Monseñor Tihmer Toth - Creo en la vida eterna

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    Monseor Tihamr Tth

    Creo en la vida eterna

    Resumen adaptado por

    Alberto Zuiga Croxatto

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    Este libro ha sido directamente

    traducido del original hngaro por el

    Dr. Antonio Sancho Nebot, Magistral de Mallorca.

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    NDICE

    CAPTULO PRIMERO.................................................................6

    CREO EN LA VIDA ETERNA.......................................................6

    CAPTULO II............................................................... .............15

    EXISTE EL ALMA?.................................................................15

    CAPTULO III.......................................................... .................25

    QU DICE LA FE? HAY VIDA ETERNA?..................................25CAPTULO IV........................................................................ ...34

    QU NOS DICE LA RAZN? HAY VIDA ETERNA?...................34

    CAPTULO V...........................................................................44

    QU NOS DA LA FE EN LA VIDA ETERNA?.............................44

    CAPTULO VI........................................................................ ...54

    LA MUERTE, PUERTA DE LA VIDA QUE NUNCA MUERE............54

    CAPTULO VII................................................................... .......62

    LA MUERTE TRIUNFANTE........................................................62

    CAPTULO VIII.............................................................. ...........70

    LA MUERTE, MAESTRA...................................................... ......70

    CAPTULO IX........................................................................ ...78

    LA MUERTE NOS AMONESTA..................................................78

    CAPTULO X...........................................................................86

    LA MUERTE DESHACE NUESTAS FALSAS ILUSIONES................86

    CAPTULO XI........................................................................ ...92

    LA MUERTE, GUA......................................................... ..........92

    CAPTULO XII................................................................... .......97

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    LA CONSOLADORA MUERTE...................................................97

    CAPTULO XIII........................................................... ............101

    LA MUERTE VENCIDA...........................................................101

    CAPTULO XIV......................................................................112

    EL PURGATORIO.................................................... ...............112

    CAPTULO XV................................ .......................................124

    LA CONDENACIN ETERNA..................................................124

    CAPTULO XVI......................................................................141

    LA FELICIDAD ETERNA.........................................................141

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    Captulo primero

    Creo en la vida eterna

    Creo... en la vida eterna. Amn.(Smbolo de los Apstoles)

    La explicacin de la ltima frase del Credo va a ser el objeto delpresente libro. S, un libro entero vamos a dedicarle!

    Porque la frase que hemos de exponer en el presente volumenno solamente es broche y corona de nuestra fe; sino tambin el

    fundamento y columna sobre la que descansa. Creo en laresurreccin de la carne y la vida eterna. Con esta confesintermina el Credo cristiano; en ella se fundamenta toda nuestra fe.

    Vida eterna! Promesa inaudita! Esperanza inconcebible!Goce incomparable! Qu aliento y consuelo, y qu fuerzas paravivir irradian de este dogma de nuestra fe!

    Vida eterna!Si realmente hay vida eterna, ah!, entonces no esuna tragedia tan agobiante la vida que llevo, aunque no fuese ms

    que dolor y sufrimiento incesante! Si hay vida eterna, entonces noes un mal tan espantoso pasar por esta vida, aunque tuviese quehacerlo sin recibir ni una gota de comprensin ni amor. Si hay vidaeterna, ya no es tan horroroso el momento en que la muerte mequita la existencia terrena. Si hay vida eterna, entonces la vida deeste mundo, que al fin se ha de acabar, slo puede tener unafinalidad: asegurar la propia eternidad dichosa... Ah, s, si hay vidaeterna!...

    Pero, y si no la hay?...Existe realmente? No ser tan solo una ilusin? No ser un

    sueo engaoso? No es un anhelo sin ningn fundamento?Deseo estudiar con mis lectores todos los problemas que

    plantea la vida eterna; porque ella irradia una luz completamentenueva y un significado distinto a la misma vida terrena y a todassus manifestaciones.

    Es cierto que hay vida eterna? Este pensamiento nos ocupar

    en los primeros captulos. Qu solucin da la fe en la vida eternaa las grandes cuestiones que nos hacemos en vida, principalmente

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    al problema de la muerte? Para resolver este punto dedicar loscaptulos que siguen, para terminar echando una mirada a laeternidad que nos espera: cmo ser la vida eterna?

    Que nuestro Padre celestial nos conceda una firme e

    inconmovible fe en la vida eterna; y, ms an, que vivamos de talmanera que lleguemos a gozar de una eternidad dichosa, y que enla losa sepulcral de cada uno de nosotros puedan inscribirse laspalabras que Luis VEUILLOT (1813-1883), el gran periodistacatlico francs, compuso para su propio epitafio:

    Despus de la oracin final, colocad sobre mi tumba una pe-quea cruz, y en memoria ma no escribis sobre la lpida se-pulcral ms que esto: Crey y ahora ve.

    I

    IMPORTANCIA DE LA CUESTIN

    Si echamos una mirada a la historia de la humanidad, veremosque desde los tiempos ms remotos luchan entre s dosconcepciones del mundo. Dos campos, dos bandos, cuyospartidarios nunca se pondrn de acuerdo.

    Vivir, gozar, divertirse, ya que tan corta es la vida y despus deella no hay nada! sta es la divisa que caracteriza a uno de losdos bandos. De qu le sirve al hombre ganar todo el mundo sipierde su alma? (Mateo 16,26) sta es la divisa del otro. Y todosnosotros tenemos que decidirnos y escoger una de las dos divisas.

    Claro est que, al escoger una de ellas, decidirs con ello tuporvenir. Porque si no hay otro mundo, si no hay vida eterna, seruna necedad el que te niegues algo en este mundo. Si el otro

    mundo no existe, adelante, a gozar sin freno, a exprimir cuantopuedas el jugo de felicidad que encierran dentro de s los pocosaos que dure tu vida! Con razn deca SAN PABLO: Y si slo enesta vida ponemos nuestra esperanza en Cristo, somos los msdesdichados de todos los hombres (I Corintios 15,19). En cambio,si hay vida eterna, tendrs que tratar por todos los medios, cuestelo que cueste, para que sta sea feliz, para que obtengas la eternabienaventuranza.

    PASCAL, el gran pensador, deca algo parecido: El problemade la inmortalidad del alma es tan importante, y nos toca tan

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    seriamente, que tendramos que perder toda nuestra sensibilidadpara permanecer indiferentes ante semejante cuestin. Todanuestra actividad y nuestro pensar toman una orientacin muydiferente segn creamos que hay o no bienes eternos.

    Realmente la nica cuestin decisiva de toda vida humana essta: existe o no el otro mundo?Y esta cuestin no la podemosesquivar. No podemos actuar como el soldado del cuento que en elcombate, en medio de una lluvia de balas, empez a orar de estamanera: Dios mo (si es que hay Dios), salva mi alma (si es quehay alma), para que no vaya al infierno (si es que hay infierno);sino que entre en el cielo (si es que hay cielo). No podemos vivircon esta gran duda. Debemos estar convencidos de si hay o novida eterna.

    Porque cun diferente ser toda mi vida si creo o no creo en elms all!

    Si creo que esta vida no es ms que un comienzo y que meespera su continuacin en la otra, donde brillar la justicia ymisericordia de Dios, ya no existirn para m problemas insolubles,ya no me harn desesperar las injusticias que pueda sufrir en estemundo; podr mantenerme firme en medio de las luchas ms

    arduas.Qu suceder si no creo en el otro mundo? Que no tendrfuerzas para poder enfrentarme a los mltiples sufrimientos ydesgracias que me esperan, y mucho menos a una enfermedadgrave y a la muerte. Sin la fe en la vida eterna, la vida en estemundo resulta muchas veces un tormento insoportable, sin unobjetivo que merezca la pena, donde todos los caminos soninciertos y envueltos en negros nubarrones.

    Qu distinta es la misma muerte segn crea o no en la vidaeterna!Muere el incrdulo y tambin muere el creyente; pero hay una

    diferencia tan grande, como de la tierra al cielo, entre la muerte deuno y de otro. El incrdulo se agarra con desesperacin a la vidaque se le escapa. Mas el creyente, a medida que se acerca al finalde su vida se siente ms cerca de Dios, se hace ms profundo yjuicioso, ora con ms fervor, se confiesa con ms frecuencia de

    donde sale con una gran paz y comulga con ms frecuencia. Asespera el momento postrero lleno de solemnidad.

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    Cuando el gran convertido ingls, el Cardenal NEWMAN, sintila cercana de la muerte en el ao 1890, hizo salir a todos de sucuarto con estas palabras: I can meet my end alone, Puedoenfrentarme a mi final solo. Cunta fe denotan! La verdaderaeutanasia, la buena muerte se da cuando podemos decir con elSALMISTA: Aunque haya de pasar por las sombras de la muerte,no temer mal alguno, porque t ests conmigo (Salmo 23,4).

    Dios te salve, hermana muerte!, exclam SAN FRANCISCODE ASS cuando le notificaron que su muerte inminente.

    La vida es un correr hacia la muerte. En efecto: la vida es unmorirse continuo, y solamente en la hora postrera de la vidacesamos de morir. Este momento final llega tambin para el que

    no ha credo en la vida eterna, pero ay!, entoncesexperimenta una gran tragedia, porque en aquel momento sesiente como el jugador de Bolsa que despus de una malatransaccin ve con espanto que todas sus acciones han perdido suvalor.

    Qu diferente ser mi consuelo en la desgracia segn crea o noen la vida eterna!

    Y es que algunas veces suenan tan vacas y tan formalistas las

    palabras de consuelo! Tambin a m se me muri mi madre. Peroes esto un consuelo para m? Y estas otras: El tiempo mitigar eldolor que sientes... el tiempo cicatrizar la herida que ha dejado entu corazn. La recordaremos siempre. Ha tenido una muertetan tranquila! Se durmi apaciblemente. No, no! Slo la fe en lavida eterna es lo que me puede dar verdadero consuelo: Seguirviviendo y nos volveremos a ver! Slo as son bienaventuradoslos que lloran los que de esta manera lloran, porque ellos

    sern consolados (Mateo 5,5).Con cunta verdad escribi el clebre fsico ROBER MAYER:La fe en la vida eterna del alma fue lo que de verdad me consolcuando tuve la mano fra de mi madre moribunda entre las mas.

    Realmente, la gran sabidura de la vida es sta: mirarla desde elpunto de vista de la muerte, y mirar la muerte a la luz de la vidaeterna. As, se transforma la muerte en la gran niveladora y la granorientadora de la vida. Al triste y adolorido le dice: Ten paciencia,

    ya no durar mucho! Al superficial y frvolo le dice: Cuidado, todose acaba muy pronto! Al engredo: Espera, espera un poco, ya

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    vers qu ser de ti! Y al que lucha con tesn haciendo el bien:Persevera, que al final alcanzars tu galardn!

    II

    LA HUMANIDAD SIEMPRE HA CREDO EN LA VIDA ETERNA

    No ha habido un pueblo en la tierra que de una u otra forma nohaya credo en la vida del ms all. Por mucho que nosremontemos, incluso en los tiempos prehistricos, dondequieraque encontremos huellas humanas, encontramos vestigios de feen una vida ultraterrena.

    Qu es lo que impulsa al hombre a creer en una vida despus

    de la muerte? Indudablemente la voz de Dios que se deja or en loms profundo del corazn humano. Y qu es lo que alienta estafe? Las innumerables imperfecciones, injusticias, defectos ymiserias de la vida terrena, cuya solucin no puede esperarse sinoen la perfeccin de una vida que nunca se acabar.

    De esta fe hablan aquellas tumbas de los hombres prehistricosque con tanto cario preparaban. El cadver no era para el hombreprehistrico una cosa despreciable y repugnante, que rpidamente

    se abandona a la vera del camino; sino que siempre fue objeto deuna piadosa solicitud. Aunque no tenan un concepto claro delalma y no conocan la doctrina cristiana, incluso los pueblos msprimitivos creyeron en otra vida; y por esto depositaban alimentos,armas y tesoros en las tumbas, y hasta en algunos casos llegabana matar a la esposa y a los esclavos del difunto para que tambinen el otro mundo tuviera personas que le acompaasen ysirviesen.

    De esta fe hablan las pirmides de Egipto, los sarcfagos y losepitafios construidos con tanto esmero y arte. De ella hablan losmonumentos de Babilonia. De ella hablan el Olimpo y el Trtaro dela mitologa griega.

    Con la muerte se acaba todo! Qu pagano es este modo dehablar!, solemos decir. Y, sin embargo, no llega ni a pagano; esmenos que pagano. Porque ni los paganos hablaron as!

    Recordemos la respuesta que dio SCRATES poco antes de

    morir, cuando su amigo Critn le pregunt: Dinos cul es tultimo deseo? Tienes alguna disposicin con respecto de tu

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    entierro? Qu queris? contest Scrates, Pensissepultarme a m? Podris enterrar mi cuerpo... mas a m nopodris enterrarme.

    CICERN compuso todo un libro Sobre la inmortalidad del

    alma (De immortalitate animae). Y en otra de sus obras escribiesta profunda observacin psicolgica: La prueba ms grande deque la misma naturaleza reconoce tcitamente la inmortalidad, esque todos se preocupan muchsimo de lo que habr despus de lamuerte... Qu debieron de pensar todos aquellos grandeshombres de nuestra repblica que murieron por la patria? Acasopensaron que al perder su vida terrena tambin se perdera sunombre para siempre? Sin la gran esperanza de que ms all de lamuerte perdura la vida, ninguno de ellos hubiese ido a la muertepor su patria. En el alma est arraigado no s cmo elpresentimiento de los siglos venideros, sobre todo en las personasde espritu profundo. Si quitsemos este presentimiento, quinsera tan necio que quisiera vivir permanentemente en medio defatigas y peligros? Si por una parte el sentir general es la voz de lanaturaleza, y por otra parte todos concuerdan en afirmar que hayalgo que perdura en los que dejan de vivir, entonces tambinnosotros debemos aceptar semejante criterio (Tusc. Disp. 1,14).

    Y son palabras dichas en los tiempos anteriores al cristianismo!El mismo sentir encontramos en los pueblos actuales.Es una verdad cientficamente comprobada que todos los pue-

    blos, todos sin excepcin, creen que la muerte no es ms que unapuerta tras la cual prosigue la vida de una forma u otra.

    Echemos una mirada sobre los pueblos ms lejanos, losesquimales, las tribus africanas o amaznicas, los aborgenes

    australianos... todos ellos creen de alguna manera en esta verdad:no somos ms que peregrinos en esta tierra; caminamos haciaotra patria, en la que viviremos eternamente.

    Hoy suele decirse, como un axioma, que el pueblo menos re-ligioso del mundo es el pueblo chino. No obstante, cree en la vidaeterna, y esta creencia es tan fuerte que toda su religin podemoscasi reducirla al culto del ms all, y as lo demuestran losfervientes cultos que rinden a sus antepasados.

    El mahometano sensual, y el hind piadoso; el griego ex-quisitamente culto y el romano materialista, el germano, el indio y

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    el isleo, el negro y el australiano... todos creen en la vida eterna yesperan encontrarse en el otro mundo (SCHNEIDER).

    Pues bien, ha de ser verdad aquello en que el sentir de lahumanidad siempre ha sido unnime; lo que brota del fondo del

    alma humana; lo que nace de la primitiva razn natural.Se podr objetar que la humanidad crey tambin durantemucho tiempo en que el sol gira en torno a la tierra, cosa quedespus result ser falsa. Realmente, as lo crey el hombre;porque as se lo mostraban los sentidos y los sentidos le enga-aron. Pero cuando cree en la vida del ms all, lo cree a pesar desus sentidos; lo cree, a pesar de que sus sentidos nada le dicen dela existencia de tal vida, y, aun ms, la contradicen.

    IIEXISTE O NO EXISTE EL OTRO MUNDO?

    Demos un paso ms. Supongamos aunque as no seaque nosotros, los que creemos en el otro mundo, no podemosfundamentar nuestra afirmacin ms slidamente que losincrdulos fundamentan su negacin. En los captulos siguientes

    veremos cunto dista ello de ser verdad y en qu poderososargumentos se funda nuestra fe. Pero supongamos ahora queambas posiciones son inciertas en el mismo grado, y que ni porasomo es ms probable que haya otro mundo que el que no lohaya. Pregunto, pues: Aun en este supuesto: no me impulsa larazn a decidirme por la creencia en el ms all? No es msconforme a razn contar con un peligro aun en el caso de que noexista, que despreocuparme del mismo cuando es posible que se

    presente?Los hombres hacen toda clase de seguros. Hacen segurocontra incendios porque estn convencidos de que su casa se in-cendiar? De ninguna manera. Lo hacen solamente porque es unaposibilidad, y para tal coyuntura es mejor estar asegurado. Hacenseguro contra mltiples accidentes: contra el granizo, contra elrobo... Saben por ventura que les acontecer alguna desgracia;que habr granizo; que asaltarn su casa los ladrones? No. Pero...es posible!

    Pues bien; apliquemos el mismo razonamiento respecto de loque toca al otro mundo: es posible que exista y es posible que no

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    exista repito que es una hiptesis; supongamos que nosabemos si hay otro mundo, no ser ms sensato que vivamoscomo si lo hubiera?

    Perdname, amigo lector, si razono de un modo tan humano;

    pero hay quienes se rigen principalmente por tales argumentos.Pongamos el caso peor: He vivido como si existiera el otromundo. Me he esforzado por ser honrado, por ser ntegro y por vivircon rectitud moral, sin dejarme sobornar ni corromper. Llega lamuerte. Y resulta que nada existe despus. Qu pierdo en estecaso? Lo ms que he podido perder ha sido la alegra discutible delos pecaminosos goces terrenos; pero aun as he disfrutado delsentimiento estimulante que acompaa al hombre que camina por

    las sendas de la honradez. Y, si hay otro mundo, entonces lo heganado todo.Mas veamos el otro caso: He vivido como si no existiera el ms

    all; he sorbido frvolamente los goces pecaminosos que puedeofrecer la vida. Muero. Y, entonces, se pone de manifiesto que nohay nada ms all de la muerte. Qu he ganado entonces? Lasalegras engaosas, que hace tiempo pasaron, de los gocespecaminosos. Y si resulta que hay un ms all? Qu he perdido

    entonces? Ah, entonces lo he perdido todo. Todo! Para siempre!Cristiano, cunto te engaas, si el cielo no es ms que uncuento! dijo un incrdulo en tono de mofa a un creyente. Y elcreyente le contest: Ateo, qu engaado vives, si existe elinfierno!

    S, amigo lector; si vivo honradamente, con ello pierdo poco ygano mucho. Pero, si vivo en pecado, pequea es la ganancia ygrande la prdida.

    La muerte no es la estacin final de la vida, sino solamente unapuerta por la cual hemos de pasar y tras la cual nos espera unavida ms hermosa o ms terrible, pero eterna. Esto lo demuestracomo lo veremos ms adelanteel sentir general de lahumanidad, la razn humana y la revelacin cristiana. Hay tantosargumentos y tan fuertes en favor suyo, que para poner en tela dejuicio esta realidad de la vida eterna tendramos que declarar quela razn humana es absolutamente incapaz de conocer la verdad.

    ***

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    Desde que existe el hombre, el espritu humano siempre hadeseado prolongar siquiera unos momentos la vida que se acaba.Con qu avidez y ciega pasin buscaron los hombres el elixir de lavida, que asegurase contra la muerte!

    De un emperador chino se cuenta que hizo construir una torremuy alta para recoger en una taza de oro las gotas del roco y de lalluvia en su mayor pureza. Qu ansia la del pobre emperador porsorber todas las maanas aquellas gotas de agua, mezcladas conel polvillo finsimo de una perla, machacada para este fin! Al pobreemperador le haban dicho que semejante bebida aseguraba lainmortalidad.

    Cunto se esfuerzan los hombres por alargar la vida! Cmo

    hemos de alimentarnos sobriamente; cmo debe ser nuestro estilode vida; cmo debemos ordenar nuestro horario, cmo podemosmantenernos en forma... a fin de vivir el mayor tiempo posible! Y, apesar de tantos esfuerzos, no hemos logrado salvar a nadie de latumba; y sigue siendo verdad la sentencia de JOB: El hombre,nacido de mujer, corto de das y harto de inquietudes, brota comouna flor y se marchita; huye y desaparece como una sombra (Job14,2).

    Sin embargo, existe esa manera maravillosa y cierta de alargarla vida; un medio que no sirve tan slo para algunos aos, ni paracientos y millones de aos, sino para toda la eternidad. Es lacerteza que nos da nuestra fe cristiana.

    No morir del todo, escribi HORACIO, el gran poeta latino,refirindose a su fama literaria. Esto, que l aplicaba solamente ala fama, refleja el afn instintivo de toda la humanidad por vivirpara siempre, por ser inmortal.

    Pero un cristiano lo hace realidad. No morir del todo. Vivirdespus de la muerte! Porque creo firmemente en la resurreccinde la carne! Creo en la vida eterna!

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    Captulo II

    Existe el alma?

    El Credo cristiano termina con estas palabras de triunfo: Creoen la resurreccin de la carne y en la vida eterna. Los catlicoscreemos en la vida eterna, pero hay quienes no creen en laexistencia del alma y, por lo mismo, niegan la vida eterna.

    Muchos no creen en la existencia del alma porque sonmaterialistas, porque no ven ms que materia, y por la materiaquieren explicarlo todo. No hay alma; no hay ms que materia, essu divisa. Para ellos lo que llamamos alma y fenmeno espiritual

    no es otra cosa que una manifestacin fina de la materia. Lo queno es materia, no existe. Por tanto, no existe lo que no podemoscaptar con nuestros sentidos, es decir, lo que tendramos quecreer. No hay fe; no hay ms que ciencia.

    Sin embargo, hoy da nadie puede negar que no exista otra cosaque el mundo material que conocemos por los sentidos, el que espalpable y capaz de ser medido. Sabemos que hay un mundo muysuperior al de la materia, admirablemente rico y multiforme.

    Adems, la misma ciencia no niega la existencia del alma; y lamisma razn hasta exige que exista.

    ILA CIENCIA NO NIEGA EL ALMA

    El que hace una afirmacin debe probarla. Los que niegan lavida del ms all, qu argumentos aducen?

    Por lo general suelen invocar a la ciencia, con aire de supe-rioridad. La creencia en la existencia del alma y en una vidaultraterrena est en oposicin con la ciencia, dicen con granaplomo.

    Pero preguntmosles: decidnos por favor qu cienciacontradice la inmortalidad del alma humana? A qu ciencia osrefers?

    Acaso al Derecho? Se vienen abajo acaso las leyes delderecho porque el alma sea inmortal y haya una vida ms all de

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    la muerte? No ser todo lo contrario, que con eso precisamentereciben su apoyo y confirmacin?

    A la Filosofa? Acaso ha de sernos ms fcil resolver losmisterios de este mundo negando la vida ultraterrena? Muchas son

    las grandes verdades que arraigan en el hombre y que han sidoaceptadas instintivamente, porque las ve con claridad, laspresupone certsimas y las presiente evidentes, aunque no puedaprobarlas. Una de ellas afirma precisamente la inmortalidad delalma.

    El sentir general de la humanidad se centra unnime en estacreencia del ms all; aunque la existencia de la otra vida no pue-da ser probada como dos y dos son cuatro. Ni este mismo dos y

    dos son cuatro puede ser probado matemticamente, por ms quesea una verdad fundamental, de que estemos seguros. Realmente,si la fe en la inmortalidad del alma, que encierra los anhelos mshondos de nuestro ser, no es al fin ms que una quimera y unapura fbula, entonces tampoco se podr llegar a conocer ningunaverdad en este mundo.

    Cul es, pues, la ciencia que se opone a existencia de la vidaeterna? La Historia?Las Matemticas? Venga una sola de sus

    leyes que la contradiga!Pero alguien objetar: Ah estn las Ciencias Biolgicas! LaBiologa ha demostrado que el hombre consta de cuerposolamente, y que el alma no existe. Que esos fenmenos hastahace poco desconocidos, que solan llamarse fenmenosespirituales, no son otra cosa que sofisticadas funciones del ce-rebro. Por tanto, si no hay alma, no puede haber sustancia quesiga viviendo despus de la muerte corporal... Argumentan que la

    ciencia fisiolgica puede explicar todos los procesos psquicos yniegan por tanto la existencia del alma.Pero imaginmonos que la ciencia ha llegado al punto en que

    nos permite ver cmo funciona el cerebro por las transformacionesmoleculares que ocurren en l. Aun en este supuesto, en ningunade sus partes descubriremos el pensamiento, ni la vida espiritual,llena de movimiento y colorido.

    Si el yo no fuera otra cosa que la masa del cerebro, si el

    pensamiento, la decisin, el plan, el entusiasmo, la alegra, la -tristeza, el juicio, la ciencia, el arte, la poesa no fueran otra cosaque una manifestacin de los cambios moleculares que ocurren en

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    el cerebro, la ciencia tendra entonces que precisar qu grupo demolculas es el que piensa; qu grupo de tomos el que siente;cul el que proyecta; cul es el que enjuicia; cul es el que seentristece; y cul el que se alegra. Nadie podr demostrar jamscmo de la simple materia puede brotar algo tan inmortal, tandistante de lo concreto y sensible, como es el pensamiento, nicmo de la materia pueda resultar la vida espiritual taninfinitamente multiforme.

    IIEL PENSAMIENTO LGICO EXIGE LA EXISTENCIA DEL ALMA

    No hay vida ms all de la tumba; porque no hay nada quepueda seguir viviendo despus de la muerte corporal: el alma noexiste. Nadie ha tocado con sus manos el alma. No hay alma; nohay ms que cerebro. Lo que llamamos alma no es ms que elfuncionamiento del cerebro. Pequeo es el cerebro del nio,pequeos son tambin sus pensamientos. Si est enfermo elcerebro, enfermos parecen tambin sus pensamientos. Si envejeceel cerebro, tambin envejece el alma!... as tambin reflexionanlos que niegan la existencia del alma.

    Nadie ha tenido an en sus manos un alma.Vamos, hombre! Has tenido en tu mano el rayo de sol?

    Has tenido en tu mano la verdad? Has tenido en tu mano lacorriente elctrica?

    La corriente elctrica nunca la podr agarrar con la mano se me contesta, pero siento que existe, por sus efectos, porqueda calor, ilumina y produce en m una fuerte sacudida; por tanto,

    aunque no vea la misma corriente, siento cmo funciona.Ya nos entendemos. Tampoco vemos el alma; pero vemossus efectos. El hecho de que el hombre piense y quiera refuta porcompleto el raciocinio de los que niegan el alma.

    El cerebro es el alma dice el materialismo.Pero qu es el cerebro? Una masa material que se puede

    pesar con una balanza. Y qu es el pensamiento? El amor, elentusiasmo, la virtud, la ira, el pecado... qu es? Algo espiritual.

    Algo muy distante de la materia. Resuelve, pues, el enigma, si erescapaz: cmo puede la materia producir algo espiritual?

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    Es cierto que mi alma, para poder actuar, neceista en esta vidadel cuerpo como de un instrumento. Mas, por otra parte, no sepueden explicar estas mismas operaciones por la sola materia.Quin podr, por ejemplo, explicar, apoyndose en la materia, losconceptos abstractos y generales, para cuya formacin el alma sedesentiende por completo de los individuos sensibles y formaimgenes tan generales que no se hallan en la realidad? Quinpodr explicar cmo se formulan esas leyes, que si bien sonvigentes en el mundo de la materia, no llevan en s mismas nadamaterial? Cmo dar razn a esos extensos dominios de la cienciala ciencia de las matemticas, por ejemplo que tienen uncarcter de universalidad? Esto slo puede hacerlo el hombre si enl vive un alma que por su naturaleza es superior a la materia y,

    por lo tanto, no es materia, sino espritu.Resulta rdiculo decir que cuando Miguel ngel cre su

    incomparable estatua de Moiss o concibi la cpula de SanPedro, fueron tan slo sus manos, su lpiz, su cincel los quetrabajaron; stos y nadie ms. Para m, quien hizo el trabajo msimportante fue el alma del artista; ella fue la que concibi y la quesupo plasmar, encarnndolo en la materia, el pensamientoinmortal.

    Mi capacidad de pensar me levanta por encima de todo lovisible.

    Qu sublime espectculo revelan las brillantes estrellas que sepueden ver en una silenciosa noche de verano! Sin embargo, nadason, excepto materia. Por esto precisamente porque sonsolamente materia un solo pensamiento vale ms infinitamenteque todo el cosmos, que tanto nos maravilla. nicamente elhombre, esta partcula del Universo, puede formar conceptosabstractos e independientes de lo material, y, nicamente, l puedelevantarse en el vuelo de sus concepciones y meditar sobre elinfinito y lo trascendente. Si no hubiera en l algo muy por encimade lo material, no podra hacer nada de esto.

    No hay alma; no hay ms que cerebro! La misma concienciadel hombre refuta esta afirmacin. Porque si as fuera, entonces elhombre no podra pronunciar esta palabra tan elevada y tanmisteriosa: Yo.El sentir de un modo consciente el yo, es decir,la propia conciencia, levanta al hombre por encima de lo material,dndole con ello el sentido de la propia personalidad.

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    Cunto podramos meditar sobre esta palabra de dos letras!Quin es este yo dentro de m? Es mi cabeza la que piensa?No. Soy yo quien piensa. Es mi corazn el que ama? No. Soyyo quien ama. Pero quin es este yo? Lo ha visto alguien?Nadie. Quin lo ha tocado? Nadie. Y, sin embargo, existe. Dednde viene? Quin me comunica este yo misterioso? El Yoeterno, que dice de s mismo: Yo, soy El que soy (xodo 3,14), esdecir, Aquel que tiene el ser por esencia.

    Este yo siempre es el mismo en m; el mismo de ayer, y dehace algunos aos y decenios, aunque se recambiencontinuamente la molculas de mis clulas; de modo que cualquierfenmeno consciente ha de encontrar siempre en m una baseconstante y real. No cabe duda, este sentimiento del yo, la con-ciencia, es algo que no puede explicarse por la mera materia delos nervios y del cerebro.

    Pero sin cerebro no hay operacin espiritualme objetarnacaso.

    Y, esto es verdad, en esta vida terrena. El cerebro desempeael mismo papel que una central de telfonos. sta conecta, recogey distribuye las conversaciones; pero no es ella que las produce,

    sino las personas que la utilizan. S, el hilo se deteriora, funcionarmal el telfono o no funcionar; y, aunque las personas deseentelefonear, no podrn.

    Miremos una radio. No es ella la que produce la msica y laspalabras, tan slo las esparce por el mundo. Al cerebro le pasa lomismo; es el alma quien piensa. Es necesario el cerebro, y esnecesaria el alma. Si la estacin de radio est estropeada, en vanopretender hablar el locutor; nadie oir su voz. Sin la estacin de

    radio no puede tener contacto con el mundo exterior, ni comunicarsus pensamientos; mas no por esto podr afirmar que es la radiola que ha originado los pensamientos que se transmiten por ella.

    El mejor escultor no podr trabajar con instrumentos malos:menos podr hacerlo si carece de instrumentos. Pero, con todo,quin de verdad se atrevera a decir que el instrumento es elartista? Pues no otra cosa afirman quienes sostienen que el ce-rebro es el alma.

    Dgame usted pudiera objetar alguno, a m todava mepreocupa el caso de los que tienen un cerebro infantil, enfermizo oenvejecido. El modo de pensar en ellos es bastante deficiente, y no

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    hay manera de explicarlo a no ser relacionndolo con el cerebro.Dnde est el alma en estos casos?...

    Pues, s, seor, all est precisamente; no es un alma infantil,enfermiza, o vieja, sino un alma muy normal; lo que pasa es que

    no puede expresarse, le falta un cerebro que funcione connormalidad.Tambin se puede probar la existencia del alma por la funcin

    volitiva, que es prueba de la existencia del alma y por ende de suinmortalidad.

    El hombre es capaz de querer incluso en contra de los apetitosque brotan de su naturaleza material. Puede renunciar a cosasvivamente apetecidas por los sentidos, y puede comer alimentos

    que no le gustan, en contra de su apetito sensible. Esta es la ver-dadera libertad; ste su magnfico privilegio. Por esto admiramosespecialmente a los que se ejercitan en dominarse a s mismos,porque de aqu brotan las virtudes ms hermosas de lahumanidad: desprendimiento, amistad pronta al sacrificio, amor alprjimo... Mientras florezcan estas virtudes sobre la tierra,tendremos al alcance de la mano un argumento irrebatible paradecir que el alma no es materia, sino algo muy superior a la

    materia; para decir, en una palabra, que es espritu. Porque, si elalma fuese material, es decir, si la materia fuese algo queperteneciese a la esencia del alma, entonces, todo esto seraimposible: el alma no podra ir en contra de su propia naturaleza.

    Todos lo experimentamos a cada paso; una cosa es el alma yotra el cuerpo. De dnde viene, sino, el reproche que oigo en miinterior cuando hago algo malo? no proviene del alma? Dednde la tristeza, aun en el caso de haber dado toda satisfaccin a

    mi cuerpo y no sufrir ste ningn dao? no proviene del alma?No hay alma, no hay ms que cerebro. Muy bien; peroentonces tendremos que afirmar lo que es imposible, del todopunto, a saber, que todos los conceptos generales abstrados de lamateria que hay en m, y todas las decisiones morales quecontradicen a la materia, tienen origen material. Entonces,tendremos que afirmar que la enorme fuerza de voluntad de unCsar, de un Carlomagno, de un Napolen, y el genio de un Miguelngel, de un Rafael, de un Leonardo de Vinci, y la capacidadintelectual de un Aristteles o de un Santo Toms, y el amor haciael prjimo que abrasaba a San Francisco de Ass o a Santa Isabel,

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    no fueron otra cosa que vibracin de tomos. Y habris de creerque el patriotismo del soldado que desprecia la muerte, y elsacrificio de la madre que vela durante la noche junto a la cama delhijo enfermo, y el cumplimiento del deber, y el anhelo por sersanto, no son otra cosa que el movimiento, la mezcla, la vibracinelctrica de las molculas del cuerpo...

    No hay alma, no hay ms que cerebro. Muy bien; pero,entonces, qu es lo que comunica aquella fuerza admirable a losmoribundos que se sostienen con vida muchas veces durantehoras y durante das? Quin no ha odo contar muchos casos queson como seales claras de que el alma segua sosteniendo

    todava la vida del cuerpo que ya empezaba a desmoronarse?He ledo de una madre, cuya muerte era esperada de un momentoa otro, que no quera morir hasta ver a sus dos hijos, a los quehaba mandado a llamar, pero que residan muy lejos, a miles dekilmetros de distancia. Llegaron... y a los diez minutos ces delatir el corazn materno. Cmo se comprende esto si no hayalma?

    No hay alma, no hay ms que cerebro! Muy bien; peroentonces cmo se explica el fenmeno inaudito de que algunoshombres hayan tenido su inteligencia velada durante largos aos yque poco antes de morir recobren toda su clarividencia? Es unhecho generalmente conocido en la ciencia mdica. Bastamencionar un caso de celebridad mundial, el de Juana la loca, lamadre del emperador Carlos V. Juana tuvo su mente oscurecidadurante cuarenta y nueve aos, y en el da de su muerte, el 5 deabril de 1555, recobr completamente la razn y muri con laoracin en los labios. Recobrar el sentido, precisamente cuando elcerebro est ms gastado, slo es posible si el cerebro no lo es

    todo, sino que hay alma, y esta alma en el momento de la muertesiente ya cmo se aflojan los vnculos de la tierra y que ya nonecesita del cuerpo para ejercer sus funciones.

    Esto slo se explica como una seal de que el alma, a manerade mariposa, se prepara para tomar el vuelo librndose delenvoltorio corporal, como el primer movimiento de la avecilla quese prepara para salir del huevo, y antes ha de romper la cscara.

    Una profunda verdad encierran estas palabras del escritorfrancs VCTOR HUGO: Decs que el alma no es ms que laexpresin de las fuerzas corporales; pero entonces cmo es que

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    mi alma se vuelve ms resplandeciente a medida que mis fuerzascorporales estn ya para abandonarme? Realmente, quin podrcomprender el caso frecuente de que los moribundos, cuando lavida y las fuerzas corporales tocan a su trmino, den prueba deuna gran capacidad psquica, antes no sospechada, como, porejemplo, que sean capaces de repasar en un momento con unamirada luminosa toda su vida?

    SCRATES dijo con razn que el principio de la filosofa es elsaber que nada sabemos; hoy podemos aadir que la cumbre detoda filosofa es la certeza que nos da la fe.

    ***

    Aquellos que dicen que no creen en la vida eterna ni ellos

    mismos pueden librarse del pensamiento de la vida eterna. Nisiquiera ellos mismos, que desearan olvidarla. Ni siquiera los queafirman que semejante cuestin no les interesa. Porque no es stauna cuestin que pueda mirarse con ms o menos inters. Es algoque surge de lo profundo del alma: Qu ser de nosotrosdespus de la muerte? Perecer todo o quedar algo denosotros? Es el final de la vida o es el principio de una vidanueva?

    Qu exactas aparecen las palabras de PLATN, que el filsofopone en boca de Scrates moribundo!: Si el alma es inmortal,entonces no es lcito preocuparse nicamente del tiempo de estavida que as termina; hay que preocuparse de todo el tiempo;solamente as podr verse claro lo horroroso que es descuidar elalma. Porque, si la muerte significar la separacin de todo, paralos malos sera una ganancia el morir, porque se libraran delcuerpo, del alma, y con ello de su maldad. Pero, si el alma esinmortal, no cabe otro refugio contra el mal que el afn de hacerlabuena y razonable. Porque el alma no se lleva ms bienes al otromundo que la educacin que se dio a s misma y aquello de que seha nutrido, y de lo cual afirmamos que en el mismo momento de lallegada puede redundar en mayor provecho o en mayor dao deldifunto.

    Qu valiosas palabras en labios de un genio que no conoci aCristo! Cmo prueban que la inmortalidad del alma fuedescubierta por la misma razn humana que discurre y filosofa! Loprueba la fe constante de la humanidad, que se consuela de lacaducidad efmera de esta vida con la hermosura de la vida eterna.

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    Se marchita la rosa, cae la hoja. Para esto nacemos? Este esel fin de la vida? No hay nada ms? En vano cree y espera elhombre?

    Es ste el problema ha atormentado a los hombres en el

    transcurso de la historia, y les sigue atormentando.Pero hay una respuesta; oigmosla:La madre solloza besando la tumba. Se encender la estrella;

    brillar la luna. All arriba sobre el rbol de la cruz murmura elviento: brotarn las hojas, se abrir la rosa. (JUAN VAJDA)

    Del Catecismo de la Iglesia Catlica

    Uno en cuerpo y alma362 La persona humana, creada a imagen de Dios, es un ser ala vez corporal y espiritual. El relato bblico expresa esta realidadcon un lenguaje simblico cuando afirma que Dios form alhombre con polvo del suelo e insufl en sus narices aliento de viday result el hombre un ser viviente (Gn 2,7). Por tanto, el hombreen su totalidad es querido por Dios.

    363 A menudo, el trmino alma designa en la Sagrada Escritura

    la vida humana o toda la persona humana. Pero designa tambinlo que hay de ms ntimo en el hombre y de ms valor en l,aquello por lo que es particularmente imagen de Dios: almasignifica el principio espiritual en el hombre

    364 El cuerpo del hombre participa de la dignidad de la imagende Dios: es cuerpo humano precisamente porque est animadopor el alma espiritual, y es toda la persona humana la que estdestinada a ser, en el Cuerpo de Cristo, el Templo del Espritu:

    Uno en cuerpo y alma, el hombre, por su misma condicincorporal, rene en s los elementos del mundo material, de talmodo que, por medio de l, stos alcanzan su cima y elevan la vozpara la libre alabanza del Creador. Por consiguiente, no es lcito alhombre despreciar la vida corporal, sino que, por el contrario, tieneque considerar su cuerpo bueno y digno de honra, ya que ha sidocreado por Dios y que ha de resucitar en el ltimo da (GS 14,1).

    365 La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda que se

    debe considerar al alma como la forma del cuerpo; es decir,gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un

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    cuerpo humano y viviente; en el hombre, el espritu y la materia noson dos naturalezas unidas, sino que su unin constituye unanica naturaleza.

    366 La Iglesia ensea que cada alma espiritual es directamente

    creada por Dios no es producida por los padres, y que esinmortal: no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, yse unir de nuevo al cuerpo en la resurreccin final.

    367 A veces se acostumbra a distinguir entre alma y espritu. AsS. Pablo ruega para que nuestro ser entero, el espritu, el alma yel cuerpo sea conservado sin mancha hasta la venida del Seor (1Ts 5,23). La Iglesia ensea que esta distincin no introduce unadualidad en el alma. Espritu significa que el hombre est

    ordenado desde su creacin a su fin sobrenatural, y que su almaes capaz de ser elevada gratuitamente a la comunin con Dios.

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    Captulo III

    Qu dice la fe? Hay vida eterna?

    El cristianismo tiene una palabra que rebosa alegra, unapalabra triunfal que en la liturgia resuena jubilosamente a cadapaso. Esta palabra es: Aleluya.

    Aleluya! Alabad al Seor! Alegraos!De dnde nace este entusiasmo triunfal? Es que el

    cristianismo es la religin del triunfo. En el cristianismo el amor havencido al odio, la fe a la incredulidad, el Hijo de Dios al pecado, ylo que mayor alegra nos proporciona la vida ha vencido a la

    muerte.Aleluya! Alegraos, porque la vida ha vencido a la muerte!No hay diversidad de criterios entre los hombres respecto al

    hecho de que todos hemos de morir; la disputa se entabla slo conrespecto a lo que ha de venir despus. Todos reconocen queBCKLIN, el gran pintor suizo, se inspir en lo ms hondo de latristeza humana para componer su cuadro titulado Isla de losmuertos; pero el cuadro nos da la impresin de que estinacabado, de que algo le falta.

    Una roca escarpada surge altiva de las aguas del mar, como eldestino inevitable. Algunos cipreses se yerguen en ella. En la rocahay antros que abren sus fauces: las moradas de la muerte.Negras nubes cubren el cielo. Las olas murmuran como quejasdolorosas e incesantes. Una pequea barca llega a la orilla: trae unatad. Una figura cubierta con una blanca sbana se inclina conreverencia sobre el atad. Parece como si la boca de aquellosantros estuviese diciendo: Hoy ha llegado ste; maana vendrotro... Y un da llegars t!... Es cierto. Tambin t llegars!...

    Es un cuadro tan lgubre porque le falta algo. Le falta decir quehay un ms all de la boca de los antros; qu es lo que nos esperadespus de la muerte. Esto es lo que le falta.

    Y en este punto se revela la enorme superioridad de la religincristiana, que con certeza triunfal nos asegura que detrs de la

    triste Isla de los muertos nos aguarda el ocano de la vida eterna.No fue el cristianismo quien propuso por vez primera estepensamiento de la vida eterna; el cristianismo no hizo ms que

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    robustecer y confirmar por la fuerza infalible de las palabras deCristo, el deseo, el afn casi instintivo que ha turbado siempre alhombre en lo que se refiere al fin de su vida terrena y a la nuevaforma de vida que seguir despus de la muerte.

    Veamos, pues, en el presente captulo qu es lo que ensea elCristianismo respecto de la vida eterna. Cmo Nuestro SeorJesucristo habl de la vida eterna; y cmo la misma idea quetenemos de Dios reclama la existencia de la vida eterna.

    IJESUCRISTO PROCLAM QUE HAY VIDA ETERNA

    Hojeamos el Evangelio. No hay pensamiento tantas veces y tandiversamente repetido como la doctrina de la vida eterna, lacerteza en el otro mundo; de esta fe parte Cristo y a ella vuelve; elfundamento de todas sus enseanzas es un solo pensamientoSalva tu alma!Pero para qu salvarla si no hay otro mundo?

    Examinemos las enseanzas del Seor; veamos cuntas vecesy con qu firmeza repite Cristo que esta vida terrena no es msque el principio, un tiempo provisional, de prueba; un prlogo, cuyo

    libro slo s ver en la vida sin fin.Qu variadas son las frases del Seor tocantes a la vida

    eterna!Estad preparados, porque a la hora que menos pensis vendr

    el Hijo del hombre (Mateo 24,44). Estad vigilantes, porque nosabis ni el da ni la hora (Mateo 25,13). Para qu vigilar y velarsi con la muerte todo se acaba?

    Trabajad no por el alimento que perece, sino por el que perdura

    para la vida eterna (Juan 6,27). Quien comiere de este pan vivireternamente (Juan 6,52).

    Qu ancha es la puerta ancha y espacioso el camino que llevaa la perdicin, y muchos son los que entran por ella. Y questrecha es la puerta y trabajoso el camino que conduce a la vida,y qu pocos son los que lo encuentran (Mateo 7,13-14).

    Y ah estn las palabras cargadas de inaudito amor: Tanto amDios al mundo que no le dio a su Hijo unignito, a fin de que todoslos que creen en l no perezcan, sino que tengan vida eterna(Juan 3,16).

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    Oigamos cmo prepara a sus apstoles para las persecuciones:No tengis miedo de los que matan el cuerpo y no pueden matarel alma; antes temed al que puede arrojar el alma y cuerpo en elinfierno (Mateo 10,28).

    Y fijmonos en la gran promesa que nos dirige a todos: Quiencome mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo leresucitar en el ltimo da (Juan 6,55).

    Con cunta incredulidad reciben muchos estas palabras deCristo! Le resucitar. Vivir Es posible? No es unaexageracin atrevida? Cuntos son los que se encogen dehombros! Cuntos incrdulos! Cuntos los que se ren de estapromesa de Cristo!

    Se ren? S. Como se rieron de Cristo muchos otros durante suvida terrena. Como se rieron de l cuando se acerc a la hija deJairo, que haba muerto, y dirigindose a las plaideras, quelloraban y gritaban, y se rasgaban los vestidos a modo de duelo,les dijo: De qu os afligs tanto y lloris? La muchacha no estmuerta, sino dormida... Y s burlaban de l (Marcos 5,39-40) aade la Sagrada Escritura. Pero Cristo no hizo caso de aquellasburlas. Cogi de la mano a la muchacha y le dijo, Muchacha,

    levntate, yo te lo mando (Marcos 5,39-40), y ella se levant y sepuso a andar.Ved cmo claramente Jesucristo ha enseado muchas veces

    mediante diversos milagros y de variadas formas que la vidaterrena tiene continuacin con el ms all; y que hay una vida parasiempre.

    Lo mismo ensean sus parbolas.Los agricultores quieren separar la cizaa del trigo; pero el

    seor les dice que an no es hora de tocarla: cuando llegue lasiega, podrn coger la cizaa y arrojarla al fuego (Mateo 8,30).Los pescadores escogen los peces buenos que hay en la red, y

    arrojan al mar los de mala calidad. Esto suceder al fin de lossiglos: saldrn los ngeles y separarn los malos de entre losbuenos (Mateo 13,49).

    El hombre rico dice a su mayordomo: Dame cuenta de tuadministracin (Lucas 16,2).

    El esposo dice a las cinco vrgenes necias: En verdad os digoque no os conozco (Mateo 25,12).

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    Dijo el Seor al siervo fiel: Muy bien, siervo bueno y fiel, entra atomar parte en el gozo de tu seor (Mateo 25,21).

    Hemos de concluir a partir de estas frases que la misin, la vida,la pasin y la muerte del Salvador se basan en el verdad invariable

    de la vida eterna. Por esto establece con tanta frecuencia y de unamanera tan terminante la diferencia que existe entre esta vidaterrenal y la del ms all. Por esto resalta que esta vida sin fin esla vida verdadera, la vida feliz. Todas las palabras que Cristopronunci, todos los actos que realiz, todos los mandatos que dio,todas las prohibiciones que estableci, presuponen la vida eterna.

    Fue precisamente por las enseanzas de Jesucristo, por lo quepudo San Pablo describir de manera tan sublime la resurreccin de

    los muertos.En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, al sonido de laltima trompeta, pues sonar la trompeta y los muertos resurgirnincorruptibles y nosotros seremos transformados. Porque esnecesario, que este cuerpo corruptible se revista de incorrupcin; yque este cuerpo mortal se revista de inmortalidad. Cuando estocorruptible se revista de incorruptibilidad, y esto mortal se revistade inmortalidad, entonces se cumplir la palabra que est escrita:

    La muerte ha sido absorbida por la victoria. Dnde est, ohmuerte!, tu victoria?; dnde est, oh muerte!, tu aguijn?' (ICorintios 15,52-55).

    La muerte ha puesto punto final a su vida suele decirsecuando muere una persona. Y no es as. La muerte no es unpunto; no es ms que una coma; y a la coma sigue la continuacinde la frase.

    Es cierto, los muertos duermen en la tierra, como duerme la

    misma tierra durante el invierno; pero esperando la primavera. Escierto, los muertos estn inmviles en el atad, como inmvil estla crislida en su capullo; pero esperando una vida de mariposa,llena de colorido.

    Es cierto, los muertos se reducen a polvo en la sepultura, comoel grano sembrado en la tierra; pero esperando resurgir pujante enla primavera.

    Tambin nosotros resucitaremos como resucit Cristo de entre

    los muertos.

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    El alma de Cristo se uni nuevamente con su cuerpo; pero consu Cuerpo pasible que fue tan atormentado y enclavado en unacruz? El cuerpo glorificado despus de la resurreccin no est yasujeto a las leyes de la materia. Pasa por la ventana como el rayode sol, y no la rompe. Aparece en el aposento sin que se le tengaque abrir la puerta. Se pasea por medio de sus apstoles, que leven tan pronto aqu como all. Sube al cielo sin necesitar fuerzasque lo levanten. Ah!, as ser tambin yo despus de laresurreccin. Brillante y hermoso y no sujeto a ninguna clase dedolor, ni limitado por el tiempo y por el espacio... Mas, para que unda pueda mi alma obtener semejante triunfo sobre el cuerpo, hede hacer ya desde ahora durante mi vida en este mundo todo lonecesario para lograr la resurreccin triunfal.

    Resucitaremos?S. Todos resucitaremos, pero no todos para la vida eterna.

    Solamente resucitarn para la vida eterna aquellos muertos quepropiamente nunca dejaron de vivir. No sucede otra cosa en elciclo vital de la naturaleza. En la primavera brota la hierba; peroporque su raz segua viviendo dentro de la tierra cuando todoestaba como muerto en la estacin invernal. Brotan las verdeshojas de los rboles; pero porque estaban vivas en su yema. Yresucita el hombre que en su vida vivi en gracia de Dios. Los queviven en pecado, los que han muerto ya durante su vida, cmohan de vivir despus de la muerte?

    S, sta es la concepcin cristiana de la vida eterna; concepcinque hemos aprendido de las enseanzas de Jesucristo.

    II

    LA EXISTENCIA DE DIOS PREGONA QUE HAY VIDA ETERNA

    Si hay Dios, ha de existir la vida del ms all; porque lo exigeantes de todo la majestad de Dios.

    En esta tierra, son tan atrevidos los pecadores, pisotean conosada tan retadora los mandamientos de Dios, que los buenosmuchas veces no pueden menos de exclamar: Seor, cmoconsientes esto? Por qu no lo castigas? Ha de haber, pues, otra

    vida, en que la majestad ofendida de Dios reciba satisfaccin, y enque se ponga de manifiesto que nadie puede rebelarseimpunemente contra el Seor.

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    Es tambin all donde brillar la sabidura de Dios que todo lodispone de la mejor manera.

    En los acontecimientos caticos y dolorosos de esta vida resultamuchas veces muy difcil descubrir los caminos de la Providencia.

    Son tan numerosos los que se rebelan contra los planes ydisposiciones de Dios, porque no ven en los acontecimientos msque el dibujo catico de una alfombra persa mirada por el revs!Ha de haber, por tanto, otra vida, otro lugar, en que no veamos alrevs la inmensa alfombra de la historia universal como acaeceen esta vida terrena, sino de cara, y descubramos los planessublimes de la divina Providencia, que todo lo ordena de la mejormanera y para nuestro provecho.

    La bondad de Dios reclama tambin la existencia de otra vidaen el ms all.No hay vida ms all de la muerte? Entonces Dios no es

    nuestro Padre bondadoso. Entonces para qu nos cre sinosolamente para hacernos desgraciados?

    Cunto sufre el hombre!Mucho ms que los otros seres vivosque llenan este mundo.

    El hombre presiente el dolor, lo espera y con ello tambin lo

    aumenta; y despus de sufrilo sigue deplorndolo y escarba en lallaga. Los otros seres vivos tambin mueren; pero no lo saben deantemano; el hombre lo sabe y se estremece.

    Y lo que resulta ms espantoso an ah estn lossufrimientos espirituales: los pesares, la tristeza, el inmenso dolorque nos produce el que sufran y mueran nuestros seres amadossin poderles ayudar.

    Y, para colmo de la amargura, los hombres sufren por causa de

    la felicidad que anhelan. Persiguen y anhelan la alegra, pero envano; la alegra que encuentran en la vida no hace sino aumentarsu sed. Buscan la hermosura, pero ven que tambin ella perece;buscan la riqueza, el bienestar, el honor, la gloria, pero en vano.

    Por tanto, si creo en Dios, he de creer tambin en la vida eterna.Porque es el mismo Dios quien puso en m este deseo insaciable,que continuamente clama en mi interior: Vivir! Vivir! Y no morirnunca! Cmo arde en nosotros el deseo de una felicidad

    perfecta... y nadie la encuentra en esta vida! Cmo vibra ennosotros el anhelo de la paz, y no hay paz; de la tranquilidad, y no

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    hay tranquilidad.! Queremos la solucin de tantas cuestiones, y nohay solucin. Deseamos justicia, y no hay justicia. Cuntos planeshacemos... y fracasan! Cuntas esperanzas alentamos... y nin-guna se cumple!

    Seor, para esto nos has creado? Para ver como nos vamosmuriendo? Si ponemos nuestra atencin en cualquier otro ser,descubrimos que sus deseos y los medios que tiene para lograrlosestn en proporcin. El animal se harta y est contento. Pero yo?Tengo sed y no hay bebida en esta tierra capaz de apagarla. Yoanhelo la hermosura perfecta, la verdad absoluta, la felicidadautntica... y no las encuentro, Seor, por qu has puesto en msemejantes deseos? Si nac solamente para morir, entonces. porqu me espanta el pensamiento de la muerte? Seor, si nuncapodr verte, por qu has querido que Te conociera? Por qu hasdejado que en mi corazn haya un vaco que no puede llenarsecon nada de este mundo, sino slo contigo?

    Pero, yo creo que Dios no puso en mi alma anhelos imposibles.Creo que, a travs del sufrimiento, me llevar a la vida eterna,porque es infinitamente bueno. Realmente: o no existe la vidaeterna, o existe Dios, que es Padre bondadoso.

    Finalmente, la justicia de Dios tambin reclama la vida eterna. Sicon la muerte todo se acaba, dnde encuentran su galardn losque en esta vida perseveraron a costa de inmensos sacrificioshaciendo el bien, siendo fieles y virtuosos? Si con la muerte todose acaba, dnde recibirn castigo los que en esta vida parecanbuenos y honrados, y cosechaban alabanza y elogios, cuando enrealidad su vida no era ms que una sarta de pecados y maldadesocultos? De ah, que ha de haber otra vida en la que todo pecadoreciba su castigo. Aqu en la tierra muchas veces triunfa y vence lamaldad; pero, al final, ms all del sepulcro, ha de brillar la justiciaen el tribunal de Dios.

    Y ha de haber tambin otra vida en la que toda virtud alcance sudigno galardn. En esta vida el mundo juzga injustamente, muchasveces humilla sin razn a los buenos y oprime a los honrados.Cuntos hombres buenos y honrados pueden afirmar sobre suvida: Nada me ha salido bien! Cada cosa que hago me sale mal.Si me pongo en camino, me extravo. Si participo en unacompeticin, pierdo. Mis amigos me engaan. Mis enemigos medescubren... Todo me sale mal.

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    La justicia de Dios exige, pues, que haya otro mundo en que como dice Jesucristo pagar a cada uno conforme a sus obras.

    Realmente: o existe la justicia de Dios, o no hay vida eterna.Pero as como dentro de m la conciencia y la razn, y en torno

    mo todas las estrellas del cielo y todas las flores del campopregonan que hay Dios, de igual modo la sabidura, la bondad y lajusticia de Dios pregonan que tengo un alma inmortal, y hay vidaeterna. La fe en Dios y la fe en la vida eterna son inseparables.

    Cristo, para consolar a Marta, que lloraba ante el sepulcro lamuerte de su hermano Lzaro, le dijo: Yo soy la resurreccin y lavida; quien cree en m, aunque huya muerto, vivir. Y todo el quevive y cree en m, no morir para siempre (Juan 11,25-26).

    sta es mi fe; ste mi consuelo; sta es la gua que ha deorientar mi vida.Dios haga que sea tambin l un da mi premio por toda la

    eternidad.

    Del Catecismo de la Iglesia Catlica:1680 Todos los sacramentos, principalmente los de la iniciacin

    cristiana, tienen como fin ltimo la Pascua definitiva del cristiano,es decir, la que a travs de la muerte hace entrar al creyente en lavida del Reino. Entonces se cumple en l lo que la fe y laesperanza han confesado: Espero la resurreccin de los muertosy la vida del mundo futuro (Smbolo de NiceaConstantinopla).

    1681 El sentido cristiano de la muerte es revelado a la luz delMisterio pascual de la muerte y de la resurreccin de Cristo, enquien radica nuestra nica esperanza. El cristiano que muere enCristo Jess sale de este cuerpo para vivir con el Seor (2 Co5,8).

    1682 El da de la muerte inaugura para el cristiano, al trminode su vida sacramental, la plenitud de su nuevo nacimientocomenzado en el Bautismo, la semejanza definitiva a imagen delHijo, conferida por la Uncin del Espritu Santo y la participacinen el Banquete del Reino anticipado en la Eucarista, aunquepueda todava necesitar ltimas purificaciones para revestirse de latnica nupcial.

    1683 La Iglesia que, como Madre, ha llevado sacramentalmenteen su seno al cristiano durante su peregrinacin terrena, lo

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    acompaa al trmino de su caminar para entregarlo en las manosdel Padre. La Iglesia ofrece al Padre, en Cristo, al hijo de sugracia, y deposita en la tierra, con esperanza, el germen del cuerpoque resucitar en la gloria (cf 1 Co 15,4244). Esta ofrenda esplenamente celebrada en el Sacrificio eucarstico.

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    Captulo IV

    Qu nos dice la razn? Hay vida eterna?

    No hay en Europa un pas ms rico de bellezas naturales queSuiza, regin esplndida, llena de montaas, bosques y glaciares.Y entre las bellezas naturales de Suiza tiene un puesto privilegiadoel Tamina-Schlucht, la fuente del ro Tamina, emergiendo en laladera de una enorme montaa. Desde hace miles de aos susaguas se abren paso con gran estrpito por los valles, en unchocar incesante contra las piedras y las grandes rocas. Unafuerza irresistible las empuja hacia abajo. El arroyuelo que forman

    da pronto origen a un magnfico balneario donde acuden a buscaralivio los pacientes aquejados de procesos reumticos. Ms abajo,las aguas confluyen en el Rhin, para finalmente desembocar en elocano.

    Tambin la vida humana, durante decenios, pugna por abrirsepaso en medio de dificultades. Una fuerza irresistible nos empuja aseguir adelante, hasta que llegamos al momento supremo de lamuerte. All descargados de todo peso terreno, nos

    abandonaremos en Dios, para gozar de una felicidad y un amorque no acabarn.Esto nos est diciendo que la muerte no es un perecer, sino un

    paso, un umbral, como cuando se cruza de una habitacin a otra.Los deseos ms profundos del hombre y la misma razn

    humana tambin reconocen que tiene que haber una vida eternadespus de la muerte.

    ILA RAZN HUMANA ATESTIGUA QUE HAY VIDA ETERNA

    Nuestra vida slo tiene sentido si hay vida eterna.Es cosa indiscutible que todo ser humano se pregunta por el

    sentido de su vida y de todas las cosas. ste es el motivo por elque un nio siempre est preguntando en cuanto tiene uso derazn. A cada rato pregunta a sus padres sin tregua ni descanso:Por qu? Por qu? Pap, por qu es as? Mam, por qu es

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    as? Y no se te ocurra decirle que por nada. Porque entonces tepreguntar: Y por qu es por nada?

    En cierta ocasin San Francisco pregunt a un albail:Qu haces, hermano?

    l le contest:Trabajo todo el da.Y por qu trabajas?Para ganar dinero.Y para qu necesitas el dinero.Para comprar pan.Y para qu quieres el pan?

    Vaya pregunta! Para vivir.Y por qu vives?...Realmente sta es la gran pregunta: Por qu vivo? Cul es el

    sentido de mi vida? Si todo tiene su sentido en este mundo,precisamente, la vida humana no lo ha de tener? Si en mi cuerpocada msculo, cada nervio, cada vena, cada cabello, cadapartecita, tiene una finalidad, precisamente el conjunto no lo ha

    de tener? Ciertamente, yo tambin he de tener un sentido, unafinalidad, un objetivo; pero cul?Si no hay otro mundo, el sentido de mi vida tendr que hallarse

    en algn logro que se pueda alcanzar sobre esta tierra. Culpodr ser?

    Quizs la riqueza? Pero es que la riqueza puede ser unobjetivo digno del hombre racional? Por mucho que logremosatesorar, lo tendremos que dejar todo a los herederos para que lo

    disfruten. Por mucho que las riquezas se multipliquen, no sernsuficientes para hacer ricos a los hombres todos. Los infinitospobres, que siempre existirn, por qu han vivido? Y, adems,una vez que haya alcanzado el objetivo, podr descansar?Cundo el rico deja de tener deseos? Nunca. Es que la riquezano puede ser nuestra meta final.

    Podr serlo, entonces, el placer, el continuo gozar, el estarsiempre alegre?Tampoco, porque entonces la mayor parte de los

    hombres jams alcanzarn su fin, por ser tan mezquina la parteque les cabe en el banquete del bienestar humano. Y, adems,cuanto un ser se acerca ms al logro de su fin, tanto ms goza de

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    propia perfeccin. Podremos afirmar entonces que el hombre estanto ms perfecto cuanto ms se zambulle en el placer? Deninguna manera. Quizs lo contrario, muchas veces entonces escuando ms insatisfecho y vaco se siente.

    Cul ser entonces el objetivo de la vida humana? Quizsalcanzar fama y renombre?ste ya sera un pensamiento ms noble; pero no basta; porque

    nunca lo lograrn tantos millones de hombres que pasandesapercibidos durante toda su vida, cumpliendo en silencio consu deber, sin que nadie los conozca ni los alabe.

    Nunca podr ser el objetivo de una vida el luchar durante se-senta o setenta aos, para despus desaparecer sin dejar huella

    siquiera. El hombre no puede contentarse con tan poca cosa; seracomo el que arroja una piedra al agua, se forman ondas y crculos,pero despus de un rato, el agua se queda de nuevo tranquila ycompletamente tersa; y, aunque arroje una piedra grande, loscrculos de ondas durarn ms tiempo, pero tambin acabarndesapareciendo.

    Si yo no encuentro la felicidad en este mundo... a qu sedebe? A que Dios no me ha creado para esta tierra. Esta vida

    terrena no es ms que el prlogo del libro de la eternidad.Pero es posible? Es posible que el alma siga viviendo

    despus de la muerte?El gran filsofo y telogo del cristianismo, SAN AGUSTN, re-

    fiere el sueo de un mdico cartaginense. Genadio que as sellamaba el mdico tena sus dudas respecto de cmo pueda elhombre seguir viviendo despus de que muere el cuerpo. Ensueos se le apareci un joven resplandeciente, que le pregunt:

    Genadio, duermes ahora o ests despierto? Duermo contest el mdico.

    Me ves? sigui preguntndole el joven.Te veo.Con qu me ves? Con tus ojos corporales?No, estn cerrados. No s con qu te veo.El joven insisti:

    Genadio, me oyes?S.

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    Con qu me oyes? Con tus odos?No. No s con qu te oigo.El joven prosigui:Genadio, ests hablando conmigo?

    S, estoy hablando.Con qu hablas? Con tu boca?No. No s con qu te hablo.Ves? dijo el ngel, tus sentidos descansan, y t, no

    obstante, ves, oyes y hablas. Cuando llegue la hora en que tussentidos descansen para siempre, es decir, cuando te mueras,seguirs viviendo, oyendo, hablando y sintiendo.

    No cabe duda que el alma tendr una nueva forma de vida en elotro mundo. El cuerpo muere y se convierte en polvo, es cierto,pero no puede perecer definitivamente, sino que un da ha deresucitar.

    Porque, si no fuese as, quedara a medias la hermosa obra delCreador.

    Entre las cosas materiales, el cuerpo humano es, sin dudaalguna, la obra ms hermosa del Creador. El sol en verano brilla

    con esplendor, pero nunca ser tan bello como la sonrisa del hom-bre. Hermoso es un amanecer en la primavera, pero ms hermosaes la mirada de un hombre bueno. Nos fascina un cielo estrellado,pero qu es en comparacin con los ojos cristalinos de un nio?Armonioso es el trino de los pjaros; pero qu viene a ser encomparacin con a la voz humana? Qu hermoso debi de ser elhombre cuando sali de las manos del Creador a su imagen ysemejanza! Qu hermoso debi de ser, si aun ahora, afeado por

    el pecado, sobrepuja lo que le rodea!Puede ser admisible que Dios consienta que se aniquile del

    todo esta obra suya? Las estrellas hace ya muchos milenios queestn brillando, y todava pasar mucho tiempo hasta que seapaguen. Cuntas miles de primaveras ha visto ya la Tierra!, y, apesar de todo, no se agota su fecundidad. Las fuentes nos alegrandesde hace siglos; florecen los valles; se alzan las montaasdesde hace milenios, todo ha de durar mucho tiempo y slo el

    hombre ha de vivir unos pocos aos y acabar convirtindose enpolvo?

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    An ms, las mismas obras del hombre parece que estnllamadas a sobrevivirle. En torno nuestro se yerguen muchosgrandes edificios que hace cien aos, hace ciento cincuenta,fueron construidos y siguen en pie. Dnde estn losconstructores? Por las calles vemos estatuas, esculpidas hacedecenios; la estatua se yergue todava sobre el pedestal; el artistahace ya tiempo que muri. Ha perecido del todo? El hombre pintasu autorretrato, y esta copia tendr que vivir ms tiempo que eloriginal, creado por el mismo Dios omnipotente?

    Yo no puedo admitirlo. Ms bien me imagino si me es lcitousar un smil que as como el gusano se arrastra por el polvo yse encierra en su capullo, como en una tumba, para despus salira una vida nueva con un nuevo y hermoso cuerpo de mariposamulticolor, de modo anlogo nuestro cuerpo pesado, torpe yenfermizo se esconde en el sepulcro, para dejar all su pesadez, yresucitar despus ya noble y espiritual, incapaz de sufrir.

    Hay incrdulos que objetan: Los cuerpos no pueden resucitar,porque no entendemos cmo ser esa segunda vida. Vaya! Perocomprendes acaso cmo se hizo la primera vida? Quin lo com-prendi jams? Y si Dios pudo entonces crear una vida de la nada,no podr devolver la que ya existi?

    En resumen, la razn humana que reflexiona no tiene reparosen aceptar la realidad de la vida eterna.

    IIEL DESEO DE JUSTICIA ATESTIGUA QUE TIENE QUE HABER

    VIDA ETERNA

    Ardientemente anhelamos que se haga justicia. Es un deseo taninnato a nuestra naturaleza, que el nio de cuatro aos ya se ponetriste sin saber por qu cuando oye hablar de los sufrimientosinjustos que la Cenicienta tiene que padecer a causa de su cruelmadrastra.

    Pero cmo es realmente la justicia en este mundo? Novemos a cada paso cmo queda pisoteada la virtud y cmo triunfala maldad?

    Y, sin embargo, no podemos soportar que el mal triunfe sobre elbien. La vida terrena est llena de disonancias; pero con todo

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    sospechamos que tiene que haber alguna retribucin en algunaparte. No hay dramaturgo que se atreva a terminar su obrahaciendo triunfar la maldad. El pblico dira y con razn: Laobra est inacabada.

    Lo mismo esperamos, y en grado mucho ms alto, de la vida.Ella tampoco puede acabar con el triunfo del pecado. Serposible que acabe venciendo el engao? Que venza la maldad?Que venza el vicio? Que venza quien pisotea las leyes de Dios?Y, sin embargo, si no hay otro mundo, entonces triunfarn ellos. Sino hay otro mundo, entonces, de cualquier manera que hayanvivido los hombres, a todos les cabr la misma suerte: la des-composicin de la tumba. Pero quin se aviene con estos pen-samientos?

    Pero qu es lo que hallamos de justicia en este mundo?Granitos diminutos. Fragmentos. Qu es, por tanto, lo que noshace anhelar con tanto ardor la justicia perfecta? Dnde laencontramos sino en la otra vida?

    Una Hermana de la Caridad est agonizando. Toda su vida noha sido ms que sacrificio constante de amor al prjimo. Muere detifus; ha sido atacada mientras cuidaba a unos enfermos. Tambin

    agoniza en la misma hora un viejo libertino que durante su vida nohizo ms que pecar y escandalizar. Corrern ambos la mismasuerte? Es posible que estas dos vidas acaben igual?

    EI anhelo de la vida eterna est tan metido en el alma de loshombres, que ni siquiera los enemigos del cristianismo puedenlibrarse de l. La historia ofrece abundantes ejemplos, de grandesateos, cuyas frases vacas se deshicieron en los momentos en quepeligraba su vida.

    Cuando en 1835 el clera devastaba Francia, los que seufanaban de ser librepensadores se vean tambin a lasprocesiones que se organizaron en Pars para rogar el fin de laepidemia. Iban con los pies descalzos, con una vela en la mano ydndose golpes de pecho: Ten piedad de nosotros, Seor!

    Hasta el monstruo de la Revolucin francesa, CAMILLEDESMOULINS, escribi a su esposa estas palabras antes de serguillotinado: No te preocupes, creo que hay Dios... Lucila, nos

    veremos..

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    IIIEL DESEO DE FELICIDAD ATESTIGUA TAMBIN QUE HAY VIDA

    ETERNA

    El corazn humano anhela con gran fuerza la felicidad. Fuimoscreados de tal manera que todos deseamos ser felices. Con grandesazn todos buscan la felicidad.

    Pero dnde est la felicidad en este mundo? En dndehallars la dicha perfecta, imperecedera, nunca turbada?

    El hombre se esfuerza por encontrar la felicidad de da y denoche, con tal empeo como los antiguos buscaban la piedrafilosofal. Porque nosotros queremos ser felices completamente.

    Dad al hombre todos los tesoros terrenos, se juzgar feliz duranteunos das; pero, despus, desilusionado preguntar: No es msque esto la felicidad? Le pasa lo que a Alejandro Magno cuandoestaba en el cenit de su gloria; que se ech a llorar diciendo: Ahestn todava las estrellas y no las puedo conquistar!

    Queremos una dicha imperecedera. Cuanto ms feliz se juzgael hombre, ms le atormenta este pensamiento: pasar, todo pasa.

    Si no hay otro mundo, entonces Dios est jugando con

    nosotros, pues infundi en nosotros un deseo que nuncapodremos satisfacer. Por qu ha puesto Dios en nuestroscorazones el deseo insaciable de una justicia perfecta, de unafelicidad imperecedera, si nunca hemos de verlo satisfecho?

    Los que han nacido entre las altas montaas, cuando llegan alllano, sienten una gran aoranza por las cimas cubiertas de nieve.Si en nuestra alma encuentra resonancia todo lo hermoso, bueno yverdadero, seal es que nuestro corazn aora una patria inmortaldonde moran la Belleza, la Bondad y la Verdad absolutas.

    Con la muerte se acaba todo. Se acaba la vida y se acaba lafelicidad! Fcil es decirlo. Pero prueba a creerlo cuando estsjunto al lecho mortuorio de tu esposa amada, o de tu hijo msquerido. Prueba a creerlo en el entierro de tu madre!

    Amor materno! No hay en la tierra palabra que tenga un acentoms enternecedor, no hay fidelidad ms segura y capaz demayores sacrificios. Nunca podr creer que al poner los huesos demi madre en la tumba, que la pierda para siempre. Se puedeperder para siempre aquel amor con que me cuidaba cuando nio,

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    que me acompaaba cuando era adulto? Se habr perdidodefinitivamente? No. Nunca podr creerlo. Cmo podr unatumba tan estrecha y pequea, encerrar el amor de una madre?

    El hombre siempre constata su imperfeccin; siempre busca

    algo mejor. Somos viajeros; una meta nos espera en algn lugar.El hombre ansa la vida. Pero tenemos vida? Ah, que lavamos a tener! Lo que est en nuestra mano ac en la tierra no esms que una migaja de la vida. No es ms que una sombra. Lavida humana nunca llega en esta tierra a su plenitud. Ha de haber,pues, otra, vida de plenitud y de perfeccin.

    Qu reveladora fue la confesin de MIGUEL ANGEL, cuandodos das antes de su muerte, despus de noventa aos empleados

    en creaciones magnficas, hubo de exclamar: Dos cosas hay queme pesan: el no haber cuidado ms de la salvacin de mi alma y elmorir precisamente cuando empiezo a balbucear las primeraspalabras en mi arte.

    A Vctor Hugo le pasaba algo parecido: Se acerca mi fin. Hacemedio siglo que escribo mis pensamientos en prosa y en verso,pero siento que no he expresado ni la milsima parte de lo que viveen m.

    Conoces la leyenda de la madre que tena un hijo sordomudo?El hijo muri sin haber podido pronunciar nunca, ni en una solaocasin, el nombre de su madre. La madre vivi todava largosaos, se hizo vieja y al final muri, y he ah que en la puerta delcielo la recibe su hijo que con gran entusiasmo le grita: Madre!Madre ma!

    S, la humanidad siempre ha intuido que debe haber un lugardonde se cumplan nuestros deseos ms nobles, los que viven en

    nosotros pero no encuentran satisfaccin ac en la tierra.Pero este presentimiento de vida eterna no es en nosotros una

    vana ilusin? No nos engaamos a nosotros mismos?Cuando silba en otoo el primer viento fro, las golondrinas se

    ponen inquietas. Un instinto irresistible las impulsa hacia el Sur,donde encuentren un nido caliente y comida segura, mientras ennuestro pas una sbana de nieve cubrir su suelo, bajo la cual seescondern los insectos. Hasta se va la pequea golondrina que

    acaba de nacer en nuestra casa y que todava no ha visto elinvierno. La golondrina que naci en una jaula, y nunca tuvo que

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    preocuparse de la comida, se inquieta tambin; y, si la soltamos,se va. Adnde? Lejos, a un pas donde invernar, a un pas quedesconoce, que nunca ha visto.

    Qu es lo que impulsa a las golondrinas a hacer este viaje?

    Nos lo dice la biologa: el instinto.Y si las golondrinas se estuviesen equivocando? Si en esasnuevas tierras no las esperara el calor, sino el hielo, el viento fro yla muerte, tendra sentido aquel instinto? No. La naturaleza lashabra engaado. Pero, la naturaleza... no suele tomar el pelo. Deah que si la golondrina pudiera pensar, dira: Es seguro que hayotro mundo; porque me lo asegura el instinto.

    La golondrina no piensa, pero yo s, y me digo: Ha de haber

    otro mundo porque mis anhelos ms profundos me dicen que estavida tiene que tener una continuacin, un complemento, es decir,que hay vida eterna.

    ***

    Muchos hombres tienen la impresin constante de vivir amedias; para ellos todo es un prrafo empezado, un trabajo amedio hacer; siempre les tortura alguna desazn; sienten que hade haber un lugar donde las cosas lleguen a ser perfectas... como

    en el relato del violinista.A un violinista se le meti en la cabeza la idea que tena que

    componer la meloda ms hermosa del mundo. Para ello se iba porlos bosques para sorprender el canto de los pjaros. Y lleg a tocarsu violn con tal primor y encanto, que todos los que le oan seimaginaban escuchar el canto de la alondra y del ruiseor. Era muyhermoso; pero no lo bastante para nuestro violinista. Sali despusa escuchar la suave brisa con el fin de sorprender su dulce msica.

    Sali a escuchar el huracn desatado para imitar sus bramidossalvajes. La voz del violn pareca a veces suave murmullo deramaje, y otras veces tronaba como la tempestad que doblega losrobles. Aquello era sublime, y, con todo, no era suficiente paranuestro violinista.

    Se puso a escuchar las aguas. Y remedaba con su violn elmurmullo del arroyuelo montas y el sonido que dan las olasencrespadas y el cuchicheo de los pequeos hilos de agua en que

    se refleja el sol. Aquello era magnfico; pero nuestro hombre no sedaba an por satisfecho.

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    Entonces, se puso a escuchar las mejores canciones que sehan cantado, las ms alegres, las ms movidas, y tambin lasmelodas tristes, y las melanclicas. Pero, ni aun as lleg aencontrar el canto ms hermoso que le dejase satisfecho, y condesazn sigui buscado durante su vida entera.

    Y, un da, ya viejo, se puso gravemente enfermo. Y, yaagonizando, he ah de repente que oye desde lejos una msicamaravillosa... sta es! sta es la cancin que he buscadodurante toda mi vida; la cancin ms hermosa y sublime. Renetodas las fuerzas que le quedan, coge su violn, sus manos seestremecen, sus dedos tiemblan y se pone a tocar. Es la msicaque ha buscado y anhelado durante toda su vida, la ms hermosade las melodas... y, al momento de terminarla, se rompen lascuerdas del violn y el enfermo fallece.

    Ha encontrado la ms hermosa de las melodas a las puertas dela vida eterna.

    Ojala que al final de nuestra vida, al momento de morir, tambinnosotros aprendamos la cancin ms hermosa que se puedaimaginar, para que la cantemos agradecidos a nuestro Dios, quees Amor, por los siglos sin fin.

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    Captulo V

    Qu nos da la fe en la vida eterna?

    Todas las veces que uno medita en la vida eterna siente comoque su alma se llena de un misterioso gozo que le anima a seguirperegrinando en esta vida terrena.

    Naturalmente, esto slo lo notan los que son consecuentes consus principios de fe, demostrando con su modo de vivir que creenfirmemente en la vida eterna. Porque, tambin por desgracia sedan los que creen en teora en la vida eterna, pero no la viven ensu corazn ni lo manifiestan en su modo de vida, como si no

    creyesen en ella.La verdad, no solamente hemos de creerla, ni basta

    comprenderla con la razn y confesarla, sino que hemos deabrazarla de tal manera que penetre todo nuestro ser y oriente elmundo de nuestros pensamientos, sentimientos y voluntad.

    Por eso, ahora quiero mostrar cmo la fe en la vida eterna nosda empuje para vivir esta vida, para luchar contra las tentaciones ypara soportar todos los sufrimientos.

    ILA FE EN LA VIDA ETERNA ES EMPUJE PARA LA VIDA

    El que no cree en la vida eterna se parece a un puente que seha desplomado en mitad del ro y que no llega a alcanzar la orillade enfrente. Pero, al que tiene fe en la vida eterna, le brotan alascon las que puede levantarse a las ms grandes alturas, porencima del mundo. No en vano dijo un socilogo americano que lafe en el alma inmortal, y el esfuerzo que se hace para lograr laeternidad es el factor cultural ms importante de toda la historia(FOERSTER); porque esta fe, al dar sentido a la vida del hombre,la transforma por completo.

    La fe en la vida eterna proporciona a la vida del hombre su pesoy valor, su dinamismo y aliento. Qu de obras buenas se hacencuando se tiene esta fe! Somos capaces de la mayor abnegacin yde perseverar aun en contra nuestras inclinaciones pecaminosas.Somos capaces de cumplir lo que nos pide el SEOR: Esforzaos

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    para entrar por la puerta estrecha; porque os aseguro que muchosbuscarn cmo entrar, y no podrn (Lucas 13, 24).

    Hay quienes nos echan en cara que el cristianismo rebaja elvalor de la vida terrena, al hablar continuamente de la vida futura,

    del ms all. Y, sin embargo, sucede lo contrario: la fe en la vidaeterna aumenta el valor de la vida terrena.Segn nuestra fe, nuestra vida eterna depender de la vida que

    llevemos en este mundo; por esto, precisamente, adquiere un valorinmenso la vida de aqu. De la fe en la vida eterna nace el afnincansable por trabajar y por hacer bien las cosas. Esto parece unacontradiccin y, sin embargo, el trabajo montono de todos losdas, sobre el cual se asienta la cultura humana, solamente lo

    pueden hacer con seriedad aquellos que son conscientes de sudeber y de la trascendencia que tienen nuestras acciones para laotra vida.

    Por otra parte, la fe en la vida eterna mantiene tambin entresus justos limites el afn por trabajar y atesorar riquezas.

    El que no cree en la vida eterna cifrar todo su afn en atesorarbienes materiales y en acumular dinero. Mientras que quien creede verdad en la vida eterna, considera la vida de este mundo como

    transitoria y no se deja esclavizar por el trabajo, pues no le bastacuanto le ofrece este mundo. As aconteci con SAN FELIPENERI, cuando al or que el Papa quera hacerle Cardenal, lanz alaire su birrete y exclam: Lo que yo quiero es el paraso y no laprpura!

    A estos hombres no les basta la idea de eternidad quepregonan los incrdulos: tus tomos seguirn rodando siempre enel espacio, ya que nada se pierde, se te levantar una hermosa

    estatua..., Ah! esto a m no me basta. Al morir, que no se escribami vida con letras muertas sobre papel muerto; que no se me erijauna estatua, para que la copia de mi figura en piedra muerta obronce muerto siga de pie, muda y ciega, a la vera del camino... yoquiero vivir verdaderamente despus de la muerte; yo quiero unavida real; quiero vivir eternamente. El que me cre para la vidaeterna, ha de darme entonces una nueva vida; una vida mshermosa, ms feliz, que nunca se acabe.

    Este es el fin sublime a que nos empuja la fe en la vida eterna.Por eso el cristianismo transforma nuestra vida terrena.

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    El filsofo griego ZENN pregunt en cierta ocasin al orculoqu deba hacer para llevar una vida virtuosa... La contestacinconstaba de estas solas palabras: Pregntalo a los muertos.

    Realmente, el que suele preguntar a los muertos lo que en

    lenguaje cristiano significa pensar en la vida eterna considerabajo una luz nueva toda su vida terrena y todo susacontecimientos. A la luz de la eternidad pondera todas lascosas; sobre todo sus pensamientos y deseos.

    El verdadero creyente procurar durante su vida guardar losmandamientos de Dios y de la Iglesia; porque, sabe muy bien quela misa, la frecuencia de los sacramentos, la oracin, el ayuno y laautodisciplina nos ayudan para alcanzar la vida eterna. Y si tiene

    que trabajar mucho por ganar lo necesario y progresar en estemundo, en medio de sus afanes, no olvida las palabras delSEOR: De qu le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierdesu alma? (Mateo 16, 26).

    Tambin l se gana la vida honradamente; pero cuando le asaltala tentacin de ganar de forma fraudulenta, recuerda las palabrasdel SEOR: Insensato, esta misma noche te pedirn el alma, ypara quin sern los bienes que has almacenado? (Lucas

    12,20).En una palabra, el que toma en serio la vida eterna, vive de

    acuerdo a ella. Si bien, est con ambos pies en la realidad por-que es aqu donde ha de vivir, su corazn lo tiene puesto en elcielo. Sabe que bien merece dedicar toda la vida terrena paraalcanzar la eterna.

    Pero los otros, los que no tienen fe, se preguntan: realmentemerece la vida eterna, tantas fatigas, tanta mortificacin?

    Ah! y mil veces ms.

    Porque qu es la vida eterna? Estamos hablando de unapalabra cuyo contenido no podemos abarcar con nuestrainteligencia. Por los siglos de los siglos, decimos a diario; masnadie es capaz de comprender su significado. Aqu estamos enla tierra, puestos en el espacio y en el tiempo; en el ms all nohay espacio ni tiempo; no hay materia; el tiempo no consta de

    minutos ni de segundos. No hay pasado ni porvenir; no hay msque presente. No hay ayer ni maana; solamente hoy. No hay porla maana ni por la noche; no hay ms que medioda. No tiene

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    orillas el ocano, la lnea no tiene fin. De ah que pararepresentarnos la eternidad mejor es que empleemos un crculoque una lnea; el crculo no tiene fin, cada uno de sus puntos esprincipio y fin al mismo tiempo.

    Vida eterna, para gozar siempre con Dios.Bien vienen aqu las palabras de SAN AGUSTN: Vosotros,pobres, qu es lo que os falta si tenis a Dios? Vosotros, ricos,qu tenis si os falta Dios?

    Si tienes a Dios, todo lo tienes; pero si no tienes a Dios,entonces nada tienes, ni lo tendrs nunca.

    Un da, cuando mi alma se vea libre de las trabas de esta vida,cuando se adentre en Dios, alcanzar lo que anhela.

    Bien merece dedicar toda la vida terrena para alcanzar laeterna; toda la pobre vida de este mundo para alcanzar la coronade la eternidad.

    IILA FE EN LA VIDA ETERNA ES FUERZA CONTRA LAS

    TENTACIONES

    Pero la fe en la vida eterna no slo nos seala nuestro fin, sinoque nos da fuerzas para luchar contra las tentaciones que tratan dedesviarnos de nuestro fin eterno.

    Jesucristo alude con frecuencia al pensamiento de la vidaeterna, para que estemos dispuestos a pasar los mayoressacrificios. Sacrifcalo todo para alcanzar la vida eterna!, es supropuesta. Aunque tengas que sacrificar tu mano o tu ojo en la

    lucha. Hambre y crcel; sufrimiento y martirio, nada cuenta en estemundo con tal de alcanzar la vida eterna. Es el pregn que sale dela cruz: Lucha a vida o muerte; no es lcito rendirse.

    La vida eterna no es el premio gordo de la lotera, que nos caeen suerte; sino que debemos luchar para alcanzarla. Esto es tanclaro que no necesita de explicacin. Pelea valerosamente por lafe, procura conseguir la vida eterna, a la que fuiste llamado (ITimoteo, 6,12), guarda lo mandado sin tacha ni culpa hasta la

    aparicin de Nuestro Seor Jesucristo (Timoteo 6,14), escribe SanPablo a Timoteo.

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    Guarda lo mandado; porque es tan hermoso ser bueno!Algunas veces bastar recordar tal pensamiento para serlo. Peroen otras y sern muchas, nos veremos, acometidos por unatentacin tan fuerte que nada podr ayudarnos, como no sea la feen la vida ete