Monitoreo arqueológico construcción Oleoducto Apiay El Porvenir

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MONITOREO ARQUEOLÓGICO PARA MITIGIAR EL IMPACTO AL PATRIMONIO MATERIAL EN LA CONSTRUCCIÓN DEL OLEDUCTO APIAY – EL PORVENIR INFORME FINAL SEBASTIAN FAJARDO BERNAL BOGOTÁ, FEBRERO 2010

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Este estudio se desarrolla en el piedemonte de los llanos orientales colombianos. Usando herramientas del paisaje se identifica un patrón de asentamiento regional fuertemente influenciado por la oferta de recursos del ambiente y la ubicación de corrientes de agua de gran caudal que permitieron la navegación en época prehispánica.

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MONITOREO ARQUEOLÓGICO PARA MITIGIAR EL IMPACTO AL PATRIMONIOMATERIAL EN LA CONSTRUCCIÓN DEL OLEDUCTO APIAY – EL PORVENIR

INFORME FINAL

SEBASTIAN FAJARDO BERNAL

BOGOTÁ, FEBRERO 2010

ContenidoIntroducción..........................................................................................................................................5

Paisaje: Práctica, Método y Teoría.......................................................................................................9

Producción humana y construcción del entorno............................................................................11

Una aproximación desde la ecología cultural................................................................................13

Área de influencia del proyecto..........................................................................................................15

Generalidades.................................................................................................................................17

Geomorfología...............................................................................................................................18

Clima..............................................................................................................................................20

Suelos.............................................................................................................................................23

Flora ..............................................................................................................................................27

Fauna..............................................................................................................................................31

Aspectos arqueológicos......................................................................................................................36

Primeras ocupaciones................................................................................................................36

Agricultura y vida sedentaria....................................................................................................38

Sociedades tardías del piedemonte llanero...............................................................................39

Monitoreo arqueológico.....................................................................................................................44

Actividades desarrolladas..............................................................................................................45

Divulgación protección al patrimonio arqueológico.....................................................................47

La evidencia arqueológica.............................................................................................................48

Sitio Río Upía............................................................................................................................49

El contexto regional: patrón de asentamiento y oferta medioambiental............................................56

Bibliografía.........................................................................................................................................61

TablasTabla 1: Estructura jurisdiccional y territorial del área de estudio....................................................17

Tabla 2: Unidades geomorfológicas del proyecto..............................................................................18

Tabla 3: Relación de asistencia a la sensibilización sobre valoración y protección del patrimonio

arqueológico.......................................................................................................................................47

Tabla 4: Distribución formas cerámicas.............................................................................................52

Tabla 5: Distribución desgrasante fragmentos cerámicos..................................................................52

IlustracionesIlustración 1: Tipico paisaje de piedemonte. Río Tua en inmediaciones de Monterrey Casanare.....15

Ilustración 2: Humedad relativa y biodiversidad. Bosque de Galeria y piedemonte en la margen

izquierda del río Upía.........................................................................................................................22

Ilustración 3: Paisaje con suelos de piedemonte y valle.....................................................................25

Ilustración 4: Hojarasca (Guatteria sp)...............................................................................................28

Ilustración 5: Moriche (Mauritia flexuosa)........................................................................................29

Ilustración 6: Venado sabanero (Odocoileus Virginianus).................................................................32

Ilustración 7: Lapa (Agouti Paca).......................................................................................................34

Ilustración 8: Panorámica terraza margen izquierda río Cusiana, Sitio la Maporita..........................38

Ilustración 9: Terraza aluvial margen izquierda río Upía. Sitio arqueológico río Upia 1115576E

1009975N...........................................................................................................................................49

Ilustración 10: Fragmentos de borde, margen izquierda río Upía......................................................50

Ilustración 11: Bases de cuerpo, margen izquierda río upia...............................................................51

Ilustración 12: Fragmentos de borde, margen izquierda río Upia......................................................53

Ilustración 13: Lascas de chert encontradas en la terraza izquierda rio Upía.....................................54

Ilustración 14: Sitios arqueológicos en cercanías a ríos de gran caudal.............................................59

Introducción

El trabajo presentado aquí se enmarca dentro de un programa de arqueología preventiva

desarrollado para mitigar el impacto sobre el patrimonio arqueológico de la Nación ocasionado por

los obras constructivas del Oleoducto Apiay-El Porvenir [OAP]. Aunque el Estudio de Impacto

Ambiental [EIA] recomendó el monitoreo solo de algunas zonas específicas (Hernández, J. y

Romero 2007:29), las actividades arqueológicas fueron realizadas en la totalidad de los lugares

donde se realizaron remociones de tierras.

Los programas de arqueología preventiva desarrollados en el país han abierto un nuevo campo de

acción con grandes retos téoricos, metodológicos y técnicos. Es innegable que las empresas

responsables de diseñar y construir la infraestructura nacional son la fuente principal de trabajo para

el grueso de arqueólogos colombianos, sin embargo los recursos y el tiempo de contratación

“requerido” para los estudios han ido disminuyendo exponencialmente desde que la ley exigió la

salvaguarda del patrimonio material de la Nación. De otra parte la inexistencia de metodologías y

preguntas coherentes en los trabajos de salvamento impide aún más el aporte de la investigación

arqueológica aplicada al desarrollo de la básica en Colombia. Estas condiciones dificultan la

actividad arqueológica limitando las esferas de acción de los arqueólogos, aunque al mismo tiempo

nos desafían a desarrollar nuevas aproximaciones teórico-metodológicas al quehacer arqueológico.

Esta investigación intentó realizar un aporte al conocimiento arqueológico desde dos objetivos. Por

un lado buscó mitigar el impacto al patrimonio material de la Nación realizando un monitoreo

continuo de la remoción de tierras inherente a las obras constructivas del proyecto. De otro se

enfocó en identificar la mayor cantidad de contextos arqueológicos en el Área de Influencia Directa

[AID] del OAP, para posibilitar el desarrollo de otras investigaciones en la zona. Desde estos dos

simples objetivos se logró realizar una aproximación a como la oferta medioambiental del paisaje

donde se realizaron las obras probablemente influenció el patrón de asentamiento, los grados y las

formas de interacción de las comunidades prehispánicas del oriente colombiano.

EL AID del proyecto esta conformada por veintinueve veredas de los municipios de Villavicencio,

Restrepo, Cumaral y Barranca de Upia en el Meta; Paratebueno en Cundinamarca; Sabanalarga y

Monterrey en Casanare. Todos estos municipios se encuentran en el piedemonte cercanos a grandes

corrientes de agua que cortan las estribaciones de la cordillera, conectando los llanos orientales,

ofreciendo gran variedad de recursos riberinos y oportunidades de movilidad, comercio y

transporte.

Durante el monitoreo del OAP se identificó un sitio arqueológico. El lugar se encontraba en un alto

grado de alteración, provocado por la construcción hace 25 años de la actual línea de gas de 12

pulgadas y las labores agrícolas adelantadas por los propietarios del terreno. El sitio se ubicaba en

una antigua terraza aluvial en la margen izquierda del río Upía, cuenta con un área aproximada de

media hectárea y fue probablemente ocupado por población Guayupe o Achagua. Pero, cómo

podemos desde la arqueología abordar el estudio de sitios arqueológicos alterados o en contextos

secundarios?

El registro arqueológico es el producto de repetidos eventos deposicionales, algunas veces, en

largos períodos de tiempo donde las características del paisaje determinan en parte la distribución

espacial de los restos culturales (Stafford y Hajic 1992:138). Así mismo, debido a que los procesos

ecológicos son dependientes de la escala, se plantea que las relaciones causales entre el paisaje y los

organismos que los usan, cambiaran con la escala (Stafford y Hajic 1992:139). Lo anterior implica

que si aumentamos (escala intralocal) o reducimos (escala regional) la resolución de análisis con la

que nos aproximamos a un sitio podemos encontrar diferentes tipos de información arqueológica,

independientemente del estado de conservación en el que encontremos un hallazgo.

Estas premisa está claramente presente en el registro arqueológico dejado por las comunidades

prehispánicas en el piedemonte llanero. La evidencia arqueológica identificada durante las labores

de monitoreo del OAP y su comparación con otros sitios arqueológicos encontrados en el

piedemonte muestran un patrón de asentamiento prehispánico en las riberas de los ríos de gran

caudal, muy similar al encontrado hoy en día entre los municipios de Meta, Casanare y Arauca.

Aparentemente las terrazas aluviales cercanas a los pasos naturales formados por las corrientes

riverinas grandes, en las cuchillas y estribaciones de la cordillera oriental, era sitios

económicamente relevantes para las sociedades prehispánicas del piedemonte llanero. Pero cuáles

eran las implicaciones para las sociedades del pasado? Qué tipos de sociedades ocuparon el

piedemonte? Se encontraban limitadas por el paisaje y la oferta de recursos? Cómo se relacionaban

con otros grupos de otras zonas geográficas? Cómo entendían ideologicamente su lugar en el

entorno?

Lo que se encuentra en la páginas siguientes es una aproximación a la vida de los grupos humanos

que poblaron el piedemonte de los llanos orientales antes de la llegada de los españoles. En el

primer capítulo se desarrollan los concepto teóricos básicos que guiaron la investigación. Se esboza

el problema de la escala, las relaciones sociedad-ambiente y las diferentes formas de analizar la

construcción de los entornos. En el segundo capítulo se describe el AID, el Área de Influencia

Indirecta [AII] y el paisaje actual de la zona del proyecto. En el tercer capítulo se describe por

medio de la información existente las sociedades que probablemente vivieron en el piedemonte

antes de la llegada de los españoles. El cuarto capítulo profundiza en la información arqueológica

encontrada durante el proyecto, sus relaciones con los contextos arqueológicos previamente

estudiados en la zona y las implicaciones regionales de dichas relaciones, para finalmente recoger

las principales conclusiones del estudio y enmarcar futuros temas de investigación para la región del

piedemonte llanero.

Por supuesto la información disponible aún es muy escasa, pero se espera que trabajos como este

sean una voz de aliento para que cada día más investigadores giren sus miradas hacia esta zona de

frontera y complementen el conocimiento arqueológico de las llanuras aluviales del oriente de

América del Sur.

Paisaje: Práctica, Método y Teoría

La construcción del paisaje como término teórico-metodológico en las ciencias sociales ha sido

difusa (Anschuetz et al 2001; Bender 2002; Binford 1992; Crumley 2003; Thomas 2001),

provocando la utilización del concepto en referencia a aspectos naturales o culturales diversos

(Anschuetz et al 2001: 158). Es posible que esas imprecisiones sean constructivas sí se observan

desde otro punto de vista. Transversalmente los autores encuentran que el paisaje es un término que

se construye en dos escalas principalmente: el tiempo y el espacio; considerando estas escalas

dentro de los procesos de formación e interpretación de los sitios arqueológicos y su investigación

como procesos históricos (Binford 1992:43; Bender 2002:S103; Crumley 2003:5; Anschuetz et al

2001:160).

Por ejemplo para Binford (1992), el problema general es la escala. El paisaje sería una escala mayor

que permitiría reconocer procesos imposibles de observar desde una mirada enfocada en los sitios

(Binford 1992:49). Potencialmente si se cambia o se expande la escala de análisis, estariamos ante

la oportunidad de ver patrones entre artefactos que son comúnmente descartados o perdidos en los

asentamientos humanos (Binford 1992:49); igualmente sería posible vislumbrar la interacción entre

los sitios de una región y las relaciones que entablan con el medioambiente en el que se encuentran

inmersos. El conocer la mayor cantidad de escalas posibles, permitiría aumentar las probabilidades

de percatarse de las determinantes que forman el registro arqueológico, y por ende entender mejor

la variabilidad inherente de este (Binford 1992:51). En esta aproximación el paisaje es entendido

como otra forma de mirar el registro arqueológico, no obstante, implícitamente se considera a este

como una escala de observación que debe ser complementada por la descripción de las materiales

arqueológicos y rasgos locales de producción humana. Desde esta perspectiva, la noción de paisaje

es un problema metodológico de escala principalmente espacial.

Cercano al planteamiento anterior, Stafford y Hajic (1992) abordan la discusión sobre la formación

del registro arqueológico (Schiffer 1976) a una escala regional (Foley 1981). La aproximación que

realizan sobre el registro arqueológico de los cazadores recolectores en el valle de Illinois

ejemplifica la necesidad de utilizar el paisaje como una herramienta metodológica para entender las

estrategias prehistóricas de asentamiento. Sin embargo, los autores olvidan que el paisaje

geomorfológico por si solo no puede explicar los patrones de asentamiento y las estrategias

económicas de las sociedades. Diversos procesos se dan en diversas escalas (Stein 1993), es por eso

necesario que la escala del paisaje sea complementada por otras miradas.

Si se piensa el paisaje como una aproximación metodológica, el problema también se encuentra en

los procesos investigativos que se realizan. El planteamiento del concepto de paisaje, busca

enmarcar la mayor posibilidad de relaciones en una sola escala (Crumley 2003:5), y su utilización

ha hecho referencia a aspectos naturales o culturales diversos (Anschuetz et al 2001: 158). Aunque

esto se interpreta como una falencia de los estudios de paisaje, es posible que sea su mayor

fortaleza. La diversidad de paisajes tecnológicos, organizativos, cosmológicos, ecológicos,

geomorfológicos, hidrológicos, entre otros, en los que se ha planteado el concepto son en realidad

categorías complementarias de una escala regional. Si se entiende que los procesos investigativos

son históricos, se puede plantear la investigación de la diversidad de categorías que componen los

paisajes de una región. Un solo estudio, con una sola mirada no puede abordar la heterogeneidad

del paisaje. En consecuencia, es necesario volver al planteamiento de Binford (1992) donde el

análisis de la mayor cantidad de escalas posibles, permitiría aumentar las probabilidades de

percatarse de las determinantes que forman el registro arqueológico, y por ende entender mejor la

variabilidad inherente de este (Binford 1992:51).

Entonces las aproximaciones de paisaje deben dar cuenta de la heterogeneidad de factores que lo

conforman. La mejor manera de abordar esa multiplicidad es desde investigaciones

multidisciplinarias que aborden los factores en los que se podría desglosar, complementando con

estudios a escalas menores para acercarse más a la variación de los procesos sucedidos en el pasado.

Producción humana y construcción del entorno

La cultura material producida por grupos humanos, en diferentes contextos históricos y espaciales,

ha sido la materia prima de los arqueólogos para el análisis de las relaciones con el medio ambiente

y las sociedades que interactuan con el. Godelier (1989) propone que los seres humanos crean

socio-culturalmente su propio entorno para vivir. Sin embargo esta creación modifica de manera

radical el medio ambiente y se ve influenciada por los componentes ambientales del ecosistema

entablando múltiples relaciones que afectan las sociedades. Esto quiere decir que la construcción de

entornos es fluida y no dada, por lo tanto el análisis de ese entorno contextualiza las producciones y

características de la sociedad. Un concepto para acercarse a esta problemática es el de paisaje ya

que permite abordar las relaciones entre las producciones del entorno medio ambiental, el medio

social y el medio simbólico apropiado y construido por la acción y el pensar humano (Criado 1999).

En síntesis la cultura material estaría incluida dentro la producción de entornos por parte de los

seres humanos, y la información que suministra esta dada en una resolución particular. El concepto

de paisaje busca abordar diferentes resoluciones de las producciones sociales materializadas

(Cultural material y transformaciones del paisaje) y no materializadas (organizaciones ideológico-

espaciales, ideológico-sociales e ideológico-económicas) para buscar relaciones entre ellas y

entender los contextos histórico-socio-espaciales en los que posiblemente fueron producidos.

Las sociedades transforman los ambientes en los que se encuentran. Este fenómeno no es exclusivo

de las sociedades industriales, ni de las organizaciones sociales con altos grados de jerarquización y

estratificación, ni tampoco de la generalización del modo de vida agrícola (Criado 1999:6). Las

sociedades de banda que practican la caza y la recolección modificaban su entorno creando espacios

por su constante interacción con el medio ambiente (Gnecco y Aceituno 2004). Estos espacios

antropogénicos hacen parte del paisaje cultural y de las producciones materializadas de las

sociedades. Lo anterior muestra la importancia de entender y observar diferentes resoluciones para

abordar las interacciones entre procesos humanos. Aunque muchas aproximaciones por medio del

paisaje dan cuenta de resoluciones bajas (es decir miran los procesos a gran escala), la importancia

metodológica del paisaje radica en la interrelación entre diferentes escalas de análisis.

La cantidad y calidad de la información que se tiene sobre el problema de estudio enmarca las

posibilidades de interpretación a las que se puede llegar. La información, en el mejor de los casos,

se puede encontrar enmarcada dentro de investigaciones anteriores, lo que permite un acceso

enfocado a datos arqueológicos prexistentes, pero al mismo tiempo impide la generalización de las

interpretaciones, ya que se encuentra sesgado por los marcos metodológicos y conceptuales previos.

Es importante evaluar las cualidades formales de los materiales arqueológicos y la cantidad y

calidad de información que se tiene sobre estos para considerar las escalas de análisis sobre las

cuales deben ser abarcados los datos. Es necesario abarcar más de una variable y un contexto para

entender las relaciones de los grupos humanos productores, cruzar variada evidencia, incluyendo

datos etnográficos y etnoarqueológicos. El paisaje busca acercarse a la mayor cantidad de escalas y

variables posibles, lo que permite realizar analogías débiles o fuertes (Criado 1999) con otras

trayectorias sociales ya sea diacrónicamente o sincrónicamente.

El paisaje busca entender las producciones sociales por medio de las relaciones entre ellas, es decir

comprender las variables en sus propios términos, tratando de apartarse de las interpretaciones

objetivistas. Antes de cualquier proceso interpretativo es necesario conocer las posibles relaciones

entre las diferentes producciones sociales, para luego poder entender sus implicaciones y relaciones

con los supuestos teóricos de la forma en que se organizan y relacionan las sociedades.

Una aproximación desde la ecología cultural

En un principio las relaciones entre sociedad y ambiente fueron analizadas desde las limitaciones

que se “imponían”, catalizadas siempre por una premisa: el medioambiente determina las

manifestaciones culturales (Milton 1997). Sin embargo las aproximaciones más recientes entienden

la relación ambiente-sociedad basadas en un enfoque ecosistémico intentando apartarse del

determinismo ambiental con el que se habia abordado esta problemática durante más de setenta

años (Milton 1997). Pero como podemos entender el enfoque ecosistémico?

En términos generales una sociedad, en parte, puede explicarse por las relaciones que entabla con el

medioambiente donde se desenvolvió. Así mismo, los cambios en el ambiente pueden ser

explicados, en parte, por las relaciones que entablan las sociedades con los diferentes factores

involucrados en un ecosistema. Por ejemplo, las sociedades prehispánicas costeras del Perú basaron

gran parte de su seguridad alimentaria en los recursos marinos disponibles gracias a las corrientes

frías que llegan a las costas pacíficas del centro de América del Sur. La necesidad de conocer y

predecir los cambios climáticos para identificar la mejor época para aprovechar los recursos

marinos probablemente provocó la conformación de especialistas que siguieran los cambios del

ambiente marino y costero, modificando la estructura social al incluir una nueva categoria de

especialistas. De otra parte la dependencia alimentaria de la oferta marina seguramente causó

desbalances en el ecosistema costero, cambiando los patrones de desplazamiento, alimentación y

reproducción de algunas especies marinas. En este caso los cambios se dan tanto en la sociedad,

cómo en el ecosistema, buscando el equilibrio u homeostasis. Los dos anteriores postulados

implican que las relaciones entre sociedad-ambiente se dan en diferentes grados, son

multidireccionales y permiten la influencia mutua, negando la existencia de limitantes en las

manifestaciones que exhiben el medioambiente y las sociedades.

Pero cómo podemos aproximarnos al análisis de un entorno específico si ni el ambiente ni la

sociedad determinan al otro? Aunque no podemos definir un factor determinante en la construcción

del entorno, si podemos describir cómo se relacionan y cuáles serían las implicaciones de una

relación determinada para cada uno de ellos.

Es asi como en esta investigación se buscó describir cómo pudieron ser las relaciones entre la

sociedad y el ambiente en épocas prehispánicas en el piedemonte llanero y que posibles

implicaciones tuvo para cada uno dicha relación. Interaremos describir un escenario posible dada la

información arqueológica disponible y los hallazgos identificados durante el monitoreo

arqueológico del OAP.

Área de influencia del proyecto

El proyecto OAP se desarrolló en el piedemonte de los departamentos de Meta, Cundinamarca y

Casanare. Las áreas de influencia del proyecto se definieron con base en la identificación de

impactos que podían generarse durante la construcción y operación del proyecto. Para los medios

abiótico y biótico, se tuvieron en cuenta las unidades fisiográficas, geológicas y drenajes; y para los

aspectos sociales, las entidades territoriales asociadas a las comunidades asentadas en el proyecto.

El área de influencia directa [AID], es aquella donde se manifiestan los impactos generados por las

actividades de construcción y operación; está relacionada con el sitio del proyecto y su

infraestructura asociada. Para los medios abiótico y biótico el AID esta dada por el alineamiento del

OAP, el cual en el sector Apiay – Monterrey (121 Km.) transcurre paralelo al oleoducto actual de 16

Ilustración 1: Tipico paisaje de piedemonte. Río Tua en inmediaciones

de Monterrey Casanare

pulgadas, sobre el derecho de vía del mismo (Ecopetrol S.A. 2007). En cuanto al componente

arqueológico y social el AID estaría conformada por las veredas de los municipios por donde

transcurre el proyecto.

El área de influencia indirecta [AII] se localiza desde el punto de vista abiótico y biótico dentro de

de las zonas susceptibles ambientalmente, las cuales pueden trascender los territorios municipales

por donde cruza el proyecto. Desde el punto de vista socioeconómico el AII incluye la jurisdicción

territorial de 7 municipios (Ecopetrol S.A. 2007). En cuanto al componente arqueológico y social

el AII estaría conformada por los municipios por donde transcurre el proyecto. Los municipios y

veredas pertencientes al AID y AII se listan en la tabla siguiente:

Tabla 1: Estructura jurisdiccional y territorial del área de estudio

Departamento Municipio Vereda ó Inspección

META

VILLAVICENCIOPompeya

San Juan BoscoGuamo

RESTREPO Vega Grande

CUMARAL

Insp. PresentadoLaguna Brava

El CheperoInsp. San Nicolas

BARRANCA DE UPIACarutal

Insp. San IgnacioEl Algarrobo

CUNDINAMARCA PARATEBUENO

MayaSanta Ines

EuropaPalomas de Mararabe

Macapay BajoInsp. Japón

Insp. Santa CeciliaBrasilia

CabuyaritoBrisas de Macapay

CASANARE

SABANALARGANueva Zelandia

Agua ClaraLa Gileña (sector)

MONTERREY

El IguaroVilla CarolaTierra Grata

PorvenirLa Cuarenta (Sector del Porvenir)

Esto municipios hacen parte del paisaje de pie de montaña de los llanos orientales, el cual ha sido

constituido por fuertes dinámicas de interacción cultural y ambiental desde tiempos prehispánicos.

Los cambios sociales y ambientales que han ocurrido en la zona han dibujado un nuevo entorno con

características específicas.

Generalidades

El Piedemonte Llanero Colombiano hace parte de las cuencas hidrográficas del Amazonas y

Orinoco. Al sur inicia en la frontera con el Ecuador y termina al Norte en la frontera con

Venezuela . El área donde se realizó la investigación hace parte de la cuenca hidrográfica del río

Meta, incluida dentro de la cuenca del Río Orinoco (INGEOMINAS 2004). Específicamente el

proyecto se encuentra sobre una gran planicie aluvial conformada por abanicos coalescentes

provenientes de la vertiente Este de la cordillera Oriental, drenada por los ríos Ocoa, Guatiquía,

Guacavía, Cabuyarito, Humea, Upía y Túa (Ecopetrol S.A. 2007).

Geomorfología

A nivel regional se diferencian dos tipos de paisaje, el primero caracterizado por una topografía

plana a ondulada, determinada por la presencia de depósitos recientes y subrecientes. Esta unidad

corresponde a un paisaje conocido como Glacis de acumulación en donde se presentan depósitos de

abanicos coalescentes en el piedemonte llanero. La morfometría de los cauces muestra valles en U

que se amplían a medida que disminuye la pendiente. Este tipo de paisaje se encuentra desde el

inicio del proyecto hasta aproximadamente la margen izquierda del Río Upia (Ecopetrol S.A.

2007:Capítulo 3, página 11). El segundo corresponde a unidades de piedemonte sobre sedimentos

Terciarios y Cretáceos, donde predominan los procesos modeladores de carácter tectónico y

degradacional que se presenta en las vecindades del cruce del río Upía hasta el ascenso de la

Estación de Monterrey a El Porvenir (Ecopetrol S.A. 2007:Capítulo 3, página 11). En el modelado

del relieve han influido procesos endógenos que originaron el levantamiento de colinas con terrazas

disectadas, y procesos exógenos que produjeron la erosión intensa de rocas y terrazas, formando un

paisaje caracterizado por colinas bajas, llanura aluvial anegable en época de lluvias y valles que

separan las colinas. En la zona del OAP se identificaron las unidades geomorfológicas listadas en la

tabla siguiente.

Tabla 2: Unidades geomorfológicas del proyecto1

ORIGEN UNIDAD UNIDAD DESCRIPCIÓN

Morfogénesis Unidades de Origen Aluvial Unidades modeladas por influencia directa de los ríos Ocoa,Guatiquía, Guacavía, Humea, Upía y Túa.

1 Modificado de: Ecopetrol S.A. 2007. Estudio de Impacto Ambiental Oleoducto Apiay-El Porvenir. Sin editar.Capítulo 3, pp. 11-12.

ORIGEN UNIDAD UNIDAD DESCRIPCIÓN

Abanicos Basculados

Inversión del flujo de las corrientes debido a la interacción entrelas fallas. Se presenta en las zonas cercanas al municipio deMonterrey por interacción entre la falla del Río Túa y la falla deBuenavista.

Llanura Aluvial

Son áreas de topografía plana, mal drenadas y acumuladas enuna etapa sub-actual de la evolución del río; estas zonas sonsusceptibles a inundaciones ocasionales y desde el punto de vistalitológico están conformadas por arcillas limosas con altocontenido de materia orgánica. Se presenta en los valles de losríos de piedemonte Guatiquía, Guacavía, Humea, Upía, Túa.

Llanura Inundable

Se presentan en la cercanía de los cauces actuales de los ríosinterceptados a lo largo del OAP y su condición de inundación (osaturación de suelos) es intermitente a lo largo del año y seacentúa durante las épocas de Junio, Julio y Agosto.

Terraza Aluvial AltaSe presentan a lo largo del área de estudio y conforman áreastopográficamente más altas en relación con la llanura aluvial

Unidades de OrigenDenudacional

Relieve Colinado

Unidad de Paisaje generada a partir de procesos de degradaciónde rocas blandas (predominantemente); conforma un paisaje decolinas generalmente disectadas por efectos de la erosión y queadicionalmente marca la transición del piedemonte a la llanura.Es frecuente en la zona del Sur del río Upía en donde losabanicos coalescentes han sufrido un proceso de disección y hayun predominio de las rocas del Terciario con un relieve colinado

Unidades de OrigenEstructural

Escarpes Rocosos Geoformas características de frentes rocosos de areniscas. Estaunidad se encuentra principalmente en las vecindades del crucedel río Upía

Frente Estructural

Geoforma asociada a la afectación estructural que se observa alo largo del Piedemonte Llanero por afectación de tectonismo.Seaprecian grandes extensiones de rocas deformadas con tendenciaN-S. Este tipo de unidades se destaca principalmente en elascenso de la estación de Monterrey – El Porvenir en donde sonfrecuentes los espinazos de cerdo y contrapendientesestructurales

En cuanto a los procesos geomorfológicos, la erosión se presenta en las llanuras y franjas aluviales

en forma de socavamientos y carcavamientos, estos últimos controlados pero generalmente

relacionados con el derecho de vía por donde se realizó el proyecto. Así mismo, fenómenos de

remoción en masa se presentan en la margen derecha del río Guacavía, en el ascenso a la estación

Altos del Porvenir (Ecopetrol S.A. 2007: capítulo 3, página 14).

Clima

El flanco oriental de la cordillera oriental de los Andes colombianos, incluido la zona de

piedemonte, forma parte del un sistema caracterizado por carecer de influencia de los vientos del

Pacífico y recibir la influencia conjunta de los Andes y el Atlántico en cuanto a su clima e

hidrología. Los vientos del Este, determinados por los Alisos del EN y el SE provenientes de los

hemisferios Norte y Sur respectivamente, soplan con incidencia máxima entre mayo y septiembre, a

una altura relativamente baja, por lo cual no trascienden la cordillera; sin embargo, el choque de

estos flujos contra la cordillera oriental origina zonas de alta condensación pluvial, que determinan

el régimen hidrológico y los caudales de los ríos (COLCIENCIAS – DNP 1990).

El clima varía de medio y muy húmedo en algunas regiones del paisaje, de montaña a cálido y

húmedo en los demás paisajes. Las temperaturas promedio varían de 18 a >27°C y la precipitación

anual varía de 2.000 a 4.000 mm. El clima en el extremo Sur del oleoducto es cálido, con valores

de temperatura media anual que oscila entre los 23ºC y 26ºC, coincidiendo el período más caliente

con más seco y el periodo más frío con el de mayor pluviosidad. Las temperaturas medias se

incrementan hacia el sector Noreste, es decir a medida que se llega al piedemonte y los sectores de

sabana. Durante el año las oscilaciones que están entre los 5 y 6°C, entre el mes más cálido

(Febrero con 29°C) y el más frío (Julio con 24 ,8°C). La temperatura promedio anual en el sector

Norte del oleoducto es de 26,6 a 27°C. Los meses de mayor temperatura corresponden con los de

menor pluviosidad que son Diciembre Enero, Febrero y Marzo, mientras que los valores mínimos

se consiguen durante los meses de Mayo Junio, Julio y Agosto (Ecopetrol S.A. 2007).

Los registros pluviométricos que caracterizan esta zona, presentan en general una distribución con

tendencia a unimodal, con un período húmedo, entre los meses de abril a noviembre y un período

seco de diciembre a marzo. La precipitación media es de 353 mm/mes En general en la zona se

evidencia un régimen pluviométrico monomodal, con dos épocas bien definidas, una de lluvias

intensas y otra con lluvias escasas, siendo los meses lluviosos abril, mayo, junio, julio, agosto,

septiembre, octubre y noviembre, observándose dos picos de mayor pluviosidad, uno en el mes de

mayo y otro menor en el mes de octubre, agosto es el mes de menor pluviosidad en este periodo. A

partir del mes de diciembre se inicia la época seca siendo los meses más secos enero y febrero

(Ecopetrol S.A. 2007).

La humedad relativa en el AII varia a lo largo del año en un promedio mensual de 65% a 85%,

aunque se presentan valor mínimos y máximos de 35.8% y 92% respectivamente. A lo largo del año

se presenta una variación que sigue muy de cerca el comportamiento de los periodos de invierno y

verano, con los mayores valores durante los meses de junio a septiembre, período de lluvia y los

menores durante los meses de diciembre a marzo, época de verano a principios del año (Ecopetrol

S.A. 2007).

Los registros de las estaciones que caracterizan la zona de piedemonte presentan en general una

distribución monomodal, con un período de mayor brillo solar en los meses de septiembre a febrero

y un período de menor brillo de marzo a agosto, lo cual corresponde a los registros de temperatura y

evaporación, ya que estos parámetros son directamente proporcionales (Ecopetrol S.A. 2007). El

comportamiento de la nubosidad y el brillo solar es inversamente proporcional y está determinado

por la ocurrencia de las lluvias. Esto significa que durante los períodos lluviosos el brillo solar

disminuye y durante la época de bajas precipitaciones el brillo solar aumenta. Esto se explica por la

mayor nubosidad registrada durante el invierno que obstaculiza el paso de la radiación solar directa

(Ecopetrol S.A. 2007).

Ilustración 2: Humedad relativa y biodiversidad. Bosque de Galeria y

piedemonte en la margen izquierda del río Upía

En el balance hídrico se aprecia un período definido de déficit de agua en el suelo y correspondiente

entre los meses de noviembre a marzo, mientras que los meses restantes son de excesos hídricos en

la zona. Para la estación del Aeropuerto Vanguardia, prácticamente durante la totalidad del año hay

oferta de agua en el ambiente, aunque con tendecia a la deficiencia entre los meses de diciembre a

marzo (Ecopetrol S.A. 2007).

Suelos

Desde el punto de vista agrológico el recurso suelo es definido como la colección de cuerpos

naturales ubicados sobre la superficie de la tierra, conteniendo organismos y soportando o siendo

capaz de permitir el desarrollo vegetal en su medio normal (Cortés y Malagón 1984). En el área se

influencia se encuentran diversos tipos de suelos.

Encontramos suelos de montaña, generalmente localizados en las filas y vigas del sistema

montañoso y en el relieve quebrado con fuertes pendientes. Son bien drenados, moderadamente

profundos, limitados por fragmentos rocosos; también se encuentran en sectores escarpados donde

los materiales parentales son areniscas cretáceas. Tiene colores pardo grisáceo oscuro en superficie

y pardo amarillento en profundidad, con texturas franco gruesas y finas. Son suelos muy acidos con

moderados y altos contenidos de materia orgánica, baja capacidad de intercambio catiónico, con

una fertilidad que oscila entre baja y muy baja (Ecopetrol S.A. 2007).

Los suelos de altiplanicie también se encuentran representados en el área de estudio. Se ubican en

sectores ligeramente planos a ondulados dentro de la altiplanicie, presentan una pendiente producto

del tectonismo que dio como resultado planos inclinados, drenajes paralelos y topografía

dominantemente ondulada con pendientes hasta del 12%. Están afectados por erosión ligera a

moderada sectorizadas. En general sus limitantes de uso de mayor importancia son el déficit de

agua durante las épocas secas, susceptibilidad a la erosión y muy baja fertilidad. Todos estos suelos

se formaron a partir de sedimentos aluviales del Cuaternario antiguo, constituidos por mantos de

fragmentos redondeados, cubiertos por capas de materiales de textura arenosa franca y de espesor

variable, al punto de que en algunos sectores aflora el manto de fragmentos rocosos. En general se

caracterizan por sus colores pardo amarillento oscuro en superficie y pardo fuerte a pardo rojizo en

profundidad. Son suelos muy ácidos, de muy bajos contenidos de carbono orgánico, baja

capacidad de cambio catiónico, pobres en calcio, magnesia, potasio y fósforo (Ecopetrol S.A.

2007).

Igualmente se presentan suelos de lomerio sobre relieves fuertemente quebrados, con pendientes del

25-50%. Las lomas son de laderas inestables, afectadas por erosión ligera y moderada y por

movimientos en masa, principalmente terraceo y reptación. Están localizadas en altitudes menores

de 500 metros.son bien drenados, profundos, de colores pardo grisáceo oscuro en superficie y gris

claro manchado en profundidad, tienen textura arcillosa, con dominio de cuarzo en la fracción arena

y de caolinita y los amorfos en la fracción arcilla. Químicamente son suelos fuertemente ácidos,

con bajos contenidos de materia orgánica, niveles bajos de fósforo y calcio y moderados a altos en

magnesio y potasio; la capacidad de intercambio catiónico es alta, atribuible en parte a la presencia

de amorfos; la saturación de bases es baja, la relación calcio magnesio es invertida y el aluminio

activo alcanza niveles tóxicos. Estas propiedades químicas y mineralógicas se manifiestan en su

baja fertilidad (Ecopetrol S.A. 2007).

Suelos de piedemonte se encuentran representados en las zonas de pie de cordillera. Se asentian

sobre las geoformas denominadas glacis coluviales, localizadas en altitudes que no exceden los 500

metros. Su relieve en general varía de plano a ondulado con pendientes menores del 12%, poseen un

clima cálido y húmedo. La unidad esta integrada en un 45% por suelos moderadamente profundos,

bien drenados que ocupan las áreas no pedregosas de los glacis coluviales y en un 35% por suelos

bien drenados muy superficiales, que se ubican en sectores pedregosos de los glacis, próximos al

sistema montañoso. El 20% restante está representado por inclusiones de suelos en sectores bien

drenados, donde afloran arcillas terciarias, y otros que ocupan áreas transicionales de bien a mal

drenadas. En general son suelos fuertemente ácidos, con niveles bajos a medios de carbono

orgánico y fósforo, pobres en calcio, magnesio y potasio; la capacidad de intercambio catiónico es

baja, los contenidos de alu-activo son altos y presentan baja fertilidad (Ecopetrol S.A. 2007).

Los suelos de valle se ubican en angostas terrazas, en relieves planos, pendientes menores del 3%;

estos suelos se han originado de materiales aluviales heterométricos con matriz gruesa; presentan

Ilustración 3: Paisaje con suelos de piedemonte y valle

abundante pedregosidad sectorizada, son bien drenados, de colores pardos oscuros en superficie y

pardos amarillentos en profundidad, de texturas franco arenosas, de mineralogía dominantemente

cuarcítica, superficiales y muy superciales, limitados por mantos pedregosos. Químicamente son

fuertemente ácidos, pobres en materia orgánica, calcio, magnesio y potasio; poseen baja capacidad

de intercambio catiónico, con capacidad variable mayor que la efectiva; presentan niveles altos de

aluminio activo y contenidos bajos de fósforo excepto aquellos suelos que han recibido

fertilización; en general tienen muy baja fertilidad (Ecopetrol S.A. 2007).

Existen suelos de planicie aluvial entre los 150 y 250 m de altitud. Forman parte de las terrazas

(tercer nivel) de la planicie aluvial; el relieve es ligeramente plano con algunos sectores plano-

cóncavos afectados por microrelieve de zurales, las pendientes varían entre O y 3%. El material

parental de estos suelos lo constituyen depósitos aluvíales; son profundos a moderadamente

profundos limitados por nivel freático fluctuante, bien a imperfectamente drenados y de grupo

textural medio a fino. Actúan como limitantes del manejo y uso agropecuario de estas tierras el

nivel freático fluctuante, la escasez de elementos nutricionales, la poca profundidad efectiva y en

algunos sectores las inundaciones periódicas y los niveles altos de aluminio intercambiable. Se

localizan en los orillares del plano de inundación; son imperfectamente drenados, genéticamente

poco evolucionados y moderadamente profundos limitados por nivel freático, son suelos de

reacción muy fuerte a ligeramente ácida, con bajo contenido de nutrientes, baja capacidad de

intercambio catiónico, alta saturación de bases en los horlzontes superficiales y baja en

profundidad, saturaciones altas de aluminio en los horizontes subsuperfíciales y fertilidad moderada

(Ecopetrol S.A. 2007).

Finalmente encontramos los suelos de plano inundable. Esta unidad se localiza al occidente en las

márgenes de los ríos, en altitudes comprendidas entre los 100 y 400 m. Esta unidad ocupa la

posición de vegas, orillares y cauces abandonados dentro del plano inundable de río meándrico en la

planicie aluvial; las pendientes fluctúan entre 0 y 3%, el relieve es plano a ligeramente plano y el

microrelieve cóncavo - convexo con lagunas y ciénagas. Los suelos de esta unidad cartográfica

varían de profundos a muy superficiales, de texturas medias a finas y moderada a pobremente

drenados. El área está sometida a inundaciónes periódicas, prevaleciendo el fenómeno de

sedimentación diferencial, el cual le imprime una morfología característica al terreno que guarda

estrecha relación con los suelos que allí se forman. Este fenómeno junto con el nivel freático

superficial en algunos sectores, constituyen los principales limitantes para la utilización

agropecuaria de estas tierras. La inundabilidad, el nivel freático superficial y la fertilidad baja

constituyen los principales limitantes para la utilización agrícola y pecuaria de estos suelos, sin

embargo, estos factores han permitido la preservación de la vegetación natural primaria (Ecopetrol

S.A. 2007).

Flora

Podemos dividir la flora existente en el área de influencia según los tipos de cobertura vegetal

existentes. El EIA del OAP identificó las siguientes coberturas (Ecopetrol S.A. 2007):

Bosque Natural (Bn): Comunidad vegetal caracterizada por su heterogeneidad florística, dominada

por elementos típicamente arbóreos, los cuales forman por lo menos un estrato de copas (dosel) más

o menos continuo, generalmente de más de 5 m de altura. La intervención en estas formaciones ha

sido selectiva y aún persisten la estructura original y características funcionales. En esta formación

se destaca la presencia de especies como Chizo (Swartia sp,), Hojarasca (Guatteria sp),, Chula

(Siparuna sp,), Guarupayo (Tapirira guianensis), Puntalanza (Vismia sp) , Anime (Protium sp,)

Guamo (Inga sp,) Turriago (Phenakospermun guyannense) y Amarillo (Aparisthmium sp.), entre

otras (Ecopetrol S.A. 2007).

Bosque de Galería (Bg): Corresponden a la cobertura boscosa o a los relictos de bosque

localizados de forma contigua y paralela a las márgenes de las corrientes de agua o cauces, los

cuales se constituyen en las masas de vegetación que se relacionan estrechamente con la regulación

de la dinámica hídrica y por consiguiente con el mantenimiento de la calidad y cantidad del recurso

agua. Las especies más representativas que se identificaron en este tipo de cobertura son: Saladillo

Ilustración 4: Hojarasca (Guatteria sp)

(cf spp.), Hojarasca (Guatteria sp), Anime (Protium sp), Puntalanza (Vismia spp), Murruco (cf

spp.), Guacharaco (Cupania sp) y las Palmas Araco (Oenocarpus sp,) Choapo (Socratea

exorrhiza), Moriche (Mauritia flexuosa) y Real (Attalea insigne) (Ecopetrol S.A. 2007).

Rastrojo bajo ó vegetación secundaria temprana (Rb): Vegetación secundaria de tipo arbustivo-

herbáceo de ciclo de vida corto, con alturas que no superan los 5 m y cobertura densa. Corresponde

a una fase de colonización de inductores preclimáticos, donde especies de una fase más avanzada se

establecen y comienzan a emerger. De acuerdo con el reconocimiento del área de estudio, esta

unidad puede ser el producto de una etapa de descanso o abandono de los potreros lo que ha

propiciado el crecimiento de la vegetación nativa o la regeneración natural, de tipo herbáceo y/o

arbustivo en diferentes fases sucecionales (Ecopetrol S.A. 2007).

Ilustración 5: Moriche (Mauritia flexuosa)

Pastos Arbolados (Pa): Se establece como tierras en las cuales existe una cobertura de gramíneas

representadas a través de la implementación de pastos manejados y/o naturales, y se encuentra

individuos arbóreos y arbustivos de forma aislada dispersos dentro de los lotes o conformando las

cercas vivas (Ecopetrol S.A. 2007).

Pastos Enrrastrojados (Pr): Corresponde a la mezcla estrecha en el tiempo y el espacio de las

coberturas correspondientes a pastos bien sean manejados y/o naturales y los rastrojos, en un patrón

altamente intrincado que imposibilita su mapificación de forma independiente (Ecopetrol S.A.

2007).

Pastos naturales (Pn): Cobertura compuesta por gramíneas naturales donde el grado de

tecnificación y manejo es incipiente. Entre las especies más comunes están el Andropogon spp.,

Poa spp., Axonopus fissifolius, Trachypogon spp e Hyparrehnia rufa, entre otras. Generalmente

corresponde a las zonas con predominio de vegetación herbácea con presencia de palmas y algunos

arbustos dispersos, presente en terrenos de moderadas a fuertes pendientes, presentando lotes o

terrenos de formas variadas e irregulares. Este tipo de utilización agota el recurso suelo y propicia el

desarrollo focalizado de procesos erosivos, tales como cárcavas y “patas de vaca” (Ecopetrol S.A.

2007).

Pastos Manejados (Pm): Corresponde a las áreas en las cuales se observa una cobertura vegetal de

tipo herbáceo de bajo porte, representada por diferentes variedades de pastos introducidos y/o

mejorados, entre los que se encuentran variedades de angleton, estrella, pangola, imperial y guinea;

de igual forma se encuentran pastos como yaragüa y brachiaria entre otros, los cuales a través de

sistemas de manejo tales como riego, fertilización, control de malezas entre otros garantizan

condiciones adecuadas para obtener mejores y mayores rendimientos en las actividades pecuarias

(Ecopetrol S.A. 2007).

Fauna

La biogeografía puede contribuir en forma significativa a la tarea de discernir patrones de

evolución, patrones de especiación, etc. Aunque puede restringirse al análisis de las comunidades

hoy existentes, la biogeografía adquiere un mayor interés cuando se proyecta con una visión

histórica, buscando reconstruir la evolución de las unidades biogeográficas y el origen de los

componentes vivos que las caracterizan (Halffter y Ezcurra 1992).

La zona de estudio se enmarca en la provincia biogeográfica de Orinoquía, la cual es una de las

regiones colombianas más complejas y extensas en biodiversidad, sin embargo esta es un área hasta

ahora muy poco conocida, tanto en términos de flora como de fauna. La mayoría de los trabajos han

sido realizados, obviamente por facilidad de acceso, en la región de Villavicencio, algunos en la

zona del Cusiana y otros en la zona del Carare (Ecopetrol S.A. 2007).

La típica fauna orinoquense, está representada en la literatura y la tradición por los animales que

han sido más evidentes al ojo u oído humano o aquellos que son el blanco más frecuente de la caza

para consumo. Los más conocidos y fácilmente observados en los Llanos Orientales incluyen el

venado sabanero (Odocoileus virginianus), el chigüiro (Hydróchaeris hydrochaeris), y la corocora

roja (Eudocimus ruber) el araguato o mono cotudo (Alouatta seniculus). Las aves que son el grupo

de vertebrados de más alta diversidad, han reducido notablemente las poblaciones y puesto en duda

la supervivencia regional de algunas especies con distribución conocida en el área como resultado

de las modificaciones de su hábitat. Dentro de los ordenes más representativos en la zona de estudio

se encuentran las aves zancudas o ciconiiformes, que incluye todas las garzas, garzones o gabanes y

dentro del cual se encuentran las aves de mayor talla del país; otros miembros de este orden son las

corocoras y los patos anseriformes, particularmente los pisingos (género Dendrocygna). Las

especies faunisticas mas reconocidas en la zona pertenecen a quellas apetecidas por los cazadores

como la lapa (Agouti paca), el ñeque (Dasyprocta fuliginosa), el puerco espin (Coendou

prehensiles) entre otras, las cuales utilizan las estructuras ecosistémicas de los bosques de tierras

bajas como sitios de refugio y alimentación durante todo su ciclo de vida (Ecopetrol S.A 2007).

Ilustración 6: Venado sabanero (Odocoileus Virginianus)

En las zonas comunmente conocidas como “matas de monte” una de las especies mayores es el

venado sabanero (Odocoileus virginianus), especie apetecida por los cazadores de la zona. Su

alimentación consiste en brotes de plantas leñosas, flores y frutos tiernos de gramíneas, ubicadas

hacia las márgenes de este hábitat. También aparecen muchas aves que se alimentan de

inflorescencias de diferentes especies de caucho (Ficus) la Ceiba (Ceiba pentandra) es polinizada

por murciélagos frugivoros (Artibeus spp), (Carollia perspicillata); las hojas de guama (Inga spp) y

acacia (Cassia moschata) son consumidas por micos cotudos o aulladores (Aoluatta seniculus).

Teniendo en cuenta la variedad de palmas que se encuentran en este ambiente, es normal la

presencia de aves que frecuentan sus frutos como las pavas (Penélope montagnii), Cracidae (Crax

lutra), guacamayas (Ara spp) y loros (Aratinga spp). En este hábitat se puede encontrar también

mamíferos medianos, rata arborícola, puercoespín, lapa o tinajo y picure (Ecopetrol S.A 2007).

Los bosques de galeria son un hábitat importantísimo actuando a manera de corredor biológico y

como sitio de refugio y de abastecimiento de agua para especies como el marrano collarejo

(Tayassu tajacu), danta (Tapirus terrestres), lapa (Agouti paca), tigre mariposo (Felis concolor)

que son especies altamente presionadas por la restricción de sus habitats. Las familias botánicas

más representativas de estos bosques corresponden a Clusiaceae principalmente las especies Clusia

cf. haughtii, Clusia sessilis, y Garcinia aff. macrophylla, de las cuales los chirópteros y las aves son

las que utilizan más este recurso. Otras familias de gran importancia por su calidad de la madera son

Meliaceae (Guarea spp.), Lauraceae (Nectandra sp. y Ocotea sp.), Myrtaceae (Plinia sp. y Eugenia

sp), en donde los frutos de la Plinia sp (RL 4078) son consumidos con gran avidez por el gallito de

monte (Rupicola peruviana); existen igualmente especies de las familias Lecythidaceae

(Eschweilera sp.)y Euphorbiaceae (Alchornea aff schomburgkii, cf. Aparisthmium sp.) cuyas

semillas son dispersadas por monos del género Aotus principalmente (Ecopetrol S.A 2007).

En el hábitat de rastrojo la fauna corresponde a las aves como los trepatroncos (Campylorhamphus

pusillus, Campylorhamphus trochilirostris, Dendrocincla fuliginosa), furnarido, hojarasquero

ojirrojo (Automolus rufipileatus), rastrojero copetón (Cranioleuca subcristata) entre otros, los

cuales pertenecen al gremio alimenticio de insectivoros del sotobosque (Ecopetrol S.A 2007).

En las zonas que en la actualidad se encuentran con cultivos como piña y cultivos de palma; y las

áreas al borde de los caminos o en zonas cercanas a los lugares de vivienda en donde predominan

herbáceas como labiadas, verbenaceas, gramínieas y arbustos de porte bajo, y donde aparecen

ocasionalmente arbolitos de araliáceas (Didimopanax morototoni, Genipa caruto, entre otros)

aparecen especies como gavilucho -Accipiter bicolor-, oropéndolas- Cacicus cela, Tapaculo- Tityra

inquisidor, Cara-cara - Poliborus plancus para perchar y en algunos casos para anidar. Se considera

Ilustración 7: Lapa (Agouti Paca)

particularmente esta cobertura como hábitat forzado para la permanencia de algunas aves como

garzas (Ciconiformes), gaviluchos (Buteos spp) que encuentran en el una fuente alimenticia de los

insectos que limpian el ganado y se refugian en sus excrementos y como sitios de paso y

alimentación para otras especies de mamíferos medianos como el chigüiro (Hydrochaerus

hydrochaeruys) y endentados como los osos hormigueros (Tamandúa mexicana y Myrmecophaga

trydactyla) y armadillos (Dasypus movemcictus) los cuales se alimentan de termitas y hormigas

frecuentes en la franja limítrofe de este hábitat con el rastrojo. Cabe anotar que aunque este es el

tipo de hábitat con mayor cobertura en la zona, también se convierte en un área en el cual los

animales están más expuestos a la cacería. En cuanto al componente de cultivos (palma africana y

piña) estos se convierten en un área restringida en su cobertura, pero importante como fuente de

alimento para algunas especies de aves frugívoras y mamíferos medianos y pequeños, cosmopolitas

y tolerantes a gran variedad de hábitats como la chucha (Didelphys spp), ardillas (Sciurus spp) y

algunos micos (Saimiri sp), los cuales se alimentan de la oferta de frutos. La permanencia de

mamíferos como las ardillas (Sciurus sp), el puerco espín (Coendou prehensiles), el ñeque o guatín

(Dasyprocta fuliginosa), el tintin (Dinomys branickii) y la lapa (Agouti paca) entre otros en este

lugar se restringe por la poca la posibilidad de acceso a una fuente segura de alimento (Ecopetrol

S.A 2007).

Aspectos arqueológicos

La arqueología en la zona del piedemonte colombiano ha sido desarrollada en su mayoría gracias a

proyectos preventivos contratados por empresas dedicadas a la exploración, explotación y

transporte de hidrocarburos. La información disponible en la actualidad para el área de estudio

requiere una contextualización dentro de una escala más regional, en este caso tomando como

referencia a toda la zona del piedemonte de los llanos orientales colombianos y venezolanos. Por

supuesto, lo anterior implica una revisión de información arqueológica que se encuentra fuera del

área de influencia del proyecto, sin embargo es necesario ya que son estas investigaciones las que

permiten describir con mayor precisión las características de la zona de estudio.

El apartado se organiza de la siguiente forma. En primer lugar, se documenta la información

disponible sobre las primeras ocupaciones, es decir los primeros grupos de cazadores recolectores

que poblaron la zona. Acto seguido se describe la información disponible sobre el inicio del

sedentarismo, el cultivo de plantas, la aparición de la cerámica y los primeros asentamientos

comunales. Luego se detallan algunas características de los sitios arqueológicos tardíos afines con

sociedades prehispánicas que posiblemente tuvieron contacto con la invasión española en la zona

del piedemonte llanero. Posteriormente se describe a partir de la información etnohistórica y

arqueológica existente a los grupos humanos que probablemente poblaron la zona de estudio.

Primeras ocupaciones

La información disponible para los primeros pobladores del piedemonte es poca (Gassón 2002). El

AII del proyecto carece de sitios arqueológicos relacionados con esta etapa, sin embargo en la

región existen estudios que hablan sobre la ocupación temprana de las Sabanas orientales. Cerca del

AII en una de las terrazas aluviales de la margen izquierda del río Cusiana se encuentra el sitio la

Maporita, fechado 3620 AP. En este lugar se identificó la presencia de artefactos líticos como

núcleos, lascas y raspadores realizados por medio de percusión. Los sitios localizados en el pozo

Cusiana 2 A, y en las terrazas aledañas al rio Upanema comparten características similares y pueden

ser parte de este mismo periodo (Peña 1993). Mucho más al sur de la zona de estudio se encuentra

el sitio guayabero I, un abrigo rocoso en el sureste de la Sierra de la Macarena donde se identifican

scrapers hechos en chert quarzo y quarcita probablemente cerca del 7250 B.P. Así mismo hay

artefactos líticos como flakes cores, flakes, scrapers y lascas producto de técnicas de percusión

directa. Barse (1995) indica que la tradición arcaica de caza y recolección de plantas pudo ser

reemplazada por la aparición de la agricultura en el formativo cerca de 3000 o 4000 años atras. Si

sumamos estos estudios en territorio colombiano con la información documentada en Venezuela

tanto para el piedemonte, como para las zonas bajas (Cruxent 1950; 1952; 1972) podemos decir que

aunque la investigación sobre las primeras sociedades que ocuparon el piedemonte aún requiere ser

profundizada, los trabajos realizados hasta ahora puede estar mostrando la importancia de las tierras

bajas orientales como corredor de ingreso para el poblamiento temprano del continente.

Agricultura y vida sedentaria

Es probable que los primeros pasos hacia la vida sedentaria, el cultivo de plantas y la fabricación de

cerámica se iniciaran en algún momento hace aproximadamente 3000 o 4000 años en la zona del

piedemonte llanero (Barse 1995; Gassón 2002; Gómez y Cavelier 1998). Este proceso aún es difuso

y en las investigaciones se presenta como un simple periodo de transición para la región. En el

anteriormente mencionado sitio de La Maporita ubicado en una terraza aluvial en la margen

izquierda del rio Cusiana (Peña 1993), la ocupación se documenta desde aproximadamente el 3500

A.P, remontándose hasta la aparición de cerámica fechada alrededor del siglo IV d.C. La

continuidad en la ocupación del sitio, las fechas tempranas asociadas a evidencia humana y la

Ilustración 8: Panorámica terraza margen izquierda río Cusiana, Sitio la

Maporita

aparición de cerámica en épocas más tardías pueden indicar que este sitio y probablemente las

terrazas coluviales cercanas a los rios Upanema y Cusiana fueron importantes en los primeros

momentos del desarrollo de la vida sedentaria y agrícola en esta región.

Sociedades tardías del piedemonte llanero

Es posible que las primeras investigaciones arqueológicas relacionadas con sociedades más tardías

se iniciaran con el trabajo Adelantado por Marwitt en 1972 al sur del rio Meta quienn identificó

dieciséis sitios arqueológicos prehispánicos, dos de finales del siglo XIX y uno posiblemente

correspondiente con la antigua población de San Juan de Arama; todos ubicados entre los

municipios de Cubarral y Puerto Lleras en el departamento del Meta (Marwitt 1973). Con base en el

trabajo anterior, Morey define dos fases de ocupación para la región del Ariari: Puerto Caldas (760

a.C) y Granada (810 d.C.) (Morey R. 1976). Las interpretaciones de estos complejos cerámicos

buscaron correlacionar sus orígenes con los complejos amazónicos del medio Amazonas

desenfocando las investigaciones de procesos locales y posibles relaciones regionales.

Sociedades aglomeradas y sedentarias también hacen parte del pasado de los llanos orientales en la

zona del piedemonte. En el municipio de Acacias se identifica un contexto arqueológico con fecha

del 1570 D.C. relacionado con una ocupación de 3 a 5 casas cercanas entre sí y asociada a grupos

Guayupes (Mora y Cavalier 1983). Al norte de la zona de estudio, muy cerca de la cabecera

municipal de Aguazul en la finca Santa Marta de la vereda Cuarto Unete, se identifica un sitio con

artefactos líticos y cerámica fechados entre el 450 a. C. y 930 d. C. asociado a un patrón de

asentamiento en terrazas coluviales (Alarcón y Segura 1998:99). La cerámica identificada en este

trabajo tiene muchas similitudes con la encontrada en el sitio La Maporita (Peña 1993) lo que hace

pensar en una misma tradición cerámica. También se documenta la ocupación de las vegas de los

rios y terrazas aluviales (Giraldo 1988; AAEUA 1994; Rausch 1994; Valderrama 2006). En cuanto a

los asentamientos Achaguas estos se ubicaban a una distancia aproximada de uno o dos kilómetros,

conformados por pequeños bohíos y una o dos casas comunales que podían albergar hasta 500

personas. (Morey N. 1975:39).

En relación con las intervenciones humanas en el paisaje, los esposos Reichel-Dolmatoff describen

un centenar de montículos circulares entre los caños Melua y Cumaral, al sur de la laguna de San

Jorge y los asocian a modificaciones antropogénicas que buscaban mejorar y conservar cultivos de

tubérculos en las sabanas inundables (Reichel-Dolmatoff y Dussán 1974).

Al parecer las actividades económicas de los grupos del piedemonte incorporaban prácticas

agrícolas, intercambios de materias primas y actividades recurrentes de caza y pesca. Mora sugiere

que en los poblados se cultivaba maíz, palmas y recursos del bosque. Al mismo tiempo poblados

asentados más cerca de la cordillera aprovechaban fuentes de sal que probablemente eran utilizadas

para generar redes de comercio regionales (Mora 1989). Los Achaguas participaban en redes de

intercambio que se extendían por toda la Orinoquía y parte de la cordillera de los Andes. Pequeños

discos elaborados en concha de caracoles de agua dulce y cerámica decorada con pinturas de tierra

en colores rojo y amarillo (quiripas) eran utilizados en el intercambio. Intercambiaban también,

aves y plumería, huevos y aceite de tortuga (Morey N. 1975:39).

La agricultura en el piedemonte parece ser bastante incipiente y se relaciona más con cultivos a

pequeña escala de productos de tierras bajas, como yuca, tabaco, ají, algodón, maní, yopo y coca.

También se extraía miel y se recolectaban plumas de aves tropicales (Morey N. 1975; Alarcón y

Segura 1998:99-101; Langebaek et al. 2000:16). Es importante resaltar un yacimiento arqueológico

cercano hoy al municipio de Yopal Casanare donde probablemente se cultivaba yuca a la llegada de

los españoles (Mora y Cavalier 1983:65); este sitio reflejaría una posible tendencia hacia el cultivo

de la yuca por encima del maíz; sin embargo, en los sitios de Ipa, La virgen y Bombay, entre los ríos

Meta y Casanare, se encuentran evidencias de cultivo de maíz (Perdomo 1979).

Langebaek y colaboradores (2000:16) resaltan la importancia que debió tener la producción

artesanal entre los grupos de los llanos. La diversidad de materias primas y la carencia de productos

foráneos en las excavaciones realizadas, dan cuenta para los autores de artefactos producidos

localmente y destinados en su mayoría a solventar las necesidades locales.

Las actividades de caza y pesca probablemente tenían un papel preponderante entre las sociedades

del piedemonte de los llanos orientales (Morey N. 1975; Langebaek et al. 2000). Económicamente

la caza y la pesca juegan un papel doble. Por un lado, proveen proteína animal necesaria en las

dietas diarias de los grupos humanos; de otro, las presas obtenidas en estas actividades podían ser

intercambiadas con otros grupos para obtener bienes o materias primas de diferentes ecotonos. Sin

embargo la cacería y pesca se mueven en contextos diferentes al económico dentro de una sociedad.

Los cazadores y pescadores obtienen un prestigio y reconocimiento dentro del grupo gracias a su

actividad y a la destreza lograda en ella. El alto grado de conocimiento del ecosistema donde se

encuentran piezas de caza y pesca y los imaginarios de poder y dominación del ser humano sobre su

medio empoderan al individuo-cazador dándole reconocimiento social. Por otra parte la posibilidad

de comerciar con presas de caza genera una mayor capacidad adquisitiva del cazador frente a otros

hombres de la comunidad.

Entre los grupos Sikuani ubicados en el resguardo de Wacoyo en el municipio de Puerto Gaitán el

mejor cazador de la comunidad conserva un papel importante dentro del asentamiento. Aunque

carece de un poder político definido si recibe un reconocimiento por parte de la comunidad. Los

hijos del último médico tradicional y líder político de la comunidad, quienes actualmente

monopolizan y rotan entre si el liderazgo político, resaltan las capacidades del mejor cazador, así

como su dominio y conocimiento sobre el entorno. De igual forma lo hacen partícipe en la toma de

decisiones concertadas y siempre acompaña eventos importantes realizados en el resguardo.

Etnoarqueologicamente son pocos los estudios que documentan el papel de la caza y la pesca

dentro de sociedades con jerarquización política. Los llanos orientales enmarcan una región donde

la actividad (mariscar) hoy en día todavía se encuentra representada y podría ser documentada

etnográficamente.

El conocimiento sobre la organización política de las sociedades del piedemonte y los llanos

orientales es escaso. Es posibles que entre los Achaguas existiera cierto grado de centralización

política, sin embargo parece ser que la autoridad de los caciques no era reconocida con la misma

intensidad que en las tierras del altiplano cundiboyacense (Langebaek et al. 2000:16). Cavalier

(1990:7) considera que existió un control político en el territorio guayupe, representado por

caciques que controlaban lazos comerciales entre diferentes grupos humanos y a una posible clase

de especialistas cerámicos representada por la particularidad de piezas cerámicas. Por otro lado,

indígenas Teguas parecen reconocer algún tipo de autoridad muisca basada en alianzas

matrimoniales o intercambios recíprocos con caciques de la zona nororiental del altiplano

cundiboyacense (Langebaek 1987:39). Existen grandes trabajos que buscaban caracterizar los llanos

orientales y las sociedades asentadas en ellos en épocas más tardías (Rausch, 1994).

Arqueológicamente aún no se han planteado investigaciones que busquen profundizar en la

organización política de las comunidades del piedemonte y los Llanos orientales.

En conclusión, existen al menos cinco grandes problemas en nuestro conocimiento de las

sociedades prehispánicas de los llanos orientales. Existe información valiosa sobre sitios y

contextos específicos en la región, sin embargo, aún no ha sido posible determinar el grado de

centralización política y patrones de asentamiento regionales, debido a la inexistencia de proyectos

que busquen trabajar en esa escala de análisis. Trabajos sobre arqueología histórica son escasos.

Documentar arqueológicamente las primeras fundaciones, así como los asentamientos y haciendas

jesuitas sería un interesante punto de comparación con los trabajos históricos sobre este tema. De

otra parte, el estudio de documentos históricos sigue siendo enfocado a épocas más tardías.

Profundizar en el estudio de los primeros documentos históricos para la región daría un panorama

de hipótesis para contrastar arqueológicamente. Igualmente desarrollar trabajos etnoarqueológicos

que busquen caracterizar las actividades de caza y pesca entre sociedades con cierto grado de

jerarquización política permitiría contrastar hipótesis con el registro arqueológico. Finalmente la

protección al patrimonio material debe seguir siendo una actividad permanente; por lo tanto, se

deben crear estrategias para compilar los trabajos de protección delimitando escalas de análisis que

permitan aprovechar la información recopilada por los investigadores.

Monitoreo arqueológico

Las actividades de monitoreo arqueológico fueron llevadas a cabo entre febrero 20 de 2008 y

septiembre 18 de 2008 bajo la licencia de excavación No. 1140 otorgada por el ICANH a la

antropóloga Angélica Vivas Salamanca. Las actividades de protección al patrimonio material de la

Nación continúan desde el 19 de septiembre de 2008 al 28 de febrero de 2009 bajo la licencia de

excavación No. 1008 otorgada por el ICANH al antropólogo Sebastián Fajardo Bernal.

El EIA de la construcción de la nueva línea Apiay – El Porvenir en su componente arqueológico

recomendó monitorear: cuatro tramos con potencial arqueológico alto, el área de las obras civiles de

la estación El Porvenir y las ampliaciones de las estaciones Apiay y Monterrey; simultáneamente se

recomendó realizar charlas de inducción arqueológica al personal calificado, operarios, y obreros

que van a intervenir en la obra (Hernández J. y Romero, 2007:29).

Para mitigar el impacto de las obras se adelantó un monitoreo arqueológico total de la remoción de

tierras inherente al proyecto. Se recorrió el área donde se realizan las obras siguiendo el derecho de

vía del oleoducto en construcción. Los materiales encontrados fueron analizados, inventariados y

clasificados de acuerdo a las tipologías arqueológicas propuestas para la región. Las herramientas

de la arqueología del paisaje fueron utilizadas para identificar petroglifos, resinas vegetales,

seguimiento de eventos de caza, recolección de moluscos, cría y venta de aves silvestres, e

indagación con la comunidad sobre la existencia de vestigios arqueológicos durante o posterior a la

construcción de las viviendas.

Se sistematizaron y revisaron las fuentes de agua con él ánimo de prevenir posibles alteraciones

causadas como consecuencia del proceso constructivo e identificar posibles contextos

arqueológicos, dado que el patrón de asentamiento de muchas de las poblaciones de los llanos

orientales se organizaba en las cercanías de las corrientes de agua de la región (Morey N y Morey

R, 1973).

Se diseñó una estrategia de divulgación basada en la presentación de información y materiales

arqueológicos (lenguaje, temas de las piezas divulgativas, uso de material arqueológico de la

región, presentaciones en power point, talleres para los niños, encuentros con historiadores locales).

Actividades desarrolladas

El acompañamiento a los movimientos de tierra realizados en la construcción de la nueva línea

oleoducto Apiay - El Porvenir se realizó en un 100 por ciento. Gran parte de las evidencias

arqueológicas encontradas en las labores de monitoreo carecen de asociación a contextos

arqueológicos claros (e.g. tumbas, sitios de asentamiento, sitios de caza), sin embargo se identifican

claramente como objetos producidos por actividades humanas de orígen prehispánico. Para

referenciar la evidencia encontrada sin contexto arqueológico se usó el concepto de Punto de

Hallazgo definido como vestigios arqueológicos aislados sin contexto claro, donde no hay

asociación ni relación, no es clara o no existe, entre el vestigio y el entorno. Una explicación

viable para los puntos de hallazgo encontrados es que cerca del 85% del derecho de vía de la nueva

línea del oleoducto Apiay-El Porvenir va paralelo al antiguo oleoducto de 16” lo que implica que la

mayoría de la zona donde se realiza las remociones de tierras ya ha sido intervenida con

anterioridad para la construcción del antiguo oleoducto de 16”, lo que probablemente modificó

posibles sitios encontrados en el derecho de vía. Otra posible explicación es que las evidencias

arqueológicas encontradas sean producto de contextos secundarios, es decir que hayan sido

desplazados de su lugar original de deposición por la acción del medio ambiente o actividades

humanas posteriores (Schiffer, 1995 [1972]).

Las actividades de monitoreo arqueológico han prevenido en un 99% el impacto negativo de las

obras de construcción de la nueva línea del oleoducto Apiay-El Porvenir realizadas. Es probable que

alguna evidencia arqueológica fuera impactada por el movimiento de tierras, sin embargo, dadas las

características del material cultural hallado se puede afirmar que la mayoría de estas piezas

probablemente se encontraban en contextos secundarios de deposición y han sido documentadas

gracias a los trabajos de monitoreo.

No se identificó ningún contexto arqueológico impactado por lo obra, lo que implica que no ha sido

necesario tramitar algún tipo de licencia arqueológica de rescate. Es importante aclarar que las

labores de rescate arqueológico deben ser realizadas cuando se identifique evidencia arqueológica

con buen estado de conservación, ubicación in situ o represente un hallazgo de importancia

considerable, lo cual no ha sido identificado en las obras de construcción de la nueva línea del

oleoducto Apiay-El Porvenir.

El seguimiento arqueológico en las actividades de apertura del DDV y Zanjado fue permanente,

monitoreando un 100% del total de las obras que implican remoción de tierras. Para el 28 de febrero

de 2009 las actividades constructivas que implicaban remoción de tierras habían finalizado tanto en

la construcción de línea regular como en la zona de estaciones.

Divulgación protección al patrimonio arqueológico

Dentro del trabajo de protección del patrimonio arqueológico Nacional se encuentra la labor

divulgativa. En una primera fase se hicieron “encuentros de diagnóstico”, el objetivo fue construir

una imagen general sobre la información, y percepciones de los distintos grupos de interés sobre el

pasado del entorno regional. Posteriormente se realizaron presentaciones al personal vinculado a la

obra, para convertirlos en multiplicadores permanentes de las tareas de protección al patrimonio

material de la Nación.

Se diseñó la estrategia de información y presentación de materiales (lenguaje, temas de las piezas

divulgativas, uso de material arqueológico de la región, presentaciones en power point, talleres para

los niños, encuentros con historiadores locales etc.). En desarrollo del trabajo de divulgación los

referentes difusos y descontextualizados de la región (situación común en el país), llevó a la

necesidad de crear piezas divulgativas para la presentación del proyecto, que movilizara referentes

locales e invitará a la participación colectiva en un proceso de identificación y valoración estos

recursos. En los frentes de obra, se procedió a convocar al personal para que atendieran la

instrucción correspondiente. A ellos también se les hizo la presentación de materiales de posible

encuentro en la zona. La tabla 1 resume las actividades de socialización y capacitación en

conceptos y procedimientos para conservar el patrimonio arqueológico.

Tabla 3: Relación de asistencia a la sensibilización sobre valoración y protección del patrimonio

arqueológico

EVENTOS

ASISTENTESNo. DE EVENTOS No. DE ASISTENTES

Trabajadores del

proyecto.

24 285

Comunidad cercana al

DDV

15 54

Comunidad educativa 7 93

EVENTOS

ASISTENTESNo. DE EVENTOS No. DE ASISTENTES

Totales 46 432

Las charlas con la comunidad, además de lograr el objetivo de divulgar los mecanismos de

protección del patrimonio cultural, han permitido que se realicen varios contactos cuyo resultado

fue la ubicación de historiadores locales con quienes se intercambiaron experiencias de trabajo e

información y se discutió la viabilidad de una muestra permanente del material recuperado en algún

sitio con amplia afluencia de público.

Con los estudiantes se logró conocer la percepción que tienen los grupos de jóvenes y niños sobre

el tema del patrimonio arqueológico, cuyo conocimiento y valoración pocas veces es inculcado por

parte de padres y maestros. Más bien, la única referencia que tienen algunos es la guaquería como

medio de apropiación ilegal de estos elementos y la posibilidad de enriquecimiento con el hallazgo

de un tesoro. Pese a esto, fue uno de los grupos de interés más receptivo y entusiasta con el tema y

por lo tanto se logró cambiar sus percepciones al respecto.

La evidencia arqueológica

Como ya se mencionó anteriormente los restos encontrados no representan ningún contexto

arqueológico primario. Sin embargo la evidencia cerámica encontrada en una terraza aluvial de la

margen izquierda del río Upía nos habla de un patrón de asentamiento si la observamos bajo la

óptica regional.

Sitio Río Upía

Según el informe geotécnico el sitio corresponde a una antigua terraza aluvial del río Upía ubicada

en su margen izquierda, con un área aproximada de media hectárea. El proyecto cruza esta zona

entre el K91+900 y K92+300 y se encuentra ubicado en las coordenadas 1115576E 1009975N

(origen Bogotá) a unos 305 msnm. En la periferia del sitio se encuentra bosque de galeria que

presenta cierto grado de conservación. Al costado superior derecho hay un caño que aún en verano

se mantiene activo, y el río Upía se encuentra a 700 metros aproximadamente en dirección sureste.

Ilustración 9: Terraza aluvial margen izquierda río Upía. Sitio arqueológico

río Upia 1115576E 1009975N

Según sus propietarios hasta hace tres años, en el área residían campesinos de la región quienes

tenían su vivienda ubicaba al lado del caño, sus suelos estaban dedicados al pastoreo desde la

década de los setenta, a través de la técnica de tala y quema lo que explica la presencia de manchas

de carbón entre los niveles 0 cm y 110 cm. La capa orgánica y suelos de la zona ha sido alterada

por dos proyectos de infraestructura petrolera anteriores y un aprovechamiento intensivo para la

siembra de pancoger. El suelo esta compuesto por limos arenosos de origen aluvial. La arqueológa

Angelica vivas reporta el hallazgo en superficie de martillos, hachas y fragmentos de hachas con

señales de uso y deterioro, probablemente por su exposición prolongada a la intemperie (Vivas,

comunicación personal).

Ilustración 10: Fragmentos de borde, margen izquierda río Upía

Toda la evidencia fue hallada superficialmente y solamente asociada a material cerámico. En total

se identificaron cincuenta y seis (56) fragmentos cerámicos y dos (2) líticos. El material cerámico

se compone de fragmentos cerámicos cuya técnica de factura es la de rollos en espiral. El color de

la pasta posee tonalidades grises, rojas y amarillas. El desgrasante contiene residuos vegetales,

observables en algunos fragmentos pero en su gran mayoría esta compuesto por arena gruesa. La

textura de la pasta es granulosa laminar en su mayoría y laminar en menos cantidad. La cocción

está dada por una atmósfera reducida. La superficie luce porosa, se logra apreciar algunas fibras

vegetales. Su contacto continuo con el medio ambiente generó su gran deterioro. En general los

fragmentos tienen un alisado en ambas caras y tan solo una, aparentemente, tiene un especie de

engobe. El espesor de las paredes está entre 3 mm y 15 mm , siendo el más común 4 mm. Se

identificaron siete formas cerámicas: Un cuenco, dos jarras con borde evertido y tres jarras con

Ilustración 11: Bases de cuerpo, margen izquierda río upia

borde evertido. El cuenco identificado parece tener engobe y decoración rojo sobre crema en su

exterior, sin embargo se encuentra muy deteriorado.

Tabla 4: Distribución formas cerámicas

Tipo de objeto Fragmentos asociados

Cuenco 1

Jarra con borde evertido 2

Olla con borde evertido 3

Sin identificar 50

TOTAL 56

Es probable que esta terraza aluvial albergara un asentamiento prehispánico. Su cercanía al río

Upía pudo permitir a los antiguos pobladores comunicarse con poblaciones asentadas en las orillas

de este afluente, posibilitando realizar intercambios de productos, entablar relaciones de parentesco

y participar en actividades comunales de diversa índole. Así mismo el fácil acceso a recursos del

bosque de galería y del bosque piedemontano de los cerros cercanos (v. gr. Cerro de Guaicaramo),

enmarca esta terraza como un lugar propicio para la ocupación humana. Las pocas evidencias

arqueológicas encontradas hasta el momento pueden indicar que se trató de un asentamiento de

pequeña magnitud alterado por la construcción de la primera línea que actualmente transporta gas.

Tabla 5: Distribución desgrasante fragmentos cerámicos

Desgrasante Fragmentos Asociados

Arena fina 2

Arena gruesa 51

Vegetal-arena fina 3

TOTAL 56

También se identifcaron dos lascas en chert posiblemente trabajadas por medio de una técnica de

percusión. Junto con los fragmentos cerámicos se encontraron restos industriales producto de las

actividades de construcción del primero oleoducto que transcurrió por la zona. Este material es

conocido como alquitrán de bulla y se utilizó para revestir la tubería de 12 pulgadas (la primera que

se construyó alrededor del año 1985), que actualmente transporta gas (Miguel Reyes, Comunicación

personal).

No es posible relacionar este sitio con alguna sociedad prehispánica, pero probablemente pudo ser

ocupado por población Achagua o Guayupe. Cavalier considera que los límites del territorio

Guayupe coinciden justamente hacia el norte con el rio Upía (Cavalier 1990), sin embargo, la zona

de piedemente de Casanare y Arauca siempre ha sido relacionada como parte de los territorios

Achagua. Al comprar la cerámica recolectada con las colecciones del ICANH encontradas en el

piedemonte permite plantear que si bien los fragmentos encontrados se encuentran muy erodados,

existen similitudes fuertes con la tipología Guayupe, son necesarias más investigaciones

Ilustración 12: Fragmentos de borde, margen izquierda río Upia

Las anteriores contradicciones abren la discusión sobre el papel de la cerámica como un marcador

etnico en el piedemonte llanero. La diversidad de grupos étnicos que ocupaban la zona a la llegada

de los españoles habla de la gran probabilidad de interacción entre estos grupos. Los documentos

españoles hacen referencia a poblaciones Teguas y Cohaquizos ocupando las estribaciones de la

cordillera oriental, sin embargo también se documenta la presencia en esta misma región de grupos

Achaguas, Colimas, Guacomas, Quinchagoches, Guayupes, Buchipas, Atames, Betoas y Saes

(Morey N. 1975; Llanos y Pineda 1982; Langebaek et. al. 2000). Es posible que estas sociedades

compartieran una tradición cerámica común, utilizando las mismas técnicas de fabricación y

aprovechando materias primas similares, lo que probablemente derivaría en pocas diferencias en

cuanto al material cerámico en el registro arqueológico. Es posible que otras manifestaciones

Ilustración 13: Lascas de chert encontradas en la terraza izquierda

rio Upía

culturales del piedemonte, como por ejemplo las unidades de habitación y la conformación de los

poblados, sí permitan asociar un sitio arqueológico con determinado grupo etnico. Por ejemplo en el

municipio de Acacias se identifica un contexto arqueológico con fecha del 1570 d.C. relacionado

con una ocupación de 3 a 5 casas cercanas entre sí y asociada a grupos Guayupes (Mora y Cavalier,

1983); lo cual sería muy distinto a los asentamientos Achaguas, los cuales se ubicaban a una

distancia aproximada de uno o dos kilómetros, conformados por pequeños bohíos y una o dos casas

comunales que podían albergar hasta 500 personas. (Morey N. 1975:39).

El contexto regional: patrón de asentamiento y ofertamedioambiental

En las páginas anteriores hemos visto la oferta medioambiental representada por lo componentes

biótico y abiótico del piedemonte llanero. Así mismo se presentó el recuento de las principales

investigaciones arqueológicas para la región permitiendo reconstruir una ocupación continua en el

área de estudio, probablemente desde los primeros momentos del hombre americano. Finalmente se

describieron los vestigios arqueológicos encontrados durante las labores de monitoreo utilizando el

concepto de paisaje como herramienta metodológica para dar forma y contexto a un sitio

arqueológico alterado por el desarrollo de la infraestructura petrolera en los años ochenta. Estas tres

líneas de evidencia permiten, bajo una óptica regional, esbozar algunas ideas hipotéticas sobre el

pasado de los llanos orientales.

Los seres humanos no estamos limitados por el medio ambiente pero generalmente los lugares

donde ubicamos nuestros sitios de vivienda son elegidos con propósitos específicos y funcionales

para las esferas económicas, políticas, sociales e ideológica de nuestras sociedades. Hoy en día en

occidente el lugar de habitación se encuentra determinado por diferentes variables, por ejemplo: el

poder adquisitivo, el valor de la vivienda, la cercanía al lugar de trabajo, al colegio de los niños, a

un centro comercial o mercado, a medios de transporte, familiares cercanos o templos religiosos,

entre otras. En sociedades no capitalistas el acceso a materias primas, rutas de comunicación,

normas de parentesco y descendencia, conceptos ideológicos, límites territoriales u oferta de

recursos pueden ser categorías determinantes a la hora de decidir donde ubicar el sitio de residencia

de una comunidad o grupo familiar.

El sitio arqueológico identificado en la margen izquierda del río Upía guarda características que

posiblemente lo asociaron a un lugar estratégico en tiempos prehispánicos. La terraza aluvial en la

que se encuentra posee buen drenaje y es difícilmente anegable, ideal para estructuras de habitación

en zonas como la del piedemonte que presentan un ciclo de lluvia monomodal muy marcado en el

año. De otra parte la oferta de recursos de flora y fauna regional que puede ser aprovechada por el

ser humano se encuentra concentrada en los bosques de galería y piedemonte ubicados a menos de

500 metros del lugar arqueológico. Maderas para construcción, plantas medicinales y rituales (v. gr.

yopo), piezas de caza y aves con plumajes exóticos tienen como hábitat natural dichos bosques.

Finalmente el río Upía provee una fuente de proteína animal importante gracias a la especies de

peces que se pueden obtener de su cauce, y paralelamente en la ribera del río se puede encontrar

sedimento arenoso que aparentemente fue utilizado como desgrasante en la fabricación de la

cerámica. Sin embargo el río no solamente actúa como un proveedor de recursos.

Sin lugar a dudas los ríos han sido una de las principales vías de comunicación hasta la época

moderna. Antes de la era industrial, la maquinaria a vapor, los ferrocarriles, los motores a

combustión, el asfalto, las autopistas y la aeronáutica, los ríos eran el principal medio de transporte

de carga pesada y pasajeros en las zonas planas. En el piedemonte llanero aún los grandes ríos

hacen parte importante de las comunicaciones y relaciones económicas de la sociedad moderna.

Muchas de las cabeceras municipales, si no casi todas, en los departamentos del oriente colombiano

se encuentran a orillas de un río de caudal importante. Barranca de Upía a orillas del río Upía y

Monterrey en la ribera del río Tua, son tan solo dos ejemplos de un patrón de asentamiento que se

repite constantemente en el área de estudio. Es posible que en época prehispánica los ríos con un

caudal que permitiera su navegabilidad fueran una de las variables tenidas en cuenta para ubicar los

asentamientos. Las tierras bajas de Sur América muestran numerosos ejemplos de este

comportamiento. Correa (1996) identifica este patrón de asentamiento entre los taiwano del Vaupés,

pero lo interesante es que en este se representa su organización social y su articulación socio-

política. La ubicación de los diferentes asentamientos sobre la ribera del río Pirá-Paraná se explica

por su ideología y representación simbólica, implicando fuertes relaciones de mayorazgo y

segmentación social expresadas en su distribución a lo largo del río (Correa 1996:267). Es posible

que el río Upía funcionara de manera similar para los grupos asentados a lo largo de su cauce. El río

Upía permite la navegabilidad por medio de embarcaciones pequeñas (piraguas o canoas) desde casi

los inicios de las elevaciones de la cordillera oriental, hasta su desembocadura en el río Meta,

haciéndolo ideal para desplazamientos distantes. La posibilidad de desplazamiento permitiría una

fácil interacción social y económica entre asentamientos ubicados en las cercanías del río, lo que

permitiría entablar relaciones simbólicas y sociales análogas a las descritas por Correa.

La evidencia arqueológica identificada durante las labores de monitoreo del OAP representada por

el sitio ubicado en la margen izquierda y su comparación con otros dos sitios arqueológicos

(Ilustración 14) encontrados en el piedemonte muestran un patrón de asentamiento prehispánico en

las riberas de los ríos de gran caudal, muy similar al encontrado hoy en día entre los municipios de

Meta, Casanare y Arauca. El sitio excavado por Peña (1993) en la terraza aluvial de la margen

izquierda del río Cusiana, dentro de los predios de la finca La Maporita conserva características

similares a las encontradas en el sitio del río Upía encontrado durante las labores de monitoreo del

OAP. Así mismo el contexto arqueológico excavado por Alarcón y Segura (1998) en cercanías al

río Unete, cerca al casco urbano de Aguazul posee condiciones similares a los dos sitios antes

mencionados. Aparentemente las terrazas aluviales cercanas a los pasos naturales formados por las

corrientes riverinas grandes, en las cuchillas y estribaciones de la cordillera oriental, era sitios

económicamente relevantes para las sociedades prehispánicas del piedemonte llanero.

A la luz de la evidencia encontrada algunos planteamientos deben ser realizados. Primero es factible

que las relaciones ambiente sociedad sean fluidas pero probablemente en épocas anteriores a la

modernidad las vías y rutas naturales de comunicación y la oferta de recursos eran factores

determinantes en la elección del lugar de asentamiento de pequeñas comunidades. Sociedades más

jerarquizadas probablemente enfocaban la funcionalidad de su asentamiento mediante otro tipo de

variables.

Ilustración 14: Sitios arqueológicos en cercanías a ríos de gran caudal

De otra parte es posible que en ecosistemas donde el medio físico provoca la concentración de los

hábitats en lugares específicos exista una mayor intensidad en la interrelación entre el entorno y la

sociedad, lo que puede desenvocar en la creación de un sistema homeostático o en el agotamiento

de los recursos disponibles por parte de los grupos humanos. El piedemonte llanero es precisamente

un ejemplo de ecosistema donde los recursos y por ende la biocenosis se encuentra concentrada en

puntos específicos, convirtiéndolo en un sistema muy vulnerable al aprovechamiento humano.

Por último, hacia donde se debe dirigir la investigación arqueológica en los llanos orientales?. Es

necesario que futuras investigaciones analicen las riberas de los ríos de gran caudal como el Upía, el

Cusiana y el Unete para evaluar el modelo de asentamiento propuesto. Aún es necesario explorar las

fuentes etnohistóricas para ver el grado de influencia que tuvo la conquista y la colonia en el patrón

de asentamiento regional. De otra parte se requiere una revisión exhaustiva de toda la cerámica

encontrada a lo largo del piedemonte para determinar las diferencias reales en cuanto a técnica,

materias primas y decoración, al mismo tiempo que se deben identificar otras líneas de evidencia

diferentes para marcar esbozar diferencias étnicas y sociales entre la gran diversidad de grupos

prehispánicos que se ubicaban en el pie de monte de los llanos orientales. Finalmente, es apremiante

ejecutar investigaciones básicas que aprovechen la gran cantidad de información desmembrada

existente, producto de las actividades de arqueología preventiva financiadas por el sector de

hidrocarburos del país, antes que el efecto natural del entorno y el “progreso” de la sociedad

occidental agoten los recursos patrimoniales que existen en las tierras bajas del occidente

colombiano.

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