Los Hijos Del Maiz y de La Yuca Introduccion a La Literatura Indigena de Centroamerica (1)
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7/25/2019 Los Hijos Del Maiz y de La Yuca Introduccion a La Literatura Indigena de Centroamerica (1)
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Los hijos del maz y de la yuca
(Introduccin a la literatura indgena
de Centroamrica)
I
La presencia indgena en la literatura centroamericana tuvo su mayor arraigo y de
sarrollo en Guatemala, o sea, en el territorio que llegara a constituir durante el co
loniaje espaol la ms importante provincia del antiguo Reino del mismo nombre.
All surgieron textos representativos de las culturas pertenecientes al rea maya como
elPopo/ Vuh y e lMemorial de Solal (mejor conocido por Anales de los Cakcbiqueles),
cuyos manuscritos se hallaron, respectivamente, en el pueblo de Santo Toms de Chi-
chicastenango a principios del siglo XVIII y en el archivo del convento de San Francis
co,
de la ciudad de Guatemala, en 1844.
Si el primero es la Biblia de los hijos del ma2 y, en concreto, la saga cosmognica
y legendaria de los quichs , el segundo no exento de dimensin mtica propor
ciona num eroso s datos histricos de los propio sxahil o cakcbiqueles, ubicados de 1557
a 1620. Y ambos fueron vertidos al espaol por sus descubridores: el Popol Vuh, antes
de 1721, por fray Francisco Ximnez; y el testimonio de los cakchiqueles, desde 1873,
por donjun Gavarre te .
Productos de la tradicin oral, dichos libros ejemplifican la cultura de Mesoamrica
que , como la fij Paul
Kirchoff
comprende el centro y sur de Mxico, la mitad occi
dental tanto de Guatemala como de Honduras, todo El Salvador, la zona del Pacfico
de N icaragu a y la regin noro este, o del golfo de Nicoya, de Costa Rica. Pero no consti
tuyen los nicos documentos legados por la transmisin de la palabra antigua en la
actual Centroamrica. La misma Guatemala ofrece aparte de otras tres obras signi
ficativas doce manuscritos ms en lenguas indgenas, redactados despus de la con
quista, con la marca esencial de la mentalidad precolombina. Entre ellos figuran los
de Ju an Francisco G m ez, A kzip yJu an Torres Calel Cacoj y Atz iquiak en quich e,
el ma nuscrito cakchiquel o ttulo de Aruchilab, el quetch o ttulo de Purn Ch itabal,
uno en pipil, otro en pomn y el manuscrito tzutujil que cit muchas veces el abate
Carlos Etienne Brasseur de Bourbourg. Desgraciadamente, sus originales desaparecie
ron y slo es posible apreciarlos a travs de fragmentos y referencias.
N o es el caso de las tres obras ya referidas: el Ttulo de los Seores de Totonicapn,
cuya redaccin data de 1554 y su traduccin espaola, emprendida por el cura indgena
Jos Domingo Chonay, de 1834; el Ttulo de lacasade Ixquib Nihaib, seor del terri-
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tono de Otzoya,
escrito despu s del siglo XV I y no apa recid o, es espa ol, hasta 1876; y
el drama-ballet El Varn de Rabinal o Rabinal Ach dictado en 1856 por el anciano
Bartolo Ziz a Brasseur de Bourbourg y publicado en 1862. Las dos primeras como,
en general, los manuscritos anteriores denuncian la violencia de la conquista y la l
tima fija el espritu guerrero de los quichs, al margen de toda influencia occidental.
Pero mucho ms subyace en esos primigenios libros del pueblo guatemalteco que
expres en ellos sus condiciones sociales y las aspiraciones de su cultura. ElPopol Vuh,
por ejemplo, supera en riqueza mtica y fabulacin potica aLos Libros del Chillam
Balan
de sus vecinos mayas, asentados en las tierras bajas de la pennsula de Yucatn;
y losAnales de los Cakchiqueles, signados por la preocupacin cronolgica como h om
bres medidores del tiempo que eran, registran una versin o
visin
de los vencidos tan
valiosa y emocionante como la de los aztecas, estudiada por Miguel Len Portilla.
Insistamos en valorar esos dos indele bles testim onios histrico-lterarios, reconocien
do en el
Popol Vuh
o
Libro del Consejo
como tambin se le conoce su carcter
de texto sagrado, singular y completo, de una civilizacin aborigen; y que admite pa
rangonarse con el Rig Veda, el Zend Avesta y, guardando las proporciones, con el G
nesis
bblico. Trata, pues, del origen del mundo y de la creacin del hombre a partir
del maz, tras frustrados intentos con el barro y la madera. El primer tema ha sido re
creado, poemticamente, por Ernesto Cardenal:
As est dicho en las historias quichs,
todo lo que dijeron, todo lo que hicieron,
en el alba de la vida, en el alba de la historia.
Pintaremos esto ya dentro de la Ley de Dios, ya dentro del Cristianismo.
Lo contaremos aqu porque ya no se tiene la visin del Libro del Consejo,
la visin del alba, de la venida de la otra parte del mar,
de nuestra oscuridad, la visin del alba de la vida, como se dice.
Exista el libro original, pintado antao, pero est oculto al lector, al pensador.
Grande era su descripcin, su relato,
de cmo aconteci el nacimiento de todo el cielo y de la tierra,
y todo fue repartido en cuatro partes,
cmo todo fue trazado y medido, y se trajo la cuerda de medir
y fue extendida en el cielo y en la tierra,
en los cuatro ngulos, en los cuatro rincones,
segn la palabra del Poderoso, del Formador,
la Madre y el Padre de la vida, de lo creado,
de lo que respira, de lo que palpita,
de lo que engendra, de lo que piensa,
Luz de las tribus, Luz de los hijos,
el que piensa en la bondad de todo lo que est en el cielo,
en la tierra, en los lagos, en el mar.
Este es el relato de cmo todo estaba en suspenso,
todo tranquilo, todo silencioso, todo inmvil, todo quieto, todo vaco, en el cielo.
Esta es la primera relacin, el primer discurso...
1
El segundo tema lo presenta, en prosa, Ernesto Gutirrez: Y los cuatro primeros
hom bres fueron hechos dice en un fragmento : Balan Quitze , B alam-Agab, M ahu-
;
ErnestoCardenal:
Relato
de la
Creacin
segn elPopol Vuh, en La Prensa Literaria, Managua, 11 de
noviembre, 1973 (versin
arreglada
por Ernesto Cardenal).
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cutah e Igi-Balam; no nacidos de mujer, sino modelados y formados se les llam. Y
su creacin y formacin fue un prod igio, u n verdadero en canta m iento ; perfectos y her
mosos hablaro n y razonaron , vieron y oyeron, anduviero n y palp aro n. Fue y existi en
ellos el pensamiento. Su vista lo abarc todo, lo visible y lo invisible, lo manifiesto
y lo oculto , lo del cielo y lo de la tierra. Y gran de fue su sabidu ra, su genio se extend i
sobre los bosques y las rocas, sobre los lagos y los mares, sobre los montes y los valles.
Y al Creador y al Formador se dirigieron dicindoles: os damos gracias porque habla
mos,
o mo s, and am os, sentimos, pensam os y conocemos; gracias po rqu e vemos lo visible
y lo oculto , lo cercano y lo distan te y enten de m os toda s las cosas.No est bien, dijeron
los dioses,
limitmoslos, porque se pueden volver iguales a nosotros, que se queden
en simples criaturas, que nos reconozcan y nos honren. Vino el Coraz n del Cie lo, y
as como el vapor empaa la luna del espejo, con una nube les enturbi los ojos, y
desde entonces no vieron sino lo cercano, y lo oculto qu ed oculto , y no enten diero n
sino algunas cosas.
2
El Popol Vuh, adems, contiene tanto pasajes inherentes a la mitologa y las migra
ciones de los quichs como fragmentos que revelan un profundo conocimiento de la
psicologa humana. Y entre los ltimos figuran situaciones dramticas, originales des
cripciones lricas e inolvidables narraciones como la Historia de Cabracny la Historia
de la Doncella Ixquic,
versificada admirablemente por Francisco Prez Estrada:
Por amor concibi Ixquic;
por amor y por magia.
De un rbol de jcaro,
del espritu de los rboles.
Virgen qued Ixquic
despus que pari a Hunapuh
despus que pari a Ixbalanqu.
El corazn de Ixquic
perfum la clera de su padre.
La crea ramera
su padre, Cuchimaquic,
los amigos de su padre:
Hun Carn y Vacub Carn;
ramera la crean
las gentes de Xibalb.
Ella era una mazorca tierna.
Virgen, su corazn virgen.
Virgen, su cuerpo virgen.
Rosa mstica
Castsima
Torre de marfil
Inmaculada
2
Ernesto Gutirrez:*La creacin del hombre* arreglo de los textos que sobre este tema aparecen en el
Popol Vuh), enEn m y no estando. Antologa potica (Managua), Editorial NuevaNicaragua (1983), pp
162463.
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De quin es el hijo que tienes en el vientre,
hija ma? Y ella contest:
No tengo hijo, seor padre,
an no he conocido varn,
Cuchumaquic, su padre, no saba;
Hun Carn, no saba;
ni los de Xibalb saban.
Nadie saba.
Slo el corazn del Cielo, lo saba.
Slo el espritu de todas las cosas, lo saba.
Los buhos fueron encargados de sacrificarla.
Cuatro fueron los que llevaron la jicara,
para traer su sangre,
para traer su corazn.
Pero se condolieron de Ixquc
y en vez de su sangre,
en vez de su corazn,
llevaron la savia del rbol rojo de grana.
Cuando los seores quemaron la sangre de Ixquic,
la sangre que llevaron los mensajeros,
la que llevaron los buhos,
comenzaron a sentir el olor los de Xibalb,
y sentan muy dulce la fragancia de la sangre,
porque en realidad era virgen Ixquic.
3
Volviendo a losAnales de los Cakchiqueles o de los Xahil c o n o c id o s t a m b i n c o n
el t tulo deMem orial de Tecpan Atitln, debe m os advert ir qu e com pen dian la ex isten
cia histrica del pueblo cakchiquel . No en vano se estructur, a mediados del siglo XVII,
en un t tu lo de propiedad para un proceso , con un c laro propsi to re iv indica t ivo de
t ie rras . Obra co lec t iva , su pr imer au tor un miembro de la fami l ia Xahi l resca ta ,
en l engua e spao la , l as t r ad ic iones de sus an t epasa dos ; e l segu ndo ot ro m iem br o de l
c lan fami l ia r lo cont ina , narrando ba ta l las y gobiernos de los suyos has ta la poca
de la conquis ta espaola ; y luego , o t ros ind genas t ransforman e l l ib ro en una especie
de d iar io , en e l qu e evocan nac im iento s y m ue rte s , p le i tos agrarios , ec lipses , t e rrem o
tos ,
e tc . Vivas , senci l las y dramt icas , sus mejores descr ipc iones poseen un memorable
d inamismo b l i co :
Cuando apareci el sol en el horizonte y cay su luz sobre la montaa, estallaron los alaridos
y gritos de guerra y se desplegaron las banderas, resonaron las grandes flautas, los tambores y
las caracolas. Fue verdaderamente terrible cuando llegaron los quichs. Pero con gran rapidez
bajaron a rodearlos los cakchiqueles, ocultndose para formar un crculo; y llegando al pie del
cerro se acercaron a la orilla del ro, aislando las casas del ro, lo mismo que a los servidores de
los reyes Tepepul e Iztayul, que iban acompaando al dios. En seguida fueron al encuentro.
El choque fue verdaderamente terrible. Resonaban los alaridos, los gritos de guerra, las flau
tas,
el redoble de los tambores y las caracolas, mientras sus guerreros ejecutaban sus actos de
3
Francisco Prez
Estrada:
La virgen quiche,
enCh inazte. Poemas, Man agua, Ediciones Nacionales, 1975,
pp .
9-10.
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magia. Pronto fueron derrotados los quichs, dejaron de pelear y fueron dispersos, aniquilados
y muertos. No era posible contar los muertos.
4
En cuanto al
Rabinal Ach obaile deltun,
consiste en un aut ntico
hecho escnico,
en
un espectculo de carcter litrgico que hace uso de escenografa, accin y voz, gesto
y m ovim iento , silencios y vestuario, dan za y msica, cu lm inan do con un sacrificio hu
mano. Por algo se le considera la pieza ms antigua del teatro indoamericano, pues
se remonta aproximadamente a los siglos XII y XIII
5
Sus personajes principales estn
dotados de suficientes matices para adquirir relieves dramticos. El
Varn de Rabinal,
representante del afn de justicia, no cede ante su jefe Cinco-Lluvia, gobernador de
Rabinal, cuya magnificiencia le conduce a interceder por el valiente varn de los qui
che,
la figura ms constante, dramtica y, de hecho, el protagonista. Al final, el ltimo
durante el banquete fnebre que le ofrecen exclama:
Pero ste es el crneo de mi abuelo?
pero ste es el crneo de mi padre?
lo que veo, lo que miro?
No harn lo mismo con los huesos de mi cabeza, de mi crneo?
As cuando mis descendientes bajen de mis montaas, de mis valles,
a cambiar cinco cargas de cacao fino,
de mis montaas, de mis valles,
ellos dirn: He aqu el crneo de nuestro abuelo,
he aqu el crneo de nuestro padre.
Evidentemente, el lenguaje acusa la elaboracin paralelstica y sinonmica, propia
de la literatura del altiplano de Mxico, recuperada y traducida en el siglo XX por el
sacerdote y reno m brad o n ahualista ngel M ara Garibay. C om o vimos, igual labor ha
ban realizado con las manifestaciones guatemaltecas otros dos clrigos: el espaol Xi-
mnez en el siglo XVIII y el francs Brasseur de Bourbourg traductor del
Popol Vuh,
de los Anales de los Cakchiqueles y del Kabinal Ach en el siglo XIX.
Sobre todo las ltimas obras resultan imprescindibles para penetrar en las races de
los pueblos de origen maya que conforman la compleja masa tnica y lingstica de
la Guatemala contempornea, donde la conquista dej casi inclumes a los herederos
del Popol Vuh. Ni las campanas sustituyeron al teponaxtle, ni la flauta al xicolaj,
como dira Luis Cardoza y Aragn. De aqu que los indgenas chuh del departamento
de Huehuetenango an transmitan, en 1960, su creencia en los dioses-das, uno de
los aspectos fundamentales del pensamiento mesoamericano:
Y hay tambin otros dioses
que son los momentos del tiempo.
Hay veinte dioses-das que nos miran cada da.
Un dios-da nos contempla cada da.
Por eso nosotros alimentamos estos dioses-das...
6
4
Citado por
Eduardo
Crema en
Historia de la literatura de Centro y Sudamrica.
Desde la
poca
preco
lombina hasta la
vspera
de la eman cipacin. Caracas, Universidad Central de Venezuela,
Facultad
de Hu
manidades y Educacin, 1969, p- 31-
J Julin Gonzlez: *ElRabinalA ch y la cultura indoam ericano, enRevista Crtica,San Jos, C. R., Nm .
6, suplemento de La Nacin Internacional, del 3 al 9 de
febrero,
1984.
6
Citado
por Miguel Len
Po rtilla: La palabra
antigua y nueva del hombre de
M esoamrica,
en
Revista
Ibero-Americana, Pittsburg, Nm . 127, Abril-Junto, 1 984, p . 35 3, a su vez, extrado de
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II
En el resto de Centroamrica perteneciente al rea mesoamericana la conquista fue
ms implacable que en Guatemala, pues all se arras a la poblacin aborigen que,
sin embargo, pudo dejar testimonio de su aniquilamiento. Fray Bartolom de Las Ca
sas lo refiere cuando habla de los bailes, fiestas y
cantares
que haba en Nicaragua,
Honduras y pases inmediatos en uno de los captulos de su Apologtica Historia
(de las Indias):
Lo que en sus cantares pronunciaban era recontar los hechos y riquezas y seoros y paz y
gobiernos de sus (ante)pasados, la vida que tenan antes que viniesen los cristianos, la venida
dellos,ycmo en sus tierras violen tamente entraron, cmo les toman las mujeres y los hijos des
pus de roballos; cunto oro y bienes de sus padres heredaron y con sus propios trabajos
allegaron.
7
Y con tina Las Casas, reconociendo en esta creacin colectiva su carcter pic o:
Otros
cantan la velocidad y violencia y ferocidad de los caballos; otros la braveza y crueldad
de los perros, que en un credo los desgarran y hacen pedazos, y no menos el feroz de
nuedo y esfuerzo d e los cristianos, pues siendo tan pocos, a tantas multitudes de gentes
vencen, siguen y m atan; finalmente, toda m ateria que a ellos es triste y amarga.
%
He
aqu los temas resumidos en la frase
toda materia
que a ellos era
triste
y
amarga
de loscantaresqu e los derrotados y sometidos indgenas de C entroamrica en ton aba n
sobre la destruccin de su mundo.
Hablamos de las culturas precolombinas de Mesoamrica ubicadas en las tierras ms
frtiles y de clima ms favorable: el altiplano guatemalteco y la faja del Pacfico que
abarcan, actualmente, El Salvador y parte de Nicaragua. Tales zonas, por esas mismas
causas, tenan m ayor densidad demogrfica y un a gran penetrac in de influencias m e
xicanas. Esto explica que los pipiles de El Salvador hayan dejado cuatro muestras de
cantares autctonos
en su respectivo dialecto: Tiahuit Tzuntzunat (Vamos a Sonso-
nate), Nim etzihui (Te lo dije), el Ca nto pipil a Tacuba originario de l occiden
te salvadoreo y m ezclado con vocablos espaoles y el Lamento de Am elicatl, final
de una leyenda del lago Coatepeque, cuya traduccin aproximada dice:
Mi corazn es tuyo
hermoso hombre mo.
Yo soy tu mujercita
y t mi sol, mi flor.
Tu mano es fuego en la ma
y tus ojos fuego en mi alma.
Te quiero como a la luna,
como a mi padre quiero.
9
7
Bartolom de las Casas, Apologtica
historia...)
(fragmento), en Nicaragua en los cronistas de Indias.
Introducciones y
notas
de Jorge
Eduardo
Arellano
(Managua). Coleccin Cultural Banco
de Am rica (1975),
90.
* Ibid
9
Transcrito
en Juan
Felipe
Toruno: Desarrollo literario de El Salvador. San Salvador
Ministerio
de Educa
cin/Direccin General de Publicaciones) 1958.
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Ig ua lm en te, explica el rescate en Nic aragua de u n C anto al sol de los nah uas de esa
regin y un par de testimonios coetneos de la conquista. El primero posee varios ele
mentos de la creacin potica azteca: tema (el sentimiento de tristeza por la fugacidad
de la vida a travs del transcurso del da )
y
procedimientos:
paralelismo sinonmico
(ver
sos 3-4)
y
palabras-broche
(aqullas que se repiten en distintos versos del poema):
mi
corazn llora (dem 7 y 11):
1 Cuando se mete el sol, mi seor,
2 me duele, me duele el corazn.
3 Muri, no vive el sol,
4 el fuego del da.
5 Te quiero, yo te quiero,
6 fuego del da, sol no te vayas.
7 M corazn, mi corazn llora.
8 Fuego del da, no te vayas,9 no te vayas fuego.
10 Se fue el sol.
11 Mi corazn llora.
10
Respecto a los segundos, testimonian la explotacin esclavista de ese proceso. Reco
gido por Las Casas, uno es un lamento que los chorotegas emitan, llorando y suspiran
d o , cuando iban a laborar para los espaoles, entre la ciudad de Len y el puerto de
El Realejo:
Aquellos son los caminos
por donde bamos a servir a los cristianos
y aunque trabajbamos mucho,
volvamos al cabo de algn tiempo
a nuestras casas
y a nuestras mujeres
e hijos;
pero ahora vamos sin esperanza
de nunca ms volver,
ni de verlos,
ni de tener ms vida.
11
El otro lo incorpor a su
Historia del Nuevo Mundo
el cronista italiano Girolamo
Benzoni al entrevistarse, en 1546, con don Gonzalo, cacique de los nicaraguas. Este
quien haba sobrevivido a la etapa sangrienta de la conquista y estaba ya
indoctrina
do en el catolicismo hizo un razonamiento sobre los cristianos, en el que sealaba
la apropiacin econm ica y la bribonera de los conq uistadore s. N o fue concebido com o
texto poemtico, pero lo es por su expresin oral directa, acumulativa:
Qu cosa es cristiana en los cristianos?
Piden el maz, la miel, el algodn, la manta, la india para hacer el hijo;
piden oro y plata.
Los cristianos no quieren trabajar,
10
ngel Mara Garibay:Llave del nhuatl. Coleccinde trozos congramticay vocabulariopara utilidad
de los principiantes (2.
a
ed.). M xico, Editorial Porra,
1961,
p. 207.
11
Bartolom de las
Casas:
Brevsima relacin de la destruccin de las Indias... (Londres, Shulze y Dean,
1812),
p. 82.
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son ment i rosos , jugadores , perversos , blasfemos.
C ua ndo va n a la iglesia a or misa,
murmuran entre s,
se hieren entre s .
1 2
III
Pasando a la paite no mesoamericana de Centroamrica, diremos que revela un ori
gen sudamericano, menos densidad demogrfica y la decisiva importancia de la yuca
y otros tubrculos, como la palmera de pejivalle, en la alimentacin. Nos referimos,
entr e otros grupos lingsticos, a los payas y xicaques de H on du ras , a los sum os, m ski-
tos, ramas garfonos de Nicaragua (stos tambin distribuidos en territorio de Hondu
ras) y a los bribr, cabecares y borucas de Costa Rica.
El mayor estudioso de los payas, Eduard Conzemius, no recogi ninguna muestra
potica en la investigacin que le dedic durante los aos veinte de este siglo. En cam
bio ,
acerca de los xicaques se conoce el testimonio del fraile espaol Fernando Espino
natura l d e Nuev a Segovia, provincia de Nicaragua a m ediado s del siglo XVII. Ad e
ms, Espino fue autor de canciones en la lengua de esos indgenas, continuando una
tradicin remontada al siglo anterior. Recordemos que fray Bartolom de Las Casas,
entre otros misioneros, haba recurrido a los atractivos
del
verso y de la msica para
evangelizar a los indios de Tuzulatln en Guatemala. Hize arte en aquel idioma (el
de los xicaques, consigna)
y escreb la Doctrina Cristiana.^
Este m ism o franciscano,
en su expedicin a la regin de la Taguzgalpa (una amplia zona correspondiente hoy
a las fronteras de Honduras y Nicaragua) asisti a una celebracin de los mismos xica
ques en la que se cantaba a la culebra blanca:
Venid y dezidme
quin mata a mi hermana...
14
Pasando a los textos que, desde los primeros aos del siglo XLX, comenzaron a re
coger algunos viajeros ingleses entre las culturas que han permanecido al margen del
proceso lingstico de Nicaragua, hemos localizado media docena pertenecientes a ios
indios sumos y casi veinte de los indios mskitos. Dos de los primeros poseen el mismo
vuelo y sencillez de las canciones de amor de las tribus norteamericanas.
15
Uno se ti
tula El saludo y dice:
Hoy vine a prisa
a saludar esta muchacha.
Porque si no la saludara,
luego me morira.
12
G irolamo Benzoni; La historia del Nuevo Mundo.
Traduccin
y notas de
Marta
Vannini de Gem lewicz.
Estudio preliminar de LenCroizart.Caracas, Fuentes de la Historia Colonial de Venezuela, 1967,
l
femando Espino: Relacin verdadera de ia reduccin de los indios infieles de la provincia de la laguz-
galpa, llamados xicaques...
Prlogo
y notas de Jorge E duardo Arellano. Len
Nicaragua)
Editorial Universi
taria, 1958, p. 19.
*
Ibid
p. 42.
15
Pueden leerse en Guillermo Kiene:
Gramticasumu,
en Revista Conservadora del Pensamiento Cen
troamericano, Managua, Nm. 13, marzo, 1962, pp. 48-49.
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Y la otra La flor:
Qu flor tan bonita
la que lleva esa muchacha.
Pero es ms hermosa ella
que la flor.
En cuan to a los textos de los mskitos ofrecen tres tipos con un co m n de no m ina do r:
fueron escuchados por sus recolectores. Pues bien, primero figuran entre ellos com
posiciones amorosas motivadas por la ausencia o muerte de la amada o el amado, por
la presencia de los m ismo s; pero siem pre en contacto con la natu raleza
y
la vida cotidia
na. An populares, como Ercilla y Tinimiska, se destaca entre ellas Keker miren
nane (Me voy lejos de ti), ya antolgica, con seis versiones distintas.
10
La ltima es
nuestra:
Querida muchacha: me voy lejos de ti.Cundo volveremos a encontrarnos
Para caminar unidos a la orilla del mar?
Siento las suaves brisas sobre mis sienes.
Oigo lejano el trueno tenebroso.
Veo el relmpago iluminando la montaa
Y toda la pradera.
Pero t no ests conmigo.
Mi corazn permanece abatido
Y lloroso.
Adis, querida muchacha:
Sin ti vivo desolado
No menos bella que la anterior, otra de las canciones amorosas de los mskitos ha sido
recreada por Pablo Antonio Cuadra y se titula Carta de un joven mskito a su novia:
17
Yo soy ms alto que el cocotero
porque mis ojos alcanzan sus palmas
y an las aves que el cocotero quiere atrapar.
Yo soy ms largo que el ro Wank
porque oigo lejano el rumor del mar
o cerrando los ojos reconstruyo su brillante playa.
Yo tengo ms pecho que la leona de Alamikamba
porque mi dolor escrito llega ms all de su rugido
hasta las manos de mi muchacha en Bilwaskarma.
En tre sus textos orales de carcter co m un al, se halla u n can to colectivo de mujeres qu e
tambin ha recreado otro poeta contemporneo: Alberto Ordez Arguello.
18
Su t
tulo es el mismo que el de su primer verso: A l no le gusta el zapote verde:
16
En este orden, Tom s Ayn: Historia de Nicaragua... Tomo I. Granada, Tipografa de El Centro-
Americano,
1982,
p. 39; Rubn
Daro:Cancin
mosquita, enEl Porvenir, Managua , 9 de noviembre de
1884;
Flix
Medina:
Cancin
de amor mosquita, en
La Patria,
Len, Ao
XIII
Tomo VI, Nm . 1, 15 de
septiembre,
1907
p. 10;
Francisco PrezEstrada: traduccin
de
Keker
miren
nane,
en
Pablo
Antonio Cua
dra:
Breve
antologa de la poesa indgena americana, enCuaderno del Taller San Lucas,Managua, Nm.
5, 30 de
agosto,1951,
p. 60; Thomas Young:
Narracin de una estada en la costa mosquita
(traduccin
de
Marta Verbel),
libro del mes deRevista Conservadora del Pensamiento Centroamericano, Nm. 68, ma
yo , 1966 pp. 28-29 y Jorge Eduardo
Arellano:
versindeMe voylejos deti enLa Prensa L iteraria,Mana
gua, 21 de
abril
1976.
17
Facilitada
por Cuadra al autor.
18
En la revistaC entroamericana, Mxico, D. E, N m. 2, Mayo-Junio, 1954.
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A l no le gusta el zapote verde.
Slo maduro.
Nosotras tenemos nuestras calabazas.
Slo nosotras.
A l no ie gusta la hierba
verde.
Slo amarilla.Nosotros rompemos nuestros cuchillos.
Slo nosotras.
A l no le gusta la guayaba verde.
Slo dorada.
Nosotros cantamos a la madre caoba.
Slo nosotras.
A l no le gusta el caribe verde.
Solo plateado.
Nosotros jugamos con nosotras.
Com o se ve
t
consiste en u na dan za vincu lada a la existencia tradicion al d e los m skitos
y a sus alim entos o frutas (2ap ote, gua yab ay caribeo pl tano) e ins trum entos do msti
cos (calabazas recipientes para conservar aguaycuchillos); en un canto a la m adre
caoba, a la madera con que construyen sus viviendas. Otras ceremonias la constituyen
el Uro palaya (danza sobre el advenimiento del ao nuevo), el jbilo de las madres
por el regreso de sus hijos y el lamento de stos por la muerte de aqullas. Un texto
ilustrativo del penltimo tema lo ha recogido y recreado Francisco Prez Estrada:
19
Oh mis hijos, habis vuelto a mi lado
Yo estaba desolada sin vosotros.
Otras madres tenan a sus hijos. Yo las vea.
Y mi corazn suspiraba por vosotros.
Por la noche recordaba a mis muchachos que me llamaban: Madre
Pensaba que estaba sola y no tena hijos.
Me acordaba de mis hijos.
Pero ellos estaban lejos entre los blancos.
Mis hijos han vuelto
Mi corazn ahora es como el cogollo del pltano que brota cuando nace el sol.
El ltimo tema lo ha ejemplificado Eduard Conzemius en su Etnograpbical Survey of
the M kito and Sumu Indians of Hondu ras and Nicaragua,
principal fuente de estudio
sobre esta cultura; se trata de un texto traducido por Fidel Coloma:
2 0
Ay madre , pobre madre Ay madre , a dnde te has ido?
Aqu estn tus hijos llorando por ti.
Ayer conversbamos juntos, pero ahora all ests yacente.
Ay madre , te miste enojada con nosotros? Ya no nos quieres?
Aqu est tu marido afuera con a cabeza indinada
Y las mujeres sentadas con las cabezas cubiertas.
Todo por amor a ti.
Pero t nos has abandonado.
Ay ya no ver jams tu rostro de nuevo.
Ya no escuchar jams de nuevo tu voz.
"
En Pablo Antonio
Cuadra: Breve
antologa de la poesa indgena
americana,
Op. cit.
2Q
Indita, su original
se
encuentra como aseguramos
en Eduard Conzemtus:
Ethnographical Survey
of the Miskito and Sumu indians of Honduras and Nicaragua. Washington, Smh sonian Institution, 1948,
P 154.
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Pero los lamentos de madres por la desaparicin de sus hijos eran, en el siglo XIX, ms
frecuentes. A uno de ellos alude el ingls Thomas Young al sealar que las canciones
de los mskitos se creaban con motivo de cualquier noticia mala o buena y que,
a veces, resultaba conmovedor or los lamentos de una madre que llamaba a su hijo
desaparecido, a quien desdichadamente no volvera a ver jams. Y contina:
Una vez me sent muy conmovido, porque la pobre mujer pareca que hubiera tenido toda
su alma centrada alrededor de este hijo que se haba marchado. Ella olvidaba a los otros por
el que haba perdido. Los paroxismos de sus penas son tan violentos, que si no se les impide,
se colgaran del primer rbol que encuentran.
21
Y el nicaragense Francisco Iras, quien viaj por el ro Coco en 1842, escriba:Cele
bran
(los mskitos)
el aniversario de la muerte de sus parientes y am igos con los m s
lgubres y armoniosos cantos. Sus lamentaciones mortuorias son ejecutadas por las mu
jeres bajo una tienda de corteza de hule. Algunas de las ceremonias son caminar para
adelante y para atrs a una distancia como de cien varas, de la manera siguiente: ca
minan cuatro ocincopasos y se tiran de bruces con una fuerza aparentemente tan gran
de, como para matarse ellas mismas, cuya brbara ceremonia repiten hasta que entra
la noche. Alguna s se pintan con achiote o tile, y aunque casi tienen el mismo color
de ste, se ven horribles con la operacin...
11
Sin embargo, no todo era tristeza entre
las madres mskitas: tambin se invadan de alegra, como vimos en el texto Los hijos
regresan, al recibir a stos tras largas ausencias de sus comunidades o temporadas de
trabajo.
Sobre los ramas y garfonos, otras de las mino ras tnicas de la costa atlntica d e N i
caragua, presentamos uno y tres textos respectivamente. El correspondiente a los pri
meros detecta un momento histrico: cuando se resistan a la penetracin ideolgica
llevada a cabo por la Iglesia Moraba, la cual se arraig entre toda la poblacin de la
zona. Titulado Respuestas a un misionero, dice:
Por qu debemos ir a la iglesia y escucharlo?
El no proporciona ropa, ni carne ni ron.
Djenlo volver al lugar de donde vino.
Nosotros no le pedimos que viniera.
No necesitamos iglesia.
Nosotros deseamos permanecer como estamos.
23
Llamados
caribes negros,
los garfonos con un predominante sustrato africano, pero
originalmente indgenas poseen una narrativa oral que constat en 1871 el investiga
dor francs Pablo Levy.Subsisten en ellosanot ste en la visita que les hizo duran
te ese ao
numerosas tradiciones, algunas interesantes, en las cuales se trata siem
pre de negros cimarrones (fugitivos, J .E.A.), de misioneros y, sobre todo, de negros
espaoles feroce's.
24
Pero no logramos obtener ningn ejemplo de la misma. En cam-
1
Thomas Young:
Narracin de una estada en la costa mosquita,
Op. cit, pp. 28-29-
22
FranciscoIras: Carta...*, en Segovia, Cbontalesy laCostaMo squito* (captulo de losApuntamientos
sobre Centroamricade
GeorgeJ.
Squier), enRevista de la Academia de G eografa e Historia d e N icaragua,
Tomo X, Nm . 1, abril, 1948, p. 59.
2
* En Bernardy Judi Nietschmann:
Cambio
y continuidad de los
indgenas
Rama de Nicaragua, enAm
rica Indgena,
vol.
XXXIV
Nm. 4, Octubre-Diciembre, 1974, pp. 908-909.
24
Pablo
Levy:Notas geogrficas y econmicas sobre la repblica de Nicaragua.
Pars (s.
i.), 1873, p. 297.
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b i o ,
conocemos un canto ceremonia l que e l c i tado Levy les escuch; su msica era de
p i t o ,
f lauto , f la jo ie te de caa o carr izo , y ta m bo r de ba m b ; y lo en to na ba n , sorda
y melancl icamente , hombres y mujeres . Los vers cu los de las pr imeras e ran acordes
y a un comps len to ; los de los hombres , ms ceremoniosos: despus de inger i r ulung
bebida embr i agan te de ma z que exha laba un o lo r a queso , v inag re y a l coho l se
reunan por la noche en crculos y al que le corresponda el canto se diriga al centro
del c rcu lo tocando e l t ambor . Para e l lo , e ra ind ispensable l levar charre teras y gorra de
pluma. Luego e l can tor rec i taba versos que , repe t idos por sus compaeros de l c rcu lo ,
se a l a rgaban cada vez ms has t a que todos se en redaban y no pod an con t inua r . Es t a
p ieza , l l ena de una poesa ex t raa sealaba Levy conclu a con una invocacin a
la luna.
2 5
Y dice:
Quin ha dicho que el sol era alegre?
Quin ha dicho que el sol era alegre?
El que ha dicho que el sol era alegre no ha mentido
El que ha dicho que el sol era alegre no ha mentido
El que ha dicho que el sol era alegre no ha mentido
porque sin el sol es la noche y la noche es triste
El que ha dicho que el sol era alegre no ha mentido
porque sin el sol es la noche y la noche es triste
El que ha dicho que el sol era alegre no ha mentido
porque sin el sol es la noche y la noche es triste
puesto que a favor de su sombra todos los seres
todos los seres malignos se deslizan hacia sus vctimas
El que ha dicho...
2 6
Los otros dos textos de los garfonos t ienen un valor ms antropolgico que pot ico.
2 7
Los recogi e l a lemn Wal ter Lehmann a pr inc ip ios de s ig lo . Uno t ra ta de la s iembra
de la yuca o casabe, al imento bsico de su existencia:
Antes de sembrar, cortamos grandes rboles para dejarlos secar
Cuando ya estn secos, comenzamos a pegarles fuego
Pero antes cortamos el monte para pegarle fuego
Cuando ya los quemamos, limpiamos la tierra
Cuando las cenizas estn fras, comenzamos a cavar y a sembrar la yuca
Nosotros cortamos los retoos de la yuca para sembrarlos
Y el otro versa sobre la forma de sus ent ierros:
En tiempos pasados, cuando un caribe mora, lo enterraban
en su propia casa.
Ahora, cuando alguien muere, lo entierran afuera.
En tiempos pasados, cuando una persona falleca,
era enterrada sin atad: los suyos le colocaban
una tabla debajo y otra arriba, y un plato
sobre la cabeza para evitar que le cayera
tierra en los ojos
Y lo enrollaban con sus cobijas
Ibid
p 307.
26 En
Ibid.
27
Facilitados por Wilibald Fredesd orf al autor.
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Fin alm ent e, el rescate de las tradiciones orales de los indg enas qu e a n se conservan
en Costa Rica data del siglo XX y se debe, ante todo, a Doris Stone.
28
En efecto, la
antroploga norteamericana recogi
Algunos ejemplos de la poesa y leyendas csmicas
indgenas de Costa Rica. Se refiere a cinco canciones de los bribr actua lm ente ubica
dos dentro del cantn Talamanca, provincia de Limn, y a dos leyendas de los cabe
cares que habitan a lo largo del ro Chirrip, cantn de Turrialba, efl la provincia
de Cartago. Junto a los guatusos circunscritos a tres palenques en las llanuras del
Norte, provincia de Alajuela, borucas y trrabas, indios de Nicoya e indios de
Tiquirris, completan el mapa de las escasas localidades indgenas de ese pas centroa
mericano.
Salvo los indios de N icoya de races mesoam ericanas estas poblaciones tiene n
un origen etnolingstico sudamericano, como lo han establecido sus estudiosos.
De ah las interrelaciones que les caracteriza y el apelativo genrico, para la mayora,
de talamancas, de quienes se han rescatado y nosotros adoptamos en verso dos tra
diciones cosmognicas:
I
No haba luz y los demonios eran los dueos del mundo.
Pero Sib era el rey.
El jefe de los demonios dijo que hara luz
porque detestaba la oscuridad.
Sib no estuvo de acuerdo.
Pero el jefe de los demonios hizo una luz pequea
porque los ojos de los demonios eran de fuego
y podan apresar la luz en sus manos:
no poda alumbrar a larga distancia
pero era luz.
Sib dijo que si no haca algo los demonios creeran que eran ms poderosos que l
y cre el sol
y lo creo de una forma que todos pudieran verlo
hasta las hormigas.
n
Sib vio unas plantas enraizadas en un excremento
y pens que era bueno para cubrir todas las rocas
pues slo rocas, nada ms exista.
Y quiso saber quin haba dejado el excremento
y hall a un vampiro que caminaba como un pjaro:
le pregunt qu coma para que en su excremento crecieran las plantas
y el vampiro le dijo que se alimentaba de la sangre de un jaguar
y que el jaguar viva debajo de una roca.
Sib quiso traspasar la roca, pero no pudo.
Llam a Trueno, su primo,
y Trueno le dijo que se arrodillara y se tapara los odos
y con tres soplos parti la roca.
Sib vio que el jaguar estaba atado con un cordn a su abuela,
cort el cordn y se llev el cachorro.
Luego lo estrell contra la roca
28
DorisStone:Algunos ejemplos dela poesa yleyendas csmicas indgenas de Costa
Rica,
e
ta de Papel,Tegucigalpa(Honduras), Nm. 2, 1949, pp 18-21.
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y lo hizo pedazos.
Cuando la madre regres donde su cachorro
empez a buscarle:
entonces Sib vio un venado de madera
y lo transform en uno de verdad
y el venado comenz a llorar como un cachorro:
la madre corri a su encuentro
y al darse cuenta que era un engao
le estir las patas y el pescuezo.
Por eso los venados tienen el pescuezo y las patas largas.
2 9
De los br ibr , l a Stone recogi una verdaderamente t ie rna Cancin de cuna (Dur
m e te , no l lores, / tu m a m se fue a buscar flores; / du rm et e, n o llores) y dos cancio
nes de angust ia de l pueblo que hablan por s so las :
Ahora estamos tristes
porque vamos a morir.
Vienen los blancos
y la tierra nos van a quitar.
Entonces nuestro pueblo
va a desaparecer.
Bebemos chicha
porque la chicha nos da alegra
y tenemos miedo de perder la tierra.
Por eso tomamos chicha
para olvidarnos.
Por su par te , los cabecares le conf iaron a la misma nor teamericana dos leyendas cs
micas; una de el las esLa Historia de Mar, hermosa mujer q ue , cor ta da en versos , repro
duc imos a con t inuac in :
En el principio haba una sola roca grande
y ninguna tierra.
Dios, a quien llamamos Sib, hizo tierra para
que la gente india pudiera vivir.
Mand una hermosa mujer, l lamada Mar, para
ordenar a Trueno que viniera.
Y Trueno rehus ir. Sib insisti en Mar
hasta que ella fue embarazada.
Entonces Trueno decidi salir. Sib le prest
el bastn del cacique como gua.
Pero Trueno no lo quiso llevar. Dijo a Mar:
Lo traes para m, pero no lo dejes solo.
En la mitad del camino Mar dijo a s misma:
No entiendo por qu no puedo dejar este
garrote. Yo lo har y ver qu pasa.
Al regreso haba desaparecido el bastn.
Busc en todas partes, pero no lo encontr.
Mientras estaba buscando una serpiente la
mordi y ella muri.
& Ambo s textos en Jorge
Eduardo
Arellano:la entrega de los dones.Managua,
Ediciones
Nacionales, 1978,
pp 74-75.
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Sib arregl su cuerpo en un atado de entierro,
pero se hinch.
Puso una rana encima del atado para oprimirla.
La rana tena hambre y brinc para agarrar un
insecto que vio pasar.
Mar se revent en el aire convirtindose enrbol.
Su lindo pelo se transform en hojas.
All la lora, la guacamaya y todos los pjaros
hicieron sus nidos.
El rbol vol hacia arriba y lleg hasta el
cielo, la casa de Sib.
Esto le molest mucho y mand dos aves, Tijereta
y Pajarillo de agua, para coger la extremidad
del rbol y formar un crculo grande en el
espacio.
Cuando encontraron los dos cabos el rbol se
cay, convirtindose en agua.
Las hojas llegaron a ser cangrejos.
Pero la gente india sabe que el mido que omos
por la playa
Es el del viento, que sopl las hojas hechas del
pelo de Mar, hermosa mujer.
Y los borucas cuyos testimonios poticos tam bi n fueron recogidos por Doris Stone
en los aos cuarenta han sido objeto, ltimamente, de una estupenda y completa
recopilacin, obra de Adolfo Constenia Umaa, a la que remitimos al interesado en
las leyendas y tradiciones de esta cultura grafa existente an en el Istmo.
J0
Concluyamos: tanto la literatura de los pueblos precolombinos de Centroamrica,
como la poesa de sus actuales descendientes, constituye un tema digno de estudiarse
y difundirse. Porque se trata de un acceso directo a la libertad irracional o no del
hombre, de una fuente de goce esttico en comunicacin viva con la naturaleza y el
misterio de la creacin, con las bases materiales el maz y la yuca de la existencia
de sus pueblos y con sus propias historias abolidas o marginadas. En fin, de una expe
riencia no por primitiva menos fresca, graciosa e ingenua que la de nuestro tiempo.
Jorge Eduardo Arellano
i0
Adolfo Constenia Umaa:
Leyendas y tradiciones de los borneas. Narradas
por Espritu Santo Maroto.
Introduccin
gramatical
comentarios, notas,
traduccin
y fijacin de texto, por A dolfo Constenia Um aa.
Sanfos, C. R., Ed itorial Universidad de Costa Rica, 1979.