Los ecos de la casa. · Los ecos de la casa. Transformación de significados en el hábitat de...

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INSTITUTO DE INVESTIGACIONES DR. JOSÉ MARÍA LUIS MORA Los ecos de la casa. Transformación de significados en el hábitat de Caucel, Yucatán. TESIS QUE PARA OBTENER EL GRADO DE MAESTRO EN ESTUDIOS REGIONALES PRESENTA: CÉSAR ARMANDO QUINTAL ORTIZ Directora: Dra. Graciela de Garay Arellano Lectoras: Dra. Lourdes Roca y Ortiz Dra. Blanca Paredes Guerrero Ciudad de México, Agosto de 2018 ESTA INVESTIGACIÓN FUE REALIZADA GRACIAS AL APOYO DEL CONSEJO NACIONAL DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA

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INSTITUTO DE INVESTIGACIONES

DR. JOSÉ MARÍA LUIS MORA

Los ecos de la casa.

Transformación de significados en el hábitat de

Caucel, Yucatán.

TESIS

QUE PARA OBTENER EL GRADO DE

MAESTRO EN ESTUDIOS REGIONALES

PRESENTA:

CÉSAR ARMANDO QUINTAL ORTIZ

Directora:

Dra. Graciela de Garay Arellano

Lectoras: Dra. Lourdes Roca y Ortiz

Dra. Blanca Paredes Guerrero

Ciudad de México, Agosto de 2018

ESTA INVESTIGACIÓN FUE REALIZADA GRACIAS AL APOYO DEL

CONSEJO NACIONAL DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA

LOS ECOS DE LA CASA. TRANSFORMACIÓN DE SIGNIFICADOS EN EL HÁBITAT DE

CAUCEL, YUCATÁN.

CÉSAR ARMANDO QUINTAL ORTIZ

AGRADECIMIENTOS

Los días y las horas invertidos en este trabajo son incontables. Muchas tazas de

café y reuniones con amigos fueron rechazadas en el trayecto. Y muchas las vo-

ces que enriquecieron esta investigación, ya sea por la opinión crítica o por pala-

bras que incitaban a levantar ánimos. A cada una, mi reconocimiento.

A la Dra. Graciela de Garay Arellano agradezco su orientación, consejos, cordiali-

dad y entusiasmo, por sus recomendaciones bibliográficas que en todo momento

me maravillaron e indudablemente abrieron nuevas curiosidades que espero en un

futuro puedan hacerse justicia con el rigor que merecen. A la Dra. Lourdes Roca y

Ortiz, investigadora con la que compartí semana tras semana las aulas del Institu-

to Mora, donde el debate inundó las cuatro paredes y afinó reflexiones propias y

colectivas, gracias por su disciplina, compartir sus experiencias y amplio compro-

miso con los estudiantes. A la Dra. Blanca Paredes Guerrero le agradezco estar

presente activamente en diferentes etapas de mi formación académica, por acep-

tar una vez más compartirme su visión crítica de la arquitectura y el urbanismo de

Yucatán, por su aguda lectura y atenciones. A la Dra. Flávia Brito do Nascimento

por sus comentarios y hospitalidad durante mi estancia en la Universidade de São

Paulo.

Mi gratitud es infinita a las personas de pueblo Caucel y del conjunto habitacional

Ciudad Caucel. Gracias por abrirme las puertas de sus casas y viviendas, por las

comidas y sonrisas, por compartirme sus experiencias y preocupaciones actuales

y por abrir las ventanas de su memoria que nos transportaron a diferentes perio-

dos de sus vidas. Este trabajo tendría un enorme vacío sin sus aportaciones. Mi

reconocimiento también es para Silvia Gabriela Pinto Cimé, mi brazo derecho du-

rante el trabajo de campo de esta y otras investigaciones, con quien he forjado

más que una sincera amistad, gracias por las sugerencias, calidez y compromiso

con la sociedad yucateca.

A Jaime Sánchez Macedo por la lectura diligente de los primeros escritos y la ex-

posición de comentarios desde la trinchera de la historia, las cuales precisaron

muchas de las reflexiones; por compartir temas que trascendían los académicos,

por las tazas de té y cenas que ayudaron en muchos momentos a tranquilizar los

pensamiento. A Danivia Calderón Martínez; el Instituto Mora consolidó una amis-

tad iniciada en otras rutas, gracias por extenderme la mano en tiempos desfavora-

bles, por las sugerencias y las exclamaciones de apoyo.

A mis compañeros y amigos de la maestría, cuyos comentarios durante los semi-

narios contribuyeron directa o indirectamente a cimentar o fortalecer reflexiones

personales. En especial, a David Avendaño Marín, a Erika Carmaño Torres, Ste-

fany Cortés Ríos, Jaime García Madrigal, Alberto Garibay Gómez, Jorge Lara Val-

derrábano, Octavio Navarrete Zendejas, Diego Romero Barrón, Juana Sánchez

Sánchez, Ulises Sánchez Vásquez y Josafat Vázquez Zepeda. A mis profesores;

por exponer sus conocimientos, los cuales me permitieron trazar un vínculo entre

las ciencias sociales y la historia con los estudios del espacio. A César Morales

por su auxilio generoso en diferentes trámites de la maestría. Al personal de la

biblioteca “Ernesto de la Torre Villar”, de Servicios Escolares y del Departamento

de Cómputo por su asistencia, siempre en un contexto de amabilidad.

A Ithzul Cardona Granados, con quien encontré una familia en Ciudad de México,

gracias por apoyarme en todo momento. A mis padres y hermanas: Roger Quintal,

Carmen Ortiz, Alma Quintal y Careli Quintal por cobijar mis proyectos a pesar de la

distancia.

ÍNDICE INTRODUCCIÓN Pág. 1 CAPÍTULO 1. ESPACIO, HÁBITAT Y CASA: FRONTERAS CONCEPTUALES Pág. 16 1.1 El espacio como morfología social Pág. 16 1.2 Hábitat y periurbanización: espacio social dominante Pág. 20 1.3 Los significados del espacio social Pág. 25 1.4 Casa y vivienda: espacios con sentidos diferenciados Pág. 31 1.5 Recapitulación Pág. 35 CAPÍTULO 2. CUANDO SE ENCUENTRAN LOS MUNDOS, EL SENTIDO DEL HÁBITAT SE TRANSFORMA

Pág. 37

2.1 El hábitat de pueblo Caucel Pág. 37 2.1.1 La casa en Yucatán, un punto de partida Pág. 38 2.1.2 Un pueblo que permanece en la memoria:

casa y contexto espacial Pág. 46

2.2 El hábitat de Ciudad Caucel Pág. 58 2.2.1 Apuntes del Movimiento Moderno: conjuntos

de viviendas en Ciudad de México y Mérida Pág. 58

2.2.2 La ciudad de Mérida expande sus límites Pág. 64 2.2.3 Génesis de un proyecto de viviendas en el ejido de Caucel Pág. 67 2.3 Recapitulación Pág. 75 CAPÍTULO 3. ORDEN ESPACIAL Y SOCIAL DE LA CASA Y DE PUEBLO CAUCEL

Pág. 77

3.1 Los bordes inciertos de lo rural y urbano Pág. 77 3.2 Un pueblo en otoño: encantos y desencantos de Caucel

en noviembre de 2017 Pág. 80

3.2.1 La casa del presente: espacio y actividades cotidianas Pág. 80 3.2.2 El escenario espacial más allá de la casa: el pueblo y

sus equipamientos Pág. 102

3.3 Recapitulación Pág. 116 CAPÍTULO 4. LOS SIGNIFICADOS DE LA CASA. TRANSFORMACIONES Y PERMANENCIAS EN EL HÁBITAT

Pág. 119

4.1 La casa se define al interior del terreno Pág. 119 4.1.1 La casa como célula habitacional producida por la familia Pág. 119 4.1.2 Los materiales y geometrías que originan la

expresión física de la casa Pág. 127

4.2 La casa se define en su contexto espacial Pág. 144 4.2.1 Las escalas de la casa y los entornos del habitar Pág. 144 4.2.2 La casa y el trabajo remunerado Pág. 154 4.3 Los juegos por el espacio: relaciones de poder y conflicto

en la casa y en pueblo Caucel Pág. 166

4.4 Recapitulación Pág. 179

CONCLUSIÓN GENERAL Pág. 181 FUENTES CONSULTADAS Pág. 192

LISTADO DE CUADROS Cuadro 1. Distribución de usos del suelo autorizados por la COUSEY para

Ciudad Caucel, 2005 y 2006 Pág. 70

Cuadro 2. Distribución absoluta y porcentual de la población según acti-vidad económica en el Estado de Yucatán y la capital, 2017

Pág. 159

Cuadro 3. Distribución absoluta y porcentual de la población según in-gresos en el Estado de Yucatán y la capital, 2017

Pág. 159

LISTADO DE FOTOGRAFÍAS

Fotografía 1. Casa maya en pueblo Caucel, 1960 Pág. 51 Fotografía 2. Centro de pueblo Caucel antes del parque principal Pág. 55 Fotografía 3. Las ruinas del pasado: remanentes de una casa maya Pág. 82 Fotografía 4. Casa con jardín en la parte frontal Pág. 83 Fotografía 5. Unidad edificada alineada al paramento Pág. 84 Fotografía 6. Bancas de piedras para tomar el aire Pág. 84 Fotografía 7. Albarrada de casa cubierta con cal blanca Pág. 86 Fotografía 8. Unidad edificada con celosías en la

periferia de pueblo Caucel Pág. 86

Fotografía 9. Cocina de la familia de José Lino Noh Noh Pág. 90 Fotografía 10. Cocina de la familia de Flor Angélica Canché Canché Pág. 90 Fotografía 11. Templo Adventista en pueblo Caucel Pág. 94 Fotografía 12. Nicho e imágenes religiosas en fachada principal Pág. 94 Fotografía 13. Nicho al interior de unidad edificada Pág. 95 Fotografía 14. Rosario durante Janal pixán Pág. 95 Fotografía 15. Procesión religiosa en honor a San Miguel Pág. 96 Fotografía 16. Instalaciones para celebración religiosa en el

patio de una casa Pág. 96

Fotografía 17. Leña para comida de celebración religiosa Pág. 97 Fotografía 18. Corral de animales en el patio de Sergio Chablé Pág. 97 Fotografía 19. Personalización del patio de la casa Pág. 98 Fotografía 20. Jardín con pasto y árboles frutales Pág. 98 Fotografía 21. Hamacas colgadas en sogas de nylon Pág. 99 Fotografía 22. Avenida principal de pueblo Caucel Pág. 103 Fotografía 23. Iglesia de Nuestra Señora de Belem Pág. 107 Fotografía 24. Personas en atrio de la iglesia al finalizar rito religioso Pág. 107 Fotografía 25. Parque principal de pueblo Caucel Pág. 108 Fotografía 26. Área de juegos infantiles en el parque principal del pueblo Pág. 109 Fotografía 27. Vendedora de frutas y verduras en el parque de Caucel Pág. 110

Fotografía 28. Mercado del pueblo antes de su remodelación en 2017 Pág. 111 Fotografía 29. Tianguis en el parque principal durante los domingos Pág. 111 Fotografía 30. Palacio de la comisaría, localizado frente al

parque principal Pág. 112

Fotografía 31. Centro deportivo “Víctor Manuel Correa Rachó”, iniciado por José Guillermo Noh en la década de los años 1950.

Pág. 114

Fotografía 32. Centro deportivo en la periferia suroeste del pueblo Pág. 114 Fotografía 33. Edificación inconclusa y levantamiento de albarrada

por integrantes de una familia Pág. 123

Fotografía 34. Unidad absidal de block en la periferia oriente del pueblo Pág. 133 Fotografía 35. Unidad absidal de mampostería al poniente del pueblo Pág. 133 Fotografía 36. Unidad edificada construida con criterios

racionalistas en Caucel Pág. 135

Fotografía 37. Construcción de edificio racionalista en pueblo Caucel Pág. 136 Fotografía 38. Edificio racionalista en la periferia norte de Caucel Pág. 136 Fotografía 39. Hamaca colgada en el espacio público Pág. 145 Fotografía 40. Comercialización de frutas y verduras en la casa Pág. 161

LISTADO DE ESQUEMAS CONCEPTUALES Esquema 1. La producción del espacio social según Henri Lefebvre Pág. 21 Esquema 2. El espacio social según David Harvey Pág. 22

LISTADO DE ILUSTRACIONES Ilustraciones 1, 2 y 3.

Perspectiva, alzado y planta arquitectónica de la casa maya

Pág. 41

Ilustración 4. Alzado de casa indígena maya en 1581 Pág. 42 Ilustración 5. El patio de la casa maya, 1988 Pág. 53 Ilustración 6. Conjunto de viviendas para obreros bajo

esquemas radicales Pág. 61

Ilustración 7. Planta arquitectónica y urbana del conjunto unifamiliar Miguel Alemán en Mérida, 1946.

Pág. 63

Ilustración 8. Proyecto Ciudad Caucel: planta arquitectónica y usos del suelo, 2004

Pág. 69

Ilustración 9. El espacio de la casa colectiva y la casa como red Pág. 186

LISTADO DE CARTOGRAFÍA Mapa 1. Estado de Yucatán y principales asentamientos urbanos Pág. 13 Mapa 2. Ubicación de pueblo Caucel y del conjunto habitacional Ciudad

Caucel a nivel regional Pág. 14

Mapa 3. Pueblo Caucel y conjunto habitacional Ciudad Caucel Pág. 15 Mapa 4. Pueblo de Caucel, Municipio y Departamento de Mérida, 1922 Pág. 47 Mapa 5. Equipamientos actuales en pueblo Caucel Pág. 118

LISTADO DE IMÁGENES SATELITALES

Imagen satelital 1. Ejido antes de Ciudad Caucel, 2005 Pág. 71 Imagen satelital 2. Ejido antes de Ciudad Caucel, 2006 Pág. 71 Imagen satelital 3. Primeras etapas de Ciudad Caucel, 2007 Pág. 72 Imagen satelital 4. Ocupación del lado sur del pueblo, 2008 Pág. 72 Imagen satelital 5. Ciudad Caucel en 2009 Pág. 72 Imagen satelital 6. Ciudad Caucel en 2010 Pág. 72 Imagen satelital 7. Construcción de centros comerciales en avenida

principal, 2011 Pág. 73

Imagen satelital 8. Avances de Ciudad Caucel en 2012 Pág. 73 Imagen satelital 9. Avances de Ciudad Caucel en 2013 Pág. 73 Imagen satelital 10. Ciudad Caucel en 2014 Pág. 73 Imagen satelital 11. Densificación del conjunto al lado sur de

pueblo Caucel, 2015 Pág. 74

Imagen satelital 12. Primeros trazos de manzanas al lado noreste del pueblo, 2016.

Pág. 74

Imagen satelital 13. Hábitat actual de Ciudad Caucel, 2017 Pág. 74

1

INTRODUCCIÓN

Este trabajo se origina al observar imágenes satelitales de la ciudad de Mérida de

2016, de la experiencia empírica y de inquietudes personales desarrolladas en

investigaciones que preceden a esta. El interés por los fenómenos sociales, arqui-

tectónicos y urbanos que acontecen en la periferia de las ciudades delimitó, en

principio, un marco espacial de aproximación. El hábitat urbano expande constan-

temente sus fronteras, devora la vegetación que se encuentra en sus inmediacio-

nes e incorpora asentamientos rurales a su dominio, sus reglas y problemas de

múltiples dimensiones. Este proceso se presenta en diferentes altitudes de México

y modifica inevitablemente la vida cotidiana de las personas y las características

físicas de los pueblos. Así, las primeras inquietudes se precisaban; si bien, el inte-

rés general se mantenía en las periferias urbanas, se inclinaba con mayor insis-

tencia en comprender las transformaciones de los espacios que se encuentran al

lado contrario de estas, es decir, del hábitat rural.

Entre los años 2000 y 2010, la superficie de Mérida creció en 3,324.44 hectáreas1.

Los conjuntos habitacionales2 en la periferia son uno de los principales factores

que han contribuido a la expansión urbana. En las imágenes satelitales de Mérida

de 2016 sobresalía, por sus dimensiones, un conjunto al poniente de la ciudad

reconocido con el nombre de Ciudad Caucel3, con características arquitectónicas y

urbanas inconfundibles y similares a otras que se reproducen en el país; las vi-

viendas se encuentran en terrenos rectangulares, cada uno con las mismas di-

mensiones, con un área para estacionar un automóvil, un jardín y patio. Las viali-

dades son ortogonales y de diferente amplitud según la jerarquía e intercomunican

a las viviendas con parques, centros de atención médica, escuelas, áreas deporti-

1 En el año 2000, la superficie de la capital yucateca era de 13,532.47 hectáreas y en 2010 de

16,856.91 hectáreas. INEGI, Marco Geoestadístico, 2000 y 2010, <http://www.inegi.org.mx/geo/con tenidos/geoestadistica/m_geoestadistico.aspx>. [Consulta: 4 de mayo de 2018.]

2 En este trabajo, los términos conjunto habitacional y fraccionamiento se consideran sinóni-mos.

3 Ciudad Caucel es el nombre del conjunto habitacional en su totalidad. A su vez, está confor-mado por fraccionamientos que se diferencian por sus nombres, escalas y nivel de ingresos de los habitantes.

2

vas, comercios y servicios. Indudablemente, es un espacio planeado a partir de

reglamentos de construcción y datos cuantitativos que dictaminan la proporción de

usos del suelo, se origina en planos arquitectónicos y se materializa en periodos

relativamente cortos.

Inmediato a Ciudad Caucel se encuentra el pueblo de Caucel, con características

diferentes al primero (Mapas 1, 2 y 3, al final del apartado introductorio). La mayo-

ría de las manzanas son cuadradas y rectangulares y parten de un punto central,

donde se localiza la iglesia, el parque, el mercado y la comisaría ejidal, en otros

equipamientos. La vegetación es abundante en el corazón de las manzanas. Las

calles no tienen las mismas dimensiones y la avenida principal (c.21 y c.23), que

comunica al oriente con Mérida y al poniente con Ucú, atraviesa diagonalmente el

pueblo. Los terrenos no son homogéneos por lo que sería difícil establecer una

proporción que se replique en Caucel, incluso en la imagen satelital se dificulta

apreciar los límites de cada uno. Su arquitectura y contexto físico no se originó en

un corto periodo como en el caso de Ciudad Caucel; tampoco deviene, por lo ge-

neral, de planos arquitectónicos o de programas de construcción, más bien, es

producto de las personas que lo habitan y transforman cotidianamente. Así, las

apreciaciones que se originaron al observar imágenes satelitales de pueblo Caucel

y Ciudad Caucel ayudaron a definir concretamente el área de estudio y a plantear

las primeras preguntas de investigación, que madurarían conforme se compilaron

e interpretaron datos de carácter teórico-conceptual, histórico y empírico.

Caucel es una de las comisarías del municipio de Mérida4. El año de la fundación

del pueblo que lleva el mismo nombre se desconoce5, pero, las estructuras

prehispánicas localizadas al norte de la iglesia principal certifican su presencia

antes de la llegada de los españoles a Yucatán durante las primeras décadas del

4 Actualmente se contabilizan 27 comisarías en el municipio de Mérida, estas son: Caucel, Cholul, Komchén, Chablekal, San José Tzal, Molas, Dzununcán, Sitpach, Dzityá, Xcanatún, San Pedro Chimay, Chichí Suárez, Sierra Papacal, Xcunyán, Tixcacal, Santa Cruz Palomeque, Yaxnic, Xcumpich, Tahdzibichén, Santa Gertrudis Copó, Cosgaya, Tzacalá, Oncan, Tamanché, Texán Cámara, Xmatkuil y Opichén. Ayuntamiento de Mérida, Comisarías y Subcomisarías, 2018, <www. merida.gob.mx/comisarias/php/inicio.phpx>. [Consulta: 11 de junio de 2018.]

5 La comisaría de Caucel y pueblo Caucel son dos ámbitos espaciales diferentes. El primero es mucho más extenso que el segundo y comprende tanto al pueblo como a zonas de cultivos del ejido y áreas no ocupadas por la actividad humana de este último.

3

siglo XVI. El significado de su nombre tampoco se conoce con exactitud puesto

que en plataformas digitales y oficiales del Ayuntamiento de Mérida se traduce

como “Lugar de las piedras de moler”6, mientras que para habitantes como José

Lino Noh Noh se interpreta como “Pueblo frío”7. En el año 2000 su población va-

riaba entre 5,634 y 5,912 personas8 y en el Censo del 2010 se registraron 6,988

individuos, de los cuales el 50.16% eran mujeres y el 49.84% eran hombres. Asi-

mismo, en este último año se contabilizaron 1,615 viviendas particulares habita-

das9.

En julio de 2004 se publicó en el Diario Oficial del Gobierno del Estado de Yucatán

el Programa Parcial de Desarrollo Urbano de Caucel, donde se presentaba, entre

otros datos, la justificación y el plano arquitectónico de Ciudad Caucel. En febrero

de 2005, la Secretaría de Desarrollo Urbano, Obras Públicas y Vivienda del Esta-

do de Yucatán autorizó la construcción del conjunto habitacional por solicitud de la

Comisión Ordenadora del Uso del Suelo del Estado de Yucatán (COUSEY), en

885 hectáreas de tierras ejidales que pertenecían a la comisaría de Caucel10. Esta

respuesta marcaría el inicio de un fenómeno de periurbanización que transforma-

ría la realidad social, económica, arquitectónica y contextual de pueblo Caucel. En

2007 se iniciaron las primeras acciones de tala del monte para la construcción del

proyecto habitacional, que contemplaba en ese tiempo 25,000 viviendas en los

primeros diez años, con un posible crecimiento de hasta 70,00011.

La intención del proyecto era reducir el rezago habitacional de la capital yucata-

nense y de responder a las demandas de reposición y mejoramiento de vivienda12.

¿Por qué se eligió la comisaría de Caucel? En discursos oficiales se exponen ar-

gumentos superficiales y predictivos, por ejemplo, que esta cumplió con los “requi-

6 Ayuntamiento de Mérida, Comisarías y Subcomisarías, 2018, <www.merida.gob.mx/comisa

rias/php/inicio.phpx>. [Consulta: 11 de junio de 2018.] 7 Entrevista a José Lino Noh Noh, realizada por César Quintal, Caucel, Mérida, Yucatán, 3 de

noviembre de 2017. 8 Ayuntamiento de Mérida, Programa Parcial, 2004, p. 32. 9 INEGI, Censo de población, 2010, tabulados básicos. 10 SEGOB, Diario Oficial de la Federación, núm. 20, 25 de marzo de 2009. 11 Guzmán Alcocer, “Los institutos de vivienda”, 2004, p. 37-38. 12 Gobierno del Estado de Yucatán, COUSEY, Ciudad Caucel, 2007, 5:26 minutos.

4

sitos técnicos y sociales”13 o por la necesidad de la comisaría de organizar su terri-

torio ante su inevitable conurbación con Mérida14. ¿Acaso las experiencias empíri-

cas de las personas que construyeron el pueblo y los usos cotidianos que se desa-

rrollaban en esas tierras caían en la categoría de “desorganización”? ¿Acaso la

comisaría es “la culpable” del acelerado crecimiento de Mérida y que esta se deba

adaptar a las características de Mérida? ¿Dónde queda el reconocimiento de sus

cualidades físicas y sociales tejidas durante siglos? Probablemente, la decisión de

ubicar el conjunto habitacional en esta zona obedece más que nada a la relativa

facilidad con la que se podían comprar tierras ejidales a precios asequibles, o por-

que era la única zona libre próxima a la ciudad con una visión socialmente acepta-

da; el sur y oriente de la capital se consideraban lugares donde imperaba la delin-

cuencia y el norte como un espacio de alta plusvalía, accesible únicamente a un

pequeño porcentaje de la población meridana.

Ahora bien, se consideró que la unidad espacial de análisis de esta investigación

podía ser mucho más precisa, por ello, se optó por estudiar la casa; lo que no

quiere decir que la interpretación y el trabajo de campo se limitaron al espacio pri-

vado, sino que, como se apreciará más adelante, el contexto donde esta se en-

cuentra también contribuye a su definición. En repetidas ocasiones, los estudios

regionales que se proponen comprender las permanencias y transformaciones

culturales centran su atención en espacios que superan límites municipales, urba-

nos o rurales, es decir, se apartan de aquellos espacios de escalas minúsculas

como la casa; sin embargo, la relevancia que estas representan en la vida cotidia-

na y en la constitución del hábitat es indiscutible, por ello, la decisión de abordar-

los en este estudio.

Toda investigación nace con una idea y un conjunto de conceptos que se precisan

conforme el investigador se involucra en el tema. En principio, los conceptos casa

y vivienda se utilizaban como sinónimos, pero, la revisión de la literatura, en espe-

cial el trabajo de María Ángeles Durán titulado La ciudad compartida. Conocimien-

13 Ibíd. 14 Ayuntamiento de Mérida, Programa Parcial, 2004, p. 32.

5

to, efecto y uso15, derrumbaron la confusión que se tenía y precisaron la acepción

a la que se refiere cada uno. Para este estudio, la casa se entiende como un es-

pacio que se construye y cultiva cotidianamente, donde las personas se involucran

desde el acondicionamiento del terreno hasta la construcción de una unidad edifi-

cada. Refleja los anhelos, las decisiones personales y las posibilidades económi-

cas de sus productores. En cambio, la vivienda forma parte de un vocabulario es-

pecializado y deviene de programas habitacionales que se realizan desde el escri-

torio de quienes asumen las riendas del hábitat. En las instituciones que registran

datos estadísticos de un país se habla de viviendas particulares, viviendas con

agua entubada, viviendas con energía eléctrica, viviendas con piso de tierra, ocu-

pantes por vivienda, etcétera. Asimismo, la planeación de conjuntos habitacionales

se realiza en términos de viviendas y otros usos de suelo; y entre las Secretarías

que se ocupan de las necesidades del territorio centran sus objetivos en reducir,

por ejemplo, las viviendas en rezago16. Por ello, en el pueblo de Caucel se produ-

cen casas y en Ciudad Caucel viviendas17.

Trazados estos precedentes, la pregunta que es columna vertebral de la presente

investigación es: ¿cuáles son los significados de las casas de pueblo Caucel que

se transformaron como consecuencia del fenómeno de periurbanización originado

por la construcción del conjunto habitacional Ciudad Caucel? El estudio se centra

en los significados actuales de las casas; sin embargo, será preciso articular un

marco histórico con el fin de identificar rupturas y continuidades. Asimismo, el inte-

rés por los significados de los espacios que habitamos cotidianamente se origina

de inquietudes planteadas en la tesis de licenciatura18. Los objetos y espacios tie-

nen sentido para las personas cuando a estos se les atribuye un significado. A

partir de este se reconoce y define la realidad donde se habita, es el contenido

15 Ver Durán, La ciudad compartida, 2008, pp. 139-167. 16 Ver SEDATU, CONAVI, Sistema Nacional de Información e Indicadores de Vivienda, 2018,

<sniiv.conavi.gob.mx/Reports/INEGI/Rezago.aspx>. [Consulta: 12 de junio de 2018] 17 No obstante la aclaración, cuando se presenten datos estadísticos de pueblo Caucel se

conservará el término “vivienda” por la manera como aparecen en las bases de los Censos y Con-teos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.

18 Ver Quintal, “Lectura de las cualidades”, 2014, 207 pp.

6

que determina geometrías y maneras de usar y entender las casas. Además de

esta pregunta principal se plantean otras de carácter secundario, estas son:

1. ¿Cuál es el proceso por el cual se produce una casa en pueblo Caucel?

¿cuáles son los papeles de hombres y mujeres en esta tarea? ¿qué mate-

riales utilizan? ¿qué geometría tienen las unidades edificadas?

2. ¿Qué actividades se desarrollan en los patios de las casas?

3. ¿De qué manera se involucraron los habitantes del pueblo en la producción

de equipamientos colectivos?

4. ¿Cuáles son las transformaciones espaciales y sociales que acontecieron

en el pueblo antes de Ciudad Caucel?

5. ¿Cuáles son las relaciones sociales que se tejen entre pueblo Caucel y

Ciudad Caucel?

6. ¿Cuáles son los conflictos sociales entre estos dos espacios?

7. ¿Cuáles son las actividades que se modificaron al interior y exterior de la

casa al construirse el conjunto habitacional?

8. ¿Qué beneficios provocó la construcción de Ciudad Caucel?

9. ¿Cómo conciben los habitantes de pueblo Caucel las viviendas del conjunto

habitacional?

10. ¿Qué actividades se desarrollaban en las tierras ejidales?

Así, el objetivo general del presente trabajo es identificar, desde la percepción re-

presentativa, los significados de las casas de pueblo Caucel que se transformaron

por la urbanización periférica al poniente de Mérida. Si bien, la gestión del proyec-

to Ciudad Caucel se inició en 2004, no fue hasta 2007 cuando se inició con la tala

de la vegetación y la construcción de las primeras viviendas. El conjunto habita-

cional ocupó aproximadamente el 22% de las tierras ejidales que pertenecían ori-

ginalmente a la comisaría de Caucel. Actualmente, colinda con los bordes sur y

oriente del pueblo y prácticamente lo encarcelará por las intenciones de planea-

ción futuras, limitando de esta forma su crecimiento natural. Los objetivos particu-

lares son: 1) plantear la acepción de los conceptos que sustentarán esta investi-

7

gación, de manera tal que se identifiquen las nociones en que diferentes autores

coinciden y difieren; 2) realizar un marco histórico como punto de referencia para

identificar continuidades y rupturas de la casa y del pueblo en términos de sus ca-

racterísticas físicas y actividades cotidianas; 3) describir el proceso histórico por el

que se originan proyectos arquitectónicos y urbanos como el de Ciudad Caucel; 4)

realizar una descripción de las características físicas actuales de la casa y el pue-

blo y las maneras en que estos se utilizan cotidianamente y 5) discutir la percep-

ción que tienen los habitantes del pueblo sobre el conjunto habitacional.

Con la intención de responder a la pregunta de investigación y obedecer a los ob-

jetivos, este trabajo se organiza en cuatro capítulos. En el primero se discute la

inteligibilidad de los conceptos espacio, hábitat, periurbanización, casa y vivienda,

desde posturas de la geografía, el urbanismo, la arquitectura y la sociología, prin-

cipalmente. Asimismo, en el estudio se menciona reiteradamente el término signi-

ficado, por lo que se consideró oportuno plantear su acepción. Este marco expone

la manera en que los fenómenos de interés se están observando y entendiendo.

En el segundo se plantean directrices históricas de pueblo Caucel y Ciudad Cau-

cel. La intención en este no es generar un riguroso apartado historiográfico, tan

solo se plantean puntos de partida que ayudarán a comprender de mejor manera

la trayectoria física de estos dos lugares y a identificar los sentidos del hábitat, sus

continuidades y rupturas. La exigua información histórica del pueblo en la literatura

fue uno de los problemas del estudio y la compilación de información a través de

la historia oral uno de principales desafíos.

En el tercer capítulo se presenta una discusión de los términos rural y urbano co-

mo dos categorías analíticas que se encuentran rebasadas por fenómenos espa-

ciales que actualmente acontecen en el hábitat. Esto se realiza, por una parte, con

el propósito de abonar ideas al debate que subyace del concepto periurbanización,

y por otra, como antecedente a una etnografía que expone el orden social y espa-

cial actual de la casa y de pueblo Caucel. El cuarto capítulo aborda temas como

los papeles que hombres y mujeres asumen en la producción de la casa, los mate-

riales y geometrías que se utilizan en esta, las actividades que se desarrollan en el

8

patio, la relevancia del contexto donde se encuentra, las relaciones de vecinos, el

trabajo remuneraron y los juegos de poder y conflicto tanto en su interior como en

el pueblo. Los ejes que se presentan derivan de la sistematización de información

obtenida durante el trabajo de campo; si bien, se tenía una noción previa de la es-

tructura del capítulo, estos datos contribuyeron sustancialmente a su definición. El

discurso se construye al entretejer fuentes primarias y secundarias, de tal forma

que se sientan las bases para identificar los significados de las casas que se

transformaron por la construcción de Ciudad Caucel. Finalmente, en las conclu-

siones generales se mencionan las aportaciones más relevantes de esta investi-

gación a partir de la pregunta ¿qué es una casa? y, después de un largo recorrido,

se responde concretamente la pregunta de investigación.

La información que constituye la materia prima del presente trabajo se obtuvo, en

gran medida, durante el trabajo de campo. En diciembre de 2016 y enero de 2017

se realizó el primer acercamiento al pueblo con el propósito de identificar a infor-

mantes y reconocer sus características físicas, lo que contribuyó a precisar la pre-

gunta de investigación y los objetivos. Con esta aproximación y con el marco con-

ceptual desarrollado entre julio y octubre de 2017, se procedió en noviembre del

mismo año a realizar otra etapa del trabajo de campo, con el objetivo de compilar

información tanto primaria como secundaria. Para ello, se elaboró un cronograma

donde se precisaban, por día y semana, las actividades que se emprenderían y los

lugares que se visitarían. La planeación del trabajo de campo implicó el rescate de

sugerencias metodológicas y empíricas de Jorge Aceves19, Graciela de Garay20 y

Lourdes Roca21, los cuales también ampliaron el abanico de posibles fuentes de

información.

La entrevista semiestructurada y audiograbada fue una las principales fuentes de

información cualitativa. El procedimiento de aplicación fue directo, esto es, según

Jorge Aceves “el que recurre a la investigación directa y a la recopilación amplia y

19 Aceves, “La historia oral”, 1998, pp. 207-265. 20 Garay, “La entrevista de historias”, 1997, pp.16-28. 21 Roca et al., Tejedores de imágenes, 2014, pp. 97-257.

9

sistemática en el campo o sitio de ubicación de las fuentes vivas”22. Asimismo, el

interés se centró en rescatar la historia del pueblo y el ámbito subjetivo de las ex-

periencias humanas actuales en los entornos físicos. Se realizaron 21 entrevistas

a 22 diferentes personas, 8 hombres y 14 mujeres; de estas, 21 habitan en pueblo

Caucel y 1 en Ciudad Caucel. El tiempo promedio de duración fue de 35 minutos.

La persona más joven tiene 20 años y la más adulta 88; se entrevistaron a 6 per-

sonas entre los 20 y 40 años, 5 personas entre los 41 y 60, y 11 con más de 60

años. Jorge Aceves23 y Graciela de Garay24 recalcan la importancia de elegir un

contexto que potencialice la memoria y narración de los entrevistados, por ello,

estas se realizaron en espacios elegidos por los actores sociales, en su mayoría al

interior de la casa, en el patio o terraza y en dos ocasiones fuera del terreno (en

una de las bancas de la Unidad deportiva “Víctor Manuel Correa Rachó” y otra en

el parque principal). En cuanto a las actitudes de las personas, la disposición por

compartir sus experiencias y recuerdos siempre estuvo presente; sin embargo, en

tres entrevistas las respuestas fueron parciales.

Las entrevistas se realizaron con base en una guía de preguntas que se elaboró

en el proceso de planeación del trabajo de campo. Las primeras experiencias con

los entrevistados fueron importantes para precisar el lenguaje que se utilizó en las

preguntas, para modificar el orden de los cuestionamientos y contemplar nuevas

interrogantes. En principio, se consideró que los principales informantes serían

personas mayores de 60 años ya que tenían mayores referentes sobre las trans-

formaciones físicas y sociales del pueblo, también habían observado la construc-

ción del conjunto habitacional; sin embargo, al transcurrir el trabajo de campo se

identificó que sus narrativas si bien eran relevantes para rescatar la historia del

pueblo durante la primera mitad del siglo XX, se consideró que no abonaban datos

suficientes para responder la pregunta de investigación, por ello, se decidió incluir

a personas de otras edades. Otra decisión que se planteó durante el trabajo de

campo fue realizar entrevistas en Ciudad Caucel, con el propósito de conocer la

22 Aceves, “La historia oral”, 1998, p. 218. 23 Ibíd., p. 232. 24 Garay, “La entrevista de historias”, 1997, pp. 19-20.

10

manera en que el pueblo es concebido desde ese espacio, pero por cuestiones de

tiempo se realizó una sola entrevista.

Las fotografías son otras de las fuentes que sustentan la interpretación de esta

investigación. El universo de fotografías procede de álbumes familiares y de regis-

tros capturados al transitar por las calles del pueblo durante las mañanas y prime-

ras horas de la tarde. Se capturaron 1,037 fotografías, de las cuales se utilizaron

50 para el análisis que se presenta en los últimos dos capítulos25. La intención era

exhibir, por una parte, el contexto arquitectónico y el espacio público de las zonas

centro, norte, sur, oriente y poniente del pueblo, y por otra, los modos en que los

espacios son utilizados por la sociedad que los produce. Asimismo, exponen los

interiores de los terrenos, los patios, los materiales tradicionales y contemporá-

neos que se utilizan en la construcción de las unidades edificadas y la vegetación.

A partir de las fotografías se plantearon preguntas de investigación y enriquecieron

las notas de campo, estas últimas originadas por medio de la observación directa.

A los 22 entrevistados se les planteó la posibilidad de acceder a sus álbumes fami-

liares pues en estos se podrían encontrar indicios, actuales o pasados, de otros

modos de utilizar el espacio, además de exhibir directa o indirectamente los luga-

res donde se desarrollaban las actividades cotidianas. Las respuestas fueron ne-

gativas; sin embargo, un entrevistado accedió a que se reprodujera un cuadro fo-

tográfico de 20 x 30 cm que tenía en su sala, en la que se observaba en primer

plano a sus hijos durante la niñez y en segundo la casa donde habitaban, con los

materiales y forma tradicionales de la casa maya. Posteriormente, en una plata-

forma de redes sociales se encontraron 11 imágenes del centro de pueblo Caucel

entre las décadas de los años cuarenta y cincuenta, se contactó a la persona que

las publicó y accedió a que se utilizaran en la investigación. Al ser limitados los

documentos históricos de Caucel, estas imágenes se consideraron un verdadero

tesoro para el estudio a pesar que la resolución acotó la posibilidad de observar

sus detalles.

25 A lo largo de las páginas únicamente se muestran 40 fotografías.

11

En la Mapoteca Orozco y Berra se halló una representación cartográfica de pueblo

Caucel en 1922, en la que se observa la distribución y geometría de las manza-

nas. Asimismo, un plano del tranvía que comunicaba al pueblo con la ciudad de

Mérida, que por la escala gráfica se determinó la dimensión de esta sección, tam-

bién complementó las narrativas de las personas entrevistadas pues el tranvía era

parte importante de la vida cotidiana en las primeras décadas del siglo XX. Por

otro lado, en la plataforma de Google Earth se encontraron imágenes satelitales

que demuestran el crecimiento de Ciudad Caucel de 2005 a 2017, por ello, se

puede afirmar que la construcción física del conjunto habitacional inició en 2007. A

partir de la cartografía histórica y actual se entendió la trayectoria territorial del

pueblo, se observó la vegetación que se encontraba en su contexto y el proceso

por el que el conjunto habitacional originó una continuidad física entre Caucel y

Mérida. Asimismo, se apreció el contraste entre estos dos ámbitos en términos de

sus trazas, las cuales no solo denotan dos lógicas diferentes de producir el espa-

cio, también dos maneras diferentes de utilizarlo.

Asimismo, se encontró un registro audiovisual de 5:25 minutos, publicado el 10 de

octubre de 2013 por Fernando Vadillo Atoche. En este, el Gobierno del Estado de

Yucatán (2001-2007) y Comisión Ordenadora del Uso del Suelo del Estado de Yu-

catán presentan el proyecto de Ciudad Caucel, la justificación de ocupar las tierras

de Caucel, la retribución económica a los ejidatarios, las características de las vi-

viendas y del contexto urbano, la distribución de equipamientos, comercios y ser-

vicios, las inversiones en infraestructura, la cantidad de empresas constructoras

que se beneficiaron del proyecto y las primeras obras de edificación. La relevancia

de este registro es que expone la postura del gobierno ante los problemas habita-

cionales de Mérida y las estrategias que adoptó para responder a estos. Exhibe el

discurso mediático y el sentido del proyecto desde la mirada institucional.

La representación gráfica de plantas, alzados y perspectivas arquitectónicas fue-

ron otras fuentes que contribuyeron a entender los espacios que se están estu-

diando. Se encontraron dibujos de la casa maya durante el siglo XVI, uno corres-

12

ponde a la apreciación de Omar Toscano26 a partir de la descripción que Fray Die-

go de Landa realizó en la Relación de las cosas de Yucatán y de la asesoría de

Othón Baños, otro a un dibujo de Julián Alonso que se encuentra en las Relacio-

nes histórico-geográficas de la Gobernación de Yucatán27. Para explicar el proce-

so histórico del cual derivan proyectos como el de Ciudad Caucel, se rescataron

las propuestas arquitectónicas y urbanas de la colonia Balbuena (México) y de la

colonia Miguel Alemán (Mérida), ambas con planteamientos generales que perte-

necen al Movimiento Moderno.

Los Diarios Oficiales de la Federación y del Estado de Yucatán aportaron datos

cuantitativos al estudio, estos se obtuvieron digitalmente en la página oficial de la

Secretaría de Gobernación y del Gobierno del Estado. Para acceder al Programa

Parcial de Desarrollo Urbano de Caucel se visitó el Instituto de Seguridad Jurídica

Patrimonial de Yucatán (INSEJUPY). Asimismo, en el trabajo de campo se consul-

taron libros y artículos de divulgación científica que se encuentran en 3 bibliotecas

de la Universidad Autónoma de Yucatán (Biblioteca Central, donde se prestó parti-

cular atención al acervo yucatanense, Biblioteca de la Facultad de Arquitectura y

Biblioteca del Centro de Investigaciones Regionales-Unidad Ciencias Sociales),

que complementó valiosa literatura localizada en las bibliotecas del Instituto Mora,

de la Biblioteca Central y Facultad de Arquitectura la Universidad Nacional Autó-

noma de México, de El Colegio de México y de la Facultad de Arquitectura y Ur-

banismo de la Universidade de São Paulo. Al entretejer las fuentes tanto primarias

como secundarias se encontraron ideas que se contradecían o se complementa-

ban y la sistematización de estas originó una base de datos donde se identificaron

categorías y subcategorías que constituyen los hilos conductores de la interpreta-

ción que se presenta en las siguientes páginas.

26 Ver Baños, “La invención de la casa”, 2009, pp. 12-13. 27 Ver Garza, Relaciones histórico-geográficas, 1983, t.1, p. 241.

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CAPÍTULO 1

ESPACIO, HÁBITAT Y CASA: FRONTERAS CONCEPTUALES

La intención de este capítulo es construir la inteligibilidad de los conceptos que

sustentan la presente investigación. Para ello, el texto se dividió en cinco aparta-

dos: en el primero se aborda la noción de espacio social, considerando fundamen-

talmente las aportaciones de Henri Lefebvre y de David Harvey; en el segundo se

discuten los conceptos hábitat y periurbanización, retomando las aportaciones que

desde la ecología, la geografía y la arquitectura proponen autores como Enrique

Leff, Guadalupe Salazar, Roberto Fernández, Héctor Ávila, Giuseppe Dematteis y

Alicia Lindón; en el tercero se presenta un debate sobre el concepto de significado

del espacio, que se realiza de la mano de autores como Raymond Ledrut, Chris-

tian Norberg-Schulz, Amos Rapoport, Paul Ricoeur y Jean Baudrillard; el siguiente

apartado es particularmente importante para el estudio pues en este se establece

la diferenciación conceptual entre los términos casa y vivienda a partir de estudio-

sos como Martin Heidegger, Gaston Bachelard, María Ángeles Durán, Alison Blunt

y Robyn Dowling. El capítulo finaliza con una quinta sección que corresponde a la

recapitulación.

1.1 EL ESPACIO COMO MORFOLOGÍA SOCIAL

Obra y producto; términos primarios y antagónicos con los que Henri Lefebvre

desarrolla su propuesta teórica y conceptual de espacio social28. El primero se

asocia con lo auténtico, único e irrepetible, como una flor que se encuentra en las

montañas, el río de las laderas o la pintura y escultura en un museo. El segundo

con la repetición, imitación y reproducción indiscriminada, objetos de la vida coti-

diana como libros, computadoras, automóviles se inscriben en esta lógica. ¿Las

ciudades y la arquitectura son obra o producto? Como un todo, es decir, como

unidad, estas se definen en el espacio por cualidades específicas, así, la Ciudad

28 Ver Lefebvre, La producción del espacio, 2013, pp.125-216.

17

de México es diferente a la de São Paulo y el Multifamiliar Miguel Alemán de Mario

Pani es distinto a la Unité d'Habitation de Le Corbusier. ¿Entonces son obra y con

esto no tiene sentido la noción producción del espacio, se pregunta Lefebvre?

Las partes del todo son la clave que descifran esta interrogante. El producto domi-

na sobre la obra, lo repetitivo formaliza la unidad urbana o arquitectónica, lo fáctico

y artificioso prevalece sobre la espontaneidad y lo natural29. La ciudad se constru-

ye por actos miméticos y por disposiciones normativas que predeterminan formas,

materiales y funciones sociales. Los edificios de las ciudades se inscriben en un

mismo proceso de producción, desde la etapa de planeación hasta la construcción

física en el tejido urbano. Los planos, la maquinaria, los trabajadores, los materia-

les, las formas y las texturas forman parte de una actividad constructiva que se

repite en cualquier punto del hábitat, con resultados que no difieren sustancial-

mente. Asimismo, el Estado alienta la construcción de conjuntos con arquetipos

habitacionales homogéneos, las viviendas carecen de originalidad y autenticidad.

¿Dónde está lo único e irrepetible? La ciudad no es obra, es producto30.

¿La noción de producción también aplica para los espacios rurales? Si observa-

mos sus casas, iglesias, parques, plazas centrales, jardines y calles parecería que

estos se construyen como obras de arte, nos cautivan por sus colores, texturas y

olores, por la abundante vegetación y el trato de las personas que habitan en es-

tos. Por su imagen esencializada corremos el riesgo de etiquetarlos como lugares

que se formalizan por la autenticidad; sin embargo, sus entornos físicos, al igual

que en las ciudades, se originan por prácticas repetitivas y materiales homogé-

neos, por tanto, los espacios rurales también son productos. El problema es que

sus realidades concretas se ocultan detrás de un manto que congela tanto el es-

pacio como el tiempo, por ello, la primera tarea para comprenderlos es trascender

posturas contra-fácticas o idealizadas por medio de planteamientos que deriven de

lo concretamente empírico, tal y como pretende la antropología a través del con-

cepto Nueva ruralidad.

29 Ibíd., pp. 131-132. 30 Ibíd., pp. 130-133.

18

Al observar las realidades que se encuentran bajo esos mantos nos percataremos

que el orden espacial y social de los ámbitos rurales está distanciado de aquel que

imaginamos, incluso, que existen conflictos entre las personas y que estas res-

ponden de múltiples formas a los desafíos actuales que impone la globalización. Al

respecto, Lefebvre considera que el espacio rural no se suprime por el proceso de

globalización, sus características inherentes permanecen y no por una lógica de

desarrollo desigual, sino por la ley del espacio relacionada con la sobreposición de

espacios sociales en un momento específico31. Milton Santos abona a esta discu-

sión, menciona que el pasado ya pasó y solo el presente es real pero la actualidad

del espacio está formada por momentos que fueron y que ahora están cristaliza-

dos como objetos geográficos actuales32. Dolors Comas sustentará que las perso-

nas y culturas se integran a un único sistema económico mundial33, pero, respon-

den de manera heterogénea a los desafíos que implica esa integración, se adap-

tan a ella y re-contextualizan su realidad concreta. Por su parte, Néstor García

Canclini introducirá el concepto de hibridación cultural para explicar la convergen-

cia que existe entre tradición y modernidad en el tiempo presente34.

¿A qué se refiere Lefebvre con el término espacio social, a sus representaciones

materiales, esto es, a su arquitectura y configuración urbana, a sus relaciones so-

ciales o al resultado de tejer ambas? Las estructuras físicas son elementos fun-

damentales del espacio social, pero permanecen bajo esa etiqueta, como elemen-

to, no como fundamento, tampoco lo son las relaciones sociales per se. Estas no

suceden fuera de un escenario físico, necesitan de una superficie con casas, vi-

viendas y espacios públicos para desarrollarse. Al separar categóricamente espa-

cio y prácticas sociales retrocederíamos del avance paradigmático sugerido por el

denominado “giro espacial” en las ciencias sociales, construido a lo largo del siglo

XX con aportaciones, inicialmente, de Georg Simmel, Erving Goffman, Henri Le-

febvre, Bruno Latour y Yi-Fu Tuan35.

31 Ibíd., pp. 142-143. 32 Santos, El presente como espacio, 2002, p. 9. 33 Comas, Antropología económica, 1998, p. 23. 34 García Canclini, Culturas híbridas, 1989, pp. 13, 17-18. 35 González, “Integración de la dimensión”, 2010, p. 164.

19

El espacio social es una relación o morfología social que envuelve las cosas, es

inherente a las relaciones de propiedad y está ligado a fuerzas productivas en con-

textos de poder, cooperación o conflicto36. Entonces, primero acontecen las rela-

ciones sociales y luego se presentan los objetos como obras o productos. Esta

postura recuerda a la correlación planteada por Heidegger entre el habitar y cons-

truir, este último se origina por el primero, no en sentido inverso como indicaría el

sentido común37. Los hombres producen su espacio social en la medida que lo

habitan. Las personas existen habitando, y por ello edifican, construyen casas y

espacios para alojar sus actividades38.

El espacio social deviene de la naturaleza, es decir, del espacio donde las cosas

son propiamente obra pues cada elemento tiene una composición auténtica e irre-

petible. Es el territorio de los nacimientos y la espontaneidad, por tanto, determina

el inicio histórico del espacio social, es su materia prima39. El espacio social se

impone ante la naturaleza, la transforma progresivamente para acumular las obras

y productos de las prácticas sociales. Las periferias de los espacios sociales se

desbordan por la construcción de lo que David Harvey denomina como formas

espaciales40, es decir, las estructuras físicas de los asentamientos o el escenario

tangible del espacio social. Así, la naturaleza y el espacio social forman parte de

una relación dominante-dominado, lo que no significa la anulación de la primera,

más bien, se interpenetra o yuxtapone con la segunda41. Para Harvey, la filosofía

del espacio social debe orientarse al análisis de los procesos sociales y formas

espaciales, dos categorías concomitantes únicamente separables en un plano de

interpretación teórica. Asimismo, plantea las nociones de imaginación sociológica

e imaginación geográfica como base de aproximación a esas dos categorías42. La

vida cotidiana se genera con el espacio, no sobre este, no es un marco que res-

tringe las prácticas o actos sociales.

36 Lefebvre, La producción del espacio, 2013, p. 141, 149 y 169. 37 Heidegger, Construir, habitar, pensar, 1954, p. 1 y 3. 38 Tepedino, “El habitar poético”, 2004, p. 2. 39 Lefebvre, La producción del espacio, 2013, pp. 127, 164, 165 y 177. 40 Harvey, Urbanismo y desigualdad, 1977, p. 3. 41 Lefebvre, La producción del espacio, 2013, pp. 127 y 143. 42 Ibíd., pp. 21-31.

20

Las coordenadas del habitar ubican a los sujetos en un lugar que les permite com-

prender el papel que tiene el espacio en su biografía43, tienen una memoria espa-

cial que se construye por la selectividad de formas espaciales. Las personas dibu-

jan mentalmente aquellas que se encuentran en sus trayectorias cotidianas o don-

de acontecieron situaciones que marcaron sus vidas. Así, la conciencia espacial

de un sujeto se caracteriza por omitir formas espaciales que son parte del espacio

presente ya que es imposible registrar de manera completa y detallada la arquitec-

tura y urbanismo del hábitat. El mundo que se no se visualiza en los trayectos co-

tidianos es el envolvente material e inconsciente de la vida. En los esquemas con-

ceptuales 1 y 2 se presentan las ideas planteadas por Henri Lefebvre y David Har-

vey.

1.2 HÁBITAT Y PERIURBANIZACIÓN: ESPACIO SOCIAL DOMINANTE

La naturaleza es el estado primario del hábitat, sus características son transfor-

madas y adaptadas por la cultura de manera que se genera un ámbito que presen-

ta las condiciones mínimas necesarias para la vida cotidiana. Para Roberto Fer-

nández, el hábitat es una segunda naturaleza o soporte espacial que se origina

por la asociación entre sociedad y naturaleza que estabiliza los intercambios de

materia, energía e información y se define por procesos históricos de organización

social y apropiación territorial44. Enrique Leff entiende el concepto como el lugar

que se produce en un proceso de territorialización cultural, es el espacio al que se

atribuye sentido por medio de prácticas y significados sociales45. Para Guadalupe

Salazar es el lugar en que se construye y define la espacialidad de una sociedad,

donde existen y se constituyen los sujetos sociales, que se apropian del espacio

geográfico y lo habitan con sus significaciones y prácticas, con sus sentidos y sen-

sibilidades, anhelos y sueños46.

43 Ibíd., p. 17. 44 Fernández, “Problemas ambientales”, 1994, p. 228. 45 Leff, Saber ambiental, 2010, p. 280. 46 Salazar, “Hábitat, territorio”, 2012, p. 30.

21

Esquema conceptual 1.

La producción del espacio social según Henri Lefebvre

Fuente: Quintal, César, con base en Henri Lefebvre, La producción del espacio, 2013, pp. 63-270.

22

Esquema conceptual 2. El espacio social según David Harvey

Fuente: Quintal, César, con base en David Harvey, Urbanismo y

desigualdad social, 1977, pp. 1-45.

23

El hábitat es el lugar que produce un grupo de personas y el escenario dominante

que contiene las huellas arquitectónicas desarrolladas en diferentes etapas de su

devenir histórico, modificadas o suprimidas por las relaciones sociales y por los

sentidos de apropiación individual. El hábitat es laboratorio de expresiones forma-

les, es decir, de configuraciones físicas que determinan su apariencia tangible o su

geometría, pero, las casas, las viviendas y los espacios públicos no solo exhiben

su sustancialidad, demuestran modos habitar con sus respectivos sentidos de atri-

bución semántica. Es la habitación humana sobre la superficie terrestre47.

La sociedad que produce el hábitat rural o urbano se caracteriza por una cultura

específica. La cultura se entiende como un esquema o conjunto de significados

transmitidos históricamente por medio de símbolos48 que se asimila y modifica an-

te fenómenos sociales, económicos y políticos que acontecen en un tiempo espe-

cífico. Los símbolos arquitectónicos y urbanos exponen su sello material y sus sig-

nificados. Estos responden a las necesidades de los sujetos que intervienen en su

producción y al contexto geográfico donde se encuentran. Asimismo, la naturaleza

es condicionante de sus configuraciones. Las soluciones espacio-funcionales del

hábitat determinan su cualidad como unidad física diferenciada, el escenario mate-

rial le concede identidad como producto social y constituye una barrera que lo dis-

tingue de otros asentamientos.

Las formas espaciales no se caracterizan por permanecer de manera prístina, se

transforman en el tiempo al responder a intereses individuales o colectivos, actua-

les o futuros. Las estrategias de renovación del espacio público, las ampliaciones

de vialidades, la construcción de áreas de recreación, la edificación de centros

comerciales o incluso la remodelación de una casa son proyectos que transforman

la imagen del hábitat. Por otra parte, permanecen expresiones materiales que for-

man parte de su identidad espacial, como los edificios históricos y monumentos

ceremoniales o conmemorativos. El hábitat es un ámbito que nunca está conclui-

do, sería imposible pensar en una configuración definitiva. Las nuevas interven-

47 Las nociones de “representación geométrica”, “sustancialidad” y “habitación humana” se re-toman de un trabajo de Besse sobre fotografía aérea. Ver Besse, “Geografía aéreas”, 2003, p. 337, 343 y 357.

48 Geertz, La interpretación de las culturas, 2003, p. 88.

24

ciones se sobreponen a soluciones espaciales preexistentes y se asimilan en la

vida cotidiana, lo que existió se conserva en la memoria de las personas, tal como

sucede con las casas tradicionales mayas en la península de Yucatán49.

El hábitat es el espacio donde se inscribe una sociedad, por medio de este se

desarrollan formas de apropiación diferenciadas y contextuales a recursos natura-

les. Los asentamientos rurales y urbanos se caracterizan por la singularidad de

sus soluciones arquitectónicas y espacios públicos, también por sus relaciones

sociales. Cada forma de sociabilidad crea un espacio que le es característico y

necesario50. La sociedad y el espacio tejen una relación concomitante, una com-

plicidad que converge en expresiones simbólicas. La constante reformulación de

las experiencias tangibles e intangibles deriva en asentamientos humanos diferen-

ciados, denominados convencionalmente como urbanos, rurales, metropolitano,

megalopolitanos, etcétera; que proyectan, por un lado, la capacidad creativa de los

individuos, y por otro, las desigualdades sociales y económicas, la degradación del

medio ambiente y la irracionalidad en el uso de los recursos naturales comunes.

El borde o límite del hábitat urbano es donde sucede la periurbanización. En gene-

ral, este concepto se analiza desde la ciudad, no de los ámbitos que se diluyen en

su trama. Para Giuseppe Dematteis51, este fenómeno es la geografía de las varia-

ciones demográficas y se manifiesta por la dilatación de las coronas externas y de

las ramificaciones radiales de la ciudad, el crecimiento depende básicamente de

los servicios y de la industria52. Este concepto no debe confundirse con el de ciu-

dad difusa; si bien, ambos provocan la expansión de la ciudad, la diferencia princi-

pal radica en que esta última no se desarrolla a partir de campos de polarización

49 Philip Ethington considera que “ese “pasado” es un paisaje de un espacio de tiempo especí-

fico. La profundidad de la historia es una metáfora fundamentada, es un desafío y una negación de la temporalidad plana de la modernidad […] La historia, en mi opinión, es el paisaje del presente codificado en narraciones acerca del pasado. Visualizar la historia es visualizar las relaciones es-paciales que insertan la historia en el presente. Me parece que espacio y espacialidad revelan el tiempo histórico en su posible universalidad. La historia no ocurre a través del tiempo; sucede a través, en y conforme al espacio. La historia literalmente tiene lugar. Ethington, En consecuencia con la imagen, 2005, p. 209.

50 Galindo, “Sociología y espacio”, 2010, p. 134. 51 Dematteis, “Suburbanización y periurbanización”, 1998, pp. 21-22. 52 Esta definición aunque válida no aplica totalmente para el caso de la capital yucateca pues

no se trata de una ciudad con la presencia de una notable industria.

25

sino de las estructuras de asentamientos reticulares en forma de mallas más o

menos tupidas53.

La manifestación más clara de la periurbanización, según Héctor Ávila, es la for-

mación de coronas o espacios periféricos concéntricos, donde convergen activida-

des económicas y modos de vida propios de los ámbitos urbanos y rurales. Esta

no se expresa solo como una transformación física del territorio, también tiene im-

plicaciones sociales y culturales ya que se sobreponen valores y objetivos de la

población rural vinculada a actividades agropecuarias con los de la población ur-

bana ligada a las funciones de la ciudad54.

Para Alicia Lindón, la expansión de la ciudad en forma de espacios concéntricos

resulta de dinámicas económicas y poblaciones que mitigan los límites político-

administrativos y naturales de las ciudades, así, incorporan a su trama tierras agrí-

colas y pueblos antiguos. No obstante la importancia que representa las diferen-

cias en la densidad de ocupación del suelo y del contraste en la dotación de servi-

cios e infraestructuras entre los pueblos y la ciudad, el crecimiento se caracteriza

por la organización del territorio a partir de un centro generador de decisiones,

ofertas y demandas urbanas55, estos son los campos de polarización a los que se

refiere Giuseppe Dematteis.

1.3 LOS SIGNIFICADOS DEL ESPACIO SOCIAL

Los objetos y los espacios son contenedores de diferentes significados. Giménez

considera que el territorio es significante denso de significados y un tupido entra-

mado de relaciones simbólicas56. La manera como las personas explican sus ca-

sas o viviendas no se paraliza en la descripción física o localización espacial, tras-

ciende a un conjunto de nociones que formarían parte, aparentemente, de un

mundo paralelo al material, al que podemos aproximarnos a través de lo que

53 Dematteis, “Suburbanización y periurbanización”, 1998, pp. 21-22. 54 Ávila, “Periurbanización y espacio”, 2009, pp. 98 y 103. 55 Lindón, “De la expansión urbana”, 1997, pp. 4-5 56 Giménez, “Territorio, cultura”, 1999, p. 31-32.

26

Ricœur denomina como interpretación57 o por lo que Norberg-Schulz concibe co-

mo profundidad intencional58. Lefebvre afirma que los espacios formados por la

actividad práctico-social, los paisajes, los monumentos y las construcciones tienen

significados59 y Norberg-Schulz considera que las cosas se perciben por medio de

estos60. Son ineludibles a los objetos o espacios sociales, forman parte de una

relación concomitante que deviene en cualidades implícitas. Pero, esa correspon-

dencia posiciona al término significado como un adjetivo, no explica su acepción,

sino la del objeto que se interpreta. Entonces ¿qué es el significado? ¿los objetos

tienen significados per se? Según Henri Lefebvre:

“La rosa que ignora que es una flor, que ignora su belleza (Angelus Silesius), tampoco sa-be que difunde un aroma delicioso. Aunque la flor sea ya presa del fruto, ofrece su esplen-dor perecedero; se ofrece, naturaleza, cálculo y proyecto “inconscientes”, juego de vida y de muerte. El olor violencia y generosidad de la naturaleza, no significa: es y dice lo que es, inmediatez, intensa particularidad de lo que ocupa un lugar y sale de él hacia los aleda-ños. Los hedores y las fragancias naturales expresan. La producción industrial, que a me-nudo huele mal, produce perfumes; los querrían “significantes” y las palabras, los discursos publicitarios, les adjuntan significados: mujer, frescura, naturaleza, “el país de Lubin”, el “glomour”. Pero un perfume produce o no produce un estado erótico, no habla de ello. En-canta un lugar o lo deja tal como era”61.

Las obras de la naturaleza no tienen un significado per se, son simplemente tal y

como sus cualidades las definen inconscientemente ante fenómenos que modifi-

can su composición física o funcional. El carácter denotativo de las obras y los

productos es consecuencia del ejercicio de percepción individual y colectiva, es

decir, sólo cuando son reconocidos en el habitar es que adquieren un significado.

No tiene “sentido hablar de significados a priori e imaginar que la obra de arte co-

munica algo sólo representándose a sí misma”62. A diferencia de las obras de la

naturaleza, los productos (como el perfume) se gestan y utilizan a partir de signifi-

cados que determinan su presencia en el hábitat. En este orden de ideas, es pre-

ciso cuestionar si existen obras de la naturaleza desconocidas por las personas,

57 Ricœur, El conflicto de las interpretaciones, 2003, p. 17. 58 Norberg-Schulz, Intenciones en arquitectura, 1998, p. 23. 59 Lefebvre, La producción del espacio, 2013, p. 183-192. 60 Norberg-Schulz, Intenciones en arquitectura, 1998, pp. 23-26. 61 Lefebvre, La producción del espacio, 2013, p. 243. 62 Norberg-Schulz, Intenciones en arquitectura, 1998, p. 45.

27

por tanto sin significados, en una fase de la historia humana donde la tecnología

visibiliza escenarios inhabitados u objetos que no forman parte de la vida cotidia-

na.

El significado no resulta de un simple acto de visibilizar objetos o espacios, es de-

cir, de hacer presente lo ausente a través de medios audiovisuales, si no de su

percepción, que es mucho más que ver u observar. Por ejemplo, una trabajadora

que labora cotidianamente en una industria define un rango espacial de actuación,

una región del habitar según Heidegger63, para cumplir satisfactoriamente el papel

social que le corresponde64. Para trasladarse de su casa a su centro de trabajo

utiliza un medio de transporte (un automóvil o autobús), durante esa trayectoria

observa una cantidad inconmensurable de objetos, algunos tienen sentido para

ella, mientras que otros no. Las obras y los productos que se ven u observan en

ese rango no tienen necesariamente un significado para la persona. Sólo las expe-

riencias desarrolladas con los objetos conllevan a la construcción de los significa-

dos, esto es, de su percepción65.

Entonces, los individuos originan totalidades segmentadas a partir de objetos y

espacios que tienen sentido en su habitar, constituyen universos particulares que

al sobreponerse con los de otros sujetos formalizan una unidad espacial que no

coincide necesariamente con los límites político-administrativos de un asentamien-

to rural o urbano. Pero, percibir el hábitat de manera fragmentada no exime a los

sujetos de generar una idea de las otras fracciones que lo integran. La Ciudad de

México, como agrupación en un “punto” de obras y productos y de cooperaciones

y conflictos66, tiene significados comunes a cada uno de sus habitantes que se

asociación, por ejemplo, con la calidad ambiental, con el tránsito vehicular o con la

cantidad de población

Asimismo, las personas conciben el hábitat por medio del lenguaje y de relaciones

que fomentan socialmente, así, se enteran que existen mundos paralelos a los

63 Heidegger, “Construir, habitar”, 1954, p. 1. 64 Norberg-Schulz, Intenciones en arquitectura, 1998, p. 28. 65 Ibíd., pp. 20-21. 66 Lefebvre, La producción del espacio, 2013, p. 243.

28

propios. Raymond Ledrut considera que la unidad urbana se concibe a través de

una gama de dimensiones físicas, expresiones y signos concretos que le conce-

den un cuerpo y alma, un presente y futuro, un carácter y actividad; según el autor,

es comprendido por sus casas, vialidades, colores, espíritus e historia67.

La casa es uno de los objetos claramente identificados en el hábitat, por su pre-

sencia preponderante en la región del habitar es un producto que no pasa desa-

percibido. No obstante la heterogeneidad de sus geometrías, las personas la ex-

perimentan de manera similar. Cuando se menciona la palabra casa, automática-

mente se genera un primer nivel de significados: es el espacio privado de la fami-

lia, donde se cimientan valores y éticas de actuación, el refugio ante las inclemen-

cias de la lluvia y de los rayos del sol o el lugar para descansar de las jornadas

laborales. Para Norberg-Schulz existen entornos (y objetos) que se perciben de

manera similar68; el argumento, el proceso de adaptación al que está inmerso una

persona desde los primeros años de su vida para encajar satisfactoriamente en el

hábitat. Para responder al orden social y espacial asume un papel determinado

por código sociales.

Así, la percepción de objetos y espacios no deviene de la libre determinación indi-

vidual, no es de naturaleza espontánea, más bien, es acto condicionado por nor-

mas colectivas y sigilosas. La experimentación del hábitat se limita a un repertorio

de prácticas sociales posibles, en la casa se descansa, en la escuela se estudia,

en los templos se profesa una religión, en las calles se camina y circula por medio

de automóviles o transportes colectivos y en los parques se mitigan las presiones

que se adquieren en los centros de trabajo.

Las obras y productos tienen sentido cuando pertenecen a un sistema de símbolos

y cuando forman parte de la base común de experimentaciones y significados.

Una persona (por ejemplo, un turista) que desconoce los sistemas simbólicos de

un lugar se sentirá desorientada o su concepción de las cosas desentonará con

las inherentes a ese espacio. Cuando el hábitat se concibe como un sistema de

67 Ledrut, “La imagen de la ciudad”, 1972, pp. 40, 42-43. 68 Norberg-Schulz, Intenciones en arquitectura, 1998, p. 26-28.

29

lugares significativos es algo vivo para nosotros69. Para Ricœur, un símbolo es

una “estructura de significados donde un sentido directo, primario y literal designa

por añadidura otro sentido indirecto, secundario y figurado, que sólo puede ser

aprehendido a través del primero”70. Así, los objetos y productos, las cosas para

Norberg-Schulz, adquieren significado dentro de un sistema y estructura de pro-

piedades perceptibles e imperceptibles, no es resultado puramente personal y

subjetivo, es siempre una relación objeto-sujeto71.

Adaptación satisfactoria: noción relativa. La adaptación es una característica in-

eludible que comparten las personas de una cultura, todos los individuos necesitan

de un contexto social y espacial para representar el papel que asumen dentro de

las instituciones sociales. Por ello, es una cualidad universal de las sociedades72.

La “satisfacción” es realmente lo discutible, es susceptible a cuestionamientos si

se considera absoluta o única a todas las agrupaciones humanas, incluso indivi-

dualmente es controvertible, las cosas o situaciones que para una persona son

adecuadas no lo son necesariamente para otra.

El sistema de símbolos conduce a la idea de orden preestablecido colectivamente;

para Norberg-Schulz73 una cultura es, precisamente, un orden común y ser partí-

cipe de esta significa utilizar adecuadamente los símbolos comunes sobre la base

de un conjunto de interacciones significativas; sin embargo, el orden no es categó-

rico, más bien es condicionante, no es determinante del papel y las percepciones

de una persona. El argumento, el mosaico de satisfacciones individuales y colecti-

vas, heterogéneas por naturaleza. Baudrillard reflexiona:

Es cierto que los objetos son portadores de significados sociales, portadores de una jerar-quía cultural y social –y esto es aplicable incluso a sus menores detalles: forma, color, ma-terial, duración, disposición en el espacio, etc.-, es cierto, en suma, que constituyen un có-digo. Pero, precisamente por eso, todo hace pensar que los individuos y los grupos, lejos de seguir sin desviaciones las indicaciones de ese código, lo utilizan con el repertorio dis-

69 Norberg-Schulz, “La significación en arquitectura”, 1972, p. 15. 70 Ricœur, El conflicto de las interpretaciones, 2003, p. 17. 71 Norberg-Schulz, Intenciones en arquitectura, 1998, p. 21. 72 Para Norberg-Schulz, “una sociedad es un sistema ordenado de papeles definido mediante

instituciones”. Norberg-Schulz, Intenciones en arquitectura, 1998, p. 28. 73 Norberg-Schulz, “La significación en arquitectura”, 1972, p. 23; Norberg-Schulz, Intenciones

en arquitectura, 1998, p. 52.

30

tintivo e imperativo de los objetos, como hacen con cualquier otro código, sea moral e insti-tucional, es decir, a su manera: juegan con él, hacen trampas, lo hablan en su dialecto de clase […] Cada individuo, cada grupo busca a través de los objetos su lugar en un orden, y, al mismo tiempo, todos persiguen trastornar ese orden del modo más conveniente para su trayectoria personal74.

La proposición código de Baudrillard deviene de interpretar los mismos fenómenos

que observaron Norberg-Schulz y Ricœur, de los que se originaron nociones como

sistema de símbolos o esquema de significados respectivamente. No obstante, es

importante mencionar que código, símbolo y significado son conceptos que se di-

ferencian por fuertes contenidos interpretativos. Más bien, lo que se intenta seña-

lar es la noción de orden. A estos se suma la acepción de cultura planteada por

Geertz que insiste en la idea de sistema o esquema; la entiende como un esque-

ma de significados transmitidos históricamente y representados en símbolos, un

sistema de concepciones que utilizan los hombres para comunicar, perpetuar y

desarrollar sus conocimientos y actitudes frente a la vida75. El orden condensa las

reglas del tiempo social y espacial del hábitat. Este no se mantiene prístino, más

bien, se redefine cuando el conjunto de individuos afronta situaciones de momen-

tos específicos.

En este punto, es importante realizar una distinción entre transformación como

respuesta adaptativa y transformación como consecuencia impositiva. Las dos

conllevan a cambios en el sistema de significados, sin embargo, la primera es re-

solución del individuo al encarar el orden de su propia cultura o a la de otros, es

una propiedad inherente a todo proceso de habitar; la segunda se refiere a las

permutaciones que se originan por la invasión del espacio social, a través de pro-

ductos que no forman parte de su imagen constitutiva, como la construcción de

conjuntos habitacionales en las inmediaciones de un pueblo. Es un proceso de

74 Baudrillard, La moral de los objetos, 1972, pp. 61 y 62. 75 Geertz, La interpretación de las culturas, 2003, p. 8.

31

conflicto en el que los espacios de representación son modificados por las repre-

sentaciones del espacio76.

La lectura del (des)orden originado por las representaciones del espacio en los

sistemas de significados es una tarea que compete a la cultura. Se asigna la labor

a esta pues su preocupación está centrada en indagar en las expresiones sociales

que son enigmáticas en su superficie, es decir, en los significados77. ¿Cuál es el

vehículo de reflexión que permitiría este cometido? Según Norberg-Schulz, cuan-

do se demanda una actitud más precisa que la percepción cotidiana, cuando se

requiere aprehender las cosas y juzgarlas de una forma más activa, se necesita de

una profundidad intencional78, esto es, en palabras de Ricœur, una interpreta-

ción79, que la comprende como el “trabajo del pensamiento que consiste en desci-

frar el sentido oculto en el sentido aparente, el desplegar niveles de significación

implicados en la significación literal”80. Así, los estudios de la casa o la vivienda no

deben limitarse al reconocimiento o descripción de sus características físicas o

geometrías, es importante interpretar los significados que determinan funciones

específicas, concepciones del habitar y la ideología global que rige la operación de

las personas involucradas en su construcción81.

1.4 CASA Y VIVIENDA: ESPACIOS CON SENTIDOS DIFERENCIADOS

En el lenguaje que se utiliza cotidianamente no se establece una distinción entre

estos los términos casa y vivienda, prácticamente se emplean como sinónimos o

palabras con un mismo significado. Ambas son el espacio donde vive el hombre.

El repertorio de etiquetas se amplía cuando a estos se le suman los de hogar,

76 Para Henri Lefebvre, el espacio de representación es el espacio vivido a través de imáge-

nes y símbolos, el de los habitantes o usuarios; es el espacio dominado, esto es, pasivamente experimentado, que la imaginación desea tomar y modificar. La representación del espacio es el espacio concebido por científicos, planificadores, urbanistas, tecnócratas, fragmentadores e inge-nieros sociales. Lefebvre, La producción del espacio, 2013, pp. 97-98.

77 Geertz, La interpretación de las culturas, 2003, p. 20. 78 Norberg-Schulz, Intenciones en arquitectura, 1998, p. 23. 79 Ricœur, El conflicto de las interpretaciones, 2003, p. 17. 80 Ricœur, El conflicto de las interpretaciones, 2003, p. 17. 81 Eco, La estructura ausente, 1999, p. 256, 262-265.

32

choza o morada. Esta denotación no es útil en el plano teórico y conceptual. Las

cualidades que explican la acepción de la casa y vivienda demuestran sus con-

trastes epistémicos. La vivienda forma parte de la representación espacial de Hen-

ri Lefebvre82, del espacio planeado y gestionado desde el escritorio de arquitectos

y urbanistas. Es derecho fundamental y término que se replica en cada uno de los

acápites de los programas de renovación urbana. Es indicador de problemas, defi-

ciencias y necesidades de los asentamientos rurales y urbanos83 y vocablo coti-

diano de promotores, economistas, juristas y líderes sociales84. La expresión casa

se aparta del mundo de las leyes y reglamentos, no es relevante para juristas o

gestores85. Como consecuencia, se debate, por ejemplo, del derecho a la vivienda

y no del derecho a la casa.

La vivienda se inscribe con mayor potencia en las dinámicas del mercado, en la

compra-venta y en la minimización de inversiones-maximización de ganancias; es,

por tanto, una mercancía demandada por un grupo de personas que responden a

un perfil socioeconómico específico y como tal es un bien rígido con fuertes con-

notaciones individualistas que no se ajusta fácilmente a las necesidades espacia-

les de las personas86. Según Emilio Duhau y Ángela Giglia, la primera relación

entre los habitantes y las viviendas de conjuntos habitacionales es de relativa ex-

trañeza, es objeto de actitudes contradictorias por no cumplir totalmente con las

expectativas y deseos de sus habitantes; sin embargo, en un bien largamente an-

helado, es algo con lo que es preciso conformarse87. Esas viviendas generan una

imagen neutra88 que no corresponden a la imagen figurada en los sueños, difieren

absolutamente de lo que Bachelard concibe como casa onírica89.

82 Lefebvre, La producción del espacio, 2013, p. 97. 83 Remítase, por ejemplo, al déficit o rezago de vivienda y a los indicadores de viviendas sin

agua, energía o drenaje. 84 Durán, La ciudad compartida, 2008, p. 139. 85 Ibíd., p. 140. 86 Ibíd., pp. 149 y 158. 87 Duhau y Giglia, Las reglas del desorden, 2008, p. 310. 88 Una imagen neutra de tipo funcional es aquella en que el simbolismo se reduce al de la

“máquina”, o, si se quiere, al del “utensilio”, imagen que, por otra parte puede ser “humanista”. Ledrut, “La imagen de la ciudad”, 1972, p. 43.

89 Bachelard, La tierra y las ensoñaciones, 2014, p. 116.

33

Vivienda deriva de vivir y casa de casamiento o casada90. Para Martin Heidegger

la casa es obra construida por los actos de permanecer y residir, es refugio que se

cultiva y cuida para el abrigo de una persona91; por tanto, las casas crecen y las

viviendas se erigen. La noción de abrigo es reiterada por Gaston Bachelard, “con-

tra el frio, contra el calor, contra la tempestad, contra la lluvia, la casa es para no-

sotros un abrigo evidente, y cada uno de nosotros tiene mil variantes en sus re-

cuerdos para animar un tema tan simple como éste”92. La casa se construye en la

medida en que habitamos, se origina por un oficio que surgió del habitar, el cual

necesita de sus instrumentos y andamios, por tanto, demuestra el habitar que ha

sido, expone cómo este fue capaz de construir93.

A pesar de las dificultades de segmentación jurídica y material, la vivienda es un

bien que acoge a las generaciones futuras, los niños disfrutan de la vivienda de

sus padres y los adultos independizados cuentan con ella como un posible refugio

coyuntural94. Por su parte, la dimensión y superficie de la casa permiten que esta

pueda dividirse entre los miembros de la familia, el espacio doméstico fundado por

los padres se divide entre las familias que inician los hijos en un proceso que en

ocasiones se aleja de ser apacible pues los conflictos y desacuerdos también se

presentan. La casa oculta un territorio polinuclear retrospectivo, el límite del te-

rreno es marco de futuras demarcaciones, esto explicaría que la colonia o el barrio

sea una unidad compartida entre personas con el mismo parentesco.

La casa es un arquetipo sintético que ha evolucionado95. El cuidar no es conservar

prístinamente, la casa crece y por eso evoluciona al ritmo del habitar, pausada-

mente se transforma de acuerdo a los anhelos y necesidades funcionales de las

personas en diferentes tiempos. Martin Heidegger menciona:

90 Durán, La ciudad compartida, 2008, p. 141. 91 Heidegger, “Construir, habitar”, 1954, pp. 1-3. 92 Bachelard, La tierra y las ensoñaciones, 2014, p. 131. 93 Heidegger, “Construir, habitar”, 1954, pp. 3-4. 94 Durán, La ciudad compartida, 2008, p. 162. 95 Bachelard, La tierra y las ensoñaciones del Reposo. Ensayo sobre las imágenes de la inti-

midad, 2014, p. 122.

34

“Los mortales habitan en la medida en que salvan la tierra […] Salvar la tierra es más que explotarla o incluso estropearla. Salvar la tierra no es adueñarse de la tierra, no es hacerla nuestro súbdito”96.

Asimismo, reflexiona:

Los mortales habitan en la medida en que esperan a los divinos como divinos. En la medi-da en que, esperando, sosteniéndolos lo inesperado, van al encuentro de ellos y esperan las señales de su advenimiento sin desconocer los signos de su ausencia. En la medida en que no se hacen sus dioses ni practican el culto a ídolos. En la medida en que, en la des-gracia, esperan aún la salvación que se le ha quitado”97.

La casa se transforma salvándola con paciencia y sin apuros, esperando a mate-

rializar una utopía, la casa onírica. La casa es memoria tangible y nómada. Prime-

ro, las características arquitectónicas o geometría se determinan en diferentes

momentos, por tanto, su imagen es pasado en el presente, siempre se recuerda la

primera pieza que se utilizaba al mismo tiempo como cocina, comedor y habitación

o el año en que se construyó la recámara del hijo. La casa es huella de las múlti-

ples intervenciones que resultan de su cultivo. Segundo, Gaston Bachelard men-

ciona que entre las cosas del pasado, la casa natal es, probablemente, la que me-

jor se evoca ya que su imagen está fundida y repartida en la personas98. La casa

vive en la memoria, se hace presente la ausencia que ha sido y la ausencia de lo

que nunca fue o lo imaginario.

Cuando los hijos se independizan, casa natal ya no es el principal refugio; sin em-

bargo, el recuerdo que se tiene de esta permea en la constitución del lugar que se

construirá, complementada con los anhelos que devienen de lo que observa coti-

dianamente en la región del habitar o en los medios de comunicación. Las aspira-

ciones se delimitan entre un realismo alimentado por los hechos y un irrealismo

mantenido por la ideología ambiente99. La casa natal es el cimiento de futuras

construcciones “porque responde a inspiraciones inconscientes más profundas

(más íntimas) que la simple preocupación por la protección, que el primer calor

96 Heidegger, Construir, habitar, pensar, 1954, p. 3. 97 Ibíd. 98 Bachelard, La tierra y las ensoñaciones, 2014, p. 115. 99 Baudrillard, “La moral de los objetos”, 1972, p. 63.

35

conservado, que la primera luz protegida100. Entonces, el cultivo de la nueva casa

no es un acto fortuito o casual, libre de determinación, es acto conducido por la

memoria de la casa natal y por la casa onírica que se figura en los sueños, es de-

cir, está guiada por aspiraciones realistas e irrealistas.

Por último, la casa posiciona a las personas en el hábitat, sus coordenadas fijan la

localización de los sujetos en un espacio. En esta se moldea la familia, su intimi-

dad, miedos y deseos más profundos. Como centro que ordena el universo, es un

lugar privilegiado101. Asimismo, es punto de retorno pues es el inicio y fin de la re-

gión del habitar, parten de esta para desarrollar las actividades que demanda su

papel social y a la cual llegan tras finalizar las mismas. Por tanto, la escala de la

casa se dilata a sus lugares de contextualización inmediatos y distantes, trascien-

de los marcos de la propiedad privada para incluir la calle más próxima, el merca-

do del centro, la escuela de la esquina, la iglesia del barrio, la plaza del centro his-

tórico o el comercio en la avenida principal. Entonces, la casa tiene un carácter

multiescalar102, que no debe concebirse como una simple variación de superficies,

la noción es preeminente por el hecho de que los sitios que no son casa contribu-

yen a la propia definición de esta, mediante la percepción de los otros lugares.

1.5 RECAPITULACIÓN

En este capítulo se realizó una jerarquización de conceptos, desde los más gene-

rales a los particulares, que ayudarán a comprender con mayor precisión las ideas

que se expondrán en las siguientes páginas. Las nociones de obra y producto de

Henri Lefebvre nos permitieron entender el concepto de espacio. La naturaleza

tiene un papel importante en su producción pues es su materia prima. Asimismo,

es morfología social, por tanto, espacio y sociedad son concomitantes. El hábitat

se refiere al lugar que producen los sujetos a partir de un proceso de apropiación y

personalización, con objetos que contienen múltiples significados. La periurbani-

100 Bachelard, La tierra y las ensoñaciones, 2014, p. 116. 101 Bachelard, La tierra y las ensoñaciones, 2014, p. 116; Durán, La ciudad compartida, 2008,

p. 140. 102 Blunt y Dowling, Home, 2006, pp. 1-14.

36

zación es un espacio de encuentro entre los ámbitos rural y urbano, un fenómeno

que se origina por la expansión de las ciudades y trastoca la realidad de los pue-

blos que invade. Los significados son los sentidos del espacio, es decir, las formas

como estos son entendidos, explicados y justificados por las personas que los

producen y usan cotidianamente. Finalmente, casa y vivienda explican dos fenó-

menos diferentes, la primera se origina en un proceso en que sus productores se

involucran directamente en su construcción; la cultivan desde su cimentación, por

tanto, imprimen en esta sus gustos, preferencias y su cultura; la segunda forma

parte de políticas públicas y del vocabulario de arquitectos, urbanistas o burócra-

tas y su diseño responde principalmente a criterios del mercado.

37

CAPÍTULO 2

CUANDO SE ENCUENTRAN LOS MUNDOS, EL SENTIDO

DEL HÁBITAT SE TRANSFORMA

En el primer capítulo se refirió la noción de Henri Lefebvre y Milton Santos de que

el espacio actual resulta de la yuxtaposición o sobreposición de otros espacios a

través del tiempo. Por ello, para comprender sus características físicas y sociales

estamos obligados a examinar su historia. El pueblo de Caucel y el conjunto habi-

tacional Ciudad Caucel originan un espacio donde convergen diferentes actores y

soluciones espacio-funcionales. Sus fronteras no se hallan como estructuras mate-

riales o murallas que las recluyen, más bien, el diseño de las casas, de las vivien-

das y de sus contextos visibilizan el carácter disímil del ámbito periurbano. No obs-

tante las diferencias físicas, la vida cotidiana trasciende los límites que impone el

diseño pues las personas del pueblo recurren a los centros comerciales que se

encuentran en el conjunto habitacional y los que habitan en este último asisten a la

iglesia o plaza principal de Caucel, las utilizan como centros de culto o recreación.

La intención de este capítulo es interpretar el sentido del espacio periurbano tejido

por estos dos ámbitos en el tiempo, esto es, responder a cómo se entiende el con-

texto donde tradición y modernidad forman parte del hábitat, para que posterior-

mente puedan identificase continuidades y rupturas, imposiciones y trasformacio-

nes de las casas de pueblo Caucel, tanto en su carácter espacial como social. Las

reflexiones centran su atención en la época colonial y en el periodo posterior a

1910. Estamos conscientes del enorme salto de temporalidades; sin embargo, es-

tas deben juzgarse como puntos de partidas, unos de tantos, desde los cuales

pueden abordarse los espacios de interés. No se pretende generar una historio-

grafía rigurosa pues estaríamos desbordando los objetivos de esta investigación.

2.1 EL HÁBITAT DE PUEBLO CAUCEL

En primer lugar, nos transportaremos al Yucatán del siglo XVI pues en esta época

encontramos indicios de las características físicas y funcionales de las casas ma-

38

yas y de los significados que las sociedades indígena y española atribuían a estas.

La falta de documentos históricos que certifiquen la historia social y espacial de

pueblo Caucel fue uno de los principales problemas al que nos enfrentamos en

este trabajo. A partir de la información que encontramos a nivel regional en esta

primera temporalidad podemos figurarnos lo que sucedía en un espacio tan parti-

cular como Caucel. En un afán por rescatar la historia del pueblo desde los tiem-

pos más remotos y posibles, se expone posteriormente las narrativas de personas

entrevistadas, las cuales nos describen los espacios y la vida cotidiana del pueblo

durante la primera mitad del siglo XX, complementadas con datos puntuales halla-

dos en la literatura.

2.1.1 LA CASA EN YUCATÁN, UN PUNTO DE PARTIDA

Tras una larga etapa de confrontación con los mayas, Francisco de Montejo dele-

gó sus funciones a su hijo El Mozo, quien el 6 de enero de 1542 fundó Mérida so-

bre la ciudad prehispánica T-Hó, perteneciente al cuchkabal o cacicazgo de Cha-

kán103.Eligio Ancona hace referencia al auto de fundación que encontró en la obra

de Diego López de Cogolludo:

“[…] Que en virtud de los poderes que tenía de su padre, había venido á la provincia de Yucatan con el ánimo de cristianizarla y sujetarla al dominio del rey de Castilla: que uno de los medios mas eficaces para conseguir este doble objeto, era el de fundar villas y ciuda-des que hiciesen comprender á los mayas la determinación que los españoles habian to-mado de arraigarse en el país [...] y que finalmente, siendo necesario fundar una colonia en el corazón del país, que sirviera para mantener la sujecion de las unas [se refiere a los pueblos dominados] y conseguir la de las otra [de los asentamientos que faltaban por do-minar]; él, Francisco de Montejo, en su calidad de teniente de gobernador, justicia mayor, repartidor y capitán general, fundaba en el asiento de T-Hó una poblacion española con el nombre de ciudad de Mérida”104.

103 En las Relaciones de las cosas de Yucatán de Fray Diego de Landa se menciona que la

península de Yucatán estaba dividida durante el siglo XVI en los cacicazgos de Zipatán, Cen-Pech, Ah-Kin-Chel, Cupules, Chauac-Há, Acanul, Chakán, Hocabail-Humún, Zotuta, Tazes, Ekab, Aca-nul, Xiues, Kin-Pech, entre otros. Landa, Relación de las cosas, 1959, p. 67-71.

104 Ancona, Historia de Yucatán, 1 t., 5 vols., 1978, p. 334.

39

La visita del oidor Tomás López Medel a Yucatán en 1552 fue el primer paso para

una política que impulsaría la demarcación de pueblos indígenas105. Pero, las vi-

llas y ciudades que se anhelaban y exclamaban en el auto de fundación no se

construyeron en espacios yermos, se edificaron en lugares con experiencias arqui-

tectónicas y urbanas previas que fueron de gran utilidad en el proceso de territoria-

lización española. Alain Musset menciona que el control de los inmensos espacios

requirió un orden que transformó las estructuras sociales, económicas, políticas y

culturales de las civilizaciones precolombinas; sin embargo, ese orden se fundó

sobre ideales, prejuicios y prácticas que se adaptaron a las características geográ-

ficas e históricas de los territorios conquistados106. Así, por su sistema constructivo

y materiales que se obtenían con relativa facilidad, la casa maya fue indispensable

en la instalación de nuevos pueblos en Yucatán.

Los pueblos españoles se impusieron al hábitat maya, que tenía un orden funda-

mentado en el cuchkabal como unidad territorial que permitía el control social y

político107. No obstante la falta de evidencias concluyentes en cuanto a la relación

de los mayas y la tierra y de cómo eran sus casas, estudios como el de Othón Ba-

ños indican que no conocían la propiedad privada, sus casas eran de diferentes

tamaños, volúmenes y colores, ordenadas de manera tal que originaban caseríos

dispersos en el monte, tampoco permanecían en el mismo lugar por tiempos pro-

longados puesto que la lógica del poder y organización se basaba en la agricultura

itinerante108. La noción de dispersión debe posicionarse en el punto cronológico

adecuado, esa organización es mucho más temprana a la conquista ya que a la

llegada de los españoles los mayas vivían en rancherías, pueblos o áreas urba-

nas, sacrificaron las ventajas de habitar de manera dispersa en unidades agrícolas

individuales para reunirse en centros donde se necesitaba su fuerza de trabajo en

la producción intensiva de alimentos109.

105 Bracamonte y Sosa, Los mayas y la tierras, 2003, p. 8. 106 Musset, Ciudades nómadas, 2011, p. 35. 107 Baños, “La invención de la casa”, 2009, p. 17. 108 Ibíd. 109 Farriss, La sociedad maya, 1992, p. 213.

40

¿Cuáles eran las características arquitectónicas del espacio donde moraban los

mayas en los pueblos o ciudades fundados por los españoles? Para esbozar las

primeras huellas de las casas se recurre al libro Relaciones de las cosas de Yuca-

tán del evangelizador y obispo Fray Diego de Landa. No obstante la falta de espa-

cios privados o especializados como en las casas españolas, la descripción de

Landa nos aproxima a la imagen de una casa con dos piezas, una con decoracio-

nes que se utilizaba para recibir a los huéspedes, como la función actual de la sala

y otra donde se encontraban las camas, ambas divididas por una pared con vanos

de acceso. La forma de elaborar o fabricar la casa se detalla en el capítulo XX de

su libro:

“Que la manera (que los indios tenían de) hacer sus casas era cubrirlas de paja, que tie-nen muy buena y mucha, o con hojas de palma, que es propia para esto; y que tenían muy grandes corrientes para que no se lluevan, y que después echan una pared de por medio y a lo largo, que divide toda la casa y en esta pared dejan algunas puertas para la mitad que llaman las espaldas de la casa, donde tienen sus camas y la otra mitad blanquean de muy gentil encalado y los señores las tienen pintadas de muchas galanterías; y esta mitad es el recibimiento y aposento de los huéspedes y no tiene puerta sino toda es abierta conforme al largo de la casa y baja mucho la corriente delantera por temor de los soles y aguas, y di-cen que también para enseñorarse de los enemigos de la parte de dentro en tiempo de ne-cesidad. El pueblo menudo hacía a su costa las casas de los señores; y que con no tener puertas tenían por grave delito hacer mal a casas ajenas”110. (Ilustraciones 1, 2 y 3)

Esta descripción se confirma y amplía en las Relaciones histórico-geográficas de

la Gobernación de Yucatán111, un conjunto de memorias que por orden real en

1580 e instrucciones de Guillén de las Casas, Gobernador y Capitán General de

Yucatán, realizaron los Cabildos y vecinos encomenderos para la descripción de

las Indias. En las Relaciones de la Provincia de Mérida112, las casas se describen

110 Landa, Relación de las cosas, 1959, p. 34. 111 Las Relaciones histórico-geográficas de la Gobernación de Yucatán es un texto editado por

la UNAM en 1983 y coordinado por Mercedes de la Garza, donde se compilan las Relaciones de las Provincias de Mérida, Valladolid y Tabasco.

112 Las Relaciones que se describen de la Provincia de Mérida son: Ciudad de Mérida; Can-sahcab; Mama y Kantemo; Sinanché y Egum; Hocobá; Sotuta y Tibolón; Tabí y Chunhuhub; Citil-cum y Cabiche; Kizil y Sitilpech; Tekantó y Tepakán; Titzal y Tixtual; Dzán, Panabchén y Muna; Motul; Tekit; Izamal y Santa María; Tiab y Tiek; Cacalchén, Yaxa y Sihunchén; Oxkutzcab; Samahil

41

Ilustraciones 1, 2 y 3. Perspectiva, alzado y planta de arquitectónica de la casa maya

Fuente: Toscano, Omar, a partir de las descripciones de

Fray Diego de Landa, en Othón Baños, “La invención de la casa maya de Yucatán”, 2009, pp. 12-13.

y Calotmul; Mixuppipp; Tahdziú; Chubulná, Hunucmá, Tixkokob; Nolo; Mocochá y Buctzotz; Dzid-zantún; Dzuldzal y Chalamte y Tekal.

42

como espacios que se integraban de dos partes en su mayoría. La primera era

una estructura de madera y horcones gruesos, inhiestos y clavados en la tierra

que asumía la función de soporte de la cubierta superior. En ocasiones se cerca-

ban únicamente con varas, en otras se cubría con una especie de barro que se

mezclaba con yerbas picadas113. La composición que adquiría esta pieza origina-

ba unidades habitacionales diferenciadas en los pueblos. La segunda era una es-

tructura que adquiría forma de dos aguas o de teja, entretejida con varillas y atada

con bejucos que se obtenían del monte, finalmente se cubría con guano u hojas

de palma o paja. Las casa eran bajas y la forma no era absidal como actualmente

se observa en muchos de los pueblos de Yucatán, por las Relaciones de Titzal y

Tixtual encomendada a Alonso Julián se puede afirmar que su disposición era li-

neal (Ilustración 4), orientadas al este, norte y mediodía, al oeste únicamente mi-

raban los templos u oratorios.

Ilustración 4. Alzado de casa indígena maya en 1581

Fuente: Alonso, Julián, en Mercedes de la Garza, Relaciones

histórico-geográficas de la Gobernación de Yucatán, 1983, p. 241.

113 En la Relación de Titzal y Tixtual se menciona “y las que quieren echan los horcones con-forma a la casa y embárranla toda alrededor, y para que se tenga el barro en las varas revuelven mucha yerba que pican con ello”. Garza, Relaciones histórico-geográficas, 1983, t. 1, p. 242.

43

A partir de las Relaciones de la Provincia de Mérida se concluye que:

[1] La casa maya se describe desde el punto de vista de los dominados y los do-

minadores. Los primeros la asumen como espacio experimentado funcional y

materialmente, por ello, su resistencia a no adoptar el esquema constructivo

que impusieron los españoles a base de cal y canto. Los segundos tienden a su

desvalorización puesto que la observan desde sus arquetipos habitacionales.

[2] Los materiales son respuesta adaptativa a las condiciones climáticas de la re-

gión y su uso se percibe como detonante del estado de ánimo de sus integran-

tes o de su salud. Por su parte, Alejandra García, Amarella Eastmond y Aurelio

Sánchez consideran que los materiales tiene una relación con la cosmogonía

maya y que estos se utilizaban por considerarse como lo más bello y refinado,

era su ideal de estética114.

[3] La casa se entiende como un ser vivo, un integrante de la comunidad que

cumple una función en tiempo específico. En un ciclo de 5 o 6 años, nace y su-

cumbe con la misma lógica, renace pero no se extingue. Esta misma conclusión

exponen García, Eastmond y Sánchez: la casa tiene alma, es más sujeto que

objeto, por ello, se elaboraban rituales para despedirse cuando se abandona-

ban115.

[4] La casa es producto colectivo, en su construcción participan los integrantes del

pueblo en una relación de ayuda-recompensa. En la Relación de Mixuppipp se

menciona “y es costumbre que unos a otros se ayuden a hacer sus casas, y en

pago de su trabajo les dan de comer y beber a su modo hasta que la casa se

acaba”116.

Los pueblos novohispanos de Yucatán fueron espacios donde se encontraron dos

modelos habitacionales. La casa maya, con una tradición de aproximadamente

tres siglos en la región117, converge con un arquetipo importado y adaptado a las

114 García, Eastmond y Sánchez, “El encanto de la maya”, 2014, p. 34. 115 Ibíd., p. 22. 116 Garza, Relaciones histórico-geográfica, 1983, t. 1, p. 381. 117 García, Eastmond y Sánchez, “El encanto de la maya”, 2014, p. 22.

44

características climáticas de la península y que no se habían percibido en el hábi-

tat hasta el siglo XVI, producidas con cal, canto y mampostería, de bajas dimen-

siones y cubiertas de azotea o terrado118. Esta concurrencia, originada de manera

coercitiva, no sólo fomentó la constitución de espacios con imágenes físicas sin

precedentes, también modificó el abanico de sistemas constructivos y materiales

posibles en la fabricación de casas. Así, los mayas adoptaron paulatinamente el

paradigma español por albedrío, o bien, por imposición. En la Relación de Sotuta y

Tibolón se menciona que los caciques ya tenían sus casas como la de los españo-

les, de cal y canto. En Motul se presentaba la misma situación, pero, en la Rela-

ción se indica “las tienen más por autoridad que porque se hallen bien en ellas”119.

En el nuevo orden territorial, la sustitución de la casa de paja y bajareque fue, en

ocasiones, ineludible entre la población maya. La renovación no se generalizó en

todo el territorio conquistado pues se reconocieron sus bondades ante las tempe-

raturas eminentes y los significados que cimentaban su lógica. Las evidencias de

esa continuidad aún se observan en el siglo XXI, en los pueblos de Yucatán se

encuentran casas con características similares a las que se describen en las Rela-

ciones de las cosas de Yucatán y en Relaciones histórico-geográficas de la Go-

bernación de Yucatán.

Por otra parte, la forma o geometría de la casa es asunto que permanece en deba-

te. Para Alejandra García, Amarella Eastmond y Aurelio Sánchez las huellas ar-

queológicas encontradas en Belice revelan una estructura residencial de planta

absidal de ocho por cuatro metros120. Pero, en el estudio de Othón Baños, que

antecede a la de estos tres autores, se plantea una hipótesis que abona nociones

al tema. La cultura material es hilo conductor de reflexiones, deducciones y obser-

vaciones, en particular, el objeto hamaca. Para Othón Baños su relevancia tras-

ciende las percepciones que la relacionan únicamente como elemento imprescin-

dible de la vida cotidiana, en cambio, la hamaca tiene un papel revolucionario; por

su inserción en el espacio doméstico a partir del siglo XVIII, la casa rectangular o

118 Garza, Relaciones histórico-geográficas, 1983, t. 1, p. 82. 119 Ibíd., p. 274. 120 García, Eastmond y Sánchez, “El encanto de la maya”, 2014, p. 23.

45

lineal con dormitorio y estancia que describe Fray Diego de Landa y se representa

en las Relaciones de Titzal y Tixtual, se transformó a una de forma absidal, más

sólida, confortable y de una sola pieza multifuncional121. Las hamacas se realiza-

ban con henequén, planta cultivada antes de la conquista de los españoles, de

menor relevancia que el maíz o frijol pero valiosa para la fabricación de utensilios

cotidianos como hilos, jarcias o costales, es decir, los mayas sabían tejer y por ello

probablemente el urdido fue una técnica que no implicó mayor dificultad122.

Las barbacoas, una clase de camastro, se sustituyeron por hamacas de henequén

en el siglo XVIII, en un proceso dilatado de asimilación y adaptación social y espa-

cial. Por una parte, miles de personas trastocaron su forma habitual de dormir. Por

otra, la casa se rediseñó de manera que “los horcones fueron reforzados y su an-

chura se adaptó conforme a las medidas de una hamaca extendida”123. La forma

absidal es, para el autor, respuesta práctica a la necesidad de aprovechar al má-

ximo el espacio interior de la casa, con bordes curveados es posible colgar mayor

cantidad de hamacas. Asimismo, señala que esta se adoptó como valor de uso, no

como valor de cambio puesto que no formaba parte del repertorio de productos

intercambiables, más bien, se fabricaba y utilizaba por la familia. La hipótesis de

Othón Baños no está exenta de críticas, pero es indudable que Fray Diego de

Landa describe la segunda pieza de la casa como un espacio donde se encontra-

ban las camas de las personas y en ningún momento menciona la forma absidal.

Así, la casa maya, lineal o absidal, de paja y bajareque, viva y bioclimática fue ar-

quitectura en movimiento que contribuyó a la territorialización de los españoles. El

espacio doméstico maya no se entendió por sus significados originales, se desva-

lorizó la lógica con que los mayas explicaban su legitimidad en pueblos o ciudades

prehispánicas, pero, paradójicamente se comprendió como medio que facilitaba

las intenciones de fundar pueblos y villas exclamadas en el auto de fundación de

Mérida ya que su sistema constructivo y materiales que se obtenían de la natura-

121 Baños, “La invención de la casa”, 2009, pp. 4-6. 122 Ibíd., pp. 9 y 20. 123 Ibíd., p. 24.

46

leza permitían su replicación en los nuevos asentamientos, así solucionaban el

déficit habitacional.

2.1.2 UN PUEBLO QUE PERMANECE EN LA MEMORIA:

CASA Y CONTEXTO ESPACIAL

El pueblo de Caucel no es uno de los asentamientos que se originó por las inten-

ciones expansionistas de los españoles; sin embargo, el hábitat que lo caracteri-

zaba sí se adaptó al nuevo orden. Se desconoce la fecha exacta de su fundación,

pero, es posible afirmar que su origen antecede a la conquista, así lo demuestran

las estructuras prehispánicas todavía observadas al norte de la iglesia. Ana Padilla

reconoce su relevancia histórica; afirma que fue sede del principal del cuchkabal o

cacicazgo de Chakán, al que también pertenecía la ciudad T-Hó124. En 1581, el

pueblo tenía vínculos con otros asentamientos indígenas pues sus salinas eran

fuente de abastecimiento de Titzal y Tixtual y en 1657 cedió parte de sus tierras a

Santa Catarina, un barrio de indios que se encontraba en Mérida, con la finalidad

que tanto generaciones de ese año como las del porvenir las utilizaran para culti-

var maíz125.

En noviembre de 1922, la Comisión Geográfica de la República publicó un mapa

del pueblo. En esta se trazaron 33 manzanas, la mayoría con formas cuadrangula-

res y organizadas a partir de un núcleo central: la Iglesia, dedicada en principio a

San Miguel, San Diego y la Virgen María y después a la Virgen de Belem. Asimis-

mo, se indicaron siete sendas que comunicaban al poblado con otros asentamien-

tos; a Cheumán se accedía por el norte; a Chalmuch y a la Hacienda Susulá por el

sur; a Mérida por el oriente; a Hunucmá por el poniente y a la Hacienda Hobonyá

por el norte y oriente. La selva baja caducifolia, vegetación característica de la re-

gión, ocupaba el contexto inmediato, pero, se interrumpía al poniente por una bre-

cha de aproximadamente 6 m de longitud que comunicaba con el cementerio y por

124 Padilla, Excavaciones arqueológicas, 2012, p. 15. 125 Bracamonte y Sosa, Los mayas y la tierra, 2003, pp. 53-54.

47

caminos periféricos que dibujaban los primeros bordes de futuras manzanas (Ma-

pa 4).

Mapa 4. Pueblo de Caucel, Municipio y Departamento de Mérida, 1922.

Fuente: Comisión Geográfica de la República, en Mapoteca Orozco y Berra.

Pueblo Caucel, Mérida, Yucatán, 7 de noviembre de 1922.

El mapa expone el sistema de tranvía que se utilizaba como medio de transporte a

Mérida, Hunucmá y a la Hacienda Hobonyá. El recorrido a la capital yucateca ini-

48

ciaba a las 4 de la tarde126, a través de una pequeña brecha de aproximadamente

24 kilómetros de longitud, durante este se observaba el monte y caminos que co-

municaban a lugares como Santa Loreto y San Antonio. A Mérida se accedía por

la Paloma y la zona que actualmente ocupa el Hospital O´Horán, en ese momento

todavía en construcción. El trayecto continuaba hasta la calle 80 y finalmente se

incorporaba a la calle 61, de manera tal que se extendía a la Plaza de Armas, hoy

Plaza Grande. En Caucel, la estación del tranvía se encontraba en el sitio que ac-

tualmente ocupa el parque principal, por el servicio se cobraba un centavo y se

transportaban cerca de 30 personas por día127.

En ocasiones, las personas no podían pagar por el servicio. El señor José Lino

Noh Noh recuerda a personas entre los 70 y 80 años, principalmente hombres,

que caminaban a Mérida cargando sobre la espalda un rollo de leña y por encima

de este dos o tres horquetas, utilizadas para sostener las sogas donde se colgaba

la ropa lavada. Otros llevaban los productos de su milpa: tomates, calabazas, pa-

payas, pepinos, sandías, chile dulce, o bien, animales como gallinas o pavos128.

La señora María Valeria Sonda May, es una de las personas que viajó a Mérida

para vender los cultivos de su esposo en el mercado de Santiago o en la zona

donde actualmente se encuentra San Benito129. Cuando los productos transporta-

dos rendían un fruto económico, las personas regresaban al pueblo con costales

de maíz y mercancías como azúcar, café, masa o ron que se obtenía de la tienda

“El Gallo”130.

En 1917 la Reforma Agraria se elevó a rango constitucional y el Estado restituyó

las tierras a los campesinos que atribuyó anteriormente a hacendados y patrones.

El presidente de la república asignaría el título de ejidatario a jefes de familias o

126 Entrevista a Julián Chacón, realizada por César Quintal, Caucel, Mérida, Yucatán, 9 de no-

viembre de 2017. 127 Entrevista a María Canché Canché y Ana Espinosa Canché, realizada por César Quintal,

Caucel, Mérida, Yucatán, 6 de noviembre de 2017. 128 José Lino Noh Noh, entrevista citada. 129 Entrevista a María Valeria Sonda May, realizada por César Quintal, Caucel, Mérida, Yuca-

tán, 6 de noviembre de 2017. San Benito es actualmente uno de los principales mercados de la capital yucateca.

130 María Canché Canché, Ana Espinosa Canché, entrevista citada y entrevista a José Gui-llermo Noh, realizada por César Quintal, Caucel, 7 de noviembre de 2017.

49

jóvenes varones sin capital ni oficio, tenían derecho a una parcela o unidad de do-

tación, pero, estos no eran propietarios de las tierras sino usufructuarios o conce-

sionarios; pertenecían al gobierno, por ello, no podían ser vendidas, transferidas,

hipotecadas o prescritas pero sí heredadas131. En 1925 se publicó en el Diario Ofi-

cial de la Federación la resolución presidencial de constituir el ejido de Caucel en

una superficie de 4,116 hectáreas, en beneficio de 294 hombres132.

En Caucel, el henequén se cultivaba en una superficie de aproximadamente 2,000

hectáreas. José Lino Noh Noh recordaba que las plantas iniciaban tan pequeñas

como un granito de maíz y crecían por las lluvias. El cultivo se realizaba por medio

de surcos separados a una distancia de 2 metros y entre cada planta había un

espacio de 1 metro, cuando las hojas se cruzaban era tiempo de cortarlas, activi-

dad que únicamente las personas con mayor experiencia podían realizar, en caso

contrario, se dedicaban a armar “paquetes” de 20 o 25 hojas, exportadas poste-

riormente a países como Suiza133. “El trabajo del henequén no era tan duro, no era

difícil”134; sin embargo, José Lino recuerda que las jornadas iniciaban a las 4 de la

mañana, salía de la casa de sus padres sin desayunar y con una coa135 y mache-

te. En tanto el henequén crecía, su papá le enseñaba cómo y dónde deshierbar o

chapear136, a las 8 o 9 de la mañana el trabajo se suspendía por un momento para

beber pozole con sal y chile. Al terminar las labores, retornaba a su casa y su ma-

dre lo recibía con la comida del día, por lo general, frijoles o huevos y bebía café

que se realizaba al quemar las tortillas137. Paralelamente a las actividades de los

hombres, las mujeres, como María Valeria Sonda May, se ocupaban de la casa,

131 Warman, El campo mexicano, 2001, pp. 55 y 60. 132 SEGOB, Diario Oficial de la Federación, núm. 20, 25 de marzo de 2009. 133 Julián Chacón, entrevista citada. 134 José Lino Noh Noh, entrevista citada. 135 Coa. “S. f. Instrumento de labranza distinto del conocido con el mismo nombre en otros lu-

gares del país. Se compone de una hoja de hierro, corta y ancha, afilada por ambos lados, encor-vada de modo que presenta cierta semejanza con un signo de interrogación, cuya parte inferior encaja de un mango largo de madera. El trabajador opera en cuclillas, por lo que este trabajo es muy cansado”. Güémez, Diccionario del español yucateco, 2011, p. 97.

136 Chapear. “V. tr. (Cub) Limpiar la maleza con el machete. Ésta es la acepción que se le da en Yucatán. Tiene una técnica especial: se practica con la coa y el trabajador que chapea se ayuda con una rama de arbusto que tiene en su extremidad una horqueta: “Los trabajadores chapean el plantel del henequén”. (jag.)” Güémez, Diccionario del español yucateco, 2011, p. 115.

137 José Lino Noh Noh, entrevistada citada.

50

de los hijos más pequeños y de hacer pozole, el nixtamal, de moler el maíz y de

tortear138.

Las casas se localizaban por lo general en los chaflanes de las manzanas, otras

se ubicaban en el centro del terreno. Los predios se dividían por albarradas, esto

es, piedras sin mortero que se sobreponían de manera que originaban bardas de

aproximadamente 1.5 m. La casa maya, según Lucía Tello, se ubicaba en un es-

pacio de proporción rectangular de 10 a 50 metros de frente por 25 a 80 metros de

fondo139. Las paredes originaban una forma elíptica que se interrumpía por dos

puertas de madera, una del acceso principal y otra que comunicaba con el patio,

carecía de ventanas o de cualquier otro vano. La estructura, realizada con bejucos

y horcones, se cubría con una mezcla de tierra y paja, ocasionalmente revestida

con un embarrado de textura lisa que se pintaba con cal blanca.

El techo tenía un perfil cónico a doble altura que se interrumpía por un caballete

horizontal, se realizaba con madera y se cubría con huano o zacate que se obte-

nía, en ocasiones, del sitio donde se cultivaba el henequén o de los caminos que

comunicaban al monte140. El piso era de tierra apisonada y el espacio interior no

estaba subdividido por muros interiores, “no había cuartos”141. Entre las paredes

elípticas se colocaba el fuste de un árbol o dos ganchos de madera con canto re-

dondeado para colgar hamacas. En este espacio, las mujeres desde muy tempra-

na edad bordaban, confeccionaban huipiles y urdían hamacas; asimismo, se utili-

zaba para dormir, descansar o para el aseo personal en uno de los rincones de la

casa, pero nunca para cocinar (Fotografía 1).

La cocina se encontraba separada del núcleo principal y entre estas se construía

un corredor de madera que se “utilizaba para pasar la sombra”142. Su forma rec-

tangular se originaba por cuatro horcones colocados en cada esquina y carecía,

por lo general, de muros. El techo se realizaba con huano o zacate. Las familias

pasaban gran parte del día en este espacio semi-abierto, principalmente las muje-

138 María Valeria Sonda May, entrevista citada. 139 Tello, “La vivienda en Yucatán”, 1992, p. 8. 140 María Valeria Sonda May y José Guillermo Noh, entrevistas citadas. 141 María Magdalena Canché y Ana Espinosa Canché, entrevista citada. 142 María Valeria Sonda May, entrevista citada.

51

res que se dedicaban a cocinar y tortear, los hombres llegaban a la casa al medio

día para comer y después retornaban al ejido para continuar con sus labores. En-

tretanto su papá y hermanos consumían sus alimentos, María Valeria Sonda May

se entretenía torteando para que estas se consumieran “bien calientitas”143. José

Guillermo Noh recordaba, “no hay mesa mayormente”, las personas comían en

bancos redondos donde colocaban sus alimentos y en banquillos que él realiza-

ba144. Asimismo, en la cocina se almacenaba la leña que se recolectaba del mon-

te.

Fotografía 1. Casa maya en pueblo Caucel, 1960.

Fuente: Noh, José Guillermo. Pueblo Caucel, Mérida, Yucatán, ca. 1960.

143 Ibíd. 144 José Guillermo Noh, entrevista citada.

52

Las personas de Caucel cultivaban en los patios aguacate, mango, ramón, caimi-

to, huaya, saramuyo, china, naranja, plátano, limón dulce, zapote, cocos, jícaras,

ciricote, capulín, nance, roble, tamarindo, chaya, papaya, calabazas, sandías, to-

mates, chile habanero y flores. “Se regaba con una jicarita cada mata”145 o con

cántaros. Los pozos fueron la fuente fundamental de agua para consumo humano,

su importancia era tal que se elaboraban paralelamente a la construcción de la

casa. Estos tenían una profundidad de 8 o 9 metros y se delimitaban con un pretil

de piedras de aproximadamente 1.5 metros de altura. La señora María Eugenia

Canul Euán, decía que con un pico y una barreta de metal removió con su esposo

piedras del patio para elaborar el pozo de su casa. Además de las actividades de

cultivo, se criaban animales como gallinas, pavos, borregos, carneros, patos, cer-

dos y ganados, algunos se encontraban en corrales de maderas, otros pastando

libremente. En ocasiones, los animales salían del patio y se encaminaban a otro,

“de antes salían mis gallinas, no vienen, no veo mi pavo […] se iba con la veci-

na”146. Los productos que se obtenían del patio se consumían en días especiales,

se vendían en el pueblo o se intercambiaban por maíz (Ilustración 5).

Las casas de Caucel no solo eran los hogares de las familias nucleares; en oca-

siones, estas acogían eventual o de manera permanente a abuelos, nietos, tíos,

primos o sobrinos. En el núcleo principal dormían hasta 15 personas, las hamacas

se entrecruzaban o en una misma yacían tres personas. Asimismo, en los patios

se encontraban otras unidades de paja, donde los hijos iniciaban la consolidación

de sus propias familias, es decir, el terreno se subdividía, esto no siempre en un

contexto exento de conflictos pues los problemas por el derecho a la propiedad

estaban presentes en algunas familias147. La segmentación no se realizaba por

medio de albarradas, sino de manera simbólica, los hijos reconocían los límites del

terreno que su padre les había asignado: “el borde del pozo”, “desde el ramón”, “a

partir del árbol”. Por otra parte, si el padre o suegro no tenía tierras para heredar,

hablaba con el comisario o en la asamblea ejidal para que le cedieran un terreno,

aceptaban si lo reconocían como habitante del pueblo; de esta forma crecía y

145 María Valeria Sonda May, entrevista citada. 146 Ibíd. 147 José Guillermo Noh, entrevista citada.

53

densificaba Caucel durante la primera mitad del siglo XX. El predio obtenido se

deshierbaba, se removían piedras, se talaban los árboles y eventualmente se

construían los muros, los techos y el pozo, cuando el zacate o huano escaseaba

se suspendía la construcción.

Ilustración 5. El patio de la casa maya, 1988

Fuente: Escalante, Alfredo, al observar la casa de

Pedro Mex Cohú, en Lucía Tello, “La vivienda en Yucatán:

su espacialidad y esencia”, 1992, p. 8.

En el borde oriente de la manzana central se encontraba la iglesia de nuestra Se-

ñora de Belem, un árbol de almendra y pequeños arbustos. Se desconoce el año

de fundación del recinto religioso, pero, por sus características arquitectónicas se

54

considera que pertenece al siglo XVII148. En el tronco del árbol se ataban ganados,

carneros, borregos y caballos para pastar y en la equina, donde actualmente se

encuentra la Escuela Primaria José Peniche Fajardo, se hallaba un pequeño local

con techo de lámina donde se sacrificaban ganados, el cual era uno de los princi-

pales lugares donde se encontraban carnes en el pueblo149. La superficie restante

de esta manzana constituía un páramo extenso con somera vegetación donde los

jóvenes se reunían para juegos de béisbol (Fotografía 2). En esta zona también se

realizaba la fiesta taurina en el mes de enero, posteriormente reubicada al sur del

pueblo cuando se inició la construcción de un parque infantil y una cancha de bás-

quetbol con gradas de tres niveles. Alrededor de la manzana central se localizaba

una brecha de tierra blanca e inmediatamente se observaban casas de bajareque,

palma, zacate y mampostería, delimitadas por albarradas y posicionadas en oca-

siones a nivel del paramento; detrás de estas, se perfilaba una abundante vegeta-

ción. La penumbra invadía el pueblo por las noches, por ello, las personas perma-

necían en sus casas para evitar problemas o accidentes, pequeñas velas o faroles

que funcionaban a base de gas iluminaban sutilmente los interiores de las casas y

cada una de las esquinas del campo deportivo150.

El pueblo contiene hitos que al parecer han existido desde siempre. El origen de

estos se enviste de mitos o creencias que se transmiten de generación en genera-

ción. La madre de María Valeria Sonda May le decía durante su infancia que la

iglesia de Belem siempre se ha encontrado allí y que su tamaño corresponde a la

duración del canto de un gallo al alba151. Otros sitios son producto de la iniciativa

perseverante de la comunidad o de personajes que se preocupaban por mejorar

las condiciones de Caucel. En la cuarta década del siglo pasado José Guillermo

Noh, aficionado al béisbol, gestionó con sus vecinos un campo para practicar este

deporte, hoy la Unidad deportiva Víctor Manuel Correa Racho ocupa ese espacio,

uno de los equipamientos de recreación más notables del pueblo. Los hijos de Jo-

148 Ana Hernández, “Iglesia de nuestra Señora de Belem, una muestra de la época colonial”, Milenio Novedades, 23 de febrero de 2017. 149 Entrevistas a María Valeria Sonda May, María Magdalena Canché y Ana Espinosa Canché,

entrevistas citadas. 150 Julián Chacón, entrevista citada. 151 María Valeria Sonda May, entrevista citada.

55

sé Guillermo y los de sus amigos estaban creciendo y se percató que no tenían un

espacio para divertirse, por ello, organizó un grupo de personas para solicitar un

terreno en la asamblea ejidal. Aceptada la petición, “hago entonces un […] campi-

to donde juegan mis hijos”152, retiraron piedras para nivelar el suelo y talaron árbo-

les, tal y como se acondicionaba el terreno para la casa. El zacate del campo se

regaba con agua de un pozo y su mantenimiento es un asunto fundamental en la

historia de vida de José Guillermo y sus hijos. Por las tardes, deshierbaba la “ma-

leza” con un pico y una coa. Para recordar el evento sembró un árbol de laurel.

Fotografía 2. Centro de pueblo Caucel antes del parque principal

Fuente: An chacón, Gabriela. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, ca. 1940-1950.

152 José Guillermo Noh, entrevista citada.

56

El palacio municipal se reconstruyó en 1949, durante el gobierno de José Gonzá-

lez Beytia153. Entre 1998 y 2001, cuando José Gabriel Noh Canché asumió el car-

go de comisario ejidal, las personas se organizaron para construir el atrio de la

iglesia, algunos traían y picaban piedras, otros se ocupaban de la cimentación y

del levantamiento154.

En 1950 la población de Yucatán era de 516,899 personas, de las cuales 285,567

se encontraban en localidades urbanas y 231,332 en rurales. El 74.70% habitaba

en cabeceras municipales. Asimismo, el total de viviendas en la entidad era de

111,180, de las cuales 48,380 estaban construidas con muros de embarro y

36,634 con mampostería155. En 1970, la población aumentó a 758,355; de estas,

492,967 vivían en localidades urbanas y 265,388 en rurales. En este último año,

se registró en el IX Censo General de Población un total de 129,642 viviendas, de

las cuales 30,594 se edificaron con muros de embarro, 62,963 con techos de pal-

ma o similares y 63,510 con piso de tierra156.

En términos absolutos, la población aumentó en asentamiento tanto rurales como

urbanos entre 1950 y 1970, pero, proporcionalmente, la población que habitaba en

ciudades ascendió de 55.25% a 65.00% en dos décadas, en cambio, la que resi-

día en ámbitos rurales descendió de 44.75% a 35.00%. Entretanto, el número de

vivienda incrementó en 18,462 unidades. Las consecuencias inmediatas del cre-

cimiento demográfico fueron, por una parte, el aumento de la demanda de vivien-

das en localidades urbanas, y por otra, la expansión de las ciudades.

Por otra parte, en estos datos se aprecia la disminución del uso de materiales co-

mo el embarro; su presencia disminuye conforme otros adquieren mayor relevan-

cia en el campo de la construcción. Esto también aconteció en Caucel. En 1985

153 En una placa que se encuentra en la fachada principal se lee: “Este edificio, totalmente re-

construido fue puesto de nuevo al servicio del pueblo por el C. Gobernador del Estado, Prof. José González Beytia. Caucel, Yuc., enero 20 de 1949. Ayuntamiento de Mérida”.

154 Entrevista a José Gabriel Noh Canché, realizada por César Quintal, Caucel, Mérida, Yuca-tán, 17 de noviembre de 2017.

155 INEGI, Séptimo Censo, tabulados básicos, 1950. 156 INEGI, IX Censo General, tabulados básicos, 1970.

57

habitaban en el pueblo aproximadamente 5,590 personas157, Addy Góngora esti-

mó en ese mismo año 1,009 casas, de las cuales 113 tenían paredes de bajare-

que, 379 de block y 415 de mampostería. Asimismo, 247 se construyeron con te-

chos de lámina o cartón, 258 con guano o palma y 504 con concreto158.

Estos datos dibujan un panorama diferente al que se guarda en la memoria de las

personas entrevistadas durante sus infancias, el contexto donde se observaban

preponderantemente casas mayas se transformó parcialmente en la década de los

ochenta. Aparecen en el espacio moradas con materiales y geometrías diferentes

a las tradicionalmente percibidas. Esto se debe, en parte, a la germinación de acti-

vidades relacionadas con la producción y transporte de piedras en el pueblo, que

no sólo motivó el abandono de la agricultura y del henequén159, también contribu-

yó a la sustitución de la palma y bajareque por la mampostería. A esto se suman

anhelos personales de mejorar la calidad de la casa a través de materiales menos

perecederos160.

Así, la densificación de pueblo Caucel devenía de casas donde se experimentaba

con materiales poco utilizados anteriormente y con geometrías que modificaron la

composición arquitectónica de antaño. El espacio nuclear y monofuncional de la

morada maya, donde se dormía, conversaba o usaba para el aseo personal, se

abandonó como arquetipo doméstico por uno semi-especializado y subdivido. En

las nuevas casas se encontraban dos o tres cuartos, disponían de una sala o un

comedor, también utilizados como habitaciones para dormir y la cocina abandonó

en ocasiones su posición aislada para integrarse al conjunto. A pesar de las trans-

formaciones, la casa maya no se sustituyó por completo, existen huellas que dela-

tan su continuidad en el hábitat actual. El patio todavía conserva sus grandes di-

mensiones y sus funciones como área de cultivo, los terrenos continúan dividién-

157 Este dato es una estimación que resultó al considerar el promedio de habitantes en asen-tamientos rurales en Yucatán en 1980 (5.54) y el número de casas registradas por Addy Góngora en su investigación de campo. Por proximidad temporal, se decidió utilizar los registros del X Cen-so General de Población y Vivienda de 1980. El promedio de habitantes es resultado del cociente de personas que residen en localidades menores a 2,500 personas (281,692) y del número de viviendas particulares de construcción fija en esos mismos ámbitos (50,809).

158 Góngora Sosa, “Estudio de comunidad”, 1985, sin página. 159 José Lino Noh Noh, entrevistada citada. 160 José Gabriel Noh Canché, entrevista citada.

58

dose por medio de albarradas y el pozo mantiene su posición como fuente indis-

pensable de agua.

2.2 EL HÁBITAT DE CIUDAD CAUCEL

Ahora es momento de apartarnos de pueblo Caucel y dirigir la mirada hacia el es-

pacio que detona el fenómeno periurbano. En esta sección nos preguntamos por

el origen del conjunto habitacional Ciudad Caucel, en términos de sus característi-

cas arquitectónicas y de su composición urbana. Para ello, indicamos sucintamen-

te algunos de los proyectos habitacionales que se desarrollaron en las ciudades

de México y Mérida bajo esquemas del Movimiento Moderno, en las primeras dé-

cadas del siglo XX. Posteriormente, abordamos el tema del crecimiento demográ-

fico y espacial de la capital yucateca como un factor que conllevó a la invasión de

los asentamientos rurales que se encuentran en sus inmediaciones y finalmente

puntualizamos las justificaciones políticas del fraccionamiento, también se presen-

ta el proyecto original y su crecimiento alrededor del pueblo.

2.2.1 APUNTES DEL MOVIMIENTO MODERNO: CONJUNTOS DE

VIVIENDAS EN CIUDAD DE MÉXICO Y MÉRIDA

El déficit habitacional y la agudización de la vida al interior de las ciudades fueron

de los principales problemas heredados del porfiriato161. El arrendamiento fue una

de las estrategias adoptadas por la población para acceder a un espacio habitable

dentro de la ciudad; sin embargo, afrontaban el apetito económico insaciable de

caseros que ofertaban viviendas en condiciones higiénicas cuestionables. Por ello,

se exclamó desde el Estado mexicano la necesidad de promulgar leyes de inquili-

nato en el país para proteger a los arrendatarios, la primera fue decretada oficial-

mente en enero de 1921 en Yucatán162 por el gobernador interino Dr. Hircano

161 Ayala, “La vivienda de masas”, 2005, p. 20. 162 La Ley de Inquilinato de Yucatán fue derogada quince meses después de su decreto oficial.

En esta se especificaba que los contratos de inquilinato no deberían ser menores a tres años, la renta no excedería el siete por ciento del valor catastral y las reparaciones de la vivienda serían asumidas por el propietario. Lozano Ramírez, “El problema”, 1943, p. 33.

59

Ayuso y O´Horibe163. En 1925 el gobierno de Plutarco Elías Calles creó la Direc-

ción de Pensiones Civiles y de Retiro con el propósito de resarcir la demanda de

viviendas en México y otras exigencias de la clase burocrática; tres años después,

esta institución cedía un promedio anual de 410 préstamos hipotecarios, de mane-

ra que los beneficiarios podían acceder al mercado abierto para adquirir una vi-

vienda164. No obstante los apoyos a empleados del gobierno para la construcción

de estas en 1924, la fundación de la Dirección de Pensiones sustenta los cimien-

tos de una incipiente política estatal de vivienda para trabajadores165.

Esta institución asumió el problema habitacional por medio de la concentración de

familias en unidades vecinales con densidades sin precedentes en las ciudades y

con criterios arquitectónicos uniformes y predominantemente funcionales. Así, se

inició la construcción de unidades multifamiliares y unidades agrupadas o colonias

de tipo burocrático. En estas últimas se identifican dos modalidades. Primero, las

viviendas construidas en serie que reproducían las mismas características arqui-

tectónicas ya que el diseño resultaba de un solo arquitecto, sin embargo, se en-

contraban diferencias en la composición de los espacios interiores. Segundo, las

viviendas que únicamente compartían la localización geográfica o colonia, presen-

taban una imagen heterogénea puesto que se producían con criterios que refleja-

ban las necesidades, los gustos y posibilidades económicas de los propietarios166.

El periodo posrevolucionario es un contexto temporal de encuentro entre actores

que buscaban reducir los problemas habitacionales de las ciudades. Los arquitec-

tos se involucraron en la construcción de edificios para clases medias y bajas, por

vez primera se apartan de proyectos que perseguían incansablemente la belleza o

el arte y en su lugar adoptaron una postura social, es decir, se adscribieron al am-

biente funcionalista o racionalista del Movimiento Moderno de arquitectura iniciado

en países europeos, con un principio básico de diseño: la forma sigue a la función.

El discurso arquitectónico imperante antes de las primeras décadas del siglo XX

no se disolvió por completo en las primeras etapas de las experiencias racionalis-

163 Lozano, “El problema inquilinato”, 1943, p. 33. 164 Ayala, “La vivienda de masas”, 2005, p. 20. 165 Ibíd., p. 20. 166 Ibíd., p. 23.

60

tas. Graciela de Garay menciona que los arquitectos se posicionaron como funcio-

nalistas integrales o funcionalistas radicales, ambos coincidían en la necesidad de

aplicar los principios arquitectónicos del racionalismo en el diseño de las vivien-

das, pero, sus posturas diferían en relación a los aspectos formales, para los pri-

meros se debía considerar nociones de belleza dentro del programa arquitectóni-

co, para los segundos esto no era importante pues la edificación se entendía como

una técnica o ingeniería que perseguía indiscutiblemente un servicio social bajo un

esquema marxista167.

La iniciativa privada fue otro de los actores, sus experimentos con nuevos materia-

les y técnicas de edificación permitieron la aproximación de la arquitectura mexi-

cana a la estandarización y tipificación168. En 1932, el Muestrario de la Construc-

ción Moderna, dirigido por Carlos Obregón Santacilia, convocó a la Sociedad de

Arquitectos Mexicanos a un concurso para determinar el prototipo de una vivienda

para clases medias y obreras en la capital del país. El primer lugar lo obtuvo Juan

Legorreta y Justino Fernández, el segundo Enrique Yáñez y el tercero Augusto

Pérez Palacios. La propuesta de Legorreta no se limitó al diseño de una vivienda

funcionalista pues esbozó en el proyecto un espacio conformado por manzanas

rectangulares cuyos bordes se dibujarían por la reproducción en serie de las vi-

viendas (Ilustración 6). Asimismo, la vivienda se concibió como un espacio que

complementaría los ingresos de las familias ya que en las estancias era posible

establecer pequeños talleres169.

El proyecto de Legorreta no se construyó como estaba planteado inicialmente,

más bien, se edificó una propuesta que combinaba los tres primeros premios170. El

conjunto de Balbuena incluía 108 lotes, agrupados en cuatro manzanas, tres con

28 y una con 24 y separadas por vialidades de 12 o 15 metros. En el centro se

localizaba una manzana destinada a amplios jardines, siguiendo una de las bases

de la convocatoria relacionada con la importancia de incorporar espacios libres en

el proyecto. La propuesta se integró de 99 viviendas unifamiliares (los 9 lotes res-

167 Garay, “¿Quién pone?”, 2004, p. 15. 168 Ibíd., p. 16. 169 López Rangel, La modernidad arquitectónica, 1989, pp. 116-117. 170 Ibíd., p. 117.

61

tantes se destinarían a comercios), que se repetían en serie con criterios de arqui-

tectura racional para minimizar inversiones y los patios colindaban de manera que

los centros de manzanas se privaran de construcciones.

Ilustración 6. Conjunto de viviendas para obreros bajo esquemas radicales

Fuente: Legorreta, Juan, en Rafael López Rangel, La modernidad arquitectónica

mexicana. Antecedentes y vanguardias 1900-1940, 1989, p. 118.

Por otra parte, el paisaje sur, oriente y poniente de la ciudad de Mérida durante la

primera mitad del siglo XX se caracterizó por la presencia de casas cuyas facha-

das colindaban entre sí; compartían, en la mayoría de los casos, un mismo muro y

se encontraban alineadas a las banquetas de las vialidades, es decir, sin espacios

intermedios entre la esfera privada y la vida colectiva. En cambio, las casas del

norte tenían un jardín o terraza en la parte delantera y se encontraban separadas

entre sí. En este periodo, Mérida se encontraba en un proceso de transformación

formal y funcional de su arquitectura, de un eclecticismo académico presente en

colonias como Chuminópolis, San Cosme e Itzimná se transitaba paulatinamente a

soluciones propias del Movimiento Moderno, asimismo, se experimentó con el esti-

62

lo internacional, nacionalista y art-decó171. La escala edificatoria disminuye y se

simplifica, el plano vertical de las fachadas se rompe por la prolongación de ele-

mentos horizontales o techos y los ornamentos pierden presencia ya que los caba-

lletes, cornisas y remates se sustituyen por bordes y perfiles de losas ligeras. En la

construcción se utilizan materiales como la piedra caliza de la región o concreto y

en la cancelería madera, hierro y cristal172.

La ciudad de Mérida no estaba exenta de los problemas habitacionales que se

reconocían en el centro del país, el déficit de vivienda y los altos precios de las

rentas que se incrementaron en 1941 por la erogación de la Ley de Inquilinato

formaron parte de su realidad social en esa época. Por ello, en 1946 el ejecutivo

encabezado por José González Beytia y el H. Ayuntamiento de Mérida a cargo de

Vicente Erosa Cámara gestionaron junto con el gobierno de Miguel Alemán Valdés

la construcción de la Colonia Miguel Alemán, “pionero de la industria de la cons-

trucción masiva de vivienda en serie”173 en la entidad yucateca

El conjunto se localizaría en la periferia noroeste de la ciudad, en un predio de

aproximadamente 47.5 hectáreas y se construirían 1,000 viviendas unifamiliares

con criterios de arquitectura racional en general. Cada una se integraría por una

sala, comedor, alcoba dormitorio con hamaqueros, baño y cocina y se ofertarían a

trabajadores como cordeleros, ferrocarrileros, militares y empleados de la burocra-

cia a precios que oscilaban entre los 30 mil y 40 mil pesos174 (Ilustración 7).

Por sus servicios no dependería de la centralidad meridana, por tanto, se conside-

ró un espacio autosuficiente. El proyecto se constituía originalmente de superman-

zanas, sin embargo, esta idea se abandonó cuando los andadores peatonales se

transformaron en vialidades terciarias. Las manzanas rectangulares se originaron

por la disposición de dos lotes de 12 metros de frente por 24 o 25 metros de fon-

do, con una alineación de 3 metros a partir de la vialidad. Se plantarían en direc-

ción SE-NO con el propósito de maximizar la ventilación y minimizar el soleamien-

171 Urzaiz, “La vivienda de la primera”, 1994, p. 25. 172 Ibíd., p. 26. 173 Torres, “Rescate de experiencias”, 2005, p. 66. 174 Ibíd., p. 47.

63

to de las fachadas175. Entre la infraestructura se encontraban servicio de agua, luz

eléctrica y drenaje sanitario y pluvial.

Ilustración 7. Planta arquitectónica y urbana del conjunto unifamiliar

Miguel Alemán en Mérida, 1946.

Fuente: Banco Nacional Hipotecario Urbano y Obras

Públicas, en María Elena Torres, “Rescate de

experiencias urbanas”, 2005, p. 49.

La construcción de la colonia implicó un reto para los constructores pues se pro-

yectó un espacio innovador en una ciudad que no presentaba las condiciones para

desarrollar el racionalismo como se había planteado en otras regiones del país.

Por ello, se importaron materiales de la capital mexicana, lo que conllevó a otro

175 Ibíd., p. 50.

64

desafío pues en ese entonces no había un camino que comunicara a Mérida y con

la ciudad de México. La estrategia que se emprendió fue transportar los materiales

desde Veracruz y posteriormente al puerto de Progreso, también se contrataron

trabajadores del centro, se edificaron bodegas para resguardar los materiales y se

instaló una fábrica de tabiques y ladrillos176.

La respuesta de la población no fue totalmente favorable, después de los esfuer-

zos realizados para la construcción de la colonia las personas consideraban que

estaba alejada del centro de Mérida, que las viviendas eran pequeñas y sin patio,

muy feas y simples y que parecían vagones de ferrocarril177. Esto recuerda a las

primeras impresiones que tenían las personas sobre el Multifamiliar Miguel Ale-

mán de Mario Pani (1949), posteriormente modificadas cuando el conjunto se ha-

bitó. Por estas primeras impresiones y por el costo de las viviendas, la nueva co-

lonia meridana no se ocupó durante sus primeros años. Esto evidentemente re-

presentó un problema, por ello, durante el gobierno de Víctor Mena Palomo se

decidió reducir el valor de las mismas en aproximadamente un cuarto de su costo

original, dependiendo de su localización con respecto a la categoría de la vialidad

se estimarían en 15 mil, 12 mil o 10 mil pesos. Así, el interés por habitar en la co-

lonia Miguel Alemán incrementó, hoy en día se reconoce como un espacio de gran

valor arquitectónico y urbano, como parte del patrimonio de los que viven en la

ciudad de Mérida.

2.2.2 LA CIUDAD DE MÉRIDA EXPANDE SUS LÍMITES

A pesar del declive de la actividad henequenera, Mérida no perdió durante la se-

gunda mitad del siglo XX su posición central en la región sureste del país, su ofer-

ta comercial y de servicios la colocaron como el principal asentamiento urbano de

la península y, por tanto, como primer destino para las personas que buscaban

mejorar sus condiciones de vida. En 1970 la población total de la capital yucateca

era de 241,964 personas; en 1980 esta cantidad ascendió a 424,529 y en 1990 se

176 Ibíd., p. 58. 177 Ibíd., p. 51.

65

registraron 556,819 individuos. La tasa de crecimiento demográfico entre los pri-

meros años fue de 0.75% y entre los dos últimos de 0.31%. En 1970, el 31.91% de

la población total de Yucatán residía en Mérida; en 1980, este porcentaje incre-

mentó al 40% y en 1990 prácticamente se conservó. La expansión de la mancha

urbana fue una de las consecuencias de este crecimiento poblacional, en 1970 se

ocupaba el 30% de la superficie al interior del anillo periférico y en 1990 el 75%;

así, en dos décadas se sumaron aproximadamente 7,400 hectáreas a la ciudad, lo

que significó una disminución de tierras agrícolas de los ejidos de Chuburná e It-

zimná, principalmente178.

En general, el crecimiento de la mancha urbana se originó por la construcción de

fraccionamientos unifamiliares, por la especulación y despojo de terrenos, por el

financiamiento público a inmobiliarias privadas y por la simulación en los padrones

ejidales179. Asimismo, el levantamiento de asentamientos irregulares por parte de

personas que migraban de otras entidades y municipios de Yucatán contribuyó al

crecimiento. Este panorama se replicaba en otras ciudades del país, por ello, el

Estado mexicano respondió con la implementación de la Ley General de Asenta-

mientos Humanos en 1993, como marco jurídico para la planeación del hábitat;

así, por vez primera se disponía de un instrumento que regularía el suelo urbano,

lo cual solo se había procurado en el ámbito agrario180. Yucatán se sumó a este

ambiente con el decreto de la Ley de Desarrollo Urbano del Estado y con el Plan

Director de Centro de Población de Mérida.

El Plan Director de Centro de Población de Mérida proponía, en otras cosas, una

zonificación funcionalista en la que se definían polígonos inmediatos a la ciudad

como estrategia para planificar el crecimiento dentro del anillo periférico y meca-

nismo para regular el mercado de suelo urbano y evitar la especulación del mismo;

también, promovía la construcción de viviendas de tipo popular y social para per-

sonas de bajo ingresos, dirigir el crecimiento a zonas adecuadas y regularizar la

178 Bolio Osés, “Mérida: una década”, 1992, p. 3. 179 Ibíd. 180 Ibíd., pp. 3-4

66

tenencia de la tierra181. Las bases técnicas y los procedimientos legislativos para

declarar la reserva territorial de Mérida se precisaron con la actualización del Plan

en 1984-85; paralelamente, se creó el Comité Estatal de Reservas Territoriales

con el propósito de establecer acuerdos entre los tres órdenes de gobierno182. En

1985, segundo año de gobierno de Víctor Cervera Pacheco, se expidió la Declara-

toria de Reservas Territoriales y se creó el Comité de Desarrollo Urbano y Vivien-

da del Estado de Yucatán (CEDUVI), que más tarde adoptaría el nombre de Co-

misión Ordenadora del Uso del Suelo del Estado de Yucatán (COUSEY), hoy Insti-

tuto de Vivienda del Estado (IVEY).

La superficie de la reserva se conformó por aproximadamente 3,600 hectáreas, de

las cuales el 14.16% derivaron de terrenos federales y el 85.84% de ejidos183. Por

tanto, este proyecto de planeación urbana afectó principalmente a personas que

se dedicaban a actividades primarias. José Guillermo Noh recordaba que durante

la década de los años ochenta su milpa estaba próxima al cementerio de Xoclán,

en ese entonces en la periferia de la ciudad. Prefería cultivar en un lugar externo

al pueblo, así, aseguraba que sus plantas no fueran consumidas por el ganado

que pastaba en los alrededores de su casa. Su milpa la trabajaba todos los días,

incluidos sábados y domingos y sus actividades se relacionaban con hacer “meca-

tes”, la “mensura” y regar el maíz, los frijoles, los ibes184, las calabazas y las flores.

Esto continuó hasta que Víctor Cervera “compró” los terrenos del ejido con el pre-

texto de que formarían parte de la reserva. Al respecto, José Guillermo aseguró: “a

mí no me dieron nada” 185, probablemente, por el carácter de donación con el que

se expropiaron las tierras.

La COUSEY tenía importantes logros en 1992, relacionados con la regularización

de tierras, con la asignación de títulos de propiedad a colonias originados irregu-

181 Ibíd., p. 4. 182 Ibíd. 183 Ibíd., p. 5. 184 Ibes. Especie de frijol originaria de América, con una enorme importancia en la agricultura

tradicional maya. Forma parte de la diversidad de variedades nativas de México. “Promueven un mayor uso de los ibes. Estudio del CICY para conservar su variedad genética”, Diario de Yucatán, 24 de octubre de 2017.

185 José Guillermo Noh, entrevista citada.

67

larmente y con la oferta de viviendas; sin embargo, Jorge Bolio considera que la

institución originó los siguientes problemas186:

[1] Centralizó la especulación del suelo urbano a un único organismo estatal.

[2] Motivó la inserción al mercado de una gran cantidad de terrenos, anteriormente

intransferibles por pertenecer al régimen ejidal.

[3] Concedió superficies enormes de la reserva a organismos públicos de vivienda

y promotores privados, por lo que el crecimiento desmedido no disminuyó.

[4] Reforzó el patrón social polarizado, en el sur respaldó la construcción de vi-

viendas de tipo social y popular y en el norte de tipo medio y residencial.

[5] No limitó la intervención constructiva de los promotores a los marcos de un

proyecto urbanísticos integral con la ciudad, por tanto, la estructura vial se des-

articuló y las redes de servicios hídricos, eléctricos y de drenaje se sobrecarga-

ron.

[6] Finalmente, evadió su responsabilidad como administrador meticuloso de tierra.

2.2.3 GÉNESIS DE UN PROYECTO DE VIVIENDAS EN EL EJIDO DE CAUCEL

En 2004 se inició uno de los proyectos de vivienda más ambiciosos en Yucatán.

En julio de ese año, el Diario Oficial de la entidad difundió entre sus líneas el Pro-

grama Parcial de Desarrollo Urbano de Caucel, primer paso público para la cons-

trucción del conjunto habitacional Ciudad Caucel y en enero de 2005 la Secretaría

de Desarrollo Urbano, Obras Públicas y Vivienda del Estado de Yucatán autorizó

su construcción, solicitada previamente por la COUSEY. Reducir el rezago habita-

cional, que en el 2000 se calculó para el municipio en 33,856 unidades187, respon-

der a las demandas de reposición y mejoramiento y combatir la formación de

asentamientos irregulares en el anillo periférico, se plantearon como principales

186 Bolio Osés, “Mérida: una década”, 1992, pp. 5-6. 187 SEDATU, CONAVI, Sistema Nacional de Información e Indicadores de Vivienda, 2018, <sin

iv.conavi.gob.mx/Reports/INEGI/Rezago.aspx>. [Consulta: 15 de noviembre de 2017.]

68

intenciones de intervención. Asimismo, el fraccionamiento se justificó con el pre-

texto de ordenar el inminente encuentro entre Mérida y pueblo de Caucel. El direc-

tor de la COUSEY, José Carlos Guzmán Alcocer, argumentó:

“Ciudad Caucel se desarrollará en torno a un ejido, a cuyo comisariado se le ha dejado la autonomía y la libertad de poderse desarrollar, al tiempo que se propone, por conducto del instituto, ordenar su crecimiento. En los terrenos expropiados por la COUSEY se pretende albergar 25 mil viviendas en una primera etapa, con un posible crecimiento hasta 70 mil vi-viendas. Los terrenos están muy cerca de Mérida y se pretende que la conurbación con la capital empiece, a través de este proyecto, a tener un ordenamiento”188.

Además se difundió mediáticamente que “las tierras de la comisaría de Caucel

llenaron los requisitos técnicos y sociales”189 para solventar los problemas habita-

cionales de la capital yucateca. La expropiación de tierras comprendió una super-

ficie de 885 hectáreas que pertenecían a 294 ejidatarios, cada uno indemnizado

con aproximadamente 400,000 pesos. Según Julián Chacón, ex comisario y ejida-

tario de Caucel, la expropiación fue “una orden presidencial” y decía: “nos quitaron

[las tierras] por ley”190. Asimismo, recuerda que los habitantes del pueblo deduje-

ron que el proyecto beneficiaría económicamente a todas las personas, su sorpre-

sa fue enorme cuando el gobierno informó que únicamente se gratificaría a los

ejidatarios. En las primeras negociaciones se ofreció 8 pesos por metro cuadrado

y después 12 pesos, actualmente esas tierras se ofertan en el mercado en 150

pesos. Entre los ejidatarios existían personas que estaban en contra o a favor de

vender las tierras, pero, la mayoría aceptó cuando se enteraron de las compensa-

ciones económicas, todavía no saldadas en su totalidad. Algunos querían mante-

ner sus parcelas, otros alegaban “que se venda quién va a ir a vivir” o “está lejos,

no lo podemos trabajar”191.

En términos arquitectónicos, el proyecto se consideró vanguardista y paradigma

del “nuevo urbanismo”192. Se planeó de manera concéntrica al pueblo de Caucel,

en anillos circulares que partían, aparentemente, de la plaza principal (Ilustración

188 Guzmán Alcocer, “Los institutos de vivienda”, 2004, pp. 37-38. 189 Gobierno del Estado de Yucatán, COUSEY, Ciudad Caucel, 2007: min 1:36-1:41. 190 Julián Chacón, entrevista citada. 191 Ibíd. 192 Gobierno del Estado de Yucatán, COUSEY, Ciudad Caucel, 2007, 5:26 minutos.

69

8). Una franja de 220 hectáreas separaría ambos lugares y serviría de reserva pa-

ra el pueblo, pero, durante el trabajo de campo se constató que esta disposición

no se respetó, más bien, es un envolvente que aprisionó su crecimiento. Asimis-

mo, colindaría al poniente con el asentamiento de Ucú, de manera que el conjunto

motivaría una continuidad espacial entre este último, el pueblo de Caucel y la ciu-

dad de Mérida. Una avenida dividiría diagonalmente al fraccionamiento y su trazo

coincidiría con la calle principal de pueblo Caucel.

Ilustración 8. Proyecto Ciudad Caucel: planta arquitectónica y

usos del suelo, 2004

Fuente: Programa Parcial de Desarrollo Urbano de Caucel, en Diario Oficial de Yucatán, en Diario Oficial del

Gobierno del Estado de Yucatán, 28 de julio de 2004.

70

Las vialidades de tipo A (30 metros) y B (66 metros) conectarían a las viviendas

con subcentros urbanos, comercios, áreas verdes y equipamientos, localizados

estratégicamente. El conjunto se realizaría en dos etapas, en la primera se inverti-

rían 302 millones de pesos en drenaje colectivo, sanitario y pluvial, agua potable,

energía eléctrica y alumbrado público y se contratarían a 29 empresas para la

construcción de más de 20,000 viviendas, donde residirían más de 80,000 perso-

nas193.

Cuadro 1. Distribución de usos del suelo autorizados por la COUSEY

para Ciudad Caucel, 2005 y 2006.

Uso del suelo 2005 2006

Manzanas Superficie

(Ha) Manzanas

Superficie (Ha)

Vivienda (Alta densidad) 92 534.62 84 539.76 Comercios en nodos o centros de barrio

17 30.37 20 44.88

Comercios en manzanas 141 35.39 282 29.59 Áreas de donación 123 95.47 65 101.20 Donación: equipamiento 20 44.23 19 47.93 Donación: áreas verdes 103 51.24 46 53.27 Total 373 695.85 451 715.44 Fuente: Diario oficial de Yucatán, 10 de febrero de 2005; Diario oficial de Yucatán, 14 de mar-zo de 2006.

En 2005, la COUSEY autorizó la construcción de lotes mínimos de 8 x 20 metros

para viviendas con sala, comedor, cocina, baño y dormitorios. Asimismo, aprobó

534.62 hectáreas para viviendas de alta densidad, 30.37 hectáreas para comer-

cios en nodos o centros de barrio, 35.39 hectáreas para comercios en manzanas y

95.47 hectáreas para donación, de las cuales 44.23 hectáreas se utilizarían para

equipamientos y 51.24 hectáreas para áreas verdes194. Un año más tarde se modi-

ficaron estas superficies, aunque en términos absolutos la rectificación no varió

sustancialmente, sí fue notable, por una parte, la disminución de manzanas desti-

193 Ibíd. 194 Gobierno del Estado de Yucatán, Diario Oficial, núm. 30,313, 10 de febrero de 2005.

71

nadas para áreas de donación, principalmente para áreas verdes: de 103 manza-

nas propuestas en 2005 a 46 en 2006, las cuales se localizarían en los camellones

de las vialidades, y por otra, el aumento de comercios en nodos, centros de barrio

o manzanas: de 158 manzanas propuestas en 2005 a 302 en 2006 (Cuadro 1).

Al observar imágenes satelitales entre los años 2005 y 2017 se puede afirmar que

las primeras acciones de tala de la vegetación del ejido de Caucel iniciaron fun-

damentalmente en el año 2007. Las primeras huellas de Ciudad Caucel se impri-

mieron al sureste del pueblo con la delimitación de tres polígonos. Las principales

avenidas respetaron la disposición de caminos o brechas preexistentes, los cuales

evidentemente se ampliaron. En 2008 se ocupó el lado sur y en 2009 se inició con

la construcción de las primeras viviendas al este del pueblo, dos años después

comenzó la edificación de las que se encuentran inmediatas al pueblo en este

mismo lado. Los grandes comercios que se encuentran sobre la avenida que co-

munica al conjunto con la estructura de Mérida, y que son fuentes importantes de

abastecimientos de los pobladores, también se iniciaron en este último año. En

2016 se inició con los primeros trazos de las manzanas al noreste del pueblo

(Imágenes satelitales 1-13).

Imagen satelital 1.

Ejido antes de Ciudad Caucel, 2005

Imagen satelital 2.

Ejido antes de Ciudad Caucel, 2006

Fuente: Google Earth. Zona entre pueblo

Caucel y Ciudad Caucel, Mérida, Yucatán,

7 de agosto de 2005.

Fuente: Google Earth. Zona entre pueblo

Caucel y Ciudad Caucel, Mérida, Yucatán,

27 de abril de 2006.

72

Imagen satelital 3.

Primeras etapas de Ciudad Caucel, 2007

Imagen satelital 4.

Ocupación del lado sur del pueblo, 2008

Imagen satelital 5.

Ciudad Caucel en 2009

Imagen satelital 6.

Ciudad Caucel en 2010

Fuente: Google Earth. Zona entre pueblo

Caucel y Ciudad Caucel, Mérida, Yucatán,

4 de enero de 2007.

Fuente: Google Earth. Zona entre pueblo

Caucel y Ciudad Caucel, Mérida, Yucatán,

23 de agosto de 2008.

Fuente: Google Earth. Zona entre pueblo

Caucel y Ciudad Caucel, Mérida, Yucatán,

26 de mayo de 2009.

Fuente: Google Earth. Zona entre pueblo

Caucel y Ciudad Caucel, Mérida, Yucatán,

15 de agosto de 2010.

73

Imagen satelital 7.

Construcción de centros comerciales en

avenida principal, 2011

Imagen satelital 8.

Avances de Ciudad Caucel en 2012

Imagen satelital 9.

Avances de Ciudad Caucel en 2013

Imagen satelital 10.

Ciudad Caucel en 2014

Fuente: Google Earth. Zona entre pueblo

Caucel y Ciudad Caucel, Mérida, Yucatán,

30 de noviembre de 2011.

Fuente: Google Earth. Zona entre pueblo

Caucel y Ciudad Caucel, Mérida, Yucatán,

25 de diciembre de 2012.

Fuente: Google Earth. Zona entre pueblo

Caucel y Ciudad Caucel, Mérida, Yucatán,

21 diciembre de 2013.

Fuente: Google Earth. Zona entre pueblo

Caucel y Ciudad Caucel, Mérida, Yucatán,

17 de septiembre de 2014.

74

Imagen satelital 11.

Densificación del conjunto al lado sur de

pueblo Caucel, 2015

Imagen satelital 12.

Primeros trazos de manzanas al lado

noreste del pueblo, 2016

Imagen satelital 13.

Hábitat actual de Ciudad Caucel, 2017

Fuente: Google Earth. Zona entre pueblo

Caucel y Ciudad Caucel, Mérida, Yucatán,

10 de diciembre de 2015.

Fuente: Google Earth. Zona entre pueblo

Caucel y Ciudad Caucel, Mérida, Yucatán,

29 de noviembre de 2016.

Fuente: Google Earth. Zona entre pueblo

Caucel y Ciudad Caucel, Mérida, Yucatán,

27 de mayo de 2017.

75

2.3 RECAPITULACIÓN

El espacio periurbano de la ciudad de Mérida es actualmente un ámbito donde

converge tradición y modernidad, adaptación y transformación, remanentes y abo-

lición. En este se encuentran las casas mayas, con una trayectoria que se gestó

desde antes de la conquista. En la época de la colonia se percibían desde el punto

de vista de los mayas y los españoles. Para los primeros, tenían significados que

se relacionaban con sus apreciaciones por la naturaleza y con el sentido de la vi-

da, posteriormente transformados más no eludidos por políticas unilaterales im-

puestas por los conquistadores. Los segundos las desvalorizaron ya que su geo-

metría y materiales no coincidían con sus referentes habitacionales, sin embargo,

las adoptaron en su proceso de dominación o territorialización por la facilidad con

que estas se construían.

Actualmente, en Yucatán se encuentran paradigmas habitacionales similares a los

que Fray Diego de Landa describía en la Relación de las cosas de Yucatán y a los

que Julián Alonso trazó en las Relaciones de Titzal y Tixtual, pero, la imagen de

los pueblos no se caracteriza por la presencia preponderante de unidades de paja,

embarro y bajareque como sucedía en pueblo Caucel durante la primera mitad del

siglo XX. El espacio doméstico se transformó, al igual que se modificó cuando la

hamaca se adoptó como objeto imprescindible en la vida cotidiana. Así, las perso-

nas responden a sus deseos, anhelos, necesidades e imposiciones rectificando su

espacio y sus significados. En la época colonial, la casa de paja y bajareque co-

existía con la de cal y canto; en el siglo XXI concurre con casas de mampostería,

cartón, block y bovedilla. Asimismo, la forma absidal y rectangular concurre con la

forma racional.

La casa de los mayas formó parte de la política expansionista de los españoles, el

espacio habitacional prehispánico se replicó en diferentes puntos geográficos de

Yucatán con el propósito de ampliar su poder en el territorio. Si observamos este

fenómeno en la actualidad advertimos que las viviendas de Ciudad Caucel tam-

bién son parte de una política expansionista, son diseñadas y construidas para

76

propagar el orden urbano. El sentido del conjunto habitacional encuentra sus raí-

ces generales en la arquitectura y urbanismo racional.

El proyecto racional coincide temporalmente con la promulgación de Leyes y Nor-

mas que velaban, durante la primera mitad del siglo XX, el apetito económico vo-

raz de la industria de la construcción, difundidas bajo el discurso de ordenamiento

y planeación territorial y beneficio social. El gobierno de Yucatán motivó la Colonia

Miguel Alemán en una zona que “conquistó” durante la década de los años 1940

mediante un proceso de desposesión de tierras ejidales, fenómeno que hoy conti-

núa con mayor fuerza. El proyecto racional imponía a la vida cotidiana un esque-

ma habitacional desconocido, de la misma forma que el proyecto español estable-

ció marcos al habitar de la población maya. Así, el hábitat es producto de políticas

unilaterales que modifican la cultura. Las personas responden por medio de una

negociación, conservan símbolos y significados que les son imprescindibles y al

mismo tiempo sustituyen otros.

Ciudad Caucel se gestó oficialmente desde el 2004 con la publicación del Progra-

ma Parcial en el Diario Oficial de la entidad, un año después la Secretaría de

Desarrollo Urbano, Obras Públicas y Vivienda autorizó su construcción. Las justifi-

caciones por las que se decidió construir el conjunto habitacional en tierras ejida-

les de la comisaría de Caucel son opacas y carecen de fuerza; a modo de hipóte-

sis, la decisión se sustentó al descartar las tierras del sur y oriente de Mérida por

la desvalorización social de la zona, se consideran áreas donde impera la delin-

cuencia o la inseguridad y del norte por el alto precio de los predios. Al poniente se

encontraron las condiciones óptimas: era un espacio libre y con relativa facilidad

para negociar con los ejidatarios. El proyecto es una barrera arquitectónica y ur-

bana que mutiló la trayectoria espacial del pueblo, trazada desde antes de la con-

quista española. Entre sus intenciones, solventar la demanda de viviendas de los

sectores con los menores ingresos de Mérida era una de las principales, pero, pa-

radójicamente este grupo no está adscrito al trabajo “formal”, por tanto, no puede

acceder al fraccionamiento.

77

CAPÍTULO 3

ORDEN ESPACIAL Y SOCIAL

DE LA CASA Y DE PUEBLO CAUCEL

En el capítulo precedente identificamos el sentido de la casa y la vivienda a través

del tiempo. Los puntos de partida fueron, por una parte, la época de la colonia, y

por otra, las primeras décadas del siglo XX, cuando inicia el Movimiento Moderno

de arquitectura y urbanismo. Posteriormente, trazamos la historia de pueblo Cau-

cel durante la primera mitad del siglo XX y reparamos el proceso de gestión del

conjunto habitacional Ciudad Caucel en 2004. Ahora, nos planteamos continuar

con la imagen que se está desarrollando de pueblo Caucel. La intención de este

capítulo es exponer el orden espacial y social actual de la casa y su contexto físi-

co, asimismo, las actividades cotidianas que se realizan dentro y fuera de esta.

Los datos que se presentan derivan del trabajo de campo realizado en noviembre

de 2017, de manera concreta de la observación directa, de notas de campo y de

entrevistas. La información se organiza en tres apartados: el primero es introducto-

rio, aborda una discusión entre lo rural y lo urbano como conceptos rebasados por

fenómenos espaciales contemporáneos; en el segundo se presenta una etnografía

de la casa y de los equipamientos pueblo Caucel como sitios de encuentro social;

en el tercero se presenta la recapitulación.

3.1 LOS BORDES INCIERTOS DE LO RURAL Y URBANO

Los pueblos de Yucatán comparten características sociales y espaciales que los

diferencian de aquellos asentamientos donde predomina la individualidad, la in-

mediatez, inseguridad, discriminación, contaminación o el anonimato, es decir, del

hábitat urbano. La clásica dicotomía entre lo rural y urbano que ocupó a una gran

cantidad de investigadores hasta la primera mitad del siglo XX195, actualmente pa-

rece no tener sentido cuando se observa que existen fenómenos espaciales donde

se combinan estos dos ámbitos. Esta diferenciación fue una herramienta de análi-

195 Paredes y Pat-Canul, “Conjuntos históricos”, 2018, p. 3.

78

sis suficiente cuando la población de los países latinoamericanos se localizaba

preponderantemente en el hábitat rural196. No obstante las imprecisiones, el espa-

cio de encuentro (idea en la que se insistió en anteriores páginas) parece se ca-

racterizarse a partir de estos dos polos, así, las miradas desde lo urbano conllevan

a etiquetas conceptuales como periurbanización197 y los estudios que parten de lo

rural se adscriben a la rusticidad, rururbanización o nueva ruralidad198. Esto no

quiere decir que se pueden usar indistintamente o como sinónimos, más bien, la

adopción de uno u otro es una cuestión de enfoque.

Rural, es una etiqueta con la que se define uno de los escenarios espaciales y

sociales de la realidad, categoría analítica que traza límites en el imaginario y pen-

samiento de los individuos. Para diferenciarlo se evocan los sentidos, los sonidos,

la vestimenta, la forma de hablar, incluso, la manera en que se saludan las perso-

nas199. Reúne un conjunto de fenómenos que explican la aparente esencia de ese

ámbito, la mayoría de las ocasiones, esencializados y reducidos a actividades del

campo o al lugar donde se producen los alimentos que demanda el metabolismo

insaciable de la ciudad.

No obstante el avance en investigaciones que explican su realidad sometida a

constantes transformaciones, lo rural se construye como cuento con desenlace

feliz, como Icaria de Henri Lefebvre200, donde las personas conviven de forma ar-

mónica en espacios que cristalizan la historia de la comunidad y donde la cultura

se observa por las fiestas patronales, por la vestimenta, el dialecto o los mitos.

Asimismo, se concibe como espacio de dependencia predeterminada, donde se

necesitan programas sociales y económicos para el desarrollo de las familias o

196 Paredes y Pat-Canul, “Conjuntos históricos”, 2018, p. 3. 197 Ver para casos de Yucatán: Hernández, “Chichí Suárez”, 2014; Pérez y Fargher, “Expan-

sión periurbana”, 2014; Wejebe y Rodríguez, “Transformaciones socioespaciales”, 2014; Para ca-sos de México: Ávila, “Periurbanización y espacio”, 2009; Ávila, “Ideas y planteamientos”, 2001; Para casos europeos: Dematteis, “Suburbanización y periurbanización” 1998.

198 Para profundizar en temas de rusticidad o nueva ruralidad ver: Paredes y Pat-Canul, “Con-juntos históricos, 2018; Salas, Nuevas ruralidades, 2011; Grammont, “Nueva Ruralidad”, 2010; Vallejo-Román, “Campo-ciudad”, 2010; Pradilla, “Campo y ciudad”, 2002; Ramírez, “La vieja agri-cultura”, 2003; Ramírez y Arias, “Hacia una nueva”, 2002.

199 Pepín, “Entre ruralidad y urbanidad”, 1996, vol. II, p. 69. 200 Ver Harvey, Ciudades rebeldes, 2013, pp. 5-16.

79

para superar el ambiente de pobreza. En este sentido, lo rural es territorio ideali-

zado, espacio donde el habitar y la habitabilidad permanecen prístinos.

En las ciudades, las transformaciones arquitectónicas y urbanas no pasan desa-

percibidas. En la vida cotidiana, la construcción de un nuevo edificio, de un centro

comercial o la remodelación de una vialidad son parte de las percepciones ordina-

rias. Al hábitat rural no se le permiten cambios radicales, se pretende que las ca-

sas y calles empedradas perduren perpetuamente con el pretexto de resguardar la

historia de ese espacio; la trayectoria pasada y presente del hábitat se enclaustra

en visiones institucionalizadas. En ambos ámbitos, Raymond Williams menciona

que se depositan y generalizan sentimientos intensos, lo rural se relaciona con

modos de vida altamente asociado con la naturaleza, con la paz o la inocencia y lo

urbano con el progreso, la erudición, la comunicación, el ruido, la vida mundana y

la ambición201.

Para romper las idealizaciones, es preciso comprender los espacios en sus pro-

pios términos. Así, lo rural no siempre es un contexto apacible, también es esce-

nario de conflictos sociales por el acceso a la tierra y por las relaciones de poder

que posicionan a unos por encima de otros. Asimismo, no es espacio que se con-

densa en sus asociaciones sociales, construcciones arquitectónicas y áreas colec-

tivas. La vida rural es, en palabras de Williams, “móvil y actual: se mueve en el

tiempo, a través de la historia de una familia y un pueblo; se modifica en el senti-

miento y en las ideas, a través de una red de relaciones y decisiones”202.

La distinción categórica entre lo rural y urbano oculta los matices que existen entre

un pueblo y otro o entre una ciudad y otra. Existen diferencias entre los asenta-

mientos que marcan sus singularidades dentro del conjunto que pretende homo-

genizar las cualidades de los espacios involucrados. Si bien, estas etiquetas son

útiles como preludio a todo acto de interpretación pues trazan en el pensamiento

un escenario posible, de ninguna forma deben considerarse como determinantes

201 Williams, El campo y la ciudad, 2001, p. 25. 202 Ibíd., p. 32. Para Lefebvre “la comunidad rural se mantiene, se defiende, desaparece o se

reconstituye bajo modos de producción muy diferentes: esclavista, feudal, capitalista, socialista. Persiste, más o menos viva, en ascensión o disolución, desde los tiempos más remotos hasta nuestros días”. Lefebvre, De lo rural a lo urbano, 1978, p. 27.

80

de las características específicas de un pueblo. La “descripción densa” que propo-

ne Clifford Geertz en su texto La interpretación de las culturas (1973) sería un mé-

todo etnográfico conveniente para identificar las características que definen a cada

uno de los asentamientos que subyacen del concepto rural. Así, bajo esta etiqueta

nos percataríamos que existen desequilibrios entre los pueblos en cuanto a infra-

estructuras, equipamientos, materiales de las casas, acceso al suelo, ingresos

económicos de la familias, oportunidades laborales, calidad de educación, de po-

der y por tanto de conflictos.

3.2 UN PUEBLO EN OTOÑO: ENCANTOS Y DESENCANTOS DE CAUCEL

EN NOVIEMBRE DE 2017

Entonces, una pregunta es ineludible: ¿cuál es la imagen actual de pueblo Cau-

cel? Este apartado tiene la intención precisamente de generar el panorama de es-

te asentamiento en un periodo específico. Nos amparamos en la información com-

pilada durante el trabajo de campo para describir el espacio de la casa y las áreas

colectivas, estos son, los equipamientos. El repertorio de fotografías constituye un

vehículo indispensable en esta tarea. Asimismo, precisamos las actividades coti-

dianas que realizan dentro y fuera de los límites del terreno pues, como se men-

cionó en el primer capítulo, espacio y sociedad actúan de manera concomitante. El

viaje nos aproxima a los colores y texturas del pueblo, a las fiestas religiosas, a la

vida que transcurre durante los fines de semana, a los interiores cubiertos por mu-

ros, puertas y ventanas, a los patios, a la comida, a la convivencia entre familiares

y vecinos, a la vestimenta y a los idiomas.

3.2.1 LA CASA DEL PRESENTE: ESPACIO Y ACTIVIDADES COTIDIANAS

En 2010, habitaban 6,988 personas en Caucel. La población femenina era mayor

a la masculina tan solo por el 0.32%, la primera representaba el 50.16% de la po-

blación total y la segunda el 49.84%203. En el pueblo, las mujeres mayores visten

203 INEGI, Censo de población, tabulados básicos, 2010.

81

con un huipil blanco, decorado con flores de múltiples colores en las partes supe-

rior e inferior del mismo y utilizan un rebozo para cubrir sus hombros o cabeza en

las horas más cálidas del día; por su parte, la vestimenta de los hombres mayores

se caracteriza por ser de tonos claros como el blanco o el azul y portan, por lo ge-

neral, un sobrero de guano que los cubre de los inclementes rayos del sol. La po-

blación joven opta por una indumentaria más contemporánea, pero, en ocasiones

especiales, como en las fiestas del pueblo, portan la vestimenta tradicional yuca-

teca.

Al escuchar las conversaciones cotidianas que acontecen en calles y banquetas, o

al agudizar la atención a los diálogos que forman parte de los mundos imaginarios

que recrean los niños durante sus juegos, se advierte que el idioma español se

complementa con palabras que pertenecen al idioma maya. Existe un conjunto de

términos desconocido para el forastero y que se utiliza para identificar, por ejem-

plo, materiales de las casas, utensilios de cocina o acciones de la vida cotidia-

na204. Incluso, persisten apellidos con raíces en este idioma, tales como Caamal,

Canché, Canul, Chan, Cuxim, Ek, Euán, Kú, Noh, Pech, Xool, etcétera. En la enti-

dad, el 29.57% de la población de 3 y más años hablaba lengua indígena en 2010,

siendo el maya la principal205 y de este porcentaje, el 7.89% es su único sistema

de comunicación. En Caucel, el 24.37% de la población habla lengua indígena206,

los adultos mayores son los que generalmente tienen dominio de esta, las genera-

ciones más jóvenes se comunican por medio del español yucateco.

Al transitar por Caucel, se percibe un contexto donde las casas están construidas,

en la mayoría de los casos, con materiales como el block y la bovedilla. Las casas

de paja y bajareque agonizan en un entorno de industrialización, repetición y es-

tandarización (Fotografía 3). Árboles de flamboyán y almendra reciben al visitante

o al habitante cuando se introducen al pueblo, localizados en las jardineras de una

vialidad de aproximadamente 14 metros de ancho, que se prolonga 1.3 kilómetros

hasta el corazón del pueblo, donde se encuentran la iglesia, el parque principal, el

204 Ver Güémez, Diccionario del español yucateco, 2011, 459 pp. 205 En la entidad, además de la lengua maya se hablan otras como el chol, tzeltal y el zapote-

co. INEGI, Censo de población, tabulados básicos, 2010. 206 INEGI, Censo de población, tabulados básicos, 2010.

82

palacio de la comisaría y el mercado. En la zona sur, destacan otros materiales; el

cartón, las láminas, las maderas y las bolsas de plástico certifican los ingresos

ínfimos de un sector de la población.

Algunas de las casas están alineadas al paramento, es decir, a la vialidad, otras

tienen un jardín en la parte delantera donde se almacena, en ocasiones, leña para

cocinar (Fotografías 4 y 5). También existen ejemplos de casas donde las perso-

nas construyen un porche con techo de bovedilla, columnas y herrería para esta-

cionar un automóvil o triciclo por las noches; cuando no está ocupado por estos

medios de transportes se utiliza para una comida familiar, para una celebración de

cumpleaños, para vender frutas, helados, hielo o simplemente para descansar en

una hamaca. Los pocos ejemplos de casas con techos a dos aguas y de doble

Fotografía 3.

Las ruinas del pasado: remanentes de una casa maya

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 24 de noviembre de 2017.

83

planta se localizan al oriente del pueblo, inmediatos a la barda que separa a Cau-

cel del conjunto habitacional Ciudad Caucel.

Antes del ocaso y ante el indulto de las altas temperaturas, las personas abando-

nan el interior de sus casas para “tomar aire” en asientos de madera o piedra que

construyen sobre aceras peatonales, bajo un árbol o en el porche (Fotografía 6) y

si no disponen de estos, utilizan una silla de madera o plástico o una mecedora. Al

mismo tiempo que descansan, observan a los niños jugar en la calle o montando

bicicleta. La mayoría de las casas tienen en la fachada una placa con el registro

catastral del inmueble, los apellidos de la familia, el número de la calle y los cru-

zamientos, como símbolo que denota la propiedad privada y la posición específica

en el hábitat o las coordenadas a partir de las cuales se ramifica el habitar de la

familia.

Fotografía 4.

Casa con jardín en la parte frontal

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 6 de noviembre de 2017.

84

.

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 6 de noviembre de 2017.

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 6 de noviembre de 2017.

Fotografía 5.

Unidad edificada alineada al paramento

Fotografía 6.

Bancas de piedras para tomar el aire

85

Algunos de los terrenos están delimitados por albarradas de aproximadamente

1.20 metros de alto, con o sin mortero y, en ocasiones, cada una de las piedras se

recubren con cal, por lo que su apariencia es de color blanco (Fotografía 7); otras

personas optan por bardas de block que se interrumpen por rejas de madera o

hierro y que se alinean con la puerta principal. En ninguno de los casos, los muros

superan o coinciden con la altura de la fachada, siempre son visibles las texturas y

los colores, como si sus productores alardearan de sus casas. Las puertas y ven-

tanas son cuadradas o rectangulares, de madera, aluminio, hierro o vidrio. En

cuanto a la geometría de las casas, se encuentran soluciones ortogonales, absida-

les o, como mencionó una de las entrevistadas durante el trabajo de campo, de

“tipo zapatito”207. Estas últimas se asemejan a las viviendas de Ciudad Caucel, en

primer plano se encuentra una ventana tipo Miami de cristal o corrediza y en se-

gundo una puerta de lámina, posicionadas en terrenos con superficies superiores

a las del conjunto habitacional y delimitados por medio de albarradas. Otras casas

también son similares a las viviendas del conjunto habitacional, pero, a estas se le

adicionan celosías en las paredes, de esta forma, se tiene una mejor ventilación

en el espacio interior (Fotografía 8).

La adquisición del terreno es otro tema relevante. A partir del trabajo de campo, se

identifican seis maneras en que las personas de Caucel han obtenido un espacio

para sus casas, reproducidos en mayor o menor medida aproximadamente desde

la cuarta década del siglo pasado. A saber:

[1] Como retribución por servicios brindados en la comisaría ejidal. Juan de Dios

Caamal Chacón comentaba que su terreno fue una herencia de uno de sus tíos,

el cual lo obtuvo como gratificación por el trabajo que prestó en la comisaría del

pueblo.

207 María Valeria Sonda May, entrevista citada.

86

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 14 de noviembre de 2017.

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 13 de noviembre de 2017.

Fotografía 8.

Unidad edificada con celosías en la periferia de pueblo Caucel

Fotografía 7.

Albarrada de casa cubierta con cal blanca

87

[2] Como asignación por tiempo de residencia. Cuando una persona de Ucú,

Cheumán o de cualquier otro lugar decidía instalarse en el pueblo esta debía

presentarse ante el comisario ejidal y expresar sus intenciones, con el paso del

tiempo y cuando sus vecinos lo reconocían como habitante de Caucel se le

asignaba, según Julián Chacón, un terreno de 20 metros de frente x 80 o 40

metros de fondo.

[3] Como solicitud al comisario o a la asamblea ejidal. La persona sustentaba el

encargo con el hecho de ser habitante connatural o que sus actividades labora-

les se relacionaron con el cultivo del henequén o con la explotación del ejido.

[4] Como objeto de mercado inserto en la dinámica oferta-demanda. José Gabriel

Noh Canché recordaba que cuando se casó su suegra le vendió un terreno que

esta tenía al norte del pueblo y José Lino Noh Noh decía que vendió un frag-

mento de su terreno ante una emergencia familiar, pero, no se lo cedió a cual-

quier persona, sino a una que formaba parte de Caucel.

[5] Como herencia de un familiar. Los padres asumen el compromiso de entregar a

los hijos un sitio para que estos habiten con su propia familia, José Lino Noh

Noh comentaba “tienes que darle [a tus hijos] donde estar”208 y María Irene

Pech Muñoz relataba que compró un terreno para la familia de su hijo que ac-

tualmente es menor de edad.

[6] Como invasión o adquisición irregular. María Magdalena Canché y Ana Espino-

sa recuerdan casos en que las personas llagaban deliberadamente a una sec-

ción del monte y lo empezaban a “trabajar”, con el tiempo iniciaban la tramita-

ción de los documentos que certificaban el título de propiedad.

En diferentes zonas del pueblo se presentan casos en que las casas están aban-

donadas o desocupadas. En el Censo del 2010 se registraron 1,877 viviendas par-

208 José Lino Noh Noh, entrevista citada.

88

ticulares, de las cuales el 87.21% estaban habitadas209. Los terrenos baldíos se

encuentran en la periferia del poblado; en el centro, estos prácticamente no exis-

ten puesto que es la zona con mayor demanda. En el mismo Censo, el promedio

de ocupantes por vivienda se estimó en 4 personas y el de ocupantes por cuarto

en 2 personas210. La estructura interior de las unidades edificadas es diversa, al-

gunas tienen áreas especializadas pues disponen de una sala, comedor, cocina y

dormitorios, estas últimas con la superficie necesaria para colgar hamacas; otras

son multifuncionales, por la tarde el espacio se utiliza como sala o comedor y por

las noches como habitación para descansar de las agitaciones cotidianas. En el

Censo se identificaron 223 viviendas particulares habitadas con un cuarto211, 511

con dos cuartos y 877 con 3 y más cuartos; únicamente 20 fueron los casos con

piso de tierra212.

La cocina es parte de la estructura interna, o bien, se encuentra como una isla que

se separa del núcleo principal. Por la altura de las albarradas o muros esta se per-

cibe al transitar por la calle. En medio del patio, entre árboles y animales, la cocina

es un espacio semi-abierto o totalmente abierto, construido con maderas, paja,

cartón, lámina o concreto, con mesas, sillas y un fogón donde se hace la comida o

tortillas y junto a este un espacio donde se almacena la leña (Fotografías 9 y 10).

En Yucatán, se estima que en el 63.83% de las viviendas particulares habitadas

se utiliza gas licuado de petróleo para cocinar y en el 32.73% se recurre a la leña

o carbón, también se calcula que el 73.01% tiene estufa de gas213. En ocasiones,

el refrigerador se encuentra en la sala o comedor; según datos del Censo, el 80%

de las viviendas particulares habitadas cuenta con este electrodoméstico214. La

cocina es una de las áreas principales donde se reúne la familia extensa durante

los fines de semana. Entre pláticas, las mujeres se ocupan en actividades culina-

209 INEGI, Censo de población, tabulados básicos, 2010. 210 Ibíd. 211 Los cuartos son, para el INEGI, cada una de las piezas internas que conforman una vivien-

da. 212 INEGI, Censo de población, tabulados básicos, 2010. 213 Ibíd. 214 Ibíd.

89

rias y los niños juegan en el patio; cuando el guiso está completo los hombres lle-

gan a comer.

El baño es otro cuarto que puede encontrarse de manera aislada. El color blanco y

azul en sus paredes delata los apoyos de política pública del Ayuntamiento de Mé-

rida entre 2015 y 2017. Su tonalidad y geometría cuadrangular conllevan a un gra-

do de estandarización de las casas en Caucel. En el Censo se registró que el

68.57% de las viviendas tienen regadera y el 70.19% cuenta con tinacos215. Cuan-

do no se dispone de estos, uno de los mecanismos más utilizados por la población

es el aseo por medio de cubetas con agua que se calienta en la estufa o en el fo-

gón. Por otra parte, en Yucatán el 90.30% de las viviendas tienen excusado y en

Caucel el 79.41% dispone de este, por lo que existe un porcentaje de la población

que utiliza uno de los rincones del patio para sus actividades sanitarias.

La casa es también un lugar para la comercialización y el trabajo. El porche o la

sala se adaptan a una tienda de abarrotes o para vender comida, frutas, verduras,

carnes o flores. En estos casos, las mujeres asumen las responsabilidades que

conllevan esas actividades, entretanto los cónyuges y los hijos mayores laboran

en Ciudad Caucel o Mérida. En una casa de mampostería y de estilo colonial que

se encuentra frente al parque principal, específicamente en la esquina de las ca-

lles 20 y 21, se observó que en una de las paredes de la cocina se abrió una ven-

tana rectangular y se instaló una meseta donde se colocan naranjas y flores para

su comercialización, así, se aprovechó la ubicación estratégica de la casa en el

pueblo para incrementar los ingresos de la familia. En ese mismo lugar, una de las

mujeres, probablemente la madre de familia, se entretiene elaborando el guiso del

día que debe concluir antes que los hijos retornen de la escuela y viendo la televi-

sión, actividades que interrumpe por momentos cuando las vecinas preguntan por

el precio de sus productos.

215 Ibíd.

90

Fuente: Pinto, Silvia. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 13 de noviembre de 2017.

Fuente: Pinto, Silvia. Pueblo de Caucel, Mérida,

Yucatán, 3 de noviembre de 2017.

Fotografía 9.

Cocina de la familia de José Lino Noh Noh

Fotografía 10.

Cocina de la familia de Flor Angélica Canché Canché

91

Por su parte, algunos hombres ocupan una fracción del terreno o el porche para

un taller de carpintería, herrería, vidrio o aluminio. En ocasiones, esos talleres son

los principales espacios de trabajo, en otros casos, son sitios que complementan

las jornadas fuera de la casa, por lo que solo se labora en estos durante las horas

libres. En Caucel, se calcula que el 37% de la población está ocupada en una acti-

vidad primaria, secundaria o terciaria, de las cuales el 71% son hombres y el 29%

mujeres216. No obstante el desequilibrio muy marcado que demuestran estos da-

tos, las mujeres tienen una función importante en los ingresos de las familias, in-

cluso los niños asisten al padre o vecino en sus talleres, oportunidad que les retri-

buye económicamente.

En Caucel, los hombres son los jefes en el 80% de los hogares y las mujeres en el

20%217. Los padres de familia son los que principalmente se insertan en un trabajo

“formal”, por tanto, abandona la casa de manera reiterada para laborar en una fá-

brica o centro comercial localizado fuera del pueblo. Las madres permanecen gran

parte del día en la casa, se ocupan del aseo, del cuidado de los hijos o en la ela-

boración de alimentos, pero, en repetidas ocasiones contribuyen a mejorar los in-

gresos mediante la venta de comida, frutas y verduras o la asistencia doméstica

en viviendas del conjunto habitacional. También existen hombres y mujeres que

ejercen su preparación universitaria ya sea en Caucel o en otro lugar, entre estas,

la esposa de Sergio Chablé y las nietas de Julián Chacón218. Georg Simmel consi-

dera que la casa es para el hombre un fragmento de la vida, mientras que para la

mujer es un valor y fin en sí que significa la vida entera, por ello su sentido no es

objetivo, tampoco se encuentra circunscrita únicamente a tareas domésticas219. Es

indudable que en el pueblo existen diferencias en cuanto al tiempo de permanen-

cia en la casa y que este factor incide en formas de apreciación y percepción de la

misma, pero, al preguntarnos por su producción se revela que tanto hombres co-

mo mujeres comparten tareas comunes y diferenciadas.

216 Ibíd. 217 Ibíd. 218 Durante una entrevista, Julián Chacón decía con entusiasmo que cuando sus nietas con-

cluyeron sus estudios profesionales realizó una fiesta y que una de ellas es la primera mujer que asume el cargo de Juez de Paz en Ucú. Julián Chacón, entrevista citada.

219 Simmel, “La casa”, 1996, p. 104.

92

La religión es una institución social importante en el pueblo, cerca del 90% de la

población se adscribe como católica220 y la casa exhibe estas inclinaciones. La

población restante forma parte de otras iglesias, por ejemplo, la Adventista del

Séptimo Día (Fotografía 11). Se observan nichos en las fachadas principales o

bardas o en los espacios interiores, donde se coloca la imagen de la Virgen de

Guadalupe, del Divino Niño Jesús, de Jesucristo, San Diego o Ángeles y junto a

estos jarrones con flores y veladoras (Fotografías 12 y 13). En el interior de las

unidades edificadas existen altares; sobre una mesa se coloca cualquiera de estas

imágenes y, por ser Janal pixán221, también se instala la fotografía de un familiar,

comida, frutas y flores. Asimismo, se realizan rosarios en la primera y última se-

mana de noviembre para recordar a familiares fallecidos (Fotografía 14). Parale-

lamente, las mujeres se ocupan de cocinar algún platillo (como relleno negro) y de

tortear, que se distribuye entre los asistentes al finalizar el rezo.

En algunas casas, el Janal pixán se complementa con adornos de cartón que ha-

cen alusión al Halloween, aparecen en escena calabazas de color naranja, brujas,

escobas, castillos embrujados o calderos. En este mes, una de las actividades

más recurrentes se relaciona con pintar y limpiar los nichos y las tumbas del ce-

menterio, localizado en la periferia poniente del pueblo. En la última semana de

noviembre, se realizó una procesión en honor a San Miguel, un grupo no muy nu-

meroso de mujeres, hombres y niños recorrió durante las primeras horas de la tar-

de de un domingo las calles que bordean el parque principal con flores, estandar-

tes de la virgen de Belem, instrumentos musicales y fuegos artificiales. Al frente,

los hombres cargaban la imagen del santo (Fotografía 15). El desfile se prolongó

solo por unos cuantos minutos, pero, la celebración continuó horas más tarde en

el patio de una casa que se ubica en la calle 23 por 22 y 24, donde se ofreció co-

mida, bebida y baile (Fotografía 16).

220 INEGI, Censo de población, tabulados básicos, 2010. 221 Janal pixán. “S. m. Del maya janal, comer, comida y pixán, alma: comida de las almas. Es

otra forma de llamarle a esta celebración, que actualmente es una mezcla de elementos mayas y cristianos, en la que se ofrenda comida y bebida a las ánimas de los fieles difuntos. En Yucatán el lapso durante el cual se celebran diversas ceremonias dedicadas a las almas y a la memoria de los difuntos comprende cuatro fechas: 31 de octubre, día dedicado a las almas de los niños; 1 de no-viembre, a las de los adultos; 2 de noviembre a las de todos los santos, y el 8 o 9 de noviembre, es el ochovario o bix. Güémez, Diccionario del español, 2011, p. 189.

93

Los patios son uno de los componentes espaciales de las fiestas tradicionales. Por

su dimensión222, los límites privados se trastocan en públicos ya que se suprime

temporalmente su carácter familiar para acoger tanto a personas que habitan en el

pueblo como a las que proceden de fuera. Las puertas de la casa se abren a la

comunidad para una celebración que se extiende desde el atardecer hasta antes

de la medianoche. En esta se asigna a cada asistente un vaso con horchata, co-

mida o bebidas alcohólicas, posteriormente las parejas se entretienen al compás

de un grupo musical. La festividad es un evento que refuerza lazos de fraternidad

y donde se reconoce a quienes habitan en las inmediaciones. Se origina por me-

canismos de organización y cooperación entre vecinos, no limitado al apoyo eco-

nómico, por ejemplo, Flor Angélica Canché Canché contribuye por medio de sumi-

nistros de leña para cocinar y otras mujeres se ofrecen para guisar los alimentos

(Fotografía 17). Actualmente, uno de los problemas que enfrentan estas tradicio-

nes se relaciona con las intenciones del comisariado por lucrar con este tipo de

eventos, se pretende cobrar derechos para realizar las festividades.

En los patios223 se encuentran árboles como el ramón, caimito, saramuyo (anona),

naranja, huaya, coco, mango, jícara, ciruela, aguacate y papaya. También se ob-

serva cilantro, epazote, hierbabuena y chile habanero, utilizados cotidianamente

en la comida. En un rincón del terreno se construye un corral para gallinas, pavos,

cerdos, caballos, gansos y ganados; cuando no se dispone de este, los animales

pastan libremente dentro de la propiedad o están atados a un árbol (Fotografía

18). En ocasiones, los patios están cubiertos de pasto; las personas personalizan

sus jardines, a cada árbol o planta le destinan un arriate que limitan con piedras

pintadas de color blanco, otras posicionan figuras de ranas o flamencos (Fotogra-

fía 19 y 20).

222 El terreno de José Guillermo Noh medía aproximadamente 26 x 50 metros y el de José

Lino Noh Noh 50 x 80 metros. 223 Othón Baños realiza una distinción entre solar y patio. La transformación física del primero,

dice el autor, no es tan significativa como la cultural, sin las actividades familiares es otro objeto cultural cualitativamente diferente de tal manera que se convierte en un patio, es decir, un espacio de tipo urbano con algunos árboles frutales que permanecen por el confort térmico que estos brin-dan. Baños, Modernidad, imaginario, 2003, p. 199.

94

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 24 de noviembre de 2017.

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 13 de noviembre de 2017.

Fotografía 11.

Templo Adventista en pueblo Caucel

Fotografía 12.

Nicho e imágenes religiosas en fachada principal

95

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 17 de noviembre de 2017.

Fuente: Pinto, Silvia. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 13 de noviembre de 2017.

Fotografía 13.

Nicho al interior de unidad edificada

Fotografía 14.

Rosario durante Janal pixán

96

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 26 de noviembre de 2017.

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 26 de noviembre de 2017.

Fotografía 16.

Instalaciones para celebración religiosa en el patio de una casa

Fotografía 15.

Procesión religiosa en honor a San Miguel

97

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 10 de noviembre de 2017.

Fotografía 17.

Leña para comida de celebración religiosa

Fuente: Pinto, Silvia. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 13 de noviembre de 2017.

Fotografía 18.

Corral de animales en el patio

98

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 9 de noviembre de 2017.

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 7 de noviembre de 2017.

Fotografía 19.

Personalización del patio de Sergio Chablé

Fotografía 20.

Jardín con pasto y árboles frutales

99

La mayoría de los pozos están cerrados y se utilizan como asiento para macetas;

sin embargo, son fuente importante de agua cuando el servicio no está disponible.

El 98% de las viviendas disponen de agua potable, sin embargo, la calidad del

servicio no siempre es la mejor ya que los cortes son constantes, por ello, las per-

sonas utilizan los pozos por medio de bombas eléctricas para llenar sus tinacos.

Otra actividad que se realiza en el patio es el lavado de ropa. A pesar que el 71%

de las viviendas disponen de lavadoras224, las madres e hijas utilizan bateas que

se encuentran bajo un árbol o de una estructura de aluminio o madera para fregar

las vestimentas, posteriormente las penden sobre una cuerda de nylon que se

sostiene a su vez por un horcón de madera (Fotografía 21). Asimismo, se ocupan

momentos de la mañana y tarde para deshierbar, podar, regar plantas, sembrar o

quemar basura. En Yucatán, esta última actividad persiste en el 26.11% de las

viviendas225.

224 INEGI, Censo de población y vivienda, tabulados básicos, 2010. 225 Ibíd., tabulados ampliados, 2010.

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 24 de noviembre de 2017.

Fotografía 21.

Hamacas colgadas en sogas de nylon

100

La presencia de vegetación en los patios aún es notable, el observador percibe

que los árboles son preponderantes en el paisaje; en banquetas, jardines frontales

y centros de manzana se encuentra una flora diversa. A pesar de lo mencionado

en líneas anteriores, los cultivos de hortalizas como tomates, calabazas, pepinos,

sandías o melones son menos frecuentes, a esto se suma la reducción de prácti-

cas relacionadas con la crianza de animales. En el patio se disipa paulatinamente

su función como espacio de producción de alimentos para el autoconsumo de la

familia o comercialización entre vecinos, es decir, se desatiende su potencial como

área para complementar ingresos económicos, no podría decirse que pierde com-

pletamente su vitalidad cotidiana ya que todavía se reconoce como un espacio

importante para comer o cocinar, lo que sí se argumenta es que abandona progre-

sivamente una esencia que la caracterizó por décadas. Esto se debe, en parte, al

desinterés de jóvenes por las actividades primarias y al aumento de opciones la-

borales con mayor retribución monetaria dentro y fuera del pueblo. Asimismo, los

establecimientos comerciales en el centro de Caucel y en la avenida Mérida-

Caucel incrementaron el acceso a productos vegetales y animales asequibles de

las grandes industrias nacionales e internacionales. En las entrevistas, las perso-

nas reconocían como una ventaja el obtener rápidamente productos que antes

necesitaban horas de trabajo en el patio.

Entre los vecinos, la vegetación también se utiliza para delimitar los terrenos. Pe-

ro, cuando la propiedad de los padres o abuelos se subdivide entre los hijos u

otros familiares, los fragmentos que resultan no siempre se definen físicamente.

Las fronteras del mosaico se identifican de manera simbólica y al no tener bordes

siempre es posible el libre tránsito, incluso, la cocina de la cuñada o hermana es el

espacio donde todos los familiares se reúnen para convivir durante los fines de

semana. En otros casos, el terreno no se subdivide por lo que en una misma habi-

tación yacen hermanos, primos, sobrinos, abuelos y padres226.

El conflicto entre integrantes de la familia es otro tema importante pues en ocasio-

ne este es un detonante que rompe con el esquema de casa compartida o de te-

226 El tema de la casa compartida por diferentes familiares se desarrollará con mayor deteni-miento en el último capítulo.

101

rreno como escenario de unidades familiares. José Guillermo Noh comentaba que

durante los primeros años de su matrimonio habitó con su esposa en la casa de su

padre hasta que los desacuerdos y las riñas con su madrasta, a la que calificaba

como “una mala persona”, lo obligaron a buscar otro lugar. En la década de los

años cincuenta, su esposa estaba embarazada de su primer hijo y el tiempo del

parto se aproximaba, por ello, decidieron moverse a la casa de sus suegros con el

propósito de recibir ayuda. Pasado el suceso, se dispusieron a regresar; sin em-

bargo, su madrasta les impidió el acceso con la excusa que el lugar no les perte-

necía, por tanto, no tenían por qué estar allí. El silencio de su padre solo reforzó la

sentencia, José Guillermo decía “mi papá ni se mete ni se sale [del conflicto]”227.

No tuvo más opción que permanecer en la casa de sus suegros, hasta que adqui-

rió un terreno en la esquina de las calles 10 y 25.

En la década de los años noventa, también se presentó un suceso que conllevó a

la separación de familiares que habitaban en un mismo terreno, esta vez por dis-

cusiones entre los hermanos y la cuñada. Entre los escenarios de la niñez de Flor

Angélica Canché Canché se encuentra un edificio de paja que aún se ubica en la

esquina de las calles 18 y 23. El lugar lo compartía con sus abuelos, sus padres,

sus 5 hermanos y un primo, es decir, el interior cobijaba a 11 personas durante la

noche. Sus padres trabajaban en Progreso vendiendo frutas y verduras. Cuando

los cambios físicos de la adolescencia se manifestaron, decidieron construir un

cuarto de mampostería con el dinero que ahorraron. Años más tarde, sus abuelos

y padres fallecieron y el terreno permaneció intestado. Posterior a una asesoría

jurídica, la mayoría de los hermanos acordaron dividirlo en partes iguales, pero, la

decisión molestó al mayor de los hermanos puesto que el primo también se bene-

ficiaría de la subdivisión; influenciado por su esposa, argumentaba que no tenía

derecho a la propiedad. Actualmente, el primo y 4 de los hermanos de Flor Angéli-

ca viven en el mismo predio y el hermano resentido en otra zona del pueblo; el

227 José Guillermo Noh, entrevista citada.

102

terreno aún presenta problemas legales ya que este último no está dispuesto a

firmar el acuerdo228.

3.2.2 EL ESCENARIO ESPACIAL MÁS ALLÁ DE LA CASA: EL PUEBLO

Y SUS EQUIPAMIENTOS

La senda principal del pueblo comprende dos numeraciones, la 21 y la 23; esta

divide diagonalmente a Caucel y la comunica al oriente con Mérida y al poniente

con Ucú (Fotografía 22). En sus inmediaciones se encuentran casas, centros edu-

cativos y de salud, terrenos baldíos, el palacio de la comisaría, la casa ejidal, el

mercado, el registro civil, la sala de lectura, el parque principal, establecimientos

de comida rápida, distribuidores de materiales para construcción, tiendas de aba-

rrotes, panaderías, refaccionarias, comercios de láminas y aceros, papelerías,

centros de cómputo, expendios de bebidas alcohólicas, talleres de vidrio, restau-

rantes, distribuidoras de alimentos para animales, tiendas de regalos, estéticas,

talleres de herrería, ferreterías, neverías, bancos de ahorro, invernaderos y ex-

pendios de agua purificada.

En fin, es la calle sobre la que se inscribe la mayor diversidad de usos de suelo y

la que presenta la afluencia vehicular más evidente, originada por moto-taxis, trici-

clos, camiones y furgonetas, automóviles y bicicletas. Asimismo, es el sitio donde

las personas abordan el transporte público, al mediodía se observan estudiantes

de educación media-superior y superior y obreros que permanecen en las esqui-

nas de las manzanas por el servicio. Los paraderos principales son las esquinas

que se encuentran frente al parque principal, es decir, son las que originan las ca-

lles 21 y 18 y la 21 y 20. Por otra parte, la lluvia que sobrevino durante la segunda

semana de noviembre reveló charcos del agua que no se encauzó a los pozos

pluviales. (Al final del capítulo se presenta un mapa donde se ubican los equipa-

mientos que se describen en los siguientes párrafos).

228 Entrevista a Flor Angélica Canché Canché, realizada por César Quintal, Caucel, Mérida,

Yucatán, 13 de noviembre de 2017.

103

En Caucel, las actividades cotidianas inician durante las primeras horas del día.

Las madres de familia espabilan a sus hijos pues es tiempo de cumplir con las

obligaciones escolares. Mientras los niños se uniforman y organizan sus mochilas

escolares, las madres se ocupan en elaborar el desayuno. Al concluirlo, empren-

den un recorrido que se reitera de manera perseverante, transitan por la misma

calle y observan las casas de los vecinos, en ocasiones, sin percibir los pequeños

cambios o modificaciones que se realizan en estas. Finalmente arriban al edificio

donde adquieren las primeras herramientas del sistema de educación básica y allí

permanecen hasta las primeras horas del medio día. Por su parte, los adolescen-

tes optan por acompañarse de sus amigos para dirigirse a la escuela secundaria o

media superior, en los turnos matutino o vespertino.

En el pueblo existen siete escuelas; de estas, dos corresponden al nivel preesco-

lar: la Esc. Jaime Nuno ubicada sobre la calle 25 y la Esc. Justo Sierra Méndez

que se encuentra sobre la calle 24; dos al nivel de primaria: la Esc. Francisco Ba-

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 7 de noviembre de 2017.

Fotografía 22.

Avenida principal de pueblo Caucel

104

tes que se localiza sobre la calle 14 y la Esc. José Peniche Fajardo ubicada sobre

la calle 18; dos secundarias: la Esc. Humberto Lara y Lara que se sitúa sobre la

calle 21 y a la entrada del pueblo y el Instituto Educativo Jacinto Uc de los Santos

ubicado a una manzana de la primera, sobre la calle 4; una de nivel medio supe-

rior: el Colegio de Bachilleres, que se localiza al poniente de la calle principal. Por

su cercanía con el pueblo, a aproximadamente 5 kilómetros al oriente de esta, la

Esc. Preparatoria 2 de la Universidad Autónoma de Yucatán es otra opción de los

adolescentes para cursar la educación media superior. Cuando los jóvenes tienen

la intención de continuar sus estudios a nivel superior deben desplazarse a una de

las universidades que se encuentran en la colonia centro de Mérida.

Las mujeres y algunos hombres observan las actividades que sus hijos realizan en

las canchas deportivas de los preescolares o escuelas primarias pues las bardas

de alambrado les permiten examinar sus comportamientos. Al asegurarse que sus

hijos se encuentran en las instalaciones y que no se presentan contrariedades, las

mujeres regresan a sus casas para cocinar los alimentos del día, no sin antes ob-

tener los ingredientes en el mercado o reforzar sus oraciones en la iglesia. Parale-

lamente, el cónyuge y los hijos mayores se disponen física y emocionalmente para

laborar en sus centros de trabajo; con mochila sobre la espalda o con un bolso en

el hombro abandonan su casa y permanecen en la avenida principal del pueblo

esperando el transporte público que los conducirá a un centro comercial o indus-

trial de Mérida o Ciudad Caucel. Los camiones y las furgonetas son los medios de

transportes más utilizados para trasladarse a la capital y las horas de máxima de-

manda son por las mañanas y tardes, por lo que en esos tiempos no es raro ob-

servar a personas que se mantienen de pie en los pasillos centrales de los mis-

mos. Cabe mencionar que únicamente el 7.38% de la población de 18 y más años

tiene un automóvil particular229.

Al mediodía, la comida está concluida y es momento de reunirse con los hijos. La

olla permanece sobre la estufa y las madres se disponen a reunirse con sus hijos.

Los recogen por medio de bicicletas, triciclos, automóviles o simplemente cami-

229 INEGI, Censo de población, tabulados básicos, 2010.

105

nando. Otro día de labores escolares finalizó y los gritos de los niños confirman el

júbilo por dejar lo que pareciera ser un presidio. Fuera de la escuela se instalan

comercios ambulantes donde se ofrecen dulces, golosinas y paletas de hielo, a los

que pueden acceder los niños si es que aún tienen parte de su mesada. En esos

momentos, la presencia humana está ausente en la casa, partir y retornar son ac-

tos constantes y necesarios en la vida cotidiana. Antes de arribar por segunda

ocasión, se compran tortillas en el molino o bebidas en alguna tienda; al llegar, las

mochilas se abandonan en los muebles de la sala o en las habitaciones individua-

les y el descanso impera previamente a realizar las tareas asignadas por los pro-

fesores.

Los habitantes pendulares regresan al calor hogareño durante la tarde o noche,

alejados de las presiones laborales se disponen a comer y después a entretenerse

con la televisión y otros medios digitales o a continuar con los pendientes adquiri-

dos en los lugares de procedencia. Al concluir el día, cada uno de los integrantes

de la familia se introduce al mundo de las ensoñaciones, en una hamaca se cons-

truyen las aspiraciones futuras, se flexionan los actos del día o se refuerzan las

preocupaciones familiares y económicas. Cuando el alba ilumina las paredes y

albarradas de la casa, se replica el esquema de prácticas que siguen cotidiana-

mente las personas del pueblo. La casa no sólo es testigo de las actividades coti-

dianas de sus habitantes, también es cómplice de estas, por ello, su estructura

física es la estructura de la vida misma, revela las necesidades espaciales más

apremiantes y la manera en que los espacios se adaptan a las trayectorias de vida

de sus productores.

En el centro del pueblo se encuentran los edificios con mayor antigüedad, aquellos

que entre sus muros sellan la historia social, económica, política y arquitectónica

del hábitat. Entre estos, la iglesia es sin duda uno de los inmuebles más emblemá-

ticos; se localiza al oriente del parque y su advocación es Nuestra Señora de Be-

lem (Fotografía 23). Su estructura arquitectónica consiste de una nave con tres

accesos públicos, uno al centro con vista al poniente y dos laterales con vista al

norte y sur. El atrio está delimitado por una barda de aproximadamente 2 metros

106

de altura, construido con piedras y rematado con una austera decoración de herre-

ría, interrumpida por tres rejas que naturalmente comunican con las puertas de la

nave. Al frente sobresale un árbol de almendra y en los cantos se hallan palmeras

en un suelo cubierto por césped. Existen tres pasillos, siendo el central del ancho

de la fachada principal y sobre este, bancas de color verde.

Entre semana, no se contabilizan numerosos asistentes a las ceremonias religio-

sas, pero, las mañanas y noches de los sábados y domingos son altamente con-

curridas (Fotografía 24). La dinámica social en el pueblo se transforma durante los

fines de semana, de lunes a viernes las actividades cotidianas se relacionan con

laborar en trabajos económicamente remunerados, realizar la comida, cuidar a los

hijos o asistir a la escuela. Estos actos, a los que están sometidas las personas

por cuestiones culturales o económicas, se cambian por otros durante los fines de

semana, se encuentra en este tiempo oportunidades para la convivencia en co-

munidad o familiar, para el intercambio y la recreación.

Al concluir la ceremonia religiosa, las personas se dirigen al parque principal, otro

de los equipamientos importantes en el pueblo donde se fomenta la recreación

entre personas de diferentes edades y se reconocen a sujetos que no viven en las

inmediaciones. Ocupa la manzana central, por tanto, el crecimiento del pueblo se

genera a partir de este. Su geometría es rectangular, de aproximadamente 85 x 70

metros; se compone de cinco pasillos que coinciden en un centro donde se locali-

za un kiosco de base circular amarilla, techo de lámina de color rojo y un barandal

de herrería (Fotografía 25). Los botes de basura, las bancas y los postes de alum-

brado público forman parte del mobiliario. Entre cada pasillo están plantados árbo-

les de flamboyán, ceibas y almendras, cuyas copas originan sombrillas naturales

que protege a las personas de los rayos del sol.

107

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 29 de diciembre de 2016.

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 26 de noviembre de 2017.

Fotografía 23.

Iglesia de Nuestra Señora de Belem

Fotografía 24.

Personas en atrio de la iglesia al finalizar rito religioso

108

En el extremo noreste del parque se encuentra una cancha de usos múltiples de-

limitada con una malla de contención, donde suceden las batallas más intensas de

fútbol o básquetbol entre los niños o adolescentes, con un público que los observa

y anima desde unas gradas de dos niveles. Asimismo, es un espacio que utilizan

los profesores de educación física de la escuela primaria José Peniche Fajardo.

En el extremo sureste se localizan instalaciones de recreación infantil con piso de

arena (Fotografías 26) y fuera de esta zona se halla la principal estación de moto-

taxis. En el parque permanecen establecimientos comerciales instalados debajo

de toldos, donde se ofertan flores, a cargo de María Irene Pech Muñoz, comida y

discos de música y películas, cuyas bocinas rompen el silencio que impera en el

parque. Al norte se ubica un pozo, que actualmente está clausurado, pero, según

Leidy Euán Kú fue una de las principales fuentes de agua del pueblo en décadas

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 29 de diciembre de 2016.

Fotografía 25.

Parque principal de pueblo Caucel

109

pasadas. Incluso, es un hito que figura en las historias transmitidas entre genera-

ciones pues se dice que una reina230 bebió hace muchos años el líquido de este.

Entre semana, las mujeres ocupan los pasillos del parque para vender frutas y

verduras ya que el mercado, localizado junto al palacio de la comisaría, se está

remodelando (Fotografías 27 y 28). Al mismo tiempo que conversan con sus com-

pañeras o clientes se entretienen desvainando espelón231. Las personas pregun-

tan por lo que venden y a veces el precio las persuade, en otras simplemente con-

230 Probablemente, los pobladores se refieren a la emperatriz Carlota, esposa de Maximiliano,

que visitó Yucatán en 1865. 231 Espelón. “S. m. Del maya Xpéelon, Vigna unguiculata L. Walp. Esta leguminosa parecida al

frijol, originaria de África topical, fue introducida y es muy popular en las áreas tropicales, secas y subhúmedas por su gran resistencia a la sequía. En Yucatán existen dos variedades de espelón de diversos colores. Tierno, recién sacado de su vaina es especialmente delicioso y se emplea para la elaboración de tamales y mukbipollos. También se come sancochado solo o con puerco: tamal de espelón, espelón con puerco”. Güémez, Diccionario del español, 2011, p. 160.

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 29 de diciembre de 2016.

Fotografía 26.

Área de juegos infantiles en el parque principal del pueblo

110

tinúan su camino. Entre las dos y tres de la tarde, las bancas del parque son ocu-

padas por adolescentes de las escuelas secundarias y unas horas después las

vendedoras recogen sus productos y limpian sus espacios de trabajo. En las ma-

ñanas de los domingos se observa una mayor cantidad de personas, el kiosco se

utiliza como escenario para la jarana232, los puestos de comida aumentan sustan-

cialmente y en los pasillos se establecen personas que provienen de Mérida y

Ciudad Caucel para ofertar vestimentas, utensilios de cocina, calzado, juguetes o

plantas, nuevos o usados previamente (Fotografía 29).

232 Jarana. “S. f. Música y danza regional propias del baile de vaqueras (→). Las hay en dos

formas métricas: la 6x8 y la 3x4. La primera, de compás ternario, proviene de la jota andalusí. Lle-ga a Yucatán con el siglo diecinueve y se transforma en son mestizo. La segunda, viene después; es valsada y tiene el aire de la jota aragonesa de la que deriva; se baila a contratiempo. En la eje-cución de la jarana, el hombre y mujer no se toman de la mano; mantienen una distancia cercana a un metro”. Güémez, Diccionario del español, 2011, p. 190.

Fuente: Pinto, Silvia. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 17 de noviembre de 2017.

Fotografía 27.

Vendedora de frutas y verduras en el parque de Caucel

111

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 29 de diciembre de 2016.

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 26 de noviembre de 2017.

Fotografía 28.

Mercado del pueblo antes de su remodelación en 2017

Fotografía 29.

Tianguis en el parque principal durante los domingos

112

Frente al paramento sur del parque se localiza una sala lectura con el nombre “Lu-

cas Ortiz Benítez”, cerrada durante el mes de noviembre y en la esquina la escue-

la parroquial “Nuestra Señora de Belem”. A su lado derecho, la Casa Ejidal con

una fecha en la parte superior de la fachada que apunta “23 de enero de 1959”, en

su interior se observa un escritorio y un archivero de documentos. A su lado iz-

quierdo, el Registro Civil y el Palacio de la Comisaría (Fotografía 30). Este último,

es un edificio integrado por una zona cerrada donde se encuentran oficinas y otra

descubierta que se utiliza, entre otras cosas, para realizar festividades escolares o

tradicionales, en esta también se reúnen las madres de familia cuando cobran las

becas escolares de sus hijos; en sus muros se colocan carteles donde personas

que habitan en Ciudad Caucel ofrecen trabajos como tablajeros, cocineros, repar-

tidores, meseros, labores domésticas, ayudantes de cocina y carpinteros.

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 29 de diciembre de 2016.

Fotografía 30.

Palacio de la comisaría, localizado frente al parque principal

113

A diferencia de algunas calles periféricas, las que circundan la manzana principal

están pavimentadas y equipadas con banquetas y pasos peatonales. La mayoría

tiene señalética que indica los números pares (verticales) e impares (horizontales)

de las calles. En el pueblo se calcula que existen 213 postes de alumbrado públi-

co233. En diferentes puntos de Caucel, el Ayuntamiento de Mérida (2015-2018)

instaló anuncios que informan las acciones de obra pública y el monto de las in-

versiones, entre estos, rehabilitación de calles, mantenimiento de pozos y alcanta-

rillas y construcción de cuartos de baño, dormitorios y techo firme. Por las noches,

las personas permanecen en sus casas y en familia y en la cocina se realiza el

último alimento del día. Los establecimientos comerciales están cerrados y el flujo

vehicular disminuye, prácticamente es inexistente. El pueblo se mantiene callado.

No obstante, los ávidos de internet recurren al parque principal pues en este es

posible acceder al servicio de manera gratuita.

En Caucel, también se encuentran instalaciones para la recreación deportiva. La

unidad “Víctor Manuel Correa Rachó” se localiza al sureste del pueblo y consta de

dos campos, uno de béisbol y otro de fútbol, de canchas y área de juegos infanti-

les. Por las tardes, es ocupada por adolescentes que se entretienen mejorando

sus técnicas y habilidades de juego, paralelamente, el personal se dedica a podar

el césped y regar los árboles, entre estos, los que José Guillermo Noh sembró con

sus vecinos (Fotografía 31). Frente al panteón, esto es, al suroeste del pueblo, se

ubica otro complejo; se integra por una cancha de fútbol rápido, una cancha de

básquetbol y un área de juegos infantiles (Fotografía 32). Por su posición periféri-

ca, es menos utilizado que el primero.

233 INEGI, Censo de población, tabulados ampliados, 2010.

114

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 7 de diciembre de 2017.

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 10 de diciembre de 2017.

Fotografía 31.

Centro deportivo “Víctor Manuel Correa Rachó”, iniciado por José Guillermo

Noh en la década de los años 1950.

Fotografía 32.

Centro deportivo en la periferia suroeste del pueblo.

115

El Centro de Desarrollo Integral es otro de los equipamientos importantes en el

pueblo; el edificio se localiza sobre la calle 18, detrás del terreno que se utiliza pa-

ra las fiestas taurinas. Es un espacio de capacitación laboral, artística, deportiva y

académica que se inició como una estrategia de la administración del alcalde Mau-

ricio Vila (2015-2018) para reducir las brechas de desigualdad social en Mérida234.

La sede de Caucel es tan solo uno de los 23 Centros que existen en el municipio,

en estos se realizan talleres de cocina y repostería, corte y confección, cultora de

belleza, manualidades, ballet, jarana, inglés, jazz, computación, coros infantiles,

taekwondo, regularización educativa, teclado y guitarra235. Por otra parte, en la

entrada del pueblo (esquina de las calles 6 y 21) se observa las instalaciones de

una clínica de salud del Instituto Mexicano de Seguro Social (IMSS), también se

aprecia que las puertas se mantienen cerradas pues el servicio se trasladó a un

edificio en Ciudad Caucel, donde la asistencia médica es más amplia. Al norte de

Caucel, sobre la calle 20 que comunica al pueblo con Cheumán, se encuentra un

Centro de Salud, en el que se ofrece atención médica general.

Así, los equipamientos del pueblo son indispensables para tejer y reforzar las rela-

ciones sociales. En estos se conoce al mejor amigo o amiga, al novio o novia o al

cónyuge, también son lugares donde se vigila y evalúa el comportamiento e indu-

mentaria de los vecinos o donde los rumores y chismes se propagan. Como en

cualquier pueblo o ciudad, la convivencia entre las personas no siempre es estre-

cha y armónica pues los conflictos sobrevienen al confrontar intereses personales,

políticos o económicos. No obstante, los encuentros cotidianos entre los vecinos,

que en ocasiones no trasciende de un saludo, originan un ambiente de cordialidad.

Beatriz Garrido y Juan de Dios Caamal Chacón comentaban que no entablan lar-

gas conversaciones con las personas que viven en sus inmediaciones, únicamen-

te intercambian breves palabras por las mañanas y después continúan con sus

actividades, desconocen sus trayectorias de vida y el interior de sus casas pues

no comparten festividades o comidas, a pesar de esto no se rehúsan a prestar sus

234 “Servicios para el emprendimiento”, Diario de Yucatán, 10 de septiembre de 2017. 235 Ibíd.

116

pertenencias cuando sus vecinos se las solicitan, sin cuestionar para qué lo utiliza-

rán o dónde se dirigen ceden momentáneamente, por ejemplo, su triciclo236.

3.3 RECAPITULACIÓN

En este capítulo se discutió la importancia de observar y entender al hábitat rura-

les, y urbano, desde las características que definen sus dimensiones social, arqui-

tectónica y contextual, con ello se evitarían generalizaciones que en ocasiones

encarcelan a estos espacios dentro de concepciones que no coinciden con su

realidad. Entonces, el deber indiscutible del capítulo fue generar un panorama ac-

tual de los espacios que se analizan en esta investigación. En primer término, se

describió la heterogeneidad material y geométrica de las casas del pueblo. Cada

una se produce de acuerdo a los gustos y preferencias de sus habitantes o a la

disponibilidad económica de la familia. La casa anhelada muchas veces permane-

ce congelada en el pensamiento, es decir, no se materializa en el hábitat pues los

recursos monetarios no son los suficientes para su construcción. Con la descrip-

ción realizada se constata que la densidad de unidades de palma y bajareque es

mucho menor a la que se percibía durante la primera mitad del siglo XX, es más,

la imagen que presentan en cuanto a sus materiales es similar a algunas que se

encuentran en diferentes colonias de Mérida. A pesar de las transformaciones,

todavía se conversan características de los espacios habitacionales mayas que

motivan a que el contexto aún se perciba como rural, entre estos, la dimensión del

terreno, la vegetación en los patios y las fiestas tradicionales.

Las actividades cotidianas que acontecen en la casa también son un indicador que

se habita en un pueblo. Estas no se desarrollan exclusivamente en el espacio de-

limitado por los muros, techos, puertas y ventanas y donde se reguardan las per-

tenencias materiales, también suceden en el patio pues en este se localiza la co-

cina, se cultivan plantas o se crían animales. Por tanto, las casas de pueblo Cau-

cel no se definen únicamente por la unidad edificada, más bien, es el lugar origi-

236 Entrevista con Beatriz Garrido y Juan de Dios Caamal Chacón, realizada por César Quintal,

Caucel, Mérida, Yucatán, 8 de noviembre de 2017.

117

nado por este y el patio. En sus inmediaciones se encuentran, por una parte, equi-

pamientos que permiten la convivencia con otras personas, aquellas con las que

se fomentan relaciones amistosas o conflictivas, y por otra, calles que la articulan

con otros asentamientos, a través de estas se prolongan las actividades de la ca-

sa. Por ello, se insistió en describir y localizar la iglesia, los templos, el parque

principal, el palacio de la comisaría, la casa ejidal, los campos deportivos, los cen-

tros comunitarios y las clínicas de asistencia médica. Actualmente, pueblo Caucel

tiene un orden espacial y social diferente al de épocas pasadas; su transformación

es respuesta a causas tanto endógenas como exógenas y, como cualquier otro

asentamiento, tiene derecho a reformularse en su devenir histórico.

118

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119

CAPÍTULO 4

LOS SIGNIFICADOS DE LA CASA.

TRANSFORMACIONES Y PERMANENCIAS EN EL HÁBITAT

En el tercer capítulo expusimos el orden social y espacial actual de Caucel. Este

panorama por sí solo no nos manifiesta las transformaciones acontecidas en el

pueblo por sus relaciones y contactos con otros asentamientos. Es momento de

ahondar en las reflexiones de la producción del espacio, en específico, de las ca-

sas que se encuentran en el pueblo y de sus cambios originados por el conjunto

habitacional Ciudad Caucel. La interpretación y los hilos conductores que estructu-

ran los siguientes apartados proceden de un conjunto vasto de entrevistas y de su

sistematización en categorías y subcategorías. El capítulo se divide en cuatro sec-

ciones: en la primera se desarrolla la idea que la casa se define al interior del te-

rreno, donde es indispensable la intervención de la familia en su producción y edi-

fican una unidad a partir de materiales y geometrías específicas, también cultivan

un patio donde ocurren muchas de las actividades cotidianas; en la segunda se

plantea que la casa también se define por su contexto físico y social, aquí importa

señalar las escalas de la vida diaria, la convivencia entre vecinos y el trabajo re-

munerado; en la tercera se abordan los temas de poder y conflicto entre los inte-

grantes de la familia y al interior de la casa, también entre los habitantes del pue-

blo por la venta de tierras ejidales; en la última sección se presenta la recapitula-

ción.

4.1 LA CASA SE DEFINE AL INTERIOR DEL TERRENO

4.1.1 LA CASA COMO CÉLULA HABITACIONAL PRODUCIDA POR LA FAMILIA

La casa es un bien del que aparentemente no se puede prescindir en la vida, es

necesidad interiorizada y fijada de manera específica por reglas sociales, imposi-

ble de omitir cuando se inicia una familia. La casa es consecuencia de un proceso

de planeación y gestión que se correlacionaría con la noción producto de Henri

120

Lefebvre más que con su idea de obra237 ya que detrás de las soluciones espacia-

les, en apariencia, heterogéneas y pintorescas se reproducen prácticas que ejecu-

tan la unicidad y la espontaneidad que podría presumirse en Caucel. El sistema

constructivo que predominaba durante la primera mitad del siglo XX, las geome-

trías absidales y los materiales que se obtenían del monte se desvanecen ante un

mecanismo de edificación que implica el uso de materiales industrializados como

el block y la bovedilla, reproducido, incluso, en Ciudad Caucel y diferentes colo-

nias de Mérida.

Las casas de Caucel y las viviendas de Ciudad Caucel son productos, forman par-

te de un proceso en que reiteradamente se utilizan materiales industrializados co-

mo parte de un esquema constructivo también homogéneo; sin embargo, cada

una responde a diferentes lógicas, lo que obliga a interpretarlas como dos espa-

cios con distintas realidades que se adscriben al mismo juego de intereses eco-

nómicos. En primer lugar, la casa no es un producto equiparable a la vivienda del

conjunto habitacional ya que no se preconcibe como mercancías para una pobla-

ción con ingresos específicos, aunque indudablemente en alguna etapa de su tra-

yectoria puede inscribirse en la dinámica oferta-demanda. En segundo, sus usua-

rios, o sea la familia, intervienen directamente en su formalización; la casa adquie-

re su carácter en términos tanto físicos como sociales en un proceso cotidiano y

prolongado, a diferencia de la vivienda que se diseña desde el escritorio de arqui-

tectos o urbanistas, cuyas propuestas se basan de lineamientos de construcción

emitidos por el Estado238 y de la compartimentación de modos de habitar, de un

solo golpe se pretende generar una diversidad de funciones y significados y posi-

cionar cada cosa en su lugar239.

Heidegger menciona que el construir es cuidar y erigir240. En Caucel, las casas se

producen por estos dos actos, su historia se imprime por el compromiso constante

237 Ibíd., pp. 127-141. 238 Por ejemplo en Yucatán se encuentra la Ley de Fraccionamientos del Estado de Yucatán

(Última reforma: 28 de diciembre de 2016) y el Reglamento de Construcción del Municipio de Méri-da (Última publicación en la Gaceta Municipal: 5 de enero de 2018).

239 Duhau y Giglia, Las reglas del desorden, 2008, pp. 295-296. 240 Heidegger, “Construir, habitar”, 1954, p. 4.

121

de la familia por cultivar el espacio habitacional, desde el acondicionamiento del

terreno hasta la edificación se genera un proceso participativo de hombres y muje-

res. Habitualmente, las familias se originan por el vínculo entre personas del pue-

blo y la casa de la madre, abuela o suegra es el primer alojamiento de la joven

pareja cuando deciden casarse; en ese lugar permanecen hasta adquirir un te-

rreno y edificar un cuarto, o en su defecto, se mantienen indefinidamente en esta.

María Eugenia Canul Euán, una habitante de Caucel, comentó en una entrevista:

“Vivíamos con mi suegra, no teníamos casa, creo que vivimos como 15 años con

mi suegra y ya pudimos hacer nuestra casa, y ahora ya tengo 40 años viviendo en

mi casa”241.

Asimismo, el terreno se figura como una porción de monte delimitada por albarra-

das o muros, con árboles que se posicionan en diferentes puntos, con piedras de

considerable tamaño y suelo desnivelado. Esto recuerda a la noción que plantea

Henri Lefebvre en cuanto a la relación naturaleza-espacio social, donde la primera

se subordina progresivamente ante la expansión y dominio del segundo242. Los

días de descanso, la pareja se ocupa de nivelar el suelo, deshierbar y talar árbo-

les. Cuando se concluyen estas faenas se siembran los árboles característicos de

los patios y se inicia el pozo puesto que el agua además de ser un recurso funda-

mental para el consumo humano y para regar los cultivos, se consideraba indis-

pensable para la cimentación y edificación, sin este no sería posible, por ejemplo,

el mortero que une los bloques.

La dominación de la naturaleza por parte de un grupo social se inicia con el acon-

dicionamiento de terrenos periféricos, tal y como lo realizaron Beatriz Garrido y

Juan Caamal durante los primeros años del 2000 o Sergio Chablé en 2009. Henri

Lefebvre menciona que esta se subordina ante la actividad económica y la técnica,

es la materia prima del espacio social, por tanto, marca su inicio histórico243. En

esta línea de pensamiento, Emilio Duhau y Ángela Giglia introducen, desde la

perspectiva antropológica, el concepto domesticación del espacio para referirse al

241 Entrevista a María Eugenia Canul Euán, realizada por César Quintal, Caucel, Mérida, Yu-catán, 17 de noviembre de 2017.

242 Lefebvre, La producción del espacio, 2013, p. 139. 243 Lefebvre, La producción del espacio, 2013, pp. 140-141.

122

proceso en que la naturaleza se transforma paulatinamente en territorio por efecto

de la cultura244. En Caucel, esa domesticación o dominio de la naturaleza se reali-

zaba en los confines de un paisaje que es evocado en el presente como parte del

proceso de producción de la casa. Beatriz Garrido y Juan Caamal comenzaron a

vivir en su casa tres años antes de la aprobación de Ciudad Caucel, es decir, en

2002; se instalaron en un terreno que se encuentra en la periferia sur del pueblo,

cercano a uno de los actuales bordes del fraccionamiento. Para ambos, el paisaje

era un desierto dominado por zacate y árboles que pertenecían al monte, consu-

midos por ganados de los ejidatarios cuando pastaban libremente por la zona, el

suelo era accidentado por la cantidad y tamaño de piedras que se tendían sobre

este. La configuración de este páramo dificultaba el reconocimiento de los límites

entre el área habitacional y el área de cultivo del ejido. Asimismo, de inmediato se

percibía la baja densidad poblacional y la presencia de casas escuetas que se dis-

tribuían orgánicamente y comunicaban entre sí por medio de veradas245.

María Eugenia Canul Euán también narraba: “luego [de limpiar el terreno] fuimos

construyendo que un cuartito, luego el otro, así, poco a poco, y todavía bien […]

hecho no está, pero ya tengo donde estar”246. La edificación es aún más tardada

que el acondicionamiento del suelo ya que no depende del tiempo libre de sus fu-

turos usuario, tampoco de la disponibilidad de materiales en el monte; puesto que

la intención no es reproducir una casa maya de palma y bajareque si no una de

block y bovedilla, la edificación es tecnificada de manera distinta a la tradicional-

mente conocida, por tanto, depende del capital económico de la familia (Fotografía

33).

El financiamiento es un cometido que rompe el orden de actividades laborales y

cotidianas de hombres y mujeres; con el fin de incrementar ingresos, los hombres

se ocupan horas de más en sus centros de trabajo o se preocupan por incremen-

tar los productos que elaboran en sus talleres; por su parte, las mujeres obtienen

una utilidad de su experiencia doméstica, se dedican a vender comida, a lavar ro-

244 Duhau y Giglia, Las reglas del desorden, 2008, p. 329. Este concepto lo aplican en la dis-cusión en cuanto a los asentamientos irregulares pero bien se podría aplicar en el caso de estudio.

245 Beatriz Garrido y Juan de Dios Caamal Chacón, entrevista citada. 246 María Eugenia Canul Euán, entrevista citada.

123

pa ajena, a tortear, a vender cochinos, pavos, gallinas y huevos o al aseo de ca-

sas que se encuentran en Mérida. Asimismo, se establecen convenios entre am-

bos para conservar los ingresos, María Feliciana Pisté Chan relataba que con su

esposo acordó que no se le entregara el dinero que necesitaba semanalmente

para los alimentos y otras necesidades, en cambio, prefería que el dinero se desa-

tinara a la edificación, lo que no la eximía de cumplir con sus obligaciones culina-

rias cotidianas, cuando su esposo retornaba de su trabajo la comida siempre esta-

ba sobre la mesa. Así, la unidad edificada de la casa se produce por estrategias

de financiamiento y economización de las familias, se origina en un proceso en

que el capital económico de hombres y mujeres se acumula progresivamente en

un espacio claramente delimitado.

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 6 de noviembre de 2017.

Fotografía 33.

Edificación inconclusa y levantamiento de albarrada por integrantes de una familia

124

En otros casos, la construcción del edificio se inicia antes de conocer al cónyuge y

de manera independiente; hombres o mujeres se ocupaban de la cimentación o de

colocar los primeros bloques y así, de manera inconclusa, permanece por una pe-

riodo prolongado, incluso después de la ceremonia nupcial pues la casa de la ma-

dre o abuela aseguraba un primer lugar para residir. Cuando el asilo se prolonga

indefinidamente el espacio receptor se percibe como propio en términos simbóli-

cos, lo que no conlleva a una narrativa que sugiera una adjudicación posesionaria,

esto se refiere a que en los discursos cotidianos la casa receptora siempre se

concibe como la casa de la suegra o abuela a pesar de los años vividos en esta,

“mi casa” es una expresión que figura hasta que se dispone de un título de propie-

dad.

Por otra parte, la estancia en la casa receptora se interrumpe ante la imposibilidad

de atenuar los posibles conflictos entre el nuevo integrante y las personas que lo

acogen o por la necesidad de un espacio con reglas y orden propios. Beatriz Ga-

rrido y Juan Caamal Chacón relataban que un día sus hijas empacaron sus cosas

de la casa de su abuela pues continuar viviendo en ese lugar ya no era opción

para ellas, en cambio, preferían estar en la casa que Juan Caamal inició antes de

conocer a su madre; ambos insistieron en que el edificio no tenía piso, ventanas y

puertas, pero, la reiteración no las detuvo de abandonar el espacio donde residie-

ron por años. Rápidamente, Beatriz Garrido y Juan Caamal solucionaron el pro-

blema de puertas y ventanas con maderas, telas, cartón u otros materiales que

tenía al alcance y así iniciaron, ese mismo día, a habitar su casa247.

En la edificación interviene un tercer actor además de los padres y madres de fa-

milia: el albañil. La construcción es una actividad en la que se materializa el anhelo

de un espacio habitacional propio, en esta se precisa un bien largamente proyec-

tado en el pensamiento de las personas, imaginado y constantemente reformulado

en un proceso creativo hasta que obtiene forma en el hábitat, por ello, la edifica-

ción no se encomienda a cualquier persona, en todo momento se opta por un fa-

miliar: un tío, primo o cuñado, o bien, por un sujeto que se reconoce como habitan-

247 Beatriz Garrido y Juan de Dios Caamal Chacón, entrevista citada.

125

te del pueblo. Esta selectividad que excluye a individuos que no son parte de las

redes sociales del habitar, simboliza la construcción endógena del pueblo. No obs-

tante la confianza, el albañil es custodiado en todo momento por quienes lo contra-

taron. José Lino Noh Noh comentaba al respecto y realizando una comparación

con las viviendas de Ciudad Caucel “no como que uno observe el trabajo […] que

se hace por lo albañiles”248.

El techado de la unidad edificada es una etapa de la construcción que merece

atención pues en esta se preserva reminiscencias de un rito que se realizaba en

algunas zonas de Yucatán cuando los españoles arribaron a la península. Pedro

de Santillana y Gaspar Antonio Chi mencionan en la Relación de Mixuppipp: “Y es

costumbre que unos a otros se ayuden a hacer sus casas, y en pago de su trabajo

se les dan de comer y beber a su modo hasta que la casa se acaba”249. Esta nota

recuerda al momento en que los padres de familia y demás familiares masculinos

se reúnen para asistir a los albañiles cuando es tiempo de techar el edificio ya que

es una de las actividades que implica un esfuerzo físico importante, al finalizar las

labores se reúnen para convivir con comida que las mujeres prepararon. Es de

destacar dos asuntos, primero, la noción de un edificio que se construye de mane-

ra colectiva, tanto hombres como mujeres se ocupan de asuntos diferenciados que

conllevan a un fin específico; segundo, el proceso social que se involucra en la

construcción es semejante a pesar de la diferencia de materiales utilizados en la

edificación, en la Relación se remite a la palma y bajareque, en el Caucel actual al

block y a la bovedilla.

La casa es una empresa que se exalta. El tiempo que se invierte en el acondicio-

namiento del terreno y en el cultivo de las plantas, los sacrificios económicos de la

familia, las estrategias administrativas, el dinero invertido y las vivencias que se

imprimen en los cuartos y en la cocina son motivos para valorarla como un espa-

cio único e irremplazable; todo lo que contiene es agradable para sus usuarios, no

se reconocen problemas a pesar de las posibles deficiencias de materiales o ser-

vicios de agua o energía eléctrica. Se enaltece por las trayectorias de vida que se

248 José Lino Noh Noh, entrevista citada. 249 Garza, Relaciones histórico-geográficas, 1983, p. 381.

126

ocultan silenciosamente en sus muros y en su patio, ahí crecieron los hijos y so-

brinos, ahí se está envejeciendo. Se valora y sobrevalora porque representa un

punto de inflexión en las condiciones de vida que imperaban durante la niñez, ad-

versas por oportunidades laborales limitadas y la precariedad de los materiales

vernáculos. La casa es un álbum de recuerdos que se conserva en sus muros, en

sus pisos, en sus árboles y en la memoria de las personas que la habitan. Por to-

do esto, es un espacio que no se cambiaría por una vivienda de Ciudad Caucel o

una de Mérida, aún con los atractivos de disfrutar una vida moderna que ofrecen

ambos lugares.

La edificación que inician padres y madres de familia es continuada, en ocasiones,

por los hijos cuando estos se insertan en el campo laboral. Con sus ingresos se

construye una nueva habitación o el porche y se resanan los techos o las paredes.

Aparentemente, la unidad edificada se encuentra en constante transformación,

Georg Simmel considera que su figura está determinada por momentos y por las

personas, por ello, es fluida y movediza250. Indudablemente, una de las cualidades

del hábitat es la transformación de su arquitectura y de su contexto en el tiempo, la

imagen que bosquejó la Comisión Geográfica de la República de Caucel en 1922

es evidente que difiere a la que actualmente exhibe el pueblo. Pero cuando obser-

vamos el hábitat no como unidad si no como un fragmento de este, es decir, en su

escala habitacional, la noción de transformación constante y perpetua adquiere

otro matiz. Leidy Euán Kú comentaba que su casa la concluyó después de 10

años de haberla iniciado, José Lino Noh Noh finalizó después de 50 años y Beatriz

Garrido y Juan Caamal decían “todo ya hicimos”. Estos comentarios conllevan a

plantear la noción de un desenlace del proceso constructivo o del fin de la trans-

formación física, lo que no significa que el cultivo de la misma concluye en un

momento específico pues este continuará relacionándose con el cuidar, más no

con el erigir, prueba de ello es la renovación de colores de las paredes, fachadas,

rejas o bardas cada año, regar las plantas del jardín o simplemente barrer el patio.

250 Simmel, “La casa”, 1996, p. 104.

127

4.1.2 LOS MATERIALES Y GEOMETRÍAS QUE ORIGINAN LA

EXPRESIÓN FÍSICA DE LA CASA

Por lo general, la imagen que se genera en la mente cuando se piensa en la casa

es la de una estructura física delimitada por muros y coronada por un techo. En

Caucel, la arquitectura constituye solamente un fragmento de la casa, es decir,

esta no se concibe únicamente por el edificio que se encuentra en el terreno, sino

por la relación que se genera entre este y el patio. Así, la dimensión espacial de la

casa se origina por la convergencia entre el lugar donde la intimidad está bien ce-

rrada y protegida251 y la extensión semi-privada que no es ocupada por la edifica-

ción. En sus estudios sobre la casa purépecha, Catherine Ettinger menciona que

esta se concibe en términos del solar completo252; por su parte, Robles introduce

el concepto composición habitacional para referirse a la relación que existe entre

la casa, la cocina y el patio253. Cuando las personas del pueblo describen su casa

no se limitan a reconocer las formas, texturas y colores de la sala, el comedor o

los dormitorios, las narraciones se extiende del cobijo material al espacio donde se

encuentra el jardín, los árboles frutales y el corral de animales.

La unidad edificada de la casa se realiza, en la mayoría de los casos, con block y

bovedilla. Los materiales tradicionales como el embarro, la palma y el bajareque

son menos recurrentes ante un contexto dominado por la industrialización de ma-

teriales, este fenómeno que debe apreciarse como un proceso de transformación

habitacional y no de pérdida se replica en diferentes territorios rurales de Méxi-

co254. En 1990 se identificaron en Yucatán 23,946 viviendas con paredes de em-

barro o bajareque y techo de palma; en 2000 esta cantidad disminuyó a 21,082

unidades y en 2010 a 12,654 unidades255. Manuel Román señala que la tecnología

constructiva de la casa maya se afectó en la segunda mitad del siglo XX por el uso

251 Bachelard, La tierra y las ensoñaciones, 2014, p. 141. 252 Ettinger, La transformación de la vivienda, 2010, p. 38. La autora utiliza de forma indistinta

los conceptos casa y vivienda. 253 Ver Robles, “Estructura familiar”, 1991, pp. 6-11. 254 Ettinger, La transformación de la vivienda, 2010, p. 15. 255 INEGI, Censos de población, tabulados básico, 1990, 2000 y 2010. En el Censo del 2010,

la muestra en paredes incluyó embarro o bajareque, lámina de asbesto o metálica, carrizo, bambú o palma y en las paredes lámina metálica, lámina de asbesto, palma, paja, madera o tejamanil.

128

en cubiertas de materiales diferentes a los que procedían de la naturaleza256. A

partir del trabajo de campo identifico razones tanto exógenas como endógenas

que conllevaron al uso de materiales industrializados con una mayor frecuencia en

Caucel.

Entre las razones exógenas se encuentra la disminución de las fuentes de mate-

riales tradicionales por el proceso de urbanización de la capital yucateca. El territo-

rio de los nacimientos y la espontaneidad, es decir, el espacio dominado o natura-

leza257 se diluye ante el apetito voraz de la ciudad, el césped oscuro del asfalto se

superpone a la palma y zacate. José Guillermo Noh comentaba que en la década

de los años cincuenta del siglo pasado inició la construcción de un cuarto pero

tiempo después la suspendió momentáneamente por la escasez de materiales

vernáculos.

Las consecuencias de la urbanización motivaron el encarecimiento de materiales

que provenían del monte, al grado que actualmente la construcción con estos es

más onerosa que con el block y la bovedilla. En Michoacán se reitera esta situa-

ción pues la deforestación de bosques ocasionó que la madera, utilizada en casas

tradicionales, se conciba como un material de alto costo258. María Valeria Sonda

May decía “no hay casitas de paja aurita, no hay zacate, no hay huano, no hay,

está caro todo”259 y María Feliciana Pisté Chan relataba “pero como […] está caro

el zacate, dice mi marido ¡ah! ¿dónde vamos a buscar leña? Vamos hacer así de

techito dice”260. Asimismo, las decisiones de las personas adquieren mayor sus-

tento si se considera que los materiales tradicionales deben renovarse aproxima-

damente cada 10 años por su carácter perecedero.

Aunque los materiales industrializados no conllevan necesariamente a la transfor-

mación de la geometría de la casa maya, prueba de ello son los arquetipos ab-

256 Román Kalisch, “Permanencia y sustitución”, 2014, p. 197. 257 Lefebvre, La producción del espacio, 2013, pp. 125-141. 258 Ettinger, La transformación de la vivienda, 2010, p. 58. 259 María Valeria Sonda May, entrevista citada. 260 Entrevista a María Feliciana Pisté Chan, realizada por César Quintal, Caucel, Mérida, Yu-

catán, 3 de noviembre de 2017.

129

sidales de block y mortero, a lo que Ettinger se refiere como hibridación261, sí mo-

dificaron el sistema constructivo puesto que la lógica de la técnica tradicional es

diferente a la que se requiere cuando se utilizan andamios, picos, palas, cemento

y polvo. Entonces, la adaptación de quienes construyen las unidades edificadas

también fue necesaria y en ese proceso los conocimientos sobre cómo construir

una casa maya se almacenaron bajo llave en uno de los cajones de la memoria y

ahí permanecen aprisionados hasta que eventualmente se demandan sus expe-

riencias constructivas.

Los días acontecían en Caucel y los saberes tradicionales perecían ante un con-

texto donde las personas optaban por materiales industrializados, Flora Angélica

Canché Canché decía que las personas que cambian el huano disminuyó conside-

rablemente en el pueblo, por ello, cuando necesita renovar su techo recurre a las

destrezas de personas que viven en Hunucmá o Tetiz, así, se fracturó la práctica

tradicional de construir la casa maya por los mismos habitantes de la comunidad.

Por otra parte, los materiales modernos se adoptaron como una estrategia para

tolerar las inclemencias del clima, José Guillermo Noh modificó su casa en 1988

después que el huracán Gilberto la destruyera parcialmente, el mismo caso se

repitió en el año 2002 con María Valeria Sonda May con el huracán Isidoro.

Para Othón Baños, el considerar que las unidades edificadas se transformaron por

imitación de las viviendas urbanas es una simplificación insultante262. Esta es una

noción con la que se concuerda y los factores antes mencionados son prueba de

ello. La reproducción de otras arquitecturas no explica por sí sola la transforma-

261 Ettinger, La transformación de la vivienda, 2010, p. 31. García Canclini es el estudioso que

introduce por vez primera el concepto “hibridación cultural” en las ciencias sociales. Considera que las ideologías modernizadoras imaginaron que “la modernización terminaría con las formas de producción, las creencias y los bienes tradicionales. Los mitos serían sustituidos por el conocimien-to científico, las artesanías por la expansión de la industria, los libros por los medios audiovisuales de comunicación […] La modernización disminuye el papel de lo oculto y lo popular tradicionales en el conjunto del mercado simbólico, pero no los suprime […] Lo que se desvanece no son tanto los bienes antes conocidos como cultos o populares, sino la pretensión de unos y otros de confor-mar universos autosuficientes y de que las obras producidas en cada campo sean únicamente “expresión de sus creadores […] Hoy concebimos a América como una articulación más compleja de tradiciones y modernidades (diversas, desiguales), un continente heterogéneo formado por paí-ses donde, en cada uno, coexisten múltiples lógicas de desarrollo”. García Canclini, Culturas híbri-das, 1989, pp. 13, 17-18.

262 Othón Baños, Modernidad, imaginario, 2003, p. 196.

130

ción de materiales y geometrías en el hábitat, pero, es importante no desvalorizar

el acto puesto que las personas también producen sus casas con base en arqueti-

pos que perciben en los espacios que transitan cotidianamente y en sus experien-

cias personales. Entonces, no se trata de un simple asunto de imitación sino de

percepción y en el caso particular de Caucel, de la extensión del rango de habitar,

como mencionaría Heidegger263. Con la pavimentación de la avenida principal du-

rante el periodo de Ana Rosa Payán (1991-1993) y el aumento de la oferta de

transporte público motorizado entre el pueblo y Mérida, las relaciones cotidianas

se intensificaron entre ambos asentamientos. Así, los habitantes que viajaban ha-

bitualmente a Mérida por trabajo o educación asimilaron, re-interpretaron e impor-

taron las arquitecturas que percibían en las colonias de la ciudad.

Asimismo, el repertorio de referentes se amplía cuando las personas migran tem-

poralmente a lugares que trascienden los límites administrativos del municipio o,

incluso, de la entidad, tal fue el caso de María Irene Pech Muñoz que después de

laborar por varios años en Cancún y Estados Unidos y retornar a Caucel decidió

producir su casa de manera que las bardas que delimitan su terreno la aislaban de

sus familiares, también decidió instalar elementos rústicos de seguridad como

fragmentos de botellas adheridas en los cantos superiores de los muros de su jar-

dín. Las decisiones de María Pech rompieron el esquema habitacional tradicional

de la familia de su esposo, donde el terreno se fragmentó entre sus padres y her-

manos, pero, no se dividía más que simbólicamente. El diseño causó molestia y

desacuerdo entre sus familiares y se relacionó con la desconfianza. Para Catheri-

ne Ettinger la migración incide en la transformación del medio ambiente construi-

do, pero, no es el único factor que motiva el fenómeno, este es un proceso com-

plejo de negociación cultural en que se gesta una nueva casa en su dimensión

material, espacial y formal264.

263 Ver Heidegger, “Construir, habitar”, 1954, pp. 1-2. 264 Ettinger, La transformación de la vivienda, 2010, pp. 15-16

131

La unidad edificada de la casa no siempre tiene un pasado idílico, en ocasiones se

recuerda como un lugar de pobreza y violencia familia265, donde el huano de los

techos se desvanecía ante las gotas de una torrencial lluvia. Asimismo, se reme-

mora como un espacio de hacinamiento, donde se colgaban estratégicamente las

hamacas de primos, hermanos, abuelos y padres. Bachelard menciona que la ca-

sa natal se construye sobre la cripta de la casa onírica y en esa cripta ese encuen-

tra la raíz, pertenencia y profundidad e inmersión de los sueños266. El anhelo de

superar el ambiente de pobreza es el cimiento de muchas de las unidades cons-

truidas con block y bovedilla, María Irene Pech Muñoz observaba cuando niña la

situación precaria donde vivía cotidianamente y le prometía a su madre que en el

futuro sobrepasarían ese contexto por medio de un edificio de mejor calidad.

Por tanto, los materiales modernos forman parte de la casa onírica, la que se sue-

ña y reproduce como una imagen en el pensamiento. Es una decisión personal

que deviene del deseo de superar los obstáculos vividos en los primeros años de

vida. María Valeria Sonda May decía “estamos pobres de antes, aurita ya estamos

chan ricos, porque ya no hay casas así de paja”267; Margarita Xool Ek comentaba

“era más humilde [antes] de lo que es ahora”, “ya mejoró demasiado” o “no tenía

[…] piso, era de solo tierra, no tenía nada, no es como ahora pues ya ´ta ladrilla-

do”268 y José Lino Noh Noh comentó “aurita estamos en una bandeja de oro”269.

Así, el uso de materiales industrializados como un anhelo o deseo representa una

transformación que se circunscribe a las propias dinámicas del pueblo, es decir, es

un cambio endógeno.

La casa natal se recuerda, por una parte, como un lugar de pobreza que permite

valorar el lugar donde actualmente se reside, es decir, es punto de comparación

para determinar la calidad de vida en el presente, y por otra, como un espacio

265 El tema de la violencia en la familia se desarrolla con mayor detenimiento en el apartado

4.3. 266 Bachelard, La tierra y las ensoñaciones, 2014, p. 116. 267 Entrevista a María Valeria Sonta May, realizada por César Quintal, Caucel, Mérida, Yuca-

tán, 6 de noviembre de 2017. 268 Entrevista a Margarita Xool Ek, realizada por César Quintal, Caucel, Mérida, Yucatán, 17

de noviembre de 2017. 269 José Lino Noh Noh, entrevista citada.

132

donde se vivió una de las mejores etapas de la vida, a tal grado que en las reunio-

nes familiares, siempre se recuerdan las actividades que se realizaban en la coci-

na o en el patio. Leidy Euán Kú narraba que la casa de su madre es el punto de

reunión de sus hermanos, cuñadas y sobrinos. Específicamente, se congregan en

el cuarto donde se producen los alimentos, es decir, en la cocina. En ese sitio, la

memoria se traduce en palabras y estas en confrontaciones apacibles, cada inte-

grante con una versión diferente o complementaria de los acontecimientos que

sucedieron en la casa, se rememora el cuidado de los hermanos menores por par-

te de las hijas, a la madre que viajaba cotidianamente a Mérida para comprar los

insumos de la comida, a los vecinos que por sus constantes visitas se considera-

ban otros integrante de la familia, también, el banquillo, la mesa redonda o el fo-

gón de la cocina.

Actualmente, la unidad de palma y bajareque es un anhelo principalmente de per-

sonas adultas, pero, esta no se desea para revivir momentos o para que los hijos

vivan algo similar, se desea como objeto que forma parte de las raíces del pueblo

y de su historia habitacional, se reconoce su trayectoria y sus bondades ante el

clima abrazador de la península. Es, paradójicamente, un símbolo de prestigio en

el pueblo. Su presencia en Caucel es puntual, por ello, cuando se decide derrum-

bar una de estas se genera un sentimiento de molestia entre la población. Ante la

culminación en apariencia inminente de una de las etapas arquitectónicas y habi-

tacionales de Caucel, algunos productores congelan la geometría absidal por me-

dio de bloques o mampostería y en el techo utilizan cartón o lámina (Fotografías

34 y 35).

133

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 26 de noviembre de 2017.

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 15 de noviembre de 2017.

Fotografía 34.

Unidad absidal de block en la periferia oriente del pueblo

Fotografía 35.

Unidad absidal de mampostería al poniente del pueblo

134

Las unidades se realizan de diferentes maneras, cada una se posiciona en el pue-

blo a partir de una composición de volúmenes que determinan una geometría es-

pecífica. La mayoría tiene un diseño ortogonal. Las formas absidales que se ob-

servaban en el pueblo se disipan paulatinamente cuando las personas utilizan ma-

teriales diferentes a los tradicionales, María Valeria Sonda May recordaba que sus

vecinas asociaban la forma de su casa con la de un “zapatito” cuando decidió sus-

tituir el espacio de palma y bajareque que por años habitó con su esposo e hijos y

en su lugar construir una con mampostería. Pero, la introducción de materiales

industrializados no conllevó necesariamente a soluciones formales diferentes a los

tradicionales, para Ettinger la combinación es una hibridación arquitectónica y una

negociación entre la tradición y la modernidad270. Otros ejemplos se encuentran en

la periferia actual del pueblo, donde la percepción de Ciudad Caucel motivó la pre-

sencia de otro esquema habitacional en el pueblo, en este lugar se construyeron

unidades que recuerdan a las viviendas del fraccionamiento (Fotografías 36, 37 y

38), presentan la misma geometría de la fachadas e igual distribución de los cuar-

tos interiores, pero, en un predio que supera por mucho la superficie reglamentaria

del conjunto habitacional. En ambos casos, en el de la unidad como un “zapatito” y

la unidad como una vivienda de fraccionamiento, el esquema habitacional que

adoptan las personas transforma parcialmente la lógica de las casas, es decir, la

imagen arquitectónica del hábitat no se altera radicalmente, tampoco se instaura

un paradigma estrictamente original.

Así, los referentes espaciales que se originan por habitar una casa de Caucel se

entretejen con las características de aquella que se desea habitar ulteriormente.

Las experiencias con los espacios de la casa natal originan un acervo de informa-

ción que condiciona la casa onírica y la percepción de otras, por ello, las viviendas

de Ciudad Caucel se juzgan con base en esquemas personales y del discerni-

miento se adoptan o rechazan materiales, geometrías y dimensiones, de esta ma-

nera se explica por qué mientras algunas personas edifican una unidad en la peri-

feria del pueblo con una imagen equiparable a las viviendas del fraccionamiento,

otras simplemente no son de su agrado o reconocen, como María Irene Pech Mu-

270 Ettinger, La transformación de la vivienda, 2010, pp. 16 y 31.

135

ñoz, que el diseño es “bonito” pero no para su casa. Por su parte, María Valeria

Sonda May comentó que en una ocasión sus familiares y ella se reunieron en una

vivienda de un fraccionamiento de Mérida, el tamaño reducido de los espacios in-

teriores fue una de sus primeras impresiones, se preguntaba cómo era posible

mecer en la hamaca y dónde estarían los animales o se sembraría y colocarían las

macetas, asimismo sentía que tropezaba con todas las cosas que se encontraban

en la cocina. Para María Sonda, ese lugar no encajó con el esquema espacial que

le permite desarrollar satisfactoriamente sus actividades domésticas.

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 15 de noviembre de 2017.

Fotografía 36.

Unidad edificada construida con criterios racionalista en Caucel

136

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 20 de noviembre de 2017.

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 15 de noviembre de 2017.

Fotografía 37.

Construcción de edificio racionalista en pueblo Caucel

Fotografía 38.

Edificio racionalista en la periferia norte de Caucel

137

La dimensión de los cuartos es un factor relevante aún en los casos periféricos, si

bien, los productores, es decir, la familia, son permisivos en cuanto a las reducidas

superficies de los espacios interiores ya que probablemente se utilizarán de mane-

ra multifuncional a pesar de la pretendida especialización, es inaceptable para

ellos un terreno con la misma proporción que la de un fraccionamiento ¿dónde

estaría el jardín y los árboles necesarios para reducir la sensación agobiante de

las cálidas temperaturas? ¿dónde jugarían los hijos? Estas hibridaciones suceden

en un proceso selectivo que define la historia arquitectónica de Caucel y es en

estos términos, y en los usos cotidianos, que se debe identificar una casa rural de

aquella que no lo es.

Ahora bien, se reflexionó sobre la geometría de la unidad edificada como un área

que se posiciona en el terreno, a la manera de una única vivienda que se implanta

en un lote. Pero, en Caucel existen predios donde la forma absidal converge con

la moderna o donde este es el escenario de unidades construidas con block y bo-

vedilla posicionadas de manera dispersa. En ocasiones, el espacio de paja y baja-

reque se localiza inmediato a la calle y por detrás se levanta uno con materiales

industrializados. En este último se desarrolla la vida cotidiana, así, el primero pier-

de su carácter habitacional y se adopta como una estancia donde se reciben visi-

tas, como una bodega o simplemente permanece cerrado y abandonado, es un

símbolo muerto que refuerza la identidad del pueblo pero que permanece como un

monolito, como una efigie sin vida; sin que se motive su cultivo, su transformación

no es más que su propia decadencia ¿acaso la unidad de paja no es capaz de

sustentar las condiciones actuales de la vida moderna?

Cuando los hijos contraen matrimonio, es una práctica recurrente que estos ocu-

pen una porción del patio donde se imprimen sus huellas infantiles para construir

el edificio donde habitarán con su futura familia. Así, el terreno es un espacio poli-

nuclear de geometrías ortogonales que constituyen las unidades de block y bove-

dilla distribuidas en diferentes puntos. La configuración origina una aldea dentro

del mismo pueblo, donde los integrantes responden a normas de comportamiento

138

tanto del grupo familiar como de la comunidad, con una estructura jerárquica de

poder tejida entre abuelos, padres, hijos y nietos271.

Flor Angélica Canché Chanché comentaba que creció en la unidad de paja que

todavía se localiza en la esquina de las calles 18 y 23, en ese lugar dormían sus

abuelos, padres, hermanos y un primo, en hamacas que se entrecruzaban o com-

partían pues el espacio interior era reducido. Cuando sus hermanos y ella crecie-

ron, su papá ocupó una porción del patio para construir un cuarto de mampostería;

actualmente, en el terreno se encuentran edificios independientes donde cada fa-

milia se desarrolla en su propia intimidad, no existen bardas por lo que el tránsito

es fluido entre las unidades. Además, existen espacios colectivos donde se reúnen

sus familiares, en este caso, la cocina de Flor Angélica. Este es un patrón al po-

dríamos denominar casa en red, replicado en diferentes puntos de Caucel y en

otros asentamientos de Yucatán, Rodríguez Pavón observó esta misma composi-

ción en un estudio que realizó en Cholul, un pueblo maya que, según la autora, se

integró a la estructura urbana de Mérida en el transcurso de las décadas 1950-

1960272.

Por otra parte, cuando el terreno no tiene la dimensión suficiente para contener a

los descendientes o el jefe de familia decide no heredar tierras a sus hijos273, estos

optan por comprar un predio en las inmediaciones de la casa natal, para ello, es

relevante las negociaciones entre vecinos hasta obtener acuerdos comunes. Así,

la estructura espacial del pueblo se origina por clanes o grupos familiares. Cuando

no es posible obtener un terreno próximo al de los padres, se obtiene uno en cual-

quier otra zona, pero, siempre dentro del pueblo. La proximidad es un factor que

influye en la adquisición de un predio y evidentemente este criterio no se trata solo

de un tema de distancia, sino de los apoyos recíprocos entre los integrantes de la

familia y de conservar la intimidad motivada en la vida cotidiana de antaño.

271 El tema del poder en la familia se tratará con mayor detenimiento en el apartado 4.3. 272 Rodríguez Pavón, “Conurbación, cambio sociocultural”, 2011, pp. 88 y 100. 273 José Lino Noh Noh comentaba que su padre decidió no heredar tierras a su hermano por

temor a que este se lo vendiera a cualquier persona.

139

En 2009, Sergio Chablé se mudó con su esposa a la periferia sur del pueblo, a

una casa sin agua y energía eléctrica. A pesar que tenía una vivienda con todos

los servicios en Ciudad Caucel, permaneció en el pueblo pues su madre atendía a

su hijo durante las jornadas laborales de ambos, la situación se repite actualmente

con su hija menor274. Por su parte, Leidy Euán Kú decía que después de vivir por

varios años en el Fraccionamiento Yucalpetén (en Mérida) decidió retornar a Cau-

cel ya que no toleró la separación con su familia, en ese lugar se “aburría” porque

todos los habitantes eran desconocidos, mientras que en el pueblo se entretenía

con su madre cuando su esposo se encontraba en el trabajo o podía reunirse con

su hermana para cocinar, esto como un método para economizar el dinero que se

invertía en alimentos.

Así, el espacio interior de la unidad edificada es el ámbito privado de la familia nu-

clear, pero, también de la familia extensa que vive en las inmediaciones, aunque

naturalmente existen diferentes grados de apropiación y sentidos de pertenencia.

La casa de la abuela o tía es una segunda casa o una prolongación de la perso-

nal, es el escenario que mantiene unida a la familia extensa, lo que incluye, en

ocasiones, a vecinos. Es la continuación del patio particular donde los miembros

más jóvenes confunden entre juegos la realidad con la imaginación. Los rincones

de esa casa son descubiertos por sus visitantes pero sus secretos, o mejor dicho

sus significados más ocultos, son propios de sus productores, de quienes la culti-

van y utilizan en todo momento. Cuando una persona que habitó por años un

asentamiento rural decide aventurarse a la arquitectura y urbanismo racional se

encuentra con que las viviendas son espacios que recluyen a las familias en uni-

dades individuales, son lugares que cautivan el habitar y moderan las relaciones

sociales. Las actividades cotidianas no trascienden las paredes, con puertas ce-

rradas los habitantes permanecen ensimismándose en sus problemas y desintere-

sándose por aquellos que viven en sus inmediaciones.

En la jungla de concreto, se desconocen las trayectorias de vida de los vecinos.

Asimismo, la dimensión del espacio interior es una limitante para motivar visitas.

274 Entrevista a Sergio Chablé, realizada por César Quintal, Caucel, Mérida, Yucatán, 8 de noviembre de 2017.

140

Landy Cuxim Tun decía que su cocina solo la pueden ocupar dos personas al

mismo tiempo y al utilizar el comedor debe mover los muebles de la sala para co-

mer con los miembros de su familia, de lo contrario es imposible la convivencia en

la mesa. Las actividades que forman parte de la biografía de un individuo se en-

frentan a un espacio producido a partir de dimensiones que responden a regla-

mentos de construcción y criterios de optimización del suelo, no a las necesidades

culturales de los usuarios. Ante ello, se origina un proceso de adaptación o recha-

zo de la vivienda; por lo general, personas que proceden de un ámbito urbano o

que no tienen otra opción habitacional moldean las prácticas que importan, el

desafío para las que provienen de un asentamiento rural es mayor, al grado que

en ocasiones retornan a su lugar de origen después de experimentar por un tiem-

po la arquitectura y urbanismo racionales.

La dimensión de los patios es un elemento que se valora entre los habitantes de

pueblo Caucel, también se identifica como una cualidad de prestigio. María Euge-

nia Canul Euán decía “mi casa solo es de dos cuartos pero mi patio está gran-

de”275 y “yo estoy acostumbrada a que mi patio esté grande”276. Pero, hoy en día la

presencia de amplios patios es menos frecuente, esto por la fragmentación de te-

rrenos entre los hijos o por la venta de los mismos. Otro factor importante se rela-

ciona con el enclaustramiento que provocó Ciudad Caucel, el proyecto se diseñó

de manera que recluye al pueblo en cada uno de sus puntos cardinales, su creci-

miento natural se interrumpió en 2004 cuando se presentó el conjunto habitacional

en el Programa Parcial de Desarrollo Urbano de Caucel a través del Diario Oficial

del Gobierno del Estado de Yucatán. Aunque en principio se destinó ingenuamen-

te una franja de tierras como reserva para la expansión del pueblo, esta disposi-

ción no se respetó, así lo constataron los entrevistados durante el trabajo de cam-

po. Como consecuencia del confinamiento, se incrementó la subdivisión de los

grandes terrenos; fenómeno que, a modo de hipótesis, aumentará en los próximos

275 María Eugenia Canul Euán, entrevista citada. 276 Ibíd.

141

años. No obstante, la densidad poblacional prácticamente se mantuvo en 17 per-

sonas por hectárea entre los años 2000 y 2010277.

La energía eléctrica es, sin duda, uno de los servicios que impactó en las activida-

des cotidianas que se desarrollaban al interior de la unidad edificada. Antes de su

presencia, las ocupaciones nocturnas se realizaban con la asistencia de velas o

quinqués que funcionaban por medio de gas. Aunque no puede precisarse el mo-

mento en que el servicio se instaló en el pueblo, se sabe que este se halló por vez

primera en la manzana central del pueblo, donde actualmente se encuentra el

parque principal278. Posteriormente, se extendió a las casas, María Valeria Sonda

May recordaba que en 1960 todavía se utilizaban métodos alternativos para solu-

cionar la falta de energía eléctrica, Flor Angélica Canché Canché relataba que du-

rante su infancia en los años de la década noventa las casas ya tenían el servicio

y en 2010 se calculó que más del 95% de las viviendas particulares habitadas con-

taban con este servicio279.

El servicio en las casas del pueblo representa la introducción de avances tecnoló-

gicos que germinaron en otras partes del mundo. Witold Rybczynski menciona que

en el año 1900 el uso de la electricidad, a través del alumbrado público, era acep-

tado en la vida urbana de las grandes ciudades de Europa y Estados Unidos280.

Por el tiempo que permanecían en la casa y por las actividades que realizaban, las

mujeres de Caucel fueron las principales beneficiadas del servicio ya que sus la-

bores diarias se reorganizaron y prolongaron a diferentes horas de la noche, José

Guillermo Noh comentaba que antes de la energía eléctrica su esposa e hija bor-

daban o urdían hamacas solo durante las mañanas o tardes, a la luz del día, pero

cuanto el servicio se instaló, estas actividades podían realizarse por las noches.

277 En el año 2000, la densidad de población fue de 17.58 personas por hectárea. La pobla-ción total fue de 6,020 personas y superficie del pueblo de 342.4258 ha. En el año 2010, la densidad fue de 16.90. La población en este segundo año fue de 6,988 personas y la superfi-cie de 413.4108 ha. INEGI, Censo de población, 2000 y 2010. INEGI, Marco Geoestadístico, 2000 y 2010. 278 Julián Chacón, entrevista citada. 279 INEGI, Censo de población, tabulados básicos, 2010. 280 Rybczynski, La casa, historia, 1991, p. 157.

142

La energía eléctrica en la unidad edificada de la casa representó una oportunidad

para acceder a electrodomésticos que se ofertaban en establecimientos comercia-

les de Mérida. Así, la televisión, radio de bulbos, consola, licuadora y el refrigera-

dor fueron más recurrentes en el pueblo. En los albores de los años cuarenta, dos

de los aparatos más célebres entre los sectores populares de las ciudades mexi-

canas fueron la máquina de coser y la radio281. Witold Rybczynski considera que la

principal economía originada por los objetos eléctricos no fue de tiempo, sino de

esfuerzo pues las tareas domésticas se realizaban con mayor comodidad282, pos-

tura con la que concuerda Anahí Ballent en su análisis sobre electrodomésticos en

los hogares mexicanos durante los años cuarenta283. A partir de la energía eléctri-

ca se incorporaron tecnologías que transformaron modos de recreación tradicio-

nalmente conocidos y practicados en el pueblo. Así, se inició un proceso en que la

calle y el patio perdían su papel como únicos medios de entretenimiento y se

acentuaba el tiempo de permanencia en el interior de la unidad edificada.

Para Ballent, la publicidad masiva del periodo 1946-1952 se adoptó como una es-

trategia comercial para motivar la presencia de electrodomésticos en las casas

urbanas de México. Las revistas y periódicos se ilustraron con imágenes que reite-

raban una oferta de tecnología y confort cotidianos, las cuales transformaron inne-

gablemente los imaginarios sobre el habitar, ya sea a través de su incorporación o

consumo, como expectativa o novedad inquietante y poco comprensible. Así, la

difusión mediática y masiva de estas se instaló como un elemento que constituía

nuevos procesos culturales, sin embargo, la difusión se encontró con que la infra-

estructura de agua y energía eléctrica eran débiles en las ciudades por lo que el

habitar moderno que se promulgaba no podía llevarse a la práctica por la totalidad

de la población, sino en forma muy parcial o incompleta284.

La televisión es indudablemente uno de los objetos que impactó en la convivencia

familiar y en las prácticas espaciales. Para Othón Baños, esta es responsable de

la revaloración de los espacios interiores y punto central del ocio donde se reciben

281 Ballent, “La publicidad de los ámbitos”, 1996, p. 56. 282 Rybczynski, La casa, historia, 1991, p. 160. 283 Ballent, “La publicidad de los ámbitos”, 1996, pp. 57-58. 284 Ibíd., pp. 53-54, 56-57 y 69.

143

imágenes publicitarias que revolucionan la estructura de consumo básico y com-

plementario285. Este fenómeno también se presentó en contextos distantes a las

fronteras de Caucel o Yucatán, Juhani Pallasmaa menciona que la función de la

chimenea es sustituida por el televisor en las casas europeas, aunque ambas son

centro de reunión social y concentración individual, la diferencia de calidad es de-

cisiva, la primera estimula la ensoñación meditativa y refuerza el sentido de reali-

dad, mientras que la segunda refuerza el aislamiento y la privatización286. No obs-

tante, la televisión también ofrece una mirada al mundo exterior, es una ventana a

través de la cual se observan modos de habitar diferentes a los que se desarrollan

en el contexto inmediato, de esta manera las personas se autodefinen y recono-

cen como parte de un hábitat que difiere al de otras culturas. Este aparato no abo-

lió la convivencia en la cocina, las actividades en el patio o los juegos infantiles en

las calles, tan solo las transformó en término de su frecuencia. Esto representa

una negociación entre tradición y modernidad, entre modos de habitar en un espa-

cio específico y la tecnología global.

La casa, dice Gaston Bacherlard, es el espacio íntimo de la familia, en esta nos

enraizamos en un rincón del mundo de acuerdo a todas a las dialécticas de la vi-

da287. En nuestro estudio, esta equivaldría tanto a la unidad edificada como al pa-

tio. Sus límites cobijan a las actividades cotidianas más relevantes. Al examinar su

interior se percibe que la intimidad es un asunto cuestionable pues el patio no mo-

tiva altos grados de privacidad, tampoco el interior de la unidad edificada la esti-

mula pues las ventanas y puertas permanecen abiertas la mayor parte del día,

incluso, las personas que transitan por las calles pueden percatarse del color de

los pisos, de las pertenencias o de las actividades que se realizan en esta. Pero, el

hábitat es un espacio de múltiples posibilidad. Así como existen arquetipos donde

la intimidad está en duda, en otros casos cada usuario tiene una habitación para

dormir, por tanto, aquí es donde se desarrolla la verdadera intimidad.

285 Othón Baños, Modernidad, imaginario, 2003, p. 196 286 Pallasmaa, Habitar, 2017, p. 35. 287 Bachelard, La poética del espacio, 2016, p. 34.

144

La división de la unidad edificada por dormitorios no era común en los arquetipos

de paja y bajareque, en el núcleo principal dormían todos los integrantes de la fa-

milia. Es difícil definir con precisión el momento en que se incorporó al pueblo la

noción de un edificio como esquema integrado por habitaciones individuales, lo

que sí puede decirse es que esta manera de entender el espacio generó un pro-

ceso en que se experimentó por vez primera la privacidad individual288. María Ire-

ne Pech Muñoz comentaba que cada uno de sus hijos tiene su propia habitación y

allí permanecen gran parte de su tiempo, entretenidos con sus videojuegos hasta

la hora de la comida o cena289.

4.2 LA CASA SE DEFINE EN SU CONTEXTO ESPACIAL

4.2.1 LAS ESCALAS DE LA CASA Y LOS ENTORNOS DEL HABITAR

La casa es una de las escalas más minúsculas de la región del habitar. A partir de

esta se orientan y expanden las actividades cotidianas que se circunscriben a los

límites del terreno, así, se trazan radios espaciales que delimitan el universo de

una persona en una temporalidad específica. Al entrar y salir de la casa se dibujan

trayectos que contribuyen a reconocer los bordes del hábitat y las características

arquitectónicas y espacio públicos del contexto inmediato, es decir, la casa se per-

cibe dentro de un entorno mucho más amplio que incide en su propia definición.

En los trayectos se examina lo diferente o lo que no pertenece al propio esquema

habitacional, se desarrolla una película de casas soñadas, aceptadas o rechaza-

das290 y por antagonismo se valora el espacio donde se reside. Ana Espinosa co-

mentaba “es muy diferente la ciudad a un pueblo”291 y “estaría muy difícil cambiar

288 Para temas de intimidad en la casa ver: Pereira da Silva, La intimidad de la casa, 2015;

Monteys Roig, La habitación. Más allá de la sala, 2014; Rybczynski, La casa, historia, 1986. 289 A estas nociones deben sumarse fenómenos que se presentan con mayor insistencia en

los últimos años, tales como las transformaciones de los modelos de la familia y las concepciones de género. Por ejemplo, en las casas del pueblo se construye un nuevo cuarto cuando las niñas transitan a la adolescencia, de esta manera tanto hombres como mujeres se mantienen por las noches en espacios separados y privados. Ballent sustenta que en las revistas de arquitectura y decoración, es decir, en la publicidad especializada, de finales de los años cincuenta se construye la idea de cuartos diferenciados por la edad y el género, en particular, para hombres y mujeres jóvenes. Ballent, “La publicidad de los ámbitos”, 1996, pp. 58-59.

290 Bachelard, La poética del espacio, 2016, p. 94. 291 María Magdalena Canché y Ana Espinosa Canché, entrevista citada.

145

[…] esto por una modernidad”292, también decía “para mí se ven bien [las vivien-

das de Ciudad Caucel], se ven bien, pero esto hasta de lejos […] dices: ¡Guau una

casa antigua! Yo no cambiaría una casa antigua por una moderna”293. Incluso, la

idea de propiedad privada como marco de actividades cotidianas exclusivas del

interior de la casa es cuestionable en el pueblo pues en ocasiones estas se reali-

zan en el espacio público (Fotografía 39).

Por su parte, las personas que habitan en Ciudad Caucel, como Landy Cuxim Tun,

no están dispuestas a cambiar su lugar de residencia al pueblo, son conscientes

que las dimensiones de la vivienda y del patio son reducidas y que existen defi-

292 Ibíd. 293 Ibíd.

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 13 de noviembre de 2017.

Fotografía 39.

Hamaca colgada en el espacio público

146

ciencias en el servicio de energía eléctrica, transporte público y seguridad pública,

pero, estos problemas se compensan con la diversidad de establecimiento comer-

ciales y administrativos y por los medios de distribución que forman parte de los

servicios, por ejemplo, una madre de familia tiene la opción de solicitar a domicilio

una lista de productos para elaborar la comida del día. Las personas retornan de

sus labores en el crepúsculo, estacionan su automóvil en el garaje, abren y cierran

la puerta de su vivienda, ocupan uno de los sillones de la sala y llaman por telé-

fono a uno de los tantos establecimientos para la última comida del día. El diseño

del conjunto habitacional fomenta relaciones sociales ínfimas y paraliza la percep-

ción del entorno inmediato, la vida cotidiana no trasciende el espacio que acotan

las paredes de las viviendas.

No obstante, los fines de semana estos bordes aparentemente infranqueables se

trasgreden ya que las actividades cotidianas se extienden al pueblo, en esos días

son recurrentes las visitas de personas que habitan en el fraccionamiento, en Mé-

rida o en Ucú. Landy Cuxim Tun decía “me encanta ir […] los domingos a desayu-

nar allá”294, también lo considera como un lugar donde es posible obtener albaha-

ca, ruda o flores. En las banquetas del parque principal se implementan locales

donde se ofrecen alimentos regionales y cercano al kiosco se establece el tianguis

de objetos usados y ropa. Tomás Pisté considera que uno de los principales bene-

ficios del conjunto habitacional es el aumento de la demanda de productos que se

elaboran en el pueblo y de las utilidades económicas que se obtienen de estos295.

Así, Caucel se concibe, desde el fraccionamiento, como un lugar de recreación

que conserva una herencia rural asociada con la gastronomía, la naturaleza y la

elaboración de productos locales o regionales.

Ciudad Caucel es un proyecto invasivo y paradigma de injusticia espacial. El dise-

ño es la cárcel del pueblo. Al sur no existen bordes físicos pero basta con observar

la arquitectura y el urbanismo para concluir que la configuración del espacio es en

sí mismo es una barrera que marca diferencias en los modos de usar y producir el

294 Entrevista a Landy Cuxim Tun, realizada por César Quintal, Caucel, Mérida, Yucatán, 20 de noviembre de 2017.

295 Entrevista a Tomás Pisté, realizada por César Quintal, Caucel, Mérida, Yucatán, 3 de no-viembre de 2017.

147

hábitat. Al oriente se levanta un muro de aproximadamente 3 metros de altura que

separa a Caucel de una de las zonas más exclusivas del fraccionamiento. Al norte

y poniente todavía no se construyen viviendas, pero, desde hace unos años se

inició con la tala de la cobertura vegetal. El conjunto habitacional impone fronteras

contundentes que devienen en conflictos y expresiones de poder entre aquellos

que habitan desde la tradición y aquellos que habitan desde la modernidad.

Leidy Euán Kú comentaba que en esas fronteras existen desacuerdos entre las

personas en cuanto a la conservación de prácticas que son parte de la vida coti-

diana en Caucel. Los habitantes del fraccionamiento expresan constantemente su

incomodidad por el humo que genera la leña cuando las mujeres de Caucel coci-

nan en los patios. Así, el conjunto habitacional restablece el orden social tejido

históricamente en el pueblo, por tanto, conlleva a escribir un nuevo capítulo de

relaciones personales en el espacio. Al confrontarse estos dos mundos, uno con

una trayectoria que data al menos desde la llegada de los españoles y otro desde

los primeros años del siglo XXI, parece que el primero reacciona de manera con-

descendiente ante la lógica del primero.

La relocalización del centro de salud es otro ejemplo que exponen los entrevista-

dos. Como se mencionó en el tercer capítulo, en la entrada del pueblo el observa-

dor identifica un edificio del Instituto Mexicano de Seguridad Social, también ad-

vierte que sus puertas permanecen cerradas y al escuchar los relatos de los habi-

tantes se entera que el servicio se trasladó a Ciudad Caucel. Para ellos, el princi-

pal problema no es la remoción de este equipamiento pues en ese lugar la cober-

tura médica es más diversa, más bien, es la dificultad de traslado ya que solo exis-

te una ruta de autobuses que comunica al pueblo con la clínica, cuya frecuencia

de tránsito es de una hora aproximadamente. Leidy Euán Kú decía de manera

exasperada “obligadamente tienes que ir”296 y “nosotros tenemos que adaptarnos

a ellos”297. A estas molestias se suma la prohibición de circulación de mototaxis al

interior del fraccionamiento, el cual es uno de los medios más utilizados en Caucel

296 Entrevista a Leidy Euán Kú, realizada por César Quintal, Caucel, Mérida, Yucatán, 3 de no-

viembre de 2017. 297 Ibíd.

148

para transitar de un lugar a otro. Para Beatriz Garrido y Juan de Dios Caamal

Chacón la limitación es absurda ya que estos son la vía más práctica cuando se

tiene un accidente en la casa298.

Esas prohibiciones denotan un problema de clase social299. En el conjunto habita-

cional se pretende mantener una apariencia de modernidad, donde las personas

circulan en automóviles aparatosos y cualquier medio de transporte que no esté a

la altura se le niega su acceso. Incluso, las viviendas forman parte de ese juego a

través de sus cúpulas, de sus balcones, de sus pequeños jardines, del número de

pisos o de sus materiales. Si las características arquitectónicas del fraccionamien-

to se asocian con una mejor posición social y económica, no es extraño que los

habitantes del pueblo anhelen construir sus casas con base en estas, pues, sería

un indicativo de un mejor estado económico con respecto a otros sujetos, tal como

sucede en algunas zonas periféricas de Caucel. La distinción entre las clases

también se observa en los tipos de trabajos que se ofertan a los pobladores desde

Ciudad Caucel, se buscan asistentes domésticas, jardineros o cocineros, entre

otros.

En las fronteras existen terrenos baldíos que denotan inseguridad para los pobla-

dores que transitan día a día por esas zonas. El tema de la seguridad no se limita

a la percepción del espacio, también se relaciona con la falta de reconocimiento

de las personas que transitan por el pueblo. Las miradas de incertidumbre y alerta

se dibujan en el rostro de las personas cuando se observa el caminar de un indivi-

duo que claramente no habita en el pueblo. La reacción inmediata conduce a

asumir que el “otro” o el “extraño” proviene de Ciudad Caucel y su visita tiene la

298 Beatriz Garrido y Juan de Dios Caamal Chacón, entrevista citada. 299 Erik Wright considera que “Entre sociólogos y el público no especializado, la forma principal

en que la mayoría de la gente entiende el concepto de clase es por referencia a los atributos indivi-duales y las condiciones de vida […] La gente también se caracteriza por las condiciones materia-les en las que vive: apartamentos sórdidos, cómodas casas en zonas residenciales o mansiones en comunidades bien reguardadas, pobreza, ingresos adecuados o riqueza extravagante; acceso inseguro a la atención sanitaria o a un excelente seguro contra la enfermedad, así como acceso a servicios sanitarios de alta calidad. La “clase” es un modo de llamar a la conexión entre los atribu-tos individuales y esas condiciones materiales de vida: la clase identifica los atributos económica-mente importantes de la gente que determina sus posibilidades y elecciones en una economía de mercado y, por tanto, sus condiciones materiales de vida”. Wright, Comprender las clases, 2015, capítulo 1.

149

intención de hurtar las pertenencias que se encuentran al interior de la casa, des-

pués de todo se asume que el fraccionamiento se pobló con personas que emi-

gran de diferentes colonias de Mérida y de entidades distintas a Yucatán.

Así, la estigmatización es respuesta inmediata a la transformación agitada del con-

texto inmediato. Teresa Pinelo Canul decía que ya no se puede dejar la casa sola,

tienes que cuidarla o no moverte. Asimismo, expresaba “no imaginamos que iban

a venir mucha gente a vivir”300 y por último consideraba la reducida distancia entre

las casas del pueblo y las viviendas del fraccionamiento como un factor que origi-

naba una mayor circulación de personas desconocidas. Actualmente el temor por

la enajenación de los bienes se materializa en la casa por medio de protectores en

ventanas y puertas o de mecanismos rústicos como fragmentos de botellas en las

bardas de los patios.

El punto de vista de Beatriz Garrido y Juan Caamal Chacón difiere de estas apre-

ciaciones. Para ellos, la construcción del fraccionamiento no originó problemas de

inseguridad en el pueblo ya que las personas todavía mantienen un ambiente de

confianza y familiaridad. Su casa no tiene rejas, bardas u otros elementos de se-

guridad, lo que no les impide ausentarse de esta durante la mayor parte del día y

retornar con la garantía que los objetos estarán en el mismo sitio donde se deja-

ron301. Esta percepción se distingue de aquella que tienen del conjunto habitacio-

nal, de manera subjetiva lo asumen como un espacio donde las actividades coti-

dianas son observadas por actores que no viven en Ciudad Caucel, que vigilan los

horarios de entrada y salida a la vivienda con la intención de irrumpir el interior en

momentos de ausencia. Asimismo, lo consideran un lugar donde es imposible ins-

talar un taller o escuchar música durante las noches ya que lo vecinos se quejan

inmediatamente, de esta manera las actividades cotidianas se restringen a las dis-

posiciones arbitrarias de quienes viven en las inmediaciones.

En Ciudad Caucel el tema de la inseguridad no es diametralmente distinto al del

pueblo, incluso, podría considerarse mucho más grave. Landy Cuxim Tun decía

300 Entrevista a Teresa de Jesús Pinelo Canul, realizada por César Quintal, Caucel, Mérida, Yucatán, 9 de noviembre de 2017.

301 Beatriz Garrido y Juan de Dios Caamal Chacón, entrevista citada.

150

que en los últimos meses del año 2017 se reportaron dos casos de robo en la calle

donde vive y uno en la vialidad paralela. Esto se debe a que la mayoría de las vi-

viendas permanecen deshabitadas durante la mañana y parte de la tarde pues los

padres y las madres de familia se encuentran en sus centros de trabajo y los hijos

en las guarderías o escuelas. Es de conocimiento general que las viviendas son

dormitorios a los que se arriba después de largos momentos de ausencia.

El abandono prolongado es una oportunidad para el hurto que, incluso, no detiene

la herrería en puertas y ventanas. Paradójicamente, los vecinos no se alarman si

observan a los saqueadores pues en realidad no reconocen a las personas que

viven en sus inmediaciones, bien podrían pasarse por otros habitantes de la vi-

vienda. Landy Cuxim Tun comentaba. “llevo dos años aquí y realmente solo co-

nozco a tres vecinas […] y solo es de vista […] de los demás no tengo ni idea de

quiénes son, ni si viven, o si trabajan, es más, nunca los he visto…”302. Ante este

creciente problema, algunos vecinos de diferentes zonas del conjunto habitacional

se organizaron con el fin de contratar a agentes de seguridad para custodiar las

viviendas en los momentos de ausencia.

Por otra parte, la relación entre los vecinos de pueblo Caucel no siempre es apa-

cible puesto que existen conflictos y problemas entre algunas personas. Pero, en

ocasiones se forja una íntima convivencia ya que esta se origina desde la infancia.

El vecino es parte de las inocentes aventuras que se desarrollan en los patios o al

interior de la unidad edificada, de los primeros días de escuela, de las vacaciones

de verano, de las celebraciones decembrinas, de las ilusiones amorosas durante

la adolescencia y de los enlaces matrimoniales. En este sentido, el vecino no solo

es aquella persona que habita en el mismo espacio, su significado es mucho más

profundo ya que forma parte de la biografía de una persona. Aunque el peso de su

voz difiere a la de un miembro original de la familia, se considera otro integrante

de la misma, a tal grado que tiene un asiento en la mesa.

Asimismo, la intensidad de la convivencia entre vecinos parece relacionarse con

percepciones generacionales, con la densificación constructiva y con el aumento

302 Landy Cuxim Tun, entrevista citada.

151

de la población en Caucel. María Valeria Sonda May de 82 años comparaba la

relación con sus vecinos en dos temporalidades; para ella, las personas tenían

una convivencia más estrecha durante la década de los años cincuenta que ac-

tualmente, se apoyaban económicamente entre sí o por medio de favores perso-

nales que implicaban utilizar los espacios interiores de la casa o atravesar el patio

sin problema alguno. Ahora no reconoce a todos sus vecinos pues existe una ma-

yor cantidad de personas habitando en su colonia, además percibe que cada uno

se aprisiona en su casa y que restringen el acceso a la misma por medio de bar-

das.

Estos comentarios difieren con los de Leidy Euán Kú de 52 años, quien decía que

es capaz de reconocer a las personas que viven junto a su casa y que se relacio-

na con la mayoría de ellas, pero, considera que la convivencia de los niños en la

calle o en el patio es menor que durante su infancia, en su lugar, se entretienen en

el interior de las unidades edificadas con videojuegos o con la computadora. Así,

la entrada de la tecnología en las casas de Caucel contribuyó a modificar, por una

parte, las dinámicas familiares (recordemos, por ejemplo, el caso de la televisión),

y por otra, el grado de convivencia entre la población más joven. Y como efecto

colateral, la calle reduce paulatinamente una de sus funciones como escenario

que contenía y potencializaba las aventuras más atrevidas de los niños. En los

recuerdos de la infancia de los entrevistados de edad adulta, la calle figuraba co-

mo uno de los espacios más importantes, era el lugar donde se jugaba con los

charcos de agua que se formaban antes de pavimentarlas, el espacio donde se

reunían los amigos o vecinos y donde reiteradamente se practicaban juegos tradi-

cionales.

Cuando en la casa no se encuentran sus habitantes, los vecinos asumen el papel

de vigilantes cautelosos, esto sin la necesidad que existan acuerdos concertados,

observan desde sus ventanas o al interior de sus casas a las personas curiosas

que se aproximan peligrosamente al terreno, de esta manera se origina un sistema

de protección colectiva y recíproca de los bienes materiales. A pesar del meca-

nismo de custodia social y de la percepción de seguridad que tienen algunos habi-

152

tantes del pueblo, como Beatriz Garrido y Juan de Dios Caamal, existen casos en

que se invade el interior y se hurtan las pertenencias, tal y como le sucedió al hijo

de Teresa de Jesús Pinelo Canul. Asimismo, los vecinos reconocen puntualmente

las características arquitectónicas y las zonas públicas, actuales y pasadas, del

entorno donde moran, son capaces de identificar a los propietarios de los terrenos

que se encuentran junto a los suyos, donde inician y terminan los predios, aquellos

que se vendieron, los que se fragmentaron, los que se mutilaron para la proyec-

ción de vialidades, de dónde se obtiene el agua y, en ocasiones, los problemas de

violencia familiar, así, la casa y el hábitat no se caracterizan por el total anonimato,

en todos los casos se conocen sus productores o autores303.

El pasado social, arquitectónico y contextual de Caucel persiste en la memoria de

las personas, de manera tal que es un referente importante para la evaluación del

hábitat en el presente y para la definición de proyectos futuros. Al comparar los

modos de habitar actuales y la manera de producir el espacio con aquellas que no

tienen vigencia o que se desvanecen paulatinamente en el pueblo, se origina una

valoración que desacredita parte del universo contemporáneo y a partir de esa

inconformidad surgen afirmaciones como “era mucho mejor cuando yo crecí”304.

Para Witold Rybczynski, la “aguda conciencia de la tradición es un fenómeno mo-

derno que refleja un anhelo de costumbres y de rutinas en un mundo caracteriza-

do por un cambio y una innovación constantes”305. Se anhela el retorno del pasado

a pesar de los marcados problemas de violencia familiar, el ambiente de pobreza y

las oportunidades laborales reducidas que imperaban en otras épocas.

303 A partir de ese reconocimiento espacial se percibe inconscientemente el tejido social. Este

concepto, según Zúñiga, se importó esencialmente de la medicina y “está compuesto por todas la unidades básicas de interacción y socialización de los distintos grupos y agregados que componen una sociedad; es decir, por las familias, las comunidades, los símbolos indentitarios (sic), las es-cuelas, las iglesias y en general las diversas asociaciones”. Zúñiga, El tejido social, El Universal, 01 de abril de 2016.

304 María Feliciana Pisté Chan, entrevista citada. 305 Rybczynski, La casa, historia, 1986, p. 21.

153

Las personas recuerdan con nostalgia306 la relación estrecha entre los vecinos, los

intercambios de favores, los apoyos económicos y la confianza, la impresión de

conocer a todos los habitantes del pueblo, los materiales que se utilizaban en la

edificación, la distancia entre las casas, las amplias superficies de los terrenos, las

reducidas dimensiones de Caucel, que por estar conformada por unas cuantas

manzanas era posible transitarla de una lado a otro sin necesidad de utilizar un

medio de transporte, las calles sin pavimentación, las actividades que se realiza-

ban en la manzana central y los momentos de diversión en este espacio antes que

se construyera el parque principal, las funciones cotidianas de hombres y mujeres,

el trabajo en la milpa y el cultivo en el patio, los procesos de participación en la

conformación de equipamientos de recreación y el monte que bordeaba al pueblo.

Witold Rybczynski se pregunta “¿es que este deseo de tradición es sencillamente

un furioso anacronismo, o refleja una insatisfacción más profunda con el entorno

que ha creado nuestro propio mundo moderno?”307

La nostalgia ancla a las personas a un pasado real o imaginado. Por una parte,

recuerdan un contexto físico más homogéneo que el actual, donde las opciones

habitacionales eran puntuales en términos tanto geométricos como de los materia-

les disponibles, es decir, con una mayor correlación a la herencia arquitectónica

del pueblo y donde las calles o el entorno no se visualizaban como parte de un

proyecto modernizador estatal o nacional. Y por otra, rememoran un tejido social

en apariencia mucho más sólido, en el que la superficie del pueblo tenía un papel

importante ya que permitía el reconocimiento y la convivencia de todos los habi-

tantes. Particularmente, José Guillermo Noh recordaba con nostalgia su papel co-

mo gestor de equipamientos en el pueblo; Julián Chacón evocaba su periodo ad-

ministrativo como comisario ejidal y su manera particular de sellar ese tiempo en el

hábitat a través de un árbol que se encuentra en el atrio de la iglesia; y José Ga-

briel Noh Canché, que ocupó posteriormente el mismo cargo, comentaba con en-

306 Según Téllez, el término nostalgia apareció en 1688 y el primer detonador de esta forma de

melancolía es la distancia física que nos separa del hogar. Téllez, “Renovación urbana”, 2017, pp. 184 y 185.

307 Rybczynski, La casa, historia, 1986, p.25.

154

tusiasmo que una de sus principales contribuciones fue la construcción del atrio de

la iglesia.

4.2.2 LA CASA Y EL TRABAJO REMUNERADO

La nostalgia también se presenta cuando se abandona la familia y el pueblo por

cuestiones de trabajo. La biografía de María Irene Pech Muñoz es muestra de ello.

A temprana edad, María Irene vendía empanadas y buñuelos por el pueblo, lo que

le permitió conocer a la mayoría de las personas que habitaban en Caucel. A los

12 años laboraba en Mérida como empleada doméstica y niñera, por lo cual le re-

muneraban 10 pesos al mes. En una ocasión, viajó a Cancún con la familia para la

que trabajaba y allí conoció a otras muchachas que se dedicaban a las mismas

actividades que ella; entre pláticas, le comentaron que había una vacante y que en

caso de aceptar podía incrementar sus ingresos mensuales hasta en 50 pesos. La

información resonó en sus pensamientos pues tenía el propósito de mejorar su

economía y adquirir una casa para su madre. Ante la indiferencia de su padre por

mejorar las condiciones de vida de su mamá y hermanos, se empeñó en consoli-

dar este bien largamente anhelado.

Comunicó su intención de trabajar en Cancún, a lo que recibió la desacreditación

de sus padres. Por lo general, su madre la llevaba y recogía de la casa donde tra-

bajaba; un día, para despistarla, simuló que ingresaba al lugar, esperó su partida y

después se dirigió a la terminal de autobuses. Así, emprendió una de las aventu-

ras que mayor peso tiene en sus recuerdos pues es un punto de inflexión en las

condiciones económicas de su familia. Cuando María Irene llegó a Cancún una de

sus amigas la encaminó a la casa donde trabajaría por los siguientes años. Poste-

riormente, se comunicó con su madre por medio del único teléfono del pueblo, ins-

talado en una farmacia del centro, e informó sus actos.

Al cuarto mes extrañaba a su madre y hermanos, pero, se mantenía firme en su

decisión, en parte por el temor a las represalias que adoptaría su padre. Asimis-

mo, la familia huésped la cuestionaba sobre cuándo vería a su familia, pero, en

155

todo momento aplazaba el día o emitía excusas, así fue hasta que un día le dije-

ron que la llevarían a su casa en Caucel. María Irene mencionaba que cuando lle-

garon al pueblo, sus “patrones” observaron la pobreza en la que vivía, por ello,

decidieron comprar hamacas, ropa y comida para sus hermanos. Aunque su papá

la golpeó, María Irene estaba emocionada de regresar al pueblo pues había aho-

rrado 500 pesos, con lo cual podía iniciar la formalización de sus principales inten-

ciones.

En este sentido, se recuerda con nostalgia la manera en que el orden y las reglas

familiares se trasgreden con el propósito de producir una casa. Es importante se-

ñalar el peso que tiene la figura materna en este fin, al parecer las fuertes decisio-

nes se sustentan en mejorar sus condiciones de vida. Cuando los padres no son

los principales productores de la casa, son los hijos quienes adoptan desde una

temprana edad la tarea de construir un espacio para morar. En la memoria perma-

necen las estrategias laborales y los sacrificios personales para superar las dificul-

tades económicas. Así, la casa simboliza el crecimiento económico a nivel perso-

nal y familiar, cada detalle o espacio recuerda las oportunidades encontradas en

lugares distantes al espacio de la niñez y los favores concedidos por actores ex-

ternos, tiene un valor sentimental imposible de cuantificar. Abandonar el pueblo es

un acto en que se refuerza la identidad y el aprecio por la familia, también es una

oportunidad para continuar con la proyección de la casa onírica; sin embargo, deja

una huella en la vida de las personas a tal grado que se desea que los hijos no

atraviesen por la misma situación, María Irene decía “hay que tratar que nuestros

hijos no se aparten de nosotros […] porque sí se extraña todo esto”308.

Las mujeres son pilares importantes en los ingresos de la familia. María Irene

Pech Muñoz comentaba que regresó a Caucel de manera definitiva entre 2006 y

2007, lo que coincidió con la construcción de las primeras viviendas del fraccio-

namiento. Se enfrentó a las dificultades de obtener un trabajo en el pueblo, por

ello, decidió instalar en su casa una tienda de flores, que posteriormente trasladó

al borde sur-poniente de la plaza principal, donde hasta la fecha continúa. A pesar

308 Entrevista a María Irene Pech Muñoz, realizada por César Quintal, Caucel, Mérida, Yuca-tán, 14 de noviembre de 2017.

156

de no estar completamente de acuerdo con la construcción de Ciudad Caucel, re-

conoce que uno de los principales beneficios del aumento poblacional en las in-

mediaciones del pueblo se refleja en el incremento de ingresos de su negocio.

La madre de Leidy Euán Kú y la señora María Elpidia Canché son otros ejemplos

de mujeres que aportaban ingresos económicos. La primera trabajaba en merca-

dos de Mérida durante la década de los años setenta, en esos lugares compraba

la comida del día y posteriormente lo enviaba por medio de los responsables del

transporte público que cobraban 3 pesos por este servicio. La segunda recordaba

que en el transcurso de 1960 se dirigía a diario o cada segundo día a la colonia de

Mérida conocida como El Centavito para vender los tomates, las calabazas, los

repollos y las cebollas que cosechaba su esposo de su milpa, los colocaba en un

cesto y preguntaba casa por casa si estos se requerían para la comida. El dinero

que lograba reunir le servía para comprar carne de puerco en la misma colonia309.

La incursión de las mujeres en trabajos remunerados es una de las transformacio-

nes sociales más importantes en Yucatán de manera general y en Caucel de for-

ma particular. La casa como su principal espacio de trabajo se sustituye paulati-

namente por otros ámbitos y su papel como soporte económico de la familia es

más notorio. Los relatos de María Valeria Sonda May, de María Magdalena Can-

ché Canché y María Elpidia Canché Pool esbozan un panorama en que las fun-

ciones de las mujeres durante los años de la cuarta década del siglo pasado se

limitaban al cuidado de los hijos, a producir tortillas, a cocinar, a la crianza de ani-

males, al cultivo en el patio o a lavar ropa. No se puede decir que vivían en un

ambiente de sumisión o represión, ya que recuerdan con nostalgia esas funciones,

consideradas igual de relevantes que las de sus cónyuges en el campo. Pero, con-

forme las actividades primarias eran menos remuneradas y las exigencias de vida

más fuertes, surge la necesidad de buscar fuentes de empleo de manera tal que

contribuyan a los gastos de la familia. Aunque la población ocupada femenina úni-

camente representó el 28.37% en el año 2010310, es indudable que contribuyen

309 Entrevista a María Elpidia Canché Pool, realizada por César Quintal, Caucel, Mérida, Yuca-

tán, 17 de noviembre de 2017. 310 INEGI, Censo de población, tabulados básicos, 2010.

157

decisivamente en mejorar la calidad de vida de sus hijos, probablemente esta cifra

aumentará en la próxima década por el acceso a la información y educación y por

la conciencia en la equidad de género que se respira actualmente.

Antes de la llegada de María Irene Pech Muñoz, la entidad yucateca atravesaba

por un fuerte proceso de transformación política, económica y territorial. En 1992,

Dulce María Sauri Riancho, quien ocupaba el poder ejecutivo de Yucatán, conclu-

yó la participación del gobierno en la actividad henequenera después de más de

medio siglo de intervención estatal; a través de la clausura de Cordemex, de la

venta de sus activos y de la liquidación de los trabajadores se daba por finalizada

la agroindustria del henequén311. A principios de los años noventa, poco más del

60% de la población económicamente activa de los municipios centrales y noroc-

cidentales de la entidad tenía ingresos por debajo del salario mínimo y solo el 40%

se dedicaba a la agricultura y a la ganadería, el resto se ocupaba como albañiles

en la industria de la construcción, en actividades de limpieza, en la jardinería, en la

recolección de sal o en la siembra de pastizales de la ganadería privada; por su

parte, las mujeres se dedicaban al servicio doméstico, muchas regresaban el

mismo día a su pueblo pero otras optaban por retornar cada fin de semana312. En

los municipios restantes, aquellos que se encontraban más alejados de la capital,

se conservó la milpa como una de las principales fuentes de autoconsumo y de

ingresos pero se complementó con trabajos que se encontraban en Cancún, Co-

zumel, Playa del Carmen o Mérida313.

A partir de 1970, la migración de población rural a la capital yucateca originó la

formación asentamientos irregulares en la zona sur, oriente y poniente de la ciu-

dad, mitigados en 1984 por disposiciones que prohibían la ocupación ilegal del

suelo, pero, esas medidas solo propiciaron la ocupación de municipios aleñados al

de Mérida por parte de personas que buscan mejores oportunidades laborales314.

Así, Mérida reforzó sus interacciones cotidianas con Kanasín, Umán, Progreso,

Ucú, Tixpéhual y Conkal, municipios que actualmente conforman la Zona Metropo-

311 Quezada, Yucatán. Historia, 2011, p.245. 312 Ibíd., p.254. 313 Ibíd. 314 Ibíd., p.249.

158

litana. Las personas viajaban a la capital todos los días y se ocupaban como alba-

ñiles, choferes, jardineros, oficinistas, vendedores de hortalizas, comerciantes,

trabajadoras en maquiladoras o en los servicios domésticos315. María Irene Pech

Muñoz, recordaba que sus vecinos partían de Caucel a las 6 u 8 de la mañana

para trabajar en la capital y retornaban por la tarde, la demanda de transporte era

alta por lo que en ocasiones los hombres se colgaban de las puertas del camión;

también tenían la opción de abordar el que se dirigía a Hunucmá cuando la jorna-

da laboral finalizaba más tarde. Asimismo, la dependencia con la capital es mucho

mayor si se considera que es el lugar donde se concentran los principales centros

de educación, recreación y asistencia médica.

En el último trimestres de 2017316, la Población Ocupada de la entidad trabajaba

principalmente en el sector servicios, seguido de la industria manufacturera, el

sector del comercio, el sector agropecuario y la industria de la construcción (Tabla

1). En la capital, el principal ámbito de ocupación también era el de los servicios,

posteriormente, el comercio, la industria manufacturera, la industria de la cons-

trucción y por último en el sector agropecuario. Por estas actividades, tanto en el

Estado como en Mérida destaca el grupo que recibía más de 1 y hasta 2 salarios

mínimos (Tabla 2), posteriormente se encuentran aquellos cuyo ingreso oscilaba

entre 2 y 3 salarios mínimos y solo un reducido porcentaje de personas percibía

más de 5 salarios. Asimismo, es importante señalar que la mayoría de la población

ocupada en la entidad (el 69.93%) y en Mérida (el 63.58%) únicamente recibe has-

ta 3 salarios mínimos.

Como respuesta a la reducida remuneración que se obtienen de las fuentes de

trabajo “formales”, las personas desarrollan un conjunto actividades dentro del

pueblo que les permite incrementar sus ingresos, para ello, conciben su capital

cultural como un elemento del cual pueden obtener beneficios monetarios. Asi-

mismo, los cuartos de la unidad edificada, la terraza frontal o incluso el patio se

asumen como espacios potenciales para el comercio, se advierte entonces la ver-

315 Ibíd., p.252. 316 Los datos que se presentan corresponden al tabulado básico del último trimestre de 2017

de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI.

159

satilidad de la casa o capacidad adaptativa a las necesidades de las personas que

la habitan.

Cuadro 2. Distribución absoluta y porcentual de la población según actividad económica en el

Estado de Yucatán y la capital, 2017.

Actividad Estatal Ciudad de Mérida

Absolutos Relativos Absolutos Relativos Agropecuario 112,711 11.00 7,131 1.38 Construcción 93,394 9.11 40,489 7.84 Industria manufacturera

181,176 17.67 75,009 14.52

Comercio 171,596 16.73 108,208 20.95 Servicios 459,915 44.84 281,619 54.51 Otros 6,403 0.62 4,001 0.77 No especificado 382 0.04 139 0.03 Población ocupada / total

1,025,577 100 516,596 100

Fuente: Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, INEGI, IV trimestre de 2017.

Cuadro 3. Distribución absoluta y porcentual de la población según ingresos en el

Estado de Yucatán y la capital, 2017.

Salario mínimo Estatal Ciudad de Mérida

Absolutos Relativos Absolutos Relativos Hasta 1 201,799 19.68 58,218 11.27 Más de 1 hasta 2 306,912 29.93 152,771 29.57 Más de 2 hasta 3 205,356 20.02 117,453 22.74 Más de 3 hasta 5 110,584 10.78 81,685 15.81 Más de 5 50,165 4.89 41,541 8.04 No recibe ingresos 73,170 7.13 13,520 2.62 No especificado 77,591 7.57 51,408 9.95 Población ocupada / total

1,025,577 100 516,596 100

Fuente: Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, INEGI, IV trimestre de 2017.

160

En una casa que se encuentra sobre la calle principal, la abuela, madre e hija se

ocupan de vender comida regional durante la semana. En la cocina, ubicada hasta

el fondo del patio, se observan ollas encima de la leña (optan por esta medida ya

que es mucho más barato que el gas) y a las mujeres mayores que vigilan cuida-

dosamente las proporciones de sal y otros condimentos, las de menor edad se

ocupan del dinero y de los encargos, atraviesan constantemente habitaciones

donde las hamacas todavía están colgadas, hasta el porche donde se colocan

mesas y sillas de plástico y madera para los famélicos clientes. A partir de las tres

o cuatro de la tarde, la puerta principal y las rejas están cerradas y la terraza de-

socupada, no existe evidencia de que esa casa además de su uso habitacional es

también un establecimiento comercial.

Así, se abandona la concepción de las labores domésticas como un mecanismo

que solo fomenta el orden familiar y se adoptan como medios activos de los que

es posible obtener beneficios económicos, también el papel que desempeñan las

mujeres en el negocio refleja la posición y relevancia que tienen en la familia.

Aunque desde años precedentes al actual, las mujeres, como María Feliciana Pis-

té Chan, se apoyaban de sus experiencias domésticas, en los últimos años es

más recurrente que emprendan un negocio en la casa, siendo en ocasiones el

único ingreso de la familia. Otras experiencias se observan durante los fines de

semana, por la mañana se coloca una mesa en la sala o fuera de la casa donde

se vende cochinita y lechón; por las noches en otros domicilios se venden panu-

chos, salbutes o empanadas. En ocasiones, se ofertan mandarinas, jícamas, cala-

bazas, plátanos, chiles y tomates (Fotografía 40). A estas adaptaciones transito-

rias de la casa se suman aquellas modificaciones más prolongadas, por ejemplo,

en la sala, terraza o patio se establece una tienda de abarrotes, papelería, pana-

dería, tienda regalos, etcétera.

161

Fotografía 40. Comercialización de frutas y verduras en la casa

Fuente: Quintal, César. Pueblo de Caucel, Mérida, Yucatán, 15 de noviembre de 2017.

Al otro lado de la moneda se encuentran personas que para habitantes como Ma-

ría Irene Pech Muñoz son indiferentes a sus ínfimas condiciones de vida, despreo-

cupadas por la educación y alimentación de sus hijos, que son perezosas, oportu-

nistas de los apoyos económicos que brinda el gobierno estatal y el ayuntamiento

del municipio y desinteresadas por las ventajas que representa Ciudad Caucel.

El conjunto habitacional es un lugar donde las personas del pueblo encuentran

trabajo, tanto en su etapa de construcción como en los actuales establecimientos

comerciales o en la vivienda. El dinero que ahorró María Irene y su esposo en su

exilio temporal se diluyó al concluir su casa. Ante ello, su cónyuge optó por la al-

bañilería y, como otros hombres de Caucel, se involucró en la construcción de las

primeras viviendas del fraccionamiento. En un equipo de cuatro personas, él como

162

maestro de obra, tenían la misión de edificar 3 viviendas por semana para recibir

su salario, que se encontraba en un rango entre 1,800 y 2,400 pesos y los asisten-

tes recibían 1,200 pesos. El horario de las labores era de 8 de la mañana a 5 de la

tarde, con una hora de descanso en ese periodo317. Algunos de los hombres se

ocupaban desde la cimentación hasta el techado y los acabados, otros se dedica-

ban exclusivamente a construir las cúpulas de las viviendas de clase media alta

con materiales como tabla-roca. Los ingresos que percibía el esposo de María Ire-

ne Pech Muñoz eran insuficientes para el sustento de sus hijos, por ello, decidió

emigrar a Estados Unidos con la esperanza de encontrar un empleo mejor remu-

nerado318.

Los establecimientos comerciales de Ciudad Caucel son una fuente de empleo

para los habitantes del pueblo, pero, estos se desempeñan en labores poco espe-

cializadas, asumen responsabilidades como cajeros, asistentes de limpieza o car-

ga y en menor medida como gerentes. Asimismo, las mujeres de Caucel encuen-

tran en las viviendas del conjunto habitacional una oportunidad para incrementar

sus ingresos. Beatriz Garrido y Juan de Dios Caamal Chacón comentaron que su

hija se ocupa dos o tres veces por semana del aseo de una vivienda y por la corta

distancia que implica el traslado se concibe como un trabajo ideal que le permite

paralelamente atender a sus hijos, cocinar e ir al mercado. Por su parte, Sergio

Chablé comentaba que su esposa trabaja como maestra en una de las escuelas

de Ciudad Caucel319.

Los comercios del conjunto habitacional son percibidos por los habitantes de Cau-

cel como uno de los principales beneficios del fraccionamiento. En esos lugares

encuentran insumos para la comida del día, por tanto, el trayecto de las personas

no se prolonga hasta los mercados de Mérida, se interrumpe en la avenida princi-

pal del conjunto habitacional ¿acaso esto representa una ruptura de la histórica

317 María Irene Pech Muñoz, entrevista citada. 318 En Yucatán, 0.28% de la población de 5 años y más residía en Estados Unidos de América

en 2005, de los cuales el 72.78% eran hombres y el 27.22% mujeres. En el Municipio de Mérida, el 0.25% de la población en ese mismo rango de edad residía en Estados Unidos en 2005, de los cuales el 59.50% eran hombres y el 40.50% mujeres. INEGI, Censo de población, tabulados bási-cos, 2010.

319 Sergio Chablé, entrevista citada.

163

interrelación comercial entre el pueblo y la capital? Evidentemente no, ya que to-

davía dependen de este lugar para obtener productos que revenden en tiendas de

abarrotes o en el mercado local, por ejemplo, María Eugenia Canul Euán obtiene

de Mérida el espelón, plátano, aguacate, calabaza, pepino, rábano, cilantro y torti-

llas para panuchos que después oferta en Caucel, se considera una opción mucho

más económica y de mejor calidad. Lo que sí se argumenta es la disminución de

la frecuencia de viajes a Mérida; ambos lugares, el pueblo y el fraccionamiento,

originan un mundo de interdependencia económica, por tanto, el rango del habitar

y el universo escalar que se origina a partir de la casa es mucho más limitado.

Las actividades primarias son menos recurrentes en pueblo Caucel. En 1940, los

hombres se ocupaban en trabajos relacionados con la tierra, en particular con el

cultivo de henequén. El campo era la escuela de los hombres y el lugar donde los

conocimientos empíricos se transmitían entre las generaciones. Julián Chacón

recordaba que a la edad de 8 años su padre lo despertaba a las 4 de la mañana

para trabajar con el henequén, su vida laboral con este agave inició tempranamen-

te y continuó hasta los 76 años, periodo que fue suficiente para afectar su salud en

diversas ocasiones. Actualmente, rememora esa etapa con indiferencia y se la-

menta de frenar sus estudios por advertencia de su padre pues por ser uno de los

primeros hijos tenía la responsabilidad implícita de ayudarlo con el sustento de sus

9 hermanos.

Años más tarde, se casó con una de sus vecinas e inició su casa. A sus hijos les

enseñó a trabajar con el henequén, en las plantaciones que se encontraban en las

tierras que ahora ocupa Ciudad Caucel y en la Hacienda de Susulá, localizada a 6

Kilómetros del pueblo. El trabajo era estratificado ya que se dividía de acuerdo a la

experiencia que se tenía en el campo, Julián Chacón se dedicaba a actividades

que requerían mayor cuidado, como el corte de hojas (7 u 8 por cada planta), y

sus hijos se ocupaban de armar paquetes (producían 20 rollos con 50 hojas). Asi-

164

mismo, trabajó como bodeguero en Susulá y era el responsable de las entradas y

salidas del soskil320.

Paralelo al trabajo con el henequén, desarrolló otras actividades que le permitían,

por una parte, incrementar los ingresos de su familia, y por otra, mejorar las condi-

ciones de vida de las personas que habitaban en Caucel. Aunque no sabía leer y

escribir, asumió el cargo de comisario ejidal en la década de los años cincuenta,

en un contexto de confrontación entre los dos principales grupos de oposición, el

PRI, al que pertenecía, y el PAN. Entre 1984 y 1988, cuando Víctor Manuel Cerve-

ra Pacheco fue gobernador por primera vez de Yucatán, ocupó nuevamente el

cargo y finalmente en 1999 fue Juez de Paz de la comisaría. Actualmente, su tra-

yectoria política está simbolizada por medio de un árbol de almendra que sembró

próximo a la fachada norte de la iglesia. La vida laboral de Julián Chacón es aún

más extensa, también fue chofer, productor de cal y saqueador de piedras. Aban-

donar el henequén nunca fue opción para él, pero, recuerda que sus compañeros

decidieron apartarse de los plantíos cuando el trabajo con piedras se difundió co-

mo una actividad donde los ingresos eran más elevados e inmediatos, incluso,

algunos se apartaron del cultivo de maíz ya que los beneficios económicos de este

se obtenían en 13 meses.

La biografía de Julián Chacón enriquece el concepto “pluriactividad”, desarrollado

desde las posturas de la Nueva Ruralidad para referirse a un “fenómeno que pre-

supone la combinación de por lo menos dos actividades, siendo una de éstas la

agricultura”321. ¿Qué tan presentes son actualmente las actividades primarias en

Caucel? Entre las generaciones más jóvenes estas son menos recurrentes debido

a que se optan por trabajos en Mérida. No obstante, a nivel estatal se registró en-

tre 2014 y 2017 un ligero incremento de la población ocupada en actividades

320 Soskil. “S. m. Voz maya sóoskil. De súus, cepillar, limpiar raspando y kij, agave, henequén.

Fibra de henequén: “Con el soskil se hacen sogas”. (abv) Otra versión popular dice que proviene de tso´ots kij, lit. “cabello del henequén”. Güémez, Diccionario del español, 2011, p. 306.

321 Schneider, “La pluriactividad en el medio rural”, 2009, p. 210.

165

agropecuarias, en el primer año representó el 9.95% y en el segundo el 11% y en

la capital la cifra prácticamente se mantuvo constante con el 1%322.

El abandono del campo por parte de habitantes rurales es actualmente un proble-

ma generalizado en México, potencializado cuando el pueblo se encuentra próxi-

mo a áreas urbanas importantes. Asimismo, es respuesta adaptativa a circunstan-

cias políticas y económicas más generales que conllevan indudablemente a trans-

formar la concepción que se tiene del hábitat. Más allá de la acepción como sus-

tento económico o fuente de insumos para la alimentación, el trabajo en el campo

tenía un significado que se relacionaba con la apreciación y el respeto por la natu-

raleza, con los ciclos de la vida misma, la renovación y el ser parte de un ecosis-

tema, ahora parece reducirse únicamente al medio por el que se mejora el poder

adquisitivo de las personas.

La noción de amistad con la naturaleza no puede mantenerse si no existen los

mecanismos y las herramientas necesarias para responder a las demandas de la

vida moderna. El campo mexicano atraviesa una crisis económica difícil de su-

perar323, por tanto, inclinarse por actividades desligadas a las tradicionalmente

practicadas son respuestas totalmente racionales. ¿Entonces, qué se entiende por

rural si una de sus cualidades, aparentemente la principal, es trastocada? La res-

puesta es desafiante pues implica la reestructuración de marcos teóricos y con-

ceptuales. Las actividades primarias, como trabajo dominante, permanecen en la

memoria de hombres y mujeres que pertenecen a las generaciones con mayor

edad. Ellos recuerdan los horarios de las labores, al padre que perdía la paciencia,

el sol sobre sus rostros, las riñas entre compañeros, el olor a tierra mojada y el

color de frutas y verduras. Ellas recuerdan al esposo que partía de la casa cuando

el sereno aún inundaba las calles del pueblo, el sabucán324 donde colocaban su

pozole y chile, el horario de retorno para comer, la preocupación por las tortillas y

322 INEGI, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, tabulados básico, último trimestre de

2014 y 2017. 323 Martínez y Vallejo, “Las nuevas relaciones”, 2011, p. 36 324 Sabucán. “S. m. (Car) 1 Morral. Bolsa tejida de henequén o pita a propósito para cargarla

terciada y llevar en ella comestibles o bastimento en general. Indebidamente se escribe a veces zabucán. (ddm) 2 Por extensión y por su forma cuadrilonga también es bolsa de mandado o “de mercado” hecha de fibra sintética”. Güémez, Diccionario del español, 2011, p. 295.

166

la comida y las siestas vespertinas para después volver al campo. María Valeria

Sonda May recuerda que su esposo le decía “en el monte me voy acabar”325.

¿Por qué la insistencia de un ayer idílico? ¿Por qué se recuerda con nostalgia

prácticas que consumían la salud y vida de las personas? ¿Por qué la melancolía

si en repetidas ocasiones no se tenía para comer? El pasado deja indudablemente

una huella en las personas, a veces genuina, a veces inventada. Los recuerdos

están plagados por momentos que insisten en ser mejores que los actuales ya que

son una ventana a través de la cual se escapa de la constante transformación a la

que está sometido el hábitat, es un vehículo que aparta momentáneamente a las

personas de las rígidas e invasivas estructuras sociales, políticas y económicas

que constituyen el mundo contemporáneo. Los problemas familiares se recuerdan

con dificultad, el padre que violentaba a la madre es absuelto de culpa, esa etapa

más bien evoca las decisiones individuales que impulsaron a mejorar las condicio-

nes de vida familiar. Aunque los jóvenes de Caucel no laboran en el monte como

sus padres o abuelos y que las tierras están ocupadas por Ciudad Caucel, la agri-

cultura se resiste a desaparecer del pueblo, el eco de su voz se escucha en los

patios de las casas y en las pequeñas parcelas como las de José Lino Noh Noh

donde cultiva maíz.

4.3 LOS JUEGOS POR EL ESPACIO: RELACIONES DE PODER Y CONFLICTO

EN LA CASA Y EN EL PUEBLO

El poder tiene una dimensión espacial y la casa es, sin duda, uno de los primeros

laboratorios donde este se forja. En una primera acepción, el poder se refiere a la

capacidad de realizar uno mismo las cosas; en una segunda, a la aptitud de hacer

que otros las ejecuten326. Las madres, por ejemplo, ordenan a sus hijas realizar la

comida, preparar el nixtamal, tortear, limpiar la casa o cuidar a los hermanos me-

nores; los padres, en cambio, imponen a sus hijos mayores trabajar en el campo o

en Mérida con el fin de ayudar a mejorar los ingresos de la familia o que estos

325 María Valeria Sonda May, entrevista citada. 326 Claval, Espacio y poder, 1982, p. 15.

167

abandonen sus estudios. La organización social de la casa corresponde a un es-

quema jerárquico de poder que manifiesta desequilibrios o desigualdades, cada

integrante de la familia tiene una posición por encima o por debajo de otros que

adquieren por la edad, el género, por la experiencia en las funciones cotidianas,

los ingresos que generan o el nivel de estudios. ¿La configuración de la unidad

edificada en Caucel refleja el poder que tienen los integrantes de la familia? En

diferentes colonias de Mérida existen arquetipos donde los dormitorios o el tamaño

de estos denotan la posición de las personas en la familia, se encuentran en la

planta superior, contiguo a un jardín o tienen las ventanas con mayor dimensión;

sin embargo, sería difícil decir que en Caucel estos espacios son la expresión ma-

terial del poder ya que muchas unidades aún conservan un carácter multifuncional,

incluso en viviendas de Ciudad Caucel que no sean de clase media-alta o alta se

dificulta la lectura.

No obstante, al observar la manera en que los espacios de la casa se utilizan es

posible tener una noción de la jerarquía familiar. En la cocina, por ejemplo, la pre-

paración de la comida es una actividad reservada para las abuelas y hermanas

mayores, las trayectorias y experiencias culinarias son reconocidas por los demás

familiares, las de menor edad se dedican a tortear o lavar ollas y otros utensilios.

Así, los esquemas de poder en la casa adquieren una forma intangible por las fun-

ciones que asumen tanto hombres como mujeres. Cuando los mandatos son cum-

plidos o aceptados parcialmente, o simplemente ignorados, se originan conflictos

que abarcan desde los silencios incómodos en la mesa, las indirectas, las des-

atenciones, los chismes327, los rechazos permanentes, la salida de un miembro de

la familia o la disociación de esta. Por lo general, se requiere una dosis de toleran-

cia ante los diversos modos de entender el mundo que convergen en un espacio

327 James Scott considera que el chisme es antes que nada un discurso sobre la infracción de

las reglas sociales. El chismoso se asegura de que la víctima se entere del chisme: mirándola fija-mente o tal vez cuchicheando en el oído de un amigo cuando esta transita por la calle. La finalidad es castigarla, escarmentarla o incluso obligarla a que abandone el pueblo. Scott, Los dominados y el arte, 2000, p. 174.

168

tan limitado como la casa328, o bien, de resignación para asumir el papel que le

corresponde a una persona en la familia.

Los integrantes actúan con base en diferentes lógicas e intereses, por tanto, los

acuerdos totales son, en ocasiones, difíciles de conseguir. Asimismo, no es com-

plicado pensar en inconformidades que se callan, que se mantienen y almacenan

en el pensamiento o que se expresan únicamente ante la persona con la que más

confianza se tiene en la casa, forman parte de los “discursos ocultos” 329 a los que

se refiere James Scott en su obra Los dominados y el arte de la resistencia. Las

mujeres y hombres que se suman a una familia, por ejemplo, la esposa de José

Guillermo Noh o de Juan Caamal Chacón, se enfrentan a reglas preestablecidas

que determinan funciones y conductas al interior de la casa, dictadas por aquellos

con el poder más elevado e imposibles de modificar, por tanto, desarrollan estra-

tegias individuales con el propósito de adaptarse a estas. Los desafíos que enfren-

tan y las diferencias de opiniones con las suegras o nueras originan una reflexión

de frustración que se repasa una y otra vez en la mente y no se transmite sino a la

madre o a un amigo y en un lugar alejado de la casa opresora o a susurros en uno

de sus rincones. Las experiencias que observó María Irene Pech Muñoz de su

madre con sus tías y abuela durante su infancia no quería vivirlas, por ello, antes

de casarse construyó un cuarto alejo de estas.

Así, la casa es una prisión para la persona que se adscribe a un lugar donde tam-

bién habitan los suegros, yernos, nueras y sobrinos. Esa sensación, la de una li-

bertad coartada, se desvanece en un proceso de adaptación social y apropiación

espacial, cuando se aceptan los preceptos o se logra una negociación de las re-

328 Los conflictos familiares tienen una historia de larga duración en México. Teresa Lozano

Armendares considera que la relación entre los suegros, yernos y nueras en el siglo XVIII se torna-ba conflictiva, aún en los casos en los que la convivencia pudiera ser voluntaria o temporal, podían surgir infinidad de motivos de discordia por lo que se necesitaba una gran dosis de tolerancia y buena voluntad para una convivencia armoniosa. Lozano Armendares, “Acuerdos y desacuerdos”, 2016, pp. 74 y 76.

329 James Scott menciona en su libro Los dominados y el arte de resistencia: “si he llamado a la conducta del subordinado en presencia del dominador un discurso público, usaré el término dis-curso oculto para definir a la conducta “fuera de escena”, más allá de la observación directa de los detentadores de poder. El discurso oculto es, pues, secundario en el sentido de que está constitui-do por las manifestaciones lingüísticas, gestuales y prácticas que confirman, contradicen o tergi-versan lo que aparece en el discurso público”. Scott, Los dominados y el arte, 2000, p. 28.

169

glas y cuando se reconoce a uno mismo como parte de un lugar que se comparte

con otros individuos. ¿En qué medida el nuevo integrante puede personalizar la

casa colectiva? Al llegar por vez primera, se instala en la habitación del cónyuge,

lo que le brinda momentos de privacidad, o simplemente ocupa uno de los hama-

queros330 desocupados en la sala o comedor. Con el tiempo, legitima su pertenen-

cia en la casa con la convivencia y cooperación cotidiana; aunque su voz y opinio-

nes adquieren un mayor peso, la aprobación de los suegros es necesaria si se

desea construir un nuevo cuarto o modificar alguno que existe.

La casa se considera “propia” en un plano simbólico, más no legal, por ello, es

importante el consentimiento de quien ostenta el título de propiedad, cuya opinión

puede estar a favor o en contra de los anhelos personales. La casa onírica difícil-

mente adquiere forma en la realidad cuando se vive colectivamente puesto que los

deseos individuales se enfrentan u oponen a las casas oníricas de otros habitan-

tes. La casa colectiva se personaliza por segmentos y por las posesiones materia-

les, la abuela tapiza uno de los muros de la sala con fotografías que la transportan

a cumpleaños, bodas o bautizos de sus hijos o nietos, también destinan un espa-

cio para imágenes o figuras religiosas; los hombres de edad madura instalan en la

sala una televisión de última generación; las mujeres tienen un ropero donde con-

servan sus vestidos más atesorados y los adolescentes recubren las puertas con

carteles de los grupos musicales que admiran.

María Irene Pech Muñoz comentaba que durante su niñez habitó en una casa co-

lectiva de mampostería de aproximadamente 200 metros cuadrados. La propiedad

pertenecía a su abuela y la compartía con dos de sus tías, sus primos, hermanos y

padres. Actualmente, en las reuniones familiares se recuerda el espacio reducido

donde dormían y no encuentran explicación de cómo cabían en ese lugar, “pare-

cíamos sardinas”. Los niños jugaban en el patio y aún escucha la voz de su madre

insistiendo en el aseo personal y que se dispongan a dormir, “no sabíamos que

330 Hamaquero. “S.m. Herraje horizontal, que se empotra a la pared, provisto de una o dos

aberturas en las que se colocan los ganchos de hierro o eses. También hay hamaqueros de made-ra: taquetes grandes con un muñón redondeado en el extremo exterior donde se ensarta la muñe-ca o se amarra la soga de la hamaca. En las casas de paja las hamacas se cuelgan amarrando las sogas de las vigas de madera”. Güémez, Diccionario del español, 2011, p. 177.

170

era pelear por las hamacas o las almohadas”331. En una ocasión, su madre discu-

tió con sus familiares por un asunto de los niños, lo que motivó que esta adoptara

la decisión de mudarse a un edificio que estaba construyendo sobre la calle 19.

María Irene le dijo que estaba incompleta pues no tenía piso, puertas y ventanas,

pero, la decisión estaba tomada. Solicitó a uno de sus hermanos construyera unas

estructuras de madera y cartón para cubrir los vanos y roció el piso con agua para

asentar el polvo, de esta forma iniciaron a habitar en su propia casa.

Por otra parte, los padres y las madres de familia expresan, en ocasiones, su po-

sición de poder por medio de la violencia. Uno de los medios utilizados para edu-

car a los hijos en los ámbitos tanto laborales como domésticos son los golpes y las

expresiones altisonantes. Cuando el niño que acompañaba a su padre en los culti-

vos de henequén o en la milpa no respetaba las reglas de trabajo era reprendido

por medio de regaños, por ello, debía ser cuidadoso en las labores que se le asig-

naban. María Irene, como se mencionó anteriormente, emigró a Cancún con el

propósito de mejorar la situación económica de su familia; sin embargo, esta deci-

sión transgredió la resolución de sus padres ya que le habían prohibido trasladar-

se a otra ciudad, la condicionaron a trabajar únicamente en Mérida, pero, su apeti-

to de superación personal y financiera la condujo a quebrantar el veredicto de sus

padres.

A escondidas se marchó a un lugar de promesas inciertas y allí permaneció extra-

ñando durante las primeras semanas a su madre y hermanos. Infringir una orden

siempre tiene sus consecuencias y María Irene lo sabía; a pesar de la nostalgia

que sentía, siempre aplazaba su retorno a Caucel puesto que temía a las represa-

lias de su padre. Sus patrones le cuestionaban su actitud recluida e intuían que

algo ocultaba, por tanto, decidieron acompañarla al pueblo. Esta resolución fue

relevante para María Irene pues pensó que de su lado estaban personas con igual

o mayor poder que su padre y por tanto el castigo sería menor. Al encontrarse con

su familia, le dijo a su papá que no la golpeara y que traía dinero para poder iniciar

un cuarto; la súplica fue rechazada.

331 María Irene Pech Muñoz, entrevista citada.

171

En los recuerdos de María Irene también se encuentran las agresiones físicas y

verbales que su padre ejercía sobre su madre. Actualmente, los ataques a muje-

res aún forman parte de la vida cotidiana en el pueblo. En los últimos 12 meses

del 2016, se registró que el 9.12% de las mujeres de 15 años y más tuvieron inci-

dentes de violencia en el ámbito familiar en Yucatán; de este grupo, el 78.84% fue

de tipo emocional, el 29.69% económica o patrimonial, el 24.93% física y el 8.27%

sexual332. A nivel nacional, los tres principales agresores en las familias son los

hermanos (25.34%), los padres (15.54%) y las madres (14.08)333. María Irene re-

cuerda que su padre se ausentó por años de sus responsabilidades como provee-

dor de alimentos y como uno de los principales productores de la casa. Alentaba a

su madre con una casa propia, pero, ella replicaba “¿cómo le vamos hacer si tu

papá puro tomar hace?”334 Comparaba su vida infantil con la de su vecina y anhe-

laba las atenciones que esta recibía de su padre.

Sus hermanos y ella no experimentaron los sabores de productos como el jamón y

queso que su vecina degustaba cada fin de semana. Su padre derrochaba el dine-

ro en bebidas alcohólicas, llegaba a la casa donde residían y golpeaba a su ma-

má. En repetidas ocasiones, María Irene le comentó que no tenía por qué soportar

esas condiciones, pero, siempre le contestaba que estaba dispuesta a tolerar los

infortunios pues no permitiría que sus hermanos y ella crecieran sin un padre ya

que lo había vivido con anterioridad. Así, la memoria está cargada de recuerdos

que influyen en decisiones futuras e impulsa a mantener la composición social que

se observa en el hábitat. Prolongar su estancia en Cancún permitió a María Irene

escapar de ese ambiente de violencia y tenía la intención que su madre también

se apartara de ese contexto, le decía a su papá que algún día la llevaría a Cancún

y él respondía “ya no me sirve, llévatela” y “¿la vas a llevar para tu sirvienta?”335.

Si en un espacio limitado como la casa existen confrontaciones entre los habitan-

tes, a una escala mucho más amplia, a nivel del pueblo, coexisten opiniones que

332 INEGI, Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, tabulados

básicos, 2016. 333 Ibíd. 334 María Irene Pech Muñoz, entrevista citada 335 Ibíd.

172

se complementan o contradicen sobre los modos de actuación de una persona o

de las transformaciones arquitectónicas y contextuales del pueblo. Las áreas co-

lectivas del pueblo, como el parque principal, adquirieron su configuración física en

un ambiente de confrontación de opiniones. Los acuerdos comunes o absolutos

prácticamente son imposibles en un grupo de individuos tan amplio como una po-

blación pues cada uno emite un juicio a partir de sus intereses personales, los

desacuerdos persisten hasta los convenios que, naturalmente, benefician más a

unos que otros. Julián Chacón recordaba que en una ocasión las personas adscri-

tas al PAN propusieron construir un parque y kiosco frente a la Iglesia de Belem, el

grupo contrario, el PRI, se opuso ya que en ese lugar se realizaba la fiesta taurina

y además se encontraba un campo de béisbol donde la competencia deportiva

avivó el ánimo de diferentes generaciones. La propuesta transformaría el corazón

del pueblo, su imagen y el conjunto de prácticas con amplia trayectoria en el espa-

cio. Los desacuerdos no se ocultaron y continuaron hasta que las personas del

PRI cedieron ante los argumentos del PAN. El parque se construyó con piedras de

Susulá y el tablado taurino se ubicó en un predio de la calle 18 entre 21 y 23.

Actualmente, los pobladores y ejidatarios originan una de las principales estructu-

ras de poder en el pueblo. ¿Cómo un grupo reducido de personas (los ejidatarios)

tienen un poder por encima de la mayoría de los habitantes? El proyecto del ejido

nació en las primeras décadas del siglo XX con la intención de beneficiar con sue-

lo para agricultura o ganadería a familias de una comunidad. La tierra no podía

ingresar al mercado pues su control estaba en manos del Estado mexicano; sin

embargo, esta disposición se modificó con la reforma constitucional del año 1992,

donde se le concedió autonomía a la asamblea ejidal para utilizar el suelo como

una forma de capital territorial336. Así, de un proyecto con raíces en el beneficio

colectivo se transitaría a un marco legal que motivaría el beneficio selectivo a tra-

vés de la especulación de tierras.

En el caso de Ciudad Caucel, la asamblea ejidal se dividió entre aquellos que es-

taban a favor de vender las tierras y entre los que se oponían. Julián Chacón co-

336 Warman, “La reforma agraria”, 2003, < http://www.fao.org/docrep/006/j0415t/j0415t09.htm# bm9. [Consulta: 15 de mayo de 2018.]

173

mentaba que algunos de sus compañeros adoptaron una respuesta afirmativa al

escuchar la cantidad de dinero que recibirían por las tierras y se expresaron argu-

mentos como “además está lejos, no lo podemos trabajar”337. Por su parte, los

empresarios utilizaron su carisma338 para alcanzar sus fines y recurrían a un dis-

curso público339 desarrollado con base en el beneficio económico de los ejidatarios

por tierras que perdían progresivamente su vocación para la agricultura, disfra-

zando, de esta manera, las afectaciones territoriales y sociales futuras del pueblo.

Julián Chacón considera que los ejidatarios no tenían más opción que vender las

tierras pues era una “orden presidencial”. La resolución final de la asamblea fue,

ciertamente, vender las tierras. Asimismo, los habitantes de Caucel asumieron que

se beneficiarían del negocio, sin embargo, en una de las reuniones se les informó

que los únicos favorecidos serían los ejidatarios; la noticia causó revuelo entre los

asistentes ya que muchas personas trabajaron en el monte a pesar de no tener el

título oficial de ejidatario, además que se perdería un espacio que formaba parte

de la vida cotidiana.

Antes de Ciudad Caucel, el padre de Flor Angélica Canché Canché, que no era

oficialmente un ejidatario, ocupaba una porción de tierra para cultivar calabaza,

tomate, chile y pepino, también tenía un corral de ganados y cochinos. Recuerda

que durante su infancia atravesaba con sus hermanos una vereda dibujada entre

el monte para cosechar frutas y verduras, posteriormente las transportaba en hua-

cales por medio de un triciclo. Cuando el suelo se vendió y lo desalojaron, su pa-

dre sollozaba de desesperación mientras trasladaba sus animales a su patio; sin

embargo, la superficie de este era reducido, por lo que no tuvo más opción que

venderlos. Flor Angélica recordaba que su padre decía “estoy acostumbrado a mis

337 Julián Chacón, entrevista citada. 338 “El carisma no es una cualidad –como, digamos, los ojos cafés– que alguien posee de ma-

nera natural; el carisma es, como se sabe, una relación en la cual unos observadores interesados reconocen (y pueden incluso ayudar a producir) una cualidad que ellos admiran”. Scott, Los domi-nados y el arte, 2000, p. 45.

339 El discurso público se refiere a la “descripción abreviada de las relaciones explícitas entre los subordinados y los detentadores del poder. El discurso público, cuando no es claramente en-gañoso, difícilmente da cuenta de todo lo que sucede en las relaciones de poder”. Scott, Los domi-nados y el arte, 2000, pp. 24-25.

174

animales [y] de la noche a la mañana […] me los quitan”340. Asimismo, el monte

era una fuente importante de leña. Teresa de Jesús Pinelo Canul decía que duran-

te su niñez en la década de los años sesenta recolectaba con sus abuelas las ra-

mas secas de los árboles de seis de la mañana hasta las diez aproximadamente,

la actividad continuó como una tradición tiempo después con su esposo. Con ape-

nas 20 años de edad en el año 2017, José Miguel Osorio Alonso comentaba que

sus actividades cotidianas se relacionaron con el ir al monte341.

Con la construcción de Ciudad Caucel se suprimieron actividades que formaban

parte de la vida cotidiana y se transformó lo que David Harvey denomina como

conciencia espacial o imaginación geográfica, es decir, se modificaron los papeles

que tenía el espacio en la biografía de los individuos, los modos como lo utilizaban

creativamente y la relación con su vecindad342. Teresa de Jesús Pinelo Canul de-

cía “aurita nadie dice si fue monte eso”343. El gobierno de Yucatán aprobó el frac-

cionamiento en enero de 2005 y no fue hasta 2007, según se observan en imáge-

nes satelitales de la zona, que se iniciaron las primeras obras de tala de árboles y

construcción de viviendas. En ese periodo, los habitantes escuchaban rumores

que un conjunto habitacional se construiría en el montes del pueblo, pero, no te-

nían la certidumbre. María Magdalena Canché y Ana Espinosa Canché comenta-

ban: “de repente ya fueron trayendo constructoras y […] se pararon las casas” 344.

María Irene Pech Muñoz aún recuerda el ruido que ocasionaban las maquinarias

que abatían sin piedad la vegetación. Y María Eugenia Euán Canul decía que un

grupo aproximadamente de 150 personas se reunió en la plaza principal para mo-

vilizarse al monte “porque sabíamos que iba a entrar así para limpiarlo”345.

Por tanto, cuando se trastocan los intereses espaciales de las personas que com-

parten el mismo nivel en una estructura de poder, la exclamación de protesta y la

organización son el arma con mayor resonancia que tienen para visibilizar su

340 Flor Angélica Canché Canché, entrevista citada. 341 Entrevista a José Miguel Osorio Alonso, realizada por César Quintal, Caucel, Mérida, Yuca-

tán, 8 de noviembre de 2017. 342 Harvey, Urbanismo y desigualdad, 1977, p. 17 343 Teresa de Jesús Pinelo Canul, entrevista citada. 344 María Magdalena Canché y Ana Espinosa Canché, entrevista citada. 345 María Eugenia Canul Euán, entrevista citada.

175

aversión a las decisiones que adopta el grupo “dominante”. Las confrontaciones

físicas sobrepasaron, en ocasiones, a las verbales, pero, al final del capítulo las

demandas sociales no se escucharon y los sentimientos de derrota aparecieron en

escena, María Eugenia Canul Euán comentaba “ellos tienen más poder que noso-

tros”346; Flor Angélica Canché Canché decía “pero ganaron ellos” y José Lino Noh

Noh mencionaba con voz nostálgica que después del arduo trabajo invertido en

esos suelos un grupo de compañeros acabó con todo. Por las actividades que se

realizaban cotidianamente en el monte y por la utilización creativa y personalizada

de la naturaleza, se desarrolló un sentido de pertenencia con raíces culturales más

que legales. María Magdalena Canché y Ana Espinosa Canché decían “yo pienso

que eran terrenos que nos pertenecía y ellos mismos […] lo vendieron”347.

El monte era fundamental en la vida de las personas. María Eugenia Canul Euán

argumentaba:

“Nosotros necesitamos monte para que si quieres hacer tu ganado, tu cochino […] lo pue-des ir hacer en el monte, pero no hicieron caso, lo vendieron, todo lo que es aurita Ciudad Caucel por allá es monte de este pueblo”348.

María Magdalena Canché y Ana Espinosa Canché comentaban:

“Hubo un tiempo que […] unos estaban inconformes porque decían están vendido los te-rrenos y los hijos ¿dónde van a trabajar? ¿dónde van sembrar? Pero como se puede decir que ahora ya no siembran, los hijos estudiar hacen, pues ya buscan trabajo todo para afue-ra […] De antes vivíamos por el monte, eso nos daba vida porque hay que trabajarlo, hay que cosecharlo, hasta para hacer Todos los Santos [Janal pixán o Día de Muertos] vas en la milpa, bajas tus ibes, espelón, calabaza, flores, todo […], ahora no, tienes que ir a com-prarlo...”349.

José Lino No Noh se preguntaba “¿dónde voy a poner a mis hijos? Supuestamen-

te que las tierras eran libres para que cualquier persona vaya y agarre un pedazo

para que viva, ya entonces ya no se puede expansar (sic) más ¿por qué? Porque

ya, ya la ciudad está pegada”350. María Magdalena Canché y Ana Espinosa Can-

346 Ibíd. 347 María Magdalena Canché y Ana Espinosa Canché, entrevista citada. 348 María Eugenia Canul Euán, entrevista citada. 349 María Magdalena Canché y Ana Espinosa Canché, entrevista citada. 350 José Lino Noh Noh, entrevista citada.

176

ché reiteraban “ya lo que viene siendo ya lo de nuestros hijos todo ahí se quedó,

todo fue venta, todo fue ya decomisado o vendido”351. Entonces, el discurso públi-

co de las personas se sustenta en las afectaciones a sus medios de producción y

consumo. También, a sus tradiciones culturales y a la manera histórica de habitar

en el espacio pues se reduce la posibilidad de la casa colectiva y la casa como

una red familiar.

Además de las afectaciones simbólicas y culturales, el conjunto habitacional dañó

las construcciones que se encontraban en sus límites fronterizos con el pueblo.

Como una mancha de aceite que se expande sin control sobre el suelo, los em-

presarios imponían un proyecto arquitectónico y urbano que suprimía las casas

que se encontraban en su camino. Sin previo aviso a los propietarios y en compli-

cidad con los ejidatarios se borraban del mapa los espacios que producían los ha-

bitantes de Caucel. María Irene Pech Muñoz comentaba que una mañana, como

otras tantas, se dirigió al local donde vende flores, minutos después su asistente le

comentó que derrumbarían los cuartos de su hermana ya que supuestamente se

encontraban en tierras que pertenecían al fraccionamiento. Su reacción inmediata

se sumergía en la incredulidad; sin embargo, montó su bicicleta y se encaminó a

la casa de su madre, donde habitaba su hermana.

Entre la premura por marcharse puntualmente a su centro de trabajo, María Irene

le preguntó lo que sabía con anticipación, a lo que recibió una negativa como res-

puesta. Para borrar la incertidumbre, ambas se trasladaron a la zona y constataron

que se había demolido la sala y dañado la cimentación de los cuartos restantes,

posteriormente, frenaron las maquinarias y se opusieron a las acciones. Su her-

mana demandó a la constructora y tiempo después recibió una oferta que rechazó

pues era imposible enmendar los daños provocados con la cantidad ofrecida. Los

rumores son, entonces, medios de comunicación que transmiten información entre

personas con diferentes niveles de poder, para nada fortuitos y que encierran gra-

dos de incertidumbre sobre un acontecimiento en el espacio, pero que alertan a

las personas cuando sus intereses personales o familiares son afectados.

351 María Magdalena Canché y Ana Espinosa Canché, entrevista citada.

177

Entre los ejidatarios también existe una jerarquía de poder que conlleva a confron-

taciones por las diferencias de intereses personales y económicos. Los que se

posicionan en un nivel mucho más elevado utilizan su experiencia en la política, el

desconocimiento y la avanzada edad de sus compañeros como mecanismos para

obtener una mayor retribución de las tierras. La mentira es otra estrategia oportu-

nista ya que comunican a algunos de sus colegas que sus nombres no aparecen

en lista oficial de ejidatarios y en su lugar incorporan a un hijo u otra persona con

un vínculo cercano, constituyendo de esta manera pequeñas asociaciones familia-

res que administran y lucran con las tierras del pueblo. Estos actos son conocidos

por los habitantes de Caucel y en sus discursos públicos figuran reacciones de

enfado ya que se beneficia a individuos que no trabajaron en el ejido y los hijos

que sí cultivaron en esas tierras simplemente se les aparta debido a que sus pa-

dres no son reconocidos como ejidatarios.

Entre la población no existe un consenso de cuánto recibieron los ejidatarios por

las tierras, algunos consideran que la cifra es de aproximadamente 300 mil pesos

y que se pagaría en 5 o 6 partes, lo cierto es que a más de una década que inició

el proyecto la deuda aún persiste. En medios oficiales, se difunde una cifra de 400

mil pesos. María Irene Pech Muñoz comentaba que recientemente se vendió otra

porción de suelo y se acordó con los empresarios que cada tres meses se pagaría

55 mil pesos hasta completar el monto que demandaban los ejidatarios, en agosto

del año 2017 únicamente se les pagó el 27.27% de lo acordado y en noviembre el

25.45%, así, de forma parcial, dice, continúan los pagos e incluso en ocasiones no

se salda la deuda.

Es posible que las cantidades no concuerden con la realidad puesto que forman

parte de los rumores que se originan entorno al problema de la compra-venta de

tierras, pero, indudablemente los ejidatarios son parte de un juego de poderes e

intereses mucho más elevados, son únicamente piezas de un tablero de ajedrez

que se mueven con aparente independencia. Al observar el poder que se inscribe

en un espacio mucho más amplio a las fronteras del pueblo, se revela que el gru-

po dominador es a la vez un grupo dominado. Cuando se entiende esa relación y

178

la venda de los ojos cae al suelo se origina una respuesta contestataria. María

Eugenia Canul Euán decía que los ejidatarios vendieron la tierra sin saber real-

mente su precio, aceptaron lo que los empresarios les ofrecían, ahora, “ellos mis-

mos son los que […] están peleando que les paguen bien el monte y que les dejen

una parte para que trabajen ¿y los demás? Ellos sí piensan en ellos pero y los

demás ¿dónde van a trabajar?”352

Por medio de la dimensión o materiales de la unidad edificada, la casa denota el

poder que tienen las personas en el hábitat. El poder se arraiga en el espacio, ad-

quiere peso, volumen y consistencia, se implanta en el suelo y marca su territo-

rio353. Muchas personas invirtieron el dinero que obtuvieron de comercializar las

tierras en la remodelación de sus casas, en la construcción de nuevas unidades o

en la ampliación de cuartos existentes. La población identifica rápidamente esas

casas en el hábitat, son puntos rojos en el mapa y las somete a juicios que conlle-

van, en ocasiones, a su desvalorización puesto que se producen con una lógica

diferente a las que se realizan con el trabajo remunerado y colectivo de la familia.

Otras personas que se beneficiaron de las tierras optaron por instalar un negocio,

como una tienda de abarrotes, o comprar un medio de transporte motorizado. No

obstante, la población percibe que la mayoría de los beneficiados despilfarra el

dinero en bebidas alcohólicas.

Entre 1950 y 2017 persiste la tradición de utilizar las tierras del ejido como una

forma de capital. En el primer extremo, era el escenario donde se cultivaban frutas

y verduras, posteriormente comercializadas en mercados de Mérida y empleadas

en menor medida para al autoconsumo, era una fuente de empleo y de ingresos

monetarios para la comunidad en general. Aunque existen casos previos donde se

vendieron tierras, a partir de 2005 se concibe con mayor fuerza como un objeto

que se inscribe en las reglas de la oferta y demanda, es decir, una mercancía que

se transfiere al mejor postor. Su vocación como medio del que se pueden obtener

retribuciones se conserva; sin embargo, el grupo beneficiado es mucho menor,

representando en 2010 menos del 6% de la población de 15 y más años. El suelo

352 María Eugenia Canul Euán, entrevista citada. 353 García Canal, Espacio y poder, 2006, p. 72.

179

se entiende de manera diferente, por tanto, el significado que se le atribuye es dis-

tinto al que tenía cuando se empleaba para actividades primarias. Para mejorar los

ingresos, el henequén se sustituyó por la agricultura y por la crianza de ganados,

complementadas con la producción de piedras y cal y con jornadas laborales en

Mérida. Ahora, los ejidatarios sustituyeron estas actividades por una mina de oro

que no están dispuestos a perder fácilmente y que explotarán al máximo a pesar

de las consecuencias culturales que afectan a la población en general.

4.4 RECAPITULACIÓN

En este capítulo se condensó e interpretó la información primaria y secundaria que

se compiló durante el trabajo de campo en el mes de noviembre de 2017. Las en-

trevistas, las fotografías capturadas durante los recorridos en el pueblo, las notas

que se elaboraron por medio de la observación directa, los datos estadísticos, las

reflexiones de autores expuestas en libros y revistas se entretejieron con el propó-

sito de comprender el espacio que habitan las personas en pueblo Caucel. El re-

sultado final fue un extenso trabajo etnográfico que detallaba la vida cotidiana de

tres generaciones y, por los intereses de esta investigación, de la casa como un

espacio que forma parte de la biografía de los individuos.

La casa se discutió a partir de cuatro ejes organizados en dos apartados: en el

primero se desarrolló la idea de que la casa es un producto de la familia que se

construye en diferentes temporalidades, en un inicio intervienen los padres de fa-

milias y posteriormente se involucran los hijos cuando se introducen al mercado

laboral; en el segundo se planteó que la geometría de la unidad edificada de la

casa se transforma por la percepción que tienen las personas de su entorno y por

la ampliación del rango de habitar. La forma absidal agoniza en un contexto donde

los esquemas ortogonales adquieren mayor presencia, este fenómeno se poten-

cializa por el encarecimiento de materiales tradicionales y de la mano de obra; en

el tercero se abordó la idea que la casa también se define, en términos sociales y

arquitectónicos, por el contexto donde se encuentra y que los límites espaciales de

esta dependen más de la percepción de las personas que de las fronteras físicas

180

marcadas por los muros o albarradas; finalmente, en el cuarto se planteó que las

compensaciones económicas obtenidas de los trabajo remunerados son una factor

que contribuye a modificar la composición de la casa. Además, existen estrategias

económicas que asumen hombres y mujeres con el propósito de obtener este bien

altamente valorado.

En el tercer apartado se reflexionó sobre las relaciones de poder y conflicto en la

casa y en el pueblo. En el interior de la casa existe una jerarquía de poderes que

se origina por la edad, el género, el nivel de estudios o los ingresos económicos

que se generan en los centros de trabajo. En repetidas ocasiones, esa organiza-

ción conlleva a conflictos entre los familiares y cuando los problemas son irrepara-

bles se opta por abandonar la casa colectica e iniciar una propia. Asimismo, en el

pueblo se presenta una jerarquía de poder mucho más amplia originada por los

ejidatarios y la población restante, los primeros decidieron, en complicidad con

empresarios, la trayectoria espacial del pueblo, los segundos aunque tuvieron una

respuesta contestataria simplemente terminaron por aceptar las decisiones de los

ejidatarios.

181

CONCLUSIÓN GENERAL

¿Qué es una casa?

El concepto de casa debe diferenciarse con el de vivienda pues ambos explican

dos diferentes lógicas de producir y utilizar uno de los espacios más relevantes de

la vida cotidiana. El primero se origina en un proceso en que las personas que lo

habitarán están directamente involucradas, desde la adquisición del terreno, el

acondicionamiento del mismo, la construcción de los pozos o la instalación de las

primeras llaves para obtener agua, el cultivo de las plantas en los patios, la edifi-

cación total o parcial de los muros y techos y la cocina. La casa es una empresa

que se dilata en el tiempo ya que su presencia en el hábitat responde a la disponi-

bilidad económica de sus primeros productores, estos son, los padres y madres de

familia, quienes acuerdan estrategias para obtener este bien largamente anhelado.

Entonces, la casa no es un espacio espontáneo, más bien, deviene de una planifi-

cación dictada por sentidos y tareas claramente diferenciadas por el género.

El segundo forma parte de políticas públicas en materia habitacional, nacionales o

locales. Pertenece al vocabulario de académicos, a instituciones que estudian el

territorio o a los que toman las decisiones en los gobiernos. El abanico de actores

involucrados en su producción es más amplio que en el de la casa pues incluye a

empresarios, políticos, arquitectos o urbanistas y excluye, paradójicamente, a

aquellas personas que las habitarán. Su imagen arquitectónica y el contexto ur-

bano donde se encuentra delatan que el escrutinio cultural no forma parte de la

planeación ya que los intereses son principalmente económicos.

Los usuarios adquieren una deuda que puede prolongarse por más de dos o tres

décadas, a lo que se suma las inversiones que se realizarán cuando esta se ocu-

pa. Pero, el hábitat es un mundo de posibilidades, por tanto, la vivienda también

tiene derecho a formar parte de este, incluso, existen personas que prefieren estos

espacios por la diversidad de servicios que se encuentran en sus inmediaciones.

La crítica no va encaminada entonces al modelo en sí mismo, si no a aquellos es-

pacios que no ofrecen las condiciones óptimas de habitabilidad, ya sea por la opa-

cidad de los créditos, la falta de consideraciones ambientales, la calidad deficiente

182

de materiales y, sobretodo, a la concepción de las viviendas como únicas solucio-

nes habitacionales. A lo que se agrega, la compra de tierras a ejidatarios por me-

canismo de engaños, la falta de claridad en reglamentos de construcción, la com-

plicidad de los empresarios con los individuos que ostentan el poder más elevado

en el hábitat y la transformación de los pueblos.

Para la adquisición del terreno de la casa o la construcción de muros y techos, las

personas en ocasiones también adquieren una deuda, sin embargo, esta no es

impersonal como en el caso de la vivienda pues el apoyo económico procede de

las abuelas, de los padres o de los suegros. Incluso, existe la posibilidad que ese

préstamo se absuelva o que el terreno se conceda como una herencia ya que al-

guno de los familiares se adjudica el compromiso voluntario de asegurar dentro del

pueblo un espacio donde habitarán sus descendientes. Así, la casa es un símbolo

que se constituye por la cooperación de la red familiar y el hábitat se mantiene

como la agrupación de clanes que conservan relaciones cotidianas a pesar que

las casas se encuentren de manera discontinua; es más, los apoyos familiares son

uno de los principales argumentos por los que las personas permanecen en el

pueblo o retornan a este después de vivir en una colonia o conjunto habitacional

de Mérida. Este es un tema que merece mayor atención pues su estudio develaría

la manera en que se origina y entiende el espacio social de Caucel.

Los padres y las madres de familia son dos de los actores que intervienen en la

constitución de la casa, asientan las bases de un proyecto que continúan los hijos

cuando estos se involucran en la vida laboral. Ciertamente la casa es propensa a

modificaciones, siempre es posible construir un cuarto, un porche, cambiar los ma-

teriales o abrir una nueva ventana o puerta; sin embargo, existe un momento en

que las personas conciben que su casa está totalmente finalizada y que no necesi-

ta modificación alguna. Es un espacio que en términos físicos y que desde la pos-

tura de quien la habita se concluye, no se necesitan más transformaciones, en

cambio, su cultivo al parecer no tiene un fin más que cuando esta se abandona, en

diferentes días de la semana se barre el patio, se siembran y riegan nuevas plan-

tas, se pinta una vez más con cal la albarrada o el muro, se lava el nicho donde se

183

encuentran las imágenes religiosas, se limpian los espacios interiores o se cambia

el color de la fachada.

Cuando las personas de Caucel hablan sobre su casa no se limitan a describir la

unidad edificada, es decir, el lugar confinado por muros y techos, puertas y venta-

nas que formalizan una geometría, más bien, el relato se extiende hasta el patio

ya que en este también transcurren actividades relevantes, como cocinar, convivir

con los familiares durante la comida, sembrar o alimentar los animales. Así, la ca-

sa debe entenderse como la composición de la unidad edificada y el patio pues en

la vida cotidiana no existen fronteras entre ambos. Incluso, la idea de propiedad

privada como marco de la casa es cuestionable en Caucel ya que actividades que

se concebirían exclusivas del interior también se desarrollan en el espacio público,

por ejemplo, colgar una hamaca entre un muro y un árbol de la calle o “tomar el

aire”, otra pista es el aseo de banquetas por las mañanas o tardes.

Esta manera de concebir la casa se tejió en la historia del pueblo y hoy en día se

conserva a pesar de transformaciones importantes, como la sustitución de mate-

riales que se obtenían del monte por otros de origen industrial y con esto la modifi-

cación de la geometría absidal, acentuada a partir de la segunda mitad del siglo

XX. El sentido de la casa es remanente y actualidad, herencia y adaptación a fac-

tores que trascienden los límites del pueblo. Esta noción difiere de los plantea-

mientos de Bacherlard pues entiende la casa como un lugar cerrado cuyos extre-

mos son el sótano y la guardilla, atravesados por cuartos y pasillos. En Caucel, los

cuartos se acomodan continuamente de manera que, en la mayoría de los casos,

los pasadizos se suprimen y las puertas permanecen abiertas, incluso, durante la

noche ya que las condiciones climáticas lo ameritan. La casa no es un cajón her-

mético, más bien, se asemeja a una cueva que indudablemente brinda protección

y abrigo. La distinción plantea la dificultad de la casa como objeto de estudio y

como fenómeno cuya inteligibilidad que se pretende contener en un concepto ge-

neral. El modelo universal de casa es una utopía, por el contrario, deberíamos

plantearnos la coexistencia de múltiples paradigmas, cada una producida por una

184

sociedad en particular, a partir de sus características culturales y del contexto am-

biental donde se encuentra. El reto consiste en comprender esta heterogeneidad.

Las personas de Caucel habitan en diferentes casas durante sus trayectorias de

vida. La primera es aquella donde se imprimen las huellas de la infancia. El patio

es el escenario de las batallas más sobrecogedoras entre hermanos y primos, de

manera que la imaginación es mucho más verdadera que la realidad misma; es

donde se recibe el calor materno y las preocupaciones cotidianas se limitan a los

deberes escolares. Las envuelve en un mundo apacible que se recuerda con nos-

talgia en la edad adulta y difícilmente logran desprenderse completamente de es-

ta. Por otra parte, en la casa de la infancia los sujetos también se inscriben por vez

primera en un contexto de pobreza, ya sea por la deficiencia de los materiales o

las dificultades económicas, y de violencia familiar. En algunos casos, estas situa-

ciones lejos de condenarlos a una pena que se prolongaría el resto de sus vidas,

son el impulso del que se valen para superar las adversidades.

La casa de la infancia es el cimiento de aquella que se habitará en un futuro con el

cónyuge y los hijos. A partir de esta se genera la imagen mental de la casa anhe-

lada, complementada con características arquitectónicas que se perciben en el

rango espacial que abarcan las actividades cotidianas. Es por medio de la primera

casa que se adquieren las referencias espaciales que definen la esencia del hábi-

tat, se asimilan como parte de una herencia de larga trascendencia y posterior-

mente se reproducen. Instintivamente se retoman cualidades que son imprescindi-

bles para los individuos, que no pueden dejarse a un lado y se omiten aquellas

que no concuerdan con las preferencias personales o que no son funcionales para

estos. La casa anhelada se origina y modifica en el tiempo, deviene de la capaci-

dad reflexiva, de la acción selectiva y de la intuición moldeada por la identidad,

también de la negociación entre hombres y mujeres pues ese proyecto no es ex-

clusivamente individual, sino de la pareja que inicia una familia. Al ceder de mane-

ra condescendiente en ese trato se cae en el riesgo de que la casa anhelada se

conserve en el onirismo.

185

Entre las formas de organización social y espacial más elementales en el pueblo

se encuentran aquellas que denominamos casa colectiva y casa como red. La

primera se refiere al lugar compartido por diferentes integrantes de la familia, en

esta yacen por las noches los abuelos, padres, hermanos, tíos, nueras o primos.

En ocasiones, en un cuarto descansan todos los integrantes por lo que el senti-

miento de lo propio o de la propiedad personal se desarrolla a partir de los objetos

materiales, uno de los más característicos es la hamaca, que a diferencia de épo-

cas pasadas actualmente no es utilizada más que por una sola persona. La perso-

nalización del espacio es polifacética y segmentaria, las mujeres exhiben en pare-

des los reconocimientos académicos de los hijos y estos ocupan uno de los rinco-

nes para posicionar sus trofeos deportivos, mientras que el patio es ocupado por

los árboles frutales y las plantas ornamentales de la abuela, que otras personas

tienen prohibido maltratar o cosechar fuera del ciclo establecido por esta. En otros

casos, el grado de intimidad entre los familiares es mucho mayor ya que están

separados por habitaciones, pero, siempre dentro de la misma unidad edificada.

La segunda se refiere a la agrupación de unidades edificadas dentro de los límites

de un predio, cada una constituye uno de los nudos que originan una única pieza,

es decir, una red, o bien, una casa (Ilustración 9). Esta se constituye a partir de la

fragmentación del patio, tarea de la que se ocupa el abuelo o abuela, el padre o la

madre. En la mayoría de los casos, las piezas resultantes no se delimitan por bar-

das o albarradas; sin embargo, se reconocen claramente los límites de cada una.

Cuando se construye un borde físico, el acto ofende y molesta a los demás inte-

grantes. Esto refleja que la casa también se produce no precisamente por lo que

se anhela, sino por reglas familiares que intentan mantener y reproducir un orden

espacial que, por la experiencia con este, se considera imprescindible y sus omi-

siones conllevan a conflictos entre los integrantes con desenlaces, en ocasiones,

transigentes. Tendríamos que preguntarnos hasta qué punto las actuales genera-

ciones estarían dispuestas a continuar con ese esquema. La configuración del es-

pacio doméstico está condicionada por normas coercitivas, fijadas y reproducidas

por miembros de un mismo linaje.

186

Cada familia y sujeto cohabita en un mismo lugar, cobijados por las noches por un

techo y paredes que no comparten más que con aquellas personas con quienes

tienen un parentesco inmediato, es decir, con los padres o hermanos. En este es-

quema es notorio que el patio es uno solo y que existen espacios colectivos donde

se reúnen todos los miembros de las familias para desayunar o cenar en diferen-

tes días de la semana, tales como la cocina de la abuela, madre o hermana ma-

yor. Entonces, en la casa red existen espacios de prestigio que se asocian con la

posición de la persona en la estructura familiar, donde la edad y el género son

fuertes componentes. Los niños y niñas, los hombres y mujeres entablan diferen-

tes grados de relación, con algunas personas se tiene una asociación mucho más

estrecha que con otras, también la cooperación en las reuniones y los amparos en

Ilustración 9.

El espacio de la casa colectiva y la casa como red

Fuente: Quintal, César. Pueblo Caucel, Mérida, Yucatán, 1 de julio de 2018.

187

las dificultares son desiguales. A pesar de las diferencias personales, no existen

prohibiciones para acceder a las unidades edificadas, por lo que estas no son

concretamente los mundos de cada una de las familias, más bien, es el conjunto

de las unidades y el patio el que origina el verdadero cosmos.

No obstante, si se presta atención a la relación de las personas de acuerdo a sus

edades y al espacio se puede decir que para las generaciones mayores las unida-

des edificadas tan solo representan lugares donde se desarrollan funciones espe-

cíficas en tiempos concretos, muy similar a la casa maya multifuncional de palma y

bajareque, pero, conforme los individuos son más jóvenes las actividades cotidia-

nas se realizan preferentemente en las unidades y por consiguiente el patio pierde

parte de su vitalidad. A diferencia de años pasados, las épicas batallas que niños y

niñas imaginaban en los patios son menos recurrentes pues utilizan parte de su

tiempo para entretenerse en medios de comunicación y en redes de telecomuni-

cación que los transportan a otras regiones. No se puede decir que la vida infantil

en los patios, o en las calles, es nula pues caeríamos en posturas categóricas y

estaríamos en una miopía que no nos permite visualizar las ventajas de las actua-

les tecnologías. Por ello, preferimos observar el fenómeno como una negociación

entre la tradición transmitida por los padres y la modernidad que permite el acceso

a información de diferente índole, donde ni la unidad edificada es exclusiva ni el

patio sucumbe.

En la casa colectiva y en la casa como red acontecen diversas experiencias coti-

dianas. Cada uno de sus habitantes tiene concepciones propias de esta; a veces

correspondientes, complementarias o contradictorias entre el conjunto de unos y

otros. La casa no se define por un solo significado, por tanto, es polisémica. Mien-

tras que para algunos representa un espacio inconmensurable y entrañable para

otros puede significar un lugar donde la libertad y la expresión son restringidas o

limitadas, sobre todo para las personas que se suman a una familia como resulta-

do de un enlace matrimonial. El nuevo integrante se enfrenta a reglas que custo-

dian el orden social y espacial al interior de la casa, las cuales no necesariamente

coinciden con aquellas que importa, por tanto, se adentra a un proceso de adapta-

188

ción que implica grados de paciencia y condescendencia. Pero, existe un detonan-

te originado por desacuerdos o riñas que obliga a abandonar la casa colectiva o la

casa red e iniciar una propia. Las opiniones encontradas o las dificultades para

acoplarse a las normas son tan solo partes superficiales de un asunto mucho más

profundo, de lo que se trata realmente es el anhelo de un espacio con reglas pro-

pias.

La casa y sus significados transformados

Antes escribir el punto final de esta investigación, la pregunta principal de investi-

gación debe responderse puntualmente. Entonces, ¿cuáles son los significados de

las casas de pueblo Caucel que se transformaron por la construcción del conjunto

habitacional Ciudad Caucel? Si el significado, como se expresó en el marco de

conceptos, se comprende como el sentido que las personas atribuyen a los espa-

cios, es decir, la manera en que estos son socialmente entendidos, se concluye

que:

[1] La casa es un producto que se desvaloriza cuando se origina por actos que

afectan el interés común. Antes de Ciudad Caucel, las casas del pueblo se con-

sideraban lugares que se materializaban por el esfuerzo cotidiano y prolongado

de hombre y mujeres. En todos los casos, era un bien altamente valorado por

los sacrificios que los sujetos debían adoptar. Ahora, la casa es también un lu-

gar que deviene de la imposición de intereses particulares, de un juego de po-

deres donde unos ganan y otros pierden.

[2] La casa se inscribe en un pueblo con fronteras establecidas por el conjunto

habitacional. Antes del 2007, el pueblo se concebía como un espacio que nunca

terminaba pues el monte, que también formaba parte de este, se prolongaba in-

definidamente. El horizonte estaba ocupado por una vasta vegetación que apar-

taba al pueblo de otros asentamientos. Así, el tema de la distancia y del predo-

minio de la naturaleza en las inmediaciones acentuaba el carácter rural del há-

bitat. Posterior a este año, los límites son marcados por medio de viviendas y

189

bardas, lo que no sólo modificó la noción generalizada de inconmensurabilidad,

sino la percepción del contexto ya que ahora se forma parte de una continuidad

espacial.

[3] La casa de los hijos o de las generaciones futuras es un lugar incierto dentro

del pueblo. Antes de Ciudad Caucel, el monte constituía la reserva territorial pa-

ra el crecimiento del pueblo, los padres compraban a los ejidatarios secciones

de tierra que posteriormente heredaban a sus descendientes, de manera que el

espacio se organizaba por medio de clanes. Actualmente, las opciones son mu-

cho más limitadas para las jóvenes generaciones, o continúan con los esque-

mas de la casa colectiva y la casa como red, que indudablemente tendrán un

desenlace en cualquier momento, o migran del pueblo. Como hipótesis, las pri-

meras opciones conducirían, por una parte, al aumento de la densidad habita-

cional y el hacinamiento, y por otra, a reducir las dimensiones de los patios,

donde se desarrollan cotidianamente diferentes actividades y se encuentra una

amplia gama de vegetación. En la segunda opción, se rompería con modos tra-

dicionales de asociación en el espacio y se reducirían las frecuencias de en-

cuentros entre familiares, vecinos y amigos, y los mecanismos de ayuda mutua.

[4] Existen casos puntuales en la periferia de pueblo Caucel en que la geometría y

dimensiones de las viviendas de Ciudad Caucel se adoptan como modelos para

las casas. A pesar de esta reproducción, es inconcebible para las personas ha-

bitar en un terreno con las mismas dimensiones que las del fraccionamiento. La

casa es pasado y presente, historia y modernidad, es un espacio de experimen-

tación o un laboratorio que se personaliza con signos actuales de urbanidad y

con características de larga tradición que conceden prestigio a quienes habitan

en esta. Entonces, es un híbrido espacial, lo que no debe entenderse como una

simple sobreposición o yuxtaposición de tendencias o geometrías, más bien, es

un proceso de concertación que origina una forma novedosa de habitar en el

espacio, o en su defecto, instaura un nuevo arquetipo en la historia arquitectó-

nica del pueblo.

190

[5] Cuando dos espacios con características físicas convergen en el hábitat se ini-

cia un proceso de negociación social y económica. El conjunto habitacional es

un lugar que potencializa las fuentes de empleo de quienes viven en Caucel.

Por su parte, los habitantes del pueblo comprenden que se encuentran en un

contexto densamente poblado que podría traducirse en beneficios económicos.

Por ello, la casa se entiende como el espacio latente de un establecimiento co-

mercial o el lugar versátil donde se podrían explotar las habilidades forjadas por

las actividades domésticas. Así, el usufructo de la cultura y la posición en el há-

bitat se consideran ventajas que potencializan los ingresos familiares.

[6] Antes de Ciudad Caucel, la casa se concebía como un lugar donde se podían

realizar con libertad las actividades cotidianas, sin pensar que algunas de estas

provocarían molestias entre los vecinos. En las fronteras o bordes entre el pue-

blo y el fraccionamiento no solo concurren dos paradigmas habitacionales, dife-

renciados entre otros factores por los materiales y la geometría, también coinci-

den dos formas diferentes de utilizar el espacio. Aún más, sentimientos contra-

dictorios que originan molestias y conflictos entre los vecinos. En las casas, las

actividades con mayor trascendencia están limitadas a horarios que dependen

de las funciones diarias de quienes habitan en el conjunto habitacional; por

ejemplo, para evitar los malestares que produce el humo de la leña se cocina

únicamente en los momentos que las viviendas están desocupadas.

[7] La casa está incompleta sin el monte. Las tierras que ocupó Ciudad Caucel

eran una extensión de la casa puesto que la vida cotidiana tanto de hombres

como mujeres, de diferentes generaciones, ocurría en ese espacio. No sólo era

un lugar que se explotaba para generar ingresos en la familia a través del culti-

vo de frutas y verduras o de la crianza de animales, también era un espacio que

formaba parte de las fiestas tradicionales pues en este se obtenían, por ejem-

plo, las flores para los altares que se instalaban en las casas durante el Janal

pixán. Incluso, su presencia era fundamental en las comidas diarias ya que las

ramas secas de los árboles era la leña que se utilizaba para guisar.

191

Esta investigación presentó reflexiones espaciales y sociales de un pueblo en Yu-

catán, particularmente desde uno de los lugares fundamentales en la vida de las

personas: la casa. El estudio reforzó la noción que su definición también está in-

fluenciada por el contexto donde se encuentra. Asimismo, se rescató la historia del

pueblo y la casa con el fin de identificar cambios y permanencias en el presente,

identificadas a partir de una extensa etnografía. Las transformaciones que se se-

ñalaron deben entenderse en términos de un proceso de negociación cultural que

escribe nuevas páginas en la historia espacial de Caucel, que derivan de un fenó-

meno periurbano y se suman a aquellas que son propias del pueblo. Merece otro

estudio el indicar cuáles son las características del pueblo que se importan a Ciu-

dad Caucel. También, la diferenciación que se realizó de los conceptos casa y vi-

vienda o de la distinción entre pueblo y conjunto habitacional no pretendía caer en

posturas románticas, tan solo se tenía la intención de posicionar a los espacios en

su justa dimensión y entenderlos a partir de quienes los habitan cotidianamente.

Este trabajo es un aporte a los estudios que abordan el hábitat y la casa en gene-

ral y al acervo literario que intentan comprender la realidad de Caucel en particu-

lar.

192

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