Título: LOS DOS HERMANOS

Dirigido por la tutora: Juani Quiñones Boniquito

Producido por:

Padres y madres de 4º de Primaria.

Editado por:

CEIP José Nogales.

CURSO 2011/12.

En un pueblo muy lejano rodeado de un pequeño riachuelo de amplias orillas, frondosos bosques y llanos de margaritas blancas, vivía una familia muy particular.

La familia estaba compuesta por el padre, la madre, dos hijos y el abuelo. La madre era alta y esbelta, con una bonita cabellera rubia que la llevaba recogida en un gran moño. El padre era robusto, de buen parecer, amigable y buenachón. El abuelo, ya entrado en años, gustaba sentarse en la puerta de la casa y ver a la gente pasar, a la que saludaba amablemente; por ello era muy querido por sus vecinos. Los hijos eran diferentes. Uno se parecía a su madre y el otro al padre, tanto en carácter como en aspecto físico, por esto era fácil distinguirlos.

Juan y Emilio, que así se llamaban los dos hermanos, solían discutir con frecuencia por la diferente forma de pensar. A Juan le gustaba estudiar, quería ser médico, por ello acudía diariamente al Instituto, realizaba sus tareas y se esforzaba al máximo,. Por el contrario a Emilio le gustaba el campo y todos los trabajos que en él se pudieran hacer, pero faltaba con frecuencia al colegio y esto le ocasionaba bastantes problemas.

Los padres estaban bastante preocupados, pues observaban cómo se estaban distanciando y cómo las discusiones eran, cada vez, más frecuentes.

Un día el abuelo sentó a los dos hermanos y les contó la siguiente historia:

Había una vez un reino donde la princesa estaba enferma y no conseguían curarla con los remedios que el médico de la Corte le suministraba. Entonces el Rey decidió solicitar la ayuda de los súbditos del reino y anunció que quien diera el remedio para la curación de su hija, recibiría un palacio de recompensa.

Al castillo del Rey fueron llegando muchas personas con remedios imposibles.

Un día llegó un muchacho que decía tener el remedio en unas plantas que se cultivaban en un país dominado por unos gigantes, pero que debía acompañarle el médico de la Corte.

Y hacía allí se dirigieron los dos: el médico, con su sabiduría, y el muchacho con sus conocimientos de las plantas.

Al llegar vieron…

Manoli Castaño.

Un gran bosque que tenían que cruzar, pero se estaba haciendo de noche. El médico dijo: - ¿ cruzamos? Pero el muchacho le contó que en el bosque ocurrían cosas extrañas, así que lo mejor sería refugiarse. Sin embargo no se pusieron de acuerdo, así que el muchacho pasó la noche en el hueco de un viejo árbol, a la espera de que saliera el sol, y, el médico que no creía en esas “tonterías” siguió el camino sin darse cuenta que se estaba adentrando en un zarzal. Como era tan espeso se quedó enganchado y el pobre médico se asustó tanto que pensó que los gigantes lo habían atrapado o que algún animal se lo iba a comer.

Toda la noche estuvo gritando: - ¡Por favor, no hacerme daño! ¡Sólo vengo a recoger unas hierbas para salvar a mi princesa!

Cuando amaneció el campesino se puso en marcha y, cual no fue su sorpresa al ver al médico enganchado en el zarzal. No pudo resistirlo y comenzó a reír, lo cual no hizo ninguna gracia al médico.

Y siguieron el camino…

Encarni González.

Pero los árboles eran muy tupidos y densos, de forma que sus entramadas de ramas lo convertían en un lugar oscuro.

Pasadas algunas horas estaban completamente perdidos y no habían visto ni un alma, en toda la mañana, que pudiera ayudarles.

Cuando, sintiéndose agotados y minadas sus esperanzas de salir de aquel siniestro lugar, escucharon una voz en la distancia que cantaba alegremente: - Rop, ertne sal, sadnes…

Se acercaron curiosos y observaron a un enano peludo y regordete que sujetaba una cesta de setas, mientras silbado feliz.- Disculpe- lo llamó el muchacho-nos hemos perdido y necesitamos encontrar la salida.

El enano sonrió feliz y empezó a hablar a gran velocidad en un lenguaje que no conocían.

Los dos se miraron extrañados sin saber qué decir. El enano lo repitió varias veces, pero era imposible entenderlo. De pronto, dijo el médico: - ¡Claro! ¡Está hablando al revés!

Como vio que el muchacho no lo entendía, se lo aclaró:- Pronuncia las letras de cada palabra de atrás hacia delante. Ven, escucha.

El enano volvió a repetir .- ¿ Ves? – dijo el médico- dice que vayamos hasta una roca, giremos a la derecha y llegaremos a un río.

El enano empezó a saltar con alegría, mientras nuestros amigos se alejaban. El médico se despidió antes de desaparecer tras un árbol.- ¡soida y saicarg!

Y siguieron caminando.

Rocío Gómez.

Apenas pasaron diez minutos cuando localizaron la roca. Estaba cloro, era una roca muy especial. Tenía forma de flecha y apuntaba claramente hacia la derecha, tal como les había indicado el extraño enano.

Siguieron el sendero y pronto llegaron a un río. Un barquero que estaba en la orilla del río les hizo

señales para que se acercaran.-¡Vamos, vamos! ¡Deprisa! – dijo el barquero- Si quieren cruzar el río tiene que ser antes de que oscurezca.

Ni el médico, ni el muchacho sabían qué hacer. El enano nada les dijo de cruzar el río, pero pensaron que sería lo más lógico.

Subieron a la barca y escucharon con atención al barquero que les advirtió de los peligros del lugar al que se dirigían.

Contaba que aquel lugar era conocido como “El país de las plantas asesinas” , pero que también en ese lugar crecía el “Lirio curativo” , capaz de sanar a personas muy enfermas.

Siguió diciéndoles que muchas personas, de todos los lugares del mundo, entraron en busca del lirio, pero que ninguna de ellas salió de allí.

Algunos dicen - siguió contándoles- que las plantas asesinas miden más de tres metros de altura y que nadie puede despistarlas, y, que el lugar está habitado por unos gigantes malvados y hambrientos.

Victoria Jiménez

El muchacho pensando y pensando dijo: -Yo puedo luchar contra las plantas asesinas.Y el barquero dijo: - No puedes, son muy fuertes y tienen veneno.

El muchacho vio a dos niñas a lo lejos del bosque y les gritó: - ¿ Nos podéis ayudar a luchar contra las plantas asesinas? Así podréis disfrutar de este bosque tan bonito y podréis pasear sin miedo.- De acuerdo- dijeron las niñas.

Así que nuestros amigos se encaminaron hacia donde estaban las plantas con la ayuda de sus nuevas compañeras.

Al llegar al lugar todos lucharon con fuerza e iban eliminando a las plantas asesinas, hasta que pensaron que habían acabado con ellas. Pero de nuevo empezaron a salir nuevas plantas, esta vez más gigantes…

Rosario Ruiz.

El campesino no entendía cómo podía ser que después de haberlas eliminado., éstas aparecieran más fuertes y más grandes que antes.

Entonces ocurrió algo muy extraño, delante del muchacho apareció una imagen de un prisma que sólo él podía ver y oír. La imagen le dijo: - Sólo con mucho esfuerzo y perseverancia se superan los miedos.

En ese momento el campesino se dio cuenta que las plantas asesinas no eran otra cosa que sus propios miedos, los de toda la vida, y, que si querían salir victoriosos de esa misión tendrían que enfrentarse a ellos.

Así se lo explicó a sus amigos. Poco a poco aprendieron a dominar sus miedos, desde la niñez y las plantas iban cayendo como por arte de magia.

Muy felices les dieron las gracias a las niñas por haber estado con ellos en estos momentos tan duros. Se despidieron y siguieron el camino en busca del lirio curativo…

Inmaculada Mora.

El lirio curativo era una fantasía que había acompañado al muchacho toda su vida, pero él no lo sabía. Cada uno tiene que descubrir lo que somos capaces de hacer en distintas circunstancias de la vida, cómo somos y a dónde debemos dirigirnos sin miedos.

La oportunidad se le presentó en éste, su camino: hacer algo valioso para sí y para los demás y lo iba a aprovechar poniendo todo su empeño y esfuerzo.

El muchacho se estaba haciendo muy fuerte, inteligente, luchador y capaz de asumir todas sus responsabilidades y así se sentía cada vez mejor. Pero aprendió que debía darse cuenta que su camino era largo hasta llegar al fin. Sin embargo descubrió que el amor era algo que le hacía `poner empeño en conseguir su propósito y pensaba cómo curar el mal de la princesa y el suyo propio,…

Esperanza Vizcaíno

Por fin encontraron el “Lirio curativo” y podían curar el mal de la princesa. Cada uno había dejado atrás sus miedos y con la sabiduría del médico y la inteligencia del muchacho habían conseguido su propósito. Así que pensaron que ya nada les retenía allí y debían llegar cuanto antes al castillo del Rey.

A marchas forzadas comenzaron la vuelta, aunque todavía les quedaba superar la última prueba, que era pasar por el poblado de los gigantes. Este reto era muy peligroso, ya que éstos eran enormes y hambrientos, no tenían buena vista, pero sí un gran olfato, que les permitía oler a cientos de metros.

Entonces al médico se le ocurrió una gran idea : - nos teñiremos con barro y excrementos de animales y así pasaremos desapercibidos – dijo.

Al muchacho no le pareció buena idea, pues no le hacía ni pizca de gracia embadurnarse de asquerosos desechos. Y empezaron a discutir.

Pero pronto comprendieron todo lo que habían pasado juntos y era urgente salir de allí, si querían lograr su objetivo, que era salvar a la princesa. Así que teñidos de apestosos excrementos de animales, pasaron delante de las narices de los gigantes y pudieron salir del lugar para llegar a su destino final, la sala del castillo donde se encontraba muy enferma la princesa del reino.

Ildemar Díaz.

El abuelo había llegado al final de la historia y sus dos nietos quedaron en silencio cuando la terminó.

- ¿Cómo creéis que terminó la historia? – pregunto el abuelo

- Bueno, seguramente la princesa se salvó y el muchacho conseguiría el palacio de recompensa- dijo Emilio.

- Es verdad, pero también pudo ganarlo el médico, puesto que los dos consiguieron el remedio de la curación- dijo Juan.

En verdad-dijo el abuelo- el Rey quedó maravillado por la curación de su hijita, pero lo más importante fue el esfuerzo, la sabiduría, inteligencia alcanzada por estas dos personas, que supieron anteponer sus propias necesidades y discusiones para conseguir el fin. Por ello el Rey decidió nombrar al médico y al muchacho Consejeros Reales, y, así vivieron felices para siempre.

Juan y Emilio miraron fijamente a su abuelo y le dijeron: -¡Tú si que eres un Gran Consejero!

Y los tres se fundieron en un gran abrazo.

Desde aquel día los dos hermanos entendieron que las discusiones son las justas y necesarias para compartir conocimientos y experiencias, pero nunca para dividirlos, y, comprendieron que cada uno tendría su lugar, pero tenían que buscarlo desde su propio esfuerzo, sabiduría e inteligencia.

Manoli Castaño.

FIN

Este cuento se ha realizado con el ánimo de hacer partícipes a las familias de nuestro Proyecto Lector.

Queremos que los niños y niñas lo disfruten, saboreen el trabajo realizado por sus padres y madres, con su esfuerzo

personal .

El cuento ha sido realizado por las familias de los alumnos/as de Cuarto de Primaria, una vez comenzado el cuento en el Centro, y, posteriormente se han hecho los

arreglos en ordenador y terminado en el Centro.

Queremos darles las gracias a todas las personas que han participado en el Libro y animarles para próximas ediciones.

El cuento se distribuirá a todas las familias, gracias a la colaboración del AMPA.

El ceip José Nogales presenta este cuento el “Día del Libro” del curso 2011/12.