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86 Ángel Rodríguez García-Brazales Óscar Vara Crespo El estado y la teoría económica. Ideas prospectivas del papel del estado en la economía

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El estado y la teoría económica.Ideas prospectivas del papeldel estado en la economía

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enero 2002© Instituto Empresa y Humanismo

Universidad de NavarraISSN: 1139 - 8698

Depósito Legal: NA 638/87Edita: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, S. A.

Diseño y producción: ENLACE Comunicación Multimedia

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Índice

I. Introducción ............................................................................................ 5

II. El pensamiento neoclásico ................................................................... 8II.a. El pensamiento neoclásico hasta Keynes ................................... 8II.b. La teoría económica de Milton Friedman. Libertad de

mercado y estabilización de los precios monetarios comoideal político del neoclasicismo ................................................ 21

II.c. La Nueva Macroeconomía Clásica: el caso de Robert E.Lucas, Jr. ....................................................................................... 34

II.d. Sargent y Wallace: la interrelación de las políticas económicas 41

III. El pensamiento keynesiano ................................................................. 45III.a. Introducción ................................................................................ 45III.b. El pensamiento económico y social de Keynes previo a La

Teoría General ............................................................................... 45III.c. La Teoría General de Keynes ......................................................... 49III.d. Conclusiones .............................................................................. 58

IV. El pensamiento teórico austríaco ...................................................... 59IV.a. El agente económico: la teoría de la acción humana ............. 60IV.b. La teoría de los órdenes espontáneos ..................................... 66IV.c. La política económica ................................................................ 71IV.d. Conclusiones ............................................................................... 81

V. Nuevas reflexiones para la instrumentación de la política económica . 82V.a. Conclusiones generales de lo visto anteriormente .................. 82V.b. Nota sobre los orígenes filosóficos de las concepciones

antropológicas en las escuelas económicas estudiadas .......... 84V.c. Elementos para una investigación sistemática de la

intervención del Estado mediante las denominadas “políticas de estabilización” ........................................................ 88

V.d. Justificación de la política económica ....................................... 91V.e. Prospectiva ................................................................................... 93

VI. Bibliografía ............................................................................................ 98

Notas .................................................................................................... 106

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Nota Biográfica

Ángel Rodríguez García-Brazales es actualmente profesor asociado deTeoría Económica en el Departamento de Análisis Económico, Teoría eHistoria de la Universidad Autónoma de Madrid. Es doctor por la mismauniversidad con premio extraordinario de tesis doctoral y ha sido

Visi-ting Scholar

en la Universidad George Mason.

Óscar Vara, nacido en Madrid en 1967, es licenciado y doctor en Cien-cias Económicas y Empresariales por la Universidad Autónoma de Ma-drid. En la actualidad es profesor de Teoría Económica en el Departa-mento de Análisis Económico de la Universidad Autónoma de Madrid.

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I. Introducción

Uno de los problemas funda-mentales de la teoría económicacontemporánea ha sido el de laposible autorregulación -o no- delos procesos económicos genera-dos en las sociedades. Las res-puestas van íntimamente vincula-das a los presupuestos teóricosadoptados por cada una de las es-cuelas de pensamiento que, en al-gunos casos, han determinado ac-tuaciones prácticas sobre dichosprocesos. Estas intervenciones sehan entendido y realizado de diver-sas formas: desde la legislación,prohibiendo o permitiendo deter-minadas prácticas, hasta la fiscali-zación, mediante políticas de re-distribución de la renta a favor delos más necesitados, pasando porlo que, en sentido estricto, se en-tiende por política económica, es-to es, la instrumentación de medi-das y actuaciones por parte de lasadministraciones públicas encami-nadas a mejorar la viabilidad delas acciones de los agentes econó-micos.

Quienes entienden que el libredesenvolvimiento de los procesoseconómicos -entre ellos, el merca-do- produce resultados insatisfac-

torios justifican la instrumentaciónde medidas de política económicapor parte del Estado. La insatisfac-ción se sitúa en lo político o moral.Por esta razón, se supone que elEstado debe intervenir con el finde "corregir" convenientemente ladirección de estos procesos. Si hu-biera que hacer un catálogo de lassituaciones política o moralmenteinaceptables a que nos referimos,sin duda alguna habría que incluirlas siguientes: a) la pobreza, tantoen términos absolutos (miseria)como relativos (subdesarrollo), b)la infrautilización de recursos ge-neradores de riqueza (desempleo)y c) la ausencia de una orientaciónclara de la evolución histórica delos procesos económicos (direc-ción y sentido del proceso econó-mico).

Todos estos problemas no sonnuevos y, desgraciadamente, nocreemos que vayan a dejar de serloen mucho tiempo. Incluso algunosde ellos, como c), jamás tendránuna respuesta teórico-económicadefinida. Además, como conse-cuencia de la caída de los regíme-nes comunistas, el número "ofi-cial" de sociedades que padecen

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estas situaciones ha aumentadoconsiderablemente. Ante este pa-norama, es lógico pensar que losresponsables políticos y la socie-dad se pregunten por las solucio-nes. Y es que no se trata de proble-mas relativamente ajenos a laspersonas que viven en el mundo"desarrollado", puesto que tam-bién encontramos en él situacio-nes de miseria, de indigencia y depobreza.

Pese a la gran diversidad de opi-niones, diagnósticos y teorías, ac-tualmente el debate ha desembo-cado en dos posiciones nítidamen-te diferenciadas: en primer lugar,aquélla que supone que la socie-dad por sí sola no es capaz de laautorregulación de sus procesoseconómicos, lo que implica la ne-cesidad de instrumentar medidaseconómicas por parte de un órga-no de poder superior -generalmen-te el Estado- que contrarreste losefectos perniciosos del desenvolvi-miento de las sociedades huma-nas; y, en segundo lugar, aquellaotra que afirma que sí es posible, amedio plazo, que el desenvolvi-miento libre de las sociedades hu-manas consiga alcanzar la autorre-gulación en un plazo razonable detiempo -sin especificar cuál- y que

la intervención de esos poderespúblicos sólo consigue empeorarlas cosas.

Sin que se observe un triunfoclaro de ninguna de las dos, ac-tualmente el debate sigue plantea-do, en líneas generales, en los mis-mos términos. Aunque en las dosúltimas décadas parece que hantriunfado los defensores de la se-gunda tesis, asistimos de nuevo aun fortalecimiento -al menos en elplano téorico- de la primera, sibien aceptando como buenas mu-chas de las reformas puestas enmarcha en los últimos años por losdefensores de la no-intervención.Este cambio no es sino un síntomade que el debate sigue teniendouna enorme vigencia y de que noparece que su estudio se vaya a ce-rrar en un futuro próximo. Vigenciaque, sin duda alguna, viene im-puesta por la permanencia en cual-quier caso de los problemas arribaexpuestos.

Con este trabajo pretendemosmostrar de forma sintética las res-puestas que han dado los teóricosmás destacados del pensamientoeconómico contemporáneo. No esnuestra intención analizar los dis-tintos modelos de política econó-mica ni valorar los resultados de

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su aplicación. Pretendemos másbien ofrecer una visión sistemáti-ca de las relaciones que existenentre los presupuestos fundamen-tales de las teorías económicas yde las políticas que cabe deducirde ellas, así como una prospectivade los desarrollos posibles que seofrecen desde el estado actual delpensamiento económico. Análisisque creemos no es trivial en unosmomentos en que el pensamientoteórico se encuentra fragmentadoen diferentes escuelas de pensa-miento y no ofrece a los responsa-bles políticos ni a la sociedad engeneral una guía nítida para su ac-ción.

La metodología de análisis quevamos a aplicar es la misma que yaha s ido ut i l i zada en ot rosestudios1, y que ha sido bautizadapor su autor, Rafael Rubio de Ur-quía, como metodología de losprocesos de asignación de los re-cursos (en adelante, metodologíaPAR)2. En primer lugar, procedere-mos a una revisión de los funda-mentos teóricos de las principalesdoctrinas económicas vigentes enestos momentos, la neoclásica, lakeynesiana y la austríaca, que nosocupará la primera parte del traba-jo (secciones II, III y IV)3. Esta revi-

sión no será meramente descripti-va e intentará poner de manifiestolo que hay de relevante en cadauna de ellas a efectos teóricos ydel asunto que nos ocupa. A esteanálisis dedicaremos una buenaparte del trabajo, debido a que, co-mo se comprobará más adelante,las prescripciones de política eco-nómica que emiten cada una deellas son implicaciones lógicas de su pro-pia estructura doctrinal. Si no se en-tienden éstas, difícilmente se po-drá comprender el sentido y el al-cance de las prescripciones de po-lítica económica propuestas.

En segundo lugar (seción V),partiendo de la metodología PAR,nuestro análisis nos llevará a laconclusión de que las causas deesos problemas se encuentransiempre en los despliegues históricos dela acción humana en el ejercicio de la liber-tad inherente a las personas4. Los des-pliegues de la acción humana pro-ducen la historia en sentido estricto y,por tanto, son los causantes de sudesenvolvimiento. Los procesoseconómicos, que no son sino unaparte relativamente poco impor-tante de ese proceso, tienen su ori-gen en ese despliegue e influyen ensu resultado, si bien de forma nodeterminista. Por tanto, cualquier

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análisis, respuesta o propuesta desolución que no tenga en cuentaeste hecho, estará no sólo interpre-tando incorrectamente la realidad,sino que, además, probablementelas medidas de intervención a quedé lugar no tendrán los efectos de-seados y añadirán nuevos proble-mas a los ya existentes.

Con este trabajo creemos haberestablecido las relaciones que exis-ten entre las representaciones delmundo y de la persona que tienenlos principales teóricos de la eco-nomía actual y las prescripcionesde política económica. Por otro la-do, cremos haber puesto de mani-fiesto que es posible contar con re-presentaciones más perfectas delagente económico y de su mediode operación, de tal manera queden lugar a interpretaciones máscerteras del papel que el Estado

debe, si es que debe, jugar en eldesarrollo de los procesos econó-micos. Sin embargo, no es la inten-ción de esta investigación aportarcuáles deban ser estas representa-ciones mejores: la dificultad propiade tal cuestión aconseja posponernuestra respuesta. No obstante, síse desprende de lo que exponemosque hay formas organizativas de lasociedad que benefician positiva-mente la viabilidad de los planesde acción de los agentes econó-micos y otras que no, indepen-dientemente de la intención ycontenido de dichos planes. Aquíradica el carácter instrumental denuestro esfuerzo, que hemos pro-yectado al futuro, y que, en reali-dad, debe ser y debe entendersecomo un paso previo inevitable deuna teoría propia de más largo al-cance.

II. El pensamiento neoclásico

II. a. El pensamiento neoclásico hasta Keynes

El pensamiento neoclásico esfruto de la revolución marginalistay del positivismo. Aunque la exten-sión y diversificación que ha alcan-

zado hace prácticamente imposi-ble hoy en día hablar del conteni-do preciso del pensamientoneoclásico, nadie podrá negar queésas son sus fuentes. Por un lado,los autores neoclásicos responsa-

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bles de esta revolución, León Wal-ras y William S. Jevons -excluimosa Carl Menger, pues siendo el ter-cer pilar de la revolución margina-lista, no es un pensador "neoclási-co", sentaron las bases teóricas deldesarrollo presente del neoclasi-cismo. Por otro lado, el ideal meto-dológico positivista de una cienciaunificada por el uso de las mate-máticas impuso determinadas for-mas de hacer teoría que aún per-duran hoy día. Si bien es imposi-ble realizar un recorrido completode esta escuela, creemos que esposible exponer su esencia a tra-vés de las versiones "clásicas" delpensamiento económico neoclási-co, esto es, de la teoría del equili-brio general walrasiano y del equi-librio parcial marshalliano. En cier-to modo, como en el pensamientogriego, todo está ya en ellos. Estaelección no es en absoluto arries-gada, por cuanto la caracterizaciónfundamental del agente económi-co y su antropología básica subya-cente es, en esencia, la misma quela del resto de las versiones poste-riores del pensamiento neoclásico.

¿Cuáles son las característicasesenciales del agente económiconeoclásico? En sentido estricto, elagente económico neoclásico es

un optante mecánico sin capaci-dad proyectiva. Se trata de un au-tómata que reacciona a determina-dos estímulos modificando la con-ducta que le es posible, esto es,demandar u ofrecer. Al carecer deproyectividad no hace planes y, portanto, todo sucede en un tiemporeal indefinido, aunque compren-dido en un instante de tiempo ló-gico. Así se observa en el plantea-miento del problema económicode la asignación de medios esca-sos a fines alternativos, tal y comoaparece en las formulaciones habi-tuales de la teoría de los preciosneoclásica, en la que dicha asigna-ción se produce de forma instantá-nea. Eso quiere decir que el agenteeconómico asigna los recursos deque dispone a los fines que persi-gue en un instante lógico de tiem-po, en el cual ve cumplidos todossus objetivos. Porque, y ésta esotra característica del pensamien-to neoclásico, los planes de acciónde los agentes económicos neoclá-sicos siempre son realizables apriori. Se trata de "pseudo-planes"de acción que siempre son efica-ces, por lo que no cabe pensar quelos medios no sean los adecuados,que la asignación planeada por elagente no esté bien diseñada o

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que los fines que se persiguensean inalcanzables. En este senti-do, la asignación de medios esca-sos a fines alternativos siempre escorrecta. Aquí vemos claramenteexpuesto lo que constituye el nú-cleo fundamental del pensamientoneoclásico y se anticipa ya, de for-ma evidente, la respuesta que éstedará a la cuestión de la autorregu-lación económica de las socieda-des.

II.a.1. El carácter positivista del pensamiento neoclásico

Aun cuando cabe remontar elorigen del pensamiento filosóficopositivista al nacimiento de la mo-dernidad, puede entenderse quefue en el siglo XIX cuando alcanzósu momento de máxima acepta-ción y aplicación. Las obras deComte, Stuart Mill, de Claude Ber-nard, o Herbert Spencer son trazasque muestran este imperio del po-sitivismo sobre la producción cien-tífica y doctrinal en Occidente. Apesar de sus evidentes diferenciasexpositivas, existe un núcleo deideas común a todos ellos que pa-saremos a exponer como identifi-cador del pensamiento positivistaen general, y que nos servirá para

exponer el positivismo económicoen particular.

En primer lugar, el positivismose caracteriza por afirmar que todoconocimiento verdadero es empíri-co y, por tanto, que no es posibleestablecer verdades universales si-no tan sólo singulares.

"Es el positivismo un sistema quese apoya en el postulado de que sóloconocemos con certeza aquello quenos es dado en la experiencia"5.

"... todo saber abstracto es unmodo de ordenación concisa y clarifi-cadora de los datos experimentales;no posee ninguna función cognosci-tiva autónoma, en tanto que, comosaber precisamente abstracto, nosdaría acceso a territorios de la reali-dad alejados de lo empírico"6.

En segundo lugar, afirma, par-tiendo del postulado esencial an-terior, la unidad del método cien-tífico o, lo que es lo mismo, "...só-lo es un método válido de conoci-miento el que usan las Cienciasde la Naturaleza"7. Entonces, "co-mo consecuencia inevitable se di-funde el menosprecio por cual-quier ciencia especulativa, filosó-fica, teológica o moral e inclusojurídica si no parte de la observa-ción y de los datos empíricos. Era

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una variante o una herencia delpensamiento ilustrado"8.

Pues bien, los fundadores delpensamiento económico neoclá-sico participan en distinto gradode estas dos cualidades identifi-cativas del positivismo en la ela-boración de sus doctrinas científi-cas. Por ejemplo, en el caso deVilfredo Pareto, se ve claramentecómo realizó una traslación ínte-gra del método de la mecánicaclásica a la economía basada enesta influencia del positivismo9.También en Léon Walras encon-tramos esta aproximación almétodo10. Lo mismo podemos de-cir de los autores ingleses WilliamS. Jevons11 y Francis Y. EdgeworthEroles12.

Como puede apreciarse, estosautores dejaron establecido unproyecto sumamente ambicioso,cuyo último sentido era alcanzarun estatuto equivalente al de lasciencias físico-matemáticas, encuanto a exactitud. Es decir, sebuscaba la unificación de todoslos saberes en una única ciencia,que sería a imagen y semejanzade la ciencia física:

"Por tanto, no se puede suponerque las particularidades cualitativasde las diferentes ciencias son otracosa que la manifestación de ciertoestadio histórico de la ciencia; por elcontrario, se puede esperar que unnuevo progreso conduzca poco apoco a la nivelación de las diferen-cias, e, incluso, como muchos lo pen-saban, a la reducción de todas lasáreas del saber a una sola y mismaciencia. Esta ciencia única, en el ver-dadero sentido de la palabra, seríaentonces, como se pensaba amenudo, la física..."13.

El progreso hacia ese ideal ven-dría dado por la aplicación del mé-todo de aproximaciones sucesivasexpuesto por el propio Vilfredo Pa-reto:

"Los fenómenos económicos noescapan a una ley a la que estánsometidos todos los fenómenosnaturales, y nosotros debemos, en elestudio de la economía política, pro-ceder por aproximaciones sucesivas,como en el estudio de las demásciencias naturales"14.

El punto de partida del métodode Pareto consiste en un conjuntode abstracciones acerca de los fe-nómenos económicos. Abstraccio-nes necesarias puesto que los fe-nómenos económicos son fenóme-nos complejos; el análisis ha de co-menzar por el estudio de los más

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simples. Al igual que la mecánica ra-cional, que comienza estudiandolas leyes que rigen entre los cuerposideales, la economía comienza estu-diando al homo oeconomicus15. ParaPareto son los fenómenos abstrac-tos, las partes principales de los fe-nómenos concretos, los que tieneninterés, en principio, para la teoríapura. A partir de estos fenómenosabstractos, mediante el métododeductivo, estaremos en condicio-nes de descubrir las leyes que ri-gen a dichos fenómenos abstractos osimples, que no a los concretos. Fi-nalmente, y mediante el recurso ala contrastación, seremos capacesde discernir si nuestras conclusio-nes son acertadas o no. Pero estacontrastación no será, para Pare-to, determinante a la hora de re-chazar una teoría. La teoría explicauna parte del fenómeno concreto,no la totalidad; así que es posibleque las fuerzas económicas quedencontrarrestadas por otro tipo defuerzas, al aparecer fenómenos noprevistos por las leyes económicas.El propio Pareto nos lo dice conmotivo de su jubilación en la Uni-versidad de Lausana:

"Me detenían varios obstáculos:entre otros la mutua dependencia delos fenómenos sociales la cual nopermite aislar enteramente los estu-

dios relativos a los diferentes génerosde esos fenómenos... está fuera detoda duda que muy a menudo lasconclusiones de la teoría económicano se verifican con la experiencia"16.

Analicemos cómo Pareto justifi-ca por una parte la existencia delhomo oeconomicus neoclásico y porotra el principio de racionalidad.En Les Nouvelles Théories Economiquesafirma explícitamente, como ya he-mos citado, que el optante neoclá-sico es una idealización del mismotipo que los cuerpos sólidos de lamecánica. Se trata de una primeraaproximación al concepto de hom-bre:

"El hombre no puede estudiar nin-gún fenómeno concreto en su integri-dad. No estudia más que losfenómenos abstractos, que represen-tan las partes principales de los fenó-menos concretos"17.

Una hipótesis que se ajusta per-fectamente al plan de producciónde la escuela de Lausana, ya quepermite, precisamente, estudiaraquellos fenómenos abstractossusceptibles de ser tratados me-diante formulaciones matemáti-cas. Sin embargo, su carácter esclaramente introspectivo. Al modode Menger, ha realizado una carac-terización de un tipo ideal basada,o que intenta basar, en unos don-

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nées expérimentales extraordinaria-mente diversos y numerosos. Lainducción no existe. El resultado,el principio de comportamientoeconómico no es, ni puede ser, in-ductivamente hallado sino que re-quiere un ejercicio de introspec-ción. Sin embargo, Pareto, siendocomo era un positivista, no podíarenunciar a la contrastación empí-rica de las teorías que elaboraba. Apesar de ser consciente de los pro-blemas que suponía la cuantifica-ción, dedicó gran parte de sus es-fuerzos a realizar análisis estadís-ticos destinados a la corroboraciónde leyes teóricas o a llevar a cabomeras investigaciones de campo.Existe, sin embargo, una gran dife-rencia entre la contrastación quePareto intentaba realizar y la quese impuso años más tarde en laciencia económica, de la mano delpositivismo lógico. Si estudiamoscon detenimiento la obra de Pare-to observamos que la mayoría desus principios podrían calificarsede "verdades autoevidentes", delas cuales, según el método hipo-tético-deductivo, se deducen leyesuniversales. No son susceptiblesde contrastación empírica porquese trata, como él mismo reconoce,de idealizaciones de los complejos

fenómenos que existen en la reali-dad. Sí lo son, en cambio, las leyeso teoremas que de ellos se dedu-cen, aunque tal contrastabilidadno es concluyente a la hora de re-chazar o aceptar una teoría, por losmotivos que hemos expuesto en elpárrafo anterior. Pareto no renun-ció nunca, sin embargo, a su viejosueño panfisicalista de construiruna ciencia económica cuantifica-ble.

La versión más generalizada ycomúnmente aceptada del métodohipotético-deductivo es la desarro-llada en las décadas de los años 40y 50 por Carl Hempel y RudolfCarnap18, fundadores, en la décadaanterior, del Círculo de Viena yadscritos al llamado positivismológico. Las diversas interpretacio-nes y modificaciones que de lasideas seminales del Círculo se hi-cieron en estas décadas dieron lu-gar a la concepción de las teoríascientíficas como sistemas hipotéti-co-deductivos. Esta concepción seresume en lo siguiente: las teoríasconstan de axiomas referidos a fe-nómenos más o menos observa-bles, de los que se deducen propo-siciones o leyes universales acercadel mundo fenoménico. Contraria-mente a lo que defendía inicial-

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mente el Círculo de Viena, talesaxiomas o las proposiciones deri-vadas no han de ser, por separado,necesariamente contrastables em-píricamente de forma directa. Ge-neralmente las teorías hacen refe-rencia a entidades no observables(e.g. el principio de comporta-miento económico) que sólo sonsusceptibles de ser contrastadasde forma indirecta. Se trataría, portanto, de reducir las proposicionesderivadas de la teoría al "lenguajede la observación"19. En resumen,se trata de una versión débil del"verificacionismo" vigente en el si-glo anterior en el conjunto de lasciencias naturales.

Ya en 1934, Popper fue uno delos primeros en levantar la voz encontra de las ideas del Círculo deViena. Aunque se entendiera queel "falsacionismo" de las teoríaspodría ser una variante del positi-vismo, lo relevante del caso esque, según este autor, el recurso ala contrastación empírica sólo nospuede asegurar que una teoría esfalsa, pero no verdadera. Por lotanto, para Popper, no era posiblejustificar la adecuación del conoci-miento científico mediante el re-curso a la contrastación. Una vezmás, la filosofía de la ciencia topa-

ba con la paradoja de la inducciónde Hume20.

A medida que los integrantesdel Círculo de Viena daban a luzsucesivas versiones -cada vez másdébiles- del positivismo lógico, lascríticas contra éste arreciaban:unas centrándose en la supuestaexistencia de un "lenguaje de laobservación", otras en la de unos"datos objetivos". Caldwell resumeasí (p. 63) los cargos de los que seacusaba al positivismo:

1) La confirmación empírica delas hipótesis seguía sin resolver elproblema de la paradoja de Hume.

2) La separación de los térmi-nos teóricos observables y no ob-servables era difícil de distinguiren cuanto que no se podía asegu-rar que existiesen datos "objetivos"de la realidad. Los datos están, co-mo diría Popper, "cargados de teo-ría".

3) La supuesta simetría de la"explicación" y la "predicción" nose cumplía. En las ciencias socia-les se encontraban ejemplos de ex-plicaciones que no podían soste-ner predicciones.

Con todo esto, el positivismofue dejando paso, al menos en la

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filosofía de la ciencia, a las tesisdel falsacionismo popperiano o alo que Boland21 llamó el Popper po-pular. Llegados a este punto, la teo-ría económica se encuentra singuía unánime a la hora de llevar acabo su cometido. Encontramosun variado repertorio de marcosmetodológicos entre los que pre-domina un positivismo lógico queutiliza el modelo hipotético-de-ductivo, tal y como lo hemos ex-puesto, en una versión instrumenta-lista. No faltan los defensores delas tesis popperianas en su versiónmás ingenua22 (Blaug) o quienessostienen posturas metodológicaspropias y pecualiares (como losautores de la Escuela Austríaca).En general todos ellos compartenel uso del modelo hipotético-de-ductivo y discrepan a la hora dedecidir la validez de los conoci-mientos teóricos.

II.a.2. El agente económico

El principal problema para elagente económico neoclásico, des-crito más arriba, es la determina-ción de las cantidades de mediosque debe aplicar para conseguirsus objetivos. La cuestión para éles, por tanto, la disponibilidad detales medios, que se ve obstaculi-

zada, por un lado, por la escasez-de no ser así no habría problemaeconómico- y, por otro, porque losmedios rivalizan entre sí en la sa-tisfacción de unos fines que son al-ternativos dentro del sistema deobjetivos del agente. Obsérveseque, en definitiva, se trata de elegirentre cantidades de medios. Cual-quier otra propiedad de éstos o delos fines a los que van destinadosqueda descartada del análisis, por-que los fines están "recogidos," pordecirlo de alguna forma, en unconcepto único denominado "utili-dad", medido en unidades o en ín-dices que representan el grado desatisfacción del agente, esto es, elgrado en el que éste ha ido consi-guiendo los fines que persigue.Con esto no queremos afirmar queel concepto de utilidad no sea uninstrumento útil para representardeterminadas decisiones a las quese enfrenta el agente, pero sí que-remos enfatizar que elimina una delas partes fundamentales del pro-ceso económico, es decir, del siste-ma de objetivos personales en sudespliegue secuencial dinámico.

El medio de operación del op-tante neoclásico es, exclusivamen-te, el mercado. No existen, en prin-cipio, otras estructuras de relación

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o sociabilidad entre los agentes,por lo que las interacciones entreéstos se reducen a intercambiosmercantiles mediados por un equi-valente general del valor que pue-de ser, o no, un medio de pago (di-nero)23. En cualquier caso, todoslos medios susceptibles de estarincluidos en los conjuntos de me-dios de los agentes se pueden ad-quirir con estos intercambios y,por tanto, tienen un valor expre-sado en términos del equivalentegeneral de valor. Esto permite, en-tre otras cosas, expresar la canti-dad total de los medios de quedispone el agente en términos deuna unidad homogénea. Tiene,además, la ventaja de indicar alagente de forma casi instantáneala abundancia o escasez relativade los medios en los mercados, loque facilita enormemente modeli-zar sus decisiones de oferta y de-manda. Junto a estas ventajas en-contramos un inconveniente fun-damental: en los procesos asigna-tivos que observamos en la reali-dad, el valor de algunos mediosno se puede expresar en términosde ese equivalente general de va-lo r. E l p rop io pensamientoneoclásico ha desarrollado ciertaslíneas de investigación en esta di-

rección, aunque no ha constituidouna caracterización general delagente económico que tenga encuenta estos medios.

La maximización de la funciónobjetivo del agente económiconeoclásico viene dada por las pre-cisiones antes expuestas. Los pre-supuestos antropológicos que uti-liza esta escuela nos sitúan anteun agente que, como ya hemos di-cho, es un optante entre mediosque puede obtener en los merca-dos, los cuales, de una forma queno se explica, satisfacen el conjun-to de fines que se encuentra bajoel concepto de utilidad. Las modi-ficaciones en los costes de oportu-nidad de utilizar un medio u otrose expresan a través de preciosmonetizados perfectamente seña-lizados, por lo que el agente así de-finido puede modificar de formacasi instantánea la combinaciónde medios que, de alguna forma,maximizará su utilidad con losnuevos costes de oportunidad. Es-ta nueva combinación se manifes-tará como cantidades demandadasy ofrecidas en los mercados, por loque será posible establecer de estaforma relaciones precisas entrecantidades y precios manifestadosen los mercados.

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Con esta caracterización pode-mos reconstruir la teoría económi-ca desde la visión de la ciencia quetiene el positivismo: la construc-ción de una ciencia positiva es po-sible si todas aquellas variables re-levantes para los fenómenos queestamos estudiando son cuantifi-cables. Esto es lo que facilita, pre-cisamente, la caracterización delagente económico que acabamosde presentar. La utilización de va-riables mensurables y contrasta-bles, como los precios y cantida-des; la representación mediantefunciones de las relaciones básicas-función de utilidad y producción-y la posibilidad de reducir casi to-das las variables a una unidad co-mún, el equivalente general de va-lor, fueron fruto de la carga positi-vista que tuvo el pensamientoneoclásico desde sus comienzos.Una vez que el pensamientoneoclásico entró en esta senda a fi-nales del s. XIX, las distintas modi-ficaciones de su caracterizaciónantropológica básica no han sidosino sucesivas ediciones de la pri-mera, en función de, por una parte,las necesidades teóricas y, porotra, la pérdida de vigencia del po-sitivismo en el panorama filosóficooccidental. En este sentido, cabe

encuadrar dentro de la corrienteprincipal neoclásica a la Escuelade Chicago y a la Nueva Macroeco-nomía Clásica. Y no sólo porquelas estructuras básicas de la carac-terización del agente económico sehan mantenido relativamente in-tactas, sino porque la proposiciónbásica del pensamiento neoclási-co, el equilibrio general, sigue vi-gente en casi todos los modelosteóricos propuestos por estas co-rrientes. De ahí que autores comoWeintraub denominaran al equili-brio general el "núcleo" neoclásico,mientras que el monetarismo o laNueva Macroeconomía Clásica noserían sino "cinturones protecto-res", en terminología lakatosiana.

Hechas estas precisiones acercadel origen y naturaleza de la concep-ción antropológica neoclásica, só-lo nos resta aproximarnos a suproposición principal: la teoría delequilibrio general. Hemos de tenersiempre muy presente que los re-sultados que se desprenden de es-ta teoría dependen crucialmentede la caracterización previa que seha hecho del agente económico.Sin las propiedades que hemosenunciado acerca del agente -laparticular configuración de losconjuntos de fines y medios, la

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equivalencia general de sus valo-res, etc.- no se puede obtener el re-sultado del equilibrio general.Ahora bien, una vez que están es-tablecidas, la demostración sepuede realizar de forma rigurosa.No vamos a hacer aquí una de-mostración de cómo se alcanza elequilibrio general, pero sí vamos aexponer brevemente su lógica.

Se supone que existen n agen-tes, cada uno de ellos con una do-tación inicial de bienes que pue-den utilizar o bien para el consumoo bien para la producción. Todoslos bienes tienen precios señaliza-dos en términos de un equivalentegeneral de valor y pueden ser inter-cambiados en mercados organiza-dos. Los agentes aspiran a maxi-mizar una función objetivo, de uti-lidad si son consumidores, de be-neficios si son productores, some-tidos a la restricción que les impo-ne su dotación inicial de bienes omedios. Los mercados son decompetencia perfecta, lo que im-plica, por una parte, que todos losagentes tienen un conocimientocompleto de las condiciones delmercado, así como de todo el vec-tor de precios y, por otra, que to-dos ellos son precio-aceptantes, loque significa que no pueden mani-

pular los precios a su favor. En es-tas condiciones, los agentes obser-van el vector de precios, que cono-cen de forma inmediata, percibensus posibilidades de adquisiciónde bienes en los mercados, calcu-lan la combinación de bienes quemaximiza su función objetivo y, fi-nalmente, emiten ofertas y deman-das de bienes que regresan a losmercados. Obsérvese que las posi-bilidades de que las ofertas de losdiferentes bienes coincidan con lasdemandas son prácticamente nu-las. Es más que improbable quelas cantidades finalmente ofreci-das por los agentes que deseanvender coincidan con las cantida-des finalmente demandadas porlos agentes que desean comprar.Es posible, sin embargo, resolvermatemáticamente el sistema deecuaciones de oferta y demandaque se plantea, dado que, para almenos un vector de precios, lascantidades demandadas coincidi-rán con las ofrecidas. En efecto; siigualamos las funciones de ofertaa las de demanda, podemos resol-ver el sistema de tal forma que ob-tendríamos un vector de preciospara el que, efectivamente, se llegaal estado de equilibrio general.

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La explicación teórica de cómola sociedad llega a ese estado deequilibrio general es, sin embargo,de muy difícil justificación. LeónWalras, autor de esta teoría, supu-so a modo de parábola la hipótesisdel subastador. Dado que el agenteneoclásico no es proyectivo, no ha-brá tiempo para ensayos y errores,que darían lugar a que el sistemase desenvolviera en un permanen-te estado de desequilibrio. Porello, Walras ideó la figura del su-bastador, un agente central que re-cibe todas las ofertas y todas lasdemandas de todos y cada uno delos agentes. Este subastador calcu-la los precios que, supuestamente,deben llevar al equilibrio general yse los comunica a los agentes. Deser los correctos, el subastador re-cibirá ofertas y demandas que co-inciden y los agentes llevarán a ca-bo las transacciones, vaciándoselos mercados. Si no son los correc-tos, el subastador recibe las ofer-tas y demandas y el proceso vuelvea comenzar, sin que se produzcantransacciones. Además, dado quela dotación de bienes está dada yque no se puede producir atesora-miento de poder de compra, por-que sólo existe un equivalente ge-neral de valor, se trata exclusiva-

mente de que se encuentre el vec-tor de precios de equilibrio paraque las ofertas sean iguales a lasdemandas.

Este es, a grandes rasgos, elplanteamiento del modelo delequilibrio general. A efectos del re-sultado social de las interacciones,la clave está, como se ha visto, enla existencia de un vector de pre-cios de equilibrio. No se precisa,en principio, la actuación de nin-gún agente "organizador" -el Esta-do- de las transacciones, por cuan-to la sociedad, por sí sola puederegularse para llegar a esta situa-ción. Sin embargo, casi todos losautores neoclásicos de la primerageneración coincidían en que estono se producía en la práctica. Eldesempleo, los ciclos, la inflación,las situaciones de poder de deter-minados agentes eran síntomas in-equívocos de que el equilibrio ge-neral no se alcanzaba como normageneral en los procesos de merca-do. Se analizó el asunto desde di-versos ángulos, aunque siempreteniendo presente el equilibrio ge-neral como ideal regulador de lassociedades. Esta idea presidió y si-gue presidiendo la mayor parte delos desarrollos neoclásicos en loque se refiere a la política econó-

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mica: se trataría de instrumentarmedidas políticas siempre tenden-tes a alcanzar el resultado delequilibrio general, como situacióndeseable en cualquier caso parauna sociedad.

II.a.3. La política económica

En cuanto a la política econó-mica que aquí nos interesa, es de-cir, la instrumentación de medi-das globales destinadas a la me-jora de la eficiencia de la acciónhumana, el pensamiento neoclá-sico ha sido y es muy claro: ni lapolítica fiscal ni la política mone-taria conseguirán mejorar signifi-cativamente la situación de losagentes respecto a lo que se pue-de alcanzar en un estado de librecompetencia y de no-interven-ción. A pesar del uso del modelodel equilibrio general por parte delos teóricos del socialismo demercado, la idea que han expresa-do repetidamente los autoresneoclásicos ha sido, en esencia, lamisma que expuso Adam Smithcuando enunció la conocida pro-posición de la mano invisible, a sa-ber, que el intento de los agenteseconómicos de llevar a cabo susplanes de acción termina gene-rando beneficios para toda la so-

ciedad, esto es, permite la conse-cución de los fines que se hanpropuesto perseguir.

En efecto, si todos los agentespersiguen maximizar sus funcio-nes objetivo, tal y como se han es-pecificado, y tienen conocimientoperfecto de los precios y de lascondiciones específicas de losmercados, el equilibrio generalasegura que van a maximizar di-chas funciones dados los recursosde que disponen, es decir, que vana obtener los fines que persiguencon las restricciones impuestaspor la disponibilidad de los me-dios. La clave está en que el vec-tor de precios sea el de equilibrio.Una vez que se asumen como váli-das las hipótesis de caracteriza-ción del agente económico y delmedio de operación, se sigue quesólo si las señales recibidas por los agen-tes son las correctas es posible conseguirel equilibrio general. De ahí que no seplantee, hasta la llegada de la re-volución keynesiana, el uso delgasto público o de la cantidad dedinero como herramienta de ajus-te del sistema, puesto que basta-ba con asegurar que las señales lle-gasen nítidamente a los agentes. Es de-cir, el sistema alcanzaría el equili-brio en términos reales, ajustán-

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dose las variables nominales au-tomáticamente como un reflejode ese equilibrio. Pero si estas va-riables no se ajustaban automáti-camente como consecuencia dedesarreglos monetarios, las seña-les que transmiten los precios nollegarían correctamente a losagentes y, por tanto, impediríanllegar al estado de equilibrio ge-neral. El desequilibrio en formade inflación, alternancia de fasesde auge y recesión, "cracks" finan-cieros y desempleo se entendiócomo un fenómeno monetario,por las perturbaciones que intro-ducían las fluctuaciones de losmedios de pagos en el sistema.

Esto explica la preocupaciónpor los fenómenos monetarios ypor la política monetaria. Porquesi, como era el caso en las econo-mías reales, el equivalente gene-ral de valor era, además, medio depago, podía atesorarse, crearse ydestruirse, cambiando la valora-ción monetaria de los bienes,aunque su disponibilidad real nohubiese cambiado.

II.b. La teoría económica de Milton Friedman. Libertad de mercado y estabilización de los

precios monetarios como ideal político del neoclasicismo

II.b.1. El Monetarismo de Friedman: Introducción

Como es bien conocido, Fried-man inició su labor académica enun momento en el que el keynesia-nismo, es decir, el pensamientodesarrollado por quienes se decla-raron seguidores de La Teoría Gene-ral, era más que preponderante eimperaba en las mentes y en losusos de los economistas. Por su-puesto que la voz de Friedman nofue la primera en alzarse contra lasafirmaciones keynesianas (que node Keynes, pues éste, en ciertomodo, no fue contradicho por na-die en su época, cuestión ésta que,lamentablemente, no trataremosaquí) desde el neoclasicismo. Porejemplo, Clark Warburton (comoqueda consignado en el artículo deMichael D . Bordo y Anna. J .Schwartz24, y recuerdan Brunner yMetzler25) se opuso a las teoríaskeynesianas y, en especial, a la ab-soluta neutralidad del dinero quepostulaban, a su teoría de los ci-clos, a la política fiscal que defen-dían y a las medidas de la ReservaFederal. Los temas básicos de ladiscusión con el keynesianismo no

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los planteó Warburton, estaban ahíen el propio keynesianismo, y cual-quier pensador independiente quecuestionara el pensamiento eco-nómico de los años cuarenta debíainiciar su andadura por ellos.Friedman, en sus primeros escritosy, digamos que instalado en talpaisaje, sentó plenamente su pro-pio programa de investigación alque tantos años dedicó.

En los trabajos que se reimpri-mieron en los Ensayos sobre Econo-mía Positiva26 es donde Friedmanestableció claramente tal progra-ma. Es en su artículo "The Effectsof a Full-Employment Policy onEconomic Stabitily: a FormalAnalysis", de 195127, donde quizámejor podemos apreciarlo. En estetrabajo, Friedman se cuestiona lasoportunidades de éxito de una po-lítica estabilizadora que pretendael pleno empleo en una economía.Para ello introduce supuestos sim-plificadores, como que el gasto pú-blico puede alterarse a voluntad ysin retardo significativo, o que losefectos producidos por las técnicasusadas para aumentarlo o reducir-lo no son significativas. En cual-quier caso, su objetivo final esplantear un modelo simplicísimoen el que las variaciones de la ren-

ta respondan, por un lado, a lo quehagan tanto los empresarios comolos consumidores y, por otro, a loque haga el Estado con su políticaeconómica. El efecto final que am-bos tipos de acciones tienen sobreel nivel de ingreso producirá unavariación en él, que el Estado quie-re evitar en lo posible porque, ni esmuy recomendable que la econo-mía crezca demasiado, ni que de-crezca mucho. Ahora bien, esa va-riación dependerá de la que intro-duzcan, primero, empresarios yconsumidores; segundo, el Estadoy, finalmente, de la producida porla interacción de unos y otro.

Según Friedman, la intervencióndel Estado puede ir en la mismadirección que las acciones de losempresarios y los consumidores,ampliando el ciclo económico (in-tervención pro-cíclica), o puede iren contra (contra-cíclica). Saberqué es lo que debe hacer el Go-bierno en cada momento no estáclaro, pues depende de un conoci-miento que éste no posee: aquélque le diría lo que los agentes eco-nómicos van a hacer en cada mo-mento y el que le indicaría cómoreaccionará el sistema ante ello yante las intervenciones que él mis-mo decida emprender.

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Con este planteamiento, Fried-man intenta demostrar que el éxitode una política económica estabili-zadora sobre un contexto econó-mico tan simple como el que pre-senta depende del conocimientoque la autoridad tenga sobre lapropia realidad económica, lo que,a su vez, implica tener una teoríaexplicativa idónea para el sistemaeconómico de que se trate, teoríaque no es fácil de obtener.

Con este breve planteamiento,Friedman quería introducir las si-guientes cuestiones: ¿debe inter-venir el Estado en la actividad eco-nómica? ¿Su intervención ha deser discrecional o normativa? ¿Elpleno empleo es alcanzable por lavoluntad del gobernante o, másbien, por la acción libre de losagentes económicos? Por supues-to, él tomó partido y, de hecho, uti-lizó este trabajo para afirmar quecierta pasividad en la acción esta-tal, la acción sometida a reglas co-nocidas por el público, es superiora la intervención discrecional. Conello buscaba enfatizar el hecho deque las políticas de los gobiernosaumentan la incertidumbre de lasactuaciones de los particulares y,por tanto, la inestabilidad del sis-tema económico. Éste es el gran

tema de toda su vida de investiga-dor. Tres años antes había publica-do el famoso artículo "Monetaryand Fiscal Framework for Econo-mic Stability"28, en el que recomen-daba que el gobierno económicode las naciones debía inclinarsepor los automatismos más que porlas acciones activas. La automati-zación de la actividad económicaexigía que el poder de creación dedinero quedara exclusivamente enmanos gubernamentales (lo queimplica la imposición de un coefi-ciente de caja del 100% a los ban-cos para evitar que, al crear depó-sitos, creen medios de pago), quelos gastos del Estado en bienes yservicios cambiaran lentamente yrespondieran a "los deseos, necesi-dades y disposición de la comuni-dad a pagar por los servicios públi-cos"29, que las transferencias res-pondieran a programas preestable-cidos que no cambiaran por razo-nes coyunturales y que el sistemaimpositivo fuera progresivo y basa-do en los ingresos, con el objetivode equilibrar el presupuesto pre-sente, cuya estructura, además, nodebía cambiar coyunturalmente.Lo mismo puede decirse de otroartículo también reimpreso en losEnsayos de Economía Positiva, "The Ca-

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se for Flexible Exchange Rates"30, odel libro A Program for MonetaryStability31.

Sin embargo, estos trabajos aúnno configuraron el verdadero es-fuerzo científico de Friedman, rea-lizado con posterioridad, en las dé-cadas de los sesenta y setenta.Acogiéndonos a las simplificacio-nes a que forzosamente obligananálisis como éste, expondremosla labor del economista de Bro-oklyn en los siguientes puntos:

1)En primer lugar, desarrollare-mos el concepto de agente econó-mico que, según defendemos, sub-yace en sus modelos económicos.

2)En segundo lugar, nos centra-remos en los trabajos monetarios,que constituyen lo fundamental dela investigación teórica del autor yson de gran interés para el propó-sito de este trabajo.

II.b.2. El agente económico

Para proceder a la definición delagente económico de Friedman seprecisan ciertas aclaraciones pre-vias:

1) Los principales modelos ma-croeconómicos que Friedman utili-za no explicitan cómo son los

agentes, es decir, carecen de unamicrofundamentación: en ellos nose hace una referencia a las carac-terísticas del problema de optimi-zación al que se enfrentan los par-ticipantes en el modelo.

2) Una primera razón de estehecho es la propia esencia de losmodelos utilizados. En efecto, losmodelos presentados por Fried-man son, en realidad, de corte key-nesiano (ya sea un modelo de sín-tesis neoclásica o un modelo de lacurva de Phillips), en los que elcomportamiento de los agentes seexplica por medio de relacionesfuncionales que podrían, por ejem-plo, estar basadas en observacio-nes empíricas y que reflejan com-portamientos agregados.

3) Una segunda razón radica ensu carácter dinámico. La introduc-ción del tiempo obliga, también, ala consideración de la manera enque los agentes imaginan el futu-ro, cuestión que entrañaba unagran dificultad en los años sesentay setenta. En este punto, Friedmansólo es explícito en cuanto al cortoy medio plazo, pero no lo es tantoen cuanto al largo plazo (cuestióncrucial en su teoría económica).

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Resaltamos estas cuestionesporque son precisas para entenderla necesidad de proceder a una re-construcción racional de la concep-ción del agente económico queFriedman, implícitamente, debeconsiderar en sus modelos ma-croeconómicos. Es decir, en esteapartado defendemos que lo quehemos denominado agente econó-mico no se encuentra totalmenteexplicitado por Friedman en susmodelos macroeconómicos, lo quesupone un problema para su com-prensión. Por otra parte, como no-sotros postulamos la necesidad detal definición para la exposicióntotal de una teoría económica, nosvemos en la necesidad de recons-truir, a la luz de las doctrinas yorientaciones de Friedman, cuálsería dicho agente económico.

Para la definición de este agen-te económico son precisas, a suvez, las siguientes aclaraciones:

1) En primer lugar, Friedmannunca se ha alejado de la teoríaneoclásica, esto es, siempre haafirmado su superioridad de acuer-do con la metodología de la eco-nomía positiva32; por ello, elagente económico que implícita-mente postula en sus modelos

macroeconómicos ha de serneoclásico.

2) En segundo lugar, es claroque el agente económico neoclá-sico es una formulación insufi-ciente para reflejar los problemasde decisión dinámicos sin que seopere en él algún tipo de perfec-cionamiento o ampliación que, eneste caso, supone dar cabida a laposibilidad de tomar decisionesintertemporales bajo incertidum-bre.

3) En tercer lugar, teniendo encuenta la defensa que Friedmanhace del concepto de tasa natural(es decir, del postulado que afir-ma que los sistemas económicostienden a estar en equilibrio en ellargo plazo o, dicho de otro modo,que el equilibrio pre-existe inhe-rente a los entes y relaciones eco-nómicas dadas en forma de unsistema económico), las imagina-ciones o expectativas que se creeel agente económico no pueden, ala larga, estar en desacuerdo conla realidad del sistema económi-co. Por ello, la capacidad cogniti-va del agente económico (encuanto a su capacidad de conocere imaginar) no puede definirse decualquier forma.

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De acuerdo a lo ya dicho, y re-sumiendo, el agente económicoimplícito en la macroeconomíade Friedman ha de ser caracterís-ticamente neoclásico: aunque hade tomar decisiones intertempo-rales inciertas y ha de ir imagi-nando el futuro bajo las condi-ciones dadas que configuran sumedio de operación (el sistemaeconómico), lo hará de tal suerteque, a largo plazo, tal imagina-ción será consistente con la reali-dad.

Friedman desarrolló esta ca-racterización del agente en unióncon el teórico de la estadísticaLeonard J. Savage33, bajo el nom-bre de análisis de utilidad de las elec-ciones arriesgadas.

Según ella, el agente económi-co de Friedman es lo que se de-nomina un decisor bayesiano, esdecir, un agente que toma deci-siones arriesgadas como si maxi-mizara una función de utilidadesperada o, lo que es lo mismo,la representación de los agenteseconómicos responde a personasque aprenden y deciden por me-dio de técnicas bayesianas34.

De acuerdo con este enfoque,los agentes económicos toman

decisiones bajo incertidumbre,como si asignaran ciertos gradosde creencia, o ciertas probabili-dades subjetivas a la ocurrenciade ciertos sucesos (p.e., la obten-ción de unos ingresos moneta-rios determinados en función decursos de acción concretos) so-bre los que, previamente, fijaronuna ordenación de preferencias ode utilidad35. Dos elementos, decarácter netamente subjetivo, sedan la mano en esta operaciónde maximización: una función deutilidad que depende de los su-cesos o estados de la naturaleza,y las probabilidades subjetivas ogrados de creencia asociados asu ocurrencia, que son tambiénsubjetivos y se construyen y re-construyen en el proceso de laexperiencia.

El resultado que se obtiene alaplicar este procedimiento esuna guía suficiente para determi-nar las acciones presentes, puesincluye una expectativa sobre loque ocurrirá y le ocurrirá al indi-viduo en el futuro. En las conclu-siones veremos la importanciaque concedemos a esta concep-ción del agente económico.

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II.b.3. La Teoría Monetaria de Friedman

En el estudio de los fenómenosmonetarios que Friedman realizópodemos distinguir al menos cua-tro etapas claramente diferencia-das. En la primera, procedió a re-establecer la teoría cuantitativa deldinero en clara oposición a la orto-doxia keynesiana, que negaba suvalidez basándose en el postuladode la trampa de la liquidez. Éstefue un empeño puramente teóri-co, que realizó instalado de plenoen la teoría microeconómicaneoclásica. En la segunda, orientóla investigación hacia lo empíricocon un doble esfuerzo: primero,con el desarrollo de una función dela demanda empírica de dineroque nacía de la corroboración de lateória que ya había obtenido pre-viamente; y segundo, con la publi-cación de la magna A Monetary His-tory of the United States, 1867-196036,escrita en colaboración con AnnaJacob Schwartz. En la tercera,Friedman incorporó los conoci-mientos empíricos y teóricos quehabía acumulado durante las déca-das de los años cincuenta y sesen-ta para introducir una nueva con-cepción del mercado monetariodentro de un modelo macroeconó-mico del tipo de la síntesis neoclá-

sica. Finalmente, consiguió una vi-sión más completa de los fenóme-nos monetarios a largo plazo consu famosa reformulación de la cur-va de Phillips.

Estos trabajos, como ya hemosafirmado más arriba, ofrecen tam-bién una sólida visión de unidadque intentaremos plasmar en el si-guiente resumen que, como es ob-vio, no pretende ser en absolutoexhaustivo.

En 1956, Friedman publicó el ar-tículo "The Quantity Theory of Mo-ney -A Restatement", dentro del li-bro Studies in the Quantity Theory ofMoney37. En él, planteaba la de-manda de dinero de acuerdo con lateoría microecómica neoclásica, esdecir, como el resultado de un pro-blema de optimización realizadopor un agente económico tipo.Fueron varias las innovaciones queFriedman introdujo en esta de-manda de dinero. Como restric-ción presupuestaria propuso la ri-queza o renta permanente de losindividuos38. Al tratar el dinero co-mo si fuera un bien de consumoduradero, amplió el número debienes relacionados con él que ha-bitualmente se solía considerar; esdecir, el agente puede elegir entre

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varias posibilidades para mantenersu riqueza.

En 195939, Friedman decidió dara conocer sus investigaciones em-píricas motivadas por la previa teo-rización que había concluido sobrela demanda de dinero. Como con-secuencia, presentó una funciónde demanda de dinero empírica yque podríamos denominar mone-tarista. Sin duda, el resultado másllamativo, y el más claramente mo-netarista, era la nula influencia quese reconocía a los tipos de interésen la determinación de la deman-da monetaria. Friedman no negabala influencia de aquéllos sobre és-ta, sino que tan sólo reconocíaque, tras las investigaciones empí-ricas pertinentes con los métodosy herramientas disponibles en elmomento, su influencia no apare-cía como relevante o más relevanteque la de otras variables. El propioFriedman tuvo que justificar, añosmás tarde, la decisión que tomó alpresentar esta función.

Apoyándose en investigacionesde neto y puro cartácter empírico,Friedman desarrolló, junto con An-na Schwartz, un multiplicador mo-netario que permitía calcular la re-acción del ingreso nominal antecambios en la masa monetaria40.

De hecho, ésta era la cuestión sub-yacente en el análisis de su obrahistórica A Monetary History...41:¿cuál es la importancia que tienenlos fenómenos monetarios sobrela actividad económica?

Sin embargo, éste no fue el pun-to final de la investigación mone-taria de Friedman, ni mucho me-nos. A finales de los años sesenta,el autor norteamericano decidióimbricar estos resultados empíri-cos y teóricos en un modelo másamplio que intentara una fusióncon los modelos keynesianos. Elresultado fue su importante teoríadel ingreso nominal, desarrolladaen su famoso A Theoretical Frameworkfor Monetary Analysis, de 1971. Elplanteamiento de la teoría era re-lativamente simple: Friedman par-tía de un modelo económico bas-tante indeterminado, pues habíaen él más incógnitas que ecuacio-nes (una más), que contaba condos mercados, el de bienes y el dedinero. Friedman observó que alañadir una ecuación que fuera re-presentativa de un postuladoesencial de algún planteamientoteórico concreto se obtenía un mo-delo explicativo, a un nivel muysimple, de tal posición teórica. Enprimer lugar, supuso que los pre-

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cios eran fijos, con lo que su apor-tación se convertía en un tradicio-nal modelo keynesiano renta-gas-to. En segundo lugar, supuso queel nivel de renta estaba dado, obte-niendo una versión de la teoríacuantitativa simple. Finalmente,Friedman incluyó también unaecuación representativa de suspropias conclusiones teóricas. Enconcreto, una ecuación del tipo deinterés que era, al tiempo, unacombinación de una idea de IrvingFisher y de otra de John MaynardKeynes. En efecto, partiendo de laecuación postulada por Fisher so-bre el tipo de interés real y de laafirmación keynesiana de que lostipos de interés nominales depen-den, esencialmente, de las expec-tativas de los agentes acerca delnivel que se considera normal,Friedman concluyó que los tiposde interés en la economía depen-den de la tasa de variación espera-da del ingreso nominal, descartan-do, con evidencias empíricas, la in-fluencia de otras variables. El mo-delo obtenido era, en esencia,neoclásico, en el sentido de que elsector real y el monetario apare-cían separados. El equilibrio delprimero quedaba asegurado porlas características de libre merca-

do, mientras que el del segundoera un reflejo de aquél. Ahora bien,las perturbaciones generadas eneste último, en el mercado mone-tario, podían afectar a la economíaen su desenvolvimiento dinámico,y es precisamente a esta posibili-dad a la que Friedman dedicó unaatención principal en su ensayo. Esdecir, Friedman se desentendió delanálisis real del modelo y concen-tró su atención en estudiar la diná-mica de ajuste a largo plazo delsector monetario ante variacionesen la cantidad de dinero en circula-ción.

Como el análisis pasaba de laestática a la dinámica, era obliga-torio introducir algún modo de for-malizar la evolución de las expec-tativas en el proceso iniciado porla variación monetaria. En este ca-so, Friedman optó por suponerque las expectativas se generan se-gún un mecanismo adaptativo. Deacuerdo con él, los agentes corri-gen sus expectativas pasivamente,en función del error que hayan co-metido, es decir, el nivel que se es-pera que vaya a tener una variableen un período T, por ejemplo 1988,se obtiene añadiendo al valor yaconocido de esa variable en el an-terior T-1, 1987, el error cometido

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en su cálculo en T-2, 1986, ponde-rada esa diferencia por un determi-nado coeficiente constante.

Friedman demostraba con elloque la previsión formada por losagentes económicos acerca de laevolución del ingreso nominal in-fluye procíclicamente al cambiar lavelocidad de circulación del dine-ro. De manera que el aumento dela masa monetaria, al producir unaexpansión del ingreso nominal,transforma las expectativas de losagentes, provocando un cambio ensu comportamiento respecto al di-nero, es decir, aumentado la velo-cidad de circulación de la moneday, en consecuencia, el ingreso no-minal. En esta visión dinámica dela economía cambia el conceptotradicional de equilibrio, queFriedman entendía como el ajusteque se debe producir entre las va-riables económicas naturales, ob-servadas y esperadas. El equilibrio,entonces, no consiste en un esta-do estacionario en el que los pre-cios se estabilizan y los mercadosse vacían, sino, más bien, en unacierta relación que se da cuandolas tasas naturales o permanentesde las variables (que aluden a si-tuaciones intertemporales de equi-librio general walrasiano, es decir,

a situaciones naturales que pre-existen en la economía debajo delo que circunstancialmente pasa),las tasas observadas o medidas delas mismas (que son lo circunstan-cial y que pueden cambiar transi-toriamente) y los valores que anti-cipan o esperan los agentes (quemotivan sus acciones), coinciden.

Sin embargo, la teoría no indi-caba cuál era el efecto que sobrecada una de las variables del ingre-so nominal (es decir, el ingresoreal y los precios) producía un au-mento de la masa monetaria, poreso el modelo estaba incompleto.La cuestión no es poco importanteporque se refiere a si el dinero es ono neutral, a si afecta sólo a pre-cios o sólo a la actividad real de laeconomía.

Friedman se dedicó a la demos-tración de que hay un distintoefecto del dinero sobre las varia-bles económicas en el corto, elmedio y el largo plazo, ayudándosede su concepción de que las varia-bles económicas tienden a mover-se en tasas que les son inherentesy que provienen de la propia natu-raleza del sistema económico quelas produce42. En este caso, la res-puesta a cómo se distribuye elefecto de una variación de la masa

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monetaria entre los precios y el in-greso real provino de aplicar elconcepto de tasa permanente aldesempleo y de conjugarlo conuna nueva concepción de lo que,integradamente, pretendía explicarla curva de Phillips, como relaciónentre lo nominal y lo real. Es decir,el modelo superador del de la teo-ría del ingreso nominal consistióen una reformulación de la curvade Phillips a la luz de los concep-tos de tasa natural de desempleo yexpectat ivas de los agenteseconómicos43.

La curva de Phillips consiste enuna relación empírica inversa entrela tasa de variación de los salariosmonetarios y la tasa de desem-pleo, que fue observada por el es-tadístico británico del mismonombre44. La explicación micro-económica de esta relación fueaportada por Phelps45: la curva ex-presaría las aceleraciones que su-fren los salarios monetarios antelos excesos de demanda de trabajoque se producen en la economía.Así, si el exceso de demanda espositivo, los salarios monetariossufrirían un aumento y, si el excesoes negativo, los salarios sufriríanun descenso. De ahí la relación in-

versa entre desempleo y variaciónde los salarios monetarios.

Friedman aportó la siguiente re-flexión: al depender esta relacióndel comportamiento microeconó-mico de los agentes involucradosen la transacción de trabajo, la cur-va así concebida no tenía en cuen-ta realmente lo que los agentes to-maban como elementos de juiciopara sus decisiones. Era necesarioreconocer que tanto empresarioscomo trabajadores tenían más encuenta el salario real que el mone-tario y, es más, que el salario realesperado era la variable más direc-tamente tenida en cuenta.

Lo que Friedman venía a decires que la evolución de la capaci-dad adquisitiva esperada de los sa-larios monetarios tiene un reflejoinmediato sobre la actividad eco-nómica, estando esa relación ya encierto modo prefijada por la vidaeconómica en lo real (en el impac-to que las decisiones de los agen-tes producen sobre el desempleo)y en lo nominal (en los niveles quealcanzarán los precios de acuerdocon las expectativas de los agen-tes).

En estas circunstancias, un au-mento de la masa monetaria im-

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previsto para los agentes económi-cos podría tener efectos en la acti-vidad real precisamente por estainadvertencia, por la sorpresa cau-sada en los agentes. Tal efecto, quese desarrollaría en el corto plazo,podría también extenderse al me-dio plazo. La razón sería que, anteel desconocimiento de los efectosexactos del nuevo fenómeno quese presentaba, los agentes realiza-rían un juicio equivocado de lo queocurría (que podríamos represen-tar, por ejemplo, con un mecanis-mo de generación de expectativasadaptativas). Friedman planteabaque la percepción del mismo fenó-meno por trabajadores y empresa-rios sería distinta: los primeros in-terpretarían el aumento producidode la demanda como la posibilidadde un incremento del salario nomi-nal (pues aún no tendrían expe-riencia del efecto que se habría deproducir sobre los precios), al pre-ver que los empresarios necesita-rían más trabajadores; por eso au-mentarían la oferta de trabajo. Pa-ra los segundos, sin embargo, lapercepción sería distinta: lo que elempresario ve es que el precio desus productos aumenta ante lamayor demanda y que se rompe lacondición que aseguraba su maxi-

mización de beneficios, es decir,que ante ese aumento, el valor delproducto marginal pasa a ser ma-yor que el salario monetario. Portanto, su acción racional sería au-mentar la cantidad demandada detrabajo. Ambas percepciones sonequivocadas al ser inevitablemen-te parciales. Este es el punto fun-damental de la argumentación deFriedman. Pero tal equivocaciónno puede durar para siempre:

"...con el paso del tiempo, tantoempresarios como trabajadores aca-ban por reconocer que estánsubiendo los precios en general. Comodecía Abraham Lincoln, puede ustedengañar a todo el mundo algúntiempo, puede usted engañar a algu-nas personas toda la vida, pero lo queno puede usted es engañar a todo elmundo toda la vida” 46.

El reconocimiento de lo que es-tá ocurriendo globalmente haceque la economía regrese a sus per-manentes valores reales, si bienlos valores nominales son ahoramás altos. Son fáciles de explicar,de esta manera, las situaciones deestanflación que se observaron enlos primeros años setenta. O, ex-presado diferentemente, ésta es larazón por la que la curva de Phi-llips es, a largo plazo, completa-mente vertical, una vez que los

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agentes económicos han tenidotiempo de aprender y reconducirsus acciones.

Y no se puede decir que estaconclusión sea de escaso alcance:en primer lugar, en el terreno ope-rativo, se está afirmando que laspolíticas económicas del Gobier-no no tendrán efectos sobre la rea-lidad y que, por tanto, es mejorque el Gobierno no haga nada; ensegundo lugar, en el terreno teóri-co, ello implica que las capacida-des cognitivas de los agentes eco-nómicos, que hacen que éstos ob-tengan un conocimiento prácticosuficiente como para neutralizarlos efectos de las variaciones, eneste caso de la masa monetaria,sean especialmente clarividentes.Este hecho ha constituido el fun-damento de una de las corrientesteóricas más importantes de losúltimos treinta años.

II.b.4. La política económica

En lo que hemos visto hastaahora se pone de relieve que laspredicciones de Estado del pensa-miento monetario de Friedmananuncian la inanidad de las políti-cas gubernamentales y que, portanto, el autor participa del idearioliberal. Pero hay que puntualizar

que el liberalismo de Friedman es,ciertamente, previo a estos traba-jos económicos que hemos estu-diado. Hay que recordar que ya ha-bía publicado obras apologéticasde esta tradición intelectual tiem-po antes de culminar su pensa-miento monetario, obras que, másbien, eran aplicaciones del pensa-miento económico neoclásico enel que se formó como economista.Circunstancia ésta que es coheren-te con el propio carácter del es-fuerzo teórico-económico de Fried-man, un trabajo de continuación,superación y culminación de laobra neoclásica. Sus afirmacioneseconómicas apoyan las concepcio-nes intelectuales del liberalismoen consonancia con el pensamien-to teórico que compartía, cons-ciente y militantemente, con loseconomistas que le antecedieronen la obra neoclásica.

Bien es cierto, ya se ha expues-to, que Friedman va más allá delos supuestos tradicionales queson el fundamento de los modelosneoclásicos. Pero sus innovacio-nes no son en ningún modoopuestas, todo lo contrario; Fried-man construyó su teoría en apoyode la neoclásica. Veamos dosejemplos:

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En primer lugar, y volviendo a lacuestión central de las capacida-des cognitivas de los agentes eco-nómicos, es muy de destacar la im-portancia que para las conclusio-nes obtenidas por Friedman en supensamiento monetario tiene sumodelización realizada en colabo-ración con Leonard J. Savage.

La afirmación de que con estetipo de procedimiento cognitivolos agentes, así concebidos, soncapaces de alcanzar un conoci-miento tal que al Estado le sea im-posible engañarles con sus políti-cas económicas implica, en lopráctico, un supuesto similar al deconocimiento perfecto utilizado enlos modelos macroeconómicos decompetencia perfecta. A la postre,es lo mismo que afirmar que laspersonas acabarán sabiéndolo to-do del mercado. De aquí que Fried-man comparta confianza en la con-clusión sobre la mayor eficienciadel libre mercado, incluso comoórgano coordinador de la econo-mía por encima de cualquier plani-ficación.

En segundo lugar, la teoría delas tasas permanentes implica lacerteza de que las economías ope-ran permanentemente en situaciónde equilibrio general, siempre y

cuando no surjan acontecimientosinesperados o, mejor dicho, en au-sencia de cualquier intervención.La existencia de tasas permanen-tes indicada por Friedman presu-pone que la economía posee unestado natural de operación, deacuerdo con los entes implicadosen ella (agentes económicos, insti-tuciones, canales de comunica-ción, etc.). Tal estado permanentenace, además, de la libre autode-terminación de los agentes econó-micos, es decir, no necesita de in-tervención externa alguna para al-canzar el máximo grado de eficien-cia posible. Adam Smith ya expusoel mismo pensamiento a fines delsiglo XVIII.

II.c. La Nueva Macroeconomía Clásica: el caso de Robert E. Lucas, Jr.

Lo que encontramos de distintoen Lucas, y que marca una rupturaevidente respecto de la obra de,por ejemplo, Milton Friedman, esun método que, aunque netamen-te diferente del utilizado en las dé-cadas anteriores a 1970, es una re-cuperación del equilibrio general.Parece claro que la novedad quesupuso el keynesianismo respectoa la teoría neoclásica precedente

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culminó con el abandono de la mi-crofundamentación de las teoríasmacroeconómicas, por decirlo entérminos modernos47. Los mode-los de síntesis neoclásica que to-maron el relevo del análisis del ni-vel agregado de la economía care-cían de una explicación de los fe-nómenos fundada en la toma dedecisiones individuales de losagentes económicos, esto es, en lateoría de los precios neoclásica.Como ya se ha visto, el propioFriedman, en sus análisis teóricoscontenidos en A Theoretical Fra-mework... y en su reformulación dela curva de Phillips, se inclinó porutilizar las armas de sus contrin-cantes para demostrar sus errores,sin llegar a proponer una metodo-logía combativa con la de éstos.Los problemas señalados porFriedman desde la propia sedekeynesiana exigían no sólo uncambio en las convicciones prácti-cas, sino también en las teóricas.De ahí la vuelta atrás, el regreso ala tradición neoclásica en buscadel punto del camino en el que lateoría económica se extravió al to-mar el sendero del keynesianismo.

Lucas fue el precursor de esteregreso, de ahí su importancia. Laamplia aceptación de su metodo-

logía se ha visto favorecida porunos pocos elementos singulares:en primer lugar, Robert Lucas haaplicado a su trabajo un espíritusintetizador de lo hecho preceden-temente en diversos campos; ensegundo lugar, ha poseído el talen-to formal necesario para conseguirun método unificado de teoriza-ción, orientado al análisis empíri-co; y, en tercer lugar, se ha mante-nido en diálogo con el presente dela ciencia económica, adoptandolos procedimientos más novedo-sos, lo que podríamos llamar la úl-tima tecnología.

El núcleo de los modelos de Lu-cas es la teoría moderna del equili-brio general walrasiano que debe-mos a Arrow y a Debreu48. Consistedicho núcleo en una descripciónde economías "completas", en lasque aparecen exhaustivamente to-dos los mercados, todos los agen-tes y todas las posibilidades de in-tercambio y/o producción entreellos. Como las decisiones han detomarlas los agentes en el tiempo,las posibilidades de intercambio y/o producción son aquéllas que seles van presentando en cada mo-mento. Éstas se generan por me-dio de procesos estocásticos (deMarkov) que van haciendo apare-

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cer de manera contingente, es de-cir, mediada por ciertas circunstan-cias que ordenan una determinadafunción de movimiento, los con-juntos de posibilidades presentespara el agente en cada momento apartir de un conjunto ya dado deestados. La incertidumbre se aso-cia a la función de distribución dela probabilidad de los estados enlos que el agente habrá de tomarsus decisiones. Esto es, la utilidadalcanzada por el agente dependeráde sus decisiones y de las variablesde estado que, aleatoriamente y si-guiendo un proceso de Markov, leirán apareciendo en cada momen-to del tiempo.

Por supuesto, adoptar estaaproximación es muy exigente y re-quiere unas convenciones concre-tas que veremos en algún detalle acontinuación.

II.c.1. El agente económico

En los modelos neoclásicos deeste tipo, el agente económico es,esencialmente, el de la teoría delos precios neoclásica enunciadaen, por ejemplo, Valor y Capital deJ.R. Hicks: el agente económico seconcibe como un ente que opta, deentre diversas alternativas que leson posibles, por aquélla que

maximiza su función objetivo.Ahora bien, los problemas que tra-tan los modelos macroeconómicosmodernos tienen en cuenta eltranscurso del tiempo y el proble-ma de la incertidumbre. En el casode la teoría de Lucas, por ejemplo,el que el agente económico debaescoger en el tiempo y, por lo tan-to, sujeto a la incertidumbre que ladinámica de cambio de la econo-mía introduce, transforma el con-cepto de las diversas alternativas entrelas que puede elegir respecto a lateoría neoclásica, pero sólo esto.

Obviamente, sería una dificul-tad insuperable para estos mode-los suponer un futuro que no secrea determinísticamente, es de-cir, inesperadamente, creativamen-te. La modelización, por ello, ha desuponer la pre-existencia de todoslos futuros estados relevantes parala toma de decisiones de los agen-tes y de todos los bienes que lesproporcionan utilidad49. Esta pre-existencia no debería suponer, sinembargo, que la incertidumbrepierda su significación extrema (taly como la expresaba Keynes). Sinembargo, el azar que se incluye enestos problemas no tiene que vercon el que producía una incertidum-bre fundamental en los agentes eco-

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nómicos keynesianos50, porqueaunque en los modelos de Lucaslas posibilidades futuras están yadadas, aparecen en la realidad pre-sente y futura del agente económi-co, de acuerdo con un procesoaleatorio que también está dado,pero que es conocible por el agente eco-nómico por la información presente51. Locual provoca que, en cualquier ca-so, el agente económico tome co-mo dados los conjuntos de mediosy de fines que le va proponiendo elproceso aleatorio sin que se defi-na, en ningún momento, cuál es elproceso por el que el agente cons-truye tales conjuntos de medios yfines.

II.c.2. Las expectativas racionales

Por supuesto, es imprescindibleexplicar cómo el proceso aleatorioque configura el presente y el futu-ro es conocible o cómo, en gene-ral, el futuro es conocible para losagentes económicos en un plan-teamiento como éste. General-mente, se entiende que los agen-tes adquieren ese conocimiento aladaptarse al medio en el que ope-ran y con el que interactúan. Es de-cir, implícitamente se afirma quelos agentes poseen un tipo concre-to, aunque no especificado, de ca-

pacidad cognitiva que asegura laadquisición de un conocimientocertero, probablemente de carácterpráctico, de la evolución futura delos acontecimientos. Esta hipóte-sis afirma que no es necesaria laconcreción de dicha capacidadporque basta con suponer que losagentes económicos no adoptaráncomportamientos irracionales yque, por tanto, aprovecharán la in-formación relevante de la mejormanera posible, no persistiendoen pos ib les e r rores en suactuación52.

La hipótesis afirma, por lo tan-to, que, en promedio, los agenteseconómicos acaban formulandosus previsiones sobre el futuroacertadamente, como si conociesenel modelo teórico que explica laeconomía y utilizaran toda la infor-mación que reciben de manera óp-tima. La hipótesis es plenamentecoherente con la teoría neoclásicay puede defenderse desde la meto-dología de la economía positiva deMilton Friedman. Sin embargo,transcurrió una década antes deque se generalizara su utilización.Nos parece que la adopción demodelos de equilibrio general pre-c ipi tó su uso y favoreció suaceptación53.

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La inclusión de la hipótesis deexpectativas racionales tiene enestos modelos una doble funciónque, por un lado, prosigue la sendaneoclásica, explicitada con clari-dad por Friedman, quien suponeque los individuos no se engaña-rán a largo plazo y acabarán cono-ciendo los acontecimientos que seproducen, o dicho de otro modo,que su comportamiento individualse basará en la optimización siste-mática y adaptativa. Por otro lado,asegura la existencia de un equili-brio para el modelo matemáticopropuesto como explicación de laeconomía. De hecho, los modelospropuestos por la Nueva Ma-croeconomía Clásica se denomi-nan de equilibrio, lo que se so-brentiende al conocer que su ori-gen es walrasiano. Es decir, elequilibrio general definido en elmodelo de Arrow-Debreu, requie-re la hipótesis de expectativasracionales54. Algunos autores hansubrayado especialmente este ele-mento y han defendido un cambiode denominación para la hipóte-sis, que pasaría a llamarse hipóte-sis de expectativas consistentes55.

Sin embargo, tanto la primeracomo la segunda función escon-den que la capacidad cognitiva por

la que los agentes económicos rea-lizan predicciones correctas a largoplazo no se explica en ningún mo-mento sino que, es más, su formu-lación se evita conscientemente. Elpropio Lucas no está interesado enestas cuestiones personales, sinoen el resultado final del proceso56.Incluso, se podría argumentar quela metodología de la economía po-sitiva de Friedman ampara la ideade que no es labor del economista,como científico, abordar tal cues-tión. No obstante, algunos autoresque no comparten totalmente lametodología científica de MiltonFriedman han iniciado investiga-ciones que intentan dotar a losmodelos que usan esta hipótesisde agentes económicos con uncomportamiento adaptativo57. Lasolución adoptada en estos casoses la de representar a los agentescomo portadores de ciertos algo-ritmos matemáticos que les permi-ten corregir y adaptar sus decisio-nes reiteradamente, hasta alcan-zar el objetivo de maximización dela función de utilidad. Sin embar-go, estos algoritmos se aceptancomo cláusulas "como si", lo cualimplica mover el problema un pa-so más lejos, pero manteniéndoloen esencia.

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II.c.3. La política económica

Dos son las cuestiones quecreemos que hay que resaltar eneste apartado: en primer lugar, elpostulado de inefectividad de laspolíticas económicas y, segundo,la defensa de la acción reglada enla intervención estatal frente a ladiscrecional, así como la consis-tencia temporal de las intervencio-nes del Gobierno.

Empezaremos por la primera deestas cuestiones. En su trabajoquizá más conocido y comentado,Expectations and the Neutrality ofMoney58, Lucas planteó una econo-mía dividida en dos sectores sepa-rados físicamente, lo que hacíaque la información sobre los pre-cios que tenían los agentes fueralimitada; ello resaltaba aún más laimportancia que tiene la formaciónde expectativas en la toma de deci-siones. Hay que observar tambiénque la interacción entre precios ydecisiones de los agentes compli-ca severamente tal formación,pues está claro que la informaciónque cada uno de los agentes tienesobre los precios afecta a sus deci-siones mientras que, a la inversa,tales decisiones afectan a su vez alos precios, todo ello ocurriendoen el tiempo. La solución adopta-

da por Lucas a este laberinto de in-fluencias y contrainfluencias fue lasiguiente: si los precios futuros de-penden de los presentes por me-dio del cambio de una serie de va-riables de estado y, además, estasvariables se ven afectadas por lasacciones de los agentes, la existen-cia preestablecida de una distribu-ción de probabilidad cierta de losprecios de este período futuro per-mitiría afirmar, bajo la hipótesis deexpectativas racionales, que losagentes acabarían descubriéndola(lo cual vendría asegurado graciasa que las distribuciones de las va-riables de estado que explican eltránsito temporal de la economíaestán también dadas). De hecho, elprecio de equilibrio del modelo deLucas en dicho artículo es una fun-ción que satisface este tipo deexpectativas59, es decir, el vectorde precios que encuentran losagentes de la economía por esteproceso será de equilibrio si las ex-pectativas son racionales60.

Las conclusiones que Lucas ex-trae de la situación de equilibrioson:

1) Cuando la masa monetariaaumenta siempre al mismo ritmo,el dinero es neutral incluso en elcorto plazo61.

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2) Cuando los agentes poseenuna información incompleta, nosaben discriminar entre las conse-cuencias reales y monetarias. Loscambios monetarios tienen conse-cuencias reales en el corto plazo,de lo que se extrae una relación dePhillips que nace del propio mode-lo, pero que no representa unapauta que la política económicapueda utilizar62. Es más, todo loque no sea una regla fija de políti-ca monetaria producirá fluctuacio-nes aleatorias alrededor de unamedia constante. Lucas demuestraque una regla de política moneta-ria fija consigue asignaciones derecursos Pareto-óptimas.

De estas conclusiones se dedu-ce la proposición acerca de la inefi-cacia de la política económica.Ninguna acción ejercida por el Go-bierno tiene posibilidades de cam-biar las circunstancias económi-cas determinadamente.

Sobre la ineficacia de las políti-cas económicas para determinar laevolución de las variables ma-croeconómicas han escrito tam-bién otros autores de la escuela dela Nueva Macroeoconomía Clásicaen términos parecidos63. Además,el propio Lucas ha explorado másampliamente la neutralidad del di-

nero en otros trabajos64. Dichaproposición, entendemos, ha incli-nado a estos autores a preocupar-se, crecientemente, de la opciónque tiene el Gobierno a las políti-cas económicas discrecionales: laactuación bajo reglas. En este de-bate, Lucas, aunque defiende lasuperioridad de este último tipode actuación frente al primero, noentiende la cuestión de la mismamanera que, por ejemplo, MiltonFriedman65. En efecto, teniendo enmente la famosa crítica de Lucas a laevaluación de la política econométrica66,no puede existir una única reglaque el Gobierno pueda seguir, sinoque éste deberá elegir, entre unrango especificado de reglas y, de-pendiendo del régimen existente,aquélla que produzca el mayorbienestar. Pero esta es la única di-ferencia. Por lo demás, Lucas en-tiende que la función del Estadoha de ser la de proporcionar, a tra-vés de la política monetaria y fis-cal, "...un entorno estable y prede-cible para el sector privado de laeconomía"67.

En consonancia con esta decla-ración, Lucas ha utilizado su me-todología científica para hallar losprincipios de la política monetariay fiscal que han de regir el com-

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portamiento del Gobierno. Almargen de las conclusiones técni-cas que aparecen en sus trabajosprincipales sobre la cuestión68,llegamos a tres conclusiones ge-nerales de su lectura: en primerlugar, Lucas no discute la bondadde la existencia o no del Estado,sino que más bien lo acepta comoun dato del fenómeno económicoy analiza cómo su ejercicio estaríamejor dirigido al bienestar de losciudadanos; en segundo lugar, losprincipios que propone para laspolíticas monetaria y fiscal tratande responder a la pregunta que Pi-gou formuló a Ramsey y que ésteintentó responder en un artículode 1927: ¿cómo se pueden ajustarlas tasas impositivas para que eldecremento de utilidad de los ciu-dadanos sea mínimo? Lucas cali-fica las políticas que solucionaneste problema como eficientes; y entercer y último lugar, para quemantengan su cualidad de eficien-cia, las políticas han de ser vincu-lantes para los sucesivos Gobier-nos que, en un régimen democráti-co, vayan alcanzando el poder, esdecir, existen ciertas reglas que de-ben mantenerse para que las polí-t i cas sean cons is tentestemporalmente69.

II.d. Sargent y Wallace: la interrelación de las políticas económicas

Para finalizar, y en referencia altema de la política económica, me-rece la pena destacar el trabajo dedos autores, Thomas Sargent yNeil Wallace, encuadrados dentrode la corriente de la Nueva Ma-croeconomía Clásica. En 1981 pu-blicaron el artículo "An Umplea-sant Monetarist Arithmetic"70, enel que analizaban el problema dela coordinación de la política fiscaly la política monetaria desde elpunto de vista de la lucha contra lainflación. Allí plantearon la posibi-lidad de que determinadas políti-cas fiscales tengan efectos contra-producentes sobre una políticamonetaria ortodoxa de corte mo-netarista, de manera que, a largoplazo, el objetivo de lucha contrala inflación se vea comprometidopor la ejecución de dichas políticasfiscales. Sargent y Wallace partende la base de que la autoridad mo-netaria "controla la tasa de seño-reaje de la creación de dinero, quees una fuente de ingresos para elpresupuesto estatal"71. Este hecho,según estos autores, plantea cier-tos problemas de interés a la horade analizar la capacidad de la polí-

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tica monetaria para controlar la in-flación, que deben responderse enel contexto de los esquemas de co-ordinación entre la política fiscal yla monetaria. Un primer esquemadaría primacía a la política mone-taria a la hora de imponer sus ob-jetivos y criterios: por ejemplo, laimposición de ritmos lentos decreación de base monetaria y, portanto, unos reducidos ingresos pa-ra la administración pública por lavía del señoreaje. El segundo es-quema daría primacía a la políticafiscal, que establecería una deter-minada dinámica de déficit públi-co, por lo que la autoridad mone-taria se vería limitada a "gestionarla deuda implícita en la senda deldéficit, decidida por la autoridadfiscal"72.

A partir de estos dos esquemasde coordinación, el objeto del aná-lisis, en palabras de los autores esel siguiente:

"El propósito de este capítulo esargüir que si la política monetaria seinterpreta como operaciones de laReserva Federal en el mercadoabierto, según nuestro segundoesquema de coordinación, entonces,la lista de las limitaciones que, segúnFriedman, tiene la política monetaria

debe ampliarse para incluir las seve-ras limitaciones de su capacidad deafectar permanentemente a la infla-ción"73.

La atención de Sargent y Walla-ce se centra en el análisis del se-gundo tipo de coordinación, porser el que estuvo vigente en lospaíses desarrollados en las déca-das anteriores a 1980, así comopor las interesantes implicacionesque tiene para la instrumentaciónde la política monetaria. La con-clusión a la que estos autores lle-garon, sin ser sorprendente, sí re-viste un especial interés inclusoveinte años después de la publica-ción del artículo: sin la ayuda de lasautoridades fiscales, luchar contrala inflación actual con una políticamonetaria restrictiva conduce auna inflación mayor en el futuro74.

El análisis en sí no puede decir-se que se encuadre dentro de laNueva Macroeconomía Clásica, yaque los autores no utilizan los ele-mentos caracterizantes de esta es-cuela de pensamiento. En reali-dad, el instrumental analítico estremendamente sencillo: una re-presentación de la denominadarestricción presupuestaria del Go-bierno, un límite a la capacidad delos mercados financieros de absor-

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ber la deuda pública (supuesto,por otro lado, bastante plausible),la posibilidad de que la autoridadmonetaria "monetice" la deuda pú-blica, y un modelo ortodoxo mone-tarista, según el cual la políticamonetaria tiene una fuerte influen-cia sobre la tasa de inflación y nulasobre las variables reales.

Si se incluye la hipótesis de quelos agentes demandan base mone-taria teniendo en cuenta la tasa es-perada de inflación, entonces losresultados serán aún más dramáti-cos. En este último caso, sí se in-troducen las tecnologías deducti-vas de la Nueva Economía Clásica:

"Es preciso resaltar que nuestroargumento utiliza el supuesto de unequilibrio de expectativas racionales,que en este caso es equivalente a unaprevisión perfecta porque no hayaleatoriedad en el modelo"75.

Una descripción más detalladadel modelo, en palabras de los au-tores, incluye las siguientes espe-cificaciones:

El modelo incorpora los si-guientes rasgos: (1) una tasa co-mún constante n de crecimiento dela renta real y de la población, (2)una rentabilidad real constante delos títulos federales que es mayorque n y (3) una función de deman-

da de la base monetaria o del dine-ro de alta potencia según la teoríacuantitativa, que presenta una ve-locidad de renta constante. Unmodelo de estas característicaspresenta las dos limitaciones de lapolítica monetaria indicadas porMilton Friedman en su discursopresidencial ante la American Econo-mic Association. En primer lugar, hayuna tasa natural, o de equilibrio,de la renta real que la política mo-netaria no tiene capacidad de alte-rar. En segundo lugar, el tipo de in-terés real de los bonos del Gobier-no queda fuera de la influencia dela política monetaria76.

Con este sencillo modelo, Sar-gent y Wallace pretenden demos-trar la limitada capacidad de lapolítica monetaria para influir so-bre la tasa de inflación. Lo únicoque se puede hacer es posponer-la. La clave no está, por supuesto,en las especificaciones monetaris-tas del modelo sino en las conse-cuencias de la política monetariasobre el presupuesto futuro. Paraello, parten de una especificaciónde la restricción presupuestariadel Gobierno, según la cual los dé-ficits públicos se financian me-diante la emisión de deuda públicay base monetaria. Para analizar los

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efectos de una política monetariaen el segundo escenario, esto es,suponiendo que la primacía es dela política fiscal, toman como dadouna secuencia de déficit y analizanlos efectos de políticas monetariasalternativas según el modelo mo-netarista previamente especificado.

En este escenario, y teniendo encuenta que a partir de un momen-to T existe un límite para el creci-miento del saldo de deuda vivo,que se ha de mantener constante,la restricción sobre la política mo-netaria es evidente: si los déficitspúblicos se mantienen constantesy los tipos de interés superan elcrecimiento de la economía, en-tonces resulta que cuanto menorsea la tasa de señoreaje (esto es,cuanto más contractiva sea la polí-tica monetaria), más crecerá el sal-do de deuda viva. Una vez llegadoal límite de aceptación de deudapor parte de los mercados finan-cieros, la única alternativa quequeda para la financiación de undéficit constante año tras año es elseñoreaje, esto es, una políticamonetaria expansiva que permitacubrir las necesidades financierasde cada año. De esta forma, con-cluyen Sargent y Wallace, no se haconseguido sino aplazar la infla-

ción al momento en el que losmercados financieros no aceptanmás emisiones de deuda pública.

Sargent y Wallace terminan ar-gumentando que la situación seríamuy distinta si fuese la autoridadmonetaria la que tuviese la prima-cía y determinase de antemano unaregla fija de crecimiento de la masamonetaria. Al hacer esto, forzaría ala autoridad fiscal a modular losdéficit de tal forma que fueran co-herentes con los objetivos de la po-lítica monetaria. Como vemos, elanálisis cobra relevancia no sólopara analizar la evolución de la in-fluencia de la política monetaria enla tasa de inflación, sino tambiénpara analizar los esquemas de co-ordinación de política monetaria.Del análisis de Sargent y Wallace sedesprende una conclusión muy cla-ra: con independencia de las rela-ciones entre los objetivos de políti-ca monetaria y fiscal, éstos seránalcanzables si existe una consistenciadinámica de las mismas. Políticaseconómicas inconsistentes, comoes el caso de una política fiscal ex-pansiva y una monetaria contracti-va, sólo crearán situaciones deinestabilidad, y al menos uno delos objetivos, en el caso analizado,la inflación, no se podrá cumplir.

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III. El pensamiento keynesiano

III.a. Introducción

Desde los comienzos de su vidaintelectual, la posición de JohnMaynard Keynes respecto a lascuestiones políticas, sociales yeconómicas estuvo marcada por elpensamiento socialista77 y por laincipiente doctrina de la planifica-ción económica. Keynes fue, sinduda, un defensor del intervencio-nismo estatal en la economía, con-vencido como estaba de la necesi-dad de regular racionalmente losmovimientos del mercado libre. Yaunque insistió en esta línea depensamiento constantemente, és-te no adquirió plena consistenciahasta la publicación de su The Gene-ral Theory en 1936, limitándose ensus exposiciones previas a la de-fensa de medidas puntuales quedemoraban el análisis más funda-mental de las verdaderas razonesde la escasa idoneidad del capita-lismo liberal.

En lo que sigue, intentaremos,en primer lugar, resaltar estos pre-vios analíticos que tanto influye-ron en el desarrollo de la teoríaeconómica keynesiana para, final-mente, centrarnos en el análisis de

la General Theory como expresiónmás perfecta de las tesis teóricasdefendidas por el autor inglés.

III.b. El pensamiento económico y social de Keynes previo a La Teoría General

Durante la década de los añosveinte, los esfuerzos teóricos deKeynes persiguieron persuadir alos ciudadanos educados de GranBretaña de que los fines de pros-peridad y bienestar sociales sóloserían alcanzables por medio dealgún tipo de intervención estatalsobre los asuntos económicos. Suactividad se desarrolló, eminente-mente, en publicaciones periódi-cas, fueran éstas diarios o impor-tantes revistas intelectuales que,en alguna ocasión, como en el ca-so de A Tract on Monetary Reform,adoptaron, muy reelaboradas, laforma de libro.

No parece haber duda acerca dela filosofía social y de la ideologíaque defendió siempre el econo-mista británico, algo que se com-prueba en las relaciones sociales ycírculos intelectuales que frecuen-tó o en sus propios escritos. Key-

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nes se oponía a las doctrinas del"laissez-faire" y señalaba como cul-pable de los males morales exis-tentes en los mercados el amor aldinero78. En general, se oponía se-veramente a todos los que habían,de un modo u otro, ayudado a con-figurar el paradigma del libre mer-cado: las obras de Locke, de Hu-me, de Burke, de Bentham, deRousseau, la incompetencia de losGobiernos, el progreso económicopromovido por el individualismo,la teoría evolutiva de Darwin y eltrabajo de los economistas, apare-cían en el banquillo de sus acusa-dos.

No era Keynes, sin embargo, unsocialista incendiario y revolucio-nario, aunque simpatizaba con losintelectuales comunistas79: teníauna idea muy precisa del socialis-mo que estaba ayudando a traer alas mentes de los británicos y losabía muy alejado del de CarlosMarx, a quien comparaba con unareliquia pasada e inservible80. Paraél, el nuevo socialismo consistía,más bien, en el ejercicio de la pru-dente sabiduría económica, en elaprovechamiento de los conoci-mientos científicos que los econo-mistas poseían81, y en especial delos suyos propios, para conseguir

lo antes posible o lo más extensa-mente posible, la realización de losideales que le inspiraban. Así lodeclaró el propio Keynes en diver-sos textos a lo largo de su carreraintelectual82.

Su socialismo, por tanto, teníauna aspiración pragmática opuestaa los ideales "magnificados en lapolitik de los bolcheviques". Keynesaspiraba a construir una sociedadmás justa según el ideal socialista,sin disolver por ello totalmente lainiciativa privada en la esfera eco-nómica. Así lo razonaba en fechastempranas, y también en la culmi-nación de su pensamiento teóricocuando, por fin, situó la principalintervención técnica del Estado enla socialización de la inversión pro-ductiva del país83.

Ciertamente, Keynes se encami-naba hacia la solución única de laplanificación estatal para los pro-blemas sociales más importantes.Es decir, se situaba en la mismasvías que sus contemporáneos eu-ropeos: que Sombart en Alemaniacon su Planwirtschaft, que Lauranten Francia con su Economie dirigée,que Henri de Man en Bélgica, quelos fascistas italianos, que los bol-cheviques rusos...84, aunque, comoél mismo afirmó, se inspiraba más

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en e l e jemplo de estos dosúltimos85. El esfuerzo había de di-rigirse a corregir el fracaso de los"sistemas económicos no planifi-cados del mundo", con la inten-ción de remediar ese fracaso con laplanificación86.

La planificación por la que abo-gaba Keynes era, en realidad, elejercicio de los tecnócratas, de lossabios, de los economistas. Al fi-nalizar este último texto que co-mentamos Keynes se interrogaba:"Pero, ¿es practicable en una co-munidad democrática?"87. Y res-pondió que, aunque fuera mássencillo establecer la planificaciónen una sociedad autoritaria, laplanificación en la que él estabapensando sólo podría supervisar-se en los resultados finales, no enlos detalles técnicos diarios. Portanto, en este sentido, sería igualaplicarla en un tipo u otro desociedad88.

En la realidad de la teoría eco-nómica promovida por Keynes, suTeoría General aparece como el re-flejo máximo de esta pretensiónde planificación, sin duda, la teo-ría final y definitivamente keyne-siana para la historia. En los añosprevios, Keynes, en su preocupa-ción sobre la economía, ya había

resaltado con extensión y asidui-dad algunos temas principales.Durante los años veinte ya apare-cieron reflexiones de importanciasobre el curso de las inversiones yla evolución de la población y lanecesidad de su planificación. Sibien, Keynes tuvo durante esetiempo un tema como claramentecentral, el de las alteraciones delvalor del dinero.

Este análisis sobre el valor deldinero fue el primer laboratorio enel que puso a prueba sus convic-ciones sobre el papel que debía re-presentar la teoría económica. Suprincipal conclusión respecto a lacuestión del dinero fue la necesi-dad de controlarlo para mantenersu valor estable. Para ello exigiódesde diversas tribunas el abando-no del patrón oro y la creación deuna moneda dirigida directamentepor el Estado.

En su primer trabajo de impor-tancia sobre la cuestión, A Tract onMonetary Reform, de 1923, Keynesabrió su argumentación mostrán-dose contrario al inflacionismo ysus efectos, de los que resaltaba:1) las perturbaciones que introdu-ce en las decisiones empresariales;2) los perjuicios directos para in-versionistas y trabajadores (si es

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que no aprendían a defenderse deella) e indirectos para los empresa-rios, debido al desprestigio queimplica el enriquecimiento espe-culativo; y 3) la futilidad para lo-grar los objetivos que tradicional-mente se marcaban los Gobiernoscon la inflación (aumentar los in-gresos del Estado o reducir la car-ga de deuda).

Con este primer paso Keynesdemostraba, en primer lugar, queel inestable patrón oro constituíaun potencial de desequilibrios per-judiciales para los agentes econó-micos, pero, al tiempo, que los Es-tados, si habían de controlar laevolución de sus monedas, sólopodían hacerlo con un objetivo:estabilizar el valor de la moneda.El entorno teórico en el que desa-rrolló el resto de su argumentaciónusaba una formulación de la teoríacuantitativa, similar a la ya utiliza-da por Léon Walras, que enfatizabala influencia de las expectativas delos agentes en la toma de decisio-nes acerca de su demanda de dine-ro. Sin embargo, la variabilidad acorto plazo del deseo de mantenerun poder de compra concreto enforma de dinero estaba, según de-cía Keynes, demasiado atada al"humor del público y del mundo de

los negocios". La conclusión inevi-table era que, si un valor del dineroconstante era deseable, éste no seconseguiría en condiciones demercado libre, sino tan sólo si elEstado adoptaba un método efi-ciente de control y regulación de laoferta de dinero, de la de crédito yde la de divisas.

Otras de sus obras menores in-sistían en esta cuestión, haciendoresponsable a la incertidumbre, elriesgo y la ignorancia de los "ma-yores males económicos de nues-tro tiempo". En ellas Keynes pro-ponía como solución el control de-liberado del dinero y del crédito,así como evitar que ni la inversión,ni el ahorro, ni el diseño del tama-ño de la población se dejasen to-talmente al "arbitrio de la opinióny de los beneficios privados"89.Keynes mantuvo siempre su recha-zo al patrón oro allí donde escri-biera sobre cuestiones monetarias.

La constancia del pensamientokeynesiano, que estamos comen-tando, está clara si se comparan es-tas conclusiones con aquellas a lasque llegó en 1930, en su A Treatise onMoney. En esta obra Keynes se deci-dió por una expresión más formalde sus ideas, quizá con la mirada yadefinitivamente fijada en el mundo

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académico y con la intención de ac-ceder al público más especializado.En esta nueva obra daba la espaldaa la teoría cuantitativa de formula-ción más convencional, para adop-tar una versión cercana a los usos yrazonamientos del gran economis-ta sueco Knut Wicksell. En ella, y deacuerdo con su Segunda EcuaciónFundamental90, las variaciones delos precios estarían causadas pordesigualdades entre las funcionesde ahorro e inversión, promovidasa su vez por desigualdades entre eltipo de interés de mercado y el na-tural. Ahora bien, en este modelo,la estabilidad de los precios depen-día principalmente de las expecta-tivas de los empresarios, que regu-lan los cambios de la inversión ydel ahorro. Aunque las conclusio-nes seguían en línea con las quehabía defendido durante la décadapasada, Keynes introdujo una ideaque configuró plenamente su pen-samiento posterior (nos referimosa la Teoría General): las expectativasson la clave, afirmó allí, de por quécualquier sistema económico de li-bre mercado jamás podría alcanzarun equilibrio como el que preveíala teoría ortodoxa91. Ésta fue sugran demostración de la necesidadde la intervención estatal.

III.c. La Teoría General de Keynes

No creemos exagerar al afirmarque el pensamiento "netamente"keynesiano es el que aparece, pre-cisamente, en este libro. Sin dudaes la pieza teórica más evoluciona-da de todas en las que vertió su vi-sión del mundo. Además, es un li-bro de influencia casi sin igual enla historia del pensamiento econó-mico. Por eso, aunque quizá sepa apoco el superficial repaso de algu-nas de las concepciones teóricasprevias de Keynes, resulta obliga-do dar mayor presencia en este úl-timo capítulo de su viaje intelec-tual.

Mucho, muchísimo, se ha ha-blado y escrito sobre lo que estáen las páginas de la Teoría General dela Ocupación, el Interés y el Dinero y, sinembargo, nosotros tenemos tam-bién algo que decir para aclarar, yaclararnos, el mensaje que se en-cierra en ellas. Todo el que se haenfrentado en alguna ocasión a laobra de Keynes descubre que, es-tructuralmente, no es un trabajoordenado. El lector se ve confundi-do por la narración y pierde con fa-cilidad el hilo conductor del argu-mento que se le propone. Pero, pe-culiarmente, no ocurre así con susconclusiones, que son extremada-

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mente claras. Esta peculiaridad, haservido en ocasiones para desacre-ditar la obra keynesiana o, enotras, para verterla a moldes en losque difícilmente cabía, de tal suer-te que, pasados más de sesentaaños desde su publicación, ha re-surgido entre diversos profesoresanglosajones el interés por el ver-dadero mensaje de Keynes92. Si-guiendo en parte sus enseñanzas yen mayor medida lo que nosotroshemos colegido por nuestra cuen-ta, defenderemos que la Teoría Ge-neral está claramente dividida endos partes diferenciadas, que apa-recen repartidas en distintos capí-tulos del libro: una, nuclear, en laque se presentan las razones quehacen que, inherentemente, lossistemas de libre mercado esténabocados a situaciones permanen-tes de desequilibrio económico; yotra, periférica, en la que se propo-nen soluciones que resuelvan es-tas situaciones de desequilibrio.

Ambas partes se sustentan envisiones teóricas que, en realidad,no tienen por qué ser, y en ocasio-nes no son, homogéneas. En el nú-cleo de su argumento, Keynes seapoya en una visión concreta de lapersona y de su acción que lleva,en medios de operación de libre

mercado, a una predicción de esta-do clara: la co-existencia de desem-pleo permanente en el mercado detrabajo y de equilibrio en el restode los mercados. En lo periféricode su argumento, se afirman cier-tas teorías sobre la relación entreel ahorro y la inversión, sobre la in-flexibilidad de los tipos de interésa la baja y sobre la recomendableinflexibilidad a la baja de los sala-rios monetarios, que no siemprese siguen del núcleo teórico cen-tral; aunque otras, como la fijacióndel tipo de interés o la necesidadde la socialización de la inversión,sí lo hacen.

III.c.1. Núcleo del argumento keynesiano: los agentes económicos y las expectativas

Postulamos, de entrada, que lateoría enunciada en La Teoría Gene-ral tiene por núcleo central un con-junto de enunciados antropológi-cos que son los que están, en reali-dad y a la postre, delimitando laspredicciones de estado y el ámbitode validez de la teoría económicakeynesiana. ¿Qué enunciados sonéstos?, ¿qué tipo de persona es laque Keynes contempla como pro-tagonista de las acciones asignati-vas?

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Keynes delinea la caracteriza-ción del agente en los capítulosquinto y décimosegundo, al tratarde las expectativas. Para él, la im-portancia de las expectativas en latoma de decisiones está en rela-ción con el horizonte proyectivoque impliquen dichas decisiones,es decir, con el período de tiemposobre el que se hacen planes. Poresto, las expectativas a más largoplazo son las que le parecen másinteresantes. Resucitando sus pri-meras reflexiones relevantes93, de-fiende que los agentes económicostoman sus decisiones de largo pla-zo de acuerdo con una expectativa,también de largo plazo, que seconforma según dos elementos: elprimero sería una previsión o jui-cio probabilístico hecho por el ac-tor sobre la acción a realizar, y elsegundo lo constituiría la confian-za personal que se tiene en esaprevisión. Keynes la describe así:

"El estado de expectativa de largoplazo, sobre la que basamos nuestrasdecisiones, no sólo depende, portanto de la previsión más probableque hacemos. También depende de laconfianza con la que hacemos esta pre-visión -cuán alta es la tasa de proba-bilidad de que nuestra mejorprevisión se vuelva equivocada” 94.

Estos dos conceptos ya apare-cían en el Treatise on Probability, aun-que denominados diferentemen-te: el primer elemento se corres-pondería claramente con lo queKeynes denominaba allí "grado decreencia racional" (un juicio proba-bilístico acerca de un determinadohecho), mientras que el segundocasaría con el concepto de "peso oponderación del argumento" (quemediría el grado de globalidad delconocimiento contenido en la evi-dencia disponible). No se discutela trascendencia que ambos ele-mentos tienen en la decisión, perohay que reconocer que el segundode ellos, al expresar el juicio delagente acerca de la ignorancia re-lativa que tiene sobre el fenómenoal que se refiere la acción, afectamás a la opción por la que se deci-dirá el agente.

En el caso de las decisioneseconómicas, la importancia del es-tado de confianza es crucial, espe-cialmente porque la concepción dela incertidumbre que se desprendede esta visión de la toma de deci-siones es abrumadora para elagente95. Es decir, si aceptamos,tal y como hace Keynes, que el co-nocimiento humano es eminente-mente inductivo, el estado de con-

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fianza de acciones cuyos resulta-dos se adentren mucho en el futu-ro habrá de ser, forzosamente, muypequeño: la incertidumbre seráfundamental, no reducible por el co-nocimiento que se adquiera se-cuencialmente al vivir y, por tanto,abrumadora para el agente.

En la teoría que aquí expone-mos, el agente económico se veforzado a adoptar estrategias deacción que sean minimizadoras deesa incertidumbre a sabiendas deque pueden resultar claramenteineficientes. Estas estrategias sondos: la de aquellos agentes que,conscientes de su ignorancia, pre-fieren apoyarse en una visión con-vencional de las cosas96 y, segun-do, la de aquéllos que prefieren se-guir el curso de acción que les in-dica su espíritu97, aunque tambiénestén advertidos de la imprevisibi-lidad del resultado. Es decir, en laopinión de Keynes, la naturalezadel conocimiento de las personasles empuja a tener que aceptar sudesconocimiento total del futuro,la incertidumbre absoluta del re-sultado de sus acciones. Por ello,no les queda más remedio que, obien, aceptar como una informa-ción suficiente del futuro el cono-cimiento que tienen del presente,

o bien dejarse llevar por su urgen-cia para actuar. En cualquier caso,estas convenciones y animal spirits,dependen en sí mismas de unaconcepción del hombre expresa y,por demás, totalmente desarrolla-da en su Treatise on Probability.

Veamos, a continuación, cómoKeynes da cabida a esta visión dela persona en su teoría económica.Como es bien sabido, sólo hay dosagentes importantes en el modeloque el autor británico nos ofrece:los consumidores y los empresa-rios. La razón es bien sencilla: Key-nes está interesado en demostrarque las economías de libre merca-do, en ausencia de intervencionesestatales, producen situacionescrónicas de desequilibrio en algúnmercado (en concreto excesos deoferta en el mercado de trabajo),sin que haya en el sistema tenden-cias inherentes que lo hagan cam-biar y lo lleven al equilibrio. Poreso, el Estado juega un escaso pa-pel en el desarrollo de su argu-mentación y, sin embargo, un pa-pel excepcional en la solución dedicho problema.

Pues bien, las principales deci-siones que esos agentes deben to-mar en los mercados son: el con-sumo, la preferencia por la liquidez

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y la inversión. Sobre el consumopoco hay que decir. Keynes se limi-ta a postular a posteriori que losagentes siguen una pauta constan-te por la que nunca consumen to-do su ingreso, sino una proporcióndel mismo (proporción que deno-mina propensión marginal al con-sumo).

En cuanto a la preferencia por laliquidez, aquí el agente busca mi-nimizar su sensación de incerti-dumbre y, por tanto, ésta es la de-cisión más directamente relaciona-da con lo visto antes. Para consu-mar esa minimización, el agentebusca un equilibrio entre la reduc-ción de la incertidumbre que leproporciona la liquidez (esto es, laparte de su ingreso que no consu-me y mantiene en forma de dinero)y el coste de oportunidad de no te-ner ese dinero ocioso invertido enalgún reconocimiento de deuda(que, en el caso keynesiano, se re-duce a bonos de renta fija). La re-muneración del bono, el tipo deinterés, aparece entonces como lacompensación que hay que pagar-le al agente para que se decida areducir su liquidez.

En último lugar, la inversión espara Keynes una decisión que setomará a partir de la comparación

del coste de conseguir financiación(es decir, del tipo de interés) y delo que se espera ganar con el biende capital con el que se pretendeproducir (que en la expectativa delargo plazo es un bien que aún nose posee) y que Keynes denominaeficiencia marginal del capital. Allídonde la eficiencia marginal delcapital sea mayor que el tipo de in-terés se invertirá, y viceversa.

Ahora bien, Keynes defendíaque la tasa de interés es de tal na-turaleza que su nivel se mantieneen un grado crónicamente elevadocuando la fija la iniciativa privada.Esta afirmación se sostiene en trestipos de argumentos diferentes:

1) Por influencia de la incerti-dumbre: como se puede deducircon facilidad, a partir de un tipode incertidumbre como el descritopor Keynes, los individuos no es-tarán dispuestos a alejarse muchodel refugio que ofrece una riquezaexpresada en dinero, por lo que elpremio que habrá que dar paraque lo presten deberá ser muyelevado. La "trampa de la liqui-dez", citada con profusión porKeynes aunque no denominadaasí por él98, es un caso extremo enel que esa cantidad de dinero au-menta sin límite debido a la apari-

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ción de una gran certeza subjeti-va, compartida por un gran núme-ro de individuos, y resultado deltráfico de convenciones sobre unaevolución negativa de los nego-cios en el futuro.

2) Por la propia naturaleza deldinero: en el capítulo decimosépti-mo Keynes insiste en que el tipode interés del dinero es, de entretodos los tipos de todos los bie-nes, el más resistente a reducirse yel que, a la postre, es mayor. La ex-plicación de esta resistencia a lareducción está en que las elastici-dades de producción y sustitucióndel dinero son nulas99 y hacen quesu oferta, dejada a la iniciativa li-bre, sea muy rígida.

3) Porque la tasa de interés deldinero no depende de la tasa espe-rada de variación de los precios:Keynes critica la teoría de IrvingFisher, quien distingue el tipo deinterés monetario del tipo de inte-rés real, afirmando que si las varia-ciones de los precios son previstas,los precios de los bienes existen-tes se ajustarán perfectamente yque, si no lo son, no habrá efectossobre los acontecimientos presen-tes: sencillamente no se tendránen cuenta100. Pero, hay más. Difícil-mente los precios podrían deter-

minar la tasa de interés cuando, di-ce Keynes, en realidad la direccióncausal es la opuesta:

"... cambios en la propensión aatesorar, o en el estado de preferenciapor la liquidez, como la he llamado,primeramente afectan, no a los pre-cios, sino a la tasa de interés; cual-quier efecto de los precios se producepor repercusión como última conse-cuencia de un cambio en el tipo deinterés"101.

Como conclusión a los tres pun-tos precedentes, pero sobre todoal primero, el empresario encuen-tra un alto coste de financiación desus inversiones que le obliga a fi-jarse en las inversiones cuya efi-ciencia marginal del capital es aúnmás alta. Pero, al ser negativa larelación entre el volumen de capi-tal y su eficiencia (ver The GeneralTheory, p. 136), para que las inver-siones mantengan su rentabili-dad, el capital ha de mantenerseescaso, de lo que se deriva el bajonivel de empleo existente.

También la eficiencia marginaldel capital posee una tendenciapropia, inherente, a ser baja, debi-do a que las expectativas de ga-nancias futuras serán altamentepesimistas, por motivos que radi-can en la naturaleza de la incerti-

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dumbre a la que se enfrentan losagentes en el largo plazo. ¿Dedónde procede este pesimismo?En principio, Keynes hace depen-der las expectativas de los resulta-dos presentes del empresario,que se deben al consumo, tam-bién presente, de la economía.Pues bien, si la incertidumbre enla toma de decisiones de losagentes implica un juicio sobre elfuturo cuya ponderación es muybaja, lo cual está en la naturalezadel largo plazo para Keynes, la de-manda de dinero, necesariamen-te, conocerá unas determinadascircunstancias en las que se con-vertirá en casi o totalmente elásti-ca. De lo que podemos afirmarque si se alcanzan o se rebasanestas circunstancias, los agentesmantendrán en liquidez una ma-yor proporción del excedente queno consumen de su ingreso, porlo que, su reverso, es decir, la can-tidad que los empresarios puedenobtener para financiar sus inver-siones por medio de la emisión debonos, se reducirá considerable-mente y, como consecuencia deesta reducción en la inversión, sedeprimirá el ingreso y la cantidadabsoluta de consumo. El procesotermina de nuevo en los empresa-

rios, a quienes llegarán cada vezmenos demandas, transformandosus expectativas de buenas enmalas y provocando una baja efi-ciencia marginal del capital. Eneste sentido hemos interpretadoel siguiente texto:

"... la expectativa de consumofuturo está tan extensamente basadaen la experiencia actual del consumopresente, que una reducción de esteúltimo es probable que deprima elanterior, con el resultado de que elacto de ahorro no deprimirá mera-mente el precio de los bienes de con-sumo, dejando sin afectar laeficiencia marginal del capital exis-tente, sino que puede tender a depri-mir también ésta"102.

Habría que añadir en este pun-to, para completar los motivos quedeprimen las expectativas de losempresarios, el progreso económi-co y la acumulación de capital,pues cuanto más cerca está la eco-nomía del pleno empleo, menoresserán las propensiones al consu-mo, más rápido el crecimiento delos costes de producción (debido aque la oferta de factores producti-vos se va haciendo crecientementeinelástica) y menor la eficienciamarginal del capital.

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III.c.2. La periferia del argumento keynesiano: las soluciones a la insuficiencia de demanda efectiva

Como veremos inmediatamen-te, la única solución aparente paraKeynes a este problema de insufi-ciencia de la demanda efectiva es-tá en la intervención estatal en losasuntos económicos. Intervenciónque puede adoptar tres posiblesvías: la primera, de corte drástico yradical, consiste en la socializacióndirecta de la inversión; la segunda,que por número de páginas es lamás tratada, consiste en el manejode la cantidad de dinero para ex-pandir la economía; y, la tercera,muy escasamente tratada, consisteen redistribuir el ingreso. Paradóji-camente, ésta es la que ha pasadoa la historia como la medida depolítica económica más genuina-mente keynesiana. Las tres solu-ciones tienen grados diferentes deverosimilitud y coherencia que sedesprenden del discurso de Key-nes, por lo que será bueno que lasglosemos brevemente:

1) La socialización de la inver-sión: ya en el capítulo decimose-gundo, al tratar de las expectativasy describir cómo y por qué losagentes adoptan pautas de com-portamiento convencionales, Key-

nes defendió por primera vez la so-cialización de la inversión. El es-pectáculo de los mercados de valo-res, dominados por una turba degentes ignorantes y cuyos compor-tamientos están sujetos a las ines-tables veleidades de las conven-ciones, le causaba una honda pre-ocupación. Keynes concluía de suinvestigación sobre las personasque si se las dejaba actuar libre-mente en los mercados, los lleva-rían, inevitablemente, a un com-portamiento errático y catastrófico.La única solución razonable era re-comendar que las inversiones sehicieran permanentes e indisolu-bles como el matrimonio103, es de-cir, impedir que la iniciativa priva-da decidiera sobre la inversión:

"La única cura radical a la crisis deconfianza que aflige la vida econó-mica del mundo moderno sería impe-dir que los individuos elijan entreconsumir su ingreso y ordenar la pro-ducción de activos específicos decapital que, aunque basados en unaevidencia precaria, les impresionencomo la inversión más prometedoradisponible para ellos"104.

Una segunda razón que se uníaa la anterior estaba en la ausenciade incentivo en el sector privadopara acumular tanto capital comopara producir una eficiencia margi-

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nal del capital nula, ya que cual-quier variación en los ahorros lle-varía a los empresarios, automáti-camente, a tener pérdidas y a quesus expectativas se tornaran pesi-mistas. Es decir, Keynes afirmabaque cuanto más capital acumularauna economía más rápidamentealcanzaría un punto de estanca-miento:

"Esta perturbadora conclusióndepende, evidentemente, del su-puesto de que la propensión al con-sumo y la tasa de inversión no estándeliberadamente controladas en fun-ción del interés social sino dejadas,principalmente, a las influencias dellaissez-faire"105.

Sólo el Estado podría asegurarque el objetivo de una eficienciamarginal de capital nula se alcan-zase, porque no está sometido a lainfluencia de las cambiantes ex-pectativas empresariales, en la me-dida en que su objetivo es el inte-rés de la sociedad106. Sin embargo,no renunciaba por ello al objetivode conseguir la máxima acumula-ción de capital posible para la so-ciedad, ésa en la que la eficienciamarginal del capital fuera nula, locual era más factible para elEstado107.

La tercera y última razón ahon-da aún más en los peligros a losque la población común de lospaíses expone al sistema econó-mico. En efecto, Keynes afirmabaque la responsabilidad del cicloeconómico estaba, exclusivamen-te, en el lado de los agentes eco-nómicos que, llevados por su ig-norancia y miedo a actuar inde-pendientemente, producían situa-ciones de colapso de la eficienciamarginal del capital. Esta circuns-tancia, agravada tanto más cuantomayores fueran las condicionesde libre mercado, sólo tenía unasolución:

"Concluyo que la tarea de ordenarel volumen actual de inversión no sepuede dejar con seguridad en manosprivadas"108.

2) El manejo de la cantidad dedinero: Keynes pensaba que lasemisiones de dinero fiduciario porparte del Estado tenían un efectoexpansivo sobre la economía, queresolvía el desempleo sin causar“verdadera inflación”. Es realmentenotable el esfuerzo que dedicó aconvencer a sus contemporáneosde la bondad de esta intervención,aun cuando la anterior soluciónfuera la más apropiada para el pro-blema económico que Keynes

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planteaba. Y es que, si juzgamos eltratamiento concreto que el autorbritánico realizó de las diferentessoluciones, tanto en espacio co-mo en análisis, es a la del manejodel dinero a la que más esfuerzosdedicó.

La opción por esta solución seapoya en varios elementos: 1) enprimer lugar, en el rechazo de ladoctrina del ahorro forzoso109,que Keynes creía equivocada,principalmente porque entendíaque es la inversión la que generael ahorro que la sustenta, y no alrevés110; 2) en segundo lugar, essuperior a otras políticas econó-micas que tienen las mismasconsecuencias que la emisión dela masa monetaria sobre el mer-cado monetario (como las reduc-ciones de los salarios moneta-rios, a los que dedica todo un ca-pítulo); 3) en tercer lugar, los au-mentos de la masa monetariarealizados en condiciones dedesempleo provocan, sin ser in-flacionarios, incrementos casi dela misma proporción en la pro-ducción y en el empleo (sólo sedaría una situación de "verdaderainflación" en las cercanías de lasituación de pleno empleo); y, 4)en cuarto lugar, sería un medio

apropiado de mantener la tasa deinterés permanentemente baja y,con ella, conseguir una situacióneconómica de semi-auge perma-nente con la que prevenir la ocu-rrencia del ciclo económico.

3) Las redistribuciones del in-greso: Keynes defiende esta polí-tica con el objetivo de aumentarla propensión al consumo y evi-tar que los atesoramientos pue-dan, en términos absolutos, sergrandes. De conseguirse, la acu-mulación de capital se vería favo-recida, así como el empleo.

III.d. Conclusiones

Como hemos visto, la políti-ca económica keynesiana estácompletamente orientada a su-plir las insuficiencias naturalesde la toma de decisiones de laspersonas. La concepción queKeynes tiene de la persona, sien-do, como es, mucho más ampliay rica que la neoclásica, adolecede un cierto pesimismo acercade las posibilidades reales deacción. El agente económico seve permanentemente sometidopor las limitaciones de su cono-cimiento acerca del futuro, abru-mado por una incertidumbre dela que no puede escapar.

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IV. El pensamiento teórico austríaco

Pese a su carácter minoritario,la Escuela Austríaca ha tenido ytiene peso específico no sólo den-tro del pensamiento teórico-eco-nómico, sino también en las re-flexiones doctrinales acerca del pa-pel del Estado en la economía. Esmás, se podría decir que estas últi-mas han empañado, y en ocasio-nes anulado, el pensamiento teóri-co sobre el que estas reflexiones sesustentan. Las tesis claramenteanti-intervencionistas, la toma departido por las posiciones más or-todoxas del liberalismo clásico y elfantasma del debate sobre la posi-bilidad del cálculo económico enuna economía socialista, han podi-do más en una profesión orientadahacia la práctica de la política eco-nómica que sus importantes apor-taciones teóricas sobre los proce-sos de mercado, la teoría del capi-tal y del ciclo económico o la fun-damentación metodológica y an-tropológica de la teoría económi-ca. No vamos a ocultar tampocolas críticas sobre su falta de interéspor los problemas reales y que elreducido número de sus compo-nentes ha hecho imposible la reali-zación de estudios detallados so-

bre aspectos concretos de los pro-blemas económicos111. Sin embar-go, y como vamos a mostrar, susfundamentos teóricos son superio-res, juzgados de acuerdo con nues-tra metodología, respecto a cual-quier versión del pensamientoneoclásico. Sólo ciertos autoresdel keynesianismo -el propio Key-nes o G.L.S. Shackle- pueden com-petir con el rigor y profundidad desus planteamientos.

En su versión contemporánea,el pensamiento teórico austríacose articula en torno a dos elemen-tos fundamentales: la teoría de laacción humana como estructuraantropológica del agente económi-co, y la teoría de los órdenes es-pontáneos como teoría evolutivade los procesos sociales en general, yde los económicos en particular.De estas dos teorías se deduce elresto de su pensamiento teórico y,de forma muy especial, la teoría delos procesos de mercado y la teoríaevolutiva del origen de las institu-ciones. En un primer apartado,analizaremos la teoría de la acciónhumana; en un segundo, la teoríade los órdenes espontáneos y, enun tercero, la política económica.

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IV.a. El agente económico: la teoría de la acción humana

La teoría de la acción humanadel pensamiento austríaco en suforma actual tiene dos fuentes au-torizadas: la teoría de la acción hu-mana de Ludwig von Mises112 y lateoría de los procesos de adquisi-ción y transmisión del conocimien-to de Friedrich A. Hayek. El pensa-miento praxeológico113 de estos dosautores constituye el núcleo durodel pensamiento austríaco y delque parte, en última instancia,cualquier desarrollo teórico. En elcaso de Mises, y debido a su insta-lación en una epistemologíaneokantiana, se hace más evidenteque las leyes económicas están"contenidas", a falta de una deduc-ción lógica rigurosa, en los princi-pios últimos de la acción humana.En el caso de Hayek esto es muchomenos evidente; sin embargo, sucaracterización de los procesos so-ciales como órdenes espontáneosautoorganizados, sitúa los meca-nismos de transmisión y adquisi-ción de conocimiento en el centrodel análisis.

Para Mises, los procesos socia-les y económicos no son sino unaconsecuencia del despliegue de laacción humana y, dependiendo de

éste y de las interrelaciones a quepueda dar lugar, los procesos so-ciales derivarán en un sentido o enotro. Desde esta perspectiva, sehace necesario comenzar el estu-dio de los procesos económicospor un análisis de los elementosformales de la acción humana. De-bido al carácter central de la apor-tación de Mises en el pensamientoaustríaco, se hace indispensableen nuestro análisis un breve co-mentario acerca de su estructuraformal de la acción humana.

La acción humana, tal y como ladefine Mises, es toda conductaconsciente que aspire a alcanzardeterminados fines u objetivos114.La acción humana no es un actoreflejo, sino un proceder conscien-te motivado por la consecución deun fin u objetivo que se ha pro-puesto la persona. La acción co-mienza cuando la persona se en-frenta a un estado de la realidadque percibe como insatisfactorio ycuando puede representarse men-talmente un conjunto de estadosmás satisfactorios, a los cualescree que puede llegar mediante eldespliegue de su acción. Las diná-micas cognitivas hacen el resto,presentando al agente no sólo lafactibilidad de tales estados, sino

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las acciones o conductas delibera-das que puede emprender para lle-gar a ellos. En este nivel del análi-sis, la praxeología no plantea si elagente aborda estas operacionesdesde una perspectiva ética o no.Mises acota el dominio de defini-ción de lo económico mediante elsubjetivismo115. En efecto, el pro-blema ético y, por tanto, la presen-tación de estados de la realidadéticamente más satisfactorios, esun proceso subjetivo propio delagente acerca del cual la teoríaeconómica no puede decir nada. Eldominio de definición de la teoríaeconómica se reduce a la elecciónde los cursos de acción posibles-la conducta deliberada capaz desuprimir la incomodidad- cobran-do, por tanto, mayor relevancia lasdinámicas cognitivas que las éti-cas. Aquí es donde juega un papelfundamental la racionalidad. ParaMises todas las acciones humanasson racionales, en el sentido deque todas ellas se emprenden bajola hipótesis de que la representa-ción mental de las conductas deli-beradas capaces de modificar larealidad son también racionales,es decir, están representadas conel concurso de la razón116. La inefi-ciencia de las acciones no es una

manifestación de a-racionalidadsino de falta de información117.

En este punto podemos ya in-troducir el análisis del agente eco-nómico austríaco que, como vere-mos, se distingue del neoclásicoen que forma secuencialmente losconjuntos de medios y fines pre-sentes en el plan de acción. Misesexplica la dinámica cognitiva quedirige este proceso a partir de lateoría del conocimiento kantiana.Es decir, según Mises, para que elconocimiento humano sea posiblees imprescindible que existan, ins-critas en la mente humana, unascategorías a priori que permitantransformar los datos sensibles enconocimiento. Mises reconoce laimposibilidad de aportar una listaexhaustiva de tales categorías. Sinembargo, al afirmar que la acciónhumana y el conocimiento soncogenéricos118, esta teoría formalde las categorías es también apli-cable a la acción humana. Para Mi-ses bastan dos categorías lógicaspara explicar la acción: la causali-dad y la teleología. La primeraconstituye la estructura básica delrazonamiento humano, por cuan-to busca relaciones constantes decausa-efecto entre los fenó-menos119. No es éste el lugar ade-

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cuado para entrar en críticas acer-ca de la teoría del conocimiento deMises ni de su concepto de racio-nalidad, baste señalar que la cau-salidad es una de las dinámicascognitivas más importantes en laacción humana. La segunda cate-goría a priori es la teleología. La ac-ción humana siempre está orienta-da a la consecución de un fin. Tie-ne un significado y una intenciona-lidad, por cuanto en su propia defi-nición reconocemos una conductadeliberada. Que la acción sea teleo-lógica implica que se orienta haciaunos fines específicos y no haciaotros, hacia determinadas modifi-caciones de la realidad, que sesiente como insatisfactoria, y nohacia otras.

Otra característica de la acciónhumana a la que conceden granimportancia los autores austríacoses el tiempo. Para Mises, el tiempode la acción humana es claramentedistinto al tiempo de la física clási-ca. El tiempo de la acción humanaes irreversible porque la acción hu-mana es un proceso irreversible. Laconcepción del tiempo de la físicaclásica no es, según Mises, trasla-dable a la acción humana. En lamedida en que la acción humanava creando un nuevo entorno por

efecto de su propia naturaleza, laflecha del tiempo constituye unacaracterística esencial de los pro-cesos sociales y económicos. Eltranscurso del tiempo, su irreversi-bilidad, hace imposible la compa-ración entre acciones realizadas enmomentos distintos. El paso deltiempo cambia los escenarios, ycambia, por tanto, el contexto delas acciones. Junto a este cambiode contexto, cambiarían tambiénlas motivaciones para la acción ylos cursos efectivos de éstas, por loque dos acciones no pueden serexactamente las mismas en distin-tos momentos del tiempo. Las es-tructuras de preferencias de losagentes dejan de ser fijas y se dejade cumplir la propiedad de transi-tividad en las elecciones, por cuan-to una vez que se ha completadouna acción, la estructura de prefe-rencias cambia, en la medida enque aparecen nuevos fines y des-aparecen los ya conseguidos.

El otro gran pilar de la teoríade la acción humana austríaca esla obra de F. A. Hayek. El trabajode este autor se centró en las di-námicas cognitivas presentes enla acción humana y, particular-mente, en los procesos de adqui-sición y transmisión del conoci-

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miento. La teoría del conocimien-to de Hayek se encuentra reparti-da por toda su obra y ha sido ob-jeto de numerosas interpretacio-nes . S in menoscabar o t ras ,nosotros seguiremos aquí la inter-pretación de Jesús Huerta de Soto(1992), que ha hecho una inteli-gente exposición de las caracterís-ticas esenciales del tipo de cono-cimiento presente en los procesossociales y económicos desde elpensamiento austríaco. La pecu-liaridad fundamental de la teoríadel conocimiento de Hayek es queel conocimiento utilizado en losprocesos sociales en general -y enlos económicos en particular- no esni puede ser científico, puesto que es unconocimiento acerca de lo puramentecontingente del desenvolvimiento de lasacciones y sociedades humanas. Esteconocimiento siempre cambiantese refiere a agentes concretos y acircunstancias específicas de lu-gar y de tiempo. Se trata de un co-nocimiento esencial para llevar acabo cualquier acción, pero queno puede reducirse a un modeloteórico por cuanto las condicio-nes del entorno cambian conti-nuamente como consecuencia delas acciones de otros agentes. Co-mo no es reducible a una teoría,

sus procesos de transmisión y ad-quisición son distintos de los quese dan en el conocimiento cientí-fico; ello tiene también importan-tes consecuencias para el análisisdel papel del Estado en los proce-sos económicos. De hecho, éstava a ser una de las piezas funda-mentales de tal análisis.

Las características de dicho ti-po especial de conocimiento, si-g u i e n d o a J e s ú s H u e r t a d eSoto120, son las siguientes:

1) Se trata de un conocimientosubjetivo y práctico, no científico: yahemos anotado que ésta es la ca-racterística más importante deese tipo de conocimiento. Es unconocimiento de circunstancias,de lo contingente y, por tanto, nosujeto a regularidades científi-cas. Se trata de un conocimientoacerca de los medios de que elagente cree disponer, de sus pro-pios fines y de los de otros agen-tes, de las circunstancias específi-cas de los diferentes contextos enque está inmerso, pero es un co-nocimiento esencialmente prácti-co.

2) Como consecuencia, se tratade un conocimiento privativo y dis-perso. Es un conocimiento que só-

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lo la persona posee y que, portanto, no puede estar disponiblede forma generalizada. Es un co-nocimiento puramente subjetivoacerca de lo que la persona quie-re, de lo que cree disponer y de laforma de conseguir lo que quiere.Lo privativo y disperso del cono-cimiento se desprende de su mis-ma naturaleza subjetiva, que só-lo una persona puede generar.

3) De 2) se deduce inmediata-mente que se trata de un conoci-miento tácito y no articulable. El pro-ceso de aprendizaje de este cono-cimiento práctico y subjetivo im-plica la adquisición de una seriede hábitos prácticos. La destreza enestos hábitos prácticos no estransmisible de forma articulada,como el conocimiento científico,sino que se consigue en la praxisde aquellas acciones que exigeneste tipo de destreza.

4) Se trata de un conocimientoque, en los procesos económicos,se crea en el ejercicio de la acciónhumana y que consiste funda-mentalmente en la percepción denuevos fines y nuevos medios porparte de la persona121. Este pro-ceso de "creación" de la acciónhumana implica, por su propianaturaleza, la generación conti-

nua de nueva información acercade los planes que los agentes lle-van a los mercados.

5) Finalmente, el mismo meca-nismo de creación implica simul-táneamente su transmisión en losprocesos sociales y económicos.Transmisión que consiste en que"alguien genere o cree en su men-te parte de la información que no-sotros creamos o descubrimoscon anterioridad"122.

Conocimiento subjetivo, prác-tico, privativo y disperso, tácito yno articulable, creado y transmiti-do por la acción humana; este co-nocimiento es el que se transmitea través de los procesos sociales yeconómicos y es, para Hayek, laclave para entender las pautas decomportamiento de tales proce-sos. Ahora bien, el problema con-siste en entender cómo las perso-nas adquieren este conocimiento y có-mo aprenden unas acerca de lasotras en los procesos de interac-ción social, algo que no es nadafácil, dada la peculiar naturalezade este tipo de conocimiento. Enese punto, los autores austríacosy neoaustríacos -Mises, Hayek,Rothbard, Kirzner, Huerta de So-to- coinciden en que este conoci-miento se adquiere a través de la

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empresarialidad o función empresarial.Aunque su denominación tieneun marcado carácter económico,en realidad se trata de una diná-mica cognitiva presente en todaacción humana. Jesús Huerta deSoto nos ofrece una excelente de-finición:

"La función empresarial, en unsentido estricto, consiste básica-mente en descubrir y apreciar (pre-hendo) las oportunidades de alcanzaralgún fin o, si se prefiere, de lograralguna ganancia o beneficio, que sepresentan en el entorno, actuando enconsecuencia para aprovecharlas.Kirzner dice que el ejercicio de laempresarialidad implica una especialperspicacia (alertness), es decir, un conti-nuo estar alerta, que hace posible alser humano descubrir y darse cuentade lo que ocurre a su alrededor"123.

Esta especial perspicacia se di-rige hacia el tipo de conocimientopráctico que ya hemos señalado,percibiendo así la persona las cir-cunstancias específicas que, en ca-da acción en curso, puedan resul-tarle beneficiosas o lesivas para laconsecución del objetivo final detal acción. No sólo se dirige a lapercepción de tales circunstancias,sino también a la oportunidad yadecuación de los fines y los me-dios presentes en la acción. Ahorabien, ¿se consigue con su ejercicio

la plena garantía del éxito de la ac-ción? No, evidentemente. Por lasespeciales propiedades que tieneeste conocimiento práctico, esmuy común que se produzcanerrores de percepción "empresaria-les" o simplemente no se tenga ac-ceso a todo el conocimiento nece-sario para llevar a cabo la acción.Estos errores empresariales y la ig-norancia acerca de las circunstan-cias específicas presentes y futurasque atañen a una acción tendráncomo consecuencia que los proce-sos sociales y económicos se en-cuentren en movimiento conti-nuo, surgiendo la ineficiencia de laacción y el desequilibrio como es-tados "normales" en la dinámicade procesos tales como los demercado.

Además, en la medida en queesta dinámica cognitiva se encuen-tra presente en toda acción huma-na, no sólo dirige la atención delagente hacia la información nece-saria para llevarla a cabo. En estemismo proceso se crea nueva in-formación relevante para otrosagentes que, bajo determinadascondiciones, permitirá que la inte-racción de los agentes se resuelva,progresivamente, en mayores nive-les de coordinación. Este proceso

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de retroalimentación de la funciónempresarial permite, por tanto, lamejora secuencial de las acciones.

Finalizamos aquí la caracteriza-ción del agente económico austría-co. Como se puede apreciar, es di-fícil separar el comportamientopuramente "económico" de la ac-ción humana, ya que ambos son lamisma cosa. Como consecuenciade este hecho fundamental, es fá-cilmente observable que la teoríade la acción humana austríaca pre-senta un agente más completo queel neoclásico. Como veremos en elapartado siguiente, esta caracteri-zación del agente económico dapaso a una comprensión más pro-funda de los procesos sociales yeconómicos, en la medida en quenos permite "explicar" más cosasque con las teorías que se deducende otras caracterizaciones.

IV. b. La teoría de los órdenes espontáneos

La teoría de los órdenes espon-táneos se debe, fundamentalmen-te, a F.A. Hayek y se trata de unateoría acerca del origen y evolu-ción de las instituciones, herederade la teoría del origen del dinerode Carl Menger124.

El núcleo central del pensa-miento hayekiano en este punto sepuede resumir en dos proposicio-nes: 1) los procesos sociales y, portanto, los de mercado, están presi-didos por dinámicas productorasde órdenes espontáneos. Dentrode la enorme extensión y disper-sión del conjunto de interaccionessociales, se observan pautas recu-rrentes que tienden al surgimientode órdenes extensos y que permi-ten la coordinación de las accioneshumanas. Y 2) la extensión y dis-persión del conjunto de interaccio-nes sociales no permite un conoci-miento exacto y exhaustivo de todaslas circunstancias precisas paraque las intervenciones del Estadopuedan culminarse con éxito. Pre-cisamente, y como consecuenciade su interés en el surgimiento delos órdenes espontáneos y en losproblemas de la planificación eco-nómica, Hayek se vio obligado apartir de un análisis de los proce-sos de adquisición y transmisióndel conocimiento relevante para eldespliegue de la acción, con el finde determinar cómo se llegan aproducir esos estados de ordena-ción o coordinación de las accio-nes de gran cantidad de agentes.

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La base fundamental de la teo-ría hayekiana es la siguiente: elproceso social está constituido porlas acciones e interacciones quemiles de personas generan de for-ma anónima. En principio no tienepor qué existir un orden estableci-do en ese proceso, que puede deri-var en situaciones de descoordina-ción extremas -guerras civiles, re-voluciones, etc.-. Sin embargo, co-mo consecuencia de la presenciade una serie de dinámicas cogniti-vas que pueden resumirse en dos,por una parte los procesos de en-sayo y error y por otra los procesosde imitación, las personas, paulati-namente, aprenden a cooperarunas con otras para conseguir susfines, por lo que, en determinadasocasiones, termina consiguiéndo-se un orden espontáneo entre esosmiles de acciones e interaccionesanónimas. La tesis de Hayek esque sólo estos órdenes espontá-neos son capaces de asegurar lascondiciones materiales mínimaspara la conservación de grandescomunidades humanas. De otromodo, estas comunidades desapa-recerían o, al menos, verían muymermado su tamaño. Este ordenespontáneo se caracteriza por elsurgimiento de una serie de insti-

tuciones, normas y comportamien-tos pautados que son, en su propianaturaleza, conocimiento condensado dela experiencia de generaciones anteriores.Son "bloques" de conocimientopráctico fruto de anteriores proce-sos de ensayo y error que, por pro-cesos de imitación, terminan ad-qui r iendo la categor ía deinstituciones125. Obsérvese la na-turaleza espontánea de estas insti-tuciones: no son consecuencia dedecisiones colectivas o de diseñoscientífico-sociales cuyo fin es me-jorar la situación de las sociedadeshumanas. Son fruto única y exclu-sivamente de la experiencia y de lamemoria de las interacciones pa-sadas. Se trata de la solidificaciónde soluciones a la contingencia dela vida humana. Sin embargo, pre-cisamente por tratarse de un pro-ceso espontáneo y, dada la propiacontingencia de la vida humana,no está asegurado en ningún casoque cualquier conjunto de normasdevenga finalmente en un ordenextenso126.

Todo esto nos permite respon-der a nuestra cuestión 1). Para Ha-yek, los procesos económicos y so-ciales están básicamente autorre-gulados: se observa la apariciónde órdenes espontáneos sin que

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sea necesario diseñarlos "científi-camente" a través de las instanciasde poder político. Bien es ciertoque estos órdenes espontáneoscambian en el tiempo y puedenproducirse largos períodos de con-flictividad y ausencia de coordina-ción que, tarde o temprano, se re-solverán en una nueva situación deorden gracias a las dinámicas cog-nitivas de aprendizaje de compor-tamientos pautados. La clave está,por tanto, en estas dinámicas cog-nitivas y en el tipo de comporta-mientos pautados e instituciones aque dan lugar.

Este proceso social adquiere elcarácter de evolutivo en el pensa-miento hayekiano en un sentidono equiparable al biológico. Enefecto, la evolución biológica ex-cluye la transmisión hereditaria delos caracteres adquiridos, mientrasque la evolución cultural de Hayekse basa en este tipo de trans-misión127.

La conclusión evidente de esteproceso es que los órdenes extensos sonfruto de la evolución cultural y, por tanto,no pueden ser impuestos al proceso. Es laexperiencia y los procesos deaprendizaje e imitación los que ge-neran ese estado de coordinaciónque denominamos orden. La tesis

de Hayek es que los diseños socia-les impuestos a tal proceso termi-narán, tarde o temprano, generan-do consecuencias no deseadas porsus creadores por cuanto, aunque esposible conocer las pautas o patrones de laevolución, no es posible conocer su estadofuturo. Este resultado será de parti-cular importancia a la hora de ca-racterizar el papel que el Estadodebe desempeñar en los procesoseconómicos. En la sección siguien-te tendremos oportunidad de ex-poner este resultado con mayor ri-gor. Pero antes de llegar a una ple-na comprensión de ese papel, seránecesario explorar las implicacio-nes que para los procesos econó-micos tiene esta teoría de los pro-cesos sociales.

A partir de los trabajos semina-les de Mises y Hayek, se ha desa-rrollado en los últimos años unaextensa literatura alrededor de lateoría de los procesos de mercado.Tal ha sido su difusión que ha co-menzado a denominarse teoría“neoaustríaca”, debido a que hansido autores adscritos a este pen-samiento, aunque de nacionali-dad norteamericana, quienes lahan desarrollado. La mejor exposi-ción de esta teoría se encuentra enThe Meaning of Market Process. Essays

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i n t h e Dev e l opmen t o f Aus t r i anEconomics128, un libro de recopila-ción de artículos de Israel Kirzner.En concreto, en sus dos primeroscapítulos, creemos que puede en-contrarse una de las mejores expo-siciones de esta teoría neoaustría-ca de mercado.

Kirzner articula la teoría de losprocesos de mercado en los si-guientes elementos: en primer lu-gar, una serie de variables subya-centes (underlaying variables, UV) queestán conformadas por los finesque persiguen los agentes y losmedios de que creen disponer; y,en segundo lugar, una serie de va-riables inducidas (induced variables,IV), que son los fenómenos econó-micos "puros" de un proceso demercado -precios y cantidades ensus más variadas expresiones-. Setrata de un proceso completamen-te monetizado en sus fenómenos,y es precisamente a través de losprecios monetizados como la ope-ración de la denominada funciónempresarial se enfrenta al princi-pal problema con el que se en-cuentran los agentes involucradosen el proceso: la dispersión del co-nocimiento. Conocimiento que go-za de las propiedades apuntadasen la sección anterior y que se ad-

quiere gracias a la operación de lafunción empresarial.

El proceso se desenvuelve enmedio de un permanente estadode descoordinación debido a loscambios de las UV y a los erroresde percepción de las variables in-ducidas, IV. Los cambios en los fi-nes que persiguen los agentes, loserrores de apreciación de los me-dios de que se cree disponer, laerrónea apreciación de los márge-nes de beneficio, como consecuen-cia de operaciones de produccióno de arbitraje, dan como resultadouna dinámica de mercado en esta-do de permanente descoordina-ción de los planes de acción. Pero,en este mundo de cambio conti-nuo, la función empresarial asegu-ra una tendencia a la coordinación.No se predice que se vaya a conse-guir, por cuanto los cambios siem-pre van por delante de los proce-sos cognitivos de los agentes; peroel aprendizaje, la percepción de lascircunstancias prácticas que per-miten la obtención de un beneficiomonetario, terminan consiguien-do que los planes de acción seancada vez más compatibles.

Kirzner incorpora un elementonuevo en el proceso que consisteen la diferenciación entre dos pro-

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blemas de conocimiento que afec-tan al agente, denominados pro-blema tipo A y problema tipo B.Ambos tipos de problemas enfren-tan al individuo al fenómeno co-mún de la dispersión por toda lasociedad de la mayor parte del co-nocimiento relevante para llevar acabo una acción. Centrándonos enel mercado, el problema de tipo Aconsiste en la generación por partede los individuos de planes detransacción excesivamente opti-mistas, es decir, éstos pretendenvender a precios más altos o com-prar a precios más bajos de los queprevalecerán en las condiciones fi-nales de mercado. La resolucióndel problema viene dada por el in-tento de ejecutar el plan: las ex-pectativas optimistas se verán des-autorizadas por la propia realidaddel mercado. El problema de tipoB es algo más complejo: consisteen la ineficiencia en que incurrenlos agentes cuando ignoran lascondiciones reales del mercado.Esta ignorancia se traduce en quetales agentes pasan por alto opor-tunidades más ventajosas de inter-cambio de las que realmente reali-zan. Los individuos se equivocan alestimar lo que otros están dis-puestos a pagar o a cobrar por un

mismo bien. La experiencia de laineficiencia en la acción no es per-manente. La función empresarialaprende y, tarde o temprano, ter-mina resolviendo este problema:los agentes terminan dándosecuenta de lo que otros esperan deellos y, a su vez, de lo que puedenobtener de ellos. Terminan ente-rándose del tipo de cambio que seha operado en los fines o de las va-riaciones inesperadas en la dispo-nibilidad de medios. Es decir, ter-minan averiguando las condicio-nes reales de las variables subya-centes (UV). El proceso social de-nominado mercado se resuelve,por tanto, de forma endógena. Poruna parte desautorizando planeserróneamente formulados y porotra descubriendo sucesivamentelas oportunidades de beneficio pa-sadas por alto.

Esta breve presentación delpensamiento de la Escuela Aus-tríaca de Economía sólo tenía co-mo objetivo averiguar si los auto-res pertenecientes a esta escuelasostenían una visión de la socie-dad y del mercado como un proce-so básicamente autorregulado ono. La conclusión que se saca delanálisis de los textos fundamenta-les de la escuela es que el proceso

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social y económico se autorregulasin que por ello pueda conseguirseun estado de coordinación generalde los planes, es decir, lo que en laterminología de Lausana se deno-minaría un equilibrio general. La na-turaleza del conocimiento relevan-te para la acción y la forma de ac-ceder a él impiden que los agentestengan conocimiento perfecto detodas las circunstancias particula-res y específicas que afectan a suacción. El error empresarial puro yla ignorancia de las condicionesreales del mercado hacen que losplanes de acción se vean muy fre-cuentemente desautorizados porla propia realidad, lo que implicaque muchos de los planes de tran-sacción previstos no se puedan lle-var a cabo. Este desequilibrio noes, sin embargo, permanente. Lafunción empresarial, perspicaciaespecial que nos permite aprove-charnos de todo aquello beneficio-so para el despliegue de nuestraacción, tiende a corregir paulatina-mente estos errores y a reducir, portanto, la inviabilidad de los planesasí como el desequilibrio. Sin em-bargo, no se llegará a un estado deequilibrio general porque las con-diciones subyacentes del mercadoestán cambiando continuamente y,

antes de que la función empresa-rial termine por descubrir todas lasoportunidades de beneficio quequedan por explotar, éstas habráncambiado rápidamente, aumen-tando de nuevo el grado de dese-quilibrio del mercado. Este proce-so no termina nunca, así que po-demos decir que el pensamientoaustríaco se decanta por una re-presentación de los procesos eco-nómicos en la que no predominaen realidad ninguna de las dosfuerzas en juego, ni la descoordi-nadora ni la coordinadora. Aunquelas implicaciones que ello tiene enla política económica no son, eneste punto, evidentes, sin embar-go, se van a manifestar devastado-ras en cuanto se analice el proble-ma del conocimiento en el seno dela praxis de la acción del Estado.

IV.c. La política económica

Desde una perspectiva general,el pensamiento austríaco sólo re-conoce al Estado un papel de ga-rante de los derechos de las perso-nas y, en particular, de los dere-chos de propiedad. En el pensa-miento teórico austríaco no secontempla ninguna acción del Es-tado dentro de los procesos eco-nómicos que pueda conducir a

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mejoras significativas tanto en losdespliegues de la acción personalcomo en la coordinación generalentre éstas. Por tanto, en la medi-da en que el Estado no puede pro-ducir mejoras significativas en losprocesos económicos, se deduceque toda acción de política econó-mica es ineficaz y que, en general,puede conducir a resultados nodeseados. Esta conclusión se des-prende directamente de la teoríageneral de los procesos de merca-do y, en particular, de los supues-tos acerca del tipo de conocimien-to presente en los procesos demercado y en la teoría de la fun-ción empresarial. Insistimos unavez más en esta idea porque es deuna importancia capital: esta con-clusión no es producto de determi-nadas posiciones ideológicas -eneste caso, la doctrina liberal- sinoque se trata de una implicación ló-gica de la representación de la rea-lidad económica manejada.

Esta representación de la reali-dad económica alude a un procesogeneral de interacción de los agen-tes, denominado proceso de mer-cado, que se ve sometido a una di-námica en la que los agentes vendesautorizados sus planes de ac-ción como consecuencia del error y

la incertidumbre. Además, comoconsecuencia de estas situaciones,la coordinación general entre losplanes de los agentes es un estadoaltamente improbable. Se trata deun mundo a caballo entre la coor-dinación y la descoordinación, elequilibrio y el desequilibrio. Sinembargo, paradójicamente, en es-te mundo más cercano a la visiónde Keynes que a la neoclásica, esdonde encontramos una de las ar-gumentaciones más concluyentesacerca de la ineficacia de la políti-ca económica. En efecto, Mises yHayek fueron quienes, desde el la-do de los defensores de la econo-mía de libre mercado, llevaron elpeso del debate sobre la posibili-dad del cálculo económico129 enuna economía colectivista. El pe-so de su argumentación descan-saba, fundamentalmente, en elproblema del conocimiento, elmismo conocimiento que hemostratado en la sección IV.a. Losotros agentes no pueden aprove-char este conocimiento, que setransmite y se aprende en losmercados, para producir modifi-caciones globales o particularesdel proceso económico con el finde mejorar la naturaleza de losplanes de los agentes o la coordi-

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nación entre ellos. Veamos porqué.

Se trata de un conocimientopráctico, no científico, tácito, pri-vativo y disperso, que no es posi-ble articular y, por tanto, transmi-tir de forma explícita. Si la políticaeconómica aspira a mejorar el es-tado de los procesos de mercado,tendría que reunir en tiempo realtoda esta información, procesarlay planear las acciones a ejecutarpor la política económica para esemismo momento. En principio, sitoda esa información se consiguereunir y transmitir a los mercados,se podría mejorar no sólo la coor-dinación, sino también la ejecu-ción de las acciones, en la medidaen que se reduciría el error y la ig-norancia a que se ven sometidoslos agentes. Esta era la idea man-tenida por Lange y los autoresque defendían la posibilidad delcálculo económico en una econo-mía socialista: si el Estado consi-guiera reunir toda la informaciónrelevante, podría calcular los vec-tores de precios y cantidades deequilibrio para todos los merca-dos y, por tanto, resolver los pla-nes de los agentes en condicionesde equilibrio general sin pasar porla incertidumbre e inestabilidad

de los mercados130. No sólo se so-lucionaría la descoordinación y laineficacia de los planes de acción,sino que fenómenos característi-cos de las economías de mercadode los últimos 200 años, como elciclo económico y el desempleo,"desaparecerían" de los procesosde mercado gracias a los planifi-cadores estatales.

Ahora bien, Hayek y Mises criti-caron esta visión de la acción delEstado por cuanto parte de unaidea completamente equivocadade la naturaleza del conocimientoy de la información que se preten-de reunir131. En efecto, el conoci-miento necesario para resolver elproblema económico es, cuantita-tiva y cualitativamente, imposiblede reunir por un solo agente, seaéste privado o público. De esta im-posibilidad se deriva, según elpensamiento teórico de la EscuelaAustríaca, que cualquier políticaeconómica no tendrá las conse-cuencias deseadas -es decir, no se-rá una acción eficiente- en la medi-da en que nunca dispone de todala información relevante para lle-varse a cabo.

En suma, podemos concluirque, desde la óptica del procesosocial, el socialismo es un error in-

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telectual, pues no cabe concebirque el órgano director encargadode intervenir mediante mandatospueda hacerse con la informaciónque es necesaria para coordinar lasociedad, y ello por los siguientesmotivos: primero, por razones de vo-lumen (es imposible que el órganode intervención asimile conscien-temente el enorme volumen de in-formación práctica diseminada enlas mentes de los seres humanos);segundo, dado el carácter esencial-mente intransferible al órgano cen-tral de la información que se nece-sita (por su naturaleza tácita no ar-ticulable); tercero, porque ademásno puede transmitirse la informa-ción que aún no se ha descubiertoo creado por los actores y que sólosurge como resultado del libre pro-ceso de ejercicio de la función em-presarial; y cuarto, porque el ejerci-cio de la coacción impide que elproceso empresarial descubra ycree la información necesaria paracoordinar la sociedad132.

Estas cuatro razones, esgrimi-das por Jesús Huerta de Soto,constituyen el núcleo duro del pen-samiento austríaco, no sólo de sucrítica al socialismo, sino de cual-quier intervención del Estado enlos procesos económicos. En efec-

to, si como ya hemos señalado,cualquier acción de política econó-mica tiene como objetivo bien lamejora de la eficacia de la acción,bien la mejora de la coordinaciónde los agentes, tal acción exige unconocimiento previo de la situa-ción real de ese proceso económico-en general o de una parte- con elfin de instrumentar un plan quecontemple las medidas adecua-das para conseguir los objetivosprevistos. Obsérvese que la críticade los autores austríacos a la pla-nificación socialista se puedetrasladar, punto por punto, a lapolítica económica dentro de unaeconomía de mercados. El agentedenominado "Estado" no puedeobtener toda aquella informaciónrelevante para instrumentar elplan adecuado porque es imposibleque acceda a la información necesariapara instrumentar el plan. Y ello noes posible no tanto por su volu-men sino por la naturaleza esencial-mente subjetiva de tal información: setrata de información acerca de losfines de los agentes, de los me-dios de los que subjetivamentecreen disponer y de los planes deacción que pretenden llevar a ca-bo. Información que cambia con-tinuamente, que se crea en sentido

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estricto en el proceso económico.Por tanto, cuando el agente plani-ficador instrumente sus políticas,no sólo no tendrá toda la informa-ción relevante a su disposición,sino que la realidad que pretendecambiar ya no existirá porque ya es pa-sado. Y, lo que es más importante,ese cambio de la realidad es denaturaleza puramente subjetiva y,por tanto, no es objetivable, conlo que no puede ser adquirido porel planificador. Sin la informaciónno puede representarse correcta-mente la realidad a modificar y,por tanto, el plan diseñado por lapolítica económica está abocadoa modificar una realidad que ya no exis-te, si es que existió alguna vez; en reali-dad, su existencia se reduce a los infor-mes del planificador.

Este resultado es lo que Hayekllamó la Fatal Arrogancia, arrogan-cia por la pretensión de solucio-nar el problema económico me-diante planes "científicos" y fatalporque ha dado lugar a notablesprocesos de pauperización y des-articulación social, que es todo locontrario de lo que se pretendía.En realidad, para Hayek, la fatalarrogancia no es un producto exclu-sivo del socialismo. Es un produc-to general del racionalismo construc-

tivista que, bajo diversas formashistóricas, ha pretendido organi-zar la sociedad desde determina-das "bases científicas", general-mente producto de la Modernidady de la Ilustración. Pero no es ésteel lugar para tratar dicho asunto.Nuestro siguiente paso nos lleva ala instrumentación de la políticaeconómica tal y como se hace ac-tualmente.

Para los autores austríacos, enlo que se refiere al ámbito de loeconómico, aparte de aquellas ac-ciones que garantizan los derechosde propiedad de los agentes, la ac-ción del Estado no mejora en ningún sen-tido las acciones de los agentes ni su coor-dinación. En particular, la políticafiscal y la política monetaria ins-trumentadas por el Estado constitu-yen una de las principales fuentes de per-turbación del proceso de mercado y de re-ducción del bienestar para los agenteseconómicos implicados. Veamos porqué.

A partir de una concepción delEstado heredera del liberalismoclásico, de la teoría de la acciónhumana y de la teoría de los órde-nes espontáneos, es fácil inferircuál es la predicción acerca de lapertenencia y los efectos de la ins-trumentación de la política econó-

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mica. Resumiremos brevementelos planteamientos en lo que se re-fiere a la política monetaria y lapolítica fiscal. En la página 923 dela Acción Humana encontramos unaidea clarísima acerca de cuál debeser la orientación de la políticamonetaria:

"La política monetaria tendía sóloa facilitar y simplificar la utilizaciónde aquel medio de intercambio ele-vado por la conducta de la gente acategoría monetaria"133.

Idea que está presente en losescritos de otros economistas decorte liberal y en casi toda la co-rriente central neoclásica. Si paraéstos era un problema de despejarlas señales, para los austríacos esun problema de restablecer el va-lor de mercado del bien que se haaceptado como dinero o medio depago. Por tanto, la orientación dela política monetaria ha de tenderal mantenimiento de la cantidadde dinero en un nivel casi constan-te, de tal forma que sean las varia-ciones en la disponibilidad de losbienes por los cuales se intercam-bia el dinero las que determinensu valor. Es el no-intervencionismopor excelencia, por cuanto ni si-quiera se reclama una política mo-netaria de estabilización de pre-

cios; se trata, sencillamente, deque la interacción de los planes deacción de los agentes que intervie-nen en la esfera de lo monetariodeterminen su valor, a tenor del va-lor de aquéllo por lo que se inter-cambia.

El ideal austríaco acerca del tra-tamiento práctico de los asuntosmonetarios choca frontalmentecon el esquema actual. El manejode la cantidad de dinero como he-rramienta de estabilización y sugestión centralizada en un bancoque actúa como un organismo gu-bernamental han sido y son objetode duros ataques por parte de losautores austríacos. Culpan a estaforma de intervencionismo de losmales que pueden deducirse de lamanipulación arbitraria de los me-dios de pago: la inflación, las fluc-tuaciones cíclicas y la redistribu-ción de la renta en favor de los in-termediarios financieros y en con-tra de quienes trabajan por cuentaajena.

La propiedad fundamental quehace que un bien sea medio de pa-go, la liquidez, no se la confiere elbanco central, sino la libre actua-ción de los agentes en los merca-dos. El crecimiento de la liquidezen sentido amplio, como conse-

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cuencia de las necesidades de losagentes sin que intervenga en ellola autoridad monetaria, es una delas principales fuentes de inefica-cia de este t ipo de interven-cionismo134. Los actuales procesosde desintermediación bancaria yde innovación financiera no vienensino a corroborar y a reforzar las te-sis austríacas: el efecto conjuntode estos dos procesos desembocaen una situación en la que la crea-ción de instrumentos financieros amuy corto plazo puede dar lugarcon suma facilidad a procesos decreación de medios de pago, en lamedida en que los creadores tradi-cionales de estos instrumentos-los bancos- están perdiendo "cuo-ta de mercado". Como el peso delcontrol de la autoridad monetariarecae sobre las entidades banca-rias, resulta que el proceso decreación de medios de pago, conindependencia del proceso generalde creación de la "liquidez", residecada vez más lejos de las autorida-des monetarias.

Se podría inferir a partir de aquíque los autores austríacos aboganpor la relajación monetaria y lacreación de medios de pago siem-pre que fuese necesario, en térmi-nos de estabilización de la activi-

dad económica. Nada más lejos dela realidad; precisamente lo quebuscan es un mecanismo de esta-bilización automática de la liqui-dez, de tal forma que su produc-ción esté regida exclusivamentepor la interacción de los planes deacción de los agentes. El problemaconsiste en, por una parte, estable-cer un sistema de disciplina mone-taria que esté más allá del poderdel intervencionismo y, por otra,en dejar que el valor de cambio delmedio de pago fluctúe librementeen función de las necesidades mo-netarias de los agentes. La solu-ción no es fácil, pero no pasa, des-de luego, por una política moneta-ria activa al estilo que se realizahoy día. La solución consiste en lainstrumentación de dos medidas,ambas muy controvertidas, peroque se desprenden sin ningún gé-nero de dudas de la caracterizaciónantropológica global austríaca. Es-ta medidas son: el coeficiente decaja del 100% y la libre competen-cia de monedas. Para una exposi-ción más detallada que la que ofre-cemos aquí, remitimos al lector alexcelente tratado de Jesús Huertade Soto Dinero, crédito y ciclos económi-cos, en el que se detallan minucio-samente los pormenores de esta

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propuesta. A los efectos que aquínos ocupan, nos limitaremos a re-saltar sólo dos aspectos de carác-ter teórico.

La propuesta del coeficiente decaja del 100% no es sino la exten-sión -o, mejor, la recuperación- delEstado como garante de derechosen el terreno monetario. Siguiendola excelente argumentación de Je-sús Huerta, la perversión del con-trato de depósito por parte de laactividad bancaria nos ha llevado aun sistema de reserva fraccionadadonde la creación de medios depago a través del mecanismo demultiplicación de los depósitosbancarios ha sido entendida porvarios teóricos como el origen delas fluctuaciones cíclicas de la eco-nomía, así como de las recurrentesinflaciones que acompañan a estosfenómenos135. Para terminar conesta situación, varios expertos pro-pusieron la imposición del coefi-ciente de caja del 100% sobre losdepósitos a la vista y, en general,sobre cualquier depósito de dispo-nibilidad inmediata. De esta for-ma, parte del crédito no se genera-ría como consecuencia de opera-ciones de préstamo con depósitosque, en general, su titular no tieneintención de prestar y que puede

retirar en cualquier momento. Aefectos bancarios, la reforma notendría más consecuencias que laseparación de dos operacionesque hasta ahora viene realizandola banca tradicional: por una partelas operaciones de depósito, pagoy transferencias y, por otra, lasoperaciones de depósito a plazo yde préstamo. El sistema bancarioquedaría divido en estos dos tiposde banca -o en dos divisiones den-tro del mismo banco-, una de de-pósito y pagos y otra de operacio-nes de crédito. La diferencia con-sistiría en que la primera estaríasujeta al coeficiente de caja del100% y la segunda sólo estaría re-gulada por la prudencia del ban-quero.

La segunda medida es muchomás controvertida y ha dado lugara una reacción mucho más hostil.Nos referimos a la desnacionalizacióndel dinero136. La idea de F. A. Hayekconsiste en romper el monopoliode emisión de moneda por partedel banco central y en dejar quesean los bancos los que emitan li-bremente la cantidad de monedaque utilizará el público. La idea esque se establezca una competen-cia entre monedas, en la cual lapuja será por aquella moneda que

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conserve mejor su valor a lo largodel tiempo -la menos inflacionaria.Una rigurosa normativa de equiva-lencia entre el valor de la moneday el valor a precios de mercado deun bien o un índice de bienes dereferencia hará que el proceso decompetencia tenga base real y nose convierta en un mero juego deacuerdos financieros. En estascondiciones, Hayek predice quesólo unas pocas monedas, las deaquellos bancos que se preocupenpor mantener estable su valor, so-brevivirán al proceso. Con ello sehabrá dado por cerrada, definitiva-mente, la época de las inflaciones.La implantación generalizada delos medios de pago electrónicosno haría sino facilitar este proceso,en la medida en que con las tarje-tas de crédito actuales se puedepagar en cada una de las monedasde los países en los que se realizanlos intercambios, y siempre asegu-rando el mejor cambio (en el casode la competencia de monedas, seaseguraría siempre el mejor precioen términos de las diferentes mo-nedas que pueden comprar elbien).

Obsérvese cómo la antropolo-gía austríaca resuelve un problemapolítico de acuerdo con sus princi-

pios básicos: garantía de los dere-chos de propiedad -en este casouna infracción del contrato de de-pósito- y ordenación de acuerdo alorden espontáneo, asunto que, porentrar en la esfera de lo monetario,se deja al funcionamiento del mer-cado.

El tratamiento del segundo ti-po de política económica, las polí-ticas fiscales de estabilización, es-tá ligado a la confrontación con elpensamiento keynesiano, que fueel principal impulsor de este tipode medidas. Con independenciadel debate abierto que existe res-pecto al Estado de Bienestar y sufinanciación, nuestra argumenta-ción se centra estrictamente en laactivación de la inversión median-te la iniciativa pública que, comoMises sabía muy bien, tampocopuede decirse que fuera una crea-ción genuina del pensamientokeynesiano137.

La idea de la estabilización pre-supuestaria de la demanda agrega-da es muy sencilla y la puede de-ducir cualquier persona con un po-co de sentido común: cuando hayabundancia, hay que guardar paracuando venga la escasez. Se tratade una proposición fácilmenteaplicable para las finanzas domés-

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ticas y empresariales. Sin embar-go, obsérvese que el pensador aus-tríaco no acepta como válido en elámbito gubernamental lo que sí esaplicable al caso de los agentes engeneral138. La razón está en que lanaturaleza de estas políticas de es-tabilización consiste en manipularla tenencia de medios de pago delos agentes, de tal forma que losfuncionarios estatales ejerzan elpoder de compra que éstos lesconfieren cuando se estime conve-niente. El problema se planteacuando la manipulación es de talenvergadura que consigue alterarlas relaciones monetarias y, portanto, el poder de compra de esosmedios de pago. La política dedesinflación de la fase de euforiano hace sino preceder a una acu-mulación de saldos monetariosque puede retrasar la inevitablellegada de la crisis. En efecto, elalargamiento del período de inten-so crecimiento terminará, tarde otemprano, con las disponibilida-des de factores de producción,dando lugar a los inevitables "cue-llos de botella" y a la elevación desu precio. Una vez que se culminacon el período de crisis y la inevita-ble fase de recesión, cabría esperarque la liberación de las tenencias

monetarias retenidas por el tesoropúblico suavice los rigores de ladepresión. El problema es queexiste una sobreutilización de losfactores de producción, y la meradifusión de liquidez no va a solu-cionar el problema: sólo el pasopor una fase de "reorganización" delos factores de producción y el ine-vitable período de inactividad deéstos, hasta que se apliquen ausos más adecuados, consigue re-cuperar la situación de recesión.La liberación de los medios de pa-go retenidos por el tesoro públicono "liberará" también factores pro-ductivos, sino que sólo conseguiráque se apliquen allí donde, enesos momentos, puede que no seasu mejor asignación. El problemano es de aplicación, sino de esca-sez generalizada de los factores.

Por tanto, y a la vista de las con-secuencias de tal actuación, laspolíticas de estabilización no sólopueden retrasar inútilmente la lle-gada de la recesión sino que, ade-más, pueden atrasar también la re-cuperación. En este sentido, laprescripción austríaca es clara: conindependencia del "tamaño" quepueda tener el Estado, resulta to-talmente inútil e incluso perjudi-cial la política fiscal de estabiliza-

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ción. El Estado debe observar, portanto, una política financiera depresupuestos equilibrados con elfin de detraer la menor cantidadposible de recursos del proceso detransmisión del ahorro a la inver-sión que es, en definitiva, el origendel crecimiento.

IV.d. Conclusiones

La tesis fundamental de los au-tores austríacos acerca de la ins-trumentación de la política econó-mica es que el Estado sólo es ne-cesario, a efectos de intervenciónen los procesos económicos, comogarante de los derechos de propie-dad privada. Se trata de una insti-tución que no puede constituir enningún momento un fin en sí mis-ma, sino sólo un medio para ga-rantizar este objetivo. Toda actua-ción de carácter coactivo, empren-dida por el Estado, sólo tiene co-mo efecto el empeoramiento de lasociedad, ya que implica, necesa-riamente, la expropiación de me-dios pertenecientes a los agentespara obtener fines que pueden co-incidir o no con los que éstos per-siguen. La actuación estatal impli-ca ejercer una violencia sobre elproceso de constitución de la ac-ción humana que, a juicio de los

autores austríacos, no tiene justifi-cación racional.

Si el principio rector de las po-líticas monetaria y fiscal es lamejora de la eficacia de los pla-nes de acción de los agentes, po-demos decir que desde la concep-ción antropológica austríaca nose puede deducir ningún tipo depolítica económica capaz de con-seguir tal objetivo. Obsérveseque la conclusión no se ha obte-nido a partir de presupuestosideológicos, sino como conse-cuencia de la deducción de lasimplicaciones económicas deasumir una determinada caracte-rización del agente económico ydel Estado. En este sentido, y noen otro, cabe entender las tesisaustríacas acerca de la posibili-dad del cálculo económico enuna economía socialista, y la ins-trumentación de las políticasmonetaria y fiscal.

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V. Nuevas reflexiones para la instrumentación de la política económica

V.a. Conclusiones generales de lo visto anteriormente

Nuestro análisis ha demostradoque las políticas económicas pro-puestas por los diferentes autoresexigen un conjunto articulado deleyes económicas que puedan darcuenta del estado económico pre-sente de una sociedad. En ese mis-mo ejercicio teórico, cada uno deellos plantea el conjunto de posi-bilidades que, a la luz de tales le-yes, quedan abiertas para la accióndel político y del legislador.

Siguiendo nuestro discurso enlos capítulos precedentes, afirma-mos que:

1) En la secciones II.a.3, II.b.4 yII.c.3, correspondientes, respecti-vamente, a las teorías neoclásicaspre-keynesianas y a las teorías deMilton Friedman y de Robert E. Lu-cas, Jr., apoyándose en concepcio-nes particulares de los agenteseconómicos y del medio de opera-ción, se recomienda: en el caso dela Teoría del Equilibrio GeneralWalrasiano, una instrumentaciónde una política monetaria cuyo

único objetivo sea una tasa de in-flación nula. Se desaconseja, ade-más, que el Estado realice políti-cas que afecten a la actividad realde la economía y que promueva re-formas que aproximen la sociedadal tipo ideal de la competenciaperfecta. En el caso del Monetaris-mo, se sugiere una política econó-mica de estabilización pasiva quese instrumente por medio de re-glas de comportamiento para laautoridad económica y se reco-mienda limitar la actividad del Es-tado al mínimo posible. En el últi-mo caso, en el de la Nueva Ma-croeconomía Clásica, se planteauna solución similar a la del Mone-tarismo, si bien se advierte que se-ría recomendable algún tipo devinculación constitucional de lossucesivos gobiernos a las reglas decomportamiento que se deben se-guir. En esencia, por tanto, existeuna clara continuidad en las pro-puestas que se hacen sobre la in-tervención estatal. En cuanto a lasdiferencias más destacadas quehay entre ellas, que no son muysignificativas, se observa una ten-

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dencia clara a que la autoridadeconómica mantenga la credibili-dad de sus acciones por la consta-tación del papel jugado por las ex-pectativas: si los agentes formanexpectativas racionales, es mejorque el Estado colabore a que seplantee jugar con ellos.

2) En la sección III.c.2, JohnMaynard Keynes, al plantear quelos agentes económicos se ven so-metidos a una incertidumbre epis-témica que les impide acceder a lasituación de coordinación neoclá-sica, recomienda, en primer lugar,que el Estado les sustituya en cier-tas decisiones económicas de im-portancia (las que ordenan la in-versión); que aplique intervencio-nes selectivas y discrecionales enlos mercados monetarios; o, final-mente, que estimule la demandaefectiva a través del gasto público,redistribuyendo la renta.

3) En la sección IV.c, vimos quelos autores austríacos van más alláque los neoclásicos. El conjuntode propuestas de política econó-mica que se desprende de su teo-ría económica y de su pensamien-to social es, estrictamente, un con-junto vacío, aunque estos autoresreconocen que los procesos eco-nómicos se encuentran en perma-

nente estado de desequilibrio. Es-tado, que implica una dinámica deinteracción de los agentes econó-micos productora, de forma espon-tánea, de algún tipo de orden quees más eficiente del que en cual-quier caso hubiera surgido de unaintervención estatal. Y esto es asípor cuanto la acción política impli-ca necesariamente una coacciónsobre la persona que es, de acuer-do con la concepción antropológi-ca austríaca, el único tribunal legí-timo para juzgar su situación.

En definitiva, y como hemos vis-to en los apartados II.a.1, II.a.2,II.b.1, II.b.2, II.c.1, II.c.2, III.b, III.c,IV.a y IV.b, las teorías económicasno son sino implicaciones lógicasde los sistemas de enunciados,acerca del agente económico, pro-puestos por los teóricos. De aquíse sigue de forma inmediata quelas prescripciones de política eco-nómica no son sino los corolariosde tales sistemas de enunciados.

Y este resultado no es casual niarbitrario. Las teorías económicas,desnudas de sus características ac-cesorias, plantean el problema de"lo económico" de la misma forma,tratando de discernir cómo son laspersonas protagonistas de "lo eco-nómico", cómo buscan sus fines

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los agentes económicos y cómo seles puede ayudar a alcanzarlos, yasea de forma activa o pasiva. Ahorabien, ¿cuál es esta "misma forma"de entender "lo económico"? Setrata de la intelección de los proce-sos económicos como procesosasignativos (metodología PAR, verIntroducción), esto es, caracteri-zando al agente económico y elmedio de operación, así comoaplicando un principio sistemáti-co de comportamiento que ha sidocomúnmente aceptado por todoslos teóricos: el principio de com-portamiento económico.

Este principio pone de mani-fiesto la existencia de una legali-dad universal asignativa. Esta lega-lidad nos dice que los fenómenoseconómicos se producen a partirde decisiones libres de las perso-nas, mediadas por relaciones denecesidad a las cuales no es posi-ble escapar, una vez que están to-madas. Otra cuestión distinta esque no sea posible conocer conprecisión esas relaciones de nece-sidad, esto es, las leyes económi-cas. Pero lo que sí sabemos a cien-cia cierta es que una vez que losagentes han tomado librementeuna serie de decisiones, el resulta-do de éstas viene dado por un sis-

tema de relaciones de necesidadque llamamos legalidad universalasignativa. Y esto es así con inde-pendencia de que el resultado finalno sea el esperado por esos mis-mos agentes. Esto explica que "noes posible conseguir cualquier co-sa" en materia económica y muchomenos en materia política: esta-mos sujetos a las relaciones de ne-cesidad, a las leyes económicasimpuestas por el principio siste-mático de comportamiento de losagentes, que quedan fuera del al-cance de cualquier acción humanaindividual o colectiva.

V.b. Nota sobre los orígenes filosóficos de las concepciones antropológicas en las escuelas económicas estudiadas

Son tres las tradiciones filosófi-cas que ayudan a construir las tresgrandes tradiciones intelectualesde la teoría económica: el positi-vismo, el kantismo y el realismoanglosajón. Éstas dan apoyo y ex-plican las escuelas neoclásica, aus-tríaca y keynesiana, respectiva-mente.

Ya vimos, en el apartado II.a.1,que el positivismo en el que coin-cidieron los padres fundadores delneoclasicismo, les llevó a la adop-

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ción de un método de intelecciónde la realidad social desde el quese construye la moderna teoríaeconómica.

Resulta interesante cómo la pro-puesta positivista básica, aquéllaque afirma que sólo podemos co-nocer lo que recibimos por la expe-riencia sensible, informa así mismoel texto fundamental de la metodo-logía de la economía neoclásicamoderna: el famoso artículo "Lametodología de la economía positi-va" de Milton Friedman. En efecto,el instrumentalismo de Friedmanque, con tanta extensión, ha arrai-gado en los usos modelizadores delos economistas neoclásicos mo-dernos, no es más que una retiradaal postulado positivista básico: esdecir, si sólo existe lo observadoexperimentalmente, las teoríasson buenas en tanto concuerdancon lo que experimentamos. Unaaproximación semejante late trasla confianza de la Nueva Ma-croeconomía Clásica en la irreal hi-pótesis de expectativas racionales.

En el caso de Keynes, R.M.O'Donnell aclara que, en su ori-gen, el Treatise on Probability, funda-mento de su famosa Teoría Gene-ral, como ya vimos, constituyóuna disertación escrita bajo la di-

rección de Bertrand Russell y E.G.Moore, que tenía por fin obtenerun fellowship en el King's College. Lateoría de Keynes allí expuesta es-tá en línea con la de sus mentoresintelectuales.

En 1903, Moore publicó su Refu-tation of Idealism, obra a partir de laque se inauguró en la universidadde Cambridge una nueva tradiciónde realismo, opuesta al idealismofilosófico. La diferencia más im-portante con aquél era la negaciónde que la realidad tuviera un carác-ter dependiente de la mente, afir-mando, a su vez, que "los actos deljuicio son en sí mismos distingui-bles de sus objetos: son proposi-ciones realmente existentes"139.Moore afirmaba que el pensamien-to trata directamente con ideas yconceptos que constituyen el obje-to de nuestro pensamiento y de-fendía que la realidad externa co-rresponde a las proposiciones queson pensadas sobre ella. Por tanto,las proposiciones en nada diferíande la realidad a la que se suponíaque correspondían (por ejemplo,la proposición 'yo existo' no se di-ferenciaría en nada, según estateoría, de la correspondiente reali-dad de la propia existencia). Moo-re afirmaba que cualquier indivi-

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duo percibía proposiciones exis-tenciales que provenían de la reali-dad exterior, de tal manera que és-ta última se correspondía con unaproposición verdadera y que éstesería un hecho o realidad para elindividuo140.

Esta certeza debía tener algunarazón; de alguna manera debíamosconocer directamente la realidad.Sin embargo, no consiguió explicarcómo lo que inmediatamente per-cibimos está relacionado con loque inmediatamente conocemos.

Russell insistió en una línea pa-recida. Este autor no pensaba quelos objetos físicos fueran algo queconociéramos inmediatamente, si-no que creía que su existencia erapara los individuos más bien unacuestión de hipótesis, tal y comosucede en la ciencia. Russell con-cebía la realidad como algo muycomplejo y pensaba que aunquepudiéramos intuir la existencia deciertas cosas, no todas nos seríanaccesibles inmediatamente. Ha-bría un conocimiento directo yotro, por descripción, que sería in-directo. El problema continuaba aldeterminar cómo a partir de unasensación o percepción podríamosinducir algún tipo de conocimientoque fuera verdadero. Russell sol-

ventó el dilema, transitoriamente,suponiendo que las sensaciones(sense data) eran algo objetivo, man-teniéndose en la misma línea deinvestigación que Moore.

Para Keynes, el conocimientohumano comienza con una intui-ción o "familiaridad directa"141 conla realidad exterior. En este punto,el acercamiento al problema es pa-recido al de Moore. Lo que se afir-ma es que existe una relación di-recta entre la realidad externa alindividuo y el pensamiento queéste se forma sobre esa realidad.Keynes interpreta dicha intuicióncomo un estado no mediado, deconciencia libre de error, en el cualse aprehende directamente el ob-jeto en sí. El individuo tiene una"familiaridad directa" respecto a larealidad externa a sí mismo. Es de-cir, no recibe meras impresionesde las cosas, sino que las percibeen lo que son142. Los objetos pro-pios de esta cualidad humana dela intuición, los más importantes,son las sensaciones (que experi-mentamos), los significados (quecomprendemos) y las percepcio-nes (que percibimos).

En el caso de los teóricos aus-tríacos, ya vimos cómo la teoría dela acción humana nacía de una

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teoría del conocimiento. Tal teoríadel conocimiento, que es la res-ponsable del subjetivismo de lateoría austríaca y, por él, de la con-clusión inevitable de su liberalis-mo, es la que Kant propuso en suCrítica de la Razón Pura. Es sabidoque la obra de Kant supone la cul-minación del idealismo nacido conDescartes y que con Leibniz aúnpermanecía incompleto. Con Kantdesapareció la metafísica entendi-da como lo hacía la filosofía clási-ca, es decir, como "aquella cienciaque estudia las estructuras inteli-gibles de todo ser en cuanto es, noen cuanto tal ser concreto y especi-ficado"143. Con él desapareció elhablar del "ser en sí", pasando aser el sujeto el que pone lógica-mente el ser de las cosas como ob-jeto de conocimiento.

"En efecto, las variedades de todojuicio posible contendrán en su senolas variedades de toda realidad posi-ble, puesto que, como hemos visto, eljuicio lógico es el acto de poner larealidad. Por consiguiente, las diver-sas formas del acto de poner la reali-dad, o sea, del juicio, contendrán ensu seno las diversas formas de la rea-lidad misma puesta”144.

La teoría de las categorías a prio-ri con la que Kant explica la forma-ción del conocimiento es, al tiem-

po, la forma, ya lo vimos, en queMises explica la acción humana.Parafraseando a Kant, si la posibi-lidad de la experiencia es la posibi-lidad de los objetos de la experien-cia, entonces la posibilidad de laacción humana es la posibilidadde los objetos de la acción huma-na. Es decir, los objetos de la expe-riencia, del conocimiento o, en es-te caso, de la acción humana, noson realidades en sí y por sí. Su ob-jetividad sólo aparece en relacióncon el sujeto que tiene en sí capa-cidades que hacen posible esosobjetos. Por ello, del mismo modoque Kant identifica la función lógi-ca del juicio y la función ontológi-ca de poner la realidad, lo que lepermite deducir todas las verdadesde la realidad posible145, Mises, alsuponer que el pensamiento y laacción son cogenéricos, afirma queésta requiere de unas categorías apriori. Categorías, que deducimoslógicamente por un ejercicio in-trospectivo, y que son de causali-dad y de teleología: éstas son lasque permiten la construcción axio-mática de la praxeología en gene-ral y de la cataláctica en particular.En Hayek, por hablar del otro granexponente de la teoría austríaca,estas categorías son más sutiles,

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pues es el agente quien las cons-truye, y son las pautas de compor-tamiento de las que, incluso, el in-dividuo puede no ser totalmenteconsciente.

No hace falta decir más sobreesta cuestión.

V. c. Elementos para una investigación sistemática de la intervención del Estado mediante las denominadas “políticas de estabilización”

Cuando desde las más diversasinstancias de la sociedad se de-manda una actuación guberna-mental para solucionar graves pro-blemas "económicos", general-mente no se suele tener en cuentaque la "correcta" instrumentaciónde tales medidas exige, inexorable-mente, una "correcta" intelecciónde los procesos económicos, engeneral, y de la situación de la so-ciedad objeto de tal política, enparticular, en el sentido que hemosvisto ya en los apartados prece-dentes. Es cierto que, desde unpunto de vista más general, más“global” si se quiere, la presiónmoral que ejercen las situacionesde extrema pobreza, desnutrición ysufrimiento de millones de sereshumanos exigen medidas urgentes

que no pasan, exclusivamente, porla ayuda humanitaria. Aunque es-tas demandas son lógica y moral-mente justificables, es responsabi-lidad del pensamiento económicoaportar una intelección rigurosa y“correcta” del problema a tratar,con el fin de que las medidas pro-duzcan el efecto esperado o de queno agraven aún más la situación.

Nuestra reflexión parte de cons-tatar que el pasado, el presente yel futuro de las sociedades huma-nas es eminentemente fruto deldespliegue de la acción humana delas personas que las componen.Este hecho (por otra parte eviden-te), a menudo se pasa por alto. Esmuy habitual que los analistas cul-pen a una política económica inco-rrecta o, por el contrario, a la au-sencia de una política económica,del estado lamentable en que seencuentran muchas sociedades, envez de achacarlo a un análisis in-completo o a un fundamento desa-fortunado. No se puede negar queestas medidas, o la ausencia deellas, no tengan su influencia -quela tienen y mucha- pero no es me-nos cierto que el despliegue de laacción por parte de todos los com-ponentes de la sociedad, con y sinpolítica económica, es más deter-

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minante del estado en que aquéllase encuentra.

Tenemos así una doble fuentede problemas para los procesoseconómicos: los diversos tipos po-sibles de sistemas de desplieguesde acciones humanas, por un lado,y los diversos tipos de políticaseconómicas posibles, por otro, co-determinan la trayectoria de esosprocesos, para bien o para mal. Enrealidad, se trata de una fuenteúnica, por cuanto la política eco-nómica no es sino una variante es-pecial de la acción humana: se tra-ta de una acción colectiva llevada acabo por alguna instancia del po-der político, pero es una acción hu-mana al fin y al cabo.

Ahora bien, las relaciones entrelos despliegues de la acción huma-na, en general, y de la política eco-nómica, en particular, están some-tidas a unas relaciones de necesi-dad que son leyes económicas.Una vez que se comienza a desple-gar el sistema de acciones, su re-sultado queda determinado por laoperac ión de unas leyeseconómicas146. Resulta, por lo tan-to, imprescindible tener un conoci-miento completo y preciso de eseconjunto de leyes cuando se trata,en particular, de desplegar una ac-

ción del tipo que exige una políticaeconómica. En definitiva, se tratade encontrar sistemas de leyeseconómicas más precisos que nospermitan entender las causas deesas situaciones no sólo como elproducto de una política, sinotambién como resultado del des-pliegue de la acción en general.

En la actualidad, el problemapara la teoría económica reside enque no disponemos de un único sistemaarticulado de leyes económicas, sino de va-rios, de cada uno de los cuales es posiblededucir diferentes "tipos" de medidas o po-líticas económicas. De hecho, hemosvisto en los capítulos anterioresque en la teoría económica coexis-ten tres doctrinas principales,aparte de otras muchas menores,todas ellas con análisis de la reali-dad económica que contienen, enel peor de los casos, algún aspectode interés147. De cada una de ellasse deduce, como implicación lógi-ca, un conjunto de medidas -seaéste vacío o no- que ansían la me-jora de la sociedad. En cualquiercaso, resulta imprescindible perca-tarse del hecho de que previamen-te a la adscripción ideológica delos diferentes sistemas de medi-das, se encuentra un conjunto osistema de leyes económicas a

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partir de las cuales se produce ladeducción lógica de tales medidas.Y también hay que percatarse deque en cada uno de estos sistemasde leyes económicas el elementofundamental es una caracteriza-ción del agente económico distintapara cada uno de ellos. De hecho,no es arriesgado concluir que lasdiferentes propuestas de políticaeconómica tienen su origen en di-ferentes caracterizaciones delagente económico. Ahora bien, pa-rece evidente que caracterizacio-nes demasiado reducidas o defec-tuosas del mismo darán lugar asistemas de leyes económicas másincompletos y menos verdaderos y,por tanto, que las medidas de polí-tica económica implicadas, o suausencia, no tendrán el resultadoesperado sino que, por el contra-rio, empeorarán la situación. Y esque, en el fondo, los peligros queHayek percibe en su Fatal Arroganciapalidecen ante la creencia de quelos teóricos saben más de lo quepueden saber.

También se constata que dispo-nemos de caracterizaciones de lapersona que, si bien no son com-pletas, porque no es posible llegara tal grado de conocimiento, sí sonmás amplias que las restantes. En

este sentido, la caracterización dela acción humana austríaca y la ca-racterización keynesiana de auto-res como G.L.S. Shackle, por ejem-plo, constituyen en estos momen-tos las concepciones antropológi-cas globales más avanzadas dentrode la teoría económica. Pero, comono poseemos un criterio de deter-minación de la globalidad de nues-tras concepciones del agente eco-nómico o de los sistemas de leyeseconómicas, seguimos sumidos enel dilema de encontrarnos frente adistintos "tipos" de medidas de po-lítica económica ante las que, enapariencia, quedamos objetiva-mente indecisos. Éste es un verda-dero problema de la política eco-nómica y de la teoría en general. Sino disponemos de un sistema "ver-dadero" de leyes económicas en elque apoyarnos, la política econó-mica se ha de convertir necesaria-mente en un ejercicio arbitrario delpoder político, con resultados difí-ciles de prever. Sólo la adscripciónpersonal a una cosmovisión con-creta de la realidad (o más humil-demente, a un sistema más laxo decreencias, valores y representacio-nes de la realidad) habrá de incli-nar al teórico por una u otra de lasteorías.

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La dificultad de la instrumenta-ción de la política económica enlas diferentes sociedades actualesno se trata tan sólo de un proble-ma de falta de voluntad, de interéso de sensibilidad, que puede serloen muchos casos, además es unproblema de indecisión, porquesomos conscientes de que desco-nocemos los elementos funda-mentales de tal instrumentación.De ahí la indefinición y el temor ala hora de tomar un "tipo" de medi-das hasta sus últimas consecuen-cias. En realidad no se está segurode cuál vaya a ser el resultado.

Enfrentados a este panorama,podemos entender que tanto lapolítica monetaria como la fiscalse encuentren en estos momentosen un estado de "consenso forza-do", en una especie de adscripciónforzosa a las tesis del pensamientoneoclásico, fundamentalmente porla carencia de otras alternativas. Seobserva que incluso gobiernos fi-lo-socialdemócratas se resisten avolver a las prácticas de control dela demanda agregada que tantoutilizaron no hace más de veinteaños. Cabe preguntarse si este sta-tus quo se va a mantener durantemucho tiempo. La evolución cícli-ca de las economías de mercado,

junto con el mantenimiento de si-tuaciones de ineficiencia y pobrezaen el sentido más amplio del término nosllevan a pensar que es fácil que elstatu quo se rompa a medio plazo.La cuestión está en saber qué ca-mino tomará la quiebra, es decir, sise abandonará definitivamente elparadigma de intervención social-demócrata, aceptándose un mundode mercados libres, o si, por el con-trario, se volverá a la intervencióndiscrecional monetaria y fiscal. Lacuestión sigue estando en saber quéhacer o en saber cuál es la posición vital decada uno y de cada sociedad.

V.d. Justificación de la política económica

Si se tiene en cuenta lo expues-to antes, es evidente que la justifi-cación de la política económica esalgo que tiene que dilucidarse enel plano de lo puramente teórico. Ydebido a que los diferentes mode-los teóricos obedecen a concepcio-nes antropológicas globales distin-tas, y que, por tanto, sus dominiosde definición son distintos, será di-fícil que se pueda dar una respues-ta homogénea.

De forma general nosotros afir-mamos, a la vista de los resultadosobtenidos, que la intervención es-

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tatal en los procesos económicossólo está justificada si la política eco-nómica puede mejorar en algún sentido eldespliegue de las acciones humanas, tantoen el plano individual de cada agente co-mo en su conjunto148. Ahora bien,desde un punto de vista meramen-te técnico-económico, la mejoraen el despliegue de las accioneshumanas implica perfeccionar laviabilidad de los planes de acción.La pregunta que hay que hacerseahora es la siguiente: con indepen-dencia del contexto teórico en elque nos situemos, ¿cabe delimitarde forma general qué accionespueden mejorarse con la políticaeconómica y cuáles no? Esta pre-gunta nos remite de nuevo al mar-co antropológico en el que se plan-tea el pensamiento teórico.

Responder a esta pregunta ne-cesitaría tener una comprensiónmucho más profunda de la acciónhumana de la que en estos mo-mentos dispone el pensamientoteórico. Por una parte, sería im-prescindible tener una clara deli-mitación de las acciones que sedespliegan principalmente en losmercados, las que no lo hacen olas que sólo lo hacen parcialmen-te. Este primer paso es imprescin-dible, por cuanto si el objeto de la

política económica es mejorar laviabilidad de la acción de las per-sonas, conviene saber cuál es elentorno social en el que las accio-nes tienen lugar. La teoría econó-mica ha tenido como objeto deanálisis las acciones que tienen lu-gar en los mercados. Sin embargo,lo económico no se ciñe exclusiva-mente a todo aquello que ocurreen los mercados: en este sentido,las acciones susceptibles de sermejoradas mediante la políticaeconómica no tienen por qué seraquellas que pasan principal o ex-clusivamente por los mercados.

Este programa de investigaciónes, desde luego, extraordinaria-mente ambicioso. Además, debi-do a la imposibilidad de disponerde una concepción antropológicauniversalmente válida, siempreexistirán "vacíos" que limitarán eldominio de definición de los mo-delos y, por tanto, la aplicabilidadde las políticas. En cualquier caso,y desde el estado actual del pensa-miento económico, no creemosque semejante programa puedadar frutos en un plazo breve detiempo, lo que no implica que nose pueda decir algo acerca "la" po-lítica económica más adecuada enun determinado momento. Nos

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obliga, sencillamente, a extremarla cautela acerca de lo que se pue-de hacer y lo que no.

V.e. Prospectiva

Por las consideraciones anterio-res entendemos que el progreso enel análisis de la política económicaha de seguir dos líneas de investi-gación: en primer lugar, la del des-cubrimiento de sistemas de leyescada vez más generales cuyo domi-nio de definición dé cuenta de másfenómenos que los sistemas ante-riores; y, en segundo lugar, partien-do de los sistemas de leyes conoci-dos, la del análisis de las medidasque, instrumentadas desde las di-versas sedes que puede tener elpoder, mejoren o no la eficacia engeneral de las acciones humanas,tanto particularmente como enconjunto.

Evidentemente, la primera debepredominar como objetivo delcientífico, porque es precisamentela carencia de un sistema idóneode leyes económicas la razón porla que la política económica se en-cuentra en general en una situa-ción de impasse. Sólo progresivasmejoras en la caracterización delos agentes económicos y de susinterrelaciones, nos permitirán

mejorar el conocimiento acerca delas causas de los diferentes esta-dos en que pueden encontrarse lassociedades y deducir, si fuera el ca-so, aquellas medidas de políticaeconómica más adecuadas.

Aunque el problema al queconstantemente hacemos referen-cia de la diversidad de concepcio-nes antropológicas nos obliga aser extremadamente prudentes ennuestras recomendaciones de polí-tica económica, ello no puede im-pedir el progreso del segundo tipo,esto es, de la deducción de pres-cripciones de política económica apartir de los sistemas de leyes yaconocidos. No es posible eludir es-ta tarea si pretendemos mejorar lasituación en que se encuentran so-ciedades e incluso culturas ente-ras. Desde esta perspectiva, a par-tir del estado actual del pensa-miento teórico-económico, se pue-den deducir las orientaciones parala instrumentación de la políticaeconómica que pasamos a referir acontinuación:

1) La teoría económica actualsólo nos informa de tres tipos deacciones ineficaces y que desem-bocan en planes de acción irreali-zables. Son acciones o planes deacción racionados en sus planes

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de compra y venta en los mercadoscomo consecuencia de la percep-ción de señales distorsionadas pormanipulac iones monetar ias-neoclásicos-, acciones o planes deacción fallidos como consecuen-cia de la ignorancia acerca del fu-turo -Keynes- y acciones o planesde acción frustrados como conse-cuencia de errores o de la ignoran-cia acerca de las condiciones delmercado -austríacos-. Existen, des-de luego, muchos más tipos de ac-ciones ineficaces que éstas y quetodavía no han sido identificadascorrectamente por la teoría econó-mica. Pero no es menos cierto queeste tipo de acciones se producen ydan lugar a situaciones no desea-bles.

Desde la perspectiva de unateoría de la acción humana no de-bemos estar tentados a pensar queeste reducido catálogo de proble-mas es trivial, pues la teoría y lahistoria económica enseñan queno lo es. Episodios como la hiper-inflación alemana de los años 20 yel período de estabilidad en queesta economía entró a partir de lareforma monetaria de 1948 son he-chos históricos que no se puedensoslayar. De la misma forma, tam-poco es posible obviar el diferente

estado en que se encontraban en1989 las sociedades centroeuro-peas que durante más de cuarentaaños estuvieron sometidas a laplanificación socialista, en compa-ración con las que se desarrollaronbajo condiciones de libre mercado,teniendo en cuenta que todas seencontraban en situaciones pareci-das al terminar la Segunda GuerraMundial. Otro tanto puede decirsede las dramáticas tasas de desem-pleo que se alcanzaron en los años30 y el desempleo con inflaciónque se vivió a finales de la décadade los 70.

Esta breve ilustración históricanos lleva a contemplar con máscuidado las prescripciones de polí-tica económica que se deducen delos modelos teóricos. Porque, aun-que dispares y fundadas en antro-pologías poco sistemáticas, pue-den ofrecer diagnósticos y solucio-nes acertadas, al menos en deter-minados entornos históricos. Nopuede decirse lo mismo de la si-tuación de subdesarrollo y miseriaque sigue padeciendo esa partemayoritaria de la humanidad queno es Occidente. Aquí, probable-mente, tales medidas no bastaríanpara sacarla del atraso en que seencuentra. Es evidente que la apli-

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cación de estos principios no pue-de sino beneficiar a estas socieda-des; sin embargo, se trata sin dudaalguna de problemas mucho máscomplejos, que exigen una investi-gación teórica más profunda.

2) Desde la información que nossuministra la teoría económica,existe acuerdo casi unánime (aun-que inestable) acerca de la necesi-dad, en el caso de sistemas finan-cieros basados en dinero fiducia-rio, de instrumentar políticas mo-netarias destinadas a limpiar lasseñales que transmiten los preciosde interferencias monetarias, esdecir, políticas económicas al menos noinflacionarias. La aceptación casiunánime entre los círculos acadé-micos y de ejecución de esta políti-ca de las tesis de la Nueva Econo-mía Clásica en materia monetaria,junto con la progresiva indepen-dencia que van obteniendo losbancos centrales, hacen que elproblema de la inflación vayadesapareciendo progresivamentede amplias zonas del mundo. Que-da por ver si la instrumentación deestas políticas de estabilización, apesar de la inflación reducida queproducen, no conlleva efectos cícli-cos. En este sentido se pronuncianlos autores austríacos, que sostie-

nen que la manipulación de la ma-sa monetaria y el coeficiente de ca-ja bancario fraccionario siguenprovocando los ciclos económicos.En cualquier caso, será difícil vol-ver a ver en Europa y Norteaméricainflaciones superiores a dos dígi-tos, lo que, en sí, es una mejorarespecto a situaciones pasadas.

3) En lo que respecta a la exis-tencia de desequilibrios en losmercados, cuestión tratada, princi-palmente, por Keynes y los austría-cos, encontramos un claro desa-cuerdo: los keynesianos siguenbuscando medidas de políticaeconómica que mejoren la crónicasubinversión, mientras que losaustríacos se muestran partidariosde la no intervención estatal, pues-to que se alteraría la evolución delas sociedades que, naturalmente,da lugar a sucesivos órdenes es-pontáneos que por lo general su-ponen mejoras respecto a los ante-riores. Los problemas de financia-ción de las políticas diseñadas ba-jo la influencia keynesiana y los di-versos efectos que han tenido so-bre la economía han aconsejado,al menos, una política presupues-taria más prudente, centrada sobretodo en unas cuentas equilibradas.Los tratadistas austríacos van más

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allá, buscando una reducción netadel peso del Estado en la econo-mía, asunto sobre el que no hayacuerdo definitivo. Pero sí existeacuerdo, al menos, en lo que se re-fiere al mantenimiento de déficitspúblicos sostenibles, cuestión pro-puesta también por la Nueva Eco-nomía Clásica149 y que ha ido ga-nando cada vez más credibilidad.

4) Finalmente, la caída de losregímenes socialistas en 1989 y elfracaso de la planificación econó-mica en gran parte del mundo oc-cidental ha dado por buena la vic-toria de los autores austríacos enel debate sobre la posibilidad delcálculo económico en una econo-mía socialista. Se ha demostradoque el mercado es un orden económicomejor que la planificación socialista, nosólo por los resultados históricossino porque facilita un despliegue orde-nado de la libertad humana que el socia-lismo no permite. Como consecuenciade esta superación, también exis-te un consenso entre los tratadis-tas acerca de la ineficacia de la pla-nificación estatal sobre todo aque-llo que el mercado puede resolver.

En las actuales circunstan-cias, no cabe plantear de nuevopolíticas de planificación econó-mica -sea indicativa, sea de desa-

rrollo- con el fin de mejorar laviabilidad de las acciones huma-nas, debido a que es imposiblesaber con exactitud en qué accio-nes se va a mejorar y en qué sen-tido se va a mejorar, si es que sepuede producir esta mejora. Sinembargo, sigue siendo obligato-rio para los Estados hacer planespara mejorar la disponibilidad deaquellos servicios cuya produc-ción, por razones históricas, si-gue estando bajo su responsabi-lidad. Pero no es aceptable, a es-tas alturas del debate, plantearplanes para el conjunto de la so-ciedad a menos que sean decla-raciones de intenciones que sir-van de guía a los agentes acercadel funcionamiento de los merca-dos: una tasa de inflación orien-tativa o un objetivo de tipos deinterés conforme con la políticade financiación del déficit públi-co, etc. Es decir, si se trata de ha-cer autopistas con cargo al presu-puesto público, su ejecución sedebe plantear desde la necesidadobjetiva de este recurso para eltráfico rodado y no como una formade "activar" los planes de acción de de-terminados agentes con el fin de estimu-lar el crecimiento económico para todala sociedad.

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Con estas premisas, y desdeuna perspectiva teórica que tieneen cuenta que lo económico esuna parte de la acción humana yque, en última instancia, son losdespliegues de ésta los que deter-minan el desarrollo de las socieda-des humanas, las conclusionesque cabe extraer acerca del rumboque debe tomar en los próximosaños el pensamiento político eco-nómico son las siguientes:

En primer lugar, cada uno delos planteamientos teóricos vistosparte de una determinada visióndel hombre, de una antropologíay de una determinada visión de larealidad, de un cierto "selector depreguntas teóricas"150. Por ello,dan lugar a tres tipos de solucio-nes ideales para esas "preguntasteóricas" formuladas previamente.Es decir, por expresarnos de ma-nera más clara: partiendo de lospresupuestos teóricos que les soncaracterísticos, cada una de estastradiciones propone un modo desociedad ideal diferente. Dos sonlas cuestiones que hay que abor-dar desde aquí: primero, desde laexistencia ideal, o real, de estostipos de sociedad, cuál es la me-jor forma de incrementar la viabi-lidad de los planes de acción; se-

gundo, cuál de ellas es un modosuperior de incrementar la viabili-dad de dichos planes. Por ejem-plo, atendiendo a los fundamen-tos últimos del pensamiento key-nesiano y austríaco, una sociedaddel laissez faire no tiene por qué ge-nerar sistemáticamente estadosde coordinación de planes y demáxima eficiencia social e indivi-dual, incluso en presencia de unapolítica monetaria neutral. El des-equilibrio, el desempleo o el sub-desarrollo son fenómenos inhe-rentes al desenvolvimiento de lassociedades. No cabe esperar, portanto, que unos mercados libresproduzcan los resultados que sepredicen desde las últimas versio-nes del modelo neoclásico, estoes, situaciones de pleno empleo yequilibrio general. Pero, que no sealcancen estos estados no quieredecir que una ordenación económicabasada en el libre mercado no sea máseficiente, desde la perspectiva de la teoríade la acción humana, que las alternati-vas planteadas por los keynesianos.

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Notas

1. Vid., Rodríguez García-Brazales, A.(1997) Vara Crespo, O. (1999) y MuñozPérez, F.F. (2000).

2. Vid., Rubio de Urquía, R. (1991a),(1991b), (1996) y (1998a).

3. Debido al estado de descomposicióndel pensamiento teórico, surgen paradig-mas nuevos de los que cabe esperar res-puestas diferentes que, de momento, noson conocidas. Por este motivo centra-

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mos el análisis en estas tres escuelasque han liderado el pensamiento econó-mico hasta la fecha.

4. Vid. Rubio de Urquía, F. (1996).

5. Vid. Valverde, C. (1996), p. 283.

6. Vid. Kolakowski, L. (1988), p. 19.

7. Vid. Valverde, C. (1996), p. 283.

8. Vid. Valverde, C. (1996), p. 283.

9. Nos interesa enfatizar, especialmente,que la visión metodológica de los auto-res neoclásicos era precisamente ésta, yno otra más atemperada. Vid. Pareto, V.(1964), tomo I, pp. 12-3 y también tomoII, § 592, donde presenta, en una tabla dedoble entrada, el paralelismo entre losfenómenos mecánicos y los sociales encuanto a su consideración y en cuanto almétodo a aplicar en su estudio.

10. Walras distingue entre dos tipos dehechos matemáticos: los exteriores, quepertenecen al "théâtre de la nature," y losíntimos, que pasan en nosotros, "notre forintérior en est le théâtre". Estos últimos,constituyen magnitudes de carácter in-tensivo, no extensivo, y por lo tanto suapreciación es subjetiva e individual.Son hechos psíquicos, "y serán los objetosde las ciencias psíquico-matemáticas". Aesta segunda clase de hechos pertenecenlos económicos, mientras que a la mecá-nica racional y a la mecánica celeste oastronomía pertenecería la primera. Wal-ras está determinado a demostrar laequivalencia del carácter matemático deambos tipos de hechos, llegando a afir-mar que: "en la teoría de las satisfacciónmáxima del intercambiador y la de laenergía máxima de báscula; en la teoríadel equilibrio general del mercado y la

teoría del equilibrio general de los cuer-pos celestes, dos teorías económicas deuna parte y dos teorías mecánicas de laotra, no se encuentra más que una soladiferencia: la exterioridad de los dos fenó-menos mecánicos y la intimidad de losfenómenos económicos". Vid. Walras, L.(1984), pp. 330 y ss.

11. "Nuestra ciencia debe ser matemá-tica, simplemente porque trata con can-tidades..." y también, "no debe haberninguna duda de que el placer, dolor, uti-lidad del trabajo, valor, riqueza, dinero ycapital, etc., son todas nociones que ad-miten cantidad; mejor dicho, la totalidadde nuestras acciones en la industria y elcomercio ciertamente depende de com-parar las cantidades de ventaja o desven-taja. Incluso las teorías del moralista hanreconocido el carácter cuantitativo delasunto. La Introducción a los Principiosde la Moralidad y Legislación de Ben-tham es completamente matemática encarácter y método". Vid. Jevons, W.S.(1911), pp. 3, 9 y 10. Se confirma así elcarácter positivo que este autor concedíano sólo a la ciencia económica sino a lasciencias sociales en general.En cuanto al carácter mecánico de la me-todología económica, que también com-parte Jevons con los anteriores autores,valga la siguiente afirmación: "La teoríaaquí considerada puede ser descrita comola mecánica de la utilidad y el interés-propio" (p.21).

12. Vid. Edgeworth, F.Y. (1881), p. 15: "Laconcepción del hombre como una máquina deplacer puede justificar y facilitar el empleode términos mecánicos y razonamientomatemático en la ciencia social". Queda

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claro, por lo dicho en estas citas, queexiste una aceptación en casi todos es-tos autores del pensamiento utilitarista.Su relación con la concepción positivistay mecanicista es clara, también, en estaotra cita: "... abordaremos los dos cam-pos en que el Cálculo del Placer sepuede subdividir, es decir la economía yla ética utilitaria. El cálculo económicoinvestiga el equilibrio de un sistema defuerzas hedónicas cada una de las cualestiende a maximizar la utilidad individual;el Cálculo Utilitario, el equilibrio de unsistema en el cual cada parte y el todotiende a maximizar la utilidad universal"(pp. 15 y 16).

13. Vid. Kolakowski, L. (1988), p.21.

14. Vid. Pareto, V. (1987).

15. "Los cuerpos sólidos de la mecánicaracional no existen en la naturaleza másde lo que existe el homo economicus", enPareto, P. (1987), Les Nouvelles Théories Eco-nomiques, p. 17.

16. Vid. Pareto, V. (1975), p. 67.

17. Vid. Pareto, V. (1975), p. 17.

18. Vid. Blaug, M. (1985), pp. 20-2.

19. Esta interpretación de la exposicióndel método hipotético-deductivo deHempel y Carnap la hemos tomado deCaldwell, B. (1994), p. 25.

20. El problema de la inducción, o pro-blema de Hume, consiste en la imposibi-lidad de que, partiendo de la experienciade una serie reiterada de fenómenos, sepuedan alcanzar, mediante el razona-miento o inducción, conclusiones de ca-rácter general que sean universalmenteválidas. Vid. Popper, K.R. (1982), p. 17.

21. Vid. Boland, L. (1994).

22. Vid. Blaug, M. (1985), pp. 114 a 149.

23. Hacemos aquí referencia a la dicoto-mía existente en los modelos neoclási-cos entre el sector real y el monetario.Vid., Felderer, B. y Homburg, S. (1992),capítulo IV.

24. Vid. Bordo, M.D. y Schwartz, A.J.(1979).

25. Vid. Brunner, K. y Meltzer, A.H, (1995),pp. 33-4.

26. Vid. Friedman, M. (1953).

27. El artículo fue primero publicado enfrancés como "Les effets d'une politiquede plein emploi sur la stabilité économi-que: Analyse formelle", en Économie Appli-quée, IV, julio-diciembre, 1951. Más tardese reimprimió con ligeros cambios enFriedman, M. (1954).

28. Publicado en American Economic Review,XXXVIII, junio de 1948 y reeditado enFriedman, M. (1953).

29. Vid. Friedman, M. (1953), p. 136.

30. Vid. Friedman, M. (1953).

31. Vid. Friedman, M. (1959a).

32. Nos referimos aquí a que la teoríaneoclásica tiene para Friedman la consi-deración de hipótesis como si. Vid. Fried-man, M. (1997a), p. 56:"[Las] decisiones pueden ser considera-das como: 1) puramente fortuitas o acci-dentales; 2) resultantes de un comporta-miento estrictamente basado en las cos-tumbres o en el puro hábito, o 3) resul-tado de un acto de elección deliberado.En general, el economista rechaza los ca-sos 1) y 2) y acepta el 3) ... en parte, por-que sólo el 3) satisface nuestro deseo de

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obtener una 'explicación.' Por lo tantosupondremos que el individuo, al tomarestas decisiones, actúa como si persi-guiese e intentase maximizar un finúnico".

33. Vid. Friedman, M. y Savage, L.J. (1948)y (1952).

34. Vid. Pelloni, G. (1987). También,Friedman, M. (1997a), pp. 112 y 345.

35. Vid. Friedman, M. (1997a), p. 114.

36. Vid. Friedman, M. y Schwartz, A.J.(1963b).

37. Vid. Friedman, M. (1956).

38. "La idea general consiste en que elconsumo depende de la media a largoplazo de las rentas -llamada renta per-manente- y no sólo de la renta actual. Sila variación de la renta es temporal, au-menta relativamente poco la renta per-manente y, por lo tanto, el consumo". Ba-rro, R. J. (1991), p. 102, nota 5.

39. "The Demand for Money: Some Theo-retical and Empirical Results”, en Fried-man, M. (1969).

40. Vid. "Money and Business Cycles", enFriedman, M. (1969).

41. Vid. Friedman, M. y Schwartz, A.J.(1963a).

42. Al estudio de las tasas permanentes ytransitorias le había introducido HaroldHotelling en su curso del año 1933-34.Así se refiere en: Frazer, W.J. y Boland,L.A. (1983), pp. 464-5. También Fried-man, M. y Kuznets, S. (1945), pp. 331-2,nota 13.

43. Vid. Friedman, M. (1997a), capítulo12. Este capítulo es una versión de Fried-man, M. (1975) y no aparece en la pri-

mera edición original de 1962, aunque síen la de 1976.

44. Vid. Phillips, A.W. (1958).

45. Vid. Phelps, E. (1974).

46. Vid. Friedman, M. (1997a), p. 272.

47. Vid., por ejemplo, Chari, V.V. (1999).

48. La metodología utilizada por Lucasse puede observar, por ejemplo, en cual-quiera de sus artículos sobre teoría mo-netaria o financiera de los años ochenta:Lucas, R.E. (1980), Lucas, R.E. (1984) yLucas, R.E. y Stokey, N.L. (1987).

49. La hipótesis de la pre-existencia debienes estado-contingentes, es decir, laidea de que podemos distinguir los bie-nes dependiendo del momento deltiempo en el que estén y la estructura decircunstancias en la que estén, la expusoArrow, K. (1964). Por supuesto, tal hipó-tesis implica, ya de por sí, una fortísimaexigencia para las capacidades cogniti-vas de los agentes, como resaltan Brun-ner, K. y Meltzer, A.H. (1995), p. 54:"En la línea de Arrow-Debreu hay unaclase de estados contingentes que pue-den concretarse en el futuro. Cada es-tado se halla asociado con una estruc-tura estocástica diferente de choques ysistemas de política económica. La infor-mación disponible para la gente incluyeinformación sobre esta clase exhaustivay una distribución (objetiva) de probabi-lidad sobre la clase. Las decisiones co-rrientes se forman como respuesta a estainformación extensiva que ha sido reco-gida en una expectativa racional ... Plan-tea un requisito de información esencial-mente imposible y extremo -la existenciade una metadistribución ... el conoci-

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miento sobre estructuras estocásticas nose adquiere instantáneamente. Requiereun prolongado proceso de aprendizaje".

50. Vid. apartado III.c.1.

51. "La implicación del uso de procesosde Markov para la modelización econó-mica es que uno sólo necesita enfocar suatención en el presente; el pasado puededescontarse completamente, ya que lasprobabilidades no variarán en el tiempo.Las señales económicas (e.g., los pre-cios) están cargadas de información; lamanifestación presente de las variablesacomoda toda la información contenidaen los resultados previos del proceso. Laprobabilidad de cualquier aconteci-miento futuro, dado el registro históricocompleto del proceso, depende sólo delestado presente del mismo", vid. Mc-Cann, C. (1994), p. 112.

52. Vid. Muth, J.F. (1961), pp. 4 y 5.

53. Vid. Chari, V.V. (1999).

54. Vid. Geanakoplos, J. (1984).

55. Vid. Leslie, D. (1993), p. XV.

56. Vid. Lucas, R.E. (1986a), p. 402.

57. Nos referimos a los denominadosmodelos de aprendizaje racional aco-tado. Vid. Pesaran, H. (1989), pp. 35-6;Kiyotaki, N. y Wright, R. (1989) y (1991);Marimon, R., McGrattan E. y Sargent, T.(1990) y Honkapohja, S. (1995), pp. 511-12.

58. Vid. Lucas, R.E. (1972). En él ven al-gunos "...posiblemente el ensayo mássignificativo de la macroeconomía teó-rica desde Keynes", vid. Hall, R.E. (1996),p. 40.

59. Vid. Lucas, R.E. (1972), p. 110.

60. Vid. Lucas, R.E. (1972), p. 110, nota 7.

61. Vid. Lucas, R.E. (1972), p. 114.

62. Sólo políticas que no hayan sido anti-cipadas por los agentes podrían teneréxito. Las ya anticipadas son rápida-mente descontadas en las expectativas,de tal modo que afectan a los preciosproporcionalmente. Vid. Lucas, R.E.(1975).

63. Vid., por ejemplo, Sargent, T.J. y Wa-llace, N. (1975) y (1976).

64. Vid. Lucas, R.E. y Nancy, L.S. (1987),p. 512.

65. Vid. Lucas, R.E. (1981), pp. 255-56.

66. La crítica atacaba la evaluación de lapolítica económica por medio de gran-des modelos macroeconométricos bajoel supuesto de que sus parámetros per-manecerían estables en el tiempo. Lucasdefendió que el comportamiento de losagentes cambia en el tiempo, reaccio-nando al medio de operación, por lo quedichos parámetros difícilmente podríanmantenerse constantes. La evaluaciónde la política económica debe consistir,más bien, en analizar la evolución delmodelo bajo distintos regímenes de po-lítica económica. Vid. Lucas, R.E. (1976).

67. Lucas, R.E. (1981), p. 260.

68. Resaltamos aquí tres de ellos: LucasR.E. y Stokey, N.L. (1983), Lucas, R.E.(1986b); y Lucas, R.E. (1990).

69. Lucas es partidario de restringir lasacciones de los sucesivos gobiernos de-mocráticos de acuerdo con ciertas reglasde comportamiento. En concreto, im-pone dos restricciones que denomina re-glas constitucionales del juego para to-

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dos los gobiernos: "Que los impuestossobre el capital recaigan sobre capitalpreviamente acumulado y sus equivalen-tes sean nulos, y que la política moneta-ria se pre-comprometa al mantenimientode una senda específica de precios nomi-nales", Lucas, R.E. (1986b), p. 128. Bajoestas circunstancias, se puede aseguraruna política eficiente, incluso aunque losgobiernos no se comprometan con laspolíticas pasadas.

70. Utilizaremos aquí la versión españoladel texto, Sargent, T. y Wallace, N. (1989).

71. Vid. Sargent, T. y Wallace, N. (1989), p.167.

72. Vid. Sargent, T. y Wallace, N. (1989), p.167.

73. Vid. Sargent, T. y Wallace, N. (1989), p.170.

74. Vid. Sargent, T. y Wallace, N. (1989), p.168.

75. Vid. Sargent, T. y Wallace, N. (1989), p.180.

76. Vid. Sargent, T. y Wallace, N. (1989), p.171.

77. Hay que advertir que aunque la in-fluencia del socialismo sobre su pensa-miento fue grande, Keynes no era en símismo un socialista doctrinario. Desdetiempos muy tempranos, su proximidadal socialismo fue evidente: "La evidenciaes que habló, en febrero de 1911, conSidney Webb, en apoyo de una mociónen el Cambridge Union sobre que 'la pro-gresiva reorganización de la Sociedad enla línea del Colectivismo Socialista estanto inevitable como deseable.' Uno po-dría añadir que unos meses más tarde

anunció a su sorprendido padre que es-taba 'a favor de la confiscación de la ri-queza'..." Skidelsky, R. (1992), p. 241.Pero posteriormente, evolucionó a unaposición intermedia entre el liberalismoy el socialismo. Sobre esta evolución,Vid. Skidelsky, R. (1994), pp. 231-234.

78. Vid. "Las posibilidades económicasde nuestros nietos" en Keynes, J.M.(1988), p. 331.

79. Vid. Keynes, J.M. (1982), pp. 494-5:"No hay nadie hoy en política [1939] quevalga un penique fuera de las filas libera-les, a excepción de la generación de inte-lectuales comunistas de posguerra me-nores de 35 años. Por ellos, también,siento agrado y respeto".

80. Vid. "El fin del 'laissez-faire'", en Key-nes, J.M. (1988), p. 288. "...el socialismomarxista ha de permanecer siemprecomo un portento para los historiadoresde la opinión: cómo una doctrina tan iló-gica y tan torpe puede haber ejercido, demodo tan poderoso y duradero, una in-fluencia sobre las mentes de los hom-bres y, a través de ellas, sobre los aconte-cimientos de la historia".

81. Keynes veía al economista proyec-tado hacia grandes tareas: "Creo que enlos próximos 25 años, los economistas,por el momento el más incompetentegrupo de científicos, será, sin embargo,el más importante del mundo". Keynes,J.M. (1982), p. 37.

82. Vid. Keynes, J.M. (1981a), pp. 438-9,lección impartida en Moscú y Leningradoentre el 5 y el 14 de septiembre de 1925;Keynes, J.M. (1981b), pp. 638 a 649; Key-nes, J.M. (1982), p. 34, artículo aparecido

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83. Vid. Keynes, J.M. (1981a), p. 222, artí-culo originalmente en The Nation and theAthenaeum, 24 de mayo de 1924; también"The End of Laissez-faire", Keynes, J.M.(1988), pp. 82 y 84-5; y, finalmente, Vid.Keynes, J.M., (1936), pp. 378-9.

84. Vid. Almenar, S. y Bru, S. (1989), p.536 a 542.

85. Vid. Keynes, J.M. (1982), pp. 84-5 y,especialmente, la 88.

86. Vid. Keynes, J.M. (1982), pp. 87-8.

87. Vid. Keynes, J.M. (1982), p. 91.

88. Vid. Keynes, J.M. (1982), pp. 91-2.

89. Vid. Keynes, J.M. (1988), p. 294. Vid.también sobre el control de la población,"¿Soy un liberal?" Ibid., p. 305; y tambiénKeynes, J.M. (1981b), p. 441 y Keynes,J.M. (1982), p. 89.

90. , donde π esel nivel de precios del producto comoconjunto, P es el índice de precios de losbienes de consumo, P' el índice de pre-cios de los bienes de inversión, R el volu-men de bienes y servicios de consumo lí-quido que afluyen al mercado y son com-prados por los consumidores, C el incre-mento neto de la inversión, E el ingresomonetario total o ganancias de la comu-nidad en un momento del tiempo (tam-bién puede interpretarse como la remu-neración de los factores), O la produc-

ción total de bienes, I la inversión y S elahorro. Vid. Keynes, J.M. (1930), p. 137.

91. Vid., por ejemplo, los comentariossobre el comportamiento de los empre-sarios en Keynes, J.M. (1930), pp. 159 a161.

92. Por ejemplo, R.M. O'Donnell, T. Law-son, B.W. Bateman, J. Runde, J. B. Davis,A. Carabelli, A. Cottrell, F. J. Cardim deCarvalho, entre otros muchos.

93. Nos referimos a las contenidas enKeynes, J.M. (1972a).

94. Vid. Keynes, J.M. (1936), p. 148.

95. Keynes ya anticipó en otras ocasio-nes su convicción sobre la importanciade los estados psicológicos en los nego-cios. Una de esas ocasiones se encuentraen Keynes, J.M. (1981b), pp. 638 a 649,donde aparece un texto que resume granparte de los argumentos keynesianos delcapítulo 12 de la General Theory.

96. Sobre la definición de las convencio-nes para Keynes, Vid. Keynes, J. M.(1937), p. 214.

97. Éste es el famoso concepto de animalspirits al que hace alusión Keynes en Key-nes, J. M. (1936), p. 161.

98. Vid. Keynes, J. M. (1936), pp. 172, 207y 233.

99. Las razones que aduce Keynes son, anuestro juicio, de gran endeblez. La nulasustitución de la producción de dinerodepende de que éste sea dinero fiducia-rio de curso legal, en cuyo caso los parti-culares nada pueden hacer para aumen-tar su cantidad. Parece que Keynes pre-tendía provocar en el lector la conclusiónde que incrementar la masa monetaria

π PR P ′ C+O

------------------------E S–( ) I+

O--------------------------

EO----

I S–O

-----------+= = =

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está en la mano del Estado, y que es re-comendable que lo haga. En segundo lu-gar, la nula elasticidad de sustituciónsólo es aplicable al caso en el que, comodice Keynes, aumente el valor del dinero;si se reduce, el dinero será sustituido porotros medios de pago.

100. Vid. Keynes, J. M. (1936), p. 142-3.Keynes parece afirmar que el error deFisher se debe a que éste confundía elefecto sobre la eficiencia marginal delcapital con el efecto sobre el tipo de in-terés, dado que una expectativa de alzade los precios siempre estimula la pro-ducción.

101. Vid. Keynes, (1937), p. 216.

102. Vid. Keynes, J. M. (1936), p. 210.

103. "El espectáculo de los modernosmercados de inversión me ha movido ala conclusión de que hacer la compra deuna inversión permanente e indisolublecomo el matrimonio, excepto por razo-nes de muerte o de otra causa grave, se-ría un útil remedio para lo males con-temporáneos". Vid. Keynes, J. M. (1936),p.160.

104. Vid. Keynes, J. M. (1936), p. 161.

105. Vid. Keynes, J. M. (1936), p. 219.

106. Vid. Keynes, J. M. (1936), p. 164.

107. Vid. Keynes, J. M. (1936), p. 221.

108. Vid. Keynes, J. M. (1936), p. 320.

109. La teoría del ahorro forzoso afirmaque los aumentos de la inversión tienenun efecto diferente cuando son provoca-dos por aumentos del ahorro voluntariode los agentes económicos, o cuando loson por aumentos de la masa monetaria.En el primer caso, se postula que no se

generan procesos inflacionistas y que elahorro financia el crecimiento. Sin em-bargo, en el segundo caso, se añade a laeconomía una capacidad de compra ex ni-hilo que finalmente obliga a un aumentodel ahorro a los consumidores, comoconsecuencia del incremento de los pre-cios de los bienes de consumo. Por estarazón se le denomina ahorro forzoso,porque los consumidores, sin quererlo,financian las inversiones ex post con unsacrificio en su consumo. Como litera-tura de esta teoría se puede consultar,por ejemplo, Hayek, F. A. (1996), o Huertade Soto, J. (1998).

110. Siguiendo la doctrina del multiplica-dor, Keynes razona que un aumentodado de la inversión produciría un au-mento del ingreso de la economía que, alser repartido por los agentes en funciónde la propensión marginal al consumoentre consumo y ahorro, generaría unacantidad de éste último exactamenteigual al aumento inicial de la inversión,tal y como el lector puede comprobar porsí mismo.

111. Vid. Mayer, T. (1998), p. 164.

112. La exposición más conocida se en-cuentra en La Acción Humana, de Ludwigvon Mises (1995).

113. Por praxeología el pensamiento aus-tríaco entiende la teoría de la acción hu-mana, mientras que por cataláctica en-tiende la teoría de los mercados.

114. "...una conducta consciente, movili-zada voluntad transformada en actua-ción, que pretende alcanzar precisos fi-nes y objetivos", Mises, L. (1995), p. 15.

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Ángel Rodríguez García-BrazalesÓscar Vara Crespo 113

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CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

115. Leemos en la página 27 de esta edi-ción: "En este sentido hablamos del sub-jetivismo de la ciencia general de la ac-ción humana; acepta como realidades in-soslayables los fines últimos a los que elhombre aspira en su actuar; es entera-mente neutral respecto a ellos, abste-niéndose de formular juicio valorativo al-guno. Lo único que le preocupa es deter-minar si los medios empleados son idó-neos para la consecución de los finespropuestos".

116. En la página 24 de la edición quemanejamos de la Acción Humana se puedeleer: "La acción humana es siempre y ne-cesariamente racional. Hablar de "acciónracional" es un evidente pleonasmo y,por tanto, debe rechazarse tal expre-sión".

117. "Una acción inadecuada al fin pro-puesto no produce el fruto esperado. Lamisma no se adapta a la finalidad perse-guida, pero no por ello dejará de ser ra-cional, pues se trata de un método origi-nado en una deliberación razonada (aun-que defectuosa) y de un esfuerzo (si bienineficaz) por conseguir cierto objetivo".Vid. Mises, L. (1995), p. 25.

118. "...brota de la misma fuente que elhumano razonamiento. Acción y razónson cogenéricas y homogéneas; se lespodría considerar como dos aspectos di-ferentes de una misma cosa". Mises, L.(1995), p. 48; y "... la realidad cuya diluci-dación e interpretación es tarea de lapraxeología, es cogenérica con la estruc-tura lógica de la mente. La mente hu-mana genera tanto el pensamiento comola acción humana. La acción y el pensa-miento humanos surgen de la misma

fuente y son, en este sentido, homogé-neos". Vid. Mises, L. (1962), p. 64.

119. "La tarea primera y básica del pen-samiento es estar atenta a las relacionesconstantes entre los fenómenos externosque afectan nuestros sentidos. Un con-junto de acontecimientos que están rela-cionados regularmente de una maneradefinida a otros acontecimientos se de-nomina una cosa específica y, como tal,es distinta de otras cosas específicas. Elpunto de partida del conocimiento expe-rimental es comprender que A se sigueuniformemente de G. La utilización deeste conocimiento ya sea para la produc-ción de B o para evitar su aparición, sedenomina acción. El objetivo primero dela acción es, o bien dar lugar a B o preve-nir que ocurra". Mises, L. (1962), p. 20.

120. En este punto, nos remitimos aHuerta de Soto, J. (1992), pp. 52-73.

121. Este hecho le lleva a Jesús Huerta deSoto a afirmar que dicho conocimientose crea ex nihilo. Vid. Huerta de Soto, J.(1992), p. 63, n.30.

122. Vid. Huerta de Soto, J. (1992), p. 65.

123. Vid. Huerta de Soto, J. (1992), p. 51.

124. Vid. Menger, C. (1997). En particular,el capítulo 8: "Teoría del dinero".

125. "Los usos heredados son fruto deprocesos de selección a lo largo de loscuales compiten entre sí un conjunto deirracionales o, mejor dicho, 'injustifica-dos' tipos de comportamiento, llegandohasta las siguientes generaciones tansólo aquéllos que, sin que nadie se lohaya propuesto intencionadamente, máshan contribuido a facilitar el crecimientode la población de aquellos colectivos

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que decidieron asumirlos, actitud quenada tiene que ver con las motivaciones-quizá de índole religiosa- que indujerona las gentes a hacerlo". Hayek, F.A.(1997), p. 283.

126. Hayek insistió mucho en este punto:"Por supuesto, el orden extenso no sur-gió de repente, sino a través de un largoperíodo de tiempo y con muchos más es-tadios intermedios de lo que pueda su-gerir la simple contemplación del mo-delo actual. (Recuérdese que todo elloexigió el paso de centenares de miles deaños, y no sólo los cinco o seis mileniosmás recientes). En comparación conellos, el orden de mercado es, pues, algorelativamente reciente. Las diversas es-tructuras, tradiciones, instituciones yotros elementos que lo integran fueronapareciendo gradualmente a medida quese iban seleccionando los modos habi-tuales de conducta. Este proceso de se-lección no se basaba en criterios de efec-tividad, sino en su capacidad de poten-ciar demográficamente el colectivo y defacilitar la integración de gentes ajenasal grupo". Hayek, F.A. (1997), p. 203.

127. "En lo que respecta a la evolucióncultural, los caracteres transmitidos gi-ran en torno a ciertas normas suscepti-bles de facilitar la colaboración entre di-ferentes actores, normas que el ser hu-mano no recibe por vía genética sino através de un proceso de aprendizaje".Hayek, F.A. (1997), p.216.

128. Vid. Kirzner, I. (1992).

129. Una de las primeras recopilacionesdel material publicado durante aquel de-bate se debe a F.A. Hayek (1935), Collecti-

vist Economic Planning, Routledge & Sons,Londres, obra reeditada por Augustus M.Kelley, Clifton, 1975. En este libro se en-cuentran artículos claves del debate,como el de Mises, "Economic Calcula-tion in the Socialist Commonwealth" y,del mismo Hayek, "Nature and History ofthe Problem" y "The Present State of theDebate".

130. Los trabajos clásicos de Langeacerca del denominado "socialismo demercado" son (1936), "On the EconomicTheory of Socialism. Part I", Review of Eco-nomic Studies, vol. 4, nº 1, pp. 123-142 y(1937), "On the Economic Theory of So-cialism. Part II", Review of Economic Studies,vol. 4, nº 2, febrero, pp. 123-142.

131. Un excelente resumen del debate yde la posición de Mises y Hayek puedeencontrarse en Huerta de Soto, J. (1992).

132. Vid. Huerta de Soto, J. (1992) pp. 99-100.

133. Vid. Mises, L. (1995), p. 923.

134. También una de las principalesfuentes de la actual inestabilidad econó-mica y financiera a escala global.

135. Véase desde Thorton a Friedman,pasando por Wicksell, Hayek, Mises,Fisher, etc.

136. La presentamos así porque este esel título del ensayo de F.A. Hayek de1978.

137. Vid. Mises, L. (1995), pp. 941-42.

138. "Puede el tesoro público retener unaparte de los abundantes recursos fiscalesresultantes de la euforia alcista. En tantotales cantidades queden detraídas de lacirculación, lo que en realidad se está

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Ángel Rodríguez García-BrazalesÓscar Vara Crespo 115

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practicando es una política deflacionariay anticíclica que bien puede frenar la eu-foria generada precisamente por los nue-vos medios de pago puestos en circula-ción. Ahora bien, si tales recursos son denuevo lanzados al mercado, se modifi-cará con ello la relación monetaria y sereducirá el poder adquisitivo del dinero.En ningún caso pueden dichos fondos generar losfactores de producción exigidos por las proyecta-das obras públicas". Mises, L. (1995), p. 942.La cursiva es nuestra.

139. Vid. Davis, J.B. (1989), p. 64.

140. Vid. Davis, J.B. (1995), p. 240.

141. Direct acquaintance en el original.

142. Vid. O'Donnell, R.M. (1989), p. 83.

143. Vid. Valverde, C. (1996), p. 174.

144. Vid. García Morente, M. (1992), p.209.

145. Vid. García Morente, M. (1992), p.209.

146. Vid. Rubio de Urquía, R. (1991c), p.46: "Las leyes económicas 'operan' (porasí decirlo) de modo necesario e inexora-ble, independientemente de circunstan-cias 'de tiempo y lugar' y de la voluntadhumana. Pero esta operación necesariade las leyes económicas en los procesosde asignación de recursos no significaque los procesos económicos sean algopredeterminado ...".

147. Entre las más interesantes actual-mente podemos citar la economía evolutivaen sus diferentes formas, así como laeconomía marxista, el neoinstituciona-lismo, etc.

148. En el fondo, éste es el objetivo delos análisis de las diferentes doctrinas de

pensamiento económico: la neoclásica, através de la correcta percepción de lasseñales transmitidas por los precios; lakeynesiana, a través de la introducciónde señales en determinados agentes quemovilicen recursos que permanecenociosos como consecuencia de expecta-tivas erróneas; y las austríacas a travésde la liberalización completa de las inte-racciones económicas y sociales.

149. Vid. Sargent T. y Wallace, N. (1981).

150. Vid. Rubio de Urquía, R. (1998b).

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CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

Nº 1 Aspecto financiero y aspecto humano de la Empresa

Vittorio Mathieu

Nº 2 La interpretación socialista del trabajo y el futuro de la Empresa

Leonardo Polo

Nº 3 La responsabilidad social del empresario

Enrique de Sendagorta

Nº 4 El sentido de los conflictos éticos originados por el entorno en el que opera la Empresa

Juan Antonio Pérez López

Nº 5 Empresa y Cultura

Fernando Fernández

Nº 6 Humanismo y Empresa

Cruz Martínez Esteruelas

Nº 7 Moralidad y eficiencia: líneas fundamentales de la ética económica

Peter Koslowski

Nº 8 La estrategia social de la empresa

Manuel Herrán Romero-Girón

Nº 9 El trabajo directivo y el trabajo operativo en la empresa

Carlos Llano

Nº 10 El altruísmo en la empresa

George Gilder

Nº 11 Ricos y pobres. Igualdad y desigualdad

Leonardo Polo

Nº 12 El utilitarismo en la ética empresarial

Joan Fontrodona

Nº 13 La empresa en la historia

Agustín González Enciso

Nº 14 La empresa entre la Economía y el Derecho

José Antonio Doral

Nº 15 La empresa ante la nueva complejidad

Alejandro Llano

Nº 16 Empresa y libertad

Jesús Arellano

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Nº 17 ¿Qué es el humanismo empresarial?

Rafael Alvira

Nº 18 El rendimiento social de la Empresa

Jose M. Basagoiti

Nº 19 Elementos configuradores de la actual valoración del trabajo

Tomás Melendo

Nº 20 Dirección y sistemas de mando

Manuel López Merino

Nº 21 La índole personal del trabajo humano

Tomás Melendo

Nº 22 La revolución social del management

Tomás Calleja

Nº 23 Indicadores de la madurez de la personalidad

Enrique Rojas

Nº 24 Empresa y sistemas de cooperación social

Ignacio Miralbell

Nº 25 Humanismo para la dirección

Miguel Bastons

Nº 26 Actualidad del humanismo empresarial

Alejandro Llano

Nº 27 Notas sobre la cultura empresarial

Rafael Gómez Pérez

Nº 28 La importancia de la dinámica política para el directivo

Manuel Alcaide Castro

Nº 29 El poder...¿Para qué?

Juan Antonio Pérez López

Nº 30 La empresa y el ambiente socio-político en el umbral del nuevo siglo

Daniel Bell

Nº 31 La gestión del cambio en la empresa

Juan A. Díaz Alvarez

Nº 32 Hacia un mundo más humano

Leonardo Polo

Nº 33 Estudio histórico sistemático del humanismo

Higinio Marín

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Nº 34 Humanismo estamental

Higinio Marín

Nº 35 Consideraciones sobre el activo humano de la empresa

Tomás Calleja

Nº 36 Ser el mejor. Hacer que otros también lo sean (Sólo para empresarios)

José María Ortiz

Nº 37 La Etica de la Sociedad de Consumo

Antonio Argandoña

Nº 38 Hacia una Economía Política Humanista

Ludwig Erhard

Nº 39 Las referencias sociales de la empresa

Tomás Calleja

Nº 40 Máximo Beneficio y Máxima Racionalidad

José María Ortiz

Nº 41 La inserción de la Persona en la Empresa

Armando Segura

Nº 42 Humanismo pericial

Higinio Marín

Nº 43 Dimensión humanista de la energía

Tomás Calleja

Nº 44 La empresa entre lo privado y lo público

Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

Nº 45 Competitividad y cooperación como valores institucionales de la empresa

Santiago García Echevarría

Nº 46 Filosofía de la economía I- Metodología de la ciencia económica

Alejo J. Sison

Nº 47 La lógica del directivo: el control necesario y la confianza imposible

Pablo García Ruiz

Nº 48 La 'revolución' institucional de la empresa. El reto al directivo y a los recursos humanos

Santiago García Echevarría

Nº 49 Filosofía de la economía II- El ámbito austrogermánico

Alejo J. Sison

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Nº 50 Valores éticos de la empresa

Juan Cruz

Nº 51 La empresa virtuosa

José María Ortiz

Nº 52 Las decisiones en la empresa: cálculo y creatividad

Miguel Bastons

Nº 53 Filosofía de la Economía III. Los fundamentos antropológicos de la actividadeconómica

Alejo J. Sison

Nº 54 La familia: un imperativo para la empresa

Ramón Ibarra

Nº 55 Variaciones sobre una crisis

Tomás Calleja

Nº 56 Pobreza, productividad y precios

Paolo Savona

Nº 57 Lo común y lo específico de la crisis moral actual

Rafael Alvira

Nº 58 La ética empresarial: una aproximación al fenómeno

Manuel Guillén

Nº 59 La dimensión política de la economía

Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

Nº 60 Sobre la cooperación competitiva

Ana Fernández y Carmelo Lacaci

Nº 61 Organizaciones inteligentes en la sociedad del conocimiento

Alejandro Llano

Nº 62 La economía social de mercado de Ludwig Edhard y el futuro del estado de bienestar

Ana Fernández y Carmelo Lacaci

Nº 63 La persona humana en la empresa de fin de siglo

Carlos Llano

Nº 64 Estado, sociedad civil y empresa

Tomás Calleja

Nº 65 Sobre la confianza

Richard Brisebois

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Nº 66 El protagonismo social de la empresa

Tomás Calleja

Nº 67 Dimensiones estéticas de la empresa

Rafael Alvira

Nº 68 La empresa como realidad estética

Ana Fernández

Nº 69 De la estética a la ética de la comunicación interna

Iñaki Vélaz

Nº 70 La respuesta empresarial a una nueva dinámica del empleo: ¿Eficiencia económica versus eficiencia social en clave ética?

Santiago García Echevarría

Nº 71 La profesión: enclave ético de la moderna sociedad diferenciada

Fernando Múgica

Nº 72 El empresario servidor-líder

Enrique de Sendagorta

Nº 73 Peter Drucker (I): Hacia una biografía intelectual

Guido Stein

Nº 74 Peter Drucker (II): Sobre empresa y sociedad

Guido Stein

Nº 75 La narrativa anglo-americana de la propiedad

Alejo Sison

Nº 76 La empresa como sujeto de las relaciones internacionales

Javier Herrero

Nº 77 Clima y Cultura empresarial

Iñaki Vélaz

Nº 78 Valores burgueses y valores aristocráticos en el capitalismo moderno: Unareflexión histórica

Agustín González Enciso

Nº 79 Hacia una nueva teoría de la empresa

Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

Nº 80 Los pliegues ocultos de las relaciones en la empresa

Tomás Calleja

Nº 81 La empresa entre el psicologismo y el conductismo

Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

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Nº 82 La Tercera Vía en Wilhelm Röpke

Jerónimo Molina Cano

Nº 83 Teorías de la empresa y crisis de la modernidad

Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

Nº 84 Adam Smith: interés particular y bien común

Raquel Lázaro Cantero

Nº 85 Violencia y modelos sociales. Una visión humanista

Tomás Calleja

Serie en inglés:

Nº 9 Managerial work and operative work within enterprise

Carlos Llano

Nº 10 The altruism of enterprise

George Gilder

Nº 15 Business and the new complexity

Alejandro Llano

Nº 17 Enterprise and Humanism

Rafael Alvira

Nº 22 The social revolution of management

Tomás Calleja

Nº 30 The socio-political environment that enterprise may face

Daniel Bell