Lyotard Lecciones Sobre Lo Sublime Fragmentos

9
1 LYOTARD LEÇONS SUR L’ANALITIQUE DU SUBLIME Galilée, París, 1991. Fragmentos – trad. provisional de Fernando Rampérez FINALIDAD Ese principio, que resulta de un arte más que de la razón y que sólo puede aplicarse con arte (...) es el de una teleología de la naturaleza para la libertad. [sin perder nada de su heterogeneidad] (15) Lo que el argumento teleológico añade a la argumentación lógica, estrictamente analógica, de la afinidad de lo bello con el bien, es un gesto. El espíritu bosqueja un gesto mientras degusta un paisaje. (221) TAUTEGÓRICO Y HEURÍSTICO y PÙENTE (tautegórico (p. 16)) (heurístico)(operaciones de guía – 22, cfr. 41) Pero el juicio estético esconde, desde mi punto de vista, un secreto más importante que el de la doctrina, el secreto de la “manera” (mejor que el método) por la cual el pensamiento crítico mismo procede en general. (...) El juicio estético manifiesta la reflexión en su estado más “autónomo”, el más desnudo, si quiere decirse así. (19) El lector de Kant no puede dejar de preguntarse en algún momento cómo ha podido establecer el pensador crítico las condiciones del pensamiento que son a priori. (...) ¿Cómo puede juzgar como es debido “antes” de saber lo que es juzgar como es debido, y para saberlo? La respuesta está en que el pensamiento crítico dispone, en su reflexión, en el estado en que le pone una síntesis todavía no asignada, de una suerte de pre-lógica transcendental. Y ésta es en realidad una estética, puesto que no está hecha sino de la sensación que afecta a cualquier pensamiento actual en cuanto es simplemente pensado, el pensamiento sintiéndose pensar y sintiéndose pensado, a la vez. Y, como pensar es juzgar, sintiéndose juzgador y juzgado, en un mismo golpe. En esta presencia subjetiva del pensamiento a sí es donde se bosqueja el gesto de domiciliación que va a dirigir las síntesis espontáneas (bajo sus respectivos “títulos”) a sus respectivas facultades de tutela, limitando así su uso y fundando su legitimidad. Este es el aspecto de la reflexión que he llamado “heurístico”. (48) Resulta de ello una torsión de los efectos de determinación que se tenía el derecho de esperar de la aplicación de las categorías. Esta torsión que lo reflexionante ejerce sobre lo determinante poduce o inventa los monstruos lógicos sabidos: una satisfacción sin móvil ni motivo, una universalidad subjetiva, una finalidad percibida, una necesidad ejemplar. Designaciones que se toman prestadas de la lógica del entendimiento pero distorsionadas con epítetos inesperados como obras de arte. (...)(67) ...ese vuelco de la reflexión exigido por la estética. Esos lugares reflexionantes se revelan en el sentimiento sublime una vez más gracias al uso de las categorías. Pero veremos cómo ello ocurre pagando el precio de una torsión todavía más fuerte imprimida sobre ellas: una distorsión. (68) (pausa con respecto al saber – 20)(cfr. 85) La lectura que preconizo (sin discutir sobre la legitimidad de la otra) admite en consecuencia que si la tercera Crítica puede cumplir su misión de unificación del campo filosófico, no es

Transcript of Lyotard Lecciones Sobre Lo Sublime Fragmentos

Page 1: Lyotard Lecciones Sobre Lo Sublime Fragmentos

1

LYOTARD LEÇONS SUR L’ANALITIQUE DU SUBLIME Galilée, París, 1991. Fragmentos – trad. provisional de Fernando Rampérez FINALIDAD Ese principio, que resulta de un arte más que de la razón y que sólo puede aplicarse con arte (...) es el de una teleología de la naturaleza para la libertad. [sin perder nada de su heterogeneidad] (15) Lo que el argumento teleológico añade a la argumentación lógica, estrictamente analógica, de la afinidad de lo bello con el bien, es un gesto. El espíritu bosqueja un gesto mientras degusta un paisaje. (221) TAUTEGÓRICO Y HEURÍSTICO y PÙENTE (tautegórico (p. 16)) (heurístico)(operaciones de guía – 22, cfr. 41) Pero el juicio estético esconde, desde mi punto de vista, un secreto más importante que el de la doctrina, el secreto de la “manera” (mejor que el método) por la cual el pensamiento crítico mismo procede en general. (...) El juicio estético manifiesta la reflexión en su estado más “autónomo”, el más desnudo, si quiere decirse así. (19) El lector de Kant no puede dejar de preguntarse en algún momento cómo ha podido establecer el pensador crítico las condiciones del pensamiento que son a priori. (...) ¿Cómo puede juzgar como es debido “antes” de saber lo que es juzgar como es debido, y para saberlo? La respuesta está en que el pensamiento crítico dispone, en su reflexión, en el estado en que le pone una síntesis todavía no asignada, de una suerte de pre-lógica transcendental. Y ésta es en realidad una estética, puesto que no está hecha sino de la sensación que afecta a cualquier pensamiento actual en cuanto es simplemente pensado, el pensamiento sintiéndose pensar y sintiéndose pensado, a la vez. Y, como pensar es juzgar, sintiéndose juzgador y juzgado, en un mismo golpe. En esta presencia subjetiva del pensamiento a sí es donde se bosqueja el gesto de domiciliación que va a dirigir las síntesis espontáneas (bajo sus respectivos “títulos”) a sus respectivas facultades de tutela, limitando así su uso y fundando su legitimidad. Este es el aspecto de la reflexión que he llamado “heurístico”. (48) Resulta de ello una torsión de los efectos de determinación que se tenía el derecho de esperar de la aplicación de las categorías. Esta torsión que lo reflexionante ejerce sobre lo determinante poduce o inventa los monstruos lógicos sabidos: una satisfacción sin móvil ni motivo, una universalidad subjetiva, una finalidad percibida, una necesidad ejemplar. Designaciones que se toman prestadas de la lógica del entendimiento pero distorsionadas con epítetos inesperados como obras de arte. (...)(67) ...ese vuelco de la reflexión exigido por la estética. Esos lugares reflexionantes se revelan en el sentimiento sublime una vez más gracias al uso de las categorías. Pero veremos cómo ello ocurre pagando el precio de una torsión todavía más fuerte imprimida sobre ellas: una distorsión. (68) (pausa con respecto al saber – 20)(cfr. 85) La lectura que preconizo (sin discutir sobre la legitimidad de la otra) admite en consecuencia que si la tercera Crítica puede cumplir su misión de unificación del campo filosófico, no es

Page 2: Lyotard Lecciones Sobre Lo Sublime Fragmentos

2

especialmente porque exponga en su tema la Idea reguladora de una finalidad objetiva de la naturaleza, sino porque hace manifiesta, con el título de estética, la manera reflexiva del pensar que se pone en obra en el texto crítico entero. (21) DEF. SUBLIME Y TIPOS ((Lo que tiene forma pone a la imaginación en relación con el entendimiento; trata lo limitado Lo que no tiene forma pone a la imaginación en relación con la razón; trata lo ilimitado)) El límite no es un objeto para el entendimiento, es su método: todas las categorías del entendimiento son operadores de determinación, es decir, de limitación. 80 En el exceso de su juego productivo de formas o de Ideas estéticas, la imaginación puede llegar a impedir el reconocimiento con conceptos, a des-concertar o a desesperar esta “consciencia” que está a cargo del entendimiento, facultad de los conceptos. Un arrebato así no evoca solamente el “exceso” de lo barroco, del manierismo o del Surrealismo, es un desajuste que está siempre de manera potencial en la “calmada” contemplación de lo bello. El Geist, lo “vivo” de la “animación”, puede siempre exceder la “letra”, hacerla ceder y dimitir, y la “felicidad” de la escritura puede siempre mudarse en delirio por subreabundancia de “imágenes”. (...) El sentimieno sublime puede pensarse por su lado como un caso límite de lo bello. Y entonces es precisamente por la facultad de concebir por donde el sentimiento estético se desajusta. (97) Hay entonces siempre dos estéticas que amenazan a las artes: la estética figural del “demasiado”, que desafía al concepto, y la estética abstracta o mínimal del “casi nada”, qu desafía a la forma. (98) La sublimidad no se predica de la cosa, sino de la Geistesstimmung, la disposición del pensamiento que se experimenta o se reflexiona cuando se representa la cosa. (106) Se ve claramente dónde y cuándo tiene oportunidad el sentimiento sublime de despertarse: cuando se le pide a la imaginación que tenga una comprensión estética de todas las unidades incluidas por composición en la progresión. Porque, entonces, como se acota a su “medida fundamental”, si todas las partes compuestas sucesivamente no pueden comprenderse de una sola vez (lo que necesariamente es el caso a medida que la serie crece por composición), entonces el poder de la presentación, das Darstellungsvermögen, que es la imaginación, se encuentra, hablando propiamente, desbordado. Como la mirada sobre la cima de la pirámide o sobre el interior de San Pedro puede estarlo si se encuentra a una distancia tal que no pueda “comprender” de un solo golpe lo que puede “componer” sucesivamente. 137 (la síntesis de la serie entera cfr. 164) En el instante de ir más allá de ese límite absoluto, la síntesis comprehensiva de la grandeza se torna imposible, y la cualidad del estado en el cual se encuentra entonces el pensamiento imaginador se invierte: tiene miedo de ese “überschwengliche”, de eso “transcendente” que resulta ser un más allá (uber) movedizo y confuso (schwingen). “como de un abismo, Abgrund, en el cual teme perderse a sí mismo”. Más allá de su absoluto de presentación, el pensamiento se encuentra con lo impresentable, lo impensable en el aquí-ahora, y le sobrecoge lo que Burke llamaba el horror. Pero, ¿por qué tiene el pensamiento que ir hasta allí? Se reconoce en esta exigencia de paso al límite el trazo de la razón. 139 Está, pues, en el sentimiento sublime, la sensación experimentada por el pensamiento de que se realiza una “llamada” a una “fuerza” en ella que no es “de la naturaleza”. Esta sensación es una satisfacción exaltante, y por tanto un placer vivo. ¿Por qué? Porque esta llamada actualiza, al descubrirla, la “destinación, Bestimmung” de nuestro “Geistesvermögen”, de nuestra “facultad espiritual”, si se quiere: del poder del pensamiento en lo que tiene de más vivo. Se oye la voz, la Stimme, en esta vocación que es la Bestimmung, la destinación. (…) ¿Cuál es esta voz que llama? La respuesta ya está dada en el parágrafo 26, a propósito no de fuerzas sino de grandezas: “Nun aber hört das Gemüt in sich auf die Stimme der Vernunft, pero tenemos entonces al espíritu oyendo en sí la voz de la razón”. 149-150

Page 3: Lyotard Lecciones Sobre Lo Sublime Fragmentos

3

Lo que importa es que la satisfacción se sienta ella misma como absoluto. El absoluto reflexionante no se predica de un objeto, sino de un estado del pensamiento. Ahora bien, sentir la llamada o la requisición del pensamiento por la voz de la razón es una satisfacción absoluta porque es la vocación absoluta del pensamiento el pensar lo absoluto. (…) El pensamiento reconoce en esta sombra o esta luz la verdad de lo que él mismo es en sí, “antes” de cualquier determinación. (…) “Antes” de todo eso, el pensamiento es el poder de pensar, “Geistesvermögen”, irrelativo, “vivo”, que no viene de otra cosa que de sí mismo, y, por tanto, en ese sentido, “interno”. Las limitaciones, las formas, los esquemas, las reglas conceptuales, las ilegitimidades, las ilusiones que la crítica no deja de oponer a ese poder no tienen sentido alguno si no se admite previamente que la presuposición, apenas secreta, del pensamiento kantiano es que “hay pensamiento”, y que eso es absoluto. Ahora bien, es eso lo que le dice “la voz de la razón” en el sentimiento sublime, y lo que le exalta. 151-152 Tal es el diferendo que se encuentra en el corazón del sentimiento sublime: la confrontación de dos “absolutos” igualmente “presentes” al pensamiento, lo absolutamente todo cuando el pensamiento concibe, lo absolutamente medido cuando el pensamiento presenta. Confrontación es poco decir, es un enfrentamiento, porque, en virtud de su propia destinación, que es serlo todo, el absoluto de la concepción exige ser presentado. Situación que se calificará de trágica, si se está atento a la “sensación” que resulta (estéticamente) de ella para el pensamiento, o de absurda, si se quiere caracterizar lógicamente. (…) Y en ello ese conflicto no es un litigio ordinario que un tercer término puede resolver y zanjar, sino “un diferendo”, un “Widerstreit”. 154 Para mostrar el límite, hay que mostrar lo más allá del límite. 159 Que la extrema disonancia de los poderes del pensamiento tal como lo experimenta en el sentimiento sublime se sienta al mismo tiempo como su consonancia suprema consigo mismo, eso es sin duda el rasgo más difícil de descifrar, el más tenue, de ese sentimiento. (...)“Resistencia”, “presentación negativa”, “entusiasmo”, “simplicidad”, tales son los términos que escanden la Nota general con la que acaba la Exposición de los juicios estéticos reflexionantes. (181) Lo bello place en la ausencia del interés sensible (...). Lo sublime (...) place “por su resistencia al interés de los sentidos”. (...) El “encuentro”, el “wider”, es una figura esencial del sentimiento sublime, como el “atravesar”, el “durch”. Los dos señalan una resistencia. Lo sublime no ignora al interés sensible: lo contraría. Esta contrariedad intrínseca se expresa en el diferendo afectivo (si se me permite la palabra) del cual está constituido el sentimiento sublime: miedo, exaltación. (...) Ese término de resistencia, Wiederstand, ligado al del diferendo, Widerstreit ... 183 (esa resistencia, como en el psicoanálisis, provoca desplazamiento, no solución 184) (es una neurosis filosófica que constituye a la fiosofía misma: la pasión de determinar y la resistencia a esa pasión 184) ¿Llegaremos a la conclusión, a partir de este argumento, de que la emoción sublime es contraria a la higiene del pensamiento? Sobre el tema de la salud del cuerpo, Kant hace, en el tercer Conflicto de las facultades, esta observación: que nunca es determinable en la experiencia y que nunca se tiene de ella una Idea. En lo referente al pensamiento, su salud verdadera es estar enfermo de absoluto. No está en “buen estado” sino cuando ese “estado” le señala su propia vocación, pensar lo absoluto, pero con la resistencia que opone a la actualización de este último la “medida fundamental” de cualquier presentación. El sentimiento de su destinación y de su decepción puede llegar a la “demencia”. Pero incluso esta demencia es buena, porque es de antemano perdonable, y sobre todo porque hace un instante al absoluto “casi intuible, gleichsam anschaulich”. 191 IDEAS ESTÉTICAS Se trata aquí de Ideas estéticas. Ahora bien, éstas son como el reverso simétrico, la “contrapartida, Gegenstück” de las Ideas cuya propiedad negativa acaba de recordarse, y que

Page 4: Lyotard Lecciones Sobre Lo Sublime Fragmentos

4

son las Ideas de la razón. La Idea estética es una representación de objeto tal, que no hay propiedad correspondiente en el concepto de ese objeto. La Idea racional es la concepción de un objeto impresentable; la Idea estética, la presentación de un “objeto” que escapa a la concepción de este objeto, la presentación de lo que Kant, como hemos leído, llama “das Unnennbare, lo innombrable”; no del objeto mismo (la forma), sino lo innombrable de ese estado que el objeto procura al pensamiento. ¿Por qué llamar a esta presentación Idea? Porque excede la experiencia, como la Idea de la razón excede a la experiencia. (86) De donde se sigue que, no siendo “la cosa” de esa naturaleza, tiene entonces que ser del “espíritu”, “no podemos decir más”. (...) Lo que resta presentable, es la inconveniencia, la Unangemessenheit, lo des-mesurado (...) Ese gesto se llamará “subrepción, Subreption”. Subreptio designa en derecho canónico el acto de obtener un privilegio o una gracia disimulando una circunstancia que se opone a su obtención. (91) Esta simetría motiva, en la Dialéctica, la oposición de lo “inexponible, inexponibel” y lo “indemostrable, indemonstrabel”. Siendo exponer el colocar una representación de la imaginación en conceptos, la Idea estética, al no permitirlo, es inexponible. La Idea racional es indemostrable por el motivo inverso: el concepto no encuentra intuición apropiada. Esta oposición es suficiente por sí misma para prohibir la confusión, e incluso la continuidad, de la ética con la estética. (...) La inexponibilidad estética ya no es sino un símbolo de la indemostrabilidad. (...) A pesar de ello, hay en los dos casos, estética y ética, una especie de exceso en el juego de una facultad con otra: una demasía de presentación imaginativa, una demasía de obligación racional. 256 SUPRASENSIBLE Si hay ciertamente un sustrato, en el pensamiento kantiano, es, como se sabe, a título de Idea reguladora, porque el sustrato es lo suprasensible y no tenemos de ello conocimiento alguno. La idea que tenemos de ello ni siquiera puede ser única, puesto que debe adecuarse a cada una de las antinomias propias de las tres grandes facultades que conforman el objeto de la crítica. Para representarse ese sustrato, hacen falta no una, sino tres ideas: la de un “suprasensible de la naturaleza en general”, la de una “finalidad subjetiva de la naturaleza para nuestra facultad de conocer”, y la de una finalidad de la libertad en armonía con la finalidad de la moralidad. (27) Si la reflexión puede aventurarse a buscar comprender algo que no comprende (heurística) guiándose por su sola sensación subjetiva (tautegórica), y ese algo será indeterminable, ella se lo debe a la garantía de unión que le confiere lo suprasensible. 261 TEMPORALIDAD ESTÉTICA Y CONSTITUCIÓN DEL SUJETO (((hay una temporalidad moral distinta de la natural,luego tendrá que haber también una temporalidad estética distinta 35) (para Heidegger, la unidad del sujeto no se produce en el yo pienso sino en el tiempo 35))) Lo penoso propio del sentimiento sublime procede particularmente de la aporía del juicio que comporta, desde el punto de vista cuantitativo. Transpasada al tiempo, esta aporía significa impotencia para sintetizar datos reuniéndolos “en un solo instante, in einem Augenblibk”. 37 Concluyo de ello que esas mismas propiedades que prohíben la deducción de un sujeto sublime son las que autorizan el mantenimiento de lo sublime en el orden de lo “subjetivo”. Lo “subjetivo” puede y debe persistir como la sensación de uno mismo que acompaña a cualquier acto de pensamiento en su mismo instante, incluso cuando la síntesis más elemental requerida por el conocimiento, la de una aprehensión mínima de los datos en una sola toma

Page 5: Lyotard Lecciones Sobre Lo Sublime Fragmentos

5

instantánea, ya no se asegura con la facultad encargada de ello, la imaginación. Si ello es así, entonces a falta de esa síntesis en el orden de la determinación, la falta de la síntesis no se siente menos en el orden de la reflexión. Porque, para la reflexión la única síntesis pertinente es la que pone en relación las facultades en juego en el pensamiento. Que en su duelo con la razón la imaginación sucumba, esto queda señalado en y como un ”estado” del pensamiento, esto se siente. Es una pena. Tratándose del gusto, la relación entre los participantes es buena, “bien proporcionada” y “libre”, puesto que no queda sometida a la legalidad del entendimiento, el cual, por el esquematismo y los principios, constriñe a la imaginación a preparar los datos para su subsunción bajo conceptos. Esta libertad se significa en una suave emulación recírpoca, entre la facultad de concebir y la de presentar, sin que la primera deba poder sobrepasarla con un exceso “molesto” en cuanto al orden (de geometría, por ejemplo), ni la segunda con una fantasía tan desatada que escape a cualquier finalidad subjetiva. Esta disposición eufónica (para retomar el motivo de la Stimme) se examina en el análisis del gusto desd el punto de vista de la relación, que es aquí la de la finalidad. Esta finalidad es subjetiva en la medida en que pone en relación los componentes del pensamiento de lo bello, es decir, la imaginación y el entendimiento, de tal forma que se sugiera su acuerdo. Y solamente así, lo repito, queda prometido un “sujeto”, un sujeto uno. Que la relación de las facultades en juego en el sentimiento sublime, la imaginación y la razón, sea, al contrario, cacofónica, no cambia nada sobre la disposición general que sitúa a toda la estética en el lado de lo “subjetivo” o del juicio reflexionante. Simplemente, el sentimiento parece deber ser ahí lo inverso de lo que es en el gusto, puesto que lo que se experimenta en lo sublime no es ya la buena proporción en el juego de las dos facultades que allí se ejercitan, sino su desproporción e incluso su inconmensurabilidad: un “abismo, Abgrund” las separa, que espanta y atrae a la imaginación, conminada a presentar lo absoluto. Esa será la paradoja del análisis de Kant (que sigue aquí de cerca, diga lo que diga, al que hace Burke del delight), revelar en esa cacofonía una eufonía secreta, de rango superior. Pero también los participantes habrán cambiado, la razón habrá venido a reemplazar al entendimiento en el desafío que se lanza a la imaginación, y precisamente para eso, exactamente para eso, podrá revelarse otra finalidad sobre las ruinas de la concordancia de las facultades. (38-39) El procedimiento revelará qué precaria es la unidad de las facultades, casi perdida; y en ello está la componente de angustia de ese sentimiento. (...) Es su componente de elevación lo que slo asemeja al respeto moral. El gusto promete a cada uno la felicidad de una unidad subjetiva cumplida; lo sublime les anuncia a algunos una unidad de otro tipo, menos completa, de algún modo naufragada, y más “noble, edel”. (...) En Kant, lo que se llama sujeto o bien es el aspecto subjetivo del pensamiento, y consiste entonces todo él entero en la tautegoría que hace del sentimiento el signo, para el pensamiento, de su estado, y por tanto el signo del sentimiento mismo, puesto que el “estado” del pensamiento es el sentimiento; o bien no es el sujeto sino el punto cero en el que viene a suspenderse la síntesis de los conceptos (en la primera Crítica) o el horizonte siempre aplazado de la síntesis de las facultades (en la tercera Crítica); en los dos casos, es una Idea. (añado: un sujeto por venir, una libertad por hacer) El tiempo, como sucesión impuesta a los “datos” para que sean dados, “no es sino la forma del sentido interno, es decir, de la intuición de nosotros mismos y de nuestro estado interior”. Y por ello la aprehensión de lo sucesivo “en un golpe de vista”, lo que la razón pide a la imaginación en el juicio sobre lo sublime y debe “tornar intuible la coexistencia, la Zugleichsein” (entiéndase “ser de golpe”, en un solo golpe) de lo que solamente puede darse sucesivamente, por ello una aprehensión así “hace violencia” no sólo a esa condición a priori de la intuición de cualquier dato que de hecho es la sucesión, sino también a la condición eminente y única que impone a la “intuición de nosotros mismos y de nuestro estado”. Si la imaginación alcanzase a satisfacer a la razón, el tiempo como forma del sentido interno se alteraría, al menos perdería la duración del Zugleich (¿pero cómo determinarlo entonces?), y por lo mismo no habría ya sentido interno para organizar nuestras representaciones en una secuencia temporal. El “sujeto” se vería privado del medio para constituirse en subjetividad. Porque, bajo el nombre de “yo pienso”, el “sujeto” no es otra cosa sino la consciencia de la unidad sintética originaria a la cual se le imputan, por decirlo así, todas las representaciones. A falta de esta imputación, llamada “apercepción”, las representaciones no serían las de un sujeto. (…) El gusto le promete una vida bella, lo sublime le amenaza de desaparición. 177

Page 6: Lyotard Lecciones Sobre Lo Sublime Fragmentos

6

Hay que subrayar el sentimiento sublime bajo el título de la doble extenuación del principio de sucesión: una extenuación propiamente dicha debida a la “regresión” de la imaginación, una extenuación (mal dicha), una extemporalización, debida a la “presencia” de la Idea de la razón. Podría creerse que se trata de una sola y misma salida fuera del sentido interno. En realidad, se trata de dos sensaciones casi semejantes, pero heterogéneas. Del lado de la imaginación, esta “salida” se hace regresivamente, en el espanto de perder el mínimo poder que tiene el pensamiento para sintetizar los datos (incluidos los suyos) por la sucesión. Del lado de la razón, la salida se hace (está siempre ya hecha) de un brinco, con la exaltación de recuperar el poder máximo que tiene el pensamiento para comenzar una serie de datos sin quedar encadenado en ella. El primer “nada de tiempo” amenaza a la facultad de conocer, el segundo “nada de tiempo” funda la facultad pura de desear. 179 UNIVERSAL COMUNICABILIDAD Stimme dice algo distinto que el francés voix o el castellano voz, evoca el acuerdo de las voces y el clima del alma (Stimmung) y el bosquejo de su determinación como destinación (Bestimmung). El término conduce directamente al análisis del Gemeinsinn. 31-32 El placer de lo bello promete, exige, da como ejemplo una felicidad compartida. No habrá prueba nunca de que esa felicidad sea compartida. (...) Si a pesar de ello el gusto comporta esta petición, entonces es que es el sentimiento de una armonía posible de las facultades de conocimiento más allá del conocimiento. (33) Volvamos a la oposición de lo subjetivo y lo objetivo. Universalidad, o más exactamente validez universal, se dice en lógica Allgemeingültigkeit: el predicado es válido, gültig, para el conjunto, gemein, del sujeto del juicio. Jugando con esta composición del término que designa la universalidad objetiva, Kant propone nombrar la validez universal subjetiva Gemeingültigkeit, una validez para el conjunto. Pero la palabra gemein tiene en el uso una fuerte connotación de comunidad, de puesta en común. La Gemeinschaft se opone a la Gesellschaft como una comunidad espontánea de sentimientos, de prácticas, de costumbres, a una sociedad organizada formalmente, a una asociación por contrato dotada de reglas y fines. En nuestra Crítica, la Gemeingültigkeit anuncia la “allgemeine Stimme”, la voz universal, una universalidad de voces o de sufragios, que es reclamada constitutivamente por el juicio de gusto singular. Precisamente de esta petición constitutiva se deduce, en el parágrafo 28, el principio que la funda, el Gemeinsinn, el sentido común, ·sensus communis” en el latín del propio Kant. (109) La inclinación a vivir en sociedad puede revelar el puro placer estético: la sociabilidad busca realizarse por el gusto, en la medida en que comporta la exigencia de ser compartido por todos. Sin embargo, hay que separar esta última exigencia, que está inscrita apriori en el análisis transcendental del sentimiento estético, de cualquier inclinación empírica a comunicar ese sentimiento. En suma hay que consentir que la promesa de un compartir universal del gusto, que se le agrega analíticamente, no se debe a interés alguno por una comunidad dterminable. (...) Que no haya deseo alguno de belleza. Es uno u otro, o deseo o belleza. 198 Ya hemos comprendido que si el objeto de la disputa es el gusto, no se podrá resolver nunca entre juicios sobre el tema de lo bello. (...) Sin embargo, si dan materia para una interlocución, para un “intercambio”, no podrá éste ser una “disputatio”, será “ein Streiten, un debate”, casi un combate. (...) Pero “la esperanza, die Hoffnung” de llegar a un acuerdo se defraudará siempre. No resultará nunca, para los interlocutores, esa comunidad consensual establecida sobre razones y pruebas compartidas y que permita declarar que la disputa se ha cerrado. Lo cual es como decir que el debate sobre lo bello, no pudiendo ser zanjado, se perpetúa. (...) El debate se perpetúa también, y esencialmente, porque una finalidad “más elevada”, cuya concepción no posee ninguno de los interlocutores, “habita”, si puede decirse así, el objeto del debate, y asedia al debate mismo. 251

Page 7: Lyotard Lecciones Sobre Lo Sublime Fragmentos

7

Esta petición y esta esperanza son como el sello, el signo, que el poder de concebir imprime sobre la reflexión pura que es el sentimiento de lo bello. El juicio estético, gracias a ese sello, se sustrae a la particularidad acotada de un “Provaturteil”. (...) Ciertamente juzga sin regla, pero no sin Idea reguladora. La llamada a compartir procede de esta regulación. 252 ESTÉTICA Y ÉTICA Desinterés

Satisfacer – vernügen – agradable - inclinación Placer – gefallen – bello - favor Ser apreciado – gebilligt werden – bueno - respeto

Puede en suma sostenerse que “como lo bello, por lo mismo el bien”, pero no que “si bello, entonces bien” (ni a la inversa). Una ética, una política estéticas se encuentran de entrada desautorizadas por esta reserva. Son exactamente lo que llama Kant una “ilusión”, una “apariencia” transcendentales. Añadiré que a la inversa no debe confundirse la aspiración, la llamada, por la cual está afectado el pensamiento, la deuda que acepta contraer cuando se implica en la realización de la forma bella, en eso que llamaríamos la escritura, en el sentido literario y artístico, mantenido en todo caso bajo la exigencia de lo bello; no debe confundirse esta obediencia con la escucha de la ley moral, con la obligación sentida de actuar según el principio de universalización que comporta en cuanto razón prescriptiva o en cuanto única prescripción racional. Haciendo directamente de la obra un testamento de la ley, se ocultaría la diferencia estética, se lanzaría oscuridad sobre un territorio, el de las formas bellas, y sobre una apuesta, el placer puro que éstas procuran, que deben preservarse de cualquier injerencia. “Escribir”, en ese sentido, hacer algo bello con palabras, no es una manera, ni siquiera sin esperanza, de cumplir con la ley. 202 Es así como la ley se torna móvil, de acuerdo con su lado claro. Como un aspecto o una consideración. Achtung es más bien consideración, consideración con algo que no está, que no es un objeto y no da lugar a intriga pasional alguna, ni pasión de conocer ni pasión de desear y amar. Es apenas un sentimiento, el cual sería necesariamente “patológico”, es un “sentimiento singular, sonderbare”, “de una naturaleza tan particular, so eigentümlicher Art”. La ley abre la claridad de su “presencia” en la textura tupida de lo condicionado. Que sea incondicionada, “categórica”, eso le otorga su simplicidad, su ligereza. La claridad que abre no consiste en nada, se “marca” en el hecho de que se debe consideración al deber. 217 Lo sublime mediatiza (hablando “dinámicamente”) lo claro por lo oscuro. La claridad se desprende con un recorte sombrío. 227 La naturaleza se sacrifica sobre el altar de la ley. “Haciendo esto, [la imaginación] adquiere una extensión, una Erweiterung, y una fuerza mayores que las que sacrifica, aufopfert, pero cuyo fundamento le queda escondido, y más que de éste es de un sacrificio y de una expoliación de lo que tiene sentimiento, al mismo tiempo que de la causa a la cual se ha sometido”. (...) “Este poder de la ley moral propiamente no se hace conocer estéticamente sino por sacrificios” (...) Cualquier sacrificio comporta ese sacrilegio. El perdón sólo se obtiene por el abandono de un don primero, que debe resutarle infinitamente precioso. La naturaleza sacrificada es sagrada. El interés sublime evoca un sacrilegio así. Estamos a punto de decir: un sacrilegio ontológico. En todo caso, un sacrilegio de las facultades. 228 Esta economía de lo peor, de lo más por lo menos, este arrebato interesado por la des-naturalización, que Kant llama “entusiasmo” (y no es el único), denuncia su “ceguera” en cuanto a la elección de sus fines y su “realización”. Lo sublime, siendo una “afección vigorosa”, una violencia en el sentimiento, “no puede en modo alguno servir para una satisfacción de la razón”. Ese “uso”, por tanto, quedará inútil, sin resultado ético. 229 Por decirlo de otro modo, el respeto, según su ideal puro, que es el lado claro de la ley, no puede en modo alguno tomar cuentas, ser descontado, en una economía del sacrificio. 230

Page 8: Lyotard Lecciones Sobre Lo Sublime Fragmentos

8

“Prescribir”, “esperar”, “prometerse” el asentimiento, todos estos términos se autorizan con un “deber”, con un “Sollen”. (...) Pero hemos visto que ese “Sollen” se ve inmediatamente prohibir cualquier pretensión al estatuto de deber moral. 244-245 No es la moralidad misma lo que se siente sublime, es su resistencia a las inclinaciones, y su triunfo sobre ellas hasta el punto de anularlas. El efecto sublime, estético, resulta de esa desproporción de la voluntad pura con el deseo empírico. 286 LIBERTAD, LIBERTAD Y NATURALEZA, PETICIÓN DE LO INCONDICIONADO Se diría que el pensamiento, en el sentimiento sublime, se impacienta, desespera, se desinteresa de esperar los fines de la libertad por los medios de la naturaleza. (72) Lo que viene a añadirse a la naturaleza finalizada estéticamente es, en suma, la pérdida de su finalidad. (73) Queda de todo ello que este esfuerzo no aportará contribución alguna al proyecto general de reconciliación de la naturaleza y la libertad, es decir, a la unificación de la filosofía. En la segunda parte de la tercera Crítica, la teleología no hará, tampoco allí, uso al menos explícito de los resultados del análisis del sentimiento sublime. No es difícil comprender por qué. La violencia sublime es como un rayo. Cortocircuita el pensamiento con respecto a sí mismo. (74) Examinada en términos críticos, la Analítica de los sublime encuentra su “legitimidad” en un principio que es expuesto por el pensamiento crítico y a la vez lo motiva: un principio de alcance del pensamiento. Por tanto, tal como se expone y deduce, el sentimienro sublime se analiza con un doble desafío: la imaginación, situada en las fronteras de lo que puede presentar, se hace violencia a sí misma para presentar al menos que no puede ya presentar. La razón, por su parte, busca, poco razonablemente, violar la prohibición de encontrar en la intuición sensible objetos que correspondan a sus conceptos. Desde estos dos aspectos, desafía el pensamiento su propia finitud, como fascinado por su desmesura. Ese deseo de ilimitación es el que siente en su “estado” sublime: felicidad y desgracia. (...) El sentimiento sublime no es, a este respecto, sino la irrupción, dentro del propio pensamiento, de ese deseo sordo de ilimitación. El pensamiento “pasa al acto”, “acta” lo imposible, “realiza” subjetivamente su omnipotencia. Disfruta de lo Real. 75 Toca así el absoluto de las condiciones, que no es otra cosa sino su imposiblidad para continuar más “adelante”: absoluto de la presentación, absoluto de la especulación, absoluto de la moralidad. Cualquier pensamiento es en efecto un poner en relación, una “síntesis”, en lenguaje kantiano. Por tanto, cuando el pensamiento toca lo absoluto, la relación toca lo sin-relación, porque lo absoluto es lo sin-relación. (...) Prohíbe lo absoluto tanto como lo quiere. De ello resulta para el pensamiento una especie de espasmo. Y la Analítica de lo sublime es el esbozo de ese espasmo. El alcance de ese “apéndice” excede, por tanto, en mucho la exploración de un sentimiento estético. Expone el “estado” del pensamiento crítico cuando toca su límite extremo; un estado espasmódico. (76) ... atraído [el pensamiento] por una exigencia casi demente de la razón. 81 [Esta exigencia de compartir] No es sino la “presencia” o el signo de ese objeto absolutamente ausente, insensible, en el sentido estricto del conocimiento. Se dirá, y Kant mismo lo escribe, que esas propiedades son también las de la Idea de libertad. 254 Lejos de ser “inmediata” como la del gusto, la universalidad en juego en el sentimiento sublime pasa por el concepto de la razón práctica. Si no se tiene la Idea de libertad y de su ley, no se experimenta el sentimiento sublime. 277

Page 9: Lyotard Lecciones Sobre Lo Sublime Fragmentos

9

UNA NOVELA FAMILIAR DE LO SUBLIME No hay uno, sino sentimientos sublimes, ya lo hemos visto, toda una familia, o más bien toda una generación. Dibujo un momento la novela de ese genos. Sobre el árbol genealógico llamado de las “facultades del espíritu”, la progenitora es una “sensación”, un estado de la facultad de placer y de pensa, y también el progenitor. Pero el padre está contento, la madre, triste. El hijo sublime estará contrariado sentimentalmente, contradictorio: dolor y satisfacción. (...) Ella es “facultad de juzgar”; él, “razón”. Ela es artista, él es moralista. Ella “reflexiona”; él “determina”. La ley moral (paterna) se determina, determina al pensamiento a actuar. (...) Pero la madre, la imaginación, reflexionante, libre, sólo sabe desplegar formas, sin reglas previas y sin fin conocido, ni cognoscible. En la relación con el entendimiento, “antes” de encontrarse con la razón, podía ocurrir que esa libertad de las “formas” se encontrase en acuerdo con el poder de regular, y que naciese de ese encuentro “una felicidad” ejemplar. Pero, en todo caso, ningún hijo. La belleza no es el fruto de un contrato, es la flor de un amor, y, como todo lo que no se ha concebido por interés, pasa. Lo sublime es el hijo de un encuentro desgraciado, el de la Idea con la forma. Desgraciado porque esta Idea se muestra tan poco condescendiente, la ley (el padre) tan autoritario, tan incondicional, la consideración que exige tan exclusiva, que ese padre sólo puede obtener un consentimiento, aunque sea con una deliciosa rivalidad, por parte de la imaginación. Él le exige que se retracte. Aparta las formas, o las formas se apartan, se machacan, entran en desmesura, en su presencia. Fecunda a la virgen consagrada a las formas, sin consideración por su favor. Sólo exige consideración para sí mismo, para la ley, y para su realización. No necesita para nada una naturaleza bella. Le hace falta imperativamente una imaginación violada, excedida, agotada. Ella morirá pariendo lo sublime. Creerá morir. Hay ciertamente un aspecto de respeto en lo sublime, que le viene de la razón, su padre. Sin embargo, lo Erhabene no es la Erhebung [exaltación], la pura “elevación, la Erhabenheit” que inspira a la ley. (...) La imaginación debe ser violentada porque precisamente con su dolor, por la mediación de su violación, se obtiene la alegría de ver, o casi ver, la ley. (...) El duelo que comporta el respeto debido a la ley no es sino la cara oscura del respeto, pero no su medio. El Sí grita porque su voluntad no es santa. No es necesario para el respeto que el Sí grite. Es un hecho de finitud. El respeto no se mide con sacrificios. La ley no quiere tu mal, no quiere nada de ti, no te quiere nada. Lo sublime necesita de tu sufrimiento, por contra. Debe dar pena. LYOTARD LEÇONS SUR L’ANALITIQUE DU SUBLIME Galilée, París, 1991. Trad. provisional de Fernando Rampérez

Pág. 218-219