísrno" radica en mostrar que las doctrinasy prácticas protestantes inducían esas angustias y, a la vez, prescribíansoluciones para ellas. A su turno, esas soluciones -una "intensa activi-dad mundana" (Weber, 1958: 112), una "conducta [en los asuntos mun-danos) que sirviera para aumentar la gloria de Dios" (Weber, 1958: 114),un "autcconrrol sistemático" (Weber, 1958: 115) y otras- producían nosólo un tipo determinado de sujeto religioso sino también, según la famosatesis weberiana, un primer sujeto capitalista. No profundizaré en el ar-gumenro de Weber sobre esta relación. Mi intención aquí es señalar, sim-plemente, que este su lera de producción cultural y religiosa no se definesólo por una posición especifica dentro de una matriz social, económi-ca y religiosa. sino por una ~bjetJvidad compleja, una compleja serie desentimientos y temores. que tienen un papel central en todo el argumento.

Para Geertl vale lo mismo que para Weber: las culruras son sistemas públi- .cos de símbolos y significados, textos y prácrícas, que representan unmundo y, a la vez, dan forma a los sujetos de una manera ajustada a larepresentación de ese mundo. Geenz expone los fundamentos teóricosde este argumento en "Religión as a cultural systern" (1973 1I966)),donde también presenta algunos breves ejemplos. Pero las exposicionesmás completas, tanto de su planteo como de su método, se encontraránen dos interpretaciones ampliadas de las formas culturales balinesas.

la primera, "Person, time, and conduce in Balí", el¡ una lectura de nu-merosos órdenes simbólicos balineses -tal vez podríamos llamarlos dis-cursos- para tratar de desentrañar el npo de subjetividad que reflejan ymodelan a la vez. Entre ellos se incluyen los "órdenes de definición dela persona" (nombres personales, nombres de orden de nacimiento,términos de parentesco, títulos indicadores de estarus, etc.), los discur-sos sobre el tiempo y las reglas y criterios de la etiqueta social. Geertzhace una detallada inrerpreración de todas estas formas, en principio in-

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dividualmente y luego desde el punto de vista de su fortalectmíentoreciproco, siempre con el objeto de entender el tipo de conciencia queresuka de su convergencia.

Vayamos sin rodeos a la conclusión de un análisis de enorme compleji-dad: Geeitz sostiene que los discursos sobre la personalidad son aptospara producir una especie de "anonímízación de la persona", mientrasque los sistemas de cómputo temporal producen una "inmovllización deltiempo" (Geertz, 1973: 398). Unos y otros, afirma, deben verse como in-ternos culturales de "bloquear la visión de los aspectos más creativos dela condición humana: individualidad, espontaneidad, transitoriedad,vulnerabilidad" (Geertz, 1973: 399). Convergen, entonces, con unapasión cultural por la "ceremonialización del intercambio social" que, almenos en un plano ideal, tiene en líneas generales el mismo efecto: man-tener muchas relaciones a una "dístancía sociológica media" (Geertz, 1973:399).

En un nivel, todo esto sanciona e induce un estilo cultural determinadoque Geertz denomina "teatralidad lúdica" (Geerrz, 1973: 402). Pero el au-tor profundiza en la forma subyacente de la subjetividad en cuestión alexaminar la categoría o estado emocional balinés de /ell, que traduce como

·p;l.oicO escénico 1...1, un nerviosismo difuso, por lo común moderado peroen ciertas síruaclooes virtualmente paralizante ame la perspectiva (y el he-cho) de la interacción social, una preocupación crónica y casi siempreatemperada de no poder conducirse con la fineza requerida" (Geertz, 1973:402).

"lo que se {eme-con moderación en la rnayoriade los casos, intensamenteen algunos- es cometer una torpeza en la actuación pública exigida porla etiqueta. suprimir. en consecuencia. la distancia social mantenida porella y permíur entonces que la personalidad del indjviduo aflore hasta di-solver su identidad pública normalizada [",1El lelt es a la vez la concienciade la posibíhdad siempre presente: de ese desastre iruerpersonal y, comoel pánico escénico, una fuerza que:impulsa a evitarlo' (Geertz, 1973:402).

La elaborada arquitectura cultural, el emrelazamienro de discursos y prác--tícas, los términos de designación personal, los calendarios y las reglasde etiqueta avivan y mitigan a la vez esta serie de angustias;

Lo interesante de la estructura de sentimiento enunciada aquí es su'.complejidad reflexiva. Las formas culturales -díscursos, prácticas- pro- <';

ducen cierto tipo de mentalidad cultural -inclinada a mantener a la·gente a distancia y ceremonializar el intercambio social- y al mismo i

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Page 7: Ortner. Geertz, Subjetividad y Conciencia Posmoderna

tiempo una serie de angustias sobre la aptitud de salir airoso. La subje-tividad en cuestión tiene una forma cultural determinada, pero tambiénuna manera de habitar esa forma que es reflexiva y angustiada con res-

. pecto a la posibilidad de fracasar.

JI. El segundo de los grandes articulas de Geertz sobre la cultura y la sub-jetividad es "Deep play: Notes on the 13alinese cockfíght". En líneas gene-rales, el tratamiento del tema es similar al exhibido en "Person, time, andconduct in BaH". En principio, Geertz establece en detalle el lugar 'cen-tral ocupado por la riña de gallos en la vida social, e.1pensamiento cul-tural y las pasiones individuales de los ballneses. Luego presenta unavirtuosa interpretación de esa actividad como texto público. Se demoraen la organización social de la participación y las apuestas y sostiene quela riña de gallos, en especial cuando tiene un carácter "profundo" o so-cialmente significativo, es "en lo fundamental una dramatización depreocupaciones de estatua" (Geertz, 1973<1:437). Luego se pregunta Quésignifica para los actores balineses que la dramatización pública de lasrivalidades de estatus se manifieste a través de "un gallo que despedazaestúpidamente a otro" (Geertz, 1973d: 449). El argumento sigue su dis-tinción entre "modelo de" y "modelo para", sin mencionar esta distinciónde manera explícita. Por un lado -el "modelo de"-, la riña de gallos selee como un texto, un conjunto de représentaclones y ordenamientos detemas culturales que les otorgan significados particulares:

"Lo que hace lIa riña de gallos] es lo Que hacen Rey tear y Crimen y castt¡¡opara otros pueblos con otro temperamento y otras convenciones: tomaesos temas -muerre, masculinidad, furor. orgullo. pérdida, beneficencia,soerte- y, ordenándolos en una estructura abarcatíva, los presenta de unamanera propkla para poner de relieve una visión especíñca de su na-turaleza esencial. Los incluye en una construcción y, para quienes estánhistóricamente en condiciones de apreciarla, 105 hace significativos -visi-bles, tangibles. captables-, "reales" en un sentido ideaclonal" (Geertz,1973<1:443-444).

Al mismo tiempo es más Que un texto o, mejor, los textos hacen algo másque articular y exhibir significados. Así -y éste es el aspecto del "modelopara"-, "asistir a las riñas de gallos y participar en ellas es, pari1O:'¡-ba-rlneses. una especie de educación sentimental- (Geertz, 1973d: 449). Enese contexto, Geertz presenta su elaboración teórica más explícita de laformación de la subjetividad. En primer lugar señala que la partici-pación en las riñas de gallos "da [a un hombre) acceso a su propia sub-jetividad" (Geertz, 1973d: 451). Pero luego adopta la posiciónconstructívísta más fuerte:

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"Sin embargo. como (.. .1 esa subjetividad 00 existe verdaderamente has-ta que se organiza de ese modo, las formas artísticas generan y regeneranla subjetividad misma que sólo pretenden exhibir. Cuartetos, naturalezasmuertas y ríñas de gallos no son meros reflejos de una sensibilidad pre-existente analógicamente representada; son agentes positivos en sucreación y mantenimiento" (Geertz, 1973d: 451).

En el nücleo de esa sensibilidad hay, una vez más, una serie de angus-tias, diferentes de las indicadas en "Person, time, and conduct in BaH",pero no carentes de relación con ellas. En este caso, dichas angustias gi-ran en torno de los 'problemas <le la eclosión de la animalidad en la vi-da humana. Geertz nos dice Que los ballneses se sienten asqueados y/oamenazados, pero también fascinados por las manifestaciones de la ani-malidad en el mundo humano, Incluidos la mayor parte de los animalesreales, las conductas humanas de características animales y los demoniosmalvados que adoptan formas animales (Geertz, 1973d: 420).

Si destaco el lugar de la angustia en tos análisis geertzianos de la sub-jetividad lo hago, en parte. porque tiene una relación muy estrecha conel examen weberíano de la ética protestante que también se centra enella. Pero en su marco teórico, Geertz otorga a la angustia un papel aúnmás grande de lo que hemos visto hasta ahora: es tino de los ejes cen-trales, no sólo de determinadas sllbl~vidades culturales, sino tambiénde la condícíón humana en su conjunto, es decir, de la condición de seruna criatura cultural. Para verlo debemos volver al artículo que lanzó suproyecto teórico: "Religlon as él cultural system", Geertz lo utiliza para ~examinar Jo Que considera el temor más básico de los seres humanos.,el temor al caos conceptual. Comienza citando unas palabras de Williarn~·James sobre el tema:

"(El hombre! puede adaptarse de algún modo a cualquier cosa Que su Imag-inación pueda enfrentar; pero no puede hacer frente al Caos. Como su(unción característka y su mis preciada propiedad es la concepción, sumayor temor es verse ante lo que no puede Interpretar: lo 'ominoso' (... )Por lo tanto, nuestra posesión más importante siempre es la constituidapor los símbolos de nuestra orientación general (...) en la naturaleza, enla tierra, en la sociedad y en lo que hacemos." (James, en Geertz, )973:99; la bastardilla es del autor).

Geertz prosigue distinguiendo los diferentes tipos de temor encarnadosen ese miedo al caos:

"Hayal menos tres puntos en los que el caos -un tumuko de aconte-cimientos que no solo carecen de interpretaciones sino de interpretabilt-dad- amenaza irrumpir en el hombre: en los límites de sus capacidades

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analíticas, en los límites de sus poderes de resistencia y en los lúnites desu penetración moral. El desconcseno, el sufrimiemo y una sensación deparadoja ética insoluble, si son lo bastante íarensos o se sostienen duranteel uempo necesario, coasuruyen desafíos radicales a la proposición de quela vida es comprensible y que, mediante la reflexión, podemos oríenwnoseficazmente dentro de ella" (Geerrz, 1973: 100).

Esas an81-!s!i~~ de J¡¡ ínrerpretacíón y l~ oríenracíón son vistas como'Y. parte de la condición humana genérica fundada en la dependencia del

hombre de los órdenes sirr-l?óJi~os para actuar en el mundo. En un..artículo anterior 0'973), Geertz había sostenido que. los sistemas simbólicosno se suman a la existencia humana, sino que la constituyen. Como losseres. humanos son criaturas relativamente abiertas, muy poco progra-madas en comparación con la mayoria de los otros animales, su super-vivencia depende de sistemas simbólicos externos, incluido especialmenteel lenguaje pero, en térmínos más generales, también la "cultura".

Este planteo fundacional más amplio sobre las angustias humanas cen-trales, suscitadas por la fragilidad del orden y el sentido, ha adoptadoun nuevo cariz en un importante campo de los estudios culturales. el dela "condición posmoderna", caracterizada como una nueva y poderosaconfiguración de la cultura dominante. .

De la interpret.ac16n de lacultura a la crítica cultural: dos lecturasde la conciencia posmo~rnaEn esta última sección propOndré lecturas de dos obras sobre las for-maciones culturales subjetivas del capitalismo tardío teniendo en cuen-ta una serie de objetivos. En primer lugar, quiero exponer el argumentode que más allá de los artículos fundacionales de Geertz escritos en ladécada de 1960 persiste un interés en las estructuras complejas de la sub-jetividad que ha prosperado en cierto tipo de trabajos hasta nuestros días.En otras palabras, quiero contrastar esos trabajos con la 'obra antihumanista(esrructuralísta y post-estructuralísta) que Critiqué al comienzo de esteartículo y con la obra mucho más satisfactoria de los teóricos de la prác-tica que, sln embargo. omiten prestar atención a estos problemas de lasubjetividad. En segundo lugar, pretendo mostrar tanto la continuidad conel método interpretativo geerrzlano como las transformaciones de éste.El método geertzlano de interpretar las formas culturales públicas parallegar a la conciencia colectiva aun es visible, pero en manos de los au-tores que analizaré aquí ha adoptado lo que podríamos llamar el giro deRayrnond WilUams: de la interpretación de la cultura a la crítica cu!ttJ~r

De hecho, hay algo irónico en este hecho, a saber, que si bien el "cul-

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turalismo" geerrziano ha sido cada vez más tildado de conservador, noobsrarue, se erigió en la hase de un enfoque radical de los estudios cul-turales. Raymond Williams fecundó una versión reconocíblementegeertziana del concepto norteamericano de cultura con una concepciónmarxista de la ideología para tratar de entender las formaciones y de-formaciones producidas por la cultura en las subjetividades -Io que élllamaba "estructuras de sentimiento"», en contextos históricos especíñ-cos de poder, desigualdad, mercantilización, etc. En los siguientes análi-sis de las dos obras, ambas pertenecientes a esta tradición crítica de losestudios culturales, quiero mostrar no sólo la deuda general con los méto-dos interpretativos geertzianos, sino también algunos ecos sorpren-dentes de elementos más precisos de la visión del mundo de Geertz, enparticular la centralidad de los problemas de la angustia por el orden yel sentido.

la primera de las obras en cuestión es el clásico articulo de Fredricjameson, ·Postmodernism or, the cultural logic of late capitalism", quese publicó (de manera basrarne apropiada) en 1984. Ese trabajo fue elpunto de lanzamiento de una linea de reflexión sobre la cultura con-temporánea que aún tiene vigencia; la segunda obra que examinaremos,Tbe Corrosion 01 Cbaracter: Tbe Personal consequences 01 Work in tbeNew Capitaítsm, de Richard Senneu, representa un desarrollo adicionaly más reciente (998) de algunas de las mismas cuesnonestt, Ames deseguir adelante debo decir que, si bien considero ambas obras muy in-teresantes, no coincido necesariamente con todo lo expuesto en ellas.Por lo tanto, lo que sigue no aspira a ser una exploración sustantiva dela condición posmoderna o una muestra de conformidad total con esosdos libros. los presento aquí para ilustrar cierta forma de análisis cul-tural contemporáneo centrada, como en el caso de la obra de Geertz, enlas cuestiones de la subjetividad (angustiada), y que convierte la inter-pretación de la cultura al estilo geertziano en crítica cultural.

Pan comenzar, J':~O~ve el posmodernismo como un conjunto de es-tilos emergentes en arquítectura, pintura, literatura, cine y teoría académi-ca y, al mismo tiempo, como una forma emergente de conciencia concaracterísticas peculiares. Tanto los estilos como la conciencia están, endiversos aspectos, explícitamente ligados al "capitalismo tardío": a travésde la mercantilizacíón de la ·producción estética" (Jameson, 1984: 4), co-mo "la expresión interna y superestructural de toda una nueva oleadade dominación militar y económica norteamericana en el mundo entero"(Jameson, 1984: S) y como un análogo de "la gran red comunicacionalglobal, multinacional-t y descentrada en la que estamos atrapados"(Jameson, 1984: 44).

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Page 9: Ortner. Geertz, Subjetividad y Conciencia Posmoderna

jameson lee la conciencia y cultura posmodernas (como en Geertz o, parael caso, en Durkheim o Marx, el limite entre ambas es borroso) en unadiversidad de formas y textos culturales públicos. Comienza con la com-paración entre una pintura de zapatos campesinos de Van Gogh y "Día-mond dust shoes", la pintura de Andy Warhol. Sostiene que el cuadro delprimero puede y acaso debe leerse como la respuesta a una condiciónreal especifica del mundo, "todo el mundo objetivo de la miseria agraria"(Iameson, 1984: 7), mientras que la pintura de Warhol desautoriza 'esetipo de lectura; "En Warhol I...1 no hay manera de completar el gesto' her-menéutico y devolver a esos retazos todo el contexto vivido más amplio"(lameson, 1984: 8). Según Jameson, el Warhol encarna, "tal vez, el ras-go formal supremo de todos [.. .)105 posrnodernismos, la chatura o fal-ta de profundidad" (Iameson, 1984: 9, orden de la frase reorganizado).Esa falta de profundidad es el primero de los grandes "rasgos constitu-tivos de lo posmoderno" establecidos por este autor, entre los cuales tam-bién se Incluyen "un debilitamiento correspondiente de la historicidad,tanto en nuestra relación con la historia pública como en las nuevas for-mas de nuestra temporalidad privada [...) lyl todo un nuevo lipo de tonobásico emocional", lo que ~11I3ma "intensidades" (larneson, 1984: 6).

A continuación, jarneson compara la obra de Warhol con "El grito", lapintura de Edvard Munch, "una expresión canónica de las grandestemáticas modernistas de la alienación, la anomia, la soledad, la frag-mentación social y el aislamiento" (Jameson. 1984: 11). Sin embargo, esastemáticas se fundan en lo que el autor denomina "modelos de profun-didad" del sujeto que suponen diversos tipos de subjetividades complejas,incluida la distinción entre un yo Interno y un mundo externo. En el pos-modernismo, empero, "la superficie reemplaza la profundklad" (Jame-son, 1984: 12) y "la alienación del sujeto es desplazada por sufragmentación" (jameson, 1984: 14).14 Luego, la interpretación queda es-tampada a fondo con la presentación de una fotografia del WeUs FargoCourt, un edificio que parece ser "una superficie no apoyada en volu-men alguno" (Jameson, 1984: 13).

\T".~

En resumen, el sujeto pos moderno ha sido vaciado de subjetividad enel sentido modernista. Las formas culturales posmodernistas, incluidaslas vertientes de la teoría cultural que postulan la irrelevancia o lamuerte del sujeto, reflejan esa subjetividad sin relieve y al mismo tiem-po intensifican la sensación de desorientación del sujeto. A ese punto sedirige jameson con su famosa interpretación del Weslin Bonaventure Ho-tel de Los Ángeles. 15 Mientras traslada a sus lectores a través de los es-pacios inverosímilmente confusos del hotel, jameson dice que éste "halogrado en definitiva trascender las capacidades del cuerpo humano in-dividual L . .J de situar de manera cognitiva su posición en un mundo ex-

,.j;• I

I

!.:1.!

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I

terno cartograñable" (jameson, 1984: 44). A continuación localiza la an-gustia central forjada por este tipo de ambiente:

-AhOf1l es posible sugerir que este alarmante punto de disyunción entreel cuerpo y su ambiente construido l...J puede plantearse como símboloy análogo de ese dilema aún más agudo que es la incapacidad de nues-tra mente, al menos en la actualidad, de delinear la gran red comunica-cíonal global, multinacional y descentrada en la que estamos atrapadoscomo sujetos Individuales" (Jameson, 1984: 44).

IIIj

II

En este párrafo, Jameson esboza lo que ve corno una nueva formación'de la cultura y la conciencia, y la critica como "la lógica cultural del lar-docapítalísmo". No se trata de una ideologla en el sentido habitual deltérmino, un conjunto de ideas y perspectivas impuestas por las clasesdominantes, sino de una cultura vista como una ideología, la "expresiónsuperestructural" de nuevas formas de poder en el mundo. Por otra parte, C'

sus características centrales constituyen una pesadilla geertzíana, des-organizadora, desorientadora y vacla de significado y afecto. Los suje-tos pos modernos quedan desorientados en el tiempo (el "debilitamientode la hlstortcldad") y el espacio (al vagar metafóricamente por corredoreslaberínticos de lugares como el Westío Bonaventure). Carentes de un vo-cabulario de profundidad y complejidad suhjetivas (el fin de los "modelosde profundidad"), su vida emodona.~e reduce a rudimentarios estalli-dos emotivos C'intensidades") y humores sin rasgos característicos C'eu-Ioría").

Vista esta interpretación fundada en angustias relacionadas con la oríen-,tación y el significado. jameson es coherente en términos de la politi~?que termina por invocar. Aunque hay gestos dírlgjdos a la poiiiíca radi~calízida"convencional, su convocatoria final no es a las barricadas sinoa práctlcas de ordenamiento conceptual del mundo y, especlflcamente,a la ~~~~.j~~ ..de] "mapeo ..cC?..8.t:l.~~y.o":."La forma política del posmo-demismo, si acaso llega a haberla, tendrá corno vocación la invencióny proyección de un mapeo cognnívo global" (jameson. 1984; 54). En elcurso de ese mapeo,

"tal vez comencemos a aprehender otra vez:nuestro posicionamiento co-mo sujetos individuales y colectivos y a recuperar la capacidad de actuary luchar, hoy neutralizada por nuestra. confusión espacial y social"(Jameson, 1984: 54).

El artículo de Jameson puede criticarse por muchos motivos. En partl-cúlar, por su falta absoluta de fundamento social. En el sentido en queél la analiza, la posmodernídad no está vinculada a grupos. clases o for-

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Page 10: Ortner. Geertz, Subjetividad y Conciencia Posmoderna

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mas de práctica (el trabajo, por ejemplo) específicas. Parece flotar desli-gada de toda localización en la base social, como parte del éter del mo-do capitalista tardío de producción en su conjunto. Desde este mismopunto de vista, Pred Pfeil (990) ha propuesto una brillante crítica delartículo, y el libro de Sennett que analizaremos a continuación evitarámuchos de estos problemas. El argumente de este último autor se ela-bora más sobre la base de materiales de tipo etnográfico que de textos,y ésa es una de las diferencias entre ellosJ6. No obstante, si dejamos aun lado los pumas tlacos del artículo de jameson, mi planteo central parael tema que nos ocupa es destacar que tanto él como Sennerr pueden serobJetO. de una provechosa lectura .en términos de los problemas(geerrztanos) de la cultura y.la subjerívídad -actualtzados a través deRayrnond Williams- que son esenciales en este trabajo.

El libro de Sfo~~t9, 1be Corrosion 01Cbaracter: 1be Personal Consequences01 Work in ih~New Capitattsm (] 998) es, como el articulo de ]ameson,una exploración de las nuevas formas de conciencia emergentes en lascondiciones del capitalismo tardío. Los textos que utiliza en su análisisno son pinturas .! edificios sino escenas laborales, estructuras de autoridady responsabilidad en los lugares de trabajo y la conversación de las per-

lsanas sobre el trabajo. Si ]ameson ve el "capitalismo tardío" con la for-ma del mulrlna~ionalismo, situado "allí afuera" y dificil de aprehender,Sennett Jo ve pnnctpatmenre en la corporación y el lugar de trabajo, "encasa" pero igualmente difícil de captar!",

Sennett sostiene que las con~iciones laborales han cambiado de maneraradical en el capitalismo tardío y que este cambio tuvo profundos efec-tos sobre la conciencia, que él denomina "carácter". Esas condicionesmodificadas las' resume en la frase :!!9 hay largo plazo". Esro significa,antes que nada, que los puestos de trabajo son inseguros, en parte de-bido a la creciente opacidad de las organizaciones, de modo que la gentenunca sabe del lodo qué se espera de ella y, en parte, a causa de las prác-ticas d~ "achicamlento" y "relngenieríaH de las corporaciones, con su Ince-~ante expulslón ~e trabajadores, aún cuando no haya pruebas de queIncrementen efecuvamente la productividad o las ganancias. "No hay largoplazo" también significa que el trabajo mismo no está inmerso en nues-tro "empleo", una relación duradera con una empresa que podía con-vertirse en parte de nuestra Identidad, sino fragmentado en "proyectos"(decididamente no sartreanos) que, de ser necesario, pueden "ter-cerizarse" dejándolos en manos de contratistas que, por su lada, tampocotienen una relación de largo plazo con la corporación. Significa, además,una mayúscula tendencia contra los trabajadores mayores (de más de cin-cuenta años; en algunos lugares, de más de cuarenta, y en la industriapublicitaria, de más de treinta), las personas que han permanecido un

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tiempo excesivo en la empresa son vistas como demasiado enredadas enhistorias del pasado, demasiado apegadas a antiguas maneras de hacerlas cosas, demasiado propensas a replicar con insolencia a un jefe másjoven, etc., erc., etc. En arras usos, "no hay largo plazo" se refiere a lasmaquinarias de producción que son y deben ser reprogramables con muypoco aviso previo: el famoso principio de la producción justo a tiempo(Harvey, 1989). En resumen, el principio de "no hay largo plazo" se rami-fica en una multitud de circunstancias a través de la cultura corporativadel capitalismo tardío.

Dentro de esta masa discursiva, la palabra "flexible" representa el giropositivo del "no hay largo plazo". Las personasdeben ser flexibles, lasmáquinas deben ser flexibles, las corporaciones deben ser flexibles. Ellibro de Sennen se refiere en su totalidad a los tipos de subjetividadesproducidas bajo el régimen de la tlexibilizaci6n. Más cuidadoso quejameson en su localización de los sujetos en cuestión, Sennett muestraque la f1exlbllizad6n misma se exteríorlza en diferentes ámbitos declase. Por un lado, el autor hace varias visitas a un simposio anual de muyalto nivel realizado en Davos, Suiza, con la asistencia de presidentes degrandes corporaciones. Llega a la conclusión de que personas comoBIIlGates y otros miembros de la especie "hombre de Davos" se sienten có-modos e incluso prosperan con la mentalidad de la flextbilizaclón:

"La capacidad de dejar ir el pasado, la confianza para aceptar la frag-mentación: estos dos rasgos de carácter aparecen en Davos entre genteque se síenre verdaderamente a sus anchas en el nuevo capualísmo"(Sennett, 1998: 63).

Pero inmediaramente después el autor dice:

"Esos mismos rasgos' de carácter (...1 resultan más aurodestrucuvos paraquienes trabajan en escalones nl-ás bajos del régimen flexible L..I corroenel carácter de empleados más comunes y corrientes que tratan de jugarde acuerdo con estas réglas" (Senneu, 1998: 63 ).

Aunque desde el punto de vista de los propietarios y ejecutivos el lugar(le trabajo flexible es más productivo, desde la perspectiva de quienestrabajan en los "escalones más bajos", la organización y/o la propia carreradentro de ella parecen "incoheren(es" (Sennett, 1998: 48), "informes"(Sennett, 1998: 57), "ilegibles" (Sennett, 1998: 86). Sennett presenta unaserie de ejemplos díferentes y muy individualizados de la manifestaciónde esta suuación en personas ubicadas en dtsnntos ámbítos laborales ydiferentes niveles organizacionales. En uno de esos ejemplos, los Ira-bajadores de una panadería que habta sido complecamente cornputarizada

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Page 11: Ortner. Geertz, Subjetividad y Conciencia Posmoderna

y tenía una dotación de muchos empleados flexibilizados y con distin-tos horarios se mostraban "indiferentes" hacia su labor (y ninguno, sal-vo el capataz, era efectivamente panadero). En otro ejemplo conocemosa Rose, una mujer mayor que ha comenzado a trabajar en una agenciade publicidad. AIIi, la mujer no tarda en comprobar que el desempeño"tiene menos importancia para los empleadores que los contactos y lasaptitudes para conectarse" (Sennett, 1998: 79); se' siente vulnerable y cons-tantemente en riesgo, en parte porque carece de esas aptitudes, y en parteporque no existe una manera clara de interpretar su propio progreso (Sennen,1998: 84). Un tercer ejemplo se refiere a una fábrica que apelaba a la or-ganización cada vez más difundida del traba]o en "equipo"; en ella, dondecada jefe se representaba simplemente como un miembro más del grupo,los trabajadores percibían el oscuro accionar del "poder sin autoridad"(Sennett, 1998: 114), mientras que los gerentes ponían en práctica las ha-bilidades de la "actuacióú profunda" y las "máscaras de la cooperación"(Senneu, 1998: 112). A6n cuando no haya achicamientos, nadie per-manece mucho tiempo en un puesto de trabajo.

:.

Sennett resume de la siguiente manera los efectos corrosivos de las nu-merosas manifestaciones del capualismo flexible:

"La cultura del nuevo orden perturba profundamente la autoorganlzación[...1Puede divorciar el trabajo (ácil y superficial de la comprensión y elcompromiso, como sucedió con los panaderos de Boston. Puede hacerde la existencia de riesgos constantes un ejercicio de depresión, como leocurrió a Rose. EJcambio irreversible y la actividad fragmentada y m6hi-pie pueden ser cómodos para 105 amos del nuevo régtmen, como la cortede Davos, pero desorientarán a sus servidores'(Sennett, 1998: 117).

'.,

I De ese modo, desde un punto diferente, senneu llega a conclusiones muy

¡similares a las de jameson. La "mengua del afecto" de éste se manifies-ta en la "indiferencia" de los trabajadores de la panadería, su "falta deprofundidad" aparece en las "máscaras de cooperación" que represen-tan las aptitudes primarias del gerente contemporáneo; su énfasis en ladesorientación espacial es la insistencia de Sennett en la desorientación

} temporal: "La flecha del tiempo está rota; no tiene trayectoria en unaeconomía política de corto plazo en continua reíngenlería y que odia larutina. La gente percibe la faha de relaciones humanas sostenidas yfinalidades perdurables 1.. .l y se constatan el desasosiego y la angustia"(Se nnett , 1998: 98).

-,,.f··i;~!;.

,"

La crisis de la conciencia posmodernate es, insistamos, una crisis deorientación dentro de un mundo ininterpretable o, según el calificativo

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de Senneu, ilegible. En el último capítulo de $U libro, Sennett se refierea la necesidad de solidaridad y comunidad humanas a fin de enfrentarcon eficacia política ese mundo. Pero como en el caso de jameson, hayen cierto sentido una necesidad más fundamental, una necesidad de herra-mientas conceptuales, cognitivas y slrnbólicas para reorientar y recons-truir el yo dentro de este nuevo régimen. Así, mientras jameson hablade mapeo cognitivo. Sennett alude a la importancia de la narración y lacapacidad de las personas de relatar su vida de una manera coherente ;.y significativa. En el marco del capitalismo tardío, la aptitud para la auto-narración coherente está sometida a un constante asalto y es precisopreservarla o restaurarla; el penúltimo capitulo considera los intentos de;algunos ejecutivos de rBM vlctimas del achicamiento y el desempleo derelatar lo que les sucedió y por qué, de una manera que los ayudara aaceptar las nuevas condiciones imperantes en su vldal9:

Tanto Jameson como Sennett llevan a- cabo 10 que Raymond WilllamslIam6 "an!U~i~~p.9.c;al", según el cual "un proceso cultural se ~'prdlendecomo un sistema cultural, con rasgos dominantes definidos; cultura feu-dal o cultura burguesa" (WllIiams, 1977: 121) o, en este caso, cultura pos-moderna. Pero si bien esto puede ser -es- muy eficaz, nunca es suficiente,y ta'!l1>!~.(ldeben buscarse, como sostiene el propio W!IIiams, las con-tracorrie.ntes existentes en cualquier formación cultural dada. Antes-oeterminar este trabajo quiero examinar brevemente dichas contracorrientes.

••t'~.

Williams destacaba la cuestión de la coexistencia de formaciones culturalesalternativas con las hegemónicas que calificaba de "residuales" y "emer-gentes" (Wllliams, 1977: 121-122). Sin embargo, en beneficio de la pre- .sente argumentación no consideraré esas formaciones culturaI4ll~ ..alternativas (aunque con seguridad es posible encontrarlas), quiero'"volver, en cambio, a la cuestión de las subjetlvJd)des complejas. Antesdije que juzgo "c~~!entes" a las personas en el sentido de que son, al i!

menos en parte, "sujetos cognoscentes", conocedores de sí mismos y re- .flexívos, Las subjetividades son complejas porque lo son cultural y emo-cionalmente, pero también debido al trabajo constante de la reflexividadque controla la relación del yo con el mundo. Sin duda hay sujetos cul-«turales que encarnan plenamente, en la modalidad del poder, la culturadominante (el "hombre de Davos") 'Y, sin duda, hay sujetos culturales aquienes la cultura dominante sojuzgó por completo en la modalidad de r.:la Impotencia. Sin embargo, de una manera general, supongo en el nivelmás básico que en la mayoría de los sujetos, la mayor parte del tiempo,esto nunca funciona del todo y existen contracorrientes de subjetividad,as! como de cultura.

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Page 12: Ortner. Geertz, Subjetividad y Conciencia Posmoderna

Si bien las dos obras recién examinadas son en lo esencial descripcionesde la formac.ión dominanre, también podemos encontrar en ellas prue-bas de esos upos de contracornenre subjetiva. Recordemos a Rose la mu-jer mayor mencionada por Sennett, que comenzó a trabajar en unaagencia publicitaría, Para este autor, Rose no es ante todo una víctimade la falta de relieve posmoderna, sino una informante. Senneu urllízasu experiencia para hablar de los actores manipuladores en la empresaasí como de la cultura que los recompensa, presenta las reacciones dela mujer según su manera. de regtsrrar lo que sucede. Y la verdad es queRose renuncl~ a S,u trabajo, En cierto modo se sentía "desgastada" portoda la expenencra, pero regresó a su vida anterior (tenía un bar queSennetr frecuentaba, y que había alquilado en el ínterin) y lo hizo conuna m~yor conciencia critica de los "tramposos chicos de la parte alta"[de la CIUdad) y del nauseabundo mundo moral de organizaciones comoésa (Sennen, 1998: 78). Podría hablarse de este episodio en términos de

, 1~.:'as.t:!1~iª".~~ .Rose, y no sería inexacto. Pero la idea misma de agen-era .presupone una subjetividad subyacente, por la cual un sujeto ínter-

: nahza. en parte una serie de circunstancias en las que se encuentra yt- reflexiona sobre ellas y finalmente, en este caso, reacciona contra ellas20 .

En el artí~ulo de ~ame~on no hay individuos, de modo que no puedotomar de el una historia como la de Rose y contarla. Sin embargo, hayun momento del texto en el que podemos ver los efectos de una subje-tividad crítica en acción. Asi, luego de transmitir con mucha eficacia allector los dispositivos espaciales desorientadores del Westin Bonavenrure~olel,.James~n dice que "se fu¡'n agregado códigos de coloresy letrerosdlre~clonales , obvlamenre en respuesta a las quejas de personas que seperdían. Jameson se burla de esas herramientas oríenradoras cognitivas,pues las ve come la prueba de "un Iruenro lastimoso y revelador másbien desesperado, de restablecer las coordenadas de un espacio 'ante-rior" (jameson, 1984: 44). 'fal vez sea así. Pero también me gustaría ver-las como carteles políticos (en mi imaginación, alguien ronda durante lan~che para instalarlos) que proponen una salida del laberinto y rrans-muen, a la vez, el mensaje de que los arquitectos arrogantes y el grancapital nunca pueden someternos del eodo,

1: También podríamos pensar en términos de la agencia de quienes\1 plantea~on con éxito la exigencia de contar con letreros direccionales yIi con códigos de colores en el Bonaventure. 'Pero la agencia -por desdicha-ha llegado a asociarse al sujeto problemático del humanismo y, así, sela desestima con demasiada ligereza. En consecuencia, prefiero subra-yar aquí las complejidades de la conciencia aun frente a las forma-ciones culturales más dominantes. Esto no significa decir que los actores

;. pueden situarse "fuera de la cultura", pues no pueden hacerlo, desde

... '..."f.:.~..

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luego. En cambio, significa que ~~ ~~n~i:.,:~i~ _el_e~~.~.~e._c_ul.~~al . ;1siempre es al m~fl,l<!~!~mP.Qmu~tifacét~~ y'.re_~:.~~a!.y su complejidad .y'~eflexividad cOnstituyen el fundamento para cuestionar y criticar el mundo. ien el cual nos encontramos. ..

Algunas conclusiones muy brevesYa coincidamos o no COIl sus posturas sobre la conciencia posmoderna,jameson y Senneu nos obligan a advertir que una lectura critica del ~un-do contemporáneo implica comprender no sólo sus nuevas formacionespolíticas, económicas y sociales, sino también su nueva cultura, una cul-tura que a su vez ambos leen desde el punto de vista de los tipos de su~-[envidad que tiende a producir. Lo cual vuelve a llevarnos a la tesisprincipal de este trabajo que me gustaría resumir brevemente aquí.

He sostenido la importancia de una sólida antropología de la subjertví-"'dad, a la vez como estado mental de actores reales inmersos en el muo- ,do social y como formación cultural que (al menos en parte) expresa, :modela y constituye ese mismo estado. Al prolongar la obra enormementetrascendente de Max Weber, Clifford Geertz ha ocupado un lugar de rele-vancia en este aspecto debido a lo que denominé su teoría de la culturaorientada hacia la subjetividad. Más allá de Geertz, me interesé parucu-Iarmenre en comprender la subjetividad en sus relaciones con las (cam-~biantes) formas de poder y, en especial -corno en los ejemplos de)ameson y Sennert-, con las sutiles formas de poder que saturan la vi~acotidiana a través de las experiencias del uempo y el espado, el trabajoy el juego. En síntesis, he procurado explorar la pOSibilidad, de unaantropología de la subjetividad que constituya la base de la critíca ~ul-rural y nos permita plantear agudos interrogantes so~re la conflguracl~ncultural de las subjetividades en un mundo de rela~lones de poder V~O-!Ilentamente desiguales, así como sobre las compleJldad~s. de las suble~tividades personales dentro de dicho mundo. I

Traducción; Horado Pon.

t .

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Ilota1. Quiero agradecer a Lila Abu-wShod, Roy D'Andrade, Clifford Geertz., Sleven Gregory,Pau1 Rabloow, $leven S~ngfen y Timolhy D. Taylor sus ex.:e~n1es comeolarios cr"lcos so-bre vualon.:s anteriores de este lrabajo. Tambi~ redbi vaUosos comentarios al presen-tarlo en los siguientes l...gares: el Glalósook Cenler for Ihe Humanilies de la TelC3S A&M~Unívers¡ry; la reunión anual de 2003 de la Sode!y fOt" Psychol08lc:ü Anthr_opology (co-ineotarios oficiales de Jeloln8ri.ggs y Jean Lave); el Oepartamenlo de AtUropologta de la UC1.A;el Dep:oHtamento de Antropología y el seminario sobre sociología cultural de JeffreyAlexantler, en Yale; la conferencia 'Límites desdibu¡ados; un replanteo <le la .cuIIUt~. enel OOOleXIO de has prácticas iruertlisc.iplinarias·, celebrad:! en el Instituto de ElnOlogla dela Academia Sillica, Taiwán (con comen13tt05 oficiales de Ding·tz~nn Lin y, por último, la

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tcole des Hautes Études e" Scíences Soda les de París.

2. En Bourdíeu (20(0) " Fax (2003> rambíén se encontrarAn ;I.nálisis de esta historlll.

~~::!o.

3. )\5110 expresaron Abdul JanMoh;lme-d y David Uoyd en una discusión del 'discurso mJ-nOritarlo',mientras el punto de pan ida del post-estructuraltsmn se encuentra en la tradí-ciÓn occidental y se esfuerza por deconsuuír sus formaciones identttarias "desde adentro",la diferencia crucíal es que 1:15mlnorfas y, en virtud de su mismo ser social, deben comen-zar desde una posición de no-tdenttdad objetiva que esl1 enraizada en su m3rginacióneconómica y cultural freme a "Ocrklente". La no-identidad que los intelectuales occlden-taIta críticos procuran (re)producir discursivlImeme es. para las minorías, un dato de suexistencia socíal. Pero como tal. no es aún, en modo alguno, un indkio de liberación (... 1Por el contrario, la no-Idenlldad de tas m¡not'ia.~ sigue siendo el signo dd perluicio mate-rial para el cual la única respuesta coherente es 1:>lucha, no el disc:>nc:lamiento ir6nico.(f.nMoMmed y LIoyd, 1987: 16.) He ulill~ado esta cka de Jan Mohamed y Uoyd en otraocasión, pero como en algunos Ambitos el proyecto poar-estructuraltsta y antlhumanistacontinúa Intacto, me parece que vale la pena volver a mencionarla. Vta.~e tambi~n Hart-sock (1990).

4. véase el excelente Iniculo de Throop y Murphy (2002) que plantea algunas de estasml,mu cuestiones.

5.James Seo« 0990. en especial el capitulo 4) anali~a la cuesuén del car.l.eter Informador- de los sujetos dominados y lIdllierte vigorosamente contra la tendencia a considerarlos bege-.. monl~d05 en un sentido gr:zmscllno profundo, o sometido., en el sentido fO\lcauldano es-tricto. Aunque simpatizo con su poslciOn, me parece ~e va demasl:rdo le¡Os. En este puntotengo una coincidencia mis estrecha con (;iddens, quien aOrm:> que "no hay circunstan-cia lIlguna en que las condiciones de la acci6n puedan ser totalmente opacas para losagentes" (Gíddens, 1979:14<1; la bastardilla es mia).

6. Yaclne fue discípula de 8ourdieu. Me parece Interesante que haya situado su propio tra-baJo etnoBriflco en ese 'mbfto de l. subjetlllkbd que faltaba en el marco de referenciade aqu~1.

7. En este trabajo me ocuparé casi exclusivamente de 105 anteojos fundacionales deGeerte. En Inglls (2000) se encootrari una perspectiva reciente del coníumo de su obr.r.En Panourgti (2002) se PfCSenIlI una muy Interesante entrevlsca realizada poco tiempo atrás.En Ortner (999) se publica una colecci6n recleme de al1ículos que eval6an y amplían suobra.

8, MI trabajo emplrtco ha respondido primordialmente a esta versión de la critica, y du-rante mucho tiempo destacó l. articulaci6n de las formas culturales con la diferenciacióny la desigualdad sociales. Vbnse en especial Ortner (1999a y 2003).

9. Puede considerarse a WUliams el autor del acercamiento entre la antropología y la 11-teratura a partir de es! .. última. así corno Geenz lo hilO 2 partir de la primera.

10. Creb2n ha criticado la adaptadóo hecha por Williams de la noción gramsciana de hege-monla, asf como el uso extensivo de su versi6n del concepto en antropologfa. la autorapl2n~ cue3tiones inleresantes. pero que no es posible ~am¡nar aqu{. V~ase Crehan (2002),

Il. V~ase. por ejemplo, mi aotlisis de Shahbano en Ortner (1995).

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12. No pretendo privilegiar aqur a quienes no son antropólogos. Escogí 1Mobras de Jame-son y Sennett porque son las que mejor !lustran los argumentos que deseo plantear sobre

. el enfoque geertztano de la subjetlvídad. Los antropólogos han a horda do diversos aspec-tos del capitalismo lardlo. en especial la globaltzacíón (Appadurai. t996; Hannerz, 1996;Ong, 1999). En lo concerniente a las cuestiones especificas de la conciencia posmoderna.entre 105 tr:lbajos más pred.<os cabe mencionar los de Traube (1992), Martin (994) y Co-marorr y Comaroff (2001).

13. Como una muestra de la velocidad con que cambia el lenguaje de la teoría y la polltl-ca, el término "globalización" todavía no estaba en circulación cuando jameson escribiósu articulo.

14. Sobre la base de una pequel\a serie de entrevistas que realizó en F..stados Unidos. Clau-dia Slrauss (997) ha cuestionado los argumentos de Jameson sobre el yo fragmentado, aslcomo las recdñcactones que propuse para ellos (991). No resulta del todo claro que estetipo de entrevistas con individuos puedan utilltarse paf1l responder a 105planteas de Jame-son y los mios, formulados en un nivel cuhurah no obstante, el tratamiento de estas cues-tiones nos desviaría demasiado de nuestro camino.

15. Recl~n mudada de Nueva York a Los Angeles, debo decir que parll un neoyorquino eldiseno de muchos edlflclm de ese. última ciudad tiene algo extraño, Me refiero especíñ-amente a la8 cuas de apartamentos. Por ele\"plo. muchas de ellas no tienen, en sustan-cia, una puerta de entr:lda evidente o a.lg<in tipo reconoclble de espacio o vestíbulo deIngreso. en mi propio edJflcIo y muchos otros del barrio, es preciso entrar por las cocheraso por una puerta lateral muy poco notoria que Ikv:> directamente a un corredor con aparta-mentos. Digo todo esto para 6e1\31.r que el We5t1n Bonavenl'ure acaso sea "posmoderno",pero tambl~n puede representar una versión ellagerada de una cultura arquitectónica lo-~, ~.

16. Es posible distinguir cíereos tipos de (raba los de estudios culturales basados en textosque logran abordar con mayor eflcada el problema de la localización 5Oci2I, aún sin In-vestigaciones o datos etnográficos. V~nse, por ejemplo, Traube (t992) y Bordo (993) tam-bíén sobre la conciencia posmoderna. ..~~ .•

17. El tercer gran sitio para localizar la cultura y la conciencia p04lmodernas es la familia;al respecto véase el sobresaliente Brot'f! New Famütes (1990), de Judlth Stacey.

18.Sennetc rechaza el térmlno "posmoderno", pero es evidente que considera los mismosfenómenos que )2meson a¡¡l1.Ipa dentro de esa denontinacl6n.

19.En realidad, discrepo con I~ interpretación que St'flnett plantel' de sus relatos. Pero es-tQy completamente de acuerdo con su argumento [leneral sobre la ruptura y reconstltu-clén de la narratívídad; de hecho, escribi un trabajo (1991) -que por (IiVer.l3!< raiones nuncapubliqué- en el cual presentaba casi el mismo planteo. Véase tambtén el maravllloso li-bro para nlños de Salman Rusbdle, Haroun and tbe Sea o/ Slor(es (1990).

20. F.nel contexto de e:'lte rehlo, el primer 3CIO de agencho .:re Ro.<e rue, en realidad, acep-tar el trabajo, Toda su historia es rascinante, pero no puedo extenderme aqu! sobre ella.

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Page 16: Ortner. Geertz, Subjetividad y Conciencia Posmoderna

......" .

Este artículo examina la Importancia de lanoción de subjetividad para una anuo-pologia critica. Si bíen 1\0 exísre un vinculonecesario entre las cuestiones relacíonadascon la subjetividad, las cuestiones del podery la subordmacléo -y a decir verdad, h;¡yun .. gran caruídad de trabajos, tanto dentrocomo fuera de la anrropologla, que expío-ran 1:1 subjetividad como un ámbilo de in-vestigacíón relativamente neutral>, miilllerés se concerurará sobre 10<10en ampliarlas lineas de trabajo que ven, en efecto, unaIntima vinculad6n entre la subjedvtdad y elpoder. Por subjetividad entiendo el con-junto de modos de percepción. afecto. penosamíerno, deseo, lemor. ele .•que animan alos sujetos aciuanres .• 'ero también "ludo alas formaciones culturales y sociales quemodelan, orgllnizan y generan lo queWiIIi.ams lIamab" "eslrut:rur"s de sen-limiento·. l::n SUS~f\Cia. este trab¡¡jo semoverá una y oua vez entre el esaroen dedichas formaclones culturales y los esta-dos ¡Olernos de los sujetos actuantes.

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IIIlInctThis anicle examines rhe imponance o( rhenoeicn oi sut;eCtivlry fOf a crírlcal anthro-pclogy. "Itboogh there is no necessary linkberween questíons related losubjectivity,rnaners oi power and of subordlnation -andte leU rhe truth, Ihere is II great amouor ofwork, both wilhin and outsíde anrhropo-Iogr. uploring subjectivity as a relaljvelyneutral research freid-, my inlereSf wUl focuson broadenil\g rhe Unes of research ¡hat finda close link berween subjecrivlty and power,By ¡;ubjeclivily 1 understand rhe set ofmodes of percepnon, affecuon, Ihlnking,wisb, fear, etc. rhal move ihe aalng sub;ecu.Bu! 1..150 refer 10 me cultur.d aod social for-msuons rhac model, organíze and producewhal Willíams labo:lh:d ·Slructures of fee-Iiog'. lo a word, chis work moves once andagaín between rhe examtnauon of meabovemeouooed cultural fonnaríons andthe Inrernal Sf31es of rhe ..cung subjecls.