Nancy Fraser_Tras la morada oculta de Marx. Por Una Concepción Ampliada Del Marxismo

33
New Left Review 86 mayo-junio 2014 (p. 59-78) Nancy Fraser Tras la morada oculta de Marx Por una concepción ampliada del capitalismo ¡El capitalismo ha vuelto! Tras décadas en las que apenas se encontraba el término fuera de los escritos de pensadores marxistas, comentaristas de diversastendencias se preocupan ahora abiertamente por su sostenibilidad, pensadores de todas las escuelas se apresuran a sistematizar críticas contra él y activistas de todo el mundo se movilizan en oposición a las prácticas del mismo*. La vuelta del «capitalismo» es, ciertamente, un cambio de agradecer, un marcador cristalino, por si hacía falta alguno, de la profundidad de la crisis actual y de la necesidad generalizada de darle a esta una explicación sistemática. Lo que indica todo este debate sobre el capitalismo, sintomáticamente, es la creciente intuición de que los heterogéneos males –financieros, económicos, ecológicos, políticos, sociales– que nos rodean pueden atribuirse a una raíz común; y que las reformas que no aborden las bases estructurales profundas de estos males están destinadas al fracaso. El renacimiento del término señala, de igual modo, el deseo en muchos sectores de efectuar un análisis capaz de aclarar las relaciones entre las dispares luchas sociales de nuestro tiempo, y capaz de fomentar una cooperación estrecha, si no una plena unificación, de sus corrientes progresistas más avanzadas en

description

Un análisis de la crítica de Marx al Capitalismo.

Transcript of Nancy Fraser_Tras la morada oculta de Marx. Por Una Concepción Ampliada Del Marxismo

New Left Review 86mayo-junio 2014 (p. 59-78)

Nancy FraserTras la morada oculta de MarxPor una concepcin ampliada del capitalismo

El capitalismo ha vuelto! Tras dcadas en las que apenas se encontraba el trmino fuera de los escritos de pensadores marxistas, comentaristas de diversastendencias se preocupan ahora abiertamente por su sostenibilidad,pensadores de todas las escuelas se apresuran a sistematizar crticas contra l y activistas de todo el mundo se movilizan en oposicina las prcticas del mismo*. La vuelta del capitalismo es, ciertamente,un cambio de agradecer, un marcador cristalino, por si haca faltaalguno, de la profundidad de la crisis actual y de la necesidad generalizadade darle a esta una explicacin sistemtica. Lo que indica todo estedebate sobre el capitalismo, sintomticamente, es la creciente intuicinde que los heterogneos males financieros, econmicos, ecolgicos,polticos, sociales que nos rodean pueden atribuirse a una raz comn;y que las reformas que no aborden las bases estructurales profundasde estos males estn destinadas al fracaso. El renacimiento del trminoseala, de igual modo, el deseo en muchos sectores de efectuar un anlisiscapaz de aclarar las relaciones entre las dispares luchas sociales denuestro tiempo, y capaz de fomentar una cooperacin estrecha, si nouna plena unificacin, de sus corrientes progresistas ms avanzadas enun bloque antisistmico. El presentimiento de que el capitalismo podraaportar la categora central de dicho anlisis es acertado.* Estos argumentos se elaboraron en conversacin con Rahel Jaeggi y aparecernen nuestro libro Crisis, Critique, Capitalism, que pronto saldr editado en Polity.Gracias a Blair Taylor por ayudarme en la investigacin y al Centre for GenderStudies (Cambridge), el Collge dtudes Mondiales, el ForschungskollegHumanwissenschaften y el Centre for Advances Studies Justitia Amplificata porsu apoyo.

El actual auge del debate sobre el capitalismo sigue siendo, no obstante,en gran medida retrico, no tanto una contribucin sustancial a la crticasistemtica como un sntoma del deseo de que se efecte dicha crtica.Gracias a dcadas de amnesia social, generaciones enteras de activistasy estudiosos ms jvenes se han convertido en avanzados expertosen anlisis del discurso, al tiempo que conservan una completa inocenciaen lo referente a las tradiciones de la Kapitalkritik. Solo ahoraempiezan a preguntarse cmo podra efectuarse esta hoy en da paraaclarar la coyuntura actual. Sus mayores, veteranos de anteriores erasde fermento anticapitalista que podran haberles proporcionado ciertagua, mantienen sus propias anteojeras. No han conseguido, a pesar delas buenas intenciones profesadas, incorporar sistemticamente a susinterpretaciones del capitalismo las ideas aportadas por el feminismo, elposcolonialismo y el pensamiento ecolgico.El resultado es que estamos atravesando una crisis capitalista de grangravedad, sin una teora crtica capaz de aclararla adecuadamente. Escierto que la crisis actual no encaja en los modelos habituales que hemosheredado: tiene mltiples dimensiones, y no solo abarca la economaoficial, incluidas las finanzas, sino tambin fenmenos no econmicos como el calentamiento planetario, las carencias de cuidado yel vaciado del poder pblico en todas las escalas. Pero los modelos decrisis heredados tienden a centrarse exclusivamente en los aspectos econmicos, a los que dan prioridad sobre otros factores, aislndolos deellos. De manera igualmente importante, la crisis actual est generandonovedosos principios elementales y nuevas configuraciones polticasdel conflicto social. Las luchas en torno a la naturaleza, la reproduccinsocial y el poder pblico son elementos centrales de esta constelacin,involucrando mltiples ejes de desigualdad, incluida la nacionalidad/raza-etnia, la religin, la sexualidad y la clase. Tambin a este respecto,sin embargo, los modelos tericos heredados nos defraudan, porquesiguen dando prioridad a los enfrentamientos relacionados con el trabajoen el punto de produccin.En general carecemos, por lo tanto, de concepciones del capitalismo yde la crisis capitalista adecuadas para nuestro tiempo. Mi objetivo eneste ensayo es sugerir una senda que remedie esta laguna. La senda nosconduce por el pensamiento de Karl Marx, cuya interpretacin del capitalismo propongo reexaminar con ese objetivo en mente. El pensamientode Marx tiene mucho que ofrecer a modo de recursos conceptualesgenerales; y est en principio abierto a estos intereses ms amplios. Perono tiene en cuenta sistemticamente el gnero, la ecologa o el poderpoltico como poderes estructuradores y ejes de desigualdad en las sociedades capitalistas, y mucho menos como embites y premisas de la luchasocial. De ese modo es necesario reconstruir sus mejores conclusionesdesde estas perspectivas. En el presente artculo, por lo tanto, mi estrategia es observar primero a Marx y despus detrs de l, con la esperanza de arrojar nueva luz sobre viejas cuestiones: qu es exactamente el capitalismo, y cmo se concepta mejor? Deberamos considerarlo un sistema econmico, una forma de vida tica o un orden social institucionalizado? Cmo deberamos caracterizar sus tendencias a la crisis, y dnde deberamos situarlas?Rasgos definitoriosPara abordar estas cuestiones, empezar por recordar las que Marxconsideraba cuatro caractersticas fundamentales del capitalismo. Mienfoque parecer a primera vista, por consiguiente, muy ortodoxo, peropretendo desortodoxizarlo mostrando cmo estas caractersticas presuponen otras que constituyen de hecho las condiciones de posibilidadde fondo. Mientras que Marx buscaba tras la esfera del intercambio, enla morada oculta de la produccin, para descubrir los secretos del capitalismo, yo buscar las condiciones de posibilidad de la produccin quehay tras esa esfera, en mbitos an ms ocultos. Para Marx, el primerrasgo definitorio del capitalismo es la propiedad privada de los medios deproduccin, que presupone una divisin de clase entre los propietariosy los productores. Esta divisin surge como resultado de la descomposicinde un mundo social previo en el que la mayora de las personas, aunen diferentes situaciones, tena acceso a los medios de subsistencia y alos medios de produccin; acceso, en otras palabras, a comida, vivienday vestimenta, y a herramientas, tierra y trabajo, sin tener que pasar porlos mercados de trabajo. El capitalismo anul decisivamente este estadode cosas. Cerc los terrenos comunitarios, abrog los derechos de usotradicionales de la mayora y transform los recursos compartidos enpropiedad privada de una pequea minora.Esto conduce directamente a la segunda caracterstica fundamental deMarx, el mercado de trabajo libre, porque los dems es decir, la enormemayora tienen ahora que efectuar una danza muy peculiar, que lespermita trabajar y obtener lo que necesitan para seguir viviendo y criara sus hijos. Vale la pena sealar lo extraa, lo antinatural, lo histricamente anmala y especfica que es esta institucin del mercado de trabajo libre. Los trabajadores son libres aqu en un doble sentido. Primero, en cuanto a condicin jurdica no esclavizados, serviles, vinculados o ligados de modo alguno a un lugar dado o a un amo determinado y, por lotanto, mviles y aptos para firmar un contrato de trabajo. Pero en segundolugar, libres del acceso a los medios de subsistencia y a los medios deproduccin, incluidos los derechos de uso tradicionales de la tierra y lasherramientas, y por consiguiente, privados de los recursos y los derechosque podran permitirles abstenerse de entrar en el mercado de trabajo.Le sigue la danza igualmente extraa del valor autoexpandido, que es latercera caracterstica fundamental de Marx. La peculiaridad del capitalismoes que tiene un impulso sistmico objetivo o una direccionalidad:a saber, la acumulacin de capital. En principio, de acuerdo con ello,todo lo que los propietarios hacen en cuanto capitalistas est dirigido aampliar su capital. Como los productores, tambin ellos se sitan bajouna compulsin sistmica peculiar. Y los esfuerzos de todos por satisfacersus necesidades son indirectos, estn dirigidos a algo distinto queasume la prioridad: un imperativo dominante e inscrito en un sistemaimpersonal, la propia tendencia del capital a la autoexpansin indefinida.Marx es brillante en este punto. En una sociedad capitalista, dice,el propio capital se convierte en Sujeto. Los seres humanos son sus peones,reducidos a adivinar cmo pueden conseguir lo que necesitan en losintersticios, alimentando a la bestia.La cuarta caracterstica especifica es la funcin distintiva de los mercadosen la sociedad capitalista. Los mercados han existido durante todala historia humana, incluidas las sociedades no capitalistas. Su funcionamiento en el capitalismo, sin embargo, se distingue por otras doscaractersticas. En primer lugar, sirven en la sociedad capitalista para asignar los principales insumos a la produccin de mercancas. Entendidospor la economa poltica burguesa como factores de produccin, estosinsumos fueron originalmente identificados como la tierra, el trabajoy el capital. Adems de utilizar los mercados para asignar el trabajo, elcapitalismo los usa tambin para asignar las propiedades inmuebles, losbienes de capital, las materias primas y el crdito. En la medida en queasigna estos insumos productivos mediante mecanismos de mercado, elcapitalismo los transforma en mercancas. Es, en la interesante expresinde Piero Sraffa, un sistema para la produccin de mercancas pormedio de mercancas, aunque tambin descansa, como veremos, sobreun fondo de no-mercancas1.

1 Piero Sraffa, Production of Commodities by Means of Commodities: Prelude to aCritique of Economic Theory, Cambridge, 1960 [ed. cast.: Produccin de mercancaspor medio de mercancas, Barcelona, Oikos-tau, 1982].

Pero los mercados asumen tambin otra funcin clave en la sociedadcapitalista: determinan cmo se invertir el excedente de la sociedad.Por excedente Marx entenda el fondo colectivo de energas socialesque exceden a las necesarias para reproducir una forma de vida daday para reabastecer lo que se usa en el transcurso de esa vida. Cmousa una sociedad sus capacidades de excedente es algo absolutamentecentral, y suscita cuestiones fundamentales acerca de cmo quierenvivir las personas dnde prefieren invertir sus energas colectivas,cmo se proponen equilibrar el trabajo productivo con la vida familiar,el ocio y otras actividades y cmo aspiran a relacionarse con lanaturaleza no humana y qu pretenden dejarles a las generacionesfuturas. Las sociedades capitalistas tienden a dejar dichas decisionesa las fuerzas del mercado. Quiz esta sea su caracterstica msperversa y de mayores consecuencias: esta entrega de los asuntosms importantes a un aparato para calcular el valor monetizado. Estestrechamente relacionada con nuestra tercera caracterstica fundamental,la direccionalidad inherente pero ciega del capital, el procesoautoexpansivo por el cual se constituye a s mismo en el sujeto de lahistoria, desplazando a los seres humanos que lo han creado y convirtindolos en servidores suyos.Al resaltar estas dos funciones de los mercados pretendo contrarrestar laextendida opinin de que el capitalismo promueve una mercantilizacinsiempre creciente de la vida propiamente dicha. Esa opinin conduce,pienso, al callejn sin salida de las fantasas distpicas sobre un mundototalmente mercantilizado. Unas fantasas que no solo pasan por altolos aspectos emancipadores de los mercados, sino tambin el hecho,resaltado por Immanuel Wallerstein, de que el capitalismo ha operado amenudo sobre la base de familias semiproletarizadas. En estas soluciones,que permiten a los propietarios pagar menos a los trabajadores,muchas familias obtienen una porcin significativa de su sustento defuentes distintas de los salarios en efectivo, incluido el autoaprovisionamiento (el huerto, la costura), la reciprocidad informal (ayuda mutua, transacciones en especie) y las trasferencias estatales (prestaciones de bienestar social, servicios sociales, bienes pblicos)2. Dichas soluciones dejan una porcin significativa de actividades y mercancas fuera del mbito de funcionamiento del mercado. No son meros vestigios residuales de tiempos precapitalistas; y tampoco estn a punto de desaparecer. Eran intrnsecos al fordismo, que solo logr promover el consumismo de la clase trabajadora en los pases del ncleo por medio de familias semiproletarizadas que combinaban el empleo masculino con la dedicacin femenina a la casa, e inhibiendo el consumo de mercancas enla periferia. La semiproletarizacin es incluso ms pronunciada en elneoliberalismo, que ha construido toda una estrategia de acumulacinexpulsando a miles de millones de personas de la economa formal haciazonas grises informales de las que el capital extrae valor. Como veremos,esta especie de acumulacin primitiva es un proceso continuo del queel capital se beneficia y en el que se basa.Lo importante, por lo tanto, es que aspectos mercantilizados de las sociedades capitalistas coexisten con aspectos no mercantilizados de las mismas. Y no se trata de un evento fortuito o una contingencia emprica, sino de un rasgo que forma parte del adn del capitalismo. Coexistencia es, de hecho, un trmino demasiado dbil para captar la relacin entre aspectosmercantilizados y aspectos no mercantilizados de una sociedad capitalista.Una expresin ms adecuada sera la de imbricacin funcional o, msfirme an, aunque ms simple, dependencia3. Los mercados dependenpara su propia existencia de relaciones sociales no mercantilizadas, queproporcionan las condiciones de posibilidad de fondo.

2 Immanuel Wallerstein, Historical Capitalism, Londres, 1983, p. 39 [ed. cast.: Elcapitalismo histrico, Madrid y Mxico df, Siglo xxi, 1988].3 Karl Polanyi, The Great Transformation, Nueva York, 2002 [ed. cast.: La gran transformacin, Madrid, Ediciones de La Piqueta, 1989]; Nancy Fraser, Can Society Becommodities All the Way Down?, Economy and Society, vol. 43, 2014.

Condiciones de fondoHasta el momento he ido elaborando una definicin bastante ortodoxadel capitalismo, basada en cuatro caractersticas clave que parecen sereconmicas. He seguido, de hecho, a Marx al mirar por detrs delsentido comn, que se centra en el intercambio mercantil, y observar lamorada oculta de la produccin. Ahora quiero, sin embargo, observardetrs de esa morada oculta, para ver lo que est an ms oculto. Loque yo afirmo es que la explicacin que Marx ofrece de la produccincapitalista solo tiene sentido cuando empezamos a introducir sus condiciones de posibilidad de fondo. La siguiente pregunta ser, por lo tanto: qu debe existir detrs de estas caractersticas fundamentales para hacerlas posibles? El propio Marx plantea una pregunta de este tipo casi al final del primer volumen de El capital, en el captulo dedicado a ladenominada acumulacin primitiva u originaria4. De dnde viene elcapital?, pregunta. Cmo comenz a existir la propiedad privada de losmedios de produccin, y cmo pasaron los productores a quedar separadosde dichos medios? En los captulos anteriores, Marx haba puestoal descubierto la lgica econmica del capitalismo haciendo abstraccinde sus condiciones de posibilidad previas, que se asuman como algosimplemente dado. Pero result que haba todo un relato subyacente enla procedencia del capital, una historia muy violenta de desposesin yexpropiacin. Este relato subyacente, como ha resaltado David Harvey,no est situado solo en el pasado, en los orgenes del capitalismo5. Laexpropiacin es un mecanismo de acumulacin continuo, aunque nooficial, que se mantiene junto al mecanismo oficial de explotacin, juntoal relato aparente de Marx, por as decirlo.

4 Karl Marx, Capital, vol. i, Londres, 1976, pp. 873-876 [ed. cast.: El capital, Madrid,Siglo xxi, 1976, libro i tomo iii, pp. 197-201].5 David Harvey, The New Imperialism, Oxford, 2003, pp. 137-182 [ed. cast.: El nuevoimperialismo, Madrid, col. Cuestiones de antagonismo, Ediciones Akal, 2004].

Este movimiento, desde el relato aparente de la explotacin al relato subyacente de la expropiacin, constituye un enorme cambio epistmico,que ilumina de manera muy distinta todo lo acaecido con anterioridad.Es anlogo al movimiento que Marx hace antes, casi al comienzo delvolumen I, cuando nos invita a dejar atrs la esfera del intercambio demercado, y la perspectiva de sentido comn burgus con la que se asocia,para alcanzar la morada oculta de la produccin, lo cual nos permiteadoptar una perspectiva ms crtica. Como resultado de ese primer movimiento, descubrimos un sucio secreto: la acumulacin se logra mediantela explotacin. El capital, en otras palabras, no se expande a travs delintercambio de equivalentes, como la perspectiva del mercado sugiere,sino precisamente a travs de su opuesto: la no compensacin de unaporcin del tiempo de trabajo de los obreros. De modo similar, cuandopasamos de la explotacin a la expropiacin, al final del volumen, descubrimos un secreto an ms sucio: tras la coercin sublimada del trabajo asalariado, radican la violencia palpable y el robo descarado. Dicho de otra manera, la larga elaboracin de la lgica econmica del capitalismo,que constituye la mayor parte del volumen I, no es la ltima palabra.Va seguida por otro movimiento a una perspectiva distinta, la de la desposesin.Este movimiento hacia lo que hay tras la morada oculta estambin un movimiento hacia la historia, y a lo que yo he denominadolas condiciones de posibilidad de fondo para la explotacin.Posiblemente haya, sin embargo, otros giros epistmicos implicados en laexplicacin que Marx da del capitalismo, igualmente importantes pero nodesarrollados por l. Estos movimientos, a moradas incluso ms ocultas,no estn an conceptualizados. Debemos escribirlos en nuevos volmenesde El capital, por as decirlo, si queremos desarrollar una interpretacinadecuada del capitalismo en el siglo xxi. Uno es el giro epistmico de la produccin a la reproduccin social: las formas de aprovisionamiento, atencin e interaccin que producen y sostienen los vnculos sociales. Denominada de diversas maneras, como cuidado, trabajo afectivo o subjetivacin, esta actividad forma los sujetos humanos del capitalismo, sostenindolos como seres naturales personificados, al tiempo que los constituye en seres sociales, formando su habitus y la sustancia sociotica, o Sittlichkeit, en la que se mueven. Central a este respecto es el trabajo de socializar a los jvenes, construyendo comunidades, produciendo y reproduciendo los significados compartidos, las disposiciones afectivas y los horizontes de valor que sostienen la cooperacin social. En las sociedades capitalistas, buena parte de esta actividad, aunque no toda, se efecta fuera del mercado, en las familias, los barrios y en toda una hueste de instituciones pblicas, incluidos colegios y guarderas; y buena parte de ella, aunque no toda, no adopta la forma de trabajo remunerado. Pero la actividad reproductiva de lo social es absolutamente necesaria para la existencia de trabajo remunerado, la acumulacin de plusvalor y el funcionamiento del capitalismo propiamente dicho. El trabajo remunerado no podra existir en ausencia del trabajo domstico, la crianza de los hijos, la enseanza, la educacin afectiva y toda una serie de actividades que ayudan a producir nuevas generaciones de trabajadores y reponer las existentes, adems de mantener los vnculos sociales y las interpretaciones compartidas. De igual modo que la acumulacin originaria, por lo tanto, la reproduccin social es una condicin previa indispensable para la posibilidad de produccin capitalista.Estructuralmente, adems, la divisin entre reproduccin social y produccin de mercancas es fundamental para el capitalismo; de hecho, esuna herramienta del mismo. Como cientos de tericas feministas hanresaltado, la distincin es profundamente sexista, de forma tal que lareproduccin est asociada a las mujeres y la produccin, a los hombres.Histricamente, la divisin entre trabajo productivo remunerado ytrabajo reproductivo no remunerado ha sostenido las modernas formascapitalistas de subordinacin de las mujeres. Como la existenteentre propietarios y trabajadores, tambin esta divisin descansa en ladescomposicin de un mundo previo. En este caso, lo destruido fue unmundo en el que el trabajo de las mujeres, aunque distinto del de loshombres, era, no obstante, visible y pblicamente reconocido, una parteintegrante del universo social. Con el capitalismo, por el contrario, eltrabajo reproductivo se desgaja y queda relegado a una esfera domsticaprivada y separada en la que su importancia social queda oscurecida.Y en este nuevo mundo, en el que el dinero es un medio de poder fundamental, el hecho de que sea no remunerado sella la cuestin: quieneshacen este trabajo estn estructuralmente subordinadas a quienes recibensalarios en efectivo, aunque su trabajo tambin proporcione lasnecesarias condiciones previas para el trabajo remunerado.Lejos de ser universal, por lo tanto, la divisin entre produccin y reproduccin surgi histricamente, con el capitalismo. No fue, sin embargo,algo que se diese por las buenas y de una vez por todas. Por el contrario,la divisin ha mutado histricamente, adoptando distintas formas en diferentes fases del desarrollo capitalista. En el siglo xx, algunos aspectos de la reproduccin social fueron transformados en servicios pblicos y bienes pblicos, desprivatizados, pero no mercantilizados. Hoy, la divisinest mutando de nuevo, puesto que el neoliberalismo (re)privatiza y (re)mercantiliza algunos de estos servicios, al tiempo que tambin mercantilizapor primera vez otros aspectos de la reproduccin social. Al exigirla reduccin de los subsidios pblicos y al mismo tiempo atraer masivamentea las mujeres al trabajo en servicios mal remunerados, adems,est redibujando los lmites institucionales que anteriormente separabanla produccin de mercancas de la reproduccin social y, de ese modo,reconfigurando en ese mismo proceso el orden de gnero. De maneraigualmente importante, al lanzar un gran ataque contra la reproduccinsocial, est convirtiendo esta condicin de fondo para la acumulacin decapital en un importante punto crtico de las crisis capitalistas.Naturaleza y poderPero deberamos considerar tambin otros dos giros igualmente fundamentales en la perspectiva epistmica, que nos dirigen a otras moradas ocultas. El primero est mejor representado en el trabajo de los pensadores ecosocialistas, que en la actualidad describen otro relato subyacente sobre el atropello de la naturaleza por parte del capitalismo. Este relato hace referencia a la anexin de la naturaleza su Landnahme al capital, que la utiliza como fuente de insumos para la produccin y como basurero para absorber los residuos de esta. La naturaleza se convierte aqu en un recurso para el capital, cuyo valor se presupone y niega al mismo tiempo.Tratada como algo gratuito en las cuentas del capital, es expropiada sincompensacin ni reposicin, y se asume implcitamente que se trata dealgo infinito. De ese modo, la capacidad de la naturaleza para soportar viday renovarse constituye otra condicin de fondo necesaria para la produccinde mercancas y la acumulacin de capital.El capitalismo asume estructuralmente inaugura, de hecho unaprofunda divisin entre un mbito natural, concebido como oferta demateria prima gratuita, no producida y disponible para su apropiacin,y un mbito econmico, concebido como una esfera de valor, producidapor y para los seres humanos. Junto con esto se da un endurecimientode la distincin preexistente entre la naturaleza humana consideradaespiritual, sociocultural e histrica y la no humana, considerada material,objetivamente dada y ahistrica. La agudizacin de esta distincindescansa, tambin, en la descomposicin de un mundo anterior, en elque los ritmos de la vida social estaban en muchos aspectos adaptados alos de la naturaleza no humana. El capitalismo separ brutalmente a losseres humanos de los ritmos naturales, estacionales, asignndolos a lafabricacin industrial, posibilitada por los combustibles fsiles, y a la agricultura comercial, inflada por los fertilizantes qumicos. Introduciendolo que Marx denomin una brecha metablica, inaugur lo que ahorase denomina el Antropoceno, una era geolgica completamente nuevaen la que la actividad humana tiene un impacto decisivo sobre los ecosistemas y la atmsfera de la Tierra6.Surgida con el capitalismo, tambin esta divisin ha mutado en el transcursode la evolucin capitalista. La actual fase neoliberal ha inauguradouna nueva ronda de cercamientos la mercantilizacin del agua, porejemplo que estn situando ms parte de la naturaleza (si podemos

6 Karl Marx, Capital, vol. iii, Nueva York, 1981, pp. 949-950 [ed. cast.: El capital,cit., libro iii, tomo iii, pp. 272-273]; John Bellamy Foster, Marxs Theoryof Metabolic Rift: Classical Foundations of Environmental Sociology, AmericanJournal of Sociology, vol. 105, nm. 2, septiembre de 1996.

hablar de ese modo) en el primer plano econmico. Al mismo tiempo,el neoliberalismo promete borrar el lmite naturaleza/humano: porejemplo, las nuevas tecnologas reproductivas y los cborgs de DonnaHaraway7. Lejos de ofrecer una reconciliacin con la naturaleza, sinembargo, estas evoluciones intensifican la mercantilizacin y la anexinde esta por parte del capitalismo. A diferencia de los cercamientosde tierras sobre los que escribieron Marx y Polanyi, que meramentemercantilizaron fenmenos naturales ya existentes, los nuevos cercamientospenetran profundamente dentro de la naturaleza, alterandosus principios elementales internos. Por ltimo, el neoliberalismo estmercantilizando el ecologismo, vase, si no, el potente comercio de permisose intercambios de carbono y de derivados medioambientales,que alejan al capital de la inversin a largo plazo y a gran escala necesariapara transformar formas de vida insostenibles, basadas en los combustiblesfsiles. Sobre el teln de fondo del calentamiento planetario, eseasalto a lo que queda de los bienes comunes ecolgicos est convirtiendola condicin natural de la acumulacin de capital en otro nudo central delas crisis capitalistas.Consideremos por ltimo otro giro epistmico importante, que apuntaa las condiciones de posibilidad polticas del capitalismo: su dependenciarespecto a unos poderes pblicos que establezcan y refuercen susnormas constitutivas. El capitalismo es inconcebible, despus de todo,sin un marco legal que sostenga la empresa privada y el intercambio demercado. Su relato aparente depende crucialmente de que los poderespblicos garanticen los derechos de propiedad, hagan cumplir los contratos,arbitren disensiones, repriman las rebeliones anticapitalistas ysostengan, en el lenguaje de la Constitucin estadounidense, toda lafe y el crdito de la oferta monetaria que constituye el alma del capital.Histricamente, los poderes pblicos en cuestin han estado albergadosprincipalmente en los Estados territoriales, incluidos aquellos que operabancomo potencias coloniales. Eran los sistemas jurdicos de dichosEstados los que establecan los contornos de espacios en apariencia despolitizados dentro de los cuales los actores privados podan defender sus intereses econmicos, libres de una interferencia poltica abierta,por una parte, y de las obligaciones de patrocinio derivadas del parentesco,por la otra. Fueron, de modo similar, los Estados territoriales los

7 Donna Haraway, A Cyborg Manifesto: Science, Techonology and Socialist-Feminism in the Late Twentieth Century, en Socialist Review 80, 1985.

que movilizaron la fuerza legtima para reprimir la resistencia a lasexpropiaciones por las cuales se originaron y sostuvieron las relacionesde propiedad capitalistas. Por ltimo, fueron dichos Estados los quenacionalizaron y garantizaron el dinero8. Histricamente, podramosdecir, el Estado constituy la economa capitalista.A este respecto, encontramos otra gran divisin estructural constitutivade la sociedad capitalista: la que se da entre organizacin poltica y economa.Con esta divisin se produce la diferenciacin institucional entreel poder pblico y el privado, entre la coercin poltica y la econmica.Como las otras divisiones fundamentales que hemos analizado, tambinesta surge como resultado de la descomposicin de un mundo previo. Lodesmantelado en este caso fue un mundo social en el que el poder econmicoy el poltico estaban efectivamente fundidos, como, por ejemplo,en la sociedad feudal, en la que el control sobre el trabajo, la tierra y lafuerza militar estaba conferido a la nica institucin de seoro y vasallaje.En la sociedad capitalista, por contraste, como de manera eleganteha demostrado Ellen Wood, el poder econmico y el poder poltico estnseparados; a cada uno se le asigna su propia esfera, su propio medio y sumodus operandi 9. Pero el relato aparente del capitalismo tiene tambincondiciones de posibilidad polticas en el plano geopoltico. Lo queest en cuestin aqu es la organizacin del espacio ms amplio enel que los Estados territoriales estn insertos. Se trata de un espacioen el que el capital se mueve con mucha facilidad, dada su tendenciaexpansionista. Pero la capacidad para operar entre fronteras dependedel derecho internacional, acuerdos negociados entre las grandes potenciasy regmenes supranacionales que pacifican parcialmente (y de modoafn al capital) un mbito a menudo imaginado como un estado de naturaleza.A lo largo de su historia, el relato aparente del capitalismo hadependido de las capacidades militares y organizativas de una sucesinde potencias hegemnicas planetarias que, como sostena GiovanniArrighi, han pretendido potenciar la acumulacin en una escala progresivamente ampliada en el marco de un sistema multiestatal 10.8 Geoffrey Ingham, The Nature of Money, Cambridge, 2004; David Graeber, Debt:The First 5.000 Years, Nueva York, 2011.9 Ellen Meiksins Wood, Empire of Capital, Londres y Nueva York, 2003 [ed. cast.: Elimperio del capital, Barcelona, 2004].10 Giovanni Arrighi, The Long Twentieth Century: Money, Power and the Origins ofOur Times, Londres y Nueva York, 1994 [ed. cast.: El largo siglo xx, Madrid, col.Cuestiones de antagonismo, Ediciones Akal, 1999].

Encontramos aqu otras divisiones estructurales constitutivas dela sociedad capitalista: la divisin westfaliana entre nacional einternacional, por una parte, y la divisin imperialista entre centro yperiferia, por otra, ambas basadas en la divisin ms fundamental entreuna economa capitalista crecientemente planetaria, organizada comoun sistema-mundo, y un mundo poltico organizado como un sistemainternacional de Estados territoriales. Estas divisiones estn tambinmutando en la actualidad, a medida que el neoliberalismo agota lascapacidades polticas en las que el capital se ha basado histricamente,tanto en el plano estatal como en el geopoltico. Como resultado de esteagotamiento, las condiciones de posibilidad polticas del capitalismo sontambin un aspecto importante y un punto crtico de las crisis capitalistas.Podra decirse mucho ms acerca de cada uno de estos puntos; perola tendencia general de mi argumento debera estar clara. Al efectuarmi explicacin inicial del capitalismo, he demostrado que sus caractersticaseconmicas de primer plano dependen de condiciones noeconmicas de fondo. Un sistema econmico definido por la propiedadprivada, la acumulacin de valor autoexpansiva, mercados de trabajolibre y otros insumos importantes para la produccin de mercancas, ypor la asignacin del excedente social por el mercado, se hace posiblepor tres condiciones de fondo cruciales, relacionadas respectivamentecon la reproduccin social, la ecologa de la Tierra y el poder poltico.Para entender el capitalismo, por lo tanto, necesitamos relacionar surelato aparente con estos tres relatos subyacentes. Debemos conectar laperspectiva marxiana con la feminista, la ecolgica y las tericas polticas(terica estatal, colonial/poscolonial y transnacional).Un orden social institucionalizadoQu tipo de animal es el capitalismo de acuerdo con esta interpretacin?La imagen que he elaborado aqu difiere de forma importantede la idea familiar de que el capitalismo es un sistema econmico.Puede haber parecido a primera vista, ciertamente, que las caractersticasbsicas que hemos identificado eran econmicas. Pero esaapariencia era equvoca. Una de las peculiaridades del capitalismo esque trata sus relaciones sociales estructurales como si fuesen econmicas. Descubrimos enseguida, de hecho, que era necesario hablar decondiciones de fondo no econmicas que posibilitaban la existenciade dicho sistema econmico. No son caractersticas de una economacapitalista, sino de una sociedad capitalista; y concluimos que esascondiciones de fondo no deben eliminarse de la imagen sin ms, sinoque es necesario conceptualizarlas y teorizarlas como parte de nuestracomprensin del capitalismo. El capitalismo es, por lo tanto, algo msque una economa.La imagen que he esbozado difiere, igualmente, de la consideracin deque el capitalismo es una forma cosificada de la vida tica, caracterizadapor una mercantilizacin y una monetarizacin generalizadas. Desdeese punto de vista, como articulaba el celebrado ensayo de Lukcs sobreReificacin y consciencia del proletariado, la forma mercanca colonizatoda la vida, estampando su marca en fenmenos tan diversos como elderecho, la ciencia, la moral, el arte y la cultura11. En mi opinin, la mercantilizacindista mucho de ser universal en la sociedad capitalista. Alldonde est presente, por el contrario, depende para su misma existenciade zonas no mercantilizadas. Sociales, ecolgicas y polticas, estas zonasno mercantilizadas no reflejan simplemente la lgica de la mercanca, sinoque representan distintos principios normativos y ontolgicos propios.Por ejemplo, las prcticas sociales orientadas a la reproduccin (entendidacomo algo opuesto a la produccin) tienden a engendrar ideales decuidado, responsabilidad mutua y solidaridad, por jerrquicas y provincianasque puedan ser12. De modo similar, las prcticas orientadas a laorganizacin poltica, como algo opuesto a la economa, hacen referenciaa menudo a principios de democracia, autonoma pblica y autodeterminacincolectiva, por muy restringidas o excluyentes que estas puedan ser.Por ltimo, las prcticas asociadas con las condiciones de fondo del capitalismo,en la naturaleza no humana, tienden a fomentar valores como laproteccin ecolgica, la no dominacin de la naturaleza y la justicia entregeneraciones, por romnticas y sectarias que estas puedan ser. Mi objetivo,por supuesto, no es idealizar estas normatividades no econmicas,sino registrar que divergen de los valores asociados con el primer planodel capitalismo: ante todo, crecimiento, eficiencia, intercambio igual, decisin individual, libertad negativa y promocin meritocrtica.Esta divergencia es la que marca toda la diferencia en nuestra conceptualizacin del capitalismo. Lejos de generar una sola lgica dominante de la cosificacin, la sociedad capitalista se diferencia normativamente, abarcando11 Georg Lukcs, History and Class Consciousness: Studies in Marxist Dialectics,Londres, 1971 [ed. cast.: Historia y consciencia de clase, Barcelona, Grijalbo, 1978].12 Sara Ruddick, Maternal Thinking: Towards a Politics of Peace, Londres, 1990; JoanTrento, Moral Boundaries: A Political Argument for an Ethic of Care, Nueva York, 1993.

una determinada pluralidad de ontologas sociales distintas pero interrelacionadas.Est por ver qu ocurre cuando estas colisionan. Pero la estructuraque las sostiene ya est clara: la topografa normativa especfica del capitalismoderiva de las relaciones que hemos visto entre el primer plano y elfondo. Si nuestro objetivo es desarrollar una teora crtica del capitalismo,debemos sustituir la interpretacin del mismo como una forma cosificadade la vida tica por una perspectiva estructural ms diferenciada.Si el capitalismo no es ni un sistema econmico ni una forma cosificadade la vida tica, qu es? Mi respuesta es que deberamos concebirlocomo un orden social institucionalizado, a la par que, por ejemplo, elfeudalismo. Entender el capitalismo de este modo subraya sus divisionesestructurales, en especial las separaciones institucionales que yo he mostrado.Constitutiva del capitalismo, como hemos visto, es la separacininstitucional entre la produccin econmica y la reproduccin social,una separacin sexista que establece formas de dominacin masculinaespecficamente capitalistas, aun cuando tambin permite la explotacincapitalista de la fuerza de trabajo y, mediante ella, su modo de acumulacinoficialmente sancionado. Tambin definitoria del capitalismo es laseparacin institucional entre la economa y la organizacin poltica,una separacin que aparta de la agenda poltica de los Estados territorialeslos asuntos definidos como econmicos, al tiempo que libera al capitaly lo deja vagar por una tierra de nadie transnacional en la que cosechalos beneficios del ordenamiento hegemnico y elude el control poltico.Igualmente fundamental para el capitalismo, por ltimo, es la divisinontolgica, preexistente pero masivamente intensificada, entre su fondonatural (no humano) y su primer plano humano (en apariencia nonatural). Hablar del capitalismo como un orden social institucionalizado,basado en dichas separaciones, es, por lo tanto, sugerir su imbricacinestructural, no accidental, con la opresin sexista, la dominacin polticatanto nacional como transnacional, colonial y poscolonial y la degradacinecolgica; en conjuncin, por supuesto, con su dinmica de primerplano igualmente estructural y no accidental de explotacin del trabajo.Con esto no pretendo sugerir, sin embargo, que las divisiones institucionalesdel capitalismo sean estticas. Por el contrario, como hemos visto,el dnde y el cmo establecen exactamente las sociedades capitalistas lalnea entre produccin y reproduccin, economa y organizacin poltica,naturaleza humana y no humana varan histricamente, de acuerdocon el rgimen de acumulacin. De hecho, podemos conceptualizar elcapitalismo competitivo del laissez-faire, el capitalismo de monopolioregido por el Estado y el capitalismo neoliberal globalizador precisamenteen estos trminos: como tres formas histricamente especficasde separar la economa de la organizacin poltica, la produccin de lareproduccin y la naturaleza humana de la no humana.Enfrentamientos por los lmitesIgualmente importante es que la configuracin exacta del orden capitalistaen cualquier tiempo y lugar depende de la poltica: del balancede poder social y del resultado de las luchas sociales. Lejos de seralgo dado sin ms, las divisiones institucionales del capitalismo seconvierten a menudo en focos de conflicto, puesto que los actoresse movilizan para cuestionar o defender los lmites establecidos queseparan la economa de la organizacin poltica, la produccin de lareproduccin y la naturaleza humana de la no humana. En la medidaque su objetivo es el de reubicar los procesos cuestionados en el mapainstitucional del capitalismo, los sujetos del capitalismo se inspiranen las perspectivas normativas asociadas con las diversas zonas quehemos determinado. Esto lo observamos en la actualidad. Algunosopositores al neoliberalismo, por ejemplo, se inspiran en los idealesde cuidado, solidaridad y responsabilidad mutua, asociados con lareproduccin, para oponerse a los intentos de mercantilizar la educacin.Otros renen nociones de proteccin de la naturaleza y justiciaentre generaciones, asociadas con la ecologa, para militar a favor deun cambio a las energas renovables. Y otros invocan ideales de autonomapblica, asociados con la organizacin poltica, para defendercontroles internacionales sobre el capital y ampliar la responsabilidaddemocrtica ms all del Estado. Dichas reivindicaciones, juntocon las contrarreivindicaciones que inevitablemente suscitan, son lamateria exacta de la lucha social en las sociedades capitalistas, tanfundamental como las luchas de clase por el control de la produccinde mercancas y la distribucin del plusvalor a las que Marx daba primaca.Estos enfrentamientos por los lmites, como los denominar,modelan decisivamente la estructura de las sociedades capitalistas13.Desempean una funcin constitutiva en la consideracin del capitalismocomo un orden social institucionalizado.

13 Nancy Fraser, Struggle over Needs: Outline of a Socialist-Feminist CriticalTheory of Late-Capitalist Political Culture, en N. Fraser, Unruly Practices: Power,Discourse and Gender in Contemporary Social Theory, Minneapolis y Londres, 1989.

Concentrar la atencin sobre los enfrentamientos por los lmites deberaimpedir cualquier falsa impresin de que la opinin que he esbozadosea funcionalista. He empezado, ciertamente, por caracterizar la reproduccin,la ecologa y el poder poltico como condiciones de fondonecesarias para el relato econmico aparente del capitalismo, resaltandosu funcionalidad para la produccin de mercancas, la explotacin de lostrabajadores y la acumulacin de capital. Pero este momento estructuralno capta el relato pleno de las relaciones entre el primer plano y el fondodel capitalismo. Coexiste, por el contrario, con otro momento ya insinuado,que es igualmente importante y que emerge de caracterizar losocial, lo poltico y lo ecolgico como reservorios de normatividad noeconmica. Esto implica que, incluso aunque estos rdenes no econmicos hacen posible la produccin de mercancas, no son reducibles aesa funcin posibilitadora. Lejos de quedar completamente agotadas porla dinmica de acumulacin o de estar completamente subordinadas aella, cada una de estas moradas ocultas alberga distintivas ontologas dela prctica social y los ideales normativos.Estos ideales no econmicos estn, adems, preados de posibilidadpara la crtica poltica. En especial en tiempos de crisis, es posible volverloscontra las prcticas econmicas fundamentales asociadas con laacumulacin de capital. En tales tiempos, las divisiones estructuralesque normalmente sirven para segregar las diversas normatividades dentrode sus propias esferas institucionales tienden a debilitarse. Cuandolas separaciones no se sostienen, los sujetos del capitalismo que viven,despus de todo, en ms de una esfera experimentan un conflictonormativo. Lejos de introducir ideas desde el exterior, se basan enla propia normatividad compleja del capitalismo para criticarlo, movilizandoa contracorriente la multiplicidad de ideales que coexisten enocasiones incmodamente, en un orden social institucionalizado ybasado en divisiones entre el primer plano y el fondo. La visin del capitalismocomo un orden social institucionalizado nos ayuda, por lo tanto,a entender que es posible criticar al capitalismo desde dentro.Pero este punto de vista sugiere tambin que sera errneo interpretarromnticamente la sociedad, la organizacin poltica y la naturaleza,como algo situado fuera del capitalismo e inherentemente opuesto al. Ese punto de vista romntico lo sostienen en la actualidad muchospensadores anticapitalistas y activistas de izquierdas, incluidos feministasculturales, ecologistas acrrimos y neoanarquistas, as comomuchos partidarios de las economas plurales, poscrecimiento,de solidaridad y populares. Estas corrientes tratan demasiado amenudo el cuidado, la naturaleza, la accin directa o la comunitarizacin como elementos intrnsecamente anticapitalistas. Pasanpor alto, en consecuencia, el hecho de que sus prcticas favoritas nosolo son fuentes de crtica, sino tambin parte integrante del ordencapitalista. El argumento a este respecto es, por el contrario, que lasociedad, la organizacin poltica y la naturaleza surgieron de maneraconcurrente con la economa y han evolucionado en simbiosis con lamisma. Son, en efecto, los otros de esta ltima, y solo adquieren sucarcter especfico en contraste con ella. La reproduccin y la produccinforman, por lo tanto, un par en el que cada trmino est codefinidopor medio del otro. Ninguna tiene sentido sin la otra. Lo mismo puededecirse de organizacin poltica/economa y naturaleza/humano. Parteintegrante del orden capitalista, ninguno de los mbitos no econmicos proporciona un punto de observacin completamente externo quepermita suscribir una forma de crtica absolutamente pura y plenamenteradical. Los proyectos polticos que apelan a lo que imaginan serel exterior del capitalismo acaban, por el contrario, reciclando porlo general estereotipos capitalistas, al contraponer la atencin femeninaa la agresin masculina, la cooperacin espontnea al clculoeconmico, el organicismo holstico de la naturaleza al individualismoantropocntrico. Basar las luchas propias en estas oposiciones no escuestionar, sino reflejar involuntariamente, el orden social institucionalizado de la sociedad capitalista.ContradiccionesDe esto deducimos que una interpretacin adecuada de las relacionesentre el primer plano y el segundo plano del capitalismo debe reunirtres ideas distintas. En primer lugar, los mbitos no econmicosdel capitalismo sirven como condiciones posibilitadoras de fondopara su economa; esta ltima depende para su existencia de valoresy aportaciones de los primeros. En segundo lugar, sin embargo,los mbitos no econmicos del capitalismo tienen peso y carcterpropios, que pueden en ciertas circunstancias proporcionar recursospara la lucha anticapitalista. Estos mbitos forman parte, no obstante,y este es el tercer argumento, de la sociedad capitalista, constituidos ala vez histricamente en unin con su economa, y marcados por susimbiosis con ella.Hay tambin una cuarta idea, que nos devuelve al problema de las crisiscon el que he empezado. Las relaciones entre el primer plano y el fondodel capitalismo albergan fuentes de inestabilidad implcitas. Como hemosvisto, la produccin capitalista no es autosostenida, sino que se aprovechade la reproduccin social, la naturaleza y el poder poltico; pero su orientacin a la acumulacin infinita amenaza con desestabilizar sus propiascondiciones de posibilidad. En el caso de sus condiciones ecolgicas, loque est en riesgo son los procesos naturales que sostienen la vida y proporcionan los insumos materiales para el aprovisionamiento social. En elcaso de sus condiciones de reproduccin social, lo que est en peligro sonlos procesos socioculturales que aportan las relaciones de solidaridad, lasdisposiciones afectivas y los horizontes de valor que sostienen la cooperacin social, al tiempo que aportan los seres humanos adecuadamentesocializados y diestros que constituyen el trabajo. En el caso de sus condiciones polticas, lo que est en peligro aqu son los poderes pblicos,tanto nacionales como transnacionales, que garantizan los derechos depropiedad, hacen cumplir los contratos, arbitran disputas, reprimen lasrebeliones anticapitalistas y mantienen la oferta de dinero.He aqu, en lenguaje de Marx, tres contradicciones del capitalismo,la ecolgica, la social y la poltica, que se corresponden con tres tendenciasa la crisis. A diferencia de las tendencias a la crisis resaltadaspor Marx, sin embargo, estas no derivan de contradicciones internas enla economa capitalista. Se basan, por el contrario, en contradiccionesentre el sistema econmico y sus condiciones de posibilidad de fondo:entre economa y sociedad, economa y naturaleza, y economa y organizacinpoltica 14. Su efecto, como ya se ha sealado, es el de suscitar unaamplia gama de enfrentamientos sociales en la sociedad capitalista: nosolo luchas de clases en el punto de produccin, sino tambin enfrentamientospor los lmites acerca de la ecologa, la reproduccin social y elpoder poltico. Esas luchas, respuestas a las tendencias a la crisis inherentes en la sociedad capitalista, son endmicas a nuestra concepcinampliada del capitalismo como un orden social institucionalizado.Qu tipo de crtica al capitalismo deriva de la concepcin aqu esbozada?La visin del capitalismo como un orden social institucionalizado exigeuna forma de reflexin crtica mltiple, muy similar a la desarrollada

14 Vase James OConnor, Capitalism, Nature, Socialism: A Theoretical Introduction,Capitalism, Nature, Socialism, vol. 1, nm. 1, 1988, pp. 1-22.

por Marx en El capital. Tal y como yo lo interpreto, Marx entrelaza unacrtica de sistemas a la tendencia inherente del capitalismo a la crisis(econmica), una crtica normativa a su dinmica intrnseca de dominacin(de clase), y una crtica poltica al potencial de transformacinsocial emancipadora inherente en su forma caracterstica de lucha (declases). La concepcin que yo he esbozado implica un entrelazamientoanlogo de aspectos crticos, pero aqu el tejido es ms complejo, ya quecada aspecto es internamente mltiple. La crtica a la crisis sistmica nosolo incluye las contradicciones econmicas analizadas por Marx, sinotambin las contradicciones entre mbitos aqu analizadas, que desestabilizanlas necesarias condiciones de fondo para la acumulacin decapital al poner en peligro la reproduccin social, la ecologa y el poderpoltico. La crtica a la dominacin, igualmente, no solo abarca las relacionesde dominacin de clase analizadas por Marx sino tambin lasde dominacin de gnero, la dominacin poltica y la dominacin de lanaturaleza. La crtica poltica abarca, por ltimo, mltiples conjuntos deactores clases, sexos, grupos de status, naciones, demoi, posiblementeincluso especies y vectores de lucha: no solo luchas de clases, sino tambinenfrentamientos por los lmites, acerca de las separaciones entrela sociedad, la organizacin poltica o la naturaleza, por un lado, y laeconoma, por otro.Lo considerado lucha anticapitalista es, por lo tanto, mucho ms ampliode lo que tradicionalmente han supuesto los marxistas. Tan pronto comosuperamos el relato aparente y entramos en el relato subyacente, todaslas condiciones de fondo indispensables para la explotacin de los trabajadoresse convierten en focos de conflicto en la sociedad capitalista. Nosolo las luchas entre el trabajo y el capital en el punto de produccin, sinotambin las luchas por los lmites relativos a la dominacin de gnero, laecologa, el imperialismo y la democracia. Pero, igualmente importante,estas ltimas aparecen ahora bajo otra luz: como luchas dentro del propiocapitalismo, en torno al mismo y, en algunos casos, contra l. Si seentendiesen a s mismas en estos trminos, sera concebible que estasluchas pudieran cooperar o unirse.