Migración Economia Feminista

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La migración de mujeres, niños y niñas en Honduras: una aproximación desde la economía feminista

SERIE ANÁLISIS

Proyecto: Fortaleciendo Capacidades de los socios de TROCAIRE

La migración de mujeres, niños y niñas en Honduras: una aproximación

desde la economía feminista

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La migración de mujeres, niños y niñas en Honduras: una aproximación desde la economía feminista

Proyecto:

“Fortaleciendo Capacidadesde los socios de TROCAIRE”.

Director Ejecutivo del CESPAD:

Gustavo Irías

Coordinar del Proyecto:

Francisco Saravia

Elaboración del Informe:

Ana Ortega

Corrección de estilo:

Claudia Mendoza

Las ideas y opiniones expuestas en este documento son responsabilidad exclusiva de CESPAD y no reflejan la posición de TROCAIRE y sus organizaciones socias.

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La migración de mujeres, niños y niñas en Honduras: una aproximación desde la economía feminista

Introducción En este trabajo se analiza de manera breve la situación actual de la migración hondu-reña, comenzando con una mirada al contexto global de las migraciones y el marco normativo internacional que las regula. Lo anterior, en un escenario que privilegia la movilización de capitales por encima de la movilización de las personas.

En un segundo apartado se analiza el contexto en que se produce la migración hon-dureña a partir de su incremento significativo a comienzos de la década de 1990. Las características y tendencias se analizan brevemente en el punto tres, para pasar al punto central: La crisis humanitaria de la migración de menores que se produjo en el 2014. Este análisis se hace desde la perspectiva de la “economía del cuidado”1 utilizando las categorías y el enfoque que provee la economía feminista. Se concluye con algunas reflexiones y recomendaciones orientadas a impulsar el debate del tema desde una mirada integral, ética y humana que ponga en el centro la vida de las personas migrantes.

I. Marco Normativo y Contexto Global

Declaración Universal de Derechos Humanos, Artículo 13: “1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. 2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país”.

Convención Americana, Articulo 22, numeral 8: “En ningún caso el extranjero puede ser ex-pulsado o devuelto a otro país, sea o no de origen, donde su derecho a la vida o a la libertad personal está en riesgo de violación a causa de raza, nacionalidad, religión, condición social o de sus opiniones políticas”.

Convención Internacional sobre los trabajadores migratorios, Articulo 9: “El derecho a la vida de los trabajadores migratorios y sus familiares estará protegido por ley”. Artículo 10: “Ningún trabajador migratorio o familiar suyo será sometido a torturas ni a tratos o penas crueles, inhuma-nos o degradantes”.

Convención Internacional sobre los derechos del niño, Artículo 10: “1. De conformidad con la obligación que incumbe a los Estados Partes a tenor de lo dispuesto en el párrafo 1 del artículo 9, toda solicitud hecha por un niño o por sus padres para entrar en un Estado Parte o para salir de él a los efectos de la reunión de la familia será atendida por los Estados Partes de manera positiva, humanitaria y expedita. Los Estados Partes garantizarán, además, que la presentación de tal petición no traerá consecuencias desfavorables para los peticionarios ni para sus familiares”.

1 Una primera aproximación iguala la noción de cuidado, a la de trabajo no remunerado realizado en el ámbito del hogar. Esta es la concepción de economía de cuidado que mayor difusión ha tenido en los trabajos de la economía feminista. En ellos se asocia el término a la idea de trabajo de cuidado no remunerado (http://www.cepal.org/mujer/reuniones/mesa38/C_Rodriguez.pdf ).

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Existe una amplia normativa internacional alrededor de los derechos de las personas migrantes; no obstante, el problema es el mismo que existe con casi toda la normativa relacionada a la vigencia y respeto de los derechos humanos: no tiene efecto vinculante para los Estados signatarios y en algunos casos como la convención de los derechos de los niños y niñas y la convención sobre los trabajadores migrantes, no todos los Estados son signatarios.

Por otro lado, aun cuando todos los Estados fueran signatarios de la normativa del derecho a migrar y se aplicara de manera efectiva, persiste otro tipo de vacío y con-tradicción. Esto tiene que ver con el hecho que el derecho de salir del país de origen choca con la normativa nacional que regula el derecho a ingresar a cualquier otro país distinto al de origen. Mientras el primero se plantea desde una perspectiva de dere-chos, el segundo se plantea desde la perspectiva de seguridad nacional de los Estados y entre más demandado es un país como destino, más rigurosa es su legislación nacio-nal para regular los flujos migratorios, al punto de violentar la normativa internacional de respeto a los derechos humanos sin ninguna consecuencia, puesto que se apela al principio de soberanía nacional.

II. Contexto de la Migración Hondureña Diversos investigadores coinciden en afirmar que los flujos externos de migración hondureña son un fenómeno reciente en comparación al resto de Centroamérica. El informe de desarrollo humano Honduras 2006 confirma las particularidades de la mi-gración externa de Honduras que se torna significativa a partir de la década de los 90.2 A diferencia del resto de países de la región (Guatemala, El Salvador y Nicaragua), cuya migración fue producto principalmente de las guerras civiles en las décadas anterio-res, la migración de Honduras, más que a razones políticas obedece a razones de tipo económico;3 su aparición como fenómeno significativo coincide con la aplicación de las medidas de ajuste económico de la “receta” neoliberal.

2 Según la Encuesta de Percepción Nacional sobre Desarrollo Humano, 2005. El 80.5% de los hogares encues-tados con emigrantes manifestó que los miembros del hogar que han emigrado lo hicieron en los últimos 10 años. El 61.4% de los emigrantes salió del país entre 1998-2005. (PNUD, 2006)

3 Estudios realizados por el PNUD (2006, 2010) y la OIM (2011) confirman que las razones de mayor peso en la migración hondureña son de tipo económico, fundamentalmente desempleo y pobreza. De igual forma, otro estudio de la OIT (2011) confirma que los factores laborales son los principales motores detrás de la migración internacional de los hondureños. Estos estudios ratifican, entonces, que los flujos migratorios desde Honduras hoy en día son principalmente de naturaleza laboral. Argumentan que ante el desempleo abierto y las malas condiciones laborales en ocupaciones de baja productividad (incluyendo salarios bajos), la migración interna-cional se vuelve atractiva sobre todo para las y los jóvenes hondureños quienes van en “búsqueda de mejores oportunidades de vida, y la idea de enviar remesas a los familiares” (OIM&OIT, 2011).

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Este tipo de migrantes que bien se podrían denominar “exiliados del modelo económi-co” se considera como migración voluntaria, a diferencia de la migración por razones de guerras, catástrofes naturales o persecución política que es considerada como mi-gración forzada y por tanto se le otorga un trato diferenciado.

Sin embargo, cuando se analizan las razones expuestas por migrantes hondureños,4 surge la pregunta de si estamos efectivamente ante un tipo de migración “voluntaria”, teniendo en cuenta que más que el ejercicio de la libertad de movilización se trata de una forma extendida de expulsión de personas sometidas a condiciones precarias de existencia, que ven en la migración la única posibilidad de sobrevivir.

Diversos estudios tipifican que naciones como Honduras5 carecen de un proyecto de país incluyente, en la medida que excluyen a buena parte de su población, producto de la pobreza y la desigualdad. Se convierten en países expulsores de su gente generando una especie de desplazamiento o éxodo forzado de buena parte de su población.

Paradójicamente los expulsados del modelo económico fracasado, posteriormente contribuyen significativamente a sostenerlo a través de las remesas, por lo que para muchos gobiernos resulta más conveniente promover la emigración que generar con-diciones para evitarla: “Los gobiernos de los países emisores de migrantes han comprendi-do las significativas ventajas que tiene la emigración, como válvula de escape para aliviar las presiones internas y como fuente futura de contribuciones importantes a través de las remesas, por eso intentan mantener vínculos con sus diásporas en el mundo desarrollado que funcionan como un importante recurso económico (Portes, 2004:4).

4 Opiniones de hondureños residentes en Estados Unidos: “Si en Honduras hubiera más trabajo, más apoyo, nosotros no tendríamos necesidad de emigrar”. (Carlos, inmigrante hondureño.); “Yo muchas veces me digo: ¿y si regresara a tratar de hacer algo? Pero creo que la gente se siente: ¿qué voy a hacer? ¿Qué? Se ha perdido la institucionalidad en Honduras”. (Grupo mixto, inmigrantes nacionalizados/residentes USA, NSE alto.); ¿Cuál es la democracia para una gente que no tiene un lempira para montarse en el bus para que lo lleve a treinta millas de allí a buscar un médico? O sea, ¿de qué le sirve vivir en una supuesta democracia si no puede proveer lo más básico que es la vida de su hijo?”. (Grupo mixto, inmigrantes nacionalizados/residentes USA, NSE alto.)(PNUD, 2006:157).

5 “Los países poco desarrollados como Honduras siguen presentando problemas agudos en materia de po-breza, desigualdad, acceso inequitativo a los activos e insuficiencia de servicios básicos de salud y educación. Estas carencias han creado condiciones de exclusión social para grandes mayorías, desigualdad de oportuni-dades para los hondureños y hondureñas y, consecuentemente, déficit notables en la calidad de la ciudadanía social. Ante la precaria situación de la ciudadanía social, la emigración ha surgido como una alternativa, a manera de válvula de escape” (PNUD, 2006:159).

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Frente a esta realidad surge la inquietud alrededor de cómo cambiaría la dinámica migratoria si en vez de forzar la migración por la vía de precarizar la vida de miles de personas, se aplicaran medidas y políticas efectivas para concretar el derecho a no mi-grar, es decir, el derecho y la posibilidad real de acceder a los beneficios del desarrollo y una vida digna en los países de origen.

Si esto fuera más que retórica política, o declaración de propósitos contemplada en la Constitución, habría que preguntarse si las personas que migran en condiciones inseguras, expuestas a graves violaciones a sus derechos (tanto por parte de autori-dades como de grupos delincuenciales) estarían dispuestas a salir de sus países de origen, tomando en cuenta que en la ruta migratoria se exponen a graves peligros, una situación de la que se supone ahora hay más información.6 Lo más frecuente, en este escenario, es que el migrante experimente una doble exclusión tanto en el país de origen como en el de destino.

III. Características y Tendencias de laMigración Hondureña

Uno de los problemas en el estudio de las migraciones, sobre todo las llamadas migra-ciones irregulares o indocumentadas, es la falta y dispersión de las estadísticas o cifras relacionadas con los flujos de entradas y salidas de personas, particularmente de los EEUU, país hacia el cual se registra el mayor porcentaje de migraciones.

Según el Census Bureau de EE. UU (2010), la población hondureña residente en ese país se incrementó de 108.923 en 1990 a 282.850 en el año 2000, un dato que significa un aumento de 159.6%. Al 2010 esa cifra subió a 633. 401, lo que implica un agregado acumulativo entre 1990-2010 de 481.5%. Estas son estimaciones de población de la cual se tiene información ya sea por residencia, permiso de trabajo o estudio o a través de encuestas; varía ligeramente dependiendo de la fuente.

6 El 77.8% de los hondureños entrevistados dijo que antes de salir de su país con destino a Estados Unidos no tenía conocimiento sobre los riesgos y peligros; sólo el 22.2% contestó que tenía cierta información al res-pecto. En relación a cómo o por qué medio se enteraron, el 72.9% dijo que por experiencia propia; un 22.2% por familiares y amigos, y el 4.9% por medios de comunicación. En consecuencia, algunos de los migrantes durante el extenso recorrido de Sur a Norte sufren accidentes y enfermedades: el 79.17% de los hondureños aseguró que no había sufrido un accidente durante el recorrido, pero un 20.83% sostuvo que sí, y de éstos, el 48.3% se cayeron del tren; 34.5% se golpearon las extremidades y a un 17.2% los arrastró el tren. Además un 60.4% manifestó haber sufrido enfermedades en la ruta migratoria (López Recinos, 2013).

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Según la encuesta de hogares para propósitos múltiples de Honduras, a septiembre del 2006, del total de emigrantes de este país en el exterior, el 62.3% estaban indocu-mentados (sin visa), el 12.2% amparados al TPS y el 11.9% en condición de residente.

Las estadísticas del Foro Nacional para las Migraciones FONAMIH, señalan que anual-mente estarían saliendo del país entre 80.000 y 100.000 personas y que el total de hon-dureños residiendo en EE.UU rondaría, aproximadamente, en 1.000.000 (un millón) de personas.7

En cuanto a las características de las personas migrantes, no se encontraron estudios recientes. Según el informe sobre flujos migratorios laborales interregionales del 2011, el grupo etario con mayor propensión migratoria era el de los/las jóvenes de 19 a 24 años de edad (36.8%), seguido muy de cerca por el grupo etario de 25 a 30 años (34.9%). Estos datos coinciden con el perfil de la emigración laboral, que se caracteriza por una población en edades productivas.

El estudio confirma que no migran los más pobres. En efecto, sólo el 8.3% de la pobla-ción emigrante pertenece al 20% de los hogares con los ingresos más bajos. Para el 2010, la composición educativa de los flujos emigratorios cambió con respecto a los años ochenta y noventa. Si bien todavía hubo una participación importante de per-sonas con relativa alta calificación (35% con educación secundaria), la mayoría tenía educación primaria (57%) o menos. Es decir, la tendencia es que la mano de obra hon-dureña que emigra tenga baja calificación, lo cual condiciona su inserción laboral en los países de destino. En cuanto al perfil educativo de los jóvenes emigrantes retorna-dos, la mayoría de la muestra dijo haber cursado como máximo la educación primaria (64.9%), seguido por el grupo que señaló haber cursado secundaria (26.3%); era muy reducido el porcentaje de emigrantes retornados con educación técnica o bachiller (3.1%) y universitaria (1%) (OIM &OIT; 2011).

Según datos oficiales, la mayor parte de migrantes deportados en el 2014 provienen del departamento de Francisco Morazán (Distrito Central), con un 20.1% de deporta-dos; el 17.9% en el departamento de Cortés (San Pedro Sula) y el 10.1% del departa-mento de Atlántida (La Ceiba). La comparación entre los años 2010 al 2014, muestra

7 Leer más en: http://www.elheraldo.hn/pais/724721-214/gobierno-de-honduras-crea-el-instituto-nacional-de-migraci%C3%B3n.

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que se mantiene la incidencia de migración en los municipios de La Ceiba, San Pedro Sula, El Progreso, Juticalpa y Catacamas y que aumentó para el 2014, la incidencia de migrantes en el municipio del Distrito Central (CENISS, 2014).

El mismo informe señala que del total de migrantes deportados, el 46.26% pertenecen al grupo de edades entre 18 a 30 años, seguido de un 28.88% de personas en la etapa de la adultez.

En cuanto a la desagregación por sexo, la EPHPM de mayo 2010 caracteriza a la po-blación emigrante partiendo de la información que suministran sus familiares o infor-mantes del hogar. Concluye que aproximadamente 2/3 del total son hombres, pero según los datos del departamento de migración y naturalización de EE. UU, el porcen-taje entre hombres y mujeres es similar.

Los datos de la migración hacia España están desagregados por sexo; el Instituto de Estadísticas de ese país revela que al 2011 se registraban 32.418 personas hondureñas de las cuales 9.392 son hombres y 23.026 son mujeres (Flores Fonseca, 2012).

IV. La crisis humanitaria de la niñez migrante- una lectura desde la economía feminista

La migración igual que todos los fenómenos sociales tiene un impacto diferenciado sobre las mujeres. Sin embargo, pocas veces se analiza y cuando se hace son tomados en cuenta elementos superficiales y visibles. A raíz de la crisis humanitaria de niñas y niños y niñas migrantes que detonó a principios del 2014, organizaciones de sociedad civil y gobiernos se aproximaron al problema desde una perspectiva asistencialista, que intenta reaccionar a las críticas y al escándalo social que significó el peligro y las violaciones a los derechos humanos de miles de niños y niñas de la región, fundamen-talmente del triángulo norte de Centroamérica que intentaban ingresa a EE. UU.

El abordaje ha sido simplista y, en algunos casos, irresponsable cuando se intenta cul-par a las mujeres por poner en riesgo la vida de sus hijo/as sin profundizar en las cau-sas del problema. Se entiende que las razones por las que emigran las mujeres son similares a las de los hombres -si es que vienen del mismo entorno, pero los impactos son diferentes-; tienen que ver con la pobreza, desempleo o la violencia. Estas causas también inciden en la emigración de niñas y niños menores, pero a diferencia de los adultos, al ser dependientes les motiva la posibilidad de reunificación familiar. Esta úl-

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tima razón amerita un análisis desde la perspectiva de género, en este caso concreto, en el marco de la economía feminista.

Desde mediados de la década del 2000 se evidenció un proceso de feminización de jefaturas de hogar que derivó en una primera reestructuración de la familia y de los roles históricamente asignados a las mujeres, producto de un incremento de jefaturas de hogar encabezadas por mujeres que pasó de un 47% a un 50% (PNUD, 2006). Ahora estamos frente a un proceso de feminización de las migraciones.

Las mujeres migrantes generalmente se desempeñan en trabajos relacionados con el cuidado, configurando así las llamadas “cadenas o redes globales de cuidado”.8 Es decir, van a hacerse cargo de los cuidados de dependientes de familias del norte que experimenta una crisis del cuidado9 generada por la incursión de más mujeres al mun-do laboral, además de otros factores.

La noción de feminización de las migraciones no se refiere a un incremento del porcentaje de mujeres en los flujos migratorios. Si bien es cierto, se ha dado un aumento del número absoluto de mujeres en la migración internacional, también ha habido un incremento de hombres (cada vez hay más migración internacional). En algunos flujos migratorios se ha incrementado la proporción de mujeres, por ejemplo, en los de Latinoamérica a Europa. Pero el cambio cla-ve que capta ese término es cualitativo: «El aumento sostenido en la proporción de mujeres que migran de forma independiente en búsqueda de empleo, en vez de hacerlo como “dependientes familiares” que viajan con sus esposos o se reunifican con ellos en el exterior» (Pérez Orozco , 2014:64).

8 Las cadenas globales de cuidado se construyen a partir de la confluencia de dos crisis: la crisis de reproduc-ción social en los países de origen como pobreza, desempleo y violencia y la crisis de cuidado en los países de destino y la incorporación laboral femenina, envejecimiento de la población y transformaciones en el mundo del empleo, como flexibilización laboral (Arriagada, 2012).

9 Por crisis de los cuidados se entiende la puesta en evidencia de la incapacidad social y política de garantizar el bienestar de amplios sectores de la población. Los Principales factores de la crisis de los cuidados se agrupan en tres categorías: transformaciones socio-demográficas, socio-laborales y político-económicas (Ezquerra, 2010).

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Lo anterior se desarrolla en contextos patriarcales en los que las mujeres, casi de ma-nera exclusiva, se hacen cargo de las personas dependientes. Cuanto más mujeres incursionan en el mercado laboral se produce un incremento en la demanda de mano de obra extranjera, generalmente de otras mujeres, para desempeñarse en el cuidado de esas personas. De esta forma se produce la llamada “internacionalización de los cui-dados” (Ezquerra, 2010).

Las mujeres migrantes que asumen estos cuidados, aun cuando el sistema capitalista las reduce a su condición de mano de obra barata e importable, generalmente tam-bién tienen hijos/as que deben dejar para hacerse cargo del cuidado de las y los hijos u otras personas dependientes de otras mujeres en el extranjero.

Igual que en el norte, pero en condiciones más dramáticas, en el sur, tampoco el Es-tado, el mercado o los hombres de la familia se hacen cargo de estos cuidados. La estrategia de las mujeres para enfrentar esta situación pasa por la vía de la derivación de responsabilidades de manera inter-étnica o inter-generacional.

En ese sentido, podemos observar que los y las hijas de las mujeres que migran se quedan al cuidado de las abuelas, hermanas, tías o de otras mujeres cercanas a la fami-lia. Después de más de una década de migración de mujeres que han dejado sus hijos e hijas en los países de origen, no tendría que sorprendernos la explosión del fenóme-no de migración de niñas y niños. Lo que ahora observamos con el incremento de la migración de menores podría ser el estallido de la crisis de los cuidados y también de las estrategias privilegiadas para enfrentar dicha crisis tanto en el norte (EEUU y países europeos) como en el sur (en este caso, Centroamérica).

Esta aproximación se ve reforzada en el informe oficial del gobierno de Honduras que decidió, mediante Decreto ejecutivo NO. PCM-033-2014, declarar Emergencia Humanitaria, ante la gran cantidad de unidades familiares, así como niñas, niños y adolescentes no acompañados, muchos de los cuales permanecen en centros de de-tención en ciudades fronterizas de los Estados Unidos de América con México y que sobrepasan los 14,000 niños y niñas.

Agrega el documento: “la niñez sigue siendo afectada por la migración, ya que los adultos migran a otros países y estos quedan a cargo de sus abuelos, familiares o per-sonas conocidas, los que son enviados a otros países para el reencuentro con sus pa-dres o familiares y que nunca llegan a su destino final y estos son enviados de regreso a nuestro país” (CENISIS, 2014: 9).

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El informe de la fuerza de tarea nombrada en el marco de la declaratoria de emergen-cia humanitaria revela, entre sus principales hallazgos, que el 98% de las y los niños y niñas detenidos o retornados viajaban por motivo de reunificación familiar. Agrega que una de cada cuatro personas es menor de 18 años; reconoce la tendencia al alza en las estadísticas de entrada de menores de 18 años no acompañados: de 40 que ingresaban diariamente en febrero del 2014, se ha aumentado a 90 en junio; de esa cantidad, el 60% son niños y 40% niñas.

En la misma proporción que se incrementaron las estadísticas de entrada, también se incrementaron las detenciones hasta en un 300% en los últimos meses previos al esta-llido de la crisis. De igual forma se hace referencia a un alto porcentaje de madres ado-lescentes, algunas viajando con sus hijos/as,10 quienes han sido víctimas de abusos.

En relación con esos abusos, el Relator especial sobre los Derechos de los Migrantes de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos señaló: “Estamos ante una crisis humanitaria que comprende cifras record de niñas y niños migrantes en la frontera sur de los Estados Unidos […]. Hemos podido ver como nuestros niños están muriendo o siendo víctimas de diversas formas de violencia en muchas partes de la región […]. Esta situación es una bomba de tiempo y requiere que los Estados garanticen el derecho a migrar, el dere-cho a buscar y recibir asilo, el principio y el derecho de no devolución y el derecho a no ser forzado a migrar”.11

V. A manera de Reflexiones y Recomendaciones

• Con frecuencia se afirma que migrar en un derecho, sin embargo, ante la discrimina-ción, rechazo y obstáculos al tipo de migración basada en razones económicas, es decir a quienes migran por necesidad, habría que reconocer que migrar es más bien un riesgo y peligro a la integridad humana. En esa misma línea, también es necesario precisar el uso de categorías y conceptos que con frecuencia se utilizan pero no dan cuenta de las especificidades del fenómeno migratorio. Reclasificar categorías como migración voluntaria, versus migración forzada, derechos reconocidos versus políticas de gestión de la migración, a la par de repensar los supuestos conceptuales y las teorías desde las cuales estudiamos la migraciones es un desafío para las organiza-

10 Ver detalle en: http://www.presidencia.gob.hn/crisismigrante/?wpfb_dl=32 11 Ver detalle en :http://www.oas.org/es/cidh/prensa/comunicados/2014/067.asp

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ciones que trabajan el tema, en aras de poder dar cuenta de la complejidad y de las implicaciones humanas del fenómeno. Las aproximaciones simplistas, fragmentadas o aisladas del orden económico global y sus consecuencias humanas y ambientales impiden un adecuado abordaje del tema. Así como se reconoce que el calentamiento global es el resultado de una forma irracional de explotación capitalista, tendría que reconocerse que las migraciones masivas e involuntarias también son el correlato de esa forma de explotación.

• El discurso y las prácticas políticas que instrumentalizan las migraciones porque ge-neran recursos y condiciones para sostener el modelo económico que los expulsa, las relaciones de poder y los privilegios de unos pocos, también tendría que ser desmi-tificado y cuestionado si es que se apuesta a incidir en políticas públicas orientadas a modificar las condiciones que provocan la migración, más allá de la reacción ante las emergencias. Las políticas que profundizan la privatización, mercantilización y neo-colonización como las propuestas en la llamada “Alianza para la prosperidad del triángulo norte”,12 lejos de disminuir el problema lo agravarán debido a sus efectos de despojo y precarización de la vida de una mayor parte de la población. Para evitarlo es necesario además de precisar ¿qué entendemos por desarrollo? Replantearse la relación entre migración, desarrollo y derechos humanos. En ese sentido, la red in-ternacional de migración y desarrollo propone una agenda alternativa para abordar el tema que contenga al menos: una integración regional solidaria, compensatoria y comercio justo en vez de la actual integración asimétrica basada en el libre comercio; seguridad humana en vez de seguridad nacional, militarización y criminalización; trabajo decente en vez de precarización laboral; prácticas de economía popular y solidaria en vez de economía extractivista-mercantil (RIMD, 2010).

• Diversos estudios demuestran que las formas de empleo generadas, principalmente para las mujeres, dentro de la economía nacional a partir de la inversión extranjera (como en el caso de la maquila y otros rubros desde principios de los 90),13 si bien han contribuido a generar ingreso a las mujeres no compensan las condiciones precarias de trabajo. Se trata de empleos que no han resuelto la pobreza, por lo que la decisión de migrar prevalece. Una alternativa de solución efectiva y duradera pasa por la propuesta de la economía feminista, en el sentido de que sea la vida (la/las personas) y no el mercado, el centro de las decisiones políticas para aportar a la solución del conflicto capital-vida, inherente a la economía capitalista, extractivista y patriarcal.

12 Ver detalle en: www.presidencia.gob.hn/.../Plan-Triangulo-Norte-210914-Version-Final13 Ver detalle en: http://www.gemlac.org/recursos/5-Perfil%20Genero%20-%20Honduras%20(2009).pdf

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