Observador Semanal del 26/04/2012

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PALABRAS DE CERTEZA Y ESPERANZA RESPONSABLES: GUILLERMO LESMES - NATHALIA LEMIR - www.sanrafael.org.py - MAIL: [email protected] - AÑO VII - Nº 355 - JUEVES 26 DE ABRIL DE 2012 Conversaciones con un gran maes- tro Sin libertad religiosa sólo queda la dictadura de los caprichos Se ha de buscar el Bien, la Verdad y la Belleza “La bondad de Dios es más fuerte y eso me ayuda a caminar con seguridad” O BSERVADOR SEMANAL PAG. 7 PAG. 6 PAG. 3 PAG. 4 E n el libro Perché è santo, escrito por el polaco Slawomir Oder, postulador de la Causa de beatificación de Juan Pa- blo II se testifica que un mon- señor se dio cuenta de que un mendigo que estaba siempre en Vía della Traspontina, a poca distancia del Vaticano, en realidad, era un sacerdo- te que se había alejado de su ministerio hasta convertirse en mendigo. El monseñor consiguió llevarlo a una au- diencia en la Sala Clementina junto a Juan Pablo II y, tras el encuentro, el Papa pidió al mendigo que lo acompañase a la sala contigua… el sacer- dote-mendigo salió de allí llorando. Explicó que el Papa le había pedido que él lo con- fesase y después de la confe- sión le había dicho: “¿Ves la grandeza del sacerdocio? No la desfigures”. Celebramos el 27 de abril, en honor a san Toribio de Mogrovejo, el Día del Obis- po y, por extensión, recor- damos en la Iglesia a todos los que ejercen el ministerio episcopal y sacerdotal, sobre todo en Latinoamérica. Al fijarnos en ese episo- dio de la vida del llamado “Magno” Juan Pablo II, nos preguntamos hoy ¿Qué se- ría de Latinoamérica sin sus sacerdotes, ¿qué sería de las comunidades donde vivimos sin los sacerdotes? Se puede vivir sin policías, sin aboga- dos, sin albañiles, pero no se puede vivir sin sacerdotes. Decía san Juan María Vian- ney, que si se encontraba en la calle a un ángel y a un sa- cerdote, saludaría primero al sacerdote porque Dios le ha concedido mayor dignidad. Pero esto ¿quién lo entiende así hoy? Muchos curas llevan su misión como una carga pe- sadísima, sobre todo en lo relacionado a sus votos de castidad, pobreza y obedien- cia, y más de uno vive con doble moral o actúa como un empleado público, un buró- crata de los sacramentos, sin experimentar más la belleza, la gratuidad y la grandeza de su vocación. Una parte de la feligresía reclama sacerdotes que se de- diquen a la promoción social, como aquel amigo cura de la Madre Teresa que llegó a Sudamérica para ayudar a los pobres y se dedicó muchísi- mo a ello, pero aún así su fe- ligresía se cambió de religión en masa. La Madre Teresa comentaba que un anciano le explicó al sacerdote el por- qué: “Ud. ha trabajado muy duro, pero no nos ha traído a Jesús y nosotros necesitamos a Jesús”. Otros tienen una concep- ción angelical de este mi- nisterio y en su moralismo exigen del sacerdote super- poderes, omnipresencia y una intachabilidad que ninguno de los exigentes censores puede hacer carne en su pro- pia vida. Siempre expectan- tes para criticar, para sancio- nar, para denunciar, pero casi nunca dispuestos a abrazar en ese hombre pecador que es el sacerdote, a Cristo mismo. También en tiempos de San Francisco había gente que quería renovar la iglesia y criticaba al clero, se llamaban los valdenses. Uno de ellos se acercó en una ocasión al san- to de Asís que observaba gran reverencia hacia los sacerdo- tes y le dijo que el párroco de aquel lugar vivía en pecado. Entonces, añadió: “¿Tenemos que creer en sus enseñanzas y respetar los sacramentos que celebra?”. San Francis- co fue junto al sacerdote, se arrodilló ante él y besó sus manos en señal de respeto y reverencia. Pero, ¿por qué tanta impor- tancia al sacerdocio? ¿Quién inventó esta cuestión? Para desgracia de igualitaristas y autosuficientes, el sacerdocio es una llamada de Dios a al- gunos de sus hijos para que lo sirvan de forma comple- ta y total. No es un derecho como lo reclaman algunos modernistas caídos del catre. No es una categoría social, es una vocación que se puede aceptar o no y que convierte a ese hombre pecador en otro Cristo que perdona, que sal- va, que lleva sobre sus hom- bros a las ovejas más pobres y heridas. Pastor, guía del pueblo de Dios, representante y emba- jador de Cristo en el mundo, padre disponible… el sacer- dote debe ser todo eso, pero, sobre todo, no lo olvidemos nunca: mendigo de Cristo. Observador Semanal Sacerdotes, mendigos de Cristo

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Observador Semanal del 26/04/2012

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P A L A B R A S D E C E R T E Z A Y E S P E R A N Z A

RESPONSABLES: GUILLERMO LESMES - NATHALIA LEMIR - www.sanrafael.org.py - MAIL: [email protected] - AÑO VII - Nº 355 - JUEVES 26 DE ABRIL DE 2012

Conversaciones con un gran maes-tro

Sin libertad religiosa sólo queda la dictadura de los caprichos

Se ha de buscar el Bien, la Verdad y la Belleza

“La bondad de Dios es más fuerte y eso me ayuda acaminar con seguridad”

OBSERVADORSEMANAL

PAG. 7PAG. 6PAG. 3 PAG. 4

En el libro Perché è santo, escrito por el polaco Slawomir

Oder, postulador de la Causa de beatificación de Juan Pa-blo II se testifica que un mon-señor se dio cuenta de que un mendigo que estaba siempre en Vía della Traspontina, a poca distancia del Vaticano, en realidad, era un sacerdo-te que se había alejado de su ministerio hasta convertirse en mendigo. El monseñor consiguió llevarlo a una au-diencia en la Sala Clementina junto a Juan Pablo II y, tras el encuentro, el Papa pidió al mendigo que lo acompañase a la sala contigua… el sacer-dote-mendigo salió de allí llorando. Explicó que el Papa le había pedido que él lo con-fesase y después de la confe-sión le había dicho: “¿Ves la grandeza del sacerdocio? No la desfigures”.

Celebramos el 27 de abril, en honor a san Toribio de Mogrovejo, el Día del Obis-po y, por extensión, recor-damos en la Iglesia a todos los que ejercen el ministerio episcopal y sacerdotal, sobre todo en Latinoamérica.

Al fijarnos en ese episo-dio de la vida del llamado “Magno” Juan Pablo II, nos preguntamos hoy ¿Qué se-ría de Latinoamérica sin sus sacerdotes, ¿qué sería de las comunidades donde vivimos sin los sacerdotes? Se puede vivir sin policías, sin aboga-dos, sin albañiles, pero no se puede vivir sin sacerdotes. Decía san Juan María Vian-ney, que si se encontraba en la calle a un ángel y a un sa-cerdote, saludaría primero al sacerdote porque Dios le ha concedido mayor dignidad. Pero esto ¿quién lo entiende así hoy?

Muchos curas llevan su misión como una carga pe-sadísima, sobre todo en lo relacionado a sus votos de castidad, pobreza y obedien-

cia, y más de uno vive con doble moral o actúa como un empleado público, un buró-crata de los sacramentos, sin experimentar más la belleza, la gratuidad y la grandeza de su vocación.

Una parte de la feligresía reclama sacerdotes que se de-diquen a la promoción social, como aquel amigo cura de la Madre Teresa que llegó a Sudamérica para ayudar a los pobres y se dedicó muchísi-mo a ello, pero aún así su fe-ligresía se cambió de religión en masa. La Madre Teresa comentaba que un anciano le explicó al sacerdote el por-qué: “Ud. ha trabajado muy duro, pero no nos ha traído a

Jesús y nosotros necesitamos a Jesús”.

Otros tienen una concep-ción angelical de este mi-nisterio y en su moralismo exigen del sacerdote super-poderes, omnipresencia y una intachabilidad que ninguno de los exigentes censores puede hacer carne en su pro-pia vida. Siempre expectan-tes para criticar, para sancio-nar, para denunciar, pero casi nunca dispuestos a abrazar en ese hombre pecador que es el sacerdote, a Cristo mismo.

También en tiempos de San Francisco había gente que quería renovar la iglesia y criticaba al clero, se llamaban los valdenses. Uno de ellos se

acercó en una ocasión al san-to de Asís que observaba gran reverencia hacia los sacerdo-tes y le dijo que el párroco de aquel lugar vivía en pecado. Entonces, añadió: “¿Tenemos que creer en sus enseñanzas y respetar los sacramentos que celebra?”. San Francis-co fue junto al sacerdote, se arrodilló ante él y besó sus manos en señal de respeto y reverencia.

Pero, ¿por qué tanta impor-tancia al sacerdocio? ¿Quién inventó esta cuestión? Para desgracia de igualitaristas y autosuficientes, el sacerdocio es una llamada de Dios a al-gunos de sus hijos para que lo sirvan de forma comple-

ta y total. No es un derecho como lo reclaman algunos modernistas caídos del catre. No es una categoría social, es una vocación que se puede aceptar o no y que convierte a ese hombre pecador en otro Cristo que perdona, que sal-va, que lleva sobre sus hom-bros a las ovejas más pobres y heridas.

Pastor, guía del pueblo de Dios, representante y emba-jador de Cristo en el mundo, padre disponible… el sacer-dote debe ser todo eso, pero, sobre todo, no lo olvidemos nunca: mendigo de Cristo.

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Sacerdotes,mendigos de

Cristo

Jueves 26 de abril de 20122 OBSERVADORSEMANAL

Es verdaderamente conmovedor tener la certeza de que aquel hombre, llamado Jesús que es-

tá vivo y Su presencia resucitada per-manece en la historia de la humanidad a través de sus testigos, sin embargo, como Carrón nos interpela, los testigos no bastan, debemos ensimismarnos con las razones que mueven al testigo: Cristo mismo. Porque seguir a Cristo no significa seguir al testigo, sino se-guir la “experiencia” que vive el testi-go, seguir lo que Cristo hace hoy a tra-vés de él.

Hechos como los que nos topamos en la Clínica todos los días son testi-monios de Su presencia “ahora”. Los “testigos y los hechos” es la modali-dad con la que Cristo permanece y nos sigue acompañando. Guissani decía: “¡Mirad cómo permanece!”, no co-mo un discurso sino como evento de una humanidad cambiada. A nosotros nos toca reconocerle, en la vida de tan-tas personas en las cuales obra, porque ellas despiertan un atractivo por su for-ma de vivir, de estar, de enfrentar la realidad que remiten al atractivo ven-cedor de Jesús en el Evangelio: “En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escuchar-le”. Para Reconocerle hace falta lo hu-mano, el cual puedo usarlo ó no, y el usarlo implica hacer cuenta que el tes-tigo a quien he encontrado es una espe-

ranza para mí, porque me muestra que la vida puede ser vivida de una mane-ra más grande, más bella, más huma-na, porque lo que él vive correspon-de a lo que mi corazón desea, me ha-ce más feliz.

Así vemos como nuestros enfermos nos testimonian a Cristo hoy y ahora. Como la leticia en el rostro de Norma, quien separada de su marido y de sus

nueve hijos vive pendiente de los de-más enfermos, pasándoles un vaso de agua, llamando a la enfermera cuando la necesitan, ayudándolos a bajarse de la cama….grandes gestos que expre-san la claridad de su fe en medio del dolor.

Victorina, una señora ya mayor de seis hijos que aún sin poder comer bo-cado, sonríe y al verte te extiende los

brazos para abrazarte y llenarte de be-sos. Con una fe admirable al ingresar a la Clínica dijo: “En este lugar ya me curé”. Mario, uno de nuestros angeli-tos junto con Aldito, cada vez que pa-sa el Santísimo ó se acerca el Padre Al-do se ríe con tal ganas, que uno perci-be su vida inmersa en el Paraíso, donde reina la alegría infinita de los santos. El abandono y la serenidad de Aida, una chica de treinta y seis años con una hija de nueve, me ayuda a entregarme ca-da día a lo que Su voluntad me prepa-ra. Benita, con su mente aparentemen-te incoherente, cuando llega el Santísi-mo a su cama, junta las manos, cierra los ojos, y se pone delante de Él con to-da su sencillez. Elida, una joven tullida en la cama, con la boca abierta, cuando grita y el Santísimo pasa, se tranquili-za, ó cuando alguien le acaricia y le ha-bla con dulzura se calma. Me conmue-ve la pareja de Elida que viene de le-jos a visitarla cada tanto y ayuda a sus hijos en los gastos que necesitan. Ca-da vez que llega hasta ella la besa, la acaricia sin que pueda recibir los mis-mos gestos. Una vez antes de retirarse dijo: “Yo no sé qué harán sus familia-res con el dinero que les mando, yo lo hago porque amo a Elida”. El hermano ya anciano de un paciente llamado Va-lentín, también ya entrado en edad, lo cuida con una paciencia única, al pre-guntarle alguien si le gustaría consul-

tar con una psicóloga, él hermano dijo: “Yo sé quien me trajo aquí, y mi rela-ción es únicamente con Él, es a Cristo a quien yo debo dar cuentas de toda mi vida, yo vivo de Él y tengo mucha fe”. Las veces que puede trae cajas de fru-tas no sólo para su hermano, sino para todos los pacientes: “Yo quiero agrade-cerle a Dios de alguna manera por el favor que nos hizo al traerle a mi her-mano en este hermoso lugar”.

Tantos testigos, como dice el Pa-dre Aldo:“Estamos rodeados de san-tos y no nos damos cuenta”. Hoy que celebramos en la Iglesia la solemnidad de la Anunciación del Señor recorda-mos las palabras que Jesús dijo al en-trar en este mundo: “Me has preparado un cuerpo; ya estoy aquí, oh Dios, pa-ra cumplir tu voluntad”. Cristo se ha-ce carne por nosotros, y con su piedad infinita hacia mi nada sigue inclinán-dose en “carnes”, en “yos” vivos que me testimonian qué es vivir, en huma-nidades cambiadas, diferentes que me muestran a Cristo contemporáneo, y que movidos por esta conmoción evi-dencian: “Cristo es algo que nos está sucediendo ahora”.

En este “ahora”, gracias a mi “sí”, gracias a tu “sí” dominados por el “ Sí”de la Virgen, aquel Hombre de Na-zaret se hace carne en mi carne, en tu carne y habita entre nosotros.

E l pasado 23 de abril se ce-lebró el Día Mundial del Libro en reconocimiento

a los escritores: Miguel de Cer-vantes, William Shakespeare y el inca Garcilaso de la Vega, quie-nes fallecieron un 23 de abril en 1616 (otros escritores, no tan conocidos como aquellos, tam-bién han fallecido en esa fecha). En conmemoración de Cervan-

tes, los países de habla hispana no sólo celebran ese día como el Día del Libro, sino que además han proclamado esta fecha como “Día del Idioma”, con el objetivo de impulsar el uso de la lengua castellana. El español o caste-llano es uno de los idiomas que cuenta con mayor número de ha-blantes.

Paraguay ha sido narrado pe-ro no ha sido leído. Todo lo que le ha estado pasando ya pasó. Y ha sido escrito. En escritos perio-dísticos y no pocos libros hay in-contables narraciones en los que puede leerse -como quien pone

sobre la mesa la baraja del tarot- lo que ha pasado, pasa y va a pa-sar aquí.

Sé que leer es como rezar: que sólo le sirve al que cree. Entien-do que cada quien llega a su pro-pia forma de interpretar el mun-do aunque se diga que la reali-dad es sólo una. Y que “Histo-ria” dejó de ser una materia del colegio hace muchos años. Pero cumplo con decir que es posible encontrar en los pasadizos de fe-rias de libros, hemerotecas y li-brerías una cadena de relatos que demuestra que acá ha estado ocu-rriendo lo que ya ocurrió.

Leer es un atajo. Ahorra vi-

da y tiempo. Si alguna vez hu-biesen leído las memorias de la Convención Nacional Constitu-yente, nuestros políticos de ofi-cio no estarían diciendo ahora lo que dicen y mucho menos ha-ciendo lo que hacen los impre-sentables Ministros de la Corte. Quien hubiese leído alguno de los libros del Dr. Benjamín Fer-nández, para hablar de algún es-critor reciente, no tendría porqué sorprenderse de lo que hace esa élite decadente, corrupta e infa-me incrustada en el legislativo, el poder judicial e instituciones gubernativas, que ha impedido que el país sea un país y que es la misma que ya retrató Teodosio González en su Infortunios del Paraguay o Roa Bastos, en por ejemplo, Yo el Supremo. Hoy au-mentada con una camarilla “so-cialista” cuyo cambio pregonado es hacer más de lo mismo.

Con sólo leer titulares de los diarios se es testigo de que lo que nos pasó la semana pasada nos ha pasado siempre. Desde el co-mienzo tuvimos vocación de bal-neario perdido en el mapa. Ido-latramos a los extranjeros co-mo a becerros de oro. Remeda-mos el primer mundo de espal-das a aquella pobreza que prue-

ba que estamos en el tercero. Desterramos la palabra “protec-cionismo” del diccionario por-que hería los nervios de los po-cos dueños de todo. Ni que de-cir del “asistencialismo” para no ofender a algún “carpero” sin tie-rra pero con auto y tal cual re-sidencia. Buscamos un mercado común con nuestros “amigables vecinos” tanto, tanto, que un día olvidamos para qué y hoy es más el daño que nos causa que los be-néficos royalties que recibimos.

Si hubiera más lectores, si Pa-raguay escuchara por f in lo que Paraguay cuenta, los sospecho-sos de siempre ordenarían pren-derles fuego a los corredores de hemerotecas y librerías. Ciertos libros, ciertos textos, ciertos es-critos piensan demasiado, sa-ben demasiado, hablan demasia-do. Le devuelven a la palabra el valor que la política paraguaya le roba. Reúnen las piezas de un rompecabezas -el país- que nadie tiene tiempo para armar. Y ponen en jaque a esta raza de líderes avaros, mesiánicos, que han lo-grado que todo se repita y se re-pita, porque desde una tapa has-ta la otra prueban que somos ca-paces de dar vuelta a la página.

GL

T E S T I M O N I O S D E L A C L I N I C A

Aquí el Verbose hace carne

M+

Leer escomo rezar

A C T U A L I D A D

Jueves 26 de abril de 2012 3OBSERVADORSEMANAL

-Maestro, si queremos educar a alguien hoy, ¿con qué contamos?

- Contamos con el hombre, contamos con su humanidad, es decir con sus ele-mentos constitutivos, con su naturaleza, por eso, contamos con su libertad y con su razón.

-Pero algunos culpan a la razón del alejamiento del hombre de Dios.

-Al contrario, la naturaleza de la razón es comprender la existencia y, por cohe-rencia, esta, si no es reducida a moverse por prejuicios, termina siempre admitien-do la existencia de algo que está más allá de toda comprensión; de hecho, es el vér-tice último de la aventura de la razón hu-mana: la intuición de que existe Algo que explica todo pero que es inalcanzable pa-ra la razón, ese algo es el misterio.

-Además de la razón, usted habla de que debemos contar con la libertad. ¿Qué es?

-La libertad es la capacidad humana de poseer el propio significado, de alcan-zar la propia realización. No se trata solo de elegir, aunque implica la posibilidad de hacerlo, sino de satisfacer nuestros de-seos más profundos. Cuanto más satisfe-chos estamos, más libres somos.

-Pero, ¿cómo se pone en juego la li-bertad?

-La libertad se pone en juego cuando

la persona debe interpretar los signos que encuentra en la realidad para descubrir su destino. El hombre que ya no es capaz de ponerse ante la realidad en actitud de pre-gunta, de espera, de petición de sentido, no es un hombre libre. Hay que ayudar a los hombres a ejercer su libertad ante to-do lo que le sucede y vive.

-¿Cómo se hace esto? -A través de la educación.

- Pero, ¿cómo educamos en la liber-tad?

-Fíjate bien. La realidad llama al hom-bre a una cosa distinta, a través de signos, la libertad descubre estos signos y res-ponde; por eso educar en la libertad es, en verdad, educar en la responsabilidad (responsabilidad deriva de responder), es decir, en la capacidad de responder a la realidad.

- ¿Y cómo se educa en la responsabi-lidad?

- Primero que nada, hay que enseñar a estar atentos, a salir de la distracción, de las ideas preconcebidas, acrecentar la sensibilidad hacia los detalles de lo que nos sucede. Estar atentos es dar cuenta de la totalidad de los factores que están pre-sentes en la realidad.

-Pero, esto parece muy difícil hoy.

-Es el drama de la educación de hoy. Esta no es capaz de despertar el interés por la realidad. Se empeña en dar recetas, en introducir ideas e ideologías, pero los chicos pierden interés enseguida porque no se les estimula la atención por la tota-lidad de los factores de lo que les sucede.

-¿Si lográramos captar su atención, ¿qué más nos corresponde hacer como educadores?

-Además de la educación de la aten-ción, la educación en la responsabilidad es también educar en la capacidad de aceptación. Esto es la capacidad de abra-zar conscientemente lo que sucede por-que creemos que es positivo.

-Pero no todo lo que nos sucede pare-ce positivo. Muchas cosas son dolorosas, no nos tienen sentido.

-Es cierto. Hay situaciones que des-piertan nuestra atención y disparan nues-tras preguntas más que otras, pero aún es-to es positivo porque ponen en juego to-da nuestra humanidad. Hay personas que en el dolor descubren el sentido de su vi-da y terminan el proceso haciéndose más hombres, más realizados, más felices y esta es la meta de toda educación.

-¿Y cómo define usted la educación?-La educación es un riesgo.-¡Un riesgo! Síganos hablando de ello

en el siguiente encuentro. -De acuerdo. Hasta entonces. (CCL)

E D U C A C I Ó N

Nosotros damos por obvio que cada ciu-dad tenga su hospital

y que funcione (cosa rara en Paraguay), pero raramente nos preguntamos cómo nacieron y cuándo se volvieron un fenó-meno difundido e importante.

A estas preguntas hay una respuesta muy puntual y pre-cisa: los hospitales, como los entendemos hoy, nacieron con el surgir del cristianismo.

En el mundo antiguo, antes de Cristo, la presencia de los hospitales tenía un carácter muy limitado y circunscrito a unos pocos beneficiarios. En Pergamo, antigua Grecia, se aceptaban a los enfermos sólo después de haber cancelado una importante suma en dinero (como hoy en muchas partes del mundo). Platón pensaba que eran dignos de ser asisti-dos aquellos ciudadanos libres y que se tenía certeza de poder-los curar.

Con el cristianismo se afirma el concepto que la persona es una unidad de alma y cuerpo y por ende se destaca el valor de la acogida, de la asistencia, de la hospitalidad, del amor a la persona en general, y al en-fermo en particular, por lo que ella es: relación con el Miste-

rio.El valor de la hospitalidad era

poco notado en el mundo anti-guo. En la Roma imperial había algo parecido a los hospitales, pero sólo atendían a los esclavos y los soldados que necesitaban ser curados por obvios intereses por parte del Emperador o del amo. Es en el Medioevo cristiano que se da fundamento ético a la “hos-pitalitas”. Este nombre, que en el mundo antiguo tenía un valor de obligación jurídica hacia el

A C T U A L I D A D

huésped, con el cristianismo se transforma en con-división, en servicio que se debe dar a los más necesitados, a los que sufren.

Así la cristiandad se armó de diáconos para el servicio a las viudas y huérfanos y pronto cerca de las casas de los obispos nacían “domus episcopi”, es decir, lugar que atendían a los más necesita-dos. Eran los arquetipos de los hospitales “modernos”.

La novedad traída por Cristo con su Resurrección motivó a

muchas viudas a dedicarse a prac-ticar la caridad para con los más necesitados. Son las diaconisas (que significa servicio o asisten-cia) que se dedican a los enfer-mos. Pero el gran salto hacia una asistencia más organizada se da al final del cuarto siglo, cuando Marcela, una rica viuda romana, transformó su linda mansión en un monasterio para monjas enfer-meras. Fue la linda Fabiola que en el año 390 fundó, también en Roma, un hospital muy parecido a lo que nosotros hoy entendemos por tal.

Fabiola, después de dos matri-monios que fracasaron, se con-virtió al cristianismo y dedico toda su vida a las obras de cari-dad. Ella se iba entre los más po-bres y enfermos, y llevaba unos a su casa. Los historiadores escribi-eron de ella: “En su casa reunía todos los enfermos que recogía por la calle. Ella se ocupaba per-sonalmente de los desdichados, de las víctimas del hambre y de las enfermedades. La gente se preguntaba ¿cómo hacía a lim-piar la carne podrida de los en-fermos que los demás ni siguiera lograban mirar? Alimentaba a los enfermos con sus propias ma-nos, y también cuando el cuerpo no era más que piel y huesos, ella seguía mojando los labios con

unas gotitas de agua. Nadie fue capaz de contar todos los enfermos que fueron asistidos por Fabiola. Después de haber fundado el hospital ella re-cogió todos los enfermos y los asistió como una verdadera enfermera”.

Fabiola y Marcela no eran mujeres pagadas por el Es-tado, no tenían los problemas de los horarios de trabajo, no crearon ningún sindicado, no tenían día de descanso, estaban totalmente consagradas al Se-ñor, movidas por la caridad de Cristo, estaban totalmente al servicio de la Iglesia.

Ellas eran personas “nor-males” que habían encontrado a Cristo resucitado. Un Acon-tecimiento había traído una novedad nueva a sus vidas que les dio una inteligencia y un corazón grande para asistir de una manera más humana a tan-tos pobres que, sin Fabiola y Marcela, habrían muerto como perros abandonados. Sólo gente enamorado de Cristo es capaz de dedicarse al bien común. Eso es lo que falta hoy. Lo que hoy escacea no son los recursos, sino hombres, políti-cos, médicos, enfermeros, clérigos enamorados de Cristo.

M.F.

Conversacionescon un gran maestro

El nacimiento de los hospitales

En homenaje a los maestros en su Día, esta es una conversación ficticia con el fallecido Monseñor Luigi Giussani, fundador del movimiento católico Comunión y Liberación y en actual proceso de canoniza-ción, basada en los conceptos y definiciones desarrollados por él en varias de sus obras, principalmente en El sentido religioso.

Jueves 26 de abril de 20124 OBSERVADORSEMANAL

“Me da un gran dolor el pro-fundo mal que personas como usted, que debe-

rían ser señales del amor de Dios, sean un puñal en la vida de inocentes lecto-res. No hay palabras que justifiquen ta-les actos. Veo en muchos medios de in-formación, sobre todo en su periódico, la ampliación del tema de la pedofilia en forma morbosa y los “escándalos” en casos de índole sexual, investigan-do en la vida de algún sacerdote. Así aparece uno en una ciudad de USA, de la década del 70; otro en Australia, de los años 80, y así otros casos recientes. Ciertamente, todo esto es condenable.

¡Es curiosa la poca noticia y des-interés por miles y miles de sacerdo-tes que se consumen por millones de niños, por los adolescentes y los más desfavorecidos en los cuatro ángulos del planeta! Pienso que a su periódico no le interesa que yo haya tenido que transportar, por caminos minados, en el año 2002, a muchos niños desnutri-dos, desde Cangumbe a Lwena (An-gola), pues ni el Gobierno ordenaba los medios y las ONG no estaban au-torizadas para hacerlo; que haya tenido

que enterrar decenas de pequeños, fa-llecidos entre los desplazados de gue-rra; que les hayamos salvado la vida a miles de personas en México median-te el único puesto de salud, en 90.000 kilómetros a la redonda, así como con la distribución de alimentos y semillas; que hayamos dado la oportunidad de educación, en estos diez años, a más de 110.000 niños.

No es de su interés el que con otros sacerdotes hayamos tenido que soco-rrer la crisis humanitaria de cerca de 15.000 personas en los acuartelamien-tos de la guerrilla, después de su rendi-ción, porque no llegaban los alimentos del Gobierno y de la ONU. No es no-ticia para ustedes que un sacerdote de 75 años, el P. Roberto, por las noches recorra la ciudad de Luanda curando a los chicos de la calle, llevándolos a una casa de acogida para que los desin-toxiquen del bóxer; que se alfabetice a cientos de presos, que otros sacerdotes tengan ‘casas de paso’ para los chicos golpeados, maltratados y hasta violen-

tados que buscan refugio. No es noticia que 60.000 de los 400.000 sacerdotes de la Iglesia católica hayan dejado su tierra y su familia para servir a sus her-manos en leprocomios, en hospitales, campos de refugiados, orfanatos pa-ra niños, huérfanos de padres, que fa-llecieron de sida; en escuelas para los más pobres, en centros de formación profesional, en centros de atención a enfermos y, sobre todo, en parroquias y misiones, dando motivación a los fie-les para vivir y amar. No es noticia pa-ra ustedes que mi amigo, el P. Marcos, por salvar a unos jóvenes durante la guerra de Angola, lo hayan transporta-do de Kalulo a Dondo, y que, volvien-do a su misión, haya sido ametrallado en el camino; que el hermano Francis-co, con cinco señoras catequistas, por ir a ayudar a las áreas rurales, haya muer-

Hoy cedemos la palabra a Martín Lasarte, sdb, sa-cerdote católico, misio-nero en Angola desde ha-ce veinte años. Este labo-rioso sacerdote se dirige al director del célebre pe-riódico The New York Ti-mes. Su sincero y duro re-clamo es válido para nues-tros directores de medios (en especial a aquellos da-dos al amarillismo, el es-cándalo y los comentarios morbosos y descalificado-res). Oigámoslo:

Se ha de buscar la Verdad, el Bien y la Belleza

to en un accidente automovilístico.La verdad es que no procuramos

ser noticia, sino simplemente llevar la Buena Noticia del Evangelio, esa No-ticia que sin ruido comenzó en la Vigi-lia de Pascua. Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece.

No pretendo hacer apología de la Iglesia y de los sacerdotes. El sacer-dote no es ni un héroe ni un neurótico. Es un simple hombre que busca seguir a Jesús y servir a sus hermanos. Tie-ne miserias, pobreza y fragilidad como cada ser humano. Pero también ofrece belleza y bondad.

Sólo le pido, amigo periodista, que busque la Verdad, el Bien y la Belle-za. Estos valores lo harán noble en su profesión.

En CRISTO, P. Martín Lasarte, sdb

Hay cosas que no se dicen y

por eso no dejan de ser im-

presionantes. Otras no se ve

y por eso no dejan de existir.

Pero hay algo, muy cierto de

nuestra fe, no es necesario

ver para conocer y creer..

“Hace más ruido un árbol que cae, que un

bosque que crece”

(Carta de un misionero cató-lico, sobre la pederastia)

TESTIMONIO

El P. Martín en su misión en Angola

Jueves 26 de abril de 2012 5OBSERVADORSEMANAL

¿Cuando surge su par-ticipación como médi-ca en la fundación?

Fue en el año 1995 cuando el padre Alberto Bertaccini en una reunión me propuso ayudar a la gente más necesitada de la par-roquia que se acercaban a pedir ayuda. En ese entonces, estaban también la señora Cristina de Sanabria y la Lic. Inocencia Mi-randa, como asistentes sociales. Me ofrecí como médica para at-ender en mi casa a los pacientes que ellos me enviaban y como cada vez era más la cantidad de pacientes, comenzaron a tener otras reuniones y se formó el Cen-tro de Ayuda a la Vida.

¿Cómo se sentía al llevar ad-elante este trabajo?

En realidad, sentía la necesi-dad de ayudar cada vez más. Me sentía feliz de estar en ese lugar y poder ayudar a la gente. For-mamos un pequeño dispensario al costado de la parroquia para atender a las personas más humil-des sin cobrarles nada. De a poco también se iban sumando otros colegas que daban su disponibi-

La doctora Elvira Dávalos

de Oxilia tiene 44 años en

el ejercicio de la profesión

como médica especialista

en ginecología y duran-

te los últimos años, fue

testigo de varios milagros

en personas que para la

ciencia, era imposible que

puedan concebir y sin em-

bargo, a través de la fe y

las plegarias, pudieron dar

a luz varios niños. Desde

1995 colabora activamen-

te con la Fundación “Cen-

tro de Ayuda a la Vida” de

la Parroquia San Rafael, a

través del Policonsultorio

Juan Pablo II, donde sólo el

año pasado fueron aten-

didas 2.615 personas de

escasos recursos.

lidad. Cada uno de los médicos a su vez gestionaba con los labora-torios algunos medicamentos que entregábamos en las consultas.

¿En qué momento se forma el policonsultorio de la parro-quia?

Viendo la necesidad de la gente que venía, se habilitaron más consultorios y se formó el poli-consultorio. Muchos médicos se acercaban pero luego de un tiem-po dejaban de venir. En mi caso, a medida que más iba a ese lugar, también crecía la cantidad de pa-cientes en mi consultorio privado. Encontré mucha satisfacción en la parte espiritual y moral, pero tam-bién material, porque me permitía ayudar a gente más humilde.

¿Es como dice el Evangelio que se recibe cien veces más?

Mucho más. Capaz que el tiempo que yo dediqué sea muy pequeño pero recibí mucho más, no sólo en la parte espiritual que

uno crece, sino también en la par-te material y física. Para mi es una satisfacción que el padre me diga siempre que soy la decana de ese lugar, no porque sea la más vieja, sino la más antigua...

¿Qué piensa su familia de lo que hace?

Mi familia siempre me apoyó aunque al principio mi marido no veía con buenos ojos que yo ve-niera tanto a la parroquia. Tengo cuatro hijos: Marité, Victorio, Marisol y Juan Manuel y 8 nietos. Lo que siento es que hay mucha unidad en mi familia. Nosotros nos reunimos todos los sábados a almorzar todos juntos y a me-dida que va creciendo en número, me siento realizada, como mujer, como esposa, madre y abuela.

Siempre se ha dicho que la parroquia es un lugar educativo ¿qué piensa usted?

Es cierto. En lo personal, me ayudó mucho para profundizar

mi fe. En ese lugar yo encontré la fuerza que Dios nos da para poder aguantar los tiempos difíciles, que viví cuando se enfermó mi marido, vivía postrado hasta que falleció hace diez años. Tenía necesidad de darle un sentido a todo eso. En todo momento sentí el apoyo de los padres, porque realmente me sentía sola a veces.

Hoy después de tantos años, ¿cómo percibe este crecimiento en la fe?

Yo fui creciendo en la fe a través de los testimonios de per-sonas que no podían tener hijos y confiaron en mí para lograr embarazarse incluso contra diag-nósticos médicos que decían que no podían hacerlo. Sin ningún tratamiento in vitro ni nada, porque no soy partidaria de eso, sólo de manera natural, con algu-nos medicamentos, lograron que-dar embarazadas. Fui testigo de varios milagros de Dios y hoy en

día tengo varios hijitos y nietitos. Esta semana se confirmaron otros dos embarazos de personas a las que les di la estampa de la Virgen de Guadalupe donde estuve hace poco. Les pedí que sigan una no-vena a las dos personas y gracias a Dios quedaron embarazadas.

¿Qué significa para usted ser testigo de estos milagros?

Es una satisfacción muy pro-funda, porque nos convertimos en instrumento de Dios en ese mo-mento que permite que el mila-gro ocurra a través nuestro. Para mi definitivamente son milagros, porque son casos que la ciencia no puede explicar. Incluso a una chica que es pariente de un famo-so ginecobstetra, éste le dijo que era imposible que conciba, sólo le quedaba inseminación artificial o in vitro. Sin embargo, le dije que esperemos un poco más y ahora tenemos el resultado.

¿Imagino que a través de es-tos milagros, también se incre-menta su fe?

En la vida cotidiana, en el día a día, me resulta evidente esto. Sin ir más lejos, uno de mis hijos, que llevaba varios años de casado, no podían encargar y no querían tam-poco someterse a ningún estudio, hasta que finalmente se determinó que a ambos les faltaba algo. En esa época, yo justo tenía que via-jar a una peregrinación con la par-roquia por los santuarios marianos y le pedí a cada uno su fotografía para llevar en mi recorrido y pe-dir el milagro a la Virgen. En cada santuario que visitamos, Midju-gorie, la Rosa Mística, Lourdes y Fátima, yo iba pidiendo el mila-gro. Pero fue en la Medalla Mila-grosa de Paris donde sentí como un verdadero escalofrío en la Cat-edral donde también se recordaba el día de San Vicente de Paul, el 27 de setiembre, y durante la misa pedí intensamente. Luego el 5 de octubre cuando llegamos los dos fueron a recibirme al aeropuerto y me dieron la sorpresa. Hasta hoy día lloro cuando me fijo que el día que se hizo el estudio fue el Día de la Virgen de Lourdes. Ese para mi fue un milagro; luego nació una nenita que hoy tiene 3 años y se llama María Paz.

Cantervill

ENTREVISTA A LA DRA. ELVIRA DÁVALOS DE OXILIA

“En mi trabajo, fui testigode varios milagrosque hizo Dios”

Dra. Elvira Dávalos de Oxilia

Jueves 26 de abril de 20126 OBSERVADORSEMANALR E F L E X I O N E S

La historia contemporánea es, antes que historia social y po-lítica, historia de la expansión

del ateísmo. Este juicio del filósofo italiano Augusto Del Noce fallecido en 1989, parecería cobrar conciencia y “reflotar”, con su profética fuerza en nuestros días. ¿Demasiado pesimista? Tal vez, pero la labor de un filósofo de la historia no es, frecuentemente, de-cir cómo las cosas a uno le gustaría que fuesen sino simplemente como ellas son. Y el ateísmo como fenóme-no moluscoide que engendra un ser humano donde el querer de cada uno –sin importar el objeto de ese querer– se erige en único y exclusivo dueño de la historia. Es el reino, como fre-cuentemente se oye decir, de la auto-nomía: yo hago lo que quiero y nadie tiene derecho a meterse en mi vida, y menos a decirme lo que debo hacer.

Es el yo que se convierte rey para sí mismo. Que nadie me moleste, en mis vicios o en mis virtudes. Da lo mismo. Lo que cuenta es que yo sea yo. Así, este individualismo feroz, exige una pirueta totalitaria del Esta-do cuando reclama la protección del mismo de ese derecho. Es así como el régimen liberal democrático ac-tual busca, desesperadamente, prote-ger esos reclamos de individuos cu-yas formas de vida, cuya inmoralidad manifiesta o amoralidad indiferente, pueden poner pálido al más pintado. La cuestión es que el Estado proteja las conductas, por más absurdas mo-ralmente que fueren, pues se asume que no existen normas morales váli-das para todos. ¿Y qué ocurre si algu-na institución que participa en el cuer-po político invoca ciertas normas que rebasan dicha individualidad quiere proponerla para todos? No puede, a menos que acepte, los valores del Es-tado, esto es, los valores de un Esta-do que dice que todos los valores son relativos.

Esta es la marcha, lenta pero progre-siva, de la democracia liberal con que

se enfrenta la Iglesia en Estados Uni-dos: la reducción de la vida religiosa a pura interioridad con lo que, obvia-mente, se la disocia de la política de bien común y remite la relación con Dios a los templos, al hogar, a la inti-midad. Pero lo grave no es solamen-te la vida religiosa sino cualquier otra propuesta política que invoque cier-tos valores que trasciendan el narci-sismo del ciudadano individualista de la democracia post-moderna del si-glo veintiuno. Es que el “ideal” que se impone es el vacío: vacío del cuer-po político de valores públicos objeti-vos. La vida pública no sólo debe ser neutra respecto a valores y sobre to-do propuestas éticas derivadas de tra-diciones religiosas sino vacías, ateas en el sentido propio: valores, como la vida por ejemplo, guiados solo por la ciencia.

No debe extrañar entonces que el aborto o el embarazo no se miren ne-cesariamente como hechos que per-mitan la legitimidad de juicios mo-rales sino como realidades exclusiva-mente biológica-médicas. Están den-tro de las patologías y las terapias pe-ro relacionarlas con el bien o el mal es una herejía para el régimen de la democracia liberal actual. El juicio de la ciencia empírica y la tecnología lo es todo, autosuficientes, y nadie tiene derecho a “infiltrar” juicios morales en realidades que afectan al público. Esta evaluación sombría se puede co-legir de la reciente Declaración sobre Libertad Religiosa de la Conferencia Episcopal Americana. La libertad re-ligiosa como derecho de la persona a expresar en privado pero también en público su propuesta moral y so-cial es amenazada con la imposición

de la actual administración de Obama de forzar a instituciones de la Iglesia a proveer anticonceptivos que violen la conciencia religiosa de los creyentes.

La democracia liberal de valores neutros en el espacio público no es invento ni reduce a la administración Obama. Es la lenta culminación del espíritu del secularismo reduccionis-ta, una forma expresa en que el ateís-mo aspira a vaciar de contenido el cuerpo político. Es la propuesta fal-sa de hacer creer a que se pueden lle-var vidas esquizofrénicas; con creen-cias objetivas para “adentro” y al “to-do vale” hacia afuera”.

Pero la realidad no es así: ese fue el realismo de aquella enseñanza que Juan Pablo II había advertido al régi-men de Stroessner en su histórica vi-sita; no se puede reducir a la Iglesia a los templos ni a Dios a la concien-cia de los hombres. La Iglesia propo-ne, no impone, y de eso se trata: no es hacer que los demás compartan la moral de la Iglesia sino que la misma libremente ejerza sus derechos públi-cos de proponer lo que corresponde a su tradición de bienes morales.

Concluyendo de nuevo con Del No-ce: la historia contemporánea es, an-tes que historia social y política, his-toria de la expansión del ateísmo. Mi-rando a lo que ocurre a nuestro alre-dedor y afecta a nuestras democracias parecería que la provocación del filó-sofo italiano tenía fatalmente razón. No obstante, depende de nosotros, de nuestra fidelidad al Misterio como creyentes, el hacer ver que, en últi-ma instancia, el ser humano no puede ser determinado por las fuerzas de la disgregación. Nuestra libertad cuenta para algo. Es que, sin libertad religio-sa, solo nos queda la dictadura de los caprichos individuales.

* Mario Ramos-Reyes, Catedrá-tico y Filósofo; Director del Centro de Cultura, Ética y Desarrollo. Pa-ra comentarios o preguntas, dirigirse a [email protected]

Libertad religiosa no consiste

sólo en la posibilidad de ir a

Misa los domingos o de rezar

el Rosario en el hogar sino

incluye también la posibilidad

de contribuir al bien común de

todos los norteamericanos.

Nuestra Apreciada Primera Libertad . Declaración de la Conferencia Episcopal de

EEUU, 12 Abril, 2012

Sin libertad religiosa sólo queda la dictadura de los caprichos

Jueves 26 de abril de 2012 7OBSERVADORSEMANAL

El pasado 17 de abril, en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico, tuvo lugar una

Santa Misa de Acción de Gracias por los dos aniversarios que el Santo Padre celebró la semana pasada su cumpleaños (el, 16 de abril, 85 años) y su elección al solio pontificio hace siete años (el 19 de abril). A la Misa asistieron los miembros del colegio cardenalicio y una amplia represen-tación del episcopado de la tierra na-tal de Benedicto XVI.

En su homilía, el Papa recordó que, en el día de su nacimiento y de su bautismo, la liturgia de la Igle-sia ha colocado tres hitos que, dijo, “me indican a dónde lleva el camino y que me ayudan a encontrarlo”: la memoria de santa Bernadette Sou-birous, la vidente de Lourdes; la de San Benedicto José Labre; y, el Sá-bado Santo, que en el año de su naci-miento fue el 16 de abril.

Santa Bernadette, crecida en me-dio de una pobreza “difícilmente imaginable (…) sabía mirar con co-razón puro y genuino. María le in-dica un manantial, (…) agua pura e incontaminada, agua que es vi-da, que da pureza y salud. (…) Pien-so que podemos considerar esta agua como una imagen de la verdad que nos viene al encuentro en la fe: la verdad incontaminada. (…) Esta pequeña santa ha sido siempre pa-ra mí un signo que me ha indicado de dónde procede el agua viva que necesitamos -el agua que nos puri-fica y da la vida-, y un signo de có-mo deberíamos ser: con todo el sa-ber y todas las capacidades, que son necesarias, no debemos perder (...) la mirada simple del corazón, capaz de ver lo esencial; debemos rogar al Señor para que podamos conservar siempre la humildad que permite al corazón ver lo que es simple y esen-cial, la belleza y la bondad de Dios, y encontrar así el manantial del que brota el agua que da la vida y pu-rifica”.

El Papa recordó a continuación que Benedicto José Labre, que vi-vió en el siglo XVIII, “fue un santo un tanto particular que, mendigan-do, peregrinó de un santuario a otro y no quiso hacer otra cosa que re-zar, y con ello dar testimonio de lo que cuenta de verdad en esta vida: Dios. (…) Nos muestra que (…) más allá de lo que puede haber en este mundo, más allá de nuestras nece-sidades y capacidades, lo esencial, es conocer a Dios. Él solo basta”. La vida del santo, que recorrió toda Europa viajando santuario en san-tuario, “hace evidente que quien se abre a Dios no se aleja del mundo y de los hombres, sino que encuentra hermanos; (…) solo Dios puede eli-minar las fronteras, porque gracias

a Él somos todos hermanos”.

“Por último -continuó Benedic-to XVI- está el Misterio Pascual. El día en que nací, gracias a la aten-ción de mis padres, renací también en el agua y en el Espíritu (...) La vi-da biológica de por sí es un don, y sin embargo está rodeada por una gran pregunta. Se convierte en un don verdadero sólo si, junto con ella, hay una promesa que es más fuerte que cualquier desventura que nos amenace, si se sumerge en una fuerza que asegura que es bueno ser hombre, que para esta persona es un bien cualquier cosa que el futu-ro traiga. Por lo tanto, al nacimiento se asocia el renacimiento, la certe-za de que, en verdad, es bueno exis-tir, porque la promesa es más fuer-te que la amenaza. Este es el sentido

de la regeneración por el agua y el Espíritu (…) Ahora, el renacimien-to se nos da en el bautismo, pero te-nemos que seguir creciendo en la fe, tenemos que seguir dejándonos su-mergir en la promesa de Dios pa-ra nacer realmente de nuevo en la grande y nueva familia de Dios, que es más fuerte que todas las debilida-des y todas las potencias negativas que nos amenazan”.

“El día que me bautizaron (…) era Sábado Santo. Entonces se solía an-ticipar la Vigilia Pascual a la maña-na, a la que habría seguido todavía la oscuridad del Sábado Santo sin el Aleluya. Me parece que esta sin-gular paradoja, esta anticipación singular de la luz en un día oscuro, puede ser casi una imagen de la his-toria de nuestros tiempos. Por un la-

do, todavía permanecen el silencio de Dios y su ausencia; pero en la re-surrección de Cristo está ya la anti-cipación del ‘sí’ de Dios; y, basán-donos en esta anticipación, vivimos y a través del silencio de Dios, escu-chamos su palabra, y por medio de la oscuridad de su ausencia entre-vemos su luz. La anticipación de la resurrección en medio de una histo-

ria que evoluciona es la fuerza que nos muestra el camino y que nos ayuda a seguir adelante”.

El Papa continuó reflexionando en un tono muy personal “Estoy an-te la etapa final de mi vida, y no sé lo que me espera. Pero sé que existe la luz de Dios, que Él ha resucitado y que su luz es más fuerte que cual-quier oscuridad. Que la bondad de Dios es más fuerte que todo el mal de este mundo. Y esto me ayuda a

caminar con seguridad”. El San-to Padre extendió su reflexión aña-diendo que “esto nos ayuda a todos nosotros a seguir adelante, y en es-te momento doy las gracias de co-razón a todos los que continuamen-te me hacen percibir el ‘sí’ de Dios a través de su fe”.

Preparado por GL

La anticipación de la

Resurrección en medio

de una historia que se

desarrolla es la fuerza

que nos indica el camino

y que nos ayuda a seguir

adelante.

Damos gracias a Dios

porque nos ha dado esta

luz y le pedimos que esa

luz permanezca siempre. Y

en este día tengo motivo

para darle las gracias a él

y a todos los que siempre

me han hecho percibir la

presencia del Señor, que

me han acompañado para

que no perdiera la luz.

“La bondad de Dios es másfuerte y eso me ayuda a

caminar con seguridad”

CATEQUESIS

Jueves 26 de abril de 20128 OBSERVADORSEMANAL

Prefiero no ahondar en la redonda, ancha y negra hendidura del cimiento

de barro cocido y aun caliente;de este Marte habitado en repentino

con tantos cráteres dolientes…

Se rompe la tierra para gemiralaridos que despiertan a mitad de la noche

Cuando las arañas tejenel entramado encaje del día vivido

y en el sueño se liberan presurosos y fugitivos,los largos puntos omitidos…

¿Quieres pasar secreto mío?Juro que mataríapor encontrarte

y atarte a una sillaInterrogarte

hasta que ya no te queden palabras…Hasta que me presentes vivo y entero,

completo, tu discursotu obra de arte

Piérdete conmigoMéteme al laberinto

Enrédame sin escatimosQue ya sabré luego yo

como regresar

En la mesa esta el platoEn el agua la carnadaSalta cuando quieras

No te arrepentirásTe prometo que me cuido

¿qué tan dura puede ser la verdad?Pocas cosas malas todavía me sorprenden

-las buenas, me sorprenden más…-

Puedo hacer un concierto en la veredacuando mi alma gemela con olor a flor,

llegue del otro lado del carril…Ese carril que en principio

nos unió como a hierro fundido y luego nos enseño la libertad,

que ese tipo de amistad puede traer consigo…

En ese conciertopuedo verter lo que me des

Si quieres, lo hago íntimo…Para que las masas no tengan

oportunidad de verlo que por años has guardado con sigilo…

Lo que por las noches,sin entender, me has dolido

Sin saber que así me han hechoY es inútil pelear o renegar…

Quizás El Misterio ha dictado que no lo descifre nunca

para no perder jamás la tensión…El día que mis porqués se terminen

se extinguirá mi fuego;No tendré razones para comprar el combustible

y quemar todo en hojas blancas de papel…Tatuar mis preguntas sin respuestaen la piel y los oídos del mundo…

P O E M A

San Luis María Grignion de Montfort

Nació en Montfort, Fran-cia, en 1673. Era el ma-yor de una familia de 18

hijos. Uno de ellos murió en su in-fancia, 3 fueron sacerdotes y 3 re-ligiosas. San Luis sobresalía entre sus amigos por su habilidad y su ex-traordinaria fortaleza física. De ca-rácter era más bien tímido y prefe-ría la soledad.

Desde joven, San Luis tenía una gran devoción a la Eucaristía y a la Virgen María. Frecuentemente lo encontraban rezando por largo ra-to frente a una imagen de la Virgen. Cuando tenía suficiente edad, pi-dió permiso para asistir en la misa de la parroquia en las mañanas. Co-mo la Iglesia le quedaba a dos mi-llas de su casa, tenía que levantarse muy temprano para llegar a tiempo. Participó en una sociedad de jóvenes que durante las vacaciones servían a los pobres y los enfermos incurables. Les leían libros inspirados durante las comidas.

Con grandes sacrificios logró conseguir con qué ir a estudiar al más fa-moso seminario de Francia, el seminario de San Suplicio en París. Allí so-bresalió como un seminarista totalmente mariano. Sentía enorme gozo en mantener siempre adornado de flores el altar de la Santísima Virgen. El 5 de junio de 1700, San Luis, de 27 años, fue ordenado sacerdote. Escogió como lema de su vida sacerdotal: “ser esclavo de María”. Enseguida em-pezaron a surgir grandes cruces en su vida. Pero no se detenía a pensar en si mismo sino que su gran sueño era llegar a ser misionero y llevar la Pa-labra de Cristo a lugares muy distantes. Será un gran peregrino durante su vida de sacerdote. Su primera Misa quiso celebrarla en un altar de la Vir-gen, y durante muchos años la Catedral de Nuestra Señora de París fue su templo preferido y su refugio.

Dedicó todas sus grandes cualidades de predicador y de conductor de multitudes a predicar misiones para convertir pecadores. Se daba cuenta de que el canto echa fuera muchos malos humores y enciende el fervor. Decía que una misión sin canto era como un cuerpo sin alma. El mismo componía la letra de muchas canciones a Nuestro Señor y a la Virgen Ma-ría y hacía cantar a las multitudes.

Era todo fuego para predicar. Donde llegaba, el pecado tenía que salir corriendo. Pero no era él quien conseguía las conversiones. Era la Virgen María a quien invocaba constantemente. Ella rogaba a Jesús y Jesús cam-biaba los corazones. Después de unos Retiros dejó escrito: “Ha nacido en mí una confianza sin límites en Nuestro Señor y en su Madre Santísima”. Y viajaba confiado porque no iba nunca solo. Consigo llevaba el crucifi-jo y la imagen de la Virgen, y Jesús y María se comportaban con él como formidables defensores.

A pie y de limosna se fue hasta Roma, pidiendo a Dios la eficacia de la palabra, y la obtuvo de tal manera que al oír sus sermones se convertían hasta los más endurecidos pecadores. El Papa Clemente XI lo recibió muy amablemente y le concedió el título de “Misionero Apostólico”, con per-miso de predicar por todas partes.

Durante su vida apostólica como misionero, San Luis llegará a hacer 200 misiones y retiros. Con gran celo predicaba de pueblo en pueblo el Evangelio. Su lenguaje era sencillo pero lleno de fuego y amor a Dios. Sus misiones se caracterizaban por la presencia de María, ya que siempre promovía el rezo del santo rosario, hacía procesiones y cánticos a la Vir-gen. Sus exhortaciones movían a los pobres a renovar sus corazones y, po-co a poco, volver a Dios, a los sacramentos y al amor a Cristo Crucifica-do. San Luis siempre decía que sus mejores amigos eran los pobres, ante quienes abría de par en par su corazón.

San Luis de Montfort fundó unas Comunidades religiosas que han he-cho inmenso bien en las almas. Los Padres Montfortianos (a cuya comuni-dad le puso por nombre “Compañía de María”) y las Hermanas de la Sabi-duría. Murió el 28 de abril de 1716, a la edad de 43 años, agotado de tan-to trabajar y predicar.

Preparado por GL

L A AV E N T U R A H U M A N A D E LO S S A N T O S

¿Me creerías si te dijera que yo te he visto crecer?Sólo que nunca pude ver claramente tus ojos

Tu pelo…Sólo tu corazón,siempre en celo,algunas veces,Tu voz llorosa

y acongojada…Otras,

Ese rugido imbatible de leona…

Pero no fui capaz de aullarte…Quizás tenía miedo…

Podrías apoderarte de mí...

¿Sabes a que sabe el cielo?Quizá a conocerte y mirarte a la cara, estrecharte como a ese a quien amo

como a aquella que extrañoo como a aquel,

a quien no perdono…

¿Me dirías la frase mágica?No te quiero encontraral menos por un mes…

Deja que viva aquí un ratito,que me olvide de existir

Deja que me tome un respiroque me ahogue en felicidad

Luego puedes venir otra vez,total, tampoco puedes vivir sin mí….

Pero no te bebas hoy mi corazón,Tristeza

Déjame algunos sorbosNo absorbas completa la energía…

Mañana,Te prometo

Haré cancionespara dejarte salir…

Te cantaré tanto-cuando ella regrese-

Te cantaré sambasrancheras y vals…

Te cantaré aquella guaraniaque más te gusta,

Pero no me interrumpasNo me hagas olvidar las palabras…

Te la cantaré con amorcon brío, y casi, con rabia

Como cuando se olvida un gran amor…O se espera segura y firme-aunque aún no se divise-

El fruto hermosode un mañana…

Cimentado en la fe fuerte,que ni tú ni nadie,

es capaz de romper…

Nathalia Lorena González B.

Memoria