Memoria J. Blanco Comprimida

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DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGÍA. LA EXTRACCIÓN PREHISPÁNICA DE RECURSOS MINERALES EN EL INTERNODO QUILLAGUA-COSTA, DESIERTO DE ATACAMA. MEMORIA PARA OPTAR AL TÍTULO DE ARQUEÓLOGO. Estudiante: Lic. José F. Blanco Profesor guía: Dra. Isabel Cartajena 2013

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  • DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGA.

    LA EXTRACCIN PREHISPNICA DE RECURSOS MINERALES EN EL INTERNODO QUILLAGUA-COSTA, DESIERTO DE ATACAMA.

    MEMORIA PARA OPTAR AL TTULO DE ARQUELOGO.

    Estudiante: Lic. Jos F. Blanco

    Profesor gua: Dra. Isabel Cartajena

    2013

  • NDICE GENERAL Pgina

    1. INTRODUCCIN Y PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA 12. ANTECEDENTES. PREHISTORIA Y GEOGRAFA DEL REA DE ESTUDIO 6 2.1 Nodo I: El Oasis de Quillagua 7 2.2 Internodo: La depresin intermedia y la cordillera de la costa 11 2.3 Nodo II: La Costa 153. MARCO TERICO 18 3.1 Las fuentes tericas del enfoque internodal 23 3.2 El enfoque internodal, expectativas arqueolgicas regionales y el caso de estudio 27 3.3 Los modelos regionales de movilidad, aprovisionamiento ltico y minera. 304. OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIN 345. METODOLOGA 35 5.1 Mtodos de prospeccin 35 5.2 Mtodos de relevamiento de los sitios extractivos 35

    5.2.1 Relevamiento espacial 365.2.2 Excavacin 365.2.3 Recoleccin superficial 37

    5.3 Mtodos de laboratorio 376. RESULTADOS 38 6.1 Sitios detectados en el internodo Quillagua-Costa 38 6.2 TQ01 Mina prehispnica 45

    6.2.1 La espacialidad de la mina y sus extracciones 456.2.2 Materiales culturales y sus asociaciones espaciales 536.2.3 Estratigrafa, materiales culturales y temporalidad 606.2.4 El material extrado, sobre geologa y qumica 656.2.5. Nota experimental 68

    6.3 TQ02 Paskana-Taller 686.3.1 Caractersticas espaciales del sitio 686.3.2 Materiales culturales y sus asociaciones espaciales 726.3.3 Estratigrafa, materiales y temporalidad 756.3.4 El material extrado y sus caractersticas 78

    7. DISCUSIN Y CONCLUSIONES 79 7.1 Relaciones prehistricas e hiptesis para el uso del Yeso de TQ01 80

    7.1.1 Uso arquitectnico 817.1.2 Uso como material funerario 847.1.3 Uso para pintura corporal 887.1.4 Consumo humano de sedimentos (Geofagia) 897.1.5 Algunas otras posibilidades 93

    7.2 Los atributos de TQ02 y sus referentes regionales 957.2.1 Instrumentos de labranza y minera 957.2.2 Acerca de Geoglifos 99

    7.3 Los estudios internodales, modelos regionales y nuestros casos de estudio 1028. SNTESIS 1149. AGRADECIMIENTOS 12010. NOTAS 12111. BIBLIOGRAFA 125

  • NDICE DE FIGURAS Pgina

    Figura 1. Esquema de vas de movilidad del desierto bajo de Atacama en una perspectiva internodal 5Figura 2. Imgenes satelitales y vista area del paisaje de Quillagua 7Figura 3. Componentes lticos del formativo de Quillagua 10Figura 4. Vista general de la va Quillagua-Tocopilla, kilmetro 20 12Figura 5. Va de circulacin Tocopilla-Quillagua (TQ), variante Caleta Huamn 13Figura 6. Paisaje y perfil altitudinal Costa-Quillagua por va TQ, variante Caleta Huamn 14Figura 7. Cementerio de tmulos, sur de Caleta Huamn 15Figura 8. Cementerio de tmulos en Punta Urcu 16Figura 9. Vista de la costa en Aguada de Mamilla y detalle sitio posiblemente Arcaico Tardo 17Figura 10. Modelo de movilidad y agentes para el formativo en tierras bajas 31Figura 11. Modelo de aprovisionamiento para matrices lticas 32Figura 12. Marco terico y modelo tecnolgico para el anlisis de minera 33Figura 13. Imagen satelital de la distribucin de sitios detectados en la va TQ 42Figura 14. Geoglifos en TQ07 43Figura 15. Una tumba en TQ13 44Figura 16. Una estructura con cajita de TQ15 44Figura 17. Vistas satelitales de la ubicacin del sitio TQ01 46Figura 18. Vistas generales de la Mina TQ01 47Figura 19. Levantamiento topogrfico general de la mina TQ01 48Figura 20. rea total de las extracciones, por sector 49Figura 21. Fotos de tipos de pique minero en TQ01 50Figura 22. Frecuencia de extracciones por tipo y sector 51Figura 23. Medias y desviaciones para rea por tipo de extraccin 51Figura 24. Extraccin colmatada por evento de lluvia 52Figura 25. Sectores de la mina por tipo de extraccin y rea 53Figura 26. Material arqueolgico por asociacin y sector 54Figura 27. Frecuencia relativa por materialidad, mina TQ01 55Figura 28. Frecuencias absolutas por materialidad y sector 55Figura 29. Frecuencias relativas por materialidad y sector 56Figura 30. Martillos lticos asociados a las extracciones mineras 56Figura 31. Cach de martillo y "picota" 57Figura 32. Abundancia relativa (MNI) de las especies de moluscos en el sitio TQ01 58Figura 33. Tipos de huellas en concha, ubicacin y cantidad, por especie 58Figura 34. Instrumento sobre concha de Choro 59Figura 35. Ejemplos de micro-astillamiento en borde terminal de conchas de choro 59Figura 36. Ejemplo de micro-astillamiento en borde terminal de concha de loco 60Figura 37. Secuencia de excavacin del pozo de sondeo en TQ01 61Figura 38. Micro fotografas de materiales pequeos recuperados en TQ01 62Figura 39. Estratigrafa y fechas de TQ01 63Figura 40. Distribucin de materiales por capa en TQ01, E50 64Figura 41. Martillos lticos recuperados en estratigrafa, TQ01 64Figura 42. Fotografa de un corte en perfil del material extrado y su ganga 65Figura 43. Muestra de material obtenido de TQ01 para anlisis qumicos y mecnicos 66Figura 44. Espectro RAMAN de la muestra de TQ01 67Figura 45. Foto satelital y varias vistas de TQ02, Paskana-Taller 69Figura 46. Motivos rupestres en el sitio TQ02 70Figura 47. Levantamiento topogrfico general del sitio TQ02 71Figura 48. Frecuencias generales de instrumentos lticos por tipo en TQ02 72Figura 49. Ejemplos de preformas de palas lticas recuperadas en TQ02 72Figura 50. Posible instrumento para despeje de geoglifos, TQ02 73

  • NDICE DE FIGURAS Pgina

    Figura 51. Ejemplo de hacha tallada, TQ02 74Figura 52. Fragmentos cermicos superficiales de TQ02 74Figura 53. Secuencia de excavacin pozo sondeo, TQ02 76Figura 54. Micro fotografa de materiales pequeos de TQ02 77Figura 55. Estratigrafa, fecha y posicin relativa de punta de proyectil de E1, TQ02 77Figura 56. Punta de proyectil recuperada en estratigrafa de TQ02 78Figura 57. Micro fotografa de un corte fresco de la materia prima de TQ02 78Figura 58. Ejemplo de muro con argamasa y resto de piso-sello, Ca-H 42 82Figura 59. Cuerpos de Los Canastos, segn Santoro et al. (2012) 85Figura 60. Ejemplo de momia Chinchorro de Patillos. Museo Regional de Iquique 87Figura 61. Ejemplos de figurina Chinchorro, Punta Patillos, segn Santoro et al. (2012: 643) 87Figura 62. Ejemplos de paquetes de tierra comestible Ecuador, segn Guinea (2006: 326) 91Figura 63. Palas del Formativo Temprano-Medio 96Figura 64. Palas lticas del Perodo Formativo Medio en adelante 97Figura 65. Ejemplo de hacha ltica enmangada, de San Pedro de Atacama 98Figura 66. Rombos escalerados en TQ07 99Figura 67. Paneles con cruces simtricas y sus asociaciones, TQ07 101Figura 68. Mina variante Caleta Urcu 109Figura 69. Comparacin de los sitios extractivos de TQ con Salazar y Salinas (2008) 110Figura 70. Modelo grfico de las reas de explotacin costera para nuestra rea de estudio 113

    NDICE DE TABLAS Pgina

    Tabla 1. Sitios arqueolgicos relevados en la va de circulacin Tocopilla-Quillagua 39Tabla 2. Descripcin numrica de espacialidad y asociaciones materiales en TQ01, por sector 49Tabla 3. Fechas radiocarbnicas de TQ01 62Tabla 4. Composicin de la muestra de TQ01 segn mtodo pXRF 67Tabla 5. Componente cermico superficial de TQ02 75Tabla 6. Fecha radiocarbnica de E1, TQ02 77Tabla 7. Composicin de la muestra de TQ02, segn mtodo pXRF 79Tabla 8. Ajuste de los casos de estudio con el modelo de Pimentel et al. (2011) 104Tabla 9. Los registros extractivos de TQ versus las variables de Pimentel et al. (2011) 108

    ANEXOS Pgina

    I Ejemplos de fichas de registro. III Metodologa Anlisis Ltico Proyecto FONDECYT 1090762 IVIII Planos topogrficos de los sitios TQ01 y TQ02. IXIV Informe de Anlisis Malacolgico, Flores (2012ms). XIXV Materiales malacolgicos recoleccin superficial, TQ01. XXXVVI Inventario materiales lticos superficiales TQ01 (topografa, recoleccin). XLIIIVII Inventario materiales lticos superficiales TQ02 (topografa, recoleccin). XLVIVIII Materiales recuperados en excavacin-sondeos. XLVIIIIX Relatos de viaje L

  • Cae la arena imperceptible,

    infatigable Y mientras cada grano aprieta

    su aterido tiempo en mi silencio, un viento viejo viene desde los conchales a sollozar la oscura sed de los desiertos.1

    Tengo el desierto y el mar en mis distancias,

    (honduras de misterio y lejana) mezcla de arena y mar.2

    Este es el rudo mar del Norte,

    el que acaricia la soledad de sus desiertos.3 1. INTRODUCCIN Y PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

    Fue durante la dcada de 1970 cuando los primeros trabajos arqueolgicos

    trataron acerca de la movilidad, trfico e interaccin en el desierto de Atacama

    (Nez 1976a y Nez y Dillehay 1979), abriendo una importante va de

    investigacin para la comprensin de los modos de vida y procesos sociales de las

    poblaciones prehistricas que florecieron en el desierto ms seco del mundo.

    Estos estudios, con un fuerte componente ecolgico, se integraron a una

    problemtica ms amplia cuyo eje central fue la complementariedad intra e inter

    regional evidenciada con claridad a partir de los estudios de la Etnohistoria andina

    (Murra 1972 [2002]).

    Posteriormente, se han presentado en la regin nuevas aproximaciones, en

    los que se ha insistido en el valor del examen de casos de vas y contextos de

    movilidad asociados a ellas (Berenguer 1994, 2004, Nielsen 2006, Pimentel et al.

    2007, Pimentel et al. 2010, 2011 y Pimentel 2012); relevancia ampliamente

    demostrada por la entrega de nueva y sustancial informacin para la composicin

    de una imagen ms precisa de las redes de interaccin y movilidad prehistricas

    del sur de los Andes. Pero, an con todo lo avanzado, resta por ser descrita la

    mayor parte de los sitios y la materialidad de los caminos del desierto, e incluso,

    precisar los tipos de ocupacin asociados a ellos.

    De stos recientes estudios, ha derivado en un afn integrador, la

    perspectiva arqueolgica de investigacin internodal, como ha sido propuesta por

    1

  • Berenguer (2004) e implementada por Nielsen (2006) para los Andes

    circumpuneos. ste autor, tomando en cuenta nuevas fuentes tericas y a la

    geografa humana, plantea diferencias conceptuales y metodolgicas con los

    estudios de asentamiento ms tradicionales. Es el espacio entre los puntos de una

    red de interaccin, o internodos, el que focaliza la atencin de esta perspectiva.

    Notablemente, esta propuesta ha enunciado dos tipos generales de

    ocupacin esperables en las rutas de movilidad entre lugares: las de trnsito y las

    extractivas (Nielsen 2006: 35), con una subdivisin de stas ltimas segn la

    duracin de su ocupacin, en temporarias y transitorias o de corto y mediano

    plazo, respectivamente (Op. cit.: 43). Estas premisas tericas bsicas se han

    demostrado tiles para la investigacin en los casos en que se ha empleado (Op.

    cit., Nielsen et al. 2010), pero para el caso de las ocupaciones extractivas, que son

    las que nos interesa discutir, solamente se han documentado en detalle ejemplos

    para la primera sub-variedad, extractiva-temporaria, en las lagunas altoandinas del

    Arroyo Huayllajara, Bolivia (Nielsen 2006 y Nielsen et al. 2010).

    Para Atacama, los trabajos existentes muestran bastantes registros de

    trnsito, pero slo hay escasos indicios para discutir ocupaciones extractivas en

    sus espacios internodales. El nico ejemplo que conocemos lo constituye el

    campamento minero Chu-2 (Nez et al 2003), ocho estructuras con ocupacin

    directamente asociadas a huellas caravaneras, en el distrito minero de

    Chuquicamata. Slo recientemente se ha postulado explcitamente la injerencia de

    los enclaves mineros en relacin a las vas de movilidad (Nez 2006:215).

    Pero, en realidad, ninguna de las potenciales actividades vinculadas al

    trfico y movilidad en la vertiente occidental de la Cordillera de los Andes, la regin

    atacamea, ha sido enunciada como extractiva, refirindose directamente a los

    estudios internodales (sensu Nielsen 2006, Nielsen et al. 2010, Nielsen 2011),

    anlisis que creemos de sumo inters para descubrir las relaciones entre ambas

    actividades. Por el momento, sobre esta base general, avanzaremos en delinear

    nuestro problema de investigacin y su aplicacin especfica al estudio de los

    internodos del desierto bajo de Atacama. Realizaremos una discusin crtica ms

    adelante, en el Captulo 3, Marco Terico.

    2

  • La propuesta de los estudios internodales incluye, en referencia a la

    vertiente occidental de la Cordillera de los Andes, Atacama y Tarapac, la

    existencia de tres regiones nodales: 1) Pica-Tarapac, 2) Loa Superior y 3) Oasis

    de Atacama (Nielsen 2006: 34 y 51). Debe tenerse en cuenta que si bien el

    esquema internodal ha operado, hasta ahora, dentro de una escala analtica

    regional, puede funcionar tambin en escalas menores (Berenguer 2004, Nielsen

    2006: 34).

    Respecto de este esquema regional, es llamativo que se haya omitido el rol

    nodal de la Costa y del Loa Medio e Inferior, aun cuando existen abundantes vas

    de circulacin que conectan entre estos lugares, siendo por otra parte- bien

    conocida la evidencia de productos costeros en tierras altas, desde muy temprano

    en la prehistoria, lo cual justific ampliamente su discusin desde la dcada de los

    setenta en adelante (Nez 1975, Nez y Dillehay 1979, Nez et al. 2007, entre

    otros). Seguramente debido a esto, esta propuesta geogrfica ha sido ampliada y

    precisada por Nielsen (2011:85-7), dando cabida dentro del esquema a la

    existencia de regiones ecolgicas como los valles bajos y la Costa.

    Dentro de esta actualizacin, la Costa es calificada como una regin tipo

    IIb, o sea Poblaciones dispersas con economas especializadas de base martima

    sobre el litoral del ocano Pacfico; en tanto el Loa inferior correspondera a

    valles bajos del Desierto de Atacama, regin tipo III o internodo que se

    caracteriza como: Sin poblacin permanente, improductivas, como las lagunas

    Altoandinas o el desierto absoluto, ms all de Atacama. (Nielsen 2011: 86).

    Pero en el Loa inferior hubo lugares con poblacin permanente y

    productiva, notablemente Quillagua y Ancachi. Tomando esto en consideracin,

    creemos pertinente tomar a la Costa y al Loa inferior como nodos dentro del

    esquema, independientemente de la escala que se trate, y consecuentemente,

    emprender el estudio de sus internodos. Pretendemos, en este trabajo,

    ejemplificar la aplicacin de la perspectiva de investigacin internodal, con

    especial referencia a las ocupaciones extractivas.

    La relacin del Loa inferior con la Costa es, justamente, uno de los temas

    en estudio por el proyecto FONDECYT 10907624, para cuya exploracin se ha

    3

  • realizado un completo relevamiento de las vas de circulacin entre Caleta Hueln

    y Quillagua, existiendo ejemplos del estudio de conexiones similares a travs de la

    Pampa El Toco (Cases et al. 2008, Pimentel et al. 2010 y 2011, Blanco et al.

    2010). Este trabajo agregar nuevos datos al estudio de esta relacin.

    De las localidades en el Desierto bajo, o Depresin Intermedia, que

    funcionaron tradicionalmente como nexos entre Tierras altas y Costa, Quillagua

    fue la principal localidad articuladora de complementariedad, con conexiones con

    Tarapac y Atacama, desde el perodo Formativo en adelante (Gallardo et al.

    1993, Agero et al. 1997, 1999, 2006, Agero y Cases 2004). Como veremos ms

    adelante, este Oasis fue tan importante, que puede notarse en su ergologa -a

    travs de casi toda la secuencia prehistrica- relaciones alternativamente ms

    fuertes con distintas esferas de interaccin, tanto Atacama como Tarapac5. Este

    slo nodo relacion a localidades y regiones dispersas en ms de 200 kilmetros

    cuadrados de Desierto: Chacance, Aldea San Salvador, Calama, el Loa superior y

    el ro Salado, las quebradas de Guatacondo y Man y una amplia franja de Costa

    entre la desembocadura del Loa y Cobija (Caletas Hueln, Huachn, Punta

    Arenas, Urcu, Huamn, Punta Paquica, Aguada de Mamilla, Tocopilla, Punta

    Blanca) se cuentan entre las principales (ver tambin Carrasco et al. 2003 y

    Odone 1995). La siguiente imagen (Figura 1) presenta grficamente su rol

    conectivo en lo que es evidente a partir del examen de imgenes satelitales de las

    improntas de las vas y huellas en la regin, adems de las conocidas a travs de

    proyectos anteriores. Los crculos grandes son nodos principales y los ms

    pequeos, secundarios. Las rutas en rojo corresponden a los trabajos del proyecto

    FONDECYT 1090762, las verdes a las del FONDECYT 1110702, las anaranjadas

    al proyecto CTME Mara Elena-Toco y las celestes a rutas visitadas por el autor

    independientemente.

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  • Figura 1. La subregin de estudio en una perspectiva internodal. 6

    Con esto en mente, nos centraremos en esta investigacin en el problema

    de la relacin de Quillagua con la Costa, muy recientemente discutido por los

    estudios de Pimentel et al. (2011) y Pimentel (2012), que proponen un modelo de

    movilidad con agentes diferenciados para esta rea. Aparte de ampliar en este

    tema, esta propuesta nos permitir tambin comenzar a evaluar a la Costa misma,

    muy poco conocida en trminos de arqueologa de asentamiento, como nodo de

    importancia en el sistema de movilidad e interaccin para la complementariedad

    ecolgica de las poblaciones prehistricas de la regin.

    El desierto que enmarca a Quillagua y al ro Loa es casi en todas

    direcciones- el reino de lo mineral, no existiendo en amplias extensiones otros

    recursos, vegetales, animales o un mnimo de agua que permitan sustentar la vida

    de manera estable, por lo que cabe esperar que los sitios extractivos internodales

    tengan una fuerte orientacin hacia la obtencin de recursos lticos y minerales.

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  • Un ejemplo de la importancia de stos para el estudio de los procesos sociales

    prehistricos del rea, son los trabajos previos de Carrasco (2001, 2002a, 2002b)

    sobre la ltica del mismo Oasis de Quillagua, que presentan clases y tipos

    artefactuales muy bien diferenciados, diagnsticos de ocupaciones del Formativo

    Temprano y Tardo, pero con poco nfasis en sus potenciales modos y loci de

    aprovisionamiento. Hay, en este ltimo sentido, un casi completo vaco en el

    conocimiento respecto del tema7.

    En la perspectiva de una regin desrtica, cuya distribucin de

    asentamientos y recursos es tan dispersa, es de suma importancia conocer cmo

    se expresaron las actividades extractivas y que impronta arqueolgica dejaron, lo

    cual permitir analizar la aplicabilidad del modelo internodal propuesto, al caso del

    Desierto bajo de Atacama.

    Entonces, Cules son las caractersticas arqueolgicas de las ocupaciones extractivas lticas y minerales, en el desierto bajo de Atacama entre Quillagua y la Costa? Y, Cmo se insertaran estos sitios en un enfoque internodal?

    El estudio de este tipo de evidencia y contextos aportar significativamente

    a la comprensin de algunos de los aspectos tecnolgicos, logsticos y sociales de

    la produccin que sustent tanto a Quillagua como a la Costa en su constitucin

    como nodos de importante rol conectivo inter e intra regional durante la prehistoria.

    Sin duda, la movilidad y el aprovisionamiento, posiblemente una sola cosa, fueron

    indispensables a la complementariedad ecolgica y social para la reproduccin de

    los grupos humanos que poblaron este desierto absoluto.

    2. ANTECEDENTES. Prehistoria y Geografa del rea de estudio. El siguiente captulo ha sido ordenado de manera secuencial, siguiendo un

    esquema que va de un nodo a otro, de Este a Oeste, atravesando distintas

    unidades geogrficas. Estas unidades son, sin pretender jerarquizar por

    precedencia: I) el Oasis de Quillagua; II) la Depresin Intermedia y Cordillera de la

    Costa; y, III) la Costa.

    6

  • Si bien la introduccin y planteamiento del problema proveen una base

    general acerca del tema que nos ocupa, presentamos aqu una revisin ms

    detallada y especfica al estado del conocimiento de la prehistoria de los nodos

    que propusimos analizar desde su espacio internodal.

    2.1 Nodo I: El Oasis de Quillagua Quillagua se ubica en un ensanchamiento del can del Loa en su seccin

    inferior de unos 4 km de largo y un mximo de 1,3 km, grosso modo donde curso

    del rio gira hacia el Oeste enfilndose en sus ltimos 70 kilmetros de recorrido

    hacia el mar. Como puede advertirse en la Figura 2, configura un verdadero Oasis

    (Latcham 1933), de carcter fluvial.

    Figura 2. Imgenes satelitales y vista area del paisaje de Quillagua. La vegetacin de Quillagua se caracteriza principalmente por una gran

    concentracin de algarrobos (Prosopis sp.) y algunos chaares (Geoffroea

    decorticans), arbustos (Tessaria sp.) y plantas acuticas (Cortaderia sp.), entre

    otras8. Entre los animales, se cuenta al pejerrey chileno de agua dulce (Basilichtys

    semotilus) y la Gambussia affinis; los anfibios Telmatobius halli y Bufo

    atacamensis. Por ltimo, destacan los crustceos Cryphiops caementarius.

    7

  • Existen tambin mamferos menores y reptiles (Phyllodactilus sp.). No se sabe

    nada acerca de la disponibilidad de mamferos mayores, tampoco durante la

    prehistoria. Hoy en da, la poblacin humana sostiene la crianza de pocas llamas

    (Lama glama) y cuyes (Cavia porcellus), entre las especies andinas; y, por otro

    lado, ganado y aves de corral introducidas (Bustos 2005).

    Los primeros trabajos arqueolgicos en la localidad son los de Latcham

    (1933,1938), con algunos escasos antecedentes de trabajos de Vergara (1901,

    1905) referidos a la Antropologa Fsica de estas poblaciones. Posteriormente,

    sabemos que Le Paige (1964), realiz recolecciones superficiales.

    Un estudio ms moderno, es el de Cervellino y Tllez (1980), quienes

    describen 11 sitios arqueolgicos: una aldea, cuatro conjuntos de estructuras

    habitacionales, 5 cementerios y un taller ltico, de los cuales, slo la primera fue

    objeto de registro detallado. Este sitio provey antecedentes para sugerir el inicio

    de su ocupacin durante el Formativo Tardo: con una poblacin que elaboraba

    la cermica Charcoyo, la cual est asociada a rasgos Tiawanakoides tardos, tanto

    en Pica como en Arica. (Op. Cit.: 202)9. Tambin, se realiza la indicacin de que

    hay en el sitio presencia de restos indicadores de la presencia de dos tradiciones

    cermicas, una relacionada con Tarapac (San Miguel-Complejo Pica) y otra, de

    tierras altas, Atacamea (San Pedro Rojo Violceo). Con posterioridad, aparecen

    en la secuencia tipos como Lasana y Dupont, con un componente netamente

    tardo en la presencia de cermicas Saxamar, Chilpe, Inca La Paya y un

    fragmento cuzqueo (Cervellino y Tllez 1980).

    En lo ltico, que es de nuestro especial inters para la evaluacin de las

    ocupaciones extractivas minerales en el internodo con la costa, destaca la

    descripcin sucinta de un taller ltico que se describe como; Ubicado a unos 2.500

    metros al SW. Del sitio Qg. 1. ms exactamente, a un costado (E) del camino que

    baja de la carretera panamericana al actual pueblo de Quillagua. Descripcin: Es

    un amplio taller ltico que abarca aproximadamente los 45.000 m2 En este taller

    abunda la roca silicificada como materia prima, adems del cuarzo coloidal. En

    superficie son abundantes los ncleos y ndulos, al igual que las lascas e

    instrumentos en elaboracin, como algunos Bifaces de amplio lascado a percusin

    8

  • directa. Cabe destacar que la gran mayora de los instrumentos lticos encontrados

    en los sitios adyacentes (Qg. 1, Qg. 2, Qg. 11. etc.) estn confeccionados en esta

    roca silicificada. Tambin cabe sealar que un gran nmero de instrumentos

    encontrados en la costa (v. gr., desembocadura del ro Loa), especialmente

    cuchillos, estn confeccionados en esta materia prima. (L. Nez 1975.

    Comunicacin Personal). (Op. cit.: 18-19)10. Cabe destacar, que dicha fuente se

    extiende entre el punto citado por Cervellino y Tllez (1980) y el acceso

    prehispnico W de Quillagua y que se encuentra en pleno desierto, fuera del

    Oasis, a media hora a pie de este lugar, dentro de un radio de aprovisionamiento

    domstico directo. Las categoras lticas y minerales que presenta el registro de la

    aldea Qg. 1 son: morteros, manos de moler, molinos planos, martillos, yunques,

    tajadores, afiladores, ncleos, preformas, azadas, pulidores, cepillos, lascas,

    lminas y bolas esferoidales.

    Desde un estudio de cronologa y asentamiento, Quillagua ha sido descrita

    ms ampliamente por los estudios de Gallardo et al. (1993), quienes reportan casi

    una centena de sitios; y, con mayor detalle, por Agero et al. (1997,1999 y 2006).

    A partir de estos trabajos, referidos principalmente a contextos funerarios y rituales

    del Formativo, y con un nfasis analtico en la textilera e iconografa, se ha

    logrado una buena caracterizacin de las poblaciones del Oasis, destacndose su

    rol articulador (nodal) para la integracin regional, desarrollando -al mismo tiempo-

    una identidad propia.

    La presencia humana en el Oasis de Quillagua es, entonces, bien conocida

    desde el periodo Formativo en adelante, dentro del cual una primera fase (700-135

    a.C.)11, exhibe una fuerte impronta del componente atacameo con pocos

    agregados tarapaqueos y costeros, cuyo eje es la cuenca del Loa; y, un segundo

    momento, en que el Oasis se volcara hacia la esfera de influencia tarapaquea

    (500-700 d.C.) (Agero et al. 2006). Este proceso ha sido advertido principalmente

    desde los textiles (Agero y Cases 2004) y en la cermica, es visible en la

    presencia de cermica Loa Caf Alisado (LCA) para el primer bloque y su

    reemplazo posterior por Quillagua Tarapac Caf Alisado (QTC), generndose -de

    paso- tipos exclusivamente locales (QRP y QCA) (Uribe y Ayala 2004).

    9

  • En la ltica, ambos momentos del Formativo se asocian, aparentemente de

    manera diferencial, a los micro perforadores en calcedonia y, posteriormente,

    agregndose la aparicin de placas de cal perforadas para una industria ritual,

    respectivamente (Carrasco 2001, 2002 a y b). La imagen siguiente (Figura 3),

    presenta estos ejemplos, junto con otros materiales lticos propios del Formativo

    Quillaguino.

    Figura 3. Componentes lticos del Formativo de Quillagua. A la izquierda, modificado de

    Carrasco (2001, 2002 a y b). A la derecha, gentileza de C. Carrasco.

    Por su parte, el Perodo Intermedio Tardo (PIT), se caracteriza como

    mostrando desde sus inicios un dominio prcticamente total por parte de

    poblaciones atacameas, pero en un momento inmediatamente posterior, se

    habra producido una significativa penetracin de poblaciones tarapaqueas en el

    oasis (Agero et al. 1997, 1999).

    De este modo, mientras la cermica mantuvo una identidad casi monoltica,

    caracterizando a uno y otro grupo, los textiles fueron los que permitieron inferir

    situaciones derivadas del contacto, introduciendo elementos formales y

    decorativos del estilo tarapaqueo, sobre un sustrato estructural, y ms bien

    tcnico, del estilo atacameo. (Carrasco et al. 2003:322-3). Al intensificarse la

    10

  • interaccin por el trfico caravanero, el flujo de materiales de distintas reas

    culturales slo pudo aumentar.

    As, en cada perodo prehistrico detectado en Quillagua se han

    documentado variaciones en los complejos culturales del Oasis, planteando un

    panorama prehistrico sumamente dinmico y muy dependiente, justamente, de

    las propias dinmicas de interaccin regionales.

    2.2 Internodo: La depresin intermedia y la cordillera de la costa

    El desierto bajo de Atacama es uno de los relieves ms antiguos de la tierra

    (Dunai et al. 2005, Clarke 2006), datando sus geoformas de entre 10 a 15 millones

    de aos atrs. El rea que nos interesa muestra aridez absoluta, existiendo

    escasa evidencia de vida salvo en el espacio inmediato al ro Loa (v. g. Quillagua,

    Ancachi y Chacance), en la angosta faja litoral y en muy limitados espacios en la

    cumbre del farelln costero. Aqu, la penetracin hacia el interior de las neblinas

    costeras, la camanchaca, es muy rara, prcticamente nula. Slo en sectores

    cercanos a la cumbre y ladera occidental de la cordillera costera y en su farelln,

    hay algunos lugares que ocasionalmente captan agua de este fenmeno,

    existiendo tambin algunos pocos lugares que se alimentan de aguas minerales

    infiltradas12. Este desierto tiene los registros de pluviosidad ms bajos en el

    planeta, de modo que es tenido por el ms seco del mundo, desde hace al menos

    3000 aos atrs, si seguimos la propuesta de Ortlieb (1995).

    Es poco lo que se sabe acerca de las vas de circulacin en la Cordillera de

    la Costa, aunque existen noticias referidas al Arte rupestre por Briones y Castelln

    (2005) en la va de movilidad que examinaremos, a la que estos autores

    denominaron va Cerro Posada, donde presentan la ubicacin y dibujos de

    algunos geoglifos asociados a ella. Hacen breve mencin a otros sitios del tipo

    paskana13, tmulos y restos histricos. Estos sitios tambin son mencionados, por

    Briones et al. (2005), en una discusin relacionada con la conexin Pica-Costa, en

    Tarapac. No se mencionan talleres, canteras o minas de ninguna clase. La foto

    siguiente (Figura 4), muestra una vista general del aspecto de esta ruta, sobre la

    11

  • huella mltiple misma, en las cercanas del Cerro Posadas, al fondo a la izquierda,

    que representa aproximadamente la mitad del camino entre Quillagua y la Costa.

    Figura 4. Vista general de la va Tocopilla-Quillagua.

    Geogrficamente, puede dividirse a este espacio en dos zonas: 1)

    Cordillera de la Costa y 2) Depresin Intermedia. En trminos estrictos, nuestra

    rea de estudio comprende ambas unidades, aunque en su mayor parte se refiere

    a la Cordillera de la Costa. Segn las imgenes satelitales y las prospecciones

    realizadas (ver Figura 5), esta va presenta un trazado de huella mltiple de una

    extensin mxima de 85 kilmetros desde Quillagua hasta Tocopilla, pasando por

    el abra NW de los Cerros de la Encaada (camino la antena), Cerro Posadas y la

    Quebrada de Tres Amigos.

    Como se advierte en el mapa (Figura 5), esta ruta tiene variantes en su

    recorrido a la Costa, de norte a sur: 1) a Caleta Urcu, que se conecta e

    intersecta- con una huella que aparentemente proviene de Ancachi; 2) a Caleta

    Huamn, por el norte del Cerro Tolar del Carmen; 3) a Punta Paquica, por el sur

    del mismo cerro; y, 4) a Punta Paquica y Aguada de Mamilla, por el norte del

    Cerro Tolar. Tambin se advierte que hay una huella que atraviesa a nuestra

    conexin, y que, consecuentemente, permite otras alternativas a P. Paquica y

    12

  • Mamilla, que aparenta ser parte de la misma huella A2107 que conecta estos

    lugares con la Pampa El Toco, y fechada en el Formativo Medio por Pimentel et al.

    (2011) y Pimentel (2012).

    Figura 5. Va de circulacin Tocopilla-Quillagua (TQ), variante Caleta Huamn.

    Debe notarse que estas rutas no han sido prospectadas en su totalidad, de

    modo tal que pueden faltar varias conexiones y algunas muy pocas, creemos-

    pudieran corresponder a trnsito histrico14. En el mapa, hemos destacado, en

    rojo, un tramo de va mltiple con asociacin a geoglifos y, en verde, una variante

    de huella simple sin arte rupestre, potencialmente costera, que son los tramos de

    va que hemos seleccionado para este trabajo.

    La Figura 6, muestra una vista area desde Quillagua, con los cerros de La

    Encaada en primer trmino y el Cerro Posadas al fondo, a medio camino de la

    Costa. Abajo, se presenta un perfil altitudinal a travs de la seccin de desierto

    que nos interesa, donde en el primer kilmetro (izquierda) se encuentra el Litoral, y

    de all en adelante la Cordillera de la Costa, con una altitud promedio de 1500

    msnm. En este perfil, la Depresin Intermedia apenas se manifiesta en unos pocos

    13

  • kilmetros antes del ro Loa (km 65-70), dada la extensin de las estribaciones

    orientales de la cordillera costera. Debe considerarse que el aspecto de este perfil

    est distorsionado por razones obvias (gran extensin vs. variacin vertical,

    relacin de aspecto real de 1:25), y que slo se presenta para ejemplificar las

    diferencias topogrficas entre las zonas desde la perspectiva de un viajero de la

    Costa o del Oasis.

    Figura 6. Paisaje y perfil altitudinal Costa-Quillagua por va TQ, variante C. Huamn.

    Los hitos relevantes de esta seccin de camino (va), desde Quillagua, y

    excluyendo los nodos, son: los Cerros de La Encaada (km 2); un pequeo

    espacio de unos 4-5 km de ancho de Depresin Intermedia propiamente tal, con

    unos 800 msnm en promedio, profundamente sepultada en sales finas chuca-; la

    Cordillera de la Costa, que por unos 50 km conforma una gran meseta, donde

    destacan sobre la va el Cerro Posadas (km 41) y, al Norte, el Cerro de la Mica

    que es un enorme cerro generado por la presencia de la falla de Atacama (McClay

    y Bonora 2001); ms al W, las cumbres de la cordillera, con sus alturas mximas

    en los cerros Tolar y Tolar del Carmen (al sur y al norte de la va,

    14

  • respectivamente); y, por ltimo, el farelln costero, precipicio de cerca de 1

    kilmetro de altura desarrollado en apenas 2 km horizontales.

    Para la Depresin Intermedia, aunque un poco ms al sur, estudios de

    huellas en la Pampa El Toco (Pimentel et al. 2010 y 2011) arrojaron la presencia

    de 12 vas que atraviesan la pampa entre el Loa y los primeros contrafuertes de la

    Cordillera de la Costa hacia el litoral al norte de Tocopilla, todas ellas asignadas al

    perodo Formativo Medio, y que, notablemente, presentaron -en algunos casos-

    segregacin entre vas por componente cermico. De este mismo sector

    provienen los datos acerca de un viajero costero del perodo Formativo muerto en

    ruta (Cases et al. 2008, Knudson et al. 2010, Pimentel et al. 2010, 2011, Pimentel

    2012).

    2.3 Nodo II: La Costa En el otro extremo de la ruta, los nicos estudios que presentan una

    aproximacin arqueolgica al espacio costero directamente conectado por nuestra

    va, son los de Salazar et al. (2010a, 2010 ms) en la Aguada de Mamilla, que

    comentaremos ms adelante. Se sabe tambin de la existencia de un cementerio

    de tmulos en Punta Paquica, junto con varios conchales grandes. Tres kilmetros

    al sur de Caleta Huamn, se conoce un cementerio de tmulos, que no se ha

    intervenido arqueolgicamente (Figura 7).

    Figura 7. Cementerio de tmulos sur de Caleta Huamn.

    15

  • Ms al norte, destaca el cementerio formativo de tmulos (con adicin de

    tumbas ms tardas) y los conchales de Punta Urcu15; presentamos la foto satelital

    de los tmulos en la imagen siguiente (Figura 8).

    Figura 8. Cementerio de tmulos en Punta Urcu.

    An 40 kilmetros al norte, en la Desembocadura del Loa, son ampliamente

    conocidos en la bibliografa gran cantidad de sitios (Spahni 1967, L. Nez 1971a

    y b, P. Nez 1974, Zlatar 1983). Tienen fechas desde ca. 4500 AP en adelante,

    entre el Arcaico Tardo y tiempos histricos y permitieron el desarrollo de una

    secuencia completa basada en la localidad (Nez 1971b).

    Al sur del segmento de costa que conectan nuestras huellas, ms all de

    Tocopilla, en Punta Blanca, Llagostera (1993) ha descrito una secuencia de

    asentamiento relevante, que emplea, junto con la presencia de peces como

    bioindicadores (en particular, el Congrio, Genypterus sp.), para proponer el inicio

    de la navegacin durante el perodo Formativo, alrededor de 230 d.C.

    Pero los trabajos ms recientes y cercanos a nuestra rea de estudio, son

    los de Salazar et al. (2010a y 2010ms.) en la Aguada de Mamilla (Figura 9), que

    han descrito ocupaciones desde el Perodo Arcaico Tardo -con expresin

    marcada de esta unidad crono-cultural- al Perodo Intermedio Tardo y Tardo. Las

    16

  • prospecciones realizadas por estos autores detectaron 14 sitios arqueolgicos

    (nueve de filiacin prehispnica), de los cuales intervinieron estratigrficamente

    cuatro. En Mamilla 7, reconocieron tres ocupaciones humanas correspondientes a

    las unidades temporales mencionadas. Respecto del material ltico, estos autores

    indican: Tambin parecen ser recursos locales, pero a nivel de la Cordillera de la

    Costa, las materias primas lticas explotadas durante el Arcaico Tardo en el sitio,

    las cuales se mantendrn a lo largo de la secuencia, si bien experimentando un

    leve aumento durante el Intermedio Tardo. La excepcin est representada por

    las calcedonias que abundan ms en perodos alfareros y cuya procedencia es

    posiblemente de sectores interiores, ubicados en las mrgenes orientales de la

    Cordillera de la Costa, tales como la zona de Barriles (Salazar et al. 2010ms:

    7). En la imagen siguiente (Figura 9), se presenta a la izquierda, una vista general

    de la Costa en esta localidad, y a la derecha, la vista satelital de un campamento

    probablemente Arcaico Tardo en un cauce fsil del cono aluvial de la quebrada16.

    Figura 9. Vista de la costa en Aguada de Mamilla y detalle de sitio posiblemente Arcaico Tardo.

    En trminos ms generales, estos autores concluyen indicando que Los

    datos de Mamilla sugieren una continuidad ocupacional entre el Arcaico Tardo y

    el Intermedio Tardo-Tardo en trminos de estrategias econmicas, as como en

    el manejo de la tecnologa ltica y sea. (Salazar et al. 2010a: 29).

    17

  • 3. MARCO TERICO

    Como se desprende del captulo referido al planteamiento del problema,

    nuestro marco referencial deriva de proposiciones y explicaciones de distintos

    autores. Entre los principales, destacaremos los trabajos de Berenguer (2004),

    Nielsen (2006), Berenguer y Pimentel (2010) y Nez y Nielsen (2011). El primero,

    hace la proposicin del trmino perspectiva internodal (Berenguer 2004:527),

    como consecuencia de un anlisis profundo de la Movilidad Giratoria (Nez y

    Dillehay 1979); el segundo, formaliza la propuesta para el rea circumpunea,

    proponiendo una tipologa de sitios segn funcionalidad (actividades realizadas) y

    temporalidad relativa; los terceros, definen la justificacin, relevancia, objetivos y

    ejes temticos de la propuesta17; y, por ltimo, Nez y Nielsen (2011), realizan un

    resumen del estado de la investigacin desde esta perspectiva, comentando los

    aspectos genticos de la propuesta y elevndola al rango de Arqueologa

    Internodal.

    En trminos crticos, habamos enunciado en la introduccin algunos

    reparos a la propuesta en escala regional (en la forma elaborada por Nielsen 2006

    y luego por Nielsen 2011), principalmente en lo referido a la definicin de regiones

    nodales de la sub rea circumpunea18. A esto, agregaremos tambin su

    aplicacin restrictiva a problemas relacionados con la interaccin a travs de

    caravanas, dejando de lado la integracin de sus otras formas. Esto, ignora a las

    poblaciones, o segmentos sociales de ellas, involucradas en movilidad e

    interaccin sin caravanas de llamas, problema ejemplificado por Pimentel et al.

    (2010 y 2011) y Pimentel (2012), precisamente para el caso de la Costa y el Loa

    medio e Inferior.

    Aparte de las observaciones precedentes, pueden sumariarse algunas

    reflexiones adicionales, que glosaremos como comentarios genricos en esta

    introduccin al marco terico y que atenderemos en las distintas secciones

    analticas del captulo.

    Primero, advertiremos que no se debe ignorar los aportes hechos en otros

    contextos tericos, especialmente el de la arqueologa de asentamiento, con sus

    18

  • consideraciones en relacin a los patrones regionales, y tampoco los de la

    arqueologa distribucional vista en escalas grandes. Como se ver ms adelante,

    stos sern absolutamente indispensables para la comprensin de los sistemas

    sociales completos.

    Por otra parte, si bien el esquema bsico propuesto por el enfoque nodal

    entrega una base para organizar y pensar el registro arqueolgico de un rea,

    tambin puede ser una tentacin para esquematizarlo y darle carcter ontolgico.

    La misma idea de un internodo puede convertirse en un hecho social en s,

    dejando cualquiera otra conducta ocurrida en esos espacios sin posibilidades para

    ser relevada19. Este problema filosfico se presenta para cualquier paradigma y

    consecuentemente- teora que se decida emplear para explicar un fenmeno. Los

    registros internodales no son todo lo que hay y advertimos que no lo sern

    tampoco en nuestro trabajo. Como se ha indicado ms arriba, es imposible

    plantear una arqueologa internodal con prescindencia de los nodos, que son el

    referente analgico ms inmediato de los registros en estos espacios.

    Pero, tambin puede sostenerse, para nuestra regin, que en realidad, la

    evidencia etnohistrica andina soporta la nocin de que un internodo es un hecho

    social. Si empleamos el Mtodo Histrico Directo (cf. Berenguer 1983), podemos

    retrotraer de Bertonio (1614[1984]), la oposicin marka-pampa, que implica un

    reconocimiento social de hecho de distintas categoras efectivas de la Geografa

    Humana Andina20, quiz equivalentes a nodo-internodo. Nos parece que la

    invisibilizacin de conductas hasta ahora indocumentadas para esos espacios

    tendra que ser producto, antes que del error ontolgico, de los formalismos que

    se introduzcan en el modelo, cosa que evitaremos teniendo en cuenta las

    discusiones existentes en Economa Formal y Substantiva en Arqueologa.21

    Si bien al marco terico de los estudios internodales puede verse como an

    otra versin de la vieja Nueva Geografa, de aplicacin universal que no reconoce

    particularidades culturales, hay algunos aspectos agregados que permiten

    sealarlo como un nuevo marco en desarrollo, incluyndose en su enunciado los

    aportes del marco terico histrico-procesual (Pauketat 2001), como veremos

    19

  • ms adelante. Pero an no implementa todos los conceptos necesarios para su

    aplicacin extensiva, lo cual intentaremos analizar ms adelante.

    En especial, respecto de la Nueva Geografa, del trabajo de Berenguer y

    Pimentel (2010), refirindose a un simposio sobre el tema, extractamos el

    siguiente prrafo, que esclarece el panorama programtico a este respecto: Si

    bien la mirada arqueolgica inicial a estos espacios en la dcada de los noventa,

    fue principalmente econmica basada en cierto modo en los desarrollos de la as

    denominada Nueva Geografa de los cincuenta y sesenta (Teora de la

    Localizacin y modelos de Lugar Central), como tambin en los modelos de

    Sistemas Mundiales, de Arqueologa de Bordes y Fronteras, y de Centro-Periferia

    de los setenta y ochenta- aclararemos de inmediato que en este simposio no

    divisamos ninguna razn prctica ni terica para excluir del anlisis a los aspectos

    sociales, polticos, rituales y simblicos de las sociedades interactuantes.

    Tampoco existe compromiso conceptual con los planteamientos de la vieja

    geografa espacial y geometrizante de Haggett (1965), por lo que los trminos

    nodo e internodo son usados aqu de una manera ms libre y general. Adems,

    la relatividad de estos conceptos puede ser ms una fortaleza que una debilidad a

    la hora de usarlos en la prctica de la arqueologa. (Op. cit.: 1306).

    Con todo, nos parece que no pueden obviarse slo por estas objeciones

    generales los aportes que la teora y mtodos disciplinarios de la Geografa

    pueden hacer -y han hecho- a la Arqueologa (cf. Villafaez 2011)22.

    Finalmente, se ha supuesto que este marco terico posee una mejor

    resolucin que otros, pero trabajos recientes, como Palacios (2012) sobre la red

    vial Inka en el rea internodal de Collahuasi-Mio, han destacado el gran problema

    de los pocos vestigios y la reutilizacin constante de las rutas y lugares aptos

    para instalaciones.

    La resolucin del marco terico es uno en el que conviene hacer algunas

    precisiones. Este trmino es frecuentemente usado en arqueologa para referirse a

    distintas cosas, es polismico, pero no se refiere en s a la teora, sino a los

    problemas generados por la teora y sus correlatos materiales, o, a veces, a la

    inversa (desde la empiria). Si bien no existe una teora general de la resolucin

    20

  • arqueolgica, necesariamente debe referirse a los problemas inherentes a la

    representacin del pasado y posiblemente puedan buscarse sus fundamentos en

    la discusin propuesta por la Arqueologa conductual (cf. Schiffer 1995).

    Desde nuestra perspectiva, la resolucin de cualquier representacin

    analtica de un fenmeno en el espacio y/o el tiempo23, tiene que ver -al menos-

    con los siguientes factores24: a) la precisin de los mtodos empleados para el

    relevamiento de datos, b) la escala de anlisis, c) el ajuste entre mtodo y escala,

    d) las propiedades intrnsecas del espacio (factores de formacin de sitio), e) su

    redundancia de uso humano en el tiempo y, f) las particularidades del uso humano

    en cuestin. Cuando se habla de alta resolucin, dentro del enfoque internodal

    en los estudios regionales, se hace referencia no a la teora, sino a los aspectos d)

    y e).

    En el desierto bajo de Atacama, las propiedades ms notables del espacio

    son la muy baja erosin y la sequedad del ambiente, con una baja incidencia de

    factores tafonmicos naturales en el registro. En este sentido, si bien operan aqu

    los procesos de formacin de sitio que afectan a todo registro (cf. Schiffer 1995), la

    cuanta de la descontextualizacin que provocan en el registro es muy baja,

    comparndola con la mayora de los casos arqueolgicos habituales (nodales),

    incluso si no podemos an medirla. Como comentario marginal, es posible que a

    mayor estabilidad del contexto desde su formacin, mayor su identidad temporo-

    espacial, o sea, ms pertinencia de razonamientos inductivos que de deducciones

    derivadas de su separacin. Nuestra experiencia de un contexto prstino puede, en

    casos as, ser mejor que nuestra metfora deductiva, al menos para la

    comprensin del fenmeno en s. Por cierto, esta clase de problema filosfico

    excede a este trabajo.

    En nuestro caso, tomaremos la redundancia de uso de los espacios

    internodales como menor a la de los nodos, por lo tanto -salvo conductas

    especiales-, entenderemos la integridad del registro como mayor, siempre que se

    emplee para discutir problemas relacionados con la movilidad.

    En fin, si algo ha demostrado la Arqueologa Internodal, a travs de

    decenas de artculos, tesis de ttulo, magister y doctorales, varios libros y un

    21

  • simposio entero dedicado al tema en el XVII Congreso Nacional de Arqueologa

    Chilena, es que el problema de los escasos vestigios se manifiesta nicamente si

    existen discrepancias metodolgicas escalares. Comparado con los vestigios en

    los asentamientos, seguro que puede notarse una escasez relativa, pero si

    comparamos entre espacios internodales, como puede hacerse con varios de

    estos trabajos, encontraremos que hay diferenciales. Si, en un caso determinado

    en la regin se produce semejante resultado, pensamos que esto puede deberse a

    la escogencia de un rango temporal muy estrecho, o bien a un amplio rango de

    problemas metodolgicos que incluyen la representatividad del muestreo llevado a

    cabo y la debida ponderacin de los factores que influencian a la prospeccin (cf.

    Gallardo y Cornejo 1986).

    Antes de proseguir con la discusin terica, quisiramos indicar que esta

    memoria fue formulada en parte para poner a prueba la capacidad predictiva y

    explicativa de una parte del marco terico del enfoque internodal, especficamente,

    la referida a las ocupaciones extractivas. Esto supone que esta parte del modelo

    funciona para nuestro caso como hiptesis, aun cuando su formulacin no fue

    requerida por los trminos de este diseo de investigacin.

    Finalmente, recordaremos que la extensin del esquema internodal a la relacin entre Interior y Costa, como nodos diferenciados, cuando la propuesta ha

    sido hecha exclusivamente para el rea circumpunea implica, necesariamente,

    una crtica a la capacidad explicativa del enfoque como se encuentra formulado

    actualmente, aunque entendemos que esta situacin puede deberse a una lgica

    cautela por desconocimiento de las particularidades de la zona costera por parte

    de sus proponentes, en especial, Nielsen (2006). Con todo, nos parece que no

    considerar a la Costa como regin nodal en Atacama, es opacar la su

    complementariedad ecolgica con las Tierras Altas, ampliamente demostrada por

    gran cantidad de trabajos en la bibliografa (p.e. Nez 1975). Este problema ha

    sido parcialmente atendido por la nueva versin de Nielsen (2011).

    22

  • 3.1 Las fuentes tericas del enfoque internodal Como se ha indicado, el tipo de enfoque internodal que emplearemos como

    referente en esta memoria es la versin presentada por Nielsen (2006). Respecto

    de sus fundamentos tericos, puede decirse que se define como histrico-

    procesual (sensu Pauketat 2001), lo cual implica que: La alternativa clara a este viejo procesualismo es una arqueologa histrico-procesual que adopta elementos de una teora de la prctica. Esta alternativa argumenta que como todas las personas corporeizaron sus tradiciones, como actuaron y se

    representaron a s mismos, dio forma a la historia (ver Bradley, 1996; Burke, 1992;

    Hobsbawm and Ranger, 1983; Toren, 1999). La distincin crtica se reduce al

    hecho de que la conducta (actividad humana orientada a metas, abstracta) no es

    la prctica (acciones homlogas y representaciones que varan entre contextos o

    eventos incluso si las formas rutinizadas digamos cocinar en tiestos- parecen

    mantenerse igual). Desde una perspectiva de la prctica el locus del cambio en

    una microescala y macroescala es la gente actuando o representando sus disposiciones en contextos sociales. 25 (Pauketat 2001: 86)

    Adems, Un paradigma histrico procesual en arqueologa, combinando

    las diversas aproximaciones mencionadas, persigue cmo ocurri el cambio esto es cmo significados o tradiciones fueron construidas y transmitidas, no necesariamente que fueron esos significados y tradiciones. Un paradigma

    histrico-procesual rechaza el uso de analogas conductuales para inferir las

    razones por las que acciones, representaciones y tecnologas siguieron los cursos

    que siguieron. No rechaza la bsqueda de causas como una meta legtima de la

    inquisicin histrica. Sin embargo, las respuestas a las preguntas ltimas del por

    qu pueden ser halladas slo a travs de los estudios acumulativos, esmerados,

    ricos en datos y multi-escalares de las causas prximas (que, incidentalmente,

    tienden a ser ms demandados por las audiencia pblicas, ver Weimer, 1995).26

    (op. cit.: 87)

    Por ltimo: En la nueva arqueologa histrico-procesual, lo que la gente

    hizo y como negociaron sus visiones de otros y de sus propios pasados fue y es el

    proceso cultural. Esta relocalizacin de la explicacin puede privar a los

    23

  • arquelogos de un acceso directo y fcil a las preguntas ltimas del porqu que

    nos gusta pensar que podemos responder. Pero al hacer esto, cesaremos de

    engaarnos de que podemos saber especialmente con nuestras limitadas bases

    de datos en el presente- las verdades ltimas tras historias complejas

    simplemente reificando las ideas de Darwin y Maquiavelo. Al realinear nuestras

    bases tericas para entender el cambio de largo plazo, comenzaremos una nueva

    fase en la construccin de teora y recuperaremos el potencial de explicar los

    procesos histricos que afectan a toda la humanidad. 27(Op. cit.: 88)

    Por otra parte, quisiramos examinar aqu, ms detenidamente que lo

    propuesto por Berenguer y Pimentel (2010), la nocin de nodo e internodo, que

    nos parece central a el marco terico y que ha sido precisada para el caso

    regional por Nielsen (2006): Si definimos a los nodos como reas de cruzamiento

    vrtices de una red de interaccin (Haggett 1976: 114), los internodos son

    sencillamente los espacios entre ellos. Traduciendo en los trminos concretos que

    nos interesan y dependiendo de la escala de anlisis, los nodos pueden ser

    asentamientos relativamente permanentes (escala intra-regional) o regiones

    caracterizadas por densidades altas de poblacin estable (escala inter-regional),

    mientras que los internodos seran los espacios entre asentamientos o reas con

    densidades comparativamente bajas de poblacin estable o carentes de ella. (p.

    34).

    Esta definicin parte de la traduccin espaola de una obra publicada por

    primera vez en 1965 (cf. Haggett et al. 1977) de modo tal que emplea un juego de

    conceptos no revisados por algo as como cuatro dcadas. Veremos en los

    prrafos siguientes si dichos conceptos se mantuvieron en uso en la misma

    Geografa Humana. La segunda edicin de Locational Analysis in Human

    Geography (Haggett et al. 1977), incluye nuevos autores y una revisin sustantiva

    del estado del arte en este sentido, indicando: Del mismo modo en que el estudio

    de la interaccin espacial lleva a la consideracin de redes, el estudio de las redes

    lleva a la consideracin de los nodos en estas redes. Nodo es empleado aqu

    para describir las junturas o vrtices de una red, y como tal sirve de trmino

    colectivo que incluye otros ciudades, lugares centrales, aldeas, clusters de

    24

  • poblacin- todos los cuales estn fuertemente cargados con otras y ms amplias

    implicaciones. Pueden identificarse nodos en todos los niveles de organizacin

    regional, de la macro-regin, con su rea nodal metropolitana, a la micro-regin

    con su casero nodal 28 (Haggett et al. 1977: 97).

    Es extraordinario notar que en esta obra, si bien el captulo segundo -

    referido a nuestro tema- se intitula limpiamente Nodos, seguido de la

    introduccin supra citada, se acaban prcticamente todas las referencias a este

    concepto en la primera pgina, refirindose todo el resto del captulo a patrones

    de asentamiento. Esto se explica de la siguiente manera: Al discutir el arreglo

    bsico de clusters nodales, es conveniente usar como substituto su expresin morfolgica, el patrn de asentamiento (Tabla 4.1). En esta aproximacin, tratamos a los asentamientos como objetos puntuales ignorando sus

    caractersticas de tamao, que consideraremos ms adelante. A pesar del hecho

    de que tal tratamiento representa, como Hgerstrand (1957, p. 27) argumenta,

    slo el centroide o centro de gravedad de movimientos continuos de poblacin,

    los asentamientos son una forma concreta de expresin de la ocupacin humana

    de la superficie de la tierra. Como tales, ellos forman un elemento esencial del

    paisaje y tienen una parte central en el syllabus de la geografa humana. Tanto en

    las definiciones tempranas, como las de Jean Bruhnes (1925), y revisiones ms

    recientes, como la de Emrys Jones (1964), los patrones de asentamiento

    mantienen un lugar dominante.29 (Haggett et al. 1977: 98). Esto ltimo es

    especialmente cierto en Arqueologa30.

    Para 1979, dos aos ms tarde, la nocin de nodo se encuentra ya en

    plena recesin, habindose restringido casi exclusivamente a la definicin de

    regiones nodales, caracterizadas por Un centro bien definido pero con

    caractersticas regionales que mueren hacia una periferia de manera tal que se

    hace muy difcil definir un lmite exterior. 31 (Haggett 1979: 258). Sin embargo, la

    expresin nodo se mantiene para el anlisis de la Teora de Grficos,

    formalmente contenida en matemticas y ciencias de la informtica. Al respecto:

    Para usar la teora de grficos, debemos reducir redes a grficos. Esta reduccin

    implica desechar una gran cantidad de informacin acerca de flujos y

    25

  • caractersticas de las rutas, pero reteniendo los factores espaciales esenciales de

    las redes, nodos y enlaces. Los Nodos, son los puntos de terminacin o

    interseccin de un grfico. Se les puede asignar valores denotando su locacin,

    tamao, trfico que manejan, etc. Dependiendo de la escala variable del anlisis,

    los nodos pueden ser ciudades completas o la interseccin de calles. Enlaces son

    las conexiones o rutas al interior de una red. Tambin se puede asignar a los

    enlaces valores relativos a su locacin, largo, tamao y capacidad. (Haggett

    1979: 445)32.

    No obstante todo esto, a nosotros las nociones de nodo e internodo nos

    parecen tiles para la investigacin, sobre todo porque se trata de categoras

    neutras y generales que permiten la discusin de la interrelacin entre reas de

    asentamiento de evidente patrn diferencial (costero e interior, para nuestro caso).

    Por ltimo, respecto de la gnesis de este marco terico y sus alcances,

    Nez y Nielsen (2011) indican, que: No es difcil advertir que estamos en

    presencia de una forma original de construir colectivamente un marco heurstico o

    paradigma que, sin perder de vista la importancia de los enfoques comparativos y

    la generalizacin, busca dar cuenta de las particularidades de los procesos

    sociales centro-sur andinos, distancindose de retricas ajenas a la reflexin local

    y a sus cuerpos factuales. (p. 15).

    En este prrafo, el concepto que nos parece clave destacar por sobre todo

    lo dems algo discursivo- es el de marco heurstico que, en todo caso, no es lo

    mismo que un paradigma. Ms bien, nosotros diramos que se trata de una forma

    original y colectiva de construir heursticamente un paradigma, si se nos permite la

    parfrasis constructiva. Al respecto, S. Martnez (2000), provee de un anlisis

    filosfico de la Heurstica desde la epistemologa, cuya conclusin creemos

    relevante para entender su importancia en Arqueologa: la imposibilidad de

    caracterizar la estructura epistmica de la ciencia como algortmica nos permite

    ver maneras en las que las estructuras heursticas y los sistemas tecnolgicos

    pueden y deben incorporarse en una teora del conocimiento cientfico.

    Una epistemologa naturalizada toma en serio lo que dice la ciencia para

    formular una teora del conocimiento, pero la autoridad de la ciencia slo puede

    26

  • verse a contraluz de nuestra capacidad para identificar los prejuicios que tenemos

    que abandonar. Varios de esos prejuicios tienen que ver con una revalorizacin de

    la importancia del razonamiento heurstico para la elaboracin de una teora del

    conocimiento que sea algo ms que una caricatura til para un curso introductorio

    sobre epistemologa. (op. Cit.: 56). Puede decirse lo mismo respecto de la

    gnesis de Teora Arqueolgica.

    3.2 El enfoque internodal, expectativas arqueolgicas regionales y el caso de estudio

    En lo que respecta a las prcticas, el esquema internodal de interaccin

    interregional, presenta un modelaje de base con expectativas de ocupaciones33 y

    contextos asociados a actividades de trnsito, que: se refiere a la circulacin

    entre nodos de personas, a menudo acompaadas por animales (caravanas)

    Esta categora incluye una serie de actividades que estn directamente

    relacionadas a la interaccin y que potencialmente pueden dejar improntas

    arqueolgicas, p. e., marcha, carga y descarga de caravanas, aprovisionamiento

    de agua, combustible y (algunas veces) alimentos, descanso de personas y

    tropas, mantenimiento de equipos y carga, ritos varios, entre otras. La materialidad

    generada por estas actividades comprende vas de trnsito (caminos o senderos

    segn su grado de formalizacin e inversin constructiva), seales asociadas a

    ellas, sitios de descanso (nocturno o prolongado [Nielsen 1997]) de viajeros y

    caravanas, arte rupestre y diversos testimonios del ceremonialismo de viaje.

    Tambin puede incluir vestigios vinculados con la extraccin de recursos del internodo al pasar. (Nielsen 2006: 35)34.

    Las ocupaciones de trnsito, el primer tipo de sitio propuesto por el enfoque

    internodal, muestra abundantes ejemplos en nuestra regin. Pueden hallarse

    muchos de ellos en los trabajos de J. Berenguer para el Alto Loa (Berenguer 1994

    y 2004), donde se presentan varios tipos de asentamientos relacionados con la

    constitucin de las redes de trfico entre el altiplano y sus reas perifricas, para

    distintos momentos de la prehistoria. Tambin en Tierras altas, destaca el estudio

    de la ruta Tocorpuri-Catarpe, va Machuca, presentado por Pimentel et al. (2007),

    27

  • igualmente con registro de varios perodos. A este estudio puede sumrsele el del

    mismo Axel Nielsen (2006), para la puna Boliviana, configurando entre ambos el

    primer panorama de la movilidad trans-cordillerana por un mismo paso. Existen

    adems algunos casos de estudio para la Depresin Intermedia, en Tarapac

    (Briones et al. 2005, Clarkson y Briones 2001), con nfasis en los sitios con

    Geoglifos; tambin en Arica, (Valenzuela et al. 2011); y, directamente relacionados

    con nuestra rea de estudio, los trabajos realizados en Pampa El Toco (Pimentel

    et al. 2010, 2011, Cases et al. 2008) y el inventario de Arte rupestre de Briones y

    Castelln (2005), para la comuna de Mara Elena. Recientemente, se ha publicado

    la conexin entre Quillagua y Guatacondo, Pampa Soledad (Pimentel et al. 2012).

    Para estas ocupaciones de trnsito, se presentan diversas actividades, pero

    se describen escasamente los restos materiales que se esperara de ellas. En un

    ejercicio propositivo, pueden indicarse expectativas: para la actividad de carga y

    descarga, una fuerte incidencia de elementos tecnolgicos asociados a ello, por

    ejemplo, restos de cordelera y ganchos de atalaje; para el aprovisionamiento de

    agua, restos de contenedores para el efecto, botellas cermicas u odres de cuero,

    en directa asociacin a la fuente de agua, activa o fsil. El aprovisionamiento de

    alimentos es algo ms complejo, pues su visibilidad arqueolgica dependera, en

    los vegetales -por ejemplo- de la presencia de elementos de descarte de bajo

    rinde econmico, carpos de frutos, cscaras, en nuestro caso. Lo mismo podra

    decirse del aprovisionamiento de alimentos animales.

    Las actividades de trnsito restantes no estn exentas de complejidades: el

    mantenimiento de equipos y carga, muy relacionado a las operaciones de carga y

    descarga; el descanso de personas y tropas, asociado a la presencia de algn

    reparo natural o construido (con arquitectura somera), o bien improntas de

    depresiones, relacionadas con mnimas cantidades de basura domstica. Estos

    restos materiales incluyen las jaranas o paskanas, bien conocidas en la literatura

    (Nielsen 1997). Por ltimo, los ritos varios incluyen para nuestro caso-

    geoglifos, petroglifos, sepulcros, alineamientos de piedra, apachetas, cajitas y

    montculos irregulares (ver, para una sntesis, Pimentel 2009b).

    28

  • Como sea, parece que las actividades en viaje difcilmente pueden

    englobarse nicamente en la categora de trnsito, sino que tambin debe

    ponderarse el rol de lo extractivo. Al respecto, el enfoque plantea que: comprende potencialmente una

    diversidad an mayor de actividades no relacionadas directamente con la

    circulacin de personas o bienes entre nodos (trfico) aunque, como se ver ms

    adelante, pueden estarlo indirectamente- sino con la obtencin de recursos

    especficos, que varan segn la poca y el lugar, bajo diferentes modalidades, p.

    e. enclaves permanentes, grupos temporarios de tareas, desplazamientos

    estacionales. La variedad de restos materiales que pueden resultar de estas ocupaciones an debe ser explorada, pero incluira mltiples tipos de sitios frecuentemente citados en la literatura aunque raramente investigados en profundidad- como canteras-taller, minas, puestos de pastoreo, campamentos estacionales, campos de caza, lugares de procesamiento de presas, estructuras de acopio temporario de recursos, etc. (Nielsen 2006: 35)35.

    Sabiendo que nuestra rea de estudio destaca por su absoluta aridez y por

    la ausencia de vida en decenas de kilmetros a la redonda, es evidente que casi

    slo recursos minerales pueden ser extrados all. Por esto, elaboraremos algunas

    expectativas respecto de los materiales que debieran definir las categoras de

    sitio: para las canteras-taller, productos tecnolgicos de descarte asociados a la

    extraccin y procesamiento primario del material, lascas corticales, percutores y

    lascas de estos. Si las canteras- taller existen sobre una veta acotada de material,

    deberan tambin notarse las propias oquedades de su extraccin y abundante

    material de desecho de la propia materia prima descartada. Para el caso de

    tratarse de dispersiones de ndulos, pueden hallarse restos de la remocin cortical

    inicial de grandes bifaces, como ha sido mostrado inmediatamente al Sur del rea

    de estudio (Blanco et al. 2010). Por cierto, sabemos que es posible hallar en ellos

    estructuras de pernocte de planta sub circular, con restos mnimos de consumo

    alimentario (cf. Nez 1984).

    29

  • Las minas, por su parte, presentarn oquedades caractersticas, ya sea en

    rajo o pique, al seguir la extraccin la disposicin del material en el terreno. La

    variedad de restos tecnolgicos debera diferir por especificidad, presentndose

    ms que percutores, propiamente martillos lticos (Salinas y Salazar 2008, Salazar

    et al. 2010b, Salinas et al. 2010) y sus desechos; y, palas lticas (Nez et al.

    2003), y sus fragmentos. Evidentemente, una explotacin minera tendr ms

    densidad de material de desecho alimentario asociado, toda vez que la operacin

    de una extraccin minera exige mayor permanencia temporal que la de un rea de

    aprovisionamiento ltico para la talla. En general, puede esperarse en las minas

    una gran cantidad de material de descarte informe, las gangas o ripios.

    3.3 Los modelos regionales de movilidad, aprovisionamiento ltico y minera. Dentro del marco general de los estudios internodales se han producido para nuestra subregin un par de modelos concomitantes con nuestro estudio, el

    de movilidad por agentes, de Pimentel et al. (2010, 2011), planteado para la

    movilidad Formativa de nuestra misma rea de estudio (Figura 10); y, por otra

    parte, un modelo de movilidad y aprovisionamiento ltico para el Arcaico (Blanco et

    al. 2010), en la misma rea de trabajo (Figura 11). Ambos poseen diferencias

    tericas derivadas de los mbitos de estudio que representan, que quiz sean

    interesantes de discutir a futuro, considerando por cierto- la informacin que se

    desprenda de nuestro caso de estudio.

    30

  • Figura 10. Modelo de movilidad y agentes para el formativo en tierras bajas. Segn

    Pimentel et al. (2011).

    31

  • Figu

    ra 1

    1. M

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    nco

    et a

    l. (2

    010)

    .

    32

  • Por otro lado, existen otros modelos absolutamente independientes del

    marco terico de los estudios internodales, que se refieren a la extraccin de

    recursos, especficamente minera, que son de relevancia para nuestro trabajo.

    Estos son los modelos tericos enunciados por Salazar (2003-4), y la

    especificacin para la comprensin de la tecnologa y procesos tcnicos por

    Salazar y Salinas (2008). Estos trabajos examinan el rol de la minera en el

    proceso social atacameo de Oasis y Circumpuna, con nfasis en el rango del

    perodo Formativo Tardo al Tardo (op. Cit: 164). La siguiente composicin (Figura

    12), resume la propuesta.

    Figura 12. Marco terico y modelo tecnolgico para el anlisis de minera. Modificado de Salazar

    (2003-4), parte superior; y Salazar y Salinas (2008), parte inferior.

    33

  • Ser parte de la discusin (captulo 7), ms adelante, el anlisis de la

    relevancia y ajuste de los tres modelos en relacin a las prcticas extractivas en el

    espacio internodal que constituye nuestra rea de estudio. Del mismo modo, se

    discutirn con referencia al marco internodal general.

    4. OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIN Objetivo General

    Identificar y caracterizar las ocupaciones extractivas lticas y minerales

    asociadas a la va de circulacin internodal Quillagua-Costa.

    Objetivos Especficos 1) Identificar sitios extractivos en la va.

    2) Caracterizar los materiales lticos y minerales extrados y los restos asociados.

    3) Identificar y describir los distintos segmentos de las cadenas operativas

    detectables en la extraccin de materiales y su formatizacin, relacionando sus

    productos con materiales similares de la regin.

    4) Establecer, de acuerdo a los indicadores materiales presentes, la filiacin

    prehistrica de la(s) actividades(es) de carcter extractivo.

    5) Ubicar cronolgicamente, mediante fechas C14, los sitios detectados.

    6) Establecer las asociaciones contextuales espaciales de los sitios de extraccin

    dentro del internodo, con relacin a las vas de circulacin, sitios de trnsito, y

    rasgos culturales y del paisaje.

    7) Interpretar, segn el tipo y densidad de los materiales culturales asociados, el

    tipo de ocupacin extractiva, transitoria o temporaria, y sus particularidades en

    relacin al marco de estudios internodales.

    8) Evaluar las ocupaciones extractivas considerando sus relaciones prehistricas y

    su ajuste a lo propuesto por el Enfoque Internodal y otros modelos regionales.

    34

  • 5. METODOLOGA

    Para dar cuenta de estos objetivos, se requiri realizar previamente una

    prospeccin orientada a la bsqueda y seleccin de sitios extractivos (objetivo 1),

    en los cuales se pudieran obtener datos para el anlisis del tema.

    5.1 Mtodos de prospeccin

    Se propuso, en principio, prospectar en su integridad la ruta que conect

    Quillagua con la costa en Caleta Huamn, en los tramos en que es reconocible por

    imgenes satelitales. Se escogi esta seccin de ruta pues permita conocer

    alrededor de 70 km. de huella prehispnica, de los cuales aproximadamente la

    mitad, hasta Cerro Posadas, se caracteriza por presentar una huella mltiple y la

    otra, una huella simple, abordando la caracterizacin de tramos de huella de

    distinto tipo presuntivamente de Oasis y Costa, respectivamente- generando la

    misma posibilidad de describir estrategias de movilidad y aprovisionamiento

    potencialmente distintas.

    La prospeccin emple dos transectas paralelas a la huella, una por cada

    lado de la va, que registr los hallazgos relacionados a ella a nivel de sitio, hasta

    una distancia de 200 metros de distancia de su eje empleando las fichas

    estandarizadas provistas por el proyecto FONDECYT 1090762, cuyos contenidos

    (fichas de ejemplo) se presentan en el Anexo I.

    El trabajo de prospeccin se realiz durante Junio del 2010 y se dise de

    modo tal que simulara el viaje prehispnico pedestre entre la Cordillera de la

    Costa y Quillagua, cargando las personas que prospectaron con su propia agua y

    comida. Usando este mtodo, sin apoyo de vehculos motorizados, se cubri una

    distancia exacta de 76 km, en un lapso de cuatro das y tres noches.

    5.2 Mtodos de relevamiento de los sitios extractivos Una vez realizado el levantamiento de este cuerpo de datos, se procedi a

    un registro de detalle de los sitios que atestiguaban la presencia de ocupaciones

    extractivas de recursos (ver Captulo 6, Resultados).

    35

  • En general, puede decirse que el registro arqueolgico realizado tuvo cuatro

    niveles de profundidad, segn la relevancia del registro a las problemticas

    relacionadas con las prcticas extractivas en vas internodales. El primer nivel

    descriptivo oper a nivel de posicionamiento satelital, descripcin en cuaderno de

    campo y fotografa nica de hallazgos; el segundo agreg fichas de registro

    multivariable para sitios, estructuras, paneles de geoglifos, motivos y registro de

    huella; el tercer nivel incluy dibujo tcnico y fotografas de detalle, especialmente

    para el caso de los geoglifos; y, por ltimo, el nivel de descripcin ms intensivo

    incluy adems levantamientos topogrficos, recoleccin superficial y excavacin

    de pozos de sondeo.

    5.2.1 Relevamiento espacial

    Se fotografiaron los sitios y materiales presentes, junto con una descripcin

    de las caractersticas mtricas de sus unidades componentes y sus asociaciones

    empleando ficha pro-forma. Se emple para esto dos equipos de dos personas

    que trabajaron durante tres das en el registro.

    El detalle de las caractersticas espaciales de los sitios se llev a cabo por

    medio de un levantamiento topogrfico de toda su extensin y sus detalles

    relevantes incluyendo estructuras, huella y el mapeo individual de los materiales

    culturales. Esta actividad se llev a cabo empleando un equipo de cuatro

    topgrafos con una estacin Total Leica, complementada con el uso de un GPS

    geodsico36. Ambos trabajos apuntaron a la consecucin del objetivo 6.

    5.2.2 Excavacin

    Se practicaron en total dos (2) pozos de sondeo de 50 x 50 cm, cada uno

    ubicado en el sector ms denso de los sitios detectados con el propsito de

    obtener materiales para fechado radiocarbnico (objetivo 5) y realizar una

    caracterizacin bsica de los contenidos culturales en la estratigrafa de los sitios.

    Aunque se plante originalmente excavar hasta 1 metro cuadrado por lugar, se

    mantuvo la intervencin estratigrfica a un mnimo que entregara material

    suficiente para la realizacin de los objetivos. Se excav por capas naturales

    36

  • empleando un harnero de 4 mm para la recuperacin de materiales,

    documentando la excavacin mediante registro en diario de campo, fotografas y

    dibujos de la estratigrafa y rasgos expuestos por los sondeos.

    5.2.3 Recoleccin superficial

    Se levantaron materiales en superficie de forma selectiva, con preferencia

    por materiales formales. Se plante originalmente la descripcin de hasta un 30%

    del rea total de los sitios extractivos, partiendo del supuesto de que las

    extracciones pudieran ser muy extensivas y poco manejables. En terreno, se

    determin que los sitios presentaban escaso material superficial, de modo tal que

    se ampli la muestra para cubrir hasta un 30% de uno de los sitios y un 100% del

    segundo (esto se ver ms adelante). Los materiales fueron debidamente

    fotografiados in situ y posicionados topogrficamente con resolucin milimtrica.

    Por otra parte, se obtuvieron muestras apropiadas para identificacin

    qumica y pruebas experimentales de las materias primas explotadas, cuya

    descripcin de detalle se provee en la seccin de resultados.

    5.3 Mtodos de laboratorio Respecto de la ltica, en el objetivo 2 y 3, se apunt a una clasificacin

    estrictamente morfolgica de los productos descartados, realizada sobre los

    componentes principales de variacin a observar en una base de datos del

    material. Se emplearon las variables descriptivas y procedimientos metodolgicos

    definidos para los anlisis lticos del proyecto FONDECYT 1090762

    (Blanco 2010ms:2-4 y Blanco et al. 2010), con el propsito de mantener

    comparabilidad analtica intra regional con los materiales previamente

    recuperados, el Anexo II presenta la metodologa empleada. Este anlisis fue

    realizado por el autor. Para conocer las caractersticas fsicas y qumicas de los materiales

    extrados, fueron enviadas muestras a laboratorios especializados para su anlisis

    por observacin microscpica37, espectroscopa RAMAN38 y pXRF39.

    Para cumplir con el objetivo 4, se examinaron los restos cermicos

    recuperados comparndolos con muestrarios disponibles generados a partir de las

    37

  • colecciones del proyecto FONDECYT 1090762. De este modo, se realiz una

    adscripcin tipolgica que toma en cuenta las clasificaciones cermicas en los

    trabajos de Uribe (2004 y 2006), Ayala (2006ms), Sinclaire et al. (1998) y, Uribe y

    Ayala (2004), por Garca y Correa (2012ms).

    El resto de las materialidades recuperadas fueron analizadas a nivel

    descriptivo solamente, a excepcin de los materiales malacolgicos que por su

    cantidad y diversidad fueron entregados a un especialista40.

    El objetivo cinco se cumpli enviando a fechar cuatro (4) muestras de los

    depsitos estratigrficos que los contenan, como se ver en el Captulo 6,

    resultados41.

    Finalmente, los objetivos 7 y 8 se tratan en el Captulo 7, Discusin,

    generando una adscripcin de los sitios a una categora dentro del marco de

    Estudios Internodales, de acuerdo a los resultados de los anlisis previos, y que

    requiri integrar los anlisis realizados para la interpretacin del carcter

    transitorio o temporario de la ocupacin y saber si tales conceptos fueron

    aplicables o no.

    6. RESULTADOS

    Presentamos aqu, en primer lugar, los resultados del trabajo arqueolgico

    realizado para la descripcin arqueolgica de la va de circulacin Tocopilla

    Quillagua (en adelante TQ), variante Caleta Huamn, cuya prospeccin y

    relevamiento fueron realizados durante Junio del 2010 y Septiembre del 2011,

    respectivamente, por personal del Proyecto FONDECYT 1090762. Luego, se

    presentan los resultados analticos del examen de dos de sus sitios, TQ01 y TQ02,

    que fueron los que presentaron evidencia de actividades extractivas.

    6.1 Sitios detectados en el internodo Quillagua-Costa La ruta Tocopilla-Quillagua, presenta un trazado general de orientacin SE

    (240) y aparentemente conecta varias localidades de la Costa (Tocopilla, Baha

    Algodonales, Aguada de Mamilla, Punta Paquica, Caleta Huamn, Caleta Urcu, y-

    38

  • posiblemente- Punta Arenas) con Quillagua, a travs de variantes que se van

    desprendiendo de norte a sur en su recorrido.

    Desde Quillagua, la va se presenta como una huella mltiple en todo el

    trazado hacia Tocopilla, con variantes y alternativas principalmente de huella

    simple y pocos casos de mltiple. De este conjunto, se trabaj con la huella

    mltiple entre Quillagua y Cerro Posadas y con su variante simple a partir de este

    punto con direccin a Caleta Huamn. Aproximadamente, ambas representan la

    distancia de medio camino entre un nodo y el otro. Como se ha indicado, esta

    seleccin se hizo con el propsito de documentar huellas potencialmente

    asociadas a distintos agentes, por poblaciones de interior (Loa inferior) y poblacin

    costera, dado lo que se conoce a partir de Pimentel et al. (2011), que discutiremos

    ms adelante, empleando un modo analtico diacrtico (cf. Berenguer 2004).

    La Tabla 1 presenta un resumen general de los sitios detectados en la

    prospeccin. Tabla 1. Sitios arqueolgicos relevados en la va de circulacin Tocopilla-Quillagua.

    Nom

    bre

    sitio

    UTM

    E

    UTM

    N

    Alti

    tud

    Tipo

    siti

    o

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    n

    estr

    uctu

    ras

    en

    el s

    itio

    TQ01 361672 7582566 1570 Extraccin de

    minerales

    700 400 Simple Extracciones en

    pequeos piques

    ovales y algunos

    alargados

    Dispuestas en su

    mayora en

    laderas de cerro,

    al norte y al sur

    del sitio, a lo

    largo de un

    manto de

    sedimentos

    blancos

    TQ02 414063 7589167 1673 Cantera / Taller

    150 150 Mltiple 6 Varias figuras

    Geomtricas. Rombo

    escalerado de cuatro

    pisos compuesto por

    10 rectngulos y 2

    trapecios.

    Oquedades

    artificiales,

    subovales

    Al sur de huella y

    entre cerros con

    geoglifos

    TQ03 435153 7599524 1262 Geoglifos 17 7 Mltiple 2 Dos camlidos en fila

    TQ04 434805 7599451 1264 Geoglifos 24 3 Mltiple 3 Serpiente compuesta por lnea zigzagueante.

    En parte superior de la

    39

  • Nom

    bre

    sitio

    UTM

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    UTM

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    en

    el s

    itio

    cabeza presenta boca

    y ojo de perfil.

    TQ05 431373 7599628 1391 Geoglifos 100 30 No tiene 7 Varias figuras. 2 aves tipo condor. 1 cayado.

    Tortuga o anfibio.

    TQ06 431708 7598564 1421 Geoglifos 50 50 Simple 12 Varias figuras geomtricas y

    figurativas. Ballena o

    lobo marino dispuesto

    en diagonal.

    TQ07 427239 7596662 1497 Geoglifos 500 100 Mltiple 73 Mltiples figuras en varios paneles.

    Destacan grandes

    "insectos", una

    diadema que corona el

    cerro y un panel con

    una secuencia vertical

    de entunicados. Hay

    un balsero tambin.

    TQ08 423481 7595004 1517 Paskana 40 20 Mltiple - Dos estructuras circulares de doble

    hilada. Tienen

    vanos abiertos

    hacia el SE, con

    mortero.

    Al costado norte

    de huella TQ

    TQ09 423638 7595010 1511 Estructura 15 15 Mltiple - Estructura no registrada

    TQ10 421985 7595187 1597 Geoglifos 20 20 Mltiple 1 Circulo/Ovoide

    TQ11 420894 7593695 1551 Estructura Mltiple - Estructura no registrada

    TQ12 419776 7593185 1546 Estructura Mltiple - Estructura no registrada

    TQ13 418149 7592480 1560 Tumbas 400 300 Mltiple - Amontonamiento de clastos. Uno de

    ellos corresponde a

    tumba

    A lados norte y

    sur de huella

    TQ14 417364 7592084 1595 Estructura Mltiple - Estructura no registrada

    TQ15 413084 7588206 1560 Paskana / Tumbas

    50 50 Mltiple - Paskanas con

    piedras. Algunas

    son circulares. Hay

    A lados norte y

    sur de huella

    40

  • Nom

    bre

    sitio

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    en

    el s

    itio

    dos cajitas.

    TQ16 412854 7588083 1648 Geoglifos 100 30 Mltiple 2 Taruca (?). Rombo escalerado irregular.

    TQ17 412214 7587873 1659 Geoglifos 30 30 Mltiple 6 Fitomorfos (maiz?), rombos escalerados y

    diadema.

    TQ18 413533 7587717 1625 Estructura 2 2 Mltiple - Amontonamiento de lajas al SSW de

    huella TQ

    a 700 m al sur de

    huella TQ

    TQ19 424958 7595715 1503 Paskana / Tumbas

    50 20 Mltiple - Depresin rodeada

    por piedras de

    pequeo tamao

    Adyacente a

    huella TQ

    TQ20 422238 7594342 1533 Estructura 10 10 Mltiple - Estructura no registrada

    TQ21 418697 7592698 1559 Estructura 10 10 Mltiple - Estructura no registrada

    TQ22 421103 7594000 1566 Geoglifos 30 20 Mltiple 3 Felino, ofidio y lneas radiadas.

    TQ23 426650 7596589 1483 Sealiz. 50 20 Simple - Dos grandes sealizadores de

    ruta, uno de ellos

    (sur) saqueado

    Flanqueando la

    huella simple que

    se desva al

    suroeste

    TQ24 432224 7598827 1398 Geoglifos 40 20 Simple 7 Varios lobos marinos o ballenas. Crculos y

    rectngulos.

    En el primer tramo, se documentaron 23 sitios, entre geoglifos, paskanas,

    sealizadores de ruta, estructuras ceremoniales, tumbas y lugares de extraccin

    de materiales. Cabe notar que algunos de los geoglifos haban sido publicados por

    Briones y Castelln (2005), aunque no hacen mencin de los sitios restantes. En

    el segundo tramo, slo fue relevado un (1) sitio: una explotacin minera. Vale la

    pena advertir que este registro debe entenderse como una lnea de base de los

    sitios asociados a la va y que, debido a factores que incluyen la intensidad de la

    prospeccin y las condiciones de la matriz en que se encuentran los sitios, es muy

    posible que existan ms que los que aqu se presentan. La distribucin de los

    sitios en relacin a la huella se muestra en la Figura 13: en verde, los sitios con

    Geoglifos; blanco, los sitios de estructuras; y, rojo, los sitios de carcter extractivo.

    41

  • Figu

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    42

  • . Como se ha explicado en los captulos anteriores, el trabajo sobre e