OCIOPEDIA 43

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Muertes absurdas, respuestas ingeniosas, maravillas en extinción

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El Partenón. Esta construcción que forma parte de la Acrópolis de Atenas es considerado uno de los templos más representativos de la Grecia Antigua, pues fue erigido entre los años 447 y 432 a. C., y fue dedicado a la diosa griega Atenea, a quien los atenien-ses consideraban su protectora. Actualmente, El Partenón ha sido testigo de guerras e incendios, pero lo que ha deteriorado su esta-do es la gran cantidad de visitantes, ya que cada año acuden a él 5 millones de personas. Por lo que se está pensando en restringir la entrada y crear visitas virtuales.

Teotihuacán. Conocida como “La ciudad de los dioses”, esta zona arqueológica también se encuentra en peligro, pues el paso de los años y la visita de millones de personas han afectado sus edificaciones, entre ellas la más dañada, la Pirámide del Sol. Tan sólo cada 21 de marzo, día del equinoccio de primavera, llegan cerca de 500 mil individuos. Al año recibe a más de 2 millones 700 mil visitantes.

Capilla Sixtina. Es uno de los recintos más importantes y repre-sentativos de la Iglesia Católica, el cual se alberga en el Vatica-no. Las obras de arte de pintores de la talla de Pietro Perugino, Sandro Botticelli, Domenico Ghirlandaio, Cosimo Rosselli y Miguel Ángel son el motivo de que cada año, más de 4 millones de per-sonas visiten este lugar. Sin embargo, los turistas representan un peligro para dichas obras de arte, ya que el polvo y residuos que traen consigo los visitantes ya comenzaron a afectar los tesoros renacentistas. Ante tal situación, el director de los Museos Vati-canos, Antonio Paolucci, menciona que es posible la recreación en 3D de las pinturas para evitar la continua procesión de más de 20 mil personas cada día.

MARAVILLAS A PUNTO DE DESAPARECER

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Después de la Guerra Civil norteamericana, muchos terratenien-tes encontraron difícil volver a contratar servidumbre para aten-der sus tierras y casas, lo que les hacía recurrir a sus sirvientes ya libres para ofrecerles de nuevo su puesto de trabajo en unas mejores y más dignas condiciones. El antiguo amo de Jourdon Anderson era uno de ellos y había escrito a este solicitándole que volviese a prestar servicios para él. Pero Jourdon ya era un hombre libre y vivía como tal. Se había trasladado junto a su mu-jer, Mandy, y sus hijos hasta la población de Dayton (Ohio), un lugar en donde les llamaban “señores Anderson”, sus pequeños podían acudir a la escuela y, además, cobraba un sueldo de 25 dólares mensuales por realizar su trabajo. Pero mejor vayamos a leer un poco la carta de respuesta de Jourdon, que tiene mucho que enseñarnos:

“Me interesa especialmente saber cuál es su oferta. Me va razo-nablemente bien aquí: gano 25 dólares al mes, con provisiones y comida; tengo un hogar cómodo para Mandy (la gente le llama Señora Anderson) y los niños, Milly, Jane y Grundy, que ya van a la escuela y aprenden mucho; el profesor dice que Grundy tiene cabeza para ser predicador. Van a la escuela dominical y Mandy y yo vamos a la iglesia con regularidad. Nos tratan amablemente, a veces oímos a otros decir: ‘Esa gente de color era esclava en Tennessee’. Los niños se sienten heridos cuando lo oyen, pero yo les digo que no era ninguna desgracia en Tennessee pertenecer al coronel Anderson. Muchos negritos hubieran estado orgullosos, como yo lo estaba, de llamarle amo. Ahora, si quisiera escribirme para decirme la paga que me daría, podría hacerme mejor a la idea de si me conviene volver.”

Uno de los momentos más impactantes de la carta es cuando le solicita que le abone todo lo adeudado por tantos años de trabajo sin recompensa: “…Le serví fielmente durante 32 años, Mandy durante 20. A $25 al mes para mí, y $2 por semana para Mandy, nuestras ganancias ascenderían a 11 mil 680 dólares. Sume a

esto los intereses por el tiempo que ha tenido retenidas nuestras pagas y reste los gastos de vestirnos y las tres visitas del médico para mí, además de sacar un diente a Mandy, y el resultado mos-trará lo que en justicia merecemos. Por favor, envíe el dinero a través de Adams Express, a la atención de V. Winter, esq. Dayton, Ohio. Si no nos paga por el trabajo que desempeñamos fielmente en el pasado, poca fe podemos tener en sus promesas para el futuro. Confiamos en que el buen Dios haya abierto sus ojos para ver los males que usted y sus padres nos han causado a mí y a los míos, haciéndoles trabajar arduamente sin recompensa durante generaciones. Aquí cobro mi paga todos los sábados por la noche, pero en Tennessee no había más día de paga para los negros del que había para vacas y caballos (esperamos que nadie se ofenda al no referirnos aquí a una persona negra como “afroamericano” pues en aquellos tiempos no se conocía la ingenuidad actual de ser “políticamente correctos”, y la carta fue redactada en los términos usados en aquellos tiempos). Seguramente, algún día, aquellos que privaron a los jornaleros de sus pagas tengan que devolvérselas. Cuando responda esta carta, por favor explíquenos si habría alguna seguridad para mis hijas Milly y Jane, que han crecido y son dos jóvenes bien parecidas. Sabe lo que ocurrió con Matilda y Catherine. Preferiría quedarme aquí y pasar hambre - incluso morir, si fuera preciso - que llevar la vergüenza a mis hijas por la violencia y vileza de sus jóvenes amos. Por favor, aclárenos también si se han abierto escuelas para niños de color en su vecin-dario; mi mayor deseo es dar a mis hijos una educación, y lograr que sean jóvenes virtuosos.”

Al parecer, Jourdon Anderson no aceptó la oferta de volver a tra-bajar para su antiguo amo, ya que sus restos permanecen enterra-dos en el Woodland Cemetery en Dayton. Aunque ha habido dudas de la veracidad de la carta, se tiene la constancia del New York Daily Tribune, el 22 de agosto de 1865, en el que se hizo eco de la misma, que habría sido enviada unos meses antes.

JOURDON ANDERSON, EL EX ESCLAVO Y SU CARTA

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Felipe IV Al rey Felipe IV le gustaba que le llamasen “El Grande”. Tras la pérdida de Portugal, el siempre ingenioso Duque de Medinaceli dijo en cierta ocasión: -A Su Majestad le pasa como a los hoyos, que cuanta más tierra pierden, más grandes son.

VoltairePaseaba junto a un amigo por la calle cuando se cruzaron con una procesión precedida por un Cristo crucificado, motivo por el cual Voltaire se quitó el sombrero en señal de respeto. -Os creía incré-dulo en materia de religión- le dijo su acompañante, sorprendido por el gesto. -Y lo soy- matizó Voltaire -Aunque Cristo y yo nos saludamos, no nos hablamos.

ALGUNAS RESPUESTAS DE PERSONAJES CÉLEBRES

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Richelieu La Marquesa de Saint-Pierre estaba en una reunión donde se decía que el Mariscal de Richelieu había tenido muchas mujeres sin jamás haber amado a ninguna: -¡Sin amar! Eso se dice rápido -respondió ella- Sé de una mujer por la que él volvió de trescientas leguas… Y narró la historia en tercera persona, y, en el calor de su narración, concluyó: -La llevó a la cama con una violencia increí-ble, y allí pasamos tres días.

Decreto efectivo Durante el reinado de Luis XV de Francia se puso de moda el que las damas condujesen una pequeña carroza por las calles más frecuentadas de París y, carentes como estaban de experiencia, atropellaban a muchas personas. El rey se preocupó por ello y lla-mó al Conde de D’Argenson, Teniente General de la policía, para que tomase las medidas necesarias para evitarlo. -Señor, dejadme hacer a mí. Al día siguiente publicó un decreto que prohibía a las mujeres guiar caballos a no ser que su edad fuese superior a trein-ta años. El éxito fue milagroso, ninguna mujer quiso confesar que tenía más de treinta años y la moda desapareció.

EvoluciónEn la junta de la Sociedad Británica de Oxford que se celebró en 1860, el obispo anglicano Samuel Wilberforce, contrario a la teo-ría evolutiva, se dirigió a Thomas Huxley y le preguntó: -¿Preten-de Darwin descender de un mono por la línea de su abuelo o de su abuela? Huxley musitó a la persona que tenía a su lado: -El Señor me lo ha puesto en las manos. Dicho esto, el naturalista se levan-tó y tomó la palabra: -Si lo que me pregunta es si opto por abuelo entre un miserable mono y un hombre tan altamente dotado por la naturaleza, poseedor de grandes recursos e influencia pero que, sin embargo, emplea esas facultades y esa autoridad con el mero propósito de introducir el ridículo en una importante discusión científica, proclamo sin vacilar mi preferencia por el mono.

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Jean-Baptiste Lully estaba dirigiendo su orquesta marcando el ritmo con su batuta. En aquella época (1687) la batuta del di-rector de orquesta era un pesado bastón con el que se golpeaba el suelo. En un fragmento difícil, Lully se enfadó tanto con sus músicos y golpeó el suelo con tanta furia que en su arrebato de cólera se golpeó el pie con el bastón, éste se infectó, gangrenó y finalmente lo llevó a la tumba.

William Burroughs. En una noche de alcohol, en México en el año 1951, el escritor americano y su mujer Joan estaban jugan-do a ser Guillermo Tell. Jugaban en serio: con una manzana en la cabeza de la esposa, pero con la excepción de que Burroughs prefería un Colt 45 al arco y la flecha porque era un excelente tirador. Bueno… al menos creía ser. Las consecuencias: para uno, prisión por homicidio involuntario; para la otra, muerte por hemo-rragia cerebral.

Federico I, Barbarroja. Tras cabalgar por el desierto en Tierra Santa embutido en su pesada armadura, el emperador se sintió tan excitado cuando llegó al río Saleph, que se lanzó a sus aguas para apagar la sed. Desafortunadamente, olvidó quitarse la arma-dura y se hundió como un yunque. Otra versión dice que fue su caballo el que lo lanzó al agua mientras atravesaba el río.

El general Patton. Este impetuoso general americano cuyos tanques habían librado a Europa de los invasores nazis, un com-batiente que se enfrentaba a la muerte, que había escapado a los ataques de los panzers mientras llevaba sus tropas de Sicilia a Elba, murió en un accidente de coche en el que no respetó la prio-ridad cuando la guerra apenas había terminado, en 1945.

Tycho Brahe. Muchas fuentes históricas citan como causa de su muerte una infección de orina padecida en 1601, al no ausentarse de una cena en Praga por educación y respeto. La larga cena le ocasionó una fuerte cistitis que le postró en cama con fiebres elevadas durante 71 días. Es muy probable, además, que Tycho muriera por envenenamiento de mercurio con sus propias medici-nas, tratando de recuperarse de sus problemas urinarios.

Jennifer Strange, mujer de 28 años, habitante de Sacramento, murió de intoxicación mientras intentaba ganar una consola de Wii en un concurso de la estación de radio KDND 107.9 “retiene tu pi por una Wii”, que consistía en beber grandes cantidades de agua cada quince minutos sin orinar.

MÁS MUERTES ABSURDAS7

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Debido a la precaria salud que

padecía desde niño, René Descartes tenía que pasar innumerables horas en cama.

Aprovechaba para pensar en filosofía, matemáticas, divagar e incluso se permitía perder el tiempo mirando las

musarañas. Teniendo su vista perdida en el techo de la estan-cia fue una mosca a cruzarse en su mirada, cosa que hizo que la

siguiera con la vista durante un buen rato, mientras se preguntaba si se podría determinar a cada instante la posición que tendría el in-

secto, por lo que pensó que si se conociese la distancia a dos superficies perpendiculares, en este caso la pared y el techo, se podría saber. Mientras le

daba vueltas a esto se levantó de la cama y tomando un trozo de papel (¿pen-saron que lo usó para matarla?, no, Descartes no era un salvaje) dibujó sobre él

dos rectas perpendiculares: cualquier punto de la hoja quedaba determinado por su distancia a los dos ejes. A estas distancias las llamó coordenadas del punto: acababan

de nacer las Coordenadas Cartesianas, y con ellas, la Geometría Analítica. ¿Y la mosca? Pues como cualquier mosca, siguió volando un tiempo, murió y jamás fue recordado que,

gracias a ella, el genio tuvo ese momento de brillantez, surgido de su simple vuelo. Murió pues, sin los debidos honores o al menos una mención en algún lugar, pero nuestra Ociope-dia es incluyente con todos y todas, y aquí incluimos la anécdota de la mosca gracias a cuyo

vuelo hoy sabemos trazar coordenadas.

DESCARTES, LA MOSCA Y LAS COORDENADAS

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