'Menorca en el siglo XVIII' Maria Lluisa Serra Belabre

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"Menorca en el siglo XVIII" María Luisa SERRA BELABRE Conferència pronunciada a l’Ateneu Barcelonès el 13 de març de 1963. Transcripció i anotacions: Professor Pedro Pablo Moreno Lucas

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'Menorca en el siglo XVIII' conferencia pronunciada per Maria Lluisa Serra Belabre a l'Ateneu Barcelones el 13 de març de 1963. Transcripcio i anotacions realitzades pel professor Pedro Pablo Moreno Lucas. Editat per la Biblioteca Publica de Mao, abril de 2011 (dins la commemoracio del centenari de l'autora) 16 p.

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"Menorca en el siglo XVIII" María Luisa SERRA BELABRE

Conferència pronunciada a l’Ateneu Barcelonès el 13 de març de 1963.

Transcripció i anotacions: Professor Pedro Pablo Moreno Lucas

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SERRA BELABRE, María Luisa: "Menorca en el siglo XVIII".

Conferencia pronunciada en el Ateneo Bercelonés el 13 de marzo de 1963.

Señoras y señores, ésta es ya, gracias a Dios, la segunda conferencia de estos

cursillos de estudios menorquines. Cuando tuve el honor de inaugurarlos, en mi

primera conferencia, yo les dije a ustedes que el interés de Menorca era darse a

conocer; era demostrar a todos los catalanes, en primer lugar, y a todos los

españoles, en general, el deseo y el interés que tenemos nosotros en dos aspectos

fundamentales: en primer lugar, este ideal inicial, darnos a conocer. En segundo

lugar, cimentar las bases de nuestra cultura ancestral, tanto en la cuestión de

ciencias, especialmente, como en las artes, como en la literatura. Ahora viene

precisamente de Mahón doña María Luisa Serra Belabre, compañera nuestra de la

infancia, de todos los estudios secundarios, que ha dejado honor, con matrículas

de honor, las asignaturas del bachillerato y también con brillantísimos estudios en

la universidad. Es la directora de la Casa de la Cultura de Mahón, [...] quizás más

interesantes de la isla de Menorca. La isla de Menorca, durante el siglo XVIII, tiene

una enorme proyección mediterránea y, casi casi, de tipo europeo. Doña María

Luisa Serra tiene, pues, la palabra.

Señoras, señores, mis queridos amigos:

Imagínense ustedes lo emocionada que estoy al tener que tomar parte en este curso de estudios menorquines que tan brillantemente ha organizado nuestro compañero Rafael Salord y este Ateneo Barcelonés. En primer lugar, tengo que felicitar a los promotores de esta idea, porque creo que, en realidad, es interesantísima y favorece muchísimo la proyección de nuestra querida Menorca en los medios culturales catalanes, españoles y quizá, dada la tribuna que ocupan los conferenciantes, incluso trascienda nuestras fronteras. De modo que mis primeras palabras han de ser de profundísimo agradecimiento, primero, ya lo he dicho, por la organización de [...] ni muchísimo menos. Ya tendrán ustedes ocasión de comprobarlo. A mí también.

En efecto, Menorca, nuestra pequeña y querida Menorca, asoma diferentes veces a las páginas de la Historia grande. En la época cartaginesa y romana, ya empieza el Portus Magonis a tener su importancia. Yo espero poder demostrar que la llegada […]

[...] en que Alfonso III conquista nuestra isla en cumplimiento a la promesa que hizo a su padre en el lecho de muerte y, en fin, en tantas otras ocasiones en las cuales aparece nuestra Menorca, el nombre de nuestra Menorca, en las páginas de la Historia.

Luego, también, de la mano de la Historia de España. Carlos V [...] Es decir, en la época prehistórica y en el siglo XVIII. Calculen ustedes mi estado de ánimo al

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pensar que estos dos momentos estelares de nuestra Menorca han correspondido a dos personas entre las cuales media un abismo de distancia. A saber, la época prehistórica correspondió a mi querido profesor el doctor Pericot. Ya sé, aunque no oye la conferencia, lo que sería nuestra Menorca prehistórica tañida de sus labios.

Yo tengo que explicarles el siglo XVIII. Procuraré hacerlo lo más brevemente y lo mejor que pueda, desde luego, porque he de decirles que esta historia nuestra del siglo XVIII tiene materia más que suficiente para un cursillo completo, desde luego. Es interesantísima la gesta que ha ocurrido en torno a Menorca y también la recepción de estos hechos históricos por parte de la población menorquina. Así como, generalmente, cuando hablamos de nuestra historia tenemos que lamentar la falta de archivos, la falta de documentación, la falta de fuentes para estudiar el periodo que queramos tratar, sobre el siglo XVIII, el estudio de las fuentes solamente podría ser el motivo de una conferencia.

Hay fuentes documentales importantísimas. Se ha conservado toda la documentación de las Universidades menorquinas: de la Universidad General y Particular de Ciudadela, de la de Mahón, de Alayor, de Mercadal y del Castillo de Santa Águeda. Ésta última es la que está menos estudiada, menos estructurada, menos salvada en una palabra. Pero las otras tres Universidades tienen sus fondos perfectamente organizados y perfectamente asequibles al investigador. Además, en el mismo Mahón, existe la documentación de la Real Gobernación y del Real Patrimonio de Menorca. Y luego, un fondo importantísimo, importantísimo en grado sumo, para estudiar eso que he dicho yo, la población menorquina en esta época, que es el Archivo de Protocolos Históricos. Es un archivo completamente virgen, completamente ordenado y dispuesto para que el investigador pueda llegar hasta él, que contiene noticias interesantísimas acerca de la vida de nuestros antepasados.

Pero, además, no acaba aquí este tesoro documental, puesto que, como saben ustedes muy bien, los archivos franceses y los archivos ingleses contienen una cantidad de noticias sobre Menorca que son muy importantes, que han sido ya manejados estos fondos documentales pero que, indudablemente, tienen que dar de sí todavía mucho más de lo que han dado. Y olvidaba los archivos españoles, el Archivo Histórico Nacional y el Archivo de Simancas, que contienen también importantísimos documentos acerca de la época en que España se ocupó principalmente, de una manera directísima, de Menorca hasta llegar a conseguir su conquista, entre 1781 y 1782.

Bien, en cuanto a los fondos bibliográficos también de la época, como material de primera mano tenemos asuntos realmente valiosos, como es, por ejemplo, la Historia de Armstrong; todo el proceso que ocurrió en torno a la conquista de los franceses; hay una serie de tomos de cartas del duque de

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Richelieu; de memorias sobre la conquista, de tratados; hay revistas, el London

Magazine; hay una serie de noticias acerca de la desgracia del almirante Bying, en fin.

Luego están también las memorias de Richelieu, las memorias del duque de Crillón, la relación de la conquista por las armas españolas y, además, el fondo importantísimo, el trabajo ingente, que llevaron a cabo Juan Ramis y Ramis y su hermano Antonio. Aunque ellos estudiaron toda la historia de Menorca en todo lo que pudieron alcanzar, nos dejaron también noticias actuales, noticias que ellos habían vivido y que tienen el valor de ser material de primera mano. Y hay que decir que los Ramis trabajaron, Juan Ramis y Antonio, de una manera tan pulcra, tan moderna, diríamos aquí, tan científica…, que resulta que sus obras adolecen, naturalmente, de los defectos insalvables en el siglo XVIII. Pero en cuanto a estructura, en cuanto a construcción, son perfectas, desde luego.

De modo que todo ese material, aumentado con todo lo que se ha hecho

posteriormente, nos da un siglo XVIII menorquín estudiadísimo. Sin embargo, yo creo que en este aspecto, como en tantísimos otros, es necesaria una reelaboración de muchas de las cosas que nos dicen estos libros, sobre todo los libros modernos. Desde luego, hay, hemos de reconocerlo, un fondo erudito, un fondo, ¿cómo lo diríamos?, fabricado en torno a esa época de nuestra historia que no procede de la época misma, que no procede de las fuentes contemporáneas, sino que hay una especie de admiración, de asombro ante la acción de Inglaterra en Menorca que no pertenece, como he dicho ya, a las fuentes contemporáneas.

Yo creo que es producto de la época victoriana, de la importancia y del apogeo que tiene Inglaterra en el siglo pasado. De esto se deduce para la bibliografía posterior y se viste la actuación inglesa en Menorca con unos tintes diríamos que casi casi milagreros, casi casi maravillosos. Y en realidad no es así. Yo creo que se puede demostrar perfectamente que no es así. Yo creo que en Menorca existía un fondo de cultura, un fondo de viveza, de predisposición natural, explotada ya, llevada a cabo antes del siglo XVIII: un receptáculo magnífico para ponerse en contacto con una de las naciones más adelantadas que iban a la cabeza del movimiento político, bélico, cultural, etc. en el siglo XVIII.

Ya les digo, yo temo hablar demasiado porque apenas estoy al principio de esa pequeña charla que tengo esta noche que dirigirles. El siglo XVIII, los acontecimientos del siglo XVIII, pueden encerrarse muy bien entre unas fechas determinadísimas y, además, que son precisamente el siglo XVIII. En 1700 muere Carlos II. En 1802 es para siempre ya española. De modo que son ciento dos años. Es difícil que un siglo, las características de un siglo, puedan encerrarse

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perfectamente en ciento dos años contados, ¿verdad? Pero nunca un siglo es una cosa esporádica. Es consecuencia de lo que ha ocurrido anteriormente.

Yo quisiera muy brevemente decirles que esta noche tengo que hablarles del puerto de Mahón necesariamente. El puerto de Mahón es el gran protagonista del siglo XVIII menorquín. Pues bien, el puerto de Mahón no lo descubrieron los ingleses. El puerto de Mahón lo descubrió, naturalmente después de los romanos en la Antigüedad, Pedro IV de Aragón. En un documento que se encuentra en el Llibre Vermell del Archivo Municipal de Ciudadela, de 1363, Pedro IV de Aragón, en guerra con Pedro I de Castilla, ya dice textualmente que de la defensa del puerto de Mahón depende la salvación de Menorca, y que de la salvación de Menorca depende su reino. Es decir, es la primera vez que hallamos una demostración palpable y taxativa de la importancia que tenía el puerto de Mahón: en el siglo XIV.

En el siglo XVI, después de la invasión de Mahón por Barbarroja, también hay un reconocimiento por parte de la monarquía española de la importancia del puerto de Mahón. Es cuando el futuro Felipe II, en sus funciones de príncipe real, manda que se construya un castillo en la entrada del puerto de Mahón, puesto que es importantísima la defensa de este puerto. Y ya más tarde, en el siglo XVII, cuando las apetencias de las potencias que combatían a España, cuando en ese glorioso declive español, Inglaterra y Francia empezaban a ser sus contrincantes victoriosas, también los monarcas españoles tuvieron cuidado el puerto de Mahón y una prueba de ello es que estuvo invernando entre 1637 y 1638 nada menos que el almirante Oquendo.

El almirante Oquendo, además de ser el jefe de la escuadra que invernaba en Mahón, fue convertido en gobernador de Menorca y, como tal, ordenó la fortificación y el completar la construcción del Castillo de San Felipe, de manera que lo artilló fuertemente. Este Castillo de San Felipe fue construyéndose y fue mejorándose a lo largo de todo el siglo XVII hasta llegar a ser fortaleza de primer orden, hasta el punto que Carlos II mandó que los pabellones extranjeros saludaran a Menorca en el Castillo de San Felipe.

Es decir, vean ustedes el proceso. Este proceso de revalorización del puerto de Mahón corre paralelo a otro proceso de revalorización, de auge de Mahón. Es decir, que aquel pequeño castell, vila i castell de Mahó, que había visto Alfonso III y había mandado que Mahón fuese una vila ben murada, este pequeño burgo de Mahón, después de su caída en vertical cuando el saqueo de Barbarroja, había renacido de sus cenizas e iba siguiendo la trayectoria que se dibuja a lo largo de toda la Edad Media, trayectoria ascendente que naturalmente a Ciudadela no le gustaba y que procuraba ignorar, cosa naturalísima, y que en el siglo XVII se hace ya tan patente que se llega, ante las disputas que se originan entre el gobernador de Menorca, que reside en Ciudadela, y el castellano de San Felipe, entre los

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siglos XVI y XVII, a una real orden que convierte al castellano de San Felipe en gobernador de Menorca. Pues bien, este proceso de auge de Mahón no supone un proceso de decadencia de Ciudadela. Yo no creo en la decadencia de Ciudadela. Ya verán ustedes, cuando proyectemos las diapositivas, que en el siglo XVIII en Ciudadela se construyen casas, palacios preciosos y, en fin, yo ya les digo, no creo en la decadencia de Ciudadela que registran nuestros historiadores modernos. Yo lo que sí creo es en un auge de Mahón y, naturalmente, al pasar a Mahón los tribunales del Patrimonio de la Real Gobernación, al pasar la capitalidad a Mahón, necesariamente pues, Mahón resultó favorecida. Pero indiscutiblemente esta doble polaridad de las dos ciudades menorquinas se acusa muchísimo en el siglo XVIII.

Brevísimamente, hablaremos un poco de los acontecimientos que tuvieron lugar en el siglo XVIII. Ya estamos plenamente situados en plena Guerra de Sucesión y, naturalmente, ya saben ustedes que los estados de la Corona de Aragón se inclinaron hacia la Casa de Austria. Es naturalísimo que eso ocurriera. La Casa de Austria venía detentando el poder en España desde hacía dos siglos. La voluntad, sí, digámosle "voluntad", de Carlos II no fue aceptada por los estados de la Corona de Aragón y, naturalmente Menorca, como estado de dicha corona, sentía las mismas inclinaciones que sentían sus islas hermanas y que sentía Cataluña, que sentían Valencia y Aragón. Eso se ve clarísimamente a través de los documentos que se pueden estudiar en la Universidad de Mahón, por ejemplo.

Desde luego, la guarnición de San Felipe era afecta a Felipe V y, además, sabiendo ya los Borbones la importancia que tenía Menorca y las apetencias que en torno a Menorca se cernían, tuvo el cuidado de reforzar esta guarnición, con lo cual en el Castillo de San Felipe se encontraba la guarnición española más una cantidad grande de soldados franceses mandado por Villars y luego una escuadra al mando de La Jonquière1. Estaban las cosas latentes pero sin moverse y, claro, ni los de San Felipe atacaban ni los naturales de la isla se decidían por la proclamación de Carlos III. Sin embargo, hubo un noble de Ciudadela, Juan Miguel Saura, que en 1706 se decidió a proclamar a Carlos III rey de España en Menorca. La proclamación tuvo lugar alrededor del 20 de octubre en Mercadal y luego se corrió el movimiento hacia Ciudadela. Este señor, Juan Miguel Saura, por lo visto, dio las órdenes a todas las Universidades y, la de Mahón, visto un documento de la Universidad de Mahón, dijo taxativamente que sí se decidían por Carlos III y que sabían que la

1 En realidad, la sucesión de los hechos fue la contraria. El otoño de 1705 Jean Jacques de la Jonquière desembarcó en Mahón con cuatrocientos infantes de marina franceses para reforzar la guarnición de San Felipe. El conde de Villars llegó con tres navíos de línea de la flota francesa a comienzos de 1707 para sofocar la sublevación de los carlistas menorquines. Vid. MATA PEÓN, M.: Menorca. Medio siglo de dominaciones extranjeras, Mahón, 1991, págs. 20 y 24.

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Casa de Austria mantendría sus prerrogativas y sus privilegios, pero que no se decidían a hacer la proclamación allí porque sabían que estaban junto al Castillo de San Felipe y temían la repercusión que esta proclamación daría lugar. Efectivamente, la proclamación no se hizo, pero el ataque de los castellanos sí que se llevó a cabo, desde luego. Y en poco tiempo, los favorables a Felipe V, los que salían del castillo de San Felipe, se apoderaron de la isla. Naturalmente, unos fueron castigados y otros se escaparon a Mallorca (uno de ellos fue don Juan Miguel Saura). Y ésta es la explicación de la venida de los ingleses a Menorca. Esto ocurrió en 1706. En 1708, la escuadra al mando del almirante Leake vino a Menorca para apoyar la proclamación de Carlos III y, naturalmente, le recibieron como vulgarmente decimos "con ramos y palmas". Eran los aliados del rey que apoyaban los menorquines. Cambió la tortilla, se estableció el dominio de los austriacos y, naturalmente, la cosa empezó muy bien. Pero pronto advirtieron los menorquines que éstas no eran las intenciones de los ingleses puesto que, en el tiempo que medió entre el 1708 y el 1712, - la Paz de Utrecht es de 1713, pero en 1712 ya se izó bandera inglesa después de las conversaciones de Felipe V con la reina de la Gran Bretaña - ya los ingleses habían construido el Fuerte Malborough en la Cala de San Esteban y el Fuerte de la Reina Ana en La Mola. Es decir, ellos coparon el Castillo de San Felipe, vieron la importancia que tenía el Castillo de San Felipe y empezaron a convertirlo en la ingente fortaleza que fue luego en manos de los ingleses. Llega el Tratado de Utrecht y queda Menorca en manos de los ingleses con la condición de respetar la religión católica, de que si algún día Inglaterra tenía que desprenderse de Menorca la entregaría antes a España que a ninguna otra potencia, que no dejaría que arribaran a sus costas buques de piratas ni de moros que pudieran atacar las costas españolas y otra serie de condiciones, pero que, sobre todo, se respetaría la religión católica. Estas eran las condiciones por las cuales España cedió Menorca a Inglaterra. Inglaterra mandó al duque de Argyll, que era un diplomático, efectivamente, con la misión de conquistar a los menorquines. Y, desde luego, los primeros pasos de los ingleses en Menorca no pudieron ser más suaves, más diplomáticos, más gentiles. El duque de Argyll trató muy bien a los jurados de la Universidad General. Pero Inglaterra mandó como gobernador ya definitivo al coronel Kane. El coronel Kane, muy conocido en Menorca, - todos sabemos de ses pomes

d'en Kane -, desde luego era un hombre de unas grandes dotes políticas y, además, investido de una buena voluntad. Lo que pasa es que claro, él venía como plenipotenciario de una potencia extranjera a implantar unas costumbres, unas maneras, en una región que no había sido nunca de su patria y era el

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dominador, indiscutiblemente. Así pues, se encontró, a pesar de toda su buena voluntad, a pesar de todos sus deseos, con una serie de cosas sobre las cuales no pudo pasar, con lo cual resultó que toda su gestión quedó oscurecida, diríamos así, debido a las luchas que tuvo que sostener con el prepotente clero menorquín y toda la población menorquina que estaba, naturalmente, a favor de dicho clero. Entre las cosas que hizo el gobernador Kane se halla la construcción de la carretera general de San Felipe a Ciudadela. Fíjense ustedes, hemos alabado muchísimo el que el gobernador Kane abriera esta carretera general pues, efectivamente, antes no se había preocupado nadie desde la época romana de abrir un camino que uniera los dos puntos de la isla. Pero es que es precisamente en el siglo XVIII cuando se hace esta labor de obras públicas. Es la monarquía absoluta, la monarquía de derecho divino, la que necesita esas carreteras y esos caminos para llegar enseguida, en poco tiempo, a todos los puntos de su nación. Naturalmente, en el siglo XVIII, un gobernador dependiente del monarca absoluto, necesariamente tenía que pensar que en el terreno donde él tenía que ejercer su gobierno, tenía que abrir unos caminos que le permitieran llegar de un sitio a otro con muchísima rapidez. Y otra cosa también, que no es menos típica del siglo XVIII, y fenómeno típico del siglo XVIII inglés, es la creación de prados artificiales. Esta arada que tenemos en las tancas menorquinas, que tanto rendimiento da y que permite que nuestro ganado sea floreciente a pesar de contar nosotros con una tierra de dos dedos de profundidad sobre la roca es también un fenómeno típico del siglo XVIII y en virtud del cual Inglaterra iba a la cabeza de ese movimiento. De modo que la creación de prados artificiales que tuvo lugar en las fincas inglesas, naturalmente, se trasplantó a Menorca. Pero también otra de las cosas que hizo el gobernador Kane fue la unificación de las pesas, de las cuales en el museo tenemos una buena colección. Se trata de esas peces menorquines, esas lliures y onzes que el gobernador Kane hizo fundir para que en todos los pueblos de Menorca se pesara de la misma manera. Luego también tenemos la introducción de ganado. Kane murió el año 1736. Quedamos en que había sido un gobernador estupendo. Luego vino Ansthruther, a quien llamaban en Vermell, y éste ya fue completamente distinto. Éste sí que fue a un país dominado, que se valió de su preeminencia, de su cargo, para explotar a los menorquines, por ejemplo, comprar el trigo barato y luego venderlo a las Universidades caro. Hubo una serie de protestas, una serie de inconvenientes y, al final, tuvo que dejar el mando. Luego le siguió Winyard, que también tuvo una mala actuación con la recluta de marineros para la escuadra: no hubo manera de que la población menorquina quisiera tomar parte, quisiera formar en la escuadra inglesa, y

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entonces hizo una leva forzosa que dio lugar a una serie de disgustos y a una serie de luchas. Y finalmente estuvo Blakeney, una buena persona, pero que se encontró ya al final, en los alrededores del 1750, terminada la Guerra de la Pragmática Sanción y próxima a empezar la Guerra de los Siete Años. Y claro, uno de los acontecimientos de la Guerra de los Siete Años fue la preparación de la conquista de Menorca por las armas francesas, preparación que tuvo un resultado magnífico y que terminó con la primera dominación británica de Menorca. Acerca de esa conquista francesa, hay mucho que decir, muchísimo. Es interesantísimo, tanto la preparación, como el desarrollo. El desarrollo de la lucha da lugar primero a la célebre batalla del Puerto de Mahón, una batalla importantísima que ha estudiado muy bien y en el que se ha detenido el almirante Riera. Y luego también dicha batalla propició que se diera el fallo del Castillo de San Felipe: esa fortaleza que parecía inexpugnable y que, sin embargo, después de dos meses de ataque por los franceses, cuando los ingleses se dieron cuenta, tenían a los aquéllos circulando por sus subterráneos. Es decir, que no era tan inexpugnable como ellos habían creído. Pero para nosotros, y puesto que no hay tiempo para más, yo he visto una cosa que me parece muy interesante para comentar un suceso posterior. Más adelante les diré, y todos ustedes lo saben, que cuando los españoles conquistaron la isla, lo primero que hicieron fue destruir el Castillo de San Felipe. Francamente, yo y muchos hemos cavilado mucho acerca de esta determinación tan poco comprensible para nosotros. Incluso he buscado documentos: en todos, en todos los documentos que hacen referencia a este hecho, siempre he visto la predisposición, la determinación de destruir el Castillo de San Felipe e, incluso, en la relación de los hechos que tuvieron lugar para conquistar Menorca, la relación oficial dice que se empezaron a tirar barcos a pique para cegar el puerto de Mahón. Pues bien, esta destrucción del Castillo de San Felipe, tan absurda a nuestro parecer, era una manera de pensar del siglo XVIII, por lo visto. Porque, en unas memorias de monsieur du Verney, consejero de Estado de Luis XV, dice taxativamente que las conquistas son previas a la conquista de Menorca. Pero, francamente, se lo quiero explicar porque a mí me dio mucho gusto hallarlo y leerlo. Monsieur du Verney dice taxativamente que la conquista de Menorca, si se llega a realizar, Francia ha de tomarla no como un beneficio para sí, sino para conseguir, por medio de su entrega a España, la alianza de esta potencia. Dice que tanto si Francia retiene para sí Menorca como si la entrega a España, naturalmente, cuando termine la guerra es muy fácil que tengan que devolverla a

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Inglaterra, puesto que tiene que ocurrir un desastre por mar muy grande para que Inglaterra pierda la guerra. Pero en esto están conformes y están de acuerdo Francia y España: que lo que se ha de hacer, mientras Menorca esté en poder de los franceses o de los españoles, lo que se decida, es destruir todas sus fortificaciones y, con los restos de la fortificación de San Felipe, cegar el puerto de Mahón a fin de dejar la isla completamente inútil para un asunto estratégico y, por consiguiente, terminarán de una vez las apetencias de las potencias extranjeras y enemigas sobre esta isla nuestra. Es decir, lo que más tarde hicieron los españoles no fue más que poner en práctica lo que desde la corte de Luis XV se pensaba. Los franceses estuvieron en Menorca del año 1756 al 1763. Tuvo también en esta época Menorca un buen gobernador en la persona del conde de Lannion. La dominación francesa fue mejor recibida por los menorquines porque, naturalmente, eran de la nación aliada de España y, además, eran católicos. Esas dos condiciones pesaron mucho sobre el ánimo de los menorquines, porque imagínense ustedes una pequeña tierra que vive desunida, apartada, como diríamos, de la madre patria. No ha vivido la trayectoria española, es decir, toda la transformación, la enorme transformación que tuvo lugar en España cuando llegaron los Borbones, Menorca no la ha vivido. Y Menorca sigue aferrada a sus privilegios, a sus franquicias, y cada vez que cambia de dominador lo primero que pide es que se le confirmen sus privilegios, privilegios que vienen nada menos que de Jaime II, que han sufrido modificaciones durante la época de la Corona de Aragón y de la Corona de España, pero que poco más o menos pues se mantenían igual, y claro, lo primero que hacen es pedir que se refrenden sus privilegios y lo primero que hacen los dominadores es tratar de conseguirlo, de darles gusto, pero ir cambiando, cambiando cosas. Hasta que los privilegios no hay quien los conozca. Efectivamente, como saben ustedes, el gobierno de Luis XIV había puesto en marcha un nuevo funcionario, que eran los intendentes provinciales, que se metían en todo y que destruían, como quien dice, aunque aparentemente no, la autoridad de los gobernadores. Naturalmente, en Menorca los franceses pusieron también su intendente provincial, que fue monsieur Antoine de Causan. Y claro, este señor tuvo una serie de discusiones y de disgustos con las Universidades. De todas maneras, la dominación francesa pasó como una cosa soportable y tuvo sus momentos incluso agradables. De la dominación francesa, de la época francesa, es la fundación de San Luis. La erección de la iglesia y la parcelación de la garriga de Binifadet dio lugar a este pueblecito que tenemos actualmente y que conserva todavía los nombres del gobernador Lannion, De Causan, d'Allemand, nombres de plena dominación francesa.

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Por el Tratado de París de 1763, que puso fin a la Guerra de los Siete Años, Menorca pasó otra vez a manos de los ingleses. El gobernador que le tocó en suerte fue mister Johnston, que fue un gobernador catastrófico. Desde luego, los menorquines no podían resistirle. Su mujer, lady Cecil, vieja, huraña y anglicana sobre todo, provocó una serie de discusiones, una serie de luchas con los católicos menorquines y se incautaron templos para implantar el culto anglicano. En fin, hubo una serie de cosas desagradables. Tanto es así que los menorquines se dirigieron a Carlos III, como su señor natural, para que intercediera cerca de la Corte de Inglaterra y para que se les respetara su manera de pensar y, en fin, su religión sobre todo. Todas estas gestiones dieron por resultado el que Johnston fuera llamado a la corte inglesa y luego volvió mucho más suave y dispuesto a enmendar los entuertos que había hecho. Tanto es así que bajo su gobierno fue cuando se empezó a construir la Iglesia del Carmen - asistió él a la colocación de la primera piedra -, y luego empezó a construirse una nueva iglesia para sustituir la Iglesia Parroquial de Santa María que, debido a unas obras que se habían hecho y en las que no se habían tenido en cuenta los cimientos, amenazaba eminente ruina. Después de Johnston estuvo Moystin, en Mostin que ha quedado por Menorca. Este señor, que detentó el gobierno durante muy pocos años, era un hombre verdaderamente enérgico y llevó a cabo un proyecto que desde los tiempos de Carlos II de España se estaba tratando de poner en práctica y no se llegaba a hacerlo: la destrucción del Arrabal de San Felipe. Junto al Castillo de San Felipe, como saben ustedes, había ido creciendo un arrabal, primero hecho con cuatro casuchas, que levantaron los primeros constructores del castillo. Luego aquel pueblo fue creciendo, porque en él se quedaron a vivir las familias de los militares que formaban la guarnición del castillo, y resultó que dio lugar a una población que estaba en una situación muy especial porque no dependía de nadie civilmente, en fin, administrativamente era un verdadero contrasentido. Y luego, estratégicamente, era un padrastro que le había salido al castillo y que dificultaba muchísimo, pero enormemente, la defensa de los que se habían guarnecido dentro del castillo. Esto se vio perfectamente cuando los franceses atacaron San Felipe. Y claro, después de dar repetidas veces la orden de destruir este arrabal, el gobernador Moystin dio a los naturales del arrabal, a los vecinos del arrabal, el término de catorce días para que se trasladaran a la nueva Georgetown. La ciudad que se llamó Georgetown, por Jorge III de Inglaterra, es la actual Villacarlos. Es decir, el gobernador, con una energía enorme, hizo que se trazara una nueva ciudad y que se formara la plaza de armas que todos conocemos con los cuatro cuarteles de Villacarlos. En torno a ella señaló unas manzanas donde iban levantándose unas casas y dio a los habitantes del Arrabal de San Felipe lo que digo, catorce días para trasladarse con todos sus enseres y

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pudiendo arrancar de sus casas todo lo que fuera necesario para que se trasladaran a la nueva Georgetown, y después demolió por completo el Arrabal de San Felipe. Finalmente, a Moystin le sucedió James Murray, que fue el gobernador que tuvo que entregar Menorca a las armas españolas. Este gobernador, desde luego, despreciaba enormemente a los menorquines. Les llamaba "canalla española" en unas cartas, porque, desde luego, créanme que es muy interesante el estudio de la época, esa que media entre los años de la Guerra de Secesión, mejor dicho, la guerra de las trece colonias americanas, la guerra que dio lugar al nacimiento de los Estados Unidos. Es decir, estas colonias inglesas del norte de América, apoyadas por Francia y España, que consiguieron su independencia en 1783 por el Tratado de Versalles. Pues bien, es muy interesante hojear toda la documentación de esta época, porque se ve perfectamente cómo eran las guerras del siglo XVIII. Es decir, son unas guerras un poco de salón. Es muy bonito lo que ocurre. Los mismos combates..., no da la sensación de una hecatombe, no, no, no. Parecen minué... luchando unos con otros. Desde luego, hay una serie de episodios, de asuntos, muy divertidos. Por supuesto, en las actas de la Universidad de Mahón se ve la lucha sorda y latente que había entre los jurados de Mahón y el gobernador. Recuerdo perfectamente, ya en 1779, 1780, que en fin, el bloqueo de los mares es ya casi un hecho, que en Menorca falta el trigo, que es necesario racionarlo. Y en esto llega un barco cargado de cebada. El gobernador se dirige a los jurados y les dice que ha llegado un barco al puerto cargado de cebada, que lo ha detenido y que ha recogido ya todo el grano que hacía falta para sus soldados. Pero que, como todavía sobra, que ellos digan si necesitan antes de dar permiso al barco para que salga con el resto de su cargamento para su destino. Contestación de los jurados de Mahón: que ellos acostumbran comer el pan de trigo y que el de cebada no les interesa. Muy bueno, desde luego. Y así, pues una serie de cositas, una serie de cosas que se ve perfectamente que no las tenía el gobernador Murray todas consigo. En la relación de lo llevado a cabo por los españoles para conquistar la isla, después de explicar cómo se reunió la escuadra en Cádiz, con todo secreto, que los espías creían que esta escuadra era para Buenos Aires o para un punto de América, y no pensó nadie que pudiera ser para venir a conquistar Menorca, después de explicar las incidencias... Porque es divertidísimo: hasta para hacer esto aparece el viento - no es el viento norte, es viento del oeste -, pero hasta en este hecho de armas que ocurrió en el mes de agosto resulta que por el viento tuvieron que quedarse en Cartagena y luego, cuando llegaron a Menorca, tenían que remontar el norte porque estaba previsto el desembarco. Hablo del desembarco de los españoles en 1781. Estaba previsto el desembarco del grueso del ejército por Cala Mezquita. Y claro, ellos venían por el

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sur de Mallorca y tenían que remontar el canal, pero no hubo manera: tuvieron que ir a dar la vuelta a la isla. Esto es un hecho muy especial que yo no he comprendido jamás: la escuadra española pasó delante del Castillo de San Felipe y dice la relación que alargó bandera ante Georgetown y disparó un cañonazo que no fue contestado. Yo no he entendido jamás cómo la escuadra española pudo pasar frente al Castillo de San Felipe y los de San Felipe ya se habían refugiado en él porque los vigías de Monte Toro habían dado ya noticia de que venía una escuadra con bandera española. Yo no he entendido jamás cómo el Castillo de San Felipe no atacó la escuadra del brigadier Moreno. La cuestión es que sin novedad llegaron a Cala Mezquita. Es muy interesante leer la crónica del desembarco de los españoles. Es muy interesante. Yo la adquirí de un archivo destruido de Mallorca y la tengo en la sección menorquina, porque es muy bonito leer que dice que el general Murray, enterado del posible desembarco, mandó a unos cuantos soldados disfrazados con barretina y pipa al estilo del país para que vieran si efectivamente desembarcaban los españoles. Y que luego cuando, a las tres de la tarde, empezó ya a saberse en Mahón que los españoles estaban en Cala Mezquita, que todo el mundo se fue a Cala Mezquita a ver cómo desembarcaban. Y que vinieron luego las tropas españolas con los naturales del país que les iban indicando el camino. Dice la crónica incluso, y perdonen que defienda estos detalles, pero es que incluso un hombre que se llamaba Tutzó se metió dentro del mar y tuvo el honor de dar la mano al duque de Crillón para que desembarcara. Luego explica la llegada al arsenal, que los ingleses que lo guarnecían habían ya desaparecido, pero que habían dejado todos los víveres; que el duque de Crillón se dirigió a Mahón con su fuerza y que las autoridades le recibieron; que él les atendió muy bien, pero siguió sin pararse en Mahón y llegó hasta San Felipe. Lo que pasa es que en este hecho falló por completo el desembarco en Cala Alcaufar, pues no fue posible. Eso ocurrió el 19 de agosto, y los barcos de guerra y los transportes que tenían que dejar la tropa en Cala Alcaufar no pudieron desembarcar hasta el día 20, con lo cual, ya las guarniciones de Ciudadela y de Fornells se habían podido refugiar..., no perdón, las guarniciones de Ciudadela y de Fornells fueron hechas prisioneras. Pero bueno, el castillo había podido cerrarse. Mientras se refugiaron en el castillo, habían podido recoger toda la ganadería que habían encontrado en las fincas próximas. Es decir, que en lugar de poder llevar a cabo una conquista rápida y fulminante del Castillo de San Felipe, resultó un asedio largo que duró, pues ya ven ustedes, desde el mes de agosto de 1781 hasta el 4 de febrero de 1782. Pues bien, en esta relación, se consignan unas cartas del general Murray al duque de Crillón, su contestación y otras. De esas cartas, la primera es la del general Murray confiándole las señoras de la oficialidad que habían quedado en Mahón y la otra la contestación del duque de Crillón garantizándole la seguridad

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de dichas señoras. Pero el duque de Crillón además le dice que en el palacio que él ocupaba en Mahón encontró la despensa abierta y que ha encontrado muy pocos víveres, que lo que quería mandarle se lo hubiera mandado, pero que lo encontró completamente devastado. Y entonces es cuando el general Murray le contesta que siempre había reconocido la propensión al robo de los menorquines, pero creía que se limitaba a su marina piratesca - es decir, les pone como "chúpate domine" -, pero no creía que llegase a tanto como para desvalijar su despensa. Bien, con esto ya llegamos a la conquista española y el doctor Vicens, que en paz descanse, muchas veces me había hablado de este episodio porque creía que era muy interesante hacer un estudio de la adaptación de Menorca a las leyes y a las costumbres españolas. Recuerdo que me decía: "es como si hubiésemos tenido un objeto, una pequeña tierra, que hubiese estado cubierta con una campana de cristal y mientras ocurría todo el cambio". Ya saben ustedes que por el decreto de nueva planta de 1715 desaparecieron los privilegios y las libertades en Cataluña, y en fin, se unificó por completo la legislación española y desapareció aquel régimen paternal de los Austrias. Ahora bien, como les decía antes, en Menorca no ocurrió nada de todo esto. Pero como, si de momento se destapara esta campana de cristal y se unía Menorca a lo demás, ¿cómo se hizo, verdad? Pues bien, esto es muy interesante y yo todavía no lo sé, la verdad. Pero existen unas actas de una junta que mandó Carlos III que se reuniera para determinar cuál tenía que ser el gobierno a implantar en Menorca. Y esta junta estaba compuesta por el capitán general, por el duque de Crillón, y otro militar que no decía quién tenía que ser pero que puso el duque de Crillón, el conde de Cifuentes, porque era el que sabía que tenía que quedar de gobernador cuando él se marchara. Luego el teniente vicario y el auditor de guerra. Y es muy interesante para la cosa del siglo XVIII unas palabras... Claro, en la primera reunión quedan los comisionados en que, cuando se reúnan nuevamente, llevarán una especie de plan de trabajo. Y es muy interesante una palabra que dice el plan de trabajo del auditor referente a la ordenación religiosa de la isla, es decir, estudiar la manera como se ha desenvuelto la isla en esta materia. Porque el rey, como es el vicediós, es decir, es la cosa del monarca de derecho divino... ¿verdad? Yo recuerdo que se lo solté así al doctor Vicens y le gustó muchísimo esta frase. Pues bien, como el monarca es el vicediós, tiene que tener cuidado principal de todos estos intereses que a Dios atañen. Hay una serie de disposiciones, hay una serie de documentos, porque.... Presenta, esa junta, un cuestionario a cada una de las Universidades, a las personas principales, a las que tenían, en fin, mayor responsabilidad en todas las

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esferas de la administración, y claro, el estudio de esa documentación, que no está hecho, es realmente interesante. En esta época también hay una serie de tipos humamos interesantísimos en la historia de Menorca. Tenemos a Ramis i Ramis. Ramis i Ramis es el paladín de la causa española, desde luego. Y a través de los documentos de esta época se ve su actuación formidable. Hay otro señor que se llama Juan Vidal Seguí, de la casa Vidal de la calle Isabel II. Pues bien, este señor, por lo visto, era un señor muy influyente, muy decidido. Y hay un momento, ya durante la dominación inglesa pero próxima a la venida de los españoles, en el cual se quiere mandar a este señor, don Juan Vidal Seguí, a Inglaterra como síndico para que trate con la Corte de Londres ciertas cosas que dañan a las Universidades. Y es muy interesante ver, en fin, la manera de actuar de este señor, que no dice jamás que no quiera ir de síndico a Londres, y como no dice que no quiera ir no se nombra a otro. Y él en unas sesiones explica lo que va a hacer en Londres. En otras sesiones explica lo que se debería hacer en Londres. En otras sesiones dice que no se encuentra bien y que no se puede marchar. Y así va enredando la cosa. Hasta que llegan los españoles y no hay ninguna necesidad de ir a Londres. Luego, por otra parte, tenemos al señor Llorenç Poli - no sé, los que hace poco que han estado en Mahón, pues habrán visto que arreglando la puerta lateral del Carmen, apareció su nombre en la puerta lateral -. Este señor Llorenç Poli me da la impresión que era de la parte de los ingleses2. Debió de ser hijo de inglés, seguramente. Y, por lo visto, es un gran comerciante y todas las grandes empresas de la segunda mitad del siglo XVIII se encuentran en manos del señor Llorenç Poli. Lo mismo da que sea una empresa naviera como que sea la construcción del Hospital Militar, del Hospital de la Marina. En donde sea se encuentra el señor Llorenç Poli. Luego, hay otra cosa también muy interesante que es la venida de los griegos a Menorca. Además, se trata de griegos influyentes. Es otra cosa por estudiar, aunque el señor Hernández Sanz publicó ya un opúsculo sobre este punto. Pero en el Archivo Histórico Nacional se encuentran una serie de documentos sobre un tal Teodoro Alexiano y Nicolás Alexiano, dos hermanos.

2 Parece improbable que fuera de origen inglés. Tal vez a María Luisa Serra le dio la impresión de que era inglés al ver la grafía Poly, prácticamente la única empleada por los notarios de la época. Poli es apellido italiano procedente de Pauli, genitivo de Paulus. Con otras evoluciones fonéticas tenemos el mismo apellido en Italia bajo las formas Pauli, Paoli y Polli. Además, la forma está documentada con otros personajes, como por ejemplo en P 61, Llibre de Protocols de Ramon Ballester i Flaquer, fols. 254v/255r, donde un "Matheu Polly, veneciá, ven sinch quartons a Joanni Bishiga, de Mahó habitador, de las presas que com a mariner ha fetas ab el corsari La Maria del capità John Calder". No obstante, la cuestión sigue abierta, puesto que en su testamento se dice que era "fill llegítim y natural de Llorens y de Margalida Ritjue (lectura dudosa), cònjuges diffunts" (P 268, Llibre de testaments de Andreu Vila, fol. 196v) y en el testamento de su hermano Josep Poly el notario también duda de la grafía del apellido de su madre y escribe Margalida Righsue (P 268, Llibre de testaments de Andreu Vila, fol. 148v). No hemos podido encontrar un apellido inglés, irlandés o francés semejante. No obstante, sería extraño que la madre de Llorenç Poli fuera de alguno de estos orígenes y llevara como nombre Margalida, nombre típicamente mallorquín y rarísimo en los protocolos notariales menorquines, donde invariablemente aparece la forma Margarita.

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Uno de ellos, Teodoro Alexiano, fue puesto como capitán del puerto de Mahón por el gobernador Johnston. Este señor, que fue nombrado capitán del puerto de Mahón deponiendo a otro señor que era muy estimado y, sin embargo, quedó sin el cargo, por lo visto aguantó hasta la venida de los españoles. Los españoles, naturalmente, le destituyen y ponen en su lugar a don Antonio Vidal Seguí, hermano de ese don Juan Vidal de quien les he hablado. Pues bien, en el Archivo Histórico Nacional hay una completa documentación acerca de este señor que estaba casado precisamente con Ana Chiesa, una hija del pintor Chiesa que fue el que nos archivó todos los tipos de esta época con sus acuarelas. Pues bien, este señor queda destituido y queda incluso expatriado y confiscados sus bienes, y se interesa por él el embajador de Rusia. Y hay una serie de cartas entre el Ministerio de Estado Español y el Embajador de Rusia hasta que la misma Catalina II de Rusia se interesa por este Teodoro Alexiano3. Y al final le devuelven todo y no quieren enredarse más con este señor tan influyente. Es decir, hay una serie de tipos que tienen que estudiarse y que pueden dar mucho juego a esta parte del siglo XVIII español. Me parece que no voy a terminar. Por favor, miren. Acerca de la población menorquina en estas épocas hay una cantidad de cosas que nos dan a comprender cómo era y qué hacía; pero, sobre todo, se ve que la gente en esta época, la gente de Mahón principalmente, se había dedicado a la cosa del mar. Es decir, en documentos del conde de Cifuentes se dice que los menorquines han nacido especialmente para el mar. Desgraciadamente hoy no podemos decirlo así, ya que todo el mundo procura escaparse de él. Pero ahora, lo que yo veo en este asunto es que el comercio, que fue tan pujante y tan importante en la época inglesa, no era hecho por los menorquines, sino que era llevado a cabo por los judíos y por los griegos. Éstos eran realmente los comerciantes. Se encuentran en los Archivos de Protocolos Cohen, Cansino, Ládico, en fin, una serie de nombres judíos o griegos. Ahora lo que pasa es que, en dos ocasiones, alrededor de la quinta década del siglo y, sobre todo, alrededor de 1780, hay una cantidad enorme de buques armados en corso. Claro, esto da un auge muy grande, una preponderancia muy grande al puerto de Mahón y las enormes presas que se van haciendo producen un bienestar en la población, desde luego. Pero, en la época española esta predisposición de los menorquines al mar tiene un signo completamente distinto. Entonces, hay un fallo momentáneo,

3 María Luisa Serra confunde ambos personajes. Teodoro Alexiano fue capitán del puerto de Mahón y cónsul en Menorca por Su Majestad Imperial de todas las Rusias, Catalina II. Jamás se casó y murió el 1 de agosto de 1775, de manera que no pudo "aguantar hasta la venida de los españoles". Le relevó en el cargo portuario su hermano Nicolás, pero no pasó lo mismo con la dignidad consular. Nicolás Alexiano, marido de Ana Chiesa, fue por quien se interesó la zarina tras confiscarle los españoles sus bienes en 1782.

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desde luego. Es decir, fíjense ustedes que Menorca, mientras es inglesa, es camino para ir a otros sitios. Cuando es española, es límite de España, es decir, cambia por completo la condición de Menorca. El conde de Cifuentes, que fue un gran gobernador, se dio cuenta de esto y fomentó en grande la predisposición de los menorquines por la marina, bien enrolándolos en los barcos de guerra, bien, vamos, facilitándoles un nuevo comercio que tenía un aspecto completamente distinto. Es decir, es de esta época que empieza el comercio de grano del sur de Rusia con Menorca. Ustedes habrán visto numerosos cuadros de principios del siglo pasado, de finales del XVIII, con una cantidad de barcos de vela exuberante, enorme. Pues bien, es que entonces, en esta época, los menorquines se dedicaban a ir a Grecia, a Odessa, en fin, al sur de Rusia, y traían el grano que desde Mahón distribuían a las demás poblaciones de la Península. Esto dio lugar [...] del dieciseisavo. En fin, eso era muy frecuente. Entonces, para organizar este comercio, también otra compañía de amigos o la misma compañía que poseía el barco reunía el dinero y se iban a comprar el trigo. La particularidad de este comercio menorquín era que se llevaban duros columnarios, es decir, el comercio no era unilateral, no llevaban objetos, objetos manufacturados, objetos productos de la ciudad, para cambiarlos, sino que llevaban plata, llevaban duros para comprar el trigo. Y naturalmente, los menorquines eran los más favorecidos porque los demás, qué diría yo, los italianos, o los franceses, o quien fuera, se iban con productos comerciales para intercambiar. Y éstos se iban con plata. Y claro, eran los primeros que podían comprar trigo. Y además, una cosa muy particular es que se llevaban como lastre cantons de Menorca y, con estos cantons se hizo un muelle en Rusia. De modo que en Rusia hay piedra menorquina. Esta época de relativa prosperidad y de franco españolismo se acabó en 1798. Antes había tenido lugar la muerte de Carlos III y la proclamación de Carlos IV en Mahón. Esto está recogido en un folleto escrito por Juan Ramis y Ramis y es realmente interesante, porque nos da noticia de la importancia de los gremios y de las clases sociales en Menorca. Explicación, es larguísima. Ya se lo explicaré otro día. Vamos a ver. En 1798, sin que mediara lucha ninguna, en fin, en medio de esas guerras que dio lugar la aparición de la Revolución Francesa y Napoleón Bonaparte, en 1798 volvieron los ingleses. Menorca no tenía el Castillo de San Felipe para defenderse y Menorca volvió a pasar a manos de los ingleses. Fue en esta época, precisamente durante esos cuatro años, durante esa tercera dominación británica, cuando el almirante Nelson vino al puerto de Mahón, en 1799, por el mes de octubre, me parece que es.

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Desde luego, la pérdida de Menorca en 1798 yo creo realmente que fue la más desagradable de todas, porque no había ninguna necesidad. Pero, sin embargo, tiene una contrapartida muy interesante que es la recuperación de Menorca por los españoles. Les digo que quizás es la única vez en que los españoles hemos sido mucho más vivos que los ingleses, y me gusta explicarlo. Es decir, por el Tratado de Amiens, de 1802, se estipuló que los franceses saldrían de Egipto a cambio de que los ingleses renunciaran y salieran de las islas que detentaban en el Mediterráneo. Gómez de Arteche, que escribió en sus Nieblas de la historia patria un tomo dedicado a Mahón, dice que ni siquiera tuvo Menorca en esta ocasión el honor de ser nombrada por su nombre. Era "una isla del Mediterráneo". Pero Menorca, en esta ocasión, tuvo un buen paladín que fue el conde de España, el ayudante del Capitán General de Baleares, Vives. Este señor, en sabiendo cómo había quedado el asunto en Amiens, se empeñó en que Menorca fuera devuelta a España cuanto antes. Es muy interesante una de las fuentes que no he citado, -me he dejado muchas, desde luego -, que es el diario Roca, el cual se halla en el Archivo Histórico de Mahón. El Diari Roca, como muchos de ustedes sabrán, es un cronicón que un capitán de la marina mercante, don Juan Roca y Vinent, se entretuvo escribiendo desde el 1776 hasta el 1826, de modo que este periodo último de la dominación inglesa entra perfectamente dentro de las jornadas registradas por este señor. Y, claro, es interesante ver las idas y venidas de este conde de España a Menorca hasta que tuvo la cosa bien arreglada y el 14 de junio quedaron en que se haría la entrega de la isla, 14 de junio de 1802. Llegó el general Vives a cumplir las formalidades de rigor y el 16 se marcharon los ingleses. Pues bien, el 18 llegó un trasporte inglés con pliegos para el gobernador, que entonces era Cleophane. Porque en esta tercera dominación inglesa hubo otros tres gobernadores: Stuart, que fue una buena persona; Fox, que fue muy malo; y Cleophane, que era otra buena persona. Pues bien, venía con instrucciones para el gobernador que no entregara la isla, porque los franceses habían sido derrotados y habían abandonado Egipto sin necesidad de que se ratificara el Tratado de Amiens. De modo que, si no llega a haber una actuación viva, enérgica y decidida por parte de los españoles, nosotros todavía estaríamos en manos de Inglaterra. Es decir, fue una vez que los españoles les pasamos delante a los ingleses. Me parece que ya no puedo explicarles nada más, porque quiero ponerles unas diapositivas y... (aplausos).

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Biblioteca Pública de Maó

DL: ME 113-2011