Negri Sobre Mali

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:: portada :: África :: 24-01-2013 Malí Un desafío a la civilización que debemos rechazar Toni Negri Uninomade.org Traducido para Rebelión por Susana Merino La intervención francesa en Malí refleja una crisis política que tiende a generalizarse en el África sahariana y subsahariana luego de la "Primavera Árabe" del Magreb. "Se ha puesto de manifiesto el lado peligroso de la Primavera Árabe", titula el New York Times, y agrega: "tenía razón el coronel Gadafi cuando preveía que si él caía la gente de Bin Laden llegaría por tierra y por mar a ocupar las orillas del Mediterráneo. Pero, ¿es realmente esto lo que impulsa a rebelarse a los nuevos guerrilleros en los desiertos del Norte de África o es más bien una pobreza cada vez más feroz y la siempre destructiva lógica de los gobiernos de la ex Francáfrica? Las zonas rurales de los países del Sahel han permanecido a su pesar en los últimos años en una profunda situación de miseria, lo que nutre el éxodo poblacional y la desestabilización de las grandes ciudades. Frente a esto las estadísticas macroeconómicas, muestran la existencia de un "falso" desarrollo vinculado a la actual carrera por el extractivismo minero hacia aquellos territorios ricos en tales recursos: Malí, por ejemplo, es el tercer productor mundial de oro, rico en uranio y se prevé que muy rico en hidrocarburos. El yihadismo entra en esos territorios no en razón de su fanatismo y nos los somete sobre la base de la "barbarie terrorista" (como cuentan a la opinión pública occidental) sino porque en esos países continúan disolviéndose las instituciones, debido a su fragilidad económica y civil. Por tal motivo el éxito de los "invasores" que no son tales está casi asegurado. Malí no es más que otro país del Sahel -los demás también se hallan en parecidas situaciones críticas-, la duda sobre la profundización de la crisis en cada uno de ellos solo depende de algunos elementos casuales que aún contiene el "dominó" recientemente iniciado. En Malí, en una época "escaparate de la democracia", el gobierno se hallaba desde hacía tiempo en crisis, asfixiado por la corrupción, los repetidos golpes de Estado y la rebelión popular tuareg en el norte. Los tuaregs quieren la independencia de Azawad (vasta región desértica del norte de Malí). Esta revuelta ha encontrado la oportunidad de triunfar porque con la caída del régimen del coronel Gadafi, muchos mercenarios tuaregs han regresado a su país con armas (en grande y sofisticada cantidad) y equipajes (logísticas regionales y alianzas con parte del ejército maliense) tomados. Hay que tener presente que la intervención francesa (y de la OTAN) en Libia produjo en aquel país la implosión de un millar de fracciones locales, ideológicas, étnicas y que después de Gadafi no ha habido ninguna autoridad capaz de ostentar legítima fuerza. page 1 / 3

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Escrito de Toni Negri sobre la situación de Mali

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:: portada :: África ::

24-01-2013 Malí

Un desafío a la civilización que debemos rechazarToni NegriUninomade.orgTraducido para Rebelión por Susana Merino

La intervención francesa en Malí refleja una crisis política que tiende a generalizarse en el Áfricasahariana y subsahariana luego de la "Primavera Árabe" del Magreb. "Se ha puesto de manifiesto ellado peligroso de la Primavera Árabe", titula el New York Times, y agrega: "tenía razón el coronelGadafi cuando preveía que si él caía la gente de Bin Laden llegaría por tierra y por mar a ocupar lasorillas del Mediterráneo.

Pero, ¿es realmente esto lo que impulsa a rebelarse a los nuevos guerrilleros en los desiertos delNorte de África o es más bien una pobreza cada vez más feroz y la siempre destructiva lógica delos gobiernos de la ex Francáfrica? Las zonas rurales de los países del Sahel han permanecido a supesar en los últimos años en una profunda situación de miseria, lo que nutre el éxodo poblacional yla desestabilización de las grandes ciudades. Frente a esto las estadísticas macroeconómicas,muestran la existencia de un "falso" desarrollo vinculado a la actual carrera por el extractivismominero hacia aquellos territorios ricos en tales recursos: Malí, por ejemplo, es el tercer productormundial de oro, rico en uranio y se prevé que muy rico en hidrocarburos. El yihadismo entra enesos territorios no en razón de su fanatismo y nos los somete sobre la base de la "barbarieterrorista" (como cuentan a la opinión pública occidental) sino porque en esos países continúandisolviéndose las instituciones, debido a su fragilidad económica y civil. Por tal motivo el éxito delos "invasores" que no son tales está casi asegurado.

Malí no es más que otro país del Sahel -los demás también se hallan en parecidas situacionescríticas-, la duda sobre la profundización de la crisis en cada uno de ellos solo depende de algunoselementos casuales que aún contiene el "dominó" recientemente iniciado. En Malí, en una época"escaparate de la democracia", el gobierno se hallaba desde hacía tiempo en crisis, asfixiado por lacorrupción, los repetidos golpes de Estado y la rebelión popular tuareg en el norte. Los tuaregsquieren la independencia de Azawad (vasta región desértica del norte de Malí). Esta revuelta haencontrado la oportunidad de triunfar porque con la caída del régimen del coronel Gadafi, muchosmercenarios tuaregs han regresado a su país con armas (en grande y sofisticada cantidad) yequipajes (logísticas regionales y alianzas con parte del ejército maliense) tomados. Hay que tenerpresente que la intervención francesa (y de la OTAN) en Libia produjo en aquel país la implosión deun millar de fracciones locales, ideológicas, étnicas y que después de Gadafi no ha habido ningunaautoridad capaz de ostentar legítima fuerza.

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La rebelión armada tuareg ha encontrado además un fuerte y probablemente decisivo apoyo engrupos salafistas y yihadistas que ya en 2002, al terminar la guerra civil argelina, habían instaladolas bases de Al Qaida en el Magreb. Desde hace alrededor de diez años estos grupos han venidoconstruyendo (aprovechando la "industria de los secuestros" y del apoyo a los "traficantes" ilegalesde ese amplio territorio) bases y redes de apoyo a la guerrilla. El peligro era evidente. Desde haceunos tres o cuatro años está en marcha una cooperación bilateral Francia-EE.UU. para combatir loque algunos llamaban el "eje Kandahar-Dakar". Recientemente el New York Times ha revelado queel Departamento de Estado había invertido cerca de 500 millones de dólares en esa región en esaestrategia antiterrorista. Ya a comienzos de 2012, el comando estadounidense AFRICOM debiócomprobar que una buena parte de las adiestradas tropas malienses se habían unido a larevolución en el norte del país.

Ahora hemos asistido a la intervención francesa en respuesta al urgente pedido del gobierno deBamako (mejor dicho de lo que queda) formalmente apoyado por una extensa coalición de paísesafricanos y de gobiernos europeos. Pero la guerra francesa parece que ya puede extenderse comouna mancha de aceite a una gran cantidad de países vecinos. Los sucesos argelinos de la últimasemana, en los que la delicadeza de las intervenciones de aquel gobierno y de su ejército hanproducido centenares de asesinatos, solo constituye el principio de este amargo desarrollo.

Por ahora, se consuelan la prensa y la opinión pública francesa, no se trata aún de una guerra deusura (como la iraquí o la afgana) cuyos protagonistas se mueven "en medio de las poblaciones"sino más bien de una guerra clásica en el puro desierto, de posiciones y de movimientos. Notardarán mucho en cambiar las cosas. Podrá resultar fácil a los franceses, junto a las tropas deotros países africanos (que permanecerán bajo el comando francés mientras se mantenga lareticencia estadounidense a tomar parte en el cambio), lograr la victoria en el terreno. Pero luego,¿cómo gobernar en el desierto una paz que no será tal, frente a una "guerra nómada" que estácomenzando, a una histeria frente a eventuales ataques terroristas en la Francia continental ysobre todo frente a la memoria de la vergüenza colonial y del despotismo postcolonial mantenidopor la potencia francesa? Pero sobre todo, ¿cómo tener en cuenta -en la situación actual y en lapostbélica- aquellos aspectos que nos permitimos llamar "aspectos buenos" de la Primavera Árabe,o mejor dicho de aquella "Primavera Africana" que parecía que comenzaba a apuntar también en elSahel? Es inútil -y lo decimos por segunda vez- culpar al extremismo de un islamismo salafistaradical cuando se está sofocando la única alternativa verdadera que actualmente podríaconcretarse: la maduración -ya iniciada en esos territorios- de élites jóvenes, democráticas,anticapitalistas. Es necesario atacar las causas socioeconómicas de esta crisis.

Si se escucha a los expertos, estos dicen que para desarrollar un programa de reconstrucción y dedesarrollo sería necesario intervenir en estos territorios en los sectores agrícolas, de reforestación,de cría de animales, en el mejoramiento de las rutas y del transporte, el acceso al agua, lapromoción de la energía solar y eólica, etc. Y luego habría que relanzar los programas deproducción de algodón y de cereales en esas regiones... En síntesis todo, en verdad todo.Finalmente y especialmente "las poblaciones deberían beneficiarse de los ingresos de los réditosprocedentes de la minería como son los del oro, primer producto de exportación".

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¿No les parece cómica esta conclusión? Y en la risa no es evidente el cinismo, mínimamentehipócrita, que se desprende de la insistencia en la misma execrable sed de dinero que conduce anuestros gobiernos liberales a combatir a los terroristas en las despiadadas tierras desérticas delSahara y del Sahel como bienes a distribuir entre los enemigos (porque resulta bien difícildiferenciarlos de los pobres campesinos o de los proletarios metropolitanos ahora sublevados). Ytodavía más, ¿no les parecen lágrimas de cocodrilo -y en Italia todos las confunden- las que llorannuestros demócratas? ¡Es el pesado fardo de nuestra civilización el que nos empuja a intervenir!¡Es sacra obligación de la soberanía, ejercida ahora en nombre de Europa! ¡Manténgase atentos aestas estupideces, hasta los EE.UU. han dejado de repetirlas luego de las terribles derrotas enMedio Oriente! Reconozcamos más bien que solo modificando radicalmente nuestra concienciapolítica, rompiendo radicalmente con formas de gobierno funcionales al capital, podremos volver aorientarnos correctamente. En el marco de la globalización no se puede razonar como lo hacen losParlamentos de los países de Europa y el Parlamento Europeo, votando hombres y medios a favorde la intervención francesa (y particularmente odiosa ha sido en Estrasburgo la actitud belicosa delos Verdes europeos).

Gilles Keeper -tal vez el mayor experto en temas árabes conocido en Occidente- destaca que "loque está en juego en Malí es un desafío a la civilización en la época de la globalización. El Sahel esal mismo tiempo la víctima por excelencia y el lugar de la incandescencia". Añadimos: la resistenciay la guerrilla antiimperialista en aquel desesperado lugar desposeído y devastado constituyenluchas anticapitalistas y no quisiéramos vernos obligados a reconocer que los islámicos tienenrazón.

Fuente: http://www.uninomade.org/mali-una-sfida-di-civilta-da-rifiutare/

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