Muniz Rodriguez Introduccion a La Filosofia Del Lenguaje 1 Anthropos 1989

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    introduccinalafilosofadellenguaje

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    AUTORES, TEXTOS Y TEMAS

    F I L O S O F I A

    Coleccin dirigida por Jaume Mascar

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    Vicente Muiz Rodrguez

    INTRODUCCIN A LAFILOSOFA DEL

    LENGUAJE

    Problemas ontolgicos

    Presentacin de Enrique Rivera de Ventosa

    OTKE#IW--------EDITORIAL DEL HOMBRE

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    Primera edicin: enero 1989

    Vicente Muiz Rodrguez, 1989 Editorial Anthropos, 1989Edita: Editorial Anthropos. Promat, S. Coop. Ltda.

    Va Augusta, 64, 08006 BarcelonaISBN: 84-7658-122-XDepsito legal: B. 42.399-1988Impresin: Novogrfik. Puigcerd, 127. 08019 Barcelona

    Impreso en Espaa Printed in Spain

    Todos los derechos reservados. Esta publicacin no puede ser reproducida,ni en todo ni en parte, ni registrada en, o transmitida por. un sistema derecuperacin de informacin, en ninguna forma ni por ningn medio, seamecnico, fotoqumico, electrnico, magntico, electroptico, por fotocopia, ocualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.

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    I N V 3 T ? G A C J O N F I L O S O F I C A S

    A todos mis discpulos que compartieronconmigo el camino, nada fcil, de la-

    palabra filosfica.

    22737

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    PRESENTACIN

    La invitacin de quien es ahora compaero en la do

    cencia universitaria y fue hace bastantes aos discpulome coloca en el grato deber de escribir estas lneas. Conellas presento esta obra que ante mis ojos he visto crecer da a da, como semilla en campo bien labrado. Setrata de un estudio serio y muy pensado, que pareceachicarse bajo el modesto ttulo de introduccin peroque sobrepasa con creces la mera tarea de introduciren la temtica filosfica del lenguaje. Su lectura trae ala mente las dos grandes metforas, propuestas por Ortega para interpretar la filosofa de Occidente. X. Zubi-ri coment estas metforas y nos hizo ver que durante

    siglos, para el pensamiento occidental, el saber era im-presin de la cosa real en la conciencia. La concienciaera sellada por el objeto, segn la metfora orteguiana.Ms tarde, con el racionalismo cartesiano, tom primaca la conciencia. Esta es constitutivamente creacin,hasta el punto de ser definido por ella el hombre comoun petit Dieuen expresin de Leibniz.

    Ante este pasado histrico, la filosofa de X. Zubiripretende cultivar un tercer momento, en el que la mente,tornndose a las cosas, d prioridad a la esencia con

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    creta de lo real. Se quiere volver a las cosas mismaszu den Sachen selbst con un radicalismo mayor queel de E. Husserl y tambin que el ulterior de Heidegger.

    En paralelismo con la filosofa podemos espaciar eldesarrollo del pensamiento sobre el lenguaje en tres momentos. En el primero, lo advertimos vinculado a lascosas, copia y reflejo de las mismas. En el segundo, el

    lenguaje es una elaboracin mental, cuya estructura lgica aspira con Leibniz a trocarse en enciclopedia del

    sabery con Hegel en el saber nico y universal.En el tercer momento que corresponde al programa

    zubiriano de volver con todo radicalismo a lo real desuyo, observamos cmo la filosofa del lenguaje tomauna doble direccin, vigente en la actualidad. Leibniznos pone en la pista para interpretar esta doble direccin. Segn l, la construccin lgica, en virtud de lacorrespondencia entre orden ideal y orden real, pide correspondencia con las cosas. Nos topamos aqu con elapriorismo ingenuo del racionalismo cartesiano a quienmuy pronto puso eficaz sordina la obra crtica de Kant.Esta crtica exigente hace que se rompa la vinculacinentre la idea y la cosa, entre lgica y metafsica. De talescisin va a vivir la logstica moderna.

    En efecto, la logstica se considera a s misma el supremo saber, por ser el nico vlido al margen de laexperiencia. Pero al mismo tiempo afirma que es unsaber sin nexo alguno con lo real, con el ser en s. Haroto los cables que la ligaban al puerto de la metafsi

    ca. Es decir, boga por su cuenta y riesgo. Y nadie negar que esta carencia de ligamentos le ha concedido inmensas posibilidades de orden, precisin y exactitud.Pero al terrible precio de tener que echar por la bordaesas verdades eternas que lucen en el firmamento denuestra alma. Y hacia las que vamos, porque nos sonnecesarias, al mismo tiempo que nos atraen y fascinan.

    Otros pensadores, sin embargo, han tomado conciencia de que es mucho lo que se pierde con la logsticamoderna. Y piden insistentemente insertarse en las

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    cosas. Y que la misma lgica contribuya a que nos lashaga conocer mejor. En ltima instancia, escribe reiteradamente J. Maras, 1q que ms nos interesa de las cosases llegar a conocerlas para saber a qu atenemos. Peroesto, no slo en el plano de la experiencia, sino muchoms en lo que atae a las verdades trascendentes.

    Este breve escorzo histrico nos dice que si en el

    principio fue la palabra, hay que constatar que en el filosofar de hoy que no excluye otro ulterior la pala

    bra vuelve a ser tema central. Nada de maravillar, porlo mismo, que la filosofa del lenguaje se halle en alza.Pero con esta suma diferencia: que para unos, los lgicos neopositivistas, es el nico saber digno del filsofoy asequible a ste, con un valor en s y por s, sin vinculacin alguna con lo real y el ser. Mientras que paraotros, como Heidegger, el lenguaje es la casa y mansindel ser, donde ste nos habla y se nos revela. Para la

    primera postura extrema, el lenguaje es lo primero y loltimo. Lo que en definitiva nos es dado saber. Para lasegunda postura, que encarna Heidegger, el lenguaje nies lo primero ni lo ltimo, porque es el ser quien le davigencia y contenido. Qu profundo y qu incitante y

    prometedor Heidegger, cuando se atreve a afirmar quetoda la palabra das Wort es ya una respuesta die

    Antwort. De aqu la importancia del escuchar antesde ponerse a hablar, como acaece en estas dos figurascumbres, ya desde los orgenes de las culturas sapienciales: el profeta y el poeta. De ambos el filsofo ha ve

    nido a ser posteriormente el comentador reflexivo y clarificador. Pero fueron ellos quienes primero escucharon

    para luego hacerse or con su lenguaje, tan suyo e inconfundible. Antes, pues, de la palabra que se habla,es elserque la dicta.

    Con estos cuatro rasgos muy ceidos hemos intentado dar una perspectiva histrica en la que debemos encuadrar la creciente alza que hoy tiene la filosofa dellenguaje. Y del desarrollo de sta ante nuestros ojos. Elcaso espaol, por referirnos a uno que nos toca tan de

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    cerca, es altamente significativo. Un breve examen dealgunas obras sobre filosofa del lenguaje, publicadasentre nosotros durante este siglo, pone bien en claro elcamino recorrido y los esfuerzos realizados para ponerse al da.

    Recordamos, en primer trmino, el estudio de JuanZarageta, escrito en 1945: El lenguaje y la filosofa. Un

    rpido ojeo sobre el mismo hace transparente las preocupaciones lingsticas del benemrito y simptico profesor. La primera consiste en aclarar las relaciones dela lgica y de la metafsica, vistas por medio del concepto de analoga, en que se dan la mano una y otra.En alza por aquel tiempo, la filosofa de los valores vienea ser la segunda preocupacin de la obra el estudio dellenguaje estimativo en cuanto ste es capaz de dar a conocer cualitativa y cuantitativamente los diversos valores, especialmente los espirituales. Finalmente, se perfila en dicha obra una gramtica filosfica, pero con dis

    posicin tan asptica que bien pudiramos declararlaintemporal, es decir, apta para todos los tiempos y sinreflejar ninguno.

    La Sociedad espaola de filosofa, doce aos despusde la publicacin de la obra de Juan Zarageta, organiza en septiembre de 1967 la IX Semana espaola de fi-losofa en torno a este tema central: lenguaje y filosofa. Es patente que en esta semana se han roto las amarras exclusivistas que ligaban al pasado, y se hacen

    presentes las nuevas direcciones que la filosofa del len

    guaje propone hoy a los filsofos. Pero es muy de notarque, adems de la presencia de la filosofa clsica deAristteles, slo se hacen sentir algunas de las direcciones de la lingstica actual: el lenguaje fenomenolgico,la valoracin de los significados ticos segn G.E.Moore, las fluctuaciones lingsticas de B. Russell, elneopositivismo lgico, etc. Pero ni la hermenutica deH.G. Gadamer, ni el lenguaje dialgico de M. Buber ydel personalismo cristiano, ni el marxista del materialismo dialctico fueron objeto de comentario. Todava,

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    orno ya se comenta en la obra, los dos meritorios textos, publicados en estos ltimos aos, de J. Hierro S.Pescador y de los tres jvenes autores J.J. Acero, E. Bustos y D. Quesada, se hallan demasiado bajo la influenciaanglosajona prestando poca atencin a las otras corrientes europeas. Ante esta carencia de una visin integralde los problemas filosficos del lenguaje, no ha llegado

    el momento de ofrecer una sntesis, aunque slo seainicial, que resuma lo adquirido y prepare a estudiosfuturos que comienzan hoy a ser realidad encarnada en

    jvenes investigadores?Pensando en este futuro prometedor est escrita esta

    obra por el Prof. Vicente Muiz. Por deber intelectual,hago constancia de que ella es fruto de largos aos dereflexin y madurez. A ello se ha de aadir que este profesor se ha preparado para afrontarla. Primeramente,

    por sus dotes nativas, muy sensibles al tema del lenguaje que ha cultivado hasta el arranque potico. Estas

    dotes han sido acrisoladas en los largos aos de su carrera con una seria formacin humanstica, filosfica yteolgica. Completa esta formacin en la UniversidadGregoriana de Roma y en las espaolas de Madrid y deSalamanca. Preparacin inmediata a su docencia en laCtedra de Filosofa del lenguaje en la Universidad Pontificia de Salamanca y a esta su obra que tenemos a lavista, fue su tesis doctoral: Significado de los nombresde Dios en el Corpus Dionysiacum. Dirigida por el autorizado y gran fillogo Isidoro Rodrguez Herrera tiene,

    entre otros mritos que la crtica ha puesto de relieve,el de haber intentado y sustancialmente logrado mostrar al histrico Corpus a la luz del mtodo sincrnico,aplicado a la lingstica de los nombres de Dios en dichoCorpus. Los estudiosos del mismo lo haban prospectado desde el proceso diacrnico, inherente a sus palabrasclaves. Pero V. Muiz se situ en el interior del Corpusy los vio como si fuera un poema, en el que el anlisisde su estructura muestra cmo las partes se engarzanen el todo. Sabemos cun en alza se halla hoy la sin

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    crona lingstica. No podemos, por ello, dejar de subrayar que uno de los primeros conatos en el pensamiento hispnico por aplicarlo en vivo a un determinado Cor-

    pus Doctrnaleha sido realizado por V. Muiz.As pues, con preparacin de altura aborda ahora el

    presente volumen que presentamos. Estas nos parecenser sus tres notas ms caractersticas: sinttica, escolar, introductoria. Es sinttica esta obra, por cuanto pretende presentar al joven estudioso todos los principalesproblemas del lenguaje que hoy estudia la filosofa. Losttulos de los tres volmenes que proyecta esta obra sealan ya en su prtico la complejidad lingstica abarcada. El primer volumen, que tiene en sus manos el lector, hace ver la intrincada temtica del lenguaje con larealidad. El segundo se preocupar de exponer el aspecto deontolgico del lenguaje, en cuanto ste lleva siempre encerrado en s un significado que es necesario aclarar en su delicada contextura. Finalmente, el tercer volumen precisar los diversos modos concretos deexpresin con que el lenguaje es utilizado: desde el delnio al del sabio; desde el religioso y potico hasta eltcnico y algebraico. Nadie negar un esfuerzo de snte-sisa un programa de tal amplitud y conexin.

    Es tambin una obra escolar. Miedo da, sin embargo, presentar la obra con este calificativo de tan malafama. El mismo J. Maritain no ha dudado en afirmarque la mayor desgracia que ha sobrevenido a la esco

    lstica en su larga historia es haber tenido que cargarcon este nombre, mote despectivo y descalificador. Y,sin embargo, despus de medio siglo de docencia pormi parte optamos con entusiasmo por lo escolar, en loque tiene de constructivo. Su mala fama le viene dehaber tantas veces encubierto la rutina autoritaria, toscamente repetidora. Pero al raquitismo histrico de loescolar, aqu oponemos el sentido originario de schol,divino ocio para comulgar con lo eterno. Se ha de subrayar que este ocio viene a ser el primer peldao de la

    escala por la que la mente asciende en su itinerario. A

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    \

    ste ocio inicial convida esta obra que quiere facilitar elpunto de partida a los no especialistas en filosofa dellenguaje, particularmente a los jvenes investigadores.Con ella en la mano aspecto manual iniciarn unamarcha iluminada por el inmenso y tupido bosque dela lingstica. Quiere ser escolar, adems, por otro motivo inherente a la mejor tarea histrica de la escuela.

    sta, si en sentido negativo malsuena a repeticin y cansancio, en sentido constructivo denota y exige continui-dad creadora, que slo se puede lograr formando escue-la. Advirtamos que tan de lamentar es la repeticin cansina como de alabar la continuidad creadora. Nadie losabe todo. Y ya es hora de que los intelectuales hispnicos, tan inclinados al carril de la rutina o a rompercon ella por un vergonzante mimetismo extico, sepanaunar esfuerzos en la continuidad creadora. Hasta poderdeclararla exigencia primaria en el pensar hispnico ac

    tual. Tenemos que dolemos de que esta gran categorahistrica se halle ausente en la filosofa espaola de losltimos siglos. Ya es hora de que enmendemos esta largapgina mal escrita. Pues bien, la escolaridad de la presente obra est pidiendo esa continuidad creadora deque andamos tan necesitados.

    Finalmente, la tercera nota que hemos sealado esla de introductoria. Se quiere con estas pginas introducir. Es decir, facilitar la entrada. No pretende llegara la meta. Esta se alcanzar cuando se logre un cuerpodoctrinal que d respuesta a los mltiples problemas filosficos del lenguaje. La obra proyectada por V. Muiz,en parte ya realizada, se queda ms ac. Viene a pro

    poner una especie de status quaestionis, segn el lxicode las clsicas aulas, volviendo al mtodo del sic et non,que Abelardo propuso en plena Edad Media a fin detomar conciencia del problema y de las posibles soluciones del mismo. De este mtodo se hace aplicacinaqu para dar a conocer la enmaraada problemtica dellenguaje y para indicar mltiples sendas por las que seadable penetrar en dicha maraa. Se malograra, con todo,

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    la mxima eficacia de la obra si esta su provisionalidadintroductoria se la tratara de convertir en algo definitivo. Como si no fuera posible llegar a una meta ltima.Pensamos que su autor hace entrever esta meta ltima como asequible. Su introduccin quiere poner enla senda que a ella conduzca.

    Los Cuadernos de bitcora, con los que se cierran

    diversos apartados de la obra, quisieran facilitar el pasoa nivel entre la introduccin propuesta aqu y la metaentrevista. Ya Ortega propuso en su da un cuadernode esta clase. Para muchos lectores sin saber de qu setrataba. Vicente Muiz, que correte por Gijn a la sombra de Jovellanos y chapote por la playa de San Lorenzo, a los de tierra adentro nos informa con minuciosidad sobre el servicio marinero de la bitcora. Y l,marinero del espritu, desea poner a nuestro lado la bitcora mental que pueda ayudarnos en este navegar porlas sirtes y meandros del lenguaje. Siempre teniendoante s, en lontananza, la meta de un cuerpo doctrinalsobre el mismo.

    Escribimos en Salamanca. Place, por ello, concluiresta presentacin tan grata y adeudada, evocando algunas sentencias de M. de Unamuno, pronunciadas en laleccin de despedida de su larga vida acadmica. Centr su leccin en el tema de la palabra. Record que, alabrir el Evangelio de san Juan, leemos: La Palabra estaba cabe Dios y Dios era la Palabra. Como comentario, aade por su cuenta: En el principio fue la Pala

    bra. Y en el fin tambin lo ser, pues a ella ha de volver todo. Que no es slo un porqu, una causa inicial,sino un para qu, un fin. Y es un porqu por ser un

    para qu. Presenta, en verdad, M. de Unamuno cmose alzaba en nuestro horizonte mental la estrella del lenguaje. Hasta declarar la Palabra tema primero y ltimo. Pienso, con todo, que M. de Unamuno no se opona a que el pensador cristiano vea detrs de la Palabrael hontanar ltimo de la misma. Que si ella es Dios, esen Dios algo originado. San Juan de la Cruz completa a

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    Unamuno en su cancin ms inspirada: que bien s yola fuente que mana y corre / aunque es de noche. Enesta fuente ltima quiere abrevar el pensador cristiano.Y quiere entonces percibir, como pide Heidegger, la palabra que hace or al ser para escucharla y transmitirla.Los neopositivistas seguirn diciendo que todo esto esun sin-sentido. Pero para el pensamiento humanista

    cristiano, ste es el ms claro de los sentidos y la ltima explicacin del mejor de los lenguajes: el lenguajede lo eterno.

    EnriqueRiveradeVentosa

    Universidad Pontificia de Salamanca

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    Captulo i

    INTRODUCCIN

    Filosofa y lenguaje

    La seduccin que la palabra ha ejercido sobre lospensadores y el inters que stos han mostrado por ellaes muy antiguo. Remonta a los inicios mismos de la filosofa. Podra afirmarse, incluso, que toda la historiacultural de Occidente se ha ido realizando en torno a la

    palabra, segn dos opuestas valoraciones de la misma.Una valoracin superior y otra inferior. La primera conduce el hilo rector de los grandes momentos del pensargriego-cristiano. Resuena, en su fondo, el eco parmeni-

    diano: La Palabra lo es todo. La segunda, en cambio,aparece en las pocas cuya cultura entra en crisis conla proliferacin de sistemas escpticos. El escepticismoes siempre, en ltima instancia, escepticismo de la palabra. Si el ser es nos dir Gorgias Leontino es ina

    prensible e incognoscible para el hombre; pero an cuando fuera cognoscible, sera inexpresable e incomunicable.

    Como contrapartida al vetusto inters de los pensadores por la palabra, el ingreso oficial del lenguaje enla enseanza de la filosofa, con rango de disciplina yestatuto epistemolgico propio, es relativamente joven.

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    Data de las primeras dcadas del siglo XX. Es nuestrosiglo quien descubre el lenguaje como objeto directo delquehacer filosfico, de manera similar al descubrimiento que del valor hizo el siglo XIX, estimando a ste dignode consideracin metafsica con autonoma propia, inde

    pendiente del ser. No parece exagerada la afirmacinde que la filosofa que ms caracteriza al siglo XX es ladel lenguaje. En el origen y configuracin de este fen

    meno estn presentes grandes corrientes de pensamiento contemporneo: neopositivismo lgico, analtica oxo-niense, estructuralismo, fenomenologa y hermenutica.Con la filosofa del lenguaje, en el centro del pensamiento actual, se asiste en nuestro siglo a un ((viraje o a uncambio de marcha en la filosofa, segn expresionesconocidas de A. Schaff o Ferrater Mora.

    Al enfrentarnos, por ello, con esta situacin tan jovende la filosofa del lenguaje, aparecen en seguida doscuestiones introductorias. Una se refiere al objeto. Qu

    es, para el conocimiento filosfico, el lenguaje en suesencia y ultimidad? Qu tipo de realidad es ste sobreel que la filosofa tiene que especular? La otra aludeal principio unificador y sistematizador no slo de las

    preguntas sobre el qu lingstico, sino principalmente de la respuesta que puede darse a este qu en contextos filosficos tan dispares como los indicados anteriormente.

    El lenguaje, objeto autnomo de la filosofa

    Dejando aparte las dificultades existentes en la determinacin de lo que es el conocimiento filosfico y lasdiscusiones que dicha problemtica ha suscitado, se dicecomnmente que la filosofa trata de saberes ltimos yradicales, cuyo objeto es la omnitudo realitatis. Es decir,los objetos filosficos son abordados desde la total realidad y en todo su ser, en cuanto tal. La omnitudo rea-litatis se contrae, en un segundo momento, a los entes

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    y desde ella se pregunta por la ultimidad y radicalidadde stos. Ms all de la pregunta filosfica no es posible otra pregunta ulterior. Como la esencia de las cosas

    es la ltima y radical explicacin de stas, los filsofoshan sido calificados con toda propiedad de cazadoresde esencias. Desde esta perspectiva filosfica del conocer se hace la pregunta: qu tipo de entidad es el lenguaje? Cul es su esencia?

    El pensamiento filosfico elige sus objetos de reflexin entre los que la naturaleza, la cultura o el hombremismo le ofrecen. Cualquier objeto puede ser seleccionado. Tenemos, as, a ttulo de ejemplo, filosofa dela naturaleza, filosofa de los valores, filosofa de laconducta humana. En nuestro siglo ha llegado la horaa la filosofa del lenguaje. Ahora bien, este objeto seleccionado el lenguaje cmo se le presenta al hombre, para poder convertirlo en tema autnomo de susreflexiones filosficas?

    El pensador descubre el objeto-lenguaje, bien desdeperspectivas epistemolgico-histricas provenientes de laciencia lingstica, bien desde presupuestos antropolgicos y especficamente humanos.

    En el primer caso, limitndonos a los ltimos siglosde un modo hasta cierto punto simplificador, el lengua

    je se presentaba unido a las categoras histricas de laciencia, segn fundamentos kantianos. Como es sabido,Kant cree poder justificar el conocimiento cientfico mediante los juicios sintticos a priori. Con tales juicios ex

    plicaba la matemtica y la fsica. No extraa, por ello,

    que en cierto momento de la historia, el conocimientodel lenguaje adoptara el carcter de objeto cientficocomo un ente ms de la naturaleza. Otro concepto quese puso en boga, el de la evolucin, vino a completareste cuadro. A semejanza de los dems seres de la naturaleza, el lenguaje era sujeto de nacimiento, evolucin

    progresiva y muerte. A. Schleicher, procedente del campode la botnica, fue el mejor expositor de estas ideas. Con

    posterioridad, los neogramticos consideraron el lengua

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    je como producto colectivo de los grupos humanos e intentaron salvar la cientificidad de su conocimiento mediante un mtodo positivo y riguroso que nos diese leyesnecesarias y universales, anlogas a las de la naturaleza. Todava hoy L. Hjelmslev, siguiendo estas ideas, exige

    para que el conocimiento del lenguaje sea cientfico ladescripcin de los fenmenos lingsticos de manera exhaustiva, sin contradiccin y con una explicacin de losmismos lo ms sencilla posible. Con F. de Saussure, laconcepcin de ley de la ciencia natural se sustituyepor la de estructura en sentido de ((forma. De estemodo, la vinculacin del lenguaje a las ciencias naturales y sus mtodos qued superada. Procedentes delcampo histrico surgen nuevas bases sobre las que fundamentar el conocimiento del lenguaje en cuanto ciencia del espritu, en cuanto objeto de la cultura. As,para W. Dilthey, la religin, el derecho, el Estado, lascostumbres, las ciencias, el lenguaje, la literatura, el arte,son objeto de la cultura o bienes que forman parte delmundo cultural. Y esto, porque en el lenguaje se danlas dos notas necesarias para que algo forme parte dela cultura: ser creacin humana y ser objetivacin delespritu.

    En el segundo caso, atendiendo a los presupuestos antropolgicos y especficamente humanos del lenguaje, ste adopta presentaciones mltiples. Desde la que

    pone de relieve la capacidad simbolizadora humanalnea E. Cassirer hasta la que centra su pensamien

    to filosfico en el dilogo, como es el caso entre otros deM. Buber, pasando por el personalismo de E. Mouniero las ideas sugerentes de E. Nicol en las que la palabraes considerada como la expresin fundamental de la expresin del ser con sentido que es el hombre.

    Por otra parte, dentro de dimensiones puramente filosficas, no puede dejar de aludirse al tratamiento queen torno al lenguaje realizan los pensadores de la corriente fenomenolgica, especialmente E. Husserl y, mstarde, M. Merleau-Ponty. O, tambin, las orientaciones

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    del anlisis filosfico en sus diversas versiones, europeas y americanas.

    Filosofa del lenguaje y metodologa

    El mtodo de la filosofa del lenguaje debe distinguirse netamente del de la ciencia lingstica. Este ltimo es de ndole funcionalista, mientras que aqul esesencialista, siguiendo conceptos y terminologa cassirea-na. La descripcin de ambos mtodos es til para clarificar sus modos propios de proceder en la investigacindel tema lingstico.

    a) Mtodo y ciencia del lenguaje

    Con el mtodo funcionalista se pretende, aqu, darrespuesta a la cuestin de cmo debe ser un conocimien

    to del lenguaje, para que se le califique adecuadamentede cientfico dentro del marco actual de la teora epistemolgica.

    Aplicado al lenguaje, el mtodo funcionalista abarcatres momentos. El primero es considerado como presu

    puesto sobre el que descansa la tarea posterior que esla propiamente cientfica. En l se realiza con carcter previo la eleccin del objeto que se desea elucidary la perspectiva epistemolgica en la que se sita el investigador, ya que la seleccin del objeto se lleva a cabo

    en funcin del sujeto que proyecta sobre l una teoraque busca en la experiencia su confirmacin. Se hace,

    pues, necesario distinguir el lenguaje en cuanto objetoen s, autnomo e independiente de cualquier referenciaa la persona que lo estudia y el lenguaje en cuanto pasaa ser fenmeno, objeto de ciencia. Esta ltima dimensin es posible, en razn del inters que el investigador posea por el objeto en su manifestacin externa,susceptible de verificabilidad emprica. Toda eleccin im

    pone una seleccin y, con ella, lmites determinados y

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    concretos. As, por ejemplo, si se estudia el castellano,esta eleccin comporta marginar las otras lenguas. Si,adems, se concretiza el castellano a ciertos siglos, sepasan por alto los restantes, aunque sean de gran valorpor otros motivos.

    En este momento previo, cuando se habla de que elinvestigador aborda su objeto el lenguaje desde pos

    turas epistemolgicas ya de antemano tomadas, no sepretende inculcar el mbito objetivo y neutral quedebe ser norma de toda tarea cientfica. Simplemente sealude al hecho de que el inters de un objeto se suscitaen el investigador, porque ste lo ve, anticipadamente,desde una perspectiva determinada: fonolgica, sintctica, semntica. Con la visin que cada una de estasperspectivas lleva consigo.

    Teniendo en cuenta lo anteriormente dicho, en unpaso posterior, comienza la labor propiamente investigadora que abarca dos mbitos distintos: el de la recogida de datos y el de la interpretacin de los mismos.Si se hace un somero repaso a la lingstica, en su ltima historia, se ve que gran parte de su quehacer correspondi al mbito de la recogida de datos. As, la escuela comparatista, histrica y geogrfica que llenan ydesbordan el siglo XIX. El valor de la investigacin semeda, entonces, por la fidelidad al dato; por la objetividad con que deban ser recogidos los hechos. La compilacin de los mismos fue constituyendo el corpus de laciencia lingstica, por medio de su desenvolvimiento his

    trico. La interpretacin de estos datos, dentro de unesquema o teora ms o menos general, comienza ennuestro siglo con F. de Saussure y, sobre todo, con losestructuralismos posteriores, especialmente el de la gramtica generativo-transformacional de N. Chomsky.

    Pero lo que caracteriza todos estos pasos de la ciencia acerca del lenguaje es que su preocupacin se detiene en las lenguas concretas y en sus funciones, en sucmo. Y es, en este aspecto, precisamente, en el que laciencia lingstica y su mtodo se puede calificar de

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    funcionalista. El lenguaje es considerado en sus manifestaciones fenomnicas, en sus expresiones idiom-ticas naturales. El estudio del investigador parte de laexperiencia de dichas manifestaciones y expresiones idio-mticas y vuelve a la experiencia para confirmar susteoras explicativas. De este modo logra elevarse de laslenguas concretas y de los principios que las rigen

    para elaborar una gramtica universal que d cuenta dellenguaje en s mismo.

    b) Mtodo filosfico y filosofa del lenguaje

    Si a la ciencia lingstica corresponde el mtodo funcionalista, a la filosofa del lenguaje le corresponde unmtodo estrictamente filosfico al que, siguiendo, segnya se ha indicado a E. Cassirer, se le puede adjetivarcon el calificativo de esencialista.

    Las notas que diferencian el mtodo esencialista del

    funcionalista aparecen ya desde el enfrentamiento inicial entre el sujeto que investiga y el objeto investigadoy se hacen ms evidentes en su posterior trayectoria.En el mtodo cientfico igual que en el conocimientode esta ndole se da como presupuesto la existenciadel objeto sobre el que recae la teora explicativa. En elmtodo esencialista lo mismo que en el conocimientofilosfico se emprende el estudio de un objeto sin admitir previamente nada. Debe demostrar la existencia o,cuando menos, la posibilidad de la existencia de tal ob

    jeto. En nuestro caso, el lenguaje. Adems, se enfrentaa l en su totalidad, en todo su ser en cuanto tal, intentando dar del mismo una justificacin terica de su qultimo y radical. Y, en este contexto de ultimidad, radi-calidad y totalidad, reflexionar sobre su cmo debe sery los valores o funciones que le corresponden.

    La forma ms adecuada de expresar las verdadesconseguidas por el mtodo esencialista es la de la funcin atributiva: juicios en los que se afirma o niega deun sujeto un predicado, relaciones esenciales manifesta

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    das en ltima instancia por el verbo ser en su acepcinmetafsica. Estas verdades, as alcanzadas, no son comolas de la ciencia verificables con criterios empricos, yaque su objeto trasciende la experiencia. La comprobacin de su verdad o falsedad no puede llevarse a cabo

    por contraste con la forma de actuar de las cosas, comocriterio nico, sino por crtica de los conceptos y demostracin de su verdad o falsedad en el proceso lgico queha seguido el entendimiento. El pensar esencialista cuenta con el entendimiento, sin que las confirmaciones orechazos del exterior sean para l apodcticos. Con estono se excluye el que, en casos concretos, acuda a laslenguas naturales o a sus gramticas para ilustrar o clarificar alguna concepcin filosfica.

    Por otra parte, el mtodo esencialista se completa conel estudio histrico de las teoras que los filsofos handejado, como legado cultural, a las generaciones siguientes. Un estudio de la historia de la filosofa del lenguaje

    no realizada todava de manera seria y sistemtica ensu totalidad es, en este punto complemento necesarioen el desarrollo integral de nuestra joven disciplina. Y, ala vez, prtico seguro.

    Principio unificador y contenidosde la filosofa del lenguaje

    En la tradicin clsica filosfica se afirmaba comn

    mente que conocer la realidad era explicarla por sus causas ltimas. Especialmente, las causas formal, ejemplary final. De este modo, la realidad quedara sustanciadaen lo que es (forma), en cmo debe ser para ser ellamisma y no otra cosa (ejemplaridad) y para qu sirve oqu valor funcional posee (finalidad). Sin pretensionesexclusivistas, por qu no adoptar este criterio de recioabolengo filosfico en la tarea de sistematizar y unificar los contenidos, aparentemente tan dispares y diversos, de la filosofa del lenguaje? Segn este criterio, los

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    contenidos de nuestra disciplina quedaran elaboradosdentro de tres grandes reas: ontolgicas, deontolgicasy finales.

    El rea ontolgica intentara determinar qu es el lenguaje. Ese objeto que se presenta como fenmeno cultural o como expresin especfica del ser con sentido quees el hombre. Esto se realizara no en el plano pragmtico, sino lgico-filosfico. Parece que en toda concepcin del mundo, del hombre y de Dios subyace una intuicin metafsica en torno a la expresin de la mismay a su posibilidad lingstica de justificacin. En esteaspecto, el qu del lenguaje podra ser explicado en susdos grandes teoras: la especular-reflejo y la naturalista. La primera atendera a sus versiones clsicas que adquieren puntos culminantes en los modos de significacin medievales y en la gramtica lgica de Port-Royal

    principalmente, y a las versiones modernas que tienensus mejores expositores en B. Russell o en L. Wittgen-

    stein con su Tractatus LogicoPhilosophicus, as como enel neopositivismo lgico en general. La segunda presentara al lenguaje, en cuanto es actividad natural humana. Una actividad que adopta en su realizacin formade juego (analtica oxoniense), de experiencia hermenutica (crculo hermenutico gadameriano) o de formasestructuradas dentro de un sistema segn principiosinnatos (estructuralismo). A estas dos grandes concepciones habra que aadir, para completar nuestro cuadroontolgico, la especulacin que en torno al tema lings

    tico ofrece en la actualidad el pensamiento dialctico-marxista.En relacin con el rea ontolgica se perfila la deon-

    tolgica: cmo debe ser el lenguaje para ser lenguaje.La identidad del lenguaje consigo mismo es slo posi

    ble si es significativo. De aqu que el contenido deonto-lgico se configure sobre el tema central del significadoy de las teoras que los filsofos han elaborado sobre elmismo. Y esto, en las dimensiones metafsicas, lgicasy psicolgicas. Por ser creacin del espritu humano, es

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    obvio pensar que el lenguaje es perfectible. Y desde loslenguajes naturales se puede llegar a establecer un modelo ideal perfecto significativo. El problema que, entonces, surge es el determinar en nombre de qu sebusca, o se justifica, dicha perfectibilidad. En razn delsistema, segn lo desean los estructuralistas? En raznde la exactitud o validez inferencial, como propone lasemitica carnapiana? En razn de la correccin lgi

    ca, de la que la gramtica tradicional es defensora constante o en razn de la belleza, como sostiene la preceptiva literaria o quiere la neohermenutica gadamerianade lo esttico? El mbito del ser, as, se ampla conel del cmo debe ser y, en consecuencia, con la preguntasobre la aspiracin a construir una forma ideal de lenguaje sobre la visin normativa que de tal forma parecedesprenderse.

    El lenguaje, en cuanto expresin humana, tiene finalidades concretas. Y estas finalidades son su valor.

    Por ello, en un tercer apartado de ndole axiolgica enel sentido amplio y pragmtico del trmino la filoso-

    fa del lenguaje se debe preguntar para qu sirve ste,para qu vale. Fundamentalmente, la cualidad ms tildel lenguaje reside en su comunicabilidad. El lenguajecomunica, hace comunin de ideas y sentimientosentre los hombres, convirtindolos en prjimos y semejantes. De aqu que en este apartado queden comprendidas las cuestiones pertinentes a la dimensin dia-lgica lingstica, atendiendo de modo particular a cier

    tos tipos peculiares de expresin como el simblico, elmitolgico, el cientfico, el filosfico, el religioso e, incluso, el potico.

    Este cuadro sinptico de los contenidos de la filoso-fa del lenguaje se completa con las grandes interrogaciones que afectan a la relacin existente entre mundo,pensamiento y expresin lingstica. Qu clase de influencia ejerce el lenguaje en la visin del mundo? Reinos de lenguajes crean reinos de realidad o es ms bienal revs? Es el lenguaje un mero vehculo del pensa

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    miento o de algn modo pertenece al constitutivo formal de stey. enconsecuencia, de la persona humana?

    La filosofa del lenguaje, as elaborada y sistematizada, perdera en buena medida esa apariencia de disciplina desangelada en la que se proponen temas que,aunque unidos por el denominador comn de lo lingstico, carecen de un hilo lgico conductor y de una visin estructurada de su conjunto. Fenmeno ste, por

    otra parte, que no resulta difcil de apreciar en un somero anlisis de las obras introductorias de nuestra disciplina, publicadas en castellano o a l traducidas y queson las que estn ms habitualmente al alcance de nuestros estudiantes universitarios.

    Los textos castellanos de la filosofa del lenguaje

    Dada la juventud de esta asignatura y su tardo in

    greso oficial en la carrera filosfica segn ya se haindicado anteriormente no debe extraar la escasez actual existente de manuales expositores de la misma.Comn denominador de todos estos manuales es el reflejar una marcada influencia anglosajona en el enfoquey desarrollo de los problemas, dejndose llevar por laimportancia que la filosofa lingstica ha ejercido en la

    filosofa del lenguaje con el olvido de otras fuentes, principalmente de procedencia hispnica o en conexin conla tradicin cultural humanista y de carcter metafsico-

    transcendental del continente europeo.Dos son las obras importantes escritas en castellanosobre el tema que nos ocupa. La primera, tambin enorden cronolgico de publicacin, pertenece a Jos Hierro S. Pescador y ha sido editada en dos volmenes conel ttulo siguiente:Principios de filosofa del lenguaje.1. Teora de los signos. Teora de la gramtica. Episte-mologa del lenguaje. Y 2. Teora del significado; Madrid,Alianza Universidad, 1980 y 1982 respectivamente. ltimamente, estos dos volmenes han sido unificados con

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    casi idnticos contenidos, aunque en ocasiones con distintos enfoques y perspectivas, en un solo volumen en1986 por la misma editorial. La segunda obra est realizada en colaboracin por J. Jos Acero, Eduardo Bustosy Daniel Quesada. Lleva por ttulo, Introduccin a lafilosofa del lenguaje,Madrid, Ctedra, 1982.

    Si atendemos a los contenidos que J. Hierro S. Pescador aborda en sus Principios de filosofa del lenguaje,

    las cuestiones tratadas son aquellas que han cobradoimportancia en las corrientes filosficas del empirismolgico y de la analtica oxoniense. Despus de una breveintroduccin en la que se justifica el ser de la filosofadel lenguaje y se aclaran algunos trminos de utilizacin frecuente, tales como signos, lenguaje, lengua yhabla, sistema y norma, ((competencia y actuacinentre otros, se pasa a la exposicin del Ars Grammatica en su versin moderna chomskiana con su corolario sobre la hiptesis de las ideas innatas. La segunda

    parte segundo volumen en la edicin primera versaacerca de la construccin del lenguaje ideal perfecto y,en consecuencia, de las teoras del significado principalmente en su dimensin lgica. Y los nombres aducidoscomo autoridades en la filosofa del lenguaje son siem

    pre los mismos: autores como L. Wittgenstein, G. Frege,B. Russell, W. Quine, R. Carnap, J. Searle. Todos pertenecientes a la orientacin analtica y empirista lgica.Por otro lado, el mismo J. Hierro reconoce la dificultadque existe para unificar y elaborar de manera sistem

    tica estos materiales de ndole tan variada que parecentener como nico hilo conductor el haber sido tratadospor filsofos de tendencias y enfoques afines.

    La obra Introduccin a la filosofa del lenguaje tienede ventaja sobre la de J. Hierro como este mismo reconoce el haber sido realizada en colaboracin, permitiendo as desarrollar con mayor detalle y especiali-zacin algunos temas. Pierde, con ello, sin embargo, enla visin global y unitaria de la conexin que deberadarse entre las diversas cuestiones y perspectivas. Como

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    en la obra de J. Hierro, tambin aqu se comienza conuna introduccin clarificadora de algunos conceptos bsicos: lenguaje-objeto y metalenguaje, ((uso y mencin,morfemas, lexemas, etc. Se pasa despus a tratarla sintaxis, la semntica y la pragmtica de las lenguasnaturales. Y vuelven a aparecer los mismos problemas,indicados en J. Hierro, pero desde otras perspectivas.

    As, en la sintaxis se aborda el problema de los universales lingsticos y se debate la hiptesis de las ideasinnatas. Bajo el epgrafe Referencia, intensin y verdadse nos da una aproximacin a importantes cuestionessemnticas en su conexin con los puntos de vista lgicos modernos. Como novedad, aparecen autores de cierta relevancia no citados con tanta profusin por J. Hierro, como son P.F. Strawson, A. Tarski o D. Davidson.La parte tercera que versa sobre el anlisis pragmtico del lenguaje, sobre el significado y accin, da cuentadel pensamiento analtico oxoniense, especialmente el deL. Wittgenstein con los desarrollos principales posteriores. La obra se completa con una ltima parte dedicadaa los problemas derivados de la interrelacin existenteentre lenguaje, racionalidad y cultura, con un captulo entorno a las conocidas tesis de Sapir-Whorf acerca delrelativismo lingstico.

    Tanto en Principios de filosofa del lenguaje comoen Introduccin a la filosofa del lenguaje se ofrece, alfinal de cada tema, un proyecto de lecturas con una selecta orientacin bibliogrfica, siempre dentro de los

    planteamientos en que se mueven las exposiciones delos problemas tratados.

    Entre las traducciones al espaol, merece mencinespecial la obra Sprachphilosophie Filosofa del len-

    guaje de Franz von Kutschera, llevada a cabo porla editorial Gredos en 1979. Prcticamente se sita en lalnea de J. Hierro, aunque cambiando un tanto la estructura y configuracin de los contenidos. As, despusde un captulo de distinciones previas referentes a algunos trminos como enunciados descriptivos, men

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    cin y usos de signos, aborda primeramente las teorasdel significado realistas (L. Wittgenstein, G. Frege,R. Carnap), behavioristas (Ch. Morris, B.F. Skinner),de A. Quine y del comnmente conocido como segundoWittgenstein para, en un segundo momento, ocuparsede las concepciones de la gramtica, la tradicional, ladel lenguaje ideal perfecto y la generativo-transforma-cional. Estas dos partes se completan con los problemas

    relativos a la interrelacin existente entre lenguaje y realidad. J. Hierro indica el parecido que tiene su obra conla de F. Kutschera en el tratamiento de las cuestiones yen la visin global de lafilosofa del lenguaje.

    Desde una ptica ms bien unilateral, conviene citarla obra de J.J. Katz Filosofa del lenguaje, Barcelona,Martnez Roca, 1971, versin de la de habla inglesa ThePhilosophy of Language, Nueva York, Harper & RowPublishers, 1966. En ella, Katz aplica la concepcinchomskiana del lenguaje a los problemas del conocimien

    to humano. La razn reside en que, para l, siguiendoa N. Chomsky, la filosofa del lenguaje es una parte dela investigacin filosfica acerca de la epistemologade los conceptos, su gnesis, sus lmites y su estructuracin nonata. Tambin conviene citar la obra de J. Sear-le Actos de Habla, Madrid, Ctedra, 1980, traduccindel ingls de Speech acts An essay in the Philosophyof Language, Cambridge University Press, 1980. J. Sear-le, aqu, lo que hace es proponer problemticas y soluciones desde una filosofa particular, la de la analtica

    inglesa con cuyas teoras acerca del lenguaje no convendra identificar lo que debe ser la filosofa del lenguaje.En esta misma lnea analtica inglesa, Alianza Universidad, Madrid, 1974, ha puesto a nuestro alcance el eptome de W. Alston Filosofa del lenguaje que, dada susimplicidad tanto de enfoque como de contenido, ya queversa nicamente sobre la temtica del significado, parece contradecir las pretensiones del ttulo.

    Esta breve relacin de publicaciones conduce a algunas consideraciones de ndole valorativa. En primer

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    lugar, han de calificarse como altamente positivas lasobras tanto de J. Hierro como de J. Juan Acero, Eduardo Bustos y Daniel Quesada. Ofrecen en el aspecto universitario una visin bastante completa de los problemas que la filosofa del lenguaje debe tratar y, desde el

    punto de vista especialmente anglosajn, presentan unapanormica amplia y enriquecedora. En segundo lugar,conviene indicar que este tratamiento coloca en penum

    bra las orientaciones de pensamiento europeo que podran ser englobadas bajo la denominacin de metafsico-transcendentales. El mismo J. Hierro reconoce que lafecundidad de este enfoque y la utilizacin que de l

    pueda hacerse est todava por verse. Esta opinin noes totalmente compartida por nosotros en la elaboracindel presente manual en el que pretendemos, de algunamanera, dar juego a esta corriente especulativa tan caracterstica de los pensadores del continente europeo.

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    Captulo II

    ACCESOS FILOSFICOS AL LENGUAJE

    Las relaciones existentes entre filosofa y lenguaje nohan cesado de variar en el transcurso de los siglos. De

    aqu que los problemas filosficos derivados de tales relaciones se hayan, igualmente, diversificado. Por otraparte, las corrientes actuales de pensamiento estn altamente concretizadas en sus intereses y mtodos, ensus posturas epistemolgicas. Por ello, como prembulo introductorio, nos preguntamos antes de entrar delleno en la filosofa del lenguaje por los accesos actuales desde los que la filosofa aborda el tema lingstico.

    El acceso histrico

    Es idea comn en el campo de la filosofa de la historia que el hombre y su pensamiento estn donde estnen virtud de una tradicin, de un pasado. De igual manera que el futuro realizar su trayectoria temporal endependencia de la eleccin que se haga de las posibilidades que el presente ofrezca. Si esto se toma comopunto de partida, no extraa que el modo ms sencillono por ello el ms fcil de acceder a lafilosofa

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    del lenguaje sea el histrico. Qu pretende la filoso-fa del lenguaje sino justificar, ante todo, su objeto y suestatuto epistemolgico actual? Pero hacer tal cosa su

    pone acudir al devenir de las teoras filosficas sobre ellenguaje y sus vicisitudes. Se precisa reconstruir la historia de los intereses que el tema lingstico ha ejercidoen los pensadores. Slo la historia nos descubrira la manera cmo el lenguaje ha pasado de ser un objeto laten

    te e implcito en los grandes sistemas tradicionales a serun objeto explcito y casi omnipresente en el quehacerfilosfico contemporneo.

    La filosofa arranca de la intelectualizacin que dela vida social hicieron los griegos, bajo la consideracindel logos, en cuanto ley y norma del mundo. En su triple acepcin de pensamiento, palabra y realidad captada,el logos unifica y ordena la inteligencia y el ser, haciendoposible la verdad. El cosmos es inteligible, porque inserto en l est el logos. El hombre aprehende y expresasu mundo, porque l es, a su vez, logos viviente. Deesta manera, se produce en Grecia la naturalizacindel lenguaje.

    Platn revela de forma lcida en sus obras este fenmeno. Conocido es de todos el dilogo Cratilo y unode sus temas: la naturaleza del lenguaje. Platn, nosin cierta irona, toma postura a favor de la relacin natural entre palabra y ser, entre expresin y realidad. Losnombres, establecidos por el legislador, recordndonos

    las ideas, al contacto con lo sensible, y descubrindonos el contenido esencial de las mismas, son gua segura en el camino de la verdad. No puede, por otra parte,ser olvidado que en Platn lo mismo que sucederms tarde con Aristteles lo lgico, lo gramatical y lometafsico estn unidos tan entraablemente que es difcil deslindar sus respectivos campos y fronteras.

    Aristteles, por el contrario, va a defender que la relacin entre lenguaje y naturaleza se realiza por libreconvencin humana. Esto, sin embargo, no es bice para

    que en su tratado de metafsica, al analizar proposicio

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    neS del tipo Scrates camina, Scrates est sentado,concluya que la realidad se configura segn dos grandes categoras: la de la sustancia (sujeto de la oracin)y la del accidente (atributo del sujeto). Con ello parececonvenir con la intuicin platnica de que la palabra es

    un reflejo del ser. En el lenguaje se retrata la realidad.De aqu que en las categoras lingsticas se nos reve

    len las categoras del ser. Desde esta intuicin primigenia se establece una concepcin gramtico-ontolgica queperdurar con diversos matices y versiones distintashasta nuestro siglo. Gramtica, lgica y metafsica descansando sobre sus pilares bsicos respectivos de sus-tancia, concepto objetivo y nombre sustantivo entrecruzan y extrapolan sus especulaciones de un mbito al otrocon suma facilidad. Son como vasos comunicantes)) quereciben agua del mismo venero. Cualquier cambio en unode ellos repercute en los otros dos. Por este motivo,cuando en la poca medieval se intenta fundamentar elconocimiento de Dios, estableciendo las condiciones desu objetividad, telogos y filsofos hacen preceder susteoras de una cuestin lingstica: la de los modos designificar. El origen posterior de la Grammatica Speculativa erfodiense se debe a este hecho. De igual manera,Kant, cuando intenta fijar los lmites de todo conocimiento cientfico, analiza los juicios en la versin de oraciones gramaticales. El a priori kantiano es, en definitiva,un a priorigramatical.

    Otra idea fructfera en el correr de la historia, parala filosofa del lenguaje, fue la que enfrent a gramticos alejandrinos con los de la escuela de Prgamo. Yaen los siglos Il-l a.C., los primeros defendan con la gramtica de Dionisio de Tracia que el lenguaje deba serexplicado mediante doctrinas coherentes y sistemticas.La gramtica deba recoger el conjunto de reglas segnlas cuales se efectuara el habla. La gramtica debaconstituirse en norma y modelo del decir humano. Laescuela de Prgamo, en cambio, pona de relieve la cantidad de hechos que contravienen la regularidad grama

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    tical. Con ello establecan la importancia del uso en lacomunicacin de los hablantes. Norma y uso, ley y excepcin, mentalismo y empirismo son, salvadas las distancias, versiones modernas de aquella primera consideracin griega del lenguaje, en cuanto actividad normadao en cuanto actividad popular sin reglas.

    Prcticamente el acceso histrico a la filosofa dellenguaje se podra realizar siguiendo dos caminos diversos. El primero cobrara forma de antologa expositiva,desarrollando los problemas lingsticos que han interesado a los filsofos y de los cuales hemos hecho unadescripcin inicial y rudimentaria. Junto a ellos habraque colocar los del lenguaje y realidad, pensamiento ylenguaje, lenguaje y sociedad humana, as como otro tipode cuestiones cuya solucin podra buscarse en los dominios de la palabra. Por ejemplo, slo a ttulo ilustrativo, bastara con citar el problema del conocimiento a

    priori. Como es sabido, este conocimiento se caracteriza

    por no fundamentarse en la experiencia ni depender deella. Su verdad est por encima de cualquier verificabi-lidad emprica. Los pensadores siempre han considerado los conocimientos de esta ndole como una fuente de

    perplejidades. En qu razn podemos fundarnos, paraafirmar que conocemos con certeza, prescindiendo demedidas y otras comprobaciones experimentales que, porejemplo, 7 ms 8 son 15? Una respuesta, bastante frecuente, radica en que tales afirmaciones son verdaderas en virtud del significado de los trminos que ocurren

    en sus proposiciones. As, la igualdad 7 ms 8 son 15resultara verdadera por razn del significado de 7,ms, 8 y 15. Un cambio semntico en alguno deestos trminos llevara consigo un cambio en la verdadde dicha expresin. No se trata aqu de hacer nuestraesta clase de solucin, sino de mostrar sencillamentecmo desde el lenguaje se pueden solventar ciertos interrogantes filosficos. La misma corriente actual de pensamiento analtico es modelo insigne con su actividadesclarecedora del habla coloquial de este proceder a la

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    hora de solucionar cuestiones ticas, metafsicas o, incluso, de teologa natural.

    Un segundo camino, para introducirnos en la filoso-fa del lenguaje por medio de su historia, sera el de investigar los fundamentos filosficos de las grandes concepciones gramaticales en su devenir cronolgico. Losgrandes hitos de esta tarea indagadora son fciles de

    sealar: Platn y Aristteles, megricos y estoicos, parael pensamiento griego; Boecio, los De modis significandi y la Grammatica Speculativa, para el perodo medieval; Locke, Berkeley y Hume, para el empirismo ingls;Descartes en Francia, al que N. Chomsky considera un

    precedente de su sistema generativo-transformacional; enel siglo XVII, Port-Royal y la quimera de la Repblicaliteraria, utpico Estado contrapuesto a la antiguaBabel, en donde se hablara un lenguaje nico universal; K.W. Humboldt y J.G. Herder con los momentoscumbres del romanticismo alemn; los neogramticos,en el siglo pasado y, en ste, las diversas tendencias estructurales que toman como punto de partida a F. deSaussure, las concepciones lgicas del lenguaje ideal perfecto de B. Russell o L. Wittgenstein, las especulaciones del lenguaje comn de la filosofa oxoniense y, porltimo, las de la corriente fenomenolgica y neoherme-nutica gadameriana. La historia de la filosofa del len-

    guaje sera en la versin sistemtica o en la cronolgicauna vlida introduccin para la explicacin de la importancia que el lenguaje cobra en el pensamiento contem

    porneo y para la organizacin de la naciente disciplinade lafilosofa del lenguaje.

    El acceso fenomenolgico

    El trmino fenomenologa parece que fue usado porprimera vez en el Nuevo Organon (1764) de J.H. Lam-bert. Tambin Kant, Hegel, Renouvier, W. Hamilton,E. von Hartmann y otros autores lo utilizaron en sus

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    obras, aunque con acepcin diversa a la que se le daactualmente y que est unida al nombre de E. Husserl(1859-1938).

    La fenomenologa, para este ltimo pensador, representa tanto un mtodo como un sistema especial defilosofa. En el primer caso se trata de la manera o modo

    particular segn el cual debe el filsofo acercarse a lascosas o, si se prefiere, de las condiciones que se han deestablecer para que un objeto se haga patente a la intuicin humana. En el segundo caso se hace referenciaa los resultados que de la aplicacin de este mtodo sederivan. A este respecto, es conocida la diversidad dedoctrinas y corrientes filosficas a que ha dado origenel mtodo fenomenolgico. H. Spiegelberg en su obraThe Phenomenological Movement. A Historical Introduction, 2 vols., La Haya, 1965, ha realizado una exposicin, casi exhaustiva, de tal hecho.

    Para nuestro propsito interesa, ante todo, la des

    cripcin de la metodologa fenomenolgica en su aplicacin al lenguaje. Qu pasos importa? Cmo puede ser

    puesta en prctica?En el mbito filosfico, este mtodo se caracteriza y

    diferencia de cualquier otro por un rasgo fundamental:el de la reduccin o epoj. Esta reduccin no significanegacin o eliminacin de datos. Simplemente quieredecir precisin del objeto que debe ser considerado. Talprecisin exige un desentendemos, un pasar por altotodo el conjunto de elementos que pueden enturbiar nues

    tra visin de las cosas. La reduccin o puesta entreparntesis del mtodo fenomenolgico est de acuerdocon el ideal cognoscitivo que aspira implantar: el de laintuicin de la cosa en s misma. Y Husserl entiende porcosa en s lo dado, lo que aparece en la conciencia.Para l, la nica fuente de conocimiento es la conciencia originaria de lo que se da, ya que todo otro conocimiento es derivado de lo que la mente ve o intuye.

    En la subida o ascensin a esta suerte de monte Carmelo filosfico, en cuya cima aparece lo dado, la cosa

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    en s misma, desnuda de oropel y paja, hay que ir dejando atrs las naderas que impiden tal intuicin. Yesto se verifica mediante dos clases de reduccin, la ei-dtica y la transcendental. La primera de ellas patentiza con mayor nitidez el mtodo fenomenolgico, ya quees fcil de separar de las doctrinas a las que Husserlconcluye. No sucede lo mismo con la segunda que seune ntimamente al llamado idealismo transcendental

    husserliano en el que el Yo transcendental parece serel fundamento de todo el sistema de este prolfico pensador. Nuestra atencin, en consecuencia, va a centrarse en la reduccin eidtica, porque en ella se nos ofreceel modo de actuar que presenta la tarea fenomenolgica.

    La reduccin eidtica

    El eidos de las cosas es captado por la mente me

    diante un proceso reductivo que se ejercita sobre los mbitos de la subjetividad, de la teora, de la tradicin yde la existencia.

    Segn Husserl, en la especulacin filosfica, el pensamiento debe orientarse exclusivamente hacia el objetoy prescindir de todo lo subjetivo. Esto importa dosactitudes prcticas. Una es la que atiende al ideal obje-tivista de toda investigacin, y la otra la que fija elmarco y situacin contemplativa en que ha de ubicarsela mente. sta, en efecto, tiene que pasar por alto, tiene

    que prescindir del espacio y dimensin subjetiva del investigador (sentimientos, emociones, conocimientos, cultura o educacin), para colocarse dentro del objetomismo. Igualmente, tiene prohibido el campo de las

    preguntas pragmticas o utilitaristas. Con frecuencia,nos seducen las preguntas en torno al modo cmo podemos beneficiarnos de nuestros saberes. Para qu sirven? Qu posibilidades de utilizacin presentan? Cuestiones de esta ndole quedan al margen de la intuicineidtica. Incluso, cuando se proponen como objeto de

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    consideracin fenomenolgica, han de ser examinadas demanera puramente contemplativa.

    Este primer escaln reductivo se completa con otrosdos relacionados, en cierta medida, entre s. Por un lado,en la intuicin eidtica de un objeto se pone entre parntesis cualquier tipo de teoras o hiptesis explicativas previas. stas slo se admiten despus de haber sido

    fenomenolgicamente justificadas. No se trata, pues, deuna descalificacin de las mismas, sino de la bsquedade su fundamento. Por otro lado, la accin reductiva anterior se ampla hasta alcanzar el estado actual de laciencia misma en lo referente al objeto de investigacin.El tradicional magister dixit personificado aqu por laciencia tiene tambin que ser puesto entre parntesis.Y esto, porque en la intuicin eidtica interesa nicamente lo dado en la conciencia originaria y tal comoen ella se presenta.

    La labor, hasta este momento realizada, no es todava suficiente. Un autntico mtodo fenomenolgicoexige, adems, que se prescinda de la dimensin exis-tencial del objeto. Esta es una caracterstica que diferencia de manera radical nuestro mtodo del utilizado

    por los empiristas. Mientras que stos se preocupan porlos hechos tal como son o han sido, a la fenomenologa le importa nicamente la quididad de los mismos.Por ello, se desentiende de su existencia o no existencia.

    Mediante las precisiones llevadas a cabo, la mentese encuentra ya en condiciones aptas para intuir, para

    aprehender sin perturbacin alguna lo dado y todolo dado, tal como aparece en la conciencia. Desde estemomento, al fenomenlogo no le resta ms que descri-bir con rigor y detalle lo que la mente intuye: el fenmeno, el eidos o la quididad de la cosa. Estos trminoscobran acepcin propia en esta metodologa. As, el fenmeno no es algo opuesto a la realidad, ni algo engaoso o ficticio, ni aquello que puede ser observado slo

    por los sentidos. Fenmeno es lo que se muestra a smismo en la conciencia, lo que se muestra tal como es,

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    lo que aparece claramente ante nosotros. Y el eidos o laquididad de la cosa no debe identificarse con el contenido de esencia de Aristteles. La fenomenologa, enefecto, designa como esencia todo lo que est unido necesariamente al fenmeno, incluso las propiedades aristotlicas que se consideran accidentes. Fenmeno o esencia, entonces, podra ser definido como la estructura

    fundamental del objeto.M. Farber, clarificando el pensamiento husserliano,distingue a este respecto entre fenmeno, realidad yfenmeno-realidad. Fenmeno sera lo anteriormente indicado; realidad sera lo existente, independientementede cualquier conciencia y fenmeno-realidad, aquel objetofenomenal que pretende ser real. Es decir, aquel fenmeno que al mismo tiempo se supone real o existentefuera de la mente cognoscitiva. De este modo, en lo concerniente al lenguaje, se posibilitan las doctrinas husser-lianas del significado que tendremos ocasin de analizaren el captulo dedicado a este tema. Y tambin las es

    peculaciones explicativas de los entes imaginarios o ficticios que el decir humano tiene capacidad para inventar.

    E. Husserl aade a este proceso reductivo eidticootro que denomina transcendental. Como anteriormente ya se ha indicado, ste tiene menos importancia metodolgica y conducira a poner entre parntesis la existencia misma de la conciencia que conoce. Para l, as,toda la actividad intencional cognoscitiva se desarrollara entre dos extremos lmites: el notico y el noemti-

    co. Al primero, correspondera la reduccin fenomenolgica, cuyo residuo ltimo sera la conciencia pura otranscendental. Al segundo, la intuicin de la esencia onoema, segn el proceso reductivo ya reseado.

    Aplicacin fenomenolgica al lenguaje

    Segn el objeto sobre el que recaiga la fenomenologa y su modo de ejercitarla, tendremos diversas corrien

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    tes de pensamiento. As, una ontologa de la negativi-dad con N. Hartmann o Sartre; una visin tica fundamentada en los valores con M. Scheler; un humanismoexistencial de signo diverso con Heidegger, Jaspers oG. Marcel; una filosofa de la ambigedad con Merleau-Ponty. Con mayor o menor importancia, el tema del lenguaje va apareciendo en todos estos filsofos. Pinsesecmo Heidegger traslada lentamente sus preocupaciones

    desde el ser y existir histricos hasta el lenguaje.A modo introductorio, slo para clarificar el mtodo

    fenomenolgico en su ejercicio, se puede acudir al mismoE. Husserl en el proceso que sigue para llegar a la intuicin eidtica y posterior descripcin de la significacin lingstica. La epoj husserliana camina de formaascendente desde el anlisis del signo hasta el de la significacin lingstica, pasando por la expresin de sta.Para ello, hace distincin, en primer lugar, entre expresin y signo, dada la equivocidad que en ste se da,

    segn nuestro filsofo. En efecto, el trmino signo unasveces se utiliza en el sentido de seal y otras, en cambio, en el de expresin. En la comunicacin dialgica,el signo funciona como seal en cuanto mediante lse notifican al interlocutor todo un conjunto de vivencias que afectan al que habla. As, el tono con que sepronuncia el signo, la manera de hacer su fonacin, porejemplo, pueden sealar el estado emotivo del hablante.Pero no es esto lo que constituye propiamente la significacin; de aqu que debamos colocarlo entre parnte

    sis o pasarlo por alto en la epoj fenomenolgica. Ascendemos, de esta forma, de la funcin notificativa delsigno a su expresin significativa. El signo sencillamente seala, designa algo que no es l. En cambio, la expresin muestra un significado en s, independientemente de su designar, si pasamos a la consideracin dela vida solitaria del alma que es donde se produce ge-nuinamente la funcin significativa. La expresin es expresin en virtud de la significacin, su constitutivoesencial. Tambin aqu hemos de distinguir entre la sig

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    nificacin y las vivencias constituyentes mediante lascuales damos significacin a una expresin. Aqullas sonsubjetivas, efmeras, mientras que un significado esatemporal y no est sujeto a las vicisitudes de la persona que lo piensa. Lo que es, es; lo que no es, no esen su contenido significativo es independiente de las personas que lo piensen o de sus estados anmicos. Por ello,de nuevo, hacemos precisin de los elementos constitu

    yentes de las vivencias en virtud de las cuales damossignificacin a la expresin y consideramos a esta ltima en s. Aparece entonces en nuestra conciencia originaria su ser ideal y su contenido diferente en la objetividad que expresa y en el objeto expresado. El mtodofenomenolgico, con su epoj en los diversos niveles, hacolocado a la mente en situacin de contemplar el eidosde la significacin separndolo de todas las adherenciasque en l podran guiarnos a errores y confusin.

    El mtodo fenomenolgico en ejercicio, recayendo di

    rectamente sobre el lenguaje, puede tambin ser considerado en forma eminente en el pensador Merleau-Ponty.As lo muestra la obra de Jess J. Nebreda, La fenome-nologa del lenguaje de Maurice MerleauPonty. Prole-

    gmenos para una ontologa diacrtica, Madrid, Universidad Pontificia Comillas, 1981, cuyo resumen apareceen la RevistaPensamiento,38 (1982), 63-86.

    El acceso analtico

    Con el trmino analtico, se pretende aqu designar los movimientos filosficos del siglo XX que utilizanel anlisis, como mtodo para acceder al lenguaje, a lavez que mantienen la doctrina de que ste es el objetodirecto del quehacer filosfico. Protagonistas de estosmovimientos son el neopositivismo lgico y la filosofainglesa en su versin Tractatus wittgensteiniano y en suversin oxoniense del lenguaje comn. Con ciertas ma-tizaciones, podra aadrseles el estructuralismo choms-

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    kiano en cuanto analiza l tambin el lenguaje segn l l i b i

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    kiano, en cuanto analiza, l tambin, el lenguaje segnlas estructuras formales que lo configuran como resultado de ciertas virtualidades innatas que el espritu humano posee.

    La exposicin del mtodo analtico, en sus diversastendencias, puede ser desarrollada dentro de dos grandesconsideraciones. En la primera, se tratar de describirel proceso histrico en virtud del cual la preocupacin

    filosfica por el ser y el conocimiento fue sustituida porla del lenguaje. Cmo ha llegado a verificarse, en suslneas maestras, este fenmeno? En la segunda, se ex

    pone con brevedad el modo de operar analtico en suorientacin neopositivista y en su orientacin inglesa.

    El lenguaje, objeto directo de la filosofa

    La instalacin de gran parte de la filosofa del siglo

    XX en el mbito lingstico podra muy bien quedar descrita con algunas citas de pensadores. As, Ferrater Moraafirma: Hay que aclarar siempre minuciosamente lo quese dice y lo que se quiere decir, cuando se plantean

    problemas reputados como filosficos (Cambio de mar-cha en filosofa, Madrid, Alianza, 1974, p. 9). Y, aosantes, M. Schlick, en comunin con el Crculo de Viena,dir: La filosofa es una actividad mediante la cual seexplica el significado de enunciados. La filosofa explica enunciados y la ciencia los verifica (Die Wende der

    Philosophie en Erkenntnis, 1930-31, vol. I). Y el mismosemntico marxista A. Schaaf sostiene: La esencia deesta nueva interpretacin filosfica consiste en dar unpaso extremadamente importante, aunque corto en apariencia, desde la afirmacin de que el lenguaje tambines objeto del estudio filosfico a la afirmacin de quenicamente el lenguaje es objeto de dicho estudio ( I n -troduccin a la semntica, Mxico, FCE, 1966, p. 63).Con estas citas, pequeo ndice del panorama analtico,se intenta indicar cmo los problemas filosficos hoy no

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    se plantean ya como meras especulaciones sobre entidades o categoras de la realidad, sino sobre las expresiones que las encarnan. As, la cuestin por indicaralgn ejemplo del conocimiento humano no se presenta en preguntas del tipo: Qu es el conocer humanoen su esencia ltima? sino en esta otra: Qu quere-mos decir, cuando afirmamos que conocemos?. Y si tambin a ttulo ilustrativo nos trasladamos al m

    bito metafsico, la cuestin acerca de la realidad y delser se formula de manera lingstica: Qu queremos

    significar, cuando afirmamos que algo es real?. De estemodo el anlisis de la razn pura kantiana ha pasado aconvertirse en anlisis de sus presupuestos lingsticos, ya que todo juicio es una proposicin y en sta

    podemos descubrir, al analizarla, el contenido y la formade aqul. Esta situacin del pensamiento actual es resultado de un largo proceso histrico que puede ser sim

    plificado mediante una reflexin de sus momentos cul

    minantes.Hasta prcticamente el siglo XVII, el pensamiento hu

    mano tanto en su versin griega como cristiana sepreocup por la realidad en s; por clarificar y sustanciarel qu de las cosas. Por ello, la verdad era considerada,dentro de un realismo gnoseolgico, como acuerdo dela mente con este qu. Se descansaba en la creencia

    bsica de que los seres son inteligibles y de que lamente humana puede aprehender esa inteligibilidad.

    A partir del siglo XVI, en cambio, el pensamiento oc

    cidental entra en crisis. Tres hechos de capital importancia estn en los orgenes de esta crisis: la prdidade la confianza en una nica verdad religiosa, los descubrimientos en torno a la redondez del planeta Tierray las nuevas teoras sobre el sistema solar. Estos treshechos pusieron, de manera relevante, al descubierto quela adecuacin entre la mente y las cosas no se habalogrado en los siglos anteriores. Haber errado en estastres doctrinas que fueron hasta entonces consideradascomo verdades inconcusaslegitimaba colocar en entre-

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    dicho a todas las dems E inmediatamente surga el t C l l j t d i t d l

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    dicho a todas las dems. E inmediatamente surga elinterrogante: era la mente capaz de obtener verdades in-concusas? Cul era el motivo de no haberlas alcanzadohasta aquel momento? Resida este motivo en la nointeligibilidad de las cosas en s o en el mtodo inade-cuado con que la mente aprehensora se acerc a ellas?La filosofa llegaba, con esto, a la madurez de la dudasobre su propia esencia y quehacer.

    El hombre se hace consciente, entonces, de que larealidad slo se descubre, en su verdad, cuando es abor-dada con mtodos adecuados. Y estos mtodos habrde buscarlos el hombre dado el fracaso anterior den-tro del mismo hombre, no en las cosas que trata de cap-tar. Y ya dentro del hombre, en su inteligencia. As, el

    problema metafsico se retrotrae al de la inteligencia. Es-tudiar la inteligencia humana es primordialmente estu-diar el instrumento que hace posible el dominio delmundo metafsico. El acto primero intelectual humanoes el que tiene como fruto los conceptos o ideas. Y quien

    investiga y descubre el proceso y funcionamiento de lasideas, investiga y descubre las leyes en que la realidadmetafsica se revela. Y esto, porque las ideas son el lugardonde formalmente se presenta lo que la cosa es real-mente. Las ideas son como una segunda presentacinde las cosas, una re-presentacin. Del realismo griegocristiano se pasa, en evolucin progresiva, al racionalis-mo y al idealismo. Kant acert plenamente al calificareste perodo de revolucin copernicana de la filosofa.

    Pero los procesos inmanentes del conocimiento y su

    contenido necesitan del lenguaje para ser expresados. Deotra manera, la filosofa resulta ineficaz y estril. Ahorabien, cuando la filosofa se expresa en lenguaje, haceranlisis del lenguaje es hacer anlisis de la filosofa. Loque de objetivo tenga el pensamiento, ser lo que de ob-

    jetivo tenga el lenguaje. El problema de la realidad estrasvasado, as, al problema del lenguaje por medio delo gnoseolgico. En l lenguaje quedan implicados el rea-lismo y el racionalismo en el sentido anteriormente ex-

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    puesto. Con el lenguaje, como centro de inters de lafilosofa, no slo se asiste a una revolucin en el pensa-miento sino tambin al lmite de posibilidades en la es-

    peculacin del objeto filosfico. Toda pregunta entraa ens el conjunto de posibles respuestas. Y parece que des-pus de la realidad, la mente y el lenguaje metafsica,lgica, gramtica la filosofa ha agotado su ciclo derespuestas a las preguntas hechas en su andadura ini-

    cial griega.

    Orientaciones filosficas delanlisis

    Con el neopositivismo lgico se desarrolla el lengua-je en su dimensin formal, unida a la lgicasimblicay a la filosofa de la ciencia, sus relaciones con los cl-culos lgicos y las categoras de verdad y falsedad, des-tinadas a establecer la correspondencia entre el lengua-

    je y el mundo. En su anlisis del lenguaje, subyace la

    concepcin especular o reflejo del mismo. Y su prop-sito es liberarlo de las ambigedades y equvocos alos que el uso ordinario lo somete. Esto se consiguereconstruyndolo en su configuracin lgica perfecta.A esta visin puede asociarse, con ciertos matices, ladel Tractatus Logico-Philosophicus de L. Wittgenstein yel pensamiento del atomismo lgico de B. Russell.

    La analtica oxoniense que toma como punto de par-tida Las investigaciones filosficas, por el contrario, afir-ma que el lenguaje est bien como est. De lo que se

    trata, en consecuencia, es de clarificarlo en sus finesy significados, igual que se hace con toda otra activi-dad natural humana. Y esto, porque el lenguaje no es,ni ms ni menos, que una actividad natural humana quese estructura y ejercita en forma de ((juegos.

    Aunque ambos anlisis en algunos momentos de suevolucin tienen puntos de contacto, en sus lneas gene-rales tiene cada uno fisonoma propia y vicisitudes hist-ricas diversas. De ello vamos a ocuparnos seguidamente.

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    a) El anlisis en el neopositivismo lgico narse la segunda guerra mundial. Con ella, adviene la

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    a) El anlisis en el neopositivismo lgico

    El pensamiento neopositivista lgico, como es sabi-do, nace unido al movimiento filosfico que aglutin, al-rededor de la ctedra regentada por M. Schlick, a unconjunto de pensadores que se autodenomin Crculo deViena. La historia del Crculo de Viena se desarroll entres grandes etapas: la que va desde sus orgenes hasta

    la segunda guerra mundial; la conocida con el nombrede dispora vienesa y, por ltimo, la de la influenciaejercida por sus pensadores en los pases donde fue msabundante su emigracin, sobre todo Inglaterra y Esta-dos Unidos.

    Durante la primera etapa qued fijada la lnea depensamiento dentro de la cual haban de moverse lospensadores del Crculo viens: M. Schlick, O. Neurath,F. Waismann, R. Carnap, slo por citar algunos nom-

    bres representativos. En el manifiesto programtico de1929 se proponan ya las tesis ms fundamentales del

    Crculo. Entre ellas se encontraban: a) el principio deverificabilidad, como criterio para distinguir proposicio-nes con sentido de las vacas de significado y, en con-secuencia, la diferencia entre conocimiento cientfico ypseudociencia metafsica; b) proposiciones con signifi-cado eran solamente aquellas verificables en el campoexperimental; c) la matemtica y la lgica se constitu-yen por un conjunto de tautologas; d) la metafsica ofre-ce nicamente proposiciones carentes de significado,pseudoproposiciones; e) para el autntico filsofo, el

    pensamiento serio consiste en analizar sintcticamentelas estructuras formales del discurso cientfico.Hasta la segunda guerra mundial la vida del Crculo

    fue harto fecunda. Particip con brillantez en varios con-gresos de filosofa de las ciencias. Entre ellos, los deBerln, Praga y la Sorbona fueron los ms famosos. Almismo tiempo, la revista Erkenntnis pas a ser comosu rgano oficial, en el que exponan sus doctrinas.

    Esta labor intelectual se vio truncada, al desencade-

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    narse la segunda guerra mundial. Con ella, adviene ladispora. Los componentes del Crculo que se sentanamenazados por las doctrinas nazis, dado su origen

    judo, se vieron precisados a emigrar. Los pases dehabla inglesa orientaron con preferencia la emigracin.Y entre los pensadores ms caracterizados por su obradivulgadora del neopositivismo lgico y su intransigen-te postura filosfica inicial se encontraba R. Carnap.

    Con todo, en el tercer perodo se liman extremismosy se maduran y equilibran teoras. Sobre todo, las refe-rentes a la doctrina del formalismo sintctico y al prin-cipio emprico de verificabilidad.

    El acceso al lenguaje llevado a cabo por el Crculode Viena descansaba en dos puntos programticos: el dela reduccin de la filosofa a ciencia del lenguaje y eldel anlisis lgico formal sintctico del mismo.

    Frente a cualquier postura teortica, el Crculo pre-tendi construir una filosofa que fuera ciencia, segnla concepcin que de la misma defenda. Por ello, pre-

    cisaba introducir en la filosofa las notas del conocimien-to emprico: experimentacin, rigor y exactitud en el len-guaje y, sobre todo, control de la experiencia. La primeranota la consegua eliminando de la filosofa toda espe-culacin sobre la esencia y sobre las realidades ltimasque no cayesen en el plano de la observacin o expe-riencia. Las proposiciones que afirmaban algo sobre talesentes eran pseudoproposiciones. La lgica formal seofreca al Crculo como un instrumento tcnico adecuadoa sus propsitos. Precisamente a esta fecunda aplica-cin de la lgica moderna se debe el calificativo de l-gico con que se matiza el neopositivismo del Crculo.

    Las condiciones de la ciencia se establecan segn elmodelo cognoscitivo matemtico y emprico: experiencia,lenguaje ideal perfecto obediente al clculo, y controlsobre la experiencia. Solamente reduciendo el conoci-miento filosfico a estas instancias podra convertirseen conocimiento cientfico. De esta forma, la filosofa, encuanto ciencia, nicamente poda desarrollarse como

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    anlisis del discurso lgico, y las dems disciplinas, o La metafsica tradicional es, segn Carnap, pura con-

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    g y pbien pasaban al rea de las ciencias matemticas, o bienal rea de la poesa. R. Carnap propuso el siguiente es-quema para explicar esta reduccin:

    FUNCIN EXPRESIVA FUNCIN REPRESENTATIVA

    DEL LENGUAJE DEL LENGUAJE

    Artes

    Poesa Biologa, etc.

    Segn el pensamiento de R. Carnap, la filosofapuede distribuirse en tres grandes bloques disciplinares:los metafsicos, los psicolgicos y los lgicos. Ahora bien,de todos ellos, nicamente los lgicos cumplen el con-cepto de ciencia. Los metafsicos y psicolgicos, cuando

    se ven sometidos a la experiencia, a la exactitud cunti-ca y al control emprico verificacional o bien pasan alcampo potico (metafsica) o bien se convierten en unaciencia de tipo exacto (biologa, psicometra, sociologa,etc.) (Cf. R. Carnap, Filosofa y sintaxis lgica, Mxico,UNAM, 1963, p. 20).

    Abundando en esta misma direccin, R. Carnap hizocrtica de la metafsica tradicional, cuyos problemas ca-recen de significado por partida doble. Primeramente,porque no se refieren a nada que pueda ser controla-do, verificado, y en segundo lugar, porque su construc-cin lingstica lgicosintctica es imposible o incorrec-ta. A veces, estas proposiciones metafsicas han sidoconstruidas partiendo de proposiciones gramaticales consentido, lo cual les da cierto carcter aparentementesignificativo. As, la conocida expresin de Heideggerla nada nadea, similar en su estructura a la de elpintor pinta. Pero mientras esta ltima es controlable yverificable, no lo es la nada ni, por tanto, el nadear.

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    La metafsica tradicional es, segn Carnap, pura concepcin potica obediente a las actitudes emotivas de lapersona frente al mundo y frente a la vida. Y nadie pre-gunta sobre la verdad de una poesa, sino sobre su belle-za o logros estticos (cf. A.J. Ayer, El neopositivismolgico,MxicoBuenos Aires, FCE, 1965, p. 76).

    B. Russell, en su perodo defensor del atomismo l-gico, y L. Wittgenstein en su Tractatus, aunque no per-

    tenecieron al Crculo de Viena, ejercieron gran influjo enl, mediante el carcter reconstructivo que dieron al an-lisis del lenguaje. ste se analiza, se divide en susunidades lgicas mnimas y autnomas, atendiendo a lasformas lgicas que estructuran las oraciones del hablaordinaria. Y, partiendo de estas formas lgicas, se re-construye el lenguaje ideal perfecto.

    La semitica de R. Carnap, con su configuracin ensintaxis, semntica y pragmtica, puede servir de ejem-plo, ya clsico, de la visin que del lenguaje defiende elneopositivismo lgico. El desarrollo de la lgica moder-

    na ha mostrado cmo las reglas de inferencia en estastres grandes partes de la semitica pueden expresarsede una manera puramente formal. Esto es, sin ningunareferencia a su significado. As, no tendremos nada quehacer ni con pensamientos como actos mentales ni consus contenidos, sino exclusivamente con reglas de for-macin correcta de oraciones, como serie de smbolos osignos escritos.

    En esta misma lnea de Carnap habran de colocar-se las investigaciones de Quine, Davidson o Lewis y las

    derivaciones hacia el formalismo de la concepcin gra-mticogenerativa estructural de Chomsky, Katz o Postal.Fruto de estas indagaciones sobre el lenguaje sera loque podra ser denominado teora formal del lenguaje.

    b) El (canlisis en la filosofa oxoniense

    La filosofa analtica inglesa del lenguaje comn partede que los problemas filosficos se presentan en su ori-

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    gen con el lenguaje, en ste se desarrollan y deben, en rificacin. Todo lo que no sea proposicin analtica

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    g g j , y ,consecuencia, tener en l solucin. De aqu la necesidadde un anlisis clarificador del mismo.

    No obstante, la visin que del lenguaje ha defendidola filosofa analtica inglesa ha variado segn las vicisi-tudes histricas y evolucin que en este pensamientose ha verificado. Podemos distinguir tres momentos im-portantes:

    1) Los orgenes:Tres nombres estn en los orgenes de esta corriente

    filosfica: E. Moore, B. Russell y L. Wittgenstein consu Tra.cta.tus. E. Moore con su primer escrito Refutacindel idealismo comienza a realizar un anlisis clarificadorde los trminos y del significado del principio de inma-nencia sobre el que se apoya todo idealismo. B. Russell,

    por otra parte, segn se ha indicado ya anteriormente,se inclina por un anlisis reconstruccionista del lengua-

    je, para evitar las ambigedades y equvocos de ste.

    L. Wittgenstein, en este tiempo, escribe su famoso Trac-tatus Logico-Philosophicus, colocndose, aunque con cier-tas diferencias, en la lnea de B. Russell. Mediante laconstruccin del lenguaje lgico perfecto, la realidad sedescubre configurada en unidades mnimas llamadashechos atmicos, dndose un isomorfismo perfectoentre realidad, lgica y lenguaje. En estos aos prima,pues, una concepcin especular o reflejo en torno al qulingstico, ya que es en el lenguaje donde se descubrenlas grandes categoras de la realidad.

    2) Lenguaje, verdad y lgica:Hacia 1930, A.J. Ayer publica un librito que se con-

    vierte rpidamente en el best-seller filosfico de la poca.Se trata de la conocida obra Lenguaje, verdad y lgica.En ella, con mtodo y estilo analtico ingls, el autorvierte las tesis ms importantes del Crculo de Viena lle-vndolas a sus consecuencias ltimas en su aplicacina la metafsica y filosofa en general el principio de ve-

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    q p pmatemtica y lgica formal, para tener significadoha de ser verificable empricamente. Caso contrario, ca-recer de significado. Ser una pseudoproposicin, unsinsentido.

    3) Las Investigaciones filosficas:La postura de Ayer, as como el principio de verifi-

    cabilidad son superados por una nueva generacin deanalistas, discpulos de L. Wittgenstein, cuando stevuelve a Inglaterra despus de la segunda guerra mun-dial y ocupa la ctedra de E. Moore, ya jubilado. Mu-chos autores conocen este perodo como el del (segun-do Wittgenstein o el de lasInvestigaciones filosficas.Y esto, porque la concepcin del lenguaje que, ahora,defiende y que subyace en la nueva analtica es la detipo naturalista. Es decir, el lenguaje es una actividadnatural humana ineludible para el hombre, que ste ejer-cita en forma de juegos. Y, en consecuencia, el uso de

    las reglas de estos juegos constituyen el significado de laspalabras y proposiciones.

    Como puede observarse, existen en la analtica in-glesa dos tipos de anlisis: el reconstruccionista (B. Rus-sell y primer Wittgenstein) que tiene puntos de contactocon el realizado por los neopositivistas, y el clarificador(E. Moore y especialmente el segundo Wittgenstein ysus discpulos). Ambos anlisis se corresponden con lasconcepciones del lenguaje, la especularreflejo y la na-turalista. Y ambos tienen en comn el considerar a lafilosofa no como una contemplacin de objetos, sinocomo una actividad, cuyos fines son de ndole terapu-tica. Hacen prognosis de las dificultades mentales en quecae el hombre frente a los problemas filosficos inten-tando o bien resolverlos o bien diluirlos en sus signifi-caciones autnticas.

    Del anlisis ingls pueden ser destacados algunos ca-racteres o rasgos peculiares de ndole positiva. En pri-mer lugar, se presenta en su conciencia inicial como algo

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    revolucionario que rompe en su modo de hacer y desa- lenguaje, es conveniente clarificar dicho sentido acudien-

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    q p yrrollar su pensamiento con los esquemas metafsicos yfilosficos tradicionales. En segundo lugar, toda la ana-ltica es muestra de la rara habilidad que poseen susseguidores para trasvasar los problemas de un mbitometafsico a un mbito de lenguaje. As, por ejemplo, sila tica nos habla de las categoras del bien o del mal,de la felicidad o sentido ltimo del hombre, los analti-

    cos tratan estos problemas dentro de proposiciones ad-jetivas, proposiciones dinmicoemotivas, prescriptivas opuramente retricas. En teodicea, el problema de la exis-tencia de Dios se elabora en torno a la falsabilidad ono de la proposicin Dios existe. Ultimo rasgo caracterizador del movimiento analtico es una suerte de horror por lo universal y por los grandes sistemas que losfilsofos europeos del continente construyen a manerahegeliana. Ellos exponen su pensamiento dentro de cues-tiones concretas y particulares. Es lo que se denominafragmentarismo o detallismo (PieceMeal) analtico.

    Ms adelante, habr ocasin de desarrollar este acce-so a la filosofa del lenguaje al exponer las doctrinas dealgunos pensadores de esta corriente analtica inglesa.

    El acceso hermenutico

    El trmino hermenutica y neohermenutica esutilizado en los ltimos aos con particular xito, mer-ced principalmente a su asociacin con la obra Verdad

    y mtodo de G. Gadamer. Y su pretensin de universa-lidad convierten a la hermenutica no simplemente enuna filosofa, sino en la filosofa por antonomasiaque propone al lenguaje como la categora ms funda-mental de mediacin. Con todo, los contenidos signifi-cativos del trmino hermenutica no son idnticos enlos diversos autores que la utilizan. Por ello, antes dehablar propiamente del sentido hermenutico contem-porneo mediante el cual la filosofa puede acceder al

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    g j ,do a la etimologa de la palabra y rastreando sus vicisi-tudes histricas.

    Etimologa y vicisitudes histricas de la hermenutica

    El verbo griego hermeneuein significa expresar, ex-

    plicar, interpretar y traducir. Todas estas constela-ciones de sentido guardaban especial relacin con elmundo de los dioses. En