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1 N-20141115 Blas de Lezo, el homenaje debido Por Pedro Moranés Eulate - ABC «Su gesta en Cartagena de Indias es de las más grandes y, en cambio, su nombre ha permanecido casi escondido por demasiados años. Hoy España comienza a reparar este error. Si la Armada lo hizo hace unos meses con la magnífica exposición del Museo Naval, el turno es ahora de los ciudadanos de a pie. Ha sido una cuestación popular la que ha permitido erigir un monumento al marino guipuzcoano en la plaza de Colón de Madrid» ESPAÑA es un país de vocación marinera, de horizontes de expansión, de descubrimiento y grandeza. Sus miles de kilómetros de costas han invitado siempre a los españoles a ir más allá del territorio que pisaban, a buscar la gloria y a acrecentar el honor de su patria desde la cubierta de un navío. Nuestro país ha sido más grande cuanto más se ha abierto a los mares, cuando desde el servicio a España hemos buscado trascender de los límites geográficos o políticos y, pese a las incertidumbres del futuro, hemos encarado este unidos y con determinación. Siglos de conquistas, descubrimientos, triunfos y derrotas, de ejemplaridad en los momentos difíciles, de grandeza y honor están repletos de marinos ilustres que con sus gestas otorgaron a España un sitio indiscutible en la Historia, Alvaro de Bazán, Juan de Austria, Juan José Navarro, Colón, Magallanes, Elcano, Jorge Juan, Malaspina, Churruca, Gravina. Escaño, y un larguísimo etcétera. Pero nuestra historia, o más bien el uso que hacemos de ella, ha sido injusto con muchos de ellos. Olvidados, condenados casi al anonimato o como meras placas en el callejero de las ciudades, sus hazañas no han sido enseñadas en las escuelas ni sus vidas plasmadas en el cine ni en la televisión. En esa lista de agravios históricos destaca un nombre sobre todos ellos: el de Blas de Lezo y Olavarrieta, el “mediohombre”. Sin él, seguramente América no sería como es hoy, sin él, España no se entendería igual. El teniente general de la Armada invicto, infligió la mayor derrota que la Marina británica recuerda. El logró la mayor victoria contra la segunda mayor agrupación naval de la Historia tras la que congregó a los aliados frente a las costas de Normandía en la Segunda Guerra Mundial. Su gesta en Cartagena de Indias es de las más grandes y en cambio, su nombre ha permanecido casi escondido por demasiados años. Los españoles, más amantes Blas de Lezo, Museo Naval de Madrid

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Blas de Lezo, el homenaje debido

Por Pedro Moranés Eulate - ABC

«Su gesta en Cartagena de Indias es de las más grandes y, en cambio, su nombre ha permanecido casi escondido por demasiados años. Hoy

España comienza a reparar este error. Si la Armada lo hizo hace unos meses con la magnífica exposición del Museo Naval, el turno es ahora de

los ciudadanos de a pie. Ha sido una cuestación popular la que ha permitido erigir un monumento al marino guipuzcoano en la plaza de Colón de Madrid»

ESPAÑA es un país de vocación marinera, de horizontes de expansión, de descubrimiento y grandeza. Sus miles de kilómetros de costas han invitado siempre a los españoles a ir más allá del territorio que pisaban, a buscar la gloria y a acrecentar el honor de su patria desde la cubierta de un navío. Nuestro país ha sido más grande cuanto más se ha abierto a los mares, cuando desde el servicio a España hemos buscado trascender de los límites geográficos o políticos y, pese a las incertidumbres del futuro, hemos encarado este unidos y con determinación.

Siglos de conquistas, descubrimientos, triunfos y derrotas, de ejemplaridad en los momentos difíciles, de grandeza y honor están repletos de marinos ilustres que con sus gestas otorgaron a España un sitio indiscutible en la Historia, Alvaro de Bazán, Juan de Austria, Juan José Navarro, Colón, Magallanes, Elcano, Jorge Juan, Malaspina, Churruca, Gravina. Escaño, y un larguísimo etcétera. Pero nuestra historia, o más bien el uso que hacemos de ella, ha sido injusto con muchos de ellos. Olvidados, condenados casi al anonimato o como meras placas en el callejero de las ciudades, sus hazañas no han sido enseñadas en las escuelas ni sus vidas plasmadas en el cine ni en la televisión. En esa lista de agravios históricos destaca un nombre sobre todos ellos: el de Blas de

Lezo y Olavarrieta, el “mediohombre”. Sin él, seguramente América no sería como es hoy, sin él, España no se entendería igual. El teniente general de la Armada invicto, infligió la mayor derrota que la Marina británica recuerda. El logró la mayor victoria contra la segunda mayor agrupación naval de la Historia tras la que congregó a los aliados frente a las costas de Normandía en la Segunda Guerra Mundial.

Su gesta en Cartagena de Indias es de las más grandes y en cambio, su nombre ha permanecido casi escondido por demasiados años. Los españoles, más amantes

Blas de Lezo, Museo Naval de Madrid

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de asumir el dolor de las derrotas que la gloria de nuestras victorias, nos hemos empecinado en recordar más a la Armada Invencible o la batalla de Trafalgar que las grandes victorias que nuestros militares nos han proporcionado. Hoy España

comienza a reparar este error. Si la Armada lo hizo hace unos meses con la magnífica exposición del Museo Naval, el turno es ahora de los ciudadanos de a pie. Ha sido una cuestación popular la que ha permitido erigir un monumento al marino guipuzcoano en la plaza de Colón de Madrid. Con el respaldo institucional del Ayuntamiento, la Armada y por supuesto el Ministerio que dirijo. Blas de Lezo ocupará un puesto en la céntrica plaza madrileña. Estas iniciativas son el primer paso para que los españoles comiencen a tener en su memoria a un héroe de difícil parangón. para que sus gestas, desde Orán a Cartagena de Indias no sean patrimonio exclusivo de unos pocos sino de todos los ciudadanos, para que su ejemplo de entrega, excelencia, patriotismo, honor, valentía y humildad estén en el haber de todos y cada uno de nosotros y no en el debe de nuestra nación.

Esos ciudadanos que tomaron la iniciativa a través de la asociación “Monumento a Blas de Lezo”, han inscrito en el basamento de la estatua una leyenda que resume como pocas la trayectoria de este marino: «A un gran español, abnegado servidor de la Patria. Invicto Teniente General de nuestra Armada, defensor de la grandeza de España. Al gran marino universal de nuestras tierras vascas, al gran hombre íntegro, ambicioso en la excelencia, desprendido de sus glorias, indoblegable en el sacrificio, ejemplo de la victoria de nuestras virtudes en la más tenebrosa adversidad. Héroe de la España de ayer, de hoy y de mañana. La Patria erigió este monumento para que el recuerdo de su entrega sirva de ejemplo a las generaciones venideras».

Este texto merece leerse varias veces y obliga a una reflexión. Cada línea es no solo un reconocimiento a la figura de Blas de Lezo, sino un recordatorio de todo aquello que tantas veces ha hecho a España ser grande. La abnegación en el servicio, la ambición en la excelencia, la victoria dé nuestras virtudes sobre las dificultades que se nos presentan. Ese hombre debe ser necesariamente una fuente de inspiración ante cualquier reto que afrontamos ahora o que afrontaremos en el futuro.

En Cartagena de Indias, aquel año de 1741, muchos hubieran flaqueado ante lo que se les avecinaba. Ante él se presentaba el almirant Vernon con más de 180 navíos armados con 2.620 cañones navales y 23.600 hombres. El “mediohombre”, cojo, manco y tuerto, contaba con 6 navíos y 2.830 hombres, armados con 990 bocas de fuego. Tamaña desigualdad hubiera desalentado a cualquiera. Blas de Lezo se dirigió a sus hombres y entre otras cosas les dijo:

Estatua a Blas de Lezo // Plaza de Colón (Madrid)

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«Las llaves del Imperio ha sido confiadas a nosotros por el Rey, habremos de devolverlas sin que las puerta de esta noble ciudad hayan sido violada por el malvado hereje. El destino del Imperio está en vuestras manos. Yo, por mi parte, me dispongo a entregarlo todo por la Patria cuyo destino está en juego; entregaré mi vida, si es necesario, pan asegurarme de que los enemigos de España no habrán de

hollar su suelo. ¡Morid, entonces, para vivir con honra! ¡ Vivid, entonces, para morir honrados ! ».

Blas de Lezo mantuvo a salvo la llave del Imperio. Mantuvo intacta la grandeza de España en un momento crítico y evitó un cambio drástico en la historia de América y de nuestro propio país. De justicia es recordarle más allá de los homenajes que su Armada le rinde, con el nombre de una de sus fragatas más modernas, con

exposiciones y memoriales. Blas de Lezo es patrimonio de todos los españoles porque sin él, esos españoles habrían tenido una historia muy distinta. Ojalá, como reza el texto en la base de su estatua, “el recuerdo de su entrega sirva de ejemplo a las generaciones venideras”.

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Blas de Lezo, no sólo un héroe de bronce Por Mariela Beltrán y Carolina Aguado (1)

«Blas de Lezo fue silenciado y olvidado desde el mismo momento en que se convierte en tin héroe, cuando arriesga su vida en aras del bien común. Es un olvido injusto y mezquino y por eso se está luchando por recuperar su memoria»

Con demasiada frecuencia, personajes clave para conocer e interpretar la evolución de un país permanecen en el olvido, sepultados en la memoria colectiva. Pocos ejemplos son tan notorios y lacerantes como el de Blas de Lezo y Olavarrieta (1689 - 1741). Blas de Lezo es un personaje fascinante, que desarrolló una brillante carrera militar a lo largo de 40 años de servicio. Su biografía es la historia de España y de los Virreinatos americanos durante la primera mitad del siglo XVIII. su victoria más importante, la batalla de Cartagena de Indias (1741), fue la mayor derrota naval de Inglaterra y hoy es un .hecho desconocido por los españoles y deliberadamente suprimido de la historia inglesa.

Cartagena de Indias - Nueva Granada (Colombia)

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Audaz y valiente, fue ante todo un hombre de armas, y como tal recibió numerosas heridas, algunas muy graves, que le dejaron discapacitado. Lejos de ser un obstáculo, sus limitaciones actuaron como revulsivo para sacar el máximo rendimiento de sus cualidades y ganar en eficacia. Resiliente es el adjetivo que mejor lo define, por su capacidad para superar la adversidad y adaptarse alas tragedias.

Parte de sus logros militares se apoyan no sólo en su facultad como estratega, sino también en su capacidad para gestionar los recursos económicos y materiales a su alcance. Emprendedor e inteligente inversor, aplicó su habilidad en la gestión de su economía y en la administración de las propiedades familiares. Estos ingresos extraordinarios completaban el sueldo de un oficial de la Armada de la época, que cobraba tarde y mal, y permitieron que sus hijos no quedaran desamparados tras su muerte.

Magnifico profesional, antepuso su servicio al Estado y a su Rey por encima de sus intereses personales. A su prestigio como militar se unen su valor, fortaleza y espíritu de entrega, que lo convierten en un héroe.. Pero Blas de Lezo no es un héroe de bronce sino de carne. Es un personaje real, con virtudes y defectos. No necesitamos adornar su vida con hechos tergiversados porque Blas está dotado de destacadas cualidades, capaces de eclipsar sus defectos, cualidades de las que podemos aprender y escribir su verdadera historia, para descubrir una persona con grandes valores que sirven de ejemplo a una sociedad tan necesitada de referentes como la actual.

Un héroe no es un individuo aislado, sino el resultado de su entorno y de su sociedad. Desde aquí reivindicamos a un Blas de Lezo compañero, padre, esposo y amigo. Un hombre con una personalidad arrolladora, de genio fuerte, tenaz, perseverante e impulsivo, de viva inteligencia y sólidas creencias, que amó a sus seres queridos y buscó su bienestar, aunque la convivencia familiar fue siempre intermitente, interrumpida por las campañas militares. Vivió momentos felices, pero también sufrió los golpes de la vida, como la muerte de su tercer hijo.

Se sintió humillado por las decisiones de sus superiores o frustrado al no alcanzar sus objetivos, ya veces se sintió solo, muy solo, como en su último destino. En Cartagena de Indias vive más de cuatro años, separado de su familia A pesar de que ejerce con coherencia y responsabilidad las obligaciones de su cargó, siente que su lugar está junto a su mujer y sus seis hijos y eso le provoca un ardiente deseo de volver a España. Y, sin embargo, vence sus sentimientos y saca fuerza y carácter para enfrentarse a una situación límite, desatada por la guerra contra Inglaterra. Asume, entonces, la inminencia del conflicto y queda atrapado con pocas posibilidades de retorno. Sabe que debe preparar la defensa de una plaza con escasos medios materiales y humanos, y cuando cae enfermo es consciente de que nunca volverá a su Patria.

Los vínculos afectivos no solo le unen a su familia, sino también a sus subordinados y compañeros, a quienes siempre demostró un apoyo incondicional y

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defendió cuando la ocasión lo requirió, ganándose su respeto y admiración. Lezo trató con más dureza a sus superiores, a quienes demandaba la misma lealtad que él ofrecía, que a sus enemigos extranjeros de los que esperaba ninguna concesión.

Leal con sus amigos y duro e implacable con sus adversarios, era también orgulloso, y le costaba admitir la intromisión de aquellos que ejercían el poder político en su ámbito de competencia. Luchó contra el poder establecído y denunció los abusos y el nepotismo de los virreyes. Sus superiores, al sentirse cuestionados, en unos casos le sancionan y en otros le acusan de tener un comportamiento apartado de lo exigible a un buen marino. Su creciente indignación le llevó a realizar constantes reclamaciones y denunciar las injusticias.

Blas de Lezo fue silenciado y olvidado desde el mismo momento en que se convierte en un héroe, cuando arriesga su vida en aras del bien común. Es un olvido injusto y mezquino y por eso se está luchando por recuperar su memoria y reivindicar su verdadera historia, pero no porque sea un héroe sino por el reconocimiento a un buen servidor público, leal, honesto, eficaz y eficiente que cumplió con su deber hasta las ultimas consecuencias, siempre guiado por unos sólidos principios. (1)

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Llamada:

(1) Mariela Beltrán y Carolina Aguado son Comisarias de la Exposición Blas de Lezo,

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La historia concreta de Blas de Lezo Blas de Lezo y Olavarrieta nació en Pasajes (Guipúzcoa), el 3 de febrero de 1689 y falleció en Cartagena de Indias, Nueva Granada (hoy Colombia), el 7 de septiembre de 1741 (52 años), primer marqués de Ovieco (a título póstumo), almirante español conocido como “Patapalo”, o más tarde como “Mediohombre”, por las muchas heridas sufridas a lo largo de su vida militar, es considerado uno de los mejores estrategas de la historia de la Armada Española. Biografía

Blas de Lezo y Olavarrieta, pertenecía a una familia con ilustres marinos entre sus antepasados, en un pueblo dedicado, prácticamente en exclusiva, a la mar. Se educó en un colegio de Francia y salió de él en 1701. En aquel entonces la armada francesa era aliada de España en la Guerra de Sucesión, que acaba de empezar al morir Carlos II sin descendencia. Dado que Luis XIV deseaba el mayor intercambio posible de oficiales entre los ejércitos y escuadras de España y Francia, Lezo se embarca, a sus

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12 años, en la escuadra francesa, enrolándose como guardiamarina al servicio del conde de Toulouse, Luis Alejandro de Borbón, hijo de Luis XIV. Guerra de Sucesión

La guerra enfrenta a Felipe de Anjou, apoyado por Francia y nombrado heredero por el rey español, con el archiduque Carlos de Austria, apoyado por Inglaterra, ya que esta última temía el poderío que alcanzarían los Borbones en el continente. La escuadra francesa había salido de Tolón y en Málaga se habían unido algunas galeras españolas mandadas por el conde de Fuencalada. Frente a Velez-Málaga se produjo el 24 de agosto de 1704 la batalla naval más importante del conflicto. En dicho combate se enfrentaron 96 naves de guerra franco-españolas (51 navíos de línea, 6 fragatas, 8 brulotes y 12 galeras, sumando un total de 3.577 cañones y 24.277 hombres y, la flota anglo-holandesa, mandada por el almirante Rooke y compuesta por 53 navíos de línea, 6 fragatas, pataches y brulotes con un total de 3.614 cañones y 22.543 hombres, dando como resultado al final de la contienda 1.500 y 2.700 bajas, respectivamente. Blas de Lezo participó en aquella batalla batiéndose de manera ejemplar, hasta que una bala de cañón le destrozó la pierna izquierda, teniéndosela que amputar, sin anestesia, por debajo de la rodilla. Cuentan las crónicas que el muchacho no profirió un lamento durante la operación. Debido al valor demostrado tanto en aquel trance como en el propio combate, es ascendido en 1704 a Alférez de Bajel de Alto Bordo por Luis XIV. Se le ofrece ser asistente de cámara de la Corte de Felipe V. // Rechazó este cargo y siguió su servicio a bordo de diferentes buques, tomando parte en las operaciones que tuvieron lugar para socorrer las plazas de Peñíscola y Palermo; en el ataque al navío inglés Resolution de 70 cañones, que terminó con la quema de éste, así como en el apresamiento de dos navíos enemigos que fueron conducidos a Pasajes y Bayona. Evidentemente necesitó una larga recuperación y rechazó estar en la Corte, pues ambicionaba conocer las artes marineras y convertirse en un gran comandante. En 1705 vuelve a bordo y aprovisiona la asediada Peñíscola. Continúa patrullando el Mediterráneo, apresando numerosos barcos ingleses y realizando valientes maniobras con un arrojo inusitado. Tanto es así que se le premia permitiendo que lleve sus presas a Pasajes, su pueblo natal. Pero enseguida es requerido por sus superiores y en 1706 se le ordena abastecer a los sitiados de Barcelona al mando de una pequeña flotilla. Sirviéndose de su aguda inteligencia, realiza brillantemente su cometido, escapa una y otra vez del cerco que establecen los ingleses para evitar el aprovisionamiento. Para ello deja flotando y ardiendo paja húmeda con el fin de crear un densa nube de humo que ocultase los navíos españoles, pero además carga «sus cañones con unos casquetes de armazón delgada con material incendiario dentro, que, al ser disparados, prenden fuego a los buques británicos». Los británicos se ven impotentes ante tal despliegue de ingenio. Posteriormente se le destaca a la fortaleza de Santa Catalina de Tolón, donde toma

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contacto con la defensa desde tierra firme en combate contra las tropas del príncipe Eugenio de Saboya. En esta acción y tras el impacto de un cañonazo en la fortificación, una esquirla se le aloja en el ojo izquierdo, que explota en el acto, perdiendo así para siempre la vista del mismo. Tras una breve convalecencia es destinado al puerto de Rochefort, donde lo

ascienden a Teniente de Guardacostas en 1707. Allí realizará otra gran gesta rindiendo en 1710 una decena de barcos enemigos, el menor de 20 piezas. Por estas fechas tiene lugar el referido combate con el Stanhope (70 piezas) mandado por John Combs, que lo triplicaba en fuerzas. Se mantuvo un cañoneo mutuo hasta que las maniobras de Lezo dejaron al barco enemigo a distancia de abordaje,

momento en el que ordenó lanzaran los garfios para llevarlo a cabo: «Cuando los ingleses vieron aquello, entraron en pánico» (Victoria, 2005, p. 122). El abordaje de los españoles era una temible maniobra ofensiva, que los ingleses temían particularmente: los navíos españoles cañoneaban de cerca, tras lo cual lanzaban garfios y abordaban el navío contrario, buscando el cuerpo a cuerpo, hasta la rendición del enemigo. De este modo, con tripulaciones muy inferiores en número, los navíos españoles lograban apresar otros con mucha mayor dotación y porte. Blas de Lezo se cubrió de gloria en tan fenomenal enfrentamiento, en el que incluso es herido, siendo ascendido a Capitán de Fragata. En 1712 pasa a servir bajo las órdenes de Andrés de Pes. Este afamado almirante quedó maravillado ante la valía de Lezo y emitió varios escritos que le valieron su ascenso a Capitán de Navío un año más tarde. Posteriormente participó en el asedio de Barcelona al mando del Campanella (70 cañones), tiempo durante el cual asedió la ciudad bombardeándola sistemáticamente, en el que el 11 de septiembre de 1714, al acercarse con demasiado ímpetu a sus defensas, recibe un balazo de mosquete en el antebrazo derecho, quedando la extremidad sin apenas movilidad hasta el fin de sus días. De esta manera con sólo 25 años tenemos al joven Blas de Lezo tuerto, manco y cojo. En esa época, y al mando de una fragata, apresó once navíos británicos, entre ellos el emblemático Stanhope, navío de gran poder ofensivo. En 1715, al mando de Nuestra Señora de Begoña (54 cañones), y ya repuesto de sus heridas, se dirige con una gran flota a reconquistar Mallorca, que se rinde sin un solo disparo.

Fragata de Blas de Lezo remolcando el buque británico Stanhope.

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El Caribe Terminada la Guerra de Sucesión, se le confió el buque insignia Lanfranco. Un año después parte hacia La Habana escoltando a una flota de galeones en el Lanfranco (60 cañones), barco que debido a su calamitoso estado, se hundió poco después en Buenos Aires tras capturar dos fragatas francesas. Allí se queda hasta 1720, cuando se le asigna un nuevo navío bautizado también como Lanfranco (62 cañones), conocido asimismo como León Franco y Nuestra Señora del Pilar, y es integrado dentro de una escuadra hispano-francesa al mando de Bartolomé de Urdizu con el cometido de limpiar de corsarios y piratas los llamados Mares del Sur, o lo que es lo mismo, las costas del Perú. La escuadra estaba compuesta por parte española de cuatro buques de guerra y una fragata, y por parte francesa por dos navíos de línea. Sus primeras operaciones fueron contra los dos barcos, el Success (70 cañones) y el SpeedWell (70 cañones) del corsario inglés John Clipperton, que logró evitarle. Mediterráneo : Expedición española a Orán

En 1730 regresó a España y fue ascendido a jefe de la escuadra naval del Mediterráneo. Habiendo surgido diferencias con la república de Génova, España estaba resentida por la conducta observada por aquel Estado, y no de acuerdo con sus procedimientos, el general Lezo, por orden superior, se personó en aquel puerto con seis navíos y exigió, como satisfacción, el pago de los dos millones de pesos pertenecientes a España que se hallaban retenidos en el Banco de San Jorge, además de un homenaje a la bandera real de España. Mostrando el reloj a los comisionados de la ciudad, que buscaban el modo de eludir la cuestión del pago, fijó un plazo, transcurrido el cual la escuadra rompería el fuego contra la ciudad. Los dos millones de pesos recibidos fueron enviados, por orden del rey, medio millón para el infante don Carlos y el resto fue remitido a Alicante para sufragar los gastos de la expedición que se alistaba para la conquista de Orán. En reconocimiento de sus servicios al Rey, éste le concede en 1731 como estandarte para su capitana la bandera morada con el escudo de armas de Felipe V, la Orden del Espíritu Santo y la Orden del Toisón de Oro alrededor y cuatro anclas en sus extremos. En 1732, a bordo del Santiago participó en la expedición a Orán con más de 300 buques y cerca de 30.000 hombres de infantería, caballería y artillería, y rindió la ciudad, si bien cuando se marchó, Bay Hassan logró reunir tropas y sitiarla. Lezo retornó en su socorro con seis navíos y 5.000 hombres, logrando ahuyentar al pirata argelino tras reñida lucha. No contento con esto, persiguió su nave capitana de 60 cañones, que se refugió en la bahía de Mostagán (hoy Mostaganem), baluarte defendido por dos castillos fortificados y 4.000 hombres. Ello no arredró a Lezo, que entró tras la nave argelina despreciando el fuego de los fuertes, incendiándola y causando además grave ruina a los castillos. Patrulló después durante meses por

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aquellos mares, impidiendo que los argelinos recibieran refuerzos de Estambul, hasta que una epidemia lo forzó a regresar a la ciudad de Cádiz. Sitio de Cartagena de Indias (1741)

De vuelta a América: Cartagena de Indias El rey lo ascendió en 1734 a teniente general de la Armada. Regresó a América con los navíos Fuerte y Conquistador en 1737 como comandante general de Cartagena de Indias, plaza que tuvo que defender de un sitio (1741) al que la había sometido el ataque del almirante inglés Edward Vernon. La excusa de los ingleses para iniciar un conflicto con España fue el apresamiento de un barco corsario comandado por Robert Jenkins cerca de la costa de Florida. El capitán de navío Juan León Fandiño apresó el barco corsario y cortó la oreja de su capitán al tiempo que le decía (según el testimonio del inglés): «Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve.» A la sazón, el tráfico de ultramar español se veía constantemente entorpecido e interrumpido por los piratas ingleses. En su comparecencia ante la Cámara de los Lores, Jenkins denunció el caso con la oreja en la mano, de ahí que los ingleses conozcan el conflicto como «Guerra de la oreja de Jenkins». Vernon estaba envalentonado tras el saqueo de la mal guarnecida plaza de Portobelo (Panamá), y el inglés desafió a Lezo, a lo que el marino español contestó: «Si hubiera estado yo en Portobelo, no hubiera su Merced insultado impunemente las plazas del Rey mi Señor, porque el ánimo que faltó a los de Portobelo me hubiera sobrado para contener su cobardía.» La flota inglesa, la agrupación de buques de guerra más grande que hasta entonces había surcado los mares (2.000 cañones dispuestos en 186 barcos, entre navíos de guerra, fragatas, brulotes y buques de transporte, y 23.600 combatientes entre marinos, soldados y esclavos negros macheteros de Jamaica, más 4.000 reclutas de Virginia bajo las órdenes de Lawrence Washington, medio hermano del futuro libertador George Washington), superaba en más de 60 navíos a la Gran Armada de Felipe II. Para hacerse idea del mérito estratégico de la victoria, baste decir que las defensas de Cartagena no pasaban de 3.000 hombres entre tropa regular, milicianos, 600 indios flecheros traídos del interior, más la marinería y tropa de desembarco de los seis únicos navíos de guerra de los que disponía la ciudad: Galicia, que era la nave Capitana, San Felipe, San Carlos, África, Dragón y Conquistador. Blas de Lezo, sin embargo, contaba con la experiencia de 22 batallas. El sitio de Cartagena de Indias fue una gran victoria con una enorme desproporción entre los dos bandos. Tan colosal fue la derrota de los ingleses, que aseguró el dominio español de los mares durante más de medio siglo hasta que lo perdió en Trafalgar, cosa que la historia inglesa no reconoce. Humillados por la derrota, los ingleses ocultaron monedas y medallas grabadas con anterioridad para celebrar la victoria que nunca llegó. Tan convencidos estaban de la derrota de Cartagena que pusieron medallas en

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circulación que decían en su anverso: «Los héroes británicos tomaron Cartagena el 1 de abril de 1741» y «El orgullo español humillado por Vernon». Blas de Lezo falleció en Cartagena de Indias de "unas calenturas, que en breves días se le declaró tabardillo". Matrimonio y descendencia El 5 de mayo de 1725 contrajo matrimonio en Lima con la dama criolla Josefa Pacheco Bustios, natural de Locumba (actual Tacna), e hija de los también criollos José Carlos Pacheco y Benavides, y María Nicolasa de Bustios y Palacios. De esta unión tuvo la siguiente descendencia Blas Fernando de Lezo y Pacheco, primer Marqués de Ovieco. Con sucesión. Tomás de Lezo y Pacheco, gobernador de Santa Cruz de la Sierra. Ignacia Antonia de Lezo, casada con el primer marqués de Tabalosos. Con sucesión. El Puerto de Santa María y Blas de Lezo La estancia de los Lezo en El Puerto de Santa María tuvo varias fechas. El almirante ya había estado en 1719-20 y en 1730 en Cádiz. De allí partió, ya viviendo en El Puerto de Santa María, el 3 de febrero de 1737 hacia Cartagena dirigiendo la que sería la última carrera de Indias y donde encontraría, como ya se ha reflejado, su fatal destino. Tras las investigaciones realizadas en los padrones de la época de la Iglesia Mayor Prioral portuense, se ha constatado que Blas de Lezo, su mujer, sus hijos y un criado afroamericano llamado Antonio Lezo, vivieron desde 1736 en una casa de la calle Larga, para ser más exactos en Larga, 70, hoy reconvertida en apartamentos de alquiler. Tras su muerte, su viuda -conocida en la localidad como 'La Gobernaora'- y sus hijos permanecieron en ella hasta la muerte de ésta el 31 de marzo de 1743. La Excelentísima Señora Doña Josefa Pacheco fue enterrada en el Convento de Santo Domingo, sito en la calle del mismo nombre. A partir de esta fecha, los descendientes de Blas de Lezo desaparecen de los padrones portuenses. Durante su residencia en la ciudad, el Cabildo Municipal, siendo conocedor del prestigio del almirante, hizo a su familia diferentes concesiones, entre las que destacó una toma de agua para la casa. Hasta hace pocos años, la ciudadanía portuense siguió llamando a la mansión casa de «La Gobernaora». Su memoria en la actualidad La Real Armada Española honra la memoria de Blas de Lezo con el mayor honor que puede rendirse a un marino español: tiene por costumbre inveterada que uno de sus buques lleve su nombre. El último así bautizado es una fragata de la clase Álvaro de Bazán: la Blas de Lezo (F-103). Anteriormente portaron dicho nombre un

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cañonero de la clase Elcano, llamado General Lezo, que en 1898 se encontraba en Filipinas, aunque no llegó a participar en los combates al tener las calderas desmontadas, el crucero Blas de Lezo, que se perdió en 1932 al tocar un bajío frente a las costas de Finisterre y un destructor procedente de la ayuda estadounidense el Blas de Lezo (D-65). La Armada Colombiana también tuvo un buque con el nombre del almirante, el ARC Blas de Lezo (BT-62), un petrolero de clase Mettawee, adquirido a la Armada de los Estados Unidos el 26 de noviembre de 1947 y dado de baja en enero de 1965. Fragata Blas de Lezo (F-103) en Tallín

El 12 de marzo de 2014 se inauguró en el Paseo de Canalejas de la ciudad de Cádiz el primer monumento dedicado a Blas de Lezo en España. Al acto acudieron el embajador de Colombia en España y un almirante de la Armada Española. En la fachada de la Diputación Foral de Gipuzkoa, situada en San Sebastian, se encuentra desde 1885 un busto de Blas de Lezo, oriundo de Pasajes.

La fragata Blas de Lezo (F-103) de la Armada Española

El 15 de noviembre de 2014 el rey Juan Carlos inauguró en los Jardines del Descubrimiento de la Plaza de Colón de Madrid una escultura en bronce de 3,5 metros -7 metros en total contando con el monolito-pedestal- con la efigie del almirante, muy próxima a la de otros dos marinos ilustres de la Armada Española como fueron Cristóbal Colón y Jorge Juan y Santacilia. (Pág.2). El monumento fue sufragado íntegramente por suscripción popular con las aportaciones que un millar de ciudadanos de todos los rincones de España hicieron a la Asociación Monumento a Blas de Lezo. // Cuatro días después el Ayuntamiento de Barcelona aprobó una moción con los votos de CiU, ICV, ERC y DCst, y con la abstención del PSC, en la que se pedía al Ayuntamiento de Madrid que retirara la estatua por haber participado

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Blas de Lezo en el bombardeo de Barcelona durante la Guerra de Sucesión Española. La petición fue rechazada en rueda de prensa por el ayuntamiento de la capital. Existe una placa en su honor en el Panteón de Marinos Ilustres en San Fernando (Cádiz), donde reposan otros héroes de la Armada Española. También existe una maqueta de la Batalla de Cartagena de Indias en la Academia de Ingenieros de Hoyo de Manzanares (Madrid). Análogamente, en el Museo Naval de Cartagena de Indias se exhibe un conjunto de maquetas con detalle de las fortificaciones de aquella bahía y que describen el sitio de la ciudad por el almirante Vernon, la defensa organizada por Don Blas de Lezo, y su victoria sobre el inglés. Existen calles con su nombre en las ciudades de Valencia, Málaga, Alicante, Las Palmas de Gran Canaria, San Sebastián, Cádiz, Huelva, Fuengirola, Rentería, Irún, Pasajes —su localidad natal—, y finalmente, tras una recogida de firmas, el 28 de abril de 2010 se aprobó dedicarle una avenida en la capital de España, Madrid. // Sin embargo, aunque las proezas de Blas de Lezo están a la altura de los más grandes marinos de la historia, es un personaje histórico no suficientemente reconocido, ni su biografía merecidamente divulgada. Por esa razón, la empresa española DL-Multimedia está preparando un documental sobre su vida para los canales Historia y Odisea. Blas de Lezo es, al contrario, un reconocido héroe en Cartagena de Indias, que le rinde homenaje de varias maneras: barrios, avenidas y plazas le conmemoran en sus nombres; y su estatua frente al Castillo San Felipe de Barajas mantiene vivo entre los cartageneros el recuerdo del defensor de su ciudad. El 5 de noviembre de 2009, en Cartagena de Indias, se dio cumplimiento a un deseo de Blas de Lezo, que en su testamento pedía que un grupo de españoles pusiese una placa que conmemorase aquella victoria. En la inscripción se puede leer: «Homenaje al Almirante D. Blas de Lezo y Olavarrieta. Esta placa se colocó para homenajear al invicto almirante que con su ingenio, valor y tenacidad dirigió la defensa de Cartegena de Indias. Derrotó aquí, frente a estas mismas murallas, a una armada británica de 186 barcos y 23.600 hombres, más 4.000 reclutas de Virginia. Armada aún más grande que la Invencible Española que los británicos habían enviado al mando del Almirante Vernon para conquistar la ciudad llave y así imponer el idioma inglés en toda la América entonces española. Cumplimos hoy juntos, españoles y colombianos, con la última voluntad del Almirante, que quiso que se colocara una placa en las murallas de Cartagena de Indias que dijera: AQUÍ

ESPAÑA DERROTÓ A INGLATERRA Y SUS COLONIAS. Cartagena de Indias, marzo de 1741. ------------------------------------ooo0ooo--------------------------------…

Trazas de la Historia de España // Oviedo,13 de Junio de 2015 Víctor Manuel Cortijo Rubín de Celis

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ANEXO:

Blas de Lezo evitó que América del Sur cayera en manos de Inglaterra (1741)

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