Marcelino Champagnat apóstol de los jóvenes 7.pdf · Marcelino para encontrar en él rasgos que...

4
Provincia Ibérica Ficha 7 Los jóvenes me dan fuerza para decir «sí» María y Marcelino me animan y me dan el valor para entre- garme de lleno a esta misión recibida, que consiste en aco- ger, escuchar y acompañar a los jóvenes, a pesar de mis limitaciones y las de aquellos que están empeñados con- migo en esta misión. En los momentos de duda, cuando me vienen ganas de tirar la toalla, les miro a los dos. Y ellos me dan fuerza para hacer realidad el «Sí» que pronuncié una noche en la capilla de Nuestra Señora de L’Hermitage. (Francia) Deseo gritar a los niños cuánto les ama Dios Marcelino Champagnat supo reconocer las necesidades y los temores, las espe- ranzas y los proyectos de los jóvenes. Siendo hombre de oración y de acción, resumió las visiones y los sueños de los jóvenes en las palabras que nos son bien conocidas: «Que lleguen a ser buenos cristianos y virtuosos ciudadanos», o también, «No puedo ver a un niño sin decirle cuánto le aman Jesús y María». Para Marcelino, ése era el sueño de Dios para cada joven. (Evangelizadores entre los jóvenes, número 207.) Para educar a los niños hay que amarlos Para educar a los niños hay que amarlos. Y amarlos a todos por igual. Amar a los niños es entregarse totalmente a su educación y adoptar todos los medios que la ilusión y la creatividad puedan sugerir para formarlos como personas. Amarlos es tener en cuenta que el niño es un ser débil, que necesita ser tratado con bondad, caridad y comprensión, y ser instruido y formado con infinita paciencia. Amarlos es afrontar sin queja sus defectos y hasta su ingratitud; es acompañarlos pensando sólo en su crecimiento y en el amor que el mismo padre Dios les tiene (Marcelino Champagnat). Marcelino Champagnat apóstol de los jóvenes

Transcript of Marcelino Champagnat apóstol de los jóvenes 7.pdf · Marcelino para encontrar en él rasgos que...

Page 1: Marcelino Champagnat apóstol de los jóvenes 7.pdf · Marcelino para encontrar en él rasgos que den fuerza y entusiasmo a nuestra labor educadora, a nuestra presencia entre los

Pro

vincia

Ibéri

ca

Ficha 7

Los jóvenes me dan fuerza para decir «sí»María y Marcelino me animan y me dan el valor para entre-garme de lleno a esta misión recibida, que consiste en aco-ger, escuchar y acompañar a los jóvenes, a pesar de mis limitaciones y las de aquellos que están empeñados con-migo en esta misión. En los momentos de duda, cuando me vienen ganas de tirar la toalla, les miro a los dos. Y ellos me dan fuerza para hacer realidad el «Sí» que pronuncié una noche en la capilla de Nuestra Señora de L’Hermitage. (Francia)

Deseo gritar a los niños cuánto les ama DiosMarcelino Champagnat supo reconocer las necesidades y los temores, las espe-ranzas y los proyectos de los jóvenes. Siendo hombre de oración y de acción, resumió las visiones y los sueños de los jóvenes en las palabras que nos son bien conocidas: «Que lleguen a ser buenos cristianos y virtuosos ciudadanos», o también, «No puedo ver a un niño sin decirle cuánto le aman Jesús y María». Para Marcelino, ése era el sueño de Dios para cada joven. (Evangelizadores entre los jóvenes, número 207.)

Para educar a los niños hay que amarlosPara educar a los niños hay que amarlos. Y amarlos a todos por igual. Amar a los niños es entregarse totalmente a su educación y adoptar todos los medios que la ilusión y la creatividad puedan sugerir para formarlos como personas. Amarlos es tener en cuenta que el niño es un ser débil, que necesita ser tratado con bondad, caridad y comprensión, y ser instruido y formado con infinita paciencia. Amarlos es afrontar sin queja sus defectos y hasta su ingratitud; es acompañarlos pensando sólo en su crecimiento y en el amor que el mismo padre Dios les tiene (Marcelino Champagnat).

Marcelino Champagnatapóstol de los jóvenes

Page 2: Marcelino Champagnat apóstol de los jóvenes 7.pdf · Marcelino para encontrar en él rasgos que den fuerza y entusiasmo a nuestra labor educadora, a nuestra presencia entre los

2

IntroducciónLos textos de la portada nos han dado una visión global de lo que vamos a considerar en nuestra reunión. El sueño de Marcelino de que los niños y los jóvenes crez-can descubriendo la vida y el amor de Dios, la actitud básica con la que los vivió, el amor y la compasión, y el atractivo que esta experiencia tiene para nosotros los maristas.Vamos a profundizar en la vida y en los relatos de Marcelino para encontrar en él rasgos que den fuerza y entusiasmo a nuestra labor educadora, a nuestra presencia entre los niños y los jóvenes.

Encárguese usted de los hermanos ya que la idea es suyaDice el primer biógrafo de Marcelino, que allá por 1815, en el seminario mayor de Lyon se estaban poniendo los cimientos de la Sociedad de María, el proyecto de un grupo entusiasta de jóvenes seminaristas que querían comprometerse en la recris-tianización de Francia, tras los años duros de la Revolución, bajo la protección y con la fuerza de la Virgen María. Los seminaristas Courveille, Collin y Champagnat encabezaban la idea. Pero en el proyecto nadie había pensado en una familia de hermanos no sacerdotes que se dedicasen a educar a los niños y a los jóvenes y a prepararles para una vida de buenos cristianos y buenos ciudadanos. Marcelino, a pesar de todo esto, volvía una y otra vez al tema de los hermanos y de la educación de los niños, aunque los demás daban poca importancia al asunto porque no estaba en el proyecto inicial de la Sociedad. Al final, la insistencia de Marcelino fue tanta que terminaron por decirle: «Bueno, encárguese usted de los hermanos, ya que suya es la idea».El biógrafo de Marcelino dice que «aceptó gustoso esa misión y, desde entonces, todos sus anhelos, desvelos y trabajos se encaminaron a la fundación de esa obra». Como bien sabemos, Marcelino fue ordenado sacerdote en julio de 1816 y la fecha de la fundación de los maristas fue el 2 de enero de 1817.

Historia de un huérfano, hijo de madre solteraEn el invierno de 1820 Marcelino lleva comida, ropa y leña a una pobre mujer que se muere dejando huérfano a un hijo de nueve años tenido fuera del matrimonio y que nunca se integró en la vida familiar. Marcelino admite a Juan Bautista Berne, éste es el nombre del chico que llevaba el primer apellido de su madre, en la escuela albergue de los hermanos en el Hermitage. Pero no logran educarlo. Se escapa, es un vago y rebelde y su deseo es estar en la calle ajeno a toda disciplina. Los hermanos quieren despedir al pobre chico, pero Marcelino les insiste y les pide más paciencia y más amor. Llegado a la edad de 11-12 años se vuelve más dócil y pide hacer la pri-mera comunión. En 1825, con 14 años es aceptado como novicio y recibe el nombre de hermano Nilamón. En 1828 emite sus votos y en 1830 muere a la edad de 21 años en brazos del mismo padre Champagnat después de agrade-cerle todo lo que había hecho por él.

Page 3: Marcelino Champagnat apóstol de los jóvenes 7.pdf · Marcelino para encontrar en él rasgos que den fuerza y entusiasmo a nuestra labor educadora, a nuestra presencia entre los

3

Engañados por la lunaA su llegada a la parroquia de La Valla Marcelino se dedicó con toda su alma a la catequesis de niños y adolescentes. La desarrollaba con amenidad y alegría por lo que tuvo la satisfacción de ver cómo asistían asiduamente. Ni el frío, ni la lluvia, ni la nieve... eran capaces de arredrarlos cuando tenían que ir a la catequesis. Y eso que algunos tenían que caminar una hora, hora y media e incluso dos horas para llegar a la iglesia. En una ocasión, unos niños, engañados por la claridad de la luna, salieron demasiado temprano y llegaron a la iglesia antes de que la abrieran. Cuando poco después llegó Marcelino con la linterna en la mano quedó sorprendido y aunque los cuidó y los protegió del frío, al acabar la catequesis les dijo que no salieran tan temprano de casa, no fuera a sucederles algún percance desagradable.

Carta de Marcelino al H. Bartolomé (21-1-1830)Muy queridos hermanos Bartolomé y colaborador:

Me he alegrado mucho al tener noticias suyas. Estoy muy contento de saber que están bien de salud. Sé también que tienen gran número de niños, o sea, que tendrán gran número de imitadores de sus virtudes, porque sus niños se formarán según sean ustedes, según sean sus ejemplos así ajus-tarán ellos su conducta. ¡Qué importante es su trabajo y qué sublime! Están continuamente con aquellos de los que Jesús hacía sus delicias, ya que prohibía expresamente a sus discípulos impedir a los niños acercarse a él. Y ustedes, mi querido ami-go, no solamente no quieren impedírselo, sino que hacen todo lo posible para llevarlos a él. ¡Oh!, qué bien recibidos serán por este divino Maestro, este Maestro generoso que no deja sin recompensa un vaso de agua fresca.Digan a sus niños que Jesús y María los quieren mu-cho a todos: a los que son buenos, porque se parecen a Jesús Cristo, que es infinitamente bueno; a los que aún no lo son, porque llegarán a serlo. Que la santí-sima Virgen los quiere también porque es la madre de todos los niños que están en nuestras escuelas. Díganles asimismo que yo también los quiero mucho; que nunca subo al santo altar sin pensar en ustedes y en sus queridos niños. ¡Cuánto me gustaría tener la dicha de enseñar, de consagrar de una manera más

directa mis desvelos en formar a estos tiernos niños!Todas las demás escuelas van bien. Recen por mí y por toda la casa.Tengo el honor de ser su afectísimo padre en Jesús y María. Champagnat, superior de los hermanos. Nuestra Señora del Hermitage, 21 de enero de 1830.

Para compartir* Subrayo lo que me resulta más significativo de los textos y reflexiones

que he leído y trabajado en esta ficha.* Comentamos los diversos rasgos de Marcelino como apóstol de los niños y

de los jóvenes que hemos podido encontrar en estos textos. Destacamos los tres que más nos llaman la atención.

* ¿Qué pistas nos daría nuestro fundador y nuestra tradición para evange-lizar hoy a los niños y a los jóvenes? Buscamos al menos tres.

Page 4: Marcelino Champagnat apóstol de los jóvenes 7.pdf · Marcelino para encontrar en él rasgos que den fuerza y entusiasmo a nuestra labor educadora, a nuestra presencia entre los

4Comisión del laicado marista

E-mail: [email protected]

Oración para ir al encuentro de los jóvenes

Para ir al encuentro de los jóvenes allí donde están no es suficiente el «estar con» ellos sino que cobra mucha importancia el «cómo estamos», «nuestra manera de estar» con ellos en ese lugar.

Para ir al encuentro de los jóvenes es recomendable estar conectado con la experiencia de la juventud de uno mismo, lo que nos permitirá entenderlos distintos de nosotros en este momento y ponernos en su lugar.

Estamos llamados a ir al encuentro de los jóvenes desde el secreto del recogimiento, por lo que de sagrado tiene el encuentro; desde la contemplación, porque se trata de mirarlos no sólo con nuestros ojos, sino con nues-tra mente y sobre todo con el corazón; y por último buscando la unión, no la que amontona, sino la que en la diversidad nos hace uno. (Evangelizadores entre los jóvenes, número 43.)

Momento de silencioPodemos contemplar las imágenes de Marcelino cercano a los jóvenes. Miramos la de Lardero, que acompaña a un chico en su camino hacia la estrella de su vida. Pro-fundizamos los caminos que nos ha dicho el párrafo anterior para ir al encuentro de los jóvenes (el secreto del recogimiento, la contemplación y buscando la unión).

Compartimos algunas de estas reflexiones y ponemos en manos de Dios nuestra gratitud, nuestras inquietudes o peticiones...

Oración en común* Padre Marcelino, amigo y protector de los jóvenes y de los niños, Haz que crezcamos en el amor a los niños y a los jóvenes de nuestras aulas.

* Padre Marcelino, animador del espíritu de familia en la escuela, Anímanos a ser elemento de unión entre todos.

* Padre Marcelino, promotor de la educación cristiana de los niños pobres, Ayúdanos para que el testimonio de nuestra vida sea la mejor catequesis.

* Padre Marcelino, educador por el amor y la presencia entre los niños, Haz que nadie se sienta incomprendido y marginado por nosotros.

* Padre Marcelino, que repetías sin cesar: «Necesitamos hermanos catequistas», Danos maristas, hermanos y laicos, hombres y mujeres, que continúen tu

labor con la ilusión y con el trabajo que tú lo hiciste.

Padre nuestro

Oración finalSeñor Jesús, que has llenado el corazón de Marcelino Champagnat de un gran amor a los niños y a los jóvenes y que le has acompañado en su entrega total a la misión de educarlos y animarlos a vivir como tú nos enseñante, ayúdanos hoy a nosotros a seguir su ejemplo para que el mundo futuro, que en su mayor parte estará en las manos de nuestros niños y jóvenes de hoy, sea más justo y más humano.