Marginalidad y otras cuestiones

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Autor: Jose Nun[nombre doc: Antologia_de_sociologia_urbana_J_NUN_pag_366_-_398.rtf]

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MARGINALIDAD Y OTRAS CUESTIONESJOS NUN

l. Advertencia La Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales incluy, en su pimer nmero y en forma de artculo, un trabajo de F. H. Cardoso 1 que intenta "aclarar y discutir el cuadro de referencia terico" expuesto en otro anterior mo sobre la marginalidad en Amrica Latina". 2 Lamento que esas notas, contrariamente a lo que anuncian, resulten un compendio de confusiones que elude toda discusin seria de los temas de fondo que yo planteaba. Responder a una crtica de esta especie no es, sin embargo, tarea sencilla para quien se interese en algo ms que simples querellas acadmicas. En primer lugar, su modo catico y en apariencia detallista obliga a levantar uno a uno los cargos que formula, lo cual conlleva el riesgo de que la rplica acabe siendo tan farragosa como el comentario que la suscita. Por otra parte, dado que Cardoso no slo no se preocupa por exponer con claridad tesis alternativas a aquellas que parece que objeta sino que abunda en posiciones contradictorias, o hay que excluir de entrada toda posibilidad de entablar una polmica sustantiva o se vuelve necesario descubrirle a su texto una coherencia que no tiene. Estas dificultades me han inducido a optar por una solucin intermedia: examinar ms o menos puntualmente las crticas pero detenindome, a la vez, en el tratamiento de algunos de los tpicos que aluden. Quizs de esta manera las pginas que siguen podrn contribuir siquiera en parte a estimular otro tipo de discusiones. 2. Introduccin a una problemtica Como indiqu en otro sitio, 3 la marginalidad es uno de esos significantes de sentido comn a los cuales se les puede pedir y de los cuales1

F. H. Cardoso, "Comentarios sobre los conceptos de sobrepoblacin relativa y

marginalidad", Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, No. 1/2. ELAS-ICIS, Santiago, 1971, pgs. 57-76. 2 Jos Nun, "Superpoblacin relativa, ejrcito industrial de reserva y masa marginal", Revista Latinoamericana de Sociologa, No. 2. Buenos Aires, pgs. 174-236. 3 Me refiero a la ponencia que present a un Simposio del Instituto Internacional de Estudios Laborales realizado en Mxico, en octubre de 1969 ("Marginalidad y participacin social: un planteo introductorio", I. I. E. L., Mxico, 1969, mimeo). Al utilizada en algunos pasajes de esta nota no introduzco un elemento nuevo en la discusin: aunque no ha sido publicada en castellano, era conocida por Cardoso, quien asisti a ese Simposio. 366

se puede obtener casi todo lo que uno quiera. De ah su especial propensin al xito y a la ambigedad, confirmados por el creciente empleo del trmino en la literatura latinoamericana de los ltimos aos. No es de extraar, entonces, que su significado y su estatuto varen segn el contexto y que se nos aparezca simultneamente como concepto emprico que describe situaciones ecolgicas urbanas 4 o que designa a un estrato social "fundamentalmente rural" 5 o que totaliza la falta de participacin activa y pasiva de determinados sectores, 6 como construccin hipottica que atribuye las carencias de la mayora de la poblacin del continente a su "desintegracin interna" y a su "resignacin, abulia y apata"; 7 y como concepto terico que connota conflictos culturales 8 o que tema tiza ciertas incongruencias de status 9 o que indica un bajo grado de proximidad a los valores centrales de un sistema social integrado. 10 Como se advierte, la nocin es estructurada a distintos niveles de anlisis y alude, segn el caso, a unidades diferentes: reas urbanas; individuos o grupos sociales concretos; tipos de personalidad; categoras de un sistema de estratificacin; etctera. Por aadidura, tal heterogeneidad la torna especialmente vulnerable a las trasposiciones de sentido propias tanto de la falacia ecolgica como de la falacia de agregacin, que complican an ms este tembladeral semntico.4 Guillermo Rosenblueth, Problemas socio-econmicos de la marginalidad 'Y la integracin urbana, Santiago, 1963; Richard Morse, "Urbanization in Latin America", Latin America Research Review, vol. 1, No. 1, 1965, pgs. 35-74; John F. C. Turner, "Asentamientos urbanos no regulados", Cuadernos de la Sociedad Venezolana de Planificacin, No. 36, 1966. 5 Pablo Gonz1ez Casanova, "Sociedad plural y desarrollo: el caso de Mxico", en J. A. Kahl (ed.) La industrializacin en Amrica Latina, Mxico, 1965, pgs. 262-273; L. Vincent padgett, The Mexican Political System, Boston, 1966. 6 A. Mattelart y M. A. Garretn, Integracin nacional y marginalidad, Santiago, 1965; Aldo Solari, Intervenc in en G. H. Beyel (ed.) The Urban Explosion in Latin America, Ithaca, N. Y., 1967, pg. 195; Renato Poblete, Intervencin en G. H. Beyer (ed) , op. cit., pgs. 195.197. 7 Roger Vakemans y Ramn Venegas, "Marginalidad y promocin popular", Mensaje, No. 14, 1966, pgs. 218-222; DESAL, Seminarios de Promocin Popular, Santiago, 1966, mimeo. 8 Eric R. \Volf, "Aspects of Group Relations in a Complex Society: Mexico", en D. Heath y R. Adams (eds.) Contemporary Cultures and Societics of Latin America, New York, 1965, pgs. 85-101; David Chaplin, The Peruvian Industrial Labor Force, Princeton, N. J., 1967; Seymour M. Lipset, "Va1ue Education and Entrepreneurship" en S. M. Lipset y A. Solari (eds.) Elites in Latin America, New York, 1967, pgs. 3-60. 9 Anba1 Quijano, La emergencia del grupo cholo 'Y sus implicaciones en la sociedad peruana, Lima, 1965; Julio Cot1er, "La mecnica de la dominacin interna y del cambio social en el Per", Amrica Latina, vol. XI, No. 1, 1968, pgs. 72-106. 10 Gino Germani, "The Concept of Social Integration", en G. H. Beyer (cds.), op. cit., pgs. 175188, Y Sociologla de la modernizacin, Buenos Aires, 1969.

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Mi esfuerzo se dirigi, en consecuencia, a controlar la vaguedad del concepto desde una perspectiva marxista, a partir de una reflexin terica sobre los fenmenos ms corrientemente evocados por su uso: desempleo; subocupacin; subconsumo; disgregacin social; etctera. Fue fcil establecer que, de manera explcita o implcita, la mayora de los enfoques conduca, en ltima instancia, a la esfera econmica como nivel bsico de emergencia del tema; y tambin confirmar la validez de la crtica de Lenin 11 a Sismondi y a los populistas rusos: "cuando quedan sin haber sido aclaradas las relaciones de produccin (por ejemplo, cuando no se entiende el proceso de la produccin del capital social en su conjunto), todos los razonamientos sobre el consumo y la distribucin se transforman en trivialidades, o en expresin de inocentes deseos romnticos". Centrada de este modo, la indagacin llevaba a buscar respuesta a una doble pregunta: a) denota la marginalidad problemas en el plano de las relaciones productivas que justifiquen la introduccin de un nuevo trmino, es decir, que no se hallan suficientemente especificados en los estudios clsicos sobre el capitalismo y, en particular, en la obra de Marx?; b) de ser as escapan aquellos problemas al horizonte conceptual de estos discursos y son susceptibles, por lo tanto, de un tratamiento autnomo que permitira fundar una "teora de la marginalidad" autosuficiente? Mi artculo contestaba afirmativamente el primer interrogante y negativamente el segundo: por un lado, procuraba mostrar por qu se agudiza en las formaciones capitalistas perifricas la tendencia del capitalismo monopolista a cristalizar la irrelevancia funcional -respecto al proceso de acumulacin hegemnico- de una parte considerable de las cuestiones que ello plantea slo cobra sentido riguroso y es identificable cientficamente en el espacio terico del materialismo histrico, al que propona incorporar la nocin de masa marginal. Segn afirmaba: La prctica terica es el campo por excelencia de sistemas de realimentacin particularmente fecundos. Categoras elaboradas en otras pocas y para otros contextos sirven para aproximarse a nuevas situaciones y la reflexin especfica acerca de stas permite volver sobre aqullas para aclararlas y para enriquecerlas, poniendo a prueba las potencialidades de paradigma que las sustenta (pg. 178). Es decir que no se trataba de demostrar que ya Marx o Engels se haban ocupado concretamente del fenmeno -en cuyo caso hubiera11 V. l. Lenin, "Para una caracterizacin del romanticismo econmico", en Obras Completas, t. 11, Buenos Aires, 1958, pg. 192.

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sido ocioso aadir una nueva categora- sino de ver hasta qu punto sus anlisis, "a veces no totalmente conscientes de s mismos", daban elementos para comprender tanto los rasgos propios de la cuestin como su lugar en el interior de un discurso ms amplio que, por cierto, no se cerr en el siglo XIX. (Valga un ejemplo famoso para ilustrar mi estrategia. En diversos pasajes del tomo IV de El Capital -publicado como Historia Crtica de la Teora de la Plusvala- Marx se refiere a la forma ms abstracta, disolvente y fetichizada que asume el capital: la financiera. Pero ni pudo prever todas las modalidades de su desarrollo ni, mucho menos, estudiar cmo, desde comienzos del siglo XX, su dominacin reemplazara la del capital en general. Sin embargo, cuando Lenin examina el "nuevo capitalismo", la "transformacin del capitalismo en imperialismo capitalista" -o cuando formula la ley del desarrollo desigual- no est revisando sino profundizando los anlisis de Marx que le sirvieron de punto de partida. Segn se ver, los hallazgos de Cardoso tornan estos sealamientos menos obvios de lo que parecen.) Organic mis argumentos en dos planos -el del modo de produccin, entendido como objeto abstracto-formal, y el de la formacin econmico-social, en tanto objeto real-concreto-, tomando por ejes las elaboraciones marxistas acerca del proceso de acumulacin y de la superpoblacin relativa. Cuestion, primero, la asimilacin habitual en la literatura entre este ltimo concepto y el de ejrcito industrial de reserva, explicando por qu me pareca conveniente -y no contradictorio con el pensamiento de Marx- tratar al segundo como un caso particular del primero. Desarroll, luego, el punto sealando ciertas diferencias pertinentes entre las fases competitiva y monopolstica del modo de produccin capitalista y fund, entonces, la introduccin de la categora de masa marginal como modalidad peculiar de la superpoblacin relativa, distinta al ejrcito industrial de reserva. Por fin, consider estos temas en el contexto de las formaciones econmico-sociales capitalistas, en general, y capitalistas dependientes, en particular, buscando establecer algunas determinaciones especficas de la problemtica de la masa marginal en el caso concreto de Amrica Latina. En este sentido, en el trabajo a que estoy aludiendo y en otros posteriores subray el propsito y las consecuencias prcticos -y no meramente exegticos- de estas exploraciones conceptuales, dirigidas tanto a hacer inteligibles formas en apariencia distorsionadas de integracin del sistema social como a contribuir al diseo de estrategias revolucionarias que se adecuen a la compleja fragmentacin de las clases subalternas de nuestros pases. 1212 Fuera de Amrica Latina, mi propuesta viene de ser recogida -y desarrollada con las mismas intenciones por Carlo Dono]o ("Sviluppo ineguale e disgregazione sociale. Note per l'analisi delle classi nel Meridione". Quaderni Piacentini, vol. XI, No. 47, 1972. pgs. 101-128), en un excelente estudio sobre el Sur de Italia. 369

Alterando mi texto -y El Capital- a su gusto, Cardoso elige el modo de la exgesis para criticar a mi "mala lectura" de Marx y aparece sosteniendo sucesivamente: a) que los conceptos de superpoblacin relativa y ejrcito industrial de reserva no son distinguibles; b) que s lo son; c) que el concepto de ejrcito industrial de reserva ya denota las cuestiones a que me refiero; d) que no las denota; e) que habra que probar empricamente que esas cuestiones son reales; f) que quiz lo sean, pero entonces "por qu no decir claramente que la teora marxista no da cuenta de esta situacin y proponer otra explicacin para la acumulacin?" (pg. 75); g) que mi visin del desarrollo del capitalismo monoplico es optimista; h) que mi visin de este desarrollo es necesariamente catastrfica; i) que, desde luego, la nocin de masa marginal no sirve para nada. Procurar desenredar un poco esta madeja. 3. El concepto de superpoblacin relativa

3.1.Segn dije, mi artculo comenzaba criticando la asimilacin corriente de los conceptos de superpoblacin relativa y de ejrcito industrial de reserva, derivada de una lectura aparentemente literal del captulo XXIII de El Capital que -sobre todo luego de la publicacin de los Grundrisse- 13 consideraba empobrecedora. Ante todo, quise poner en evidencia la distinta extensin de ambas categoras, pues la primera no se agota en la explicacin del modo de produccin capitalista y la segunda, s. Es, por lo menos, lo que pensaba el propio Marx. 14 "En diferentes modos de produccin sociales, diferentes leyes rigen el aumento de la poblacin y la sobrepoblacin: la ltima es idntica al pauperismo" (subrayado mo). Cardoso afirma, primero, que la distincin que establezco se basa en un error de lectura (del que enseguida me ocupar); es decir, que no hay diferencia entre esas naciones (pg. 60). Despus, acepta que puede existir superpoblacin relativa en otros modos de produccin (pg. 62); es decir, que hay diferencia (salvo, desde luego, que se suponga tambin aplicable el concepto de ejrcito industrial de reserva a estructuras productivas no fundadas en la explotacin del trabajo asalariado, lo cual, en sede marxista, es notoriamente absurdo). Finalmente, una conclusin curiosa cierra el laborioso comentario: "De este modo, las interpretaciones que restringen el concepto de super13 Carlos Marx, Elementos fundamentales para la crtica de la economa poltica (borrador): 1857-1858 (Grundrisse), t. I y t II, trad. Pedro Scaron, Buenos Aires, 1871, 1972. 14 Carlos Marx. op. cit., t. II, pg. 110. 370

poblacin, para Marx, a ciertos y determinados modos de produccin, no son incorrectas como piensa Nun (pg. 182)" (pg. 62, subrayando original) . Digo que la conclusin es curiosa porque: a) en ninguna parte us el plural que Cardoso me atribuye: las interpretaciones a que yo aluda -citndolas- limitan el concepto a un modo de produccin cierto y determinado (el capitalista); b) las que lo aplican a varios -y me gustara saber cuntas conoce mi crtico que procedan as- en todo caso no lo restringen sino que lo extienden; c) lejos de considerarla incorrecta, esta extensin era justamente -como se vio- el soporte de la distincin que yo propona. "Como Alicia, nos hallamos a menudo en ese estado de nimo que nos hace querer estar en desacuerdo con algo, aun si no sabemos con qu". 15 En el artculo, podra haberme detenido en la constatacin de esa diferencia que, segn indicar, alcanzaba para introducir la problemtica de la masa marginal. Cre oportuno, sin embargo, completar el punto rescatando algunos textos de Marx que lo abonaban. Es bueno advertir que, en un trabajo de ms de cincuenta pginas, dediqu apenas una a este propsito pues Cardoso ocupa un tercio de su comentario en refutarla. Su entusiasmo es comprensible: dice haberme sorprendido en el "error de lectura" que ya mencion. Veamos de qu se trata.

3.2.Para facilitar la participacin del lector en este ejercicio un tanto escolar, comenzar transcribiendo el pasaje incriminado, que buscaba sintetizar "el razonamiento en que se fundan nociones de poblacin adecuada y de superpoblacin relativa": 1. Los trabajadores y los medios de produccin constituyen los factores fundamentales de todas las formas sociales de produccin. 2. Sin embargo, mientras permanecen separados, son slo factores en estado virtual. "Para cualquier produccin, es preciso que se combinen. La manera especial en que se opera esta combinacin es la que distingue las diferentes pocas econmicas por las cuales ha pasado la estructura social" (El Capital, 1956: 1I, 36). 3. La forma especfica que asume esta combinacin establece en cada caso el tamao de la poblacin que puede considerarse adecuada: "sus lmites dependen de la elasticidad de la forma de produccin determinada; varan, se contraen o se dilatan de acuerdo con estas condiciones" (Grundrisse, 1968: 1I, 107). 4. La parte de la poblacin que excede tales lmites permanece en el estado de mero factor virtual pues no consigue vincularse ni a los medios de su reproduccin ni a los productos: es lo que se denomina una superpoblacin. Conviene subrayar, por lo tanto, que "son los15 Abraharn Kaplan, The Conduct of Inquiry, San Francisco, Ca., 1964, pg. 72. 371

medios del empleo y no los medios de subsistencia, los que hacen ingresar al trabajador en la categora de la superpoblacin. En realidad, es necesario concebir esta frmula de una manera todava ms general y vincularla a la mediacin social que le permite al individuo ligarse a los medios de su reproduccin ya los productos. En una palabra, se trata de las condiciones de produccin y de las relaciones del individuo con ellas" (Grundrisse, 1968: n, 109). 5. De lo expuesto se desprende que: a) los lmites de la poblacin adecuada fijan, a la vez, los de la superpoblacin, ya que la base que los determina es la misma; b) el excedente de poblacin es siempre relativo, pero no a los medios de subsistencia en general sino al modo vigente para su produccin: "es entonces nicamente un excedente para tal nivel de desarrollo" (Grundrisse, 1968: n, 110) o sea que no se trata de un hecho uniforme sino de una relacin histrica, y e) las condiciones de produccin dominantes deciden tanto el carcter como los efectos de la superpoblacin (pg. 181). Segn Cardoso, este resumen "contiene un equvoco en base al cual fundamenta la distincin entre por un lado, teora general de la poblacin y de los excedentes y, por otro, ejrcito de reserva: es que los textos de Marx en los cuales est basada dicha interpretacin se refieren exclusivamente a los modos de produccin anteriores al capitalismo" (pg. 60, subrayado original). Para ser rigurosos, conviene comenzar sealando que, de los cinco apartados transcritos, los dos iniciales se fundan directamente en El Capital. Como sera por lo menos aventurado sostener que esta obra se ocupa exclusivamente de los modos de produccin anteriores al capitalismo, en la pgina 58 de su artculo Cardoso reproduce mi texto slo que cambiando por su cuenta la referencia de mi cita y atribuyndola a los Grundrisse, donde es improbable que logre ubicarla. Pero, pasando ahora a este ltimo trabajo, su afirmacin es sencillamente falsa: utilic de manera explcita dos secciones del "Captulo sobre el Capital" -Cuaderno VI- (Marx, 1972: II, 110-118) que de ninguna manera se limitan a considerar modos de produccin precapitalistas y en las cuales, por el contrario, la mencin de stos es puramente incidental. Examinemos el problema ms de cerca. En el Cuaderno III, Marx haba definido por primera vez la tasa de plusvala que, analticamente, tanto en su forma "absoluta" como en su forma "relativa", depende slo de la distribucin de la jornada de trabajo en "trabajo necesario" y en "trabajo excedente", con prescindencia del nmero de obreros ocupados. Es despus, en el Cuaderno IV, que va introducir esta cuestin y la denomina, para mayor claridad terica, las "muchas jornadas de trabajo vivo simultneas". No se trata ya de considerar slo la tasa sino tambin la masa de la plusvala que resulta del proceso de valorizacin: "Desde 372

el punto de vista de una sola jornada de trabajo, el proceso es naturalmente simple: 1) prolongarla hasta los lmites de la posibilidad natural; 2) disminuir cada vez ms la parte necesaria de la misma (y por tanto, acrecentar desmesuradamente las fuerzas productivas). Pero si se considera a la jornada de trabajo en el espacio -y al tiempo mismo en el espacio- aqulla es la yuxtaposicin de muchos das de trabajo. Cuanto con ms das de trabajo at once (de una vez) puede entrar el capital al intercambio en el que intercambia trabajo objetivado por trabajo vivo tanto mayor ser su valorizacin (...)" (Marx, 1971: 1,351). Slo que, a la vez, "y al igual que antes frente a la jornada laboral nica, la tendencia del capital con respecto a los muchos das de trabajo necesario simultneos (a los cuales, en lo que respecta tan slo al valor, se les puede considerar como un da de trabajo) es ahora la de reducirlos a un mnimo. Es decir, la de poner tantos das de trabajo necesarios como sea posible, en la categora de los no necesarios, y tal como antes en el da singular de trabajo con las horas de trabajo necesarias, reducir ahora los das de trabajo necesarios en proporcin con el total del tiempo de trabajo objetivado" (Marx, 1971: 1, 351). Concluye entonces: "Por lo dems, el nuevo pluscapital creado, slo puede valorizarse mediante el intercambio con el trabajo vivo. De ah que e! capital tienda tanto al aumento de la poblacin obrera como a la reduccin constante de la parte necesaria de la misma (a poner permanentemente una parte como reserva). El propio aumento de la poblacin constituye el medio fundamental para la reduccin de tal parte necesaria. Au fond no estamos ms que ante una aplicacin de la proporcin al da nico de trabajo. Henos aqu ya ante todas las contradicciones que la teora moderna de la poblacin ha expuesto, pero no comprendido" (Marx, 1971: 1, 352). Y aade: .. (Analizar esto ms adelante y con mayor detencin; de todos modos los rasgos fundamentales (correspondan) aqu, donde se trata del concepto general de! capital)" (Marx, 1971: 1, 353). Es a este anlisis que procede Marx en las secciones del Cuaderno VI por m invocadas, que se abren con una afirmacin: "En e! concepto de trabajador libre est ya implcito que e! mismo es pauper: pauper virtual" (1972: II, 110). Por qu? Porque" (s) i ocurre que e! capitalista no necesita el plustrabajo del obrero, ste no puede realizar su trabajo necesario, producir sus medios de subsistencia (...) Por tanto, virtualmente es un pauper" (id.). Ms an, segn quedaba dicho en sus notas anteriores, la propia dinmica de la produccin capitalista tiende a aumentar las posibilidades de que e! obrero se pauperice: "Como, por aadidura, la condicin de la produccin fundada en el capital es que l produzca cada vez ms plustrabajo, se libera ms y ms trabajo necesario" (ibid.). En consecuencia: "Al desarrollo del plustrabajo corresponde el de la poblacin excedente" (ibid.). 37 3

Segn se advierte, a diferencia de lo que ocurrir en El Capital, Marx ha deducido aqu directamente de la nocin de plusvala relativa la existencia de una poblacin sobrante en el capitalismo. Y es entre este descubrimiento y la crtica al malthusianismo que se sita, como nexo terico necesario, su reflexin sobre el concepto de superpoblacin relativa: "En diferentes modos de produccin sociales, diferentes leyes rigen el aumento de la poblacin y la sobrepoblacin; la ltima es idntica al pauperismo. Estas leyes diferentes se pueden reducir simplemente a las diferentes maneras en que el individuo se relaciona con las condiciones de produccin o -con respecto al individuo viviente- de reproduccin de s mismo como miembro de la sociedad, ya que el hombre slo en la sociedad trabaja y practica la apropiacin. La disolucin de estas relaciones con respecto a talo cual individuo, o a parte de la poblacin, los pone al margen de las condiciones que reproducen esta base determinada, por ende en calidad de sobrepoblacin y no slo como privados de recursos, sino como incapaces de apropiarse de los medios de subsistencia por medio del trabajo; en consecuencia, como paupers" (Marx, Grundrisse, t. II, 111, subrayado mo). Sentados estos principios, Marx constata: "No es sino en el modo de produccin fundado en el capital, donde el pauperismo se presenta como resultado del trabajo mismo, del desarrollo de la fuerza productiva del trabajo" (id.). Compara entonces brevemente (lo destaco porque se trata de unas pocas lneas, lo que hace ms llamativa la confusin de Cardoso) la forma en que aparece la superpoblacin en otros regmenes productivos y concluye: "Por consiguiente, la sobrepoblacin, puesta sobre determinada base productiva, est determinada al igual que la poblacin 16 adecuada. Sobrepoblacin y poblacin, tomadas en conjunto, son la poblacin que determinada base de produccin puede generar. La medida en que puede superar ese obstculo est dada por el obstculo mismo o, antes bien, por la misma causa que lo pone. As como el trabajo necesario y el plustrabajo, tomados en conjunto, (constituyen) la totalidad del trabajo sobre una base dada" (Marx, Grundrisse, n, 112). (Por si quedase alguna duda de que estas proposiciones no se refieren "exclusivamente" a modos de produccin precapitalistas, ntese cmo la ltima frase anuda de manera literal este pasaje con los ya aludidos del Cuaderno IV) . Si se coteja este anlisis con la muy concisa sntesis que yo presentaba en m artculo, difcilmente se me pueda acusar de haber violado sus contenidos esenciales. Pero es interesante ver cmo intenta construir Cardoso su extrao caso.16 En la excelente versin castellana de los Grundrisse que estoy utilizando, se ha des1izado aqu una errata y, en lugar de "poblacin", se lee "produccin". 374

3.3.3.3.1. En primer lugar, el comentarista se ocupa de prevenir al lector: "Los Grundrisse son notas, nunca publicadas por el autor, a veces confusas y que fueron retornadas en trabajos posteriores. " (pg. 59, subrayado mo). La observacin no es inocente: como es obvio, est dirigida a descalificar mis referencias a esa obra, aun a costa de un mnimo de rigor intelectual. Sin necesidad de detenerme aqu en la enorme importancia de tales "notas" -sobradamente establecida ya-, baste consignar a modo de respuesta que: a) tampoco fueron "publicados por el autor" los Manuscritos EconmicoFilosficos de 1844, ni La Ideologa Alemana, ni ese documento "genial" de valor "inapreciable" (Engels) que son las Tesis sobre Feuerbach, ni la Historia Crtica de la Teora de la Pluvala, para no mencionar los tomos 11 y 111 de El Capital; b) si a algo debe inducir el carcter efectivamente "confuso" que, por momentos, asume el texto, no es a soslayado sino a poner el mximo cuidado en entenderlo antes de lanzar imprudentes acusaciones de "mala lectura", y c) la afirmacin final de Cardoso que he subrayado, simplemente no es cierta. As, Marx no retorn en trabajos posteriores pasajes tan fundamentales como los referidos a las categoras del mtodo dialctico (Grundrisse; I, 3-33) o a las formaciones econmicas precapitalistas (Grundrisse; I, 433-479) o al desarrollo del maquinismo y el derrumbe capitalista (Grundrisse; II, 225-227) . En lo que ms importa ahora, los Grundrisse contienen "la nica crtica extensa de la teora de Malthus que haya salido de la pluma de Marx".17 3.3.2. Anota luego mi crtico: "Por lo tanto, es en El Capital y no en los Grundrisse donde el pensamiento de Marx aparece de forma articulada, y donde las diversas categoras se determinan en el contexto del 'modo de produccin capitalista' (...). Afirmo esto porque la interpretacin de Nun lleva a creer que en los Grundrisse Marx esclarece la relacin entre la 'teora general de la poblacin', el papel de las superpoblaciones y de las poblaciones adecuadas. .." (pg. 59). En el mejor de los casos, se trata de un non sequitur; en el peor, de una proposicin vaca, que no dice literalmente nada. Porque, precisamente, si en El Capital "las diversas categoras se determinan en el contexto del modo de produccin capitalista", la clave para entender conceptos que no se agotan en el anlisis de este modo de produccin -segn admiti el propio Cardoso que ocurra con el de superpoblacin relativa- parece sensato buscada all donde el tema est desarrollado con mayor latitud, es decir, en los Grundrisse. Por lo dems, si el comentarista considera que el esbozo de teora general contenido en esta obra -y no inventado por m- es insa17 Roman Rosdolsky, Genesi e strutura del "Capitale" di Marx, trad. Bruno Maffi de la edicin alemana de 1958, Bari, 1971, pg. 296. 375

tisfactorio o incongruente con otros textos del mismo Marx, no hubiera resultado excesivo que nos ilustrara, explicndonos por qu. 3.3.3. "La diferencia entre una 'teora general de las poblaciones' -teora que habra sido establecida, o al menos, esbozada en los Grundrisse- y 'la ley de poblacin especfica del modo de produccin capitalista' no encuentra fundamento en los textos de Marx..." (Cardoso, pg. 59).18 Es una tesis interesante y, digamos, marxicida: si se acepta que no hay diferencia porque slo existe una "teora general de las poblaciones", Marx es Malthus; si, en cambio, la falta de diferencia se debe a que "la ley de poblacin especfica del modo de produccin capitalista" resulta universalizable. Marx es Ricardo. Corno, por fortuna, Marx es Marx puede acudirse con provecho a sus propias palabras transcritas en pginas anteriores para comprender cmo hay leyes particulares que rigen el aumento de la poblacin y de la superpoblacin en diferentes modos de produccin y de qu manera de estas leyes particulares pueden abstraerse ciertos principios generales sistematizables a otro nivel. No slo est dicho en los Grundrisse sino que resulta estrictamente coherente con el mtodo de anlisis que Marx expone en la introduccin a la obra (Grundrisse: 1, 5-8), cuando se refiere a la "produccin en general". 19 A mayor abundamiento y dado que, segn las indagaciones de Cardoso, "no existe en el pensamiento de Marx" (pg. 62) atisbo alguno de elaboracin de tales principios generales sobre la poblacin, me permito remitir al lector a la carta que Engels le dirige a Lange el 29 de marzo de 1865 sosteniendo justamente lo contrario. 20 3.3.4. "Y, en ninguna hiptesis, la forma especfica que asume la combinacin entre trabajadores y medios de produccin establece en cada caso el tamao de la poblacin adecuada: el texto citado por Nun para comprobar que Marx pensaba de este modo -'sus lmites (de la poblacin, F. H. C.) dependen de la elasticidad de la forma de produccin determinada; varan, se contraen, o se dilatan de acuerdo con estas condiciones' - no slo no fundamenta cualquier teora general sino que en este caso se refiere especficamente a las sociedades anteriores al capitalismo. An menos puede aceptarse que para Marx 'los lmites de

18 La oracin termina: " pero s en la interpretacin de Althusser sobre el mtodo de Marx". Elimin de la cita esta parte porque no me parece necesario complicar esta discusin con un anlisis de las contribuciones de Althusser, sobre las cuales haba formulado, de todos modos, mis reservas (cf. Nun, op. Cit., pg. 179n). Por lo dems, las crticas que les dirige Cardoso son puramente alusivas, de manera que prefiero aguardar la aparicin de algn trabajo especfico del comentarista sobre epistemologa marxista para conocer sus objeciones al respecto. 19 Etienne Balibar, "Sur les concepts fondamentaux du matrialisme historique", en L. Althusser y Al. Lire el Capital, 11, Pars, 1966, pgs. 325-332. 20 Ronald Lo Meek (ed) Marx and Engels on the Population Bomb, Berkeley, Ca., 1971, pgs. 85-87.

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la poblacin adecuada fijan, a la vez, los de la superpoblacin, ya que la base que los determina es la misma' (Nun, pg. 182) no slo porque esto no es una ley general de la poblacin -que no existe en el pensamiento de Marx- sino porque hay una falta obvia de claridad: del hecho de que la poblacin adecuada y la superpoblacin son determinadas por el modo de produccin capitalista no deriva lgicamente la idea de que una fije a la otra. Adems de esto, el razonamiento de Nun implica un pasaje de lo general a lo particular que no encuentra apoyo en la metodologa marxista" (Cardoso, p. 62). Conviene descomponer este brioso remate de la crtica para evitar que su generosa dosis de negaciones lapidarias ocupe el sitio de una sustancia ausente. Ante todo, segn lo indican los tiempos verbales del original alemn, su posicin en el texto y la concordancia con otros tramos de la obra, es inexacto que el primer pasaje citado se refiera "especficamente a las sociedades anteriores al capitalismo". Sin nimo de menoscabar la vocacin filolgica de Cardoso, debo decir, no obstante, que esto es lo que menos importa: lo fundamental es determinar: 1. si, como sostuve, hay en Marx proposiciones generales sobre la poblacin adecuada o necesaria y la superpoblacin relativa; y 2, si, en caso de existir, tales proposiciones fueron o no fielmente reflejadas en mi exposicin. En punto a lo primero, basta slo con releer derechamente los prrafos de los Grundrisse que reproduje ms arriba. En cuanto a lo segundo, me detendr un instante en esa cuestin de "los lmites" que perturba al comentarista. (Sobre su intrascedente observacin "metodolgica", ver mi apartado anterior) Me atribuye "una falta obvia de claridad" pues "del hecho de que la poblacin adecuada y la superpoblacin son determinadas por el modo de produccin capitalista no deriva lgicamente la idea de que una fija a la otra". Slo que yo no dije que "una fija a la otra" sino, como l mismo ha transcrito, que "los lmites" de una fijan 21 los de la otra, "ya que la base que los determina es la misma". La confusin es an ms llamativa porque el propio Marx se encarga de disipar cualquier duda con una frase a la que ya alud: "As como el trabajo necesario y el plustrabajo, tomados en conjunto (constituyen) la totalidad del trabajo sobre una base dada" (Grundrisse; II, 112) . Es que le parecera igualmente objetable a Cardoso que se sostuviera que el volumen del trabajo necesario establece a la vez la magnitud del trabajo excedente en la jornada laboral ya que la base que los determina es la misma? Oigamos a Marx: "Si para producir 12 horas de trabajo excedentes son necesarias 6, el capital se esforzar porque a tal efecto baste con 4. Tam21 "Fijar: (...) limitar, precisar, designar de un modo cierto" (Diccionario EspasaCalpe Abreviado. 1945: III, 380). 377

bin se pueden considerar los 6 das de trabajo como un da de trabajo de 7,2 horas; si el capital logra reducir el tiempo de trabajo necesario en 24 horas, se eliminarn 2 das de trabajo necesarios: o sea 2 obreros" (Gundrisse: 1, 352, subrayado mo). "Sobrepoblacin y poblacin, tomadas en conjunto, son la poblacin que determinada base de produccin puede generar" (Grundrisse: II, 112). "... en la condicin de la apropiacin de plustrabajo ajeno est implcito que a la poblacin necesaria vale decir a la poblacin que representa el trabajo necesario, el trabajo indispensable para la produccin corresponde una poblacin excedentr. que no trabaja (...). La expresin poblacin excedente se refiere exclusivamente a la capacidad de trabajo, o sea la poblacin necesaria; al excedente de capacidad de trabajo" (Gundrisse: 11, 116). No hace falta seguir citando. S, quiz, preguntarse por la tajante afirmacin de Cardoso: "en ninguna hiptesis, la forma especfica que asume la combinacin entre trabajadores y medios de produccin establece en cada caso el tamao de la poblacin adecuada" (pg. 62) . Qu lo establece? El volumen de los medios de subsistencia disponibles, como crea el idiota 22 de Malthus?

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3.4. En sntesis: a) Habamos partido de mi propuesta de distincin entre los conceptos de superpoblacin relativa y de ejrcito industrial de reserva, que la literatura que conozco tiende a identificar; b) Cardoso altera mi texto, con la curiosa consecuencia de que acaba por admitir as implcitamente la validez de ese planteo y, a la vez la completa inanidad de su largo ejercicio; c) Hasta ah -pretensiones autorales a un lado- sus devaneos no acarrean riesgos. Lo que, en cambio, puede inducir a error son sus confusas referencias a los Grundrisse que esconden, tras un aparente rigor "filolgico", un conocimiento en el mejor de los casos superficial de una obra por tantos motivos importante y digna de discusiones serias. 4. Ejrcito industrial de reserva y masa marginal

4.1.Mi esfuerzo por disociar conceptualmente la superpoblacin relativa del ejrcito industrial de reserva no era, desde luego, gratuito. Ntese22 El calificativo es de Marx (Grundrisse: II. 112), quien ms adelante concluye: "En ninguna parte una relacin con una inexistente masa absoluta de means o subsistence, sino una relacin con las condiciones de la reproduccin, de la produccin de estos means (en) las cuales, empero, estn incluidas asimismo las condiciones de la reproduccin de los hombres, de la poblacin total, de la sobrepoblacin rela378

una circunstancia -que escap, por cierto, a los afanes exegticos de Cardoso-: Marx nunca emplea la segunda de esas nociones en los Gundrisse; y esto (aunque incidental) no deja de ser interesante pues tanto l como Engels ya la haban usado en sus trabajos anteriores, fuertemente influidos por Ricardo y en los que el eje del anlisis era el mercado y no, todava, el proceso de acumulacin. Pero, sin duda, importan menos estos detalles casi terminolgicos que aprehender la esencia del razonamiento; y hay, entre otros, un pasaje especialmente revelador al respecto: "En cierto estadio de la produccin social (...) puede, existir sobrepoblacin, inexistente en otro estadio, y sus efectos pueden ser diferentes" (Grundrisse: II, 111, subrayado mo). Esto me llevaba a proponer una relectura del captulo XXIII de El Capital que distinguiese dos problemas: a) de qu manera el movimiento de la acumulacin determina la emergencia de una superpoblacin relativa; y b) cules son sus efectos en distintos "estadios de la produccin social". En realidad, lejos de forzar el texto, mi propuesta se plegaba a su propio movimiento, segn surge de este prrafo crucial: "Ahora bien, si la existencia de una superpoblacin obrera es producto necesario de la acumulacin o del incremento de la riqueza dentro del rgimen capitalista, esta superpoblacin se convierte a su vez en palanca de la acumulacin de capital, ms an, en una de las condiciones de vida del rgimen capitalista de produccin" (El Capital: 1, 509). Es decir que se ha estudiado ya el primer problema, se ha explicado por qu y cmo se genera una poblacin obrera excedente, se la ha analizado en tanto "producto necesario"; ahora se va a ver la segunda cuestin, la de los efectos, la de las relaciones entre esa superpoblacin y el rgimen que la produce, por qu y cmo "se convierte a su vez en palanca de la acumulacin de capital". Y es recin en este punto -y no antes- que Marx introduce una nueva categora: "Constituye un ejrcito industrial de reserva, un contingente disponible, que pertenece al capital de un modo tan absoluto como si se criase y mantuviese a sus expensas" (id., subrayado original). De tal manera que la pregunta a la que va a responder puede reformularse, en sus mismos trminos e intencin, as: por qu la superpoblacin relativa se convierte en un ejrcito industrial de reserva? La contestacin es conocida: primero, porque -como lo indica el nombre- forma una reserva de mano de obra, necesaria al capital tanto para sus "expansiones sbitas" como para sacar provecho de la fase ascendente del ciclo econmico; segundo, porque la presin ejercida por la competencia de la poblacin excedente sobre la mano de obra ocupada sirve al empresario para "obligar a los obreros que trabajan a trabajartiva. Este excedente es puramente relativo: no guarda absolutamente ninguna relacin con los medios de subsistencia, sino con el modo de producirlos. Se trata, por tanto, exclusivamente de un excedente en esta state of development" (Grundrisse: II, 1I5).

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todava ms y a someterse a las imposiciones del capital" (El Capital: 1, 512); tercero, porque es "el fondo sobre el cual se mueve la ley de la oferta y la demanda de trabajo (El Capital: 1, 515) o sea que, a grandes rasgos, "el movimiento general de los salarios se regula exclusivamente por las expansiones y contracciones del ejrcito industrial de reserva. . ." (El Capital: I, 513). Es a partir de estos anlisis que yo fundaba la conveniencia de utilizar el concepto de ejrcito industrial de reserva para referirse slo a las relaciones funcionales que se establecen entre la superpoblacin y la combinacin productiva que la genera. Desde un punto de vista terico, tales relaciones deben suponerse dominantes en la fase competitiva del modo de produccin capitalista, dados los supuestos concurrentes de un desarrollo igual y autnomo. En la prctica sa fue tambin la tendencia que oper en Inglaterra, sostenida por varios factores entre los que indiqu como principales: un gran dinamismo del sistema que, en la segunda mitad del siglo XIX, se consolida mediante la rpida conquista de mercados externos, 23 una alta congruencia entre el desarrollo tecnolgico y las disponibilidades de mano de obra; 24 y un impresionante flujo emigratorio que, entre 1812 y 1914, le permiti a Gran Bretaa desagotar un caudal superior a los veinte millones de habitantes y, con ello, bastante ms de un cuarto de su fuerza de trabajo.25 Hubo, pues, tanto razones tericas como histricas que, unidas a su inters primordial de poner en descubierto la mecnica de la acumulacin capitalista, explican por qu Marx, en El Capital, concentr su atencin en los efectos funcionales aludidos, o sea, en la superpoblacin relativa que se comporta como ejrcito industrial de reserva. Sin embargo, ya su mismo planteo del tema deja abierta la posibilidad de que una parte de la poblacin obrera no se relacione de manera inmediatamente funcional con el ncleo productivo del sistema: "La magnitud relativa del ejrcito industrial de reserva crece (...) conforme23 Cf. Michael Barratt-Brown, Alter Imperialism, Londres, 1963: Fritz Sternberg,, Capitalismo o Socialism07, trad. S. Achavarra, Mxico, 1954. 24 Cf. H. J. Habbakuk, American and British Technology in the 19th. Century, Cambridge, 1967; David S. Landes, "Technologica1 Change and Development in Western Europe: 1750-1914", The Cambridge Economic History 01 Europe, vol. VI, NQ 1, 1966, pgs. 274-601. 211 Cf. Richard A. Easterlin, "Influences in European Overseas Emigration before World War 1", Economic Development and Cultural Change, vol. IX, NQ S, 1961, pgs. 331-351; Perry Anderson, "Origins of the Present Crisis" en P. Anderson y R. Blackburn (eds.) Towards Socialism, Ithaca, N. Y., 1966, pgs. 11-52. 26 Vale la pena consignar que a las funciones directas e indirectas de la superpoblacin relativa estudiadas en el Libro I de El CaPital, se agrega en el Libro III (El Capital: nI, 223-224) otra de carcter ms general: la de operar como una de las causas que contrarrestan la ley de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia a travs de los mecanismos que all se analizan. 380

crecen las potencias de la riqueza. Pero cuanto mayor es este ejrcito de reserva en comparacin con el ejrcito obrero en activo, mayor es la masa de superpoblacin 'consolidada', cuya miseria est en razn inversa a su tormento de trabajo" (El Capital: I, 519, subrayado mo). Y bien: es precisamente para pensar los problemas especficos que se siguen de la consolidacin de un sector no funcional de la poblacin excedente que yo introduca el concepto de masa marginal. Desde un punto de vista terico, la cuestin gana saliencia cuando el modo de produccin capitalista ingresa a su fase monopolista: por un lado, el proceso de acumulacin se organiza en formas cualitativamente diversas, que requieren un tratamiento diferenciado; por el otro, respecto a las que resultan hegemnicas se debilita la importancia de los efectos "clsicos" de la superpoblacin, por una serie de causas examinadas en mi artculo. En el plano histrico concreto, si una ya abundante literatura documenta que as sucede en el pas central "modelo" -EE. UU.-, el fenmeno asume rasgos propios y significacin considerable en el caso de las formaciones del capitalismo perifrico, cuyo desarrollo desigual, combinado y dependiente cristaliza la superfluidad de buena parte de la poblacin excedente en trminos del rgimen de acumulacin dominante. Conviene insistir aqu en dos observaciones fundamentales que -segn se ver, Cardoso ha elegido ignorar por completo: 1. Como se desprende de lo expuesto, tanto el ejrcito industrial de reserva como la masa marginal son conceptos que denotan antes relaciones que agentes o soportes de tales relaciones. Cuando Marx se refiere a estos ltimos toma una precaucin metodolgica significativa, que abona la legitimidad de mi lectura y que sus intrpretes no han tenido en cuenta: los examina en tanto componentes de la superpoblacin relativa y no del ejrcito industrial de reserva, al punto que 10 que llama la modalidad intermitente de la poblacin sobrante forma parte del ejrcito obrero en activo (El Capital: I, 517). 2. Si bien es posible prever tericamente sus tipos principales, las categoras especficas que en cada formacin econmica-social integran la superpoblacin relativa -y que, por consiguiente, constituyen los soportes del ejrcito industrial de reserva y de la masa marginal- slo pueden ser determinadas a partir del anlisis concreto de situaciones concretas.

4.2.Para cuestionar mis argumentos en esta parte, el comentarista apela a recursos oblicuos de dos especies: una, explcita, consiste en presentar "su" resumen de la teora marxista del ejrcito industrial de reserva; la otra, implcita, estriba en tergiversar mis palabras a su antojo. Comienzo por la primera. 381

Llaman la atencin las distorsiones y las deficiencias de que adolece la sntesis intentada por Cardoso, dados no slo el objeto y el tono de su trabajo sino que: a) dedica a esa empresa la mitad -o casi- del artculo; b) omite aspectos fundamentales que cualquier buen manual contiene; y c) haba anunciado que era su propsito proceder a un examen "detallado" del pensamiento de Marx en la materia (pg. 63). En lo que hace a las distorsiones, an sin contabilizarlas todas, hay por lo menos dos que llevan a interrogarse acerca de sus aptitudes como exgeta: l. Segn indiqu, cuando Marx se refiere a los agentes o soportes y no a las relaciones mismas, los estudia en tanto miembros de la superpoblacin relativa, sin aludir al ejrcito industrial de reserva. Por eso titula la correspondiente Seccin 4 del Captulo XXIII de El Capital (El Capital: l, 516): "Diversas modalidades de la supe'poblacin relativa. La ley general de la acumulacin capitalista". Como tambin dije, la cuestin no es de ninguna manera intrascendente y, mucho menos -uno supondra-, para un paladn de la "lectura literal". Cardoso no piensa lo mismo: sin siquiera parar mientes en el asunto, denomina al apartado respectivo de "su" resumen: Modalidades del ejrcito de reserva (pg. 68) ; Y as lo desarrolla. 27 2. Seal antes que una frase por dems famosa de El Capital abona mi propuesta de distinguir los conceptos de superpoblacin relativa y de ejrcito industrial de reserva y, ms an, intelegibilidad a partir de ella: ". . . cuanto mayor es este ejrcito de reserva en comparacin con el ejrcito obrero en activo, mayor es la masa de superpoblacin 'consolidada', cuya miseria est en razn inversa a su tormento de trabajo" (Marx, El Capital: I, 519, subrayado mo). Cardoso "transcribe", a su vez, el pasaje; pero donde dice superpoblacin pone poblacin, con lo cual no slo deja de ser visible la diferencia sino que se altera el sentido mismo del texto. En este caso, el lector tiene derecho a considerarse engaado dos veces: una, porque el comentarista informa que est copian27 Un detalle menor que, de todas maneras, confirma el poco recomendable apresuramiento con que "lee" Cardoso. Resumiendo a Marx, ejemplifica as la modalidad flotante de la superpoblacin relativa: "Ejemplo: la industria necesita ms jvenes que hombres maduros, por eso los despide al llegar a la edad madura (parte de ellos emigra, parte prefiere permanecer en la empresa, los dems pasan a constituir la parte fluctuante del ejrcito de reserva" (pg. 69). El ejemplo puede ser vlido pero no es el que usa Marx, quien no se refiere a la eliminacin de jvenes que llegan a la edad madura sino a un fenmeno an ms dramtico, propio de las primeras pocas de la industrializacin capitalista: el despido de los nios que trabajan, apenas crecen, porque "se necesitan masas de obreros varones que no hayan alcanzado todava la edad juvenil" (El Capital: 1, 516). De cualquier modo es un hallazgo del comentarista que haya trabajadores que, pese a haber sido despedidos, prefieran permanecer en la empresa. 382

do la pgina 727 del volumen 11 de la edicin de Fondo de Cultura Econmica (1946; traduccin de Wenceslao Roces) y, sin embargo, all se lee, como corresponde, "superpoblacin" y no "poblacin"; otra, porque el original alemn ahorra cualquier duda "filolgica"; Marx tuvo la precaucin de escribir claramente "Konsolidierte SurPluspopulation". Pero tanto o ms importantes -y sospechosos- son los vacos que existen en la sntesis que brinda Cardoso. Otra vez, hay por lo menos dos que resultan inaceptables en un resumen de las ideas de Marx sobre el tema: me refiero al lugar que ocupa el ejrcito industrial de reserva en la teora del ciclo, por una parte, y en la teora del salario, por la otra. Escribe Marx acerca de lo primero: "El curso caracterstico de la industria moderna, la lnea -interrumpida slo por pequeas oscilaciones- de un ciclo decenal de periodos de animacin media, produccin a todo vapor, crisis y estancamiento, descansa en la constante formacin, absorcin ms o menos intensa y reanimacin del ejrcito industrial de reserva o superpoblacin obrera. A su vez, las alternativas del ciclo industrial se encargan de reclutar la superpoblacin, actuando como uno de sus agentes de reproduccin ms activos" (El Capital: I, 510, subrayado mo). Lo cual se liga estrechamente a la segunda cuestin: "A grandes rasgos, el movimiento general de los salarios se regula exclusivamente por las expansiones y contracciones del ejrcito industrial de reserva, que corresponden a las alternativas peridicas del ciclo industrial. No obedecen, por tanto, a las oscilaciones de la cifra absoluta de la poblacin obrera, sino a la proporcin oscilante en que la clase obrera se divide en ejrcito en activo y ejrcito de reserva, al crecimiento y descenso del volumen relativo de la superpoblacin, al grado en que sta es absorbida o nuevamente desmovilizada" (Marx, El Capital: I, 513). Como puede advertirse -y lo subrayo aun a riesgo de cansar-, ambos razonamientos establecen las caractersticas funcionales bsicas del ejrcito industrial de reserva: 1) proveer los brazos que requieren las expansiones cclicas del sistema, asunto tan central en el anlisis que -circunstancia tambin ausente del "resumen" del comentarista- Marx admite la absorcin peridica del ejrcito de reserva, "de tal modo que el mercado de trabajo aparece relativamente vaco cuando el capital se expasiona" (El CaPital: I, 513,28 Y 2) regular los salarios.28 Como sealaba en mi artculo esta idea de la absorcin peridica del ejrcito de reserva est siempre presente en el razonamiento de Marx. Ya en los Grundrsse haba advertido: "El capital (...), en virtud de que se reproduce continuamente como pluscapital, tiene tanto la tendencia de poner como la de abolir ese pauperismo. Opera en direcciones contrapuestas; en un momento prepondera una, en otro la contraria" (Grundrisse: II, 117). En El Capital, cuando estudia la reproduccin simple, anota que en las pocas de prosperidad, a la clase obrera "se incorpora activamente todo su ejrcito de reserva" (El Capital: 11, 318). Lo mismo observa en la 383

Es decir que ni las omisiones ni los errores citados de Cardoso parecen de manera alguna casuales sino que responden a su intento de eludir puntos clave de la discusin, al precio de deformar los tramos de 'El Capital' que dice estar exponiendo. Esto le permite despus aludir a esos tpicos en el simple modo de la mencin incidental y sin que la falta de coherencia lo inquiete demasiado: tan pronto niega la pretendida 'funcionalidad' del ejrcito de reserva en el capitalismo competitivo" (pg. 68) como la admite bajo condicin: "... (Marx vea las relaciones entre la acumulacin y la superpoblacin desde una perspectiva dialctica, esto es como contradiccin, y no se preocupaba con las funciones de la superpoblacin sino desde esta misma perspectiva" (pg. 70, subrayado mo). Slo que si, desde esa perspectiva, se preocupaba, por qu evade el tema Cardoso en su "detallada" exgesis? Y es que, acaso, mi "tipo de anlisis" viola tal perspectiva, como insina sin fundarlo (Cfr. pg. 68)? Dado que el "gambito dialctico" ha pasado a ser uno de los tantos recursos retricos en boga, veamos por un instante qu vale el conjuro en esta ocasin. a) En primer trmino, es bueno recordar que, a diferencia de lo que ocurre con la dialctica hegeliana, lo propio del mtodo de Marx no es el estudio de las contradicciones en s mismas sino en tanto forman parte de "la esencia misma de las cosas", segn la conocida frmula de Lenin. 29 b) El objeto central de mi anlisis -su "cosa" terica- era la superpoblacin relativa al modo de produccin capitalista. En buenos principios dialcticos, ese anlisis deba aprehender el carcter contradictorio de su objeto examinando tanto su proceso de formacin como la totalidad en que se inserta. c) Si para lo primero era necesario referirse al movimiento de la acumulacin -tal como lo hice-, para lo segundo no era posible un retorno directo a ese movimiento, so pena de incurrir en aquella "elusin metodolgica de las categoras de la mediacin" (Lukacs), que, justamente, Marx haba criticado en Ricardo. d) Fue para pensar tales mediaciones que introduje, "con propsitos heursticos", la idea de funcin. A despecho de la sntesis intentada porHistoria Critica de la Teora de la Plusvala: "La constante produccin artificial de una superpoblacin que slo es absorbida en tiempos de febril prosperidad, constituye una de las condiciones necesarias de produccin de la industria moderna" (1956: V, 75, subrayado mo). Desde luego, el reconocimiento de esta posibilidad deba avalar el tratamiento "funcional" de la poblacin obrera sobrante a que me he venido refiriendo. 29 Cfr. Charles Bettelheim, La transition vers l'conomie socialiste, Paris, 1970, pg. 156. . 384

Cardoso, no hay ningn anlisis serio del ejrcito industrial de reserva en que tal idea no se halle presente, 30 lo cual no puede sorprender a nadie desde que se trate de indagar cmo la superpoblacin relativa acta, a su vez, a modo de "palanca de la acumulacin de capital". Por eso, por ejemplo, cuando Trotsky estudia la crisis de 1930 en los pases centrales, anota: "El actual ejrcito de desocupados ya no puede ser considerado como un 'ej1'cito de reserva', pues su masa fundamental no puede tener ya esperanza alguna de volver a ocupase; por el contrario, est destinada a ser engrosada con una afluencia constante de desocupados adicionales". 31 e)' En ese sentido, la nica diferencia radica en que, en mi artculo, control explcitamente el uso de la categora funcin, buscando as develar en parte la unidad contradictoria del objeto en examen, que siempre se liga a la totalidad compleja del modo de produccin (o, en su caso, de la formacin econmicasocial) a travs de relaciones funcionales y no funcionales. Esa reflexin -cuya falta de dialecticidad se me escapa- serva de soporte a mis tesis ya aludidas sobre la superpoblacin relativa y a mi proyecto de explorar bajo qu condiciones la funcionalidad (o la no funcionalidad) de las relaciones tiende a constituir el aspecto principal de la contradiccin y cules son las consecuencias que resultan de ello a todos los niveles. (Por cierto que, en cualquiera de los supuestos, la investigacin terica del fenmeno slo procura poner de manifiesto tendencias, como ya se cuidaba de preve30 Sweezy, por ejemplo, inicia su tratamiento del tema con una interrogante: "qu es lo que detiene los salarios, de tal modo que la plusvala y la acumulacin puedan seguir siendo los rasgos caractersticos y esenciales de la produccin capitalista?" (Paul M. Sweezy, Teora del desarrollo capitalista, trad. H. Laborde, Mxico, 1958, pg. 99). Rosdolsky, por su parte, se pregunta: "Cules son las funciones que tiene, en el modo de produccin capitalista, esta poblacin obrera excedente?" (Roman Rosdolsky, op. cit., pg. 348) . Desde el ttulo mismo -"The Function of Labour Immigration in Western European Capitalism"- un reciente estudio anuncia su propsito de examinar cmo los trabajadores provenientes del Sur de Europa y del Tercer Mundo actan como el "nuevo ejrcito industrial de reserva" de los pases europeos ms avanzados. Para demostrado, analiza la "funcin dual" que cumplen: "Una seccin es mantenida como una fuerza de trabajo mvil fluctuante, susceptible de ser desplazada de fbrica en fbrica o de rama en rama en la medida que lo requiere el desarrollo de los medios de produccin, y a la cual se puede despedir y deportar cuando es necesario sin provocar tensiones sociales (...). La otra seccin es requerida para su empleo permanente en toda la economa. Se le ofrecen mejores condiciones y la oportunidad de una residencia prolongada. Pese a ello cumple todava la funcin de un ejrcito industrial de reserva, porque estos trabajadores reciben puestos inferiores, no tienen derechos polticos y pueden ser usados como una amenaza permanente para los salarios y las condiciones de la fuerza de trabajo local" (S. Castles y G. Kosack, "The Function of Labour Immigration in Western European Capitalism", New Left Review, nm. 73, 1972, pago 10). 31 Leon Trotsky, El pensamiento vivo de Karl Marx, Buenos Aires, 1968, pg. 28. Subrayado mo. 385

nir el mismo Marx (El Capital: I, 519) Y como yo seal repetidamente en mi trabajo). "Pienso que la contribucin ms importante que la metodologa puede hacer a la ciencia consiste, como deca Peirce, en ayudarle a quitar obstculos de los caminos de la investigacin".32 Ni contribucin metodolgica ni instrumento cientfico, el "gambito dialctico" -que poco tiene que ver con Hegel o con Marx- se ha convertido, precisamente, en uno de los obstculos a despejar.

4.3.Anotaba en mi artculo que la problemtica de la irrelevancia funcional de parte de la poblacin obrera excedente en el capitalismo avanzado poda vincularse con provecho a las secciones de los Grundrisse que atisban la direccin posible del desarrollo de las fuerzas productivas y examinan la "existencia contradictoria" del creciente "tiempo disponible" creado por los progresos del "capital fijo" (Marx, Grundrisse; n, 232). Me refera, en particular, al notable captulo sobre el maquinismo, donde Marx advierte que" (e) n la medida (...) en que la gran industria se desarrolla, la creacin de la riqueza efectiva se vuelve menos dependiente del tiempo de trabajo y del cuanto de trabajo empleados, que del poder de los agentes puestos en movimiento durante el tiempo de trabajo, poder que a su vez -su powerful effectiveness- no guarda relacin alguna con el tiempo de trabajo inmediato que cuesta su produccin, sino que depende ms bien del estado general de la ciencia y del progreso de la tecnologa, o de la aplicacin de esta ciencia a la produccin" (Grundrisse: n, 227). Cardoso responde: "Pero para Marx la consecuencia de ese proceso sera la agudizacin del carcter antagnico de la produccin capitalista, y no la instauracin de un capitalismo en una nueva etapa, que requerira una redefinicin de la categora de ejrcito industrial de reserva" (pg. 71). Por lo tanto, se le ocurre "sorprendente" mi alusin a esos textos, "que repito, son anotaciones" (Cardoso, pg. 72). En primer trmino, no dije en ninguna parte que se tratara de redefinir la categora de ejrcito industrial de reserva sino de pensar los distintos grados de funcionalidad que reviste la superpoblacin relativa. Despus, precisamente porque son -sobre todo en este caso- "anotaciones", me cuid de implicar que nos hallsemos ante una elaboracin detallada del asunto, subrayando en cambio su calidad de atisbo -en verdad, proftico- de la direccin del proceso. Como observa Supek,33 tales pasajes nos enfrentan con "anlisis que conciernen esencialmente32 Abraham Kaplan, op. cit., pg. 24. 33 Rudi Supek, "Marx et l'poque ue l'automation", L'Homme et la Socit. nm. 3, 1967, pg. 105. 386

la fase superior del desarrollo del capitalismo y que tocan de cerca los problemas ms serios del capitalismo en el siglo XX. Por ltimo, que la consecuencia sea una agudizacin de carcter antagnico de la produccin capitalista marcha exactamente en el sentido de mi argumento, a condicin de tener en cuenta que: "Por cada posible tendencia hacia el derrumbe, Marx menciona una cantidad de tendencias dilatorias. Esta lista incluye el desarrollo del monopolio, la conquista del mercado mundial y, significativamente, Marx menciona tambin el pago de 'salarios excedentes' a los obreros por parte de los capitalistas".34 El despliegue contradictorio de estas tendencias es uno de los rasgos salientes del modo de produccin en su fase monopolista que, efectivamente y contra lo que parece implicar Cardoso, constituye un nuevo estadio, "una modificacin de conjunto de las caractersticas del capitalismo, de sus manifestaciones, pero no de las leyes econmicas sobre las cuales dicho sistema se apoya". 35 Lo curioso es el eplogo de las observaciones que formula el comentarista en esta parte. Despus de sealar que, dado que en la fase monopolista sigue rigiendo la ley del valor, "an si el 'trabajo necesario' disminuye relativamente, la miseria creciente ser el polo opuesto, antagnico y necesario, de este proceso, conforme se vio en los textos de Marx ya citados" (pg. 73), agrega: "La no observancia de este resultado implica una revisin fundamental del pensamiento de Marx y no puede ser resuelta recurriendo a textos del propio Marx que habran anticipado los rasgos del capitalismo monoplico que lo tornaran compatible con una renovacin permanente de la base tcnica de produccin, menor nmero relativo de trabajadores incorporados y, al mismo tiempo, mejor nivel de vida creciente de los trabajadores (Nun, pg. 200-201)". Ante todo, las dificultades con que tropieza Cardoso cuando se trata de transcribir fielmente un texto me obligan, otra vez, a corregido: en el pasaje a que alude yo no hablaba de ninguna manera de una mejora creciente del nivel de vida de los trabajadores en general. Me estaba refiriendo expresamente a la "firma monopolstica" y puntualizaba que "su posicin privilegiada en el mercado y su avanzada estructura tcnica tornan compatible un incesante desarrollo de la explotacin entendida como razn entre el trabajo excedente y el trabajo necesario en la jornada de trabajo- con una mejora creciente del nivel de vida de sus obreros" (Nun, pgs. 200-201). Ahora bien: slo es posible argir que esta constatacin contradice "el pensamiento de Marx" si se supone que ste suscriba la llamada "teora34 Martin Nicolaus, "El Marx desconocido", en KarI Marx, Elementos fundamentales para la crtica de la economa poltica, t. 1, Buenos Aires, pg. XXXIV. 35 Antonio Pesenti, Lecciones de economa poltica, trad. H. Carriva, Caracas, 1965;. pg. 281. 387

de la pauperizacin absoluta de la clase obrera". Tal leyenda -como apropiadamente la denomina Rosdolsky- 36 fue difundida precisamente por revisionistas como Sternberg o Strachey (y ahora, segn se ve, Cardoso) y ha sido ya refutada de modo definitivo por numerosos autores, a los cuales me remito.37 Contra lo que sugiere la superficial interpretacin del comentarista, el prrafo de El Capital (El Capital: l, 520) que invoca hace justamente a la "masa de superpoblacin 'consolidada' " que mencion antes: "La acumulacin de miseria se refiere slo (...) al 'estrato de Lzaro' de la clase trabajadora, no a la clase en su conjunto. (Si as no fuera, se debera suponer que Marx esperaba que realizasen el socialismo los obreros ms 'ignorantes, embrutecidos y moralmente degradados' - cosa que quiz poda sostener Bakunin, pero no por cierto Marx) ".38

Lo que no deja de ser interesante es que, en esta parte, deformando mi texto en los trminos indicados, Cardoso me condena por una supuesta "revisin fundamental del pensamiento de Marx" debida a mi desconocimiento de las consecuencias negativas del desarrollo capitalista; pero tan slo dos pginas ms tarde me acusa exactamente de lo contrario, de haber sido llevado por mi anlisis del capitalismo monoplico a "una visin necesariamente catastrfica que difcilmente se apoya en los hechos" (pg. 75). Sin duda, todos los caminos de la salvacin me han sido vedados.

4.4.U na nueva crtica de Cardoso revela el rigor de su esfuerzo. Se apoya en el siguiente prrafo de mi artculo: "Lo que, en cambio, no tiene sentido (en la fase monopolista) es seguir tratando a todo el excedente de poblacin como si constituyera un ejrcito industrial de reserva desde que, en su mayora, no trascender el estado de mero factor virtual respecto a la organizacin productiva dominante" (N un, pg. 200). Esto le da pie para observar -y reiterarlo- que: "Ni en la fase monopolstica, ni en la competitiva, 'el excedente de la poblacin', esto es, las partes de la poblacin que no constituyen la 'clase obrera' podran ser, en rigor, considerados parte del ejrcito de reserva" (pg. 70) puesto que, aparentemente, yo habra incurrido en el error de creer "que36 Roman Rosdolsky, op. cit., pg. 351. 37 As, entre otros: Josef Steindl, Maturity and Stagnation in American Capitalism, New York, 1952, pgs. 229-336; Ernest Mandel, T1'ait d'economie marxiste, Pars, 1962, pgs. 188192, Y La formation de la pense conomique de Karl Marx, Pars, 1967, pgs. 137-150; Oskar Lange, La economa en las sociedades modernas, trad. Mireia Bofill, Mxico, 1966, pgs. 167-182; Roman Rosdolsky, op. cit., pgs. 351-364; Martin Nicolaus, "Proletariat and Middle Class in Marx: Hegelian Coreography amI the Capitalist Dialectic", Studies on the Left, vol. VII, NQ 1, pgs. 37.45. 38 Roman Rosdolsky, op. cit., pg. 354.

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aumenta la masa de personas (digo personas, no trabajadores) que quedan al margen del sistema. .." (pg. 71). Ocurre que no es aconsejable cuestionar una frase sin prestar atencin a su contexto. La que atrajo la mirada del comentarista corresponde a la seccin 3 del tercer captulo de mi estudio. El captulo en su conjunto analiza al modo de produccin capitalista en tanto objeto abstracto-formal; a mayor abundamiento, esa seccin 3 se abre precisamente con una advertencia expresa: "... cada vez que Marx se refiere a la mano de obra est aludiendo, por definicin, al trabajador libre de cualquier forma de arraigo precapitalista, que slo dispone de su fuerza de trabajo y que, por lo tanto, necesita tratar de venderla en el mercado para procurarse un salario. Esta es, igualmente, la premisa de los prximos prrafos" (pg. 195). De manera que adopt el mismo supuesto que lo exime a Marx de estar aclarando a cada momento que cuando habla de superpoblacin relativa o de poblacin excedente est aludiendo a la fuerza de trabajo disponible. Como, por lo dems, nunca me refer a "personas" ni utilic ningn otro trmino que indujera a error, debo confesar que ni siquiera imagin que fuese posible un tropiezo como el de Cardoso. Mxime que son bien conocidas esas premisas restrictivas del razonamiento de Marx que hice mas: es justamente contra ellas que se dirigen, por ejemplo, las crticas que en este punto le formula Rosa Luxemburg 39 Lo que de todas maneras resulta extrao es que, incluso atenindose exclusivamente al pasaje mencionado -que transcribe-, el comentarista no haya advertido algo evidente: que aludo en l al excedente de poblacin que es un factor productivo virtual, de modo que, claro, me estaba refiriendo a la fuerza de trabajo disponible y no a otra cosa. . .

4.5.Para no extender exclusivamente esta parte del ejercicio, vaya un ltimo ejemplo de cita trunca que ayuda a Cardoso a inventarse un adversario a medida. En la pgina 73 de su comentario me descubre un mal en apariencia grave: "la subjetivacin del anlisis categorial". Ilustra su diagnstico con este tramo de mi artculo: "Es decir que una baja tasa de desocupacin resulta compartible con la existencia de una superpoblacin relativa a la gran industria, categorizable como ejrcito de reserva y/o masa marginal" . As desgajada, la proposicin parece ciertamente caprichosa. Permtaseme restituirla a su contexto: ". . .la mano de obra sobrante en rela39 Rosa Luxemburg, La acumulacin del capital, trad. Raimundo Fernndez O., Mxico. 1967, pgs. 276-282.

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cin (al sector monopolstico) no necesariamente carece de empleo ya (que puede estar ocupada en (el sector competitivo). Es decir que una baja tasa de desocupacin resulta compatible con la existencia de una superpoblacin relativa a la gran industria, categorizable como ejrcito de reserva y/o como masa marginal. En este sentido, su funcionalidad depender del grado de satelizacin del sector competitivo que, en muchos casos, puede estar trabajando para las grandes corporaciones: aparecera as una nueva forma de 'putting out system' y, de hecho, las pequeas y medianas empresas estaran contribuyendo a reducir los costos salariales del sector monopolstico. (Desde luego, otro tanto ocurrira si el sector competitivo proveyese de insumos o de servicios a las grandes empresas)" (Nun, pg. 202, subrayado agregado). Salvo que se suponga que "el grado de satelizacin del sector competitivo" es un problema personal del observador, aquella "subjetivacin" corre por cuenta de Cardoso.

4.6.En sntesis, tal como sucediera con el primer captulo de su ensayo, en las secciones a que vengo de referirme Cardoso esquiva una discusin mnimamente rigurosa de los problemas que intent plantear en mi artculo. Y as como antes acababa por admitir implcitamente la distincin entre superpoblacin relativa y ejrcito industrial de reserva, tambin ahora termina por dejar puertas entornadas en el embrollo retrico que descarga sobre el concepto de masa marginal: "El problema puede ser real y, de cualquier modo, apunta a un fenmeno emprico visible en la superficie de la vida social, particularmente en los pases dependientes y simultneamente industrial izados bajo una forma monopolstica" (pg. 71). "No es que no exista un excedente de superexplotados: parte considerable de los negros americanos, de los portorriqueos; 'braceros' mexicanos, etc.; son ejemplos .obvios" (pg. 75). Por lo visto, finalmente no todo est perdido... 5. Observaciones a modo de conclusin Los "comentarios crticos finales" con que Cardoso cierra sus notas son coherentes con stas, por lo que su refutacin puntual requera bastante espacio. Procurar sinterizar la rplica centrndola en dos cuestiones a las que creo til referirme.

5.1.Ante todo, el comentarista insina ciertas dudas empricas: "existe realmente una 'masa' creciente sin ocupacin?" (pg. 75). 390

Primeramente, segn subrayara en mi artculo, la superpoblacin relativa no comprende slo a trabajadores sin empleo. Cedo aqu la palabra a Marx (El Capital: I ,517): "La tercera categora de la superpoblacin relativa, la intermitente, forma parte del ejrcito obrero en activo, pero con una base de trabajo muy irregular" (subrayados originales). No se trata nicamente, ahora, de considerar tambin el problema de la subocupacin sino de hacerlo teniendo en cuenta la fragmentacin del mercado de trabajo industrial a que me refer, la cual resulta inabordable por medio de estadsticas agregadas de ocupacin y de ingreso. Por eso coincida con la observacin de Vera Lutz,40 "lo que necesitamos saber no es simplemente cunta gente encontr empleo de algn tipo, sino a qu nivel de remuneraciones lo consigui -si es en el sector de altos o en el de bajos salarios". De cualquier manera, aun dejando a un lado ese aspecto fundamental de la cuestin y atenindose exclusivamente a las estimaciones ms globales disponibles para Amrica Latina, se constata que los ndices de desempleo abierto de la fuerza de trabajo pasaron de 5.6% en 1950 a 9.1 % en 1960 y a 1l.l % en 1965, al tiempo que en esos quince aos decreca en un 2% la proporcin de la fuerza de trabajo en la poblacin total. 41 Segn Lederman, 42 de mantenerse las tendencias actuales, para 1980, con una poblacin estimada en alrededor de 360 millones de habitantes, la tasa de desocupacin abierta del rea podra alcanzar al 18.6% de la fuerza de trabajo. Si a estos datos -conforme a los cuales, ya hacia 1965 casi nueve millones de trabajadores latinoamericanos carecan de empleo- se aaden las cifras estimadas de subocupacin traducidas a una tasa equivalente de desempleo, la desocupacin total habra ascendido, hacia 1960, al 26% de la poblacin activa 43 y, a fines de la dcada, a ms del 30%. 44 Conjeturalmente, slo para absorber el crecimiento natural de la fuerza de trabajo y mantener esos niveles de desempleo equivalente impidiendo que se deterioren an ms, durante la dcada que corre el PBI de la regin tendra que incrementarse a una tasa anual del 6.5%.4540 Vera Lutz, ltaly. A Study in Economic Development, Londres, 1962, pg. 45. 41 O. I. T., El Plan de Ottawa: un programa regional de fomento del empleo y de la formacin, Doc. 28-1, 1968, pgs. 14-16, mimeo. 42 Esteban Lederman, "Los recursos humanos en el desarrollo de Amrica Latina. Notas para una poltica". Cuadernos del ILPES, Serie 11; NQ 9, 1969, pg. 62. 43 CEPAL, Estudio econmico de Amrica Latina. (Algunos aspectos de la economa latinoamericana hacia fines de la dcada de 1960), New York, Santiago, 1968, pgs. 65-66. 44.ILPES/CELADE, Elementos para la elaboracin de una poltica de desarrollo con integracin para Amrica Latina, Santiago, 1968, mimeo; Lederman, op. cit., pg. 11. 45 CEPAL, Aspectos bdsicos de la estrategia del desarrollo de Amrica Latina, New York, Santiago, 1968, pgs. 34-35. 391

"Para apreciar lo que esto significa, es necesario recordar que durante la dcada de 1960 la tasa de crecimiento del PBI ha sido slo del 4.7% anual y que, desde el fin de la Segunda Guerra, la tendencia de esta tasa ha declinado consistentemente".46 Como puede advertirse, todos estos datos -al igual que otros que indicaba en mi trabajo y que varios ms que podran agregarse 47-, pese a sus reconocidas limitaciones, marchan en la misma direccin y sealan con elocuencia la gravedad del problema. Dado que Cardoso no aporta ningn elemento que permita invalidarlo, 48 hasta tanto ello ocurra no me parece descabellado otorgarles un cierto margen de confianza.

5.2.Cardoso concluye criticndome por haber creado un concepto -el de masa marginal-: a) cuya relacin con la forma de acumulacin existente no defino; b) no operacionable ni empricamente riguroso; e) "inespecfico"; y d) no apto para describir "una situacin de consumo" ni para prever formas de comportamiento -"mayor o menor integracin social o poltica, por ejemplo"- (pgs. 74-75). La primera observacin es, por lo menos, curiosa desde que todo mi esfuerzo -y, de paso, varios pasajes de su propio intento de crtica estuvo centrado en el anlisis de las relaciones entre la superpoblacin relativa y los procesos de acumulacin dominantes. "'Prubeme que me46 Andrew Gunder Frank, "The Under-development Policy of the United Nations in Latin Amerioa", N. A. C. L. A. Newsletter, vol. III, N 8, 1969, pg. 4. 47 Cfr. ILPES, 1969; Anbal Pinto, "Notas sobre la naturaleza e implicaciones de la 'heterogeneidad estructural' de Amrica Latina", en I LPES. Dos polmicas sobre el desarrollo de Amrica Latina, Santiago, 1970; Ral Prebisch, Transformacin y desarrollo. La gran tarea de Amrica Latina, Mxico, 1970. 48 Por el contrario, en un trabajo anterior, el comentarista haba sostenido en relacin a Amrica Latina que "si bien es cierto se acentan en los pases ms industrializados la diferenciacin e integracin de los grupos en el interior del sistema capitalista.industrial, sin: embargo aumentan, en nmero absolutos, las capas perifricas". Y agregaba: "Por cierto, tal proceso se verific tambin en las etapas iniciales de la industrializacin europea. Pero mientras en ese caso el dinamismo del sector industrial y su capacidad de absorcin de mano de obra redujo en forma creciente el 'ejrcito de reserva', en Amrica Latina, por los motivos sealados, se verifica simultneamente la formacin de sociedades de tipo industrial y la mantencin en la periferia de ellas de amplias Capas sociales, que si ya no son tradicionales-rurales, tampoco llegan a ser urbano-industriales en sentido preciso" (F. H. Cardoso y J. L. Reyna, Industrializacin, estructura ocupacional y estratificacin social en Amrica Latina, Santiago, 1966, pg. 37, mimeo). Sin perjuicio de que la referencia al caso europeo sea por dems superficial (olvida factores tan decisivos como la expansin imperialista y la considerable emigracin de mano de obra), es evidente que estos pasajes -que formaban parte del captulo de conclusiones- estn lejos de sugerir una discrepancia demasiado profunda con las estimaciones a que he hecho alusin. 392

hace falta estudiar lgica', lo desafiaron a Epcteto. 'Cmo va a saber usted que la prueba que le doy es buena?', respondi". 49 La crtica que sigue es improcedente pues, como indiqu, la nocin de masa marginal -lo mismo, por otra parte, que la de ejrcito industrial de reserva- no es ni un concepto emprico ni una construccin hipottica sino un concepto terico. Segn se sabe, tales conceptos: a) no son susceptibles de definicin en sentido estricto sino de especificaciones de significado, y b) en trminos generales, tanto estas ltimas como sus contenidos empricos dependen de la posicin y de las relaciones de la categora con otros conceptos en el interior de un espacio terico determinado: de ah la estrategia de anlisis que adopt en mi artculo. Son, desde luego, conocidas las dificultades que este tipo de conceptos le plantean al operacionalismo empiricista que nutre la observacin de Cardoso: por idnticos motivos, sus sostenedores rechazan, por ejemplo, la nocin de plusvala. En cuanto a la falta de especificidad de la "masa marginal", se debera a que "comprende individuos que se relacionan de manera heterognea con el proceso productivo y socialmente se colocan en niveles diferentes (empleados, desempleados, no empleables, etctera)" (Cardoso, pg. 76). Sin duda; slo que esa heterogeneidad caracteriza a la superpoblacin relativa, tal como fuera correctamente tematizada por Marx. Es que son tal vez homogneas las modalidades "flotante", "latente" e "intermitente" de la poblacin obrera sobrante que describe El Capital y las cuales suma, por aadidura, las tres categoras del "pauperismo"? No engloban, acaso, desde trabajadores rurales excedentes hasta desocupados urbanos con experiencia industrial previa, pasando por la mano de obra empleada en condiciones de jornadas de trabajo mxima y de salario mnimo? As planteada la crtica, si es "inespecfico" el concepto de masa marginal tambin debe serlo el de ejrcito industrial de reserva. Desde la perspectiva adoptada por Cardoso, esta conclusin resulta inescapable. Pero ocurre que el comentarista llega a este cul-de-sac porque tanto su empiricismo semntico como su peculiar sntesis de El Capital y su incomprensin de mi anlisis lo llevan a buscar la especificidad donde no corresponde, es decir, a nivel de los agentes. Como subray en forma reiterada, lo que permite determinarla es, en cambio, el tipo de relaciones que se establecen entre la superpoblacin y el proceso de acumulacin dominante, funcionales en un caso y no funcionales en el otro. Esto dicho, se est en condiciones de advertir porque tambin la ltima observacin de Cardoso es irrelevante. Primeramente, el objeto de la categora no es "la descripcin de 'una situacin de consumo'''. Aunque no s bien qu quiere decir que un concepto "permita" tal descripcin (dr. Cardoso, pg. 74), ella hace,49 Kaplan, op. cit., pg. 7. 393

en todo caso, a otro momento del anlisis, en el que est muy lejos de "impedida": por el contrario, la distincin propuesta entre los grados de funcionalidad de la superpoblacin relativa introduce con provecho al examen del modo en que cristalizan, en cada coyuntura, las diferencias entre sus componentes. (Remito, por ejemplo, al lector al interesante estudio que viven de publicar Piven y Cloward 50 sobre la pobreza en Estados U nidos, donde el anlisis de los programas asistenciales cobra sentido cuando se lo conecta con la distinta relevancia funcional de la mano de obra sobrante para el gran capital y para los restantes sectores productivos. (Ver, en el mismo tenor, Sweezy). 51 Por otra parte, la exploracin terica emprendida es necesaria para esa previsin de los comportamientos que preocupa a Cardoso y, a la vez, pone de manifiesto los riesgos que implica pretender instalarse de entrada en el campo de tales comportamientos, conforme a la prctica corriente de las investigaciones sobre la "marginalidad". En este punto, creo til transcribir algunos pasajes de mi segundo trabajo sobre el tema 52 que, como dije, el comentarista prefiri ignorar. "Sin embargo, caera en la trampa del economicismo quien intentase pasar directamente de lo expuesto a un estudio de la participacin. sta hace a otra esfera, la de las prcticas sociales, que resulta, a su vez, 'un dominio-efecto estructurado del sistema d las estructuras' (Poulantzas, 1968: 71)" 53 y, por ello, antes de abordado, sera preciso extender nuestra indagacin a las restantes instancias -la poltica, la ideolgica- que, junto con la econmica, establecen lmites objetivos a la variedad posible de los comportamientos de los actores. Me limitar (aqu) a formular algunas observaciones globales que ilustren, al mismo tiempo, la relevancia de la conceptualizacin propuesta. Para ello, conviene comenzar insistiendo, -como lo ha hecho Lockwood (1964: 245) _54 en la diferencia entre integracin social e integracin del sistema, a objeto de distinguir entre las relaciones ordenadas o conflictivas que se establecen, en un caso, entre los actores y, en el otro, entre las partes de un sistema social. Tanto el funcionalismo nor50 F. F. Piven y R. A. Cloward, Rcgulalillg the Poor. TlIe FUllctions of Public Wellare, New York, 1971. 51 Paul M. Sweezy, "Thoughts on the American System", Monthly Review, Vol. XX, nm. 9, 1969, pgs. 1-13. 52 Jos Nun, "Marginalidad y participacin social: un planteo introductorio", Simposio sobre la participacin social en Amrica Latina, I. l. E. L., Mxico, 1969, pgs. 25-29, mimeo. Versin italiana publicada en lntemational Review of Community Development, nm. 25/26, 1971, pgs. 175212. 53 Nicos Poulantzas, Pouvoir politique et classes sociales de l'Etat capitaliste, Pars, 1968, pg. 71. 54 David Lockwood, "Social Integration and System Integl'ation", en G. K. Zolls chan y W. Hirsch (eds.) Explorations in Social Change, New York, 1964, pg. 245.

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mativo como la mayora de sus crticos han tendido a concentrarse en las primeras, oponiendo las temticas adaptacin/alienacin, normal poder, consenso/conflicto, etctera; y ste es tambin el tipo de enfoque que domina los trabajos sociolgicos sobre la marginalidad en Amrica Latina. Sus resultados poco satisfactorios no se deben slo a las dificultades analticas que, en general, plantean tales dicotomas. Ocurre que al no percibir el fenmeno como un ndice de contradicciones estructurales del sistema, no advierten que stas impiden, en principio, un simple tratamiento "unidimensional" de la integracin social. Recapitulo: un desarrollo capitalista desigual y dependiente que combina diversos procesos de acumulacin en el contexto de un estancamiento crnico, genera una superpoblacin relativa a la forma de produccin hegemnica que acta, en parte, como ejrcito industrial de reserva y, en parte, como una masa marginal. Lo que es importante es que la no funcionalidad de esta ltima est indicando un bajo grado virtual de integracin del sistema, un desajuste a resolver, cuya solucin organiza modos de integracin social compatibles con el mantenimiento de la matriz de relaciones vigentes. Para aclarar el punto con un ejemplo ms o menos sencillo, recurrir al conocido debate en torno al "dualismo estructural" de las naciones en desarrollo, en este caso, las de Amrica Latina. Como es sabido, se comenz reconociendo -en la lnea de Boeke- un dualismo sociolgico, la coexistencia de "dos sociedades diferentes" dentro del mismo pas, la tradicional y la moderna (cf. Germani, 1963.55 "Se advirti, despus, que 'en realidad, el dualismo sociolgico es el correlato inevitable del dualismo econmico' (Dasgupta, 1964: 178) ".56 "Por fin, la vigorosa crtica de autores como Stavenhagen (l965) ".57 "o Frank (1968) ", 58 "vino a desmistificar esta ltima interpretacin, mostrando que tal dualismo econmico no es sino la forma en que se manifiesta el fenmeno ms profundo del colonialismo interno. Lo que falta aadir es que, a su vez, aquel dualismo sociolgico revela un tipo particular de integracin del sistema, el cual inhibe sus tendencias inclusivas para preservar la estabilidad. En otras palabras: un sistema amenazado por contradicciones estructurales como las mencionadas, puede mantener el equilibrio disminuyendo la interdependencia de sus partes (d. Gouldner,55 Gino Germani, op. cit. 56 Samir Dasgupta, "Underemployment and Dualism. A Note", Economic Development and Cultural Change, vol. XII, nm. 2, pg. 178. 57 Rodolfo Stavenhagen, "Siete tesis equivocadas sobre Amrica Latina", El Da, Mxico, 1965. 58 Andrew Gunder Frank, CaPitalism and Underdevelopment in Latin America, New York, 1966. 395

1959: 253)".59 "Por eso, subrayar la subordinacin econmica de stas a la hegemona del 'centro' capitalista no debe oscurecer un hecho ms general e igualmente decisivo: en determinadas circunstancias, una cierta fragmentacin del conjunto es la nica estrategia unitaria posible. De esta manera, se afuncionaliza la no funcionalidad de la masa marginal, favoreciendo distintos grados de autonoma de los subsistemas que la contienen: as lo ilustran situaciones aparentemente tan dismiles como la persistencia del gamonalismo en la sierra peruana (cfr. CotIer, 1968) ",60 "del minifundio en Mxico (cfr. Stavenhagen, 1969)" 61 "o de un considerable estrato de empresas cuasiartesanales en todo el continente (cfr. CEPAL, 1964)".62 Contra lo que suelen suponer observadores apresurados, este tipo de equilibrio no es de ninguna manera esttico y resulta de una tensin constante entre presiones centrfugas y centrpetas que obligan a multiplicar compromisos y alianzas casi siempre precarios. Para advertir gruesamente la complejidad que implican, considrense en abstracto, por ejemplo, tres esquemas productivos diversos: uno, precapitalista semifeudal; otro, capitalista competitivo; el tercero, capitalista monopolstico. La determinacin en ltima instancia por la base econmica hace que el ndice de dominacin manifiesto corresponda, en cada uno de ellos, a niveles distintos. As, la instancia ideolgica prevalece en un rgimen de colonato cuasi-servil, donde la extraccin de productos o de trabajo gratuitos exige que el explotado internalice la superioridad del explotador, sea sta racial, cultural, religiosa o de cualquier otra ndole. En el caso del capitalismo competitivo, en cambio, la apropiacin de la plusvala se realiza en el proceso de trabajo mismo y es la instancia econmica la que cobra saliencia decisiva. La lgica del capitalismo monopolistico, por fin, reclama una intervencin creciente del nivel poltico en todas las esferas, para reducir la anarqua del mercado, controlar las fluctuaciones cclicas, establecer programas de inversiones, etctera. Si se piensa, ahora, en una formacin econmica-social concreta que combine parcialmente estos tres esquemas productivos bajo la gida del tercero, es fcil comprender que la necesidad aludida de autonomizarlos hasta cierto punto para preservar el equilibrio, constituye una solucin tan complicada como inestable: as, la tendencia al liberalismo econmico del capitalismo competitivo mina el paternalismo ideolgico reque59 Alvin W. Gouldner, "Reciprocity and Autonomy in Functional Theory", en Uewellyn Gross (ed.) Symposiums on Sociological Theory, Evanston, Illinois, 1959, pg. 253. 60 Julio Cotler, op. cit. 61 Rodolfo Stavenhagen, "Margina:lidad y participacin cn la reforma agraria", Re vista Latinoamericana de Sociologa, nm. 2, Buenos Aires, 1969. 62 CEPAL, Problemas y perspectivas del desarrollo industrial latinoamericano, Buenos Aircs, 1964. 396

rido por la explotacin pre-capitalista de la mano de obra y los esfuerzos planificadores del capitalismo monopolstico ponen a ambos en peligro, al tiempo que son afectados por ellos. Se ingresa de esta manera en una peculiar racionalidad de la incoherencia y el Estado aparece como el mediador indispensable para evitar la desintegracin de un sistema cuyo cemento ms eficaz es la coercin abierta. "Desde luego, el examen de un equilibrio de esta naturaleza lleva a replantear ciertos anlisis corrientes de la 'sociologa de la modernizacin'. Cuando no se cuestiona, en efecto, la capacidad integradora del 'polo moderno' de la ecuacin dualista, es natural que la movilizacin sea definida como la participacin excesiva de un grupo respecto a los niveles que la sociedad tradicional considera normales (Germani, 1963 y 1969)".63 "Pero si se acepta que el mantenimiento del sistema en su conjunto exige reducir la interdependencia de sus partes, amenazar la autonoma relativa de stas pone tambin en peligro a aqul y, por lo tanto, debe admitirse que esa participacin resulta excesiva incluso respecto a los niveles que la sociedad moderna considera normales para ese grupo. El 'realismo sociolgico' de la burguesa paulista, por ejemplo, le hizo comprender sin demasiadas dificultades los costos econmicos y los riesgos polticos implcitos en las campaas de alfabetizacin de Nordeste que se promovieron bajo el gobierno de Goulart. Basta lo dicho para sealar que, en contraste con el concepto clsico de ejrcito industrial de reserva, la categora de masa marginal nos alerta sobre prohlemas en la integracin del sistema que imponen pautas especficas de integracin social. En tales condiciones, suponer a priori que el sistema valoriza homogneamente la participacin como modo central de conducta implica situarse de entrada en el campo de la ideologa. A la vez, si la disgregacin social es una de las claves de la reproduccin del sistema en las formaciones capitalistas perifricas, slo a partir de su anlisis concreto en cada contexto especfico ser posible elaborar estrategias tendientes