Número 12 — la segunda - Museo ABC · 2015. 4. 30. · ni una luz, ni una estrella. Llegamos a...

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  • Érase un Madrid gris marengo y hambriento,de olor a cocido y repollo en el tragaluz de lasescaleras. Érase un Madrid de estraperlo y librosprohibidos, que se leían a hurtadillas en latrastienda de los cafés. Érase una España detedio mediopensionista y tópico plateresco. Éraseun ser seráfico, que estaba a punto de arrancarlea muñonazos la sonrisa a la ametralladora de lavida. Érase, bendito sea, Antonio Mingote, quepermanecerá entre nosotros como la ceniza enla manga de la camisa de un anciano. Esta es lahistoria de “un español sin hiel” (Raúl del Pozodixit), que procedía de la constelación Trabaja,Idiota y No Pares, y de su gente: desheredados,humildes, ninguneados de la Historia, hombressolos, atónitos, que Mingote esculpía como unBuonarroti de la viñeta. Érase un humor deMingote pánico de alindongados, amohinados,barbilindos, currucatos, fifiriches, golillas,lechuguinos, mojigatos, pisaverdes, pudibundos,zangolotinos o zascandiles.

    Érase la vida del maestro Mingote hastaque comenzó a crear su Historia de la Gente…

    Antonio Mingote vino al mundanal ruidoen Sitges un 17 de enero de 1919, hijo del granmúsico don Ángel Mingote Lorente -nacido enDaroca y de ascendencia darocense-, y de doñaCarmen Barrachina Esquiu, de ascendenciaturolense, pero residente, hasta su matrimonio,en Sitges. Amenizó puntualmente el día de sanAntonio Abad. Mientras, por la calle de Jesúspasan los animales que llevan a la parroquia arecibir la bendición tradicional. Alguien sugiereque es un buen augurio. Para contentar lasexpectativas paternales, y las prerrogativas delsanto del día, el bebé es bautizado con losnombres de Ángel Antonio.

    Y RuSIñOl INvENTó SITGES

    Antonio Mingote recordaba así su nacimientodurante la última entrevista que tuvo el honor deconcedernos. Fue durante los meses de marzo,abril y mayo de 2011, en su casa de Madrid, en elMuseo de ABC, en el Retiro, acompañado de sualma, su amor, su mujer, su todo Isabel Vigiola:

    «Je, je, je. No crea usted que hay muchagente que haya nacido en Sitges. No hay muchos,¡eh! Pero nacer en Sitges es importante; Sitges esuna ciudad, es un pueblo que inventó más omenos Santiago Rusiñol. Hizo el Cauferrat, unmuseo que tiene picassos, grecos... Todo eso locreó Rusiñol, que también trajo en procesión unoscuadros, y promovió el único monumento que hayen España al Greco. Figúrese lo que es el Greco,el gran pintor El Greco; en toda España no haymás que un monumento al Greco, que es enSitges. Eso marca mucho [...] En ese pueblo,todavía, ahora mismo hay una cosa “el ramo detodo el año”, y no se lo digo en catalán porque micatalán es malísimo, y son unas chicas que lellevan un ramo de flores a Rusiñol ¡todos los díasdel año! En agradecimiento, porque Rusiñolinventó Sitges, más o menos. Y ahí hay un climade arte, de respeto por el arte, por lo intelectual,que es fantástico. Luego hay otro aspecto, elveraniego, pero bueno eso es otra historia».

    ARAGONéS cOMO lOS “MAlAcATONES”

    Antonio Mingote vive en Calatayud un tiempocorto porque sus primeros recuerdos son de

    Daroca, adonde la familia se traslada en febrerode 1919, y allí aprenderá a andar y a hablar.Desde el balcón de su casa en la Calle Mayorverá la nieve en las montañas, el castillo de SanCristóbal, la muralla, y los pinos. Durante toda suvida, la vista de un pino le traerá a la memorialos pinares de Daroca. Y conservaría una cicatriz,que se hizo al volver corriendo a casa, en uno delos primeros días, del Colegio de los Escolapiosen la Puerta Alta. Dio con su cabeza en unapiedra del quicio.

    En 1927 la familia se traslada a Teruel.Allí es tiple solista en el coro del Colegio de losHermanos de las Escuelas Cristianas -sabía yleía solfeo-, y Ángel Antonio Mingote se rompe lanariz contra un árbol del patio, lo queescachifolla irreparablemente su natural belleza.Crece en ese mundo mágico de una ciudadamurallada con un castillo y unas iglesiasrománicas preciosas, una Colegiata estupenda,fastuosa, un Altar Mayor que era como el deSan Pedro del Vaticano, columnas salomónicas,un órgano, que tocaba su padre, y al que AntonioMingote escuchó alguna vez darle al fuelle.

    En las Escuelas Cristianas, Mingotecomienza a dibujar sus láminas y las de susamigos. Cuando los hermanos Blas y Manuelponían los dibujos en orden de preferencia,algunas veces él estaba el primero, pero nosiempre; en otras ocasiones su dibujo era puestodetrás, pero el que encabezaba la fila era otrodibujo que el niño Mingote le había hecho acualquier amigo.

    AñOS DE DEScubRIMIENTOS Y DE GuERRA

    En 1929 Mingote comienza el bachillerato en losFranciscanos y allí descubrirá la magia delescenario y quedará fascinado por esa belleza,que nunca le abandonó. Su madre le enseña aadmirar con humildad a los admirables y supadre a la Generanción del 98. Su pariente yamigo muy querido Ildefonso-Manuel Gil ledescubre a la Generación del 27.

    Mingote desarena la playa de susdibujantes y humoristas, y desde entoncesguardará devoción a tres Ramones: don Ramóndel Valle-Inclán, Juan Ramón Jiménez y RamónGómez de la Serna. El 17 de julio de 1932, contrece años, dibuja al conejo “Roenueces”, y loenvía al suplemento infantil Gente Menuda, deBlanco y Negro, que lo publica. Y a su abuelo deSitges le envía dibujos de barcas. Ángel Novellasejercerá en el joven Antonio Mingote una sublimemaestría en el dibujo. Él le estará eternamenteagradecido. Volvería a enviar Mingote otro dibujoa ABC, en esta ocasión de Don Quijote, que no sepublicó, para uno de los famosos concursos deportadas de Blanco y Negro.

    1936-39. Dolor y perplejidad. AntonioMingote deriva en requeté y, como tal, se alistapara lo que va a ser la guerra incivil. Pocos díasdespués del 18 de julio, Antonio Mingoterecuerda que presencia, en Teruel, «desde elbalcón de una barbería de la Plaza del Torico laejecución por tiro en la nuca de trece personas acargo de unos falangistas. Llegan noticias defusilamientos de curas y monjas y derechistasvarios en la parte que permanece fiel a laRepública». Antonio se pregunta perplejo en quémundo le han metido, pregunta a la que muydifícilmente podrá contestar.

    Como alférez provisional de la Academiade Ávila, ya oficial se incorpora a la QuintaDivisión de Navarra, que va hacer la campañade Cataluña rompiendo el frente por Lérida. AMingote le llegan noticias de que su madre y suhermana están en Barcelona, en el piso de su tíoSamuel Barrachina, en la calle Muntaner (supadre permanece en la cárcel en Valencia).Y Mingote emprende la conquista de Barcelona.

    Cuando llega a Barcelona, AntonioMingote es ya un bravo alférez provisional de laQuinta de Navarra, del Cuarto Batallón deInfantería del Regimiento de Zamora número 29,lo cual recordaría siempre con mucho cariño.La tropa se detiene en el Tibidabo y al final de lacalle Muntaner, que está en cuesta, vivían sumadre, a la que no veía desde hacía tres años, yprobablemente su hermana. Mingote le imploraa su superior, apellidado Trapero: «Micomandante, tengo que bajar a esa calle».Trapero le pregunta si está loco. Mingote insiste:«Bajo, veo a mi madre y me vuelvo...».

    Le dio tanto la lata a Trapero, que al finalcedió. «Mi comandante, no se enterará», lepromete. Antonio Mingote toma a su asistente,Miguel Flores, asturiano, grande, alto, de suquinta y edad, y baja decidida y marcialmentepor la calle Muntaner.

    Mingote llega a la casa de su tío Samuel,llama, sale una señora, le pregunta por doñaCarmen Barrachina, y le informa de que se haido a Sitges tres días antes. Devuelve Barcelonay retorna al Tibidabo. Esa fue su guerra.

    El joven alférez regresa y le notifica aTrapero: «¡Ya he devuelto Barcelona!». Yrepiquetea: «Comandante, ahora yo le pidopermiso para ir a Sitges, porque mi madre estáen Sitges». Trapero transige a regañadientes.

    Mingote se acurruca en el remolque deun camión hasta un puente, y de allí cuarentakilómetros, casi un maratón, hasta Sitges.Persistente, llega a la casa de su tío Samuel,un caserón con una puerta grande de madera,aporrea la aldaba, y se escucha una voz desdedentro: «¡Mi hijo!, mi hijo». Era su madre la quegritaba emocionada. Mingote vuelve al batallón,que había tomado Barcelona. Cuando seincorpora se había producido un encontronazocon muchas bajas. Y de ahí hasta la frontera,con Montserrat en lontananza. Mingote habíaconquistado la ciudad como un hombre solodesde la perplejidad y el escepticismo. Así nos lorelataba el maestro:

    «Y entonces desde ahí hasta la fronteraya no pasó nada, fue un paseo. Pero yo metragué todo Cataluña, desde Lérida. ¿Usted sabelo que es la emoción de estar, de repente, unamañana durmiendo, era en enero, despertase yver Montserrat, lejos, pero verla? Llegamos a unpueblo que se llama Valls, cerca de Tarragona.Yo solo quería ver el mar otra vez, tenía nostalgiadel mar. Acampamos como a unos ocho, diezkilómetros de Tarragona. Me pregunté: «¡Perobueno, si está ahí el mar, y yo no veo el mar, conlas ganas que tenía de verlo!» Con otro amigomío, con otro compañero, le dije: «Vamos a verel mar”. Pedimos permiso, por supuesto, era unpaseo, ir y venir. Y llegamos a Tarragona a pie.Fue durante la noche más oscura del mundo.Yo creo que hay una manera de comprobarlo:por los calendarios, ya que aquel día debía haberluna llena nueva o algo así, no había ni una luna,

    Número 12 — la segunda —

    HISTORIA DE MINGOTE 

  • ni una luz, ni una estrella. Llegamos a Tarragona,nos asomamos y no vimos el mar, no vimos nada.No lo oíamos. No había luces, estaba todooscuro, total que nos volvimos otra vez, fue unfracaso, no pude ver el mar, lo vería después».

    DE cAMINO A MADRID

    Acaba la guerra incivil, y Mingote se traslada aZaragoza. Se incorpora a la familia. Tiemposdifíciles. Su pequeño sueldo de oficial ayuda.Se matricula en la Facultad de Filosofía y Letras,donde hace dos cursos. Interrumpe su carrerauniversitaria. Ingresa en la Academia deTransformación de Infantería, en Guadalajara,donde se transforma en militar profesional. Allínace su primera colaboración con su inolvidableamigo Ángel Palomino: la revista La cabra, unamanifestación de aire pre o universitario, unperiódico mural, con mucha influencia deLa Codorniz. Humor a costa de ellos mismos,que circulaba entre los cadetes hasta que caíaen manos de algún profesor, que también sedivertía mucho, con las caricaturas y críticas quehacían de ellos. Humor clandestino, perosemitolerado. Durante su estancia allí, quitándoletiempo al estudio de la Táctica y las Ordenanzas,Mingote escribe una novela policiaca, Ojos deesmeralda, con el pseudónimo de Anthony Mask,que sitúa en Nueva York con un plano que veníaen el Espasa.

    Alcanza el grado de teniente de Infanteríay pasa algún tiempo destinado en el Pirineo,aunque muy pronto llegará a Madrid, en 1944.En la capital, Antonio Mingote, que no olvidemosprocedía de la Constelación Trabaja Idiota y NoPares, labora sin tregua y de una manera muydura en unos destinos militares, que no erancómodos; desde profesor en la Academia deSuboficiales hasta capitán de carros decombate. Su día comenzaba a las seis de lamadrugada, guardias, marchas, ejercicios,desfiles, clases...y el descanso del guerrero en supiso, que convierte en refugio de poetas yaprendices de escritor.

    «Sí, el piso estaba en la calle de Vinaroz -confesaba Antonio Mingote a Ángel Palomino ensu Retrato editado por Círculo de Lectores- y allídurmieron y comieron algunos que hoy son genteimportante y entonces no tenían un duro. Yoponía el piso y el suministro, y ellos lo que podían,que era muy poco. Un día llegó allí Gila, con sumujer, y se quedaron a vivir. Poco tiempo despuésles cedí el piso para que vivieran su intimidad sinaquel trasiego permanente de refugiados».

    A sus 26 años, Antonio Mingote ha escritoya una comedia musical, en tres actos, y enprosa, cuya música terminó su padre; haterminado el primer acto de una comedia enprosa pero sin música que, naturalmente, irá aengrosar su colección de primeros actos decomedias decapitadas antes de nacer (laséptima); ha dibujado cuatro o cinco portadaspara piezas musicales de la Unión MusicalEspañola, que le proporcionaron unos duros conlos que alegrar las santas pascuas. AntonioMingote estaba de retén en Colmenar, rodeadode nieve por todas partes menos por unallamada estufa. De los tejados de uralita sedescolgaban unos carámbanos, que parecíanpeces transparentes; para meter una de esastruchas de cristal en el puchero, que tenía

    encima de la estufa, Antonio Mingote tuvo queromperla en cuatro pedazos.

    Hacia final de 1946, un compañero de lapensión donde vivía, amigo también del directorÁlvaro de Laiglesia, lleva sus dibujos a laRedacción de La Codorniz, donde Mingotecomienza a colaborar. Pagan ridículamente, perose divierte. Sus personajes -como la parejasiniestra- se hacen populares, y Mingote hacedibujos y escribe cuentos para la revista dehumor mientras cuida de su madre, inmovilizadapor una embolia. Doña Carmen Barrachinamuere en abril de 1947. Un año después,Mingote publica su novela Las palmeras decartón, junto a ilustraciones de su admiradoLorenzo Goñi. Orgulloso de haber vestido eluniforme, solicita su separación del Ejército.En La Codorniz Mingote permanecerá desde el1 de diciembre de 1946 hasta el 17 de julio de1955, al marcharse a Don José, según los datosque aporta Carlos Villanueva Nieto en su libroMingote. Punto y aparte. El catedrático AndrésAmorós señala que «en esos años, suscolaboraciones fueron habituales, además devariadas: chistes, dibujos, artículos, críticas.Creó el personaje El novel enmascarado, ilustróEl malvado Carabel, la preciosa novela deWenceslao Fernández Flórez».

    Madrid, años cincuenta. Es tiempo delarguísimas horas en el café -Varela, Comercial,Maraca-, de proyectos y charlas interminablesjunto a sus inseparables Rafael Azcona y CarlosClarimón. Mingote vive en la calle Blasco deGaray, pero hace su vida en los alrededores dela Plaza del Callao. Rafael Azcona nunca le viouniformado. Para la convivencia civil, preferíadejar las estrellas en el perchero. Aquellosparroquianos del café dibujaban la vida conrecado de la casa o estilográfica propia; a vecesestaba permitido llevar máquina de escribir,aunque no fuera portátil; incluso en el serviciode «Caballeros» era posible afeitarse, pasarconsulta con un otorrino, tomarse medidas paraun traje y domiciliar las letras para pagarlo,recordaría Rafael Azcona. Era aquel Madridca. 1950, donde los niños empezaban amanufacturarse en el seiscientos y a nacer en lostaxis (Azcona talla), un Madrid de dos millonesde habitantes desde el que Mingote arrastrabaa visitar la Naturaleza del campo a sus amigos,a su adorado Retiro. Lo raro era vivir, y mientrashablaban, Antonio Mingote dibujaba sobre elvelador del café usando como pincel unaservilleta de papel enrollada, empapada en losrestos de la taza.

    Tres años después, Antonio Mingoteincardina definitivamente su relación con ABC.Su debut en ABC será el 19 de junio de 1953, enel número 14.754, con un dibujo que él hubierapreferido que se publicara el segundo día, y noel primero.

    «En el Ejército -recordaba el maestro-conocí a mi amigo Juan Manuel García Vinuesa,que dirigía junto a Paco Muñoz y JosechuGardoqui la agencia Clarín. Paco lleva algunosde mis dibujos al director de ABC, Torcuato Lucade Tena, el primero de los Luca de Tena aquienes debo tanto agradecimiento (El segundo,en mi cronología sentimental, será el padre, JuanIgnacio; el tercero, Guillermo). Torcuato vio losdibujos y me publicó. Soy aceptado. Empecé apublicar en ABC y ya me quedé en ABC. O sea,

    que yo soy fruto del destino, del azar, de unaserie de circunstancias... Comencé a colaboraren ese mes de junio del 53. Pleno verano. ¡Fíjesequé barbaridad! Más de 23.000 dibujos, sin faltarun solo día».

    HISTORIA DE lA GENTE

    La vocación primera de Antonio Mingote fue lapintura, y su pretensión inicial «la de pintar unao varias capillas sixtinas o, en su defecto,preciosos retratos al óleo de señoras guapísimascon collar». Al verse libre de subirse a losandamios, en 1954 Antonio Mingote comienzaa historiar a la gente. «No sé explicarlo, pero yoa la gente la quiero de verdad». En entregassemanales -texto y dibujos- aparece la primeraversión de Historia de la Gente en la revistaSemana, dirigida por Manuel Halcón. Publicadala historia en libro por Taurus en 1955, algúntiempo más tarde hizo de él una síntesis JanRead y, junto con una selección de ilustraciones,vio la luz editorial en inglés y japonés.

    Veintiséis años después –en ese tiempo,Antonio Mingote conocerá a su orden, a suángel, Isabel Vigiola, a su maravillosa vigía–,el 12 de octubre de 1980, el maestro empieza apublicar en Los Domingos de ABC su nuevaHistoria de la Gente, que hoy admiramos en estamaravillosa exposición en el Museo ABC. Elpropósito era «decir las cosas que antes, con lacensura, no pude decir y hacer dibujos, queseguramente no se hubieran tolerado».

    La inolvidable y querida compañera PilarTrenas le preguntó a Mingote en ABC el sábado11 de octubre de 1980:

    -¿Qué ha cambiado fundamentalmente enesta nueva Historia de la Gente en relación conla que usted escribió e interpretó allá por 1954?

    -Pues en veinticinco años se cambia,aunque no necesariamente a mejor. Espero queel texto de ahora que he rehecho totalmenteserá menos ingenuo, y los dibujos másexpresivos. En cuanto a mi concepto del libro,no ha cambiado. He tomado la historia de lagente antigua como pretexto para hablar de lagente de ahora, o sea, para seguir haciendo loque hago en el periódico: hablar de la gente,que es mi tema. Creo que todo el mundo tieneun tema, y el mío es ése, el comportamientoestrafalario de la gente, su capacidad para lasgrandes heroicidades y las enormes tonterías,los aciertos pequeños y los errores inmensos.Pero mi propósito es, sobre todo, hacer una cosadivertida. No tengo más pretensiones, al menosno confesables. Bueno, confesaré una: megustaría hacer ver lo estúpida y cruel que puedeser la Humanidad, sobre todo a esas personasque se toman tan en serio a sí mismas, quetoman lo de homo sapiens al pie de la letra.Todos los fanáticos lo son porque se tomarontan en serio a sí mismos. Mi objetivo no espredicar la virtud, ni la sensatez, ni nada.

    Antonio Mingote continúa en su Historiade la Gente su excelso y sublime trabajoperiodístico, no ha habido otro igual en el mundode la cultura, que ha consistido durante sus 59ininterrumpidos años al pie del cañón en ABCen comentar la conducta de todos nosotros.Interpretar a la gente, que es siempre actual.La política, los sucesos, son eventualidades; lagente es lo permanente. «A veces he tenido la

    — la tercera — Número 12

    POR ANTONIO ASTORGA 

  • + INFORMACIÓNMUSEO ABC Amaniel, 29-31. 28015 Madrid

    T. +34 91 758 83 79 www.museoabc.esMartes a sábado de 11 a 20 horas

    Domingo de 10 a 14 horas

    Número 12 — la cuarta —

    sensación de haber adivinado en un chiste algoque iba a suceder años después; pero no headivinado nada, es que siempre pasa lo mismo.A veces me comparo con tontos que conozco yme encuentro listísimo. Pero prefiero compararmecon Sócrates y eso me empuja a la humildad.¿No dijo Sócrates “conócete a ti mismo”? Tantovaldría, pienso yo, inmodestamente decir:“Compárate con quien valga la pena y procuramejorar lo que puedas”.

    Antonio Mingote concluyó su Historia dela Gente en Los Domingos de ABC el 27 denoviembre de 1983. En la última entrega,Antonio Mingote sostenía que la cultura, lariqueza y el bienestar no han mejorado alhombre:

    «En este tiempo se comenten las mismasbarbaridades que en tiempos de Atila, pero conherramientas más perfeccionadas. Hanaparecido los terroristas, ideólogos de distintasespecies y colores con una característica quelos hermana a todos: la estupidez. Alguientendría que explicarles a esos muchachos quejamás el poder se ha conquistado con elterrorismo (…) Mientras los optimistas aseguranque las cosas irán a mejor, los pesimistasreplican que eso es como pedir peras al olmo,cosa que, según dijo Tono hace tiempo, debede estar prohibida. Porque no es de esperarque la gente deje de hacer en el futuro lasmismas tres o cuatro cosas que ha estadohaciendo hasta ahora; y sobre todo una, quees la constante inevitable: la guerra».

    La Historia de la Gente de Mingote fueun éxito sin precedentes en los anales del humorespañol. Esa es la Historia de la Gente, queahora se exhibe, con toda la riquezas de suoriginales, en el Museo ABC.

    Su compañero de lápiz y papel Máximodibujó a Antonio Mingote, en aquellos años 80,como uno de esos «extravagantes españolesque, contra toda lógica y patriotismo, triunfan envida: Antonio, con su ruboroso aire de inocentemaestro, su elegancia de Gary Cooper de Oxfordy su modestia tan soberbiamente llevada, tieneel desconsiderado honor de ser el número unode su promoción y de las promocionessubsiguientes». ¿Y a qué es debido? Y Máximohabla de la gente de Mingote y de su Historia:«Su éxito se debe a tener de su parte a musas,marquesas, actrices, mozas de cántaro, progresy bañistas de Marbella, con una sola excepción,las señoras gordas, que se confiesan incapacesde entender sus dibujos mientras se chupan elbombón de los dedos; al talento, al trabajoconstante y a su rejuvenecimiento continuo».El de un enorme artista y delicado ciudadano,que siendo maestro universal, ha repartido entinajas carnets de amigo a toda su gente.

    El maestro Mingote se despidió denosotros con una sonrisa, la misma con la quecada mañana subía a su azotea, y con exquisitaeducación saludaba: «¡Buenos días, Gente!»•

    cON lA cOlAbORAcIóN DE