Nombramiento de René Avilés Fabila como Prefesor ... · as grandes instituciones son reconocidas...
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harca de noé
ENRiqUE FERNáNDEz FASSNACht
RECtoR GENERAl DE lA UAM
as grandes instituciones son reconocidas por
la calidad de su quehacer, entendida como el
valor de lo bien hecho; sin embargo, su gran-
deza reside también en reconocer que no son entes abs-
tractos y que su reconocimiento se debe en realidad a
las aportaciones de su gente, que es a la vez su mayor
capital.
Es por ello que las grandes instituciones tienen ade-
más el valor de la generosidad, para valorar y reconocer la
trayectoria y las aportaciones de quienes las engrandecen,
y es por ello también que son reconocidas socialmente.
Como gran institución, nuestra universidad tiene el
valor de la generosidad para reconocer a quienes se han
destacado en el desempeño de las funciones universitarias,
como es en esta ocasión el reconocimiento como Profesor
Distinguido a René Avilés Fabila.
El desempeño sobresaliente del profesor Avilés Fabila,
adscrito al departamento de Educación y Comunicación de
esta unidad, no sólo ha sido reconocido mediante las dis-
tinciones previas otorgadas por la Universidad, sino tam-
bién por las otorgadas por otras importantes institucio-
nes nacionales y extranjeras relacionadas con las actividades
sustantivas universitarias.
Ejemplos de ellas son los nombramientos honoríficos
como miembro del jurado en el Sistema Nacional de Crea-
dores de México y de la Sociedad Europea de Cultura, en
Venecia, desde 1996.
Después de la espléndida presentación de la carrera
del profesor Avilés Fabila, no osaría reiterar su trayectoria
en el campo de las letras, la literatura y el periodismo críti-
co, de importantes connotaciones políticas y sociales, en
las que articula su experiencia como investigador de la
comunicación y de las estructuras de poder.
El profesor René Avilés Fabila ha sido distinguido por
integrar de modo destacado, en su quehacer universitario,
las tres funciones sustantivas de la Universidad: la docencia,
la investigación y la preservación y difusión de la cultura.
Sin embargo, su contribución más notable es sin duda
a la función sustantiva universitaria de la preservación y
difusión de la cultura.
El reconocer esta labor muestra que la Universidad no
sólo es un espacio de creación de nuevos conocimientos
científicos y tecnológicos, sino también de creación cultu-
ral, y le da a la tercera función sustantiva su justo valor, al
lado de las funciones de docencia e investigación.
Reconocimiento y celebración van juntos. Celebremos
pues el nombramiento de René Avilés Fabila como Profesor
Distinguido de nuestra querida Universidad Autónoma
Metropolitana.
Muchas gracias.
México, D. F. 28 de abril de 2010
Palabras del Dr. Cuauhtémoc V. Pérez Llanas en oca-
sión de la ceremonia de profesor distinguido, otorga-
do al Lic. René Avilés Fabila
Buenos días.
Dr. Enrique Fernández Fassnacht
Rector General de la Universidad Autónoma
Metropolitana.
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Nombramiento de René Avilés Fabilacomo Prefesor dist inguido de la uAm
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Mtra. iris Santacruz Fabila,
Secretaria General
lic. hilda Rosario Dávila ibáñez
Secretaria de la Unidad Xochimilco
Dr. Alberto Padilla Arias, Director de la División de
Ciencias Sociales y humanidades
Dr. Salvador Vega y león, Director de la División de
Ciencias Biológicas y de la Salud
lic. René Avilés Fabila
Profesor Distinguido de la División de Ciencias Sociales
y humanidades
Estimados miembros de la comunidad universitaria e
invitados especiales.
El acto que hoy nos reúne, es motivo de celebración y
de fiesta para la comunidad universitaria de la Universidad
Autónoma Metropolitana y especialmente para la Unidad
Xochimilco.
El nombramiento que el Colegio Académico hizo en su
Sesión 316, para el lic. René Avilés Fabila, en reconoci-
miento a su destacada trayectoria y méritos académicos nos
enorgullece enormemente.
En los treinta y cinco años de existencia de nuestra
Universidad, el profesor Avilés ha sido un entusiasta y res-
ponsable formador de alumnos de 61 generaciones de la
licenciatura en Comunicación Social. ha tenido la fortuna
de ser emprendedor en este proyecto académico que ha
caracterizado a la Unidad Xochimilco. Es también un nota-
ble escritor, periodista y gestor cultural; forma parte del
grupo de profesores de esta institución que asumieron el
reto y el compromiso de ir construyendo el proyecto educa-
tivo que satisfactoriamente hemos ido consolidando.
El quehacer que tenemos como institución nos enfren-
ta a retos cada vez más complejos, la exigencia que nos pre-
senta la sociedad y el país nos obliga a avanzar aún más en
los campos de la docencia, la investigación, en la preserva-
ción y difusión de la cultura y a trabajar cada vez más con
nuestros alumnos en la vocación del servicio y la transmi-
sión del conocimiento; en el reforzamiento de los valores y
la ética profesional.
Antes de concluir, es pertinente destacar lo que para
nuestra Universidad significa el contar con uno de los auto-
res más reconocidos de la literatura mexicana. Su vasta y
calificada obra, representa un acervo invaluable que enri-
quece a quienes tienen la fortuna de contar con su guía aca-
démica. Narrador y polemista sin igual, juega un papel fun-
damental en la opinión pública nacional a través de sus
columnas en Excélsior y La Crónica de Hoy, así como me-
diante su ya consagrada revista El Búho; asimismo, en la
promoción de un alud de actividades en la Fundación que
bien lleva su nombre y a la cual le dedica recursos y esfuer-
zos para que sea realidad; actividades de la Fundación entre
las que destaca su empeño a favor del Museo del Escritor.
Dicha iniciativa que no tiene precedente, confirma que René
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Caricatura de René Avilés Fabila hecha por Romero
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Avilés Fabila es uno de los pocos casos de artistas mexica-
nos a los que confluyen numerosos quehaceres, los cuales
son desplegados con enorme energía y talento, pues suyo
es el afán del hombre político comprometido que se esfuer-
za en lograr un país más justo.
Reitero mi felicitación al profesor René Avilés Fabila por
esta distinción.
¡orgullo UAM!
Sala de Consejo Académico, 28 de abril de 2010.
Discurso de René Avilés Fabila
¿La investigación sólo es científica o puede ser artística?
No es poco lo que la Universidad Autónoma Metropolitana
desde hace 36 años ha hecho por mí. obstáculos los he
tenido, pero nada infranqueable. Me formé como profesor
en la UNAM, en la Facultad de Ciencias Políticas, donde estu-
ve alrededor de 10 años, pero es aquí, rodeado de compa-
ñeros entrañables, donde pude consolidar lo que llamo mi
tercera vocación, la de maestro, las otras son igualmente
antiguas: la literatura y el periodismo que arrancaron alre-
dedor de 1960. Es en la UAM donde descubro que es posible
fusionar esas tres actividades, donde trato de mostrar la
importancia de la literatura en la formación de un comuni-
cador. Si diera una lista de agradecimientos sería casi infi-
nita. tres décadas y poco más de un lustro es mucho tiem-
po. Baste saber que mi mundo es esta institución, a la que
le debo reconocimientos impagables, desde que el profesor
Romeo Pardo, con un grupo de colegas, decidió hacerme un
festejo por mis primeros 25 años como escritor en esta
misma sala.
hablaba en la conferencia magistral que dicté el pasa-
do 13 de abril sobre cultura y universidad pública, de las
dificultades que tiene esta última para cumplir con la difu-
sión cultural, el patito feo de las tres funciones sustantivas
de nuestras instituciones de educación superior. la inmen-
sa mayoría de los docentes de la UAM y la UNAM, centran su
tarea en las clases y la investigación. Uno, como es mi caso,
en términos generales, le dedica tiempo a la investigación
científica para enriquecer la docencia, pero al momento de
imaginar una novela o un volumen de cuentos, entro en un
proceso de investigación con fines de creación artística que
son poco conocidos y menos respetados. El escritor cuba-
no Alejo Carpentier me explicó, a causa de una pregunta
mía, cómo solía escribir. Es un proceso largo, de años, dijo,
hay que pensar largamente la estructura, el método, la for-
ma. luego diseño los personajes que pueden ser históricos
o simplemente inventados. les doy características físicas
minuciosas aunque no las transcriba y enseguida arranco
un largo proceso de investigación. Para escribir El siglo de
las luces, me vi obligado a releer y leer infinidad de obras
literarias e históricas sobre el XViii y el XiX, libros que tra-
taban del Caribe y Europa, sus encuentros enriquecedores y
sus determinantes desencuentros, cientos de libros de his-
toria, novelas, ensayos. Por largo tiempo los estudié y fui
dándole solidez a la trama, a sus hechos y, desde luego, a
sus personajes y diálogos. Escribí la novela y la corregí una
y otra vez. Fue un trabajo agotador, concluyó el formidable
narrador cubano, dueño del más bello estilo barroco del
castellano. De otro escritor muy distinto, Ernest heming-
way, leí que para hacer sólo un capítulo de novela, lo res-
cribió más de cuarenta veces antes de darlo por concluido.
Algo semejante pudieron decir león tolstoi o incluso
uno de los grandes inventores de novelas históricas, Walter
Scott. Y aquí el asunto puede complicarse porque en este
caso está siendo recreado un asunto o personaje histórico,
con virtudes y defectos, perversiones y actos de bondad
comprobados, y darle a su vida elementos de creación,
inventar quizá para mejorar su vida, quitarle el acartona-
miento de encima, el que la historia suele darle a los héroes
y a los villanos. Sobre estas posibilidades la discusión
es infinita, sobre todo hoy que países latinoamericanos
conmemoran el bicentenario de su independencia y Mé-
xico asimismo el centenario de la Revolución. Pero en este
caso la polémica sobre si es válida la novela basada en un
semidiós o un villano, no nada más está en el campo uni-
versitario, queda también dentro de la crítica literaria. hay
buenas y malas obras de carácter histórico, no importa la
grandeza de un general batallando por su patria, lo esen-
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cial es que la obra esté inteligentemente estructurada y
mejor escrita.
El método en literatura –del que existen consejos, opi-
niones y hasta recetarios– es imposible de utilizar colecti-
vamente. Saber cómo escribe sus novelas o una en particular
Julio Cortázar o Philip Roth, de nada le sirven a otro narra-
dor. Como en el periodismo, decía el periodista Manuel
Buendía, el estilo y el método es uno mismo, las reglas sue-
len no servir, los modelos fallan, las recomendaciones de
manual son insuficientes, no hay posibilidad alguna de re-
petir lo que a Joyce y a Kafka les fue de inmensa utilidad.
Cada quien debe buscar su propio camino, método y estilo,
fuera de otros autores o, mejor dicho, como suma del
trabajo de todos esos autores. Cada uno aportó algo de su
propio quehacer creativo al del nuevo narrador. No es fácil
utilizar adecuadamente a los autores favoritos o realmente
afamados, los que se conservarán para la posteridad, los
que hemos leído durante décadas, siglos. Máximo Gorki y
Silvio Pellico explicaban que escribieron en prisiones, el pri-
mero, incluso, nos dice que las cárceles fueron sus univer-
sidades. El marqués de Sade y Ezra Pound dentro de mani-
comios. De quincey y Charles Baudelaire bajo los efectos
del láudano o el opio. Edgar Allan Poe, truman Capote y
Charles Bukowski, ebrios, tal como Malcom lowry redactó
una y otra vez, obsesivamente, su célebre novela Bajo el vol-
cán. Jack Kerouac y sus camaradas de generación, la beat,
repletos de lSD y marihuana. El poeta español Miguel
hernández lo hizo en plena Guerra Civil de España, en los
descansos que el combate le permitía. Un hermoso libro,
Hablan los escritores, variante de la obra editada por ERA, El
oficio de escritor (entrevistas con grandes autores), le con-
cede la voz a Allen Ginsberg, quien habla detalladamente de
su escritura bajo el influjo de las drogas. ¿Alguien podría
imitarlo? Jules Valles, miembro de la Comuna de París, vio a
las escuelas como prisiones. Nada de ello es didáctico y
menos recomendable, pero a muchos les funcionó. la sín-
tesis que puedo ofrecer a mis alumnos que aspiran a ser
escritores, es muy simple: el método para hacer novelas
consiste en que no hay tal. No es negativo asomarse con
cuidado a las cartas a jóvenes novelistas que Sábato y Var-
gas llosa escribieron, a Cómo se cuenta un cuento de Gar-
cía Márquez, al Manual de creación literaria de Óscar de la
Borbolla o a las entrevistas donde grandes narradores cuen-
tan sus secretos. los resultados serán óptimos o pésimos,
pero en todos los casos diferentes e imposibles de duplicar.
Para ejemplificar este proceso de investigación artísti-
ca, permítanme utilizar mi propia experiencia. Cuando uno
lleva en su haber más de treinta libros publicados, puede
seleccionar un libro para contar una forma de escribir, un
método literario. Escogería mi novela llamada Réquiem por
un suicida, finalista del Premio Planeta, cuyas primeras cua-
tro ediciones se hicieron en España y las siguientes dos, en
México. El tema de la muerte voluntaria no parecía intere-
sarme, ni siquiera por un primo que se mató luego de varios
intentos fallidos. No lo recordaba cuando a eso de los 40
años de edad, decidí internarme en el tema. tenía presente
la espléndida obra de Goethe, Werther, más que otra cosa.
Pensé la historia, quería justificar el tema, el suicidio, rei-
vindicarlo; defenderlo, en una palabra. Requería mostrarlo
como un acto de plena libertad, aunque la idea no es pro-
pia, es de dos narradores de talla, Jean-Paul Sartre y Albert
Camus. Uno no escoge el momento, el lugar ni los padres
para nacer. A cambio, puede seleccionar la hora oportuna,
si así lo quiere, para morir. lo primero fue pensar en el
hombre que se mataría y las razones que esgrimiría para
hacerlo. Mal armado, me introduje en un tema que descono-
cía por completo: el suicidio. Escribí el primer capítulo y lo leí
en Bellas Artes, en la Sala Manuel M. Ponce. Recuerdo per-
fectamente que una señora mayor se acercó y me dijo, le pido
que no vaya a matarse. No señora, repuse, quien lo hará es el
personaje de mi novela. A mí todavía me faltan treinta años
para ser Profesor Distinguido de la UAM. luego lo pensaré.
Me di cuenta que el tono, la prosa utilizada, era correc-
to, pero ¿qué seguía? No mucho más. Mi ignorancia sobre
el tema era casi completa. Así pues, comencé a investigar tal
como un comunicador o un sociólogo lo hacen, apoyados
por un orden y una amplia bibliografía que crece en la me-
dida en que uno va agotando libros, artículos, ensayos y
profundiza entrevistando a los afectados por una muerte
voluntaria o a una persona que sobrevivió a su intento de
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matarse. Comencé por los libros más evidentes o clásicos
como El suicidio de Émile Durkheim; logré, con diversos
apoyos, una amplia bibliografía que incluía historia, trata-
dos científicos sobre el tema, biografías de suicidas, esta-
dísticas de países donde el suicidio tiene una tasa alta y
otras de naciones donde la gente huye de la vida por pre-
siones económicas o por soledad.
la bibliografía y los materiales en distintos idiomas
comenzaron a aumentar. la lista de artistas del más alto nivel
que optaron por el suicidio es inmensa, abrumadora. hurgué
en leyes, novelas, diarios y revistas y fui encontrando un
mundo complejo e inaceptable para los gobiernos, las reli-
giones y para la mayoría de los habitantes del planeta que lle-
gan, incluso, a crear instituciones para combatir la muerte
voluntaria. las novelas y cuentos que relatan historias dra-
máticas o chuscas de suicidas aparecieron ante mis asom-
brados ojos. Supe, por ejemplo, que en Japón el índice de
niños suicidas es enorme a causa de la enorme presión esco-
lar, a la competencia por triunfar. Y que así como en el siglo
XiX los románticos solían matarse por amor, el mal de Wer-
ther, hoy en la Ciudad de México la gente se tira a las ruedas
del Metro por atroces razones económicas.
Supe que el suicidio es producto de una intensa depre-
sión y que es muy raro que un loco llegue a suicidarse, lo
suelen hacer personas cuerdas pero con graves problemas
materiales o espirituales. que no son “cobardes” ni “huyen
por la puerta falsa” como indican quienes gustan de las fra-
ses comunes. Simplemente pierden el gusto por la vida,
como si fueran personajes de Franz Kafka. hice una lista de
suicidas famosos y estudié las causas de su retiro de la lu-
cha política o artística. Recuerdo un libro soberbio del mar-
xista isaac Deutscher, donde trata de desentrañar las razo-
nes por las que Mayacovsky, Esenin o Primo levy acabaron
con sus vidas. ¿Por qué dejaron la vida, la lucha? Primo levy
había sobrevivido a los campos de extermino nazis, ¿por
qué suicidarse?
En la parte periodística, comencé por entrevistar a una
compañera de esta casa de estudio cuyo marido decidió
matarse. Estaba rabiosa, lo detestaba por haberla dejado
sola e inerme, algo parecido a lo que le sucedió a Courtney
love cuando Kurt Cobain dejó de tocar rock para siempre.
Poco a poco hablé con madres dolidas, maridos desconcer-
tados e hijos que no encontraban la razón de la muerte
de un amigo o un familiar. Fue todo un mundo intenso y
sorprendente el que encontré. lo peor fue que durante nueve
años amigos intelectuales, enterados de mi búsqueda, me
aportaron más y más datos, mayor información, me remitie-
ron a clásicos del tema, lo que pensaba Dante o san Agustín
en La Ciudad de Dios. En suma, cuando, me sentí experto en
el suicidio, cuando pensé conocerlo suficiente, escribí el
resto de la novela. Un total de diez años investigando para
escribir unas 200 páginas. ¿Cuántos puntos me dieron por
ella en 1992? Ninguno, ni siquiera el equivalente a un artícu-
lo de los que escribo semanalmente en diarios.
Esto lo cuento, aquí, en una universidad que reconoce a
un profesor que antes de los 15 años de edad se imaginó lite-
rato, pero que por diversas razones estudió ciencia política y
teoría del Estado y escribe periodismo político fundamental-
mente, por una razón muy simple: porque quiero que algu-
nos de mis compañeros sepan que también para hacer fic-
ción, novelas, cuentos y poemas hay que leer mucho e inves-
tigar sin medida, igual que lo hace el investigador científico.
No hay ni inspiración ni musas revoloteando sobre el autor.
hace años la UNAM me publicó un libro de relatos breves: Los
oficios perdidos, entre ellos estaban dos: el de gladiador y el
de pirata. Ninguno tiene más de tres páginas, pero para
redactarlos me vi obligado a leer mucho más de diez libros.
Necesitaba saber por qué y cómo surgieron y cómo llegaron
a su fin dos oficios que me parecen espléndidos por el cora-
je. Contemplé, digamos, al pirata surcando el mar en plena
libertad, impulsado por su valor y audacia.
Es decir, en arte, también se investiga, no es grave que
por esa novela no me hayan dado puntos ni haya justifi-
cado mi tarea como investigador. los parámetros son
diferentes. Me vienen a la mente las imágenes de Picasso
y Pollock ante sus respectivas telas, meditando larga-
mente cómo llenarán el espacio con figuras y colores for-
midables. ¿Cómo ingresamos a esta tabla axiológica? Un
día, como ya ocurre en otros sitios, será posible que
alguien se titule con una novela, un libro de cuentos o un
reportaje novelado o una investigación concebida como
texto literario.
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MARCo AURElio CARBAllo
El mundo en dos días
o siento, así no puedo ayudarla, señorita Sílfide.
Su ingenuidad e inexperiencia me enternecen al
grado que le daré explicaciones. Desde hace
diez años escribo tres columnas a la semana, trabajo en
media docena de libros y coordino dos talleres de narra-
tiva. En treinta y cinco años debo haber hecho doce mil
entrevistas y las escribí yo. Nunca las hizo nadie por mí.
incluso abandoné el género porque me neurotizaba. ¿Có-
mo autoentrevistarme para su tesis?
también pregunto ¿cómo escribir una tesis sobre “Pe-
riodismo narrativo” en un estado en el cual no se practica?
¿ha visto pocos trabajos con esas características? Pues
entreviste a esos colegas.
En veinte años debo haber publicado quinientas tur-
bocrónicas en semanarios y doscientas cincuenta en perió-
dicos diarios ¿y quiere una selección, ¡de las mejores!? Au-
tocrítico en extremo, podría reprobar la totalidad. No le
diré que es como si escogiera al mejor de entre mis cuatro
hijos porque es una analogía trillada.
Parte de esas crónicas figura en Novios en la barra y
otras miniturbocrónicas y Soconusquenses. Crónicas y sem-
blanzas (Coneculta-Chiapas). los otros libros son Mamá
estaba loca y otras turbocrónicas, (Gedisa-Vila) y Sin nove-
dad en el metro y otras turbocrónicas, (iPN-Fundación René
Avilés Fabila).
En cuanto a la biografía que me pide, ahí está mi auto-
biografía, MAC UNAM-Corunda, colección “De cuerpo ente-
ro”. 1992). Es decir faltan ahí tres sexenios de mi existen-
cia. he dado media docena de entrevistas para tesis. Nunca
me he negado.
Ahora bien, recibí su correo ayer martes y le contesté
ayer mismo. Debo hacer todo ese trabajo y enviárselo ¡el
viernes!, porque entregará el borrador de su tesis el lunes,
advierte su segundo correo. Cinco días. tendría que sus-
pender todo, acaso sin comer y permanecer en vela para
cumplir semejante compromiso. Yo podría teclear el borra-
dor de una novela, un mundo, en cuarenta y ocho horas o
en setenta y dos, de tres cuartillas o de noventa.
Entre más rumio esta situación menos la creo. Me re-
sulta asombrosa. ¿Así son ahora las escuelas?
Espero que reciba cuanto antes este correo, Sílfide, y
tenga tiempo de buscar a otro entrevistado que le constru-
ya ese mundo en menos de cuarenta y ocho horas. Sin
duda su Dios la ayudará. El mío me susurró al oído: “Yo
tardé seis días”, o ¿fueron siete?
Todos a cantar en Los Pinos
Aquella carta abierta de un cantante dirigida al presidente
llamó la atención de los “leeperiódicos”. Un veinteañero de
currículum parvo informa que ha representado al país, can-
tando por el continente. Así que tiene derecho a gorjear en
los Pinos, y al brindis con horchata, por su edad.
Procede la encuesta para saber qué porcentaje de ar-
tistas ambiciona recibir ese reconocimiento, si lo fuera. lo
cual es fácil. lo difícil es determinar quiénes tienen méri-
tos, y si el presidente escogería, ¿o debe oírlos a todos?
A los veinte años uno quiere beberse el mar a puños o
comerse el mundo a tarascadas. Con los fracasos pones los
pies sobre la tierra. te ubicas, dicen ahora, en la canija rea-
lidad real.
Pero ¿quién es ese Joaquín Sabina (61 años) que como
ciudadano del mundo hace declaraciones sobre el país de
san José Alfredo Jiménez, como lo llama él, y que dio cobi-
jo a santa Chavela Vargas? ¿Cómo, siendo de otro país, le
abren las puertas de los Pinos y no a mí?
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Esas preguntas pudieron habérselas contestado los
padres o su representante. A lo mejor sí y le insuflaron el
ego con el repugnante gas de la envidia. organizaron la
polla y compraron espacio en el diario. Él firma la carta pero
una mujer es la responsable. Es decir ¿lo pagó un partido
político?
Pobre chico si nadie le dijo que primero debe triunfar.
Ya hizo méritos, arguye. El trío de huastecos que ensordece
a los parroquianos, desde hace años, en los jardines de
Coyoacán, ni a tlalpan ha viajado. hay que ser un favoreci-
do de la burocracia. Ése es el problema cuando el gobierno
apoya a ciertos artistas. Si hoy viajan a sueldo mañana
reclamarán los Pinos como escenario.
Juanga sólo pidió cantar en Bellas Artes, pero antes lo
hizo en los camiones. A Pedrito infante lo obsesionaba
ligarse a una chorreada y no cantarle a Ruiz Cortínez. A lola
Beltrán, las serenatas para su torero y no para Díaz ordaz.
Un escritor le preguntó a Adolfo Bioy Casares (ABC) cuán-
to tiempo debía “darle” a la tecla para tener éxito. “los prime-
ros cuarenta años son los difíciles”, dijo ABC. El poeta José
Emilio Pacheco (71 años) cenó con el rey de España, luego del
Premio Cervantes, tras medio siglo de escribir. Descreo que
arda en deseos de leer nada en los Pinos. qué güeva.
¿quién despachará como presidente en el 2050? Sepa.
El mandatario podría invitar a un competidor del muchacho
ése que reclama un palomazo en los Pinos.
Ratones de hotelPara Damaris Disner, a la memoria
de su señora madre.
Neurótico por su mezquindad abandoné esta vez el hotel
de Barbaria, maestro Montaño. El primer día quise abrir la
puerta del trescientos y pico y nada. Clamé serenidad y
mascullé maña ¡no fuerza! la camarera abrió con su llave.
Está reportada, dijo. Por la noche, en penumbras, sobrio, lo
reintenté. habían cambiado la cerradura, pero un cretino
me dio la misma vieja, pinche llave. Bajé y retrepé humean-
te las empinadas escaleras. tardé en abrir. te dan copia.
quién sabe cuántos cientos de veces deberá encajarla el
cliente para lograr lo que el cerrajero debió hacer con su
estúpida lima.
El restaurante sigue en el sótano. Sientes los tres pisos
apachurrándote. A treinta y cinco grados, apagan el clima si
no hay clientes, y oyes música grupera a cien decibeles. En
el sur, la tierra de la marimba, a miles de km de la mata de
aquella música. Maldita globalización.
No había mojarras a veinte km del Pacífico. ¿Pollo con
mole? Sí, pero no pechuga. ¿qué quiere?, preguntó la coci-
nera, manos en jarras, altiva, encarando al huésped exigen-
te. Muslo. Sí hay, dijo. No. Eran tiras de sospechosa pechu-
ga reblandecida bajo un mole frío y grumoso. la cuenta
llegó en trozos de papel. la propina es en “efe”. ¿Cómo la
calculo? lo que usted guste, dijo el mesero. ¿Gusto? Son
porcentajes.
El primero de mayo el figón estuvo cerrado. Vaya aquí
a la vueltecita, dijo el botones. Años atrás, un 25 de diciem-
bre, lo mismo. El letrero tamaño esquela estaba pegado en
la puerta. la familia y yo buscamos dónde...
Debieron informarle, señor Feldespato, dijo la encarga-
da, de gafas, sin verme a los ojos. De tarde, dos jovencitos
presumen, mamones, de hacer varias cosas al mismo tiem-
po. hablan por el celular y te arrojan la llave de la cerradu-
ra vieja. Una chicharra llama al botones en cada piso. Suena
como alarma sísmica o como silla eléctrica activada. Si
estás dormido, ¡zas!... El buzón de sugerencias carece de
papel y lápiz.
tú sabes, maestro Montaño, que soy experto en hote-
les porque me encantan, como a Nabocov. Par de ratones de
hotel. Escribiré Lolita II.
la chica de la mañana, siempre con la vista baja, me
extendió hoja y bolígrafo para que descargara mi neurosis.
Por fin, ella levantó la vista y tras las gafas graduadas des-
cubrí ¡una perra conjuntivitis! Alguna vez la pesqué en
Barbaria. le tengo pavor. Ante el espejo, te ve el mismo dia-
blo cabrón.
Oficio, arder
Cuando se me vino a la mente el título “oficio, arder” para
el epílogo de un libro mío, pregunté a mi alrededor si no
habían leído ese título por ahí. No, me contestaron. Debí
haber preguntado más allá... Así que con las prisas y la
irresponsabilidad del reportero estresado mantuve aquellas
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dos palabras al final de Soconusquenses. Crónicas y semblan-
zas (Coneculta-Chiapas). hace poco intenté meter orden en
varias pilas de libros. Entonces lo encontré y me fui de espaldas.
Se trata de Oficio: arder. Obra poética 1982-1997, de Efraín
Bartolomé. Caray. Sólo fui distinto en el uso de la coma.
El texto, mi texto, que dedicaré a Efraín Bartolomé en
la segunda edición, es el siguiente:
“lo mejor que me ha pasado ha sido soñarme, des-
pierto, escritor. Pero antes debía ser reportero, intuí, para
tener experiencias y enseguida escribir historias cortas o
largas. En la costa de la selva, en el Soconusco, siempre
hubo escritores. Pero bajo aquel cielo verde no me crucé ni
con poetas ni con narradores, en la segunda mitad del siglo
pasado. Debí salir al mundo en pos de ellos y de las viven-
cias, y para sanar de regionalismo. En casa había libros
suficientes. tardé años en aprender lo fundamental, con-
centrado en dominar el oficio como autodidacto. la des-
ventaja de ese método es su lentitud.
“también me distrajo eludir los estorbos con los cuales
tropiezas de pronto. Un pariente, una mujer, un jefe, un diz-
que amigo. De viejo tomé conciencia de que ya no vives
como los demás cuando decides ser escritor. De haberlo
sabido en la niñez, me ahorro el desgaste que implica des-
prenderte de los convencionalismos y del bagaje inútil. En
positivo, esos estorbos rinden experiencias aprovechables
en las historias. quién sabe qué habría pasado si los obstá-
culos me hubieran hecho morder el polvo. Estaría muerto o
sería un costal de ochenta kilos de amargura…
“Cuando menos lo intenté. Pero estoy insatisfecho por-
que sé que puedo superarme todavía unos puntos arriba de
lo conseguido. la competencia es conmigo. Aprendes a
escribir cada texto, lo que sea, en el género de la narrati-
va. también logras vivir distinto. Pero debes llegar al mun-
do con un fuego interno, con una flama. la mía opera al
rojo vivo y nadie me la ha apagado. A veces, cuando vivo
o cuando escribo, ardo como una pila de leños bien
secos.”
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hUGo E. SAÉz A.na serie de escándalos azota al papado de Be-
nedicto XVi. Una de las puntas del iceberg se reve-
la en los casos de pederastia cometidos por sacer-
dotes, que incluyen a algún obispo y al coro del propio herma-
no de Joseph Ratzinger. las cifras son impactantes: 2000 niños
abusados por curas en irlanda, 4000 en Estados Unidos (y uno
sólo de ellos, Murphy, a 200 niños sordomudos). Cientos más
en italia, Austria, Suiza, Ale- mania. Pero el mismo Papa está
acusado de haber contribuido a encubrir la acción de clérigos
perversos en Estados Unidos, Alemania y otros lugares. la
carta abierta que el Papa dirigió a la iglesia en irlanda intenta
ponerle paños fríos a la candente situación. Por lo menos en
esta misiva se reconoce que los culpables deben comparecer
ante tribunales civiles, en lugar de la vieja estratagema de
negar las acusaciones considerándolas infundios para des-
prestigiar a la iglesia, al tiempo que se desplazaba a los acusa-
dos a otra diócesis.
otro punto de conflicto representa el extinto fundador de
la legión de Cristo, Marcial Maciel, encubierto por el Vaticano
durante decenios, quien gozó de la protección de Juan Pablo ii
y se benefició de los oídos sordos que la Con- gregación para
la Doctrina de la Fe (antiguo Santo oficio) prestó a las denun-
cias en su contra cuando era encabezada por el entonces car-
denal Ratzinger. El periodista Jason Berry obtuvo la informa-
ción que revela el hecho de que Marcial Maciel y algunos
sacerdotes de su congregación repartieron por años “sobres
con dinero en efectivo y dieron regalos a oficiales de la curia”
romana. tras su muerte siguieron apareciendo denuncias
documentadas que impidieron el ocultamiento de su perversa
conducta de pederasta, violador y padre de dos hijos y una hija
en sendas familias clandestinas.
Una carta de 1985 firmada por el mismo Joseph Rat- zin-
ger confirma que, en sus funciones de prefecto de la
Congregación para la Doctrina de la Fe, se opuso a la destitu-
ción del cura Stephen Kiesle “por el bien de la iglesia
Universal”, según se argumenta en el texto. El documento,
escrito en latín, forma parte de la amplia correspondencia
entre la diócesis de oakland (California) y el Vaticano sobre el
caso Kiesle. la diócesis había recomendado la destitución del
cura acusado de abusos sexuales en 1981, el año en el que
Ratzinger fue nombrado jefe del organismo de la iglesia al que
compete la disciplina de los religiosos. El prefecto se limitó a
sugerir al obispo que brindara apoyo paternal a Kiesle. Como
se expone a continuación, el problema de la iglesia no es
coyuntural sino que afecta a su anquilosada estructura de fun-
cionamiento.
En Argentina la separación Estado-iglesia es muy en-
deble o casi inexistente. la constitución política de 1853 estu-
vo vigente hasta su reforma en 1994, salvo cuando los golpes
militares registrados desde 1930 interrumpieron su vigencia.
En la primera se establecía como requisito para ser presidente
de la república profesar la religión católica, apostólica y roma-
na. En la nueva ley fundamental se eliminó esa condición, pero
en el ambiguo artículo 2o. se declara que el gobierno federal
sostiene el culto católico apostólico romano. A consecuencia
de ello, por ejemplo, la celebración de las fechas patrias con-
templa una misa a la que acuden las autoridades civiles en el
territorio de los tres niveles de gobierno. Así, el cardenal Jorge
Bergoglio, un crítico permanente del actual gobierno y miem-
bro activo de la oposición de derecha, presidirá un solemne
tedeum el 25 de mayo cuando el país celebre el bicentenario
del inicio de la independencia, en abierto desafío al gobierno
federal, por lo que la presidenta ha optado por asistir a un ofi-
cio religioso en la Basílica de luján, cuya virgen es la patrona
de los argentinos.
Agréguese a lo anterior que la última dictadura militar
(1976-1983) inundó las aulas universitarias con crucifijos y
otras imágenes religiosas. la protesta de los títulos universita-
rios se continúa haciendo por dios y los santos evangelios.
quienes en su momento elegimos el juramento “por mi honor
y por la patria” éramos detectados por los servicios de espio-
naje político como sospechosos de actividades co- munistas
Frente a esta situación, Vicente Reale ha propuesto literalmen-
te estas medidas:
“• que se elimine del texto de la Constitución Nacional la frase
´el Estado Nacional sostiene el culto católico, apostólico, roma-
U
Sancho
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no´ y todas las consecuencias que de esta frase derivan.
“• que se inhabilite la posibilidad de que, en los or- ganismos del
Estado, se preste Juramento por Dios y los Santos Evan- gelios.
Esto por tres razones: porque en la mayoría de los casos ese
Juramento es una mentira y una blasfemia; porque se está en un
ámbito público laico (de todos); y porque el/la creyente, según el
mandato de Jesús, no debiera jurar por nadie y por nada. Debe
bastar su palabra.
“• que progresivamente se vayan quitando de los lugares públi-
cos ´todos´ los símbolos (sociales, políticos, religiosos e ideoló-
gicos) que no representen a la totalidad de los argentinos.”
lo que resulta asombroso de esta propuesta es que
la haga Vicente Reale, quien en realidad es un sacerdote de la
iglesia católica que seguramente no goza de la bendición de
sus superiores en la vertical monarquía absoluta que constitu-
ye la Santa Sede. El clima entre los altos funcionarios de esta
fe religiosa es sumamente hostil a cualquier indicio de apertu-
ra hacia los nuevos tiempos, que son observados desde un
conservadurismo extemporáneo. En marzo de 2009 un obis-
po argentino miembro del opus Dei sostuvo que la homose-
xualidad es “una enfermedad que se puede tratar y curar”. En
abril de 2010 el obispo de San Carlos de Bari- loche ofreció
ayuda a una joven de 17 años violada que había obtenido auto-
rización judicial para abortar. Por supuesto, la ayuda consistía
en sermones para que la mu- chacha desistiera de su intención
de interrumpir un embarazo no deseado por obvias razones.
En contraste con estas actitudes, al obispo Juan Carlos
Maccarone (de Santiago del Estero) el Papa le aceptó de inme-
diato su renuncia, presentada en 2005, a raíz de que se difun-
dió un video en el que se lo muestra sosteniendo una relación
homosexual. No hubo investigación ni se le protegió ocultando
la información por la sencilla razón de que se trataba de un
dignatario comprometido con la causa de los pobres.
Por último, una perla digna de la colección teratológica
más espantosa. El obispo castrense Antonio Baseotto sugirió
en marzo de 2005 que el ministro de salud de Kirchner mere-
cería ser arrojado al mar por repartir preservativos, en macabro
símil con las operaciones de exterminio llevadas a cabo por las
fuerzas armadas argentinas en contra de miembros de la opo-
sición política, detenidos clandestinamente y torturados en
auténticos campos de concentración. Sus opiniones discrimi-
natorias también incluían a musulmanes y judíos. A muchos
integrantes de la cúpula católica no les cayó muy bien que la
presidencia de la República decidiera destituirlo del cargo.
Con todo, el problema de esta organización eclesiástica
con la modernidad data de antiguo. El papa Juan XXiii (Angelo
Giuseppe Roncalli) entendió algo fundamental para la iglesia
romana que él encabezó entre 1958 y 1963: la necesidad de un
aggiornamento. Aplicando su modesto origen campesino trajo
aires renovadores a la iglesia: redujo los estipendios excesivos
de cardenales y obispos, tomó contacto directo con niños
enfermos y con presos de las cárceles italianas, mejoró las con-
diciones de trabajo de los empleados del Vaticano, nombró car-
denales indios, africanos y el primero de nacionalidad mexica-
na (José Garibi Rivera). Aunque también cabe reprocharle un
detalle negativo que lo inclinó hacia Estados Unidos en la gue-
rra fría: en 1962 excomulgó a Fidel Castro. Su carisma fue
determinante para que el talentoso director italiano Pier Paolo
Pasolini le dedicara su película El evangelio según San Mateo.
El Concilio Vaticano convocado por Roncalli debía cumplir
con esa tarea del aggiornamento, que el Papa definió en estos
términos: “quiero abrir las ventanas de la iglesia para que
podamos ver hacia afuera y los fieles puedan ver hacia el inte-
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Roger Von Gunten
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rior.” Y, pese a que murió antes de concluir el magno evento, en
algunos aspectos se lograron avances, como el hecho de que la
misa se impartiera en la lengua de los feligreses y que el
ambiente generado por el diálogo del Concilio diera lugar a la
reflexión de los teólogos de la liberación, quienes manifestaron
la opción preferencial por los pobres.
No obstante, la Santa Sede arrastra pesadas rémoras de
siglos que no se atreve a modificar, aun cuando está pagando
un precio muy caro por el desprestigio que le acarrea la con-
ducta de muchos de sus miembros. la actual crisis de la iglesia
Católica podría definirse en los mismos términos que utilizó
aquel recordado papa: una contradicción entre adentro y afue-
ra, entre conservadurismo y renovación, entre tradición y
modernidad. la última monarquía absoluta de occidente se
resiste a aceptar un cambio de los mecanismos que le han per-
mitido sobrevivir más de dos mil años. Esta contradicción se
expresa por lo menos en dos campos: la existente entre dere-
cho canónico de corte mo- nárquico absoluto y derecho demo-
crático del Estado; y la que se da entre una moral represora del
cuerpo y la libertad basada en la ciencia.
Un caso peculiar representa el cardenal mexicano Nor-
berto Rivera Carrera, que en una de sus desafortunadas inter-
venciones lanzó una original teoría jurídica: “Nosotros, pasto-
res del pueblo de Dios, tampoco podemos obedecer primero a
los hombres y sus leyes antes que a Dios; toda ley humana que
se le contraponga será inmoral y perversa, pues al ir contra su
voluntad termina por llevar a la sociedad a la degradación
moral y a su ruina.” Así que, en virtud de este decreto, por enci-
ma de las constituciones políticas de todos los Estados del
mundo, se sitúa la constitución teológica del espacio celestial.
¿Dónde quedó eso de dar al César lo que es del César y a
Dios lo que es de Dios? Cuando los fariseos le mandaron pre-
guntar a Jesucristo si era lícito que los judíos, dominados por
los romanos, pagaran tributo al César, aquél pidió que le pre-
sentaran una moneda; al ver que en ésta aparecía la imagen del
emperador, el interrogado respondió con la célebre frase men-
cionada. El reconocimiento del Estado laico provendría, enton-
ces, del propio fundador de la iglesia nombrada como univer-
sal, varios de cuyos miembros se resisten a someterse a la
autoridad gubernamental si ésta no coincide con sus intereses.
la arrogancia de la jerarquía católica, una virtud empresa-
rial que Jesucristo denunció como pecado, se desprende de una
especie de falsa democracia de la fe. Me explico. Al saber que
su religión es profesada por la mayoría del pueblo mexicano,
los dignatarios se sienten con el derecho de dirigir a la nación
entera, aunque en esto chocan con un principio político de un
Estado laico. la separación de la iglesia y del Es- tado repre-
senta un puntal de la estabilidad política. Un párrafo del artí-
culo 130 de la constitución política mexicana lo establece con
meridiana claridad:
los ministros no podrán asociarse con fines políticos ni realizar
proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o asocia-
ción política alguna. tampoco podrán en reunión pública, en
actos del culto o de propaganda religiosa, ni en publicaciones de
carácter religioso, oponerse a las leyes del país o a sus institucio-
nes, ni agraviar, de cualquier forma, los símbolos patrios.
Ahora bien, los votos de castidad, pobreza y obediencia se
cumplen con irregularidad en el interior de la iglesia. En el con-
tenido del primero de estos hay una negativa a reconocer el
sexo como un impulso natural en el ser humano. Su represión
sólo conduce a extravíos y deformaciones que se están mani-
festando en la conducta masiva de miembros del culto. Con
respecto al segundo, es célebre la anécdota de un humilde
párroco al que le mostraban el boato de la universidad de
Navarra administrada por el opus Dei. Cuando lo interrogaron
respecto de la opinión que le merecía la institución, éste habría
respondido: “Si esto habéis hecho con vuestros votos de
pobreza, no quiero imaginarme lo que habréis hecho con vues-
tros votos de castidad.” los legionarios de Cristo también
ostentan fortunas inmensas amasadas con sus proyectos edu-
cativos. El voto de obediencia es el más estricto, porque ante
cualquier intento de cuestionar la autoridad “infalible” del papa
se recibe de inmediato una sanción.
Por último, las posiciones oficiales de la iglesia en temas
de sexualidad no son compartidas por muchos fieles, que lo
expresan en público y otros que no las honran en privado.
Combatir la píldora anticonceptiva, considerar que la homose-
xualidad es una enfermedad, defender el celibato de sus minis-
tros, juzgar como antinatural los matrimonios entre personas
del mismo sexo, y oponerse al divorcio, son aspectos que
merecen una amplia discusión en el que se involucre al con-
junto de la iglesia. Un diálogo sin posiciones fundamentalistas
y sin exclusiones es la clave para avanzar en una reforma de
esta anquilosada institución religiosa. En caso contrario,
muchos de sus acólitos continuarán buscando opciones en
otros cultos que están más cercanos a las aspiraciones huma-
nas en este agitado siglo XXi.
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lUz GARCíA MARtíNEzA mi madre, en su
cumpleaños
stá sentada en el sillón principal de la sala, una
cobija de lana cubre su cuerpo. Viste una bata de
algodón de color rosa con estampado de flores,
encima un suéter gris. Su rostro enmarcado en un pelo cano
y suave, denota melancolía cuando ve la fotografía en blanco
y negro de su boda, con un hermoso vestido de novia portan-
do un largo velo y un ramo de azahares, junto a Mario, su
esposo, ambos de 25 años en febrero de 1957. En otra imagen
aparece ella sola, en un mercado, con el rostro sonriente;
en una más está su esposo en la entrada a la Basílica de
Guadalupe, con sus primeros hijos, Evaristo de cinco años,
Jorge de cuatro, Alberto de dos y María bebé en brazos de su
padre, al fondo se ve la antigua basílica ya inclinada, son ya
los años 60. Arriba de la chimenea, que divide el comedor
en desnivel, hay una litografía de la Virgen de Guadalupe, que
su esposo conservaba desde muy joven.
Su casa, situada al oriente de la ciudad, en la Delegación
iztapalapa, fue el regalo tan anhelado que le hizo su esposo en
1975: –“él empezó a trabajar de ayudante de yesero hasta lle-
gar a ser contratista, siempre fue muy trabajador”–, es una
hermosa construcción arquitectónica, como un juego de
cubos superpuestos, inmersa entre dos jardines, donde enor-
mes ventanales dejan entrar la luz del día que choca con las
blancas paredes y en entrepaños, libros y objetos en miniatu-
ra: bicicletas, carros, ranas, tortugas y búhos.
Cuenta que le gusta salir al jardín para dar algunos pasos
con su andadera, siempre acompañada de algún hijo, nieto,
familiar o la enfermera. Recién fue operada de una fractura
que sufrió al caer en el baño de un restaurante, “cuando iba a
dar gracias a la Virgen de Santa Catarina Juquila, en oaxaca…
¡Sólo nos faltaba una hora para llegar, pero en cuanto pueda
caminar, iré a cumplir mi manda…!”
Dice con nostalgia que dos personas muy amadas ya no
la acompañan, Evaristo, su primogénito, quien murió hace 14
años víctima del SiDA, así como su esposo Mario, en octubre
de 2007, cuando estaban a punto de cumplir 50 años de matri-
monio y a quien conoció en el Salón los ángeles, “cuando iba
a bailar con mis amigas los fines de semana. Pero estoy siem-
pre acompañada de mis hijos y mis nietos, no me siento sola,
a veces me pongo triste porque ya no puedo hacer mis cosas
como antes, me gustaba ir al mercado todos los días, hacer
de comer, lavar la jaula de mis canarios, y ahora, ya me canso
mucho, no tengo fuerzas, ¡mírame! estoy aprendiendo nueva-
mente a caminar…”
le gusta leer el periódico Milenio porque “trae todas las
noticias de los demás diarios”, pero también lee el “tV notas”,
“Mi guía” y la “Novela semanal”; así como ver televisión, sobre
todo telenovelas y las películas mexicanas que pasan en Canal
4 y los noticieros. Vive con su hija María y su nieto Carlos,
joven de 25 años, a quienes por la noche siempre les pide que
cierren muy bien las puertas y ventanas.
Nació el 29 de junio de 1933 en la ciudad capital. “Mis
padres fueron José Martínez Pichardo que participó en
la Revolución Mexicana y se robó a mi mamá, Anastasia
Araujo de tan sólo 15 años, de una hacienda en Juriquilla,
querétaro.”
El árbol del capulín
“Viví mi infancia en la colonia del Capulín, cerca de tacubaya,
con mis papás, éramos muy pobres. Cuando llegamos a vivir
ahí yo tenía cinco años, era puro llano, sólo habían tres casas,
la del señor Franco, la del señor Manuel Plata y la de nosotros.
“Nuestra casa era sencilla, de ladrillo con láminas de
asbesto, tenía dos cuartos y una cocina donde mi mamá hacía
su fogón y con un pedazo de ocote y un cerillo prendía la leña,
colocaba un comal y se ponía a hacer tortillas… Nos daba de
desayunar y cenar café o té de hojas de limón, tortillas y “abi-
cinias”, unos panes redondos y grandes que nos mandaba
comprar a la tienda del señor Plata, costaban un peso, siem-
pre llevábamos tres piezas que repartía entre todos sus hijos.
E
es su nombre ...Paula
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también compraba azúcar que no era en polvo como ahora,
sino era en bloques en forma de ladrillo.
“Fuimos nueve hermanos pero ahora sólo vivimos cuatro:
Eugenio, Juana, “Chucho” el más pequeño y yo. todos nos
criamos con mis papás, mi mamá nos daba lo que podía de
comer, nos enseñó a querernos y yo fui muy feliz con todos
ellos. En la noche nos gustaba ir al llano a seguir esos anima-
litos que se llaman luciérnagas, nos encantaba agarrarlas y ver
como alumbraban nuestras manos y luego las dejábamos ir,
¡se perdían en el cielo, junto con las estrellas de la noche…!
“también jugábamos las rondas infantiles de antes como
“Doña blanca”, “la víbora de la mar” y “Naranja dul- ce”, ésa
fue nuestra infancia. Recuerdo que nos trepábamos en los árbo-
les, había uno que cuando daba frutos, nos subíamos a cortar
capulines y nos los comíamos ahí mismo, arriba del árbol. “los
reyes magos” nos dejaban a mi y a mis hermanas en nuestros
tenis, unas muñecas de piedra, ¡todas pintarrajeadas! –sonríe–
y a mis hermanos, carritos y camiones de madera…”
La región más transparente
Dice que antes no había tanta inseguridad como ahora, el
cielo era más limpio y el aire era más puro. “Casi nunca nos
enfermábamos, rara era la vez, no como el México de ahora
donde hay mucho ruido y contaminación. Recuerdo las lo-
mas de Chapultepec, ¡ahí vivían puros gringos, puros ricos!,
y veía eso porque estudié en la escuela primaria “Aquilés Ser-
dán” que está cerca del Panteón Civil de Dolores, en la colonia
América y por ese rumbo también, después trabajé de sirvien-
ta desde los doce años, junto con mis hermanas.
“Yo iba a fuerza a la escuela, realmente no me gustaba
estudiar. Mi escuela era de dos pisos con grandes salones, nos
pedían un libro que costaba siete pesos, antes no lo regalaba
la Secretaría de Educación Pública (SEP), era un libro que con-
tenía todos los libros que después dio la SEP. Mi mamá quería
que estudiáramos pero nadie de sus hijos lo hizo, pobrecita,
ella veía como le hacía pero nos compraba nuestros útiles y
nuestro libro; de mi papá no recuerdo que nos haya compra-
do ni siquiera un lápiz, era muy desobligado en ese aspecto.
“Por las mañanas, mis hermanos y yo nos íbamos cami-
nando solos rumbo a la escuela, atravesábamos la colonia
América, por donde ahora está el Colegio America- no y regre-
sábamos de igual forma. No se usaba uniforme escolar, yo lle-
vaba un vestido que mi mamá me hacía de percal, tela de algo-
dón que se veía como sucia, y tenía unas compañeras que
no me querían, me peleaba con ellas porque me daba coraje
que me dijeran que yo era una mugrosa, ¡pero no iba mugro-
sa, la tela estaba manchada!
“Mi vestido era bonito, de una sola pieza, mi mamá en la
cintura le ponía alforcitas, una especie de pliegues para que se
viera ampón y nos hacía morralitos de la misma tela que nos
colgábamos y ahí nos ponía un cuaderno y un lápiz… Nunca
anduve descalza, nos compraba tenis de agujetas que costa-
ban tres pesos y nos hacía tacos de frijoles para el recreo,
tomábamos agua, nunca nos daba dinero, pero a todo nos
acostumbrábamos.
“Estudié también en la escuela primaria “Belén de las flo-
res”, era muy bonita, estaba rodeaba de un gran jardín, cerca
había una fábrica de municiones que ponían en grandes cajas
para los tiempos de guerra, me imagino y cierta vez explota-
ron los polvorines, mucha gente murió. Cuando eso ocurrió,
quitaron la fábrica y la escuela quedó más bonita, recuer-
do que a la hora del recreo, bajábamos mu- chos escalones en
forma de zig-zag y llegábamos a un monte donde jugábamos
y luego otra vez, subíamos a la escuela…
“llegué hasta el tercer año de primaria el cual cursé dos
veces. En la escuela “Belén de las flores”, me dio clases la
señorita María, que llevó a su casa a trabajar a una prima y a
mi hermana Andrea y después yo también entré a trabajar con
ella. Su casa estaba en la colonia del Valle, en Romero de
terreros, ahí también pasé mi infancia…
Los muebles de la casa
“Recuerdo que en mi casa había dos grandes camas de made-
ra que mi papá hizo con tablones y teníamos unas cuantas
cobijas. Nos bañábamos en una tina grande, a puro charolazo,
no teníamos regadera, yo me bañaba tres veces a la semana,
mi mamá pobrecita, no tenía tiempo de hacerlo, siempre esta-
ba trabajando. No había televisión. teníamos un radio antiguo
de madera, después con el tiempo, cuando comencé a traba-
jar, le regalé a mi padre en su cumpleaños un radio pequeño
de metal, que pagué en abonos en una gran tienda que se aca-
baba de estrenar en la avenida insurgentes: “Sears”… El radio
estaba muy bonito, escuchábamos radionovelas, recuerdo
una, La inconforme que trataba de una muchacha que nunca
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estaba conforme con lo que tenía, ¡qué curioso, así ha sido
siempre mi hija María!
“Mi mamá nos ponía a las mujeres a planchar la ropa con
tres planchas pesadas de fierro que poníamos a calentar en el
comal, cuando se enfriaba una, otra ya estaba bien caliente
y así no perdíamos tiempo. ¡No eran como las modernas de
ahora, de vapor!
“Mi madre nos daba de comer casi siempre caldo de res,
compraba un kilo de retazo para que le alcanzara y nos servía
un pedacito de carne. Nos sentábamos a comer en el suelo,
alrededor de ella que estaba hace y hace sus tortillas en el
comal. Mi papá no tenía hora para llegar, él trabajaba de jardi-
nero. ¿qué curioso? ahora también me gusta comer junto con
mis hijos y mis nietos cuando vienen a verme, siempre lo
hacemos en la cocina, a pesar de tener un comedor grande,
todos en banquitos se sientan a mi alrededor y platicamos de
muchas cosas…”
Los ramitos de flores amarillas…
“Recuerdo que mamá tenía en el patio de la casa plantas de
nopal, se levantaba temprano y cortaba nopales que ponía en
una canasta y me llevaba con ella a venderlos por el rumbo de
tacubaya, dos veces por semana, muy temprano por la maña-
na. también había unos árboles que daban unas flores amari-
llas muy bonitas que yo cortaba y hacia ramos pequeños, así
salíamos juntas: ella iba con su canasta de nopales y yo con
mis ramitos de flores para venderlos.
“Nos íbamos a vender a una esquina donde había una
peluquería, era la calle de Martí, enfrente de donde está ahora
el mercado y la estación del metro tacubaya. Mi ma- má ponía
unos periódicos en el suelo, sacaba un cuchillo, se hincaba y
sobre una piedrita pelaba los nopales que ´vendía como pan
caliente´. Yo me paraba junto a ella, con mis ramos de flores
que ofrecía a la gente que pasaba, le daba el dinero y cuando
terminábamos de vender, compraba mandado en los puestos
que había en todo lo que ahora es la avenida Jalisco. Regre-
sábamos a la casa ya con la canasta llena de mandado, no
había carnicerías como ahora, la carne la vendían en las casas
donde adaptaban un mostrador. también me compraba unos
dulces muy ricos, los “pirulís”, de muchos colores, delgadi-
tos de arriba y más anchos de abajo…
“Después puso afuera de la casa un puesto de raspados,
compraba un bloque de hielo y un raspador. Compraba anilina
en la tlapalería y hacia las mieles para los helados, ¡le queda-
ban muy ricas!; los sabores eran de tamarindo, grosella, limón,
vainilla y guayaba que ponía en botellas de vidrio transparen-
te. Recuerdo cómo llegaban los niños a comprar y ahí estaba
mi mamá raspe y raspe hielo, después me enseñó a rasparlo y
siempre lograba vender todo, tenía yo como 10 años.”
“Ahora todo es más moderno”, dice, mientras apaga la
televisión con el control, tiene sueño, “a pesar de que a mí no
me gustó la escuela, todos mis hijos estudiaron y mis nietos
también lo están haciendo”. Más tarde le harán un examen de
colon por enema en el hospital General ignacio zaragoza del
iSSStE, “dicen que para descartar una tumoración, pero no sé
que eso…” Pide que la ayude a levantarse para ir a dormir un
poco, se persigna frente al cuadro de la Virgen de Guadalupe,
revisa que sus pajaritos estén ya en el jardín y comienza a
caminar con su andadera, despacio, muy despacio, rumbo al
estudio que ha sido adaptado como su recámara.
la veo alejarse mientras observo una fotografía también
en blanco y negro que está en una mesa de centro, donde ella
está a los 30 años muy sonriente, con su hermoso pelo negro
ondulado, cargando a una bebé de tres meses, su primera hija,
María de la luz, e imagino a aquella otrora niña vendiendo sus
ramos de flores amarillas, ramos cuyas hojas forman cada uno
de sus recuerdos, sus vivencias, sus anhelos y sus sueños…
Paula es su nombre… Paula Martínez Araujo,… ella es mi
madre…
Ofloc
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MiGUEl BAUtiStA
xiste una valoración del Movimiento de in-
dependencia de 1810 como la gesta patria que
nos desunció de la Corona Española abriéndo-
nos las puertas de la libertad. Así fue efectivamente: inició
la patria de los americanos como nos llamaban nuestros
pro-hombres el camino de su desarrollo independiente con
la proclamación de leyes que irían dibujando en el mapa de
nuestra vida cívica nuestros valores, por ejemplo, la aboli-
ción de la esclavitud por Miguel hidalgo y Costilla. Al des-
cribir dichos valores patrios los héroes daban constancia
de un pensamiento social válido para los mexicanos y aún
más: Daban muestra de que el Reino de la Nueva España
estaba interiormente maduro para colocarse entre las
naciones capaces de gobernarse.
Estudioso, libertador y profeta, educador de su pueblo,
Miguel hidalgo tiene dimensiones de leyenda y realidad: la
faceta del héroe humano, cura de pueblo y caudillo que nos
recreara la patria de todos los días en una gesta que hoy
recordamos con admiración y que –bien visto– nos hace
apasionarnos por ella. El presente Siglo Veintiuno nos mue-
ve a la recordación en tono distinto, por cierto contexto
histórico actual totalmente diferente de aquella historia
patria. Pero el mensaje de los libertadores está ahí, presto
a la recordación y aún a la polémica, como corresponde a
una Nación como México que está viva.
Como conclusión de 200 años de vida independiente
observamos que no hemos fracasado en el trabajo de cons-
truir una Nación. lo somos vital y profundamente y los tro-
piezos actuales de diferente índole son sólo parte de las
vicisitudes y victorias a partir de las cuales habremos entre
todos de edificar nuestro destino en el Siglo Veintiuno.
Pues de México se acostumbraba hablar sin reticencias
como de un país disfrutable por sus paisajes de tonos cla-
ros y verdosos, amarillos y ocres, donde la gente morena
vivía y dejaba vivir al visitante extranjero, las delicias de la
buena comida, de mucho picante como fuego pero al fin
parte de las bondades de una tierra acogedora y grata. Se
veía a México sin suspicacias por su conformación pobla-
cional salvo el machismo muy arraigado y cierto carácter
rijoso de su gente en ciertas regiones como Guerrero,
Jalisco, etcétera, etcétera. Nuestro país hace una veintena
de años tenía cartas credenciales ante el mundo como su
política exterior, el petróleo en abundancia y hasta la can-
ción ranchera, que cual trofeos propios alejaban al país de
los conflictos internacionales, haciéndolo pasar por una
nación pacífica y progresista. Y ya puestos en el plano del
elogio no faltaban viajeros que nos veían como un Paraíso
por su hospitalidad, adobando el clima subtropical de altura,
es decir, cálido y templado durante todo el año salvo el
invierno. Un “Paraíso” que sin embargo más de un sociólogo
calificara de contradictorio, internamente desgarrado, social-
mente fallido, por los millones de pobres y marginados.
El país de hoy, de la segunda década del Siglo XXi ha
cambiado social y culturalmente porque no ha corregido la
pobreza, aumentando sus cargas, sobre la sociedad. Cul-
turalmente se encuentra anquilosado, la cultura popular
vive de reminiscencias como el legado de una antigua na-
ción, con la cual mantiene una relación incierta y ambigua.
El México de hoy vive de los despojos del pasado; el pre-
sente y el futuro se dibujan en el horizonte como turbios e
inquietantes fantasmas...
Al arrancar las hojas del calendario en los primeros
días de este 2010 viendo calles inseguras, escuelas conver-
tidas en salones de párvulos ayunos de civismo, institucio-
nes sumidas en la repetición de las mismas frases e idénti-
cas crisis de probidad; hasta llegar al punto de quiebre de la
confianza pública, nos preguntamos si la Nación Mexicana,
a sus doscientos años de independencia, y más de cien de
vida institucional, no se nos ha evaporado entre las manos,
¿Fantasma el México institucional que cobija año tras año
a más millones de pobres con la promesa de su redención
social como otro cambio de piel que quisiéramos para el
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Elogio de la Independenciay la Revolución de 1910
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país, para la gente, para el pueblo? ¿Fantasma el México del
Narco que se pasea por las calles, plazas y el subsuelo de
los Estados Fronterizos del Norte, cual un duende malhada-
do y maligno destruyendo a las instituciones de la Repú-
blica? ¿Fantasma la ciudadanía que cual víctima de sus pro-
pios fallos, se presenta como rehén de toda calamidad? ¿El
retrato de México en blanco y negro, sólo rotura del tejido
social, falta de participación ciudadana, desgano cívico?
¿Peligro de que ese fantasma se enrute a la destrucción de
instituciones, gente, interrogándose por el porqué, pero
sólo interrogándose? la discusión de estos temas puede
ser buena por sus efectos: sin duda existe entre noso-
tros una clase política y una élite que han dado muestras de
ideas, y eficacia en la vida pública al palpar la realidad
del país.
la Nación Mexicana cuenta en su haber con un cúmu-
lo de experiencias que como la independencia y la Re-
volución de 1910 significan las líneas maestras de su de-
sarrollo histórico. En otras palabras: la trayectoria de los
mexicanos y su casa –el Estado– tienen momentos lumino-
sos de avance y consolidación del progreso. la paz interna
es por ello nuestro bien más preciado. las instituciones del
Estado Mexicano, se pueden leer como claves y señales de
lo que se debe continuar y romper institucionalmente. la
misma sociedad civil, si revisa sus antecedentes, encontra-
rá las huellas de los pasos que ha dado para emanciparse,
constituirse de manera pacífica ante los poderes estableci-
dos. Y de esta manera leer en su propia historia de la socie-
dad civil la lección de democracia e intervención que hoy le
hacen falta, para ganar adeptos al ejercicio de iniciativas
sobre los grandes problemas nacionales...
Pues la divisa del momento, la orden del día, parece ser
la de ¡Democracia a la vista! ¡toda la cultura política a la
ciudadanía! ¡Mexicanos a participar en la obra de reedifica-
ción del país perdido, ganado, orientando a la igualación de
todos en la ley y a la abolición de las condiciones de la des-
igualdad social! ¡Desarrollo económico acelerado y pareja
–la más pareja– distribución de la riqueza generada entre
todos! ¡Por un país de leyes y reglas donde ser ciudadano no
sea un artículo de lujo ni membresía de una clase aristocrá-
tica por sus influencias! ¡Y que el impulso a la educación no
disminuya y con él, el tamaño de las aspiraciones del país,
en el plano de la cultura y el humanismo, prendas no sólo
de los países desarrollados sino de todas las naciones que
se lo ganen educando a su población!
Por eso el México de hoy es también un México Pro-
gramático, prendido al desiderátum de su progreso, porque
de otra manera no se entiende la evolución y el desarrollo,
las ganas de vivir y coronar metas erradicando los fantas-
mas! En Reforma, en el zócalo, ver formaciones del trabajo
y de la ciencia, la técnica y el estudio de lo propio y lo del
mundo! ES lo qUE qUiSiÉRAMoS PARA MÉXiCo EN lA
RECoRDACiÓN DE EStAS FEChAS PátRiAS!
Pues este ensayo se debería denominar “En busca del
México perdido” en el doble sentido: primero por el pasado
que dejamos atrás con la llamada transición Democrática y
estar perdido el rumbo una vez “superado” el antiguo régi-
men político de signo priista. Y segundo porque México
como nación Entera y Mensurable desde el punto de vista
del bolsillo de los mexicanos o sea medible en lo económi-
co, deja un sabor de duda y frustración; se perdió el rumbo
económico, se colapsó el aparato de la Economía, que no
deja respiro a la población que gana el pan diariamente y
día a día ve mermados sus ingresos o carentes de ellos.
¿Dónde está México? lo festejamos, recordamos los aniver-
sarios de la independencia y de la Revolución pero no lo
reconocemos como hábitat, o como patria... Miles emigran
cada año, y el País Entrañable de nuestros ayeres se torna
la Patria Ruda, el suelo hostil a nuestros sueños. En fin, que
como propone el Ejecutivo Federal, Presidente Felipe
Calderón, es oportuno discutir infinidad de aspectos del
México Contemporáneo, pero con el ánimo de quien acude
al llamado del México de la Cotidianeidad, del esfuerzo, y la
gana de aportar no esperando sino la recompensa del bien
común.
Ya que este tipo de fastos cívicos nacionales –la in-
dependencia y la Revolución de 1910 – no son conmemora-
ciones muertas, secas, del alma nacional, sino ocasiones
propicias a la plática cívica que organice temarios alrededor
de los problemas nacionales. Es decir, que se examine el
tiempo histórico, como deuda y compromiso: Esto somos y
ver los antecedentes y frutos de un ser nacional, de una
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patria que se pretende libre, libertaria, progresista y porqué
no lo es para muchos mexicanos. El recuento, la crítica, la
variedad de enfoques de Nuestra historia, todo lo que aloja
el cerebro de los expertos, de los sociólogos e historiadores
debería salir al ágora, al templete y a la cátedra, en un reco-
brar de nuestra conciencia histórica con un interés de la
vida presente, actual, de todos los que forman esta Nación
...
México es lo que es, más sus espejos: los Volcanes y las
Pirámides; Fray Alonso de la Veracruz y Sor Juana, hidalgo
y zapata, Vasconcelos y Villa. Esos nombres no se nos
hacen humo sino condensación de la memoria histórica.
Pues nada es simple en la historia de un pueblo como el
mexicano si se tiene la gana de entenderlo: Sor Juana habla-
ría hoy por las mujeres si viviera respondiendo a sus inquie-
tudes y vivencias como Madero hablaría a los políticos
advirtiéndoles de los riesgos de cualquier retroceso en la
política democrática y popular. Nos igualamos a quienes
grandes o pequeños, comprendemos y ésa es la idea y el
sentido que deberían tener las conmemoraciones históricas
que nos ocupan...
México en una nuez: Vocación por la libertad, indepen-
dencia, anhelos de superación individual y colectiva, conti-
go, con él, con nosotros tres...
la historia de esta nación empezó como un pueblo
trashumante que llegó a establecerse en las tierras deno-
minadas de Aztlán. Y ese dato de la memoria nos conmue-
ve y emociona todavía, como raíz y semilla, la buena his-
toria que nos cuentan los sabios. la independencia nos
habla de una gesta de libertad, de autonomía. Bien hace-
mos en recordarla. la Revolución de 1910 nos otorga epi-
sodios de lucha e inconformidad, que hoy interpretamos
desde la óptica de nuestros derechos y libertades. Bien
también por celebrarla. he ahí el fundamento de nuestra
convivencia, posible armonía y civilidad. Ése es México, de
ahí que tengamos razones suficientes para recordar los fas-
tos de la historia con emoción y alegría. la gloria que cabe
a México es haber vencido todos los obstáculos puestos a
su desarrollo independiente por la historia, la Colonia y el
Rey de España que nos gobernó con predominio y sujeción
extremas.
El mérito del pueblo mexicano, haber buscado su cami-
no hacia la Era del Desarrollo de la Modernidad con tesón
e iniciativa sin paralelo. la independencia nos abrió las
puertas a la libertad y a los tanteos de nuestro auto-des-
arrollo y gobierno propios. la Revolución nos indicó clara-
mente las fuerzas que había que liberar en la misma socie-
dad que forjamos para hacer posible la convivencia:
Justicia Social y Convivencia Pacífica. Y ahí vamos dando
los tumbos de la actual violencia pero con la decisión de
una enorme convicción: Somos una Nación, una comuni-
dad humana que ha experimentado en carne propia la crea-
ción de la máxima expresión social: El Estado, tan en cam-
bio y discusión.
hemos de concluir: “¡México es más grande que sus
problemas!” Entre las mascaritas sonrientes de la cultura
olmeca y huichilobos, el cruento, el sangriento, ¿quién ga-
nará la partida?
Francisco Tejeda
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RoBERto BRAVo
okio de noche es deslumbrante, el autobús que
lleva del aeropuerto a la ciudad por tres mil
yenes (quinientos pesos mexicanos), sube por
pasos a desnivel y segundos y terceros pisos y pueden
verse los edificios iluminados. la vista es hermosa. los ras-
cacielos, cuando hay niebla en los últimos pisos, adquieren
un encanto especial. la ciudad puede considerarse la
metrópoli del siglo veintiuno, como Nueva York lo fue en el
XX y Paris en el XiX. Francia, con Paris dictó la moda en Eu-
ropa y el mundo en edificaciones, avenidas, bulevares,
moda y arte, hasta ser desplazada por Estados Unidos con
Nueva York. tokio parece una copia de Manhattan, pero es
mejor. Es nueva (fue casi escombros durante la Segunda
Guerra Mundial), no es hostil; es relajada y más limpia.
Es necesario estar más del tiempo destinado por los
recorridos turísticos en un país para conocer a su gente. lo
que uno ve y admira de sus artistas en los museos y en
las calles, son manifestaciones de personas excepcionales. las
comodidades de Japón dependen del dinero que se lleve, y
la atención y cortesías dependen del lugar donde te en-
cuentres.
El exceso en la cortesía oculta miedo a los demás, o
desdén, una barrera que se impone para que los otros no
invadan un mundo que no tiene qué defender, lo mismo
que la prepotencia, es producto de la vulnerabilidad. los
japoneses mientras están trabajando son corteses, y a
veces lo son excesivamente, porque para ellos es más
importante su objetivo que su persona, se convierten,
como lo predica el budismo zen en el objetivo mismo, en la
meta a conseguir y el medio para lograrlo. hay que recor-
dar a los pilotos suicidas (Kamikazes) de la Segunda Guerra
Mundial, y tener presente a los hombres bomba que luchan
en Medio oriente (israel e irak). En osaka pregunté a un
empleado de la estación si del andén donde estaba salía el
tren a Kioto. El conductor lo pensó un momento y me dijo
que sí, y se fue. Después de cinco minutos volvió para
decirme que se había equivocado, que era en otro lugar, me
ofreció una disculpa y volvió a irse. Por esta cortesía labo-
ral, uno puede sentirse seguro y tranquilo en donde esté, y
en todos los almacenes los japoneses conservan sus moda-
les y su amabilidad. En Ginza, en la tienda tiffany, en su
interior, una de las paredes es muy bella y entré para verla
de cerca. Un empleado elegante, cuando me acerqué al
muro para tocarlo, se acercó y me dijo: Es cristal de roca.
Sonrió orgulloso.
hay tres tecnologías en el mundo que son equivalen-
tes en lo general en cuanto a calidad: la estadunidense, la
europea y la japonesa. El director general de una fábrica
me contó la historia siguiente:
“–había que comprar una máquina nueva para ampliar
la planta y pedí cotizaciones a tres empresas, una estadu-
nidense, otra alemana, y una japonesa. Cuando tienes tres
opciones y las tres te dan lo mismo, escoges la que te cues-
te menos en todos los sentidos.
la mejor opción para la empresa fue la japonesa, y ésa
se compró.
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T o k i o
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Antes de comunicárselo a los otros proveedores, se
presentó el alemán para conocer el resultado y se lo dije. El
alemán puso cara de no creerlo y preguntó por qué:
–Porque es más barato.
–Pero éste es un producto alemán, vociferó indignado.
–Su producto da a la empresa lo mismo que el estadu-
nidense y el japonés, pero el japonés es más barato y es el
que compraremos.”
El alemán le dijo enojado que era una estupidez com-
prar el japonés y se fue azotando la puerta.
Actitud es una disposición hacia los demás, es ponerse
en la situación del otro y ser congruente.
los japoneses saben perfectamente que si como
comprador tienes otras alternativas, como seas tratado
dependerá que regreses a hacer un negocio con ellos o a
visitarlos. Ésa es una actitud no solamente inteligente si-
no necesaria en el mundo mercantil, y ellos, lo han
demostrado, son excelentes comerciantes.
No se trata de producir bien nada más, se trata de pro-
ducir cosas buenas y venderlas.
Es moda ahora hablar de normas de calidad, de lide-
razgo, de superación, excelencia y éxito, pero nunca de acti-
tud, y la cortesía y buenos modales lo son.
llegar a migración en Narita, es diferente a llegar a otros
sitios donde el visitante es tratado con suspicacia. los em-
pleados son amables, te hacen dos o tres preguntas. te piden
que escribas las respuestas que no contestaste en el cuestio-
nario de entrada al país, y te desean una feliz estancia.
Narita es un aeropuerto funcional, sencillo, limpio y sin
alardes, o al menos esa parte que corresponda a las llega-
das desde Estados Unidos fue lo que vi.
tokio, en la noche, deslumbra por su belleza urbana.
Foto tomada por Roberto Bravo
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MARthA ChAPA
hora que estamos por celebrar el Bicentenario
de nuestra independencia Nacional, debemos
resaltar la decisiva participación de la mujer en
esa gesta heroica:
De hecho, en los textos históricos tan sólo se mencio-
nan unos cuantos casos, por lo que se ha justipreciado la
presencia femenina en toda su dimensión.
Si bien, nos remiten con frecuencia lo mismo a Josefa
ortiz de Domínguez que a leona Vicario o Gertrudis Bo-
canegra, en todo caso no van más allá de una treintena de
nombres.
En contrapartida sabemos que fueron muchas más las
que tuvieron un papel destacado y determinante, ya no di-
gamos las miles de voluntarias que lucharon en el movi-
miento, bien fuera garantizando el abasto, llevando infor-
mación confidencial, defendiendo a la familia o tomando
las armas.
Al igual, las ideas libertarias y democráticas que empe-
zaron a fluir en el nuevo continente desde el siglo XViii con
los enciclopedistas europeos permeaban de hombres a mu-
jeres y viceversa, generándose una conciencia social pro-
gresiva que rompería con los sistemas monárquicos e im-
periales.
la mujer se impregnó de esas ideas propias del huma-
nismo y así se adhirió a las causas independentistas, tanto
en pensamiento, como en lucha, resistencia y acción.
todo un movimiento feminista, que aún cuando apa-
rentemente no dejó una huella tan precisa en la historia del
país, jugo un importante papel en su desarrollo.
queda claro entonces que mientras los hombres par-
tían al campo de batalla ellas desempeñaron el rol esencial
de ver por sus hijos, además de prestar múltiples servicios
a la causa.
De no haberse dado esta participación de las mujeres,
el triunfo de la independencia mexicana hubiera sido impo-
sible.
De acuerdo, a varios estudios e investigaciones, no se
registró un seguimiento documental, porque además de tra-
tarse de tiempos tan azarosos influyó una cultura que des-
deñaba a la mujer.
tendrían que pasar todavía muchos años para que tal
actitud, solapada asimismo por la jerarquía de la iglesia ca-
tólica de esa época, empezara a cambiar e influyera en la
nueva condición social de las mujeres.
Pero ya muchas de ellas habían sembrado las transfor-
maciones que vendrían para favorecer los derechos de la
mujer y la equidad de género.
Por eso, una tarea urgente, justa e indispensable, sería
que todas nos adentremos más en estas historias para
nutrir los cambios que hoy todavía se requieren a favor de
nosotras mismas.
www.marthachapa.net
A
Martha Chapa
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MAX MENDizáBAlcio de la comunidad estadunidense sino de empresarios de
altura, cuya prepotencia amenazó a algunos diputados que
votaron a favor de la aprobación, quienes lo han denuncia-
do. Esto clarifica que las limitaciones sanitarias de millo-
nes de personas significan ingresos inconmensurables pa-
ra las aseguradoras.
n este tercer milenio todavía hay ciudadanos
que creen que los gobiernos se afanan en me-
jorar las condiciones de vida de los pueblos. Si
esto fuera cierto, los políticos dejarían de tener feroces
encontronazos entre ellos: chismes, traiciones, asesinatos.
No habría las gigantescas erogaciones que cada anhelante
a una diputación, a una senaduría, o a la presidencia de un
país, invierten para incrementar su poder, sus riquezas, o
sus delitos. Sin dinero, en esta oropelesca democracia, na-
die tiene la menor posibilidad ganadora de un puesto de
elección popular. El dinero es condición sine qua non para
que el sistema funcione.
otra condición, tan repulsiva o más que la anterior,
aunque soterrada a toda costa, consiste en mantener acti-
va a la delincuencia, a la inseguridad, al desempleo, a la
pobreza, a la enfermedad, al fanatismo, a la ignorancia y al
caos, calamidades que la mayoría de los gobiernos simulan
combatir, pero que son tolerados, pues son indispensables
para sus proyectos políticos.
las reformas a las leyes de salud aprobadas hace unos
días en Estados Unidos, revelan con crudeza pocas veces
vista el agobiante control que sobre la sociedad tienen las
instituciones financieras, específicamente las empresas ase-
guradoras. Cerca de la mitad de los representantes popula-
res (?) votó contra tales reformas, porque no están al servi-
“...me queda la palabra”
E
Juan Román del Prado
Para que el sistema funcione
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Negocio redondo, al igual que el de las armas. Con
cualquier pretexto (comunismo, fundamentalismo musul-
mán, cárteles de las drogas, ataques a las torres de Nueva
York, terrorismo real o inventado, proliferación de investi-
gación atómica de países no primer mundistas), ciertos
gobiernos utilizan a sus ejércitos democráticos para refor-
zar las arcas de los fabricantes de armas. ¿Cómo? Provo-
cando conflictos, inestabilidad y guerras.
Una vez destruidas ciudades y naciones enteras (Nueva
Granada, Angola, Yugoslavia, Palestina, irak, líbano, irán),
los países agresores, causantes de estos ultrajes, ¡ofrecen
reconstruirlos con sus empresas urbanísticas y comerciales
de todo tipo! Y arriban triunfantes al territorio vejado los
McDonalds, los Kentucky Fried Kitchen, los Walmart, Coca
y Pepsi, videos y películas idiotizantes. Y al igual que en
el resto del mundo serán promovidos músicos y artistas
de cuarta categoría, se impulsarán los deportes comercia-
les, las automotrices, las religiones, los bancos y… las ase-
guradoras.
o el negocio de las drogas. ¿Por qué el imperio se
opone a legalizarlas? Porque hacerlo significaría que este
descomunal comercio de los cárteles aliados a los gobier-
nos empezará a declinar.
Y ocurre lo mismo en todas las regiones, por ejemplo,
en nuestro país.
Durante los últimos quince años las compañías asegu-
radoras han tenido un auge extraordinario. Sus ganancias
se inflaron de modo impresionante desde que a los gobier-
nos de la República y de la Ciudad de México se le res-
quebrajó su careta de protectores de la población. Esto
fomentó pasmosamente la delincuencia, se incrementaron
los asaltos, los secuestros, los fraudes, los robos, los delitos
sexuales, los asesinatos, las privatizaciones. tal prolifera-
ción del crimen no hubiera sucedido sin las obvias compras
de jueces, sin los remates de amparos y sin la impunidad
para los adinerados, venalidades que se expandieron en los
tres lustros previos como nunca antes.
De lo anterior se desprende algo obvio: la criminalidad
incrementa las ventas de seguros.
las compañías aseguradoras, propiedad de intoca-
bles super ricos, protegen fundamentalmente en el caso
de México a los Alemán, los Camachos, los Aspes, al Grupo
México, al Grupo Monterrey, a los Salinas saca dólares y los
aztecos, los Azcárraga, los Masecos y algunos más. Son los
selectos, los inmunes y todopoderosos.
Detrás vienen los millonarios comunes. Ubicados en
esa escala privilegiada de clanes que forman parte del cinco
por ciento más adinerado del país. Son simplemente millo-
narios que pueden ser tocados ocasionalmente por la delin-
cuencia, aunque tienen capacidad para solventar costosas
medidas preventivas contra secuestros y asaltos.
Al final venimos en cascada los que constituimos 95
por ciento de la población: clase media alta, clase media
media, clase media baja, pobres y miserables. Somos los
más victimados por la delincuencia.
Por supuesto, en la cúpula se ubican los propietarios de
las aseguradoras, uno de los negocios más característicos
del sistema. Se puede simplificar su descripción diciendo
que se dedican a proteger de diversos males a quienes tie-
nen dinero para costear estos servicios, objetivo que hace
recordar las célebres bandas que en el Chicago de los vein-
tes del siglo pasado vendían “protección” a todo tipo de
negocios, y quienes rechazaban tal custodia eran severa-
mente castigados.
¿De qué protegen las compañías de seguros? De pérdi-
das o daños colaterales que alguien sufra por estrellar su
automóvil, por requerir gastos médicos, por incendiársele
su negocio o su casa, por sufrir heridas accidentales, por
padecer algún desastre que acabó con la cosecha, por hun-
dirse o inundarse la bodega del buque que traía mercancía
de nuestra propiedad, por responsabilidad civil ante terce-
ros, por perder a la esposa, al esposo, a los hijos, a los pa-
dres. tal cúmulo de garantías no se oye mal, excepto que
para la mayoría es totalmente imposible pagar las primas
que cuestan los seguros.
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imaginemos por un momento un país donde el gobier-
no cumpliese su obligación de proporcionar lo indispensa-
ble para el desenvolvimiento físico y educativo de sus habi-
tantes, para su salud, para su seguridad. En ese país las
aseguradoras no serían necesarias. Mas, ¿dónde hallar un
gobierno honrado que cumpla con su deber de garantizar
mínimas condiciones de buena vida para los ciudadanos?
Se aduce tramposamente que los gastos sociales de-
sequilibran los presupuestos de los países. Debe saberse
que la prevención en cuestión de salud evita erogaciones
gigantescas en esta área, lo que aparentan desconocer los
manipuladores de la salud pública.
quienes educan convenientemente a niños y jóvenes,
saben que estos, como su país, resultarán beneficiados a lo
largo del tiempo cuando se aplican medidas preventivas.
Pese a ello, muchísimos gobiernos vetan el acceso a
la instrucción de la mayoría de sus habitantes, por no
convenir a quienes están trepados en la cumbre de la
sociedad.
En resumen, ¿a quiénes conviene la inseguridad, la
agresividad, la pobreza, los latrocinios, el terrible desequi-
librio económico, el caos, la carencia de buenos servicios
de salud? la respuesta es sencilla:
Conviene a unos cuantos multimillonarios dueños de
las aseguradoras; conviene a quienes se enriquecen opri-
miendo a los demás.
En una sociedad democrática y justa no serían necesa-
rias las aseguradoras.
Una sociedad desordenada y corrupta hace imprescin-
dibles a las aseguradoras.
Peter Saxer
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El sabotaje de la realidad
total, si ya la enérgica Se-
cretaria de Energía, doña
Georgina Kesel, quesel o
quesé, puso en circulación la
teoría del sabotaje para expli-
car sin resolver los apagones
en el Valle de México, largo
camino le aguarda a Don Sa-
botaje como justificación de
todos los males del país.
Y como la Kesel es muy
enérgica, tuvo la buena ocu-
rrencia de culpar de sabo-
teadores a los electricistas
del SME, por si los improvi-
sados de la CFE no pueden
evitar que sigan los apa-
gones, que tanto dañan a la
creatividad, sobre todo si se
registran en la colonia Con-
desa, donde viven escrito-
res, pintores, músicos, inte-
lectuales que no pueden usar
sus computadoras y otros
aparatos, si no tienen la
energía eléctrica que la enér-
gica Secretaria de Energía de-
bía proveer.
Es un buen ardid, por-
que frente a todas las inefi-
ciencias del Estado y de sus
funcionarios, siempre se po-
drá localizar a quien sabotea
las buenas intenciones. Si
el salario no alcanza, es
porque los trabajadores se
sabotean a sí mismos o por-
que sabotean las indicacio-
Rruizte
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h
nes del gobierno en el sentido de no
gastar en fruslerías como las tres comi-
das diarias o la renta de una vivienda
(¿por qué no compran una casa, mejor,
y así dejan de pagar renta?)
Pero, si pese a todas las informa-
ciones que el gobierno prodiga, acerca
de la recuperación de empleos, la
creación de nuevas fuentes de trabajo,
la guerra que se va ganando a los nar-
cos, el cumplimiento del lema “Vivir
mejor” –que ya podrían cambiar por
“Morir mejor”–, la provechosa in-
versión extranjera, el reconocimiento
mundial al modelo económico de Mé-
xico y el respeto a los derechos huma-
nos, si pese a todo la realidad demues-
tra lo contrario, pues entonces que se
le formulen cargos y se pida a un juez,
razonable y consciente, una orden de
arresto contra la Realidad, por el delito
de sabotear al gobierno en masa.
La angustia del Apocalipsis
Otra vez “el fin del mundo”
Una vez más el Apocalipsis, aunque
ahora con la aportación mexicana o más
bien calderonian de un quinto jinete, y
con la intención de distraer al mundo
y apartar a la gente del enfrentamiento
de problemas reales, para pasar a la
entelequia del riesgo de morir, porque
alguien –los mayas, Nostradamus, un
pueblo africano, la Biblia– anticipó que
en el 2012, poquito antes de la Navidad,
el mundo se va a acabar.
Nos invaden por todos los medios
con la información, a veces disfrazada
de ciencia, sobre ese presunto final de
la vida, que nos debe llevar a la paráli-
sis, a la inmovilidad, porque ¿ya para
qué cambiar la sociedad, hacerla más
justa, más equitativa, si en un par de
años todo habrá de desaparecer?
¿qué caso tiene reflexionar en el
tipo de gobernante que debe elegirse
en el 2012 para el país, si sólo va a
durar en el cargo veintitantos días?
¿qué sentido se le encuentra a buscar
una buena educación para los hijos si
ya no van a poder ejercer profesión
u oficio alguno? ¿Y para qué legislar en
contra de los abusos bancarios si ni
ellos van a poder cobrar sus intereses
usureros? ¿Y cuál es la razón para opo-
nerse a las nuevas leyes laborales que
quieren conmemorar los 200 años de
independencia con la vuelta a la escla-
vitud y los 100 de la Revolución con el
regreso a las jornadas de 20 horas dia-
rias y las tiendas de raya y la criminali-
zación de los sindicatos? ¿Y qué impor-
ta si los narcos se apoderan del país si
al final ellos tampoco van a subsistir?
¡Arrepiéntanse pecadores: el fin del
mundo se acerca!
la angustia del morir empeque-
ñece todos los demás problemas.
El compadre Mendoza
ojalá programen en diferentes salas la
película clásica de la Revolución Mexi-
cana, que dirigió Fernando de Fuentes
y escribió Mauricio Magdaleno: El com-
padre Mendoza, porque es un filme
que pinta de cuerpo entero al “revolu-
cionario” que prevaleció, el que se ba-
jó del caballo y se subió al Mustang.
Es una película que derrumba el
mito de la transformación bienhecho-
ra de la lucha armada que costó un
millón de muertos, para que a la vuelta
de los años todo quedara igual. Y si la
película es buena, es porque la histo-
ria literaria es de gran calidad, tanta
que por ello nuestro heterónimo héc-
tor Anaya se ocupó de ponderar el
cuento en la sección del noticiario cul-
tural de Radio Educación, Su casa y
otros viajes, que trasmite su colabo-
ración los miércoles entre 9:30 y 10:00
horas de la mañana. Esto fue lo que
dijo y que con su ínsito permiso se
reproduce a continuación.
El compadre Mendoza, ocupa
el tercer sitio entre las 100 mejores
películas mexicanas, por lo que el cuen-
to que da origen a la película, obra lite-
raria de Mauricio Magdaleno, tiene
todas las virtudes para ser tenido como
clásico de la literatura mexicana: la
estructura responde a los mejores re-
cursos retóricos, tiene clase literaria y
establece un canon diferente al que rige
la literatura de la Revolución.
Rosalío Mendoza, El compadre, no
es ningún prototipo de héroe revolu-
cionario, no es líder agrario que lucha
por los campesinos despojados de sus
tierras, tampoco es un hacendado que
se levante en armas animado por ideas
de democracia o justicia y ni siquiera
es el bandido que lleno de rencores
contra la sociedad se sube al caballo
de la Revolución para ajusticiar a los
que han abusado de los pobres.
No, Rosalío es un hombre prag-
mático que se aprovecha de las circun-
stancias: se define como “enemigo de
romanticismos y de suspiritos”. Él ve a
la Revolución, como dicen muchos que
se debe ver la crisis de hoy: como una
gran oportunidad de hacer negocios.
Ni está a favor de los zapatistas
–pues reside en las inmediaciones de
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Morelos– ni en pro de los federales
que persiguen a los revolucionarios
“para limpiar de bandidos la región”.
Él hace negocios con ambos, les vende
desde “un 30-30 hasta una locomoto-
ra”. Y por tales motivos puede invitar a
su casa a comer o tomar un trago a los
zapatistas o puede hacer partícipe de
una fiesta familiar a los federales.
Si esto se asemeja a los negocios
que ahora pueden hacer ciertos perso-
najes actuales que lo mismo comer-
cian con narcos que con federales,
culpa es de la contumaz coincidencia y
no de la pertinaz corrupción.
Mauricio Magdaleno, zacatecano
nacido en 1906 y muerto en la ciudad
de México en 1986, prefigura así a un
pillo que después poblará la literatura
picaresca de México: un individuo sin
escrúpulos, dispuesto a la traición, co-
mo ocurre en su cuento, con tal de
salir adelante en sus negocios.
“la traza de Rosalío, –escribe con
exacta prosa– correspondía admirable-
mente a esta contextura moral. Ni alto
ni bajo, grueso, excelente jinete y exce-
lente tirador; no era general, como él
aseguraba con una jactancia campe-
chana, nomás porque no quería. Un-
tada a la nariz tenía una verruga y entre
nariz y boca el dibujo meticuloso del
bigote, recortado de las puntas”.
Es el retrato de un rufián, que
“sabía vivir bien”, como ya había cono-
cido algunos el vasconcelista Mauricio
Magdaleno, quien de la lucha electoral
había salido –escribió– “entelerido de
odio y de angustia”. Cuento magistral
que prefigura a muchos “revoluciona-
rios de hoy”.
A estos personajes y a estos auto-
res, se les estudia en el taller de Abra-
palabra, al analizar y explicar las obras
y las vidas de los Clásicos Castellanos y
Universales, pues el propósito es des-
cubrir cómo leer, pero leer bien, es una
forma de la felicidad.
héctor Anaya les invita a cono-
cer esta forma no sexualizada de la
felicidad, por la vía sencilla de ENtEN
DER PARA qUE lEER SEA UN PlACER. En
www.abrapalabra.com.mx y en el
5553-2525, les aguarda más informa-
ción sobre los cursos de lectura.
Los serios también ríen
la amplísima bibliografía del semióti-
co italiano Umberto Eco, verdadera-
mente impresiona y eso que a lo mejor
no han traducido todos sus libros al
español.
Pero desde su Apocalípticos e
integrados ante la cultura de masas,
que tal vez fue el primero que se cono-
ció en México, a su Poética de Joyce,
pasando por su Tratado de Semiótica
general, Obra abierta, Semiótica y filo-
sofía del lenguaje y muchos más sali-
dos de su erudición, como su Historia
de la belleza, además de sus novelas El
péndulo de Foucault y El nombre de la
rosa, Eco ilustra como pocos la ima-
gen de un escritor serio, profundo, que
requiere de un lector profesional.
Sin embargo, como todo hombre
sabio verdadero, a Umberto Eco le gusta
reír, si es verdad (como decía el maestro
Salvador Novo) que el humor es la etapa
superior de la inteligencia, su manera de
divertirse con las palabras, lo sitúa en
ese nivel superior.
Un juego verbal, que figura en su libro
Segundo diario mínimo y que llamó
Ircociervos, es de los más divertidos y
desde luego requiere de un lector in-
teligente y enterado, pues combina
nombres de escritores y personajes para
hacerlos aparecer como autores de
libros improbables. la nada díscola
Culta Polaca les convida de este regocijo:
Agatha Cristo Doce apostolitos
Arthur Canon Doyle Estudio fotográfico
en escarlata
Basic Pascal Pensées artificielles
Benedetto Marcel En busca del adagio
perdido
Brahms Stoker Danzas transilvanas
Buffalo Bell A longe distance Colt
Choderlos de laplace las nebulosas
peligrosas
Clark Kant Crítica de la criptoni-
ta pura
Daniel de Poe El doble asesinato
de la calle Moll
Danton Alighieri Güelfos y jacobinos
Dashiell hamlet El halcón danés
Dimitri Schostakodak Sinfonía a colores
Federico Gracián lorca El Socraticón
Fiodor tolstoyevski Guerra y castigo
Franz list Preludios software
Freud Astaire tic tap
Guglielmo Marcuse la radio unidimen-
sional
[Continuará]
Si Dios quiere...
Allá en la prehistoria de la televisión,
existió un siniestro personaje del pe-
riodismo, Carlos Denegri, que motivó
el enojo de los liberales y librepensa-
dores o simples simpatizantes del lai-
cismo, por su hipócrita manera de des-
pedir su transmisión televisiva, pues
invitaba a verlo de nuevo al otro día o a
la otra semana, “Dios mediante”.
hoy sería feliz este personaje que
presumía su religiosidad, a pesar de
que su comportamiento moral dejaba
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mucho qué desear, ya que fue ejemplo
de corrupción, de ignominia y de abyec-
ción frente al poderoso, pero también
de abusos con los desvalidos, como su
esposa a la que agredió constante-
mente, hasta que ella terminó matándo-
lo de un tiro al comenzar 1970.
Porque ya los medios salieron del
closet o del confesionario y ya se atreven
los conductores o locutores a manifes-
tarse creyentes y no dejan de añadir a su
despedida: “Si Dios quiere…”
Claro que se envalentonan con su
Ahora que si el segundo funciona-
rio del gobierno, cree que todo es
“gracias a Dios”, pues mejor que se
ahorren todas las campañas políticas
y que postulen a Dios para todos los
cargos, pero que al mismo tiempo
nos concedan a los ciudadanos terre-
nales la gracia de no pagar impuestos,
ya que “la potencia para prevalecer
y preponderar” la tiene el Estado no
merced a nuestros impuestos, sino
simplemente “gracias a Dios”.
Por lo que hace a los conductores
y a todos los que distribuyen bendicio-
nes, aun sin la titularidad de sacerdo-
tes, habrá que replicarles cuando le
suelten a uno su prédica evangelista y
admonitoria: “Si Dios quiere”, que su
frase es propia de los musulmanes y
habrá que preguntarles “¿Ya te conver-
tiste al islamismo?”
Y es que la gran mayoría de los
que se dan golpes de pecho con su
abierto credo católico, ignoran que
ese “Si Dios quiere” es una calca del
árabe En scha Ala, que significa “Si es
la voluntad de Alá, Si Alá quiere” y por
tanto no corresponde a una máxima
católica o siquiera cristiana.
El Intervencionismo de Arizona
que la decrépita gobernadora de
Arizona, Jan Brewer, haya promulgado
una ley que convierte a los conna-
cionales, con facha de mexicas, en
sospechosos de todos los crímenes,
no debiera sorprender a quien tenga
un poco de conocimiento histórico y
recuerde que a los mineros de Cana-
nea los reprimieron en 1907 unos 257
rangers que de Arizona se trajo un
vendepatrias gobernador de la Sonora
de aquellos años, un tal izabal, quien
sin permiso del Congreso estatal (que
se lo hubieran dado, desde luego) per-
mitió que cruzaran la frontera, inva-
dieran México, los guardianes gringos,
al mando del coronel Rining.
No se sabe cuántos mexicanos
murieron abatidos o lesionados por
los gringos, porque entonces como
ahora las víctimas de la represión ofi-
cial, nacional o extranjera, no se con-
tabilizan y de los daños colaterales no
se sabe nada. No se llenaron entonces
las formas para calificar a la interven-
ción extranjera como “iniciativa So-
nora” o algo parecido, pero el propósi-
to fue bien claro: “Ayúdame a acabar
con estos criminales mineros, que
hasta quieren que se les pague igual
que a los gringos por trabajo igual.
los gringos son otra cosa, porque
ellos vienen contratados directamente
por la Cananea Consolidated Cooper
Company y la empresa minera sabe
qué hace con sus dólares”.
¿que si esto se parece a la reali-
dad de ahora? Peor para la Realidad y
peor para el Ahora.
¡Ay Santayana, cuánta razón
tenías! “los pueblos que no conocen
la historia, están condenados a repe-
tirla”
Roger Von Gunten
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CARloS BRACho
TRANCO I
n este tranco, nuestro dilecto y nunca bien pon-
derado escritor, el maestro Carlos Bracho, al igual
que muchos, millones quizá, de habitantes de
estas tierras, el coraje le lleva a denunciar los malos mane-
jos que los gobiernos panistas, representantes de esa dere-
cha que a lo largo de los siglos han causado tanto daño a
la República. Sí, los gobiernos de derecha con sus violacio-
nes al espíritu revolucionario plasmado en la Constitución
del 17, han provocado un enorme daño a todas las institu-
ciones del país. Y hoy, la zozobra, el miedo, la insensibi-
lidad de los gobernantes ante los reclamos de justicia
del pueblo, el estado de cosas en este país, es más que
lamentable. Pero veamos a dónde nos lleva el ínclito señor
Bracho.
tomaba yo mi caballito de tequila, lo saboreaba, me
deleitaba con él, con su “espíritu” veía un mundo mejor e
imaginaba que las auroras boreales también llegarían a
estos lares. Y mientras María, la bella María, me preparaba
unos chilaquiles –para no olvidar al terruño, para no meter
en el cajón imperialista nuestra comida y nuestra historia-
y ponía unas rebanadas de queso Cotija en el molcajete que
tenía ya su ración de guacamole y las tortillas de maíz
morado me guiñaban el ojo, de una mesa cercana un paisa
me gritó: –“oye, Carlitos, ahora resulta que los diputados
trabajan pensando en nosotros los pobres y chambean
para beneficio de los trabajadores, y que los orondos sena-
dores de la República velan por nuestros intereses y por los
altos intereses de la nación o sea que se desviven creando
leyes para vivir mejor, lo hacen por el bien de México, ¡sí,
Chucha!.”- Y con esto terminó su grito de rabia, con el
“sí, Chucha”. Yo levanté mi copa y le dije que tenía toda la
razón, que el: “¡Sí, Chucha!” que lanzó a los cuatro vientos
calificaba todo lo que en este Mexicalpan de las ingratas
acontece. Y que ese “sí, Chucha” yo lo escuchaba en to-
das las democráticas cantinas a las que asisto. que el “¡sí,
Chucha!” era la voz de los oprimidos. Pero que también, le
dije al compa gritón, que los taxistas y los campesinos y los
estudiantes y las amas de casa y los obreros sin trabajo y
los páisas corridos de sus empleos por el presidente del
empleo, también, al unísono, lo lanzaban al aire; y que si
todos los mexicas inconformes con este gobierno casi fas-
cista y con sus diputados y con sus senadores cínicos, lan-
zaran al mismo tiempo el “¡Sí, Chucha!”, éste se escucha-
ría hasta en los cuernos de la luna. Sí, así es la realidad, mis
estimadas amigas insumisas y no pripanistas, así es. Y es
que la inconformidad popular está en la zona del rojo subi-
do, el índice de coraje está marcando 100, el índice de la
rabia y el descontento de toda la raza de bronce –y los no
tan bronceados- está en los límites más altos de la escala
de medición y paciencia ciudadana. Y estos límites son ya
peligrosos –aunque hemos comprobado que el gobernante
que padecemos ni nos ve ni nos oye-. María vio que las
palabras del compa de la mesa vecina me habían calado
hondo y me tendió sus brazos –solidaria y amorosa que es-
y yo, con el permiso de los compas de Mi oficina, pues no
me hice del rogar y venciendo mi ancestral pudor republi-
cano y rompiendo mis severas costumbres, le di un abrazo
fuerte, apretado, sentido, y ante los ¡oles! y los ¡bravos! de
aprobación y consentimiento de la canalla –lope dixit– que
habitan este lugar de respiro y de divagación y de reflexión
y de ejercicio de libertad juarista y de expresión libérrima
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de los jodidos, atronaron el espacio. Sí, qué lugar éste. Sí,
Mi oficina es grande en ese sentido social. Y bueno, ya recu-
perado el aire –siempre los abrazos de María me dejan sin
aliento y predispone mi cuerpo para tareas mayores–, ya
tranquila el alma después de esos brazos mórbidos de
María, ya después del trago tequilero, pensé en los otros
mexicas que sufren, por ejemplo, el acoso de los solda-
dos en las carreteras, en los ejidos, en los ranchos, en sus
casas, en sus negocios. Sí, los ojos negros como capulines
de María, me hicieron pensar en los miles de los otros mexi-
canos que sufren los golpes de las leyes gringas –la de
Arizona–, que padecen al viajar por las carreteras del otro-
ra México libre, y cuando imagino –los he padecido yo, que
quede claro– las vejaciones que cometen los milicos en los
retenes tratando a jóvenes y niños como si fueran crimina-
les en potencia, sin ver que los criminales viven en residencias
de lujo y visten trajes con corbatas finísimas y que jamás
pasan por estas barreras fascistas. Ante estas villanías autori-
tarias, ante las injusticias, ante la presencia del palo policial,
del fusil aniquilador, de la metralla que mata niñas y niños y
estudiantes, de los crímenes sin castigo que están presentes,
de los robos cotidianos de los que somos víctimas, y ante los
jueces que otorgan amparos que protegen intereses negros y
no patrióticos, ante eso, es claro que los mexicanos golpeados
expresan, ante los discursos del presidente en turno y ante las
declaraciones de los diputados y de los senadores que pade-
cemos, el “¡Sí, Chucha”, truena, retiembla, y toda la República
es sacudida por el grito monumental. Digo ¿No? Vale. Abur.
www.carlosbracho.com
Carlos Bracho
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