Moises

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Desde que el Homo Sapiens, hace unos 30.000 años, se dio cuenta de su realidad como individuo, empezó a experimentar una inquietud en su interior que aún persiste en la actualidad; la incógnita del por qué somos la única especie animal capaz de saber, es decir, de conocer y comprender y, también, de hablar, de reir y de llorar. El ser humano siempre ha considerado la sabiduría como un estadio superior y ha mostrado respeto a quiénes han adquirido ese estatus. A los sabios se les ha rendido una especial devoción, puesto que desde el principio de la actual civilización se ha creído que esa sabiduría provenía por inspiración divina, desde los sumerios hasta los primeros siglos de la era cristiana. Por ello, dedicamos el título de ésta página a la obra del más Sabio de todos los sabios: El Rey Salomón Quede patente que los objetivos de El Templo de Salomón son los de abrir una puerta a la unión universal mediante la palabra, puesto que no hay mejor don. El uso de la palabra debe poner de manifiesto la intención del diálogo con respeto, comprensión, la mejor voluntad y tolerancia. Con esas premisas, el conocimiento entra en nuestas mentes y en nuestro espíritu de manera fácil y enriquecedora. Invitamos a todos los que sientan las mismas inquietudes, en pos del conocimiento, que nos hagan partícipes de sus opiniones a través del foro, las cuales serán publicadas para paliar las ansias de saber de quiénes tanto lo necesitamos. Durante miles de años las distintas civilizaciones han planteado la perspectiva de la inmortalidad, cada una a su manera. Una de las primeras fue el antiguo Egipto. Hace 5.000 años el pueblo egipcio dedicó gran parte de su singular ingenio en la búsqueda de la vida después de la muerte, dejando tras de sí un legado de enigmas, que el genio moderno aún no ha sido capaz de descifrar. Las misteriosas construcciones de la

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Desde que el Homo Sapiens, hace unos 30.000 años, se dio cuenta de su realidad como individuo, empezó a experimentar una inquietud en su interior que aún persiste en la actualidad; la incógnita del por qué somos la única especie animal capaz de saber, es decir, de conocer y comprender y, también, de hablar, de reir y de llorar. El ser humano siempre ha considerado la sabiduría como un estadio superior y ha mostrado respeto a quiénes han adquirido ese estatus. A los sabios se les ha rendido una especial devoción, puesto que desde el principio de la actual civilización se ha creído que esa sabiduría provenía por inspiración divina, desde los sumerios hasta los primeros siglos de la era cristiana. Por ello, dedicamos el título de ésta página a la obra del más Sabio de todos los sabios:

El Rey Salomón

Quede patente que los objetivos de El Templo de Salomón son los de abrir una puerta a la unión universal mediante la palabra, puesto que no hay mejor don. El uso de la palabra debe poner de manifiesto la intención del diálogo con respeto, comprensión, la mejor voluntad y tolerancia. Con esas premisas, el conocimiento entra en nuestas mentes y en nuestro espíritu de manera fácil y enriquecedora. Invitamos a todos los que sientan las mismas inquietudes, en pos del conocimiento, que nos hagan partícipes de sus opiniones a través del foro, las cuales serán publicadas para paliar las ansias de saber de quiénes tanto lo necesitamos. Durante miles de años las distintas civilizaciones han planteado la perspectiva de la inmortalidad, cada una a su manera. Una de las primeras fue el antiguo Egipto. Hace 5.000 años el pueblo egipcio dedicó gran parte de su singular ingenio en la búsqueda de la vida después de la muerte, dejando tras de sí un legado de enigmas, que el genio moderno aún no ha sido capaz de descifrar. Las misteriosas construcciones de la

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pirámides dejaron en el desierto emocionantes indicios que sólo ahora empezamos a desvelar. Sirva el antiguo Egipto como paradigma de los enigmas históricos. Pero hay muchos más, que, como los Rollos del Mar Muerto, hallados casualmente en Qumrán, en una remota zona del desierto de Judá, en Israel o los códices de Nag Hamadi, hallados también casualmente en unos acantilados del alto Nilo, en Egipto y cerca de Etiopía. La historia, que aglutina las crónicas de tiempos pasados, es cambiante en cuanto a que descubrimientos o hallazgos contemporáneos, pueden dar al traste y hacer tambalear los cimientos de aquellos conocimientos que nos inculcaron y tenemos asumidos como verdaderos, cuando la realidad nos demuestra que, sino falsos, muchas veces se alejan de la verdad o nos han llegado distorsionados. No nos olvidemos de mencionar los orígenes del judaísmo y de la cristiandad, ni del gnosticismo y el islamismo, que impulsaron las corrientes más importantes del saber humano y desembocaron en la creación de numerosas escuelas filosofico-herméticas y enigmáticas órdenes tan importantes como la del Temple , los Constructores de Templos o los sufies.

Nuestro propósito es invitar a todo el que quiera, sea de cualquier religión o creencia, agnóstico o ateo a que nos de su punto de vista, su opinión o pregunte, a través de nuestro foro, sobre cualquier tema que sea o le parezca de interés, inexplicable o enigmático dentro de lo histórico, físico o metafísico. Tal vez entre todos lleguemos a un entendimiento común y que no nos sintamos tan solos sabiendo que existen otras muchas personas con las que compartir nuestras inquietudes e impresiones, sin sentirnos desplazados, ni rechazados por todos aquellos que, ignorantes, eluden o no se atreven a entrar en debate y se conforman en ver pasar el tiempo y la vida ante sus ojos sin intentar querer SABER. Los Sumerios

ORÍGENES Y ANTECEDENTES

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Como ya es conocido, nada surge espontáneamente. Para comprender porqué los sumerios llegaron a un alto nivel de civilización hay que tener en cuenta dos factores. FACTOR GEOGRÁFICO Los territorios en los que estaban asentados eran los comprendidos entre los ríos Tigris y Eúfrates, el actual sur de Irak. Esta es la zona meridional de lo que también se conoce como Mesopotamia (entre dos ríos), o Creciente Fértil (por su forma de media luna y aptitudes para los cultivos). La existencia del agua fue primordial para la aparición de la agricultura, la utilización del adobe como material de construcción y también como medio de transporte de mercancías a través de ríos y canales. Sin embargo esta zona carece totalmente de materias primas (piedra, metales y madera), lo que provocó su búsqueda en otros lugares como Anatolia, Siria, el Cáucaso, Líbano y Montes Zagros, de esta necesidad nació el comercio.

FACTOR SOCIAL Los excedentes agrarios provocan la especialización de los individuos, ya no es necesario que cada uno cultive ni recolecte su alimento, aparece el intercambio y la artesanía. El mejor lugar para intercambiar sin duda era en la Ciudad, que se van creando según van aumentando la necesidad de nuevos productos. La Ciudad además es refugio de ataques. Estos cambios provocan una complejidad social tal, que hacen su aparición diferentes clases sociales, según su riqueza y función. Aparecen grandes señores y sacerdotes que pronto acaparan el poder. Con estos factores nos encontramos unas primeras culturas preurbanas hacia el 7.000 a.C., que ya tenían artesanía y cerámica. El origen étnico de los sumerios es verdaderamente intrigante pues no corresponde con las tribus

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semitas que poblaban esas tierras. Las explicaciones más creíbles nos indican que seguramente fueran una evolución de las poblaciones autóctonas, otras teorías hablan que llegaron de la zona del mar Caspio y otros de la India. La cultura llamada del Obeid (hacia el 4.500 ), se desarrolló en lo que se podría llamar primer asentamiento urbano, Eridu, la cual se sabe por restos arqueológicos que tenía gobernante y templos, así como una gran cerámica, también construyeron canales. Más tarde apareció la cultura de la ciudad de Uruk, auténtico precedente de la civilización sumeria. A Uruk se la puede considerar como la primera ciudad-estado (3.500-3.000), además es en donde se han encontrado los restos de escritura más antiguos, sin duda como respuesta a la complejidad de la organización urbana, estos primeros escritos están relacionados con la organización de los almacenes de los templos. Así pues nos encontramos hacia al año 3.000 con el principio de una nueva cultura que sobrepasará a las anteriores y que ante esta nueva organización social pasará a llamarse Civilización. La cultura de Uruk fue imponiéndose poco a poco, sin embargo no llegó a crearse un gran reino sino que era un país formado por varias ciudades-estado. Toda ciudad tenía un Zigurat (pirámide escalonada para observar los astros y hogar del Dios de la ciudad), un Palacio del rey, un Templo y asentamientos agrícolas en las afueras. Su historia se divide en tres periodos principales. Periodo Predinástico (2.900-2300) En esta primera época destaca la violencia con la que luchaban entre ellas, aunque nunca llegaban a destruirse del todo. Las ciudades más importantes de las que tenemos constancia arqueológica fueron Uruk, Ur, Kish, Nippur, Umma y Lagash. De entre ellas destacaba Kish como centro espiritual sumerio pues según su religión fue esa ciudad a donde llegó el primer rey después del diluvio, este trono era muy deseado y quien lo poseía solía ser árbitro de los conflictos entre ciudades. De la ciudad que más datos tenemos en esta época es de Lagash, gracias a la gran cantidad de escritura y restos arqueológicos encontrados, aunque no era la más importante. Estaba situada en la ribera del Eúfrates y al igual que

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todas las ciudades tenía muchos poblados agrícolas en su territorio. Una de las principales características de este estado-ciudad eran las guerras continuas con su vecina Umma, de cuyos enfrentamientos tenemos gran cantidad de datos escritos. Así sabemos como el gobernante Eanatum conquistó Umma, sometiéndola a tributo y quitándola amplios territorios. Con esta victoria fue proclamado Ensi (señor) de Umma y Lugal (rey) de Kish. También envió expediciones militares y comerciales al norte e Irán. Años más tarde llegaron los enfrentamientos internos entre el Palacio y el Templo, es decir el poder del príncipe contra el de los sacerdotes, por la hegemonía económica dentro de la ciudad. Al continuar las guerras contra Umma la ciudad sufrió una alta degradación al aumentar la presión social de las clases privilegiadas sobre las humildes, para mantener el interminable conflicto. Al final la situación se hizo insostenible, hasta que un nuevo príncipe-gobernante, Urukagina, realizó una serie de reformas que aliviaron económicamente a la población menos favorecida, además instauró una serie de leyes que les protegían de los abusos. Es de destacar la preferencia del pago de multas, frente al difundido “ojo por ojo”, de los condenados, además quitó gran poder a los sacerdotes del templo. Sin embargo hacia el 2.300 la ciudad de Umma se había recuperado, un príncipe llamado Zagasi, consigue conquistar Lagash, a la que destruyó tras cientos de años de guerras. No sólo conquistó a su eterna rival, sino que tomó las ciudades de Ur, Kish, y Uruk, llegando su expansión hasta la región Sirio-Palestina, lo que le valió el título de Lugal-zagesi. A pesar de haber creado una especie de reino, el tiempo de los sumerios iba a cambiar radicalmente por la aparición de un nuevo factor exterior....los acadios. El Imperio de Akkad. (2.300-2.200) El norte de Sumeria estaba poblado desde hacía miles de años por poblaciones semitas. Éstas fueron absorbidas culturalmente, en parte, por los sumerios en un proceso lento de mestizaje. Los semitas se fueron instalando poco a poco en las ciudades del norte (en la región de Babilonia), sobre todo en Kish, hasta que apareció un hombre de origen humilde, llamado Sargón, que se hizo con el poder en la ciudad sobre el año 2.300, ante la debilidad de los sumerios por sus guerras internas. Pronto Sargón de Akkad, nombre de la ciudad que eligió como capital, fue conquistando toda Mesopotamia,

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creando un Imperio desde el Mar Arábigo hasta las costas del Mediterráneo, pasando por Siria y Asia Menor, una extensión jamás conquistada por nadie anteriormente y por lo que Sargón es considerado el primer emperador de la historia, de hecho se proclamó como “Rey de las Cuatro Zonas”, es decir de todo el mundo conocido por ellos. Esta nueva entidad política necesitaba una nueva organización, se dividió el Imperio en provincias con gobernadores, además se creó una especie de servicio de correos para una mejor administración y control de las provincias. Estas conquistas fueron posibles gracias a la creación de un ejército regular y la aplicación de nuevas tácticas militares. También se utilizó el ejército para campañas militares con objetivos económicos y comerciales, como sabemos las materias primas escaseaban por esta región. En estos años la cultura sumerio-acadia se fue fundiendo en una sola, aunque los sumerios nunca aceptaron ser sometidos por sus vecinos del norte. Hacia el 2.150 la presión de una nueva oleada de pueblos nómadas, los Gutis, procedentes del Kurdistán, y los intentos de independencia de las ciudades sumerias del sur, hizo sucumbir el imperio heredado de Sargón. La sociedad sumeria estaba condicionada en gran parte por su concepción religiosa del mundo. Las grandes catástrofes naturales que sufrían de vez en cuando (sequías e inundaciones), les hizo ver que no eran el centro del universo. El hombre estaba hecho para servir a los dioses, para que fueran benévolos con ellos. Con esta mentalidad es fácil entender el poder que tenía la clase sacerdotal, los almacenes del templo solían ser los más ricos por donaciones o por la cosecha de sus propias tierras, las cuales se consideraban tierra de los dioses. El templo y el clero era una unidad económica independiente que organizaba su propio comercio, tierras y escribas. El poder civil estaba en manos del príncipe, los cuales nunca llegaron a ser divinizados hasta la época de Ur III. Eran sin embargo el juez supremo y jefe militar de su territorio. De él se esperaba protección y construcciones públicas en beneficio de la ciudad. El Palacio en el que vivía era un centro económico y administrativo, desde el cual se gobernaba al estado-ciudad.

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La administración estaba dirigida por un ministro del príncipe, el cual organizaba y distribuía los impuestos, organizaba expediciones militares y controlaba los almacenes y a los escribas, los únicos que sabían escribir. La mayor parte de la población de la ciudad se dedicaba a la agricultura, también había comerciantes y artesanos. La esclavitud no estaba muy extendida aunque existía, eran sobre todo prisioneros de guerra o cautivos por deudas sin pagar. Los sumerios fueron grandes constructores, sin embargo la poca utilización de la piedra (no había canteras) y el uso común del adobe ha provocado que no nos haya llegado ninguna gran obra en buenas condiciones. El edificio principal fue el Templo y el Zigurat, morada del dios de la ciudad y desde donde se observaban los astros. La cosmología sumeria era muy complicada y dedicada a la interpretación de los deseos de los dioses, para ellos el universo era un caos. El hecho de construir con barro hizo que nunca se llegara a utilizar la columna de piedra, con esto al tener que aumentar o cambiar algo de un edificio lo que hacían era tirarlo y hacerlo de nuevo. Así se construía sobre los restos de lo anterior, al cabo de los siglos la tierra se fue amontonando y dio al paisaje llano de la zona una característica común, los “Tell”, es decir, montañas de tierra que fueron antiguas ciudades. Lo que si nos ha llegado en abundancia han sido la orfebrería y los relieves en piedra. Gracias a estos elementos conocemos la mayor parte de la vida de los sumerios. Las estatuillas de ofrendas eran muy comunes y representaban a las personas rezando. Los sellos y relieves en piedra nos han conservado el tipo de vida que hacían, desde el trabajo en el campo o la ciudad hasta las guerras. La escritura

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El legado de los sumerios es importante en muchos aspectos pero el más destacado sin duda fue el de la escritura. La lengua sumeria no tuvo parentesco con ninguna otra de su época, no ha habido ningún vocabulario en el mundo que se le pareciera. Era una lengua de tipo

aglutinante (como el turco o finlandés), es decir, una palabra consta de una raíz que expresa un concepto y una partícula anexa que le da el significado. También se formaban palabras con dos raíces, lu=hombre, gal=grande, lugal=hombre grande=rey. La escritura propiamente dicha apareció sobre el 3.500 a.C. en Uruk, al ser una zona de mucho barro pronto se dieron cuenta que la mejor forma para escribir era en tablillas de este material, que luego se cocían para endurecerlo. En un primer momento era una escritura pictográfica, es decir, se intentaba reproducir lo más fielmente posible la imagen de la cosa o acción que se pretendía expresar. Para los casos que podían ser confusos se les añadía otra imagen anexa, con el tiempo esa imagen con su signo auxiliar se asoció solamente a su valor fonético, apareciendo las palabras en sí. El siguiente cambio en la escritura pictográfica fue debido al uso de las tablillas de barro para escribir. Al principio se escribía con una pequeña caña de forma corrida, con líneas rectas y curvas. Sin embargo pronto se dieron cuenta que en barro era más fácil escribir presionando una pequeña cuña, que hacía una incisión. De aquí viene el nombre que recibe este tipo de escritura:cuneiforme . Ahora sólo se podían reproducir líneas rectas, que si bien intentaban seguir reproduciendo al objeto o verbo, adquirieron una forma peculiar que con la evolución del tiempo las transformó en palabras que ya no se parecían pictóricamente a la palabra original. Una característica curiosa de esta lengua eran los dialectos, utilizados según la categoría social del hablante. El éxito de poder comunicarse de forma duradera y segura no sólo se utilizó para la administración y el comercio, aunque esta ha sido el 90 % del material escrito encontrado. Hacia el 2.700 ya se escribía rica literatura, que aunque era bastante monótona tenía una temática variada. De hecho los motivos

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literarios del Diluvio como castigo a los hombres, la búsqueda de la fama por el héroe Gilgamesh, el infierno, las fábulas, los proverbios, etc... Aparecieron a la sombra de esta civilización. Con los sumerios apareció lo que llamamos Civilización, con ellos aparecieron los rasgos tanto positivos como negativos de nuestra especie en sociedad. Cerca del año 3.000 también aparecieron otras civilizaciones renombradas como la egipcia, la china o la cultura del Indo, sin embargo en Mesopotamia se dieron las circunstancias para que este pueblo fuera el primero en convertirse en el verdadero “pueblo elegido”.

Moisés

Moisés según opinión laica

Profeta y legislador de Israel cuyas acciones están descritas en el libro del Éxodo (siglo XIII aC ). Sin embargo, dicho libro del Antiguo Testamento está escrito en un registro literario y simbólico que deja en la penumbra la figura histórica de Moisés, rodeándola de milagros, prodigios y leyendas; e incluso existen dudas sobre la existencia real de Moisés, que podría ser un mito. De haber existido, Moisés sería un personaje de origen desconocido, criado en la corte de los faraones, su nombre es egipcio y la leyenda habla de un niño abandonado y salvado de las aguas del Nilo. Parece ser que, hacia 1230 o 1250 aC, Moisés se retiró a meditar al Sinaí, donde creyó recibir un mensaje divino que le ordenaba liberar a los judíos refugiados en Egipto y sometidos a duras condiciones de cautiverio. Consiguió unificar a varios clanes hebreos partidarios de regresar a Palestina e iniciar con ellos un largo viaje hacia la “Tierra Prometida”, huyendo de la persecución del faraón egipcio Ramsés II. Durante la travesía, Moisés dijo haber recibido varias revelaciones directamente de Dios, con las que dio forma a la religión judía: una alianza entre el único Dios “Yahvé” y el pueblo hebreo, que en adelante se mantendría fiel al monoteísmo fundado por Abraham; y un conjunto de leyes que incluían el culto del “Arca de la Alianza”, la instauración del clero y diez mandamientos de orden moral y religioso.

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El relato bíblico habla de la deslealtad del pueblo hacia su Dios, que éste castigó haciéndole vagar por el desierto durante cuarenta años, refiriéndose probablemente al periodo de vida nómada al que se vieron obligados los hebreos en el sur de Palestina, mientras iban penetrando progresivamente en el territorio ocupado entonces por los cananeos y asentándose en pueblos sedentarios. Moisés, anciano ya cuando salieron de Egipto, moriría sin haber visto la Tierra Prometida, cuya conquista está representada en la Biblia por Josué. Moisés no fue sólo el dirigente del éxodo judío hacia Palestina, sino también el autor de los fundamentos de la ley judaica; si bien, el contenido de sus leyes no difiere mucho de las que predominaban en el Oriente Medio por aquella época, a excepción del componente monoteísta, que no fue creación de Moisés. La ley está contenida en los cinco libros del Antiguo Testamento que forman el Pentateuco y que constituyen la Torá de los judíos, a saber, Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. La tradición religiosa supone a Moisés autor de los cinco libros, si bien parece probado que no pudo serlo más que en muy pequeña parte y que el grueso de su contenido fue redactado mucho después. En todo caso, su figura es venerada tanto por la religión judía como por cristianos y musulmanes.

Moisés según el pensamiento católico El legislador por excelencia del pueblo de Israel, uno de los grandes profetas de la Biblia, el libertador de los judíos de la cautividad de Egipto, que condujo a los hebreos desde las tierras del Nilo hasta la tierra prometida. Habiendo sido impuesto originalmente por una princesa de Egipto, este nombre es, sin duda, egipcio en su origen. El nombre hebreo de Moisés, moseh, se vuelve a encontrar en la familia levítica de musa. Su etimología es discutida. En tiempo de Filón y de Josefo se derivaba del copto (MO = agua, use = salvar), lo cual correspondería a la etimología popular que la Biblia pone en boca de la hija de Faraón "pues yo le he sacado del agua". Si buscáramos una etimología semítica, echaríamos mano de la raíz msh, conocida en hebreo (pero muy rara) y en árabe: "[Dios] ha sacado [al niño del peligro o del seno materno]".

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En todo lo que hizo y enseñó no fue más que el agente del Altísimo, y, sin embargo, la revelación que de su propio carácter se nos da es honrosa. Es elogiado como el hombre de Dios y, en un sentido elevado, el siervo de Dios. Escogió el servicio de Dios deliberadamente, a despecho de las fuertes tentaciones que tuvo de seguir una carrera mundana. El se consideró desde un principio como redentor de su pueblo, y al dar muerte al egipcio lo hizo en su carácter de tal, y así explica Esteban ese hecho. La desconfianza que él manifestó cuando fue llamado a la edad de ochenta años a acometer una empresa que él había creído desesperada cuando tenía cuarenta, le fue perdonada por Dios. Aunque naturalmente propenso a la ira y a la impaciencia, se dominó a sí mismo hasta el grado de merecer que se le llamara el más manso de los hombres; y su fe, humildad e indulgencia, la sabiduría y el vigor de su administración, su inquebrantable celo y fe en Dios, y su desinteresado patriotismo, son cosas dignas de toda imitación. No colocó a sus hijos en puestos públicos donde ejercieran poder y recibieran provecho. Muchos rasgos de su carácter y de su vida suministran interesantes elementos que lo hacen uno de los tipos de Cristo en sus diversas facetas, de Cristo como el libertador, el gobernante y el gala de su pueblo, rechazado por él, pero amándolo siempre, intercediendo por él como mediador, rescatándolo, enseñándolo y alimentándolo hasta llegar a la tierra prometida. Todas las instituciones religiosas de Moisés dirigían la mente del adorador hacia Cristo; y de El mismo en el monte de la Transfiguración —2.000 años después de su muerte— pagó su homenaje al profeta que El había predicho; contempló aquel "buen monte" y el Líbano, y le fue permitido conversar con el Creador sobre el más glorioso de los temas, la muerte que Él había de recibir en Jerusalén. Moisés fue el autor del Pentateuco, nombre con que se designan los cinco primeros libros de la Biblia. En la composición de ellos pudo haber sido ayudado por algunos escribas o por Aarón, que llevaba un registro de los negocios públicos. Algunas cosas fueron agregadas posteriormente por algún otro autor inspirado, como, por ejemplo, el último capítulo del Deuteronomio. El salmo 90 se atribuye también a Moisés; y los sublimes y piadosos sentimientos que en él se notan, adquieren una nueva significación si se reciben como escritos por él cuando estaba cerca del término de su peregrinación. Hay quienes le han atribuido el libro de Job, entre ellos

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algunos rabinos de renombre y diversos Padres de La Iglesia. Sus cánticos triunfantes son un preludio del canto final y eterno de Moisés y el Cordero. Sus escritos manifiestan la familiaridad del testigo que relata aquello en que él mismo tomó parte, y los monumentos de Egipto que existen hoy día todavía, confirman sus observaciones hasta en sus mínimos detalles.

Según criterio judío La Torá es muy clara en la interpretación: "del agua extraído" (en hebreo). El problema es que la hija del Faraón, llamada en el Talmud como Batia, difícilmente sabía hebreo. Tenemos, al menos, cuatro posibles argumentos al respecto. Como reconoció en él a un niño hebreo, preguntó entre sus esclavos de ese origen algún nombre apropiado (Ibn Ezra). Moshé era su nombre hebreo, el que le impuso su madre y nodriza; pues, en la corte era conocido como Monius, o algo parecido (Ibn Ezra). Así como Yehudá es traducido como Judás, Menashé por Manases, Java por Eva -Moshé en hebreo era Monius en egipcio. La hija del Faraón fue investida de la facultad, involuntaria e inconsciente de la profecía, por lo cual sin quererlo ni saberlo nombró así al niño, y no exclusivamente por haber sido rescatado de las aguas, sino porque rescataría a través de las aguas, rescataría con agua, y sería perdido por causa del agua. La joven hermana de Moshé, Miriam, se hallaba presente, quizás "casualmente" le fue permitida su cercanía, o quizás trabajaba en el séquito de la faraona. Ella pudo sugerir el nombre Moshé, pues sabía hebreo, pero al mismo tiempo sabía que esa palabra tendría un significado para los egipcios, pues m-s-e, según tengo entendido, tal como dice Freíd en "El nombre Moisés y el monoteísmo" significa "hijo" en egipcio antiguo. Pensemos en Ra-mses (hijo de Ra), o en Tut-moses (hijo de Tut), así pues, llamaron en egipcio al niño, simplemente, "Hijo". Iosef ben Matitiau (Flavio Josefo) da otra versión en "Antigüedades judías": Mo = "agua"; Ouses = "salvado de", que coincide exactamente con el sentido del nombre explicado por la Torá. Meguilá 13a nos da otros apodos de Moshé: Iered, Guedor, Sojo, Iekutiel, Zenoaj, Abi.

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La Tradición nos da el año 2448 de la Creación como el año de Ietziat Mitzraim, es decir, Salida de Mitzraim. Moshé para ese entonces era un octogenario. 2448 - 80 = 2368 desde Creación del Mundo. Año 2448 CM = 1312 AEC, fecha que corresponde con la asunción de Seti I como faraón, en lugar de Ramses I, quien apenas gobernó dos años, y al parecer en medio de grandes tribulaciones, habiendo sido anteriormente visir y jefe del ejército. ¿El famoso Ramses despótico de la Torá afectado por las plagas, quizás? Por lo tanto, 2368 CM = 1392 AEC, como año del nacimiento de Moshé. Estamos a escasos seis años de que asuma como faraón Amenofis III, sucediendo a Tutmosis IV. Amenofis III es conocido como un rey "fanático" constructor y en la cumbre del poder, ¿no suena conocido? La fecha del año 1220 AEC; otros dan 1440, etc. Para la Salida de Mitzraim, que dan algunos historiadores, no coincide con la Tradición, pero, es que no existen fundamentos "científicos" para ninguna de las fechas, por lo cual, preferimos la de la tradición. Como este asunto no es halajá, sino majshavá uno es libre de suponer lo que prefiera, en tanto no sea pecado. Se hace hincapié en que las fechas y faraones, son probables. Al igual que con el nombre Moshé, y con las fechas, sus padres son otro tema misterioso. Es más, en general los nombres en el Tanaj y al parecer en la remota antigüedad, eran "circunstanciales" o al menos no eran "de por vida" (Avram -> Avraham; Iaacov -> Israel; Oshea -> Iehoshua; Ierobaal -> Guideon...). La primera mención es: "Cierto hombre de la tribu de Leví tomó por esposa a una mujer levita." (Shemot / Éxodo 2:1). Shemot 6:20 y Bemidbar 26:59 mencionan como los padres de Moshé a Iojebed y a Amram ¡su sobrino!, al parecer las costumbres faraónicas fueron adoptadas por algunos hebreos, ambos pertenecientes a la tribu de Leví, hijo de Israel. I Divrei HaIamim 5:29 reitera el nombre del padre, como Amram. El midrash nos dice que la partera llamada Shifra, del capítulo primero de Shemot, no es otra que Iojebed. Y Pua, la otra partera, era Miriam. Esto nos puede servir para corroborar la presencia de Miriam en la Corte, como argumentamos más arriba, pues, ¿acaso sólo dos partes hebreas había para

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un pueblo tan numeroso? Naturalmente que no, pero estas dos eran las cercanas al trono faraónico (Seforno). Sobre su madre adoptiva, la faraona Bitia o Batia, Sota 12b y Meguilá 13a nos indican que abandonó la idolatría, y que luego desposó a un hebreo. ¿Era ya conciente de la ruina que representaba la idolatría antes de la Revelación de Dios a Moshé en Joreb? ¿Educó de esa manera a su hijo? (Sanhedrín 19b).

Relación con Akenatón, ex Amenofis IV y... ¿Hermes Trismegisto? Algunos místicos no judíos creen reconocer que uno sólo es ambos personajes. Otros consideran que Moshé era familiar o al menos seguidor del faraón revolucionario. La única relación que podemos colegir, sin bases, es que ambos fueron contemporáneos, fueron criados juntos o al menos se conocían y compartieron algunas experiencias. Durante el reinado del faraón precedente ambos, seguramente, debido a su alto cargo tuvieron oportunidad de ejercer algún poder; político, religioso, militar, etc. Y, que alrededor de la época en que Moshé fuga a Midian, Akenatón se convierte en faraón. Quizás, en lugar de pensar que las ideas monoteístas de Ajnatón fueron copiadas por Moshé, podemos suponer que ambos recibieron un aleccionamiento de lo que fue la historia de Iosef, aquel enorme visir que logró elevarse de la condición de esclavo extranjero hasta la cima, todo gracias al poder del único Dios. Y hasta incluso de la filosofía arcaica hebrea, comenzada por Avraham. Tal vez, este conocimiento le sirvió a Ajnatón para remodelar, fallidamente, las creencias egipcias. Y a Moshé para convertirse en justiciero –luchador- por la dignidad de la persona, y luego, en pastor, para más tarde transformarse en mensajero y siervo de Dios.

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¿Hermes Trismegisto? Uno de los periodos que más han llamado la atención del investigador y aficionado, es la época Amarniense , que se enmarca en el imperio nuevo egipcio (Segunda mitad del II milenio) y concretamente en la XVIII dinastía. Cronológicamente, el periodo Armaniense abarca del 1358 al 1340 a.C. y se centra en la figura de Amenófis IV, también llamado Ajnatón, Neferkheperure, Aknatón o Amenhotep IV . Amenófis IV hijo del gran Amenofis III se convirtió en el príncipe heredero tras la muerte de un príncipe llamado Tutmosis .Comenzó su reinado otorgándose el título de "sumo sacerdote del Diós Sol ", posteriormente se ideó el nombre de "Re-Harakhty" que significa "Que se alegra en el horizonte en nombre de Atón ". ". El desarrollo de este culto monoteísta no dejaba casi lugar al resto de divinidades tradicionales, cerrando templos politeístas y retirando los nombres de Amón. Con esta revolución religiosa, artística y política, el faraón pretendía reforzar la unidad de Egipto con los territorios conquistados y librarse de los sacerdotes de Amón. Debe tenerse en cuenta que en casi todas las revoluciones existe una duplicidad de protagonistas; Uno de carácter ideológico teorizador y un segundo protagonista de carácter práctico y realizador. Uno de los casos más llamativos es el de Moisés, cuyo verdadero inspirador teológico fue, según algunos historiadores, el singular faraón Ajenatón. Ajenatón o Akenatón fue un fervoroso enamorado de su esposa principal Nefertiti, la cual desempeño un papel importante en tales cambios, siendo de gran apoyo al faraón, Además de darle seis hijas, fue fiel a su culto, llegando incluso a padecer en vida un glaucoma en su ojo izquierdo a consecuencia de mirar fijamente al sol. Pero Nefertiti no fue la única, la endogamia era corriente en las familias de los faraones para así mantener la pureza de la raza y Ajenatón se casó con una de sus hijas llamada Ajsenpaatón y con ella tuvo una hija que era a la vez nieta llamada Ajsenpaatón-Tashari. Además, parece que Ajenatón se casó con otra de sus seis hijas, la princesa Maketatón. ¿Qué significan tantas bodas entre consanguíneos? Cuando Moisés después del éxodo, vuelve la mirada hacia el pasado y recuerda las

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escenas del incesto vistas en Egipto, "La casa de la esclavitud", no vacila en prohibir semejante abominación. En el Levítico, podemos leer en el capítulo 18 "…No haréis lo que se hace en Egipto donde habéis morado, ni haréis lo que se hace en Canaán donde yo os llevo…ninguno de vosotros se acercará a una consanguínea suya para descubrirle su desnudez…". Sin embargo para algunas egipcias la idea acerca de lo que los judíos llamaban abominaciones era muy distinta. Las egipcias opinaban que la más bella unión amorosa es aquella en que se conjugan los amores paternal, maternal o fraterno con el amor carnal .Moisés al prohibir el incesto, prohíbe algo más que una costumbre egipcia, si no ¿Qué representa el episodio narrado en el capítulo 19 del Génesis cuando las dos hijas de Lot embriagan a su padre para acostarse con él y tener hijos con él? Moisés prohíbe el incesto judío para prevenir de nuevo el nacimiento de dos grandes enemigos de Israel: Los Moabitas y los Ammonitas. A primera vista parece que la conducta de Ajenatón en el terreno afectivo, es incompatible con su delirio místico-religioso, pero debe tenerse en cuenta que las distintas religiones ejercen presiones de intensidad y de signo muy variado sobre el comportamiento sexual y que en este sentido los dioses egipcios no crearon una moral restrictiva. Amenofis IV no cambió su nombre por el de Ajenatón, que significa “beneficioso para el disco solar” o bien, “Atón está satisfecho”, hasta su quinto año de reinado, estableciendo su residencia y centro de su nueva religión estatal en Akhetatón, “horizonte del disco solar”. El faraón la edificó en suelo virgen, no contaminado por la presencia de anteriores dioses y aunque no se saben las causas de tal elección se sugiere que una de las razones pudo ser la apariencia que tiene el paisaje a un determinado jeroglífico en forma de "Amplio horizonte". Durante su breve reinado sufrió una fuerte oposición por parte de los antiguos sacerdotes, que desde la IV dinastía no habían sufrido una tendencia monoteísta. Un país politeísta con un arraigado conservadurismo se resistió a semejante cambio. Ajenatón descuidó aspectos como la política exterior y la administración del país.

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Tras la temprana muerte del faraón, los restos de Tell El-Amarna fueron desmantelados, sin embargo aún nos han quedado valiosos testimonios como "El himno al sol”, de Ajenatón, relieves, pequeños objetos, etc. En 1887 se descubrió entre las ruinas de Aketatón un depósito de cartas cuneiformes de virreyes egipcios en Asía , los cuales pedían auxilio al faraón; nunca les llegó. Finalmente los hititas hicieron retroceder las fronteras egipcias hasta Canaán. En cuanto a Moisés, su historia es bien conocida en la Biblia, su educación egipcia y su finalidad monoteísta se asemeja en parte al mítico Ajenatón. ¿Pudo haber sido Moisés y Akenatón una misma persona? Es poco probable porque aunque ambos fueron precursores del monoteísmo, existen entre ellos más diferencias que similitudes porque: 1.- No existen actualmente evidencias arqueológicas sobre la existencia histórica de Moisés, salvo el Pentateuco, mientras que Ajenatón es conocido desde el descubrimiento de El-Amarna en 1824. 2.- Ajenatón fue faraón durante casi dos décadas; Moisés fue sacerdote y después el caudillo que guiaría al pueblo de Israel. 3.- El faraón tuvo como esposa a Nefertiti, probablemente egipcia, mientras que Moisés contrajo matrimonio con Seforah, mujer de raza etíope o bien de Arabia Saudí. 4.- El monoteísmo del faraón se basa en el culto al sol, mientras que Moisés recoge un culto practicado por los antiguos patriarcas hebreos y lo desarrolla. El culto judío es hacia un Dios "a nuestra imagen y semejanza", el del faraón es en forma de astro radiante. Sin embargo Yahvé se mostró ante Moisés como una zarza ardiendo ¿Hay similitud en esto? 5.- La cronología no encaja; Ajenatón reinó hasta el 1340 a.C. con un margen de error de una década, mientras que el éxodo ha sido situado por la mayoría de los autores entre el 1225-1211 a.C. 6.- Las vidas de ambos personajes discurren por distintos caminos y de seguro que abundan muchas otras distinciones que nos hacen pensar que Ajenatón y Moisés fueron distintas personas. ¿Pudo ser Ajenatón el amable faraón que dio la bienvenida a Jacob y a sus hijos?

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Es más verosímil por el contexto, pero la mayoría de autores piensan que no coinciden las fechas; Jacob y José son de una época anterior, tal vez sobre el 1650 a.C. ¿Pudo ser Amenofis III el faraón de la opresión y Akenatón el débil faraón del Éxodo? Aunque el perfil psicológico e histórico del gran Amenofis III encaja perfectamente con el faraón del cautiverio hebreo y las cartas halladas en 1887 procedentes de Canaán sobre las tribus del desierto, mencionan unos "Kharibi" o hebreos, debe tenerse en cuenta que Canaán ya estaba antes poblada por Edomitas, Moabitas y Ammonitas, todos ellos tan hebreos como los hijos de Israel. Así pues, esos documentos no son prueba suficiente para confirmar una aceleración de la conquista de Canaán por parte de los judíos en tiempos de Ajenatón. ¿No seria el general Horemheb el faraón que corría tras los judíos cuando estos iniciaban el Éxodo? No olvidemos que hay quien afirma que Ajenatón tuvo un harén de concubinos y que tuvo por favorito al general Horemheb, futuro faraón. De no haber sido Moisés hombre influyente en la corte ¿Cómo habría salido airoso de su empeño? ¿No sería Moisés la misma persona que aquel Thutmés, hijo de Amenofis IV? ¿Cómo desaparece tan bruscamente de la historia la figura de Thutmés sin dejar más rastro que un látigo con su nombre hallado en la tumba de Tutankamón? La palabra Tutmosis con que describen algunos egiptólogos el nombre de Thutmés ¿No se convertiría en la palabra Moisés? Tutmosis significa hijo de Thot, mientras que Moisés viene de Mu-meses que significa "Hijo de las aguas", así la Biblia lo traduce como "Del agua sacado" (Éxodo 2, 10). El nombre en hebreo no es Moisés, sino Moshe porque la "S" es fruto de la traducción del nombre de Moshe a su equivalente griego. Moshe se asemeja a Mashah que significa en hebreo "sacar" y los redactores del Hexateuco señalaron que ese era el origen del nombre, no obstante esto tampoco es coherente porque Moisés fue sacado de las aguas por una

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princesa egipcia, la cual no le hubiese puesto un nombre hebreo, sino egipcio. ¿Cómo se encontraría Moisés tantas veces en presencia del faraón si no era miembro de la familia real? ¿No sacaría Moisés de aquella ciudad del horizonte de Tum el germen del monoteísmo judaico? ¿Es pura coincidencia que los primeros documentos escritos y fundacionales del judaísmo aparezcan después del desastre habido en la ciudad del horizonte de Tum? Lo más probable es que el éxodo tuviera lugar, tal vez de forma paulatina, entre los reinados de Horemheb y Menerptah y que el paso por el desierto hubiese podido señalar un periodo de reagrupamiento de los evadidos. Quizá la apertura del Mar Rojo fuera un simple episodio relacionado con la inundación de alguno de los canales que los egipcios abrieron en el desierto al objeto de hacer un transporte rápido de piedra, o del canal Nilo-Mar Rojo, esto es, el precedente del canal de Suez. Es muy probable que Moisés, por su altísima preparación cultural, tuviese pleno conocimiento de la infraestructura hidrológica de Egipto. ¿Pudo haber sido Moisés discípulo de Akenatón? Muchos escritores, en la década de los años sesenta, barajaron esa posibilidad; Moisés como sacerdote se había instruido en las ciencias y letras egípcias y aunque Akenatón ya había sido olvidado, Moisés pudo haber tenido acceso secreto a sus enseñanzas monoteístas , verse influido por las mismas e iniciar el ambicioso proyecto de acaudillar a un pueblo tendente a la idolatría. Se habla de varias similitudes en ambos pensamientos: -Único Dios , creador de todas las cosas. -Igualdad entre los seres humanos. -Bondad y justicia, etc.

AKENATON

MOISÉS

Todo país extranjero, por lejos que esté, lo haces vivir.

Las aguas corren por las montañas, descienden a los valles hacia el lugar que tú has fijado.

Pusiste el Nilo en el cielo que hacia Haces brotar fuentes en los

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ellos llega. barrancos, ellas horadan el centro de las cordilleras.

Forma las corrientes de agua sobre las montañas, como el verde mar, para regar sus campos y territorios.

Desde tus altas cámaras alimentas las montañas. La tierra se sacia con el líquido de tu cielo. La tierra se sacia con el líquido de tu cielo.

Desde el alba, desde que tú asciendes por el horizonte, la humanidad está alerta y alzada sobre sus pies.

Sale el sol. Sale el hombre a su trabajo.

El universo entero se entrega a su trabajo. Trabaja hasta la noche.

Los barcos descienden y remontan la corriente. Que numerosas son las cosas que has creado, hombres, rebaños y fieras salvajes.

Que numerosas son tus obras, Yahvé, pequeños y grandes animales son movidos por ti, por ti los barcos navegan.

Todo lo que está sobre la tierra y camina por su pie, lo que vuela en las alturas con las alas desplegadas.

Todos esperan de ti que les des su tiempo y su comida.

Pusiste a cada hombre en su sitio y le proporcionaste lo necesario.

Tú les das, ellos reciben. Tú abres la mano, ellos se sacian .

Cada uno tiene para comer y su vida está predeterminada.

Tú escondes tu rostro, ellos se espantan. Tú retiras tu aliento, ellos expiran.

Tú, no cesas de alentar para que las criaturas vivan.

Tú envías tu aliento, ellos son creados. Tú renuevas la faz de la tierra.

Hay autores que van más lejos y piensan, ¿Y si Moisés creó su propia divinidad? Una religión monoteísta suponía una verdadera revolución vanguardista en una época histórica donde ciertos animales, elementos de la naturaleza o los astros eran dioses que regían sus vidas. Las civilizaciones más avanzadas eran politeístas; Grecia, Egipto, Roma; la existencia de un único Dios rompía todos los esquemas.

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Gervasio Fornier González, catedrático de geografía crítica e histórica de la edad antigua, escribió en 1906 una magnífica obra titulada "Geografía crítica e histórica de la edad antigua " donde afirmaba con sólidos e interesantes argumentos la posibilidad de que Moisés crease una nueva divinidad "Yahvé" que le permitiría su finalidad política y religiosa. Uno de los argumentos más curiosos que expone dicho autor es que la famosa frase Bíblica "Dirás a los hijos de Israel, Que Soy el que Soy y El que Es me ha enviado a vosotros" (Éxodo, 5:14-15), nos recuerda a la frase escrita en la lápida del templo del templo de Sais que dice " Yo Soy todo lo que ha sido, es y será y nadie ha descubierto aún el velo que me cubre”, además de estas hay otras similares con inscripciones dedicadas a Ptah, Ra, Ammon, Osiris y otras divinidades. El lector de este artículo habrá notado que a medida que avanza la redacción de este texto, las cuestiones son más atrevidas y arriesgadas, lo cual no significa que no pudieran ser ciertas y llegamos a la última cuestión: ¿Y si el Éxodo no existió y personajes como Moisés y Aarón son un mito? Realmente algunos así lo entienden, pero al igual que no se ha podido demostrar la historicidad del Éxodo, tampoco se ha podido demostrar lo contrario. Ciertos autores creen que la historia del Éxodo está inspirada en leyendas egipcias como el cuento del pendiente de la remera y que la historia de Ajenatón influyó en el desarrollo de la mitología judía, plagiando incluso los textos egipcios, de esta forma Moisés y Aarón serían personajes míticos que nunca existieron.

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Jesús nació 3.000 años antes de Cristo

Tengo 62 años y nací en Taradell (Barcelona). Fui sacerdote, soy teólogo e investigo las fuentes egipcias de los Evangelios. Me casé hace 23 años con la historiadora Claude-Brigitte Carcenac y tenemos dos hijos, Laetitia (20) y Joan Tomàs (14). Soy agnóstico. Los evangelistas construyeron la vida de Jesús utilizando textos egipcios. Llogari Pujol amaba tanto a Jesús que le siguió al seminario de Vic: pasó allí 7 años, se hizo sacerdote. Pero él necesitaba saber más sobre Jesús, saberlo todo, y para eso se fue a la Universidad de Estrasburgo: se hizo teólogo, estudió durante 10 años textos bíblicos y egipcios, y aprendió demótico en la Sorbona (con madame de Cènival) para leer en textos originales. Descubrir que los evangelistas copiaban los textos egipcios le sacudió y enfermó. Perdió la fe, dejó el sacerdocio. Se casó con una compañera estudiante, y juntos escribieron "Jesús, 3.000 años antes de Cristo. Un faraón llamado Jesús" (Plaza & Janés): "Es un estudio, de hecho, de literatura comparada...". Él prosigue, y clama: "¡Debería crearse ya en Cataluña un gran centro de estudios de las religiones!" -Navidad: el niño Dios ha nacido. -Pero no hace 2.000 años. -Hay un desfase calendárico de tres o cuatro años, ¿no? -No, no me refiero a eso: ¡yo le hablo de hace 5.000 años! La idea del niño dios nació 3.000 años antes de Cristo... -¿Cómo? ¿A qué niño dios se refiere? -¡Al faraón! A la figura del faraón del Antiguo Egipto: era considerado "hijo de dios". -No veo la relación entre el faraón y Jesús. -Es esta: a Jesús se le atribuyeron las enseñanzas y los rasgos característicos del faraón.

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-Bueno, quizá haya coincidencias, pero... -¡Los paralelismos son infinitos! -A ver. -Ya 3.000 años a.C., el faraón era considerado hijo de dios: como luego Jesús. El faraón era a la vez humano y divino: como luego Jesús. Su concepción le era anunciada a la madre: como luego la de Jesús. El faraón mediaba entre dios y los hombres: como luego Jesús... El faraón resucita: como luego Jesús. El faraón asciende a los cielos: como Jesús... -¿Jesús, un clon del faraón? Qué cosas... -¿Se sabe usted la oración que nos dicen que Jesús creó y enseñó: el padrenuestro? -Por supuesto: "Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre...". -Esa oración se encuentra en un texto egipcio ¡del año 1.000 a.C.!, conocido como "Oración del ciego". Y en ese mismo texto están, también, las que luego serán las Bienaventuranzas de Jesús. Óigame: toda la teología del Antiguo Egipto asomará luego en Jesús. -¿Sí? ¿Seguro que es así? -Y no sólo eso: también el Antiguo Testamento (600 a.C.) está impregnado del monoteísmo del faraón Akenatón (1360 a.C.). -Volvamos a Jesús: su concepción divina... -La teogamia (matrimonio divino) viene de Egipto: dios engendra en una reina al nuevo faraón. Y hay un texto egipcio (en demótico) del año 550 a.C., "El cuento de Satmi", que relata esto: "La sombra de dios se apareció a Mahitusket y le anunció: ¡Tendrás un hijo y se llamará Si-Osiris!". ¿Le suena? -El ángel de la Anunciación, María... -Muy bien. ¿Le digo qué significa Mahitusket? ¡"Llena de gracia"! Y Si-Osiris significa "hijo de Osiris": o sea, hijo de dios. -Ya... ¿Y quién es Satmi en ese cuento?

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-El esposo de Mahitusket. "Satmi" significa "el que acata a dios": igual hará luego José, llamado "el justo" por el Evangelio... -Luego, a Jesús querrá matarlo Herodes... -En la mitología egipcia, Seth quiere matar al bebé Horus, y su madre, Isis, huye con él: ¡como la Sagrada Familia huye a Egipto! -¿Y el oro, el incienso y la mirra, qué? -Los egipcios los tenían por emanaciones del dios Ra: el oro era su carne; el incienso, su perfume; la mirra, su germinación. -¿Y los pastorcillos, qué? -¡La imagen del buen pastor está pintada cientos de veces en templos egipcios! -¿Y la circuncisión de Jesús, qué? -Era ritual entre los sacerdotes egipcios. Y en el cuento de Satmi, Si-Osiris, a los 12 años, discute de tú a tú con los sabios del templo. ¡Como de Jesús nos cuenta el Evangelio! -¿Y del bautismo de Jesús, qué me dice? -Contemple esta imagen de un sacerdote: está bautizando al faraón con agua del Nilo... -¡Oiga, todo me lo hace cuadrar, usted! -Todo está en antiguos textos, pinturas y bajorrelieves egipcios. Mire este, del año 300 a.C.: el rey Ptolomeo está postrado ante Isis, e Isis le dice: "Te daré todos los reinos de la Tierra". ¡En el Evangelio, Satanás tentará a Jesús copiando esto palabra por palabra! -¿Y qué me dice de los milagros de Jesús? -¿Ve esta pintura de un banquete? Está en la tumba egipcia de Paheri (1.500 a.C.): escenifica la conversión de agua en vino por el faraón. ¡El mismo milagro que hará Jesús en las bodas de Caná! Y cuente las jarras... -Una, dos, tres... seis jarras. ¿Qué pasa? -En el milagro de Jesús, las jarras son seis. Los teólogos aún se preguntan ¿por qué seis?Pues porque se copió del relato egipcio.

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-¿También el faraón hacía el milagro de multiplicar panes y peces? -No, ese lo hizo el dios Sobk, como cuentan los "Textos de las pirámides" ¡del año 3.000 a.C! Sobk es el dios-cocodrilo, y da pescado y pan blanco a la gente de la orilla del lago Faiun... ¡Y camina sobre sus aguas! -Ya capto, ya... -Y una curiosidad: en pinturas góticas sobre escenas de pesca milagrosa de los apóstoles he descubierto que los peces son "tilapias nilóticas", ¡especie que sólo está en el Nilo! -¿Algún otro paralelismo? -El relato de Sinuhé (2.000 a.C.): es un príncipe que teme reinar, y se va de la corte al desierto, entre beduinos y calamidades... -¡Pero Jesús entra triunfal en Jerusalén! -Sí: ya como "rey"... y sobre un asno. O sea, vencedor sobre el mal: el asno en Egipto era Seth, el dios que mató a Osiris y al que el hijo de éste, Horus, somete... y monta. -¿Y qué hay de la Última Cena? -Osiris, dios del trigo, al morir cada año permitía a los egipcios alimentarse con su cuerpo (el pan). Y en los "Textos de las pirámides" se le llama también "Señor del vino". ¡Y Osiris da a beber su sangre en una copa a Isis, para que ella le recuerde tras su muerte! -La resurrección y ascensión de Jesús, ¿son también calco de la teología faraónica? -Eso mantengo: existía un ritual de "resurrección" del faraón muerto -intervenían mujeres-, tras el que "ascendía a los cielos". -¿Jesús reprodujo a conciencia esos patrones, o los aportaron luego los evangelistas? -Mi tesis es otra: los Evangelios fueron compuestos por eruditos sacerdotes judeo-egipcios del templo de Serapis en Sakkara (Egipto): tradujeron palabra por palabra textos egipcios. Ya lo contaré todo en un libro... LLOGARI PUJOL ES TEÓLOGO ESPECIALISTA EN TEXTOS BÍBLICOS Y EGIPCIOS

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Las Tablas

NOS ENCONTRAMOS EN LOS AÑOS 1191 Y 1280 ANTES DE CRISTO, FECHAS PROBABLES EN QUE LOS HISTORIADORES SITUAN EL EXODO DEL PUEBLO JUDIO, ES DECIR SU PARTIDA DESDE EGIPTO CON DESTINO A LA TIERRA PROMETIDA.

Aunque este éxodo de los israelitas es considerado con justicia uno de los momentos cruciales de la historia de la humanidad, en el conjunto de la época en que tuvo lugar, debió parecer un hecho trivial. La arqueología aún no ha proporcionado ningún vestigio material que permita aclarar científicamente la historia de la estancia en Egipto de los israelíes, como así también del Exodo. De todas maneras, algunos relatos circunstanciales contenidos en el relato del éxodo, nos sugieren que José y Moisés encajan mejor en el conjunto de la dinastía 19, cuando la ciudad de residencia de los faraones no era ni Tebas ni Menfis, sino Pi-Ransés, al este del Delta, probablemente la misma ciudad llamada Rameses que ayudaron a construir los hebreos. En tal caso, es verosímil que el faraón del éxodo fuera Ransés II quien por otra parte fundó esta ciudad de Rameses embelleciéndola con artísticos edificios, jardines y huertos. Otros historiadores quienes desestiman asimismo que Moisés fuese un personaje mítico, sitúan los a los entredichos del líder del Exodo con su faraón ya en épocas de Merneptah, hijo de ya aludido Ramsés II. Louis Charpentier, en su libro “Los Misterios Templarios”, y en su afán revisionista mosaico, va más lejos que otros autores, casi tanto como ciertas doctrinas esotéricas de la actualidad. Así, nos expone este autor, (ediciones Apóstrofe, 1995, pag. 26) que nadie sabía de donde provenía el saber de los egipcios, y que apareció tan de pronto que podría decirse que sin padres. A su entender, parece probable que las Tablas de la Ley hubiesen sido copias de algunos documentos sagrados egipcios que Moisés muy bien hubiese podido llevarse consigo al Exodo. Ello explicaría, de acuerdo siempre a Charpentier, la persecución contra los hebreos emprendida por el faraón.

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Si el presunto Moisés histórico de quien se dice se crió en palacio como un príncipe más, hubiese tenido educación principesca, y por ende, mediante ése tipo de preparación, hubiese accedido asimismo a los secretos del Templo, sin lugar a dudas que la reacción de las autoridades de la época, (padres adoptivos incluidos) ante la firmeza en su deseo de emigrar, hubiese sido francamente furibunda. Quien se formaba dentro de los cánones del Templo egipcio, era, de por sí, el Templo mismo y había con seguridad trascendido en tal carácter formativo, a instancias y planos muy superiores al resto de los comunes educandos, a esferas tan encumbradas de iluminación, que hacían de él un verdadero peligro fuera de las fronteras de su país natal, y ni qué decir si esos secretos que los egipcios guardaban con sumo celo bajo siete llaves, fueran hipotéticamente develados con el correr del tiempo a otros pueblos y culturas. La Sabiduría que hizo de éste pueblo uno tan diferente si se lo compara con otros nómadas y pastoriles de la época, estaba a todas luces en peligro y su poderío innegable en camino de extinción. Nótese que los hebreos eran pastores, alfareros a lo sumo y que hasta Salomón se vio impelido a llamar a extranjeros para construir su templo. El, el rey sabio que rezumaba oro, no contaba con constructores en el seno de su pueblo, con calculistas y artistas aptos para realizar, dirigir y embellecer la gran obra. El Antiguo Testamento nos dice que Yahvé negó a David el privilegio de construir una morada para el Arca de la Alianza y su invalorable contenido, pues éste rey tenía las manos manchadas de sangre a lo largo de tantas campañas y conquistas emprendidas con la finalidad de agrandar los límites de su poderío. Por tanto, otorgó dicha facultad edilicia a su hijo Salomón, quien reinó desde el año 970 al 931 antes de nuestra era. Charpentier nos dice que es probable que para la lectura de las Tablas de la Ley, fuesen necesarios los libros crípticos de Moisés en los que constaba la clave cabalística. Más tarde en los tiempos, vemos que fueron

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los cabalistas judíos quienes detentaron el arte de transcribir en cifras y fórmulas, los libros mosaicos. El mismo autor nos manifiesta que las Tablas de la Ley constituyen una “fórmula del Universo” y que, apelando quizás a la teoría pues no existen constancias de ello, esas mismas tablas sacadas de Egipto, estaban en poder de los constructores de catedrales en su momento. O bien su esencia y contenido cosmogónico, a mi entender. El ensayista-escritor traza un paralelo entre las pirámides como formulario de “ciencia cósmica” y la catedral de Chartres. Agrega, asimismo, que, si el Grial ha sido considerado siempre “la copa del saber”, ir a buscar las tablas de la Ley era precisamente, para los que se cree fueron los nueve primeros enviados de San Bernardo, ir a la conquista del Grial. La huída de los judíos, conmemorada sistemáticamente durante más de tres mil años durante la Pascua judía, dejando ahora de lado al aludido Charpentier, es indudable que ha sido teñida de leyenda a través del tiempo, y del mismo modo así ha sucedido respecto de la vida de Moisés y “la entrega de la Ley” al pié del monte que la Biblia denomina Sinaí u Horeb. Dicha Biblia relata que Moisés, jefe del exilio de su pueblo, subió a la cúspide del Sinaí y allí habló cara a cara con su Dios Yahvé, mientras su pueblo hebreo en tránsito esperaba en el llano entre nubes relampagueantes, que ocultaban la cima del lugar geográfico al que su líder había ascendido. El desconcierto se hizo presa de la gente y en un anhelo de respaldo, buscaron apoyo en Aaraón, hermano de Moisés. Se dice que Moisés tenía dificultad para hablar y que se comunicaba por boca de Aaraón. Los Libros de la Ley o los Diez Mandamientos para los cristianos que fuesen contenidos tiempo después y venerados en el Arca de la Alianza, significan la Toráh para los israelitas y la base de todos los libros sagrados que se le atribuyen a Moisés como autor, y que fuese plataforma indiscutible de los códigos incorporados en el Antiguo Testamento. Marcan la famosa “Alianza” entre Yahvé y su pueblo “elegido” de Israel. Cuarenta años aproximadamente luego de la entrega de la Ley, los hijos de Israel cambiaron su vida nómada en los desiertos del Sinaí por un

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establecimiento en Palestina. Moisés no lo vería con sus ojos; sería Josué en su reemplazo quien dirigiese esos asentamientos. Volviendo al Arca y al tesoro contenido en ellas, se estima que desapareció misteriosamente alrededor del año 900 a.c. o bien fue saqueada y/o destruída alrededor del 586 a.c. por Nabucodonosor, cuando éste arrasó hasta sus cimientos el templo construido por Salomón y llevó en cautiverio al pueblo judío a Babilonia. Se estima y/o pretende que en el año 1119 de nuestra era, tras la conquista de Jerusalén por parte de los Cruzados, los caballeros Templarios se instalaron en la cima de la montaña donde se hubo situado una vez el templo levantado por Salomón, y comenzaron a llevar a cabo interminables excavaciones en el interior de sus ruinas, con la finalidad de hallar el Arca perdida. Hay quien supone que la encontraron y existen del mismo modo los que suponen que no fue así. Es probable que el tesoro obtenido haya sido el de un ignoto legado arquitectónico, que de regreso a Europa, los caballeros portaran con ellos dando inicio a una revolucionaria forma del arte, como está comprobado lo ha sido el Arte Gótico. Están asimismo los que sostienen que el Arca de la Alianza se halla en una iglesia de Etiopía, donde extrañamente el Arca es cabecera de culto por parte de los fieles cristianos que acuden a sus 20.000 iglesias, habiendo supuestas réplicas de la misma en todos estos templos. Nacido Menelik de una relación entre Salomón y la reina de Saba, quien se cree era de origen etíope, éste se educó junto a su padre en Jerusalén para regresar años más tarde al reino de su madre y portar el Arca consigo. Luego de permanecer el tesoro en un templo al efecto sito en la isla de Elefantina durante 800 años, Etiopía es conquistada por un rey cristiano y éste la colocó finalmente en la Iglesia Santa María de Sión donde reside hasta el presente. Muchas son las especulaciones, más nada existe en concreto referido a la existencia en la actualidad del legado de Dios a Moisés.

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Pero vayamos a los Diez Mandamientos en sí mismos, los cuales presentan remarcables diferencias entre los promulgados por nuestra iglesia respecto de aquellos que nos recita el Decálogo bíblico original, de acuerdo al Dt. (5,7-21). Ellos nos dicen:

1. No tendrás más Dios que a mí. 2. No te harás imagen de escultura, ni de figura alguna de cuanto hay

arriba, en los cielos, ni abajo, sobre la tierra ni de cuanto hay en las aguas debajo de la tierra. No las adorarás ni le darás culto porque yo, Yahvé, tu Dios, soy un Dios celoso que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen y hago misericordia por mil generaciones a los que me aman y guardan mis mandamientos.

3. No tomarás el nombre de Yahvé, tu Dios, en falso porque Yahvé no dejará impune al que tome en falso su nombre.

4. Guarda el sábado para santificarlo, como te lo ha mandado Yahvé, tu Dios. Seis días trabajarás y harás tus obras, pero el séptimo es sábado de Yahvé, tu Dios. No harás en él trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno (...) y por eso Yahvé, tu Dios te manda guardar el sábado.

5. Honra a tu padre y a tu madre, como Yahvé, tu Dios te lo ha mandado, para que vivas largos años y seas feliz en la tierra que Yahvé, tu Dios, te da.

6. No matarás. 7. No adulterarás. 8. No robarás. 9. No dirás falso testimonio contra tu prójimo. 10. No desearás la mujer de tu prójimo, ni desearás su casa, su campo,

ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada cuanto a tu prójimo pertenece.

Invito al lector a establecer un paralelo con el catecismo según la iglesia católica. “La verdad os hará libres”, (Juan, 8,32)

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EL ARCA

Uno de los más extraordinarios y enigmáticos objetos en toda la historia de la humanidad se trata, sin duda, del Arca de la Alianza. Fue construida por mandato de Dios al profeta israelita Moisés. Poco se sabe de su utilidad, dado que la Biblia nos dice que, tanto servía para ser morada de Dios, como de arma destructiva. Irradiaba fuego divino, podía derrumbar las murallas de las ciudades o aniquilar ejércitos enteros, no obstante, podía invocar a los ángeles e incluso manifestar la presencia del mismo Dios. La Biblia nos describe detalladamente que se trata de un arcón ornamentado, de alrededor de un metro de largo por setenta y cinco centímetros de ancho y de alto, hecho de madera de acacia y revestido de oro. La parte superior estaba rodeada por un marco dorado labrado y en las esquinas del Arca había dos anillas por las que se metían unas varas para facilitar su transporte. En la tapa, dos querubines (o ángeles) dorados y con las alas extendidas se miraban de frente uno al otro. La parte más sagrada del Arca era lo que las traducciones denominan “el propiciatorio”. No se nos dice qué era exactamente eso, sino únicamente que estaba en la tapa del Arca, entre las alas de los ángeles. Durante el exilio de los israelitas en el desierto del Sinaí, que duró cuarenta años, el Éxodo describe que se construyó el Arca cuando Moisés les reveló la ley divina y fundó la religión hebrea, pero su función no se revela hasta los tres siguientes libros, Levítico, Números y Deuteronomio. Solo los Levitas podían tener acceso a ella. El Levítico relata que Dios se aparecía en una nube encima del Arca y en el libro de los Números cuenta que Dios hablaba desde allí, y que la nube del Señor flotaba sobre el Arca para proteger a los israelitas mientras la transportaban por el desierto. Antes de poder formarse una opinión sobre la disyuntiva de si el Arca era un objeto histórico real o una leyenda imaginaria hay que responder a dos preguntas cruciales. En primer lugar, ¿había existido en realidad Moisés, el hombre que se dice que inspiró su fabricación? En segundo lugar, ¿existía realmente la religión hebrea, para la que supuestamente era la reliquia más sagrada, en la época en que se sitúa el Éxodo? Si la respuesta

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a esas preguntas, sobre todo a la segunda, era negativa, sería muy improbable que el Arca fuera real. No habría ningún sentido. Sería como si el Vaticano existiera sin Jesús. Según la Biblia, Moisés fue el primer profeta que reveló las leyes sagradas de Dios para la religión hebrea mientras los israelitas vagaban por el desierto durante los cuarenta años posteriores a la huida de su cautiverio en Egipto. En efecto, fue el fundador de lo que ha llegado a ser el judaísmo. Sin embargo, la mayoría de los arqueólogos e historiadores consideran que Moisés es el fundador mítico de una religión que se desarrolló con el tiempo. No sólo dudan de que Moisés sea un personaje histórico, sino que ponen seriamente en tela de juicio que la religión israelita organizada pudiera haberse iniciado tan pronto en algún lugar cercano. La última vez que se menciona el Arca en el Antiguo Testamento es en el libro de Jeremías y se refiere al período justo antes de que los babilonios saquearan el Templo, en 597 antes JC. Hay que tener en cuenta que las palabras pretenden ser las de Jeremías, el principal profeta judío de la época. El pasaje reza así: “Y luego, cuando seáis muchos y fructifiquéis en la tierra, en aquellos días no se hablará más del Arca de la Alianza de Yahvé, no vendrá en mientes, no se acordarán ni se ocuparán de ella, ni será reconstruida jamás.” (Jer. 3,16) Muchos estudiosos de la Biblia deducen, a partir de ese versículo, que el profeta advierte a los judíos que el Arca les será arrebatada si no cambian de actitud. La conclusión más lógica era que el Arca se había sacado del Templo en algún momento, entre los años 622 y 597 AEC, pero ¿quién se la había llevado y por qué? Según el Antiguo Testamento, Jeremías era el principal profeta judío en el momento que se produjo la invasión de los babilonios. Había asumido su cargo hacía treinta años, durante el reinado de Josías, y, al parecer, propició una serie de importantes reformas religiosas. Desde ese

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momento hasta la conquista fue la figura religiosa más relevante de Judá. En esa época, Judá disfrutaba de un período de fortuna y prosperidad como no se había conocido ni por asomo desde hacía generaciones. Sin embargo, previendo el peligro, Jeremías advertía continuamente a los judíos que s prepararan para enfrentarse a los babilonios, cuyo imperio, en el norte, se expandía cada año. No obstante, pocos hicieron caso a sus advertencias. En 605 AEC, las predicciones empezaron a hacerse realidad con la invasión babilónica en el norte de Judea y en 597 AEC se produjo una revuelta en el ejército babilónico y, en contra de lo aconsejado por Jeremías, los judíos aprovecharon la oportunidad para intentar expulsar a los invasores del norte de Judá. La breve campaña fue catastrófica y cuando el ejército judío cayó derrotado, el rey babilonio Nabucodonosor tomó Jerusalén y saqueó el Templo. Así pues, parece que Jeremías no sólo era el indicado para haber escondido el Arca, sino que sus avisos repetidos acerca de la amenaza babilónica demuestran que podía haber tenido la previsión de hacerlo. No obstante, si Jeremías había escondido el Arca ¿por qué no se recuperaron cuando los persas derrotaron a los babilonios y el Templo se reconstruyó al cabo de unos setenta años? El Antiguo Testamento asegura que todos los objetos sagrados fueron devueltos por los persas y se guardaron de nuevo en el Templo de Jerusalén (Esd. 1, 7-11). Entonces, ¿por qué no se guardaron el Arca y otros objetos que faltaban? Jeremías no sólo sobrevivió, sino que logró librarse de la esclavitud. Aunque al principio se le arrestó, se le dejó luego en libertad, porque colaboró con el enemigo al instar a su pueblo de evitar una masacre mediante la rendición. Se quedó en Judá durante algunos años antes de trasladarse a Egipto, donde vivió hasta su muerte, hacia 562 AEC. Una posible razón de que no se recuperaran los objetos sagrados, que es posible quél hubiera ocultado, puede ser que muriera antes de la retirada de los babilonios y tal vez en la época en que se reconstruyó el Templo no quedara vivo nadie que conociera su paradero.

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En el libro segundo de Macabeos 2, 4-8 se relata cómo, antes de la toma de Jerusalén por parte de los babilonios, Jeremías se marchó de la ciudad con las tres reliquias que faltan en la lista del Antiguo Testamento: el tabernáculo, el altar mayor y el Arca de la Alianza. Al parecer, Dios dio órdenes a Jeremías: “El profeta, después de una revelación, mandó llevar consigo la Tienda y el Arca.” Lo que resulta aún más emocionante es que el pasaje explica realmente lo que Jeremías hizo con ellos: “Salió hacia el monte donde Moisés había subido para contemplar la heredad de Dios. Y cuando llegó Jeremías, encontró una estancia en forma de cueva; allí metió la Tienda, el Arca y el altar de incienso, y tapó la entrada.” Allí, al parecer, se quedó el Arca: “Volvieron algunos de sus acompañantes para marcar el camino, pero no pudieron encontrarlo. En cuanto Jeremías lo supo, les reprendió diciéndoles: Este lugar quedará desconocido hasta que Dios vuelva a reunir a su pueblo y le sea propicio.” Evidentemente, Jeremías decidió que el Arca debía permanecer oculta en esa cueva de la montaña, y se aseguró de que nadie más conociera su escondite exacto. Al parecer, creía que era la voluntad divina que los hebreos ya no tuvieran en su poder esas reliquias sagradas, dado que habían pecado. En el Antiguo Testamento hay tres relatos sobre la visión de Moisés de la Tierra Prometida, y éstos se encuentran, por separado, en los libros de Levítico, Números y Deuteronomio. Cada uno de ellos da un escenario distinto: los montes Nebo, Abarim y Sinaí. De hecho, en Deuteronomio 32, 49 se mencionan en realidad dos emplazamientos distintos a la vez, el monte Abarim y el monte Nebo: “Sube a la montaña de los Abarim, al monte Nebo que está en el país de Moab, frente a Jericó.” Según parece, el autor creía que ambas montañas eran la misma, si bien el monte Nebo es el actual Jebel en Neba, a dieciséis kilómetros al este del extremo septentrional del Mar Muerto, y el monte Abarim es el actual

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Jebel el Hamra, a unos treinta y tres kilómetros más al sur. El autor no sólo creyó equivocadamente que Abarim y Nebo eran la misma montaña, sino que también parecía creer que el lugar en cuestión estaba cerca de Jericó, aunque de hecho esta ciudad se encuentra a kilómetros de ambas montañas. Los montes Nebo y Abarim se hallan, respectivamente, a treinta y cuarenta y ocho kilómetros de Jericó. Según parece, el autor no conocía en absoluto la zona. Fuera quién fuese, debió de escribir el texto años después de que sucediera el episodio y desde otro país. Aunque el relato que ofrece el libro de los Números acerca del mismo episodio es menos confuso, dado que sólo cita el monte Abarim, cuando el autor resume el evento en el versículo final revela que también desconoce la topografía de la zona: “Éstas son las órdenes y normas que dio Yahvé, por medio d Moisés, a los israelitas, en las estepas de Moab, cerca del Jordán, a la altura de Jericó.” (Núm. 36, 13) En éste versículo, el autor sitúa por error Jericó en el territorio de Moab. Moab era un reino extranjero al este del río Jordán, mientras que Jericó se halla a veinticuatro kilómetros al oeste del río, en el interior del antiguo Canaán. El episodio también recoge del mismo modo en el libro del Levítico, que también lo resume en su último versículo. En este caso, el escenario es el monte Sinaí: “Éstos son los mandamientos que Yahvé encomendó a Moisés para los hijos de Israel en el monte Sinaí.” (Lev. 27,34) Por tanto, el monte Sinaí era, de hecho, el lugar más lógico en el que Jeremías o cualquier judío de la época, habría ocultado el Arca.

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El monte Sinaí

En el Antiguo Testamento, al monte Sinaí se lo llama a menudo montaña o monte de Dios, porque se creía que Dios había residido allí. En repetidas ocasiones se afirma que la montaña es “la santa morada” de Dios (Ex. 15,13 y Dt. 26, 15), mientras que en otros versículos se sostiene específicamente que Dios moraba en la montaña sagrada. Por ejemplo, en Éxodo 24, 16 se relata que “la gloria de Yahvé descansó sobre el monte Sinaí”. Flavio Josefo, el historiador judío del siglo I, confirma que no se trataba de una metáfora y que los antiguos israelitas creían firmemente que Dios vivía en la montaña. El monte de Dios recibe dos nombres diferentes en el Antiguo Testamento: monte Sinaí y monte Horeb a secas. La Biblia no deja lugar a dudas de que se trata de la misma montaña. Las leyes sagradas que se dice que Dios reveló a los israelitas en el monte de Dios se denominan en a Biblia como “la alianza” y en repetidas ocasiones, cuando el libro del Deuteronomio habla de la alianza, se refiere al monte Horeb. De hecho, en el libro I de los Reyes 19,8 se afirma bastante específicamente que Horeb es el monte de Dios. Referido al profeta Elías, este versículo reza así: “Se levantó, comió y bebió, y con la fuerza de aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el monte de Dios, el Horeb.” El motivo por el que la montaña se denomina de dos maneras es un misterio, pero puede deberse a que, igual que el propio Dios, el monte se considera demasiado sagrado como para llamarlo por su nombre. Dicho de otro modo, ninguno de estos nombres identifica un lugar específico: el monte de Dios podría ser cualquier elevación del desierto del Sinaí. En su juventud Moisés se estableció en Madián, donde se caso con la hija de un sacerdote local llamado Jetró. Al cabo de unos años Moisés oyó por primera vez la voz de Dios, que salía de una zarza ardiendo que no se consumía. En Éxodo 3, 1 se afirma que este episodio tuvo lugar en el Horeb, el monte de Dios.

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La ubicación acerca del monte de Dios se puede deducir del libro del Éxodo. Después que Moisés regresara a Egipto y liberara a los israelitas, volvió con ellos a Horeb para encontrarse de nuevo con Dios en el monte sagrado. Cuando llegaron, los israelitas se habían quedado sin agua y se estaban muriendo de sed. Sin embargo, Moisés los salvó golpeando una peña del monte Horeb, de donde brotó agua suficiente como para que bebiera todo el pueblo y abrevara el ganado. (Éx. 17, 5-6) En el pasaje del Éxodo se afirma que el agua de la peña milagrosa tuvo lugar en el Horeb, el monte de Dios, mientras que en el libro de los Números se dice que este mismo episodio sucedió en Cadés: “Envió Moisés mensajeros desde Cadés al rey de Edom. Así dice tu hermano Israel, déjanos pasar, por favor, por tu tierra.” (Núm.20, 14-17) En hebreo, la palabra kadesh significa “santidad”, o, en su contexto, “lugar sagrado”. Por lo tanto, según parece, éste no era el nombre de un lugar, sino más bien de una descripción. Aunque sigue sin conocerse la ubicación exacta de Cadés, debía estar en algún lugar de la frontera del territorio de Edom, dado que Moisés pide permiso al rey de Edom para avanzar. Por consiguiente, es bastante evidente, si el Antiguo Testamento está en lo cierto, que el monte de Dios se halla en territorio de Edom, o cerca de éste, que en la actualidad está situado al sur de Jordania. Según el libro del Génesis, Jacob y Esaú eran dos hermanos que vivían en Canaán, pero se separaron porque Jacob engañó a Esaú para quedarse con su herencia. Jacob y su familia se trasladaron al este, a Egipto, donde sus descendientes pasaron a ser los israelitas, mientras que Esaú se fue hacia el sur, a Edom, donde sus descendientes se convirtieron en los edomitas. Aunque que no cabía duda de que esto es más que una simplificación, o alegoria, de los hechos, las pruebas de ADN en los restos de esqueletos tanto de israelitas como de edomitas han demostrado que sí compartían una misma ascendencia.

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En la Biblia hay un pasaje que hace referencia a una montaña específica alrededor de la cual vivían los edomitas: “Esaú se estableció, pues en la tierra de Seír. […] Éstos son los descendientes de Esaú, padre de Edom, en la montaña de Seír.” (Gén. 36, 8-9) La montaña de Seír se menciona varias veces en el Antiguo Testamento. Parece que, al igual que el monte Sinaí, la montaña de Seír era considerada una montaña sagrada asociada a Dios. En el libro de Isaías, el profeta afirma que, cuando Dios le habla “alguien me grita desde Seír” (Is. 21, 11). Según parece, Dios llamaba al profeta desde donde vivía, en el monte Seír. Otro pasaje del Antiguo Testamento sugiere también que se creía que Dios habitaba en el monte Seír, y que, cuando los israelitas invocaron a Dios, les respondió desde esa montaña. Sin embargo, este pasaje en realidad parece asociar la montaña de Seír con el monte Sinaí. En el libro de los Jueces 5, 4-5 se incluye la plegaria: “Cuando saliste de Seír, Yahvé, cuando avanzaste por los campos de Edom, tembló la tierra, gotearon los cielos, las nubes en agua se fundieron. Los montes se licuaron delante de Yahvé, en el Sinaí, delante de Yahvé, el Dios de Israel.” A partir de este último pasaje resulta difícil establecer relación entre ambos montes, pero el Deuteronomio incluye un versículo que al parecer da a entender que ambas montañas son la misma. Cuando Moisés estaba moribundo, le pidió a Dios qu fuera a bendecir a los israelitas, y el resultado fue: “Ha venido Yahvé del Sinaí. Para ellos desde Seír se ha levantado” (Dt. 33, 2) Como se ha mencionado, el Antiguo Testamento usa con frecuencia dos nombres para referirse al monte Sinaí. Es evidente que la montaña de Dios parece haber estado en el territorio de Edom, en algún lugar de la cordillera del Shara.

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Al menos, eso es lo que supuestamente creían los escribas del Antiguo Testamento que compilaron relatos relevantes entre 650 y 500 AEC aproximadamente. También parece que al menos algunos de esos escribas creían que el monte Seír y el monte Sinaí eran el mismo.

EL GENESIS DEL GENESIS

Los estudiosos determinaron que las raíces de muchas de las historias del Viejo Testamento son mitos paganos de antiguas culturas de Mesopotamia. En el Creciente fértil, las aguas de los ríos Tigris y Eufrates, en el Irak de hoy, dieron nacimiento a algunas de las primeras civilizaciones. En este comienzo del florecimiento de la civilización, muchos mitos religiosos proliferaban intentando explicar lo que en aquella época era inexplicable. De este contexto, nos llegaron los trabajos literarios completos más antiguos que disponemos, datados en por lo menos 7000 años. El Épico poema de Gilgamesh es una narrativa voluminosa de la mitología heroica que incorpora muchos de los mitos religiosos de Mesopotamia, y es la obra literaria completa más antigua que sobrevivió. Muchas de las historias de ese poema épico fueron eventualmente incorporadas en el libro de Génesis. Algunas de las historias prestadas del libro de Gilgamesh son la creación del hombre en un jardín paradisíaco, y la introducción del mal en un mundo inocente, y la historia de un gran diluvio causado por la perversidad del hombre. En esa civilización de la rivera de Mesopotamia, conocida hoy por nosotros como el Imperio Caldeo, alianzas tribales anteriores a la formación del imperio continuaron existiendo y prosperando. Algunos se aliaron con el palacio, muchos se opusieron, pero todas las tribus conservaron elementos de las culturas de la preconquista. Los patriarcas aparecen por primera vez en nuestra historia con el viaje de uno de ellos: Abraham, quien llevó a los miembros de su tribu de la

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ciudad de Ur, al este del Mediterráneo, a la tierra prometida de Canaán, cerca del siglo XIX o XVIII a.C. o así cuenta la historia. El problema es que no tenemos ninguna evidencia arqueológica histórica convincente que corrobore la historia de Abraham, además existe mucha evidencia que le es contradictoria. La tierra donde Abraham supuestamente se estableció, las tierras altas del sur de Palestina (Al sur de Jerusalén, antes el Valle de Berseba) contiene evidencias arqueológicas escasas de este período. El registro arqueológico deja claro que la densidad demográfica de esa región era extremamente baja, no más de unos centenares de habitantes, pastores nómadas, como los beduinos que viven en los tiempos actuales. Sabemos a través de pruebas arqueológicas inequívocas que los pueblos conocidos como los filisteos no aparecieron en la región antes del siglo XII a.C., y la ciudad de Gerar en la que Isaac, el hijo de Abraham, se encontró con Abimeleq, Rey de los Filisteos (Génesis 26:1) era de hecho una minúscula villa rural insignificante antes del siglo VIII a.C. ¡Gerar no podría haber sido la capital de un rey regional cuyo pueblo aún no existía! Este no es el único problema enfrentado para la narrativa de la Era de los Profetas. El camello también es un gran problema. Sabemos a través de evidencias arqueológicas que los camelos no habían sido domesticados antes del final del segundo milenio A.E.C, y los camellos que no eran ampliamente usados como animales de carga antes del año 1000 A.E.C, bien después de la Era de los Patriarcas. Además existe el problema de la carga llevada por los camelos: goma, bálsamo y mirra, que eran productos Árabes, y el comercio con Arabia sólo comenzó a partir de la hegemonía asiría en la región, teniendo inicio en el siglo VIII a.C. Otro problema es el matrimonio de Jacob con Lea, y su relación con su tío Labán, todos descritos como arameos, pues este grupo étnico no aparece en el registro arqueológico antes de 1100 a.C., y no llegó a ser un grupo significativo antes del siglo XIX a.C.

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Remontándonos hace más de 3850 años Canaán era una región politeísta. En ella debieron haber existido influencias del oriente, porque los arqueólogos tienen pruebas de adoración de sus dioses y diosas. La jerarquía de dioses y diosas que incluyen a Baal, el dios de las tempestades, que tornaba fértil la tierra, Lotán, el dragón de siete cabezas, conocido en el Viejo Testamento como Leviatán y también Yam Nahar, el dios de los mares y ríos, y otros panteones y jerarquías de dioses y diosas. Por encima de todos estos dioses estaba "EL", o Rey de los dioses, regente del panteón. Cerca del 1200 a.C. Egipto reinaba sobre la región hoy conocida como Palestina. Esto se sabe por los registros egipcios, que hablan sobre los tributos reunidos de las diferentes villas y ciudades de Canaán, sino además por las evidencias arqueológicas halladas dentro de la propia región, que mostraba claramente una cantidad de asentamientos, como lo son las bases militares egipcias. Teniendo en consideración los documentos históricos egipcios, así como los hallazgos hechos por la arqueología como también por la riqueza de documentos egipcios de la época del éxodo, se llegó a la conclusión que no hay ninguna evidencia que el éxodo ocurriera de la manera como la Biblia lo describe. En esa época, la región que se volvería la tierra de Israel, ocupaba las tierras altas entre la planicie costera y el valle del río Jordán, tenía una baja densidad demográfica y estaba cubierta de bosques de almácigos (Pistaza atlántica) y otros árboles. La tierra estaba habitada por uno entre dos posibles pueblos (no se sabe a ciencia cierta cual): los apirus o los shoshus. Se sabe que los apirus eran originariamente nómadas itinerantes, que habitaban las cercanías de las sociedades de las tierras bajas, que podían haberse refugiado en las tierras altas, o los shoshus, un grupo más cohesionado y bien definido. La asociación lingüística entre apiru (a veces escrito hapiru) con la palabra "hebreo", por mucho tiempo (en la opinión de los expertos) ha sido considerado como una fuerte evidencia que este fue el pueblo que dio origen a los hebreos, pero ahora sabemos que la asociación no es tan simple. El nombre puede haber venido de esa fuente, más el pueblo probablemente no.

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De cualquier forma, las tierras altas al norte de Palestina, sede del Reino de Israel tenía un clima muy variable. La productividad rural, y las posibilidades de comercio con las tierras bajas, estaban sujetas a las condiciones climáticas, lo que significa que en la población era frecuente la escasez de alimentos, lo que provocaba considerables crisis. Cuando una cosecha fracasaba y el comercio se hacía imposible, le era común al pueblo escapar de la región a lugares propicios donde la agricultura era más estable. El lugar más próximo era la Delta del río Nilo en Egipto. Por lo tanto, muchos de los "hebreos" (culturalmente indistintos de los cananeos en esa época) escaparon repetidas veces para la Delta del Nilo. Siempre que una crisis considerable acontecía en Judá, Israel o Canaán, los refugiados se dirigían a Egipto. El acontecimiento era tan común, y los refugiados tan numerosos, que acabaron convirtiéndose en una minoría representativa e influyente en Egipto, donde eran conocidos como los hicsos, y esto está claramente demostrado en los registros arqueológicos. La historia de la expulsión de los hicsos, de acuerdo con los registros egipcios y las evidencias arqueológicas, es lo que más se aproxima al éxodo descrito en la Biblia. Sin embargo, tenemos un problema con las fechas. La Biblia dice que el Éxodo ocurrió cerca del año 1200 a.C. mientras que la historia de los hicsos ocurrió en el año 1570 a.C. Es muy probable que cada vez que era recontada la historia de los hicsos eventualmente se convirtió en el mito del Éxodo, a través de un proceso de constantes revisiones - otro ejemplo de la historia siendo reescrita a fin de enaltecer al historiador y a su pueblo, en lugar de registrar la cruda verdad. Los hicsos se tornaron cada vez más influyentes hasta que por fin tomaron el control de Egipto, el cual gobernaron con considerable crueldad y tiranía durante la Quinta Dinastía, a partir del año 1670 a.C. Sin embargo, llegó un punto en el que los egipcios no aguantaron más, y se revelaron contra los hicsos y los expulsaron un siglo más tarde en 1570 a.C. Pero no solo fueron expulsados, sino que los egipcios los forzaron enérgicamente a volver a Canaán, en realidad más allá de Canaán, hasta la

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frontera Siria, saqueando y quemando las ciudades cananeas por el camino. Algún tiempo después, la capital de los hicsos en Egipto, Avaris, en el Delta este del Nilo, fue totalmente destruida por el Faraón Ahmose, quien persiguió los últimos remanentes de los hicsos hasta Canaán y hasta el mismo sitio de Sharuhen, la principal ciudadela Cananea, destruyéndola y acabando con su influencia local. Al menos algún historiador alega que los hicsos (un milenio después de tales hechos) se establecieron en Jerusalén y construyeron un templo allí, sin embargo, el registro arqueológico no comprueba ningún templo, ni un gran número de refugiados en Jerusalén en ese período. El registro arqueológico también deja claro que nunca hubo "una peregrinación de 40 años por el desierto". Amplias pesquisas arqueológicas realizadas en el desierto del Sinaí jamás demostraron la existencia de cualquier asentamiento datados en la época del Éxodo, ya sea antes, durante o después del tiempo de los faraones con el titulo de Ramsés. Por lo menos dos lugares mencionados en el Éxodo fueron positivamente identificados y excavados cuidadosa y metódicamente, pero no se encontró ninguna evidencia de ocupación o asentamiento posterior al final de la Era de Bronce en estos lugares. Adicionalmente, el desierto del Sinaí estaba literalmente apuntillado de puestos militares (fuertes) egipcios, y en ningún punto del mismo los hebreos estarían a más de un día de viaje de uno de ellos. Seria imposible que los hebreos permaneciesen ocultos en el Sinaí durante 40 años. La historia del Éxodo es claramente la construcción de un mito con el propósito de retratar una posible expulsión de los opresores como una fuga de oprimidos. Ya por el siglo 12 A.E.C, los hebreos asumieron una identidad destacadamente única en el registro arqueológico al punto que se ser discernibles por primera vez. En las montañas y planicies de las tierras altas al norte de Canaán, desde el norte de Jerusalén hasta el Valle de Jezreel, los asentamientos de las tierras altas, pobres hasta esa época, comienzan a mostrar una

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característica distintiva con relación a otros asentamientos similares de las regiones a su alrededor. Existe muy poco para una mejor apreciación, la alfarería muestra un estilo pobre, con poca ornamentación cuyo uso principal era nada más que servir como utensilios de cocina y manutención de objetos. Así mismo hay un factor muy claro: Los huesos de cerdos desaparecen del registro arqueológico. La prohibición del consumo de cerdos es por lo tanto la característica de la cultura judía mejor comprobada por la evidencia arqueológica. Y eso representa el comienzo de la transformación del dios "El" en "El-ohim", el dios de los dioses, o dios de Israel. Actualmente conocemos ese dios de Mesopotamia como "El-ohim", y el autor "E", uno de los más antiguos escritores de las escrituras de esa época, presenta al dios "El" presentándose a Abraham como El Shaddai ("El" de la montaña) Él también aparece como El Elyon o El de Betel en otras escrituras apócrifas, y su nombre también se preserva en los nombres hebreos como Isra-el e Isma-el. La palabra Elohim era originalmente el plural de la palabra El. Al sur, de Betel en el Valle de Berseba, una transformación similar empezó a darse. En este lugar de clima y geografía ásperos, con una densidad demográfica reducida, y con un mayor aislamiento geográfico, el dios cananeo Yahvé (Jehová o Yahvé) está siendo transformado por un pueblo con una cultura similar en la tierra de Judá. El autor anónimo conocido por los expertos como "J" muestra a su dios interactuando con familiaridad y a voluntad propia con Abraham, que casualmente se le aparece al mismo Abraham en Génesis 18 presentándose como Yahvé. Sin embargo, el autor contemporáneo de "J", es decir "E" en el norte, no acepta que dios sea tan familiar y casual, por lo que el escritor lo hace surgir como una voz, que le ordena a Abraham dejar su pueblo en Mesopotamia y fijar su residencia en Canaán. Yahvé, en su metamorfosis de un dios pagano cananeo hacía el dios de los judíos, se torno en un dios vengativo y cruel en las manos del autor "J". Yahvé mandó que Abraham sacrificara su primogénito, un acto que no nos sorprende dada la naturaleza de las religiones paganas de la época. Muchas de las religiones paganas (Recuerde que Yahvé comenzó como un dios pagano cananeo) consideraban el primogénito semejante a un dios.

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Por esa razón, eran frecuentemente sacrificados al dios que supuestamente los generó. Entretanto en el norte, Elohim continuaba siendo un dios más sutil, que dirige los asuntos humanos por revelaciones a través de voces, oculto a la vista de los meros mortales. Existe una tensión entre esos dos pueblos, ambos se identifican como descendentes de Abraham, Isaac y Jacob. Un pueblo tal vez, sin embargo con dos dioses. El pueblo del norte, con condiciones geográficas y climáticas más amenas, eventualmente prosperó y estableció alianzas con sus vecinos. Sus riquezas, en el decorrer del tiempo, pasaron a exceder las del sur, al punto de convertirse en una nación autónoma: La nación de Israel. Israel prospera tanto que se vuelve significativa en el comercio exterior - eclipsando a su vecino pobre, Judá. El registro arqueológico muestra claramente que Israel se volvió un importante poder regional, que ciertamente atraía el interés de sus vecinos. A esa altura, la hegemonía egipcia de la región había desaparecido, y el báculo geopolítico fue ejercido por Asiria. Eventualmente los asirios asumieron el control de la región, con dos provincias, Israel al norte y Judá al sur. Israel, bastamente más populosa y próspera que Judá; tenía como capital Meggido, Samaria y Siquem, Y Judá, tenía a Betel, en la frontera al norte, y a veces Hebrón al sur. Jerusalén, antes de esa época, era una minúscula e insignificante villa rural. Jerusalén antes de las deportaciones asirias, no era un centro cultural. A finales del siglo VIII a.C., el alfabeto hebreo apareció, y la alfabetización se esparció entre los hebreos más ricos. Finalmente, después de siglos de tradición oral, la tradición escrita prolifera por primera vez, y culturalmente lo modifica todo. Los mitos pasan a la forma escrita y son comparados, y los dos dioses pasaron a chocar abiertamente uno con otro.

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La expansión de la alfabetización y los eventos geopolíticos del período lo cambiaron todo. La rebelión israelita contra los asirios causó medidas represivas en el norte, y con ellas, ondas de refugiados se dirigieron hacía el sur. Con la llegada de olas de refugiados, Jerusalén pasó rápidamente de una minúscula e insignificante villa rural a ser una ciudad importante, con su propia influencia religiosa. Los recién llegados israelitas con sus dioses comandados por el dios "El", y los judíos (ciudadanos de Judá), con su dios único Yahvé, son forzados a reconciliar sus diferencias religiosas. Es también en esa época que los mitos del Viejo Testamento se fijaron en la forma que llegaron hasta nosotros: La historia de Abraham y su familia viajando y negociando mercaderías árabes con el uso de camellos; el mito del Éxodo, resultado de la expulsión de los hicsos, las historias de la conquista de Canaán, narrando la derrota de Goliat por David, basada en verdad en los resentimientos forzados por los egipcios; de Salomón y su gran fortuna y su inmenso templo en Jerusalén. Todos estos mitos resultaron de alteraciones significativas de hechos ocurridos. Pero al consignarlos en forma escrita, se fijaron, y desde esa época llegaron hasta nosotros prácticamente inalterados. A partir de ese momento por primera vez, los registros bíblicos comienzan a corroborar los registros arqueológicos.

EL EXODO NO EXISTIO

La Biblia significa diferentes cosas para mucha gente, pero especialmente para los cristianos fundamentalistas es la palabra de Dios, para otros, la Biblia es un documento histórico y fuente de controversias; Mientras que para otras personas, la Biblia es un conjunto de reglas y normas enredadas y contradictorias, relevantes en su mayor parte solo para unas culturas hace tiempo desaparecidas en lugares muy lejanos. ¿Dónde está la verdad en todo esto? Para realmente entender la Biblia y su mensaje para la generación actual, es necesario entender quien la escribió, porque la escribió, y el contexto cultural en el cual está inmersa.

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El arqueólogo Israel Finkelstein, director del Instituto de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv, ha buscado evidencias que arrojen luz sobre los eventos narrados en el Pentateuco (los cinco primeros libros de la Biblia: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio), por lo que ahora tenemos una idea más clara sobre los orígenes del pueblo de Israel y los escritos que dieron origen al monoteísmo. Basado en la evidencia arqueológica Finkelstein llegó a la conclusión que la saga histórica relatada en el Pentateuco de los cristianos y la Torá de los judíos es un brillante producto de la imaginación humana, que muchos de sus episodios nunca existieron y que su origen no responde a ninguna revelación divina. El Pentateuco es una compilación que se inició durante la monarquía de Josías, rey de Judá, en el siglo VII a.C. En aquella época había dos reinos Israelitas, el del norte cayó bajo poder asirio y el del sur. El eje de la construcción del Pentateuco. El objetivo de la elaboración del Pentateuco en Judá (el reino israelita del Sur) fue el de crear una nación unificada, cimentada en una nueva religión. El plan que dio origen al monoteísmo tenía como finalidad constituir un solo pueblo judío, guiado por un solo Dios, gobernado por un solo rey, con una sola capital, Jerusalén, y un solo templo, el de Salomón. A finales del siglo VIII A.E.C, el alfabeto hebreo apareció, y después de siglos de tradición oral, la tradición escrita prolifera por primera vez, y culturalmente lo modifica todo. La expansión de la alfabetización y los eventos geopolíticos del período lo cambiaron todo. La rebelión israelita (en el reino israelita del Norte) contra los asirios causó medidas represivas en el norte, y con ellas, ondas de refugiados se dirigieron hacía el sur. Con la llegada de olas de refugiados, Jerusalén pasó rápidamente de una minúscula e insignificante villa rural a ser una ciudad importante, con su propia influencia religiosa. Los recién llegados del Norte trajeron sus dioses comandados por el dios "El", y los israelitas del Sur (reino de Judá), con su dios único Yahvé, se vieron forzados a reconciliar sus diferencias religiosas. En esa época los mitos del Viejo Testamento se fijaron en la forma que llegaron hasta

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nosotros: La historia de Abraham y su familia viajando y negociando mercaderías árabes con el uso de camellos; el mito del Éxodo, las historias de la conquista de Canaán, narrando la derrota de Goliat por David, basada en verdad en los resentimientos forzados por los egipcios; de Salomón y su gran fortuna y su inmenso templo en Jerusalén. Todos estos mitos resultaron de alteraciones significativas de hechos ocurridos. Pero al consignarlos en forma escrita, se fijaron, y desde esa época llegaron hasta nosotros prácticamente inalterados. A partir de ese momento por primera vez, los registros bíblicos comienzan a corroborar los registros arqueológicos. Finkelstein afirma que las investigaciones apuntan que las historias de la creación del hombre, la vida del patriarca Abraham y su familia -fundadores de la nación judía-, el éxodo de Egipto, la instalación en la tierra prometida y la época de los Reyes fueron relatos creados para servir al proyecto del rey Josías de reconciliar a los dos reinos israelitas (Israel y Judá) e imponerse frente a los grandes imperios regionales: Asiria, Egipto y Mesopotamia. La siguiente es una entrevista concedida por el arqueólogo Israel Finkelstein a la periodista Luisa Corradini en Israel. —Durante más de veinte siglos, los hombres creyeron que Dios había dictado las Escrituras a un cierto número de sabios, profetas y grandes sacerdotes israelitas. —Así es. Para las autoridades religiosas, judías y cristianas, Moisés era el autor del Pentateuco. Según el Deuteronomio, el profeta lo escribió poco antes de su muerte, en el monte Nebo. Los libros de Josué, de los Jueces y de Samuel eran archivos sagrados, obtenidos y conservados por el profeta Samuel en el santuario de Silo, y los libros de los Reyes venían de la pluma del profeta Jeremías. Así también, David era el autor de los Salmos y Salomón, el de los Proverbios y el del Cantar de los Cantares. —Y sin embargo? —Desde el siglo XVII, los expertos comenzaron a preguntarse quién había escrito la Biblia. Moisés fue la primera víctima de los avances de la

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investigación científica, que planteó cantidad de contradicciones. ¿Cómo es posible -preguntaron los especialistas- que haya sido el autor del Pentateuco cuando el Deuteronomio, el último de los cinco libros, describe el momento y las circunstancias de su propia muerte? —Usted afirma que el Pentateuco fue escrito en una época mucho más reciente. —La arqueología moderna nos permite asegurar que el núcleo histórico del Pentateuco y de la historia deuteronómica fue compuesto durante el siglo VII antes de Cristo. El Pentateuco fue una creación de la monarquía tardía del reino de Judá, destinada a propagar la ideología y las necesidades de ese reino. Creo que la historia deuteronómica fue compilada, durante el reino de Josías, a fin de servir de fundamento ideológico a ambiciones políticas y reformas religiosas particulares. —Según la Biblia, primero fue el viaje del patriarca Abraham de la Mesopotamia a Canaán. El relato bíblico abunda en informaciones cronológicas precisas. —Es verdad. La Biblia libra una cantidad de informaciones que deberían permitir saber cuándo vivieron los patriarcas. En ese relato, la historia de los comienzos de Israel se desarrolla en secuencias bien ordenadas: los Patriarcas, el Éxodo, la travesía del desierto, la conquista de Canaán, el reino de los Jueces, el establecimiento de la monarquía. Haciendo cálculos, Abraham debería de haber partido hacia Canaán unos 2100 años antes de Cristo. — ¿Y no es así? —No. En dos siglos de investigación científica, la búsqueda de los patriarcas nunca dio resultados positivos. La supuesta migración hacia el Oeste de tribus provenientes de la Mesopotamia, con destino a Canaán, se reveló ilusoria. La arqueología ha probado que en esa época no se produjo ningún movimiento masivo de población. El texto bíblico da indicios que permiten precisar el momento de la composición final del libro de los Patriarcas. Por ejemplo, la historia de los patriarcas está llena de camellos. Sin embargo, la arqueología revela que el dromedario sólo fue domesticado cuando se acababa el segundo milenio anterior a la era

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cristiana y que comenzó a ser utilizado como animal de carga en Medio Oriente mucho después del año 1000 a.C. La historia de José dice que la caravana de camellos transporta "goma tragacanto, bálsamo y láudano". Esa inscripción corresponde al comercio realizado por los mercaderes árabes bajo control del imperio asirio en los siglos VIII y VII a.C. Otro hecho anacrónico es la primera aparición de los filisteos en el relato, cuando Isaac encuentra a Abimelech, rey de los filisteos. Esos filisteos -grupo migratorio proveniente del mar Egeo o de Asia Menor- se establecieron en la llanura litoral de Canaán a partir de 1200 a.C. Esos y otros detalles prueban que esos textos fueron escritos entre los siglos VIII y VII a.C. —El heroísmo de Moisés frente a la tiranía del faraón, las diez plagas de Egipto y el éxodo masivo de israelitas hacia Canaán son algunos de los episodios más dramáticos de la Biblia. ¿También eso es leyenda? —Según la Biblia, los descendientes del patriarca Jacob permanecieron 430 años en Egipto antes de iniciar el éxodo hacia la Tierra Prometida, guiados por Moisés, a mediados del siglo XV a.C. Otra posibilidad es que ese viaje se haya producido dos siglos después. Los textos sagrados afirman que 600.000 hebreos cruzaron el Mar Rojo y que erraron durante 40 años por el desierto antes de llegar al monte Sinaí, donde Moisés selló la alianza de su pueblo con Dios. Sin embargo, los archivos egipcios, que consignaban todos los acontecimientos administrativos del reino faraónico, no conservaron ningún rastro de una presencia judía durante más de cuatro siglos en su territorio. Tampoco existían, en esas fechas, muchos sitios mencionados en el relato. Las ciudades de Pitom y Ramsés, que habrían sido construidas por los hebreos esclavos antes de partir, no existían en el siglo XV a.C. En cuanto al Éxodo, desde el punto de vista científico no resiste el análisis. — ¿Por qué? —Porque, desde el siglo XVI a.C., Egipto había construido en toda la región una serie de fuertes militares, perfectamente administrados y equipados. Nada, desde el litoral oriental del Nilo hasta el más alejado de los pueblos de Canaán, escapaba a su control. Casi dos millones de israelitas que hubieran huido por el desierto durante 40 años tendrían

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que haber llamado la atención de esas tropas. Sin embargo, ni una estela de la época hace referencia a esa gente. Tampoco existieron las grandes batallas mencionadas en los textos sagrados. La orgullosa Jericó, cuyos muros se desplomaron con el sonar de las trompetas de los hebreos, era entonces un pobre caserío. Tampoco existían otros sitios célebres, como Bersheba o Edom. No había ningún rey en Edom para enfrentar a los israelitas. Esos sitios existieron, pero mucho tiempo después del Éxodo, mucho después de la emergencia del reino de Judá. Ni siquiera hay rastros dejados por esa gente en su peregrinación de 40 años. Hemos sido capaces de hallar rastros de minúsculos caseríos de 40 o 50 personas. A menos que esa multitud nunca se haya detenido a dormir, comer o descansar, no existe el menor indicio de su paso por el desierto. —En resumen, los hebreos nunca conquistaron Palestina. —Nunca. Porque ya estaban allí. Los primeros israelitas eran pastores nómadas de Canaán que se instalaron en las regiones montañosas en el siglo XII a.C. Allí, unas 250 comunidades muy reducidas vivieron de la agricultura, aisladas unas de otras, sin administración ni organización política. Todas las excavaciones en la región exhumaron vestigios de poblados con silos para cereales, pero también de corrales rudimentarios. Esto nos lleva a pensar que esos individuos habían sido nómadas que se convirtieron en agricultores. Pero ésa fue la tercera ola de instalación sedentaria registrada en la región desde el 3500 a.C. Esos pobladores pasaban alternativamente del sedentarismo al nomadismo pastoral con mucha facilidad. — ¿Por qué? —Ese tipo de fluctuación era muy frecuente en Medio Oriente. Los pueblos autóctonos siempre supieron operar una rápida transición de la actividad agrícola a la pastoral en función de las condiciones políticas, económicas o climáticas. En este caso, en épocas de nomadismo, esos grupos intercambiaban la carne de sus manadas por cereales con las ricas ciudades cananeas del litoral. Pero cuando éstas eran víctimas de invasiones, crisis económicas o sequías, esos pastores se veían forzados a procurarse los granos necesarios para su subsistencia y se instalaban a cultivar en las colinas. Ese proceso es el opuesto al que relata la Biblia: la

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emergencia de Israel fue el resultado, no la causa, del derrumbe de la cultura cananea. —Pero entonces, si esos primeros israelitas eran también originarios de Canaán, ¿cómo identificarlos? —Los pueblos disponen de todo tipo de medios para afirmar su etnicidad: la lengua, la religión, la indumentaria, los ritos funerarios, los tabúes alimentarios. En este caso, la cultura material no propone ningún indicio revelador en cuanto a dialectos, ritos religiosos, formas de vestirse o de enterrar a los muertos. Hay un detalle muy interesante sobre sus costumbres alimentarias: nunca, en ningún poblado israelita, fueron exhumados huesos de cerdo. En esa época, los primeros israelitas eran el único pueblo de esa región que no comía cerdo. — ¿Cuál es la razón? —No lo sabemos. Quizá los protoisraelitas dejaron de comer cerdo porque sus adversarios lo hacían en profusión y ellos querían ser diferentes. El monoteísmo, los relatos del Éxodo y la alianza establecida por los hebreos con Dios hicieron su aparición mucho más tarde en la historia, 500 años después. Cuando los judíos actuales observan esa prohibición, no hacen más que perpetuar la práctica más antigua de la cultura de su pueblo verificada por la arqueología. —En el siglo X a.C. las tribus de Israel formaron una monarquía unificada -el reino de Judá- bajo la égida del rey David. David y su hijo, Salomón, servirán de modelo a las monarquías de Occidente. ¿Tampoco ellos fueron lo que siempre se creyó? —Tampoco en este caso la arqueología ha sido capaz de encontrar pruebas del imperio que nos legó la Biblia: ni en los archivos egipcios ni en el subsuelo palestino. David, sucesor del primer rey, Saúl, probablemente existió entre 1010 y 970 a.C. Una única estela encontrada en el santuario de Tel Dan, en el norte de Palestina, menciona "la casa de David". Pero nada prueba que se haya tratado del conquistador que evocan las Escrituras, capaz de derrotar a Goliat. Es improbable que David haya sido capaz de conquistas militares a más de un día de marcha de Judá. La Jerusalén de entonces, escogida por el soberano como su capital,

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era un pequeño poblado, rodeado de aldeas poco habitadas. ¿Dónde el más carismático de los reyes hubiera podido reclutar los soldados y reunir el armamento necesarios para conquistar y conservar un imperio que se extendía desde el Mar Rojo, al Sur, hasta Siria, al Norte? Salomón, constructor del Templo y del palacio de Samaria, probablemente tampoco haya sido el personaje glorioso que nos legó la Biblia. — ¿Y de dónde salieron sus fabulosos establos para 400.000 caballos, cuyos vestigios sí se han encontrado? —Fueron criaderos instalados en el Sur por el reino de Israel varios decenios más tarde. A la muerte de Salomón, alrededor del 933 a.C., las tribus del norte de Palestina se separaron del reino unificado de Judá y constituyeron el reino de Israel. Un reino que, contrariamente a lo que afirma la Biblia, se desarrolló rápido, económica y políticamente. Los textos sagrados nos describen las tribus del Norte como bandas de fracasados y pusilánimes, inclinados al pecado y a la idolatría. Sin embargo, la arqueología nos da buenas razones para creer que, de las dos entidades existentes, la meridional (Judá) fue siempre más pobre, menos poblada, más rústica y menos influyente. Hasta el día en que alcanzó una prosperidad espectacular. Esto se produjo después de la caída del reino nórdico de Israel, ocupado por el poderoso imperio asirio, que no sólo deportó hacia Babilonia a los israelitas, sino que además instaló a su propia gente en esas fértiles tierras. — ¿Fue, entonces, durante el reino de Josías en Judá cuando surgió la idea de ese texto que se transformaría en fundamento de nuestra civilización occidental y origen del monoteísmo? —Hacia fines del siglo VII a.C. hubo en Judá un fermento espiritual sin precedente y una intensa agitación política. Una coalición heteróclita de funcionarios de la corte sería responsable de la confección de una saga épica compuesta por una colección de relatos históricos, recuerdos, leyendas, cuentos populares, anécdotas, predicciones y poemas antiguos. Esa obra maestra de la literatura -mitad composición original, mitad adaptación de versiones anteriores- pasó por ajustes y mejoras antes de servir de fundamento espiritual a los descendientes del pueblo de Judá y a innumerables comunidades en todo el mundo.

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LAS PLAGAS BIBLICAS

Una vieja, humilde y retorcida rama de olivo ha emergido de la legendaria época del Minotauro como testimonio fundamental de la mayor catástrofe de la antigüedad. La rama fue enterrada durante la devastadora erupción volcánica que a finales de la Edad del Bronce reventó la isla de Thera (lo que quedó de ella se llama actualmente Santorini, en el mar Egeo), afectó a amplias zonas del Mediterráneo y, según creen los especialistas, provocó el colapso de la civilización minoica, con centro en la cercana Creta. El análisis del radiocarbono de la rama ha permitido fechar con exactitud el momento de la muerte del olivo sepultado por el material volcánico. La investigación, publicada en la revista Science, sitúa la erupción, que marcó el final de una época y posiblemente contribuyó a crear el mito de la Atlántida, entre los años 1627 y 1600 antes de Cristo, lo que supone adelantarla más de un siglo sobre la fecha que antes se barajaba. Por consiguiente, en un efecto dominó, la cronología histórica se desplaza hacia atrás y, opinan los estudiosos, debería ser revisada. Algo así, para la historia del área mediterránea, como si la conquista de Granada o la caída de Constantinopla, se hubieran producido cien años antes. La explosión de la isla de Thera fue un suceso aún más brutal que la erupción del Krakatoa en 1883, con la que comparte muchas características, como la formación de tsunamis al colapsar la caldera volcánica. Si el volcán indonesio explotó con un VEI (índice de explosividad volcánica) de grado 6, el del mar Egeo lo hizo con un valor de 7, que los vulcanólogos consideran "colosal". En 1967, Spyridon Marinatos descubrió en Thera los restos de lo que debió haber sido una gran ciudad, de tamaño y (mala) suerte comparables a Pompeya. También aquí se habían conservado las paredes, las calles y frescos, de estilo minoico. No se han hallado, todavía, cuerpos humanos, pero sería ingenuo pensar que la gente pudo escapar de semejante infierno. La erupción que destruyó el lugar y le dio su extravagante fisonomía actual fue seguramente una de las peores que ha visto la humanidad. Al penetrar el agua del mar por las grietas del cráter entrando en contacto con el magma se produjo una explosión tremenda. Debió oírse en todo el sur de Europa, Norte de África y Oriente Medio y

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arrojó tal cantidad de ceniza a la atmósfera que oscureció el cielo de la región durante días. Desde el punto de vista de la historia, el efecto principal de la erupción fue que provocó el colapso de la civilización minoica. Se cree que, además de terremotos, golpearon Creta olas de nueve metros de altura. La ceniza de la erupción arruinó las cosechas durante años. El poder marítimo cretense, que sostenía una red de vínculos mediterráneos, se quebró. Se tejerían leyendas y mitos que aludirían a una isla sepultada en el mar en una incomprensible orgía de destrucción. Es posible que una de ellas fuera la de la Atlántida. El eco de la erupción acaso resuena en obras griegas posteriores. En su tragedia Hipólito, Eurípides menciona "una ola sobrenatural que llegaba hasta el cielo"... Pero no nos ha llegado ninguna fuente escrita contemporánea de la catástrofe. Entonces el griego aún no existía y la escritura cretense de la época, el lineal A, permanece indescifrado. No tenemos la suerte de contar con el testimonio de un testigo humano -como lo fue Plinio con la erupción del Vesubio en el año 79-, pero sí con una elocuente rama de olivo.

Las diez plagas de Egipto (Makot Mitzrayim) también conocidas simplemente como las diez plagas o las plagas bíblicas son una serie de calamidades que, según el Antiguo Testamento y la Torá, Dios infligió a los egipcios para que el faraón dejara partir a los hebreos de Egipto. La narración aparece en el segundo libro del Antiguo Testamento y de la Torá, el Éxodo (en hebreo Shemot). Este libro describe como Moisés y Aarón aperciben al faraón que, de no liberar a su pueblo, Dios les castigaría, de manera sucesiva, con diez grandes males que caerían sobre Egipto. Conforme al relato, sólo después de los enormes padecimientos, el faraón autorizó que los israelitas abandonaran Egipto. Según la Bíblia fueron 10 plagas. ¿Pero fueron reales? ¿ O tienen explicación científica ? Desde aquí creemos que tienen explicación científica y a continuación las razones. Tomemos en cuenta la explosión del Volcán de Santorini (o la isla Thera) a 800 kilómetros de Egipto, los resultados del cataclismo serían los siguientes:

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1. Rio Rojo Aarón golpea con la vara las aguas que había en el río y se convierten todas las aguas en sangre. (Éxodo 7:19-20.) Explicación: El terremoto provoca que dentro del área egipcia se rompan bolsas de aire, las mismas contenían gas con altas concentraciones de hierro y al hacer contacto con el oxígeno provocaron herrumbre que, al diseminarse en el agua provocó el color rojo del agua. Los peces, al sufrir la falta de oxigeno en el agua, mueren y se acumulan en la orilla. 2. Ranas Aarón extiende su mano sobre las aguas de Egipto y las ranas cubrieron la tierra de Egipto. (Éxodo 8:6.) Explicación: A excepción de los peces del mar, las ranas siguen vivas porque pueden salir a la superficie, pero ya que no pueden volver al agua se quedan en los sembrados comiéndose todo lo que encuentran a su paso. 3. Piojos Aarón golpea con la vara el polvo de la tierra y en todo el polvo del país el polvo se convierte en piojos. (Éxodo 8:16-17) Explicación: Sin agua limpia y con los peces podridos en todos los lagos y el mar, empieza a crecer una plaga de piojos. 4. Moscas Toda clase de moscas molestísimas. (Éxodo 8:24-29) Explicación: De la misma manera que con los piojos sucede con la plaga de moscas. 5. El Ganado Muerto Peste o plaga sobre el ganado (caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas). (Éxodo 9:3)

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Explicación: Como consecuencia de lo anterior, los animales domésticos, sin agua limpia y en condiciones infecciosas permanentemente, mueren. 6. Úlceras Aarón toma ceniza de un horno y Moisés la esparce hacia el cielo en presencia del faraón, ocasionando a los egipcios un sarpullido que a su vez, produjo úlceras. (Éxodo 9:8-10) Explicación: A diferencia de las anteriores, ésta se basa en las consecuencias directas del problema ambiental supuesto por el cataclismo, la liberación de gases tóxicos del suelo (Se toma en cuenta que además del movimiento telúrico, se dieron las condiciones para que el humo tóxico del volcán recorriera los 800 kilómetros de distancia hasta Egipto, provocando el sarpullido que afectó a los egipcios. 7. Granizo Granizo mezclado con fuego. (Éxodo 9:24) Explicación: Al tiempo que el aire trajo todo ese gas tóxico, trajo también las cenizas humeantes que, llegadas a cierto punto en la estratósfera se entremezclan con la humedad y, por lo tanto caen juntas, tal como dice la Biblia que caería hielo (provocado por la humedad) y fuego (las cenizas mismas) a la vez. 8. Langostas Plaga de langostas. (Éxodo 10:12) Explicación: Los sucesos climáticos recientes implicaban una alteración del ecosistema y las heladas en Egipto atrajeron la llegada de las langostas, que como sabemos, arrasan con todo. 9. Tinieblas Tinieblas durante tres días «tan densas que podían palparse». (Éxodo 10:21) Explicación: Al completarse la llegada de la nube de cenizas se encontraron con una oscuridad total. El volcán al erupcionar soltó gran cantidad de cenizas, cubriendo el cielo con una gran nube de esta.

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10. La Muerte de los primogénitos Explicación: En un momento determinado, una réplica levanta en un momento una especie de nube de dióxido de carbono desde el suelo que es capaz de matar mientras se encontraban concentradas antes de disiparse. Los primogénitos egipcios gozaban de privilegios culturales y uno de ellos era dormir en la planta más baja. Fueron los más expuestos a ese gas y murieron.

THERA

En la actualidad, en el sitio donde se ubica el volcán de Thera se encuentra una inmensa bahía flanqueada por acantilados de gran altura, cuyas melladas estrías de colores negro, gris, rosa y rojo óxido son testimonio de uno de los mayores desastres planetarios, ocurrido aproximadamente 1500 años antes de la era cristiana. Los blancos poblados que resplandecen bajo el sol matutino se asientan precariamente en la cumbre de los riscos de la isla mayor. En las cercanías, unos penachos de humo ascienden desde un par de islas menores y las formaciones de piedra parda y negra, contrastadas con el azul-violeta del agua, parecen más siniestras. El sitio es inconfundible: una gran cuenca circular, riscos monstruosos tajados con violencia, islas humeantes al centro... son los restos de un poderoso volcán, la secuela de una erupción de fuerza inimaginable, desencadenada en una época que casi escapa a todo recuerdo. Hoy en día el archipiélago de Thera, de cinco islas, recibe también el nombre de Santorini, impuesto por sus gobernantes venecianos en el medioevo, en honor a Santa Irene. Pertenece a las Cícladas, grupo de islas ubicadas al sureste del territorio continental griego, en el mar Egeo. Este escenario de paz y belleza, de sol y brisas aromáticas, también es un lugar de muerte, violencia y destrucción. Hace 3500 años Santorini era una sola isla, de un verdor y hermosura incomparables; tenía alrededor de 16 kilómetros de diámetro y se

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elevaba casi 1500 metros en el pico de una simétrica montaña. No se sabe cómo se llamaba en ese entonces; recibió el nombre de Thera cuando la colonizó Theros, antiguo héroe espartano, descendiente de uno de los legendarios argonautas de Jasón. Esta isla, junto con Creta, formaba parte de la civilización marítima más importante del mundo antiguo, la cual había dominado el Levante o parte oriental del Mediterráneo durante unos 1500 años, en la edad de bronce. Creta era el centro del reino minoico, cuya vigorosa sociedad se dedicó al comercio y tocó todos los rincones del mundo conocido. Algunos frescos de estilo minoico hallados durante las excavaciones hechas en Santorini muestran pequeños barcos con quilla, hecho que llama la atención, pues en aquel tiempo las otras potencias reconocidas, como Egipto y Mesopotamia, no pasaban de tener grandes barcos de fondo plano, propios para la navegación fluvial. Las naves con quilla eran capaces de recorrer unos 350 kilómetros —distancia promedio entre recaladas en el Mediterráneo— en un día y medio. Esto significaba que los barcos minoicos podían efectuar travesías considerables y podían intercambiar granos, cerámica y mármol por el cobre y el estaño necesarios para la fabricación del bronce. Se ha encontrado cerámica cicládica, hecha en el siglo XVIII aC, en lugares tan distantes como el puerto francés de Marsella y la isla española de Menorca. Esta floreciente cultura utilizaba una escritura que aún no se ha descifrado en su totalidad. El arte y la arquitectura minoica encontrada en Akrotiri, principal excavación hecha en Thera, reflejaba un alto grado de desarrollo técnico y de organización social. Las casas, de hasta cuatro pisos, estaban diseñadas con destreza y solidez; además, debajo de las calles existía un eficiente sistema de drenaje. Aunque Thera era una isla pequeña y distaba de Creta unos 100 kilómetros por mar abierto, sus habitantes constituían una sociedad próspera y refinada, lo suficiente para sostener a albañiles, carpinteros y otros artesanos, así como a artistas de depurada técnica y originalidad. De pronto, con un solo golpe de la naturaleza, Thera desapareció,

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destruida por una convulsión volcánica tan violenta que borró hasta el recuerdo de su existencia. Los historiadores han tenido que actuar como detectives y recurrir a muy diversas disciplinas para poder reconstruir lo sucedido; así, la arqueología, la geología, la meteorología y la vulcanología han aportado sus respectivas versiones para explicar qué fue lo que realmente sucedió en ese lugar. El presagio de la tragedia fue una serie de leves temblores de tierra Sucedió un verano. Del norte soplaba un fuerte viento que obligó a la gran flota a permanecer en puerto; faltaban muchas semanas para la cosecha y en Thera las grandes vasijas de piedra que se usaban para almacenar trigo, cebada, frutas secas y otros alimentos estaban casi vacías. Todos los días los comerciantes oteaban el horizonte en busca de algún indicio de los barcos que tendían un puente vital con los proveedores del otro lado del Mediterráneo. La incertidumbre entonces se hizo mucho más profunda cuando comenzaron a sentirse temblores de tierra. Seguramente hubo reuniones y tal vez discusiones acaloradas entre quienes insistían en evacuar la isla y quienes no hallaban motivo de alarma. Existe evidencia arqueológica de que se tomaron ciertas precauciones. En las casas recientemente descubiertas en Akrotiri, no había ningún artículo de oro o de plata, ni ninguna otra pertenencia valiosa, lo que sugiere que quizá dichos objetos fueron sacados de los cofres por si había que abandonar la isla a toda prisa. Se han descubierto, incluso, diversos utensilios y abastos en las bodegas de los sótanos, como si se hubiese procurado protegerlos. En ese momento se produjo un terremoto de inusitada violencia. En una de las casas la conmoción primero dividió y después unió de nuevo la escalera, como si hubiera sido manipulada por una mano gigantesca. Aunque aún no había señales de actividad volcánica, los temblores que siguieron bastaron para que hasta los más reacios comprendieran que había llegado el momento de partir. Comenzó la

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evacuación; según todos los indicios, se llevó a cabo con el sentido del orden que caracterizaba a los minoicos. Algunos tal vez se dirigieron a Grecia, pero es posible que la mayoría se refugiara en Creta. ¿Qué ocurrió después? Durante algún tiempo nada, aunque los arqueólogos discrepan acerca de si la calma fue de días, semanas o incluso meses. Los habitantes regresaron poco a poco para iniciar la agotadora tarea de descombrar y reconstruir, y de ello hay rastros que hoy día pueden verse en las excavaciones realizadas en Akrotiri: un camino despejado, con el cascajo apilado en ciertos tramos; un hueco de ventana agrandado para convertirla en puerta; un horno improvisado en la parte exterior de una pared en ruinas. En otra vivienda una tina fue subida a la azotea para recoger agua de lluvia. Pero la reconstrucción quedó bruscamente interrumpida cuando la resplandeciente isla se destruyó desde las entrañas mismas. El cataclismo final pudo haberse prolongado durante dos años, convirtiendo poco a poco a Thera en una isla desierta cubierta de cenizas; o bien, pudo haber durado sólo dos días de increíble violencia. El lapso no se ha determinado con precisión, pero el desarrollo de los hechos puede rastrearse en las capas de cenizas del inmenso pedregal situado al sur de la ciudad de Phira, ubicada en la cima de un risco. La erupción produjo primero una lluvia de piedra pómez de color rosa, tonalidad que hasta nuestros días ha hecho famosa a Thera. La duración de la lluvia de pómez sigue siendo motivo de especulaciones, pero cuando llegó a su fin, se desató una escalada tremenda. Por lo que hoy se sabe acerca de las erupciones volcánicas, puede afirmarse que la cumbre de la montaña estalló y vomitó, a más de dos mil kilómetros por hora, una carga de material comprimido y de gases sobrecalentados. La columna de humo alcanzó más de 30 km de altura sobre el Mediterráneo Una inmensa nube volcánica ascendió hasta la estratosfera,

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acompañada por detonaciones colosales que pudieron oírse desde el centro de África hasta Escandinavia, y desde el Golfo Pérsico hasta el Peñón de Gibraltar. El polvo que el aire arrastraba convirtió el día en noche a centenares de kilómetros, y al caer cubrió con un espeso manto una vasta extensión; probablemente alteró el clima de todo el mundo, ocasionando lluvias y descenso en las temperaturas. La expulsión de ceniza y material volcánico hizo que se fracturara el cono de estructura simétrica de Thera en varias secciones, quedando al descubierto la gigantesca cámara de magma. Billones de litros de agua marina se vertieron en el abismo candente y se produjo una serie de explosiones titánicas que hicieron volar más de 100 kilómetros cúbicos de la isla —mucho más que en cualquier otra erupción registrada en la historia de la tierra— y causaron gigantescas olas marinas, los llamados tsunamis, que se estrellaron contra la costa de Creta, rebasándola. Algunos expertos consideran que la fuerza de la erupción y la forma y profundidad del lecho marino en esa parte del mar Egeo pudieron haber producido olas que al romperse alcanzaron una altura de entre 60 y 70 metros —entre 15 y 25 metros más que el tsunami registrado recientemente en Indonesia. Las tres fases del desastre Una reseña sintetizada de la erupción del volcán de Thera se puede enfocar hacia tres fases:

1. Durante la primera, una explosión hizo volar la cima y despidió una columna de gas, lava, piedra pómez y ceniza a más de dos mil kilómetros por hora;

2. en la segunda, una erupción posterior de gas y magma formó una nube tan densa, que se derrumbó por su propio peso y dejó caer una avalancha incandescente a los costados de Thera y dentro del cráter;

3. finalmente, en la tercera fase, una vez desaparecida parte de la montaña, el agua inundó el abismal cráter e hizo explosión al entrar en contacto con el magma candente, labrando en los restos rocosos una bahía.

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Esta combinación de terremoto, agua, ceniza y fuego trajo consecuencias negativas para la civilización minoica de Creta que, aunadas a otros acontecimientos socio-políticos, contribuyeron, indudablemente, a su debilitamiento y desaparición, dejando en la memoria popular sólo algunos rastros que nos han llegado por antiguas leyendas y, principalmente, a través del relato hecho por Platón en uno de sus famosos Diálogos.