MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS

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MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS SOBRE LA PANDEMIA, COVID-19

Laura E. Corona de la Peña y Luis Miguel Morayta Mendoza [Coordinadores]

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México, 2021

MIRADAS HISTÓRICAS Y ANTROPOLÓGICAS SOBRE LA PANDEMIA, COVID-19

Laura E. Corona de la Peña y Luis Miguel Morayta Mendoza [Coordinadores]

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COMITÉEJECUTIVO 2019-2022

GustavoA.RamırezCastilla SecretaríaGeneral

DanielRuizCancinoSecretaríadeOrganización

LuisHerediaBarreraSecretaríadeFinanzas

MarıadeLourdesHernandezJimenezSecretaríadeEscalafónyPromoción

ElenadelaCruzCancheManzaneroSecretaríadeTrabajo,Conflictos,PrevisiónyAsistenciaSocial.

MiltonGabrielHernandezGarcıaSecretariodeComunicaciónyPrensa

LidiaIrisRodrıguezRodrıguezSecretaríadeTrabajoExterno

Comisión de Publicaciones del SNPICD

Primeraedicion:2021

D.R.©2021SindicatoNacionaldeProfesoresdeInvestigacionCientıficayDocenciadelINAH.Cordoba45,coloniaRoma,06700Mexico,[email protected]

ISBN:978-607-99141-1-0

HechoenMéxico

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ÍNDICE

Presentación 11Gustavo A. Ramírez Castilla

Prólogo Etnografía y vivencias diferenciadas de la pandemia 13

Sergio Enrique Hernández Loeza

Introducción 21

I. ANÁLISIS GENERAL E HISTÓRICO 37

Entre la vulnerabilidad y la resiliencia. Los pueblos indígenas frente a la amenaza de la COVID-19 39

Milton Gabriel Hernández García

La in!uenza o “gripe española” de 1918 en México 51Beatriz Lucía Cano Sánchez

Epidemias y religiosidad en Querétaro. Acercamiento histórico a algunos episodios mórbidos 61

Ricardo López Ugalde

La in!uenza de 1918 en Ixtenco, Tlaxcala 77Jorge Guevara Hernández

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II. ANÁLISIS REGIONAL 83

Notas sobre algunos pueblos del noroeste ante la pandemia de COVID-19 85

Claudia Jean Harriss Clare José Luis Moctezuma Zamarrón Subjetividades, riesgo y contextos de violencia

en el sur de Veracruz en épocas de COVID-19 93Manuel Uribe Cruz José Carlos López López

La Montaña de Guerrero y Nueva York; los extremos se tocan 103Samuel Villela Flores

La memoria social en contextos de pandemia en la región mazahua-otomí 115

Jaime Enrique Carreón Flores

Coronavirus, su letalidad y propagación: ¿un asunto de género? 125Teresa Quiñones Vega

Crónicas de la pandemia desde el poniente de Morelos 131Erandy Toledo Alvarado

Alimentación y COVID-19. Re!exiones preliminares en la Ciudad de México 139

Laura E. Corona de la Peña Leonardo Vega Flores Magdalena Pérez Palomo Jesús Alberto López Rodríguez

El coronavirus y la sociedad peninsular. ¿Información culturalmente adecuada? 157

Ella Fanny Quintal Avilés

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Las "estas religiosas de los pueblos mayas durante la COVID-19 165Lourdes Rejón Patrón

III. ANÁLISIS LOCAL 175

COVID-19, normas, comunidad y ley “seca” en Temozón Sur, Abalá, Yucatán 177

Martha Medina Un

Amatlán de Quetzalcóatl, Morelos, frente a la COVID-19. Testimonios sobre estrategias campesinas y el histórico abandono al campo 187

María Alejandra Elizabeth Olvera Carbajal

Ritualidad reinventada. Miradas a propósito de la pandemia de COVID-19 en Querétaro 195

Ricardo López Ugalde

Religiosidad, dilemas y pandemia COVID-19 en un barrio de Ocotepec, Morelos 209

Luis Miguel Morayta Mendoza

Experiencias y percepciones ante la pandemia por COVID-19, en Yautepec, Morelos 223

Tania Alejandra Ramírez Rocha.

Respuestas y alternativas culturales ante la COVID-19 en Yecapixtla, Morelos 237

Karina Ramírez Villaseñor

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Presentación

El Sindicato Nacional de Profesores de Investigación Cientí"ca y Docencia (SNPICD) del INAH tiene el honor de presentar ante la comunidad acadé-

mica y la sociedad mexicana el libro: Miradas históricas y antropológicas sobre la pandemia, COVID-19, que es el primero en ser publicado durante la presente gestión del Comité Ejecutivo. Con esta acción el comité cumple uno de los importantes compromisos contraídos durante su campaña y, dando así cumpli-miento a uno de los importantes compromisos contraídos por este durante su campaña, expresado en el Objetivo Tres de su Plan de Trabajo: Reapropiación de la Materia de Trabajo, a través de la actividad especí"ca: Difusión de los Proyectos y Productos de los Investigadores.

Para rea"rmar cumplir este objetivo el Comité Ejecutivo se ha propuesto impulsar un sello editorial propio, que permita divulgar extensivamente aque-llas investigaciones de interés sindical y académico que no encuentran cabi-da en otras imprentas, pero cuyo contenido es de relevancia para la sociedad. Nuestro sello editorial está en trámite y muy pronto será realidad, gracias a los empeños puestos en ello por la Comisión de Publicaciones que trabaja ardua-mente en este y otros proyectos.

La presente obra es también producto de la convocatoria de Apoyos para Actividades Sindicales de Vinculación Social, emitida a inicios del 2020, cuyo objetivo primordial es el de estrechar las relaciones de colaboración y trabajo entre los investigadores del INAH y las comunidades rurales y urbanas donde trabajan. Por la importancia de esta investigación que da cuenta de cómo se afronta la pandemia por COVID-19 en diferentes regiones del país, se hizo acreedora al apoyo económico para su publicación por parte del SNPICD-_INAH, misma que hoy tenemos el privilegio de compartir.

Está obra surge de la iniciativa de la Dra. Laura Corona seguida por el Dr. Luis Miguel Morayta M., para responder institucional e individualmente a una emergencia colosal: una pandemia. Un grupo de miembros del desapa-recido Programa Nacional de Etnografía de las Regiones Indígenas de México (PNERIM), suspendido a partir de su décima línea, consideraron que, tal como en los sismos del 2017, era fundamental hacer un registro de cómo estaban

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viviendo esta situación en las distintas regiones del país donde muchos habían trabajado por más de 20 años. El considerable capital de conocimientos, rela-ciones y convivencia con los interlocutores, sumada a su experiencia de trabajar en colectivo, permitió reunir a colegas de ocho Centros Regionales, así como de Dirección de Etnología y Antropología Social y de la Dirección de Estudios Históricos. Todos los compañeros del detenido PNERIM, hacían por su cuenta el registro de las problemáticas generadas por la pandemia en sus lugares de estudio, así como de las estrategias que las personas estaban desarrollando para enfrentarlas. A este esfuerzo se sumaron colegas que, a través de sus trabajos, brindan la oportunidad de recordar epidemias históricas aportan importantes elementos de análisis para la situación que vivimos actualmente.

Esperamos que esta obra permita, no únicamente mantener la memoria de este suceso de orden planetario, sino que, a partir de su lectura, surjan nuevas estrategias o modelos para combatirlo e"caz y e"cientemente.

Gustavo A. Ramírez CastillaSecretario General

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Prólogo

Etnografía y vivencias diferenciadas de la pandemia

Sergio Enrique Hernández LoezaUCIRED

Sin duda la pandemia provocada por el virus SARS-CoV-2 –y su enferme-dad asociada: COVID-19– provocó una serie de cambios abruptos en la

cotidianidad de millones de personas a lo largo del mundo. No podemos decir que es algo que nos tomó totalmente por sorpresa, porque había diversos regis-tros académicos, e incluso mediáticos, que desde hace algunos años alertaban sobre la posible emergencia de un virus de estas características. Estas adverten-cias provenían de análisis que vinculaban la emergencia de formas particulares de producción de alimentos, aparejados a la ingente necesidad de acumulación de capital, y al desmantelamiento de los servicios públicos (Wallace, Liebman, Chaves y Wallace, 2020). Así, una primera idea que quisiera plantear de inicio es que la crisis que vivimos no es resultado exclusivo de la aparición y propa-gación de un virus, sino de una serie de procesos de larga data vinculados a las necesidades del capital.

Frente a ello, las respuestas que se han dado son múltiples y, como sue-le pasar en estos casos, coexisten en el marco de modelos que pretenden vol-verse homogéneos para perpetuar el funcionamiento del sistema dominante. Así, conviven en constante tensión las medidas necesarias para salvaguardar la integridad física de la población, con las requeridas para garantizar la repro-ducción material de la vida, especialmente las vinculadas a dar continuidad al proceso de acumulación de las grandes empresas, tanto nacionales como transnacionales.

En ese proceso, las desigualdades se hacen visibles como nunca antes, tal como ocurre en periodos de crisis, haciéndose notar la fragilidad de las condi-

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ciones de vida de amplios sectores de la población: personas que dependen del comercio para su sustento y ven seriamente afectados sus medios de vida por las medidas de con"namiento y distanciamiento social; personas sin ingresos "jos y sin seguridad social; regiones del país con escasa o nula infraestructura de atención médica y sin acceso de servicios públicos como agua potable; entre muchos otros.

Lo anterior nos habla de que no existe una vivencia de la pandemia, sino que estas se multiplican y generan diferentes formas de afrontarla y sufrirla, de construir estrategias para garantizar la sobrevivencia, y/o para readecuar for-mas de vida que permitan mantener una existencia digna. En la construcción de estas vivencias intervienen diferentes marcadores: la condición de clase, gé-nero, edad, adscripción étnica, origen y la ubicación geográ"ca, entre otros. Se requiere, por tanto, pensar la pandemia desde el marco que da la diada diver-sidad/desigualdad, pues ella permite pensar tanto la multiplicidad de matrices culturales desde la que se le lee y experimenta, como las condiciones histórico-estructurales que las enmarcan.

Justamente en este punto es que la antropología adquiere relevancia, pues su énfasis en los procesos locales, en el “estar ahí”, en el reconocimiento de la diversidad y de las desigualdades nos permite trascender la visión unita-ria del “quédate en casa” para pensar las múltiples experiencias vinculadas a la COVID-19. En esta veta de indagación, el presente libro representa un aporte importante para la comprensión de la forma en que la cotidianidad de personas y colectivos de diferentes puntos del país se ha visto trastocada.

Antes de comentar brevemente algunos de los aportes del libro y su en-foque, quisiera resaltar la centralidad que adquiere el hecho de que haya sido escrito desde un colectivo de investigadores e investigadoras que llevan largos año de trabajo en las regiones o localidades de las que hablan, pues esto les permite tener una mirada de los procesos de transformación que se han vivido en los últimos años, así como una familiaridad y acercamiento a las personas que habitan los espacios, que se deja ver en las descripciones de los lugares y los procesos sociales que son analizados.

Ahora bien, en lo que respecta al libro que tenemos en nuestras manos, un primer acierto se encuentra en su organización a través de tres grandes sec-ciones (I. Análisis general e histórico; II. Análisis regional; III. Análisis local), ya que permite una lectura que logra conectar lo general con lo especi"co, los procesos de larga duración con los acontecimentales, de tal forma que el libro

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Miradas históricas y antropológicas sobre la pandemia, COVID-19Prólogo

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aparece como un todo consistente y coherente que lleva de la mano por un recorrido de la vivencia de la pandemia en diferentes momentos históricos y contextos del país. Así, la sección inicial da pauta para pensar esta pandemia en un marco histórico, y los estudios de la segunda y tercera partes nos permiten situarnos en las estrategias cotidianas para vivir tiempos complejos.

No asumiré la tarea de esbozar el contenido de cada uno de los capítulos que dan cuerpo a las tres secciones ya señaladas, porque considero que sería como abrir anticipadamente la envoltura de un regalo, sino que pre"ero dejar el placer del descubrimiento de su contenido a cada lector y lectora. En su lugar, me propongo compartir mi experiencia de lectura, a partir de la identi"ca-ción de las invitaciones y provocaciones que me suscitó, reconociendo que al recorrer sus páginas hubo una interpelación directa pues el tema tratado nos atraviesa de diferentes maneras a todos y todas.

Desde la mirada histórica, especialmente en la primera parte del libro, nos invita a re!exionar acerca de la dimensión natural de las pandemias, de su exis-tencia como parte de los ciclos de seres vivos que coexistimos en el planeta tie-rra, pero sobre todo nos invita a acercarnos a la dimensión sociocultural que las acompañan. En este sentido, observamos rupturas y continuidades con pande-mias vividas en otros tiempos. Impresiona que las continuidades tienen que ver con la repetición de medidas sanitarias con que la biomedicina se acerca a las pandemias, pues su pretendida superioridad por sobre otras formas de aborda-je de los procesos de salud/enfermedad/atención, se muestra endeble como es ante la emergencia de virus que salen de sus fundamentos teórico-prácticos, y la respuesta que emerge es el aislamiento y la limpieza. En diferentes momentos históricos estas medidas se traslapan con las desigualdades sociales, pero como parte de las rupturas del momento actual, estas se ven exacerbadas por la cru-deza del neoliberalismo que, con un cinismo descarado, presumen que todos tenemos la libertad de decir; pero esconden que una libertad condicionada por la desigualdad estructural, y soportada en los discursos de la meritocracia y el voluntarismo.

La segunda y tercera parte del libro representan un importante aporte a la comprensión de los efectos que la COVID-19 está teniendo en la vida cotidia-na de diferentes poblaciones, especialmente ubicadas en medios rurales y/o en contextos indígenas. Desde una mirada histórica y etnográ"ca, los diferentes artículos que componen estás secciones permiten conocer la diversidad de re-acciones y estrategias que se han puesto en marcha. Aquí quisiera centrarme en

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dos aspectos relevantes que se dejan ver a lo largo de los textos que conforman estas secciones.

El primero tiene que ver con las medidas orientadas a salvaguardar la in-tegridad comunitaria, y las particularidades de la sociabilidad rural. En este sentido cabe destacar que en el caso de México la pandemia se ha mantenido alejada del medio rural, siendo los centros urbanos los más afectados. Incluso observamos procesos de movilización de las ciudades hacía sus comunidades en origen en el medio rural, debido a la pérdida de fuentes de empleo en las ciudades. Esos movimientos, que son vistos como potencial peligro, han sido regulados por las propias comunidades. Así, algunos textos que componen el presente libro, dan cuenta de cómo se han puesto en práctica medidas de control sanitario que regulan la movilidad de las personas. A este respecto es importante recordar que estas medidas de control de la movilidad y cuidado de los accesos comunitarios tienen tiempo de estarse realizando en diferentes lugares de nuestro país, aunque vinculadas a otra gran pandemia que azota los territorios rurales e indígenas: la violencia y el crimen organizado.

En relación a la sociabilidad rural cabe destacar que el trabajo agrícola, al realizarse en espacios abiertos, genera condiciones de cuidado colectivo par-ticular, donde el hegemónico “quédate en casa” se transforma en un “quédate en tu comunidad”1 decidido colectivamente, que permite la circulación de las personas en el territorio cercano, e impone medidas de distanciamiento con las personas que vienen de fuera. Asimismo, los artículos contenidos en estos apartados nos permiten observar las fuentes y medios de información con los que se cuenta en las comunidades, donde el internet cada vez más adquiere relevancia, así como aplicaciones disponibles en teléfonos inteligentes como WhatsApp. Esta situación genera un escenario complejo en donde se requiere de una crítica de fuentes de información, especialmente ante la proliferación de notas alarmistas, que circulan especialmente en las redes sociales.

Un tema que dejan entrever los textos que componen estos apartados, pero que tal vez se hace necesario profundizar, es el impacto que la pandemia está teniendo en diferentes grupos de edad en las zonas rurales e indígenas. En par-ticular la cotidianidad de niños, niñas y jóvenes se ha visto trastocada. Aquí

1. La Guía para la Atención ante la Emergencia Sanitaria Generada por el Virus SARS-CoV2 (COVID-19) de pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas, editada por el INPI (2020), enfatiza esta dimensión del “quédate en tu comunidad” y plantea la necesidad de generar estrategias comunitarias, con pertinencia cultural, para afrontar la pandemia.

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cabe destacar dos procesos paralelos: los crecientes procesos de escolarización que se han vivido en, al menos, los últimos 15 años, y el abandono de las prác-ticas agrícolas. Tenemos entonces que, ante la imposibilidad de reunirse en los espacios educativos, niños, niñas y jóvenes han tenido que buscar estrategias de aprendizaje en un contexto de precariedad, pues no se cuenta con los recursos tecnológicos que el “Aprende en casa II” ha impuesto. Así, en algunos casos esta situación ha ocasionado una vuelta al trabajo agrícola y a la familiaridad con las actividades cotidianas en el campo, pero es una dimensión que no ha sabido aprovecharse desde lo educativo, por lo que, contrariamente, lo que genera es estrés y desinterés por continuar estudiando. Como señalará Gunther Dietz en un foro virtual reciente, “… necesitamos repensar completamente la escuela desde abajo, desde los contextos, porque no se aprende solamente en casa, sino que se aprende en comunidad y estas comunidades están existiendo, pero no se aprovechan los vínculos escuela-comunidad, sino que al contrario, se cortan estos vínculos (…) todo eso que está ocurriendo hoy, desde hace meses ya, con la desescolarización, eso no se está aprovechando…”.2

El último eje temático vinculado a la salvaguarda de la integridad comuni-taria que trae a colación el libro, se relaciona con la necesidad de seguir cuidan-do que la pandemia no se extienda a zonas rurales, pues los servicios de salud, los servicios públicos y la infraestructura disponibles imponen barreras que seguramente serán difíciles de sortear en un escenario de múltiples contagios. Aquí adquieren vital importancia esfuerzos por informar y diagnosticar la rea-lidad de este tipo de comunidades, como los presentados en este volumen y en otros trabajos que están realizando a la par que la pandemia se desarrolla (ver, por ejemplo, VV. AA., 2020).

El segundo aspecto que revelan los artículos del libro es el de la vivencia de la religiosidad. Ante la imposibilidad de realizar ceremonias rituales al interior de los templos o en espacios públicos, en diferentes comunidades se han imple-mentado soluciones innovadoras que en la mayoría de los casos incluyen el uso de las transmisiones en vivo mediante plataformas como Facebook o YouTube. Así, se observa que la espiritualidad tiene una centralidad en la vida cotidiana de amplios sectores de la población, y adquiere relevancia especialmente en

2. Seminario Virtual “Programa Sectorial de Educación 2020-2024: diagnóstico, propuestas y retos para su implementación”, Mesa 1. “Educación para todas y todos, sin dejar a nadie atrás”, realizada el 4 de agosto de 2020. Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=kc4lk4V93kI

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momentos de crisis como el que vivimos, por lo que emergen prácticas que permitan la reproducción de la espiritualidad, y la salvaguarda de la vida.

Es importante destacar también que la escritura del presente libro está orientada a un público amplio, no necesariamente especializado, sino más bien uno interesado en comprender las múltiples vivencias de la pandemia. En el caso particular de posibles lectores y lectoras practicantes de la antropología, el libro representa también un interesante ejercicio de re!exión metodológica, pues si bien el foco no está puesto en esta dimensión, los textos presentados nos invitan a pensar en cómo generar interacciones profundas que permitan acce-der a la vivencia subjetiva para etnogra"ar las diversas vivencias de la pande-mia, aún en contextos de distanciamiento social, y utilizando diferentes medios digitales y conversaciones a distancia.3

He enfatizado en este prólogo algunos aspectos que se vinculan con mis propias vivencias, intereses y re!exiones, pero seguramente cada lector y lec-tora encontrarán resonancias particulares. Me parece que uno de los grandes aciertos de este esfuerzo colectivo radica en que nos deja ver que la pandemia ocurre en el contexto de otras crisis: la situación de vulnerabilidad de las comu-nidades rurales e indígenas; la violencia y terror producto de la delincuencia organizada que impera en la mayor parte del país; los malos hábitos alimen-ticios; los de"cientes servicios de salud; la frágil situación de la población mi-grante; las diferencias en la vivencia de enfermedades en función del género; la precariedad económica en la que viven amplios sectores de población que se sustentan a través del autoempleo; los procesos de linchamiento social a través de redes sociales; entre otras. Pero, al mismo tiempo, no se queda en el nivel de la descripción de las crisis, sino que nos habla de procesos en marcha que cons-tituyen respuestas comunitarias, por lo que adquiere pertinencia y relevancia al dar cuenta de estrategias locales que han movilizado formas de cuidado común.

En suma, sus autoras y autores nos muestran los retos que enfrentamos como sociedad, poniendo especial atención a que muchos de ellos no sólo están vinculados al desarrollo de un virus y una enfermedad, sino a problemáticas

3. Son múltiples los espacios que se han constituido en México torno al tema; sirva, a ma-nera de ejemplo, la mención de los dos siguientes: “Ciclo de Videoconferencias: Antropología en Confinamiento. Alternativas etnográficas y trabajo de campo durante la pandemia”, CIESAS. Disponible en: https://www.youtube.com/playlist?list=PLYifbJ7Q5WQdTGUIshjWI5ig_iIhwAoxl&fbclid=IwAR0M8T6mmhsWYor2cTtiyyC5wmSPXu-IAu7wUbf4YdFN4CLi9-s6FEehW98. “Serie Etnografía en tiempos de COVID-19”, IIS-UNAM. Disponible en: https://www.iis.unam.mx/blog/etnografia-covid-19/.

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Miradas históricas y antropológicas sobre la pandemia, COVID-19Prólogo

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históricas y estructurales del desarrollo de una sociedad desigual y racista. En este sentido, el libro permite mirar críticamente a la pandemia, así como vis-lumbrar acciones colectivas orientadas a poner en primer plano a la reproduc-ción de la vida.

BIBLIOGRAFÍA

INPI (2020) Guía para la Atención ante la Emergencia Sanitaria Generada por el Virus SARS-CoV2 (COVID-19) de pueblos y comunidades indígenas y afromexi-canas. México: INPI. Recuperado de: https://www.gob.mx/inpi/articulos/guia-para-la-atencion-de-pueblos-indigenas-y-afromexicano-ante-el-covid-19-en-lenguas-indigenas?idiom=es

VV. AA. (2020) Monitoreo de comunidades indígenas y equiparables ante la emergen-cia sanitaria por el virus SARS-COV-2. Primer Informe. México: Aura Investigación Estratégica / CCESC / Centro de Derechos Humanos de la Montana Tlachinollan / Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, A, C. / Enlace Comunicación y Capacitación, AC., Fundar / SADEC / EDUCA / SERAPAZ. Recuperado de: https://www.educaoaxa-ca.org/informe-sobre-la-situacion-de-las-comunidades-indigenas-ante-la-emergencia-sanitaria-por-el-coronavirus/

Wallace, Robert; Liebman, Alex; Chaves, Luis Fernando y Wallace, Rodrick (2020) “El covid-19 y los circuitos del capital”, en VV. AA. Pandemia, capita-lismo y crisis ecosocial. León, Guanajuato, México: Tsunun. pp. 49-68. Recuperado de: https://tsunun."les.wordpress.com/2020/06/pandemia.-capitalismo-y-crisis-ecosocial-4.pdf

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Introducción

Este libro ha sido una agradable colaboración entre colegas que nos re-conocemos y apreciamos desde hace años. Trabajar juntos siempre es

muy enriquecedor y además compartimos una visión de compromiso social que nos mantiene vinculados a nuestros interlocutores. La coordinación del volumen !uyó en tiempos muy cortos gracias a que todos los autores aten-dieron con oportunidad las solicitudes y gracias también a la importante colaboración en todo el proceso de coordinación de nuestro colega el Dr. Milton Gabriel Hernández García, a quien expresamos aquí nuestro profun-do agradecimiento. Asimismo queremos mencionar que fue muy alentador para todos los autores que la Escuela Nacional de Antropología e Historia, donde la mayoría de los autores nos formamos, diera un fuerte impulso a este proyecto a través del Antropólogo Octavio Hernández Espejo, responsable de Extensión Académica, a quien agradecemos todo su apoyo.

Desafortunadamente no fue posible publicar esta obra a través de nuestra escuela en co-edición con el Sindicato Nacional de Profesores de Investigación Cientí"ca y Docencia (SNPICD) del INAH como originalmente se pensó de-bido a circunstancias administrativas ajenas a la normatividad vigente para las obras de divulgación como es esta. Esta obra "nalmente es publicada so-lamente por el SNPICD que nos brindó su apoyo tanto económico como ad-ministrativo, por ello agradecemos a nuestro Comité Ejecutivo. Los conteni-dos del libro se presentaron en 5 conversatorios a través del canal YouTube de INAH-TV a partir de agosto 2020 agradecemos a todo el equipo de este medio el apoyo que nos brindamos y también estamos muy agradecidos con la Diseñadora Grá"ca Joanna Morayta Konieczna quien realizó los carteles y constancias para estos conversatorios de manera altruista.

Los textos de este volumen dan cuenta de cómo las comunidades y sus miembros están viviendo la pandemia de COVID-191 en distintos lugares del

1. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud [OMS, “Preguntas y respuestas sobre la enfermedad por coronavirus [COVID-19]”, OMS, s/f. Consultado en: https://www.who.int/es/

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país. Se trata de una primera mirada que necesariamente tendrá que profundi-zarse y ampliarse más adelante. Estos trabajos en conjunto nos permiten tener una idea general de cómo una crisis sanitaria de estas dimensiones afecta la vida de las personas y sus colectividades, y de ahí, cuáles son algunas de las estrategias construidas socialmente para enfrentarla. Como menciona Milton Gabriel Hernández García en su texto, “Llevamos años hablando de un mundo colapsado por múltiples crisis: alimentaria, energética, productiva, ambiental y un largo etcétera” y que en referencia al caso de México, dice: “enfrentamos la pandemia desde otras epidemias preexistentes: violencia, pobreza, desigual-dad, feminicidio, diabetes, corrupción, entre muchas otras”. Estas múltiples cri-sis interrelacionadas y concomitantes presentan en nuestro país un escenario complejo que impone un importante reto a la resiliencia de muchos sectores de la población, pero en especial lo es para los pueblos indígenas porque histórica-mente han vivido una serie de despojos que en todos sentidos han demeritado profundamente sus condiciones de vida, haciéndolos más vulnerables a los da-ños directos y colaterales de esta pandemia.

En este difícil panorama los pueblos indígenas −al igual que en otras etapas de la historia−, ya están aplicando su experiencia y organización colectiva para enfrentar esta nueva amenaza y como bien dice Milton: “están ensayando estra-tegias resilientes y/o redescubriendo experiencias organizativas para preservar la vida, colocando en el centro la reproducción de lo comunitario como espacio de refugio y protección”, estrategias que se dan en articulación con el Estado, en algunos casos y en otros, al margen de él.

Las epidemias no son nuevas, como ya sabemos, de ahí la importancia de incluir en este volumen los textos de Beatriz Cano Sánchez, de Ricardo López Ugalde y de Jorge Guevara Hernández porque ofrecen un panorama de otras epidemias vividas en México, como la in!uenza o “gripe española”, el matlazá-huatl y el cólera. En este sentido, llama la atención que las medidas de combate a este tipo de crisis sanitarias no han cambiado mucho, pues siguen centrándo-

emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019/advice-for-public/q-a-coronaviruses, 13 de agosto de 2020], los coronavirus son una extensa familia de virus que pueden causar enfermedades tanto en animales como en humanos. En los humanos, se sabe que varios coronavirus causan infeccio-nes respiratorias que pueden ir desde el resfriado común hasta enfermedades más graves como el síndrome respiratorio de Oriente Medio [MERS] y el síndrome respiratorio agudo severo [SRAS]. El coronavirus SARS-CoV-2, que se ha descubierto más recientemente causa la enfermedad que por su abreviatura del inglés se ha denominado COVID-19.

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Miradas históricas y antropológicas sobre la pandemia, COVID-19Introducción

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se en el distanciamiento social y en medidas higiénicas. En las siguientes dos secciones del libro distintos autores hablan de casos especí"cos. Mientras, en esta introducción, buscamos re!exionar sobre dos líneas generales, las afecta-ciones a la vida cotidiana ocasionadas por la pandemia de la COVID-19 y, en segundo lugar, las estrategias que las personas han aplicado para enfrentar tales afectaciones mientras intentan protegerse de la enfermedad.

Afectaciones a la vida cotidiana ocasionadas por la pandemia

El texto de Milton Hernández publicado en esta ocasión, explica que la des-igualdad social pone en grave desventaja a los pueblos indígenas para combatir los efectos de la pandemia, de manera que son más vulnerables a contagiar-se y también a sufrir complicaciones graves por la COVID-19. A lo largo del volumen podremos leer ejemplos especí"cos de estas condiciones previas a la pandemia en los cuales queda de mani"esto que las desigualdades económicas, sociales y culturales de las comunidades de México, condicionan las posibilida-des de enfrentar la pandemia por COVID-19.

En su texto, Claudia Harriss y José Luis Moctezuma nos hablan de la escasa o nula infraestructura en las clínicas que atienden a comunidades indígenas en la sierra de Chihuahua y en otras zonas rurales del noroeste del país, a esto se suma la falta de traductores que aseguren una comunicación adecuada entre los pacientes y el personal de salud. Se trata además de poblaciones más vul-nerables ante la actual pandemia, por un lado, porque algunas de estas locali-dades han vivido en aislamiento y por ello sus sistemas inmunes están menos preparados para enfrentar la COVID-19 y, por otro lado, debido a sus altos índices de hipertensión y diabetes. Algo preocupante es que en estos lugares las defunciones por COVID-19 se han concentrado entre los adultos mayores, que son quienes resguardan y transmiten el conocimiento de las creencias y prácti-cas culturales ¿qué efectos tendrá esta situación a mediano y largo plazo? Entre las afectaciones que ha ocasionado la contingencia en estos lugares ha sido la suspensión de algunas ceremonias y la falta de ingresos por la suspensión de actividades: venta de artesanías, trabajo en las maquilas, construcción, trabajo doméstico, etc.

Por su parte, Samuel Villela nos re"ere la situación extrema en la que viven las personas de La Montaña o Mixteca nahua-tlapaneca, población con altos índices de desnutrición y con un alto en consumo de refresco de cola y de co-

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mida chatarra, en estos lugares hay altas tasas de obesidad y diabetes. Por si esto fuera poco, la infraestructura sanitaria disponible es muy limitada. El hospital de Tlapa atiende a 19 municipios de la región habitada por más de 400 mil per-sonas, contaba con tres ventiladores de los que solo funcionaba uno. Además de la extrema marginación y de la pandemia, la situación socioeconómica en la Mixteca nahua-tlapaneca se agrava por la amenaza de una sequía y el retraso en la entrega de los fertilizantes con que usualmente tratan las tierras, que forman parte de los apoyos gubernamentales; y por otro lado, porque los migrantes que aportan recursos a través de remesas, están viviendo una situación muy difícil y miles de ellos han requerido apoyo económico de sus familias en México.

Por su parte, Manuel Uribe y José Carlos López relatan las di"cultades económicas que se viven en Veracruz, en especial las de los vendedores am-bulantes, los locatarios de los mercados populares y los dueños de pequeños negocios. En estos lugares los grupos del crimen organizado han capitalizado la situación para poder tejer futuras bases de apoyo a través de repartir des-pensas o préstamos. Lo anterior consumado a la par de seguir hostigando a las personas, as"xiando a pequeñas y medianas empresas con el “cobro de piso”, el asesinato de líderes sociales, activistas y servidores públicos. En la región, como en muchos lugares del país, se vive una incertidumbre laboral y econó-mica provocada por la pandemia que aquí ha generado indiferencia, xenofobia y resentimientos sociales.

Teresa Quiñones introduce otra variable en los efectos de la pandemia: el género. Analiza cómo las mujeres y los hombres de Yucatán, enfrentan el riesgo de enfermarse de forma distinta. La autora analiza distintos elementos de su cultura a partir de los cuales se construye la idea de ser hombre o ser mujer y como el autocuidado es distinto. Estas ideas sobre la persona humana maya le permiten entender y explicar la negativa de algunos hombres en Yucatán a usar cubrebocas, o de quedarse en casa durante la contingencia por COVID-19, entre otras actitudes, por ser “personas fuertes”.

Erandy Toledo nos presenta testimonios de migrantes originarios de Mazatapec, Morelos y cómo han vivido la contingencia, su angustia, encierro y problemas económicos en el marco de la incertidumbre vivida en su lugar de origen acerca de la realización o no de la feria de “La Loma” dedicada al Señor de Mazatepec. Se pensaba que nada podría detener esta gran "esta; sin embar-go, "nalmente la feria se canceló y provocó un duro golpe a la economía de las personas, tanto de este pueblo, como de otros que participan. Erandy nos des-

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cribe la disyuntiva de cumplir o no los compromisos adquiridos con el Señor del Calvario ante las indicaciones sanitarias, pues esto se vive como una falta de respeto al Señor. El dolor que provocó la cancelación de la feria se manifestó en las publicaciones que hicieron en esas fechas las personas de los pueblos del poniente del estado, en Facebook.

Laura Corona, Leonardo Vega, Magdalena Pérez y Jesús López, introducen el tema de la relación entre alimentación y COVID-19, la degradación ambien-tal y algunas de sus consecuencias, para presentar el complejo panorama de la contingencia en la Ciudad de México, uno de los principales focos al inicio de la pandemia donde las afectaciones a la vida cotidiana han sido múltiples. Los autores mencionan algunas que se han dado en los pueblos, barrios y colonias, como la cancelación de ferias y "estas patronales, la aplicación variable de me-didas sanitarias y en especí"co la situación de tianguis y mercados ¿cuál ha sido papel histórico de los tianguis y mercados en esta ciudad? ¿qué propuestas de consumo se han impuesto desde hace décadas y cuáles han sido sus implicacio-nes en la salud de la ciudad y de sus habitantes?

María Alejandra Olvera aborda el caso de Amatlán de Quetzalcóatl en el estado de Morelos, en especí"co la situación de los campesinos que han vivido el histórico abandono al campo. En este pueblo las afectaciones económicas son muy fuertes por la suspensión de actividades como el turismo, la imposibilidad de viajar a Canadá y Estados Unidos, como jornaleros. Para los campesinos el trabajo no puede detenerse. Hay que preparar la tierra y esperar que lleguen a tiempo el fertilizante que les entregan a través de los programas de apoyo al campo, para poder sembrar el maíz de autoconsumo, estos apoyos representan el 50% de las sustancias que utilizan. Además, esta “modernización del campo” en Amatlán, ha traído cambios en la alimentación y ha ocasionado pérdidas de conocimientos sobre prácticas resilientes para enfrentar distintas situaciones. Otra afectación importante de la pandemia en este lugar se debe a que, por los protocolos de bioseguridad, no se han podido realizar los rituales funerarios acostumbrados, ni manifestar, a través de ellos, los lazos solidarios en estos momentos de pérdida.

Tania Alejandra Ramírez aborda el caso de Yautepec, Morelos, y las afec-taciones económicas producidas por la pandemia, las cuales son muy fuertes porque las personas esperaban un importante ingreso por las vacaciones de Semana Santa y los puentes vacacionales del mes de mayo. Normalmente estos ingresos se destinan a un ahorro monetario, pagar deudas, o se invierten en sus

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viviendas, vehículos o vacaciones. Sin embargo, este año no llegó ese ingreso y no estaban preparados. La situación se agrava entre quienes viven al día por-que esta localidad depende principalmente del turismo, la construcción y el mantenimiento de casas, todas estas, actividades suspendidas. Tania además introduce la percepción de las personas sobre la enfermedad como algo que traen los de afuera, los de la clase privilegiada.

Karina Ramírez, en su artículo respectivo, aborda algunas de las afecta-ciones de la pandemia en Yecapixtla. Relata los problemas en la preparación y comercialización de la cecina que ha provocado el descanso forzado de los tasajeadores, que se suma al de los choferes del transporte público, meseros y comerciantes de productos considerados como “no indispensables”. Otra afec-tación signi"cativa para las personas fue la suspensión de la celebración de la Semana Santa y de las ferias de los barrios, que generó tristeza entre la pobla-ción, principalmente en quienes habían esperado varios años para participar con la mayordomía de algún santo o virgen como pago por algún favor solicita-do al santo. Por esta razón, aún en medio de la contingencia por la COVID-19, había que pagar el favor solicitado y asegurar que el “santito” cuidaría de ellos en esta pandemia.

Entre las afectaciones a la vida cotidiana que Ella Fanny relata en su texto, llama la atención el linchamiento de personas a través de las redes sociales, por cali"carlas de irresponsables al viajar y traer consigo la enfermedad − “los ricos e irresponsables viajan y después regresan a enfermar a los pobres”, aducen en las redes sociales−. También reciben fuertes críticas quienes “no se cuidan” y se expresa miedo a la gente que vive en Mérida porque ha concentrado el ma-yor número de contagios. En este lugar estar enfermo de coronavirus te hace sujeto de discriminación y violencia, en algunas comunidades se ha expulsado a enfermos para evitar que propaguen la enfermedad y se ha amenazado con quemar la casa de alguien que ha fallecido por COVID-19.

Lourdes Rejón describe las afectaciones a pueblos mayas de Yucatán, entre ellas la suspensión de "estas religiosas con el "n de evitar contagios, dado que incluyen actividades colectivas como las entradas y salidas de gremios, misas y visitas a centros pastorales. Esta afectación tiene particular efecto sobre la vida de las personas que durante meses se prepararon para las "estas criando animales o reuniendo insumos para la comida que se ofrecería. Además, en la región van en aumento los problemas económicos.

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Ricardo López en su trabajo nos presenta los cambios abruptos que se han dado en distintas expresiones del culto católico en Querétaro, como la suspen-sión total de las procesiones y esceni"caciones públicas que se realizan con mo-tivo de la Semana Santa. La suspensión de estas festividades afectó los intereses eclesiásticos, de la feligresía y de la propia industria turística.

Miguel Morayta en su texto menciona que, en el estado de Morelos, du-rante el siglo XX y parte del XXI, se han dado diferentes brotes de distintas enfermedades. En particular, la prevención del dengue se ha dejado de lado por la reducción presupuestal a las instancias de salud, además de que se suspendió la medida de rociar las calles y algunas casas con un tipo de insecticida, acción que realizaba el gobierno estatal. Sobre la pandemia actual, Miguel nos relata que, en Ocotepec, Morelos, se generaron dilemas y discusiones en torno a la realización de la festividad en honor de la imagen de los Ramos, “San Ramitos”, que es muy venerada en el barrio. Finalmente se cancelaron la mayor parte de los actos y las nueve noches de misas se cambiaron por rosarios con poca asis-tencia. También en el barrio de Los Ramos hay una cruz en una colina colocada sobre un pequeño altar casi a la entrada del bosque donde cada 1 de mayo se celebra una misa y luego un convivio para refrendar su capacidad de protec-ción contra “el malo”, el demonio. Con motivo de la contingencia no pudieron realizarse estas actividades.

Jaime Carreón nos habla de la pandemia en una región mazahua-otomí del Estado de México y cómo, a raíz de un mensaje replicado vía WhatsApp −en el cual se señalaba que el Gobierno distribuía el SARS-CoV-2 a través de la sani-tización−, se generaron disturbios en el norte del estado y en el valle de Toluca. También en San Mateo Calpuhac en el municipio de Otzolotepec, dos servido-res públicos fueron golpeados y las personas quemaron dos patrullas, mientras que en localidades del municipio de San Felipe del Progreso, Ixtlahuaca y San José del Rincón, los vecinos colocaron barricadas para impedir el paso de la brigada e impedir la sanitización. Estas respuestas a la información recibida son explicadas por el autor como producto de la memoria en esta región del caso del combate a la "ebre a$osa en el cual la pérdida de ganado fue grave e injusti"cada para las personas.

Estas son, en resumen, las principales afectaciones que se dieron en los distintos lugares de los que nos hablan los autores. Igualmente, son interesantes las estrategias que están aplicando en pueblos y comunidades, en su mayoría tienen como fundamento su organización colectiva y con ellas buscan por un

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lado combatir la pandemia y sus efectos, y por otro mantener en lo posible las actividades que son relevantes para ellos. A continuación, mencionamos algu-nas de ellas.

Milton Hernández menciona varios casos de pueblos que cerraron la en-trada a extraños a mediados del mes de marzo, como los comcáac y el pueblo makurawe o guarijío de Mesa Colorada, Los Jacales y Los Estrados, todos en el estado de Sonora. En Chiapas, 12 caracoles del EZLN cerraron la entrada a fuereños e impusieron cuarentena a los integrantes que regresan de distintos lugares del país y del extranjero. En Oaxaca, la comunidad de Calpulalpan de Méndez estableció un "ltro sanitario y se autoimpuso un toque de queda.

Claudia Jean Harriss Clare y José Luis Moctezuma Zamarrón, hablan de los pueblos indígenas del noroeste de México y a"rman: “las estrategias segre-gacionistas históricas también representan iniciativas contemporáneas de las propias comunidades”. Este aislamiento es un mecanismo de distanciamiento de los extraños, prevalece una organización social basada en sus relaciones de parentesco en pequeñas poblaciones autosu"cientes, separadas entre sí y de los pueblos interétnicos. A este aislamiento previo a la pandemia y reforzado con ella, antes de la Semana Santa en la Tarahumara, se sumaron los retenes que establecieron las autoridades estatales para frenar la entrada de los turistas. Además, las policías de distintos niveles del gobierno han frenado el trá"co desde las ciudades. Finalmente, para poder mantenerse en resguardo, estas po-blaciones han solicitado el apoyo externo a través de un amplio espectro de las redes sociales.

Los yoeme también han evitado la entrada de los llamados yoris [no indí-genas] para protegerse y esto les ha permitido continuar con su vida cotidiana, incluyendo la celebración de la Cuaresma y la "esta de la Santa Cruz. Otras estrategias importantes mencionadas por los autores han sido que muchas de las personas de la sierra siembran su propia comida, la participación de mu-jeres indígenas para la traducción de materiales para el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas [INPI] y otras mujeres tarahumaras en la ciudad se han dedicado a confeccionan máscaras estampadas con motivos de !ores para su venta en la ciudad, o a través de Facebook. Por su parte los comcáac comentan: “estamos quemando salvia y realizando cantos para ahuyentar al virus. Para comer, estamos retrocediendo al pasado, recolectando frutos del desierto y pes-cando en el mar para la autosubsistencia”.

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Manuel Uribe Cruz y José Carlos López López nos hablan del sur de Veracruz, donde después de una incredulidad inicial sobre la existencia del virus se pasó a una actitud más precavida y esto generó un rechazo a los inmi-grantes centroamericanos por parte de algunos pobladores de Olutla. Otras lo-calidades cerraron el paso a sus poblados instalando retenes en los que se hace una inspección a quienes regresan a sus localidades de origen por el desempleo masivo. Esta obstrucción de caminos a los ejidos de Las Choapas provocó con-!ictos intercomunitarios.

De igual forma, Samuel Villela nos relata cómo pueblos de la Mixteca na-hua tlapaneca, para impedir el contagio, han cerrado el acceso a sus comunida-des valiéndose de los cuerpos de policía comunitaria y haciendo valer su dere-cho consuetudinario, además han negado la entrada de regreso a personas que habían migrado o se les ha impuesto un estricto con"namiento, y solo permiten la salida hacia Tlapa para poder surtirse de provisiones dos días a la semana. Otra forma de combatir la enfermedad ha sido aprovechar los servicios de pa-quetería hacia Nueva York, para enviar remedios tradicionales a sus familiares, como quina y eucalipto para preparar tés, explican que ayudan porque “son amargos”. Igualmente, para las comunidades ha sido importante reunirse para rezar implorando que la enfermedad no llegue a sus comunidades, se toman baños con hojas de sumiate en caso de calentura, y se preparan té con 8 ajos hervidos en 8 tazas.

Jaime Carreón menciona que, entre las acciones para protegerse, hubo una manifestación de alrededor de 200 vecinos frente a la presidencia municipal de Otzolotepec, quienes exigieron a las autoridades detener la sanitización. Finalmente "rmaron un acuerdo para que el ayuntamiento no realice estas la-bores en su comunidad. En Ixtlahuaca ante el rumor de que se esparciría un químico desconocido, habitantes de Guadalupe Cachi salieron a las calles con palos y piedras. Los pobladores de San Juan de las Manzanas y Santa Ana se organizaron para colocar barricadas en respuesta al mismo rumor. Mientras que los vecinos de la comunidad de Santo Domingo de Guzmán, también de Ixtlahuaca, se organizaron para no permitir la entrada ni salida de ningún ve-hículo. En la comunidad del Ejido Barrio del Ocote, en el municipio de Villa Victoria, para evitar la entrada de supuestos fumigadores, los vecinos atravesa-ron un árbol y un tractor en la entrada a la comunidad.

En el trabajo del Equipo Península, los autores mencionan, entre las estra-tegias implementadas, el establecimiento de "ltros para restringir la entrada a

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personas no residentes y sólo dejaron entrar a los camiones de proveedores de alimentos. En Sisal [del municipio de Hunucmá, en el poniente de la entidad] desde antes de las vacaciones de la semana mayor, las autoridades locales no han permitido la entrada ni a vacacionistas ni a personas que tuvieran casa de verano en la comunidad. En el puerto de Progreso, su presidente municipal, a través de las redes pidió a la población del estado que no los visitaran y a través del “perifoneo” por todo el malecón invitó a los paseantes a regresar a sus casas, advirtiéndoles del peligro del contagio de la enfermedad. Mientras tanto algu-nas instituciones educativas, pequeñas y medianas empresas e incluso familias y grupos de artesanos, se dedicaron a elaborar mascarillas y caretas. Asimismo, grupos de ciudadanos [as] e instituciones educativas y religiosas respondieron de distintas formas a las solicitudes de ayuda de grupos vulnerables.

Martha Medina nos re"ere que, en Temozón Sur y Abalá, Yucatán, los ha-bitantes recopilaron "rmas para solicitar a la autoridad municipal que les auto-rizara hacerse cargo de la vigilancia sanitaria de su comunidad. Los integrantes del grupo promotor de este proceso, con el apoyo del comisario, realizaron re-uniones con los y las propietarios de las tiendas y el expendio de cerveza para poner en práctica las medidas de prevención establecidas por el gobierno del estado, en especial el uso de cubrebocas, la sana distancia en los espacios pú-blicos y la ley seca. Los vecinos se organizaron para vigilar las dos entradas del pueblo y discutieron las condiciones para los llamados “"ltros”. Organizaciones comunitarias similares a!oraron en comisarías aledañas como Sihunchén, Uayalceh, Pebá y Cacao.

María Alejandra Olvera describe como en Amatlán, Morelos, establecie-ron reglas claras para propios y ajenos, limitando a un máximo de dos horas las salidas de los vecinos. Se estableció un cerco sanitario cuya permanencia no se ha de"nido, pero algunas personas consideran que tener contacto di-recto con otras personas en este cerco, podría exponerlos. Otros pueblos que han colocado retenes a la entrada de sus comunidades en municipios de Morelos son: Ocuituco, Zacualpan de Amilpas, Tetela del Volcán, Hueyapan y Tlayacapan. Una herramienta importante para combatir la pandemia que menciona Alejandra, es la comunalidad o el apoyo colectivo y recíproco. Otra estrategia, no solo útil para combatir la pandemia, ha sido mantener ciertos espacios productivos como la milpa y los huertos. En estos agroecosistemas se obtienen una gran cantidad de especies y variedades de plantas y animales con valor alimenticio, medicinal, ritual y ornamental. Este particular modo de

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vida campesino les ha permitido generar estrategias resilientes para enfrentar diversas situaciones.

Karina Ramírez menciona en su texto que las autoridades de Yecapixtla, al igual que las de municipios como Hueyapan, Tetela del Volcán y Ocuituco, emitieron un comunicado para noti"car a la población que, por motivos de se-guridad, cerrarían sus puertas y vigilarían sus carreteras con el objetivo de que ninguna persona foránea cruzara sus fronteras. Por su parte los vecinos se reu-nieron en pequeños grupos para solicitar protección a sus imágenes a través de la oración en la iglesia del pueblo. Otros recurrieron a las redes sociales para so-licitar la protección de imágenes religiosas del pueblo en las páginas Facebook de estas imágenes. Otra actividad realizada para solicitar protección fue el re-corrido que realizó el sacerdote con la eucaristía y el del párroco que en una patrulla del ayuntamiento acompañada de motocicletas recorrió con la imagen de la Virgen de la Soledad distintas calles del pueblo. En el caso de Totolapan para atender las medidas de seguridad, se realizaron actividades de la Semana Santa que fueron transmitidas en vivo a través de Facebook Live, otras se com-partieron por medio de videos y fotografías compartidas en esta red social. Para cumplir con los compromisos con sus imágenes algunos mayordomos y cofradías acordaron pintar las capillas, adornar con !ores y mascadas, hacer la respectiva quema de cohetes en las vísperas, así como velar al santo con la música de viento o al menos llevándole las mañanitas, la celebración de la misa se realizaba a puerta cerrada.

Ricardo López Ugalde presenta dos textos en los que desarrolla tanto un análisis histórico como un etnográ"co respecto de las epidemias en Querétaro. En ambos destaca el importante papel que tiene la virgen de El Pueblito para proteger a los vecinos de este tipo de circunstancias. También llama la atención el uso de estampillas de santos y palmas benditas que actúan como amuleto protector de viviendas al colocarlos en ventanas y puertas, de la misma manera que en su tiempo, evitaran la entrada de la in!uenza española, sumado a la esterilización de los templos católicos con sustancias desinfectantes naturales como la creolina y que, al permanecer abiertos, permitían realizar misas para complementar las rogativas junto con las procesiones.

En su segundo texto, Ricardo nos describe algunas estrategias para la actual pandemia como la visita al templo de San Francisco, en la ciudad de Querétaro, para encomendarse a la virgen de El Pueblito, organizada por dis-tintas agrupaciones y realizada el 17 de marzo, solicitando su protección ante la

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pandemia por medio de una rogativa. También se llevaron a cabo varios reco-rridos con el Santísimo Sacramento, dos de ellos en una camioneta pick up en la que se instaló un altar para transportarlo sobre una peana de madera; detrás del altar en dos sillas, ambos con cubrebocas, estaban el vicario y el coordina-dor de la pastoral, este último con la cámara de su celular grabó y transmitió el recorrido a través de redes sociales. Los mismos ministros realizaron otro reco-rrido en un helicóptero del gobierno estatal para desde lo alto visitar y llevar la protección del Santísimo y de la imagen de bulto de la virgen de los Dolores de Soriano, a cerca de 117 parroquias que están en su diócesis. Además, se abrie-ron parcialmente los templos de San Francisco y Expiatorio, administrados por la orden franciscana y la diócesis queretana respectivamente. Otras formas de protegerse, similares a las empleadas durante la epidemia de in!uenza, fue que algunas familias colocaron palmas con cintillos rojos en las ventanas de sus casas, mientras que otras construyeron altares domésticos dedicados a distin-tos santos o vírgenes, en sus patios delanteros o en las ventanas, donde pueden verlo los transeúntes y el virus.

Erandy Toledo relata que los pueblos del poniente de Morelos se han adap-tado sobre la marcha en la realización de las "estas y celebraciones religiosas; en algunos casos se ha optado por celebrar misa vía remota con el uso de las redes sociales, mientras que en el caso de las celebraciones de San Isidro Labrador, se llevó al Santo por las principales calles de Mazatepec y desde sus balcones, ventanas y portones, los habitantes del pueblo vieron pasar la imagen, mientras el párroco iba dando un discurso utilizando un altavoz. Otras estrategias im-plementadas han sido que cada vez más negocios ofrecen servicio a domicilio, incluidas taquerías, tiendas de abarrotes, fondas, etc. Mientras que algunos jó-venes con motocicletas hacen mandados y entregas de productos a domicilio cobrando una tarifa.

Lourdes Rejón, para las comunidades mayas de Yucatán re"ere en su texto que entre las medidas sanitarias se incluyó el cierre de iglesias y centros de culto de todas las denominaciones religiosas, por lo que las celebraciones se realizaron a puerta cerrada y fueron transmitidas a sus feligreses por medios di-gitales, a través de Facebook, WhatsApp, YouTube o incluso por televisión. En Tahdziú, el párroco realizó misas y novenarios a puerta cerrada, pero permitió el día principal de la celebración que esta fuera grabada por un devoto para difundirla a la población por medio de redes sociales. Además, organizaron y realizaron dos procesiones con las imágenes de San Bernardino de Siena y San

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Bernabé por las principales calles de la población; tanto el sacerdote como los pocos monaguillos participantes llevaban cubrebocas. Mientras, la población miraba su paso desde sus ventanas. Las misas grabadas en YouTube se retrans-mitieron utilizando bocinas y altavoces para poder ser escuchadas por todas las personas. En el pueblo de Baca, que celebra a la Virgen de la Concepción, además de las estrategias señaladas, se realizó el tradicional baile de vaquería en casa de un feligrés y fue transmitido por Facebook, para que el grupo cumpliera así su compromiso religioso. Algunas familias católicas detonaron voladores desde sus casas, como promesa de fe y otras prepararon altares con la imagen que compartieron a través de fotos en sus páginas de Facebook.

Miguel Morayta re"ere en su trabajo que los vecinos de los pueblos fueron los que diseñaron, organizaron y establecieron acciones frente a la situación de la pandemia, como fue la restricción de la entrada y salida de personas ajenas a la comunidad mucho antes que se le ocurriera al gobierno estatal. También los civiles fueron los primeros en organizar la entrega de alimentos a los nece-sitados. Miguel nos presenta un ejemplo de supervivencia de los muchos que han venido ocurriendo en esta región, como lo es el de una familia que vende alcancías en las ferias de Cuaresma y que este año tuvo que ponerse al borde de la carretera Cuernavaca-Tepoztlán con un letrero que decía: “cambiamos al-cancías por despensas de comida”. El cierre de las ferias de Cuaresma dejó a esa familia y muchos cientos de familias más sin recursos para comer. Mientras que el gobierno federal, a través del Instituto Mexicano del Seguro Social [IMSS], entregó un apoyo de $25 000 pesos a las microempresas que comprobaran su inscripción, tuvieran su Clave Única de Registro de Población [CURP] y estu-vieran al corriente en sus pagos tributarios. En el caso de la celebración dedica-da a San Ramitos, el mayordomo y la mayordoma llevaron a cabo el festejo de la manera más completa posible y sin exponer a las personas, invitando a muy pocas personas, para ellos era muy importante cumplir su compromiso con la imagen porque les concedió la recuperación de la salud de la mayordoma. Finalmente, en vez de la misa y el convivio tradicionales que se dedican a la Cruz para refrendar su poder protector, este año los mayordomos fueron los únicos en asistir, adornaron la cruz y el altar, y rezaron un rosario.

Después de relatar tanto las afectaciones que las personas de estos lugares han tenido con motivo de la pandemia y por efecto de circunstancias previas a ella; como las estrategias que implementaron para enfrentarlas, en este espacio queremos hacer algunas re!exiones generales. En primer lugar, todos los auto-

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res nos hablan de efectos conocidos de los procesos de globalización en distin-tas regiones de nuestro país, entre ellos están la explotación de las poblaciones indígenas como mano de obra barata tanto en México como en el extranjero, si-tuación que ha dejado varados a numerosos migrantes quienes, para protegerse de la COIVD-19, han recurrido a mantenerse organizados y en comunicación con sus familias. La mayoría de los trabajos también muestran la gran vulnera-bilidad que existe en los diferentes grupos sociales que componen en conjunto la sociedad nacional, frente a los desastres socio-naturales de toda índole, pero en particular, la de los pueblos indígenas. De ahí la importancia de que los antropólogos busquemos, en el caso particular de la pandemia, ubicarnos en el caos social global para poder brindar un apoyo a las personas de las comuni-dades que nos han cobijado por tantos años, a partir de nuestro conocimiento y experiencia, tal como lo proponen Claudia Harriss y José Luis Moctezuma.

Esta experiencia de analizar las estrategias que han implementado las per-sonas ante la pandemia nos permiten abrir otras perspectivas como la que se-ñala Ma. Alejandra Olvera quien considera que a partir de esta emergencia mundial catastró"ca por el número de muertes y por las consecuencias econó-micas, nos ha mostrado que la vida ligada a la tierra sigue vigente y que retomar antiguas estrategias productivas en el campo que la modernidad había descar-tado es una buena opción para hacer frente a la adversidad, a la escasez y a la incertidumbre que se ciernen sobre nosotros. Otro recordatorio que nos brinda la pandemia es la importancia de la organización colectiva visible a través de las distintas formas locales para establecer medidas de protección comunitaria como el aislamiento, los retenes, las redes de apoyo y otras que hemos men-cionado que muestran la capacidad de las comunidades para organizarse en tiempos de crisis y de “normalidad”.

Una estrategia importante para combatir la pandemia que se menciona en varios textos es la religiosidad popular que mostraron una gran adaptabilidad y creatividad tal como sucedió después de los sismos de 2017, cuando por ra-zones de destrucción de los templos se buscaron opciones para continuar las prácticas religiosas. Muchos autores dan cuenta del uso de redes sociales para difundir las actividades litúrgicas o las procesiones y recorridos en camionetas, patrullas o helicópteros, así como del importante papel de algunas imágenes en casos como el de la pandemia. La relación de reciprocidad que establecen las personas con sus imágenes es muy fuerte y por ello los compromisos que tienen

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con ellas deben cumplirse, para esto se buscan las formas de acuerdo con la situación, como se relata en varios textos.

Finalmente, los coordinadores del volumen queremos destacar que esta obra colectiva no hubiera sido posible sin todos los años de vínculo etnográ"co de los autores con pueblos y comunidades indígenas y no indígenas a lo largo y ancho del país. Entendemos esta relación no solo como el trabajo de campo que se traduce en un ejercicio puramente extractivo de información a un conjunto de “informantes” clave, con los que se relaciona el antropólogo en las comu-nidades. Estas relaciones son vínculos que trascienden el ejercicio meramente académico y están caracterizadas por la solidaridad, el compañerismo, la amis-tad y el compromiso social.

A pesar de que las condiciones de distanciamiento social no permiten la realización de trabajo de campo, consideramos que era fundamental encontrar alternativas para tratar de captar, en la medida de lo posible, la perspectiva de los actores comunitarios en torno a la pandemia por COVID-19. Gracias a las tecnologías de la información compartidas entre autores e interlocutores o a nuestra propia experiencia que se deriva de escribir sobre lo que está ocurrien-do en las comunidades en las que vivimos, hemos podido re!ejar al menos de manera parcial, la adversidad de las condiciones en que una buena parte de las comunidades indígenas y campesinas están enfrentando la pandemia. Ante las limitantes, hemos tenido también que recurrir a herramientas de trabajo como las fuentes hemerográ"cas, el Facebook, el WhatsApp o el Twitter. Los textos contenidos en este libro han sido escritos en un contexto de urgencia y emergencia, pues nos pareció fundamental contribuir a visibilizar las múltiples vulnerabilidades de estas comunidades en materia de salud, con el "n aportar elementos para su mejor atención por parte de las instituciones correspondien-tes. Pero también hemos tratado de destacar la fortaleza de la cultura, la tra-dición y la creatividad desde las que se enfrenta una adversidad tan poderosa como la pandemia COVID-19.

El conocimiento cientí"co está convocado a ser parte de la solución a esta gran crisis y la antropología debiera tener un lugar en ello. Esperemos que no sea sólo para documentar la tragedia o peor aún, para darle la espalda, pues el conocimiento antropológico aplicado tiene mucho que aportar para solucionar los graves problemas que estamos viviendo y los que están por venir a conse-cuencia de la pandemia, esos que, por ahora, no alcanzamos a imaginar.

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Consideramos que ante emergencias como las que estamos enfrentando, la labor de la etnografía es importante para aproximarnos a los múltiples reper-torios desde los cuales los actores sociales perciben y enfrentan la adversidad. Como hemos podido observar en la prensa, numerosas comunidades rurales se han organizado para realizar diferentes acciones colectivas para resguardar a la población del riesgo de contagio: cercos sanitarios, toques de queda, retenes de entrada y salida e incluso, acuerdos para no permitir el ingreso de migrantes que regresaron al quedarse sin empleo en las ciudades.

Estamos convencidos de que la participación durante veinte años de la mayoría de los autores de esta obra en el Programa Nacional Etnografía de las Regiones Indígenas de México [PNERIM], nos ha dado las herramientas para el abordaje etnográ"co de esta problemática, así como la capacidad de rápida respuesta frente a la emergencia. Sabemos que estas primeras aproximaciones requieren madurar más en términos de análisis e interpretación. Sin duda al-guna, deseamos profundizar en ello. Sin embargo, pensamos también que, en ciertos momentos coyunturales, quienes nos dedicamos al ejercicio profesional de la antropología debemos poner los resultados de nuestras investigaciones, así sean parciales, al servicio de la resolución de los grandes problemas na-cionales, a los cuales ahora se suman sin duda, las consecuencias económicas, sociales, culturales y sanitarias de la pandemia.

Finalmente es importante mencionar que todos estos trabajos fueron es-critos en mayo 2020 y seguramente muchas de las condiciones relatadas han cambiado, quedan estas referencias sobre los primeros meses de la contingen-cia sanitaria en México.

Ciudad de México, julio de 2020Laura E. Corona de la Peña

Milton Gabriel Hernández GarcíaLuis Miguel Morayta Mendoza

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I. ANÁLISIS GENERAL E HISTÓRICO

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Entre la vulnerabilidad y la resiliencia. Los pueblos indígenas frente a la amenaza de la COVID-19

Milton Gabriel Hernández GarcíaCentro INAH-Tlaxcala

LA PANDEMIA EN EL MARCO DE LA CRISIS, LA DESIGUALDAD Y LA VULNERABILIDAD

Llevamos años hablando de un mundo colapsado por múltiples crisis: ali-mentaria, energética, productiva, ambiental y un largo etcétera. Sin em-

bargo, nadie o casi nadie imaginaba la Gran Crisis que estaba por venir a escala global entre "nales de 2019 e inicios de 2020. En unas pocas semanas, días, horas, el mundo cambió. En poco tiempo la epidemia de COVID-19 provocada por el virus SARS-CoV-2 se volvió global y dejó de reducirse a un problema pu-ramente médico para convertirse en un fenómeno de alcance geopolítico, eco-nómico, ideológico y hasta subjetivo. Aún no sabemos el "nal de esta amarga historia, pero las voces "losó"cas del mundo entero pronostican que el cambio que experimenta el mundo no será cualquier cosa. Algunos avizoran un colap-so civilizatorio, otros, el "n del capitalismo. Otros más señalan que esta crisis es funcional al sistema dominante y que saldrá fortalecido de ella, volviéndose incluso más atroz. Demasiada especulación anticipada, para mi gusto.

Lo que sí podemos decir desde un país situado en la periferia del capita-lismo global como México, es que enfrentamos la pandemia desde otras epi-demias preexistentes: violencia, pobreza, desigualdad, feminicidio, diabetes, obesidad, corrupción, entre muchas otras que nos han heredado los pasados gobiernos. Hoy es muy sabido que el país está sembrado de hospitales fantas-ma. Los gobiernos de Fox, Calderón y Peña Nieto, además de un conjunto de gobernadores corruptos, dejaron a su paso más de 300 obras hospitalarias in-conclusas, a pesar de que las inauguraron con bombo y platillo. La mayoría de estas edi"caciones −muchas convertidas en cascajo− se encuentran en las zonas rurales del país. En junio de 2019, el Secretario de Salud, Jorge Alcocer, señaló

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que se necesitaban al menos 8 mil millones de pesos para rescatar las obras abandonadas por las anteriores administraciones, que no iniciaron operacio-nes debido a la falta de "nanciamiento, de recursos humanos, de equipamiento especializado o simplemente porque se quedaron en obra negra [El Universal, 06/06/2019]. Esta desgarradora realidad es parte del saldo de la corrupción y de las políticas neoliberales en el sistema de salud mexicano, que fue sorprendido en un muy mal momento para enfrentar la pandemia. Sin embargo, como se ha ido revelando conforme han ido pasando las semanas y los meses, buena parte de la comunidad cientí"ca, no solo en México sino a nivel mundial, ya había alertado sobre la alta probabilidad de que surgiera una enfermedad infectocon-tagiosa como la COVID-19 y, por otro lado, también había anticipado sobre factores de riesgo como la obesidad y la diabetes.

De cualquier manera, en México los delincuentes que defraudaron al país con los hospitales inconclusos deberían ser juzgados por traición a la patria pues, ciertamente, su responsabilidad no radica solo en el saqueo al sistema de salud, sino que también fueron artí"ces de políticas públicas desarticuladoras de los sistemas productivos locales −en especial los vinculados a la alimenta-ción como la milpa, el arroz o los huertos familiares−, mientras que, simultá-neamente, dieron facilidades a las grandes corporaciones para comercializar alimentos “chatarra” que han contribuido a la epidemia de obesidad y la mala nutrición en el país ante el encarecimiento y falta de disponibilidad de produc-tos sanos, frente a la vasta cadena de suministros operada por el corporativo de alimentos industrializados.

Hasta ahora, mucho de lo que ya sabemos sobre el avance de este nuevo coronavirus en México re"ere a las ciudades grandes y medianas que llevaron la delantera en la propagación de los contagios. Pero era de esperarse que las cifras pronto empezarían a moverse hacia el campo, que en el México de la desigualdad equivale a la mayoría de la población más precarizada, sin acceso a servicios médicos, a transporte continuo y seguro, o agua potable su"ciente. Por ejemplo, en Oaxaca los contagios pronto se propagaron hasta la Cuenca del Papaloapan, el Istmo y la Mixteca y en Puebla, se extendieron hasta veinte municipios alejados de la capital, como Huauchinango o Tehuacán.

Si bien es cierto que el contagio no ha respetado clases sociales, las conse-cuencias médicas y sobre todo económicas, sí son una cuestión de clase social. Al respecto, el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López Gatell, el dos de abril de 2020 señaló enfático: “nos preocupan las zonas

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rurales. En este momento, los patrones de distribución de la epidemia mues-tran que está relativamente concentrada en zonas urbanas. Predomina todavía en los sectores que tienen cierta capacidad económica. En algún momento, esta barrera se va a perder y va a afectar con mayor intensidad a las personas que menos tienen” [La Jornada, 03/04/2020]. Para hacer frente a este complejo pa-norama, Alejandro Svarch Pérez, titular de la Coordinación Nacional Médica del Instituto de Salud para el Bienestar [INSABI], anunció en marzo que se buscaría contratar al menos a dos mil médicos y personal de enfermería para las zonas rurales, pues a nivel nacional, debiendo tener 3.4 médicos por cada mil habitantes, apenas tenemos 1.6. Pero el problema no solo es de cantidad, sino de distribución, pues la Ciudad de México [Ciudad de México] tiene cinco veces más médicos que Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, pero a su vez, en esta ciudad hay cuatro veces más que en el municipio indígena de Las Margaritas. En resu-men, tenemos el mismo dé"cit de personal de salud que países como Sudán o Sri Lanka [Excélsior, 04/04/2020].

Frente a la emergencia global, no fueron pocas las voces que han alertado sobre las implicaciones que la dispersión generalizada del coronavirus tendrá entre los pueblos originarios, aunque no es la primera vez que estas colectivida-des en América Latina enfrentan una amenaza de grandes dimensiones como las epidemias y las pandemias. La historia de su conquista y colonización está atravesada por ello. Sin embargo, las formas especí"cas en que librarán esta ba-talla son diferentes, pues están profundamente condicionadas por el desarrollo desigual del capitalismo a escala global y por las diferentes expresiones estatales del modelo neoliberal que han profundizado en las últimas cuatro décadas cir-cunstancias tales como: el empobrecimiento, la marginalidad, el despojo de tie-rras y territorios, la pérdida de autosu"ciencia, soberanía y seguridad alimen-tarias, así como la multiplicación de comorbilidades que han precarizado sus condiciones de salud. En Latinoamérica, el modelo hegemónico ha convertido a los pueblos indígenas en la periferia de la periferia y desde esa posición están librando esta nueva batalla por la vida: la batalla contra la COVID-19. Es por lo que, en esta guerra asimétrica, una vez más la comunidad y lo comunitario han vuelto a ser la trinchera desde la que se están fraguando día con día las acciones de contención, defensa y autopreservación. En algunos casos, en articulación con el Estado, en otras, al margen de la estatalidad, sobre todo ahí donde este ha brillado por su ausencia.

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Las señales de alarma continúan encendidas. Numerosos actores han in-sistido en que los efectos de la pandemia, sobre todo en América Latina, son ya concomitantes a las contradicciones étnicas, de género y de clase. Al respecto, el Mecanismo de Expertos de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas [MEDPI] señaló que serán ellos quienes “sufrirán de ma-nera desproporcionada” los impactos de la COVID-19, principalmente debido a la precariedad en que ya vivían desde antes del inicio de la crisis sanitaria [La Jornada, 07/04/2020]. Precariedad de hondas raíces históricas. Pero esta instancia de la ONU señaló también que la vulnerabilidad se entronizará con mayor intensidad entre aquellos individuos, comunidades y pueblos indígenas que por diferentes circunstancias se encuentran lejos de la comunidad, ya sean migrantes en las periferias urbanas empobrecidas y refugiados o desplazados internos por la violencia.

Al respecto, la Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, Victoria Tauli-Corpuz, alertó sobre la vulnerabilidad de los pueblos indígenas amazónicos frente a la pandemia debido a la baja in-munidad de estas agrupaciones, pero también a causa de ciertas prácticas de los Estados que los están poniendo en un riesgo aún mayor [ONU, 29/04/2020] Particularmente grave es la condición de los pueblos amazónicos que viven en aislamiento voluntario o la de aquellos que, habiendo establecido contacto con la sociedad regional y el Estado, han decidido aislarse nuevamente como medida para resguardar su salud. En Brasil, por ejemplo, los pueblos indíge-nas enfrentan la pandemia en el marco del desmantelamiento de la Secretaría Especial de Salud Indígena por el gobierno de Bolsonaro. Esta institución era responsable de la atención de más de 765 000 personas. Su desaparición ha sido denunciada desde 2019 por organizaciones comunitarias, regionales y nacio-nales de ese país [Inter Press Service, 0904/2020]. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos [CIDH] también alertó que “los procesos pandémicos producen impactos desproporcionados en las poblaciones con mayores di"cul-tades de acceso a las instalaciones y tecnologías de atención de salud dentro de los países, como los pueblos indígenas”, además de que hizo un llamado a los Estados, particularmente a los que con!uyen en el territorio amazónico “para que observen el máximo respeto al no contacto con los pueblos indígenas o segmentos de pueblos indígenas en aislamiento voluntario, dados los graves efectos que la infección por COVID-19 podrían tener en su supervivencia” [CIDH, 10/04/2020]. Es el caso de Perú, donde organizaciones campesinas e

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indígenas han pedido que se lancen campañas para pedir a los habitantes de las zonas urbanas que no se desplacen a las zonas rurales tanto por "nes turísticos como para resguardarse del virus, pues en ese proceso podrían contagiar a la población rural que se caracteriza por ser mayoritariamente envejecida [%e New York Times, 30/04/2020].

Por su parte, el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe [FILAC] señaló que, frente a la COVID-19, América Latina presenta “un reto adicional a encarar, pues gran parte de los habitantes viven en condiciones de vulnerabilidad extrema, incluyendo principalmente a los Pueblos indígenas. Condiciones que se traducen en altas tasas de desnu-trición, inaccesibilidad a servicios de salud, precariedad de infraestructura y baja visibilización” [FILAC, 17/04/2020]. A escala latinoamericana, identi"ca cuatro grandes vulnerabilidades que afectan directamente a los pueblos ori-ginarios en relación con la pandemia: a] los que se encuentran en aislamiento voluntario cuentan con sistemas inmunológicos mucho más vulnerables frente a apersonas patógenos externos; b] los que habitan en centros urbanos suelen estar ubicados en barrios marginales, sin acceso a servicios básicos de agua o alcantarillado; c] muchos pueblos indígenas perdieron o debilitaron sus siste-mas de vida originarios, cambiando sus patrones alimentarios, lo que derivó en un cambio de sus per"les epidemiológicos y la aparición de nuevas enfermeda-des como la diabetes, presión alta, disfunciones gástricas, cáncer, entre otras y; d] en muchas regiones del continente, principalmente en tierras bajas, se está enfrentando una fuerte epidemia de dengue y malaria, lo que ya de por sí afecta seriamente a las comunidades indígenas.

Los pueblos indígenas haciendo frente a la adversidad pandémica

Es cierto que las vulnerabilidades son muchas y se han acumulado a lo largo de la historia, pero frente a la amenaza potencialmente devastadora, los pue-blos originarios están ensayando estrategias resilientes1 y/o redescubriendo experiencias organizativas para preservar la vida, colocando en el centro la re-producción de lo comunitario como espacio de refugio y protección. En este contexto, las formas propias de organización social, la agricultura familiar, los

1. Resiliencia: concepto que proviene de la psicología y que refiere a la capacidad de adap-tarse positivamente a situaciones adversas.

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saberes ancestrales y el control territorial están jugando un papel fundamental en la capacidad de autocuidado colectivo. Por ejemplo, en Colombia, donde el Sistema de Monitoreo Territorial de la Organización Nacional Indígena ha denunciado que el 67% de los territorios indígenas no cuenta con servicios médicos del Estado y el 90% no cuenta con agua potable, muchas comunida-des indígenas amazónicas y no amazónicas han decidido adoptar la política de aislamiento voluntario o resguardo territorial. Sin embargo, solo el 30% de ellas cuentan con alimentos su"cientes para resistir esta circunstancia que no se sabe con certeza cuánto durará. Una importante experiencia de organización socio-territorial para proteger a las comunidades es la de las 127 autoridades tradicionales del Consejo Regional Indígena del Cauca [CRIC], que el 17 de marzo se declararon en “Minga permanente de Protección de la vida, la salud y el buen vivir en los territorios indígenas del Departamento del Cauca, a través de los sistemas propios”. Esta acción colectiva implica no solo intensi"car la vida espiritual de las comunidades, sino también los procesos de control terri-torial, prohibiendo la entrada de visitantes con cualquier tipo de "n, tanto a los espacios turísticos, como a los productivos y sagrados. Las estructuras propias de esta organización se declararon en emergencia cultural, territorial, económi-ca y de salud. Cada autoridad tradicional debe coordinarse con su comunidad para de"nir mecanismos que regulen la entrada y la salida de los comuneros, evitando principalmente salidas innecesarias de su territorio. También se plan-tearon la necesidad de

mantener y ampliar la economía propia, basada en la producción local, la recu-peración de prácticas productivas y alimentarias ancestrales, trueques familiares, cooperativas, fondos rotatorios, mercados locales agroecológicos, minga, empre-sas comunitarias, prohibir el ingreso y consumo de productos procesados, bebidas azucaradas, fortalecer espacios productivos por la autonomía alimentaria, el uso de huertas medicinales y alimentarias como fuente de alimentación y cuidado integral de la vida [CRIC, 03/04/2020].

Todo ello sin dejar de tener claro que podría requerirse la articulación con el sistema de salud estatal si así fuera necesario, para atender a posibles contagios que pudieran presentar cuadros clínicos de gravedad.

Por otro lado, no solo en Colombia, sino en toda la región latinoamerica-na, las radios comunitarias indígenas están jugando un papel importantísimo

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para hacer llegar a todas las familias información referente a la COVID-19 en las lenguas locales y con pertinencia cultural, con el objetivo de favorecer su apropiación familiar y comunitaria. En ese sentido el CRIC estableció que “la red de emisoras indígenas deberá ponerse a disposición de los sistemas propios en los diferentes espacios territoriales [local, zonal y regional] para retransmitir toda la información preventiva y disposiciones normativas referentes al manejo de la emergencia sanitaria por COVID-19 en las diferentes lenguas originarias de cada pueblo. En coordinación con los programas de educación y salud, ela-borar material audiovisual informativo para la prevención, de manera inme-diata” [CRIC, 03/04/2020].

En Ecuador, las comunidades [kichwas] organizadas han planteado la ne-cesidad de revalorar y volver a la alimentación tradicional basada en la quinua, la machica, la oca, la mashwa, las habas, el nabo, la acelga, la col, así como todas las legumbres y frutas. También han propuesto reforzar el consumo de limón, miel de abeja, ajo e infusiones de hierbas medicinales. Podría parecer una ro-manización ingenua, pero frente a una enfermedad para la que aún no existe una cura probada cientí"camente, la alternativa inmediata de muchos pueblos es fortalecer el sistema inmunológico regresando al consumo proveniente de los agroecosistemas tradicionales, hasta donde se pueda, libres de agrotóxicos. Señala Verónica Yuquilema Yupangui: “Estos conocimientos desarrollados y transmitidos de generación en generación se practica de forma cotidiana en los ayllukuna [familias] de las comunidades y quienes no nos hemos desapegado de ella, enfrentamos a esta pandemia con un cuerpo [sistema inmunológico] fortalecido. No así la gente en las ciudades y también en varias comunidades, quienes han tenido que batallar duramente en contra de las políticas mercan-tilistas y coloniales de los capitales agroalimentarios impuestas a través del Estado” [Yuquilema, 03/04/2020].

Algunas experiencias desde México

En nuestro país, numerosos han sido los pueblos y comunidades que se han or-ganizado para hacer frente a la pandemia, tomando como referente las medidas generales dictadas por la federación, pero haciendo uso al mismo tiempo de su derecho a la libre determinación y autonomía. Desde inicios de marzo, mu-chas comunidades indígenas de la huasteca hidalguense empezaron a decretar el cierre de sus territorios. Algunas se han blindado a través de sus autoridades

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agrarias, otras desde las municipales y muchas más, mediante sus autoridades tradicionales.

En Sonora, el 18 de marzo, los seris o comcáac, a través de su gobernador tradicional, dieron a conocer en redes sociales que los habitantes indígenas de este pueblo no podrían salir de su territorio ejidal y comunal mientras dure la contingencia. Además, se anunció que a partir de ese momento ningún ex-terno [cocsar o mestizo] podría entrar. Para ello se instalaron destacamentos de la Guardia Tradicional en la entrada de las dos comunidades seris, Punta Chueca y Desemboque. Las medidas implican la suspensión del turismo y de la venta de productos marinos. El Gobernador Tradicional estableció medidas sumamente estrictas pues sabe que la población comcáac tiene un importante riesgo, ya que un alto porcentaje padece diabetes e hipertensión. Además de estas acciones, “estamos quemando salvia y realizando cantos para ahuyentar al virus. Para comer, estamos retrocediendo al pasado, recolectando frutos del desierto y pescando en el mar para la autosubsistencia”. Por su parte, al sur del mismo estado, los gobernadores tradicionales del pueblo makurawe o guarijío de Mesa Colorada, Los Jacales y Los Estrados, anunciaron desde el 23 de marzo que habían acordado prohibir el acceso a personas ajenas a sus territorios con el objetivo de “salvaguardar la salud y la integridad de los miembros de la tribu. Pedimos de la manera más respetuosa no visitar nuestro territorio en el lapso de tiempo [sic] emitido por la Secretaría de Salud. Evítenos la pena de tener que expulsarlos de nuestro territorio” [El Imparcial, 03/05/2020].

En Chiapas, el 16 de marzo, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional [EZLN] decretó “alerta roja” en todos pueblos, comunidades y barrios y en todas las instancias organizativas zapatistas y anunció el cierre de sus doce caracoles mediante las Juntas de Buen gobierno y los Municipios Autónomos Rebeldes. En las comunidades con presencia zapatista se están tomando medidas para poner en cuarentena a sus integrantes que regresan de trabajar de diversas la-titudes del país y del extranjero: “como zapatistas que somos queremos decirle que de igual forma estamos tomando esas medidas para evitar lo más posible a que seamos contagiados por esa enfermedad”, señaló el Comandante Tacho [La Jornada, 17/03/2020]. La situación es diferente para los pueblos y comunidades desplazados por la violencia, quienes han señalado que la contingencia está agravando su situación y los está colocando en riesgo de no asegurar alimentos y medicina básica a través del apoyo solidario. Por otro lado, las condiciones insalubres, de hacinamiento y de falta agua su"ciente en que viven, pueden ser

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un caldo de cultivo para el brote de la infección por el nuevo coronavirus en los campamentos de desplazados: “al no tener alimentos tendremos que salir a buscar recursos y volver al lugar sin las condiciones mínimas para evitar un contagio de COVID-19 en todo el campamento”, señalaron los indígenas des-plazados del municipio de Chenaló que están resguardados en San Cristóbal de las Casas [La Jornada, 24/04/2020].

Por su parte, en Oaxaca, la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo, emitió una alerta ante la vulnerabilidad de las comunidades indígenas y afromexicanas frente a la amenaza de la COVID-19, debido a sus condiciones de pobreza y marginalidad. Además, pidió que el gobierno estatal considerara la diversidad lingüística y cultural para crear estrategias inmediatas que facili-ten un mejor acceso a la información sobre medidas preventivas, protocolos y acciones comunitarias para enfrentar la pandemia a nivel local. Sin embargo, los pueblos y las comunidades oaxaqueños no esperaron a que estas medidas se implementaran, por lo que empezaron a establecer toques de queda y la res-tricción de ingresos tanto a migrantes en retorno, como a turistas. Ello sobre todo porque no tendrían capacidad para hacer frente a un brote comunitario de COVID-19, ya que la mayoría no cuentan con personal ni con infraestructura médica su"ciente y adecuada. Por ejemplo, desde el 22 de marzo, la comunidad de Calpulalpan de Méndez dejó abierto solo un acceso a la comunidad con un "ltro sanitario, además de que se autoimpuso un toque de queda de las diez de la noche a las 6 de la mañana [Aristegui noticias, 22/03/2020].

La vida cotidiana, no solo de los pueblos indígenas, sino de la sociedad en general, se ha trastocado radicalmente. Incluso, muchas dinámicas socia-les, procesos organizativos y de lucha se han detenido, más no se han cance-lado. Un ejemplo de ello es el caso de la organización “Guerreras en Busca de Nuestros Tesoros de Nayarit”, donde 1 710 personas han sido reportadas como desaparecidas. Este colectivo que está dedicado a la búsqueda de víctimas de desaparición forzada por causa de la violencia criminal anunció hace días que la contingencia por COVID-19 les obligaba a suspender temporalmente las ac-ciones de rastreo de sus familiares, aun teniendo detectados parajes que están pendientes por revisar. Sin embargo, expresaron su preocupación por que el pausar la búsqueda sirva para que se invisibilice su lucha y se diluya en la vo-rágine de la epidemia. La salud de las madres, esposas y hermanas buscadoras es condición necesaria para que más adelante sigan luchando por encontrar a sus familiares, pero también la verdad. Algo que sin duda es preocupante es

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que señalaron que la epidemia ha sido capaz de parar la búsqueda, más no las desapariciones forzadas, pues cotidianamente siguen recibiendo denuncias y solicitudes de apoyo a través de las redes sociales [Meganoticias, 06/04/2020].

Reflexiones inconclusas

La condición y la estrategia de los pueblos indígenas para hacer frente a la cri-sis de COVID-19 es diversa y está atravesada por múltiples determinaciones. Pero es un hecho que, para ellos, quedarse en casa es quedarse en comunidad. La casa se extiende más allá de cuatro paredes; es la red de relaciones que han tejido en la urdimbre de la vida cotidiana, de la familia extensa, de los cargos comunitarios. Quedarse en casa signi"ca hacer guardia en un retén para blo-quear el paso a los fuereños, yendo más allá de las recomendaciones de las au-toridades sanitarias. Hoy día están tomando estas medidas no contra el Estado, sino porque tienen claro que si la COVID-19 los alcanza, las posibilidades de enfrentarlo son mucho más adversas en comparación con quienes viven en las ciudades, pues tienen menor acceso al sistema público de salud y a la infraes-tructura hospitalaria que durante décadas socavó el orden corrupto y neolibe-ral. Ese que dejó al país sembrado con más de 300 hospitales fantasma, aunque cínicamente inaugurados por el gobernador o el presidente en turno. Es por lo que el desafío es inconmensurable y los pueblos indígenas lo enfrentan con lo que tienen y siempre han tenido a la mano: la vida comunitaria.

REFERENCIAS

Aristegui Noticias [2020] “Por COVID-19, Defensoría de Oaxaca emite ‘Alerta Temprana’ para indígenas y afromexicanos”, 22 de marzo.

Comisión Interamericana de Derechos Humanos, [2020] “Pandemia y derechos huma-nos”, Resolución No.1/2020, 10 de abril.

CRIC, [2020] “La ACIN, trabaja bajo la resolución interna del CRIC, para resguardar a las comunidades Indígenas en sus territorios y protegerlos de la Peste [COVID-19]”, 3 de abril.

El Universal [2009] “SSA: se requieren 8 mil mdp para rescatar hospitales que dejó in-conclusos EPN”, 6 de junio.

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El Imparcial, Excélsior [2020] “Buscan contratar miles de médicos y enfermeras para enfrentar COVID-19”, 4 de abril.

[2020] “Etnias de Sonora toman medidas contra coronavirus”, 03 de mayo.

FILAC, [2020] “Coronavirus: la amenaza del COVID-19 para los pueblos indígenas y qué epidemias han devastado a los de América Latina”, 17 de abril.

Inter Press Service [Agencia de noticias], “La pandemia coloca a indígenas latinoameri-canos ante nuevos desafíos”, 9 de abril de 2020.

La Jornada, [2020] “EZLN decreta “alerta roja” en sus pueblos, comunidades por COVID-19”, 17 de marzo.

[2020] “Faltan 2 mil médicos especialistas, reconoce Ssa”, 3 de abril.

[2020] “Indígenas sufrirán de manera desproporcionada el COVID-19: experto”, 7 de abril.

[2020] “Zonas indígenas de Chiapas, muy vulnerables al coronavirus”, 24 de abril de 2020.

Meganoticias, [2020] “Colectivos de familiares de personas desaparecidas detienen bús-quedas por contingencia”, 6 de abril.

ONU, “Pueblos indígenas y la pandemia del COVID-19: consideraciones”, en http://unsr.vtaulicorpuz.org/site/images/docs/un/COVID_IP_considerations_Spanish.pdf

%e New York Times [2020] “En Perú el virus provoca que miles de personas regresen al campo”, 30 de abril.

Yuquilema Yupanqui, Verónica [2020] “Comunidades kichwa responden al Estado y al COVID19 con medicina preventiva y minka”, en La línea de fuego. Revista digital, 03 de abril.

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La in!uenza o “gripe española” de 1918 en México

Beatriz Lucía Cano SánchezDirección de Estudios Históricos-INAH

EL CONTEXTO NACIONAL

En estos días, México, al igual que el resto del mundo, afronta una grave crisis sanitaria por la emergencia de la enfermedad infecciosa llamada

COVID-19, misma que el 11 de marzo de 2020 fue declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud [OMS]. No es la primera vez que el mundo afronta una situación sanitaria de este tipo.

Aunque diversos analistas han mencionado que la propagación de la enfer-medad es consecuencia de la globalización, lo cierto es que la historia muestra que enfermedades como el cólera o la in!uenza han tenido un alto impacto a nivel planetario. Una de las pandemias más estudiadas por los historiadores ha sido la de la in!uenza de 1918, misma que, según algunas estimaciones, mató alrededor de 30 millones de personas en el mundo.1 En México, los pri-meros casos de in!uenza se identi"caron en abril de 1918, en el Cuartel de Zapadores y en la Escuela del Estado Mayor Presidencial. Esta situación obligó al Consejo Superior de Salubridad a ordenar que los enfermos fueran separa-dos y que los dormitorios se desinfectaran para evitar nuevos brotes. Aunque en ese momento se logró actuar con e"cacia, no sucedió lo mismo en octubre de ese mismo año, cuando la cantidad de enfermos sobrepasó la capacidad de atención médica.

Ante las diversas noticias que mostraban que en Estados Unidos existía una gran mortandad a causa de la enfermedad, las autoridades mexicanas, en un primer momento, cerraron la frontera con la intención de evitar que la en-fermedad llegara a suelo mexicano, pero esta se reabrió al poco tiempo debido

1. K. David Petterson y Gerard F. Pyle, [1991] “The geography and mortality of the 1918 in-fluenza pandemic”, Bulletin of History of Medicine, No. 65. p.4. Estudios recientes han estimado entre 40 y 60 millones de muertos en el mundo.

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a la presión de diversos sectores económicos, tanto mexicanos como estadou-nidenses, que alegaban que la economía sufriría un fuerte colapso. La apari-ción de casos en Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila hicieron que el Consejo Superior de Salubridad recomendara establecer cordones sanitarios, al mismo tiempo se dictaminaron otras disposiciones complementarias como el cierre de escuelas, de templos, de teatros y en general, de cualquier centro de reunión, pues se tenía la esperanza de que al evitar el contacto disminuiría el riesgo de contagio. Pese a las previsiones tomadas por las autoridades sanitarias, la in!uenza continuó con su avance por el país. La información de periódicos de la época muestra que el número de infectados aumentaba día a día, ade-más de que la mortalidad era altísima en estados como Chihuahua, Coahuila, Guanajuato, Querétaro y Puebla.

Hubo estudios para conocer la etiología de la enfermedad, pero los resulta-dos fueron raquíticos. Algunas investigaciones ubican el origen de la pandemia de 1918 en Asia, otros consideran que más bien surgió en campamentos milita-res de Estados Unidos. En lo que todos coinciden es que, en las últimas trinche-ras europeas de la Primera Guerra Mundial, con la circunstancia de alta concen-tración humana, la enfermedad halló un lugar propicio para diseminarse rápi-damente. De la Gran Guerra, soldados estadounidenses y canadienses trajeron la enfermedad a América, y tropas coloniales británicas la llevaron a Oceanía y África; entonces esta enfermedad se generalizó y se convirtió en pandemia.

Fig. 1. Tropas desembarcando en un puerto francés en el periodo de la Primera Guerra Mundial.

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Para hacer frente a la expansión de la enfermedad, las autoridades de salud emitieron recomendaciones nacionales: no escupir en trenes y calles, no fumar, no vender alimentos en la vía pública, no asistir a lugares cerrados y centros de reunión, evitar levantar polvaredas, aislar a los enfermos, ejecutar entierros in-mediatos sin ceremonias funerarias, inspeccionar minuciosamente a viajeros y sus equipajes, ubicar la concentración de enfermos e impedir su desplazamien-to a otros puntos del país, enviar brigadas sanitarias a zonas devastadas por la enfermedad, incluir a corporaciones municipales y federales en la emergencia, y aumentar el presupuesto de sanidad, entre tantas otras recomendaciones. Esta última petición razonable, era muy complicada debido a las condiciones econó-micas y políticas del país en esa época.

Fig. 2. Ambiente escolar en la cd. de México, con actividades normales y cerrado, en la década 1910-1920.

No era extraño el pesimismo entre los médicos del Consejo Superior de Salubridad. El doctor Aragón decía: “no hay medios contra una enfermedad tan contagiosa”; el doctor Garay a"rmaba: “solo queda esperar la culminación del ciclo epidémico” y el doctor Rodríguez, principal autoridad del Consejo Superior de Salubridad, indicaba: “No somos culpables del avance rápido de este mal”. Este último asumió una actitud política frente a la epidemia para legi-timar en el poder al presidente Carranza. Los doctores mostraban su desánimo ante una situación apabullante; las autoridades, sanitarias y políticas, realizaron su mejor esfuerzo para tratar de frenar la epidemia, pero los resultados eran fa-llidos por varios motivos: la falta de médicos y de recursos económicos, la caó-tica situación política reinante y la ausencia de una legislación sanitaria general.

Como no se tenía una noción clara de las razones que causaban la enfer-medad, se decía que ésta se propagaba a causa de las condiciones de suciedad

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que se podían encontrar, por ejemplo, en mercados y calles de las ciudades, así como también por la falta de educación de la población masculina que escupía en todas partes y por las vendedoras de alimentos que no los preparaban de forma higiénica.

A través de los artículos de la prensa, se puede constatar que la problemá-tica se tornó grave por la falta de médicos y de medicinas, lo cual ocasionó que se produjera un alto número de defunciones, al grado que se denunciaba que existía una gran cantidad de muertos que no se pudieron sepultar por falta de espacio en los panteones. Aunque las autoridades, tanto sanitarias como polí-ticas, buscaron implementar medidas que ayudaran a mitigar la problemática, la realidad es que México, al igual que otros países del mundo, carecía de la capacidad para atender una enfermedad que rebasó los esfuerzos del personal médico.

Resulta interesante mencionar que, tanto en el pasado como en el presente, el ingenio popular ha tomado a la enfermedad como objeto de diversión. Ante lo irremediable de la situación, es preferible reír antes que llorar por la muerte. Así como en las redes sociales actualmente circula un meme que dice que el coronavirus no iba a durar porque fue hecho en China, en 1918 se recurría a las caricaturas para mofarse de una enfermedad que se había convertido en la dueña y señora de la vida de las personas.

Una caricatura publicada el 2 de noviembre de 1918 en La Prensa, mostra-ba a un hombre que le preguntaba a la portera de una vecindad por uno de los inquilinos. La señora le respondió que el aludido bajaba en esos momentos la escalera. La peculiaridad de la caricatura es que el inquilino bajaba en un fére-tro acompañado de su viuda llorosa.

Los periódicos publicaban las disposiciones sanitarias o"ciales a realizar, también mostraban caricaturas que se mofaban de la enfermedad, que, aunque eran ingeniosas y humorísticas, igual mostraban la incertidumbre generalizada. Una de ellas es signi"cativa, pues un hombre entra a una vecindad y pregunta a la portera si se encontraba tal persona. Ésta le contesta que precisamente ahí venía. En el fondo se observaba a unos hombres cargando un ataúd. El caricatu-rista buscaba enfatizar con su viñeta a la muerte como una visitante inesperada sin poder nadie librarse de ella.

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Fig. 3. A) Arreglo musical de la zarzuela “La In!uenza Española”. 1918. B) El “Soldado de Nápoles” sigue presentándose con carácter benigno. 1918.

Los médicos también fueron objeto de la sorna popular, circunstancia ex-plicable por el hecho de que no lograban encontrar la curación de sus enfer-mos. Así, en una caricatura publicada en el ABC Ilustrado del 31 de octubre de 1918, se presentaba la conversación de un médico y un enfermero. Como el primero inquiría acerca de la evolución de los enfermos de in!uenza, el en-fermero respondió que habían muerto nueve de ellos. El médico mostró su sorpresa pues alegaba que había dejado medicina para diez enfermos, pero el enfermero le respondió que “uno de ellos no quiso tomarla”. Este chiste aludía a la escasa con"anza que se tenía en los médicos, al grado que se pensaba que sus medicinas sólo contribuían a matar más rápido a los pacientes. La descon-"anza en los médicos también se plasmó en la tradición musical. El corrido llamado “el dotor” narraba el supuesto fallecimiento de don Chon, el sepul-turero del lugar a causa de una “peste” hasta entonces desconocida. Como un médico ordenó que los enterraran en un hoyo muy profundo, los encargados de hacer la tarea, Nabor y Canuto llevaron el cuerpo al panteón, pero cuando lo depositaron en la fosa, don Chon se incorporó y les pidió que no lo ente-rraran vivo. La respuesta de Nabor resaltaba lo ingeniosa que podía resultar la imaginación, pues le dice a Canuto

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échele tierra compadreese ya se petatió

dijo el dotor que está muertoy pues pa eso estudió

a poco el muerto tarugova a saber más que el dotor

La situación descrita en el corrido fue real, pues se cuentan con testimonios que indican que muchos muertos, a las pocas horas “resucitaban”, lo cual oca-sionaba graves problemas pues se pensaba que el fallecido había revivido por in!uencia del demonio. Ante la falta de medicinas, muchas veces ocasionada por los abusos de los boticarios, la población inventó algunos remedios que, se aseguraba, aminoraban los mortíferos efectos de la enfermedad. Así, por ejemplo, se aconsejaba tomar tequila o aguardiente con limón como preventi-vo, también se llegó a decir que poner algunos naipes en la cabeza podían ser efectivos, aunque el remedio más utilizado fue el té de canela. Tanta con"anza se le tenía que hasta mereció una zarzuela, escrita por D. Uranga, en la que se aconsejaba emplearla pues

la canela te cura al momentoY si crees

Que la in!uenza te daToma al punto canela y te juro

[que te curará]

Tanto las caricaturas como las canciones evidenciaban los sentimientos de desesperanza, desolación y temor ante la muerte, pero al mismo tiempo la sociedad se daba la oportunidad de reírse de su desgracia. El estudio de las enfermedades, desde el ámbito histórico, resulta una excelente oportunidad para mostrar cómo las sociedades del pasado las afrontaron, cuáles fueron los procedimientos que aplicaron para su curación y los imaginarios que se cons-truyeron respecto a ellas.

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La percepción de la pandemia en algunas regiones del país

El objetivo inicial del texto fue rescatar testimonios que me permitieran en-tender el movimiento revolucionario encabezado por Domingo Arenas, líder rebelde originario de Tlaxcala, quien se relacionó con el zapatismo, pero man-teniendo total independencia de este. En entrevistas realizadas a participantes del movimiento arenista, aparecía de manera reiterada la mención de una en-fermedad que atacó con gran fuerza al estado de Tlaxcala, la “in!uenza espa-ñola”. Al notar la preocupación en los recuerdos de los entrevistados acerca del padecimiento, del que no tuvieron información precisa de su alcance pandémi-co y que solo la referían como una siniestra gripa, me surgieron inquietudes y comencé a indagar sobre el tema.

“Lo que sí nos acabó fue esa maldita in!uenza, muy poco la platicamos, casi todos murieron, y, cómo ve, que hasta la revolución se la peló”. Así, recor-daba ese episodio Catarino Álvarez, vecino de Calpulalpan, Tlaxcala; eviden-ciaba odio y temor a la epidemia.

La in!uenza generó diversas reacciones entre la población: desde aquellos que buscaban la protección divina hasta los que inventaban “remedios mila-gro”. En Tlaxcala se popularizó el culto a la Preciosísima Sangre, imagen que mostraba a un cristo bañado en sangre, pues una manifestación de la severa in-!uenza eran las hemorragias por nariz y boca. Santo Toribio de Mogrovejo fue otro personaje celestial al que los habitantes recurrieron para que los ayudara a acabar con la epidemia. Después de que ésta concluyó, los pobladores de Santo Toribio realizaron una serie de acciones de gracia en su honor.

Los remedios y saberes populares se difundían. Una informante de Minatitlán, Veracruz, decía: “También a mi mamá le dio una vez la gripa es-pañola, ‘la in!uenza española’. Un gringo la estuvo atendiendo al principio y no acertó. Mi madre permaneció en cama como dos meses. Me acuerdo que la estuvieron curando a base de vapor de hierbas de eucalipto que ponían a her-vir. Le pusieron un pabellón y aquel vapor impregnaba el interior y mi madre inhalaba aquello que estaba hirviendo, así se curó”.

Antonio Muédano de Calpulalpan, otro entrevistado, decía: “la in!uenza dizque española vino a amolar más nuestra condición de pobres; no teníamos medicinas, comida y agua. Pero tampoco llegaban los médicos ni gente que supiera cómo atacar el mal, que tenía cara de muerte. Yo creo Dios me salvó para contarlo. Porque lo que hice en la revolución fue para que me fuera dere-

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chito al in"erno […]. Estábamos convencidos de un lado como zapatistas, pero también éramos arenistas, y de pronto nos cambiaron, yo me vengué y creo que ese fue mi mal”. El relato es interesante por el hecho de asociar a la enfermedad con el pecado, es decir, la in!uenza la concebía como un castigo divino por sus “malas acciones”. Otro aspecto destacable en su testimonio es la relación que establecía entre enfermedad y pobreza, esto es, estimaba la vulnerabilidad de los pobres ante la enfermedad.

Silvino Tizatl de Nanacamilpa también se sentía afortunado de sobrevivir a la in!uenza, decía: “no todos moríamos, aquí estoy para contarlo, pero sí me vi a la orillita de la vida. Casi vi la muerte. Estaba mal, pero además mal mo-ralmente porque no había participado en la revolución. Me quedé por cobarde, o no sé. Sólo veía que unos iban y otros venían y decían que ganaban o que perdían, pero se veían con ánimo. Yo me perdí en mí, y a poco llegó la “in!uen-cia” [sic], y esa sí acabó con mi familia casi toda, yo me salvé porque me iba al comercio y creo que poco los veía”. En este caso, el entrevistado dedujo que la enfermedad era fruto de su cobardía, de su culpa, concebía a la revolución como un acto mesiánico en el que debió participar.

Ambos testimonios ejempli"can el imaginario cristiano medieval: la en-fermedad era consecuencia de sus malas acciones, un castigo divino por no cumplir con sus obligaciones. Ninguno de los entrevistados daba cuenta de la forma en que se desarrollaba la enfermedad.

Una visión diferente es el relato de Jovita Soto Uribe de Buenavista de Cuéllar, Guanajuato: tuvo suerte de sobrevivir a la epidemia, cuando la atacó a la edad de 21 años. Sufrió a causa de la "ebre alta provocándole delirios, tuvo hemorragias nasales abundantes; ella se salvó gracias a la intervención de un médico, quien informó a su familia la naturaleza de la in!uenza. Aunque Jovita no recordaba cómo la curaron, estaba agradecida de haberse salvado. El único recuerdo de la epidemia era su cuerpo delgado, pues antes de sufrir la enfer-medad era rolliza. Sin asumirlo conscientemente, Jovita identi"caba el pade-cimiento de la in!uenza como un evento hondamente traumático en su vida.

Los últimos casos, o tercera ola de la pandemia de in!uenza, se registra-ron en marzo de 1919. Algunos médicos mexicanos aprovecharon el fenómeno para tratar de determinar su etiología. El doctor Mazari, reconocido especia-lista en infectología concluyó: la in!uenza es una enfermedad epidémica, con-tagiosa y poliforme, con síntomas de !egmasía en la mucosa nasal, faríngea, laríngea y bronquial, acompañada de "ebre más o menos intensa, dolores de

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cabeza, huesos y extremidades, falta de apetito y abatimiento general del cuer-po; puede atacar a todos los individuos, aunque los niños son menos propicios a adquirirla mientras que las mujeres las más aptas a contraerla. Los doctores Mazari y Daniel Martínez coincidían en que la in!uenza no confería inmuni-dad y era común en los afectados por esta enfermedad, que volvieran a recaer.

Para estimar una cifra de muertos a causa de esta pandemia, se contrastan las cifras citadas en periódicos, las mencionadas en informes sanitarios, mu-nicipales y federales, las registradas en panteones, y las asentadas en archivos parroquiales. Sin embargo, el hecho de confrontar las cifras tampoco genera un número exacto, pues hay testimonios acerca del agobio en los panteones para registrar todas las víctimas debido a la vasta cantidad diaria de muertos, al gra-do de depositar a muchos de ellos en fosas comunes o incinerarlos.

Una aproximación para estimar la cifra mortal es revisar los censos demo-grá"cos de 1910 y 1921 junto a su lógica natural de crecimiento y en donde hay un hueco de 2.4 millones de personas, atribuible al violento periodo, a ham-brunas, a caídas en natalidad, a migraciones masivas, a enfermedades como "ebre amarilla, tifoidea, sarampión, viruela, y por supuesto, a la pandemia de in!uenza, pues como cita el periódico El Informador del 5 de noviembre de 1918: “Murió todo el personal de Estación Río Verde, San Luis Potosí”.

En una investigación de esta envergadura se debe recurrir a la historia comparativa, pues así se determinará el impacto de la epidemia en suelo mexi-cano, sin embargo, esto requiere una gran inversión de recursos humanos y económicos, pues demanda sólidas búsquedas en cada entidad estatal para ofrecer un panorama bien sustentado. La presencia del virus AH1N1, in!uenza o gripe española de 1918-1919 tiene varias vetas de investigación, así como similitudes y diferencias con el virus de COVID-19, siendo innegable la exis-tencia de estudios interdisciplinarios para entender ambas pandemias que, no sólo han marcado a México sino a todo el mundo.

REFERENCIAS

Crosby, Alfred W. [2003] La epidemia olvidada. Cambridge University Press. Cambridge.

Márquez Morfín, Lourdes y América Molina, [2010] “El otoño de 1918: las repercu-siones de la pandemia de gripe en la ciudad de México” en Desacatos, número 32, enero-abril de 2010, pp. 121-144.

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Mazari, Manuel [1919] Breve estudio sobre la epidemia de “In!uenza en México. Imprenta Nacional. México.

Patterson, K. David y Gerard F. Pyle, [1991] “%e geography and mortality of the 1918 in!uenza pandemic”, Bulletin of History of Medicine, número 65, p.4.

Hemerografía

Excélsior, [1918]

El Demócrata, [1918]

El Universal, [1918]

El Informador, [1918]

Entrevistas

Entrevista realizada por Beatriz Cano a Silvino Tizatl Castillo en la Ciudad de México y ciudad de Tlaxcala en junio-diciembre de 1980.

Entrevista realizada por Beatriz Cano a Susano Mendoza en la ciudad de Tlaxcala y Jalapa, Veracruz en julio-agosto, noviembre y diciembre 1980.

Entrevista realizada por Beatriz Cano a Antonio Muédano en la ciudad de México y ciudad de Tlaxcala en septiembre a diciembre de 1980.

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Epidemias y religiosidad en Querétaro. Acercamiento histórico a algunos episodios mórbidos

Ricardo López UgaldeCentro INAH Querétaro

INTRODUCCIÓN

Cada etapa histórica en la humanidad constituye la puesta en marcha de conocimientos, saberes e inventiva para satisfacer las necesidades de sub-

sistencia de la sociedad, afrontando aquellos eventos críticos que amenazan la continuidad de los horizontes de vida y los órdenes culturales de la realidad. Un ejemplo de estas situaciones lo ofrecen las epidemias y pandemias asociadas a infecciones diseminadas en periodos cortos de tiempo sobre diferentes puntos geográ"cos.

Algunos autores como Girard [2006] han re!exionado sobre los trata-mientos culturales dados a las epidemias, destacando además sus efectos so-ciales para lograr una “indiferenciación” de sus componentes, cuya máxima expresión ocurre con la muerte extendida de sujetos de diferentes condiciones y procedencias sociales [Ibid: 143]. Se puede plantear que es a través de este tipo de procesos cómo se concreta una especie de estado liminal prolongado, donde la enfermedad que a!ige a la sociedad impulsa tratamientos y terapéuticas de diversa índole por parte de especialistas y legos, buscando reincorporar a sus integrantes a las condiciones cotidianas de vida mediante el restablecimiento de la salud y el cese de la muerte.

En este documento destacaré la composición de algunas manifestaciones religiosas implementadas por habitantes de Querétaro y la iglesia católica lo-cal frente a enfermedades que aquejaron la ciudad y sus alrededores durante los siglos XVIII, XIX y XX, principalmente el cólera, el matlazáhuatl y la in-!uenza española. A partir de estos datos quisiera reforzar el interés por analizar los mecanismos culturales empleados por individuos y sociedades para volver inteligibles eventos a!ictivos que comprometen su existencia como colectivo,

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reiterando el carácter performativo que ha asumido la religiosidad para recrear fórmulas comunicativas con lo sagrado.

Religiosidad y epidemias en Querétaro. Siglos XVIII y XIX

El siglo XVIII planteó para Querétaro varios cambios vinculados al crecimien-to económico y poblacional de la ciudad; con un componente indígena aún vigente y mayoritario, Querétaro experimentó un crecimiento urbano asociado al desarrollo de las actividades textiles en los obrajes, además del fortalecimien-to de la vocación agrícola y ganadera en las haciendas de la comarca [Urquiola, 1989]. Esto colocó a la Iglesia como una institución preponderante en el desa-rrollo productivo de la zona, principalmente por su papel como “"nanciadora” de las actividades de las haciendas a partir de intervenciones que involucraron a cofradías, conventos y otras instituciones religiosas [Ibid: 58].

De alguna manera, este panorama coadyuvó a conformar lo que algunos autores han determinado como el “auge religioso” que experimentó Querétaro en el siglo XVIII, de"nido en términos materiales por el impulso a la cons-trucción y remodelación de edi"cios religiosos, altares y bienes muebles de los diferentes templos y conjuntos conventuales de la ciudad [Anaya, 1989: 35].

Para el Querétaro dieciochesco este carácter también planteó la prolifera-ción de imágenes de santos y tradiciones milagreras [Wright, 1989] que resalta-ban la consolidación de los favores divinos hacia sus habitantes, así como cierta madurez espiritual para la ciudad a la que podía guarecerse en la resolución de las necesidades del colectivo, situándola como un escenario predilecto para la consolidación de instituciones seglares y el desarrollo de devociones populares encaminadas a sus diversas imágenes religiosas y recintos:

la Ciudad de Querétaro, aunque tan nueva […], es tan Chri$iana, devota, y piado-sa, que por mantener a fus expenfas tantas Igle"as, y tantas comunidades religiofas, merece del Omnipotente los muchos bene"cios, que experimenta por la foberana interpo"cion de tantas Imagenes milagrofas, que la mano liberal del Alti&mo le ha franqueado para fu refugio, amparo, y defenfa. [Navarrete, 1739: 24].

Es importante mencionar que durante todo el siglo XVIII en diferentes puntos del Virreinato se desarrollaron episodios epidémicos que afectaron gravemente a la sociedad de la época, limitando los niveles graduales de crecimiento pobla-

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cional, aspecto que fue referido por Humboldt [2014] para el caso mexicano. Así, durante el primer tercio de dicho siglo Querétaro experimentó las fuertes afectaciones de una epidemia de matlazáhuatl, la cual tuvo en el Bajío una de las regiones geográ"cas de impacto; esta situación llevó a distintos poblados de la zona a contener el avance de la enfermedad empleando diversas fórmulas litúrgicas, veri"cándose con ello un incremento de la devoción popular encau-zada por las cofradías de la época, aspecto que ha registrado Castañeda [2015] para el poblado vecino de San Miguel el Grande, en Guanajuato.

En Querétaro los efectos de esta enfermedad se alinearon a los mecanis-mos de la devoción mariana a la virgen de El Pueblito, incorporando la partici-pación social y de instituciones civiles y religiosas en la ejecución de los rituales que se brindaron para tales menesteres, y con"gurando una serie de eventos portentosos atribuidos a la mano de dicha imagen. En una de las narrativas se menciona la cura y el tratamiento que recibió un fraile franciscano aquejado por el matlazáhuatl, enfermedad mortífera que en pocos días podía aniquilar a quienes se contagiaban; además, es sugerente la mención al papel desempe-ñado por las religiosas de Santa Clara, casa conventual de la ciudad, quienes además de "jarse un papel rogativo y de intermediación con lo sagrado frente a la desgracia sucedida, tenían en posesión algunas reliquias utilizadas para la ocasión, especí"camente las denominadas “camisitas”, tratándose de prendas que habían tenido contacto directo con la imagen de bulto de la virgen de El Pueblito e integraban parte de su ajuar:

De aquella epidemia general que llamaron comúnmente Matlazahuatl, y comenzó en esta ciudad el día 24 de abril del año de 1737, enfermó el R.P.Fr. José Núñez de Ulloa […] y llegó a términos tan deplorables, que al séptimo día de la enfer-medad se llegó a ver á los últimos de su vida, […] junta ya toda la Comunidad del Observantisimo Convento de N.P.S.S. Francisco, para ayudarle á bien morir, esperaban por instantes su muerte todos los religiosos, como consecuencia segura del fatal peligro en que se hallaba: acordaron las Reverendas Religiosas de Santa Clara enviarle una camisita de las que sirven para vestir a ésta milagrosa imagen […] recibióla con fe el enfermo, y aplicándola con devoción y reverencia á sus ojos, cabeza y boca, invocó fervoroso a la Santísima Virgen [Vilaplana, 1892: 54-55].

Sobre dicha epidemia existe un exvoto "rmado en 1742 donde se plasman algu-nos pormenores relacionados con el auxilio divino que recibió el poblado por

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parte de la citada virgen; son interesantes los aspectos contenidos en tal testi-monio pictórico, principalmente la mención al suceso crítico que atravesaba la ciudad a causa del matlazáhuatl; pero también destaca la composición de un escenario rogativo en el que se aprecian los principales componentes sociales de la ciudad, como las autoridades civiles y religiosas, los ejes simbólicos que sugieren una comunidad moral entretejida en torno al patronazgo de la ima-gen mariana referida, y el papel protagónico adjudicado nuevamente a las re-ligiosas mujeres de Santa Rosa que administraban y distribuían algunos de los remedios divinos entre la población para contrarrestar la enfermedad, como ocurrió con el agua bendita. Los autores que han estudiado el exvoto referido han señalado lo siguiente: “Junto a ella [la virgen], está una media concha con agua bendita, uno de los remedios recomendados contra el mal. Las hermanas enclaustradas, tras las rejas del coro, rezan por el bien de la comunidad, cum-pliendo la principal "nalidad que los monasterios y beaterios femeninos tenían en esta sociedad” [Curiel y Rubial, 1999: 146].

Figura 1. Exvoto de visita de la virgen a causa de la epidemia en Querétaro, autor: Tomás Xavier de Peralta, 1742. Tomado de Curiel, Gustavo y Rubial, Antonio (1999). “Los espejos de lo propio. Ritos públicos y usos privados en la pintura virreinal”. En

Pintura y vida cotidiana en México 1650-1950. México: CONACULTA, p. 141.

En otra fuente escrita se puntualizan aspectos complementarios de la visita que realizó esta virgen en diferentes puntos de la ciudad por efecto de la citada epidemia, detallando la presencia extraordinaria de la imagen en Querétaro, además de la realización de rogativas que estuvieron integradas por novenarios

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y misas en templos especí"cos de la ciudad, como los que se veri"caron en el convento de Santa Rosa de Viterbo, donde además se consignó otro portento obrado en una de sus religiosas residentes:

A los tres años de hallarse paralítica la hermana Lugarda de Jesús, del Real Colegio de la Señora Santa Rosa de Viterbo de esta ciudad, trajeron al templo de dicho co-legio á esta milagrosa Reina, en ocasión que se cantaron varios novenarios de Misas á la Madre de misericordia, para que cesase la epidemia […] Con este motivo, hizo muchas insistencias la enferma para que la llevasen al coro, para hacer sus súplicas á la Médica Soberana en presencia de su prodigiosa E"gie […] Llegado que fué el medio día, envío la rectora por ella para que tomara alimento. Al llegar las que fue-ron á cargarla, se levantó por si misma la que había sido llevada en agenas manos, y se fué por su pie dando una fuerte carrera á donde estaba la rectora. [Vilaplana, 1892: 64-65].

La virgen referida en dichos episodios es una imagen de bulto de la Inmaculada Concepción conocida como Nuestra Señora de El Pueblito, elaborada en pasta de caña con rasgos indígenas, cuya talla se atribuye al fraile Sebastián Gallegos a inicios del siglo XVII; actualmente esta imagen tiene su residencia en el santua-rio franciscano de El Pueblito, en el antiguo pueblo de indios de San Francisco Galileo, ubicado al poniente de Querétaro.

El vínculo de esta imagen mariana con la capital del estado tiene sus orí-genes en los lazos religiosos que han entrelazado a ambas localidades desde la evangelización de los otomíes y chichimecas de la comarca, aspecto que también fundamenta las distintas visitas que continúa realizando la virgen a la ciudad1, acompañada por los habitantes de dicha demarcación y las distintas cofradías y corporaciones organizadas en torno a su culto, entre ellas la deno-minada como de las “inditas” en plena alusión al origen étnico de la imagen y sus "eles custodios.

Este tipo de cumplimento quedó normado y suscrito en lo general desde el siglo XVIII, mediante una serie de preceptos dentro de las Ordenanzas de la ciudad de Santiago de Querétaro, expedidas en el año de 1733 por el rey de

1. En la actualidad, esta virgen realiza tres visitas a los principales templos católicos del cen-tro histórico de la ciudad, así como a algunas parroquias de las colonias de la capital, con objeto de conmemorar su festividad litúrgica durante la semana de Pascua, por motivo del buen temporal de la región en el mes de julio, y por el aniversario de su coronación en el mes de octubre.

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España Felipe V. El contenido de tal documento es importante para los inte-reses del presente trabajo por distintos aspectos, entre ellos la o"cialización que se hace de la tutela religiosa de Querétaro en la "gura la citada virgen, dictando como una obligación acudir al amparo de dicha imagen en ocasión de distintas asechanzas para la ciudad; además se identi"ca el tipo de peligros que permitirían el llamado divino, como las enfermedades epidémicas, y se dictan pormenorizadamente las maneras en que deberían veri"carse las visitas para encauzar las rogativas, recurriendo al formato de la procesión y a la ejecución de novenarios durante su estadía:

Que en los años que se experimentare esterilidad por falta de lluvias, otra langosta, plaga, ò enfermedad en esta Ciudad, y su Jurisdicción [lo que Dios no quiera] se guarde la costumbre piadosa de acudir, como à el mayor asilo, y remedio, pidiendo amparo à la Virgen María Nuestra Señora en su Milagrosa Imagen de el Pueblo de Naturales de San Francisco, y que para ello venga en Procesión solemne, se requiera al Reverendo Padre Cura, Ministro de Doctrina de esta ciudad, para que acompañado de los Dos Capitulares, Diputados de "estas, conduzgan a la Sagrada Imagen en forlón hasta la Iglesia de la Ayuda de Parroquia de el Espiritu Santo, des-de donde el dia siguiente por la tarde, acompañando el Venerable Clero, y Sagradas Religiones, y Cofradias con sus Estandartes, como en Procesion de Rogaciones, y a la ciudad en forma, se trayga à la Iglesia Parroquial por las calles acostumbradas […] y puesta en dicha Iglesia parroquial, el dia siguiente se comenzarà un novena-rio de Misas cantadas solemnes, y que à la primera se asista en forma de Ciudad… [1733: 3-4].

Como se observa en el anterior fragmento, las procesiones rogantes estaban integradas por las autoridades eclesiásticas de la ciudad, así como por las cofra-días alojadas en los diferentes templos de esta, siendo éstas últimas las princi-pales instituciones de seglares que para la época aglutinaban la participación de las personas en los o"cios religiosos. Sobresale también el trazado espacial de la ruta que tomaban las procesiones desde su punto de salida, en el templo prin-cipal del poblado de San Francisco Galileo, atravesando los extensos campos de cultivo para ingresar por el oriente de la ciudad, incorporando en su trayecto a dos de las principales parroquias de Querétaro.

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Figura 2. Alegoría de la virgen del Pueblito protegiendo a Querétaro. Tomada de Diego Bringas, Sermón panegírico, 1814.

Otro aspecto destacable es la participación que se mandataba apelando a la "gura retórica de la ciudad como entidad colectiva que encarnaba simultá-neamente el papel de an"triona y a!igida por la enfermedad, por lo que los ha-bitantes debían nutrir las procesiones y los o"cios que se desarrollaban durante los nueve días que podía durar la visita de la virgen bajo el riesgo de multas a quienes faltaran a tal designio. Para ejempli"car estas procesiones, es interesan-te el testimonio que ofrece una crónica de inicios del siglo XIX:

La tarde de este día salió en procesión por las calles acostumbradas la Santísima Señora del Pueblito con un numeroso y lucido acompañamiento rezando el santo rosario y todos con vela en mano; se pusieron dos o tres pozas en distintas partes, y en cada una se le cantó Salve, lo mismo fue en la parroquia de Santiago, de donde salieron a recibir la Santa Imagen con más de veinte hachas de cera, que le acompa-ñaron hasta el convento de Santa Clara… [Argomaniz, 1808: 41-42].

Aunque este tipo de procesiones se efectuaban con el auspicio canónico del clero secular siguiendo los postulados ya descritos, en Querétaro se desarro-llaron variaciones interesantes en la ejecución formal de este tipo de proce-siones rogativas, las cuales estuvieron encabezadas principalmente por otro sector importante de la iglesia católica en la región; este tipo de procesiones

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penitenciales o de sangre estuvieron auxiliadas por los frailes franciscanos de los templos de la Santa Cruz y San Francisco, y fueron protagonizadas por la feligresía masculina.

A mediados del siglo XIX en Querétaro se desarrolló una procesión de este tipo que tuvo por objetivo congraciar la “justicia divina” y contrarrestar los efectos nocivos de una epidemia de cólera que afectaba la ciudad:

Se comenzaba un ejercicio piadoso con todas aquellas preces que acostumbraba la Iglesia en estos actos, terminando con el Miserere cantada por aquellos graves religiosos, y contestado enmedio de lágrimas por los penitentes. Acto continuo, y siempre cantando aquel salmo lleno de con"anza y arrepentimiento del real Profeta, salía la procesión à la calle […] Todos iban descalzos y con coronas de espinas, espaldas descubiertas y sogas gruesas al cuello. Unos cargando pesadas cruces, y otros azotándose las espaldas con las sogas, hasta derramarse la sangre […] Terminando el Miserere cesaba la maceración, y varios religiosos de trecho en trecho y siempre avanzando, predicaban y exhortaban á los penitentes, movién-dolos con sus lágrimas á continuar sus penitencias para aplacar la divina justicia [Frías, 1898, 103-104].

En esta crónica de la época se consignan las formas que siguió dicha proce-sión, sobresaliendo los contrastes respecto de las procesiones a la virgen del Pueblito, principalmente en el asunto de la predilección por la morti"cación corporal pública que ejecutaban los penitentes varones, empleando distintos artefactos y ejercicios que complementaban los actos espirituales. Otro aspecto destacable es la concepción de la época que asumía la epidemia de cólera como un castigo divino ante ciertos agravios de la sociedad, por lo que el dolor in!i-gido de la penitencia pública adquiría un carácter de mecanismo de puri"ca-ción que involucraba a toda la ciudad frente a una enfermedad que se padecía colectivamente.

Este patronazgo celestial también queda patentado en algunos rezos que se compusieron durante el siglo XIX, periodo que también fue de especial afec-tación a las condiciones económicas y de salubridad pública de la ciudad de Querétaro; estas piezas religiosas contienen información interesante pues brin-dan elementos para reconstruir parte de las creencias y visiones del mundo de la sociedad queretana decimonónica, cuyos componentes indican un carácter marcadamente multiétnico que combina los tratamientos médicos de la época

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con las devociones populares nutridas por la tradición local para afrontar las epidemias.

La siguiente cita corresponde a fragmentos seleccionados de una in-vocación anónima titulada El pueblo queretano a su singular patrona María Santísima en su advocación del Pueblito, la cual tiene un carácter discursivo proteccionista, siendo escrita para entonar a dicha virgen en bene"cio de la ciu-dad; dentro de sus particularidades destaca la mención explícita a dos impla-cables enfermedades, la in!uenza y el cólera, que para tal periodo histórico ya estaban causando estragos o amenazaban seriamente con arribar a la comarca y afectar a sus habitantes:

Aleja las miserias de tu pueblo, las pestes y la guerra de esterminio: Tu eres Madre del Pueblo Queretano, y todos se glorían de ser tus hijos [...] Señora, con férvidas palabras te pedimos, que no penetre la mortal In!uencia en este país, que con ter-nura haz visto. La Gripa, precursora de ese mal, que se disuelva entre los ayres frios, que huya del mundo ese fatal contagio, y vaya a guarecerse en el abismo. El Cólera infernal que abortó la Asia, audaz a Guatemala, hoy ha invadido; donde hace estra-gos, como en otras partes en su aciaga invasión con horror hizo. Líbranos, Madre, de tal cruel azote, que no vuelva a venir a tus dominios… [1837: 7-8].

Devociones en Querétaro durante la influenza de 1918

Durante la primera década del siglo XX, Querétaro vivía los estragos de la gue-rra ligada al movimiento revolucionario que envolvió al país; recién consuma-da la Constitución de 1917, el poder político en el estado se encontraba en disputa por las facciones carrancistas y obregonistas, situación entrelazada a las revueltas villistas focalizadas en los municipios serranos de la entidad [García, 2011]. Esto con"guró un frágil panorama social y de gobernabilidad agravado por los embates mortíferos de la in!uenza española.

De acuerdo con Márquez y Molina [2010], la fuerte mortandad que propi-ció esta enfermedad tuvo graves repercusiones para el crecimiento poblacional del país en los albores del siglo pasado, aspecto que también generó conse-cuencias en las elaboradas formulaciones populares sobre el padecimiento y el desarrollo de diversos tratamientos considerando diferentes planos, uno de ellos el ámbito de lo sagrado [Cano, 2009; Molina, 2010].

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Para la ciudad santa de Tierradentro2, la epidemia de inicios del siglo XX suponía nuevamente la puesta en marcha del poder divino concentrado en las decenas de santos, cristos, vírgenes y reliquias que tenían residencia en los templos de la ciudad y los santuarios de los alrededores, imágenes de distintas hechuras y orígenes cuyas dotes milagreras se habían consolidado en los siglos anteriores y ya eran reconocidas por el grueso de la población.

En algunas crónicas de la época se puede acceder a información valiosa que consigna de primera mano las vivencias e impresiones que marcaron las representaciones de una sociedad embebida por tal epidemia. En los últimos meses de 1918 la enfermedad se extendió velozmente por la ciudad, incluyen-do a pueblos y haciendas de sus alrededores, lo que orilló a sus habitantes a aglomerar las farmacias para conseguir los medicamentos necesarios, inician-do con ello un periodo de muertes que se extendió por alrededor de un mes, alcanzando la cifra de 12 000 muertes en toda la entidad y 3 000 tan solo en la capital del estado [Frías, 1989].

Justamente, uno de los aspectos de mayor impacto fue la mortandad des-bordada en la ciudad; con un carácter necrológico, las estampas que ofrece la crónica de Valentín Frías muestran un Querétaro desolado y estupefacto ante la crecida de cadáveres y el colapso de los servicios funerarios y civiles que se requerían para completar la tramitología de los entierros:

No habiendo ya quien quiera ir a enterrar a los apestados. De orden de la policía andan carros ya recogiendo los cadáveres de las casas de los pobres, con obligación de pasar sus deudos, si los tiene, a registrarlos […] En las fosas que abren en el Camposanto, los echan a granel en tendidos como sardinas en latas y cuatrapeados, y entre tendido y tendido una cuarta de tierra [Frías en Del Llano, 2005: 87].

Con la "gura de las carretas que trajinaban en las calles acarreando los muer-tos a causa de la in!uenza, el cronista ofrece una imagen apocalíptica que se completa con la afectación generalizada que se vivió en la ciudad, donde la mayoría de las familias tenían al menos a alguno de sus miembros contagiado. Inclusive, se extendieron los casos donde, a causa de la premura por deshacerse de los cuerpos infestados, se desarticuló la realización de las exequias, siendo

2. Adjetivo con el que Guillermo Prieto se refiere a Querétaro en su Vida cotidiana y crónicas viajeras.

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sugerente el cambio sustantivo que sufrió el tratamiento ceremonioso de los cadáveres durante el periodo de duelo que los allegados efectuaban mediante los velorios y sepelios:

Ya no iban a registrar la partida, sino que por la noche los llevaban al camposanto sin cuidarse de sepultarlos. El administrador de panteones me re"rió que diario encontraba en las afueras del camposanto muchos cadáveres allí abandonados. El día 21 había en el camposanto del Espíritu Santo 70 cadáveres insepultados [Frías, 1989: 201-202].

En medio de una crisis que ponía en riesgo la vida, los vertiginosos perjuicios propinados a la capital del estado, y el desabasto de los medicamentos que por momentos atravesó la ciudad, fueron factores que incidieron en el ánimo des-esperado de las personas, quienes propiciaron la organización y despliegue de una serie de rituales con las intenciones de proteger del contagio a las familias y a la ciudad misma. En diferentes proporciones y formas, a tales acciones se sumaron pobladores, representantes políticos e instituciones civiles, estatales y eclesiásticas de Querétaro y sus alrededores, empleando diversas fórmulas litúrgicas, artefactos y cultos católicos para asegurar la protección divina.

Con base en los materiales revisados se puede elaborar una clasi"cación de las características de los rituales que se veri"caron durante y después del periodo de inoculación de la in!uenza española en la ciudad, identi"cando los lugares donde se desarrollaron y el tipo de convocatoria que sugerían. Algunos de ellos tenían un carácter eminentemente público, encauzando las súplicas de las personas en tanto integrantes de una comunidad moral, como ocurrió con los distintos o"cios religiosos, misas y novenarios que se ejecutaron al interior de templos y capillas de la ciudad, sitios de culto que extrañamente no fueron cerrados durante el con"namiento, además de la elaboración y distribución de invocaciones utilizando materiales grá"cos con las fórmulas protectoras:

A devoción del señor don José M. Mesa se imprimieron con profusión invocacio-nes contra la peste, cuya invocación es muy conocida y dice: “la verdadera sangre de nuestro señor Jesucristo que, sólo representada en Egipto, libró a los israelitas del brazo fuerte de Dios, nos libre y de"enda de la peste y de todo mal, Amén”. “Madre y Reina de la Nación Mexicana ruega por nosotros”. Se repartió gratis a toda la gente [Frías en Del Llano, 2005: 85-86].

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Otros más combinaban los ámbitos públicos y privados de la devoción a deter-minados santos, disponiendo de los mensajes de imploración y oraciones escri-tas, junto a otros artefactos como estampillas de santos y palmas benditas, a los que se les asignaba una función de amuleto que protegía las viviendas; este tipo de objetos eran colocados en los espacios limítrofes de las ventanas y puertas de acceso de las casas, lugares con una carga simbólica importante al tratarse de los umbrales que remitían al acceso o bloqueo de la enfermedad frente a los integrantes de la familia:

En todas las puertas se pusieron imagencitas, cruces de palma bendita y oraciones contra la peste. En las ventanas, por el interior, había imágenes de Nuestra Señora de Guadalupe o de la Santa Faz [Divino Rostro], con sus lamparitas ardiendo [Frías, 1989: 201].

Como se mencionó, el hecho de que los templos católicos no fueran cerrados permitió que algunas personas y familias optaran por complementar sus roga-tivas en los espacios de culto, si bien los relatos señalan una reducción conside-rable del número de misas que se o"ciaban diariamente y de la cantidad de fe-ligresía que habitualmente acudía, además de las precauciones de esterilización que se realizaban mediante el uso de sustancias desinfectantes de procedencia natural, como la creolina [Frías en Del Llano, 2005].

Es probable que esta situación que restringía el uso normalizado de los espacios de culto barriales y parroquiales, pudiera haber propiciado que otras actividades religiosas se desarrollaran en la intimidad del hogar, donde los inte-grantes de las familias se convocaban para realizar conjuntamente una serie de rogativas y rezos a intervalos del día, cuyos principales objetivos fueron lograr la protección de la familia y la tutela divina, tal y como lo expone el siguiente testimonio: “Rezar como de costumbre el rosario con toda la familia a las 5 de la mañana, ir a misa, rezar el rosario por la noche, la Letanía de los Santos y las preces…” [Ibid.: 94].

Merecen especial mención las procesiones que se desarrollaron en Querétaro con motivo de esta epidemia por su elaborada composición, su ca-rácter colectivo y la predilección que tuvieron por el uso y apropiación de los espacios públicos, las procesiones en aquella época constituyeron actos religio-sos que invocaban el cuidado de la ciudad a una deidad tutelar, esto mediante

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el involucramiento de sus diferentes sectores y la tutela espiritual y ritual de ciertas órdenes religiosas y del clero secular.

A unas semanas de que se incrementaran los decesos en Querétaro, al pa-recer algunos actores destacados de la escena pública local optaron por gestio-nar con los frailes franciscanos del santuario de El Pueblito la visita de la virgen que custodiaban, solicitando el ingreso “triunfal” de la imagen, lo que suponía la disposición de las maneras suntuosas, solemnes y tumultuosas que dictaban la tradición local de los siglos precedentes; sin embargo, ante la rápida avanzada de la in!uenza las aglomeraciones incrementaban los peligros de contagio:

Cuéntase que el general Neira que es el actual jefe de Armas en esta plaza, dijo que él deseaba que la Santísima Virgen del Pueblito entrara a la ciudad, como en los antiguos tiempos, triunfalmente, a ver si cesaba la mortalidad en su tropa, pero que no pudo conseguirlo del gobernador [Frías en Del Llano, 2005: 88].

El "n de la in!uenza española en el Querétaro de 1918 fue concebido por algu-nos de sus habitantes como un acto asociado a la presencia física de la virgen de El Pueblito en la ciudad, señalando que las muertes y contagios se detuvieron desde el momento en que la imagen arribó al templo de San Francisco, lo que motivó varios actos religiosos en agradecimiento, algunos de ellos encabezados por importantes sectores de la sociedad como los comerciantes: “volviese a co-menzar otro Novenario a Nuestra Señora de El Pueblito, cuyos gastos erogó el comercio, en acción de gracias por haber atendido los ruegos de los queretanos, cesando luego la peste” [Frías en Del Llano, 2005: 93].

Si bien cuando llegó la imagen de la virgen a Querétaro había sido im-posible el recibimiento “triunfal” con los habitantes y las autoridades civiles, militares y religiosas de la ciudad, hacia "nales del mes de noviembre de 1918, cuando la enfermedad concluía, comenzaron a trasladarse peregrinaciones procedentes de poblados y curatos aledaños a la capital por los mismos moti-vos [Ibid.: 97]. Como se acostumbraba, la procesión que despediría a la imagen después de este episodio unió a los habitantes de la ciudad y de San Francisco Galileo, quienes se disponían con velas y música en los lindes de ambos pobla-dos para solemnizar la entrega y recepción de la virgen:

Las calles llenas de gente que al salir del templo lloraba por que se iba. En las afue-ras de la ciudad, en la ex garita de El Pueblito, la esperaba ya mucha gente y salien-

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do al camino encendieron sus velas, todas las que llevaban y comenzaron a rezar el rosario cantando los misterios “Dios te salve bella Aurora”. Al llegar a la hacienda de El Jacal, encontramos a la gente de El Pueblito que había venido a encontrarla con sus músicas. El camino iba lleno de gente rezando y cantando [Idem].

Apuntes finales

El objetivo de este trabajo ha sido bosquejar algunas elaboraciones culturales asociadas a tres epidemias acontecidas en la ciudad de Querétaro en diferen-tes periodos históricos; si bien este tipo de fenómenos precisan de abordajes integrales e interdisciplinarios para su amplia comprensión, únicamente me he centrado en el carácter asumido por la religiosidad para la asignación de sentido y el tratamiento de enfermedades como el matlazáhuatl, el cólera y la in!uenza española.

Aunque cada episodio epidémico ocurre con un siglo de distancia aproxi-madamente, los recursos y mecanismos implementados por la sociedad quere-tana de cada época muestran algunas similitudes, lo que evidencia cierta con-tinuidad de prácticas culturales e instituciones en un contexto permeado por el catolicismo que no permaneció ajeno a las transformaciones estructurales y dinámicas convulsas que vivió México.

En los tres casos, es recurrente la complementariedad de las potencias sa-gradas junto a los tratamientos médicos de la época para revertir los estragos de las enfermedades, acudiendo al repertorio de vírgenes y santos, así como a reliquias y artefactos que disponía la devoción local y regional. Un elemento central aparece en el culto a la virgen de El Pueblito mediante visitas organiza-das a la ciudad; dichas visitas planteaban una serie de ejercicios performativos a través de los cuales se recreaban los vínculos espirituales que sostenían el parentesco mítico entre la imagen mariana y la ciudad.

A través de fórmulas canónicas encauzadas por la jerarquía eclesiástica local, este patronazgo se proyectó en procesiones, novenarios y misas que con-ducían el tránsito liminal de una ciudad a!igida. En tales escenarios, la ciudad misma es representada como una entidad enferma en la que irrumpen las po-tencias sagradas, situación que colapsa momentáneamente sus calles y espacios públicos para encaminar actos expiatorios que buscaban subsanar la enferme-dad mediante plegarias y el dolor infringido a los cuerpos de los penitentes.

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Para inicios del siglo XX, los efectos de las leyes de reforma limitaron este tipo de manifestaciones en Querétaro, sin que ello signi"cara su total desa-parición; inclusive, en el caso de la in!uenza se observa la integración de las procesiones y visitas de la virgen, junto a otros mecanismos y artefactos para ampliar los tratamientos de las epidemias, como ocurrió con la circulación de invocaciones mediante materiales impresos o el uso de palmas benditas y es-tampillas en las viviendas.

Por último, cabe subrayar el valor interpretativo que ofrecen las fuentes consultadas, destacando algunas crónicas civiles y religiosas, así como material hagiográ"co de la época que sintetizan aspectos interesantes de los modos de pensar y percibir de una sociedad; en conjunto, dichos materiales muestran super"cies imprescindibles para entender las maneras en que una comunidad asimila los sucesos críticos que vive en un contexto preciso, complementando la mirada global al desarrollo y atención de las enfermedades epidémicas con la identi"cación de aquellas estrategias sutiles y signi"cativas sobre las que edi"ca la comprensión e inteligibilidad de los trastornos experimentados.

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La in!uenza de 1918 en Ixtenco, Tlaxcala

Mtro. Jorge Guevara Hernández

INTRODUCCIÓN

La reciente pandemia del llamado virus del SARS-CoV-2, por su impacto mundial, su cobertura mediática y la in"nidad de perspectivas que suscita

es un fenómeno sin comparación con las diversas epidemias y pandemias que han sucedido a lo largo de la historia de la humanidad. Sin embargo, no deja de ser un buen ejercicio mental recordar tales males en casos especí"cos y no tan generales.

Por ejemplo, tenemos la erróneamente denominada por la prensa mexica-na “in!uenza española” o “peste roja”, que en los inicios del constitucionalismo en México hizo estragos extraordinarios. A nivel mundial se calcula que hubo, en 1918, 20 millones de muertes en tres meses y 50 millones en los tres años de su duración [Netzahualcoyotzi Méndez, 2003]. En México se calculan desde 300 mil hasta 450 mil los fallecidos en 1918 [Márquez y Molina, 2010].

El presente artículo trata sobre el impacto de la epidemia de la in!uenza o gripe de 1918 en el caso especí"co del pueblo yumhu u otomí, localizado en Ixtenco, Tlaxcala, tomando en consideración los datos antropológicos, históri-cos y censales.

La llegada de la influenza a Tlaxcala

De acuerdo con la información obtenida de notas periodísticas y actas de de-función que consultó, Netzahualcoyotzi [2003] pudo a"rmar que la in!uenza de 1918 entró al país por el puerto de Veracruz, a través de un buque con enfer-mos que había partido de Barcelona o de Santander. Antes de llegar al puerto jarocho hizo una escala en la isla de Cuba.

Veracruz, en el primer tercio del siglo XX, era el principal puerto que co-nectaba la España peninsular con la capital mexicana, mediante dos medios principales, la carretera de diligencias y el ferrocarril. Ambos medios pasaban por Tlaxcala, por lo que se consideró “normal” el contagio. Además, el otro

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camino que conectaba el puerto con la ciudad de México pasaba por Puebla y entre ésta y Apizaco existía un ramal del ferrocarril que continuaba al sur del país, lo que representaba un !ujo amplio y constante de personas. Lo anterior convirtió a Tlaxcala en un punto estratégico de comunicación y, por tanto, de contagio.

El impacto poblacional de la influenza en Tlaxcala.

El historiador Netzahualcoyotzi [2003] retomó los datos censales que el go-bierno de Por"rio Díaz había mandado levantar antes de estallar la Revolución Mexicana. Si bien puede no ser tan con"able, por no tener la rigurosidad me-todológica de los últimos censos poblacionales, sirve para darse una idea. Una aclaración pertinente cabe en este momento. Aunque existía el municipio como "gura política y administrativa del Estado, también había una organización en términos judiciales que dividía la entidad de Tlaxcala en cinco Distritos y los resultados fueron expresados en esos términos. Aún perdura dicha división e Ixtenco, por ejemplo, pertenece al Distrito Juárez, junto con los municipios de Huamantla, Zitlaltepec, Terrenate, Altzayanca, Cuapiaxtla y Tequexquitla.

Según aquel censo, en 1910 en Tlaxcala se registraron 184 271 habitantes y en el Distrito Juárez había 36,661, de los que se desconoce cuántos vivían en Ixtenco en esa fecha y en el año de la pandemia. Lo que sí se sabe es que en el Distrito Juárez la epidemia comenzó el 9 de octubre y "nalizó el 31 de diciem-bre de 1918, es decir, tuvo una duración de 75 días.

En Ixtenco hubo en 1918 un total de 384 defunciones, que se repartieron durante ese año de la siguiente manera: en el periodo de enero a octubre hubo un total de 97 muertos, mientras que de octubre a diciembre hubo 287 falleci-mientos. Es decir, hubo un notable incremento por la pandemia. Posiblemente, el porcentaje de muertes alcanzó entre un 10 y un 15 por ciento del total de la población, viendo que en el censo de 1921 se reportó un total de 3 528 habitan-tes, con 1 807 mujeres y 1 721 hombres. En el censo de 1895, mucho antes de la pandemia, se tuvo un total de 3 025 habitantes de los que 1 111 eran mujeres y 1 914 hombres.

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Estrategias contra la influenza

Debido al alto impacto que tuvo la pandemia de la gripe de 1918, el Gobierno Federal tomó el control de la política de salud. Asombra que, desde hace poco más de una centuria, se continúen aplicando las mismas medidas de pro"laxis. De acuerdo con un desplegado de la Secretaría de Salud de Puebla [Foto 1], las medidas pro"lácticas eran: desinfección, aislamiento del enfermo y prohibi-ción de las multitudes. En otras palabras, no han variado a lo largo del tiempo dichas medidas higiénicas.

Foto 1. Medidas contra la in!uenza de 1918, en Puebla.

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Como había un sector de cientí"cos que consideraban que tales medidas pro"lácticas tenían muy poca utilidad para la remisión de la pandemia pro-movieron, en contraparte, la creación de las vacunas bacterianas al notar, en experimentos controlados, que tales remedios eran de alta e"cacia en la erradi-cación de la sintomatología de la enfermedad. Y si bien en el Gobierno Federal pudieron dar cabida a las dos alternativas, pro"laxis y vacunas, debido a la falta de coordinación entre la autoridad política y los cientí"cos, no se pudo evitar la propagación de la epidemia [Netzahualcoyotzi, 2003].

Percepción yumhu de la influenza de 1918

Hay varias formas de observar la manera en que los yumhu de Ixtenco pudie-ron haber valorado la enfermedad de la gripe. La primera sería a través del vocabulario. Tenemos así que en una recopilación hecha por un intelectual yumhu, Mateo Cajero [2016], encontramos que la palabra “peste” hace alusión a: “ruina, destrucción, epidemia, enfermedad infecciosa y contagiosa”, que la tradujo como niñoxa, donde la equis se pronuncia como jota. La de"nición tiene su componente de catástrofe al referir la ruina y destrucción, que puede estar vinculado a lo agrícola, porque es la manera de describir el estado de un campesino luego que le cayó una plaga que terminó acabando con la siembra. También tiene un componente médico, al referir a una epidemia, que es el que propiamente se re"ere a la in!uenza.

La palabra niñoxa se forma con el fonema ni, que parece provenir de niní, que se traduce como enfermedad. N-ñome, que se traduce como acompañar en un sentimiento o estado de ánimo. Y de xa, término para decir apestar o despedir mal olor. De tal manera que una traducción libre del término yumhu de peste sería: enfermedad que se acompaña de mal olor.

Para decir “calentura” se dice tzoxpa, de calor, pah, agarrar, hox, cosa mala o algo que afecta la salud, tzoxo. La traducción literal sería “cosa mala calor que se agarra”, quizá re"riéndose a la calentura que acompaña la enfermedad de la gripe.

La segunda manera de abordar la percepción sobre la gripe es a través de los relatos de los sobrevivientes. Tal es el caso del relato 14, recopilado por Lastra [1997] en la década de los noventa del siglo pasado. Es uno autobio-grá"co de David Alonso, en el que narró que en 1917 iba a la escuela y al año siguiente, en octubre, “le pegó” la enfermedad de la “in!uensia” [sic], que lo

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llevó a permanecer en cama. En noviembre murió una “hermanita” de dicha enfermedad. Otra hermana que tenía “también se alivió”, lo mismo que su papá. Su madre se mantuvo sana y fue la que los atendió. Es decir, en una familia de cinco miembros, se enfermaron cuatro, uno “no sintió nada” y otro murió.

Una tercera manera de percepción es la derivada del pensamiento mágico que rodea a las enfermedades. Cajero [2002] nos proporcionó la pista al hacer referencia que el sarampión se presenta en los infantes, se recomienda ponerle una ropa o un collar de color rojo, lo que se cree favorece que brote rápido y evita que dañe al niño o niña. Es una clara muestra del empleo de la magia simpatética.

En resumen, si tomamos como ejemplo lo dicho por el sobreviviente David Alonso [Lastra 1997: 194-196], de que en su familia de cinco miembros hubo un fallecido, podemos suponer a falta de datos "ables que, sí se conta-bilizaron 287 fallecidos, quizá corresponda a 287 familias. Y si el número de contagiados de la familia de Alonso fueron cuatro de cinco, cabe especular que posiblemente en el pueblo hubo cerca de 1 800 contagiados, que representaría el sesenta por ciento de la población total, mismo porcentaje de recuperados, si se toma como modelo lo sucedido en la casa de Alonso, donde el número de contagiados llegó al 80%.

Para nombrar a la in!uenza, los yumhu crearon una palabra que describía a la calentura como el síntoma principal que presentaba el [la] enfermo [a], que se adecuaba a su noción de lo frío, así la enfermedad fue vista como causada por un enfriamiento por lo que su tratamiento se basaba en remedios “calien-tes”. Emplearon el verbo agarrar para indicar que la enfermedad se había insta-lado en la persona. Mientras que Alonso usó el término de pegar, lo que sugiere una noción de que la enfermedad era extrínseca al individuo.

El virus de la in!uenza llegó mediante las vías de comunicación que man-tenían a Ixtenco comunicado con la Costa del Golfo, con Puebla y con la ciudad de México, por lo que la solución que se dio a esta movilidad del virus fue el aislamiento social y la reclusión familiar.

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REFERENCIAS

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Cajero Velázquez, José Mateo Lino [2016] Y-yu an ñuhmu, Raíces del otomí. Gobierno Municipal. Tlaxcala.

Lastra, Yolanda [1997] El otomí de Ixtenco. Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Antropologicas. México.

Márquez Morfín, Lourdes y América Molina del Villar [2010] “El otoño de 1918: las repercusiones de la pandemia de gripe en la ciudad de México”, Desacatos, Revista de Antropología Social, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social No. 32, ene-abr. México.

Netzahualcoyotzi Méndez, Marciano [2003] La epidemia de gripe de 1918 en Tlaxcala. Universidad Autónoma de Tlaxcala-Departamento de Filosofía y Letras. México.

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II. ANÁLISIS REGIONAL

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Notas sobre algunos pueblos del noroeste ante la pandemia de COVID-19

Claudia Jean Harriss ClareDEAS-INAHJosé Luis Moctezuma ZamarrónCentro INAH Sonora

Los pueblos originarios del noroeste mexicano incluyen los ralámuli [tara-humaras], guarijíos, o´oba [pimas] y ódami [tepehuanos del norte], habi-

tantes de la Sierra Madre Occidental. En los valles de Sonora y norte de Sinaloa se encuentran los yoeme [yaquis], yoreme [mayos], comcáac [seris] y tohono o’odam [conocidos en la región como pápagos].

En algunas áreas rurales, además de los pueblos, hay migrantes indígenas de otras latitudes, agricultores y rancheros no indígenas, otras personas con pequeños negocios, así como profesionistas, maestros y enfermeras que nor-malmente van y vienen en los territorios indígenas por temporadas.

Los poblados originarios que viven en sus comunidades ancestrales se mantienen en sus ranchos familiares, en pueblos interétnicos o en rancherías indígenas; las últimas se distinguen por su movilidad temporal. Por distintos motivos, muchas de estas personas habitualmente participan en la migración regional entre sus comunidades a los campos agrícolas o a las ciudades de la región.

En la sierra, la estrategia de vivir en rancherías es histórica. Es un meca-nismo de distanciamiento de los extraños a los grupos locales, con una orga-nización social basada en sus relaciones de parentesco en pequeños poblados autosu"cientes, separadas entre sí y de los pueblos interétnicos. Esta lógica de aislamiento de los pueblos serranos obedece a diversos factores históricos, eco-lógicos y sociales: principalmente el acceso para el control de las escasas fuentes de agua o a los distintos nichos para la recolección y la caza; áreas adecuadas [o no] para las milpas o el ganado; además están los elementos culturales con!ic-tivos de larga data entre sectores sociales con individuos no indígenas que han buscado el dominio de estos recursos locales.

Estas dinámicas de con!ictos y negociación han resultado en procesos de resistencia y de despojo de muchos indígenas, moviéndose a terrenos más in-

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hóspitos y de difícil acceso de las barrancas, que han ocasionado una vida más ardua, pero a su vez ha servido para evitar mayor contacto y con!ictos con sus vecinos no indígenas.

Se puede decir que los nichos sociales de los indígenas tienen mecanismos de autosu"ciencia, eso es a pesar de las grandes distancias entre sí y con las ciudades de este extenso territorio. Aunque en años recientes el despojo por la violencia de la gente de la sierra hacia los centros urbanos ha resultado en la formación de colonias con poblaciones indígenas en las ciudades de la región. Por ahora, los que viven en estos polos urbanos de atracción están más expues-tos al contagio del COVID-19 que sus familiares, eso es a pesar del crecimiento de casos en los municipios de la sierra y en los valles.

En los valles la situación es diferente. Por un lado, los comcáac y el grupo yoeme habitan en territorios propios, con una cantidad pequeña de no indíge-nas viviendo en sus comunidades tradicionales. Por su parte los o’odham y los yoreme conviven cotidianamente con mestizos dentro de sus comunidades, la mayoría de las veces siendo minoría al interior de los pueblos donde habitan.

Su situación de contacto es contraria a los grupos de la Sierra, al vivir en zonas de fácil acceso y en varios casos cerca de centros urbanos, aunque man-tienen una territorialidad con reminiscencias del modelo de ranchería, vivien-do en amplios solares. Sin embargo, sus relaciones con los no indígenas son cotidianas y eso los coloca en una situación complicada ante la expansión del COVID-19.

A raíz de las actuales medidas sanitarias por el COVID-19, las estrategias “segregacionistas” históricas representan iniciativas contemporáneas de las propias comunidades. Por ejemplo, los guarijíos de Sonora están limitando el trá"co a su territorio a camiones de carga con comida, médicos y otros produc-tos de primera necesidad [Palomares, 2020].

Antes de la Semana Santa en la Tarahumara, las autoridades estatales es-tablecieron retenes para frenar la entrada de turistas que habitualmente llega-ban por estas fechas con los ralámuli. Además, las policías de distintos niveles del gobierno frenan el trá"co de las ciudades norteñas hacia las comunidades vulnerables de la serranía, de algún modo con el objetivo de fortalecer cierto blindaje para las comunidades dispersas en la sierra.

No obstante estas acciones, hay casos de infectados llegando a la sierra de Chihuahua [https//:coronavirus.gob.mx/datos, 4 de mayo, 2020] a los muni-cipios de la zona o´oba de Temósachic, los municipios ralámuli de Bocoyna y

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Guachochi además de la zona o´odami de Guadalupe y Calvo. Para el mes de mayo no se presentaban casos de los municipios guarijíos de Chihuahua ni de Sonora, como tampoco entre los o’ob de Sonora.

Las mismas clínicas en la sierra y las de otras zonas rurales que dan ser-vicios a comunidades indígenas, tienen poca o nula infraestructura. Además, muchas veces los indígenas, como el personal de salud, carecen de traductores u otras formas que aseguren una plena comunicación entre sí.

Imagen No.1: clínica médica de la zona guarijó en Chihuahua, fotografía de Claudia Harriss, 2014.

En los dos poblados comcáac, sus habitantes se han recluido y tratan de mantener el distanciamiento social frente a los actores externos con los que convivían hasta poco antes de la pandemia. Han solicitado el apoyo externo a través de un amplio espectro de las redes sociales para poder mantenerse a resguardo. Hasta mediados de mayo les ha resultado efectivo su aislamiento, pero enfermedades como la diabetes y la hipertensión, tan generalizadas por los cambios alimenticios y de actividades productivas ocurridas en las últimas décadas, los ponen en una seria situación si llegara a cundir el COVID-19 en su interior. La diabetes es uno de los factores de alto riesgo al adquirir el virus y los comcáac presentan un porcentaje muy alto, de 30.8% para 2014, si se compara con el 14.4% a nivel nacional en 2006. Mientras los o’ob presentaban un 10.1% en 2014 y los yoeme 18% en 2008 [Esparza Romero 2020].

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Los yoeme han continuado con su vida cotidiana, incluyendo la celebra-ción de la Cuaresma y la "esta de la Santa Cruz. Para protegerse lo han hecho tratando de evitar la entrada a sus poblados a los llamados yoris [no indíge-nas]. Por su parte, para los yoreme la situación ha sido más complicada porque conviven cotidianamente con yoris dentro de sus poblados. Como un grupo con un sistema ritual muy elaborado, en especial durante la Cuaresma y otras "estas de esta temporada, han tenido que negociar de distinta manera con las autoridades sanitarias de la región, en algunos casos han suspendido algunas de sus ceremonias y en otros llevándolas a cabo casi por completo, hasta que el escenario fue demasiado peligroso. En varios casos el ritual se realizó con el mí-nimo de participantes y se solicitó a indígenas y no indígenas a no asistir para tratar de evitar los contagios. Hasta la fecha no hay datos sobre la transmisión del virus en el sur de Sonora, a pesar de estar muy cerca de ciudades donde el virus ya ha causado algunas muertes, pero en el norte de Sinaloa, estado con una alta incidencia de los contagios, se tiene noticia de varios enfermos.

Por su parte, los tohono o’odham se han mantenido en los lugares de resi-dencia. Algunos en pequeñas rancherías o en sus ranchos, mientras los que vi-ven en la ciudad de Caborca buscan mantener el distanciamiento social para no contagiarse del virus [Morán y Guerrero 2020]. Sus parientes en Arizona ya es-tán padeciendo la pandemia en sus reservaciones, con varias decenas de casos.

Lo mismo sucede con los cucapá. A sólo 18 km de San Luis Río Colorado, la ciudad fronteriza con más contagiados y muertos por el COVID-19 en Sonora, este pequeño grupo se mantiene lo más aislado posible y siguiendo las instrucciones de las autoridades de salud [Moran y Guerrero 2020, Cubillas 2020]. Pero al igual que el resto de los grupos indígenas de la región, su situa-ción es precaria y por lo tanto en serias complicaciones de contagiarse del virus.

Hasta ahora no sabemos cómo esta enfermedad afecta a los pueblos in-dígenas, ya que sólo contamos con cifras o"ciales de casos por edad y sexo [https//:coronavirus.gob.mx/datos] y aún no se cuenta con información que ilustre el impacto de esta enfermedad entre los indígenas. Lo que sabemos es que estas comunidades cuentan con una mínima infraestructura y servicios médicos básicos ofrecidos en clínicas locales. Lo que sí sabemos por los traba-jadores de las mismas clínicas, es de los altos índices de hipertensión y diabe-tes entre las poblaciones indígenas. Además, el gobierno federal reporta que el COVID-19 cobra más muertes entre los adultos mayores [https//:coronavirus.gob.mx/datos]. Para los pueblos indígenas, los adultos mayores son precisa-

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mente las personas consideradas más sabias, las que guardan el conocimiento de las creencias y las prácticas culturales; costumbres que representan el cora-zón y la vitalidad de la nación, además de ser quienes mantienen en uso sus lenguas maternas.

Frente a esta amenaza las comunidades han sido activas. Mientras que mu-chas personas de la sierra se dedican a sembrar su propia comida para aguan-tar la pandemia, hay mujeres indígenas en las ciudades, participando con la traducción de materiales en lengua indígena para el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas [INPI], el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas [INALI] y otras organizaciones no gubernamentales que están trabajando con las pobla-ciones originarias, compartiendo estos en mensajes enviados a sus rancherías de origen. Sin embargo, la falta de una política del lenguaje integral ha pro-vocado problemas en la elaboración de materiales que informen de manera precisa y con pertinencia cultural de la pandemia. Otras mujeres tarahumaras en la ciudad confeccionan máscaras estampadas con motivos de !ores para su venta en la ciudad, además de quienes mandan solicitudes directas para ayuda en Facebook.

Por parte del estado, la información disponible se concentra más en la vio-lencia contra las mujeres, pero muy poca está traducida a lenguas indígenas, mientras que los materiales acerca del COVID-19, son muy pocos. Aunque las autoridades lanzaron campañas preventivas por el Coronavirus en lenguas originarias [véase Comunicación Social 028, https://www.gob.mx/inpi] a los municipios de la Tarahumara, muchos pueblos no reciben la señal de la radio-difusora XETAR del INPI, ubicada en el municipio de Guachochi. No obstante, es probable que otros mensajes llegan por medios de la televisión e inclusive en material de mano distribuida por los municipios, pero sobre todo de boca en boca, como tradicionalmente lo han hecho en las redes sociales de los grupos de la región, aunque con los problemas de la falta de información clara, como ha sucedido con el resto de la población mexicana.

La Radio de los Tres Ríos, es otra emisora del INPI, que transmite en las lenguas yaqui, mayo y guarijío se ha encargado de presentar los materiales en lengua indígena, elaborados, sobre todo, por el INALI. Sin embargo, no cuentan con su"cientes materiales sobre el COVID-19, más allá de los básicos, mientras los hablantes se enfrentan a una masiva desinformación en otros medios de comunicación, donde el español es la única lengua de uso. Las múltiples voces a favor o en contra de creer o no en la pandemia y cómo enfrentarla han pro-

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vocado un caos al interior de los miembros de los diversos grupos indígenas, incluso al interior de las familias.

Lo que tenemos claro es que la enfermedad está en su fase embrionaria en las regiones indígenas del noroeste de México y en algunos casos muy cerca de zonas urbanas donde la pandemia ya ha causado estragos. Lo crítico hasta ahora es la falta de recursos aún para sobrevivir, por el tipo de actividades que realizan muchos de sus miembros, como la venta de artesanías, laborar en ma-quilas, en la construcción o en otras actividades cerradas por la pandemia, así como un gran número de mujeres cuya actividad es trabajadoras domésticas y que han perdido su ingreso a raíz de la suspensión de labores por el distancia-miento social y que no cuentan con la seguridad de la percepción de un salario al suspender sus actividades [Rivas Medina 2020].

Nos encontramos en una situación veloz, dinámica y cambiante. Llegar a conclusiones sería precipitado. Por el momento, no sabemos con seguridad, pero se ve que el COVID-19 podría llegar a todos los rincones del país, a co-munidades indígenas apartadas y próximas que, en su mayoría, carecen de in-fraestructura médica, agua u otros medios para combatir la enfermedad. Una cuestión para los antropólogos es ver cómo dimensionar el problema para ubi-carnos en este caos social global para poder apoyar lo local, con nuestro cono-cimiento para las comunidades que nos han cobijado por tantos años.

REFERENCIAS

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Mayorga, Patricia, “Covid llega a la Sierra Tarahumara: Reporta primer caso de corona-virus”, Proceso digital, 23 de abril, 2020 [consultada el 28 de abril, 2020].

https://www.proceso.com.mx/627114/COVID-19-llega-a-la-sierra-tarahumara-hay-2-contagios

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Esparza Romero, Julián, “Diabetes y COVID-19: situación en México y recomendacio-nes para pacientes.” Notas del CIAD, 7 de abril de 2020. https://www.ciad.mx/notas/item/2328-diabetes-y-COVID-19-situacion-en-mexico-y-re-comendaciones-para-pacientes

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“ONGs solicita apoyo para la Tarahumara ante COVID-19; autoridades con"rman el primer caso”, en Sin embargo periódico en línea, 21 de abril, 2020, [consultada el 27 de abril, 2020]https://www.sinembargo.mx/21-04 2020/3771864?'clid=IwAR1WpiS8wsMJ2toJ-ylT0v3KFtdJTJ1fSjLT3G-9NcJoOsydycyiuHPFsXQs

Palomares, Jesús, “Ante amenazada de COVID-19, cierran entrada a territorio de la étnia Guarijío”, en El Imparcial, 24 de marzo, 2020, [consultada el 1 de mayo, 2020] https://www.elimparcial.com/sonora/sonora/Ante-amenazada-de-COVID-19-cierran-entrada-a-territorio-de-la-etnia-Guarijio--20200324-0025.html

Rivas Medina, Vanesa, “Mujeres indígenas lanzan un grito de auxilio por la pandemia, en El Heraldo de Juárez, 19 de abril de 2020. https://www.elheraldodejua-rez.com.mx/local/mujeres-indigenas-lanzan-un-grito-de-auxilio-por-la-pandemia-5121971.html

“Tarahumaras fabrican cubrebocas con diseños rarámuri”, en México Primero [página de Internet], abril, 2020, [consultada, el 28 de abril, 2020] http://mexicoprimeronoticias.com/2020/04/tarahumaras-fabrican-cubrebocas-con-diseno-raramuri/

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Subjetividades, riesgo y contextos de violencia en el sur de Veracruz en épocas de COVID-19

Manuel Uribe Cruz José Carlos López LópezCentro INAH Veracruz

Me dormí y soñé que iba en un cayuco [canoa] y me llevaba la corriente, pero la corriente de lo que parecía un río no lo era […] Era una calle recta y muy larga. A los lados habían muchos árboles, era de día, y de pronto miré a los lados del cayuco y con mucha inquietud vi que pasaban cerca […] muchas personas muertas; pero estos muertos me rebasaban con gran rapidez, no entendía lo que pasaba porque no podía tener control del cayuco [que] agarró más velocidad […] los muertos eran arrastrados y entramos en una neblina que se tornaba densa y oscura y más densa y oscura y de pronto caí en un vacío vertiginosamente y cayendo al vacío me desperté [Entrevista realizada a J.A en Minatitlán; Ver., el 23 de abril de 2020].1

La pandemia de COVID-19 que actualmente experimentamos es sin igual en todos los sentidos, tanto por su capacidad expansiva como por el impac-

to en la mortalidad de las personas sin importar clases sociales, naciones o cul-turas; afectando invariablemente al sector vulnerable de la sociedad, incluidos

1. Entrevistas de campo realizadas por Manuel Uribe Cruz, entre el 26 de marzo [6 días después que se declara la cuarentena de la COVID-19 en todo el país] y el 6 de abril de 2020. Ello, motivado por un viaje a las ciudades de Minatitlán y Coatzacoalcos por cuestiones familiares y también por curiosidad antropológica. Se presentaba, pues, una oportunidad única de presenciar cómo se experimentaba la pandemia en una región que he trabajado por años y en donde la inves-tigación en campo es, de por sí, un verdadero riesgo debido a las actividades de los grupos delic-tivos. Y, dado los contactos que se han tejido a través mi participación en el Programa Nacional de las Regiones Indígenas de México-INAH, así como con amigos, familiares, directivos y tra-bajadores de las diferentes Casas de Cultura en el sur de Veracruz, Dirección General de Culturas Populares [DGCP], Instituto Veracruzano de Cultura [IVEC], Universidad Veracruzana [UV] entre otros. Me interesó indagar las percepciones en estos momentos de la pandemia, junto a los riesgos que la población ha casi “naturalizado”: la violencia ejercida por el narcotráfico.

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los pueblos originarios. Pero, singularmente, por la inmediatez de la informa-ción a través de los medios de comunicación globales en la televisión, la radio y las plataformas digitales denominadas “redes sociales” [Facebook, Twitter, Instagram y YouTube, entre otras] con la incesante cobertura ininterrumpida de la propagación del virus, el cierre de fronteras en los distintos países del mundo y el declive de la economía mundial. Además, un mal del que no exis-tían precedentes: las noticias falsas [más conocidas con el anglicismo fake news] divulgadas por algunos de estos canales de información que detonan efectos en la salud mental al provocar ansiedades, miedos, apatía, frustración e inquietud.

Estas respuestas colectivas e individuales representan las subjetividades so-ciales. Y con toda razón, debido a los efectos experimentados y próximos en los ámbitos económicos, socioculturales y políticos en todo el planeta. Develando de esta manera, diversas actitudes sociales frente a una crisis mundial: irra-cionalidad, miedo, excentricidades, conformismo, odio, xenofobia, clasismo, racismo; al "n y al cabo, ciertas partes de la condición humana.

En la literatura existen varios ejemplos que permiten comprender las res-puestas de las sociedades frente a las crisis provocadas por fenómenos pan-démicos, pestes y virus. Es el caso de La peste de Albert Camus, publicada originalmente en 1947, en que el autor de origen argelino profundiza en la condición humana de cara a la muerte por una peste en la ciudad de Orán [Argelia], exponiendo el surgimiento de los más profundos subconscientes: odios, insolidaridad, irracionalidad y egoísmos en los momentos más aciagos, donde la prosperidad material siempre parece ser una meta más razonable que la supervivencia colectiva [Camus, 2012].

José Saramago, por su parte, en Ensayo sobre la ceguera [publicada en 1995] describe las más profundas emociones frente a una enfermedad que, como su nombre lo indica, provoca ceguera. El lusitano nobel de literatura explora la degradación por un virus contagioso que exhibe los sinsabores de la condi-ción humana en circunstancias críticas, desnudando las relaciones personales en donde el odio, la venganza y el usufructo de los exiguos recursos surgen en momentos de escasez, es decir, algo así como una mínima historia de las civili-zaciones humanas [Saramago, 2015].

No obstante, en estas novelas también surgen gestos de solidaridad, al-truismo, de espíritu colectivo, una comunidad en mutua ayuda y colaboración que a fuerza de males se ve obligada a comprender que de ésas salen todos juntos. Ejempli"cando de manera distópica, que al "nal de los "nales el ser

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humano está encadenado a sus más profundas características que lo de"nen: la individualización más descarnada o el ser colectivo en contextos apremiantes de peligro.

En Cien años de Soledad de Gabriel García Márquez [2007], se relata una “peste del insomnio” que obligó a los habitantes del "cticio Macondo a un auto-con"namiento para no afectar a los demás. La peste se propagaría con la llegada de Rebeca, la hija adoptiva de los Buendía. Visitación, indígena encargada de cuidar el hogar, reconoció la llegada irremediable de la enfermedad que sin-gularmente provocaba el olvido. Ella, junto a su hermano Cataure, arribaron a Macondo huyendo de su pueblo milenario.2

Este episodio lleno de esperanza da luz en cómo algunas poblaciones lo-cales olvidadas de las metrópolis donde existen clínicas e insumos médicos, como Macondo, expresan variadas alternativas echando mano de los mínimos elementos frente a las enfermedades. Algunas de estas respuestas basadas en técnicas populares, otras más a través del pensamiento mágico están dirigidas para remediar los padecimientos desconocidos. Este conocimiento, creado en los muchos Macondos reales, amalgama una serie de disyuntivas basadas en un aparato cultural que con mayor o menor grado de e"cacia reproducen el esfuerzo humano para, por una parte, comprender los fenómenos nuevos y, por otra, solucionarlos con los medios a sus alcances.

Los anteriores ejemplos establecidos en la "cción literaria permiten llegar a una primera lectura frente a la actual pandemia que experimentamos: la vulne-rabilidad de la sociedad frente a las crisis, paradójicamente aún en pleno siglo XXI. En efecto, podemos observar que en las problemáticas mundiales, como en ésta, se vislumbran de manera diáfana los acuciantes problemas de la socie-dad provocados por la expansión del capitalismo en el mundo, con la desigual-dad expresada en la falta de servicios médicos dignos para cualquier persona independientemente de las clases sociales, la imperante individualización del ser, las desquiciantes propuestas del capital vociferados por empresarios y la debilidad de los Estados nacionales frente a un virus de esta magnitud.

2. García Márquez [2007: 59] relata que durante este momento “[…] no se les permitía comer ni beber nada durante su estancia, pues no había duda de que la enfermedad solo se transmitía por la boca, y todas las cosas de comer y de beber estaban contaminadas por el insomnio. En esa forma se mantuvo la peste circunscrita al perímetro de la población. Tan eficaz fue la cuarentena, que llegó el día en que la situación de emergencia se tuvo por cosa natural, y se organizó la vida de tal modo que el trabajo recobró su ritmo y nadie volvió a preocuparse por la inútil costumbre de dormir”.

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Las crisis de este tipo muestran la naturaleza humana frente al temor a la muerte, lo inefable y lo desconocido. Son reacciones innatas que subyacen a un conocimiento cultural en momentos de di"cultad, creando subjetividades que se encuentran históricamente determinadas y que materializan en algunos casos los más profundos sentimientos colectivos, justi"cando en muchos casos discriminación, racismo y exclusión social.3 De modo que estas expresiones son hijas de su tiempo.

En virtud de ello, con la aparición de los primeros casos de COVID-19 en nuestro país se han observado innumerables percepciones subjetivas. En algunas localidades surgió el rechazo a la instalación de antenas telefónicas [en algunos casos fueron destruidas], ya que a través de los fake news se creó la interpretación de que la tecnología comunicacional 5G aumentaría la propaga-ción del virus, así como severas afectaciones a las vías respiratorias. Aunque no se tiene certeza de ello, forman parte de respuestas colectivas que disfrazan el temor a lo desconocido.

Por otra parte, en algunos mercados populares de Villahermosa, Tabasco, hasta antes del con"namiento masivo, salieron a la venta veladoras, lociones y bálsamos en contra de la enfermedad por coronavirus [COVID-19véase https://heraldodemexico.com.mx/tendencias/mexico-veladoras-balsamos-contra-covid19-tabasco-esoterismo/] Mientras que en San Pedro Chenalhó, Chiapas, tras con"rmarse el primer caso de afección, un pastor de origen tzotzil realizó rezos en los cerros frente a dos cruces y decenas de velas para solicitar la sana-ción de dicha persona infectada, así como que se evitara su propagación en las localidades circunvecinas [véase https://diariodechiapas.com/region/oracion-maya-por-primer-caso-en-chenalho/123646] Justamente, estas respuestas for-man parte de una producción de conocimientos al margen de la ciencia médi-ca, cuyas alternativas basadas en el pensamiento mágico, en el conocimiento y religiosidad popular se elaboran para erradicar la enfermedad infecciosa.

Existen otras respuestas colectivas y subjetividades frente al virus que cristalizan profundos contextos de desigualdad social, violencia y terror. Particularmente, en el sur de Veracruz, donde nos encontramos investigan-do desde la creación del Programa Nacional de Etnografía de las Regiones Indígenas-Equipo Veracruz, el hostigamiento de grupos de la delincuencia

3. Ello implica considerar la hegemonía ideológica de la época que postula e impone una interpretación de los acontecimientos como verdades absolutas, mientras que al mismo tiempo suprime aquellas que no son parte de los principios o propósitos subyacentes [Foucault, 1970].

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organizada imperantes en la región as"xian a las pequeñas y medianas em-presas con el llamado “cobro de piso”, el asesinato de líderes sociales, activistas y servidores públicos a pesar del con"namiento por la cuarentena; mientras que, paralelamente, en una estrategia de “solidaridad” donan despensas a loca-lidades rurales empobrecidas. Sumado a ello, tenemos la grave pauperización económica experimentada desde hace más de veinte años con la privatización de la industria petrolera y las subvenciones paraestatales. Por si fuera poco, se encuentra la incertidumbre laboral y económica provocada por la pandemia, generando como respuestas indiferencia, xenofobia y resentimientos sociales.

Debido a la posición geopolítica de esta porción veracruzana del Istmo de Tehuantepec4, el interés histórico por controlarla no solo subyace al Estado nación y a los empresarios, sino además a los grupos delictivos imperantes en el país. Desde 2007, durante el sexenio de la “guerra contra el narcotrá"co”, los se-cuestros, asesinatos y prácticas atroces [decapitados y descuartizados "lmados en videos y posteriormente subidos a diversas plataformas digitales de internet] aumentaron drásticamente. Estos métodos de terror no solo se relacionan con el ejercicio de la violencia como un instrumento para confrontar a sus adver-sarios en las disputas por las plazas sino, sobre todo, con cierto control social a través del miedo que dramáticamente va dejando huellas psicológicas en los habitantes, al grado de normalizarla como parte de su cotidianidad.

De modo que en una región donde la violencia, el desempleo y la cre-ciente pobreza que forman parte de una realidad imperante, la pandemia de COVID-19 a los habitantes les pareció, en las primeras semanas de declarada la contingencia sanitaria, un riesgo menor. Esto se constató cuando varios entre-vistados expresaban su escepticismo al respecto del virus: “eso es un invento de los gringos” o en su defecto argumentaban determinadas creencias propagadas por las fake news: “dicen que con el calor se muere el virus”; “es que los de allá [los europeos] son muy delicados para comer, aquí comemos hasta tacos al pastor de perro”, mientras que para algunos era: “un castigo de Dios”.

4. El sur de Veracruz o Istmo veracruzano forma parte del norte del Istmo de Tehuantepec. Está conformada por un grupo de ciudades costeras tropicales en cuyo eje figuran Coatzacoalcos, Minatitlán y Cosoleacaque que constituyen una importante zona industrial y comercial en Acayu-can. El área de influencia de estos centros urbanos abarca a otras ciudades como Agua Dulce, Las Choapas, Ixhuatlán, Moloacan, Nanchital, Zaragoza, Coacotla, Jáltipan. En conjunto, la población que la habita supera el millón de habitantes. En la región existen núcleos importantes de nahuas, zoque-popolucas, mixes-popolucas, afromexicanos y migrantes de otros estados como los zapote-cas [Münch, 1994; Uribe, 2008; Velázquez y otros, 2009].

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Al principio la mayoría siguió haciendo sus actividades cotidianas a pe-sar de los llamados de las autoridades sanitarias. Tanto en las ciudades de Minatitlán como en Coatzacoalcos, si bien la población limitó hasta cierto pun-to sus salidas, la mayoría de los negocios se mantuvieron abiertos en algunas plazas comerciales, así como en las pequeñas tiendas en los barrios y colonias. En esos momentos no había prácticamente ninguna persona afectada por el virus; sin embargo, con el correr de los días, al no tomarse las medidas ade-cuadas sobretodo en el transporte de los trabajadores de Petróleos Mexicanos [PEMEX] que laboran en las re"nerías, compañías privadas y plantas petroquí-micas o trabajadores que se quedaron sin empleo en las plataformas petroleras de Campeche y Tabasco, empezaron a reportarse casos de contagios.

La percepción colectiva de la gente fue cambiando, empezaron a ser más precavidos siguiendo las recomendaciones sanitarias, pero sobre todo a mos-trar cierto rechazo a los inmigrantes centroamericanos, como el caso de deter-minados pobladores de Oluta que se opusieron a su resguardado humanitario en un albergue; cuyo infortunio en su caminar fue quedar varados en mitad de una pandemia en un país cada vez más xenófobo. De igual modo, varias localidades cerraron el paso a la entrada a sus poblados a través de retenes, im-pidiendo el libre tránsito y la escudriñada inspección a nativos que regresaban a sus localidades de origen por el desempleo masivo [por ejemplo, en el caso de la obstrucción de caminos a los ejidos de Las Choapas que provocó con!ictos in-tercomunitarios; véase https://www.presencia.mx/nota.aspx?id=170023&s=3]. En tal sentido, otra realidad que merece ser estudiada con más detenimiento, es el caso de los migrantes nahuas, mixe-popolucas y zoque-popolucas que se trasladaron hacia el norte de la república o en su defecto a los Estados Unidos, en busca de trabajo y que retornaron a sus lugares de origen durante la pande-mia, cuyas condiciones de salud se desconocen.

Días después, en el Hospital Regional de PEMEX de Minatitlán empezaron a llegar los primeros pacientes contagiados. Hubo inconformidad en el perso-nal del hospital debido a que no se les proporcionó el equipo de protección per-sonal necesario [tapabocas, batas, guantes] y tuvieron que adquirirlos con sus propios medios. Según los informes de las autoridades sanitarias, hasta el mo-mento del desarrollo de este texto, las ciudades de Minatitlán y Coatzacoalcos ocuparon los primeros lugares de la entidad federativa en casos de contagios y decesos.

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A partir de ese momento, la población acataba con mayor cuidado las ac-ciones y recomendaciones, pero a su vez generaba incertidumbre pues como argumentaban la mayoría de los entrevistados: “no me puedo quedar en mi casa porque si no me muero de hambre”. Ante la falta de apoyo económico esta-tal para los vendedores ambulantes, los locatarios de los mercados populares y los pequeños negocios; el crimen organizado, como señalamos arriba, ha visto la excelente oportunidad para tejer futuras bases de apoyo, repartiendo des-pensas o en su defecto otorgando préstamos para la compra de medicamentos.

La situación se vuelve más compleja pues asistimos, aparentemente, a una reestructuración del tejido social basada en el miedo y en el desamparo ante la falta de empleo para mantener la economía doméstica. En el sueño de uno de los entrevistados se expresa esa incertidumbre:

me pregunta la máquina [¿?] qué estoy pensando y la respuesta es: no estoy pen-sando sino estoy sintiendo. Pasan los soldados, le siguen los policías y por último la policía federal y vino a mi mente la experiencia que he vivido en otros países donde existe un estado de guerra y a una hora ya no puedes andar en la calle por el riesgo de los balazos y bombas. Aquí todavía no pasa eso, pero el anuncio ‘quédate en tu casa’ me suena a ley marcial. La mayoría de las personas experimentan incertidum-bre, temor, angustia, desesperación y un mañana sin mañana. Es tiempo de poner a prueba nuestro dominio propio, nuestra capacidad humana porque de ahora en adelante se van a precipitar eventos de los cuales nuestras vidas van a ser sacudidas y nadie podrá auxiliar a nadie porque todos estaremos en con!icto [y] mire, cada quien por su vida, porque todo sucederá de repente [Entrevista realizada a P.A en Minatitlán; Ver., el 22 de abril de 2020].

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Imagen No.1: Mercado del centro de Minatitlán, fotografía de Roque Enríquez Moreno.

Estas subjetividades alojadas en el subconsciente de los sueños atraviesan a toda la sociedad, generando toda clase de emociones: angustias, tristezas, enojo y frustración, que conllevan a la profundización de las enormes desigualdades sociales preexistentes.

Llegados a este momento, surgen inquietudes: ¿Qué otras subjetividades emergerán cómo efecto de la incertidumbre socioeconómica en las localidades urbanas, rurales e indígenas del sur de Veracruz? ¿Qué tipo de alternativas se están creando y/o utilizando basadas en la medicina popular o el recurso a la magia para erradicar el virus al margen de los estudios cientí"cos de la salud? ¿Cuáles serán las dinámicas en el tejido social frente a los diversos contextos de violencia, desigualdad social y pandemia en los pobladores de la región? Asimismo, profundizar en las explicaciones que dan las personas sobre el ori-gen o causa de la pandemia. Éstas y otras múltiples interrogantes no podrán ser resueltas sino hasta que el devenir del tiempo permita dar luz para comprender estos fenómenos.

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Imagen No.2: Malecón de Minatitlán, al fondo la re"nería. Fotografía de Roque Enríquez Moreno.

Por lo pronto, concordamos con Buenaventura de Sousa Santos [2020], cuando menciona que las crisis en su naturaleza excepcional y temporal cons-tituyen además, una clara oportunidad de superación para crear un mejor es-tado de cosas tanto en el pensamiento como en el camino civilizatorio de la sociedad. El orden del caos se establece cuando las crisis terminan. Quizás, y solo quizás porque no tenemos ninguna certeza de ello, exista un nuevo or-den global, el replanteamiento de los modelos económicos hegemónicos o el recrudecimiento de por sí salvaje del capitalismo, las transformaciones de los Estados nacionales en tema de fronteras, seguridad social, educativa y de salud, pero, sobre todo, en las subjetividades colectivas donde se vislumbra el arraiga-miento a la individualización e indiferencia frente a la muerte y el sufrimiento del “otro”, o en su defecto, una esperanzadora faceta en la que haya solidaridad y fraternidad común.

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REFERENCIAS

Camus, Albert [2012] La peste. DE BOLSILLO. México.

Foucault, Michael [1970] La arqueología del saber. Siglo XXI. México.

García Márquez, Gabriel [2007]. Cien años de Soledad. Alfaguara. España.

Saramago, José [2015] Ensayo sobre la ceguera. DE BOLSILLO. México.

Münch Galindo, Guido [1983] 1994. Etnología del istmo veracruzano. UNAM. México.

Santos, Buenaventura de Sousa [2020] La cruel pedagogía del virus. CLACSO. Buenos Aires.

Uribe Cruz, Manuel [2008] Fiesta y mayordomía en el istmo veracruzana. Editora del gobierno del estado de Veracruz. México.

Velázquez, Emilia, Eric Léonard, Odile Ho(man y M.-F. Prévôt-Schapira [Coord.] [2009.] El istmo mexicano: Una región inasequible, estado, poderes locales y dinámicas espaciales [siglos XVI-XXI]. CIESAS-IRD. México.

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La Montaña de Guerrero y Nueva York; los extremos se tocan1

Samuel Villela FloresDEAS-INAH

No nos vamos a dejar vencer, tenemos que organizarnos mejor. Si logramos llegar a esta megalópolis y pudimos encontrar un rincón dónde vivir, recuperaremos nuevamente las fuerzas que nos han heredado nuestros abuelos, quienes siempre tuvieron bríos para llegar a la cima de la Montaña.Testimonio de un migrante montañero en NYCitado en Tlachinollan, A. C.

¡Un solo respirador para una región indígena de 400 000 habitantes! Es este uno más de los datos de la desigualdad extrema en nuestro país. Y la referen-

cia es de la séptima región indígena en el país –la conocida como La Montaña o Mixteca nahua tlapaneca- con una población altamente vulnerable frente a la pandemia del coronavirus, así como frente a enfermedades respiratorias y gas-trointestinales que tendrían fácil curación en otro contexto [véase 72% no tiene recursos para acceder a servicios de salud y educación” http://www.compartir.org.mx/html/fondo_guerrero/base.htm]

Por otra parte, tenemos a la ciudad más emblemática de la diversidad cul-tural, del cosmopolitismo, pero también una de las principales sedes del capi-talismo neoliberal y oligopólico-"nanciero. Ahí donde, a partir de la década de los 80 del siglo pasado, un número considerable –sin estimaciones precisas- de indígenas montañeros –siguiendo los pasos de sus vecinos de la mixteca po-blana- llegaron para emplearse en los sectores secundario y terciario, indocu-mentados, atreviéndose a correr grandes riesgos para alcanzar unas migajas del sueño americano. El logro: un promedio de 300 dólares llegaba mensualmen-

1. N. del A: Agradezco a los profesores Adulfo Camilo Sánchez, exdirector del Museo Co-munitario Tlappan y J. de Jesús Bruno, su actual director, quienes gentilmente nos proporcionaron información sobre la situación de las comunidades montañeras ante la pandemia.

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te a los hogares de esa región interétnica que tienen algún familiar en Nueva York, complementando su economía campesina [“en 28% de hogares recepto-res, las remesas son la principal fuente de ingresos; para 32% de hogares es muy importante”

https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/isabel-cruz/COVID-19-y-remesas-la-tragedia-humana-puede-transformarse-en-herramienta-de-desarrollo] y dando un respiro a la responsabilidad del estado por el bienestar de esos pueblos.2

Pero también está la otra cara de la moneda. El gran esfuerzo por sacar a sus familias de la miseria está cobrando un precio adicional. En estos momen-tos, siendo la ciudad neoyorkina el principal epicentro de la COVID-19 a nivel mundial, la mortandad entre los migrantes de la abrupta montaña guerrerense es más alta que en la propia región. Y era de esperarse, dado el hacinamiento en que viven muchos de ellos [varios jóvenes o aún familias comparten el espacio en pequeños departamentos de Long Island, Brooklyn, Queen, Nueva Jersey]3 y su condición indocumentada, que les impide tener seguridad social y acceder a los bene"cios del estado ante la emergencia sanitaria.4

Los extremos se tocan: una región interétnica, de las que tienen mayor pobreza en el país, que expulsa mano de obra tanto a nivel nacional [los empo-rios agrícolas del Noroeste] como internacional hacia el centro "nanciero del capitalismo salvaje, contribuyendo a mantener la tasa media de ganancia del voraz capital. La situación indocumentada de esa fuerza de trabajo, a la vez que

2.En 2017, Guerrero fue “la octava entidad en el país con más ingresos en este rubro” y la cantidad de migradólares que ingresaron a esa entidad federativa “equivale al 40.69 por ciento del presupuesto que ejerce el estado en el actual ejercicio fiscal”

http://www.siempre.mx/2017/02/las-remesas-en-guerrero-dinero-que-se-va/Para 2018, según datos de BBVA, Guerrero había pasado al séptimo lugar, con 1,615 mi-

llones de dólares, representando el 4.8%del total nacional. [Fundación BBVA Bancomer, A.C., 2019: 157].

3.“Hoy las avenidas 116 este y 116 oeste de Manhattan, así como la avenida Roosevelt de Queens y la avenida Grand Concourse del Bronx, están poblada de familias Me’phaa, Na’savi y Nauas de la Montaña” http://www.tlachinollan.org/opinion-indigenas-en-el-corazon-del-bronx/

4.El presidente estadounidense decretó un plan de apoyo y se incrementó el número de personas que recurrieron al seguro de desempleo; cosa a la que no podrán acceder los inmigrantes. Por otra parte, en el polo opuesto, “Portugal les ha otorgado temporalmente derechos de ciu-dadanía completos a todos los migrantes y solicitantes de asilo, dándoles acceso completo a la atención médica a medida que el brote del nuevo coronavirus se intensifica en el país.” [Cotovio, 31/03/2020]. ¿Sería posible una medida humanitaria como ésta por parte de la administración racista y antiinmigrante de USA?

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la coloca en una alta condición de vulnerabilidad humana, es condición sine qua non para que su explotación sea redituable.

La montaña en tiempos de COVID-19

Hoy en día, ante la amenaza de la pandemia, la situación socioeconómica en la Mixteca nahua tlapaneca se agrava. Se cierne sobre los hogares campesinos la amenaza de una sequía que mermaría la de por sí reducida reserva familiar de granos, ya que los problemas en la distribución el fertilizante el año pasado impidieron una buena cosecha; y ahora

el bulto de 50 kilos de maíz que costaba 200 pesos, en dos semanas subió a 400 [en Tlapa]. El encarecimiento se nota en el arroz, el chile, los granos básicos” [Tlachinollan, A. C, 03/05/2020]; ‘hay un círculo vicioso, falta de alimentos, falta de dinero, falta de trabajo. Estamos en abril y las familias no tendrán ingresos de Estados Unidos para comprar los insumos para la siembra’.” [Chávez, 13/04/2020].

Ante esta situación amenazante,

el Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan considera que la inminente sequía en la región podría provocar una hambruna que, sumada a la pandemia, resultaría devastadora. El Concejo de Comunidades Indígenas de La Montaña, conformado por más de 300 comunidades y más de 32 mil 900 familias de 15 municipios, estamos planteando con urgencia que se implemente un progra-ma alimentario que dé respuesta al desabasto en la región. [Bellinghausen, 2020]

Esta situación crítica se cierne sobre una población ya menguada en sus índices de bienestar. Además de los altos índices de desnutrición, la inducción del con-sumo de alimentos chatarra, tolerada por los gobiernos neoliberales, ha pro-vocado que La Montaña tenga uno de los más altos índices de consumo de un refresco de cola en el país, por ejemplo. Lo cual puede ser uno de los causantes del alto índice de diabéticos y obesos en la región, tornando más vulnerable su situación de salud:

El 70 por ciento de los niños de primaria de la región de la Montaña de Guerrero desayuna refresco frente al 51 por ciento que recurre al café [no necesariamente de

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grano, sino soluble], el 26.6 por ciento a leche o el 17 por ciento al atole como el primer alimento del día, revela un estudio de El Poder del Consumidor y Oxfam México [2010] basado en más de 300 encuestas a menores y jóvenes del municipio de Chilapa y aledaños.” [Sin embargo, 07-07-2019]

A esta condición frágil, mermada por décadas de tolerancia y omisión ante la desmedida propaganda en favor del alimento chatarra, se suma una infraes-tructura sanitaria pobre y disminuida también por décadas de descuidos de los gobiernos neoliberales: “El hospital [de Tlapa] es de segundo nivel, es obsoleto, tiene más de 50 años construido, 32 camas ya destartaladas, no se han podido instalar más camas porque no han terminado la ampliación. Así atiende a 19 municipios, con más de 400 mil habitantes. hay tres ventiladores, pero sólo uno funciona” [Tlachinollan, A.C., 03/05/2020]

Otro problema grave es la disminución en la llegada de migradólares

[…] Los 36 mil millones de dólares y 108 millones de envíos anuales que se recibie-ron en 2019 sufrirán una reducción drástica, catastró"ca para muchos hogares… BBVA registró en marzo una reducción del 10% y se estiman reducciones de entre 17% y 25% para este año. [Cruz, 21/04/2020]

[…] Las casas de cambio están desoladas, no hay dinero que esté llegando. Más bien estamos viendo que algunas familias se están regresando [de Estados Unidos], o los que tienen ahorros están depositando dinero para ayuda [Tlachinollan, A. C., 03/05/2020]

En cuanto a esto último, se está dando la paradoja de que los hogares que reci-bían remesas ahora están enviando dinero de regreso para que, ante el desem-pleo, los paisanos puedan tener para sus gastos básicos.

Una de las medidas que están tomando los pueblos para impedir el con-tagio ha sido cerrar el acceso a las comunidades, valiéndose de los cuerpos de policía comunitaria y haciendo valer su derecho consuetudinario. De tal manera que en

[…] algunos casos bloquearon los accesos de entrada y salida, con vigilancia día y noche, a través de los comisarios municipales y delegados; al pasar los días [algu-

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nos] excedieron porque empezaron a cobrar a los choferes, a los comerciantes que aprovechan de vender los productos cuando entregan los apoyos del gobierno fede-ral, a los transportistas locales y foráneos también, hay comunidades que cerraron con rejas metálicas, otros más con muros de blocks pesado, otros con canales o montón de tierra. [Profr. Adulfo Camilo, comunicación personal. 30/04/2020]

Respecto a lo mismo Tlachinollan A. C. [03/05/2020] ofrece el siguiente testimonio:

[…] En lugares como Cocuilotlazala, municipio de Metlatónoc, como medida para evitar contagios se impedía el paso de camionetas por los caminos, lo que provocó mucha tensión porque era el paso a la cabecera municipal. En Malinaltepec, en el tramo Tlapa-Marquelia, las comunidades instalaron otros "ltros para asegurarse que no haya visitantes. Y en la comunidad de El Carmen, en Ometepec, acordaron multas de 500 pesos a quienes no hicieran caso de aislarse de visitantes.

Ante el regreso de migrantes, en muchos pueblos les han negado la entrada. En otros casos, se les ha permitido el acceso bajo la condición de un estricto con"namiento. Incluso a residentes en Tlapa no se les ha permitido ingresar a sus pueblos. También, se han tomado medidas regulatorias como en la cabecera municipal de Malinaltepec, donde se permite la salida dos días a la semana, hacia Tlapa, para surtirse de provisiones.

Estas medidas parecen estar dando resultados ya que, según Marcelino Milán Rosete, jefe de la Jurisdicción Sanitaria 04 Región Montaña de la Secretaría de Salud de Guerrero [Ssa], “6 municipios no tienen contagios de COVID-19 y pidió se mantengan los "ltros sanitarios para seguir informando y ubicar los síntomas, así como la sanitización y el lavado de manos”5 [González, 27/04/2020]

Frente a la adversidad y ante la falta de opciones institucionales y des-de el estado, los pueblos recurren a sus creencias y saberes tradicionales. Aprovechando los servicios de paquetería hacia Nueva York, familiares de mi-

5. Esta situación permitió que, para mediados de mayo, se les considerase como un segmen-to de los “municipios de la esperanza”, por parte del Subsecretario López-Gatell, aunque veintidós días después esa condición había desaparecido.

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grantes les están enviando remedios tradicionales, como quina y eucalipto para preparar tés, pues “son amargos”.

En las propias comunidades, además de que se han reunido para rezar im-plorando que la enfermedad no llegue a sus comunidades,6 se toman baños con hojas de sumiate, en caso de calentura, y se preparan tés con 8 ajos hervidos en 8 tazas.

A pesar de las medidas tomadas, para "nes de abril había veinte casos posi-tivos en la región: en Xochihuehuetlán once, en Tlapa cinco y en Huamuxtitlán cuatro, además de treinta y tres sospechosos focalizados en estos municipios; según informaba el funcionario sanitario antes citado. Y la cifra de fallecidos no pasa de una decena, por ahora:

El primer fallecimiento de Tlapa es un hombre de 48 años que murió el 2 de mayo, tenía diabetes, hipertensión y obesidad.

Este fallecimiento es el décimo contabilizado en la región de la Montaña, donde se ubican las cuatro muertes de Xochihuehuetlán, tres de Huamuxtitlán y una en Xalpatláhuac y Chilapa. [Gracida, 09/05/2020]

Ser montañero en NY

Como ya se señaló antes, migrantes desde La Montaña de Guerrero se han es-tablecido en Tlapayork7 para, sirviendo de fuerza de trabajo indocumentada, obtener un recurso que solvente, de alguna manera, las necesidades materiales de sus familiares radicados en esa región interétnica. De por sí sumidos en una condición frágil, de indefensión laboral y migratoria, han tenido que sumar la

6. “en el municipio de Malinatepec se organizaron algunas comunidades para rezar, que no llegue la enfermedad; unos señores subieron al cerro a rezar a San Marcos, camposanto, iglesia y la lumbre –que una de las principales deidades entre los me’phaa-” [Profr. José de Jesús Bruno. Comunicación personal, 04/05/2020]

Además de estos rituales terapéuticos, muchas comunidades realizaron sus rituales de peti-ción de lluvias: “la mayor parte se realizaron en los cerros en honor a San Marcos, Savi Chee y Savi sií, lugar sagrado, al padre y madre grande” [Profr. Adulfo Camilo, comunicación personal. 30/04/2020]

7. “Tantos son los llegados desde Tlapa de Comonfort, Guerrero, que entre ellos se refieren jocosamente a su ciudad adoptiva como Tlapayork.” [Camacho, 03/05/2020]

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presencia del coronavirus, lo que ha diezmado su capacidad de obtener ingre-sos, además de los riesgos para su salud y su vida. Para enfrentar la posibilidad de contagio, ha tenido que aislarse, encerrarse en sus hacinados departamentos, recurriendo a remedios tradicionales ante el eventual contagio:

Nuestras familias en la Montaña están viendo la forma de ayudarnos. Nos reco-miendan los remedios caseros para no dejarnos derrotar por el coronavirus.

Muchos compañeros pre"eren quedarse encerrados en su casa, tomando algunas yerbas para bajar la calentura…

Me atrevo a decir que sí tuviéramos temazcal en Nueva York, todo mundo lo usaría y nos curaríamos de muchas enfermedades [Barrera, 02/05/2020]

Hasta los últimos datos reportados, el saldo de la deshumanizada condición en que se encuentran los migrantes montañeros era: “Solo de la región de la Montaña Alta de Guerrero, contamos 32 migrantes que fallecieron, origina-rios de los municipios de Alcozauca, Xochihuehuetlán, Acatepec, Tlapa, y Cochoapa el Grande” [Ocampo, 29/04/2020]

En un doloroso testimonio, Reyna, la esposa de Ángel, originario de Chimaltepec, municipio nu’savi de Alcozauca [de donde procedía el mayor número de indígenas fallecidos], expresa: “Vivir en Nueva York en estos momentos del coronavirus es un gran sufrimiento, porque no existes para nadie. No hay una persona que te atien-da. Cada quién está encerrado como en una cápsula. Todo mundo busca cómo sobrevivir y protegerse de los demás”. Antes de ser llevado al hospital Monte Sinaí y desaparecer de sus vidas, Ángel cohabitaba con nueve personas, dos al menos ya con síntomas y sin ninguna atención [Bellinghausen, 15/04/2020].

Y otro problema se presenta. Sin trabajo y con sus recursos mermados, los fa-miliares o conocidos de los fallecidos deben enfrentar los costos de la incine-ración pues la repatriación de los cuerpos está prohibida; otro gasto insalvable para muchos de ellos:

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Hemos utilizado la plataforma GoFundMe para obtener fondos en bene"cio de las familias que no han logrado cubrir el pago de la incineración. A través de varias iglesias y escuelas estamos encontrando el apoyo alimentario.

[…] los gastos de cremación de los fallecidos, que oscilan de mil 700 a tres mil dólares, y eso, si consiguen lugar en alguna de las saturadas funerarias de la Gran Manzana. Los hospitales dan a los familiares un plazo de cinco a diez días para conseguir y pagar crematorio. De lo contrario los cuerpos serán remitidos a la fosa común [Ibid.]

Además del drama humano de esta problemática, está el drama cultural. Las familias de los fallecidos requieren tener la presencia de los cuerpos de sus seres queridos para llorarles, hacerles su velorio, llevar música y darles los enseres que necesitarían en su tránsito hacia el otro mundo. Ante la eventualidad de que sus cuerpos o cenizas no regresen, muchas familias han iniciado novena-rios para invocar a las ánimas de los difuntos a regresar a su tierra y no vagar penando en la glamorosa pero inhóspita urbe de hierro.

Recapitulación

En La Montaña, aun cuando la pandemia no ha causado estragos, se cierne sobre la región la amenaza de una sequía y su consecuente hambruna, lo cual tornaría más vulnerable a la población ante una eventual prolongación de la crisis sanitaria.

La precaria economía de esa región interétnica se acompaña de una frágil infraestructura sanitaria que, ante un eventual aumento de los contagios, resul-taría insu"ciente para una atención adecuada a los enfermos. La condición físi-ca de éstos ya se encuentra endeble por los índices de desnutrición, agravados por el excesivo consumo de alimentos chatarra.

La respuesta de las comunidades ha sido cerrar o controlar el acceso a co-munidades, y en caso de contagios, recurrir a remedios tradicionales y la ejecu-ción de rituales terapéuticos.

En cuanto a los migrantes en la Gran Manzana, en una articulación fun-cional al sistema capitalista de explotación, los montañeros han llegado a des-empeñarse en los sectores secundario y terciario, en las condiciones desventa-josas –pero propicias a la acumulación− de su condición indocumentada. Han

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pasado de una economía campesina a ser proletarios urbanos en los grandes almacenes, los delis –pequeños restaurantes con comida para llevar−, fábricas y aún en pequeños comercios. Su precaria situación laboral los ha colocado en el ojo del huracán; obligados por las circunstancias a trabajar en medio de la crisis sanitaria o hacinados por el encierro obligado, están dejando de percibir ingre-sos y pueden ser presa de contagios, ante lo cual no tienen muchas opciones de salud. Por lo general, están recurriendo a remedios tradicionales, en la medida de lo posible y aguantan, resisten, en una batalla bastante desigual. Algunos de ellos han visto morir a amigos o han sabido de la muerte de familiares, paisa-nos. Otra situación insostenible es que, cuando se han dado decesos, se ven en grandes di"cultades para conseguir el recurso para la cremación.

Aún no se ha certi"cado de manera más precisa el número de contagiados y de fallecimientos en la urbe de hierro, dada la propia invisibilidad de ese tipo de fuerza de trabajo, pero se estima que son más que en la misma Mixteca na-hua tlapaneca.

Este panorama desnuda una vez más − ¿que no era ya muy evidente?− el efecto perverso de una globalización que, echando mano de la mano de obra más barata que se consigue en el mercado –pues viene de una de las regiones indígenas más pobres de México− la explota sin concederle los más mínimos derechos laborales, con los cuales los migrantes no estarían tan indefensos ante la crisis sanitaria. A "n de cuentas, como ha sido a lo largo de la historia del capitalismo, esa fuerza de trabajo puede ser prescindible –aún a costa de las propias vidas de los migrantes− pues es tanta la oferta que se renovará o suplirá sin remordimientos para el gran capital.

Ante ello, los migrantes montañeros echan mano de lo único que les puede dar un sentido de unidad e identidad ante esta situación límite; recurrir a sus raíces, a organizarse con otros migrantes no importando su "liación étnica o regional para, posiblemente, extraer una lección de la coyuntura y poder en-frentar menos desventajosamente su precaria condición. Difícil, pero pareciera haber indicios de que ello puede ocurrir.

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REFERENCIAS

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Miradas históricas y antropológicas sobre la pandemia, COVID-19La Montaña de Guerrero y Nueva York; los extremos se tocan

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La memoria social en contextos de pandemia en la región mazahua-otomí

Jaime Enrique Carreón Flores1

Centro INAH Estado de México

INTRODUCCIÓN

Con la aparición de la pandemia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2. Muchos de nosotros vivimos un periodo tenso, traumático. El pá-

nico corroe las "bras más íntimas del ser y la existencia tal como se expresaba en nuestro diario vivir está dispersa, desorientada, incluso negada si se miran las agresiones y discriminación al personal médico que atiende a las víctimas del COVID-19 o a las mismas familias que han tenido la amarga experiencia de tener un enfermo o una víctima. Son momentos en los que grupos e individuos buscan referentes para asirse al presente y darle sentido, ya sea para hacer lleva-dero este periodo o bien para tratar de explicar el por qué, el cómo.

El presente texto va en ese camino, aquel donde aparece el pánico y nece-sidad de encontrar una explicación a lo que se vive. Y lo hacemos a partir de retomar las diferentes expresiones y reacciones frente a la pandemia provo-cada por la COVID-19, las cuales se han suscitado en la región mazahua del Estado de México. Queremos, a "n de cuentas, plantear que dichas reacciones son expresiones de la memoria social que en momentos de tensión se activan y orientan el actuar del individuo, a la vez que son una forma de explicar lo que ocurre a su alrededor.

Dadas las actuales circunstancias, esta no es una re!exión que se caracte-rice por un trabajo de campo que le sustente, más bien es la síntesis de un ejer-cicio consistente en obtener los datos etnográ"cos en internet. De esta manera, profundizamos sobre una temática en particular a partir de la lectura de un reportaje periodístico sobre una serie de protestas en la zona mazahua-otomí, las cuales alcanzaron niveles de violencia enfrentada a la autoridad. Aunque, habría que aclarar que no se hace esta actividad con desconocimiento pleno de

1. [email protected]

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la zona, pues nos apoyamos con la experiencia personal de campo que tuvimos por algún tiempo en esa región. Y "nalmente iniciamos una búsqueda en la historia para tratar de obtener una mejor comprensión de lo que sucede.

La reacción frente a la pandemia

En el reportaje publicado por La Jornada el 10 de mayo e intitulado “En el Norte del Estado de México impiden sanitización. Pobladores golpean a bri-gadistas y destruyen dos patrullas” se señala que, derivado de un mensaje que circulaba por WhatsApp, en el que se sostenía que el Gobierno se encarga de distribuir la COVID-19 a través de la sanitización, se produjeron disturbios en el norte del estado y en el valle de Toluca. La nota continúa diciendo que pobla-dores de la localidad de San Mateo Calpuhac, en el municipio de Otzolotepec, golpearon a dos servidores públicos y quemaron dos patrullas, mientras que, en localidades del municipio de San Felipe del Progreso, Ixtlahuaca y San José del Rincón, vecinos colocaron barricadas para impedir el paso de la brigada e impedir la sanitización.

Otra nota periodística, de días antes, ofrece una perspectiva más cercana de lo señalado por el periódico La Jornada:

En este material [mensaje de WhatsApp] se alertaba de una presunta fumigación para propagar COVID-19 y pese a que la Secretaría de Seguridad informó que era falso y carecía de fundamentos los habitantes de la zona bloquearon las avenidas con palos y piedras, al asegurar que nadie entraría para contagiarlos de coronavirus.

Nicasio Hernández Cruz, Jefe Mazahua de la zona, justi"có los hechos al asegurar que a una de las comunidades de San Felipe del Progreso llegaron personas ajenas al ayuntamiento para informar que llevarían a cabo actos de sanitización.

Por lo que rati"có no van a permitir dicho ejercicio hasta que las autoridades les den a conocer el proceso […] [Periódico Así Sucede, 8 de mayo de 2020]

Era un hecho que el virus ya había arribado a la región. En esos momentos Ixtlahuaca registraba 47 casos positivos y 14 defunciones por coronavirus, mientras que San Felipe del Progreso sumaba 16 casos y dos defunciones [Idem].

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No obstante, este par de municipios no eran los únicos que se oponían y ofrecían resistencia a las acciones gubernamentales para contener la propaga-ción del virus. En otra nota, publicada por el Sol de Toluca se proporciona el número de municipios involucrados, así como los motivos que tuvieron para rechazar las acciones del gobierno:

La sanitización de espacios públicos y "ltros para contener la pandemia de COVID-19, instrumentados por autoridades municipales, provocaron distintas in-conformidades en al menos nueve municipios del norte y sur del Estado de México. Las protestas habrían derivado de la desinformación, pues en distintas comunida-des de estos municipios se difundieron versiones sobre la supuesta propagación del virus para enfermar a la población, de acuerdo con mensajes difundidos en redes sociales. Reportes de la Secretaría estatal de Seguridad indican que los mu-nicipios donde se registraron inconformidades fueron: Atlacomulco, Ixtlahuaca, Temascalcingo, San José del Rincón, Otzolotepec, Villa Victoria, Villa de Allende, El Oro y San Felipe del Progreso”. [Periódico El Sol de Toluca, 9 de mayo de 2020]

Asimismo, dicha nota da cuenta de las acciones que se desarrollaron en cada una de esas municipalidades:

Entre las acciones que instrumentaron los vecinos inconformes fueron el cierre de caminos y carreteras, daños a patrullas y agresiones a autoridades policiales. Uno de los momentos más tensos se vivió la madrugada de este sábado en Otzolotepec, pues en la comunidad de San Mateo Capulhuac vecinos dañaron al menos un par de patrullas de seguridad pública y agredieron a personal del ayuntamiento.

Tras los hechos, alrededor de 200 vecinos de esta comunidad se manifestaron este sábado frente a la presidencia municipal de Otzolotepec, con el "n de exigir una respuesta de las autoridades. Al "lo del mediodía fueron atendidos por autorida-des municipales, donde se "rmó un acuerdo para que el ayuntamiento no realice labores de sanitización en su comunidad, según informaron los vecinos. Reportes de la Secretaría estatal de Seguridad, también indican que, entre la tarde del viernes y madrugada del sábado, las versiones falsas se propagaron a municipios como Ixtlahuaca, Villa Victoria, Atlacomulco y Temascalcingo. En Ixtlahuaca, habitantes de Guadalupe Cachi salieron a las calles con palos y piedras durante la tarde y noche del viernes, pues corrió el rumor que se esparciría un químico desconocido.

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El rumor también llegó a pobladores de San Juan de las Manzanas y Santa Ana, donde se organizaron y formaron barricadas. En la comunidad de Santo Domingo de Guzmán, también de Ixtlahuaca, se organizaron algunos vecinos y no permitie-ron la entrada ni salida de ningún vehículo. Mientras tanto en el Ejido Barrio del Ocote, municipio de Villa Victoria, vecinos atravesaron un árbol y un tractor en la entrada a la comunidad, con el "n de evitar el paso a los supuestos fumigadores que arribarían. Hechos que también habrían ocurrido entre la tarde y noche del viernes. [Periódico El Sol de Toluca, 9 de mayo de 2020]

Frente a estas acciones las autoridades de Villa Victoria rechazaron las ver-siones de que las supuestas fumigaciones eran una forma para enfermar a la población y que lo único que llevaban a cabo era la sanitización de espacios públicos. No obstante:

Los rumores y las protestas de este tipo aumentaron en las últimas horas, pues el jueves 7 de mayo hubo manifestaciones en San José del Rincón y San Felipe del Progreso. En la primera localidad las protestas por supuestas fumigaciones se re-gistraron en la comunidad del Cerro de las Manzanas. Hoy sábado, habitantes de San José del Rincón, consultados por El Sol de Toluca, informaron que las protestas se generaron por la falta de comunicación del gobierno municipal, respecto a las campañas de sanitización, así como por una supuesta campaña de vacunación para los ciudadanos en contra del nuevo coronavirus. [Periódico El Sol de Toluca, 9 de mayo de 2020; subrayado nuestro]

En esta última cita aparece algo más que la mera fumigación y se re"ere a una supuesta vacuna, la cual sería aplicada a los habitantes. Este dato es el que con-sideramos trascendental para entender parte de las expresiones de violencia.

Vale decir que la sanitización era parte de un conjunto de acciones em-prendidas por las autoridades gubernamentales, tal como se observa en la si-guiente nota periodística, aparecida el 7 de abril del mismo año:

Tras que se con"rmó el primer caso de COVID-19 en el municipio de San Felipe del Progreso, el alcalde Alejandro Tenorio Esquivel, giró instrucciones para que refuercen las medidas de sanidad en tianguis y mercados, así como en los locales que siguen abiertos; además de que anunció la adquisición de un túnel para sani-tizar a la persona que acuda a realizar compras. En un mensaje difundido en las

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redes sociales, el edil, hizo un llamado a la población para que colabore con las autoridades municipales y así evitar que el virus se propague una vez que ya fue con"rmado el primer caso.

“Las autoridades municipales estamos haciendo la parte que nos corresponde, pero de nada van a servir, si la ciudadanía no acata las medidas que tanto gobierno federal como estatal han implementado, de quedarse en casa hasta el 30 de abril”. “Estamos solicitando, dijo, que la población que acuda al tianguis y Mercado, lo hagan lo menos posible y de ser necesario que se organicen en la misma familia, colonia o comunidad para que una sola persona salga a realizar las compras”. El alcalde comentó que su administración ha seguido al pie de la letra los protocolos de seguridad que ha emitido el gobierno federal y estatal con respecto al cierre de negocios que no son prioritarios, a "n de evitar la propagación del virus, así como solicitarle a los que siguen prestando el servicio que adopte todas las medidas de higiene necesarias como la utilización de cubrebocas y gel antibacterial.

También el túnel para sanitizar que adquirió esta administración estará operan-do el próximo domingo, a "n de que las personas que acudan a realizar compras primero deberán pasar a dicho lugar para ser desinfectadas y descartar cualquier síntoma que pudiera ser susceptible de contaminación del virus.

Tenorio Esquivel, también informó que la CONAGUA y la CEAM dieron a co-nocer que a partir de esta semana queda restringida toda actividad que tenga que ver con el uso del esparcimiento en los cuerpos de agua, es así quienes tenían por costumbre acudir a las presas y ríos por la Semana Santa queda prohibido para que la actual situación que vivimos, nos afecten lo menos posible.

Finalmente dijo que seguir apoyando al gobierno federal en el pago del programa a los adultos mayores [sic], se están adoptando medidas de sanidad necesaria, ya que sería imposible acudir casa por casa.

“Tenemos que seguir unidos porque no sabemos con certeza, cuando eliminaran las acciones emprendidas por el gobierno federal y estatal”. [Periódico El Valle, 7 de abril de 2020]

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De lo anterior, tres aspectos llaman la atención. El primero de ellos es que los lugares donde se presenta el rechazo a políticas sanitarias del Estado son parte de la región mazahua-otomí en el Estado de México [Mapa 1]. El segundo de ellos deja ver de forma general la existencia de una representación social2, la cual sostiene que el Estado o gobierno [perdón por equipararlos] a través de la sanitización y la supuesta vacuna busca dañarlos y esparcir el coronavirus por todos los poblados de esa región. Y el tercer aspecto es que la representación social surge bajo circunstancias pandémicas y reproduce o activa mecanismos de la memoria3; particularmente, se recuerdan un conjunto de acontecimientos que se dieron en esta región durante el siglo pasado. Sobre este último punto voy a tratar de ofrecer una explicación a modo de hipótesis.

Mapa 1. Municipios donde apareció la negativa a las acciones del Estado.

2. “En tanto que fenómenos, las representaciones sociales se presentan bajo formas varia-das, más o menos complejas. Imágenes que condensan un conjunto de significados; sistemas de referencia que nos permiten interpretar lo que nos sucede, e incluso, dar un sentido a lo inesperado; categorías que sirven para clasificar las circunstancias, los fenómenos y a los individuos con quie-nes tenemos algo que ver…” [Jodelet, 1986:472].

3. “[…] la memoria es una construcción social, un mecanismo de reconstrucción y resig-nificación de elementos vivos que están ya presentes o requieren ser incorporados al imaginario social… De tal forma, más que ser una función mental/individual, la memoria es un proceso de construcción generado en y por los marcos sociales en los que se encuentran las personas” [Me-moria Social, 2019].

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La memoria

Como lo hemos dicho, uno de los puntos clave para comprender los hechos anteriores, consideramos, tiene que ligarse con mecanismos de la memoria so-cial, incluso con factores económicos y políticos, los cuales no sólo involucran a la región, sino que se proyectan más allá de las fronteras y del tiempo pre-sente. Entonces para comprender un poco más el asunto habría que mencio-nar que durante la década de los años cuarenta procedente de Estados Unidos llega a México un grupo de especialistas que habrán de constituir la Comisión México-Americana, la cual tenía por misión combatir la "ebre a$osa que re-cién llegaba del Bajío y noroeste del país. Aunque, para una mejor claridad de sus objetivos habría que decir que tenían el propósito de vacunar el ganado bovino y sacri"car animales enfermos.

En términos concretos, en 1946 aparece en México la "ebre a$osa. Ante eso el gobierno mexicano desarrolla y aplica un programa que básicamente consiste en que, si un animal contrae "ebre a$osa en un poblado, sin excepción alguna todo el ganado de ese lugar será sacri"cado. La estrategia sanitaria se llama “el ri!e sanitario” y sus verdaderos autores son ganaderos y veterinarios de Estados Unidos [Meyer, 1983:93].

Señala Jean Meyer [1983] que esa estrategia para combatir la "ebre a$osa no consideraba la importancia económica que el ganado vacuno tenía dentro de los grupos campesinos de México, ya que no es solamente carne, sino que se encuentra ligado a actividades tales como la agricultura, por lo que tenían un rol económico trascendental. Así que desaparecer a los animales implicaba arrasar la economía de los campesinos de México; y eso habría de encontrar resistencia y violencia. De hecho, se presentaron en una acción conjunta varios homicidios en el estado de Michoacán [Ibidem, 94]. Y esa situación quizá sería la causa por lo que la UNS [Unión Nacional Sinarquista], señalada como la principal responsable de la violencia, nombrara una comisión técnica que se encargaría de evaluar la estrategia implementada. El resultado de esa investiga-ción señaló que con la vacunación era su"ciente. Esto ocurrió en 1947 y así se procedió, aunque eso no detuvo la violencia.

De hecho, la masacre señalada no fue un acto aislado y circunscrito a Senguio, Michoacán. Durante el año 2006, tuvimos la oportunidad de hacer un recorrido de campo por la zona mazahua, en el Estado de México, y escuchar en voz de varias personas que, durante la década de los años cuarenta, un grupo de

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individuos había linchado a dos veterinarios que llegaron a vacunar el ganado; las personas nos decían que les habían contado sus padres de que después de que eran vacunados los animales rápidamente caían muertos. La impotencia se transformó en ira y los lincharon. Aunque lo que escuchamos en ese entonces era una versión, pues Alicja Iwanska [1971:123] hace casi treinta años ya había mencionado este suceso señalando que los pobladores de un pueblito llamado, "cticiamente, El Nopal pensaban que era un veterinario norteamericano quien intencionalmente mataba a sus animales; por eso los habitantes de ese poblado se encargaron de matarlo, aunque apoyados por otras localidades.

Ese suceso, sin duda, se ha mantenido en la memoria social y abarca varias generaciones, a la vez que se ha concretado en formas novedosas. Por ejemplo, en un libro sobre la cultura mazahua publicado hace cinco años y escrito por Esteban Bartolomé Segundo, nuevamente se señala este suceso. Ahí, se profun-diza un tanto en la trama, lo que le permite al autor señalar otros elementos, los cuales matizan la expresión de la memoria. Al reseñar los sucesos, Segundo Romero [2015:118] habla de una región pobre con una mala situación econó-mica, en la que a!oraban constantemente las expresiones de malestar social. Era un caldo de cultivo, el cual coadyuvó a que en la localidad de San Pedro El Alto –aliado con Maró y San Pedro Potla– enfrentaran a la brigada sanita-ria y asesinaran al jefe de esta, un técnico veterinario norteamericano llamado Robert Proctor [Idem].

Aunque en la memoria social se mantiene ese suceso, lo interesante es que detrás de este, se condensa una "gura que se encarga de guiar y orientar las manifestaciones de inconformidad. En efecto, después del asesinato del vete-rinario llegó un destacamento militar para aprehender a todos los hombres mayores de 15 años de San Pedro El Alto; algunos purgaron largas sentencias y otros rápidamente fueron liberados. Las detenciones se suspendieron cuando fueron atrapados el principal instigador y el asesino material del veterinario estadounidense. Y en la memoria social a esa persona le fue construida una imagen cercana a la de un héroe.

La historia oral re"ere que esta persona era originaria de San Pedro Potla, y que al escuchar la versión sobre las sanitaristas se armó de un oxidado puñal de hojalata, lo a"lo, lo puso en su cinto y se encaminó con otros vecinos a la comunidad donde se encontraba la comisión encargada de vacunar a las reses. El supuesto inculpado, conforme a la tradición oral que circula, señaló [sic] que fue atrapado por una

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partida militar en un pajar y conducido a la cabecera municipal, atado de pies y manos, a punta de bayoneta y culatazos. Ahí arribó todo des"gurado de la cara, según cuentan los reos que lo vieron llegar; después se supo que por la noche lo condujeron a un paraje de La Venta, cercano a Bassoco, donde fue obligado a cavar su tumba y luego enterrado vivo. Se cuenta que en estos parajes hallaron como evidencia su sombrero y su faja mazahua. Desde entonces, Francisco González, es ensalzado como el personaje que salvó del sacri"cio al ganado bovino; su "gura ha tomado fuerza como héroe mazahua regional, al grado de que se compuso un corrido en su memoria” [Segundo Romero, 2015:269-270].

Por último, vale comentar que las acciones que se presentaron en este lugar no contemplaban la "ebre a$osa como un elemento causal de la muerte del gana-do. Más bien las acciones implementadas por el Estado para erradicar ese mal fueron colocadas en primer término para explicar el por qué moría su ganado. Asimismo, a pesar de que existieron varios actores sociales que jugaron un rol particular, prevaleció la idea de que los animales eran sacri"cados intencional-mente y que frente a ello se actuó.

Comentario final

La representación social que se delinea detrás de los datos obtenidos atribu-ye una naturaleza malé"ca al Estado, cuyas acciones se condensan contra los mismos habitantes, incluso, rompiendo formas de organización comunitaria, tal como lo hace ver el Jefe Mazahua sobre los trabajos de sanitización al interior de las comunidades. De hecho, en este contexto social se vive en una constante situación crítica. Estrechamente ligados a la migración entre varias causas, la pobreza, el alcoholismo, el vandalismo, entre otras conductas, se erigen como problemas centrales al interior de las localidades de esta región. La presencia del coronavirus y sus nefastas consecuencias agudizan esas críticas circunstancias, aunado a la situación de aislamiento que, sin duda, afecta sus intereses económi-cos, lo que se traduce en una forma de resistencia disfrazada de malestar.

Esta condición es un espacio para que aparezcan diversas explicaciones y ru-mores que tendrán suelo fértil, particularmente el rumor de la vacunación fue el detonante para las expresiones violentas del malestar social. Entonces, los grupos humanos habrían de explicar la presencia de la COVID-19 y la mortalidad que

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causa entre los hombres para tener una certeza sobre lo que acontece actualmente en su rota vida cotidiana: es el Estado y la forma para defenderse es enfrentarlo.

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Segundo Romero, Esteban Bartolomé, En el cruce de caminos. Etnografía mazahua, CIPES, CEDIPIEM, [EN LÍNEA], Disponible: https://issuu.com/cofac-tor_cieps/docs/mazahuas_chico2 Publicado junio 9 2015. consulta: 8 de mayo de 2020.

“Es falso el audio de supuesta propagación de COVID-19 en avionetas”. Así sucede. Con"anza en la noticia. 8 de mayo de 2020 https://asisucede.com.mx/difunden-audio-falso-sobre-presunta-fumigacion-de-propagacion-de-COVID-19-en-san-felipe-del-progreso-e-ixtlahuaca/ consultado el 18 de mayo de 2020

“San Felipe del Progreso refuerza medidas por presencia de un caso de COVID-19”, El Valle, 7 de abril https://www.elvalle.com.mx/municipios/story/11157/san-felipe-del-progreso-refuerza-medidas-por-presencia-de-un-caso-de-COVID-19 consultado el 18 de abril 2020

“En el Norte del Estado de México impiden sanitización. Pobladores golpean a brigadis-tas y destruyen dos patrullas”, La Jornada, Domingo 10 de mayo de 2020. https://www.jornada.com.mx/2020/05/10/estados/023n1est consultado el 10 de mayo de 2020.

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Coronavirus, su letalidad y propagación: ¿un asunto de género?

Teresa Quiñones Vega1

Equipo Península

Según las estadísticas o"ciales sobre COVID-19 en México, hasta el 29 de abril de 2020 había 1 732 personas fallecidas en el país, de las cuales 58.22%

eran hombres y 41.76% mujeres.2 Esta es una tendencia a nivel mundial.Una posible explicación para el caso de México del por qué esta enferme-

dad es más letal en los hombres, podría ser que la población masculina está más expuesta, ya sea porque tiene que salir a trabajar, a comprar o a atender aspectos importantes de la vida familiar que requieren su presencia fuera del hogar, esto es, en términos generales relacionados con su papel de proveedor. Según la Encuesta Intercensal 2015, el 71% de los hogares en México tenían je-fatura masculina y el 29% femenina.3 Aunado a lo anterior está el hecho, por lo menos en Yucatán, de que los hombres son los más reacios a usar el cubrebocas. Al parecer su uso no es considerado como “propio” de hombres, personas sanas o fuertes, principalmente.

Esta idea de que los hombres son más fuertes y por tanto “aguantan” cual-quier enfermedad signi"ca, en el caso del coronavirus, que no se contagiarán fácilmente y que si lo hicieran se recuperarían de la enfermedad. Dicha idea la hemos encontrado en videos difundidos a través de las redes sociales y que muestran un rechazo, especialmente de los hombres, a usar el cubrebocas, ya que lo consideran como signo de debilidad física de quien lo porta y por tanto propenso a enfermar, de ser “gallina” o sea cobarde, miedoso, no ser valiente, como un hombre debe de ser. En concreto en un video que se difundió el 16 de abril en redes, algunos, hombres comentaron:

1. [email protected]

2. https://coronavirus.gob.mx/datos/ [30-04-2020]

3. http://cuentame.inegi.org.mx/poblacion/hogares.aspx?tema=P [30-04-2020]

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“A mí me parece una reverenda mamada porque se supone que el tapabocas a los únicos a los que les puede gustar es a los enfermos”

“Eso es solo para las gallinas”

“Me siento protegido, mis plaquetas, tengo la certeza de que estoy al 200 por ciento, no al cien”4

En la Fase 3, en el estado de Yucatán se estableció como obligatorio el uso de cubrebocas para salir a la calle y si bien se puede observar que la gente en la calle lo usa, no siempre lo hace en la forma correcta pues no se cubre la nariz ni tampoco llevan alguna protección para los ojos. Pero esta idea de que los hom-bres son los fuertes y son los que deben salir de la casa para las cosas esenciales, la hemos también encontrado entre algunas autoridades; en particular, el alcal-de del municipio de Motul pidió a la gente de las comisarías acudir a la cabecera solo para lo indispensable, por ejemplo, a comprar; pero indicó “… que vengan no más los hombres o las personas fuertes que salgan de casa”, e invitó “… a los jóvenes fuertes para entregar despensas”.5

A través del Programa Etnografía de las Regiones Indígenas de México, en-tre 2008-2009 se llevó a cabo un trabajo de investigación acerca de la noción de persona humana maya.6 Con este acercamiento se logró conocer algunas ideas sobre la concepción del cuerpo que tienen en algunas comunidades y localida-des mayas de la península, en particular acerca de las diferencias entre el cuer-po de un hombre y el de una mujer. Las personas entrevistadas destacaron que durante el embarazo la madre le da “fuerza” a la criatura a través de la sangre, lo que le permite a esta crecer, según reconocen especialmente las parteras. Estas consideran que hay diferencias en el tiempo en el que se forman los niños y las niñas, siendo los niños los que menos tiempo tardan en formarse −incluso hay quien cree que los niños “están completos” desde la fecundación−, no así las

4. En un periódico local se publicaron algunos comentarios de ese video, puede consultarse en línea: https://laverdadnoticias.com/yucatan/Merida-indignada-por-personas-que-se-rehusan-a-usar-cubrebocas-20200416-0115.html [4 -05-2020]

5. Ver video conferencia en: https://www.yucatan.com.mx/yucatan/confirman-el-primer-fallecimiento-por-COVID-19-en-motul [04-05-2020]

6. El resultado de la investigación se publicó, ver: Quintal et al, 2013. Los datos etnográfi-cos que se presentan son de la comunidad maya de Tihosuco, Q Roo.

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niñas, quienes tardan más tiempo y poco a poco se van formando, pero tanto los niños como las niñas a los cuatro meses ya están formados, tienen carne y huesos. Se piensa también que si a los dos meses de embarazo el “producto” está duro, es que la criatura es un niño y si está suave es que será una niña. Al pa-recer, el mayor tiempo de las niñas para formarse en el vientre materno, como la suavidad que tienen dentro de la madre, son datos que llevan a los mayas a entender que las mujeres son débiles y los hombres fuertes.

Otro aspecto a destacar es que para los mayas peninsulares la sangre es el !uido más importante del cuerpo, quizá por ello se le relaciona con el espíritu y la fuerza, por estar en todo el cuerpo [Quintal y otros, 2013]. Como se señaló, los mayas saben que durante el embarazo la madre alimenta al feto con su san-gre. También consideran que la sangre de los hombres es diferente a la de las mujeres, la de los primeros es fuerte y la de las mujeres débil. Una mujer maya dijo “[los] hombres tienen más fuerza en la sangre […] sólo así nace. Así [son] todos los hombres…por eso se dice… un hombre tiene más fuerza, la mujer no, por la sangre es más débil”.

Parte de esta debilidad se debe a que en cada parto la sangre de la mujer se va haciendo más endeble por la fuerza que pone para parir y por la sangre que pierde en cada parto, esta menor fuerza de la sangre lleva a que las mujeres sean por lo tanto más frágiles, las mujeres suelen enfermarse más que los hombres por su condición de “debilidad”: “las mujeres cuando se llegan a enfermar del bebé [o sea se embarazan] se pierden mucha sangre por eso las mujeres rápido se alteran, se sube su presión, les da nervios, se enferman”. El creer que los hom-bres son más fuertes que las mujeres, conlleva a que tanto hombres como mu-jeres tengan comportamientos diferentes frente a ciertas situaciones o épocas. Por ejemplo, durante los días de frío [que los hay] en las comunidades mayas, los hombres no suelen usar abrigo, a menos que se trate de niños, ancianos o enfermos, incluso es común que anden con camisa sin mangas o sin camisa.

La idea de persona humana entre los mayas peninsulares incluye aspectos del cuerpo y el espíritu. Con respecto a la parte espiritual o anímica se reconoce la existencia de varias esencias vitales: el pixan o alma, la oochel o alma-sombra y el aj kanul o guardián, a las que se le llama de distintas formas según la región [Quintal y otros, 2013:59-77]. En el caso del aj kanul, esencia vital más común entre los mayas del oriente de Yucatán y centro de Quintana Roo, principal-mente, se cree que cada persona [hombres y mujeres de todas las edades] tiene su cuidador/ guardián; esta entidad, día y noche cuida a la persona desde que

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nace hasta que muere. El aj kanul no está dentro de la persona, se cree que está muy cerca del cuerpo y siempre está con la persona. Este guardián le avisa al maya si le va a pasar algo, a través del sueño o le manda señales: ruidos, mueve cosas, etc.

Villa Rojas encontró entre los mayas del centro de Quintana Roo, que los aj kanules o cuidadores personales son más de uno por persona, en el caso de los hombres son dos y las mujeres y los niños tienen tres [Villa, 1987: 290-291]. El autor no da ninguna explicación sobre esta diferencia en cantidad de cui-dadores para hombres y para mujeres y niños. Una posible explicación radica en que quizá niños y niñas recién nacidos son considerados entre los mayas peninsulares como seres vulnerables por tener partes del cuerpo muy “frágiles” y dicha fragilidad las expone a ser “contagiados” por algunas personas y ener-gías que afectan su salud [Quiñones, 2019].Por el otro lado, las mujeres como ya se mencionó son consideradas débiles; eso explicaría el que mujeres y niños requieran de más cuidadores o aj kanules para ser protegidos, en tanto que los hombres por ser seres fuertes necesitan menos cuidadores, pese a que son las personas que más están expuestas fuera del ámbito doméstico: van al monte, salen del pueblo, interactúan más con personas externas, etc.

Estas ideas sobre la persona humana maya nos permiten entender la ne-gativa de algunos hombres en Yucatán no sólo a usar cubrebocas, sino incluso que se considere que sean los hombres los que deben salir a la calle durante la contingencia del COVID-19, por ser “personas fuertes”.

REFERENCIAS

Diario de Yucatán. “Con"rman el primer fallecimiento por COVID-19 en Motul”, 24 de abril, 2020. Recuperado de: https://laverdadnoticias.com/yucatan/Merida-indignada-por-personas-que-se-rehusan-a-usar-cubrebocas-20200416-0115.html [4 -05-2020].

Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI], Cuéntame, población, hoga-res. Recuperado de: http://cuentame.inegi.org.mx/poblacion/hogares.aspx?tema=P [30-04-2020].

La Verdad. “Mérida indignada por personas que se rehúsan a usar cubrebocas”, 16 de abril, 2020. Recuperado de: https://laverdadnoticias.com/

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yucatan/Merida-indignada-por-personas-que-se-rehusan-a-usar-cubrebocas-20200416-0115.html [4 -05-2020].

Quintal, Ella, Teresa Quiñones, Lourdes Rejón y Jorge Gómez, “El cuerpo, la sangre y el viento: persona y curación entre los mayas peninsulares”, en Miguel, Bartolomé y Alicia Barabas [coords], Los sueños y los días. Chamanismo y nahualismo en el México actual, t. II, INAH, México, 2013, pp. 57-93.

Quiñones Vega, Teresa, “Rituales y creencias para niños y niñas: personas vulnerables en la cultura maya”, en María Domínguez Carrasco, Miriam Gallegos, Ricardo Armijo y Miriam León [eds.], Los Investigadores de la Cultura Maya. La niñez en la cultura maya, Universidad Autónoma de Campeche, Campeche, 2019, pp.47-56.

Secretaría de Salud. COVID-19 México, Información general nacional, actualiza-do 29-04-2020. Recuperado de: <https://coronavirus.gob.mx/datos/> [30-04-2020].

Villa Rojas, Alfonso, Los elegidos de Dios, Instituto Nacional Indigenista, México, 1987.

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Crónicas de la pandemia desde el poniente de Morelos

Erandy Toledo AlvaradoUniversidad Autónoma del Estado de Morelos [UAEM]Colectivo, Estudios sobre el Patrimonio Biocultural de Morelos y Regiones Colindantes Centro INAH-Morelos]

Las enfermedades infecciosas han sido parte de la vida del ser humano. Durante la historia ha existido una batalla continua por el control y erradicación de agentes microbiológicos; por otro lado, la supervivencia de la mayoría de las bacterias y virus depende de su capacidad de infectar al Homo sapiens. Al contrario de lo que uno podría pensar, las infecciones han ganado muchas batallas y ocasionado la muerte de millones de individuos, lo que ha cambiado muchas veces la historia del ser humano [Moreno-Sánchez, et al., 2018].

Introducción

El presente texto tiene como objetivo mostrar los cambios y adaptaciones de la gente en el poniente del estado de Morelos desde que fue declarada la

cuarentena por parte de la Secretaría de Salud el pasado mes de marzo de 2020 en nuestro país. De tal manera, será una re!exión también sobre los retos que, desde el ámbito cultural, la gente de esta región debe enfrentar.

La región poniente del estado de Morelos está integrada por diferen-tes pueblos de origen y tradición indígena entre los que destacan Miacatlán, Mazatepec, Tetecala y Coatlán del Río. Sin embargo, estos mantienen relacio-nes fuera de los límites estatales establecidos con algunos pueblos del estado de Guerrero y Estado de México. Siendo los vínculos económicos y veneraciona-les los que, por razones históricas, mantienen conectadas a estas poblaciones [Toledo, 2016].

Es por ello importante relatar cómo la gente de estos pueblos vio trans-formada su vida cotidiana y tuvo que adaptarse a los cambios que se dieron

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después del 16 de marzo de 2020, destacando las adaptaciones con respecto a sus "estas, ferias y celebraciones, para ello haremos especial énfasis en la cele-bración del Señor de Mazatepec.

La "esta del Señor de Mazatepec es una de las más importantes en el po-niente morelense, reúne a una serie de poblaciones del estado de Morelos, Guerrero y Estado de México. En honor a él se realiza una feria el Quinto Viernes de Cuaresma. No obstante, en el 2020 esta celebración tuvo una serie de modi"caciones debido a la situación por la que atraviesa el mundo con res-pecto a la pandemia de COVID-19 [Morayta, et al., 2018].

Un acercamiento al poniente tras la declaración de la cuarentena

Desde el mes de marzo del 2020 la vida de la gente de los diferentes pueblos del poniente morelense empezó una serie de transformaciones y adaptaciones debido a la declaratoria de la cuarentena por parte del Gobierno Federal por la pandemia de COVID-19. Las noticias empezaron a circular vía redes sociales y televisión abierta y una serie de declaraciones de las autoridades competentes en el área de salud realizaba ajustes en el ámbito educativo, turístico, público y económico en el estado de Morelos.

En otros países la pandemia y una inminente cuarentena era noticia en los medios de comunicación a nivel mundial. En Italia, algunos paisanos que se fueron en búsqueda de una mejor vida relataban:

Aquí las cosas están muy feas, hace como 15 días que no salimos. Ojalá en México estén bien, ni a trabajar podemos salir. A veces a los que andan en la calle pasa la policía a decirles que se metan a sus casas, pero los señores mayores son los que más andan en la calle. Regresando a México ya no voy a querer tomar Coronas, ni me lo mencionen cuando me vean [Concepción, 2020]

Asimismo, en los Estados Unidos, algunos familiares nos contaban su expe-riencia en Facebook y WhatsApp:

El sistema de salud en Nueva York está colapsado totalmente. No hay atención médica y pues nos ha costado conseguir doctores para cualquier otra enfermedad. A mi esposo apenas lo descansaron porque, aunque estaba difícil la cosa, él se-

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guía trabajando. Ojalá no se ponga peor porque tenemos que pagar comida y renta [Diana, 2020].

Además de la angustia que estos migrantes vivían desde donde se encontraban por la enfermedad y el encierro, la situación económica se convirtió en una de las pláticas recurrentes entre los paisanos debido a que no sólo el trabajo estaba escaso, sino que esto representaba para ellos disminuir el apoyo que semana a semana envían a sus familias en México. Juan Carlos, un migrante indocumen-tado originario de Mazatepec y que actualmente vive en la ciudad de Chicago, mostraba su preocupación por no poder mandar dinero su"ciente a sus hijos y familiares:

La verdad no sé cómo le haré para pagar este mes la renta, casi no he trabajado por-que nos están rolando turnos. Me preocupa que no voy a poder mandar dinero por un tiempo porque tengo que pagar aquí para vivir. La cosa se está poniendo muy difícil, no podemos trabajar bien como normalmente se hace [Juan Carlos, 2020].

Estas preocupaciones e información diversa, empezaba a llegar desde fuera a familiares en el poniente, pero todo ello parecía muy lejano aún. La “norma-lidad” no se vio mermada de inmediato. Lo primero evidente fue la cancela-ción de clases en todos los niveles educativos. Esto disminuyó la a!uencia de transporte público y de personas en la calle. A pesar de ello, la vida continuó su curso y se esperaba con ansias la feria del Quinto Viernes de Cuaresma que estaba prevista para dar inicio el 25 de marzo. Nunca se pensó que ese virus del que se escuchaba en la radio, la televisión y el internet, llegara en vísperas de la Semana Santa a México.

La COVID-19, la feria de “La loma” y la celebración al Señor de Mazatepec

Durante la primera semana de anunciada la cuarentena, los cambios empe-zaron a ser más visibles para la vida cotidiana de la gente del poniente: ce-rraron gimnasios, cafeterías, suspendieron actividades deportivas y se anun-ció lo inminente, la cancelación de la feria de “La loma” dedicada al Señor de Mazatepec. En un primer momento parecía que nada podía detener esta gran "esta, pero el anuncio desde la presidencia municipal de Mazatepec fue termi-nante, la feria y las festividades propias quedaron canceladas.

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Mediante Facebook, las personas de los diferentes pueblos del poniente empezaban a colocar publicaciones donde expresaban su dolor por la cancela-ción de esta feria. Algunos parecían enojados y otros más tristes por la situa-ción, el desconcierto abarrotó las redes sociales, llegaban mensajes también vía WhatsApp donde colocaban la noticia que circuló en redes sociales junto con el comunicado de la presidencia municipal.

En los periódicos locales la noticia también circuló. Por ejemplo, La Unión de Morelos, desde la redacción del día 18 de marzo de 2020 señalaba:

La presidenta municipal de Mazatepec, Trinidad Pérez Coria, a través de un co-municado o"cial publicado en las cuentas o"ciales de redes sociales, informó que derivado de la situación de salud que se vive en el mundo y dando seguimiento a las recomendaciones de las autoridades estatales, “se cancelan todos los eventos de concentración masiva incluyendo el próximo de la feria de la Loma 2020, esto con el objetivo de anteponer la integridad de las familias de este municipio y de quienes nos visitan”, cita el documento, que inmediatamente causó reacciones por parte de los usuarios de redes.

La cancelación de esta feria no sólo representó un duro golpe a la economía de la gente de Mazatepec, sino que dejaba un hueco económico para mucha gente de los pueblos del poniente morelense y de pueblos cercanos de Guerrero y Estado de México. Esto debido a que se había anunciado la instalación de casi 600 comerciantes y artesanos que cada año ofertan sus productos a miles de visitantes.

Este anuncio no fue de agrado para los peregrinos y el párroco de Mazatepec. Este último lanzó un comunicado en redes sociales donde señalaba que esta celebración se realizaría con las medidas sanitarias para la prevención de COVID-19 y reiteraba lo siguiente: “Seguiremos teniendo nuestro Santuario y capillas abiertas, así como las actividades que se realizan cotidianamente”.

Todo esto contradecía la información expresada a nivel estatal, pues se te-nía entendido que desde el obispado se suspendieron todos los eventos en los que hubiera aglomeración de personas. Esto lo dio a conocer en un comunica-do el día 16 de marzo de 2020 [Rangel-Terrazas, 2020].

Debido a esta contradicción, entre lo anunciado por el obispado y la deci-sión del párroco de Mazatepec, dicha situación fue objeto de críticas por parte los internautas y ante ello, días después, se dio el anuncio de que las actividades,

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desde la parroquia, que se tenían previstas para la feria de “La loma”, quedaban suspendidas. Sin embargo, esto no signi"caba que la "esta se cancelaría, sino que se pospondría para septiembre de 2020, debido a que el 14 de ese mes se ce-lebra la aparición del Señor de Mazatepec. De tal manera, se hizo la invitación a que los peregrinos vinieran en esa fecha a traer sus mandas.

Ante este anuncio también una serie de internautas mostraron tristeza por la cancelación. Aún no se visualizaba la crisis sanitaria que estaba por desen-cadenarse, algunos eran incrédulos ante ello y siguieron con su vida diaria. El día en que debían llegar los peregrinos, no se dio. Las calles del pueblo lucían en toda su “normalidad”, algo muy distinto a lo que sucede cuando el centro de Mazatepec y “La loma” son invadidos por comerciantes, visitantes y peregrinos que vienen a disfrutar de la feria o a traer alguna manda.

Esta vez la cotidianidad del pueblo seguía su curso a pesar de que las calles se notaban más vacías de lo “normal”: circulaban menos personas, menos autos y varios negocios de venta de comida estaban cerrados, así como las escuelas. En vísperas del 25 de marzo la a!uencia empezó a disminuir poco a poco en Mazatepec, no tanto así en las zonas comerciales como Miacatlán, pero en el resto de las poblaciones sí sucedió así.

La feria de “La loma” había quedado cancelada y esto produjo una serie de reacciones diversas en la gente. Algunos más atrevidos instalaron sus puestos de venta de comida y cerveza en las inmediaciones del Santuario y para otros fue más fuerte la fe y llegaron a pedir al párroco que los recibiera a ellos y a sus mandas.

Debido a esto el ayuntamiento sancionó a los comerciantes que se coloca-ron en las inmediaciones del Santuario y, mediante redes sociales, el párroco de Mazatepec recibió duras críticas. Debido a que circulaba una fotografía con la iglesia llena y al sacerdote celebrando misa.

Algunos justi"caron que a pesar de la pandemia de COVID-19 y las re-comendaciones de la Secretaría de Salud y del Gobierno Federal, estatal y mu-nicipal, los peregrinos trajeran sus mandas. Una habitante de Mazatepec dijo:

Es lógico que vengan los peregrinos, ellos no pueden faltar, es una manda y eso es más grande que cualquier enfermedad. Ellos no pueden dejar de venir porque tienen un compromiso muy fuerte aquí con el Señor del Calvario. Si dejan de venir es como si le faltaran al respeto a la manda y a sus creencias, deben venir y además, muchos seguro en el pueblo los van a recibir aunque las autoridades digan lo con-trario [Anónimo, 2020].

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Asimismo, mediante redes sociales se solicitó apoyo para aquellos vendedores que año con año asisten a ofrecer sus productos a la feria de “La loma”. Entre estos destaca el caso de un vendedor de tepache que, a pesar de la cuarentena, llegó a Mazatepec y se puso a ofrecer esta bebida a los que pasaban por ahí. De esta manera, se dio a conocer en Facebook que el señor estaba instalado a un costado del zócalo y que pasáramos a comprarle a manera de apoyo.

Reflexiones finales

Los últimos días de marzo, con la cancelación de la feria de “La loma”, la sus-pensión de clases y labores no esenciales disminuyó la a!uencia de personas en el primer cuadro del pueblo. A esto se sumó la reducción del transporte públi-co, pues la línea Pullman de Morelos en su versión de Mibus y Pullman dejó de circular en las horas que solía hacerlo, al respecto, la empresa anunció que las corridas se reducirían a la mitad; días más tarde, la empresa tomó la decisión de dejar sólo dos corridas por día a la ciudad de Cuernavaca.

La circulación de personas empezó a disminuir, con ello también se anun-ció que los tianguis semanales de Tetecala [martes] y Miacatlán [martes y do-mingos] iban a continuar con la venta de productos esenciales debido a que son los únicos días en que la gente se surte de productos para su semana. En el caso del primero, se anunció, semanas más tarde, que los puestos dejarían de insta-larse debido a que había habido algunos casos de COVID-19 en el municipio.

Los pueblos del poniente y su gente han visto transformada su cotidiani-dad debido a la pandemia. Desde los aspectos económicos por la disminución de personas en las calles hasta sus festividades. Dos meses y más han pasa-do desde declarada la cuarentena y los habitantes de estos pueblos han tenido que irse adaptando al encierro y al uso de redes sociales para continuar con la “normalidad”.

Cada vez son más negocios los que ofertan sus productos a domicilio: ta-querías, tiendas de abarrotes, fondas, etc. Asimismo, algunos jóvenes con mo-tocicletas han decidido empezar a hacer mandados y entregas de productos a domicilio, cobrando una tarifa por ello.

En el caso de las "estas y celebraciones religiosas se han tenido que ir adap-tando a todo lo que se ha suscitado en estos últimos meses, se ha optado por celebrar misa vía remota con el uso de las redes sociales, en el caso de las cele-braciones como la de San Isidro Labrador, se optó por pasear al Santo por las

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principales calles de Mazatepec y desde sus balcones, ventanas y portones de sus casas, los habitantes del pueblo vieron pasar la imagen, mientras el párroco iba dando un discurso mediante un altavoz.

De esta manera, la vida cotidiana de los habitantes de los distintos pueblos del poniente se ha ido adaptando a las condiciones sanitarias implementadas derivado de la pandemia de COVID-19. Éstas han sido medidas extraordina-rias que impactaron y seguirán marcando el rumbo de la vida de estos pueblos, desde el aspecto económico y veneracional.

REFERENCIAS

Moreno-Sánchez, Francisco, et al., “Las grandes epidemias que cambiaron el mundo” en: Anales Medicos, Vol. 63, Núm. 2, abril-junio 2018, https://www.medi-graphic.com/pdfs/abc/bc-2018/bc182p.pdf, Revisado: 10/07/2020.

Morayta, Miguel, et al. [2018] “Los sistemas veneracionales como ejes articuladores de los procesos de regionalización entre los pueblos originarios del estado de Morelos”, en: Prensa, INA-Morelos, 2018.

Rangel-Terrazas, Héctor “Obispo Ramón Castro y otros suspenden misa domini-cal” en: El regional, 16 de marzo 2020, https://www.elregional.com.mx/obispo-ramon-castro-y-otros-suspenden-la-misa-dominical, Revisado: 20/08/2020.

Redacción, “Cancelan feria de la loma de Mazatepec”, en: La unión de Morelos, 18 de marzo 2020, https://www.launion.com.mx/morelos/zona-sur/noticias/157089-cancelan-la-feria-de-la-loma-de-mazatepec.html, Revisado:15/08/2020.

Toledo Alvarado Erandy [2016] Con"gurando territorios. Transformaciones y nuevas dinámicas agrícolas entre los productores de Mazatepec, Morelos, Tesis de doctorado, UAEM.

Entrevistas y relatos

Entrevista a Diana Toledo, Nueva York, USA, 20 de abril de 2020.

Relato de Juan Carlos Quevedo, USA, 10 de mayo de 2020.

Relato anónimo, Mazatepec, Morelos 15 de mayo 2020.

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Alimentación y COVID-19. Re!exiones preliminares en la Ciudad de México

Laura E. Corona de la Peña1

Dirección de Etnología y Antropología SocialLeonardo Vega Flores2

Coordinación Nacional de AntropologíaMagdalena Pérez PalomoJesús Alberto López Rodríguez

INTRODUCCIÓN

En este texto, a partir de trabajo etnográ"co y análisis de otras fuentes, re-!exionamos sobre un aspecto central de la vida cotidiana y más aún en

tiempos de pandemia: la alimentación. Nos referiremos solamente a algunos espacios de la Ciudad de México que aclaramos en cada punto tratado. Es im-portante comentar que, como sabemos, nuestra ciudad y su área metropolitana albergan una diversidad de condiciones poblacionales, de servicios públicos y de abasto alimentario. En primer lugar, hablamos un poco del contexto de la pandemia vinculada a los sistemas alimentarios para después abordar de mane-ra general el abasto en la Ciudad de México y en especí"co en algunos lugares de la ciudad.

Pandemias y actividades humanas

Como sabemos, históricamente los humanos y otras especies hemos enfren-tado distintas epidemias y pandemias, cada una con variadas consecuencias y aprendizajes, tanto biológicos como sociales y personales. Las epidemias y pandemias no son fenómenos espontáneos, sino parte de procesos amplios en el tiempo en los que intervienen diversos factores y actores. Las pandemias más recientes, como la de gripe española, abordada por varios textos de este

1. [email protected]

2. [email protected]

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volumen para el caso de México, la del síndrome respiratorio de Oriente Medio [MERS, por sus siglas en inglés], o la del síndrome respiratorio agudo severo [SARS, por sus siglas en inglés], y actualmente la COVID-193 provocada por el SARS-CoV-2, a diferencia de otras anteriores, tienen un fuerte componen-te causal relacionado con actividades humanas que han modi"cado entornos naturales y que además han cambiado la relación que las poblaciones humanas tienen con otros seres vivos de nuestro planeta. A partir del estudio de estos cambios y de otros factores, desde hace varios años especialistas en distintos campos habían advertido de epidemias y pandemias en un futuro cercano.

Alimentación y COVID-19

La relación entre la alimentación y la COVID-19 es muy fuerte y está llena de matices. La producción industrial de alimentos junto con otras actividades hu-manas como la minería y la urbanización, han devastado muchos ecosistemas y han generado un contexto de cercana interacción entre personas, especies domésticas y especies silvestres, favoreciendo un incremento de zoonosis. Las especies domésticas relacionadas con la alimentación humana han sido incor-poradas en sistemas masivos de producción que buscan obtener en poco tiem-po amplias ganancias, para ello se modi"can genéticamente a plantas y ani-males. Los animales se con"nan en espacios reducidos, situación que favorece el incremento de enfermedades infecciosas que son tratadas con antibióticos. También, la expansión de la producción agroindustrial ha generado serios pro-blemas, como los llamados “desiertos verdes” que son enormes terrenos dedi-cados a los monocultivos y que ocupan espacios que antes albergaban a distin-tos ecosistemas y que, al instalarse este tipo de agricultura han cambiado los paisajes, la temperatura, el ciclo del agua, la salud de la tierra y la biodiversidad del planeta; además de desplazar a las poblaciones humanas y de otras especies generando con esto graves problemas sociales.

En el texto ¿Quién nos alimentará? La red campesina alimentaria o la cade-na agroindustrial, publicado por el Grupo ETC4 [2017], se analizan las diferen-

3. COVID-19 es la abreviatura de “enfermedad por coronavirus” en inglés, al respecto puede consultarse WHO, “Coronavirus”, WHO, s/f. Consultado en: https://www.who.int/health-topics/coronavirus#tab=tab_1, 11 de junio 2020.

4. Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración. Para conocer sobre este grupo se puede consultar su página web: https://www.etcgroup.org

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Miradas históricas y antropológicas sobre la pandemia, COVID-19Alimentación y COVID-19. Re!exiones preliminares en la Ciudad de México

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cias entre la red campesina alimentaria y la cadena agroindustrial, mostrando que más del 70% de los alimentos que se consumen en el mundo son produci-dos por los campesinos utilizando 25% de los recursos disponibles [agua, suelo, combustibles] y además conservan la biodiversidad; mientras que la cadena ali-mentaria agroindustrial produce aproximadamente el 30%, utilizando el 75% de los recursos y generando daños al ambiente y a la salud de las personas. Los daños al ambiente y a la salud de las personas, según los cálculos de ETC, ascienden al 200% de lo que los consumidores pagaron por esos alimentos. Los productos de la industria agroalimentaria, además de la devastación natural que genera su producción, contribuyen de manera importante a la contamina-ción por los desechos que se producen al elaborarlos y por las envolturas que utilizan que por lo general son plásticos o unicel de un solo uso.

Los “productos” de la industria agroalimentaria, por su alta densidad ca-lórica, han favorecido la obesidad y padecimientos secundarios a ella como la Diabetes Mellitus y la Hipertensión Arterial; estos tres padecimientos como comorbilidades de la COVID-19, son un factor de riesgo para sufrir mayo-res complicaciones. Rivera Dommarco, et al. [2018: 9], a partir de datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de Medio Camino 2016, a"rman que, en nuestro país, en los últimos 30 años se ha incrementado dramáticamente la incidencia y prevalencia de sobrepeso y obesidad, convirtiéndose en una emer-gencia sanitaria que afecta al 30% de los adolescentes y niños y a 70% de la población adulta. Los autores establecen su postura y presentan una serie de re-comendaciones para una política de Estado cuyo objetivo consideran debe ser la prevención y control de la obesidad en México. En el texto se explica que la causa más inmediata de obesidad es el balance positivo de energía, que resulta de una mayor ingestión que gasto.

La dieta promedio de la población mexicana se caracteriza por un con-sumo limitado de verduras, frutas, leguminosas y cereales de grano entero, mientras se incluye un volumen elevado de bebidas azucaradas y de alimentos con alta densidad energética, procesados o ultra procesados. Estos alimentos y bebidas industrializadas contienen elevadas cantidades de azúcares o grasas y harinas re"nadas y tienen un bajo contenido de "bra dietética. Este tipo de alimentación genera un sobreconsumo pasivo que contribuye al balance posi-tivo de energía potenciado por una limitada actividad física en gran parte de la población.

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Alimentación en la Ciudad de México durante la COVID-19

Históricamente, la Ciudad de México ha sido un centro de gran importancia política y económica en donde se reúnen y se distribuyen gran parte de los re-cursos, incluidos los alimentarios. Esta tendencia sumada a la concentración de actividades productivas ha convertido a este espacio en un polo de atracción. Se trata de una urbe de gran diversidad cultural y enormes desigualdades eco-nómicas, sociales y de toda índole. El espacio que ocupa la ciudad ha crecido a través del tiempo y para abastecer de alimentos a los citadinos se cuenta con tianguis tradicionales, 329 mercados "jos [incluyen mercados emblemáticos como La Merced, el Mercado Abelardo L. Rodríguez, Mercado de Jamaica, Mercado de Sonora, La Viga, San Juan y Tepito, entre otros], y mercados sobre ruedas5 [Delgadillo, 2016].

En 1982 se inauguró la Central de Abastos que, con sus 216 hectáreas, es la de mayores dimensiones a nivel mundial. En la sección “historia” de la página web de este mercado6 se explica que se construyó a principios de los años 80 del siglo XX en respuesta a las necesidades de la capital del país, puesto que el mercado de La Merced ya no podía cubrirlas con e"ciencia. En la sección de “Historia” de esta página web, se incluye el enlace a YouTube para un documen-tal del cineasta Demetrio Bilbatúa, actualizado 35 años después, titulado “Del Tianguis al Abasto”.7 En la película se presenta a la Central de Abasto como una solución a distintos problemas y vicios que se daban en La Merced.

A "nales del siglo XX, inició la construcción de supermercados y tiendas de autoservicio de cadenas, que ha sido una competencia muy fuerte para las tiendas de abarrotes, mercados y tianguis. Entre las “ventajas” que ofrecen los supermercados están: una aparente variedad enorme de productos, horarios amplios todos los días, la posibilidad de pagar con tarjeta de crédito, compras

5. Se establecieron en la Ciudad de México a partir de 1969 con el objetivo de que los campe-sinos pudieran ofrecer sus productos directamente, y a precios más accesibles, en plazas públicas o jardines, un día de la semana, se les podía reconocer por mantas o trapos de color rosa con los que cubrían sus puestos semifijos [Castro Sánchez, 2018].

6. Fideicomiso para la Construcción y Operación de la Central de Abasto de la Ciudad de México. Consultar en: https://ficeda.com.mx/index.php?id=historia

7. Demetrio Bilbatúa, “Documental Del Tianguis al Abasto, del cineasta Demetrio Bilbatúa”, Central de Abasto Ciudad de México, 21 de diciembre de 2017. En https://www.youtube.com/watch?v=q5lzdUvXeWU&feature=emb_logo, Consultado el 18 de mayo 2020.

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en línea, espacios amplios y limpios, estacionamiento y otras. Sin embargo, en estos establecimientos la mayor parte de los alimentos son industrializados y de los que son frescos algunos se conservan congelados o en refrigeración para incrementar su vida de anaquel; hay alimentos que se traen de otros países y a los pequeños productores, como nos han relatado algunos de ellos, se les imponen condiciones difíciles que no todos pueden sobrellevar. En estos ne-gocios para envolver los productos se usan empaques de plástico o unicel y hasta hace muy poco se impuso la prohibición de usar bolsas de plástico. Estos supermercados son tiendas de “autoservicio” en las que los clientes no pueden establecer una relación directa con los vendedores, es decir, hacerse marchantes como en los tianguis, cultivar amistades o hasta compadrazgos. También es importante mencionar que el comprador, además, pierde relación con los ciclos de los productos, con su procedencia y con los conocimientos básicos sobre la producción de estos.

En la Ciudad de México los mercados y tianguis operaron con restriccio-nes durante esta contingencia, como en otras ciudades de nuestro país. Después algunos fueron cerrados, para posteriormente abrir de nuevo. En ese sentido, se aplicaron tanto la normatividad del Gobierno de la Ciudad de México como la de las Alcaldías.

Imagen No. 1: Mercado sobre ruedas en la Colonia Espartaco, Alcaldía Coyoacán. Fotografía de Leonardo Vega Flores, 25 de mayo 2020.

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Observamos que mercados sobre ruedas en la Alcaldía de Coyoacán man-tuvieron sus actividades hasta el 7 de mayo, reanudando hasta el 25 del mismo mes, ya con la implementación de las medidas de seguridad dispuestas por las autoridades sanitarias, como el uso de cubrebocas, aplicación de gel y en algu-nos casos barreras de plástico cristal [Imagen No.2] por parte de los comercian-tes. Mientras, en la Alcaldía de Iztapalapa estaban operando el 17 y 18 de mayo.8 En distintos medios de información han aparecido notas que justi"can el cierre de estos espacios como posibles focos de infección [Redacción Ejecentral, 2020, Caso, 2020, López, 2020], este tipo de comunicaciones se relacionan, como ha explicado Víctor Delgadillo [2016 y 2020], con una guerra de baja intensidad contra los mercados, en la que se atribuye a los comerciantes los resultados que más bien son producto de un largo abandono por parte de las autoridades que, al igual que los recientes incendios ocurridos en varios mercados de la Ciudad de México, evidencian falta de mantenimiento, falta de seguridad, falta de su-pervisión en un contexto de ausencia de las autoridades en el que la pandemia se viene a sumar.

Imagen No.2 Mercado sobre ruedas en la Colonia Espartaco, Alcaldía Coyoacán. Fotografía de Leonardo Vega Flores, 4 de junio 2020.

8. La primera normatividad fue emitida el 2 de abril de 2020. SEDECO, “Emite SEDECO indicaciones a mercados públicos, tianguis y concentraciones ante COVID-19”, 2020-04-02. Con-sultado en: https://covid19.cdmx.gob.mx/comunicacion/nota/emite-sedeco-indicacio, 1 de julio 2020. Una nueva normatividad entró en vigor el lunes 29 de junio cuando en la Ciudad de México se estableció el semáforo naranja. Gobierno de la Ciudad de México, “Reapertura gradual de nego-cios en Semáforo Naranja”, 30 de junio de 2020. Consultado en: https://www.cdmx.gob.mx/portal/articulo/reapertura-gradual-de-negocios-en-semaforo-naranja, 2 de julio de 2020.

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La Central de Abastos ha continuado sus actividades sin interrupción y hasta el 26 de abril se contabilizaron 23 contagios de COVID-19 y 2 fallecimien-tos, por lo que se restringió la entrada a la población vulnerable [Redacción de Animal Político, 2020-04-26]. En este contexto, mientras el comercio lo-cal tiene pérdidas, las grandes empresas de supermercados y autoservicios han visto incrementadas sus ganancias [Soto, 2020, Oxfam,2020]. Al inicio de la contingencia los supermercados no implementaron medidas sanitarias en nin-gún centro de abasto alimentario y solamente, ante el avance de la pandemia, se empezó a exigir en los supermercados el uso de cubrebocas y aplicación de gel antibacterial en la entrada, en algunos además los empleados tomaban la temperatura a las personas antes de ingresar y entregaban guantes que se desechaban a la salida. El servicio a domicilio de estas tiendas se incrementó notoriamente en la contingencia.

En contraste, las ventas de los comerciantes de tianguis y mercados sobre ruedas se han reducido considerablemente, afectando la economía de quienes trabajan en ellos y de los productores. A partir de la fase 3 [21 de abril] y has-ta poco antes del semáforo rojo [1 de junio], los mercados sobre ruedas y los tianguis solamente podían vender productos relacionados con la alimentación, por lo que disminuyó la cantidad de puestos que además tuvieron un volumen y variedad de productos menor. En el caso de las tortilleras del Mercado 44 Xóchitl de la Alcaldía Xochimilco, ellas siguieron vendiendo sus tortillas, sopes y quesadillas, pero tuvieron que reducir su producción. Las eloteras también siguieron vendiendo sus elotes y esquites.

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Imagen No.3 Tortilleras del Mercado 44 Xochitl, Alcaldía Xochimilco. Fotografía de Leonardo Vega Flores, 30 de abril de 2020.

Imagen No.4 Eloteras del Mercado 44 Xochitl, Alcaldía Xochimilco. Fotografía de Leonardo Vega Flores, 2 de abril de 2020.

Con el avance de la pandemia cada vez fue más frecuente ver el uso de cubrebocas en estos espacios, pero siempre ha sido signi"cativo el número de personas que no los usan. Otras estrategias que se implementaron en algunos

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mercados es el servicio de entregas a domicilio con la posibilidad de pagar a través de transferencia bancaria o efectivo. Cuando los mercados sobre ruedas han tenido que cerrar, algunos marchantes se pusieron de acuerdo para poder verse con sus clientes en un lugar especí"co para venderles sus productos por pedido.

El lunes 7 de mayo los locatarios del mercado sobre ruedas en la colonia Espartaco [se instala lunes y jueves] informaron que era el último día que ven-dían y no sabían cuándo volverían a trabajar, el ambiente era de incertidumbre. Los compradores, la mayoría sin equipo de protección individual, mostraban ansiedad por comprar lo que pudieran, los vendedores nerviosos trataban de atenderlos rápidamente y descuidaban el cubrebocas, si es que los traían, ade-más no se guardaba la sana distancia. El mercado se volvió a poner hasta el 25 de mayo. Después poco a poco fueron regresando más comerciantes y com-pradores. En la “nueva normalidad” muchos usan cubrebocas, caretas y otros ninguna protección.

Las medidas de protección de la Jornada de Sana Distancia se han imple-mentado de manera fragmentada y desigual en los centros de abasto de alimen-tos, lo mismo que en otros espacios. Algunas personas dejan de pensar que el virus es un invento hasta que resultan contagiados o saben de casos de conoci-dos o familiares. Magdalena Pérez Palomo en sus visitas a distintos mercados durante la contingencia hizo las siguientes observaciones:

Mercado de Xochimilco. El 18 de abril, estaba comenzando la cuarentena. Ya es-taban implementando algunas medidas de protocolo, como el uso cubrebocas por parte de los vendedores. Pero no había control en los accesos, los puestos de co-mida permitían que la gente comiera ahí, ni locatarios ni compradores respetaban la sana distancia. Me pude percatar de que había personas que pasaban en parejas revisando a los locatarios pidiendo que se colocaran bien el cubrebocas y pidiendo que se pusieran guantes. Los vendedores ambulantes que están vendiendo fuera del mercado no estaban usando cubrebocas o caretas, pero si nos encontramos como 5 vendedores ambulantes que estaban vendiendo cubrebocas de tela. En la plaza de la delegación que está enfrente de la primera sección del mercado estaba de manera constante un audio explicando a la gente qué es la COVID-19 y las recomendaciones a seguir.

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Mercado Lázaro Cárdenas.9 Voy cada quince días. De la penúltima vez que estuve ahí a mi última visita, el día 22 de mayo, se implementaron estas medidas: de las 5 puertas de entrada [dos sobre Romero de Terreros y tres sobre Adolfo Prieto] se cerraron tres y dejaron dos abiertas, una de cada lado [el mercado se ubica en una esquina]. En cada puerta había locatarios que se estaban turnando para cuidar los accesos y daban gel para las manos a toda persona que ingresaba al mercado. En la puerta de acceso sobre la calle Adolfo Prieto, colocaron un recipiente ancho, pero de poca altura, con un poco de agua con cloro diluido para que la gente pise antes de entrar a "n de limpiarse los zapatos y escriban el número de personas que están entrando en ese momento. Lo que no hay en el mercado es señalización en el piso para la sana distancia.

No están permitiendo la entrada de mascotas y solo piden que entre una persona por familia, pero la realidad es que había parejas comprando en el interior. En el área de comida algunos puestos estaban cerrados, otros solo tenían comida para llevar y las fondas que permanecían abiertas estaban dejando una silla vacía entre los comensales. Pocos locatarios estaban atendiendo con cubrebocas, más bien son los pocos clientes que entramos al mercado los que llevamos mayor protección. Los puestos donde venden hierbas, velas y santos, en este mercado están cerrados y en dos puestos los locatarios están aprovechando para limpiar a profundidad sus locales y moviendo mercancía de lugar. Hay una persona encargada por la admi-nistración que está circulando por el mercado indicando los cambios de seguridad y protocolo que deben de realizar los locatarios.

Mercado Medellín. Fui el 30 de mayo. Voy cada miércoles a surtirme, pero en esta ocasión tuve que ir el sábado a comprar unas cosas para una producción de conser-vas. En este mercado a principios de abril estaban operando normal y solo algunos clientes portaban cubrebocas. En el caso de los locatarios casi ninguno contaba con protección. En la segunda semana de abril se cerraron puestos no esenciales del anexo del mercado, tales como papelerías, sastrerías, peluquerías, tiendas de cosméticos y de ropa. Todas las puertas de acceso estaban abiertas excepto las del anexo, donde solo estaba abierta una puerta sobre la calle Monterrey, las puertas del anexo de la calle de Campeche estaban cerradas. Las puertas de acceso al mer-cado, las del lado de la calle Medellín y de la calle de Campeche, todas estaban

9. Colonia del Valle, Ciudad de México.

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abiertas, pero los locatarios se estaban turnando para dar gel antibacterial a la gente que ingresara al mercado.

Los puestos de comida cancelaron sus espacios para comensales y colocaron letre-ros de “sólo servicio para llevar”. La mayoría de los locatarios ya estaban usando cubrebocas y en el piso había marcas indicando donde se tiene que colocar la gente para la sana distancia. En el puesto de semillas las cubrieron con plástico trans-parente para protegerlas. Los locales donde venden velas y hierbas solo quedaron abiertos por la venta de las hierbas para cocinar o para tés e infusiones. A partir de la tercera semana de abril, la mayoría de los puestos de comida dejaron de operar porque ya no les costeaba abrir porque tenían muy poca clientela.

Se cerraron las puertas de acceso y solo quedó abierta una puerta del lado de la calle de Medellín y otra puerta sobre la calle de Campeche. Se sigue dando gel a todas las personas que entran e incluso cuando salen del mercado. Colocaron le-treros donde piden a los clientes entrar con cubrebocas y/o caretas, no se permite la entrada con mascotas y solo una persona por familia. A pesar de que ellos lo solicitan, hay personas que no lo respetan y se meten a comprar en familia. Los puestos donde venden productos de limpieza han incrementado sus precios con-siderablemente; por ejemplo, una botella de 250 ml de cloro la están vendiendo en $30.00, que en el supermercado cuesta $14.00.

El miércoles 27 de mayo que fui a hacer mis compras de cada semana había mucho menos a!uencia de gente en comparación con el mismo día en semanas anteriores. Eso incluso lo platiqué con mi marchanta de las frutas, quien me dijo que desde el martes en la tarde comenzó la disminución de clientes. Sin embargo, el sábado el aforo se incrementó, sobre todo porque los puestos como el de mariscos es el día que abre con servicio de comida para llevar.

Como es poco el número de visitantes, los dos estacionamientos del mercado no están cobrando la tarifa, solo una propina para el “viene-viene”. Todos los locata-rios cuentan con al menos cubrebocas, otros usan caretas y algunos incluso, hasta guantes de látex. Los locales de frutas y verduras se dieron a la tarea de limpiar sus locales después de que se supo del brote de COVID-19 en la Central de Abastos. Y algunos locatarios están limpiando constantemente el piso con agua con cloro cuando no pasa la gente por el pasillo.

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Jesús Alberto López Rodríguez, por su trabajo visita cotidianamente la Central de Abastos varias veces a la semana. Durante la contingencia tuvo que conti-nuar esta rutina. En el mes de mayo observó que muchos locales de los pasillos I-J, que son los que él visita cotidianamente, cerraron por la baja de ventas y solo abrieron las bodegas más grandes y las más fuertes, la a!uencia de com-pradores se redujo a casi la quinta parte porque había temor de contagiarse. Al iniciar el mes de junio abrieron todos los locales de esos pasillos y muchos instalaron una protección de acrílico para evitar el contacto directo entre ven-dedores y compradores, en estos días se incrementó la a!uencia de clientes y ya no era posible ingresar a los locales más grandes que atendían a las personas por turnos en la parte exterior del local. Otra medida general fue repartir gel antibacterial. Algunas de las observaciones de Jesús fueron:

Cuando empezó la pandemia y se cerraron distintos tipos de mercados de la ciu-dad, la Central de Abastos no cerró. Lo hizo mucho después, hasta que se declaró semáforo rojo, sobre todo cuando explotó el contagio en la Central de Abastos y de ahí pasó a todos lados, sobre todo en la zona de Iztapalapa. En esos días cerraron todos los locales que vendían accesorios para cocina. Había otros que vendían cu-brebocas y gel antibacterial, esos no cerraron. Cuando se dieron cuenta de la situa-ción, antes de las casetas para entrar a la central, los policías medían la temperatura a las personas y revisaban que trajeran cubrebocas, si detectaban "ebre o no se traía cubrebocas no lo dejaban entrar.

En los pasillos I-J en las entradas había personas que medían la temperatura, da-ban gel antibacterial y preguntaban datos como la edad y que productos venían a comprar. Los primeros locales en colocar barreras de acrílico en estos pasillos fueron los que vendían carnes, pollo y pescado. Algunos locales no pudieron cos-tear las barreras de acrílico y pusieron hule cristal, otros solamente daban gel y usaban cubrebocas. Los locales donde normalmente compramos nunca cerraron; solo cambiaron sus horarios de apertura durante esos tres meses. Abrían a las ocho de la mañana y cerraban a más tardar a las 15:00. Además, recorrían los pasillos personas repartiendo gel antibacterial.

Esta situación ha afectado a muchas personas, sobre todo los que no pudieron pa-gar el alquiler del local porque no tuvieron ingresos y no hubo condonación de ren-tas, por eso ahora hay bodegas disponibles por toda la central y se están instalando

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nuevos negocios en esos lugares. El ciclo de la Central de Abastos es así, cierra uno y luego luego [sic] llega otro.

En estas primeras semanas de julio siguen las medidas de revisión de temperatura y cubrebocas antes de entrar y personas que reparten gel antibacterial por los pasi-llos, pero ya hay muchas personas que no siguen las medidas incluyendo trabaja-dores. En el área de carnes instalaron dispensadores de gel que se accionan con el pie para que las personas no toquen la salida del desinfectante, en los demás locales solo tienen botellas con dispensador para ponerse gel.

Una de las medidas implementadas por el gobierno de la ciudad ha sido la desinfección en distintos espacios, calles, parques y centros penitenciarios. De igual forma, algunos alcaldes han aplicado campañas similares de sanitización. En el portal ciudadano del gobierno de la ciudad,10 se menciona que para des-infectar utilizan una solución al 3% de hipoclorito de sodio con agua potable y que los puntos especí"cos de sanitización son: mobiliario urbano, explana-das, parques y monumentos, accesos a hospitales, cruceros de gran a!uencia de la Red Vial Primaria, paradas de transporte público, accesos de estaciones de Metro, Metrobús y RTP. Por su parte, varias alcaldías han realizado desinfec-ción en lugares públicos incluidos los mercados, informando de estas acciones mediante fotografías publicadas en sus páginas de Facebook. En varias foto-grafías puede verse al personal que realiza la desinfección portando equipo de protección personal que consiste en un traje completo de material color blanco, caretas y goggles; llevan en la espalda equipos similares a los que se usan para fumigar y van avanzando por los pasillos, lanzando al piso y a algunas paredes un líquido a presión que aunque no lo indican, seguramente es una solución de hipoclorito de sodio, no sabemos a qué concentración. Llama la atención que en las fotos el personal de sanitización recorre los pasillos donde están vende-dores y compradores, muchos de ellos sin protección, y las frutas y verduras al descubierto.

10. Este portal puede consultarse en el siguiente enlace: https://www.cdmx.gob.mx/portal/articulo/desinfeccion-de-espacios-publicos-y-centros-penitenciarios

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Imagen No.5 Sanitización en mercado público Benito Juárez, Villa Milpa Alta, Alcaldía Milpa Alta (2020).

En estas circunstancias muchos tuvimos que buscar donde adquirir ali-mentos frescos y la alternativa fueron los grupos de productores que han imple-mentado sistemas de pedidos y entregas con pagos en efectivo o transferencias electrónicas. Los sabores de los alimentos frescos que venden estos proveedores han sido en algunos casos un viaje a la infancia y en otros una oportunidad de conocer nuevos sabores, de cocinar y recordar conocimientos que habíamos dejado de aplicar. Entre las redes de consumo a las cuales hemos recurrido du-rante la pandemia se encuentran: Mercado de las cosas verdes “Tianquiskilitl”, Mercado Alternativo Tlalpan, Despensa Solidaria y Colectivo Zacahuitzco.

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Imagen No.6 Mercado Alternativo de Tlalpan, entrega de pedidos, Alcaldía Tlalpan. Fotografía de Leonardo Vega Flores, 3 de mayo 2020.

En general se han adaptado a las nuevas circunstancias, en primer lugar, salvo el Colectivo Zacahuitzco, los demás tuvieron que cambiar de lugar de venta porque los lugares donde vendían sus productos fueron cerrados. A tra-vés de listados o comandas entre todos ellos se puede adquirir frutas de tem-porada, verduras, carne [guajolote, conejo, pescado, res y puerco], pan, lácteos, café y mezcal, entre otros. Se sabe de dónde provienen los productos y se tiene contacto directo con ellos. Sin duda, estos mercados alternativos, que ya tienen varios años trabajando, han sido una opción para una buena alimentación en tiempos de contingencia y, seguirán siendo una buena elección de consumo post pandemia.

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Imagen No.7 Mercado de las cosas verdes “Tianquiskilitl”, entrega de productos en Cuemanco, Alcaldía Xochimilco. Fotografía de Leonardo Vega Flores, 10 de mayo 2020.

¿Una nueva “normalidad”? Alimentación y COVID-19 en la Ciudad de México

Distintos especialistas han encontrado que la agroindustria está dañando a las personas y al planeta. Sustituir alimentos frescos por productos industrializa-dos tiene altos costos a corto, mediano y largo plazo. La pandemia que estamos viviendo está directamente relacionada con las actividades humanas y en espe-cí"co con la agroindustria. El resultado paradójico en la Ciudad de México ha sido que para contener el avance de la COVID-19, se han cerrado los mercados y tianguis en los que muchas personas tendríamos la oportunidad de conseguir los alimentos frescos cuyo consumo nos ayudaría a mejorar nuestro sistema inmune. Como bien señala Tiana Bakić [2020], los mercados de alimentos en nuestro país no solo son espacios de abastecimiento de alimentos, sino lugares de contacto a los que les resulta ajeno el distanciamiento social, por eso son complicados en el contexto de la pandemia. Al respecto, es importante tener en cuenta que la vulnerabilidad de la Central de Abastos y de otros mercados y tianguis en la Ciudad de México, es síntoma de las medidas inadecuadas que se han tomado para gestionar la distribución de alimentos de manera que la crisis actual pone al descubierto graves problemas que iniciaron años atrás y ahora se agudizan. Consideramos que lo que comenta Tiana Bakić, es similar a lo que

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paso con los sismos del 2017, que incrementaron problemas preexistentes en los lugares más afectados.

Ante este panorama una perspectiva antropológica e histórica aportará mucho al análisis de los sistemas de abasto y alimentación en la Ciudad de México y de quienes obtienen bene"cios. Nuestra cultura es opuesta al dis-tanciamiento social y habrá que encontrar formas de recuperar el sentido de comunidad y la cercanía.

REFERENCIAS

Alcaldía Milpa Alta. [3 de abril 2020]. Sanitización del Mercado Benito Juárez, Facebook. Recuperada 20 de mayo 2020 de https://www.Facebook.com/GobMilpaAlta/photos/a.741382675878926/3430639510286549/?type=3&theater

Castro Sánchez, A. [16 de noviembre de 2018]. Los primeros mercados sobre ruedas. El Universal, sección Opinión.

Caso, Diego. [15 de junio 2020]. Ir a la playa, al cine, a correr o al tianguis, ¿cuánto riesgo hay de contagiarme de COVID-19? El "nanciero. Recuperado el 20 de junio 2020 de https://www.el"nanciero.com.mx/el-preguntario/ir-a-la-playa-al-cine-a-correr-o-al-tianguis-cuanto-riesgo-hay-de-contagiarme-de-COVID-19

Ceballos, G., Ehrlich, A., & Ehrlich, P. [2015]. #e Annihilation of Nature: Human Extinction of Birds and Mammals. Johns Hopkins University Press. EU.

Corona, S. [6 de abril de 2020]. Tianguistas aplican a medias recomendaciones. El Universal, sección Metrópoli. México.

Bakić Hayden, T. [12 de mayo de 2020]. Alimentar en la pandemia: una re!exión sobre el COVID-19 en los mercados públicos. Nexos. México.

Delgadillo, V. [2016]. La disputa por los mercados de La Merced. Crónicas[5-6], 17-24.

Grupo ETC. [2017]. ¿Quién nos alimentará? La red campesina o la cadena agroindus-trial. Grupo ETC.

López, Jonás [22 de abril de 2020]. Iztapalapa restringirá acceso a tianguis a solo una perso-na. Imagen Radio. Recuperado el 3 de mayo 2020 de https://www.imagen-radio.com.mx/iztapalapa-restringira-acceso-tianguis-solo-una-persona

Navarrete, S. [18 de abril de 2020]. #Crónica La Merced busca resistir contra el COVID-19. Expansión.

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Oxfam. [9 de julio 2020]. El virus del hambre: cómo el coronavirus está agravando el hambre en un mundo hambriento. Oxfam. Recuperado el 10 de ju-lio 2020, de https://oxfamilibrary.openrepository.com/bitstream/hand-le/10546/621023/mb-the-hunger-virus-090720-es.pdf

Redacción de Animal Político. [26 de abril de 2020]. Han detectado 25 casos de COVID-19 en Central de Abasto; fortalecen medidas sanitarias. Animal Político. Recuperado el junio de 2020, de https://www.animalpolitico.com/2020/04/central-de-abasto-COVID-19-cdmx/

Rivera Dommarco, J. [2018]. La obesidad en México. Estado de la política pública y reco-mendaciones para su prevención y control. UNAM/Instituto Nacional de Salud Pública/Academia Nacional de Medicina. México.

Schlosser, E. [2003]. Fast Food. De Bolsillo. España.

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Wolf, E. [1990]. Facing Power. Old Insights, New Questions. American Anthropologist, 92[3], 586-596.

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El coronavirus y la sociedad peninsular. ¿Información culturalmente adecuada?

Ella Fanny Quintal Avilés1 2

Centro INAH Yucatán

El día 13 de marzo de 2020, la Secretaría de Salud del estado de Yucatán, informó por videoconferencia a la sociedad yucateca, que se había regis-

trado el primer caso de coronavirus en la entidad. El primero en la península ingresó a la entidad “procedente” de Madrid, vía Cancún. Se nos informó que el virus era extremadamente contagioso y entre las primeras medidas que el gobierno estatal tomó, fue la suspensión de clases en todos los niveles educa-tivos; el último día de clases en la entidad fue el 13 de marzo. Vino después la recomendación de quedarse en casa, la indicación de usar cubrebocas al salir a la calle y "nalmente la Ley Seca vigente hasta el 31 de mayo. Todo lo anterior se impuso además de las medidas establecidas por el gobierno federal al respecto. Pronto, algunas instituciones educativas y algunas pequeñas y medianas em-presas, incluso familias y grupos de artesanos, se dieron a la tarea de elaborar mascarillas y caretas.

No tardaron en llegar las solicitudes de ayuda para grupos vulnerables y también en respuesta, grupos de ciudadanos[as] e instituciones educativas y religiosas respondieron al llamado en diferentes formas. El gobierno estatal re-partió despensas y entregó ayudas a desempleados que lo solicitaron a través del internet. En este caso, los “apoyos” fueron como era de esperarse insu"-cientes, el mecanismo elegido para hacer las solicitudes limitado y no faltaron por supuesto, solicitudes de quienes no tenían necesidad alguna, mismos que fueron “exhibidos” en las redes virtuales.

1. [email protected]

2. Colaboraron con información para este breve trabajo Patricia Balam, Alejandro Cabrera, Jorge Gómez, Iván Solís y Lourdes Rejón.

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Imagen No.1 Entrega de despensas en Mérida, Iglesia Episcopal San Lucas, Mayo 2020, fotografía proporcionada por el sacerdote de la Iglesia Episcopal, José Vieira.

Imagen No.2 Entrega de despensas en Mérida, Yucatán, Iglesia Episcopal San Lucas, mayo 2020, fotografía proporcionada por el sacerdote de la Iglesia Episcopal, José Vieira.

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Imagen No. 3 Entrega de despensas en Mérida, Yucatán, Iglesia Episcopal San Lucas, Mayo 2020, fotografía proporcionada por el sacerdote de la Iglesia Episcopal, José Vieira.

Cabe aquí destacar que, como en otras localidades del país, en la Península, las autoridades municipales de muchas localidades establecieron "ltros y res-tringieron la entrada a personas no residentes y sólo dejaron entrar a los ca-miones de proveedores de alimentos. Dadas las fechas en que se presentó el coronavirus en Yucatán, fueron precisamente las autoridades de poblaciones de la costa las primeras en intentar impedir la llegada masiva de vacacionistas, de visitantes, de gente en busca de playa y sol. En el pequeño puerto de Sisal [del municipio de Hunucmá, en el poniente de la entidad] aproximadamente desde quince días antes de que iniciaran las vacaciones de la llamada semana mayor, las autoridades de la localidad no han permitido la entrada ni a vacacionistas ni a personas que tuvieran casa de verano en la comunidad. Por otro lado, en el puerto de Progreso, quizá el más concurrido del estado durante los "nes de semana y vacaciones, su presidente municipal subió a las redes un mensaje pi-diendo a la población del estado que no fuera e invitando a los paseantes para que se fueran a sus casas con un mensaje por “perifoneo” que también advertía del peligro de contagio de la enfermedad.

Y sí hubo gente que entendió y gente que se tomó su tiempo para com-prender el peligro al que se exponían. Pero una de las preguntas al respecto es, por qué la gente no “captó” el mensaje desde el inicio y por qué otros aún no lo

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hacen. Y no me re"ero a algunos empresarios a quienes todas estas medidas y recomendaciones de los gobiernos estatal y federal no favorecen, ni a las per-sonas que deben salir a trabajar todos los días para poder sobrevivir. Sino a la gente que como suele ahora decirse, “no se cuida”.

La pandemia ha puesto al mundo, al país y a la región en un tiempo complejo que propicia miedo, agresividad, ansiedad, tensión, escepticismo, incredulidad, intolerancia, linchamientos mediáticos y reales, egoísmo, opor-tunismo, uso intenso de las redes virtuales, toma de conciencia de nuestras limitaciones físicas y profesionales, de lo peligroso de nuestras formas de vida, de la fragilidad de nuestros cuerpos, formas de solidaridad, de creatividad, de humor, entre otras muchas sensaciones, sentimientos, pensamientos, actitudes, conductas, etc.

¿Algunos de nosotros, pensó alguna vez que le iba a tocar vivir algo así? Algo que nos afecta a todos, pero lo hace de manera diferente.

Imágenes No. 4 y 5, dibujos de niñas de primaria de Mérida, Yucatán.

Este trabajo se escribe con las breves y por qué no decirlo, dado el contexto actual, limitadas contribuciones de varios de los integrantes del equipo penín-sula del Proyecto Etnografía de las Regiones Indígenas de México. La mayoría vivimos en Mérida, hemos hecho trabajo de campo en comunidades de los tres estados, tenemos acceso a redes, a computadoras, a cablevisión, a información local, nacional e internacional. Con nuestros cuerpos en Mérida y comunida-des del estado, a 40 grados y más, nuestros ojos y oídos en diversos tipos de

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Miradas históricas y antropológicas sobre la pandemia, COVID-19El coronavirus y la sociedad peninsular. ¿Información culturalmente adecuada?

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pantallas y otros dispositivos, o desde la puerta de la casa con los vecinos, en la "la del super o la del mercado, este trabajo se basa en información y experien-cias que proceden de diversas fuentes, fuentes a las que según nuestro estrato y condición social hemos tenido y estamos teniendo acceso. Un profesor de la Facultad de Antropología de la Universidad Autónoma de Yucatán, suele decir a sus estudiantes que una vez antropólogo, se es toda la vida, todos los días del año. Esto es, la disciplina, nos [de]forma de tal manera, que pocas veces deja-mos pasar la vida en sociedad sin preguntarnos, ¿por qué? De esas preguntas y re!exiones vienen estas breves líneas.

Linchamientos virtuales

A Yucatán el virus nos llegó desde Europa, desde Perú, desde Estados Unidos, desde Canadá y por supuesto desde la Riviera Maya y Cancún.

Mérida es una ciudad muy segregada desde el punto de vista espacial: al norte y nororiente, colonias, fraccionamientos y “torres” de los de altos ingre-sos, al norponiente y poniente sectores medios [que es en donde vivimos la mayor parte de nosotros] y al oriente y al sur colonias y comisarías cuyos habi-tantes disponen de escasos y muy limitados recursos y son en gran medida per-sonas de ascendencia indígena. El centro de la ciudad incluye antiguas colonias y barrios meridanos con gente de estratos “medios” y una amplia población de extranjeros jubilados de Estados Unidos y Canadá.

Pero puede decirse que los habitantes del norte en general suelen estar “unidos” por las redes, cuyos mensajes son reenviados una y otra vez en el transcurso de minutos o cuando más, de horas. Y en este marco se dio el pri-mer linchamiento: por un lado, el de la mujer que llegó contagiada de Madrid y por otro, el de los hombres y mujeres que habían viajado a los Estados Unidos a esquiar. En el primer caso, no se supo el nombre, pero en el segundo, personas del mismo entorno social de los “esquiadores”, pusieron la lista en Facebook. Y por supuesto, fueron objeto de todo tipo de improperios; el contenido más frecuente: los ricos e irresponsables viajan y después regresan a enfermar a los pobres. Hubo otros casos de linchamientos de este tipo: a los que habían viaja-do a Perú, se contagiaron [incluso un hombre mayor del grupo falleció en ese país] y tuvieron que ser repatriados; a una señora yucateca que llegó de Canadá con con"rmación de COVID-19 y se fue a la playa con dos hijas, hasta que es-

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tas, dada la gravedad de la madre, la tuvieron que traer a un hospital de Mérida [esta señora, recién el 7 de mayo salió sana del hospital].

Los linchamientos vía redes sociales continuaron y continúan contra las personas que no permanecen en casa.

El 9 de abril, el gobierno del estado anunció que del 10 de abril al 31 de mayo habría Ley Seca en Yucatán. Un COSTCO del sur de la ciudad, fue aba-rrotado por gente de la zona que compró bebidas alcohólicas, incluso de la clase que nunca habían antes consumido. La prensa mostró imágenes de la situación. Para el Día del Niño, la sucursal de Burger King [BK] en el sur poniente de la ciudad, anunció ofertas, la prensa publicó fotos de las largas y apretadas "las de compradores. Las críticas contra “esa” gente “llovieron”, BK fue clausurado.

Es probable que las compras de pánico antes de que entrara en vigor la Ley Seca, hayan sido generalizadas en otras partes de la ciudad, pero, o se dieron de forma “más ordenada” o la prensa no las hizo públicas.

Violación de Derechos Humanos y linchamiento

A la luz pública salió el caso del fallecimiento de un ciudadano maya, del grupo llamado “Guardianes de las semillas”. Murió el 28 de abril en condiciones de atención médica confusas y con información inicialmente contradictoria sobre la causa del deceso, pues no se había con"rmado si había sido por el virus. La comunidad donde este hombre vivió y donde aún radica su familia, es parte del municipio sureño de Peto. Lo lamentable del caso fue no sólo el fallecimiento de una persona y de una persona que por su trabajo en el rescate de semillas nativas ha sido memorable, sino la conducta del presidente municipal, quien se trasladó a la comunidad del fallecido y en lugar público acusó a la familia de irresponsabilidad por haber introducido el virus a la comunidad al recibir a parientes que habían estado trabajando en Cancún. El resultado fue un alterca-do en la entrada de la cabecera entre los familiares del occiso y las autoridades municipales que tuvo lugar al otro día. La organización de defensa de derechos humanos Indignación, se pronunció contra la forma en que la familia del falle-cido había sido tratada.

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Entre el miedo y el “cuando te toca te toca”

Hace unos días, un reportero “subió” a las redes un video con entrevistas hechas a hombres y mujeres en el centro de la ciudad de Mérida. Los policías repartían cubrebocas, pero la gente no las usaba. Un hombre joven expresó que le parecía “una mamada”, otro que “si te va a llevar el payaso” no hay nada que hacer, otro más expresó, que se sentía “ridículo” usando el cubrebocas.

Tenemos, por otro lado, a las autoridades que “cierran” sus comunidades a los no residentes, las fuertes críticas contra quienes “no se cuidan”, las agresio-nes al personal de salud, el miedo a la gente que vive en Mérida [lugar que con-centra el mayor número de contagios], entre otras respuestas de la población.

Nos parece que ambas actitudes se deben al desconocimiento que la pobla-ción en general tiene de lo que se sabe acerca de la enfermedad y del virus: que es sumamente contagioso, que la vía de contagio es sobre todo aérea, que puede pasar casi desapercibida para el contagiado y su entorno o como una simple gripe pero que puede matar sobre todo, a personas de cierta edad y/o con pa-decimientos previos; que para no contagiarse hay que lavarse frecuentemente las manos, hay que evitar contacto cercano con otros y es necesario guardar distancia física, no hay que tocarse la cara, no salir de casa si no es necesario. Esto, que no ha dejado de repetirse en todos los medios de información, no parece haber llegado de manera clara y puntual a una parte importante de la población.

Unos están aterrorizados, para otros las recomendaciones no tienen signi-"cado [“de algo te tienes que morir”] y otros más toman en serio y de manera responsable las indicaciones.

Algo que pocos han entendido es el uso de cubrebocas o mascarillas no sanitarias, como forma de evitar que el contagio se propague. Estas mascarillas, no son para evitar contagiarse, sino para no contagiar, porque cualquiera que no haya ya padecido la enfermedad puede ser asintomático y transmitirla. La idea de lo asintomático pero contagioso, no ha sido entendida: no estoy enfer-mo, ¿por qué me pongo la mascarilla? O sea, no me siento enfermo por lo tanto no estoy enfermo y entonces por qué ponerme una mascarilla que me señala como enfermo; y aquí no hay que restar importancia al hecho de que, hasta la fecha, en la península, estar enfermo de coronavirus te hace sujeto de discrimi-nación y violencia.

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El miedo ha movido a gente de algunas comunidades a expulsar de las mis-mas a algún enfermo. Como sucedió en una comunidad de Campeche, donde un hombre de esta procedente de Ciudad del Carmen, lugar en el que labora, fue objeto de discriminación y violencia. En Yucatán, en más de una ocasión, los habitantes han amenazado con quemar la casa en alguien que ha fallecido por COVID19. Todo lo anterior connota, una incomprensión de lo que es la enfermedad y su transmisión.

Como se dijo arriba, la información no ha faltado, la ha habido en exceso. En las comunidades no son infrecuentes carteles con orientaciones a la pobla-ción, o “rondines” que convierten a la comunidad en pueblo bajo toque de que-da. Demasiada información que proviene no sólo de las instituciones de salud sino también de fuentes, de situaciones, de regiones, de países muy distintos ¿Será ese el problema? ¿Ha sido la información culturalmente adecuada? ¿Ha buscado y/o logrado llegar a todas las capas sociales de la península? ¿Por qué nuestras respuestas ante la pandemia no han sido en muchos casos razonables? Demasiada información no es necesariamente comunicación.

Antes de concluir no pueden dejar de mencionarse dos cuestiones. Por un lado, el retraso con que llegó a las comunidades mayas, información en la propia lengua. Ya hay. Pero se tomó su tiempo. Por otro, toda la información falsa y alarmista que circuló y sigue circulando en las redes. Alguna, probable-mente buscando golpear al gobierno federal, otra, parece surgir sólo del ánimo de perturbar, aturdir, intimidar, crear inseguridad [véase Eco, Humberto, 2016]

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Las "estas religiosas de los pueblos mayas durante la COVID-19

Lourdes Rejón PatrónPrograma Nacional Etnografía de las Regiones Indígenas de México Centro INAH Yucatán

La irrupción de COVID-19 en nuestro país se presentó de manera súbita. Se puede decir que esta crisis de salud pública tomó por sorpresa al mundo

entero. De forma paralela se presentaron otros hechos inéditos, como la pará-lisis de las actividades económicas, culturales, sociales y políticas. El gobierno federal impuso medidas generales para atender esta emergencia sanitaria como el establecimiento de La Jornada Nacional de Sana Distancia que ocupó un período de dos meses hasta el 30 de mayo. Con las disposiciones que incluye esta medida, se transformó la convivencia cotidiana en la calle y en los espacios públicos. La distancia obligada entre las personas deber ser de metro y medio, sumada al uso permanente de cubrebocas, protectores faciales y gel antibac-terial. Medidas que se seguirán observando durante varios meses para evitar rebrotes de contagio y mientras no exista una vacuna para controlar el virus.

La pandemia de coronavirus ha acelerado tendencias que se venían in-cubando desde hace varios años, una de ellas es el desarrollo tecnológico que ofrece la comunicación digital, mismo que se potenció así en la comunicación de persona a persona como en la interacción simultánea de un grupo limitado y seleccionado por los mismos sujetos, las aplicaciones de WhatsApp, YouTube, Zoom y otras han solucionado de alguna forma esta necesidad de información compartida.

En el campo de las celebraciones religiosas las medidas sanitarias incluye-ron el cierre de iglesias y centros de culto de todas las denominaciones religio-sas. Las celebraciones se realizaron a puerta cerrada y fueron transmitidas por medios digitales a sus feligreses, incluso en pueblos y pequeñas comisarías, los rituales religiosos se difundieron por Facebook, WhatsApp o YouTube, incluso algunos por televisión. Vale decir que en esta crisis sanitaria no solo se nos ha con"nado a ser home o$ce sino también home church.

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Imagen No.1 Transmisión de misa a través de Facebook Live, fotografía de Lourdes Rejón, junio 2020.

A partir de información hemerográ"ca, este trabajo intenta hacer una revi-sión de la manera en que los pobladores de las comunidades mayas de Yucatán realizan sus celebraciones religiosas frente a las disposiciones o"ciales de res-guardo obligatorio debido a la contingencia epidemiológica por la COVID-19. Los rituales y prácticas festivas asociadas a las celebraciones religiosas general-mente reúnen a numerosas personas en las casas, iglesias, calles o plazas de los pueblos, pero este año tales actividades se vieron modi"cadas por la presencia de una amenaza de contagio, situación que causó temor, incredulidad y res-puestas llenas de contrastes. Como veremos, los pobladores mayas no renun-ciaron a su encomienda de celebrar a sus santos y lo hicieron de una forma digamos moderna o actualizada, con el apoyo de la comunicación digital.

En cuanto a las agrupaciones religiosas no católicas, la disposición se ha tomado con asombro, pero han reconocido la importancia de los medios di-gitales, por eso en la medida de sus posibilidades, utilizan estos recursos tec-nológicos, inundando las redes con predicaciones, estudios, alabanzas y textos bíblicos. Un pastor comenta que “aunque están primeramente dirigidos a nues-tra propia membresía, la extensión de la palabra alcanza a mucha gente…Una transmisión en vivo de un culto, puede ser que la estadística nos muestre a 12 conectados, pero un par de días después, decenas de personas han sido alcan-

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zadas. Ahora virtualmente, ya las familias enteras participan en los servicios dominicales y ni la lluvia o inconvenientes disminuyen la asistencia”, [Pech, 2020a].

También hemos visto casos en que los creyentes desesperados, violaron las disposiciones o"ciales de resguardo como ocurrió en un pueblo del oriente yucateco donde un grupo de "eles no católicos, atemorizados por lo que está pasando desa"aron a la autoridad y organizaron un culto en el interior de su casa con la presencia del pastor y más de una docena de miembros. En respues-ta, personal de la Policía Municipal desalojó al grupo y a través de un altavoz invitaron a la gente a retirarse recordándoles que deben acatar las medidas pre-ventivas durante la pandemia para evitar el riesgo de contagios [Pech, 2020b].

Imagen No.2 Altavoz en Hunucmá, fotografía de Lourdes Rejón, junio 2020.

En cuanto a las celebraciones del culto católico, el con"namiento obliga-do ocasionó que las "estas religiosas sean suprimidas; algunas parroquias de municipios yucatecos emitieron comunicados en su página o"cial de Facebook para cancelar la "esta anual en honor a su santo patrono, esto con el "n de evitar contagios, pues estas "estas incluyen actividades colectivas como las entradas y salidas de gremios1, misas y visitas a centros pastorales. En algunos casos tal

1. En Yucatán, los gremios son grupos de devotos que celebran al santo de su comunidad. Tienen una organización propia y son quizá los grupos más recurrentes en campo y ciudad cuyo

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disposición fue tomada con su Cabildo dado que las celebraciones contienen prácticas profanas como corridas de toros, bailes de vaquerías2, bailes popu-lares y expos, como es el caso de la Fiesta de Corpus Christi en Hunucmá que incluye la construcción de una enramada de palos en el atrio de la iglesia para la exposición de ofrendas, procesiones eucarísticas, misas y rosarios públicos así como la quema de objetos rituales [el toro y la negrita].

En las comunidades mayas, como en la mayoría de los pueblos origina-rios, las "estas religiosas son esperadas todo el año por la devoción religiosa y también porque dinamizan la vida de la comunidad en tanto reúnen a gran cantidad de personas de una región, como ocurre en los pueblos de Hunucmá y Tetiz al poniente de Yucatán, este último celebra a la Virgen de la Concepción. El pueblo de Tekit al centro del estado celebra a San Antonio de Padua; el pue-blo de Tahdziú al sur de Yucatán, celebra a San Bernardino de Siena, el pueblo de Baca [norte de Yucatán] celebra a la Virgen de la Concepción; el pueblo de Panabá [oriente de Yucatán], celebra a San Isidro Labrador.

Estos pueblos, que han realizado acciones festivas en honor a sus santos durante el mes de mayo de 2020, han modi"cado sus prácticas festivas, pero la realidad rebasa nuestra imaginación y lo planeado con las disposiciones o"cia-les ya que cada grupo y cada comunidad religiosa encontró una forma particu-lar de realizar sus esperadas celebraciones religiosas. En el caso de Tahdziú, el párroco realizó misas y novenarios a puerta cerrada, pero permitió que la misa del día principal de la celebración fuera grabada por un devoto para difundirla a la población por medio de redes sociales. También organizó dos procesiones por las calles principales de la población con las imágenes de San Bernardino de Siena y San Bernabé. Las procesiones fueron encabezadas por el sacerdote, un pequeño grupo de monaguillos y ministros que guardaban su distancia y usaron cubrebocas [Chan, Valerio, 2020]. La población fue alertada a mante-nerse en su casa y mirar desde su ventana el paso de su imagen sagrada.

En el pueblo de Panabá, se celebra a San Isidro Labrador, cuyo calendario festivo es del 7 al 19 de mayo. La conmemoración inició con “la bajada” de la imagen del altar principal y la ceremonia de la eucaristía que se transmitió a los

objetivo es sufragar los costos y llevar a cabo rituales de agradecimiento y veneración al santo patrón de la localidad [véase a Quintal, 1993].

2. Las vaquerías son los bailes populares de Yucatán cuyos danzantes utilizan el traje regio-nal yucateco que bailan al ritmo de la música de jarana. Bailar la vaquería es en muchas comunida-des un acto ritual, una expresión de religiosidad y constituye una promesa al santo [Quintal, 1993].

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habitantes de manera virtual. Entre los días 12 al 16 se acostumbra la actividad de los gremios, por lo cual las misas correspondientes se hicieron con la pre-sencia de un representante de la organización y se transmitió en la página de Facebook de la parroquia, a las siete de la noche [Pech, 2020c].

Hemos podido constatar que algunas transmisiones son compartidas a los vecinos que no cuentan con medios para acceder a la información digital porque no tienen un celular con internet o una computadora en casa para par-ticipar virtualmente de las celebraciones mencionadas. Las misas grabadas en YouTube son retransmitidas utilizando bocinas y altavoces para difundir de forma auditiva estos momentos de ritualidad religiosa. Así, un habitante del pueblo de Hunucmá, consciente de esta desigualdad, conectó su computadora a un altavoz instalado en la puerta de su casa para transmitir la misa de los miércoles y los domingos a sus vecinos. Previo a la transmisión, sintoniza tres cantos religiosos como aviso para iniciar el evento.

Como vemos, aún con el con"namiento obligado, las prácticas religiosas del catolicismo popular se siguen realizando para goce y tranquilidad de los fe-ligreses. En el pueblo de Tekom [oriente de Yucatán], donde los últimos días de mayo se venera a la Virgen María Auxiliadora, la tradicional bajada de la virgen desde su nicho central de la iglesia se transmitió por Facebook a toda la pobla-ción, así como el rosario y la serenata en honor a la imagen santa [Ku, 2020].

El pueblo de Tekit que celebra a San Antonio de Padua del 25 de mayo al 14 de junio, la parroquia programó la transmisión de las misas y la bajada de la e"gie del santo a puerta cerrada. Posteriormente, el sacerdote llevó en bra-zos a la imagen santa hasta la puerta de la iglesia para disfrute de los "eles. La solemne “bajada” fue presidida por el alcalde y su esposa tomando las medidas higiénicas y de seguridad correspondientes. Estas prácticas fueron difundidas a través de Facebook y el canal 19 de la televisión local. Se cancelaron los recorri-dos de los gremios por las calles y asistió a la misa solo el an"trión o presidente del gremio correspondiente, con el estandarte de su gremio. El repique de las campanas y el tronar de los voladores [fuegos arti"ciales] alertaron a la pobla-ción para conectarse al internet y disfrutar los eventos “en vivo” [Ek, 2020 a].

En el pueblo de Baca, que celebra a la Virgen de la Concepción, además de las misas a puerta cerrada y transmitidas por internet, se realizó el tradicional baile de vaquería en casa de un feligrés y lo transmitió por Facebook a todo el pueblo en un video que duró 25 minutos. Una de las bailadoras dijo que “no se podía dejar pasar esta bonita actividad que caracteriza a todos los yucatecos”

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[Martín, 2020]. Se organizó también un concurso de baile de vaquería [por pareja o individual] invitando a todos los grupos jaraneros que siempre han participado. Cada grupo bailó en su casa el día acordado y lo transmitió por Facebook para participar en el concurso que ofreció mil pesos en efectivo al grupo que recibiera mayor número de votos por internet.

En el pueblo de Tetiz, Yucatán, cada mes de mayo se realiza la "esta de la Virgen de la Concepción. La gente acostumbra a decorar el altar de la igle-sia con una artesanía ritual hecha con !ores de mayo, hilándolas hasta formar diseños variados: palomas, corazones, castillos, canastas, animales, etc. Cada día del mes, un grupo de “nocheros” hace su ofrenda de !ores para la misa vespertina y prepara convivios para los socios miembros el día que entregan su ofrenda grupal. Este año debido a la contingencia, las misas se realizaron a puerta cerrada, sin embargo, el párroco permitió la presencia del nochero que corresponde a cada día, que lleve un arreglo de !ores al altar y grabe la misa con su celular para que la difunda por WhatsApp a sus socios. De esta manera cada grupo siente que “cumple” con su compromiso religioso.

No obstante, el sentimiento de incertidumbre y asombro que invade a la gente, ésta se pregunta qué hacer con algunos aspectos aparentemente triviales de la celebración, situaciones que se vuelven complicadas como el caso de una mujer “nochera” que se preguntaba ¿qué hará con los animales criados [pavos, gallinas, pollos] para sacri"car el día de la "esta y que servirían para preparar los banquetes que alimentarían a todos los socios de su grupo? Es el caso de doña Wilma que en su solar creció a ocho pavos de doble pechuga para las co-midas tradicionales [chirmole o el relleno blanco] y se debate en la di"cultad de vender sus pavos que ya están en tiempo para ser consumidos. En un pequeño diálogo con su vecina le preguntaba: “¿Qué voy a hacer con tantos animales?” “Pues que los venda”, “¿Y a quién?, ahorita nadie compra, no hay dinero”. “Pues que los mate y los venda por kilos a la gente y regale un poco a los que no tienen para comer”.

En Chumayel [sureste de Yucatán], el 3 de mayo se celebró al Santo Cristo de la Trans"guración. Este año se hizo la misa festiva a puerta cerrada y se transmitió por redes sociales. Los "eles católicos se unieron a la transmisión desde sus hogares, alertados por el repique de las campanas. Algunos "eles hi-cieron detonar los voladores como promesa de fe, escuchándose el estruendo en diferentes puntos de la localidad. También, desde sus casas, muchos "eles

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prepararon altares con la imagen santa venerada y compartieron las fotos en sus per"les de Facebook [Ek, 2020 c y d]

Algunas celebraciones religiosas no ocurren en las iglesias sino en las casas de un grupo de creyentes, es el caso de los santos, vírgenes o cruces viajeras que pasan todo el año recorriendo diferentes comunidades de una región devocio-nal.3 Los an"triones son grupos familiares o varias familias de una comunidad, que reciben a la imagen durante varios días y le hacen sus novenarios. Es el caso de la Santa Cruz de Popox, originaria de Hocabá [centro del estado de Yucatán], que visitó la casa de la familia Cauich en el pueblo de Tekit Yucatán durante nueve días [del 14 al 22 de mayo]. Cada tres años, la familia recibe en su hogar a esta venerada cruz como una promesa de fe que ha pasado de gene-ración en generación y ha perdurado a pesar de las circunstancias. La perma-nencia de la imagen durante nueve días en casa de la familia Cauich, incluyó la celebración de nueve novenas y la repartición de un refrigerio a los visitantes. Cada día, una persona distinta se hace responsable de organizar el rosario y el bocadillo repartido a los visitantes. Este año, la familia Cauich no pudo hacer su novenario con la asistencia de numerosos vecinos y familiares, ni tampoco la comida especial que se reparte el último día a todos los familiares y visitantes. Los novenarios fueron solo entre la familia an"triona y la presencia de la “no-chera” encargada del ritual ese día [Ek, 2020b].

En el pueblo de Acanceh, un grupo de “legionarias”, mujeres de la organi-zación Legión de María, acostumbran a hacer una procesión por las calles del pueblo cada día 12 del mes, llevando la imagen de la Virgen de Guadalupe con música, velas, !ores y un estandarte, hasta la casa de la devota que será custodia de la imagen durante todo un mes. Este mes de mayo el traslado de la imagen lo realizó una sola persona hasta el hogar de la custodia en turno [Chan, 2020].

En resumen, durante esta etapa de con"namiento obligado, las "estas reli-giosas del catolicismo popular se vieron canceladas para evitar que las activida-des colectivas lleven a mayores contagios. Sin embargo, esta disposición o"cial no impidió que la mayoría de la población creyente disfrute tales prácticas de forma virtual o simplemente resumida a la actividad presencial de un represen-tante del grupo de "eles.

3. Sobre las actividades festivas en honor de los santos viajeros, véase a Quintal y otros, 2003:334.

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Para los mayas católicos es muy importante cumplir las promesas al santo patrono y hacer las actividades acostumbradas en la iglesia como son las entra-das y salidas de los gremios, los bailes de vaquería, las novenas familiares, así como las procesiones del santo por las calles para que éste bendiga las casas de los "eles. Los sacerdotes conocedores de la importancia de estos rituales rela-jaron ciertas medidas de seguridad para que se pudieran realizar algunas prác-ticas y difundirlas a la población, por medios digitales. Este año, la población celebró a sus santos de manera diferente esperando con ansia que el próximo año pueda realizar todas las prácticas acostumbradas.

REFERENCIAS

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Martín, Francisco [lunes 25 de mayo de 2020], “Baca. Celebración a lo grande”, POR ESTO, sección Yucatán, p. 6. Mérida, Yucatán.

Pech Sánchez, Luis Manuel [a] [viernes 22 de mayo de 2020], “Pastores piden no olvidar la fe durante la pandemia”, POR ESTO, sección Yucatán, p. 24. Mérida, Yucatán.

Pech Sánchez, Luis Manuel [b], [viernes 22 de mayo de 2020], “Tizimín. Realizaban culto religioso en predio particular”, POR ESTO, sección Yucatán, p. 22. Mérida, Yucatán.

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Quintal Avilés Ella Fanny [1993]. Fiestas y gremios en el oriente de Yucatán. Cultura/Gobierno del Estado de Yucatán. Mérida, Yucatán.

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III. ANÁLISIS LOCAL

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COVID-19, normas, comunidad y ley “seca” en Temozón Sur, Abalá, Yucatán

Martha Medina Un1

Centro INAH Yucatán

La pandemia COVID-19 ha propiciado respuestas de organización comuni-taria y autónoma en localidades mayas que luchan por preservar la salud de

sus habitantes en ausencia de medidas de la autoridad municipal. Este trabajo, recoge principalmente la respuesta de una comunidad maya ante problemas como el alcoholismo y la violencia.

La información recopilada proviene de llamadas telefónicas a la localidad de Temozón, comisaría del municipio de Abalá, comunidad que fuera una de las haciendas ubicada en la zona ex henequenera del estado de Yucatán. También se ha recogido información de portales de noticias de internet y de fuentes o"ciales de los gobiernos federal y estatal.

La situación de la pandemia ha propiciado una enorme diversidad de re-acciones sociales en los pueblos de Yucatán y me pareció pertinente para este texto retomar la perspectiva de los sistemas normativos para acercarnos a la forma en que la localidad de Temozón resuelve actualmente el evento de excep-ción que está enfrentando ante las medidas de contingencia establecidas por los gobiernos federal y estatal.

De las indicaciones contenidas en la declaración de emergencia sanitaria emitida por el gobierno federal ante la epidemia por COVID-19 el día 30 de marzo y con duración hasta el 30 de abril2 [después fue prolongada hasta el 30 de mayo] y la posterior suspensión de las actividades no esenciales en los secto-res público, privado y social, se desencadenaron diversas situaciones en las co-munidades. Las medidas implementadas fueron el distanciamiento social y el resguardo domiciliario corresponsable [limitación voluntaria de la movilidad].

1. [email protected]

2. Se declara emergencia sanitaria la epidemia generada por COVID-19. https://coronavirus.gob.mx/medidas-de-seguridad-sanitaria/ [consulta 23 de abril, 2020].

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Además de los lineamientos federales, en el estado de Yucatán se inició, a partir del 8 de abril de este año 2020, la aplicación de la llamada “ley seca” con el argumento fundamental de disminuir los episodios de violencia ligados al alcohol durante el con"namiento. Este ordenamiento se fundamenta en los Artículos 55, fracción II, y 60 de la Constitución Política del Estado de Yucatán; 14 fracciones VIII y IX del Código de la Administración Pública de Yucatán y 253_F, fracción III, de la Ley de Salud del Estado de Yucatán.

Etnografía de la pandemia en la comunidad

Cuando inició la fase conocida como de “sana distancia” y luego la de distancia-miento y resguardo domiciliario corresponsable, los pobladores de las comisa-rías del municipio de Abalá: Sihunchén, Temozón, Uayalceh, Pebá y Cacao, es-peraban que las autoridades del municipio aplicaran las medidas de vigilancia que ya se estaban implementando en otros municipios. El municipio de Abalá se ubica en la “frontera” sur de la ex zona henequenera y los datos de población según la Encuesta Intercensal INEGI 2015, tiene una población total de 6 502 habitantes, de los cuales el 60% de 3 años y más es hablante de maya y el 93.43% se autoadscribe como indígena maya. Las medidas de vigilancia consistían en informar y exhortar a la población a permanecer en sus casas y a establecer los llamados "ltros en los caminos de acceso a las comunidades.

Mapa No.1: ubicación del municipio de Abalá dentro del cual se encuentra la comisaría de Temozón en la zona ex henequenera. Fuente: Marco Geoestadístico Nacional 2018, INEGI.

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En este contexto, algunos grupos de vecinos se reunieron para comentar su preocupación al comisario municipal de Temozón porque había libre tránsito de todo tipo de vehículos y personas, además de que se continuaban vendiendo bebidas alcohólicas en dos establecimientos de la localidad a pesar de haberse decretado la ley seca. El comisario se comunicó con el presidente municipal para solicitarle el cumplimiento de las demandas de los pobladores; sin embar-go, la respuesta fue negativa, no enviaría policías para establecer los "ltros por-que “no era necesario”. El presidente municipal respondió que si la comunidad insistía en que se establecieran "ltros, que recogieran "rmas de los habitantes para que el Ayuntamiento otorgara la autorización para que los propios pobla-dores se encargaran de la vigilancia.

Los habitantes recogieron las "rmas para avalar su solicitud a la autoridad municipal; el comisario de Temozón entregó la petición a la autoridad munici-pal, que permitió hacerse cargo de la vigilancia sanitaria de su comunidad a los habitantes. El grupo promotor de este proceso de organización, con el apoyo del comisario, realizaron reuniones con los y las propietarios/as de las tiendas y el expendio de cerveza de la localidad, con el propósito de poner en práctica las medidas de prevención establecidas por el gobierno del estado de Yucatán, en especial el uso de cubrebocas, pero también el cumplimiento de la sana dis-tancia en los espacios públicos de venta de alimentos. Entre estos lugares de a!uencia están los “puestos” o expendio de la tradicional cochinita pibil los domingos y, las tiendas.

El grupo de vecinos organizados decidió qué personas se harían cargo de la vigilancia de las dos entradas del pueblo y también discutieron las condiciones para los llamados “"ltros”, es decir, quiénes pueden entrar o no al pueblo o tran-sitarlo para llegar al pueblo vecino. Los hombres y mujeres que se encargaron de la vigilancia se autopropusieron por el interés en proteger a la comunidad y debido a que no tenían trabajo. Los aspectos concretos acerca de cómo llevar a cabo los "ltros fueron discutidos en varias reuniones con el comisario munici-pal y así como otros temas que van surgiendo los han resuelto en el momento.

Temozón es una localidad intermedia entre las comisarías de Sihunchen y Uayalceh y está ubicado, junto con dichas comunidades, en medio de varias granjas porcícolas de la empresa Keken.

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Temozon, Abala, Yucatán, 21 de mayo 2020.

La relación de las comunidades con la empresa Kekén3 data de hace varias décadas pues un porcentaje importante de los pobladores laboran en aquellas granjas porcícolas. Fierro, García de Fuentes y Marín, quienes realizaron un estudio en la comunidad de Temozón acerca del turismo, re"eren la siguiente distribución de la población para 2010:

El poblado cuenta con un índice de Población Económicamente Activa [PEA] del 36 %, lo que incluye a 198 hombres y 67 mujeres. La mayoría de los varones se em-plea en las granjas porcícolas, ubicadas a uno o dos kilómetros de Temozón, una fuente de empleo que les ofrece buen sueldo, prestaciones de ley y la comodidad de trabajar cerca de sus hogares. Un sector menos numeroso son empleados del hotel de la hacienda, que se desempeñan en la jardinería, labores de mantenimiento, lim-pieza y cocina. Otro grupo minoritario está constituido por empleados del servicio

3. En Yucatán la empresa porcícola Kekén ha construido, desde principios de 2010, granjas en diversas zonas del estado, principalmente en el norte, siendo los municipios de Abalá, Homún y Kinchil entre otros, los que concentran estas instalaciones. En el año 2017 surgió una organización llamada “K’a’anan Ts’onot” Guardianes de los Cenotes, cuyo objetivo es proteger los cenotes de la contaminación de una mega granja de cerdos de la empresa PAPO. Las actividades de esta mega granja están detenidas por un amparo que denuncia violaciones al derecho a una vida sana, por parte de la empresa. Este amparo ha sido atraído por la Suprema Corte de Justicia. En 2019, pobladores de Kinchil, en el poniente del estado, también denunciaron a la empresa Kekén ante las autoridades ambientales por la contaminación de la tierra por los desechos [excretas de cerdos] a cielo abierto.

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de transporte de pasajeros o personas dedicadas a las actividades agropecuarias. Respecto a las mujeres, la gran mayoría [el 75 %] trabaja en la ciudad de Mérida en el servicio doméstico, algunas tienen negocios propios o empleos en la localidad, y sólo un 25 % trabaja en espacios laborales creados por la Fundación [Fundación Haciendas del Mundo Maya] [2014: 89].

Los vecinos expresaron que la empresa Kekén entregó, para proteger a sus em-pleados de las comunidades de Temozón, Sihunchen y Uayalceh, productos como cubrebocas, gel antibacterial, bombas y líquidos para la sanitización de áreas públicas. Los cubrebocas y gel antibacterial fueron distribuidos entre los pobladores que por necesidad tuvieran que salir de sus casas, para comprar alimentos o viajar a la ciudad de Mérida. La empresa porcícola también les entrega un kilo de carne de cerdo por familia cada 15 días.

El gobierno estatal les ha enviado despensas dos veces en el tiempo de la contingencia y que consisten en un kilo de harina de maíz de la marca Minsa, leche en polvo, 4 rollos de papel sanitario, unas latas de atún, un kilo de arroz, un kilo frijol, jabón para aseo personal y aceite para cocinar.

La organización comunitaria también a!oró en las otras comisarías aleda-ñas, primero en Sihunchén y luego la comunidad de Uayalceh [comisaría con mayor población que la cabecera]. Posteriormente siguieron el ejemplo Pebá y Cacao las otras dos comisarías de la municipalidad. Estamos ante el resur-gimiento de la capacidad de las comunidades para organizarse en tiempos de crisis. Los adultos retomaron el sistema normativo de la comunidad pues dadas las características de la contingencia sanitaria los mayores de la comunidad están participando muy poco; solamente acudieron a algunas reuniones para opinar y dar la "rma al comisario municipal para respaldar las acciones ante la autoridad municipal.

Dos reflexiones: La ley seca y el temor de contagio

Es relevante que la organización comunitaria se enfrente a dos situaciones que nunca se habían presentado como ahora: primero, vigilar el cumplimiento de la ley seca y de las medidas de prevención [uso de cubrebocas por el personal de las tiendas y la sana distancia]; y segundo, la re!exión acerca del contagio que pueden causar personas de fuera [camiones repartidores de agua puri"cada y refrescos, vendedores de tiendas, vendedores ambulantes de frutas y verduras].

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La ley seca

El primer punto referente a la ley seca no signi"có mayor problema comu-nitario, el único expendio autorizado para la venta de alcohol cerró en cum-plimiento de la orden estatal, pero el “mini” súper de la localidad continuó vendiendo cerveza y “trago” o sea ron y otras bebidas alcohólicas. Cuando la reserva de esta tienda se terminó los consumidores más obstinados acudieron a la cabecera municipal para adquirir bebidas alcohólicas dispuestas en envases pequeños para su venta clandestina por los comerciantes en complicidad de las autoridades municipales.

Esta situación de violación de la normatividad establecida por la comuni-dad propició algunas fricciones entre los responsables del “"ltro” y los poblado-res que se negaban a cumplir con la norma de la ley seca. Los vecinos volunta-rios encargados del "ltro intentaron decomisar el alcohol, pero no fue posible, por lo tanto, recurrieron a la amenaza de denuncia ante la policía estatal. Los transgresores, como los podemos llamar, optaron por atravesar el monte y eva-dir caminos para llegar a la cabecera y retornar a la comunidad. Los pobladores y los voluntarios en los "ltros han conminado a los infractores para evitar con-!ictos o situaciones de violencia.

Uno de los argumentos para el decreto de ley seca fue disminuir la vio-lencia4 en cualquiera de sus formas; en esta comunidad al parecer las si-tuaciones de violencia no son frecuentes y de esta forma el decreto no ha representado ningún cambio. Sin embargo, el consumo entre las perso-nas adictas ha continuado. Uno de los riesgos del comercio ilegal ha sido el consumo de alcohol adulterado en otras comunidades del estado de Yucatán y que al día 11 de mayo registró siete fallecimientos en el Hospital H. R. No 59 del IMSS de Acanceh [https://www.yucatan.com.mx/yucatan/ya-son-siete-los-fallecidos-por-beber-alcohol-adulterado-en-acanceh].

4. En torno a este decreto, a partir del 10 de abril se generó el debate entre las especialistas en el tema de la violencia familiar, algunos argumentaron que la falta de alcohol podría incrementar violencia y otros afirmaban que es una buena medida para contener la violencia doméstica. Ver entrevista a Gina Villagómez, investigadora de la CIR UADY [http://lectormx.com/2020/04/10/ley-seca-podria-incrementar-violencia-familiar-segun-investigadora/] y en este artículo de la Jor-nada se presentan diversas opiniones sobre el tema. https://www.lajornadamaya.mx/2020-04-10/Contrastes-en-opiniones-por-Ley-Seca-en-Yucatan

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El temor de contagio

Es importante señalar la relevancia que ha cobrado el cuidado de la salud y la importancia de la calidad de los alimentos en la mayor parte de la población de Temozón. Este reconocimiento del riesgo en el que se encuentra la salud de todos está convirtiendo el "ltro sanitario en una vigilancia extrema a lo que en-tra y para qué entra a la comunidad. Dos casos son representativos para ilustrar este punto. Los voluntarios del "ltro no permitieron la entrada de camiones repartidores de refrescos de cola, cuyos conductores presentaron documentos que les permiten el libre tránsito por todos los pueblos porque “son de los con-siderados esenciales porque transportan alimentos”. La respuesta de uno de los voluntarios de la comunidad fue el cuestionamiento del carácter de “¿alimen-tos? Esos refrescos solamente han enfermado a la gente, no son alimentos, y si las tiendas quieren vender sus refrescos háblenles por teléfono y que vengan aquí a la entrada a recoger los productos, pero nadie entra”. La escena en el "ltro se fue repitiendo con los vehículos que distribuyen botanas y golosinas entre otros vendedores. Otro de los argumentos de la comunidad es que esos vendedores viajan por muchos municipios y tienen contacto con mucha gente y además dudan del cuidado en el uso de las medidas de prevención e higiene, por lo tanto, “solo están llevando el virus de un pueblo a otro”.

Los voluntarios de la comunidad solamente han permitido el acceso de los vendedores de agua puri"cada, de una camioneta proveniente de Muna que ex-pende frutas y verduras por las calles desde hace ya varios años y los dos vende-dores de cochinita pibil los domingos por la mañana. Otra de las funciones que asumió el grupo de voluntarios fue la vigilancia de los taxis que cotidianamente realizaban varios viajes a Mérida, el número de viajes se redujo porque el movi-miento de trabajadores a la capital disminuyó y se dispuso que la cantidad de pa-sajeros fuera de siete personas en lugar de las 14 que transportaban en cada viaje.

A pesar del desgaste y cansancio que está afectando a los voluntarios, el apo-yo de los pobladores de la comunidad está preservando a la misma del contagio del coronavirus. Al momento que esto se escribe en la cabecera se ha registrado el primer paciente contagiado de COVID-19, en tanto que las otras comisarías que implementaron de forma autónoma la vigilancia y los "ltros en los accesos de sus comunidades aún no reportan enfermos. Es relevante la capacidad de organización que han logrado las comisarías ante la falta del apoyo de las auto-

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ridades municipales y la coordinación que ha surgido entre los comisarios y los pobladores para llegar a acuerdos y establecer los sitios de vigilancia.

Tradición de lucha comunitaria

Es importante recordar que, en 1997, cuando el llamado “casco” de la hacienda [casa principal] y los terrenos aledaños fueron adquiridos por la empresa de Roberto Hernández [accionista de Banamex], para su remodelación y conver-sión en un hotel de gran lujo, se desató un con!icto que unió a la comunidad.

Esta hacienda se ubica en el municipio de Abalá a 40 kilómetros al sur de Mérida, capital del estado de Yucatán, en la región que formara parte de la zona heneque-nera. Temozón, vocablo maya que signi"ca “lugar de remolino”, data del siglo XVII como estancia ganadera, pero a "nales del siglo XVIII se convierte en productora de maíz. Por último, en el siglo XIX se transforma en una pujante hacienda hene-quenera hasta mediados del siglo XX. Este lugar conservaba el “casco”, mismo que fue adquirido en mayo de 1997 por la empresa Banco Nacional de México con el objeto de la construcción y comercialización de desarrollos inmobiliarios en la Península de Yucatán. [Medina Un, 2006:365]

La empresa Maya Plan, operadora del banquero, se enfrentó a la población que se negaba a aceptar la pérdida de sus predios ubicados precisamente frente a la entrada de la hacienda; esto, debido a que los abogados del nuevo propietario pretendieron desalojar a los habitantes. La defensa de los predios fue parte de la lucha, pero también lo fue preservar espacios emblemáticos para la comunidad: la capilla dedicada a la virgen de la Asunción, la explanada principal en donde se realizaban las corridas de toros durante la "esta patronal y el parque infantil. Finalmente, la comunidad logró el uso de la capilla a pesar de estar dentro del área de la casa principal y la preservación del parque infantil, a cambio cedieron la explanada y algunos vecinos aceptaron casas nuevas construidas fuera del paisaje turístico del hotel de lujo en el que fue convertida la hacienda.

Sobre el carácter de esta comunidad resulta interesante el comentario de Fierro, García de Fuentes y Marín [2014] acerca de los talleres de artesanías es-tablecidos en las comunidades donde Maya Plan convirtió las haciendas en ho-teles. El comentario va en el sentido de que el grupo de mujeres de Temozón es el más difícil de todos con los que trabaja la empresa. Esta referencia a las muje-

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res de la comunidad proviene de la Fundación de Haciendas del Mundo Maya, organización que está a cargo de la administración, capacitación y asesoría de los talleres. Ante un con!icto al interior del taller, Fierro reporta la siguiente:

Una de las artesanas involucradas en el con!icto nos declaraba con "rmeza: “¡Cómo va a ser! Que nos pidan ser más !exibles cuando ellos mismos nos han dicho hasta el cansancio que todo esto es nuestro y que las decisiones las tomamos nosotras. Que sean cuales fueran no hay marcha atrás. Esa decisión nadie vino a decirnos que la tomáramos. Nosotras mismas lo decidimos y así lo hicimos. Como nos lo han enseñado. Ahora que no se quejen de que ejercemos nuestros derechos como socias”. [2014: 91]

Comentarios

La situación de crisis que se está viviendo por la pandemia ha detonado formas autónomas de organización en la comunidad de Temozón, propiciando la reor-ganización de su vida en torno a la protección de la salud y el apoyo mayoritario a los grupos de voluntarios que se están haciendo responsables de la vigilancia y control de los accesos al pueblo y de la administración de los recursos sanita-rios que la empresa porcícola les provee. También es importante señalar que se han generado redes de apoyo intercomunitario con las comisarías colindantes para hacer un frente único y solidario ante la pasividad y la omisión de las au-toridades municipales.

REFERENCIAS

Comisión Nacional contra las Adicciones. “Consumo de bebidas alcohólicas duran-te la Jornada Nacional de Sana Distancia por COVID-19” 27 de abril 2020. Recuperado de: https://www.gob.mx/salud/conadic/documentos/consumo-de-bebidas-alcoholicas-durante-la-jornada-nacional-de-sana-distancia-por-COVID-19 [29-04-2020].

Diario de Yucatán. “Ya son siete los fallecidos por beber alcohol adulterado en Acanceh” 11 de mayo de 2020. Recuperado de: https://www.yucatan.com.mx/yu-

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catan/ya-son-siete-los-fallecidos-por-beber-alcohol-aladulterado-en-acanceh [11-05-2020].

Fierro Reyes, Irma Gabriela, Ana García de Fuentes y Gustavo Marín Guardado, “Turismo de hacienda, trabajo femenino y transformaciones locales. El caso de los talleres artesanales de la Fundación Haciendas del Mundo Maya”, Península, vol. IX, núm. 1 enero-junio de 2014, pp. 81-104.

Gobierno de México. “Se declara como emergencia sanitaria la epidemia generada por COVID-19”, 30 de marzo de 2020. Recuperado de: https://coronavirus.gob.mx/medidas-de-seguridad-sanitaria/ [23 de abril, 2020].

INEGI. Tabulados de la Encuesta Intercensal 2015. Recuperado de: https://www.inegi.org.mx/programas/intercensal/2015/default.html#Tabulados [4-10-19].

LectorMX. “’Ley Seca’ podría incrementar violencia familiar, según investigadora”, 10 de abril de 2020. Recuperado de http://lectormx.com/2020/04/10/ley-seca-podria-incrementar-violencia-familiar-segun-investigadora/ [20-04-2020].

La Jornada Maya. “Contrastes en opiniones por Ley Seca en Yucatán. La prohibición en la venta de alcohol en la entidad ha generado controversia”, 10 de abril de 2020. Recuperado de: https://www.lajornadamaya.mx/2020-04-10/Contrastes-en-opiniones-por-Ley-Seca-en-Yucatan [19-04-2020].

Medina Un, Martha, “Antiguas haciendas henequeneras. Territorios en disputa”, en Carmen Morales [coords.] [2006] IV Congreso Nacional de Investigadores del INAH, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, pp. 359-371.

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Amatlán de Quetzalcóatl, Morelos, frente a la COVID-19. Testimonios sobre estrategias campesinas y el histórico abandono al campo

María Alejandra Elizabeth Olvera CarbajalCentro INAH Morelos

El siguiente texto es parte del trabajo realizado por el Colectivo de Estudios sobre el Patrimonio Biocultural de Morelos y regiones colindantes.1 En

este caso, la información presentada es sobre el municipio de Tepoztlán, es-pecí"camente de Amatlán de Quetzalcóatl, comunidad de tradición cultural nahua, enmarcada por montañas sagradas para los amatlecos desde la época prehispánica.

Amatlán es un pueblo pequeño y silencioso, comparado con el bullicio de Tepoztlán. Según datos del INEGI, se reportaron 1,029 habitantes en el año 2010. En esta comunidad, la mayoría de la gente se dedica a la agricultura, la construcción y recientemente al turismo, pues muchos fuereños buscan la tran-quilidad y belleza de sus montañas. La cotidianidad de este poblado se rompió la noche del 8 de abril, cuando en una asamblea comunitaria se decidió que al día siguiente se colocaría un cerco sanitario en la entrada del poblado ¿la razón? Tratar de enfrentar los contagios de COVID-19 que, en esos días, co-menzaban a incrementarse en Cuernavaca, la capital del estado, y también en la Ciudad de México. A la fecha en la que se escribió este artículo, los cercos sanitarios a la entrada de Amatlán y también el de la cabecera municipal se mantienen haciendo revisiones y evitando el ingreso de gente que no acredite vivir en la comunidad.

1. El presente texto se retoma del artículo “Los huertos familiares en tiempos del CO-VID-19”, publicado con anterioridad en el suplemento cultural El Tlacuache, número 932; y del artículo “Morelos, entre las estrategias campesinas y el histórico abandono al campo”, publicado en La Jornada del Campo, número 152.

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El silencio en las calles de Amatlán, el que antes sólo se acompañaba por el estridente canto de las chicharras, ahora se rompe con el sonido de una bocina amarrada al toldo de un auto que transmite mensajes a la población, invitán-dole a quedarse en casa y a lavarse las manos con agua y jabón. La información sobre la pandemia que llega a esta comunidad rural generalmente es la que se escucha en programas de radio y televisión, además de lo que se puede leer en las redes sociales como Facebook y lo que se cuenta de boca en boca. Las personas en Amatlán están en alerta; sin embargo, por las calles estrechas, aún se mira pasar a algunos que van a realizar sus actividades cotidianas por nece-sidad y otros tantos, por no considerar que exista un peligro real fuera de casa.

Al respecto, una habitante de esta comunidad nos compartió lo siguiente:

Dicen que no es verdad y que es cosa del gobierno y que pues muchas cosas que se escuchan, que si ha muerto su familiar de eso y otros dicen que no, que simple-mente van enfermos de una cosa y ya les dicen que mueren del COVID. Pues aquí como que la mitad sí está de acuerdo con que sí existe el virus y la otra mitad como que no lo aceptan.

Sin embargo, la situación que se vive es abrumadora y de pronto la realidad llega de golpe. Así lo cuenta tristemente nuestra interlocutora, quien a causa del COVID-19, ha perdido ya a un integrante de su familia:

Incluso yo no lo aceptaba, yo me negaba, decía que era cosa del gobierno, pero ahorita tuvimos un caso familiar y pues si es de pensarse. Falleció el esposo de mi sobrina en la Ciudad de México y pues al parecer no le hicieron los estudios para saber si realmente fue de eso. Ella dice que murió de un paro, pero por los síntomas que él tenía, pues su familia dice que sí fue de eso, porque un tío de él tiene diez días que falleció y no es posible que a los diez días se fue el esposo de mi sobrina.

Las muertes por COVID-19 desgarran lo más profundo del tejido social comu-nitario y ante la gran virulencia que presenta dicha enfermedad, los protoco-los de bioseguridad no permiten realizar los ritos funerarios acostumbrados. Además, los lazos solidarios que en los momentos de pérdida juegan un impor-tante papel, por ahora se encuentran en pausa:

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Pues sí nos sentimos un poco tristes porque nadie de la familia puede estar con mi sobrina, ella está sola por allá. Sí está la familia de su esposo, pero ella es de acá del pueblo, toda su familia es de acá, ni su mamá pudo ir. Es muy triste y doloroso porque ella nos necesita ahora y no poder ir es una impotencia que no sabemos. Hoy ya no quise hablarle porque no sé ni cómo consolarla ni qué palabras decirle, ¿cómo darle consuelo estando tan lejos de ella? Le pedimos a Dios que esté bien mi sobrina y pues ahora que pase todo pues ver la manera de apoyarla, porque ahorita no podemos hacer nada. Ahorita vamos a esperar que pase todo para ver de qué manera la apoyamos, porque ya ella quedó sola con sus chiquitos y son tres niños los que tiene, el mayor tiene como 10 años.

En México, los puntos rojos de transmisión y tristes pérdidas de vidas se han focalizado principalmente en las ciudades, en donde la situación se agrava, pues mucha gente ha perdido su trabajo y la economía de la mayoría de las familias se ha detenido, pues dependen principalmente de lo que generan día con día en micros y pequeños comercios. Sin embargo, durante la llamada “fase tres” de la epidemia, la intensidad de los contagios se ha incrementado, lo que sin duda llegará como cascada también a las zonas rurales, en donde se desco-noce cuáles podrían ser los efectos, pues principalmente ahí es donde se vive con desigualdades históricas, agravadas por la falta de servicios médicos y/o la carencia de agua potable.

En Amatlán, conscientes del peligro que podrían correr al recibir a cientos de viajeros, establecieron reglas claras para ajenos y propios, pues inclusive las salidas para los habitantes de la comunidad están limitadas a un máximo de dos horas. La permanencia que tendrá el cerco sanitario localizado a la entra-da del pueblo aún se desconoce, pero debe mencionarse que algunas personas tienen claro que esta situación podría volverse contraproducente, pues el tener contacto directo con otras personas, podría exponerlos. Así lo menciona una habitante de Amatlán:

Pues yo digo que está bien, pero también no estoy muy de acuerdo con el retén que está, porque comentábamos que puede ser un foco de infección porque llegan los carros. Nada más ese día que nosotros fuimos a cuidar, pues llegan los carros, se paran, agarran las puertas del carro, piden la identi"cación. Entonces tienen con-tacto, si alguien viene ya con el virus, pues ahí se contaminó uno y se contaminó el otro, porque hay más de 10 personas ahí.

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La decisión de colocar retenes a la entrada de la comunidad ha sido compartida por otros municipios en Morelos, como son Ocuituco, Zacualpan de Amilpas, Tetela del Volcán, Hueyapan y Tlayacapan. Hasta el momento, el gobierno esta-tal no ha ordenado restricciones a la circulación en el territorio morelense y por ahora, mucha gente espera información o"cial que indique cuándo se podrán reiniciar las actividades en la llamada “nueva normalidad”. Sin embargo, se ha anunciado ya, por las autoridades de salud, que esto está condicionado a la evolución de la pandemia y a que la gente acate el “quedarse en casa”, sobre todo durante los días en los que se incrementan los contagios.

En las zonas rurales también se han manifestado los efectos económicos que ha traído consigo el COVID-19. Mucha gente contaba con ingresos que dependían directamente de las actividades en las ciudades y que ahora se en-cuentran en pausa. Nuestra interlocutora nos compartió lo siguiente:

Yo estaba cuidando a mi sobrino y pues mi cuñada me pagaba por quincena por cuidar al niño, pero con esto pues mi hermano ya no trabaja, el niño ya no va a la escuela y pues ahorita ya no estoy trabajando con ella. Y pues sí era un ingreso que teníamos en la casa, porque ella me pagaba por quincena y pues ya ahorita mi her-mano se queda con el niño y entonces ya no lo estoy cuidando. También el esposo de mi hija también dos días trabaja, uno lo descansan. Dice él que no hay mucho pasaje porque él trabaja en el transporte, ya no está generando lo que ganaba antes, porque ya no hay pasaje, no hay colegio, no hay niños que vayan a la escuela.

Algunas familias también se han visto afectadas en sus ingresos, pues alguno de sus miembros viajaba a Canadá o Estados Unidos como jornalero. Así lo narra un interlocutor amatleco:

Yo conozco varias personas y he platicado con ellos y creo que de"nitivamente este año no van a ir a trabajar a Estados Unidos, al campo. Se van al tabaco, se van al to-mate, al jitomate, a la sandía, al melón. He platicado con varios que no salieron y aho-rita están aquí en Amatlán. Les afecta a las familias de los migrantes, es su sustento, se confían de que cada año están saliendo y ahorita por esta pandemia, pues les digan “no vas”, entonces les afecta directamente a sus familias. Unos se van desde enero, febrero, marzo, otros en abril y otros hasta mayo, ya regresaban en diciembre. Esto viene a afectar a campesinos, a agricultores, migrantes, estudiantes, amas de casa, el transporte. Pues si es algo que no nos lo esperábamos, pero ya lo estamos viviendo.

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El campo amatleco en tiempos de COVID-19

Las personas en Amatlán permanecen en alerta. Sin embargo, el “quedarse en casa” es difícil para la gente del campo, pues el trabajo en sus tierras no se de-tiene. Un campesino amatleco compartió algunas de las problemáticas a las que se enfrentan él y sus compañeros que se dedican a la siembra del maíz criollo: “nosotros no tenemos, así como una cuarentena restringida, o sea, que estemos en cuarentena sin poder salir. Nosotros sí podemos salir, podemos preparar la tierra, pero si esto se prolonga hasta mayo y junio, entonces sí nos afectaría porque no sembraríamos”.

La principal preocupación de los campesinos en Amatlán está ligada a posible falta de fertilizantes, pues como lo narra este productor de maíz, los programas de apoyo al campo facilitan el 50% de estas sustancias para la siem-bra y ante la emergencia nacional que ha causado el COVID-19, temen que el fertilizante no se les entregue a tiempo:

Lo que nosotros pensamos ahorita que está la pandemia y nos tiene preocupados, es que ya se acerca el mes de mayo, que es cuando nosotros empezamos a prepa-rar la tierra para la siembra. Entonces nosotros como campesinos es que estamos pensando qué va a pasar a futuro, que a lo mejor en mayo y junio no nos propor-cionen el fertilizante, porque tal vez tengan cerradas las bodegas de químicos o los abonos orgánicos. Ahorita sí nos está preocupando. Cuando a nosotros nos dan el fertilizante, debemos tenerlo ya para principios de junio, porque nosotros sembramos del 9 de junio al 19 de junio o al 20 cuando ya es muy tarde. Nosotros ya deberíamos tener el fertilizante para que el maíz tenga la resistencia adecuada, porque si nos dan el fertilizante hasta julio, pues ya no nos serviría para nada. Los primeros 40 días del maíz son los más apropiados para el fertilizante, porque si no se empieza a hacer delgada la planta, empieza a perder nutrientes y ya no nos serviría mucho. Nosotros por eso metemos la documentación en este abril y mayo para que a principios de junio nos den el abono y a las primeras 4-5 hojas de haber germinado el maíz, es cuando hay que aplicar el fertilizante, para que tenga buena raíz, buena resistencia y dé buena cosecha, porque si nos lo mandan muy tarde, pues ya no nos sirve mucho el fertilizante.

La ausencia o el retraso de este apoyo, podría tener graves consecuencias en la producción del maíz que principalmente es para el autoabasto de las familias.

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Así lo narra nuestro interlocutor: “de hecho se sembraría menos, porque hasta la fecha no nos han bajado los fertilizantes, no nos han bajado los precios, en-tonces si no tenemos el apoyo del gobierno pues tendremos que sembrar, pero menos. Nos está costando mucho porque nosotros dependemos de eso, somos campesinos. La gente no conoce la magnitud del problema, pero nosotros sí y nos está preocupando”.

Los huertos familiares como estrategias de vida

El encarecimiento y la escasez de ciertos productos alimenticios en las ciuda-des, ocurre de forma distinta en el campo. A pesar de tener ciertos factores que van en su contra, el modo de vida campesino ha generado estrategias de vida resilientes que le han permitido enfrentarse a diversas situaciones. Una de ellas es la multiactividad de la economía campesina, que trata de producir en cantidades moderadas una amplia gama de cultivos para enfrentar cualquier adversidad. Uno de los espacios en donde se genera dicha poliproducción, es el huerto familiar. Se ha señalado que ningún agroecosistema es tan complejo y variado en estructuras, funciones y posibles asociaciones. Además, en estos agroecosistemas se produce una gran cantidad de especies y variedades de plantas y animales con valor alimenticio, medicinal, ritual y ornamental, prin-cipalmente. De los huertos se obtienen complementos alimenticios durante la temporada de abundancia y recursos esenciales para la sobrevivencia cuando llegan los tiempos de escasez.

Sin embargo, dichos espacios milenarios se han visto amenazados ante la creciente “modernización del campo”, que en muchas comunidades rurales ha traído cambios en la alimentación. Testimonios actuales re"eren que “la gente de antes aguantaba más”, debido al tipo de alimentación que tenían. Los ali-mentos que antes provenían principalmente de la milpa y el huerto están sien-do reemplazados por productos industrializados, repercutiendo gravemente en la salud, incrementando enfermedades como la diabetes, la hipertensión y el cáncer; enfermedades que con el surgimiento de la COVID-19, incrementan la posibilidad de muerte.

En muchos lugares, los huertos han ido modi"cándose con el tiempo, tam-bién en algunos casos, debido al crecimiento de las familias. En los patios, las áreas que podrían pensarse “libres” para convertirse en huertos biodiversos, han sido ocupadas poco a poco por los miembros más jóvenes, que son dota-

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Miradas históricas y antropológicas sobre la pandemia, COVID-19Amatlán de Quetzalcóatl, Morelos, frente a la COVID-19

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dos de un pedazo de terreno para iniciar la construcción de su propio hogar. De esta forma, las plantas que alguna vez tuvieron alguna función importante para la familia van siendo desplazadas y eliminadas. En algunos casos se han ido desvalorizando especies que antes resultaban fundamentales para resolver alguna necesidad. Además, actualmente las familias jóvenes buscan ver su es-pacio doméstico “más ordenado” al tener piso de concreto y al reducir las plan-tas a jardineras delimitadas físicamente.

Sin embargo, en el mediano plazo, la llegada de enfermedades como la COVID-19 podría representar una revaloración de estos espacios, pues inclusi-ve en las ciudades, ante la escasez de alimentos, mucha gente se está planteando la posibilidad de comenzar a sembrar por lo menos una parte de lo que consu-me. En el campo, en donde en este momento aún no se percibe la catástrofe que podría llegar a ocasionar la COVID-19, ya comienzan a plantearse también este nuevo reto. El siguiente testimonio pertenece a un campesino del municipio de Tepoztlán, en Morelos:

Hay un frijol que ahorita se da en estos meses, ahorita es lo que están sacando los campesinos y pues ahorita como no llueve, pues no hay mucho que sacarle de provecho a las hierbas que nosotros consumimos. Es un mal tiempo, porque en temporal, en tiempo de lluvias, pues ya nosotros tenemos lo que es del campo, variedades de hierbas, hongos y a lo mejor hasta raíces, pero ya es otro panorama. Ahorita no está lloviendo y no estamos preparados para la pandemia. No estamos preparados con pequeños viveros, invernaderos y empezar a producir nuestra pro-pia canasta básica. Tenemos la mejor tierra para abastecernos de chiles, tomates, jitomates, lechuga, rábanos, pero esto del coronavirus, pues sale así como relámpa-go y a todos nos deja sin siquiera tener idea de lo que pudiera venir a afectar. Si a nosotros nos hubieran dicho hace una año “espérense, porque viene una pandemia fuerte” pues entonces hubiera pensado “tengo que tener a las gallinas para que nos den huevos”, “tengo que tener un vivero, un invernadero para sembrar mis chiles, tomates, jitomates, lechugas y todo lo que hay del campo lo tengo en el traspatio”, pero esto nos agarró así de sorpresa y con esto del tiempo de estiaje, pues ahorita no se producen las hierbas.

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A manera de conclusión

Las medidas de protección que se han establecido en Amatlán y en otras co-munidades rurales sin duda han ayudado a que no se dispare el número de contagios; sin embargo, en el campo aún se desconoce cuál será el balance total de los daños causados por COVID-19.

A pesar de la adversidad que enfrentan y de su vulnerabilidad, las comu-nidades rurales cuentan con una herramienta que casi no se conoce en las ciu-dades: la comunalidad o el apoyo colectivo y recíproco; además de mantener ciertos espacios productivos que son parte de la estrategia de vida campesina, como la milpa y los huertos. El Gobierno de México ha anunciado apoyos al campo para los productores, pero estos apoyos deben llegar a tiempo, pues la siembra de temporal está condicionada a la presencia de lluvia, que ya comien-za a llegar en muchos lugares: “Yo he estado escuchando las noticias de que están apoyando a pequeñas, medianas y grandes industrias con algún recurso económico, algo que les dan solución el gobierno, pero directamente del campo no están hablando nada con esto de la pandemia, al campo no le están inyec-tando ninguna información, no le están dando una esperanza al campesino”.

Es importante mencionar que al igual que en otros lugares, en Amatlán, muchas personas aún dudan de la veracidad de dicha pandemia, lo que se tra-duce en un incremento en el número de contagios. No debe dejar de mencio-narse que detrás de la incredulidad de una gran parte de la sociedad mexicana, existe una oscura campaña generada por quienes han visto de la pandemia una forma para capitalizar las tristes pérdidas de vida, desprestigiando las decisio-nes tomadas por parte del Gobierno Federal y la Secretaría de Salud, para así, tratar de recuperar lo perdido.

Considero que, a partir de esta emergencia mundial, la cual se presenta ya como catástrofe por el número de muertes y por las consecuencias económicas ya resentidas en el campo, se podría volver a antiguas estrategias productivas. En los momentos de crisis se reestructuran y modi"can muchos ámbitos de la vida cotidiana, emergen nuevas prácticas, se da paso a lo inédito, pero también se recuperan prácticas del pasado que el cambio y la modernidad habían ero-sionado. Algo así podría ocurrir en el campo, lo que nos mostraría que el modo de vida ligado a la tierra sigue siendo vigente como una estrategia civilizatoria para hacer frente a la adversidad, a la escasez y a la incertidumbre.

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Ritualidad reinventada. Miradas a propósito de la pandemia de COVID-19 en Querétaro

Ricardo López UgaldeCentro INAH Querétaro

INTRODUCCIÓN

Son las 4 de la tarde del 17 de marzo de 2020 y Jose"na, una mujer que vive en los suburbios de Querétaro, se alista en su hogar para llegar a la cita.

Mientras, en su televisor, los noticieros nacionales abarrotan sus notas con re-ferencias a la nueva enfermedad que azota el país. Con un rosario en la mano y un cubrebocas que le ha mandado usar su hija menor, Jose"na apresura el paso serpenteando las calles del centro histórico de Querétaro, atraviesa andadores y avenidas en las que aún se asoma algún transeúnte y se orienta con el repique de campanas para incorporarse al nutrido contingente que da la bienvenida a la virgen de El Pueblito.

Los vertiginosos eventos que han marcado la propagación de COVID-19 en el país, han llevado las ideas de seguridad por espinosos senderos que per-mean a nuestras sociedades. Instituciones, agrupaciones e individuos se han involucrado en una serie de sucesos inéditos donde la muerte, el cierre de la productividad laboral y la clausura de las actividades públicas, exponen la fra-gilidad de la vida humana y los límites signi"cativos de la experiencia.

Si bien los noticieros y las emisiones televisivas estatales han acaparado los medios informativos, irrumpiendo diariamente en horarios extendidos para ordenar la actuación de la sociedad narrando y explicando el acontecer de la pandemia, éstas no han sido instancias exclusivas para la construcción de una cotidianidad íntima con el padecimiento. En distintos escenarios y bajo diferentes esquemas, han surgido una serie de manifestaciones perfor-mativas que para algunos individuos operan como canales privilegiados para signi"car y orientar las experiencias con la enfermedad. Precisamente, el fragmento que introduce al documento ilustra el desarrollo de una procesión religiosa, en las vísperas del con"namiento, organizada para contrarrestar los

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efectos de la pandemia amparándose en los favores de una virgen de culto extendido en la región.

Entendiendo a los actos performativos como estrategias narrativas y dra-matizantes que permiten la organización de la experiencia [Díaz, 2008], en este trabajo abordo algunos rituales católicos desarrollados durante los últimos tres meses en la ciudad de Querétaro, para identi"car los elementos involucrados en la conformación de una retórica de la a!icción basada en el manejo de lo sagrado. Considero que esta idea de la expresividad a!ictiva en los rituales es-tudiados puede recuperar aspectos importantes para comprender las tramas narrativas que individuos e instancias eclesiales han instrumentado para con"-gurar horizontes de inteligibilidad en torno a la pandemia.

Persistencia de tradiciones religiosas

Dentro de los credos religiosos profesados en el estado de Querétaro existe una preponderancia del catolicismo, cuya "liación representaba para el año 2010 el 91.9% de la población total, algo similar a lo que ocurría a escala municipal, donde las personas que profesaban esta religión representaban el 89.6% de la población total en la capital del estado [INEGI, 2010]. En materia de religiosi-dad, estas cifras muestran sólo una parte del panorama plural estatal, ya que no distinguen entre las diferentes vertientes litúrgicas, agrupaciones y tradiciones locales que integran el universo católico en la entidad, situación que en cierta medida se ha visto re!ejada en las diferentes manifestaciones rituales que han emergido durante la pandemia para su tratamiento.

Desde la tercera semana de marzo de 2020, cuando el advenimiento de la pandemia de COVID-19 ya era un hecho en el país, comenzaron a ser más rea-les los rumores sobre la interrupción de las actividades sociales y productivas; esto incluía a distintos o"cios religiosos de la iglesia católica por la concentra-ción de personas que implicaban, tanto aquellos que se estaban preparando para las celebraciones de la Semana Santa en barrios, colonias y comunidades rurales, como los que cotidianamente se desarrollan en los espacios de culto.

Se trataba de un escenario ambiguo respecto de las medidas o"ciales que se estarían ejecutando en el país para reducir la diseminación del virus, por lo que en Querétaro el inicio de dicha semana transcurrió con una aparente normalidad. En esta coyuntura, el obispo y administradores de la Catedral de Querétaro, ya habían contactado a representantes de la provincia franciscana

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de San Pedro y San Pablo en Querétaro, preparándose para recibir a la virgen de El Pueblito el martes 17 de marzo, anticipándose a cualquier virulencia que la pandemia podía ejercer en la demarcación. Un aspecto sobresaliente es que dicha visita reiteraba en pleno siglo XXI la tutela divina concedida a la ciudad a inicios del siglo XVIII por las autoridades hispanas, para resguardar a sus habitantes de las amenazas de enfermedad que pesaran sobre la comunidad.

A mediodía del 17 de marzo, integrantes de distintas agrupaciones de la virgen de El Pueblito arribaron con la imagen hasta el templo de San Francisco en la ciudad de Querétaro; los frailes de dicho templo hicieron la recepción de la imagen y encabezaron una rogativa que se veri"có en su interior, teniendo por objetivo solicitar la protección de esta imagen mariana ante la pandemia, al tiempo que en el sermón dictado por el sacerdote se manifestó que la enferme-dad había sido enviada por lo “maligno”, por el diablo.

A las 18:00 horas dio comienzo el traslado de la imagen bajo el formato de procesión penitencial, saliendo del templo de San Francisco con dirección a la Catedral de Querétaro. El contingente compuesto por religiosos, agrupaciones de seglares identi"cadas con sus estandartes y atavíos, y feligresía en general, se agrupó de la siguiente manera: formados en dos hileras, a la cabeza se ali-nearon alrededor de 13 mujeres y 2 hombres pertenecientes a la corporación de las “inditas”, llevando vestidos a la usanza “indígena” de manta blanca con bordados en las orillas en tonos rosas y rebozo gris, cargando palanganas con !ores y quemando copal dentro de braseros de barro.

Le siguió un grupo de 8 personas integrantes de la hermandad de Nuestra Señora de los Ángeles radicada en el templo franciscano de la Santa Cruz en Querétaro; continuó la Tercera Orden Franciscana, integrada por hombres y mujeres, en su mayoría adultos mayores, quienes portaban en sus cuellos el escapulario franciscano de las cinco llagas; los siguientes grupos que hicieron aparición fueron las damas de honor de Nuestra Señora de El Pueblito, atavia-das con sus distintivos compuestos por cintillos azules en el cuello, medallones plateados con la insignia de la virgen y velos blancos cubriendo sus cabezas.

En la parte media de la procesión se ubicaron alrededor de 30 frailes fran-ciscanos, entre seminaristas y sacerdotes, quienes conducían los rezos y ala-banzas que se entonaron durante el trayecto; algunos de ellos complementaban sus hábitos cafés con el alba y portaban en sus manos el incensario, las velas y la cruz procesional, mientras los sacerdotes denotaban su estatus con estolas

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moradas colgadas sobre sus cuellos, señalando a la vez la ocasión penitencial que convocaba el acto.

Junto a los frailes se incluyó un triciclo provisto con dos bocinas y equipo de audio para aumentar el volumen de las entonaciones solemnes que se rea-lizaron, principalmente salmos penitenciales. El grupo de frailes anunciaba el paso de la virgen de El Pueblito, protegida con un capelo de vidrio en medio de ramilletes de !ores blancas y moradas y llevada en andas por 6 integrantes de su guardia real, mientras en la parte posterior complementaban los feligreses que se dieron cita, cerca de 100 personas en su mayoría mujeres y hombres adultos mayores y algunos niños.

Figura 1. Croquis de la procesión para la visita de la virgen de El Pueblito a Querétaro, en ocasión de la pandemia de COVID-19.

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Con marcha pausada, la procesión se dirigió por la calle Francisco I. Madero en línea recta para ingresar a la Catedral cerca de las 18:30 horas; du-rante dicho trayecto en los templos aledaños se escuchaban los repiques parsi-moniosos de campanas, mientras se anexaban otros feligreses a la procesión y los transeúntes ocasionales suspendían momentáneamente su paso para con-templar por unos instantes aquella escena. Durante todo el recorrido, policías de la Secretaría de Seguridad Pública del municipio de Querétaro resguardaron al contingente, cerrando las vialidades a los automóviles que circulaban por las calles del centro histórico.

Concluida la procesión, ya se encontraban dentro de la Catedral otro cen-tenar de personas que aguardaban el ingreso del cortejo con la virgen, para dar comienzo a una celebración eucarística que se extendió hasta las 20:00 horas; durante ella fue común observar que la mayoría de los presentes no portaban cubrebocas o protectores faciales, además de que el tumulto que se conjuntó dentro del templo hacía imposible mantener una distancia considerable entre las personas, que no era mayor a medio metro.

Con apenas unos días de anticipación se había convocado a los habitan-tes de Querétaro a esta procesión, pero su recepción tuvo distintos pareceres. Hubo personas que dudaron de la realización de la misma a causa de las medi-das de con"namiento que ya se empezaban a implementar y otras más señala-ron su molestia y extrañeza con la procesión, destacando la irresponsabilidad de sus organizadores y asistentes frente a la amenaza que sugería la a!uencia de las personas. En medio de estas percepciones opuestas sobre la procesión, permaneció la imagen de la virgen en la Catedral por nueve días, durante los cuales se realizó el novenario con asistencia limitada de personas, pero que se complementó con su transmisión vía internet. Contrario a lo acostumbrado, el retorno a su santuario sucedió la madrugada del 29 de marzo, mediante un traslado privado y sin ceremonias.

Reinventando rituales

Ya bien iniciada la contingencia por la pandemia y estando de"nidas las dis-posiciones gubernamentales de la denominada “sana distancia”, una de las si-tuaciones complejas en el estado fue la suspensión total de las procesiones y esceni"caciones públicas veri"cadas durante la Semana Santa, considerando que la con"rmación de tales disposiciones ocurrieron 15 días antes de dichas

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celebraciones, afectando los intereses eclesiásticos, de la feligresía y de la propia industria turística a nivel nacional.

Tales medidas obligaron a los mandos eclesiásticos regionales a realizar urgentemente modi"caciones a los formatos tradicionales de ejecución de tales actos, retomando los objetivos litúrgicos de las celebraciones, pero evitando a toda costa la muchedumbre. En esta situación la Diócesis queretana optó por organizar dos actos públicos sui géneris donde se expondrían imágenes sacras utilizando medios de transporte terrestres y aéreos.

El 3 de abril, durante la tarde del viernes de Dolores, se veri"có un reco-rrido con el Santísimo Sacramento por algunos de los principales hospitales de la ciudad. A la manera de un carruaje motorizado, se adecuó la caja de una camioneta pick up para montar un altar con la custodia del Santísimo sobre una peana de madera; detrás se "jaron dos sillas que ocuparon el vicario y el coordinador de la pastoral de comunicación de la Diócesis de Querétaro, éste último llevando consigo un teléfono celular con videocámara activada, con el que grabó y transmitió el recorrido por redes sociales en tiempo real.

De acuerdo con los voceros de la Diócesis, el objetivo de tal recorrido fue trasladar al Santísimo hasta los enfermos y sus familiares, así como al personal que labora en los hospitales visitados, realizando oración para las necesidades de dichas personas, con una consideración especial al cese de la pandemia de COVID-19 que, para esas fechas, en Querétaro ya contaba con decenas de afec-tados y algunos decesos.

Ataviados con su vestimenta litúrgica y cubrebocas, ambos ministros ini-ciaron su trayecto a las 18:00 horas en el Seminario Conciliar de Querétaro, lu-gar de donde partió la camioneta para dirigirse por las principales avenidas de la ciudad en un trayecto que tenía previsto visitar ocho hospitales previamente seleccionados, entre ellos el Hospital General del IMSS que mayormente ha atendido a los enfermos de COVID-19 en la entidad, el vehículo estuvo en todo momento escoltado por policías en motocicleta del municipio de Querétaro.

El recorrido fue transmitido pormenorizadamente en tiempo real en la página de Facebook de la Diócesis de Querétaro, durante el cual ambos sacer-dotes narraban los objetivos del acto y hacían comentarios sobre los estragos de la pandemia, además de testi"car los encuentros momentáneos con algunas enfermeras y familiares de enfermos a las afueras de los hospitales que salían al encuentro del cortejo.

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En cada punto de encuentro, el acto procedió de la siguiente manera: una vez que el vehículo era estacionado a las afueras del hospital, ambos sacerdo-tes rezaban un padrenuestro y un avemaría, al tiempo que el vicario realiza-ba la bendición dirigiéndose hacia dicho lugar, tomando entre sus manos al Santísimo y encomendando las necesidades y los embates de la pandemia a la virgen de los Dolores de Soriano, patrona de la Diócesis de Querétaro, Mientras esto sucedía, algunas personas presentes, enfermeras y médicos se hincaban o bajaban la cabeza para recibir la bendición. Consumado el acto, la comiti-va reiniciaba su camino y una vez cumplidas todas las visitas, regresaron al Seminario Conciliar para concluir la jornada.

Casi una semana después, durante el jueves santo, el acto fue replicado por los mismos ministros a una escala mayor, manteniendo los objetivos de suplicar por la "nalización de la pandemia. Mediante el uso de un helicóptero facilitado por el gobierno estatal, ambos sacerdotes iniciaron un viaje por el territorio diocesano, comprendido por cerca de 117 parroquias disgregadas en el estado de Querétaro y el norte del estado de Guanajuato.

Durante buena parte del día y la tarde del jueves 9 de abril, los dos sa-cerdotes realizaron desde los aires las bendiciones en las diferentes parroquias de ambas entidades, llevando dentro de la cabina de la aeronave al Santísimo Sacramento y a la imagen de bulto de la virgen de los Dolores de Soriano, co-locada para la ocasión en uno de los asientos mirando hacia la ventana “para contemplar a su pueblo queretano y guanajuatense”1. Dentro de los momentos medulares de tal acto destacaron las bendiciones que se realizaron en las cimas de dos cerros relevantes en la región; en el Zamorano, punto limítrofe entre los estados de Querétaro y Guanajuato, el vicario bendijo y pidió por la "naliza-ción de la COVID-19 en todo el territorio diocesano, mientras en el Cimatario realizó una rogativa para bene"cio de la ciudad de Querétaro.

Medios digitales, recintos y amuletos

El con"namiento iniciado a "nales del mes de abril llevó al cierre de los tem-plos católicos de la ciudad, frente a lo cual la feligresía y el sector eclesiástico han encarado de diferentes maneras la continuidad de la oferta litúrgica para

1. Para mayores detalles se encuentra disponible la transmisión del evento desde el siguiente link: https://www.facebook.com/diocesisqro/videos/2452888125021976/

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afrontar la pandemia, como ha ocurrido con la divulgación y transmisión de misas, procesiones, novenarios o rezos especiales, recurriendo al uso de inter-net mediante plataformas virtuales y redes sociales digitales.

En este panorama se veri"có la apertura parcial de los templos de San Francisco y Expiatorio, siendo los dos únicos espacios de culto católico abiertos en la ciudad. Ubicados en el centro histórico de Querétaro, estos espacios son administrados por la orden franciscana y la diócesis queretana respectivamen-te, y cada uno ha contemplado medidas especí"cas para limitar la aglomera-ción de personas en sus interiores y evitar la clausura de los recintos.

En el caso del templo Expiatorio, este tiene la característica de permanecer abierto las 24 horas del día durante todo el año y actualmente sus custodios se encargan de vigilar y restringir el acceso de las personas que acuden; mientras, el templo de San Francisco ha optado por tener dos horarios de servicio, limi-tando el acceso a un máximo de 10 personas al mismo tiempo. La posibilidad de mantener abiertos ambos recintos también les ha permitido asegurar algu-nos réditos mediante ingresos monetarios para solventar los gastos y servicios de tales espacios, principalmente a partir de la venta de artículos religiosos [ci-rios, novenas, estampillas] y despensas de alimentos.

En este sentido, uno de los requerimientos que ha subrayado la Conferencia del Episcopado Mexicano [CEM] en el contexto de la pandemia, se ha centra-do en la continuidad de la administración de los sacramentos brindados en los templos, principalmente las misas, para lo cual dicha instancia ha "jado su atención en la relevancia que están desempeñando los medios de comu-nicación digitales; estas herramientas están difundiendo los o"cios religiosos desarrollados en la diócesis, al tiempo que conceptualizan a sus feligreses como una audiencia potencial localizada entre los residentes de las delimitaciones parroquiales. De ello que una de las preocupaciones de la CEM respecto a la realización de las misas, sea la incursión y consolidación de las distintas plata-formas informativas, pero también la atención a los estándares de calidad de dichas emisiones:

Las parroquias que ya realizaban transmisión de su Eucaristía on-line [sic] o a tra-vés de algún medio como la radio o la televisión, prevean que al menos una de las eucaristías dominicales se continúe transmitiendo […] Buscar la profesionaliza-

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ción de estas transmisiones, tanto en recursos humanos, materiales o de so$ware [CEM, 2020].2

Como se observa, estas situaciones han determinado que las personas recons-truyan los modos de relacionarse con lo sagrado para paliar las inclemencias de la pandemia; en estas condiciones, ha resultado fundamental el acceso a internet mediante telefonía celular, posibilitando que las personas realicen ex-ploraciones en portales como Facebook o YouTube para identi"car actos litúr-gicos plenamente vinculados al tratamiento del COVID-19, ejecutados en vivo o archivados en videograbaciones [principalmente misas, retiros espirituales, procesiones, rezos, novenarios] que pudieran estar realizándose tanto en sus parroquias vecinales como en diferentes lugares del planeta.

Ejemplos de lo anterior han sido algunas procesiones de menor escala y convocatoria, como las desarrolladas en diferentes puntos de la parroquia de San Miguel Carrillo, al norponiente de la ciudad de Querétaro; en ellas, el sa-cerdote y un grupo limitado de servidores han encabezado varios recorridos con una imagen de la virgen de Guadalupe a través de los principales templos de su jurisdicción parroquial, realizando la transmisión en vivo al resto de su grey a través del portal o"cial de Facebook de la parroquia.

Otro ejemplo interesante ha sido el reciente reinicio de las sesiones de ora-ciones de sanación que conducen los integrantes del Movimiento de Renovación Carismática Católica en el Espíritu Santo [MRCCES], radicado en el convento de la Santa Cruz de los Milagros de la ciudad. Por la magnitud de convocatoria que este ritual tiene semanalmente al interior del citado lugar, así como por su carácter eminentemente terapéutico, la coyuntura de la pandemia planteó a los organizadores del movimiento un escenario inmejorable para continuar sus actividades virtualmente.

El portal de Facebook de dicha agrupación realizó la transmisión de la oración, generando una toma de video estática centrada en el Santísimo Sacramento dispuesto sobre uno de los altares del templo. El desarrollo de la oración de sanación fue coordinado por uno de los integrantes del movimiento, mientras los participantes siguieron la transmisión desde sus casas mediante teléfonos celulares conectados a internet, realizando las oraciones, alabanzas,

2. Para mayores referencias al respecto, el contenido íntegro del documento se puede consul-tar en el siguiente link: https://cem.org.mx/Slider/563-ver-detalle.html

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invocaciones estridenticas y movimientos corporales espontáneos que suelen veri"carse durante tal acto:

Fue muy bueno que volvieran los hermanos a hacer la asamblea de oración. En la Santa Cruz se hace la asamblea más fuerte, más poderosa de toda la ciudad, y ahorita como estamos, con esto de la enfermedad del coronavirus, creo que ya se necesitaba […] tenemos que unir las oraciones desde la casa para calmar al demo-nio” [habitante del barrio de La Cruz, Querétaro, junio 2020].

Otra plataforma predilecta para algunas personas ha sido WhatsApp, a través de la cual disponen de sus grupos de contacto para distribuir o localizar cier-tos materiales religiosos de tipo pro"láctico, como las invocaciones al Sagrado Corazón o al Señor de la Misericordia, que suelen imprimirse o fotocopiarse para posteriormente adherirse en las puertas o ventanas de las casas.

Si bien los anteriores ejemplos re!ejan una injerencia evidente del sector eclesiástico, es necesario señalar que también se han identi"cado otros meca-nismos para signi"car la pandemia desde el ámbito religioso. Inspirados en los designios de los párrocos, o movidos por la intuición o las tradiciones fami-liares, hay casos especí"cos donde las personas han optado por colgar palmas con cintillos rojos, o construir altares domésticos a diferentes santos o vírgenes, dispuestos en los patios delanteros o las ventanas de las viviendas, a la vista de los transeúntes y del virus:

Yo puse mi altar para pedirle a Dios y a la virgen, para proteger a mi familia de esta enfermedad […] según la fe que tenga uno, pero yo creo que es una forma de cubrirnos de un mal que no vemos, de poner un como escudo afuera de tu casa que le dice al mal que no entre aquí […] la gente pasa y se persigna, es una forma de decirle a la gente que pasa y mira el altar, ten fe, pídele a Dios, es recordarle que Dios nos protege, que no estamos solos… [Habitante del barrio de Santa Ana, Querétaro, mayo 2020].

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Figura 2. Altar doméstico a la virgen de Fátima, Querétaro, México 2020, Ricardo López Ugalde.

Figura 3. Altar doméstico a la virgen de Guadalupe, Querétaro, México 2020, Ricardo López Ugalde.

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Apuntes finales

A través de este documento he buscado generar algunas aproximaciones a la construcción metafórica del padecimiento COVID-19 en la ciudad de Querétaro; para ello, he utilizado material etnográ"co de primera mano, así como referencias en plataformas virtuales sobre algunos rituales desarrolla-dos en lugares especí"cos con la participación de diferentes actores. Si bien el elenco de rituales seleccionados recupera una gama disímil de manifestaciones entre las que se encuentran procesiones, novenarios y oraciones, además de la recon"guración de espacios sagrados como altares y rutas procesionales, una de las características que engloba a cada una de estas manifestaciones es su carácter a!ictivo.

Mediante ellas, las instancias involucradas en su realización han buscado proyectar la protección divina a causa de las afectaciones que se ciñen sobre la ciudad. Precisamente, dicho componente es imprescindible para comprender las tramas signi"cativas sobre las que se tejen tales rituales, expresando ne-cesariamente el contexto general donde se desarrollan, es decir la irrupción pandémica de la enfermedad producida por COVID-19 y el estado mórbido que asume la sociedad.

Desde esta lógica, el desarrollo de los rituales y las intervenciones espacia-les referidas se asocian en distintos grados con la noción de una ciudad enferma que se explicita a través de múltiples dispositivos y artefactos. En el caso de las procesiones aludidas, la puesta en escena del estado a!ictivo se cimienta en un escenario comunicativo constituido por tres elementos centrales: 1] la dimen-sión sagrada a través de las vírgenes de El Pueblito y de los Dolores de Soriano, así como el Santísimo Sacramento; 2] el involucramiento de especialistas ritua-les en la "gura de los ministros católicos de las dos principales vertientes reli-giosas en la entidad, tanto diocesanos como franciscanos; y 3] la incorporación de la población desde diferentes planos de participación.

Como lo han referido algunos autores para otros periodos históricos en México, las procesiones han integrado una tipología de "estas públicas “oca-sionales” [Curiel y Rubial, 1999: 63] que podían desarrollarse en momentos precisos y disruptivos de la dinámica social de las ciudades, con el afán de contrarrestar los efectos nocivos de epidemias y otras desgracias colectivas. Considero que, en los casos referidos en este trabajo, mediante las procesiones se produce un trazado de las dimensiones simbólicas que condensan las refe-

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Miradas históricas y antropológicas sobre la pandemia, COVID-19Ritualidad reinventada. Miradas a propósito de la pandemia de COVID-19 en Querétaro

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rencias a un cuerpo enfermo de la ciudad, que en distintas escalas se asocia con la parroquia, con la ciudad y con la diócesis, todas ellas entidades colectivas.

Los recorridos procesionales reiteran no solamente una irrupción general de lo sagrado sobre las condiciones de una colectividad afectada por la pande-mia, sino que recuperan aspectos nucleares para asignar condiciones agenciales a las imágenes sagradas utilizadas, aportando con ello a crear la presencia de lo divino. Esto sucede puntualmente con el despliegue de la parafernalia peniten-cial que arropó el recorrido rogante encabezado por los franciscanos, durante la cual se dispuso de repiques lastimeros de campanas de los templos, atuendos purpúreos y oraciones penitenciales, además de asignar a la ciudad el papel de an"triona de la virgen de El Pueblito y realizar una asociación metonímica de la epidemia con las potencias del diablo.

Pero también ocurre con la manipulación de la virgen de los Dolores de Soriano durante los recorridos aéreos de los sacerdotes diocesanos, cuya ima-gen fue colocada intencionalmente frente a una de las ventanas del helicóptero que la transportaba, para dirigir su atención y potestad hacia la imagen de la entidad enferma agrupada en los habitantes de la diócesis.

Es importante destacar que este tipo de actos performativos no han sido encaminados únicamente por los ministros religiosos, ya que las emisiones ocasionales en internet de actos litúrgicos como rezos, rogativas, oraciones y procesiones han aportado tanto a la difusión y consumo de los actos religiosos, como a descentralizar la condición protagónica del especialista ritual en el de-sarrollo de la vivencia frente a lo sagrado y en la petición proteccionista hacia la enfermedad.

Un aspecto medular en esto es el papel ejercido por los feligreses durante su participación en este tipo de emisiones virtuales; tal condición ha sido ins-trumentada por algunas personas para restituir una experiencia religiosa indi-vidual desarrollada a la distancia de las imágenes de culto y fuera de los recintos religiosos. Esto último ha ocurrido con los altares domésticos y el manejo de objetos consagrados como palmas, estampillas y cruces de madera utilizadas para brindar protección familiar en las viviendas.

Este vínculo rogativo con lo sagrado también se ha veri"cado en la par-ticipación de las personas en o"cios religiosos empleando las señales de in-ternet desde sus dispositivos de telefonía portátil. La expectativa en este tipo de encuentros con las entidades sagradas, con"ere un papel fundamental a las personas en la reorganización, desenvolvimiento y vivencia del ritual; si bien

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estas transmisiones ofrecen contenidos prescritos por los esquemas litúrgicos, las personas han recurrido a la inventiva para complementar la presencia sa-grada en tales instantes; es quizá este punto lo que distingue a dichas emisiones del conjunto de programas de contenido lúdico o informativo que ofertan los medios de comunicación.

Considero que a través de los ejemplos abordados es posible sugerir un análisis que permita comprender las dinámicas de la ritualidad local apelando a la creatividad estimulada de los feligreses y del sector eclesiástico; ambos ac-tores han rede"nido las formas de utilizar una serie de bagajes comunes [como imágenes, discursos y artefactos], materializando un discurso que recrea la at-mósfera liminal que envuelve a la ciudad para volver inteligible la crisis sani-taria vivida.

REFERENCIAS

Curiel, Gustavo y Rubial, Antonio [1999]. “Los espejos de lo propio. Ritos públicos y usos privados en la pintura virreinal”. En Pintura y vida cotidiana en México 1650-1950. México: CONACULTA.

Díaz, Rodrigo [2008]. “La celebración de la contingencia y la forma. Sobre la antropo-logía de la performance”. Nueva Antropología. Simbolismo, identidades y diferencias, núm. 69, p.-p. 33-59.

Instituto Nacional de Geografía y Estadística [INEGI] [2010]. XIII Censo de Población y Vivienda, Información por localidad, México.

Sitios de internet consultados

https://www.facebook.com/diocesisqro/videos/2452888125021976/

https://cem.org.mx/Slider/563-ver-detalle.html

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Religiosidad, dilemas y pandemia COVID-19 en un barrio de Ocotepec, Morelos

Luis Miguel Morayta MendozaCentro INAH MorelosColectivo, Estudios sobre el Patrimonio Biocultural de Morelos y Regiones Colindantes

Existe la necesidad de conocer y comprender la manera en que los pueblos originarios y otras colectividades están enfrentando los dilemas y los retos

que trajo la pandemia de COVID-19. Entre otros aspectos importantes, esta pandemia mostró la gran vulnerabilidad que existe en los diferentes grupos sociales que componen en conjunto la sociedad nacional, frente a los desastres socio-naturales de toda índole que vivimos una y otra vez. Este artículo preten-de mostrar diferentes respuestas que han dado algunos pueblos originarios del estado de Morelos, a la actual contingencia.

Hoy estamos viviendo otro capítulo de intensa inquietud por un virus con muchas mañas que ha atacado por muchos lugares del mundo: el COVID-19. Hemos estado viviendo esta situación, sin una vacuna ni un medicamento que cure directamente la enfermedad que produce, paralizando la economía mun-dial y perjudicando en especial a los que menos recursos tienen, confundiendo a cientí"cos, doctores, economistas, políticos y a la sociedad en general, pues no estábamos preparados.

Tal vez no estábamos preparados para algo de las dimensiones de esta pan-demia como la que estamos padeciendo, pero deberíamos de estarlo por lo me-nos con base en lo que se ha estado viviendo a través de siglos. Hemos padecido una logística inadecuada, corregida en parte en los últimos meses. Tenemos una baja conciencia y cultura de la prevención. Siempre presente está la falta de credibilidad a las explicaciones que hacen los gobiernos y a la aceptación a sus directrices. Pero, sobre todo, la poca consideración real, en general a la profunda desigualdad social que lacera al país, Todo esto no se ha traducido en poder crear mejores recursos para enfrentar los desastres socio-naturales que venimos padeciendo de continuo. No considerar que los desastres tienen un

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proceso de construcción del riesgo, el desastre mismo y la reconstrucción, nos hace auxiliar y no prever su"cientemente.

Los sismos del 2017 dejaron muchas lecciones que incidieron en la organi-zación y cohesión social. Si bien la pandemia de COVID-19 creó un panorama muy diferente a lo sucedido en aquellos sismos, en mucho han sido otra vez, la sociedad y en especial muchos de los pueblos originarios los que fueron di-señando, organizando y estableciendo acciones frente a los graves problemas que marcó esta situación que estamos viviendo todos. No hay que olvidar que fueron precisamente esas comunidades las primeras en actuar restringiendo la entrada y salida de personas ajenas a la comunidad mucho antes que se le ocurriera al gobierno estatal.

En un noticiero del Instituto Mexicano de Radio y Televisión de Morelos, un funcionario de los derechos humanos estatales comentó que no se podían dañar los derechos humanos restringiendo el derecho de paso. Es lamentable que haya opinado esto cuando Cuernavaca está lleno de calles, sobre todo en las zonas más residenciales, que están cerradas con casetas, plumas o rejas y que, precisamente ante esta situación, los pueblos han podido mantener un número relativamente bajo de contagios y de fallecimientos al restringir el acceso. Han sido los civiles los primeros que organizaron la entrega de despensas o de co-mida a los que mucho la necesitaban.

El gobierno estatal ha venido enfrentando una seria falta de credibilidad, ganada a pulso, igual que en el sismo de septiembre del 2017, tal vez más en-tonces. Ha actuado con lentitud y con falta de imaginación, sin dejar de reco-nocer a los que, con capacidad, experiencia y entrega han dado lo mejor de sí, empezando por los trabajadores de la salud. No se puede negar que la situación con la pandemia hoy es mucho más compleja que la que provocó el sismo, pero se pudo hacer mucho más desde el principio, sobre todo evitar los engaños y las verdades a medias. El siguiente caso podrá ilustrar, lo que estoy tratando de mostrar. En el estadio de fútbol el Centenario se instaló una especie de hospital supuestamente para atender a los enfermos de la pandemia. Se inauguró for-malmente y al día siguiente se desmontó, sin ninguna explicación, de ahí un hecho que justi"ca la falta de credibilidad.

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PRESENCIAS HISTÓRICAS DEL MAL

Las diferentes sociedades que han poblado lo que hoy llamamos el territorio morelense, han enfrentado todo tipo de vicisitudes por la aparición de brotes, endemias, epidemias o pandemias. Los conquistadores españoles y sus escla-vos, en el siglo XVI, llegaron con ciertos virus para los cuales los grupos nativos no tenían anticuerpos que los defendieran. Viruela y sarampión fueron devas-tadores. Como consecuencia, la población originaria quedó muy mermada. Esta disminución de proporciones enormes se dio no sólo por razones médicas sino por una política de exterminio diferenciado. Los invasores europeos arra-saron con buena parte de la población nativa del norte de lo que hoy es México, repoblando esa región con españoles e indígenas leales a los conquistadores y colonizadores. A esto se une el exterminio casi total de la población originaria en las Antillas, para reemplazarla por esclavos de origen africano y pobladores europeos.

En los siglos siguientes otras epidemias y pandemias aparecieron como la que relata la doctora Karina Ramírez Villaseñor, en su artículo, Respuestas y alternativas culturales ante el COVID-19 en Yecapixtla, Morelos, asienta:

De acuerdo con Molina [2019], la década de 1790, estuvo marcada por la presen-cia de la viruela, la cual generó diversos estragos en la población y en la econo-mía del Altiplano Central, así como en poblaciones del occidente y norte de la Nueva España. El año de 1797 fue crítico especialmente para algunas poblaciones del actual estado de Morelos, pues de acuerdo con la autora, poblaciones como Jantetelco, Jonacatepec y Yecapixtla, presentaron un número signi"cativo de con-tagios. [Ramírez, 2020:5]

A principios del siglo XX, en 1918, cayó la pavorosa pandemia llamada in-!uenza española, que, según algunos autores, mató a 100 millones de personas y según otros, 40 millones [esto no queda claro]. En el artículo La in!uenza o “gripe española” de 1918 en México de la Dra. Beatriz Lucia Cano Duran [2020], se hace un análisis muy completo de esta pandemia.

Arturo Warman, menciona las consecuencias de la guerra zapatista y la in!uenza española, en el Oriente del estado de Morelos:

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En Morelos había hambre. La población había sido diezmada y las estructuras co-munales están de hecho desintegradas por la muerte y la huida. No había siembras ni ganado. En 1918 las epidemias y el hambre aniquilaba o expulsaban a la cuarta parte de la escasa población que había sobrevivido siete años de brutal represión, [Warman, 1976:118].

En la obra ya mencionada de la Dra. Ramírez, cita un testimonio que da cuenta de un proceso de despoblamiento y repoblamiento, recurrente, a consecuencia de las epidemias que se presentaron antes de la actual epidemia COVID-19:

Recuerdo que mi papá me contaba que hace años también hubo una epidemia, no sé si fue cólera o viruela, pero decía que acabó con la gente de San Marcos, Zahuatlán viejo y Calalpa y que los pocos que quedaron de esos pueblos se tuvieron que venir aquí a Yecapixtla, por eso ahora tenemos el barrio de San Marcos y el de Zahuatlán, porque decían que la gente que quedó se vino y volvieron a fundar sus barrios y sus capillas. En el campo ya solo quedan las ruinas de sus iglesias y dicen los que siembran por Zahuatlán viejo que a veces se escucha la campana de la iglesia, porque aún está el campanario y me acuerdo de que, de niño, mi papá, me llevaba al campo y en San Marcos, siempre encontraba pirinolas de barro. [malaca-tes prehispánicos para hilar las "bras vegetales] [Antonio Garcés, habitante de San Marcos, Yecapixtla, mayo 2020]. [Ramírez, 2020:5]

Me voy a permitir relatar algunos casos que he presenciado o escuchado de los innumerables que han vivido ciertos pueblos originarios frente a los pro-blemas de salud en un contexto de abandono, discriminación y pobreza. Son solo unos casos que pueden dar cuenta de lo anterior y de lo graves que llega a ser para estos pueblos bajo un mal generalizado, una endemia, una epidemia o hasta una pandemia. En los primeros años de la década de los ochenta de ese siglo pasado, estaba realizando una investigación en el pueblo de Tepetzintla, cabeza de Municipio en la Sierra Norte de Puebla, a cinco horas a caballo desde Zacatlán. Claro que a mi paso eran ocho horas. Al llegar a esta comunidad vi una procesión que llevaba un pequeño ataúd rumbo al cementerio. Me dijeron que iban a enterrar a un niño, “se nos están muriendo los niños”. En dos meses se murió el 20% de la población menor de cinco años. Por la hospitalidad del párroco vivía yo en el curato, en donde el párroco tenía un dispensario. Él no se encontraba en esas semanas ahí. Llegaban al dispensario padres de familias

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rogando que les diera yo medicina, porque sus hijitos se estaban muriendo. El dispensario no tenía más que un VADEMECUM, [libro publicado por los laboratorios que contiene lo que curan sus productos. El dispensario no tenía ninguna medicina que les pudiera ayudar. Tratamos de traer estudiantes de me-dicina en servicio social, pero nadie acudió. Es difícil olvidar los rostros de los familiares. Sentí que expresaban un reclamo, una angustia inmensa y yo sentía entonces −y ahora− el dolor de la impotencia.

Tratando de reconstruir la historia y la vida de los pueblos indígenas de la Sierra y la Huasteca, pasé varios meses en esa región. Tuve la suerte de po-der platicar con gente de alrededor de cien años con una lucidez sorprendente. Cuando tocábamos el tema de los procesos rituales alrededor de la muerte, a principios del siglo XX, era frecuente que mencionaran que hubo un año [muy probablemente, 1918] que no pudieron poner ofrendas por la mortandad. Se moría tanta gente que no daba tiempo de nada más que de enterrarlos. La gente de pueblos separados por más de veinte kilómetros señalaba el día de los di-funtos, [el 1 de noviembre] como el día en que empezaron a caer los primeros muertos. Hay que señalar que solo había senderos por donde se podía transitar a pie o a lomo de bestia, así de rápido viajaba el virus.

Al inicio de mi estancia en el estado de Morelos, en 1973, tuve la fortuna de entrevistar personas cuya edad iba de los 75 años hasta los más de cien. Ellos como niños y como jóvenes habían vivido la pandemia de la in!uenza española. Especialmente, los de más edad tenían imágenes muy vívidas: “Ay Miguel fue bien feo, las personas se morían como moscas. No había tiempo de velarlas. En una casa había dos muertos en la de junto uno, en las de más allá tres. Hubo casas donde toda una familia se había muerto. Todos los días morían. Las envolvían en un petate o sábana o si no de a tiro así nomás al hoyo” [Don Abraham Romero, Chalcatzingo, 1976].

En Morelos, en el resto del siglo XX y parte del XXI, se han dado diferentes brotes, endemias y epidemias y la pandemia actual. Algunas están registradas y otras permanecieron ocultas. El dengue, el dengue hemorrágico, la in!uenza, entre otras contingencias, casi nunca son reconocidas. Al reducirles el presu-puesto a las instancias de salud, estas detienen sus acciones de prevención. En el 2019, se suspendió el rociar las calles y algunas casas con un tipo de insecticida, por parte del gobierno estatal. Esto se tradujo en un aumento sensible de casos de dengue.

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Dilemas en un barrio de Ocotepec, Morelos

Uno de muchos dilemas y retos vividos alrededor de la religiosidad popular por causa del virus, se dieron en el pueblo de Ocotepec. Esta comunidad originaria de alrededor de 8 000 habitantes, entre “nativos” y “vecinos”, está situada en la parte norte de Cuernavaca, Morelos. Tienen una amplia presencia y visibilidad de tradición cultural nahua y es muy famosa por la cantidad e intensidad de sus "estas: seis patronales en la Parroquia y más de veinte entre sus cuatro ba-rrios. A esto hay que sumarle la representación de la Pasión de Cristo durante la Semana Santa. Este tema es, probablemente, uno de los procesos rituales más extendidos en todo el país, la Cuaresma y la Semana Santa. Para esta comuni-dad morelense, este cristocentrismo, marca la mayor parte de las celebraciones y conmemoraciones. Al inicio del siglo XX todas las capillas estaban dedicadas a la Pasión de Cristo; Domingo de Ramos, Barrio de Los Dolores donde la imagen principal es el Señor de Chalma, lugar a donde se van los que falle-cen. El de la Santa Cruz, donde se venera al Señor del Pueblo Cruci"cado y el Barrio de la Candelaria, que antes estaba dedicado a Cristo. Dos de los barrios, el de Dolores y el de Domingo de Ramos tiene sus "estas en este periodo de Cuaresma y Semana Santa y los otros dos, la Candelaria y la Santa Cruz, no muy lejanos del mismo. El Jueves y el Viernes Santo, un grupo de más de cien participantes representa la Pasión de Cristo seguidos de intensas procesiones hasta el Domingo de Pascua. A la representación de los últimos días de la vida de Cristo, llegan decenas de miles visitantes, la mayoría del estado mismo de Morelos y otros de regiones vecinas. Se cierra a lo largo de unas nueve cuadras la carretera Cuernavaca-Tepoztlán, y ahí se instala una feria de múltiples co-mercios. Numerosas procesiones van a la Parroquia desde cada capilla, salien-do de ida y vuelta durante toda la semana, acercando así a la gente del pueblo con las imágenes religiosas. Con esto he querido dar una idea general del peso de las conmemoraciones y celebraciones que ocurren justo cuando las dispo-siciones sanitarias prohibieron los eventos que pudieran reunir a mucha gente para evitar contagios.

San Ramitos

En el barrio de Tlacopan, conocido también como el del Señor de los Ramos, “San Ramitos”, se venera al señor de los Ramos al cual se le dedica la "esta pa-

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tronal cada domingo de Ramos. Esta "esta y conmemoración, abre los proceso rituales y conmemorativos, ahí se bendicen las palmas que luego sirven para la protección de los hogares, especialmente contra las tormentas. Ahí, se inician también las numerosas procesiones religiosas, a través de las calles adornadas con los tres arcos !orales que anticipan la llegada al atrio de la capilla. Nueve misas previas se congregan las danzas de los chinelos, la mojiganga, las bandas de viento, los mariachis, el programa de las luchas libres, tardes de jaripeo, el castillo, baile público y las visitas o"ciales de otros barrios y pueblos. Algunas de estas actividades implican una fuerte inversión de recursos y de trabajo; y todas, en algún momento o en muchos, implican alimentar, a veces, a más de 200 personas por actividad y en conjunto, a más de 1 000 personas.

Imagen No.1: San Ramitos y los representantes del Barrio de los Ramos, Ocotepec, Mor., fotografía de, Luis Miguel Morayta Mendoza, octubre, 2018.

Este año, unas tres semanas antes de este día, se empezó a discutir sobre si se debería de realizar la "esta anual programada. En el Barrio de Dolores de esta misma población, se realizaron sus "estas patronales que antecedieron a la programada para los Ramos. El barrio de la Candelaria llevó a cabo su cele-bración, la primera semana de febrero. En las semanas subsecuentes se fueron estableciendo las medidas de seguridad, sobre todo la que señalaba que no se

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realizaran eventos que congregaran a mucha gente, so pena de ser multados con cien mil pesos, según anunciaba el rumor.

De ahí en adelante, surgió el dilema y la discusión sobre si se debiese de realizar lo programado en honor de la imagen de los Ramos, “San Ramitos”. Hay que remarcar que la esta imagen es muy venerada por los habitantes del barrio, fue rescatada de la capilla por los daños que sufrió con el sismo, fue acogida en la capilla de los Dolores. En su ida y en su regreso, la imagen fue acompañada por las personas emocionadas, algunos hasta las lágrimas en sen-das procesiones.

Ante la presencia del virus responsable de la COVID-19 los representantes del barrio, autoridades morales del mismo, decidieron que se cancelaran casi todos los actos. Las nueve noches de misas, se cambiaron por rosarios con poca asistencia. Todo lo demás ya no se debería realizar. Se cancelaron: la quema del castillo y de los toritos, la lucha libre, las ofrendas, las procesiones, las danzas, el jaripeo.

Los representantes, al no querer tener ninguna responsabilidad, sobre po-sibles contagios, se avocaron a avisar a los pueblos y barrios que generalmente asisten, a que ya no lo hicieran. Pero los mayordomos de la imagen, esposo y esposa, invitaron a los barrios de Ocotepec a asistir a los festejos el Domingo de Ramos. Esto provocó un con!icto entre mayordomos y representantes. Estos últimos decidieron deslindarse de la recepción a los barrios visitantes y les de-jaron la responsabilidad a los mayordomos ¿Por qué ocurrió el con!icto?

Imagen No. 2: Cartel de aviso del cierre temporal. Capilla del Barrio de los Ramos, Ocotepec, Mor. Fotografía de Joanna Morayta Konieczna, 15 de abril 2020.

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A mi manera de ver, hubo dos causas principales que fueron determinan-tes en la actuación de él y la mayordoma. El cargo de mayordomía de la imagen de San Ramitos genera una carga emocional muy grande. Todos los días son ellos los que abren la capilla dirigiéndose de inmediato a darle los buenos días a San Ramitos, a limpiar cada domingo, a en!orar su templo y hacerle un ro-sario, dando de comer a todos los asistentes. Pero, sobre todo, le platican a la imagen sus pensamientos, sus problemas y sus vivencias. Llega a ser tan intensa la relación con la imagen, que los mayordomos al entregar su cargo, a los ma-yordomos entrantes, no pueden contener el llanto en su despedida.

Pero en esta ocasión hubo una razón muy grande que hizo que los mayor-domos en turno quisieran hacer todo a su alcance para se realizara el festejo de la manera más completa posible. Unos años atrás, la mayordoma enfermó gravemente de cáncer, ella platicaba a sus amistades:

antes de mi enfermedad yo faltaba a la iglesia, mi negocio yo era mi negocio, a mí no me importaba mi familia, yo no convivía ni con mis hermanos, yo era bien cani-ja, a mí me decía algo y yo los mandaba a la fregada, o sea yo antes de mi enferme-dad era, de verdad yo era una persona fea dice [gacha] gacha. Dice yo, yo no, a mí me da cáncer dice cáncer de mama dice, la verdad yo me estaba muriendo dice, yo la verdad viví una situación muy fea” [El mayordomo le pidió a San Ramos que no se muriera su esposa. Él contaba que le pidió a San Ramitos pues que los ayudara con el cáncer de su esposa] “Sí don Miguel o sea lo que dice él dice yo la verdad dice yo hago todo dice por la salud de mi esposa, yo le agradezco mucho al Señor de Los Ramos que me haya dejado a mi esposa porque la verdad ya no la contábamos y la verdad pues estoy muy agradecido [Al quedar curada, los esposos quedaron muy agradecidos por lo que aceptaron el cargo cuando por razones de tragedia familiar, los que estaban designados como mayordomos de San Ramitos, tuvieron que re-nunciar, los actuales mayordomos aceptaron. Vieron en ello una oportunidad de corresponder el auxilio que San Ramos les dio. “Decía la mayordoma, yo, se haga o no se haga voy a dedicar todo mi día al Señor de los Ramos como si fuera la "esta, yo voy a estar aquí todo el día” [Teresa Barrera, Ocotepec, 2020].

El preciso día de la celebración ya las calles habían sido adornadas por el grupo encargado. Los mayordomos y algunos voluntarios especialmente familiares tomaron en sus manos, las mañanitas a media noche, el repicar de campanas, recibir las ofrendas de otros barrios y las de los diferentes grupos. Las ofrendas

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fueron acompañadas por no más de diez personas. A las personas que las tra-jeron, no se les pudo corresponder invitándolos a desayunar y a comer. Fue un doloroso contraste con años anteriores en que cada barrio y grupo interno lle-gaban hasta con más de doscientas personas. Entonces, las calles que llevan a la capilla estaban abarrotadas de puestos y visitantes, ahora totalmente vacías. Las familias que daban en sus casas la comida gastaban una importante cantidad de dinero y trabajo que les aportaban sus redes sociales, pero que les llenaba de satisfacción y fortalecía sus enlaces socio culturales. En este año, muchos ex-presaban su enojo de no haber recibido ni un vaso de refresco y expresaban su enojo contra la situación de la regulación sanitaria: “don Miguel como le digo o sea mucha gente no cree en esas enfermedades, la gente de aquí dice que no es cierto, que no sé qué”. Decían “¿Qué nos va a pasar sí de niños nos comíamos los mocos?”

Imagen No.3: Calles adornadas y vacías durante los días de la "esta patronal, 10 de abril, de 2020. Fotografía de, Luis Miguel Morayta Mendoza.

Los mayordomos pudieron cumplir con un sentido compromiso de agra-decimiento y reciprocidad con “San Ramitos” por la recuperación de la salud de la mayordoma. Sin necesidad de arriesgar la salud del barrio y posibles vi-sitantes, hicieron lo más que pudieron, auxiliados por familiares y parte de sus redes. Al encargarse del altar en el atrio, de hacer llegar las “mañanita a las fa-

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milias en honor de la imagen, con mariachi y con altavoces”, de recibir el arco portada de la capilla, de ir acomodando las ofrendas alrededor de la imagen, cuidando de tener prendido incienso, las velas y las veladoras. También, dar las mañanitas y echar los cohetones, tocar las campanas en el marco de calles solitarias pero adornadas con papel picado, creando así los símbolos visuales y auditivos de una celebración para que la gente algo sintiera de que no era un día cualquiera y sobre todo de que la imagen de San Ramos no sintiera que se le había ignorado en su día y no se afectaran los lazos de reciprocidad con San Ramitos.

Esta actitud de construir los símbolos visuales y auditivos como formas de veneración a las imágenes en sus días festivos se podía observar en lo que siguió a la Semana Santa, el día 1 mayo y el día 10 mayo, día de las madres. Ya por tradición, el día primero de mayo, el barrio de Los Ramos celebra una misa al pie de una cruz, que se encuentra en una colina, puesta sobre un pequeño altar, casi a la entrada del bosque. Esta cruz fue colocada ahí como un elemento de protección en contra de “el malo”, [el demonio] que manifestaba su presencia, vestido de charro negro que trataba de controlar las almas de los que iban a cor-tar leña. La primera vez que se o"ció una misa en esa colina para poner la cruz, un remolino de gran fuerza destruyó todo lo que había en el altar, en la Cruz y alrededor de este. Ese remolino se introdujo en el bosque hasta perderse. De ahí surge la tradición de renovar la sacralización de la Cruz y su poder protector, con la misa y un enorme convivió utilizando las comidas que las familias del barrio llevan a la colina para todos, además de una tarde de jaripeo. En este año no se realizó el convivió, ni la misa, pero los representantes del barrio junto con los mayordomos rezaron un rosario y adornaron la cruz y el altar, nadie más asistió. La mayordomía de la imagen de la Virgen de Guadalupe tiene la obli-gación de realizar algunas actividades en honor de esa imagen considerada la madre de todos. Este diez de mayo, la mayordomía empezó con las mañanitas y puso música a través de los altoparlantes. Adornó la imagen y el atrio con coloridos arreglos hechos de globos, pero no se congregó la gente.

Incorporar a importantes personajes civiles a los sistemas de veneración religiosa no es raro. Por ejemplo, es común que, el día 15 de septiembre, los cua-dros de los héroes de la patria sean puestos en altares con incienso, comida y velas, como si fueran “santitos”. Es decir, en esas ocasiones también se cumplió con poner los símbolos auditivos y visuales, se daba presencia a la intención de marcar la veneración a estas imágenes, en su día, la Cruz del Cerrito y la Virgen

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de Guadalupe, en el día de las madres. Finalmente, Representantes del Barrio y mayordomos decidieron cerrar la capilla.

Comentarios al Cierre

Estamos padeciendo hoy un capítulo más de la mayor angustia por un virus que ha atacado ya en muchos lugares del mundo: el COVID-19. Vivimos su presencia, sin explicaciones contundentes, padeciendo su enorme capacidad de contagio, sin una vacuna, ni un medicamento que cure directamente la en-fermedad que produce. Ha paralizado la economía mundial y perjudicando en especial a los que menos recursos tienen. Es muy común escuchar en estos tiempos la expresión “es que la gente no cree”. Esto se entiende como una ma-nera de denunciar o de quejarse contra aquellos que no respetan las medidas sanitarias de la sana distancia y el enclaustramiento. “Gente ignorante sin con-ciencia”, “por su culpa no vamos a salir del problema” ¿Qué hay detrás de esta resistencia que vulnera a todos pero que debe de tener una explicación? Espero que este artículo pueda ayudar a comprender las razones o las complejidades que hay tras esta actitud. Una falta de claridad y contundencia en la informa-ción del gobierno ha provocado a la sociedad acrecentar sus angustias, lo que complica mayores dilemas. Hay noticias cuya información contradictoria causa con!ictos: “no es necesario llevar el cubrebocas si no se está enfermo. Por otro lado, señalan algunas autoridades que es necesario ponerse cubrebocas cuando se sale a la calle, especialmente las personas de la tercera edad”. El breve caso que a continuación presento es un pequeñísimo ejemplo de las consecuencias de la información contradictoria. Registramos un dilema vivido por un taxista que decía: “mire usted, si llevo el cubrebocas puesto, la gente no se sube al taxi porque dice, ha de estar enfermo el chofer por eso trae un cubrebocas. Si no me lo pongo dicen no mejor no me subo porque ni cubrebocas trae puesto, no cumple con las indicaciones de precaución”. Los dilemas en el resto de la economía a todos los niveles son más serios. Si se cierran todas las empresas no esenciales incluyendo las microempresas cómo van a sortear la falta de ingresos para cubrir los salarios.

Algunas empresas mantuvieron los salarios, aunque sus trabajadores no estuvieran laborando. Otras rebajaron un porcentaje que a veces llegaba hasta el 50%, o la renuncia. Otros continuaron trabajando en la “clandestinidad” has-ta que fueron descubiertos y amenazados y tuvieron que cerrar. Otros cambia-

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Miradas históricas y antropológicas sobre la pandemia, COVID-19Religiosidad, dilemas y pandemia COVID-19 en un barrio de Ocotepec, Morelos

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ron de giro haciendo repartos a las casas de todo tipo de alimentos procesados o no, los hubo quien cambiaba sus mercancías por comida. Un ejemplo de los muchos que han venido ocurriendo es el de una familia que concurre a las fe-rias de Cuaresma para vender alcancías de barro. Esta familia se puso al borde de la carretera Cuernavaca Tepoztlán con un letrero que decía: “cambiamos alcancías por despensas de comida”. El cierre de las ferias de Cuaresma dejó a esa familia y muchos cientos de familias más sin recursos para comer. El go-bierno federal a través del IMSS empezó a entregar un apoyo de $25 000 pesos a las microempresas que mostrarán que estaban inscritas en esa institución, que no habían despedido a sus trabajadores, que tenían el CURP y que estaban al corriente en sus pagos tributarios.

Se han vivido todo tipo de situaciones de la manera más diversa. Mientras que a algunos dueños de locales comerciales le disculparon el pago de la renta por tres meses a las familias que se los ocupan, hubo dueños quienes no perdo-naron ni un peso a sus inquilinos y estos tuvieron que cerrar sus negocios. Esta situación sacó a !ote las terribles condiciones entre muchos de los trabajadores que tienen que laborar aún en condiciones “normales”. Por ejemplo, algunas de las meseras y cocineras que trabajan en las fondas del mercado Adolfo López Mateos, ganan, $120 al día por 12 horas de trabajo, más las propinas que pue-dan recibir. Trabajan, sobre todo las cocineras, en espacios muy reducidos y si llegan a tener algún accidente como no están inscritas en el IMSS, son ins-truidas para que digan que no les sucedió en la fonda, sino en sus casas. Son muy numerosos los casos que se dan de esta manera. Como los cortadores de caña que siguen ganando $40 por tonelada de caña cortada, limpiada y alinea-da. Esto es tan sólo una pequeña ventana para recordarnos lo que viven los que menos tienen. La religiosidad popular de los pueblos originarios y otras colectividades, al igual que lo que sucedió después del sismo de 2017, tomó un relevancia y una visibilidad extraordinaria. En los sismos de septiembre de 2017, aunque los lugares de culto estaban destruidos, eso no paró los procesos rituales en torno a sus imágenes religiosas. Frente a la pandemia y los riesgos de contagio masivo hoy estos procesos rituales se manifestaron en los elementos simbólicos, visuales y auditivos para que no cesará la protección que otorgan estas imágenes, a los que mani"estan su veneración y cuidados. Finalmente, es otra manera de asegurar protección contra todo mal incluyendo la pandemia.

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Laura E. Corona de la Peña y Luis Miguel Morayta Mendoza[Coordinadores]

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REFERENCIAS

Cano Durán, Beatriz Lucia, La in!uenza o “gripe española” de 1918 en México, Manuscrito entregado para publicación 2020.

Molina del Villar A. [2019], “Los alcances de la inoculación y el impacto de la viruela de 1797 en la parroquia de San Agustín Jonacatepec” en Relaciones Estudios de Historia y Sociedad, 178-214.

Ramírez, Villaseñor, Karina Respuestas y alternativas culturales ante el COVID-19 en Yecapixtla, Morelos, manuscrito entregado para publicación 2020.

Warman, Arturo [1976] … Y Venimos a Contradecir, Los Campesinos de Morelos y el Estado nacional, Ediciones de la Casa Chata. CISINAH.

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Experiencias y percepciones ante la pandemia por COVID-19, en Yautepec, Morelos

Tania Alejandra Ramírez Rocha.Centro INAH MorelosPrograma de Estudios sobre el Patrimonio Biocultural del Estado de Morelos y Regiones Colindantes

La pregunta eje es cómo se ha vivido, desde la óptica de diversos actores sociales, el proceso socioeconómico y emocional derivado de la pandemia,

entre los habitantes de Oaxtepec [Yautepec, Morelos]. En voz del Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de México, Hugo López-Gatell, no se había vivido un suceso de tal magnitud en el país desde el año 1918 [Conferencia de prensa, 22 abril, 2020]. En Latinoamérica se reporta un panorama similar; el antropólogo Andrés Gómez, en entrevista para la Universidad de Chile [25 de marzo, 2020] la cataloga como: “una de las mayores pandemias de los últimos 100 años”. Por lo anterior, resulta imprescindible escuchar las voces que encar-nan los procesos sociales de su tiempo.

En Morelos, el cómo se vive y piensa la pandemia adquiere una dimensión característica por la colindancia y vinculación con la capital del país. Problemas de diversa índole que impactan o suceden en la Ciudad de México, tienen eco en los estados colindantes. A partir de la información etnográ"ca obtenida me-diante las entrevistas con habitantes de Yautepec y la observación cotidiana del espacio, se encuentra que parte de la percepción de la enfermedad, ocasiona-da por el virus SARS-CoV-2 [COVID-19], se construye ante un elemento de “externalidad”, que es la Ciudad de México y sus habitantes. En concreto, en la localidad de Oaxtepec, del municipio de Yautepec, el sentir y el vivir ante la pandemia, adquiere un matiz especial por autopercibirse como un destino turístico, cuyo !ujo de visitantes se considera que provienen de la Ciudad de México. Otro elemento que teje la percepción sobre la pandemia es el sentir de los ciudadanos frente a la política institucional-partidista del Estado-Nación.

Ante el “desfase” o diferente velocidad de contagio por COVID-19 entre las diferentes entidades federativas del país, es importante considerar los datos

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que arrojaron la capital de México y el estado de Morelos, por la interrelación entre ambos espacios, y debido a la percepción de la pandemia como un hecho social “de las grandes urbes” o ciudades.

La Ciudad de México apareció tempranamente como una de las entidades con mayor cantidad de personas que contrajeron el COVID-19. Con una po-blación total de 9 018 645 personas, el día 3 de abril de 2020 reporta 327 casos de contagios con"rmados y para el 11 de mayo reporta 9 983. Morelos, de una población total de 2 044 058 el 2 de abril de 2020 contabilizó 9 contagios con-"rmados y el 11 de mayo, 820 casos [Secretaría de Salud, Gobierno de México, 2020]. A pesar de la cercanía, los datos o"ciales se muestran muy diferentes entre ambas entidades federativas.

Yautepec es un municipio ubicado entre la zona conurbada de Cuernavaca y Cuautla. Oaxtepec es una de las localidades más extensas y pobladas1 del municipio. Ante las autoridades estatales y municipales, Oaxtepec comprende únicamente al poblado homónimo, pero ante la percepción social de un sector de sus habitantes y de autoridades locales, se conforma por “sus colonias”2 y los fraccionamientos cercanos [aproximadamente son 12 con diferente extensión territorial]. Inclusive, parte de la percepción social, considera perteneciente a Oaxtepec, un fraccionamiento que se ubica mayoritariamente en el municipio colindante de Atlatlahucan. Pero debido a que una de sus entradas y parte del territorio pertenece a Oaxtepec, se le asocia más a esta localidad.

Son diversos los fraccionamientos y tipos de balnearios en la localidad, existen los ejidales, de gestión comercial familiar, de franquicia transnacional y del estado. Es un espacio cuya economía gravita del sector turístico, con un impacto frente al sector de la construcción y el mantenimiento de viviendas. Los balnearios mantienen esencialmente a la localidad como un destino turís-tico para las personas de regiones circunvecinas, como la Ciudad de México o Puebla, y se ha convertido en un nicho laboral para personas provenientes de otros estados y de la región oriente de Morelos. En la “"sonomía” del lugar, es palpable la percepción de Oaxtepec como un espacio “para nadar”. Existen di-versos establecimientos a lo largo de la carretera federal que cruza la localidad, donde venden trajes de baño y salvavidas.

1. El total de habitantes en Oaxtepec, sin contar las colonias, son: 6 939 personas [INEGI, 2010]

2. Entre las cuales se encuentran: Santa Rosa, Ampliación Santa Rosa, Corral Grande, El Capulín, San Martín y Palo Mocho.

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Cobra relevancia la localidad a nivel nacional pues en la nota periodísti-ca de Roldán en “Animal Político”3, del día 5 de mayo, señala que el “Centro Vacacional Oaxtepec”, del IMSS se convertirá, a partir de mediados del mes de junio, en un centro para personas con COVID-19, lo que ha generado en redes sociales, diversas reacciones y opiniones sobre la reconversión hospitalaria de los inmuebles de la institución.

Al ser un punto turístico cercano a la Ciudad de México, ha detonado la especulación comercial de los terrenos y la aparición de fraccionamientos, así como el desarrollo de complejos habitacionales construidos, en su mayoría, al interior de los mismos fraccionamientos. Es un proceso que, desde una visión somera, asoma la huella en una diferenciación del territorio entre “fracciona-mientos” y “colonias”. Ante la percepción social, en las colonias habitan quienes laboran en los fraccionamientos; en gran medida sustentado por lo que ob-servan en sus vidas cotidianas. Asimismo, la categoría del “colono” como un habitante de los fraccionamientos, marca otra diferenciación en las formas de habitar y vincularse al territorio.

Frente a este escenario socioeconómico, parte del campo laboral se divide entre la venta de comida, actividades derivadas de los balnearios y en la cons-trucción, mantenimiento y limpieza de casas [mayoritariamente en los fraccio-namientos], entre otras actividades. Frente a este panorama laboral presentó una constelación de diversas voces y sentires, a partir de sus experiencias de trabajo y/o del lugar que habitan.

Se realizaron entrevistas mediante cuestionarios breves4, recurriendo a la red social de Facebook y la aplicación celular de WhatsApp, así como dos con-versaciones ocasionales “cara a cara”, con habitantes de Oaxtepec. La presencia en el texto de sus voces se da bajo anonimato, ya que fue solicitado por algunos entrevistados, pues laboran en los espacios mencionados. En concordancia con

3.“El IMSS transformará sus centros vacacionales de Oaxtepec, Atlixco y La Trinidad en albergues y servicios hospitalarios para atender a pacientes con COVID-19 no complicados y sin factores de riesgo, con sintomatología leve que no requiere asistencia respiratoria”. Más adelante se lee en la nota: “Se trata del acondicionamiento al centro vacacional de Oaxtepec, Morelos, que tiene 234 habitaciones con 478 camas en total; más 137 cabañas o villas y un área de campamento de 20 mil metros cuadrados” [Roldán,2020].

4. Para el ejercicio de entrevistas a distancia mediante el uso de redes sociales, agradezco el apoyo de Patricia Ramírez Ramírez.

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Laura E. Corona de la Peña y Luis Miguel Morayta Mendoza[Coordinadores]

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esta solicitud, no se especi"can datos como nombres de personas, de lugares o edades.

El fenómeno de las epidemias entrelazado al desarrollo de la sanidad ins-titucional y las vacunas es una de las puertas de entrada a la época posmoder-na [Márquez y Molina, 2010]. La conformación de los estados nación a nivel ideológico tiene, como uno de sus pilares, el discurso de higiene y de la sanidad corporal. Cuerpos “sanos y robustos” eran re!ejo de un estado vigoroso en ple-no progreso durante la primera mitad del siglo XX [Muñiz, 2002].

Previo al siglo XX, se han documentado diversas pandemias, como la sal-monela entérica, sarampión y las conocidas como viruela, disentería [entre otras] que causaron entre 12 y 15 millones de muertes [9 de cada 10 fallecían] durante el siglo XV y XVI derivado de la invasión española al actual territorio mexicano [Mandujano et al, 2003]. En el mundo mesoamericano que precede a la invasión de la corona española, Angélica y Mario Mandujano [2003] señalan que en la “Tercera Relación de Chimalpahín” en el año 3 pedernal [1456], en Chalco pudo haberse dado una posible di$eria. En el códice Chimalpopoca se re"ere que, en el año 1496, 4 técpatl, se enfermó la población de Tecuantepec y Amaxtlan “con pestilencia” [posible tifus-exantemático]. En la región maya se considera que la destrucción de Mayapán se relaciona a una epidemia.

Una de las fuentes históricas para rastrear algunos tipos de pandemias del siglo XV, han sido los códices, donde se representaba el cuerpo humano con manchas, como fue el caso de la tifus. Asimismo, el término de cocoliztle [ná-huatl, maseuale] es re!ejo de las epidemias de aquel siglo. El vocablo re"ere de manera general a “pandemia” o “plaga”, por aludir a los síntomas de erupción cutánea, abscesos y hemorragias nasales [Mandujano, 2003].

Márquez y Molina [2010] señalan que en 1918 apareció la pandemia de la “gripe de otoño”, “gripe española” o “muerte púrpura” [virus AH1N1] que diez-mó la población en toda la república [aproximadamente fallecieron entre 20 y 40 millones] pero afectó especialmente a la Ciudad de México. El segundo mo-mento de in!exión en la historia de las epidemias en México, es en el año 2009 con la aparición de la in!uenza Swine AH1N1.Sin embargo, a lo largo de todo el país durante la primera década del siglo XX, aparecieron diversas epidemias que afectaron a la población en regiones especí"cas del territorio mexicano. La "ebre amarilla tuvo impacto sobre los habitantes de Guadalajara, Veracruz, Monterrey y Tampico; y la "ebre bubónica en Mazatlán.

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El origen de las pandemias se ha asociado desde el imaginario social y desde los discursos de poder [enunciados desde diversos espacios como son las instituciones sanitarias] a clases “bajas” o sectores “pobres” de la población, acusados de “falta de higiene” [Márquez y Molina, 2010]. En el mundo de la sociedad colonial, desde el poder de enunciación de los frailes, las pandemias se debían “a plagas” por no ser cristianos o desconocer a dios [Mandujano et al, 2003]. Dicho discurso permitió justi"car la esclavitud y desigualdad social.

A pesar de que la epidemia del año 1918 se originó en el Fuerte de Riley en Estados Unidos, y se propagó en el país por los soldados mexicanos que habían estado en dicho lugar, el discurso de las notas periodísticas era que la “pobre-za y falta de higiene” habían desencadenado la epidemia [Márquez y Molina, 2010]. Simultáneamente, también había el temor de que “la enfermedad llegara a la Ciudad de México”, al ir avanzando por diversas ciudades. Se demuestra que el lugar político-simbólico desde el cual se enuncia la nota es la capital, ya que no se re"ere a un “temor” por las muertes ocasionadas en otros sitios del país, sino que se propague a la capital.

Oaxtepec, un escenario ante la pandemia

A continuación, se muestra un panorama cuantitativo y cualitativo de la locali-dad, que tiene como eje analizar la percepción a nivel local, sobre la pandemia ocasionada por el virus SARS-CoV-2. Dicha percepción se vincula especial-mente con la visión social sobre el territorio entre fraccionamientos y colonias, así como por las actividades laborales.

El municipio de Yautepec es uno de los más extensos del estado y con una heterogeneidad en la concentración poblacional dependiendo de la localidad. Se conforma de 102 localidades [se contabilizan las que cuentan con más de 3 viviendas], incluyendo la cabecera municipal.

En el total del municipio habitan 97 827 personas. La cabecera cuenta con 42 731 personas. La Joya es la localidad con una mayor cantidad poblacional, suman 13 725 personas [INEGI, 2010]. Una de las causas que explican este fe-nómeno social, es su colindancia con el municipio de Jiutepec, que forma parte de la región conurbada de Cuernavaca, y es donde reside la zona industrial más importante de la región occidental del estado [Ciudad Industrial del Valle de Cuernavaca, CIVAC]. La segunda localidad es Cocoyoc con 9 663 habitantes y tiene colindancia con Oaxtepec.

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La tercera localidad con mayor población del municipio es precisamente Oaxtepec. Suma 6 939 habitantes, pero si se contabilizan los residentes de las colonias que se consideran pertenecientes a dicha localidad, la cifra aumenta. Corral Grande cuenta con 887 personas; campo El Capulín, 249; Ampliación el Capulín, 91; Fraccionamiento Real de Oaxtepec, 9; Ampliación Santa Rosa 331, Palo Mocho, 274 y San Martín, 55. La sumatoria da como resultado 1 896 habitantes. El número total de pobladores se elevaría a 8 835, sumando el total que arroja Oaxtepec y “sus colonias”, como re"eren sus habitantes [o localida-des vecinas]. La cifra se elevaría aún más si aparecieran en el censo del INEGI del año 2010, datos de algunos fraccionamientos que no se reportan.

El total de viviendas y el número de viviendas habitadas es otra variable que permite comprender el escenario social como espacio turístico y se relacio-na con la información cualitativa, donde la gente representa el territorio social entre “fraccionamientos”, “Oaxtepec pueblo” y “las colonias”.

En el siguiente Cuadro [Cuadro 1], en las columnas de “Total de viviendas particulares” y “Total de viviendas particulares habitadas”, se observa que en ciertas localidades, la mitad o menos de la mitad de las viviendas particulares, están habitadas. En Oaxtepec el 44% está habitada. En Corral Grande, el 68% de las viviendas particulares se encuentran habitadas. Algunas de las personas entrevistadas, que trabajan en los fraccionamientos de la zona, residen en esta colonia. En El Capulín [sumando el campo y la ampliación], el 53%, está ha-bitado. En Palo Mocho, donde he conocido personas que también trabajan en los fraccionamientos, las viviendas particulares habitadas suman el 69%. En el fraccionamiento Real de Oaxtepec, son el 23%. En el fraccionamiento Lomas de Cocoyoc, de gran extensión, ya que el total de viviendas es similar al de la localidad de Oaxtepec, reporta el 20% de viviendas particulares habitadas. Dicho fraccionamiento no forma parte de Yautepec [pertenece al municipio de Atlatlahucan], pero su importancia radica en que es uno de los principales espacios laborales para las colonias vecinas de Oaxtepec y de otros municipios colindantes. Asimismo, como he referido, una de las entradas principales se ubica cruzando por el poblado de Oaxtepec.

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Cuadro 1. Viviendas. Elaboración propia con datos del Censo de población y

vivienda, 2010, INEGI.

Total de

viviendas

Viviendas

habitadas

Total de

viviendas

particulares

Total de

viviendas

particulares

habitadas

Total del

Municipio41 093 25 832 40 895 25 634

Cabecera

municipal17 532 11 371 17 410 11 249

Oaxtepec 4 305 1 904 4 285 1 884

Corral Grande 322 219 322 219

Campo el Capulín 66 43 66 43

Ampliación el

Capulín64 26 64 26

Palo Mocho 96 67 95 66

Fracc. Real de

Oaxtepec13 3 13 3

Ampliación Santa

Rosa136 86 135 85

José Ortiz [San

Martín]33 16 33 16

*Fracc. Lomas de

Cocoyoc.

No pertenece

al municipio de

Yautepec

4 343 877 4 341 877

Respecto al escenario de la construcción étnica, uno de los elementos que se ha asociado a su medición demográ"ca, ha sido el cuanti"car a los hablantes de lenguas de origen americano. Sin embargo, a nivel cualitativo son muy di-

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versos los elementos que construyen la etnicidad. A nivel demográ"co, el censo del INEGI [2010], reporta que en Oaxtepec hay 95 hablantes de lenguas indíge-nas de 3 años y más. En Corral Grande suman 33 personas; Campo El Capulín y ampliación El Capulín suman 141; Palo Mocho, 35; Fraccionamiento Real de Oaxtepec, 1; Ampliación Santa Rosa, 3; En San Martín ninguna persona.

La etnicidad como proceso de construcción social cambiantees observable en varios ámbitos de la vida social, por ejemplo en la cohesión comunitaria a través de “los brincos” [Carnaval de Chinelo] que cada colonia realiza en una fecha determinada. Y en cuanto al cruce entre la percepción sobre la pandemia y la construcción de la etnicidad, se puede ubicar la división social local, entre: “los colonos” y “los de las colonias”. Para las personas que habitan de manera cotidiana en Oaxtepec y sus colonias vecinas y aún más para quienes laboran en los fraccionamientos, siendo prestadores de servicios [plomería, construcción, jardinería, limpieza de casas, etc.], la fuente de contagio son las personas que llegan a sus casas en los fraccionamientos. Una de las causas que señalan es que vienen de “ciudad”.

Discursos ante la pandemia

El actual discurso de la sociedad sobre la pandemia se va construyendo sobre una heterogeneidad de recursos informativos, como son los medios de comu-nicación masiva o “tradicional” [televisión y radio] y mediante las redes socia-les o sitios virtuales [Facebook, Twitter, YouTube, grupos de WhatsApp, etc.]. Los habitantes de Oaxtepec “y sus colonias”5 tienen diferentes percepciones, vivencias, emociones y formas de proceder ante la pandemia, derivadas de las experiencias de vida y de la información de los diferentes medios.

En la red social de Facebook y el sitio de YouTube, por medio de los “me-mes” se leen expresiones como: “la enfermedad de los ricos que sufren los po-bres”, aunque para otros se relaciona sólo a “clases altas” o a un problema de densidad poblacional en grandes urbes. Una habitante de Yautepec que tiene una tienda de abarrotes, [entrevistada el 3 de abril de 2020], menciona que por

5.Recordemos que la zona se ve cruzada por procesos turísticos, desarrollos inmobiliarios destinados a diversos extractos sociales, por ende, existe una población dedicada a actividades laborales encaminadas al turismo y al mantenimiento de viviendas de dichos desarrollos inmo-biliarios.

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Miradas históricas y antropológicas sobre la pandemia, COVID-19Experiencias y percepciones ante la pandemia por COVID-19, en Yautepec, Morelos

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el momento no hay peligro de contagiarse porque “ahorita los ricos tienen mie-do; están en sus casas; no salen. Así está bien para que no anden contagiando”.

La percepción social que gravita entre algunos habitantes es que “el con-tagio” proviene del exterior; “del otro”, y el sitio contaminante no es el espacio propio, de “la colonia”, sino el “fraccionamiento”. Ese otro, en el imaginario so-cial no es “el pobre” y “sucio”, sino puede ser “el rico”; “el colono”6, o el que pro-viene principalmente de la Ciudad de México. Son “los de afuera”; los externos a la comunidad y de clases altas o privilegiadas.

Los habitantes de un fraccionamiento [que inclusive cuenta con un club de golf] eran vistos como apersonas de cierto peligro porque podrían padecer síntomas de COVID-19. Un habitante, jardinero de la zona, indica: “Mientras no tenga contacto con ellos así de cerca, no pasa nada”. Otra trabajadora de lim-pieza opina: “ahorita ya en la ciudad siempre hay mucha enfermedad, por eso se vienen para acá, aquí estamos más limpios porque somos menos de entrada; allá ya no caben”. Un plomero que labora en un fraccionamiento comenta que no hay problema de contagiarse en esta zona, el peligro sólo está en la Ciudad de México y Cuernavaca porque “ahí si hay mucha gente”.

Algunas personas entrevistadas, señalan “que no creen”, es “un invento del gobierno”. Una mujer que posee una tienda de abarrotes en Oaxtepec, por ór-denes del ayuntamiento colocó una cartulina en las dos entradas de su tienda, que dicen “Por el COVID-19. Turno: 1X1. Solo una persona por turno”. Al pre-guntarle sobre el tema a mediados de abril, me dijo: “yo ni creo eso, a ver ¿por qué no hay muertos? ¿dónde están los muertos? yo pienso que lo hacen nomás [sic]para distraernos, o no sé qué cosa quiere el gobierno, pues”. Dicha opinión se liga, en gran medida, a los discursos y manejos político-económicos de las pandemias. En el año 2009, la pandemia H1N1, generó especulación sobre la compra de vacunas y equipo médico. A pesar de dictarse también una orden gubernamental para permanecer en cuarentena, en Oaxtepec se vivió un gran movimiento turístico en hoteles y balnearios. Una comerciante del mercado recuerda que económicamente: “me fue muy bien, como otra Semana Santa”. Otra habitante recuerda que: “se vinieron los chilangos, no más por aquí sus-pendieron clases y todos que se vienen; fue como otra semana santa”. Puede sig-ni"car una de las razones, por las que en la localidad actualmente no cerraron la mayoría de los comercios que se ubican sobre la carretera federal.

6.Por la noción social del que habita en fraccionamiento y no en una “colonia”.

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Laura E. Corona de la Peña y Luis Miguel Morayta Mendoza[Coordinadores]

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La incredulidad entre algunos de los habitantes del municipio, ante la ac-tual pandemia, de"nida como “una mentira del gobierno”, se puede ligar, en cierta medida, con la escasa reducción de la movilidad que reportó la Secretaría de Salud, donde Morelos estuvo dentro de los cinco estados con mayor movili-dad entre el término del mes de abril e inicio de mayo.

Un habitante de un fraccionamiento que labora como ingeniero en Cuautla, en plática mediante WhatsApp, el día 15 de abril de 2020, re"ere que sintió malestar al ver que desde el momento de la declaratoria de emergencia sanitaria, “se veía mucho movimiento”. Durante la cuarentena, ya sea entre se-mana, y especialmente “los "nes” de semana, expresa que: “posiblemente había varias "estas o reuniones porque se oía música a alto volumen, tránsito vehicu-lar y cuando aún no cerraban la plaza o establecimientos internos del fraccio-namiento, había gente y niños”.

Una enfermera joven que trabaja en un hospital del sector de salud pública morelense comenta desde su experiencia laboral, su re!exión y sentir sobre la pandemia. En la conversación en Facebook, se percibe cómo va cambiando su opinión y postura ante las medidas sanitarias en los hospitales y la percepción al inicio, de una enfermedad que se experimentaba, mediante el contacto con personas externas a la localidad.

El día 31 marzo de 2020 re"ere que: “en el lugar donde estoy, por lo me-nos los que han muerto, son 3 de neumonía, porque no creo que tengan para pruebas de COVID. Aunque no creo que sea neumonía, o no sé”. “Yo digo que no está de más cuidarnos, digo en otros países vemos la cantidad de muertes. Si soy enfermera, por desgracia en mi trabajo estamos expuestos a in"nidad de enfermedades, me aterroriza el hecho de llegar a casa y ser nosotros portadores, de todo lo que nos llega. Está cabrón”.

Al preguntarle si donde trabaja atienden a personas con COVID-19, nos comenta que no, ya que se trasladaran a la capital estatal, pues argumenta que no hay espacio ni material de protección.

El día 16 de abril de 2020 reanudamos la conversación, e informa que:

Aquí los contagios no son masivos, lo malo es que mucha gente de Estados Unidos está llegando aquí. Y está llegando gente de Ciudad de México donde sí hay casos, y muchos. En Nueva York murió un familiar; no la libró. Nos deberían de dar equipos para nuestra seguridad y deberían bajarle los sueldos a las enfermeras y a los médicos que descansaron. Estoy toda sudada por trabajar guardias de 24 horas,

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pero en "n…pero bueno, gracias a Dios hay trabajo. Hay personas que por ahora no tienen y eso es más triste. A mí me da más miedo el hambre y quedarme sin trabajo. Ya pues nos dieron un tapabocas; un N95 para siete días, si bien nos va.

El día 1 de mayo de 2020 comenta que:

Ojalá que pronto termine esto, es muy pesado para mí. No íbamos a recibir casos COVID, pero ya adaptaron una parte para esos casos. Es feo porque el traje que nos dan es infernal. Se siente calor. Sentí hasta escalofrío y dolor de cabeza por las ligas del cubrebocas y los goggles. Fue muy feo. Mañana entro en la noche y le ruego a Dios para que esto termine. Es como una pesadilla; te lo juro. Siento feo por mi hijo; pido a dios que no le pase nada y que no le pasemos nada [su esposo es enfer-mero también]. Aún duerme conmigo, aunque no quiero. Él siente que lo dejamos de querer. Es horrible. Me urge que todo termine de verdad. Me siento un peligro para mi hijo. Y gente burra que no entiende; me da mucho coraje.

Una joven habitante de la región nororiente del estado, en redes sociales ha manifestado una re!exión a partir de lo que observa en su localidad acerca de los cambios que percibe en su entorno social, en el correr de casi un mes [abril]. Una persona comparte una nota en Facebook titulada: “El 96% no murió por Coronavirus, quieren imponer una dictadura en Italia”. La joven de la región nororiente responde: “donde vivo, todos los días hay un muerto, pero como es infarto…pues nadie piensa que hay una conexión…sólo que yo no recuerdo otra temporada donde tanta gente haya muerto por infarto en una semana. Y la gente ha velado a sus muertos e invitado a todos a rezar”. [Testimonio anónimo, tomado del Facebook el 29 de abril de 2020].

En entrevista breve, cara a cara, con una señora que se dedica a la venta de comida [sopes, quesadillas, gorditas y tlacoyos], re!exiona sobre el impacto que tiene el cerrar un puesto de comida, pues no sólo ella verá cambios re!e-jados en su economía al llevar la manutención de tres personas, sino el de sus empleadas, de quienes también dependen sus respectivos hijos. Sus empleadas acuden desde la región nororiente a laborar en Oaxtepec. Señala que el cam-bio económico fue muy drástico pues, especialmente durante las vacaciones de Semana Santa y los puentes vacacionales del mes de mayo, permiten a muchos comerciantes de la región, capitalizar las entradas económicas, ya sea en un ahorro monetario, pagar deudas, o bien invertirlo en sus viviendas, en un auto

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o en un viaje de vacaciones. Sin embargo, este año fue totalmente inesperado el giro que tomó.

Está muy difícil la economía, ya hay gente sin empleo. Yo que quisiera poder ce-rrar, pero mis empleadas…yo también pienso en ellas, y yo también voy al día y tengo una familia que mantener. Una empleada que tiene muchos años de trabajar conmigo, apenas se soltó [tener con"anza para compartir un relato]. Ella no puede dejar de trabajar y menos ahora, que pues su esposo le pegó a su hija. Él siempre le había pegado a ella. Pero después de que pasaron los “quince” de su hija, le pegó a su hija y eso si ya no lo aguantó. Ahora necesita más el trabajo porque se salió de su casa con sus hijos. Su esposo al principio le estaba dando lo de su gasto, pero después él le dijo que como no tiene quién le haga sus cosas, de la comida y quién le lave y le planche, pues ya no le podía dar como antes, porque tenía más gastos. Y la otra muchacha tiene también varios hijos y ella solita los mantiene; es madre soltera y ella me pidió mucho que no cerrara o que no la “descansara” porque no tiene ahorros; que necesita trabajar. [Testimonio anónimo, 25 de abril del 2020].

Otra persona que se dedica a la venta de bienes inmuebles en fraccionamientos y que reside en una de las colonias aledañas a Oaxtepec, re"ere al giro econó-mico que la pandemia le dio a su vida laboral. “En mis ingresos ha impactado fuertemente. Mi trabajo depende de las personas que visitan el estado, en su mayoría provenientes de la Ciudad de México. No hay posibilidad para captar clientes potenciales que visitan Morelos. Me da mucho miedo esta incertidum-bre de salir afectada de mi salud; del futuro de mi trabajo; de cuándo se norma-lizarán las actividades.”

La segunda entrevista cara a cara la brindó un chofer de pipas de agua y comenta que tiene “temor y miedo” porque acude constantemente a diversos lugares a “dejar viajes de agua” en su pipa y no sabe “qué pueda pasar”. En es-pecí"co dijo que hay un fraccionamiento donde ya se contagiaron, pero otros choferes le avisaron para que ya no entrara ahí. El señor comenta: “no quieren decir, lo ocultan; pero ya me enteré aquí con los compañeros y ya no entramos ahí”. [Testimonio anónimo, 22 de abril de 2020].

Una comerciante cuya pareja reside en un fraccionamiento, relataba al tér-mino del mes de marzo que: “a mi hijo ya no lo dejan entrar. Si no eres de ahí ya no te están dejando pasar y dice vio gente vestida, así como de astronauta, en-vueltos en como un plástico blanco. Están llegando la gente del DF a quedarse

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en sus casas en los fraccionamientos”. De dicho fraccionamiento han emanado diversos relatos relacionados a la pandemia. Otra persona que se dedica a la venta de pollo, en plática breve a mediados de abril, comentó que conoce perso-nas que laboran ahí y le han contado que “ya salieron unos muertos de ahí por el coronavirus; en bolsas. Los cuidadores saben, ya los vieron”.

En Facebook, a principios del mes de mayo, al circular la nota que re"ero anteriormente, sobre la conversión del Centro Vacacional IMSS Oaxtepec, co-mienzan a aparecer diferentes posturas. Por un lado, el plano cómico se vuel-ve presente en opiniones, que dicen: “como que ya estoy sintiendo dolor de garganta y tos. Ya me dio el coronavirus”; pues quisieran pasar unos días al interior del hotel. Para unos emerge a la super"cie un tema profundo sobre la construcción entre el vínculo de territorialidad e identidad, que es “la defensa” del territorio. Aparecen opiniones donde se mani"esta el por qué no se protesta por la reconversión del lugar, auto adjetivándose con diversos términos [“aga-chones” o de “pocos huevos”]; y se cuestiona el por qué no se sigue el ejemplo de municipios vecinos que han defendido su territorio. Otro sector re"ere estar de acuerdo con la reconversión, pues se debe ayudar y cooperar en la emer-gencia sanitaria. Una persona, dentro del debate que se originó en un muro de Facebook a raíz de la nota periodística, opina que le parece adecuado el que reciban pacientes no graves de COVID-19, pero solicitan un control riguroso para evitar un brote.

Se buscó presentar una diversidad de voces, posturas y sentires entre diver-sos actores de la sociedad, en una localidad que encuentra en el turismo, y las labores desprendidas de la construcción, cuidado y mantenimiento de casas, su principal sustento económico. Se muestra un tramado complejo y extenso en las relaciones de una localidad con la capital del país; que se desdobla también en una relación del “nosotros” ante los “otros”, cruzada por relaciones de poder económico-laborales. Existe un giro en la construcción social de la “enferme-dad” ocasionada “por el de afuera”; el de una “clase privilegiada”. Inclusive el espacio del fraccionamiento se percibe como un lugar “contaminante”. Se en-cuentra un giro en la narrativa, pues desde el discurso o"cial, “la pobreza” y “la suciedad”, generalmente son representadas como espacios creadores y propaga-dores de “enfermedades” y/o pandemias.

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REFERENCIAS

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Muñiz, Elsa. [2002]. Cuerpo, representación y poder. México en los albores de la recons-trucción nacional, 1920-1934. Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco/Miguel Ángel Porrúa. México.

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Respuestas y alternativas culturales ante el COVID-19 en Yecapixtla, Morelos

Karina Ramírez VillaseñorColectivo, Estudios sobre el Patrimonio Biocultural de Morelos y regiones colindantes

INTRODUCCIÓN

Hace apenas unos meses le dábamos la bienvenida al 2020 en medio de un ambiente de "esta, reuniones y diversos “rituales” para tener un buen

año. En ese momento apenas y se escuchaba decir en los noticieros que, en China, se enfrentaban a una nueva enfermedad que tiempo después, conoce-ríamos con el nombre de “coronavirus o COVID-19”.

En esos primeros meses no lográbamos ni siquiera imaginar la forma en que este virus llegaría a trastocar nuestra vida cotidiana. En Yecapixtla, munici-pio de tradición cultural indígena ubicado en el nororiente de Morelos y con 52 651 habitantes, de acuerdo con INEGI, se escuchaba decir “eso está muy lejos, ¿cómo va a llegar aquí?” y así las distintas actividades laborales, académicas y desde luego la organización para las distintas celebraciones del ciclo festivo del pueblo, siguieron su curso.

El objetivo del presente texto consiste en abordar desde una mirada etno-grá"ca, el impacto que vivió la población de Yecapixtla, en el estado de Morelos, ante la inminente presencia del COVID-19 y de manera especí"ca se abordarán las distintas estrategias que los yecapixtlenses tejieron para mantener una sóli-da reciprocidad con sus “santitos” y así poder enfrentar la angustia y el miedo que imperaba en el municipio.

Las primeras acciones y las primeras angustias ante el COVID-19

A principios de marzo, en los noticieros se escuchaba decir de los estragos que este virus generaba en países como Italia y España. También se empezaba a hablar de las medidas de salud para evitar el contagio como son el lavado de manos y el distanciamiento social. Sin embargo, esto no se volvió una realidad

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hasta que el Gobierno Federal comenzó a emitir comunicados y a tomar algu-nas medidas para prepararnos a lo que se acercaba a pasos agigantados.

Una de las medidas más notorias en el pueblo y quizás a nivel nacional, fue el paro inmediato de las actividades escolares. Fue entonces cuando comen-zamos a preguntarnos ¿qué era lo que realmente pasaba? ¿ese virus era real? ¿acaso ya nos había alcanzado? En esa primera semana era común escuchar en el transporte público y al caminar por las calles que “esto era solo un invento del gobierno, como lo fue el chupacabras”, también, “que eso no era verdad, que no tuviésemos miedo, que la vida hay que vivirla”. Otros más expresaban que, “no era verdad, que, si el virus fuese real, ya todos estaríamos muertos como cucarachas”. Las personas de la localidad intentaban continuar con su vida dia-ria e incluso, se expresaron un sinfín de burlas para aquellos otros que decidían utilizar cubrebocas, por ejemplo.

La autoridad local también comenzó a tomar medidas y poco a poco fue restringiendo espacios, eventos y desde luego, actividades sumamente cotidia-nas como ejercitarse al aire libre, reunirse con los amigos, acudir a la misa do-minical o celebrar alguna "esta. En medio de esta dinámica se suspendieron eventos, se interrumpió el turismo y cesaron algunas actividades económicas.

Yecapixtla, se sumó a la propuesta de municipios como Hueyapan, Tetela del Volcán y Ocuituco, todos ellos pertenecientes al estado de Morelos, quienes emitieron un comunicado para noti"car a la población en general que siempre recibían a los turistas con los brazos abiertos pero que dada la situación que enfrentábamos a nivel mundial y por seguridad de su gente, en esta ocasión cerrarían sus puertas y vigilarían sus carreteras con el objetivo de que ninguna persona foránea cruzara sus fronteras.

Desde luego que, para algunas personas, dichas medidas fueron considera-das como “extremas”, pues esto implicaba que no habría derrama económica a partir del turismo. La comercialización de la cecina, por ejemplo, disminuyó y el precio de la pulpa con la que se elabora, se incrementó. Varios tasajeadores1 tuvieron que tomar un descanso forzado, al igual que los obreros, los chofe-res del transporte público, meseros y comerciantes de productos considerados como “no indispensables”.

1. Término que hace referencia a los hombres que se dedican al corte de carne. De manera específica, a los que se dedican a la elaboración de la cecina, carne enchilada y longaniza, las cua-les son comercializadas dentro del municipio y en los estados colindantes.

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Se rumoraba que cerrarían la central de abasto de la ciudad de Cuautla y se sabía que el parque industrial del municipio había cesado ya su actividad. Se decía que, de ser necesario, todos y todas tendríamos que resguardarnos en casa como sucedía ya en España. Y la preocupación era mucha, pues la gente comenzó a decir que “si no los mataba el coronavirus, los mataría el hambre”.

Todas estas medidas e incluso algunas recomendaciones generaron con-!ictos entre algunos grupos. Por ejemplo, entre los comerciantes del tianguis local del jueves, comenzaron a señalar que cada uno tenía necesidades básicas que cubrir y familia que mantener a partir de la venta de sus productos y que, si no les permitían vender ropa o zapatos, todos optarían por vender productos de primera necesidad como frutas y verduras, con el objetivo de tener la opor-tunidad de “ganarse la tortilla”.

Ante la duda incesante sobre si este virus era real o un simple invento del gobierno y los con!ictos constantes, algunas personas mayores del pueblo co-menzaban a platicar que era importante que recordáramos la historia y el caso de la epidemia que acabó con San Marcos, del cual, aún hoy en día podemos ver los restos de su iglesia, como testigo de lo sucedido.

A través de la historia oral se ha mantenido en la memoria colectiva que, hace años, existieron pueblos cercanos como San Marcos, Zahuatlán viejo y Calalpa, ubicados al sur de la actual cabecera municipal de Yecapixtla, los cua-les, contaban los abuelos, fueron azotados por una epidemia que arrasó con casi toda su gente, por lo que los pocos que sobrevivieron tuvieron que refugiarse en los poblados cercanos y ahí fundar nuevamente su barrio.

Algunos de los yecapixtlenses recuerdan, someramente, lo que sus abuelos contaban al respecto:

Recuerdo que mi papá me contaba que hace años también hubo una epidemia, no sé si fue cólera o viruela, pero decía que acabó con la gente de San Marcos, Zahuatlán viejo y Calalpa y que los pocos que quedaron de esos pueblos se tuvieron que venir aquí a Yecapixtla, por eso ahora tenemos el barrio de San Marcos y el de Zahuatlán, porque decían que la gente que quedó se vino y volvieron a fundar sus barrios y sus capillas. En el campo ya solo quedan las ruinas de sus iglesias y dicen los que siembran por Zahuatlán viejo, que a veces se escucha la campana de la iglesia, porque aún está el campanario y me acuerdo que de niño, mi papá, me llevaba al campo y en San Marcos, siempre encontraba pirinolas de barro. [malaca-

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tes prehispánicos para hilar las "bras vegetales] [Antonio Garcés, habitante de San Marcos, Yecapixtla, mayo 2020].

De acuerdo con Molina [2019], la década de 1790 estuvo marcada por la pre-sencia de la viruela, la cual generó diversos estragos en la población y en la eco-nomía del Altiplano central, así como en poblaciones del occidente y norte de la Nueva España. El año de 1797 fue crítico especialmente para algunas pobla-ciones del actual estado de Morelos, pues de acuerdo con la autora, poblaciones como Jantetelco, Jonacatepec y Yecapixtla, presentaron un número signi"cativo de contagios.

En el caso de Jonacatepec, solo en la cabecera municipal se presentaron 883 casos, de los cuales murieron 130 personas. Mientras que en Jantetelco se presentaron 327 casos y murió el igual número de personas que en Jonacatepec Molina [2019:191].

Además de los tratamientos médicos, como la inoculación, aplicados en Jonacatepec, en Yecapixtla utilizaron una bebida a base de palo mulato [Molina, 2019], para contrarrestar la viruela y también recurrieron a la protección de algún santo. Este último aspecto es signi"cativo y se mantiene vigente en la historia oral.

En la memoria del pueblo se tiene presente que la imagen del Señor de la Humildad le pertenecía a otro pueblo. Sin embargo, cuenta la historia que lo mandaron a traer porque en Yecapixtla había mucha enfermedad y este Cristo era conocido por su poder de sanación. Así que lo trajeron en procesión y una vez que llegó al pueblo, la enfermedad cesó. Se cuenta que estuvo una semana en la iglesia del pueblo y cuando se lo llevaban de regreso, se puso tan pesado que fue imposible moverlo, por lo que su gente comprendió que el Señor de la Humildad quería quedarse en Yecapixtla, donde es venerado en cada Semana Santa.

Para los yecapixtlenses, la solicitud de protección a sus imágenes religiosas ante la pandemia del COVID-19, fue fundamental. Algunos feligreses comen-zaron a reunirse en pequeños grupos para hacer oración en la iglesia del pueblo y otros más, recurrieron a las redes sociales para que, a través de un comentario en Facebook, en “el per"l de determinada imagen religiosa del pueblo”, solicitar su protección.

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Por ejemplo:

Gutiérrez Viole [25 de abril, 2020], expresa, Señor de la Humildad, libra a todo tu pueblo de Yecapixtla de esta pandemia que azota a todo el mundo. Cúbrenos con tu manto divino y que pronto regrese todo a la normalidad, para que el próximo año celebremos la semana santa como te mereces linda imagen bendita del señor de la humildad [Publicación de Facebook]. Recuperado de https://www.Facebook.com/262656847252527/posts/1080819508769586/

Otro ejemplo, es el siguiente:

Gode Dallani Carrillo [31 de marzo, 2020] escribe, Gracias Sr por un día más, de sanidad, y esperanza, pues en ti confío que esto pasará pronto y que tiempos mejores vendrán... te quiero y te necesito mi Señor de la humil-dad [Publicación en Facebook]. Recuperado de https://www.Facebook.com/Se%C3%B1or-de-la-Humildad-262656847252527/

Estos comentarios en los distintos per"les de las imágenes religiosas en Facebook, fueron una constante. Es importante mencionar que este vínculo de comunicación entre los santos y su pueblo no sólo se vio re!ejado en Yecapixtla, pues en Totolapan, también se encomendaron a su Cristo Aparecido. En este último caso, atendiendo a las medidas de seguridad implementadas por las au-toridades correspondientes, algunas de las actividades correspondientes a la Semana Santa fueron transmitidas en vivo a través de Facebook Live y otras más fueron compartidas por medio de videos y fotografías, por lo que esta red social se convirtió en un medio fundamental que le permitió a la población recordar y participar en la celebración.

Otra forma de participación se dio por medio de colocar elementos re-ligiosos en la fachada de las casas tales como: cruces, ramos de !ores, lien-zos blancos, e incluso colocar una mesa con !ores y alguna imagen de Cristo. Desde la iglesia se dijo que dichos elementos, como los ramos de !ores y las palmas que se acostumbran a utilizar en el domingo de ramos, quedarían ben-ditas y por tanto, podrían ser utilizadas como un medio de protección para las familias y la siembra.

Una de las actividades que resultaron más conmovedoras y signi"cativas para los yecapixtlenses fue el recorrido que realizó el sacerdote con la eucaris-

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tía. El párroco del pueblo recorrió distintas calles del pueblo a bordo de una patrulla del ayuntamiento, al igual que lo harían algunos mayordomos con su respectiva imagen a cargo, a bordo de camionetas. Los feligreses, en cuanto se percataban de dicho suceso por medio del sonido de una campana, el de la patrulla o el de las motos, se acercaban a sus puertas y ventanas, algunos salían a la calle para verle pasar, pues resultada un momento de paz y esperanza en medio de un panorama tan desolador, solitario y lleno de incertidumbre.

A diferencia de cuando se vivió el sismo del pasado 19 de septiembre de 2017, en el que se recibió una vasta ayuda por parte de diversas instituciones y la sociedad en general en donde, entre vecinos se preguntaban cómo se en-contraban, o si necesitaban algo; ahora, ante la presencia del coronavirus, las muestras de ayuda era pocas, pues incluso entre vecinos se veían con cierta descon"anza y guardaban la distancia correspondiente.

Incluso, cuando los mayordomos del barrio de San Marcos, perteneciente a Yecapixtla centro, hicieron el llamado para que las personas colaboraran con productos de primera necesidad, con el objetivo de entregar despensas para los más necesitados, la respuesta fue poca. Pues cada familia buscaba mantener sus propios recursos y con ellos, solventar sus propias necesidades.

En la radio de la región oriente, conocida como “La Comadre” era común escuchar la llamada de familias que poco a poco se quedaban sin recursos y en medio del llanto solicitaban ayuda. Por lo que, gradualmente, en otras co-munidades como Tepalcingo y Hueyapan, por mencionar algunos ejemplos, comenzaron a establecer dinámicas de ayuda mutua entre las familias. Desde Hueyapan, se comunicaron a la radio para informar que en la casa de deter-minada persona se estaba regalando comida, lo único que pedían es que fuese una sola persona por familia y llevara sus respectivos “toppers”. Mientras que, en Tepalcingo, algunos agricultores se organizaron con el presidente municipal para entregar a las familias, jitomates, pepinos, carne o algún otro producto que tuvieran a la mano.

Sin embargo, a diferencia de estas comunidades mencionadas, en la ca-becera municipal de Yecapixtla esto no ocurría, o al menos no de una manera tan visible como en otras. Pues el proceso parecía ser más solitario, más in-dividualista. El panorama era desolador y angustiante, por lo que uno de los pilares fundamentales para los yecapixtlenses, fue la religión y de manera es-pecí"ca el vínculo que ellos y ellas mantienen con sus “santitos” a través de las generaciones.

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Las muestras de la religiosidad popular no son exclusivas de Morelos, pues, de acuerdo con Cano [2012], durante la in!uenza española, especí"camente la de 1918, la población mexicana tuvo diferentes reacciones, entre ellas la de solicitar protección divina; por lo que “la religiosidad popular también se hizo presente en ese momento crítico, pues no solo se difundieron ciertas oraciones contra la enfermedad, sino que también se sacaban en rogativa a ciertas imá-genes” [Cano, 2012:6], por ejemplo la de la Preciosísima sangre de Cristo en Tlaxcala.

Es por tal razón que, en Yecapixtla, el recorrido del sacerdote con la euca-ristía, así como las pequeñas procesiones a bordo de camionetas y un reducido grupo de feligreses, como fue el caso de la procesión de la Virgen de la Soledad que recorrió algunas calles del pueblo, resultó una bocanada de aire fresco y representó esa esperanza de que en el pueblo nada pasaría pues, no estaba solo, “Dios cuidaba de ellos” y “los estaban bendiciendo”.

Desde luego que la suspensión de la celebración de la Semana Santa y de las ferias de los barrios, generó tristeza entre la gente del pueblo y sobre todo, en aquellas personas que ya se habían preparado para participar con la mayor-domía de algún santo o virgen. Algunos de ellos habían esperado varios años, incluso generaciones, para pagar algún favor solicitado al santo.

De cierta manera, era indispensable hacerle saber al “santito” que sus de-votos se mantenían "eles a la relación de reciprocidad que habían establecido. Y es que a cambio de algún favor solicitado “[…] el devoto se compromete a acompañarlo, a ser parte de su red social que lo sustenta, a cuidarlo, asistir-lo y en varios casos también se compromete a pagarle la "esta a través de la mayordomía. El santo […] adquiere el compromiso de cuidar de sus devotos, de vigilar su bienestar, cuidar sus cosechas, sus animales y velar por la salud” [Ramírez, 2010: 151-152] de su gente.

Por lo que, aún en medio de la contingencia por el COVID-19, era fun-damental desempeñar el cargo de la mayordomía, con el objetivo de pagar el favor solicitado anteriormente y también para asegurar que el “santito” cuidaría de ellos ante esta pandemia que se extendía a pasos agigantados por el mundo.

Por esta razón, algunos mayordomos y cofrades de las diversas imágenes religiosas acordaron, pintar las capillas, adornar con !ores y mascadas, hacer la respectiva quema de cohetes en las vísperas, así como velar al santo con la mú-sica de viento o al menos llevándole las mañanitas y la celebración de la misa que se realizaba a puerta cerrada.

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Esta dinámica de actividades fueron distintas con cada imagen religiosa, pues fue necesario que ante las medidas de “sana distancia” y la posibilidad de reunirse únicamente en pequeños grupos, los integrantes de la cofradía y los mayordomos de cada imagen que participa en la Celebración de la Semana Santa, así como la de los barrios como San Marcos, Santa Mónica y la Cruz Verde, cuyas celebraciones se llevan a cabo entre la última semana de abril y la primera de mayo, tuvieron que llegar a algún acuerdo sobre cómo celebrar. Algunas de ellas fueron más evidentes que otras, pero lo que cabe resaltar es que ninguna imagen se quedó sin recibir muestras de afecto por parte de sus devotos.

Por ejemplo, en el caso de la mayordomía del Señor de la Humildad, cuya celebración se lleva a cabo el jueves santo, nos narran que:

Nosotros nos enteramos de la procesión con la Virgen de la Soledad, algunos qui-sieron acatar las reglas y otros no. Con el Señor de la Humildad lo que se hizo fue la quema de cohetes y se repicaron las campañas de la iglesia del centro, como sím-bolo de su festividad en jueves santo, también se le hizo un rezo en su velada que es en la noche del miércoles santo y llegaron los fariseos y matacueros a hacer guardia en la casa del mayordomo [Entrevista en línea con Byron Yáñez, ex mayordomo del Señor de la Humildad, Yecapixtla, mayo, 2020].

La realización de la "esta para cada imagen religiosa, aun y con las medidas ya mencionadas, también le recordaba a los yecapixtlenses que no se trataba de un día común, por el contrario, que se trataba de un día de celebración y esto se dejaba ver y sentir a través de lo que Morayta [2020:10] denomina como los símbolos visuales y auditivos, los cuales identi"có durante la celebración que realizan a la imagen de San Ramos, en Ocotepec, Morelos, los cuales tienen la función de recordarle a las personas que se está de "esta pero, a la par, sirven para mostrarle al santito que no ha sido olvidado aún en medio de la contin-gencia. Entre estos elementos destacan la música de viento, la quema de cohe-tes, las luces pirotécnicas, los adornos, la pintada de la capilla o simplemente a través de las !ores y las veladoras que varias familias colocan en sus respectivos pozos de agua el tres de mayo.

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Reflexiones finales

Estas formas “alternativas” que la comunidad ha tejido para festejar a sus san-tos, también re!ejan la estrecha relación que ellos y ellas guardan con la deidad, pues es fundamental continuar con el ciclo ritual ceremonial a pesar de los distintos fenómenos naturales, sociales y de salud a los que se pueden enfrentar, como lo es actualmente el COVID-19, pero también cómo lo fue, en su mo-mento, el sismo del 19 de septiembre de 2017, donde también se tuvo oportu-nidad de registrar y analizar la continuidad del ciclo festivo a pesar de los daños materiales que ocasionó en distintas iglesias y capillas del estado [Ramírez y Toledo, 2018].

Para los feligreses representa una forma de decirle a sus santitos “aquí es-toy, no te he olvidado”, pero también, simboliza la solicitud o recordatorio que los devotos le hacen al santo, para implorar su protección en estos tiempos difíciles, de descon"anza, de inseguridad, de miedo y de angustia, y que, sim-bólicamente, al recorrer las calles ofrecen su protección para su gente, para su pueblo y desde luego para su territorio.

Finalmente, es importante mencionar que, históricamente en la comuni-dad, la relación que los devotos han construido con los santos y sus imágenes, a partir de la devoción, el servicio y la ayuda mutua, ha representado un ancla que cohesiona a los yecapixtlenses, con su territorio y con su gente, tanto de generaciones pasadas, actuales y futuras.

REFERENCIAS

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Miradas históricas y antropológicas sobre la pandemia, COVID-19

Se compuso en tipos Adobe Garamond Pro de 16, 10.5, 9.5 y 8.5 puntos y Century Gotic de 8 puntos.

La formación estuvo a cargo de Hernán García Crespocajatipogra!ca.com

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