Los Ciegos Del Evangelio

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    LOS 7 CIEGOS DEL EVANGELIO

    Cuando la Iglesia primitiva presentaba a Jess, no lo haca con frmulas aprendidas dememoria, sino que se centraba en hechos concretos ms que en teoras o doctrinas.

    Los catecismos aparecieron despus, cuando los cristianos dejaron de tener experiencias

    profundas de su fe y tuvieron que limitarse a repetir lo que otros les haban dicho oenseado.En los discursos de la predicacin primitiva, tanto de Pedro como de Pablo,

    encontramos siempre tres elementos esenciales en la vida de Jess:- Sus milagros. - Su muerte. - Su resurreccin.Entre las curaciones, las ms importantes eran aquellas en las que devolva la vista a los

    ciegos.Abrir los ojos era considerada la curacin por excelencia. Los profetas haban dado

    este signo para identificar al verdadero Mesas.Por eso cuando Jess hizo su presentacin en la sinagoga de Nazareth, declar que

    haba sido ungido con Espritu Santo precisamente para abrir los ojos a los ciegos.Por tanto, cuando Jess cura a un ciego es una afirmacin de su carcter mesinico.

    Ciertamente, el milagro beneficia en directo al enfermo; pero a quien ms favorece el signoes al mismo Jess, ya que prueba que es el Mesas que haba sido anunciado por lasEscrituras.

    De entre todos los ciegos curados por Jess, el Evangelio nos cuenta la sanacin desiete de ellos. Esta cifra es simblica. Siete significa plenitud, totalidad. Jess ha venido aabrir los ojos de todos los que permanecen en cualquier tipo de tinieblas.

    Es el sol de justicia que nos revela la verdad completa, hacindonos ver lo que erainvisible.

    Sin embargo, su luz es tan intensa que si da vista a unos, al mismo tiempo es capaz decegar a otros. Es una espada de dos filos que hace ver a los ciegos, pero que vuelveinvidentes a los que presumen de buena vista.

    Jess, luz del mundo, es un sol de contradiccin que ilumina a algunos, mas traetinieblas a los que le dan la espalda.

    No hay trminos medios frente a l. O fro, o caliente; pero nunca tibio. O se le aceptaincondicionalmente, o se le persigue.

    Por tanto, no pretendo que todos acepten el mensaje expuesto en estas lneas. Alcontrario, espero que sea tan escandaloso, que no falten quienes lo rechacen y condenen;

    incluso, que haya quienes, irritados, cierren el peridico y escondan su cabeza como lasavestruces.Entonces s, y slo entonces, podr creer que he sido fiel al Evangelio, que es piedra

    angular y piedra de tropiezo al mismo tiempo.

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    LOS DOS CIEGOS DE JERIC Mt 20,29-34

    Los caminos se hicieron para andarse; o mejor dicho, andando se hicieron los caminos.Por eso, el Evangelio nota la incongruencia de dos hombres que se encontraban sentados a lavera del sendero. Cual atletas descalificados de la competencia, se apostaron derrotados acontemplar el desfile de quienes corran con esperanza de alcanzar un galardn en la meta.

    Se les haban cerrado todas las puertas y vedado todas las posibilidades, excepto la de sermendigos.La desgracia los haba unido y la misma enfermedad los mantena juntos. Ciertamente

    hubiera sido ms provechoso sentarse en sendos lados de la va. Sin embargo, ellos habanpreferido compartir sus sufrimientos, aunque tuvieran que dividir las ganancias. As, cadamendrugo de pan era siempre partido en dos, y al final de la jornada abran la bolsa comn

    para repartirse las pocas monedas.Hay que notar que no slo estaban juntos, sino profundamente unidos. La ceguera los

    haba contagiado uno del otro y ahora les resultaba del todo imposible separarse.La rutina de la vida y la falta de ilusin los tenan adormecidos, sin derecho a soar; sin

    la alegra expectante del que confa en que el futuro ser mejor.Para ellos, la noche era interminable y no podan esperar un nuevo da; no veran el solque despeja las tinieblas y hace emerger colores y figuras.

    Pero una maana, todo cambi. De la legendaria ciudad sali una algaraba triunfal,mientras que un victorioso desfile emprenda la marcha, pasando precisamente en frente dedonde ellos se encontraban. Era el famoso Jess de Nazareth, abanderando la paz y lafelicidad.

    El Evangelio aclara que "al or ellos que Jess pasaba", reaccionaron inmediatamente.Su fino odo les haba hecho distinguir que se trataba de algo muy especial. Su alta fidelidad

    para escuchar los haba capacitado para distinguir al Seor.

    No tenan necesidad de que nadie se lo dijera. La estereofona que viene de la fe se losaseguraba de tal manera, que no dejaba lugar a duda.

    La naturaleza tambin haba compensado la carencia visual con una potente voz, queera capaz de ser escuchada por todos los integrantes de una caravana.

    Se pusieron a gritarEn esta ocasin se trataba de un acontecimiento muy singular: la multitud era

    demasiado grande, los aplausos interminables y el vocero constante.Por eso, haba que hacer algo especial para ser tomados en cuenta. Como no podan ver

    a Jess, optaron por tomar el camino ms difcil: se haran ver por l.En un instante se pusieron de acuerdo, tanto para levantar su voz como para unificarla.

    Haba que superar el gritero de los vendedores, los llantos de los nios y los cuchicheos delas mujeres.

    As, cual sonido de trompeta, un clamor sonoro surc el espacio, haciendo estremecer ams de alguno. Gritaban juntos, no slo para ser escuchados, sino como signo de su mutuasolidaridad. Cual coro armnico en sintona perfecta, su voz vibr al unsono.

    Su oracin estaba compuesta por tres partes, tan cuidadosamente escogidas comoperfectamente unidas y dependientes.

    Seor

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    La primera palabra elegida era la ms importante para lograr captar la atencin. De esteprimer impacto dependera todo el xito o todo el fracaso de su intervencin.

    -Seor...!, -gritaron con todo su corazn.Es muy importante recordar que este ttulo era reservado exclusivamente a Dios en el

    Antiguo Testamento. Por tanto, con esa expresin slo uno poda darse por aludido. Nadie,sino el interesado, podra responder a quien lo estuviera llamando en esa forma. Por tanto, no

    poda haber lugar al equvoco, a pesar de ser tantos los transentes. Uno solo era "el Seor"entre toda esa multitud.De esa manera, ellos reconocan la supremaca de Jess sobre sus vidas. Era una forma

    explcita para entrar en su servicio. De ahora en adelante, ellos eran una pareja ms de susincondicionales vasallos. As, se rendan absolutamente bajo el seoro del Maestro. De eseda en adelante, ya no serviran a otro que no tuera l.

    Se trata de una declaracin que los compromete con Jess delante de todo el pueblo. Noes un grito como quien solicita un taxi, sino el firme compromiso de rendirse y servir alSeor.

    Psicolgicamente hablando, no haba mejor forma de ser tomado en cuenta por Jess,

    que ponindose a su servicio. La multitud se acercaba al famoso taumaturgo para pedirlefavores. Todos extendan las manos para ser llenados de bendiciones.El ro humano que se acercaba al Maestro, era como avalancha que trataba de arrancarle

    hasta su alma. Ellos, nadando contra corriente, saban que era ineludible el encontrarse conl. Comenzaron ponindose a su servicio, aunque bien poco tuera lo que pudieran ofrecer.

    Hijo de DavidSi con el primer ttulo -Seor- se comprometan absolutamente con l, ahora lo

    comprometen a l mismo: si Jess no era el "Hijo de David", no deba responder al llamado.El ttulo "Hijo de David" estaba preado de un profundo sentido mesinico:

    - Un hijo del rey David se sentara eternamente en el trono de Israel: 2Sam 7,13-14.

    - Del tronco de Jess (padre de David) brotara un retoo lleno de todos los donescarismticos, para instaurar los tiempos mesinicos: Is 11,1-9.

    - Todos los enemigos estaran postrados a los pies de este hroe victorioso: Sal 110,1.- Los tiempos mesinicos se podran identificar claramente por varios signos. Uno de

    los principales sera que los ojos de los ciegos se abriran: Is 61,12:35 5. Ver Mt 11,5.- De la familia real saldra el que habra de pastorear a Israel: Mq 5,1.- Jess mismo haba presentado sus credenciales mesinicas en la sinagoga de su

    pueblo, cuando afirm explcitamente que estaba lleno del Espritu Santo para dar vista a losciegos: Lc 4,18-19.

    As pues, ellos, confesando pblicamente que Jess era el Mesas esperado, locomprometan delante de todos a que diera la prueba mesinica anunciada en las infaliblesEscrituras: dar vista a los ciegos.

    De esta forma lo urgan delante de todos los que haban escuchado aquel potente grito.Ciertamente era una valiente y hasta atrevida oracin que tena que ser escuchada, obligandoa Jess a responder de alguna manera.

    Ten piedad de nosotrosEsta expresin no precisa comentario. Qu puede ser ms expresivo que un lamento

    que brota de lo ms profundo de un corazn necesitado?

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    La gente les reprendiEstos gritos presionaban de tal manera a Jess, que a muchos les pareci exagerado.

    Entonces se acercaron a los ciegos y les reprendieron.An entre los seguidores de Jess haba quienes no eran partidarios de las curaciones.

    En caso de haber algn signo debera ser discreto, dentro de lo normal. Sin cosas llamativasni extraordinarias. Aceptaban al Mesas, pero sin cumplir su misin mesinica.

    Un Mesas as, sera como un fuego que no quema o un agua que no fecunda De quservira un sol que no ilumina?Aqu encontramos frente a frente dos posturas sobre el Mesas:- Los ciegos que toman en serio las Escrituras, y la declaracin de Jess de Nazareth en

    que promete abrir los ojos a los ciegos. Para ellos, el Mesas debe dar la prueba de sumesianismo. Las curaciones no son slo convenientes, sino absolutamente necesarias. SiJess no sana a los enfermos, no puede ser el Mesas. Por tanto, no tienen valor susenseanzas, sus bienaventuranzas son una utopa y no hay que darle crdito a su persona, yaque no cumple los requisitos mesinicos. Si Jess no cumple las palabras de la Escritura,no tenemos la obligacin de cumplir la suya.

    Ellos no estn dispuestos a creer en un Mesas devaluado o debilitado.- Los que aceptan al Mesas, pero moldeado por su prudencia excesiva; los que piensanque eso de las curaciones es un "gnero literario" que no hay que tomar al pie de la letra, sonquienes juzgan fundamentalistas a los que creen sin condiciones en lo que Jess dijo.Quieren un Mesas discreto: la espada de su Palabra no debe llegar hasta la hendidura de loshuesos, ni debe realizar prodigios y milagros que llamen la atencin.

    Desgraciadamente todava quedan muchos de esos seguidores de Jess, que niegan losmilagros y curaciones por la simple razn de que no aceptan los signos portentosos. El perfildel Mesas est delineado por sus gustos, y no por la misin que Dios le ha confiado ni lasnecesidades de la humanidad.

    Entonces, con un shhh...! en la boca y mirada condenatoria, conminaron a los ciegospara que se callaran. A los que no podan ver se les negaba tambin el derecho de hablar. Eratan grande la presin, que pareca capaz de ahogar la espontaneidad y la sinceridad deaquella splica.

    Trataban de moldearlos de acuerdo a un patrn preestablecido, recortado por el respetohumano y los cnones convencionales.

    En la relacin con Dios se fabrican normas que modulan la voz, gradan la temperaturadel corazn y maquillan el rostro, para que los hombres y las mujeres sean productos enserie; todos iguales, no slo de fachada, sino de pensamiento, palabra, obra y, sobre todo, deomisin, ya que se insiste, de manera escrupulosa, en todo lo que no se debe hacer.

    Se ritualizan de tal manera las frmulas de relacionarse con Dios, que se pierdeprecisamente la cualidad que identifica el amor: la espontaneidad.

    Pero ellos gritaron ms fuerteLa navaja no fue capaz de cortarlos a la misma medida. Al contrario. Ellos rompieron el

    molde preestablecido. El trmino griego "meizon" da a entender que no slo gritaron msfuerte, sino ms intensamente, con mayor conviccin y seguridad.

    La oposicin les ofreci la oportunidad de confirmar su declaracin de fe, de unamanera ms valiente y decidida. La contrariedad fortaleci su postura. En vez de doblar las

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    manos y agachar la cabeza, en vez de intimidarse o acomplejarse, volvieron a la carga conms mpetu.

    Entonces se pusieron de pie y repitieron con el alma:- Seor, hijo de David, ten piedad de nosotros!Resulta muy fcil unirse de manera impersonal, al coro que reza: "Seor, ten piedad de

    nosotros"; pero es muy difcil aceptar y confesar ante los dems, nuestra condicin de

    pecadores y la necesidad de auxilioGritaron de tal forma, que debieron ser odos por Jess. Ellos saban perfectamente quel los haba escuchado. Por tanto, el Maestro estaba ms comprometido que nunca... si enverdad era el esperado Mesas.

    Detenindose JessJess, entonces, se detuvo. Los caminos no se hicieron para andarse, sino para

    encontrarse. Quien no se sabe detener a tiempo, ha caminado en vano; ha sembrado confatiga sin poder cosechar espigas de alegra.

    Les llamoEntonces les dio la primera orden. Ellos obedecieron inmediatamente.

    Ayudados y guiados por una cadena de manos amigas, fueron colocados frente a Jess.Haban logrado precisamente lo que se haban propuesto. Su inteligente estrategia habaproducido los resultados calculados; lo dems ya no dependa de ellos.

    Que quieren que les haga?Si los ciegos se haban rendido absolutamente a las rdenes de Jess cuando lo

    confesaron como "Seor", ahora l mismo es quien se pone incondicionalmente a su serviciocuando les dice: "Pdanme lo que quieran".

    Les firm el cheque en blanco empleando como testigos a todos los que le seguan.Jess estaba tan comprometido con la confesin pblica de los ciegos, que no poda sinoresponder de la misma manera... l no haba venido a que le sirvieran, sino a servir.

    Seor, que se abran nuestros ojosSu peticin es perfectamente lgica con el principio del que partieron. Quieren que

    Jess se muestre como el verdadero Mesas que ha venido a abrir los ojos de los ciegos.Incluso ellos usan la frmula mesinica: "abrir los ojos". (ver Is 35,5)

    Su oracin est preada de absoluta confianza. No le dicen: si es posible... si puedes... siconviene para la salvacin de nuestras almas... Su peticin es casi una orden. Apoyados en el

    poder de Jess y que l mismo ha firmado el cheque en blanco, ellos simplemente lo cobran.Notemos que no or cada uno por su lado: "Seor, que se abran mis ojos". Uno peda al

    mismo tiempo por su compaero. Como que no conceban su sanacin sin la de su amigo.Compadecido les toc los ojosJess respondi a esta doble peticin: tiene compasin de ellos y los cura al unsono.

    Imponiendo las manos en los ojos de los enfermos, los san al mismo tiempo einmediatamente recobraron ambos la vista.

    Jess respondi al instante. As como ellos haban expresado pblicamente su fe, asJess da muestra palpable no slo de su poder y compasin, sino que confirmaexplcitamente su carcter mesinico. Si este milagro beneficia a los enfermos, ms provechotrae a Jess: demuestra que l es el verdadero Mesas.

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    Si en la sinagoga de Nazareth se haba proclamado el Ungido, que haba venido paradar vista a los ciegos, vemos que en el camino de Jeric cumple con dicha funcin.

    Es cierto que los ciegos salieron ganando con la recuperacin de su vista, pero ante losojos de todo el mundo se manifest de manera palpable el cumplimiento de las Escrituras.

    Ellos le siguieron por el caminoEllos, los que estaban sentados, emprenden la marcha. Ya no existe ninguna

    justificacin para mantenerse pasivos e indigentes. Ahora deben caminar sin detenerse."Seguir", de acuerdo a la mentalidad del Nuevo Testamento, no significa slo la accinde ir en pos de otro, sino que, tratndose de Jess, implica imitar su estilo de vida, ser comol. Esta es la perfecta sanacin de ambos. En esto consiste la completa salud del hombre: sercomo Jess.

    ConclusinTal vez en ningn otro pasaje del Evangelio encontraremos tantas enseanzas sobre la

    sanacin. Estamos delante de una rica mina de enseanzas, tanto del modo de pedirla, comola manera de otorgarla.

    1.- En primer lugar, resalta la eficiencia de la oracin comunitaria de los que piden la

    curacin.1. Jess haba prometido un poco antes (Mt 18,19, 20) que si dos se ponan de acuerdopara pedir cualquier cosa, la conseguiran necesariamente. Ponerse de acuerdo (sinfoneo)significa vibrar al unsono, compartir el mismo deseo, tener un solo objetivo. Estos dos queoran no slo estn juntos, sino profundamente unidos.

    - Juntos compartan todo cuanto eran y tenan. - Juntos oyeron a Jess. - Juntos hicieronla misma oracin. - Juntos fueron interrogados. - Juntos respondieron. - Juntos fueroncurados. - Juntos siguieron a Jess.

    As pues, cumpliendo la condicin puesta por Jess, deban ser escuchados.2.- Se nota claramente la importancia de la manifestacin externa de la fe. No basta

    creer con el corazn. Es necesario confesar la fe con la boca. No es suficiente la conviccininterior. Esa debe expresarse, porque de esa manera nos comprometemos delante de todos.

    3.- La respuesta a la oracin depende de que Jess tenga compasin. El ministerio decuracin es el ministerio de la misericordia, y por tanto, de la compasin por los enfermos.

    4.- Tambin descubrimos la importancia del contacto fsico con el enfermo. Jessinsisti en este aspecto con sus apstoles, cuando les dijo que impusieran las manos sobre losenfermos. Este signo de amor es ms importante de lo que pensamos.

    5.- Primero se comprometen a aceptar a Jess como el Seor de sus vidas, y hastadespus le solicitan la curacin.

    6.- La sanacin nos lleva a ponernos de pie y emprender la marcha. La verdaderasanacin nunca es pasiva: al contrario, quita la pasividad.

    7.- Los que han sido sanados, sienten la, necesidad de continuar unidos en bsqueda delSeor. No quieren caminar aislados, sino formar parte de la misma caravana.

    8.- Siguen a Jess. La completa sanacin consiste en seguir las huellas del Maestro. Eles el camino. Por tanto, ser como Jess es la perfecta sanacin.

    9.- La palabra tiene que ir acompaada de signos. Nunca palabra sin signos; menos,signos sin palabra.

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    BARTIMEO Lc 18, 35-43, Mc 10, 46-52IntroduccinEstamos ante un relato tan parecido a la curacin de los dos ciegos de Jeric, que

    muchos escrituristas han pensado que se trata de una copia servil o una repeticininnecesaria que duplica el milagro de curacin de la pareja de Jeric narrada por Mateo.(20,29-34) Sin embargo, examinando detenidamente ambos pasajes, nos encontramos con

    ms divergencias que coincidencias, aparte de otras muchas diferencias que haremos notar alo largo del relato.JericJeric, la ms antigua de las ciudades habitadas por el hombre, ocupa un lugar

    privilegiado, tanto en la geografa como en la historia de la salvacin: ubicada en la fronteradel rea frtil del Jordn, se haba convertido en plcido remanso para los transentes deldesierto. Situada a ms de 300 metros bajo el nivel del mar, pero muy por encima enimportancia de otras ciudades y villas, dentro de sus muros se guardaba, celosamente, lahistoria de gloriosas gestas.

    Jeric haba sido edificada cinco mil aos antes por intrpidos colonizadores, siempre

    atacada por valientes ejrcitos y defendida por heroicos soldados.Sus slidas almenas y sus altas torres daban a entender que en Jeric no caban losmediocres. Todos sus habitantes estaban forjados por el ardiente sol de la regin, lacompetencia econmica y la superacin personal.

    Su mercado estaba siempre lleno de productos extranjeros, y a la puerta de la ciudad serealizaban importantes transacciones comerciales en diferentes lenguas. Los bancos de Jericgozaban siempre de buen crdito en el exterior.

    En las afueras de JericEl siguiente milagro de Jess es narrado tanto por Lucas, como por Marcos. Cada uno

    de ellos le imprime colores propios para ofrecernos un cuadro vvido y hermoso. Mientras

    que el primero sita el hecho a la entrada de Jeric, el otro lo describe a la salida.No se trata slo de una cuestin de enfoques. Lo que nos quieren dar a entender es que

    el enfermo se encontraba tuera de los milenarios muros, porque en la famosa ciudad no habalugar para gente como l Jeric slo acoga a quienes eran capaces de distinguir las perlas ycomprar las mercancas A los dems se les marginaba y rechazaba.

    BartimeoBartimeo, el hijo de Timeo, haba perdido la vista en un accidente, lo cual

    inmediatamente lo excluy de la herencia de su padre, un acaudalado comerciante de laciudad. As, no teniendo otra forma de ganarse la vida, se sentaba a la orilla del camino para

    pedir limosna a los transentes.A unos cuantos metros de las famosas murallas que salvaguardaban a sus habitantes, se

    encontraba sentado Bartimeo, a la sombra de la nica palmera que estaba fuera de la ciudad.El ciego haba escogido un lugar estratgico por donde tenan que pasar las caravanas, losricos comerciantes y los piadosos judos que suban a Jerusaln.

    Bartimeo gozaba de natural simpata, carcter jovial y extraordinaria capacidad derelacin con todo el mundo. De inmediato se ganaba la confianza de cualquiera, incluso delos beduinos, antisociales por naturaleza.

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    Dotado de singular memoria, recordaba no slo nombres, sino tambin la especialidadde cada comerciante y el itinerario de cada caravana. Jams olvidaba a ninguno que por all

    pasaba; especialmente si le haba dejado una buena limosna, o le haba trado una interesantenoticia que despus l habra de contar a otros.

    Bartimeo saludaba a todos los camelleros por su nombre, y hasta pronunciaba una fraseen el dialecto de cada extranjero.

    No tena pasaporte para transitar por el camino del xito, ni visa para emigrar al mundodel comercio. Aquel fortuito accidente le haba cerrado todos los caminos. Sin embargo, suoptimismo le haba abierto ciertas brechas: a la sombra de su palmera se encontraba unimprescindible centro de informacin internacional.

    Todos los comerciantes se detenan frente a l para indagar por el nmero y procedenciade las mercancas que ah llegaban, y as poder ellos vender su cargamento de acuerdo a laeterna ley de la oferta y la demanda.

    Igualmente los camelleros venan a intercambiar noticias de la regin. Hasta losextraviados se acercaban para preguntar por el camino mejor que los condujera a su destino.

    Todo el mundo conoca a Bartimeo por su nombre y l tambin a los dems. Su

    franqueza y sencillez le granjearon excelentes relaciones internacionales. Inclusive, uncomerciante de Damasco le haba regalado un manto casi nuevo.De esta forma, Bartimeo haba venido a ser necesario no en la ciudad, sino fuera de ella.

    Prcticamente formaba parte del paisaje. Si un da llegaba a faltar, hasta la misma palmera,inclinada por el viento, pareca que buscaba una y otra vez a su alegre compaero.

    Pero un da un alboroto que sala de la ciudad haba de cambiar todo aquel panorama.Un mar de gente vena por el camino: tantos, que hasta lo desbordaban. Cada uno estabaempeado en llegar a una meta invisible.

    Bartimeo volteaba para todas partes, tratando de adivinar lo que pasaba, pero nadie sepreocupaba de darle los datos necesarios. Al contrario, llevaban tanta prisa, que un viandante

    distrado golpe con su pie el bastn recargado en la palmera. Un acomedido lo devolvi aBartimeo, el cual, como siempre, se aprovech de la situacin: le agarr fuertemente lamanga de la tnica y le pregunt a qu se deba tanta gritera. Le tena firmemente asido,como para darle a entender que no lo soltara hasta que respondiera completamente sucuriosidad.

    Aquel hombre simplemente contest que se trataba de Jess de Nazareth, sin dar msexplicaciones. El no tena tiempo para impartir un curso de Cristologa, ya que corra elriesgo de quedarse rezagado en el camino. nicamente ofreci el nombre y el origen delcausante del problema, y dej que el ciego sacara sus propias conclusiones.

    En cuanto Bartimeo oy que era Jess, solt al hombre y se puso a gritar con todas lasfuerzas de su corazn. Fue tan impresionante como inesperado aquel grito, que el evangelistaLucas lo ha grabado de manera tan viva, que parece que lo estamos escuchandodirectamente:

    Jess, hijo de David, ten compasin de m!JessLlama a Jess por su nombre. Ya sabemos que Bartimeo no tena cumplidos para nadie

    y se diriga siempre de t a todas las personas. Si muchos le atribuan gloriosos ttulos alfamoso predicador de Galilea, eso no tena ninguna importancia para l.

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    Goza de un privilegio tal, que se atreve a llamar a Jess por su nombre propio. Es quepara Bartimeo no existen distancias con Jess, a pesar de que nunca antes lo hubiera visto.

    Toda la gente, comenzando por los apstoles y discpulos, se diriga a Jess conhonrosos ttulos y gloriosos eptetos. Slo tres personajes en todo el Evangelio se atrevenllamarle familiarmente por su nombre.

    Uno de estos atrevidos es Bartimeo. Tal vez precisamente por esa osada, es que

    tambin l se ha ganado la exclusiva de ser el nico beneficiado con una curacin cuyonombre se ha conservado en el Evangelio.El goza de peculiar privilegio para dirigirse a Jess con ilimitada confianza: como si

    fueran viejos conocidos o los ligara algn lazo familiar. Por supuesto que la multitud sesorprendi al escuchar tan atrevida forma de referirse a personaje tan famoso.

    Hijo de DavidSin embargo, lo ms importante es que el ciego descubre lo que para otros es invisible.

    Su fe le hace percibir lo que los dems no podan ver: Jess de Nazareth es el descendientede David!... el Mesas anunciado en las Escrituras. Ese hombre, originario de la ms oscuraaldea del norte del pas, es el esperado de todas las naciones. De esta forma, Bartimeo

    proclamaba que el Nazareno era el salvador del mundo. Bartimeo "vea" lo que los reyes yprofetas ansiaron ver.Ten piedad de mMiles y miles seguan a Jess, pero Bartimeo se sabe diferente a todos los dems. El

    tiene derecho a pedir un favor especial. A l no le importa que otros hayan llegado ante elclebre taumaturgo. El, consciente de que su caso es especial porque se sabe nico ydiferente a todos los dems, solicita con la seguridad de que va a ser escuchado.

    Muchos de los que iban delante le increpaban para que se callaraLlama la atencin el hecho de que Marcos asegure que eran "muchos" (polo) los que

    trataban de que guardara silencio. Sin embargo, es an ms significativa la precisin de

    Lucas cuando nos asegura que fueron precisamente "los de adelante" (oi proontes), los queal punto reaccionaron. Tal vez sea otra de las finas ironas con las que a veces nos sorprendeeste evangelista.

    Posiblemente nos quiera dar a entender cmo "los de adelante" no permiten que nadiesobresalga. Prefieren el silencio sepulcral, a los gritos comprometedores. Su protocolo es tanestricto y su liturgia tan programada, que sofocan cualquier expresin que salga de susesquemas. Para ellos las cosas ya son como deben ser, y por eso no toleran que nadietambalee la pirmide que los sostiene.

    Son precisamente los que de tal manera regulan el viento impetuoso de Pentecosts, quelo convierten en aire acondicionado para su placer.

    Siendo "muchos" y precisamente "los de adelante", no es difcil deducir susargumentos":

    - Los ritualistas le decan:Todos tenemos derecho a pedir algo, pero siempre y cuando seamos nosotros los que lo

    programemos. Primero debes solicitar una cita y luego hacer paciente cola en la sala deespera, aguardando que te llamemos.

    - Los ms recatados le aconsejaban:

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    Modera tu voz. No hay necesidad de gritar. Dios no est sordo. El Dios de Israel es unDios de orden y no est bien que te hagas notar de esa forma...

    - Los que vivan con fe prestada le desanimaban:No te ilusiones, Bartimeo. Los milagros fueron para otros tiempos que no volvern. En

    el xodo y en Egipto eran normales, pero los tiempos han cambiado. La ciencia mdica haprogresado mucho a partir de Hipcrates. Dios ya no tiene por qu estar haciendo milagros el

    da de hoy...- Los graduados en Atenas y laureados en Jerusaln argumentaban:Las curaciones son secundarias. Cntrate en lo esencial, que es la caridad.- Los legalistas le advertan:Ciertamente ese hombre realiza maravillas, pero hay que irse con mucha prudencia

    porque se atreve a curar en Sbado. En Jerusaln se ha nombrado un comit que estestudiando su caso y parece que las cosas no van por buen camino...

    - Incluso, los que estaban sanos arguan muy convencidos:La enfermedad es una oportunidad maravillosa para crecer en santidad. Tienes que

    aceptar la voluntad de Dios. Resgnate, que al fin y al cabo Dios no nos prueba por encima

    de nuestras fuerzas....Sin embargo, la razn ms grave y la causa de todo el problema era que el ciego estabasumergido en las herticas tinieblas de un elemental error bblico y teolgico: de ningunamanera el Galileo podra ser el hijo de David.

    Los descendientes del rey mesinico eran originarios de Judea, mientras que estehombre proceda de Nazareth, de donde nada bueno haba salido hasta entonces.

    Segn las profecas, el pastor de Israel deba nacer de una familia de Beln y no deGalilea de los gentiles. Por tanto, no cumpla el Nazareno con la caracterstica fundamentalcomo para aspirar a heredar las promesas hechas al rey David.

    Ante hereja tan obvia, los responsables de salvaguardar la pureza de la fe deban

    intervenir con energa. Bartimeo no gozaba del "nihil obstat" para publicar sus opiniones y,por tanto, se le negaba el derecho a pronunciarse.

    Ms todo result intil. Nadie pudo convencer al ciego. Ninguna razn intelectual fuecapaz de apagar la conviccin del corazn. Al contrario, con voz an ms potente volvi arepetir su confesin de fe. Era tan decidido y firme en su postura, que todos guardaronsilencio esperando ver lo que habra de pasar.

    Como Bartimeo segua aumentando progresivamente el volumen de su voz, Jess sedecidi a atenderlo de una vez, antes que los decibeles llegaran a ser insoportables.

    Adems, todos aquellos que consideraban a Jess como una persona misericordiosa, nocomprendan por qu no tena piedad de un amigo tan ntimo.

    Si alguien que le era tan familiar no era tomado en cuenta, qu podran esperar todoslos dems?

    Animo, te llamaSi muchos trataron de desanimarlo, tambin hubo otros que le animaron; aunque a decir

    verdad, era nimo lo que menos le faltaba. De un brinco se puso de pie, olvidando la bolsadonde guardaba unas pocas monedas y dejando tirado su bastn sobre la tierra. San Marcosdescribe que Bartimeo fue brincando hacia Jess. La presencia de uno frente al otro hizo

    brotar sendas sonrisas. No se sabra decir quin contagiaba a quin con su alegra.

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    Pregunta de sobraEntonces el Nazareno pregunt: "Qu quieres que te haga?" La pregunta de Jess

    pareca salir sobrando. Qu otra cosa podra solicitar un ciego? Sin embargo, queraescuchar de los labios del mismo enfermo su peticin.

    Bartimeo a su vez respondi con la oracin ms corta y ms eficaz de todo elEvangelio: "Seor, que vea". Con tan pocas palabras, quera decir:

    "Seor, que se abran mis ojos y pueda distinguir cada uno de los colores del arcoiris.Dame la capacidad de presenciar el desfile de las hormigas. Que en la noche pueda seguir elvuelo de las lucirnagas y extasiarme ante el fuego caprichoso.

    "Seor, anhelo ser despertado por el beso de los rayos del sol en mis ojos. Quieroadmirar las murallas de mi ciudad, con sus altas torres y gloriosas almenas. Sueo pasar porla plaza sin que me sealen los dedos maternales, que amenazan a sus hijos con un castigocelestial. Concdeme conocer a mi amiga la palmera, que me ha cobijado con su sombra.Anso leer por m mismo los viejos manuscritos que hablan del Mesas.

    "Quiero, por fin, reconocer la figura de las voces amigas, embriagarme con el destellode los ojos de los nios y, a la tenue luz de una lmpara de aceite, distinguir la silueta de una

    mujer hermosa. Que por fin termine esta larga noche y se disipe la pesadilla de mi ceguera.Que acabe este eclipse y aparezca el sol que no conoce ocaso. Quiero distinguir lo esencialde lo accidental y ver lo que es invisible para los ojos".

    Ve y veteJess, por su parte, responde explcitamente a lo que se le pide. "Ve", le dice, como eco

    de aquella voz creadora que dijo: "Haya luz", y la luz apareci. La palabra de Jess es eficaz.El que otrora fuera ciego, recobr la vista inmediatamente. Ms haba tardado l en solicitarsu curacin con tres palabras, que Jess en sanarlo con una sola. Ambos evangelistascoinciden en afirmar que la sanacin fue instantnea.

    Sin embargo, en el relato de Marcos, Jess no le dice "ve" (anblexon), sino "vete"

    (pague), queriendo dar a entender: Ya est hecho. Ya hice lo que me pediste. Me hedetenido para atenderte. Ahora retrate. Djame continuar mi camino y t vete por el tuyo.

    Ahora s Bartimeo puede aspirar a la rica herencia de su padre, y con ella a todos susbeneficios. En un instante se le abren las puertas de la ciudad para ser admitido en la altasociedad. Ya puede ser ciudadano distinguido del mundo del comercio y viajar sin visa al

    pas de las delicias. Nunca ms pedir nada a nadie. Al contrario, un sinnmero de nuevosamigos y parientes le solicitarn ayuda.

    Adems, en la sinagoga le reservarn un lugar acojinado para que pueda escucharcmodamente la Palabra de Dios. En el jardn de su casa crecern palmeras ms frondosas,que suplan aquella solitaria compaera del camino. El que le san la vista, le abre las puertasque la ceguera le haba cerrado. Adems, explcitamente le ordena que se vaya

    Bartimeo desobedeceSin embargo, Bartimeo no obedece. No puede obedecer. En vez de irse, se queda. En

    vez de regresar, se va con Jess. Renunci a las ventajas de su sanacin, por seguir al que lehaba curado. Ya antes, ciego, haba prescindido de todas esas cosas; ahora, sano, menosfalta le hacan.

    En vez de escuchar cmodamente la Palabra en la sinagoga de Jeric, emprendi lamarcha por el camino que sube a Jerusaln. Ya no tena por qu permanecer sentado. Esa

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    parlisis sera an peor que la anterior ceguera.Desobedeciendo al mismo Jess, sigue a Jess. Tampoco antes haba hecho caso a los

    que lo callaban; al contrario, grit ms fuerte. Ahora, tampoco obedece al Maestro. Bartimeono est al servicio de la obediencia, sino al servicio de Jess.

    A pesar de su desobediencia, Bartimeo es ms cristiano que muchos obedientes. Hayquienes, como el hijo mayor de la parbola, cumplen siempre la voluntad de su padre, pero

    no participan de la fiesta. Bartimeo haba encontrado la perla preciosa y no le import pagarcualquier precio. No slo vea, sino que vea bien. Vea lo que para otros era invisible.En las afueras de Jeric todo ha cambiado. El camino ya no es el mismo sin las historias

    de Bartimeo.Se extraan sus risas. Las caravanas de comerciantes siguen pasando por enfrente del

    puesto vaco de aquel simptico ciego. Ahora ya no hay quien oriente a los viajeros niinforme a los comerciantes. Slo una enorme hoja de la palmera, apuntando hacia Jerusaln,les dice a todos ellos:

    - El mejor camino es el que sigui mi amigo Bartimeo.

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    EL CIEGO DE BETSAIDA Mc 8, 22-26Entre los innumerables pueblos visitados por el incansable predicador de buenas

    noticias, hubo tres ciudades favorecidas por su palabra y presencia: Cafarnam, Corazan yBetsaida. Jess no escogi como centro de operaciones Nazareth, su antigua ciudad; prefiritrabajar en la ribera norte del lago de Tiberades. All se encontraban estos tres pueblos.

    En esta ocasin fue Betsaida el marco donde se llev a cabo uno de los milagros ms

    singulares de Jess; milagro que, por sus caractersticas tan peculiares, es diferente a todoslos dems y, al mismo tiempo, ejemplo de la obra sanadora de Jess.Betsaida era una ciudad de contrastes: siempre encontramos dos dimensiones, a veces

    engarzadas, otras separadas y hasta en no pocas ocasiones opuestas, tanto en ella como ensus habitantes.

    Entre la desembocadura del ro Jordn y la montaa se acunaba este pintoresco pueblo,cuyos habitantes se consideraban hijos de Abraham, pero no judos. Enmarcada en loslmites de Gaulonitis y la frontera de Galilea. Ciudad de labradores y pescadores,comerciantes y pastores.

    Todo estaba junto y separado en Betsaida Tierra y mar tenan el lugar de convergencia

    en ella.Como sntesis de estas diferencias, nacieron all dos hermanos que, aunque unidos porla misma sangre, fueron muy distintos: Simn Pedro y Andrs. Ellos son un smbolo de lodiferente y parecido que era la vida en Betsaida.

    Jess regres de maana a la vieja ciudad Atrac la barca en el muelle y comenz acaminar rumbo al centro del pueblo, que no distaba muchos estadios. La noticia se extendirpidamente por toda la poblacin, y de pronto la ciudad se convirti en un hormiguero degente que iba y vena. Algunos viajaron en barco desde Tiberades, otros atravesaron eldesierto y no faltaron los que descendieron de la montaa.

    Le trajeron un ciego

    Todos los enfermos se dieron cita en la plaza principal, que pareca un hospital general,con la diferencia de que en el ambiente se respiraba una atmsfera de alegra y esperanza.

    Entre la muchedumbre haba un ciego que en nada se hubiera distinguido de tantosenfermos, a no ser por el detalle tan singular con que Jess lo prefiri. Algunos amigos lohaban trado con la esperanza slo de tocar a Jess, pues sala de l una fuerza que curaba atodos los enfermos.

    Por la prisa olvid su bastn, y fue llevado de la mano por dos vecinos que estabanseguros de su inminente curacin. La aureola de testimonios y comentarios sobre lascuraciones obradas por el predicador de Galilea, le aseguraban que estaba a la puerta de leexperiencia ms grande de su vida. Sus ojos estaban fijos con las pupilas dilatadas, sucorazn lata aceleradamente y con sus manos extendidas buscaba alcanzar al hasta entoncesinvisible taumaturgo.

    En cuanto Jess estuvo cerca, uno de sus compaeros le suplic insistentemente que tansolo lo tocara. El otro logr tomar la manga de la tnica de Jess, y le jaloneaba para queimpusiera su mano sobre los ojos del invidente.

    Ante la abundancia de enfermos, no se atrevieron a pedirle un trato especial al Maestro.Haba tantos necesitados, que era del todo imprudente solicitarle una consulta privada. No

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    esperaban que Jess se interesara por un simple ciego habiendo tantos lisiados, leprosos,lunticos y epilpticos.

    Jess se detuvo y levant su mano, imponiendo silencio sobre la multitud que lovitoreaba y aclamaba. La gente enmudeci poco a poco. Algo grande ya se presenta. Todoslos ojos estaban fijos en Jess y en el ciego que estaba delante de l.

    Jess lo mir detenidamente y penetr hasta lo ms profundo de su vida y de su

    historia. Se percat de que la ceguera no se limitaba a los ojos desorbitados y la vista fija sinver a nadie. Haba algo ms profundo, de lo cual aquel hombre deba ser sanado.Tom al ciego de la mano y lo sac fuera de la ciudadEl caso era especial, por eso Jess no actu de manera tradicional. En vez de

    simplemente imponer las manos sobre los ojos del enfermo, lo tom de la mano y comenz aabrirse paso por en medio de la multitud, que se qued atnita por la inesperada actitud deJess.

    Muchas veces, este ciego haba extendido su mano solicitando gua y ayuda. A veces sehaba quedado su mano tendida; otras se le haba rechazado.

    Pero ahora todo era diferente. La mano que lo guiaba era la de aquel que era la luz del

    mundo; aquel que dijo haber venido para dar vista a los ciegos, lo llevaba personalmente dela mano. As atravesaron toda la ciudad, dejando atrs a la multitud asombrada.Jess lleg hasta la ribera del lago que deslizaba sus pacficas olas en la arena, mientras

    la luminosidad del sol avivaba los tonos verdes de los montes y haca ms intenso el azul delagua.

    Sintiendo la fresca brisa que aliviaba el hmedo calor de la regin, el ciego experimentla mano segura y firme de Jess que le conduca. A decir verdad, con tal maestro que lesealaba el camino ya no haca falta recuperar la vista.

    Le puso saliva en los ojosSigno un tanto extrao. Ya con otro ciego Jess haba procedido de una manera rara,

    escupiendo en tierra y luego haciendo un poco de lodo que unt en los prpados de aquelhombre. Ahora Jess directamente pone saliva sobre los ojos del enfermo. Es como si lediera un beso de amor, frotando con suavidad los prpados al enfermo.

    Su ceguera le haba trado igualmente la condena de los dems. Unos lo juzgabanpecador, otros lo despreciaban y muchos ms se burlaban. Se le prohibi entrar a laSinagoga, y continuamente era puesto de ejemplo de lo que podra pasar a quien noobedeciera todos los mandamientos de la Ley de Dios.

    De esta manera, nunca recibi amor ni comprensin. Sin embargo, esto tambin entrabaen el plan de Dios, ya que quien menos amor ha recibido de los dems, es ms sensible paraacoger el amor de Jess. Los corazones ms secos de afecto, se incendian ms rpido con elfuego del amor de Jess.

    Le impuso las manosGeneralmente Jess impona sus manos sobre la parte enferma de las personas. En este

    caso no sigue la costumbre, porque quiere darnos una enseanza ms grande. Primero colocasus manos sobre el hombre como tal, porque no slo quiere curar su ceguera, sino su personacompleta.

    La imposicin de manos tiene cuatro significados principales en el Nuevo Testamento.- Para bendecir a una persona: Mt 19, 13-15.

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    - Para curar enfermos: Mc 6,5; 7,32.- Para pedir Espritu Santo: Hech 8,17-19; 9,17-18.- Para consagrar a alguien para una misin: Hech. 13,3.En este caso hay un matiz de cada uno de estos significados: Jess quiere bendecir al

    enfermo sanndolo con amor (Espritu Santo), para luego encomendarle una misin.Mas, sobre todo, es un signo especial del singular y personal amor de Jess al enfermo

    de los ojos. El ve al hombre ntegro y quiere curar a la persona completa. Primero lo va asanar como persona y luego lo curar de su vista.Es muy importante este detalle, que generalmente se pasa por alto. Jess va a la raz del

    problema, antes que a los sntomas fisiolgicos. A Jess le interesa ms el hombre ciego quela ceguera del hombre.

    Para l no hay enfermedades, sino enfermos, y, toda enfermedad tiene relacionespsicosomticas, o incluso, pneumo-psicosomticas.

    Ves algo?Terminado el rito y mientras el hombre se frotaba sus ojos y se contraan sus pupilas

    ante la catarata de luz, Jess le pregunt:

    Ves algo?Por el estilo de pregunta, se supone que Jess esperaba una respuesta afirmativa.Aquel hombre, antes de abrir la boca, puso su palma extendida sobre su frente para

    taparse del sol, mir fijamente hacia la multitud y exclam:Veo a los hombres, pero como rboles que caminan.

    No se detiene a contemplar los verdes campos, ni la policroma de las flores. No leimpresiona el cielo, ni el agua del mar que baa sus pies. El mira a los hombres, porque paral la humanidad es lo ms importante de la creacin entera.

    El examen optomtrico no consistir en leer unas letras en una pared, sino en supercepcin de los dems. Desgraciadamente los mira como rboles. Todava est enfermo.

    No ha sanado perfectamente. Necesita una nueva intervencin de Jess.No deja de parecer curiosa la forma como define a los hombres: rboles que caminan.

    Con esta descripcin deducimos que no era ciego de nacimiento, pues conoca bien losrboles.

    Sin embargo, los confunde con los hombres. Las races que abrazan el suelo son comolos pies, el tronco erguido se asemeja al cuerpo. Las ramas mecidas por el viento parecenmanos amigas que le saludan, y el follaje se asemeja a la cabellera.

    Desgraciadamente, esta enfermedad de ver a los hombres como rboles est muyextendida, y hasta parece que es contagiosa. Por esta enfermedad los hombres son comorboles:

    que slo sirven para producir (capital, objetas, etc.),que no gozan de personalidad propia ni dignidad, que pueden ser trasplantados a

    capricho ajeno,que slo sirven como adornos en el jardn o en la casa,que son explotados para hacerlos dar mejores frutos,que se pueden cortar y truncar cuando estorban a intereses egostas.Esto tambin sucede a niveles internacionales: hay pases que consideran a otras

    naciones como simples rboles:

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    que tienen que producir materia prima barata;que tienen que dar su consentimiento en las votaciones de la ONU, de acuerdo a los

    intereses de las grandes potencias;que no tienen derechos, sino slo obligaciones;que, gravados por su deuda externa y los implacables intereses, dependen

    inevitablemente de sus acreedores;

    que pueden ser invadidos por el poderoso, o instalar en ellos proyectiles nucleares.A nivel social, tambin el mundo sufre la misma enfermedad:- industriales que miran a los empleados como simples objetos de produccin;- obreros y sindicatos que slo insisten en sus derechos y no en sus obligaciones;- autoridades que no valoran la dignidad del trabajador;- hijos que consideran a sus padres como simples rboles, responsables de cumplir

    todos sus caprichos;- padres que quieren que sus hijos continen o trabajen en tal cosa para que produzcan

    mucho dinero...- hombres que ven a la mujer como simple adorno;

    - esposas que miran a su esposo como el obligado a proveer al hogar de lo material.Lamentablemente, esta enfermedad est mucho ms difundida de lo que pensamos.Incluso hay quienes se ven a s mismos como rboles, no como personas:

    - no respetan a los dems,- no se aman a s mismos,- no valoran su dignidad humana,- estn plantados en el subdesarrollo cultural.Impone las manos sobre los ojos.Antes, Jess haba puesto sus manos sobre el enfermo. Ahora lo hace sobre su

    enfermedad. Jess ama la enfermedad del ciego, porque ama al ciego. Lo ama no a pesar de

    su ceguera, sino con su ceguera. No lo rechaza.Sin duda que esta aceptacin de Jess es la fuente para que tambin el ciego se acepte a

    s mismo y es el principio de su sanacin. Al mostrar Jess inters por sus ojos, en esemomento llen de amor cualquier carencia que hubiera existido motivada por su enfermedad.

    Seguramente muchas veces haba sido despreciado y juzgado pecador, a causa de suceguera.

    Jess lo ama precisamente en aquello que haba sido causa de burlas, crticas ydesprecios. En el rea ms lastimada de su vida, es donde ahora recibe amor que sana.

    Y comenz a ver perfectamenteAqu, como en muchos pasajes del Evangelio, existe una aparente incongruencia, ante

    la cual siempre se pasa con los ojos cerrados.Al imponer Jess sus manos, no al quitarlas, es cuando el ciego comienza a ver

    perfectamente. Mientras Jess mantiene sus manos sobre los ojos, el ciego recupera la vista.Las manos de Jess no obstruyen la visibilidad: al contrario, son los lentes que permiten ver

    perfectamente.Las manos de Jess hacen ver. Es en ellas y a travs de ellas como somos capaces de

    percibir la realidad en su exacta dimensin.

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    Al abrir el ciego sus ojos, deba ver las manos de Jess. Sin embargo, es en ellas dondemira toda la realidad.

    En las manos de Jess puede ver bien, porque en ellas se encuentra el mundo,especialmente la humanidad. Slo en las manos de Cristo se puede restaurar aquello quehaba sido deformado.

    Cuando existen problemas y conflictos, bastar dejarlos en las manos de Jess para

    mirarlos en su justa dimensin. Si no vernos el mundo y a los dems como Dios los ve, hayque ponerlos en las manos de Jess: all los valoraremos con su amor.El texto original griego guarda detalles que no pueden ser reflejados claramente en

    nuestras traducciones, pero que conviene apuntar por su importancia:- Usa dos palabras distintas para referirse a los ojos: Oma (vers 23) y "ofthalms"

    (vers 25) Ser que hay cosas que se miran con unos ojos y otras con otros?- Igualmente se emplean dos verbos diferentes que ordinariamente son traducidos por

    "ver". "Blepo" (vers 23.24 y 25) y "orao" (vers 24). Ser porque podemos ver de dosmaneras diferentes? Lo cierto es que Jess nos hace ver tanto con los ojos interiores, comocon los ojos del corazn. Jess cura todo lo referente a los ojos: los del entendimiento y los

    fsicos.En conclusin, Jess sana por dentro y por fuera. El no divide ni mutila al hombre. Alcontrario, lo hace uno: se preocupa tanto de lo exterior como de lo interior, porque ama alhombre ntegro y le procura la sanacin completa.

    Y vea de lejos todas las cosasNo slo vea de cerca, sino tambin de lejos. Ya no miraba slo lo que tena delante de

    s, sino hasta la lejana. La sanacin profunda consisti en capacitarlo para mirar a distancia.La miopa no nos permite mirar de lejos: slo vemos lo que est cerca de nosotros, lo

    que concierne a nuestra persona, solamente lo mo y lo mo. La curacin completa noscapacita para considerar a los que estn ms all de nosotros mismos.

    Nos hace sensibles a sus necesidades e intereses, comprensivos con sus defectos ylimitaciones, abiertos a sus cualidades y considerados con sus fallas.

    La curacin profunda del ciego consisti en que su mundo se ensanch. Vea ms allde s mismo descubri a los otros a quienes tena tan lejos: ahora ya entraban en su vida porsus ojos sanados.

    El egosta slo mira lo cercano a l mismo. Jess fue enviado a dar vista a los ciegos,ms no slo para que vean, sino para que vean de lejos.

    Lo envi a su casaYa sanado, Jess lo envi no donde la multitud que lo esperaba ni con sus amigos que

    lo haban conducido. Tena que ir primeramente a sus seres ms cercanos: su familia. Debaestrenar su salud recuperada con los ms cercanos a s mismo. Era all donde deba mirar alos dems, no como rboles, sino como personas, como hermanos, miembros de la mismafamilia.

    Su sanacin culminara cuando llegara a su hogar y all compartiera el amor queacababa de recibir. Jess no lo hizo todo, dej una tarea por realizar: la completa sanacinsera efectuada en el mismo hogar.

    Jess le orden expresamente que no entrara al pueblo, sino que fuera a su casa. Yanadie lo conduca, caminaba por s mismo.

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    Esta curacin es tpica: Jess no la realiza en un instante, sino en un proceso, poco apoco. Sin embargo, fcilmente podramos caer en el error de pensar que son nicamente dospasos: la imposicin de manos, primero sobre el ciego y luego sobre su ceguera. No. Son tresmomentos: el tercero es cuando lo enva a su casa. El hogar es el mejor hospital para lograrla perfecta recuperacin de la vista.

    Finalmente debemos distinguir lo siguiente:

    En un primer momento, Jess haba tomado al ciego de la mano y lo haba guiado. Elera responsable de cada uno de los pasos del enfermo. A decir verdad, ya no necesitaba ver:los ojos de Jess lo guiaban... confiaba absolutamente en un hombre que le haba tendido lamano.

    Sin embargo, Jess no haba sido enviado a "guiar a los ciegos". Su misin no sereduca a ser lazarillo de invidentes. El haba venido a dar vista a los ciegos.

    Por eso lo cura y luego lo enva. El hombre sano ser responsable de cada uno de suspasos. No podr echar a nadie la culpa de sus cadas. El ya ve. El es responsable de sudestino.

    ORACIN

    Seor Jess: Yo soy ese ciego. T me diste vida y vista en mi bautismo; pero, por unaccidente que se llama pecado, yo la perd. No veo. Nadie me puede curar. Pero tu Palabrame ha conducido hasta ti. Yo no poda venir a ti, pero tuviste compasin de m y me llamasteen este pasaje tan hermoso.

    Jess, no te veo, pero he odo a otros hablar de ti. Incluso yo ya te he escuchado, peroquiero verte. Haz conmigo lo mismo que con el ciego de Betsaida.

    T eres el mismo ayer, hoy y siempre, y tienes el mismo poder para salvarnos. Puedeshacerlo otra vez. Ten compasin de m. Tmame de la mano.

    Aprtame de todos los dems. Quiero estar a solas contigo. Aqu estoy. Quiero serguiado por ti.

    En otras muchas ocasiones he dado mi mano a otros para que me ayuden a caminar porla vida: ms de alguno me ha hecho tropezar; otros, cansados, me han abandonado; alguien,mientras me daba la mano, me pona zancadilla; aquel otro estaba tambin ciego como yo, ycamos juntos.

    ...Por eso, Seor, ya no me gusta darle la mano a nadie. Tengo miedo de confiarplenamente, a ciegas. Siempre me doy con dosis, poco a poco. Temo que me pueda pasar lomismo otra vez.

    Pero hoy es distinto: pongo toda mi confianza en ti. Sin condiciones. Llvame a dondet quieras, con tal de ir de tu mano. Quiero estar contigo, no importa dnde.

    Quiero experimentar lo que es ser guiado por ti. Scame aparte, lejos de los dems.Atindeme personalmente. T sabes que necesito un tratamiento especial.

    Por mi parte, yo dejo todo atrs, an mi misma sanacin. Lo nico que me importa esestar contigo. Me abandono plenamente a ti. T eres lo nico importante en mi vida.

    Quiero, Seor, como el ciego, sentir que t me amas, que no te escandalizas de mispecados ni te asustas de mis debilidades.

    T eres el mdico que sabe atenderme de acuerdo a mis necesidades.Bsame. Hazme sentir que te acercas hasta mi enfermedad, que no te da asco lo que

    soy, y que me amas precisamente en el rea que soy menos amable para otros.

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    Impn tus manos sobre mi cabeza. Hazme experimentar que te intereso como soy, todocompleto. Yo s que t amas al enfermo y al pecador. Yo s que t eres capaz de sanarme;que donde abunda la miseria sobreabunda tu gracia.

    Sname de todo aquello que no me deja verte como debo, ver el mundo como t lohiciste, ver a los dems como quieres que los vea, verme a m como t me consideras.

    Librame de mis temores y miedos, de mis complejos y recelos, de mis desconfianzas.

    T sabes la raz de todos mis males, complejos y problemas. Tmame completo y hazde m lo que quieras.Jess, t te has acercado hasta mi enfermedad. No te interesa slo el enfermo, sino

    tambin la enfermedad. T muestras amor precisamente all donde hace falta. T llenas contu misericordia el vaco de mi vida.

    T sanas los corazones afligidos y vendas las heridas. Sname de mi ceguera. T laconoces y sabes cul es. Sname tambin fsicamente, Seor. T no slo sanas almas,tambin cuerpos. Te presento mis dolencias y enfermedades.

    Impn tus manos Tcame. Con eso basta y quedar completamente sano. Hazlo, Seor,por el amor que me tienes, por la gloria del Padre. T tienes todo el poder en el cielo y en la

    tierra. Creo que todo te es posible. Para ti no hay enfermedades difciles de sanar. Todas sonfciles.Seor, ahora pongo entre tus manos toda mi vida, especialmente mi pecado. Dejo en

    esas manos taladradas por amor lo que tengo y lo que soy.Te pongo todo el mundo, las cosas materiales: dinero, poder, trabajo, mis familiares:

    esposa(o), hijos, padres, parientes polticos, a quienes me han ofendido, a los que les tengoenvidia, a los que no puedo ver, a los que no les puedo hablar.

    Seor, yo te veo a ti a veces como un simple rbol. Sname.Te veo como el cinturn de seguridad que slo uso en circunstancias peligrosas. T eres

    nicamente para ciertos momentos y ciertas velocidades. Te veo como rbol que me das

    sombra y alimento. Te veo como rbol que me sirves de adorno en mi casa, con mis amigosy visitas. T eres a veces como un rbol que no trato personalmente. Sname de la formacomo te considero.

    A los dems tambin los he visto muchas veces como simples rboles: rboles quebusco para aprovecharme de ellos; rboles que no me interesan como personas, sino comosimples instrumentos de produccin para mis ganancias personales; rboles que me sirven, ysi yo les doy agua, abono y cuidado es siempre con el fin de sacarles ms provecho; a lasmujeres a veces las veo nada ms en su hermosura exterior; a los hombres, slo por susventajas materiales...

    Seor, tambin yo me miro muchas veces como un simple rbol: no me valoro comopersona, sino como alguien que simplemente tiene que hacer las cosas; me siento obligado yforzado en muchos aspectos; valgo slo por lo que hago y no por lo que soy, ensame aamarme, respetarme y valorarme como t lo haces conmigo.

    Ahora, Seor, te quiero presentar mi peor enfermedad: mi ms grande pecado, aquelloque ms me lastima. T lo conoces. Yo tambin. Hoy quiero que ests en medio de los dos.As como t pusiste las manos sobre los ojos del ciego, Jess, yo te presto mis manos paraque las pongas sobre mis ojos (aqu se cubren los ojos con las manos).

    Quiero verlos a todos ellos a travs de tus manos.

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    Yo he estado ciego para ellos, pero con tus manos en mis ojos los puedo ver como tlos ves, amar como t los amas, perdonar como t los perdonas, hablar como t les hablas.Quiero verlos a travs de tus llagas, a travs de los agujeros de tus manos taladradas poramor, ese amor por el que t te has entregado a m.

    Seor, ensame a ver de lejos. Que no slo considere mis intereses. Ensancha mimundo. Que no me encierre en mi mismo, sino que sea capaz de mirar a los dems y correr

    hacia ellos.Que el da final, cuando me hagas el examen del amor, pueda escuchar tu dictamen:"Ven, bendito de mi Padre, porque tuve hambre y me diste de comer, porque tuve sed y mediste de beber, estuve desnudo y me vestiste, preso y viniste a visitarme".

    Seor, yo s que has iluminado mi vida con tu Palabra. T no slo me has ofrecido tumano para ayudarme a caminar. Tambin has fortalecido mis pies y abierto los ojos.

    Ahora soy responsable de cada paso. Gracias porque me has capacitado para superartodos los obstculos, y no tengo excusas para echar la culpa a nadie de mis fracasos. Soyresponsable de mi vida.

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    LOS DOS CIEGOS Mt 9,27-31San Marcos nos relata una curacin de dos ciegos de manera tan vaga, fra e

    impersonal, que generalmente pasa desapercibida. Todo mundo prefiere otros milagros msemotivos o curaciones ms originales; por ejemplo, los simpticos ciegos de Jeric. Nadieolvida a Bartimeo y todos recuerdan al ciego de nacimiento.

    Estamos ahora frente a un relato que hasta los mismos estudiosos lo hacen de lado,

    afirmando que es una creacin artificial del redactor del Evangelio. Este, tomando comomateria prima la curacin de los otros ciegos y la del leproso, (Mt 20,29-34; 8,14) presentesta curacin con la nica intencin de completar diez milagros en su seccin narrativa.

    De esta manera tan ingenua lo sacan de escena y le restan toda importancia. Sinembargo, aunque esta hiptesis fuera verdadera, la fe nos ilumina para descubrir el objetivo

    para el cual ha sido incluido en el texto inspirado.El relato, que aparentemente carece de colores y vida, tiene un mensaje nico. Es como

    un objeto olvidado en el desvn que, por hacerse viejo, se convierte en una pieza muyvaliosa.

    Saliendo Jess de all

    El evangelista no sita el milagro ni en el tiempo ni en el espacio. Pudo haber sucedidoen cualquier pueblo y en cualquier fecha. No sabemos ni a dnde iba ni de dnde vena elMaestro. Simplemente se nos presenta a Jess en movimiento. No est de pie ni sentado, sinode camino.

    Este es "el milagro del movimiento", desde el principio hasta el fin, Jess inicia eldesfile, le siguen los ciegos y al final se extiende el mensaje por toda la regin. Todos semueven y caminan.

    Le seguan dos ciegos. Estos ciegos, a diferencia de los de Jeric, no estaban sentados.Parece que tampoco eran mendigos que tendan la mano para recibir de los dems. Estoscaminan, siguen a Jess, estn en movimiento. Si Bartimeo gritaba sentado, estos lo hacan

    mientras caminaban.Es ms, el verbo "akoluo", seguir, tiene un sentido teolgico: significa imitar el estilo

    de vida del Maestro, ir por el camino de su Evangelio. La pareja de Jeric sigui a Jessdespus de ser curada. Era lo menos que podan hacer. Pero estos lo hacen an antes derecibir algo.

    Ciertamente hay diferentes caminos para llegar a la meta. Unos siguen a Jess para sercurados, otros porque han experimentado su misericordia. No hay itinerarios fijos. Quimporta el orden de los factores, si el resultado siempre es el mismo?

    Gritando: Ten piedad de nosotros! El texto da a entender claramente que insistan en susplica, por lo cual deducimos lgicamente que no fueron atendidos por Jess durante unlargo perodo de tiempo. Sus gritos parecan perderse en el espacio y sus lamentos noobtenan respuesta alguna. Sin embargo, no por eso renunciaron a su propsito, sino quecontinuaron gritando, aunque pareciera que Jess, escuchndolos, no quisiera atenderlos.

    Cuando el Evangelio dice que Jess iba saliendo (paragonti), da la idea de un continuomovimiento: no se detena.

    Si alguno lo necesitaba, tena que apresurar el paso para alcanzarlo. Haba que lucharcontra el gigante invencible de la indiferencia; y lo peor, la indiferencia de Jess, que

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    supuestamente estaba interesado en todos los hombres y que hasta l mismo haba declaradoque haba venido a atender a los ciegos.

    La oposicin generalmente robustece los obstculos y nos estimula para la lucha,hacindonos ms agresivos y decididos. Pero la indiferencia es el peor enemigo, pues nosdesarma antes de entrar en batalla. Es la anemia del espritu, capaz de matar cualquieresperanza y hacer desfallecer cualquier anhelo. Ante ella se arran las banderas, se envainan

    las espadas y se deponen las armas. La indiferencia quita todo deseo de lucha, hasta caer enla decepcin y finalmente en la desesperacin.No hay defensa contra ella. Gritar, sabiendo que somos escuchados, pero no atendidos,

    descorazona a cualquiera. Tocar, pero sin que nos abra el que est adentro, llega a serdesesperante. Quin no se desalienta ante la insensibilidad? Quin no se desconcierta anteel misterioso silencio de Jess?

    El valor de estos ciegos consiste precisamente en no darse por vencidos, a pesar de quetodo predice derrota. Su mrito radica en esperar contra toda esperanza, y caminar sindesfallecer, aunque todo les indique que han perdido la brjula.

    En el caso de los ciegos de Jeric, eran otros, incluso "muchos", los que se oponan a la

    peticin de los enfermos. Sin embargo, todos ellos no eran sino enemigos externos quesimplemente ayudaron a que su postura se fortaleciera. Pero por esta pareja nadie sepreocupa, ni por callarlos. No vale la pena tomarlos en cuenta; al fin y al cabo, pronto,desanimados, guardarn silencio sepulcral y se retirarn por s mismos.

    Nunca cost tanto conseguir un milagro como este. Todas las circunstancias estn encontra de los enfermos. Ellos, que precisamente tenan dificultad para caminar, deban seguirindefinidamente al Maestro. Eventualmente Jess sanaba a quienes no se lo solicitaban.Tambin curaba a larga distancia, cuando el enfermo no poda llegar a l.

    A veces bastaba una sola palabra para realizar un milagro, pero en esta ocasin Jessacta totalmente en contra de su costumbre: camina sin detenerse ante los gritos que a todos

    molestan, y no se compadece frente a la desgracia de dos pobres hombres...Le gritan, le suplican, le siguen por todas partes y Jess no responde. Esta persecucin

    pudo durar varios das, lo cual nos da una mejor idea de la tenacidad de estos dos hombres.Nada, ni nadie, los desanim. Ni siquiera ellos a s mismos. Saban que no tenan nada quperder y se jugaron el todo por el todo. Apostaron cuanto les quedaba y emprendieron lamarcha, corriendo el riesgo.

    Llegando a casa. Aqu encontramos un detalle muy hermoso, tal vez el ms bello detodo el relato: Jess se cans antes que ellos. Los ciegos estaban dispuestos a ir hasta el findel mundo sin detenerse. Pero, por fin, Jess entr en casa para reposar.

    Entrar en casa -expresin muy familiar- ordinariamente se refiere a llegar al lugar dondeviva Simn Pedro a las orillas del Mar de Tiberades. Jess, cansado de largas jornadas detrabajo y camino, llega a su casa para descansar un poco. Apenas se sienta cmodamente yestira las piernas, un grito desde la puerta de la habitacin lo hace reaccionar:

    Ten compasin de nosotros, Hijo de David!Habiendo recorrido tantos kilmetros y vencido tantos obstculos, no iban a tocar la

    puerta para pedir permiso de entrar...

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    Creen que puedo hacerlo? Ya era inevitable el encuentro. Estaban frente al escurridizoMaestro, que por fin se acababa de detener; haba que aprovechar inmediatamente laoportunidad, antes de que se pusiera de pie y emprendiera de nuevo la marcha.

    Ordinariamente Jess segua un rito de curacin. En esta ocasin pidi una confesinpblica de la fe de los enfermos. Para l no haban sido suficientes todos aquellos clamores alo largo del camino.

    Exiga todava ms. Tenan que confirmar serenamente y sin tanto grito, lo que habanproclamado a voz en cuello tantas veces.Con voz pausada los desafa, preguntndoles: Creen que puedo hacerlo?S, Seor.

    Nunca hubo declaracin de fe ms sencilla y breve que esta. Ellos respondieron con unaseguridad total, sin la ms mnima duda. Ya haban demostrado sobradamente su fe gritandoa lo largo del camino; por tanto, ya no hacan falta largos discursos ni splicasconmovedoras con sollozos. En slo dos palabras encerraron la ms bella profesin de fe.

    Nunca se ha dicho tanto con tan poco.-S, Seor- le contestaron, dndole a entender: Claro que s. No tenemos ni la ms

    pequea duda. Nada hay imposible para ti. Por qu crees que te hemos seguido por tantotiempo...?Creo que nadie en todo el Evangelio, ha mostrado una fe tan perseverante, tan completa

    como estos dos hombres.Hgase segn su fe. Jess haba sido derrotado. Ya no poda seguir escapando ni

    ignorando a estos dos hombres tan decididos. El, que haba venido a buscar fe, la encontr engrado mximo en esta pareja.

    Una vez ms se demostraba que la oracin era la fuerza de los hombres y la debilidadde Dios.

    La medida del milagro tena su base en la fe, que haba llegado a su mxima expresin.

    Jess no limit la curacin. La otorg en la medida en que se crey en l.Y se abrieron sus ojos. Tal vez sea sta una de las frases que sobran en la Biblia. No era

    necesario que fuera consignada. Si por algn azar de la historia, los antiguos manuscritos sehubieran quemado precisamente antes de estas palabras, todo mundo hubiera supuesto eldesenlace. No poda suceder de otra manera.

    Los que haban pedido, esperando recibir, deban recibir lo que esperaban.Sus ojos se abrieron para captar la luz y el movimiento, comenzaron a distinguir formas

    y volmenes. Eran capaces de calcular las distancias y reconocer las cosas. Se haba logradola curacin completa.

    En esta ocasin el evangelista no afirma que el milagro se haya realizado "al instante".En realidad es la sanacin que tom ms tiempo para llevarse a cabo. Hubo que recorrer unlargo camino para lograrla, despus de perseguir y alcanzar a Jess que no se detena. Juntocon la curacin de la hija de la Sirofenicia, son los milagros que costaron ms trabajoconseguir.

    A quienes acababa de curar, les dio una estricta orden: Tengan mucho cuidado en quealguno lo sepa.

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    Tal vez el Maestro quera mantener en secreto su identidad mesinica; tal vez queraprotegerse de la multitud que lo asediaba y lo segua sin descanso; tal vez... Lo cierto es queles prohbe expresamente publicar su curacin.

    Entonces los que tanto haban caminado siguiendo a Jess, emprendieron el viaje deregreso.

    Estos andariegos incansables no necesitaban reposo. Inmediatamente se pusieron de pie

    y volvieron a su hogar. En vez de bastn izaban la bandera de la felicidad, alegra infinitaque slo era opacada porque tenan prohibido compartirla con otros.Gozaban de cada flor y admiraban las formas de las nubes en el infinito azul del

    firmamento. Cada pjaro, campo y hasta los burros les parecan maravillosos.Sin embargo, aquella alegra se iba acumulando tanto, que cada vez les costaba ms

    trabajo mantener el silencio ordenado por Jess. Pareca que el que los haba curado de losojos les haba vuelto mudos.

    Pero cuando se encontraron con el viejo amigo y volvieron a ver a sus hijos, se lesolvid el mandato del Maestro.

    Sus vecinos y la ciudad entera se reunieron afuera de la casa para saber todos los

    detalles de lo que haba ocurrido. Entonces ya no pudieron aguantar y, entre sollozos,refirieron todo cuanto haba sucedido.Con el mpetu descontrolado de un volcn en erupcin se desbordaron, contando a

    propios y extraos la buena noticia. Los pasados momentos de silencio no hicieron sino quesu testimonio fuera ms emotivo y creble.

    La fama de Jess se extendi por toda la comarca. El Evangelio declara que su fama seextendi por toda aquella regin. Ciertamente no la de estos dos curados, cuanto la de aquelque los haba sanado. Ellos pasaron a la retaguardia, a un plano tan secundario que todomundo ya se haba olvidado de ellos; hasta los comentaristas y estudiosos los handesaparecido, en aras de una crtica textual.

    Sin embargo, ellos siguen caminando por las pginas del Evangelio, testificando queJess todo lo puede. Aquellos a quienes se les prohibi hablar, nos siguen diciendo a todoslos hombres que basta creer y actuar conforme a nuestra fe, para alcanzar cualquier milagrode parte de Jess.

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    EL CIEGO DE NACIMIENTO Jn 9, 1-40

    Mientras que San Marcos ha sido generoso y hasta exagerado en la narracin demilagros y prodigios, San Juan escogi muy cuidadosamente slo siete, a los que llama"signos", porque no quiere que permanezcamos en la superficialidad del hecho, sino quelleguemos hasta la esencia del mismo.

    Estamos delante del penltimo "signo", al que podramos denominar el milagro de lamisericordia. Ni el enfermo ni nadie solicit la curacin. Jess tom siempre la iniciativa yrealiz este milagro por pura bondad. Es el prodigio al que se le ha dedicado ms espacio enel Evangelio, hecho que habla de la importancia del mismo.

    Antecedentes. Para comprender a fondo este milagro, debemos encuadrarlo en lascircunstancias que le preceden:

    Cuando Jess cumpli doce aos, provoc una gran preocupacin a sus padres alperderse en Jerusaln. Despus, durante su ministerio, acostumbraba causar delicadosproblemas a las autoridades de la ciudad santa, especialmente en el rea del recinto sagrado.

    Un da que visit el Templo, sorprendi a propios y extraos, escandalizando: a las

    autoridades y desconcertando a los suyos. En un abrir y cerrar de ojos derrib las mesas delos cambistas; con un ltigo ech fuera bueyes y ovejas. Con ojos fulgurantes y rostroencendido por el celo santo, recrimin a los ventajosos comerciantes. Los corderos salieron

    balando y las palomas escaparon de sus jaulas, mientras que el dinero tintineaba por laspiedras del enlosado y se perda por las alcantarillas abiertas.

    El no poda consentir que la Casa de su Padre se convirtiera en una cueva de ladrones.Los reclamos de los fariseos no se hicieron esperar, pues consentir con la atrevida

    actitud del radical predicador de Galilea era como firmar el acta de defuncin del productivonegocio del Templo. Qu pasara, si el pueblo ya no ofreca ms sacrificios de ovejas alDueo de todos los rebaos de la tierra? Si se acababa el culto, con las limosnas, cmo

    podra sobrevivir el Creador de todo el oro y la plata del mundo?Adems... las velas y los cirios benditos, las tarjetas postales del Templo y las botellitas

    con agua curativa de la piscina de Betezda, los escapularios verdes del Carmelo, las novenasal profeta Elas, las estampitas de la Reina de Saba, los diez mandamientos tallados enmadera, adems de la renta de los productivos locales... se vendra abajo la economa delTemplo! Haba que proteger los derechos divinos que a Dios no le preocupaban! Losescribas y fariseos se autonombraban los defensores de los intereses divinos.

    Lo cierto es que la fe se haba comercializado. El becerro de oro rondaba por el Templo.El Lugar Santo se haba llegado a prostituir. Epifanes haba vuelto a profanar el Templo, yun nuevo Judas Macabeo lanzaba el grito de guerra contra la impureza y contaminacin.

    Los inversionistas de los artculos de fe se rebelaron y se le acercaron amenazantes,exigiendo una satisfactoria explicacin: Con qu autoridad haca estas cosas? Quin loacreditaba para actuar de tal manera?

    Jess contest con maravilloso aplomo, una frase que sus enemigos malinterpretaron:- Destruyan este Templo y en tres das yo lo reedificar.Ellos creyeron que se refera a la imponente construccin cuya restauracin haba

    durado 46 aos, adems del sudor y las limosnas de tantos pobres. Sin embargo, Jess

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    hablaba de su propio cuerpo. El era el nuevo Templo, el verdadero lugar de encuentro entreDios y los hombres.

    El maravilloso edificio construido por Salomn haba sido destruido porNabucodonosor, luego reedificado en tiempos de Zorobabel y finalmente restaurado porHerodes. Pareca que nuevamente sera devastado y no quedara siquiera piedra sobre piedra,

    para pensar en reedificarlo de nuevo. Dios ya no descendera ms a oler la carne quemada de

    los sacrificios, sino que sala de su crcel adornada con cortinas de terciopelo y maderaspreciosas que le ocultaban en el monte Sin. El Dios eterno y universal no necesitaba de unacasa. El haba hecho su morada en medio de los hombres. Era un Dios de vivos y no demuertos. Jess era el nico y verdadero Templo.

    Casi en cada lugar y circunstancias, el Maestro tena problemas y discusiones con losresponsables de guiar al pueblo de Israel. En el captulo ocho del Evangelio de Juanencontramos dos violentos altercados de Jess con las autoridades religiosas: si en el primeroescribas y fariseos emprendieron cobardemente la retirada, a mitad de la contienda, en elsegundo fue Jess quien sali huyendo del diluvio de piedras con el que queran sepultarlo.

    El encuentro

    Apaciguada la tormenta, hubo un breve cese de hostilidades.Otro da, Jess caminaba con pasos solemnes por la explanada del Templo, como lasblancas nubes que surcan el espacio sin itinerario fijo. Todava no cruzaba el dintel delTemplo, cuando l mismo desencaden un nuevo conflicto que atraera desagradablesconsecuencias para sus adversarios.

    A la puerta del lugar consagrado para el encuentro de Dios, se hallaba encorvado unlimosnero con sus ojos perdidos en el infinito, que tenda una mano al vaco en espera de unaddiva de los piadosos judos. Su viejo bastn, desgastado del mango, daba crdito de sucrnica enfermedad.

    Un sacerdote y un levita haban pasado de largo. El primero se hizo desentendido y el

    segundo fingi ir musitando una oracin, con los ojos cerrados para ignorarlo. Atrs vena elpredicador de Galilea con los suyos. El mendigo ciego, al presentir el numeroso grupo,volvi a extender su mano esperando recibir algo. Jess se detuvo y le mircompasivamente. Los discpulos se acercaron y lo rodearon. Unos miraban al ciego, otrosobservaban impacientemente a Jess, mientras, Judas meta la mano hasta el fondo de la

    bolsa buscando la moneda ms pequea.Uno de ellos rompi el silencio con indiscreta pregunta, que estall como bomba en los

    odos del ciego:- Rabb, quin pec, ste o sus padres, para que haya nacido ciego?Mientras el ciego se sonrojaba y recoga su mano, Jess aclar enfticamente:- Ni l pec, ni sus padres. Es para que se manifieste la gloria de Dios.Jess no respondi el por qu de la enfermedad, sino el para qu de la misma. Cuntas

    veces, al angustiarse indagando el por qu del sufrimiento, la falta de respuesta satisfactoriaes peor que el problema mismo. Es mucho mejor buscar un objeto que de alguna manera esten nuestras manos, que una causa que se esconde en las sombras del misterio.

    Dicho esto, escupi en tierra, hizo barro con la saliva y lo puso en los ojos del hombreque, impvido, no se atreva a abrir la boca.

    Silo

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    El ciego recibi entonces una orden: ir hasta Silo y lavarse en la piscina: debaatravesar la amplia explanada del Templo, para luego descender la empinada cuesta de Ofel,

    bordear la Ciudadela de David y de all continuar por el pedregoso Torrente, pasando por latransitada Fuente de Gijn, a un lado del hipdromo, hasta descender por los resbalososescalones y por fin lavarse los ojos. Qu complicado!

    No era mucho ms directo ir a la piscina de Betezda, que estaba a unos cuantos pasos?

    Por qu, si Jess era tan bueno, no le facilitaba las cosas y le ahorraba esfuerzos,considerando que estaba ciego? Por qu no lavarse con agua del mismo Templo, quepareca ser ms santa y bendita que cualquier otra? Por qu Jess no le curaba con unasimple oracin o una sencilla imposicin de manos? Adems, qu derecho tena ese hombre

    para enlodarlo? Para qu lo ensuciaba? Para mandarlo a lavarse? Por otro lado, Jess noprometa curacin alguna, simplemente le ordenaba: Ve y lvate.

    El ciego no hizo ninguna de estas "lgicas preguntas". Un cuestionamiento malplanteado podra ser un gran obstculo que le impidiera obedecer y ser curado.

    Silo significa "enviado", lo cual tiene una doble aplicacin:El primer enviado es Jess mismo. El Padre celestial lo mand como luz del mundo con

    una doble misin: hacer ver a los ciegos y, paradjicamente, ser un sol tan intenso ydeslumbrante, que cegara a los que presuman ver.El otro enviado es el ciego, que obedece sin reservas la orden recibida. El simplemente

    oy y sin abrir la boca se levant, desentumi sus piernas y tom el bastn para encaminarsea la piscina de la esperanza, donde hizo todo lo que Jess le haba mandado.

    En cuanto la fresca agua quit las costras de barro, sus ojos quedaron limpios y, ante susorpresa, miraba su propia imagen que se reflejaba en el agua del estanque.

    Lo primero que vea en toda su vida era su propia imagen. Se reconoca a s mismo tal ycomo era, aunque fuera en el movedizo espejo de una agua agitada por sus manos yenturbiada por el lodo. Despus de esto, en Silo comenz a encontrarse consigo mismo.

    RegresNo se qued en la piscina a contemplarse narcisistamente, sino que regres a toda prisa,

    no ciertamente a la casa de sus padres, sino a su lugar de trabajo: la entrada del Templo,causando admiracin general.

    Sus compaeros de limosnas, que por la alegra no acababan de creer lo acaecido, eranlos ms felices. Un anciano invlido lloraba de emocin. Una mujer sorda tena suelta lalengua y no dejaba de contar la maravillosa historia de lo que haba sucedido esa maana.

    En la explanada del Templo no se hablaba de otra cosa. La noticia del milagro corri ala velocidad de la luz; traspas los infranqueables muros del Templo, lleg a los palacios yse alberg en las cabaas de los pobres.

    El mismoEn este tipo de acontecimientos las versiones varan, las exageraciones se multiplican y

    las preguntas sobran. Entre la multitud surgi el comentario que pronto se convirti endiscusin, sobre el hombre recin sanado; unos afirmaban que era el mismo limosnero yotros lo negaban rotundamente. Fue entonces cuando por primera vez el ciego abri la boca,afirmando categricamente:

    - Soy el mismo, pero diferente.

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    El punto esencial de la madurez humana radica en reconocer la propia identidad. Elciego identific su figura exterior en Silo, pero en el Templo se reconoci a s mismo.

    Notemos cmo no afirma: "veo", sino "soy el mismo". Es decir, lo ms importante no es lavista recobrada, sino su persona entera. No centra su atencin solamente en los ojos sanados,sino en su ser completo.

    Le preguntaron qu haba pasado, a lo que respondi:

    - Ese hombre que se llama Jess hizo barro, me lo unt en los ojos y me dijo: "Ve aSilo y lvate". Yo fui, me lav y vi.El gozo y la oposicinTodo el mundo celebraba con gozo desbordado tan inaudito acontecimiento. El Templo

    estaba de fiesta. La Puerta Hermosa resplandeca ms que nunca; todos gozabanembriagados con el vino de la alegra, y celebraban sin inhibiciones su asombro por milagrotan espectacular.

    Solamente haba pocos que miraban por detrs de las persianas, entre las ventanassemiabiertas. Eran los fariseos, que no se podan contagiar con el alborozo del pueblo, yaque incubaban serias dudas sobre la autenticidad del hecho. Ellos, celosos guardianes de la

    pureza de la fe, deban verificar cuidadosamente el supuesto milagro bajo la escrupulosa lupade la Ley. Tenan que hacer minuciosos estudios y anlisis clnicos, llamar testigos y buscarespecialmente que todo estuviera acorde con la ortodoxia.

    Por desgracia, exista un elemento teolgico que tambaleaba la autenticidad de aquellacuracin: era sbado (sabbath), da de riguroso descanso, que prohiba todo trabajo manual, yJess se haba atrevido a hacer diez gramos de barro para sanar al enfermo. Exista una dobletransgresin a la santa Ley del Sina: hacer lodo y curar, con el agravante que la falta sehaba cometido en el mismo recinto sagrado, lo cual sonaba a provocacin.

    Como legtimos sucesores de Moiss, su papel era hacer cumplir la Ley. Prepararon laacusacin partiendo de una premisa falsa: Jess era un gran pecador, por la simplsima razn

    de haber hecho barro en sabbath. No importaba la cantidad ni la razn. El fin no justificabalos medios. La Ley era la Ley.

    Sin embargo, se les presentaba otro problema que deban despejar: si Jess era tanpecador, cmo entonces haba podido abrir los ojos a un ciego de nacimiento? Discutieronmucho, gastando ms saliva en condenarlo que la que Jess us para curar al enfermo.Entonces optaron por la solucin ms simple: el hombre tal no haba sido ciego. Cuando nose quiere admitir la verdad, entonces se necesita una serie de mentiras y falsedades parasostener la propia postura.

    Quien no admite los milagros, no niega tanto stos, sino a Jess que los realiza. Elproblema de los judos consista en que aceptar el hecho extraordinario incluanecesariamente admitir que Jess era una persona extraordinaria.

    Ellos, que menospreciaban al Galileo, no crean en los supuestos milagros. Mandaronllamar al hombre. Se hicieron mil preguntas, pero no escucharon ninguna respuesta. Lamisma evidencia fue rechazada. Cerraron obstinadamente sus ojos. Los papeles seinvirtieron: ellos eran ahora los ciegos, mientras que el limosnero vea con la claridadmeridiana. El ciego vea, y los que crean ver se volvieron ciegos.

    El riguroso examen al agraciado no les dio ninguna luz para el caso; al contrario, laspruebas que contradecan su postura los confundan e irritaban.

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    Los padres del ciegoSeguros de que se esconda un engao atrs del nebuloso asunto, lo buscaron por otra

    va: mandaron llamar a los padres del limosnero. Ambos acudieron inmediatamente. Supaternal alegra de ver curado a su hijo, se ensombreca por el temor de comparecer ante elmeticuloso tribunal de escrupulosos escribas y legalistas fariseos, que haban decididoexpulsar del Templo a quienes declararan a Jess como Mesas.

    Confirmaron que ese era su hijo. Certificaron que haba nacido ciego, pero en cuanto acmo haba recuperado la vista, esquivaron astutamente el compromiso, afirmando que suhijo era mayor de edad para responder.

    Los esposos eran gente demasiado buena. Casi santos. Curtidos por el dolor y eldesprecio, se haban unido ms por la terrible pena de la ceguera de su hijo. Purificados porla humillacin, nunca levantaban la cabeza frente a las crticas y murmuraciones.Ciertamente recibieron un elogio y una absolucin de Jess que muchos envidiaramos: Nieste ni sus padres han pecado. Jess los canonizaba en vida.

    Sin embargo, a este ejemplar matrimonio le faltaba algo esencial para entrar al Reino delos Cielos... Se pertenece a l no por no pecar, ya que en el cementerio ninguno peca y sin

    embargo ese no es el Reino de nuestro Dios, que lo es de vivos y no de muertos.Para entrar, hay que aceptar a Jess como el nico Salvador y renunciar a nuestrospropios medios. Se tiene que pagar el precio de vender las perlitas para comprar La PerlaPreciosa. Se ha de renunciar a todas las dems seguridades humanas, aun las ofrecidas por elsistema religioso. Al Reino no entran "los buenos", sino "los nuevos", los renovadostotalmente, los que han muerto para renacer.

    Muchas veces se ha alabado la hbil poltica de esta pareja para salir bien librados de laescabrosa situacin. Los comentadores reconocen su inteligencia para evadirse de laexcomunin. Sin embargo, fue la peor decisin que pudieron hacer en toda su vida.

    Prefirieron a los que repetan lo que Moiss deca que Dios le haba comunicado, que a

    la Palabra de Dios. Prefirieron seguir en el Templo de Jerusaln que estaba a punto de serdestruido, que ser piedras vivas del Nuevo Templo. Prefirieron la luz de la luna, que el solque ilumina a la luna.

    Ellos estaban ms ciegos que su hijo. Tal vez ms que llamarlos "los padres del ciego",haba que identificarlos como "los padres ciegos".

    Quien es testigo de un milagro, aunque lo admita como tal, no necesariamente acepta aJess. Hay quienes reconocen las curaciones, pero no aceptan a Jess como su Seor ySalvador. La fe no es cuestin de admitir la fenomenologa de un hecho extraordinario: setrata de otro nivel, que no se percibe con los ojos de la carne ni se toca con las manos.

    La ofuscacin ante la evidenciaPor su parte, los fariseos no haban conseguido sino una prueba ms en su contra.

    Entonces su confusin se convirti en ofuscacin.Ms que nunca estaban decididos a descubrir la mentira, costara lo que costara. Estaban

    decididos a llevar la investigacin hasta las ltimas consecuencias. Tenan que encontrar lafalsedad, aunque antes tuvieran que fabricarla.

    Entonces mandaron traer de nuevo al hombre; para otro exhaustivo interrogatorio. Bajojuramento le conminaron para que confesara la verdad, toda la verdad y nada ms que laverdad. Queran que por un lado negara lo nico de lo que estaba absolutamente seguro,

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    mientras que por otro trataban de probar que Jess era un gran pecador. Iniciaron suargumentacin con esta solemne acusacin:

    - Ese hombre es un pecador!Levant los hombros, y respondi con una sonrisa:- Ustedes juzguen si es pecador. Yo no. Es ms, ni me interesa. Lo nico que s es que

    lo he experimentado. Ustedes sigan complicndose la existencia con la cuestin teolgica. A

    m me cur. Yo nac ciego y ahora veo. Yo no tengo ninguna dificultad. Los del problemason ustedes.El que haba callado oportunamente, saba hablar cuando era necesario. Slo quien es

    capaz de guardar silencio puede proclamar con poder. Parece que al abrir los ojos, se le solttambin la lengua.

    El hombre estaba firmemente parado en la roca de los hechos. Los fariseos seresbalaban en las arenas movedizas de su pobre teologa. Los fariseos, sin escuchar niatender las irrefutables pruebas del ex ciego, siguieron tercos en sus razonamientos.

    Entonces, como agentes de polica que buscan contradiccin en las declaraciones, lepreguntaron:

    - Qu hizo contigo? Cmo te abri los ojos?No buscaron saber el modo como fue realizado el milagro, ya que lo negaban aposteriori. Lo que no les caba en la cabeza era cmo un pecador que cometa el gravsimo eimperdonable pecado de hacer lodo en sbado, poda curar a un ciego de nacimiento.

    Sus estructuras teolgicas eran tan rgidas, que no podan estar permeables a lassorpresas del Espritu que acta por medios inditos. Por eso trataron de mantener elequilibrio en frgiles andamios de una teologa anquilosada.

    El hombre, tipo de cristiano que ha visto la luz de Cristo, respondi con inusitadavalenta. El, siempre a sus pies, pidiendo limosna; l, siempre callado ante los juicioscondenatorios; l, que no poda entrar al Templo, contest en forma por dems atrevida, que

    hasta pareca una falta de respeto a las autoridades religiosas de Israel:- Ya les he dicho tres veces cmo lo hizo... Me oyeron, pero no me escucharon. Para

    qu quieren que lo repita una vez ms, si les entra por un odo y les sale por otro sin que sealbergue en su corazn? Ustedes, aparte de ciegos, estn sordos en su corazn... Para ququieren orlo una vez ms? Yo no quiero gastar ms saliva en este asunto, ya que mi salivano los curar de su ceguera.

    Los fariseos estaban