Microcuentos

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1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.

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2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.

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3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.

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4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.

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5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.

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6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.

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7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.

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8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.

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9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.

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10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.

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EL PARAÍSO IMPERFECTO

—Es cierto —dijo mecánicamente el hombre, sin quitar la vista de las llamas que ardían en la chimenea aquella noche de invierno—; en el Paraíso hay amigos, música, algunos libros; lo único malo de irse al Cielo es que allí el cielo no se ve.

 

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EL ECLIPSE

Cuando Fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido acepto que ya nada podría salvarlos. La selva poderosa de Guatemala lo había opresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el convento de Los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora.

Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de si mismo.

Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intento algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.

Entonces floreció en el una idea que tuvo por digna de su talento y de si cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles.

Recordó que para ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo mas intimo, valerse de ese conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.

-Si me matáis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura. Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos.

Vio que se produjo un pequeño consejo, y espero confiado, no sin cierto desdén. Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre

vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.

 

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FINAL PARA UN CUENTO FANTÁSTICO de I.A. Ireland. --¡Que extraño! --dijo la muchacha avanzando

cautelosamente--. ¡Qué puerta más pesada! La tocó, al hablar, y se cerró de pronto, con un golpe.

--¡Dios mío! --dijo el hombre--. Me parece que no tiene picaporte del lado de adentro. ¡Cómo, nos han encerrado a los dos!

--A los dos no. A uno solo --dijo la muchacha. Pasó a través de la puerta y desapareció.

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El tiro“Esta vez no erraré el tiro” – susurró el gángster en la pantalla del cine. Había ido sola a ver la película. Y bien sabían Dios y la guía telefónica que había buscado acompañante. Pero nadie tenía tiempo para una vieja solterona. En la pantalla, el gángster dobló una esquina, levantó su pistola y disparó. Ella sintió un dolor agudo en el pecho. Cuando las luces se encendieron, el acomodador no pudo despertarla.

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El asiento

Por ejemplo, averiguar quién era la mujer que me estaba anudando la corbata, o quienes eran esos niños que correteaban y me llamaban "papá", demasiadas cosas que averiguar. Desde que desperté del coma y la operación de estética mi vida se había convertido en una sinrazón.Cuando dormía veía imágenes del avión en llamas y de los gritos y de los muertos, todos muertos. También recuerdo al hombre nervioso que me dijo al despegar ¿le importaría cambiarme el asiento, tengo vértigo? Sin saberlo me estaba cambiando algo más que su asiento. Y su mujer ¿no lo intuía? ¿Tampoco su amante?Intenté olvidar, solo temía encontrarme algún día con mi verdadera mujer.

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LA ÚLTIMA CENA El conde me ha invitado a su castillo.

Naturalmente yo llevaré la bebida. (Ángel García Galiano )

CRUCECruzaba la calle cuando comprendió que no le

importaba llegar al otro lado. (Arturo Pérez Reverte)

EL HOMBRE INVISIBLE Aquel hombre era invisible, pero nadie se

percató de ello. (Gabriel Jiménez Emán )

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EL DINOSAURIO Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba

allí.