LINEAS ISOTERMAS, ISOTERAS É ISOQÜIMENAS

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LINEAS ISOTERMAS, ISOTERAS É ISOQÜIMENAS

S U M A R I O D i s t r i b u c i ó n del c a l o r e n La superf ic ie terrestre , datos en que se funda , modo de apreciar los y s u

i m p o r t a n c i a .

Es el calórico, como causa ó principio del calor, uno de los agentes más impor­tantes del dinamismo universal, determinado por una multitud de causas, y que según las teorías recientes, se propaga por ondulaciones como la luz, de la cual es tan inseparable como de la elecLricidad y magnetismo, tendiendo hoy los físicos más eminentes á considerarlos á todos como manifestaciones diversas del movi­miento. Á pesar de esto, hay necesidad de estudiar aisladamente cada una de di­chas manifestaciones de la energía universal, siquiera se haya simplificado en alto grado la inteligencia del asunto, merced á la unidad de método aplicable y hoy aplicado al esclarecimiento de todas estas cuestiones. Y siquiera no sea una diser­tación sobre el calórico lo que me propongo escribir, sino simplemente lo que hace referencia á estos mapas, conviene, sin embargo, tener presentes las denomina­ciones que los autores aplican á los diversos estados que ofrece el calórico. Así por ejemplo, llaman aquellos calórico libre al que se deja sentir y se aprecia por el termómetro; latente al que es, digámoslo así, absorbido por un cuerpo cuando pasa del estado sólido al líquido y de éste al gaseoso, en cuyo caso no es sensible ni al tacto ni al termómetro, y por último, llámase especifico la cantidad de caló­rico que los diferentes cuerpos necesitan para cambiar de temperatura, en cuyo concepto, por más que la expresión pueda ser algo imperfecta, se dice que unos son buenos y otros malos conductores del calórico.

Prescindiendo, sin embargo, de estas últimas especies de calórico, y fijándonos en el llamado libre y en el que más especialmente se refiere á nuestro planeta, cumple decir que hoy por hoy, y desde remotas edades, el que actúa sobre la Tierra procede del centro solar, no llegando quizás á un tercio de grado la influencia del propio terrestre. En tiempos anteriores, cuando no se había interpuesto aún la costra sólida entre la pirosfera y el exterior, sin negar la acción del calor que reci­bía del Sol, bien puede asegurarse que la mayor parte de los efectos termométricos que en la superficie se experimentaban, eran debidos al calórico procedente del interior de la Tierra. Por aquel entónces, las condiciones climatéricas terrestres eran en consecuencia más uniformes, según entre otros datos lo acredita la ma­yor uniformidad de la fauna y flora, que las exploraciones paleontológicas han puesto en evidencia. Tampoco existían á la sazón las líneas isotermas, isoteras é isoquimenas, de que vamos á tratar, ó por lo ménos ni eran resultado de las causas que hoy las determinan, ni su distribución tenia nada de común con la actual. Datan estas de los llamados terrenos terciarios, verdadero comienzo de ios tiempos modernos, razón por la cual desígnanse con el nombre de cenozoicos, palabra que los geólogos buscaron en el griego, y cuya raíz cainos significa reciente. Pero vea­mos ántes qué valor debe darse á las frases con que hoy se sintetiza la ley de la distribución del calor en el Globo.

Aunque desde remotos tiempos el hombre consignó multitud de observaciones referentes á la temperatura media, máxima y mínima que en distintos punios de la Tierra había podido apreciar, quedaban estos datos sin enlace ó trabazón, como materiales sueltos que esperaban un genio superior que con la inspiración propia supiera reunirlos en una síntesis general, enlazándolos armoniosamente y sacando del estudio comparativo, deducciones que llegaran á elevarse al rango de leyes de la Física terrestre. Este genio fué el gran naturalista y físico berlinés Humboldt, á quien tanto deben las ciencias todas y en especial las que se relaciona con el estu­dio del cosmos y con la Tierra. Abarcando con su vista de águila la superficie total del planeta, casi toda recorrida en sus largos y repetidos viajes, y dotado de las cualidades que distinguená las,verdaderas eminencias científicas, no le fué difícil comprender que convenía reunir todos los datos esparcidos en los diferentes países, y ver si de su estudio comparativo podría obtenerse una ley como genuina expre­sión de su verdadera síntesis. Realizado bajo estas bases el plan de investigación, tampoco tardó mucho en advertir que para coordinar todos los factores que hasta entónces y por mucho tiempo después podían considerarse como incógnitas del problema de Geografía dinámica de que se trata, era preciso inventar nombres que expresasen con exactitud las relaciones que se buscaban. De esta apremiante nece­sidad surgieron las frases línea isoterma, linea isotera y línea isoquimena, las cua­les, reducidas al lenguaje vulgar, significan de igual temperatura media, de tempe­ratura máxima ó estival igual, y de igual temperatura mínima ó invernal idéntica.

Poner de manifiesto las inmensas ventajas que del establecimiento y determina­ción de estas líneas ha reportado, así el estudio de la Física terrestre, como el de la distribución de los vegetales y animales en el Globo, uno de cuyos factores, qui­zás el más importante es la temperatura, sería tarea, sobre superior á mis escasas fuerzas, ajena al objeto que en este escrito me propongo. Prescindiendo, pues, de estos detalles, por cuanto en rigor figuran en otra parte del Atlas, entremos de lleno en materia.

Llámanse desde la época de Humboldt lineas isotermas, las que en un mismo hemisferio pasan por aquellos puntos en los cuales la temperatura media es igual. Esta temperatura media apréciase por medio de delicados aparatos, con los cuales se hacen en lugares á jíropósito, de día en dia más numerosos y bien dotados por lo común, seis observaciones diarias, de las cuales, por la suma total primero, y divi­diéndola después por el número seis, se obtiene el promedio del dia. Témanse luego estas temperaturas medias por décadas en cada mes, y la media del año dividiendo por doce la suma de la media de todos los meses, obteniéndose por tan sencillo pro­cedimiento la temperatura media absoluta de un punto cualquiera del Globo, sobre todo cuando las observaciones se hayan practicado durante un siglo ó más. Repeti­das estas observaciones en muchos sitios en el propio hemisferio, se relacionan en­tre sí todos aquellos cuya temperatura media es igual por medio de un trazo ó línea, á la cual se le da el nombre de isoterma, que según queda ya dicho, significa de temperatura media igual.

Por idéntico procedimiento se aprecia la temperatura máxima y mínima y se trazan las correspondientes líneas isótera é isoquimena; con la diferencia tan sólo, de que en el primer caso sólo se toma en cuenta la mayor temperatura observada en los meses de Junio, Julio y Agosto, y en el segundo la mínima de los de D i ­ciembre, Enero y Febrero.

Excusado parece añadir que todo esto se refiere á la temperatura de las capas inferiores de la atmósfera exclusivamente debida á la acción del calor solar, pues én cuanto á la que se observa en las zonas ó regiones altas, ya queda indicado en el texto que la ley que sigue es la de descenso de Io por cada 160 ó 180° según los puntos donde se observa. La distribución geográfica ó en superficie relacionada con la diferente inclinación de los rayos solares, se expresa diciendo que del Ecua­dor al polo la temperatura decrece medio grado por cada grado de latitud; pero si sólo actuara la influencia solar resultaría una notoria coincidencia entre las líneas isotermas y las que marcan la latitud en los diferentes puntos de un mismo hemis­ferio, lo cual está muy léjos de verificárse. Dedúcese de aquí, el que deben existir diferentes causas locales y generales, que alteran la uniformidad de estos resulla-dos, según claramente demuestran los adjuntos mapas, en los cuales se advieíte á primera vista que sólo en los mares es donde la distribución del calor en las re­giones bajas de la atmósfera experimenta pocas alteraciones, como lo demuestra la regularidad que por lo común afectan las líneas así isotermas, como isóteras é iso-químenas en su seno.

En los continentes, por el contrario, estas líneas ofrecen muchas y muy notables ondulaciones, según demuestran también los tres mapas de isotermas, isóteras é .isoquímenas terrestres. Y es que en las tierras la distribución de la temperatura es más irregular, tanto perlas muchas causas positivas que en ellos actúan, tales como la altura sobre el nivel del mar, la forma y accidentes de las montañas, la coloración del terreno, el estado higrométrico de la atmósfera, la existencia ó falta de bosques y de otras masas de vegetación, etc., cuajito por carecer fuera de una

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E s propiedad. 28 24 20 16 12

R e a iiimj-r 4 ' - U O —- 4 12 16 20 24

T i p . de A s t o r t he rmanos .

zona muy limiíada, de la benéfica y moderadora influencia de los mares. La ince­sante evaporación que á la superficie de éstos se verifica, es causa de los diferentes vientos que con el carácter de constantes, tales como los alisios en gran parte de­terminados por el movimiento de rotación de la Tierra y las brisas de mar y tierra que se experimentan por la mañana y durante la noche en el litoral y periódicos como los ó las monzones, y también de la más regular distribución del calor, razón por la cual los climas uniformes y áun los variables y templados sólo se advierten en las islas y en el litoral, asi como el carácter general de los climas esencialmente continentales suele ser extremado, como de ello tenemos un buen ejemplo en Ma­drid , donde en el mismo dia se nota con sobrada frecuencia un cambio de 15—20 y más grados. El trazado en los mapas generalmente se hace colocando las líneas espaciadas de 5 en 5o, siquiera la distancia geográfica que las separa entre si no sea siempre igual, según se ve en los planisferios adjuntos. Partiendo en el de las líneas de isotermas de un lugar cualquiera no léjos del Ecuador terrestre don­de la temperatura media es de 25° 5' se traza una línea que lo corta en dos puntos extremos separándose más de él en América, África y Asia, es decir, donde hay grandes continentes y á la que se da el nombre de Ecuador termal ó de máximo calor medio. Á partir de esta linea que aparece punteada, las otras llenas indican las diferentes isotermas, hallándose la primera en donde marca el termómetro 26° también punteada, porque va á confundirse en la región occidental del Pacífico con el Ecuador térmico; luégo sigue otra que marca 25° al N . y los mismos al S., cer­rando entre ambas una zona de color rojo más intenso, que corresponde á un clima verdaderamente tórrido. De la 25° pasa á la 20°, determinando también otra cir­cunscripción climatérica que se distingue lo mismo en el hemisferio meridional que en el septentrional con el mismo matiz, y así sucesivamente hasta la zona glacial, marcada por el color azul más fuerte, cuya temperatura media es —20°.

En los mapas de las isóteras ó de temperatura máxima, y de las isoquímenas ó de temperatura mínima, también se ha adoptado el mismo método, siguiendo en este asunto á los principales autores que tratan de la materia. Y como en ellos se ve clara y distintamente la separación del planisferio en fajas de 5 en 5o, y la dis­crepancia que se advierte entre los espacios comprendidos en estos mapas respecto del de las lineas isotermas, excusamos entrar en mayores detalles. Sin embargo, como síntesis de la distribución de la temperatura en la superficie total del Globo, fijando por un momento la atención en los tres últimos mapas, pero muy especial­mente en el de las líneas isotermas, podemos asegurar que en general la parte oriental del antiguo y nuevo continente es á latitud igual más fria que la occiden­tal , observándose á veces una diferencia muy próxima á 5o, llegando casi á contac­tarse la zona ó la línea que la determina en la costa E. con la inmediata inferior hácia el O. y viceversa, el límite occidental de una faja climatológica con el orien­tal de la inmediata superior. Para convencerse de esto bastará notar la entrada y salida en el continente americano del S. de la zona isoterma 20° -f-250, pues mién-tras del lado E. pasa por cerca de Montevideo, poniéndose casi á la altura de la de 1 0 ° + 15° que alcanza á Chile, por arriba esta misma zona describe por junto á Lima una curva que llega casi á la de 25°. Este hecho es tan general, que con echar una ojeada al mapa de las isotermas, se verá que todas las lineas se encorvan con cierta regularidad y á veces también de un modo brusco, del Oriente al Occidente de los continentes, siendo igualmente digno de atención el gran descenso que su­fren estas lineas en el hemisferio septentrional al dirigirse atravesando el Atlántico de la costa occidental de Europa á la oriental de la América del N . , hasta el punto de colocar bajo la misma isoterma á Nueva-York y Lóndres; no obstante lo cual salen por la costa del Pacífico describiendo la misma curva hácia el po'o Norte.

Influyen, en mi concepto y de una manera eficacísima, en esta distribución de la temperatura media, no sólo las corrientes atmosféricas constantes y periódicas, sino también las oceánicas; unas y otras producidas en gran parte por la rotación terrestre y por el gran fenómeno de la evaporación, cuya diferente escala en las distintas zonas terrestres ocasiona estos admirables movimientos, así en la capa liquida como en la gaseosa que rodea al Globo, las cuales de rechazo originan la diferente distribución del calor, cuya influencia en la vegetación y en el reino ani­mal es tan decisiva, tanto como elemento de la existencia de animales y plantas, como agente poderoso de su armónica y encantadora distribución.

También dicen claramente todos estos mapas y su, estudio comparativo, que el interior de los continentes sufren inviernos más frios y veranos más cálidos que las costas y las islas, en cuya circunstancia se funda la división de los climas en marí­timos más iguales y uniformes, y continentales, que por lo común son extremados por la considerable diferencia que existe ó se nota entre la temperatura media, la máxima y la mínima.

Hé aquí ahora y por vía de complemento, los extremos de frío y calor y los pun­tos donde se han podido apreciar.

Las máximas temperaturas se han observado según la siguiente escala: En la costa del Mar Rojo. . . En Abisinia En Mourzouk, en el Fezzan. En Esneh, en Egipto. . . . . En el Dongrolah

+

En Antongil, en Madagascar.

65o c

6 0 «

560,2 4 7 o , 4

4 6 o,9

4 5 o , 5

44o ,7

5 8 o c

5 6 o , 7

50 0,8 50o

En Pondichery. Las mínimas:

En Jakoutsk, en Siberia En la fortateza Reliance (América del Norte). En la id. , llamada Elisabeth (id.) En la dicha Entrepiso (id.)

De donde resulta que entre el 65o qUe representa el máximun y el —58° que es el minimun de calor observado en la superficie terrestre, se forma una serie ó escala termométrica centígrada, en cuyo seno vive la especie humana, única cosmopolita y capaz de resistir por los medios que su superioridad intelectual le sugiere, los indicados extremos de calor y de frío que determinan la circunscripción de tantas zonas botánicas y zoológicas.

E l mapa de las isoquímenas del mar obedece en su trazado á los principios que quedan indicados como base de los otros tres, es decir, que se han marcado en él zonas de la menor temperatura observada en los mares, sirviendg, por decir­lo a^sí, de razón de la serie el núm. 5 . ° , siguiendo una escala descendente desde 25°, dentro de cuya faja se,nota un pequeño espacio cerrado por una elipse, en la cual la temperatura es de 2 6 , hasta Qo, con la particularidad que la línea inferior de esta última faja de color en el hemisferio Sur coincide con las nieves y hielos per­petuos algo más arriba del grado 6 0 entre el cabo de Hornos, la Georgia del Sur y las islas Shetland, también del Sur, al paso que en el hemisferio Norte, aunque el límite de la zona 5 á 0 ° se encuentra hácia el grado 5 5 próximamente, las bancas de nieve, y los hielos y nieves perpetuos hay que buscarlos más arriba del estrecho de Rehring y en la costa deAlaska por los 72 y 74o y áun más cerca del polo, entre el Spitzberg y la Nueva Zembla. Esto confirma un hecho de Física terrestre, tanto más notable cuanto ménos esperado, á saber: que el hemisferio austral es más frío que el boreal en iguales latitudes. Lo inesperado de este hecho consiste en que precisa­mente los mares en los cuales la temperatura es siempre más uniforme predominan en dicho hemisferio, hallándose todos ó la mayor parte de los grandes continentes como concentrados en el hemisferio opuesto.

En los mares lo mismo que en los continentes, la distribución del calor debe considerarse en sentido geográfico ó de latitud, según acaba de verse, y en el de profundidad, dirigiéndose tres zonas: la primera que llega hasta 1 2 0 m , la cual goza próximamente de la temperatura media exterior; la segunda de temperatura constante que profundiza hasta 8 0 0 m , por término medio, y la tercera en la cual baja el calor á razón de l o por cada 1 5 0 m . Excusado parece añadir que esta dis­tribución experimentará las mismas variaciones locales que quedan anotadas para el exterior.

NOTA E n este mapa, com o en e l anter ior , donde dice dirigido por, l é a s e grabados por Otto N o u s s e l .

40 30 25 20 15 10 O 10 15 20 30 40 C e n t i g r a d o s

A S T O R T H E R M A N O S , E D I T O R E S

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