Los Departamentos 08
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EDITORES:
DANiel ALJANATI
MARIO
BENEDETTO
WAL
TER PERDOMO
COORDINADORES GENERALES
CSAR CAMPODNICO
GERMAN
WETTSTEIN
SECRHARIO
DE
REDACCION
JULIO
ROSSIELLO
SECRETARIO GRFICO
HORACIO
AN
DEPARTAMENro
DE FOTOGRAFA:
-AMLCAR M PERSICHETTI
MAPAS- GRFICOS:
HUGO
PREZ
SUPERVISiN:
ASOCIACIN NACIONAL
DE
PROFESORES DE GEOGRAFA
Foto Cartula
I
A.
M. PERSICHmr
PGINA -OPUESTA.
Zona
de plantaciones citrcolos.
fOlo
M
G
A.
Copyrigth 1970
- Editorial
Nues
tr a
Tierra ,
Soriano
87 5
ese
6
Montevideo.
Impreso
en
r u ~ u y
rin ted
in
Uruguay-o
Hecho el
depsito de
ley.
- Impreso en
Impresora REX
S
A. ,
calle
Gaboto
1525,
Montevideo. Agosto de 1970.
Comliin
de l Papel:
Edicin
ampa
rada en el arto
79 de
la ley 13.349.
LAS OPINIONES
DE
LOS AUTORES
NO SON NECESARIAMENTE COM
PARTIDAS POR LOS EDITORES Y
LOS
COORDINADORES.
SALTO
EN LA HISTORIA
Enrique A Cesio
EL LADERO
fragmentosl
Enrique Amorim
EL PAISAJE ACTUAL
Aug usto
F
Bsch
LOS
HOMBRES
L
Teixeira
de
Scirgalea, O Pamparato de
Ugartemenda, S Taferna berry
de
Pirotto
LA PRODUCCiN
Fulvio Cousin
RECURSOS TURSTICOS
Nidia Rampa
de
Burdiat
LOS TRANSPORTES
Nidia
Rampa
e
Burdiat
ACTIVIDADES E INSTITUCIONES
CULTURALES
A Lisasola
de
Peirano, C PizzarroSQ, C. A Galvalissi
EL
PROYECTO
DE SALTO GRANDE
Jorge Andrade Ambrosoni
BIBLIOGRAFA
5
1
14
22
32
44
50
5
59
64
-
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Salto
C'onstitucin
Beln
S LTO
S NT S S EST DISTI
PRINCIPALES NCLEOS
DE POBLACiN
(Censo 1963
50.714h.
2.425
h.
2.062h.
Superficie:
14.359,1 K
Poblacin:
92.216
hab.
Concentracin en la capital
del departamento:
62,6
RESUMEN GENERAL DE POBLACiN Y VIVIENDA (Censo 1963
SUPERFI IES OMP R D S
vivo Hombres
Mujeres
Total
65.098
9.490
17.637
92.216
FUNCIONARIOS
PBLICOS
CIVILES (Censo
1969
Hombres 4 . 548
Mujeres .326
Total 5.874
16. 44
31.
33 .978
2.577 4.809 4.681
4.081
10.715 6.922
23.099 46.635
45.581
Densidad de poblacin 6,4 habitantes por
Km
2
LOCALIZACiN INDUSTRIAL
Censo industrial de 1960:
863 establecimiento con
38 empleados
y
3 .908 obreros
Pobl. urbana y suburbana
Pobl. rural agrupada
Pobl. rural dispersa
TOTAL
PO l CION
OMP R D
productivo:
O ~
in luye el
ep utomenlo
de
MONTEVIDEO
EVOLUCiN
DE
LA
POBLACiN AGRICOLA
1956
Poblacin rural
total
17.744
Poblacin
t rabajadora o
activa) rural
.872
Nmero de predios 3 .080
Promedio de trabajadores por predio 5,6
Promedio
de
Hs.
por trabajador
76,9
Densidad de
la
poblacin Tural sobre terri tor io
2,0 habitantes
por Km
2
1966
13.662
9.459
2.915
3,2
146,7
-
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PROBLEMAS DE
TENENCIA
Y
TAMAIlO DE
PREDIOS
1966)
PRODUCTO
BRUTO
INTERNO DEPARTAMENTAL
1961
En sobre el total sectorial)
N9
de
alumnos
12.845
213
4.350
325
1.303
339
Superficie
354.525
Hs.
23.624 Hs.
Seetores Seetore;
Seetores
Total
Primarios
Secundo Terciarios
5,3
1,4 2,4
2,6
3,0
.71,7
62 1
55,2
EDUCACiN
datos
para
1969)
N de
establecimientos
.79
2
4
3
2
Explotaciones mayores de
5.000
Hs.:
40
Explotaciones menores de 50 Hs.: 1.549
Dpto. de Salto
Dpto. de Montevideo
Escuelas primarias oficiales
Escuelas primarias privadas
Liceos oficiales 19 y 29 ciclos)
Liceos privados
Escuelas industriales
Instittos normales
Kg.. por hect reol
RENDIMIENTOS AGRrCOLAS
STOCK GANADERO Y RENDIMIENTOS
939
783
603
616
16.236
1956 1966
937
447
339
444
33.324
44.900
1956
1966
Vacunos
482.272
580.659
Ganado
lechero
8.485
6.603.
Ovinos
2.156.746
2.352.230
Kgs.
lana
por animal
3,3 3,4
Trigo
Maz
Lino
Girasol
P
Prod. Irigo lt.
Prod. caa azcar lt.
ECCIONES JUI?ICIALES
3
-
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OTROS
COL BOR DORES
JORGE
ANDRADE AM-
BROSONJ.
Ex
- diputado,
periodista y publicista. De
legado de Uruguay en la
Comisin Tcnico - Mixta
de
Salto
Grande. Miem
bro del Comit Interna
cional Pro Aprovecha
miento Hidroelctrico del
rio Uruguay.
ENRIQUE
CESIO.
Escri
bano. r o f e ~ o r de Histo
ria, ganador de concurso
de oposicin libre. Dele
gado a las Asambleas
Art.
4 Actual
director
del diario
E l
Pueblo
de SJto.
COORDIN DOR
AUGUSTO 8SCH
(cen
tro de la foto). Abogado;
rindi adems los ex
menes
para
el curso de
Diplomacia. Profesor de
Ciencias Geogrficas en E.
Secundaria.
Actu como
delegado por Sal to en las
tres ltimas
Asambleas de
Profesores
Art.
4
Dele
gado a los congresos na
cionales de profesores de
Geografia en
Montevideo
y
Paysand.
COL BOR DORES
(De izquierda a derecha):
CARLOTA P IZZARROS-
o Maestra. Profesora
de Ciencias Geogrfica.;;.
Asistente a cursos de per
feccionamiento docente del
I.P.A.
Delegada al
29
Con
greso de Profesores de
Geografia.
NIDIA RAMPA DE
BUR-
DJAT. Maestra. Profesora
de Ciencias Geogrficas.
Becada por
la
Universi
dad para
los cursos sobre
Uruguay,
una polt ica de
desarrollo . Delegada al
Congreso de ProfesoreS
de Geograf a.
FULVIO COUSIN.
Maes
tro. Profesor de C Geo
grficas, ganador de con
curso
de oposicin libre.
Ex-profesor
de Psicologia
del Instituto
Normal
de
Salto
Presidente
Diocesa
no del Movimiento Fami
liar
Cristiano. Fundador
de un Centro de Investi
gacin y Divulgacin del
Ideario
Artiguista.
CELESTE
GALVALlSSI
lVlaestra Profesora de
Ciencias Geogrficas. In
tegrante
de
la
directiva
de
la
Asociacin Saltea
de
Profesores
de E. Se
cundaria
en varios perio
dos.
SUSANA
TAFERNABE-
RRY DE PIROTTO. Pro
fesora de Ciencias Geo
grficas en liceos pblicos
y
privados.
Profesora
ads
cripta en el Liceo Zona
Este. Graduada
en
ingls
y francs . Delegada al 2
Congreso de
Profesores
de Geografa.
LOEDI
TEIXEIRA
DE
SC
IR
GA
EA.
Profesora
de Ciencias Geogrficas
ingresada por concurso de
mritos
y oposicin. Asis
tente
a u r ~ o s de perfec
cionamiento docente en su
especialidad; delegada al
2
Congreso de Profeso
res de Geografia.
OLGA
PAMPARATO
DE
UGARTEMENDiA.
Maes
tra.
Profesora
de Ciencias
Geogrficas. Asisti a cur
sos de perfecc ionamiento
docente en su especiali
dad. Profesora adscripta
en el Liceo Zona Este.
ANA
L ISASOLA DE PEI -
RANO. Maestra.
Directo
tora de escuela prctica.
Profesora de E. Secunda
ria
ingresada por
concUl'
so de oposicin libre. Pro
fesora de Didctica en el
Instituto Normal de Salto.
ENRIQUE M O R 1M
(1900-1960), Naci y mu
ri
en
Sal to, pero residi
en
Buenos Aires ms de
la
mitad
de su vida. Aun
que
la poesa fue. su crea
cin inicia , es en la na
rracin que logr su fama
perdurable . Queda tras
ella
una
peculiar
forma
de interpretar la n t r r ~ -
lacin del
hombre
con el
medio geogrfico,
vlida
ms
para
la pampa
argen
tina que
para
la peni lla
nura
oriental.
Por
genti
leza de
su
esposa,
Sra.
Esther
Haedo de Amorim,
se
incluyen aqui algunas
pginas
de una novela in
conclusa.
-
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L F N COLONIZ DOR
Las determinaciones precisas de
la
raz
tnico-social de los primiti
vos hombres sal teos del perodo
indigena estn an en fase de in
vestigacin. No hay dudas en cam
bio de que en las inmediaciones
de los
saltos
de agua especialmen
te del Grande
se establecieron lar-
gamente los indios de la zona.
Lugar de descanso de encuentro.
sitio de pasa je . En las costas y en
las is las ex iste un depsito de ma-
teriales
de
nuestra prehistoria
que
aclarar alguna
vez el origen las
caractersticas y las creaciones de
los primeros habitantes.
La tarda preocupacin espaola
por la Banda Oriental tuvo sus ra -
zones. No
haba
oro ni plata en
estas comarcas. Slo el desarrollo
de
la
nueva riqueza ganadera y la
necesidad de defende r l a posicin
estratgica frente a Portugal ex
plican el arribo espaol formaliza-
o
recin en el siglo XVIII.
Montevideo progres acelerada-
mente y alcanz a competir con
Buenos Aires. Su jurisdiccin real
es decir la aplicada en los hechos
l dej el dominio de la Banda al
su r
del ro Negro. Al norte un
territorio agreste permanecia en el
dominio compart ido difusamente
entre sus indios con la habitual vi
sita
de los f ron terizos
riogranden-
ses y la casi nula presencia espa
ola. No hubo poblacin estable.
El
afn
colonizador de mediados
del siglo tuvo
su
cabeza visible en
el gobernador Viana. Aunque
-
gunos
han
establecido la posibili
dad
de una formacin de la ciudad
saltea
por
aluvin progresvo .
que
habra
empezado con
un
ori
gen luso-brasileo la tesis predo-
minante y oficialmente aceptada
por lo menos para los festejos -
admite la fundacin por parte de
aquel jerarca ibrico en 1757.
S LTO N L HISTORI
ENRIQUE SIO
-
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l
lto Chico.
La
ubicacin fue impuesta por
la
relacin comunicaciones produccin.
Salto
ofrece una especie de dupli-
cado de
la teoria
puerto-pradera
frontera que con tanto xito ex-
plica el proceso nacional en su
con-
junto. No
hay dudas
de que la
pra
dera
del
norte en situacin
espe-
c ial is ima de frontera formaba y
forma una trastierra adecuada
para
el
emplazamiento
de
Salto que
por
los escollos del ro se convierte
en el ltimo punto para arr bar o
en el
primero
para
salir por
va
f luva l de
esta
zona.
Los sesenta aos que median has-
ta
el perodo artiguista no podan
registrar
un
desarrollo
portuario
o
comercial. ni un proceso considera-
le de poblamiento en este sitio de
trnsito.
La
situacin
general
de
la
campaa
se
reconocia
era mala;
as lo indican todos los
planes
es
6
paales
que
s irven ue antecedentes
al
posterior reglamento art iguista
de 1815.
Este
poblado poco
pudo
recibir de atencin
gubernamental.
PUNTO DE POYO DEL
OMP S
Para Salto
la
ges ta art iguista
tiene
su
importancia. No
puede
de-
cir se que Salto haya propiciado
la
revolucin pero bien puede afr
marse
que se convirti durante el
apogeo artiguista en el
lugar
don-
de se
apoyaba
el comps para tra
za r el circulo de influencia de su
mecanismo federal. Fue puesto de
avanzada
cuando
en
la r ibera
de en-
fr en te se
posaron los
orentales
re-
belados contra el acuerdo
entre
guista de octubre. El Ayu donde
el
Jefe
encontr desde traiciones
hasta
heroicos sacrificios sirvi
solamente de punto de
arranque
para extenderse a
travs
del hoy
depa rtamen to de
Salto
en
una
accin
de
despeje de los portugue
ses de la regin norte.
Desde aqu parti la
columna
que volvera a
poner
sitio a Mon-
tevideo.
Una
vez
triunfante la
defi-
nicin poltico econmica de la re
volucin
artguista
y
confirmada su
legitima
autonomia Artigas se
planta con
su
modestia y
su
auste-
r idad cerca de Salto en una mese-
ta
desde donde vio
hervir las
aguas
pero
tambin
las pasiones y los in-
tereses
de es tos pueblos
que
sella
ban
su
destino.
Aunque Purificacin se encuen-
tre
hoy en jurisdiccin sanducera
puede c0nsiderarse atadaen su
momento--
al campamento salteo
de entonces y espiritualmente el
vnculo se mantiene asi
hasta
hoy.
-
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Foto Ferreiro y Ooz
El
cementerio nos hab la t ambin
de
una tradicin
de
inmigrantes.
EN L HOR
E
L S
DIVIS S
Salto no existia como departa-
mento
al procederse a
la
instaiacin
independiente de los orientales.
Formaba par te del de Paysand.
Como tales los salteos no figu-
ran
en
las deliberaciones de
la
Constituyente ni de
la Asamblea
General.
El
departamento
nace en 1837
como circunscripcin que compren-
da
todo el rincn noroeste
del
pas al mismo tiempo
que
las divi-
sas entran
en
su
etapa
de defini-
cin y consolidacin. En tanto el
largo
perodo de la Guerra
Grande
acapara la
vida nacional nuclen-
dala
en dos centros de
poder sepa
radas por una muralla en Mon
tevideo el
norte vegeta
sorpren
dido solamente por
las
partidas de
Tefilo Crdoba , smbolo de los
j n m i g r n t e ~
de
los genera4es, de
los
creadores.
Folo Fomilio
C.,jo.
uno y
otro bando
que procuran po-
siciones bsicas.
En ese entonces los brasileos
ocupan campos y ms campos
mientras
las legiones
garibaldinas
inician
la siembra
de semillas it-
licas de tan abundantes frutos.
Al paso de
las gue rr as
civiles
los
grandes
caudillos y sus monto-
neros dependientes
hacen
de Salto
una referencia obligada de toda
estrategia.
De
entre centenares
de
combates y encuentros decenas
se
dsputaron
en
territorio
salteo.
Quiz
resulte
un smbolo que los
confines del departamento hayan
visto a
la
columna de Aparicio
Saravia
retirndose
al
Brasil
con su jefe herido de muerte.
El
hombre que
en ese instan-
te
conclua el perodo de las
guerras
civiles don
Jos Batl le
y
Ordez consolidador del
Estado
uruguayo haba sido
antes
legisla-
dor
electo por Salto.
EL TIEMPO
E LOS
GENER LES
Puede afirmarse
que esa obliga-
da
referencia
a Salto como
etapa
o
apoyatura
logstica de
las
mon-
toneras
o del gobierno fija una de
sus constantes:
la
presencia de los
militares
como gobernantes de
esta
zona. Uno
tras
otro los jefes poll-
ticos y de policia o los s imples co-
mandantes
militares
surgieron
de
filas castrenses y coloradas.
Porque
este Salto es fundamen-
talmente
colorado. No tuvo en todo
su historial
ms
gobierno blanco de
c ie rt a permanencia
que l de
1958 62.
y ese predominio de los colora-
d
no se contradice en
la
figura-
cion de un Diego Lamas cuando
inicia sus actividades al servicio de
gobiernos nacionales y defendin-
dolos de la invasin florista. Lean
7
-
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dro
Gmez fue a Paysand desde
Sal to , donde ejerc ia la comandan
cia militar .
No es preciso sealar nombres y
episodios militares, muchos de los
cuales se han magnificado
ms
all
de lo aceptable. Pero a medida que
el coloradismo impuso su direccin
nacional,
Salto
creci como
uno
de
sus puntales.
en ese tiempo de los genera les ,
Tefilo Crdoba, Feliciano Viera y
Jos Villar son tres
referencias
obli
gadas a esa especie de dirigentes
polticos y militares que cubrieron
prcticamente la historia saltea
del final de siglo.
LOS FECUNDOS GRINGOS
En los
aos ltimos del siglo
XIX, las grandes oleadas inmigra-
tor ias provenientes de Europa lle
gan a Salto. Y dan a la
mayora
de
la poblacin esas
caracteristicas
tan
definidas, comunes al pais
entero
aunque en Salto se suman a la as
cendencia riograndense de muchas
familias de la regin.
Es interesante reposar unos ins
tantes en aquel Salto que
se
con
jug antes de la guerra
del
14,
cuando esos inmigrantes, entre los
cuales f iguraba un buen
porcentaje
de franceses y algn ingls perd ido
entre
astilleros y saladeros,
dieron
un sentido especial a la ubicacin
portuaria y al funcionamiento de
la frmula puerto pradera frontera.
El
ro defini a Salto,
por
sus
accidentes y porque los
ganaderos
necesitaron ciertamente
un
punto
de embarque. Tambin
un
sitio de
industrializacin ms cercano que
Montevideo. Junto con los salade-
ros, las mensajeras f luviales die
ron
definicin concreta a esa alian
za de los ant iguos poseedores de la
tierra
con los nuevos hombres re
sultantes
del impulso
artesanal
de
la empresa industrial incipiente, de
la>realizacin comercial. La presen-
ciadeunAntonio
de Mattos Netto,
n)mentando act ividades de produc-
Foto fe rreiro y
iez
El polmico caudillo politico
tam-
bin
intelectual
don
Armando Bar-
bieri.
clan e industrial izacin, para que
un Saturnino Ribes
transportara
sus cargamentos, resulta elocuente
entre muchos otros ejemplos posi
bles.
Estos
extranjeros
prolficos
adems o se fusionaron con los an
teriores
inmigrantes . Al
llegar
el
nuevo siglo,
Salto
podia ostentar
su puerto, sus establecimientos sa-
laderiles, sus astil leros, su
Instituto
Politcnico, sus varias escuelas, su
teatro su
logia masnica, su hip
dromo, su hospital y su dicesis
catlica.
La
obra art esanal y el impulso
industrial, adheridos a la constante
definidora de
la pradera
y el
puer-
to, de las dos masas de formacin
humana
constituyeron el
punto
ms importante de la evolucin his
tr ica de Salto.
L TIEMPO LOS
DOCTORES
Los frutos de toda esa conjuncin
socio-econmica y familar fue
ron recogidos en la formacin cul
tural
de los hijos. A principios de
siglo el Salto se convirti en base
de formacn de
una
serie de ado
lescentes que luego
serian
abogados,
mdicos. intelectuales. De
Salto
provinieron presidentes de la Re
pblica, como Viera
y
Brum, gran
des escritores, como Quiroga y
Amorim, mdicos insignes, como
Amorim y Bilbao, y educadores de
talento, como Grompone
y
Pereira
Rodriguez. No es posible un deta
lle pleno de nombres y obras.
El
aporte de los salteos al quehacer
nacional
est
documentado a tra-
vs de mltiples manifestaciones.
Esos doctores quedaron en
la
ciu
dad o se
alejaron
de ella, pero
nunca rompieron defini tivamente
sus vinculas.
La
denominacin de
doctores no se incluye en un sen
tido peyorativo ni restr ictivo: abar-
ca
a todos aquellos que dieron pa
sos importantes hacia la superacin
cultural y actuaron en el campo
intelectual.
De esa forma puede decirse tam-
bin que la mayor parte de aque
llos gajos de los troncos tradicio
nales dieron impulsos
ms
vigoro
sos a las realizaciones
generales
de
la ciudad. Junto con el pas de bie
nestar.
que se
gestaba
entonces,
Salto
vivi su belle poque , re-
cordada hoy en ruedas de algunas
venerables ancianas, testimonios
perdurables de aquel entonces, o
viva todava en los objetos impor
tados que
adornan
muchas casas
de sus herederos. Tambin puede
sealarse la presencia de
una
clase
media cada
vez ms definida y la
aparicin de los grupos de traba-
jadores manuales, de ofki' istas , de
empleados pblicos y, especialmen
te, de empleados del comercio.
-
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Porque
si bien los doctores provi-
nieron originalmente de los grupos
propietarios de la
tierra
luego los
inmigrantes tuvieron
tambin sus
hijos doctores.
y
ni
unos ni
otros
distrajeron
su
atencin
de
las actividades
de
in-
termediacin comercial.
Salto
fue
puerto, pero nunca dej de
se r
mercado.
LA IUD D
RE E
Polarizadora desde
su
origen,
la
capital
saltea
absorbi a to-
dos los dems ncleos poblados.
Vegetan desde hace decenas de
aos Constitucin, Beln y Co-
lonia Lavalleja, los tres centros
ms
importantes ninguno de los
cuales cuenta con
ms
de cinco mil
habitantes.
La ciudad capital succion toda
la riqueza cent rali z las comu-
nicaciones.
Todo gobierno, v iniera de donde
viniera, quis iralo o no, consider
la ciudad como el
termmetro
de
eficacia
y
le
dio
ms
de lo
que
en rigor
hubiera
necesitado.
Pero, o una
planta urbana
sin
plan
regulador
la ciudad creci
como pudo, embretada por los dos
arroyos laterales que desembocan
en el Uruguay, que se hinchan con
ste, y la invaden por los costados
en tiempos de crecientes. Slo en
la
dcada del cincuenta,
Salto
pudo
saltar
esos
bretes
y
extenderse
ple-
namente sobre
el rio, merced a
la
visin de Armando Barbie ri, uno
de
sus lt imos soadores polit icos.
Los barrios
se
fueron sucediendo
unos a otros, antes y despus de
la luz, el
agua
o el mnibus, s in
que importara
mayormente
si exis-
tan o no dichos servicios. Algunos
barrios rec ibieron los nombres de
los dueos
de
los lo teamien tos , y
as perdura el recuerdo de las for-
tunas finiseculares o de algunos
recin llegados al grupo de los
fuertes.
La ciudad creci,
se
hizo hermo-
sa, se oxigen con rboles, se in-
tern en pat ios armoniosos, se -
galan
en fiestas florales o en car
navales de lujo. Y las quintas em-
pezaron a unirse con l a p lanta sub-
urbaa
a travs de plantac iones
de
citrus
que const ituyen, a
la
vez,
motivo de orgullo y de trabajo
honor
y preocupacin. Solari y
Gautron, con Malaquina, realizan
una obra
decisiva en este sentido,
hoy seguida con incitante ansiedad
po r todos los que ven en el citrus
un elemento vital
para
eldesarro
llo
de
la zona y del pas.
Un
chalet
en la
Costanera
Norte.
Foto Enrique
Murgvic
N DIE ES P E L
RISIS
A esta
altura
no parece polmico
afirmar
que el pas
entr
en cris is
-progresiva y agudizada- desde
1950 en adelante.
Ninguna parte
del
pais
escapa, pues, a
la
crisis
del conjunto.
Salto vivi, hasta hoy, depen-
diente de su
pradera.
Si desde 1930
la
tierra
se volvi poco
rentable;
si los suelos
de
la zona basltica l
nor te aumentan las dificultades; si
muchas familias se marchan con
sus recursos mate ri al es , rumbo a
Montevideo; si otros slo regresan
para
las vacaciones
anuales
o ms
espordicamente aun; si el cabotaje
se muere; si el impulso de sgran
des const ructores de la bella poca
no
encuentra sustitutos adecuados;
si
pasan
esas y
otras
cosas, a nadie
puede
extraar
que esa crisis ge-
neral encuentre eco en esta zona.
La historia
saltea
de los ltimos
cuarenta
aos favorece
una
ima-
gen de aoranza por lo que las ge-
neraciones
anteriores
hicieron. Lo
de
ahora
es, casi siempre, simple
conclusin o mantenimiento de una
obra anterior
ms
r ica, ms audaz,
ms romntica incluso, de mayor
poderio y gran vigor econmico y
humano. Pero la nostalgia orgullo-
sa
por
el Salto de antao sirve slo
para
los museos o para el turismo.
Los procesos histricos totales
slo pueden
se r
sintetizados a
ra
malazos de jerarquizacin inter
pretativa. Asi hemos recorrido tan
tos aos en tan pocas pginas. Las
emisiones. las citas, los espacios
dados o negados, son slo fruto de
esta imposicin del trabajo.
Po r debajo o por encima, mejor
un por dentro de todo eso, corre
una savia vital de pueblo que no
ha muerto. Por e o nunca se puede
decir que la historia ha terminad;
siempre va en camino.
Salto
tam-
bin.
-
7/25/2019 Los Departamentos 08
12/68
En aquel t iempo 1908
la ma
VOl atraccin infantil de Colinas
staba en sus azoteas. Haba cado
en desuso el vichadero man
grullo-, desde cuyo
punto
alto d
vsbanse las tropas que se acerca
ban
al Saladero, situado en los
arrabales.
Los ganados se
perdan
entre las rcas frondas, y er a
la
humosa
polvareda
lo que anuncaba
la
proxmidad de las reses a
faenar.
Pocas casas tenan altillo o
mira
dor. El alt illo , de
presuntuoso
ca
rcter espaol,
habra
sido cosa
audaz en
el
sglo pasado, y esas
muestras
de distincin material
fueron
muy
pocas. Y si por el las se
quisiera
medir
el
carcter
de
los
habitantes de Colinas, podramos
decir que no
era el
espiritu
audaz
o aventurero el que distingua a
sus moradores. El orgullo de un mi
rador,
o
sea
de
un
segundo o
ter
cer piso, no era para todos los del
chato
poblado. Pero la azotea
prac
t icable, desde la que los nos po
dan venirse abajo,
resul taba una
atraccin. Estaba vigilada; y s
durante
la
Semana
Santa de en
tonces alguno
se atreva
a
remon
tar pandorgas desde ella,
tenia
su
merecido. [ ]
Las
casas
tenan
cielos rasos, es decir lienzos muy
estirados que ocultaban a los tiran
tes gruesos y a los trantillos, as
como
la
tejuela, que daban feo as
pecto. Aquel gotear
interminable,
sonoro,
sobre
algn
mueble que
lo
delataba, y ms
tarde
en
la
escupi
dera
de loza o en la
vasja
co
locadas estratgicamente,
reuna
a
toda la
familia.
Haba
que
pinchar
la
.
tela
del
ielo raso.. .
se
pin
chaba, para
dejar
caer
el
agua all
depostada en noches imprevistas.
El chorro era
celebrado
por
los
nios.
La
vida
de las
azoteas
er a
muy
ltrlitada por los motivos expuestos.
S\lbir a ellas y aduearse del pai
saje resultaba
atrayente
para unos
y segura
aventura canallesca
al
L
L ERO
FR GM NTOS
NR QU AMORM
arrojar algn objeto
contundente
a
la cabeza de l
paciente
vecino.
Quin iba a saber desde qu azo
te a se
le apedreaba?
Nade.
Se
pulsaba
a la poblacin entera. Y
haba
la posibil idad de
besar
a la
nodriza que amamant aba al
her
manito menor,
parapetados
entre
los limites
de casa
y casa. [ ]
Los
Puentes
no figuraban en
ninguna guia
ni
se les
mencionaba
en las
crnicas y notas sociales
de los dos diar ios que se impriman
el pueblo.
Decir que
circula
ban esos diar ios quizs fuese exa-
gerado, o alarde presuntuoso. An
daban de mano en mano si
alguna
noticia
merecia ser tenida
en cuen
ta. Sobre las ideas que se ventila
ban
en algn
magro semanario
o
en la hoja del grupo anarquista,
no es el caso de
hablar
todava.
Las
personas que
pensaban por
su
cuenta ten ian mucho que ver con
las que lean, pero
estas
ltimas
estaban abonadas a folletines de
la
ms
rancia
Espaa o las remesas
de ideas que
llegaban
de
una
Ca
talua disolvente y tenaz. Kropot
kine y el conde Tolstoi
tenian
lec
tores, pero Carol ina Invernizzio los
aventajaba a todos. Ni doa Car
lota Braem
pudo con ella. De
manera
que la mentalidad feme
nina
de Colinas no
contaba para
nada y se iba haciendo tradicio
nalmente ignorante
y un peligro
serio para das .que habran de
negar.
La act tud ms destacable,
casi heroca,
e ra bo rda r una
divisa.
La madre de Pancho Puentes habia
bordado
una, para
venderla
a bene
ficio de
la
causa
revolucionaria.
Era cuanto se podia
esperar
como
muestra de a rrojo en una mujer.
Los Puentes
arrendaban
un campo,
estancia
de escasa
monta, en
la
que haban luchado duramente,
pero sin mtodo n sentido, dos ge
nerac iones [ ]
La tierra era escasa, y las ha
ciendas haban desaparecido a raz
de
una
sequa implacable . Hubo
mucho
ganado
para
cuerear.
El
vie_
jo Puentes
dijo
que
se
iba
a suici
dar, de manera que amenazar
al
hijo
mayor
porque
sembraba
de
tajos los cueros era
una
bicoca.
El
hijo lo insult, l evan tando el
cuchillo. Una noche desapareci. La
escena f inal tuvo un testigo:
Pan
cho, de escasos nueve aos. Y as
empez a liquidarse la
farnliaPuen
tes,
tan
lentamente
que
el
padre de
Pancho pas a se r capataz, y de
capataz
a
tropero;
y los hijos esca
paron a la
tutela
del padre, a sus
designios pes imistas, a sus amena-
-
7/25/2019 Los Departamentos 08
13/68
zas de suicidio. Pancho f e recogido
por los Faras
para
crarlo como un
anmalito triste sarnoso y rengo.
Pudo
aprender a
leer
con Tito
Fa
ras e
ir
a
la
escuela porque los
Faras sabian que la escuela es lo
menos que se puede
ofrecer
a un
nio. [
]
Pancho
Puentes
vino a
ser ese agregao que los criollos
gustaban tener en la estancia
por
que era signo indudable
de
gene-
rosidad. En Los Ombes
-nom
bre de la
estancia de los
Faras
llegaron a pasar largas tempora
das holgazanes venidos a menos
aves de paso largo
y
ms
larga
es-
tada a los que los
Farias
nunca
pidieron cuentas.
Estaban
esperan
do
algo un movirrtiento revolucio-
nario y no
pasaban
de comedi-
dos .
Agregado y comedido
eran trminos homnimos.
Algunos llegaron convalecientes
a
reparar
la salud ; ot ros a
llorar
la
prdida
de
algn se r
querido y
se
quedaron hasta
engendrar
nue
vos desdichados en el chinero de
los pueblos vecinos.
Era n simpticos dicharacheros
fciles componedores a veces hasta
manosantas y entenddos en que-
braduras.
Permanecan
largas tem
poradas en
la
estancia y constituan
el espectculo
que conformaba
la
curiosidad
de
Pancho y
que
luego
ste en las vacaciones
contaba
sin
pelos en la lengua y con vivos de-
ta lles a su gran amigo
Tito
Faras.
Patio de estancia.
El hermano mayor ya
er a
estudian-
te de leyes no se diver ta en Los
Ombes y prefera achicharrarse
en el pueblo ms bien que
aguan
ta r
los mosquitos o las noches a
celo descubierto en
la
estancia. L
]
Ya los hechos
de
Los Ombes
tenian
poco sentido. Si se habia
ligado oscuramente el uno al otro
por aconteceres de terceros y por
cosas que oian aqui o all en la
charla del galpn o
entre
los
muros
de
la casa no
er a
suficente esa
convivencia.
Tto er a
hijo del pa-
trn y bien poda
pedrle
a
Pan
cho que le ayudara a quitarse las
oto ugusfoe Ido ~ s c h
botas apretadas.
cosa que
Tito ja-
ms pens exigirle
por la
sencilla
razn de que el uno usaba botas
y el otro calzaba alpargatas. Tito
nunca uti lizaba a Pancho como
su padre su
madre
y n o
siempre
pero s
algunas
veces-
los huspe-
des. Sobre todo los agregaos
que enseguida establecan dferen-
cias en el
trato
y mandaban a Pan
cho a llenar de agua
la caldera
o
a acercar un leo al fogn. Pero
Tito Farias no se
haca servi r
por
Pancho
aunque ste
estaba
para
eso en l a estancia :
para
servirles.
S i
me
comprs
un
rollo de
alambre te hago una
punta de me
tros de cadena y se la vendemos
a los mlicos.
Tito abri los ojos y comprend
sbitamente que el hecho de ven-
de r algo significaba una emancipa
cin de la tutela paterna. Y como
una
luz corri a
la
ferretera donde
compraba toda
clase de implemen-
tos farrtiliares hacindolos
apuntar
a
la
cuenta siempre abierta y se-
gura de los Faras y adqu r un
rollo de alambre de la misma cali-
dad
del de
la
cadena.
-
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as
lavanderas de l
r io U ruguay
Pancho
Puentes instal en los
desages del mirador lo que pron
to se llam un
taller
y recogido
all a las pocas horas
comprobaba
la
emulacin de Tito empeado en
sacar
ms
ajustados aun que
los
suyos los primeros eslabones de las
cadenas. El alambre colgaba de un
clavo fijado en
la
pared y
median
te un pedazo de palo redondeado
no ms abultado que
un
lpiz de
carpintero ceian los hilos los
ajustaban y asi lentamente la ca-
dena crecia. [ ]
Claro
est
que el
trato
directo
el ofrecimiento de tan singular
mercadera
no
era para
un
Fa
ras . Los
Faras haban
nacido
para
vender rodeos enteros de una
sentada
en
una tarde
y
recibir
en
el
lugar
del hecho.
De
manera que
los
primeros
palmos de cadenas de-
ban
ser
ofrecidos
por
Puentes que
estaba destinado para toda
su
vi-
da al
parecer
a tratar asuntos me-
nudos a vender por cantidades pe-
queas a
comerciar e l
arte
me-
nor o
la menor
produccin. Pan
cho sali a
la
calle y a mlico por
mlico les fue ofreciendo cadenas.
los vigilantes aceptaban comprar.
porque
solan penar largos arrestos
por
las
cadenas
perddas. [ ]
Tito
Faras
socio capitalista y
obrero a
un
tiempo tan infatigable
como
Pancho
u
otro
cualquiera
form
una
comunidad. Tito meti
en
un
lugar
muy
seguro
la plata
que ya
no
eran
algunos reales
sino varios pesos- pues Pancho
haba vendido metros y ms me-
tros de cadena en un boliche de la
oto nrique
Murguio
Plaza
de las
Carretas. Ese
dinero
fue descubier to
por
don
Sandalia
Farias. [ ]
No les qued
nada
de las
reser
vas. Pancho comprendi sin mu-
cho esfuerzo
la
escena
soportada
por
Tito y se mostr
ms
solida-
rio que nunca y t rabajaron hasta
entrada la
noche casi al
tanteo
en
una
cadena
para perritos que se
podia vender muy bien en un al-
macn y que los propios ferrete
ros habian prometido a Pancho
colocarla en seguida y
pagarla
muy
ventajosamente.
Entr ms
plata
pero esta vez
en
los bolsil los de
Pancho Puentes
quien corri a explicar al
padre
-ahora obrero en el Saladero
la
mina que haba
descubierto.
El
viejo Puentes les encarg metros
-
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y metros de cadena.
Tantos,
que
haba que pensar en serio. Un
Puentes poda c rear una industria.
Un
Faras
no poda tener dinero
impropio a una edad escolar. Pan
cho estudiaba a la
pa r
de Tito, pero
era
el industrioso con cierta inde-
pendencia. [
. . .
]
En una
de las esquinas
de la
Plaza
Mayor tenia instal ado un
taller de muebles, que jams po-
dria
se r
carpnteria , don Lorenzo
Toledo, un castellano de Burgos
que no soportaba de buen grado
que se le llamase gallego . A su
casa ban a
parar
los muebles
de
calidad de los
Faras
o los de los
Viel, para
se r
encolados, o los de
Trinidad, que
eran
inferiores.
Su
trato era
ceremonioso y grave. Sos-
tena que
haba prestado
servicios
en casas reales y
que alguna
vez
vendi un mueble a
la
reina Vic-
toria. [ . . . ] Para l, flaco enjuto,
cqn una tos seca siempre dispuesta
en el garguero, Espaa era el Rey
y el Rey
era
Espaa. No poda ni
mrar
a la repugnante p lebe ciu-
dadana
-chusma
para
l
n al
campesino, n a nadie, sin
estar
seguro de que pensaba como l.
Pintaba las paredes del taller con
colores que recordase los de la rea
leza. Y
ms
de
una
cortina de fel-
pa
o un raido dosel permaneci ahi
mucho tiempo sin se r
restaurado,
porque le
traa
reminiscencias de
la
Espaa
gloriosa.
Amaba
a Al-
fonso XIII
por
encima de todas las
cosas, y le
temblaban las
palabras
en la garganta cuando lamentaba
la condena de no poder servir ms
al rey. [. .. ]
Todo lo que nunca veria ni ha
ba jams disfrutado lo
transmiti
a
la
gente del barrio, y en particu
la r
a los nios. Pero slo cosechaba
desdenes, porque en la adolescencia
se t iene un sentido del ridculo ms
desarrollado y agudo que en cual-
quier otra etapa de la vida del
hombre.
S i este mamarracho fuese al-
gn importante -di jo un da Pan
cho a
Tito-
no lo tutearan to-
dos. PO,r qu no tutean a don
ngel? -Tito par la oreja. Aquel
espaol de tan fcil palabra y
tan
elocuente, no haba conseguido que
el vecindario
]0 tomase
en serio.
Don ngel
era
, n
hombre
intole-
rante y
sombro fuera
de
su casa.
Tena
un taller de imprenta a la
vuelta
de la carpntera de don Lo-
renzo. A don Angel se le
respetaba
y hasta se le tema porque era
anarquista ,
segn don Lorenzo
y
segn los dems vecinos . .& larco
hurr sque ndo
l estancia
folo
Augu sto e Ida Bsch.
capaz de
matar
con bombas
en
toda
la Corte
de
Espaa,
nclu-
yendo las casas
rea les de
Portugal
y de Italia si se
encontraban
de
fiesta juntas. Nadie tuteaba a don
ngel; nadie queria hacer amistad
con don Angel, porque ste exigia
ciert.QS
documentos necesarios
para
la
controversia. Deban
haber
ledo
po r
lo menos
la
mitad de los libros
que tenan reunidos en los anaque-
les del Centro Anarquista. [ . . . ]
El descubrimiento de aquellas
dos personas en Colinas trastorn
a Tito y a Pancho.
El
aconteci-
miento de una
Infanta Real
llega-
da
a
una
Repblica los coloc en
una
encl ucijada. Los hechos se les
grabaron
a fuego lento, y los ex-
tremos de la sociedad qUe
tenan
por
delante eran las bases de la
personalidad de uno y otro. Tito
descubri a Pancho merodeando la
imprenta, y Pancho sac a Tito de
un brazo de la carpintera del
g a
llego monrquico. Empleaban su-
t iles formas de ayudarse.
Si
era Ti-
to Farias quen celaba a Pancho,
utilizaba el
nombre
de don
Sanda
lio, su
padre:
Te
llama
pap para
que lo ayuds . Si
era
Pancho
quien deba evitar actitudes in-
convenientes, ste recurria a la fan-
tasa, nventando ya un mendgo
que peda limosna con un monito
sobre el hombro, ya un accidente
del t ranva, cuyas ruedas se haban
salido de los rieles; y anunciaba
que muchos hombres se esforzaban
por
ponerlo en condiciones de con-
tinuar el trayecto. O era
una
caba
llo desbocado, qUe al llegar
Tito
haba desaparecido. Pancho tena
menos autoridad, de manera que ne-
ceSItaba ms imaginacin para vi-
vir. [
. . .
]
Estos fragmentos corresponden a
una
novela
ioconcluS3
Se hizo
una
publicacin, p r
ial y pstuma en la entrega 2, correspon
diente a julio.setiembre de 1963, de NMERO,
revista literaria trimestral de A-fontevideo.
13
-
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L
P IS JE TU L
UGUSTO
USCH
R TERISTI S
G N R L S
El
paisa je salteo tiene en ge-
neral los mismos rasgos que el
paisaje uruguayo. No tiene altu-
ras ni depresiones pronunciadas;
los accidentes de su relieve pues
son pequeos y entrecortados por
los lineamientos que imponen los
distintos ramales de la cuchilla
Daymn y sus derivaciones. Su te-
rreno ondulado marca un para-
lelismo con las corrientes fluvia-
les y
en
algunos lugares hay
circos de cerros que
aportan
al
paisaje un encanto natural Asi los
cerros de Cambar de Arapey y
otros que bordean los l imites del
departamento de Salto con los de
Artigas y Rivera
cerca
del marco
de Masoller ofrecen
una
visin
dist in ta a los paisa jes del oeste.
En el
departamento
existen aflo-
ramientos rocosos que dan el aspec-
to del campo quebrado de gran
belleza.
En
Sopas Rincn de los
Valentines Mataojo Vera etc. los
campos quebrados constituyen el
comn denominador del paisaje
rural
Si
partimos desde el extremo
oriental del departamento hac ia el
r o Uruguay el paisaje cambia le-
vemente: las cuchillas son apenas
colinas y por ende disminuye
aunque no del todo la
VlSl n
del
campo quebrado . Al l legar al ro
Uruguay sus pronunciamientos son
ms
suaves con excepcin de al-
gunos parajs como Arenitas Blan-
cas en los cuales existen cerros que
dan las tonalidades del paisaje
oriental.
La
hermosa vis ta que representa
el ordenamiento
de
las cuchillas se
complementa con la que ofrecen
las corrientes f luviales y su vege-
tacin de monte . El paisaje ru-
ral
es pues muy bello acrecen-
tado ms
aun por l as distintas es-
pecies vegetales que bordean los
rios y arroyos. En este aspecto el
paisa je es puramente natural sin
que
la
obra
del
hombre
lo
haya
-
7/25/2019 Los Departamentos 08
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modificado.
Hay lugares
especial
mente atractivos como
el Paso
Ya
car sobre el
arroyo
Itapebi
Los
Manantiales en
el arroyo
San An
tonio el
puente Tacuab
y su lagu
na. sta
situada
a pocos
metros
del
ro Arapey
sobre el
oeste
de
la
ruta fue
segn la t radicin
del
lugar .corra l del cacique Tacuab.
El paisaje salteo est coronado
por
los rios Arapey
Daymn
y
Uruguay.
El paisaje costero del ro
Uru-
guay
tiene en
su
mayor
parte
una
vegetacin frondosa al igual
que
en
los extremos
de
los
afloramien-
tos basl ticos de su lecho
saltos
y
rpidas. Desde el r o
se
aprecia
una
costa
de bar rancas
elevadas en
la
zona de la Piedra Alta La
Caballada y
Arenitas
Blancas. Des
pus de
un
tramo algo
regular
se
aprecia
una costa de playas
como
la
de Corral itos
hasta
las
proximidades de
la
desembocadura
del Daymn.
PAISAJE RUR Y SU
HUMANIZACION
El
paisaje rural salteo
se
hUma
niza
muy lentamente La obra
del
hombre se ha
manifestado
sobre
todo en
la
apertura de caminos en
el
montaje
de vias frreas estacio
nes en la implantacin
de
lineas
.La Costanera SIIr.
La
costa
del ro.
telefnicas etc. Salvo excepciones
qUe sealaremos
el
campo
es an
puramente natural
Debe el
hombre irrumpir
brus
camente
en
la naturaleza
hasta
matarla o aniquilarla? La
huma-
nizacin
debe
llevarse
hasta los
lugares
naturalmente bellos? De
be el
hombre modificar
los paisa-
Foto Enrique
ur uo
jes naturales
por
su capricho
desordenado?
Estas preguntas se
han hecho y
se hacen
en todos los
pueblos. En verdad
se
justifican
puesto que en
muchos lugares
se
ha
llevado
una
lucha
frentica
y
despiadada
contra
los
ambentes
naturales
As en
una hermosa
asociacin vegetal
que
corona
un
ro o
un
arroyo
se
planta una
es
pecie ajena a veces extica que
altera la armona
que
la natura-
leza
ha
establecido.
En Utl
bello
paisaje
con asociaciones
de
espi
nillos
{le pronto alguen
planta
un
paraso
que
en
breve va
a
romper el
reposado
equilibrodel
paisaje natural
Es precisamente
en
el problema
de
la
humanizacin {lel campo don
de el
hombre
debe manifestar
su
pujanza y sin
{levastarlo hacer
del medio campesino
un mbi to ci-
vilizado. Tal
es la
complementa-
-
7/25/2019 Los Departamentos 08
18/68
cin que corresponde: a
la
par que
el hombre rea liza una obra de ver
dadera geografa cultural
deja n-
tacto el
pasaje
en aquellos
luga
res donde as debe permanecer.
En nuestro departamento como
en
otros de
la
repblica la huma
nzacin del
campo
comenz en la
segunda mitad
de l sglo XVIII po-
ca
en
que
tambn aparecen las
pri
meras
estancias. Pero este proceso
nical fue muy primitvo lo que no
mpde
que
an
se
conserven
tanto
la s viejas edificaciones como las
anacrnicas
formas
de
vida
y de
trabajo de
la
estancia
tradicional.
Unas pocas
pginas atrs
apare
ce i lust rado un paisa je
todava
no
desaparecido.
El hombre de
cam
po el pen churrasquea al aire
libre junto a
la
parrilla cerca de
los corra les. Puede observarse el
corral hecho con postes
de
andu
bay muy
comn
en las estancias
de pr incipios de siglo.
Este
tipo de
corral como tambin los
distintos
tipos de
alambrados
reemplazan a
Novillos
precoces pastoreando sudn.
16
Jos vIeJos corrales de
piedra
y a
las
demarcaciones l
los potreros
que se hacian a
base
de piedras y
estacas.
La transformacin de la campa
a
es pues gradual y
lenta.
No
obstante sin que existan
en
el de-
partamento
zonas intensivas
hay
establecimientos
rurales que
se
ajustan a las nuevas tcnicas y
dan al paisaje
rural
un
aspecto t-
picamente
humanizado.
El pa isa je
natural
y
rstico de Laure le s ha
sido vivamente convertido en un
ambiente activo por la explotacin
c ient if ica de
la
estancia Bayu
cu
de
Salvador
Mattos. El
rea
intensiva priva frente a la
exten
siva
y
en par te el paisaje
huma
nizado modif ica de ta l manera al
natural
que imprime a la
zona
un
aspecto totalmen1e distintot As
se ha
completado la
obra
de
la
naturaleza con la preparacin de
praderas artificiales hechas prin
cipalmente con
Sudan
Americano
Dulce
ta l
como
queda
ilustrado.
oto GamO
La
mecanizaclOn el ensilaje la
fertilizacin
constituyen
el expo-
nente ms te rminant e
del
trabajo
rigurosamente intensivo
que
all se
ha
hecho y que domina el paisaje
rural
de
una zona ganadera de sue-
los baslticos.
Es
interesante des-
tacar que no slo se ha cambiado el
paisaje fsico sino tambin su eco-
nomia:
la ganaderia ha sido com-
plementada con
la agricul tura
fo-
rrajera.
Pero no slo en los puntos sea
lados existe
humanizacin
en el
medio
rural.
En la estancia Va-
lentn de la
sucesin
de Manuel
H. Gutirrez se ha llevado ade-
l an te una
obra
de
alta
tcnica no-
table
si
se tiene presente
la
poca
en
que fue
construida: las
prime
ras dcadas de
este
siglo.
Nos
re-
ferimos a
la presa
sobre el arroyo
Valentin que desemboca
en
el ro
Arapey Grande. Es sta la primera
obra
de
hidro
electrificacin nacio-
nal. Fue construida personalmente
por
su
propietario Manuel
Gu-
tirrez oy
fallecido- para do-
tar
a
su
establecimiento
de energa
elctrica mediante la utilizacin
del salto
de
agua.
En
los ltimos
aos
el ingenio
azucarero
de
ANCAP en El Espi-
nillar representa
sin
duda un no-
table esfuerzo del hombre
en
el lo-
gro de la geografa cultural. Mag-
nificamente
situado
en las
mrge
nes del ro
Uruguay cerca
de la
desembocadura
del Arapey
ms
concretamente
cruzado
por
el cur-
so inferior del arroyo
Espinillar
--Vuelta de Mendes- desenvuelve
una
actividad eminentemente tec-
nificada. Las
plantaciones
de
caa
de
azcar la forestacin la edifi-
cacin y todo lo que constituye
el
complejo
agro-industrial han
ven-
cido al campo
abierto
para
conver-
tirlo
en un lugar de febril activi-
dad. En la ilustracin de pg. 18 se
aprecia
un
aspecto de
E l Espini-
llar
semejante
a los
campos
de
-
7/25/2019 Los Departamentos 08
19/68
La
vieja
carreta
guarda hoy
el
alimento de los cerdos.
foto
Gomo
ANCAP, antes de la instalacin de
la fbrica.
En
el departamento se
han
desa
rrollado, desde el ao 1801, algunos
centros poblados que constituyen
puntos de humanlzacin en me-
dio de
la
campaa.
Tales
son
las
poblaciones
de
Beln, Constitucin
y Colonia Layalleja, esta lt ima si
tuada casi en el borde del Arapey
Chico.
Estas
poblaciones
rurales
han
extendido sus zonas de cha
cras en unos pocos qui lmetros a su
alrededor. Lo mismo
ha
sucedido
con las principa les estaciones
del
ferrocarril noroeste, que cuentan
con pequeas zonas pobladas
en
las que sin embargo se mantienen
explotaciones extensivas.
Tales son
las es taciones de San Antonio, Ita-
pebi y Palomas, entre otras de me
nor
importancia.
En
general, en
todo el departamento se han for
mado
centros poblados,
pero
mu
chos de ellos son
muy
pequeos.
En
otro captu lo de
este
volumen
Los hombres ) puede visualizar
se este fenmeno en el mapa res
pectivo.
L
ZO
QUINT S
L IUD D S LTO
La l lamada
zona de
huertos
de
la ciudad de Salto
se
ha ensancha
do con el tiempo, como
es
natural,
y llega,
aproximadamente, hasta
arroyo
San
Antonio por el norte,
hasta
el rio Daymn por el
sur
y
se
prolonga
por
el este en unos 20
quilmetros, es decir, hasta
la
Co
lonia de Julio.
Estas
zonas
son distintas de
las
establecidas
por las delmitaciones municipales.)
La ampla
zona
de huertos
o
de
quintas desaparece poco a poco
hasta
llegar a
la
zona de los gran-
des latifundios.
El proceso de humanizacin de la
que es hoy
llamada
zona de quin
ta s .
ha
sido ms rpido que
el
rural.
La
gravitacin
de la
ciudad
hace que
aceleradamente
se pro
duzca
un
cambio
en
el
paisaje na-
tural.
La
superficie de
quintas est
surcada por carreteras
y lneas f-
17
-
7/25/2019 Los Departamentos 08
20/68
Campos
de El Espinillar .
rreas
que contribuyen a
dar
al pai
saje la tonalidad de las zonas cul
turales. Las quintas
de
naranjos
tienen una
gran
extens in; mu
chas de ellas se
agrupan en
co
lonias. como las Colonias Osimani
y Llerena, Corralitos y 18 de Ju
lio que bordeaI1 la ciudad por el
norte el
sur
y el este respec
tivamente.
Si
bien
es cierto que
en
muchas
explotaciones se siguen todava los
procedimientos tradicionales,
hay
en
cambio
algunas
que se
ajustan
a
los
sistemas
intensivos.
La
Escuela
de
Agronoma
dependiente
de
la
Universidad la Estac in Experi
mental de Citricultura, del Mnis
terio de Ganaderia y Agricultura,
y
algunas
quintas
prvadas
se
orien
tan por modernos mtodos
de pro
duccin. Lo propio sucede con el
viedo de Antonio Calaf Berisso
en Corralitos y con el
Naranjal
Salteo ,
de
Pedro
Solari
en
el
lugar
conocido por Cuatro Bocas .
El
viedo
se ext iende en
una
amplia
zona
muy
apta
para
la vid y en l
se uti liza el emparrado . que cam
bia totalmente el
paisaje caracte-
18
f of A ug usto e Ido Bsch
rstico de este tipo de cultivo.
El
Naranjal Salteo es una unidad
agro-industrial;
en
algunos lugares
asume el
aspecto de
monte cerra
do
ta l
es el
nmero
de sus
plantas
..
En
Los Manantiales , de Urreta
S. A.
est instalada
la fbrica em
botelladora de refrescos. Es un lu
ga r
de forestacin sobre la costa
del
arroyo San
Antonio.
En
el mis
mo sitio estn Los Berrales .
Existen alli muchos sauces que
embellecen el paisaje de la zona.
P IS JE UR NO Y
SU UR NO
La
ciudad de
Salto
est edificada
sobre el punto terminal de
la
cu
chilla del mismo nombre y en te
rrenos muy acCidentados. Sn em
bargo
la
urbanizacin especialmen
te
la
de
las ultimas
dcadas disi
mula en par te esas caractersticas
topogrfic;s.
concentracin
urbana,
la
atraccin
centrpeta
de
habitantes
de la m p ~ que ejerce
la
capi-
ta l
del departamento,
ha
obligado
a una
extensin de
la
ciudad espe
cialmente hacia
el este.
El
paisaje
urbano tipif ica as dos puntos de
especial relevancia: el adelanto edi
licio y el crecimiento marginal de
centros poblados.
Respecto
al
primero hay
que
de
ci r que
la
ciudad
ha
cambiado fun
damentalmente, despus de comien
zos del siglo. El empedrado fue
reemplazado por el hormign y con
ello la ciudad
adquiri
otro
aspecto.
A comienzos del siglo
anterior, por
e l a ct ual centro de
la
ciudad
cru
zaba una corriente que luego fue
cegada
y
donde hoy se asientan
edif icios de varios pisos como el
de
la
Caja
de
Ahorro Postal.
Como
simple
ejemplo de estos
cambios sealemos slo uno de
los muchos producidos: el local de
la vieja Jefatura de Polica fue
demolido y
su lugar
ocupado por
un
moderno edificio.
Embotellando la Urreta .
-
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21/68
ZON S
IUD D
S LTO
-
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22/68
_ZONAS
DE
LA CIUDAD
DE
S L O
ESTUDIO DE FOTOINTERPRET ION
f i i7 i1 .AnA
DENSA CON: l ltQM.U\AS
~ C O N . M l c : O S
l U uJ .
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CON SPACtO
llJiO
RUTICU\AI
VWlfND S CON ESt CO NO
n T DO
-
7/25/2019 Los Departamentos 08
23/68
renitas Blancas
dominando el rio desde
lo alto
de
la
barranca
Pero no slo el centro de la ci\l
dad ha variado su fisonomia. Pa
ralela al ro Uruguay corre la cos
tanera
hasta Arenitas
Blancas
lu
gar ste que ltimamente ha sido
urbanizado. Arentas Blancas
pa
raje residencial es una localidad
que se
encuentra situada
frente
a
la ciudad de Concordia con una
hermosa vista sobre el rio Uruguay
y ricamente forestada. El paisaje
es
muy
bello; E l Pen lugar
apropado para reuniones familia
res
est
situado entre cerros y ro
cas y cubierto de rboles.
Cercana a Areni tas Blancas est
Villa Maguey que posee un
pai
saje semejante.
En
general
la
costa
su r
se
ha
urbanizado rpidamente en los l ti
mos aos y ello indica un desplaza
miento de la poblacin. Alli se es
tn levantando modernos edificios
para vivienda algunos de var ios
pisos y el de la sede social del
Club de Pesca . La
hoste ra de
La Piedra Alta est construida
sobre peascos.
Por
el
norte una
hermosa costa-
nera pasa por el Club Remeros
Salto Rowing Club y
playa
Las
Cavas ; es de sealar de modo es
pecial el
trabajo
de forestac in
que en esa
parte
de la ciudad se
ha
llevado a cabo.
Muchos chale ts se a linean a lo
largo de
la
costanera; algunos de
ellos estn encerrados por espe
sos rboles y erguidos sobre
las
rocas.
Po r
el este la ciudad se ha pola
rizado en barrios que crecen con
el aglutinamiento de la poblacin
rura l migrante. Han crecido as
los
barrios
Burton Umpierri Ca
lafi y Gautrn entre otros. Este
proceso de crecimiento
por
unin
de barrios es muy comn en
todas
las ciudades. Son los pueblos sat
lites que poco a poco unen sus es
pacios
por
carreteras y caminos;
luego la edificacin y en general
la tcnica de
la
urbanizacin los
consolida con la ciudad. As Salto
uni su centro con el Cerro , hoy
barrio
Baltasar
Brum
por
el nor
te y con Salto Nuevo por el sur.
Este
barrio
fue considerado hasta
el censo de 1963 zona rural. Sin
embargo fue anexado a
la
zona
suburbana
con posterioridad a esa
fecha.
La ciudad se extiende hacia el
este en donde termina
por
amplias
vias de trnsito como las avenidas
Batlle
y Rod. A poca
distancia
del
Obelisco a Rod -:..entre las dos
avenidas citadas- se encuentra
el
barrio
Artgas zona
rural,
como
los barrios primeramente citados.
Esta
parte
se conecta con la ciudad
por medio de numerosas quintas.
El ritmo
acelerado
del
crecimien
to de
la
poblacin en sus aledaos
asi como la planifcacin munici
pal hacen que la ciudad de Salto
adquiera l a pres tancia de
una
ciu
dad moderna en
la
cual no
faltan
los edificios seoriales corno el
Pa
lacio Gallino
actualmente
Museo
de Bellas Artes. La ciudad es pues
siempre cambiante y dinmica. Y
todo ese proceso urbanstico se
complementa con las perspect ivas
que ofrece su suelo ondulado y con
la apacible visn de
su
paisaje
fluvial.
-
7/25/2019 Los Departamentos 08
24/68
LOS
HOMBRES
L TEIXEIRA
E
SCIRGALEA O P P R TO
EUGARTEMENDIA S TAFERNABERRY EPIROTTO
HISTORIA
Si n
duda alguna, ningn pueble
del
pais
cont, en
e l m ome nto
de
su fundacin, con un a poblacin ta n
cosmopolita como la
q ue f or ma ba n
.aquellos
hombres
que
dieron
ori
gen a Salto y que su pera ban en
nmero a los pueblos indgenas
existentes po r entonces en el lugar.
Esta
afirmacin puede fundamen-
tarse
a -travs de
un a breve
resea
histr ica del origen y evolucin de
la
poblacn del departamento.
Los primitivos h ab it an te s d e la
regin llegaron en sucesivas olea
das, desde el Brasil, en sus corre-
ras
haca el sur.
Yaros
e
ibiraya-
rs invadieron el territorio dsemi
nndose
en
grupos qu e se estable-
cieron en aquellos parajes
donde
montes, ros y cerros favorecan su
gnero de
vida
simple y salvaje.
El segundo pueblo que ocup esta
zona perteneca a las
tribus
de los
chan timl;les
que
precedan
a
la familia charra guenoas, mi
nuanos y bohanes a los que la
conquista sorprendi
en
la
humil
da d de sus tolderas dedicados a
la caza, a la pesca y a veces a la
recoleccin. Debemos destacar la
influencia qu e a travs de los boha
n es ejerciero n los
guaranes
temi
bles piratas del ro Uruguay que
nos legaron la s dulces y sugestivas
voces de nuestra toponimia.
Fue en octubre de 1756, al tr-
mino de la Guerra Guarantica,
que
el
hombre
blanco inici
el
pro
ceso de fundacin de l t voz gua
ran qu e daba el
nombre
a Salto .
El gobernador del Ro de
la
Plata,
Jos de Andonaegui, env
al
gober
nador de Montevideo Jos
Joaqun
de Viana al mando de 400 hombres
con la orden de
establecerse
en el
paraje
denominado Salto
Oriental
y esperar all
a l m ar qu s
de Val
delirios.
La
ciudad f e
en
su orgen
un
campamento
militar, pero
la
pobla
cin haba surgdo antes de su
flUldacin, por una necesidad geo-
grfica:
la
de unir el Bajo con el
Alto Uruguay, r azn en la cual se
afirm su rpido desarro llo y pro-
greso. Pas el tiempo y
el
14 de
marzo de
1801 con
el
objeto de con
tener
la s invasiones de portugueses
e indgenas, e l Capitn de Blanden
gues Jorge Pacheco fund el pueblo
de Beln
en la
desembocadura del
Yacu con el
Uruguay.
Desapare
cido el motivo de s fundacin y
debido a la s
malas
comunicaciones
el ro no er a navegable, la esta-
cin m s cer can a distaba treinta
quilmetros las
chacras que
ro
deaban
la villa de Salto
pasaron
a
manos de estancieros capitalistas.
Lentamente y luego de la conce
sin de campos po r el marqus de
Sobremonte,
virre y del
Ro de la
Plata, se fue poblando el resto de
la
campaa.
En
ese entonces
la
poblacin
er a
mu y escasa debido a las cont nuas
correrias de los charras, q e fue
ro n
dueos y seores de
la
zona
hasta
q ue B er na b
Rivera
los ex
termin a costa de su vida.
En
los
campos de Arerungu se haba he
cho
temible
en esa poca, po r sus
instintos sanguinarios, un ndio lla
mado el
Gato
Negro
que asolaba
la s estancias. A partir de 1836 au
ment
la poblacin
rural,
que se
estableci en los alr ed ed or es d e la
ciudad y que e s ta ba mayori ta ri a-
mente i nt eg ra da p or quienes ha-
bian acompaado a
Rivera
a las
1854 el
departamento
tenia 7.500
-
7/25/2019 Los Departamentos 08
25/68
Misiones.
Los primeros pob ladores de la
ciudad de Salto,
en
su
mayora
portugueses y procedentes del
Arro
yo Grande de la China hoy Con-
cepcin del Uruguay), .del Rincn
de
las
Gallinas y de Montevideo,
se casaron con
mujeres
de apellido
indigena,
oriundas
de estos
parajes
.
o de las provincias de Corrientes y
Entre Rios.
Entre los aos 1830 y 1840 se
acenta una corriente inmigratoria
proveniente de los pueblos de Mi-
siones,
mientras
se extingue la de
Corrientes y Entre Ros.
El 8 de agosto de 1852 se funda
por
ley
el
pueblo de Constitucin,
en el paraje ubicado
entre
las cos-
tas del Uruguay y el arroyo Ceibal
Chico, 35 quilmetros al norte de
la ciudad de Salto. Fue creado
porque se necesitaba un puerto de
trnsito
para
el comercio entre
Salto y las provincias argentinas.
Pero la mayor
parte
de
la pobla-
cin de Constitucin, que por en-
tonces ascenda a 2.000
habitantes,
se dedicaba a la
agricultura
y vas-
tas extensiones de viedos y
rbo
les frutales cubrian los alrededores
del
centro
poblado.
La colonia agrcola de Lavalleja,
sobre el ro Arapey Grande, debi
establecerse, segn ley, en 1860,
pero
por
litigio entre un particular
y el
Estado
se hizo la divisin en
chacras recin en 1884. Debido a
la falta
de comunicaciones, a
la
escasez de
agua
y a
la
mproducti-
vidad de los suelos, la colonia no
poda considerarse prspera.
Existe
en la
actualidad
un
pe-
queo ncleo poblado
en
medio de
las chacras que se extienden
por
aquellas cuchillas.
LOS
PRIMEROS
ENSOS
Segn el Bole tn del Minis te rio
de Hacienda,
en
1834 la poblacin
ascenda a 1.315
habitantes;
en
habitantes y la ciudad 2.808;
en
1880 alcanzaba el
departamento
a
15.721 y en 1908 a 46.259 habitan
tes.
Un censo detallado realizado en
1890 confirma la existencia en Sal
to
de
21.610 uruguayos, 4.039
bra
sleos, 1.885 ita lianos, 1.680
ar
gentinos, 1.152 espaoles, 373 fran-
ceses, 7 ingleses, 69 paraguayos,
46 alemanes, 12 suizos y 7 chilenos,
lo que pone de manifiesto la mez-
cla de individuos de distintas nacio-
nal idades, raz de la poblacin ac-
tual.
EVOLUCION
El
cuadro
demogrfico preceden-
te exper imenta, con el
correr
del
tiempo, .diversas transformaciones.
Los lat inos -spaoles, portugue
ses, italianos y franceses- llegan
sucesivamente y se mezclan con el
criollo, sin originar un tipo defini-
do. Los negros fueron
trados
por
los estancieros portugueses como
esclavos, en poca cantidad, y se
han
mestizado
a
travs
de
varias
generaciones. Tambin viene a su-
marse
la
inmigracin vasca y sa
jona que trasmite al nativo su
energa
tesonera e inflexible.
En
las
ltimas dcadas disminu-
ye
la
inmigracin
latina
y
arriban
pequeos contingentes de eslavos,
judos y sir iolibaneses; los prme
ros se dedican a las actividades
agrarias
y los ltimos
al
comercio.
Todos estos e lementos de mez-
clada sangre han constituido un
or ig ina l ncleo heterogneo que, a
travs
de los aos, se
ha
homoge-
neizado de ta l forma que las
anti
guas diferencias hoy
pasan
inadver-
tidas. De ah, entonces que en la
actualidad predomine
en
el campo
y la ciudad la raza blanca.
R TERES DISTINTIVOS
DE L PO L CION CTU L
El factor geogrf ico inf luye en
la formacin del carc te r local:
1)
Por
su si tuacin,
Salto
se en-
cuentra
en el punto de contacto
de
tres
sociedades uruguaya,
bra
slea y
argentina)
y
cada
una le
aporta su modalidad.
2) Por su aislamiento de la metr-
poli, que
le permite
desarrollarse
con independencia de Montevideo.
3) Por su clima clido, que lo d-
ferencia del sur: la
naturaleza
ha
sido ms prdiga.
4) Por sus cursos f luvia les cauda-
losos,
qUe
proveen abundante fuen-
te para riego y reserva hidroelc-
trica.
5 Por su policromo paisaje, que
ha dado estmulo y vuelo a la ima-
ginacin del salteo en las artes
y
las
letras.
6) Por sus recursos naturales, cuyo
desarrollo se
revela en
el
tenaz
pro-
greso del departamento.
Se establece, entonces, una
rela
cin entre el medio fisico y el pro-
ducto humano; los atributos de ca
rcter
localista se manifiestan con
ms
nfasis en
la
clase media.
Otra caracterst ica de la socie-
dad saltea, es
que
aun
siendo
un
circulo amable , no acoge
al
fo-
rastero sin previo conocimiento.
Pero una vez conocido, lo recibe y
lo acepta como a uno ms
de
sus
hijos. Tradicionalista, celoso de
su
pasado,
Salto
conserva en sus em-
pinadas calles, en sus viejas caso-
nas y en sus patios enrejados, el
espritu seorial que hace inconfun-
dible la personalidad de
su
pueblo.
CTIVID D ECONOMIC
Por
su topografa,
su
tapiz vege-
ta l
y sus numerosos arroyos y ca-
adas
el
departamento
es, por na
turaleza, ganadero. La mayor par
te de su superficie se . dedica a
la
cra de ganado bovino y ovino. Las
lanas figuran
por
su cal idad y can-
tidad
entre
las
pr imeras del
pas
y de sus reses se obtiene
un alto
rendimiento
en
carnes y derivados.
El estancierQ va pasando paula
tinamente
de la e tapa pastorl a
un
23
-
7/25/2019 Los Departamentos 08
26/68
La
mayor
parte
{le
la superficie del departamento
s e
dedica an
a
la ganadera extensiva.
sistema de explotacin intensiva de
la ganaderia .
En parte
este pro
ceso ya se est cumpliendo, aunque
el rgimen de latifundio an impe
rante retarda esta transformacin.
Pero
el
salteo
no se dedica sola
mente a la cria de ganado. En la
actualidad
rodea
la
ciudad
una
faja
cada vez ms extensa de huertos y
rboles citricos que ofrecen sus
frutos tempranamente, madurados
por la nobleza de
su
clima
sub-tro
pical. Son huertos donde el hom
bre, que apl ica tcnicas modernas ,
trabaja el suelo laboriosamente y
lo provee,
mediante
riego artificial,
del agua que le niega el esto. Este
tesonero esfuerzo hace posible que
las
primicias
salteas
(tomates,
ajes, morrones,
frutillas
y
hortali
zas) invadan cada ao los merca
dos del pas.
Las quintas, donde la blancu
ra
de los
azahares
r ival iza con los
dorados frutos que
salpican
sus
copas,
brindan
notable
demostra
cin de la prodigalidad
de
la
tie
rra. En
el
Canto
a los
naranjales ,
Enrique
Amorim expres:
Suben Por las colinas los verdes
mandarinas
humildes. uniformes, redondos,
(femeninos,
Los naranjos,
en
cambio,
seorean
la huerta
y
desde su
prestancia da su
grito
de alerta
el
vivo benteveo .
El manso limonero, de las
tapias
(vecino,
derrocha su
amarillo
que salpica
el camino
La dedicacin ejemplar del cit ri
cultor y
el quintero, ha hecho po
sible q Salto ocupe el primer
lugar en la
produccin nacional de
estos frutos.
TIPOS UM NOS
P ON
El ganado criollo, que en los
primeros
tiempos
paca en
nuestros
campos en
estadd
salvaje, pas a
ser
vigilado
y
conducido por la
mano
del hombre, a medida que
iban
naciendo
las
grandes estan
cias organizadas. El gaucho, hom
bre
de intemperie y de horizonte
abierto, se fue transformando en
pen. Los a lambrados de la estan
cia separaron
al
pen de su fami
lia.
Las
familias
pasaron
a
formar
los rancherios, habitat rural de
paja y terrn, refugio del paisa
no. La escasa instruccin del
pen de
estancia
no le
permite
es
pecializacin ninguna y realiza en
tonces las
ms
diversas
tareas:
do
mar, trapear,
rondar
las reses, alam
brar. Es el pen pa todo , tan co
mn en
nuestra campaa.
Su
vesti
menta
se reduce a una bombacha
criol la o un far-west , alpargatas,
boina o
sombrero
aludo. Pocos lu
jos puede
darse:
tabaco, caballo,
bebida los domingos en el boliche
y la rad io a transi stores, q
ha
roto el a is lamiento en que viva.
Sacrificado, silencioso, melanc
lico, el pen se levanta y se acuesta
con el sol. Prodiga sus energas,
todo el ao, al
patrn;
muy pocas
veces el patrn
retribuye
s es
fuerzo y su lealtad.
Z FR ROS
Existe en Salto
una
zona inter
media entre
la
ciudad y el latifun-
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dio, dedicada a cierto tipo
de
cul
tivo que requiere disponibil idad
de
mano
de
obra
citrus, primores,
mani y que aparece facil itado por
las condiciones ecolgicas del suelo,
particularmente apto. La explota
cin no puede depender solamente
de los brazos del
productor
y su
familia, pues en c ier tas pocas del
ao se neces ita ms mano
de obra
para
las dife rentes ta reas, como el
carpido, el cuidado sanitario, el
riego y
la
recoleccin. Nace, as ,
el zafrero.
Generalmente proviene del
me
dio rural y se afinca en los aleda-
Vaciando
las camisas .
os de la ciudad.
Habita
cierto
tipo
de
poblacin
rural trasplan
tada al medio urbano. Es decir,
no se
separa
del todo de
su am
biente, manteniendo algunas ca
ractersticas
del
habitat
tradicio
nal, al punto de que hay quienes
cuentan
con
su
. caballo y
la
leche
ra familiar
medio
rurbano .
Los zafreros son trabajadores
ambulantes. Se desplazan hacia el
lugar donde pueden encontrar ocu
pacin.
Se
trata de hombres rudos,
curtidos, capaces de
soportar
largas
jornadas
de fro intenso o de sol
ardiente. Pocos son los que traba-
jan en
el aporcado,
en
la limpieza
de los surcos y en los trabajos pre
vios a la cosecha; es la cosecha
misma
la
que requiere
ms
abun
dancia
de mano de obra. La reco
leccin de los distintos frutos se
ds tr ibuye a lo largo del ao. En
tonces,
zafrero
puede.
trabajar
tanto en la pap cqIllo en el man,
en el boniato comoien
la
naranja.
Al jornal que se le
pag
se agrega
un aporte en especesreldE;scarte,
que
contribuye.de
ta l
modo.
a
su
alimentacin. Se da el caso,excep
cional,
de queja
deta delqs za
freros tenga por base la fruta o
Foto VanOyek
-
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Llenando las camisas
Foto
Von Dyck .
tubrculo que ellos mismos
han
recogido.
Desde hace unos veinte aos,
cuando comenz la exportacin ha-
cia Buenos Aires,
las
nuevas exi-
gencias del mercado requirieron un
obrero especializado.
Buen
golpe
de vista y habilidad
manual
son
condiciones indispensables
para
recoger, clasificar y acondicionar
la
frufa.
El
trabajador sal teo se dis-
tingue
por su dest reza
y velocidad,
al punto de que sus servicios son
requeridos no slo
en
la zona man-
zanera
de Montevideo y Canelones,
sino en Rio Negro (Repblica Ar-
gentina) donde
tres
meses al ao
(diciembre a marzo) cumple su
zafra con
alto
rendimien to y bue-
nos salarios. Aparece entonces
una
diferencia del trabajo el zafrero
comn y el especializado.
El primero realiza diversos me-
nesteres por ejemplo, arranca
na-
ranjas esquila, corta o riega la
caa de azcar.
El
cali ficado es
aquel que con la experiencia adqui-
rida o su habilidad natural cse-
cha la mejor fruta rpidamente
y
sin daarla, cuidando al mismo
tiempo el
rbol
que la produce.
Tambin hay diferencia de salarios
entre el contratado por da, que
trabaja ocho horas pudiendo cum-
plir jornadas extras, y el
destajista
que cobra por cajn y
trabaja
se-
gn la
necesidad de la empresa,
de ocho a doce horas.
Pese
a que
es el
zafrero
quien
extrae la
ri-
queza de la zona, vive precaria-
mente, con dificultades; los espe-
cializados, s in embargo, suelen ob-
tener
mayores recursos.
JORN D L
RR N DOR
N R NJ S
En
las maanas de invierno,
cuando
la helada
blanquea,
largas
hileras de camiones salen de la
ci ldad
en
distintas direcciones, ha-
cia
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Los quinchos protegen as primici