Me vine con una maleta de cartón y madera.

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Versión digital del libro de la antropóloga holandesa Geertje van Os, sobre la historia emigrante española en el sur de Holanda.

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JUNTA DE EXTREMADURAConsejería de Cultura y Turismo

MUSEO DE CÁCERES

GEERTJE VAN OS

ME VINE CON UNA MALETADE CARTÓN Y DE MADERA

EMIGRANTES ESPAÑOLESEN EL SURESTE DE HOLANDA 1961-2006

Traducido por Johan Pouwels

Maletas de cartón, 1964. (PCA)

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JUNTA DE EXTREMADURAConsejería de Cultura y TurismoMUSEO DE CÁCERES

© 2009 Museo de Cáceres© 2009 Geertje van Os

Me vine con una maleta de cartón y de madera. Emigrantes españoles en el sureste de holanda 1961-2006, es una traducción delholandés al español del libro Ik kwam met een koffer van karton. Spanjaarden in Zuidoost-Brabant 1961-2006, editorial Het Veerhuis,Alphen aan de Maas, 2006.

TraducciónJohan Pouwels

PortadaRaquel Rodrigo Iglesias

IlustracionesCollección Gerrit Nijhof (CGN)Guía del Emigrante en Holanda (Madrid, 1971) (GEH)Industrieel Erfgoedhuis Helmond (IEH)Colecciones Privadas (CP), parcialmente de www.emigracioneindhoven.dse.nlPhilips Company Archives (PCA)Regionaal Historisch Centrum Eindhoven (RHCe)

Sobre la autoraGeertje van Os (1964) es doctora en Antropología por la Universidad de Amsterdam y realizó investigaciones en el Valle del Jerte enlos años noventa. Desde entonces no ha dejado de visitar Extremadura, que sigue ejerciendo una gran atracción sobre ella.

Sobre el traductorJohan Pouwels (1947) estudió español en la Universidad de Nimega, es profesor español y traductor jurado. Natural de Eindhoven.Ya desde joven mantiene amistades con los emigrantes españoles. Forma parte de la directiva de varias asociaciones culturalesespañolas en Holanda.

AgradecimientosA Miguel Angel Luengo Tarrero por su asesoramiento y ayuda en la recopilación de materiales y en la traducción.A Fuensanta Guerra Retamosa por la última revisión de los textos.

I.S.B.N.: 978-84-9852-200-6Depósito Legal: CC-000-2009Imprime: Gráficas Hache. Cáceres

‘Cuando llegó un grupo nuevo a veces les vimos entrar vestidos en trapos. Entonces pensé: ¡hostia, que pobrecillo eres! Me dolíamucho de verdad. ¡Y las maletas que llevaban! ¡Estaban atadas con cuerdas para que no se descuajeringaran!’

(Peter Weerts, cocinero en la residencia El Pinar de 1972 a 1976.)

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memorias 10

GEERTJE VAN OS

ME VINE CON UNA MALETADE CARTÓN Y DE MADERA

EMIGRANTES ESPAÑOLESEN EL SURESTE DE HOLANDA 1961-2006

Traducido por Johan Pouwels

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Cuando pensamos en el Patrimonio Cultural de Extremadura, hoy es evi-dente, y cada vez lo será más, que dentro de él incluimos un número crecien-te de manifestaciones que no tienen necesariamente un soporte material, oen las que lo material es solamente uno de los factores que intervienen, ynormalmente no el más importante; esto es lo que llamamos el Patrimoniointangible. El multicolor traje de Jarramplas, con esa extraña máscara degrotesca expresión adornada con cuernos y su crin de caballo, su tambor depiel de saco y la correspondiente coraza de fibra de vidrio que necesariamen-te debe llevar la persona elegida bajo el traje, todo eso es una expresiónmaterial de nuestra cultura, forma parte de nuestro Patrimonio Etnológico,pero lo es y forma parte de él en tanto que parte interviniente de una fiesta,la de San Sebastián, en un lugar concreto, Piornal; esa fiesta es lo que real-mente pertenece a nuestro Patrimonio cultural, pero es intangible, porque deella forman parte aspectos inmateriales, como la organización ideológica ysocial que la hace posible, los diferentes rituales que la integran, el desarrollode la celebración durante los días del festejo, las entradas y salidas de Ja-rramplas, las coplas que le cantan, etc.

Del mismo modo, hay que señalar que no sólo en Extremadura, sinoallí donde hay un número significativo de extremeños viviendo cerca unos deotros, interactuando en la sociedad y dejando huella de sí mismos, puededecirse que se está generando un Patrimonio cultural que nos pertenece alos extremeños, si es que la cultura puede pertenecer a alguien. Allí dondelos extremeños emigraron hace treinta o cuarenta años, donde se asentarony han creado familias que siguen viviendo allí, o que en parte regresaron aExtremadura, pero que dejaron allí parte de su ser, allí existe Extremadura,allí hay una parte de nuestro Patrimonio cultural intangible –o no- que esnecesario preservar, y qué mejor manera de preservarlo para las generacio-nes futuras que con la documentación y la investigación, para que no sepierda la memoria de los cientos de miles de paisanos que tuvieron que salirde nuestra tierra para ganarse la vida fuera, incluso sin haber podido regre-sar muchos de ellos.

El libro que presentamos ejemplifica a la perfección lo que decimos; setrata de un profundo y exhaustivo trabajo de investigación sobre la experien-cia vital y cultural de los extremeños, y no sólo extremeños, sino también deotros españoles, que tuvieron que marchar a Holanda en los años sesenta ysetenta del siglo pasado. Lo debemos al trabajo de una excelente antropólo-ga holandesa, Geertje van Os, que –como puede percibirse a lo largo de laspáginas- se acercó a este mundo de los extremeños inicialmente de unamanera desapasionada, científica, a la manera etic, que dicen los antropólo-

Prólogo

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gos, pero que poco a poco fue siendo ganada por la manera de ser denuestros paisanos, conociendo sus valores, costumbres, sentimientos y an-helos y poco a poco fue creando una relación de amistad y afecto con Extre-madura y sus gentes de aquí y de allí que ha perdurado más allá de lafinalización de su estudio. Esta nueva perspectiva emic le ha hecho valoraracertadamente aquello que es fundamental para nosotros, sin hacerle perderel necesario rigor y objetividad de su ciencia.

Y es que, a lo largo de los capítulos del libro, van desfilando antenosotros historias de personas de carne y hueso, que tienen sus aspiracionesy sus miedos, sus frustraciones y sus deseos, sus principios y sus valores, ysiempre su orgullo de ser extremeños y españoles sin que ello les impidaestar profundamente agradecidos a un país, Holanda, que les dio la oportu-nidad de vivir y desarrollar su proyecto vital en unos momentos en que paramuchas personas esto no era posible en el campo extremeño.

Afortunadamente, hoy la historia es muy diferente y Extremadura yatiene las condiciones no sólo para que nuestra gente no tenga que abando-narla en masa simplemente para poder vivir, sino que en muchos casos escapaz de acoger a los que vuelven, aquellos emigrantes de la maleta decartón y madera que hoy, ya abuelos, quieren vivir su merecida jubilación ennuestra tierra o a caballo entre Holanda y Extremadura, porque siemprevivieron en aquélla, pero tuvieron a ésta en sus corazones. Incluso tenemosla fortuna de contar entre nosotros con un número creciente de inmigrantesde otros países que han encontrado en la región extremeña su propia «Ho-landa» y se están asentando para construir su vida y sus hogares en nuestratierra; ojalá que fructifique esta nueva semilla, señal de que los tiempos hancambiado, y de que la savia extremeña se enriquece cada día del mismomodo que nosotros contribuimos en su momento al progreso del resto deEspaña y de Europa.

Creemos que la aportación del Museo de Cáceres a la conservación ydifusión del Patrimonio cultural extremeño se amplía y enriquece con estetítulo, décimo de su serie Memorias que viene a rendir homenaje a estosextremeños de la llamada «tercera provincia», esa de la diáspora, pero quesiempre está tan cerca de nosotros.

Leonor Flores RabazoConsejera de Cultura y Turismo de la Junta de Extremadura

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Introducción

Sin duda, una de las enormes ventajas que tiene nuestro mundo globaliza-do del siglo XXI, es la existencia de una red de alcance mundial que pone anuestra disposición información detallada en tiempo real y accesible desdecualquier punto del planeta. Esta red, que para la mayoría de nosotros nopasaba de ser un sueño hace treinta años, hoy es una magnífica realidad queha terminado por borrar fronteras y distancias abriendo unas autopistas de lainformación en las que a menudo se lleva uno interesantísimas sorpresas.Esto es lo que me sucedió a mí cuando, buscando referencias a emigrantesextremeños, topé con una página web denominada http://www.emigracioneindhoven.dse.nl, creada y gestionada por Miguel ÁngelLuengo Tarrero, el emigrante extremeño más entusiasta de su tierra que yohe conocido, y creo poder decir que conozco a bastantes emigrantes extre-meños a cuál más enamorado de la región en que nació.

Entre los muchos contenidos de interés de la web de Miguel Ángel,encontré la referencia de un libro publicado en 2006 por la antropóloga ho-landesa Geertje van Os, cuyo título, Ik kwam met een koffer van karton,llamó mi atención desde el principio1, y por supuesto despertó mi deseo deleerlo y conocer en profundidad las historias de los miles de españoles –extremeños en una gran parte- que desde los años sesenta del siglo pasadoabandonaron nuestro país para ganar en el sur de Holanda una vida mejor yun futuro para sí y para sus hijos. Mi interés no viene dado sólo por puracuriosidad humana, sino que la emigración siempre ha sido de capital impor-tancia en mi preocupación científica hasta el punto de haberle dedicado va-rios estudios publicados hace ya unos cuantos años2.

1 Os, Geertje van (2006): Ik kwam met een koffer van karton. Spanjaarden in Zuidoost-Brabant 1961-2006, Alphen aan de Maas: Het Veerhuis; véase también Os, Geertje van (2003): «Spanje draag ik inmijn hart. Philips haalde veertig jaar geleden Spanjaarden naar Eindhoven», Eindhovens Dagblad, 11-2-2003; Os, Geertje Van: (2003): «Ik kwam met een koffer van karton. Spaanse arbeiders bij Philips inEindhoven», Brabants Heem. Tijdschrift voor archeologie, geschiedenis en volkskunde 55 (2) 45-56; Os,Geertje van y Luengo Barrero, Miguel Ángel (2003): «Con Extremadura en el corazón», Diario Hoy, 8-2-2003; Os, Geertje van y Luengo Tarrero, Miguel Ángel (2003): «Extremeños en la Philips», Carta deEspaña, 583, 14-16.2 Véanse Valadés Sierra, Juan Manuel (1992): Extremadura, tres. Integración y afirmación étnica en lacomunidad extremeña de Leganés, Mérida: Asamblea de Extremadura y Consejería de Emigración yAcción Social; Valadés Sierra, Juan Manuel (1993): «De la dehesa al andamio. La emigración de lospastores», en Trashumancia y cultura pastoril en Extremadura, Mérida: Asamblea de Extremadura, 291-308; Valadés Sierra, Juan Manuel (1994): Encuesta sobre la situación socio-económica y tendencia alretorno de los emigrados extremeños residentes en otras Autonomías españolas, Mérida: Consejería deBienestar Social; Valadés Sierra, Juan Manuel (1994): «Antropología de las migraciones», Revista deDialectología y Tradiciones Populares, XLIX (2), 223-273; Valadés Sierra, Juan Manuel (1995): «El vinode nuestra tierra. La tendencia al consumo de vinos y otros productos regionales entre los emigradosextremeños», en XVI Jornadas de Viticultura y Enología de Tierra de Barros, Almendralejo: EscuelasUniversitarias Santa Ana, II, 621-628; Valadés Sierra, Juan Manuel (1995): «El ritual y la construcciónde la etnicidad en una comunidad de emigrados extremeños», Alcántara, 35, 39-61; Valadés Sierra,Juan Manuel (1996): «La tierra tira. Una aportación al conocimiento de los vínculos de los emigradosextremeños con sus pueblos de origen», Revista de Estudios Extremeños, LII. I, 165-197; Valadés

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A decir verdad, ese interés tiene que ver con mi propio desarrollo vital,pues soy un extremeño hijo de la emigración que ahora se ve en la situaciónde retornado o quizá más bien re-emigrado al origen. Cuando tenía cincoaños, mi familia se trasladó a Madrid para iniciar una nueva vida; mi padre,maestro nacional, obtuvo el traslado a la capital para garantizarnos una edu-cación universitaria y una vivienda en propiedad que por aquel entonces eraun bien escaso en Badajoz, nuestra ciudad natal. El lugar en que se desarro-lló esta experiencia, Leganés, forma parte del cinturón industrial de Madrid,y tal como le sucedió a la pequeña ciudad de Eindhoven unas décadas antes,en pocos años multiplicó su población con la llegada de miles de castellano-manchegos, extremeños y andaluces; allí se desarrolló mi infancia y juven-tud, y cuando tuve que escoger un tema de investigación tras licenciarme enGeografía e Historia, tuve claro que quería conocer y difundir la experienciavital de aquellos millares de extremeños que residían en Leganés, hastaconstituir en aquella época el 10 % de la población, y que habían llegado aformar una verdadera comunidad en el sentido antropológico del términocon sus propios ámbitos de sociabilidad, sus símbolos grupales y hasta sufiesta en honor a la Virgen de Guadalupe. Andando los años, se me brindó laoportunidad de llevar a cabo el anhelo de todo emigrante (yo siempre mesentí como tal aunque no fuera más que un hijo de la emigración), es decir,regresar a mi tierra. Me vine a trabajar a Cáceres trayendo ya a mi propiafamilia en un retorno que en realidad no fue otra cosa que otra emigración,puesto que Cáceres era para mí una ciudad tan extraña como cualquier otrasalvo por su pertenencia a la misma Comunidad Autónoma que Badajoz;convertí en emigrantes a mi esposa e hijos, y puede decirse que la historiavolvió a comenzar, pero al revés.

Con esa experiencia y esos intereses científicos, ¿cómo no iba a tenerun enorme deseo de leer el trabajo de Geertje y, a ser posible, hacer posibleque otros españoles lo pudieran leer en nuestra lengua? Gracias también aMiguel Ángel pude entrar en contacto con ella y conocerla personalmentecon motivo de su estancia en Cáceres en febrero de 2008 para participar ennuestro Ciclo de conferencias con una memorable charla sobre la viudez y elluto en el pueblo cacereño de El Torno, tema de su tesis doctoral3. Su exce-

Sierra, Juan Manuel (1996): «Los extremeños de la diáspora tras el cambio de milenio», en García,Romano (ed.), Programar la esperanza. El método prospectivo en los estudios sobre Extremadura,Mérida: Editora Regional, 141-151; Valadés Sierra, Juan Manuel (1997): «Los estudios sobre la emigra-ción extremeña (1962-1996)», Revista de Extremadura, 22, 3-22, Valadés Sierra, Juan Manuel (1997):«Emigrantes y no emigrantes. La construcción de una alteridad», Anales del Museo Nacional de Antro-pología, IV, 105-124, etc.3 Os, Geertje van (1997). De vrouwen van de doden. Betekenis en beleving van het weduwschap inExtremadura (Spanje), Amsterdam: Universiteit van Ámsterdam.

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lente disponibilidad para colaborar, su detallado conocimiento de la coloniaextremeña de Eindhoven y, por qué no decirlo, el amor a España que setrasluce en su conversación y que trata de transmitir a sus allegados, medeterminó aún más a encargar la traducción al castellano de su libro, que hoyes una feliz realidad, con su título españolizado Me vine con una maleta decartón y madera, que el lector tiene en las manos gracias al ímprobo trabajono sólo de Geertje, sino también de Miguel Ángel Luengo y del traductorJohan Pouwels. De Johan es preciso señalar su españolidad vocacional, puesno es corriente que un holandés sin más vínculos iniciales con España lleguea especializarse en nuestra cultura e imbuirse de ella hasta convertirla en suprofesión; en todo ello tiene que ver su cariño a España ganado a través denuestros compatriotas residentes en Holanda, sin ese cariño hubiera sidoimposible que se lanzase a la aventura de esta traducción y que además lohiciese de modo tan generoso y profesional.

La lectura, por fin, de sus páginas, me ha descubierto un mundo queya había intuido ojeando y hojeando la edición holandesa, viendo sus foto-grafías y leyendo las historias de la página web de Miguel Ángel. Y ha resul-tado ser un mundo muy conocido para mí, porque se parece tanto al mundode «mis» emigrantes extremeños en Leganés como puede parecerse un ex-tremeño a otro extremeño; las diferencias que puede haber entre unas yotras historias se deben particularmente a la cuestión del idioma, que en elcaso holandés fue siempre y sigue siendo barrera infranqueable que ha difi-cultado la integración de muchos emigrantes y que ahora se erige comoobstáculo incluso en la relación entre éstos y sus nietos holandeses, la terce-ra generación. Es cierto que los extremeños de Leganés no tuvieron eseproblema, pero tuvieron que enfrentarse con sus escasas fuerzas a otrasdificultades mejor resueltas en el caso de Brabante, como la vivienda, lasvacaciones pagadas o el pluriempleo y las horas extras casi obligados enLeganés no ya para ganar y ahorrar más dinero, sino para llegar a fin de mes.

Como en Leganés, los extremeños de Eindhoven, Helmond y otrasciudades se vieron solos, sin la red de asistencia y apoyo mutuo que lafamilia les daba en su origen; igual que ellos, buscaron a gente de sus pue-blos para tenerlas como vecinas, trataron de mantener el contacto con Extre-madura, la cual visitaban una vez al año siempre que podían (en esto no haygrandes diferencias, porque 300 kilómetros en la España de los años sesentay setenta eran más largos que 2.000 de ahora), trabajaron todo lo que pu-dieron para sacar adelante a las familias y poder dar estudios a los hijos para«que no pasaran por lo mismo que ellos», se asociaron con otros extreme-ños para alimentar la nostalgia, pero también para crear las redes de apoyo

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y relaciones que necesitaban, soñaron siempre con el regreso, que sólo algu-nos llegaron a realizar, trataron de comer patatera y beber vino de pitarralejos de su tierra, llegaron a preguntarse si realmente había valido la penatanto sacrificio, y finalmente la mayoría o una gran parte se quedó a vivirfuera de Extremadura porque les ataban los hijos y los nietos, pero eso sí, asu muerte, prácticamente todos quisieron descansar en su amada tierra ex-tremeña. En cuanto a los hijos, tanto los de Leganés como los de Eindhovense convirtieron en seres extraños, con una doble identidad que les llevaba aser tratados como forasteros, o a sentirse como tales, tanto en sus ciudadesde residencia como en el lejano pueblo de los padres, y con los años, losmenos optaron (optamos) por volver a Extremadura, donde también sufrie-ron para adaptarse, mientras la mayoría construía su vida y su hogar en laciudad.

Como muy bien señala Geertje, para casi todos los emigrantes españo-les su partida hacia Brabante fue el punto decisivo en su historia personal, unantes y un después en su vida que condicionaría el resto de su existencia y lade sus familias. Los españoles, con su trabajo, contribuyeron de maneraimportante al crecimiento y prosperidad de ciudades industriales como Eind-hoven y Helmond, y con su ausencia obligada también cambiaron el rumbode la historia en Extremadura; lo mismo sucede con su regreso, que havenido a ser un factor importante de desarrollo en muchos pueblos de laregión. Estos trabajadores, que vivían en Holanda y soñaban con España,fueron los primeros obreros de la Europa meridional en el sureste de Braban-te y también fueron, durante mucho tiempo, el mayor grupo de foráneos enaquella sociedad. En efecto, sólo por esta circunstancia, el patrimonio cultu-ral que han generado y transmitido a las siguientes generaciones debe prote-gerse y conservarse a través de la documentación e investigación, de la queeste libro es un excelente ejemplo. Su memoria no debe perderse ni enHolanda ni tampoco en Extremadura.

Esta es la historia de una parte fundamental de Extremadura; la mayo-ría de los estudios coinciden en señalar que, sin la emigración, nuestra regiónhoy podría tener el doble de su población actual. Esto quiere decir que haytantos extremeños y descendientes de ellos fuera de la Comunidad comodentro de ella; por ello, no debe verse a los emigrados como una especie defugitivos que abandonaron el barco cuando éste iba a la deriva, sino como unmiembro esencial del cuerpo de la región que fue terriblemente mutilado enun momento en que las condiciones de vida del campo extremeño no hacíanposible su permanencia y que, además, al ausentarse en tan gran número denuestro suelo, en cierta manera facilitó la permanencia de los demás, por

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rebajar la presión demográfica y el desempleo que de otro modo hubieranllegado a límites insostenibles. Con su sacrificio, estos emigrantes no sólo seayudaron a sí mismos y a sus familias, sino también a la permanencia deExtremadura en el trance del peor momento de su historia reciente.

Así mismo, es preciso –yo diría indispensable- que en la memoria co-lectiva de Extremadura, y del resto de España, permanezca indeleble el re-cuerdo de esta experiencia que afectó a millones de españoles, y que no estátan lejana en el tiempo como para que se cierna sobre ella el velo del olvidoque a veces parece que se quiere echar. España –y Extremadura sobre todo-ha sido no hace mucho una tierra que ha expulsado a su población por faltade oportunidades, millones de españoles han tenido que salir de su tierrapara ganarse el pan, y eso no puede ni debe borrarlo la prosperidad –tal vezmás aparente que real a la vista de la situación actual- de las últimas décadasque ha propiciado la llegada de miles de extranjeros a nuestro país en buscadel mismo futuro mejor que buscaron nuestros padres y abuelos. Que no senos olvide.

Juan M. Valadés SierraDirector del Museo de Cáceres

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Ya llevo muchos años visitando Extremadura con mucho agrado. En casitodos los pueblos o ciudades, adonde voy, me encuentro con gente que medice: ‘Mi padre era emigrante y trabajó varios años en Holanda.’ Cuandoles pregunto por más detalles muchas veces no saben contar más; inclusoentre familiares cercanos, hay poco conocimiento sobre la vida que elpadre llevaba en Holanda. ¿En qué empresa trabajaba y qué hacíaexactamente? ¿En qué región o ciudad vivía? ¿Cómo era su entorno y enqué tipo de casa vivía? ¿Cómo era su relación con los holandeses?¿Aprendió el idioma? ¿Qué comía, cómo dormía y qué hacía en su tiempolibre? ¿Cómo se sentía, se ponía enfermo muchas veces y tenía muchanostalgia? Los años de la emigración a menudo están rodeados deincógnitas. Las familias echaban de menos al padre y pensaban, sobretodo, en su vuelta a casa, pensaban en las vacaciones o en el momentoen que habría ganado suficiente para regresar a casa para siempre.

En este libro quiero mostrar cómo fueron los años de la emigración,cómo era la vida diaria de los obreros españoles en Holanda. Unos hanvuelto para siempre al cabo de unos años, otros han hecho venir a sufamilia y siguen viviendo en Holanda. Otros han vuelto a España despuésde jubilarse pero tienen hijos y nietos que todavía viven en Holanda.Incluso para los que sólo han vivido en Holanda unos años y que quizáshan hablado muy poco sobre este período, la emigración fue unacontecimiento con consecuencias muy drásticas tanto para su propia vidacomo para la de sus seres queridos. Muchísimas personas de Extremaduratienen, de una u otra forma, un vínculo con Holanda debido a la emigraciónen los años sesenta, en los que la empresa de Philips contrató a muchosobreros en la provincia de Cáceres.

Para este libro he hecho investigaciones en Eindhoven y susalrededores o sea la región sureste de Brabante. La provincia de Brabantees conocida en Holanda como una región agradable donde viven personasamables, que saben vivir bien la vida. Aquí se encontraban las fábricas dePhilips donde trabajaban miles de personas. Cuando el mercado laboral enEindhoven y sus alrededores estaba agotado completamente Frits Philips,que era en aquellos tiempos el presidente del grupo de empresas Philips,decidió en persona contratar mano de obra en España. Los primerosgrupos de emigrantes venían del norte de Extremadura. Nadie podía

Introducción

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imaginarse entonces que, con la llegada de aquellos hombres, no sólo sesolucionaría el problema de la falta de mano de obra sino que también secrearía un pueblo nuevo: una colonia española en el sureste de Brabante,que ya lleva escribiendo su historia más de 45 años.

Aprovecho esta oportunidad para agradecer a todos la información,la cooperación y los materiales que me han ofrecido.

Geertje van OsEmmen, mayo de 2009

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Índice

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Me vine con una maletade cartón y de madera,dejando atrás a mi tierra,al olivo y a la higuera.

En mi maleta traíael pantalón negro de pana,la muda y la camisa blancay una bufanda de lana.

Los años fueron pasandoy en esta tierra arraiguéaunque siga pensandoque un día regresaré.

Aquí mis hijos crecieronlejos del pueblo y la sierraaquí mis nietos nacierony no en la querida tierra.

Treinta años pasarondesde que el tren me alejóy ya no soy aquel jovenque de su tierra marchó.

Y aunque contento y feliz,sigo teniendo una pena:pués mi maleta perdí,de cartón y de madera

donde guardaba la mudaaquella bufanda de lana,tambíen mi camisa blancay el pantalón negro de pana.

INTERMEZZO

Algo más que un sentimiento

Algo más que un sentimiento es un poema de Miguel Angel Luengo Tarrero, nacido en 1962 en Gargantala Olla, y viviendo en Eindhoven desde 1976. El poema es un homenaje a su padre y todos los demáspadres, que hicieron su maleta en los años sesenta para ir a trabajar en el Sureste de la provincia Brabante.El título de este libro fue tomado de la primera linea de este poema.

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Falta de mano de obra en Holanda

Hasta el final de los años cincuenta del siglopasado las personas que salieron de Holanda supe-raron en número a las que se establecieron en elpaís. Casi medio millón de habitantes se arriesgaronen una gran travesía a países como Canadá, Austra-lia y Nueva Zelanda, dejando atrás un país que toda-vía no había superado las consecuencias de la se-gunda guerra mundial. Cuando Holanda empezaba arecuperarse de la devastadora contienda, la falta demano de obra era el mayor problema al que se en-frentaban la industria y el comercio. También influyóel hecho de que, en los años sesenta, las autorida-des bajaron la edad de jubilación y redujeron el ho-

1. TEMPOREROS ESPAÑOLES

rario de trabajo. Además existía la opinión generalde que las mujeres no debían trabajar fuera de casa.1

La industria y el comercio, en cooperación conlas autoridades, decidieron buscar mano de obra enlos países mediterráneos. Eran países con alto nivelde paro y un grado inferior de expansión económica.En 1949 Holanda ya firmó el primer tratado de con-tratación con Italia y empezaron a emplear a italia-nos en las minas de carbón de la provincia de Lim-burgo, en el sur de Holanda. En 1955 otras grandesempresas en el campo de metalurgia, construcciónnaval e industria textil decidieron seguir este ejem-plo. En 1960 Holanda e Italia llegaron a un acuerdobásico, en cuanto al tema de contratación temporal

1 Praamsma 2003; Stekelenburg 2000.

Bienvenido con Frits Philips. (PCA)

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de obreros, que seguiría siendo el modelo para mu-chos nuevos tratados.2

En abril de 1961 los gobiernos de Holanda yEspaña firmaron un convenio de contratación y lasempresas holandesas obtuvieron permiso para con-tratar personal temporal en España.

Las empresas establecidas en la conurbaciónde ciudades en el oeste de Holanda, que necesita-ban urgentemente mano de obra, fueron las prime-ras en aprovechar esta oportunidad. Empresas si-tuadas en la provincia de Brabante empezaron tam-bién a contratar personal en España, como solucióntemporal para la falta de mano de obra en su propiaregión.3 Desde que la empresa Philips optó tambiénpor esta solución y empezó a contratar mano de obraen España, el número de emigrantes españoles quepartió con destino al Sureste de la provincia de Bra-bante fue aumentando muy rápidamente. La empre-sa Philips abordó este asunto de manera acertada ya gran escala de modo que, en un abrir y cerrar deojos, grupos de españoles, cada vez más numero-sos, iban apareciendo en el paisaje de Brabante.

En 1959, el gobierno español dio luz verde alPlan de Estabilización Nacional, que daba el derechoa los españoles a emigrar libremente por todo el te-rritorio español y al extranjero. Debido al enormedesempleo, los sueldos bajos, y la pésima industria-lización de algunas regiones españolas, el gobiernode Madrid, temiendo inquietudes políticas y socio-económicas, estimuló la emigración por medio delPlan de Estabilización Nacional.

La empresa Philips en busca de personalde producción para sus fábricas

La historia reciente del Sureste de Brabante secaracteriza por la migración. La llegada de la empre-sa Philips convirtió la ciudad de Eindhoven en unaespecie de “boomtown”, una ciudad con mucha atrac-ción económica, que creció rápidamente en muy pocotiempo. Vino gente de todas partes para trabajar enlas fábricas de Philips.

En 1891 el Sr. Gerard Philips adquirió una anti-gua tejeduría desocupada, situada junto al canal es-trecho de la ciudad de entonces, llamada “La Forta-leza”, para fundar una fábrica de bombillas. Eindho-ven era una ciudad con 4.500 habitantes en el sub-desarrollado sur de Holanda. En la provincia católicade Brabante, fabricantes, latifundistas y clérigos te-nían mucho poder. Las relaciones sociales eran feu-dales, los sueldos bajos y la agricultura estaba lan-guideciendo. Aquí había una reserva casi inagotablede obreros de fábrica, que eran fieles al poder, tra-bajaban mucho y tenían muchos hijos. Una ventajaadicional era que el movimiento obrero y sindicalapenas se había desarrollado en esta región.4 Cuatroaños después, su hermano Anton se incorporó alservicio de la fábrica Philips como vendedor. En 1899llegó a ser co-socio y más tarde presidente de laSociedad Anónima Philips.5

La fábrica de bombillas tuvo mucho éxito in-ternacional y la empresa iba creciendo a gran veloci-dad, debido también a la producción de aparatos deradio que se inició más tarde. Pronto la oferta depersonal disponible en el mercado laboral fue insufi-ciente. En los años veinte y treinta del siglo pasadomuchas familias de las zonas más pobres de la pro-

2 Tinnemans 1994: 17-33.3 Stads y otros autores 2004: 32-33. Véase tambíen Cottaar 1998; Horst 2005.4 Metze 2004: 48-49.5 Heerding 1986: 49-52.

Pasaporte (CP)

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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vincia de Drenthe, situada en el este de Holanda,que trabajaban en la producción de turba, vinieron aEindhoven; como consecuencia de la disminución enla demanda de turba, había poco trabajo en la pro-vincia de Drenthe y muchos obreros recurrieron a losproyectos de mediación de trabajo. Cientos de fami-lias de Drenthe se mudaron a Eindhoven donde Phi-lips hizo construir en un tiempo record un barrio nue-vo, sólo para ellas, llamado “Pueblo de Drenthe”. Mástarde Philips empezó a utilizar obreros belgas, quetodos los días y en transportes adaptados, venían atrabajar a Eindhoven y al final de la jornada volvían aBélgica, el país vecino.

Setenta años después de la fundación de lafábrica de bombillas, la empresa Philips se había con-vertido en un grupo mundial de empresas y Eindho-ven en una ciudad de gran importancia para la in-dustria eléctrica. En 1961 Frits Philips, el hijo de An-ton Philips, fue nombrado director general de la em-presa. Precisamente en aquella época la empresa seencontraba en una fase de crecimiento impetuosoporque la televisión, como medio de comunicación,empezó a entrar en todos los cuartos de estar. Alprincipio los aparatos eran en blanco y negro, pero apartir de la segunda mitad de los años sesenta, llególa televisión en color. La máquina de afeitar, la bati-dora, la radio portátil y, más tarde, las cintas de ca-sete también tuvieron un éxito sensacional.6 En Ein-dhoven y alrededores se podía encontrar personalsuficiente para producir todos estos aparatos muydeseados y demandados por la nueva y crecientesociedad consumista.

Había una gran falta de “obreros de produc-ción”, como fueron llamados los obreros no cualifica-dos en la jerga de Philips. En un informe de la Ofici-na General de Empresa se puede leer : “Desde elpunto de vista social Eindhoven está convirtiéndosedel centro de mano de obra barata de antes, en unaciudad donde las personas no cualificadas van for-mando, cada día más, el residuo de la población...Según el último pronóstico del Departamento deAsuntos Sociales, fechado el 18 de julio de 1962, enlos próximos cuatro años habrá que contar con unretroceso adicional de 2000 obreros de producción(aproximadamente el 15 por ciento de nuestra ocu-pación actual). Entre ellos hay unos 1.400 belgas.”7

A causa de la industrialización en el Norte deBélgica y el aumento del número de sucursales dePhilips en ese país, el número de obreros belgas enEindhoven disminuyó considerablemente. Se apor-taron varias soluciones: contratación de extranjeros,aumento de los sueldos, construcción de casas, des-centralización adicional de las fábricas de Philips ytraslado de algunos departamentos. Sin embargo,todas estas soluciones tenían sus inconvenientes.

El Sr. Frits Philips decide

En el mes de octubre de 1960 los directores dela empresa Philips hablaron sobre el empleo de tra-bajadores italianos, pero el Departamento de Asun-tos Sociales les convenció de que esta medida ten-dría demasiados inconvenientes.8 Dos años después,el asunto de la situación del personal en Eindhovenfiguró otra vez en en el orden del día de la reuniónde los directivos. En el acta de esta reunión constaque había muy pocas posibilidades de mejorar lascondiciones laborales y que la construcción de vi-viendas para los obreros sería la mejor solución, perotambién la más difícil. En cuanto al tema de la con-tratación de extranjeros, se comentó lo siguiente:

6 Brand 2005. Véase tambíen Bekooy 1991.7 Philips Company Archives (PCA), 144.81.8 PCA 624.5.

Benito con 15 florines de su primersueldo, guardado por más de 40 años.

Middelbeers, junio 2005. (CP)

Temporeros españoles

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“Asunto de extranjeros (españoles, italianos). El De-partamento de Asuntos Sociales no es partidario de-bido a las enormes dificultades que trae consigo (pro-blemas de lengua, el tema del alojamiento, muchomovimiento del personal). Sin embargo, debido a lasituación específica, el Sr. Philips ha decidido que 200españoles serán contratados para trabajar en Eind-hoven. Esto nos ofrece la posibilidad de adquirir ex-periencia propia con esta mano de obra extranjera.”9

España e Italia eran los únicos países con losque existían acuerdos de contratación en aquellaépoca. Otras empresas tenían buenas experienciascon los españoles mientras que los italianos, bastan-te a menudo tenían mala prensa, por ejemplo pormotivo de los disturbios que ocasionaron en el distri-to de Twente, en el este de Holanda, en el mes deseptiembre de 1961.10 Además la empresa Philips yatenía un número bastante grande de sucursales enEspaña, mayor que en Italia. Contrariamente a lasituación en las fábricas de Italia, casi todas las fá-bricas en España estaban dirigidas por Holandeses.11

La empresa Philips, pues, ya tenía bastante expe-riencia con obreros españoles. Philips también teníasucursales en América Central y América del Sur,adonde solían enviar a personal holandés por unosaños. En el ámbito de las actividades de Philips enAmérica del Sur, personas hispanohablantes veníantambién a Eindhoven con mucha frecuencia. Por ellohabía muchos empleados dentro la plantilla de Phi-lips que dominaban el español. Mucho tiempo antesde que los primeros obreros españoles entraran enPhilips la ciudad de Eindhoven, ya tenía alguna rela-ción con España.

Hispanófilos en Eindhoven

En el año1934 se fundó la Asociación Ibero-americana de Eindhoven. Era una asociación culturalde gente y para gente interesada por todo lo quetenía que ver con España y los países de habla his-pana en el mundo. Este hecho tuvo lugar siete añosdespués de que el catedrático C. van Dam ocuparala primera cátedra de Lengua y Literatura Españolaen Utrecht. En 1946 fue invitado a dar una conferen-cia en Eindhoven para la Asociación Iberoamericanasobre el carácter del pueblo español. Lo definió comosuper-individualista, con aversión hacia todo tipo deautoridad, poniéndose en el centro de la creación,con una incompetencia total para cualquier forma deorganización o cooperación, sin distinción de clases,pero con una civilización innata y una noble manerade vivir.12 En caso de que Frits Philips se hubiera de-jado inspirar por la Asociación Iberoamericana paracontratar a miles de españoles en los años sesenta,está claro que esta conferencia no le proporcionó elmotivo para ello.

Resulta pues que el mismísimo Sr. Frits Philipsdesató el nudo gordiano. Ignorando el consejo delDepartamento de Asuntos Sociales, dio orden decompensar la falta de personal reclutando personalen España. ¿Por qué optó por España? Quizá no fuepura casualidad que la situación en España teníamucho en común con la de la provincia de Brabantedonde su tío Gerard, hacía ya muchos años, habíaconstruido la primera fábrica de bombillas. La gentedel campo en España estaba acostumbrada a las re-laciones feudales de poder, a los sueldos bajos y altrabajo duro sin protestar. No era de esperar queobreros de estas regiones plantearan problemas.Aparte de esto, los primeros grupos de emigrantesvinieron de Extremadura, conocida en España comola región menos favorecida de todo el país.

9 PCA 6 Personeelsbeleid / Sociaal beleid (reunión directores de la empresa, 30-8-1962) [Itálica GvO].10 Mak 2000: 143-145.11 Metze 2004: 310-312.12 Eindhovens Dagblad, 2-9-1946, 7.

Imagen del Guía del Emigrante en Holanda, 1971. (GEH)

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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Ya desde el principio muchas personas frecuen-taban las conferencias y las actividades de la Asocia-ción Iberoamericana. Al final de los años sesenta elnúmero de socios aumentó incluso hasta llegar a 600.A la tradicional cena de navidad asistían a menudo200 personas Parte de la junta directiva estaba for-mada por “gente de Philips” y entre los socios habíamuchas personas, que habían sido enviados por Phi-lips a trabajar en sucursales en España o Américadel Sur. Algunos de ellos volvieron a Holanda conuna pareja hispanohablante. En la Asociación Ibero-americana todavía podían catar un poco el ambientedel mundo latino que habían dejado atrás. Tambiénle solicitaron a la Asociación la organización de uncurso de español para sus hijos para que no se olvi-daran de esta lengua. Resultó que hubo muchas per-sonas que se interesaron por este curso. En un abriry cerrar de ojos, las aulas del complejo escolar de lasmonjas en la calle Hemelrijken quedaron pequeñas.13

La Asociación Iberoamericana de Eindhoven celebróen 2004 su setenta aniversario y cuenta ahora conalgo más de 200 socios. Tiene una página web:www.aie-eindhoven.nl.

En 1963, gracias a la mediación de la Asocia-

ción, un guitarrista argentino actuó para los obrerosespañoles de Philips en el campamento residencialde Horst-America. En 1967 se presentó una revistahispano-holandesa en el Centro Cultural Philips. LaTuna de la ciudad de Luz, fundada en 1964 cooperótambién en esta actividad. La revista de 1967 teníacomo tema los contactos entre el número crecientede obreros españoles y los holandeses.

Aparte de las representaciones mencionadasanteriormente, no han existido nunca vínculos estre-chos entre los emigrantes españoles y la Asociaciónporque los ámbitos de interés eran muy diferentes.Tal vez Frits Philips empezó a interesarse parcialmentepor las actividades de la Asociación, debido a la len-gua y cultura española. Optó por obreros españoles,que, a su vez, fueron bien recibidos y se sintieronbienvenidos en Eindhoven, la ciudad donde tantoshispanófilos estaban unidos en una asociación queprosperaba.

Nunca hubo dificultades

Philips no reclutó nunca personal en otros paí-ses mediterráneos. Para limitar los problemas admi-

13 Houben-de Jongh 2004: 8-12.

Contrato de Eugenio Lindo Mena, 1963. (CP)

Temporeros españoles

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nistrativos y prácticos se optó por la contratación enun solo país. 14 Aunque el Departamento de AsuntosSociales tenía bastantes objeciones a la llegada deobreros españoles, pronto se puso de manifiesto quela decisión de Frits Philips benefició a la empresa.

En la memoria anual de 1963 del Departamen-to de Asuntos Personales consta la siguiente frase:“La llegada de 440 obreros españoles fue un aspectonuevo. En general la empresa está muy contenta conlos obreros españoles y su trabajo.”15

En la memoria anual de 1964 figura incluso uncomentario lleno de entusiasmo: “A final de 1964,800 españoles trabajaban en nuestras empresas, 495de ellos en Eindhoven. ... Las experiencias con losespañoles siguen siendo particularmente favorables,no sólo dentro sino también fuera del trabajo. Nohay dificultad alguna con la población. Muchos deellos son invitados a menudo en casa de las familiasholandesas, otros encuentran trabajo adicional en lasfincas en los alrededores de los campamentos resi-denciales. Un 70 % de los obreros españoles ha pro-rrogado su contrato al cabo del primer año.”16

En 1965 sólo en las fábricas de Philips en Eind-hoven ya trabajaban 613 españoles para satisfacciónde todos: “Por supuesto el idioma representa un granobstáculo, pero en lo referente a su diligencia asícomo a su comportamiento, causan buena impre-sión. Sus contactos con la población nunca dan lugara dificultades.”17 Eran personas trabajadoras y de tratoagradable. Exactamente lo que necesitaba Philips.

Huida de la pobreza y de la dictadura

A partir de 1961 miles de emigrantes salieronde España para trabajar en Holanda. Eran sobre todohombres de una edad entre veinte y treinta años,que trabajaban en el campo pero no ganaban casinada. España estaba bajo la dictadura de FranciscoFranco (desde 1939 hasta 1975), donde la libertadindividual fue reducida considerablemente. El paíshabía sido excluido del Plan Marshall, razón por lacual se paralizó la economía. A final de los años cin-cuenta se llevó a cabo un programa de reconversióneconómica, enfocado a la modernización del sector

agrícola, que era el menos favorecido y del cual for-maba parte la mitad de la población. Estas medidas,sin embargo, produjeron el efecto contrario y dieronlugar a un despoblamiento espectacular del campo.

Entre 1970 y 1973 más de siete millones depersonas, o sea, el 20 % de la población española,abandonaron sus pueblos. Más de dos millones depersonas se fueron al norte y centro de Europa.18

Aparte de razones económicas muchos emigrantestambién tenían motivos políticos y usaban la emigra-ción para ir al extranjero. Pero muchos de éstos nun-ca manifestaron sus motivos, ya que esto les podríaacarrear problemas al regresar a España o si necesi-taran aquí papeles de las autoridades españolas.19

Angel Fuentes, un emigrante que regresódefinitivamente a España: “Mi hermano salió en1963 para Holanda; fue uno de los primeros quefueron a trabajar en la Philips. Vivíamos enton-ces en una época de dictadura, mucha pobreza ypoca libertad. Mi hermano me animó a que vi-niera también a Holanda y en enero de 1965 mefui.”

14 PCA 624.5 Personeelsbeleid / Sociaal beleid15 PCA 722.1 Memoria anual 1963.16 PCA 722.1 Memoria anual 1964.17 PCA 722.1 Memoria anual 1965.18 Muñoz Sánchez 2005: 523-530. Véase tambíen Pérez Díaz y Barrientos Alfageme 2005: 23-39.19 Olfers 2004: 25.

Santi y Flores Granado con el autobus en el cual salió supadre, Extremadura 1963. (CP)

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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Después de varias conversaciones con obrerosespañoles de Philips el Sr. Jan Smets declaró el 12 dediciembre de 1964 en el periódico Eindhovens Dag-blad: “No se puede hablar concretamente de refu-giados políticos pero sí se puede decir de las muchasdecenas de españoles, que trabajan en Eindhoven ysus alrededores, que se sintieron incómodos en supaís. Tampoco queda duda alguna de que, sobre todolos jovenes de Extremadura, recaerán en la pobrezacuando regresen a su pueblo. En aquella región sub-desarrollada de España hay tanta necesidad, que loschóferes holandeses, que acaban de recoger “unenvío” de emigrantes, han abierto sus monederospara comprar ropa a los hijos de los hombres quesalieron para Holanda.”20

Contratación

Una vez comunicada la decisión de Frits Phi-lips, se procedió a la acción inmediata y se presentóuna solicitud a las autoridades españoles. Según eltratado de contratación de 1961 el Ministerio Espa-ñol de Asuntos Sociales y Empleo indicaría las regio-nes donde se podía reclutar al personal. La regiónque fue atribuida a Philips era Extremadura.

El Ministerio de Asuntos Sociales y Empleo enMadrid envió la solicitud de Philips a Cáceres capital.Desde allí la solicitud fue distribuida por el sindicatode la época a muchos municipios. Uno de ellos fue elpueblo de Carcaboso, donde vivió José Gutiérrez, de24 años: “Tenían listas de todos los países y te infor-maban de qué país era mejor. La empresa Philips enHolanda ofrecía uno de los mejores contratos. Tearreglaban el viaje, la vivienda y las comidas. Lo queuno ganaba lo podía gastar sin condiciones. Para seradmitido a la inscripción hacía falta que uno tuvierauna conducta irreprochable, una edad mínima de 23años y hubiera realizado el servicio militar. Si se cum-plían estos requisitos se podía ir a Cáceres para unexamen médico.”21

Más tarde procedieron a organizar la contrata-ción directamente desde Madrid, no sólo para Philipssino también para otras empresas extranjeras. Laspersonas que buscaban trabajo en el extranjero de-bían inscribirse en Madrid. El Sr. Albert van Dijken,

periodista de la revista semanal “Philips Koerier”,cuenta sobre el acontecimiento que presenció: “Fuemuy raro. Sólo había unos carteles grandes con losnombres de los países: Holanda, Suiza, Alemania. Lacola de Suiza no avanzaba nada; por eso hubo chi-cos que salieron de la fila y se pusieron en la cola deHolanda. Algunos estaban fumando en la fila y lospolicías que velaban por el orden, les daban un to-que con la porra y les obligaban a apagar los cigarri-llos; así iban las cosas en aquella España. Fue unasensación muy rara.”

Los hombres que se habían presentado fueronsometidos a un reconocimiento médico, efectuadopor médicos españoles, pero la empresa Philips dis-ponía de un Departamento de Servicio Médico einicialmente envió sus propios facultativos a Madridpara ayudar en las contrataciones. Estos médicosholandeses examinaron sobre todo el estado de lospulmones porque el trabajo en las fábricas podríaafectarlos bastante y, además, Philips daba muchaimportancia a la lucha contra la tuberculosis.22 En losaños setenta Philips dejó de enviar asistencia médi-ca y encargó la tarea de contratación exclusivamen-te a los administradores de personal. Toda la prese-lección se hizo en España.

20 Smets 1964: 15.21 Os, Eindhovens Dagblad 2003.22 Os 2003: 46.

Firmar contrato, 1970 (PCA)

Temporeros españoles

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En 1972 el Sr. Gerrit Nijhoff fue nombradojefe del Departamento de Asuntos Españoles ydurante tres años participó en las contratacio-nes: “Los candidatos que se presentaron ya dis-ponían del certificado de buena salud para tra-bajar en Holanda. También tenían una alturadeterminada: los hombres muy bajos quedabanexcluidos, ya que tendrían que trabajar con losbrazos siempre alzados porque las máquinas te-nían una altura fija. Creo que los candidatos de-bían medir como mínimo un metro y sesenta cen-tímetros. Después de terminar las entrevistas nosreunimos con el personal encargado de la orga-nización. Y entonces dijimos que apreciaríamosque viniera tal y tal persona, porque los candida-tos podían aceptar y darnos su palabra inicial-mente pero luego podían reflexionar y echarseatrás. No todos se venían a Holanda inmediata-mente con nosotros.”

El 5 de febrero de 1963 los primeros noventaobreros dejaron el norte de Extremadura para llegara Eindhoven al cabo de tres días de viaje. Llevabanmaletas de cartón y madera, atadas con correas ycuerdas, embaladas cariñosamente en sus lejanospueblos por la madre o la esposa. Entre las camisasy la muda habían metido una foto de la familia, unabotella de vino de sus propias viñas y un chorizo,envuelto en papel impermeable y encima se encon-traba su mejor traje y un sobre con un contrato anual,expedido por la Sociedad Anónima de Fábricas deLámparas Eléctricas Philips.

Debían haber salido para Holanda tres mesesantes, pero su partida fue aplazada porque los cami-nos quedaron inaccesibles a causa del enorme tem-poral de nieve en todo el noroeste de Europa. Sellegó a los 18 grados bajo cero y hubo grandes neva-das. A principios de febrero las condiciones meteo-rológicas habían mejorado algo y los hombres pudie-ron salir de Extremadura.

José Gutiérrez: “En Extremadura no se ga-naba nada. Junto a seis personas más de mi pue-blo me inscribí como candidato para Philips. Era-mos jóvenes y sanos y todos pasamos con buen

resultado el examen médico. Toda la gente delpueblo nos acompañó para despedirse de noso-tros. Era como si pensaran que íbamos a la gue-rra. La despedida fue bastante dura pero luego,cuando ya estábamos de camino, nos pusimosalegres y empezamos a cantar y a tocar las pal-mas. Philips pagó el viaje y nos trataron comoseñoritos. Primero fuimos a Cáceres capital ydesde allí, en tren a Madrid. En aquella época setardaba un día entero en recorrer este trayecto.En Madrid dormimos en el mejor hotel que habíay la mañana siguiente continuamos nuestro via-je. Habían reservado dos vagones con coche res-taurante y todo para nosotros. Francamente, nosabíamos nada de Holanda, sólo que estaba le-jos y que hacía mucho frío por allí. Pasando porIrún y París llegamos a Roosendaal y desde allícontinuamos el viaje en autobuses. ¡Nos ofrecie-ron incluso café en el autobús ! Hacía un frío es-pantoso y había una espesa capa de nieve. Nun-ca en la vida había visto tanta nieve. Fue como sihubieramos aterrizado en otro planeta.”

Tantas iglesias como fábricas

No sólo en Philips sino también en otras em-presas en el Sureste de Brabante contrataron obre-ros españoles. Sobre todo en la industria textil ymetalúrgica en Beek en Donk, Geldrop y Helmond.Además trabajaron muchos españoles en la fábricade cinc en Budel y en la fábrica Friki en Boxmeer.

La fábrica textil de Diddens & van Asten, igualque Philips, obtuvo permiso para reclutar personalen Extremadura. Durante una reunión maratoniana,que duró cuatro horas y media, el comité de empre-sa tomó la decisión, el 17 de junio de 1963, de con-tratar a españoles.23 Hacía falta aumentar urgente-mente la producción para atender el incremento delas ventas y esto sólo era posible si se disponía deuna plantilla suficiente y adecuada. El mercado labo-ral en el sureste de Brabante, sin embargo, era muyreducido en aquellos años. En la misma época, porejemplo, se introdujo también el salario a destajopara aumentar la producción.

Al cabo de un mes el jefe de personal, el Sr. C.Heeren, acompañado del médico de empresa, partiópara España. En Eindhoven subieron a un helicópte-

23 Ruiten Troef. 8 (5), julio 1963.

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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ro que les llevó a Bruselas. Allí tomaron el avión areacción Caravelle que tardó dos horas en llegar aMadrid. Recorrieron el trayecto de 300 kilómetrosentre Madrid y Cáceres en tren, pasando por regio-nes muy áridas y desoladas, “donde el sol ha cha-muscado la tierra.” Los numerosos burritos en el ca-mino les encantaron y se asombraron del retraso tec-nológico, tanto en la industria como en la agricultu-ra. En Cáceres capital conocieron el calor abrasadory un clima tan seco que la orquesta que tocó en unaterraza por la tarde, decidió dejar el piano en la te-rraza, al aire libre, durante la noche. En Holanda esteinstrumento, después de una noche, se habría desfi-nado completamente, incluso con el mejor tiempode verano. También se asombraron de la ropa oscu-ra y las caras arrugadas de gente todavía joven. Conlas frentes perladas de sudor, los dos holandesesestaban inscribiendo a los candidatos, sentados enalguna azotea y en mangas de camisa, mientras és-tos iban de punta en blanco y llevaban traje, corbatay sombrero.24

El Jueves, 5 de septiembre de 1963 los prime-ros 18 obreros extranjeros llegaron a Helmond. Erande Cáceres capital o de los pueblos de los alrededo-res y casi todos estaban casados. Les dieron la bien-venida el director Alfred van Asten y el sacerdotepara los españoles en el sureste de Brabante, el pa-dre Driessen. En sus palabras de bienvenida el padreDriessen llamó la atención sobre el hecho de que enesta región había tantas iglesias como fábricas y quelos españoles eran también muy bienvenidos en lasiglesias.25

La mayor parte de los trabajadores españolesen la ciudad de Helmond no era de Extremadura sinode Andalucía y provenía de un solo pueblo: Alhaurín elGrande, situado al oeste de Málaga. Sólo en Helmondy alrededores trabajaban ya 500 hombres provenien-tes de Alhaurín.26 Trabajaban por ejemplo en la fábri-ca textil de Hatema (la Fábrica Textil de Helmond) enla tintorería y la hilandería. Durante la contratación enAlhaurín el Grande pusieron una serie de diapositivas

24 Ruiten Troef 8 (6), septiembre 1963.25 Ruiten Troef 8 (7), octubre 1963.26 Olfers 2004: 34-35.

El helicóptero en el cual el jefe de personal, el Sr. C.Heeren, voló de Eindhoven a Bruselas, julio 1963. (CP)

Diapositiva del Sr. C. Heeren en el tren de Madrid aCáceres, julio 1963. (CP)

Diapositiva del Sr. C. Heeren de Cáceres capital,julio 1963. (CP)

Temporeros españoles

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Obreros españoles en la tintoría de Hatéma. (IEH) En la tintoría de Hatéma. (IEH)

En la tintoría de Hatéma. (IEH)

para dar a los potenciales candidatos una imagen dela ciudad de Helmond, la fábrica, las pensiones y lasposibilidades de recreo. Cuando pusieron las diaposi-tivas la fábrica Hatéma ya tenía obreros de este pue-blo a su servicio. Fue argumento decisivo para que loscandidatos tomaran su decisión.

Obreros españoles lavando la ropa. (IEH)

Según algunos habría sido mejor no poner laúltima diapositiva para que los emigrantes no supie-ran que muchos de ellos tendrían que lavar sus pro-pias camisas y calzoncillos en Holanda.

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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Pablo Luengo vivía en el pueblo de Garganta laOlla en el norte de Extremadura y descendía de unafamilia torniega muy conocida en muchos pueblosdel norte cacereño, bajo el apodo Los albarderos.Pablo y sus hermanos iban de un pueblo a otro parareparar y hacer albardas de caballos y otros anima-les de carga, que en aquellos años eran muy utiliza-dos en la agricultura. A falta de otro medio de trans-porte, iban casi siempre a pie o con las bestias. Encada pueblo buscaban pensión para alojarse y alqui-laban un local para la albardería.

A principios de los años sesenta el uso de albar-das empezó a decaer. La llegada del coche, el tractor

INTERMEZZO

Un albardero de Extremadura

y los demás medios de transporte trajo como conse-cuencia que los campesinos utilizaban cada vez me-nos a sus animales de carga. Llegó un momento enque la profesión de albardero rindió tan poco, queuna familia apenas podía vivir de ello. Pablo tenía cuatrohijos y el quinto estaba en camino. Decidió probarfortuna en el extranjero. Un día en septiembre de 1962emprendió el viaje junto con algunos hombres másde su pueblo a la ciudad de Cáceres, donde se encon-traban las oficinas de contratación. Le contrataron y,un mes más tarde partió para la ciudad holandesa deDuque del Bosque (‘s Hertogenbosch) donde empezóa trabajar en una fábrica de ladrillos.

La casa en Garganta la Olla donde estaba la albardería. (CP)

Temporeros españoles

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Letra de Pablo Luengo. (CP)

Pablo Luengo escribió con su hermosa letra elrelato Holanda es mi segunda patria, que despuésfue puesto en Internet por su hijo Miguel Ángel Luen-go, en español y holandés(www.emigracioneindhoven.dse.nl).

Sin embargo, el trabajo en la fábrica de ladri-llos fue duro, el invierno frío y los ingresos decepcio-nantes. Pablo cumplió su contrato anual y regresó aEspaña. Al cabo de un año compró un billete de trena Tilburgo, donde su hermano Florencio trabajabaen la fábrica de Volt, propiedad de la empresa Phi-lips. Pablo empezó a trabajar también en la fábricaVolt y siguió trabajando allí hasta que todos los obre-ros españoles fueron trasladados a un departamen-

to de Philips en Eindhoven. Este cambio le cayó bas-tante mal, pidió el despido y regresó a España paracontinuar ejerciendo su antigua profesión.

Pablo había ganado suficiente para comprarseun motocarro, de modo que ya no necesitaba ir an-dando de un pueblo a otro con todo su material yherramientas. No obstante siguió siendo difícil ga-narse la vida como albardero. Cuando su mujer sepuso enferma y tuvo que afrontar gastos elevados,decidió dejar otra vez su suelo natal. Después devarias aventuras volvió a Philips y, al cabo de unosaños, hizo venir a Holanda a su mujer y a sus hijos.En 1981 el matrimonio Luengo regresó a España.

Pablo Luengo en la inauguración de El Prado, Eindhoven 1966. (PCA)

Pablo y Dolores, 2005. (CP)

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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2. VIVIR Y TRABAJAR

Ya desde el principio el periodista Albertvan Dijken publicó casi todas las semanas en larevista semanal “Philips Koerier” un artículo so-bre los españoles recien llegados, la “gente nue-va” en una crónica llamada “Aquí, la onda espa-ñola”, utilizando a menudo palabras acogedoras.El 16 de febrero de 1963 escribió lo siguiente:

“Son diferentes de nosotros, los holande-ses, estos españoles de las sierras ásperas y de-siertas y de las mesetas de color amarillo rojizode la provincia española de Cáceres : son more-nos y menos robustos, tienen el pico de oro y

acompañan sus conversaciones con muchos ges-tos como énfasis a su vocabulario.”

La atmósfera en torno a los españoles te-nía algo de aventura, romanticismo y compasión.No sólo en el “Philips Koerier” sino también el elperiódico “Eindhovens Dagblad” fueron publica-dos con regularidad artículos sobre la gente delsur de Europa, que se habían instalado en Eind-hoven y cercanías. Al parecer los periodistas re-gionales eran visitantes habituales de las resi-dencias.

Campamentos de estado

El principio de los años sesenta no sólo fue unaépoca de enorme necesidad de mano de obra sinotambién de una aguda falta de viviendas. ¿Dónde seiba a alojar a todos estos españoles que Philips yotras empresas habían hecho venir al sureste de Bra-bante?

Los primeros obreros españoles de Philips, lle-gados en 1963, fueron alojados en campamentos deestado, construidos en los años de crisis que habíasufrido el país para alojar a los parados que fueronseleccionados para empleo temporal. Después de la

segunda guerra mundial fueron utilizados para el alo-jamiento de trabajadores del SEO (Servicio de Eje-cución de Obras). Los primeros noventa hombres deExtremadura fueron a parar al pueblo de Someren.Los húngaros, que habían encontrado aquí un refu-gio temporal después de la revolución de 1956, ha-bían salido ya. También había campamentos, o searesidencias, en Sevenum, Horst-America y Middel-beers. En residencias como estas ocho hombres com-partían un solo cuarto de estar y un solo dormitorio.Todas las residencias tenían eran muy parecidas porhaber sido diseñadas por el mismo arquitecto. Estasbarracas ya no existen.

Habitación en el campamento de Someren, 1963. (PCA)

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Philips obtuvo permiso para alojar a los traba-jadores españoles en los anteriores campamentosde estado a condición de que los comandantes delcampamento y otro personal no perdieran su em-pleo. Estas personas no hablaban ni una sola pala-bra de español y esto causó problemas, de modoque hizo falta contratar a intérpretes. Otro problemafue que las comidas eran preparadas según las dis-posiciones estatales de los comandantes del campa-mento. Los menús eran compuestos a base de canti-dades calculadas de calorías.27 A los españoles, sinembargo, les importaba un rábano la cantidad decalorías. Otro punto de discusión fue el tema de que,

según las prescripciones, había que cortar los salchi-chones en rodajas finas. A los obreros españoles noles gustaban las rebanadas cubiertas con mantequi-lla y rodajas finas de salchichón. Lo que querían eraun pedazo de pan y un buen trozo de salchichón sincortar. Además preferían dos comidas calientes, pre-paradas con mucho aceite y ajo. Pero a los coman-dantes del campamento no les agradaban estas cos-tumbres.

Casas de huéspedes y pensiones

Hubo españoles a quienes costó mucho echarraices en los alojamientos colectivos; encontraron alo-jamiento en casas de huéspedes particulares. Otrosse instalaron en una pensión. En el centro de Eind-hoven se encontraba una pensión de monjas “Nues-tra Casa”, donde las monjas se encargaban de lacomida y la limpieza. Aquí unos cien españoles te-nían habitación propia, lo que consideraban una granventaja. También hubo trabajadores españoles deHelmond, que vivieron allí.

El problema más grande en las residencias fuela falta de vida privada. Costaba mucho compartir unespacio tan pequeño con ocho personas : incluso lascosas más íntimas no pasaban desapercibidas. Un

Últimos edificios de la residencia De Spreeuwel,Middelbeers 2005. (CP)

27 Eindhovens Dagblad 6-12-1963, 15.

Emigrantes españoles en la residencia De Spreeuwel, Middelbeers 1965. (PCA)

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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Pensión de monjas Nuestra Casaen el centro de Eindhoven. (IEH)

Habitación en Nuestra Casa. (IEH)

Comedor en Nuestra Casa. (IEH)

obrero, que ya ha regresado a Extremadura, recor-daba con rencor : “Fué una vergüenza, los había queseguían exagerando hasta el límite. En aquellos tiem-pos los hombres empezaron a llevar calzoncillos cor-tos como lo hacen las mujeres. Pues yo lo hice tam-bién pero me vi obligado a volver a comprar calzon-cillos largos porque todos los demás llevaban esoscalzoncillos caseros, de algodón grueso, que cubríanincluso las rodillas. A la hora de acostarse me mira-ron y dijeron “Fíjate, ese tío lleva bragas .. Lleva bra-gas de mujer !” Madre mía, nunca en la vida habíanvisto tal cosa. Al otro día todo el mundo en el cam-

Españoles en una pensión de Hatéma en Helmond. (IEH)

Vivir y trabajar

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pamento se había enterado. ¡ Lleva bragas de mu-jer ! ¡Qué simplones para decir esto ! Me enfadémucho con uno de esos … con sus bragas de mujer.¡ Bah, qué divertido fue !”

Los obreros españoles en la fábrica de Diddens& van Asten fueron instalados en parte de los edifi-

cios de las antiguas fábricas, situados cerca del ca-nal de Helmond. En estos edificios construyeron ha-bitaciones con literas, donde los españoles dormíandebajo de las mismas mantas Didas, fabricadas porla empresa. En el cuartel de la estación de Helmondconvirtieron el antiguo hotel Bruselas en una pen-sión de empresa. Antes era un hotel prestigioso pero,después de instalarse unas decenas de españoles, elaspecto era cada vez menos distinguido. La fábricametalúrgica de Van Dongen disponía de una resi-dencia, situada dentro de la misma fábrica. Los obre-ros españoles trabajaban, comían y dormían en elterreno de la fábrica.

La construcción de residencias

La falta de viviendas no se había solucionado yel alojamiento de los trabajadores extranjeros eraun problema para la mayoría de las empresas, enparticular en Philips, donde siguieron contratandocada vez más españoles.

En un informe de la Oficina de Empresa Gene-ral a la Junta Directiva, a finales de octubre de 1963se puede leer: “ En el mes de agosto de 1962 el Sr.Ing. Philips decidió hacer venir a un contingente deespañoles, para cubrir las deficiencias existentes ycomo experimento.”28 En aquella época 500 españo-les ya trabajaban en Philips y otro ”contingente” de360 personas estaba a punto de llegar. En el informe

28 PCA 623.5 Informe 25-10-1963.

Fiesta pijama, Geldrop 1963. (CP). Francisco Carbonell:“ En 1963 trabajaba en Geldrop en la fábrica textil Pes-sers. Junto con 2 españoles vivía en una casa de huéspe-des en Geldrop. Ocurrió que una noche el dueño llegó acasa bastante borracho y nos sacó de la cama. Estábamosvestidos en pijama pero en seguida cogimos la guitarra ymontamos una fiesta con el propietario.”

Bendición de El Prado. (PCA)

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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se insiste en que se establezcan directivas adiciona-les y más transparentes en cuanto a la colocación deespañoles. Se observa, en palabras de crítica, quemuchos obreros españoles han sido contratados bajoel lema de “más tarde ya veremos”, pero que ya eshora de dejar este lema despreocupado y, en vez deesto, canalizar el desarrollo para evitar sorpresasdesagradables en el futuro.

El mayor problema fue encontrar alojamientopara todos estos “contingentes” de españoles. Fuedifícil y caro. Además todos los esfuerzos tenían queser dirigidos hacia el carácter provisional de la con-tratación de obreros extranjeros. Los campamentosresidenciales casi siempre se ubicaban en lugaresapartados, condicionando el contacto con la socie-dad holandesa y limitando así la integración en vezde estimularla.29 Se recomendó no invertir dineroen edificios o campamentos pues, como consecuen-cia de ello, el alojamiento de los españoles podríaobtener un carácter permanente. Aparte de esto losespañoles debían ser empleados sólo en aquellospuestos de trabajo que desaparecerían a corto pla-

zo por descentralización o mecanización o que po-drían ser ocupados, dentro de pocos años, por per-sonal holandés. En resumidas cuentas : sólo en casode emergencia había que proceder a contratar aespañoles.30

Se hizo caso omiso de las advertencias y elnúmero de obreros españoles en Philips siguió cre-ciendo cada vez más. Pronto ya no sólo vinieron deExtremadura sino de todas las regiones de España.Los alojamientos en los anteriores campamentos deestado no eran ideales y por eso Philips decidió cons-truir dos residencias propias. En el mes de septiem-bre de 1964 terminaron la construcción de El Pinar,situado en el pueblo de Maarheeze, y en enero de1966 la de El Prado, situado en Eindhoven en la calleBeemdstraat, en la zona industrial de De Hurk. El 24de junio de 1966 El Prado fue consagrado por Mon-señor Th.G.A.Hendriksen, obispo auxiliar de Utrecht.Después de esta ceremonia Frits Philips inauguró laresidencia en una ceremonia oficial. En El Pinar ha-bía alojamiento para 350 personas y en El Prado para250 personas.

Inauguración de El Prado por Frits Philips (CGN)

29 Tinnemans 1994: 47.30 PCA 623.5 Informe 25-10-1963.

Vivir y trabajar

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Hubo más empresas que construyeron residen-cias propias para su personal. En 1971, en el pueblode Beek en Donk, la empresa Thibodraad construyóuna residencia para obreros españoles. La residen-cia se llamó Casa Trenta, con referencia a la calleTrentstraat, en la que estaba situada, pero los espa-ñoles la lamaron Casa Treinta. Al principio tambiénvivían allí unos empleados de la empresa Van ThielUnited. Para éstos se construyó más tarde otra resi-dencia más pequeña, a la que los españoles prontobautizaron como la Casa Treinta y Una. La Casa Trentafue cerrada en 1982.

Happy community

La inauguración de las residencias de Philipsde El Pinar y de El Prado significó el cierre de lasresidencias más lejanas. En el caso de la residenciade Someren el Dr. van Erp el Servicio Médico de Phi-lips lamentó esta decisión porque había comprobadoque la baja por enfermedad allí estuvo muy por de-bajo del promedio. Lo atribuyó al hecho de que estaresidencia se encontraba en la inmediata proximidadde un pueblo con buen ambiente y que los habitan-tes daban la impresión de formar una happy com-munity (comunidad feliz ).31 Después de que los obre-ros españoles de Philips dejaran con desgana el pue-

blo alegre de Someren, los obreros españoles de lafábrica de cartón Van Dam ocuparon sus puestos.Rebautizaron la residencia en Casa del Elefante por-que la empresa Van Dam hizo propaganda con eleslogan de que sus cajas de cartón eran tan sólidasque un elefante podría pisarlas sin romperlas.

Por lo que se refiere al alojamiento, los espa-ñoles en el sureste de Brabante tuvieron más suerte,en general, que sus paisanos en la región de las gran-des ciudades del oeste de Holanda donde pedíanprecios abusivos por habitaciones miserables. Segúnel ayudante Van Stratum del Servicio de Extranjería,no existió tal aprovechamiento en Eindhoven y susalrededores aunque los obreros extranjeros pagabanpor su habitación algo más que los estudiantes ho-landeses de la Universidad Técnica de Eindhoven.Los empleadores en la provincia de Brabante, encualquier caso, cuidaron mucho más de sus trabaja-dores extranjeros que los fabricantes en la región delas grandes ciudades del oeste de Holanda. El padreJaime Driessen, sacerdote de los españoles en elsureste de Brabante, le dijo en 1965 a un periodistadel periódico Eindhovens Dagblad que los ocupantesde las residencias de ancianos holandeses tendríanenvidia al ver el confort en las residencias de los obre-ros españoles de Philips.32

Campamento en Someren, 1963 (CP)

31 Erp 1967: 1915.32 Houtert 1965.

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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Barrer el suelo

El mismo día de su llegada en febrero de 1963,los primeros noventa obreros españoles de Philipsfueron sometidos a unas pruebas para comprobar sireunían las cualidades para trabajar con las máqui-nas.

José Gutiérrez: “Esas pruebas las hemos he-cho durante dos días hasta hartarnos.

¡ Queríamos trabajar con máquinas auténticas!¿ Sabes qúe máquina me dieron a mí? ¡ La escoba !Dije yo: “¿Es que he hecho todo el viaje a Holandapara barrer el suelo aquí ?” En España este trabajoera despreciado: era trabajo para mujeres. Teníavergüenza, sobre todo al entrar en la oficina, dondelas mujeres me miraban, y me sentía como si nosirviera para nada. Con todas mis fuerzas intenté salirde la limpieza; hice incluso cosas que no se podíanhacer. Rompí la escoba, por ejemplo, o me sentéostentosamente en la escalera. Y dije: ¡ ESTO NO !”

Gran parte del primer grupo fue empleado –bajo muchas protestas – en la limpieza. Unos mesesdespués los españoles consiguieron respaldo de fuen-tes oficiales. El Sr. López Rodó, un alto cargo deMadrid, fue de visita a Eindhoven y vió con sus pro-pios ojos que sus paisanos no ejecutaban activida-des industriales sino que fregaban y limpiaban los

suelos. Se quejó ante el Ing. R.van Dijk, miembrodel Consejo de Administración de Philips. Este escri-bió una carta al Departamento de Asuntos Sociales,de la que le mandó una copia al Sr. Frits Philips yañadió : “Por fuentes muy diferentes he sabido hacepoco que nuestros obreros españoles se sienten ofen-didos por tener que barrer el suelo junto a las cade-nas donde los chicos y chicas holandeses están en-samblando aparatos.”33

Sólo a tres meses de su llegada uno de los es-pañoles del primer grupo falleció por un accidentelaboral. Se trató de Eladio Albarrán Palomero, de 24años y natural de Carcaboso, Cáceres. Eladio falleciótrabajando en el Servicio Doméstico, después de su-frir una caída mortal al romperse un cable del ascen-sor de los limpiacristales en que se encontraba. Huboun gran abatimiento entre los españoles. A la misade difunto, en la iglesia del pueblo de Someren, asis-tieron casi todos los obreros españoles, una repre-sentación del consulado español, delegados de Phi-lips y muchos habitantes del pueblo de Someren-Eind. Los vecinos del barrio donde estaba situada laresidencia, pusieron una corona de flores y los jove-nes de Someren ofrecieron arreglos florales. Despuésde la misa de difunto Eliado fue repatriado a Extre-madura. Albert van Dijk cubrió los hechos de la tristedespedida en el periódico Philips Koerier: ”Un último

33 PCA 624.5 Carta 22-11-1963.

Eladio Albarrán. Esta foto adornaba la lápidade su tumba en su pueblo Carcaboso. (CP)

Edificio del accidente (CP)

Vivir y trabajar

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adiós : Los rayos de las luces del coche fúnebre sedisolvieron en la oscuridad. Eladio Albarrán empren-dió el viaje de regreso a su pueblo.” 34

Después de este accidente mortal y quejascomo las del Sr. López Rodó, Philips dejó de reclutara obreros españoles para trabajos de limpieza. A losespañoles, que trabajaban en el Servicio Doméstico,les encargaron otras tareas más ‘masculinas’. Medioaño después de llegar a Eindhoven el primer grupofinalmente fue autorizado a trabajar con las máqui-nas en la fábrica. Gutiérrez: “Me pusieron en el de-partamento de Productos Metálicos y allí seguí tra-bajando hasta jubilarme. Siempre me ha gustadomucho este trabajo.”

José Gutiérrez y Raimundo Blanco del primergrupo de la emigración ‘philipsiana’ en su 25 aniver-sario en Philips (1988). José Gutiérrez sigue residiendoen Eindhoven. Raimundo Blanco falleció en junio de2005.

Viaje en autobús

El madrileño Sr. López Rodó supo en Eindho-ven que había casos en que Philips estaba alojandoa sus paisanos a una distancia de más de cincuentakilómetros de las fábricas. Esto tampoco le gustó ehizo preguntas críticas. Al parecer no se había ente-rado de la gran falta de viviendas en Holanda. Todos

34 Philips Koerier 19 (32), 1-06-1963, 10.

José Gutiérrez y Raimundo Blanco del primer grupo de la emigración ‘philipsiana’ en su 25 aniversario en Philips(1988). José Gutiérrez sigue residiendo en Eindhoven. Raimundo Blanco falleció en junio de 2005. (CP)

Autobus (CGN)

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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los días laborables los españoles eran llevados enautobuses de ida y vuelta a su trabajo en Eindhoven,un viaje que a veces duraba más de una hora, segúnse puede desprender de un comentario del andaluzMarcos Martín Ramírez, de 25 años, persona queestaba dotada de mucha imaginación y que trabaja-ba en Eindhoven en el departamento de ProductosMetálicos.

En el periódico Philips Koerier del 27 de juniode 1964 Marcos relata cómo trató de hacerse la vidaen Holanda un poco más agradable y alegre. Vivíaen la residencia de Horst-America, cada mañana eldespertador sonaba a las cinco y media y Marcostenía que darse prisa para no perder el autobús: ‘¿Quéhago? ¿Ponerme triste? ¡No, no, todo lo contrario!Pienso que voy de viaje, ¿de viaje? ¡Sí, de viaje y aSevilla! Claro que sí, sí estoy en Holanda, y en Horst-America, pero yo me hago la ilusión que estoy en mipueblo. ¡Cojo el autobús y, zás a Sevilla! Y al pasarpor Helmond, pienso que es Triana, nada menos quecon el famoso Guadalquivir, y entre sus altos tejadosdiviso la alta silhueta de una torre: ¡Mi Giralda! … Yahemos llegado a Geldrop. ¿A Geldrop? ¿No ves quees la plaza de armas? ¡Ah, ya se ve el viaducto deEindhoven! Sí, esas son las murallas de la Macarenay su famoso arco triunfal, pues sí, estamos en laMacarena. … ¡Y ahora a la escuela! ¿A la escuela? ¡Síy a la primaria! ¿No ves que estás todo el día hacien-do cuentas y leyendo unidades? Y no me digas queno, que de quince en quince días nos dan las notas

según andemos de las unidades. ¡Y así, compañero,no te entristezcas y vive con ilusión que no vale lapena el estar triste, ya que esto no conduce a nada,¡alégrate! que un corazón alegre mata más micro-bios que todos los antibióticos juntos!35

Marcos Martín salió airoso con bastante humorpero esto estaba fuera de las posibilidades de otrosmuchos españoles.

Departamentos de producción pesada

La mayoría de los obreros españoles fueronempleados como trabajadores por turnos en los de-partamentos de producción pesada como CartónOndulado, Fábrica de Vidrio, Productos Metálicos yTubos de Rayos Catódicos. El departamento “Car-tón” era un símbolo entre ellos. Todavía ahora losespañoles jubilados le dicen a su esposa, cuando salenpara echar una partida de cartas en el Centro Espa-ñol: “Me voy al Cartón”

La mayoría de los españoles trabajó en el de-partamento de Tubos de Rayos Catódicos o sea, ensu propias palabras, el departamento de las Panta-llas. Era un trabajo duro que tuvo como consecuen-cia que a muchos de ellos les quedaron dolores cró-nicos de espalda.

Manuel Gómez Pérez: “Al ver que eras fuerte,decían ‘¡Es buena persona para Tubos de Rayos Ca-tódicos!’ Yo también trabajé allí durante veinte años,

35 Philips Koerier 20 (36), 27-06-1964, 10.

Departamento “Pantallas” (CGN) Departamento “Cartón” (CGN)

Vivir y trabajar

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pero era un trabajo muy duro. En aquella época lostubos de rayos catódicos pesaban 16 kilos la pieza ya menudo uno tenía que levantar 180 de ellos cadahora.”

A finales de 2006 cayó el telón para la sucursalen Eindhoven de LG Philips Displays (LPD) y los últi-mos españoles, que trabajaban allí, fueron despedi-dos.

En esta foto de 1963 salen los obreros españo-les de Volt participando en una sesión de instruccio-

nes en el departamento donde serían empleados, eldía después de su llegada. La foto fue publicada enaquella época en la revista para el personal de VoltContact y todos los obreros españoles recibieron unacopia. Florencio Granado utilizó la foto como postal yse la mandó a su hijo mayor que estaba en Extrema-dura.

“Para mi querido hijo, con todo cariño. La fotofue tomada al día después de nuestra llegada a Ho-landa cuando nos enseñaron nuestros sitios de tra-

Pensionistas jugando a las cartas en el Centro Español Eindhoven, mayo 2006. (CP)

Instrucción de los recién llegados. (CP)

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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bajo. La persona con los ojos cerrados es el intérpre-te. Esta foto salió en la prensa y luego a todos nosdieron una copia aunque no hemos salido bien en lafoto porque casi no se nos puede distinguir. Nos es-tán enseñando el departamento de televisores por-que allí es donde estamos trabajando. Tuvimos mu-cha suerte. La foto se sacó de improviso y yo estabamirando hacia atrás en aquel momento; por eso sólopuedes ver mi cabeza, nada más. Muchos besos paramis tres hijos y mi esposa. Florencio Granado.”

Antiguas fábricas de textil

Los fabricantes de textil en el sureste de Bra-bante reclutaron personal sobre todo en Barcelona ysus alrededores, donde también había producción detextil de modo que podían contratar a personas conexperiencia. Tejedores en su propio domicilio, porejemplo, que esperaban ganar en Holanda un pocomás durante cierto tiempo. En general se trataba degente con más estilo urbano. Eran diferentes de la

Tarjeta postal de Florencio Granado. (CP)

Obreros españoles en la fábrica de textil Pessers, Geldrop 1963. (CP)

Vivir y trabajar

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gente de los pueblos agrarios de la provincia de Cá-ceres y también de la gente de la provincia de Bra-bante.

José Díaz salió en 1963 de Barcelona parair a trabajar en el pueblo de Geldrop en la fábricatextil de Pessers y contó:

“Una noche de febrero de 1963 llegué aGeldrop, un pueblo sin mucha iluminación, juntocon otros dos españoles. Eramos de Barcelona,una ciudad grande y Geldrop era un pueblo muypequeño en aquella época. Al otro día, por lamañana, fuimos a pie a la fábrica textil. Hacíamucho frío y, al salir de casa, nos sorprendió lagruesa capa de nieve en la calle y nos llevamosun susto tremendo. Una vez llegados a la fábricatuvimos otra desilusión porque era una fábricabastante antigua, con máquinas anticuadas ynosotros pensábamos que por aquí habría ma-quinaria más moderna.

Pronto nos dimos cuenta de que los holan-deses que trabajaban allí, pasaban más estre-checes de lo que habíamos imaginado. Al finaldel día laboral no se quitaban el mono sino quese ponían encima el abrigo, luego se ponían lagorra y volvían a casa en bicicleta. Yo era de ciu-dad, llevaba ropa bonita y me miraban muchocuando me cambiaba la ropa después del traba-jo.

Me contrataron como mecánico pero siem-pre he trabajado en el departamento de torcerhilos. Tenía que trabajar duro y hacer muchashoras extras para ganar un poco más, pero lagente de la fábrica era simpática y te ayudaba.Seguí trabajando allí hasta que cerraron la fábri-ca.”

El 4 de marzo de 1964 gran parte de la fábricatextil de Diddens & van Asten en Helmond fue redu-cida a cenizas. A las ocho de la tarde dos empleadosespañoles descubrieron el incendio y, gesticulando,avisaron a un colega holandés. El proceso de pro-ducción estuvo parado un buen rato.36 La Sra. TinekeBerkers–van Schijndel trabajó en el departamentode personal, hablaba español y estuvo muy implica-da en las gracias y las desgracias de los obreros es-

pañoles. Contó lo siguiente: “Había un español, lla-mado Pizarro, que estaba llorando después del in-cendio. “¡Ahora que tengo trabajo, dijo, ahora quegano mucho dinero, sucede esto y, de golpe, ya nome queda nada!” Estaba pensando que ya no le pa-garían más y no sabía que la empresa estaba asegu-rada contra esta clase de calamidades.”

El mismo Pizarro sólo había gastado, durantetres meses, tres florines y medio (setenta pesetas)en gastos personales y había remitido el resto deldinero a su esposa. Los obreros españoles teníanque pagar de sus sueldos cierto importe por gastosde alojamiento, otra parte del sueldo era remitidoautomáticamente a su familia y del dinero que que-daba podían disponer libremente. Cuando les sobra-ba de este dinero solían entregárselo al funcionariodel departamento de personal que lo remitía a Espa-ña. Por tanto, en el departamento de personal po-dían comprobar exactamente con cuánto dinero desu sueldo se quedaban los españoles. Los tres flori-nes y medio que había gastado Pizarro, probable-mente habrían sido empleados en comprar sellos.

Ganar mucho en poco tiempo

Muchas empresas tenían una enorme falta demano de obra pero, a diferencia de la empresa Phi-lips, no consideraron la contratación de españoles

36 Ruiten Troef 8(11), abril 1964, 2.

Francisco Carbonell con su hijo mayor en el snackbar,Geldrop 1974. (CP)

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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como una solución estructural y por eso les ofrecie-ron, la mayoría de las veces, un contrato anual. Losempleados españoles, por otro lado, tampoco teníanla intención de quedarse en Holanda por más de unaño o dos. Querían ganar la mayor cantidad de dine-ro en el menor tiempo posible, de modo que pudie-ran regresar cuanto antes a España para montar unnegocio.

Había algunos españoles más emprendedoresque no esperaron hasta ahorrar el dinero suficientey regresar a su pais para montar el negocio desea-do. Ya empezaron en Holanda con esta actividad.

Francisco Carbonell: “En 1962 salí de Barcelo-na y llegué al pueblo de Geldrop, donde empecé tra-bajando en la industria textil. Más tarde encontré unempleo en la empresa Philips en Geldrop. Desde jo-ven ya quería montar un negocio propio y en 1974abrí un snackbar en Geldrop. Trabajaba hasta lascuatro y media de la tarde en Philips y luego abría lapuerta del snackbar a las cinco. Seguí con el snac-kbar sólo un año porque esta combinación de traba-jo fue demasiado dura, sobre todo para mi anterioresposa. Luego también trabajé de huevero duranteseis o siete años. Repartía a domicilio huevos y po-llos pero también carne de cerdo, por ejemplo. Estotambién lo hacía después de terminar el trabajo dia-rio en Philips. Cuando me jubilé anticipadamentemonté una tienda española en Eindhoven que ahoralleva mi hijo.”

Otros antiguos obreros españoles de Philipsmontaron por ejemplo un bar o restaurante español,

una autoescuela, una empresa de transporte o unaagencia de viajes. Gran número de españoles, sinembargo, en contra de lo que era de esperar, siguiótrabajando en Philips hasta alcanzar la edad de jubi-lación.

Miguel Carvajal: “En 1964 fui a Brabantepara encontrar trabajo temporal. Un primo míoya trabajaba aquí y me lo sugirió porque en Es-paña tenía que cumplir el servicio militar. Paraevitar la mili, dejé de trabajar en la cinta de pro-ducción y partí para Holanda con mi primo. Porunos meses, pensaba. Empecé en la fábrica tex-til Vlisco pero me despidieron al cabo de dos se-manas porque llegué tarde una vez. Luego tra-bajé en la fábrica Seven Up en Maarheeze perosólo fue durante el verano. Después encontréempleo en la fábrica de cinc en Budel pero eltrabajo allí era tan malo para la salud, que sólolo aguanté durante dos meses. Luego trabajé untiempo en un matadero de gallinas, pero estotampoco me gustó. Al final me presenté en Phi-lips y, al enterarse dónde había trabajado, medijo el Jefe de Personal : “¡ De eso nada, cincofábricas en un año!” Luego dijo : “Vale, te doy uncontrato bajo la condición de que, durante losprimeros cinco años, no dejes Philips.” Me jubiléanticipadamente pero sí he podido celebrar micuarenta aniversario de trabajo en Philips. Y siem-pre trabajé en el mismo departamento.”

Vivir y trabajar

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Guadalupe es un pueblo pintoresco, dominadopor el convento de Nuestra Señora de Guadalupe, lamadona negra y santa patrona de Extremadura. Du-rante los últimos años está atrayendo a tantos pere-grinos y turistas, que casi todos los habitantes delpueblo pueden vivir bien de esto. En los años sesen-ta, sin embargo, había tanta pobreza que decenasde hombres se vieron obligados a dejar su puebloserrano para poder ganar mucho dinero en poco tiem-po en las fábricas de Brabante. Pablo Gonzalo erauno de ellos. Empezó a trabajar en la empresa Phi-lips pero rescindió su contrato para ir a trabajar en laempresa textil Diddens & van Asten en Helmond por-que en esta fábrica podía hacer más horas extras.

INTERMEZZO

Remigrantes en Guadalupe

En 1961 el sistema del sábado libre y la reduc-ción de la semana laboral de 48 horas a 45 horashabían sido introducidos en Holanda como conquis-tas sociales. ¿Qué haría un obrero extranjero, sinembargo, con todas esas horas de ocio si había lle-gado a Holanda para trabajar tantas horas a la se-mana como fuera posible? Pablo se aburría en la re-sidencia del pueblo de Sevenum durante los largos

Pablo Gonzalo con cinco paisanos en el campamento deSevenum, 1963. (CP)

fines de semana. Más tarde fue a trabajar, junto consu esposa, a Alemania donde podía trabajar máshoras. Los abuelos se quedaron con los hijos en Gua-dalupe. Con el dinero que Pablo y su mujer ganaronen el extranjero montaron una tienda en su pueblonatal que marchaba bien.

Pablo Gonzalo con su mujer e hija delante de la tiendaen Guadalupe, 2005. (CP)

Angel Fuentes Collado también nació y se crióen Guadalupe. Partió en enero de 1965 para Braban-te, animado por su hermano que trabajaba en Phi-lips. Encontró un empleo en la fábrica textil Vlisco ysu hermano decidió ir a trabajar en Vlisco también,de modo que podrían estar juntos en Helmond. An-gel contó que el trabajo en la industria textil era duroy que pagaban mal. Después de más de un año re-nunció y fue a trabajar en la Entrepose, una empre-sa que instalaba tuberías de gas. Trabajó en muchossitios diferentes, sobre todo en el oeste y el norte delpaís.

El hijo de Ángel tiene una tienda de recuerdos,situada en la plaza central del pueblo y su hija tiene

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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otra en una de las calles principales. En la tiendatiene instalado un ordenador portátil y sólo le llevaunos segundos mostrar la página web de Miguel ÁngelLuengo en la pantalla. Padre e hijo miran una foto enla que figuran muchas personas mayores de Guada-lupe. Gente como Ángel, que ahorró un poco de di-nero en Brabante para montar un negocio en su pro-pio país, por ejemplo una tienda como ésta.

El hermano de Ángel acabó mal. A pocos me-

Documento de identidad de Angel Fuentes Collado, 1965. (CP)

ses de su regreso murió, todavía joven. Lo mismopasó con un compañero suyo del pueblo con quientrabajó en el mismo departamento de Vlisco. En aqueldepartamento utilizaban varios ácidos para la cons-trucción de paneles para Philips, probablemente des-tinados para mantas eléctricas. Ángel sospecha quelas muertes de ambos tienen que ver con el trabajopeligroso que realizaron, pero nunca se ha podidoaveriguar.

Comprobante de despido de Angel Fuentes Collado, 1966. (CP)

Vivir y trabajar

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3. SEXO Y PICANTE

Exótico

La mayoría de los españoles eran personas tra-bajadoras que causaban pocos problemas; respon-dían a una necesidad imperiosa de mano de obra y,por lo general, el patrón se esforzaba por hacerles lavida en Holanda lo más agradable posible.

Al principio los cocineros holandeses de las re-sidencias pensaban que la comida tenía que ser antetodo muy picante y por eso añadían buena cantidadde condimento picante indonesio (sambal). La coci-na holandesa está muy influenciada por la cocinaindonesia porque Indonesia es una antigua coloniade Holanda. A los españoles esto no les gustaba nadade modo que buscaron un intérprete para hablar conlos cocineros.

José Gutíerrez: “La comida, al principio, noera española y tampoco holandesa. Tenía queser parecida a la comida española pero habríasido mejor poner comida holandesa normal.”

Los españoles tenían que acostumbrarse a al-gunos alimentos holandeses. No conocían el uso demantequilla o margarina y no les gustaba. La lecheevaporada para café, muy típica en Holanda, tampo-co la habían probado nunca.

En 1963 José Díaz llegó en tren a Roosen-daal, en la frontera de Holanda. : “Desde allí con-tinuamos en autobuses pero primero nos ofre-cieron un almuerzo frío. Tomamos un café y echa-mos mucha leche pero resultó que era leche eva-porada para café y sabía muy mal.

Peter Weerts, cocinero en la residencia “ElPinar”: “ ¡ Increible, cuánto azúcar pusieron enuna taza de café! No utilizaron una cucharita sinouna cuchara sopera”.

Leche mazada era otro producto tipicamenteholandés que les daba asco, ya que casi ningún es-pañol podía acostumbrarse. Lo mismo pasaba con elpescado crudo. Josefa Silvo lleva 37 años en Eindho-ven y quiere regresar definitivamente a España :“Nunca he comido arenque y le dije a mi marido: “Noregresaré a España sin haberlo probado.” Pero siem-pre lo iba aplazando. Dicen que es sano pero .. “

Algunos españoles se llevaron de casa comes-tibles que ahora se venden en todos los supermerca-

Todo fue organizado para ellos de la mejormanera posible, también la comida, con excepciónde las de los antiguos campamentos de Estado. Losholandeses a menudo tenían una imagen bastanteestereotipada de los españoles. Pensaban que te-nían mucho temperamento y que les gustaban losbailes apasionados y las comidas picantes. Las pi-mientas rojas, por ejemplo, se llaman en holandéspimientas españolas. Como si todos los españolesfueran unos botafuegos apasionados que necesita-ban una buena ración de guindillas diaria.

Dos cocineros en El Pinar, 1974. (CP)

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dos pero que en aquella época eran muy exóticos.Aceite, ajo y chorizo, por ejemplo.

Antonia Klerkx - Serrano, primera genera-ción de españoles en Holanda : “¿Quién comíaantes ajo en Holanda ? Nadie. Al principio mellevé chorizo de España. Sin embargo, cada vezque subía en ascensor con mis colegas, me mira-ban y me decían : “¿ Quién ha comido ajo ? ¡Qué mal huele por aquí !” Entonces les respon-día: “Anoche fui a comer al chino y por eso huelea ajo. No me atrevía a decir que había comidoajo en casa.”

Al principio de los años sesenta casi nadie enla provincia de Brabante se atrevía a tomar aceite de

Cocinar en Holanda. Página del Guía del Emigrante en Holanda, 1971. (GEH)

oliva. No sólo era por el sabor característico del acei-te sino, sobre todo, porque éste causaba diarrea.Ahora se puede encontrar en casi todas las cocinasholandesas una botella de aceite de oliva y, hoy endía, todos los carniceros venden chorizo.

Comidas adaptadas para los españoles

Hay pocos temas sobre los cuales se ha discu-tido tanto y sobre los que se ha gastado tanto papelcomo el de la comida en las residencias, aunque ha-bía algunos emigrantes que sabían relativizar mucholos problemas, como lo hizo un habitante de la anti-gua residencia de Middelbeers : “No lo aguanté nisiquiera un año porque no me gustaba nada vivir

Seis cocineros en El Pinar, 1974. (CP)Hacer la comida en el campamento de Sevenum, 1963.

(PCA)

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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entre tantas personas, cada una con sus propios pro-blemas. Los que habían sufrido la mayor pobreza enEspaña, eran los que más se quejaban de que lacomida no era buena, que no les gustaba. Gente queen su pueblo ni siquiera tenían todos los días unacomida caliente, no tocaban la comida en la residen-cia.”

Peter Weerts, cocinero en El Pinar: “Es ver-dad que cocinábamos casí exclusivamente comi-da española : tortilla y otras muchas cosas más.También preparábamos cazuelas con garbanzoso lentejas. No servíamos comidas típicas holan-desas como patatas, col roja y carne estofada.Estas cosas no las conocían y por eso no fueronpreparadas. Sólo cocinábamos a la española,dentro de lo posible, claro.”

Ruth Verbeet, gerente de El Pinar: “La co-mida estaba adaptada a la cocina española. Lostípicos platos españoles sólo los podían prepararellos mismos. Incluso contratamos a unos coci-neros españoles durante un tiempo pero fue undesastre. No funcionó tampoco.”

En una residencia sólo vivían hombres y las

personas que trabajaban allí como gerentes y coci-neros, también eran hombres. Sólo en la cocina tra-bajaban mujeres holandesas que servían las comi-das, fregaban y limpiaban durante la semana.

Peter Weerts : “Todo funcionaba perfecta-mente con esas mujeres. También tenían muchainfluencia sobre los hombres. Había unos quesiempre se quejaban de la comida y entoncesuna de las mujeres dijo: “Deja ya de dar la lata ycómete la comida con gusto.”

En los años sesenta también trabajaban en ElPinar dos mujeres españolas que lavaban los platoscuando las mujeres holandesas no estaban. Con esasmujeres no se jugaba; dejaban muy claro hasta dón-de se podía llegar.

Benny Weerts, cocinero en El Pinar: “ EranMaría y Petra, dos mujeres españolas. Nunca ol-vidaré que quise decirle algo a Petra y le puse lamano un segundo en el hombro. En seguida res-pondió: ¡Qué haces…¡”

Comida en El Pinar, 1973. (PCA)

Sexo y picante

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La moral sexual

Una de las cosas que más sorprendió a losemigrantes españoles fue la moral sexual de los añossesenta en Holanda . Era mucho más libre de lo queestaban acostumbrados. Se sorprendían con el tratomucho más fácil entre los hombres y las mujeres,con las parejas enamoradas que se besaban en pú-blico y con los anticonceptivos, que en 1962 ya ha-bían llegado al mercado en Holanda. El uso de lapíldora estuvo prohibido en España hasta entradoslos años ochenta porque era considerado un actopecaminoso por la iglesia y el estado.

Lo que llamó también la atención fue que enHolanda la gente bailaba más apretada que en Es-paña.37 En España un chico debía mantener bastan-

te distancia de una chica pero en Holanda los chicospodían pegarse más a la chicas.

De repente el sureste de Brabante se llenó degrandes grupos de hombres de aspecto moreno: estoocurrió en tiempos en que la gente sólo muy rarasveces se comparaba con extranjeros. Por muy bien-venidos que fueran, siempre había temor de lo des-conocido y los peligros más grandes se hallaban enel terreno sexual : miedo de enfermedades vené-reas, por ejemplo, o el temor de los padres a que suhija llegara a casa con un español o, incluso peor,que se quedara embarazada de un español.

El primer grupo de obreros extranjeros de Phi-lips fue recibido con sentimientos contradictorios porlos habitantes del pueblo de Someren. Por un ladolos hombres del mediterráneo recibieron buena aco-gida, por otro lado su llegada causó bastante inquie-tud. Incluso el cura del pueblo intervino, como contóGutiérrez : “El cura había anunciado en la iglesia queun gran grupo de españoles llegaría y que las chicastendrían que tener mucho cuidado porque los espa-ñoles sólo se quedarían por un año y casi la mitad deellos estaba casado.” Esto no impidió que se les ace-leraran los latidos del corazón a muchas mujeres deSomeren al ver que tantos “Don Juanes” aparecie-ron en el pueblo. Parece que incluso se produjeroncasos en que las autoridades municipales y las dePhilips tuvieron que intervenir en relaciones entreemigrantes españoles y mujeres de Someren.38

Baile en casa de los padres de la administradora de personal de Diddens & Van Asten, Helmond 1965. (CP)

37 Smets 1964: 15.38 Luengo Tarrero 2003a.

Baile en casa de los padres de la administradora depersonal de Diddens & Van Asten, Helmond 1965. (CP)

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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A pesar de todas las advertencias muchas chi-cas se enamoraron de aquellos chicos españoles gua-pos y morenos. La idea solamente hacía temer a lospadres. En cuanto los conceptos de amor, sexo ymatrimonio salieron a escena se hizo una distinciónclarísima entre “propio” y “ajeno”.39 La mayoría delos padres prefería que su hija mantuviera relacio-nes con un chico de Brabante y no con un extranje-ro. Más tarde iban considerando menos como “ex-tranjeros” a los españoles a consecuencia de la lle-gada de turcos y marroquíes, porque los holandesesempezaron a visitar en masa las playas españolas yporque España ingresó en la Comunidad Europea;ahora, de golpe, resultaba que holandeses y espa-ñoles eran todos miembros de la misma familia eu-ropea.

Concentraciones de hombres

El doctor T. van Erp del servicio médico de Phi-lips, escribió en 1966, en un informe interno: “Existeel miedo de que el obrero extranjero constituya unfuente de enfermedades venéreas.”40 Este miedo re-sultó infundado porque sólo descubrió dos casos degonorrea. En el primer caso se trató de un madrileñoy en en otro de un hombre que lo había cogido enEindhoven. Un obrero que había “despertado sospe-

cha por los bonitos tatuajes que lucía”, fue examina-do para verificar si sufría de sífilis pero resultó queno había incubado nada.

El doctor van Erp concluyó en la “Revista paraMedicina”, que la colonia de españoles no constituíaningún peligro para la salud pública.41 En el informeinterno para Philips sí formuló la siguiente adverten-cia : “Aunque la mayoría de los españoles viene aHolanda para ahorrar dinero y llevar una vida muydecente, siempre habrá algunos que se arriesgarána coger infecciones venéreas. Generalizando se pue-de decir que los solteros y la gente que vienen de lasciudades correrán mayor riesgo que la gente del cam-po y los casados.” A continuación concluye de formatranquilizadora: “La mayoría de nuestros obreros songente casada, que viene del campo de Extremadu-ra.”

En la Philips eran conscientes de la desventajade las concentraciones de hombres que poblaban lasresidencias. Una cita de un informe interno de 1970dice: “La consecuencia es que muchos (sobre todoen los fines de semana) buscan sus placeres sexua-les por otro sitio, en particular en Bélgica, el paísvecino que está a sólo 30 kilometros.”42 En El Pinarsolucionaron el problema internamente de otra ma-nera.

Horst-America, 1963. (PCA)

39 Mak 2000: 136-137. Véase también Hondius 2001: 207-234.40 Erp 1966, PCA 624.5.41 Erp 1967: 191342 PCA 624.5.

Sexo y picante

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Peter Weerts, cocinero en El Pinar: “En el fon-do me da vergüenza contarlo. Siempre venía una,pues, ya sabes ...., no me atrevo a estimar su edadpero sí era una mujer de edad bastante avanzada.Se tumbaba en una cama en una de las unidadesdormitorio y lo que siguió era igual que una consultamédica. La gente hacía cola. Al ver acercarse a esamujer tan fea, nos decíamos el uno al otro : “¡ Tienebuen negocio hoy!” Sobre todo a finales del mes ha-bía una cola de unas veinte personas. ¡Pues claroque se formaban grupos, pero si estaban esperan-do...! Entonces veiamos cómo entraba uno y luegootro y otro. ¿Si Philips lo aprobó? No sé, pero noobstante ocurría. Pero escucha, son cosas que sim-plemente ocurren, es parte de la vida.”

Tener piernas firmes

El ayudante Van Stratum del servicio de inmi-gración le dijo en 1965 a un periodista del Eindho-vens Dagblad que no había tantos descarriamientosentre los españoles . “ Sería de aplaudir, sin embar-go, si las mujeres y chicas holandesas no le hicieranla vida tan difícil a esos hombres. Resulta que el ex-tranjero sigue teniendo una fuerza de atracción enor-me sobre ellas. Y entonces es lógico que cuestemucho mantener las piernas firmes si te lo hacen tandifícil. Sólo unas piernas firmes podrían resistir al lujoy los hombres del mediterráneo, en general, no lastienen tan firmes...”43

Un emigrante de la primera generación: “Alprincipio me costaba mucho acostumbrarme a,digamos, la libertad, a la manera en que lasmujeres se manifestaban. España era un país connormas muy estrictas y severas en aquella épo-ca de Franco. En Holanda, por ejemplo, las mu-jeres fumaban en la calle. En España no se veíaesto nunca porque sólo lo hacían las rameras.Aquí lo hacían por todas partes.”

Al principio de los años sesenta muchos hom-bres de Helmond trabajaban en Alemania, sobre todoen la construcción. Había trabajo suficiente en Hel-mond pero en el país vecino podían ganar más. Parael trabajo no cualificado, a menudo sucio y mal pa-gado, en la industria de Helmond se contrató mano

de obra extranjera. Parece que nacieron bastantesenredos entre las esposas de los hombres de Hel-mond, que trabajaban en Alemania, y los emigran-tes españoles. Estas mujeres de Helmond estabansolas durante la semana y los hombres españolesestaban alejados de sus esposas en España durantemuchos meses. Tales enredos podían inducir a fric-ciones en los matrimonios y a inquietud en la comu-nidad. Además no favorecieron la reputación de losemigrantes españoles y tampoco la de las mujeresde Helmond.

La antropóloga Gerdy van der Stap descri-be en su novela Nestspel (Juego de anidar) loque la llegada de un español originó en las muje-res del barrio de obreros de Delft de su juven-tud:

“Siguiendo el ejemplo de los vecinos Voge-laar los padres de Manus habían reformado tam-bién el desván. Allí hospedaban ahora a obrerosextranjeros. El español y los dos turcos trabaja-ban todos en la fábrica de cola, situada en lacalle Rotterdamseweg.

El español que vivíá en casa de Manus, tra-bajaba los sábados en la tienda de Sjaak Kwel-der, el verdulero de dos calles más adelante. Sja-ak estaba muy contento con su nuevo asistente:“Esos tíos morenos saben trabajar mucho”. Lasamas de casa del pueblo también estaban muycontentas. Manolito era un chico de unos veinti-cinco años de edad... Durante la semana las

43 Houtert 1965.

Fiesta española-holandesa de José Díaz en Geldrop, 1963. (PC)

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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mujeres del barrio no dejaban de hablar sobre él: “¡Oh, qué guapo es, y tiene los ojos tan fogo-sos! ¡Son como carbón, de negros que son! “

Los sábados ya no había mujeres con rulosentrando en la tienda. Se acabaron los mecho-nes grasientos, saliendo por debajo de los pa-ñuelos, se acabaron las zapatillas y las caras desueño sin lavar y ya no había peleas sobre a quiénle tocaba el turno.

Los sábados la tienda estaba de bote enbote. Las todas admiradoras de Manolito pasa-ban por la tienda aunque fuera sólo para com-prar un manojo de apio. («Es que ayer se meolvidó comprarlo).”44

Seguro que en Helmond, Geldrop, Someren oEindhoven también habrán paseado Manolitos gua-pos, que tenían que afrontar las miradas descaradasde las mujeres de Brabante. Sin embargo, la mayo-ría de los españoles del sureste de Brabante era tra-bajadores de campo, procedentes de pueblos peque-ños, que apenas se atrevían a mirar a la cara a lasmujeres y que, por supuesto, no gastaban su dinero,ganado a duras penas, en las chicas ligeras de cas-cos. La mayoría de ellos no era tan heróicos y habíavenido a Holanda principalmente para darles una vidamejor a sus familias.

El guapo “Manolito” de Philips en Eindhoven. (CGN)

Sexo y picante

44 Stap 1994: 78-80.

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Aunque los padres de las parejas jóvenes qui-zás tuvieran sus objeciones, hubo un número bas-tante grande de matrimonios mixtos. José Díaz fueel primer español en Geldrop que se casó con unamujer holandesa.

“En febrero de 1963 vine de Barcelona a Gel-drop para ir a trabajar en una fábrica textil. Por unaño, pensaba, porque era mecánico de coches diplo-mado y tenía un buen empleo en Barcelona. Tam-bién tenía novia y quería ganar más dinero duranteun tiempo para poder comprarme una casa. El pri-mer día en Geldrop, sin embargo, me encontré conuna chica holandesa que sería mi futura mujer. Vivíacerca de la pensión donde compartí una habitacióncon otros dos españoles. Nos encontrábamos en lacalle o en la tienda del barrio. Sólo tenía 23 años y yatenía que tomar una decisión fundamental : ¿tomara ésta o a la otra? A mi me gustaba más la chica deGeldrop pero no creí que fuera correcto mandar sólouna carta a mi novia en España para terminar la re-lación. Por eso me fui a Barcelona por Navidad parahablar con mi novia. El 4 de junio de 1964 me caséen Geldrop.

Antes una mujer holandesa, al casarse con unhombre, que no tenía la nacionalidad holandesa,perdía automáticamente su nacionalidad. Cuando noscasamos acababan de modificar esta ley y mi mujerfue la primera mujer holandesa, que obtuvo una na-cionalidad doble. Mantenía su nacionalidad holande-sa y obtuvo también la española. El día de nuestraboda incluso recibimos una carta de felicitación de laCasa Real. El padre Driessen leyó esta carta en laiglesia.

INTERMEZZO

Enamorado en Geldrop

Geldrop, 1963. (CP)

Trabajaba, junto con por lo menos otros veinteespañoles, en la fábrica textil de Pessers y el día dela boda a todos los españoles les dieron un día librey pagado. ¡Un día libre y pagado para todos! La úni-ca condición fue que todos asistieran a la boda. Mis

Ceremonia nupcial, Geldrop 1964. (CP)

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Los obreros españoles de Pessers asistieron a la boda, Geldrop 1964. (CP)

padres vivían en Barcelona y no podían asistir. Te-nían mucha ilusión de venir pero no pudieron pagarel viaje. Me acuerdo muy bien que mi madre estaballorando al hablarme por teléfono. Fue un momentomuy difícil. Pero yo estaba sólo en Holanda y tuveque adaptarme a las circunstancias de aquel tiempo.Sacamos muchas fotos y después de nuestra bodafuimos a España para que mis padres conocieran ami esposa.

Al principio los contactos con mis padres políti-cos fueron un poco difíciles. Pues sí, yo era diferen-te, era extranjero. Era una cosa un poco extraña aprincipios de los años sesenta. Mi suegro, sin embar-go, era buena persona. Enviudó y tuvo que esforzar-

se mucho para sacar adelante a su familia numero-sa. Le tenía mucho respeto.

Tengo un sólo recuerdo penoso. Se trata delbautizo de mi hija. En España en el día del bautizo sehacía gran fiesta. Como mi mujer todavía estaba enel hospital habíamos dicho : “Sólo ofrecemos café ytarta y tomaremos unas cervecitas.” Llegó mi sue-gro, se tomó el café, se comió la tarta y nada másterminarla, se fue. Fue muy difícil para mi compren-der esto. Hablé sobre el asunto con mi mujer y luegolo discutimos con mi suegro. Cuando éste, más tar-de, empezó a conocerme mejor todo lo que hacía yole parecía bien y al final me aceptó como a los de-más yernos.”

Sexo y picante

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4. CHOQUE CULTURAL

Añoranza

Para muchos hombres fue un gran cambio tras-ladarse del campo español a una ciudad industrialholandesa. A menudo eran hombres que venían depueblos pequeños y aislados, donde los caminos to-davía no estaban asfaltados y muy pocos se atrevíana pasar las fronteras de la región. Viniendo de comu-nidades donde todos se conocían y todos sabían todode cada uno, llegaron a Eindhoven o Helmond, a unmundo totalmente diferente.

Había hombres que apenas se atrevían a mos-trarse fuera del campamento residencial o de la fá-brica. La mujer holandesa de un emigrante españolcontó una historia que pasó cuando su marido vivíaen uno de estos campamentos, en la época en queeran novios. Ocurrió que un compañero de su mari-do con quien compartía habitación, le pidió a ella

que comprara en la ciudad un pijama, porque él mis-mo no se atrevía. Había hombres cuyos límites fue-ron determinados por la fábrica Philips; fuera de esteárea se sentían amenazados y expatriados.

Sobre todo los hombres casados con una fami-lia en España, que estaba esperando todos los me-ses con ansia el sueldo de Holanda, estaban afligi-dos por la añoranza. La emigración podía ser bas-tante traumática y hubo muchas personas que lite-ralmente se pusieron enfermos. Entre los meses dejulio de 1963 y junio de 1965 uno de cada diez obre-ros españoles de Philips sufrió de una úlcera de estó-mago. Era cinco veces más de lo que ocurría en ungrupo semejante de obreros holandeses, compara-ble en cuanto a edad y trabajo.45 Este elevado núme-ro de úlceras de estómago fue el resultado y la ex-presión de dificultades de adaptación y añoranza.

Antonio Herrero escuchando la radio, Eindhoven 1968. (CP)

45 Erp 1967: 1914.

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Era notable que se presentaban más úlcerasde estómago entre los habitantes de los campamen-tos residenciales que entre los que vivían en pensio-nes particulares. Según el médico van Erp fue por-que los habitantes de las pensiones tenían más inti-midad, más influencia sobre su alimentación y qui-zás también porque eran otro tipo de personas , “quese apartan del rebaño y tratan de integrarse en lacomunidad holandesa.”46 Las úlceras de estómago semanifestaban sobre todo al final del verano y en oto-ño, cuando todos habían vuelto a Holanda despuésde pasar las vacaciones con su familia en su paísnatal.

La mayoría de los obreros españoles había tra-bajado antes en la agricultura y estaba acostumbra-da al trabajo fisicamente duro al aire libre. Teníandificultades con el trabajo monótono en las naves de

talleres, a menudo ruidosas, mal ventiladas y malolientes. Tampoco tenían tradición industrial, en elsentido de tener familiares que trabajaban en fábri-cas, por eso prestaban atención insuficiente a lasinstrucciones con respecto a la seguridad en las em-presas.47

Una queja, muy frecuente, era el dolor de pe-cho, que según el médico Van Erp era el equivalenteespañol al dolor de cabeza, del cual casi nadie sequejó : “Parece que los españoles todavía guardanel concepto aristotélico del corazón como la sede delalma, lo que prueba el hecho de que cantan ‘Mi alma,mi corazón’.” Según él, el mejor tratamiento de estesíntoma era tener paciencia.

Durante un período de dos años cuatro espa-ñoles tuvieron problemas psíquicos tan serios que

Eindhoven vista ciudad. (CP)

Dehesa. (CP)

46 Erp: 1966: 2.47 Erp 1966: 7.

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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tuvieron que ser repatriados. Otros partieron por ini-ciativa propia. Un hombre a quien habían diagnosti-cado, por tercera vez, una úlcera de estómago, sesuicidó al arrojarse al tren. Según el médico de em-presa esta elección era deliberada porque los espa-ñoles veían en el tren el vínculo con el país: “En Ale-mania los obreros españoles suelen ir a la estaciónde ferrocarriles todos los domingos para seguir conla vista, con mucha añoranza, los trenes que salen.”48

Jan Smets, periodista del Eindhovens Dagblad ob-servó también cómo muchos hombres con añoranzase reunían en la cafetaría de la estación de ferroca-rriles de Eindhoven, los domingos por la mañana:“Unos puñados de españoles están sentados en lacafetería, mirando a su alrededor, quizás atraídos in-conscientemente por la atmosfera del viaje anhela-do (de regreso).”49

Enfermedad

El Servicio Médico de Philips llegó a un acuer-do con el Hospital Santa Ana en Geldrop: que todoslos obreros españoles, de ser necesario, deberían seringresados. En este hospital estaban empleadas unashermanas que habían trabajado en América del Suren la misión y que dominaban el español.

Durante los dos primeros años en que obrerosespañoles trabajaron en Philips, el médico van Erp

descubrió con dieciséis pacientes la temida enfer-medad de la tubercolósis. En dos casos decidieronoperar aunque sabían que era un asunto delicadosometer a una persona enferma, tan lejos de su casay su familia, a una intervención quirúrgica de tantoriesgo. El Sr. van Erp escribió de una manera un pococínica : “La esposa, en general, no puede venir deEspaña ya que es analfabeta y nunca se ha alejadode su pueblo más de la distancia que puede llevarlauna mula. Sólo podría venir acompañada de unospadres, hermanos o primos y, preferiblemente, delcura del pueblo.”50

Ruth verbeek, gerente de El Pinar: “Ocu-rrió una vez que tenía que acompañar a su pue-blo natal a un hombre con tubercolósis que nodebía ser trasladado. Estaba desahuciado y lehabían prohibido viajar pero quería regresar a supueblo. Salimos en una avioneta de Philips condirección a Francia y cada hora se ponía másenfermo. En un determinado momento, en elavión, pensé : ¡Oh, no llegará, morirá! Sin em-bargo, cuanto más nos acercábamos a España,tanto mejor iba poniéndose. Bajamos del aviónen Madrid y llamó ¡”taxi”! y empezó a organizar-lo todo. Tuvo que ir a un pueblo en Ávila, dondelo dejé.”

En sus recomendaciones para el futuro el mé-dico van Erp comentó que hacía falta realizar másexploraciones radiológicas. También advirtió sobrecontratar a obreros con labio leporino : “El cirujanoplástico en Eindhoven ha logrado realizar unos em-bellecimientos espectaculares, que han impresiona-do mucho a los españoles. Como consecuencia laafluencia de hombres con labio leporino, operados osin operar, aumentará considerablemente lo que darálugar a más bajas por enfermedad.”51

Además el Sr. Van Erp se preocupó del hechode que, sobre todo los recien llegados, no llevabansuficiente ropa de abrigo; como no tenían dinero paracomprarse un abrigo y pantalones que les protegie-ran contra el frío, había que llamarles la atenciónsobre la compra de ropa interior que daba calor, por-que ésta era la solución más barata.

José Gutiérrez en una pensión, Someren 1963. (CP)

48 Erp 1966: 8.49 Smets 1964: 15.50 Erp 1966: 6.51 Erp 1966: 15.

Choque cultural

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En los años setenta Philips empleó a un médi-co español. Hasta entonces no habían venido nuncamucha gente a la hora de consulta, donde un médi-co holandés, fuerte y hosco, atendía a los españolesy los examinaba. Peter Weerts todavía recuerda :“Hasta que, un día, llegó un nuevo médico y resultóque era una mujer, la doctora Vivancos. Te digo queera una mujer tan guapa que, si uno estuviera com-pletamente sano, se pondría enfermo con muchogusto. Al llegar el día de consulta siempre esperabanen el corredor unos cincuenta hombres, que hacíanmucho ruido y hablaban mucho. Sin embargo, cuan-do ella entraba, se podía oir el vuelo de una mosca ytodos los ojos se dirigían hacia ella.”52

Albert van Dijken de la revista Philips Koerierescribía que la llegada de la doctora Vivancos no sólocausó mucha excitación sino también fricciones : “Algunos españoles me dijeron : No vamos a desnu-darnos ante esta mujer.”

Yo les respondí: “¿ Qué tontería es esa?”

“No vamos a hacerlo, Albert. Estás loco. Conesa mujer sí que queremos acostarnos pero no va-mos a desnudarnos ante ella.”

En un informe interno de 1974 la doctora Vi-vancos hizo una relación firme y concienzuda de sus

experiencias con obreros españoles. Escribe que losemigrantes tienen un problema en su propio país peromuchas veces este problema está muy vinculado concircunstancias individuales o de familia. “Una vez lle-gados a Holanda se tienen que enfrentar a otro pro-blema: adaptarse a un país nuevo, con un idiomanuevo, costumbres nuevas, muy lejos de sus fami-lias y amigos. Esto provoca una especie de choquecultural. Estos dos problemas tienen mucha influen-cia sobre el cuadro clínico del emigrante español.”53

“No se preocupe del idioma”

El contacto con los de casa era muy importan-te para los obreros españoles pero difícil de mante-ner. Llamar por teléfono era muy caro y, además,muchas veces sólo había un teléfono en el pueblo dedonde eran. La comunicación, pues, dependía, en sumayor parte, de la correspondencia por carta. Habíamuchos, que tenían dificultades para leer y escribir,por lo cual se veían obligados a pedir a un sacerdoteo un compañero un poco más letrado que escribieraunas lineas a casa. Había incluso quienes no sabíanponer ni siquiera la dirección en un sobre. Un holan-dés, que trabajó en El Prado se hizo un negocio ven-diendo etiquetas de dirección a 5 pesetas cada una.

Escuchar la radio en el campamento de Sevenum, 1963. (PCA)

52 Weerts 2006.53 PCA 624.5.

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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Martien van Wanrooij se crió en el pueblode Beek en Donk y frecuentó la residencia CasaTrenta, cuando era joven: “Muchas veces se veíacómo dos españoles estaban sentados en unamesa. Los que sabían escribir un poco tambiénescribían cartas para los demás. Aunque mi es-pañol no era nada perfecto, me pidieron a mítambién que escribiera algunas cartas en espa-ñol.”

Marcelo Rojo: “En la residencia de El Pinar,donde ocupaba una habitación antes de casar-me, compartí habitación con Ceferino, un chicode Canarias. No sabía leer ni escribir. Cuandovenían cartas de su mujer yo las contestaba siem-pre. No fue difícil porque siempre tenían el mis-mo contenido. Ceferino trabajaba en tres turnosy yo en uno. Cuando llegaba a la residencia porla tarde muchas veces me había dejado una car-ta debajo de la almohada. Yo contestaba la cartaentonces. Luego, cuando me fui a vivir con mimujer en Maarheeze continué contestando lascartas durante cuatro años más. Siempre iba arecoger las cartas al campamento. Después de 4años Ceferino se soltó y aprendió el holandés. Elsecreto de las cartas queda entre Ceferino, sumujer y yo. Nunca he hablado sobre el contenidocon nadie, ni siquiera con mi mujer, Emiliana.Ceferino se ha vuelto a Tenerife y fuimos a ha-cerle una visita Emiliana y yo. Cuando llegamos

a su casa preguntando por él, sale una mujer ala calle y dice: ‘¡Pero si es mi segundo marido!’Digo: ‘¿Cómo?’ Y mi mujer iba al lado… La mujerde Ceferino me llamó “ su segundo marido ”.Aquello fue algo fabuloso. Divulgar lo que ha es-crito una persona en cartas confidenciales lo con-sidero un crimen. La confianza que te dan es muyimportante.”

La mayor parte de los inmigrantes pensaronquedarse en Holanda sólo unos años y no se toma-ron la molestia de aprender el idioma o seguir uncurso de alfabetización. Tampoco fueron animadospor las autoridades holandesas o los contratadoresporque éstos también consideraban su estancia comotemporal. La mayoría de los contratadores ofrecie-ron intérpretes, traductores y asistentes, que domi-naban el español, pero no organizaron cursos. Pueslos emigrantes habían sido contratados para el tra-bajo no cualificado y para las empresas era pocoventajoso ofrecerles formación o estudios.54 A los pro-pios emigrantes tampoco les hacía falta aprender

Cartero en el campamento, Eindhoven 1968. (PCA)

Idioma. Página del Guía del Emigrante en Holanda,1971. (GEH)

54 Bouwmeester y Van Os 2002. Veáse también Krupe 1998.

Choque cultural

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holandés. Trabajaban y vivían juntos en concentra-ciones grandes y tanto en el trabajo como en la vidaprivada podían limitarse a utilizar su propio idioma.Así ha podido ocurrir que un gran número de espa-ñoles, después de cuarenta años, todavía sigue te-niendo problemas con el holandés.

Florencio Granado, un emigrante españolque regresó a España, da la siguiente imagen deesta situación: “Seguían viniendo más y más es-pañoles. Teníamos nuestro propio departamentode Asuntos Personales, donde hablaban español.Luego disponíamos de intérpretes, la policía ha-blaba español, en el Ayuntamiento también ha-blaban español. Al jefe de la fábrica le obligarona estudiar español. En vez de a nosotros le obli-garon a él. Pero lo peor del caso fue que a noso-tros nos acusaron de no hablar bien el holandés.A los turcos que ahora vienen a Holanda les di-cen: “Si quieren trabajar han de aprender la len-gua holandesa. Si no lo hacen, no habrá trabajopara ustedes.” Con nosotros era justamente alrevés: “¡No se preocupen ustedes del idioma ho-landés! Vayan donde vayan les atenderán en es-pañol.” Todo el mundo hablaba español y noso-tros no hablábamos holandés. Y cuando hablá-bamos holandés entonces hacían como si no nosentendieran. Más tarde, sin embargo, al cabo deunos años, todo cambió. En Asuntos Personalesdejaron de hablar español, por todas partes de-jaron de hablar español. “¿No dominas el holan-dés? ¡Pues apréndelo!”

Gerrit Nijhof, jefe del departamento de Asun-tos Españoles de Philips: “Después de todo esto dudo

si hemos actuado bien pero ahora ya es tarde. Ha-bría sido mejor no mimarlos tanto. Todos pensába-mos que regresarían después de unos años. Perotenían muy buena vida aquí. Les hemos dado clasesde español, por ejemplo, a los capataces pero habríasido mejor que no lo hubiéramos hecho nunca. An-tes el sistema dentro de Philips era que selecciona-ban a los jefes entre los mejores capataces y loscapataces eran quienes habían demostrado, comotrabajadores normales, tener don de gentes. Y luegotenían que aprender español. Quizás tuvieran me-nos dificultades para aprender español que los espa-ñoles para aprender holandés, pero ellos tambiéntenían muchos problemas. Para mí la dedicación delos capataces hacia nuestros trabajadores españolesera excelente. Y si no llegaban a solucionar un asun-to siempre podían dirigirse al departamento de Asun-tos Españoles.”

José Sánchez Bernabeu dando clases de holandés. (CP)

Frases. Página del Guía del Emigrante en Holanda, 1971.(GEH)

Dificultades con la lengua holandesa

Al preguntar a la primera generación con quéaspecto tenían más dificultades, infaliblemente con-testaron: el idioma.

María Peris : “La lengua fue el problemamás grande para nosotros y sigue siéndolo. Paralos hijos no, no tienen ninguna dificultad.”

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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Josefa Silvo vino a Eindhoven a finales delos años sesenta : “Oh, casi no me atrevo a de-círtelo pero ¿ sabes qué creía? Pensaba : soncomo perros que ladran ¡ Sí, es verdad.! ¡Nuncavoy a aprenderlo!”

Florencio Granado recuerda un caso de confu-sión verbal de la época en que vivía en el campa-mento residencial de De Spreeuwel. Unos hombresde Extremadura salieron a bailar en Middelbeers yconocieron a unas chicas holandesas. Bailaron y be-bieron toda la noche. Hacia el final de la noche unespañol quería besar a una de las chicas y les pre-guntó a sus compañeros cómo decir esto en holan-dés. Uno de ellos sabía supo decirle que hay quepedir un “kus” (beso) pero pronunció la palabra comose hace en español y dijo : “ku” (vaca). El español seacercó a la chica de Middelbeers y trató de pronun-ciar la palabra : “Koe, koe?” (¿Vaca, vaca?) Respon-dió la chica: “ Yo no tengo vaca, mi padre sí las tie-ne.”

laborales había muy poco entusiasmo.” Pronto yahablaba mejor el holandés que las demás mujeresespañolas en su departamento y a veces el jefe dedepartamento le pedía que hiciera de intérprete :“Cuando una persona sabía hablar un poco mejor elholandés, muy a menudo le pedían que viniera a laoficina para traducir algo para alguien. Entonces lasmujeres españolas volvían la cabeza, te miraban yse decían: “¡Fíjate ella, que aires se da!”

Vacas. Página del Guía del Emigrante en Holanda, 1971.(GEH)

Una emigrante de la primera generación: “EnPhilips conseguí un diploma de lengua holandesa paraobreros españoles. Dieron esos cursos en El Prado ynos llevaron a clase en un minibús de Philips. Aun-que podíamos seguir este curso durante las horas

Diploma, 1981. (CP)

Esta mujer trabajaba en el departamento deproducción pero tenía capacidad para hacer otro tra-bajo. Su jefe se dió cuenta de ello y la animó aunquesus colegas no apreciaron esto y su marido tampo-co: “En un momento determinado Philips me ofrecióconseguir el diploma de mecanografía a expensas dePhilips. Las clases eran de noche, no durante horaslaborales. También conseguí el diploma de este cur-so aunque tuve muchísimas peleas con mi ex-mari-do. Para él era imposible que una mujer sola asistie-ra a un curso de noche. Diós sabía qué habría tenidoque hacer para recibir permiso de mi jefe para ir a talcurso.” Después de obtener el diploma de mecano-grafía me trasladaron a un departamento adminis-trativo donde era la única española.

“Oh fardoma”

En las residencias daban cursos de holandésdesde el principio pero muchos españoles trabaja-ban en varios turnos y no podían asistir a más de lamitad de las clases. La Sra. Mieke van de Poel dióclases de holandés a obreros españoles de variasempresas. Les enseñó por ejemplo frases, que po-dían utilizar cuando salieran a bailar con chicas ho-landesas: “¿Quieres bailar conmigo?” o “¡Qué blusamás bonita te has puesto!” Los obreros españoles

Choque cultural

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estudiosos que trabajaban en las fábricas de Hel-mond, se enfrentaban a dificultades adicionales; cuan-do querían poner en práctica el poco holandés queconocían, todo el mundo les respondía en el dialectode Helmond, del cual no entendían nada.55 No obs-tante los obreros españoles aprendían mejor el ho-landés de sus colegas holandeses en la fábrica.

El hermano Antonio Collart hizo trabajo pas-toral en la comunidad española de Eindhoven ycontó lo siguiente sobre la primera generación:“A veces sólo entienden la mitad de lo que dicen.Un español me llevó a un bar para tomar unacerveza y me dijo : “¡Tu, no parlotear, eh! (“jijniet ouwehoeren”) ¡Yo pagar!” No tenía idea dequé quería decir “ouwehoeren” (parlotear) peroera una palabra que había oído muchas veces enla fábrica.”

Había ciertos tacos holandeses que los inmi-grantes recordarían para siempre, incluso despuésde regresar a España y hasta en la segunda genera-ción En enero de 2006 Miguel Luengo recibió un co-rreo electrónico de un hombre de Toledo, cuyo padretrabajaba en Holanda en los años setenta. Después

de regresar a España su padre solía utilizar una ex-presión extraña cuando se enfadaba. Cuando su hijole preguntó por el significado respondió que no erauna expresión que debe utilizar un chico pequeño. Elpadre ya ha fallecido y el hijo se ha convertido en unhombre adulto que, al mirar una página web sobrela historia de la emigración, se acuerda de algo mis-terioso de su juventud y le pregunta al propietariode la página web : “¿Existe en holandés alguna ex-presión que se pronuncia en castellano como: “¡Oh,fardoma!”?. Le contesta que la palabra holandesa es“godverdomme” y significa “me cago en Dios.”

Carta anónima

Algunos españoles tenían mucha sensibilidadlingüística, sabían escribir bien y se familiarizaron muypronto con el idioma holandés. En el Archivo de laCompañía Philips se encuentra una carta, escrita en1969 por un obrero español anónimo y dirigida al Sr.Frits Philips, el presidente. El motivo de escribir estacarta fue una manifestación que tuvo lugar el 22 defebrero de 1969 en Eindhoven, contra los contactoseconómicos de Philips con la junta militar de Grecia.Philips había recibido de la llamada junta fascista unpedido para el suministro de televisores en color. Los

55 Buul 2004.

Carta anónima de un obrero español a Frits Philips, 1969. (PCA)

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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manifestantes llevaban una corona de alambre depúas con forma de una cruz gamada y querían depo-sitarla ante la estatua del Sr. Anton Philips, situadaen la plaza enfrente de la estación. La policía, sinembargo, logró evitar la ofrenda de la corona. Unobrero español leyó en el periódico sobre esta mani-festación y decidió escribirle una carta a Frits Philipspara demostrar su apoyo.

Esta carta es un documento personal en el cualconvergen la política internacional, los intereses eco-nómicos, la historia socioeconómica, las protestas delos estudiantes, la historia sobre la emigración y lasnormas y valores de una cultura mediterránea. Nosda una idea sobre el mundo en que vivieron los obre-ros españoles. En la carta fuertes emociones, en parterelacionadas con la cultura, juegan un papel impor-tante : el dolor por la muerte de un padre, el respetopor los difuntos, la importancia de los vínculos fami-liares, el amor al prójimo dentro de la perspectiva depobreza y riqueza y una relación humilde pero, almismo tiempo entrañable, hacia el patrón.

La mayor parte de la primera generación delos obreros españoles en Eindhoven procedía de re-giones donde había mucho latifundismo. En su paísde origen mantenían una relación “patrón – cliente”con su empleador.12 Desde este mundo llegaron aEindhoven y esto influyó en su relación hacia suempleador allí. Con esta percepción se entendían bienen la empresa Philips.

El Dr. Anton Philips, conocido por todas partescomo “El Señor Anton” fue el “padre” de la empresaque hizo grande a Eindhoven. Se podría llamarle el“patrono” de los empleados pero también de la ciu-dad de Eindhoven. Al salir de la estación de Eindho-ven se lo ve de espaldas a la estación, de cara alcorazón de la ciudad, el sombrero en la mano. Escomo si el “protector” de Eindhoven se quitara elsombrero ante la ciudad y sus habitantes. Su hijoFrits probablemente estuvo muy contento con lamuestra de apoyo de este español anónimo. La car-ta sigue cuidadosamente guardada en el Archivo dela Compañía Philips.

56 Blok 1974: 178-179.

Estatua de Anton Philips. (CP)

Choque cultural

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Diátesis de la nostalgia

Marchó una mañanacuando yo en mi cuname agarraba a la luzque me traía la vida.Marchó con la luz tempranacuando la luz de la lunaparaba su gris aludy se quedaba dormida.

Se fue por ese caminoque cruza los altos cerros,más allá de la sierraoscura del horizónte.Se fue detrás del destinopor una senda de hierros,por las venas de la tierraque se pierden por el Norte.

Se fue a buscar el armaque la miseria erradique.Aunque lloraban sus ojosmás dolor daban las hambres.Hambres de carne y almaque amenazaban la estirpede albardas y rastrojosentre espinadas alambres.

Fueron cambiando los díascreciendo sin su presencia.Fueron muriendo las lunaspor falta de paternidad.Y en aquellas noches fríasmi madre con su pacienciaen alianzas nocturnascombatía la soledad.

Mi madre no era de piedra,ni era mi padre de acero,ni mis hermanos de vientoni mi cuerpo era de hielo.Dejando atrás a mi tierra,nos fuimos por ese sendero.Trasplantándonos el tiempoen la carne de otro suelo.

Ahora todos disfrutanla anhelada hermosurala tierra de la ‘nacencia’que llora mi alma herida.De nuevo todos disfrutande mi madre Extremadura,esa cuna de mi infancia,esa que me dió la vida.

En el poema Diátesis de la nostalgia Miguel Angel Luengo Tarrero describe a su padre, que partió paraEindhoven y tuvo que dejar a su familia en Extremadura. Miguel Angel sólo tenía unos meses cuando estoocurrió. En la edad de 14 años Miguel Angel se fue a Holanda también. Los padres de Miguel Angel y todos sushermanos ya han regresado a Extremadura. Miguel Angel es la única persona que todavía lleva viviendo enHolanda.

Diátesis de la nostalgia. Foto de familia para mandar a su padre en Eindhoven. Garganta la Olla, 1966. (CP)

Miguel Angel Luengo Tarrero. Eindhoven, 23-12-2004.

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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En la foto figuran cuatro hombres del pueblode El Torno, en el norte de Extremadura, que salie-ron juntos para Eindhoven en 1964. Posan con lasbanderas de España y Holanda al fondo. Martín Mar-tín, el segundo de la derecha, mandó esta foto a suesposa Visita en España.

Cuarenta años después contó Visita que ellasiempre siguió viviendo en España: “Cuando naciónuestro hijo mayor mi marido estaba en Holanda yfui a vivir con mi madre. Le dió mucha pena y no sóloa él sino a todos nosotros también que su hijo nacie-ra aquí mientras él estaba en Holanda. ¿Pero quéibamos a hacer? Aquí no había trabajo. Cuando mimarido salió le dije que nunca en mi vida iba a acom-pañarle. Le dije: “¿Qué se me ha perdido allí?; esagente es muy diferente, ¿qué voy a hacer allí?” Sí,eso es lo que le dije. Ahora diría: “¡Esos extranjerosson como nosotros, somos todos iguales!” Pero enaquella época eramos tan inocentes... Ahora viaja-

INTERMEZZO

Unas gafas de Philips

mos a cualquier sitio y los extranjeros vienen aquí.Antes nunca salíamos, siempre estábamos en casa.”

Martín lo pasó mal en Holanda, se puso enfer-mo y tuvo que ser ingresado en el hospital. La ban-dera española está colgada detrás de su cama perola bandera holandesa ya no se ve. Al final Martín sepuso tan enfermo que Philips tuvo que repatriarlo;no estaba claro lo que tenía.

En aquella época volar era tan especial que lehacían una foto a cada pasajero, al bajar del avión,incluso cuando uno bajaba del avión muy enfermo.Era diciembre de 1964 y a Martín le habían dado unagran cesta de Navidad de parte de la Philips. Cuandoaterrizó en su patria ya no se acordó de la cesta y ladejó en el avión. Cuarenta años después su esposatodavía habla con pena sobre la cesta de navidadolvidada que habría dado un poco de brillantez a latriste llegada de su marido.

Cuatro torniegos en Brabante, 1964. (CP) El reverso de la foto, 1964. (CP)

Choque cultural

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Martín en el hospital de Santa Ana en Geldrop, 1964. (CP)

Martín siguió con su antigua profesión de cabrero,El Torno 1968. (CP)

Visita y las gafas de su marido, El Torno 2005. (CP)

Después de volver a El Torno Martín mejoró ydecidió volver a buscar trabajo en otro sitio. Estavez, sin embargo, su mujer y su hijo le acompaña-ban. Se mudaron a Bilbao donde lo contrataron enuna fábrica de galletas. La estancia en Bilbao no durómucho tampoco. Después de unos años volvieron asu pueblo natal donde a Martín no le quedó más re-medio que seguir con su antigua profesión de cabre-ro. Unos años después murió. Según su esposa lasdepresiones que sufría habían empezado a manifes-tarse en Holanda.

Sobre el tiempo en que trabajó en Philips nun-ca dijo nada. Visita: “No sé si le gustó el trabajo ono. Nunca hablamos sobre este tema. Sólo dijo quetenía que mirar tan fijamente a esas bombillas quelos ojos le dolían mucho y por eso le dieron una ga-fas. Y nada más que correr, correr y correr...”

Martín bajando del avión, Madrid 1964. (CP)

Visita ha guardado todo lo que está relaciona-do con la estancia de su marido en Eindhoven, inclu-so las gafas que le dieron a su marido para que hi-ciera ese trabajo tan minucioso en Philips.

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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Trabajo pastoral

Los españoles eran católicos, como la mayorparte de los habitantes de la provincia de Brabante,por ello se adaptaron con bastante rapidez. Desde elcomienzo hasta los años ochenta la asistencia espiri-tual de los españoles estuvo en manos del padreJaime Driessen, un sacerdote holandés que habíatrabajado en las misiones; decía misa en los campa-mentos residenciales y se entregó en cuerpo y almaal bienestar de la comunidad española.

Era un hombre de una extraordinaria capaci-dad mental, una enciclopedia viviente. Conocía losnombres y apellidos, fechas y lugares de nacimientode todos los emigrantes y sus familiares. Nunca seolvidaba de quién cumplía los años y una de las anéc-dotas más fascinantes de aquella época es la de aque-llos jóvenes emigrantes que no vivían la fe como losdemás compatriotas, los que no eran tan creyentes,pero que al final terminaron acudiendo a su misadominical.

5. RELIGIÓN Y POLÍTICA

Miguel Ángel Luengo : “Tenía unos catorce oquince años y había visto al padre Jaime sólo unavez, cuando estaba con mi padre en El Prado . Unassemanas más tarde nos encontramos en la calle yme dijo : “Miguel Ángel, ¿qué tal?” ¡Y eso que sólome había visto una vez!”

José Gutiérrez : “Te diré una cosa, cuando lle-gué aquí había dejado de tener fe pero por medio deese hombre la recuperé. Sólo por él volví a misa.”

No fue el único, incluso los jóvenes españolesmás incrédulos estaban tan impresionados por elpadre Jaime, que todos los domingos asistían a misamuy ordenadamente.

Peter Weerts, cocinero en El Pinar dice sobrelas mañanas de domingo: “A las diez y media el pa-dre Driessen celebraba la Santa Misa en la cantina.Estaban tan callados que se podía oir el vuelo de unamosca. Pero nada más terminar la misa, se desatabaun infierno: cantaban, bailaban, bebían, jugaban alas cartas y al billar. Entonces empezaba el día festi-

Padre Jaime Driessen hablando con recíen llegados en el campamento de Someren, el 11 de febrero de 1963. (PCA)

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vo de verdad. ¡La primera actividad del domingo, sinembargo, era asistir a misa! Este momento de re-flexión era muy importante para muchos, era comoestar con el pensamiento con sus familiares en casa.”

El Padre Driessen ayudaba a rellenar las decla-raciones de la renta, llevaba en su coche al médico alos trabajadores enfermos y arreglaba documentosde viaje si era necesario. Cuando uno de ellos dejóde enviar dinero a su esposa e hijos en España, elPadre Driessen hizo que transfiriera el dinero. Pare-ce que incluso tenía la bondad no sólo de traducirsino también de contestar las cartas de amor, quealgunos obreros españoles guapos y solteros reci-bían de chicas holandesas.57

El Padre Driessen falleció a la edad de noventay dos años en el mes de marzo 2008 en una residen-cia de clérigos ancianos. La comunidad española deEindhoven no lo ha olvidado nunca y siempre le es-tará agradecida por todo lo que ha hecho por ellos.El día 16 de mayo de 2008, los españoles de Eindho-

57Eindhovens Dagblad, 6-12-1963, 15.58 http://www.emigracioneindhoven.dse.nl/PadreJaimeDriessen.htm59Olfers 2004: 34-35.

Capilla de la Virgen María, Westelbeers.Españoles de la residencia cercana De Spreeuwel

encendían aquí una vela antes de ir de vacaciones a supaís natal y después de volver sanos y salvos. Durante elaño encendían velas para sus queridos en España. (CP)

ven colocaron una placa conmemorativa en la tumbadel padre Jaime como recuerdo y agradecimiento portodos los años que les ofreció sus servicios y amis-tad.

No sólo en Eindhoven, también en España elrecuerdo del Padre Driessen provoca fuertes emo-ciones: Marcelina Pancho Herrero, que regresó a supueblo natal, vió una foto actual del querido PadreDriessen en la página webwww.emigracioneindhoven.dse.nl y le envió un poe-ma digital escrito por ella misma con el título de Ai-res Extranjeros:

“Cuando llegamos a Holanda, tristes y conel corazón dolido,/nos visitaba a todos dándonosapoyo y alivio./Luchamos los emigrantes con amory frenesi,/nos aliviaban sus palabras, aunquehubiese que sufrir./Le he visto en el ordenador,Padre Jaime, y me quedé sorprendida,/ a pesarde ser mayor aun le brillan sus pupilas./Está fuertey arrogante y su mente está fresca todavía;/ledeseamos de corazón que aún le quede largavida./Le mandamos con afecto un recuerdo porel aire/y nunca olvidaremos de que fuimos emi-grantes.”

Garganta La Olla19 de diciembre de 200558

La manera en que el padre Jaime Driessen seesforzó por la comunidad española es casi legenda-ria. Hubo más clérigos que hicieron trabajos pasto-rales para los españoles y que también fueron muyapreciados, como el párroco C. Van Bavel, el herma-no Antonio Collart y el padre Santiago de Kinderen.Los dos últimos también fallecieron en 2008 y siguie-ron esforzándose por la comunidad española hastasu muerte. El padre Santiago de Kinderen oficiaba lamisa en español todos los domingos en el CírculoEspañol de Strijp en Eindhoven.

En 1972, en la empresa Friki (una fábrica ho-landesa de productos de pollo y pavo) en la ciudadde Boxmeer, fue contratado un clérigo de Españacomo pastor de empresa y trabajador social.59 Sinembargo, los clérigos españoles tuvieron un efectoaterrador sobre los obreros en Holanda. En la em-presa Friki trabajaban 180 españoles pero, ya desde

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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el principio, tenían muy poca confianza en la sotanaespañola que asociaban directamente con el régi-men de Franco. Este sacerdote se cerró las puertas así mismo al prohibirles tomar más de cuatro cerve-zas y al pronunciarse en contra de la afiliación alsindicato de trabajadores “comunista” NVV.60 Prontosurgieron las primeras protestas y en un momentodeterminado los obreros españoles incluso amena-

zaron con declararse en huelga con el apoyo del NVVcuyo secretario era entonces Lino Calle, un refugia-do político español. Se acercaban los días de Navi-dad y Friki necesitaba urgentemente a los obrerosespañoles para cumplir con todos los pedidos de polloy pavo. Por ello la directiva decidió despedir al párro-co español. A sólo dos meses de su llegada le desti-tuyeron de su cargo.

Huelga

Al preguntarles a la primera generación deemigrantes españoles por las diferencias más desta-cadas entre Holanda y España en los primeros años,casi siempre responden: “más libertad”. En cuanto alaspecto de más libertad, se refieren normalmente alas opiniones y costumbres holandesas sobre usosamorosos, el matrimonio y la libertad de expresión.En dos palabras: sexo y política. Muy pronto los obre-ros españoles se dieron cuenta de que en Holandase podía decir y escribir mucho más de lo que esta-ban acostumbrados en España. Aquí podían dirigirpalabras de crítica a su jefe sin repercusiones seriaspara su contrato de empleo. Para ellos ya era muyespecial el hecho de que un jefe los escuchara...

60Panorama, enero 1973, 62.

Padre Santiago de Kinderen, Veldhoven septiembre de2005. (CP)

Imagen del Guía del Emigrante en Holanda, 1971. (GEH)

Obreros españoles en Hatéma Helmond lavando lasmanos. (IEH)

En los años setenta hubo en la empresa Philipsalgunas tensiones que llevaron a una huelga. En elmes de octubre de 1974 mil obreros españoles dePhilips se declararon en huelga, suceso que emitie-ron en el Telediario de la televisión nacional holan-desa. La huelga fue motivada por las malas condicio-nes de trabajo y por la calidad de vida en los campa-mentos residenciales, sobre todo en El Pinar. Se que-jaban principalmente del almuerzo caliente que no

Religión y política

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tante bien y le dije : “José, ahora a no pongascara de hipócrita; tú fuiste uno de ellos, tú tam-poco comiste.” Luego nos explicó : “La comidaera buena pero nos hacia falta un motivo paramovilizarnos. Por eso decimos que la comida noera buena, y esto nos sirvió para no asistir altrabajo y comenzar la huelga.”

Ruth Verbeet: “Pero no todos participaronen la huelga. Había muchos españoles que esta-ban dispuestos a trabajar. Algunos sí que fuerona trabajar.”

Peter Weerts, cocinero de El Pinar: “Habíaalgunos que estaban avergonzados de que losespañoles se declararan en huelga. Para ellos erainadmisible, dijeron: “Hemos venido aquí paraganar dinero y no vamos a dar mucho la nota.”Eran los españoles mayores los que lo decían. Lamayor parte de los jovenes, sin embargo, despo-tricaba con fanatismo y esto condujo a enfrenta-mientos entre los dos grupos. ¡No nos atrevía-mos a entrar en la cantina en aquellas ocasionesporque se tiraban muchos objetos. Las sillas aveces volaban por todos lados!”

sabía a nada y además se recalentaba para que sir-viera de cena al turno de noche, de forma que resul-taba completamente incomible.61 Este comentario fuepublicado en el diario Trouw pero los cocineros de ElPinar contaron otra historia.

Benny Weerts, cocinero de El Pinar: “Fueun desastre, creo que aquel día tuvimos que vol-ver a cocinar tres veces seguidas. ¡La cantidadde horas extras que trabajamos entonces! Y alfinal hicimos espaguetis, de esto me acuerdobien.”

Ruth Verbeet, gerente de El Pinar: “Aqueldía, en que comenzó la huelga, se negaron acomer. Paralizaron todo por no comer. Dijeron :“La comida no vale nada”; quitamos toda la co-mida y preparamos otra enseguida. Y otra vez senegaron a comer. Entonces adoptamos una posi-ción firme; ya no podían hacernos nada. Estabaclaro que había otro motivo para la huelga.”

Benny Weerts: “Y eso lo descubrimos pormedio de José; era un chico joven que siempreayudaba en la cocina. Dominaba el holandés bas-

61 Trouw, 16-10-1974.

Recreo de El Pinar en Maarheeze. (CGN)

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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La huelga había sido provocada por los dosactivistas politicos de izquierda que habían encon-trado empleo en Philips por el sistema de contrata-ción y que vivían en El Pinar. Tenían vínculos con unmovimiento estudiantil de Nimega, que en seguidaconstituyó un “comité de apoyo” para dar publicidada la huelga. La gran mayoría de los obreros españo-les nunca se había inmiscuido en cosas de política enEspaña y por supuesto, no había ofrecido resistenciacontra el régimen. A principios de los años cincuentauna nueva generación sí organizó manifestacionescontra Franco, convocó huelgas y distribuyó propa-ganda ilegal.62 “ Jóvenes rebeldes ” vinieron a Ho-landa como obreros extranjeros y la mejor manerapara movilizar a la gente “mayor” fue quejarse de lascomidas.

La bomba estalló el jueves, 10 de octubre de1974, cuando dos españoles dejaron de trabajar an-tes de la hora final y por eso fueron amonestadospor su jefe. Los españoles se enfadaron y rompieronunas pantallas para televisores en color que acaba-ban de salir de la cadena de producción. Fueron des-pedidos por Philips y empezaron a organizar movili-zaciones de solidaridad entre los obreros españolesde la fábrica de Philips de pantallas para televisoresen color, llamada Elcoma y entre los habitantes de ElPinar. Exigieron el pago de sus horas de viaje, unamenor presión de trabajo para combatir el problemade las plazas vacantes y la eliminación de las dife-rencias de sueldo entre los españoles, belgas y ho-landeses. Además exigieron dos comidas calientesdiarias en las residencias, mejores equipamientossanitarios y una mayor limpieza.

Residencia El Pinar en Maarheeze. (PCA)

El Comité de apoyo se movilizó y reunió elmartes, 15 de octubre, a casi mil personas para par-ticipar en una manifestación por el centro de Eind-hoven. Aquella misma noche el periodista EefBrouwers comentó la manifestación en una emisióndel telediario NOS. Al otro día Philips, el comité dehuelga y los sindicatos NVV y CNV llegaron a un acuer-do. Prometieron equipamientos sanitarios mejores,una limpieza mejor y dos comidas calientes diarias.En los lugares de trabajo se iniciaría una investiga-ción sobre el sistema de apreciación de trabajo.63

En El Pinar todos volvieron a la normalidaddespués de expulsar al mayor agitador del personal.

Ruth Verbeet: “Creía que era miembro delGRAPO.64 La policía le expulsó con mano bastan-te dura y entonces se acabó el tumulto.”

Gerrit Nijhof, jefe de Asuntos Españoles: “A unosdías de echar fuera a este hombre se recuperó latranquilidad. El asunto provocó una discusión entrelos habitantes y no era cosa mala ya que en aquellaépoca, Franco estaba a punto de morir.”

62 Olfers 2004: 19-21.63 De Tribune, noviembre 1974.64 Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre.

Fábrica televisiones, Eindhoven 1966. (PCA)

Religión y política

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Un asunto delicado

La política era un tema delicado entre los es-pañoles, un asunto que preferían no tocar. La gene-ración que había crecido después de la Guerra Civilespañola, vivía un ambiente de recelo, miedo y re-presión, ocultando sus ideas políticas con mucho cui-dado.65

Ruth Verbeet: “No se atrevían a hablar so-bre esto porque eran controlados también enHolanda. En la residencia también vivía gente antelos cuales era mejor callar y no decir nada. Quié-nes eran, no lo sabíamos.”

Después de la muerte de Franco en noviembrede 1975 y durante la transición a la democracia, lasociedad española comenzó a manifestar publicamen-te y con más confianza sus ideas políticas. Duranteeste tiempo de transición fueron muchos los españo-les que decidieron volver a España.

Martien van Wanrooij, trabajador social dela Asociación de Obreros Extranjeros desde 1977hasta 1985: “En el pueblo de Beek en Donk vivíauna familia de Galicia, que tenía bien clara la ideade regresar a España tras la muerte de Franco;eran de los pocos que se atrevían a criticar unpoco más el regimen franquista. En Beek en Donkla situación era bastante clara, la gente en laresidencia Casa Trenta procedente de Alhaurín,tenían muchas dificultades para expresarse encontra del régimen de Franco. Quizás fuera por-que el gerente también era de Alhaurín y estabaa favor de Franco. Recuerdo, sin embargo, quela atmósfera cambió completamente después dela muerte de Franco.”

Después de la huelga de octubre de 1974 yano hubo incidentes que causaran tanto tumulto en-tre los obreros españoles en Eindhoven y alrededo-res. Sobre todo durante los primeros años, la mayorparte de los contratadores les ofrecieron muchas fa-cilidades de modo que no les faltó nada durante suestancia temporal en Holanda. Incluso las vacacio-nes a España eran organizadas de forma impecable.

Residencia Horst-America, 1964. (PCA)

65 Olfers 2004: 25.

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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Antonia Klerkx-Serrano Vizcaino fue la primeramujer contratada por Philips para sus departamen-tos de producción. No vino a Holanda como esposade un trabajador extranjero español sino como mu-jer independiente, que tenía sus propios motivos.

“Soy de Andalucía, de un pueblo de la provin-cia de Almería. A principios de los años sesenta ape-nas había empleo por allí, mi padre estaba enfermoy mi hermano mayor decidió ir a trabajar al extranje-ro. Al final fue a parar en una fábrica de madera enEindhoven. Por terceros se enteró de que la familiavan Doorne, propietarios de la fábrica de coches DAF,buscaba a una criada interna para arreglar la casa.Le parecía un puesto interesante para mí y el 30 deabril de 1964 llegué a Holanda. Sólo tenía 19 años,me dejaron en casa de aquella familia y ya no ví anadie más. No hablaba el idioma y cuando tenía quecontestar el teléfono no sabía qué hacer.

Al cabo de un tiempo busqué otro empleo yuna habitación. Encontré alojamiento en el centro

INTERMEZZO

La primera mujer española en Philips

Tarjeta de Antonia. (CP)

de Eindhoven donde los ratones corrían por mi habi-tación. Conseguí empleo en una fábrica textil, perounos meses después la fábrica quebró. En el mes denoviembre de 1964 entré en Philips por mediacióndel padre Driessen. Durante el día trabajaba en lacadena de producción en el complejo de fábricas dePhilips, situado en la calle Glaslaan y por la nochetrabajaba de seis a nueve en las oficinas de PhilipsNederland, en la calle Boschdijk. Estaba demasiadolejos para ir caminando, así pues no me quedabaotro remedio que aprender a montar en bicicleta. Lologré literalmente cayéndome y levantándome perono había otra solución.

Antonia en bici, Eindhoven 1964. (CP)

Religión y política

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Estaba como un espárrago en aquella épocaporque comía muy mal. No podía cocinar en mi habi-tación y siempre tenía prisa por llegar a tiempo a lasoficinas en la calle Boschdijk; por eso solía comermuy rápido una croqueta o ensaladilla en la cantinade la fábrica y luego me montaba en la bici y salíacorriendo para ir a trabajar otras tres horas más. Amenudo me sentía literalmente enferma de añoran-za. La gente a veces me preguntaba : “¿Por qué tehaces esto?”. Entoncés les respondía : “Por mis pa-dres; mi padre está enfermo y quiero ayudarle.” To-dos los meses les mandaba treinta florines de misalario a mis padres y además quería ahorrar un buendinero para llevar a España.

Philips ha hecho mucho por mí. Mis padres notenían seguro médico y Philips arregló que fueranasegurados por medio de mí, de modo que mi padrepudo conseguir todas la medicinas necesarias. Toda-vía estoy muy agredecida a la Philips por esto. En1973 dos hermanos míos y un cuñado encontrarontambién empleo en Philips. Pertenecieron a unos de

los últimos grupos de trabajadores, que Philips con-trató en España. En el departamento de personal measeguraron : “Procuraremos que tengan preferenciaporque preferimos emplear a familiares tuyos antesque a gente que no conocemos.”

Los alojaron en la residencia El Pinar en Maar-heeze. Ya estaba casada entonces con Kees y vivía-mos en el barrio de Woensel en Eindhoven. Tenía-mos coche y los domingos a menudo íbamos a ver amis hermanos y a mi cuñado. Antes de ir siemprepreparaba algo de comida española porque eso loechaban mucho de menos y luego íbamos al pueblode Maarheeze con unas cazuelas de sopa, estofadoo pollo españoles. Siempre había buen ambiente. Undía sacamos una foto para enviar a casa. Mi cuñadolevanta el retrato de su mujer queriendo expresar:te echo mucho de menos. Regresó a España al cabode un año porque anhelaba tanto volver que se pusoenfermo. Resultó que tenía cáncer y falleció a unmes de su llegada.

El hermano menor de Antonia vivió en El Prado, 1973. (CP)

Comida española.Un domingo en El Pinar, Maarheeze 1974. (CP)

Fui la primera mujer española que contrataronen Philips para producción pero, desde el principio,me sentí como en casa. Trabajé en muchos departa-mentos diferentes y en todos con mucho agrado. Sino hubiera padecido una enfermedad muscular mehabría gustado seguir trabajando hasta mi jubilación.Afortunadamente he podido celebrar el jubileo del25 aniversario en Philips.”

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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6. BUEN SOPORTE

Vacaciones Eindhoven, 1965. (PCA)

Vacaciones

A principios de agosto de 1963 Philips organizópara 160 empleados españoles unas vacaciones deuna semana en su pueblo natal. Fueron llevados enautobuses de Eindhoven a Extremadura. Al llegar aGuadalupe a media noche los diez jóvenes que ha-bían abandonado su pueblo natal hacía medio año,fueron acogidos con salvas de cohetes y campana-das. “Así el pueblo cacereño dio la bienvenida a sushijos.”66 Albert van Dijken, reportero del Philips Koerierlos acompañó en su viaje, registró sus experiencias,hizo entrevistas a los empleados españoles en supropio ambiente vital y publicó, a finales del veranode 1963, tres reportajes entrañables sobre Extrema-dura. En la sala de estar de Eugenio Lindo Mena, enCáceres, señaló que aquí ya se había producido unintercambio con la cultura holandesa: “En la sala deestar, pequeña pero acogedora, los ceniceros, zue-

cos, un jarrón y un mantel evocan el ambiente ho-landés.”67

José Gutiérrez: “Las primeras veces que fui-mos de vacaciones el pueblo entero se dió citapara recibirnos. Esos recuerdos son inolvidables.Ahora tienes aque estar agradecido si alguien teda los buenos días.”

En años posteriores Philips hizo circular un trenespecial de Eindhoven a Irún. En estas ocasionesAlbert van Dijken acompañaba también, de vez encuando, a los empleados españoles: “Viajábamos entrenes especiales, reservados para obreros extranje-ros, pasando por Maastricht y Lieja porque esas li-neas eran de menor tráfico ferroviario. Era la tempo-rada de las vacaciones y había muchos turistas.” Van

66 Philips Koerier 19 (41), 17-8-1963, 4.67 Philips Koerier 19 (42), 24-8-1963, 9.

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Emigrantes, Eindhoven 1970. (PCA)

Dijken se inventó un término bonito para esos via-jes: “¿Sabes lo que me parecía esto? “ Me parecía“turismo al revés”. Los turistas holandeses viajabanal sol de España para pasar sus vacaciones. ¡Espa-ña, el país del sol, vino y mar, olé! Se notaba quedespreciaban a estos jóvenes, de verdad. En París se

veían esos trenes de turistas, muy largos, con literasy todos tenían preferencia. Esto lo veían también losjóvenes españoles, no eran tontos. Ellos tambiénquerían ir a sus mujeres lo antes posible y sólo dis-ponían de unas cortas vacaciones...”

Las empresas en Helmond y Beek en Donk, quetenían empleados españoles, alquilaban juntas unosautobuses para llevar a casa a sus empleados enverano. La Sra.Tineke Berkers–van Schijndel, emplea-da del departamento de personal de la fábricaDiddens & van Asten: “Se trataba de las vacacionescolectivas de las empresas. Se celebraban reunionesfrecuentes para discutir todos los aspectos. Cadaempresa tenía que indicar la cantidad de personas yel lugar de España a donde éstas tenían que ir. Lue-go los autobuses pasaban por nuestra pensión pararecoger a la gente.”

Gerrit Nijhof, jefe de Asuntos Españoles enPhilips a partir de 1972: “Al principio empezamosa organizar viajes de vacaciones en tren. En es-tas ocasiones un tren especial entraba en la es-tación de Eindhoven. Era tan largo, que la partede atrás y la parte delantera se encontraban fue-ra del andén. Los españoles sí que se llevaban

Vacaciones con mujer despidiendo, Eindhoven 1965. (PCA)

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todo tipo de objetos en el tren, lavadoras y otrasmuchas cosas más. Nos preguntábamos si ha-bría electricidad en esos pueblos, pero venga …¡Era una lata...! Yo pasé por todo ello durante unaño; fue el último año. Decidimos cambiar depolítica y dárnoslas de modernos. Procedimos ainvestigar si viajar en tren de verdad era muchomás barato que alquilar un avión de la compañíaMartinair o Transavia. Resultó que sí había dife-rencia de precio, pero no era tan grande y, porotro lado, era mucho más sencillo llevar a toda lagente al aeropuerto de Schiphol y ya no habíaproblemas con las lavadoras que querían llevar-se, por lo cual la organización del viaje resultabamucho más fácil. Al principio, sin embargo, nohubo mucho entusiasmo. No les gustaba volar,tenían miedo. Para combatir esto les asistíamosen todo, nuestra gente los llevaba al aeropuertoy los recogía, también para evitar que tuvieranproblemas en la aduana porque la aduana mu-chas veces podía complicar las cosas en aqueltiempo. Cuando uno quería traerse un jamón ¡olvídalo ! En estos casos les explicábamos a lasaduaneros : “Ah, es que mañana quieren comer-se este jamón todos juntos ..” A veces los con-vencíamos con esta historia.”

Benny Weerts trabajaba de cocinero en El Pi-nar al principio de los años setenta. Todavía se acuer-da de la excitación que reinaba en el campamentoresidencial cuando llegaban las vacaciones y entra-ban los autocares de turismo en la residencia parallevar a los obreros españoles a la estación o al aero-puerto: “Los autobuses no salían hasta las seis de latarde pero los españoles ya tomaron asiento a lasdiez de la mañana.” Más tarde Benny cambió de pro-fesión y fue chófer en una compañía de autocares deturismo. Durante veinte anos transportó a turistasholandeses a las costas españolas pero ese entu-siasmo a la hora de salir no lo ha visto nunca más.

Los españoles tenían mucha prisa para salirpero remoloneaban mucho tiempo a la hora de vol-ver a Holanda. Era muy normal hacer esperar un buenrato al autobús que iba a recogerlos en sus pueblos,porque despedirse llevaba mucho tiempo.

Albert van Dijken cuenta sobre el viaje de re-greso de Extremadura en el mes de agosto de 1963:

“El chófer Bonnie Ramaekers, de Bélgica, ya ha to-cado cinco veces el claxon como señal de despedida.Ya llevan un retraso de más de una hora sobre suhorario. A pesar de esto no mete prisa en las despe-didas . El chófer sabe muy bien cómo es despedirsede mujer e hijos. En casa le esperan una mujer cari-ñosa y tres pillos.”68

Los cocineros de El Pinar también se acuerdanmuy bien del momento de regreso.

Peter Weerts: “¡Cuando volvían de sus va-caciones no se podría creer qué montón de co-sas nos traían!: botellas de brandy español, cas-tañuelas, vasijas, sartenes y jabón Maya. Bennyy yo gozábamos de mucha simpatía porque so-líamos pasarles a menudo cosillas extras. Lo quemás me gustaba no era recibir esos recuerdossino el momento de su llegada. La mayor partede ellos estaban bastante tocados por las bebi-das que se habían tomado durante el viaje y en-tonces les veíamos bajar del autobús, las manosalzadas y la cabeza levantada. Nos saludaban yabrazaban efusivamente. El día después, sinembargo, habían vuelto a la realidad. Entoncesestaban tristes y cabizbajos.”

El trabajador social Martien van Wanrooijcontaba sobre las vacaciones de verano de losespañoles en Beek en Donk : “En Casa Trentahabía muchas personas solas. Después de unosaños algunos hicieron venir a su familia pero notenían suficiente dinero para poder pasar la va-caciones de verano todos los años en España y

Estación de Eindhoven, 1970. (PCA)

68 Philips Koerier 19 (41), 17-8-1963, 4.

Buen soporte

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sólo iban de vacaciones cada dos o tres años. Lasalida era todo un espectáculo. Todos salían paradespedir a los que se marchaban. Sobre todo alas mujeres españolas, que se quedaban, lesentraba aún más añoranza. El día en que vol-vían, la Casa Trenta se llenaba, ya muchas horasantes de llegar el autobús, con los que se habíanquedado en Holanda. Entonces llegaba el mo-mento culminante : ¡viene el autobús! ¡ Allí vie-nen ! Para la gente que volvía era una sensacióndesagradable pero para los que se habían que-dado era magnífico volver a verles y escuchar lasnoticias de casa.”

Con el paso de los años setenta fue aumentán-do el número de españoles, que viajaban a casa ensu propio coche, muchas veces coches viejos, contres o cuatro hijos en los asientos traseros. José Gutié-rrez: “Y además llevaban el coche lleno de regalospara toda la familia. Todos los primos y primas teestaban esperando. Recuerdo muy bien que una vezllevé un tocadiscos. ¡Qué espectáculo! Cuando les

llevas ahora un regalo resulta que ya tienen dos ejem-plares. Han cambiado los tiempos, también en lospueblos españoles.”

Visitas de alto rango

En los informes anuales del departamento deasuntos personales de Philips de principios de lossesenta siempre se repetía una observación : “El alo-jamiento, la alimentación y las actividades de recreode los obreros españoles constituyen unos elemen-tos de dedicación y atención contínuas.”69 Esta aten-ción especial se debía también a que las autoridadesespañolas de vez en cuando controlaban este asun-to.

El martes, 21 de abril de 1970 su ExcelenciaDon Licinio de la Fuente y de la Fuente, el ministroespañol de Trabajo, acompañado de su esposa, visi-tó la S.A. Philips Gloeilampenfabrieken.

Tres años después Fernando Suárez González,Director del Instituto Español para Emigración, visitóHolanda. Jaap Boersma, el Ministro de Asuntos So-ciales, le dio la bienvenida en La Haya. Luego inau-guró en Eindhoven la Oficina Laboral. Las oficinaslaborables en Holanda eran una prolongación del sin-dicato estatal de la época.70

Fernando Suárez visitó una fábrica de Philips,habló con obreros españoles y comprobó lo que gui-saban en la cocina de El Pinar. Al final del día conclu-yó que Philips era una empresa a donde podía enviarmuy bien a los obreros españoles con la concienciatranquila.71

La familia Valle Hernández de camino hacia España,años 70. (CP)

69 PCA 722.1 Departamento de Personal (informes anuales).70 Olfers 2004: 26.71 ‘Visita oficial del Director General del Instituto Español de Emigración en Holanda’, La Región, 22-24 oktober 1973, 8-9.

Alta visita en El Pinar, 1973. (CGN)

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Gerrit Nijhof, jefe de Asuntos Españoles : “Eraun alto cargo y le hemos enseñado todo. Estaba muycontento pero, sinceramente, las circunstancias eranbastante buenas. Philips trataba muy bien a sus tra-bajadores extranjeros. Les daban mucho apoyo.” AGerrit Nijhof lo nombraron en 1972 jefe de AsuntosEspañoles. Anteriormente trabajó casi veinte añoscomo traductor técnico en Philips Hilversum. Cuandovino a Eindhoven como forastero le obligaron a tra-bajar primero en varios departamentos, como unaespecie de antropólogo industrial: “Trabajé en variasfábricas y así conocí a muchos españoles. Trabajé envarios turnos, hice turnos de noche, todo esto parasentir en persona cómo esos españoles experimen-taban el trabajo y la vida aquí.”

Frits Philips no sólo visitó a sus trabajadoresespañoles en compañía de altos cargos. Albert vanDijken, periodista de la revista Philips Koerier, contó:‘Le acompañé una vez a la residencia en Maarheeze.¡ Improvisadamente, en una noche de verano, fueun acontecimiento inolvidable para estos hombres!Íbamos los dos solos, y fue un encuentro muy es-pontáneo. Querían bailar flamenco con él e inclusolo intentó un poco. Luego cada uno de ellos queríasalir en una foto con él.” Van Dijken, me dijo : “¿nohay una forma mejor de arreglar esto?” Le dije : “ Sí,propondré hacer una foto en conjunto para evitarque a medianoche todavía siga usted por aquí.”

De vez en cuando Frits Philips también echabaun vistazo en los lugares de trabajo; en tales ocasio-nes se dirigía a los españoles en su propio idioma.Era presidente de una empresa millonaria pero no sele notaba. Había trabajadores españoles que inclusono se percataron de quién era aquel holandés altoque les preguntaba: ´¿Cómo está?’. F. Comiche, es-pañol de la primera generación de emigrantes, nun-ca olvidará que un colega suyo, sin saber a quiéntenía delante, le contestó: ‘Mucho trabajo y poco di-nero’.

Entretenimiento

A partir de noviembre de 1963 Albert van Di-jken publicó una crónica semanal en la revista Phi-lips Koerier, llamada Aquí, la onda española. Escribíasobre las costumbres holandesas como la fiesta deSan Nicolás y el tomar café en cada ocasión que sepresentara. A veces publicaba semblanzas literariasmuy especiales de los obreros españoles, como ladel torero José Marqués Rodríguez, que había cam-biado el ruedo andaluz temporalmente por el depar-tamento de estampación de la Fábrica de productosmetalúrgicos.72 No fue por miedo ante los toros, en-fatizó sentado en su habitación en la residencia deHorst-América empapelada con carteles, sino paraganar florines, moneda fuerte, que cambiaría por

Leyendo el Philips Koerier. (PCA)

72 Philips Koerier 20 (21), 7-3-1964.

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pesetas y con los cuales afrontaría un radiante futu-ro como torero.

Durante el primer año Albert van Dijken ilustróla crónica con el emblema de un burrito, hasta querecibió una carta de un español, que opinaba que unburrito no era un símbolo representativo y respeta-ble de España. Como señal de buena fe Van Dijkencambió el borrico por su propio retrato.73

En la residencia El Prado proyectaban todos lossábados una película de habla española. Estas pelí-culas eran suministradas por un distribuidor holan-dés en Utrecht, que las recibía de una empresa ale-mana a la que las autoridades españolas se las man-daban. Las películas iban acompañadas de un cartel,que colgaban en la ventana de la residencia. En sumayor parte se trataba de películas del oeste pero aveces también les enviaban comedias españolas.

Comenta una emigrante de la primera ge-neración: “ Los domingos por la tarde muchasveces iba con mi hermana y su marido a la resi-dencia El Prado. Allí ponían películas a las quepodían entrar también los emigrantes españolesque no vivían en El Prado. Era la única diversiónque teníamos. En El Prado sólo vivían hombres.En aquella época yo era una de las pocas solte-ras españolas en Eindhoven y me pedían la manofrecuentemente.”

En la residencia Casa Trenta en el pueblo Beeken Donk también ponían una película de habla espa-ñola todos los sábados. Los holandeses del barriotambién iban al cine, aunque no entendían nada. Nohabía tantas posibilidades en Beek en Donk para di-vertirse. Como la residencia estaba situada en lasafueras del pueblo, la gente del barrio solía pasarpor la Casa Trenta para comprar un paquete de ciga-

rrillos evitando así tener que ir a la cafetería en elcentro del pueblo.

En 1968 Philips adquirió dos videograbadorespara ofrecer a los trabajadores españoles la oportu-nidad de ver en las residencias programas emitidospor la televisión española. Tres veces a la semanamandaban desde Madrid copias de programas de TVE.La técnica de video todavía estaba en mantillas en

La crónica Aquí, la onda española con el emblema de unburrito. (CP)

Van Dijken cambió el borrico por su propio retrato. (CP)

73 Philips Koerier 20 (25), 4-4-1964.

Un domingo en El Prado, Eindhoven 1968. (PC)

Cartel de una comedia española que proyectaban en ElPrado. (CP)

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aquella época y los videograbadores eran carísimos;costaban 10 mil florines cada uno. Este acontecimien-to fue tan espectacular que le dedicaron atenciónespecial en un programa de noticias muy popular.

A veces, en los fines de semana las empre-sas organizaban una excursión para los trabajado-res españoles, por ejemplo a los campos de tulipa-nes y otras flores de Keukenhof o a la ciudad enminiaturas de Madurodam. Albert van Dijken seacordó de una excursión al parque de atraccionesde Bobbejaanland en Bélgica que fue un gran éxi-to. Philips también organizó una vez una excursióna un museo, pero éste fue un experimento pocoacertado.”

Intérpretes

Desde el principio Philips disponía de buenosintérpretes. Uno de ellos era Juan García, que vino aHolanda en los años cincuenta para estudiar en elInternational Institute for Social Studies en La Haya.Después de terminar la carrera trabajó un tiempo enla Embajada de España y en 1960 se incorporó a laoficina de traducción de Philips : “In 1963 llegaronlos españoles pero no había casi nadie que hablaraespañol. Entonces me cedieron temporalmente aldepartamento de Asuntos Personales para ayudar amis paisanos. Todos los días visitaba las residenciasjunto a una persona de Asuntos Personales para ano-tar qué problemas había con el trabajo en la fábrica,con los dueños y entre los propios colegas, quiéntuvo que ir al médico y cosas por el estilo. Y al díasiguiente tratábamos de solucionarlo todo. A menu-do salía de casa sobre las ocho de la mañana y volvíasobre las nueve de la noche.”

Televisión española. (PCA)

Comida de Navidad en una residencia. (CGN)

Carrera ciclista para obreros españoles de Philips. (PCA)

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Visita de Frits Philips al campamento de Somerenacompañado por el intérprete Juan García

(a la derecha con gafas), 1964. (CP)

Este repentino cambio en su carrera profesio-nal se le hizo difícil a Juan García: “Era muy duropara mí porque me encontraba en una posición en-

tre la empresa y mis paisanos. A veces pude com-probar que mis paisanos exigían cosas a las que notenían derecho pero también vi casos de injusticiapor parte de la empresa. Una persona, que hace deintérprete, debe ser neutral y limitarse a traducir deuna lengua a otra y al revés. Sin embargo todos so-mos humanos. Al cabo de unos tres años ya habíamás holandeses que hablaban español y ampliaronla plantilla de Asuntos Personales para los españo-les. Volví a mi departamento original y me sentí muyaliviado. Allí seguí trabajando hasta que me jubilé.”

Juan García, aunque no a título profesional, si-guió esforzándose por sus paisanos que le siguenllamando El intérprete. Continuó sus actividades so-ciales en las asociaciones españolas y hasta hacepoco era miembro de la directiva del Hogar del Pen-sionista de Eindhoven.

En los años sesenta José Sánchez Bernabeutrabajó también como intérprete en el departamen-to de Asuntos Personales de Philips. Aquí da la bien-venida, en la ciudad de Roosendaal, a un grupo deemigrantes españoles que acaban de llegar y estácomprobando la lista de personas.

José Sánchez Bernabeu dando la bienvenida a recíen llegados. (CP)

José Sánchez Bernabeu comprobando la lista de personas. (CP)

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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Yo nací en el año 1955 en Almendral.74 Mi pa-dre era campesino y mi madre se dedicaba a suslabores. Mi padre nació en Espartales, en una huertacerca de Torre de Miguel Sesmero y mi madre enVezdemarban (Zamora). Cuando yo tenía unos cincoaños nos mudamos a una huerta cerca de la ciudadde Badajoz. Mi padre quería ganarse la vida de for-ma independiente y vio una oportunidad arrendandotierras cerca de Badajoz. La huerta estaba cerca delrío Guadiana. Allí él cultivaba algodón, tomates y fri-joles, melones y maíz. Además teníamos algunos cer-dos, dos vacas, pollos, conejos y dos mulas; con es-tas mi padre llevaba sus productos al mercado y ade-más las usaba para arar.

Cuando yo salía de la escuela y mi padre tenía

INTERMEZZO

Del campo extremeño a la mina holandesa

Por Victoriano Sánchez Bermejo

mucho trabajo en el campo, yo le ayudaba durantela cosecha del algodón y los tomates, o dándole decomer a los animales. La combinación de abundan-tes lluvias en invierno y veranos muy secos y caluro-sos fue desastrosa para los cultivos de la huerta. Lospozos se secaron hasta que no quedó agua para elriego. La serie de desafortunados acontecimientosfue fatal para muchos campesinos en esa región,especialmente aquéllos que no tenían recursos finan-cieros para poder sobrevivir en los grandes contra-tiempos, lo pasaban muy mal; algunos emigraron ala Badajoz, o a otras ciudades más lejanas. Mi padreno veía ninguna posibilidad de mantenernos en es-tas circunstancias. De joven, él trabajó en el campocon su padre y era lo único que sabia hacer. Si hubie-ra querido, él habría podido trabajar en las tierras desu padre, pero lo que él deseaba era tener algo en-teramente propio sin depender de su casa.

74 Véase tambíen mi página web: www.vsanchez.nl

Retrato de Victoriano SánchezBermejo 2009.

Víctor con sus padres, 1956. (CP) Víctor trabajando en el campo, 1958. (CP)

Buen soporte

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Por fin se decidió a dejar la huerta e irse con lafamilia a mi pueblo, a Almendral. Nos fuimos a casade nuestros abuelos para vivir temporalmente conellos. Gran cantidad de vecinos de la región vieronnuevas oportunidades emigrando al extranjero. Mipadre pertenecía a este grupo. Casi desesperado, seinformó en el sindicato de trabajadores y allí le dije-ron que él podría conseguir trabajo muy bien paga-do en otros países y podía elegir entre Suiza, Alema-nia, Bélgica y Holanda. Como se decidió por Holan-da, lo pusieron en contacto con un representante delas minas de carbón, Oranje Nassau. Consiguió in-formación sobre sueldos, vacaciones, pagas adicio-nales en Navidad y verano. Todo resultaba muy atrac-tivo, sobre todo en el contexto de las circunstanciaseconómicas de ese momento en Extremadura. Des-pués de hablar con mi madre, decidió irse a Holan-da. La intención era quedarse de dos a tres añostrabajando en las minas. A la familia le había dichoque trabajaba en una fábrica, dado que el trabajo enlas minas era muy arriesgado y pesado y no queríapreocuparlos.

Mi padre no sabía nada de Holanda pues enEspaña no había televisión en los tiempos de Francoy la información a la población era mínima. La ima-gen que teníamos de Holanda era de un país peque-ño rodeado por grandes diques para impedir las inun-daciones del mar, donde hacía mucho frío y habíamucha humedad. De los holandeses se sabía que

eran muy altos, rubios y con ojos azules que camina-ban con zuecos de madera y que en su país habíamuchos molinos de viento y muchas vacas.

Yo a esa edad no entendía la seriedad de lasituación, ninguno de nosotros éramos conscientesde que nuestro padre se iba a ir a más de dos milkilómetros de casa para trabajar. El hecho de que unpadre se fuera tan lejos, a mí me parecía interesantey motivo de orgullo. Mi madre sabía muy bien lo queera cuidar a los niños, pero sin el apoyo de mi padre,con un futuro incierto, los niños demasiado peque-ños y absolutamente dependientes de ella, la situa-ción era francamente difícil. Yo tenía siete años y mistres hermanos eran menores que yo. Cuando nosdespedimos de nuestro padre, nadie sabía lo quesignificaba quedarse casi cuatro años en Almendralsin padre y sin marido.

Mi padre pasaba cada año dos meses en elpueblo; un mes en verano y un mes en Navidad.Después de las vacaciones se marchaba de nuevo.

Mi padre en la mina holandesa, 1963. (CP)

La situación era especialmente difícil para mi madrey cada vez le resultaba más difícil sobrellevarla. Loque al principio era una solución temporal, con elpaso del tiempo iba pareciéndonos definitiva tanto amis padres como a nosotros, por tanto había quebuscar una solución alternativa. Así que mis padresllegaron a la conclusión de que lo mejor para la fami-lia era trasladarnos a vivir a Holanda. Eso teniendomuy claramente en cuenta que solo sería para unosaños y después volver a España. Para entonces laeconomía española podría haber mejorado y habríapuestos de trabajo suficientes para mi padre y otroscomo él.

Antes de irnos a Holanda había que arreglarmuchas cosas. Algunos muebles se almacenaron tem-

Centro Español de Maastricht, 1970. (CP)

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poralmente en casa de familiares y el resto se vendióo se regaló a familiares y amigos. Los objetos perso-nales y las prendas de vestir se prepararon en unasmaletas, de cartón por entonces, para el largo viaje.Ropa de invierno teníamos poca, esta ya se compra-ría en Holanda. Yo no tenía muchas cosas, sólo unoslibros y cuadernos de la escuela, listas de notas, lá-pices de colores y un pequeño monedero con algu-nas pesetas que había ganado vendiendo mis últi-mos bolindres. Los poquitos juguetes que tenía, es-taban tan gastados, que los dejé en el pueblo sinningún problema; mi padre nos había prometido queal llegar a Holanda nos compraría otros nuevos.

Después de despedirnos de todos los familia-res, salimos el 9 de enero de 1966 con destino aHolanda en el coche de un amigo de mi padre, Sera-fín Vera, también minero, que viajaba en sus vaca-ciones a España; tenía un Opel Record que lo utiliza-ba para llevar paisanos a su país y así se ganaba unpoco de dinero. Cargamos el coche hasta los topes ycomenzamos el largo viaje. Teníamos muchas ganasde llegar. Creíamos que el irnos tenía muchos aspec-tos positivos, por lo menos nos lo parecía a primeravista. Con diez años yo era un niño muy curioso, lle-no de esperanzas ante aquel mundo nuevo y lejano.Desde entonces estaríamos siempre todos juntos ycon mi padre, todo sería mejor que hasta ahora.

Yo nunca había viajado más de 50 kilómetros ydespués de unos pocos cientos, tenía ganas de pre-guntar si ya habíamos llegado, sin embargo, sabía-mos por la experiencia de mi padre, que el viaje du-raba tres días y dos noches y con esa idea nos dor-míamos cansados. Sólo parábamos para repostar,comer y asearnos, fue un incómodo y duro viaje demás de 2000 kilómetros con tres adultos, cuatro ni-ños y el equipaje en un solo automóvil. En esa épocano había muchas autopistas ni tampoco carreteras

de circunvalación. De noche dormíamos unas pocashoras en el coche. Uno de mis padres vigilaba mien-tras los demás dormíamos en los asientos.

Cuando llegamos a Holanda estaba todo blan-co, había nevado y nosotros nunca habíamos visto lanieve, fue una experiencia extraordinaria, tanta y tanblanca, más de dos palmos de altura. Al principiovivíamos en una casa alquilada, a un paso de la minadonde trabajaba mi padre. Las primeras semanas yotenía tanto frió, que me dejaba el pijama debajo dela ropa cuando me vestía para ir a la escuela. Fui a laescuela primaria. Cada año escolar lo hice en seismeses y por eso acabé esta etapa a los 14 años. Lalectura me interesó más y más, para mí era unamanera de adquirir muchos conocimientos y por elloaprendí el idioma holandés muy pronto y bien. Lue-go fui a Educación Secundaria y al Bachillerato y fi-nalmente al hospital para estudiar enfermería.

Me casé y tuve dos hijos. Al cabo de los años, ami padre le dieron de baja en su trabajo, vendió sucasa en Holanda y se construyó otra en el pueblopara irse junto con mi madre a pasar el resto de suvida en su tierra. En aquellos años íbamos con mispadres regularmente a ver la familia del pueblo, ymás tarde pasábamos ya cada uno con sus propiasfamilias, esposas e hijos. Era paradójico que muchosfamiliares en España me veían como el “holandés”que ganaba el dinero fácilmente, mientras que enHolanda, me consideran como el español, un pocoloco por venirse aquí, a vivir tan lejos de su propiopaís, teniendo España tan buen clima y tan buenasplayas. Cuando vivíamos en casa con los padres, porsupuesto que hablábamos español, sin embargo aveces era más fácil para los hermanos hablar en ho-landés, sobre todo cuando habíamos aprendido nue-vas palabras que desconocíamos en español. Enton-ces mi padre se enfadaba y nos decía: “Lo que ha-bléis en la calle no me importa, pero aquí en casa sehabla español”.

Muy rápidamente me di cuenta de que a mu-chos holandeses les interesaba mi lengua materna.En primaria había maestros que me pedían que lesayudara con sus estudios de español. Más tardeempecé poco a poco a dar clases de español. Losúltimos cinco años, he desarrollado un estilo tan pro-pio, que una gran parte de mi tiempo libre trabajo defreelance siendo profesor en una institución y tam-bién dando clases particulares.

Hace unos cuatro años, después de morir mipadre, en su casa de España, decidimos traer a mi

Visita al partido de fútbol Feijenoord – Real Madrid,Rotterdam 1965. (CP)

Buen soporte

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madre a Holanda, ya que ella estaba enferma y eraincapaz de cuidarse sola. Debido a su enfermedadestá en una residencia donde recibe la atención y elapoyo que necesita.

Hubo un tiempo en que yo no entendía porqué mi padre volvió a España, mientras sus hijos ynietos vivían en Holanda. El siempre tenía la nostal-gia de volver, por encima de todo. Mientras más añospasaban, más grandes eran los deseos de volver a

su tierra. Ahora entiendo la necesidad de dar el granpaso dejando en España a su familia, amigos y en-torno social, para meterse debajo de la tierra (comoél decía) para sacar carbón en la mina. Hizo todo loque pudo para ofrecer a sus hijos y esposa un futuromejor. Un futuro que en España no tenía. Gracias aeste gran paso, se pusieron los cimientos para ser loque soy y para conseguir lo que hasta ahora he con-seguido.

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7. REUNIFICACIÓN FAMILIAR

Un año sin mujer e hijos

Cuando en 1961 se firmó el convenio de con-tratación con las autoridades españolas, el gobiernoholandés impuso como condición que los obrerosextranjeros tuvieran el estado civil de “soltero y sinhijos”. Esto dificultó mucho la contratación y prontola ley se adaptó de modo que los casados tambiénpodían conseguir un contrato, siempre que no tuvie-ran hijos.75 La mayoría de las empresas no cumplie-ron las reglas y también ofrecieron contratos a hom-bres con familias numerosas; al fin y al cabo nadiese preocupaba: no lo hicieron ni la industria y el co-mercio, ni las autoridades holandesas ni tampoco losespañoles. Querían ganar mucho dinero en poco tiem-po; trabajar en el extranjero durante un año sin vera la mujer y los niños parecía aceptable. Sin embar-go, la añoranza y la soledad hicieron que los matri-monios se reunificasen lo antes posible; en el veranode 1962 ya llegaron las primeras esposas a Holanda.

tado Roolvink objetó: “Si estamos buscando sólo asolteros, más nos valdría parar el proyecto de con-tratar.”76 La discusión sobre la reunifación familiar con-tinuó durante un año. El 22 de noviembre de 1963 elConsejo de Ministros decidió que los matrimoniospodrían reunificarse un año después de la llegadadel marido a Holanda. Dos años más tarde las leyespermitieron que los hijos también pudieran venir parareunirse con la familia . La iglesia católica criticó lapolítica de alojamiento e hizo referencia a los dañosque podría causar la separación de familias. El padreDriessen también se pronunció en el diario “ Eindho-vens Dagblad” contra la separación de familias: “SiHolanda, por motivos políticos, se niega a alojar asus obreros extranjeros de tal manera que sus fami-lias también puedan aprovecharse de la prosperidadaquí, estará adoptando una actitud inmoral.”77

Alojamiento de familias

Normalmente, al cabo de un año se decidía siel contrato temporal de trabajo podía convertirse enun contrato por tiempo indefinido. Cada vez másobreros españoles consiguieron un contrato perma-nente y querían que vinieran su mujer o eventual-mente sus hijos para reunificarse. Ya se habían dadocuenta de que, por ejemplo, los servicios médicos yla enseñanza eran mejor en Holanda que en su pro-pio país. Una empresa como Philips necesitaba amuchas mujeres para trabajar en las fábricas y ayu-daba a los obreros a buscar vivienda. Para obteneruna casa hacía falta sin embargo una carta de reco-mendación de parte del jefe de personal; estas per-sonas actuaban, por decirlo así, como intermediariosentre los emigrantes y la sociedad. José Gutiérrez:“Esos jefes de personal tenían mucho poder. Habíagran escasez de viviendas y el proceso de conseguiruna casa podía tardar mucho. Entretanto los obrerostenían que alojar a sus familias en una pensión ocompartir una casa con otras familias españolas. Claroque esto causó toda clase de problemas. Creo quepara muchos españoles estos años en Holanda fue-ron los más difíciles.”

Había trabajo suficiente, también para muje-res, lo que faltaba era el alojamiento. El 19 de octu-bre la ministra de Asuntos Sociales, Marga Klompé,dijo en el Consejo de Ministros que sólo tendrían queser contratados obreros extranjeros solteros porque,en lo referente al alojamiento, las familias holande-sas deberían tener preferencia. El secretario de es-

75 Praamsma 2003.76 Praamsma 2003.77 Houtert 1965.

La familia Gutiérrez Prieto de Galisteo fue una de lasprimeras en llegar a Eindhoven, 1966. (PCA)

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Josefa Silvo: “En enero de 1969 me casé yen marzo pudimos instalarnos en una habitaciónen Eindhoven en casa de una familia holandesa.No podíamos ir y venir cuando queríamos por-que no teníamos llave. Era una habitación situa-da en el desván y era tan estrecha que tenía quequitar la única silla que teníamos para poder ha-cer la cama. No nos permitían utilizar agua nigas y sólo podía ducharme una vez a la semana.Mi marido consiguió encontrar otra habitación encasa de una familia holandesa y todos los veci-nos recriminaban a esta familia : “¿Qué habéishecho? ¡Son extranjeros¡” Luego, sin embargo,establecimos buenas relaciones con todos losvecinos. Unos años más tarde conseguimos doshabitaciones en la parte de arriba en la casa deuna señora mayor, que vivía en la calle Hugo deGrootplein. Convertimos la habitación pequeñaen dormitorio y la grande en cuarto de estar. Lacocina de abajo la compartíamos con la anciana.Nos habría gustado mucho seguir viviendo en elbarrio pero no conseguimos una casa allí porqueno teníamos hijos. Al final nos dieron esta casa,donde seguimos viviendo desde hace ya 23 años.”

Tineke Berkers–van Schijndel, que trabajaba enel departamento de personal de la empresa deDiddens & van Asten, salvó a un matrimonio españolde una muerte por intoxicación de monóxido de car-bono: “Cuando las esposas vinieron a Holanda para

reunirse con sus maridos buscaron vivienda en algúnsitio de Helmond, pero esta clase de viviendas nuncase encontraba en los barrios mejores. En un barriomarginal, alguien tuvo la idea ´genial´ de alquilarunos cobertizos detrás de su casa. Allí dormían estaspersonas sin calefacción, sólo tenían una estufa decarbón. Una mañana llegué al trabajo y me encontrécon un español que ya estaba esperándome: ́ ¡Tine-ke, Tineke, venga, rápido, rápido! ¡A casa de Dioni-sio y María! ¡Mucha estufa, mucho humo, muchocalor!´ Fuimos enseguida a la casa y vimos que Dio-nisio ya estaba completamente atontado y que Ma-ría estaba vomitando. Abrí todas las ventanas y lapuerta y volví enseguida al trabajo para llamar a unmédico. ¡Me costó muchísimo convencerlo de quetenía que venir enseguida! Al final llegó y la parejafue trasladada en una ambulancia al hospital. Elmarido estaba peor y siguió hospitalizado durantevarios días.”

‘Este es el paraíso’

Priscila Díaz era una mujer joven y soltera queemprendió sola el viaje a Eindhoven: “Me crié en elpueblo de Galisteo. El marido de mi hermana mayor

Fiesta en El Pinar, 1972. La niña se llama Raquel RodrigoIglesias, es pintora en la actualidad y diseñadora de la

portada de este libro. (CGN)

Priscila Díaz, Galisteo 1965. (CP)

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trabajaba en Eindhoven y al cabo de un año volvió alpueblo para recogerla. Tenía que seguirle porque asíiban las cosas en aquellos tiempos. Mi hermana sepuso enferma y tuvo que ser operada y guardar re-poso durante unos meses; mi madre dijo: ´Irás aEindhoven tres meses para ayudar a tu hermana.´Cuando alguien en tu familia te necesitaba no lo pen-sabas y acudías enseguida a ayudarle. Era 1968 ytenía 23 años. Mi primera impresión de Holanda fue:este es el paraíso. Mi hermana vivía en una casa dealquiler de Philips y a mí me gustaba mucho porquehabía estufa, ducha, aseo, agua corriente y lo másbonito de todo : una habitación para mí sola. Lostrabajadores volvían a casa de su trabajo a las cincode la tarde y estaban libres durante el fin de sema-na. Esto no lo conocíamos en Galisteo donde vivía-mos en una casita con nueve personas y teníamosque trabajar duro en el campo todos los días. Desdeel principio ya pensaba: quiero quedarme aquí. Poreso procuré conseguír trabajo en la Philips antes deque mi madre mi dijera: ‘Tienes que volver porquetu hermana ya no te necesita.’

jaban muy rápido con las manos. Priscilla: “Duranteel trabajo solíamos cantar mucho, en voz alta, comosi estuviéramos trabajando en el campo en España.En aquella época te renumeraban al conseguir unaproducción de más de ochenta unidades al día. Cuantomás alto cantábamos más rápido trabajábamos. Lasmujeres holandesas a veces ponían cara de vinagreal vernos trabajando así. En ocasiones, cuando can-tábamos demasiado alto, el jefe solía reñirnos.”

Otros tiempos.

La mayoría de las mujeres españolas, que seestablecieron en el sureste de Brabante a finales delos sesenta o a principios de los setenta, estabancasadas y venían a reunirse con sus maridos que yallevaban unos años viviendo y trabajando en la re-gión. El hecho de que los matrimonios se reunieranno significaba que consideraran la emigración comodefinitiva. Al contrario, juntos podrían ganar más rá-pido mucho dinero, por ejemplo para montar su pro-pio negocio en España o para realizar algún otro sue-ño; por eso, muchos matrimonios decidieron dejar asus hijos con familiares en España.

María Peris Herrón: “Nos casamos en 1968y en 1969 mi marido fue a Eindhoven para traba-jar en la fábrica Philips. Sólo estuvimos juntoslos dos durante un año. En el año 1972 me fuitambién a Holanda. Nuestros dos hijos se que-daron con mi madre en España. Nuestro hijo vinoa Holanda en la edad de doce años porque lehacía mucha ilusión acompañarnos; nuestra hija,sin embargo, se quedó en España porque estabamuy a gusto con su abuela. En 1980 tuve otrohijo que es el único que nació y se crió en Eind-hoven.

Si me encontrara otra vez ante la mismasituación, me quedaría con mis hijos en Españao los llevaría a Holanda. No los abandonaría. Eranotros tiempos, la gente pensaba de manera dife-rente e hicimos todo lo que pudimos para brin-darles a nuestros hijos una vida mejor. Mirandohacia atrás lo siento mucho.”

Los matrimonios reunidos, en la mayoría de loscasos, trataban de prevenir un embarazo. A menudose alojaban en casas malas y pequeñas y no queda-ba lugar para un hijo. Además las mujeres también

Priscila Díaz trabajando en el departamento de fabrica-ción de espirales, Eindhoven 1968. (CP)

Priscila Díaz empezó a trabajar en 1968 en eldepartamento de fabricación de espirales, donde yatrabajaban muchas mujeres españolas. Controlabanlos hilillos o sea los espirales de las bombillas. Loscontrolaban con una lupa porque eran tan finos comocabellos, los ordenaban en hileras y luego quitabanlos espirales más cortos. La mayoría de las mujeresespañolas venían del campo donde habían trabajadoen el cultivo de algodón, pimiento o tabaco y traba-

Reunificación familiar

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trabajaban. Tineke Berkers-van Schijndel: “Les acom-pañaba muy a menudo al médico para pedir la píldo-ra. Solos no lo podían hacer y no se atrevían.” Aun-que el uso de la píldora era completamente legal enHolanda – en contradicción con España – los matri-monios españoles tenían que vencer un tabú impor-tante antes de que se atrevieran a pedirla. El Servi-cio Médico de Philips calificó en 1979 los tabús sexua-les de España como una de las dificultades másgrandes en el contacto con los pacientes: “Un ejem-plo típico es la solicitud de ser esterilizado cuando enel fondo quieren solicitar un método seguro de anti-concepción.”78

Sentimiento de dependencia

Una mujer de un emigrante español que veníaa Holanda, de golpe se hacía muy dependiente de sumarido. Al principio casi todos los contactos y víncu-los con el mundo exterior los tenía el marido porqueéste ya había encontrado su camino y ella todavíatenía que conocer el mundo nuevo. Ya no podía re-currir a su familia como en España y muchos matri-monios pasaron por períodos difíciles. Había muchocontrol social en la comunidad española en Holanday para las mujeres que no podían contar con el apo-yo y la protección de su familia, este control socialpodía incluso dar miedo.

Una mujer de la primera generación: “Yofui sola a Holanda y me casé allí con un emigran-te español. Era joven y no tenía experiencia al-guna con los hombres porque en España no tepermitían mirar a un chico que no fuera tu novio.

Además una hermana mía falleció cuando tenía18 años y tuve que guardar luto durante 3 años;durante todo este período no me dejaron salir ypor esto nunca había tenido novio. Llegué a Ho-landa sin experiencia alguna. Después de casar-me pensé: ¿esto es todo? Fue una decepciónenorme pero, a pesar de esto, seguí aguantandodurante más de diez años. ¡Porque tenía miedo!Me daba vergüenza y no quería que cotillearansobre mí, porque eso era lo que ocurría muy amenudo en aquella época. Una mujer buena yhonesta no se divorciaba. En un momento dadome di a la fuga simplemente porque era muypeligroso lo que me pasó con mi marido. Y losespañoles seguían cotilleando ¡Fue tan vergon-zoso para mí cuando era él quíen tenía que aver-gonzarse y no yo! Yo no le pegué. Tampoco secomportaba bien con su hijo. La separación fuemuy dura para mí porque todos me miraban amí. Ese cotilleo era lo peor. Todos tenían su pro-pia opinión y juzgaban sin saber exactamente loque había pasado. Mi ex-marido volvió a Españay yo seguí viviendo en Holanda. Echaba muchode menos a mi familia pero era responsable deeducar a mi hijo; en Holanda tenía trabajo y enEspaña no.”

A veces la familia original desapareció comple-tamente, tanto en sentido literal como figurado, por-que las mujeres españolas podían perder su apellidoen Holanda. Cuando una mujer española se casabaen Holanda con un español recibía automáticamenteel apellido de su marido. Con esto las autoridadesholandesas rompieron la tradición española de mos-trar el justo respeto hacia la mujer.

Incluso mujeres de emigrantes españoles, queya estaban casadas en España, a veces se veían obli-gadas a remplazar sus apellidos por los de su mari-do. Cuando María Peris Herrón encontró empleo enPhilips, la inscribieron en el departamento de admi-nistración personal con el apellido de su marido queya estaba registrado en la empresa. Nadie se diócuenta de que la pérdida de los apellidos de su pa-dre y su madre podría significar para una mujer es-pañola la pérdida de su identidad. María, sin embar-go, relativizando el asunto, dijo: “Así son las reglasaquí en Holanda. Al emigrar una persona pierde tan-

Niños de Garganta la Olla en Eindhoven, 1987. (CP)

78 Philips Huisartsen Dienst Eindhoven 1979.

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más. Cultivar verdura y fruta evoca recuerdos delpasado; es una afición y nos brinda la oportuni-dad de cultivar nuestras propias clases de verdu-ra. Esta foto la sacamos después de volver deunas vacaciones en España, cuando fuimos a vercómo había quedado el huerto. Había sido unverano caluroso y estábamos asombrados antelos pimientos tan bonitos y tan grandes.”

79 Kalb y Burgers 1991: 23.

tas cosas, y el apellido no es lo más importante.”María había tenido que dejar a dos hijos jóvenes consu abuela en España.

Un pueblo en la ciudad

A muchas familias españolas en Eindhoven ter-minaron concediéndoles una casa de alquiler de Phi-lips, situada en el barrio de Strijp y particularmenteen la barriada de Drents Dorp (Pueblo de Drenthe).Esta barriada fue construida por Philips entre los años1925 y1930 y debe su nombre a los primeros habi-tantes: familias de emigrantes provenientes de laprovincia de Drenthe. Era una barriada con aparien-cia rural, lo que contribuyó a una transición más có-moda y gradual para las personas del campo de laprovincia de Drenthe, recien llegadas a la ciudad in-dustrial de crecimiento rápido en el sur de Holanda.Las viviendas obreras con jardín eran espaciosas yconfortables porque vinieron muchas familias nume-rosas a Eindhoven. Philips prefería familas con mu-chas hijas solteras de una edad de más de catorceaños.79

Detrás de los jardines y al borde de la barriadase encontraban los jardines públicos donde los obre-ros del norte de Holanda podían recuperarse del tra-bajo exasperante de la fábrica y donde podían culti-var sus propias verduras. En el curso de los añossesenta cada vez más empleados de Philips, quehabían hecho carrera, se mudaron del Pueblo de Dren-the a una de las nuevas afueras de Eindhoven. Elantiguo barrio obrero tampoco poseía gran atractivopara los jóvenes de otros barrios, que tenían másformación. Las casas vacías se las concedieron aobreros españoles, que hicieron venir a su familia aHolanda. Igual que a los obreros del norte de Holan-da les gustaban mucho las viviendas espaciosas ycómodas con jardín y a ellos también les gustabanlos ‘huertos urbanos’ que otorgaba el ayuntamiento.

María Peris y Manuel Gómez: “Somos delpueblo cacereño Garganta la Olla, situado en lacomarca de La Vera, muy conocida por su pi-mentón. Antes de ir a Holanda trabajábamos enel cultivo de pimientos, tabaco, maíz y algodón.Fuimos una de las primeras familas españolascon un huerto urbano, pero pronto ya iban a ser

Los emigrantes españoles trataban de familia-rizarse a su manera con la ciudad grande y descono-cida. Muchos sitios en Eindhoven obtuvieron una di-mensión española. A la plaza Gelderlandplein, situa-da en la barriada de Pueblo de Drenthe, por ejem-plo, le dieron el nombre de La Plaza de España, por-que muchos españoles vivían en aquella plaza. Lamayor parte de los emigrantes eran del campo y enlos pueblos españoles existe la costumbre de darseapodos. Lo mismo ocurrió en la comunidad españolaen Eindhoven. Así apodaron a alguien el Químicoporque trabajaba en Philips con substancias quími-

María y sus pimientos españoles en Eindhoven. (CP)

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cas. A otros les dieron apodos como el Peque, elTorero, el Chino o María de Geldrop.

En los años sesenta se publicó en la barriadade Drents Dorp un periódico de barrio bilingüe, titu-lado Het Hunebed (El Dolmen). [Quien piensa enDrenthe, enseguida piensa en los dólmenes prehis-tóricos. En Drenthe se pueden ver todavía 52 dólme-nes.]

En este periódico cooperaban los recién llega-dos del norte de Holanda y de España, que juntoseran los habitantes principales de la barriada deDrents Dorp de entonces. En la portada del periódi-co de marzo-abril de 1979 figura un dibujo de Alfon-so Falcón, un chico español estudiante de la Escuelaprimaria de San Francisco. En la foto es el sexto deizquierda de la tercera fila a pie. Había dibujado unaliebre que trae los huevos de pascua, con un sol ra-diante al fondo detrás de picos de montañas neva-das. Su dibujo es la prueba de cierta integración por-que la liebre que trae los huevos pascuales era en-tonces un fenómeno desconocido en España.

En el año 1991 señalaron en la revista Inter-mediair que los jubilados de Philips que vivían en labarriada de Drents Dorp, estaban preocupados deldeterioro de su barrio: “Fíjense, no queremos ha-blar mal de los españoles, nada de eso, pero los jó-

Portada de Het Hunebed. (CP)

Alfonso Falcón y sus compañeros de clase en la escuela primaria de San Francisco, 1976. (CP)

venes, tanto los españoles como los holandeses, songamberros y rompen cristales de edificios públicos.”80

A pesar de las molestias que causaron, se nota aquítambién un signo de integración porque eran jóve-nes españoles y holandeses los que juntos hacían lastravesuras.

80Kalb y Burgers 1991: 27.

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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Al colegio

A partir del final de los años cuarenta del siglopasado, las Hermanas Franciscanas de Oirschot seencargaron de la enseñanza de niñas en la barriadade Drents Dorp. En la calle Zevenaarlaan estaba si-tuado el colegio católico para niñas “Sint Koenraad”,donde la hermana Stefana Krol, muy a gusto y du-rante muchos años, dio clases de trabajos manualesy labores. Todavía se acuerda muy bien de la prime-ra niña española que se presentó en su clase: “Eramuy tranquila, tenía la cara morena y el pelo negro.En un momento determinado levantó el dedo y dijo:‘Pss, pss.’ Tenía que ir al baño. Nunca me olvidaré deesto, no hablaba todavía ni una palabra de holandéspero sí logró dar a entender muy bien lo que quería.”

La mayor parte de los niños españoles en labarriada de Drents Dorp han seguido clases de pri-mera enseñanza en el colegio de Sint Franciscus (SanFrancisco), y en la capilla del monasterio de las Her-manas Franciscanas de Oirschot, situado en la calleKoenraadlaan, han sido bautizados muchos niñosespañoles.

Los niños mayores de los emigrantes en Eind-hoven estudiaban en la escuela de Philips o en laescuela internacional Floor Evers en la calle Julia-nastraat.

Miguel Angel Luengo Tarrero: “En 1974, mipadre, que emigró a Eindhoven en 1963, decidiótraerse a toda la familia. Mi hermano menor y

yo, que fuimos los últimos en venir de los seishermanos, llegamos en 1976. Mi hermano queentonces aún no tenía 11 años, fue inscrito en laescuela básica del barrio. Yo, que ya tenía 14años, me tuve que inscribir en la escuela inter-nacional Floor Evers. A esta escuela solamenteiban los hijos de los emigrantes que no hablabanholandés y que ya eran mayores para la escuelabásica y menores para empezar a trabajar. Enesta escuela había alumnos de diferentes nacio-nalidades: españoles, chilenos, turcos, marro-quíes, chinos y alguna que otra nacionalidad, perola mayoría eran turcos y marroquíes.

Debido a esta diversidad de culturas, estaescuela gozaba de un atractivo especial, pero aveces el profesorado tenía que hacer lo imposi-ble para poder garantizar una convivencia pacífi-ca entre todos los alumnos, ya que algunos deellos tenían temperamentos y caracteres mássensibles que el resto del alumnado. Por lo ge-neral, nos soliamos llevar todos bien, aunque elúnico grupo que no terminaba de integrarse alos demás, era el grupo de los chinos. Siempreestaban aislados. Y es extraño que uno de mismejores amigos extranjeros (sin contar a los chi-lenos, pues eramos como del mismo pueblo) enFloor Evers fue Yuen, un joven chino con quiendurante un par de años mantuve una gran amis-tad tanto fuera como dentro de la escuela, hastaque se marchó a Enschede a trabajar con su pa-dre a un restaurante chino. No volví a saber nadade él.

Las Hermanas Franciscanas del colegio para niñas, Eindhoven 1967. (CP)

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En esta escuela, no sólo aprendíamos ho-landés, también aprendíamos palabras en casitodos los idiomas que estaban representados eneste colegio. Además de ir un día a la semana anadar (cosa excepcional para nosotros) y otrodía a la semana al gimnasio, también recibíamosclases en nuestros propios idiomas un día a lasemana. Las clases de español las daba la seño-rita Gardenia, una profesora boliviana. En estaescuela he tenido varios profesores y profesorasy de todos guardo un grato recuerdo, pero creoque es la profesora boliviana la que yo más des-tacaría, pues su simpatía, su amistad y su méto-do de enseñanza, nos hacía a los alumnos espa-ñoles y chileneos sentirnos como miembros deuna misma familia.

Yo estuve en esta escuela desde 1976 has-ta 1979 y para mí fue una hermosa época de lacual tengo muy gratos recuerdos y un tiempo enel que hice buenas amistades, tanto con el pro-fesorado, a quien siempre estaré agradecido portodas las cosas que me enseñaron, como conesos alumnos extranjeros con los que convivídurante 3 años.

Fue un tiempo memorable, un tiempo enel que, sin darnos cuenta, Eindhoven se habíaconvertido en el año cero de nuestra nueva viday la escuela internacional Floor Evers en la cunade nuestra nueva infancia.”

Miguel Angel Luengo Tarrero en la escuela internacional Floor Evers, Eindhoven 1977. (CP)

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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A los españoles les gusta la música, el baile yla fiesta. En las fiestas españolas en Eindhoven yalrededores pasan sin dificultad alguna de un bailede flamenco con mucho temperamento a una torpearítmica polonesa holandesa. También celebran lasfiestas típicamente holandesas como “Sinterklaas”(fiesta de San Nicolás). Según la leyenda holandesa,todos los años, el día 5 de diciembre, el Buen Santo,venido a Holanda desde España acompañado de suspajes, sorprende a los niños españoles con regalosen el Centro Español de Eindhoven. En la penínsulaibérica son los Reyes Magos quienes llevan los rega-los para los niños el día 6 de enero.

INTERMEZZO

Fiesta

Cumpleaños de Fernando, Eindhoven 1982. (CP)

Dibujo de una niña de ocho años de Plasencia, de madreholandesa y padre español. San Nicolás y su paje moro

están de camino hacia el Belén. (CP)

Choriceros. (CP)

Chorizo mujeres. (CP)

Chorizo hombres. (CP)

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También han introducido una nueva tradiciónde carnaval: cuando comienza el invierno empiezana preparar chorizo. Igual que en los pueblos españo-les la máquina de hacer chorizo es manejada por loshombres y son las mujeres las que van llenando ycerrando las tripas. En la fiesta de carnaval se comeel chorizo y se organiza un concurso que gana lapersona que puede comer el mayor número de cho-rizos. Los hombres de la foto llevan participando enel concurso desde hace veinte años y cada año tra-tan de batir el récord. Puede ser que estos hombreshayan inspirado a la gente de Brabante porque hoydía se organizan, cada año en más sitios, concursosde comer fricadelas holandesas.

Los españoles en Eindhoven suelen celebrar lasceremonias bautismales y las fiestas de comunióncomo en España. Muchas veces se trata de fiestasgrandes, en que participan incluso familiares que hanvenido de España y en las que no se escatima uncéntimo.

Los habitantes de la provincia de Brabante pa-recen estar influenciados en cierto modo por la cul-tura española de festejar. Hoy día las fiestas de co-munión, por ejemplo, se celebran con más frecuen-cia fuera de casa, gastando más dinero en ellas. Encuanto a la asistencia a la misa, sobre todo la segun-da generación de españoles sigue la tendencia delos holandeses.

Fiesta 35 años Centro Español Eindhoven, 2004. (CP)

El fraile Antonio Collart, que en paz des-canse: “Uno se queda pasmado al ver como losespañoles, aquí en Holanda, celebran una fiestade comunión o un bautismo … La “obligación so-cial” juega un papel importante. Es impensableque los paisanos del mismo pueblo o de la mis-ma región no sean invitados. Así ocurre que secelebran fiestas de comunión y de bautizo a lasque asisten más de cien personas. ¡Y en un buenrestaurante! Pagan mucho dinero por ello. Haymomentos muy importantes en la vida de losespañoles a los que dedican mucha atención: elbautizo, la primera comunión, la boda y el entie-rro. Por lo demás los españoles, sobre todo losjóvenes, no participan mucho en actividades ecle-siásticas. Creen que asistiendo a estos momen-tos culminantes ya mencionados, cumplen sufi-cientemente con su deber religioso.” Comunión de Miriam, Eindhoven 1988. (CP)

Celebrantes de la primera comunión en Eindhoven,1987. (CP)

Fiesta de comunión, Eindhoven 1977. (CP)

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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El fútbol

La comunidad española en Eindhoven siempreha mostrado un asociacionismo cultural y recreativomuy activo. Hasta el día de hoy siguen existiendocuatro o cinco asociaciones españoles. Todo empe-zó, a principios de los años sesenta, con un partidode fútbol. Los primeros españoles en la fábrica debombillas participaban en la liga de verano de Philipscomo miembros de los equipos de los departamen-tos donde trabajaban. En 1964 unos hombres, queestaban alojados en la residencia de El Pinar, forma-ron el primer equipo español de fútbol del sureste deBrabante. Los habitantes de la pensión “Ons Thuis”(“Nuestra casa”) en el centro de Eindhoven solíanjuntarse en su tiempo libre en uno de los parques dela ciudad para darle unas patadas a la pelota y ese

81Luengo Tarrero 2003b

Equipo de El Prado, Eindhoven 1969. Esta foto se lamandó Emilio Gil (de los agachados el tercero empezan-

do por la izquierda) a su madre en España. (CP)

El reverso de la foto. (CP)

fue el comienzo del fútbol español en Eindhoven. En1966 se inauguró la residencia de El Prado y sus ha-bitantes no tardaron mucho en formar equipo oficialallí.

Los españoles empezaron a sentir la necesidadde tener un local donde no sólo se pudieran organi-zar los diversos torneos de fútbol sino donde tam-bién pudieran realizar otras actividades recreativas yculturales para la comunidad española que seguíacreciendo más y más. En 1968 se abrió el CentroEspañol de Eindhoven, situado en la calle Willems-traat. En 1969 el equipo de fútbol del Centro Españolganó la primera liga de fútbol para equipos españo-les en Holanda, organizada por el Ministerio Españolde Deportes y Educación Física y así se convirtió enel equipo español más temido en Holanda.81

8. EL ASOCIACIONISMO

Primer equipo de El Prado. (CP)

Fue el primer trofeo de los muchos que todavíatendrían que ganar. En 1973 y 1974 el equipo delCentro Español ganó el entonces tan famoso trofeo“Ramón de Carranza”. En España el torneo “Ramónde Carranza” era un torneo nacional para futbolistasprofesionales, organizado por el municipio de Cádiz,que todavía sigue disputándose y que lleva el nom-bre del (ex)-alcalde “Ramón de Carranza.” A partirde 1970 se organizó este torneo también para equi-pos españoles de emigrantes en Europa. El alcaldede Cádiz vino en persona a Holanda para entregar eltrofeo.

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El equipo de fútbol español jugaba sus parti-dos en De Herdgang, el complejo de entrenamientode PSV Eindhoven. Frits Philips vivía enfrente de loscampos de fútbol en la calle Oirschotse Dijk e iba aver, de vez en cuando, algún partido de fútbol de losespañoles. A los españoles les gustaba mucho su pre-sencia, que les llenaba de orgullo. Frits Philips seinteresaba por el fútbol y por España. Muchas vecesacompañaba al equipo de PSV a los partidos que ju-gaban fuera contra el Real Madrid; en aquellas oca-siones se reservaban unos cuantos asientos para em-pleados de Philips.

Un momento histórico en la historia del CentroEspañol fue la visita de una delegación del Real Ma-drid en 1968. Incluso el presidente Santiago Berna-beu formó parte de la delegación que visitó el Centro

Español acompañado de Frits Philips. PSV y RealMadrid jugaron en 1968 en Eindhoven un partido decalificación para la copa UEFA. PSV ganó el partido yel Real Madrid quedó eliminado.

Marcelo Rojo: “Un recuerdo muy especiales la visita del Real Madrid. Con el Sr. SantiagoBernabeu y su gente fuimos al Gran Bazar (V&D)a comprar queso. Compramos 22 quesos ente-ros de 5 kilos cada uno. Nunca habían visto talsemejante cosa en el Gran Bazar. Todos que sa-lían por aquella puerta a la calle llevaban unabolsa con un queso. Y la gente preguntaba: ‘¿Esque lo regalan?’ Decimos ‘¡Sí, en la segunda plan-ta!’”

Trofeo “Ramón de Carranza”, ganado por el CírculoEspañol en 1978. El alcalde de Cádiz vino en persona

para entregar el trofeo. (CP)

Marcelo Rojo Reyes con el trofeo Ramón de Carranza,Eindhoven 1978. (CP)

La comunidad española estaba tan cautivadapor El Deporte Rey que, en los años setenta, forma-ron también un equipo de fútbol femenino y una se-lección de juveniles. El equipo femenino dejó de existiral cabo de unos años pero el equipo juvenil siguióexistiendo hasta entrados los años ochenta. Los ju-

Santiago Bernabeu y Marcelo Rojo Reyes, 1968. (CP)

Equipo de mujeres, Eindhoven 1974. (CP)

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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veniles no deseaban otra cosa que jugar en el glorio-so equipo del Centro Español. El Centro Español, sinembargo, marchaba hacia un futuro incierto.

A mediados de los años setenta hubo friccio-nes en la Directiva y también entre los socios. Lastensiones tenían que ver, entre otras cosas, con lasconvicciones políticas que la gente iba ocultando cadavez menos. Cuando murió Franco en 1975, se origi-nó una división abierta en la comunidad española,que, en menos de un año, dio como resultado la in-auguración de otra asociación más orientada haciala izquierda, El Círculo Español Strijp. Hasta el día dehoy siguen existiendo los dos centros, donde las ideaspolíticas ya no son significativas.

dam, Rotterdam, Utrecht, Deventer y Hoogeveen parajugar contra otros equipos españoles, la mayoría deellos equipos de deporte de empresa. Eindhovensiempre tenía buena clasificación y atraía a muchosespectadores. Por medio del deporte los españolestenían la oportunidad de ver algo de Holanda; estofomentó el espiritú de solidaridad y disminuyó la di-visión política y regional entre ellos. La mayor partede los hombres aún muestra mucho entusiasmo alevocar aquellos tiempos; también han guardadomuchas fotos y artículos.

El equipo del Círculo Español Strijp ha dejadode existir pero el equipo del Centro Español sigueexistiendo y está constituido por una nueva genera-ción de españoles y sus amigos holandeses.

A principios de los años setenta los españolesde Helmond también formaron un equipo de fútbolque ha existido hasta entrados los años ochenta: LaMetralla. El centro español de Helmond ya no existe.Lo que sí sigue existiendo es el centro gallego llama-do O’Pote.

Equipo Centro Español Eindhoven 1970. (CP)

Equipo Centro Español, Eindhoven 1999. (CP)

El Círculo Español Strijp también formó un equi-po de fútbol y pudo contar enseguida con jugadoresjóvenes y entusiastas cuyo único deseo era jugar alfútbol y preferiblemente en el club que les ofrecía enaquel momento la mayor seguridad de existencia.Dos años después de la inauguración, el equipo delCírculo Español Strijp ganó el prestigioso trofeo “Ra-món de Carranza.”

Hasta 1986 hubo incluso dos equipos españo-les de fútbol, que jugaban en la liga española deHolanda y que viajaban por todo el país. En autobúsiban a ciudades como Enschede, Beverwijk, Amster-

Ficha del equipo La Metralla de Helmond, 1974. (CP)

El asociacionismo

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Centros españoles

En primera instancia las instituciones católicasse encargaban del cuidado y de la asistencia de losobreros extranjeros pues los primeros – italianos yespañoles – eran de origen católico. Luego se inicióla asistencia social por parte de las autoridades. En1965 se estableció la Fundación Nacional de Asisten-cia a los Obreros Extranjeros y pronto se inaugura-ron delegaciones locales.82 En el período inicial mu-chas de las actividades, organizadas por los emigran-tes españoles, fueron patrocinadas por las autorida-des españolas. José Gutiérrez sobre la inauguara-ción del primer Centro Español en Eindhoven: “ParaEspaña era muy importante que los españoles pu-dieran reunirse, por eso obteníamos cierto importede dinero para cualquier actividad que quisiéramosorganizar; no importaba que se tratara de una acti-vidad deportiva, de diversión o de instalar una canti-na. Hoy día ya no recibimos subvención alguna. Cla-ro que el municipio también ayudaba cediéndonoslocales y también nos apoyaba la Philips pero lo de-más llegaba de arriba, del gobierno español. El mi-nistro incluso nos visitó en aquella época.”

europeos. Pronto España no dispondría de la esta-bilidad política y social que el regimen de Francotrataba de vender como argumento principal parala entrada en la Unión Europea.83 Además, a partirde los años cuarenta, ya eran activas organizacio-

Miguel Carvajal y su hermano en el bar del primerCentro Español, Eindhoven 1970. (CP)

En los años sesenta y a principios de los se-tenta más de dos millones de españoles abandona-ron su país para ir a trabajar en el noroeste de Eu-ropa. Casi todos tenían la idea de volver en cuantohubieran reunido un poco de dinero. En el extranje-ro los emigrantes podían desarrollar una actitud crí-tica hacia el regimen de Franco. Esto no sólo erapeligroso al volver a su país, también podrían influiren el gobierno y la opinión pública de los paises

82 Tinnemans 1994: 50-52.83 Muñoz Sánchez 2005.84 Muñoz Sánchez 2005. Véase tambíen: Olfers 2004: 29-32.85Muñoz Sánchez 2005.

Inauguración del Centro Español Eindhoven, 1969. (CP)

nes antifranquistas en países como Francia y Bélgi-ca.

El gobierno español trataba de mantener el con-trol social entre los emigrantes; tenían que ser pro-tegidos de los ‘peligros’ de la democracia.84 Los cen-tros españoles nacieron por todas partes y eran unrecurso ideal para mantener reunidos a los españo-les en el extranjero y protegerlos así de las malasinfluencias del pais de acogida. Los sindicatos, quequerían a los obreros españoles militando en sus fi-las, adoptaban una actitud crítica hacia estos cen-tros. En una revista en español, editada por un sindi-cato alemán, lo formularon de esta manera: “... losobreros deben darse cuenta de la responsabilidadsocial con que cargan. Esto requiere más que la misapor la mañana, el fútbol por la tarde y el pasodoblepor la noche.”85

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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Miguel Carvajal: “Vivía en El Prado y du-rante el fin de semana muchas veces organizá-bamos fiestas y otras actividades. No sólo acu-dían los habitantes de El Prado sino también otrosmuchos españoles de Eindhoven y alrededores.También editábamos nuestra propia revista. Man-teníamos contactos con la Fundación de ObrerosExtranjeros y les pedimos un Centro Español. En1968 nos ofrecieron un pequeño local en la calleWillemstraat y elegimos una directiva; a mí meeligieron presidente. Pero fue en 1969 cuando elCentro Español de Eindhoven se inauguró demanera oficial.

El Centro Español abría a las 18:00 horas ydurante los fines de semana estaba abierto todoel día. Tanto los hombres como las mujeres so-lían ir a tomar algo con regularidad y tambiénservíamos tapas; se vendían muy bien, sobre todonuestras sardinas, incluso fuera de la comunidadespañola. En un momento dado ya no pudimosdar abasto y dejamos de venderlas.

Muy pronto el local quedó pequeño. La Fun-dación de Obreros Extranjeros nos dió una salamás grande y les ofreció la sala más pequeña ala comunidad marroquí. Pero nuestras activida-das eran tan frecuentadas que la sala nueva tam-bién quedó pequeña en un abrir y cerrar de ojos.Eran los tiempos de la reunificación de familias ylos españoles todavía eran el grupo más grandeentre los recien llegados.

Todos los sábados por la noche había kina,los domingos por la noche poníamos una pelícu-la y una vez al mes organizábamos una noche debaile. Las fiestas de baile significaban el clímaxdel mes para muchos españoles, para hombresy mujeres, jóvenes y mayores. La Fundación deObreros Extranjeros decidió construir una barra-ca muy grande de madera en el sitio donde seencuentra ahora una mezquita. Más tarde nosmudamos a la calle Hugo de Grootplein en elbarrio de Strijp, porque la comunidad españoladisminuyó y seguían viniendo otros grupos deinmigrantes, aún más grandes.”

Debido al enfrentamiento entre los españolessobre la forma de gestión del Centro se inauguró el15 de agosto de 1976 un segundo centro español: elCírculo Español Strijp. En el terreno de De Breeuwer,situado en el barrio de Strijp, habían construido un

edificio pequeño que llevaba el apodo de La Cabañapor su semejanza con las cabañas que utilizan loscazadores en las regiones de montaña en España.La directiva estaba formada por seis personas quedonaron cada uno 500 florines para comprar mate-riales para amueblar y decorar el local. Al principioPhilips les apoyaba regalándoles equipo electrónico,como un proyector de cine. Ponían películas, habíafiestas de baile y todos los fines de semana habíadiscoteca para los jóvenes. Al cabo de un tiempoPhilips empezó a prestar también apoyo financiero –como antes lo habían hecho al Centro Español - ,pagando los torneos de fútbol u otras actividades.En 1981 el Círculo Español Strijp se mudó a la calleKoenraadlaan, donde todavía sigue funcionando.

Tanto el Centro Español como el Círculo Espa-ñol Strijp siguen siendo lugares de encuentro. Casitodas la tardes los españoles de mayor edad se re-unen allí para tomar café, jugar a las cartas o al do-minó. En mayo de 2009 se celebró por todo lo alto el40 aniversario del Centro Español.

Jóvenes y mayores

En 1979, cuando la reunificación familiar ya ibaen buen camino, se fundó El Comité de Jóvenes deEindhoven. Esta asociación ya no existe, debido a lapoca necesidad que experimentan los jóvenes espa-ñoles de tener una asociación propia ya que se rela-cionan bastante bien en los clubes y asociacionesholandeses.

Otra asociación que ya dejó de existir en 2007es la Asociación de Padres de Alumnos de Eindho-ven, fundada en 1982 que venía a sustituir a la pri-mera Comisión de Padres que se creó a principios delos 70. Esta comisión coordinaba los programas deenseñanza, que desarrollaba y pagaba el Ministerio

Noche de baile en el Centro Español Eindhoven, 1970.(CP)

El asociacionismo

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de Educacion Español, para los españoles en Euro-pa. El ministerio español daba su apoyo a la asocia-ción porque ambas partes compartían el punto devista de que las familias españolas regresarían. Loshijos de los emigrantes no deberían tener un granatraso en cuanto al idioma o los conocimientos de lahistoria y la cultura nacional.

Dentro del marco del programa Enseñanza deLenguas Vivas Extranjeras (OALT) los alumnos espa-ñoles de la enseñanza básica holandesa recibían tam-bién clases en su propia lengua en los colegios, peroel gobierno holandés suprimió estas clases en 2004.Hoy día los niños españoles en Eindhoven, que tie-nen entre siete y dieciocho años, sólo pueden parti-cipar en clases de Lengua y Cultura Española fueradel horario normal de los colegios; estas clases sonorganizadas y financiadas por el Ministerio Españolde Educación.

La asociación más activa de este momento esel Hogar del Pensionista, fundado en 1993. Esta aso-ciación para españoles jubilados tiene una existen-cia floreciente y cubre una gran demanda. Cada se-mana, por ejemplo, se organiza una actividad gim-nástica. Tambíen hay clases de holandés para ayu-dar a los socios a defenderse en su vejez. Hay excur-siones, charlas informativas y diversos cursos tem-porales. Esta asociación tiene ahora aproximadamen-te 150 socios.

la pista de petanca ayudaría a mejorar los contactosentre los españole que viven en Strijp y los holande-ses: “No quiero hablar de integración porque voso-tros ya lleváis viviendo tanto tiempo en el barrio, quesimplemente formáis parte de él.”86

Boletín de contacto

A partir de los años setenta casi todos los es-pañoles en Eindhoven y alrededores recibían cadatres meses un boletín informativo. Los primeros añosfue editado por la Fundación de Obreros Extranjerosbajo el título de Un poco más. Cuando las diferenciasde opinión entre los miembros de la redacción sehicieron demasiado grandes, dejaron de publicarlo yCentro Español empezó a editar su própio boletín deinformación.

Gimnasia en el Centro Español Eindhoven, 2005. (CP)

El 10 de abril de 2003 se inauguró en la plazaHugo de Grootplein la primera Pista de Petanca enEindhoven por iniciativa de El Hogar del Pensionistay el comité de barrio ‘t Ven. En sus palabras previasel concejal W. Claassen subrayó sus ventajas porque

86Eindhovens Dagblad 11-4-2003.

A finales de los años ochenta se formó la Fun-dación Unión Hispana, que empezó a editar y publi-car un nuevo boletín. En esta fundación estaban re-presentadas casi todas las asociaciones españolas ydos asociaciones chilenas. El boletín Unión Hispana,que contaba con cuatro páginas, ofrecía un resumende actividades y noticias generales; a veces una ne-crología, un artículo sobre la historia de la emigra-ción española, un saludo de despedida a alguien queregresó para siempre a España, un relato o un poe-ma. Durante los últimos años Miguel Angel Luengo

Último boletín Unión Hispana. (CP)

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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llevaba la redacción de Unión Hispana. El boletín erade un gran valor social para la comunidad españolade Eindhoven y alrededores. En el mes de enero de2006 salió por última vez, debido a que sus patroci-nadores dejaron de apoyarlo económicamente.

Muchos emigrantes mayores dicen que ya noqueda mucho del ambiente floreciente de las asocia-ciones españolas y los entrañables contactos de an-tes. Un emigrante de la primera generación calificóla situación actual entre los españoles en Eindhovenincluso como “una paz armada”. Según él la comuni-dad española ha ido atravesando durante los últimostreinta años el mismo desarrollo que la comunidadholandesa: más distancia en cuanto al aspecto socialy una creciente individualización. Por otra parte, enel caso de que una persona tenga apuros, los espa-ñoles todavía están dispuestos a ayudar. Este emi-grante lo ilustró con el siguiente ejemplo: “Digamosque tengo un problema económico; seguro que ha-brá por lo menos unos treinta o cuarenta españolesque estarían dispuestos a prestarme cien euros. Sisalgo ahora mismo estoy seguro de que volveré acasa mañana por la mañana con unos miles de eurosen el bolsillo, sin que nadie me haya pedido firmarnada.”

Esta situación es completamente incomprensi-ble entre amigos y conocidos holandeses pues setrata también de una diferencia cultural. En Holan-da, donde el Estado cuida bien a todos, por lo gene-ral, es bastante inusual e incluso un poco tabú, pres-tarse dinero. En España, donde uno no puede recu-rrir tan fácilmente al Estado, la gente depende másde la ayuda de otras personas y se prestan dineromás fácilmente.

Actual Círculo Español. (CP)

Actual Centro Español. (CP)

La Colonia Española

La Asociación de la Colonia Española de Eind-hoven (A.C.E.E.) es una asociación muy especial yúnica en Holanda, de las que casi todos los españo-les en Eindhoven y sus alrededores forman parte.Fue fundada en 1980; la palabra ‘colonia‘, que formaparte del nombre, es muy característica porque asíes como los españoles hablan sobre su comunidad.En esta asociación se manifiesta más su sentido desolidaridad; se trata de una especie de fondo funera-rio: cada año todos los miembros contribuyen conuna cuota de modo que siempre hay dinero paraayudar a la familia a costear el gasto fúnebre y larepatriación del fallecido. El fallecido recibe sepultu-ra en su tierra natal o en el lugar indicado por susfamiliares.

Pablo Luengo tuvo la idea de fundar esta aso-ciación después de que el joven español Elías fueseapuñalado en un bar en el centro de Eindhoven. Enaquellos años la costumbre era hacer una colecta

El asociacionismo

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entre todos los españoles de Eindhoven para ayudara la familia a costear los gastos. Cuando el postula-dor se presentó en casa de la familia Luengo, Pablole propuso la idea de crear un fondo de ahorro entretodos los españoles para evitar así que tuvieran queseguir pidiendo por todas las casas. El encargado derecoger los donativos, que en aquellos días era elpresidente del Círculo Español de Strijp, el señor Ig-nacio Rodriguez, presentó la idea a la directiva delCírculo. Ésta decidió reunir a la Colonía Española yen dicha reunión se fundó la Asociación de la ColoniaEspañola de Eindhoven : A.C.E.E.

Muy rápidamente casi todos los españoles de

Eindhoven y de otras ciudades de Holanda se hicie-ron miembros. Algunos no lo hicieron porque pensa-ban que la asociación pertenecía al Círculo Español.Hoy día es la asociación con más miembros y no selimitan sólo a Eindhoven; hay también españoles demuchas otras partes del país e incluso de Bélgica.Casi todos los españoles quieren que les entierrenen su país natal. La primera generación de emigran-tes siempre tenía la esperanza de volver. Daba mie-do la idea de envejecer y morir en Holanda. La ideade ser enterrado en Holanda era inaceptable para lamayoría de los emigrantes españoles; había que de-volver el cuerpo a su tierra natal.

Directiva de la ACEE y miembros de la Comisión de Control, Eindhoven 2008. (CP)

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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En el año 1966 – el mismo año en que se inau-guró el campamento residencial El Prado – Eindho-ven estaba en fiestas. Frits Philips, que acababa deser nombrado nuevo presidente de la empresa mun-dial, celebró, junto con toda la ciudad, el 75 aniver-sario de la empresa Philips. Una de las mayores fes-tividades fue la inauguración del Evoluón, el espaciomonumental de exposición de Philips en Eindhoven,que atraería, hasta principios de los ochenta, mediomillón de visitantes al año.

Para los emigrantes españoles el Evoluón eramás que una atracción turística. Había tres lugaresque eran puntos de encuentro y recreo y que solíanvisitar casi diariamente: los centros españoles, elparque Philips van Lennep y el Evoluón. La gente deEindhoven estaba orgullosa del Evoluón, igual quelos españoles, que, además, casi todos vivían muycerca de este exclusivo edificio. Era un monumentocon el que podían impresionar en sus casas en Espa-ña. Casi se convirtió en un símbolo de progreso; ¡

INTERMEZZO

El Evoluón

mira donde estamos!, en un mundo que está a unagrandísima distancia de vosotros, no solo en kilóme-tros sino también en evolución. Cuando venían visi-tantes de España lo primero que les enseñaban erael Evoluón. Visitar Eindhoven y no sacar una foto delEvoluón era algo imperdonable.87

Había, sin embargo, quienes pensaban de for-ma diferente sobre esto. En 1968 Antonio Herrero lemandó una postal del Evoluón a su mujer en Extre-madura con el texto: ‘En cosas como estas gastan eldinero en Holanda.’

Cuando el tiempo lo permitía muchos españo-les daban un paseo diario por el parque del Evoluón;era una especie de ritual, como el paseo después dela siesta en los pueblos de España. Les gustaba es-tar allí sentados tranquilamente en un banco y mirarel impresionante platillo volante de cemento o loscisnes del estanque.

Miguel Angel Luengo Tarrero: “A veces ese es-

Tarjeta postal de Antonio Herrero a su mujer en Extre-madura, 1968. (CP)

87 www.emigracioneindhoven.dse.nl/Evoluon.htm

Reverso de la postal. (CP)

El asociacionismo

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tanque parecía la luna. La luna que se había escapa-do por unos momentos para acompañar durante unratito aquel platillo volante que nunca había logradovolar.” Alrededor del Evoluon se vivía otra vida. Los

José Gómez Medina, años 70. (CP)

Evolución, grupo español de Eindhoven, 1975. (CP)

niños que jugaban allí se inventaban aventuras fan-tásticas, quizás sobre seres extraterrestres o super-héroes y disponían del mejor decorado que podíandesear. Parejas de enamorados buscaban allí los lu-gares más escondidos para vivir sus momentos másíntimos. Grupos de chicos y chicas se encontrabanen el parque y, sentados sobre la hierba, escucha-ban la música que salía de un radiocasete portátil(probablemente de la marca Philips).”88

En la segunda mitad de los años ochenta em-pezó a disminuir el número de visitantes y en 1989Philips decidió cerrar el Evoluón como espacio deexposición y convertirlo en un centro de acogida parala empresa Philips. Miguel Angel Luengo escribió unalegato para la reapertura del Evoluón.89 Ibidem.Opina que les han quitado algo a los habitantes deEindhoven, algo de lo que estaban orgullosos. Sihubieran podido conservar el Evoluón para la ciu-dad, a Eindhoven nunca le habrían puesto la etique-ta de la ciudad más aburrida de Holanda.

Vítola del Evoluón. (CP)

88 Ibidem.89 Ibidem.

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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9. HUELLAS PROFUNDAS

Pérdida

Cuando un miembro de la comunidad españo-la del sureste de la provincia de Brabante fallece, secelebra un funeral antes de trasladar el cuerpo deldifunto a España. En Eindhoven esta ceremonia sue-le celebrarse en la iglesia de San Trudo, en el barriode Strijp. Al entrar en la iglesia existe la costumbrede cubrir el feretro con la bandera española ; des-pués, al salir de la iglesia, se quita la bandera. Esteritual no se conoce en España, es una tradición entrelos emigrantes españoles de Eindhoven.

enterrados en el sureste de Brabante. En el pueblode Maarheeze se encuentra la tumba del primeremigrante que fue enterrado, en 1973, en un ce-menterio brabantino, Joaquín Aracil Fernández, na-tural de Alicante, que en vida residía en el campa-mento El Pinar.

Funeral. (CP)

Funeral. (CP)

Por más que el individualismo y la distanciasocial hayan aumentado en la comunidad española,a un funeral acuden cientos de españoles ; inclusolos paisanos que posteriormente emigraron a Bélgi-ca, vienen a Eindhoven para asistir a la ceremonia.Hasta ahora sólo cuatro emigrantes españoles están

Tumba de Joaquín Aracil Fernández en el cementerio deMaarheeze. (CP)

Inscripción en la lápida. (CP)

En su página www.emigracioneindhoven.dse.nlMiguel Angel Luengo Tarrero escribió un hermo-so homenaje a se amigo Víctor Macias, “El Fran-cés”, que está enterrado en Eindhoven:

“Víctor Macias llegó a Eindhoven en 1975.Muy pronto y sin ningún problema se integró enla Colonia Española. Llegó después de haber pa-sado por la emigración en Francia, por eso leapodamos “El Francés”. Víctor nació en Quintana

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del Marco, Léon, y falleció el día 9 de octubre de2004 en Eindhoven a la edad de 53 años.

Víctor está enterrado en Eindhoven y hayuna anécdota digna de ser mencionada y de serdado a conocer. La familie española quería queVíctor fuera enterrado en la tierra donde nació,pero su mujer y sus hijas decidieron tener a supadre enterrado aquí, cerca de ellos. Entonces elhermano de Víctor, Enrique, dijo: ‘Si Víctor novuelve a la tierra donde nació, la tierra irá dondeél descanse.’ Y así lo hizo.

Enrique trajo hasta Eindhoven la tierra deQuintana del Marco, donde Víctor vino al mundoy ,junto con una foto de su madre, la introduje-ron en la caja donde Víctor descansa en paz. Estaes una historia, muy importante, de gran valorhumano que nos hace comprender un poquitoese sufrido sentimiento emigrante, esa difícil cues-tión de arraigo y desarraigo, esa inquebrantableexistencia entra la nacencia y la lejanía. Víctor esel único español que descansa en paz en Eindho-ven, tal vez en toda Holanda, con la tierra de supueblo.”

Los emigrantes que entierran a sus muertosen el país de origen, a veces producen cambios en elritual de la muerte y el luto en el pueblo donde na-cieron. Los emigrantes, por ejemplo, no se visten deluto, razón por la cual sus paisanos van a pensartambién de una manera más abierta sobre este tema.También ocurre que llevan a sus difuntos en una urna,enfrentando así a la gente en su pueblo de origencon la costumbre de la incineración. Durante los últi-mos años cada vez son vez son más los emigrantes,fallecidos en Brabante, que se incineran; después susfamiliares se llevan la urna a España para colocarlaen un lugar bonito en el cementerio. Hasta abril de2005 no se inauguró en Extremadura, en Cácerescapital, el primer crematorio y aún hoy día esto si-gue causando bastante revuelo.90

De todos los emigrantes del sur de Europa losespañoles son los que menos se inclinan a nacionali-zarse como holandeses.91 Los pocos que han adop-tado esta nacionalidad, suelen tener una pareja ho-landesa. Los hijos de un matrimonio mixto puedentener ambas nacionalidades hasta cumplir los 18 años

pero después tienen que elegir; en general optanpor la nacionalidad holandesa.

Miguel Angel Luengo: “Creo que nosotros,los hijos de los emigrantes españoles, hemosheredado un gen: el ‘gen del regreso’. Aunqueno pensamos en absoluto en volver, nos aferra-mos a la idea de que un día regresaremos. Man-tener la nacionalidad española es como dejarentornada la puerta que da acceso a nuestrasraices y a nuestro origen; no nos atrevemos acerrar esta puerta definitivamente. Soy el pro-ducto de la aventura a la que se lanzó mi padreen 1963. Me siento emigrante, como mi padre, yesta sensación no desaparecerá nunca. Seguroque volveré, no sé cuándo pero sí que regresaré,aunque sea en un féretro, porque quiero termi-nar donde empecé.”

Las mujeres españolas que se quedaban em-barazadas en Holanda muchas veces regresaban aEspaña para dar a luz. Así sus familiares femeninospodían asistirlas antes, durante y después del parto.También podían declarar el nacimiento en España y,como las familias de los emigrantes, partían de laidea de que regresarían definitivamente al cabo deunos años, esto les parecía más práctico. En el casode que sus hijos necesitaran más tarde un extractodel registro de nacimiento, no tendrían que solicitar-lo en Holanda. Sin embargo, no se trataba sólo deconsideraciones pragmáticas sino que tenía que vertambién con el orgullo español. Del mismo modo quelos emigrantes querían morir en su pueblo natal, tam-bién querían que sus hijos nacieran en territorio es-pañol.

90 Luceño, El Periódico de Extremadura, 10-10-2005.91 Olfers 2004: 16.

La familia Alvarez en Eindhoven, años 70. (CP)

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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La migración deja huellas profundas. En 1967el médico Th. Van Erp, del Servicio Médico de Phi-lips, ya señaló que los obreros españoles tenían mu-chos problemas físicos.92 Incluso después de la re-unificación familiar continuaban abrigando la espe-ranza de un regreso a España. Poco a poco echaronraices en Holanda y el regreso resultó cada vez me-nos realista, pero el deseo seguía vivo, continuabanpensando en un regreso a ´casa´. Después del cal-vario de la emigración empezaría la vida real; no vi-vían los cambios políticos y sociales en España, suspueblos habían cambiado mucho y la “remigración”,en el sentido de un regreso al pasado, era imposi-ble.93

La psicoanalista alemana Mechtild Zeul, queha investigado el bienestar psíquico de las mujeresde los emigrantes españoles en Alemania, resumelos resultados, publicados en un artículo de treintapaginas, en sólo tres palabras: Migration machtkrank (la emigración causa enfermedades).94 Pasarpor una fase de duelo por lo perdido es esencialpara todos los emigrantes, dice Salman Akhtar, ca-tedrático en psiquiatría. Según él la emigración esun proceso psicológico complicado con consecuen-cias graves y duraderas para la identidad de unapersona. Incluso bajo circunstancias óptimas es unacontecimiento traumático y, como todos los de-más traumas, inicia un proceso de luto.95 Los espa-ñoles que partieron para Holanda como obrerosextranjeros no han estado de duelo en absolutoporque nunca tuvieron la intención de establecerseallí para siempre. Incluso los españoles que siguenviviendo en Holanda en muchos casos no puedensoportar la idea de que su estancia será para siem-pre. Esto causa una profunda sensación de descon-tento que probablemente se puede describir mejorcon la palabra ‘dolor del alma.’

Deseos de vacaciones

Con el curso de los años los emigrantes espa-ñoles empezaban a sentirse menos bienvenidos ensu pueblo natal pero el deseo por volver a España nodisminuía. Cada año volvían a España con su familiapara pasar las vacaciones. Su llegada seguía cau-sando revuelo pero la acogida se hizo menos cordial

con el tiempo y algunas costumbres adquiridas enHolanda eran recibidas con aspavientos.

Marcelo Rojo recuerda todavía cómo reaccionósu suegra al ver que su hija había empezado a fu-mar: “Mira, ¿ esto es todo lo que has aprendido enHolanda ? ¡Nada más que fumar y fumar!” La suegrade Marcelo era una señora enérgica y reaccionó tam-bién violentamente cuando vio que sus nietos habla-ban entre ellos holandés: “Uf, mi suegra… ¡Como seenfadó ! ‘¡Aquí hay que hablar español! ¡Se hablaespañol! ¿Entendéis? ¡Tengo que saber lo que todosestáis diciendo!’”

92 Erp 1967. Véase tambíen Kabela 1980.93 Meurs 1996, 93-94.94 Zeul 1994: 554.95 Akthar, De Volkskrant, 6-3-1999.

Abuela Simona en Extremadura a principios de los años80. (CP)

Una mujer de 36 años en Extremadura: “Laemigración significa para mí, sobre todo, el re-cuerdo del coche del emigrante que antes vivíaenfrente de nosotros. En aquella época no habíatantos coches en el pueblo. Cuando el emigrantevolvió para pasar las vacaciones de verano, to-dos los niños se agolparon alrededor de su co-che. ¡ Podíamos mirar el coche, sí, pero no tocarlo!Yo vivía enfrente y siempre estaba jugando en lacalle. Cuando alguien tan sólo señalaba con eldedo hacia el coche, el emigrante ya salía co-rriendo.”

Huellas profundas

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Mujeres que fumaban y llevaban pantaloneslargos, niños que hablaban un idioma extranjero cuan-do estaban juntos, y algunas veces, la ostentaciónmaterial con que los emigrantes llegaron a casa, cau-saron recelo y despertaron envidia en su pueblo na-tal. Sin embargo no todas las costumbres adquiridasen Holanda eran condenables. Pablo, un hombre de29 años de Extremadura, afirmó, por ejemplo, quelos hombres holandeses tenían más cortesía que losespañoles. Puso el siguiente ejemplo: ‘El hijo mayorde esa familia que vive en Eindhoven estaba aquí devacaciones. Había llegado en coche acompañado desu novia. Al llegar a su casa bajaba, él primero, ydaba media vuelta alrededor del coche para abrirlela puerta a su novia. Me di cuenta de que ésto lodebía haber aprendido en Eindhoven porque los hom-bres aquí no lo hacían’.

María Isabel Granado, segunda generación:“Recuerdo de las vacaciones a España que el viajeera muy largo. Estábamos todos apelotonadosen el coche. Mis padres delante y los cuatro, yo ymis hermanos, atrás. Era la menor y siempreestaba colocada encima de mis hermanos. Antesno era importante llevar el cinturón atrás. Casino había paradas de modo que estábamos he-chos polvo al llegar al pueblo. Cada vez que lle-gábamos sentía una sensación muy especial. Enla mayoría de los casos era de noche y no se oíani veía a nadie. Llevábamos las maletas adentroy mi abuela, que todavía vivía en la casa, se le-vantaba y bajaba corriendo la escalera, nos abra-zábamos con mucho entusiasmo y luego nosechábamos a dormir.

Durante el día la gente iba a vernos: ‘¡Ah,los holandeses han vuelto otra vez !’ Sí, es muyestúpido decirlo, porque no soy así, pero tenía laidea que nos admiraban porque en aquella épo-ca la situación en España era mala. Pensaban :vienen de Holanda y allí ganan mucho dinero. Mipadre casi siempre llevaba aparatos de la marcaPhilips, un televisor, o una radio y eso era aluci-nante para todos. También recuerdo que mi pa-dre tuvo uno de los primeros televisores en elpueblo. Lo instaló fuera, en la acera, y todo elmundo iba a ver la tele delante de nuestra casa.Nuestro coche también atrajo mucho público,había chicas que iban a casarse en verano y quenos preguntaban si podían sacarse una foto conel coche el día de su boda.”

Las familias españolas de emigrantes vivíanescatimando desde el principio para ahorrar dineropara su regreso. Vivían en un país pero con sus pen-samientos estaban en otro. La magia del regreso erasu estimulante. Sus aspiraciones, en general, eranmontar un negocio en su país natal o, por lo menos,construir una casa propia. Muy pocos lograron lo pri-mero pero lo último casi todos lo han realizado. Gas-taban muy poco dinero en el interior de la casa enHolanda pero la casa en España estaba provista detodo confort, aunque allí sólo pasaban unas sema-nas al año.

Además, durante esas vacaciones tenían querecuperar la vida social de un año entero. Lucía La-meiro, miembro de la directiva de la Federación deAsociaciones de Emigrantes Españoles enHolanda (F.A.E.E.H.): “¡Durante las vacaciones tira-ban el dinero por la ventana, porque estaban en Es-paña! No se habían divertido nada en un año y ahoratenían que recuperar todo en unas semanas.”

Para los hijos mayores de los emigrantes lasvacaciones largas al pueblo natal de sus padres mu-chas veces no eran divertidas.

María Isabel Granado: “En el pueblo de mispadres los únicos amigos que tenía también vi-vían en otro sitio. Había dos grupos, el círculo deamigos del pueblo, que se veían durante todo elaño, y los jóvenes de Madrid o de Barcelona, quesólo estaban allí en verano. Muchas veces habíapelea.

De niño me gustaban esas vacaciones perode adolescente mucho menos. Una vez termina-da la feria del pueblo, a mediados de agosto,todos mis amigos partían y yo me quedaba sola

Merienda en el camino, años 70. (CP)

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porque no mantenía contacto con la gente delpueblo.

Siempre íbamos de vacaciones a Españapero sólo al pueblo de mis padres en Extremadu-ra. Vi la playa y el mar por primera vez cuando, ala edad de veinte años, me fui sola de vacacio-nes. Entonces ya tenía coche propio y podía ha-cer lo que quería.”

Recesión

Según los datos del Anual de Eindhoven de 1976(Jaarboek Eindhoven) el punto más alto de la emi-gración de obreros españoles se situaría en 1975. Alfinal de 1975, 1393 españoles (847 hombres y 546mujeres) estaban registrados en Eindhoven. Segúnlos informes españoles el número total era por lomenos el doble. Puede ser que los españoles con uncontrato de trabajo temporal no hubieran sido regis-trados por el municipio. También es posible que losinformes españoles contaran también entre su Colo-nia Española a todos los españoles que en aquellaépoca vivían en los pueblos y residencias fuera deEindhoven.

En 2002, 1017 personas de origen español se-guían viviendo todavía en el municipio de Eindho-ven. El 36 por ciento de este grupo había nacido enHolanda. Según las previsiones del año 1996 delDepartamento de Investigación y Estadística delMunicipio de Eindhoven, en el año 2010 todavía vivi-rán 859 españoles en Eindhoven.96

Poco después del período de reunificación fa-miliar se presentó un cambio en el clima socio-eco-

nómico de Holanda. Hacia 1970 el empleo ya empe-zó a disminuir y la mayor parte de las empresas dejóde contratar. Sin embargo, los emigrantes seguíanviniendo a Holanda en busca de trabajo; el númerode españoles iba aumentando cada año hasta que, apartir de 1974, las autoridades prácticamente deja-ron de conceder permisos de trabajo.

En noviembre de 1974 Philips anunció que,debido a la recesión económica, no prolongaría elcontrato anual de 73 españoles.97 Los sindicatos creíanque existía una relación con la huelga de la que unmes antes esos españoles habían formado parte.Durante los años posteriores hubo más despidos conla consecuencia de que los obreros españoles (y susfamilias) también tuvieron dificultades. En octubrede 1983, 46 empleados españoles de Philips fueronnoticia de primera plana en el periódico EindhovensDagblad porque habían recibido de Philips un impor-te de quince mil florines con motivo de su despido ysu regreso a España.98 Ese arreglo ya existía desdeel mes de abril de 1981 pero sólo valía, en principio,para los españoles que la misma empresa Philipshabía contratado.

Durante la primera recesión económica en losaños setenta, se produjeron los primeros despidoscolectivos en empresas donde trabajaban muchosemigrantes del sur de Europa. Esta tendencia conti-nuó en las décadas siguientes y también muchosespañoles perdieron su puesto de trabajo. En los añossesenta y setenta no les faltaba el trabajo a los obre-ros extranjeros; les faltaba buen alojamiento. En losaños ochenta su situación en cuanto a la viviendamejoró pero su posición en el mercado laboral sehizo peor.

96 Hoeven 1996: 4.97 Eindhovens Dagblad, 30-11-1974.98 Eindhovens Dagblad, 27-10-1983.

Los hermanitos Merchán en el salón de su casa enEindhoven a principios de los años 80. (CP) El 75 aniversario de la empresa Philips, 1966. (CP)

Huellas profundas

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Para los emigrantes el despido fue un desas-tre; el único argumento que tenían para abandonarsu hogar era encontrar trabajo, ahorrar y mejorar elbienestar de la familia.99 Su posición financiera em-peoraba y, como consecuencia de ello, no podíanvolver con la misma frecuencia de antes a su país deorigen; además llegaban con las manos vacías. Aveces la gente del pueblo no se lo creía, porque se-guían pensando que Holanda todavía era el país don-de manaba el dinero y consideraban las visitas me-nos frecuentes y la reducción de los regalos como unrechazo. Era algo que podía provocar mucha amar-gura.100

Lucía Lameiro, miembro de la directiva dela F.A.E.E.H: “Es una de las cosas de las que lagente en Holanda no se da cuenta : lo importan-te que era el trabajo para estas personas. Ha-bían venido a Holanda para trabajar y que el tra-bajo fuera sucio y duro no les importaba porque,de niños, ya trabajaban duro en el campo. Ade-más la mayor parte progresaba mucho porqueaquí llevaban un mono bonito durante el trabajoen la fábrica. El hecho de que tuvieran un traba-jo muy pesado y estúpido no era de ninguna im-portancia. El trabajo les proporcionaba ingresosy seguridad para el futuro. Cuando todo estodesapareció … En Holanda la gente, al pensarsobre su trabajo, considera importantes las posi-bil idades de ascenso y cosas por elestilo, necesarias, según ellos, para dar valor altrabajo. ¡Lo ven pues con ojos muy diferentes!”

A partir de la segunda mitad de los años seten-ta los casos de emigración se referían principalmen-te a la formación o la reunificación familiar. Los niñosiban al colegio en Holanda, hacían amistades, se-guían cursos, encontraban un empleo y sus padresaplazaban de un año a otro la decisión de “regresar”o quedarse. Las tensiones en cuanto al tema de “nun-ca haber tomado la decisión de quedarse por propiainiciativa” se amontonaban y se convirtieron paraalgunos emigrantes, a una edad avanzada, en algotraumático.101

En una publicación del Servicio Médico de Phi-

lips de 1979 ya se habló del climacterium virile (lamenopausia masculina) que sufrirían los hombresespañoles de mayor edad. Los medicos comproba-ron cómo obreros que estaban funcionando bien, secolapsaron de repente porque, por una parte, sen-tían como sus fuerzas iban disminuyendo y, por otraparte, se enfrentaban al fracaso de sus ideales. Nosólo a los hombres sino también a las mujeres lesdaba mucha pena y era una sensación embarazosaenvejecer en Holanda. Es un golpe muy duro cuan-do, después de servir fielmente en una empresa du-rante muchos años, de repente, se recibe la noticiadel despido.

María Peris Herron: “Mi marido se fue a Ho-landa en 1969 con un contrato anual de Philips.Al cabo de tres años yo me fui también con laintención de quedarme medio año. Sólo llevabaen Holanda seis semanas cuando me dieron unempleo en la Philips. No hablaba ni una palabrade holandés pero eso no hacía falta, dijo mi jefe.Me emplearon en el departamento de CerámicaNegra, donde trabajaban muchas mujeres espa-ñolas y allí seguí trabajando durante treinta años.En esta foto de 1997 el jefe del departamento depersonal me impone una insignia de Philips conmotivo de mi 25 aniversario de trabajo en la Phi-lips. Cinco años después decidieron trasladar todoel departamento a Polonia y Taiwán. Después detreinta años de trabajo, de un día a otro, mepusieron “de patas en la calle” y con 55 añostuve que buscarme otro empleo.”

Para los españoles que pensaban quedarse sólounos años todo ha salido de forma diferente. Cuan-do llegaron eran hombres jóvenes, en la flor de susvidas; ahora están alcanzando la edad de jubilacióny, en vista de la situación de sus hijos, es probableque envejezcan en Holanda.

José Gutiérrez: “Al salir de España, hacecuarenta años, veníamos cantando en el auto-bús. Esto no me ha pasado nunca más. La se-gunda vez, cuando volvimos después de pasarlas vacaciones en España, tuvimos que tomar

99 Miguel Fernández 2000: 24.100 Pascual Delgado 1998.101 Meurs 1996: 95.

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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unas copas antes de salir para evitar echarnos allorar en el autobús. Daba mucha pena abando-nar España, muchísima pena. Estábamos contan-do los días, las horas … Por muy bien que estu-viéramos en Holanda seguíamos contando losdías. Todo el año trabajábamos mucho y pensá-bamos en el verano, en aquellas pocas semanasque pasaríamos en nuestros pueblos de origen y,al terminar las vacaciones, regresábamos a Ho-landa con desgana. Sin embargo, quedarnos enEspaña tampoco era ya una opción. Todavía mehace muchísima ilusión pensar en las próximasvacaciones en España. ¡Volver a mi pueblo ! Ahorallevo cuarenta años aquí, pero a España la llevoen mi corazón.”

José Gutiérrez y amigos, Someren 1963. (CP)

Huellas profundas

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Por herencia

Grita el viejo despertador.– Vamos venga, que es la hora.Me avisa mi padre con su vozcansada por el insomnio.

Bajo las maletas de mi habitacióny en el pasillo las dejo junto a la talegaque mi madre me ha preparado:queso, chorizo, jamón, lomo y como no,aceitunas aliñás con ajo, romero y oregano.

Mi madre, apoyándose en su muleta,se seca unas lágrimas, que bajo sus gafasse deslizan por sus mejillas, y suspira.– ¡Ay Dios, qué vida esta!– y vuelve a suspirar.Mi padre, nervioso, serio y tristeme vuelve a repetir si tengo todos los papelesy asegurándose de que no me olvide de nadacontrola y vuelve a controlarlo todo.

Durante muchos y largos añosfue él, quien se iba en las madrugadas.Ahora ya no tiene que dejar su casa,la pensión es el premio por sus años de ausencia.A veces, se queda pensativo,con su mirada clavada en el recuerdo,seguramente recordando aquellas madrugadascuando con su maleta de cartón y su bolso,emprendía aquellos largos viajes,a esa tierra lejana donde un dia decidió emigrarpara sacar adelante a una familia de seis hijos.Fueron 30 años en aquella extraña tierra,de extraña cultura, y extraña lengua,pero que le dió lo que su própia tierra le negó.

Llega el momento más duro: la despedida.Abrazos, besos, lágrimas, deseos.

– ¡Cuídate bien hijo mío! – Me dice ella.– ¡Cuidao en la carretera y llama cuando llegues!me dice él.

Me alejo lentamente bajando la cuesta,con los ojos encharcados,a penas puedo ver por el retrovisorsus siluetas saludándome con las manos.La soledad se hace mi compañera de viaje.

La madrugada es triste para alejarse de casa.El pueblo duerme. Las calles están vacias.El único signo de vida es un perro que cruza la calley en la acera se para para verme pasar.

Las rayas blancas desparecen imparablespor debajo y junto al vehículo.Mi dirección es el inquebrantable Nortey cuando las primera luces del amanecerempiezan a darle forma a las siluetasserranas en el lejano horizonte,llego a ese punto en el que la tristezavuelve a adueñarse de mi estado de ánimo.Ese punto que no es otro que el lugardonde termina mi tierra extremeñay que siempre me hace jurar que volveré.

Aquí comienza verdaderamente el largo viaje.Ese viaje que un día de aquellos difíciles añosde los 60, mi padre emprendió cuando yoen mi cuna me agarraba a la luz que me traía la vida.Un viaje que de él heredé, así como su profesión:emigrante extremeño, de segunda generación.

Miguel Angel Luengo Tarrero[Fragmento]

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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INTERMEZZO

Marcelo Rojo Reyes:‘Todavía no hemos regresado de luna de miel’

‘En España estuve trabajando en hoteles. Lue-go entré en el servicio militar, lo terminé y me vinepara Holanda. Me despedí del dueño del hotel y ésteme dijo que tendría mi puesto de trabajo allí de nue-vo, si quería regresar. Empecé en Philips el 3 de sep-tiembre de 1965. Después de 3 meses de trabajo,recibí 15 días de vacaciones para pasar las Navida-des en España. Me pareció muy extraño, ¿cómomerecía yo tan pronto vacaciones? Cuando volví fuia visitar al dueño del hotel y me decía: ‘¡Cómo sabíayo que no ibas a estar mucho tiempo en Holanda!’Dije: ‘No, no se equivoque, vengo de vacaciones.’Dijo él: ‘¿Vacaciones? A mí no me tomas el pelo.’Pues allí nunca conseguí disfrutar de vacaciones.Entonces me dijo que seguía el puesto abierto, cuandoquisiera regresar a España.

tonces nos casamos y se vino para acá, de luna demiel. ¡ Una luna de miel que todavía no ha acabado!Efectivamente, así empezó nuestra emigración. Pen-sábamos quedarnos un año. El año se acabó pero eldía del volver no llegó nunca.

Desde muy joven en la hostelería. (CP)

La segunda vez que estuve de vacaciones fueen julio de 1966 y entonces me casé. Celebré el ban-quete de boda en el hotel donde trabajé. El dueñome volvió a preguntar si siguía con la intención devolver a Holanda. Dije: ‘Sí, me caso y me llevo tam-bién a la mujer.’ A Emiliana la conocía desde hacía ya7 u 8 años. Vine solo y estuve solo casi un año. En-

Marcelo y Emiliana deborando algún bicho... (CP)

Mi mujer también trabajaba en la Philips peroluego lo dejó porque empezamos a tener familia. Pedíal jefe del personal cambiarme de trabajo a tres tur-nos, porque se ganaba más dinero. Me lo concedió yme dijo lo mismo: ‘Si no te encuentras a gusto, vuel-ve aquí con nosotros.’ Fui a la fabricación de alam-bre; era de donde sacaban la iluminación para laslámparas. Allí soporté mucho calor y mucha sucie-dad. Terminado el turno que me tocaba, si era demañana tarde, o de tarde, me iba al campo a cogermanzanas cuando era la época; también iba a cogerespárragos o flores.

Continué así hasta el año 1970 cuando pasé alcampamento El Pinar como encargado del bar. Cuan-do cerró El Pinar me trasladaron a El Prado de Eind-hoven para encargarme del bar y de la cocina hasta1983, cuando Philips decidió cerrar definitivamente

Huellas profundas

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El Prado. Me encargué de las máquinas de café y deservir café en el Depto de Asuntos Sociales. En sep-tiembre de 1983 abrí el Bar Restaurante Costa delSol. Después de mi trabajo en Philips trabajaba en elbar hasta las dos o tres de la madrugada, pero nopodía continuar así. Me ofrecieron que probara conel bar, si no me iba bien, podía volver a Philips. Otravez el mismo tema.

Fui presidente del Círculo Español y miembrode la directiva del Centro Español. Durante ese tiem-po se organizaba el Festival español de la canción deEindhoven y lo presentaba yo. También llevé el equi-po de fútbol y hacíamos torneos. Una vez participécomo presidente del Círculo Español en un torneo enel que jugaban todos los españoles en Utrecht, Tro-feo Ramón de Carranza se llamaba. ¡Y lo ganamos!El trofeo fue entregado por el alcalde de Cádiz enpersona.

Al mismo tiempo ayudaba mucho a los espa-ñoles en problemas laborales, como llamar al médi-co, bajas de enfermedad, también fui con muchoscomo intérprete a los examenes de conducir. El idio-ma creó las mayores dificultades. Una de las cosasfundamentales cuando te establezcas en un nuevopaís, es que tienes que procurar conocer el idioma ysaber defenderte. Es muy triste si tienes que depen-der de otras personas contando tu vida íntima a unmédico o un abogado. En mi departamento sólo ha-bía tres españoles así que tenía que hablar holan-dés. He tenido mucho contacto con la sociedad ho-landesa, aunque no lo hable correctamente, me de-fiendo muy bien.

Bar Restaurante Costa del Sol, Eindhoven. (CP)

Me compré dos sartenes, una para hacer torti-lla y otra para hacer calamares. Así empecé... y ¡miraadonde hemos llegado!. Nunca imaginé que llegaríaa ofrecer una carta tan extensa. En septiembre 2008celebramos mi 65 cumpleaños y el 25 aniversario deLa Costa del Sol. Mientras me encuentre con saludvoy a continuar. Estoy orgulloso de lo que estoy ha-ciendo. Tambíen estoy muy agradecido a mi mujer.Ha sido mi mano derecha dentro del negocio. Es unamujer de verdad, todo lo que digas de ella es poco.

Marcelo preparando tapas en la cocina delBar Restaurante Costa del Sol, Eindhoven 2006. (CP)

Marcelo presentando el Festival español de la Canción deEindhoven, años 60. (CP)

Lo más bonito de la emigración era cuando íba-mos de vuelta a España para pasar las vacaciones,ver a tus padres, hermanos y amigos. Ahora siemprevamos en avión pero antes te metías en el coche conla mujer y las niñas y había que hacer dos mil kilo-metros y la ilusión que tenías era llegar lo antes po-sible a casa. Para ver a la familia, prácticamente tejugabas la vida en la carretera. Y luego al final, lle-gabas a casa y eran cinco minutos, cinco minutos loque duraba esa alegría. Lo más triste era cuandoteníamos que hacer las maletas para volver a Holan-da. Las despedidas eran lo peor. Yo prefería salir de

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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madrugada cuando ibamos en coche, para no ver anadie. Me tranquilizaba cuando ya estaba por Bur-gos.... Eso es la emigración.

Mis hijas aguantaban 10 días como máximo enEspaña y ya empezaban a preguntar: ‘¿Papa, cuán-do nos vamos a casa ?’ ‘¡Pero si estamos en casa!’‘No, no, la otra casa.’ Tenían sus intereses en Holan-da, allí no tenían nada. Si algun día vuelvo a regresara España definitivamente tengo que hacerme a nue-vas amistades y a una vida totalmente distinta de laque llevo aquí. Por ejemplo, yo les digo a mis herma-nos: ‘Tenéis todo el día la mesa puesta.’ Se levantanpor la mañana con los churros y el café, a las doceun bocadillo, a las dos la comida, a las seis la me-rienda, a las once la cena. Nosotros ya no podemoscon eso, aquí tenemos una vida tranquila. Todo escompletamente diferente: el horario, la comida, elclima, las costumbres. Lo veo por los viajantes espa-ñoles que pasan por aquí; a las diez de la nochequieren cenar. Me duele decirles que estamos cerra-dos a las diez de la noche.

Ahora mismo hay mucha gente holandesa queviene a comer porque se han puesto de moda lastapas. Los holandeses ahora están acostumbrados acomer tapas en vez de un menú. La carta de tapases una derivación del menú. Hay holandeses que hanestado de vacaciones en las zonas turísticas de Ca-taluña o Andalucía y preguntan por pan con tomate opor los pescaditos típicos de esa zona. Dicen: ‘No

Visita de don Alfonso Dastis Quecedo, el embajador deEspaña en Holanda, al bar-restaurante Costa del Sol,

junio 2007. (CP)

tiene usted el pan ese con ajo y tomate que hacenen Barcelona?’ Digo: ‘Muy bien, pero eso es en Bar-celona. Esto es Eindhoven, hombre, ahora mismo selo hago, no pasa nada.’

Hay una anécdota de mi vida en la hosteleríaque me gusta contar. Hace unos cuantos años el Bar-celona jugó contra el PSV de Eindhoven y el PSV per-dió. Rompieron los cristales grandes del restauran-te; no cobré nada del seguro porque era ‘acto devandalismo’. Eran unos dos mil y pico de florines.Unos clientes pusieron una hucha en la barra paraechar dinero como ayuda para pagar los gastos delos cristales. Funcionaba bien pero al cabo de unasemana quité la hucha. La intención era buena, decorazón, pero me pareció un poco violento el seguirhasta conseguir a la totalidad.

Si tuviera que empezar de nuevo haría lo mis-mo. La emigración a Holanda ha sido positiva paramí. Puedo decir que Holanda me dió mucho a mí y amis hijas también. Mis hijas han vivido en Holandamuy desahogadamente. ¡Vine solo y ahora somos14 en la familia! Es bonito. He conseguido construirmi casa en España, es la ambición que traía y allíestá. Quería la casa, nada más. Mi mujer desea dis-frutar de lo que hicimos; la casa lleva hecha 20 añosy la verdad es que la hemos disfrutado 20 meses. Talvez vayamos con más frecuencia de vacaciones. Peroaquí te quedan hijas y nietos, o sea que… Un regre-so definitivo para mi no existe.’

Geertje van Os y Johan Pouwels entrevistando a MarceloRojo Reyes, Eindhoven julio 2008. (CP)

Huellas profundas

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Aislamiento social

Los emigrantes de la primera generación aho-ra se encuentran en la fase de su vida (son mayoresde 60 años) en que empiezan a evaluar el pasado, adistinguir los sueños de la realidad y a mirar con otravisión hacia el futuro. Los hombres, en general, tie-nen su propia manera de sobrellevar el dolor psíqui-co, que es diferente de la de las mujeres. Los hom-bres se inclinan más por reprimir tales sentimientostrabajando mucho o simplemente bebiendo para ol-vidar. Las mujeres prefieren hablar sobre este temaentre ellas o llorar cuando están solas. Con todos eldolor se manifiesta en molestias físicas.

Lucia Lameiro, miembro de la Federaciónde Asociaciones de Emigrantes Españoles enHolanda: “Todas estas personas que andan comoalma en pena … Una persona bebe para olvidar-lo, otra llora y otra no hace nada más que sen-tarse en casa delante del televisor y ver la tele.Cuando van de vacaciones a España consultan atodos los especialistas. Aunque tengan que pa-garlo ellos mismos, por lo menos tienen la im-presión de que en España les toman en serio susquejas. Los médicos holandeses no remiten tanpronto a un especialista.”

España ha entrado en la CEE, un gran númerode holandeses pasan sus vacaciones en las costas yvan a aprender el idioma. Es difícil de imaginar que

“El día fue iluminado por la belleza del país que había abandonado, la noche por el fantasmadel regreso …

Úna cosa era cierta : aquella misma noche miles de emigrantes soñaban todos con elmismo tema, en numerosas variantes. El sueño de los emigrantes: uno de los fenómenos másextraños de la segunda mitad del siglo veinte….

En el idioma griego la palabra nostos significa regreso. Algos significa dolor. Nostalgia pueses el dolor del deseo no cumplido de regresar.”

(Milan Kundera ‘Inocencia’).

estos emigrantes de primera hora no estén integra-dos en la sociedad holandesa y todavía necesitenmedidas especiales. Esta falta de integración ha te-nido también consecuencias políticas. En 1995 elministerio de VWS eliminó a los emigrantes de Euro-pa del sur como grupo meta y con ello puso fin a lasllamadas organizaciones nacionales independientescon actividades propias. Los municipios siguieron elejemplo del ministerio y decenas de asociacionesperdieron sus centros de encuentro.102

Los españoles mayores veían como iban desin-tegrándose aún más sus redes de contactos con laconsecuencia de que iban a vivir una vida aislada einvisible; inaccesible para contactos entre ellos e in-accesible para la sociedad. Para las mujeres el im-pacto era mayor que para los hombres porque loshombres frecuentan más los locales públicos y, porejemplo, se citan más fácilmente en un bar.

102 Nelissen y Sittrop 2001: 5. Véase tambíen Miguel Fernández y Hernández Pedrero 2005.

Cena con motivo del décimo aniversario del Hogar delPensionista, Eindhoven 2003. (CP)

10. VIVIR EN HOLANDA Y SOÑAR CON ESPAÑA

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Lucia Lameiro comparó la situación de lasmujeres españolas con la de las mujeres turcaso marroquies: “Aquellas mujeres quizás se en-cuentran también muy aisladas de la sociedadholandesa pero sí tienen su propia comunidad.Tienen sus propias tiendas y en los centros deencuentro para mujeres extranjeras encuentranfacilidades específicas para ellas. En el caso delas mujeres españolas hay ciudades en Holandadonde sólo están viviendo tres o cuatro familiasespañolas. Los emigrantes del sur de Europa quese queden tendrán una vida muy aislada.”

Josefa Silvo, primera generación: “Fuímiembro, durante unos años, de un grupo decontacto de mujeres en Eindhoven. Éramos tresmujeres españolas, dos mujeres del Surinam ylas demás de Turquía o de Holanda. Un día sepresentó otra monitora que nos prohibió hablarespañol entre nosotras, mientras a las mujeresturcas les permitió seguir hablando turco. Enton-ces le dije a ella: ‘Aquí todas hablamos holandéso todas hablamos nuestro propio idioma.’ Una delas mujeres españolas casi no hablaba holandéspero teníamos que adaptarnos. Entonces dejé deir.”

Viudas sin tumba

Las mujeres de emigrantes que pierden a sumarido se encuentran en una situación extraordina-riamente difícil. La mayoría de los difuntos son ente-rrados en España y como consecuencia de ello, una

Jugar al dómino en el Centro Español Eindhoven, mayo2006. (CP)

mujer que se queda viuda en Holanda siente que loslazos con su marido son cortados de una manerabrusca y definitiva. Ya no puede hacer casi nada porél. Las viudas que viven en las zonas rurales españo-las siguen viviendo las tradicionales costumbres deduelo, visitas frecuentes al cementerio y el cuidadoritual del difunto. Esas tareas dan una rutina a suvida diaria que ha sido perturbada por la muerte y, almismo tiempo, dan sentido a la vida.103

103 Os 1997.

Mujeres bailando en el Centro Español, años 70. (CP)

Una mujer española en Holanda que pierde asu marido raras veces regresa a su pueblo si sushijos quieren quedarse. Además las costumbres comoel vestirse de luto, a las cuales ha de someterse ensu pueblo natal le asustarán después de haber pasa-do tanto tiempo en el extranjero, así como el controlsocial tan intenso al que se enfrentan las mujeres sinpareja en las pequeñas comunidades mediterráneas.

Lucia Lameiro: “Muchísimos amigos de miedad han perdido a su padre durante los últimosaños. En todos los casos se trata de hombresentre los 55 y 65 años y esta situación tienemucho que ver con las circunstancias en que vi-ven estas personas ya que tienen un trabajo duro.¿Y qué hacen estas viudas al fallecer sus mari-

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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dos? No regresarán a España porque sus hijosestán aquí pero, por otro lado, van a encontrarseen una posición cada vez más aislada. Conozco amuchas mujeres que cuidan de los nietos. Por unlado es fenomenal porque esto significa para ellasuna tarea muy útil. Sin embargo, por otro ladoles impide volver a España o pasar allí, por lomenos, digamos tres, cuatro o cinco meses. Por-que, si lo hacen, se sienten culpables ya que aban-donan a los hijos, que tendrán, como consecuen-cia, problemas con la guardería infantil. … Parala mayor parte de las mujeres que conozco serviuda significa automáticamente que ha termi-nado la vida porque una viuda no volverá a ca-sarse; la mayoría ni siquiera quiere pensar enuna nueva relación o algo por el estilo. La vidaque te queda es sólo tu familia.”

Cuando estas mujeres dejaban de tener tam-bién su ambiente de trabajo, su red de relaciones sehacía muy pequeña. En general tenían muy pocasamigas. En España, en el campo, las mujeres adul-tas antes casi no mantenían amistades fuera del cír-culo de la familia. Se desconfiaba las relaciones ínti-mas, que estaban reservadas a los parientes; si lasmujeres tenían amigas se veían, en general, fuerade casa.104 La primera generación de mujeres de emi-grantes en Holanda igualmente, muy raras veces,mantienen relaciones estrechas entre ellas. Cuando,sin embargo, una mujer se enfrenta a un aconteci-miento trágico en su vida, como la muerte de sumarido, las demás mujeres de la comunidad españo-la la asisten continuamente, sobre todo al principio.

El hermano Antonio Collart: “Sobre todocuando son de la misma región o del mismo pue-blo la disposición a ayudar es muy grande: ‘Ven-ga, vamos al mercado’ o ‘vamos a hacer esto’ o‘vamos al centro cultural del barrio…”

Las paisanas del mismo pueblo o de la mismaregión sustituyen, en cierto sentido, a las hermanas,tías o primas, que en España ofrecerían ayuda y con-suelo. La comunidad española, sin embargo, se hacemás pequeña porque la gente regresa, reside en

España durante gran parte del año o muere, por ellova disminuyendo también el número de mujeres quepueden apoyarse mutuamente.

Lazos familiares y sentimientos de culpa

Los mujeres de los emigrantes se quedaronatrás, en primera instancia, cuando partieron susmaridos. Todos pensaban que sería por sólo unosaños pero, al llegar el momento en que sus maridoshabían pensado regresar, las mujeres, en cambio, sereunieron con ellos en Holanda. Apenas tenían laposibilidad de aprender holandés aunque conocer elidioma es un requisito fundamental para establecercontactos. Cuando no trabajaban fuera de casa exis-tía el riesgo de que facilmente acabaran encontrán-dose socialmente aisladas, riesgo que aumentó se-gún iban envejeciendo. Desde el principio les faltó elapoyo de su familia, lo que hizo crecer la tensión enel matrimonio. Cuando ocurría algo en España, en lafamilia, no podían ayudar debido a la distancia, algoque podía llevar a sentimientos de culpa insoporta-bles.105

104 Brandes 1985. Véase tambíen Crissman Uhl 1987.105 Bouwmeester y Os 2002: 301.

En el departamento “Montaje” trabajaban muchasmujeres españoles. (CGN)

En España los lazos familiares son muy estre-chos y de gran importancia; traen consigo derechosy obligaciones. La tradición requiere que los hijoscuiden de los padres enfermos y de edad avanzada,incluso en los hospitales apelan mucho a la asisten-cia de los familiares.

Josefa Silvo: “Mi madre ha estado hospitaliza-da muchas veces y, en estos casos, mi hermana siem-pre se ha encargado de todo. Iba todos los días al

Vivir en Holanda y soñar con España

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hospital. Yo sólo podía ir durante un mes porquedespués terminaban las vacaciones Duele mucho sivuelves a Holanda y tienes que dejar a tu madre enel hospital.”

Cuando los padres ya no pueden valerse por simismos los hijos adultos muchas veces llegan a unacuerdo. Puede ser que permanezcan por turno consu padre o madre o que acojan, por turno, en supropia casa a sus padres o madres inválidos (con laconsecuencia de que personas de una edad muyavanzada a veces tienen que desplazarse al otro ladodel país) o que unos hijos se encarguen de todo yque los demás paguen por ello.

Lucia Lameiro: “En el momento en que lospadres de verdad ya no pueden más, los hijosles relevan y se encargan de cuidarlos o le pagana alguien por desempeñar esta tarea. Claro queuno puede tener la mala suerte de no tener hijoso tener hijos que no quieren encargarse de cui-darlos; esto es en realidad lo peor que le podríaocurrir a uno.

Quien tiene dinero podrá optar por una re-sidencia asistida pero el que no tiene dinero tie-ne que ir a una especie de casa de caridad. Losemigrantes muchas veces no desean otra cosamás que cuidar a sus padres. Piensan: simple-mente quiero estar con mi madre cuando estéenferma, ya he perdido demasiado el contactocon ella.”

Para poder asistir a sus padres necesitados lasemigrantes se ven obligadas a dejar solos a sus ma-ridos y sus hijos en Holanda por un tiempo.

Antonia Klerkx – Serrano: “Dentro de dossemanas me iré tres meses a España. Por elloestoy haciendo sopa ahora, porque quiero dejar-le una buena provisión a mi marido; él vendrá encoche unas semanas más tarde, yo me iré enautobús. Voy a mi madre que ya no puede valer-se por sí misma. Ahora mi hermana está cuidán-dola y yo la relevaré durante tres meses.”

La segunda generación, que ha crecido en Ho-landa, mira esta tradición con compasión pero tam-bién con un poco de escepticismo.

María Isabel Granado, segunda generación:“Mi abuela en España tenía una edad muy avan-zada y en un momento determinado todas lashermanas y cuñadas de mi madre cuidaban deella durante un mes. Cuando nosotros estába-mos de vacaciones en España era el mes de mimadre. Mi madre, pues, nunca tenía vacaciones.En Holanda estaba en casa todo el año para criara cuatro hijos y cuando se iba de vacaciones aEspaña tenía que cuidar a su madre y tampocopodia salir; ¡Si no lo hiciera, seguro que mi abue-la y la familia se lo reprocharían!”

Algunos emigrantes llevan a sus padres a Ho-landa pero, en general, resulta un cambio demasia-do grande para ellos.

Marcelo Rojo: “Nos llevamos a mi madre a Ein-dhoven cuando mi padre acababa de morir pero fueuna pesadilla para ella. Nos dijo: ‘Yo no aguanto aquílos tres meses; si no me arregláis el billete de regre-so abandonaré esta casa.’ Mi madre estaba acostum-brada a ir al cementerio todos los días y esta posibi-lidad no la tenía aquí. También iba a misa todos losdías pero eso tampoco era posible aquí.”

Como en España existe la costumbre de or-ganizar el funeral 24 horas después del fallecimien-to puede ocurrir que un emigrante llegue tarde alentierro de su padre o madre. Es una experienciamuy traumática que la gente lleva consigo toda suvida.

María Peris bailando en la fiesta de su 25 aniversario enPhilips, 1997. (CP)

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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¿Qué hemos ganado con todo esto?

Sobre todo ahora, que la primera generaciónestá envejeciendo, la gente se pregunta: ¿ha valido lapena todo este sufrimiento? Muchas veces el padreha estado separado de la familia durante muchos añosy esto significa una pérdida que es casi imposible decompensar. A veces no ha asistido al nacimiento desus hijos y tampoco los ha visto crecer.

Florecio Granado: “El 4 de noviembre de1963 fue mi primer día de trabajo en Holanda.Exactamente aquel día nació el menor de mis treshijos. Yo estaba trabajando, vino el jefe y me dijo:‘Ha nacido un hijo.’ Como ya tenía dos varones ledije: ‘¡Madre mía, tres!’ Pues, sí, estaba muy con-tento. Teníamos vacaciones sólo en verano y cuan-do vine a casa, mi hijo estaba ya casi criado. Mástarde tuve una hija pero entonces tuve la suertede estar en casa, de vacaciones.”

Cuando los emigrantes miran a sus hermanosy hermanas que se quedaron en España, se imponela cuestión: ¿De qué nos ha servido? Ellos tambiéntienen casa propia, también tienen coche. ¡No tie-nen negocio propio pero nosotros tampoco!

María Peris Herron: “Mi hijo menor se hacriado en Holanda y ahora tiene 24 años peroquiere ir a vivir y trabajar en España. Muchasveces me pregunta: ‘¿Por qué fuisteis a Holan-da?’ Ve que sus tíos y tías llevan la misma enEspaña la misma buena vida que nosotros enHolanda. Cuando mi marido y yo partimos paraHolanda, hace más de treinta años, la mayoríade la gente en Extremadura era pobre pero aho-ra ya no. Quizás mi hijo tenga razón y habríasido mejor quedarnos allí.”

La opinión general es que la emigración no hatraido una vida mejor. A veces los padres emigrantesencuentran compensación en el hecho de que loshijos trabajan o van bien en el colegio.106 Da muchasatisfacción cuando los hijos terminan una carrera,encuentran un empleo y consiguen salir adelante;los padres están preparados para hacer sacrificiosfinancieros por ello. Ellos mismos nunca han tenidola posibilidad de estudiar y no pueden aportar más

contribución que la financiera. Los hijos ya han sufri-do bastante con la emigración y no quieren otra cosamás que brindarles una vida mejor que la que hantenido ellos. El éxito social de los hijos los llena desatisfacción y ven que no ha sido en balde, mas que-da aún por ver si hubieran conseguido salir adelanteen su país de origen, en vista del alto paro entre losjóvenes en España.

106 Bouwmeester 1998.

Un deseo llamado España

El deseo hacia España está arraigado profun-damente y afecta a todas la generaciones. Una evo-lución reciente es que la primera generación se que-da aquí debido a los hijos pero los hijos o nietosdeciden ir a trabajar o estudiar en España.

Eva Jiménez nació y se crió en Eindhovenpero se mudó a Madrid mientras sus padres y suhermano se quedaban en Eindhoven. Ahora ellostambién viven ya en España pero Eva tomó supropia decisión: “La mayoría de los niños deemigrantes españoles hemos estado muy unidosen la Colonia Española ; aunque más adelantecada uno hemos seguido nuestro camino, nosconocemos todos. Eindhoven era y sigue siendoun pequeño pueblo de españoles.

Para nosotros siempre era “Viva España” ytodo lo español era bueno. Y es cierto, pero Ho-landa nos ha dado muchas cosas buenas tam-bién. Lo mas importante, trabajo a nuestros pa-dres para que nosotros pudiéramos disfrutar deuna buena vida y estudiar lo que quisiéramos.Todos hemos pensado alguna vez en ir a vivir aEspaña, a ver cómo es la vida allí.

Comunión en el Círculo Español Strijp, 1987. (CP)

Vivir en Holanda y soñar con España

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Después de dejar mi puesto de secretariade dirección en la Escuela Superior Fontys en Ein-dhoven, el 5 de junio de 2001 subí con una ma-leta a un autobús con dirección a España. Me fuitoda convencida, con muchas ganas de intentarbuscar mi futuro en Madrid pero creo que estuvellorando hasta París.

He encontrado lo que venía buscando, mifuturo, mi felicidad, he hecho nuevos amigos y el9 de Octubre del 2004 me casé con mi novio alque conocí en Madrid. Mis padres han esperadoa que mi hermano terminara la Enseñanza Se-cundaria Preuniversitaria (VWO) en Eindhoven yse han venido con la “paga del retornado” enoctubre del 2003.

No creo que quiera volver a Holanda, peromentiría si dijera que no tengo añoranza. Echode menos a mis amigos y muchas veces recuer-do con nostalgia las fiestas que teníamos en elCentro Español y los partidos de fútbol que solía-mos ver en la tele, en el bar Costa del Sol. Undía, cuando mis hijos tengan la edad de acordar-se de las cosas, visitaremos Eindhoven y les en-señaré la ciudad donde su madre se crió.”107

Otros españoles de la segunda generación noquieren mudarse al país natal de sus padres y opi-nan con mucha sensatez sobre este asunto.

María Isabel Granado: “No creo que quisieravivir en España. En el fondo tengo aquí todo lo quequiero, no me falta nada. Sólo echo de menos a mispadres y mis hermanos, que han vuelto. Cuando miroa mis hermanos, que viven en España: mi hermanomayor tiene un buen empleo y gana muy bien tam-bién pero ¿qué clase de vida lleva allí? Está simple-mente trabajando todo el día, su mujer también ylos hijos están en el colegio. Llegan a casa, bastantetarde, preparan la comida, cenan, ven un rato la teley se acuestan. ¡Pues ésta es exactamente la vidaque llevo aquí también en Holanda! ¿Tengo que te-nerles envidia por esto? ¿Tengo que dejar todo poreso? ¡No! Allí sólo hace mejor tiempo, pueden salirmás e ir a ver más cosas.”

Brecha entre generaciones

La brecha que hay entre la primera y la segun-da generación de españoles, en general, es bastantegrande. Contrariamente a sus padres los hijos domi-nan perfectamente el idioma holandés y se han inte-grado bien en la sociedad holandesa. Ya de muy jó-venes eran utilizados para solucionar los problemasde sus padres con el idioma y desde muy jovenes seenfrentaban a sus responsabilidades. Por este debermoral y la ausencia frecuente de los padres, quemuchas veces tenían dos empleos, los hijos se sen-tían menospreciados emocionalmente. Para algunosde ellos este ha sido uno de los factores que hancontribuido a resultados decepcionantes en el cole-gio y a una posición más baja en la escala social.

Eva Jiménez ganó el primer premio del concurso decuentos organizado por las escuelas españolas de

Holanda. Ante las cámaras del programa ‘Pasaporte’ leyósu cuento ‘El jersey que habla y pica’. ‘Pasaporte’ era unprograma de noticias en español que se transmitía todos

los viérnes por la televisión holandesa. 1983. (CP)

107 Véase: http://www.emigracioneindhoven.dse.nl/EvaJimenez

Ivan y su madre en el parque Philips van Lennep,Eindhoven 1987. (CP)

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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Para ambas partes esta situación era muchasveces muy amarga y causa de reproches mudos yproblemas sin solucionar mediante el diálogo. Desdeel punto se vista material no les ha faltado nada perolos padres sienten que han fracasado en otros as-pectos y les da mucha pena que sus hijos no hayanconseguido más éxito social. Los hijos, al contrario,se sienten culpables por no haber podido satisfacerlas expectativas de sus padres. Es difícil tocar estetema y sobre todo son las madres las que sufrenmucho por esto ya que se sienten alejadas de suspropios hijos.

Lucia Lameiro, vocal de la Federación deAsociaciones Españolas de Emigrantes en Holan-da: “Se nota esto sobre todo con las mujeres, loshombres se encierran más en sí mismos y noreconocen tan pronto cuánto les afecta tambiéna ellos. Con las mujeres, sin embargo, se notamuy claro que piensan: es que simplemente nopuedo comunicar con los hijos, he tratado dedarles todo…”

Esta sensación es aún más fuerte cuando loshijos han venido a Holanda al cabo de unos años yhasta entonces han vivido en España con sus abue-los u otros familiares. Un grupo pequeño de padresno ha llevado nunca a sus hijos a Holanda, esos ni-ños sólo conocen a sus padres de las vacaciones.

Los niños españoles que se mudaron a Holan-da a finales de los años sesenta o a principios de lossetenta, a veces iban de sorpresa en sorpresa. En elcolegio o en el barrio hicieron amigos, por lo que - adiferencia de sus padres – visitaban frecuentementelos hogares de la gente local de Brabante. Se fami-liarizaron muy rápido con el idioma y pronto ya vi-

vían en un mundo que no sólo se diferenciaba com-pletamente de su vida en España sino también delmundo en que vivían sus padres aquí. Se hicieronadolescentes en Holanda en los años setenta conpadres que todavía abrigaban los ideales de la Espa-ña de los sesenta.

Miguel Angel Luengo Tarrero: “Cuando lle-gué a Holanda me asombré de las alfombras entodas las habitaciones y escaleras de la casa; enEspaña estábamos acostumbrados a las baldo-sas frías y ahora teníamos alfombras por todoslos lados. Parecía un cuento de las Mil y una no-ches, mis hermanos y yo pasábamos más tiem-po rodando por el suelo que de pie.

También me asombré de las columnas mi-litares que a veces maniobraban por Eindhovencon tanques, eran soldados melenudos, mujeresy hombres juntos. Yo sólo conocía las cabezasrapadas de los soldados españoles.

Enfrente de nuestra casa había una zonaverde con bancos para sentarse. En estos ban-quillos los chicos y las chicas solían sentarse devez en cuando para besarse. Según mi padre erauna vergüenza, se encocoraba y cerraba las cor-tinas para que no lo vieramos.”

María Isabel Granado: “Tenía una amiga ho-landesa y a veces, cuando iba a recogerla, supadre abría la puerta en canzoncillos. Voy acos-tumbrándome muy rápido a las nuevas situacio-nes pero al principio pensaba: ¡Esto nunca lo haríami padre !Abrir la puerta principal en canzonci-llos! Se lo dije a mis padres – un niño cuentatodo – y la respuesta fue: ‘¡Es una vergüenza!¡No es normal! ¡Holandeses tenían que ser…!”

Fuera de casa los jovenes entraban en contac-to con las libertades holandesas de los años setenta,pero dentro de casa los padres se imponían y reina-ba la disciplina de la España de los sesenta.

Gerrit Nijhof, jefe de Asuntos Españoles dePhilips: “Teníamos en nuestro departamento uncolega español y recuerdo muy bien que nos in-vitó a mi mujer y a mi a conocer a su esposa ysus cinco hijos. Fuimos a su casa en Veldhoven,entramos y los hijos estaban sentados en el cuarto

Ivan y su padre en el parque Philips van Lennep,Eindhoven 1987. (CP)

Vivir en Holanda y soñar con España

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de estar, en el sofá donde nosotros teníamos quesentarnos. ¡No sé si les hizo una señal pero derepente todos se levantaron y se alejaron! Luegole dije: ‘Si eso se vuelve a repetir no volveré nun-ca más. En Holanda no estamos acostumbradosa cosas como estas.”

Los jóvenes españoles mantenían mucho con-tacto entre ellos, se veían en las clases de español,en la misa española o en el Centro o Círculo Españoldonde sus padres iban a jugar a la kina, a bailar o atomar una copa. Para los niños mayores todas lassemanas había discoteca española.

Lucia Lameiro: “Antes a nosotras, las chi-cas españolas, nuestros padres no nos permitíanir a la discoteca holandesa en Eindhoven. Pero sía las discotecas españolas que eran super-tradi-cionales. Regía la norma española: a las diez encasa, ya es bastante tarde. A la édad de 16, 17,18 años teníamos sobre todo contacto con espa-ñoles y muchos se han casado entre ellos.”

Los hijos que nacieron en Brabante o se fuerona Holanda en una edad jóven, en general tenían másamigos holandeses y preferían divertirse fuera delcírculo de las asociaciones españolas.

María Isabel Granado tenía sólo dos añoscuando se mudó de España a Holanda: “Con 18o 19 años ya salía los fines de semana pero pre-fería ir con españolas para evitar el cotilleo. .. Megustó mucho ir a Bélgica, a la discoteca Docksideen Hasselt y los padres españoles, en general,no les daban permiso a sus hijas. A mí me dabanbastante libertad, quizás porque tengo tres her-manos mayores. La gente aquí en Eindhovensiempre iba a la discoteca del Centro Español. Yotambién iba a veces pero no tenía la sensaciónde: eso me alucina, aquí quiero pasar todos losfines de semana. Prefería ir con mis amigas ho-landesas a Bélgica o a la discoteca Galaxy enDen Bosch.”

María Isabel habla y escribe el holandés mejorque el español y esto pasa con la mayoría de loshijos de emigrantes españoles que nacieron aquí oque eran muy jóvenes cuando llegaron.

María Isabel: “En casa hablábamos español. Laverdad es que mis padres vienen de un pueblo y sólodominaban el español de su pueblo. No aprendieronpalabras nuevas. Su conocimiento del español que-dó sin actualizar y por aquel entonces todavía noteníamos acceso a la televisión española en casa.Estábamos hablando español con las palabras del

Cuando los jovenes estudiantes holandeses, han termi-nado sus estudios satisfactoriamente, al final del curso

escolar, cuelgan en la fachada principal de sus viviendasla bandera holandesa y junta a esta, la cartera escolar

con los libros y todas las cosas que durante sus estudioshan utilizado. Antonio Montero Marín, nacido en Eindho-ven, de padre extremeño y madre andaluza ha adoptadoesta tradición holandesa, solamente que la bandera queondea en el asta no es la holandesa sino la española.Esto lo suelen hacer cada vez más jovenes españoles.Estos han adoptado esta tradición, pero eso sí… “a la

española”. Eindhoven 2004. (CP)

Un año después su hermano hace lo mismo, Eindhoven2005. (CP)

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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pueblo. En realidad teníamos nuestro propio idiomade nuestro pueblo y nuestra propia lengua de fami-lia.

En un momento dado yo ya dominaba el ho-landés y desde entonces casi solo hablaba este idio-ma. Estás en casa para comer y dormir y el resto deldía estás en el colegio o estás jugando con tus ami-gas. En casa cambiaba al español pero con mis her-manos hablaba una mezcla de español y holandés.La verdad es que hablando lenguas mexcladas no se

aprende mucho, te haces vaga. No sigues reflexio-nando y, cuando no puedes decir algo en español,simplemente lo dices en holandés. Ahora, cuandoestoy chateando con una amiga en España o cuandoestoy escribiendo una carta, voy traduciendo del ho-landés al español porque estoy pensando en holan-dés. Cuando no estoy segura de algo lo busco en eldiccionario. Sin embargo, todo el mundo puede no-tar por la estructura de mis frases, que escribo miscartas a la manera holandesa.”

Vivir en Holanda y soñar con España

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“En 1971 mi padre viajó desde Extremadura aHolanda para trabajar en la Philips; yo tenía 6 añosentonces. Partió, como casi todos, con la idea deque sería por un año, sin embargo el trabajo le gus-taba mucho. Los sábados y domingos no hacía faltatrabajar y ese no era el caso en España, sobre todocuando se trabajaba en la agricultura. Al cabo de unaño mi madre decidió partir también y mi hermanomenor y yo nos quedamos atrás. Mi abuela no podíacuidarnos porque tenía cabras y vivía en las altasmontañas. Mi hermano y yo fuimos a un internado,yo a las monjas en la ciudad más cercana y mi her-mano a los monjes en un pueblo vecino.

INTERMEZZO

Rosa Iglesias Redondo:‘Lo más bonito que puedes hacer’

También he hecho muchos manteles de ganchillo;los sigo guardando todavía. Casi todas las chicas te-nían visita todos los martes pero a mí me visitabansólo muy raras veces porque mis padres estaban enHolanda y mi abuela vivía en la sierra. En los días devisita las monjas me llevaban para evitar que mepusiera triste. He llorado muchas veces, pues sóloveía a mis padres y a mi hermano durante las navi-dades y en verano.

Cuando cumplí catorce años mis padres deci-dieron que partiéramos para Holanda. Al principiofue muy difícil para mí. No hablaba holandés y nosólo había sido educada de manera distinta de la delos niños holandeses, sino también de los niños es-pañoles que no habían estado en un internado. Enaquella época quería ir a trabajar en las misionespero en Holanda esto resultó un ideal inalcanzable.Me encontré en una sociedad completamente dife-rente.

Primero fui a la Escuela Internacional FloorEvers durante un año y luego pasé al grupo cuatrode MAVO (Enseñanza Media de Carácter General).Fue un período difícil. Estaba acostumbrada, porejemplo, a levantarme de la silla cuando entraba elprofesor y lo hacía también aquí en Holanda, peroera la única. También hablaba de usted a todas laspersonas y lo sigo haciendo todavía. Además era unade los mayores de la clase mientras que en Españaera una de los más jóvenes. Después de terminar elMAVO seguí el curso de Formación Internacional yluego he tenido varios empleos de oficina.

Mis padres no querían que mi hermano y yoacabáramos en una fábrica. No es que fuera algomalo, pero ellos mismos ya lo habían hecho y que-rían algo mejor para nosotros. Quería demostrar, antelos holandeses y mis padres, que podía hacer algo

Rosa en el internado de monjas. (CP)

Desde los siete hasta los catorce años estuveen un internado con 250 chicas más. A mis siete añostenía que barrer escaleras y limpiar mi propio cuarto.

Me vine con una maleta de cartón y de madera

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más que sólo trabajar en una fábrica. Tenía acento,mi holandés no era perfecto y esto significaba quetenía que luchar por un buen empleo. Pero siemprehe seguido trabajando, incluso cuando tuve hijos. Mispadres lo han hecho también. Quiero a mis padres yles tengo tanto respecto como un hijo que siempreha vivido con ellos. Por eso siempre he trabajado tanduro. Casi todos los españoles aquí trabajan 40 ho-ras a la semana, no sólo los de la primera genera-ción sino también los de la segunda. Han sido edu-cados así. La mayor parte de los hijos españoles tie-nen un empleo de oficina y no trabajan en una fábri-ca. Creo que todos los padres les han dicho lo mismoa sus hijos.

ces bien un producto y lo llevas en el corazón, lotransmites a la gente. No debes poner un productoen la tienda y luego ver si lo vas a vender o no.Explico a mis clientes, por ejemplo, que el pimentónes algo muy específico porque ha sido tostado sobrecarbón y da un sabor muy especial a la comida.

No tengo muchos clientes españoles, proba-blemente porque éstos se llevan las cosas de Espa-ña. Estoy más orientada, por ello, a los holandeses ysiempre estoy contando historias sobre Extremadu-ra. No vine a Holanda por decisión propia, no porqueyo quisiera sino porque mis padres estaban aquí.Haciendo este trabajo me encuentro más a gusto ypuedo mostrar que Extremadura no es tan pobrecomo todos piensan. Mis padres tuvieron que emi-grar pero Extremadura tiene mucho que ofrecer. Tie-ne una superficie que es dos veces mayor que la deHolanda y tiene productos de muy buena calidad.Esto es lo que quiero mostrar en Holanda. Y la genteen Extremadura también lleva una vida feliz. Me en-canta Extremadura y creo que, en cierto sentido,quiero demostrar también que la emigración no fuealgo “necesario”. Si el gobierno español hubiera de-dicado más atención a esas personas, a lo mejor nohabrían tenido que dejar su país.

Cortando jamón, Eindhoven 2006. (CP)

Desde hace unos años tengo un negocio pró-pio, es una tienda española de comestibles y unaempresa de catering. También estoy organizandotalleres de cocina. Esto es lo que siempre he queridohacer, esto ha sido mi sueño. Pero no sabía cómoabordarlo. Hace unos años di el gran paso al ponermi propio negocio. Una de mis mejores amigas tuvocáncer de mama y esto fue el momento para decir:ahora vas a hacerlo, esto también puede ocurrirte atí y entonces tu vida habrá pasado sin que hayashecho lo que te hubiera gustado hacer.

En el internado aprendí a defenderme sola yno tener miedo. Para empezar este negocio dejé mitrabajo y renuncié a todo. Cuando estábamos miran-do el edificio, antes de entrar para firmar el contratode alquiler, mi marido me dijo: “¿Estás segura deque es esto lo que quieres?” Le contesté: ”¡Estoy muyconvencida, lo haremos!” Ahora tenemos la oportu-nidad de presentar algo de la región de donde soy.Es lo más bonito que puedes hacer. Creo tambiénque es lo mejor para vender porque, cuando cono-

Pimentón de la Vera. (CP)

Mis padres se han separado al cabo de los años.No quiero decir que la emigración haya sido la cau-sa, pero han echado en falta muchas cosas, el con-tacto conmigo y con mi hermano pero también consus propios padres. La cultura española es una cul-tura de lazos muy estrechos, toda la familia está jun-ta. Han trabajado muy duro para poder comprar unacasa en España pero ¿para qué sirve? Estoy casadacon un holandés, mi hermano está casado con una

Vivir en Holanda y soñar con España

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holandesa. Mis padres todavía viven aquí. ¿Para quéhan hecho todo esto? ¡Esto es algo que me da pena,mucha pena!

Quiero a toda costa que mis hijos aprendan elespañol porque es mi lengua materna y mi familiavive allí. Estoy feliz aquí, con mis hijos y mi maridopero ¿sabes cuál es el problema? No soy holandesapero tampoco española porque no pienso como la

gente en España. Muchas cosas, que son normalesen España, ya no lo son para mí. Hago negocios, porejemplo, con España pero a las dos de la tarde sehan ido todos. Me cuesta aceptar eso. Y los resulta-dos de los exámenes médicos del hospital, tardassiglos en recibirlos. Y esa manera tan fácil de pen-sar: ‘Pues, ya veremos, todo saldrá bien’. Así ya noestoy razonando.”

Rosa vendiendo pimentón, Eindhoven 2006. (CP)

Me vine con una maleta de cartón y de madera