Literatura caballeresca castellana e italiana frente a...

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FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNIVERSIDAD DE JAÉN Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Trabajo Fin de Grado Literatura caballeresca castellana e italiana frente a frente: Amadís de Gaula y Orlando Furioso Alumno/a: María Rodríguez García Tutor/a: Prof. D. José Julio Martín Romero Dpto.: Filología Española Junio, 2017

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UNIVERSIDAD DE JAÉN Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación

Trabajo Fin de Grado

Literatura caballeresca castellana e italiana frente a

frente: Amadís de Gaula y Orlando

Furioso

Alumno/a: María Rodríguez García Tutor/a: Prof. D. José Julio Martín Romero Dpto.: Filología Española

Junio, 2017

1

ÍNDICE:

RESUMEN Y PALABRAS CLAVE ......................................................................................2

1. INTRODUCCIÓN ........................................................................................................3

2. CONSIDERACIONES PRELIMINARES ....................................................................4

2.1. AMADÍS DE GAULA Y GARCI RODRÍGUEZ DE MONTALVO ............................4

2.2. ORLANDO FURIOSO Y LUDOVICO ARIOSTO .....................................................5

2.3. JERÓNIMO DE URREA Y SU TRADUCCIÓN .......................................................6

3. CARACTERIZACIÓN DE LOS PERSONAJES ..........................................................7

3.1. AMADÍS ...................................................................................................................7

3.2. ORLANDO ............................................................................................................. 12

4. EL AMOR .................................................................................................................. 15

4.1. AMADÍS Y ORIANA ............................................................................................. 17

4.1.1. LA PEÑA POBRE ............................................................................................... 19

4.2. ORLANDO Y ANGELICA ..................................................................................... 25

4.2.1. LA LOCURA DE ORLANDO ............................................................................. 25

4.3. UN CASO ESPECIAL: LA MELANCOLÍA DE RUGGIERO ................................ 33

4.4. DIAGNÓSTICO: HEREOS, LA ENFERMEDAD DE AMOR ................................ 38

5. CONCLUSIONES ...................................................................................................... 39

BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................................. 40

ANEXO ............................................................................................................................... 42

TABLA COMPARATIVA ................................................................................................ 42

CARTA DE ORIANA PARA AMADÍS ........................................................................... 44

CARTA DE RECONCILIACIÓN DE ORIANA PARA AMADÍS.................................... 45

CANTO XXIII, ESTROFA 108 ........................................................................................ 46

CANTO XXIII, ESTROFA 109 ........................................................................................ 46

2

RESUMEN Y PALABRAS CLAVE

RESUMEN

El presente trabajo consiste en un análisis comparativo de dos de las obras más

significativas de la literatura caballeresca, el Amadís de Gaula y el Orlando Furioso; en este

estudio se ahonda en los rasgos definitorios de los dos héroes señalados y, además, se

analizan especialmente dos episodios fundamentales de estos textos, por un lado la Peña

Pobre de Amadís de Gaula y, por otro, la locura de Orlando furioso, relacionándolos con los

diferentes tipos de penitencia amorosa, lugar común de los libros de caballerías, asimismo se

señalan algunos paralelismos entre ambas obras.

Palabras clave: Amadís de Gaula, Orlando furioso, Peña Pobre, locura de Orlando,

libros de caballerías, amor, penitencia amorosa, Ariosto, Montalvo.

ABSTRACT

The present work in a comparative analysis of two of the most significant works of

chivalric literature, Amadís de Gaula and Orlando Furioso; In this study he delves deeper into

the defining features of the two heroes, and, in addition, analyzes the fundamental episodes of

these texts, on the one hand, the Peña Pobre in Amadís de Gaula and, on the other hand, the

madness of Orlando furioso, relating them to the Different types of loving penance, common

place of the books of chivalry, also points out some parallels between both works.

Keywords: Amadís de Gaula, Orlando furioso, Peña Pobre,Roldan's madness,

chivalric books, love, Loving penance, Ariosto, Montalvo.

3

1. INTRODUCCIÓN

Los libros de caballerías constituyeron un éxito difícilmente parangonable con otros

géneros en nuestro país. Su auge entre los siglos XV y XVI los convierte en el género de

libros más popular de nuestros llamados Siglos de Oro. El hecho de que nuestro libro más

célebre sea Don Quijote de la Mancha no hace más que reafirmarlo.

En el presente trabajo me centro en realizar un análisis comparativo de Amadís de

Gaula y Orlando furioso. Me voy a enfocar, especialmente, en la descripción y

caracterización de esos protagonistas y en uno de los temas fundamentales de este tipo de

literatura, el amor, centrándome justamente en un momento clave que es la penitencia o la

locura de amor, y en los efectos que tiene el amor en estos personajes, por su interés he

considerado realizar todo un apartado dedicado a esta cuestión.

Además, los motivos por los que me ha parecido interesante estudiar estas dos obras

han sido por tratarse de dos textos que permiten comprender y analizar muy bien las

relaciones culturales entre dos países muy cercanos en esa época, con muchos vínculos

políticos, sociales y culturales. A su vez, no hay que olvidar que los lectores contemporáneos

de literatura de temática caballeresca percibían estos textos como pertenecientes a un mismo

grupo de literatura, por lo que he considerado de gran interés escoger dos obras de una

tipología diferente; por un lado la prosa caballeresca del Amadís y por otro el poema épico

italiano.

Del mismo modo, me interesan porque son dos obras fundamentales de las historias de

la literatura de sus respectivos países, ambas pertenecen al género considerado caballeresco

aunque con matizaciones que determinaré más abajo, y por otra parte es especialmente

interesante pues permite, además, analizar la influencia de una obra española sobre la

literatura italiana, ya que como es sabido Ariosto conocía el Amadís de Gaula y lo utilizó

como fuente, de manera que he procurado también señalar en mi trabajo algunos de los

paralelismos más significativos.

En cuanto al Orlando Furioso seguimos la edición de Cesare Segre para el texto

italiano y ofrecemos la traducción en nota al pie de página de Jerónimo de Urrea, salvo en

contadas ocasiones en las que, en nuestra opinión, se aleja del texto original, en esos casos

utilizamos la propia y lo indicamos así en nota al pie de página. Además, hemos considerado

dejar los nombres originales del texto ariostesco a lo largo de todo el trabajo sin trasladarlos al

español por lo que no siguen las normas de acentuación española.

4

2. CONSIDERACIONES PRELIMINARES

2.1. AMADÍS DE GAULA Y GARCI RODRÍGUEZ DE MONTALVO

De Amadís de Gaula se conservan al menos dos versiones; una antigua, denominada

Amadís primitivo de la que apenas conservamos unos folios, y la refundición que Garci

Rodríguez de Montalvo realizó en el siglo XV, que sin duda constituye la versión que gozó de

más éxito.

La edición más antigua que conservamos de la refundición de Garci Rodríguez de

Montalvo es la que imprimió en Zaragoza Jorge Coci en 1508; sabemos, que dicha reescritura

es de finales del XV, seguramente de después de la guerra de Granada, en torno al noventa y

cinco. Sin embargo, reconstruir la génesis del texto amadisiano no ha sido una tarea fácil para

la crítica1 ya que sabemos que el texto es mucho más antiguo que la edición que conservamos

de su refundidor2. Así se encarga de señalarlo el propio Rodríguez de Montalvo en el prólogo:

E yo esto considerando, desseando que de mí alguna sombra de memoria quedasse, no me

atreviendo a poner el mi flaco ingenio en aquello que los más cuerdos sabios se ocuparon,

quísele juntar con estos postrimeros que las cosas más livianas y de menos substancia

escrivieron, por ser a él según su flaqueza más conformes, corrigiendo estos tres libros de

Amadís, que por falta de los malos escriptores, o componedores, muy corruptos y viciosos se

leían, y trasladando y enmendando el libro quarto con las Sergas de Esplandián, su hijo, que

hasta aquí no es en memoria de ninguno ser visto (Montalvo, 2012, págs. 223-224).

Asimismo, se conservan unos fragmentos manuscritos de cuatro hojas3 que se han

podido datar como pertenecientes a principios del siglo XV. Y, por último, contamos con

testimonios que confirman la existencia de un Amadís primitivo; de este modo aparece citado

en el Rimado de Palacio (1378-1403) por Pero López de Ayala o por Pedro Ferruz, poeta

perteneciente a la época del reinado de Enrique II (1369-1379):

1 Para ampliar información sobre el Amadís primitivo y el de Montalvo se puede consultar el estudio de Avalle-

Arce, Amadís de Gaula: El primitivo y el de Montalvo, 1990 México: Fondo de Cultura Económica.

2 Parece claro que la crítica coincide en que la fecha del Amadís podría retrotraerse hasta el siglo XIV. Por

consiguiente Montalvo habría utilizado un manuscrito del siglo XV, el cual podría tratarse de una copia de otro

manuscrito del XIV.

3 Moñino, 2015, págs. 531-554.

5

Amadys el muy fermoso

las lluvias y las ventiscas

nunca las falló aryscas

por ser leal e famoso:

sus proesas fallaredes

en tres lybros, e dyredes

que le Dios de santo poso

(Avalle-Arce, 1990, pág. 79).

En suma, es indudable que aunque la obra que hemos conservado fuese escrita a

finales del XV, estamos ante un texto mucho más antiguo, Avalle-Arce sostiene que su

versión primitiva «se hizo en castellano y hacia 1290, durante el reinado de Sancho IV,

cuando comienza el cultivo metódico de la prosa artística castellana» (Avalle-Arce, 1990,

pág. 101). Y, además, podemos afirmar que esta obra contó ya con el éxito desde sus

comienzos; es más, esta popularidad le procuró su conservación en el tiempo, seguramente a

través de diferentes refundiciones, hasta llegar a las manos de Garci Rodríguez de Montalvo

que lo dejó fijado para la posteridad.

Por otro lado, como del autor original del Amadís primitivo no sabemos nada,

procuraré algunos datos sobre Rodríguez de Montalvo ya que su labor como refundidor y

autor del cuarto libro, (así como de Las Sergas de Esplandián) es inescindible de la obra. Así

pues, se piensa que nació hacia 1450 y se sabe que murió antes de 1505. Durante el reinado de

los Reyes Católicos fue Regidor de Medina del Campo por lo que probablemente perteneció a

la pequeña nobleza. La Guerra de Granada tuvo que causarle una gran impresión que provocó

que dejara su impronta en el texto amadisiano; ya que aparece citada con exaltación en el

prólogo de Amadís, y asimismo se habla de estos hechos en varias ocasiones en Las Sergas.

2.2. ORLANDO FURIOSO Y LUDOVICO ARIOSTO

Por otra parte, en el caso de la obra italiana contamos con todo lo necesario para

reconstruir la génesis del texto sin necesidad de recurrir a las aproximaciones o hipótesis que

encontramos con el Amadís, ya que se conservan las diferentes ediciones que preparó su

autor, así como diversos documentos pertenecientes a Ariosto, como las cartas en las que

habla de su obra.

6

Ludovico Ariosto inicia Orlando Furioso hacia 1505 y pasa casi toda su vida

componiendo y reelaborando el poema, finalmente acaba la versión que nos ha llegado en

1532, un año antes de morir, aunque se sabe que preparaba una cuarta edición. No obstante,

hay que señalar que ya la segunda edición (1521) contó con un enorme éxito, tanto esta como

la primera estaban conformadas por cuarenta cantos. Fue en la tercera edición, la de 1532 en

la que aparece con los cuarenta y seis cantos y, además, esta versión definitiva es casi una

reelaboración completa de la segunda. Cabe recordar que la obra ariostesca supone una

continuación del Orlando Innamorato (1486) de Matteo María Boiardo, poema épico

inacabado por la muerte de su autor.

En cuanto a la vida de Ariosto, sabemos que nació en Reggio Emilia en 1474 y murió

en Ferrara en 1533, donde transcurrió la mayor parte de su vida al servicio de la familia de

Este. Ludovico pertenecía a una familia aristócrata y vivió bajo el amparo de la familia

estense casi toda su vida; su Orlando Furioso lo dedica precisamente a un miembro de esta

familia, Hipólito de Este, al que relaciona en la obra con Bradamante y Ruggiero como uno de

sus descendientes.

2.3. JERÓNIMO DE URREA Y SU TRADUCCIÓN

Jerónimo de Urrea fue el primero en traducir al castellano el poema ariostesco, además

su traducción fue la que contó con mayor éxito gracias a la adecuación que logró del metro,

del ritmo y de la rima, también hay que tener en cuenta la fidelidad que mantuvo en cuanto al

contenido de las octavas. Por otro lado, es cierto que introdujo algunas modificaciones

respecto al poema de Ariosto, las más llamativas son la atenuación de los pasajes eróticos o

de los que contienen temas referidos a la Iglesia que pudieran resultar controvertidos4,

asimismo se observa una notable pérdida de comicidad y humor en las octavas castellanas en

comparación con el original y, una tendencia al patriotismo cuando aparece algún personaje

español, así como la introducción de octavas propias para ensalzar a personajes ilustres

españoles a imitación de lo que hace Ariosto con la familia estense. En referencia a la

4 Estas cuestiones de tipo moral sin duda están relacionadas con el contexto histórico del propio Urrea que vivió

durante la Contrarreforma.

7

traducción de Urrea cabría recordar el pasaje cervantino en el que se menciona la traslación

del español5.

Por lo que refiere a su vida sabemos que era aragonés, se cree que nació en Viota o

Zaragoza, pero se desconoce cuándo, lo que sí sabemos es que murió antes de 1575. Fue un

notable militar y obtuvo el grado de capitán, además ostentó el cargo de virrey de Apulia y

miembro del consejo real, así como también fue caballero de la Orden de Santiago. Por otro

lado, su interés por lo caballeresco queda más que demostrado ya que aparte de su traducción

de Orlando Furioso realizó otras traducciones como la Arcadia de Sannazaro o Le chevalier

délibéré de Oliver de la Marche y, asimismo compuso algunas obras como Don Clarisel de

las flores libro de caballerías inédito, o el poema heroico El victorioso Carlos V también

inédito entre otras (Segre, 2002, págs. 33-34).

3. CARACTERIZACIÓN DE LOS PERSONAJES

3.1. AMADÍS

Si bien es cierto que Amadís de Gaula constituyó un paradigma, no es menos cierto

que en otros libros de caballerías es difícil encontrar entre sus protagonistas un personaje que

se acerque a la perfección encarnada por Amadís, con las excepciones de su hijo Esplandián y

Galaz6; así, los héroes de los libros de caballerías se alejan no poco de la estela del héroe que

constituyó el arquetipo de la perfección (Martín Romero, 2014, págs. 425-426).

5 «—Éste es Espejo de caballerías. —Ya conozco a su merced —dijo el cura—. Ahí anda el señor Reinaldos de

Montalbán con sus amigos y compañeros, más ladrones que Caco, y los Doce Pares, con el verdadero historiador

Turpín, y en verdad que estoy por condenarlos no más que a destierro perpetuo, siquiera porque tienen parte de

la invención del famoso Mateo Boyardo, de donde también tejió su tela el cristiano poeta Ludovico Ariosto; al

cual, si aquí le hallo, y que habla en otra lengua que la suya, no le guardaré respeto alguno, pero, si habla en su

idioma, le pondré sobre mi cabeza. —Pues yo le tengo en italiano —dijo el barbero—, mas no le entiendo. —Ni

aun fuera bien que vos le entendiérades —respondió el cura—; y aquí le perdonáramos al señor capitán que no le

hubiera traído a España y hecho castellano, que le quitó mucho de su natural valor, y lo mismo harán todos

aquellos que los libros de verso quisieren volver en otra lengua, que, por mucho cuidado que pongan y habilidad

que muestren, jamás llegarán al punto que ellos tienen en su primer nacimiento» (Cervantes, 2004, pág. 121).

6 Hijo de Lanzarote del Lago, es considerado casi un santo e incluso llega a alcanzar el Santo Grial.

8

De este modo, desde el libro I viene anunciada la calidad del personaje. Cuando

Amadís es todavía un niño, la maga Urganda profetiza a Gandales7 el destino del

protagonista:

Dígote de aquel que hallaste en la mar que será flor de los cavalleros de su tiempo; éste fará

estremecer los fuertes; éste començará todas las cosas y acabará a su honrra en que los otros

fallescieron; éste fará tales cosas que ninguno cuydaría que pudiessen ser comencadas ni

acabadas por cuerpo de hombre. Éste fará los soberuios ser de buen talante; éste avra crueza

de coracón contra aquellos que se lo merecieren (Montalvo, 2012, pág. 255).

No obstante, hay que tener en cuenta que, aunque el héroe posee desde el comienzo

unas virtudes extraordinarias no podemos obviar la evolución que sufre el personaje y que

será notoria sobre todo en los últimos libros cuando el protagonista alcanza su madurez.

Así, desde niño también viene encarecida su hermosura, cuando es conocido como el

Donzel del Mar, la reina Brisena lo ve por primera vez desde una ventana y al contemplarlo

queda sorprendida y prendada de la belleza del niño: «vio los donzeles que con sus arcos

tiraban, y al Donzel del Mar entre ellos tan apuesto y tan fermoso, que mucho fue

maravillada; y violo mejor vestido que todos, así que parecía el señor» (Montalvo, 2012, pág.

259). Esta descripción responde al ideal que dominó durante la Edad Media, el exterior no era

sino reflejo de la belleza interior, así un personaje que aparece destacado por su hermosura

pone de relieve la bondad que lo caracterizará y, de un modo opuesto los personajes que

vengan definidos por su fealdad albergarán en su interior la soberbia y la maldad. En relación

con lo anterior, en la misma escena, la reina llama a sus doncellas para que contemplen al

joven Amadís: «Venid y veréis la más fermosa criatura que nunca fue vista» (Montalvo, 2012,

pág. 259); ciertamente al singularizarlo se hace hincapié en las virtudes del héroe, que

destacará sobre el resto de los personajes.

Así pues, una vez presentados los rasgos físicos del héroe, que como hemos indicado

en realidad hacen referencia a su interior, nos detendremos en describir sus características más

notables, comenzando por la que es más ineludible para el guerrero, la valentía.

A lo largo de los cuatro libros, el héroe se enfrenta a una suerte de situaciones

peligrosas que no hacen más que encarecer su valor. La exteriorización de la valentía del

protagonista está presente mucho antes de ser nombrado caballero, en el libro I la primera vez

7 Recordemos que Gandales fue el caballero que recogió a Amadís de las aguas y que se encargó de criarlo junto

a su hijo Gandalín, futuro escudero y amigo de Amadís.

9

que interviene Amadís es cuando a sus siete años hiere a un joven más grande que él para

defender a su hermano de leche Gandalín; de esta forma, queda demostrado que desde una

edad temprana la valentía es una virtud intrínseca al personaje. Una vez nombrado caballero

encontramos en el relato de sus aventuras multitud de pruebas de la más diversa índole en las

que pone a prueba su valor. El héroe no vacilará ante ninguna de las situaciones de peligro a

las que se enfrenta y solo lo veremos temer del enojo de su amada: «Y mucho me feziste

alegre de lo que me dezís de mi señora, que en comparación de su enojo todas las cosas que

me podrían venir de grandes afruentas, ni ahun la misma muerte, no las tengo en tanto como

nada» (Montalvo, 2012, pág. 1692). En este sentido, es indudable que se hace referencia al

carácter que lo definirá y distinguirá sobre todo lo demás, su condición de fiel y leal amador8.

Volviendo a lo dicho anteriormente, al tema de la valentía, observamos que en los

enfrentamientos más singulares y peligrosos se le encarece aún más esta virtud, como ocurre

en el famoso episodio que tiene lugar en la Ínsola del diablo; nuestro héroe no solo no habla

de sentir miedo sino que mientras que sus compañeros y amigos lloran temiendo por él,

Amadís no pierde ni siquiera el buen humor:

El cavallero de la Verde Spada9 iva como oís con aquel esfuerço y semblante que su bravo

coraçón le otorgava, y Gandalín en pos dél llorando fuertemente, creyendo que los días de su

señor con la fin de aquel día la habrían ellos. El caballero bolvió a él, y díxole riendo:

—Mi buen hermano, no tengas tan poca esperança en la misericordia de Dios, ni en la vista de

mi señora Oriana, que assí te desesperes […]

Y diziendo esto crecióle tanto el esfuerço, que muy tarde se le fazía en no fallar el Endriago

(Montalvo, 2012, págs. 1140-1141).

Sin duda, el héroe trata de quitarle importancia al asunto bromeando10. Sin embargo,

no hay que infravalorar el buen ánimo con el que se enfrenta al «mismo diablo», desde luego

es prueba de la fortaleza de este caballero singular, pues como estudió Martín Romero esta no

es una característica intrínseca en todos los héroes de los libros de caballerías:

La vinculación genérica del Palmerín con los textos amadisianos resulta evidente y así se

percibía en la época. Por ello, sorprenden algunos rasgos de su protagonista que lo diferencian

8 Este aspecto se desarrollará más adelante en el epígrafe «la Peña Pobre».

9 Recordemos que este es uno de los sobrenombres que utiliza Amadís para no ser reconocido.

10 Este tipo de reacciones no hacen sino contribuir a la humanización del personaje.

10

de Amadís; por ejemplo, el miedo llega a apoderarse de Palmerín en más de una ocasión, que

siente tal pavor que incluso llega a huir del peligro, algo impensable en su modelo amadisiano

(Martín Romero, 2014, págs. 427-428).

No obstante, hay que señalar que, si bien hemos dicho que Amadís no teme nunca

ningún tipo de peligro, sí cabe decir que en el último libro hallamos algunas referencias en las

que confiesa sentir miedo; sin embargo esta reacción por parte del personaje solo aparece al

final del relato y, en mi opinión, está sobradamente justificada ya que se trata del reflejo de la

evolución que sufre el personaje, que en este momento se encuentra ya en la madurez y a

punto de finalizar su etapa como caballero andante. Se trata de la última aventura del héroe,

de este modo le ruega a un caballero que está hablándole del gigante Balán, al que Amadís va

a enfrentarse: «Y por esto vos ruego, cavallero señor, que me no pongáis más miedo del que

yo trayo, que no es poco; y si os plugiere, por cortesía me socorráis con alguna vianda de que

nos podamos ayudar si algún entrevallo viniere» (Montalvo, 2012, pág. 1650). Efectivamente,

Amadís se encuentra ya en un punto diferente de su vida, se ha casado con Oriana y es el

señor de la Ínsola Firme, es el momento de ir abandonando las armas para pasar a encarnar la

figura del gobernador.

Por otra parte, hay que indicar que nuestro protagonista no solo domina en el campo

de batalla, sino que una de sus cualidades sobresalientes será la cortesía o la facilidad para

moverse por los ambientes cortesanos; esto se ve especialmente cuando en el libro III el héroe

viaja por diferentes países, y en las cortes por las que pasa se destaca su comedimiento al

hablar; en el siguiente fragmento se encuentra en compañía de Grasinda, sobrina del rey de

Bohemia:

Él le dixo:

—Mi señora, veyendo yo la voluntad de vuestro ruego, si fuesse cosa en que peligro y afán

aventurasse por os servir, lo faría, cuanto más ser lo que tanto a mí necessario es.

La dueña, tomándole consigo, se fue para la villa. […] El Cavallero del Enano11 levó la dueña

fablando con ella en algunas cosas, y si antes le tenía por su gran fama en mucho, en más lo

estimó viendo su gran discreción y apuesta fabla; y assí lo fue él della, que muy fermosa y

graciosa era en todo su razonar (Montalvo, 2012, págs. 1121-1122).

11 Sobrenombre que toma Amadís haciendo referencia a Ardián, el enano que lo acompaña.

11

Y lo que es más, también comprobamos en ejemplos como el del siguiente pasaje que

se alaba el dominio de sí mismo que posee el protagonista: en este episodio Esplandián le pide

a Amadís que le perdone la vida al caballero al que ha vencido y al que está a punto de

ejecutar; se elogia la mesura que caracteriza a este héroe incluso en un momento crítico como

el del combate:

—Yo os digo, ciertamente—dixo Esplandian—, que en mucho se deve tener su gran valor,

pues tan señalado es entre tantos buenos. Y la embidia que dél se tiene no pone osadía a

muchos de se fazer sus iguales, pues no menos debe ser loado por su gran mesura y cortesía;

que ahunque yo le tomé con gran ira y saña, no dexó de me fazer gran honra […] (Montalvo,

2012, pág. 1374).

Asimismo, la cortesía estaba necesariamente vinculada al saber durante la Edad

Media y con el saber está relacionado también el poliglotismo. En este sentido, Amadís es un

héroe que ha viajado por diferentes tierras y fruto de estos viajes es conocedor de varias

lenguas: «El Cavallero del Enano, comoquiera que el lenguaje de la donzella era alemán,

entendióla luego muy bien, porque él siempre procurava de aprender los lenguajes por donde

andava» (Montalvo, 2012, pág. 1117). Este saber, lo aplica también a la lectura, así, cuando se

encuentra en la Peña de la Doncella Encantadora, lee en una estatua:

Y miráronla gran rato y vieron las letras, y Amadís las començó a leer, que en el tiempo que

anduvo por Grecia aprendió ya cuanto del lenguaje y de la letra griega, y mucho dello le

mostró el maestro Elisabab cuando por mar ivan, y también le mostró el lenguaje de Alemaña

y de otras tierras; los cuales él muy bien sabía, como aquel que era gran sabio en todas las

artes y avía andado muchas provincias (Montalvo, 2012, pág. 1703).

En resumidas cuentas, se hace evidente que la figura de Amadís conforma un dechado

de virtudes y valores; es el caballero perfecto en la guerra y en el amor, es cortés, sabio y

fuerte. No obstante, como hemos observado, eso no significa que el personaje se nos presente

deshumanizado, como a veces se ha defendido erróneamente, puesto que como hemos visto,

entre otras cosas el héroe, a lo largo de la obra, sufre una evolución.

12

3.2. ORLANDO

Como se anunció más arriba, por lo que refiere al paladín de la corte carolingia,

encontramos un caballero que se aleja de la perfección encarnada por Amadís. Si bien

comparte con él la predisposición para ayudar a las damas en apuros o el valor12, que lo

caracteriza como uno de los mejores caballeros de la corte de Carlomagno, veremos que la

mayoría de los rasgos de este personaje lo alejan del modelo amadisiano.

En primer lugar, hay que señalar una diferencia fundamental respecto a Amadís, y es

que Orlando es un personaje hadado, está encantado todo menos el pie: «dal capo alle piante

dura la pelle avea più che diamante13» (Ariosto, 2002, pág. 664). Efectivamente, esto lo

vincula a personajes de la épica greco-latina, tradición en la que se inserta; como bien estudió

Gómez Montero:

Reviste una singular importancia que los modelos referenciales en Italia, al contrario que en el

Amadís de Gaula, se remitan a la literatura clásica greco-latina no sólo en el plano de la

invetio y del discurso textual, sino también en el plano de la estructuración interna del material

narrativo (Montero, 1992, pág. 306).

Por otra parte, cabe decir que cuando se habla del aspecto físico de Orlando se tiende a

resaltar su aspecto fiero, las descripciones en torno a este atributo se repiten; así, los rasgos

definitorios que prevalecen en el personaje nos presentan un guerrero temible incluso a

primera vista; en la octava septuagésima octava14 del canto IX se compara la caída del héroe

del caballo, en mitad de una batalla, con la explosión de una torre llena de pólvora; y en la

siguiente octava, en una escena llena de fuerza, se narra cómo se levanta el héroe raudo a

perseguir a su objetivo:

12 La fortaleza una virtud cardinal que siempre se le ha atribuido a los caballeros andantes.

13 Utilizamos nuestra traducción: «De la cabeza a las plantas tenía la piel más dura que el diamante.»

14 «Chi vide mai dal ciel cadere il foco / che con sì orrendo suon Giove diserra, / e penetrare ove un richiuso loco

/ carbon con zolfo e con salnitro serra; / ch’ a pena arriva, a pena tocca un poco, / che par ch’ avampi il ciel, non

che la terra; / spezza le mura, e i gravi marmi svelle, / e fa i sassi volar sin alle stelle» (Ariosto, 2002, pág. 546).

Menos cuando se indique lo contrario sigo siempre la traducción de Jerónimo de Urrea que se incluye en

Ariosto, 2002: «Quien ve caer del cielo fuego puro / que Júpiter envía muy terrible, / y entra en mina hecha en

campo o muro, / donde pólvora está puesta invisible, / que apenas toca el fuego cruel y duro, / que muestra caer

el cielo en tono horrible, / las torres, muros echa por el suelo, / y los mármoles vuelan por el cielo» (Ariosto,

2002, pág. 547).

13

S’imagini che tal, poi che cadendo

toccò la terra, il paladino fosse:

con sì fiero sembiante aspro et orrendo,

da far tremar nel ciel Marte, si mosse.

Di che smarrito il re frison, torcendo

la briglia indietro, per fuggir voltosse;

ma gli fu dietro Orlando con più fretta

che non esce da l’arco una saetta15

(Ariosto, 2002, pág. 549).

En este otro ejemplo, Olimpia, que le ha pedido ayuda a Orlando, comenta también la

fe que tiene en el remedio que puede dar a su empresa si el aspecto exterior se corresponde

con el interior, observamos cómo se incide una y otra vez en el aspecto temible que presenta

el héroe: «Or s’in voi la virtè non è diforme / dal fier sembiante e da l’erculeo aspetto16»

(Ariosto, 2002, pág. 532).

Y, más adelante, cuando esta misma dama termina de hablar, el poema nos da algunas

claves también sobre la forma de ser de Orlando. El cual no destaca por su don de palabra,

todo lo contrario que habíamos observado en el mesurado Amadís. Dicho esto, podemos

afirmar que Orlando es un hombre de acción, de genio marcial y taciturno:

Qui la donzella il suo parlar conchiuse,

che con pianto e sospir spesso interroppe.

Orlando, poi ch’ella la bocca chiuse;

le cui voglie al ben far mai non fur zoppe,

in parole con lei non si chiuse;

che di natura non usava troppe:

ma le promise, e la sua fé le diede,

15 «Pues piensen que tal fuera así cayendo / cuando Roldán la tierra tocó en parte, / con semblante asperísimo y

horrendo / para hacer temblar al fiero Marte, / y así espantado el rey frisón, torciendo / las riendas por huir hacia

otra parte. / Fuele Roldán detrás por vía estrecha, / cual suele de arco fuerte salir flecha» (Ariosto, 2002, pág.

550).

16 «Si la virtud en vos ya no es disforme / del fiero rostro y hercúleo aspeto» (Ariosto, 2002, pág. 533).

14

che faria più di quel ch’ella gli chiede17

(Ariosto, 2002, pág. 532).

Además, Orlando reacciona siempre de manera impetuosa; se trata de un personaje

que destaca por su agresividad, las alusiones a su mal carácter se repiten a lo largo del poema,

de él se dice en muchas ocasiones que «arde en fuego de ira». De manera que, visto todo lo

anterior, no nos debe extrañar la posterior explosión de violencia que protagonizará cuando

se desencadene el episodio de la locura.

Por otro lado, de forma análoga a Amadís, Orlando también es políglota. El siguiente

pasaje es muestra de la astucia de Orlando, que está buscando a Angelica y aparece disfrazado

para poder internarse en el ejército enemigo, asimismo en este fragmento se alaba el

conocimiento del personaje de diferentes idiomas:

E poi che venne il dì chiaro e lucente,

tutto cercò l’esercito moresco:

e ben lo potea far sicuramente,

avendo indosso l’abito arabesco;

et aiutollo in questo parimente,

che sapeva altro idioma che francesco,

e l’africano tanto avea espedito

che parea nato a Tripoli e nutrito18

(Ariosto, 2002, pág. 502).

Al igual que vimos en Amadís, Orlando también lee en otras lenguas; una muestra de

ello es la siguiente estrofa, en la que lee el mensaje que ha escrito Medoro en la cueva19; nos

referimos al episodio que originará la locura:

17 «Acabó la doncella el cuento en esto, / que el llanto y suspirar se lo estorbaba. / El conde, como oyó aquel

ruego honesto, / como el que en bien obrar no emperezaba / en palabras con ella no se ha puesto, / que de su

natural no las usaba / pero su fe y palabra prometía, / de mucho más hacer que le decía» (Ariosto, 2002, pág.

533).

18 Utilizamos nuestra traducción: «Y luego cuando llegó el día claro y brillante / buscó por todo el ejército

morisco / y lo podía hacer bien de manera segura / puesto que llevaba traje árabe / en esto lo ayudó de igual

manera / que sabía otro idioma además del francés / el africano tanto había usado / que parecía nacido y

alimentado en Tripoli.»

15

Era scritto in arabico, che ‘l conte

intendea così ben come latino:

fra molte lingue e molte ch’avea pronte,

prontissima avea quella il paladino;

e gli schivò più volte e danni et onte,

che si trovò tra il popul saracino:

ma non si vanti, se già n’ebbe frutto;

ch’un danno or n’ha, che può contargli il tutto20

(Ariosto, 2002, pág. 1498).

De acuerdo con lo visto, el héroe ariostesco tiene muy poco que ver con Amadís, es

más, tampoco se parece a los otros caballeros que aparecen a lo largo del Orlando furioso;

siendo así las cosas, resulta claro que frente a lo que ha defendido la historiografía durante

años, de que los héroes de los libros de caballerías son personajes planos y casi idénticos los

unos a los otros, encontramos que no solo queda más que demostrado que no es así, sino que

precisamente lo dificil es encontrar dos caballeros que se parezcan.

4. EL AMOR

Uno de los temas fundamentales en los libros de caballerías es el amor, la importancia

que cobra este aspecto como vehículo de estas narraciones es singular. Ciertamente, el vínculo

entre las aventuras y el amor en los textos caballerescos es prácticamente indisoluble; aunque

hay que matizar que, como en la mayoría de los aspectos que «caracterizan» este tipo de

literatura no existen verdades indubitables. De esta manera, encontramos personajes21 que no

mantienen una relación sentimental a lo largo de la obra y que llevan a cabo sus aventuras en

19 Recordemos que Medoro había yacido junto a Angelica en un paraje idílico, y que como muestra de su amor

escribió en la entrada de la cueva donde estuvieron las célebres palabras que llevan a la locura a Orlando. Las

dos octavas en las que aparece el mensaje de Medoro se pueden consultar en el anexo.

20 «En arábigo escrito claro estaba, / que así como latín bien lo entendía: / de mil lenguajes otros que hablaba, /

éste el conde prontísimo tenía, / y de muchos trabajos lo libraba / cuando solo entre moros se veía; / mas no se

alabe si dél fruto vido,/ que un daño le descuenta lo servido» (Ariosto, 2002, pág. 1499).

21 Incluso personajes principales; en el caso de Orlando furioso encontramos el ejemplo de Marfisa, que cuenta

con un gran protagonismo, sin embargo, a lo largo del poema esta guerrera no tiene motivaciones amorosas.

16

pos de conquistar honor, tierras, etc. No obstante, en el presente estudio nos centramos en los

casos en los que el amor sí actúa como eje sobre el que se vertebran los episodios de nuestros

protagonistas.

Por otra parte, también es necesario señalar que no podemos caer en el error de creer

que el amor, como lugar común en los textos caballerescos, se manifiesta de manera similar

en todo este tipo de literatura. Así, se encargó de estudiarlo Martín Romero en «Del fin’amors

al neoplatonismo»:

Pero, ¿cómo ama un caballero? ¿Cuáles son las normas de comportamiento amoroso que ha de

seguir? Intentar dar una única respuesta a esta pregunta es pretensión condenada al fracaso.

Efectivamente, las diferencias entre tantas obras, de distintas épocas y procedencias

geográficas, así como la enorme cantidad de textos de narrativa caballeresca existentes,

representan el principio de algunas de las dificultades con que se encuentra quien pretende

analizar el amor caballeresco (Martín Romero, 2009, págs. 119-120).

Así pues, dada la importancia que tiene el amor en los textos caballerescos hemos

decidido centrar uno de los puntos de este trabajo en ese aspecto, puesto que la pasión

amorosa determina dos episodios muy importantes en estas obras; la penitencia de Amadís en

la Peña Pobre y la locura de Orlando. Como veremos, estos momentos clave son el resultado

de un determinado problema, en el caso de Amadís los celos injustificados de Oriana lo

abocan a este retiro, pues Amadís como fiel seguidor de los preceptos del amor cortés, o en

otras palabras, de los dictados de su amada, no se opondrá en ningún momento a esta ruptura

unilateral, ya que como observaremos es Oriana la que decide llevar a cabo esta ruptura con

su amante; y esto, como veremos, aboca al héroe a un problema existencial que llega casi a

costarle la vida. Por otro lado, el caso de Orlando es bien diferente, ya que su locura, es el

resultado del desengaño, de tal manera que el choque con las evidencias será lo que lo lleve a

enloquecer.

Por otra parte, la importancia del amor en los libros de caballería ya la señaló

Cervantes en el siguiente pasaje del célebre hidalgo, de este modo quedan ligados los dos

episodios que vamos a tratar, con especial atención, en el presente estudio:

—En efecto —dijo Sancho—, ¿qué es lo que vuestra merced quiere hacer en este tan remoto

lugar? —¿Ya no te he dicho —respondió don Quijote— que quiero imitar a Amadís, haciendo

aquí del desesperado, del sandio y del furioso, por imitar juntamente al valiente don Roldán,

cuando halló en una fuente las señales de que Angélica la Bella había cometido vileza con

17

Medoro, de cuya pesadumbre se volvió loco, y arrancó los árboles, enturbió las aguas de las

claras fuentes, mató pastores, destruyó ganados, abrasó chozas, derribó casas, arrastró yeguas

y hizo otras cien mil insolencias dignas de eterno nombre y escritura? y, puesto que yo no

pienso imitar a Roldán, o Orlando, o Rotolando (que todos estos tres nombres tenía), parte por

parte, en todas las locuras que hizo, dijo y pensó, haré el bosquejo como mejor pudiere en las

que me pareciere ser más esenciales. Y podrá ser que viniese a contentarme con sola la

imitación de Amadís, que sin hacer locuras de daño, sino de lloros y sentimientos, alcanzó

tanta fama como el que más (Cervantes, 2004, pág. 255).

Efectivamente, como hemos visto, ambos episodios tuvieron tal éxito que dejaron una

eminente impronta en el imaginario literario. Sin duda, esto se debe a que tanto el Amadís de

Gaula como el Orlando Furioso se convirtieron desde sus inicios en obras de referencia22, y

por lo tanto no es de extrañar el enorme éxito que obtuvieron en la literatura sus respectivas

penitencias de amor. Finalmente, como sabemos, en este pasaje Don Quijote acabará

decantándose por la melancolía de Amadís, si bien está más cerca de Orlando no solo por la

locura de la que está preso, sino que, además, su Dulcinea se acerca más a la amada de el

Furioso que a la de Amadís, ya que si bien Dulcinea y Angelica no se parecen en hermosura,

tanto Don Quijote como Orlando tienen una amada idealizada que es producto de su

imaginación, así ni Dulcinea ni Angelica responden en la realidad a lo que sus enamorados

proclaman de ellas.

4.1. AMADÍS Y ORIANA

En Amadís de Gaula, como hemos señalado más arriba, el eje más importante sobre el

que se vertebra la obra es la relación de amor que hay entre Amadís y Oriana. Las aventuras y

hazañas del héroe siempre se sustentan sobre el sentimiento amoroso que este tiene hacia su

señora, su fin a la hora de conquistar fama y honra mediante la realización de hazañas es

convertirse en merecedor de su amada. Así, a lo largo de la obra imperarán siempre los

códigos del amor cortés23. Tal y como señala Blecua: «En el Amadís, en última instancia,

22 Cabe recordar que Amadís de Gaula llegó a convertirse en un libro que se leía como manual de cortesanía y

que Orlando Furioso pasó a formar parte del canon literario desde casi sus inicios.

23 Habría que hacer una salvedad, porque aunque se dan relaciones fuera del matrimonio están orientadas a las

nupcias. En palabras de Avalle-Arce «Este sacramento, secreto o público, niega en parte o en todo, los

18

todos los caminos conducen a Oriana [...], la obra se inserta en unos códigos en los que la

mujer se convierte en el centro primordial de los diversos aconteceres» (Cacho Blecua, 1979,

pág. 171). Oriana para nuestro héroe es, desde el comienzo, considerada como un ser

superior; además, esto al principio de la historia es más notorio ya que el héroe desconoce en

ese momento sus orígenes; sin embargo, el linaje de Amadís no tardará en conocerse, este

hecho se produce en el primer libro y gracias al papel fundamental que juega Oriana,

recordemos que será efectivamente ella quien le descubra al héroe su procedencia enviándole

la carta, mediante una de sus damas, donde se atestigua su alto linaje: «y dízevos que sabe

cómo sois hijo de rey, y que no es ella, por ende, menos alegre que vos, y que pues no

conoçiendo a vuestro linaje érades tan bueno […]» (Montalvo, 2012, pág. 323). Así, en el

capítulo X se produce la anagnórisis de Amadís con sus padres, con la consecuente

recuperación de su estirpe. Cabría preguntarse por qué se cierra este ciclo al comienzo de las

aventuras del héroe, pues bien, como hemos visto en el pasaje anterior, el héroe no puede

considerarse digno de su amada si no pertenece a un mismo linaje, dicho en otras palabras,

Amadís necesitaba formar parte de la alta nobleza para poder equipararse a Oriana o, mejor

dicho, para poder tener la posibilidad de amarla. Este hecho es forzosamente necesario para el

avance de la historia, ya que: «la identidad esencial de Amadís y Oriana como entes

individuales es el amor» (Ortiz-Hernán, 2007, pág. 435). Así, si Amadís de Gaula careciera de

la posibilidad de alcanzar a su amada sus aventuras serían inexistentes, ya que la virtud de

este héroe estriba sobre el amor. De este modo lo encontramos lamentándose antes de saber

nada de su linaje:

—Ay, cativo Donzel del Mar, sin linaje y sin bien, ¿cómo fueste tan osado de meter tu coraçón

y tu amor en poder de aquella que vale más que las otras todas de bondad y fermosura y de

linaje? ¡O cativo!, por cualquier destas tres cosas no devía ser osado el mejor cavallero del

mundo de la amar, que más es ella fermosa que el mejor cavallero en armas, y más vale la su

bondad que la riqueza del mayor hombre del mundo, y yo cativo que no sé quién so, que bivo

con trabajo de tal locura que moriré amando sin jelo osar dezir (Montalvo, 2012, pág. 306).

Como podemos comprobar, en referencia a lo ya dicho más arriba, en este otro pasaje,

el joven Amadís confiesa a Oriana que todo su ánimo procede de ella:

fundamentos del amor cortés» (Avalle-Arce, 1990, pág. 422). Sin ser tan rotundos, nosotros creemos que la

figura de Amadís es un adalid del amor cortés obviando la circunstancia del matrimonio.

19

—Y ¡cómo! — dixo ella—, ¿tan flaco es vuestro coraçón que para rogar no basta?

—Tan flaco —dixo él— que en todas las cosas contra vos me debe fallescer, sino en vos servir

como aquel que sin ser suyo es todo vuestro […]

—Si a vos, señora, pluguiesse que yo fuesse cavallero, sería en ayuda de essa hermana de la

Reina, otorgándome vos la ida (Montalvo, 2012, pág. 275).

De hecho, como amante perfecto que sigue las normas del amor cortés, un poco más

adelante, acepta explícitamente que va a obedecer en todo momento la voluntad de su dama,

como en el caso siguiente en el que admite que sin su permiso no realizaría determinadas

aventuras:

—Y si la yo no otorgasse —dixo ella—, ¿no iríades allá?

—No —dixo él—, porque este mi vencido coraçón sin el favor de cúyo es no podría ser

sostenido en ninguna afrenta, ni ahun sin ella (ibid.).

Efectivamente, como acabamos de ver, se justifica de este modo que la valía y virtud

de Amadís nacen de su amor por Oriana.

Quizás el momento en el que se evidencia más el carácter de obediencia en Amadís de

Gaula sea justamente durante el capítulo al que he aludido antes, el de la Peña Pobre. Amadís

se ve privado del favor de su amada injustamente y esto lo lleva al extremo de abandonar la

vida caballeresca y casi su propia vida.

4.1.1. LA PEÑA POBRE

El nombre de la Peña Pobre hace referencia al lugar donde Amadís pasará su

penitencia, el espacio físico tiene una gran importancia en este tipo de episodios, los

caballeros buscan lugares agrestes, aislados de toda civilización para dar rienda suelta a sus

penas. Se trata de un escenario que parece recordar al conocido poema, tantas veces

mencionado al respecto, de Juan del Encina:

Por unos puertos arriba / de una montaña muy escura / caminava el cavallero / lastimado de

tristura. / el cavallo dexa muerto / y él a pie, por su ventura, / andando por su ventura,

/andando de sierra en sierra, / de camino no se cura. / Huyendo de las florestas, /huyendo de la

frescura, / métese de mata en mata / por la mayor espesura / […] Su bever y su comer / es el

20

lloro y amargura; / que de noche ni de día / nunca duerme ni asegura. / Despedido de su amiga

/ por su más que desventura, / haverle de consolar / no basta seso y cordura […] / Biviendo

penada vida / más penada la procura, / que los coraçones tristes / quieren más menos holgura

(Encina, 1975, pág. 92).

Además, en el caso de Amadís, la Peña Pobre cobra un interés añadido, el valor

simbólico que conlleva, puesto que la Peña Pobre es un lugar especialmente inhóspito y

recóndito24, de modo que se vincula con el estado anímico del héroe: «Mucho se pagava

Beltenebros de la soledad y esquivez de aquel lugar, y en pensar de allí morir recibía algún

descanso» (Montalvo, 2012, pág. 710).

Por otra parte, en cuanto a los orígenes previos al Amadís, el episodio de la Peña Pobre

cuenta con unas fuentes que han sido analizadas por Aguilar Perdomo, dichas fuentes las

constituyen fundamentalmente los textos tristanianos y artúricos:

Cuando la literatura artúrica produjo la secularización de la penitencia eremítica dando origen

a la penitencia amorosa, gran parte de los caballeros enamorados debieron pasar entonces por

esta prueba en la que acceden a un estado transitorio de locura o «salvajismo» en alguna de

sus dos vertientes: la locura desenfrenada o la melancolía erótica (Perdomo, 2001, pág. 126).

De esta manera Tristán, Lanzarote y Amadís crean un referente perfecto que dará

lugar a que este tipo de episodios se conviertan en un lugar común para los textos

caballerescos.

No obstante, hay que indicar que Amadís se aleja de la secularización anteriormente

señalada y que la penitencia amorosa que protagoniza, va a recordar más a la penitencia

eremítica que a las penitencias de amor. De este modo, en Amadís de Gaula este momento

viene provocado por los celos de Oriana que surgen cuando le pregunta, desde una ventana, al

enano de Amadís porqué lleva tanta prisa, él le responde que ha ido a recoger las piezas de

una espada rota que Amadís estima mucho porque se la ha otorgado Briolanja, la cual cree el

enano que es la amada de Amadís, de este modo da lugar al equívoco cuando habla con

Oriana, contestándole con unas palabras ciertamente desmedidas25. En consecuencia, Oriana

24 «—La morada—dixo él— es llamada la Peña Pobre, porque allí no puede morar ninguno sino en gran pobreza

[…]» (Montalvo, 2012, pág. 710).

25 «—Sí salí —dixo él—; mas oue de tornar por esto que aquí lieuo. —¿Qué es esso? —dixo Oriana—. Él gelo

mostró; ella dixo: —¿Para qué quiere tu señor la espada quebrada? —¿Para qué? —dixo él—; porque la preciaua

21

piensa que Amadís ama a otra y airada escribe una carta26 que le hace llegar al héroe mediante

Durín; cuando Amadís lee la misiva desfallece, deja las armas y se marcha con un ermitaño a

la Peña Pobre decidido a morir.

Por consiguiente, sin el favor de Oriana, Amadís es casi llegado a la muerte, de hecho,

el héroe se prepara para ello; una vez que recibe la carta se encarga de formular una especie

de testamento verbal ante Gandalín e Isanjo, y Durín que permanece como testigo:

—Mi buen amigo Gandalín, […] no tengo qué te dexar, sino solamente esta ínsola, y mando a

Isanjo y a todos los otros, por el omenaje que me tienen fecho, que tanto que de mi muerte

sepan te tomen por señor; y comoquiera que este señorío tuyo sea, mando que lo gozen tu

padre y madre en sus días y después de ti libre quede. […]

Entonces dixo a Isanjo que de las rentas de la ínsola que guardadas tenía tomasse tanto para

que allí en aquella hermita pudiesse fazer un monesterio a honra de la Virgen María, en que

pudiessen bien bivir treinta frailes y les diessen renta para s sostener (Montalvo, 2012, págs.

682-683).

Una vez que ha dejado resueltos sus asuntos27, el héroe se interna en la «espessa

montaña» en solitario y deja que su caballo vague en su libre albedrío, este es un lugar común

de las penitencias de amor de los libros de caballerías28, el caballero absorto en sus

pensamientos y en su tristeza se interna en las montañas o en las florestas y el caballo lo lleva

sin rumbo. Así se encargó de señalarlo Aguilar Perdomo en su estudio:

La angustia y desesperación los lleva a adentrarse en la floresta, único espacio donde pueden

huir de los hombres y encontrar la soledad que necesitan sus corazones, dejándose llevar por

más por aquella que ge la dio que las mejores dos sanas que le dar podrían. —¿Y quién ess éssa —dixo ella—.

—Aquella misma —dixo el enano— por quien la batalla Aquella misma —dixo el enano— por quien la batalla

va a hazer; que ahunque vos soy s hija del mejor rey del mundo, y con tanta fermosura, querríades auer ganado

lo que ella ganó, más que quanta tierra vuestro padre tiene. —Y ¿qué ganancia —dixo ella— fue éssa que tan

preciada es? ¿Por ventura ganó a tu señor? —Sí —dixo él—; que ella ha su coraçón enteramente, y él quedó por

su cauallero para la seruir» (Montalvo, 2012, págs. 605-606).

26 La carta puede consultarse en el anexo.

27 Tras enunciar el testamento, Amadís insiste a Gandalín en que tome sus armas, pues él no tiene intención de

volver más: «Amigo, si quisieres ser cavallero, sélo luego con estas mis armas, que pues tan bien las guardaste,

con razón deven ser tuyas, que a mí ya poco me fazen menester» (Montalvo, 2012, pág. 684).

28 En la tabla que adjuntamos al final del trabajo, aparecen cotejados los tópicos referentes a las penitencias que

encontramos en ambas obras.

22

sus caballos por caminos no transitados con rumbo desconocido, porque han perdido el motor

de su quehacer caballeresco, el amor de sus señoras (Perdomo, 2001, pág. 133).

Más adelante, en la floresta en la que se encuentra Amadís, aparece el Patín29 que

proclama en voz alta su amor por Oriana; Gandalín que ha desobedecido las órdenes de

Amadís y lo ha seguido sin que se dé cuenta, insta a nuestro héroe a enfrentarse a Patín, pero

este rehúsa de hacerlo y, además lo toma como una ofensa, puesto que sin la merced de

Oriana confiesa que ha perdido el «esfuerço»:

—Que vos combatáis con él—dixo Gandalín— y le fagáis conoscer su locura.

Y Amadís dixo:

—¡Cómo eres loco en esto que dices!; sábete que no tengo seso, ni coraçón ni esfuerço, que

todo es perdido cuando perdí la merced de mi señora, que della y no de mí me venía todo, y

assí ella lo ha levado, y sabes que tanto valgo para me combatir cuanto un cavallero muerto,

que en toda Gran Bretaña no ay cativo, ni tan flaco cavallero que ligeramente no me matase, si

con él me combatiesse, que te diré que soy el más vencido y desesperado que todos los que en

el mundo son (Montalvo, 2012, págs. 690-691).

Amadís se niega a combatirse con el Patín, la vida caballeresca ha perdido su sentido

tras la ruptura con Oriana. Sin embargo, finalmente accederá a ello solo cuando Gandalín le

informe de que también está presente Durín observando y de cómo este puede contarle a

Oriana lo que vea del enfrentamiento; en ese momento Amadís se «esfuerça»30 pensando en

Oriana y se enfrenta al Patín. Cuando lo vence se despide de Durín que parte hacia el castillo

donde está Oriana y Amadís queda con Gandalín hasta que, de noche, consigue irse solo sin

ser visto. Es en ese momento cuando se encuentra con el ermitaño Andalod; Amadís

abandona sus armas y se confiesa con él, y después le ruega que le deje acompañarlo31.

29 Emperador de Roma y pretendiente de Oriana.

30 «Pero sabiendo que allí estava Durín crescióle el coraçón y esfuerço y dixo: —Agora me da el cavallo y

guíame al cavallero» (Montalvo, 2012, pág. 691).

31 «—Buen señor—dixo Amadís—, yo soy llagado a tal punto, que no puedo bevir sino muy poco, y ruégoos,

por aquel Señor poderoso cuya fe vos mantenéis, que vos plega de me llevar con vos este poco de tiempo que

durare, y havré con vos consejo de mi alma; pues que ya las armas ni el cavallo no me hazen menester, dexarlo

he aquí y iré con vos de pie, haziendo aquella penitencia que me mandades; y si esto no hazéis, erraréis a Dios,

porque andaré perdido por esta montaña sin hallar quien me remedie» (Montalvo, 2012, pág. 705).

23

Andalod lo acepta y le ofrece de comer, Amadís se niega y por aquel entonces llevaba ya tres

días en ayuno, así que el ermitaño tiene que obligarlo a comer32.

Más adelante el héroe le pide que no lo llame por su nombre y que le otorgue otro

nuevo. En realidad, este cambio de nombre se hace necesario dada las nuevas circunstancias

que tiene Amadís al perder el favor de Oriana que debe reinterpretar su existencia, ya que el

nombre es un distintivo del personaje:

Amadís es llamado así por la devoción de Darioleta a un santo […]. Sin embargo, el héroe

será conocido con su auténtica personalidad gracias a Oriana, gracias a su amor. Y Amadís, el

más leal amador, deja a un lado su anterior existencia tras la misiva de Oriana. Sin ningún

género de dudas debemos relacionar su nombre con el amor, de manera que su propia

denominación lleva la esencia de su comportamiento (Cacho Blecua, 2012, pág. 145).

Así pues, el ermitaño lo ha nombra como Beltenebros33. Efectivamente, como hemos

indicado, este cambio viene motivado por las nuevas circunstancias de Amadís, el héroe debe

reinterpretarse34. Como hemos visto, Amadís sigue el dictado de Oriana hasta sus últimas

consecuencias, una vez recibida la carta, abandona las armas y se retira a la Peña Pobre:

Assí como oís fue encerrado Amadís con nombre de Beltenebros, en aquella Peña Pobre,

metida siete leguas en la mar, desamparado del mundo, la honra, aquellas armas con que en

tan grande alteza puesto era, consumiendo sus días en lágrimas y en continuos dolores […]

(Montalvo, 2012, pág. 711).

Más arriba, observamos que la penitencia de Amadís recuerda más a la auténtica

penitencia eremítica que a las penitencias de amor de otros caballeros. De este modo, en la

32 «—Vos havéis de estar a mi obediencia, y mando que comáis; si no vuestra alma sería en gran peligro si assí

muriéssedes» (Montalvo, 2012, pág. 708).

33 «La importancia de la denominación consiste en su poder simbólico y connotativo y la identificación entre

nombre y personaje parece indisoluble. Ahora, el nuevo nombre adquiere una mayor ambivalencia. El primer

étimo Bel- parece corresponder a su hermosura. El segundo -tenebros está asociado con las tinieblas, con la

oscuridad» (Cacho Blecua, 2012, pág. 146).

34 «Con el nuevo nombre, una vez insertado en la sociedad, deberá emprender un nuevo camino de pruebas hasta

poder utilizar el anterior, después de haber dado muestras de que se ha producido una renovación de su

existencia y de que se ha hecho acreedor a la antigua denominación, Amadís de Gaula» (Cacho Blecua, 2012,

pág. 147).

24

Peña Pobre, el héroe lleva una vida dedicada al rezo en la pequeña ermita que hay allí, alejado

de todo el mundo, tan solo en compañía de Andalod y dos sobrinos suyos; llorando y sin

apenas dormir ni comer, lo que poco a poco irá debilitando sus fuerzas.

Cuando finalmente lo encuentra Darioleta, que había partido por encargo de Oriana

junto con Durín para buscarlo, lo halla muy desmejorado y casi al filo de la muerte; hasta tal

punto está irreconocible que, en un primer momento, la dama no lo reconoce. Sin embargo,

Amadís sí los conoce, y cuando los ve allí la alteración que siente es tan fuerte que sufre un

desmayo debido a su debilidad, por lo que todos temen por su vida. Una vez que lo llevan al

lecho, Darioleta lo reconocerá y le contará cómo Oriana la ha mandado para buscarlo y lo

arrepentida que está de su actitud. Entonces, Darioleta, le hace entrega de la carta con las

disculpas de Oriana35, y de esta manera, como señala Cacho Blecua, Amadís recibe la única

cura que podía surtir efecto:

La enfermedad amorosa de Amadís debe recibir una medicina acorde con las causas que la

provocaron. Una carta fue la culpable de su postración, de la misma manera que ahora una

nueva misiva será la causa de su resurgimiento. Por ello Beltenebros la coloca en el corazón,

lugar en el que tradicionalmente se ha situado la vida emocional de las personas en Occidente

(Cacho Blecua, 2012, pág. 744).

Finalmente, el héroe abandonará con Darioleta la Peña Pobre y una vez que llegan a

tierra se albergan en una ribera, llena de árboles y fuentes36, donde pasan un tiempo para que

Amadís se recupere. Tras su recuperación, el héroe tomará unas armas nuevas para ver a su

señora, y finalmente los amantes se reunirán en el castillo de Miraflores donde pasarán doce

días juntos, y fruto de este encuentro nacerá Esplandián.

Por último, es conveniente anotar que con su comportamiento Amadís ha seguido los

mandamientos de Oriana hasta casi costarle la vida, ciertamente esta actitud se corresponde

35 La carta que reconcilia a los amantes se puede consultar en el anexo.

36 Cabe destacar cómo después de que reciba la carta que reconcilia a los amantes, el paisaje que ahora se nos

presenta es diametralmente opuesto al de la Peña Negra. Efectivamente, una vez más el estado anímico del héroe

aparece vinculado al paisaje: «y fallando un lugar metido en una ribera de agua mucho sabrosa y fermosos

árboles, porque la gran flaqueza de Beltenebros en alguna manera reparada fuese, a su ruego della allí le fizo

reposar. Donde si la soledad que a su señora tenía tanto no le atormentasse, tuviera la más gentil vida para su

salud que en ninguna otra parte en el mundo fuesse, porque debaxo de aquellos árboles, al pie de los cuales las

fuentes nascían, les davan de comer y cenar, acogiéndose en las noches a su alvergue que en el lugar tenían»

(Montalvo, 2012, pág. 746).

25

con su condición del más fiel amador y, como venimos insistiendo, también con esta creación

del héroe en torno a su relación amorosa. Asimismo, como observamos en la caracterización

del personaje, Amadís se define por un equilibrio y una mesura que solo se ha visto alterada

cuando se ve privado del favor de Oriana, que de acuerdo con lo que hemos examinado lo

llevan al límite de la desesperación; de este modo el vínculo de Amadís con Oriana se

constituye como su fuerza y debilidad.

4.2. ORLANDO Y ANGELICA

Por lo que respecta a la relación de Orlando con Angelica nos encontramos ante una

situación bien distinta frente a lo que teníamos en Amadís de Gaula. En primer lugar, el conde

está enamorado de Angelica por su hermosura puramente exterior, en este caso no coincide

con lo que indicamos respecto al Amadís de Gaula, la belleza exterior en Orlando no es

reflejo de la interior. Efectivamente, parece claro que esto se debe a que la concepción

medieval de la belleza cuando se escribe el poema ariostesco ya ha perdido su fuerza, nos

encontramos en un momento histórico diferente al del Amadís, donde como observaremos,

también han caído los esquemas del amor cortés, sustituyéndose en muchas ocasiones por la

comicidad.

Por otro lado, es importante señalar que el amor que siente el conde Orlando por

Angelica no es correspondido por esta, mejor dicho, Angelica aborrece a Orlando hasta el

punto de huir de él cuando lo ve. De este modo la relación entre Orlando y Angelica a lo largo

del Orlando Furioso es prácticamente inexistente, puesto que el diálogo entre estos dos

personajes es en realidad nulo. Además, como hemos señalado más arriba, cabe decir que

Orlando sigue un comportamiento completamente opuesto al de Amadís, en consecuencia,

observamos que no existe ninguna similitud entre la relación Orlando-Angelica y Amadís-

Oriana.

4.2.1. LA LOCURA DE ORLANDO

Así pues, por lo que respecta a la incomunicación entre los dos personajes mencionada

más arriba; en consecuencia, encontramos que el héroe vagará a lo largo de la historia en una

búsqueda infructuosa, persiguiendo e intentando hallar a Angelica, hasta que en el canto

26

XXIII llega al paraje donde Angelica y Medoro habían compartido su amor. En efecto, es en

ese momento cuando tiene lugar el célebre episodio de la locura. Al principio Orlando duda,

mejor dicho, trata de engañarse cuando ve los nombres grabados en los árboles de Medoro y

Angelica37, no quiere creer la realidad que se halla ante sus ojos, pero finalmente debe

desengañarse cuando llega a la fuente y a la entrada de la cueva donde lee las palabras que

confirman lo que se había vaticinado38.

El proceso por el que pasa Orlando es muy lento y dramático, pues, una vez que ya ha

descubierto la verdad lo cierto es que, en un primer momento, el héroe queda turbado y no es

capaz de reaccionar «[…] né poté aver (che ‘l duol l’occupò tanto) / alle querele voce, o

umore al pianto»39 (Ariosto, 2002, pág. 1500). Entonces intenta volver a engañarse pensando

que alguien ha tenido que imitar la letra de Angelica y que quieren infamar el nombre de su

amada. Cuando anochece, Orlando abandona el lugar para hospedarse en una aldea y llega

justamente a la casa del pastor donde Medoro había permanecido junto con Angelica

recuperándose de sus heridas y donde ambos se enamoraron. El dueño de la casa, que es el

mismo que acogió a los dos amantes, ve a nuestro héroe taciturno y decide contarle a Orlando

el relato de los dos enamorados para distraerlo y así animarlo, de manera que le narra la

historia, la cual no hace más que confirmarle al pobre Orlando lo que acababa de descubrir.

Efectivamente, el héroe ya no puede seguir intentando engañarse, pero para colmo, el pastor

al terminar de contarle la historia le muestra una joya valiosa que Angelica le dio en

agradecimiento por sus servicios, esta joya no es otra que el brazalete que el mismo Orlando

le había regalado a Angelica en Orlando Innamorato como muestra de su amor eterno hacia

ella. Sin duda, el golpe que sufre es el más duro de toda la obra, la imagen figurada con la que

se nos describe el momento en el que se confirman todas sus sospechas no puede ser más

gráfica:

37 «Poi dice: —Conosco io pur queste note: / di tal’ io n’ho tante vedute e lette. / finger questo Medoro ella si

puote: / forse ch’ a me questo cognome mette—. / Con tali opinion dal ver remote / usando fraude a se medesmo,

stette / ne la speranza il mal contento Orlando, / che si seppe a se stesso ir procacciando» (Ariosto, 2002, pág.

1494). En la traducción de Urrea se lee: «—Esta letra conozco, y no lo dudo, / que muchas veces yo (decía) he

leído. / Llamarme a mí Medor ella bien pudo, / y por mí este tal nombre habrá fingido—. / Fuera de la verdad,

con dolor crudo, / tratándose a sí engaño tan crecido, / con esperanza el conde mal contento / procuraba engañar

su pensamiento» (Ariosto, 2002, pág. 1495).

38 Cabe señalar que, al igual que en el Amadís, el mensaje que desencadenará la penitencia de amor llega por

intermediación de la escritura. Como indicamos más arriba, las célebres estrofas están incluidas en el anexo.

39 «No pudo dar, por el dolor ser tanto, / a las querellas voz, o humor al llanto» (Ariosto, 2002, pág. 1501).

27

Questa conclusion fu la secure

che ‘l capo a un colpo gli levò dal collo,

poi che d’ innumerabil battiture

si vide il manigoldo Amor satollo.

Celar si studia Orlando il duolo; e pure

que gli fa forza, e male asconder pòllo:

per lacrime e suspir da bocca e d’occhi

conviend, voglia, al fin che scocchi40

(Ariosto, 2002, pág. 1504).

Seguidamente, Orlando se acuesta y mientras llora, solloza y da vueltas en el lecho

piensa que en esa misma cama han podido yacer juntos Angelica y Medoro. Horrorizado por

estos pensamientos y por los hechos, Orlando sale de la casa en medio de la noche y parte

hacia el bosque; como se ha apuntado antes, al igual que Amadís, el caballero busca un lugar

solitario: «es lugar propicio para el duelo amoroso, para romper con todas las normas que

rigen la vida cortesana» (Perdomo, 2001, pág. 137), por consiguiente, tras esto se

desencadenará la locura de Orlando:

Quel letto, quella casa, quel pastore

immantinente in tant’odio gli casca,

che senza aspettar luna, o che l’albóre

che va dinanzi al nuovo giorno nasca,

piglia l’arme e il destriero, et esce fuore

per mezzo il bosco alla più oscura frasca;

e quando poi gli è aviso d’esser solo,

con gridi et urli apre le porte al duolo41

(Ariosto, 2002, pág. 1506).

40 «Tal conclusión la dura hacha ha sido. / Que a cercén la cabeza le ha cortado, / después que de herirle ya se

vido / el brazo del verdugo Amor cansado. / Cubrir el conde quiere el mal sentido / mas no lo deja Amor tener

celado: / por boca y ojos, aunque más lo encubra. / Conviene, quiera o no, que lo descubra. Ariosto dice: «que

rebose» (Ariosto, 2002, pág. 1505).

41 «Con el lecho y pastor, y toda aquella / casa, tanto odio a un punto le ha tomado, / que sin luna esperar, menos

la estrella / que al nuevo día sale, muy turbado, / caballo y armas toma, y con querella / por medio el bosque

entró en lo más cerrado. / Cuando solo se vio en tan gran reyerta, / abrió al dolor con gritos ancha puerta»

(Ariosto, 2002, pág. 1507).

28

En el bosque pasa toda la noche, «Di pianger mai, mai di gridar non resta; / né la notte

né ‘l dì si dà mai pace»42 (Ariosto, 2002, pág. 1506) y por la mañana vuelve al paraje donde

leyó las declaraciones de amor de los amantes, entonces da rienda suelta a la ira y destruye la

fuente, la cueva y los árboles hasta que finalmente, deja el lugar irreconocible. Después,

agotado, se tumba en la hierba, absorto mirando hacia el cielo; de este modo permanece

durante tres días sin comer43, sin dormir y sin moverse. Cuando se levanta, al cuarto día,

arroja por distintos lugares sus armas y donde caen las deja abandonadas44, tras esto rompe

sus ropas y se queda desnudo.

Por otra parte, desde mi punto de vista, aquí podemos observar un paralelismo con

Amadís de Gaula, ya que se da un abandono de las armas en el campo por parte de ambos

héroes y, asimismo más adelante tiene lugar un episodio que, casi con certeza esté

relacionado; estoy haciendo referencia a la defensa de las armas de estos héroes por parte de

sus amigos, en el caso de Amadís por parte de Guilán el Cuidador y en cuanto a las armas de

Roldán será Zerbin el que las defienda con peor desenlace.

En este fragmento unas damas le cuentan a Gandalín cómo Guilán encontró las armas

de Amadís y se las llevó con él:

Y cuando Guilán vio el escudo por quien preguntáis, ovo gran pesar, y descendiendo de su

cavallo dixo que no era para estar assí el escudo del mejor cavallero del mundo, y alçólo del

suelo llorando de coraçón y púsolo en aquel braço de aquel árbol y díxonos que lo

guardássemos en tanto que él buscava aquel cuyo era; […] anduvo tres días por toda esta tierra

y no falló nada, y esta noche muy tarde llegó aquí, y a la mañana dio el guarnimiento a los

escuderos y él ciñó la espada y tomó el scudo, y dixo:

— ¡Por Dios, escudo, mal trueco es este en dexar a vuestro señor por ir conmigo! (Montalvo,

2012, pág. 714).

42 Utilizamos nuestra traducción: «De llorar y de gritar nunca para / ni en la noche ni en el día, nunca, se da

descanso».

43 También, como hemos visto, Amadís pasa tres días sin comer.

44 Ya hemos comprobado en Amadís el verdadero significado de esta acción que supone el abandono de la vida

caballeresca.

29

Y, en este otro pasaje se nos narra cómo al reconocer unos caballeros las armas de

Amadís pretenden arrebatárselas a Guilán, dando lugar a una escaramuza de la que Guilán

sale vencedor:

Después que don Guilán el Cuidador se partió de la fuente donde halló armas de Amadís,

como se ha contado, anduvo siete días por el camino contra la corte del rey Lisuarte, y siempre

levava el escudo se Amadís a su cuello; nunca le quitó, salvo en dos lugares que le fue forçado

de se combatir, que lo dava a sus scuderos y tomava el suyo. Y el uno fue que se encontró con

dos cavalleros sobrinos de Arcaláus y conoçieron el escudo y quisiéronselo tomar, diziendo

que lo levarían a su tío […] (Montalvo, 2012, pág. 720).

Tras este pasaje, más adelante se produce una batalla entre Guilán y otro guerrero en

un puente45, y finalmente conseguirá llevar las armas de Amadís a la corte de Lisuarte.

Por otro lado, en lo que concierne a las armas de Orlando, el pasaje que encontramos

estrechamente relacionado con el descrito anteriormente lo protagoniza Zerbin que encuentra

desparramadas por el campo las armas del conde46:

Vede lontan non sa che luminoso,

e trova la corazza esser del conte;

e trova l’elmo poi, non aquel famoso

ch’armò già il capo all’africano Almonte.

Il destrier ne la selva più nascoso

sente anitrire, e leva al suon la fronte;

e vede Brigliador pascer per l’erba,

che dall’arcion pendente il freno serba47

(Ariosto, 2002, págs. 1542, 1544).

45 Este lance del puente también parece tener su correlato con un pasaje del poema ariostesco, estamos haciendo

referencia al episodio del puente defendido por Rodamonte. No obstante, dada la brevedad del trabajo no

podemos señalar todos los episodios que parecen vinculados entre ambas obras.

46 Rajna, 1900, págs. 406-407.

47 «Un no sé qué vio lejos, muy lumbroso: / la coraza del conde es que ha topado; / también el yelmo, pero no el

famoso / que al africano Almonte hubiera armado. / No lejos, del caballo tan precioso / sintió un relincho, y la

cabeza ha alzado: / a Brilladoro vio pacer del heno, / y del arzón colgado el rico freno» (Ariosto, 2002, págs.

1543, 1545).

30

Así pues, vemos como Orlando ha abandonado sus distintivos como caballero: las

armas y el caballo. Más adelante, un pastorcillo le cuenta a Zerbin lo que han presenciado del

conde y todo lo que ha hecho preso de la locura, cuando Zerbin se entera de la desdicha de su

amigo recoge las armas entre lágrimas:

Sia come vuole, egli discende a piede,

pien di pietade, lacrimoso e mesto;

e ricogliendo da diversa parte

le reliquie ne va ch’erano sparte48

(Ariosto, 2002, pág. 1546).

De este modo, así como vimos antes con Guilán, Zerbin en un acto igualmente

solemne y memorable, recoge las armas del conde y en un árbol talla la advertencia para que

nadie las tome:

Quivi Zerbin tutte raguna l’arme,

e ne fa come un bel trofeo su ’n pino;

e volendo vietar che non se n’arme

cavallier paesan né peregrino,

scrive nel verde ceppo in breve carme:

— Armatura d’Orlando paladino;

come volesse dir: nessun la muova,

che star non possa con Orlando a prova49

(Ariosto, 2002, pág. 1548).

Sin embargo, como sabemos, el final de esta historia será bien distinto al del Amadís.

Mandricardo llegará al lugar y cuando Zerbin quiera defender las armas morirá a manos de

este.

48 «Como quiera que ha sido, él se ha apeado / llorando, triste harto y congojoso / recogiendo con lágrimas a tino

/ las reliquias del conde paladino. Ariosto dice: «va recogiendo las reliquias de los diferentes sitios por los que

estaban esparcidas» (Ariosto, 2002, pág. 1547).

49 «Zerbín recogió y puso el armadura / como un gentil trofeo sobre un pino / y queriendo vedar que criatura / no

las armase, extraño o peregrino, / entalla al verde tronco esta escritura: / Armadura d’Orlando el paladino; /

como si diga: alguno no las mueva, / que estar no pueda con Roldán a prueba» (Ariosto, 2002, pág. 1549).

31

Dejando a un lado esta cuestión, y volviendo a la locura de Orlando; este, una vez que

se despoja de sus armas y ropa, comienza a comportarse como un auténtico salvaje:

arrancando árboles, matando a la gente con la que se encuentra y comiendo carne cruda.

Parece claro que el comportamiento de Orlando enloquecido se vincula directamente con la

imagen del hombre salvaje en la Edad Media50.

En estas dos estrofas se da muestra del salvajismo del que se ve preso Orlando:

Viste del pazzo l’incredibil prove

poi più d’appresso e la possanza estrema,

si voltan per fuggir, ma non sanno ove,

sì come avviene in subitana tema.

Il pazzo dietro lor ratto si muove:

uno ne piglia, e del capo lo scema

con la facilità che torria alcuno

da l’arbor pome, o vago fior dal pruno51

(Ariosto, 2002, pág. 1518).

Dentro non vi trovò piccol né grande,

che ’l borgo ognun per tema avea lasciato.

V’erano in copia povere vivande,

convenienti a un pastorale stato.

Senza pane di scerner da le giande,

dal digiuno e da l’impeto cacciato,

le mani e il dente lasciò andar di botto

in quel che trovò prima, o crudo o cotto52

(Ariosto, 2002, pág. 1522).

De esta forma pasará casi todo el poema, tres meses le duró la locura, y así aparecerá

intermitentemente en diferentes pasajes, siempre corriendo y destruyendo todo lo que

50 Perdomo, 2001, págs. 138-139.

51 «Vista la furia d’este y la braveza, / de cerca el furor que siempre crece, / resuelven por huir de tal fiereza, /

como al que es salteado le acontece. / Tras ellos salta el loco sin pereza; / descabezar a uno se le ofrece / tan fácil

cual coger suele la mano / la fruta o flor d’algun tierno manzano» (Ariosto, 2002, pág. 1519).

52 «Sin gente vio las casas viejas rotas / que las habían por miedo así dejado. / Halló viandas, halló vino en botas,

/ muy conveniente a pastoril estado. / Sin discernir el pan de las bellotas, / del ayuno y furor muy apretado, / la

mano y diente dejó andar tendido / en lo primero, crudo o mal cocido» (Ariosto, 2002, pág. 1523).

32

encuentra a su paso. Tal es la locura que lo enajena, que hay un momento en el que se cruza

con Angelica y Medoro y ni siquiera reconoce a la Bella, todo el pasaje resulta de gran

comicidad ya que el loco la persigue intentando alcanzarla:

Come di lei s’accorse Orlando stolto,

per ritenerla si levò di botto: così gli piacque il delicato volto,

così ne venne immantinente giotto.

D’averla amata e riverita molto

ogni ricordo era in lui guasto e rotto.

Gli corre dietro, e tien quella maniera

che terria il cane a seguitar la fera53

(Ariosto, 2002, pág. 1904).

Angelica, huye de él e intenta meterse el anillo encantado en la boca para hacerse

invisible, pero con los nervios cae de la yegua; finalmente Angelica logra escapar en otro

caballo y el loco se va persiguiendo a la yegua de la que cayó la dama. Pues de este modo

pasará tres meses el conde, hasta que su primo Astolfo viaje a la luna para recuperar el seso de

Orlando y así hacer que recobre la cordura.

Un aspecto importante que hay que señalar es el hecho de que una vez que el conde

recupera el juicio olvida y aborrece a Angelica, de tal manera que no se vuelve a mencionar

nada de ella en el poema.

Por consiguiente, es indudable que la naturaleza amorosa, y los lazos de esta

«relación», son muy diferentes de lo que habíamos visto con Amadís y Oriana, además, como

hemos podido observar, frente a los códigos del amor cortés, aquí encontramos una comicidad

que parece precisamente cuestionar esos valores.

53 «Como el loco tan junto dél la siente, / de salto se alzó luego por prendella: / así le plugó aquel rostro

excelente, / así el deseo aquí lo apretó della. / D’haber sido su amante y su doliente, / perdido ha la memoria en

todo, y della; / pero corre detrás, de la manera / que correría un lebrel tras una fiera» (Ariosto, 2002, pág. 1905).

33

4.3. UN CASO ESPECIAL: LA MELANCOLÍA DE RUGGIERO

Por otra parte, hay que señalar que debido a la brevedad del presente trabajo no puedo

desarrollar todos los aspectos que me gustarían. Sin embargo, he creído oportuno traer a

colación otro ejemplo de la penitencia de amor en el Orlando Furioso por la estrecha relación

que guarda con Amadís de Gaula. Me refiero al caso específico de otro de los protagonistas

del poema italiano, Ruggiero.

En primer lugar, si bien en este trabajo nos hemos centrado en las relaciones de

Amadís con Oriana por un lado y de Orlando con Angelica por otro; cabe decir que se podría

argumentar que tanto Ruggiero como Bradamante bien podrían ser los verdaderos

protagonistas del poema ariostesco. Sin duda se trata de la pareja que prevalece, y por

supuesto esto se debe a que, como hemos señalado más arriba, el linaje de Hipólito de Este

descendería de esta famosa pareja.

Por consiguiente, hay que recordar brevemente que Ruggiero no destaca por su lealtad

amorosa hacia Bradamante, baste señalar su infidelidad con la maga Alcina o el intento de

violar a Angelica. Por otra parte, tampoco es obediente a su amada, ya que en varias ocasiones

posterga el momento del bautizo necesario para unirse con Bradamante54. Es indudable que

poco o nada tiene que ver con el héroe amadisiano, sin embargo habría que destacar ciertos

paralelismos entre las dos historias.

En primer lugar, hay que señalar que, casi al final de ambas obras se da una situación

muy problemática y dramática para los amantes; esto es, en Amadís de Gaula, Lisuarte decide

entregar a su hija como esposa a Patín, emperador de Roma, y Amadís junto con sus amigos

tiene que rescatarla. Pues bien, en Orlando furioso, en el canto XLIV se desvela que Amon

tiene la intención de casar a Bradamante con Leon, el hijo de Constantino, para que su hija

sea emperatriz. Aunque, en este caso Ruggiero decide ir directamente a Grecia para matar a

Leon y el desenlace se desarrolla de manera muy diferente a lo que encontramos en Amadís.

Con respecto a lo que nos interesa a nosotros sí observamos que la situación de la que

partimos es muy similar; se trata de un momento en ambas obras en el que los dos héroes, que

en valor y nobleza son admirados y celebrados por todos los amigos, familiares y demás, se

encuentran ante el problema de que los padres de Oriana55 y Bradamante deciden entregar a

54 Recordemos que Ruggiero es musulmán y Bradamante cristiana. Finalmente el héroe decidirá bautizarse

cuando se encuentre en el mar a la deriva y allí se arrepienta de sus pecados, o mejor dicho cuando el miedo se

apodera de él porque piensa que va a morir.

55 En el caso de Oriana solo su obstinado padre insiste en este enlace.

34

sus hija a unos hombres que ostentan un mayor poder, pensando en los beneficios de

emparentar sus familias con un emperador. Sin embargo, los padres desconocen el amor que

esconden sus respectivas hijas y, sobre todo, el matrimonio secreto que han contraído con sus

amantes.

Pues bien, dicho esto; cuando Ruggiero está en Grecia contrae una deuda de gratitud

con León56 y este, cuando llegan a Francia, le pide a Ruggiero que se bata en el torneo que se

ha organizado para conseguir la mano de Bradamente57 haciéndose pasar por él, para así ganar

a la dama y poder casarse con ella. De este modo, Ruggiero con las insignias del príncipe de

Grecia se bate con Bradamante. Nadie sospecha que quien realmente combate con la guerrera

es Ruggiero. Como finalmente Bradamante no logra vencerlo, cree que tiene que casarse con

León. El pobre Ruggiero tras esta «traición» a su dama, en la que ha antepuesto los códigos

del honor y de la cortesía al amor, comienza su periplo por la penitencia de amor; ya que no

puede soportar pensar que Bradamante va a casarse con otro y, además, gracias a él que le ha

dado la victoria a Leon.

Por otro lado, del mismo modo que observamos que Amadís tras la ruptura amorosa se

abandona y casi llega al término de su vida, asimismo ocurre con Ruggiero que con la pérdida

de la amada está determinado a morir58. En cambio, frente a la actitud de estos dos caballeros

hemos visto el comportamiento de Orlando que es diametralmente opuesto a estas

melancolías59; en consecuencia, como hemos apuntado antes, la historia de Ruggiero recuerda

más a la del héroe amadisiano.

56 León le salva la vida a Ruggiero cuando este había sido encarcelado.

57 Bradamante había convencido a Carlomagno para organizar un torneo, el fin del torneo era que la dama se

casaría con el caballero que consiguiera vencerla; Bradamante estaba segura de vencer a Leon y de este modo

pensaba casarse con Ruggiero, al cual esperaba en el certamen.

58 «Ben certo è di morir; perché, se lascia / la donna, ha da lasciar la vita ancora: / o che l’accorerà il duolo e

l’ambascia; / o se l’duolo e l’ambascia non l’accora, / con le man proprie squarcierà la fascia / che cinge l’alma,

e ne la trarrà fuora; / che’ ogni altra cosa più facil gli fia, / che poter lei veder, che sua non sia» (Ariosto, 2002,

pág. 2884). En la traducción de Urrea se lee: «Cierta su muerte ve porque dejando / su dama, ha de dejar también

la vida: / la pena y el dolor lo irá acabando, / o si el dolor no da mortal herida, / con sus manos irá despedazando

/ la cárcel do su alma está metida; / mil penas pasará, sin que rehúya, / antes que ver a su dama no ser suya»

(Ariosto, 2002, pág. 2885).

59 Como se ha observado más arriba, la locura de Orlando lo lleva a avasallar todo lo que encuentra,

comportándose como un animal, pero no por ello deja de alimentarse (aunque lo haga de manera peculiar), y

sobre todo, en ningún momento aparece en el relato extenuado o con sus fuerzas menguadas por el abandono,

sino más bien todo lo contrario. «In tanta rabbia, in tanto furor venne, / che rimase offuscato in ogni senso. / Di

35

Volviendo a lo dicho anteriormente; tras la batalla, Ruggiero se retira a la tienda

donde lo espera León y le da la noticia de que ha vencido a Bradamante, lo que implica que el

príncipe ya puede casarse con ella. En consecuencia, el héroe esperará a que llegue la noche y

cuando todos estén durmiendo, sin ser visto, se internará en la floresta. Se repite la imagen

que ya habíamos visto en Amadís; el caballero marchándose a escondidas en la oscuridad y

dejando que su Frontino60 vague a su antojo:

E stanco dimostrandosi e svogliato,

più tosto che poté, da lui levosse;

et al suo alloggiamento ritornato,

poi che fu mezzanotte, tutto armose,

e sellato il destrier, senza commiato,

e senza che d’alcun sentito fosse,

sopra vi salse, e si drizzò al camino

che più piacer gli parve al suo Frontino61

(Ariosto, 2002, pág. 2900).

Frontino or per via dritta or per via torta,

quando per selve e quando per campagna

il suo signor tutta la notte porta,

tor la spada in man non gli sovenne; / che fatte avria mirabil cose, penso. / Ma né quella, né scure, né bipenne /

era bisogno al suo vigore immenso. / Quivi fe’ ben de le sue prove eccelse, / ch’un alto pino al primo crollo

svelse: / e svelse dopo il primo altri parecchi, / come fosser finocchi, ebuli o aneti; / e fe’ il simil di querce e

d’olmi vecchi, / di faggi e d’ormi e d’illici e d’abeti. / Quel ch’un ucellator che s’apparecchi / il campo mondo,

fa, per por le reti, / dei giunchi e de le stoppie e de l’urtiche, / facea de cerri e d’altre piante antiche.» (Ariosto,

2002, pág. 1512, 1514). En la traducción de Urrea se lee: «Tanto la rabia al conde va apretando, / que le quedó

ofuscado allí el sentido. / De Durindana no se va acordando, / que habría hecho caso nunca oído; / mas ni ella, ni

destral por do va andando, / convino a su furor tan desmedido. / Aquí dio prueba inmensa el paladino, / que del

primer tirón arancó un pino. / Otros arranca así, que le semeja / ser juncos o hinojo, eneldo o caña: / de roble

hace así, o d’encina vieja, / de haya, fresno, acebo, con gran saña; / y como el pasajero que apareja / para su red,

y limpia la campaña del saúco, rastrojo y de ortiga, / así el conde del olmo y planta antiga» (Ariosto, 2002, pág.

1513, 1515).

60 Caballo de Ruggiero.

61 «Cansado y con hastío, y desganado, / lo más presto que puede se ha partido; / y a su aposento habiéndose

tornado, / a media noche se arma sin ruido; / el caballo ensilló y muy recatado / en él subió sin ser allí sentido. /

No escoge, menos mira en buen camino, / mas sigue aquel que plugo a su Frontino» (Ariosto, 2002, pág. 2901).

36

che non cessa un momento che non piagna:

chiama la morte, e in quella si conforta,

che l’ostinata doglia sola fragna;

né vede, altro che morte, chi finire

possa l’insopportabil suo martìre62

(Ariosto, 2002, pág. 2900).

En este sentido, al igual que apreciamos cómo Amadís fue preso de la desesperación,

esta angustia exacerbada también se apoderará de Ruggiero, y como indicó Cacho Blecua:

«La desesperación se convierte para la mentalidad medieval en un pecado ligado con el

suicidio, y por tanto uno de los más graves63.» Sin embargo, cabe señalar que aunque Amadís

sufría este tipo de desesperación, no podemos sino observar algunos reparos en su

comportamiento, pues aunque dejó de comer, como vimos, una vez que Andalod lo obligó

accedía y lo obedecía, y también comprobamos cómo llevaba una vida precaria en la Peña

Pobre, pero habría que considerar que no podía abandonarse completamente, ya que esto sería

considerado como una ofensa para Dios según la mentalidad cristiana. Este hecho no nos debe

sorprender, puesto que Amadís como el héroe perfecto no podría caer en un pecado tan grave

como el del suicidio, por lo tanto observamos que de alguna manera en el héroe amadisiano

esta actitud aparece de manera atenuada. Sin embargo, en el caso de Ruggiero veremos que

mantiene una postura muy diferente, ya que él no representa ningún modelo de conducta

ejemplar; en la siguiente estrofa se anuncia como está determinado a suicidarse:

Questo dicendo e molte altre parole

che sospiri accompagnano e singulti,

si trova all’apparir del nuovo sole

fra scuri boschi, in luoghi strani e inculti;

e perché è disperato, e morir vuole,

e, più che può, che ’l suo morir s’occulti,

questo luogo gli par molto nascosto,

62 «Mil senderos Frontino travesando / cuándo las selvas, cuándo tremedales / toda la noche a su señor llevando,

/ que no cesa en llorar sus fieros males: / la muerte llama, en ella confiando / que acabe sus tormentos desiguales;

/ otra cosa no ve sino la muerte / que dar fin pueda a su martirio fuerte» (Ariosto, 2002, pág. 2901).

63 Montalvo, 2012, pág. 729.

37

ed atto a far quant’ha di sé disposto64

(Ariosto, 2002, pág. 2904).

En la floresta, entre llantos y suspiros baraja diferentes posibilidades para acabar con

su vida, como por ejemplo, volver la espada contra sí mismo, pero finalmente se dispone a

morir de hambre65. Mientras tanto la maga Melisa y León lo están buscando, y cuando llegan

al lugar donde yace Ruggiero, oyen sus lamentos en voz alta y así entienden que pena por

amor. De este modo llevaba tres días:

Lo ritrovar che senza cibo stato

era tre giorni, e in modo lasso e vinto

ch’in piè a fatica si saria levato,

per ricader, se ben non fosse spinto.

Giacea disteso in terra tutto armato,

con l'elmo in testa, e de la spada cinto;

e guancial de lo scudo s'avea fatto,

in che 'l bianco liocorno era ritratto66

(Ariosto, 2002, pág. 2936).

Esta última estrofa también parece recordar a la escena que describimos más arriba

cuando Amadís estaba en la floresta y sus amigos, Gandalín y Durín, lo espiaban.

En cuanto a Ruggiero, una vez que sus amigos se acercan, León intenta convencerlo

para que le cuente por quién pena así, finalmente el héroe confesará que Bradamante y él

64 «Estas y otras palabras va diciendo, / de suspiros y llanto acompañado. / Hallóse, el nuevo sol claro saliendo, /

en bosque espeso, fuerte y muy cerrado. / Desesperado allí morir queriendo, / quiere que sea el morir así callado:

/ plácele este lugar solo, escondido, / para cumplir el caso a que ha venido» (Ariosto, 2002, pág. 2905).

65 «In preda del dolor tenace e forte / Ruggier tra le scure ombre vide posto, / il qual di non gustar d1alcuna sorte

/ mai più vivanda fermo era disposto, / e col diginiun volea dar la morte: / ma fu l’ aiuto di Melissa tosto; / che,

del suo albergo uscita, la via tenne / ove in Leone ad incontrar si venne» (Ariosto, 2002, pág. 2932). En la

traducción de Urrea se lee: «En manos del dolor mortal y fuerte, / Ruger en sombra oscura se había puesto, / en

cual, de no gustar d’ alguna suerte / vianda firmemente había dispuesto: / queríase con ayuno dar la muerte / mas

fue el socorro de Melisa presto, / que de su albergue hizo tal camino / que con León Augusto a topar vino»

(Ariosto, 2002, pág. 2933).

66 «Hállanlo del ayuno traspasado, / que tres días estuvo en esta vida / sin comer, flaco, triste, desmayado, / que

no pudiera andar sin dar caída. / Tendido estaba en tierra, todo armado, / puesto el yelmo, y la espada así ceñida;

/ del escudo almohada se había hecho, / donde era el unicornio contrahecho» (Ariosto, 2002, pág. 2937).

38

están enamorados. León se sorprende de que no se lo hubiera dicho antes, ya que lo ha

considerado siempre su amigo, por supuesto no se opone a esta unión y renuncia a casarse con

Bradamante. Melisa67 se ocupa de la salud de Ruggiero que está muy débil y después, juntos,

van a hacia la corte de Carlomagno donde, por fin, los amantes podrán casarse.

4.4. DIAGNÓSTICO: HEREOS, LA ENFERMEDAD DE AMOR

A lo largo del presente trabajo, hemos dejado constancia de una suerte de síntomas

que aparecían en las respectivas penitencias de amor, estas manifestaciones se vinculan con la

enfermedad de amor que en la Edad Media recibió el nombre de hereos68. Dicha enfermedad,

como señaló Aguilar Perdomo, dejó una clara impronta en los textos del siglo XVI y

mediados del XVII, período que coincide con el desarrollo y auge de los textos

caballerescos69.

En este sentido, hemos trazado un amplio recorrido por los diferentes tipos de

penitencias. Además, hemos podido comprobar tres modelos distintos: una melancolía a

medio camino entre la eremítica y la erótica en el caso de Amadís, la desenfrenada locura con

Orlando y la melancolía erótica de Ruggiero. Estos pasajes tienen una gran importancia para

el desarrollo de la historia de estos textos, pues suponen un momento muy dramático para el

héroe, que en la mayoría de las ocasiones pierde su identidad como caballero andante y debe

reinterpretarse; sin duda, estos episodios suponen una de las pruebas más difíciles de superar

para nuestros paladines. Por consiguiente, dada la importancia que tienen, comprobamos

cómo la locura de Orlando da título al poema ariostesco, Orlando furioso. O por otro lado, en

el caso de Amadís de Gaula, podemos afirmar casi con certeza que junto con la aventura del

67 También será una vieja amiga, Darioleta, la que se ocupe de restablecer la salud de Amadís, como se ha visto

en el epígrafe dedicado a la Peña Pobre.

68 «Los primeros síntomas de la melancolía son el temor y una tristeza sin causa aparente, seguidos de la

angustia, insomnio y un continuo tormento interior. El frenético, por su parte, era colérico, violento y ruidoso; su

comportamiento estaba frecuentemente acompañado de agresividad y de actos que indican la pérdida de la razón.

[…] Distinguen aún estas dos categorías: de un lado se encuentran los fenómenos asociados a crisis de furor que

llevan al individuo a comportarse de manera agresiva. Y de otro se encuentran dolencias como la apatía y la

postración, que traen consigo horas enteras de quietud, mutismo y privación de comer que, en ocasiones, pueden

conducir a un proceso de autodestrucción y al suicidio, señales características de la melancolía» (Perdomo, 2001,

pág. 142).

69 Perdomo, 2001, pág. 143.

39

Endriago, el trance de la Peña Pobre sea el que quede fijado de manera especial en la memoria

del lector.

Por último, para terminar con este capítulo, incluyo una tabla comparativa en la que se

pueden cotejar los diferentes motivos que se repiten en el desarrollo de los tres episodios en

los que nos hemos centrado, por motivos de espacio la tabla se incluye en el anexo.

5. CONCLUSIONES

El presente trabajo ha servido para demostrar una relación evidente entre la

construcción literaria de Amadís de Gaula y la de Orlando furioso que, sin duda, parece

apoyar la tesis de que Ariosto utilizó el Amadís como fuente.

Asimismo resulta claro que el mundo de la caballería es un fenómeno internacional en

estos momentos, y que supera con mucho la Edad Media hasta llegar a la Edad Moderna.

Igualmente, hemos observado que la diversidad de modelos heroicos en los textos

caballerescos es enorme y que sería francamente difícil encontrar dos caballeros cuya

construcción como personajes fuera idéntica; tal como se ilustra, la comparación que se hace

de Amadís y Orlando refuerza este contraste, pero es más, ese mismo contraste se ve cuando

confrontamos a Amadís con Esplandián y de cualquier manera, cuando comparemos con

cualquier otro caballero, a pesar de lo que diga la historiografía.

Con este estudio hemos intentado arrojar luz sobre nuevas vías de estudio para la

literatura caballeresca, uno de los géneros más importantes de nuestras letras, comparando en

algunos aspectos concretos dos obras fundamentales para las historias de la literatura de sus

respectivos países. Así, este estudio ha servido para comprobar cómo el amor juega un papel

determinante en los libros de caballerías, muchas veces ejerciendo como verdadero motor de

las narraciones. Pero también, hemos señalado cómo no siempre responde a los mismos

preceptos.

Para terminar, debo indicar que he debido ajustarme a algunos elementos concretos

por motivos de tiempo. Sin embargo, espero continuar con este estudio en trabajos

posteriores; Me interesaría seguir con esta línea de investigación ya que, de hecho, hay

diversos apartados que no he podido incorporar al estudio y que considero interesantes para

las relaciones literarias ítalo-españolas.

40

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42

ANEXO

TABLA COMPARATIVA

Motivos Amadís Orlando Ruggiero

Retiro a un paraje

solitario (bosque,

floresta, montaña, etc.)

«Y metióse muy

presto por la espessa

montaña […]»

(Montalvo, 2012, pág.

684).

«Fugge cittadi e

borghi, e alla foresta /

sul terren duro al

discoperto giace»70

(Ariosto, 2002, pág.

1508).

«Poi che fu

mezzanotte, tutto

armose, / sellato il

destrier, senza

commiato, / e senza

che d’alcun sentito

fosse, / sopra vi salse,

e si drizzò al camino /

che più piacer gli

parve al suo

Frontino»71 (Ariosto,

2002, pág. 2900).

Abstracción del

personaje (vaga sobre

el caballo sin rumbo)

«Y metióse muy

presto por la espessa

montaña, no a otra

parte sino donde el

cavallo lo quería levar;

y assí anduvo fasta

más de la media

noche, sin sentido

ninguno, fasta que el

cavallo topó en un

arroyuelo de agua»

(Montalvo, 2012, pág.

684).

«Afflitto e stanco al

fin cade ne l’erba, / e

ficca gli occhi al cielo,

e non fa motto»72

(Ariosto, 2002, pág.

1512).

«Frontino or per via

dritta or per via torta, /

quando per selve e

quando per campagna

/ il suo signor tutta la

notte porta»73 (Ariosto,

2002, pág. 2900).

70 «Huye el poblado, y queda en la floresta / sobre la dura tierra, vigilante» (Ariosto, 2002, pág. 1509).

71 «A media noche se arma sin ruido; / el caballo ensilló y muy recatado / en él subió sin ser allí sentido. / No

escoge, menos mira en buen camino, / mas sigue aquel que plugo a su Frontino» (Ariosto, 2002, pág. 2901).

72 «Cansado y triste al fin cayó en la hierba, / mirando el cielo fijo sin moverse» (Ariosto, 2002, pág. 1513).

73 «Mil senderos Frontino travesando, / cuándo las selvas, cuándo tremedales, / toda la noche a su señor

llevando» (Ariosto, 2002, pág. 2901).

43

Ayuno «Y sacando un dobler

de pan y pescado dixo

a Amadís que

comiesse; mas él no lo

hacía, ahunque

passaran ya tres días

que no comiera.»

(Montalvo, 2012, pág.

707).

«Senza cibo e dormir

così si serva, / che ‘l

sole esce tre volte e

torna sotto»74 (Ariosto,

2002, pág. 1512).

«Lo ritrovâr che senza

cibo stato era tre

giorni, e in modo lasso

e vinto»75 (Ariosto,

2002, pág. 2936).

Insomnio «Y todas las más

noches alvergaba

debaxo de unos

espesos árboles que en

una huerta eran allí

cerca de la hermita,

por fazer su duelo y

llorar sin que el

hermitaño nin los

moços lo sintiessen»

(Montalvo, 2012, pág.

731).

«Senza cibo e dormir

così si serva, / che ‘l

sole esce tre volte e

torna sotto» (ibid.).

Suspiros y llanto «Esto así dicho, estuvo

un poco que no fabló,

mas luego, con gran

llanto y fuertes

gemidos dixo […]»

(Montalvo, 2012, pág.

688).

«Di sé si maraviglia

ch’abbia in testa / una

fontana d’acqua sì

vivace, / e come

sospirar possa mai

tanto»76 (Ariosto, 2002,

pág. 1508).

«Che non cessa un

momento che non

piagna: / chiama la

morte, e in quella si

conforta, / che

l’ostinata doglia sola

fragna; / né vede, altro

che morte, e in quella

si conforta, / che

l’ostinata doglia sola

fragna; / né vede, altro

che morte, chi finire /

possa l’insopportabil

suo martìre»77 (Ariosto,

2002, pág. 2900).

74 «Sin dormir ni comer, tal se conserva / mientras el sol tres vueltas vio volverse» (Ariosto, 2002, pág. 1513).

75 «Hállanlo del ayuno traspasado, que tres días estuvo en esta vida» (Ariosto, 2002, pág. 2937).

76 «Espántase que en la cabeza puesta / tenga una viva fuente así abundante / y cómo suspirar pueda ya tanto»

(Ariosto, 2002, pág. 1509).

77 «Que no cesa en llorar sus fieros males: / la muerte llama, en ella confiando / que acabe sus tormentos

desiguales; / otra cosa no ve sino la muerte / que dar fin pueda a su martirio fuerte» (Ariosto, 2002, pág. 2901).

44

Aspecto físico «Y era ya su salud tan

llegada al cabo, que no

esperava vivir quinze

días, y del mucho

llorar, junto con la su

gran flaqueza, tenía el

rostro muy descarnado

y negro» (Montalvo,

2012, pág. 741).

«Quasi ascosi avea gli

occhi ne la testa, / la

faccia macra, e come

un osso asciutta, / la

chioma rabuffata,

orrida e mesta, / la

barba folta, spaventosa

e brutta»78 (Ariosto,

2002, pág. 1902).

«Lo ritrovâr che senza

cibo stato / era tre

giorni, e in modo lasso

e vinto, / ch’in piè a

fatica si saria levato, /

per ricader, se ben non

fosse spinto»79

(Ariosto, 2002, pág.

2936).

CARTA DE ORIANA PARA AMADÍS

Carta que la señora Oriana embía a su amante Amadís.

Mi raviosa quexa acompañada de sobrada razón da lugar a que la flaca mano declare

lo que el triste coraçón encubrir no puede contra vos el falso y desleal cavallero Amadís de

Gaula, pues ya es conoçida la deslealtad y poca firmeza que contra mí, la más desdichada y

menguada de ventura sobre todas las del mundo, havéis mostrado, mudando vuestro querer de

mí, que sobre todas las cosas vos amava, poniéndole en aquella que, según su edad, para la

amar ni conoçer su discreción basta. Y pues otra vengança mi sojuzgado coraçón tomar no

puede, quiero todo el sobrado y mal empleado amor que en vos tenía apartarlo. Pues gran

yerro sería querer a quien a mí desamando todas las cosas desamé por le querer y amar. ¡O,

qué mal empleé y sojuzgué mi coraçón, pues, en pago de mis sospiros y passiones, burlada y

desechada fuesse! Y pues este engaño es ya manifiesto, no parescáis ante mí ni en parte donde

yo sea, porque sed cierto que el muy encendido amor que vos havía es tornado, por vuestro

mereçimiento, en muy raviosa y cruel saña, y con vuestra quebrantada fe y sabios engaños id

a engañar a otra cativa mujer como yo, que assí me vencí de vuestras engañosas palabras, de

las cuales ninguna salva ni escusa serán recibida; antes, sin os ver, plañiré con mis lágrimas

78 «Los ojos escondidos, miserable, / la carne flaca y como un oso enjuta, / el cabello revuelto y espantable, /

erizada la barba, fiera y bruta» En Ariosto se lee hueso en vez de oso, lo que tendría más sentido. (Ariosto, 2002,

pág. 1903).

79 «Hállanlo del ayuno traspasado, / que tres días estuvo en esta vida / sin comer, flaco, triste, desmayado, / que

no pudiera andar sin dar caída» (Ariosto, 2002, pág. 2937).

45

mi desastrada ventura y con ellas dar fin a mi vida, acabando mi triste planto (Montalvo,

2012, págs. 676-677).

CARTA DE RECONCILIACIÓN DE ORIANA PARA AMADÍS

Carta de Oriana a Amadís.

Si los grandes yerros que con enemistad se fazen, bueltos en humildad son dinos de ser

perdonados, ¿pues que será de aquellos que con gran sobra de amor se causaron?; ni por esso

niego yo, mi verdadero amigo, no merescer mucha pena, porque deviera considerar que en las

prósperas y alegres cosas son las asechanças de la fortuna para en mezquindad las poner, y

con razón deviera yo considerar vuestra discreción, vuestra honestad, que fasta aquí en

ninguna cosa erró; y sobre todo la gran sojeción de mi triste coraçón, que le no vino sino de

aquella que en sí el vuestro es encerrado, que si por ventura algo de sus encendidas llamas

resfriadas fueran, el mío lo sintiendo, algún descanso a los mortales desseos por él desseados,

fueran causa de acarrear; mas yo erré como aquellas que, estando en mucha buena ventura y

con gran certenidad de aquellos que aman, no cabiendo en ellas tanto bien, por suspechas,

más por voluntad que con razón tomadas, por palabras de personas inocentes o maldizientes,

de poca verdad y menos virtud, quieren aquella grande alegría escurecer con niebla de poco

sufrimiento; assí que mi leal amigo, como de persona culpada que con humildad su yerro

conosce, sea recebida esta mi donzella, que más de la carta le fará saber en el estremo que mi

vida queda, de la cual, no porque ella lo merezca, mas por el reparo de la vuestra, se debe

haver piedad (Montalvo, 2012, págs. 744-745).

46

CANTO XXIII, ESTROFA 108

—Liete piante, verdi erbe, limpide acque,

spelunca opaca e di fredde ombre grata,

dove la bella Angelica che nacque

di Galafron, da molti invano amata,

spesso ne le mie braccia nuda giacque;

de la commodità che qui m’è data,

io povero Medor ricompensarvi

d’altro non posso, che d’ognior lodarvi:80

(Ariosto, 2002, págs. 1496, 1498).

CANTO XXIII, ESTROFA 109

e di pregare ogni signore amante,

e cavallieri e damigelle, e ognuna

persona, o paesana o vïandante,

che qui sua volontà meni o Fortuna;

ch’all’erbe, all’ombre, all’antro, al rio, alle piante

dica: benigno abbiate e sole e luna,

e de le ninfe il coro, che proveggia

che non conduca a voi pastor mai greggia—.81

(Ariosto, 2002, pág. 1498).

80 «—Ledas plantas, fresca agua, hierba bella, / cueva umbría de gran frescura ornada, / do Angélica gentil, hija

doncella / de Galafrón, de mil en vano amada, / desnuda entre mis brazos, gocé della / por la comodidad que aquí

me es dada. / Yo, muy pobre Medor, recompensaros / no puedo más, que cada hora alabaros» (Ariosto, 2002,

pág. 1497, 1499).

81 «Y suplicar a todo fiel amante, / a dama, caballero y cada una / persona, natural o viandante, / que aquí su

voluntad traiga o fortuna, / que a sombras, fuentes, cuevas, ledo cante / y diga: Séaos benigno el sol y luna, / y el

coro de las ninfas os provea / que pastor ni ganado en vos se vea—» (Ariosto, 2002, pág. 1499).

47