Del amanecer y otras cuestiones

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Del amanecer y otras cuestiones

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una selección de poemas inéditos

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Del amanecer y otras cuestiones

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De Marcelo Lazovic

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Para empezar la semana

escribir en las nubes con el bolsillo desparramado y las medias sucias / pero no importa /

hoy no / tal vez no importe tampoco mañana cuando llueva de abajo para arriba o el frío me desprecie / así escribiré / con la cabeza en la radio o en el vómito de un día negro / de esos días que no perdonan / que duermen en mi nuez porque ahí el problema no se resuelve echando la suerte / no / ahí los pantalones tiemblan y la noche es larga porque los sonidos amplifican los ecos los pájaros de ramas frías las brasas en tu pulso / todo

la poesía corre y corre en la tierra como buscando su jardín / su todo o nada / entre sonidos

que están llenos de alarmas y sirenas / de miedo / de lunes mentiroso

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Intermitente esta vez porque así se quiere los grises se ocuparán de tanta sombra tus colores se fueron te habrán dejado la penumbra y a tu piel ya sé como recortadas entrelíneas volverás a tus viejas muertes y no quedará cielo para tu nariz no hoy no correrás no habrá jardín para tus manos

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Esporádico

No es cuestión de olvido, y así porque sí; todas las voces que se cruzan en el misterio serán alguna vez recompensadas. Que si la ventana atrae a la implosión, no sé, tal vez sólo haya caminos hacia la duda, y los sueños que la acompañan refuerzan algo así como la contundencia, esa forma transparente de sentir la música en el frío.

Juntar pedazos del día para que algo alcance, por lo menos nuestros nombres. Porque,

qué alcanza si no; un par de zapatos, otro par de versos de los que no espero ni el hilo.

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Informe del río gastado

entre lo oscuro y las señales las cosas existen pero no tanto como hay varias ramas colgando de la mañana vas a marcar el límite / lo más probable es

que el lugar que extrañás no esté / no esté y no aunque leas el final de la novela aunque veas llorar a un hombre lo que te mata está cerca / se despierta con y para vos / te sigue / se aferra a tus tobillos

desde tus lados más turbios / llega hasta tus poros / pero se repliega / es tu sombra y tu tropiezo / busca morder la belleza arrancándole el aire a las formas de tu ilusión

si el tiempo que pasó es un cúmulo de derrotas acumuladas / si es un montón de cuerpos imposibles / cómo se entiende entonces el encuentro / porque habrá una orilla donde perdimos nuestros sonidos / porque dejamos que la poesía forzara los actos tristes / porque sólo retrasamos la tristeza

y después qué habrá modos de preparar el día / modos de la mañana que no significan que vayas a

hundir tus colores en la tormenta / así tan fácil / no / sé que rebotarás si el sentido no se extiende o si la omisión mide la riqueza del alma

este espejo es un futuro de caras desparejas y pájaros de frío como si revolvieses tu vida en un poema repetís la mirada desde los pensamientos poco

claros y jugás con tus manos lavándolas en el río para no tener nada ni un perro de dos colas ni un beso partido ni odio para repartir

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Mapa Veré la mano y habrá cierta distancia entre efectos y movimientos. En el ambiente la ceniza

está golpeando, algunos silencios se amontonan como para pifiar el presente, la mano lenta repite lo que en la cabeza parece temblar, y tiembla; tantas desventuras, tanta noche para girar los dedos a ver si. Un eco se larga a sombrear la distancia, como imitando lo que hay entre el chasquido y la luz. La mano lenta se aproxima a un vaso que termina siendo un lápiz que termina siendo un cuchillo que.

Llueve, poca cosa, porque igual la mano juega con el sentido, que se acalambra frente a los ruidos; ecos que fustigan el movimiento. Porque ya estaba temblando, porque el aire acorta el efecto.

Rápidamente la mano se abre a una cara de gestos tardíos, a unas muecas entre dolor y crudeza. Rápidamente la mano toma el vaso que toma el lápiz que toma el cuchillo y lo clava en el pecho de la derrota eternamente.

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De la suerte Desde que los principios me amenazan las cosas se pusieron fieras. Conozco mis trampas,

y sin embargo; cuántas luces evité, cuántas marcas silenciosas me taparon. Rebotaré; cómo hace el absurdo para mantenerse estable, cómo será el viento que empuje a favor; un guiño un llamado una luz un vaso que no se rompe.

Voy a pensar en la suerte, qué es tener buena o mala suerte, dónde descansa el destino. En un punto la inflexión juega, y el invierno es retroceder por lo menos dos casilleros, como si las ramas apuntaran al revés. En ese punto el equilibrio no dispersa la niebla; cómo empezó, cuándo. Cuándo fue que el aire frenó las manos y nosotros nos vimos solos.

De alguna manera querré alcanzar tus pasos, esos que están llenos de calles y de

nombres, ahí donde la memoria se ejercita. Dentro del círculo dirás que los colores impostores son los colores mismos, y entonces; la

realidad. Tanta confusión del presente hará que el vidrio de la ventana estalle. O no, tal vez se refuerce. Estás entre los ruidos y no es música. No hay algo que imprima un quiebre, son instantes en donde lo que importa se reduce a esperar que la siguiente palabra sucumba o vibre o rompa el círculo, que escapa de la costumbre y va.

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De frenos y panópticos Habré sido rodeado por aquellos mis fantasmas; estoy tan seguro que ya no sé a quién

pertenece la sombra que está debajo. Tantas oscuridades torcieron aquella mi mirada que hoy las marcas del presente se hunden una tras otra lejos del campo que intento descubrir. Cuánto he perdido, de cuántas maneras se vistió la muerte para truncar las ansias las intenciones la sed las ilusiones.

Estoy tan seguro de haber sido rodeado por aquellos mis fantasmas que el trazo de esta escritura recorre bordeando los misterios que alguna vez develaré; la calle hoy, la calle atada por cámaras y ruidos exige otra cosa porque nosotros nos exigimos otra cosa. Cuál es mi nombre en todo esto, qué significa un nombre en esta urbe, qué palabras alcanzarán a qué en este cinturón de custodios morales.

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Interpretando grises sintomáticos clavaste tu ausencia y te llevaste hasta el frío bastó un puñado de noches de ojos turbios llenos de sal de olvido bastaron palabras irreversibles como pájaro de dos tiros y tu nombre que desnudó la imagen de tu cuerpo tenía una mano en el fuego y la otra sosteniendo la respiración ese sonido el de la gota era como el de un cuchillo clavaste tu ausencia y te llevaste hasta el frío qué tristeza me soñó esa vez ayer me crucé fiero mis vidas se quedaron ahí pero no sé qué quedó ayer fue poca la luz y tontos los movimientos no había logrado la cornisa y la ciudad se me cayó pasé el resto del día preparando mi suerte

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Desde el principio

Cuando quedan cosas en el tintero, el bosquejo se reduce a la intención, entonces pasa eso que se sabe que va a pasar; la pared se agranda y el frío enfila peor. Las miradas de otoño que quedan apenas alimentan el río.

Vamos a sacarnos las cosas difíciles, vamos a limpiar el estómago. El punto no es claro pero igual, el arte empieza cuando el presente no aparece. Detrás del fuego, el río está oscuro; qué ruta alcanzará ese destino alguna vez.

Para que la ceniza desborde hace falta primero llenar el cuadro; yo doy unas cuantas

vueltas mientras vos empezás a creer (casi, menos mal) que el silencio es también un poco adentrarse, que el presente se construye desde atrás, mucho más atrás de lo que está pintado hoy en las ciudades; esa fugacidad.

Las líneas que siguen el rumbo feroz serán líneas feroces, y la pared que hasta ahora te hace rebotar, en realidad sugiere que rebotes aunque no haya choque o no haya pared. Porque, por más que creamos en algo, en realidad qué es ese algo

ceniza cuadro poesía puente el principio, después de todo qué mirada ofrece la poesía acaso habrá otra mirada.

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Otras cuestiones y vos que amanecés con la garganta en una palabra / pero igual vas a amanecer hoy lo que duele está a tu alcance y te digo aunque lo sepas la poesía tiene un aire maldito por más que haya recuerdo no habrá palabras gentiles ni dormir que valga / no hasta que

reconozcas lo peor / que la costumbre de disparar al revés es como un horizonte de pies mojados / son papeles y acentos que no fuerzan la pared ni el vidrio ni asimilan la combustión

el día pasa y le das y le das porque lo ausente no se quiebra / el café derrite las

sensaciones que se abren a una realidad que está pero no está / como un libro de poemas sin poesía

apoyás la cabeza sobre la mesa para descubrir que tenías nudos de sangre rodando entre

tus palabras cuando los desatés crecerán árboles hasta el cielo

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Imagen fortuita

Escribirás en el ruido loco de una madrugada, despierta en el silbido desparramado de tu nombre; entre la humedad y la tristeza hay un punto que no se dobla. Ese punto será como la sombra que evoca los terrores en el jardín de nuestras infancias.

Volver, sujetar el principio y las ideas, sentir que la música se levanta, que el lugar donde

convergen todos los lugares es el encuentro de lo que existe. Y después, qué habrá. La cabeza en lo oscuro manchándose con aceite o sangre. Que implora. Que nació como un reflejo de letras malditas.

Y el ruido en el cuerpo, en el cuerpo tormentoso, y lo que se escribe cuando se está frente

a las uñas gastadas, principalmente cuando se está frente a una hoja, así, casi imposible. Mientras, el latido en tus pasos, en tu música o en la red.

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Canción para los arrabales en el humo todo es tan rápido que no te das cuenta de que llueven calles sin vereda que los temblores son cárceles difíciles de llevar verás en el exceso cómo se lastima la sed verás que el latido supone voces largas verás la parodia que somete como por encargue del diablo y habrás visto ya cómo desfiguramos la poesía ese forzar la ilusión cuando parece que nada vale la soledad es una pared y si tomás el exceso como partida habrá situaciones sucias palabras que no terminan de definir cuál es la libertad y cuál el dolor quién enseña la manera de destruir cómo empezó en qué origen el desnudo fue pensado para que hoy la poesía se parezca a un rasguño y el misterio / esa luna de ojos que ríen que se ríen como la muerte que marca en los tobillos la fuga la fiebre inspira formas de retroceso un poco como aceptar que las condiciones conforman no dejá atrás la ceniza y los malos cuentos dejá atrás el paraíso y volcá tu nombre sobre las manos todas no es el final / sabés sólo el miedo conduce al fin

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Un montón de cosas

Estar en el lugar peor cuando la tarde caiga como aguja, porque lo que asusta no es la aguja sino la pena que la transita. De tomar, tomo el camino hacia el cruce, hacia los ríos, ese rincón en donde fluir es fluir.

Voy a vencer el mal sueño tal vez haya una mancha de deseo atorada que marque el paso,

el mover los dedos, el aproximar aire para no perder. Repito un par de palabras aire fuga aire fuga repito la falta de conclusión; la ausencia es el tiempo abominable del amo, es fuego entre la

cabeza y el ladrido que agudiza la falta, ese mal sueño. Habrá luces y más luces y dientes cansados; habrá sal cayendo de la luna y frenos

violentos en plena calle. El desnudo de la imagen corre junto a unos cuantos verbos. Y después, lo que haya que refugie el dolor será la sombra, todas las sombras al asecho.

Así sigue agujero y respiración. Y a dónde hay que mirar, entonces, si las trampas son las trampas de siempre, esconden

los sonidos de la piel para que el desamor no termine de llegar nunca, como la aguja que no asusta sino la pena que la transita. Busco el borde para no enfilar hacia el absurdo.

En el sentido. En la respiración. Alguna marca a vencer, alguna voz que raspe algo más

que la mera rutina. Un río, y el latir abismal entre los sonidos y el agua, y ahí vos, tu salto múltiple; como volver a aparecer tras la palabra detrás la sangre. Pura astucia. El ritmo de la música se curva yendo hacia la rapidez; como una tormenta, pero desde adentro. Cómo. Usar los términos apropiados para desunir, usar la ventaja para uno. Eso es miedo, eso es temblar frente a la muerte

la ceniza abunda, y la voz del hijo del hombre de la mujer de la historia grita, grita en el desahogo, bajo el mal paso que dimos hacia lo real.

Ese grito, esa voz de todos. Lo que exaspera la red no deja que el sentido transpire.

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De horas corridas y de poesía

En tu piel hay una escritura que nace, y será que las razones no existen y que los ojos buscan donde no hay nada porque no hay nada. Todos los ruidos que salen, todas las calles mal cerradas, una voz larga debatiendo en el viento cómo se despega la nostalgia de la pena. Si la nueva noche no contempla evitar la fuga de las contracciones, qué habrá después de que la puerta y las ventanas se cierren.

Tal vez el olvido termine en desencuentro; cosa posible si das media vuelta y encarás hacia adentro. El encierro es así, combustible, ruina de las ideas de la sed de las ilusiones, y así, detrás del vidrio las cosas se van a poner difíciles; guardarse, esperar que las cosas pasen, que evadirse sea la comida del día, el plato fuerte de irrealidad.

Porque no tiene que pasar, pasa. Escribir es un poco eso, el sexo implícito entre la acción y el sujeto; un cachetazo

acostumbrado a realzar la pena en la cara en la boca en los dientes del sujeto. Todo lo que existe en el mundo se escurre, y me pregunto, dónde estábamos cuando el origen se tragó la historia. Al asecho, tal vez, llevando el monte hacia la cruz. Una basura. Una desproporción de los efectos de la metáfora.

Escupir hacia arriba sería una buena idea si justo ahí apareciera la cara de diablo de dios.

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Rápido es el disparo ni más ni menos y ese filamento que se entretiene mirando el piso en una calle cualquiera de un día cualquiera es el ruido ni más ni menos de ese afiebrado cuerpo tuyo de la ceniza de lo que va pero no vuelve

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Del narcisismo fustigado Qué vas a hacer cuando encuentres que tus manos responden a otra cabeza y que la ruta

esquiva tu paso, qué pensarán tus gestos sobre los colores. El círculo gobierna el invierno y parece impenetrable, y mientras la noche esconde una corrida de novela muerta, de sangre acumulada, vos debatís la realidad del círculo en tus propios pasos. Sí, tus pies enredan barro en el día y el tiempo es eso; está ahí, es el círculo. Y de alguna manera querrás cerrar los ojos, pero no. Ni el oro ni las ruinas te harán olvidar; andarás por los costados por los suburbios por los poros por tu calle por tu siempre y habrá desamor y costumbres, imágenes que separan la poesía del encuentro.

Dirás que esto no es para vos y sin embargo, ya habías cruzado los dedos desde el

principio repetís la sensación; esta vez habrá árboles creciendo bruscamente y un ruido largo de

tren que lastima. El tren viene, y qué acompañará la soledad, ese fondo del día en la próxima escala hacia el dolor.

Dirás que el espejo no te respeta y será verdad.

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De largos charcos de madrugada buscaré el futuro con los zapatos puestos y escribiré los hilos / la tos / los olores / el río llevando sangre y los huesos míos / de colores varios en una música como de momento tenso romperán las fauces del olvido se me irá la garganta porque así son los guiños las risas todas esas complicidades dulces buscaré el futuro con los zapatos puestos y escribiré que el reflejo oxida lo que proyectamos la imagen el gesto lo que fuera para que el ruido sordo del miedo no vuelva confusa la línea si llegara a irrumpir / el miedo / qué quedará en la tierra que esconda la melancolía pasan los vientos y perfilo las manos con el mentón y los tímpanos fuera de sí porque lo que prende no es el fuego sino la reacción / digamos no espero que lleguen así no más los largos charcos de madrugada

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Del fuero interno de la existencia tanto que si entrara por las pupilas hundiría la luz como el mundo que late entre dos pantallas y a vos te arderán las manos será caminando en el barro las marcas alcanzarán a rozarte el pecho y los lugares a donde vayas no estarán y el sentido / el tuyo / el de hoy el de tus pies clavados para que la imagen se pierda para que se pierda en el nunca y vos que llevás años masticando el polvo de la mala suerte mañana tendrás que despertarte temprano aunque las pupilas se hayan ido detrás de la luz aunque la sangre esté en el camino y no haya metáfora para relucir

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La poesía en su salsa mordés un poco de calle y tus dientes se enfrían / te encontrás con tu infancia / ahí cuando

los recuerdos caminaban a la par y las veredas lo guardaban todo / por eso esta vez correrás sobre la poesía / sobre la poesía de hoy / o sobre algo que esté acá de algún modo para sentir / o al menos para que algo tenga sentido

rodarás furtiva sobre las palabras / y si te duelen los colores / qué habrá en el suelo que se

mantenga te escondés del misterio para empezar a buscar / porque después de todo algo abrirá la

ventana / algo más que el amor / algo como una herida o un sobretodo / al fin / algo que será parte de la próxima mañana / y ahí estarás / mujer profunda / llegando desde la tristeza hasta la ventana para que las cosas cambien / para que estampes sobre unas cuantas hojas la fiebre de esos días en que no creíamos en nada / nada

querés salir porque querés más / no hay razón para que muera un sólo pedazo de poesía no escucho los pájaros de tu voz / y vos mirás puntual y asustada la imagen de la noche que

está llena de humo y de vencidos el eco en tus pasos nombra el ensayo de una corrida los reflejos son balas que cruzan el lenguaje que resiste

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