Manual básico de periodismo

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Guía del periodista ocasional o Periodismo hecho a mano o El periodista descalzo o Manual para periodistas ciudadanos Este manual es muy básico. Fue escrito en colaboración con Gonzalo Gutiérrez y probado en un taller sobre comunicación para organizaciones no gubernamentales de varios países, promovido por CLAES en Montevideo. El texto intenta cubrir la necesidad urgente de quienes tienen que transformarse en periodistas, diseñadores y tipógrafos de entrecasa para editar los boletines, las revistas, las hojass informativas o los comunicados de sus organizaciones. De ésta, la versión final, se distribuyeron algunas copias. No llegó a editarse oficialmente y por lo tanto no tiene un título definitivo ni un diseño gráfico apropiado. De todos modos puede ser útil.

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Guia para periodistas aficionados especialmente para organizaciones no gobernamentales

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Guía del periodista ocasionalo

Periodismo hecho a manoo

El periodista descalzoo

Manual para periodistas ciudadanos

Este manual es muy básico. Fue escrito en colaboración con Gonzalo Gutiérrez y probado en un taller sobre comunicación para organizaciones no gubernamentales de varios países, promovido por CLAES en Montevideo.

El texto intenta cubrir la necesidad urgente de quienes tienen que transformarse en periodistas, diseñadores y tipógrafos de entrecasa para editar los boletines, las revistas, las hojass informativas o los comunicados de sus organizaciones.

De ésta, la versión final, se distribuyeron algunas copias. No llegó a editarse oficialmente y por lo tanto no tiene un título definitivo ni un diseño gráfico apropiado. De todos modos puede ser útil.

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Un manual para periodistas ocasionalesIdeas para quienes están obligados a comunicar

La hipótesis que me parece más fecunda es que las noticias y la verdad no son una misma cosa, y deben ser claramente distinguidas.La función de las noticias es señalar un hecho, la de la verdad es iluminar hechos ocultos, ordenarlos en relación de los unos con los otros, y hacer una imagen de la realidad según la cual puedan actuar los hombres.

Walter Lippmann - Noticias, verdad y una conclusión

Este manual parte de una convicción: las circunstancias nos imponen actos imprescindibles de comunicación pública y hay que salvar la situación del modo más elegante, efectivo y menos doloroso a nuestro alcance. De carácter práctico, los apuntes ofrecidos aquí se dirigen a las organizaciones de la sociedad civil, están centrados en la producción de material informativo y quieren ser un aporte al mundo cotidiano de estas organizaciones donde se amontonan las tareas y faltan medios económicos y brazos para realizarlas.

El asunto en su contextoEscribir textos de difusión es una tarea más a cumplir, mal o bien, para mucha gente. Su situación es parecida a la de los universitarios. Umberto Eco inicia su libro Cómo se hace una tesis señalando que en el pasado las universidades eran instituciones de elite con profesores y estudiantes de tiempo completo y dedicación total, pero ya no sucede así en la actual sociedad de masas y la formación terciaria pronto será, de hecho, prácticamente obligatoria.

Lo mismo sucede con la comunicación pública: un puñado selecto de escritores y periodistas ha sido sustituido –o complementado– por una multitud de comunicadores. En algún momento, usted tuvo, tiene o tendrá que transformarse en comunicador por imperio de las circunstancias.

Escribir para otros, salvo en el caso de la creación literaria o profesional, no tiene porqué significar una carrera o una respuesta al llamado irresistible de fuerzas parapsíquicas; en realidad no debería ser nada notable ni especial, pero si bien el oficio de comunicar comienza a ejercitarse ya en los niveles educativos básicos, un dominio aceptable de la técnica suele exigir práctica.

No está escrito en ningún lado que una persona con educación terciaria, por el exclusivo hecho de tenerla, esté capacitada para escribir textos interesantes, claramente presentados y relativamente fáciles de leer; sin embargo eso se da por hecho y los académicos escriben y publican lo que muchas veces son textos indigeribles. Tampoco sucede que el profesional universitario tenga por artes de birlibirloque capacitación o habilidad pedagógica, pero la sociedad le reconoce a cualquier académico mágicas cualidades docentes.

La situación de muchos activistas civiles es parecida, pues están obligados a cumplir roles de periodistas o comunicadores ocasionales sin contar con una preparación que les permita escribir y hablar “para” otros y no solamente “con” otros. No basta con la buena

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intención; aparecen discursos aburridísimos y enmarañados, enfermos de lugares comunes, contrarios a su finalidad. Entonces empiezan los problemas...

Declaración del contenidoEl manual se basa en experiencias prácticas y en los manuales de estilo del diario español El País y del diario panameño La Prensa –ambos disponibles en Internet– y la hoja de recomendaciones para colaboradores de la revista uruguaya Factor S, emprendimiento muy cercano a Claes-D3E. A esto se suman ideas tomadas de artículos de la revista Chasqui, editada por el Centro internacional de estudios superiores de comunicación para América Latina (Ciespal).

Hubo otras fuentes, como el artículo De la pirámide invertida al hipertexto del profesor Ramón Salaverría, Director del Laboratorio de comunicación multimedia de la Universidad de Navarra, España, (http://www.unav.es/fcom/mmlab/mmlab/investig/piram.htm). Asimismo fue consultado el artículo de Adolfo Vásquez Rocca El hipertexto y la lógica del laberinto. Textualidad, redes y discurso ex-céntrico, (http://www.geocities.com/filosofia_aplicada/HIPERTEXTO.htm)

Las ideas presentadas apuntan a prestar auxilio ante tareas de difusión, por decirlo de algún modo, y no pretenden ser una guía para manejarse en medios de comunicación masiva. Se atendió especialmente a la comunicación electrónica, pero no es básicamente diferente trabajar con material que aparecerá impreso en papel.

En la primera parte se incluyen consideraciones generales sobre periodistas y periodismo, la objetividad, las fuentes y la calidad informativa. Luego se comenta qué es una noticia y qué significan a grandes rasgos los géneros periodísticos más comunes –noticias, reportajes, crónicas, entrevistas– y cómo se trabaja en ellos.

La segunda parte va directamente a la plasmación de las ideas y trata del idioma, qué reglas ayudan a la comunicación, cómo se cita, cuándo se utilizan mayúsculas en títulos o cargos institucionales, cómo indicar el nombre y la edad, los países, las entidades y demás. También se sugiere un tratamiento para cifras, horas, fechas, abreviaturas y porcentajes, y aportamos esquemáticamente algunas reglas sobre los signos de puntuación y otros casos de dudas frecuentes.

En tercer lugar se incluyen consideraciones sobre tipografía, el uso de negritas, cursivas y subrayados, así como el armado de titulares, la división en subtítulos, las notas al pie, las indicaciones bibliográficas y otros detalles que tal vez no tengan una utilidad cotidiana inmediata para todos los periodistas ocasionales, pero no están de más.

Por último ingresamos al mundo virtual del ciberespacio. Anotamos consideraciones sobre periodismo ciudadano digital, posibilidades y limitaciones, y analizamos las diferencias de recepción de la lectura en pantalla y en papel, las posibilidades de la edición electrónica, los programas de libre acceso, y un par de reglas sobre armado de páginas web, blogs y listas de correo. Nuestro aporte no será suficiente para salir adelante en la preparación y cuidado de sitios de Internet, pero indicará un camino.

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Primera parte

Periodismo e informaciónEn la vida cotidiana de una ONG son necesarias las comunicaciones internas, de la dirección a los miembros o entre los mismos miembros. La comunicación centro - periferias se maneja con un boletín; la comunicación horizontal suele adoptar la forma de una lista de correos. El boletín consta de informaciones de la dirección y de noticias cortas, y puede ser electrónico o impreso. Esta segunda forma prácticamente ha desaparecido por su costo de edición y especialmente de distribución.

Las comunicaciones centrales se ajustan a resoluciones de las autoridades de la asociación o refieren a hechos objetivos de interés como programas de actividades, efemérides o notificaciones. Muchos boletines se reducen a ese contenido, pero también pueden integrar noticias o artículos de otro tipo, como entrevistas o comentarios. Si bien el diseño gráfico no es estrictamente necesario, cuanto mayor sea el público a alcanzar, mayor importancia cobra. Una presentación clara, interesante, atractiva, atraerá lectores que están bombardeados por una oferta cada vez mayor. De todos modos, lo más importante es la transmisión de información.

En cuanto a la información, ésta debe ser comprobada, de fuentes identificadas y, si es de primera mano, verificada; si se toma de otra publicación, por ejemplo, debe indicarse. No siempre es necesario que el periodista, ocasional o no, está presente en el lugar de los hechos para recoger una información: también son válidos el relato de un testigo o protagonista, la consulta de documentos y otros métodos.

Pese a que la fuente tendrá responsabilidad por la veracidad de su información, el periodista no queda eximido de la responsabilidad de haberla utilizado. La fuente debe ser confiable, creíble, y esto cobra mucha relevancia cuando se utiliza Internet, ya que cualquiera puede colocar textos en la Red y nada impide subir un contenido inventado, supuestamente reproducido de una fuente en Beluchistán y darle, para quienes no sean familiares con ese lugar, apariencia de veracidad. Todo contenido escrito en letra de molde y lenguaje correcto se reviste de credibilidad aunque se trate de una broma, mentira o deformación de un hecho. Además, existe siempre la duda de si la información parte de un hecho real o de una oficina de contrainteligencia, pero ese es otro tema.

Modo, cantidad, tiempo y lugar se indicarán con referencias precisas y concretas, no generales. Precisión y detalle dan a la noticia su carácter de unicidad y su valor informativo. Dice el manual de La Prensa: “Se deben evitar expresiones como varios, un grupo, hace algunos días, u otras de índole similar, sobre todo si se utilizan para encubrir una inadecuada indagación periodística.” El detalle concreto genera interés en el receptor del texto y da relevancia al contenido informativo. Un grupo ¿...son 36 personas o 250?; un pueblo lejano ¿...queda a 1560 kilómetros o a 23?

Debe darse especial atención a las referencias temporales, especialmente si el texto va a estar en Internet. Ayer, anteayer o la semana pasada refiere a una realidad que el lector no tiene porqué compartir con el autor. Si bien se entiende que la fecha de referencia es la de publicación, muchas veces no queda claro ese dato y en las páginas electrónicas es difícil de identificar. Incluso períodos tan largos como un año pueden llevar a confusión, pues es posible que el texto esté disponible durante largo tiempo en la Red.

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Es recomendable agregar siempre la fecha, y mejor aún si se hace constar claramente al principio o al pie del artículo.

Otra fuente común de confusión es la referencia a personajes de historietas, canciones o películas que se da por supuesto – especialmente por quienes escriben desde los Estados Unidos– que todos conocemos. Eso no es cierto. Cuando se da una noticia será conveniente no comparar con casos o vivencias de una esfera cultural estrecha.

A esto puede agregarse una prohibición práctica: los adjetivos calificativos. Un caso raro puede serlo para quien escribe pero no para quienes participan en él; las costumbres de los bereberes no son extrañas para los bereberes; el paisaje es bello a los ojos de alguien pero no de todos; algo normal para un hombre no lo es necesariamente para una mujer. En una revista de divulgación científica se afirmaba con total soltura que “a todos se nos pone roja la cara cuando nos avergonzamos” y yo quisiera haber visto alguna vez una persona de piel oscura con las mejillas ruborizadas.

Otro caso a tener en cuenta es la información sobre la asistencia a un evento, algo relativamente común en la vida cotidiana de las organizaciones civiles. Decir que fue muy concurrido al pie de una foto donde se muestra una mesa con tres personas bordea lo risible. Si se trata de público en una sala con asientos su número puede calcularse con bastante precisión. Claro, si la sala estuvo prácticamente vacía mejor ni mencionarlo, pero es preferible no fantasear sobre la asistencia pues el dato es fácil de desmentir. En un acto en la calle, la cantidad de presentes suele variar entre los cálculos de los organizadores (“muchos miles”), de la policía (“algunos cientos”), y de los opositores (“un puñado”). Para estimar la asistencia de pie pueden medirse a ojo los metros cuadrados ocupados y multiplicar el número por cuatro si la masa de gente es compacta o por tres si es menos densa. No da garantía de precisión, pero más o menos funciona.

Es necesario evitar información superflua. Si estamos hablando de perros, no tiene ninguna importancia si el propietario de Sultán es Pérez, un destacado abogado compatriota de brillante carrera; si en cambio hablamos de leyes, que el abogado Pérez tenga un perro de nombre Sultán es igual de excesivo, y tal vez lo sean también su brillante carrera y su nacionalidad. Cada vez que sobrevenga la tentación de agregar una información como inciso entre dos comas –especialmente un elogio o una cursilería– es mejor pensarlo dos veces. Menos texto es más noticia.

También es necesario cuidar de la sobriedad y neutralidad del texto informativo. Es mejor escribir en tercera persona y dar cuenta de la información sin teñirla con referencias personales. No importa si el periodista estuvo allí o se lo contó otro, lo interesante es el dato recogido; en la mayoría de los casos no interesa si el periodista pasó hambre y frío para obtener la nota, o si puso en riesgo su integridad, la de su ropa o de su bicicleta.

Cualquier hecho nos enfrenta a una simultaneidad caótica de impresiones, pero informar sobre él significa ordenar nuestras ideas y pensamientos en una estructura lineal: no se puede contar todo a la vez. El camino más recto es ir de lo general a lo particular, relacionando las ideas centrales.

Todo texto se arma con oraciones y las oraciones se arman en párrafos; si es un texto más largo puede ser que los párrafos se organicen en secciones y éstas en capítulos. Cada una de estas divisiones es una unidad: una oración es una unidad de sentido, un párrafo es una unidad de ideas. La unidad de sentido en una oración es la suma de un sujeto, un verbo y un predicado; en un párrafo, una suma de aspectos sobre el mismo

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punto. Un párrafo logrado es aquel que puede ser comprendido por sí mismo ya que empieza, se desarrolla y finaliza con claridad.

Si estamos ocupados con un texto informativo es mejor usar un idioma directo y sencillo. La sencillez no significa un texto despiezado, sin unidad, y para lograr la unidad hay ciertos recursos. Por ejemplo, una palabra repetida o sustituida por un sinónimo se constituye en un eslabón entre dos oraciones. Las dos primeras oraciones de este mismo párrafo se enlazan mediante la cercanía entre las palabras sencillo y sencillez. Para cerrar este párrafo, en la última frase evocaremos ideas expresadas en el comienzo. Esto lo haremos utilizando otra vez un par de palabras, las que destacamos en cursiva: “Si se revisa un texto de la prensa no es difícil advertir la utilización de este recurso”.

Los párrafos se enganchan en sucesión por continuidad de ideas, y mantienen de ese modo la coherencia del relato. Si vamos a cambiar radicalmente de tema es adecuado dejar un espacio en blanco o poner un subtítulo. Cuando nos atraiga un artículo hagamos una lectura analítica del mismo y tratemos de aprender cómo está estructurado, que palabras se utilizan, cómo se relacionan los párrafos entre sí e internamente. Nos llevaremos más de una sorpresa, para bien o para mal.

TitularesEl título es información. En un medio impreso se suele titular escalonadamente antes de dar paso a la introducción del texto. Esto dosifica y reafirma la información y complementa un título que puede ser ingenioso y atractivo pero de poca calidad descriptiva. El tiempo verbal para los títulos es el presente, salvo si se necesita marcar el especial carácter futuro o pasado del contexto de un hecho.

En cuanto a la ingeniosidad es necesario ser restrictivo. Es un recurso para atraer lectores, pero también puede transformarse en fuente de confusión. Es habitual el recurso de titular con el nombre de un libro, película o canción, pero este hábito vacía de sentido e interés el pretendido hallazgo. Los formidables títulos que Gabriel García Márquez utilizó en sus libros han servido tanto para un barrido como para un fregado en el mundo de los medios de comunicación, y hemos visto docenas de “muertes anunciadas”, “tiempos del cólera” o gente que “no tiene quien le escriba”. Tal vez sea el momento de decir basta y titular con un poco más de atención.

Titular requiere especial cuidado, y en Internet mucho más. Un título aislado, sin apoyos, descuidado, suma su orfandad a la confusión de las fechas citadas que comentábamos antes y también a que el artículo es accesible desde muchos contextos culturales. El resultado de la suma puede llevar a que el lector no tenga idea de por dónde anda, no entienda nada y se desinterese del asunto. Conviene entonces que la titulación se componga de dos o tres partes. Los nombres de estos componentes varían, pero reproduciremos aquí lo que recomienda la revista Factor S.

Volanta o antetítulo. Ubica el artículo en un contexto, funciona como indicación de un índice temático imaginario, da al lector con un par de palabras la idea de lo qué va a encontrar.

Título. Marca el tono predominante (sentimiento, sátira, distancia...), despierta el interés, entrega la primera información. Conviene que sea corto y no tiene porqué ser totalmente descriptivo si está apoyado por antetítulo y subtítulo.

El título puede ser objetivo o subjetivo. En el primer caso expondrá el contenido de la nota –Se esperan grandes lluvias– y en el segundo contendrá la opinión del autor –

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¡Abran el paraguas!– o el detalle de un aspecto interesante o pintoresco –Nubarrones en tu futuro. El título puede llevar un subtítulo después de un punto y seguido, o de dos puntos, para precisar el sentido. En ese caso la volanta puede ser innecesaria pues cumple más o menos la misma función.

Bajada o copete. Es un párrafo –a veces dos– que describe el contenido del artículo. Debe ser conciso, prometer sólo lo que en realidad se ofrece y estimular a leer más. El estímulo puede lograrse mediante un comentario o pequeña cita. Normalmente se escribe en negritas para que quede claramente diferenciado del primer párrafo.

A continuación, fuera del titulado pero en íntima ligazón con él, el primer párrafo del artículo debe abrir un camino pero no necesariamente contener toda la información. Tendrá la independencia suficiente como para funcionar por sí mismo y también articularse con lo que viene después. Es muy importante, pues de su lectura depende muchas veces que el lector avance en el texto. Un ejemplo práctico, tomado de Factor S, muestra el funcionamiento del mecanismo. Aclaremos que este artículo no existe.

Volanta o antetítulo (eventualmente subtítulo)

La situación de calle en Montevideo

El asfalto está duro

El número de personas sin vivienda registró un aumento explosivo en los últimos meses. De cómo sobreviven trata este informe, que arroja luz sobre una enorme deuda social.

Montevideo ve con pesar que muchos de sus habitantes duermen en portales y plazas. Las cifras del Ministerio de Desarrollo Social son claras y basta un diálogo con algunos afectados para comprender que las soluciones no están a la vista. “La vida es difícil”, resume Alberto, un hombre de 35 años y larga barba, que se refugia en la terminal de ómnibus.

Título

Bajada, copete, lead, entrada o entradilla

Primer párrafo

Proponemos una receta que funciona, pero cada publicación tiene su modelo para titular y no siempre se respeta la división indicada. Lo importante en este caso es que el copete y el primer párrafo “avisan” al lector que las anclas del texto serán cifras oficiales y una historia de vida, y facilitan la relación con las informaciones. No es raro que el título vaya acompañado del copete y nada más, o que el primer párrafo arranque por un tema secundario para unirse más tarde con el contenido inicial.

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Géneros periodísticos

La noticiaCada noticia es una unidad y tendrá un principio, un desarrollo y un final. Los antecedentes del asunto estarán presentes para que un público amplio comprenda el contenido. Esto es menos importante en un boletín interno que en un medio de masas, pero no se debe suponer que todos los receptores parten del mismo nivel de información.

Hay noticias más importantes que otras y el orden de presentación deberá tener en cuenta esta jerarquía. No importa si las noticias se ordenan en secciones temáticas o de miscelánea, o según su formato sea más corto o más largo, pero toda noticia será indefectiblemente una unidad de información Quien la lea completa obtendrá los antecedentes y el contexto para ubicar y comprender lo que se relata.

No molesta leer en un texto referencias a hechos que el lector ya conoce, pero se produce el rechazo si las situaciones, antecedentes o personas tratadas no son conocidas. La utilización de referencias oscuras es mucho más común de lo que parece. No es raro toparse con un texto que sigue los parámetros caricaturizados a continuación.

¡Gracias Mangacha por el regalo tan fino! Casi nos olvidamos del orden del día por tu causa.

Aunque se tratase de un texto en el boletín interno de la Liga de amantes del minué, no puede darse por supuesto que todos los 50 afiliados sepan de qué se habla. Debería haber habido una presentación antes de ese saludo o agradecimiento, algo así como lo siguiente:

En la última reunión de la Comisión Directiva, nuestra socia María XX, Mangacha, trajo una torta de chocolate... (etcétera).

Después caben las efusividades, pues cualquier lector quedó en posesión de los antecedentes correctos para comprender qué significan.

En los libros de estudio de periodismo, cuyo origen en aplastante mayoría es directa o indirectamente estadounidense, se habla de que una noticia se apoya en las 4W: who, what, where, when. Sin la efectividad sonora de las palabras inglesas, diremos que la información contendrá datos sobre quién hizo qué, dónde y cuándo. A eso se le agregará, si es necesario, si hay espacio, si es relevante, cómo se desarrollaron los hechos y por qué ocurrieron.

En resumen, qué, quién, dónde y cuándo, y si cabe también cómo y por qué, forman el esqueleto que hay que revestir. Cuanto más nos ajustemos a estos seis puntos, más orden y claridad lograremos. Qué tratar primero varía de acuerdo a lo más llamativo o importante, el personaje, el hecho, el modo o quién sabe. En el ejemplo anterior respetamos la regla:

(¿cuándo?) En la última reunión (¿dónde?) de la Comisión Directiva, (¿quién?) nuestra socia María XX, Mangacha, (¿qué?) trajo una torta de chocolate.

Esos mismos libros escolares que mencionábamos indican que la noticia debe escribirse según una estructura piramidal invertida. La pirámide es una posibilidad entre otras de ordenar el material, una manera de presentar las 4W que arranca de lo más general y agrega datos hasta llegar a lo más particular, de lo más interesante y amplio a lo que se

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dirija a un grupo menor de lectores. El modelo se ha transformado en un estándar práctico universal, pero en artículos más extensos o de otro carácter que el puramente informativo, la estructura no siempre será obligatoriamente respetada.

La noticia en pirámide invertida

Entrada: título y sumario (copete)

Apoyo: datos principales o “4W”

Apoyo secundario: detalles

Final

La condición de modelo estándar ha creado una rutina en el lector, quien mira el titular; si le interesa el titular pasa al sumario; luego sigue o no a los escalones inferiores. Por costumbre, la prensa digital suele presentar su contenido de la misma manera y algunos estudios sobre la lectura en Internet muestran la acentuación de la tendencia escalonada: en pantalla se leen los primeros renglones y después, en el mejor de los casos, se espigan algunas ideas en el resto del contenido; pocos lectores llegan hasta el final. Un artículo digitalizado y puesto en Internet parece tener menos oportunidades de ser leído de principio a fin que uno impreso en papel.

No siempre es atendida la aclaración de los parámetros espacio-temporales, es decir, lugar, fecha, hora, cantidad, volumen, y esto va en detrimento de la comprensión. De algún modo conviene incluir también cierta referencia geográfica ya en el ingreso de la noticia o artículo. Sería ridículo que en un texto editado en una revista montevideana y dirigido a un público local se aclarase que Montevideo es una ciudad sudamericana de 1 500 000 habitantes sobre el río de la Plata, etcétera, pero si el mismo mensaje se dirigiese a un público nepalés tal vez no estaría de más. Lo mismo sucedería si se describiesen hechos ocurridos en Cuchilla Mocha o algún paraje ignoto del país, del cual debe indicarse la ubicación departamental y, si es relevante, por ejemplo el número de habitantes. Esto debe aplicarse con discernimiento ante cada caso concreto.

Otro problema común en los ingresos es la redacción rebuscada y comprimida, que quiere dar en la misma parrafada toda la información. Un ejemplo:

La fábrica Tornillitos SA, pujante industria que al decir de su propietario el ingeniero Juan Hierro es una de las empresas nacionales líderes en cuanto a innovación tecnológica, cuyo moderno local en el Bosque de Bulones tuvimos el gusto de visitar en la tarde de ayer, fría pero agradable y que ya anunciaba la primavera.

Pobre lector: ya sufrió varios renglones y no tiene idea si el artículo tratará de la empresa, del propietario, de la tecnología, de los locales modernos, del clima o de las impresiones del periodista. El texto es un desastre: da ingreso a demasiadas cosas y no

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concluye en ninguna. Cuando el lector alcance el final del laberinto estará obligado a leerlo todo otra vez.

Es necesario resistir firmemente la tentación de armar oraciones de media página antes de poner punto; dejemos esas hazañas para Alejo Carpentier. Utilicemos el punto y seguido, especialmente en el ingreso. No será tomado como señal de que “no sabemos escribir”; tal vez lo sea de, justamente, lo contrario.

Una necesidad, prescindible en los casos más modestos de hoja informativa, es la incorporación de algún elemento gráfico. Una foto, un mapa, un dibujo adecuado, un cuadro estadístico, incluso en compañía de un recuadro aclaratorio o una mini-nota describiendo un detalle, interesarán al lector y complementarán al texto que le ofrecemos. Lo visual, hoy, tiene mucha importancia y es –relativamente– de fácil manejo en medios electrónicos. El aprovechamiento de estas posibilidades informativas es posible, sencillo y bienvenido por el lector.

Más allá de la noticiaLas formas de presentar la información no se reducen a relatar hechos puntuales o sucesos inmediatos; tampoco, a textos que se limiten a las 4W o detrás de los cuales el autor quede oculto como si los hubiera generado una especie de máquina impersonal. Un medio informativo que no aparezca a diario contendrá probablemente artículos más largos que una mera noticia, con estilos de autor e intenciones diferentes, y que se orientan en forma de, por ejemplo, reportaje, crónica o entrevista.Cada género tiene sus parámetros y aquí desarrollaremos solamente algunos puntos con recomendaciones prácticas. Mayor información está disponible en Internet y es abundante, por ejemplo en los manuales que citamos.

Reportaje. El objetivo del reportaje es profundizar en un tema, pero la temática es muy amplia y puede abarcar desde hechos concretos hasta ideas, o descripción de viajes, lugares o personas. Un reportaje utilizará recursos variados y bordea lo literario, pero será siempre informativo en profundidad y no solamente anecdótico. No implica opinión, pero sí análisis. Los datos y la rigurosidad son fundamentales, como recuerda el manual de La Prensa.

Muchos literatos han escrito extraordinarios reportajes, por ejemplo el ya mencionado Gabriel García Márquez. A nivel internacional hay maestros del género vinculados a la prensa escrita o la televisión; uno de los más leídos en este momento histórico tal vez sea Robert Fisk quien escribe sobre la situación en los frentes de guerra del Medio Oriente. Es necesario leer con ojo crítico las obras de los maestros, analizar cómo titulan y presentan el tema, cómo lo dividen y desarrollan, en qué fuentes se basan, qué lenguaje utilizan, cómo alternan información con impresiones personales o análisis, qué describen y para qué, cómo cierran la pieza periodística y cómo le dan fuerza y unidad.

El reportaje toma como punto de partida una percha o gancho, es decir, un suceso motivador cuya esencia o causas será interesante analizar. Sobre ese suceso –por ejemplo un descubrimiento científico, la publicación de una obra, un hecho político o social, o lo que fuere– se desarrollará el reportaje que en general tiene una estructura de relato: presentación, desarrollo y desenlace.

Comienza con una puesta al día del motivo, pero la forma de esta puesta al día varía muchísimo; continúa con datos, testimonios, visiones sobre los protagonistas, análisis

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de detalles, referencias a fuentes externas actuales o históricas y otros aportes combinados. Finaliza de tres maneras, según Wikipedia: corte brusco después del último dato coincidente con el principio de la narración y por lo tanto reducido a los antecedentes del gancho o percha; la segunda opción es el agotamiento de la propia narración; la tercera, un final con resumen y conclusión.

Estructura del reportajeapertura desarrollo conclusión

gancho o percha

puesta al día del tema, datos, testimonios, citas, análisis, referencias

mediante corte brusco

por agotamiento temático

mediante resumen y conclusión

El estilo del reportaje tiende a lo personal e incluso puede ser interesante escribirlo en primera persona. Citas, anécdotas y ejemplos –si son relevantes– son un buen recurso. Si el texto es largo conviene dividirlo con subtítulos que posibiliten impulsos de lectura secundarios para que mantengan en alto el interés.

Crónica. Es una narración sucesiva de hechos y circunstancias desarrollados dentro de cierto tiempo limitado. Mantiene una sola línea narrativa central, que se enriquece y varía con detalles. Se supone que un testigo o protagonista es quien hace el relato de los hechos, y puede escribirse en primera persona. Buenos ejemplos puede ser las notas sobre acontecimientos artísticos o relatos de viaje.

Entrevista. Tiene como objetivo obtener información mediante un diálogo con una persona involucrada en el tema de que se trate. Es uno de los métodos más usuales para obtener información pero una entrevista también tiene valor en sí misma, como pieza periodística independiente. Quien expresa las ideas es el entrevistado; lo más interesante para el lector es qué dice el entrevistado y no qué opina el periodista. Un reportaje incluso puede ser escrito como un monólogo del entrevistado, adaptando el texto para que las preguntas queden integradas en él.

No es oportuno ni conveniente eliminar la edición del material y presentarlo en crudo, sin redactar, como se ve a veces en la trascripción de algunas entrevistas grabadas. El periodista no debe abolirse a sí mismo en nombre de una pretendida objetividad y falso respeto al entrevistado. Desde el punto de vista de la comprensión y la agilidad del texto es imprescindible mantener el carácter textual del mismo, y no hacerlo pasar por una conversación espontánea, ya que de todos modos no lo es. Tampoco es interesante registrar literalmente todo lo dicho en una conversación.

Entrevistado y entrevistador van para atrás y para adelante en un diálogo; a lo mejor se necesitan tres preguntas para obtener una respuesta; hay largas introducciones fuera de contexto; comentarios poco valiosos; quedan frases inconexas; hay interrupciones de sentido. Presentar un texto con todo explícito da una imagen muy pobre del trabajo del periodista y no acerca una milésima al lector y al entrevistado; más bien, produce confusión y aburrimiento.

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El periodista debe estar enterado del tema y saber los datos básicos de la persona que va a entrevistar. Descuidar esto ha llevado a errores y metidas de pata que merecen figurar en una antología. Es conveniente llegar con un cuestionario, si no escrito, por lo menos pensado.

Dice el manual de La Prensa que las entrevistas pueden ser de tres tipos: declaraciones, perfil y una mezcla de ambas.

Las declaraciones resaltan el qué dijo y no otorgan la misma importancia a quién o cómo lo dijo. Conviene por esa razón utilizar una redacción con preguntas y respuestas que reproduce un diálogo –repetimos: editado, no textual– entre periodista y persona entrevistada. En el texto, bien diferenciado del contenido del diálogo, se indicará el contexto: quién es la persona, porqué es interesante su declaración, qué la motiva. Las preguntas deben presentarse como mucho más cortas que las respuestas.

El perfil o semblanza intenta retratar a la persona entrevistada, y si bien se citarán sus palabras es más importante generar una imagen a partir de ellas que reproducirlas sin más. Quién y cómo dijo pesan más que el qué dijo. En el texto irán datos biográficos y descripciones intercaladas con citas textuales significativas del material recogido. Pueden incluirse opiniones secundarias de otras personas sobre el entrevistado, documentos anteriores, cuadros aclaratorios y similares materiales de apoyo.

Hay distintas maneras de presentar tipográficamente una entrevista que incluya declaraciones. Es importante separar bien preguntas y respuestas. Como se trata de un diálogo, cada intervención se iniciará con guión largo. El diario La Prensa recomienda que la pregunta se presente en cursiva y la respuesta en letra regular; Factor S, en cambio, sugiere que las preguntas vayan en negrita y sin guiones iniciales.

Llamadas, cuadros, recuadros, microformatosNormalmente, un artículo de prensa no utiliza las llamadas al pie. El contenido de eventuales llamadas o notas al pie puede incluirse en el texto. Las notas son incómodas interrupciones a la fluidez del texto, un dique impuesto a la lectura; dejemos esos recursos para ensayos académicos. Un pensamiento complementario o explicativo puede agregarse en cuadros con resúmenes, recuadros aclarativos o ampliatorios, tablas o mapas. Esto se engloba bajo el rubro microformatos. Sobre ellos dice La Prensa:

“...son pequeñas ventanas informativas que permiten presentar, de forma muy puntual, ángulos adicionales o complementarios de una nota principal o de una secundaria /.../ complementan u organizan (no repiten) el contenido de una información principal /.../ no tienen ‘música’ estilística. Al contrario, son muy austeros en el uso del lenguaje. No narran, no cuentan, no analizan, no opinan, no exponen. Apenas presentan, muestran o enuncian. /.../ con párrafos muy directos.”

El manual que citamos trae varios ejemplos de microformatos: perfil de un personaje, su obra, su carrera; ficha técnica de una obra, proyecto, aparato; “qué hacer” con consejos a seguir; cronología de un proceso; “cómo sucedió” algo en estilo breve y puntualizado... Otras posibilidades son enlaces a otros sitios, lecturas recomendadas o pensamientos destacados sobre el tema.

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Análisis, opiniónEl análisis interpreta, no opina. Examina y estudia las razones de un acontecimiento, su posible desarrollo, efectos o conexiones. No emite opiniones, no es personal ni apasionado. Sus autores son de algún modo expertos o entendidos en el tema y pueden ser colaboradores externos.

En cambio, los géneros de opinión son espacios para emitir puntos de vista o juicios de valor. Aquí caben los editoriales, los artículos que desarrollan una opinión respaldada por hechos o datos. Son aportes al debate. Cabe también en esta área la columna, de tema variado pero ligada a una firma de importancia periodística, que suele ser más o menos periódica. Una columna de opinión especializada es la crítica artística; otra, la caricatura.

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Parte II

Normas generales sobre el idioma periodístico

Toda escritura es un acto creativo, pero en nuestro caso la creatividad debe ser puesta al servicio de la comunicación. Por encima de la tentación de experimentar y lucir galanuras literarias deben estar la claridad y el orden. Es importante no “enamorarse” de su propio texto y verlo con ojos analíticos. Claridad, precisión y sencillez no significan un lenguaje pobre, repetitivo y de poca imaginación. Si se revisan artículos de periodistas reconocidos, estas cualidades se hacen evidentes. Recomienda La Prensa:

“Las oraciones deben escribirse en el orden sintáctico normal: sujeto, verbo y predicado, con sus respectivos artículos, conjunciones y preposiciones. Dicho orden podrá variarse para destacar mejor algún elemento de una información, cosa más común en los títulos que en los textos. Este recurso, sin embargo, no debe afectar la comprensión de la frase.”

Antes de escribir algo pensemos si lo mismo puede decirse con menos palabras y más directamente. Muchos periodistas, especialmente radiales, tienden a formulaciones complejas y pesadas, confusas y erróneas. Sobre los periodistas radiales tenemos una ventaja: escribir tales atrocidades permite borrarlas de inmediato. Algunos ejemplos inventados:

Está viajando el jueves

Acabó de finalizar la reunión

Hubiera querido poder evitarlo

No fue hasta entonces que lo entendí

Imagino cómo lo debe estar sintiendo

Los abogados empiezan a intentar estirar el proceso

Es aproximadamente el 32,45%

Todo esto puede decirse con mucha mayor economía, efectividad y sobre todo precisión. Si NN está viajando se está trasladando en este preciso instante en un vehículo de alguna especie; el jueves próximo viajará o habrá de viajar, y no otra cosa. El gerundio se aplica con cuentagotas y en la mayor parte de los casos no se justifica. Reservémoslo para una acción que verdaderamente se prolongue en el tiempo actual, absolutamente contemporáneo.

Si algo acabó de finalizar entonces finalizó y punto.

Hubiera querido poder evitarlo ofrece una ensalada de verbos; jamás deben combinarse más de tres formas verbales y se sobreentiende que en este caso uno de los verbos es auxiliar.

No fue hasta entonces que lo entendí puede sustituirse por entonces entendí.Imagino cómo lo debe de estar sintiendo, racimo verbal con gerundio superfluo, gana si se transforma en imagino cómo (lo, se) siente.

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Los abogados empiezan a intentar estirar el proceso suma dos infinitivos, operación que no se justifica, y conjuga la infecunda expresión empezar a intentar. Bastaría con los abogados intentan estirar el proceso o con los abogados estiran el proceso.

Finalmente, si una cantidad es aproximadamente el 32,45% no es aproximada sino que mayor exactitud no se puede pedir. Un texto es un texto y no una tabla de datos; por lo tanto un porcentaje debe indicarse como por ciento, con palabras. El signo % cabe mejor en una tabla o lista; muy excepcionalmente, se usa en una enumeración de varios porcentajes dentro del mismo texto.

Otro ejemplo parecido, con un disparate igual de evidente: Lo conozco desde hace exactamente muchos años.

Evitemos también utilizar vaguedades como parece que, podría, no se descarta o expresiones parecidas, salvo en casos excepcionales y muy justificados.

Otra trampa evitable es la seducción que ejercen los eufemismos o las modas de técnicos, científicos o políticos, rimbombantes, sonoras, novedosas y casi siempre sin sentido. ¿Será que un apoyo no es tan eficiente como una apoyatura; empoderar es mejor que potenciar; lo sustantivo supera a lo sustancial; en una solución de vivienda se vive más cómodo que en una simple vivienda y un ajuste de precios resulta más económico que un aumento o un alza?

El lector probableEl lector dedica, en general, escaso tiempo y atención a nuestro escrito. Es realmente notable comprobar cómo un contenido es interpretado erróneamente o cómo un dato muy parcial y secundario ocupa el lugar de privilegio en la memoria del lector a costa de lo más importante. Aún si nuestro trabajo se dirigiese a un público adulto, de buen nivel de educación y familiarizado con el tema, conviene pensar que lo van a leer preadolescentes, es decir, lectores de atención más bien dispersa y de nivel apenas algo más que escolar. No es una muestra de desprecio a un lector hipotético; al revés, es una muestra de respeto por las condiciones más probables de su contacto con nuestro trabajo. Hay que facilitar las cosas.

Una regla de oro es mantener el orden habitual de sujeto, verbo y predicado. En una noticia o comunicación el mejor texto es el que no se hace notar. Si se tratara de una crónica, por supuesto que un contenido armado exclusivamente en base a la fórmula S+V+P, especialmente de cierta extensión, sería aburrido y cansador. Sin embargo, ante la duda, es mejor cortar por lo sano.

Los adverbios se deben situar preferentemente detrás del grupo verbal, mejor que delante o en el medio. Los adverbios modifican el significado de otras palabras y por eso no se debe iniciar una frase con un adverbio pues en ese caso el adverbio amplía, matiza o precisa algo que aún no se conoce. La excepción es el adverbio solo o solamente.

El periodista ocasional difícilmente cuente con la posibilidad de entregar su texto a un corrector de estilo: todo el proceso de creación y edición queda a cargo de una y la misma persona. Con el advenimiento de la computadora se han eliminado instancias de control –y posibilidades de aprender de la experiencia ajena... El autor busca la materia de su texto, lo escribe, lo corrige y edita, y en el caso de una ONG suele publicarlo

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también; el autor es no solo periodista y editor, sino incluso tipógrafo. Esto obliga a multiplicar el cuidado en cada paso.

Damos por supuesto que se escribe en una computadora con un programa de procesamiento de textos. Sea cual fuere este programa incluye un corrector automático y debe utilizarse pues advertirá de errores tipográficos y de ortografía. También es posible en estos programas acceder a una lista de sinónimos, muy útil cuando advertimos injustificadas repeticiones de una palabra; si puede sustituirse, la variación mejorará la calidad idiomática del trabajo.

Con mucha razón, las recomendaciones de Factor S incluyen que cada artículo debería someterse a un lector de prueba, por lo menos a comienzos de la experiencia del periodista, para asegurarse que lo que decimos es comprendido; además, un lector puede advertir errores que se nos hayan pasado por alto. Conviene imprimir el artículo y leerlo en papel, pues permite una visión global del conjunto y es más fácil que en la pantalla advertir la eventual necesidad de agregar, quitar o cambiar de lugar párrafos o palabras.

Una fuente de error, muy común, es la falta de orden, lógica y concordancia en la oración. Da lugar a innumerables casos de comicidad involuntaria. Ejemplos:

El pintor ejecutó buena parte de su obra antes de morir.

Cinturones para hombres de cuero.

Habitaciones para señoritas de diferentes precios.

Ropa usada para damas en buen estado.

Estábamos al borde del abismo pero dimos un paso adelante.

La situación giró 360 grados.

Palabras extranjerasDeben preferirse palabras del español, salvo en casos donde no haya más remedio que utilizar una expresión extranjera. Muchas veces se cae en el uso de palabras extranjeras por simple rutina o pereza pero no es complicado sustituirlas; otras veces, si se sustituyen o traducen pierden el sentido. Feedback gana si se escribe retroalimentación, pero kibutz o geisha pierden sin remedio. Términos relacionados con las comunicaciones electrónicas y el mundo de la computación suelen utilizarse en su idioma de origen, el inglés, pero la inmensa mayoría tienen su equivalente español. Ante la duda, diccionarios bilingües y manuales de estilo accesibles en Internet pueden ayudarnos.

El diario La Prensa recomienda escribir las palabras no españolas en cursiva, “con la acentuación, el género o los plurales correspondientes en su idioma original”, pero en caso de dividirlas se hará “según las reglas de la Real Academia Española, cualesquiera que sean las suyas propias”. Es preferible aclarar el sentido, si una palabra o expresión se considera poco usual para los lectores, recomendación que también vale para términos especializados o eruditos.

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CitasLa cita es directa, y reproduce textualmente algo que ha sido dicho o escrito por una fuente; una cita indirecta reproduce con las palabras propias del periodista un pensamiento o idea, y es mejor denominarla referencia. En citas de declaraciones o entrevistas es necesaria la fidelidad, pero esto no quiere decir que se acepten errores o redundancias.

Las citas irán entre comillas; si es necesario explicar algo dentro de la cita la aclaración irá entre paréntesis. Hay casos en que es necesario citar dentro de una cita y entonces la cita interna se marcará con comillas simples (‘’). En caso de una cita extensa conviene diferenciarla muy bien del texto para que no se confunda con él. Hay dos maneras de hacerlo: si se trata de un párrafo completo puede presentarse con una sangría considerable e incluso en un tipo menor; si va dentro de un párrafo del texto conviene utilizar cursivas, además de las comillas.

Tomamos de La Prensa los tres modos de adjudicar una cita directa, textual y entrecomillada:

La fuente o persona citada antecede a la frase. En este caso se utilizarán los dos puntos. Ejemplo: El ministro González dijo: “Voy a garantizar el orden”.

La fuente o persona citada se intercala dentro de la frase. En este caso la atribución se colocará entre guiones largos. Ejemplo: “Sería un error –dijo el Presidente– permitir que un grupo minoritario imponga sus criterios al país”.

La fuente o persona citada va al final. En este caso la cita estará seguida por una coma, tras la cual vendrá la atribución. Ejemplo: “Voy a garantizar el orden”, dijo el ministro González.

Nombres, títulos, mayúsculas y abreviaturasTítulos académicos y profesionales no se utilizan, salvo que sean muy relevantes en el contexto de la información concreta. Doctor, licenciado, profesor, ministro, albañil, taquimecanógrafo, geólogo, abogado, joyero o lo que fuere, se escriben con minúscula y no otra cosa. Son denominaciones generales y no nombres propios. Escribir el Presidente no significa más respeto que escribir el presidente, sino un error. Sin embargo Presidencia (sobreentendido de un país o entidad) va con mayúscula pues es un nombre propio. Escribiremos entonces la presidencia de la reunión –genérico– pero la Presidencia de la República –nombre propio, específico.

Un ministro es ministro de algo y ese algo es un nombre propio y comienza con mayúscula; por eso escribiremos el ministro de Economía. La secretaría de Estado se escribirá Ministerio de Economía –nombre propio, específico. Del mismo modo, un Banco no es más que un banco, pero si esta denominación se incluye en el nombre propio, entonces escribiremos el Banco de Seguros del Estado.En el párrafo anterior escribimos Estado con mayúscula, pero si no es un sinónimo de estructura política soberana va con minúscula, por ejemplo el estado de salud o el estado de Rio Grande do Sul. Estamos ante un caso parecido con la palabra gobierno, que va con minúscula si se refiere a un período de mandato o a la dirección ejercida por una persona o entidad, pero con mayúscula en el caso específico de un país. La regla es

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válida también en el caso de leyes, decretos o artículos legales, que irán en minúscula si no se refieren a un caso específico determinado. Ejemplos: La ley tiene validez universal, pero la Ley de Áreas Protegidas; los artículos del decreto, pero el Artículo 38.

El nombre de entidades o de organismos se escribe completo la primera vez que se menciona, y seguido de la sigla entre paréntesis solamente si esta sigla se va a utilizar en el texto; y si no se utilizará, no. Se recomienda no utilizar artículo antes del nombre de un país, salvo que el uso del mismo se haya universalizado por la costumbre o integre el nombre, como en El Salvador.

Nombres de ciencias, materias o asignaturas y profesiones van con minúscula y no otra cosa. Lo mismo sucede con las frases establecidas para nombrar un concepto, como seguro de paro, producto interno bruto, balanza de pagos o mercadería en tránsito. Designaciones de accidentes geográficos (cuchilla, río, monte, laguna), divisiones políticas (departamento, municipio, alcaldía), edificios o locales públicos (escuela, comisaría, juzgado, biblioteca) así como vías urbanas (calle, avenida, bulevar) van con minúscula, salvo que formen parte de un nombre propio.

Ejemplos: la ciudad de Montevideo, la Ciudad Vieja; las avenidas hacia el norte, la Avenida San Martín; los cerros más altos, el Cerro Catedral; la escuela primaria, la Escuela Brasil. En honor a la verdad, esta regla no es absoluta y no podemos decir que esté “mal” escribir avenida San Martín, cerro Catedral o río Uruguay. Otra cosa sería si hablamos, por ejemplo, de un barco o un club llamados Río Uruguay.

Se escribirá con mayúscula la letra inicial de los títulos de libros, películas, obras de teatro y canciones, no importa si están escritos en otro idioma. En inglés se acostumbra iniciar con mayúscula todas las palabras más significativas del título, pero El País recomienda no utilizar esa regla en español. Un título inglés como The Way the Modern World Works; trascripto al estilo de El País resulta The way the modern world works. Suponemos que de este modo se respeta mejor la imagen tipográfica de las palabras en español, y se lee más fácil. Se hará excepción en el caso de publicaciones periódicas, que sí llevan mayúsculas iniciales. Ejemplos: Le Monde Diplomatique, Corriere della Sera, Helsingin Sanomat, Asahi Shinbun, The New York Times.

Las mayoría de las abreviaturas no tienen justificación en un texto; sí, en una tabla, cuadro estadístico o listado. En la escritura en otros idiomas hay abreviaturas aceptadas, pero no en el nuestro salvo algunas excepciones. Es opcional utilizar No. por número cuando se mencionan leyes, decretos, parágrafos o artículos específicos y hay unos pocos casos más según el medio cultural y su tradición tipográfica, pero en general debe preferirse la palabra entera.

La abreviatura etc. (por et cétera, o sea, “y el resto”) debería evitarse o ser utilizada con mucho cuidado pues quita jerarquía a ese “resto” que no necesita especificarse, no tiene importancia. Se justifica en caso de que nombremos una serie notoria de elementos, como en los números naturales son 1, 2, 3, etc. pero no corresponde si decimos en el cuartel había oficiales, soldados, etc.; se justifica si queremos ironizar, como en llegó tarde otra vez y dijo lo de siempre, que no sonó el despertador, que el tráfico, etc.En un texto escribiremos kilómetros o megavatios, con las palabras completas, pero si incluimos un cuadro o una gráfica utilizaremos en ellos las abreviaturas correspondientes. Evítese por todos los medios incluir en un texto corriente expresiones de aviso económico como avda., depto., p.ej., 3º., Gral., Ao., Esc., p.p., y menos aún Fco., José Ma., 2/10/98 y similares: deben usarse las palabras completas.

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Números, cifras, fechas, fracciones, porcentajesUna regla de uso en cuanto a las cifras en un texto recomienda que del cero al nueve se escriban con su nombre y a partir del 10 con números; otros prefieren continuar escribiendo con letras hasta el doce. Como sea, evitaremos escribir trece o sesenta y cuatro.

En una enumeración, si unas cifras deben escribirse con letras y otras con números, se dejan todas con números. Ejemplo: 3 ministros, 45 senadores y 100 diputados (ejemplo de La Prensa). Una excepción es cuando la cifra se incluye en una frase hecha o expresión común, pues entonces se escribe con letras: una y mil veces, cada dos por tres, decenas de miles de kilómetros, un ciento de fanáticos.Millares, millones y billones suelen traer problemas. El manual de La Prensa recomienda que se escriban combinando números con palabras, y así aparecerán 8 millones 320 mil 430; 733 mil; 6 millones; mil 500; 5 mil. Evitemos el término billón que en algunos países significa mil millones y en otros un millón de millones; para peor, recientemente la Real Academia aceptó el término millardo, importado del francés.

Otra forma de representar cifras grandes es simplemente separarlas en grupos de miles con un espacio fijo, para que no se dividan al final del renglón, pero sin emplear ni dos puntos, ni punto, ni coma para separarlas, pues esto aumenta la confusión: nuestra coma es un punto en los países de habla inglesa; ellos separan las unidades de mil con comas del resto del número, etc. En el programa Word, por ejemplo, el espacio fijo se logra digitando las teclas Control + Mayúsculas + Barra de espacios. Si representamos cantidades de este modo, las cifras del párrafo anterior quedarían así: 8 320 430; 733 000; 6 000 000; 1 500; 5 000.

Si una cantidad de miles se refiere a un año, la cifra se considera una palabra y escribiremos 1 998 dólares, pero año 1998. La fecha del mes se escribe con números, no importa si contiene un dígito o dos: 4 de junio de 2006. Una fecha no se abrevia si no es en una tabla o gráfico y es necesario escribir la preposición de entre la fecha y el mes, y entre el mes y el año.

El reciente cambio de siglo no significó que el de se cambiara por la contracción del entre el mes y el año, aunque a muchos les suene así y digan “fecha tanto y tanto del 2006”, cuando debe ser de 2006. Importante es recordar que el nombre de los meses en español va con minúscula y no hay que confiar en que los programas de procesamiento de texto lo recuerden. Dejemos el nombre de los meses con mayúscula para el inglés y otros idiomas.

Citamos a continuación el manual de La Prensa, pero téngase en cuenta que en el ejemplo de este manual se indican las fracciones de un entero mediante un punto, como en inglés, y no con coma, como en español:

Los números quebrados (o fracciones) se escriben con todas sus letras, salvo en las tablas o cuadros estadísticos. Ejemplos: dos tercios, tres quintos, un octavo.

Las cantidades de peso, longitud, superficie o volumen no deben expresarse en cifras inferiores a la unidad. Se prefiere escribir nueve milímetros a 0.9 centímetros. Otra cosa es que la cantidad contenga una fracción. Por ejemplo: 22.7 kilogramos.

Los números ordinales podrán escribirse con letras (primero, undécimo, decimo- noveno). Es preciso evitar el error de denominar a los ordinales (undécimo) como si

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fuesen fracciones (un onceavo). No se puede decir onceavo piso. Lo correcto es decir undécimo piso o décimo primer piso).

Es incorrecto escribir frases como de 40 a 45 mil balboas cuando lo que quiera decirse es de 40 mil a 45 mil balboas.

El uso de los números romanos se limita a la denominación de los siglos, los reyes, los papas y de aquellos eventos (juegos deportivos, conferencias) que los utilicen en su denominación.

Signos de puntuación

Signos más utilizadoscoma, punto, punto y coma, dos puntos,

puntos suspensivos, comillas, guión,raya (guión de diálogo), paréntesis,

interrogación, exclamación

El manejo de estos signos ha variado a lo largo del tiempo y también varía entre los usuarios, pues la tarea fundamental de la puntuación es ordenar el discurso mediante pausas para facilitar su comprensión. No olvidemos que un texto existe para ser leído, es decir, traspone en signos el lenguaje oral; las pausas, tonos e inflexiones del lenguaje oral se indican por la puntuación, como consta en el cuadro adjunto. Por lo tanto, en última instancia, es el autor quién escoge y decide qué signos utilizar. En este apartado recordaremos algunos principios fundamentales.

Las posibilidades de cortar el flujo del texto con pausas están graduadas por su importancia, con el caso algo especial de los dos puntos. De mayor a menor importancia tenemos el punto que separa dos párrafos, luego el punto y seguido, el punto y coma, y la coma.Entre dos signos del mismo tipo caben los de importancia menor y por eso dentro de un párrafo caben los demás tipos de pausa; el punto y seguido marca una frase y dentro de ella podemos usar el punto y coma y la coma, y así sucesivamente. Las partes de un texto también se relacionan mediante palabras como y, ni, o, pero. Este recurso genera otras opciones, como veremos.

Lo que parece una obviedad, no lo es: por ignorar principios elementales casi ha desaparecido el punto y coma. Es más, especialmente en textos con pretensión literaria –por frivolidad o pereza mental– el punto y seguido ha desplazado y sustituido a los demás signos: los pensamientos comienzan y terminan en cualquier lado y se relacionan de forma balbuceante. Tal presentación no indica originalidad: indica pobreza.

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Posibilidades de ordenación del texto

separación pausa mayor pausa menor pausa menorsigno de puntuación

punto (y aparte) punto (y seguido) punto y comao dos puntos

coma

utilización párrafo período sintáctico u oración gramatical

dos oraciones cercanas sobre la misma idea

oración en oración (incisos, aclaraciones)

pensamientodel autor

idea completa un aspecto de la idea

complemento de sentido

sentido parcial

entonación de lectura

pausa larga, baja la voz, respiración.

pausa, baja la voz, inspiración

pausa, reposo, baja la voz

pequeña pausa,sube la voz

Coma. No tomaremos aquí todos los casos de uso de la coma, sino los que a nuestro juicio son más útiles y problemáticos para un periodista aficionado. Cualquier libro de ortografía o manual on line aportará, a quien quiera consultarlo, la lista completa de casos.

Nunca se coloca coma entre sujeto y verbo, salvo que en ese lugar vaya una explicación (inciso), que siempre se escribe entre comas y se lee en tono más bajo que el resto. Ejemplo: Martín entró a la universidad (S+V+P, sin coma); Martín, el matrero Martín Fierro, entró a la universidad (S+inciso+V+P, con comas).

En una oración de construcción inversa, que no empieza con la frase principal, la coma separa los elementos. Ejemplo: En la ducha, cualquiera se cree sin duda un Gardel. Las conjunciones y, ni, o, hacen de hecho una pausa y no es necesario poner la coma antes de escribirlas, pero la coma puede utilizarse si las partes relacionadas son muy largas o complejas. También se utiliza la coma si estas partes tienen sujetos diferentes. Ejemplo: Los barcos descargan contenedores, los camiones llegan al muelle, todo es movimiento.

Punto y coma. El signo de punto y coma señala pausa y descenso en la entonación; no como el punto, que cierra una oración completa. Se trata del signo más subjetivo, que depende en gran medida de la voluntad del autor. Nuestro apunte no agota los casos posibles.

Se recomienda el punto y coma detrás de un trozo extenso de la frase, cuando debe indicarse una pausa y ya se han usado comas dentro de ese mismo trozo. El punto y coma también es necesario para separar la exposición de aspectos diferentes de una misma idea. Ejemplo de La Prensa: Sobre la pena de muerte, muchos estaban de acuerdo; otros, en cambio, estaban en contra; por último, había algunos que preferían no opinar.

Una situación similar surge cuando –mediante expresiones como mas, pero, aunque, sin embargo– introducimos una opinión o idea contraria a continuación de una afirmación. Si lo que introducimos es extenso conviene el punto y coma; de otro modo alcanza con la coma. Ejemplo –largo– de La Prensa: La exposición de Jaime sobre la revista estuvo interesante; sin embargo, los ejemplos no sirvieron de nada. Ejemplo –corto– de El País: Lo hizo, aunque de mala gana.

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Punto. Tomamos aquí solo un caso que genera dudas: no se utiliza el punto en titulares, subtítulos, firmas y similar, en general compuestos de una sola oración y escritos como línea aparte y tal vez en otra tipografía que el texto corriente.

Dos puntos. El signo de dos puntos señala una pausa de signo igual a la del punto y coma, es decir, señala que el pensamiento aún no está completo. Después de dos puntos se utiliza la minúscula, salvo en los casos que veremos abajo.

Un primer caso de utilización de los dos puntos es la introducción de una enumeración taxativa, completa, que abarca todos los términos a que nos referimos. Ejemplo de El País: Había tres personas: dos mujeres y un niño. Otro ejemplo: Una cosa más: no olviden traer abrigo.

Error muy común es introducir una enumeración parcial con los dos puntos, lo que es no solo incorrecto e innecesario, sino que lleva a la confusión. Ejemplo: También invitaremos: a María y a Rosario.

Los dos puntos presentan también una cita textual, que irá entre comillas y con mayúscula inicial. Ejemplo: Dijo José Artigas: “Nada debemos esperar sino de nosotros mismos”. Si la cita no es textual no se utilizan comillas pero se recomienda mantener la mayúscula. Ejemplo: Como dijo Artigas: No esperemos nada de los de afuera. Asimismo, los dos puntos introducen una oración que demuestra o aclara lo que ya se ha dicho. Ejemplo: Estos son los principales rubros de exportación: carne, lana, cereales, vinos y software.

Comillas. Olvidemos lo aprendido en la máquina de escribir, pues la computadora nos ofrece prácticamente las mismas posibilidades que una imprenta completa. Estos recursos a nuestro alcance permiten presentar el texto con mayor precisión.

En el caso de las comillas, estas deben reservarse para las citas textuales y para dar un segundo sentido –comúnmente irónico– a una palabra. Hay comillas (“”) y comillas simples (‘’). Cuando va un entrecomillado dentro de otro, en el segundo se usan las comillas simples. Si al principio o al final de la cita coincidiesen los dos tipos de comillas se dejará de lado la comilla simple. En caso de que el texto entrecomillado fuera extenso se abrirán y cerrarán comillas en cada párrafo.

Si es necesario introducir una aclaración en medio de una cita se cierran las comillas, se inscribe la aclaración entre rayas y luego se reabren. Si es conveniente suprimir palabras o frases en la cita la falta se indica con puntos suspensivos; antes o después de los mismos se dejará espacio, pues funcionan como una palabra. En caso de que la supresión caiga en medio del texto, los puntos irán entre paréntesis o entre barras, pero también con espacios antes y después.

Cabe aquí una aclaración importante, que copiamos del manual de El País: “Las comillas –como sucede con los paréntesis y las rayas– van siempre antes del punto final, tanto si se abrieron una vez iniciada la frase como si se abrieron inmediatamente después del punto anterior”. Hay quien recomienda que la comilla final englobe al punto, para marcar claramente que la cita termina allí, y así se acostumbra en textos en inglés y otros idiomas. No es necesario, pues en caso de que la oración no terminara en la comilla esto debería marcarse con puntos suspensivos.

Otro caso confuso es el de títulos y similares entre comillas. Recomienda El País: “Los términos no castellanos, los neologismos, así como los títulos de libros, películas,

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canciones, obras de teatro o musicales, o de algunas de sus partes (capítulo de un libro, artículo de un diario), no se entrecomillarán. Como excepción, cuando se citen a la vez el título general de una obra y el de una de sus partes, este último llevará comillas simples”. “Tampoco se entrecomillarán los nombres / ...de animales, barcos, edificios, lugares... / en los que la mayúscula inicial evita la repetición de otros signos tipográficamente diferenciadores, como la cursiva o las comillas”.

Paréntesis y rayas. Ambos cumplen cometidos similares: separar una expresión insertada en una oración. Cuándo utilizar unos y otras es un problema de graduación: el paréntesis encierra expresiones tan independientes del texto que casi podrían merecer una nota al pie de página; las rayas, por su parte, separan expresiones tan cercanas al texto que casi podrían ir entre comas, “pero que las rayas refuerzan y diferencian con toda claridad”, como dice El País.

Ante la necesidad de insertar una llamada –que de todos modos no cabe si no es en un ensayo, libro o artículo extenso de tipo científico– podemos utilizar los paréntesis, pero también –como muestra esta misma oración– entre rayas. Como receta recomendamos reservar el paréntesis para otros textos y no para artículos informativos, y jamás utilizarlos en un texto literario. De todos modos, esto no es una regla ni está sancionado por autores prestigiosos: debe primar la intención de hacerse entender por el lector.

Paréntesis y rayas permiten abrir un nuevo paréntesis menor dentro de otro, lo que se indica con rayas. Ejemplo de El País: Todos estos países isleños (las Filipinas, Indonesia, Sri Lanka –anteriormente Ceilán– y Mauricio) no forman propiamente un bloque.

Otro situación confusa se presenta cuando la raya final coincide con el punto de cierre de una oración, caso en que debería conservarse como se conservan el paréntesis o las comillas finales, pero que muchos eliminan. Sin embargo, la raya también indica la trascripción de un diálogo y si la trascripción llega hasta un punto final de párrafo (punto y aparte) entonces la segunda raya no se utiliza. Siguen un par de ejemplos.

Diálogo

—¡Claro que poder! ¡Qué poder ni que ocho cuartos! Ahora de inmediato le voy a hacer una pregunta y contésteme bien bonito —alzó la voz Santacruz. (punto y aparte)

—Lo comprendo perfectamente sin duda —dijo el joven— pero no está para nadie. (inserción)

Separación

Competían por El Mutún, entre otras empresas, la británico-holandesa Mittal Steel Group –la mayor del mundo en el ramo–, la brasileña EBX Siderúrgica Bolivia, el consorcio argentino Techint-Siderar, la chilena Luneng Shandong y la india Jindal Steel and Power. (inserción)

Las transnacionales poseen la tierra y los árboles, y producen la celulosa en sus propias plantas –instaladas en zonas francas exentas de la soberanía nacional. (punto)

Guión. Solo una advertencia: no se empleará guión entre la partícula ex y la palabra correspondiente para indicar que una persona ya no tiene el cargo o la condición anterior. Entre ex y el adjetivo o sustantivo de que se trate debe dejarse un espacio.

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Escribiremos ex presidente, y no ex-presidente o expresidente. Lo mismo puede decirse de expresiones como sub-comandante, que es sub comandante, y similares.

TipografíaLa computadora abre un amplio espectro de posibilidades para reformular, corregir, agregar, quitar o cambiar de sitio palabras, párrafos o frases. Lo que antes se hacía obligatoriamente antes de “pasar a máquina” un texto o en las pruebas de imprenta, hoy se hace en la soledad del diálogo con la pantalla y, además, diez veces más intensamente.

Esto ha significado libertad de acción y autonomía creativa, pero también significa que en el mundo del periodismo ocasional la misma persona suele tomar a su cargo la tarea de redacción, la mecanografía, el diseño gráfico, la tipografía y la corrección de originales, como señalábamos más arriba. El lector no suele notar los siglos de conocimiento que están detrás de una página impresa, pero que un texto sea fácil de leer o que el ojo se aburra de recorrer renglones tirados por ahí depende de la suma de muchos factores.

Existen fantásticos programas para procesar textos y editarlos, pero suelen liberar al autor de tomar decisiones y eso resulta en formatos universales que aburren por lo repetitivos. Parecería que el diseño se redujese a Times y Helvética y no apuntase a lograr documentos agradables al ojo y al entendimiento. El programa tiene que estar a nuestro servicio y no al revés. Si conocemos a fondo la herramienta utilizada, si experimentamos, si buscamos buenos ejemplos en obras impresas o en páginas electrónicas que por una razón u otra nos atraigan, podremos avanzar mucho en estos aspectos con los mismos medios que ya tenemos a la mano.

Márgenes, renglones, párrafos, sangríasLos márgenes de medida estándar toman en cuenta la superficie que cubre una impresora también estándar. No están definidos según otra intención. Si vamos a armar un documento de una sola hoja, por ejemplo una carta, esto no importa mucho; si es un documento más extenso disponemos de otras posibilidades. Hay que apuntar a un balance ente el tamaño de letra y el largo del renglón, el espacio entrelíneas y márgenes de diferente anchura. Una medida estándar adoptada desde los tiempos de la máquina de escribir para calcular la extensión de artículos de prensa o de un escrito, es que cada renglón comprenda 60 caracteres –inclusive espacios– y que la página aloje 30 renglones a doble espacio. Este formato es muy adecuado para corregir el texto a mano, tiene aire y luz entre las palabras y espacio para anotaciones, pero no funciona en un texto impreso o de lectura en pantalla como si fuera impreso. Lo más importante es que el ojo no tenga que recorrer una línea demasiado larga, ni caiga en confusiones de espacio para ubicar, al retorno, el inicio de la línea inferior.

En cuanto a la dimensión de los márgenes, si examinamos regla en mano una página impresa profesionalmente, descubriremos que la anchura no es uniforme. Eso evita que el texto se “cuelgue” o “caiga” de la hoja, pero el lector normal no percibe con facilidad esos detalles. El resultado es que hay textos presentados de manera agradable para leer y otros no, cansan y confunden. No es esta la ocasión de discutir tales temas más a fondo, y dejémoslo librado al interés de cada uno. Internet aloja muchas páginas sobre

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tipografía, por ejemplo, y cualquier libro de una editorial de prestigio nos ofrece material para comparar.

Sin embargo, a ojo de buen cubero, podemos partir de una línea de entre 65 y 70 espacios. Esto supone que hablamos de interlineado sencillo y tipos de letra de los más comunes, en tamaños de 10 o 12 puntos. En cuanto a la estructura del párrafo, los modelos posibles son varios: con sangría o sin ella, con espacio entre párrafos o no. También aquí lo más práctico es mirar qué hacen otros, cómo lo resolvieron los tipógrafos de nuestra revista preferida o de la novela que esté más a mano, siempre que sean de buena calidad gráfica.

Los tiposTambién conviene tener en cuenta cómo utilizan los profesionales la variación posible de los tipos de letra. La disponibilidad de tipos, ya vengan incluidos en el sistema de la computadora o se agreguen por cuenta propia, supera largamente las necesidades de la mayoría de los posibles usuarios de este manual. Están todos ahí, al alcance de nuestra mano, muchos son originales y caprichosos, llaman la atención, son un peligro… Dejemos los tipos complicados o inusuales para usos muy específicos, como por ejemplo algún anuncio o propaganda: su utilización como tipos para texto corriente puede ser un camino hacia el desastre. Si este manual estuviese compuesto con tipos que imitan la escritura a mano, por ejemplo, o en cada capítulo se introdujera un tipo nuevo, usted ya lo hubiese dejado de lado por la incomodidad y el agotamiento que produciría su lectura. La buena tipografía no se nota a primera vista, pero sí se nota en la facilidad y agrado con que nos presenta el texto.

No debe entenderse que predicamos la utilización estricta de un único tipo en toda la eventual publicación, pero no estaría mal empezar por ahí. Las variaciones posibles en títulos y subtítulos, mediante la utilización de negritas y tamaños, de espacios antes y después de la línea, y otros recursos elementales, ya permite organizar muy bien un texto, sin recurrir a combinaciones dudosas. Tal vez no debieran utilizarse más de dos tipos en la misma publicación y su uso debe ser consecuente, no caprichoso.

Un modelo estándar en el desk top publishing, bastante difundido allá por los primeros tiempos de la popularización de la computadora personal, recomendaba que los textos corridos se armaran en Times y las titulaciones en Helvética, como sigue siendo la propuesta del menú de estilos preestablecidos del programa Word. Puede haber combinaciones mejores, pero hay muchísimas peores.

El manual del diario La Prensa indica que nunca se utilice en anuncios de propaganda los tipos que componen el texto del periódico, y es un principio sano. El País indica que los tipos Times, Cooper y American Typewriter, deben reservarse exclusivamente para los artículos. Lo repetimos una vez más: copie lo que hacen otros que saben más que uno.

Cursivas, negritas, subrayadosOlvídese de que existe la opción de subrayar cuando arme un texto. En tiempos de la máquina de escribir, el subrayado y a veces las comillas servían para diversos objetivos que hoy cumplen la cursiva y la negrita. Dejemos el subrayado solamente para indicar una dirección electrónica y las comillas para las citas y muy poco más.

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Cursiva. Es confuso a veces escoger entre cursiva y negrita cuando se busca resaltar un texto. En general, las cursivas han ocupado lugares que antes ocupaban expresiones entrecomilladas. Los manuales consultados recomiendan la cursiva para “neologismos de uso no extendido”, es decir, ante una palabra creada para la ocasión o un término novedoso, no usual. Por ejemplo, si se me ocurriese nombrar a los lectores de estos apuntes como manualeros debería utilizar cursivas para escribir el neologismo, lo que anteriormente hubiese significado comillas. La cursiva, igual que cualquier otro diferenciador tipográfico, debe utilizarse con parsimonia y no abusar. Como dice El País: “un texto inundado de palabras en cursiva, o considera tonto al lector o está escrito sólo para iniciados”.

A veces queremos dar un segundo sentido a una palabra, especialmente irónico, lo que también antes se indicaba entre comillas; hoy se recomienda indicarlo con cursivas o no indicar nada y dejar que el lector lo interprete. El mismo caso se da con alias o apodos y palabras de otros idiomas, no habituales: se escriben en cursivas. Recordemos que en citas extensas conviene a veces utilizar cursivas, como ya dijimos.

Hay palabras extranjeras que no van en cursiva, y son aquellas de uso generalizado como nombres de deportes, etnias, tribus, idiomas, monedas, medidas, programas, edificios, empresas, firmas industriales, organismos, sindicatos y formaciones políticas, agencias de noticias y similares.

Negrita. La Prensa recomienda negrita para “nombres de periódicos, revistas, canales de televisión y emisoras de radio, así como el nombre de los programas, títulos de libros, películas, canciones, obras de teatro o musicales, o alguna de sus partes (capítulo de un libro, artículo de un diario)”. Si la parte y el todo se citan en el mismo párrafo, el nombre de la parte irá entrecomillado y en letra normal. Ejemplo: La columna “En pocas palabras” del diario La Prensa planteó...

Como muestra de que estas reglas son de uso y no provienen de alguna autoridad superior, El País utiliza cursivas donde La Prensa utiliza negrita… Otro uso de la negrita es para la cifra que “precede a un articulado o enumeración en varios párrafos”. La cifra irá seguida de punto y espacio, y nada más, ni dos puntos, ni punto y coma, ni guión.

Dudas idiomáticasCada uno tiene sus propias dudas y debe buscar las respuestas individualmente. De todos modos, aquí señalamos algunos errores frecuentes.

Acentuación. Según su uso en la frase, este, ese, aquel y sus formas en femenino y en plural se han diferenciado históricamente mediante la acentuación. Si sustituyen a un nombre –y por lo tanto son pronombres– se acentúan; si acompañan a un nombre –y por lo tanto son adjetivos-, no. Ejemplo: –¿Qué foto te gusta más? /–Ésta. /–¿Cuál? /–Esta que tengo en la mano.

Actualmente, y para alegría de muchos, está permitido no tildar en ningún caso. La función misma que la palabra cumple en la oración hace la diferencia. De todos modos, ya sea con las reglas antiguas o las actuales, el pronombre esto o su plural estos no se acentúan nunca.

Tampoco se pone tilde en los monosílabos, salvo para diferenciar algunos casos como el (artículo) y él (pronombre personal); de (preposición) y dé (verbo dar); que (conjunción o pronombre relativo) y qué (interrogación directa o indirecta); se

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(pronombre ) y sé (verbo); si (condición) y sí (afirmación); tu (adjetivo) y tú (pronombre).

Porque, porqué, por qué, por que Porque indica la causa de algo. Ejemplo: Vine porque sí.

Porqué es un sustantivo, va acompañado de artículo y puede sustituirse por razón o causa. Ejemplo: El porqué de la situación.

Por qué es interrogativo, directo o indirecto. Ejemplo: ¿Por qué no? Te pregunto por qué no.

Por que combina la preposición por y el pronombre relativo que y se utiliza para explicar. El pronombre que puede sustituirse en este caso por el cual, las cuales, o similares.

Sustantivos unidos. En caso de plural, solo se indica para el primero. Ejemplos: ciudades dormitorio, hombres rana, planes piloto, conceptos clave, horas pico, buques insignia, jugadores estrella…

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Parte IV

Textos digitalesSe habla de la prensa electrónica como el cuarto medio de comunicación, que se suma con su carácter propio a los periódicos impresos, la radio y la televisión. Es un medio nuevo y significa nuevos recursos, así como una democratización muy fuerte de las posibilidades de emitir y recibir información.

La utilización de este medio, gracias a su enorme versatilidad, puede seguir los moldes habituales ya que mediante el ordenador personal es posible editar en papel, hacer radio o editar gráficos, fotos y videos. Hay otra gran posibilidad aún poco aprovechada y es la de trabajar simultáneamente con la variedad de recursos disponibles, es decir, de meterse en el mundo de los multimedia.

Este arsenal de recursos permite otra aproximación a la información; obliga a quien la ofrece y a quien la recibe a desarrollar nuevos hábitos de trabajo y de consumo. Los medios periodísticos más avanzados en Internet dan buenos ejemplos de lo que es posible. La noticia se presenta en varios planos, por ejemplo, mediante un texto general, un minuto de video sobre un detalle, una entrevista a un participante grabada en audio, algunas fotos, un mapa y una gráfica estadística. Tal vez los recursos de un periodista ocasional no sean suficientes para cubrir todos esos campos, pero sí es posible romper los límites del texto puro y duro.

Un texto digital permite mucho más posibilidades de presentación que la pirámide invertida utilizando enlaces y multimedia, como señala el profesor Salaverría en su artículo. También nos advierte de diferencias importantes entre el texto preparado para papel y para digitalizar ya que el lector en pantalla no puede ver dónde termina el texto digital y debe recorrer varias pantallas hasta llegar al fin. Esto desorienta: el lector puede suponer que lo más importante ya fue dicho en el primer párrafo, según el hábito de la pirámide invertida. En la pantalla no es tan fácil volver atrás como en una página impresa y abarcar con una mirada detalles del contexto.

En Internet, un texto puede sobrevivir sin modificaciones durante años, o actualizarse cada diez minutos, especialmente las noticias. En un periódico diario impreso, ayer probablemente se refiera a la edición del día anterior, pero en una página electrónica no es seguro que, si la fecha no está indicada con mucha claridad, el lector pueda ubicar en el tiempo la noticia con las mismas referencias. Los conceptos temporales en Internet se desvanecen. Hoy o anoche no es lo mismo en Australia o Brasil; la página se alimenta a cualquier hora y todo se diluye y confunde, más cuando las páginas se entrecruzan mediante enlaces.

Leer en pantalla cansa más que leer en papel, Internet nos ha acostumbrado a tiempos de reacción muy cortos y no existen segundos más lentos que los que toma esperar la conexión a una página electrónica. Es recomendable entonces apostar a textos cortos, sintetizar y resumir. Un recurso posible es el que utilizamos en nuestro semanario digital Peripecias (http://www.peripecias.com) donde en algunos casos los artículos se presentan mediante un resumen enlazado con el texto completo para quien se interesase en profundizar sobre el tema. La división en párrafos también debe ceñirse a este criterio y no es aconsejable que se extiendan a más de ocho o diez renglones.

Precisión, exactitud y claridad son necesarias, y por lo tanto evitemos escribir parece que, podría, no se descarta o expresiones de la misma vaguedad, que además suelen

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estar al servicio de un propósito especulativo o pueden interpretarse así. Claro está que reproducir rumores, estableciendo claramente su calidad de tales, en algún contexto excepcional puede tener valor informativo. Eso lo dirá la experiencia.

Tipografía y géneros periodísticos digitalesLa inmediatez del acceso y la escasa paciencia harían recomendable que los titulares fueran muy simples y claros. Es una ventaja utilizar antetítulos (volantas) y subtítulos o copetes como recomendamos antes, pues en muchos casos el lector no irá más allá. Hay varios ejemplos de periódicos digitales que utilizan estos recursos. El lector accede a lo que le interesa y deja lo demás de lado, y la navegación por la noticia se facilita mediante fragmentos especializados de información (gráficos, sonoros) y las posibilidades de los hiperenlaces a textos y archivos dentro o fuera de la misma página electrónica. Son recursos que conviene aprender a manejar, una vez que se les pierda el miedo.

El diseño también comunica y la tipografía es parte del diseño. Hay tipos (fuentes) de probada eficacia para la lectura en pantalla como Times, Arial o Helvética, que no se han hecho populares porque sí. Otro tipo con excelente legibilidad, diseñado especialmente para las páginas electrónicas, es el Verdana. El tamaño del texto corrido no debe exceder los doce puntos. Mayor tamaño de cada letra no significa necesariamente un texto más fácil de leer: el ojo “corre” a lo largo de la palabra, pero la ve como un bloque y no como letras sumadas.

Si bien las reglas que dimos para el uso de negritas y cursivas son válidas tanto para textos digitales como analógicos, en Internet su uso debe ser el mínimo posible: no tenemos ninguna garantía de que aparezcan como lo planeamos en el ordenador del receptor, y su lectura es más dificultosa que sobre papel. No olvidemos que contamos con el recurso del color que, bien utilizado, puede funcionar mejor en una página electrónica que los recursos monocromos.

Hay otros recursos que exigen algo más de habilidades y equipamiento para su explotación, como los foros, chats, blogs o debates. El concepto tradicional yo comunico, tú recibes se convierte en nos comunicamos.

Hipertexto e hipermediaEl hipertexto es una organización del texto en un documento digital en el que la información se estructura en una red de nodos y enlaces que permiten acceder a los datos de manera no secuencial. Los enlaces (también llamados hiperenlaces, vínculos, hipervínculos o links) pueden dirigir la lectura a otra parte del mismo texto o a un texto en otro documento. De este modo, la linealidad de los textos tradicionales es reemplazada por una nueva linealidad construida por el propio lector según los vínculos con los temas que captan su interés.

La lectura de distintos documentos a través de los enlaces de hipertexto es lo que introdujo la metáfora de la navegación para referirse a la acción de visitar distintas páginas en Internet. Estas páginas se pueden leer mediante un navegador web, también conocido como browser o explorador web, aplicación que permite recuperar y leer los documentos de hipertexto alojados en un sitio que a su vez está disponible en un servidor web. Estos documentos generalmente están guardados en formato HTML, el formato estándar de la Web. El HTML (HyperText Markup Language o lenguaje de

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marcas de hipertexto) provee un conjunto de etiquetas que son agregadas al texto que se quiere publicar. Los navegadores –por ejemplo Firefox, Internet Explorer y Opera entre otros– decodifican esas etiquetas y le muestran al usuario el texto formateado.

Si bien los archivos en formato HTML son archivos de texto simple, y por tanto pueden ser creados con cualquier editor de textos como por ejemplo el Bloc de Notas de Windows, existen aplicaciones especialmente diseñadas para este fin como FrontPage, Dreamweaver y Nvu. Dichas aplicaciones se conocen como editores web o editores HTML y ofrecen un entorno amigable para trabajar con estos archivos.

El hipertexto es sin lugar a dudas uno de los pilares de Internet. Las implicancias de la adopción del hipertexto han sido estudiadas por varios autores desde distintas disciplinas. Vásquez Rocca por ejemplo refiere al “descentramiento o dislocación que se produce al moverse por una red de textos, desplazando constantemente el centro, es decir con un centro de atención provisional, un conjunto de cuerpos de textos conectados, aunque sin eje primario de organización. Estas nuevas articulaciones discursivas, propias de la digitalización de la escritura –que se pueden recorrer en diversas direcciones– no sólo sucesivas sino simultáneas, no admiten una sola categorización, sino las más variadas: antinovela, antipoesía, escritura automática, parodia literaria, reflexión filosófica, meditación esotérica, interpretación talmúdica. Cuestionando así las nociones tradicionales de narrativa, univocidad y linealidad vigentes desde los tipos móviles de Gutenberg” (Adolfo Vásquez Rocca - El hipertexto y la lógica del laberinto. Textualidad, redes y discurso ex-céntrico, en http://www.geocities.com/filosofia_aplicada/HIPERTEXTO.htm).

Por hipermedia se entiende la suma de hipertexto más multimedia, es decir la combinación del hipertexto con imagen, animación, video y/o sonido.

BlogUn blog, también conocido como weblog o cuaderno de bitácora, es un sitio web que recopila artículos de uno o varios autores. Los artículos se presentan ordenados cronológicamente de modo que los más recientes se ubican en primer lugar. Por lo general cada artículo ofrece la posibilidad de ser comentado por los lectores lo que posibilita que se produzcan discusiones en torno a las temáticas publicadas y con ello una interacción real entre los responsables del blog y sus visitantes.

Las temáticas abordadas son propias de cada blog, puede tratarse de un diario personal, o tratar sobre temas tecnológicos, literarios, políticos, sociales, informativos, etc.

ForoLos foros, también conocidos como foros de discusión o de mensajes, son aplicaciones que permiten la realización de discusiones a través de la web. Los visitantes, previo registro o no, pueden publicar sus opiniones sobre determinados temas y estas serán contestadas por otros usuarios. Existen usuarios administradores del foro que son quienes establecen las normas del mismo. Generalmente la discusión está organizada por temas y subtemas, ambos a su vez derivados de un tema central que es la razón de ser del foro. En muchas ocasiones los foros son parte de comunidades virtuales siendo aquellos su lugar de encuentro.

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WikiUna wiki es una aplicación que permite la escritura colaborativa de un sitio web. Distintos usuarios acceden a los contenidos pudiendo efectuar modificaciones sobre lo que otros usuarios escribieron. El ejemplo más conocido de wiki es la enciclopedia Wikipedia.

Sistemas de gestión de contenidoExisten aplicaciones diseñadas para crear y administrar los contenidos en un sitio web. Estas aplicaciones se conocen como Sistemas de gestión de contenido o CMS (Content Management System). Generalmente son aplicaciones que interactúan con una base de datos que almacena los contenidos de manera independiente al diseño de los mismos. De este modo es posible realizar operaciones sobre el conjunto de los contenidos, por ejemplo cambiar el diseño global del sitio o de un grupo de documentos.

Existen muchos tipos de CMS pero a grandes rasgos se pueden agrupar en administradores de portales, de foros, de blogs, de wikis, de imágenes, entre otros. Han ido ganando en popularidad al tiempo que se volvían más potentes y versátiles. Actualmente es posible encontrar programas capaces de administrar sitios de gran tamaño, con miles de archivos y alta frecuencia de modificación, al tiempo que posibilitan la creación de diseños profesionales. La principal ventaja de los CMS es que usuarios con un mínimo entrenamiento pueden subir contenidos a un sitio web.

Algunos ejemplos de CMS gratuitos son WordPress (http://www.wordpress.org), Drupal (http://www.drupal.org), Mambo(http://source.mambo-foundation.org) y PHP-Nuke (http://www.phpnuke.org).

El sitio OpenSourceCMS (http://www.opensourcecms.com) ofrece una lista exhaustiva de sistemas de gestión de contenido gratuitos, ordenados por categorías y con versiones que pueden ser testeadas online. Los CMS que se encuentran en este portal, además de ser de código abierto (open source) están basados en el lenguaje de programación PHP y en el sistema de gestión de bases de datos MySQL, recursos disponibles en sitios web.

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Programas libres para el periodista ocasionalEl estándar más extendido en las computadoras personales es el sistema operativo Windows en sus variantes, y el paquete de programas Office. Estos recursos son pagos y, como es notorio, esos pagos cimentaron la mayor fortuna del mundo. Sin embargo no tenemos necesidad de engordar las cajas fuertes de los propietarios de Microsoft, pues hay un fuerte movimiento de programadores que ofrece alternativas gratuitas y de código abierto para satisfacer todas las necesidades de software. Estas soluciones han ido creciendo en popularidad, ofreciendo prestaciones que equiparan e incluso superan las de las aplicaciones comerciales.

Para acceder a estos programas no es obligatorio utilizar el sistema operativo Linux o alguna de sus variantes –cuya interfaz o apariencia, de todos modos, cada vez se parece más a la de Windows– pues existen para todos los sistemas. Son muy fáciles de conseguir en Internet. Una guía mínima de las posibilidades de sustitución de los programas pagos se indica en el cuadro siguiente.

Tipo Pago Gratuito

Suite ofimática Paquete Office OpenOffice

Procesador de texto Word Writer (OpenOffice), AbiWord

Autoedición PageMaker, QuarkXPpress, InDesign Scribus

Dibujo vectorial Illustrator, Corel Draw, Freehand Inkscape

Tratamiento de imágenes Photoshop Gimp

Presentación Powerpoint Impress (OpenOffice)

Planilla de cálculo Excel Calc (OpenOffice)

Cliente de correo Outlook Thunderbird

Editor html Frontpage, Dreamweaver SeaMonkey Composer, Nvu, KompoZer

Base de datos Access Base (OpenOffice)

Navegador Internet Explorer Firefox, SeaMonkey

Bloc de notas Notepad Notepad++, Notepad2