numero 44

ENTRAMADOExpresión y Análisis

Director: Orlando Arias Solís Año IV Morelia, Mich., Octubre 2015 Num. 44Subdirector: Jaime Buenaventura Murillo Fernández Visitanos:http://www.ocupen_su_localidad.mipropia.com

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EL (EXCESO DE) LUGAR DE LOS LOCOS

(1ra. Parte)

América Díaz Sandoval*

1.- Hasta ahora y afortunadamente, nada objetable se puede decir acerca de la causalidad esencial de la locura, a través de la mirada de la medicina que se ha apoderado de ella bajo el nombre de enfermedad mental, sólo se le observa encadenada al menoscabo de ser para sí misma un objeto. La Psicóloga y Psicoanalista Española Atxen Garmendia Guinea en su artículo titulado “Violencia educativa al borde de la locura”, muestra cómo es que la oposición a los mandatos y disposiciones impuestas, en este caso provenientes de su familia, la posicionaron durante mucho tiempo del lado de la locura, del común “está loca”, y, como tal, debe ser puesta en un manicomio. Una vez colocada ahí, se le mostró la importancia de obedecer, de callar y de portarse bien a toda costa , de no

transgredir las restricciones impuestas por la sociedad y por su padre, un hombre conservador y observante de las normas y principios imperantes en la España del nacional catolicismo franquista; quien haciendo uso de su poder en el medio sanitario, por ser inspector de sanidad y farmacéutico, junto con su hermano médico consiguieron órdenes para someterla a un “tratamiento de choque”, la llamada “cura de Schakel”, que consiste en la inducción a un estado de coma a través de inyecciones de insulina; uno de los primeros “tratamientos” creados para la esquizofrenia.

Si es posible ir tejiendo en este punto las principales razones por las que usaron dicho tratamiento bajo el consentimiento de médicos psiquiatras, que además sabían que la paciente no padecía esquizofrenia, es posible observar ya no a un sujeto (atxen) si no a un objeto; un sujeto-objeto que sometido al deseo de “devolverle la salud”, es sometido a prácticas médicas y objetivos terapéuticos dirigidos a su normalización. Dicho deseo


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de normalización es solicitado en primera instancia por la institución familia, la cual coloca al sujeto en manos de la institución psiquiátrica, ya que el hospital puede representar para muchas familias un lugar de albergue, donde sus responsabilidades con el enfermo son delegadas a los médicos; un lugar donde se espera y se demanda la cura de su familiar, que en ocasiones solo representa la posibilidad de deshacerse de él. De esta manera, entran en juego la institución familia y la institución hospitalaria, a-siendo con la enfermedad mental y con el enfermo mental un objeto.

Por el lado de la familia es necesario tomar en cuenta un aspecto: tal cual lo toma el psiquiatra y psicoanalista Morton Schatzman, al señalar que sería importante saber si los padres y las sociedades que adoptan la obediencia y la disciplina como objetivos preeminentes de la educación infantil, tienen, más o menos, las mismas probabilidades que otros padres y sociedades de llevar a los niños a la locura (Morton, 1979, p, 2).

En relación a lo anterior, el mismo Morton, en su libro que lleva por título El asesinato del alma la persecución del niño en la familia autoritaria (1979), relaciona las extrañas experiencias de Daniel Paul Schreber (el paciente mas citado en psiquiatría), que le valieron la fama de loco, debido a las practicas educativas de su padre; por lo tanto, se puede considerar que las investigaciones en relación al tema de la enfermedad mental se enfocan únicamente en el paciente dejando de lado la conducta del resto de los sujetos con respecto a él.

Las historias que se entretejen alrededor de un tema como éste son innumerables. La locura ha sido desde siempre un tema que ha desatado y sigue desatando polémica en quienes intentan comprenderla, darle un sentido y/o explicación, sin pensar que quizá ésta ni siquiera cuente con una, o quizás sí. A nuestro parecer, consideramos que por tener

una mirada exclusiva en una sola explicación posible, se olvidan deliberadamente de alguna otra posibilidad que el propio “loco” expone y no la institución; tal y como dice Foucault (1967), la locura fascina porque es un saber, es saber ante todo, porque todas esas figuras, para muchos sujetos absurdas son, en realidad, los elementos de un conocimiento difícil, cerrado y esotérico; este saber lo tiene el loco en su inocente bobería”.

Los tiempos impacientes en los que vivimos, tiempos en donde lo único que verdaderamente es capaz de convencer a un sujeto es aquello que se ve y se palpa, consideramos que puede ser una de las razones principales para que a ojos vistas lo fascinante de la locura esté y siga pasando por alto.

El conocido psiquiatra, Franco Basaglia, en una de sus conferencias titulada “La institución Psiquiátrica de la violencia”, realiza una comparación entre las cárceles


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y los hospitales psiquiátricos; y esa comparación nos permitió detectar imágenes bastante nítidas que fueron surgiendo con el paso de los días durante una estancia que realizamos en el hospital psiquiátrico de Morelia. “José Manuel Torres Orozco”. Dichas imágenes tienen que ver con los enfermos del hospital. Unos, con una estadía de más de 20 años, llamados “enfermos crónicos”; y otros, aferrados a la ilusión de que sus familiares regresaran por ellos. La mayoría casi podía recorrer el hospital con los ojos cerrados, sin tropezar, y realizar los mismas cosas, exactamente a la misma hora todos los días, sin siquiera mirar el reloj, y degustar la comida sin haberla probado aún. Había a quienes la esperanza se les había perdido al recibir la última visita de sus familiares. Estas situaciones nos llevó a formular un cuestionamiento central: ¿en realidad, existe una cura?

Volviendo a la conferencia de Basaglia (2005), ahí se argumenta que la cárcel no sirve para la rehabilitación del encarcelado, como tampoco el manicomio sirve para la rehabilitación del enfermo mental (p, 16). Los enfermos que son dados de alta después de determinado tiempo, son retornados por sus familiares de nueva cuenta al hospital en menos de un mes.

Bajo esta premisa, es necesario interrogarse por el lugar que ha ocupado la institución psiquiátrica, y los intereses por los que ésta responde, en relación a que se está viviendo una era de “imperialismo de los deseemes” (DSM-V), a través del cual el “saber médico” muestra, por medio de cifras y estadísticas que lo avalan, dónde está el bien.

La salud equiparada a la normalidad, y el mal a la enfermedad que acecha. Bajo estas circunstancias es necesario indagar acerca del actuar de la psiquiatría y de su compromiso con el enfermo y su familia, o mejor dicho, con las industrias farmacéuticas, puesto

que es evidente que el caso narrado de la psicóloga y psicoanalista Española Atxel Garmendia, no es el único, hay que recordar también a Scheber.

2.- Existen muchos casos de discriminación, menoscabo y sojuzgamiento, hacia los que por diversas razones, ya sean políticas, sociales, religiosas o de salud, son nombrados como “enfermos mentales”. Eso nos obliga a preguntarnos ¿cuál es y cuál será el destino de la Locura incomprendida, tras su paso por nuevas metodologías, y teorizaciones que apuntan a su tratamiento?

Nos interesa lo que considera la familia sobre sus “enfermos” y la relación entre ella y la institución. Sobre esto, Franco Basaglia (2005), dice que “la familia es uno de los sistemas de opresión del sistema social, un estimulo negativo para la reinstalación del enfermo” (p, 46), lo cual se corroboró con las escenas que, en el hospital psiquiátrico visitado, fueron apareciendo al haber observado circular por sus pasillos a los familiares de los enfermos, demandándoles a los




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médicos, psicólogos, psiquiatras y trabajadoras sociales, que “prolongaran” la permanencia de su familiar en el hospital, puesto que afuera este “recaía muy rápido” y prácticamente les era imposible controlarlo, argumentando que dentro del hospital lo percibían más dócil y obediente. Suplicaban su permanencia en ese lugar que ahora le pertenencia por ser un enfermo.

Esto nos lleva a pensar que lo menos importante para ellos era el trato que su enfermo recibiera; o la cantidad de dosis de neurolépticos o anti psicógenos que le obligaban a consumir para que no causara problemas. Lo importante era que lo tenían lejos de ellos.

Entonces, como lo menciona Basaglia, la familia tiene razón al no querer al enfermo cuando está organizada eficientemente, cuando trabaja el padre y la madre, y los hijos, por ejemplo, van al colegio. Desde el momento que mandamos a su casa al enfermo, este enfermo resulta una preocupación que estimula a toda la familia a cambiar su punto de vista. Al no tener más la preocupación de la vida social del consumo, al organizarse alrededor del estimulo que constituye esta persona enferma en la casa ¿por qué tendrían que quererlo? (Franco, 2005, p, 46).

La familia, al igual que el gremio médico, no quiere en absoluto la liberación del enfermo, porque justo en su opresión se encuentran sus privilegios; por lo tanto, su liberación representa la pérdida de los mismos.

El enfermo es víctima de un sistema que bajo el pretexto de mantener su salud y bienestar, se ha encargado de custodiar el mensaje del cual dicho enfermo es portador. Un mensaje que no puede ser escuchado porque rompe la norma social. Dicho mensaje puede ser la trasmisión de la posibilidad de existencia de lo diferente, y su posible libertad-liberación. Sin embargo, lo que se demuestra con el actuar de las instituciones, incluyendo a la institución familia, es que la ruptura de la norma (ser diferente) no puede ser aceptada, por lo tanto hay que tratarlos como

nosotros “los sanos”. Porque “para nosotros ser diferentes significa desigualdad” (Franco, 2005, p, 27).

Ante esta circunstancia, de considerar e institucionalizar al sujeto como objeto-enfermo, han surgido en desacuerdo movimientos teóricos no apegados a lo socialmente establecido, movimientos que se contraponen a la normatividad de la psiquiatría. Tal es el caso del movimiento antipsiquiátrico inglés, el cual surge de la impugnación de la locura como enfermedad mental y cuyo principal impulsor y máximo teorizador fue el psiquiatra y filósofo revolucionario Británico David Cooper (1931-1986), junto con Ronald David Laing (1927-1989) y Aaron Esterson (1923-1999); de igual forma, surge en Italia un movimiento antipsiquiátrico impulsado por Franco Basaglia (1924-1980).

*Psicóloga por la UMSNH




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POEMAS A MORELIA

TIERRATodo el tiempo que ha pasado

con sus formas cada vez más

con su rostro de florida telaraña,

apolillada por los golpes en su cuerpo

que volaba con esenciales alas

de espacioso jardín indígena

al sonido de sus labios,

en la natural risa a corazón abierto

de la lluvia y el cacao,

contemplan bajo la piel rocosa

del tiempo al tiempo,

convertido en camino,

como ojo lucero de un pozo no cincelado,

destrozado por los pies machacantes

del rudo trabajo y la abnegación

de miles de rincones en mi ciudad sin alma.

Mi presencia en este congestionamiento

de papeles y añoranza se abofetea y se aplaude,

se ahoga ahora de lagrimas sin lagrimas,

de un ronquido consciente e inoportuno

antes de que salga la luna,

antes de acariciar nuestra cercanía

con la banca trasladada del parque

al sutil algodón de los cuerpos,

antes de la campanada que anuncia




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la razón de un rosario,

la razón del compromiso innegable

de ser y hacer puño, calle y retiro

a la presencia de una multitud

que se llame contemplación,

naturaleza del ave,

perenne combate a la tormenta

y libertad de mi tierra marginada

con el pan en el plato de mis niños.

Es todo el tiempo el tiempo de la idea,

el sueño de la forma, la forma de las alas,

el vuelo del espacio,

la magnitud necesaria

en el símbolo de mi distancia,

en el símbolo de tu presencia,

en el sereno símbolo

del contacto de una hoja y la raíz.

Es todo el tiempo el espacio

en que habita el tiempo de las formas,

de los hombres que nos acompañan

por los soles cotidianos,

por el lado obscuro de la luna,

por los feroces aullidos de los bosques,

ay, sepelio verde del altivo alcatraz:

barcarola de la dignidad

que integra a los oprimidos del mundo.

Raúl Castelo Hidalgo




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PORQUE SOMOS…

Ridículamente incapaz de abrazar la cualidad de lo inconmensurable, perpleja ante la creatividad en la búsqueda del adjetivo correcto para nombrarte. La única realidad existente es la misma que me parió, fieramente rasgo sus entrañas y permanezco inmersa, encarnada al elixir de su ser, parcialmente me desprendo y regreso, absurdo negar el germen de la esencia que vitaliza mis sentidos.

Porque me construyo en el crepúsculo y en la descendencia del sol que muere ante tus ojos, también renazco y muero ante el rayo penetrante después del alba, contrastante contra tu piedra, contra la callosidad de la piel rosada que mundanamente ha sido presa de la mercadotecnia y pretende elevarte.

Fatídico juicio al declarar que eres individuo, cosa, que eres un UNO, o posiblemente la madre ciudad sollozante ante el parto de su fruto más preciado, y que inasequiblemente podrás ser repudiada ante la mirada del otro, y que de ser así se torturará al pérfido que se atrevió a insultarte. Así, ridículas alucinaciones crean el fanatismo que te endiosa pretendiendo errónea y verídicamente construir tu identidad.

Identidad, que se encuentra plagada, de arquitectura bañada en el sudor del esclavo sediento, afligido por la mano obstinada de poder. Se oye el gemido del no escuchado en la profundidad de tus túneles, el lamento y dicha vociferante en el valle que te vio nacer. Hoy te nombro Morelia, con uno de los cuantos nombres que has cogido como propio, ante la imposición que a merced del empoderado no has podido negarte.

Así, sensación mixta y absurda al tratar de encontrarte en el músculo cardiaco que te enciende, hoy te expandes con lujuria, eres cáncer penetrando la suave tierra, imposible contener la motivación que te impulsa a la grandeza.

Grandeza tristeza… grandeza amiga… grandeza infinidad.

Una vez más, ridículamente incapaz de abrazar la cualidad de lo inconmensurable, tus ojos son las fuentes que lloran en infausto lamento cada vez que dicen ser tu amo. Porque somos libertad, somos historia, somos ciudad, somos emoción y sensación ante la mirada del mundo palpitante que trasciende en la mentalidad del individuo.

¡Somos Morelia!

Sian ka ‘an Castelo Torres


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MORELIA

Atesoro mirada rebosante de rosa cantera,

me rodean y abrazan tradicionales calles ocupadas de historia, nombres y proezas.

Los amaneceres serenos

exaltan con su temperatura mi existencia

brisa húmeda y fresca de la noche lluviosa

murmullo de melodías placenteras

mientras los primeros rayos de sol

despiertan exquisitos jardines

e incansables y resistentes aves.

Los imponentes edificios llenos de vida

regalan recuerdos a los caminantes y huéspedes

e inspiración a los unidos por el arte y cultura

para compartir su esencia pétrea

creando, recreando y transformando

hasta que un atardecer

les cubre entre las sombras

de solemnes monumentos merecidos.

Se encienden los corazones a ritmo de las estrellas y luces

entonces puede la soledad acompañarse, Ilusionarse y fantasear.

Oh majestuosa catedral,

De profunda noche y simétrica luz

obsequias la quietud y placidez

que se prolonga y tropieza con el acueducto,

yo podría recorrerte siempre

dibujando círculos entre tus arcos de suspiros

y amor que vivirán eternamente.

Morelia

Estoy en cada color,

estoy en el aire,

en cada rostro

en cada encuentro

en cada ser.

Estoy en la magia

En la energía,

Estoy en mi hogar.

Zabeth Orejón Calderón

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