MODERNIDAD Y SOCIEDADPOUTlCA EN COLOMBIA

MODERNIDAD Y SOCIEDADPOLITICA EN COLOMBIA

Miguel Eduardo Cárdenas Rivera(Coordinador)

Jorge Gantiva SilvaFabio López de la Roche

Mauricio BetancourtEduardo Pizarro Leongómez

Pedro Santana Rodríguez

FESC- L -l.-

la. edición: noviembre de 1993Fundación Friedrich Ebert de Colombia, FESCOL.Apartado Aéreo 58308Ediciones Foro Nacional por ColombiaApartado Aéreo 10141Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de laUniversidad Nacional, IEPRIApartado Aéreo 14490Santafé de Bogotá - Colombia

ISBN: 958-9272-40-1

Los trabajos que se incluyen en este libro fueron elaborados para elPrograma de Formación Política de la Fundación Friedrich Ebert, FESCOL,entidad que cede los derechos para esta edición.Los términos de referencia para los estudios fueron preparadospor Miguel Eduardo Cárdenas Rivera.

Coordinación y realización editorial: Ediciones Foro Nacionalpor ColombiaEditora: Luz Eugenia SierraCarátula: Fabián RendónImpresión: Tercer Mundo Editores.

INDICE

PRÓLOGO 11

SOCIEDAD POlíTICA y MODERNIDAD EN COLOMBIA 17Miguel Eduardo Cárdenas Rivera

LA REFUNDACIÓN DE LA POlíTICA 29Jorge Gamiva Silva

INTRODUCCIÓN 29LA NUEVA ÉPOCA Y LA REFUNDACIÓN DE LA POLíTICA 30

El significado de los nuevos tiempos 30La política: entre la filosofía y la historia 37La crisis de proyecto y el fin de la historia 45

CORRIENTES CONTEMPORÁNEAS DEL PENSAMIENTO POLÍTICO 48El liberalismo y el neoliberalismo 48El marxismo y la crisis del socialismo real 54La socialdemocracia y el proyecto de justicia social 58

TEMAS RECURRENTES DE FILOSOFÍA POLíTICA 64Sociedad política y sociedad civil 64Ética y política 69La legitimidad, la legalidad y la gobemabilidad 73La hegemonía y la desobediencia civil 80

BmUOGRAFÍA 88

TRADICIONES DE CULTURA POLITICA EN EL SIGLO XX 95Fabia López de la Rache

INTRODUCCIÓN 95LA CULTURA POLÍTICA BIPARTIDISTA y LA CULTURAECLESIÁSTICA DOMINANTE EN SU RELACiÓN CON LA SOCIEDADHASTA 1958 98

La concepción del orden, del pueblo y de la sociedad en elordenamiento de 1886 y durante la hegemonía conservadora 100La conflictiva relación de la Iglesia Católica con los valoresde la modernidad 105La configuración de una religiosidad oficial excluyentee intolerante con la diversidad 106Las contribuciones de la República Liberal a la modernizacióny democratización de la sociedad 108El nacionalismo sano, afirmativo de la pertenencia a unatradición cultllTal y la modificación de la vieja visiónde lo popular 109La Escuela Norn1al Superior como instancia de desarrollode una formación científica moderna y colombianista 113Las limitaciones y desarrollos inconclusos de la República Liberaly de la revolución en marcha 117La RestallTación Conservadora, el asesinato de Gaitány el impacto de la violencia en la cultura colombiana 120El gobierno de Rojas Pinilla y el renacimiento con el rojismode la tradición populista 124

LA CULTURA POLÍTICA FRENTENACIONALISTAy POST-FRENTENACIONALISTA 125

Las transfonnaciones sociocu1turale experimentadaspor la sociedad colombiana en las últimas tres décadas 126El sistema político del Frente Nacional antelas transforn1aciones socio-culturales del país 134La herencia del Fr nte Nacional y del post-Frente Nacional:una tradición democrática supremam nte ambigua 138

LA TRADICiÓN POLÍTICO-CULTURAL DE LAS IZQUIERDASEN COLOMBIA 139

Lo rasgo antidemocráticos de la vieja tradición de izquierday su crítica desde las ciencias social s latinoamericanas 143Las autocriticas, rupturas y redefiniciones experimentadaspor los combatientes desmovilizados 146El reconocimiento de los aspectos positivo de la tradiciónpolítico-cultural c!~las izquierdas 151

La invisibilidad de las izquierdas y la necesidad de ver Tambiénsus contribuciones a la dinámica democrática 152Aspectos positivos del universo de valores de las izquierdasy aportes a la sensibilidad democrática de la sociedad 154A título de conclusión: la Constitución de 1991 y lasposibilidades de redefinición democrática de la cultura política 159

MOVIMIENTOS SOCIALES y ESTADO 163

Mauricio Betancourt

INTRODUCCiÓN 163

MOVI~NTOSSOC~ES 1MLas condiciones 1MLa discusión 167Los movimientos sociales en Colombia 175

CRISIS DEL ESTADO y REFORMA 180Crisis de Estado o crisis de hegemonía 180

BIBLIOGRAFÍA 198

COLOMBIA: ¿HACIA UNA SALIDA DEMOCRÁTICAA LA CRISIS NACIONAL? 203

Eduardo Pizarra

LA CRISIS COLOMBIANA 204

ESCENARIOS POSIBLES DE COLOMBIA 210¿HACIA UNA REFORMA CONSTITUCIONAL FRUSTRADA? 217PAZ PARCELADA y GUERRA INTERNA 221APEImJRA ECONÓMICA y ESTABILIDAD POLITICA 225

¿Es VIABLE UN REDISEÑO DEL MODELO DE ORDEN PÚBLICO? 228EN CONCLUSIÓN: ¿UN PROCESO DE DEMOCRATIZACiÓNCON DESENLACE INCIERTO? 233

MODERNIDAD y DEMOCRACIA 237Pedro Santana R.

LAS BASES DEL PENSAMIENTO POLITICO MODERNOy DEMOCRÁTICO 237

La ampliación del contenido y de los alcancesde la democracia 240Los sujetos de la democracia 242La ciudadanía y los trabajadores 245

EL PROCESO DE LA MODERNIDAD y LA DEMOCRACIA ENCOLOMBIA. UNA INSERCIÓN CONTRADICTORIA EN EL MUNDOMODERNO 250

Colombia un ejemplo de modernización tardía 254Modernización y regeneración 260Un intento limitado de modernización política: la Revoluciónen Marcha 273Modernización económica versus petrificación política 282El Frente Nacional: modernización económicasin redistribución social 285

RELEOITIMACIÓN POLtTICA: ENTRE LA REFORMAy LA CONTRARREFORMA 296

Los TRABAJADORES COLOMBIANOS y LA CONSTRUCCIÓNDE LA MODERNIDAD DEMOCRÁTICA 306

La débil presencia social y política 312

BIBLIOORAF/A 314

PROLOGO

lA construcción de una democracia participativa en Colombia pasanecesariamente por la transformación de la sociedad política, esto es,por la construcción de un Estado de democracia avanzada en donde latransparencia y el dominio de lo público sobre los intereses privados yde los intereses colectivos sobre los intereses individuales, predominen.lA democracia bien pudiera definirse como la construcción públicade las decisiones estatales y esta definición pública nos remite a ladebida información, al acceso del ciudadano y de la oposición a ladocumentación oficial, a la transparencia en los procedimientos parala toma de las "decisiones y, en general, a rodear tanto al procesocomo a la decisión misma de garantías y de credibilidad.

lA transformación del Estado excluyente, corrupto, antidemocrá-tico, clientelizado, ineficiente y burocrático, que es el existente ennuestro medio, en un Estado transparente, en el cual predomine elbienestar y el interés colectivo, es tarea primordial de la construcciónde la modernidad entre nosotros. Un Estado reestructurado que seaconsciente de las dos tendencias en medio de las cuales transcurre lavida actual. lA primera, la tendencia a la globalización, esto es, a lainternacionalización, a la pérdida de autonomía nacional en la me-dida en que se internacionalizan los mercados, la cultura, las modas,la tecnología y la organización de los procesos productivos y adquie-ren más poder los organismos de la Banca Multilateral y los acuerdosde liberalización del comercio y de integración de las economías.Consciente, repito, que en este proceso de globalización es necesariosaber nadar, afirmar las identidades nacionales sin chauvinismo,proteger ciertos sectores estratégicos de la economía sin proteccio-

12 PEDRO SANTANA R.

nismos que nos aislen del concierto internacional y que conduzcan ala ineficiencia y al atraso.

En este escenario de internacionalización se trata, al mismo tiem-po, de construir un Estado con un papel claro en relación con lasociedad y la economfa. Un Estado que intervenga para fortalecerlos factores productivos, para estimular la adquisición de la cienciay la tecnologfa, para ligar la universidad y el saber con la produccióny con la industria, para estimular la investigación y la innovacióntecnológica. Un Estado que proteja los recursos naturales sin la po-lítica de depredación que nos ha caracterizado. Que haga conscien-cia del adecuado uso de nuestros abundantes recursos naturales yque no piense más en que la única ventaja comparativa con Laquecontamos los colombianos, es con la existencia de mano de obra ba-rata y que las posibilidades de nuestro desarrollo se limitan a con-vertirnos en una gran zona franca donde el extranjero invierta en laexplotación y sobreexplotación de la mano de obra empobrecida ypoco formada en los saberes contemporáneos.

Un Estado que estimule la productividad tanto de los agentes pri-vados como del sector social de la economía. Que entienda la renta-bilidad de la inversión social. Que no crea que los únicos gastos eninversión son aquellos que se dedican a la construcción de obrasfísicas. Que los hospitales y los centros de salud además de adecua-dos equipos e instalaciones (que son por lo demás los recursos másbaratos al largo plazo) requiere de médicos y de especialistas, deenfermeras y odontólogos. Que entienda que las escuelas además deinstalaciones locativas requieren de maestros a los cuales en buenamedida hay que ganar para la democracia y para la construcción deuna sociedad moderna. Y que estos maestros requieren que el Estadoinvierta cotidianamente en su formación técnica, científica y huma-nística.

A esto llamarfamos la construcción de una sociedad política mo-derna en medio de un proceso de globalización y de internacionali-zación tanto de la economía como de la cultura, entendida esta últimacomo hábitos, costumbres, formas de vida y, por supuesto, habilida-des, técnicas y destrezas. Y esto es precisamente lo que echamos demenos en nuestros debates y en nuestras discusiones.

La segunda tendencia es Lafragmentación social y el rompimientode las identidades tanto sociales como colectivas. A la par que sepresenta una globalización e internacionalización se acentúan lastendencias a la disgregación social y se atenúan los lazos de solida-

PROLOGO 13

ridad y de proyección coLectiva. ELneoLiberaLismo en este aspecto noha hecho más que reforzar una tendencia que se presenta en la so-ciedad. El criterio del Estado mínimo que reduce su acción a brindarcondiciones para el proceso de acumulación capitalista, que piensaque el Estado contemporáneo no debe hacer más que encargarse depolíticas focalizadas sólo hacia los sectores más empobrecidos, quereduce su presencia en el ámbito económico al manejo monetario yfiscal, que no se atreve a actuar en la ampliación del mercado interiorsobre la base de una redistribución del ingreso con la aplicación depolíticas fiscales de redistribución y que no se embarca en políticasde estímulo abierto y directo a los factores productivos, en fin, unatendencia a desmantelar el Estado y no a reestructurarlo; esta ten-dencia es nefasta para nuestras economías débiles y para nuestradébil sociedad civil.

Colombia es una democracia sin partidos. Largo ha sido el caminode la desaparición de las colectividades políticas, como inexistentela presencia en nuestro medio de partidos con iniciativa y confuertesestructuras abiertas a la sociedad. Estructuras cerradas, clienteliza-das, en las que dominan confrecuencia pequeños grupos que asumenla vocería de las bases militantes. El pragmatismo ha cedido al sec-tarismo sin que hayamos tenido organizaciones programáticas conproyectos históricos de organización de la naciofUllidad y de ésta enel concierto internaciofUll. Las diversas tendencias que pugnan porlaformación de colectividades modernas han sucumbido. Son fuerteslos sentimientos en las bases yen los centros de estudios de los par-tidos y movimientos políticos viejos y nuevos, sobre la necesidad demodernizar y democratizar las estructuras de las colectividades po-líticas, pero, son aún débiles en la dirección de estos movimientos.

La reforma política que condujo a la adopción de la nueva cartaconstitucional puede naufragar o verse seriamente limitada sin doscondiciones que deben hacerse presentes en la sociedad. Por unaparte, sin una decidida transformación y democratización de la vidapolítica, y por la otra, sin una sólida sociedad civil moderna y en elcentro de la cual debe actuar una organización social democrática yconectada con los principales problemas fUlcionales.

Todo ello deberá reflejarse necesariamente en la transformaciónde la mentalidad y de la cultura de nuestra sociedad. A las mentali-dades sectarias y excluyentes debe dar paso una mentalidad abierta,competitiva, pero al mismo tiempo, anclada en los saberes modernosy habilitada en las destrezas contemporáneas. A la estrechez de miras

14 PEDRO SANTANA R.

ya la ignorancia debe dar paso una mentalidad abierta, con proyec-ción nacional hacia elfuturo, con una responsabilidad de lo que im-plica avanzar en la construcción tanto de la economía, como del Es-tado y la sociedad que nos permita superar la condición de paísatrasado y con agudos problemas de pobreza, desigualdad y profun-damente desgarrado por la violencia política y social. Nuestro paísdebe encontrar un sólido acuerdo nacional en materia de modelo dedesarrollo y de crecimiento con equidad.

Ypara ello es necesario replantear profundamente lo que es nues-tro propio entendimiento del Estado. La izquierda democrática debeabandonar su pretensión de destruir el Estado por la quimera de unEstado popular que no existe en ninguna parte. Por el contrario, elladebe contribuir a la democratización de la estructura estatal, en laextensión del principio de la soberanía popular, en la profundizaciónde la apropiación de las estructuras estatales por parte de la sociedadcivil, en la destrucción del muro de Berlín entre sociedad civil y Es-tado. El Estado debe ser apropiado por los sectores populares y laformulación de las políticas públicas debe contar con su participa-ción.

Los partidos tradicionales deben abandonar su pretensión de usu-fructo del Estado a su acomodo. Deben comprender que el Estadopertenece a la ciudadanía y a ellos como parte de aquélla, pero sinprivilegios. Deben entender que se requiere el profesionalismo en elempleo público, la transparencia de las decisiones públicas, la ho-nestidad y la honradez en el manejo de Losdineros que son de todala nación así como son de toda ella los recursos nacionales. Y ellosdeben entender también que se requiere de un sólido movimiento dereconstrucción de las identidades políticas, de Losprogramas, de Lascontroversias y de Lasdisputas en el marco de la Constitución Políticade 1991, esto es, de una democracia participativa.

El lector tiene en sus manos un libro que es eLesfuerzo conjuntodeLFondo Editorial de Foro NacionaL por CoLombia, de la FundaciónFriedrich Ebert de CoLombia, FESCOL, y del Instituto de Estudios Po-Líticos y Relaciones InternacionaLes de La Universidad Nacional deCoLombia, IEPRI. Los ensayos fueron concebidos inicialmente comobase para LaeLaboración de unos documentos destinados aLprogra-ma de formación política para dirigentes sindicaLes de FESCOL, quecoordina eLdoctor MigueL Eduardo Cárdenas. Una vez cumpLido supropósito iniciaL decidimos de común acuerdo con Losautores su ree-laboración y posterior pubLicación. Son ensayos relacionados con Los

PROLOGO 15

temas que estas notas introductorias destacan. Algunos de ellos ha-cen énfasis en los procesos históricos, otros destacan las variablespolíticas y Loshay también que destacan Losaspectos culturales. Ensu conjunto responden a uno de Los retos principaLes que ya hemosmencionado y es el de construir una sociedad política moderna ydemocrática. Esperamos que estas páginas alimenten el necesariodebate público sobre uno de los principales problemas del país.

Pedro Santana R.Director Ediciones ForoNacional por Colombia

Gonzalo SánchezDirector IEPRI

SOCIEDAD POLITICA y MODERNIDADEN COLOMBIA

Migl/el Edl/ardo Cárdel/os Ril'era

No se gobiema para rodos; el Esrado l/O es la ellfidad absrracra ql/eillferprera y represellfa a la sociedad por rodos SI/S aspecros. Se go-biema parricl/larll1ellfe para varios. y el Esrado es la expresiól/ parcialy agresim de In voll/llfad de 1/1/ gmpo.

Luis Tejada (1924)

Aunque la Constitución de 1991 incorporó el principio de la de-mocracia participativa como aspecto central en una reconstruccióndemocrática de las instituciones, la democratización en Colom bia esun proceso inconcluso.

Las intenciones refonnistas de la Carta parecen chocar con la realidadde la clase política existent y con la tradicional estructura de los partidospolíticos los cuales no acaban de convencerse de la necesidad de mo-dernizarse.

La crisis interna de los movimientos sociales (c/l'icos y otros) sesuma a la de los partidos produciendo una desarticulacion crecientede la precaria sociedad civil colombiana.

Así, el Estado se encuentra sin los adecuados canale d relacioncon la sociedad nacional. De la creación de esas intermediaci nesdependerá la solución de la actual crisis de legitimidad del regimenpolítico en Colombia.

18 MIGUEL EDUARDO CARDENAS RIVERA

Dada la incompatibilidad radical entre oligarquía y democracia -yque la modernidad implica una fonna racional de dominación bur-guesa, compatible con la democracia- la historia social y política deColombia puede ser visualizada por la obstrucción sistemática deldesarrollo social y político, esto es, la tendencia a frustrar procesosque conduzcan, o que puedan llegar a devenir, en la configuración deuna sociedad moderna y democrática.

El Estado, durante el Frente Nacional, se tradujo en nuevas fonnasde clientelismo. Además, mostró su incapacidad para refonnar laConstitución por la vía plebiscitaria en 1957. Luego, la violencia delos ochenta abrió paso a la refonna por la vía extraordinaria pararetocar la organización institucional. Fue así como la Asamblea Na-cional Constituyente introdujo nuevos principios en el ordenamientoinstitucional de los colombianos.

Se puede afinnar que, no obstante tales refonnas normativas, elactual escenario político sigue marcado por elementos autoritariosque limitan la representación y la participación de los actores soéiales.

Bajo tales circunstancias es avizorable, como consecuencia de lacrisis económica y de la de credibilidad de las instituciones, el desen-cadenamiento de una crisis social sin antecedentes.

Sólo una estrategia de modernización puede asegurar que las re-fonnas que se emprendan, se inscriban en un proceso irreversible ycontinuo. Pero este proceso no puede ser concebido como una políticadesde arriba, ajena a los requerimientos y demandas del colectivosocial.

Los análisis más recientes sobre los partidos políticos colombia-nos, en tanto sistema de partidos, su evolución histórica, naturaleza,organización, implantación electoral, régimen legal, estatutos inter-nos, así como los vacíos en las funciones propias de tales institucio-nes, muestran que no están cumpliendo en el país su rol politológico.

Los actuales partidos políticos no son instrumentos de democracia;son, más bien, desordenadas e infonnes federaciones de intereses lo-cales, regionales o sectoriales, así como de coaliciones de parlamen-tarios con una sola meta: conseguir la reelección a toda costa.

Si se examina con amplitud el ejercicio de la doble función propiade cualquier partido moderno, éste sería: seleccionar las candidaturasa cuerpos colegiados o autoridades de gobierno, y ejercer la direccióndel personal político. Los partidos colombianos se distinguen de losdel resto del mundo por su inoperancia en ambas funciones.

SOCIEDAD POLlTlCA y MODERNIDAD EN COLOMBIA 19

Los partidos, simplemente, no existen como organizaciones. Handejado de cumplir la función política del pasado y hoy pueden serconsiderados como objetos irregenerables. El vacío de esta funciónpodría perdurar si no se llena con otras formas de representación so-cial y política, quizá por una constelación de pequeños movimientosde corte democrático y orgánico (esto es, modernos).

Al ser cada candidato electo un elegido de sí mismo, no tiene porque responder ante nadie. No está sujeto a disciplina alguna. Así, elpartido no encuadra a nadie; no puede obligar a una disciplina de votoen las corporaciones públicas. Un partido democrático cuenta con unadirección representativa y con una autoridad sobre los parlamentarios.

Un partido moderno se organiza sobre la base de una estructurapiramidal, con un registro de afiliados organizados en los distintosniveles territoriales y sectoriales. Cuando éstos no cumplen con susfunciones o no las asumen, los partidos pierden capacidad de acciónsobre la realidad nacional y no contribuyen para una elección verda-deramente democrática.

Amplios sectores de la sociedad colombiana les están pidiendocambios en diversos aspectos. Los partidos no desempeñan un papelde actores políticos, sus mecanismos son anacrónicos e inoperantes,lo cual se traduce en una baja participación política, en un escepticis-mo generalizado y en inconformismos de distintos matices, hasta delos más extremos.

Colombia -señala el profesor Gilhodés- puede escoger entre dosvías: la de la modernización democrática con justicia social y concapacidad de reconciliación en tomo a la búsqueda del progreso, o lavía de la descomposición, en la que las crisis se sobreimponen, lalucha de guerrillas, el narcotráfico, la degeneración c1ientelista con-tinúan y el dinero se entroniza como valor supremo. Hace dos añosse dotó a la Nación de una Constitución para el siglo XXI. Sin embar-go, no funcionará en beneficio de los colombianos -en particular deaquéllos que más la necesitan- con partidos del siglo XIX.

En cuanto al tema de la participación ciudadana, es importantehacer una referencia a los mecanismos establecidos en la Constituciónde 1991. Aun cuando el enfoque analítico usual es predominantemen-te jurídico, no es bueno ignorar el contexto político acerca del cualcaben fonnulaciones y consideraciones en 10 que toca en esp cial ala función legitimaflte de la participación con relación al Estad ,alorden jurídico y a la defensa del interés colectivo y comunitario.

20 MIGUEL EDUARDO CARDENAS RIVERA

Para lograr una formación razonable de las instituciones participa-tivas, se requiere trabajar con base en las categorías de voLuntad po-Lítica y voLuntad estataL. A la formación de la primera pertenece elejercicio de las libertades constitucionales de opinión, de asociacióny reunión, los partidos políticos y el cabildo abierto. La formación dela voLuntad estataL se cumple a través del sufragio o acto electoral,propio del sistema representativo, lo mismo que a través de la vota-ción propiamente tal, por la cual el pueblo se pronuncia sobre un puntopreciso sometido a su consideración.

En particular, en este aspecto funcional se deben examinar los me-canismos de: revocatoria del mandato, toma de decisiones, el plebis-cito, la consulta popular o referendo consultivo, los referendos apro-batorio y abroga torio y la iniciativa popular. Otras formas departicipación enunciadas son las del derecho de petición en interésgeneral o colectivo, y las acciones públicas y populares. Asimismo,la Constitución ha previsto otras formas participativas, entre ellas ladefensa y promoción de los derechos (sociales, económicos, cultura-les y colectivos); el control de la gestión pública y la discusión de losplanes de desarrollo.

Estos derechos deben ser entendidos desde la lógica del interéscolectivo. Para su protección y defensa se debe superar el sistematradicional de garantías, orientado típicamente a proteger el interésparticular. El sistema legal y judicial está montado para garantizar laprotección de los derechos individuales frente a los poderes públicos,no para garantizar dichos derechos frente a influyentes poderes par-ticulares. La tutela y el amparo pueden garantizarse a través de me-canismos participativos.

En el contexto político se explica la crisis del Estado y los aspectosnegativos del sistema político. Vale la pena recordar que durante elFrente Nacional el régimen bloqueó los canales institucionales de par-ticipación, dado el monopolio bipartidista del Estado mediante acuer-do que fue primero explícito y luego tácito. El bloqueo de la sociedadpolítica generó otras formas de expresión, desde la indiferencia ciu-dadana hasta la lucha guerrillera, pasando por el clientelismo y lasdistintas modalidades de lucha popular.

Un problema para la participación es la tendencia, cada vez másnotoria, a la indiferencia social con relación a los asuntos públicos.Algunos sectores urbanos se refugian en el pequeño mundo de lafamilia y el trabajo, donde individualmente enfrentan y resuelven sus

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propios problemas. Así, los asuntos públicos quedan en manos deunos pocos quienes monopolizan las instancias de decisión.

Es necesario utilizar los conceptos de país nacional y país político.Este último es identificado popularmente de modo reduccionista con10 simplemente electoral. Se halla monopolizado por los profesiona-les en hacer elecciones, es sinónimo de cuerpos colegiados y se en-frasca en debates de tipo electoral. El ciudadano tiene oportunidad deescoger entre aspirantes a cargos electivos pero no entre proyectospúblicos; puede sufragar pero no puede decidir. La relación entreelegido y elector está copada de consideraciones personales de carác-ter c1ientelista. Los partidos han perdido identidad ideológica, capa-cidad organizativa y han dejado de cumplir su función primordialcomo es la de convertirse en canales de comunicación entre la socie-dad civil y la sociedad política.

El Estado como aparato administrativo también se halla en crisis.Es ineficiente y corrupto. La corrupción administrativa resulta de lahipertrofia burocrática, macrocefálica, descontrolada y no participa-tiva. Los fines del sector público no se cumplen. La ineficiencia hacenecesaria la reforma del Estado mediante políticas orientadas al redi-mensionamiento del sector público, la descentralización política yadministrativa, el aumento de la productividad social del sector pú-blico, la creación de una burocracia profesionalizada y el mejora-miento de la planeación.

En conclusión, a partir de este análisis político se puede afirmarque la única posibilidad de construir un Estado moderno y eficientees la formación de la sociedad civil, la cual deberá enfrentar la resis-tencia de los aparatos partidistas. A su vez, el desarrollo democráticosupone el reconocimiento de las dimensiones no electorales de la po-lítica, para 10 cual se requiere la representación de intereses sociales,difusos y colectivos, y la recuperación del pa{s politico por parte delpaís nacionaL.

En su estudio sobre la dominación, la modernización y la demo-cratización en Colombia, el profesor Oscar Delgado precisa que noson pertinentes en nuestro país algunas teorías de amplia recepciónen la sociología, la ciencia política y el marxismo canónico. Por ejem-plo, el rezago histórico de la dimensión política con relación a la eco-nomía, situación que se presenta en Colombia, relativiza la supuestauniversalidad de las teorías evolucionistas, en especial la del progresounilineal armónico, la del desarrollo político correlacionado con eldesarrollo capitalista y la de la modernización.

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Junto con otros autores, Delgado identifica que la teoría del con-flicto, la cual se basa en la dialéctica de clases fundamentales en re-lación antagónica, es inaplicable, no sólo por la no emergencia de unaimportante clase obrera, sino, además, debido a la alienación social ya la debilidad estructural y política de las vastas clases subordinadas.Estas, al no poder constituirse en sujetos colectivos para la acciónhistórica, resultaron fácil presa en una guerra de posiciones que selibró entre los años 20 y 40, permaneciendo desde entonces en unestado de debilitamiento crónico para la acción autónoma.

El proceso social no está basado en la determinación sino en lasubdeterminación o indeterminación de las acciones de clases. Estacategoría ha dejado de ser pertinente como factor de dinámica social.

Por su parte, el establecimiento del poder -el estado mayor de laclase dominante- retuvo en el pasado la hegemonía -la dirección in-telectual y moral de la sociedad- combinándola con otras formas dedominación no racionales o modernas (autoridad tradicional, autori-tarismo represivo y estrategias de reproducción o de supervivenciadel tipo disipativo u otras). Las acciones teleológicas orientadas a laauto-perpetuación hegemónica han sido casi siempre exitosas ante ladebilidad crónica de las clases subordinadas.

Sin embargo, esta eficacia perversa para contener el desarrollo po-lítico hacia la modernidad y la democracia, no pudo evitar la profundacrisis social y política persistente desde el período del Frente Nacionalhasta la actual coyuntura. La crisis cuestionó la capacidad hegemó-nica en vías de agotamiento y, por 10 tanto, las posibilidades de su-pervivencia del tradicional establecimiento oligárquico, en el media-no plazo.

Salvo en alguna coyuntura de escaso impacto momentáneo (la frus-trada Revolución en Marcha de López Pumarejo), la clase dirigenteha ignorado la posibilidad de una transformación hacia la democraciapolítica y la modernidad social burguesa. Sin embargo, más que eso,de hecho ha tenido como referente invariable la obstaculización -porvía represiva- y la desviación o estrategia disipativa -por vía hegemó-nica- ante cualquier acción colectiva que pudiera derivar en un pro-ceso pacífico hacia el encuentro de esos ideales.

El liberalismo colombiano ha luchado no tanto por la modernidadcomo por un modernismo excluyente de la idea democrática.

Un prerrequisito de la democracia y de la modernidad es la confi-guración de categorías y estructuras sociales diferenciadas para elejercicio de la reprtsentación de funciones e intereses específicos (ac-

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tores colectivos no corporativos), para la conversación dialógica (opi-nión pública, organizaciones populares, partidos o movimientos po-líticos orgánicos, modernos y democráticos) y para la toma de deci-siones (sociedad civil, sociedad política, ciudadanía y Estado socialde derecho auténtico - no la perversión del concepto, que ha sido loreal y lo vivido).

De igual foona, las categorías sociedad civil, ciudadanía y opiniónpública no han logrado constituirse históricamente; las referenciasque de ellas suele hacerse, son meramente reificatorias.

La población -un agregado demográfico en un territorio- carecióde motivaciones para autorrepresentarse como nación. El estableci-miento fue incapaz de forjar un sistema social, una articulación consolidaridad orgánica del tejido social. El Estado no pudo ser nacional,ni de derecho, ni social, ni diferenciado de la esfera privada, ni real-mente vinculado en interacción con las esferas social y pública.

El retiro masivo de la población a la vida privada (a la comunica-ción intersubjetiva limitada a la familia, al reducido ámbito laboral,y al meramente interpersonal), retiro condicionado por el modernis-mo, espontáneo o forzoso, no augura posibilidades efectivas de unafoonación a corto plazo de las mencionadas categorías (sociedad ci-vil, sociedad política, ciudadanía y opinión pública). De aquí que lanueva noonatividad constitucional sobre participación, sea difícil-mente operable. En consecuencia, cualquier proyecto para una desea-da fase transicional tendrá que repensar la democracia para un paísque por mucho tiempo continuará sumido en una vida pública pre-moderna. Habrá que inventar fóonulas viables, como sería la reduc-ción de amplias colectividades a sus sustratos, articulados en una nue-va sociedad política (que hoy se halla circunscrita a las redes de lasclientelas, los vulga-medios y sus propietarios y comentaristas, y aquienes ocupan escaños en las corporaciones públicas). Una redefi-nición funcional de la democracia posible en una cultura fragmentaday ambivalente, podría llegar a fundamentarse en criterios de selecti-vidad social (no elitista).

En contraste con estos rezagos históricos, se desarrolló el capita-lismo en el curso de la última centuria, después se integró y homoge-nizó el mercado interno, se normalizó la transferencia de tecnologíasimportadas de renovada generación, se foonaron subsistemas diver-sos (como los de la educación foonal, las comunicaciones masivas,la religión semisecularizada, la comunidad académica moderna, etc.)y emergieron nuevas capas intermedias.

24 MIGUEL EDUARDO CARDENAS RIVERA

No obstante estos adelantos, el sistema político no sólo permanecióatrofiado por el conflicto crónico entre las dos religiones políticas,sino que más tarde, en la época de crisis inherente al Frente Nacional,llegó a degenerarse, a reproducirse su descomposición. Se profundi-zó el modelo de patronazgo y las prácticas de la corrupción burocrá-tica penetran en todas las instancias y niveles. La justicia no logradignificarse.

Los que fueron partidos oligárquicos se han autodestruido, al serobjeto de apropiación personal por parte de los caciques políticos denivel departamental y local (en el caso del conservatismo, además delos caciques, por dos líderes con autoridad tradicional inamovible).

Para terminar, se abre el interrogante sobre las posibilidades y lasperspectivas de la democracia y la modernidad.

A corto plazo es permisible un punto de vista escéptico, en atencióna la impotencia de las clases subordinadas y a que el establecimientocarece de un serio proyecto que permita cambios efectivos pues nodispone de un plan coherente y sistemático en procura de una nece-saria fase transicional. Dicho establecimiento parece hallars ansiosoante lo problemático de su supervivencia. Antes que propiciar un mo-vimiento social de transformación participativa ha optado por noabandonar el patrón de comportamiento histórico: la noria de estra-tegias del tipo disipativo para las anheladas recomposiciones. Unagenuina transición no podría ser correctamente definida sin una mo-vilización social y política protagonizada por actores sociales (antesque por los irregenerables partidos tradicionales y desacreditados mo-vimientos electoralistas neotradicionales) y acompañada de lIna po-lítica estatal de amplio espectro social, que proponga un esquema detransformaciones sustantivas y con sentido, no limitado al culto algarantismo normativo o al hipotético bienesTarislllo.

A mediano plazo es aceptable una postura optimista, con base enel hallazgo de un punto de ruptura del equilibrio hegemónico: Imun-do selectivo de las ciencias sociales y políticas y de las humanidades.Según Oscar Delgado, desde el punto de vista de la autoridad y delestatus del saber académico, ya habría ocurrido la renovación de laprecedente élite cultural que conformaban los intelectuales orgánicosvinculados al establecimiento. En su lugar, la nueva generación -losautores de obras científicas y humanísticas, los profesores altamentecalificados en las más prestigiosas universidades y colegios de ense-ñanza secundaria- ya iniciaron con rigor la revisión crítica de la ideo-logía hegemónica, de sus bases teóricas y filosóficas, y de su praxis

SOCIEDAD POLITICA y MODERNIDAD EN COLOMBIA 2S

real en el mundo vital. Se constituye de esta forma (por primera vezen la historia de la cultura científica y humanística, en escala signifi-cativa, cualitativa y cuantitativa) el nuevo pensamiento crítico co-lombiano, francamente comprometido con la causa de los ideales dedemocracia y modernidad. El hecho es tan contundente que necesa-riamente detenninará -a nuestro juicio- un cambio en la cultura polí-tica colombiana hacia el año dos mil.