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    HISTORIOGRAFA Y POLTICA EN LOS

    HISTORIADORES DEINDIASDE LA PRIMERAMITAD DELSIGLO X V I I I

    Cuando nos acercamos al estudio de estarealidad compleja y contradictoria que es el siglo xvm espaol , la perspectiva en que percibimos las relaciones entre microestructuras econmicas, polticas, institucionales, sociales y culturales delpas tiende imperceptiblemente haciauna especie de " p r e s b i o p a " , defecto que provoca incapacidad de dist inguir los objetos con la nit idez necesaria. Una Espaa zigzagueanteen labsqueda de una i dent idad a la altura delclima de reorganizacinpol t ico-econmica, y de redefinicin de los contenidos y del papel dela culturaclima que trastorna luminosamente a toda Europa, aparece, como resultado de esta " p r e s b i o p a " , vista a vuelo de pjaro. Enel vuelo rasante sobre los hechos particulares esta visin, que tendraque ser una hiptesis conducida a suverificacin experimental mediante una minuciosainvest igacin, m s biendifumina los hechos de modoque las distintas figuras de los protagonistas y lad iacrona de sus obrasse resisten a ser abarcadas por un concepto general en el que deberanestar forzosamente comprendidas.

    Y sucedeas porque losanl isis, aveces muy sutiles y penetrantes,

    del pensamiento de un autor o bien recorren el itinerario genealgicode sus ideas o bien hacen reconocibles su interna art iculacin, y olvidan simplemente interrogarse sobre el significado que tiene la fecha depublicac in de sus obras. Fecha, y esto lo t endr amos que tener siempre presente, que no est slo determinada por la voluntad del autor,sinoespecialmente por lavoluntadde la censura inquisitorial. En la nuevasituacin poltica conseguida con el xito de la Guerra de Sucesin, laInquis ic in, si ha perdido en gran parte su autonoma (pero la tuvoverdaderamente alguna vez?) 1, sigue manteniendo su poder slo porque es el "b razo ec lesial" de las elecciones "seculares" del poder. Lapublicac in de una obra tiene consiguientemente una fuerte valencia

    pol t ica, y se recibe como una manifestacin del proyecto cultural delequipo de ministros que controla y gua en aquel momento la polticade l Estado.

    1 Cf. BERNARDINO LLORCA, La Inquisicin enEspaa, Barc elona , 1936, pp . 309-310.

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    del tiempo histrico (cuando obviamente estaordenacin no se limitabaa ser una simple recopilacin de documentos o construccin de crnicas estructuradas segn elcriteriomedieval de los anales) era la volunta d de encontrar una significacin general de los acontecimientos, verlos como "interdependientes", y por lo tanto identificar en ellos una"unidad de sentido", como dira Koselleck5. Esta unidad de sentidonopod a dejar de concretarse en unjuicio de valor y, consiguientemente, en un "mensaje" poltico. Y los grupos que detentaban o aspirabana tener el poder, sea para

    dir igirlo en el camino de las reformas o bien

    en el camino con trar io, "necesitaban, de una parte , que la Historia lesdiera cuenta de la situacin y les ensea ra o bien los resortes de quepod an servirse o inversamente aquellos cuya accin tenan que anular;de otra parte, ella poda fortalecer su posicin, poniendo en claro lasrazonesde su prestigio y de su influencia, en el nuevo r g imen deestratificacin que deber a servirles de apoyo" 6 .

    Me limitar aqu a dar algunas indicaciones de cmo es posible unanlisis de la prod ucci n historiogrfica espa ola de la primera mitaddel siglo x v i i i , intentando superar un modelo de historia de la historiografa, estructurado como una serie de monograf as sobre distintos

    historiadores o como una secuencia de problemas historiogrficos, quese desarrollan en un espacio enrarecido, en el que un historiador recogeel hilo de otro historiador o deshace la madeja precedente y proponerecorridos interpretativos distintos o diversos sistemas de descodificacinde la realidad histrica. U n anlisis de lapro duc cin historiogrfica que se aleje t ambin , sin desconocer desde luego su validez, de lacon taminac in de las ciencias histricas y la semiologa. Es decir, unahistoria de la historiografa como historia de los principiostericos quedeterminan la escritura historiogrfica en las distintas pocas o, en ell mite , como anlisis deldiscours del'histoire1 Y en esta produccin historiogrfica operar una ulterior del imitacin: tomar en consideracin

    slo el grupo de los llamados "historiadores de Indias" durante ios reinados de Felipe V y Fernando V I .

    Esta eleccin de unaspectopart icula r de laproduc cin historiogrfica de la primera mitad del siglo xvm est determinada por el hechocontingente de hab r seme amablemente solicitado algunas observacio-

    5 Cf. R. KOSELLECK, " L a storia sociale mode rna e i tempi s t o r i c i " , en La teora

    della storiografia oggi, ed. P. Rossi, M i l a n o , 1983, pp. 141-158. Este nuevo concepto de

    h is to r iograf a , subrayado porKoselleck, lo podemos encontrar en definiciones muy pe

    netrantes, como la de Burr ie l de "serie encadenada", contrapuesto al viejo concepto

    de "hechos desnudos". Cf. Cartas eruditasy crticas del P. Andrs Marcos Burriel de la estin-

    guida Compaa-de Jess. Dalas a la luz don Antonio Valladares de Sotomayor, s.l., s.f., p. 232

    (escrita en 1751), y t a m b i n en la definicin de JU AN PABLO F O R N E R , de "sistema deunidad qu e debe encaminar todas las l neas al centro c o m n " , cf. Discurso sobreel modo

    de escribir y mejorar la historia de Espaa, en Obras, M a d r i d , 1843, p. 89.

    6 J . A . M A R A V A L L , art. ci t., p. 256.

    1 Cf . las observacione s sobre este tema de R . BARTHES, " L e discours de l 'his

    t o i r e " , Potique, 1982, n m . 49, 13-21.

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    nes sobreun "tem a amer icano" . Pero, como siempre acaecepara quienl a "d inmica de la curiosidad" es lamot ivac in profunda de su oficio,la contingencia ha sido,espero, el afortunado pretexto para abrir y leer,en una perspectiva distinta, una pgina ms de las tantas que quedanpo r abr ir o que se han abierto mal , del gran l ibro de laI lustracin espaola y de los aos de su gestacin.

    Quisiera aadi r otra observacin preliminar. La historiografa indiana, y no me refiero slo a la del xvm,bastante escasa como vere

    mos, sino a la que incluye losgrandes nombres de la tarda historiografa renacentista y barroca, con la que los historiadores dieciochescos nointerponen una verdadera solucin de continuidad8 , tiene, por el ob

    jeto mi sm o de su narrac in, una caracterst ica particular. Es decir, quelos "historiadores de Indias", recuperandopara el inters historiogr-fico no slo el conjunto de los acontecimientos de la conquista o la pro

    b lemt ica de su " just i f icac in" , sino la rea lidad compleja y fascinante"o tr a" en relacin a la nuestra de las costumbres de los ind ios,del carcter entrpico de su "cultura", o, si queremos emplear el trminovolteriano, lahistoiredesmoeursdel Nuevo Mundo, anticipan el modelo de la gran historiografa ilustrada, que Kant resumir en la famosa

    frase: "hasta ahora la historia se ha modelado sobrelacronologa, ahorase trata de que la cronologa se modele sobre la historia" 9 .

    Adems en la historiografa sobre las Ind ias hay que subrayar lapresencia de un hecho, que no me parece que haya sidopuestode relieve suficientemente. La historiografa relat iva a la realidad peninsulares una versin gubernativa, "sin la otra cara de la historia, sin tentaciones de contrahistoria", que refiere lo que el poder "piensa que hayaacaecido, ypuesto que no expone todo lo que sabe, refiere lo que considera oportuno que se sepa" 1 0. Ahora bien, la historiografa indiana nose escapa de la antedicha estructura de versin gubernativa; por el contrario, es una de las armas ideolgicas ms importantes parajustificar

    nada menos que el hecho macrohis tr ico de la conquista. Slo que laart iculacin tan intrincada de esta justificacin y la realidad con que

    8 La carencia de una verdadera solucin de continuidad entre la h is toriografa dieciochesca y las t a rd as renacentista y barroca, es un tema que neces i ta r a de ulterioresreflexiones. Ya sea en d i recc in de la permanencia de un backgroundrenacen tista, en

    la lnea, slo por mencionar un nombre, de un Pomponio Leto, es decir, del m t o d o

    filolgico de la verificacin de las fuentes (en efecto, no hace falta recurrir, como sehace, al ms reciente ejemplo de la filologa histrica de los maurinos o al pirronismoba yliano ). O , t a m b i n , en lau t i l i zac in de la realidad "otra" de las Indias, como serie

    de exempla filosficos, en un a l n e a que desde la c o n t a m i n a c i n renacentista y barroca,

    de nueva realidad e historia antigua, llegahasta lau t i l i zac in de la misma contamina

    c in de un Diderot o de un Raynal.9 I N M A N U E L K A N T , Antropologie (1798), en Werke, ed. W . Eischedel, Dar mstad t,

    1964, t. 6, p. 503.

    10T o m o prestadas las palab ras, relat ivas a la h i s to r iograf a veneciana, de G I N OB E N Z O N I , Introduzione a storia epolitici veneti del Cinque e Seicento, eds. G . Benz oni y T .Zanato, M i l a n o -Na p o l i , 1982, p. xxix .

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    tiene que enfrentarse, produce no slo la bien conocida l nea interpretativa que, por no ampliar demasiado el discurso, podemos llamar"lasca-siana" , sino la emergencia, ora espontnea , ora abiertamente polmicade una idea fundamental: la historia de los progresos de la "civi l izac i n " puede coincidir con la historia de los regresos de la sociedad.

    Pero volvamos a nuestro tema especfico. Las post r imer as del reinado de Carlos I I ya no tan teidas por la historiografa de coloresexcesivamente oscuros, por mucho tiempo casi cristalizados, pero que

    continan vindose como momentos de decadencia y de transicincrtica registran una fuerte disminucin en laproduc cin historiogrficasobre las Indias. Ya no seaceptaban las motivaciones originales de justificacin de la conquista, y las relaciones entre la real idad americanay la peninsular seestaban articulando de una manera muy distinta. La

    pri or idad que la poltica espaola haba dado al sector europeo permitaque se estructurara una rea lidad pol iforme en las Ind ias, y se formaseen ellas una conciencia poltica que mirara hacia dentro ms que medirse, cargndose de complejos, con la realidad de la Pennsula.

    Amrica , adems, no causaba ya muchos problemas a la Corona.Es bien sabido que ni ladefensa de las Indias contra lap i ra te r a inglesa

    y holandesa implic tanenormes sacrificios como se pretenda, n i la produccin de la plata registr bajas tan catastrficas como se ha dicho.Es ms, el volumen del comercio se increment, aunque desapareciel monopolio castellano del trfico atlntico.

    La poltica tri but aria de la Real Hacienda pes sobre las Indias msque por los nuevos impuestos del papel sellado y de la un in de armas,por el aumento del fenmeno de la venta de cargos, por los indultosde delitos y por la composicin de tierras. Esta poltica produjo por unlado laformacin de una aristocracia localdirectamente ligada a la Corona y, por el otro, elfenmeno de decisiva importancia del decaimiento de la encomienda y su sust i tucin por la hacienda. Este hecho signi

    fic el progresivo cambio de una economa basada en la explotacinminera a otrabasada en un tipo de agricultura especializada (cereales,azcar algodn seda ndigo) y la t ransformacin de muchas tierrasen latifundios depastos,con el consiguientedespeguedeunas florecientesindustrias pecuarias1 1.

    En estecontexto la historiografa oficial sobre las Indias de los ltimos aos del reinado de Carlos I I marca el paso. A ldecaer tanto latensin intelectual que corra bajo el descubrimiento " m t i c o " de las"cosas de encan tamiento" del Nuevo Mu nd o, segn las llamaba DazdelCastillo, corno la tensin polmica de la "leyenda negra", el cargode cronista mayor, que a razn justamente del enfrentamiento Las

    H Resulta in t i l hacer una b ib l iog raf a de todas estas pro ble mt ica s , fciles

    de encontrar en L u i s N A V A R R O G A R C A , Hispanoamrica en el siglo xviii, Univ ers idad deSevilla, 1975. Cf. t a m b i n la reciente y excelente s n tesis de G U I L L E R M O CSPEDES DELC A S T I L L O , Amrica hispnica (1492-1898), en Historia de Espaa, d i r ig ida por ManuelT u n de Lara, Barcelona, 1 9 8 3 , t. 6.

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    Casas-Seplveda haba sido creado por Felipe I I ,estaba resgistrandoun considerable calo de nivel. La crisis poltica de final de siglo, en loque se refiere a losasuntos americanos, registra t ambin la tnica generalde incompetencia y mediocridad. As es que todo el material quePedro Fe rnndez del Pulgar, nombrado cronista mayor en 1686, habarecopilado con gran cuidado aunque de manera muy confusa y concriterios anticuados fue parcialmente recogido en cuatrogruesos tomosen folios con el t tulo de Historia generalde lasIndias occidentales,organi

    zando los acontecimientos segn el primer modelo de las Dcadas deAntonio Her rer a y Tordesillas. A pesar de haber obtenido censura fa.vorable y licencia de impres in 1 2 , esta obra qued sepultada en los archivos y all permanece todava.

    La labor de Fe rnndez del Pulgar, aunque muy atenta y escrupulosa, era evidentemente inutilizable por las ineptas fuerzas polticas queintrigaban en la Corte, y por dos razones fundamentales. La pri meraes que el problema de las relaciones de la Corona con las Indias de hecho hab a pasado a manos de los nuevos hombres deempresacatalanesy vasconavarros, en el contexto general del comienzo de aquel procesode progresivo desplazamiento de losncleos de decisin econmicadesde

    el centro a la periferia, que se consolidar en el per odo siguiente. Sia una inexistente poltica indiana central de nada leservan las noticiasrecogidas por su cronista mayor, menos todava podan ser tiles a unoshombres de negocios, que tenan otras fuentes directas a las que podr an recur rir para sus problemas concretos. L asegunda razn consiste en que la finalidad ideolgica de la obra de Fe rnndez del Pulgar,de vindicar "a los principales conquistadores de las injurias que les imputan los ext raos y doms t i cos" o ''los hechos de los espaoles de lascalumnias de los extrangeros y propios", como dicen los subttulos delos Tropheos gloriosos delosReyesCathlicos de Espaa y de laHistoria verdaderade la conquista de la NuevaEspaa por donFernando Corts

    12

    , si por un

    lado era una tentativa de dar una respuesta a la utilizacin de las argumentaciones filo-lascasianas, a n vigente en las publicaciones europeasy cjue se radical izara pronto todava ms a partir del problema de lasucesin1* \por el otro lado era una respuesta cjue por su misma estructura de farragosa e rudic in resultaba absolutamente inutilizable. Estono leresta nada sin embargo al val or e inters de laproduccin histo-riogrfica de Fe rnndez del Pulgar, que t endr a que ser estudiada col-cndola en el contexto al cjue ajust o t tulo pertenece, de aquel criticis-

    12C f. R M U L O D . C A RB I A, La crnica oficial de lasIndias occidentales, La Plata, 1934 ,

    pp. 2 1 3 - 2 2 0 .1 3 Slo de los Tropheos existe una ed ic in moderna ( M a d r i d , 1 9 5 1 ) . Para las otras

    obras de F E R N N D E Z D E L P U L G A R , vase B . N . M . , m ss . 2 5 9 5 - 9 6 , 2 7 9 6 - 9 9 , 2 9 9 7 - 9 8 y

    3 0 0 2 .

    ' 4 Cf . las ediciones de laBrevsima relacinde LAS CASAS (Amsterdam, 1 6 9 2y1698 ;

    L o n d o n , 1 6 9 9 ;Newe Wel t , 16 97 ; Ber l n , 16 90 ;Paris 1 6 9 7y 1 7 0 1 ) .

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    mo historiogrfico en el que seestaban moviendo hombres como Senzde Aguirre, Manuel M a r t y Nicols Antoni o.

    ste es el contexto en que hay que situar t ambin la labor eruditade coleccin y cotejo de documentos, as como laexploracin de archivos de Luis Salazar y Castro, nombrado cronista mayor en 1698, queciertamente tuvo la desgracia de encontrarse envuelto en las convulsiones polticas provocadas por la Guerra de Sucesin, pero que aun permaneciendo en el cargo hasta 1734, no consigui tampoco publicar na

    da. Sus papeles, que se conservan hoy en el Archivo de la Academiade la Historia, no tuvieron por lo tanto circulacin e incidencia algunaen los nuevos problemas que se pusieron en movimiento despus delcambio de dinasta.

    Si los cronistas mayores obtuvieron poco xito y despertaron pocointers, no mucho ms lograron los otros. Casi inadvertida, por ejem

    pl o, pas lapublicacin en Amberes en 1688 de la primera parte de laHistoria generalde las conquistas del Nuevo Reino de Granada,del cannigoy despus obispo de Cartagena de Indias, Lucas Fe rnndez de Piedra-hita,que compuso su historia con el simple intento de reducir a un "lenguaje menos antiguo", como escribe en el prlogo, las clsicas crni

    cas, que habapodido leer durante su estancia en Espaa en 1662, cuandofue llamado por el Consejo de Indias a responder a unos cargos quese le haban hecho1 5. Empresa personal y aislada la suya, que como talse qued , apesar de los elogios que de ellahaceFeijoo1 6, tanto que sor

    prende un poco lapublicacindel primer tomo, y no se comprende cmoen seguida fue interrumpida la publicacin del segundo.

    No se consigui, en cambio, publicar una obra llena de encanto yde una documentac in preciosa sobrepaisajes y costumbres de Guatemala, laRecordacin florida. Discurso historial, natural, material,military poltico delreinode Goathemala, del regidor y alcalde mayor de aquellas tierras, don Francisco Antonio de Fuentes y G u z m n . Redactado proba

    blemente en la l t ima dcada del siglo, el manuscrito se envi al Consejo de Indias para su publicacin, la que no se efectu hasta 1822. Es

    probab le , pero se tr at a slo de una hiptesis, que elabogado y relatorde la cnancillera de Valladolidy relator del Consejo de Indias, d o n j u nVillagutierre de Sotomayor, pusiese obstculos a la publicacin de la

    Recordacin florida, para dar paso a la publicacin en Madr id , en 1702,de su Historia de laprovincia deItz, reducciny progressosde la del Lacandn

    y otrasnacionesde indiosbrbaros, de lasmediaciones delreynode Guatimala a

    las provincias de Yucatn en laAmrica septentrional.Caso ste muy tpico

    1 5 Cf . FR ANC ISC O E ST E VE B AR B A, Historiografa indiana, M a d r i d , 1964 , pp . 316 -31 7 .

    16 Feijoo tiene en mucha cons iderac in la Historia de Piedrahita, que nombra, j u n to a otrosgrandes historiadores, a Garcilaso el Inca,J o s de Ovied o, Alonso de Ovalle,

    etc., q u i z s para estimular al cronista mayor a dar una voz " o f i c i a l " a su nueva visin

    de l problema de la h i s to r iograf a indiana. Cf. G. STIFFONI, " I Itema am eric ano come

    momento della po l t i ca cu l t ra le de l Teatro crtico d i Fei joo" , Studi di letteratura ispano

    americana, 1 9 8 3 , n m s . 1 5 / 1 6 , p . 9 7 .

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    del enfrentamiento entre castellanos y criollos, y expresin de la voluntad poltica de marginacin de los "espaoles americanos", de cuya temtica se ocupar Feijoo en los tomos I I y I V de su Teatro crtico11. Sinembargo, no obtuvo privilegio de impresin su Historia de la conquista,

    prdida y restauracin delreyno de laNueva Mxico en la Amrica septentrional,

    a pesar de ser obra interesante y documentads ima. El seglar Vil lagu-tierre haba tropezado en esto con el "monopol io" de la historia de laconquista y evangelizacin de la Nueva Espaa , detentado por los franciscanos. En efecto, stos consiguieron imprimir a finales de siglo dosediciones (Burgos, 1683 y Madrid, 1690) de la Conversin de Pirit, deindios cumanagotos, palenquesy otros, de fray Matas Ruiz Blanco y elTheatromexicano;descripcin brevede lossucesosexemplareshistricos, polticos y religio

    sos delNuevoMundo occidentalde las Indias (Mxico, 1698), de fray Agustnde Betancourt, adems de otras obras menores del mismo autor. Tentativa tarda y llena de compromisos, porquetemerosa de mover aguasaue se saban nelierosas de volver a nrononer en un contexto difcillas grandes temticas de cortelascasiano, que haban encontrado su clsica expresin en las dos obrasmaestrasde la historiog rafa indiana franciscana, la Historia de los indios de Motolinia y la Historia eclesistica indiana de Mendieta, con su corte apocalptico de vindicacin de la bondadde los indios, del bblico Corts y de la "Nueva Babilonia" de los espa

    oles laicos. Peroestasobras de Ruiz Blanco y Betancourt, a pesar desu escasa altura intelectual son sin embargo interesantes como testimonio de una versin particular de la historia de Indias o^ue todavaconsieneabrirsenasoen una situa cin hostil como testimonio de la voluntad de la orden franciscana de contrarrestar tambin en el planode la "nrnnaranHa" historio prfica la fuerza noltica noderosa de laGomoaa de Tess v como obras n fin de transicin mediadorasen la lnea de comnrorniso inaugurada nor ia Monaraua indiana de Tor-auemada de los excesos de los lascasianos v del Dramat ismo de larazn de estado de los antilascasianos Es u n l nea oul se ve r reanarecer s i m i f i c a t i v a mL e o r eiemnlo en la vin dic aci n feiioniana deH e r n n C o r t s ^

    inestaWeentre e l h r o e m u n c C o e^ZZ v r o ^^ r i l l T f o s T ^entreZ dos ZTZT f^ZT.rT^XJtl ^ m h i n en rearTn rnn ,r e n t e n r o s ^

    .elisin'>ZlvKTr ^ ^ r ^ n ^ r ^ ^ Z nZZ5 n conTa Nue J * O a l l t o r m a ' m i e n t r a s i o s t r a n c i s c a n o s * e q^eda-

    1 7 Ibid., pp. 94-96.1 8 Ibid., pp. 102-104.

    19 Cf . C O N S T A N T I N O B A Y L E , Historia de los descubrimientos y colonizacin de los padres

    de la Compaa de Jess en la Baja California, Madrid , 1933.

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    El jesu ta trentino Eusebio Francisco K hn , que haba hecho unagran labor no slo de evangelizacin sino cientfica 2 0 , consign el resultado de sta en una vasta obra, Favores celestiales deJess y de MariaSantissimadel gloriosissimo Apstol de la Indias (...). La Co mp a a, con grantempestividad ybuenolfato poltico, crey oportuno que Khn, en pleno desarrollo de la Guerra de Sucesin, dedicase su obra al nuevo monarca Felipe V. Sin embargo, de este autor slo se public un mapaen 1705, en el que el je su ta demostraba la peninsularidad de Califor

    nia, mientras que los Favores celestialesquedaron indi tos

    2 1

    . En la caticasituacin en que se encontraba Espaa , precipitada en una verdaderaguerra civil, probablemente la Compaa prefiri no ejercer sus poderes, cuyodestino adems no estaba todava bien dibujado en los nuevos

    planes polticos de los Borbones. La obra de Khn se utiliz slo mstarde y su ap or ta ci n fue aprovechada como un a fuente m s por el

    j e s u t a ' Andrs IVarcos Burr iel , del que hablaremos ms adelante.

    Los jesutas intentaron t ambin hacer frente al "monopol io" franciscano de la historiografa religiosa sobre la Nueva Es pa a . En 1694elpadre Francisco de Florencia public el primer tomo de una Historiade la provincia de la Compaa de Jess deNueva Espaa. Pero la obra evi

    dentemente no result satisfactoria, as que, apesar de una e di cin quese hizo de su Menologio de los varonesms sealados en perfeccin religiosa dela provincia de la Compaa de Jess deNuevaEspaa, publicada con revisiones y aadidos de Juan Antonio de Oviedo en 1747 (sin lugar ni impr enta), la Compaa prefiri dar el encargo de redactar una nuevahistoria de la Nueva Espaa alpadreFrancisco JavierAlegre. Perocuando la obraestabapor publicarse, la Compaa comenz aperder poder,as que laHistoria de Alegrepertenece a la historia de los jesutas americanistas expulsados 22 .

    La versinjesuita de la conquista de Mxico evidentemente interesaba poco y los padres tuvieron que darse cuenta, lo que explica

    tambin la lentitud de la operacin editorial. Ellos, adems, saban muybi en que la cultura europea, fascinada por la problemtica del NuevoMundo en aquel momento crucial de su "crisis de conciencia", prefera soar y reinventarse a s misma con la potica y casi lrica revocacin de Antonio de Sols y Rivadeneyra. As que en 1691 ellos favorecieron la publicacin en su Histoire de la conqute duMexique ou laNouvelle

    Espagne; mientras que en 1700 se publicaba en Amsterdam una traduccin al francs de la vieja obra de Agustn de Zarate, Histoire de la dcou-

    2 ALFONSO TRUEBA, El padre Kino, misionero itinerante y ecuestre, Me xi co , 1955.2 1 Lo s Favores se publicaron t a rd a m e n t e e n nuestro siglo. Cf. Las misiones de Sono

    ray Arizona, comprendiendo la crnica titulada "Favores celestiales"y la relacin diaria de la en

    trada al Noroestepor el padre E. F. Khn. Ver si n paleogr fica e ndices por F. Fer n nd ez

    del Castillo, con noticias biogrficas del P. Kino y sus exploraciones y fundaciones por

    E. Bse, Mxico, 1913-1922.2 2 Cf . M I G U E LB A T L L O R I , La cultura hispano-italiana de los jesutas expulsados, Madr id ,

    1966, pp. 44-47.

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    verteet de laconquteduProu22 sobre la otra controvertida gran figura de

    la conquista, Gonzalo Pizarro. A d e m s , a una Europa que, como escribe Hazard, "al contemplar la carta del Nuevo Mundo,volva a poneren cuestin y a examinar los principios que dir igan al antiguo" 2 4 , laCompaa empez entonces a proporcionarle,desde1702, la larga seriede sus fascinantes Lettres difiantes et curieuses25.

    Pero en Espaa otros eran los problemas con los que la cultura yel poder t enan que enfrentarse, para que laC o m p a a tuviera inters

    en insertarse de manera decisiva en la produccin historiogrfica sobreel Nuevo Mundo 2 6 y en abrir la polmica, que tanto apasionaba aEuropa, sobre el experimento que losjesu tas estaban llevando a caboen Paraguay. Y esto porque en Espaa el problema de las reduccionesera un terreno bastante resbaladizo para la C o mp a a . Y no era unacarta que valiera lapena jugar en el proyecto general de monopolizarla reestructuracin cultural de la nueva dinast a . Reestructuracin quetena su centro en el control de la nueva Universidad de Cervera,que llev adelantecon gran habilidad elpadreFinestre, del Colegio I m

    perial de M a d r i d y de los varios Colegios May ore s. Cons iguientementeel interesantsimo aunque controvertido experimento de las reduccio

    nes del "estado" de los guaranes se insertaba, a pesar de su mismapecu li ar idad , en el marco general de la conquista. Losjesu tas llevabanadelante con suma dilieencia el papel de sujetar pacficamente a los indios delParaguay oriental y defender sus fronteras27 ; sin embargo, eraun experimento eme por su misma delicadeza poltica no exisra la circulacin de una historiografa propagandista sobre e argumento.

    Lahistoria de la conquista y organizacin poltica delParaguay ciertamente yahab a tenido sus insignes representantes en la Orden, comoAntonio Ruiz de Montoya,Juan Pastor, Diego Boroa; y a finales delsiglo xvi i hab a producido una interesante obra, aunque de corte l imitado, dado que ms bien sepresentaba como una "inocua" crnica de

    acontecimientos externos que como una comprensin int erior del significado general del experiment o de las reducciones. Se tra ta de la Historia Provinciae Paraguariae SocietatisJesu de Nicols del Techo. La Com-

    2 2 Una segunda ed ic in se p u b l i c en 1706. Las obras de Sols y Rivadeneyra y

    las de Z r at e figuran en las bibl iote cas de De Brosses, Vo l ta i re , D 'Holb ach . Cf . M I

    CHLE DUCHET, Anthropologie ethistoire au sicledeslumires, Paris, 1971.C i to por la trad.

    i t a l . , Bar i , 1976-1977, t. 4, p. 186.2 4 P A U L H A Z A R D , La crisedeconscience europenne, Paris, 1933. Cito por la trad. ital.,

    M i l a n o , 1968, t. 1, p. 24 .

    25 La s Lettres difiantes fueron publicadas en espao l . Traducidas por Diego Davinen 1753-1757.

    26 Cf. t a m b i n la Historia de laprovincia de la Compaa de Jess del nuevoReino de Granadaen laAmrica, publicada en M a d r i d , 1741, delj esu ta madr i le o J O S CASSANI, pro

    fesor de m a t e m t i c a s en el Colegio Imper ia l y el Orinoco ilustrado, de lj e s u t a valenciano

    J O S G U M I L L A , publicado en M a d r i d en el mismo ao.

    27 Cf. A L B E R T O A R M A N I , "Citt di Dio" e "CM del Sole". Lo "Stato" gesuita del

    Guaran (1606-1768), Ro ma , 1977, p. 233.

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    pa ael hecho no carecede significadodecidino publicar la obraen Espaa , sino en Lieja, y en la t n adems, en 1673. Y en 1704 setradujo al ingls y se public en Londres, con el t tulo de Thehistoryojthe provinces ojParaguay, Tucuman, Rio de laPlata, Paran, Guaira and Ur-

    vaica. Andsomething ojthekingdomojChili in SouthAmerica. La traduccininglesa tuvo un ciertoxito, tanto que en 1732 se impr imi una segunda edic in 2 8 . La C o mp a a se ver obligada, sin embargo, asacar a lalu z en Espaa la temtica paraguaya, pero slo cuando el problema se

    hagaacuciante: primero con lasublevacin de los "comuneros" de Asuncin y despus con los conflictos derivados del Tratado de Lmites.

    Mientras tanto la presencia en el trono de Espaa de un rey francs, y el nuevo clima de reformas que se empezaba a respirar suavizaron las polmicas sobre la "leyenda negra". Pero la muerte de Mar aLuisaen 1714, el nuevo casamiento del rey con la ambiciosa e ignoranteIsabel Farnesio, y la consiguiente expulsin del grupo de reformadoresque gravitaban alrededor de la Princesa de los Ursinos, el alejamientode Macanaz y la llegada a Madr id del cardenal Alberoni , determinaron un viraje hacia a trs de la poltica reformado ra de Felipe V . El bloque poltico formado por los hombres de mediana nobleza del Consejo

    de Castilla, los llamados colegiales, y por losjes uta s, volvi a tomaren sus manos la supuesta defensa de la hispan idad con tra el afrancesa-miento del Estado, dando rienda suelta a la l t ima violentapersecucininquisitorial contra los cripto-judos. Mientras tanto, la poltica medit e r rnea de Alberoni relegaba a un segundo plano la problemtica americana. Y enesteclima de " r e s t a u r a c i n " lavisin negativa de la conquista y de la evangelizacin espaola del Nuevo Mundoencont r unp t imo propagandista en el plano de una historiografa muy ideolo-gizada en elespaol emigrado Francisco Coreal, que public en 1722dos ediciones, una en Amst erd am y otra en Par s , de su Voyagesaux Indesoccidentales-verdadera min a D a r las " m a u i n a s de euerra" aue Don -

    d r n en marcha dentro de unos pocos aos intelectuales como Prvosty De Pauw.

    En Espaa se tiene laimpresin que el poder poltico y el poder religioso-cultural pref ieren poner el asunto entre parntesis . El cronistamayor, que era todava el viejo Luis de Salazar y Castro, callaba sumergido en lospapeles de su archivo, y nadie parec a interesado en solicitarlo para que publicase algo. La n i ca nueva voz viene significativamente desdeuna coloniatodava " po br e" de la Coro na, Venezuela,pero que pronto desper ta r el inters de los comerciantes vascos, queen 1728 c rearn la famosa Real C o m p a a Guipuzcoana de Caracas,cuyos navios t o ma r n el nombre de "navios de la I l u s t r a c i n " 2 9 . En

    esta poca surge la voz del l imeo de nacimiento, pero venezolano de

    2 8 L a t r a d u c c i n castellana a p a re c i , con varios errores, en 1897.2 9 Cf . R A M N D E BASTERRA, Una empresa del siglo xviii. Los navios de la Ilustracin,

    Real Compaa Guipuzcoana deCaracasy suinfluencia en los destinosde Amrica, Caracas, 1925.

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    adopcin, Josde Oviedo yBaos, representante de aquella nueva aristocracia local cuyo poder tena su origen en la explotacin agrcola y

    pecuar ia , y que pro tagoniza el desarrollo econmico de laAmr i ca dieciochesca. Oviedo y Baos, quien representaba a aquellos criollos elogiados por Feijoo en 1730, era un excelente hombre de negocios (controlaba una vasta produccin de ma z , cacao y cra de ganado) y hbil

    polt ico (alcalde, regidor perpetuo, capi tn y teniente general). Escrib i una Historia de laconquistay poblacin de laprovincia de Venezuela,que

    es obra de "grande y original his toriador"

    3 0

    , y cuya primera parte sepubl ic en Madr id en 1723, mientras que de una hipottica segundapa rte nada se sabe. Feijoo se expresa de l en tono elogioso3 1, pero suobra no parece haber tenido mucho eco. Elorgullo criollo haba intentado encontrar su cantor y su conciencia potica en el largo poema deun millar de octavas, Lima fundada oconquistadel Per (Lima, 1732), obradel catedrtico de ma tem t i ca s de L ima , Pedro Peralta Barnuevo Be-navides. Pero apesar de que Sarmiento, en su Demonstracin crtico-apologtica del "Teatro crtico" "v in di ca se" con fuerza la obra de Peraltav el hecho no careca de significado 3 2 sta tampoco encont r eco a Wno en la Pennsula.

    Sin embargo, algo parec a suceder con las publicaciones sobre temas americanos. En 1726 apareci la Relacin historial sobrela catcquesisde losindios Chiquitos del Paraguaydel j esu ta Juan Patricio Fernndez ,mientras que en 1729 se public en M a d r i d una nueva edicin (la primera es de 1607) del Origende losindios del Nuevo Mundo del dominicovalenciano fray Gregorio Garc a . Son stos los aos en los que Feijoo,en el tomo 2 de su Teatrocrtico (1728), en el nuevo clima poltico y cultural de la tercera y cuarta fase del reformismo borbnico, se enfrentacon el problema del "e rr or c o m n " de que los "espaoles americanos""no tanto se gobiernan por razn, cuanto por instinto: como si algunaCirce, peregrinando por aquellos vastos pases, hubiese transformado

    todos los hombres en bestias". A l cont rario "sobran testimonios de quesu capacidad en nada es inferior a la nuestra" 3 3 . Son los aos del ministerio ilustrado de Pa t io , y del retorno alinters por aquella Amr i ca, que supuestamente en decadencia hab a env iado en 1727 consorpresa general, quince millones depesos en plata y oro, que podranhaber llenado lascajasdel Estado vaciadas por los fabulosos "subsidios"que el nuevo confesor real, eljesu ta i r land s PadreClarke,hab a conseguido que fuesen enviados a V iena^ Son los arios en f in en los quela poltica cultural de Felipe V empieza adesplazarse aceleradamente

    30 Cf. ESTEVEB A R B A , op. cit., p . 32 0 ; G U I L L E R M O M O R N , Jos de Oviedoy Baos,

    Caracas, 1958.3 1 V a s e B E N I T O J . F E I J O O , Teatro crtico, discurso V I ,nota 10.3 2 Ibid., nota 1 0y M A R T N S A R M I E NT O , Demostracin crtico-apologtica delteatro crti

    co universal, M a d r i d , 1 7 5 7 , t . 2 , nota 7 2 5 .

    33 F E I J O O , op. at., t. 2 , discurso X V , nota 20 .3* Cf. A N T O N I O R O D R G U E Z V I L L A , Patio y Campillo, M a d r i d , 18 82 , pp. 63 -6 5 .

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    desdelos clsicos centros de enseanza de las universidades y de las escuelas a la "sociedad c i v i l " y a sus instituciones.

    Esta sust i tucin, cuyo gua y operador cultural es Feijoo, significaba t ambinel comienzo del desplazamiento poltico-cultural de la Compaa de Je ss , el comienzo de una relacin entre poder, cultura y sociedad sin la clsica mediacin de una organizacin religiosa 3 5 , sinomediante intelectuales que, expresin de las nuevas exigencias y "curiosidades" de la sociedad civil, intentan dir igir de una nueva manera

    la formacin de la "conciencia colectiva".

    Esta nueva sociedad civil yestareciente " b u r g u e s a ' ' en expansinque en Amr i ca representaban los criollos haba tenido ya su primerenfrentamiento con la C o mp a a , en la llamada sublevacin de los comuneros de Asuncin. Apoyados por el juez Jos de Antequera Enr -quez y Castro, los criollos paraguayos intentaron realizar el proyectode destruir las reducciones de losjesu tas y de utilizar la mano de obragua ran en sus encomiendas. Despus de la terrible derrota de Tebi-cuary, lospadres, con hbiles maniobras de guerrilla, frenaron la ofensiva de los comuneros y la conquista de Asuncin en abril de 1727. Elgobernador de Buenos Aires, Bruno de Zavala, pareci poner fin a la

    rebelin, pero la impol t ica condena a muerte de Antequera en 1731,smbolo de losdeseosde au tonoma contra la ineficiencia de la burocracia virreinal, desencaden nuevamente la insurreccin que d u r hasta17353 6.

    La Compaa , que al defender sus reducciones protega tambin lalegitimidad virreinal, sali fortalecida de la guerra contra los comuneros y, apesar del importante papel que haba desarrollado y segua fomentado en la poltica interior del pas, su "servicio" a la mona rqu aen Paraguay no suscit grandes entusiasmos. Hay que pensar que sonstos los mismos aos de la ruptura entre la Corona y la Santa Sede,acausa de laocupacin de Parma y Npoles, aos en los que se reanu

    da la polmica regalista, guiada esta vez por el mismo Pa t io , y quese concluy con el Concordato de 1737. Y son stos tambin los aosdel inicio de aquella nueva poltica americana, en que se establecen variascompa a s comerciales, interesadas en que lareest ruc turac in econmica del Nuevo Mundo no fuese molestada por el ejemplo de organizacin, l lammosla a s, "anti capit alista " y "ant ibur gues a" de lasreducciones.A d e m s la r e anudac in delconflicto con Ingl ater ra a causade la competencia br i tnica en el comercio americano, l levar a Jos

    35 La Orden benedictina, a la que Feijoo pertenece, es, como bien se sabe, algo

    mu y distinto a la C o m p a a , y si es verdad que d e t r s de Feijoo es t su Orden, sta

    deja a sus frailes, por t r a d i c i n , una l ibertad de movimiento ms ampl ia; a d e m s enel caso especfico, ni la Orden benedictina es un "poder en el poder" como la Compa

    a , ni el adjetivo "be ned ict ino " indica que Feijoo representa una med iac in ins t i tu cional entre sociedad y poder, sino todo lo con tra rio .

    36 Cf. JOS M A N U E L E S T R A D A , Ensayo histrico sobre la Revolucin de los comuneros de

    Paraguay, Buenos \ i res , 1865.

    http://ires/http://ires/
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    146 GIOVANNI STIFFONI NR FH, X X X I I I

    Ca mp il lo a uti liz ar con la firma del nuevo Pacto de Familia (1743) laayuda francesa en funcin de sus nuevos planes de poltica atlntica 3 7 .Por lo tanto, slo porque el papel desempeado por la Compaa enla guerra de Asuncin haba servido como elemento de freno a una situac in peligrosa en aquel momento, Felipe V promulg en 1743 la famosa Cdula Grande, que confirmaba todas las concesiones hechas porla monarqua en la administracin autnoma de los guaranes. Sin embarg o, la historiografa jesuta anduvo muy cauta sobre este asunto.

    En efecto, no fue publicada la excelente, aunque parcial, Historiade lasrevolucionesde la provincia delParaguay de un diligente yatentohistoriador, el padre Pedro Lozano, en la que la narracin de los acontecimientos llegaba hasta 17 3 53 8 . Slo se dio a la prensa en Crdoba, en1733, su Descripcin chorogrfica delterreno,ros, rboles y animalesde las dilatadsimas provincias del Gran Chaco, Gualamba, y de los ritos y costumbres de

    las innumerablesnacionesbrbaras e infieles que lehabitan,con una cabal relacin

    histrica de lo que en ellas han obradopara conquistarlasalgunosgovernadoresy

    ministrosreales, y losmissionerosjesutas para reducirlas a la fe delverdaderoDios.

    Obra seguramente de gran inters, con una visin muy moderna dehistoire part entire, pero de poco peso en la batalla defensiva a la que la

    C o m p a a estabaempezando a enfrentarse. En efecto, la otra obra deLozano, la Historia de la Compaa de Jess en la provincia delParaguay (redactadaentre 1730 y 1745), no fue publicada hasta los aos 1754-1755en Madrid, en la tipografa de laviuda de Martn Fernndez. Y la Comp a a dio el permiso de publicacin slo de la segundaparte, en la cjueLozano prosegua la historia eclesistica de Del Techo, es decir de laDarte con ms valor poltico mientras aue la primera aue era culturalmente la ms interesante y n la que el historiador jesuta suministrabadatos de histoire de la civisation, perman eci indi ta hasta 187339 .

    Las razones de la "pol tic a nis tori ogr fica " de la Co mp a a en Esp a a hay que buscarlas en dos hechos. El primero es que el tema del

    Paraguay ya haba tenido su intrprete ydefensor de altura internacional en un historiador muy respetado en los ambientesinnovadores europeos y espaole s, Ludovico Antoni o Mu ra to ri 4 0 . M e refiero al conocidsimo / / cristianesimofelice nelle missioni de' padri della Compagniadi Ges

    3 7 Cf. el indito Nuevo sisthema de govierno econmico para la Amrica: con los males y

    daos que lecausa el que oy tiene de lo que participa copiosamenteEspaa; y remedios universales

    para que la Primera tengaconsiderables ventajas,y laSegunda mayoresintereses. Ao 1743, B . N . M . ,

    ms . 1 0 9 4 9 y B . N . P . , ms . 3 9 9 - 4 0 0 .3 8 Se public completa slo en 1 9 05 . Cf. G U I L L E R M O F U R L O N G C R D IF F , El padre

    Pedro Lozano, S.J., su personalidad y su obra. Bibliografa, Montevideo, 1 9 3 0 .3 9 Cf . E S T E V E B A R B A , op. cil.,p. 5 8 1 , q ue dice " n o alcanzar la causa" de esta se

    p a r a c i n . M ucho xi to tuvo su descripcin del terremoto de Lima de 1746, recogidaen una Carta... escrita alpadre Bruno Morales, de la que se hicieron varias ediciones ( L i

    m a , 1 7 4 6 ; M x i c o , 1 7 4 7 ; C r d o b a , 1 7 4 7 ) y se t radujo al ingls (London, 1 7 4 8 ) , al por

    t u g u s (Lisboa, 17 48 ) y al flamenco (s . l . , 1 7 4 9 ) .

    ) Cf. A. M E S T R E , " M u r a t o r i y l a cu l tura e s p a o l a " , e n Atti del convegno interna

    zionale di studi muratoriam, 19 75 , t . 3, pp. 1 7 3 - 2 2 0 .

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    nel Paraguay,cuya primera parte se public en 1743 y lasegunda en 1749.En este l ibro, cuyo autor no es jesuita, pero seducado en los colegiosde la Com pa a , lospadres encontraron un prestigioso baluarte contrala c a m p a a antijesuita que se estaba desencadenando; por un lado lasreducciones sepresentaban como ejemplo de un gobierno fundado sobre"una especie de 'delegado' en el ejercicio de la raci onal idad", y porel otro el racionalismo deMurator i , que permit i la difusin de la obraen los ambientes ilustrados, era un racionalismo muy moderado y en

    el fondo lejano al racionalismo ilustrado porque "la razn muratorianatiene la limitadafuncin de redescubrir yasegurar un nudo de verdadque exista antes de la razn, y que, por lo tanto, no est de ningunamanera construido por ella" 4 1 .

    El segundo hecho es que sobre la C o m p a a se estaba desencadenando otra borrasca, preludio de la tormenta final de la expulsin de1767. Se trata de laaplicacin del Tratado de Lmites de 1750, que intentaba resolver la viejacuestin de la colonia portuguesa de Sacramento.sta se tena que devolver a los espaoles, puesellos cedieron a los portugueses la regin paraguaya al este de los ros Uruguay e Ibicuy. Enesta regin se encontraba una parte importante de las reduccionesjesu

    tas, cuyo valor pa tri mon ia l lospadres valoraban en millones de pesos.A pesar de que Fernando V I concedi una indemnizacin de veintiocho milpesos a la Com pa a , y que sta envi un comisario, el padreLope LuisAltamirano, con la orden de hacer cum pli r las clusulas deltratado, cuatro pueblos guaranes se rebelaron en 1752 y pusieron engrave aprieto a los ejrcitos luso-espaoles. Las normas no muy clarasimpartidas por Altamirano a los padres v el apovo prestado por aleu-nosjesu tas a los guaranes insurrectos, indujeron al comisario espaolGaspar de Munive m a r a u s de Valdelirios a acusarlos de rebeldes ala Coron a y de connivencia con los gua ran e s 4 2 . Dada la delicadeza dela s i tuacin en la aue la C o m p a a se vio envuelta v la dificultad de

    organizar r p idamente una defensa de su comportamiento, no le qued a sta ms remedio cjue bloquear la publicacin delInformesobre loshechos enviado al m a r qu s de Valdel irios por Man ue l Antonio Flores

    43

    , delDiario delcapitn donFrancisco Graell en laexpedicincontralossietepueblos rebeldesde la banda oriental del Uruguay** y de la Relacin de lo ocurrido en laexpedicin las CLY7YICLS deEspaa y Portugal hicieronalterritorio

    4 1 Cf . N . B A D A L O N I , " L a ragione signorile di fronte all ' immag inaz ione nella p r i

    ma m e t del Settecento", en Storia d'Italia, t. 3, Dal primo Settecentoall'Unit, Torino,

    1973, pp . 782-790. No creo que exist a un a t r a d u c c i n al castellano de la obra de

    M u r a t o r i .4 2 Cf . sobre todo esto la obra, no siempre muy objetiva pero t o d a v a m u y til ,

    de W. K R A T Z , S.J., El tratadohispano-portugus de lmites de 1750y sus consecuencias, Roma, 1954.

    Cf. Coleccin histrica completa de los tratados, convenciones,capitulaciones, cuestiones de

    lmites y otros actosdiplomticos y polticos, Pa r s , 1862, t. 2, pp. 302-335.4 4 Esc rito en 1755-1756, es t publicado en la Coleccin de documentosinditos para la

    historia de Espaa, M a d r i d , 1892-1896, t. 104, pp. 449-481.

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    de las misionesde losjesutas en elParaguaypara elcumplimiento del Tratado

    de Lmites entre las dos Coronas, de Miguel de Silva Nades 4 5. Tambin sequed momentneamente indi to e l diario de TadeoJavier Henis, Persecucin guarnica o diario de la guerra guarnica desde enero de 1754 al 13 de

    mayode 1756i6

    , que utiliz des pu s Bernardo Ibez Echevarri en suviolentopanfleto antijesuita, El reino jesutico delParaguay, en plena polmica antijesutica desencadenada despus de la expulsin de la Compaa en 17 6 7 4 7 .

    Olvidada en los archivos se qued tambin la Historia de lasmisionesde los llanos de Casanare y los ros Orinoco y Metai& del padre Juan Rivero,mientras que no consiguieronoponerse a la publicacin del Injorme, lleno de gravsimas acusaciones contra la Compaa, del general Matasde Angls y Cotari 4 9 . Los padres, en una situacin que se haca cadada ms difcil y que haban sentido, acausajustamente de algunos equvocos sobre la aplicacin del Tratado de Lmites, la salida de laescenapoltica de un estimador de la Compaa, el marqus de la Ensenada,pr ef ir ie ro n silenciar lo ms posible el caso. Ellos volvern ahablar ampl iamente del asuntoparaguayo slo despus de su expulsin, y las obrasdeCardiel Perams Snchez Labrador y Muriel constituirn una parteimportante de la contraofensiva de la Compaa despus del decreto.

    Una defensa de la actuacin de los jesutas en Amrica vino de parte de dos grandes representantes del espritu reformador, Jorge Juany Antonio de Ulloa, que por encargo del marqus de la Ensenada hab an preparado un detal ladsimo informe sobre la situacin americana.Pero, dado el carcter confidencial de la obra, cuyo ttulo es Discurso

    y reflexiones polticas sobre elestadopresentede los reynosdel Per, sugobierno,

    rgimen particular deaquelloshavitadoresy abusosque se han introducidoenunos

    y otros, daseindividual noticia de lascausalesde su origen, y seproponen algunos

    mediospara evitarlo, y dado que en ella se contena tambin una acusacin terrible de incapacidad, estupidez y barbarie contra los indios, de

    los funcionarios y propietarios espaoles y criollos, no se concedipe rmiso de publicacin. La circulacin del informe deJuan y Ulloa tuvo que ser, sin embargo, bastante amplia, dado que se encontraron varias copias del manuscrito original, pero fue seguramente la ya citadacada de Ensenada la que bloque la publicacin de una obra que, en

    B . N . M . , mss. 1 0 6 8 3 y 1 1 3 1 9 .4 6 B . N . M . , ms . 1 9 2 4 2 .

    Cf. E S T E V E B A R B A , op. cit., p . 48 9. La obra de Echevarri fue publicada en elt. 4 de la Coleccin general dedocumentostocantesa la persecucin que los regulares de la Compaa

    suscitaron y siguieron tenazmentepor mediode sus jueces, conservadores, y ganando algunos minis

    tros seculares desde 1644 hasta 1660 contra D. Bernardino de Crdenas... obispo del Paraguay,

    M a d r i d , 1 7 6 8 - 1 7 7 0 .4 8 Cf . ESTEVE B A R B A , op. cit., pp . 3 3 7 - 3 3 8 . En 1 73 9 el ya citado G U M I L L A hab a

    publica do en Madr id una Breve noticia de la apostlica y exemplar vida del angelical y venerable

    padre Juan Rivero, de la Compaa de Jess.4 9 Cf . B E N I T O S N C H E Z A L O N S O , Historia de la historiografa espaola. Ensayo de un

    examen de conjunto, Mad r i d , 19 50 , t . 3 , p . 155 .

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    la edicin de Londres de 1828, cuidada por David Barry, contribuyno poco a la divulgacin de la "leyenda negra" en el siglo x i x 5 0 . Comose ve, la m a r a a entre poltica reformadora, C o m p a a de Jess ehistoriografa indiana se estaba haciendo cada vez ms intrincada ycomplicada.

    Cansado de la incapacidad del cronista mayor Miguel HerreroEzpeleta en el de sempeo del cargo segn las exigencias de la nuevasi tuacin creada por el equipo minis teri al reformador, Felipe V haba

    otorgado "de futura" a la Academia de la Historia elderecho de nombr ar el cargo. A la muerte de Ezpeleta en 1750, Fernando V I , olvidando la designacin "de f ut ur a" , y previacancelacin del t tulo otorgadoa la Academia, n o mb r cronista mayor al gran organizador de la em

    presa feijoniana en Madrid, fray Mart n Sarmiento 5 1 . Sarmiento nohizonada 5 2, y en 1755 la Academia de la Historia reinvindic con justa r a zn su t tulo, pero tampoco hizonada; h a b r que esperar al reinado de Carlos I I Ipara que algo suceda en el sector de la historiografaoficial sobre las Indias 5 3 .

    Mientras tanto lahistoriografa americanista haba empezado a encontrar entre los seglareshombres capacesde llevarlaadelante en el es

    pr i tu indicado por Feijoo. U n ejemplo de una nueva manera de enfrentarse con el problema de la his tor ia de Amr i ca fue la Idea de unanuevahistoria generalde laAmrica septentrional, fundada sobrematerialcopioso

    de figuras, symbolos, caracteresy geroglficos, cantaresy manuscritos deautores

    indios, ltimamente descubiertos:pequeo volumen en 4o de unas 260 pginas, obra del caballero mi lans Lorenzo Botur in i Benaducci, publicado en M a d r i d en 1746. Durante su estancia en la Nueva Espaa,Boturini haba recogido un material inmenso e inslito, un verdadero"museo histrico indiano" que, acausa de una seriede desgracias, no

    pudo traer personalmente a Espaa y tuvo que utilizar slo de memor ia . "Busc escribe de Botur in i , Ballesteros en los materiales que

    le servan como fuentes, no la mera es t ruc turac in de loshechos histricos sino su filosofa su razn de ser su enlace con el curso general

    5 0

    Ibid., pp. 148-149.5 1 Cf . E S T E V E B A R B A , op. cit., p. 133.5 2 Que yo sepa, no hay escritos suyos sobre asuntos americanos. Cf. M A R C E L I N O

    G E S T A Y L E C E T A , ndice de una coleccin manuscrita deobras del R.P. fray Martn Sarmiento,

    M a d r i d , 1888.5 3 L a Aca dem ia, en luga r de redactar aquella histo ria de A m r i c a que la Espaa

    de Carlos I I I e x i g a , e n c a rg la t r a d u c c i n de The history ojAmerica, de W . Roberts on

    (London , 1777 y 1794) . La t r a d u c c i n , sin embargo, fue int err ump ida por p res in i n

    quisi torial , y de la "contraofensiva in fo rmat iva" sobre la historia de A m r i c a fue en

    cargado, por Carlos I I I , " u n historiador marginal, Juan Bautista Mu o z , cosmgrafomayor de Indias, filsofo eclctico, valenciano y amigo de los crculos ilustrados de su

    t i e r ra " ( G .Z A R A G O Z A y R. G A R C A C R C E L , " L a p o l m i c a sobre la conquista espa

    o la de A m r i c a . Algunos testimonios en el siglo x v m " , en HNS, p. 374). M u o z se

    hizo cargo t a m b i n de publicar parte de la Historia de la conquista de la Nueva Galicia del

    ba ch il le r M a t a s de la M o t a Padilla, que no h a b a conseguido publicar en 1742.

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    de lah is tor ia . " 5 4 . Boturini erahombre queconoca muy bienno slola culturaclsica, sinot ambin lacontempornea , ysorprende, por ejemplo, su conocimiento profundo y suadhesin a lasideasde un autorentonces poco conocido, pero querevelar despus haber sidouna delas figuras m s importantes de laprim era mit ad del x v m, Giambattista Vico. La Idea deBoturini i mpresi on favorablemente, tanto que elma r q u s de laEnsenada, nopudindolo nombrar cronista deIndias,cargo que detentaba Ezpeletay "defutura" laAcademiade la Histo

    r ia , lon o mb r cronista en las Indias, que era nombramiento como otroy unaa r t imaa para sustituirdefacto alperezoso Ezpeleta. Boturinit raz enseguida unambicioso proyecto deHistoria general,que fueoficialmente aprobado. Pero las dificultades que encontren suredacci n,a pesarde laavuda deMavans v elapovo deCarvaial 5 5 y su muerte

    prematura en1751,no lepermitieronacabar laempresa Nos quedaslo elprim er t omodeCronologa indiana redactado en1749 que conalgunasde lasotras piezasde lacoleccin deBoturini quellegaronfinalmente deMx ico , slo pudieron ser utilizadas ms tarde por JuanBautista rVuozensuHistoxio, dellluevo Adundo,cjuesepublicaraen M^a-dr id en 17 9 35 6 .

    El nuevo clima intelectualderenovado inters por la situacin econmica lasegundaedicin de 1742 de la gran obra deJe rnimo de Uzt-riz,Thericayprcticadecomercioy demarina,esla que tuvo verdadera circulacin motiv aJos Gutirrez de Rubalcavaaenfrentarse con los problemas econmicos de la historia americana. Profesor de derechoyasesordemarina en Cdiz, Gutirrez lededic almarqus de laEnsenadasu Tratadodelcomerciode lasIndias occidentales. Compendiohistrico delcomerciode las Indias,

    desdesu principio a suactualestado, publicado en 1750. No se trata de una verdaderaobra de historiaeconmica, sinodeun a coleccin de datos, desdeluego muy precisos, para una posible historia del comercio americano,pero queresult sermuy til como manual de derecho administrativo

    y comercial para los operadores econmicos de lasnuevas compaasde comercio colonial. Sobre asuntos administrativosyeconmicos trata t ambin elDiscurso sobrelos males y abusos de laAmrica y medios de remediarlos deFrancisco Ma lhor t i , escrito que, apesar del espritu reformadoreilustrado que lo anima, probablemente por contener acusacionescontra lasclases dirigentes americanas, qued indito, como el anteriormente citado Informe de Tuan v Ul loa 5 7 Se public entre 1746v1748 otra obra, siempre decarcter administrativo,elTheatroamericanodel criollo Antonio deVil laseor, contador general deAzogues: obra

    5* Cf . M A N U E L BA L L E S T E R O S G A I B R O I S , p r l . a la obra de B O T U R I N I , en Documen-

    tos inditos para lahistoria de Espaa, M a d r i d , 1948, t. 6, pp. x i - lxvi .5 5 Sobre lare lac in entre B o t u r i n i y Mayans, vase A N T O N I O M E S T R E , Historia,

    fueros,y actitudespolticas. Mayans y lahistoriografa delsiglo xvi, Vale nci a, 1970, pp. 313-328.

    56 Cf. ESTEVE B A R B A , op. cit, pp . 265-267 .

    57 E lDiscurso se encuentra en B . N . M . , ms .11039.

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    de carcter oficial, no muy interesante, pero llena de datos concretosy tiles que necesitaba aquella burguesa virreinal a la que el Theatrode Villaseor estaba dirigido.

    En otra vertiente, no econmica sino de recuperacin de ciertas temt icas "cripto-lascasianas" propuesta sutilmente por el mismo Fei-

    joo, con un discurso de estructura oscilanteentre valoracin de la realidad del "buen salvaje", inutilidad de su colocacin en el contexto dela absurda utopa de la "ciudad de Dios" y "vindicacin" de los as

    pectospositivos de la conquista5 8, se coloca la op er ac i n editoria l deAndrs Gonzlez de Barcia.Estepersonaje, que ocup altoscargos polticos en el reinado de Felipe V, consider importante hacer accesible aun pblico ms amplio, al mismo pblico que devoraba con creciente curiosidad intelectual los Discursos y las Cartas de Feijoo, algunas delas obras ms interesantes y fascinantes, a su parecer, relativas al granpro blema del descubrimiento y de la conquista. En 1749 public, entres volmenes, su coleccin de Historiadores primitivos de las Indias occidentales,que es una especie de antologa de los escritos de Coln, Corts F er nn de z de Oviedo Herrera Cabeza de Vaca Gomara Garci-laso el Inca, etc 59 . Las variadas temticas sobre el Nuevo Mundo tenan as divulgacin en el marco de los nuevosintereses por la polticaatlntica en que se encajaban los planes de reforma estatal, econmicay cultural de Ensenada y Carvajal. Slo que la propuesta de Go nz lezde Barcia pona en circulacin una visin de la conquxsta cjue poco de

    ba agradar a los nadres de la ConiDaa Doraue con tra oon a a unahistoriografa "eclesistica" una historiografa "seglar", en la que su-flmente emerefan dos ideas "nelierosas" La Dr imera era una visindel hombre natural en la que se filtraba un radicalismo evan gli co, unareivindicacin de la conciencia personal contra toda forma de autrita-rismo y contra la concepcin de que el hombre primitivo no poseesent i m i en t os nrofnndos v t iene o r lo t an to on e ser controlado o r el no-

    der religioso ideas que olan a jansenismo. La secunda era una concepcin en la que se mezclaban, con un corte t p icamente feijoniano

    5 8 Cf. B. J. F E I J O O , Teatro crtico, t. 4, discurso X ("Fbula de las Batuecas y pa

    ses imaginar ios") . V a s e t a m b i n Teatro crtico, t. 5, discurso I ,nota 10; t. 8, discurso

    V I I , notas 34-41; y Cartas eruditas, t. 2, carta 26.

    59 Bajo el seudnimo de Gabriel de Crdenas y Cano, G O N Z L E Z D E B A R C I A haba

    pub lic ad o un Ensayo cronolgico para la historia general de la Florida (Madrid, 1723) y una

    edicin de La Florida del Inca ( M a d r i d 1722-1723), de la Historia general del Per (M a d r i d ,

    1722) y de los Comentarios reales de Garcilaso ( M a d r i d , 1723); una edicin de la Monar

    qua indiana y de los Veintey un libros de rituales de Juan de Torquemada ( M a d r i d , 1723);

    una edicin "corregida y aumentada de notas" de las Dcadas de Herrera (M a d r i d ,

    1725-1730 y varias portadas). Mient ras que en 1737-1738 public, con varias adiciones, la obra de A N T O N I O D E L E N P I N E L O , Eptome de la biblioteca oriental y occidental, nu

    tica y geogrfica: tres gruesos vo lmenes en folio con texto a dos columnas, verdadero"c imiento de la bibliografa amer icanista" . Como se puede ver, en las elecciones editoriales de Gonzlez de Barcia sej un t an criticismo historiogrfico, a la Mayans. por unlado, y reevaluacin de ciertas t e m t i c a s americanas, hecha por Feijoo,' por el otro.

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    criticismo historiogrfico (Gonzlez de Barcia hab a preparado un estudio sobre Nicols Antonio) 6 0 y reforma del concepto tradicional derelacin entre poltica y religin. Esta visin le daba un golpe indirectoa la Compaa, puessubrayaba el carcter ms jurdico-poltico que tico-religioso de su evangelizacin, y volva a unir jansenismo y regalismoen un momento en que los padres tenan que defender, con la autonoma de su gestin religioso-administrativa de las reducciones, tambin laexistencia en ellas de un patrimonio que se alejaba de un modo anma

    lo del control regio.Puesbien, los jesutas haban seguido siempre una pol ti ca cu ltural

    muy clara en relacin con el espinoso problema de la penetracin enEspaa de las corrientesjansenistas. La Compaa e ra profunda conocedora de los ms sutiles canales secretos por los que la "h er ej a " j ansenistahab a penetrado y se haba desarrollado en Espaa en la segunda mitad del xvm y del influjo que pareca volver a tener, a pesar desu derrota teolgica, en la nueva situacin determinada por el cambiode dinasta. Mestre ha demostrado muy bien que no se puede colocarla reanudacin del jansenismo dieciochesco en Espaa en la poca deCarlos I I I , comohastaahora han afirmado historiadores como Sarrailh

    y Her r 6 1

    , sino que existe todo un perodo de gestacin en la primeramitad del siglo. En estapoca sobresale la figura de Mayans, quien reedita en 1727 la traduccin de Interin de Ayala del Catecismohistricode Fleury, y prologa en 1739 la traduccin de las Costumbresde los israelitas y de los cristianos, adems de ser admirador ydifusor en secretocuando ocupaba el cargo de bibliotecario real de las obras del jansenistaBernhard van EsDen Zeeer6 2 cuvos textos se publicaron slo despusde la expulsin de la Compaa.

    La actitud de los jesutas frente aljansenismo es, sin embargo, singular, porque si por un ladoellosimpiden la circulacin de aquellasideasdel Augustinus que eran contrarias a la estructura lessiana y molinista

    de su enseanza y comportamiento religioso, por el otro hacen de laInquisicin, por ellos controlada, un instrumento de fundamental im

    por tancia en la lucha regalista que desemboca en elprimer Concordatode 1737. En efecto, la conexin que encontramos en Francia entre gali-

    6 0 A . M E S T R E , Historia, fueros..., ed. cit ., p. 404.6 1 A . M E S T R E , "Rel ig ion y cultura en el siglo xvm espaol", en Historia de la Igle

    sia en Espaa. T. 4: La Iglesia en la Espaa de los siglos xviiy xvm, Madrid, 1979, pp. 639-677.

    C f . t a m b i n J O L S A U G N I E U X , Le jansnisme espagnol, sescomposantes et ses sources au xvii

    sicle, Oviedo, 1975. E M I L E APPOLIS , en Entre jansnistes et zelanti, le "Tiers Parti" catho

    lique au xviif sicle, Paris, 1960, al t ratar enpassant eljansenismo espao l , justamente,

    a m i parecer, lo hab a colocado en una zona intermedia, sin que por estofuese aclaradadebidamente la estructura y l a d inmica interna de esta zona, qu e queda no slo im-'

    pr ec is a sino ambigua. En su posterior trabajo, Les jansnistes espagnols, Bordeaux, 1966,

    coloca e l fenmeno jansenista en la segunda mita d del xv m .

    62 Cf . A N T O N I O M E S T R E , Ilustracin y reforma de la Iglesia. Pensamientopoltico religio

    so de don Gregorio Mayans y Sisear (1699-1781), Valencia, 1968, pp. 386-396.

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    canismo parlamentario y jansenismo en Espaa no se da en absoluto,tanto que entre regalismo y janseni smo hay que hacer siempre una netadist incin; si no, se incurre en contradicciones en las que los jesuitas"regalistas" de facto6 3, pero ferozmente antijansenistas, caen por suantijansenismo bajo la acusacin de antirregalistas, yesta acusacin set ransformara en una de las motivaciones de la expulsin. Tras estasdisputas teolgico-jurisdiccionales se escondan slo intereses polticosy luchas de grupos por el control del poder, adems de ideas distintas,

    obviamente, de cmo llevar adelante, y con el apoyo de qu sectoresde la "sociedad c i v i l " , el camino del reformismo ilustrado.

    A la C o mp a a la utilizaron los varios equipos ministeriales reformadores, porque era ella la que t ena el cont ro l de los colegios mayoresy t ambin lossectoresmayorit arios de las universidades, y porque bienconocida era su elasticidad de adaptac in a la vol unt ad del poder poltico, y la inteligencia de sus miembros. Sus vnculos estrechos con la altanobleza se emplearon para controlardesdeel interior su potencialdestructor, con la i lusin quizs de promover las reformas sin recurrir aun "desgarro" excesivamente t r aum t i co con la as llamada "sociedadcerrada". Pero cuando t e rmin la "aventura" internacional de Albe-

    roni , los problemas de cmo llevaradelante las reformas se replantearon de manera urgente, y la cuest in de la es t ruc turac in de la polticacultural se present en t rminos de la necesidad de conquistar capas sociales ms amplias para el proyecto reformador. Adems , la tensin intelectual,controlada y favorecida por laC o mp a a , que haba permitidotransformar en mayorit ari o el grupo de los "nuevos nobles", se vinoabajo. En otras palabras, cuando el problema se plante como necesidad de conectar el reformismobo rbn ico con el especfico nivel de conciencia del "habitante de la sociedad c i v i l " , la funcin de los padresde laCom pa a empez a entrar progresivamente en crisis. Es una crisis aue tiene un camino zigzagueante v "secreto" aue se vislumbra en

    seguida vaqueesaFeiioo representante de la Orden benedect ina aquien se le confa progresivamente la ejecucin de toda la maniobra depol t ica cultura l del equipo minist eria l reformador y cuya sancinofi-

    6 3 No es a q u el lugar para reabrir el problema de las acusaciones de "antirrega -

    l i s m o " , "anti jan senismo" , " ant irr ef orm is mo" de los padres, que se t r a n s fo rm a r n ,a pesar de todas las investigaciones minuciosas sobre el problema, en elj u i c i o , que se

    vuelve a repetir, de que la expu ls in de los jesuitas cons t i tuy el t r iunfo de la ideologaregalista. Regalismo es una palabra con varios matices. Baste slo co n pensar lo que

    fue el resultado ms importante del "regalismo p r c t i c o " del reinado de Fernando V I ,

    el Concordato de 1753. Quines fueron los protagonistas de toda la operacin? Eljesu t a

    confesor real padre R v a g o y el m a r q u s de la Ensenada, amigo de los padres; y entre

    los " intelectuales", encargados de dar ju s t i f i cac in h i s t r ico - ju r d ica al acuerdo, encontramos al "jansenizante" Mayans y alj esu t a Andr s Burr ie l . Lo que es cierto es

    que el Concordato de 1753 a b r i elpaso al regalis mo janse nizant e, que d o m i n laesce

    na pol t ica del reinado de Carlos I I I ,y r e p re s e n t al mismo tiempo una " v i c t o r i a "

    de la C o m p a a y el comienzo de su s eg regac in . Pero s ta es ya otra historia, que

    no viene al caso examinar aqu .

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    cial es el famoso "no debe haber quin se atreva a impugnarlos" (losescritos deFeijoo), contenido en la real orden de Fernando V I de juniode 1750. La maniobra tena la finalidad de recuperar, sin ru ptur a, lasvarias islas del abigarrado archipilago de la sociedad espaola slopotencialmente aliada para el nuevo proyecto de reforma para la nuevacultura de las Luces.

    La Compaa , que haba pensado siempre en t rminos de controly organizacin de la cultura dentro del mbi to restringido de lasescue

    las, tuvo que pasar a la defensiva. Es enestecontexto m s amplio donde hay que colocar el caso de la prohibicin de las obras del cardenalitaliano Noris, impuesta por el Inq uis ido r general Prez Prado, lorigamanus de la C o mp a a , y apoyada por el confesor de Fernando V I ,el

    j esu ta padre R v a g o , con el pretexto de que se trataba de obras jansenistas. Roma, que hab a ya decretado explci tamente la ortodoxia delagustino Noris, no pudo tolerareste acto de independencia de la Inqui sicin espaola. Elescndalo se hizopblico y "se convirti en un asuntode Estado", en el que como subraya muy bien Mestre "el monarca o si se prefiere, su confesor utiliza el regalismo para atacar lasdoctrinas cjue considera jansenistas"6^. El "asun to Nor i s" pudo ser re

    suelto slo con la exonerac in de Rvago del confesionario real. Unaderrota para la C o m p a a y una demost rac in ms de que las ambigedades de Ensenada, oscilante entre su manipulac in por un lado ysu segregacin de hecho por el otro, deban superarse. La situacin sec omD c an ms Doraue al "caso Nor i s" se sobrepuso a la cuestindel Tratado de L mi tes , del que ya hemos hablado

    En estecontextocada vez m s int rincado que viene a determinarseen la segunda etapa del reinado de Fernando V I , que sigue a la cadade Ensenada, es donde hay que colocar la publicacin, en 1757, de lostres volmenes de las Noticias de la California, de su conquistatemporalyespiritual hasta el tiempopresente.Sacadade lahistoria manuscrita,formada en

    Mxico ao 1739 porelpadreManuel Venegasde laCompaa de Jess, y otrasnoticiasy relacionesantiguasy modernas.La obra se publ ic annima y bajola forma de refundicin de la de Venegas, pero detrs de ella estabael jesuta Andrs Marcos Burriel , amigo del "jan seni zant e" Mayan s,mediador en la polmica que hab a enfrentado a ste con Flrez despusde lapublicacindel segundo volumen de laEspaa sagrada.Tambinfue director de la comisin encargada en 1749, a raz de las controversias reealistas de investigar los archivos eclesisticos espaoles v unode los r e p r e s e n t an t e s ms insignes de la historiografa crtica del xv m.

    La obra de Burriel est construida sobre una e laboracin de datosefectivamente proporcionados por el padre Venegas, pero t ambin por

    Juan M a r a de Salvatierra, Francisco M a r a Piccolo, Ju an de Ugarte,adems de una serie de papeles del archivo virreinal de Mxico y delas ya citadas Flores celestialesde K h n . El significado poltico-cultural

    6* A . M E S T R E , " R e l i g i n y cu l tu r a . . . " , vase supra, nota 6 1 .

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    deesta obra, que sepresenta aparentementecomo una repeticinms devarios tpicos sobre la "meritoria" labor de los jesu tas en la evan-gelizacin del Nuevo Mundo, est demostrado por el inters apasionado y casi fantico, alparecer inexplicable, de Burriel en la publicacinde la obra; pues ltena que atender al compl icads imo control y coordinac in del equipo de investigadores que trabajaban bajo su direccinen los varios archivos deEspaa , y por la batalla que tuvo que sostenerpara que los censores de la Academia de la Historia no le suprimiesenvariospasajesde la obra. Uno de loscensoresle

    haba hecho notar que,

    para demostrar la jus ticia de la accin jesuta en el Nuevo Mundo, noera ''necesarioponer a los ojos del pblico y a lacensura de toda Euro

    pa la in just ici a de algunos nacionales n i los defectos que se aprehendenen el Gobierno"*.

    Burriel era un experto historiador y estaba muy ligado t ambin alas maniobras polticas de los intelectuales de la Corte. Cons t ruy suobra con inteligencia y gran finura psicolgica; en ella, la denunciade losabusosy mala administracin americanas sea compaaban de unaserie de propuestas de reformas, pues intentaba hacer recuperar a laC o m p a a el papel directivo de lapoltica cultural, queestaba pasando

    cada vez con mayor rapidez en manos de los "feijonianos". Tngasepresente que una operacin semejanteestaba tambi n l levndola acaboel jesu ta Francisco de Isla que pocos mesesdespus, en 1758, publicar a su Fray Gerundio, contra el cual en seguida se levant el grupo capitaneado por el jo ve n conde de Peaflorida, el de los famosos "cabal le-ritos de Azcoita"representantes de la nueva generacin, que protagon iza r a la "primavera de las luces" de los aos sesenta.

    El hecho es que la misma estructura de poder se presenta en estemomento ms articulada, y la C o m p a a , antes instrumento preciosopara un con tro l "inteligente" de lacensura inquisitorial por su capacidad de hacer operativas ciertas decisiones, ahora ya no es til , pues su

    fuerza polticapuede resultar peligrosa ("un Estado dentro del Estado"),porque se corre el riesgo de que la C o m p a a impida la part icipacinde la "sociedad c i v i l " en la operac in de reforma de las costumbres,y de insercin de Espaaen el circuito del grandebatecultural europeo.Y a no conviene que las relaciones entre intelectuales y poder seanmediadas por laCompa a . Es preferible mantener un clero msinculto, aqulsatirizado violentamente por Isla, pero msaquiescenteal poder. Vase,

    por ej emplo, el apoyo al gobierno y con tr a losj esu tas , que da rn lasrdenesmenoresen elmot n contra Esquilache. T a mb i n la culta Ordenbenedi ct ina, que haba desarrollado muy bien su papel alternativo a laCompaa , haba agotado su tarea. Para el grupo de los amigos del conde

    de Peaf lor ida el mismo Feiioo es ya slo un punto de referencia cultural completamente independiente de su pertenencia a una orden religiosa,' simple constelacin de ideas y de indicaciones metodolgicas.

    6 5 Apud, S N C H E Z A L O N S O , op. a l , p . 167.

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    As es que con la publicacin de las Noticias de Burriel los cabos seatan, y lo que puede ser considerado el l t imo fruto de la "historiografa i nd ia na " del reinado de Fernando V I demuestra, una vez ms , laestrecha relacin existente entre poltica e historiografa, y cmo esta l t ima no era nipod a ser una operacin cultural que, para legitimarse, necesitara del simpledespegue desde la plataforma secretade la voluntad o curiosidad de cada autor, sino que se insertaba como una pieza, a veces fundamental, del mapa de las astucias y de las instancias

    del poder. "Ya que V.R. escribe Burriel en una carta alpadre R -vago no me dej ir a las Californias, me las traje yo ac del modoposible". Sloque ac l se haba t rado no solamente su "querida Cal i fo rn i a " , su sueo; hacia ac se t ra a una profundidad de la historiade su propia "patria", y l, expert simo conocedor de los secretospasillos de los archivos de esta historia, lo saba muy bien. Pero ya habapasado el tiempo en cjue era posible la aristocrt ica bsqueda de la es-[ratificacin insondable sobre la que narcissticamente pasea nuestro yo.Burriel haba auer ido volver a proponer cubierto o r lacapa de la seriedad del criticismoh i s t o r i g r a f o, c o n u n aoperacin llena de ambigedades vauizs D O C O clara D a r l mismo el peligroso tema de ' 'Amrica c omo pueblo u t p i c o " , que Feijoo haba violentamente destruidoen el dc imo discurso del tomo 4 de su TB&ITO cttico, y presentarlo enun momento en aue la observacin de Feiioo " l a do ri a de los inventores es sin comparac in mayor que la de los c o n q u i s t a d o r e s " - * seestaba transformando en concienciapoltica del grupo fundador del e r anexperimento reformista de l a sSociedades de Amigos del Pas.

    G I O V A N N I STIFFONI

    Universidad de Venecia.

    6 6 F E IJ O O Cartas eruditas t 2 carta 1 9 nota 7