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Especialización en enseñanza de Escritura y Literatura en la escuela secundaria Modulo Literatura Latinoamericana como proceso Clase 2 Figuras de escritor: letrados, intelectuales, escritoras, poetas ¡Hola! ¡Bienvenidos a la clase 2! En la clase anterior planteamos una reflexión sobre las categorías de región y regionalismo. La idea de esta, en particular, es analizar algunas figuras de autores y autoras en un momento muy importante para su constitución: el siglo XIX. El escritor romántico, que plantea la fusión de literatura y vida creando así un punto de quiebre, el escritor amateur y el escritor profesional en el proceso modernizador -y también cómo se ubican todos ellos respecto de la tradición- serán algunos ejes del recorrido. Haremos algunas consideraciones teóricas al respecto y buscaremos historizar los impactos que han tenido en las culturas esas realizaciones. Tomaremos, para lograr este objetivo, solo algunos nombres de autor emblemáticos para Latinoamérica. Figura de autor: consideraciones teóricas En su célebre conferencia “¿Qué es un autor?” (1969), Foucault distinguía dos problemas sobre la cuestión: 1.por un lado, el análisis sociohistórico del autor como individuo social y los diversos interrogantes que se vinculan a esta perspectiva, como la condición económica de los escritores, sus orígenes sociales, sus posiciones en el mundo social o en el campo literario, por ejemplo. 2.por otro, la construcción de lo que llama la “función-autor” (el modo en que un texto designa explícitamente esta figura, situada fuera de él y que lo antecede). La función-autor implica, entonces, una distancia radical entre el individuo real y el nombre propio al que el discurso está atribuido. Es una ficción semejante a las construidas por el derecho, que define y manipula sujetos jurídicos que no se corresponden con individuos concretos y singulares, sino que funcionan como categorías del discurso legal. Foucault propone que aparece antes del siglo XVIII, en el momento en que las Iglesias y los Estados organizan las instituciones que identifican y reprimen las obras prohibidas, y los autores condenados. Foucault analiza la inversión que, según él, se produjo en el siglo XVII o en el XVIII, que implica un cambio de régimen de asignación de los discursos “científicos” y los discursos “literarios”. Antes de este período, según él, solo los enunciados “científicos” debían su autoridad a la presencia del nombre de su autor. A partir de la Edad Moderna la distribución de la función-autor estaría invertida. Por un lado, los enunciados científicos fundan su autoridad sobre su pertenencia a un sistema conceptual anónimo y coherente de verdades establecidas y métodos de control. El anonimato impera a partir de ese momento en la producción y la autentificación de los discursos científicos. Por el contrario, los discursos literarios fueron aceptados solo si llevaban un nombre de autor; cada texto poético o de ficción estaba obligado a indicar su autor y la fecha, el lugar y la circunstancia de su escritura.

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Especialización en enseñanza de Escritura y Literatura en la escuela secundaria

Modulo Literatura Latinoamericana como proceso

Clase 2

Figuras de escritor: letrados, intelectuales, escritoras, poetas¡Hola! ¡Bienvenidos a la clase 2!

En la clase anterior planteamos una reflexión sobre las categorías de región y regionalismo. La idea de esta, en particular, es analizar algunas figuras de autores y autoras en un momento muy importante para su constitución: el siglo XIX. El escritor romántico, que plantea la fusión de literatura y vida creando así un punto de quiebre, el escritor amateur y el escritor profesional en el proceso modernizador -y también cómo se ubican todos ellos respecto de la tradición- serán algunos ejes del recorrido. Haremos algunas consideraciones teóricas al respecto y buscaremos historizar los impactos que han tenido en las culturas esas realizaciones. Tomaremos, para lograr este objetivo, solo algunos nombres de autor emblemáticos para Latinoamérica.

Figura de autor: consideraciones teóricasEn su célebre conferencia “¿Qué es un autor?” (1969), Foucault distinguía dos problemas sobre la cuestión:

1.por un lado, el análisis sociohistórico del autor como individuo social y los diversos interrogantes que se vinculan a esta perspectiva, como la condición económica de los escritores, sus orígenes sociales, sus posiciones en el mundo social o en el campo literario, por ejemplo.2.por otro, la construcción de lo que llama la “función-autor” (el modo en que un texto designa explícitamente esta figura, situada fuera de él y que lo antecede).

La función-autor implica, entonces, una distancia radical entre el individuo real y el nombre propio al que el discurso está atribuido.

Es una ficción semejante a las construidas por el derecho, que define y manipula sujetos jurídicos que no se corresponden con individuos concretos y singulares, sino que funcionan como categorías del discurso legal. Foucault propone que aparece antes del siglo XVIII, en el momento en que las Iglesias y los Estados organizan las instituciones que identifican y reprimen las obras prohibidas, y los autores condenados.

Foucault analiza la inversión que, según él, se produjo en el siglo XVII o en el XVIII, que implica un cambio de régimen de asignación de los discursos “científicos” y los discursos “literarios”. Antes de este período, según él, solo los enunciados “científicos” debían su autoridad a la presencia del nombre de su autor. A partir de la Edad Moderna la distribución de la función-autor estaría invertida. Por un lado, los enunciados científicos fundan su autoridad sobre su pertenencia a un sistema conceptual anónimo y coherente de verdades establecidas y métodos de control. El anonimato impera a partir de ese momento en la producción y la autentificación de los discursos científicos. Por el contrario, los discursos literarios fueron aceptados solo si llevaban un nombre de autor; cada texto poético o de ficción estaba obligado a indicar su autor y la fecha, el lugar y la circunstancia de su escritura.

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El paso más audaz ya lo había dado Barthes, cuando propuso la "muerte del autor" (1968). El teórico francés discute la concepción romántica del autor según la cual el creador escribe a partir de la inspiración.Esta idea romántica presupone que el autor ocupa el centro de la obra y el texto es el vehículo del significado que el escritor quiso darle. Es decir que el papel del lector sería, más bien, pasivo.

En la hipótesis de Barthes, el autor es solo una localización donde el lenguaje (ecos, repeticiones, intertextualidades) se cruza continuamente. La institución del autor pierde ahora su carácter de iniciado capaz de manipular una materia que nadie más puede moldear.

La obra literaria se transforma en texto, es decir, en un tejido forjado a partir de la escritura del autor y de la lectura activa de los lectores, que hacen conexiones de sentido sin tener en cuenta la primera intención de significado. Con ello se perfila la idea de que una obra altera su significado a través del tiempo y el texto cobra protagonismo.

Teóricos como Agamben y Rancière han retomado y discutido estas teorías. Solo nos resta dejar en claro aquí que escribir supone construir un personaje o darle consistencia a una instancia virtual (Premat, 2006). Una serie de textos con el mismo nombre es un autor, pero también una estética es un autor. Es decir que el texto crea al autor pero a su vez es el autor el que crea las condiciones de posibilidad de la obra.

El comienzo de la profesionalización del escritor en Latinoamérica fue de la mano de la creación de un público real, la instalación de canales de distribución de los libros, de un crecimiento del papel de la prensa durante la segunda mitad del siglo XIX. La tensión entre escritor y sociedad debe entenderse en ese contexto.

Intelectuales y letrados

El concepto de intelectual se acuña hacia fines del siglo XIX y principios del XX como un intento de recuperar y reafirmar la centralidad societal y las preocupaciones globales que se habían asociado con la producción y difusión del conocimiento durante la era de la Ilustración. Se aplicó a novelistas, poetas, artistas, periodistas y científicos, además de otras figuras públicas que consideraban su responsabilidad moral y su derecho colectivo intervenir directamente en el sistema político mediante su influencia sobre las mentes de la nación y la configuración de las acciones de sus dirigentes políticos. En cambio, la figura del letrado se aplica más a los hombres de letras que se convirtieron en los principales políticos de la época porque hablaban con autoridad. Son los precursores de los intelectuales modernos: se convirtieron en público, crearon una opinión pública y con esto ganaron autoridad, con la que pudieron negociar con el poder de los gobernantes (Bauman, 1997)

A continuación analizaremos cómo construyeron sus “figuras de autor” cuatro autores y autoras latinoamericanos muy significativos para los campos culturales en los que interactuaron: Juana Manuela Gorriti, Delmira Agustini, Rubén Darío y José Martí.

Figuras de escritoras en dos siglosVeamos cómo dos escritoras muy diferentes irrumpen en dos momentos diferentes de la historia de la literatura latinoamericana y provocan reacciones y cambios en esas condiciones de producción. Comenzaremos por la salteña Juana Manuela Gorriti.

Graciela Batticuore (2005) ha estudiado la cuestión de la autoría femenina en la producción de Gorriti y otras escritoras del siglo XIX. Si bien lo que denomina “ficciones patrias” son “(…) una serie de relatos menos autobiográficos” de la autora, vinculados a la literatura sobre Juan Manuel de Rosas, afirma que es posible sostener la inseparabilidad entre la vida y la obra de Gorriti, así como la relevancia de su nombre en el escenario cultural de mediados del siglo XIX. Generalmente, en la narrativa de Gorriti, vida privada, ficción y política se entrecruzaron dando como resultado ficciones patrias; en lo particular, sus relatos fantásticos, impregnados del

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gusto gótico y romántico por lo tenebroso, las pasiones amorosas truncas y las prácticas políticas opositoras, se presentan como un proyecto original y temprano de las fantasías científicas latinoamericanas de la década de 1870 (Gasparini, 2012).

En este sentido, es sugestivo que la publicación, en 1865, de Sueños y realidades, volumen donde apareció “Quien escucha” -relato que comentaremos- se entrecruce con el asesinato, ese mismo año, de Isidoro Belzú, entonces presidente de Bolivia y ex esposo de Gorriti, quien se había alejado de él dos décadas atrás. Es significativa la condición de “proscripta” que había pesado desde temprana edad sobre Gorriti y sobre toda su familia. El motivo de la “proscripción” y de las luchas revolucionarias es importante porque en “Quien escucha” el protagonista del relato enmarcado es, precisamente, un conspirador casi compulsivo, alguien que opera desde la clandestinidad y cuyo accionar en la trama narrativa decide la inconclusión de la fábula, ya que de Perú pasa a Chile y luego a Europa, participando de diversos procesos revolucionarios hasta perderse de la vista de la narradora del relato marco.

En la construcción del narrador del relato enmarcado subyacen los retazos autobiográficos de Gorriti disfrazados en la voz de un varón. Es él quien espía a la mujer magnetizadora (cuyo secreto no sabemos si logra descifrar) y es subyugado (al igual que el sujeto mesmerizado) por sus movimientos y voz. En este relato, Gorriti altera los modos constituidos de acceso al saber, fuertemente atravesados en las sociedades latinoamericanas contemporáneas por relaciones de género, y coloca al varón en el lugar de la contemplación, connotada de pasividad y de arrobamiento irracional (magnetización), pero también en el espacio activo de la lucha revolucionaria. “Quien mal oye” marca un momento de quiebre, también, en el uso de datos de la ciencia médica y de las experiencias reportadas por el medio espiritista: no son acá una nota de color, ni humorística, ni decorativa, sino que constituyen el centro de la narración, que descubre el origen del poder de la mujer sobre el varón protagonista -la posesión de una “ciencia” que a él le está vedada-. El relato ubica a la autora entre la ruptura y la recuperación de la estética romántica y gótica para la literatura latinoamericana: dos caras del modo en que construye la autoría femenina.

Otra imagen de mujer: Delmira

Precisamente con la figura de escritora que construye la poeta uruguaya Delmira Agustini ha trabajado Emir Rodríguez Monegal (1969). En un capítulo dedicado a ella, que titula “La pitonisa y la nena”, analiza el camino retrospectivo que va del femicidio de Agustini, a manos de su ex esposo, en 1914, a la niña angelical que escribe y publica poemas a los dieciséis años.

Vista por la prensa de la época como “(…) una muñeca que construía versitos”, el crítico observa cómo aquella joven robusta de diecisiete años sigue apareciendo en las crónicas como una niña prodigio, un ángel etéreo de quince. Es que el medio pacato del Montevideo de entresiglo no podía pensar a una poeta de otra manera, es decir, debía poner en un marco de candor femenino una poesía de un erotismo intenso que no tenía cabida en la escritura que se esperaba de una mujer.

¿Sabían que..?

El Mesmerismo/magnetismo es una doctrina que data del siglo XVIII, basada en la existencia de un éter invisible o fuerza universal que atraviesa los cuerpos de todos los individuos, que fluye libremente y los llena de vitalidad. En este contexto, los sujetos con un mayor "magnetismo animal" podrían desencadenar asombrosas reacciones en otros entes receptores, tales como la doblegación de la voluntad o la sanación de enfermedades.

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Rubén Darío escribe unas palabras elogiándola y, acto seguido, son ubicadas en Los cálices vacíos a modo de prólogo. La niña bella a la que alude ya contaba veintiséis años.

Veamos un poema de este libro

Tu boca

Yo hacía una divina labor, sobre la roca

Creciente del Orgullo. De la vida lejana,

Algún pétalo vívido me voló en la mañana,

Algún beso en la noche. Tenaz como una loca,

Seguía mi divina labor de roca.

Cuando tu voz que funde como sacra campana

En la nota celeste la vibración humana,

Tendió su lazo de oro al borde de tu boca;

-¡Maravilloso nido del vértigo, tu boca!

Dos pétalos de rosa abrochando un abismo.-

Labor, labor de gloria, dolorosa y liviana;

¡Tela donde mi espíritu se fue tramando él

mismo!

Tú quedas en la testa soberbia de la roca,

Y yo caigo, sin fin, en el sangriento abismo!

(De Los cálices vacíos, 1913)

El eje del poema es la boca del amante y su práctica: el beso que provoca la fusión entre ambos y la pérdida del yo poético (“el sangriento abismo”). Rodríguez Monegal señala, luego de mencionar una correspondencia de Agustini, donde impera un lenguaje ingenuo y plagado de infantilismo, que la “Nena coexiste misteriosamente con la Pitonisa que escribe en pleno delirio”. Esta construcción paradójica de la figura de autora en curiosa retroalimentación con una esfera estética montevideana -en la que conviven todavía el decadentismo y los restos de un modernismo decimonónico- pone en primer plano el desajuste que provoca la irrupción de una voz inesperada como la de Agustini.

Para repensar lo leído:

¿Qué ambigüedades perciben en la construcción de la figura de autora de Agustini? ¿Hay marcas textuales que puedan ejemplificar esta cuestión en el poema propuesto?

En este link pueden consultar algunos artículos breves sobre la poeta uruguaya y algunos poemas: http://cvc.cervantes.es/literatura/escritores/agustini/default.htm

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Los pasos de Rubén

Se ha considerado al poeta nicaragüense Rubén Darío como un precursor del profesionalismo literario en América Latina porque, entre otras cosas, debió atender a su posición material concreta y al público al que se dirigía (Battilana, 2006). Esta perspectiva lo aleja de la mirada crítica que lo ubicó, en un primer momento, en la “Torre de marfil” evasionista para modernismo. En ese proceso de intensos cambios culturales de fines del siglo XIX, Darío ocupa un lugar central. Indudablemente encarnó los rasgos del escritor moderno por diferentes causas:

•estilo (la estética modernista)•modo de vida ligado a la “bohemia” finisecular•sociabilidad repartida entre la figura de artista y periodista•a través de él, el poeta moderno asume la figura de artista, ya que comparte con sus pares la visión del mundo

Es en este sentido que se ha dicho que Darío funcionó como un Poe hispanoamericano.

El fin del mecenazgo

“El rey burgués”, uno de los cuentos más célebres de Darío y del modernismo, publicado en Azul (1888), volumen emblemático, nos puede ayudar a pensar cómo esta estética, tan entramada en la impronta latinoamericana, propone una figura de escritor. En la historia se oponen el rey burgués, materialista ciego y sordo, a los valores espirituales que lo enfrentan al poeta modernista, acompañado en este trance por un filósofo. Al caer definitivamente el mecenazgo aristocrático, el artista se encuentra en una situación económicamente insostenible. Como sostiene Agnieszka Kłosińska-Nachin

El uso del vocablo “mecenas” con respecto al rey del cuento nos parece revelador ya que desenmascara irónicamente el abismo que media entre los tiempos en los que el mecenazgo garantizaba a los artistas una relativa estabilidad económica y la era del rey burgués que se olvida del poeta, reservándole un espacio alejado de su mundo placentero. Se nos revelan, asimismo, las angustiosas tensiones entre la vida y el arte, tan típicas de la literatura modernista y que, entre otras cosas, encubren la relación tirante del artista frente a la mal digerida Modernidad. Esta última, al identificarse con un espacio urbano, se erige como un mundo degradado y carente de valores humanos y horizontes trascendentes. “El artista ante la sociedad. Miguel de Unamuno y “El rey burgués” de Rubén Darío.

En este link pueden descargar una propuesta de lectura del cuento para la escuela secundaria http://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2781505.pdf

Y les dejamos otro link útil http://www.dariana.com/

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La figura del héroe: José Martí

Se ha considerado a Martí como uno de los iniciadores del modernismo hispanoamericano y una de las principales figuras de la independencia de Cuba. De familia española con pocos recursos económicos, Martí pronto se sintió atraído por las ideas revolucionarias de muchos cubanos y, tras el inicio de la Guerra de los Diez Años, inició su actividad revolucionaria a través de las letras: publicó la gacetilla El Diablo Cojuelo y, poco después, una revista, La Patria Libre. De allí en más su carrera literaria y de líder revolucionario irán paralelas. Tal vez haya que pensar en Martí como una figura intermedia entre el letrado y el intelectual moderno.

Compartimos una reflexión sobre esta cuestión

La muerte de Martí en combate, apenas comenzada la guerra, inicia enseguida su sacralización -ya en vida se lo nombraba "el apóstol"- como símbolo nacional, un tema difícil de eludir cuando encaramos, en su caso, la relación problemática entre el intelectual moderno y la guerra (…)En Martí, la nostalgia de la hazaña impregna la relación del intelectual moderno y la guerra, o más precisamente del poeta y la guerra, ya que se siente esencialmente un poeta, con los conflictos y pulsiones de un poeta moderno (primacía que todavía hoy es difícil que ocupe el primer plano en un buen número de interpretaciones). El conflicto de tradición clásica entre las armas y las letras se presenta en él atravesado por la especial situación de quien, no habiendo peleado antes por la independencia de su país, se vale de sus ideas para dar soporte y sentido a su función en la dirigencia revolucionaria, respaldado por su derecho a discutir con "las armas del juicio, que vencen a las otras", sobre cuándo y cómo llevar adelante la lucha, tanto como las vías para la constitución de la futura república cubana. (Susana Zanetti, 2010, “La conmemoración de las Independencias hispanoamericanas en José Martí: El intelectual moderno y la guerra”).

En este poema de Versos sencillos (1891) Martí se figura un diálogo con los héroes de mármol que ya han perdido vigencia. Es la urgencia de la lucha patriótica la que embarga al yo poético. Así construye su figura de poeta, como alguien que dialoga con la tradición pero decide actuar y proponer una ruptura con ese pasado.

Para repensar lo leído:

¿En qué versos del poema de Martí puede leerse la tensión entre la tradición y lo nuevo?

Para recapitularHemos trabajado con la figura de autor y cómo la construyeron cuatro escritores latinoamericanos en los que se entramaron cuestiones de género, de constituciones de esferas estéticas, de participación en procesos revolucionarios. Volver a revisar la figura de autor desde otra perspectiva que supere su desaparición o su exaltación puede ser un buen punto de partida para releer en los textos algo más que una trama o una representación de la referencialidad histórica. Será otra manera de situar nuestras lecturas: teniendo en cuenta cuáles fueron las condiciones de producción de los textos leídos, la ubicación de cada uno en la esfera estética con la que interactuaron y su relación con el mercado cultural.

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Bibliografía obligatoria

Obligatoria

• Agustini, Delmira, “Tu boca”, en [M10] Los cálices vacíos (1913). Recuperado de http://scans.library.utoronto.ca/pdf/5/35/losclicesvac00agusuoft/losclicesvac00agusuoft.pdf

• -Darío, Rubén, “El rey burgués”, en Azul. Recuperado de http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/dario/el_rey_burgues.htm

• Gorriti, Juana Manuela, “Quien escucha su mal oye. Confidencia de una confidencia”, en Sueños y realidades. Obras completas de la Señora Doña Juana Manuela Gorriti publicadas bajo la dirección de Vicente G. Quesada, Tomo segundo, Buenos Aires, Imprenta de Mayo de C. Casavalle Editor, 1865. Recuperado de http://books.google.com.ar/books?id=9OxDAAAAcAAJ&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false

• -Martí, José, “XLV”, en Versos sencillos (1891). Recuperado de http://www.metro.inter.edu/cai/jose_marti/Vol16.pdf

• -Premat, Julio, "El autor. Orientación teórica y bibliográfica", en Figures d´auteur/figuras de autor, Cahiers de LI.RI.CO, Universidad de Paris 8, Vincennes-Saint Denis, 2006, pp. 314-315. Recuperado de http://lirico.revues.org/824

De consulta

• Barthes, Roland, “La muerte del autor”, El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y la escritura, Barcelona, Paidós, 1987.

• Kłosińska-Nachin, Agnieszka, “El artista ante la sociedad. Miguel de Unamuno y “El rey burgués” de Rubén Darío”, Itinerarios vol. 12 / 2010. Recuperadode http://iberystyka.uw.edu.pl/pdf/Itinerarios/vol-12/2010-12_10_Klosinska-Nachin.pdf

• Rodríguez Monegal, Emir, Sexo y poesía en el 900uruguayo. Los extraños destinos de Roberto y Delmira, Montevideo, Alfa, 1969. Recuperado de http://es.scribd.com/doc/231024042/Emir-Rodriguez-Monegal-Sexo-y-poesia-en-el-900#scribd

Utilizada

• Batticuore, Graciela, La mujer romántica. Lectoras, autoras y escritores en la Argentina: 1830-1870, Buenos Aires, Edhasa, 2005.

• Battilana, Carlos, “El lugar de Rubén Darío en Buenos Aires. Proyecciones”, en Alfredo Rubione (dir.), La crisis de las formas, Historia crítica de la literatura argentina vol. 5 (dir. general Noé Jitrik), Buenos Aires, Editorial Emecé, 2006.

• Bauman, Zygmunt, “Introducción. Intelectuales: de legisladores modernos a intérpretes posmodernos”, en Legisladores e intérpretes. Sobre la modernidad, la posmodernidad y los intelectuales. Bernal, UNQUI, 1997.

• Foucault, Michel, ¿Qué es un autor?, seguido de "Apostillas a ¿Qué es un autor?” por Daniel Link, Buenos Aires, Cuenco de Plata, 2010.

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• Gasparini, Sandra, “Configurando una tradición: Juana Manuela Gorriti y Lucio V. Mansilla”, en Espectros de la ciencia. Fantasías científicas de la Argentina del siglo XIX, Buenos Aires, Santiago Arcos ed., 2012.

• Zanetti, Susana, “La conmemoración de las Independencias hispanoamericanas en José Martí: El intelectual moderno y la guerra”, en Revista de Filosofía y Teoría Política, 2010, nº 41, Universidad Nacional de La Plata. Recuperado de http://www.rfytp.fahce.unlp.edu.ar/article/view/RFyTPn41a09/html_8

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