Marzo 23/ 2014Mensaje Dominical

Pst. Parrish Jácome Hernández

El Gran PanoramaTexto: 2 Timoteo 2 : 5

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La expansión para el cristiano es un llamado, una meta que debe alcanzarse dentro de

un marco ético, donde los valores son respetados, los principios encarnados, eviden-

ciando en el diario caminar un testimonio que influencie y afecte de forma positiva a

quienes se encuentran también en la carrera. Este crecimiento es sólido, sustentable,

capaz de superar cualquier adversidad que de forma inesperada se presente.

La lucha por mantenerse en esta línea de conducta, en este estilo de vida, siempre será

desafiante, más aún cuando existe un sistema imperante que pretende desconocer el

esfuerzo, el sacrificio, la entrega, como una experiencia válida y necesaria. Optar por

esta vía aunque parezca dura, para algunos innecesaria siempre traerá los resultados

consistentes y duraderos.

La influencia de un atleta cristiano estará en la forma como se prepara para la carrera,

respetando las normas establecidas, cumpliendo cada detalle, entendiendo que el

crecimiento no llega por alcanzar la meta solamente, sino por vivir el proceso. Una lucha

que al ser legítima amplía la credibilidad e influencia, para pedir de sus discípulos lo que

primero sin temor se estuvo dispuesto a encarnarlo y practicarlo.

La mayor tentación para alcanzar una meta es buscar un atajo para hacer más cortó el proceso. ¿Qué se necesita para valorarlo y disponerse a vivirlo?

La vinculación de la vida cristiana con la margen de un soldado y un atleta dejan claras demandas; ¿Cuáles puedes mencionar como indispensables?

En la vida cristiana los sacrificios para desarrollar la vocación y alcanzar la meta son innegables; A la luz de este texto, ¿Cuáles reconoces?

La decisión de seguir a Jesús implican renuncias o separaciones claras; ¿Consideras que en tu vida las mismas se han producido o sigues en la lucha?La legitimidad es indispensable para que la expansión se logre sostener; ¿Cuáles son los valores que rescatar como imprescindibles?La lucha por mantener los valores de la nueva vida en Cristo es a diaria; ¿En un balance personal podrías decir que estas en ti presentes o sigues viviendo con los antiguos patrones?

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Considere las siguientes preguntas, reflexione en ellas y responda con honestidad.

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Sin trampas, siempre legítimamente

Las llamadas recetas o fórmulas para alcanzar el éxito siguen ganando espacio, la

aparente simplicidad de sus procesos o etapas termina por entusiasmar a muchos

deseos de triunfar. La cantidad de libros, conferencias, programas de autoayuda,

muestran el hambre voraz de una sociedad de consumo que valora lo instantáneo por

ser parte de la filosofía de este sistema.

Estos procesos van creando un falso ideal, generador de frustraciones en muchos que

siguiendo lo señalado no alcanzaron el resultado. Una realidad que debe ser maqui-

llada u oscurecida para que el sistema preserve esa capacidad de influencia, donde los

exitosos son reconocidos y levantados como ejemplos a seguir.

El tiempo se ha encargado de mostrar la inconsistencia de estos fugaces triunfadores,

quienes no alcanzando lo esperado o no pudiendo sostenerlo, fueron por los atajos,

optando por caminos sin legalidad donde se resquebrajaron valores éticos o morales

que fueron parte de sus vidas. Experiencias que se repten con mayor frecuencia en los

diferente ámbitos de relacionamiento.

La vida de fe con tristeza no escapa a esa realidad, muchos son seducidos por un falso

evangelio donde todo se consigue con recetas o fórmulas, dejando de lado las deman-

das claras de Jesús y posteriormente sus apóstoles a una vida de integridad, santidad,

capaz de asumir la renuncia y el sacrificio como decisiones necesarias. Las grietas que

se observan entre las prácticas culticas (ritos) con la

vida cotidiana se acrecientan y amplían, dejando una

mayor frustración al considerar que este camino no es

viable.

Reeducar en los valores de la fe es imprescindible,

mostrando que el seguimiento a Jesús vive esos

momentos donde las prioridades se van definiendo.

Caminar con el maestro es desafiante, muchas veces

complejo, presentado un cuadro desierto y de espera a

quienes buscan variaciones sin dolor, sin encarnación,

donde los verdaderos procesos de transformación no

se llevaron a cabo, al desarrollar una lucha sin la

disciplina y constancia de un atleta.

“ Todo aquel que busca expandirse debe tener claro

que la única forma de alcanzarlo y sostenerlo, es

luchando de forma legítima.”

������legitimamente,����������

atleta

La preocupación del apóstol Pablo por fortalecer los valores de sus discípulos es evidente, sus escritos en las denominadas cartas pastorales levantan cuestionamientos a ciertas prácticas que están afectando la pureza del evangelio. Las exhortaciones que realiza siempre en un ámbito pastoral demuestran su corazón sincero, presto a brindarse por el bienestar de sus hermanos. Timoteo joven discípulo, recibí dos cartas personales, donde las recomendaciones directas son extensas, abordando los diversos tópicos que en la vida de un servidor del maestro deben considerarse. No se trata de cumplir con un resultado, olvidando al ser humano, aquel que enfrentando dificultades necesita la palabra de aliento, de ánimo, la instrucción precisa para continuar en su decisión de seguir a Jesús. Pablo pasa de una temática a otra con tal facilidad hilvanando los aspectos fundamentales que no pueden olvidarse. El llamado que recibe y la forma de encararlo aparece de inmediato en su primera carta como un referente, presentando en esta experiencia no las circunstancias sino los valores que también en Timoteo deben observarse.Un aspecto que estará reiterándose en estas cartas con frecuencia, no se trata de responder al llamado, debe hacérselo con altura, dignidad, siendo fiel a las demandas existentes del mismo Jesucristo. La relación con otros es abordada, dejando en claro el compromiso de una fe que responde a necesidades tanguibles, dando testimonio de un verdadero amor al Señor y al prójimo.La vida del soldado y posteriormente del atleta serán presentadas como ejemplo, levantando ese concepto irrefutable para quien decide transitar en estas disciplinas por vocación. La militancia, ese caminar activo, dispuesto hacer presencia encarnando los valores que carac-terizan a estos grupos, es el estándar que se debe alcanzar y sostener.Mantenerlo siempre presente evitará tomar un camino alterno, impropio ajeno a un llamado que siempre incluyó este aspecto como rasgos característicos. Preservarlos permitiría que Timoteo forme a sus discípulos con esas marcas distintivas de un movimiento que en Jesús, en Pablo, y en los que vinieran son las mismas. El encargo es reproducirse, levantando nuevos discípulos donde la fidelidad a este llamado, a la militancia que sigue en el camino a Jesús se preserve. Cuidar estos aspectos es determi-nante, el crecimiento y desarrollo de la fe no puede evadirlos por buscar alcanzar un resultado impactante.La garantía para que no ocurra está en mantener siempre vivo estos valores, con una enseñanza que los encarne, evidencie, presentando al servidor como un modelo real al asu- mirlo en su caminar cotidiano. Allí encontramos valor a las demandas que Pablo realiza por varias ocasiones, reiterando la imprescindible necesidad de enfrentar las adversidades o pruebas. La naturalidad de estas vivencias estarán claras cuando se recuerde que la vida de un seguidor de Jesús es como la de un soldado, disciplinada, sacrificada, dispuesta a enfrentar circunstancias inesperadas. Un recuerdo útil para un joven discípulo que inspirado por la vida de su mentor, se esfuerza por cumplir su encargo con la fidelidad requerida.

"Tú pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo" 2 Timoteo 2 : 3La identidad queda establecida de inmediato, Timoteo es un soldado de Jesucristo, quien lo convocó, reclutó para sus filas, debiendo guardarle la lealtad absoluta, al punto de estar dis-

El Texto No es un Pretexto puesto a enfrentar aquellos dolores que nadie desea enfrentar. Una verdad que no puede evitarse para quienes decidiendo responder afirmativamente al Maestro, deben asumirlo como pasos necesarios para su fortalecimiento. El soldado asume cada experiencia como pasos que contribuyen a formar el carácter, donde la disciplina del entrenamiento va forjando el nuevo hombre, aquel que dejando la vida civil atrás, asume la militancia como su llamado vocacional. Pablo levanta esta figura para que su joven discípulo no sea atrapado por esas corrientes que pretenden evadir la formación que en el sufrimiento se alcanza. El ideal no es ser un soldado, en el camino muchos pierden esa pasión y piden su baja o son retirados. Pablo demanda de su discípulo ser un buen soldado, aquel que vive su vocación, asume con responsabilidad los encargados recibidos, esforzándose con total entrega al cumplimiento de ese llamado que implica sacrificios incuestionables.El buen soldado sabe abstenerse, distanciarse de lo peligroso, dañino, nocivo para una carrera que debe ir ascendiendo. Esta visión requiere fortalecerse en los seguidores de Jesús, cuando son tentados a buscar los atajos que pretendan un crecimiento sin ir pasando por cada paso, cada eslabón, donde las vivencias van reafirmando una vocación para toda la vida. Un compromiso que se asume de inmediato cuando se ingresa a la milicia, entendiendo que la entrega del uniforme, el fusil, son elementos que demuestran confianza, aquella que debe responderse con una completa fidelidad. Dejarla en el camino produce resultados vergonzosos, impropios para quien fue invitado a un digno servicio.

"Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado" 2 Timoteo 2 : 4

Pablo reafirma esta vocación utilizando otra figura, donde el sacrificio, entrega, compromiso es evidente. El aporte que produce la imagen del atleta es incorporar a esta vocación una meta, donde el corredor tiene claro que no se trata de participar, correr, existe el desafío de alcanzarla superando toda adversidad que en el proceso pueda presentarse.La vida de un atleta es de una constante lucha, donde no siempre encontrará apoyo debiendo batallar sólo, con la convicción de que fue llamado a eso, existiendo una meta que al ser alcanzada traerá la mayor recompensa. Las penumbras que en ocasiones se enfrentan encon-traran su razón de ser, cuando se van viendo los resultados, los progresos que van mostrando un constante avance en el objetivo alcanzar.

La corona es el reconocimiento a quienes lucharon, quienes se esforzaron, quienes haciendo uso de las herramientas o instrumentos legítimos no se dieron por vencido, ni usaron los atajos, para pretender alcanzar una expansión que muy pronto se desvanecerá, retrocediendo no al punto de partida, sino mucho más atrás.

La legitimidad válida ese crecimiento, esa expansión, donde cada paso fue una demostración de haber comprendido una vocación que demanda sacrificios. Un trabajo que siempre dará los frutos, aquellos que se podrán sostener al ser consecuencia de todo un proceso de no evadir el precio, sino que estuvo dispuesto a pagarlo de forma completa.

La expansión debe ser alcanzada de forma legítima, respetando las demandas, cumpliendo las exigencias, fortaleciendo una vocación que en la entrega, el compromiso y el sacrificio, va dando claras evidencias de un crecimiento sostenido que no se desvanecerá. Todo aquel que busca expandirse debe tener claro que la única forma de alcanzarlo y sostenerlo, es luchando de forma legítima.

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