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Los servicios de orientación, por MARIANO YELA Creo que la orientación debe fundarse en tres principios básicos: La orientación es un aspecto intrínseco de la educación. La orientación compete directamente al edu- cador. La orientación reclama el asesora- miento de un equipo de especialistas. I. LA ORIENTACION Y LA EDUCACION Orientar a una persona no es lo mismo que orientar una cosa. Se orienta una cosa cuando se la pone en una cierta dirección. Hacer esto con una persona no es orien- tarla, es disponer de ella. La persona sólo resulta orientada cuando realmente se orienta, quiero decir cuando se orienta ella, cuando la orientación es un acto per- nal suyo. Orientar a una persona es capa- citarla para orientarse. El proceso de orientación que aquí con- sideramos es de carácter escolar y profe- sional. Se trata de capacitar al alumno para mejor orientarse en los mundos del estudio y del trabajo. Pero es claro que estos dos mundos no son independientes y que ambos se articulan en el mundo per- sonal del sujeto. De ahí que puedan dis- tinguirse en la orientación tres facetas —la personal, la escolar y la prof esional- y que las tres lo sean de un único proceso. La orientación es, en resumen, el pro- ceso por el cual se facilita al educando el descubrimiento de sí mismo y del mundo en que vive, se le prepara para ir cono- ciendo, aceptando y conformando libre y responsablemente su personalidad y su vocación y, en función de ello, se le ca- pacita para mejor disponer de sí mismo y decidir más adecuadamente acerca de sus posibilidades escolares y profesionales y de su incorporación personal y social al mundo del trabajo. La orientación es, pues, una tarea emi- nentemente educativa. Del mismo modo, la educación consiste en buena parte en este proceso orientador. No son dos cosas independientes. Educar es, en una de sus vertientes principales, orientar. Orientar es, en su raíz misma, educar para la deci- sión escolar y profesional. II. LA ORIENTACION Y EL EDUCADOR Si la orientación es una tarea funda- mentalmente educativa, es claro que el educador debe desempeñar en ella un pa- pel primordial. Tratemos de precisar bre- vemente los aspectos principales de este papel. La orientación exige coordinar, en un todo educativo, tres componentes: la in- formación acerca del sujeto —cómo el su- jeto es—; la información acerca de los estudios y trabajos —qué ofrecen y exigen 23

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Los servicios de orientación, por MARIANO YELA

Creo que la orientación debe fundarse entres principios básicos: La orientación esun aspecto intrínseco de la educación. Laorientación compete directamente al edu-cador. La orientación reclama el asesora-miento de un equipo de especialistas.

I. LA ORIENTACIONY LA EDUCACION

Orientar a una persona no es lo mismoque orientar una cosa. Se orienta una cosacuando se la pone en una cierta dirección.Hacer esto con una persona no es orien-tarla, es disponer de ella. La persona sóloresulta orientada cuando realmente seorienta, quiero decir cuando se orientaella, cuando la orientación es un acto per-nal suyo. Orientar a una persona es capa-citarla para orientarse.

El proceso de orientación que aquí con-sideramos es de carácter escolar y profe-sional. Se trata de capacitar al alumnopara mejor orientarse en los mundos delestudio y del trabajo. Pero es claro queestos dos mundos no son independientes yque ambos se articulan en el mundo per-sonal del sujeto. De ahí que puedan dis-tinguirse en la orientación tres facetas—la personal, la escolar y la prof esional-y que las tres lo sean de un único proceso.

La orientación es, en resumen, el pro-ceso por el cual se facilita al educando el

descubrimiento de sí mismo y del mundoen que vive, se le prepara para ir cono-ciendo, aceptando y conformando libre yresponsablemente su personalidad y suvocación y, en función de ello, se le ca-pacita para mejor disponer de sí mismoy decidir más adecuadamente acerca desus posibilidades escolares y profesionalesy de su incorporación personal y social almundo del trabajo.

La orientación es, pues, una tarea emi-nentemente educativa. Del mismo modo,la educación consiste en buena parte eneste proceso orientador. No son dos cosasindependientes. Educar es, en una de susvertientes principales, orientar. Orientares, en su raíz misma, educar para la deci-sión escolar y profesional.

II. LA ORIENTACIONY EL EDUCADOR

Si la orientación es una tarea funda-mentalmente educativa, es claro que eleducador debe desempeñar en ella un pa-pel primordial. Tratemos de precisar bre-vemente los aspectos principales de estepapel.

La orientación exige coordinar, en untodo educativo, tres componentes: la in-formación acerca del sujeto —cómo el su-jeto es—; la información acerca de losestudios y trabajos —qué ofrecen y exigen

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éstos—; la información al sujeto acercade todo lo anterior, de manera que se lecapacite para una adecuada decisión, quéy cómo conviene elegir.

El educador tiene una responsabilidaddirecta en todo este proceso.

El educador y la unidad de la orientación

En primer lugar, la orientación es unproceso. No es —no debe ser— una inter-vención momentánea de uno o varios ex-pertos en la vida del sujeto para resolveruna crisis de elección escolar o profesio-nal. Es un proceso continuo por el que elsujeto va preparándose para evitar esascrisis o, si se presentan, para afrontarlascon mayor probabilidad de acierto. Estapreparación continua y paulatina debe serparte integrante de la educación. El edu-cador y las instituciones educativas sonlos únicos que pueden asegurar, con todaslas colaboraciones que sean necesarias, lacontinuidad y la unidad de este proceso.

El educador y el diagnóstico

En segundo lugar, el educador tiene quedesempeñar una función de suma impor-tancia en la información acerca del sujeto.

Para orientar a una persona es precisoconocer su personalidad: inteligencia yaptitudes, características afectivas y diná-micas, intereses y motivaciones, cualida-des físicas y somáticas, conocimientos ydestrezas... Es preciso asimismo estable-cer un diagnóstico de esa personalidad enfunción de sus circunstancias, de su am-biente familiar y social, de su historia yde sus proyectos. El educador no puedehacer todo esto por sí mismo, pero su ayu-da es, en general, imprescindible.

A él le compete, en colaboración con lospadres, la iniciación de esta tarea a travésdel contacto personal con el educando, dela observación de su comportamiento enuna amplia gama de su vida real, de lacalificación y medida del progreso escolar.

El educador está en mejor posición quenadie para señalar las zonas especiales dela personalidad del educando que exigenun estudio técnico más profundo y que,sin su colaboración, sería, a menudo, präc-

ticamente imposible conocer de antemanoo difícil y costoso descubrir por otros me-dios.

El educador es un criterio para juzgardel valor de los datos obtenidos por otrosexpertos mediante técnicas científicas—test, escalas, cuestionarios, entrevistas,observación muestral, análisis de conteni-do, exploraciones programadas, etc.—. Qui-zá no huelgue advertir, porque suele olvi-darse, que, si bien el educador no es uncriterio infalible ni definitivo, sino, comotodos los demás, falible y complementario,puede ser, respecto a la personalidad realy concreta del educando, el criterio máspertinente. Todo diagnóstico que discrepeseriamente de él ha de ponerse en tela dejuicio y ser sometido a ulterior estudio.

Sólo los educadores pueden ofrecer alos diferentes expertos la historia del edu-cando, y sólo ésta puede permitir, a travésde sucesivos diagnósticos y al hilo de lavida escolar del sujeto, ir elaborando unconocimiento cada vez más correcto de suslimitaciones y posibilidades.

Finalmente, conviene subrayar que lascaracterísticas de la personalidad no son,en general, fijas ni invariables ni, muchomenos aún, funcionan autónomamente ypor sí mismas. Todas dependen, en mayoro menor medida, del proceso de desarrollodel sujeto y del modo cómo se integran ensu personalidad a través de la interacciónde la persona y el mundo físico, personal ysocial en que vive. El educador no sólopuede y debe ayudar en el diagnóstico delsujeto : puede y debe ayudar al sujeto adesarrollar las características que el pro-ceso de la orientación aconseje.

El educador y la información escolary profesional

Para orientar no basta conocer al suje-to, es preciso conocer las exigencias y po-sibilidades de las alternativas entre lasque ha de elegir.

Esta información es cada vez más nece-saria y compleja. Todo centro de ense-ñanza debe adoptar como una de sus fun-ciones principales la de informar a supersonal docente y discente acerca de es-tas cuestiones.

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La organización de la información y suadecuada transmisión a los interesados sonproblemas que los educadores no puedenabordar completamente por sí mismos.Pero sin los educadores, la tarea informa-tiva resulta o extraordinariamente costosay parcial o en gran parte ineficaz y baldía.A los educadores compete motivar a loseducandos para buscar esta información,hacérsela accesible, procurar la colabora-ción de los organismos y expertos oportu-nos, preparar a los alumnos para asimilaresta información y, en general, integrarla información escolar y profesional en latarea educativa.

El educador y el proceso de la decisión

Pero lo fundamental de la orientaciónno reside ni en el conocimiento del sujetoni en el conocimiento del mundo escolar yprofesional. Todo esto es necesario, perono suficiente ni decisivo. Lo decisivo es,justamente, la decisión del sujeto. Prepa-rar el sujeto para esta decisión es lo esen-cial del proceso orientador.

Orientar al sujeto es hacerle capaz dedecidir acerca de las mejores maneras derealizar su vocación escolar y profesionalen función del conocimiento, lo mejorfundado posible, de sus propias posibili-dades y de las exigencias, ofrecimientos ynecesidades de la sociedad en que vive.Tal decisión, que no es un acto súbito yaislado, sino un proceso de decisiones cadavez más autónomas y con múltiples posi-bilidades de retroacción y corrección, exigeno sólo una cierta madurez personal, quela educación ha de ir proporcionando,sino, más concretamente, un sistema devalores que permita al sujeto fundamen-tar sus elecciones y juzgar de la impor-tancia relativa que tienen para él y parala sociedad las diversas probabilidades deacierto y de error.

Según el modo más preciso de concebirel proceso de la orientación —la teoríamatemática de la decisión—, el valor, o,como suele decirse en este lenguaje, la«utilidad» de la decisión depende no sólode la probabilidad de poseer tales o cuá-les características —según el diagnósticomejor fundado— y de la probabilidad demayor o menor éxito en estos o los otros

estudios o profesiones —según los pronós-ticos mejor validados—, sino principal-mente del peso o valor (función valorati-va, pay-off function) de cada tipo de elec-ción.

Sin esta función valorativa no hay de-cisión posible. Sin un sistema de valoresesta función no puede determinarse. Aleducador compete, cuando el sujeto es porcualquier razón incapaz o inmaduro, su-ministrar, de acuerdo con la familia y lasinstituciones técnicas y sociales pertinen-tes, este sistema de valores. Al educadorcompete, de forma más estricta, capacitara los, sujetos para desarrollar un sistemade valores coherente, responsable y enprogresivo atenimiento a la realidad. Sinesta acción educativa, la orientación esimposible, deficiente o ficticia.

III. EL EQUIPO DE ORIENTACION

La función del educador es indispensa-ble y fundamental en la orientación. Noes, sin embargo, suficiente. Lo es cada vezmenos, a medida que la educación se hacemás universal, la sociedad más complejay el mundo de las posibilidades escolares yprofesionales se ofrece a más personas yofrece perspectivas m á s ricas y cam-biantes.

El diagnóstico del sujeto y la determi-nación de sus posibilidades de ser correc-to; el estudio profesiográfico y profesio-lógico de los estudios y trabajos y de laprevisión de sus demandas y transforma-ciones; la organización de sistemas ade-cuados de información escolar y profe-sional; la elaboración de pronósticosdiferenciales acerca de las posibilidades deacierto y error en las elecciones y la de-finición cuantitativa de las funciones devalor en cada caso, son algunos de losproblemas cuyo estudio rebasa con muchola competencia del educador y reclama lacooperación de la familia y la sociedad enel proceso de la orientación. Para que estacolaboración sea posible y eficaz ha dehacerse a través de un equipo de especia-listas que, en general, funcionará comoasesor de las instituciones educativas.

No es mi propósisto examinar aquí lacomposición y funciones de tal equipo.

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Todo parece indicar que debe estar com-puesto, al menos, por psicólogos y peda-gogos especializados en psicología escolary orientación, médicos especializados enhigiene escolar, psicopatología y psicote-rapia, sociólogos y asistentes sociales yeconomistas y profesiólogos.

La importancia relativa del papel decada uno de estos especialistas, que entodo caso deben trabajar en equipo, asícomo la manera de asesorar al educadoro, cuando sea oportuno, de asumir la res-ponsabilidad principal, depende, por su-puesto, de cada caso.

En la mayoría de las ocasiones el papelprincipal será el del educador, en coope-

ración con la familia y el equipo de es-pecialistas. En una abundante minoría decasos dudosos, la labor de los especialistasserá mucho más amplia. En ciertos casosespeciales, que pueden constituir aproxi-madamente un diez por ciento de la po-blación y abarcar problemas de inferiori-dad o superioridad extremas, de pertur-bación o desajuste, de diagnóstico patoló-gico y tratamiento terapéutico, el papelde ciertos especialistas adquirirá natural-mente una importancia destacada.

Creo que sólo a partir de estos princi-pios u otros similares puede elaborarseuna eficaz organización de los servicios deorientación escolar y profesional.

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