Norberto Ivancich

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La larga marcha: de la institucionalización del PJ, hasta la instauración del menemismo autor Norberto Ivancich La derrota electoral que el Peronismo sufrió en las presidenciales de 1983, desataron en el partido una crisis respecto al rumbo que el mismo debía tomar. A pesar del golpe que significó aquel resultado, el proceso de re definición no fue inmediato; por el contrario la ortodoxia que había llevado a la derrota, resistió durante al menos dos años en la conducción del partido. Será la Renovación quien comience a plantear la necesidad imperiosa de una transformación. El artículo siguiente nos presenta los pasos de este proceso a través de los congresos partidarios, la conformación de la renovación y finalmente la interna partidaria que definirá la candidatura de Carlos Menem a la presidencia en 1988. Los congresos Nacionales del Partido Justicialista antes de la renovación partidariaEl análisis de los congresos partidarios del PJ es recuperado desde un determinado interés: resaltar el proceso de casi cinco años que llevó al peronismo adecuarse, como fuerza política, a las nuevas situaciones nacionales e internacionales 1. Ese tiempo transcurrido demostró la persistencia de los sectores que fueron definidos como “los mariscales de la derrota” del 30 de octubre de 1983, la primera elección en la que la estructura electoral justicialista fuera vencida, habiéndose realizado este hecho en un proceso político sin proscripción y sin limitaciones de ninguna índole para la participación política partidaria y la expresión de la identidad peronista. Así cobra relevancia observar el proceso de transferencia que se va produciendo en el seno del peronismo: de las grandes líneas nacionales, o sectores que siempre representaron fuerzas de ese tipo, vemos el surgir y la consolidación de sectores partidarios cada vez más representativos del sistema federal de gobierno. Es decir, las provincias y su representación política van cobrando cada vez más protagonismo en el escenario de la toma de decisiones. No porque antes no lo tuvieran, sino que en el pasado esos poderes eran tamizados o mediados desde la lógica del poder central, desde el campo de definiciones que sustentaban y desarrollaban las políticas rectoras que tendían a ser siempre “nacionales”. No importaba si el dirigente que las sintetizara fuera o no del interior, lo importante es que su predicamento se extendía más allá de las representaciones provinciales y casi podríamos decir que “obligaba” a las mismas a subordinarse a una propuesta nacional. La derrota del Partido Justicialista en la puja electoral para la presidencia de la Nación no impidió su triunfo en la mayoría de los 22 distritos provinciales 2 (no existía la autonomía de la ciudad de Buenos Aires, ni la provincia de Tierra del Fuego en ese entonces), generó un particular y efectivo federalismo acentuado por el mismo oficialismo nacional, es decir la UCR, ya que le interesaba establecer negociaciones con los múltiples actores dispersos del peronismo más que una concertación con la conducción unificada de la única fuerza de oposición que podía llegar a reemplazarlo, por el caudal electoral que mantenía. La persistencia de los responsables genéricos de la derrota, particular mezcla de fuerzas “nacionales”, como el sindicalismo o las 62 Organizaciones, y liderazgos provinciales, también ayuda a explicar la acentuación de dicho federalismo. Los poderes que podían confrontar con esa conducción que no se rendía, que no aceptaba la lógica de renovarse, solo podían ser los partidos justicialistas triunfadores en cada distrito, es decir, los gobernadores. Los cuales constituían una de las parcialidades que habían conformado a la conducción del PJ desde su congreso de febrero de 1976. Con este artículo queremos indicar cómo se comienza a plantear dicha tendencia y cómo se jerarquizará la capacidad de constituirse como un candidato “potable” hacia afuera e “inclusivo” hacia adentro; pero, sobre todo, demostrar la habilidad para controlar un distrito y de expresar de manera casi monolítica, una fortaleza local capaz de resistir cualquier contingencia política que afecte negativamente a la estructura partidaria “nacional”. Primer Congreso: 3 y 6 de Septiembre de 1983 Ciudad de Buenos Aires, Teatro Lola MembrivesEl Congreso expresó la conformación de la unidad que fue propia del Peronismo en la apertura democrática. La convicción de sentirse mayoría perenne y segura, llevó a la dirigencia del PJ a sostener larvadamente sus diferencias en el interior del partido y, postergando así cualquier cuestionamiento a las políticas y autoridades que eran protagonistas de las últimas épocas. El Congreso concretó nuevamente la alianza que se había establecido en febrero de 1976, casi un mes y medio antes del golpe de estado. Esa alianza se había establecido entre el sindicalismo, hegemonizado por la UOM y las 62 Organizaciones con la incorporación de los sectores combativos que habían asumido un rol subordinado a los sindicatos tradicionales del sector, y los sectores políticos provenientes del interior del país, cuya expresión más nítida era Felipe Deolindo Bittel, de la provincia del Chaco. La diferencia en 1983 residía en que se perfilaba un candidato que podría ser el Presidente de la Nación, Italo Argentino Luder, y algunas figuras que constituían proyectos novedosos, pero también subordinados a la lógica de la unidad, como el MUSO (Movimiento de Unidad, Solidaridad y Organización que nucleaba tanto a Cafiero y sectores políticos y sindicales con nuevas orientaciones como era el caso de la Comisión Nacional de los 25, el sector del escribano chaqueño Bittel, sectores provenientes de la ex Juventud Peronista de las Regionales (como representó la revista Vísperas y posteriormente Unidos) o el sector de Convocatoria Peronista (que nucleaba a quienes habían estado unidos en el Comando Tecnológico Peronista -CTP- en la década del 70 pero que aparecía como proyecto novedoso por su discurso adecuado a los nuevos aires democráticos y que nucleaba a protagonistas como Carlos Grosso y Miguel Angel Toma -Capital Federal-, Roberto Carignano -Santa Fe-, José Octavio Bordón -Mendoza-, Remo Constanzo -Río Negro- y otros dirigentes). El CTP había sido un grupo conducido por el Teniente Julián Licastro durante los primeros años de la década del 70; nucleó a sectores provenientes del catolicismo que se habían volcado al peronismo como es el caso de los ex seminaristas Grosso y Toma o dirigentes estudiantiles de la Universidad del Salvador como Bordón y Jorge Cabodeassi. Los principales dirigentes del grupo se habían quedado en el país, no siendo el caso de Licastro; por eso, a principios de la década del 80, Grosso asume la conducción del grupo y se desvincula del dirigente exiliado, dándole una impronta muy particular a la nueva agrupación. Otra característica de algunos dirigentes de Convocatoria Peronista será su vinculación al grupo SOCMA, de Franco Macri. Algunos de ellos serán gerentes del conglomerado del empresario mencionado, sobre todo su máximo dirigente y Bordón en Mendoza. En las elecciones partidarias de Capital Federal, se presentó esta agrupación interna como Lista Naranja y llegó a reivindicar como fórmula presidencial la de Luder - Grosso. El principal croqueta digital http://www.croquetadigital.com.ar Potenciado por Joomla! Generado: 30 August, 2013, 01:16

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La larga marcha: de la institucionalización del PJ, hasta la instauración del menemismo autor Norberto Ivancich

La derrota electoral que el Peronismo sufrió en las presidenciales de 1983, desataron en el partido una crisis respecto alrumbo que el mismo debía tomar. A pesar del golpe que significó aquel resultado, el proceso de re definición no fueinmediato; por el contrario la ortodoxia que había llevado a la derrota, resistió durante al menos dos años en la conduccióndel partido. Será la Renovación quien comience a plantear la necesidad imperiosa de una transformación. El artículosiguiente nos presenta los pasos de este proceso a través de los congresos partidarios, la conformación de la renovacióny finalmente la interna partidaria que definirá la candidatura de Carlos Menem a la presidencia en 1988.Los congresos Nacionales del Partido Justicialista antes de la renovación partidariaEl análisis de los congresospartidarios del PJ es recuperado desde un determinado interés: resaltar el proceso de casi cinco años que llevó alperonismo adecuarse, como fuerza política, a las nuevas situaciones nacionales e internacionales 1. Ese tiempotranscurrido demostró la persistencia de los sectores que fueron definidos como “los mariscales de laderrota” del 30 de octubre de 1983, la primera elección en la que la estructura electoral justicialista fuera vencida,habiéndose realizado este hecho en un proceso político sin proscripción y sin limitaciones de ninguna índole para laparticipación política partidaria y la expresión de la identidad peronista.   Así cobra relevancia observar el proceso detransferencia que se va produciendo en el seno del peronismo: de las grandes líneas nacionales, o sectores que siemprerepresentaron fuerzas de ese tipo, vemos el surgir y la consolidación de sectores partidarios cada vez másrepresentativos del sistema federal de gobierno.   Es decir, las provincias y su representación política van cobrando cadavez más protagonismo en el escenario de la toma de decisiones. No porque antes no lo tuvieran, sino que en el pasadoesos poderes eran tamizados o mediados desde la lógica del poder central, desde el campo de definiciones quesustentaban y desarrollaban las políticas rectoras que tendían a ser siempre “nacionales”.   No importaba siel dirigente que las sintetizara fuera o no del interior, lo importante es que su predicamento se extendía más allá de lasrepresentaciones provinciales y casi podríamos decir que “obligaba” a las mismas a subordinarse a unapropuesta nacional. La derrota del Partido Justicialista en la puja electoral para la presidencia de la Nación no impidió sutriunfo en la mayoría de los 22 distritos provinciales 2 (no existía la autonomía de la ciudad de Buenos Aires, ni laprovincia de Tierra del Fuego en ese entonces), generó un particular y efectivo federalismo acentuado por el mismooficialismo nacional, es decir la UCR, ya que le interesaba establecer negociaciones con los múltiples actores dispersosdel peronismo más que una concertación con la conducción unificada de la única fuerza de oposición que podía llegar areemplazarlo, por el caudal electoral que mantenía.  La persistencia de los responsables genéricos de la derrota,particular mezcla de fuerzas “nacionales”, como el sindicalismo o las 62 Organizaciones, y liderazgosprovinciales, también ayuda a explicar la acentuación de dicho federalismo. Los poderes que podían confrontar con esaconducción que no se rendía, que no aceptaba la lógica de renovarse, solo podían ser los partidos justicialistas triunfadoresen cada distrito, es decir, los gobernadores. Los cuales constituían una de las parcialidades que habían conformado a laconducción del PJ desde su congreso de febrero de 1976.  Con este artículo queremos indicar cómo se comienza aplantear dicha tendencia y cómo se jerarquizará la capacidad de constituirse como un candidato “potable”hacia afuera e “inclusivo” hacia adentro; pero, sobre todo, demostrar la habilidad para controlar un distritoy de expresar de manera casi monolítica, una fortaleza local capaz de resistir cualquier contingencia política que afectenegativamente a la estructura partidaria “nacional”.  Primer Congreso: 3 y 6 de Septiembre de 1983 Ciudadde Buenos Aires, Teatro Lola MembrivesEl Congreso expresó la conformación de la unidad que fue propia del Peronismoen la apertura democrática. La convicción de sentirse mayoría perenne y segura, llevó a la dirigencia del PJ a sostenerlarvadamente sus diferencias en el interior del partido y, postergando así cualquier cuestionamiento a las políticas yautoridades que eran protagonistas de las últimas épocas.   El Congreso concretó nuevamente la alianza que se habíaestablecido en febrero de 1976, casi un mes y medio antes del golpe de estado. Esa alianza se había establecido entreel sindicalismo, hegemonizado por la UOM y las 62 Organizaciones con la incorporación de los sectores combativos quehabían asumido un rol subordinado a los sindicatos tradicionales del sector, y los sectores políticos provenientes delinterior del país, cuya expresión más nítida era Felipe Deolindo Bittel, de la provincia del Chaco.  La diferencia en 1983residía en que se perfilaba un candidato que podría ser el Presidente de la Nación, Italo Argentino Luder, y algunas figurasque constituían proyectos novedosos, pero también subordinados a la lógica de la unidad, como el MUSO (Movimiento deUnidad, Solidaridad y Organización que nucleaba tanto a Cafiero y sectores políticos y sindicales con nuevasorientaciones como era el caso de la Comisión Nacional de los 25, el sector del escribano chaqueño Bittel, sectoresprovenientes de la ex Juventud Peronista de las Regionales (como representó la revista Vísperas y posteriormenteUnidos) o el sector de Convocatoria Peronista (que nucleaba a quienes habían estado unidos en el Comando TecnológicoPeronista -CTP- en la década del 70 pero que aparecía como proyecto novedoso por su discurso adecuado a losnuevos aires democráticos y que nucleaba a protagonistas como Carlos Grosso y Miguel Angel Toma -Capital Federal-,Roberto Carignano -Santa Fe-, José Octavio Bordón -Mendoza-, Remo Constanzo -Río Negro- y otros dirigentes).  El CTPhabía sido un grupo conducido por el Teniente Julián Licastro durante los primeros años de la década del 70; nucleó asectores provenientes del catolicismo que se habían volcado al peronismo como es el caso de los ex seminaristasGrosso y Toma o dirigentes estudiantiles de la Universidad del Salvador como Bordón y Jorge Cabodeassi. Losprincipales dirigentes del grupo se habían quedado en el país, no siendo el caso de Licastro; por eso, a principios de ladécada del 80, Grosso asume la conducción del grupo y se desvincula del dirigente exiliado, dándole una impronta muyparticular a la nueva agrupación. Otra característica de algunos dirigentes de Convocatoria Peronista será su vinculaciónal grupo SOCMA, de Franco Macri. Algunos de ellos serán gerentes del conglomerado del empresario mencionado,sobre todo su máximo dirigente y Bordón en Mendoza. En las elecciones partidarias de Capital Federal, se presentó estaagrupación interna como Lista Naranja y llegó a reivindicar como fórmula presidencial la de Luder - Grosso.  El principal

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problema para resolver la definición de la fórmula presidencial se vislumbraba en el interior del MUSO donde existían doscandidaturas probables, la de Antonio Cafiero y la de Bittel. Aunque ya para agosto del '83 había decaído la posibilidadde ambos por el arrollador respaldo que habían conseguido los grupos que se reverenciaban en la candidatura de Luder,en las elecciones internas para la elección de autoridades partidarias y congresales.  En este sentido, el PJ, y su cartaorgánica, planteaba que sus candidaturas surgirían de un Congreso partidario, dado que no existía la alternativa de laelección directa de los candidatos. Por ello, después de las elecciones internas de los distritos, Luder apareció como elcandidato natural del Partido por el amplio respaldo que habían conseguido las listas que aparecían respaldadas por él,vía solicitada en los diarios.  En el proceso de tratar de alcanzar la candidatura presidencial, el escribano Bittel habíaestablecido una fuerte alianza con el jefe partidario de la provincia de Buenos Aires, Herminio Iglesias, que llevó a esteúltimo a convertirse en una de las figuras más influyentes en el armado partidario de dicha provincia y en la posteriordefinición de sus candidaturas. Por ello, a Iglesias, le quedó expedito el camino para llegar a ser candidato a gobernador,cuestión que trató de impedir Cafiero cuando, desahuciado para la fórmula presidencial, trató de alcanzar la de primermagistrado provincial.El fin del MUSO se concreta cuando queda la mayoría del mismo alineado en el congresopartidario detrás de la fórmula Luder - Bittel, y la minoría de Cafiero y los sectores sindicales de los 25 tratando dealcanzar la gobernación de Buenos Aires, tarea imposibilitada por la alineación de Iglesias al armado mayoritario delCongreso.   La mesa chica del Congreso tenía como principales protagonistas a la conducción de la UOM - 62Organizaciones, a Bittel, a operadores de Luder y a Herminio Iglesias, quedando las otras parcialidades partidariassujetas a la voluntad de los que nucleaban la mayor cantidad de congresales, no por control propio, es decir unadisciplina organizacional, sino por la capacidad de ofrecer una alternativa que representaba al resto de los sectoresmás lábiles del congreso, dejando reducido a una simple minoría a quienes pretendían otra cosa.  Las minorías másvisibles fueron las de dos expresiones distintas, una, individual, la de Carlos Menem, candidato a gobernador de LaRioja, que planteó en el Congreso la candidatura de Isabel Perón, quedando totalmente aislado dentro de un espaciopolítico que se creía mayoritario pero no suicida. Fue más que nada una demostración de su voluntad de señalar lodistante que estaba de los llamados “arreglos cupulares” que lo habían excluido. El otro vestigio del“verticalismo” isabelista de los setenta, fue más bien ideológico, y lo representó el Comando de Organización(C de O), que con la presencia de sus militantes, ya no jóvenes y ya no tantos, uniformados en pantalones y camisascaqui, en las puertas del teatro en la avenida Corrientes, reivindicaron la candidatura de la exiliada ex presidente tantopara conducir el partido como para participar en la máxima fórmula.  El carácter inercial del congreso partidario deseptiembre de 1983 lo demuestra también la elección de la autoridad partidaria. Predominó la lógica de representar launidad a través de recuperar, como en 1974, el apellido Perón. La Presidente del Partido electa fue María Estela Martínezde Perón, Lorenzo Miguel, Secretario General de la UOM y de las 62 Organizaciones, como autoridad predominantedesde la Vicepresidencia.   El resultado electoral del 30 de octubre de 1983 tendría que haber influido en la organizaciónpartidaria. Vale la pena mencionar el texto de uno de los protagonistas de ese momento: “Porque no hay, nipuede haber, vigencia perdurable si el peronismo no aceptaba realizar un ejercicio profundo de su autocrítica, unaindagación precisa de su identidad en este momento histórico, de su misión en la sociedad argentina y de los valores eideas/fuerza que nutren su ideología. No podría haberla tampoco sin la necesaria renovación generacional y sin el paso alcostado de los hombres que hicieron posible su primera derrota. Y no podría mantenerse sin la legitimidad original quesólo puede otorgar la decisión del propio pueblo peronista”3.  La importancia de esta afirmación es que pone en eltapete los elementos posteriores de la renovación: valores de la ideología, la decisión del pueblo peronista y paso alcostado de la dirigencia de la derrota. En este caso veremos el largo camino que transitó la renovación que comenzó adesplegarse desde 1984.  Segundo Congreso: 15 Diciembre de 1984 Ciudad de Buenos Aires, Teatro OdeónSe ratificó laconducción de los sectores oficialistas, es decir, la ortodoxia partidaria: 62 Organizaciones, Lorenzo Miguel comoVicepresidente 2° y alianza con el PJ de Catamarca, expresado por el Senador Nacional de esa provincia y presidentedel bloque de senadores del PJ, Vicente Leónides Saadi, Vicepresidente 1°, y el PJ de la provincia de Buenos Aires,Secretario General Herminio Iglesias (candidato a gobernador derrotado en las elecciones del 30 de octubre de 1983).Sigue como Presidente del Partido María Estela Martínez de Perón. Contó con el respaldo de 10 de los 13 gobernadoresperonistas. Durante el mismo se produce una agresión sobre el gobernador de La Rioja, Carlos Menem, a través deinsultos y empellones.  La alianza establecida en el Congreso va a romperse por la intención de los sectores vinculados alas 62 Organizaciones de acentuar su predominio aún más tratando de instalar al gobernador de Santa Fe en laconducción partidaria en lugar de Saadi como vicepresidente 1º.  Tercer Congreso (Extraordinario): 2 y 3 de Febrero de1985 Termas de Río Hondo, Santiago del EsteroEste ha sido uno de los congresos donde existió predominio de larenovación partidaria, aun gregaria y sin conducción establecida, más bien como representación de una voluntad decambio, que de línea partidaria claramente delimitada. Este encuentro extraordinario también expresó, de hecho, unadivisión del Partido, ya que un sector del PJ del Odeón no concurre y pretende anular la convocatoria, tratando de lograruna reunión del Consejo Nacional partidario para invalidado, un día antes del Congreso que se reunía en la provincia deSantiago del Estero, la cual sin embargo fracasa.  Se trató de un Congreso Extraordinario logrado por la voluntad de másde 400 congresales y fue habilitado por el presidente del Congreso Nacional partidario (Raúl Bercovich Rodríguez de laortodoxia cordobesa). Acompañaron la convocatoria el Vicepresidente 1º Saadi, el secretario Oraldo Britos y la mayoríade los vocales.  El desencadenante de la crisis de las autoridades electas en el Congreso del Odeón fue la intención eimponer como Vicepresidente 1º a José María Vernet, gobernador de Santa Fe y hombre de la UOM. Esta pretensión decontrolar y hegemonizar al PJ por parte de uno de los principales protagonistas de la derrota electoral de octubre de1983, Lorenzo Miguel, fue el catalizador para la constitución de la mayoría precaria de la renovación y del equilibrio deposiciones que demostró el Congreso de Río Hondo. La percepción generalizada residió en que se había generado laoportunidad para concretar la renovación partidaria, tan duramente resistida por los “mariscales de laderrota” que detentaban el control del partido.  Los concurrentes fueron 85 diputados nacionales sobre 111 del

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Partido Justicialista, 10 gobernadores sobre 13, 17 senadores nacionales sobre 21 y 412 congresales nacionales sobre658 (los electos en las elecciones previas a la salida electoral de 1983).   Esto demuestra el nivel de representación internalograda y porqué se constituyó en la esperanza de una renovación rápida del Justicialismo. Por ello concurren comoparte del público dirigentes enrolados en la renovación partidaria como Antonio Cafiero, José Manuel De la Sota, laRevista Unidos, y múltiples sectores de la militancia política anti oficialista, es decir, militantes vinculados a lasexpresiones organizativas de los 70, ahora vinculados a nuevas prácticas y agrupaciones que no necesariamenteexpresaban una unidad definida, pero que compartían una visión diferente del peronismo.  De los grupos sindicales, lospresentes fueron los vinculados a la Comisión Nacional del Trabajo - CNT (Jorge Triaca, Délfor Giménez, ArmandoCavalieri y Andrés Rodríguez) y a los 25 Roberto García, José Rodríguez, Víctor de Gennaro, Roberto Digón, José Ravittiy Osvaldo Borda) es decir, los opuestos a las 62 Organizaciones. Estos visualizaban en el congreso de Río Hondo laposibilidad de compensar un poder concentrado como era el de la UOM.  ¿Qué características tuvo el Congreso?“El Congreso de Río Hondo ha consagrado un nuevo estilo en la conducción partidaria: el debate abierto, lapluralidad de opiniones expresadas sin temores ni intimidaciones de por medio, el diálogo creador, se expresaronrotundamente en las deliberaciones del recinto y en los pasillos y salones aledaños. Revivieron la 'confianza en eltriunfo y la confraternidad de destino' que otrora fueron las notas características de nuestra vida movimientista” 4. Los objetivos a alcanzar en el Congreso eran los de definir el voto directo para la elección de las autoridades partidariasy, por ende, de los candidatos para competir por los cargos electivos, tomando al país como un distrito único orespetando las jurisdicciones partidarias provinciales; y en otro orden de temas, se buscaba lograr la intervención a laprovincia de Buenos Aires, bajo la égida de Herminio Iglesias.  Con respecto a la elección de autoridades partidarias sedefinió que fuera a través de los distritos provinciales. “Todas las provincias quedan en un pie de igualdad:integran el Consejo Nacional a razón de cuatro delegados por distrito, elegidos por el voto directo de los afiliados,quienes eligen de entre ellos la Mesa Ejecutiva Nacional”5. Esto significó consolidar fundamentalmente a losgobernadores que habían sido electos en 1983 y comenzó a prefigurar un nuevo modelo de organización partidaria quetendió a reemplazar, casi inercialmente, a las líneas nacionales que habían definido el tipo de conflicto en cada etapa desu historia en el interior del Peronismo. Esto no fue inmediato, ya que primero se hacia necesario constituir un ámbitonacional de referencia política de la renovación, pero fue una tendencia imparable, aún cuando el PJ dejara de seroposición en 1989. El mismo Antonio Cafiero lo plantea en su texto: “Personalmente estimo que la reforma debiócomprender la elección directa de por lo menos el presidente y los tres vicepresidentes del Partido, uno por rama[sindical, mujer, juventud], convirtiendo a tal fin a todo el país en distrito único”6.  Se declaró la intervención delPartido Justicialista de la provincia de Buenos Aires designándose un interventor santiagueño, el senador Luis Salim.Ello significaba dejar sin representación al peronismo de Buenos Aires, hasta que se resolviera la situación del mismo. Asimismo se constituyó una conducción provisoria alternativa a la del congreso del Teatro Odeón. Esta conducción mantuvola presencia de la ex presidente de la Nación como máxima autoridad. El criterio utilizado para la conformación del restode los miembros del partido fue propuesto por el gobernador Carlos Juárez de Santiago del Estero: provisoriamente ypor única vez, los congresales por distrito propondrían cuatro representantes por cada uno de ellos constituyendo unaconducción de 96 miembros, que debería reunirse para designar un Consejo Partidario Nacional en un plazo establecidohasta el 15 de diciembre de 1985.  En el último día del Congreso, este cuerpo colegiado se reunió y se constituyó la nuevadirectiva partidaria: como Vicepresidente 1º Oraldo Britos, Secretario General José Manuel De la Sota, y los sectoressindicales que se integraron fueron los de la Comisión Nacional de los 25 y de la CNT, excluyendo de esa representación alas 62 Organizaciones a la que algunos sectores planteaban integrar a futuro como rama sindical peronista.  Los factoresque debilitaron e hicieron perder a la renovación partidaria fueron concurrentes. El principal, residió en la desconfianza quecomenzó a generarse en los gobernadores que habían concurrido a Río Hondo ante la exclusión de la política de“puertas abiertas” o “renovación concertada” que había predominado en algunasconsideraciones del congreso y que la conducción provisoria había dejado de lado. Al seleccionar la representatividad porgobernadores provocó que los principales distritos electorales del país no estuvieran incluidos, ya que Buenos Aires,Córdoba y Mendoza, estaban gobernadas por el radicalismo y Santa Fe por un representante de la ortodoxia partidaria, omejor dicho, de un aliado de las 62 Organizaciones, como era José María Vernet. Por otro lado, el interventorsantiagueño del PJ bonaerense, Salim, en menos de un mes reconoció a la mayoría de Herminio Iglesias del ConsejoPartidario Provincial, postergando la renovación necesaria a través de las urnas y dejando una situación de conflictosjudiciales cruzados entre las dos partes en que estaba dividido el peronismo bonaerense.  Asimismo, en abril de 1985 senormalizó la conducción de las 62 Organizaciones y la CNT se integró a la misma, dejando solo al grupo de los 25 en larepresentación partidaria del congreso de Río Hondo. Esto exhibía la importancia que tenía la representación sindical en laconducción partidaria del peronismo.  Por otro lado, la derrota del Vicepresidente 1º, Oraldo Britos, en su provincia (SanLuis), a manos de Rodríguez Saa poco después del Congreso, era otro gesto de la debilidad que demostró la renovaciónen la elección de las autoridades y simultáneamente, la definición del criterio de privilegiar las conducciones distritales delpartido. Un perdedor en su distrito no podía ser conducción de una fuerza política que elegía priorizar lo distrital.  CuartoCongreso: 6 de Julio de 1985 Santa Rosa, La PampaEsta reunión expresó la debilidad del planteo de los congresistas deRío Hondo. Para explicar su fracaso citemos la visión crítica de un peronista de la Revista Unidos, Arturo Armada:“Durante los meses de abril, mayo y junio asistimos al espectáculo del desmembramiento político delriohondismo, a pesar de su triunfo jurídico y del impacto social que había alcanzado”. El autor avanza en lacaracterización:  “El riohondismo se debilitó en un proceso de sucesivos desmembramientos. Había en el congresode febrero tres grandes corrientes, dos de las cuales desembocaban en la necesidad de realizar la unidad delperonismo con el sector Odeón. Esas dos corrientes sumadas eran indudablemente mayoritarias en el nivel de loscongresales nacionales. Lo cual no implicaba que fueran realmente representativas de una clara mayoría en el sentir delas bases del peronismo; pero tampoco puede afirmarse lo contrario. Es un aspecto sobre el que no vale la pena

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polemizar ya que únicamente la expresión de los afiliados, en elecciones directas, puede dilucidar la cuestión. Resoluciónmuy contundente que temían no sólo los odeonistas, sino también buena parte de los participantes del congreso de RíoHondo.  Justamente la tercera línea, que predominó en la conducción del consejo surgido en Río Hondo y fue quedandoaislada (Britos, García, De la Sota) proponía una renovación auténtica que implicaba, como primer paso, la realización deelecciones directas en todo el país, con distrito único para elegir la conducción nacional. Y elecciones directas tambiénen cada distrito provincial para autoridades locales y para candidatos a las legislativas.  Las otras dos corrientes eran porun lado, la que proponía una renovación concertada -cuyas expresiones relevantes fueron el luderismo y el grossismo- y,por otro, la de los caudillos provinciales, despojados de su influencia y de sus atribuciones en las “patoteadasodeónicas”. Los gobernantes y los jefes provinciales que perdieron en el 83 son, en buena proporción, dirigentescaudillescos de viejo corte señorial -aunque algunos no sean tan ancianos-. Saadi, el senador con hijo gobernador, esel mejor ejemplo de caudillismo ambiguo en lo político. Puede identificarse con el neoperonismo en vida de Perón, luegocon la corriente montonerista liderando Intransigencia y Movilización, y dirigiendo el diario de Firmenich y finalmenteterminar aliándose con Herminio para derrotar a los renovadores, con padrinazgo de Lorenzo. Otros gobernadores ojefes sin gobernación están adscriptos al isabelismo ya sea mediante alianzas ferroguardianas -como Bogado [porGuardia de Hierro, agrupación de la que surgieron varios de los gobernadores peronistas de Formosa], Rodríguez Saa,Franco (Chubut) y Puricelli (Santa Cruz)- o con perspectivas tradicionalistas como Martiarena (Jujuy) y Riera(Tucumán). El resto podía ser más poderosamente renovador, siempre en el grado y momento que le conviniera, porsupuesto.  De este modo existían casi tantos grados de renovación e intenciones de democratización como gobernadores ojefes provinciales hay. No es lo mismo Gioja (San Juan) que Vairetti, ni Menem es igual a Juárez. Semejante mosaicode cabezas provinciales con diferentes concepciones sobre las necesidades del P.J. -y sobre todo con disímilesintereses locales- más una masa de dirigentes intermedios con propuestas divergentes entre renovadores concertados,y de los otros, es el que hizo crisis y fue dominado por la alianza de lo peor del peronismo (que estaba en el Odeón) conlo peor de Río Hondo (Saadi, Triaca, Julio Romero [Corrientes], Riera, etc).  Los efectos de la tormenta de Santa Rosa:una conducción que simboliza al peronismo imposible, compuesto por figuras irritativas y desprestigiadas, desde lasapoyadas por Camps y aliadas con Galtieri hasta las elogiadas calurosamente por Firmenich. Esto no es sólo elcambalache de 'Carnera y San Martín' sino algo mucho más grave: es el peronismo de la violencia, del autoritarismo yde los que luchan por el poder sin ética ni ideología”7.  La visión crítica que transcribimos ejemplifica y describe lasensación que se percibía en gran parte de la militancia peronista. La necesidad de no aceptar la unidad, ya que la mismaservía a los intereses de los sectores que habían representado la ortodoxia más vacía y repetitiva del peronismo. Pero asu vez, refleja que el Congreso expone y da cabida a las diversas tendencias ideológicas que iban atreviéndose aaparecer en el seno del peronismo. Las referencias a sectores que han dado un respaldo a Galtieri, surge de unrepresentante del nuevo Consejo partidario proveniente de la ex Guardia de Hierro, Gurioli, que organiza un acto dondeconcurre la mujer del ex presidente de facto y se lo vitorea, en el tercer aniversario del 2 de abril. La designación de unrepresentante juvenil como Aníbal Rucci, también demuestra la vocación de recuperar un protagonismo sectorial parapretender controlar a un sector del peronismo desde una perspectiva del pasado y no del presente. Todavía se pensabaa los sectores internos desde la lógica de la década del 70 o desde expresiones que definían al peronismo como unamayoría inmutable, que había sido derrotada por una circunstancia fortuita y única.  Es gráfica la descripción que haceArmada de la nueva conducción partidaria:  “Pasemos lista en esta conducción nacional. ¿Isabel, la silenciosa?¿Saadi, el león de las líneas duras, gran derrotado televisivo en noviembre de 1984 por la consulta sobre el Beagle?¿Triaca, uno de los dirigentes gremiales más repudiados de los últimos tiempos que ni se animó a dar la cara ante200.000 concurrentes en el acto del 23 de mayo? Pero, a cambio de estas pequeñas limitaciones de Isabel, Saadi yTriaca, tenemos al bueno de Herminio, que puede hablar en cualquier cuartel o en la Sociedad Rural y hasta escribir enLa Prensa, sin que lo silbe ningún milico, sin que los toros mujan y sin que Gainza Paz resucite. Está Rodríguez Saa, elbrillante doctrinario que afirma que el movimiento es como una mesa y el partido como una taza de café y, claro, ¡todolo que cabe en la primera no entra en la segunda! ... Este senador pinta como el pensador del Consejo”8.  Eneste congreso se comprueba la desintegración de las fuerzas renovadoras, por la puja interna y la ausencia de nuevaselecciones para convalidar mandatos partidarios.  Se restaura la conducción ortodoxa y comienza la expresión electoraldiversa del PJ para las elecciones de renovación de diputados nacionales del 3 de noviembre de 1985. El peronismoconcurrirá dividido en tres alternativas, por un lado, constituyendo Frentes Justicialistas de Liberación (anacronismo dela década del 70), es decir, los FREJULI, promovidos por la conducción nacional ortodoxa. Por otro, yendo solos, comoPJ, acción promovida fundamentalmente por los gobernadores que no se sumaron al estrecho círculo que controlaba alpartido. Por último, el peronismo renovador concurrirá como Frente de la Justicia, la Democracia y la Participación,FREJUDEPA, cuyas tres siglas son JDP, es decir, Juan Domingo Perón, en la Provincia de Buenos Aires. El“referente” del sector era Antonio Cafiero que participó como primer candidato a diputado nacional,rompiendo así al partido de hecho, desde el momento que el secretario general partidario electo por el congreso de LaPampa, Herminio Iglesias, anula la convocatoria a las elecciones internas en la provincia de Buenos Aires en función deser autoridad del distrito, que estaba fijada para el 25 de agosto de 1985.  En el distrito de Capital Federal, ya habíatriunfado la renovación en las elecciones internas realizadas en agosto de 1985, obteniendo la minoría partidaria el sectorde las 62 Organizaciones y sus y aliados; la candidatura a diputado nacional del sector renovador era la de CarlosGrosso, y, curiosamente, por el alineamiento del PJ de la Capital con el sector disidente de la provincia de Buenos Aires,la minoría rompe electoralmente al partido, y Julián Licastro, primer candidato de la lista de las 62 en la interna,concurre en una alianza electoral con el MID y el FIP (la agrupación partidaria de Abelardo Ramos, fuertemente opuestoa la renovación peronista y jugado mucho más con la UOM), junto a Antonio Salonia. Mientras el PJ ya renovado,consigue el 23% de los votos emitidos en la Capital Federal y coloca tres diputados nacionales, el sector ortodoxo deJulián Licastro y el MID, no colocan ningún diputado, sacando curiosamente casi la misma cantidad de votos que

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habían conseguido para la elección interna, es decir, cerca de 16.000, mientras que el PJ se acerca al medio millón devotos positivos. En la Provincia de Buenos Aires, el FREJUDEPA logra triunfar el 3 de noviembre en cuantorepresentación del peronismo, mientras que el oficialismo ortodoxo de Herminio Iglesias logra casi 500.000 votantes, conboletas electorales donde constaban los símbolos propios: Perón, Evita, el escudo partidario. A partir de este momento,quedan resueltos algunos problemas y se crea otro. Entre los que se resuelven debemos incluir que la renovación tienelos votos en el interior del peronismo, reflejado en el triunfo de estos en aquellos lugares donde se realizaron eleccionesinternas, y que ese respaldo de los afiliados expresa también el hecho de que las candidaturas renovadoras tienenmayor capacidad de lograr adhesiones electorales, sin todavía recuperar el caudal electoral de 1983 pero con unacapacidad de concitar la adhesión de electores y al mismo tiempo, de la posibilidad de ampliar su convocatoria frentista.La paradoja de la ortodoxia partidaria, era que reivindicaba una retórica frentista pero su discurso político lo alejaba de loque podía constituir la construcción de un frente con capacidad de convocatoria. Lo único que hacía era recuperar el ritualsin contenidos del peronismo del 73, pero no el de la épica y la transformación social, sino el más acotado a una visiónburocrática.  El problema que se creó a partir de noviembre de 1985 fue el de la resistencia de la autoridad partidaria aresignar poder interno ya que preveía una posibilidad bastante cierta de sufrir una derrota electoral interna y sólo podríasalvarla de una externa para 1987, volver a declamar la necesidad de la unidad, pero luego de una demostración defuerza renovadora que llegó inclusive a la ruptura partidaria. Por otro lado, a la renovación se le planteará la misma duda:cómo garantizar la unidad con predominio renovador para lograr acceder a la mayoría de los distritos donde se elegíagobernador, además de la renovación parcial de los diputados nacionales.  La renovación a partir de los triunfos en CapitalFederal y en la Provincia de Buenos Aires fue consolidando su espacio, y desde el 21 de diciembre de 1985 CarlosMenem, Antonio Cafiero y Carlos Grosso, constituyeron una conducción referencial de la Renovación Peronista. Ese día seda a conocer el documento fundacional de la corriente que terminaba de organizar al sector. En la misma se determinaque comienza una etapa de recuperación de métodos y procedimientos pero sobre todo se mencionaba que era elmomento “de terminar con la confusión ideológica programática, discutiendo de cara al país y con el pueblo laspropuestas que nos permitirán volver al poder”9.  Desde ese momento, la renovación aparecerá como unaconducción alternativa donde figuran un gobernador desde 1983, y dos diputados nacionales que asumieron sus bancasen diciembre de 1985. La reivindicación inmediata giró sobre la modificación de las autoridades partidarias, pidiendo larenuncia del Consejo Nacional Partidario, el llamado al Congreso partidario, la modificación de la carta orgánica y laelección directa de las autoridades partidarias tomando como distrito único al país; asimismo debía concretarse larealización de elecciones en los cuatro distritos electorales intervenidos, como eran Buenos Aires, Córdoba, Jujuy y RíoNegro; eso significaba desprenderse de manera definitiva de los congresales surgidos de las elecciones internas previasa la salida electoral.  A partir de la reunión de los primeros meses de 1986 Menem, Cafiero y Grosso, fueronacompañados por un secretariado donde figuraba el Presidente de la bancada renovadora de la Cámara de Diputadosde la Nación, José Luis Manzano (Mendoza), José Manuel De la Sota (Córdoba), Oraldo Britos (San Luis) y RobertoGarcía, Secretario General de la Comisión Nacional de los 25. La relación entre la cúpula partidaria del Consejo Nacional yel secretariado o referentes de la renovación tuvo distintos aspectos. Coincidían en los respaldos a los paros convocadospor la CGT unificada, también a sus iniciativas de concertación política; generalmente ambos grupos se reunían cuandohabía algún visitante extranjero como fue el caso del presidente peruano Alan García, además vinculado a una políticaque el peronismo visualizaba como distinta a la seguida por Alfonsín. También se encontraron en cumbres para encararlos problemas pendientes como la normalización de los cuatro distritos intervenidos. Pero siempre se produjo unaconfrontación donde el eje de la propuesta era la de exigir la renuncia del Consejo partidario y la posterior elección denuevas autoridades a través del voto directo de los afiliados.  En la cumbre del 3 de marzo de 1986 entre Saadi, Triaca,Alberto Rodríguez Saa y Zapata, por el Consejo Nacional, y Menem, Cafiero, Grosso y García, por la renovación, losacuerdos alcanzados demuestran el largo camino que se iniciaba para la normalización partidaria. Se abandonaba lalógica de la autoconvocatoria de los congresales y se coincidía con la conducción partidaria en avanzar en la normalizaciónde los distritos intervenidos, llamando a un nuevo congreso partidario y posterior elecciones directas para elegircandidatos y candidaturas para las elecciones de 1987. De ahí en más, un largo forcejeo de voluntades acerca de lasfechas de normalización, los interventores, sus propuestas de tipo de elección, ocuparán gran parte del año ydemostrará la dificultad del peronismo para lograr modificar su conducción y línea política.  ¿Qué obtenía el oficialismopartidario? “Por supuesto que, aun en retirada, el eje de conducción 'Saadi-62 Organizaciones' tiene su estrategia,si no de perdurabilidad en las actuales condiciones, de gravitación sobre el futuro partidario. Es obvio que el primerobjetivo es evitar que los renovadores asuman el poder partidario, pero para ello debe dar una imagen de renovación yjerarquización, evitando que se los identifique con 'la patota'. El hecho de haber separado de la secretaria general delconsejo a Herminio Iglesias testimonia el deseo de establecer una diferenciación con el pasado reciente delJusticialismo. “Principalmente las 62 Organizaciones han visualizado a Italo Argentino Luder como la figura que, apartir de su jerarquía política y del hecho de no haber descendido a mezclarse en las rencillas domésticas, sería capaz deasumir la conducción nacional del justicialismo...”10.  Este comentario expresa otra intención de los sectoresortodoxos del PJ: imponer un presidente del partido que contuviera la unidad sin cambios, como podía expresar el quehabía sido el candidato a presidente aceptado por todos. Pero también podía indicar una vocación para preservarespacios dentro de un partido que ya sabían que marchaba hacia una renovación de métodos y de discursos.  Lacorriente renovadora realizó su primer congreso constitutivo como línea interna en Parque Norte, ciudad de Buenos Aires,el 22 y 23 de marzo de 1986. Comenzaba la lenta negociación con el sector ortodoxo para lograr convocar a eleccionesinternas con determinadas garantías de objetividad. Enseguida se desarrollaron dos líneas: aquella que comenzó cada vezmás a aceptar la lógica de la unidad, y que fue sintetizándose en Menem, y la que prefería pujar desde una identidaddefinida, sin llegar a la coalición indiscriminada con el sector ortodoxo, mas bien planteando su subordinación o separaciónde los sectores visibles del peronismo.  En un acto en Plaza Once en mayo de 1986, antes de definirse la candidatura de

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Cafiero a gobernador, hablaron los tres referentes renovadores: Grosso, Cafiero y Menem, este último en su discursoanticipa los rasgos de la estrategia que usaría en su campaña para las internas: reivindica el tema de la unidad,diferenciándose del discurso renovador que pretendía alejarse de un pasado que lo asimilaba a un peronismo repetitivoy ritual. En el marco de diferenciación con la cúpula ortodoxa del PJ, era obvio que el discurso renovador no hablaba deunidad en cualquier condición, reivindicaba la unidad para ganar en 1987 pero exigía nada menos que un necesariorecambio de concepción, de dirigentes y de metodologías.  Menem, en cambio, ya comenzaba a priorizar un denominadorcomún o un promedio dentro del peronismo, tendiendo un puente hacia el pasado que la Renovación sabía que no podíaaceptar. En todo caso, la unidad que pensaba era una unidad donde lo peor se subordinará o se alejará sin afectar elcaudal electoral. Al mismo tiempo, el riojano comenzó el armado de Federalismo y Liberación, lo que prefiguraba el cismadentro de la corriente renovadora que no le aportaría demasiadas huestes a Menem, ya que estas surgirán de las otrasfilas en la etapa de la interna. Pero también adelantaba que no tenía intenciones de resignar su candidaturapresidencial, y, en el discurso de Plaza Once, lo dejó aclarado a los otros referentes.  El tema de la unidad traía aparejadaotra cuestión vinculada a las 62 Organizaciones y a los 25: la postura de los primeros de mantener el statu-quo, unaactitud conservadora y de poca renovación. La cuestión se circunscribía sólo a cambiar las relaciones de poder dentro delperonismo sin cambiar al peronismo. No se planteaba introducir ningún tipo de transformación dentro de una estructuraclave como era y es el movimiento obrero. Esto dicho desde la visión que reconoce en los 25 un intento, no logrado, deuna renovación dentro de las estructuras gremiales.  Quinto Congreso: Noviembre 1986, San Miguel de Tucumán,Tucumán.Esta reunión del oficialismo partidario demuestra la vocación para intentar mantener una posición de fuerzadentro del partido ya decidido el proceso de normalización de los distritos intervenidos. Aparece como un proceso deconsolidación de la alianza Saadi y 62 Organizaciones Peronistas. Las autoridades electas en el mismo, reflejan unperonismo pre renovación.  A partir de allí comienza un largo período de negociaciones entre las dos entidades, donde larenovación va ir avanzando lentamente en el control de los distritos principales del país.  Las elecciones internas en laProvincia de Buenos Aires se produjeron el 16 de noviembre de 1986, quedando definido el liderazgo de Antonio Cafierocomo referente principal de la renovación en el ámbito nacional. En actos previos, se utilizaba el rango del político comofactor para indicar su orden de prelación en la estructura de la línea interna. Por ello Carlos Menem era la superiorinstancia y cerraba la lista de los oradores de los actos por su condición de Gobernador desde 1983, mientras queAntonio Cafiero y Carlos Grosso, sólo eran diputados nacionales desde diciembre de 1985. De manera que la elección deCafiero en la provincia de Buenos Aires se convertía en un factor relevante al interior de la renovación.  En esas eleccionesinternas de la provincia de Buenos Aires, donde estaba en juego la candidatura de Cafiero a presidente del PJ, Menemdesembarcó con su línea interna Federalismo y Liberación, confrontando con el referente bonaerense. Lo curioso es queen su estructura, Menem recoge los restos de sectores que respondían a Herminio Iglesias. En el mismo sentido, decideoptar sólo por la rama gremial de las 62 Organizaciones. Si antes el polo de unidad estaba representado por Miguel,ahora Menem decidía reemplazarlo con su persona, y desde ese concepto de unidad comenzará a dar la batalla contrasus antiguos compañeros renovadores.  “Herminio Iglesias no sólo había sido expulsado del Consejo Nacional porlos mismos que lo habían otrora designado, sino que tampoco presentaría lista propia en las postergadas internas denoviembre de 1986 y finalmente fundaría un partido propio con vistas a las elecciones generales de 1987. La renovaciónse había impuesto en el 75% de los distritos provinciales en las sucesivas elecciones internas que se fueron produciendoentre 1985 y 1987”11.  Y agrega luego: “En el caso de la provincia de Córdoba, sucedía algo similar entre larenovación presidida por José Manuel De la Sota y la ortodoxia de Raúl Bercovich Rodríguez y recién pudieronrealizarse las elecciones internas en abril de 1987 con un aplastante triunfo de De la Sota con más del 80% de losvotos emitidos a su favor”12.  El proceso de normalización interna, tuvo dos rupturas que no se resolvieron en laselecciones de 1987: la de San Luis y la de Neuquén. Oraldo Britos, se enfrentó a Rodríguez Saa, y mantuvo unaidentidad partidaria enfrentada al oficialismo provincial, y lo mismo hizo el diputado nacional Oscar Massei en suprovincia.El camino hacia las definiciones renovadoras comenzó en los discursos y planteas del sector y sus referentes yen los encuentros de dirigentes y militantes: Parque Norte de marzo y mayo de 1986, La Falda de mayo de 1987,Bariloche de junio de 1987 y Tucumán de julio de 1987.En ellos se fue definiendo el pensamiento político renovador entérminos de constituir una base programática novedosa del Peronismo.  Las elecciones nacionales del 6 de septiembrede 1987 confirmaron la presencia de la renovación como fuerza pujante y arrolladora. Dichas elecciones, además degolpear fuertemente al gobierno de Alfonsín, convierte a Antonio Cafiero en gobernador de Buenos Aires, a JoséOctavio Bordón (proveniente de Convocatoria Peronista) en el de Mendoza, a Jorge Busti (militante del movimientoestudiantil integralista de Córdoba y protagonista de los sucesos de 1969) en el de Entre Ríos, quedando únicamente RíoNegro y Córdoba como provincias de la UCR. Ese triunfo se había logrado manteniendo unido al peronismo; no existieronrupturas, entre otras cosas, por el realineamiento convocado por Menem, que planteaba, de hecho, una posrenovación. La alusión a la unidad, que con respecto a la renovación era un mensaje diferenciador, se iría a traslucir en el afiche que, eldía posterior a la victoria de Cafiero, aconsejaba desde las paredes de la ciudad de Buenos Aires: “Ahora másque nunca unidos y con Menem”. Era una apuesta a la unidad, mientras ésta estuviera sintetizada en él. Esteconcepto de unidad mantendría su vigencia en tanto y en cuanto significara una sumisión de los demás referentes haciasu figura.La Renovación alcanzará por último la conducción del Partido recién en enero de 1988. A fines de diciembredel año anterior se completa la lista unidad que tendría que competir en elecciones internas para ser aprobada. El 30 dediciembre se concreta la oficialización de la Lista Unidad. Cafiero como Presidente del Partido reemplazandodefinitivamente a Isabel Perón, el Vicepresidente neto era el gobernador de La Rioja, Vernet como vicepresidente 1°expresa la inclusión de las 62 Organizaciones pero con un vicepresidente 2°, Roberto García, de los 25. Grosso comoSecretario General y De la Sota como Secretario Político. Un dato relevante: solo una provincia no participa en la ListaUnidad, es Corrientes que había sido intervenida. La corriente nacional coexiste de manera endeble con la representaciónfederativa propia del sistema político que se había reforzado a partir del gobierno de Alfonsín.  Un elemento simbólico nada

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desdeñable: la lista fue proclamada en una conferencia de gobernadores peronistas el último día del año. Ante laausencia de competidores relevantes, la Lista Unidad es confirmada como autoridad partidaria en otra reunión degobernadores, esta vez en la ciudad de Mar del Plata, el 8 de enero y la conducción asume el 10 del mismo mes. Elreforzamiento de las provincias tenía que encontrar un canal de expresión. La bifurcación de la renovación: menemismo ycafierismo Sería interesante detenerse a analizar porqué Menem descarta la posibilidad de construcción partidariamovimientista que existía en la Renovación, y decide encarar decididamente una estrategia declamativamentemovimientista.  “La primera aproximación al tema podría consistir en una tendencia de Menem a eludir cualquier tipode confrontación o debate de ideas que es el terreno donde se siente más débil. La jugada fuerte siempre consistirá encentrar todas sus posibilidades en su fuerte carisma personal, en la seducción que puede ejercer su figura. Su liderazgoestá casi absolutamente circunscripto a sus condiciones histriónicas, y el cuerpo de ideas que mantiene, por carenciaspersonales, no puede exponerlo a la consideración de un debate. Si tenerlos en cuenta que lo que la Renovación seplanteaba, al margen de la sustitución de hombres y metodologías, era una actualización doctrinaria que tendría como ejeprincipal repensar al movimiento sin su líder, la nueva etapa de la institucionalización, la practica política a partir de laaceptación de la muerte de Perón y de la primera derrota electoral, la sola mención de estos tópicos, y la supuestaconfrontación de ideas a partir de ellos, debería aterrorizar a Menem. Si bien es cierto que la Renovación no alcanzó acumplir con los objetivos de recambio doctrinario y apenas llegó a experimentar algún que otro exorcismo, no menoscierto es que tenía cuadros políticos capaces de dar dura batalla a la confrontación de ideas. No podía exhibir lo mismo elmenemismo, y ni su propio jefe estaba para tales bailes”13.  En la interna también queda prefigurado el fenómenode travestismo político del que hace gala Menem. De referente renovador que fue, recorre todo el arco político que lodeposita en el estadio de River donde en un multitudinario acto queda sellada su alianza no sólo con las 62Organizaciones, sino también con los representantes de los “15”.  “Este llamado a la unidad lo llevaa manejar un discurso vacío con dos objetivos clarificados:1)     La lectura de la correlación de fuerzas; la sumaindiscriminada de sectores para que resulten útiles a su armado político, y2)     El encuentro de un contenido discursivo. Por ambos motivos, esta postura prefiguraba la posibilidad de la incorporación de cualquier política.  ¿Quiénes aceptandentro del peronismo esta política de unidad?1)     Los que se sienten identificados con tal planteo. Los que coinciden conla idea de un caudillo, de la representación del interior en el máximo poder político. Los que desconfiaron desde siemprede la Renovación y sienten, como más auténticamente peronista, las metodologías movimientistas de Menem. Se podríallegar a definirlos como poseedores de una visión estática del peronismo, anclados en los años '40. Se enamoran másde la forma que del contenido real, y presuponen que Menem es la expresión de un peronismo menos 'blanco' y menos'clase media'. Suponen que eso es una auténtica legitimación del peronismo, como si éste fuera una estructuraantisistema que necesitara romper las formalidades el “establishment” que había impuesto elalfonsinismo.2)     Los que hacen una lectura eminentemente política, y evaluaban que era más sencillo llegar a Menemque a Cafiero. Un ejemplo concreto seria Barrionuevo: era imposible para éste ingresar en el cafierismo, porque, entreotras cosas, Cafiero disponía de la estructura gremial de los 25. Además hay una lectura del poder carismático delcaudillo, que es una lectura desideologizada y formadora del mito-Menem.3)     Los que no tuvieron cabida dentro delcafierismo aunque hayan deseado tenerla. No son de la primera hora pero, en algunos casos, fueron aportes valiosos.El ejemplo más contundente es el de las 62 Organizaciones. A pesar de la historia que tuvieron en común con Cafiero,a quien consideraban un hombre del riñón sindical, no pudieron entrar en su dispositivo por el discurso mismo delgobernador de la provincia de Buenos Aires.4)   La mayoría de los Montoneros (había un sector minoritario que respaldó aCafiero) observó y evaluó que el menemismo era un sector fácilmente cooptable, mientras que la 'cafieradora' era másinexpugnable.  Con la sumatoria de todos estos factores se puede afirmar que la vacuidad en el discurso menemiano,tornaba a ese sector en un polo aglutinante de heterogeneidades. Desde los Montoneros hasta las 62, pasando porgente que había 'abrochado' con el Coti Nosiglia o con Seineldín, todos se mezclaban tras la retórica vacía delriojano”.14   “Ante la interna del 9 de julio de 1988, hubo una larga y costosa negociación entre la Renovacióny el menemismo. La hipótesis que giraba en ese momento era: por la mayoría de los distritos, que eran de la Renovación, yaún los más relevantes electoralmente (Cap. Fed. y Prov. de Bs.As.), se sabía que la estructura pertenecía a Cafiero.Era obvio suponer que el triunfador iba a ser el que controlaba el aparato partidario, el que era presidente del PJ, el queera gobernador del principal distrito, el que más adhesiones recibía del conjunto de gobernadores peronistas. El temaconsiste en analizar cómo hizo Menem para neutralizar semejante poder. Y aquí aparece el mecanismo del chantaje queutilizó el riojano para “apretarlo” a Cafiero. La carta más fuerte del chantaje consistía en pedir ciertascondiciones que, si no eran cumplidas, iban a derivar en una ruptura de Menem con el PJ y la posterior presentación porafuera de las estructuras del mismo. Ante la sospecha de que el aparato partidario pudiese romper con el carisma deMenem, ésta amenazaba romper con el PJ. En Cafiero este mecanismo no existió. Menem se reservó la amenaza dedividir al peronismo y “entregarle” la elección a la UCR.  Con esta metodología Menem consigue separar dela elección de presidente y vicepresidente, cualquier elección referida a otro tipo de cargos. Es decir: separar esa elecciónde la de diputados nacionales, concejales, consejeros vecinales, etc. Lograba que el entramado de punteros no sesintiera comprometido a secundar a Cafiero: rompía el aparato partidario horizontalmente. La épica que se tejió alrededorde esta maniobra afirmaba que la “gente” había desbordado el aparato.Estas metodologías demostrabanque Menem no se detendría ante nada para llegar a la presidencia. Si hubiesen tratado de impedirlo, él habría utilizado latáctica de la tierra arrasada: “si no llego yo, que no llegue nadie”, parece que pensaba Menem hacia elperonismo. Prefería que alguien de la “otredad” (Angeloz), y no un peronista, ocupara el sillón de Rivadaviaante el infortunio de no poder ocuparlo él. Curiosa forma de entender las causas colectivas”.15  La derrota deCafieroLas fórmulas enfrentadas serán las de Cafiero-De la Sota y Menem-Duhalde. Esto definió un perfil muy particular ala contienda: la primera de ellas tendió a expresar la tradición peronista como fuerza de cambio y de justicia social peroubicándola en un nuevo momento histórico; la segunda, era más la reafirmación de la unidad partidaria o movimientista y

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con un fuerte discurso de reivindicación social y poca vocación de renovación doctrinaria ideológica.16  Sería interesante tratarde desentrañar lo que ocurrió con esa diferencia de 120.000 votos que hubo en la elección interna del peronismo el 8 dejulio de 1988. La primera aproximación es que aquella elección no demostró que la base social histórica del peronismo, suclase obrera industrial, había derrotado a la opción “socialdemócrata” de la Renovación. Hubo claramente dosproyectos que perfectamente anclaron en el peronismo, y que dividieron en dos partes casi iguales al electorado. Nohubo una base social que el menemismo logró rescatar; esa base social estaba repartida entre las dos opciones. Asimismo, sería equivocado afirmar que Menem no es un típico producto peronista, es, sobre todo, la expresión acabadade muchas de las deficiencias y limitaciones de esta fuerza política. Para abarcar más este concepto podríamos señalarque la Renovación fue un intento insuficiente para expresar la mejor tradición peronista. Sus propios condicionantesinternos terminaron por limitar el proyecto.En una visión particular, Menem expresaba lo que había “quedadoafuera”, y, en ese sentido, su candidatura no enamoraba a vastos sectores que tenían otra idea y otra proyeccióndel peronismo.  Producida la derrota interna de Cafiero en julio de 1988, comenzó la negociación de dos fuerzas muyparejas electoralmente. Hay que tener en cuenta que la Renovación controlaba una importante cuota de poder: la mayoríade las gobernaciones, la casi totalidad de los legisladores, las estructuras partidarias, incluyendo el Consejo NacionalPartidario. A esto habría que agregar que también controlaría el Congreso Nacional Partidario, que tendría laresponsabilidad de la factura de la plataforma con la que Menem enfrentaría las elecciones. Una simple lectura de lacorrelación de fuerzas inducía a pensar que el menemismo estaba obligado a negociar con los renovadores.  Estosprimeros contactos entre los dos sectores se producirían luego de los duros enfrentamientos de las internas, donde elintercambio de epítetos había catalogado a Cafiero como “socialdemócrata” y “pro-alfonsinista”y a Menem como un “mago improvisado”.  Con este clima, José Luis Manzano, intentó iniciar lasnegociaciones circunscribiéndolas a la mecánica de la transacción de bloque a bloque, situándolo a Antonio Cafiero enla posición de “jefe” de una de las partes negociantes. Es decir: era necesario construir una “mesachica” para el acuerdo, entendiendo por ella el ámbito donde se acuerdan los principales temas, que despuésserán derivados a un espacio mayor que los legalice, y que la Renovación tuviera su bloque para comenzar a negociarcon el menemismo “unificando personería”, o sea, estableciendo interlocutores válidos y conocidos. Elplanteo de Manzano intentaba establecer una jerarquía dentro de la Renovación, que, probablemente, lo incluyera junto ahombres como Grosso o De la Sota.  Este intento fracasó por varios motivos. Uno de ellos es parte de la actitud del propioCafiero, su lenta recuperación ante la derrota sufrida que lo pone al servicio del triunfador, y los intentos de Grosso y Dela Sota por jugarse en la búsqueda de consenso dentro de las filas menemistas. La lectura que hacen estos dosúltimos les indica que no hay tiempo para perder en una coherentización de la renovación, para que negocie comobloque, y se lanzan por las suyas a esta empresa. La lógica de jefe de distrito en estos dos casos también es diferente,Grosso necesitaba legitimarse para ser futuro Intendente de Buenos Aires, designado por el Presidente hasta la reformaconstitucional de 1994, y De la Sota, necesitaba ratificarse como candidato a gobernador en su provincia para el año1991. Ambos, que recientemente habían construido su referencia distrital (1985 y 1987 respectivamente) no podían serarrollados por el huracán Menem.  En este sentido a Menem se le facilita la reestructuración del peronismo, porquecomienza a recibir a los primeros adelantados de la renovación. En términos generales, por cooptación se entiende lacapacidad de un grupo de seleccionar al que va a incorporar en su seno, y mantenerlo controlado dentro de loslineamientos que el mismo grupo se da para que éstos no provoquen modificaciones sustanciales. La cooptaciónpersonalizada de los desgajamientos renovadores le allana la tarea a Menem, puesto que es más convenientenegociar de a uno, que negociar con la renovación en su conjunto que tenía una fuerza estructural importante. Además,esta forma le permitía controlar la estructura partidaria donde Menem no tenía absolutamente ningún peso.  La cooptaciónno sólo obedece a una política menemista, sino que también encuentra explicación en la metodología de quienes deducencon que siempre es conveniente estar en el bando de los ganadores. Esto es parte también de la decisión de ciertosdirigentes de “salvar” su posición personal, en la creencia de que si no lo hacen ya vendrán otros de sumismo sector para conseguir el acuerdo que ellos desperdiciaron.Los endebles equipos técnicos del menemismocomienzan a recibir, una vez aclaradas las aguas electorales, el aporte de quienes habían trabajado para laRenovación.   Notas1 Para este cálculo tomamos en cuenta el Congreso de septiembre de 1983 hasta la proclamación deCafiero como presidente del Partido en enero de 1988.2 Los mismos fueron: Santa Fe, Chaco, Formosa, Salta, Jujuy.Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, San Luis, La Rioja, La Pampa, Chubut y Santa Cruz.3 Antonio Cafiero: Lacrisis justicialista. Clarín, marzo 1985. En Antonio Cafiero: Testimonios del 45 y del 2000 también. Bs. As. Nuevo Hacer -Grupo Editor Latinoamericano. 1995. Pág. 42.4 Antonio Cafiero: Obra citada. Pág. 43.5 Idem.6 Idem.7 Arturo G.Armada: “Hondeon de la Pampa: juntos somos menos”. En Unidos N° 6 Bs. As. agosto 1985. Pág. 13,15 y16.8 Idem. Pág. 17.9 Antonio Cafiero: Obra citada. Pág. 53 y 54.10 Antonio C. Morere: “Peronismo cuadro desituación”. En diario Clarín 9 de marzo de 1986. Pág. 811 Diego R. Guelar: El pueblo nunca se equivoca (Losdirigentes a veces si...). Editorial Sudamericana. Bs. As. 1988. Pág. 9112 Idem. Pág. 96.13 Hugo Barcia y NorbertoIvancich: La traición de Ali Baba. Bs. As. Baires Edita. 1991. Pág. 36 y 37.14 H. Barcia y N. Ivancich: Obra citada. Pág.40 y 41.15 Idem. Pág. 41 y 42.16 Para esta parte final se ha tomado básicamente el texto citado pero sintetizándolo,en sus capítulos 2 a 4.  

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