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MISERICORDIA DIVINA Asociación de Laicos

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Ario VII Número 291

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"Santuario de Jesús Misericordioso" 153 entre 27 y 28 - Berazategui

( a dos cuadras de la terminal del 98)

:111) LA P UE A DE AMOR Un joven se fue a las Indias en busca de fortuna, y a los pocos años regresaba a Lisboa, cargado de riquezas. - Ahora -se dilo- voy a probar a mis parientes y amigo, para ver si realmente me aman o sólo me siguen por interés. Se puso unos vestidos gastados y pobres y fue a ver a su primer pariente, su primo Pedro. - ¡Querido Pedro!, después de unos años en las Indias vuelvo a la patria desafortunado y pobre, y he pensado en que, por amor a Dios, me ayuda-rías. ¿Puedo quedarme en tu casa por algún tiempo, hasta conseguir algún trabajo con qué mantenerme? - Lo siento, con gusto te recibiría, pero no me queda sitio donde alojarte - exclamó su pariente al verlo tan miserablemente vestido. Y Juan, que así se llamaba este joven, siguió su camino visitando, como a Pedro, a cada uno de sus familiares y amigos que lo conocieron rico y podero so, pero que al verlo abandonado de la suerte, le volvían las espaldas, olvidando los momentos en que habían disfrutado de su casa, su fortuna, sus fiestas. En todas partes le cerraban las puertas al verlo en tan humillante condición. Volvió entonces a su barco, se vistió de lujosas vestiduras y salió a dar un paseo por la ciudad con un gran séquito de criados, comprando una mansión señorial en la calle más importante de la ciudad. Pocos días bastaron para que todo el pueblo hablara de sus riquezas. - ¡Quién hubiera podido imaginarlo! -decían los parientes que lo habían recibido con tanta frialdad, arrepentidos de esa actitud, no por verdadera Caridad, sino por miserable interés material.

- ¡Ah, si lo hubiéramos sabido! Pero no hay nada que hacer ahora. Hemos perdido para siempre tan buena oportunidad. La moraleja de esta historia resulta clara si pensamos que también Jesús muchas veces se presenta disfrazado y se acerca a nosotros como pobre, miserable, necesitado, hambriento, para que le demostremos si nuestro Amor es verdadero, o sólo lo honramos con los labios. No despreciemos estas oportunidades, pues como nos dice el Evangelio, nunca podremos asegurar que servimos y amamos a Dios, a quien no vemos, sino somos capaces de demostrar misericordia con aquellos hermanos que el mismo Dios ha puesto a nuestro lado.

¡NO SEAS FANÁTICO! Esa palabra se dice muchas veces a quienes, convenci-dos de la Verdad cristiana, de la Verdad católica, no quieren quedarse egoístamente con ella y salvarse ellos solos, sino que, fieles al mandamiento de Jesús «Id y predicad el Evangelio. procuran hacer, según sus me-dios, todo el apostolado posible. Se tiene una idea muy rara y extraña sobre lo que es el fanatismo. Indudable-mente quienes llaman fanático a los que hacen aposto-lado no son gente demasiado convencida en nuestra Fe, son más bien gente tibia, en el aspecto religioso, o bien «progresistas» corrompidos, que incapaces de compren-der lo que es el celo apostólico, de procurar salvar almas, sólo se les ocurre llamar fanáticos a quienes llevados de su Fe procuran comunicar este tesoro también a los demás. No me extraña que estos que llaman «fanáticos» al que vive y predica de verdad su Fe, hubieran llamado también fanáticos, o fanáticas, a una Teresa de Jesús cuando en su celo de reformar el Carmelo no se miraba en gastos ni trabajos con tal de fundar monasterios y conventos de monjas descalzas; llamarían también fa-nático a un San Pablo, quien recorrió miles y miles de kilómetros predicando la Buena Nueva, a pesar de las palizas, encierros, cárceles, azotes, naufragios, etc; llamarían también fanático a un San Francisco Javier, quien también recorrió miles de kilómetros, porque la «fiebre» de salvar almas lo devoraba, y no se miraba en trabajos y en sacrificios con tal de bautizar y llevar almas al Cielo; llamarían también fanático a un San Juan de Dios, quien recorría las calles de Granada cargado de ollas y voceando: Haceos bien a vosotros mismos» solicitando limosnas para sus enfermos del hospital, etc. Y es que estos señores que llaman fanáti-cos a los convencidos de su Fe cristiana católica no saben lo que es el celo apostólico y, fieles a su idea: «todo el mundo es buena, se despreocupan de la verdadera salvación de las almas: para ellos el Infierno no existe... ni el Juicio tras la muerte... como Dios es bueno, pues ¡Viva la Pepal... Y así, en su nube, no se dan cuenta de que con sus premisas falsas no tienen base firme: oración, sacramentos, meditación, devoción a María, Rosario, Misa y así, ante los primeros embates de la tentación o incluso persecuciones, se vienen abajo y

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EL SEMANARIO DE BERAZATEGUI Nuevo — sábado, 5 de abril de 1997 abandonan la Fe. Ellos confunden fanatismo con convencimiento, y así también, ya en otros planos, llamarían fanáticos a un Miguel Angel, a un Rafael, a un Murillo, a un Goya, porque siempre estaban pintando y todo lo enfocaban bajo el punto de vista del arte y llamarían también fanáticos a un Pasteur, a un Curie, a un Marconi, a un Newton, a un Ramón y Cajal, a un Edison, porque enfrascados en sus estudios, casi no comían ni dormían, sino que sólo vivían para sus proyectos; llamarían tam-bién fanáticos a los jóvenes que se someten a duros entrenamientos para conseguir medallas olímpicas, etc, etc. Son pobres ciegos, que conducen a otros ciegos: por eso no hay que hacerles caso. Si nuestra Fe católica conven-ce y sabemos que todo no acaba con la muerte, pues hay un juicio rigumsísimo de nuestros actos en esta vida, y tras este juicio se abren dos puertas: salvación o conde-

nación, hay que procurar que ahora, que aún estamos a tiempo, nos salvemos y procuremos salvar a todos los que podamos. Si por ello somos llamados fanáticos, no debe importarnos, a Jesús, Dios hecho Hombre, también le decían que estaba endemoniado. Y si al Maestro lo llamaban Belcebú, a nosotros ¿qué nos espera?... Pero al final caerá el telón y se verá que estos críticos negativos que llaman fanáticos a quienes viven de verdad su Fe cristiana son ellos los que andan en el error, y entonces la vergüenza será suya por no haber sido un «fanático» en la salvación de las almas, y en el camino de la propia perfección; pero entonces de nada le valdrán las lamentaciones, porque el tiempo habrá pasado inútil-mente para ellos. Aprovechemos, pues, nuestras vidas en ponerlas al servicio de Dios y su Reino y la salvación de las almas, y no . hagamos caso a esos perros de hortelano que ni pasan ellos, nt dejan pasar a su amo.

San GERARDO MAYELA Parte 6

Es fácil imaginar la rabia desencadenada del demonio. Éste le tenía un odio mortal al humilde Hermano que le arrancaba sus presas. Una tarde de esas, creyó poder acabar con Gerardo. Sucedió el incidente a eso de fines del mes de marzo de 1752. Monseñor Basta, obispo de Melfl, había expresado el deseo de hospedar a Gerardo durante algunos días en su residencia. El Padre Flocchi acababa de suceder como superior al Padre Cáfaro. Desde el Obispado donde se hallaba, el Padre Fiocchi llamó a Gerardo, a distancia, por la sola fuerza mental, impartiéndole la orden de dirigirse sin demora al palacio episcopal. Poco después anuncian la llegada de Gerardo. Él sabía obedecer a la orden tanto mental como verbal de su Superior. Se vio obligado a permanecer unos días en el palacio en compañía del Obispo. Durante esta estancia, tuvo que trabar conversación teológica de mucho vuelo acerca de los misterios divinos más profundos hasta que el plazo fijado por sus superiores había transcurrido y Gerardo se marchó. Era de noche. Una densa neblina envolvía paulatinamente las serra-nías; Gerardo se extravió. No distinguía nada ni debajo de sus pies ni

arriba por encima de su cabeza: la noche se había cerrado. Andaba a ciegas y a tientas. El caballo avanzaba despacio y asustado. ¡Era la gran oportunidad para el infierno! De repente, Gerardo divisó enfrente un monstruo horroroso que le cortaba el paso. ¡Ahora!, dijo sarcásticamente la bestia infernal, ¿me reconoces? ¡ya llegó la hora de mi venganza! ¡haré de tí lo que me de la gana! Tranquilo como siempre ante al poder del infierno, Gerardo lo enfrenta con firmeza: ¡Bestia horrenda, a quien desprecio, te ordeno en el nombre de la Santísima Winidad...- al solo oír estas palabras, el demonio ruge de terror - en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, te ordeno que me saques de este abismo que estoy bordeando y me lleves recto al camino de Lacedonia sin pedudicarme en nada! ¡Más aún, agarra la rienda del caballo! ¡Adelante! Y, aunque parezca mentira, obligado por la voz categórica de Gerardo, santo de alma pura, clara, apasionada por Dios, el diablo tuvo que prestarle este servicio de guía, aún contra su voluntad, aplastado por el poder de Dios. Eran las once de la noche, cuando llegaron sin peligro alguno a las cercanías del templo de la Santísima Trinidad de Lacedo-nia. ¡Ahí está Lacedonia!, dijo gruñendo el demonio y desapareció sin más, avergonzado y vencido por este santo increíble. co ARA

EL FIN DE UN MASÓN ILUSTRE En la historia de la Masonería debemos distinguir dos épocas: la anterior a 1717 y la posterior a ella. Y a pesar, de que durante el transcurso de los tiempos, la Masonería tuvo una influencia decisiva en los acontecimientos ocurridos en todo el mundo conocido, no es hasta mediados del siglo XVIII en que comienza su verdadera acción destruc-tiva. En 1777 se elaboró el rito francés, que consta de 7 grados distribuídos en 4 series distintas. En 1778 pertenecían a la misma secta o logia: Voltaire, Helvecio, Benjamín Franklin, Condorcet, De-moulins, La Fayette, Danton y Guillotín, el inventor de la guillotina. En otra secta, llamada •amigos reunidos•, estaban Robespierre, Mirabeau y Marat. Al ingresar Voltaire en la logia, el venerable que la presidía le dijo: «mi muy estimado hermano, vos érais masón antes de recibir tal título y habéis cumplido los deberes antes de haber contraído las obligaciones de nuestras manos». Y el historiador de la logia escribió: «nunca, nadie como Voltaire, profesó con mayor brillantez los principios tan queridos de la Institución; Volfaire es el maravilloso obrero de la destrucción, el patriarca de la incredulidad moderna; con su odio más fanático contra el cristianismo, manejando con arte infernal el arma envenenada del sarcasmo y de la ironía, desplegó en su guerra a muerte contra Cristo un odio satánico contra la Iglesia Católica». Él fue el misionero del diablo

entre los hombres. Es el príncipe de la mentira, un masón engreído y presuntuoso que por otra parte pagó tributo con su escalofriante muerte a todas sus torpezas y vicios. El 25 de febrero de 1758, Voltaire, que materialmente aún no era masón, pero que ya se burlaba con su pluma irónica de las cosas santas, escribió a su amigo D'Alembert: «Dentro de veinte años, Dios estará jubilado». Precisamente veinte años después, a fines de febrero de 1778, tuvo Voltaire la primera hemorragia (el primer aviso de Dios). lleno de espanto, hizo llamar a un sacerdote y se confesó. Pero apenas se encontró aliviado, declaró avergonzado ante sus colegas de la Masonería que lo había hecho por broma. Una nueva hemorragia. Esta vez sus «amigos masones» tuvieron buen cuidado de que no se llamara a ningún sacerdote. Voltaire debía morir según su propio deseo: «sin sacramentos, feliz corno un perro». Mas el pobre desgraciado se revolcaba, gimiendo: «¡Estoy abandonado de Dios y de los hombres!». El fin se acercaba. «Siento una mano que me aprieta -gemía Voltaire- ¡y me lleva ante el tribunal► ¡Veo el Inilemomtapadlo!». Desesperado, blasfemando, movió el brazo. Luego un grito espantoso, una oleada de sangre y suciedad salió por la boca y la nariz del moribundo. Voltaire había expirado. Un testigo ocular dijo luego: «Si pudiera morir el diablo. así terminaría». Y su médico de cabecera escribió: «Desearía que todos los que fueron seducidos por las escritos de Voltaire hubiesen presenciado su espantosa muerte.. 'La muerte de los pecadores -como dice la Escritura- es siempre

6 SOLEMNE FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA

L. 7 ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR M. 8 San Dionisio Mi. 9 Santa Casilda J. 10 San Ezequiel V. 11 San Estanislao

PARA RECORDAR EN ESTA SEMANA

ABRIL

S. 5 San Vicente Ferrer

GRAN ASTA

6 de ARPE_

Oraciones a Jesus Misericordioso Ma Crucis. Coronilla Novena)

SOLEMNE PROCESION CON LA IMAGEN MILAGROSA DE LA

DIV1NA MISERICORDIA 16:00 Horas

Llegada a la Ermita de NUESTRA SEÑORA DE LUJAN.

Consagraciones a .SUS MISERICORDIOSO y al Inmaculado Corazon de Maria

Suelta de globos con intenciones Obsequio de estampas a los participantes

Santuario de JESUS MISERICORDIOSO 153 entre 27 y 28 - REPAZATEGUI

INFORMES 256-8846

Página 3 sábado, 5 de abril de 1997 - EL SEMANARIO DE BERAZATEGUI Nuevo pésima. Se muere, ordinariamente, como se vive. el que sin Dios vivir quiere -como dice San Agustín- sin Dios vive, y sin Dios muere». fEntonces me invocarán -dice el libro de los Proverbios- y no los oiré». Que los políticos liberales de finales de este siglo, junto con los filósofos socialistas, banqueros y libre pensadores modernos, graben esta frase y escarmienten -si es que pueden- en cabeza ajena con la muerte de Voltaire, porque cuando uno ve las barbas de su vecino francés liberal cortar, es de personas cuerdas, poner las propias a remojar.

Revista María Mensajera

1 SPECIAL PARA CATEQUISTAS Y CRISTIANOS DE BUENA VOLUNTAD

. LOS SACRAMENTOS: LA PENITENCIA O CONFESIÓN

Además, quien recibe la absolución general, ha de tener también en cuenta que mientras no se confiese individualmente no puede recibir otra absolución colectiva, y que tiene obligación de confesarse privada-mente al menos una vez al año.

5.4. EFECTOS DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA

(Si el impío hiciese penitencia de todos los pecados que ha cometido, y observase todos mis preceptos, y obnase según derecho yjusticia, tendrá vida verdadera y no morirá eternamente; de todas las maldades que haya cometido, yo no me acordaré más» (Ez 18, 21). Es muy triste la condición del alma después del pecado mortal: poseía la Gracia sobrenatural y la amistad de Dios; se encaminaba al Cielo y tenía el tesoro de los méritos obtenidos por sus obras buenas: todo eso lo ha perdido por el pecado mortal. Sin embargo, mediante la virtud y el Sacramento de la Penitencia, el alma consigue la absolución de sus pecados, y todo lo que había perdido le es restituido. La Reconciliación trae al alma un maravilloso caudal de bienes: 1. Infunde en el alma la Gracia Santificante (o la aumenta, si ya se poseía), devolviendo la amistad con Dios. 2. Perdona los pecados, la pena eterna y la temporal (esta última, en todo o en parte). 3. Restituye las virtudes y los méritos. 4. Confiere la Gracia sacramental específica. 5. Reconcilia con la Iglesia. Consideremos ahora en particular cada uno de estos efectos.

corrrnwARA

Vida ciP la Madre Teirea dc) Cal( uta

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Asociación de laicos católicos Casilla de Correo n9 7, Berazategui (1884)

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EL SEMANARIO DE BERAZATEGUI Nuevo - sábado, 5 de abril de 1997

Pero, ¿quién es esa mujer de baja estatura, hábito blanco, toca en la cabeza, que avanza entre las minas cargando niños y enfermos, con sus brazos fortalecidos por una fuerza que va más allá de sus músculos? Cuatro vehículos de la Cruz Roja, guiados por ella han cruzado la frontera de Beirut Oriental, introduciéndose

en la zona de combates más cruentos, para auxiliar a los heridos, evacuando a los pequeños internados del hogar islámico para niños deficientes y enfermos que estaba en ruinas. Llegaron sin pensarlo, con riesgo de sus vidas, siguiendo a esa pequeña imagen viva de la Caridad: la Madre Teresa... CONTINUARÁ

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