MURALISMO 6

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UNIVERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANA UNIDAD AZCAPTZALCO CULTURA Y DISEÑO II DBT-54 MURALISMO 10-MARZO-2011 FLEMATE ROJAS ADRIAN

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UNIVERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANA

UNIDAD AZCAPTZALCO

CULTURA Y DISEÑO II

DBT-54

MURALISMO

10-MARZO-2011

FLEMATE ROJAS ADRIAN

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MURALISMO

En México, el ansia de pintar murales estaba en ebullición hacia la década de

1920 y sus prioridades obedecían al orden práctico de obtener muros y plasmar en

ellos un nuevo capítulo del arte en el país. Esos esfuerzos abrieron la puerta a

muchas generaciones de muralistas que buscaron una verdadera “integración

plástica” con la arquitectura y cumplieron el objetivo de pintar, en edificios

públicos, “el espíritu nacional”.

Un mural es una imagen que usa como soporte un muro o pared. Ha sido uno de los soportes más usuales de la historia del arte.

El muralismo es un movimiento artístico mexicano de principios del siglo XX que se distingue por tener un fin educativo. Este fin educativo se consideró esencial para poder lograr unificar a México después de la revolución. Gran parte de estos artistas, debido al contexto que se vivía en la post-revolución, tuvo una gran influencia de las ideas marxistas por eso a través de los murales se proyectó la situación social y política del México post-revolucionario.

Fue pensado con fines educativos y era empleado en lugares públicos a los que todo tipo de gente sin importar raza y clase social pudiera acceder. Algunos de los temas eran la conquista, la Revolución Mexicana, la industrialización, los personajes principales de la cultura popular, las tradiciones populares, los caudillos mexicanos, la sociedad civil, los militares, el socialismo, el capitalismo, etc. Estos temas cambian de acuerdo al contexto en que vivían los muralistas.

Se puede decir que los muralistas vivieron tres etapas primordiales: los 20's, los 30's, y la etapa desde los 40's hasta 1955. En cada etapa, tanto los temas como las técnicas van a variar y en este modo el muralismo trataría de encontrar una definición mas clara como movimiento. Los muralistas mexicanos trabajaron sobre una superficie de hormigón (concreto) o sobre la fachada de un edificio, pero también, les importó muchísimo la textura y los ángulos en los cuales pondrían a sus murales. En lo que sí eran consistentes, era en los temas que relataban o retrataban: la actualidad social y política del país, los cuales no se desconectaban del viejo legado colonial.

Los murales de Diego Rivera hablaban en especial de la revolución, aunque en un principio su meta fue representar a los miembros mayoritarios de México, constituido principalmente de campesinos, indígenas y mestizos. Hay murales en la mayoría de los edificios públicos de la Ciudad de México y de otras ciudades, siendo una de éstas Guanajuato, localizada en un Estado muy importante para el país por ser cuna del movimiento de Independencia.

Aunque es considerado un movimiento artístico, el Muralismo también se puede considerar un movimiento social e incluso político.

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Al concluir la fase armada de la Revolución, surgió la inminente necesidad de generar una imagen en torno a la cual pudiera cohesionarse la heterogénea sociedad mexicana.

Retomando la vieja confianza liberal en la educación como motor del progreso, el entonces secretario de Educación, José Vasconcelos, echó a andar un ambicioso proyecto educativo, en el cual el arte desempeñó un papel relevante. Fue así como Vasconcelos ofreció los primeros muros a los pintores mexicanos.

La Escuela Nacional Preparatoria no fue el primer edificio en llenarse de color, pero sí fue el más importante al constituirse en el laboratorio del movimiento. Ahí los artistas experimentaron con técnicas, forma, color, espacio y con nuevas temáticas.

Las definiciones que empezaban a perfilarse en los muros tomaron otras formas de expresión, cuando los muralistas decidieron agruparse gremialmente. A ello siguió la publicación del Manifiesto del Sindicato de Obreros Técnicos, Pintores y Escultores, documento que contiene las propuestas programáticas del movimiento, entre las que destacan la exaltación del arte público y el rescate de la tradición indígena y popular.

El primer encargo lo recibió Diego Rivera, a quien asignaron los muros del Anfiteatro Bolívar. Con el tema de La creación, realizó una obra a la encáustica, en la que la influencia europea apenas deja ver los tímidos intentos de encontrar formas expresivas enraizadas en nuestra realidad.

Fermín Revueltas y Fernando Leal optaron por representar fiestas populares en Alegoría de la Virgen de Guadalupe y la Fiesta del Señor de Chalma. Otros decidieron abrevar en la historia nacional como fuente de inspiración y como fuente de identidad. Así Ramón Alva de la Canal pintó el arribo de los españoles a nuestras costas, en El Desembarco de la Cruz, y el pintor Jean Charlot criticó la Conquista en un afortunado mural titulado Masacre en el Templo Mayor.

En contraste, José Clemente Orozco representó una versión dignificada del mestizaje en Cortés y la Malinche. Dando un salto en el tiempo, pintó la Revolución poniendo al descubierto sus aspectos más trágicos, en obras de enorme fuerza dramática como La Trinchera o La Despedida. Por su parte, David Alfaro Siqueiros realizó varios ensayos, no del todo logrados, en los cuales, sin embargo, se observa ya su preocupación por transformar el espacio pictórico, como en su obra inconclusa El Entierro del Obrero Muerto.

Mientras en México los muralistas todavía eran blanco de críticas, en el extranjero, sobre todo en los Estados Unidos, empezaron a recibir importantes encargos. El reconocimiento internacional contribuyó a que se abrieran nuevas oportunidades, esta vez en edificios de carácter popular, como mercados y sindicatos.

La segunda obra es la realizada por Siqueiros en el Sindicato Mexicano de Electricistas. En un reducido cubo de escalera, el pintor parece haber encontrado respuesta a sus búsquedas en torno a la transformación del espacio pictórico y las posibilidades expresivas de materiales de origen industrial.

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Siqueiros resolvió admirablemente el mural tomando en cuenta al espectador en movimiento, envolviéndolo en una atmósfera en la que los recursos formales se ponen al servicio de la eficacia del mensaje: la condena al fascismo.

La última etapa del movimiento muralista, se encuentra estrechamente ligada a las transformaciones ocurridas en el país, con motivo de la industrialización impulsada por la coyuntura de la Segunda Guerra Mundial. La ciudad se expandió en todas direcciones, dejando atrás sus antiguos límites.

Hoteles, bancos y edificios de oficinas esperaban para ser decorados. Como nunca antes se hicieron encargos murales, no sólo por parte del gobierno, sino también por parte de los empresarios deseosos de prestigio.

La fisonomía de la ciudad, en efecto, cambiaba a toda velocidad al igual que la vida cotidiana con el auge de la radio y el cine. La oleada transformadora también llegó al ámbito artístico. Nuevas corrientes se abrían espacio, como refleja el hecho de que pintores como Rufino Tamayo, ajenos a la tradición narrativa del muralismo, recibieran encargos.

Haciendo a un lado la referencia precisa a la realidad, Tamayo pintó dos obras en el Palacio de Bellas Artes: El Nacimiento de Nuestra Nacionalidad y México Hoy. Algunos muralistas, mucho antes de que esto ocurriera y conscientes de la necesidad de nuevas formas expresivas, quisieron ponerse al día proponiendo el muralismo en exteriores, lo que inevitablemente los condujo a explorar de nueva cuenta el terreno de la integración plástica.

El impulso constructivo llegó a todos los ámbitos y las obras públicas se multiplicaron, recibiendo el toque consagratorio por parte de los artistas. Entre muchas otras, se encuentra la realizada por Orozco en el teatro al aire libre de la Escuela Nacional de Maestros. En ella no sólo utilizó nuevos materiales, como el silicato de etilo, sino que abandonó su lenguaje plástico habitual para representar, con formas geometrizantes, una Alegoría de la nacionalidad.

Otro ejemplo de obra pública para la que se encargaron murales, se encuentra en los grandes conjuntos habitacionales como el Multifamiliar Juárez. Ahí, Carlos Mérida, organizó con gran sentido poético una serie de figuras geométricas que fluyen como notas musicales regidas por el ritmo, la pausa y la cadencia. Sin embargo, el proyecto de mayor relevancia fue la Ciudad Universitaria, que pretendió una integración plástica en la que pintura, escultura y arquitectura se fusionaran con el paisaje en una gran síntesis estética. Fueron varios los pintores que participaron: Juan O'Gorman, José Chávez Morado, Francisco Eppens, Diego Rivera, David A. Siqueiros, además de un equipo de arquitectos. El conjunto, organizado a partir de anchurosas explanadas que recuerdan a las precolombinas, logra una gran armonía. No obstante, vistas en detalle, muchas de las obras murales acusan ya el agotamiento a que había llegado el movimiento.

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DIEGO RIVERA

Inscrito en el Registro Civil como; Diego María Rivera y bautizado como Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez (Guanajuato; 8 de diciembre de 1886 — México, D. F.; 24 de noviembre de 1957) fue un destacado muralista mexicano de ideología comunista, famoso por plasmar obras de alto contenido social en edificios públicos. Fue creador de diversos murales en distintos puntos del centro histórico de la Ciudad de México, así como en la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo,1 y en otras ciudades mexicanas como Cuernavaca y Acapulco, así también algunas otras del extranjero como San Francisco, Detroit y Nueva York.

Obras de Diego Rivera

La creación / 1922

Realizado en 1922, este fue el primer mural de Diego Rivera. La obra fue realizada  en el anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria. Según el pintor el mural, cubierto con símbolos religiosos, trata sobre “los orígenes de las ciencias y las artes. Una especie de versión condensada de los hechos sustanciales de la Humanidad”. El hombre y la mujer desnuda representan a Adán y Eva mientras que las distintas tonalidades de la piel de los personas simbolizan la mezcla de razas. El hombre con los brazos abiertos es representativo del Cristo crucificado y las tres manos que rodean el círculo azul se refieren a la Trinidad conformada por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Al lado de los santos, se pueden ver distintas personas leyendo, bailando, actuando o tocando un instrumento para representar el valor del arte en la educación.

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El hombre en el cruce de caminos / 1933

La obra más controversial de Diego Rivera. En 1933 el pintor fue contratado por el magnate John D. Rockefeller Jr. para que realice un mural en el lobby del edificio RCA que formaría parte del Rockefeller Center de Nueva York. Rivera pintó la obra “El hombre en el cruce de caminos” y entre los personajes que se incluían en el mural, pinto a Lenin. La

controversia que generó colocar un líder comunista en el centro de una de las ciudades más capitalistas del mundo llevó a que el artista capture la atención de la

prensa y que Rockefeller Jr. mande a derrumbar el mural. En 1934 volvió a pintar el mural en México y ahora se encuentra en el tercer piso del Palacio de Bellas Artes de México.

Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central / 1947

Este mural es una de las obras más importantes de Rivera y se encuentra en el Museo Mural Diego Rivera, construido especialmente para alojar esta obra. El centro de la pintura esta

enfocado en la Calavera Catrina, que representa a la muerte. A lo largo del mural se pueden ver personas que formaron parte del artista o lo inspiraron como su esposa Frida Kahlo, Emiliano Zapata y José Guadalupe Posada, entre otros, pero la obra pretende mostrar el desarrollo histórico y cultural de México  a través de los personajes que en ella aparecen.

La personal vida de Diego Rivera fue tan controversial como sus obras. Se casó 4 veces, pero su matrimonio más

largo fue con la artista  Frida Kahlo que soportó por 11 años las relaciones extramatrimoniales de Diego, incluso con Cristian Kahlo, la hermana de Frida. Tuvo 3 hijas, de las cuales una nunca fue reconocida por Rivera pero si asistida económicamente por él debido a que fue fruto de una aventura amorosa durante su primer matrimonio con la pintora Marievna Vorobieva-Stebelska. Murió el  24 de noviembre de 1957 en México  y ahora sus restos yacen en la Rotonda de las Personas Ilustres.

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Jorge González Camarena

Jorge González Camarena (*24 de marzo de 1908 en Guadalajara, Jalisco - †1980 en Ciudad de México) fue un pintor, escultor y muralista mexicano.

En 1918 se trasladó a Ciudad de México, donde ingresó a la Escuela Nacional de Artes Plásticas de San Carlos en 1922. Al finalizar sus estudios tuvo sus primeras incursiones en el mundo artístico por medio de la publicidad.

De niño tallaba guijarros, hacía cerámica en un horno construido por él mismo y elaboraba tiras cómicas protagonizadas por personajes de su invención, los Chiquinitos, las cuales vendía a sus compañeros de la escuela. Cuando su familia se mudó a la ciudad de México, el maestro de primaria Francisco Zenteno le recomendó ingresar a la Academia de San Carlos. A los 14 años, González Camarena comenzó a asistir a ésta, donde pronto se convirtió en ayudante de Gerardo Murillo, Dr. Atl.

Participó activamente en el movimiento estudiantil para llevar a Diego Rivera a la dirección de San Carlos e integró el consejo de maestros y alumnos destinado a formar un plan de estudios más avanzado.

Mural en Bellas Artes.

En 1932 se le comisionó para restaurar los frescos del siglo XVI del convento de Huejotzingo, Puebla. En 1939, pintó su primer mural, Alegoría de Zimapán, en el hotel Fundición, de Zimapán, Hidalgo.

En defensa de la obra, recuerda Marcel, “Salvador Novo comentó ‘no es si son morales o inmorales, sino si son murales o inmurales’. Finalmente, el temblor de 1957 le causó pequeñas grietas al edificio, pretexto suficiente para que las autoridades decidieran destruir la obra”.

En la Universidad de Concepción, en Chile, está Presencia de América Latina, obra hecha en 300 metros cuadrados y que se reprodujo en una estampilla postal que conmemoró el 75 aniversario de esa casa de estudios. En 1978, dos años antes de morir, pinta su último mural: Trilogía de Saltillo, en el cubo de la escalera principal del edificio de la Presidencia Municipal de Saltillo, Coahuila.

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Gracias a un concurso, realizó la representación pictórica del retrato escultórico de Michelangelo Buonarotti, obra que se encuentra en la casa natal del artista italiano en Caprese. Por este retrato, el gobierno de Italia le otorgó al pintor mexicano la condecoración al Mérito en Grado de Commendatore della Republica. En 1970 obtuvo el Premio Nacional de Artes.2

A finales de la década de 1970, el gobierno de México le encargó a González Camarena un obsequio para el pueblo búlgaro, un San Jorge. El maestro fue invitado a Bulgaria a develar el cuadro, y las autoridades de ese país, encantadas con el cuadro, le ofrecieron realizar una exposición itinerante que recorrería varios países durante un año, comenzando por su capital Sofía, y concluyendo en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.

Murió el 24 de mayo de 1980 debido a un derrame cerebral. Fue velado en el Palacio de Bellas Artes, donde se le rindió un homenaje nacional de cuerpo presente. Sus restos reposan en la cripta familiar en el panteón de Dolores.

Técnica

González Camarena elaboraba sus pinturas con pigmentos naturales, inspirado en las técnicas de los tlacuilos. Realizaba además investigaciones sobre arte prehispánico y popular, así como sobre el pensamiento mágico y las tradiciones de los antiguos mexicanos, elementos que le sirvieron para desarrollar su estilo.

Mural en el ITESM.

El artista también trabajó en la fachada del edificio que ocupó Televicentro, ahí realizó una obra de 900 metros cuadrados, titulada Frisos de la televisión, a base de relieves escultóricos en cemento policromado con incrustaciones de cerámica, mismos que tras las remodelaciones de Televisa fueron destruidos.

En 1950 hizo otra de sus grandes obras en el edificio del Instituto Mexicano del Seguro Social de Paseo de la Reforma: en el vestíbulo pintó el mural México, con técnica a la vinilita, donde representa la construcción de nuestro país. Además, en la entrada principal realizó dos grupos escultóricos, El Trabajo y Maternidad.

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El mural Presencia de América Latina, pintado entre 1964 y 1965 en la Universidad de Concepción.

Así como preparaba sus pinturas con pigmentos naturales, inspirado en las técnicas de los tlacuilos del México antiguo, el pintor fue un apasionado de la música, “se incorporó tanto a la vida cotidiana de Huejotzingo, que inclusive se integró a la orquesta del pueblo, un cuarteto de música prehispánica, tocando la chirimía. Ahí comenzó a estudiar también el pensamiento mágico y las tradiciones de los antiguos mexicanos”.

El artista también trabajó en la fachada del edificio que ocupó Televicentro, ahí realizó una obra de 900 metros cuadrados, titulada Frisos de la televisión, a base de relieves escultóricos en cemento policromado con incrustaciones de cerámica, mismos que tras las remodelaciones de Televisa fueron destruidos.

En el Museo Nacional de Antropología pintó el mural en acrílico Las Razas, que se utilizó para imprimir, el 12 de octubre de 1992, un sello postal en conmemoración de los 500 años del descubrimiento de América.

“Jorge González Camarena fue, antes que un gran artista, un hombre sencillo. Nunca buscó la fama, aunque mantuvo relación con todos los políticos de la época, siempre pensó que sólo le quitaban el tiempo y que eran unos hipócritas. Por eso decía que toda la historia estaba manipulada y quería plasmar en sus murales lo que consideraba la verdad.

La obra que González Camarena pintó durante el último año de su vida se repartió entre su familia, como él lo dispuso en su testamento, luego de ganar un pleito legal de 13 años con el crítico Antonio Luna Arroyo, quien involucró a la Universidad Nacional Autónoma de México para pelear 22 cuadros.

Roberto Montenegro

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Roberto Montenegro Nervo (Guadalajara, Jalisco 19 de febrero de 1887- †Ciudad de México, 13 de octubre de 1968) fue un pintor, litógrafo y escenógrafo. Roberto Montenegro fue un precursor y protagonista del arte contemporáneo de México y difusor del arte y la cultura mexicana en el extranjero.

A temprana edad comienza a ilustrar los números de la Revista Moderna de México, publicación del modernismo de esa época. Estudió con Félix Bernardelli artista brasileño radicado en Guadalajara en 1904 y 1905. Posteriormente ingresó a la Academia de San Carlos o Escuela de Bellas Artes de México, donde estudió con Antonio Fabres, Germán Gedovius, Leandro Izaguirre y Mateo Herrera.

Durante su estancia en la capital mexicana entablo amistad con Diego Rivera, Jorge Enciso y José Juan Tablada quien lo influye en el arte japonés. Obtuvo una beca de la Secretaría de Instrucción Pública para estudiar en Europa en 1906. Una vez en Europa estudió pintura en París durante dos años, donde fue alumno de Colín Cowrstous.

Vendedora de Pericos en el Museo de la Luz en el Centro Histórico de la Ciudad de México, vitral diseñado por Roberto Montenegro y Xavier Guerrero en 1920.

Montenegro expuso en los salones de "Los Artistas Franceses" y en el "Salón de Otoño" donde expuso un cuadro titulado: "Las Flores". En este viaje visitó Londres e Italia. Regresó a México en 1910 durante la época de la Revolución mexicana. En Guadalajara contactó con el Círculo Artístico fundado por Gerardo Murillo, Dr."Atl" Una vez en Guadalajara llevó a cabo dos exposiciones con bastante éxito, en 1913 salió nuevamente a

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Europa donde permaneció durante seis años, tiempo en el que absorbió nuevas orientaciones de las escuelas modernas de Picasso y Juan Triso.

A principios de 1917 sus ilustraciones decoraron una edición infantil de la Lámpara de Aladino publicada en Barcelona. Un año después expone su trabajo en Madrid y para 1919 se editó en Londres el álbum de dibujos Vaslav Nijinsky, an interpretation in black, white and gold. En 1920 durante el gobierno de Venustiano Carranza trabajó en la decoración del Teatro Nacional y diseñó la escenografía de la revista musical Desde la Luna inspirado en el Art Nouveau.

Su amistad con José Vasconcelos, fue de importancia en el desarrollo de su obra, lo acompañó en la búsqueda de apoyos para la creación de la Secretaría de Educación, viajó a Oaxaca con Gabriel Fernández Ledesma para obtener información sobre artes populares e inició su interés por ellas. Al siguiente año fue nombrado jefe del Departamento de Artes Plásticas de la Secretaría de Educación Pública y organizó una exposición de arte popular que inauguró el general Álvaro Obregón, posteriormente expuso por primera vez en México e inició la decoración mural de la exiglesia de San Pedro y San Pablo, junto con Jorge Enciso. En esta época diseña los vitrales "El jarabe tapatío" y "La vendedora de periódicos."

En 1934 fue nombrado director del Museo de Artes Populares de Bellas Artes continuó diseñando escenografías, organizando talleres, fundado museos y publicando en México. Decoró el Banco de Comercio, el frontón del Teatro Degollado en Guadalajara con un relieve llamado Apolo y las musas, que fue luego recubierto con mosaicos y destruido en 1963. Al siguiente año diseñó un mosaico para decorar la Casa de las Artesanías de Guadalajara titulado La Muerte de las artesanías. En 1967 recibió el Premio Nacional de Artes.

Murió el 13 de octubre de 1968 a causa de una enfermedad cardiovascular en la Ciudad de México.

Referencias

La obra que Julieta Ortiz Gaitán dedicó a Roberto Montenegro salió a la luz, por primera vez, en 1994. Al  paso de los años esta edición se agotó y hoy vuelve a publicarse. Llama la atención esta segunda entrega impresa puesto que existen obras que tienen que esperar más tiempo para gozar de ésta o de incluso una reimpresión. Es evidente el interés que la obra ha suscitado.

Al hablar de una segunda edición se sobreentiende que se trata de una obra a la que se le han hecho cambios, no obstante que la misma autora señala que “el texto ha quedado sin modificaciones sustanciales y, en todo caso, las opciones surgidas a la luz de nuevas reflexiones hubieran dado lugar a un material tan rico y abundante, suficiente para escribir otro libro”. Si bien es cierto que lo sustancial de la primera edición prevalece en la siguiente, también es cierto que hay algunas puntualizaciones y esclarecimientos en la información. De este modo, la autora precisa datos, incluye otros documentos, agrega nuevas imágenes y pone al día la bibliografía. En la portada, la imagen de la Fiesta de la

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Santa Cruz ha sido sustituida por Alegoría del viento.

Julieta Ortiz Gaitán aprovecha el título de la obra, Entre dos mundos, para organizar el contenido de la misma manera: por una parte, ofrece el estudio de la obra muralista de Roberto Montenegro y por otra presenta con detalle el catálogo de los murales que el artista realizó. En la sustancia del estudio establece además otra división entre lo mexicano y lo europeo.

La obra de Ortiz Gaitán resulta fundamental: la autora narra y analiza la vida del pintor desde su nacimiento en Guadalajara, el 19 de febrero de 1887, hasta su muerte en 1968. Envuelto en la atmósfera de la pasividad provincial, Montenegro desarrolla su sensibilidad artística, la cual lo conduce a conocer y practicar el óleo y la acuarela. Debe agregarse el hecho de que en su ciudad natal el artista entró en contacto con la pintura mural que ya practicaban “pintores tanto académicos como populares”.

Elemento que Ortiz Gaitán reconoce como fundamental en esta primera etapa de formación del artista será la relación que guarda con la Revista Moderna, en la que, incluso por recomendación de Amado Nervo, publica sus primeras ilustraciones y viñetas. El mismo Nervo lo alentó para que se trasladara a la Ciudad de México, a donde llega en 1904. Su paso por la capital del país puede considerarse fugaz, al igual que lo fue su estancia en la Academia, pues en 1905 gana un concurso para viajar a Europa. No obstante, Ortiz Gaitán considera que a pesar de que a Roberto Montenegro le toca vivir en la Academia una etapa de conflictos y cambios convive con la misma estética modernista que se manifiesta en su obra posterior.

Su formación europea se divide en dos etapas: la primera, becado por la Escuela Nacional de Bellas Artes, de 1905 a 1909, y la segunda, manteniéndose con sus propios medios, de 1912 a 1920. En la primera conocerá la pintura académica, representada por su paso por España; posteriormente entrará en contacto con las vanguardias, en París.

Después de un breve regreso a México, Roberto Montenegro retorna a Europa. En un principio se establece en París, donde se relaciona con Hermenegildo Anglada Camarasa, quien tendrá sobre él una fuerte influencia y que Ortiz Gaitán plantea y analiza en el libro. Al estallido de la segunda Guerra Mundial, al igual que otros artistas de la época, Montenegro abandona París y busca un nuevo sitio de residencia. El lugar elegido es

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Mallorca. En esta isla continúa su convivencia con Hermenegildo Anglada, así como con otros compañeros de París. Un factor importante de esta época será su reencuentro con el color. Tras el recorrido de Roberto Montenegro por estos lugares y vicisitudes, Ortiz Gaitán sigue al pintor, señala los múltiples elementos y habilidades que va adquiriendo como artista y que desembocan en el punto medular del libro: los murales.

Será José Vasconcelos quien invite a Roberto Montenegro a participar en la decoración del ex Colegio de San Pedro y San Pablo. A partir de este momento, el artista iniciará una fructífera carrera como muralista, ejercicio creativo que practicó hasta su muerte.

A partir del seguimiento que Ortiz Gaitán va haciendo de cada uno de los murales, se desarrolla la segunda parte del libro: un Catálogo razonado de la obra mural de Roberto Montenegro. Cada obra se acompaña de una ficha en la que se incluye el título, fecha de realización, ubicación y técnica. De igual manera, se inserta un comentario tras cuya lectura los interesados en el tema obtienen la información fundamental, la cual abre los caminos por los que pueden conducirse otras investigaciones.

Rufino Tamayo 1899 - 1991 (Oaxaca, México)

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Rufino Arellanes Tamayo. Nació en Oaxaca, Oaxaca, México el 26 de agosto de 1899. En

1917 se inscribió en la Academia de San Carlos, alternando sus estudios con la atención

de un negocio de frutas en el mercado de la Merced. Dos años más tarde se dedicó a pintar

e investigar por su cuenta.

En 1921 fue designado jefe del Departamento de Dibujo Etnográfico del Museo Nacional

de Arqueología. En 1925 alquiló su primer estudio en la calle de La Soledad, donde pintó

Dos mujeres en la ventana, Paisaje con rocas, Reloj y teléfono, El fonógrafo, Dos ninas

mexicanas y Pareja con maguey, y diseño una ex-libris para Jaime Torres Bodet.

En 1926 presentó su primera exposición de pinturas. Ese mismo año se trasladó a Nueva

York, donde expuso sus obras en el Art Center. Regresó en 1929 y fue profesor en la

Escuela de Bellas Artes. En 1932 estuvo al frente del Departamento de Artes Plásticas de

la Secretaría de Educación Pública. En 1933 realizó un mural en la Escuela Nacional de

Música. En los años siguientes expuso en San Francisco, México, Nueva York, Chicago y

Cincinnati, y vivió indistintamente en la Brooklyn Museum Art School y pintó el mural de

la Hillyer Art Library de Northampton, Massachusetts.

En 1950 viajó a Europa, a tiempo que se

instalaba la Sala Tamayo en la Bienal de Venecia,

acontecimiento que despertó el interés de los críticos

europeos. A ese acto siguieron las exposiciones en la

Knoedler Gallery de Nueva York, la Galerie Beaux

Arts de París y el Palais des Beaux Arts de Bruselas.

En septiembre de 1952 recibió el segundo premio de la Pittsburgh Inernational Exhibition

y terminó su primer mural en el Palacio de Bellas Artes de México. En 1953 se le otorgó el

gran premio de pintura en la II Bienal de Sao Paulo, junto con Alfred Mannesier de

Francia. Ese mismo año hizo el mural El Hombre, para el Museo de Bellas Artes de

Dallas, y concluyó el segundo en el Palacio de Bellas Artes. Esta composición, al igual

que la anterior en el mismo sitio, se refiere al nacimiento de la nacionalidad mexicana y

contiene una visión del México del presente. Ambos trabajos fueron hechos con vinylitas

sobre tela, técnica que adoptó a partir de entonces, en sustitución del fresco.

Durante la primera fase de su actividad creativa, Tamayo se apegó a la perspectiva lineal,

una de cuyas mejores muestras es su Autorretrato de 1931. En el curso de la segunda tuvo

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fuerte influencia de Braque, según se advierte, por ejemplo, en El barquillo de fresa

(1938). Y en la tercera se libró de ataduras y desarrolló su propio estilo. Refiriéndose a la

obra de Tamayo, Paul Westheim dijo: "No es posible traducir una idea en pintura de

manera más sencilla, más precisa y más expresiva".

Su obra evolucionó de una pintura de pequeñas dimensiones (con un color insensible a las

influencias posimpresionistas) a un cromatismo mucho más brillante al servicio de la

temática social. Además recuperó la pintura de caballete, que combinó con la pintura

mural de carácter social, como La revolución (1938, Museo Nacional de Antropología),

tras lo partió a vivir a Nueva York.

Juan O'Gorman

Pintor mexicano. Contemplado en muchos estudios como el último representante de la estirpe de los grandes muralistas mexicanos, que florecieron en la primera mitad del siglo XX, pueden rastrearse en su estilo las huellas del arte de Diego Rivera, del que algunos críticos le consideran sucesor directo. Tal vez sea ésta una apreciación exagerada, pues, aunque es posible indiscutiblemente encontrar en la obra de O'Gorman algunas líneas referenciales, su pintura tiene, sin embargo, unas características personalísimas, un lenguaje propio en el que supo conciliar la minuciosidad del detalle con la más simbólica fantasía, para constituir una obra vasta y monumental.

Resultado (como tantos otros representantes del arte y la cultura mexicanos) de la fusión de dos culturas, del frío y estricto espíritu británico por parte de su padre y de la apasionada sangre mexicana de su familia materna, Juan O'Gorman mostró, ya en sus primeros años, aptitudes excepcionales para el dibujo y la pintura, que se pusieron de relieve en el círculo de su padre, Cecil Crawford O'Gorman, quien muy pronto se sintió orgulloso de poder contar con un hijo que le sucediera dignamente en sus actividades como arquitecto. Procuró pues, a partir de entonces, potenciar las aptitudes artísticas de su hijo poniéndole en

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contacto con los creadores plásticos que formaban su círculo de amistades, algunos de ellos consagrados; sin embargo, éstos no parecen haber tenido excesiva influencia en los primeros pasos del muchacho por el mundo de las artes.

Tras sus estudios elementales y secundarios, O'Gorman se inscribió en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde se graduó sin repetir ningún curso (1921-1925). Posteriormente, decidido a ampliar en lo posible los conocimientos técnicos que le parecían necesarios para su actividad profesional, optó por la ingeniería como complemento a su formación. La pintura llenaba sus momentos de ocio; la utilizaba sólo como un medio para relajarse, para olvidar las horas de concentración y de estudio. Pero lo que había empezado como una afición, como una actividad lúdica o suplementaria, fue interesándole más y más, fue exigiéndole un lugar de privilegio hasta convertirse, poco a poco, en su ocupación habitual. El arquitecto en ciernes comenzaba a mostrar los rasgos del futuro pintor.

Influido por las teorías del funcionalismo (que exigían una definición, previa al proyecto, de las "funciones" a las que se destinaba el edificio para adaptar, así, sus formas a las necesidades previstas) y de la arquitectura orgánica, construyó escuelas y casas-habitación, entre otras la del muralista Diego Rivera (1931). Merece destacar en este aspecto el proyecto que realizó para la Biblioteca Central de la Ciudad Universitaria (1949-1951), de cuya dirección de obras se encargó personalmente y que le sirvió para dejar constancia de su voluntad experimental e innovadora, al diseñar, para sus muros exteriores, un gigantesco mural de multicolores piedras, que representaba el desarrollo histórico de la cultura nacional (1952).

Admirador de los arquitectos funcionalistas europeos, especialmente de Walter Gropius, portaestandarte de la célebre Bauhaus, y de Le Corbusier, concebía la arquitectura y el urbanismo como una adaptación a las exigencias sociales, económicas y técnicas del siglo XX. Sus obras se caracterizaron esencialmente por el empleo del cemento armado, los exteriores asimétricos y una constante búsqueda de aire y luz. Sin embargo, gracias a la influencia que ejerció en él su profesor J. Villagrán García, fue evolucionando hacia la corriente que ha dado en llamarse "nuevo barroco mexicano".

Por otra parte, cuando diseñó y construyó su propia casa, levantada en las estribaciones del Pedregal de San Ángel (1956) y derribada posteriormente, buscó inspiración en los planteamientos expuestos por Mathias Goeritz en su Manifiesto de la arquitectura emocional y, de este modo, procuró diseñar cada estancia o habitación ateniéndose al sentimiento que pretendía inspirar.

Una de las máximas preocupaciones de O'Gorman, tal vez su anhelo estético más emblemático, fue la unificación de pintura y arquitectura en un mismo acto creador, en un idéntico marco artístico. De ahí sus constantes experiencias creativas, sus intentos encaminados a integrar en sus obras pictóricas o arquitectónicas elementos que, a priori, se consideran ajenos a los ámbitos respectivos de estas artes, los cuales le han valido ser considerado uno de los precursores en la utilización del collage y de su introducción en los medios artísticos latinoamericanos.

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Ya recién terminados sus estudios, en 1926, recibió el encargo de realizar, como trabajo práctico, la decoración de cinco establecimientos públicos, en uno de los cuales, la pulquería Los Fifís, su obra obtuvo cierta popularidad. El éxito en estas actividades le valió ser asignado como profesor no numerario a la cátedra de arquitectura del Instituto Politécnico de México, cuya titularidad alcanzaría en 1932.

Por lo que respecta a la pintura de caballete, O'Gorman aborda temas complejos de intención y características diversas, que, con un predomino del sarcasmo macabro, oscilan entre el detallismo cargado de fantasía de sus Mitos y la lineal geometría de Recuerdos de Guanajuato, pasando por la sátira cruel de los Enemigos del pueblo. En la elaboración de sus composiciones utilizó preferentemente dos técnicas: el temple o pintura a emulsión, sobre soporte de manosite, para sus cuadros, que obtienen así unos colores luminosos y duraderos; y el fresco, para sus murales. La suya es una producción que refleja inquietudes sociales y nacionalistas. Fue el inventor de formas nuevas a través de creaciones arquitectónicas y, al mismo tiempo, el continuador del puntillismo, recreando más que nunca el poder del detalle sobre el conjunto global de la obra.

Con todo, el aspecto más interesante de sus trabajos, y el que le ha conferido un lugar destacado en el panorama de la pintura mexicana contemporánea, es la excepcional calidad de su trazo, su sabia organización de la perspectiva que evidencia su formación de arquitecto y, sobre todo, su factura detallista, su creación de verdaderas miniaturas de perfecto acabado y orden, perceptibles incluso en el interior de sus amplias composiciones murales.

En su repertorio de imágenes y de estilo tradujo gran parte del misterio propio de México, asumiendo y aglutinando vestigios de las civilizaciones precolombinas, del barroco macabro de los cultos fúnebres heredados de España y amplificados hasta la obsesión, de los colores y visiones de la vida cotidiana indígena, reflejados siempre con sencillez y claridad, cual de una fórmula matemática se tratara.

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Estudios

O'Gorman nació en Coyoacán, en la Ciudad de México, hijo del pintor irlandés, Cecil Crawford O'Gorman y de Encarnación O'Gorman Moreno. Era hermano del historiador Edmundo O'Gorman. En los años veinte estudió Arquitectura en la Academia de San Carlos y en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Funcionalismo mexicano

Se convirtió en un arquitecto destacado bajo la influencia de Le Corbusier y ayudó a introducir a México la arquitectura funcionalista. En una etapa posterior, recibió la influencia de Frank Lloyd Wright y su arquitectura orgánica. A lo largo de su carrera fue profesor en el Instituto Politécnico Nacional donde creó la carrera de Ingeniero Arquitecto.

En su carrera como arquitecto, trabajó en grandes proyectos tales como el nuevo edificio del Banco de México, participó en la urbanización del Pedregal de San Ángel, donde construyó su propia casa, una verdera obra de arte que, lamentablemente, fue demolida posteriormente. En la zona del San Ángel, O'Gorman diseñó y construyó en 1931-1932 el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo para ambos artistas, de hecho, la amistad con Diego Rivera produjo una influencia notable en su obra. Juan O'Gorman diseñó y construyó 26 escuelas primarias en la Ciudad de México.

Biblioteca Central de la Ciudad Universitaria de la UNAM

Su obra pictórica más celebrada mundialmente por su creatividad, técnica constructiva y dimensiones son los murales de cuatro mil metros cuadrados que recubren los cuatro vanos del edificio de la Biblioteca Central de la Ciudad Universitaria de la UNAM, obra de Gustavo Saavedra y Juan Martínez. Estos murales son mosaicos hechos con millones de piedras de colores obtenidas a lo largo y ancho de la República Mexicana. El lado norte representa el pasado prehispánico y el sur el colonial, mientras que el muro oriente el mundo contemporáneo y el poniente la universidad y el México actual.

Como pintor, destacan las obras donde plasmó en espacios públicos pasajes históricos y hechos diversos bajo un estilo particular, donde agrupaba en un momento personajes y hechos relacionados al tema de la obra, como lo hizo en los muros del Museo Nacional de

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Historia en el Castillo de Chapultepec, en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México con La conquista del aire por el hombre o en el mural El crédito transforma a México recién trasladado a la Torre HSBC. O'Gorman realizó también pintura de caballete. Fue miembro de la Academia de Artes a la cual ingresó en 1971. Fue ganador del Premio Nacional de Bellas Artes en 1972.

Murió el 18 de enero de 1982 cuando se encontraba trabajando en unos frescos del Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec. Fue sepultado en la Rotonda de las Personas Ilustres de la Ciudad de México.

DAVID ALFARO SIQUEIROS

Pintó entre rejas y exilios, su vida política fue intensa y corrió paralela a su producción pictórica orientada básicamente al muralismo, su vida y su obra reflejan el espíritu de la revolución social y cultural que sacudió al México del siglo XX.

Pintor mexicano, nacido en Ciudad Camargo, Chihuahua en 1896. Siqueiros estudia en la Academia de San Carlos de Ciudad de México, en donde participó en la huelga estudiantil de 1911 y en la Escuela al Aire Libre de 1911 a 1913.

A los dieciocho años de edad, Siqueiros y varios de sus colegas de la Escuela de Bellas Artes, se unieron al Ejército Constitucional de Carranza luchando contra el gobierno de Huerta. Cuando Huerta cayó en 1914, Siqueiros se afianzó en la lucha interna posrevolucionaria. Sus viajes militares por todo el país le expusieron a la cultura mexicana y las crudas luchas cotidianas de los trabajadores y los campesinos pobres. Después de que las fuerzas de Carranza tomaran el control, Siqueiros regresó brevemente a Ciudad de México para pintar antes de viajar a Europa en 1919. Primero en París, absorbió la influencia del cubismo, intrigado en particular con Cézanne y el uso de grandes bloques de color intenso. Estando allí, conoció a Diego Rivera, otro pintor mexicano de «los tres grandes» justo al comienzo de una carrera legendaria en el muralismo, y viajó con él por Italia estudiando a los grandes pintores al fresco del Renacimiento.

En 1921 edita en Barcelona el único número de la revista Vida Americana, que incluye su primer manifiesto en el que defiende un arte público monumental y los valores de la cultura indígena mediante una plástica que sintetice temas universales y formas y materiales modernos.

En 1922, Siqueiros regresó a Ciudad de México para trabajar como muralista para el gobierno revolucionario de Álvaro Obregón. El entonces secretario de Educación Pública, José Vasconcelos, se impuso la misión de educar a las masas a través del arte público y contrató a decenas de artistas y escritores para erigir una cultura mexicana moderna. Siqueiros, Rivera y José Clemente Orozco trabajaron juntos con Vasconcelos, quien apoyó el movimiento muralista encargándoles murales para edificios destacados en Ciudad de México. Aun así, los artistas trabajando en la Preparatoria se dieron cuenta de que muchas de sus primeras obras carecían de la naturaleza «pública» visionada en su ideología. En 1923 Siqueiros ayudó a fundar el Sindicato de Pintores, Escultores y

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Grabadores Mexicanos Revolucionarios, que afrontaba el problema de amplio acceso público a través del periódico sindical, El Machete. Ese año, el periódico publicó -«para los proletarios del mundo»- un manifiesto, que Siqueiros ayudó a redactar, sobre la necesidad de un arte «colectivo», que serviría como «propaganda ideológica» para educar a las masas y derrotar a los burgueses, a los individualistas, etcétera.

Poco después, Siqueiros pintó su famoso y colosalmural Entierro de un trabajador (1923) en el hueco de la escalera del Colegio Chico. El fresco representa a mujeres indígenas lamentándose sobre un ataúd, decorado con una hoz y un martillo. Pero conforme el sindicato se fue haciendo más crítico con el gobierno revolucionario, que no había instituido las reformas prometidas, sus miembros se enfrentaron a nuevas amenazas de ver cortados los fondos que financiaban su arte y el periódico.

Se produjo una disputa interna en el sindicato sobre si dejar de publicar El Machete o perder el apoyo financiero a los murales, lo que dejó a Siqueiros en primer plano, pues Rivera abandonó en protesta por la decisión de mantener la política por encima de las oportunidades artísticas.

Su primera exposición individual tiene lugar en el Casino Español de Ciudad de México, en 1932; en ese mismo año se exilia por actividades políticas ilegales; se traslada entonces a los Estados Unidos donde realiza murales en la Chounard School of Art y en el Plaza Art Center de Los Ángeles; en estos últimos perfecciona la técnica del airbrush sobre hormigón.

Fue el muralista más activo, en cuanto a la política se refiere. Siqueiros fue encarcelado unas siete veces y otras exiliado, a causa de sus creencias Marxista-Stalinistas. En 1962, fue encarcelado por el gobierno mexicano durante ocho años por organizar disturbios estudiantiles de extrema izquierda dos años antes; el artista fue indultado en 1964.

Sus pinturas representan una síntesis muy particular de los estilos futurista, expresionista y abstracta, con colores fuertes e intensos. En 1925 realiza los murales en la Universidad de Guadalajara y en 1930 es encarcelado en Taxco por sus actividades en las manifestaciones del primero de mayo.

Entre los elementos que más lo caracterizaron en sus mejores trabajos, están las perspectivas exageradamente dramáticas, las figuras robustas, el uso audaz de color y frecuente surrealismo, ejemplificados en Muerte al Invasor (Escuela Normal de Chillán, Bolivia), Desde el Porfiriato la Revolución (Museo Nacional de Historia, Ciudad de México) y La Marcha de la Humanidad (Polyforum Cultural, Ciudad de México).

En 1933 es deportado de los Estados Unidos y viaja a Argentina y Uruguay, de donde es nuevamente deportado, siempre por sus actividades políticas. Se instala en Nueva York y crea el Taller Experimental Siqueiros, en 1936, Define el taller como "un laboratorio de técnicas modernas del arte" y en él explora las posibilidades de las nuevas herramientas, las pinturas industriales, la fotografía y las técnicas del azar; entre sus alumnos se encuentra Pollock.

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Siguió produciendo varias obras a lo largo del final de los años treinta, como Eco de un grito (1937) y El suspiro (El sollozo) (1939), ambos actualmente en el MoMA de Nueva York.

De vuelta a México, en 1940, el gobierno lo acusa de participación en el atentado contra León Trotsky, por lo que huye nuevamente de su país y pinta murales en Bolivia (1941) y La Habana (1943). Vuelve a México en 1944 y pinta los murales del Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México; expone en este mismo lugar en 1947. Durante los años cincuenta pinta los murales de la Ciudad Universitaria, del Museo Nacional de Historia de la Ciudad de México.

En 1960 es nuevamente arrestado y pasa cuatro años en prisión, hasta 1964 en que es indultado; pinta en ese mismo año La marcha de la humanidad. En 1966 recibe el premio Nacional de Bellas Artes de su país y, en 1967, la Unión Soviética le concede el Premio Lenin de la Paz.

Muere en México en 1974 y es enterrado en la Rotonda de los Hombres Ilustres.

Estilo

Para Siqueiros todo es luz y sombra, contrastes en plena interacción. Se dice que es uno de los máximos expresionistas mexicanos por la energía que muestra su trazo y por sus colores violentos.

Su forma de pintar es esquemática. Siqueiros intentaba encontrar un dinamismo en la figura para crear movimiento. Siempre buscaba teorías para experimentar en ellas.

Una de las formas en las que Siqueiros creaba movimiento era pintar con diversas líneas, a modo de boceto. Normalmente, estos trazos son negros y gruesos.

En “Del Porfirismo a la Revolución”, Siqueiros puso a prueba una de sus teorías donde tuvo que pintar a los guerrilleros en una pared transversal de modo que desde el centro, se viera un grupo como si solo fuese una pared y no tres.

Son pinturas llenas de color, representan figuras con emociones intensas, como en “El martirio de Cuauhtémoc.”

Siqueiros adaptaba sus composiciones a lo que él llamó la "arquitectura dinámica", basada en la construcción de composiciones en perspectiva poliangular. Para ello estudiaba cuidadosamente los posibles recorridos de los futuros espectadores en los lugares que albergarían sus murales y definía así los puntos focales de la composición. Siqueiros llegó a utilizar una cámara de cine para reproducir la visión de un espectador en movimiento y ajustar más eficazmente la composición a esa mirada dinámica.

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David Alfaro Siqueiros (1896-1974)Autorretrato, 1945.Piroxilina sobre celotes.91.5 x 121.6 cm.

El cuadro es también conocido con el título de <<El Coronelazo>> apodo que Siqueiros recibió de un periodista a su vuelta de la guerra civil española -donde en realidad fue teniente coronel de la 46a. y la 82a. brigadas del 8vo. Ejercito Republicano Español- y que adoptó con gusto. La obra muestra la personalidad autoritaria y

grandilocuente del pintor chihuahuense, impresión que se refuerza con el dinamismo del gesto representado. Esta Obra se encuentra en la exposición permanente del Museo Nacional de Arte, (MUNAL).

Cuauhtémoc contra el mito. 1944. Piroxilina. Tecpan de Tlatelolco, México, México

Ésta constituye la primera obra plástica mixta del autor en la que combina pinturas modernas y soportes de madera, masonite, además de esculturas hechas por Luis Arenal. A través de la perspectiva tridimensional, Siqueiros intenta recrear el movimiento de las figuras. A la derecha y en primer plano está Cuauhtémoc empuñando las armas oponiéndose a la destrucción de su civilización a manos de los conquistadores españoles, éstos últimos son interpretados como centauros cuyas fuerzas son la religión y las armas de fuego (arriba e izquierda). Debajo de las patas del caballo está la cabeza de un indígena decapitado y de frente aparece Quetzalcóatl como símbolo de desarrollo milenario del México prehispánico. Al centro, Moctezuma II implora desconcertado a los dioses que le expliquen por que el supuesto regreso de Quetzalcóatl (en la figura de Hernán Cortés) implicó la caída de su imperio, apreciándose al fondo los templos incendiados.

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En el mural "Del porfirismo a la Revolución" (1957-1966) de David Alfaro Siqueiros conservado en el Museo Nacional de Historia en la Ciudad de México, En estas imágenes se ve a la masa revolucionaria en su marcha hacia la conquista de sus ideales sociales. Entre la multitud podemos reconocer a algunos de los caudillos revolucionarios (Zapata, Obregón, Villa, Carranza), pero no sobresalen: se funden con el pueblo. El ritmo que marcan los sombreros y los fusiles le da un dinamismo a la composición que corresponde con su sentido político. También vemos un brioso caballo que se detiene abruptamente: es

la Revolución frenada, como un recordatorio de las fuerzas contrarrevolucionarias que a cada paso intentan detener el desenvolvimiento de los movimientos de signo social.

El Eco del Grito. 1937. Piroxilina. 125 x 90 cm. El Museo de Arte Moderno, Nueva York, NY, EE.UU.

Obra representativa de la etapa en que el autor, participó, de manera activa, en la guerra civil española a la que fue a luchar. La misma tiene claras reminiscencias al “Guernica” dePICCASO. Y muestra una secuencia de bombardeo (representado por el hongo a la izquierda), sobre la población civil, y el grito de

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un bebé, del que emerge otro (dando la representación de los cientos de chicos muertos), bajo las cenizas del acto bélico.

Caín en los Estados Unidos. 1947 piroxilina. 93 x 76 cm. Museo Carrillo Gil, México, México

La propia escena de la obra resulta por demás clara, e importa una denuncia contra el racismo que existía en esa época en los Estados Unidos. La referencia bíblica, entre “Caín y Abel”, señala la muerte por la mano del hermano, lo que desfigura los rastros de humanidad de quienes los matan. La reja a la izquierda, señala la complicidad de la justicia (y el Estado), con esa matanza.

 

La Nueva Democracia. 1944-45. Piroxilina sobre tela. Palacio de Bellas Artes, México DF, México

Esta obra contiene pocos elementos, pero son todos monumentales, al centro vemos una potente mujer (la modelo fue Angélica Arenal, esposa del pintor) que surge de las entrañas de la tierra, es un volcán en erupción. En su mano derecha porta una antorcha (lo incendiario, lo libertario) y en la izquierda una flor magnolia (la esperanza) los grilletes no le pesan y es por que se ha liberado de ellos, para saber de quién se trata esta mujer

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alegórica, debemos identificar lo que trae en la cabeza: el gorro frigio. Símbolo de la democracia.

Esta mujer es musculosa, pero tiene un tercer brazo que lo es más, es un brazo masculino que ha golpeado al soldado fascista que yace a un lado, es el brazo del propio pintor, si lo recordamos pintado así en su autorretrato "el coronelazo".

Esta en Bellas Artes, porque es una obra pictórica, en un mural, tiene toda una connotación política, como toda la obra de Siquieros, son todas esplendidas obras de arte, no solo por su belleza sino porque también tienen un mensaje claro hacia la sociedad.

Víctimas de la guerra. Panel izquierdo del tríptico. Palacio de Bellas Artes, Ciudad de México. 1945

Víctimas del fascismo. Panel derecho del tríptico

Mural de David Alfaro Siquerios "Tormento de Cuauhtémoc" (1951) exhibición permanente en el Palacio de Bellas Artes. Se observa a Cuauhtémoc y a Tetlepanquetzaltzin, este último llorando e implorando.

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En esta se puede observar como la estructura de la Iglesia está a punto de colapsar, abajo se encuentran las personas más pobres con su fe ferviente (como podemos seguir viendo actualmente) y en el balcón se encuentra un grupo menor de las personas ricas, poco más hacia arriba está la bestia.Ahora, haciendo un acercamiento a ese grupo de arriba, notemos que personajes se ubican ahí, en el lugar más cercano al diablo.

Se notan, además de las personas con ropa característica de "ricos".... se pueden ver a un par de miembros del Clero, como sacerdote y obispo.

Es bastante interesante la manera en que a través de la pintura, personas como Siqueiros trataban de transmitir lo que sucedía en un país, y los fenómenos que aquejaban a la sociedad y que siguen vigentes.

El mural que realizó en la sede del Sindicato Mexicano de Electricistas (1939-1940, Ciudad de México) bajo el título Retrato de la burguesía, recoge el aprendizaje obtenido tras las investigaciones efectuadas a lo largo de toda la década de los treinta y constituye una de las obras murales más significativas del siglo XX. Siqueiros eligió para el mural la escalera principal del edificio.

La primera fase del proyecto, para el que contó con un equipo de ayudantes en el que figuraban artistas tan significativos como Josep Renau, consistió en un análisis del espacio arquitectónico. El objetivo era adecuar la composición de modo que las tres paredes y el techo quedaran integrados en una superficie pictórica continua. Para Siqueiros crear un campo visual dinámico y continuo, en sintonía con el del espectador que subiera o bajara la escalera, era tan importante como el tema representado.