nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

60
avivir www.telefonodelaesperanza.org Revista del Teléfono de la Esperanza nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I Agustina Laguna: “Al final el planeta dirá basta” Un 3% de los europeos tiene adicción al consumo Un 33% de los adultos no controla sus gastos comprar por COMPRAR

Transcript of nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

Page 1: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

avivirwww.telefonodelaesperanza.org

Revista del Teléfono de la Esperanza nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I

Agustina Laguna: “Al final el planeta

dirá basta”

Un 3% de los europeos tiene

adicción al consumo

Un 33% de los adultos no controla

sus gastos

comprar por

COMPRAR

Page 2: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

publicidad

Page 3: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

La tiranía de las marcasLos gastos inútiles

¿Por qué compramos cosas innecesarias?¿Cómo repercuten en la economía y la convivencia familiar?

por José Mª Jiménez

Director: Pedro Miguel Lamet

Redactor jefe:Fernando Alberca

Dirección de Arte:Cristina Bezanilla

06

Retrato de un compradependiente

Claves para entender la adicción patológica a las compras

por Alejandro Rocamora

�� �8 �4

Entrevista con Agustina Laguna, presidenta de la Federación de Usuarios-Consumidores Independientes

“Los consumidores tienen un gran poder en sus manos pero no lo ejercen”

por Gloria Díez

�0

*

}

Colaboradores: Herminio OteroAlejandro Rocamora José Luis RozalénJosé Mª Jiménez Gloria DíezNorberto Alcover Antonio Saugar Diseño y publicidad:Mª Luisa RiveroImpact 5Tel. 917 818 795www.impact5.es

Edita:Teléfono de la EsperanzaDepósito Legal:M-28.500-1973

Dirección, redacción, y administración: Francos Rodríguez, 51(Chalet, 25)28039 MadridTel.: 91 459 00 62Fax: 91 459 04 50e-mail: [email protected]

:

: :

AFondo

TELÉFONO DE LA ESPERANZA

Consumo, luego existo

Dimensiones del consumismo compulsivo en el mundo occidental

por Herminio Otero

¿En qué gastan los jóvenes? ¿Qué

les aporta lo que compran?

por José Luis Rozalén

nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I Sumario

Page 4: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

4

publicidad

Nombre y Apellidos: NIF:Dirección:Población: Código Postal:Provincia y país: Teléfono:Correo electrónico:Forma de pago: Cheque nominal Domiciliación bancaria Socio colaborador: 50€ Socio protector: 100€ Socio de honor: 300€Qué pagaré semestral anual

DOMICILIACIÓN BANCARIASr. director del banco: Calle o Plaza: nº.:C.P.: Población:Le agradezco que con cargo a mi cuenta, libreta número (completo):

CODIGO CLIENTE (CCC) Entidad Oficina DC Número Cuenta

Atienda los recibos que presentará el Teléfono de la Esperanza. a de de 200 FirmaSi elige la domiciliación bancaria, por favor, dé orden a su banco de aceptar los recibos que presente el Teléfono de la Esperanza.

HÁGASE SOCIO DEL TELÉFONO DE LA ESPERANZA

Para hacerse socio, rellene y envíenos este boletín a nuestros servicios centrales. TELÉFONO DE LA ESPERANZA: c/ Francos Rodríguez, 51 (chalet 25) • 28039 Madrid • e-mail: [email protected]

qXX

Page 5: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

Pedro Miguel Lamet

Se diría que el viejo Séneca acaba de salir de uno de nuestros grandes almacenes el día que dijo: “Com-pra solamente lo necesario, no lo conveniente. Lo innecesario, aunque cueste sólo un céntimo, es caro”. Y es que todos de algún modo somos víctimas de un consumo compulsivo.

Aparte de fenómeno de huida, evasión, escape de la soledad o de adquirir imagen, lo que solemos ignorar es que este comportamiento oculta un peligro mucho más serio. Porque olvidamos que la idea dominante, consciente o inconsciente, que hay detrás de este fenómeno del consumo desbocado, que caracteriza a nuestra sociedad, es siempre la misma: tener es igual a poder. O “tanto tienes, tanto eres”. La gente no se fija en la profundidad de tu mirada, el valor de tus palabras, en tu capacidad de ternura y comprensión. Te mira la apariencia, el traje, el modelo de coche y hasta la marca del móvil. Por la misma razón, por ejemplo, se nos produce un rechazo ya por la vestimenta, el color de la piel o el esta-tus económico. Esto explica el que nos apartemos casi instintivamente del roce de un inmigrante o un mendigo, sin apenas haber conversado con ellos.

Erich Fromm denunció en sus excelentes libros que, para dominar a otros seres humanos, necesitamos usar el poder con el fin de doblegar su resistencia. Y que para mantener el dominio sobre la propiedad privada necesitamos ejercer dicho poder para protegerla de los que quisieran quitárnosla, porque ellos, como nosotros, nunca tienen bastante; el deseo de tener propiedades privadas produce el deseo de usar la violencia para robar a otros de manera abierta u oculta. En esta peligrosa órbita del “tener”, nuestra felicidad depende de nuestra superioridad sobre los demás, de nuestro poder, y en último término, de nuestra capacidad para conquistar, robar y matar. De aquí que tal ansia acabe por engendrar violencia.

Por el contrario, desde la mentalidad de los que se preocupan por “ser”, la dicha depende de amar, compartir y dar. Es gratis, y hoy día lo gratuito no está de moda.

En este número de AVIVIR nos proponemos ahondar en el origen de estos comportamientos. ¿Por qué compramos de forma compulsiva? ¿Qué nos lleva a pasar tanto tiempo en esos santuarios laicos que son los grandes almacenes? ¿Se trata de una conducta patológica o de una auténtica necesidad? ¿Qué mueve a los jóvenes a vivir subyugados por las marcas en vez de la bondad del producto? ¿Qué espe-ranza tenemos de curación de esta especie de enfermedad colectiva?

Por una parte el problema nos plantea un círculo vicioso: nuestra sociedad, basada en la economía neoli-beral, necesita del comercio para subsistir y nos envuelve en la burbuja de la publicidad hasta atraparnos y crearnos falsas necesidades. Por ejemplo, nos comen los coches, pero reducir la producción del automóvil dispararía el paro y la inflación. Por otra parte, este esquema nos está destruyendo como sociedad conta-minado el planeta y lo que es peor olvidando una sana ecología espiritual, que partiría de una educación en valores más que en la carrera por el dinero a la que lanzamos sin pudor a nuestros hijos.

El resultado es que la gente, embotados sus sentidos, se pierde lo mejor de la vida. O como decía José Ortega y Gasset: “Algunas personas enfocan su vida de modo que viven con entremeses y guarnicio-nes. El plato principal nunca lo conocen”. Sólo cierto ayuno permite despertar de este engaño colecti-vo, la locura del tener frente a la alegría del ser, que nos hace personas.

SER O TENER

nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I Carta del Director

Page 6: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

6

Consumo, luegoexisto

El pensamiento nos pintaba humanos hasta hace bien poco (somos animales racionales), pero desde hace unas décadas el consumo irracional y compulsivo se ha apoderado de nosotros de modo que bien podemos decir “consumo, luego existo” o pasar a la inexistencia más absoluta.

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Una tercera parte de los adultos europeos se pasan en compras innecesarias

Por Herminio Otero

Page 7: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

Ya hace unas décadas José Luis Perales cantaba en Pequeño Superman aquello de “Viste como quieras, bebe Coca-Cola, viaja con Iberia a Nueva York. Fúmate un Malboro, bébete un Martini, viste Cimarrón.” Se trataba de un “muchacho nada más... y sobre él, se agita un mundo de neón”. Desde entonces los mensajes publicitarios nos han cegado cada día con nuevos mensajes de neón y con flashes deslumbrantes y con sonidos sugerentes y con mensajes repetidos y nos han ido inoculando cada día de mil formas que el sentido de la vida está en consumir cuanto más se pueda y que la felicidad se encuentra en “una tarde en el Corte Inglés con una tarjeta Visa Oro”, según definición de una adolescente de 15 años.

La publicidad y otras circunstancias comerciales nos han convertido en consumidores habituales de lo que sea. Ninguna mente sana puede soportar un bombardeo diario de trescientos mensajes publicitarios. El resultado es que, por ejemplo, el 82% de los norteamericanos consume más o mucho más de lo que realmente necesita para vivir.

Y eso mismo nos pasa a todos ahora. La incitación permanente a comprar de una manera enfermiza y compulsiva afecta especialmente a preadolescentes y niños, en quienes se reflejan más claramente las contradicciones de la sociedad: los niños exigen marcas y plantean una serie de nuevas demandas, y los preadolescentes se convierten en una especie de dictadores en las decisiones de consumo. Estamos preparándolos unidireccionalmente como ciudadanos del mañana: serán consumidores habituales de lo que sea. Cuanto más, mejor; y cuanto mejor, más. Para entonces quizás no sean capaces de tener límites o paciencia, ni de respetar las diferencias: y entonces excluirán a los más lentos, a los mayores, a los menos guapos, a

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

los menos listos. Y probablemente también ellos tendrán problemas, como ahora los tienen muchos mayores en relación con el consumo.

La cultura del consumo

Estamos comenzando a vivir una especie de cultura mágica en la que, al menos en apariencia, se chasquean los dedos y se consiguen las cosas. Todo está ya a nuestro alcance: lo necesario y lo innecesario. Y nos hemos acostumbrado de tal forma a este ciclo de la abundancia que no dejamos de consumir. Nuestra identidad estriba en ello: “Consumo, luego existo”. Ése es nuestro sentido más profundo, ése es nuestro destino vital. De tal forma que si algo nos lo impide, se nos vuelve insoportable y aparecen todos los males juntos y algunos problemas en particular.

De modo progresivo, el mundo –al menos nuestro mundo– está más poblado por consumidores que por ciudadanos, hasta tal punto que hoy día la cultura del consumo es la forma de la cultura política. De otra forma: las decisiones de consumo pesan más que las razones políticas. O sea, los valores y las identidades principales de la gente se construyen en los espacios de consumo, que van invadiendo poco a poco todos nuestros espacios colectivos y vitales. Es el triunfo del imperio del consumo. (Véase el recuadro de Eduardo Galeano).

Consumo excluyente

El “consumo, luego existo” nos lleva a creer que, consumiendo, participamos y formamos parte de lo que está de moda, de lo que es de actuali-dad. Pero resulta que la sociedad de consumo se convierte en la sociedad de la exclusión. Cuando

Page 8: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

8

uno no está ahí, parece que no existe. Y sin em-bargo, cuando hablamos de la sociedad de con-sumo, nos referimos tan sólo a una décima parte de la humanidad que es la que está plenamente integrada en estos juegos y símbolos, reparto de bienes, objetos y marcas. Los demás están arro-jados al infierno de la exclusión.

Pero eso les pasa a otros y de ellos no se habla. Entre nosotros ha triunfado la cultura del simula-cro hasta tal punto que preferimos los elementos artificiales a los naturales. Y por eso los grandes almacenes se convierten en el lugar de paseo y de encuentro, y el supermercado en templo de la abundancia. A ambos los visitamos con fervor y en ambos cumplimos los ‘rituales religiosos’ –al menos una vez a la semana– que hemos dejado de cumplir en otras fechas y lugares.

Consumo compulsivo

Este consumo exacerbado se convierte fácilmente en consumo compulsivo, lo que acarrea serios problemas.

Un estudio realizado en cuatro regiones europeas, entre ellas en la comunidad castellano-manchega, nos aporta los siguientes datos:

• Una tercera parte (33%) de los adultos pre-

senta un nivel alto de consumo irreflexivo o innecesario.

• La pulsión consumista es ligeramente supe-rior en las mujeres (34%) que en los hom-bres (32%): se manifiesta en la atracción por las tiendas, ver escaparates, acompa-ñar a otras personas a hacer sus compras, ir a grandes almacenes aunque no se tenga nada que comprar... Y utilizan más la com-pra para afrontar situaciones de tristeza, abatimiento o depresión.

• Dentro del grupo de consumidores irreflexivos, el 55% (18% del total) presenta una falta de control de las compras leve o moderada y el 45 % (15% del total) un descontrol importante. El 3% llega a niveles que pueden considerarse de adicción patológica.

Causas de la adicción al consumo entre los jóvenes

1. Preexistencia de rasgos psicológicos específicos que combinan el ser “caprichoso” con la impulsividad, la habilidad y un nivel alto de ansiedad en relación con la compra.

2. La insatisfacción personal, la sensación de tedio o aburrimiento y la falta de alicientes no consumistas que en los jóvenes es muy frecuente.

3. La mayor aceptación de valores consumistas y la vulnerabilidad psicológica frente a los mensajes que relacionan el consumo con la felicidad, el éxito social y el prestigio personal.

4. La atracción por los estímulos de consumo como pasar el tiempo en hipermercados y grandes centros comerciales, ver anuncios, mirar escaparates, entrar en comercios aunque sólo sea a mirar... son actividades que por sí mismas no pueden considerarse consumo, pero que en los jóvenes provocan un efecto muy intenso de incitación a la compra y predisponen a la adicción al consumo.

5. El bajo nivel de autoestima y la desconfianza hacia las propias aptitudes o habilidades.

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Page 9: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

Causas y soluciones

Ese estudio resumió las causas de la adicción al consumo entre los jóvenes (ver recuadro), que son las mismas que en los adultos pero manifestadas con más contundencia y claridad.

El mismo estudio aportaba también algunas recomendaciones para superar los problemas personales creados por la compra irreflexiva o la falta de control que llevan a la adicción al consumo:

a Tomar conciencia de la importancia de los problemas personales y sociales derivados de la adicción al consumo.

a Realizar campañas específicas de sensibilización y prevención.

a Intensificar la educación de los niños y jóvenes como consumidores responsables y autocontrolados.

a Hacer llegar a los padres las recomendaciones adecuadas respecto a la educación de sus hijos como consumidores.

a Fomentar actividades de ocio no consumista de niños y jóvenes.

a Limitar todo tipo de publicidad o de ofertas comerciales que estimulen la compra a crédito y que enmascaran los auténticos efectos que estas compras representarán para el consumidor.

a Ofrecer asesoramiento y ayuda psicológica a los adictos al consumo...

Los grandes almacenes se convierten en los lugares

de paseo y encuentro, y los supermercados en los templos de la abundancia a los que nos dirigimos con fervor a cumplir

nuestros ‘rituales religiosos’

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

:::

Page 10: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

�0

Un día sin consumo

Pero algo se está moviendo. El hecho de que 59 millones de norteamericanos sean adictos a las compras ha llevado a algunos de ellos a proponer “Buy-Nothing Day”, o sea, el día de no comprar absolutamente nada.

“El 23 de noviembre, hazte un regalo: no compres nada”. Ese era el eslogan del Día Mundial Anticonsumo de 1996. Las tres grandes cadenas de televisión (ABC, CBS, NBC) se negaron a emitir el original reclamo publicitario por considerarlo subversivo. Sólo la CNN cometió el sacrilegio de airearlo en hora punta y en plena vorágine prenavideña: allí se veía a un cerdo planetario devorando como tal los mapas de Canadá y Estados Unidos: “Somos el 5% de la población y

consumimos una tercera parte de los recursos. Si el mundo siguiera nuestro ejemplo, la Tierra desaparecería en cuestión de décadas”.

Pero la mayoría de los americanos prefiere dejar de respirar a prescindir de comprar. Cincuenta y nueve millones lo hacen por insuperable adicción. El 93% de las adolescentes, por pura “diversión”. Y auténticas hordas de niños acuden con sus padres al Mall of America, el centro comercial más grande de la Tierra, que se ha convertido en la tercera atracción turística de Estados Unidos (incluso por delante de Disneylandia y del Cañón del Colorado).

Los promotores de la campaña dicen que

“estamos en los albores de un movimiento que va más allá del activismo ecologista. Las grandes compañías no sólo contaminan el aire que respiramos: también nos castigan con la ‘polución mental’ ”.

Y ahora nos llega la telecompra: “cibermercados” y “storefronts” han proliferado como amebas. En el Virtual Emporium, el supermercado del futuro, no hay ningún producto en las estanterías, pero cien ordenadores permiten el acceso inmediato a los más insospechados sitios de Internet.

Sin embargo, la mayoría preferirá viajar hasta el Mall of America, en Minneapolis, que era hace ya una docena de años el centro comercial más

Según el Informe Europeo sobre Adicción al Consumo,

un 3% de la población tiene una adicción patológica

a las compras

grande del mundo: “400 tiendas orquestadas en torno a un parque de atracciones bajo techo, con un gigantesco Snoopy presidiendo la marabunta comercial y otros 1.300 repartidos por un enjambre carcelario de galerías”. Más de cuarenta millones de visitantes acuden cada año, doscientos mil diarios en las navidades, llegados de todos los puntos del país en vuelos charter -ida y vuelta en el día- desde los puntos más dispares de Norteamérica.

Está claro: un día sin compras es una gota dulce en la ola de consumo que nos invade y que nos confirma cada día –también entre nosotros– aquello de “consumo, luego existo”.

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Page 11: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

��

El imperio del consumo

La explosión del consumo en el mundo actual mete más ruido que todas las guerras y arma más alboroto que todos

los carnavales. Como dice un viejo proverbio turco, quien bebe a cuenta, se emborracha el doble. (...) La cultura de

consumo suena mucho, como el tambor, porque está vacía; y a la hora de la verdad, cuando el estrépito cesa y se

acaba la fiesta, el borracho despierta, solo, acompañado por su sombra y por los platos rotos que debe pagar.

El derecho al derroche, privilegio de pocos, dice ser la libertad de todos. Dime cuánto consumes y te diré cuánto

vales. Esta civilización no deja dormir a las flores, ni a las gallinas, ni a la gente. En los invernaderos, las flores

están sometidas a luz continua, para que crezcan más rápido. En las fábricas de huevos, las gallinas también

tienen prohibida la noche. Y la gente está condenada al insomnio, por la ansiedad de comprar y la angustia de

pagar. Este modo de vida no es muy bueno para la gente, pero es muy bueno para la industria farmacéutica. EEUU

consume la mitad de los sedantes, ansiolíticos y demás drogas químicas que se venden legalmente en el mundo,

y más de la mitad de las drogas prohibidas que se venden ilegalmente, lo que no es moco de pavo si se tiene en

cuenta que EEUU apenas suma el cinco por ciento de la población mundial. (...)

El mundo entero tiende a convertirse en una gran pantalla de televisión, donde las cosas se miran pero no se tocan.

El campeonato mundial de fútbol del 98 nos confirmó, entre otras cosas, que la tarjeta MasterCard tonifica los

músculos, que la Coca-Cola brinda eterna juventud y que el menú de McDonald’s no puede faltar en la barriga de

un buen atleta. (...) Las masas consumidoras reciben órdenes en un idioma universal: la publicidad ha logrado lo

que el esperanto quiso y no pudo. Cualquiera entiende, en cualquier lugar, los mensajes que el televisor transmite.

En el último cuarto de siglo, los gastos de publicidad se han duplicado en el mundo. Gracias a ellos, los niños

pobres toman cada vez más Coca-Cola y cada vez menos leche, y el tiempo de ocio se va haciendo tiempo de

consumo obligatorio. Tiempo libre, tiempo prisionero: las casas muy pobres no tienen cama, pero tienen televisor,

y el televisor tiene la palabra. Comprado a plazos, ese animalito prueba la vocación ‘democrática’ del progreso: a

nadie escucha, pero habla para todos. Pobres y ricos conocen, así, las virtudes de los automóviles último modelo,

y pobres y ricos se enteran de las ventajosas tasas de interés que tal o cual banco ofrece. (...)

La cultura del consumo, cultura de lo efímero, condena todo al desuso mediático. Todo cambia al ritmo vertiginoso de

la moda, puesta al servicio de la necesidad de vender. Las cosas envejecen en un parpadeo, para ser reemplazadas

por otras cosas de vida fugaz. Hoy que lo único que permanece es la inseguridad, las mercancías, fabricadas para

no durar, resultan tan volátiles como el capital que las financia y el trabajo que las genera. El dinero vuela a la

velocidad de la luz: ayer estaba allá, hoy está aquí, mañana quién sabe, y todo trabajador es un desempleado

en potencia. Paradójicamente, los centros comerciales, reinos de la fugacidad, ofrecen la más exitosa ilusión de

seguridad. Ellos resisten fuera del tiempo, sin edad y sin raíz, sin noche y sin día y sin memoria, y existen fuera del

espacio, más allá de las turbulencias de la peligrosa realidad del mundo.

Extractado de Eduardo Galeano

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Page 12: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

��

Según el Informe Europeo sobre Adicción al Consumo, una tercera parte de los ciudadanos de la Unión Europea tiene problemas de autocontrol y alrededor del 3% son adictos a las compras; además, los investigadores sostienen que nueve de cada diez adictos a las compras son mujeres, pero no podemos concluir que este fenómeno es exclusivo de ellas, entre otras razones, porque, como ocurre en general en toda demanda de ayuda (médica, social, psicológica, etc.) la mujer es la que con más frecuencia expresa su malestar y por lo tanto es más consciente del desorden; por otra parte, alrededor del 33% de las personas que practican la compra compulsiva lo hace sin darse cuenta de que tiene un problema.

Retrato de un consumidor compulsivoClaves para entender una forma de esclavitud del siglo XXI por Alejandro Rocamora Bonilla

Page 13: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

��

Esas frías cifras ponen de manifiesto la magnitud del problema, máxime cuando podríamos afirmar que la compra compulsiva es una adicción simpá-tica (nadie se sonroja al decir que se ha comprado cinco pares de zapatos en una visita a los grandes almacenes de turno o que en las últimas rebajas no pudo resistirse a llevar a casa seis jerseys que estaban muy baratos o que tiene tantas colonias que ya no tiene espacio para almacenarlas, etc.), es decir, no se vive tan trágicamente como la adicción al alcohol, a Internet o al móvil.

¿Por qué comprar si no se necesita? ¿Por qué comprar si se tiene el armario lleno de ropa? ¿Se compra sólo porque es barato? ¿Se compra sólo por el placer de comprar? Preguntas que intenta-remos dar respuesta en las siguientes líneas.

Adicciones sin drogas

En nuestro mundo occidental hace muchos años que se abolió la esclavitud: No obstante, hoy día algunas personas se encuentran presas de su ten-dencia a jugar (ludópatas), a comer (bulímicos), a trabajar (workaholics), al gimnasio (vigoréxicos), a los chats de Internet, los móviles, los videojue-gos, las compras... Son los adictos sin drogas.

La nueva forma de esclavitud de nuestra juven-tud es una esclavitud provocada por el propio individuo que comienza y termina en él mismo, originando un vínculo dependiente, con una acti-vidad o una máquina.

La dependencia supone una desvaloración de uno mismo, al mismo tiempo que se hipertrofia el “ob-jeto” del que se depende: droga, persona o cosa

nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Con la compra compulsiva se pretende neutralizar el vacío

de una vida poco satisfactoria o mitigar una ansiedad producida

por el trabajo, los hijos o la misma precariedad económica

Page 14: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

�4

(objeto de compra). Implica, pues, dos aspectos: el individuo se siente débil y tiene que apoyarse en algo y el “otro” es tan maravilloso que no hay nada que temer. El gran inconveniente de esta si-tuación es que la persona se atrofia y bloquea su posibilidad de crecimiento psicológico; al depen-der evita el sufrimiento cotidiano, pero hipoteca toda su posibilidad de realización.

Toda dependencia se establece a través de una relación perversa: el objeto es utilizado para unos fines a los que, en principio, no estaba destinado: así, las máquinas tragaperras planteadas como un pequeño juego de azar se convierten en el pri-mer objeto de necesidad para el ludópata, o la nevera llena que nunca sacia al comedor compul-

¿Soy adicto?Se han señalado diversos aspectos que hay que tener en cuenta para definir si una persona es dependiente de una actividad (compras), sustancia (drogas) o persona (dependientes en sentido estricto). Seguidamente transcribo los seis criterios propuestos por Griffiths (1998):

Saliencia: una actividad se convierte en lo más importante para el individuo y domina sus pensamientos y su actividad.

Modificación del humor: irritabilidad o ansiedad en relación con la imposibilidad de realizar la actividad o cuando se finaliza.

Tolerancia: con el paso de los días se requiere incrementar la actividad para producir los mismos efectos.

Síndrome de abstinencia: es decir, si la supresión de la actividad o su imposibilidad de realizarla produce ansiedad y malestar general psíquico o incluso físico.

Conflicto: el comportamiento del sujeto interfiere gravemente en la actividad familiar, social o laboral. Es decir, el sujeto puede abandonar las obligaciones familiares o laborales por seguir con actividad dependiente.

Recaída: tras períodos de abstinencia vuelve con las mismas conductas.

Lo que es evidente es que lo patológico de cualquier adicción no es la actividad concreta (todas ellas pueden ser gratificantes si se usan de forma correcta: comprar, utilizar Internet, etc.), sino la relación que se establece con ella. Por definición, se dice que una actividad es destructiva, ya que el sujeto se siente incapaz de controlarla, cuando se cumplen todos los criterios propuestos por Griffiths. Eso sí, dependiendo de la intensidad de cómo se vivan esos criterios, la adicción será más o menos grave.

sivo, o comprar por comprar sin tener en cuenta la utilidad del objeto de compra.

Es decir, las adicciones se inician como conductas que causan placer (chatear en Internet, comprar de forma compulsiva, jugar a las máquinas traga-perras, etc.) pues el sujeto disfruta de esa acción y de alguna manera compensa su fracaso como persona, en el trabajo o con los demás.

En principio, pues, es una forma de buscar una gratificación, como otros podemos ir a la pelu-quería o viajar. El problema surge cuando, en un plazo más o menos largo, dependiendo de la per-sonalidad de cada sujeto, esa actividad esclaviza, y uno se siente obligado a repetirla, a pesar del

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Page 15: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

��

Retrato robot de los compradores compulsivos• Nueve de cada diez adictos a las compras son mujeres.

• Mujer joven y de nivel económico medio o alto.

• El inicio de las compras compulsivas es en la adolescencia, aunque pueden pasar varios años hasta que se da cuenta que su conducta es anómala.

• Muy preocupadas por “el tener” y no por “el ser” (en terminología de Erich Fromm).

• Se suele acompañar con un trastorno de ansiedad, depresión o consumo patológico de alcohol o drogas.

• No compran por necesidad sino por el placer mismo de comprar y posteriormente se sienten culpables pues son conscientes de que el gasto ha sido innecesario.

• Entre los rasgos de personalidad más frecuentes podemos señalar: la inseguridad, la dependencia y la necesidad excesiva de agradar y de buscar la satisfacción de forma inmediata.

Comprar por comprar

Comprar de forma descontrolada ha recibido diferentes nombres: “shopping disorder”, “trastornos de adquisición anormal” o “compra compulsiva”. Es evidente que es difícil situar el límite de lo normal y anormal en este terreno. La compra anormal se caracteriza por la necesidad inevitable de comprar, que se acompaña de una disminución de tensión, y que puede llegar a provocar importantes problemas familiares, interpersonales e incluso económicos.

Tal es el caso de Marta. Mujer de 50 años de edad, que refiere una necesidad imperiosa de

comprar, sobre todo, música: discos, cds, etc. Es tal la cantidad de música que compra que no tiene tiempo material para escucharla, pero si acude a una sección de música, no puede salir sin comprar algo. También Antonio tiene un problema parecido aunque éste el objeto de sus compras son los zapatos. La explicación para él es muy sencilla, como me dijo en una ocasión: “Hoy me he comprado tres pares de zapatos pues estaban muy rebajados”. Pero la realidad era que tenía más de veinte pares de zapatos, y además, como le dijo su hijo pequeño, muchos de ellos los tenía “repe”.

Las motivaciones de este tipo de conductas son muy diversas; en el caso de Marta siempre está relacionado con un disgusto con el marido o una bronca con los hijos, lo que provoca la pataleta de irse a los grandes almacenes y “jugar” a ser Onas-sis; en el caso de Antonio es el aburrimiento el que le lleva a llenarse de cosas (zapatos), que nunca sacian completamente.

Las nuevas posibilidades tecnológicas (tarjetas de crédito, Internet, etc.) han facilitado más estas ac-ciones, pues sin dinero en el bolsillo e incluso sin moverse de casa, se puede satisfacer ese impulso.

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

malestar que le ocasiona. En estos momentos ya debemos hablar de dependencia o adicción.

Y esto es así, porque la conducta adictiva (en nuestro caso “comprar por comprar”) se carac-teriza por la capacidad que tiene para producir gratificación inmediata o alivio de algún malestar. Por esto, es fácil que termine por generar depen-dencia, es decir, un patrón desadaptativo, que conduce a un deterioro global de la persona.

:::

Page 16: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

�6

favorece las dependencias? José Antonio Marina da una respuesta: “Uno de los elementos del sis-tema de creencias del adicto es la exaltación de lo fácil. Nuestra sociedad de consumo nos hace pensar siempre en lo que es más barato y produ-ce más felicidad. El dos por uno, tan sugestivos en los anuncios de los supermercados (dos cor-batas por una, llévese dos kilos de peras y pague uno, etc.) está presente en muchas de nuestras acciones: conseguir la felicidad con el mínimo esfuerzo. Es como si el joven fuera aprendiendo que lo fácil es sinónimo de bienestar.

Por este motivo, crear un clima de confianza y

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

La compra compulsiva (incrementada en las épocas de rebaja o en las grandes ofertas de dos por uno) pretende neutralizar, en muchas ocasiones, el vacío de una vida poco satisfactoria o mitigar una ansie-dad producida por el trabajo, los hijos o la misma situación precaria económica.

Desde el punto de vista psicopatológico este tipo de conducta está relacionado, pues, con los cuadros de ansiedad o depresivos o en los grandes cuadros de exaltación del ánimo, como es la manía.

Una de las preguntas que subyacen en relación con este problema es: ¿por qué la sociedad actual

• Elaborar un presupuesto mensual y controlar de forma diaria los gastos.

• Eliminar la práctica de comprar con tarjeta de crédito. Comprar con dinero en metálico nos hace ser más conscientes de los gastos reales que hemos hecho.

• Evitar las compras de última hora.

• En caso de acudir a las rebajas, procurar ir con una lista de necesidades y no salirse de ella.

• Una forma indirecta, pero muy eficaz, es favorecer las actividades recreativas al aire libre y las acciones que fortalezcan la autoestima.

1

2

34

5

Medidas para neutralizar la compulsión por las compras

Page 17: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

��

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

fortalecer la autoestima será un buen caldo de cul-tivo para que el adolescente no se deje arrastrar por la tendencia a buscar satisfacciones inmediatas y a evitar los sacrificios. Así evitaremos la “nueva esclavitud”: las adiciones sin drogas.

Educar en la no-dependencia

Un desarrollo armónico de la personalidad debe estar construido sobre el soporte de que el poseer o tener por sí mismo no es suficiente para ser feliz y que en tanto en cuanto seamos más autónomos (en tendencias, inclinaciones, etc.) seremos más sanos mentalmente.

Algunas claves para conseguir este objetivo:

• No es más feliz el que más tiene: los me-dios audiovisuales nos bombardean constan-temente con la sensación de que para ser fe-liz hay que tener un buen coche o una buena casa o las zapatillas de moda. Nuestro men-saje, desde que el niño comienza a poseer (un juguete, ropa de moda, etc.) debe orientar-se a enseñarle a disfrutar de lo que se tiene, aunque sea poco, y no lo que tenga el primo o el vecino del quinto. Uno puede no tener muchas cosas, pero ser feliz con lo poco que tenga. No es cierto que vales lo que tienes sino que vales lo que eres (Fromm).

• Un “poco” de frustración es necesario para seguir progresando: hoy tendemos a saciar de forma automática todos los deseos del niño: los patines, la bicicleta, un helado, etc. Se confunde el deseo con la realidad. Mas cuando las frustraciones y contrariedades llegan, el adulto no está preparado para asumirlas. Se produce así la infelicidad y la tendencia a tener que suplir esas deficiencias con “cosas”: comprar y comprar.

• Preocuparse por el mundo exterior: la posición del “tener” está centrada en uno mismo. Gira en torno a las propias necesidades: primero yo, después yo y después también yo... Poner el punto de mira en los otros es una forma de relativizar el poseer. Es una manera de vencer el narcisismo patológico que lleva al consumismo.

• Favorecer la autoestima y la valoración de sí mismo: como hemos dicho antes una forma de neutralizar la tendencia a comprar por comprar es fortalecer el yo, reconociendo las capacidades del niño o adolescente y valorando en su justa medida los logros conseguidos: notas, acciones de solidaridad, renuncia a uno mismo, etc. Hay que primar “el ser” sobre “el tener” para que de adultos puedan disfrutar de forma correcta de su “tener” (riqueza, posesiones, etc.) De esta forma conseguirán no necesitar “las cosas” para estar bien.

Page 18: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

�8

LOS GASTOS INÚTILES

De acuerdo a la descripción que de Sócrates nos ofrece su amigo Alcibíades en El banquete de Platón, el filósofo ateniense debió de ser un hombre nada aficionado a las comodidades que ofrecía la vida. Vestía siempre con gran austeridad y calzaba sus pies, tanto en los cálidos veranos como en los crudos inviernos, con unas modestas sandalias. Parece ser que ningún artículo de lujo conseguía atraer su atención. Cuenta a este respecto Diógenes Learcio en Vidas de los filósofos que, paseando un día por Atenas, se detuvo ante una tienda y, observando las variadas mercancías allá expuestas, exclamó lleno de asombro: ”¡Hay que ver cuántas cosas necesitan los atenienses para mantenerse vivos!”

Vacíos que no se llenan con cosas

por José María Jiménez Ruiz

Page 19: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

��

¿Hogares o bazares?

No he podido evitar sacar de paseo por mi memoria esta simpática anécdota al iniciar mi reflexión sobre los hábitos de consumo por los que nos gobernamos en nuestros hogares. Hábitos, por cierto, tan fuertemente arraigados, que llegan a constituir el epicentro en torno al que se desenvuelve nuestra vida y organizamos las relaciones familiares.

Me pregunto qué diría el viejo filósofo ateniense, qué extraños sentimientos le invadirían si una misteriosa y mágica máquina del tiempo nos per-mitiera recibirlo en nuestras casas como anfitrio-nes y mostrarle toda esa cantidad de artilugios de que nos rodeamos porque se nos han hecho imprescindibles para sentirnos vivos y seguros. Probablemente experimentaría la perplejidad de quien no entiende nada, de quien se halla perdido y desorientado porque no conoce el paisaje que le rodea, ni descubre senda alguna que le permi-ta explorarlo. Pensaría, tal vez, que en lugar de haber hallado cobijo en una casa, se había cola-do por equivocación en un bazar absolutamente atestado de instrumentos cuya función y utilidad no tendría posibilidad alguna de entender.

¿O no es cierto que nuestros domicilios se ase-mejan cada vez más a esas pequeñas tiendas de barrio en las que milagrosamente parecen tener cabida muchos más productos de los que, por sus reducidas dimensiones, pudiera suponerse? No lo podemos negar: cada vez acaparamos más cosas, de día en día incorporamos nuevos obje-tos, ropas que, con frecuencia, apenas usamos, calzados que no precisamos pero que, “por si acaso” y “total por lo poco que me han costado”, añadimos alegremente a una colección a la que siempre le sigue faltando alguna pieza, aparatos grandes o pequeños del más variado pelaje con los que pretendemos cubrir necesidades que, como las setas en un otoño húmedo, no dejan de surgir un día sí y otro también.

Invito a mis amables lectores a que realicen un pequeño ejercicio: recorran las diversas estancias de sus viviendas y traten de hacer inventario de lo que en ellas se acumula. Analicen y vean lo que es sencillamente inútil, lo que, sin serlo, resulta perfectamente prescindible, todo aquello que lejos de proporcionarnos un cierto confort se ha convertido en un verdadero estorbo del que, no obstante, somos reacios a desprendernos. Hagan una lista de lo que tienen repetido: televisores,

ordenadores, radios, equipos de música, electrodomésticos de discutible funcionalidad, juguetes infrautilizados porque inmediatamente se sustituyeron por otros presuntamente más divertidos… Abran los armarios y recuperen ese traje del que se habían olvidado, esos vestidos apenas estrenados y ya arrinconados, pares de zapatos en desuso porque no se acomodan a las nuevas tendencias marcadas por quienes definen estilos y determinan modas…

Unidades de consumo

Los medios de comunicación nos dan de vez en cuando noticias un tanto conmovedoras protago-nizadas por personajes extraños, casi siempre so-litarios, que han ido llenando sus viviendas, hasta extremos absolutamente patológicos, de los ob-jetos más disparatados. En esos casos tiendo a pensar que la mayoría de nosotros, naturalmen-te, no con la misma virulencia, estamos un poco afectados por esa especie de síndrome de Dióge-

nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Con frecuencia, queremos suplir con cosas ausencias no

suficientemente justificadas o afectos que, en nuestra torpeza, no

sabemos o no podemos expresar

Page 20: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

�0

nes que nos impulsa a almacenar cosas y más cosas, ropas y más ropas, electrodomésticos y más electrodomésticos, artilugios, en fin, de lo más variopinto que no siempre tienen la virtud de facilitarnos la existencia y hacérnosla un poco más confortable. Urgidos por una especie de fie-bre posesiva para la que no parece de momento hallarse remedio, perdemos el más mínimo sen-tido del equilibrio y se nubla nuestra capacidad de discernimiento entre aquello que razonable-mente utilizado puede hacer más amable nuestra vida y lo que son, tan sólo, intentos casi siempre fallidos de llenar vacíos que probablemente nadie puede saciar entregándose sin más al consumo desesperado de objetos materiales.

Lo cierto es que el entramado social, el esquema sobre el que se articulan las modernas socieda-des no es otro que el consumo. Todo en ellas está orientado a incentivarlo, todo dirigido a despertar deseos que, una vez satisfechos, son sustituidos por apetencias nuevas que obligan a participar en una loca carrera en la que jamás se alcanza la meta. Si, por un tácito acuerdo universal, de-járamos de consumir los objetos expresamente fabricados para dar satisfacción a necesidades inducidas, artificialmente creadas, pondríamos en crisis la arquitectura económica y, consecuen-

temente, los cimientos sobre los que se alzan nuestras estructuras sociales.

En un contexto de esta naturaleza las familias for-man auténticas células o unidades de consumo. Así como en épocas pasadas y en comunidades de carácter agrario, éstas constituían verdade-ras unidades de producción en las que todos sus miembros aportaban su granito de arena para el mantenimiento de un sistema económico que era básicamente de subsistencia, en la actualidad las familias han pasado a ser una de las piezas clave sobre las que se alza un sistema económico cuya viabilidad depende, precisamente, de que se con-suman cada vez más cosas y de que éstas sean sustituidas cada vez más aceleradamente. Por eso se han convertido en el principal objetivo de los publicistas más expertos que, buenos conocedores de los resortes del psiquismo humano, introducen constantemente en nuestros hogares mensajes in-centivadores de un consumo nada racional a los que sólo los espíritus más avisados o más madu-ros ofrecen alguna resistencia. Adultos y niños, hombres y mujeres son sometidos al bombardeo incesante de una publicidad que trata de incidir en los puntos más débiles de cada colectivo ‘vendién-doles’, con convicción absoluta, la peregrina idea de que su prestigio, su autoestima y aún su misma

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Todos estamos sometidos a

un bombardeo publicitario diario que

incide en nuestros puntos más débiles y nos ‘vende’ la idea de que nuestra felicidad

está ligada a la posesión de las cosas

Page 21: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

��

felicidad como esposos, adolescentes o niños es-tán irremediables ligados a la posesión de coches, perfumes, zapatillas y ropas de marca o juegos “repera” que, al final, no lo son tanto.

Papel de la educación

Por eso la educación de nuestros hábitos de con-sumo es, probablemente una de las tareas éticas más importantes y más urgentes a que se en-frentan las familias actuales. Algún argumento habrá que contraponer, por ejemplo, al mecánico “me lo pido” con que constantemente nos acosan los más pequeños que no sea el simple y cómodo “vale, te lo compro”.

La familia, como hemos razonado en otras ocasio-nes, es, sin duda, el principal agente educativo en relación a la transmisión de los valores morales, de los criterios éticos, de las actitudes vitales y de los hábitos de comportamiento que ayudan al ser humano a alcanzar su madurez personal y su promoción integral. Naturalmente, entre el acer-vo de valores morales que deben ser transmitidos está, sin duda, el de la austeridad. Si persiguiéra-mos, aunque sólo fuera como ideal utópico, que cada uno de nosotros fuéramos capaces de con-

formarnos con lo que cubre nuestras necesidades y tuviéramos la fortaleza de dejar para quienes más menester tienen de ello lo simplemente su-perfluo, probablemente no habría ricos entre no-sotros, pero tampoco nadie moriría en la pobre-za. No veríamos a nuestro lado esas toneladas de miseria arrastradas por seres humanos que, siendo nuestros semejantes, están apartados de nuestros circuitos consumistas y se sienten con-denados a una vida obscura y sin esperanza.

Pero no olvidemos que sólo podemos transmitir valores desde la congruencia. Ser congruentes significa hacer presente en nuestras conductas aquello en lo que teóricamente decimos creer. Por eso no podemos educar en hábitos de mode-ración y en actitudes de rechazo hacia el consu-mismo más desaforado si quienes somos adultos no practicamos la templanza y alentamos una sensibilidad moral que nos libre de ser devora-dos por la vorágine de un afán de posesión tan irracional como, a la larga, frustrante.

Lo que no se debe confundir

Porque es absolutamente falsa esa especie de ló-gica, introyectada en el corazón de los hombres

:::

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Page 22: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

��

y mujeres de nuestro tiempo, que asocia poseer a felicidad o que toma como medida del amor el mayor o menor coste de los regalos materiales que nos intercambiamos. No es cierto que quiere más a su hijo quien menos escatima a la hora de subvencionarle no importa qué capricho, ni es verdad que el grado de enamoramiento hacia un hombre o una mujer sea directamente propor-cional a los perfumes con que le obsequiamos, las joyas con que le sorprendemos, las ropas de estilo con que le vestimos o, en fin, las mil frusle-rías o bagatelas de que le rodeamos. Identificar, insisto, lo que se nos compra con lo que se nos quiere es un craso error que sería sensato deste-rrar de nuestros hogares.

Suele más bien suceder que pretendemos suplir con objetos innecesarios algunas de nuestras inseguridades y muchas de nuestras deficiencias. Nos sentimos inferiores si no ponemos alardear ante nuestros vecinos y amigos de un poder adquisitivo que nos haga sentirnos reconocidos y admirados, si no podemos proporcionar a nuestros hijos todo aquello que se les antoja, el móvil

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

última generación del que se ha encaprichado o el videojuego último modelo que, al cabo de pocos días, estará arrinconado, amontonado, como si de una fruslería más se tratara, en el baúl donde se apolilla todo aquello en lo que depositamos alguna vez la esperanza de una felicidad definitiva.

Por otra parte, estas conductas que suponen dispendios un tanto gratuitos y poco medidos suelen acarrear consecuencias poco deseables. Por forzar más de lo justo el ritmo se agotan los recursos y deja de ser posible la atención a necesidades más primarias y, sin duda, más convenientes. Muchos educadores observan con creciente preocupación cómo ciertos padres que mandan a sus hijos a los centros escolares bien pertrechados de ropas caras y objetos, en bastantes casos, prescindibles y, en otros, perfectamente sustituibles por otros que prestando los mismos servicios fueran mucho más económicos, no pueden comprarles los libros de texto de las diversas asignaturas en que están matriculados o renuncian sistemáticamente a que éstos participen en actividades extraescolares, generalmente bastante económicas, pretextando una carencia de medios que, por lo que se puede observar, se derivan hacia cosas más fútiles o baladíes. Priorizar los gastos, además de constituir una tarea educativa importante, aliviaría muchas tensiones dentro de las familias y ayudaría a eliminar situaciones estresantes que tan funestas consecuencias suelen acarrear para la convivencia cuando, por no haber sabido resistirse a la

Es absolutamente falsa esa lógica que toma como medida del amor

el mayor o menor precio de los regalos que nos intercambiamos

Page 23: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

��

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

presión de no renunciar a lo absolutamente innecesario, debe una familia enfrentarse al drama de no poder atender lo que es prioritario.

Lo que no es posible suplir

Pero no es sólo nuestra autoestima lo que pa-rece estar en juego en función de lo que com-pramos o no compramos, lo que nos regalamos o nos dejamos de regalar. Con alguna frecuen-cia damos la impresión de querer suplir con co-sas ausencias no suficientemente justificadas o carencias que nada tienen que ver con lo que se posee. “Lo tienen todo” o “se lo hemos dado todo”, solemos decirnos, en un intento de tran-quilizar nuestras conciencias, sin reparar en que para un ser humano “tenerlo todo” no consiste precisa y únicamente en poder disfrutar de todo cuanto le apetece y dar satisfacción a los gustos más inconsistentes. Es como si con lo que nos damos quisiéramos, sencillamente, comprarnos: silenciar quejas más que razonables, garantizar silencios para que no nos atormenten los repro-ches a los que nos creemos acreedores, suplir afectos que, en nuestra torpeza, no podemos o no sabemos expresar. Pero sería conveniente recordar que ningún objeto puede sustituir una caricia, una mirada de afecto o unas horas de nuestro tiempo compartido.

Recientemente el Estudio Duracell nos alertaba con datos que, a mi juicio, son verdaderamente dramáticos: solamente dos de cada diez padres

encuentran tiempo a lo largo de los días laborables de la semana para jugar un ratito con sus hijos. Y no parece que este hecho sea, sin más, acha-cable a la sobrecarga laboral y a la incompatibi-lidad horaria ya que tal situación apenas si varía los fines de semana cuando en lugar de dos son tres de cada diez padres quienes confiesan jugar habitualmente con sus hijos. Eso sí, los niños es-pañoles con progenitores tan irresponsablemente ausentes son, dentro de la Unión Europea, quie-nes dedican más horas a los videojuegos, conso-las, ordenadores… ¿No estaremos incurriendo en un gravísimo error?, ¿no estaremos intentando satisfacer necesidades humanas fundamentales llenando de cosas las alforjas del alma de nues-tros muchachos, sin caer en la cuenta que el puro consumo de objetos no les trasmite calor huma-no y las deja encapsulados en las cárceles de sus propias soledades?

“Si me quieres, decía el protagonista de una película, tengo todo lo que necesito”. Pues bien, ésa y no otra es la gran verdad. Lo que auténticamente nos hace sentirnos vivos no son las cosas que se nos dan, sino el amor que se nos reparte. Los objetos, por su propia naturaleza, provocan el deseo de más objetos, nos instalan en una especie de espejismo en el que nos parece alcanzar una felicidad que, desgraciadamente, se aleja tan pronto como creemos haberla tocado con las manos. Que ya lo decía Lao-Tse, allá en el siglo VI antes de Cristo: “No hay mayor desgracia que el deseo de posesión incontrolada”. No seré yo quien discuta la profunda sapiencia encerrada en esta máxima. Porque para contribuir al bienestar de quienes nos rodean no creo que sea prioritario incrementar sus “riquezas” ni envolverlo en montañas de cosas. Con toda seguridad será más eficaz, para alcanzar tal objetivo, ayudarles a controlar sus deseos y, sobre todo, llenarlos de afecto.

Page 24: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

�4

Ropa, zapatillas, bebidas y tecnología, principales objetos de consumo de los jóvenes

Hoy día, en esta época de consumo desenfrenado, muchos jóvenes forman parte de esa multitud que va y viene en masa, que compra todos los productos que ‘se le ponen a tiro’, pero también muchos de ellos están comprendiendo que los bienes más valiosos: el silencio, la belleza, la paz, la palabra susurrada… no son fruto del consumo ni de la publicidad, sino de la inteligencia y del buen sentido.

por José Luis Rozalén

La tiranía de las

marcas

Page 25: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

��

nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Paradójicamente, frente al consumo sin control, lo realmente ansiado por todos nosotros, lo verdaderamente soñado en el fondo de nuestro corazón, no son los automóviles veloces ni despampanantes, ni los relojes de pulsera de oro, ni los vestidos de famosos modistos, ni las cajas de champán o los perfumes carísimos, “cosas que, con dinero, se pueden comprar en cualquier esquina”, como escribe certeramente H. M. Enzesberger en Der Spiegel, “sino que lo que realmente nos importa y buscamos es conseguir unas condiciones de vida saludables y reparadoras, disfrutar de bienes del cuerpo y del espíritu tales como el sosiego, el agua pura, el ocio reparador y creador, el espacio limpio y despejado, el aire sin contaminar”.

Observamos que, por todos lados, los técnicos en publicidad se esfuerzan en hacernos consumir cosas perfectamente prescindibles. Se estrujan los sesos para llevarnos su mensaje enmascara-do hasta el fondo de nuestro ser, para vendernos “gato por liebre”, disfrazando la compra de cual-quier objeto con el antifaz de un falso humanismo, de una aparente ternura, de un sentimentalismo infantiloide, envolviendo, incluso, el reclamo pu-blicitario más prosaico y pragmático en citas filo-sóficas o poéticas: te quieren vender una conoci-da marca de carburante envuelta en una bellísima poesía de Rudyard Kipling (Serás un hombre, hijo mío) que no viene a cuento; te incitan a comprar por Navidad en unos grandes almacenes, embo-zando sus verdaderas intenciones (vender) en pa-labras tiernas y edulcoradas que hablan de amor, amistad, calor de hogar; te presentan, para que lo compres, un coche despampanante, apoyados en el prestigio de una cita psicológica, la llama-da “pirámide de Maslow”, aquella que afirma que el último peldaño de nuestra evolución individual

consiste en la autorrealización personal: natural-mente, cuando compremos el coche en cuestión ¡estaremos plenamente autorrealizados!¡Para reír, si no fuese para llorar!

Y si este estilo de publicidad es un reclamo habitual para todos los públicos, se emplea de una forma especial para llevar el consumismo hacia los jóvenes; todo está montado en torno al mundo juvenil: “La moda es joven; la publicidad es joven; el cine, la televisión, las revistas… se dirigen prioritariamente a los jóvenes, las mil radios libres cantan, casi todas, la misma canción, el mismo soniquete, dirigidos casi siempre a los jóvenes”, apunta certeramente A. Finkielkraut en su libro La derrota del pensamiento.

Esclavos del consumismo

Es el consumismo una forma de inducción al consumo no necesario, característica del neo-capitalismo avanzado de nuestro Primer Mundo. Cada día, multitud de mensajes nos agitan a todos, a jóvenes y mayores, para que adquiramos artículos que no necesitamos, prometiéndonos en su compra la felicidad absoluta.

En efecto, el consumo se basa en la compra compulsiva sin límites, en adquirir, en poseer cosas; pero, a la vez, el consumismo se ha convertido en un elemento que quiere expresar poder, prestigio, éxito, deslumbramiento social, afirmación de la autoestima, solvencia económica. Todo se ofrece, todo se vende, todo se compra, todo se deglute y se expulsa: ocio, deportes, viajes, cultura… Lo importante no es gozar íntimamente de los bienes adquiridos con honestidad, esfuerzo y buen criterio, sino simplemente comprar por comprar,

Page 26: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

�6

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

derrochar, y, de paso, si se puede, deslumbrar y estar a la última.

Parece ser que, según un estudio patrocinado por la Unión Europea, un 33% de la población adulta tiene tendencia a la compra impulsiva y a la falta de control en sus gastos; en la población joven, el porcentaje sube hasta el 46% (53% de las mujeres, y 39% de los varones). El estudio nos revela que la personalidad caprichosa e inmadu-ra, la permanente ansiedad, la poca seguridad en sí mismo, la impulsividad, la vulnerabilidad

frente a los mensajes que relacionan el consumo con la felicidad, la falta de alicientes vitales, la escasez de horizontes y valores morales son los factores que inciden en la actitud consumista de los jóvenes.

Deberíamos comprender tanto padres como pro-fesores que hemos de educar a nuestros hijos y alumnos en los valores de autocontrol, en la forja de hábitos de consumo racionales, en el fo-mento de conductas que no supongan gastos ex-cesivos de dinero (no estaría de más pensar con ellos que la pobreza y la injusticia están instala-das en gran parte de la Tierra), en la adquisición de un pensamiento crítico que sepa detectar los guiños de la publicidad engañosa, para que, de ese modo, tengan claro en cada momento qué se pueden gastar, qué se deben gastar, para que comprendan, por fin, que gastar no significa ser más, que el despilfarrar no les otorga ninguna

categoría humana superior, que el consumir sin tope, el caer esclavos de una moda irracional, no les va a sacar de su tristeza o depresión, no les va a proporcionar la fuerza, la imaginación, el empuje moral necesarios para impulsar su joven vida hacia delante y hacia arriba.

En esta dirección, recuerda Benedicto XVI a la juventud que no debe tener miedo en ir contra corriente, en abandonar la arrogancia y la bús-queda del éxito a toda costa, en alejarse radical-mente de los modelos de vida marcados por el

consumo, el hedonismo, el orgullo materialista, la prepotencia… “Buscad, más bien”, les dice el Papa a los jóvenes, “las relaciones humanas afec-tivas, sinceras y puras, marcadas por el interés por el Bien Común… No tengáis miedo de parecer diferentes y de ser criticados porque podáis pare-cer perdedores o pasados de moda”.

¿Qué dicen los jóvenes?

Según un reciente estudio de la Fundación Santa María, coordinado por el profesor Javier Elzo, y basado en 4.000 entrevistas a jóvenes adoles-centes de 15 a 24 años, nuestros chicos y chicas se retratan como “poco tolerantes, poco traba-jadores, inmaduros, consumistas, egoístas, que sólo piensan en el presente, que dan mucha im-portancia a ganar dinero, a llevar una vida sexual satisfactoria”. En definitiva, parece, según Javier

Una baja autoestima, una personalidad caprichosa,

la falta de alicientes, la impulsividad y la vulnera-bilidad frente a los mensajes

que relacionan el consumo con la felicidad son las causas

del consumismo entre los jóvenes

Page 27: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

��

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Elzo, que nuestros jóvenes tienen una opinión bastante negativa de sí mismos, tal vez porque han ‘internalizado’ la imagen social que se tiene de ellos, en este caso no demasiado positiva.

Nosotros, por nuestra parte, también hemos preguntado a los jóvenes sobre el consumismo. Les hemos formulado las cinco cuestiones que siguen y nos han contestado, creemos, con cla-ridad y veracidad:

1ª. ¿Te sientes encadenado habitualmente al

consumismo descontrolado de objetos, vesti-dos, marcas, modas… que nos impone macha-conamente la publicidad, o eres capaz de ser libre y autónomo para comprar cuándo y cómo tú quieres?

Sólo un 15% se manifiesta claramente engan-chado a un consumismo puro y duro. He aquí al-guna de las respuestas que marcan el tono: “Me siento un hombre consumista, porque, cuando tengo dinero en mis manos, ‘me vuelvo loco’ y compro sin parar, especialmente videos, juegos, discos”. “Soy una persona encadenada al con-sumismo descontrolado y esta actitud me viene dada por la publicidad (televisión, cine, carte-les…) que nos machaca por todos lados”. “Soy adicta a comprarme ropa por el hecho de verme guapa”. “Si no llevo ropa de marca, me siento poca cosa”.

Alrededor de la mitad de los encuestados no se siente en absoluto atado a un consumismo irracional: “No consumo sin orden ni concierto; selecciono y compro aquello me hace falta, no lo que anuncia la tele”. “No me asiento esclavo del consumismo: yo decido qué, cómo, y cuándo compro”. “Yo no tengo ni mucho dinero, ni muchos caprichos y sé lo que le cuesta a mis padres llevar el dinero a casa”. “Nunca me fijo en las marcas, en ‘si lleva’, o ‘no se lleva’ ”. “Normalmente soy libre y autónomo y no me

suelo llevar por la publicidad”.

Sobre un 30% matiza las respuestas y admite que, aunque lucha por no caer en las fauces del consumismo, en muchas ocasiones es víctima de él: “No consumo descontroladamente modas, adornos, vestidos…, pero tal vez sea porque no tengo dinero”. “Me suelo controlar, pero hay fechas especiales (en Navidad) en las que es difícil hacerlo”. “La tele te pone delante cosas tan atractivas, que es difícil resistirte”. “Me gusta decidir yo mismo, pero lo que ves a tu alrededor te hace ser como la mayoría, te entra la fiebre y acabas comprando”. “Me gustaría ser diferente, vestir diferente, no ser masa manipulada por la publicidad, por las marcas, por las ‘famosillas’, por las multinacionales, pero no siempre lo consigo”.

La 2ª pregunta dice así: ¿Cómo ves a la juventud de tu entorno en relación al consumismo? ¿Crees

Page 28: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

�8

que los jóvenes de hoy son conscientes de que mientras aquí despilfarramos con compras inútiles hay mucha gente que se muere de hambre?

En un alto porcentaje (casi un 80%) expresan una visión bastante negativa de las actitudes de los jóvenes que están a su alrededor. Así de descarnadas son algunas respuestas: “En medio de una sociedad agresiva y materialista la ma-yoría de los chicos y chicas gasta sin control en ropa, diversión, alcohol, en drogas, en ‘fardar’ ante los demás”. “Aunque algunos son conscien-tes de la situación del mundo, a la mayoría le importa un pimiento”. “Consumen todos, pero más las chicas que los chicos”. “Compran de

todo: vídeos, juegos, discos, bebidas… y dicen: Yo no tengo culpa de haber nacido en el primer mundo, yo no puedo hacer nada, eso es cosa de los gobiernos”.

El 20 % restante matizan más su pesimismo y apuntan una cierta esperanza: “El consumismo es un mito casi invencible, pero hay jóvenes que sí luchan por vencerlo, para hacer un mundo más justo y habitable”. “El que tiene mucho no suele pensar en los demás, pero los más hu-mildes sí miran a los que no tienen nada, y se controlan más en sus gastos”. “La juventud que yo observo es muy variada, hay gente desce-rebrada y tonta que derrocha en cuanto tiene dinero, pero hay chicos y chicas que sí saben vivir con sencillez”.

En 3º lugar se les pregunta: ¿En qué gastas principalmente tu dinero?

Hay respuestas para todo, pero, por orden y fre-cuencia de elecciones, estos son los bienes más deseados y comprados: ropa, zapatos, salidas de fin de semana, bebidas (coca-colas, cerve-za…), recargas de telefonía, video-juegos, cds,

El 46% de los jóvenes europeos tiene tendencia a la compra

impulsiva y a la falta de control en sus gastos

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Page 29: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

��

mp3, informática, cine, fiestas de cumpleaños, pipas, ganchitos, tabaco…”

La 4ª cuestión se les plantea de esta forma: ¿Realmente te hace más feliz lo que compras, lo que tienes, o lo que eres, lo que das?

Salvo un pequeño porcentaje del 15% que se decanta por respuestas de este estilo: “Si tie-nes dinero, podrás acercarte a la felicidad, por lo tanto mi meta es tener ‘pasta’ para comprar lo que quiera”, una gran mayoría de jóvenes (y esto nos llena de esperanza) contesta con un gran sentido y equilibrio personal: “Sin camise-tas Nike, sin zapatillas Adidas podríamos vivir, sin amor, sin amistad, no”. “Lo que compro me hace feliz durante un rato, pero rápidamente se me olvida y me queda lo que soy, lo que siento”. ”Cuando comparto con lo demás lo que he com-prado, es cuando más disfruto”. “Las cosas ma-teriales van y vienen y nunca te sacias de tener más y más, no añaden nada a tu personalidad, pero lo que soy y siento es para siempre”. “Con el dinero no puedo comprarme a mi familia, a mis amigos, a mi novio, que son los que dan verdadero sentido a mi vida”.

La última pregunta está formulada en estos tér-minos: De cara a tu proyecto de vida futura, ¿qué importancia crees que va a tener para ti el consumo de bienes? ¿Lo ves como algo funda-mental en tu vida de adulto?

También en esta cuestión, salvo un porcentaje del 15 %, que contesta en esta línea: “El principal objetivo de mi vida de adulto será tener mucho dinero, vivir confortablemente, sin que me falte de nada: coches, casas, viajes…”, una proporción mayoritaria de chicos y chicas responde con arre-glo a otras metas e ideales más elevados: “No tendré caprichos, pero sí intentaré vivir con dig-nidad y desahogo”. “Lo importante es ser feliz, ganarme la vida honestamente aunque no tenga un tren de vida muy alto”. “Gastar por gastar no será para mí algo fundamental, sino administrar bien lo que tenga en compañía de la personas que yo quiera y que me quieran”. “Querer lo que se tiene”, decía mi abuela, “da más felicidad que tener lo que se quiere, aunque esto no está reñi-do con intentar mejorar mi vida”.

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Page 30: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

�0

por Gloria Díez fotos: Cristina Bezanilla

entrevista con

“ “Falta unión de los consumidores para detener los abusos del mercado

presidenta de la Federación de Usuariosy Consumidores Independientes (FUCI).

Usted tiene una profesión que, por lo general, no confiesa cuando alguien le pregunta a qué se dedica. De hecho, todos la tenemos: somos consumidores. El asunto del consumir viene de lejos. Para algunos empezó en el mismísimo jardín del Edén, cuando Eva arrancó la famosa manzana después de escuchar la promesa publicitaria de la serpiente. En el siglo XX los consumidores empezaron a asociarse.

Page 31: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

��

presidenta de la Federación de Usuariosy Consumidores Independientes (FUCI).

Eran una multitud, pero de uno en uno defendían mal sus intereses. Agustina Laguna dejó la enseñanza para dedicarse precisamente a eso. Su federación de asociaciones (FUCI) representa a más de 150.000 socios y tiene voz en numerosos organismos oficiales. Ahora enseña que el consumo debe ser responsable y sostenible. Y que su aprendizaje empieza en la escuela.

Page 32: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

��

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

El consumo es el motor de la economía. No es

raro que los consumidores hayan descubierto

que, unidos, pueden ser muy influyentes.

Efectivamente es así, tienen un gran poder en sus manos, pero no lo ejercen. Y éste es el principal problema del movimiento social de los consumidores. Las organizaciones de con-sumidores están para que los derechos reco-nocidos en la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios sean una reali-dad. Pero estos derechos nunca se van a ver suficientemente fortalecidos si los que los tie-nen no los ejercitan en sus actos de cada día. El poder de los consumidores podría alcanzar unas dimensiones tremendas si lo ejercieran unidos. Ése es otro de los problemas, que no hay suficiente unión, para, todos juntos, ejer-cer la presión necesaria sobre las situaciones de abuso que se pueden dar en el mercado. Si los consumidores se unieran y ejercieran sus derechos, muchas prácticas abusivas no se darían. Falta más unión, más formación para ejercer como consumidor profesionalizado.

Digamos que es un gran poder, pero muy difuso.

El consumidor tiene que tener información, de ahí que una de las principales tareas de las organizaciones de consumidores, sea la de for-mar, para tener ciudadanos que conozcan sus derechos. Todos tenemos múltiples profesio-nes, pero todos ejercemos una, la profesión de consumidor, porque desde el momento en que nos levantamos estamos consumiendo produc-tos, contratando servicios y un largo etcétera. Si yo conozco las reglas del juego, si un pro-veedor intuye que estoy bien informado, no se le pasa por la cabeza tratar de engañarme.

Es usted fundadora de FUCI, siglas de la

Federación de Usuarios-Consumidores

Independientes. ¿Qué la llevó por ese camino?

Algo muy sencillo. Yo soy una persona que siempre me ha gustado comprometerme con las necesidades de la sociedad, dentro de las limitaciones de lo que puede hacer una persona en un mundo tan grande y con tantos problemas. Yo entiendo que, cuando en una sociedad de consumo hay equilibrios, hay democracia. Y una situación desequilibrada entre un proveedor y un consumidor se da cuando el consumidor no conoce sus derechos.

Descubrir una buena causa

¿Antes no había tenido actividad social o política?

No, yo me dediqué a la enseñanza en una primera etapa, una tarea que también me apasionaba, por aquello de impulsar, no sólo el conocimiento, sino un concepto de persona que no vaya por el mundo sola, sino mirando a su alrededor y viendo las necesidades que existen. A raíz de la promulgación de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios, que recogía derechos importantísimos para los ciudadanos, vi que esos derechos tenían que penetrar en la sociedad, porque, si penetraban y se ejercían, habría un mayor equilibrio, más justicia y más armonía en las relaciones de consumo. Me pareció que ésa era una buena causa para dedicarse a ella desde la independencia de una organización de consumidores, fuera de lo que pueden ser las actuaciones desde las áreas políticas.

¿A qué numero de asociados representa su

federación?

“En el supermercado, cada día, votamos por un consumo sostenible o por uno irresponsable; si pido “pezqueñines”, estoy

eligiendo un consumo depredador”

Page 33: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

��

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Si hablamos de socios individualizados, estamos en torno a los 150.000. Si hablamos de socios colectivos, tenemos muchísimos más, porque, por ejemplo, como socio colectivo, está integrado en esta federación COCEMFE que agrupa a una población amplia con discapacidad. Dado que tenemos convenios de atención a su colectivo, esas personas forman parte de nuestra base social, independientemente del pago de cuotas. El sentido mercantil para nosotros, no está en primera línea. Estamos trabajando por los consumidores, y por nuestro compromiso social. Es evidente que necesitamos recursos, sobre todo para hacer cosas. Hacemos muchas cosas, pero, generalmente, están financiadas por las Administraciones, que entienden que los programas que les presentamos son de

utilidad pública. Después, nosotros justificamos los gastos con precisión y transparencia, como requiere la Intervención General del Estado. La federación, en este momento, desarrolla un abanico de actividades muy amplio. Nuestras campañas no van exclusivamente a los socios, van a la población en general.

Más allá de los conflictos

¿Qué les falta a las asociaciones de consumido-

res en España para ‘cuajar’?

Que se incremente la participación ciudadana. El ciudadano español nos identifica como en-tes donde se acude para reclamar cuando tiene

Page 34: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

�4

un conflicto. Y claro, hay muchas personas que no tienen conflic-tos de consumo. Ésa es una visión limitada de lo que es la función de una organización de consumidores. La sociedad de consu-mo crece y estamos obligados a aprender cada vez más de ella. Incluso las propias or-ganizaciones de con-sumidores: Lo que era ayer, no es hoy, por lo tanto estamos obligados a reciclarnos. Las directivas europeas presiden casi todo el mar-co normativo de nuestro país y los derechos y obligaciones de unos y otros tienden a precisar-se. Otra de nuestras funciones es representar al ciudadano. Frente a todas las normas, leyes y disposiciones que se promulgan, la Ley de los Consumidores nos concede un derecho de au-diencia. Así que somos consultados por el Le-gislativo, a través del Consejo de Consumidores y Usuarios, órgano de máxima representación del movimiento de los consumidores, donde FUCI tiene presencia y yo soy vocal titular.

Por otro lado, las organizaciones de consu-midores tienen acceso a la justicia gratuita cuando hay un conflicto que afecta a un grupo de ciudadanos. Es lo que está ocurriendo, por ejemplo, con Forum y Afinsa. En principio, y

hasta que no se demuestre lo contrario, noso-tros creemos que ha habido una lesión grave a intereses económicos de los consumidores y nos hemos personado, tanto en el procedimien-to penal como en el concursal, en nombre de miles de ciudadanos, que han puesto en nues-tras manos su defensa. Y luego está esa otra parcela de la colaboración de los ciudadanos con las organizaciones de consumidores. Aquél que no tenga problemas personalmente, pero que vea en la sociedad de consumo una situa-ción injusta, de manera solidaria debe llamar a la organización y contarle lo que ocurre, porque si él no actúa, nosotros no estamos capacitados para hacerlo. La solidaridad de los ciudadanos, y su colaboración, es fundamental para que las organizaciones de consumidores se consoliden. Pero el hábito de participar todavía no está muy desarrollado y hemos de abonarlo cada día.

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

“Una sociedad que se excede en el consumo,

sin reparar en las necesidades de los otros, está enferma”

La educación en consumo debe empezar en la escuela

porque, en este tema, incluso los niños pueden

educar a sus padres

Page 35: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

��

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Si el consumo es el motor de la economía, la pu-

blicidad es el aceite que engrasa ese motor. ¿Cree

usted que está suficientemente controlada?

Bueno, yo le daría un aprobado raspón. Han mejorado los mensajes publicitarios. En líneas generales, se ha avanzado. Lo que pasa es que el ciudadano también tiene que aprender a es-tablecer una cierta distancia entre él y la pu-blicidad. La publicidad en el fondo es buena, me informa de lo que hay. Otra cosa es si me siento presionado. No debo dejar que me con-dicione, o que me cree necesidades que antes no tenía. Ese consumidor tan influenciable por la publicidad, para nosotros tiene un perfil cla-ramente mejorable como consumidor.

Siempre el mismo cantar

Acaban de pasar las Navidades y hemos

consumido “para ser felices”. En enero no

podemos dejar que se escapen las rebajas.

Cada año emplean el mismo cebo y seguimos

“picando”.

Yo creo que en fechas concretas, donde parece que el consumo se dispara, es donde el consumidor debería actuar con mayor profesionalidad y con mayor responsabilidad. Lo que a mí no me puede obligar, ni la publicidad, ni unas fiestas navideñas, ni unas rebajas, es a comprar por encima de mis necesidades, ni a gastar lo que no tengo. El consumidor que actúa así, es un consumidor que después sufre

Page 36: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

�6

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

las consecuencias, porque todo aquello que compró y que creía que le iba a proporcionar placer y felicidad, se le vuelve en contra y le crea un problema. En esas fiestas hay que ser más racional que nunca, sobre todo pensando que hay tanta gente que no puede consumir, o que está en los límites de lo que es poder consumir. A mí me parece que una sociedad que se excede en el consumo, sin reparar en las necesidades que hay a su alrededor, es una sociedad un poco enferma.

La formación en consumo, ¿debe empezar en

el colegio?

Sí, cuanto antes mejor. Esto es básico. A un consumidor adulto, con hábitos poco recomen-dables, siempre es más difícil hacerle girar en su camino. El niño tiene que ser objeto de nuestra atención preferente, y creo que incluso los propios niños pueden educar a sus padres. Cuando un niño aprende en el colegio que, si no es necesaria esa luz encendida, debemos apagarla, si su mamá se olvida, le dirá: “Apaga la luz, que estamos consumiendo una energía que no nos sobra”. Querría, además, destacar otra cosa: en el momento en que vivimos ha-blar sólo de consumo es quedarnos muy limi-tados, yo siempre digo consumo responsable y consumo sostenible.

Page 37: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

��

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Porque, al final, será el planeta el que diga

“basta”.

Todas y cada una de las acciones que realiza el ciudadano cada día tienen que ver con la calidad del entorno o con su deterioro. Cuando voy a un supermercado, estoy ‘votando’ por un consumo responsable y sostenible o por un consumo invasor de la naturaleza. Si yo estoy pidiendo en el mercado “pezqueñines”, estoy eligiendo un consumo depredador del medio. Por eso creo que la educación de los niños debe partir de lo que es el uso racional de los recursos naturales que son escasos y que, además, son de todos.

“Aunque no tengamos problemas personalmente,

ante una situación injusta, hay que reclamar”

No será fácil reconducir la situación,

después de tanto tiempo de “paga y consume

lo que quieras”.

La huella que dejamos en la naturaleza la va-mos a notar todos, tanto el que despilfarra como el que no tiene. Las posibilidades de vida se limitan cada vez más con nuestros compor-tamientos abusivos con la naturaleza. Y la na-turaleza tiene memoria, no nos olvidemos de esto. El “tengo y consumo”, es una actitud to-talmente reprochable. De hecho, si seguimos por este camino, llegará un momento en que no seremos consumidores, porque no tendre-mos nada que consumir.

Page 38: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

�8

CINE

Ese cine de consumo que nos consume

Cuando el cine invade Norteamérica, a finales del siglo XIX, mediante las fa-mosas nickel odeon, las pequeñas salas de exhibición populares a tope, por vez primera en la historia de la cultura, un fenómeno artístico, con su propio lenguaje comunicativo, se convertía en puro y duro objeto de consumo popu-lar, necesario una vez por semana, y al cual destinaban las clases entonces llamadas humildes, algo de su presupuesto. Queremos decir con estas pala-bras introductorias que la relación cine-consumo-consumismo se inserta en las mismas entrañas del cinematógrafo, puesto que éste inaugura un sistema de comunicación cultural que es parte del consumo y consumismo humano.

Por Norberto Alcover¿Qué nos ‘vende’ la gran pantalla?

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Page 39: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

��

CINE

Son los teóricos franceses, más allá del mar, quienes avisan de la derivación populista del reciente invento de los famosos hermanos Lumière. Pero el fenómeno ya es imparable porque unos Estados Unidos en exitosa expansión, en todos los ámbitos de la vida, necesitaban un espectáculo barato y entretenido que fuera capaz de animar de manera tan sutil como eficaz, aquella aventura industrial y comercial que provocaba tanto dolor entre la clase trabajadora y en general inmigrante. Sumergidos en el silencio de las pequeñas salas y ante el humor de Charlot, el histrionismo de Meliès y los primeros westerns de Porter, aquellos hombres y mujeres olvidaban sus problemas y, durante unos minutos, se identificaban con las aventuras de los primeros mitos de la gran pantalla. Dejaban sus pequeñas vidas para vivir esas otras tan maravillosas de las imágenes móviles.

Desde entonces, hemos alcanzado, por ejemplo, la posibilidad de reproducir películas en nuestras televisiones mediante los dvds, es decir, el con-sumo de cine se ha convertido en una de las pun-tas de lanza del consumismo dominante. Hasta formar parte de la industria de la cultura contem-poránea. De los nickel odeon iniciales, nos he-mos plantado nada menos que en ese fascinan-te “el cine en casa”, que traslada hasta nuestros hogares y familias la seducción cinematográfica y, desde ella, nos anima a consumir infinitud de cosas, como veremos inmediatamente.

Aquí radica la clave de la naturaleza consumista del cine a través de sus películas: comenzamos por consumirlo como tal y acabamos por hacerle caso en todo lo que nos sugiere, sobre todo en la medida en que resulta vinculado al televisor. Y nada digamos si introducimos el fenómeno de Internet, con la posibilidad de bajarnos películas con absoluta facilidad. Más todavía, la cultura actual es intrínsecamente audiovisual como consecuencia del hecho cinematográfico de punta a punta del planeta. En una palabra, es absolutamente imposible hablar de consumo y de consumismo en esta sociedad consumista y consumida sin hablar del fenómeno cinematográfico en cuanto tal. Otra cosa es que los puritanos estéticos (y también éticos) maldigan la situación, siempre con evidente olvido de la existencia de grupos populares masivos que desean lo que desean porque les inducimos a desearlo desde las pantallas: en definitiva, un buen spot publicitario (por ejemplo, el realizado por Scorsese para Freixenet las pasadas Navidades) se reduce a una minipelícula en función del consumismo más descarado. Toda narración audiovisual es cine. Hay que asumirlo.

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Ciertos géneros

cinematográficos creados por las

grandes productoras expandieron

el consumismo de unas

determinadas formas de vida

Page 40: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

40

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Consumismo cinematográfico

Sin embargo, se hace necesario precisar una realidad que suele pasarnos desapercibida. Películas dedicadas al consumo y consumismo propiamente como tales hay muy pocas, poquísimas. Entre otras razones porque las grandes productoras, desde la Paramount tradicional a la reciente Sony en sus múltiples derivaciones, evitan el fenómeno. Sin embargo, esas mismas máquinas de hacer cine, es decir, de producirlo mediante el riesgo de su capital, han creado géneros cinematográficos que, por su misma naturaleza, expandieron el consumismo de valores y de contravalores en cadena a lo largo y ancho de la sociedad planetaria. Éste es el núcleo que nos interesa subrayar en el texto que nos ocupa. Y sobre cuya trascendencia apenas meditamos lo suficiente: las películas, casi siempre adheridas a las claves de algún género, nos invitan al consumismo de formas de vida que se ponen de moda, con un influjo muy

superior al consumismo material propiamente contemplado.

Y en esta línea, que nos parece mucho más objetiva y por supuesto más original, nos movemos a continuación, con la seguridad de que nuestros lectores sabrán proseguir este discurso según su propia experiencia cinematográfica. Les invitamos a esta interesante tarea siempre posible, y mejor todavía en familia, cruzándose las opiniones para movilizar mejor el conjunto fílmico acumulado.

1. Lo que el viento se llevó, de Víctor Fleming (1939) o la invitación a consumir grandes espectáculos.

Puede que sea la invitación fundamental del hecho cinematográfico: esa pulsión, que se impone definitivamente a partir del film emblemático aducido, consistente en una necesidad casi angustiosa de contemplar narraciones grandiosas y tal vez grandilocuentes de la realidad, de

Lo que el viento se llevó, de Víctor Fleming (1939)

Page 41: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

4�

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

tal manera que nos impliquemos en la acción, casi siempre unida a pasiones límites. Notemos que tal consumismo puede adquirir un matiz excelente en sí mismo, puesto que, en este caso mismo, el film, como hemos escrito otras veces, es magnífico y contiene un cántico a la lucha por los propios ideales de alto calado ético.

En otras palabras, lo que complejiza el fenómeno consumista en cuanto tal, y nos lleva a advertir que el error del gran espectáculo, como objeto de compra-venta sin contención, reside en su realización concreta y no en su naturaleza intrínseca. Un detalle que afecta al conjunto del consumismo: nos sentimos necesitados de consumir lo que originalmente es excelente y que, más tarde, aparece como asequible para el conjunto de los mortales. Una joya de Dior es de belleza extraordinaria, al margen de las inevitables consideraciones morales, pero cuando se convierte en baratija de mercadillo, entonces comienza el consumismo. Y sin embargo, el

origen está en Dior, en su diseño sorprendente.

Es curioso, y sucede exactamente igual en el cine, cómo casi siempre lo mejor deriva hacia lo peor en el momento en que se hace masivo y por lo tanto objeto de compra-venta fácil por su precio. Todo un fenómeno relacionado con los sistemas de “clases sociales”, a los que tan unido aparece el consumo actual.

2. La gran comilona, de Marco Ferreri (1973) o la invitación a consumir comida en una relación intensiva con el hedonismo y el sexo, hasta alcanzar la mismísima muerte.

Un film antológico que, con el paso del tiempo, encontrará correspondencia en la reciente Fast Food Nation, (Richard Linklater, 2006) y que marca las diferencias de épocas culturales en orden a analizar el fenómeno. Porque mientras el film francés es una historia casi metafísica sobre el consumismo de comida en cantidad, pero también con cierta calidad, hasta derivar en un placer tan relativo a la mismísima muerte y en un clima creativo casi surrealistas, el norteamericano baja el listón estético, opta por un frágil documentalismo (tan de moda hoy día) y se limita, no sin fuerza visual, a denunciar el ritual de la comida rápida sin más. Pero, en ambos casos, la comida y el mismísimo acto de comer se convierten en objeto de la publicidad cinematográfica con intención crítica, por supuesto, pero con muy dudosas consecuencias positivas para la causa.

Comer y comer bien (cuestión muy subjetiva según las culturas donde se come y en las que se aprendió a comer) es objeto de consumo exquisito, pero en general es práctica ya consumista y hasta límites que nos dejan sin palabra. Comemos por comer. Comemos para llenar nuestro vacío espíritu. Comemos hasta vomitar. Comemos hasta morir. Y desde esta perspectiva, La gran comilona mantiene mucho más su vigencia y su significado con el paso del tiempo. El personaje de Michel Piccoli es inolvidable y resulta cada vez desgraciadamente más frecuente.

La gran comilona, de Marco Ferreri (1973)

Page 42: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

4�

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Instinto básico, de Paul Verhoeven (1992)

3. Pretty woman, de Garry Marshall (1990) o la invitación al consumo de ropa de vestir como signo de estatus social y hasta de plenitud de satisfacción. El film fue un bombazo porque, en realidad, recoge la herencia de My fair lady (George Cuckor, 1964) y vuelve a Pigmalion como reserva mítica de la cultura occidental de origen siempre burgués. Y es que asistimos a la transformación un tanto superficial pero llamativa, de una emblemática Julia Roberts, a costa de los encantos y sobre todo del dinero de un Richard Gere en estado de gracia interpretativa. En el epicentro, esa visita múltiple a las mejores tiendas de vestir neoyorquinas como signo de la transformación en curso: el consumismo de ropa de vestir como medio para alcanzar una identificación con las personas que visiten los modelos originales, punto de llegada desde los años cuarenta hasta el momento.

Hay que notar que la clave del momento en que Julia Roberts compra ropa, reside en la compulsión con que lo hace y en la multiplicación que acumula de prendas, sin especial discernimiento, salvo el que pueda haberle enseñado su amante ocasional. Esta forma de consumir ropa es típica de los/las jóvenes actuales, en la medida en que tantas veces resultan prendas baratísimas, fácilmente desechables y sustituibles, lo que produce la cadena consumista a la que asistimos. Comprar ropa es un quehacer tan frecuente como comprar alimentos según lo comentado en el apartado anterior. Lo que importa es el hecho de comprar para satisfacer, de una u otra forma, la vaciedad existencial dominante. Todo un reto educativo.

4. Instinto básico, de Paul Verhoeven (1992) o la invitación a la violencia sexual como medio de dominación en la relación de pareja. Es imposible olvidarnos de la pareja formado por la atractiva y cínica Sharon Stone y el mediocre Michael Douglas, en varias secuencias que conjugan la agresividad más abyecta con la carnalidad menos interiorizada. Hasta llegar a la célebre secuencia con el picador de hielo y en la cama donde acaban de hacer el amor.

Violencia y sexo se han convertido en objeto de consumo incontrolado por obra y gracia del cine que, de cara a las masas enunciadas al comienzo, entrega pasiones incontroladas para satisfacción de los espectadores, en general sometidos a vidas sencillas y mucho más planas que las observadas en pantalla.

Se ha dicho que este tipo de cine, junto al de terror, es un beneficio para la sociedad, porque permite que tanta energía negativa acumulada encuentre cauce en los minutos del film, cuando quien lo contempla traslada su violencia y prácticas sexuales a las de los protagonistas. Seguramente es así, pero también es cierto que tanto consumismo de violencia y de sexo acaba por crear un sustrato de agresividad que todo lo inunda y barre cualquier normativa ética en tantos momentos posteriores.

El punto de llegada de Instinto básico, bien podríamos situarlo en Eyes wide shut (Stanley Kubrick, 1999), el film preciso para cerrar el ciclo del siglo XX.

Page 43: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

4�

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Y mucho más. Pero una advertencia sustancia para cerrar estas líneas: como ya insinuamos antes, este mismo cine consumista oferta, tal vez con menos asiduidad y mayor selectividad en su auditorio, valores del todo punto excelentes, a los que solemos hacer menos caso por nuestra peculiar visión negativista de la vida. En este texto, solamente nos hemos fijado en el consumismo negativo, pero en otro momento podríamos hacerlo en el correspondiente positivo. El consumismo es malo desde su

Guía para caminantes

Instinto básico, de Paul Verhoeven (1992)

+++++

+

propia definición, pero es evidente que no es lo mismo consumir, aunque sea compulsivamente, realidades negativas que positivas.

Era necesaria esta advertencia al final del texto. Entre otras razones para evitar una todavía mayor demonización de tantas películas que, puede que solamente para adultos, nos ayudan a vivir como lo que somos: humanos.

El cine como objeto de consumismo acelerado en sí mismo, objeto de consumo cada vez más frecuente de la sociedad de masas.

El cine como provocador de diferentes consumismos de valores y de contravalores en la línea de sus respectivos géneros.

El cine como vendedor del gran espectáculo para la satisfacción de las grandes masas en función de acciones y de pasiones.

El cine como vendedor de comida en cantidad para un hombre y una mujer sometidos al imperio de las multinacionales.

El cine como vendedor de ropa de vestir femenina y masculina en función de los bajos precios y del usar y tirar.

El cine como vendedor de violencia y de sexo en función catártica, pero también aniquilante de sentimientos humanos.

Page 44: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

44

Les ruego me envíen la revista AVIVIR a:

Nombre y Apellidos: NIF:Dirección:Población: Código Postal:Provincia y país: Teléfono:Correo electrónico:Forma de pago: Cheque nominal Domiciliación bancaria Cuota anual suscriptor: 20€ Socio colaborador: 50€ Socio protector: 100€ Socio de honor: 300€Qué pagaré semestral anual

(Rellenar boletín de domiciliación y enviarlo completo a AVIVIR).

DOMICILIACIÓN BANCARIASr. director del banco: Calle o Plaza: nº.:C.P.: Población:Le agradezco que con cargo a mi cuenta, libreta número (completo):

CODIGO CLIENTE (CCC) Entidad Oficina DC Número Cuenta

Atienda los recibos que anualmente presentará la revista AVIVIR a de de 200 Firma

Si elige la domiciliación bancaria, por favor, dé orden a su banco de aceptar los recibos que presente el Teléfono de la Esperanza.

BOLETIN DE COLABORACIÓN CON EL TELÉFONO DE LA ESPERANZA

Para suscribirse, rellene y envíenos este boletín a la revista AVIVIR. c/ Francos Rodríguez, 51 (chalet 25) • 28039 Madrid •

e-mail: [email protected]

*SUSCRÍBASE A LA REVISTA AVIVIR

q q

Page 45: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

4�

q

publicidad

La idea directriz de esta obra es que la separación entre locura y cordura es una línea muy tenue. Estas páginas hablan del sufrimiento de personas que caminan junto a nosotros. Pueden ser nuestros vecinos o familiares, o los que nos acompañan cada mañana en el metro o el autobús. Nos sorprenderíamos si conociéramos el estado psíquico de nuestro carnicero o panadero, de nuestro psicólogo, del profesor de nuestros hijos... La locura no es algo ajeno a la vida cotidiana, sino que es consustancial al ser humano. Este libro pretende acercarnos a ese mundo inaccesible del malestar psíquico con respeto, pero también con una buena dosis de afecto y comprensión.

Alejandro Rocamora Bonilla (1944) es psiquiatra del Servicio de Salud Mental de la Latina (Madrid), y profesor del Instituto Universitario de la Familia, en el Centro de Humanización de la Salud y en la Facultad de Psicología de la Universidad Pontificia Comillas. Es también miembro fundacional del Teléfono de la Esperanza y autor de diversos libros sobre la salud psicológica.

Nuestras locuras y corduras: comprender y ayudar a los enfermos mentales

Page 46: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

46

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Apie de calle

¡A compraaarrr!El 95 % de las personas que entran a un centro comercial “sólo a mirar” termina por comprar algo

Una vez más, Navidades y rebajas pusieron a prueba los bolsillos y las maltrechas tarjetas de crédito ante la avalancha de personas ávidas de gastar hasta el dinero que no tienen.

por Antonio Saugar

Page 47: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

4�

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Primero fueron las compras navideñas. Y sin tiempo para recuperarse llegaron las rebajas, supuestamente para poder superar la tradicio-nal cuesta de enero. Eso sí, con la tarjeta de crédito en la mano, aunque más vacía que el plato de Carpanta.

Los horarios comerciales se amplían, los anun-cios lanzan sus mensajes por televisión, los es-caparates se llenan de descuentos, plasmados en cifras de colores llamativos. Todo está listo para comprar. Y la gente, ávida de gastar, llena los centros comerciales y las calles que rodean las grandes tiendas.

El horario comercial es una de las reivindicacio-nes de Mari Carmen, quien señala que “es nece-sario que el comercio abra sus puertas durante más tiempo. El trabajo nos impide realizar las compras a determinadas horas. Sería muy có-modo para cualquier trabajador que los centros comerciales abrieran más horas. Así se podrá comprar con más tranquilidad”. “¿Por qué ten-go que desperdiciar tiempo de un fin de semana para comprar? Si abrieran durante más tiempo entre semana, se podrían hacer más compras y más tranquilamente”, afirma.

Mari Carmen no se considera compradora com-pulsiva. “Pero alguna vez si he comprado algo que luego me he puesto una vez porque no me acababa de gustar”, señala. “Pero sí que me doy algún capricho, si entendemos como tal el he-cho de comprarme algo porque al verlo en un escaparate me ha gustado. Eso sí, sin salirme del presupuesto”.

Lo que sí que quiere dejar claro es que “es ne-cesario más tiempo para ir de compras, no sólo

para adquirir un bolso, un abrigo, sino también para comprar en el supermercado”, afirma.

Y es que comprar se ha convertido en el depor-te nacional. Y para que todo sea más fácil, los responsables de los centros comerciales tienen ideas como la puesta en marcha en un estable-cimiento de Hospitalet: una sala para “aparcar” a los maridos. Se trata de una sala equipada con sofás, televisión y periódicos para que las muje-res dejen a sus novios y maridos a buen recaudo mientras ellas realizan sus compras. Así, las fé-minas no se ven agobiadas por las prisas de sus acompañantes masculinos.

El éxito ha sido espectacular y ya piensan en am-pliar el espacio. Quizá haya que preguntarse si esta medida esté dirigida a que los maridos dejen de ser meros acompañantes y pasen a ser compradores.

Y es que, si vender es un arte, comprar es un placer. Al menos eso piensa Paco Underhill, autor de El placer de comprar, libro en el que señala que “los hombres compran de la misma forma que conducen: sin preguntar”. Además, el au-tor afirma en su obra que “los hombres se fijan más en los números y las letras; y las mujeres se sienten más atraídas por los colores”.

Para María, “comprar no es un placer. Y menos si hay que comprar ropa a los niños”. Con dos hijos,

Más de la mitad de los españoles ya realiza compras por Internet y el

gasto medio por persona supera los 520 euros al año

Page 48: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

48

Apie de calle

uno iniciando la adolescencia y el otro terminán-dola, la lucha de esta mujer es “la manía de los adolescentes por la ropa de marca. Todo tiene que ser de tal o cual marca”, señala.

“La influencia de los compañeros de colegio y de los amigos está detrás del tema de las marcas. Si alguno de ellos lleva unas zapatillas de deporte o una cazadora de determinada marca o diseño, el resto también las quiere”, afirma.

“No soy una fanática de las compras. Compro lo que necesito, aunque no descarto que alguna vez adquiera algo que no necesite o que nunca me pon-ga. Eso le puede pasar a cualquiera”, señala María.

Respecto a los lugares en los que suele realizar sus compras, “prefiero las tiendas pequeñas, pero

depende de lo que quiera comprar. También acu-do a los grandes centros comerciales, pues hay más variedad de cosas”, comenta.

Finalizamos el año metidos en tiendas y grandes almacenes y lo iniciamos en los mismos lugares. Va a ser que entre los buenos propósitos para el Año Nuevo no se encuentra el de dejar descan-sar la tarjeta de crédito. Por cierto, ¿saben que existe el Día Internacional sin Compras? Se ce-lebra el 23 de noviembre, pero me temo que es de aquellos días que todos olvidan y que ningún calendario destaca.

Sólo queda desearles que hayan sido comedidos a la hora de usar sus tarjetas de crédito las pasadas Navidades y durante las rebajas. Recuerden que tienen todo un año para continuar comprando.

Según el autor del libro El placer de comprar, “los hombres compran casi sin preguntar, mientras que

las mujeres se sienten más atraídas por los colores”.

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Page 49: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

4�

Euro por conejo

A pesar de que llevamos bastantes años utilizando el euro, parece ser que la pobla-ción todavía no sabe manejarse con esta moneda. Al menos eso dice el vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de Economía, Pedro Solbes, para quien los españoles no somos conscientes del euro. Teniendo en cuenta que las tiendas están abarrotadas, algo debemos saber sobre la moneda europea. Especialmente sabemos gastarla.

Lo que el ministro no ha sabido explicar al españolito, preocupado por comprar regalos y ropa de rebajas, es que se gastan euros de manera muy alegre. Es decir que no se tiene conciencia de que, por ejemplo tres euros, pagados alegremente en cualquier baratija, son 498 pesetas, cantidad que seguro no se hubiera gastado de saber su precio antiguo.

Cuando España entera se ha pasado dos meses en plan derroche total y comprando todo lo que estuviera en un escaparate, no parece muy adecuado hablar de euros mal entendidos y de comer conejo porque está más barato. Ya puestos, que el ministro publique una guía de productos de todo tipo que puedan sustituir a los más caros, para que el personal pueda comprar y derrochar sin temor.

Habrá que tener cuidado de que no nos den conejo por euro. ¿O era al revés?

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I A FONDO

Compra y control en rebajas

Estamos en pleno periodo de rebajas y la población se lanza, tarjeta de crédito en mano, a los grandes almacenes. Las cifras son contundentes a la hora de explicar si la población se controla a la hora de comprar.

• El 95 % de las personas que entran a un centro comercial “sólo a mirar” termina por comprar algo.

• Un 40 % de las existencias se agota en los primeros 15 días de rebajas.

• Más del 80 % de las chicas menores de 25 años van a las rebajas, frente al 55 % de los chicos.

• En rebajas, el gasto medio por persona esta entre los 120 y los 150 euros.

• Una de cada 10 personas es compradora compulsiva en Navidad.

• La compra compulsiva es un problema tan grave como el alcoholismo o la drogadicción.

Page 50: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

�0

publicidad

Page 51: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

��Apie de calle

El escaparate en el ordenador

Internet se ha convertido, según dicen, en la mejor herramienta para realizar compras. Siempre que las páginas en las que se adquieran los objetos sean fiables. Navidad se convierte en la época en la que más se utiliza la red para hacer compras. De diciembre a enero se concentra el 40 % de las ventas por Internet.

En el año 2006, los españoles gastaron más de 2.700 millones de euros en compras por Internet. Respecto a quién utiliza la red, las estadísticas señalan que es un universitario, de más de 30 años, que habita en ciudades y pertenece a un estatus económico alto. Los datos afirman que el 55,1 % de los españoles ha realizado algún tipo de compra on line.

El gasto medio de los españoles en compras por Internet supera los 520 € al año. Las garantías de seguridad hacen que aumente este tipo de compras. Entradas para espectáculos, billetes de avión y aparatos electrónicos son los productos más adquiridos.

Page 52: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

��

Teléfono de la EsperanzaCeremonia de entrega a los representantes de las ONG galardonadas de los premios

“Málaga Voluntaria” por parte del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre.

Page 53: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

��

Comunicando

El Ayuntamiento de Málaga distingue a nuestros voluntarios

El malagueño Palacio de Ferias y Congresos aco-gió, el pasado 2 de diciembre, la ceremonia de entrega de los premios “Málaga Voluntaria” insti-tuidos por el Ayuntamiento de la ciudad para re-conocer la labor de la entidades no lucrativas co-incidiendo con el Día Internacional del Voluntario.

:::

Page 54: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

�4

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I Comunicando

Este año, la entrega de premios contó con la pre-sencia de más de 600 voluntarios que represen-tan a 160 oenegés que trabajan en Málaga.

En la categoría de Asistencia Social, el premio recayó en la Asociación Internacional del Telé-fono de la Esperanza. En la modalidad de Igual-dad de Derechos, el galardón fue para la Asocia-ción de Mujeres Operadas de Cáncer de Mama (Asamma). En Protección del Medio Ambiente, el reconocimiento fue para Asde-Scouts Andalucía. En la categoría de Cooperación Internacional, el premio correspondió a Intermón Oxfam. En Pro-moción de la Cultura, el Ayuntamiento premió al Club de Leones Málaga El Limonar. Y en la categoría de Prevención de la Salud, a la Aso-ciación Malagueña de Adultos y Niños con Déficit de Atención.

Foto de los galardonados por Cruz Roja con motivo del Día de Voluntariado, junto a la presidenta de la Junta General del Principado, el delegado del Gobierno en Asturias, la alcaldesa de Langreo, el presidente autonómico de Cruz Roja y otros representantes de esta institución.

Foto

: Pa

co P

ared

es

Page 55: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

��

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I Comunicando

Cruz Roja reconoce la labor de nuestro Centro en Asturias

El sábado 15 de diciembre, la Casa de Cultura de La Felguera fue sede del homenaje que Cruz Roja de España rindió a sus voluntarios y colaborado-res. En el acto, al que asistió la presidenta de la Junta General del Principado, María Jesús Gonzá-lez, se otorgaron galardones a siete proyectos de voluntariado de Cruz Roja y a dos socios de más de 25 años de antigüedad. El presidente de Cruz Roja en Asturias, Francisco Corte, señaló que con estas distinciones “queremos estimularlos para que sigan trabajando con la misma dedicación que hasta ahora”.

En este mismo acto, se premió a tres institucio-nes para reconocer el importante trabajo que vienen desarrollando y la estrecha relación de colaboración que mantienen con Cruz Roja. Una de estas entidades galardonadas fue el Teléfono de la Esperanza de Asturias porque, a juicio de Cruz Roja, “su esfuerzo, compromiso y dedica-ción ha significado un beneficio para las personas vulnerables de nuestra sociedad”.

También fueron distinguidos el Servicio de Salva-mento Marítimo de la Guardia Civil de Asturias y la Coordinadora para el Estudio y Protección de las Especies Marinas.

Iñaki Irusta, vicepresidente nacional de Cruz Roja, entrega un diploma y la medalla de plata de Cruz Roja a Hilario de Paz, presidente del Teléfono de la Esperanza en Asturias.

Foto

: Pa

co P

ared

es

Foto

: Pa

co P

ared

es

Page 56: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

56

de Vecinos de Valladolid estableció los premios

Conde Ansúrez (llamados así en honor del

fundador de la ciudad) con el objetivo de

reconocer la labor de las personas o entidades

que a lo largo de su trayectoria han trabajado en

de la Esperanza.

Eloy González, presidente del Teléfono de la Esperanza de Valladolid, recoge el premio Conde Ansúrez de manos de Mariano Asensio, presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Valladolid.

El pasado 30 de noviembre, en el salón de actos

del Centro Cívico Zona Sur, tuvo lugar la entrega

del premio, una estatuilla de bronce del Conde

Ansúrez, que fue recogida, en nombre de todos los

voluntarios que forman el Teléfono de la Esperanza

de Valladolid, por su presidente, el psicólogo Eloy

González Arranz.

Page 57: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

��

publicidad

Page 58: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

�8

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I Directorio

CENTROS DEL TELÉFONO DE LA ESPERANZA EN ESPAÑA

ALBACETE C/ Federico García Lorca, 20-1º02006 ALBACETETel.: 967 52 34 34. Fax: 967 52 34 48E-mail: [email protected]

ALICANTEC/ Benito Pérez Galdós, 41-Entr. C03005 ALICANTETel.: 96 513 11 22. Fax: 96 512 43 49E-mail: [email protected]

ALMERÍAPlaza Administración vieja, 1-1º izda.04003 ALMERÍATel.: 950 26 99 99. Fax: 950 26 07 89E- mail: [email protected]

BADAJOZC/ Ramón Albarrán, 15-1º dcha.06002 BADAJOZTel.: 924 22 29 40. Fax: 924 25 65 08E-mail: [email protected]

CÁCERESAvda. de los Pilares, 1- bloque 8-3ºB10002 CÁCERESTel.: 927 62 70 00. E-mail: [email protected]

CASTELLÓNC/ Obispo Salinas, 5 bajo12003 CASTELLÓNTel.: 964 22 70 93. Fax: 964 22 02 58E-mail: [email protected]

GRANADAC/ Horno del Espadero, 2218005 GRANADATel.: 958 26 15 16. Fax: 958 26 15 06E-mail: [email protected]

HUELVAAvda. de Andalucía, 5 - 1º A21004 HuelvaTel.:959 28 15 15. Fax: 959 54 07 27E-mail: [email protected]

LAS PALMAS DE GRAN CANARIAC/ Mesa de León, 4 - 3º dcha.35001 LAS PALMAS DE G.C.Tel.: 928 33 40 50. Fax: 928 33 60 60E-mail: [email protected] LEÓNAvda. Padre Isla, 28 4ºIzda24002 LEÓNTel.: 987 87 60 06E-mail: [email protected]

LOGROÑOC/ Duquesa de la Victoria, 24 -1º dcha.26003 LOGROÑOTel.: 941 49 06 06E-mail: [email protected]

MADRIDC/ Francos Rodríguez, 51 - Chalet 4428039 MADRIDTel.: 91 459 00 50. Fax: 91 459 04 50E-mail: [email protected]

MÁLAGAC/ Lagunillas, 61 29012 MÁLAGATel.: 95 226 15 00. Fax: 95 265 26 51E-mail: [email protected]

MURCIAC/ Ricardo Zamora, 830003 MURCIATel.: 968 34 34 00. Fax: 968 34 35 66E-mail: [email protected]

OVIEDOAvda. de Bruselas, 4 bajo33011 OVIEDOTel.: 985 22 55 40. Fax: 985 27 65 00E-mail: [email protected]

PALMA DE MALLORCAC/ Miguel Marqués, 7 - 1º07005 PALMA DE MALLORCATel.: 971 46 11 12. Fax: 971 46 17 17E-mail: [email protected]

PAMPLONAC/ San Blas, 13 - bajo31014 PAMPLONATel.: 948 23 70 58. Fax: 948 38 20 34E-mail: [email protected]

SALAMANCAC/ Pollo Martín, 34 - 2º dcha.37005 SALAMANCATel.: 923 22 11 11. Fax: 923 22 62 35E-mail: [email protected]

SANTIAGO DE COMPOSTELAC/ Diego de Muros, 16 - 1º15701 SANTIAGO DE COMPOSTELATel.: 981 51 92 00E-mail: [email protected]

SEVILLAAvda. Cruz del Campo, 2441005 SEVILLATel.: 95 457 68 00. Fax: 95 458 23 75E-mail: [email protected]

TOLEDOC/ Cardenal Tavera, 20 - 1º dcha.45003 TOLEDOTel.: 925 23 95 25E-mail: [email protected]

VALENCIAC/ Espinosa, 9- 1º- 1ª46008 VALENCIATel.: 96 391 60 06. Fax: 96 392 45 47E-mail: [email protected]

VALLADOLIDC/ San Fernando, 7 - Local47010 VALLADOLIDTel.: 983 30 70 77E-mail: [email protected]

ZARAGOZAC/ Lagasca, 13 - 1º50006 ZARAGOZATel.: 976 23 28 28. Fax: 976 23 41 40E-mail: [email protected]

Centro

Próxima inauguración

En proyecto

Page 59: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir

��

COMPRAR POR COMPRAR nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I Directorio

BOGOTÁ (COLOMBIA)Cra 25 calle 48-114813 BOGOTÁTel.: (00 57 1) 323 24 25E-mail: [email protected]

BUENOS AIRES (ARGENTINA)Avenida Rivadavia, 2134BUENOS AIRES (capital federal)Tel.: (00 54 11) 495 444 55E-mail: [email protected]

CHILLÁN (CHILE)C/ 18 de septiembre, 456380-0650 CHILLÁNTel.: (00 56 42) 22 12 00/02/08E-mail: [email protected]

COCHABAMBA (BOLIVIA)C/ Junin # 668 Entre Reza y La PazTel.: (00 591 4) 452 18 52E-mail: [email protected]

LA PAZ (BOLIVIA)C/ Costa Rica # 1272 (Zona Miraflores)Entre Estados Unidos y Guerrilleros LanzaTel.: (00 591 2) 224 84 86E-mail: [email protected]

MEDELLÍN (COLOMBIA)Calle 57 45 - 129Tel.: (00 57 4) 284 66 00E-mail: [email protected]

QUITO (ECUADOR)C/ Capitán Edmundo ChiribogaN-47227Tel.: (00 593 2) 6000 477E-mail: [email protected]

SAN PEDRO SULA (HONDURAS)Colonia Alameda, 13 y 14 Avenidas, 5ª calle, N.E.Tel.: (00 504) 558 08 08E-mail: [email protected]

ZÚRICH (SUIZA)Postfach 21598027 ZURICHTel.: (00 41 43) 817 65 65. Fax: (00 41 43) 817 66 43E-mail: [email protected]

CENTROS EN PREPARACIÓN AMSTERDAM (HOLANDA), BARRANQUILLA (COLOMBIA), LIMA (PERÚ), LONDRES (REINO UNIDO), MÉXICO D.F. (MÉXICO), MIAMI (EE.UU.),OPORTO (PORTUGAL), TEGUCIGALPA (HONDURAS), VALENCIA (VENEZUELA).

CENTROS DEL TELÉFONO DE LA ESPERANZA EN EL MUNDO

Centro

Próxima inauguración

En proyecto

Page 60: nº 221 I ENERO - FEBRERO 2008 I avivir