Observador Semanal del 28/06/2012

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PALABRAS DE CERTEZA Y ESPERANZA RESPONSABLES: GUILLERMO LESMES - NATHALIA LEMIR - www.sanrafael.org.py - MAIL: [email protected] - AÑO VII - Nº 364 - JUEVES 28 DE JUNIO DE 2012 BSERVADOR SEMANAL El abrazo de la misericordia de Dios al hombre “En la oración aprende- mos a ver los signos del plan misericordioso de Dios” “Es evidente que siguien- do a la Iglesia nos equivo- camos menos” Paraguay: ¿quién eres, a dónde vas? PAG. 7 PAG. 6 PAG. 2 PAGS. 4 Y 5 A las 6:30 acude los lu- nes para rezar laudes en la Parroquia San Rafael de Asunción, donde suele compartir un café con sacerdotes de la comunidad de San Carlos Borromeo in- tegrada por Aldo Trento, Pao- lino Buscaroli y Ferdinando Dell’Amore. En su calidad de médico atendió más de una vez a los pacientes de la Clínica de la Divina Providencia para en- fermos terminales que funcio- na en la parroquia y desde hace tiempo se ha hecho cercano a las obras de San Rafael. Federico Franco Gómez, 49 años, casado y padre de 4 hijos es el nuevo presidente del país. Durante 4 años ha estado ejer- ciendo la vicepresidencia de la República de manera distante de su compañero de fórmula, el ex obispo Fernando Lugo, con quien rozó desde el primer día debido al acaparamiento del gobierno de los referentes de las minorías de izquierda del Frente Guasu. El 22 de junio pasado, y como él mismo lo dijera en su discurso ante el Parlamento que destituyó por juicio po- lítico al anterior presidente, “Dios y el destino quisieron que asuma la presidencia”. A Franco le esperan solo 9 me- ses de gobierno hasta que se cumpla el plazo de llamado a elecciones generales. El com- promiso que asume es grande ya que se encuentran pendien- tes varios pedidos de una gran masa empobrecida, sin acceso a la salud básica ni a una edu- cación equitativa, así como los reclamos de empresas y obre- ros que no terminan de despe- gar debido en gran parte a la corrupción reinante. Hasta este momento varios países vecinos liderados por Hugo Chávez no terminan de admitir la salida de Lugo, quien siempre ha sido afín al llamado socialismo del siglo XXI. La gota que colmó el vaso fue el asesinato de los 18 compatriotas en Curugua- ty, entre ellos varios policías emboscados y campesinos in- vasores de la propiedad del co- nocido político colorado Blas N. Riquelme. En los enturbia- dos sucesos tanto Lugo como su Ministro del Interior, Carlos Filizzola, procedieron de ma- nera por lo menos torpe, si no con franca desidia. El país vi- vió momentos de gran tensión y dolor en los últimos días y la misma Conferencia Episcopal Paraguaya solicitó a Lugo que renunciara para evitar más de- rramamientos de sangre. No olvidemos que el anterior presidente es nada menos que un ex obispo de la Iglesia Ca- tólica a quien se le descubrie- ron varios hijos engendrados durante su ministerio episco- pal y a los cuales tuvo que re- conocer en los últimos meses debido a demandas judiciales por paternidad. Ciertamente, con él se comprueba aquello de que no hay diferencia entre moral privada y pública, y que el desorden y desobediencia a los principios que se dice se- guir, siempre tienen sus conse- cuencias. Los críticos de Federico dicen que hubiera espera- do el 2013 para presentar su candidatura a la presidencia, apoyando a Lugo en este mo- mento para terminar el periodo presidencial, pero las circuns- tancias de inestabilidad antes y durante el breve y contundente juicio político, precipitaron la asunción de Franco a la jefatu- ra de Estado y él ha compren- dido su deber en este momen- to. Además, Federico Franco no es un político improvisado y posee el respaldo de muchos sectores. Varios de sus herma- nos también se dedican a la política y han seguido el cami- no de su padre, Cástulo Fran- co, médico y caudillo liberal a quien Federico recordó en su primer discurso presidencial. Antes de jurar como pre- sidente, el doctor Franco fue a la pequeña capilla donde a menudo reza y oró arrodillado ante el Santísimo Sacramento, un gesto de fe que sorprende y conmueve en un momento en que todo el mundo parece te- ner al poder temporal como el único válido para enfrentar los desafíos del país. No se puede decir que su pertenencia a la Iglesia o sus manifestaciones públicas en favor de la familia y en contra de la ideología de género, sean de por sí suficientes y determi- nantes a la hora de tomar todas las decisiones políticas, eso está por verse, pero es eviden- te que su llegada a la presiden- cia despierta esperanza en los miembros de la Iglesia obe- dientes a la guía del Papa que veían con mucha preocupación y tristeza el comportamiento de Lugo y sus colaboradores– entre ellos varios sacerdotes “con permiso”- adeptos a la Teología de la Liberación y su delirante y reductiva interpre- tación del evangelio de Cristo. La Iglesia ha sufrido mucho en este tiempo el desprestigio, la persecución y la deslealtad de su hijo pródigo, Fernando Lugo, quien prefirió la política al obispado, aún en contra de las advertencias que se le hi- cieran al respecto y que tuvie- ron su más profética expresión en aquella carta abierta en la que 28 laicos católicos de di- ferentes sectores le vaticinaron las consecuencias negativas que atraerían sus malas de- cisiones. Justamente, Franco fue uno de los que advirtió sin éxito a Lugo acerca de la nece- sidad de someterse a la Iglesia en materias de fe y moral. Quienes creemos en la pro- videncia vemos la clara in- tervención de Dios en este cambio y esperamos que tam- bién para el ex obispo Lugo, a quien Federico acompañó en los momentos de su lucha contra el cáncer y para quien pidió la bendición del Papa en una audiencia pública que mantuviera con su santidad el año pasado, sea un momento de conversión y de regreso a la Iglesia que nunca le ha dado la espalda. Al nuevo presidente no le pedimos la famosa co- herencia entendida como la perfecta armonía entre lo que se piensa, se dice y se hace, ya que conocemos muy bien de qué barro estamos hechos los seres humanos, y de cómo nos condiciona el pecado original, a pesar de la gracia; pero, eso sí, le recordamos una vez más quién es y a quién pertenece el nuevo presidente del Paraguay con estas palabras contunden- tes del mismo Cristo: “sin mí no podéis hacer nada bueno”. Encomendamos su corazón y toda su persona a la Virgen Inmaculada de Caacupé para que ella lo ayude a vivir siem- pre con esta conciencia. Observador Semanal

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P A L A B R A S D E C E R T E Z A Y E S P E R A N Z A

RESPONSABLES: GUILLERMO LESMES - NATHALIA LEMIR - www.sanrafael.org.py - MAIL: [email protected] - AÑO VII - Nº 364 - JUEVES 28 DE JUNIO DE 2012

BSERVADORSEMANAL

El abrazo de la misericordia de Dios al hombre

“En la oración aprende-mos a ver los signos del plan misericordioso de Dios”

“Es evidente que siguien-do a la Iglesia nos equivo-camos menos”

Paraguay: ¿quién eres, a dónde vas?

PAG. 7PAG. 6PAG. 2 PAGS. 4 Y 5

A las 6:30 acude los lu-nes para rezar laudes en la Parroquia San

Rafael de Asunción, donde suele compartir un café con sacerdotes de la comunidad de San Carlos Borromeo in-tegrada por Aldo Trento, Pao-lino Buscaroli y Ferdinando Dell’Amore. En su calidad de médico atendió más de una vez a los pacientes de la Clínica de la Divina Providencia para en-fermos terminales que funcio-na en la parroquia y desde hace tiempo se ha hecho cercano a las obras de San Rafael.

Federico Franco Gómez, 49 años, casado y padre de 4 hijos es el nuevo presidente del país. Durante 4 años ha estado ejer-ciendo la vicepresidencia de la República de manera distante de su compañero de fórmula, el ex obispo Fernando Lugo, con quien rozó desde el primer día debido al acaparamiento del gobierno de los referentes de las minorías de izquierda del Frente Guasu.

El 22 de junio pasado, y como él mismo lo dijera en su discurso ante el Parlamento que destituyó por juicio po-lítico al anterior presidente, “Dios y el destino quisieron que asuma la presidencia”. A Franco le esperan solo 9 me-ses de gobierno hasta que se cumpla el plazo de llamado a elecciones generales. El com-promiso que asume es grande ya que se encuentran pendien-tes varios pedidos de una gran masa empobrecida, sin acceso a la salud básica ni a una edu-cación equitativa, así como los reclamos de empresas y obre-ros que no terminan de despe-gar debido en gran parte a la corrupción reinante.

Hasta este momento varios países vecinos liderados por Hugo Chávez no terminan de admitir la salida de Lugo, quien siempre ha sido afín al llamado socialismo del siglo XXI. La gota que colmó el vaso fue el asesinato de los 18 compatriotas en Curugua-

ty, entre ellos varios policías emboscados y campesinos in-vasores de la propiedad del co-nocido político colorado Blas N. Riquelme. En los enturbia-dos sucesos tanto Lugo como su Ministro del Interior, Carlos Filizzola, procedieron de ma-nera por lo menos torpe, si no con franca desidia. El país vi-vió momentos de gran tensión y dolor en los últimos días y la misma Conferencia Episcopal Paraguaya solicitó a Lugo que renunciara para evitar más de-rramamientos de sangre.

No olvidemos que el anterior presidente es nada menos que un ex obispo de la Iglesia Ca-tólica a quien se le descubrie-ron varios hijos engendrados durante su ministerio episco-pal y a los cuales tuvo que re-conocer en los últimos meses debido a demandas judiciales por paternidad. Ciertamente, con él se comprueba aquello de que no hay diferencia entre

moral privada y pública, y que el desorden y desobediencia a los principios que se dice se-guir, siempre tienen sus conse-cuencias.

Los críticos de Federico dicen que hubiera espera-do el 2013 para presentar su candidatura a la presidencia, apoyando a Lugo en este mo-mento para terminar el periodo presidencial, pero las circuns-tancias de inestabilidad antes y durante el breve y contundente juicio político, precipitaron la asunción de Franco a la jefatu-ra de Estado y él ha compren-dido su deber en este momen-to. Además, Federico Franco no es un político improvisado y posee el respaldo de muchos sectores. Varios de sus herma-nos también se dedican a la política y han seguido el cami-no de su padre, Cástulo Fran-co, médico y caudillo liberal a quien Federico recordó en su primer discurso presidencial.

Antes de jurar como pre-sidente, el doctor Franco fue a la pequeña capilla donde a menudo reza y oró arrodillado ante el Santísimo Sacramento, un gesto de fe que sorprende y conmueve en un momento en que todo el mundo parece te-ner al poder temporal como el único válido para enfrentar los desafíos del país.

No se puede decir que su pertenencia a la Iglesia o sus manifestaciones públicas en favor de la familia y en contra de la ideología de género, sean de por sí suficientes y determi-nantes a la hora de tomar todas las decisiones políticas, eso está por verse, pero es eviden-te que su llegada a la presiden-cia despierta esperanza en los miembros de la Iglesia obe-dientes a la guía del Papa que veían con mucha preocupación y tristeza el comportamiento de Lugo y sus colaboradores–entre ellos varios sacerdotes

“con permiso”- adeptos a la Teología de la Liberación y su delirante y reductiva interpre-tación del evangelio de Cristo. La Iglesia ha sufrido mucho en este tiempo el desprestigio, la persecución y la deslealtad de su hijo pródigo, Fernando Lugo, quien prefirió la política al obispado, aún en contra de las advertencias que se le hi-cieran al respecto y que tuvie-ron su más profética expresión en aquella carta abierta en la que 28 laicos católicos de di-ferentes sectores le vaticinaron las consecuencias negativas que atraerían sus malas de-cisiones. Justamente, Franco fue uno de los que advirtió sin éxito a Lugo acerca de la nece-sidad de someterse a la Iglesia en materias de fe y moral.

Quienes creemos en la pro-videncia vemos la clara in-tervención de Dios en este cambio y esperamos que tam-bién para el ex obispo Lugo, a quien Federico acompañó en los momentos de su lucha contra el cáncer y para quien pidió la bendición del Papa en una audiencia pública que mantuviera con su santidad el año pasado, sea un momento de conversión y de regreso a la Iglesia que nunca le ha dado la espalda. Al nuevo presidente no le pedimos la famosa co-herencia entendida como la perfecta armonía entre lo que se piensa, se dice y se hace, ya que conocemos muy bien de qué barro estamos hechos los seres humanos, y de cómo nos condiciona el pecado original, a pesar de la gracia; pero, eso sí, le recordamos una vez más quién es y a quién pertenece el nuevo presidente del Paraguay con estas palabras contunden-tes del mismo Cristo: “sin mí no podéis hacer nada bueno”.

Encomendamos su corazón y toda su persona a la Virgen Inmaculada de Caacupé para que ella lo ayude a vivir siem-pre con esta conciencia.

Observador Semanal

El nuevo presidente y el desafío de pertenecer

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Jueves 28 de junio de 20122 OBSERVADORSEMANALT E S T I M O N I O S D E L A C L I N I C A

C A R T A A L D I R E C T O R

Muchos de nuestros pacientes llegan hasta nosotros con el corazón sediento de Cristo,

lo testimonian en sus ansias de amar y ser amados, en sus posturas delan-te del Santísimo, en el camino, a veces lento, que recorren hasta encontrarlo, en su alegría al celebrar la santa misa en sus habitaciones, en el entusiasmo por el rezo del rosario, en sus deseos de salvación y de felicidad. Nuestra Clínica no quiere ser más que el abra-zo de la misericordia de Dios al hom-bre, un abrazo que resucita y devuelve al alma la alegría de vivir. Un abrazo que ama al pobre por lo que es, ima-gen y semejanza de Dios, un abrazo que lo acerca a Cristo y lo hace amigo de Él, que le permite saborear aquella paz que el mundo no les puede ofre-cer. Nuestros enfermos son felices y ¿acaso puede ser más grande que es-to, un millón de dólares? Un hombre feliz vale más que tantos millones, por un solo hombre que encuentre a Cris-to han dado la vida los santos. Que la experiencia que ellos nos testimo-nian sea para nosotros una provoca-ción que nos empuje a preguntarnos: “¿Quién es Cristo para mí?”:

“Cuando llegué a la Clínica Divina Providencia la falta de paz y la mon-taña de pecados que me guardaba me ponía tan mal que llegué al punto de

no poder comer más. No podía tragar los medicamentos y menos los alimen-tos, tan necesarios para sobrellevar la cantidad de remedios indicados en di-ferentes horas del día por el médico del cuerpo.

Yo me daba cuenta que lo que ne-cesitaba imperiosamente era al médi-co del alma ó del espíritu, hasta que fi-nalmente me confesé y entonces pue-do decir por experiencia que la con-fesión, el perdón, la comunión diaria, son la verdadera medicina que cura el alma”.

“Me he encontrado postrado y ma-chacado por los golpes de la vida y los errores que cometí a diario en el pasa-do y allí en medio de mi angustia pe-dí, clamé perdón y misericordia al que nunca falta. Llegué a la Casa Divina Providencia, donde me acogen, me hi-gienizan y pasada la noche el milagro es instantáneo .¡Al día siguiente, si-guen los dolores pero con un peculiar regalo de dos visitas del Santísimo Sacramento, más tarde recibo la con-fesión y al fin a mi Amado en cuerpo y alma, la comunión, después de tan-tos años de haberlo evitado. Una fuer-za de amor desbordante, única. ¡Qué gozo es tenerte mi Dulce Jesús!, ya los dolores son menos y el cariño y el cui-dado de estos hermanos que dan la vi-

da por el evangelio es más de lo que yo merezco.

Y así puedo compartir que existe el perdón, la reconciliación, la verdad, la fuerza del Espíritu Santo que mora día a día en quien ama y vive en Cris-to Jesús. Hasta hoy, puedo decir que Cristo es un Dios de vivos y está en to-do momento. ¡Te piedad de mí que soy débil y pecador!”.

“¡Esta Clínica, ésta casa me salvó! volví a alimentarme, volví a recupe-rar las fuerzas, gracias a Dios me sal-vé, gracias al sacerdote con quien me confesé, a todos”.

“En el mismo instante que pisé és-

te lugar sentí un alivio tan grande que toda la carga de pecado que llevaba encima desapareció, todo se esfumó, una cosa de otro mundo. Me sentí lle-na de vida, de esperanza, con la cer-teza de que existe un Dios Todopode-roso. Y aquí estoy, como otra persona, encontrando la paz en éste Paraíso, comiendo, hablando todo el día y son-riendo como hace tiempo no lo hacía. Cuando algún día te sientas mal como yo, acordate que Dios existe, que para Él nada es imposible. Confía y verás la respuesta, El sabe lo que hace allá arriba de nosotros. Él cumple todo”.

“Después de tanto tiempo, volví a decir: “Cristo”. Me hizo llorar mu-cho, porque fue un encuentro como el de dos amigos que hace años no se ven ó mejor dicho, no se han vis-to nunca. No fue un “reencuentro” el de nosotros dos, sino un “encuentro” con quien nunca antes me había to-pado. Encontré la fuerza de mi desti-no, lo inalcanzable y descubrí que la única condición para encontrarme con Cristo era morir, por eso quisie-ra decir a todos que no le teman a la muerte, sino más bien a la vida perdi-

da sin Cristo. Pido perdón a la vida por cuanto la he fallado, sé que Cristo me esperaba en ella, más allá de mí”.

“Gracias al Sida me encontré con

Cristo. Ahora me acepto como soy, antes buscaba siempre ser otra perso-na distinta de la que soy. Con amor to-do florece. Desde que me enfermé me entregué a Dios, esto me cambió to-talmente, aquí todos me quieren, to-dos me apoyan. Estoy muy feliz”.

M+

Los últimos días, los paragua-yos, hemos sido testigos de va-rios acontecimientos en el ám-

bito político de nuestro país. Todos es-tos hechos, que son de público conoci-miento, han hecho surgir en cada uno de nosotros el deseo de expresarnos y decir lo que sentimos o pensamos en este momento.

Las intervenciones de todos, lejos de buscar entender el significado últi-mo de la palabra política, van dirigi-das a favor o en contra de los últimos acontecimientos.

Me es evidente el alto grado de ideologización en el cual estamos su-mergidos, todos, derecha, centro e iz-quierda. Y para darse cuenta de ésto basta solamente mirar los canales de televisión o leer los periódicos.

¿Alguien se preguntó en realidad quién es el sujeto de la política?; ¿Al-guien se preguntó en estos días por el bien común?

“La política, en cuanto forma más completa de cultura, no puede dejar de tener al hombre como su preocu-pación fundamental”

Es claro, que todos, tanto los polí-ticos como los ciudadanos comunes, hemos olvidado que la política, co-

mo punto central tiene al hombre en su integridad. En las últimas déca-das, a causa de este olvido que al po-der le conviene, como paraguayos he-mos sido víctimas de modelos políti-cos exportados, que de alguna manera nos han alienado, proponiéndose co-mo respuesta a las exigencias funda-mentales que todos, como hombres, tenemos.

Esto nos ha llevado a transitar des-de el “capitalismo” al “socialismo de siglo XXI”. Ambos modelos, con di-ferentes enunciados, olvidan por com-pleto al sujeto: el hombre.

A este punto nos encontramos con que el poder frente a su impotencia de dar respuestas acordes a la necesida-des y exigencias del hombre, se con-vierte en prepotencia contra el hombre (claramente se puede ver ésto en es-tos días).

“Si el poder mira solo a sus propios

objetivos, necesita entonces tratar de gobernar los deseos del hombre” .

Entonces para el poder, o mejor di-cho para quienes detentan el poder el problema es asegurarse el manejo de las masas cuyas exigencias estén cada vez más condicionadas. Estas cuestio-nes han quedado al descubierto duran-te estos días, esta ausencia de conteni-do dentro de toda nuestra clase políti-ca y de la ciudadanía en general.

Una política real, por el contrario de lo que vemos o escuchamos en estos días, es aquella que defiende esta no-vedad de vida en el presente, el hecho de la centralidad de la persona en la vi-da social de un país.

El Estado, por el contrario a lo que nos proponen, no puede suplir al hom-bre o a la sociedad sino más bien debe crear las condiciones necesarias, sub-sidiariamente, para que la sociedad, los ciudadanos, el hombre en su sin-

gularidad pueda desarrollarse.La política tiene una tarea noble

e insustituible, por ello aquello que me interesa, como cristiano, es que se vuelva a reconocer y seguir el úni-co método justo; servir al bien común

de los ciudadanos, reconociendo la li-bertad de cada uno y valorando la res-ponsabilidad de todos.

Juan A. Acosta

El abrazo de la misericordia de Dios al hombre

La Política y el Hombre

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Jueves 28 de junio de 2012 3OBSERVADORSEMANAL

“…dijo Gandalf-. Pues bien, yo no he cambiado. Me queda algo pendiente antes de par-

tir: una visita de despedida a Saruman. Peli-grosa y probablemente inútil; pero inevitable. Aquéllos de vosotros que lo deseen, pueden venir conmigo...–Yo te acompañaré -dijo Gi-mli-. Quiero verlo y saber si es cierto que se parece a ti. –¿Y cómo harás para saberlo, Señor Enano? -dijo Gandalf-. Saruman pue-de mostrarse parecido a mí a tus ojos, si con-viene a sus designios... nadie puede saber lo que es capaz de hacer, o de intentar. Una bestia salvaje acorralada siempre es peligro-sa. Y Saruman tiene poderes que ni siquiera sospecháis. ¡Cuidaos de su voz!”

Así empieza el décimo capítulo del segun-do libro de la trilogía del El señor de los ani-llos, escrita por el católico y creativo Tolkien hace muchas décadas y que, sin embargo, es tan impresionante por su verosimilitud acerca de la lucha entre el bien y el mal en el mundo, que me vino a la mente en estos días en que se escuchan tantos discursos acerca de la realidad que vive el país.

Saruman es en la historia un mago de al-ta categoría, es decir un ser sabio, antiguo y poderoso que, para sorpresa de todos, se entrega al poder oscuro del enemigo y trai-ciona a Gandalf, el mago leal y amigo de los “pequeños”. Llegados a este punto de la his-toria, el astuto Saruman está hecho prisione-ro en una torre y sus bondadosos captores le dan una última oportunidad de reivindicarse.

“De improviso otra voz habló, suave y me-lodioso: el sonido mismo era ya un encan-tamiento. Quienes escuchaban, incautos,

aquella voz, rara vez eran capaces de repe-tir las palabras que habían oído… Sólo re-cordaban, las más de las veces, que escu-char la voz era un verdadero deleite, que to-do cuanto decía parecía sabio y razonable, y les despertaba, en instantánea simpatía, el deseo de parecer sabios también ellos. Si otro tomaba la palabra, parecía, por contras-te, torpe y grosero; y si contradecía a la voz, los corazones de los que caían bajo el hechi-zo se encendían de cólera”.

Después de haber intentando asesinar a más de uno y de destruir la unidad del gru-po, así como entregarlos al enemigo, Saru-man tiene la desfachatez de presentarse co-mo un pobre anciano necesitado de piedad para algunos, así como un poderoso aliado para otros… Cada uno escuchó de él lo que quería oír. Y “nadie, sin un esfuerzo de la vo-luntad y la inteligencia podía permanecer in-diferente, resistirse a las súplicas y las órde-nes de aquella voz”.

Ahora que muchos amigos me pintan en correos y discursos altivos un panorama de país que yo no recuerdo haber vivido en la época de Lugo, donde dicen que “intentó lu-char por lo pobres” y por eso lo sacan de en medio… Es impresionante como son los que deberían estar decepcionados los que no se resignan a la realidad. Independientemente de mi antipatía hacia la clase política que lo juzgó, yo por lo menos no caigo en la tram-pa de la recategorización mental que inten-tan hacer sus defensores de muchos hechos como los viajes constantes e innecesarios, los compromisos antinatalistas y progays de los emisarios del ex mandatario ante las Na-

ciones Unidas, su famoso Marco Rector, su cinismo ante las escandalosas denuncias de paternidad irresponsable, las contradiccio-nes permanentes en materia económica, su debilidad y desidia ante la penetración de las ideologías violentas de izquierda en las or-ganizaciones campesinas, su falta de volun-tad para realizar la Reforma Agraria, su com-plicidad con Chávez y los otros exponentes del socialismo trasnochado del siglo XXI, su sumisión a su Superministro que los tra-taba de inútil, su forma irrespetuosa de des-pedir a sus colaboradores… tanto es el de-seo de creer que terminan creyendo y justi-ficando. Hasta parece cruel señalar siquiera sus equívocos. Por eso me acordé de la voz de Saruman, símbolo de la forma maliciosa y falsa de ejercer el poder mediante la persua-sión de la mentira.

Parece escrito para este tiempo aquel pa-saje en que describe la reacción de la au-diencia del timador encarcelado: “Gandalf, pensaban, nunca había exhortado a Théo-den con palabras tan justas y tan hermosas. Rudas y viciadas por la soberbia les pare-cían ahora las prédicas de Gandalf. Y una sombra empezó a oscurecerles los corazo-nes, el temor de un gran peligro: el final de la Marca hundida en el abismo de tinieblas al que Gandalf parecía arrastrarla, mientras Saruman entreabría la puerta de la salva-ción, por la que entraba ya un rayo de luz”.

No por casualidad es el realista y tosco, aunque honrado enano Gimli el que des-pierta a sus compañeros del hechizo de la voz persuasiva. “Las palabras de este ma-go no tienen pies ni cabeza -gruñó, a la vez

que echaba mano al mango del hacha-. En la lengua de Orthanc ayuda es sinónimo de ruina y salvación significa asesinato, eso es claro como el agua”, les dijo.

No asumir las propias culpas y tergiver-sar la verdad ante propios y extraños es por lo menos un signo de inmadurez intolerable en un guía social. Dos pasos plantea un con-sejero de los buenos en este trance de du-da: escuchar a la voz de la verdad y recordar, hacer memoria de los hechos dejando de la-do el discurso.

Lo que sí me queda claro es que todo hombre tiene la posibilidad de volver, de rei-vindicarse con la verdad. Por eso, habría que recordar también a los que desean un des-quite, la actitud del sabio Gandalf quien se echó a reír ante las fantasías de su adversa-rio invitándolo caballerosamente a deponer su actitud: “Saruman, ¡por última vez! ¿Por qué no bajas tú? Isengard ha demostrado ser menos fuerte que en tus deseos y tu ima-ginación. Lo mismo puede ocurrir con otras

cosas en las que aún confías. ¿No te con-vendría alejarte de aquí por algún tiempo? ¿Dedicarte a algo distinto, quizá? ¡Piénsalo bien, Saruman! ¿No quieres bajar?”

Y la respuesta del traidor es la típica ima-gen de la desconfianza: “Te oigo perfecta-mente bien desde aquí. No soy ningún tonto y no confío en ti, Gandalf”.

Sabemos que en nuestro escenario polí-tico no todos buscan el bien al hacerlo. Y es hasta lógico preguntarse y ahora qué harán los eventuales vencedores con el país y con los derrotados. Ojalá y pudieran responder como el sabio mago descrito por Tolkien con maestría: “No le haré nada. No busco po-der. ¿Qué será de él? No lo sé. Me entriste-ce pensar que tantas cosas que alguna vez fueron buenas se pudran ahora en esa to-rre. Como quiera que sea a nosotros no nos ha ido del todo mal. ¡Extrañas son las vuel-tas del destino! A menudo el odio se vuelve contra sí mismo”.

CCL

La voz de SarumanE D U C A C I O N

Durante la vigilia pascual del pasado mes de abril, el Santo Padre Benedicto

XVI dijo: “La oscuridad verda-deramente amenazadora para el hombre es el hecho que él no vea adónde va el mundo y de dónde viene. Adónde va nuestra misma vida. Qué cosa es el bien y qué cosa es el mal. La oscuridad so-bre Dios, la oscuridad sobre los valores es la verdadera amenaza para nuestra existencia y para el mundo en general”.

El Papa no se interesa de las cuestiones secundarias sino su mirada está totalmente dirigida a dar vida y energía a la raíz del hombre y de la Iglesia, que es Cristo. No se ocupa de asuntos secundarios, aún importantes, sino está toda concentrada so-bre la fe como experiencia vital para con el hombre. Al contrario de muchos clérigos que ven la fe sólo como algo interesante por el individuo en su interior y pri-

vacidad. Pero para el Papa no es así. Para él la fe tiene que ver con el futuro mismo del hombre y de toda la humanidad. Entonces se comienza a entender el motivo de la proclamación del Año de la Fe.

Sólo quien reconoce a Cristo presente en la experiencia de la Iglesia obediente al Santo Padre puede, por gracia, enfrentar la oscuridad de la vida trayendo la luz de la fe.

Por eso la primera ayuda que los cristianos pueden dar al mun-do, la primera y más importante ayuda que pueden dar los cléri-gos al mundo, no es de tipo po-

lítico, ni económico, ni social, sino que la fe vuelva a ser una experiencia linda de vida. Una experiencia que tiene la fuerza de iluminar la vida entera, con la certeza que la salvación, el desa-rrollo y la paz, no vienen de las cosas de este mundo, sino sólo de un corazón hambriento de Cristo que reconoce, por Gracia, que Él está presente en Su Santa Iglesia.. Que le inteligencia de la fe se vuelva inteligencia de la realidad, como el Papa nos va re-clamando desde varios años.

Por eso lo más conmovedor de los hechos ocurridos el jueves y viernes pasado ha sido la postura

del Presidente Federico Franco que antes de ir al Palacio de los López para tomar el mando del Estado paraguayo se puso de ro-dilla frente al Santísimo Sacra-mento.

Sólo de hombres que miran a Cristo puede venir algo bueno para todos. Este no mirar más a

Cristo fue el verdadero fracaso de Fernando Lugo.

Volver a Cristo, buscar la san-tidad es lo que pedimos a todos los que, en lo bueno y en lo malo, se ven involucrados en estos he-chos acaecidos en los últimos días.

M.F

A C T U A L I D A D

La oscuridaden la vida

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Jueves 28 de junio de 2012 Jueves 28 de junio de 20124 5OBSERVADORSEMANAL OBSERVADORSEMANAL

En la Audiencia General del miércoles 20 de junio, el pa-pa, siguiendo su catequesis so-

bre la oración en las Cartas de san Pa-blo, centró su meditación en el primer capítulo de la Carta a los Efesios. En su meditación, Benedicto XVI se de-tuvo en el primer capítulo de la Carta a los Efesios, “que comienza justamen-te con una oración, que es un himno de bendición, una expresión de grati-tud, de alegría”.

“En realidad hay razón para dar gracias porque Dios nos hace cono-cer lo que está oculto: su voluntad con nosotros, para nosotros, ‘el misterio de su voluntad’”, dijo el papa. “Para los creyentes -añadió-, el ‘misterio’ no es tanto lo desconocido, sino sobre to-do la voluntad misericordiosa de Dios, su diseño de amor que en Jesucristo se ha revelado plenamente”. “El ‘mis-terio desconocido’ de Dios se ha re-velado, y es que Dios nos ama, y nos ama desde el principio, desde la eter-nidad”.

El papa se detuvo en comentar es-ta “oración solemne y profunda” en la que el apóstol “agradece y alaba, pe-ro también reflexiona sobre las razo-nes que empujan al hombre a esta ala-banza, a este agradecimiento presen-tando los elementos clave del plan di-vino y sus etapas”. “En primer lugar tenemos que bendecir a Dios Padre porque -como escribe san Pablo-, Él `nos escogió antes de la creación del mundo para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor .́ Lo que nos hace santos y sin mancha es la ca-ridad”.

“La vocación a la santidad, es de-cir, a la comunión con Dios, pertenece al plan eterno de este Dios, un diseño que se extiende en la historia y abar-ca a todos los hombres y mujeres del mundo, porque es una llamada univer-sal. Dios no excluye a nadie, su plan es solo de amor”, añadió el papa.

Subrayó que, en el centro de la ora-

ción de bendición, “el Apóstol muestra la forma en que se lleva a cabo el plan de salvación del Padre en Cristo, en su Hijo amado. Escribe: ‘En él tene-mos por medio de su sangre la reden-ción, el perdón de los delitos, según la riqueza de su gracia’”. “El sacrifi-cio de la cruz de Cristo es el aconte-cimiento único e irrepetible con el que el Padre ha demostrado brillantemen-te su amor por nosotros, no solo con palabras, sino en términos concretos”.

“La redención no es todavía com-pleta -lo escuchamos-, pero encontra-rá su plena realización cuando aque-llos que Dios ha adquirido sean total-mente salvos. Nosotros todavía esta-mos en el camino de la redención, cu-ya realidad esencial se ha dado con la muerte y resurrección de Jesús”.

“En la oración constante, en la re-lación diaria con Dios, aprendemos también nosotros, como san Pablo, a distinguir con más claridad los signos de este diseño y de esta acción: de la belleza del Creador, en la belleza que surge de sus criaturas, como lo canta san Francisco de Asís: “Alabado sea mi Señor, con todas tus criaturas”. Es importante estar atento aún ahora, en el periodo de las vacaciones, a la be-lleza de la creación y ver revelarse en esta belleza el rostro de Dios”.

“Queridos amigos, cuando la ora-ción alimenta nuestra vida espiritual nos volvemos capaces de conservar aquello que san Pablo llama “el mis-terio de la fe” en una conciencia pura. La oración como una forma de “acos-tumbrarse” a estar junto a Dios, crea hombres y mujeres animados no por el egoísmo, del deseo de poseer, de la sed de poder, sino de la gratuidad, del deseo de amar, de la sed por servir, es decir, animados por Dios; y solo así se puede llevar luz a la oscuridad del mundo”, concluyó el papa.

Después de su meditación en ita-liano, Benedicto XVI se dirigió en su idioma a cada uno de los grupos lin-güísticos. A los presentes de lengua es-pañola les dijo: “Hoy nos fijamos en la oración que está al comienzo de la car-ta de san Pablo a los Efesios. Se trata de un himno de bendición a Dios por todo lo que ha realizado y sigue reali-zando en la historia de la humanidad. En esta plegaria el apóstol nos lleva a contemplar el designio de amor y la acción de las tres personas de la San-tísima Trinidad. En primer lugar, con-

templamos al Padre, que nos ha es-cogido antes de la creación del mun-do para ser santos. Más aún, nos ha elegido para ser sus hijos adoptivos en Jesucristo. Se trata de una llama-da universal que responde a un desig-nio gratuito y amoroso por parte de Dios. En el centro de esta oración, san Pablo enseña cómo se realiza el plan de salvación a través del Hijo, que nos ha redimido con su sangre. El sacrifi-cio de Cristo en la cruz es el aconteci-miento único e irrepetible que nos re-vela de modo admirable el amor del Padre por nosotros. Al final se encuen-tra la mención del Espíritu Santo, que

es prenda de nuestra redención y de la gloria futura. Así, la oración nos abre a la contemplación del designio divino de amor y nos ayuda a descubrir con más claridad los signos de este plan: sobre todo en la belleza de la creación, en la vida de los santos y en toda la historia de la salvación, así como en el camino de la Iglesia, que con la pa-labra y los sacramentos nos introduce en el misterio de Dios”.

Concluyó invitando “a todos a ali-mentar vuestra vida espiritual con una oración constante, para crecer en el amor de Dios y llevar al mundo la luz de su claridad”.

HAY LEYES QUE AUMENTAN LAS DESIGUALDADES SOCIALES

El “misterio desconocido” de Dios se ha revelado, y es que Dios nos ama, y nos ama desde el principio, desde la eternidad. Detengámonos un poco sobre esta oración solemne y pro-funda. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”. San Pablo utiliza el verbo “euloghein”, que normalmente traduce la palabra hebrea “barak”: que es alabar, glorifi-car, dar gracias a Dios Padre como el origen de los bienes de la salvación, como Aquel que “nos ha bendecido

con toda clase de bendiciones espiri-tuales, en los cielos, en Cristo”. El Apóstol agradece y alaba, pero tam-bién reflexiona sobre las razones que empujan al hombre a esta alabanza, a este agradecimiento presentando los elementos clave del plan divino y sus etapas. En primer lugar tenemos que bendecir a Dios Padre porque --como escribe san Pablo--, Él “nos escogió antes de la creación del mundo para ser santos e inmaculados en su pres-encia, en el amor”. Lo que nos hace

santos y sin mancha es la caridad.Dios nos ha llamado a la existencia, a la santidad. Y esta elección precede in-cluso a la creación del mundo. Desde siempre hemos estado en su plan, en su mente. Con el profeta Jeremías, podemos decir también nosotros que antes de formarnos en el vientre de nuestra madre, Él ya nos ha conocido; y conociéndonos nos ha amado. La vocación a la santidad, es decir, a la comunión con Dios, pertenece al plan eterno de este Dios, un diseño que se

extiende en la historia y abarca a to-dos los hombres y mujeres del mundo, porque es una llamada universal. Dios no excluye a nadie, su plan es solo de amor. San Juan Crisóstomo dice: “Dios mismo nos ha hecho santos, por lo que estamos llamados a ser santos. Santo es aquel que vive en la fe”. San Pablo con-tinúa: Dios nos ha predestinado, nos ha elegido para ser “hijos adoptivos por medio de Jesucristo”, a ser incorpora-dos en su Hijo unigénito.

En estos días en que el país atraviesa por una etapa de incer-tidumbre y comienzos de un nuevo gobierno publicamos unas palabras de Benedicto XVI, las cuales nuestros diri-

gentes deberían muy bien tener en cuenta. En su discurso del pasado 4 de mayo, pronunciado en francés, la lengua de la diplo-macia, el Santo Padre, entre otros conceptos expresó: “El desarrollo de los medios de comunicación ha hecho que nuestro planeta sea, de alguna manera, más pequeño. La con-statación del tremendo sufrimiento que la miseria y la pobreza, tanto material como espiritual, causan en todo el mundo llama a una nueva movilización para hacer frente, en la justicia y la soli-daridad, a todo lo que amenaza al ser humano, a la sociedad y al medio ambiente”. “El éxodo hacia las grandes ciudades, los conflictos armados, el hambre y las pandemias, que afectan a tantas poblaciones, desatan una pobreza que en nuestros días ha asumido nuevas formas”. “La crisis económica mundial hace que cada vez más familias vivan con precariedad. Y cuando la creación y la multiplicación de las necesidades induce a creer en la posibilidad del disfrute ilimitado y del consumo, la carencia de medios necesarios para lograrlo desemboca en la frustración”. “Cuando la pobreza coexiste con una enorme riqueza, brota la percepción de una injusticia que puede convertirse en fuente de rebelión. Por tanto, es necesario que los Estados garanticen que las leyes no aumentan las desigualdades sociales y que las per-sonas puedan vivir decentemente”. “El desarrollo al que aspiran todas las naciones tiene que con-cernir a la persona en su integridad y no solamente al factor económico. Experiencias tales como el microcrédito y las ini-ciativas para crear asociaciones equitativas, demuestran que es posible armonizar los objetivos económicos con los vínculos sociales, la gobernabilidad democrática y el respeto por la natu-raleza. También es aconsejable, devolviéndoles la nobleza que se merecen, el fomento del trabajo manual y la promoción de una agricultura que redunde en beneficio de la población local”. “Para fortalecer el factor humano en la realidad socio-política, es necesario prestar atención a otro tipo de miseria: la que se refiere a la pérdida de referencia a los valores espirituales, a Dios. Este vacío hace más difícil el discernimiento entre el bien y el mal y la superación de los intereses personales en favor del bien común. Los Estados tienen el deber de promover su patrimonio cultural y religioso, que contribuye al desarrollo de una nación, y de fa-cilitar el acceso a todos, porque familiarizándose con su historia, cada uno llega a descubrir las raíces de su propia existencia”. “La religión lleva a reconocer al otro como a un hermano en la humanidad. Dar a todos la oportunidad de conocer a Dios, con plena libertad, es ayudarles a forjarse una personalidad fuerte que los capacitará para dar testimonio del bien y de llevarlo a cabo, aunque cueste. Se podrá así construir una so-ciedad donde la sobriedad y la fraternidad triunfen sobre la miseria, sobre la indiferen-cia y el egoísmo, sobre la ex-plotación y el derroche y, ante todo, sobre la exclusión”.

EL NOS ESCOGIO ANTES DE LA CREACION DEL MUNDO

“En la oración aprendemos a ver los signosdel plan misericordioso de Dios”

C A T E Q U E S I S

Preparado por G.L.

Page 5: Observador Semanal del 28/06/2012

Jueves 28 de junio de 20126 OBSERVADORSEMANAL

Lo habíamos airmado la sema-na pasada: Fernando Lugo no es José P. Guggiari, quien a pe-

sar de haber sido sometido a juicio político, creía en la democracia libe-ral y representativa y estaba conven-cido de que al orgullo de ser liberal, sólo lo superaba el honor de ser para-guayo. La ideología no estaba por en-cima del amor a la patria. Para Fer-nando Lugo, y a pesar de haber sido removido del cargo y haber él mismo aceptado su remoción, ahora –en giro esperado de su carácter aparente– di-ce que desacata. En in, la ideología continúa siendo el criterio de su con-ducta. Y lo es a tal punto que lo ideo-lógico le nubla la vista y turba el en-tendimiento, que no se da cuenta que su propio abogado defensor airma lo contrario.

No podía haber sido menos, la ideo-logía o la construcción que él mismo se hace de la realidad, lo es todo. Los lentes prejuiciosos le iltran, inven-tan, maquinan y conieren una actitud ambigua, indecisa, de duplicidad, que ha resultado sólo en confrontación y crispación social pues en el fondo, no les interesa verdaderamente el pue-blo. De ahí la apelación a sus recur-sos internacionales de populistas en la misma línea de ilusión, en el contex-to del “nuevo constitucionalismo lati-noamericano” –donde la constitución sí se moldea y cambia y se modiica para ajustar los deseos hegemónicos del líder salvador–. Su juicio, más allá de la aceleración o tal vez de la des-prolijidad de la forma de la acusación en que incurriera, es un hecho políti-co, precisamente, y se encuentra den-tro de las atribuciones soberanas del parlamento. Ni más ni menos.

La dinámica política no dio para más. Es que la política no es una cien-cia natural, exacta y clara, y cuando se mezcla con la norma de la ley, ha-ce que se forme un entresijo al que no se puede pedir la evidencia de un ex-perimento de laboratorio. Es política

y el juicio fue político. Pero hay al-go más y un algo más humano detrás de esta historia. ¿No será este hecho el que está provocando a Fernando Lugo a repensar su destino y legado? Tal vez es la oportunidad que la his-toria y Dios le pone en el camino. La historia también nos indica signos en su caótico acontecer, un sentido a ca-da uno y ello no consiste meramente en una serie de casualidades que ocu-rren de manera arbitraria. Es que to-da vida humana más allá del ruido de las ideologías y el barullo de los que aún desean el chúmbale de la políti-ca y la ideología como in en sí mis-ma. Es una oportunidad tal vez de encontrarse con sí mismo y no seguir la auto-justiicación ideológica. Tal vez sea este el momento de la reali-dad, aquel que el ciego Bartimeo re-cibiera y que todos llevamos dentro. La voluntad permisiva de Dios en la historia y en la vida de los seres hu-manos es silenciosa, pero sus signos, a pesar de nuestra distracción, son es-tridentes.

Pero hay más, algo más en todo es-te hecho, algo más allá de los erro-res del gobierno o de las ambigüeda-

des del ex-presidente, un algo que se mostró al mundo al presenciar los re-covecos y entresijos de pasiones du-rante el juicio político. Y es la pobre-za –por lo limitada y mezquina y ava-ra de talento– del uso del idioma, de la argumentación jurídica y del orden disciplinado para emitir un discurso. Lo legal-constitucional fue, a pesar de su soberanía y derechos, sin con-

tenido de calidad. Parlamentarios, y duele mucho decirlo, que no distin-guen entre un discurso retórico y uno argumentativo; entre lo que es un si-logismo demostrativo o una arenga de barriada populista, y la enorme di-icultad en armonizar y conjugar ver-bos correctamente. Lo irónico del ca-so es que dichas limitaciones fueron hechas públicas por el propio aboga-do defensor, Adolfo Ferreiro, el mis-mo que –en estricta y refrescante ló-gica republicana, cosa rara en estos días– declara con honestidad intelec-tual que el juicio, a pesar de todo, fue legal y legitimo.

Un parlamento con derechos y so-beranía –que duda cabe– pero sin vir-tud; virtud y sabiduría, sin peso real, menesteroso de seriedad intelectual, demasiado cargado de los vicios que hasta el planteo de una pregunta de fondo, una pregunta que, justamente, se le ha acusado a Fernando Lugo de no saber o querer indicar la respuesta: Paraguay, ¿a dónde quieres ir? Esta es una pregunta de sentido que, el nuevo gobierno y cada uno debería pregun-tarse: ¿y ahora qué? ¿Cuál es el mo-delo de país que se quiere? ¿No se-

ría el momento de pensar en la pru-dencia de un modelo de país en serio? Esta es, digámoslo sin ambigüedades, la forma fundamental de hacer políti-ca, la de la prudencia que no es sino otra manera de saber orientarse hacia el futuro, de discernir la historia.

Y ese discernimiento pasa y se to-pa con una realidad que no se puede ocultar y no se debe negar so pena de caer en el mismo problema que se es-tá tratando de superar: el problema de la crisis política y moral en el país, no era solamente Fernando Lugo o sus acólitos, sino la carencia de un suje-to político que asuma la calidad de una república. Pero entonces, hay que decidirse y preguntarse lo que ya ha-bíamos adelantado la semana pasada: ¿Qué sistema de Estado o de Gobier-no se desea y, sobre todo, de sociedad republicana se aspira? Me parece que justamente ahí radica la debilidad de nuestra democracia: asume la identi-dad de ser republicana pero los acto-res y los que la representan distan so-bremanera de fungir lo que sería una educación republicana.

Una republica empieza por la ca-lidad de uno mismo, es cosa de to-dos pero ese todo se inicia con el au-to-gobierno, el gobierno de cada uno. Y ahí, ¿quién de nosotros podría ale-gar que está exento de falta? Una lec-ción, si tuviera que elegir de todo es-to, seria inequívoca, una lección co-mo diría un amigo ilosofo, una medi-da unamuniana y es de que se puede, legal y legítimamente, constitucional y judicialmente vencer y juzgar. Ese es el derecho después de todo. Pero, lo que no se puede hacer mediante la ley y el poder es generar autoridad y sobre todo, autoridad moral que, en última instancia, es lo que hace que una república sea gobernable. Justa-mente, la autoridad que, lamentable-mente, Fernando Lugo la perdió muy pronto.

* Mario Ramos-Reyes, Catedrá-tico y Filósofo; Director del Centro de Cultura, Ética y Desarrollo. Para comentarios o preguntas, dirigirse a [email protected]

“…la virtud no nace de

las riquezas sino que de

la misma virtud nacen

las riquezas y todos los

demás bienes para los

hombres, sea en público

o en privado...”

Platón,

La Apología de Sócrates

Paraguay: ¿quién eres, a dónde vas?

R E F L E X I O N E S

Page 6: Observador Semanal del 28/06/2012

Jueves 28 de junio de 2012 7OBSERVADORSEMANAL

Con la intención de comprender

los signos de los tiempos en la

coyuntura política actual, pero,

sin ánimo de “hacer leña del árbol caí-

do”; consideramos oportuno traer a la

memoria de nuestros lectores el pro-

nunciamiento que un pequeño gru-

po de católicos había realizado so-

bre la candidatura presidencial del en-

tonces, monseñor Fernando Lugo. El

comunicado fue difundido por algu-

nos medios de comunicación el mar-

tes 1 de abril de 2008 y de aquel tex-

to, extraemos sus dos puntos principa-

les en los que se hace referencia, pri-

mero, a la abierta desobediencia a la

Iglesia Católica, nada menos que por

parte de uno de sus principales pasto-

res con la investidura de obispo; y, se-

gundo, al grupo político que sostenía

dicha candidatura, conformada mayo-

ritariamente por sectores que promue-

ven y deienden una legislación con-

traria a valores irrenunciables para los

cristianos: la vida, desde su concep-

ción hasta la muerte natural; y la fami-

lia que ha constituido la base de varias

civilizaciones.

En aquella carta ya se advertía que,

para un católico, “si la situación del

país es grave”, no por ello debemos

ir en contra de nuestras convicciones.

“El in no justiica los medios, la situa-

ción material no tiene que arreglarse

a costa de los medios, de los valores

éticos, morales y religiosos; si así lo

hacemos, si no hay ética en nuestros

comportamientos, desbarrancaremos

al país aún más”.

Hoy, tristemente, asistimos a la con-

irmación de estos hechos.

“No hay paz sin justicia…”Sin embargo, como nos enseñó el

querido beato Juan Pablo II “no hay

paz sin justicia y no hay justicia sin

perdón”. Es lo que sostiene uno de los

irmantes del maniiesto, el arquitecto Guillermo Fanego, para quien lejos de

buscar un revanchismo o triunfalismo

ante lo que acontece, lo que nos queda

claro a los católicos es que debemos

mendigar la gracia de Dios, pues no

somos diferentes a ninguno de los que

hoy son señalados como responsables

de la crisis política que afecta al Para-

guay. “Nosotros no somos diferentes a

ninguno de ellos. Pero, lo que ha suce-

dido, nos deja una lección importante

y es que, no nos hemos equivocado al

seguir lo que nos enseñan el Magiste-

rio de la Iglesia y el Papa. Es que, si-

guiendo las indicaciones que nos dan

nuestros pastores, coincidimos más

con la realidad. Esto nos permite ser

más verdaderos y libres al expresar la

verdad de lo que somos y vivimos”.

“No es nuestro mérito, pero sí la

evidencia de que siguiendo a la Igle-

sia y lo que dice el Papa, nos equivo-

camos menos”, insistió Fanego.

El cristianismo, de hecho, se nos

presenta como “una realidad tan

atractiva como deseable”, por lo que

a veces, tampoco nos librarnos de la

tentación de buscar “un éxito pura-

mente humano”. Pero, cualquier es-

peranza en lo efímero, nos condu-

ce siempre a la dura realidad de que

nada nos pertenece. La única certeza

es la que proviene de aquella fascina-

ción inicial del encuentro con Cristo

que nos deja una huella indeleble. Es

un camino, es un trabajo, es una fati-

ga a la que no debemos renunciar nun-

ca, porque es el único camino para no

quedar defraudados por las pequeñas

circunstancias de la vida.

C.C.V.

Finalmente, en estas horas de in-

certidumbre, bien valen recordar

las palabras de un gran ciudadano

y sobre todo, iel hijo de la Iglesia

como lo fue el Dr. Luis Andrada

Nogués, quien en una carta abier-

ta dirigida a Fernando Lugo decía:

“Estoy más que convencido que

muchas cosas dirán de mi perso-

na, pues en este país a la falta de

razón, oponen la agresión. Pero

no me preocupa que digan lo que

quieran. No harán mella en mí

esos dardos, pues provendrán se-

guramente de aquellos de mente

estrecha, a quienes les importa

un bledo la religión -y menos la

Católica-, que se bastardean y re-

vuelven en su “ateismo” o “agnos-

ticismo” (…)

(…) “Mis largos años de militancia

como demócrata cristiano, causa

que abracé por amor al huma-

nismo cristiano proveniente de

la Doctrina Social de la Iglesia,

además de mi batallar constante

en la vida ciudadana de esta na-

ción para construir un país libre y

democrático a la luz de sus princi-

pios, me han enseñado también

que no solamente el acceso a los

cargos públicos te hace ser respe-

tado por la gente, sino también la

coherencia en la conducta, que es

lo que me hubiera gustado ver en

vos”.

EL TESTIMONIO DE UN GRAN LUCHADOR

L A C E R T E Z A D E U N A C O N T E C I M I E N T O P R E S E N T E E N L A H I S T O R I A

“Es evidente que siguiendo a la Iglesia nos

equivocamos menos”La negación de Pedro

Page 7: Observador Semanal del 28/06/2012

Jueves 28 de junio de 20128 OBSERVADORSEMANAL

San Ireneo

Nada se sabe sobre su fa-milia. La información sobre su vida es esca-

sa, y hasta cierto punto inexac-ta. Nació en la Asia Proconsu-lar, o al menos en alguna pro-vincia colindante, en la prime-ra mitad del siglo II; la fecha exacta es controversial, entre los años 115 y 125, de acuer-do con algunos, o, de acuerdo con otros, entre el 130 y 142. Sin duda que recibió una edu-cación muy esmerada y liberal, ya que sumaba a sus profun-dos conocimientos de las Sa-gradas Escrituras, una comple-ta familiaridad con la literatura y la filosofía de los griegos. Tu-vo además, el inestimable privilegio de sentarse entre algunos de los hombres que habían conocido a los Apóstoles y a sus primeros discípulos, para escuchar sus pláticas. Entre éstos, figuraba San Policarpo quien ejerció una gran influencia en la vida de Ireneo.

Por cierto, que fue tan profunda la impresión que en éste pro-dujo el santo obispo de Esmirna que, muchos años después, co-mo confesaba a un amigo, podía describir con lujo de detalles, el aspecto de San Policarpio, las inflexiones de su voz y cada una de las palabras que pronunciaba para relatar sus entrevistas con San Juan, el Evangelista, y otros que conocieron al Señor, o pa-ra exponer la doctrina que habían aprendido de ellos. San Grego-rio de Tours afirma que fue San Policarpio quien envió a Ireneo como misionero a las Galias, pero no hay pruebas para sostener esa afirmación.

A la ciudad de Lyons llegó San Ireneo para servirla como sa-cerdote, bajo la jurisdicción de su primer obispo, San Potino, que también era oriental, y ahí se quedó hasta su muerte. El clero de esa ciudad, muchos de los cuales padecían el encarcelamiento por la fe, lo envió (177 ó 178) a Roma con una carta para el Papa San Eleuterio respecto al montanismo, y en dicha ocasión dio un tes-timonio enfático de sus méritos. De regreso a Galia, Ireneo suce-dió al mártir San Potino como obispo de Lyons.

Durante la paz religiosa que siguió a la persecución de Marco Aurelio Antonino, el nuevo obispo dividió sus actividades entre los deberes de un pastor y las de un misionero (de la cual tenemos poca información, tardía y no muy cierta) y sus escritos, los cua-les casi todos iban dirigidos contra el gnosticismo, la herejía que se propagaba entre los galos y otros lugares. En 190 ó 191 inter-cedió ante el Papa San Víctor I para levantar la sentencia de exco-munión impuesta por el Papa sobre las comunidades cristianas de Asia Menor las cuales perseveraban en la práctica de los cuarto-decimanos respecto a la celebración de la Pascua

Se desconoce la fecha de la muerte de San Ireneo aunque, por regla general, se estima en el año 202. De acuerdo con una tra-dición posterior, se afirma que fue martirizado, pero no es proba-ble ni hay evidencia alguna sobre el particular. Los restos morta-les de San Ireneo, como lo indica Gregorio de Tours, fueron se-pultados en una cripta, bajo el altar de la que entonces se llama-ba iglesia de San Juan, pero más adelante, llevó el nombre de San Ireneo. Esta tumba o santuario fue destruido por los calvinistas en 1562 y, al parecer, desaparecieron hasta los últimos vestigios de sus reliquias. Es digno de observarse que, si bien la fiesta de San Ireneo se celebra desde tiempos muy antiguos en el oriente (el 23 de agosto), sólo a partir de 1922 se ha observado en la iglesia de occidente, el 28 de junio.

Las obras literarias de San Ireneo le han valido la dignidad de figurar prominentemente entre los Padres de la Iglesia, ya que sus escritos no sólo sirvieron para poner los cimientos de la teolo-gía cristiana, sino también para exponer y refutar los errores de los gnósticos y salvar así a la fe católica del grave peligro que co-rrió de contaminarse y corromperse por las insidiosas doctrinas de aquellos herejes.

Preparado por GL

L A AV E N T U R A H U M A N A D E LO S S A N T O SL E T R A D E C A N C I O N E S

Fulgura en mis sueños, una patria nuevaQue augusta se eleva, de la Gloria al reinoLibre de ataduras, nativas o extrañasGuardando en la entraña, su prenda futura.

Patria que no tenga hijos desgraciadosNi amos insaciados que usurpan sus bienesPueblo soberano por su democraciaHuerto con fragancias de fueros humanos.

En un paraíso sin guerra entre hermanosRico en hombres sanos de alma y corazónCon niños alegres y madres felicesY un Dios que bendice su nueva ascensión.

Patria sin muralla para el pensamientoLibre como el viento, sin miedo a metrallasLa Nación modelo que por su culturaSe ponga a la altura de todos los cielos.

Donde alegres trinos de son libertariosA los proletarios y a los campesinosPatria donde haya voces de estudiantesPromesas vibrantes de luz Paraguaya.

Sueño en una patria sin hambre ni penasNi odiosas cadenas que empañen su honorDonde el bien impere sin sangre ni lutoBajo su impoluto manto tricolor.

Ponderar lo que son y signifi-can las Reducciones Jesuí-ticas nunca está ni estará de

más, pero permítaseme que en esta nota me dedique a una digresión semántica, ya que no es preciso y razonable usar los términos “Rui-nas Jesuíticas” o “Ruinas de las Re-ducciones” (con mayúsculas) para nombrar lo que son los vestigios o testimonios físicos de lo que fueron, al decir de Chesterton, 150 años del “Paraíso en Paraguay”. Al contra-rio, se presta para que ignorantes y manipuladores de la historia se so-lacen desdibujando, tergiversando o, solapadamente, destruyendo la memoria histórica de la civilización cristiana del Paraguay, de la cual las “ruinas” son sólo signo.

En efecto, el Diccionario de la Lengua Española de la Real Aca-demia Española define la palabra “ruinas” como “Restos de uno o más edificios arruinados”. De otra parte, el mismo Diccionario antes citado define la Reducción como “pueblo de indígenas convertidos al cristianismo”, y una de las acep-ciones que da para el verbo “redu-cir” (del cual deriva “Reducción”) es “persuadir o atraer a uno con razones y argumentos”. Entonces, siguiendo al P. Ruiz de Montoya,

una definición más precisa de Re-ducción sería: “Pueblo de indíge-nas que de hecho fueron conven-cidos a abandonar la condición de vida solitaria y nómada en que vivían por un tipo de vida estable y comunitaria, aunque siempre li-bre”. Es decir que la interpretación más exacta de la palabra Reducción es la de comunidad. Comunidad nacida en el encuentro entre los jesuitas (quienes vivían una expe-riencia auténticamente cristiana) y los indígenas (cuyas acciones esta-ban motivadas en la conciencia y convicción de la existencia de una “tierra sin el mal”) .

En consecuencia deberíamos ha-blar de “ruinas de las reducciones” (con minúsculas) en cuanto se di-rigen a describir “las piedras que la selva protege como una semilla destinada a germinar en el futuro”, testimonio de la experiencia singu-lar de una organización socioeco-nómica religiosa, inigualable (1609 - 1768), ubicadas, todas ellas en los Departamentos de Misiones e Ita-púa (las paraguayas), entre los ríos Tebicuary y Paraná. Son testigos de lo que fueron las edificaciones y construcciones físicas de la Reduc-ciones Jesuíticas, de las comunida-des cristianas que, como dice el P.

Aldo “fueron fruto de almas con-movidas por el encuentro con Cris-to que sabe transformar el tiempo y el espacio en una novedad de vida”.

Mirando, observando, compren-diendo lo que esas piedras testi-monian no puede uno menos que pensar en otro testimonio. El de la fe vivida como criterio de vida por los jesuitas (y a la cual los nativos se plegaron gustosos), una fe que es capaz de crear una cultura con todas sus expresiones materiales (que pueden llegar a desaparecer si el carisma del Acontecimiento que las creo desaparece) y espirituales (que perduran en la medida que los pueblos sean fieles y dignos de su identidad). Y esa cultura hoy, más que le pese a tantos, no está del todo en ruinas.

Puedo asegurar que en está vi-sita a algunas de las Reducciones Jesuíticas del Paraguay y Argenti-na, donde pude reflexionar ante las ruinas y escuchar la misa, fue un tiempo de gracia y de renovar fuer-zas para seguir y secundar la obra evangelizadora que “para gloria de Dios y para el bien de las almas” se adelantan en el país, y entre ellas, desde la Parroquia san Rafael de Asunción.

G. L.

Letra: Carlos Miguel Jiménez, Música: Agustín Barboza “MI PATRIA SOÑADA”: El ideal de un país sin hambre ni penas

MI PATRIA SOÑADA

¿Ruinas? ¿De qué?Precisemos, por favor

C U L T U R A Y F E

Acompañé al grupo de la tercera edad de la Parro-quia San Rafael a la bella Encarnación, paseando y conociendo mas de las Reducciones y la Virgen de Itacua. Hermosa expe-riencia compartiendo con personas maravillosas que cada viernes se reúnen en la Parroquia con pequeñas ac-tividades y mucha alegría. Gracias P. Aldo, gracias P. Paolo por permitir que cada uno tenga su espacio.

Norma Giménez