MaldeOjoDiciembre

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BOLETÍN LITERARIO MAL DE OJO Número 12 Diciembre 2013 del recuerdo a la memoria La memoria como ac- ción mental y espiri- tual permite al ser hu- mano estructurar su vida. Ella, fuente indis- cutible de toda mani- festación humana, tan compleja y enrique- cedora funciona es- tableciendo los pilares fundamentales para poder sostener toda la maquinaria existencial de nuestros tiempos y todos los tiempos. El pasado se compone de todas aquellas expe- riencias que el ser hu- mano va almacenando en esta caja negra lla- mada Memoria. Nues- tro pasado, presente y futuro se configuran a través de este proceso innato de acumula- ción de imágenes. Tal cual como huellas en la arena, las vivencias se incrustan impresio- nando al ser, asimilan- do en un mapa nuestra identidad y personali- dad. En su afán de perdu- ración el sujeto hu- mano ha tomado a la literatura como una de las tantas formas artísticas, con el fin de plasmar en ella la his- toria de un individuo, pueblo, sociedad, etc. Si bien la literatura, como ficción, distor - siona la realidad, ésta viene a ser la prueba más importante de que realmente somos y estamos. Sin ella y más en su raíz, sin la pala- bra las redes cósmicas no podrían ser tejidas e interpretadas. Sustentamos entonces, la creencia, la ciencia, la emoción y la concien- cia en un simple gesto, el accionar inherente de la especie, la pro- ducción del recuerdo como prueba feha- ciente de nuestra exis- tencia. “Basta que alguien me piense para ser un recuerdo” expresa O. Girondo. Así, simplemente en este movimiento, los hilos convergen y se van creando historias, circunstancias, escena- rios, espacios, mundos reales e imaginarios que llevan al individuo a querer aprehender el todo. Es por esto impor- tante replantearnos la concepción que queremos gestar de nuestra historia. Qué es realmente lo que necesitan las futuras generaciones recordar de nosotros. De qué forma podemos ha- cernos presentes en el mapa cósmico y dejar una huella al paso, que equilibre la armonía y no destruya el cauce natural de la vida. Mal de Ojo, en este último número del año 2013, abre el espacio para que la literatura se haga manifiesta y podamos recorrer mundos que esperan ser recordados. Agra- decemos a todos los lectores que se dan el tiempo de enriquecer su alma mediante la literatura y entrega- mos un cálido abrazo a todos los artistas que han dedicado su obra colaborando en este proyecto. Buena lectura. Ana Karina e Isabel Guerrero Editorial E-Lit. 2 3 4 5 6 7 8 10 11 12 14 - Del recuerdo a la memoria -Recuerdo Joy Moreno - Flores para mis recuerdos Carlos Enriquez Saldivar - Memoria Virginia Wood - Escrito Ana Karina - Apreciación literaria Ángela Luna - Inmortal / Diferencia Roberto Araque - Acerca de la memoria en América Latina Gabino Fonseca - Tiempos de esperanza Trayenko - Cap. IV Isabel Guerrero - Triptico de sol Jairo Guerra - Recuerdo olvidado Fernando Julio CONTENIDO Fotografías de este número: Ayrton Pereira flickr.com/photos/psychosors Christian Weyehuinca flickr.com/photos/weyehuinca

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Boletín Literario. En este número "La memoria y el recuerdo". El próximo número: El amor y el erotismo. Envía colaboraciones a [email protected].

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BOLETÍN LITERARIO

MAL D E O J ONúmero 12 Diciembre 2013

del r e cu e rdo a la memor ia

La memoria como ac-ción mental y espiri-tual permite al ser hu-mano estructurar su vida. Ella, fuente indis-cutible de toda mani-festación humana, tan compleja y enrique-cedora funciona es-tableciendo los pilares fundamentales para poder sostener toda la maquinaria existencial de nuestros tiempos y todos los tiempos. El pasado se compone de todas aquellas expe-riencias que el ser hu-mano va almacenando en esta caja negra lla-mada Memoria. Nues-tro pasado, presente y futuro se configuran a través de este proceso innato de acumula-ción de imágenes. Tal cual como huellas en la arena, las vivencias se incrustan impresio-nando al ser, asimilan-do en un mapa nuestra

identidad y personali-dad. En su afán de perdu-ración el sujeto hu-mano ha tomado a la literatura como una de las tantas formas artísticas, con el fin de plasmar en ella la his-toria de un individuo, pueblo, sociedad, etc. Si bien la literatura, como ficción, distor-siona la realidad, ésta viene a ser la prueba más importante de que realmente somos y estamos. Sin ella y más en su raíz, sin la pala-bra las redes cósmicas no podrían ser tejidas e interpretadas. Sustentamos entonces, la creencia, la ciencia, la emoción y la concien-cia en un simple gesto, el accionar inherente de la especie, la pro-ducción del recuerdo como prueba feha-ciente de nuestra exis-tencia. “Basta que alguien me piense para ser un recuerdo” expresa O. Girondo. Así, simplemente en este movimiento, los hilos convergen y se van creando historias, circunstancias, escena-rios, espacios, mundos reales e imaginarios que llevan al individuo

a querer aprehender el todo. Es por esto impor-tante replantearnos la concepción que queremos gestar de nuestra historia. Qué es realmente lo que necesitan las futuras generaciones recordar de nosotros. De qué forma podemos ha-cernos presentes en el mapa cósmico y dejar una huella al paso, que equilibre la armonía y no destruya el cauce natural de la vida. Mal de Ojo, en este último número del año 2013, abre el espacio para que la literatura se haga manifiesta y podamos recorrer mundos que esperan ser recordados. Agra-decemos a todos los lectores que se dan el tiempo de enriquecer su alma mediante la literatura y entrega-mos un cálido abrazo a todos los artistas que han dedicado su obra colaborando en este proyecto.

Buena lectura.

Ana Karina eIsabel Guerrero

Editorial E-Lit.

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- Del recuerdo a la memoria

-Recuerdo Joy Moreno

- Flores para mis recuerdos Carlos Enriquez Saldivar

- Memoria Virginia Wood

- Escrito Ana Karina

- Apreciación literaria Ángela Luna

- Inmortal / Diferencia Roberto Araque

- Acerca de la memoria en América Latina Gabino Fonseca

- Tiempos de esperanza Trayenko

- Cap. IV Isabel Guerrero

- Triptico de sol Jairo Guerra

- Recuerdo olvidado Fernando Julio

CONTENIDO

Fotografías de este número:Ayrton Pereiraflickr.com/photos/psychosorsChristian Weyehuincaflickr.com/photos/weyehuinca

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r e cu e rdo

Recuerdo de improvisto el hechizo de tu nombre,

recuerdo el vaporoso aroma del café servido,

recuerdo los manjares dispuestos en la mesa,

recuerdo la penumbra y la tonada complaciente.

La marcha del reloj interrumpe mi recuerdo,

como el tiempo terminara ese furtivo encuentro;

la estación testigo del último abrazo

gritóme que en su vida, soy sólo un recuerdo.

Un gemido callado reproduce mi pecho,

el insomnio se torna mi acompañante fiel,

se estremecen mis tejidos y mis huesos,

aún estás quemando aunque estés ausente.

Se dibujan en el techo sus miradas y sonrisas,

las paredes reproducen el sonido de su voz;

me persigue su rostro entre las multitudes,

se atraviesa para siempre el color de su recuerdo.

Joy Moreno.

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Me coloco en el asiento y me conectan al fabuloso aparato. Dentro

de poco se encenderá la parte más bella de mi memoria. Me siento

nervioso, los buenos momentos no han abundado en mi vida durante

la última década. Las escenas que comienzo a percibir son, en su

mayoría, fragmentos de mi niñez y adolescencia: mi madre me abraza

y me dice cuánto me quiere, me prepara un delicioso almuerzo y son-

ríe mientras me observa comer; mi padre me ha comprado un video-

juego, se acomoda en el sillón junto a mí, ambos jugamos, papá es

todo un experto, me da una leve palmada en la espalda. Los quiero

tanto, a él y a mamá. Salgo del colegio, Karina se acerca a mí con

timidez, la rodeo con mis brazos y la beso. Ella se pone roja como

una manzana, hago un chiste tonto y nos reímos. Nuestros cuerpos

se enlazan, ella me susurra al oído cosas hermosas, que me ama, que

desea estar conmigo toda la vida. Yo, admirando su desnudez lumi-

nosa, le digo que siento lo mismo. Alberto, mi mejor amigo, nos pro-

pone a Karina y a mí que vayamos a la playa. Nos bañamos en el mar,

oímos música y jugamos vóley. Alberto nos invita a almorzar y a ver

una película en su casa de playa; esa noche asistimos a un concierto,

una de mis bandas de rock favoritas toca canciones ensoñadoras. Las

remembranzas se suceden una tras otra. Es increíble que las perso-

nas como yo podamos disfrutar de esta gracia una vez al año. Es lo

justo. Ha terminado, debo retirarme de la Máquina del Recuerdo, debo

volver a mi celda, donde purgo condena hace años por eliminar a los

criminales que mataron a mis seres queridos, arruinando con ello mi

presente. Aunque no mi pasado.

Carlos Enriquez Saldívar

F LOR E S PARA M I S R E CU ERDOS

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memoria

ISe alza en gritos la nocheestalla en rabia la lunase abren los astros lejanosdejando brotar dolores decrépitos.Amarga es la nocheamargo es el vinoamarga es la carne de mi abueloamargo es el destino de los muertos.Lloran sus viudas en ríos desérticossollozan sus hijos en la tierra tiznadalos muertos perdidosno tienen entierroni un sólo recuerdo posee la tierra.No hay cuerpos injuria la historiano hay huesosno hay culpa.Esta noche es aún más negramezcolanza de pena y luto.Mi abuela ha forjado llagas en su rostrola tierra ha forjado llagas en sus venas.Brota el silencio de los muertossilencio transformado en gritoen aullidoen rugido.Brota el lamento de la viejaparada por años con su falda de rasosin tumba donde dejar las florespodridas ya están esas azucenascansadassecashan esperado por años rendir honoresal exiliado difuntoal desaparecidoal amor de la vieja.

IIDescarnada se ha vuelto la nietade tanto sentir gemidos en la penumbrala muchacha maldice la tierraescupe en sus llanosdesgarra el pastoarranca las entrañas florales.Infame se ha vuelto la nietaprofanando las paredes que esconden a los tiranospinta con su sangre un emblemala misma sangre que derramó un soldadodibuja recuerdos martirizadosperfila las caras de los muertosde los olvidadossatura el rostro del abueloy cae desmayada al infierno.Retumba en éxtasis la nochela risa de la luna ensordece el airerevientan de rabia las paredes fascistasdesarman el lienzo de sangre con su estruen-doy el flujo se diluye por el sueloarrastrando la estirpey la memoria se resquebraja.Se alza en agonía la nochepor ser mi tierra tan ingrata.Brama el mar desde el oestepor la memoria de los difuntos.Susurra insultos el vientocontra la patria y sus oficialesviento indómitoque al lector en nada se parece.

IIIMañana se cierran los ojos de la viejasu suerte fue vendida a los gusanospero la nieta seguirá manchando murosmuros sacroscontaminandoy el arte vehementeperdurará con el puño bien alzado.

Virginia Wood

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E SCR I TO

EscriboEscribo como me lo dijiste Fuerte y claro, asumiendo la lealtad que prometí.

EscriboEscribo porque así tiene que ser Para sentarnos a leer El registro angustioso y penetrable De la alegría de la juventud.

EscriboEscribo porque así lo esperé Para soportar lo que es Para tolerar a los otrosPara despertar del frio.

EscriboEscribo porque así lo dije Y lo se dice se hace En la tempestad de lo que es una esperanza…Que es lo único que nos queda.

Escribo Escribo porque alguna vez Nos declaramos escritores de la vidaA título muerto y cierto. Escribo Escribo porque hay verdad Porque siempre la hubo Porque siempre estará. Escribo Escribo porque hay tanto que decir Mientras no estemos juntos.La verdad es que escriboPorque no quiero morir de ti, de mí, del otro… Escribo Escribo para recordar.

Ana Karina

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m eand r o s y f r a c t a l e s d e j a i r o g u e r r a

P a r a v a r i a c i o n e s d e l s e r

(Apreciación literaria por Ángela Luna)

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Un hombre es lo que hace, con lo que hicieron de él.

(J.P. Sartre)

¿Qué has aprendido de la vida? es la inter-rogación que enfrenta el lector al descubrir en este atajo poético el cuestionamiento que todo ser humano debería hacer a tra-vés de su existencia. Al igual que un frac-tal, nuestra proyección tendría que unir en su geometría las variaciones de la verdad, completando así el rompecabezas que lle-varía a un mejor entendimiento del proceso vivencial.

Como una composición fragmentada en su totalidad esta serie de treinta poemas, esclarece una realidad marcada por la adaptación del ser al otro y a la realidad, cuestionando así el sentido otorgado al paso que vamos dejando al vivir. Parecido a un meandro, el sujeto serpentea en su entorno, desfigurándose como un espe-jismo entre el ideal y el camino elegido. La invitación se abre del todo a la nada y es en ese espacio cósmico donde se halla la comprensión del existir.

“Viva la galaxia en su cosmos Es que no somos todo el universoNi todo es el universoExiste un secreto escondido guardado en todoY no lo hemos descubierto”

MEANDROS Y FRACTALES, propuesta poética escrita por el colombiano Jairo Guerra, es una clara muestra filosófica que presenta la experiencia y el camino como un latido necesario para concebir la vida. La acción como generadora de movimien-to y cosmos, viene a ser por excelencia la

práctica que debe seguir el ser humano en la búsqueda de sí mismo y es este vaivén existencial lo que provoca una procesión en acercamiento a la totalidad.

El sujeto, como sinécdoque del mundo va tejiendo su vida en cauce al presente. Lo hecho, hecho está y el hablante lírico está claro en eso. El tiempo, impuesto por las convencionalidades deja de prestar impor-tancia frente a la posibilidad que otorga el infinito y la eternidad.

Somos aquí y ahora / que no hay otro después

plantea aforísticamente el poeta. El apren-dizaje se hace tal cuando se presta aten-ción al significado que se debe otorgar a lo vivido. Somos en cuanto estamos y esta-mos en cuanto somos. Y para ser y estar necesariamente debemos hacer.

MEANDROS Y FRACTALES (variaciones porchianas) Jairo GuerraMetáfora Ediciones2013. Colombia.

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Aun después de ese instante, in-clusive segundos antes, no hubo caricias, ni miradas, ni palabras, ni silencios. No hubo nada. Pues todo se limitó a una sonrisa mal pagada y al zumbido del aire que zarandeó las cortinas al trancar la puerta. Su cuerpo yacía tendido sobre la cama, sudoroso, casi virgen y extenuado. Las sábanas, testigos húmedos de lo que fue todo menos amor, sabo-rearon por pocos instantes el néctar de lo que en su tiempo era un cuerpo frágil, gracioso y ligero. Luego, con la serenidad de una pluma que flota libre y sublime sobre un trigal, se levantó. Preparó el terreno; retocó sus labios, enjuagó sus muslos, lim-pió su vientre, acarició y elevó sus colinas, reacomodó su cabellera y se atavió transparente.Frente al espejo yacía un monumen-to. Vistió la pijama cual paladín es-cudo y espada; posó sus pies sobre tacones, que bien podrían simular un corcel negro, y abrió la puerta a un mundo de música, risas y baile. Tras el lindel de la puerta se veía la figura de una diosa andante que, dispuesta a luchar contra demonios y dragones, sonreía; no le importa-ba pues era de las más antiguas en una profesión milenaria. Además, inmortal.

i n m o r t a l

d i f e r enc iaNo es lo mismo ver que observar. Los hombres miran, mas no obser-van. En cambio la mujer es todo lo contrario; ellas notan el porte, pres-tancia, actitud, seguridad y el estado de ánimo. Incluso pueden entrever la personalidad de una persona con sólo mirarla. De allí la frase: amor a primera vista. El hombre mira; culo, tetas, piernas, abdomen, cabello, rostro y, por último, los ojos. Pero no ven lo esencial. Sin embargo, lo que sí es peculiar, y al mismo tiem-po común, es que el hombre sabe escuchar. Allí se aplica el mismo principio; no es lo mismo oír que escuchar. El que oye no analiza, mas el que escucha no sólo nota la musicalidad o lo hermoso en las palabras, sino que le busca sentido; la concordancia entre lo que se dice y se hace. Y debido a esto pueden mentir, porque entienden lo que la mujer quiere escuchar y cómo debe escucharlo. Por otro lado la mujer sabe lo que el hombre desea ver y cómo lo desea. Esa es la razón por la que los hombres mienten, y aprenden a mentir, y las mujeres se maquillan, y aprenden a hacerlo desde muy pequeñas.Esto nos lleva al cuento en cuestión:“Él la miró, ella lo oyó y fueron infe-lices por siempre.”Fin.

Roberto Araque

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ACERCA DE LA MEMORIA EN AMÉRICA LATINA

Nosotros hagamos la historia, Que otros la escriban en un mundo mejor

Ali Primera.

El recuerdo en América Latina es algo per-manentemente en contradicción, desde que los hechos suceden, desde que los proce-sos comienzan, surgen las fuerzas que bus-can borrarlos de la faz de la tierra, las fuer-zas que buscan justamente que nadie los recuerde.

Por ejemplo, Algunos hechos desde la conquista española hasta nuestros días, han sido ocultos o transformados, para crear interpretaciones falsas y antojadizas. Pero de la misma forma que desde siempre se ha buscado borrar la memoria de nues-tros pueblos, hay otras fuerzas que hacen justamente lo contrario.

Miles de historias se han perdido en el tiem-po, los Estados y los gobiernos de nuestro continente tienen como obligación resetear los cerebros de los pueblos que se llenan de experiencias de luchas, con el objetivo de que estos pueblos no puedan enlazar o encontrar el hilo conductor de su propia ex-periencia como colectivo.

Pero estas medidas de borrado de memorias no son originales de los Estados de nuestro continente. Estos como buenos alumnos del imperialismo adoptan como propias todas las expresiones hegemónicas que provie-

nen de los imperios, ya sea Europa o Esta-dos Unidos.

Ya desde que se logró la primera inde-pendencia del continente, las oligarquías borraron toda expresión de libertad que brotó desde las honestas luchas de libera-ción contra el colonialismo, muchos de los personajes que le dan sustancia y verbo a estos procesos fueron rápidamente elimina-dos por diferentes medios por las aristocra-cias que seguían siendo esclavos del impe-rialismo.

Una realidad indiscutible para nuestro conti-nente, es que desde que los españoles pu-sieron su bota sobre las playas e las Antillas, siempre ha aparecido un señor con ganas de controlar y saquear los recursos natu-rales de este suelo.

La memoria, el recuerdo, han sido manosea-dos por los gobiernos títeres de los impe-rialistas. Comenzó a imponerse el olvido. El olvido de nuestra esencia, de nuestra ale-gría, de nuestra relación con la naturaleza, de nuestro amor, de nuestros ancianos.

El ataque es desde siempre cultural, ataca-ron nuestra cultura, nuestra esencia, des-vinculando a los más jóvenes de los ancia-nos, crearon visiones de realidad sometidas a un dios e iglesia que no hicieron nada más que ocultar y encubrir la riqueza artística e intelectual que se había desarrollado en este continente. Una riqueza simple y por lo mis-mo hermosa, una riqueza que desde lo más elemental era capaz de explicar las leyes de

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la naturaleza, que los europeos ni siquiera concebían por su sesgo religioso, ese sesgo lo impusieron a nuestros pueblos y se per-dió o se ocultó la sabiduría acumulada por siglos.

Los aprendizajes ancestrales de nuestros abuelos y bisabuelos, han sido ocultos por oscuras y sucias manos, justamente para que perdamos esa sensibilidad de pueblo, de unidad de seres humanos vinculados por nuestra historia.

O ¿usted recuerda quién es Mama Ocllo? Lo más probable es que no lo recuerde, esto es porque en nuestra formación educativa se ignora todo lo que nos una en memoria, en identidad y someten a nuestros pueblos al olvido, ya sea por temor o simplemente porque es mejor no hablar de ciertas cosas.

En muchos liceos y escuelas de los países de América Latina hay períodos muertos, períodos perdidos en el relato y que solo un grupo selecto de personas tiene acceso a esos conocimientos, pero para la mayoría de nosotros es algo prohibido, vetado, o sencil-lamente algo que no debemos conocer.

Las políticas educativas particularmente en Chile, en relación a nuestra historia están plagadas de censuras, eufemismos e inter-pretaciones antojadizas, que benefician solo a un sector de la sociedad y lo justifican en el poder.

O ¿Recuerda por qué estalló la “Guerra Civil de 1891? O ¿Conoce los sucesos acaecidos

en la Patagonia chilena-argentina a princi-pios del siglo XX?

Debemos comenzar a inmiscuirnos en nues-tra historia, esa que no aparece en muchos libros de historia. Es labor nuestra y de los que vienen, recuperar lo que nos han se-cuestrado, nuestra identidad.

Ya hay que dejar de asumir relatos oficiales como reales, es hora de escribir de una vez nuestra historia, es hora de que todos ha-gamos carne lo que nuestros bisabuelos y abuelos nos contaron, desde el barrio, desde donde sea, pues todo es expresión de un pueblo. Hay que liberar nuestra historia de los tentáculos de quienes la secuestraron.

Gabino Fonseca

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t i empos d e e sp e ranza

Hubo un tiempo en que creí que el amor era una soberana estafa;

¿qué era eso de dejar para mañana el desespero?,

¿dejar para después el beso, la palabra,los parasiempres suspendidos en un ver-

so?.

Afirmada en el poste de una antename fui, dando espaldarazos a su sombra,dejé pasar la ciudad por sobre mi cabeza,

escupí hacia arriba con las consabidas consecuencias,

me reí de las pensiones controladas por las ratas,

de las piletas sucias donde los las mone-das se morían

de puro aburridas por los días sin llover.

La brisa del orgullo pasó su mano por mis sienes

¡nada de caricias, carajo, que me sé amar solita!,

manteniéndose mi alma aferrada a su re-cuerdo

de donde me parecía ver salir su brazo,desenrollándose como espiral para tomar

mi mano,pero no eran más que las frecuencias del

satélite,cayendo sobre la receptora de señales

parabólicas.

Por las calles me iba soltando carcajadas,no era yo la que reía, pero era igualita a yo,convencida de la legitimidad de mis dere-

chos,el eco de mi horror hacía tiritar la vereda,las enredaderas, las agobiadas casas vie-

jas,definitivamente no era yo,

pero alguien moría apoyada en el postede una antena que recibía su mensaje.

Hubo un tiempo en que creí,es cierto, que la esperanza era una estafa,

hasta que un nombre en la pantalla me detuvo

como estatua viviente frente a una palabra,que me sonó a flor de torrente, flor con

deseos,flor que prometía derramar lágrimas dulces.

Ese nombre que ahora hace se confunde entre las ruedas de los buses, esos que

rompencomo olas sobre las orillas de los tumultuo-

sos paraderos,ese nombre que repito desde el día que

dejé mi vidaarchivada en un septiembre que murió.

¡Mala época para los tiempos en que creí que

la esperanza era una estafa!

Ahora él espera que le escriba y yo le escribo.

¿Quieren saber lo que imagino en su mira-

da?

Un pentagrama_____________

donde descansa_____________

mi cuerpo_____________

frío sobre_____________

su cama_____________

Trayenko

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cap . i v

El teléfono sonó. No fue necesario expresar duda alguna. Intuimos en un respiro el mensaje. Una voz grisácea y dura se alzó como una cam-panada y en un tono oscuro y pesimista, nos dijo:

- ¿Es esta la historia de un secuestro?

Entendimos que la palabra implicaba algo más que la captura. Un escenario tétrico se presentó como un recuerdo, esa ráfaga de balas experi-mentada hace algunos años nos hizo caer en el desconcierto. Eran décadas en que solo la pala-bra había servido de alimento para contrarrestar la lucha. Escondidos estábamos. Malditos a la madriguera de sueños, donde la única batalla que podríamos librar era con nuestra propia concien-cia. Esta vez, la habían encontrado y poco fal-taría para que vinieran por cada uno de nosotros. El llamado era sólo una atención y frente a eso, con voz fría respondimos:

-Creo que te equivocas. Esta es la historia de un viaje al infierno.

Con carcajada como introducción se nos senten-ció:

- No juegues conmigo poeta. No es necesario que bajen al infierno. Ella ya está muerta.

Todas las palabras del universo desaparecieron. Todas las voces silenciaron. No existió alma, ni materia, ni idea. Un profundo hueco se abrió sobre mi existencia y lloré. Eternamente lloré.

Isabel Guerrero

(de «Fragmentos de un viaje al infierno» http://issabelguerrero.blog.com).

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I

Hacerte el amor amazonas Entre tus verdes cubiertos de cielo entre tus entrañas

mojadas de río. Hacerte el amor con la mirada

por tus calles de piedra entre tus piedras calladas,

rodando cordilleras, bogando por tus bosques

y galopando llanuras. Hacerte el amor amazonas cantando entre las lunas con corifeos de cacatúas y guacamayos gritones

grillos, cigarras y rostros, y la dulce flauta cananguchal,

cananguchales crispados de palmas sombras pletóricas.

Hacerte el amor amazonas con tus fértiles mujeres en cosecha

y tu cosecha de chamanes, con tus piñas guaraposas y tus dioses ancestrales.

Con todo lo tuyo te hago el amor y te ofrendo lo mío.

Mi altiplanicie cementada, mis fríos sabaneros

y ese tridente de andes que sin decirlo te ama.

II

Allí están los andes Dinosaurio tendido a la orilla del mar. Una columna de vértebras desnudas,

cúspides verderocosas salpicadas de lunares carmesí,

un blanco derretido

sin sombras condóreas. Allí están los andes Quietos y trémulos,

raspando la niebla con su nostalgia, vigilando tristes los destinos del continente,

cobijando bajo sus enaguas el murmullo incandescente de la lava

en sus conflictos subterráneos. Ahí están férreos y compactos

defendiendo sus entrañas, defendiéndose contra los edificios,

protegiendo las ruinas símbolo oculto de la ignominia.

Allí están los andes llorando serios en su mar,

oteando el vuelo del pelícano vigilando la inmensa selva

que se riega a sus pies Allí están los andes verdes

con algunas vetas de dolor en su pulso lento.

tr i p t i co d e sol

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III

Capullos verdes se otean del misil y el pedazo de universo que le toca a mi ven-

tana tiembla de vértigo entre sus nubes.

Recostado en la hamaca el octogenario heredero

resuelve crucigramas esperando la paciencia, el latido final del amoroso músculo.

También flores y aves vestidas de luz, inocentes entre las guerras,

ya no marchitas, mueren arrasadas. Y tu pubis en vigilia

ayunando placeres hasta la vejez aunque tu entremuslo palpite

cuando la certera caricia de mis cinco pétalos escudriñe tus templos.

Y nosotros tan lejos del centro del universo tan lejos del final y del comienzo

tan criaturas inválidas desde la ventana,frágiles como las astromelias que corté para ti.

De qué han servido las selvas ?si los desiertos son de arena,

de qué los miedos ? si la muerte es la misma.

El recién nacido sólo mira y empuña las ma-nos,

encoge las rodillas para proteger el corazón; será que las manitas recién paridas

podrán alar el firmamento y decirle a mis gaviotas que no se asusten, que

los impactos y las manchas secas de rojo oscuro sólo son lo que deben ser, jue-

gos artificiales de este artificio nuestro.

El Chaman acuna al niño le canta en su canto y con el canto se duerme,

él ya sabía todos estos versos pero al final sólo cantó, cantó, cantó y cantó

hasta el final, hasta que el canto se calló.

Jairo Guerra

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E L R E CU ERDO OLV I DADO

Reduzco mis funciones vitales al mínimo, apenas siento mi pulso, respiro sólo lo nece-sario (es tan sutil que mi capa torácica apenas se preocupa en moverse), el paisaje pasa por sobre mis ojos, con lo cual sólo retengo una impresión verde. Quizás sea un apronte de lo que me espera, dicen que se trata de una operación sencilla, sin compli-caciones, que no hay nada que temer, bla, bla, bla, Típicas explicaciones que sirven más para tranquilizar a quienes las dicen que al que va en la camilla. No es la primera vez que entraré en un pabellón, la diferencia es que en aquella primera ocasión tenía cuatro años y de eso me quedan recuerdos muy tenues, como fotos sacadas en dife-rentes momentos y en secuencias bastantes arrítmicas.Lo de la anestesia fue interesante mirándolo desde este momento, porque fue como un juego (bueno, a esa edad todo era un juego), y ahora que me llevan al hospital, intento hacer una película con esos recuerdos, ordenar los acontecimientos para tener una referencia útil de lo que debo afrontar. Pero no da resultado. ¿Por qué?, Hago el mayor esfuerzo en concentrarme para recordar (veo luces sobre mí... un olor intenso... blanco, luminosamente blanco). La anestesia es lo más nítido, es como una capa que cubre mis recuerdos con zonas más tenues que me permiten vislumbrar el entorno de la operación (enfermeras en constante movimiento... guantes semi - transparentes... la cama fría). Pero hay partes en que predomina el olor a hospital y nada más. Me pre-gunto si el efecto de la anestesia es tan fuerte o es que yo también me niego a recor-dar. ¡Una pequeña amnesia!Ahora que me llevan a la sala de operaciones siento pulsiones de recuerdos (el sudor en mi espalda... los fierros de la cama blancos y helados como hielos), pero me preo-cupa saber cuantos de mis recuerdos son sólidos y cuales aparecen como ramifica-ciones de los originales, ¡fue hace más de veinte años!, Y en todo ese tiempo no había hurgueteado en esa zona de mi memoria, debo haberla tenido llena de polvo, telas de araña, y un sin número de sabandijas que transformaron ese suceso o se comieron segmentos como si se tratara de una vieja película olvidada en un cuarto abandonado.Me recorre un intenso escalofrío cada vez que encuentro alguna imagen de aquel acon-tecimiento, son pequeñas corrientes eléctricas que iluminan la imagen y se adhiere a mis ojos internos.Es tan intenso recordar que no logro entender cómo hay quienes persisten en anclarse en el olvido voluntario, el tratar de vivir en una burbuja que esta tapizada por lo que se quiere exiliar de la memoria. Tarde o temprano esos recuerdos se desprenderán y su

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caída será tan fuerte e intensa que la memoria dolerá. Una memoria colectiva más fresca que el inconsciente colectivo de Jung; cuantos son los miopes voluntarios que por su discurso estúpido de superación tropezaran con los mismos obstáculos que pretenden ignorar.La sensación de semi – abandono en la cual me sumerjo voluntariamente me envuelve y me transporta a las zonas límbicas de mi memoria. Otra vez las luces intensas hieren mis ojos y cubren el entorno disfrazándolo de nada. Una mano cálida sostiene mi mano desde la muñeca y siento la transpiración que se me escapa como una última señal de mí ser. Su voz es tan intensa que se diluye en cada poro de mi piel, su risa me conforta para poder asimilar la maldita intervención a la que me debo someter. De pronto su sonrisa se mezcla con la luz y ya no me importa nada de lo que venga. “El destino es para aquellos que aún no han vivido”, pienso, y me sorprende darme cuenta que no lo necesito, que ese cúmulo de recuerdos no son nada en comparación con todo lo que he hecho y deshecho. Una breve sonrisa atraviesa mi rostro pálido que se refleja en un espejo cóncavo y veo su rostro por última vez antes de sucumbir a la pequeña muerte que es la anestesia y que promete, siempre aquella mayor que nos llevará algún día, que puede ser hoy.Volver, eso es lo que pretendo, pero, ¿lo lograré?

Fernando Julio

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