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MODULO 7 COMUNICACIÓN INTERCULTURAL Y MEDIACIÓN INTERCULTURAL

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MODULO 7

COMUNICACIÓN INTERCULTURAL

Y MEDIACIÓN INTERCULTURAL

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MODULO 7 : COMUNICACIÓN INTERCULTURAL Y MEDIACIÓN INTER-

CULTURAL

1. Objetivos

2. La cultura como trama de significados.

3. Interculturalidad y comunicación: aclaraciones previas.

4. .¿Qué es la comunicación intercultural?

4.1. Comunicación intercultural.

4.2. La competencia comunicativa intercultural.

5. Comunicación y mediación: una propuesta metodológica.

6. ¿Qué es la mediación intercultural?

6.1. El concepto de mediación intercultural.

6.2. La figura de el/la mediador/a intercultural.

6.3. Las dimensiones de la mediación intercultural.

6.4. Los choques culturales.

7. Síntesis.

8. Fuentes utilizadas.

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1. OBJETIVOS

Al finalizar el estudio en profundidad del MÓDULO 7 COMUNICACIÓN INTERCULTURAL Y ME-

DIACIÓN INTERCULTURAL, podrás:

• Comprender y utilizar adecuadamente los principales conceptos que definen la co-

municación intercultural y la mediación intercultural.

• Comprender básicamente qué es la comunicación intercultural y cuáles son su com-

ponentes, características y exigencias.

• Ser capaz de identificar las competencias básicas necesarias para facilitar una comu-

nicación intercultural y la medicación intercultural.

• Conocer las principales aplicaciones y ámbitos de la mediación intercultural.

2. LA CULTURA COMO TRAMA DE SIGNIFICADOS.

Lo que caracteriza, la mayoría de las veces la comunicación intercultural es el desconocimien-

to que se tiene de la otra cultura. Como mínimo hay tantas lenguas como culturas, y no se

conoce todavía al ser humano que las hable todas. La forma más simple de conocer es com-

parar: a partir de un punto de referencia se establecen relaciones del tipo “es igual a”, “es

diferente a”, “es similar a”, etc. En los contactos interculturales es muy frecuente utilizar el

método comparativo para describir nuestra experiencia y en los procesos de comunicación

podemos tener la tendencia a construir al Otro como distinto. Si se trata de una persona de

una cultura distinta, tiene que ser diferente a nosotros/as. Una mirada superficial sobre otras

comunidades de vida suele proporcionar una visión diferenciadora. A medida que vamos pro-

fundizando, es cuando vamos hallando las similitudes inherentes a todos los seres humanos.

Hay que evitar universalizar la diferencia.

El ser humano es básicamente cultural y la cultura es una construcción del ser humano. Cada

persona ha nacido en una comunidad de vida en la que ha sido socializada. En este proceso

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de socialización, la persona interioriza unas maneras de pensar, de sentir y de actuar. Esta

interiorización le proporciona la posibilidad de comprender el mundo de su comunidad. La

persona se convertirá, a su vez, en transmisora, conservadora y transformadora de esa cultu-

ra. Toda cultura es una comunidad de vida, y toda comunidad de vida es una comunidad de

sentido.

Para la Antropología, la cultura hace referencia a una forma particular de vida, de gente, de

un período, o de un grupo humano; es un concepto que está ligado a la apreciación y análisis

de elementos tales como valores, costumbres, normas, estilos de vida, formas o implementos

materiales, la organización social, etc. De manera que el concepto antropológico de cultura

nos permite apreciar variedades de culturas particulares (la cultura de una determinada zona

geográfica, la cultura del campesinado, la cultura de crianza, la cultura universitaria, etc.).

Si tratamos de definir la cultura a partir de cómo nos ayuda a comprendernos entre seres

humanos, es entendida como una red, malla o entramado de sentidos que le dan el significa-

do a los fenómenos de la vida cotidiana, para poder interactuar socialmente, que surge como

un producto del comportamiento humano y de la vida social situados en un ambiente históri-

co, geográfico, climático y productivo (material e intelectual). El antropólogo C. Geertz sos-

tiene que el hombre y la mujer son animales insertos en tramas de significación que él/ella

mismo/a ha tejido. Las culturas son esas tramas de significación. La cultura se comprende

mejor no como complejos esquemas concretos de conducta -costumbres, usanzas, tradicio-

nes, conjuntos de hábitos- , sino como una serie de mecanismos de control -planes, recetas,

fórmulas, reglas, instrucciones que gobiernan la conducta (Geertz, 1991).

La idea es que todos los seres humanos nacen en comunidades de vida que son, además, co-

munidades de sentido porque nos proporcionan instrumentos para dar sentido a la realidad

de nuestro entorno. En estas comunidades de vida se presupone la existencia de un grado

mínimo de sentido compartido. De esta manera cualquier pregunta que uno/a tenga acerca

de ¿qué significa tal o cual cosa, desde el punto de vista de tal cultura?, pasa a ser, ¿qué sen-

tido tiene esa cosa para esas personas? Como el concepto de sentido es eminentemente sub-

jetivo, hay que tener presente que el sentido de algo siempre se compone de significados di-

versos y simultáneos, de manera que encontrar el sentido de algo consiste en descubrir el

conjunto de significados simultáneos que ese algo tiene para el grupo de gente que lo vive.

En este sentido podemos distinguir:

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• El significado de las cosas materiales (un mismo objeto puede ser una herramienta para

una persona, algo viejo e inservible para otra y, finalmente, una valiosa antigüedad para

otra).

• El significado de las diferentes costumbres de la vida cotidiana (a los que se añade un sig-

nificado emocional, en muchos casos)

• El significado de las normas que rigen nuestra vida en sociedad (de hecho lo que define si

alguien pertenece o no a una comunidad o a un grupo humano es la aceptación y obser-

vancia del conjunto de reglas o normas que regulan la vida en común)

• El significado usado y conocido de las palabras utilizadas en la comunicación verbal (es

usual que reconozcamos a la gente, inclusive respecto de su nivel social, por la forma de

expresarse).

• El significado de los sistemas simbólicos, cuyo sentido sólo es cabalmente comprendido y

conocido por los miembros de la comunidad (incluyendo mitos y observancias religiosas).

• El significado del sistema de valores que guía las normas, las costumbres, y los sistemas

simbólicos compartidos.

Estos conjuntos de significados son los que dan sentido a la vida cotidiana, al mismo tiempo

que proporcionan la identidad cultural de cada uno de los miembros del grupo humano que

los comparte, porque su observancia identifica a cada uno como miembro de un grupo deter-

minado.

Al mismo tiempo, surge la importancia del contexto de la cultura, como un elemento muy im-

portante en el estudio de un mundo de vida en particular. De esta forma la palabra contexto

se refiere al entramado o tejido de significados provenientes del medioambiente o entorno,

que impresionan el campo de conocimientos de un grupo humano, como parte integrante de

su cultura y cosmovisión o su visión de mundo. En otras palabras, el contexto cultural es todo

aquello que forma parte del medioambiente o entorno y resulta significativo en la formación y

desarrollo de la cultura de un grupo humano específico. Por lo que el contexto es el entorno

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ambiental, social y humano que condiciona el hecho de la comunicación. El contexto incorpora

todo lo simbólico.

Cuando uno trabaja con la cultura, el concepto de contexto se hace importante porque es del

contexto de donde emergen los fenómenos o presiones más significativas para la vida cotidia-

na. Además, el contexto cultural es una dimensión importante cuando se estudia a la identi-

dad cultural como elemento de la cultura étnica.

Las diferencias entre formas culturales se originan en el contexto cultural. El contexto esta

constituido por fenómenos que por sus características imperecederas están constantemente

influyendo en la formación del sentido y significados de una manera de vivir y su correspon-

diente visión de mundo (o mundo de vida en un sentido fenomenológico). Si la cultura es la

red de significados, este entramado humano de sentidos tiene existencia en el contexto de

una geografía, un clima, la historia y el conjunto de procesos productivos en que se da la

existencia de esa cultura. De la geografía y el clima surgen aspectos significativos para la vida

cotidiana: los alimentos más comunes, que son los que se cultivan u obtienen más cerca; ca-

racterísticas de la vestimenta que se usa, condicionan los estilos arquitectónicos o de cons-

trucciones locales (casas, puentes y otras construcciones necesarias para sobrevivir en un

lugar dado); accidentes geográficos que facilitan o dificultan las comunicaciones, etc. Es de-

cir, los accidentes geográficos del lugar en que se vive: desierto, zona montañosa, de valles,

pampas, etc, y el tipo de clima característico del lugar: húmedo, lluvioso, seco, frío, cálido,

etc. pasan a convertirse en importantísimos proveedores de significados específicos del diario

vivir para la cultura de cada lugar. Parece apropiado llamarlo el sustrato geográfico de lo

humano.

La historia, proporciona la dimensión temporal de lo significativo, ligando los hechos pasados

a los significados y valores que le dan su parte de sentido a las cosas del presente, o proyec-

tándose al futuro imaginario. El contexto histórico se refiere a los aspectos significantes que

provienen del pasado: mitos, costumbres, folklore, y las versiones mismas de la historia que

se cuenta o se escribe, la que sirve para decir quiénes somos y por qué hacemos y pensamos

la vida de tal o cual manera. Habría que agregar que el folclore son sólo prácticas que pasa-

ron de moda como formas de la vida cotidiana, pero que por la riqueza de significados para el

ser humano, continúan practicándose y reforzando la identidad local, como son las comidas,

los cantos y las danzas tradicionales, las vestimentas y algunas herramientas y prácticas téc-

nicas. Las vivencias folclóricas son practicadas en todo el mundo y en la medida que los paí-

ses se adentran en la diversidad de la modernidad, las prácticas folclóricas son cultivadas y

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preservadas, justamente por su aporte a la definición de la identidad nacional o local que pro-

porcionan.

Por su parte, los procesos productivos proporcionan los substratos significativos restantes.

Representan las transformaciones que la gente hace para vivir y desarrollarse en cualquiera

de las actividades primarias (extraer de la naturaleza para uso directo o materias primas),

secundaria (la actividad fabril de transformación de la materia prima en bienes de uso y de

consumo) o terciaria (los servicios de unos para otros). Estas actividades que llamamos pro-

cesos productivos son parte del contexto cultural, porque establecen también parte de los sig-

nificados en los ambientes en que se producen las relaciones entre la gente, con sus divisio-

nes, uniones, estratificaciones, objetivas y subjetivas, proveyendo también su parte de signi-

ficación del diario vivir.

Los elementos del contexto cultural entregan cada uno su aporte connotativo al significado

común de las cosas en la vida cotidiana, estableciendo lo que se valora y con ello las normas

de convivencia, es decir, lo que se debe y no se debe hacer, de manera que cada lugar tiene

una identidad cultural que no es similar a ninguna otra, aunque pueda haber similitud entre

ellas. La identidad pasa a desempeñar el papel de una brújula que posiciona al grupo y sus

miembros en mapas cognitivos (u horizontes) colectivamente construidos.

Al tener en cuenta los elementos nombrados: geografía y clima, historia y procesos producti-

vos, se explica que el concepto de identidad cultural sea a menudo definido o descrito a partir

de la existencia de elementos que nacen de ellos, tales como territorio común, una lengua, un

conjunto de tradiciones o costumbres y sistema de valores y normas comunes al grupo étni-

co.

En suma, la cultura es un entramado de significados compartidos, significados que obtienen

su connotación del contexto (geografía, clima historia y proceso productivos), pero que habita

en la mente de los individuos dándoles una identidad cultural específica.

La identidad cultural no es más que la cultura "contextuada". La extrema diversidad de cultu-

ras es uno de los aspectos que más confunden a los estudiantes y estudiosos de la cultura. La

cultura de un grupo humano es como su huella dactilar: no hay dos grupos humanos que ten-

gan la misma cultura. De manera que la condición natural de la cultura es que ésta varía -se

diferencia, cambia en poco o en mucho- en lo que se refiere a sus contenidos entre grupos

humanos; por esta razón, no es posible encontrar dos comunidades que sean idénticas, dos

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poblaciones de una ciudad, o dos regiones en el país que no muestren diferencias en los ele-

mentos que componen su cultura. Es decir, costumbres, valores, normas, lenguajes y simbo-

lismos van a cambiar de grupo en grupo humano haciendo que cada uno de ellos exprese su

propia identidad cultural, creando una verdadera multiculturalidad. De manera que por identi-

dad cultural se entienden todos aquellos rasgos culturales que hacen que las personas perte-

necientes a un grupo humano se sientan iguales culturalmente.

La identidad cultural también puede ser presentada como respuesta de un grupo particular

para mostrar a los demás su unidad y reafirmar los valores y costumbres que establecen su

diferencia con los otros miembros de su sociedad.

Cualquier estudio de la interculturalidad debe hacerse desde una perspectiva en que la cultu-

ra del grupo humano, tomado como foco de nuestra atención, debe ser estudiada desde el

punto de vista del sentido que tienen los contenidos simbólicos mentales, tanto como -o en

interacción con- los elementos del contexto que rodean a ese grupo humano; a partir de esa

dimensión cultural tendremos las claves para establecer la parte que juegan la historia, el

medio ambiente y los procesos productivos para la sobrevivencia cotidiana de la formación

del sentido identitario del grupo en estudio, ya sea que se le identifique como una grupo étni-

co o como "razas" distintas o minoritarias.

RECUERDA

Lo que caracteriza, la mayoría de las veces la comunicación intercultural es el desconocimien-

to que se tiene de la otra cultura.

El ser humano es básicamente cultural y la cultura es una construcción del ser humano. Cada

persona ha nacido en una comunidad de vida en la que ha sido socializada. En este proceso

de socialización, la persona interioriza unas maneras de pensar, de sentir y de actuar. Esta

interiorización le proporciona la posibilidad de comprender el mundo de su comunidad. La

persona se convertirá, a su vez, en transmisora, conservadora y transformadora de esa cultu-

ra. Toda cultura es una comunidad de vida, y toda comunidad de vida es una comunidad de

sentido.

De esta manera cualquier pregunta que uno/a tenga acerca de ¿qué significa tal o cual cosa,

desde el punto de vista de tal cultura?, pasa a ser, ¿qué sentido tiene esa cosa para esas per-

sonas?

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El sentido de algo siempre se compone de significados diversos y simultáneos, de manera que

encontrar el sentido de algo consiste en descubrir el conjunto de significados simultáneos que

ese algo tiene para el grupo de gente que lo vive.

a) El significado de las cosas materiales

b) El significado de las diferentes costumbres de la vida cotidiana

c) El significado de las normas que rigen nuestra vida en sociedad

d) El significado usado y conocido de las palabras utilizadas en la comunicación verbal.

e) El significado de los sistemas simbólicos

f) El significado del sistema de valores que guía las normas, las costumbres, y los sistemas

simbólicos compartidos.

Surge la importancia del contexto de la cultura, como un elemento muy importante en el es-

tudio de un mundo de vida en particular. Las diferencias entre formas culturales se originan

en el contexto cultural.

De la geografía y el clima surgen aspectos significativos para la vida cotidiana.

La historia, proporciona la dimensión temporal de lo

significativo, ligando los hechos pasados a los signifi-

cados y valores que le dan su parte de sentido a las

cosas del presente, o proyectándose al futuro imagi-

nario. Se refiere a los aspectos significantes que pro-

vienen del pasado: mitos, costumbres, folklore, y las

versiones mismas de la historia que se cuenta o se

escribe.

Los procesos productivos representan las transforma-

ciones que la gente hace para vivir y desarrollarse en

cualquiera de las actividades primarias, secundaria

o terciaria.

Fotografía: C.I.S.M.I.

Al tener en cuenta los elementos nombrados: geografía y clima, historia y procesos producti-

vos, se explica que el concepto de identidad cultural sea a menudo definido o descrito a partir

de la existencia de elementos que nacen de ellos, tales como territorio común, una lengua, un

conjunto de tradiciones o costumbres y sistema de valores y normas comunes al grupo étni-

co.

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3. INTERCULTURALIDAD Y COMUNICACIÓN: ACLARACIONES PREVIAS.

El concepto de interculturalidad hace referencia a algún tipo de comunicación entre grupos

humanos de diferentes culturas. Para la vida social, la interculturalidad se encuentra asociada

a:

1. Problemas de comunicación deficiente (por desconocimiento de la cultura del otro) en

proyectos y programas variados: salud, educación, producción, etc.

2. Problemas relacionados con discriminación a grupos étnicos o raciales diversos.

3. Relaciones usualmente asimétricas entre grupos étnicos o culturales distintos.

Para la teoría social, los problemas surgen por la profusión de conceptos que se sobreponen

en lo referente a su connotación o significado, o bien que se interrelacionan entre sí, como en

los conceptos de etnia, raza, pueblo, nación, sociedad, comunidad, cultura, identidad y sus

derivados lingüísticos y conceptuales.

De manera que se pueden distinguir tres tipos de diferencias a partir del origen del grupo

humano:

Etnia es una palabra originalmente del griego ethnos que se refiere a la gente de una nación

o tribu, y ethnikos que originalmente significaba paganos o no griegos, para finalmente refe-

rirse a nacional (de una nación). Denota seres humanos miembros de grupos raciales y lin-

güísticos, etc. específicos, pero es usualmente utilizado para denominar a las minorías. Por lo

tanto la etnicidad se refiere a una cualidad étnica, a la afiliación o pertenencia a un grupo ét-

nico, lo que normalmente es caracterizado en términos de cultura. La mayoría de las socieda-

Multiculturalidad Coexistencia de grupos de diferencia cultural, social, econó-mica y étnica.

Contacto interracial Sociedades modernas plurales, formadas a partir de corrien-tes de emigrantes (USA, países europeos, etc.)

Contacto interétnico Sociedades modernas con minorías originales, formadas a partir del encuentro entre corrientes europeas y poblaciones vernaculares. (América Latina, algunos países de Europa)

Contacto intercultural América latina, Antropología Periférica y el indigenismo ac-tual.

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des modernas comprenden numerosos grupos étnicos diferentes. La etnicidad se refiere a las

prácticas culturales y perspectivas que distinguen a una comunidad dada de personas, y en la

medida que los miembros de un grupo étnico interactúan entre sí, la etnicidad se convierte en

el medio por el cual la cultura es transmitida. También significa la identificación con, y sentir-

se parte de, un grupo étnico y exclusión de ciertos otros grupos debido a esta filiación.

Los miembros de las entidades étnicas se ven a sí mismas como culturalmente diferentes de

otros agrupamientos en una sociedad y son percibidos por los demás de igual manera. Mu-

chas características distintas pueden servir para distinguir unos grupos étnicos de otros, pero

las más acostumbradas son la lengua, la historia o la estirpe (real o imaginada), la religión y

los estilos indumentarios o de adorno. Las diferencias étnicas son totalmente aprendidas, una

cuestión que parece evidente por sí misma hasta que se recuerda cuán a menudo algunos de

esos grupos han sido considerados como "nacidos para gobernar" o, alternativamente, vistos

como "idiotas, perezosos congénitos", y así sucesivamente.

A menudo el concepto de etnia es explicado o definido en función de la identidad cultural de

un grupo humano, o lo contrario, la identidad es explicada en función de la etnicidad. En el

fondo, a pesar de que podemos matizar según autores/as, viene a significar lo mismo: grupos

humanos con lenguajes, historias y formas de vida propias, usualmente distintas a los de la

sociedad dominante (donde el grupo étnico es una minoría), o coexistiendo con otros grupos

de cultura disímil (en sociedades pluriétnicas).

Muchas sociedades en el mundo actual, tanto en el industrializado como en el denominado

Tercer Mundo, son sociedades plurales, es decir, habitadas por múltiples étnias. La globaliza-

ción ha tenido como uno de sus efectos que, en gran parte del mundo, incluido todo el

"Occidente democrático", se experimente un "resurgimiento étnico". Las distinciones étnicas

son raramente "neutrales". Están asociadas frecuentemente con acusadas desigualdades de

riqueza y poder, así como con antagonismos entre los grupos, donde se destacan las llama-

das minorías étnicas o grupos minoritarios.

Normalmente las minorías étnicas se reconocen a si mismas como una minoría dentro de una

sociedad mayor, pero a ese reconocimiento ayudan las conductas estereotipadas por parte de

la población mayoritaria y el sentimiento de ser discriminados por ella, donde el concepto de

razas en contacto juega un papel muy importante para justificar las diferencias imaginadas o

reales, de manera tal que la minorías étnicas concentran su atención en su situación si:

1. Sus miembros son perjudicados como resultado de la discriminación, abierta o encu-

bierta contra ellos.

2. Los miembros de la minoría desarrollan algún sentido de solidaridad de grupo o de

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pertenencia común.

3. Los grupos minoritarios están, en general, física y socialmente aislados de la comuni-

dad más amplia.

A su vez, la etnicidad como minoría, toma la connotación de valor de clasificación social, al

identificar a la persona como perteneciente a una clase social inferior, sólo por su condición

étnica.

Otra forma de referirse a un grupo humano diferente a otros y con los que comparte un terri-

torio es el concepto de grupo étnico. Las características que se admiten para caracterizar a un

grupo étnico son:

a) Conglomerado social capaz de reproducirse biológicamente

b) Que reconoce un origen común

c) Cuyos miembros se identifican entre sí como parte de un Nosotros distinto de los

Otros (que son miembros de grupos diferentes de la misma clase) e interactúan con

éstos a partir del reconocimiento recíproco de la diferencia

d) Que comparten ciertos elementos y rasgos culturales, entre los que tiene especial rele-

vancia la lengua.

Para que exista un grupo étnico, deber haber una relación significativa entre una sociedad (el

grupo) más una cultura propia. Lo que hace es simplemente sobreponer dos conceptos a la

vez, sugiriendo que el concepto de etnia se hace más completo cuando se le junta con el de

grupo para destacar los lazos de interacción social y colectiva que lo convierten en una unidad

de vida, pudiendo así diferenciar más claramente sus fronteras de separación y contacto.

La interculturalidad se refiere a la interacción comunicativa que se produce entre dos o más

grupos humanos de diferente cultura. Si a uno o varios de los grupos en interacción mutua se

les va a llamar etnias, sociedades, culturas o comunidades es más bien materia de preferen-

cias de escuelas de ciencias sociales y en ningún caso se trata de diferencias epistemológicas.

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Glosario resumen:

RECUERDA

INTERCULTURALIDAD Y COMUNICACIÓN

Socialmente, la interculturalidad se encuentra asociada a:

Problemas de comunicación deficiente, problemas relacionados con discriminación a grupos

étnicos o raciales diversos y relaciones usualmente asimétricas entre los mismos.

La mayoría de las sociedades modernas comprenden numerosos grupos étnicos diferentes. La

etnicidad se refiere a las prácticas culturales y perspectivas que distinguen a una comunidad

dada de personas, y en la medida que los miembros de un grupo étnico interactúan entre sí,

la etnicidad se convierte en el medio por el cual la cultura es transmitida. También significa la

identificación con, y sentirse parte de, un grupo étnico y exclusión de ciertos otros grupos de-

bido a esta filiación.

Muchas sociedades en el mundo actual, tanto en el industrializado como en el denominado

Tercer Mundo, son sociedades plurales, es decir, habitadas por múltiples étnias.

Cultura Forma de vida y pensamiento: trama de sentidos organizados en sig-

nificados.

Raza Obsoleto. Incorrecto.

Etnia Grupo humano diferenciado por lengua religión, costumbres y territo-

rio propios.

Pueblo Igual al anterior. El vocablo "pueblo" para designar a un grupo étnico

casi no se usa en castellano, pero es común en la antropología anglo-

sajona.

Sociedad Conjunto organizado de individuos con un modo determinado de vida

y donde se destaca el componente humano.

Comunidad Espacio temporal de la vida colectiva que debe darse con condiciones

mínimas de concordancia con respecto a fines comunes.

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Normalmente las minorías étnicas se reconocen a

si mismas como una minoría dentro de una socie-

dad mayor.

La interculturalidad se refiere a la interacción co-

municativa que se produce entre dos o más gru-

pos humanos de diferente cultura.

Fotografía: C.I.S.M.I.

4. ¿QUÉ ES LA COMUNICACIÓN INTERCULTURAL?

4.1. COMUNICACIÓN INTERCULTURAL.

La interculturalidad es, en realidad, comunicación intercultural; es decir, la existencia de la

interacción como fenómeno implica inmediatamente situarse en un fenómeno comunicacional

(porque describe una relación entre culturas) que, de mayor o de menor calidad, implica que

la comunicación se produce por necesidad de una o de ambas partes. La comunicación inter-

cultural es el grado de comunidad de vida compartido por agentes de comunidades distintas,

que por una u otra razón se encuentran comunicándose en un momento dado.

Los estudios sobre comunicación intercultural pasan así a convertirse, en una disciplina con

un campo de trabajo y estudio definido por los intereses de quienes quieren comunicarse efi-

cazmente en ambientes multiculturales o multiétnicos.

Como conocimiento o como disciplina de estudios teóricos y prácticos, la comunicación inter-

cultural es sumamente importante en situaciones conflictivas entre culturas, para el desarro-

llo de la educación, en desarrollo humano, en la expansión de mercados, en el uso de medios

de comunicación modernos y dondequiera que deben comunicarse eficaz y competentemente

dos o más culturas disímiles.

Comprender las relaciones interculturales en una situación práctica, supone comprender la

cultura de los dos mundos en contacto, dos universos simbólicos en contacto. Si definimos a

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la cultura como una trama de significados que dan sentido a la vida cotidiana (Weber) en la

forma de programas o modelos (Geertz) que en la práctica se convierten en sistemas de valo-

res y normas que rigen la acción (Giddens), la comunicación intercultural se realiza donde

hay contacto entre dos o más de esas tramas de significados y sentidos. Luego, la intercultu-

ralidad se da cuando un grupo comienza a conocer, reconocer, comprender, aceptar y facilitar

la expresión del el sentido que tienen las cosas para otro grupo cultural.

La interculturalidad como comprensión (comunicación intercultural) puede ser un compromiso

de actos individuales (puedes encontrarte en la situación de tener un/a amigo/a étnicamente

diferente a ti, ser positivas las relaciones con él/ella y aceptarle como diferente pero, sin em-

bargo, rechazar la cultura a la que pertenece). En definitiva, la interculturalidad implica una

comprensión cultural acerca del Otro (los Otros, en realidad), como un ente colectivo, de mo-

do que se da sólo cuando es asumido como significación colectiva.

La mera asistencia y participación a un encuentro, a una fiesta o a unas jornadas intercultura-

les no pueden ser consideradas comunicación intercultural o, en todo caso, puede serlo en un

nivel muy superficial para tomar conciencia del Otro real, de carne y hueso, pero no tiene por

qué evitar que se sigan manteniendo prejuicios discriminatorios ya instalados.

La comunicación intercultural se produce sólo cuando uno de los grupos, o ambos, comienzan

a sumir los significados del Otro. Por supuesto que la comunicación intercultural será más

profunda cuanto más aspectos significativos se conozcan del Otro, de allí que digamos que la

comunicación intercultural es el grado de vida compartido. Una actitud comprensiva o de ge-

nuino interés por comprender la cultura del Otro debería proporcionar unas pautas de eficien-

cia para mejorar las habilidades en las situaciones interculturales o multiculturales.

4.2. LA COMPETENCIA COMUNICATIVA INTERCULTURAL.

Una comunicación es eficaz cuando se llega a un grado de comprensión aceptable para los/as

interlocutores/as, es decir, cuando ambos/as son capaces de comprender acertadamente lo

que unos/as y otros/as quieren decir, porque comparten significaciones en un grado suficien-

te o muy profundo. La búsqueda de la eficacia intercultural conduce a crear competencia co-

municativa: poder sentirse competente para comunicarse con los miembros de otra cultura.

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Para lograrlo es necesario tener presente los siguientes aspectos:

1. COMUNICACIÓN VERBAL Y NO VERBAL.

Debe haber, al mismo tiempo, un razonable conocimiento de lo aceptable y lo legítimo en

la comunicación verbal y la comunicación no verbal con el Otro. No sólo hay que compartir

lo verbal, es decir, comunicarse en un idioma conocido por ambos sino que también es

necesario conocer el significado de los gestos corporales y contextuales (uso del tiempo,

vestidos, orden de las cosas) para los/las interlocutores/as, incluyendo el uso correcto de

la distancia mutua al conversar o interactuar.

2. TOMAR CONCIENCIA DE LA CULTURA PROPIA.

Ser competente en la comunicación intercultural facilita el conocimiento de la cultura pro-

pia, eliminando, en gran medida, la incertidumbre natural que sentimos cuando somos

sometidos/as a presiones externas de cambio; y/o eliminado, la excesiva certidumbre de

saber cómo debemos actuar o comportarnos mientras rechazamos las diferencias que ob-

servamos en otras culturas. Como explica M. Rodrigo, uno/a debe iniciar un proceso de

toma de conciencia de la propia cultura, es decir, observar y estar atento/a al por qué

hacemos lo que hacemos, para así, comenzar a tomar conciencia de que nuestras formas

de vida, por muy naturales que nos parezcan, son sólo nuestras y que, por tanto, son per-

cibidas y vividas de otra manera y con otros significados para la gente de otros lugares,

incluso aunque estos lugares sean cercanos. En otras palabras, debemos ser conscientes

de nuestro propio etnocentrismo (la centralidad de nuestra cultura), para poder asumir

que lo que hace el/la otro/a es tan normal, por raro que nos parezca, como cualquier cosa

habitual para nosotros/as. Así, la búsqueda de una comunicación intercultural eficiente

nos permite aceptar, en este caso, el principio de la relatividad cultural de que cada cultu-

ra es tan válida como las otras.

3. EVITAR ESTEREOTIPOS Y GENERALIZACIONES.

El ejercicio permanente de conocer nuestra propia cultura nos hace examinar nuestros es-

tereotipos y los/as de quienes nos rodean, haciéndolos conscientes como parte de nuestra

cultura y posibilitando que podamos darnos cuenta de los estereotipos que el/la otro/a tie-

ne respecto a nosotros/as. La competencia comunicativa consiste no sólo en evitar los es-

tereotipos de una manera directa, sino en comunicarnos aceptablemente, evitándolos en

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la medida de lo posible, o usándolos, incluso desde el conocimiento de lo que se hace, si

de esa manera podemos comunicamos con más éxito. La idea es que si se crea una buena

comunicación mutua, estos prejuicios desaparecerán solos. La competencia en comunica-

ción intercultural permite evitar las generalizaciones respecto de otras culturas o identida-

des, asignándoles estereotipos.

4. EMPATÍA EMOCIONAL.

Hay que estar alerta ante el choque cultural que puede producir la incomprensión del com-

portamiento ajeno. De igual modo, hay que ir superando emociones negativas como des-

confianza, incomodidad, ansiedad, preocupación, etc. que pueden surgir durante el proce-

so comunicativo. Una manera de superarlo es intentar comunicarse compartiendo emocio-

nes, ser capaz de crear una relación de empatía emocional que facilite la fluidez del pro-

ceso comunicativo. Esta empatía se manifiesta a nivel no verbal y verbal.

5. METACOMUNICACIÓN.

Si la necesidad de comunicarse es imperiosa o muy urgente, siendo muy importante evitar

cualquier tipo de malentendidos (por ejemplo, en una situación comunicativa que se des-

arrolle en el ámbito sanitario o legal), es necesario que las personas aprendan a metaco-

municarse, es decir, que tengan la capacidad de decir lo que se pretende decir cuando se

dice algo. Metacomunicar significa no sólo hablar del sentido de nuestros mensajes, de lo

de lo que significan, sino incluso de los efectos que se supone deberían causar. La eficien-

cia comunicativa con capacidad metacomunicativa significa, también, estar consciente de

la existencia de sobreentendidos (presuposiciones, eufemismos, etc.) en los que el sentido

no está en el significado literal del mensaje porque se ha sobreentendido que el/la otro/a

sabe de qué le están hablando. Hay que evitar los sobreentendidos precisando el sentido

de la comunicación.

6. ATENCIÓN AL CONTEXTO COMUNICACIONAL.

M. Rodrigo también añade que debemos estar atentos/as al contexto en que se produce la

comunicación intercultural, porque el contexto es el responsable, en gran medida, de las

circunstancias que modifican las características del proceso comunicativo: ambientes reli-

giosos, fundamentalistas, solidarios, cooperativos, etc. Destacamos la importancia del te-

rritorio porque la persona siempre esta más cómoda cuando la comunicación se produce

en su propio terreno (en el sentido amplio de la palabra). Parte del contexto son, también,

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las diferencias de poder que se establecen en el proceso de comunicación en función, pre-

cisamente, del contexto (director del colegio con los padres del estudiante, empleador con

empleado, funcionario/a con usuario/a, etc.).

7. CREAR CONDICIONES DE IGUALDAD.

El diálogo intercultural debe realizarse con las mayores condiciones de igualdad que sean

posibles. Si se quiere establecer una comunicación intercultural en pie de igualdad, se de-

be poner mucha atención a los elementos del contexto que permitan que ambas partes se

sientan en razonable igualdad de condiciones. Esto sólo es posible si somos creativos/as y

conocemos los aspectos importantes de las culturas en cuestión.

8. APERTURA AL CAMBIO CULTURAL.

La comunicación intercultural se produce satisfactoriamente cuando existe una actitud

abierta al cambio cultural, el cual se entiende y se acepta como algo natural, aunque a

veces pueda ser incómodo; pero, en cualquier caso, el cambio cultural se debe percibir

algo inevitable y no necesariamente doloroso.

9. LA COMUNICACIÓN INTERCULTURAL COMO DESARROLLO PERSONAL.

La persona interesada en tener competencia comunicativa intercultural se encuentra en

una situación de mejorar su calidad humana como persona, porque ensancha su horizonte

cultural y la capacita para relacionarse satisfactoriamente con amplios y diferentes grupos

culturales. También le ofrece la posibilidad de ser más creativa y experimentar a partir de

la cultura propia, desarrollando la capacidad de asombro y de re-creación.

En definitiva, las teorías de la comunicación intercultural distinguen tres aspectos en la

descripción del proceso comunicativo: el emotivo, el cognitivo y el conductual.

• La competencia intercultural emotiva se da cuando las personas son capaces de pro-

yectar y recibir respuestas emocionales positivas antes, durante y después de las in-

teracciones interculturales.

• La competencia intercultural cognitiva implica que se es más competente en la comuni-

cación intercultural cuando se adquieren mayores grados de auto-conciencia y con-

ciencia cultural: es decir, cuando uno/a es consciente de las propias características

culturales y sus propios procesos comunicativos. La máxima es que para comprender

19

a los/as demás uno/a debe comprenderse primero a sí mismo/a.

• La competencia intercultural conductual quiere decir que las personas serán más com-

petentes en la comunicación intercultural cuando mejoren su grado de habilidad inter-

cultural. Presupone las dos competencias anteriores y enfatiza la destreza de actuar

efectivamente para alcanzar el objetivo de la interdependencia multicultural y la inter-

conectividad en la aldea global.

Como síntesis que nos guíe para llevar a cabo el diálogo intercultural, podríamos tener estos

cinco puntos como presupuestos básicos a tener siempre en cuenta:

1. Nada es inmutable. Cuando se inicia un diálogo uno/a debe estar potencialmente

abierto/a al cambio.

2. No hay posiciones universales. Todo está sujeto a crítica.

3. Hay que aprender a aceptar el conflicto y la posibilidad de que se hieran los sentimien-

tos.

4. Hay cierta perversidad en la historia que se nos ha enseñado. Nuestras identidades se

han elaborado en oposición a la de los Otros.

5. Nada está cerrado. Cualquier cuestión puede siempre abrirse.

Y, finalmente, estos objetivos básicos de la comunicación intercultural:

� Lo primero, es tratar de establecer los fundamentos del intercambio intercultural, un diá-

logo intercultural para conocer a los Otros.

Hay que partir de la base de que, generalmente, la representación (medios de comuni-

cación, imaginario social,...) que tenemos de los Otros es la de la exclusión y la margi-

nación. Es una representación que responde a la imagen de una mayoría, por lo tanto,

estará consensuada y aceptada. Debemos ser conscientes de que el diálogo con los

Otros tiene que ser un diálogo crítico y autocrítico, que comience por uno/a mismo/a.

� Lo segundo, es eliminar los estereotipos negativos que cada cultura produce de otras.

Esto significa romper con la práctica de crear a la persona étnicamente diferente in-

humanizada. El objetivo intercultural por excelencia es la necesidad de llevar a cabo un

cambio en las mentalidades.

20

� En tercer lugar, se trataría de iniciar la comunicación a partir de una posición de igual-

dad.

No debemos ser ni ignorantes ni ilusos/as a la hora de calibrar la realidad de desigualdad

de poder que nos rodea y que nos sitúa en una determinada región del planeta. Partien-

do de esta consideración de la política o la economía a nivel mundial, no debemos dejar-

nos llevar por el paternalismo, el victimismo o el voluntarismo, porque ninguna de estas

actitudes es aceptable para la consecución de unas condiciones asumibles para la nego-

ciación.

� Hay que relativizar la cultura propia, comprender valores alternativos e, incluso, aceptar

estos otros valores.

El objetivo es ir adquiriendo una identidad intercultural (mente multicultural, identidad

compleja,...), que nos permita reconocer que los valores de nuestra cultura no son los

únicos, sino sólo acaso preferibles por nosotros/as; sin olvidar que otras culturas tienen

también valores y contenidos válidos, aceptables y preferibles por ellos/as.

� Los contactos entre culturas han sido durante mucho tiempo un espacio de confronta-

ción. El objetivo es convertir este espacio es un lugar para la negociación y la coopera-

ción.

RECUERDA

¿QUÉ ES LA COMUNICACIÓN INTERCULTURAL?

La interculturalidad es, en realidad, comunicación intercultural; es el grado de comunidad de

vida compartido por agentes de comunidades distintas, que por una u otra razón se en-

cuentran comunicándose en un momento dado.

Implica comunicarse eficazmente en ambientes multiculturales o multiétnicos.

La interculturalidad se da cuando un grupo comienza a conocer, reconocer, comprender,

aceptar y facilitar la expresión del el sentido que tienen las cosas para otro grupo cultural.

La mera asistencia y participación a un encuentro, a una fiesta o a unas jornadas intercultura-

les no pueden ser consideradas comunicación intercultural o, en todo caso, puede serlo en un

nivel muy superficial.

21

La comunicación intercultural es el grado de vida compartido. Una actitud comprensiva o de

genuino interés por comprender la cultura del Otro.

LA COMPETENCIA COMUNICATIVA INTERCULTURAL

Una comunicación es eficaz cuando se llega a un grado de comprensión aceptable para los/as

interlocutores/as, es decir, cuando ambos/as son capaces de comprender acertadamente lo

que unos/as y otros/as quieren decir.

Para lograrlo es necesario tener en cuenta:

1.- Comunicación verbal y no verbal.

2.- Tomar conciencia de la cultura propia.

3.- Evitar estereotipos y generalizaciones.

4.- Practicar la empatía emocional. Hay que estar alerta ante el choque cultural que puede

producir la incomprensión del comportamiento ajeno.

5.-Metacomunicación. Tener la capacidad de decir lo que se pretende decir cuando se dice

algo. Estar consciente de la existencia de sobreentendidos en los que el sentido no está en el

significado literal del mensaje porque se ha sobreentendido que el/la otro/a sabe de qué le

están hablando. Hay que evitar los sobreentendidos precisando el sentido de la comunicación.

6.- Atención al contexto en el que se produce la comunicación intercultural porque el contexto

es el responsable, en gran medida, de las circunstancias que modifican las características del

proceso comunicativo: ambientes religiosos, solidarios, cooperativos, etc.

7.- Crear condiciones de igualdad.

8.- Apertura al cambio cultural.

9.- La comunicación intercultural como desarrollo personal.

22

Son tres los aspectos en la descripción del proceso comunicativo: el emotivo, el cognitivo y el

conductual.

Presupuestos básicos a tener siempre en cuenta:

1.- Cuando se inicia un diálogo uno/a debe estar potencialmente abierto/a al cambio.

2.- Todo está sujeto a crítica.

3.- Hay que aprender a aceptar el conflicto y la posibilidad de que se hieran los sentimientos.

4.- Hay cierta perversidad en la historia que se nos ha enseñado. Nuestras identidades se han

elaborado en oposición a la de los Otros.

5.- Nada está cerrado. Cualquier cuestión puede siempre abrirse.

OBJETIVOS BÁSICOS DE LA COMUNICACIÓN INTERCULTURAL:

a) Establecer los fundamentos del intercambio intercultural.

b) Eliminar los estereotipos negativos que cada cultura produce de otras.

c) Iniciar la comunicación a partir de una posición de igualdad.

d) Hay que relativizar la cultura propia, comprender valores alternativos y aceptar estos otros

valores.

e) Convertir este espacio es un lugar para la negociación y la cooperación.

5. COMUNICACIÓN Y MEDIACIÓN: UNA PROPUESTA METODOLÓGICA.

La comunicación intercultural es indispensable para poder llevar a cabo la mediación intercul-

tural. Pasaremos ahora a desarrollar en qué consiste ésta, pero antes vamos a conocer una

metodología basada en la comunicación intercultural y que es ampliamente utilizada tanto en

educación intercultural como en mediación intercultural. Nos referimos al método propuesto

por M. Cohen-Emérique para el establecimiento de la comunicación intercultural o también

como fases imprescindibles para establecer una dinámica intercultural. Es una metodología

básica y eficaz dentro del ámbito de trabajo que nos ocupará, la mediación intercultural.

La metodología consta de tres momentos:

23

1. La descentración.

2. La comprensión/penetración en el sistema de El Otro.

3. La negociación/mediación.

1. LA DESCENTRACIÓN.

La descentración es el proceso que permite a las personas tomar conciencia y distanciarse de

sus propios referentes culturales para llegar a una relativización de sus puntos de vista y, de

este modo, acceder a una cierta mentalidad cultural que no es sinónimo de la negación de su

identidad, sino un reconocimiento asumido de la misma.

Plantea la necesidad de reflexionar sobre uno/a mismo/a como portador/a de una cultura o

de determinadas subculturas. En la pertenencia cultural se integran los modelos y las normas

que nos guían, así como se hace comprensible toda nuestra trayectoria vital. Para lograr al-

canzar la conciencia de la relatividad de nuestros puntos de vistas y de nuestros valores, es

imprescindible tener un conocimiento más profundo de nosotros/as mismos/as. Muchas imá-

genes prejuiciosas y estereotipadas sobre culturas diferentes a la nuestra se han adquirido

inconscientemente a lo largo de un proceso de socialización. El objetivo es, también, hacer

conscientes y explicitar estos prejuicios y estereotipos que pueden aparecer como inherentes

a nuestro modo de ser y de ver el mundo.

Cohen-Emérique nos plantea que la identidad es como un prisma con distintas caras. Cada

una de estas caras se configura a partir de diferentes aportaciones, unas a partir de la cultu-

ra, otras elaboradas por el propio individuo, por su voluntad y por los acontecimientos de su

propia vida, etc. Hay determinadas zonas de la identidad que cuando “se tocan” provocan re-

acciones afectivas muy intensas (agresividad, tristeza, angustia,...). Son las denominadas

zonas sensibles, especialmente significativas en personas que han vivido, o viven, procesos

de reconstrucción identitaria, crisis identitarias o reajustes de equilibrio identitario. Podemos

aventurar algunas cuestiones que suelen estar generalmente presentes en estas zonas sensi-

bles, y que están muy relacionadas con aspectos culturales:

• Todo lo referido al ámbito religioso (sentimiento religioso, prácticas religiosas, viven-

cia de lo religioso,...).

• Las cuestiones referidas a las relaciones de género (el papel de la mujer en la fami-

lia, su rol en la esfera pública,...).

24

• La educación de los/as hijos/as (castigos y recompensas, transmisión de valores,

castigos corporales,...).

• El reconocimiento de los derechos de los/as niños/as y su lugar en la familia y en la

sociedad

• Todos los aspectos relacionados con la concepción del tiempo (organización, eficacia,

rendimiento,...).

Las zonas sensibles de una persona pueden cambiar y/o evolucionar con el tiempo y las cir-

cunstancias vitales o personales; entonces pasan a un nivel inconsciente. Cuando se avivan,

pueden provocar fuertes reacciones afectivas que impidan la comunicación y/o generen con-

flictos. Se entra, entonces, en una lógica de conflicto, no de comprensión.

Puede suceder que al entrar en relación con El Otro Diferente, sus comportamientos, actitu-

des o pensamientos, nos resulten extraños y nos provoquen un choque cultural. El choque

funciona como un espejo donde ver la propia identidad. El Otro es como un catalizador del

proceso en el que se nos revela un Yo que hasta entonces desconocíamos, una parte de nues-

tra personalidad que no habíamos asumido o explicitado.

El malestar que nos produce el choque no debe impedir su análisis. De hecho, el choque es

una oportunidad para conocernos, hacer explícitos nuestros marcos de referencia y tomar

conciencia de la diferencia con respecto a otros esquemas referenciales. El análisis de los cho-

ques culturales no proporciona también la posibilidad de desconfiar de nuestras primeras im-

presiones y profundizar en las situaciones de conflicto cultural.

Es muy importante tomar conciencia de las propias zonas sensibles y de las posibles zonas

sensibles de nuestros/as interlocutores/as si queremos entablar un proceso de diálogo inter-

cultural o de mediación intercultural. La fase de descentramiento nos ayuda a tomar esta

conciencia.

2. LA COMPRENSIÓN / PENETRACIÓN EN EL SISTEMA DEL OTRO.

Penetrar el Sistema del Otro consiste en ser capaz de mantener una actitud de apertura; de

llevar a cabo un esfuerzo personal tendente a descubrir lo que tiene sentido para él/ella; de

ser curioso/a; de optar por darla la palabra para que se exprese y, a través de su expresión

conocer sus marcos de referencia, su mundo de vida, sus creencias, sus valores, sus roles.

25

Esta fase tiene como objetivo “apropiarse” la cultura del Otro. Es una apropiación que debe

tener en cuenta todos los aspectos para situarse dentro de una perspectiva dinámica, ya que

se trata de captar todos los posibles cambios provocados por el conjunto de los procesos de

aculturación que ha vivido la persona. En definitiva, la finalidad es comprender el marco de

referencia de la persona, el sistema de valores que guía sus comportamientos y sus reaccio-

nes.

Cohen-Emérique propone algunos medios que nos pueden ayudar a alcanzar esta compren-

sión:

• Recoger información sobre la otra cultura a través de la lectura o de prácticas en las que

aquella se manifieste. Hay que tener precauciones de no recoger información estereotipa-

da o subjetiva (teniendo en cuenta las apropiaciones individuales que hacemos de la cul-

tura). En cualquier caso, debemos ser conscientes de que la percepción que se tiene so-

bre una cultura, sobre todo cuando no es la nuestra, puede ser muy subjetiva y globali-

zante, enfatizando unos rasgos, ignorando o difuminando otros, ya que, en definitiva, la

interpretación la hacemos, en gran medida, más desde la afectividad que desde lo mera-

mente cognitivo.

• Es imprescindible la información que recibimos de nuestros/as propios/as interlocultores/

as. Es información de primera mano sobre sus propios marcos de referencia. Aquí es im-

portante aprender a hacer preguntas. No sólo obtenemos información, sino que lo/la co-

nocemos mejor y se establece un marco más simétrico en la relación.

• Tal y como habíamos establecido cuando hablábamos de comunicación intercultural, es

muy importante estar atentos/as al lenguaje no verbal que utiliza la persona. Nuestra cul-

tura se dice que es de “contexto pobre”, lo no verbal suele tener poca importancia; pero

no es así en otras culturas de “contexto rico”. Resulta imprescindible desarrollar habilida-

des de observación lo suficientemente sutiles como para percibir los modos de situarse en

el espacio y de moverse, de sentarse, de mover las manos, las miradas, los silencios, la

relación con los/as acompañantes, etc. El lenguaje no-verbal es una fuente de informa-

ción muy potente para la cual tenemos que estar entrenados/as.

• Hay, finalmente, que dejar que las cosas fluyan, “dar tiempo al tiempo”, respetar los rit-

26

mos de El Otro. En nuestra sociedad estamos demasiado preocupados/as por obtener re-

sultados rápidamente, por perseguir una eficacia que se mide por el tiempo que tardamos

en alcanzar unos objetivos. Tenemos que desterrar todo esto de nuestro comportamiento,

tanto mental como conductual. Hay que saber esperar y aprender a respetar los tiempos.

Por otra parte, alcanzar un conocimiento aceptable de un universo simbólico que no es el

nuestro, no es algo que pueda hacerse de un día para otro. Necesitamos tiempo; tiempo

para viajar al país, para establecer conversaciones, para conocer su arte, su literatura,

sus costumbres, sus modos de vida,... Tenemos que impregnarnos en un mundo de vida,

y eso requiere un esfuerzo, también, de dedicación temporal.

Entrar en el marco cultural de El Otro, no es un mero ejercicio intelectual. Tenemos que des-

arrollar un cierta empatía y hacer de nuestro/a interlocutor/a y de su mundo algo inteligible

para nosotros/as ya que de otro modo, no podremos establecer procesos verdaderamente

comunicativos. Tenemos que ser capaces de ponernos en su lugar, de captar sus puntos de

vista. Todo este esfuerzo es imprescindible para desarrollar un trabajo intercultural, en cual-

quiera de los campos que nos movamos (educación, trabajo social, inserción socio-laboral,

sanidad, entidades ciudadanas, asociaciones, etc.).

3. LA NEGOCIACIÓN / MEDIACIÓN.

Este tercer momento se sitúa en la fase de resolución de problemas o crisis. Sucede cuando

los códigos culturales presentes son muy distantes y entran en conflicto. Es una fase en las

que las personas implicadas podemos ver amenazadas nuestras identidades culturales y la

figura de la persona étnicamente diferente corre el riesgo de ser excluida o marginada.

Este momento es de suma importancia para todos/as los/as profesionales que desarrollan su

trabajo en la práctica con personas de otras culturas. Teóricamente es quizás más fácil man-

tener un sano relativismo cultural y las consignas del respeto y la tolerancia. Pero cuando nos

enfrentamos a situaciones concretas dentro de una sociedad que no es igualitaria; y cuando

las personas están muy alejadas de sus mundos de vida y pueden sentirse atacadas o menos-

preciadas, es imposible no encontrarnos con circunstancias en las que debemos saber enfren-

tarnos a situaciones de resolución de conflictos. Estas situaciones podrán resolverse a través

de negociación, en unos casos, y de mediación, en otros.

La finalidad de esta fase es lograr un acuerdo mínimo mediante una serie de gestiones e in-

27

tercambios. Lo más importante es evitar la violencia simbólica por la cual uno/as de los/as

protagonistas impone su código al el/la otro/otra, sobre todo, a partir de dos mecanismos:

� un proceso asimilador que niega la identidad de el/la otro/otra (“estás aquí y tienes que

vivir como nosotros/as”);

� un proceso de indiferencia que desemboca en una actitud marginadora (“tú eres como

eres y nosotros/os somos como somos”)

Hay que trabajar para encontrar un terreno común (los mínimos compartidos) donde quepan

las dos posturas, donde ambas se sientan reconocidas sin sentir que su identidad ha sido me-

noscabada ni que ha traicionado sus valores fundamentales. Los procesos de negociación son

complejos y no podemos detenernos a analizarlos en profundidad. Vamos a revisar, eso sí,

algunas condiciones que deben darse antes y durante el proceso de negociación intercultural.

Algunas condiciones que deber darse ANTES de una negociación intercultural:

• Reconocer que estamos en un conflicto de valores y no de conductas. La conducta de El

Otro tiene una lógica en función de un sistema de valores, el suyo.

• Considerar a la otra persona como interlocutor/a válido, situado/a al mismo nivel y nece-

sario/a para la resolución del conflicto.

• Reconocer que puede sentirse, en general, en inferioridad de condiciones. Intentar mini-

mizar esto.

• Mirarlo/a como un/a igual. Darle su sitio y reconocer su valor.

• Saber que el proceso de El Otro tiene una lógica, lo que no quiere decir que su proceso

tenga que ser el nuestro.

• Concederle el mismo grado de racionalidad que nos otorgamos a nosotros/as mismos/as.

• El cambio que suponga la resolución tiene que venir de las dos partes. El acercamiento

tiene que ser mutuo. Las dos personas han de cambiar durante el proceso.

• El análisis intercultural tiene que ser la base de la negociación.

• Hay que evitar que los problemas se personalicen y preguntarse qué hay detrás del con-

flicto que da entre personas.

• Un pacto de no agresión asegura el buen desarrollo de la negociación.

28

Algunas condiciones que deber darse DURANTE una negociación intercultural:

• Estar atento/a a la acogida y a los protocolos de presentación en la cultura de el/la inter-

locutor/a.

• Poner en práctica la empatía, reformular y captar las palabras claves que la persona étni-

camente diferente utiliza.

• Reconocer la ignorancia o el desconocimiento propio. Preguntar. Dejar a un lado lo que

uno/a cree que sabe. Para descubrir el sistema de El Otro hay que preguntar qué es lo

importante para él/ella y saber qué es lo importante para mí.

• Desconfiar del etnocentrismo cognitivo.

• No dejar pasar conocimientos implícitos, malentendidos o sobreentendidos.

• No caer en la culpabilización ni dejarse llevar por la conmiseración.

• Identificar bien cuál es el objeto del conflicto.

• No encerrarse en las formalidades. Ser flexible.

• Clarificar y estar dispuesto/a a modificar los objetivos.

• Concederse el tiempo suficiente.

• Hacer patente la ganancia común. Mostrar a El Otro lo que puede ganar.

RECUERDA

COMUNICACIÓN Y MEDIACIÓN INTERCULTURAL

La comunicación intercultural es indispensable para poder llevar a cabo la mediación intercul-

tural.

Método de M. COHEN EMÉRIQUE.

La metodología consta de tres momentos:

1.- La descentración.

2.- La comprensión/penetración en el sistema de El Otro.

3.- La negociación/mediación.

29

1.- LA DESCENTRACIÓN:

Proceso que permite a las personas tomar conciencia y distanciarse de sus propios referentes

culturales para llegar a una relativización de sus puntos de vista y, de este modo, acceder a

una cierta mentalidad cultural que no es sinónimo de la negación de su identidad, sino un re-

conocimiento asumido de la misma.

Plantea la necesidad de reflexionar sobre uno/a mismo/a como portador/a de una cultura o

de determinadas subculturas.

Es imprescindible tener un conocimiento más profundo de nosotros/as mismos/as, hacer

conscientes y explicitar estos prejuicios y estereotipos que pueden aparecer como inherentes

a nuestro modo de ser y de ver el mundo.

Tienen especial relevancia las ZONAS SENSIBLES, muy relacionadas con aspectos culturales

clave: ámbito religioso, relaciones de género, educación de los hijos/as, derechos de los ni-

ños/as y su papel en la sociedad, la concepción del tiempo…

Puede ocurrir que de produzcan CHOQUES CULTURALES entre ambos marcos culturales de

referencia. El choque cultural funciona como un espejo donde ver la propia identidad.

2.- LA COMPRENSIÓN/ PENETRACIÓN EN EL SISTEMA DEL OTRO.

Penetrar el Sistema del Otro consiste en ser capaz de mantener una actitud de apertura; de

llevar a cabo un esfuerzo personal tendente a descubrir lo que tiene sentido para él/ella. Al-

gunos medios que pueden facilitarlo son:

a) Recoger información sobre la otra cultura a través de la lectura o de prácticas en las que

aquella se manifieste

b) Es imprescindible la información que recibimos de nuestros/as propios/as interlocultores/

as. Es información de primera mano sobre sus propios marcos de referencia. Aquí es impor-

tante aprender a hacer preguntas.

c) desarrollar habilidades de observación lo suficientemente sutiles como para percibir los

30

modos de situarse en el espacio y de moverse, de sentarse, de mover las manos, las mira-

das, los silencios, la relación con los/as acompañantes, etc. El lenguaje no-verbal.

d) saber esperar y aprender a respetar los tiempos.

3.- LA NEGOCIACIÓN Y LA MEDIACIÓN

Fase de resolución de problemas o crisis. Sucede cuando los códigos culturales presentes son

muy distantes y entran en conflicto.

La finalidad de esta fase es lograr un acuerdo mínimo mediante una serie de gestiones e in-

tercambios. Lo más importante es evitar la violencia simbólica. Hay que trabajar para encon-

trar un terreno común (los mínimos compartidos) donde quepan las dos posturas.

Existen condiciones que deben darse ANTES DEL PROCESO NEGOCIADOR, DURANTE EL PRO-

CESO Y DESPUÉS DEL PROCESO NEGOCIADOR.

6. ¿QUÉ ES LA MEDIACIÓN INTERCULTURAL?

6.1. EL CONCEPTO DE MEDIACIÓN INTERCULTURAL.

La mediación social intercultural consiste en una modalidad de intervención de terceras partes

neutrales entre actores sociales o institucionales en situaciones sociales de multiculturalidad

significativa, en la cual el/la profesional tiende puentes o nexos de unión entre esos distintos

actores y agentes sociales con el fin de prevenir y/o resolver y/o reformular posibles conflic-

tos y potenciar la comunicación, pero sobre todo en el objetivo último de trabajar a favor de

la convivencia intercultural.

La mediación intercultural surge ante las demandas de una sociedad en la que es cada vez

más visible la presencia de personas de diferentes culturas y procedencias. La mediación in-

tercultural es un recurso que contribuye a mejorar la comunicación y la convivencia entre

grupos culturales diversos, entre minorías culturales y la cultura mayoritaria, tanto a nivel

individual como colectivo.

31

De algún modo, la mediación es una necesidad inscrita en los seres humanos. En concreto, la

mediación intercultural se sitúa en el centro de unas relaciones asimétricas o desiguales; ge-

neralmente, entre personas con estatus diferentes. Estas comunidades, minorías, colecti-

vos,..., tienen una serie de necesidades de diversa índole y en distintos ámbitos: vivienda,

educación, sanidad, servicios sociales, etc.; y también, dificultades de comunicación al partir

de unos códigos culturales que no coinciden con los del país receptor. Aquí es en donde tiene

su campo la mediación intercultural.

La tarea de la mediación parte del conocimiento de la realidad por parte de el/la mediador/a;

es decir, del contexto social, económico, político y cultural donde va a trabajar, de la identifi-

cación de problemáticas y del conocimiento de las posibles partes que van a entrar en juego.

Lo ideal es que el/la mediador/a sea capaz de adelantarse a los acontecimientos para preve-

nir los conflictos.

El/la mediador/a debe llevar los principios de la mediación más allá de las actuaciones con-

cretas y puntuales para aplicarlos al ámbito comunitario: conocer a las partes, escucharlas,

rescatar lo que cada una identifica como válido y lo que creen que hay que cambiar, legiti-

marlas y dotarlas de peso específico (empoderarlas) para nivelar a las distintas partes.

La mediación intercultural surge ante:

� las dificultades de comunicación entre personas inmigrantes y autóctonas;

� problemas en la convivencia entre personas inmigrantes y autóctonas;

� desconocimiento mutuo de los códigos de referencia cultural de unos/as y de otros/as;

� escaso conocimiento por parte de la población inmigrante de los servicios sociales en

la sociedad receptora y de cómo acceder a ellos;

� poca sensibilización y falta de asesoramiento en temas de inmigración e interculturali-

dad por parte de los/as profesionales de servicios de atención directa a personas inmi-

grantes;

� inadecuación de las metodologías de intervención con personas inmigrantes a las es-

pecificidades de los colectivos;

� desigualdad y discriminación en la atención a personas inmigrantes;

� prejuicios, estereotipos y conflictos entre personas de culturas diferentes;

� vulnerabilidad psico-social de las personas inmigrantes en sus proyectos migratorios;

� limitaciones de la mediación “natural” (la que realizan personas inmigrantes con sus

32

propios colectivos de manera espontánea cuando tienen más información sobre la so-

ciedad receptora o conocen mejor la lengua).

A partir de estas necesidades, podemos sintetizar las funciones de la mediación intercultural

en tres grandes ámbitos:

• Facilitar la comunicación entre grupos culturales por medio de:

• Primera acogida, acompañamiento y sensibilización.

• La interpretación lingüística (traducción).

• La interpretación cultural (códigos culturales).

• El apoyo psicológico y personal.

• Crear cohesión social entre las poblaciones mayoritaria y minoritaria por medio de:

• La dinamización comunitaria

• La resolución de conflictos interculturales en distintos ámbitos.

• La difusión de valores de las culturas minoritarias en las mayoritarias, y viceversa.

• Promover la autonomía y la inserción social de los miembros de las minorías culturales, a

través de:

• El fomento de la autoestima, la participación y la ayuda mutua.

• La creación de espacios de organización y estructuración de los grupos minoritarios.

• El adiestramiento en el manejo y conocimiento del funcionamiento de la sociedad

mayoritaria.

• La información y defensa de sus derechos y deberes.

6.2. LA FIGURA DE EL/LA MEDIADOR/A INTERCULTURAL

El/la mediador/a es un agente que facilita la interacción entre la población autóctona y los

inmigrantes, y que mediante el reconocimiento mutuo, apoya las relaciones sociales que se

establecen en la sociedad, permitiendo una comunicación libre de prejuicios y una apertura a

otros valores y culturas.

33

El desempeño de la mediación intercultural es

una tarea compleja, no sólo por la amplitud y

variedad de conocimientos e informaciones que

la persona de el/la mediador/a tiene que domi-

nar, sino por el coste emocional que puede su-

poner su trabajo en determinados momentos, y

el compromiso personal y social que le exige.

No se trata, la suya, de una formación teórica,

de dominar una serie de técnicas, sino de po-

seer también una serie de actitudes.

Fotografía: C.I.S.M.I.

Básicamente podemos resumir en la siguiente tabla lo que sería el perfil de el/la mediador/a

intercultural en base a tres criterios: saber, saber hacer y ser.

34

CONOCIMIENTOS

saber

�1 Dominar la lengua de su cultura de origen y la de la socie-

dad receptora.

�2 Conocimientos básicos de psicología.

�3 Conocimientos básicos de antropología y sociología.

�4 Conocimientos básicos de pedagogía.

�5 Dominar conceptualizaciones sobre participación, organi-

zación y dinamización de grupos.

�6 Conocimientos sobre el funcionamiento de la sociedad re-

ceptora y la legislación vigente.

HABILIDADES

saber hacer

�1 Técnicas de:

- apoyo psicológico

- animación de grupos

- análisis de sistemas culturales

- negociación y resolución de conflictos

- información, sensibilización y difusión

- trabajo en equipo

- defensa de derechos e intereses

ACTITUDES

ser

�1 Modo de situarse frente al mundo:

- conocer y conocerse, abierto, creativo, imaginativo.

�2 Modo de situarse ente sí mismo/a:

- honesto, valiente, modesto.

�3 Modo de situarse ante El Otro:

- cercano, escucha activa, comprometido, solidario.

�4 Modo de situarse en la relación:

- interés por El Otro, fe en los recursos y posibilidades

de El Otro, aceptación de El Otro tal cual es

�5 Modo de situarse en el trabajo:

- cooperativo, participativo, negociador, conciliador

�6 Modo en que valora las ideas, opiniones y/o conductas:

- flexible, tolerante, respetuoso

�7 Modo de percibirse y ser percibido:

- coherente, sereno, equilibrado

35

Aspectos destacados en la figura de el/la mediador/a intercultural, serían:

1) La responsabilidad.

La responsabilidad exclusiva en los casos o en las situaciones en las que interviene es de

el/la mediador/a intercultural, así como la definición de las funciones y de los roles. El/la

mediador/a intercultural tiene que mantener un equilibrio entre las dos partes, general-

mente, entre la colaboración que lleva a cabo con los servicios o agentes sociales de la

sociedad receptora y la población inmigrante. Su tarea implica una gran responsabilidad

ya que a través de él/la se van a transmitir los mensajes y su interpretación de los mis-

mos, así con el planteamiento que haga del conflicto, serán cruciales para su resolución.

El/la mediador/a intercultural no debe aceptar intervenir en casos que exijan funciones

que excedan su rol de mediador/a.

2) El compromiso social con la población inmigrante.

El/la mediador/a intercultural debe tener una gran concienciación sobre la situación de la

población inmigrante en la sociedad de acogida. Es importante que cuente con el conoci-

miento y la información suficientes sobre las partes para desarrollar su trabajo. Las tareas

de el/la mediador/a son múltiples. Van desde la promoción de la autonomía en las relacio-

nes del colectivo con los/as profesionales de los servicios sociales de la sociedad de acogi-

da; hasta la colaboración con asociaciones, organizaciones, grupos informales. El/la me-

diador/a intercultural es también un/a trabajador/a comunitario, no sólo en el sentido de

trabajar para una comunidad de inmigrantes, sino de trabajar para una comunidad de

personas (barrios, pueblos, distritos, etc.). Va tejiendo con su trabajo redes sociales o

afianzándolas y, con ello, vertebrando la sociedad. Sin embargo, no debe caer en el vo-

luntarismo ni en la dedicación excesiva. Tampoco debe fomentar la dependencia con res-

pecto a su figura. Cuando considere que las necesidades del caso o situación superan su

marco de actuación, lo mejor será derivar a otros recursos y/o profesionales.

3) La cooperación con profesionales.

Es muy importante el trabajo en equipo y la

complementariedad. La adaptación del rol de la

figura de el/la mediador/a intercultural al con-

36

texto específico de cada ámbito, servicio y ca-

so. Tiene que desplegar estrategias de colabo-

ración con los/as agentes teniendo siempre

presentes cuáles son sus límites profesionales.

No debe usurpar si sustituir las funciones de

otros/as profesionales. Además, el/la media-

dor/a debe renunciar a cualquier invitación que

se le pueda hacer para diagnosticar o respon-

sabilizarse de una intervención o plan de traba-

jo. El asesoramiento cultural se hará únicamen-

te en el contexto de intervenciones de la me-

diación intercultural.

Fotografía: C.I.S.M.I.

4) La imparcialidad.

Hay que intentar siempre mantener una imparcialidad técnica en las intervenciones y pro-

teger el compromiso de alcanzar unos resultados que satisfagan a las necesidades de am-

bas partes.

Es importante, también, señalar que ante la promoción de la igualdad de derechos jurídi-

cos y sociales de los/as usuarios/as con quienes intervienen, el/la mediador/a intercultural

no debe desplegar funciones de militancia y reivindicación; es más, debe mantener una

distancia técnica entre su figura y la problemática de las partes, ejerciendo una actuación

pedagógica con el fin de ofrecer a ambas partes las herramientas adecuadas.

5) La confidencialidad.

El/la mediador/a tiene que mantener el equilibro entre la confianza del propio colectivo y

el principio de secreto profesional que rige la acción de todos/as los/as profesionales so-

ciales.

6.3. DIMENSIONES DE LA MEDIACIÓN INTERCULTURAL.

1. Acceso a los recursos. Se trata se mejorar el acceso de la población de origen extranjero a

los recursos sociales públicos y privados. Líneas de actuación preferente, en este sentido,

son:

37

� Difusión de información elaborando, traduciendo y divulgando materiales y documenta-

ción.

� Información directa a individuos, grupos y entidades (autóctonos o extranjeros).

� Acompañamiento a los/as inmigrantes que lo requieran.

� Derivaciones a técnicos y servicios.

2. Apoyo a los/as profesionales. Proporcionar apoyo para la intervención social. Las líneas de

actuación serían:

� Respuesta a las demandas de orientación sobre casos.

� Actuación en casos a petición de los/as profesionales (educativos, sociales, sanitarios,

laborales, etc.).

� Aportación de claves sociales y culturales de los colectivos presentes.

� Tareas de traducción e interpretación.

3. Participación social y ciudadana. Favorecer, potenciar e incrementar la presencia y la par-

ticipación de las personas inmigrantes en la vida social y pública. Líneas de actuación:

• Crear conexiones, relaciones y colaboraciones entre inmigrantes y entidades cívicas

(asociaciones de vecinos/as, asociaciones de padres y madres de alumnos/as, asocia-

ciones de mujeres, asociaciones juveniles, deportivas, culturales, etc.).

• Vincular a las personas inmigrantes con las asociaciones de inmigrantes.

• Conectar a las personas inmigrantes con organizaciones no gubernamentales que traba-

jen en ámbitos de interés para ellas (asesoramiento jurídico en extranjería, en asilo y

refugio, en interculturalidad y derechos humanos, etc.).

• Apoyar a las asociaciones de inmigrantes.

• Potenciar la participación de los colectivos inmigrantes en las actividades y aconteci-

mientos públicos (jornadas, fiestas, celebraciones, etc.).

• Favorecer los contactos y la organización de actividades en cooperación entre asociacio-

nes autóctonas y las de personas inmigrantes; así como con instituciones públicas y

ciudadanas.

4. Convivencia intercultural. Se trata de contribuir al establecimiento de relaciones de convi-

vencia intercultural entre personas inmigrantes y autóctonas en el marco territorial, residen-

cial y vecinal. Las líneas de actuación, en este marco, son:

38

• Diseño y seguimiento de actividades de información, animación y dinamización sociocul-

tural.

• Labor directa de sensibilización positiva de la población autóctona.

• Mediación en conflictos y tensiones derivadas de la convivencia intercultural.

En definitiva, la mediación intercultural es un recurso profesionalizado que permite sistemati-

zar la información, organizar los recursos y facilitar los instrumentos, con el fin de contribuir a

mejorar aspectos como la comunicación intercultural y las relaciones en un contexto de diver-

sidad cultural evidente.

6.4. LOS CHOQUE CULTURALES.

Como ha hemos visto en otros momentos de la formación, todos y todas somos seres cultura-

les; todos y todas estamos inmersos/as en un mundo de vida y tenemos un esquema referen-

cial a partir del cual interpretamos nuestro entorno. Estos códigos culturales determinan, en

gran medida, nuestro modo de relacionarnos con las personas. Cada uno/a de nosotros/as,

además, hacemos una apropiación subjetiva de esa cultura en la que hemos sido socializa-

dos/as. Enfatizamos más unos aspectos, seguimos unas prácticas y rechazamos otras, o nos

identificamos más con determinados elementos que con otros.

Se denominan choques culturales a la situación que se produce cuando dos marcos referen-

ciales se encuentran enfrentados ante una situación o hecho concreto, el cual se denomina

incidente crítico. El incidente crítico evidencia que un esquema cultural es puesto en entredi-

cho por otro esquema cultural en ese punto concreto de conflicto.

La situación de conflicto que se da con el choque cultural es algo natural que no debe definir-

se como negativa. Es una oportunidad para poner en tela de juicio percepciones y prejuicios,

así como para relativizar los esquemas de referencia. La mediación intercultural, en este ca-

so, debe ayudar a que ambas partes reconozcan la lógica que guía a cada una de ellas y la

validez de ambos mundos de vida. La cuestión será proporcionar una base de comunicación y

de diálogo que asegure la posibilidad de establecer una negociación en igualdad de condicio-

nes. La metodología planteada por Cohen-Emérique (descentración, penetración en el sistema

de El Otro y negociación), que recogimos en el Apartado 3 de este módulo, es una de las más

39

eficaces para analizar los incidentes críticos. Un buen planteamiento y análisis del incidente

crítico favorece su resolución.

El choque cultural puede despertar en la persona diferentes emociones: desorientación, frus-

tración, rechazo, rebeldía, ansiedad, angustia, etc. Es una experiencia fuerte, tanto a nivel

emocional como cognitivo, que puede ser definitiva para tomar conciencia de la propia identi-

dad.

Las diferentes concepciones que tenemos sobre aspectos como la gestión del tiempo, la orga-

nización y utilización del espacio físico, las relaciones de género, entre otras, son causantes

de choques culturales. Veamos las más frecuentes:

1. LA CONCEPCIÓN DEL ESPACIO.

La concepción del espacio privado en nuestra cultura occidental, así como la de los espacios

públicos, puede estar muy alejada de las concepciones de otras culturas. El espacio domésti-

co, por ejemplo, en nuestro marco cultural actual (no sucedía así hace algunas décadas, so-

bre todo, en ámbitos rurales), se estructura en relación con la edad y con las funciones que

desempeñan los miembros que componen el núcleo familiar. En otras culturas, sobre todo en

versiones tradicionales, el espacio doméstico se estructura en función del sexo: hay espacios

femeninos y espacios masculinos, existiendo un código complejo, verbal y no verbal, para

asegurar que se respeta la separación de los mismos.

2. LA PERCEPCIÓN DEL TIEMPO.

La conceptualización y la gestión que se hace del tiempo es uno de los aspectos más caracte-

rísticos de cada cultura. Desde los horarios de trabajo, de comida, de sueño, hasta aspectos

más inconscientes que se expresan a través del lenguaje y de otros mecanismo, a veces, difí-

ciles de detectar. Los países, las ciudades, las lenguas, los modos de hablar, de actuar, de

hacer las tareas, el pensamiento,…Todo tiene un determinado ritmo. A estas diferentes ver-

siones de vivir el tiempo dentro de un marco cultural general, hay que sumar la gestión y el

modo personal de concebirlo, en los que influye el momento vital o psicológico que vive el

sujeto. Todos estos aspectos influyen en la percepción del tiempo y en los desfases entre el

tiempo percibido y el tiempo vivido.

40

Podemos hablar de tiempos biológicos (día y noche, ciclos de las estaciones, mareas, ritmos

del cuerpo,…), tiempo físicos (duración de los días, por ejemplo), tiempos metafísicos

(trascendencia del tiempo y del espacio), tiempos sagrados (consagrados a la religión), tiem-

pos de ocio,… Cada uno de estos tiempos es vivido de forma distinta en diferentes culturas.

3. LA REPRESENTACIÓN DE LOS ROLES Y DEL ESTATUS.

a) La familia.

Las familias occidentales son nucleares (padres/madres/hijos e hijas). En otras socie-

dades, la consideración de la familia es diferente, el matrimonio no modifica la perte-

nencia a las familias de origen: la nueva pareja se incorpora a una u otra (marido/

esposa) según el sistema de parentesco (patrilineal o matrilineal). Al crear la familia

propia, se ponen distancias más o menos sutiles con respecto a las familias de origen,

lo cual no impide que las relaciones de solidaridad, del cuidado o incluso los conflictos,

tengan una influencia en todo el entorno familiar. No existe la consideración de la inti-

midad o de la independencia que se percibe

en la familia (nuclear) propia de las culturas

occidentales ya que es una concepción ex-

tensa. La responsabilidad con respecto a la

familia no se puede entender únicamente

como una responsabilidad con respecto al

marido o a la mujer y hacia los/as hijos/as.

Esta responsabilidad la podemos detectar

en la gestión de los ahorros de las personas

inmigrantes para enviar remesas que ayu-

den a su familia en origen.

Fotografía: C.I.S.M.I.

b) La noción de persona.

Otro aspecto que puede estar en la base de algunos choques culturales es la noción de

persona. En las sociedades occidentales se ha ido construyendo una determinada noción

de “individualidad”, que no tiene correspondencia en otras culturas, donde puede primar

la noción de “comunidad”, por ejemplo. La cultura occidental considera a “la persona” co-

mo un ser adulto que vive su vida de forma independiente, que trabaja, que preserva su

intimidad, que toma sus decisiones, etc. En otras culturas esto no tiene sentido, no existe

un “yo” aparte de la familia o la comunidad de pertenencia. Se vive la identidad de un

41

modo diferente. Los análisis antropológicos nos dicen que en culturas tradicionales, la per-

sona vive dentro de tres círculos: 1) el de la trascendencia y lo sobrenatural; 2) el de los

derechos y obligaciones hacia el grupo; 3) el de los derechos y obligaciones hacia la fami-

lia. Las tres esferas (religiosa, colectiva y familiar) priman sobre la subjetividad y el inte-

rés individual.

c) Los roles de género.

Las sociedades multiculturales ponen en contacto marcos de referencia diversos en los

que existen diferentes concepciones de los roles de género.

Los procesos migratorios tienen efectos en los roles y las relaciones de género estableci-

das previamente desde las sociedades de origen (cómo nos definimos como padres, ma-

dres, maridos, esposas, hermanas…). Estos cambios en las relaciones y en los roles se

pueden vivenciar con diferente grado de intensidad: desde la emergencia de fuertes crisis

identitarias hasta procesos graduales de adaptación psicológica.

Para la sociedad de acogida ésta es también una zona muy sensible ya que la emancipa-

ción de la mujer y la consideración de las relaciones de género son cuestiones abiertas al

debate. En este caso nos debemos plantear si los choques culturales, ante este tema en

particular, están vinculados a las diferencias culturales (entre culturas), o a diferentes

posturas ideológicas (entre personas). Es preciso que nos planteemos esta cuestión, ya

que la consideración del estatus de la mujer en nuestras sociedades occidentales no está

definido ni aceptado con una claridad y acuerdo que nos arroguen la facultad de juzgar las

deficiencias o injusticias que puedan darse en el seno de otras tradiciones culturales. Qui-

zás habría que partir de una crítica general hacia la discriminación que vive la mujer en

todas las partes de mundo. Esta discriminación toma distintas caras según los países o las

culturas; en unas se le paga menos que a los hombres o se menosprecia su dedicación

maternal; en otras se les reconoce la maternidad como un valor y se las relega a un espa-

cio privado;… Son muchas las contradicciones que vivimos a la hora de juzgar el papel de

la mujer en otras culturas. Nuestro punto de partida debe ser el de pensar en las mujeres,

precisamente en ellas, y no en nuestras “buenas conciencias”. La mujer ha sido sobrecar-

gada de identidad colectiva en todas las culturas. También en la nuestra era y es, aunque

actualmente con matices distintos, la depositaria del honor de la familia. No podemos lle-

varnos las manos a la cabeza cuando vemos que en otras culturas la sexualidad de la mu-

jer se asocia a una concepción religiosa del mundo, del orden social, del honor familiar o

42

de la identidad étnica de la comunidad. No podemos juzgar a una cultura en función de

estas concepciones porque son aspectos que se dan y/o se han dado, en nuestro propio

entorno cultural. Sí debemos hacernos partícipes de la equidad y la igualdad entre los gé-

neros, de la defensa de unos derechos humanos construidos con el mayor consenso multi-

cultural posible y del rechazo hacia cualquier tipo de delito contra el cuerpo o la mente de

las mujeres. Pero, con estas defensas, no podemos humillar, menospreciar, ridiculizar ni

victimizar, precisamente a las mujeres que tan bienintencionadamente pretendemos ayu-

dar.

d) La educación de los/as hijos/as.

Para las familias inmigrantes, la educación de los/as hijos es una cuestión prioritaria y,

por tanto, es una de sus zonas más sensibles, ya que sienten que su sistema educativo se

desmorona ante la influencia del mundo occidental, con su relajación y falta de control.

Tienen miedo a perder autoridad ante los/as hijos/as. Aquí se sienten solos/as en la edu-

cación, sin el acompañamiento y el apoyo de la comunidad o la familia. En resumen, la

educación y futuro de los/as hijos/as, nacidos/as ya en sociedades receptoras o educados/

as aquí, son fuente de preocupación para el/la inmigrante. La llamada “segunda genera-

ción” se socializa en dos sistemas y marcos culturales diferentes: el de la sociedad recep-

tora, representada en la escuela; y el de la sociedad de origen, nutrida y manifiesta en el

hogar. Esta confrontación entre escuela y familia les puede llevar a vivenciar conflictos

personales que deriven en rechazo a ambos sistemas, baja autoestima, problemas de

identidad y, entre otras consecuencias, el fracaso escolar.

Los castigos corporales son también un tema complejo. En nuestras sociedades occi-

dentales, los castigos corporales como instrumento educativo eran usuales hasta hace

no mucho tiempo, aunque en la actualidad –afortunadamente- son condenados por

gran parte de la sociedad. Sin embargo, siguen existiendo casos de niños y niñas mal-

tratados/as (física y psicológicamente). Esto es un ejemplo más de que las culturas no

son monolíticas y homogéneas, y por lo tanto enjuiciables como totalidad; del mismo

modo que no podemos confundir prácticas culturales con acciones deleznables, y deci-

dir si una cultura es o no rechazable en función de éstas últimas.

Como sucedía, sobre todo en las épocas de bisabuelos/as y abuelos/as, y sigue aún

sucediendo en algunos de nuestros entornos culturales, las relaciones entre padres/

43

madres e hijos/as pueden caracterizarse por un distanciamiento, por un sentido del

respeto y de la sumisión, que en nuestra cultura actual, generalmente, ya no se man-

tiene.

e) La religión.

En las sociedades occidentales, lo religioso tiende a ser relegado a la esfera de lo privado

y de la conciencia individual. En la esfera de lo público, nos regimos más por los principios

éticos y el derecho. En otras culturas, lo religioso lo impregna todo, el campo de lo políti-

co, de lo social y de lo jurídico, ya que existe una cosmovisión dominada por el elemento

religioso. No existe la dicotomía occidental entre la subjetividad (que puede o no, ser reli-

giosa) y lo social, lo político,…, aconfesional o laico.

4. LOS CÓDIGOS DE CONVIVENCIA.

a) Los regalos.

Para nuestras culturas, los regalos, las comidas familiares o las celebraciones, se viven

dentro del círculo de lo íntimo o de las relaciones de cercanía, amistad y proximidad. Po-

demos sentirnos mal al recibir un regalo de una persona con la que no tenemos un trato

directo, familiar o amistoso, sobre todo, si lo entendemos como una contrapartida a algo

que hemos realizado dentro de lo que consideramos las funciones de nuestra profesión.

En otras culturas este aspecto también es diferente. La hospitalidad puede ser considera-

da como un deber básico, una obligación asociada a los deberes de las personas y de las

familias. No ejercer la hospitalidad es una falta de respeto hacia la propia familia, yendo

en detrimento de su honor y de su imagen. El rechazar una muestra de hospitalidad, en el

mismo sentido, puede ser considerado un agravio. Un regalo, para la persona que lo ofre-

ce, es una expresión de su valía, de su autoestima, de su autoridad. Aceptarlo puede sig-

nificar reconocer la dimensión social de la persona, respetarla, en definitiva.

b) Las defunciones.

La concepción y relación que establecemos con la muerte dependerá de la cultura de la

que formamos parte. También la relación que mantenemos con nuestros/as difuntos/as.

44

Los occidentales evitan de diversas formas enfrentarse al hecho inexorable del morir y

para ello intentan huir alejándose, no queriendo salir de su acelerado ritmo de vida y de

sus ocupaciones cotidianas, no dejando espacio ni tiempo al duelo. En otras culturas, los

ritos mortuorios son solemnes, las despedidas se ejercen desde otra consideración espa-

cio-temporal y desde otra consideración de lo sagrado. La presencia y el recuerdo de los/

as ausentes en la vida de familia también es

más explícita y duradera.

Fotografía: C.I.S.M.I.

c) Las personas mayores.

Si en las sociedades occidentales la juventud (el

mantenerse joven, el parecer joven, el tener

una actitud juvenil,…) es un valor cada vez

más evidente, en otras sociedades ocurre to-

talmente lo contrario, se valora y se respeta a la persona mayor ya que cuenta con ex-

periencia de vida. En muchos casos, la autoridad y el reconocimiento social se adquie-

ren, precisamente, cuando las personas entran ya en lo que el/la occidental denomina

como “tercera edad”.

Una de las cosas que más sorprende y disgusta a la población inmigrante de determinadas

culturas, es el tratamiento que las personas occidentales dan a sus mayores, apartándo-

los de sus vidas, recluyéndolos en residencias y asilos, ignorando sus opiniones y de-

mostrando por ello no estar interesadas en sus saberes. Para algunas culturas, las per-

sonas mayores son el centro de la familia, son valoradas, respetadas y cuidadas en el

seno familiar.

RECUERDA

¿QUÉ ES LA MEDIACIÓN INTERCULTURAL?

La mediación social intercultural consiste en una modalidad de intervención de terceras partes

neutrales entre actores sociales o institucionales en situaciones sociales de multiculturalidad

significativa, en la cual el/la profesional tiende puentes o nexos de unión entre esos distintos

actores y agentes sociales con el fin de prevenir y/o resolver y/o reformular posibles conflic-

tos y potenciar la comunicación, pero sobre todo en el objetivo último de trabajar a favor de

la convivencia intercultural.

45

La Mediación Intercultural surge ante problemas de convivencia, desconocimiento de códigos

culturales y en definitiva de la necesidad social de articular mecanismos eficaces de acción

que hagan posible la resolución de los conflictos o dificultades que surgen en el marco de la

convivencia.

Funciones de la Mediación Intercultural

1.- Facilita la comunicación entre grupos culturales.

2.- Crea cohesión social entre las poblaciones mayoritaria y minoritaria

3.- Promueve la autonomía y la inserción social de los miembros de las minorías culturales.

El/la mediador/a intercultural es un agente que facilita la interacción entre la población autóc-

tona y los inmigrantes, y que mediante el reconocimiento mutuo, apoya las relaciones socia-

les que se establecen en la sociedad, permitiendo una comunicación libre de prejuicios y una

apertura a otros valores y culturas.

Aspectos destacados del mediador/a intercultural son:

1.- La responsabilidad.

2.- El compromiso social con la población inmigrante.

3.- La cooperación con profesionales.

4.- La imparcialidad.

5.- La confidencialidad.

Las DIMENSIONES DE LA MEDIACIÓN INTERCULTURAL son:

1.- Acceso a los recursos.

2.- Apoyo a los/las profesionales para la intervención social.

3.- Participación social y ciudadana.

4.- Convivencia intercultural.

LOS CHOQUES CULTURALES:

Se denominan choques culturales a la situación que se produce cuando dos marcos referen-

ciales se encuentran enfrentados ante una situación o hecho concreto, el cual se denomina

46

incidente crítico. El incidente crítico evidencia que un esquema cultural es puesto en entredi-

cho por otro esquema cultural en ese punto concreto de conflicto.

La situación de conflicto que se da con el choque cultural es algo natural que no debe definir-

se como negativa. Es una oportunidad para poner en tela de juicio percepciones y prejuicios,

así como para relativizar los esquemas de referencia.

Las diferentes concepciones que tenemos sobre aspectos como la gestión del tiempo, la orga-

nización y utilización del espacio físico, las relaciones de género, entre otras, son causantes

de choques culturales. Las más frecuentes son:

1.- Lo que se considera en una cultura y otra un espacio público y un espacio privado.

2.- La percepción del tiempo.

3.- La representación de los roles y del estatus:

LA FAMILIA

LA NOCIÓN DE PERSONA

LOS ROLES DE GÉNERO

LA EDUCACIÓN DE LOS/ LAS HIJOS/AS

LA RELIGIÓN

4.- Los Códigos de Convivencia.

LOS REGALOS

LAS DEFUNCIONES

LAS PERSONAS MAYORES

47

7. SÍNTESIS.

RECUERDA

Lo que caracteriza, la mayoría de las veces la comunicación intercultural es el desconocimien-

to que se tiene de la otra cultura.

El ser humano es básicamente cultural y la cultura es una construcción del ser humano. Cada

persona ha nacido en una comunidad de vida en la que ha sido socializada. En este proceso

de socialización, la persona interioriza unas maneras de pensar, de sentir y de actuar. Esta

interiorización le proporciona la posibilidad de comprender el mundo de su comunidad. La

persona se convertirá, a su vez, en transmisora, conservadora y transformadora de esa cultu-

ra. Toda cultura es una comunidad de vida, y toda comunidad de vida es una comunidad de

sentido.

De esta manera cualquier pregunta que uno/a tenga acerca de ¿qué significa tal o cual cosa,

desde el punto de vista de tal cultura?, pasa a ser, ¿qué sentido tiene esa cosa para esas per-

sonas?

El sentido de algo siempre se compone de significados diversos y simultáneos, de manera que

encontrar el sentido de algo consiste en descubrir el conjunto de significados simultáneos que

ese algo tiene para el grupo de gente que lo vive.

a) El significado de las cosas materiales

b) El significado de las diferentes costumbres de la vida cotidiana

c) El significado de las normas que rigen nuestra vida en sociedad

d) El significado usado y conocido de las palabras utilizadas en la comunicación verbal.

e) El significado de los sistemas simbólicos

f) El significado del sistema de valores que guía las normas, las costumbres, y los sistemas

simbólicos compartidos.

48

Surge la importancia del contexto de la cultura, como un elemento muy importante en el es-

tudio de un mundo de vida en particular. Las diferencias entre formas culturales se originan

en el contexto cultural.

De la geografía y el clima surgen aspectos significativos para la vida cotidiana.

La historia, proporciona la dimensión temporal de lo significativo, ligando los hechos pasados

a los significados y valores que le dan su parte de sentido a las cosas del presente, o proyec-

tándose al futuro imaginario. Se refiere a los aspectos significantes que provienen del pasa-

do: mitos, costumbres, folklore, y las versiones mismas de la historia que se cuenta o se es-

cribe.

Los procesos productivos representan las transformaciones que la gente hace para vivir y

desarrollarse en cualquiera de las actividades primarias, secundaria

o terciaria.

Al tener en cuenta los elementos nombrados: geografía y clima, historia y procesos producti-

vos, se explica que el concepto de identidad cultural sea a menudo definido o descrito a partir

de la existencia de elementos que nacen de ellos, tales como territorio común, una lengua, un

conjunto de tradiciones o costumbres y sistema de valores y normas comunes al grupo étni-

co.

INTERCULTURALIDAD Y COMUNICACIÓN

Socialmente, la interculturalidad se encuentra asociada a:

Problemas de comunicación deficiente, problemas relacionados con discriminación a grupos

étnicos o raciales diversos y relaciones usualmente asimétricas entre los mismos.

La mayoría de las sociedades modernas comprenden numerosos grupos étnicos diferentes. La

etnicidad se refiere a las prácticas culturales y perspectivas que distinguen a una comunidad

49

dada de personas, y en la medida que los miembros de un grupo étnico interactúan entre sí,

la etnicidad se convierte en el medio por el cual la cultura es transmitida. También significa la

identificación con, y sentirse parte de, un grupo étnico y exclusión de ciertos otros grupos de-

bido a esta filiación.

Muchas sociedades en el mundo actual, tanto en el industrializado como en el denominado

Tercer Mundo, son sociedades plurales, es decir, habitadas por múltiples étnias.

Normalmente las minorías étnicas se reconocen a si mismas como una minoría dentro de una

sociedad mayor.

La interculturalidad se refiere a la interacción comunicativa que se produce entre dos o más

grupos humanos de diferente cultura.

¿QUÉ ES LA COMUNICACIÓN INTERCULTURAL?

La interculturalidad es, en realidad, comunicación intercultural; es el grado de comunidad de

vida compartido por agentes de comunidades distintas, que por una u otra razón se encuen-

tran comunicándose en un momento dado.

Implica comunicarse eficazmente en ambientes multiculturales o multiétnicos.

La interculturalidad se da cuando un grupo comienza a conocer, reconocer, comprender,

aceptar y facilitar la expresión del el sentido que tienen las cosas para otro grupo cultural.

La mera asistencia y participación a un encuentro, a una fiesta o a unas jornadas intercultura-

les no pueden ser consideradas comunicación intercultural o, en todo caso, puede serlo en un

nivel muy superficial.

La comunicación intercultural es el grado de vida compartido. Una actitud comprensiva o de

genuino interés por comprender la cultura del Otro.

50

LA COMPETENCIA COMUNICATIVA INTERCULTURAL

Una comunicación es eficaz cuando se llega a un grado de comprensión aceptable para los/as

interlocutores/as, es decir, cuando ambos/as son capaces de comprender acertadamente lo

que unos/as y otros/as quieren decir.

Para lograrlo es necesario tener en cuenta:

1.- Comunicación verbal y no verbal.

2.- Tomar conciencia de la cultura propia.

3.- Evitar estereotipos y generalizaciones.

4.- Practicar la empatía emocional. Hay que estar alerta ante el choque cultural que puede

producir la incomprensión del comportamiento ajeno.

5.-Metacomunicación. Tener la capacidad de decir lo que se pretende decir cuando se dice

algo. Estar consciente de la existencia de sobreentendidos en los que el sentido no está en el

significado literal del mensaje porque se ha sobreentendido que el/la otro/a sabe de qué le

están hablando. Hay que evitar los sobreentendidos precisando el sentido de la comunicación.

6.- Atención al contexto en el que se produce la comunicación intercultural porque el contexto

es el responsable, en gran medida, de las circunstancias que modifican las características del

proceso comunicativo: ambientes religiosos, solidarios, cooperativos, etc.

7.- Crear condiciones de igualdad.

8.- Apertura al cambio cultural.

9.- La comunicación intercultural como desarrollo personal.

Son tres los aspectos en la descripción del proceso comunicativo: el emotivo, el cognitivo y el

conductual.

51

Presupuestos básicos a tener siempre en cuenta:

1.- Cuando se inicia un diálogo uno/a debe estar potencialmente abierto/a al cambio.

2.- Todo está sujeto a crítica.

3.- Hay que aprender a aceptar el conflicto y la posibilidad de que se hieran los sentimientos.

4.- Hay cierta perversidad en la historia que se nos ha enseñado. Nuestras identidades se han

elaborado en oposición a la de los Otros.

5.- Nada está cerrado. Cualquier cuestión puede siempre abrirse.

OBJETIVOS BÁSICOS DE LA COMUNICACIÓN INTERCULTURAL:

a) Establecer los fundamentos del intercambio intercultural.

b) Eliminar los estereotipos negativos que cada cultura produce de otras.

c) Iniciar la comunicación a partir de una posición de igualdad.

d) Hay que relativizar la cultura propia, comprender valores alternativos y aceptar estos otros

valores.

e) Convertir este espacio es un lugar para la negociación y la cooperación.

COMUNICACIÓN Y MEDIACIÓN INTERCULTURAL

La comunicación intercultural es indispensable para poder llevar a cabo la mediación intercul-

tural.

Método de M. COHEN EMÉRIQUE.

La metodología consta de tres momentos:

1.- La descentración.

2.- La comprensión/penetración en el sistema de El Otro.

3.- La negociación/mediación.

52

1.- LA DESCENTRACIÓN:

Proceso que permite a las personas tomar conciencia y distanciarse de sus propios referentes

culturales para llegar a una relativización de sus puntos de vista y, de este modo, acceder a

una cierta mentalidad cultural que no es sinónimo de la negación de su identidad, sino un re-

conocimiento asumido de la misma.

Plantea la necesidad de reflexionar sobre uno/a mismo/a como portador/a de una cultura o

de determinadas subculturas.

Es imprescindible tener un conocimiento más profundo de nosotros/as mismos/as, hacer

conscientes y explicitar estos prejuicios y estereotipos que pueden aparecer como inherentes

a nuestro modo de ser y de ver el mundo.

Tienen especial relevancia las ZONAS SENSIBLES, muy relacionadas con aspectos culturales

clave: ámbito religioso, relaciones de género, educación de los hijos/as, derechos de los ni-

ños/as y su papel en la sociedad, la concepción del tiempo…

Puede ocurrir que de produzcan CHOQUES CULTURALES entre ambos marcos culturales de

referencia. El choque cultural funciona como un espejo donde ver la propia identidad.

2.- LA COMPRENSIÓN/ PENETRACIÓN EN EL SISTEMA DEL OTRO.

Penetrar el Sistema del Otro consiste en ser capaz de mantener una actitud de apertura; de

llevar a cabo un esfuerzo personal tendente a descubrir lo que tiene sentido para él/ella. Al-

gunos medios que pueden facilitarlo son:

a) Recoger información sobre la otra cultura a través de la lectura o de prácticas en las que

aquella se manifieste.

b) Es imprescindible la información que recibimos de nuestros/as propios/as interlocultores/

as. Es información de primera mano sobre sus propios marcos de referencia. Aquí es impor-

tante aprender a hacer preguntas.

53

c) desarrollar habilidades de observación lo suficientemente sutiles como para percibir los

modos de situarse en el espacio y de moverse, de sentarse, de mover las manos, las mira-

das, los silencios, la relación con los/as acompañantes, etc. El lenguaje no-verbal.

d) saber esperar y aprender a respetar los tiempos.

3.- LA NEGOCIACIÓN Y LA MEDIACIÓN

Fase de resolución de problemas o crisis. Sucede cuando los códigos culturales presentes son

muy distantes y entran en conflicto.

La finalidad de esta fase es lograr un acuerdo mínimo mediante una serie de gestiones e in-

tercambios. Lo más importante es evitar la violencia simbólica. Hay que trabajar para encon-

trar un terreno común (los mínimos compartidos) donde quepan las dos posturas.

Existen condiciones que deben darse ANTES DEL PROCESO NEGOCIADOR, DURANTE EL PRO-

CESO Y DESPUÉS DEL PROCESO NEGOCIADOR.

¿QUÉ ES LA MEDIACIÓN INTERCULTURAL?

La mediación social intercultural consiste en una modalidad de intervención de terceras partes

neutrales entre actores sociales o institucionales en situaciones sociales de multiculturalidad

significativa, en la cual el/la profesional tiende puentes o nexos de unión entre esos distintos

actores y agentes sociales con el fin de prevenir y/o resolver y/o reformular posibles conflic-

tos y potenciar la comunicación, pero sobre todo en el objetivo último de trabajar a favor de

la convivencia intercultural.

La Mediación Intercultural surge ante problemas de convivencia, desconocimiento de códigos

culturales y en definitiva de la necesidad social de articular mecanismos eficaces de acción

que hagan posible la resolución de los conflictos o dificultades que surgen en el marco de la

convivencia.

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Funciones de la Mediación Intercultural

1.- Facilita la comunicación entre grupos culturales.

2.- Crea cohesión social entre las poblaciones mayoritaria y minoritaria

3.- Promueve la autonomía y la inserción social de los miembros de las minorías culturales.

El/la mediador/a intercultural es un agente que facilita la interacción entre la población autóc-

tona y los inmigrantes, y que mediante el reconocimiento mutuo, apoya las relaciones socia-

les que se establecen en la sociedad, permitiendo una comunicación libre de prejuicios y una

apertura a otros valores y culturas.

Aspectos destacados del mediador/a intercultural son:

1.- La responsabilidad.

2.- El compromiso social con la población inmigrante.

3.- La cooperación con profesionales.

4.- La imparcialidad.

5.- La confidencialidad.

Las DIMENSIONES DE LA MEDIACIÓN INTERCULTURAL son:

1.- Acceso a los recursos.

2.- Apoyo a los/las profesionales para la intervención social.

3.- Participación social y ciudadana.

4.- Convivencia intercultural.

LOS CHOQUES CULTURALES:

Se denominan choques culturales a la situación que se produce cuando dos marcos referen-

ciales se encuentran enfrentados ante una situación o hecho concreto, el cual se denomina

incidente crítico. El incidente crítico evidencia que un esquema cultural es puesto en entredi-

cho por otro esquema cultural en ese punto concreto de conflicto.

La situación de conflicto que se da con el choque cultural es algo natural que no debe definir-

se como negativa. Es una oportunidad para poner en tela de juicio percepciones y prejuicios,

así como para relativizar los esquemas de referencia.

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Las diferentes concepciones que tenemos sobre aspectos como la gestión del tiempo, la orga-

nización y utilización del espacio físico, las relaciones de género, entre otras, son causantes

de choques culturales. Las más frecuentes son:

1.- Lo que se considera en una cultura y otra un espacio público y un espacio privado.

2.- La percepción del tiempo.

3.- La representación de los roles y del estatus:

LA FAMILIA

LA NOCIÓN DE PERSONA

LOS ROLES DE GÉNERO

LA EDUCACIÓN DE LOS/ LAS HIJOS/AS

LA RELIGIÓN

4.- Los Códigos de Convivencia.

LOS REGALOS

LAS DEFUNCIONES

LAS PERSONAS MAYORES

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8. FUENTES UTILIZADAS.

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