Minga Nacional de Resistencia Social y Comunitaria

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De la Minga nadie me quita lo caminado Por: Milton Patiño Ocampo Cuenta la historia que una niña en África, le dio a su maestra un regalo de cumpleaños. Era un hermoso caracol. “¿donde lo encontraste?”, pregunto la profesora. La niña le dijo que esos caracoles se hallan solamente en cierta playa lejana. La maestra se conmovió profundamente porque sabía que la niña había caminado muchos kilómetros para buscar el caracol. Le dijo: “No debiste haber ido tan lejos para buscarme un regalo”. La niña sonrió y contesto: “Maestra la larga caminada es parte del regalo”. Cuando me invitaron a participar en la minga que de Quibdó partiría el 10 de octubre, con llegada a Cali prevista para el 14, pensé de inmediato en la posibilidad de visitar a mi señora madre que para esa fecha cumplía 86 años y a quien solo puedo ver y abrazar cada diciembre. Un segundo pensamiento que casi involuntariamente me invadió fue el de los posibles desenlaces de una marcha de esa magnitud, sabemos que si todo transcurre en completa normalidad pues excelente, pero si terminan reprimiendo la marcha, como muy a menudo ocurre en un país que criminaliza la protesta, como podría ser mi desempeño físico; a la fecha tenía en mis manos un electrocardiograma a la espera de ser leído por el internista, medicado para controlar la presión alta, colesterol y una hernia umbilical salida de cause a la espera que Coomeva Medellín autorice la intervención quirúrgica. Decidí entonces hacer mi propia lectura del electro para tranquilizarme y equilibrar mi mundo interior al momento de partir. Caminando la palabra Los hermanos del cauca a su llegada a Cali fueron víctimas de las acostumbradas demostraciones excesivas de fuerza del escuadrón militar antidisturbios ESMAD

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Momentos narrados en estas paginas dimencionan la movilidad social que estamos inaugurando en Colombia.

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De la Minga nadie me quita lo caminado

Por: Milton Patiño Ocampo

Cuenta la historia que una niña en África, le dio a su maestra un regalo de

cumpleaños. Era un hermoso caracol. “¿donde lo encontraste?”, pregunto la

profesora. La niña le dijo que esos caracoles se hallan solamente en cierta playa

lejana. La maestra se conmovió profundamente porque sabía que la niña había

caminado muchos kilómetros para buscar el caracol. Le dijo:

“No debiste haber ido tan lejos para buscarme un regalo”. La niña sonrió y

contesto: “Maestra la larga caminada es parte del regalo”.

Cuando me invitaron a participar en la minga que de Quibdó partiría el 10 de

octubre, con llegada a Cali prevista para el 14, pensé de inmediato en la

posibilidad de visitar a mi señora madre que para esa fecha cumplía 86 años y a

quien solo puedo ver y abrazar cada diciembre. Un segundo pensamiento que casi

involuntariamente me invadió fue el de los posibles desenlaces de una marcha de

esa magnitud, sabemos que si todo transcurre en completa normalidad pues

excelente, pero si terminan reprimiendo la marcha, como muy a menudo ocurre en

un país que criminaliza la protesta, como podría ser mi desempeño físico; a la

fecha tenía en mis manos un electrocardiograma a la espera de ser leído por el

internista, medicado para controlar la presión alta, colesterol y una hernia

umbilical salida de cause a la espera que Coomeva Medellín autorice la

intervención quirúrgica. Decidí entonces hacer mi propia lectura del electro para

tranquilizarme y equilibrar mi mundo interior al momento de partir.

Caminando la palabra

Los hermanos del cauca a su llegada a Cali fueron víctimas de las acostumbradas

demostraciones excesivas de fuerza del escuadrón militar antidisturbios ESMAD

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de la policía nacional con el saldo de dos personas heridas y varios contusos que

no impidió reunir 15.000 personas en el coliseo del “Pueblo” en la ciudad de Cali.

Para los 500 afro colombianos, indígenas y mestizos que del Choco nos

movilizábamos en 9 buses, 3 buses escalera y un carro pequeño, no hubo

represión, ni visita a mi señora madre pero otras sorpresas nos esperaban; Una

nutrida presencia de la fuerza pública al llegar al municipio de Pueblo Rico, que en

aparente cumplimiento de sus funciones y con trato amable nos pide demasiada

información y hacen registros fotográficos y requisas de las personas y vehículos

de la caravana.

El sitio que dispuso la gobernación del Departamento de Risaralda y la alcaldía del

municipio de Pereira, en el diamante de beisbol en la villa olímpica, no reunía las

condiciones mínimas para albergar de forma digna las más de 500 personas que a

partir del once de octubre nos concentramos en esta ciudad ya que carecía de

techo, baterías sanitarias, lo que causo problemas de salud en los menores

indígenas. Recordemos que hace tres años este mismo lugar fue facilitado como

albergue para el congreso de los Pueblos Emberas del Choco, Nariño, Valle del

Cauca, Antioquia, Caldas, Quindío y Risaralda, quienes vieron diezmadas sus

capacidades físicas por carecer de baterías sanitarias y soportar la inundación del

campo deportivo.

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Gestos humanitarios

Hace mucho tiempo no me tocaba amanecer mojado, sentado en unas escaleras

de cemento, recostado al morral donde llevaba mis pertenencias… pero allí

sentado me reanimó el primer gesto humanitario individual de ese 12 de octubre,

cuando una señora que acompañada de su pequeña hija preguntaba por los

coordinadores de la minga para entregar una cantidad de dinero acorde a sus

capacidades y una ropita para niños que pudieran necesitarla. No atine preguntar

su nombre, no le tome la foto que evidenciara estas pequeñas y conmovedoras

acciones, ¡¡nada!! Solo me quede mirándola fijamente y pensando en la

educación de nuestros hijos a partir del ejemplo, quien le diría a esta señora que

allí estaban niñas y niños indígenas que necesitaban un gesto solidario, alguna

ONG, un sindicato, los estudiantes de la UTP? La cantidad del aporte no interesa

pero una nueva sociedad emerge desde el corazón de cada persona que como

ella, hacen lo que corresponde hacer en una situación como esta.

Pero del gesto solidario, humanitario individual pasamos al colectivo. Después de

la marcha y expresión musical de la diversidad étnica de afros e indígenas por las

calles de la ciudad de Pereira, con motivo de los 517 años de resistencia cultural

que se conmemora el 12 de octubre, recibimos la llamada de los directivos del

Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria de Alimentos SINALTRAINAL

donde anunciaban que podíamos ocupar ese mismo día su centro recreacional en

Bugalagrande y además obsequiaban dos reses para apoyo alimentario a los

mingueros que caminaban la palabra de Quibdó a Cali para unirse a la gran minga

nacional de resistencia social y comunitaria.

Ya en Cali la llegada al “Coliseo Del pueblo” fue por debajo de un túnel hecho de bastones de la guardia indígena que nos acompañó desde la calle quinta, a lo largo de casi 500 mts como si viniéramos triunfantes de alguna batalla “medieval”, pero, cierto si es, que veníamos de lejos y con poca preparación para este tipo de movilización que hoy se inaugura en Colombia cimentada en la herencia milenaria de nuestros hermanos indígenas, que hoy abren el espacio y su historia para construir una alternativa social en nuestro país con todo el variopinto de nuestras culturas y una organización de la seguridad interna a partir de la guardia indígena que vale la pena valorar con respeto y admiración.

Nuevos gestos

Allí tirados en el suelo después de viajar y caminar durante ese 14 de octubre,

estábamos en las canchas de cemento al aire libre en las afueras de aquel

inmenso coliseo que parece un Ovni.

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Cuando la noche cubre nuestros pasos, éramos ya un pequeño núcleo en medio

de 15.000 personas. Las mujeres indígenas del Cauca empezaron a llegar

silenciosas y se acercaban a niños y niñas indígenas y le ponían en sus manos un

vaso con agua de panela calientica y un confite para endulzar esta llegada. Otro

grupo recogió a los infantes e improvisaron un juego con ellos. Cuando ya estaba

casi resuelto el tema de la dormida para todos nosotros dentro del Coliseo, la

comida de los adultos parecía extraviarse y de nuevo las mujeres pasando la voz

que quienes llegaron del Choco podían pasar por la carpa de un grupo indígena

del cauca a tomar sopa caliente. A mí esto me parece alucinante, mientras un

inmenso altavoz desde un lugar central del Coliseo invita a escuchar saludos y

música, por otro lado en silenciosa e improvisada conspiración se resuelven las

cosas menudas de la existencia-resistencia: comida priorizando las niñas y niños,

comida y dormida a los adultos y las mujeres como protagonistas, ¡¡ aquí se está

escribiendo otra historia!!

Sorpresas ofrece el camino al caminante

La mañana del 15 de octubre, me sorprendió muy temprano haciendo fila frente a

las baterías sanitarias y allí nuestro conductor con el comentario que había que

salir al mercado de abastos CABASA en el vehículo pequeño, para proveernos de

alimentos y como estaba en la ruta de la casa de mi señora madre pedí unirme a

este grupo y ofrecí mi hogar materno para bañarnos. A la entrada del mercado de

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abastos, nuestro conductor comentó lo bueno que sería haber traído bastante

arroz orgánico de ese que nuestros campesinos están cultivando en el rio Atrato y

no tener que comprarlo en este lugar. Casi brincó en la silla del vehículo nuestra

mujer guía que desde Pereira venia mostrando a la caravana de vehículos por

donde entrar a Tulua y por donde salir, por donde entrar a Buga y por donde salir y

ahora en cinco minutos nos revela la existencia de la cadena de productores

orgánicos en el norte del Valle del Cauca y en esa red el interés de consumir

productos orgánicos que no producen, así como el liderazgo de ocho mujeres en

mi tierra natal Sevilla. Ahora nuestra guía toma el teléfono celular y cruza

información para conectar a los comercializadores de su red con los del arroz en el

Consejo Comunitario Mayor de la Asociación Campesina Integral del Atrato

COCOMACIA.

El día 15 de octubre casi por accidente mi rol de reportero cambio por el de voluntario en salud cuando mi teléfono celular que preste a alguien horas atrás, ahora sonaba en mis manos y del otro lado una enfermera del hospital cañaveralejo preguntando por la autoridad indígena de nuestra delegación y la exposición del caso: Una niña indígena se debía quedar interna hasta el día siguiente y su acompañante, el padre, debía dormir en el hospital “Cañaveralejo” y necesitaba comida…que por favor le trajeran comida. Allí parado frente a una gran valla con el símbolo de la Misión Medica, en la parte baja del Coliseo, un nutrido grupo de médicos, paramédicos y terapeutas de los grupos indígenas conformaban una brigada que atendía de forma continua a hombres mujeres, adultos mayores, niñas y niños de origen afro, indígena y/o mestizos. El teléfono celular suena de nuevo y alguien me dice que mi amiga Luz, mujer afro mayor de 60 años no se encuentra bien…la acompaño al sitio de atención, hay valoración medica, sale en ambulancia hacia el hospital y regresa horas después con la recomendación de reposo y preferible dormir fuera del coliseo. Con mi lista de emergencia me dirijo a los coordinadores de la delegación y propongo llevar a mi amiga Luz a dormir en casa de mi mamá y de una vez llevar al líder indígena con comida para la persona del hospital. Así fue y en el vehículo pequeño estábamos otra vez con la compañera guía del día anterior, rumbo al cerro de San Antonio, por donde está ubicado el hospital y de ahí al otro extremo de la ciudad, con la posibilidad de abrazar a mi madre de nuevo cuando mi amiga se dispusiera a descansar. El 16 octubre en la plazoleta del Centro Administrativo Municipal CAM, en pleno corazón de la ciudad, se lee la proclama…”Los resultados de este trabajo colectivo son compartidos hoy con la sociedad nacional, como una convocatoria amplia e incluyente, que invita a todos aquellos que encuentran en la Minga una posibilidad de conjugar y construir el proyecto de país democrático que soñamos las mayorías populares. Mingueros y Mingueras, llegamos a nuestros espacios de encuentro llenos de sueños e ideales y salimos con pensamientos para legislar con legitimidad popular significante, con propuestas en la ruta de la vida y de la paz, cuyo camino es la palabra vertida en solidaridad, generosidad y resistencia…”

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El regreso

Con el cansancio de la caminata del Coliseo hasta el CAM, nos dieron como un

valda`o de agua fría, la noticia de nuestros coordinadores: que los señores

conductores de los nueve buses no salían del Coliseo hasta que no le cancelaran

un dinero restante, así que mientras de la plazoleta del CAM salían y salían buses

escaleras y camiones, que en medio de bocinas y gritos anunciaban el retorno a

sus lugares de origen, nosotros regresábamos caminando hacia el Coliseo y si

soledad se siente a la despedida de un evento donde se van 150 personas de

diferentes delegaciones, imagine multiplicar por 100 esta soledad. Ahora

estábamos solos donde horas antes compartimos con 15.000 personas. Al final

los mediadores llegaron a un acuerdo y al caer la noche ya estábamos de regreso

a ciudad de Bugalagrande, de nuevo la solidaridad de Sintrainal y la salida hacia

Quibdó, de acuerdo a lo previsto, debía ser al medio día del 17 de octubre

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Lluvia, neblina, perdida de la señal para la telefonía celular, es el común

denominador en la ruta por la polvorienta ruta hacia el Choco, agrégale un poco

de desesperación de los pasajeros por llegar, de los conductores por bajar

pasajeros y regresar a Medellín y aparece el caldo de cultivo para echar al traste

el éxito hasta ahora logrado de nuestro grupo interetnico en la minga nacional.

Nuestro vehículo pequeño arriba a las 9 de la noche a Santa Cecilia en los límites

de Risaralda y Choco. Tres horas después, a las doce de la noche se completa la

caravana de nuestra delegación y de nuevo la discusión de conductores y

coordinadores, pero en este lapso de tiempo la escampada fue en un lugar de

nombre poco usual “La arrechera” y las dos simpáticas administradoras hicieron

honor al nombre del sitio con una bailadita que disfrute durante la larga espera.

Días después, ya en Quibdó, pase por el internista entregue mis exámenes y el

electro bien, tórax bien, presión arterial normal; así que: de la minga nadie me

quita lo camina’ o, ni de Santa Cecilia lo baila’ o.