Martine posan frente a su en la historia de la aviación ... · bién la pasión por el arte, ......

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Laurent Dassault y su mujer Martine posan frente a su espectacular château, en el que se instalan casi todos los fines de semana para aislarse del ruido de la ciudad y disfrutar del fabuloso paisaje de Saint Émilion. Junto a su mujer Martine, el empresario –que también tiene bodegas en Mendoza– nos invita a su espectacular paraíso francés, donde fabrica uno de los vinos más caros del mundo Es nieto de Marcel Dassault, una leyenda en la historia de la aviación LAURENT DASSAULT ABRE LAS PUERTAS DE SU PINTORESCO CHÂTEAU DEL SIGLO XIX EN SAINT EMILION

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Laurent Dassault y su mujer Martine posan frente a su

espectacular château, en el que se instalan casi todos los fines de semana para aislarse

del ruido de la ciudad y disfrutar del fabuloso paisaje

de Saint Émilion.

Junto a su mujer Martine, el empresario –que también tiene bodegas en Mendoza– nos invita a su espectacular paraíso

francés, donde fabrica uno de los vinos más caros del mundo

Es nieto de Marcel Dassault, una leyenda en la historia de la aviación

LAURENT DASSAULTABRE LAS PUERTAS DE SU PINTORESCO

CHÂTEAU DEL SIGLO XIX EN SAINT EMILION

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de semana para aislarse del trajín de la ciudad y pasar unos días rodeados por el verdísimo paisaje de Saint Emilion, el encantador pueblo medieval declara-do Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999 y en el que los romanos comenzaron a plantar uvas en el siglo II antes de Cristo. Después de aterrizar en el Falcon Jet que los trajo desde París, en el comedor los espera un almuerzo preparado por Marie, la maravillosa chef que siempre los agasaja con manjares elaborados con productos de la región. Esta no es su única tierra de vinos: en 1998 visitó Mendoza y su amor por la tie-rra del sol y del buen vino fue inmediato. Enseguida se asoció con el barón Benja-min de Rothschild –heredero de uno de

los imperios bancarios más importantes del mundo– y lanzó la bodega Flecha de los Andes en Tunuyán.

La infancia de Dassault transcurrió al lado de su abuelo, Marcel, primera gene-ración de una dinastía que figura entre las más ricas del mundo con una fortuna calculada en más de 16 mil millones de dólares. “Puedo decir que tuve el abuelo más extraordinario del mundo. Un gran ser humano que no sólo fue un genio de la aviación, sino un prominente político y un creativo productor de cine”, cuenta mientras se sirve una rebanada de foie gras acompañada por una confitura de higos silvestres. Y fue precisamente su abuelo, el creador de los primeros radares monta-dos en un avión, quien le inculcó el amor

por la vitivinicultura y la naturaleza.Graduado en Derecho de la Empre-

sa por la Universidad Panthéon-Assas, Laurent es el tercero de los cuatro hijos de Serge Dassault –el mayor es Olivier, quien hoy preside el imperio aeronáu-tico; después viene Marie Hélène y, por último, Thierry–, único descendiente de Marcel. Al igual que su hermano mayor, el personaje de nuestra historia mostró su interés por el negocio familiar cuando terminó su formación de piloto e ingre-só, en 1977, al Tercer Escuadrón de Ca-zas de la Fuerza Aérea francesa, donde durante doce meses realizó sus primeras prácticas en aviones de guerra. Ese mis-mo año conoció a quien fuera su prime-ra mujer y madre de sus dos hijos, Julien

S u apellido es parte de la historia de Francia y toda una leyenda en el mundo de la avia-ción. En 1915, Marcel Dassault, su abuelo,

creó uno de los primeros propulsores que se usaron en la industria aeronáutica, un hito que lo llevó a fundar la fábrica de aeronaves que lleva su nombre y que hoy es una de las más importantes del planeta. Y fue gracias a Marcel que Laurent heredó no sólo el gusto por los aviones, sino tam-bién la pasión por el arte, los caballos y el vino. A su lado aprendió a apreciar los pequeños placeres de la vida y a dejarse llevar por su instinto, el mismo que lo convirtió en uno de los mejores vitivinicultores de Francia.

El sol del mediodía pega sin reparo en las más de veintiocho hectáreas de parras que con-forman Château Dassault, el refugio en el que Laurent y su mujer, Martine, se instalan los fines

Izquierda: “En 1955, mi abuelo compró Château Couperie, fundado en la época de Napoléon III y rebautizado con nuestro apellido desde entonces”, explica Laurent. El château está rodeado por el verdísimo paisaje de Saint-Emilion, un encantador pueblo medieval declarado Patrimonio de

la Humanidad por la Unesco en 1999 y en el que los romanos comenzaron a plantar uvas en el siglo II antes de Cristo. Arriba: el empresario pasea en un Peugeot 403 de los años 60 junto a su

mascota, un dogo de Burdeos de nombre Georges.

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“A Martine la conozco desde que éramos chicos. Irónicamente, los dos nos casamos con nuestras primeras parejas el mismo día, el 23 de junio de 1977” (Laurent)

y Adrien, la escritora y periodista Martine Raych, de quien se divorció en 1994. Pero sus aspiraciones fue-ron más allá y siguió su formación en el sector bancario hasta 1990, cuan-do se unió al imperio familiar como responsable de la diversificación del grupo. Desde entonces, su pasión por el arte lo llevó a dirigir la famosa casa de subastas Artcurial y a asociar-se con su íntimo amigo Aga Khan en la venta por subasta de caballos de carreras. Y, por si fuera poco, fue presidente de la Asociación de Ami-gos del Centro Pompidou y director del Museo de Arte Moderno de la ca-pital francesa. Todo un ícono de la vida social parisina. En 2002, sin em-bargo, su vida dio un profundo giro cuando se reencontró con Martine Lambrey de Souza y se animó a darle una nueva oportunidad al amor. Ca-sada en primeras nupcias con el ba-rón Johnny de Gunzburg –con quien tuvo tres hijas: Noémie, Clara y Gé-raldine–, Martine le inyectó una nue-va energía a su vida y le dio la alegría de haber encontrado a alguien que compartiera su pasión por el arte y el vino. Junto a ella, Laurent Dassault abre por primera vez las puertas de su mundo privado y posa para ¡Hola! en el château que su abuelo Marcel compró en 1955 y que desde enton-ces produce uno de los vinos france-ses más preciados del mundo.

–¿Cómo fue crecer al lado de un hombre como Marcel Dassault?

–Cuando mi abuelo murió yo tenía 33 años y desde entonces lo extraño mucho. Con él pasé las mejores va-caciones de mi vida en la casa de la familia, en Cap d’Antibes, sobre la Costa Azul.

–¿Qué fue lo que llevó a su abuelo a convertirse en una leyenda?

–Antes que nada, haber sido el creador más importante de los avio-nes que tuvo Francia. Un hombre al

Su pasión por el arte llevó a Laurent a dirigir la famosa casa de subastas

Artcurial y a asociarse con su íntimo amigo el

Aga Khan en la venta de caballos de carreras

Laurent también heredó de su abuelo Marcel el gusto por el arte, los caballos y el vino. “Tuve el abuelo más extraordinario del mundo. Un gran ser humano que fue un genio de la aviación, un prominente político y un creativo productor de cine”, cuenta con orgullo. Izquierda: en 2002, la vida de Laurent dio un profundo giro cuando se reencontró con

Martine Lambrey de Souza y se atrevió a darle una nueva oportunidad al amor. Casada en primeras nupcias con el barón Johnny de Gunzburg, Martine es madre de tres hijas: Noémie,

Clara y Géraldine. Abajo: vista de su escritorio decorado con antigüedades chinas.

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que me atrevería a comparar con Tho-mas Alva Edison, Henry Ford y Leonar-do da Vinci. Comenzó en 1915 ideando un propulsor de madera y, al morir, en 1986, su compañía era una de las más grandes del mundo en fabricación de aviones comerciales y de guerra. Sin embargo, se hizo realmente famoso en 1964 cuando vislumbró la necesidad de idear un jet para ejecutivos y diseñó el Falcon Jet, un avión pionero en su gé-nero que revolucionó el mundo de los negocios. Recuerdo que cuando Charles Lindbergh –el primer hombre en cruzar el Atlántico en un vuelo sin escalas en so-litario– visitó la fábrica de mi abuelo, en 1965, quedó maravillado por la industria que había creado. Marcel fue un hombre único: no sólo diseñó aviones, también ideó desde edificios hasta motocicletas. Incluso logró una banca como diputado

en la Asamblea Nacional de Francia.–¿Cuál es su avión favorito?–El Mirage III, un modelo mítico con-

cebido y diseñado por Marcel Dassault en 1951. Fue la primera aeronave del ala militar de nuestra compañía y una de las más utilizadas en la historia del siglo XX. Se vendieron alrededor de 1.400 unida-des en 50 países.

EL VINO, UNA DE SUS MAYORES PASIONES

–¿Cómo nació su relación con el mun-do vitivinícola?

–A comienzos de la década del 50, mi abuelo comenzó a recibir a un sinfín de funcionarios de fábrica de Burdeos para comprar aviones. Y toda delegación que llegaba pedía visitar un viñedo, ya que esa ciudad es uno de los destinos vitivinícolas más importantes del mundo. En conse-

cuencia, mi abuelo decidió que sería un buen negocio comprar un viñedo en la zona y en 1955 adquirió Château Coupe-rie, en Saint-Emilion, fundado en la épo-ca de Napoléon III y rebautizado con nuestro apellido desde entonces. Apasio-nado de cualquier empresa que asumie-ra, su exigencia lo llevó a conseguir la de-nominación de “Grand Cru Classé” para nuestros vinos, en 1969. Gracias a su gran legado como vitivinicultor es que nació mi interés por este mundo.

–¿Qué es lo que más disfruta cuando visita sus viñedos?

–Yo no hago vino por dinero, sino por-que es mi pasión. Con el tiempo apren-dí que viajar por el mundo y tener una botella de vino que lleve impreso tu nombre es importante para generar una buena imagen. Siempre aposté a la vitivi-nicultura porque no sólo es una de mis

“Con el tiempo aprendí que viajar por el mundo y tener una botella de vino que lleve impreso tu nombre es importante

para generar una buena imagen” (Laurent)

Arriba: después de aterrizar en el Falcon Jet desde París, en el comedor los espera un almuerzo preparado por Marie, la maravillosa chef que siempre los agasaja con manjares elaborados con productos de la región. Y no podía ser de otra forma: Laurent es un apasionado de los placeres de

la vida. Izquierda y arriba: en el comedor diario y la cocina es donde también pasan los mejores momentos en familia.

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La escalera (arriba, derecha) que lleva al imponente dormitorio principal. Abajo, derecha: uno de los baños del château.

pasiones, sino un sello distintivo de la cultura francesa.

EL HOMBRE DETRAS DEL EMPRESARIO

–Si no estuviera involucrado en el negocio familiar, ¿qué trabajo le hubiese gustado tener?

–Director de orquesta, sin duda. Adoro la música y siempre me fasci-naron todos los instrumentos. Estoy convencido de que dirigir una or-questa requiere las mismas cualida-des que se necesitan para conducir una empresa: perfección, organiza-

ción y conjunción de talentos.–¿Cómo conoció a Martine, su

mujer?–Mis padres y sus padres eran

amigos desde hace muchos años. Martine era muy amiga de Thie-rry, mi hermano menor, por lo que la conozco desde que éramos chicos. Irónicamente, los dos nos casamos con nuestras primeras pa-rejas el mismo día, el 23 de junio de 1977: Martine al mediodía, y yo por la noche. Como sus padres y los míos se apreciaban mucho, toda la familia de Martine vino

“Mi marido siempre ve el lado bueno

de las cosas, es un hombre que ama y sabe vivir porque disfruta de

los pequeños placeres de la vida” (Martine)

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Amante del buen vino, Dassault no sólo tiene bodegas en Francia. Tras visitar Mendoza en 1998, se asoció con el barón Benjamin de Rothschild y lanzó la bodega Flecha de los Andes, en Tunuyán. “También me hubiera

gustado ser director de orquesta. Estoy convencido de que, para serlo, se requieren las mismas cualidades que se necesitan para conducir una

empresa: perfección, organización y conjunción de talentos”, dice Laurent junto a su mujer en las bodegas de la finca (arriba).

a mi boda. De hecho, ¡hay varias fotos en las que apa-recemos los cuatro recién casados! Y en una de ellas yo miro fijamente a Marti-ne como si supiera que el destino nos tenía algo ines-perado, guardado sólo para nosotros dos. Años después nos reencontramos por acci-dente en un cóctel y me di cuenta de que seguía sien-do una mujer maravillosa. Como yo ya estaba divorcia-do y ella también, la invité a salir y en pocas semanas me enamoré perdidamente.

MADAME DASSAULT–Martine, ¿qué es lo que

más le atrae de Laurent?–Su generosidad y su

jovialidad. Laurent es un hombre que siempre busca

complacer a las personas que quiere y esa fue una de las cosas que más me ena-moraron de él. Pero su ma-yor fortaleza es que siempre ve el lado bueno de las co-sas, es un hombre que ama y sabe vivir porque disfruta de los pequeños placeres de la vida.

–¿Qué es lo que más le gusta de este château?

–Desde la primera vez que lo visité, me enamoré del lu-gar. No solamente porque la casa es preciosa, sino porque la gente que trabaja aquí es maravillosa y porque veo lo mucho que Laurent disfruta de pasar sus días entre pa-rras y barricas.

–¿Cómo es un día en la vida de Martine Dassault?

–Mis días jamás son iguales

“Me gusta pasar aquí los fines de semana porque

veo lo mucho que Laurent disfruta de pasar sus días

entre parras y barricas” (Martine)

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En su magnífico Falcon Jet 900 LX diseñado por su abuelo. “Cuando Charles Lindbergh –el primer hombre en cruzar el Atlántico en un vuelo sin escalas en solitario– visitó la fábrica de mi abuelo, en 1965, quedó maravillado por la industria que había creado”, explica orgulloso. Derecha: en su bodega de

850 hectáreas en Mendoza, adonde viene varias veces por año.

entre sí, porque la vida junto a un hombre como Laurent es impredecible. Por más de veinte años me consagré al arte de la mesa, una profesión que me encanta y que me dio grandes satisfac-ciones. Sin embargo, ahora solamente me dedico a acompañar a Laurent como responsable de la diversificación de las inversiones del grupo Das-sault, y a ayudarlo en todos los asuntos relaciona-dos con su participación en entidades benéficas, como la Organización para la Prevención de la Ceguera, de la que es director, y One Drop, que tiene como objetivo garantizar un mejor acceso al agua potable para las poblaciones más pobres del mundo. Y cuando tengo un hueco en mi agenda, tomo el primer avión para visitar a mis nietos, que viven desperdigados por todo el mundo. Puedo decir que soy una mujer privilegiada, por ello me siento muy agradecida con la vida.•

Producción y texto: Rodolfo Vera Calderón Fotos: Andrea Savini

Maquillaje y peinado: Caroline Belfoul