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Iluminación XX CAPÍTULO GENERAL MISIÓN COMPARTIDA (Fundamentos teológicos y eclesiológicos) En realidad juzgas que los tiempos pasados son buenos porque no son los tuyos (…) Tenemos más motivos para alegrarnos de vivir en este tiempo que para quejarnos de él”

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Iluminación

XX CAPÍTULO GENERAL

MISIÓN COMPARTIDA(Fundamentos teológicos y eclesiológicos)

En realidad juzgas que los tiempos pasados son buenos porque no son los tuyos (…)Tenemos más motivos para alegrarnos de vivir en este tiempo que para quejarnos de él”

San Agustín

Roma, 14 de Mayo 2012

HERMANAS HOSPITALARIAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

INDICE

1.- Introducción.

2.-Aspectos de la realidad2.1.- Fortalezas2.2.- Debilidades2.3.- Itinerario de la Congregación

3.- Fundamentación-iluminación.

4.- Relectura de las claves del proceso.

5.- Modalidades y caminos.

6.- Propuesta.

Conclusión

1.- INTRODUCCIÓN.-

En la celebración del evento del Capitulo general, el Espíritu del Señor nos conduce a fijar nuestra atención, discernimiento y compromiso en el ámbito de la misión compartida.

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Lo primero que brota es el reconocimiento agradecido al camino que el Dios de la misericordia va realizando con todos nosotros: hermanas, colaboradores y pacientes. Desde aquí nos hacemos la misma pregunta que se hicieron María Josefa Recio y María Angustias Giménez antes de la fundación de la Congregación: Jesús ¿Qué quieres de nosotros?.

Partimos de que el carisma de la Hospitalidad proporciona a la Congregación de Hermanas Hospitalarias dos fundamentos valiosísimos para vivir y sacar inmensas riquezas espirituales, apostólicas y evangelizadoras en el momento presente:

1.- Dios nos ha donado con su misericordia y hospitalidad una mirada y un corazón cordial para todo lo humano, relacional y social. Esto nos proporciona la mirada contemplativa para descubrir los “signos de los tiempos” en el momento presente y vislumbrar su voluntad.

2.- La hospitalidad, no pertenece al mundo sacral sino al patrimonio moral de nuestra sociedad 1, al ámbito secular. El carisma posibilita, que juntos hermanas y colaboradores llevemos la presencia tan humana y tan cristiana de la caridad, a los límites del dolor de las personas con dolencias psíquicas y otras patologías o minusvalías, espacios especialmente necesitados de una hospitalidad que lucha por la dignidad de toda persona humana, por los derechos humanos y la evangelización como Buena Noticia de Dios.

La creciente expansión de la Congregación, el nuevo contexto socio – espacial y la tipología que conforma el desarrollo de la Misión Hospitalaria es un reto. Es decir, no es una nueva dificultad sino una llamada de Dios a “cosas nuevas”. Esto supone, una reestructuración profunda del pensamiento, de las bases eclesiológicas del ejercicio de la misión y de la forma de comprender la Hospitalidad como carisma de Dios y de la Iglesia. Esto implica tanto a las Hermanas como a los colaboradores2. Es un paso más en un largo itinerario y un aspecto cualificado en este Capítulo general cuyo tema clave es la Reestructuración. Siendo verdad que la carencia de vocaciones religiosas acentúa la desproporción entre Hermanas y Colaboradores, queremos fijarnos más en los aspectos teológicos eclesiales de la misión compartida.

2.-BASES TEOLÓGICAS Y ECLESIOLÓGICAS DE LA REFLEXIÓN.-

Nos basamos esencialmente en un enfoque de la Misión, dentro de la Iglesia, tal como esta aparece a partir del Concilio Vaticano II, tanto en la Lumen Gentium (lo que la Iglesia dice de sí misma) como en la Gaudium et Spes (la misión de la Iglesia en el mundo). .

Partimos del designio amoroso y salvíficos de Dios para todos los hombres, sin distinción alguna y cómo en Cristo se manifiesta la plenitud de esta salvación . Jesús de

1 JUAN PABLO II, Carta apostólica Salvifici Doloris, n.29, Roma, Vaticano, 11 de febrero de 1984.2 Se denominan colaboradores al conjunto de personas que participan en la misión hospitalaria de muy diversas formas. El rasgo distintivo es la participación en la misión y no una relación afectiva o de sintonía religiosa. Los colaboradores no son meros trabajadores, sino profesionales que sintonizan con la orientación con que un carisma colorea lo que es su tarea profesional y por eso su participación en la misión carismática es inestimable y, frecuentemente muy generosa. Son personas humanamente estimulantes y hospitalariamente eficaces que permiten llevar adelante la hospitalidad. (cfr.GUEVARA LLAGUNO J.; MOLINA D. Desafíos teológicos y pastorales de la misión compartida, p.4). En la Congregación comprendemos que juntos “ Formamos una comunidad plural e inclusiva, capaz de establecer colaboración y comunión alrededor del rostro humano, con personas de buena voluntad, con quienes comparten la fe en Jesucristo y con quienes encuentran en el carisma hospitalario su modo de vivir la vida cristiana” (MII.n.10). Por esto, bajo el término colaborador encontramos personas que parten desde diferentes concepciones de la vida y de la fe, pero todos pueden hacer un camino gradual de mayor sintonía con el carisma hospitalario y la realización de la misión que de él deriva. Existe un proceso de identificación, sin llegar necesariamente a la modalidad de laicos hospitalarios, que va orientada además hacia la institucionalización como grupos. La realidad de Laicos Hospitalarios es un proyecto de futuro, aún no real mientras que los colaboradores con diferente grado de identificación existen ya como tales.

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Nazaret, el Dios que se hace humano, para manifestar el amor y la salvación de Dios “ pasó por el mundo haciendo el bien y sanando a los enfermos” (Hech 10,38; Const. 4). Por lo tanto las curaciones en Cristo son signos de salvación y la hospitalidad que plasmamos históricamente la Comunidad hospitalaria, se entiende como “anuncio de la salvación de Dios en Cristo”. Por eso afirmamos que tenemos que ir colaborando, desde la hospitalidad, para que en la historia se vaya encarnando la “Missio Dei”.

La Iglesia es Misterio de este Dios amoroso y salvador (L.G I), es sacramento de salvación en la historia, esta es su Misión: Anunciar esta Buena Noticia a todos los seres. La Iglesia es una comunidad de fe, esperanza y amor (L.G n.8) en la que todos sus miembros y todas las vocaciones tienen su propia identidad y su función en esta comunidad (L.G II). Es el Pueblo de Dios3, que abarca, con vínculos diferentes, desde los católicos a los paganos. Todos ellos colaboran en la única Misión de anunciar la Buena Noticia. La perspectiva de la Iglesia comunión enfatiza mucho más el carácter teológico, histórico-salvífico, eclesiológico y sacramental de la Iglesia que la mera estructura externa, acentúa lo que une a las distintas vocaciones y personas que lo que las diferencia. La Iglesia es el sacramento de Cristo en la Iglesia, es una comunidad en fe y amor y su misión es ser Buena Noticia de Dios para los hombres.

El Espíritu Santo regala a quien quiere sus carismas para beneficio del mundo y de la Iglesia. La Comunidad hospitalaria, Hermanas y muchos de los colaboradores han recibido este carisma de la hospitalidad para ser acogido, discernido y hecho servicio en el seno de la Iglesia, según la interpretación de San Benito Menni, Mª Josefa Y Mª Angustias. La realización en misión compartida de este carisma es la contribución específica con la que realizamos la Misión de la Iglesia y a su vez la Iglesia con la presencia y el servicio hospitalario de todos nosotros alcanza a llevar la Buena Noticia a nuestros destinatarios, de una forma propia y específica.

Las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús tienen en su propio nombre la expresión del carisma de la hospitalidad, pues su razón en la Iglesia es el ejercicio de la caridad hospitalaria vivida en estado de consagración religiosa, según el modelo de caridad perfecta, Cristo, simbolizado en su Corazón (cfr. Const 2).

La Hospitalidad como carisma nos lleva a vivir e impulsar la misión compartida como parte de su dinamismo intrínseco, a la integración, acogida y comunión. Por otra parte nuestro nombre “Hermanas” nos ofrece la clave en el modo de situarnos: como hermanas, en fraternidad, en cordialidad , como hermanas con hermanos.

. Esto no lleva a la indiferenciación de las diversas vocaciones. “La Iglesia ejerce su misión por obra de todos sus miembros, aunque de diversas maneras (…). “En la Iglesia hay variedad de ministerios pero unidad de misión” (AA, n.2)4. De modo que cada vocación tiene su propio ministerio en función de la gran misión y este ministerio se ejerce desde la propia identidad vocacional y carismática.

3.- ASPECTOS DE LA REALIDAD.-

3.-1.-Fortalezas.-

La centralidad del paciente o usuario, se convierte en clave de comunión e identidad de todos. Muchos desde su fe cristiana viven también la misión también como clave de lectura del

3 La Iglesia como Pueblo de Dios (L.G II) nos dice que en la perspectiva de la historia de la salvación hay elementos comunes y anteriores a cualquier distinción de orden carismático, funcional o ministerial.4 CONCILIO VATICANO II, Decreto “Apostolicam Actuositetem”, sobre el apostolado de los seglares, Roma 18 Noviembre 1965, n.2.

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evangelio y compromiso con la expansión del mismo. Es decir en este momento de la historia ya no es solo la Congregación la que se compromete, transmite valores, y busca colaboradores para su misión, sino que tantos colaboradores ya se han sentido atraídos y comprometidos en la Hospitalidad con la persona que sufre, con el proyecto hospitalario, con su riqueza humana, cristiana y solidaria. La relación y mutuo conocimiento entre Hermanas y colaboradores ha progresado mucho y con ello la mutua valoración y el compromiso conjunto en la vida y misión hospitalaria. Se ha normalizado la asunción de cargos de responsabilidad en los centros y en la dirección estratégica de la realización en las diversas provincias.

A nivel de iluminación contamos con ricas indicaciones en los capítulos generales que nos sirven de plataforma para hacer un camino en misión compartida.

En algunas Provincias, se esta llevando a cabo acciones formativas con Directivos, mandos intermedios y personal en general sobre aspectos de la identidad institucional. En algunas se han iniciado además grupos de crecimiento en la fe con un matiz hospitalario, se hacen encuentros de oración y espiritualidad, en el ámbito del voluntariado hay personas, tanto colaboradores como voluntarios y amigos de la hospitalidad y de la Congregación, que demandan una mayor sistematización y hondura en el compartir la espiritualidad la vida y misión, sea en la modalidad de colaboradores más comprometidos o de Laicos hospitalarios5.

Cada vez con mayor frecuencia y compromiso los colaboradores participan en Asambleas y Capítulos de la Congregación con mutuo enriquecimiento. Estos espacios comunes y otros, son marcos fundamentales para ir estableciendo “sentidos compartidos” en los elementos nucleares que estructuran la finalidad y el estilo de la misión. El Marco de identidad de la Institución supone una plataforma común de acercamiento a los aspectos fundamentales de la misión hospitalaria para todos, Hermanas y colaboradores.

3.2.-Debilidades.-

Vemos que hay una notable diferencia entre la evolución de los planteamientos de “misión compartida” a nivel de los Capítulos de la Congregación y los desarrollos concretos en la realidad.

Faltan procesos formativos, diferenciados para colaboradores y para laicos hospitalarios 6 que desean mayor integración desde una opción vocacional cristiana.

El laicado hospitalario no se ha iniciado como tal, aunque hay muchos cristianos dentro del colectivo de colaboradores.Falta una opción de toda la Congregación para transmitir la interpretación de la hospitalidad en la historia, se reduce al compromiso de algunas Hermanas.

Falta reflexión y discernimiento en la Congregación sobre el carisma y la misión compartidos desde una eclesiología de comunión y la repercusión en la propia manera de comprenderlos desde la modalidad de vida consagrada.

Hay falta de claridad en el contenido de los grandes temas de carisma y misión y qué queremos decir cuando afirmamos que los colaboradores también reciben el carisma de la hospitalidad y

5 Con este concepto se hace alusión a un laicado asociado a la espiritualidad de la Congregación de Hermanas Hospitalarias de forma institucionalizada. Sin embargo es muy importante considerar el proceso previo de formación, interiorización del carisma, crecimiento en la fe, comunidad de referencia, discernimiento de la propia vocación laical hospitalaria, formas de compromiso en la diaconía hospitalaria, etc, antes de llegar a la institucionalización de la asociación.6 Los laicos hospitalarios son una realidad futura, un camino por recorrer dentro de los procesos de integración en el carisma y la misión.

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que compartimos la misma misión. Hace falta aclarar el sentido de estos conceptos y sus diversas acepciones, a la vez hacer un camino de discernimiento para descubrir las consecuencias y compromisos de la Congregación y los colaboradores al adentrarnos en ellos.

Bastantes grupos de Hermanas viven con perplejidad la comprensión de la misión hospitalaria 7, el ministerio8 de la hospitalidad como misión del Instituto en la situación actual. ¿Puede existir la misión carismática de la Congregación si no hay presencia de Hermanas?. ¿Bastan los criterios de acción o es necesaria la presencia de las Hermanas?

Algunas corrientes de la Iglesia ponen en cuestionamiento la Vida religiosa apostólica, considerándola como vida religiosa no tan completa como la contemplativa La ven “secularizada”, y ahora no necesaria, porque la labor apostólica propia, ha sido absorbida por la responsabilidad social.

Las Hermanas, en muchos casos conciben que la misión, antes propia ”9 la realizan ahora los colaboradores, identificando totalmente la misión con la tarea apostólica.

Hay un uso indiferenciado del término “misión”, referido tanto al ministerio de la hospitalidad en la vida consagrada, como al modo de colaboración desde el carisma hospitalario en la única misión de la Iglesia y haciendo referencia a la misión del Anuncio de la Buena Noticia, propio de toda la Iglesia. También es utilizado para referirse a las “obras” hospitalarias, desde su vertiente de empresa.

7 Llamamos misión hospitalaria a la forma particular de vivir y realizar la misión sanadora y terapéutica en favor “ de los enfermos mentales y disminuidos físicos y psíquicos, con preferencia pobres, y en otras actividades apostólicas de acuerdo con nuestro carisma hospitalario” ( Const.3). El centro de esta misión (ministerio) está claramente definido como “ continuando en la Iglesia y para el mundo la misión salvífica de Jesús” y para unos destinatarios preferentes, tal como aparecen en Constituciones. Partiendo de este centro, la misión se va ampliando en círculos concéntricos, para alcanzar primero a las personas con dolencias psíquicas, que es un concepto abarcante de diversos modos de sufrimiento y se va abriendo a otras necesidades. Esta misión hospitalaria o misión carismática es el modo como Hermanas y colaboradores llevamos a cabo una contribución preciosa a la realización del Anuncio de la Buena Noticia de la Iglesia. La misión carismática es el punto nuclear de la misión compartida. . 8 Ministerio es el ejercicio, el servicio a partir de un carisma reconocido, aprobado e institucionalizado por la Iglesia para la construcción del Cuerpo de Cristo. El ministerio expresa el carisma y se realiza desde la identidad vocacional. Se concreta en tareas específicas, pero sin identificarse ministerio y tareas. El ministerio da lugar a una identidad. Dirigiéndose a las Hermanas dicen las Constituciones “nuestra razón de ser en la Iglesia es el ejercicio de la caridad hospitalaria vivido en estado de consagración” (Const.2). Lleva consigo un modo de vida, una espiritualidad, un tipo de relación social. El “ministro”, ya sea persona o grupo comunitario se hace signo de la misión para los demás y para si mismo.9 La misión evangelizadora de las Hermanas Hospitalarias (Const. nn.60-68) la vemos dentro de la misión carismática que realizamos en misión compartida. Es una misión que vivimos y realizamos como Comunidad fraterna, no individualmente. “ Enviadas por el Espíritu hacemos presente en el mundo la salvación de Dios mediante el sagrado ministerio de la caridad, en unión y a ejemplo de Jesús que se inclinó sobre la humanidad doliente curándola de sus enfermedades” (Const. N.60) . Es una forma de hacer presente la salvación de Dios, es decir la manera como colaboramos para hacer presente la Buena Noticia de Dios. Así es nuestra forma de evangelizar en la Iglesia. (Const 64). “ La hospitalidad que nos define se expresa: en un amor personal, fraterno, sincero y gratuito a las hermanas de la propia comunidad; en una profunda actitud de bondad y ternura y en un servicio paciente, continuo, abnegado y alegre a los enfermos, vivas imágenes de Jesús; en la acogida, con un estilo de vida sencillo y humilde a todas las personas que llegan a nostras” (Const.n.5). Esto las Hermanas lo realizan según la propia vocación o modo de vida cristiana: en estado de consagración religiosa, siguiendo a Cristo virgen, pobre, obediente y misericordioso (Const. N.4), según el modelo de caridad perfecta, Cristo, simbolizado en su Corazón (Const.n.2). La hospitalidad infunde su impronta en todas las dimensiones de la consagración de las Hermanas Hospitalarias. La vocación personal, la consagración entra a formar parte de la raíz del ministerio, en las personas consagradas.

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La Congregación tiene una concepción de las obras como ámbitos de realización de la misión del Instituto y con mucha menor fuerza como misión eclesial10. Los centros están concebidos dentro de un marco canónico de la misión de la vida consagrada y sin embargo la presencia de Hermanas es exigua.

Faltan planes sistematizados de formación para la misión, con criterios comunes, con procesos en identidad carismática y en crecimiento en la fe, a nivel general, concebidos como procesos conjuntos de Hermanas y colaboradores.

Cuando se plantean diversos modos de vinculación al carisma y a la misión en el conjunto de los colaboradores, surge incomodidad en parte de ellos que lo ven como grados o niveles jerárquicos.

Falta conciencia del momento decisivo para la transmisión de los valores y cultura hospitalaria en Europa que acompañe los cambios estructurales, organizativos y sociales de las obras hospitalarias.

Los órganos de participación de Hermanas y colaboradores para el discernimiento, organización y decisión en el ámbito de la misión compartida, son diversos y valiosos, tanto para discernir como para ejecutar las decisiones, sin embargo, no están sistematizados congregacionalmente y carecen de una formalización y reconocimiento, por esto hay gran desigualdad en los procedimientos de cada Provincia.

Hay mayor conciencia de las dificultades de Hermanas y colaboradores en este proceso, que de las riquezas que la dinámica eclesial de la comunión pueden generar a nivel de la renovación de la vida consagrada hospitalaria y en relación a la interpretación y actuación del carisma.

3.3·-ItInerario congregacional.

La experiencia Congregacional nos presenta un largo itinerario en el camino de comunión como es la misión compartida. La colaboración de personas seglares ha sido una constante, desde los orígenes, en las Obras hospitalarias. El mismo P. Menni la promovió para como una exigencia indispensable para ofrecer la atención integral de calidad a las enfermas y a los centros en general.

En el n. 26 del XIX Capitulo general que tiene como tema “la Misión Hospitalaria, Buena Noticia de la Sanación para el hombre de hoy” (2006) se hace un esbozo de este camino con sus hitos mas significativos desde 1980. Lo retomamos y lo completamos con los últimos documentos.

En el texto de las actuales Constituciones, aprobadas en el año 1983, el n. 67 trata de los colaboradores en la misión y está dentro del apartado de la misión evangelizadora hospitalaria de la Congregación. Dice así “compartimos de alguna manera, nuestra misión hospitalaria con otras personas. Asumimos plenamente su condición de colaboradores, respetamos sus derechos, favorecemos su vida de fe y tratamos de comunicarles el espíritu de nuestra Congregación en orden a un mejor servicio hospitalario. También debemos asociar a esta tarea a los familiares de los enfermos y ofrecerles la acogida y la ayuda propias de nuestro espíritu congregacional”.

10 La misión hospitalaria es evangélica y eclesial. Quienes participamos en esta misión recibimos en envío de la Iglesia y, a través de ella, de Jesucristo mismo, enviado del Padre. Es una participación de la misión salvadora y evangelizadora de la Iglesia. Se complementa con el resto de la misión eclesial como parcela de la única viña. Las tareas concretas que comprenden la misión hospitalaria, desde la más profana a la más religiosa forman parte de un único proceso de evangelización. La misión hospitalaria tiene una dimensión antropológica, una dimensión social, evangélica y eclesial.

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La participación ha ido creciendo en número, valoración, significatividad y en una progresiva comprensión del autentico enriquecimiento y complementariedad. Las razones son la disminución del número de hermanas, pero también la exigencia profética del carisma y la creciente participación y responsabilidad de los laicos en la comunión y misión de la Iglesia.

Para generar mayor sensibilidad en la Congregación, el año 1987 fue declarado año del colaborador.

En 1988, el XVI Capítulo general afirma “Religiosas, colaboradores y voluntarios debemos integrarnos en la misión del servicio al enfermo, que es el centro de nuestra acción, convirtiéndonos en signos de comunión” (DCG. XVI, 1988, p. 16). “Se advierte sensibilidad e inquietud por la integración de los laicos, incluso en puestos de responsabilidad” (p.18).

En 1987 sale a la luz el Reglamento general de las Instituciones, en cuya presentación la entonces superiora general Sor Mª Dolores Aldaba afirmaba: “El reglamento que mantiene la lógica y necesaria jerarquización de funciones que la organización de un centro hospitalario requiere, no le pasa por alto la importancia y necesidad de la corresponsabilidad entre los distintos grupos y personas que forman la comunidad laboral hospitalaria, Los pasos a que en este sentido hay que ir dando repercutirán positivamente en el funcionamiento de los centros y por tanto en las mejores prestaciones” .( Reglamento General, pp.8-9)

Documento del XVII Capitulo general (1994). En el chequeo sobre la realidad de la Misión se presenta algunos puntos como: “Nuestra vida hospitalaria no es claro testimonio profético y se explica que vamos creciendo en conciencia evangelizadora como primera misión y que eso ayuda compartir el carisma con los colaboradores.” Otra afirmación es la “insuficiente integración y corresponsabilidad de los colaboradores en la misión y se anota la sensible distancia entre la comunidad religiosa y los colaboradores”, como factor que este ayudando sensiblemente a su integración esta “el convencimiento de que estamos llamados a compartir el carisma y la misión, la existencia de colaboradores abiertos e identificados con los valores. Se sigue anotando que tenemos dificultad para delegar funciones y hay una cierta desconfianza reciproca, pero su participación en áreas fundamentales de la organización hospitalaria es un hecho y marca un camino de acercamiento comprensivo y confiado”. (DCG, p.12).

Este mismo año la Congregación presenta el documento “Proyecto Hospitalario integral” que es “una respuesta a los cambios vertiginosos que impulsan a ofrecer respuestas sanitarias, carismáticas y evangelizadoras en el mundo de la salud y a la vez nos pide situarnos desde nuestra identidad, en un contexto de participación y condivisión del carisma recibido, de forma que, junto con los laicos, ofrezcamos una válida contribución al desarrollo y humanización de nuestra Misión hospitalaria (PHI, p.9-10). Este documento articula la Comunidad Hospitalaria y la Obra Hospitalaria alrededor del carisma y estilo que constituye la Hospitalidad” (p.12). “La Comunidad Hospitalaria (misión compartida) la constituyen todas aquellas personas que, de diversas formas están implicadas en la Obra: enfermos o personas asistidas y sus familiares, colaboradores, voluntarios y la comunidad religiosa” (pp.33-34).

El año 1998, dentro del proceso de colaboración e integración institucional, la Congregación presenta el documento “Laicos Hospitalarios” como respuesta a un “signo especial de nuestro tiempo hospitalario” que necesita ser interpretado en toda la hondura de su sentido y en toda la fecundidad de su alcance. El signo es la presencia decisiva de colaboradores en la realización de nuestros proyectos apostólicos” (L.H. p 7). Se desarrolla a la luz de las orientaciones del XVII Capitulo General que planteaba: “Caminar corresponsablemente Hermanas y laicos en la Misión Hospitalaria”. Esto abría varias líneas de trabajo: “Llevar con especial empeño adelante los objetivos que afectan a Hermanas y colaboradores, incorporar personas con gran sensibilidad hacia el mundo del dolor” y se hace notar que “el carisma no nos pertenece en exclusiva, es un don del Espíritu para ser compartido, de alguna manera con otros creyentes y esto nos

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compromete a identificar personas motivadas, que desde su condición de laicos, integrados en la iglesia particular, puedan formar una asociación inspirada y animada en el espíritu de la Congregación, con estatutos que definan su identidad, objetivos y finalidad de la misma” (Cap. Gen XVII, p.42, 43).

A partir del Vaticano II sabemos que todo fiel cristiano puede participar de un carisma. También del carisma hospitalario.(L.H.p. 12). La Superiora general continúa diciendo “ Se ha puesto de relieve(…) la urgencia de la cooperación y la colaboración de todos al común proyecto de la misión de la Iglesia. Se nos viene invitando incluso a la colaboración con los no creyentes, en aquellos proyectos que favorezcan el bien común, la justicia, la promoción humana, etc, en los que la distinta fe o su carencia no sea obstáculo para trabajar juntos. No podemos resistirnos a este fenómeno que se señala como un signo de los tiempos”11 . El posicionamiento de apertura de la Congregación obedece también a un interés de los mismos colaboradores que afirman: “ en el diálogo nos sentimos al mismo tiempo libres e identificados con el proyecto de las Hermanas Hospitalarias, y de este modo, podemos compartir la misión de la Congregación. Todos vivimos el trabajo como vocación humana de servicio al enfermo, todos somos solidarios en algo más que en el trabajo, en las actitudes básicas que exige el paciente, todos comulgamos en los mismos valores, todos asumimos la cultura hospitalaria, todo ello en orden a una atención integral del paciente” (Laicos h. p.16). Dentro de las posibles líneas de acción dice este documento: “ A los colaboradores que libremente así lo deseen, nos atrevemos a ofrecerles el ser partícipes, con nosotras, del espíritu del Buen samaritano, que es el Aliento de nuestra vida y de nuestra tarea y les invitamos a beber de la misma fuente” (L.H.p. 17).

- El año 2000 se celebra el XVIII Capitulo general con el tema “Identidad hospitalaria, don y desafío en la iglesia y en el mundo”. En el mismo se aborda una lectura espiritual de la realidad para interpretar y acrecentar la espiritualidad desde los destinatarios preferentes del carisma: las personas que sufren dolencias psíquicas. La Congregación afirma que ”Dios se nos revela, nos interroga, nos llama y nos envía en el rostro de sus vivas imágenes” (p.4). La reflexión alrededor del icono del encuentro de Jesús con el enfermo de Gerasa (Mc 5,1-20), un encuentro samaritano con un enfermo psíquico, lleva a una relectura del carisma y de la espiritualidad que se puede extender a todos los que continuamos en el tiempo esta historia de hospitalidad en tantas comunidades y centros. El hombre que sufre es punto de encuentro de todos los que participan en la misión hospitalaria. A su vez en este documento se vuelve a especificar el deseo de grupos de colaboradores que desean participar de forma más comprometida en el carisma desde su estado laical, piden que se busquen caminos para recorrer juntos “dejando que los colaboradores beban del pozo de su misma espiritualidad laical. Nosotras Hermanas, estamos llamadas a acoger lo genuino de los laicos en la vivencia e interpretación del carisma hospitalario” (n.26).

El n.28 de dicho documento contiene aspectos significativos bajo el título bien iluminador: Sarmientos todos de la única vid con los colaboradores “ La presencia de los colaboradores en nuestros centros nos ha ayudado a replantearnos nuestra identidad carismática. Al mismo tiempo, nos ha estimulado a reflexionar sobre su identidad de laicos, partícipes del carisma de la hospitalidad. Su manera peculiar de vivir su vocación nos ha enriquecido y nos ha ayudado a comprender mejor nuestra vocación” “algunos colaboradores y otras personas vienen manifestando deseo de participar de forma más comprometida en nuestro carisma” Esto nos exige por una parte, crecer en identidad carismática y vivir nuestra espiritualidad y por otra nos pide ir discerniendo caminos para recorrer juntos. Somos sarmientos radicados en Cristo, la verdadera vid, convertidos por El en una realidad viva y vivificante”.

En este documento el punto de referencia de la comunión entre Hermanas y colaboradores está en Cristo, la verdadera vid y en el rostro del enfermo . Nuevamente hay una llamada a la formación para crecer en identificación.

11 LOPEZ BEORLEGUI T. La entrañable misericordia del Padre, Congr. 16.11.1992, pp.42-43.

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En el 2006 se celebra el XIX Capitulo General con el tema: “Misión Hospitalaria Buena Noticia”. El texto bíblico que inspira la reflexión y el discernimiento es Hech 10,34-48. La novedad esencial con respecto a la comprensión teológica de la Misión compartida la encontramos en la tercera parte del documento que se basa en la afirmación de Pedro “Estos han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros” (Hech 10,47). La experiencia de la irrupción del Espíritu sobre el centurión Cornelio, aún pagano, rompe los prejuicios de Pedro de cara a la incorporación de los que están fuera del círculo de los primeros creyentes y sin embargo quieren vivir la justicia, la compasión y la fe.“El carisma de la hospitalidad es un don del Espíritu, que el mismo da a quien quiere, que tiene un destino universal para el bien de la humanidad (…) hay una gran pluralidad dentro del la causa común: el enfermo” (DCG XIX, n.25, p.52). “Este proceso de acercamiento de todos, colaboradores y religiosas, al valor del rostro humano como verdadera epifanía de Dios, es donde radica la verdadera presencia revolucionaria de la Buena Noticia” (n.27).

“Por colaborador se entiende toda persona que trabajando en nuestras obras, colaboran en la construcción del Reino, aunque no tengan clara conciencia de que con ello realizan históricamente la misión sanadora de Jesús. Reservamos la expresión “laicos hospitalarios” a cuantos siendo creyentes y asumiendo su vocación de laicos en la Iglesia y en el mundo, no solo quieren vivir el carisma, la espiritualidad y la misión hospitalaria, sino que desean llegar a algún modo institucionalizado de vinculación con la Congregación, aunque no trabajen en nuestras obras” (n.27).

“De aquí surge la necesidad de que la comunidad religiosa esté dispuesta a despojarse de toda pretensión de ser la única mediación histórica que hace presente la misión sanadora de Jesús. Guiados por el espíritu, aceptamos acoger y reconocer con gozo y libertad interior a todos los que aun sin saberlo, pertenecen a la nueva realidad de Dios, que llamamos Reino y que ellos contribuyen a construir. Juntos seremos “buena noticia de que Dios sigue proponiendo su sanación al hombre de hoy” (n.27)

En Enero de 2011 se publica el “Marco de Identidad de la Institución”. Este documento nace del compromiso del XIX Capitulo General en el desarrollo de la reflexión sobre la Misión Hospitalaria.

Es una relectura del carisma y misión hospitalaria elaborado por Hermanas y colaboradores y dirigido a la Institución. “Se entiende aquí por Institución la red de centros, personas, servicios y actividades que comparten la misión y los valores hospitalarios, los objetivos institucionales y unos criterios organizativos en relación directa con el carisma de la Congregación de Hermanas Hospitalarias del sagrado Corazón de Jesús. Esta denominación, Institución, en este documento se refiere al ámbito de la misión compartida y no tiene valor jurídico” (MII, n.7). Esta relectura conlleva una presentación de la identidad institucional desde cinco vertientes: la historia, la comunidad hospitalaria, la misión, los valores y el modelo asistencial. Pretende una identificación de todos con lo esencial del carisma, de la misión y el estilo hospitalario desde la pluralidad de vocaciones y proyectos de vida.

4.-FUNDAMENTACIÓN ECLESIAL.-

Desde la perspectiva de la Vida religiosa

A su vez el magisterio eclesial nos ofrece también su luz sobre la misión compartida.

El primer documento que nos presenta su orientación desde la teología de la Vida Consagrada de 199612.12 JUAN PABLO II, Exhortación apostólica postsinodal, Vita consecrata, 25 de Marzo 1996, Solemnidad de la Anunciación del Señor. (V.C)

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“Debido a las nuevas situaciones, no pocos institutos han llegado a la convicción que su carisma puede ser compartido con los laicos. Estos son invitados por tanto a participar de manera más intensa en la espiritualidad y la misión del Instituto mismo. En continuidad con las experiencias históricas de las diversas Ordenes seculares o Terceras ordenes, se puede decir que se ha comenzado un nuevo capitulo, rico en esperanza, en la historia de las relaciones entre las personas consagradas y el laicado” (V.C. 54).

“A la Vida Consagrada se le asigna un papel muy importante a la luz de la doctrina sobre la Iglesia comunión. Se les pide a las personas consagradas que sean verdaderamente expertas en comunión y vivan la respectiva espiritualidad como testigos y artífices de aquel proyecto de comunión que constituye la cima de la historia del hombre según Dios (V.C. 46) “La Iglesia encomienda a las comunidades de vida consagrada la particular tarea de fomentar la espiritualidad de comunión” (V.C. 51).

Estas orientaciones se dirigen a los miembros de los Institutos de Vida Consagrada y se les exhorta a insertar a los laicos en su misión. El fundamento de la comunión se pone sobre las actitudes de los propios miembros del Instituto para que los laicos puedan participar de manera mas intensa en aspectos que se consideran “propios” de ese Instituto.

Desde la perspectiva laical.-

Años más tarde y contemplando la identidad de la Vocación laical en la Iglesia el Papa Juan Pablo II afirma en la Christifideles Laici13 “ En la Iglesia comunión los estados de vida están tan unidos entre si que están ordenados el uno para el otro. Su sentido profundo es el único y el mismo para todos: ser una manera de vivir la común dignidad cristiana y la vocación universal a la santidad en la perfección del amor. Son modalidades a la vez diversas y complementarias de modo que cada una de ellas esta en relación con los otras y a su servicio” (ChL 55)

Atendiéndose a que se trata de la misión compartida entre los religiosos y laicos y en nuestro caso también claramente con hombres de buena voluntad que aman y sirven al enfermo, es totalmente necesaria la impostación complementaria desde el otro miembro de la relación, entre los laicos, los colaboradores. Aquí la comunión pertenece a la identidad de la Iglesia, ella esta constituida por diferentes modos de vivir la fe, por diferentes vocaciones. Ya con eso se descartan unas prioridades de una vocación sobre otra, sino que hay una relación en igualdad para vivir la dignidad cristiana y la vocación universal a la identidad en el orden del amor. Son dos modos de vivir la vida cristiana, con su propia dignidad y sus características específicas.

Desde la Iglesia comunión.-

En el documento “Novo Millennio Ineunte14” del Papa Juan Pablo II, se afirma “se pretende hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión, este es el gran desafío que tenemos ante nosotras en el milenio que comienza si queremos ser fieles al designio de Dios y responder a las profundas esperanzas del mundo” y continuar. “No nos hagamos ilusiones, sin esta camino espiritual de poco servirá los instrumentos externos de la comunión. Se convertirán en medios sin alma, mascaras de comunión mas que modos de expresar el crecimiento” (NMI 43).

Desde la Vida religiosa en la Iglesia comunión.-

13 JUAN PABLO II, Exhortación apostólica postsinodal Christifideles Laici, sobre la vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo, 30 de Diciembre 1988, fiesta de la Sagrada familia, Jesús, María y José. (ChL)14 JUAN PABLO II, Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte, Al concluir el gran jubileo del año 2000, 6 de Enero 2001, Solemnidad de la epifanía del Señor. (NMI)

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El 19 de Mayo del año 2002 aparece la instrucción “Caminar desde Cristo, un renovado compromiso de la vida consagrada en el tercer Milenio”15. En el n.31 del mismo encontramos preciosas indicaciones en el proceso de la comprensión de la “misión compartida” para los propios Institutos religiosos: “Sólo en una eclesiología integral donde las diversas vocaciones son acogidas en el interior de un único pueblo de convocados, la vocación a la vida consagrada puede encontrar su específica identidad de signo y testimonio. Hoy se descubren cada vez más el hecho de que los carismas de los fundadores y de las fundadoras, habiendo surgido para el bien de todos, deben de ser puestos de nuevo en el centro de la misma Iglesia, abiertos a la comunión y a la participación de todos los miembros del Pueblo de Dios”

“Si a veces, también en el pasado reciente, la colaboración se veía en términos de suplencia por la carencia de personas consagradas, necesarias para el desarrollo de la actividad, ahora nace por la exigencia de compartir las responsabilidades, no solo de la gestión de las obras del Instituto, sino sobre todo en la aspiración de vivir aspectos y momentos específicos de la espiritualidad y de la misión del Instituto. Se pide, por tanto, una adecuada formación de los consagrados así como de los laicos para una recíproca y enriquecedora colaboración”.

“En este nuevo clima de comunión eclesial los sacerdotes, los religiosos y los laicos, lejos de ignorarse mutuamente o de organizarse sólo en vista a actividades comunes, pueden encontrar la relación justa de comunión y de una renovada experiencia de fraternidad evangélica y de mutua emulación carismática, en una mutua complementariedad siempre respetuosa de la diversidad. Una semejante dinámica eclesial redundará en beneficio de la renovación y de la identidad de la vida consagrada. Cuando se profundiza la comprensión del carisma se descubren nuevas posibilidades de actuación” (Cd X, n.31).

Este documento de la Sagrada Congregación para los Institutos de Vida consagrada y sociedades de vida apostólica abre nuevas vertientes en el planteamiento reflexivo y práctico del tema: Se entiende el compromiso de la misión compartida como extensión en la comprensión del mandamiento del amor que preside la fraternidad dentro del Instituto religioso, de modo que toca de lleno la concepción de vida de comunión y vida fraterna. Hace una llamada a salir de la teología estricta de la vida consagrada hacia lo que llama una eclesiología integral. Desde ahí se hace una llamada a colocar en el ámbito eclesial los carismas de los fundadores que hasta ahora se han circunscrito al ámbito de los propios institutos, hay que abrirlos a la comunión y a la participación. Los laicos pueden beber de la fuente de los fundadores directamente. Desde aquí se está estableciendo un nuevo tipo de comunión. La novedad viene de que los mismos laicos han tomado también la iniciativa para formar familias religiosas que comparten responsabilidades pero ante todo la espiritualidad y la misión del Instituto en una verdadera fraternidad. Estas fraternidades viven en complementariedad dentro de una unidad que respeta la diversidad de vocaciones. Para esto es esencial la formación de todos: laicos y religiosos. Esta dinámica eclesial lleva a una renovación de la identidad de la vida consagrada y a descubrir nuevas posibilidades del carisma vivido en esta pluralidad.

5.- RELECTURA DE LAS CLAVES DEL PROCESO.-

Vemos cómo en el trascurso de la reflexión con los documentos capitulares de la Congregación hay un avance, por una parte se avanza en la teología del laicado, en su valoración y por otra la Congregación ha ido resituando el carisma de la hospitalidad, desde el proyecto fundacional que ha constituido el Instituto, a verlo como un don que puede ser compartido por otros.

En los primeros documentos hasta 1994 se entiende el compartir como compartir la tarea y la relación se establece sobre el trabajar con. El Instituto es el portador, manifestador y único

15 CONGREGACIÓN PARA LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA Y SOCIEDADES DE VIDA APOSTÓLICA. Instrucción Caminar desde Cristo, un renovado compromiso de la Vida consagrada en el Tercer Millenio, Roma, 19 de Mayo 2002, solemnidad de Pentecostés. (Cd X)

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garante del carisma del los fundadores. De alguna manera aún el espíritu de la nueva eclesiología del Vaticano II no influye en la comprensión de una relación que se pide sea respetuosa, valorando a los que ayudan, cumpliendo debidamente las normas legislativas y respetando sus derechos.

En 1994, en el XVII capitulo general se inicia el planteamiento de que, estamos llamadas a evangelizar y a compartir carisma y misión con los laicos. Aquí la eclesiología de comunión que brota en el Sínodo de 1983 como desarrollo de los planteamientos conciliares de la Lumen Gentium empieza a dar sus frutos. Sobre la base del redescubrimiento de la fuerza de la consagración bautismal y el compromiso que conlleva para todo cristiano (LG 31), así como sobre la llamada universal a la santidad, la Congregación toma conciencia de que el carisma no le pertenece en exclusiva, su riqueza le desborda. Entonces se siente la llamada a abrir el carisma, que antes “sólo” encarnaba la Congregación, a aquellos cristianos que sintonizaran y leyeran su vida en esta clave de hospitalidad. Empezamos a hablar de todos juntos en la misión como una Comunidad que la formamos Hermanas, pacientes, colaboradores, familiares. Es una Comunidad que lleva una Obra alrededor del carisma. Esta es la impostación del documento Proyecto Hospitalario Integral (1994).

Así surge el documento de “Laicos hospitalarios”. Se hace notar aquí un aspecto que va a ser fundamental, se hace urgente la cooperación de todos en la misión de la Iglesia. Al centro de la motivación está la misión hacia la que confluyen todos los cristianos en sus diferentes modos de vida. “Nuestra razón de ser en la Iglesia es el ejercicio de la caridad hospitalaria” (Const.2), vivido en estado de consagración las Hermanas y desde el estado laical los seglares.

Comienza aquí un proceso en el que progresivamente la Congregación, como garante y expresión clara del carisma sigue colocada en el centro, pero abre sus puertas desde dentro a los bautizados y hombres de buena voluntad que se sienten atraídos por la hospitalidad hacia la persona que sufre en el ejercicio de la misión. Se empieza entonces a hablar de colaboradores, comunidad hospitalaria, familia hospitalaria, de nuestra misión y nuestro carisma. Todos ellos conciben este compartir el carisma y la misión, desde el Instituto. Este contiene la lectura privilegiada y casi única del carisma, no sólo por la titularidad de las obras y la tradición de su identificación e historia sino porque los colaboradores aunque van avanzando en el conocimiento y aprecio de los que sustenta ese modo de entender la persona, ese modo de proceder, esa historia, no tienen un conocimiento fuerte y progresivo que les haya llevado a un camino de integración más fundamentada y reconocida por el mismo Instituto.

Se van creando foros de formación, reflexión y gestión carismática. La misión se considera la del Instituto surgido como expresión genuina de la gracia carismática fundacional. Los laicos se entienden a si mismos, dentro de este esquema, como cristianos que pueden encontrar la manera de encarnar su propia vida de creyentes.

Pero este camino de sensibilización, que es significativo en muchos colaboradores, aún no tiene procesos de formación sistematizados, de crecimiento en la fe desde el carisma y discernimiento de nuevos modos de comprometerse desde su condición laical. La evolución real en el compartir carisma y misión está en este punto en el momento actual y desde él debe ir avanzando. Hay algunas iniciativas más sistematizadas pero el proceso está lejos de ser algo generalizado.

Sin embargo tenemos líneas marcadas en los documentos capitulares por donde podemos avanzar en coherencia también con las orientaciones de la Iglesia.

El XVIII Capitulo General está centrado en la Identidad. El hombre que sufre es el punto de encuentro de todos los que viven y expresan el carisma de la hospitalidad. En los aspectos que aquí más nos interesan se reconoce el gran valor de la vocación laical y la importancia de acoger lo genuino de la misma en la vivencia e interpretación del carisma (n.26). La presencia de colaboradores en nuestros centros ayuda a las Hermanas a profundizar en la propia identidad

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carismática, a reflexionar sobre la identidad de los laicos participes del carisma de la hospitalidad, a discernir caminos para recorrer juntos. Todos tenemos la raíz en Cristo que es la vid y en la clave de nuestra aportación específica a la gran misión de la Iglesia: la Hospitalidad para con el hombre que sufre hecho desde diferentes vocaciones, ministerios, tareas y servicios.

El XIX Capitulo General tiene como tema La Misión, Buena Noticia de la sanación de Dios para el hombre de hoy. Por lo tanto el tema excede el punto de mira de la teología de la Vida religiosa y se coloca en un planteamiento de la Misión en la Iglesia. De hecho el texto que ilumina la reflexión y discernimiento es un texto fundamental del proceso de configuración de la Iglesia como Misterio de salvación universal, como Iglesia bajo el impulso innovador del Espíritu Santo. Pedro se siente interpelado en su concepción sobre la amplitud del Pueblo del Señor, el Espíritu Santo se derrama sobre los gentiles de igual modo que sobre los cristianos. Bajo este enfoque de la Misión, la Congregación mira su propia realidad de manera más abierta, participativa, con la mirada del Reino. La misión carismática de la Hospitalidad como forma específica de contribuir a la gran misión de la Iglesia supone una tarea y un envío. La tarea de la hospitalidad no es una tarea vacía en ningún caso, siempre está llena de Dios: dar de comer, acompañar, dar de beber, sanar a quien sufre. Aun en el caso de no ser conscientes del envío, la tarea hospitalaria hecha con amor es misión, es amor de Dios hecho sacramento de salvación. Además hay muchos que a la tarea sagrada suman la conciencia de ser enviados. Esto es una riqueza también para la propia persona. Pero en ningún caso la hospitalidad con sus gestos puede dejarse de considerar misión de Dios.

Esta visión genera una comprensión abierta y profunda, una visión de la misión como Missio Dei, más allá de otros modos más recortados de concepciones de la misión restringidas sólo al compartir con personas que participan de la fe, de los sacramentos y de la comunión con la Iglesia visible. Desde esta visión y la experiencia concreta del ejercicio de la hospitalidad y alrededor de la Misión salvífica de Dios, todos tenemos un espacio y un lugar. Podemos compartir la misión como familia evangélica, aunque con diferentes grados.

Con la debida formación, con el compartir vida y entrega, con el intercambio de la rica experiencia y el descubrimiento del propio don, con la apropiación del carisma de los fundadores por parte de todos, con la búsqueda y actualización de los núcleos carismáticos como “sentidos compartidos” y el compromiso como humanos, como hospitalarios, como cristianos y personas de buena voluntad, se advierte en el horizonte un modelo de misión compartida que permite diversas encarnaciones del carisma fundacional: como consagrados, como cristianos, como personas de buena voluntad. Este horizonte no es alcanzable inmediatamente, necesita un camino progresivo, gradual y laborioso en el que se impliquen del mismo modo las Hermanas como los colaboradores.

Estas diversas encarnaciones del carisma fundacional son legítimas y válidas y son todas ellas expresión del carisma como don a la Iglesia. Aquí la Congregación ya no es el centro, todas las vocaciones con el carisma en el corazón, pilotan alrededor de la misión, la forma de la Congregación es una manera con una rica historia, garante del carisma, pero no es la única interpretación. Esto entraña una auténtica novedad y supone una posibilidad de recreación del carisma. El Instituto sigue con su compromiso de ser garante del carisma, de aportar su “modo” específico desde la vocación consagrada en hospitalidad, así enriquece a las otras vocaciones y a la inversa.

Pero los colaboradores laicos que hacen el camino de conocimiento, identificación y opción por la hospitalidad, pueden llegar a ser también “garantes” del carisma con una intensidad igual que la Congregación. Algunos Institutos apuntan hacia esta dirección, aun cuando todavía no hayan consumado su proceso, porque no es fácil que diversos grupos de laicos y colaboradores comprometidos hagan la propia relectura del carisma y se comprometan en este modo. Esta modalidad lleva hasta el fondo las conclusiones de una eclesiología de comunión.

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6.- MODALIDADES Y CAMINOS.-

El camino parte de trabajar conjuntamente e ir profundizando una relación, a medio y largo plazo. Pero esto tiene niveles diferentes y esos niveles no son excluyentes en cada momento del proceso ya que la misión compartida compromete a todos. No basta que la Congregación opte por ir hacia un modelo de misión compartida, sino que los colaboradores, en su pluralidad de situaciones e intereses establecen esta relación según su opción personal. En un colectivo amplio, plural y heterodoxo lo normal es que convivan en cierta manera los tres modelos, aunque el horizonte ideal de la propuesta se enmarque en uno. Aquí ponemos el énfasis en el posicionamiento posible16 de la Congregación que busca el modo acorde a la voluntad de Dios y a los signos de los tiempos.

1.- Primera modalidad:

El Instituto plantea la relación entre el Instituto y las personas que no pertenecen al mismo como una ayuda externa al carisma y a la misión. Piensan que el carisma se circunscribe al ámbito de la Congregación que lo posee como patrimonio exclusivo. Carisma fundacional y estado de perfección se identifican totalmente. Los que trabajan como suplentes por la falta de religiosos ayudan en las tareas pero no tienen nada que ver ni con el carisma ni con la misión.

Carisma hospitalarioHERMANAS

TRABAJADOR.

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Carisma hospitalarioHERMANAS

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2.- Segunda modalidad.-

El Instituto religioso se coloca en el centro, es único garante del carisma y del correcto desarrollo de la misión. Están rodeados de laicos y como ellos también están llamados a la santidad participan en grado rebajado de lo que el Instituto tiene la plenitud. Son como satélites que participan “de alguna manera” de la fuerza del planeta, tienen algo de su espíritu y el Instituto es quien les transmite ese espíritu, quien interpreta de manera exclusiva el carisma y las modalidades de ejercicio de la misión. Las personas se comprometen con la misión del Instituto en grado diverso y se descubre en bastantes la presencia del carisma y el compromiso en la

16 BOTANA, A. Compartir Carisma y misión con los laicos. La familia evangélica como horizonte. Frontera Hegian 62. Vitoria/Gasteiz, 1992, pp.20-24.

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misión del Instituto17. Pueden institucionalizarse un laicado asociado al instituto con el mismo espíritu. Es un sistema geocéntrico, que se va abriendo.

3.- Tercera modalidad.-

Se parte de una eclesiología de comunión y de un carisma que es derramado por el Espíritu Santo, tanto sobre quienes viven su vida en la modalidad de la profesión de los consejos evangélicos como sobre quienes viven en la vida secular y laical. La teología sobre el laicado está plenamente presente y desarrollada en esta modalidad, y la identidad de los consagrados en V:R encuentra refuerzo en la comunión e intercambio con los laicos y a la inversa. Esto crea una sinergia que atrae hacia la misión evangelizadora de la Iglesia ejerciéndola de una manera específica, en nuestro caso con la hospitalidad (misión carismática). El carisma dado por el Espíritu obra desde dentro de cada uno y la misión eclesial está fuera y hacia ella convergen las fuerzas. Los miembros del Instituto viven el carisma y la misión de manera integral pero no los agotan y lo mismo los laicos, pero cada uno desde su vocación específica, unos como consagrados en vida religiosa y otros como seglares. También el Espíritu en este ecosistema puede depositar su don sobre personas creyentes de otras confesiones (AG 11,15), y hombres de buena voluntad, de modo que puedan colaborar en la gran misión de Dios a favor del bien común, de la paz y el amor. Entre todos existe una corriente de continua comunicación, enriquecimiento, búsqueda y discernimiento en favor de la misión. Este paso de asunción de los aspectos esenciales del carisma, de los valores , la finalidad carismática y la continua recreación de los sentidos compartidos entre todos, es lo que decide la genuina fidelidad y la recreación del carisma. Cada uno ofrece su propia interpretación del carisma genuino y lo ofrece para enriquecimiento y discernimiento común en estructuras formales y organizadas. Desde ahí brotan las opciones y los compromisos conjuntos. Carisma y misión desbordan a los que los viven en el seno de la Iglesia. Cada grupo busca sus propias estructuras acordes con su vocación, sin necesariamente ser comunes ni parecidas18. En el gran proceso e inicialmente es normal que el Instituto apoye de forma especial en el descubrimiento del propio carisma, en la formación, en el discernimiento de la propia forma de vivir la misión según el carisma, pero lo

17 Algunos de dichos carismas, por ejemplo la HOSPITALIDAD, están institucionalizados en la iglesia: Forman los Institutos religiosos que contribuyen a la única misión de la Iglesia desde su propia lectura carismática, sin embargo ningún Instituto agota el carisma del Espíritu aunque a él le configure esencialmente. Históricamente estos carismas los vivían únicamente los religiosos. Ahora también somos conscientes de que el Espíritu Santo los da a otros fieles que viven su propia vocación desde la óptica del carisma de ese Instituto. Compartir el carisma lleva a poder compartir la misión propia de los Institutos religiosos: “misión carismática” que es una concreción de la “misión católica” de la Iglesia, que todos los bautizados compartimos. Esta misión carismática es la que llamamos misión compartida.

18 Desde la economía de la Iglesia comunión nace un respeto por las propias estructuras jurídicas, por la espiritualidad y el nivel de los compromisos de cada vocación. Si en el pasado los laicos asociados han asumido formas y estructuras de la vida religiosa en la actualidad sería muy conveniente que establezcan su propios modelos organizativos y jurídicos, desde su vocación laical.

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normal es ir hacia un sistema armónico y complementario. Es un sistema heliocéntrico, todos alrededor de la misión del anuncio de la Buena Noticia.

6.-PROPUESTA.-

En este momento es preciso vincular esta realidad de la misión compartida a una formulación teológica y profunda: entender la misión carismática de la Hospitalidad y también la misión hospitalaria especifica de la Congregación19 dentro de esta Missio Dei20, encarnada históricamente en una comprensión de la Iglesia como sacramento de salvación y Pueblo de Dios.

Esto nos lleva a afirmar que tanto Hermanas como Colaboradores seglares estamos dentro de la gran Misión de Cristo compasivo y misericordioso que sigue haciendo el bien y sanando y que se hace históricamente presente en la Iglesia. Dentro de la Misión de Dios que compromete a todos los hombres en una dinámica de amor y salvación. Por lo tanto todos nos tenemos que abrir a la comunión, más allá de nosotros mismos. La misión de Dios, la misión de la Iglesia, es mucho más grande que la misión hospitalaria y la misión y el carisma hospitalario superan la vivencia específica que cada vocación realiza: como personas consagradas, como laicos o hombres de buena voluntad.

Esta concepción de la misión debería tener enormes consecuencias para la colaboración entre las Hermanas hospitalarias y los Colaboradores hospitalarios: si es Dios el que pone delante su misión, es Dios quien elige y decide quien son sus colaboradores y por eso es el Señor el que llama tanto a las Hermanas como a los Colaboradores, a cada uno para que lleve a cabo la Misericordia Hospitalaria y cada uno para que le siga desde su vocación especifica. La vocación y la misión son intransferibles. Es Dios el que suscita, el que mueve los corazones, tiene una propuesta y es eso lo que nosotros queremos descubrir y recibir con agradecimiento y sacar las consecuencias de ello.

19 En sentido estricto y según el Derecho canónico Una Congregación esta constituida por personas que viven de forma estable, están consagrados con votos públicos en pobreza, castidad y obediencia, viven en comunidad de vida. (cfr.CDC cc. 573-577)20 Desde esta perspectiva, la misión no es primariamente una categoría explicativa de la forma de ser y actuar del ser humano, sino del ser divino. En Dios la misión se define como “misión compartida”, nace de las entrañas del Abba creador, engendra y envía al Hijo, que revela a Dios y salva y ama como Dios. El continua su misión salvadora como resucitado en el tiempo (Mt 28,20). La misión del Espíritu nace del Padre y del Hijo y continúa en el tiempo. Esta misión abarca a todos los hombres, indistintamente, y nosotros “siervos inútiles” tenemos que manifestar ante todo que es Dios quien realiza la misión y hacer evidente su forma. (cfr. GARCIA PAREDES, JCR, Fundamentos de la Misión compartida).

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De esta verdad, se desprenden también una elevada responsabilidad para los laicos. En esta perspectiva Misión quiere decir asumir una tarea que en sí es una dimensión del Reino, es también envío de parte del Señor, cuya aceptación supone un ponerse en camino del Señor y comprometerse como persona. Compartir la misión no es cogestionar unas tareas un repartir funciones, es compartir una herencia espiritual y participar de una conciencia común de servir a la utopia del evangelio, sirviendo a las personas necesitadas en clave de amor, acogida y servicio (Const 5). Se trata de apostar juntos desde una vocación y responsabilidad de creyentes y personas de buena voluntad en favor de personas necesitadas de la hospitalidad. En esta realidad, unos y otros nos acogemos en toda nuestra identidad y diferencia.

Además de católica, la Misión Hospitalaria como Misión de Dios debe ser ecuménica, es decir en colaboración también con cristianos de otras confesiones, con los creyentes de otras religiones y con todos los hombres de buena voluntad como el Concilio Vaticano II y el mismo Magisterio pontificio y episcopal insiste constantemente. La Iglesia Católica romana reconoce en todos los bautizados la presencia del Espíritu, que reparte sus carismas a quienes ha elegido para el bien común y de hecho admira con gozo entre los hermanos separados el ejercicio de la caridad hacia el prójimo, realizado con generosidad y entusiasmo. Así mismo descubre en las diferentes religiones no cristianas la presencia secreta de la gracia de Dios como semillas del Verbo, como en todos los hombres de buena voluntad (Lc 9,40) dice el Señor, que también supone que muchos obran a su favor sin saberlo expresamente “¿cuando te hemos visto desnudo y te vestimos?”Cuando lo hiciste con uno de estos mas pequeños y necesitados, conmigo lo hicisteis (Mt 25,31-46) .

Nuestra forma de vivir la misión compartida tiene que ser expresión de una Iglesia de comunión y a la vez ser una forma de vivir la hospitalidad mutua ad intra y ad extra. Una clave de la renovación de una Congregación religiosa está, sin duda, en ahondar y sacar todas las riquezas que encierra el don del carisma propio, en nuestro caso: la Hospitalidad. A esta fuente nos podemos acercar tanto Hermanas como colaboradores para iluminar y orientar el fundamento actual de la misión compartida. Es decir el compartir es hospitalidad, un ejercicio de caridad, y nuestro nombre como “Hermanas”, nos da el estilo de la hospitalidad en “misión compartida”. No compartimos como quien es más o está más arriba, compartimos fraternalmente, de forma cercana, como un hermano con un hermano, como una hermana con una hermana, en mutua unión y enriquecimiento.

6.- PROCESOS PARA IR AVANZANDO.-

A.-Situar la realidad de la misión compartida dentro de una comprensión de la Iglesia comunión.1.-Ir dando mayor relieve al horizonte eclesial de la misión compartida, pasando de centrarnos casi exclusivamente en la misión hospitalaria de la Congregación a ver la misión carismática como modo de hacer visible y actuante desde la “misión compartida”, la salvación y la Buena Noticia del Evangelio que es la gran misión de la Iglesia. En la Iglesia comunión, las diferentes vocaciones son necesarias, se complementan en mutuo enriquecimiento y tienen su propio y singular valor.

2.- Ir abriendo la perspectiva carismática, de pensar que la Congregación tiene el patrimonio exclusivo del carisma hospitalario a valorar cómo el Señor por su Espíritu también lo derrama sobre muchos colaboradores, dándoselo a quien quiere para colaborar en su misión. Esto tiene sus consecuencias prácticas.

3.- De concebir la identidad vocacional y misionera desde la diferencia con las otras vocaciones a ir mirándola desde lo que compartimos, desde lo que tenemos en común: vida, carisma,

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compromiso, vocaciones para una misión común en la iglesia y para el mundo. Aquí se ubica el ámbito de la misión compartida teológicamente.

4.- De concebir el carisma como “tarea que hay que realizar” a vivirlo como una manera particular de vivir el Bautismo, una perspectiva global del Evangelio que afecta a toda la persona y es un lugar de encuentro, al mismo nivel con otros bautizados que viven este mismo carisma desde otros proyectos de vida.

5.- De una concepción de que la Congregación transmiten lo suyo a los colaboradores, como fuente única, a una búsqueda de las claves del carisma considerando que los Fundadores ahora pasan a ser colocados como patrimonio de la Iglesia y de su fuente pueden beber directamente todas las personas que se sientan invitadas a ello.

B.-Optar por uno de los modelos teológico-eclesiales de la Misión compartida.

6.- De una falta de definición teológica y eclesial en la relación entre la Congregación (Hermanas) y los colaboradores en la Misión compartida en hospitalidad a una opción preferente por uno de los modelos, que oriente la propuesta de formación y funcionamiento.

C.-Afianzar la responsabilidad de cada una de las vocaciones (consagrada, laical, secular) en la Misión compartida.

7.-El carisma no es algo en grado secundario a la consagración religiosa, somos consagradas en hospitalidad. Constituye la estructura de la vocación particular para vivir un proyecto de vida para los religiosos de la misma institución, es generador de comunión y fraternidad en la Congregación y en sus diferentes comunidades. Los constituye en verdaderos signos para todos, pero sobre todo para los que viven el mismo carisma en cualquier vocación (VC 46;55.3).

8.- De concebir la responsabilidad por recrear el carisma y la misión desde el “compartir”, como tarea de algunas Hermanas en activo, a asumirlo congregacionalmente y comprometiendo al mayor número posible de las mismas en ello, en un momento decisivamente significativo para la continuidad en las obras y su organización del carisma en acción.

9.- De concebir la misión como tarea y por lo tanto trasferible a otros, a asumir el ministerio de la hospitalidad como personas consagradas, como responsabilidad inherente e intrasferible de la vocación hospitalaria y con la que colaboramos en la misión compartida al anuncio de la Buena Noticia de Dios.

10. De una actitud dudosa ante la validez actual de la consagración en hospitalidad y la vivencia de una espiritualidad apostólica, a profundizar y actualizar la comprensión y valor actual de nuestra consagración en hospitalidad y la mística de la vida apostólica, como preciosa para la iglesia y el mundo, tal como se presenta en las Constituciones (nn.60-68).

11.- De una distancia cada vez más significativa entre comunidad religiosa y espacio de misión compartida, a recuperar presencia y participación de Hermanas en el proceso de asimilación del espíritu de los fundadores, estilo hospitalario, descubrimiento del propio carisma y recreación de la misión carismática desde la vocación religiosa y laical.

12.- Es preciso reflexionar, estudiar y discernir nuevas estructuras jurídicas y organizativas de las obras que acompañen la concepción de misión compartida y la riqueza del carisma derramado también sobre muchos colaboradores, a la vez que ver cómo se plasma hoy el

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ministerio apostólico de las Hermanas, dentro de una concepción teológica de la misión eclesial dentro y fuera de las estructuras propias.

13.- Hay que buscar juntos la manera de acompasar crecimiento en identidad y misión compartida y la adopción de estructuras organizativas. Las segundas dependen de las primeras.

D.-Redescubrir juntos la aportación de la Hospitalidad a la Misión de la Iglesia en el mundo.

14.-El objetivo inmediato no debe ser la institucionalización sino el proceso de crecimiento y búsqueda de los grupos que se encuentran invitados para ir hacia adelante. Ser “Laico hospitalario” es una vocación y como tal requiere formación seria, discernimiento de si eso es para uno mismo y compromiso. No es algo masivo.

15.-El grupo o asociación de laicos hospitalarios debe ir discerniendo y diseñando poco a poco el estilo de vida que consideran propio y el modelo de vinculación con la Congregación u otros modelos de asociación laical con vínculo sólo espiritual con el Instituto. La Congregación puede sostener y acompañar, nunca dirigir este proceso, ya que los mismos interesados son los protagonistas siguiendo al Espíritu.

16.- De tener variadas y múltiples plataformas informales para ejercer la búsqueda y el discernimiento compartido sobre la misión carismática, entre Hermanas y colaboradores, a buscar y definir lugares, espacios, situaciones y estructuras en las que esto queda establecido y asegurado a nivel general y con el marco adecuado que lo regule.

15.- De hablar de la Institucionalización de “ Laicos Hospitalarios” a iniciar primero grupos de crecimiento en la fe, con los mismos colaboradores interesados como protagonistas y primeros responsables, desde la comunión de fe, la liturgia y el diaconado. Estos grupos de vida, promovidos en los diferentes ámbitos en que la Congregación está presente, sean la plataforma real y sólida sobre la que iniciar la institucionalización.

E.-Realizar un proceso formativo sistemático, gradual y progresivo, en contexto de Misión compartida.

16.- De acciones y procesos formativos poco sistematizados a programas formalizados, graduales, progresivos, diferenciados y orientados hacia la mayor calidad del ejercicio de la hospitalidad en cada contexto socio-cultural. La base formativa actual debe partir de profundizar y operativizar el “Marco de Identidad Institucional” para todos los colaboradores con la participación activa de las Hermanas. La formación continuada, técnica y profesional debe encontrar la metodología para situarse en el marco de los valores hospitalarios, de la centralidad de la persona y de la corresponsabilidad. El camino de identificación y el proceso de recreación del sentido de “misión compartida” requiere programas formativos de orden teórico, la experiencia de compartir vida y experiencia y métodos de recreación de la dirección, gestión, organización y atención directa a las personas21., tiempos fuertes de convivencia y proyectos 21 El Marco de Identidad de la Institución es una plataforma de formación general que permite unidad y a la vez diferentes abordajes y diferentes niveles de profundidad y desarrollo. Se puede ir haciendo un acercamiento progresivo por parte de las personas: Fase de Iniciación o conocimiento global, fase de desarrollo por niveles profesionales, competencias según las actividades o responsabilidades, por áreas de interés o funciones específicas. Fase de asentamiento: Incidiendo en aspectos monográficos, temas, retos nuevos y descubriendo las respuestas que podemos dar entre todos. Adquiere gran relevancia la formación de los Directivos y la formación de formadores. El mismo Marco contiene un gran contenido que permite procesos de crecimiento en la vocación cristiana bajo el carisma de la hospitalidad. Se considera importante que fundamentalmente “ Hermanas y colaboradores” seamos transmisores de la

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asumidos y realizados conjuntamente. Procesos realizados con espíritu para crear una “misión compartida” entre Hermanas y colaboradores.

17.-Es importante ofrecer, para quienes los deseen procesos de crecimiento en la fe cristiana, que complementen todo lo anterior. Y esto no sólo para crear la asociación “Laicos Hospitalarios”, sino porque dentro del colectivo de colaboradores hay muchos, que no deseando ir hacia compromisos vocacionales tan definidos, quieren crecer en su fe y vivir su labor cotidiana desde ahí. Por eso no hay que vincular estrictamente procesos de crecimiento en la fe y carisma hospitalario con la posible creación de la asociación laicos hospitalarios.

18.- Es preciso establecer el proceso de identificación de los colaboradores como “laicos hospitalarios” en su forma institucionalizada, como camino libre y personal para evitar la percepción de algunos sectores como de círculos de “preferidos”, que no responde a una concepción vocacional.

BIBLIOGRAFÍA

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BOTANA, A. Vocabulario Temático de la Asociación Lasaliana, Ensayos lasalianos, n.3 Roma, Mayo 2008.

CONGREGACIÓN PARA LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA Y SOCIEDADES DE VIDA APOSTÓLICA. Instrucción Caminar desde Cristo, un renovado compromiso de la Vida consagrada en el Tercer Millenio, Roma, 19 de Mayo 2002, solemnidad de Pentecostés. (Cd X)

identidad institucional, con la convivencia, la reflexión, el compartir conocimientos, vida, experiencias y retos. En temas especialmente profesionalizados o más novedosos y fuera de nuestras competencias, es necesario la colaboración de personas externas.

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GARCIA PAREDES, JCR, Fundamentos de la Misión compartida.

GUEVARA LLAGUNO J.; MOLINA D. Desafíos teológicos y pastorales de la misión compartida, Sal Terrae 99, Junio 2011.

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