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    A través de esta revista electrónica el ProyectoPáramo Andino en Colombia, quiere acercarsea los páramos y a la alta montaña andinacolombiana, desde varias perspectivas y distintosenfoques disciplinares, con el n de presentar atécnicos, miembros de la comunidad parameray lectores en general, un panorama integral deestos territorios que son el resultado de múltiplesfactores: geográcos, históricos, ecológicos, etc.

    Los artículos aquí reunidos ubican los páramosen el espacio geográco como ecosistemas estra-tégicos, lugares de biodiversidad e importantesproveedores de bienes y servicios ambientalespero también nos los muestran a lo largo de lahistoria como paisajes culturales en constante“evolución”. El primero de estos artículos haceun recorrido desde la época prehispánica hastanuestros días, y pone de maniesto, desde unaperspectiva histórica del paisaje, la visión dequienes conocieron y vivieron el páramo; recogeel imaginario de moradores nativos así como loscomentarios, caracterizaciones y descripcionescientícas de ilustres visitantes, conquistadores,viajeros y cientícos como José Celestino Mutis,Manuel Ancízar y Agustín Codazzi, entre otros.Concluye con una mirada crítica de la ciencia yde aspectos jurídicos que evidencian la incerti-dumbre que se cierne sobre estos ecosistemas enla actualidad.

    De otra parte, en el segundo artículo, encontramosla visión tradicional arhuaca de la Sierra Nevadade Santa Marta sobre los elementos que hacenparte del entorno vital, origen de su espiritualidad.En su cosmovisión los páramos son lugares

    sagrados donde se rearma la creación y lexistencia de todo lo que vive y ha vivido en estmundo, lugares dignos de gran respeto, asientde lagunas y arroyos que se comunican con eespíritu de la madre tierra, y recogen y trasmitehistorias, pensamientos, buenos o malos, quirán al fondo del mar. Así, además de poseer unenorme riqueza de fauna y ora, los páramos soricos en seres espirituales, fuerzas cósmicas, y euna cultura que como la Arhuaca, ha permitido lconservación de estos territorios.

    En el artículo Ecología de los paisajes de páramse muestra la importancia de identicar ycomprender la interacción de los factores físico bióticos, abióticos y antrópicos implicados ela conformación de los paisajes paramunos, siperder de vista que estas relaciones son las qucondicionan y moldean todas y cada una de laactividades que se dan en estos ecosistemasEn otro de los textos, se destaca la importancide los microorganismos en la conformación yel establecimiento de los páramos, los cuales, pesar de sus condiciones climáticas y de suelosalbergan un sin número de bacterias y hongoresponsables de procesos de acumulación ymantenimiento de la materia orgánica qugarantiza el ujo de energía para que éste puedconservarse ecológicamente.

    Finalmente, se analizan los regímenes naturalede estrés y disturbios que enfrentan estoecosistemas. Posteriormente se analiza el impactde los disturbios antrópicos y sus consecuenciasen términos de disminución de bienes y servicioambientales.

    EDITORIAL*p r e s e n t a c

      p   á  r  a  m  o

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    P á r a m o d e c h i l e s

    01 Colombia tienePÁRAMOSLOS PÁRAMOS EN LA HISTORIAFrancisco González Ladrón de Guevara y Jorge Valencia Cuéllar.

    EL AGUA MENSAJERA DE LA MADRE Moisés Villafañe Izquierdo,

    ECOLOGÍA DEL PAISAJE ENLOS PÁRAMOSBrigitte LG Baptiste

    CRUCIGRAMA

    LA IMPORTANCIA DE LOS MICROORGANISMOS

    Y LA EDAFOFAUNA EN LOS PÁRAMOS Margarita Ramírez Gómez

    LOS REGÍMENES DE ESTRÉS Y DISTURBIO ENLOS PÁRAMOS ANDINOSOrlando Vargas

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    Edición: Adriana Vásquez Cerón, Liliana RodriguezApoyo editorial: Susana Rudas

    Fotografías: Francisco fajardo, Francisco Nieto,Ruth Gutierrez, Diana Baez

    Diagramación: Ricardo Vásquez Navas.

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    l paisaje tiene la textura que le danlos ojos que lo miran: la naturalezay el mundo no existen sin la mirada.El paso del hombre por el mundo estambién el recorrido de sus ojos que

    se posan sobre las cosas, sobre el entorno, parallamarlos a ser. Mirar una cosa es otra forma deotorgarle su carta de identidad, de legitimar suexistencia. Una vez el hombre posa sus ojos enalgo, ese algo se convierte por el solo hecho dehaber sido visto, en una presencia permanenteen la vida de quien lo ha mirado, en parte de suuniverso: el mundo se integra a la humanidad.

    La mirada va más allá del fenómeno físico pormedio del cual percibimos la luz, las formasque se presentan ante nuestros ojos; dice, másampliamente, la relación que el ser humanoestablece con sus semejantes y con su entornosocial o ambiental, la forma como se sitúa enel mundo, la manera en que le otorga sentido

    a la realidad y se incorpora a ella. Mirar es,ante todo, ver desde una perspectiva, desdeun punto de vista; dicho de otro modo, esestructurar lo percibido desde la cosmovisiónparticular del vidente, desde las categorías,criterios, conceptos, modelos y creencias queaportan la cultura, las mitologías, las ideologías,la historia, la religión, los procesos sociales y lasvivencias.

    Francisco González Ladrón de Guevara y Jorge Valencia Cuéllar.

    04_ LOSPÁRAMOS

    E N L A H I S T O R I A

    Eso es exactamente lo que ocurrecon el paisaje cuando el hombreentra en relación con él: la selva,el desierto, las sabanas, el pára-mo adquieren la textura, la con-sistencia y la entidad con que esacosmovisión los aborda e inten-ta apropiarlos. Así, el paisaje esfuente de riqueza, de provechoeconómico; lugar sagrado, endonde moran los ancestros; tierrainhóspita, en la que residen losespíritus malignos, la muerte yel demonio; suelo bendito, regalode los dioses, o reserva ecológica,vital para la conservación del gé-nero humano. Todo depende delpunto de vista de quien lo abor-de. Y eso es precisamente lo quenos proponemos en este artícu-lo: ofrecer una breve descripción

    de las diversas formas en que loshombres que han tenido contactocon los páramos del país han per-cibido este ecosistema a través dela historia, en un recorrido queabarca desde la Colombia prehis-pánica, pasando por los períodosde la Conquista y la Colonia, has-ta nuestros días.

    No se trata de presentar una descripciónexhaustiva de esas visiones del páramo, sino deesbozar los alcances que tuvieron esas distintasapropiaciones del paisaje paramuno en lasdiferentes etapas de la historia colombiana yde la forma en que esos modos de verlo, hanafectado la gestión del páramo como ecosistema.

    I. El páramo indígena: moradade los dioses y centro de equilibriocósmico

    El páramo: paisaje de alta montaña ubicado en-tre los 2.800 y los 4.200 msnm, lugar de pasoy de asentamientos transitorios; escenario deprácticas económicas asociadas al manejo delos ciclos climáticos, a la diversicación de laoferta alimentaria que brindaban los distintospisos térmicos; coto de caza; ruta obligada paratrasladarse de un valle interandino a otro; espa-cio vital por excelencia. Ésta era la visión prác-

    tica, material que tenían del páramo las comu-nidades indígenas de la actual Colombia, antesde la conquista española. Pero más allá de lomaterial de la naturaleza, el pueblo aborigenvislumbraba en el paisaje paramuno la presen-cia de lo sagrado, de lo insondable. El páramollegó a ser entonces la morada de los dioses, delos muertos, de los espíritus; el escenario propi-cio para el ritual, para la renovación del mito;

    por eso podemos decir, como locronistas, que el paisaje:

    “Estaba dinamizado pordiversas fuerzas divinas quele otorgaban a la naturalezauna dimensión sagrada y endonde los elementos físicos seconstituían en hierofanías,que personicaban al mundoobjetivo dándole un valor ysentido que iba más allá de larelación práctico-utensiliar”.1

    Detrás de cada peña, de cadfarallón, en medio de las aguacalmadas de las lagunas o de laturbulentas de los torrentes, de laespesa neblina, de los torrencialeaguaceros, en el frailejón o en lanieves perpetuas de los nevadosse manifestaba lo sobrenaturalel espacio-tiempo sagrado comoparte de la cotidianidad. La razónde ello es simple: para los indíge1 El Páramo: Ecisitema de alta montaña. Edición originalSantafé de Bogotá, Fundación Ecosistemas Andinos,Gobernación de Boyacá. 1996. Autor: Reyes Z. Pedro,Molano B.Joaquín, González Francisco, Cortés LombanaAbdón, Ángel Orlando, Flórez Patricia, Iriarte Antonio,Kraus Erwin

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    nas, como dice Molano (s.f., s.p.), siguiendo a Josan (1982), la montaña reúne –y aún lo hace-entorno suyo las energías de la vida. Y agregael cronista:

      “No todos tenían sus adoraciones en lostemplos, pues las de muchos las teníandedicadas en lagunas, arroyos, peñas, cerros y otras partes de particular y singularcompostura y disposiciones, no porquetuviesen estas cosas por dioses, sino que por la singularidad que tenían, les parecíaser dignas de mayor veneración o porque pasando por ellas, les había sucedido algunasingular cosa... (Fray Pedro Simón: 1982,tomo III: 386).

    Valgámonos de algunos ejemplos para ilustrar:

    Para los ijkas de la Sierra Nevada de Santa Mar-ta las altas montañas de la Sierra eran el esce-nario en el que tenía lugar la encarnación desu mitología. Los cerros, los valles, las lagunas,eran habitadas por los personajes del tiempo delorigen bajo la profunda identidad de la tierracomo Madre Universal. Las lagunas próximasa los ventisqueros simbolizaban las mansionesacuáticas de personajes femeninos, las hijas dela Madre (Reichel-Dolmatoff (1991), citado por

    Molano (s.f., s.p.).

    Por su parte, entre los yanaconas y los coconu-cos del Macizo colombiano:

    Los sitios ricos en agua, los cerros, abismos yvolcanes, los cauces de agua, lagos, pantanos y también los grandes bosques, están todos

    cargados de Jucas, los cualesen la supercie de la tierratienen espíritus equivalentesllamados Cocos, quienes poseen su morada en: la Puma,mujer antropófaga de grandessenos que aparece en el páramo y bosques altos; la PantasmaNegra, quien toma la formade nube negra para vigilar laslagunas del páramo; el Trueno

    morador en los cerros; elDuende, personita con manos y pies torcidos que deambula por la orilla de los ríos, y la Madre Agua, visible en formade mujer hermosa o de culebra,quien aparece en cauces deaguas o sobre las rocas”.

    A su turno, los muiscas de Cun-dinamarca y Boyacá tuvieron enlas altas montañas del páramo yen las lagunas el escenario funda-mental en el que se llevó a cabola creación del mundo y de la hu-manidad. Recordemos aquí algoel mito de Bachué, según versión

    de Sánchez:Allá lejos, en la parte másalta de la cordillera, hay unalaguna profunda; todo, enla distancia y en la lejanía,es oscuridad; no hay nadani nadie que la contemple;empero, hubo un momento en

    que empezó a aparecer la luz y se vislumbróel primer amanecer y muchas de las cosas queahora hay en la naturaleza, menos los seresvivientes; de repente fue emergiendo de entrelas aguas una mujer con un niño de unos tresaños de edad y empezaron a caminar haciauna parte plana, hoy el pueblo de Iguaque,donde construyeron su residencia; los días pasaron; los años se sucedieron uno tras otrohasta cuando el antes niño tuvo edad mayor y se casó con la aparecida de las aguas, mujer

    que ya había tomado el nombre de Bachué, yel matrimonio fue tan fecundo que en cada parto había entre tres y cuatro hijos.

    Nunca tuvieron residencia ja; anduvieron por todas partes y por doquier dejaban sudescendencia; el mundo se fue poblando pocoa poco, hasta cuando una tarde, ya ancianos,resolvieron regresar a la tierra de su origen y una vez llegados a la laguna materna,Bachué reunió a una gran cantidad de susdescendientes y les habló en términos amablessobre la paz y la felicidad que deberían ser los nes primordiales de su vivir y en presenciade ellos se convirtieron en dos grandesserpientes que poco a poco se fueron metiendoen la laguna hasta desaparecer para siempre;

    sus descendientes lloran desde entonces a loscreadores de la humanidad.(Sánchez, 2001: 295)

    Esta visión del páramo, en tanto casa de los an-cestros, morada de las potencias sobrenatura-les, escenario de la creación del mundo y, porlo tanto, de culto y veneración, se reitera, conalgunas variantes, en otras cosmologías indíge-

    nas precolombinas, como la u´wy la guambiana, que, además loconsideran, aun hoy día, comoel escenario natural que proporciona el equilibrio cósmico, requerido por los hombres y por emundo mismo como condiciónnecesaria de existencia (Molanos.f., s.p.), apropiación del entornoque, desde hace casi quinientoaños, se conserva poco más o menos igual, pero permeada, como

    es de suponer, por la aculturacióny el sincretismo cultural.

    II. El páramo de laConquista: las cimas delterror

    El páramo, territorio  yermo, ras y desabrigado, lugar sumament frío y desamparado  (DRAE: 2001)Las alturas alpinas de la Europse asentaron en la América y, lanchura de Castilla se encarnóen las altas cumbres de lcordillera de los Andes; así epaisaje paramuno dejó de seobjeto de veneración y presencide lo numinoso. La morad

    de los dioses nativos, de loespíritus protectores del cosmosse convirtió en la residencia dedemonio, en un enorme y heladocamposanto, en el imperio de lmuerte, en “el país de las nieblas”.

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    El modo de ver de los conquistadores se impo-nía en el Nuevo Mundo, y ello es explicablepues quien llega por primera vez a un lugartiende a apreciarlo desde las categorías lingüís-ticas, ideológicas, religiosas, culturales, socia-les, estéticas, axiológicas y paisajísticas de supropio terruño, de su propia tierra: “Este paisajeme recuerda…” es una frase común entre viaje-ros y exploradores; pero también es compren-sible que ese nuevo paisaje, en su dureza ma-terial, proponga desafíos, a veces insalvables, aesa mirada que lo aborda. Así surgen nuevos

    mitos, nuevas leyendas, y en el caso particulardel páramo, del choque entre el paisaje y la cul-tura española, surgieron las exageraciones delos cronistas sobre este ecosistema, que duraronmás de 400 años (Guhl: 1982, 23). Para el espa-ñol del siglo XVI, coronar los páramos andinospara llegar a El Dorado fue una empresa casitan ardua como la reconquista: una verdaderahazaña.

    Las crónicas de Indias ofrecen numerosos ejem-plos del modo en que los conquistadores espa-ñoles y algunos alemanes vieron y “sufrieron”los páramos andinos. Por ejemplo, la llegada deNicolás de Federmann a la Sabana de Bogotá en1539, procedente de Coro (Venezuela), fue unverdadero alivio para el conquistador y los po-cos hombres que le quedaron después de atra-

    vesar el páramo de Sumapaz, de acuerdo convon Hagen, citado por Guhl:

    Habían encontrado (Federmann y sushombres) pues el paso por la cumbre de lacordillera. Federmann logró vencer la altura.Ahora sólo faltaba atravesar la tierra fría alta.Pero el violento frío mató a la mayoría de los

    cargueros indios y la tierra eratan hondamente congelada quetuvieron que dejar sus muertossin enterrarlos. Duranteel primer día en el páramose murieron 20 caballos.Federmann quien pensaba quehabía experimentado toda clasede climas y condiciones envida, no encontró, sin embargo,las palabras adecuadas para

    describir en una carta a suamigo Ávila, la tristeza de lastierras altas del Sumapaz, nila fuerza mortal del viento.Ellos lograron una hazaña queni siquiera pudiera lograr un perro. Los que estaban todavíacon algo de vida, cruzaron un paso hacia las tierras más bajas y que hoy todavía se llaman“Fredreman”, en memoriade aquel acontecimiento, aúncuando la ortografía no escorrecta (Guhl, 1982: s.p.).

    Su compatriota Ambrosio Alngerno contó con la misma suerte y su

    llegada a la Sabana de Bogotá sevio frustrada por las altas cumbresdel páramo de Rabicha, situadoen inmediaciones del actualmunicipio de Pamplona (Nortede Santander) en la que quedaronabandonados los cadáveres dealgunos de sus compañeros deexpedición, muertos de frío en

    el país de las nieblas en el año de 1536. (FrayPedro Aguado: 1919).

    Tres años más tarde, un expedicionario relatabalo que signicaba para los peninsulares atravesarla alta montaña para recorrer el trayecto entrePopayán y Neiva:

    He oído decir a los mismos que vinieron delPerú, que pasaron por una sierra tan mala y de tan mal camino, que sería imposiblevolver a pasar por ella, y que en ella se les

    murieron muchos cristianos y muchoscaballos y muchos indios y puercos de frío, demal camino y despoblado (Archivo NacionalColombiano, Fondo Enrique Ortega Ricaurte.C 257, citado por Triana, 1992, citado por Molano, s.f.).

    Estas escenas de muerte y desolación serepiten una y otra vez en las descripciones delos páramos andinos que realizaron cronistasde la Conquista y los relatos de viajeros yexpedicionarios de siglos posteriores, aunquematizados estos últimos por algunos elementosde descripción objetiva del paisaje paramuno,que los aproximan a las visiones cientícas deese ecosistema que empezarían a producirse apartir de la Expedición Botánica, a nales de

    la Colonia y a lo largo del siglo XIX, mediadas,en todo caso, por el concepto de páramo alpinotraído a las Américas por los europeos.

    Paradójicamente por esta época comenzaría laocupación permanente de los páramos andi-nos por parte de las comunidades indígenas,quienes establecieron allí sus resguardos a másde 3.000 msnm como consecuencia del despla-

    zamiento causado por el despo jo forzado o legal de sus tierra(Molano: s.f., s.p.).

    III. El páramo en elVirreinato: entre la cienciay el asombro

    Con el advenimiento de los Bor bones a España, la Corona entróen un periodo de apertura a lavertientes de pensamiento que y

    desde el Renacimiento apunta ban a romper con el modelo feudal, teocrático, imperante en Europa desde el siglo VIII, no sólodesde el punto de vista políticosino cientíco, epistemológico ycultural; la Ilustración había llegado a la metrópoli y, de rebotea las Indias. Ya no bastaba dapor sentada la realidad, y los modelos de comprensión de la misma, aún atados a la escolásticase mostraban insucientes parcomprenderla; ya no bastaba intuir el entorno para interactuacon él; había que conocerlo pardominarlo y aprovecharlo.Así sempezó a construir la visión cien

    tíca de los páramos andinossiendo de gran importancia loaportes de José Celestino MutisFrancisco José de Caldas y el barón Alejandro Humboldt.

     José Celestino Mutis ya era unconsagrado naturalista que ha bía recorrido parte de la Nuev

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    Granada, Ecuador y Venezuela dedicado, porsu cuenta, al estudio de las plantas de la región(particularmente la quina) cuando en 1783 elgobierno español le encomendó la tarea de di-rigir una comisión cientíca, cuyo objeto prin-cipal era precisamente la investigación cientí-ca de la botánica del Nuevo Reino. Así nació laExpedición Botánica, que, como anota Arango:

    (…) No alcanzó a detener su interés en estazona como región orística (se reere al páramo de Sumapaz). El mismo Mutis, en su

     permanencia en Bogotá, cuando ascendió a loscerros de Monserrate y Guadalupe, alcanzóapenas a estudiar taxonómicamente algunasespecies, entre ellas la Befaria resinosa (pega- pega) y la Espeletia grandiora (fraylejón){sic} con que honró al Virrey Ezpeleta. Además, Mutis y sus discípulos, especialmente losmaestros pintores, ya tenían bastante tareacon la fascinante vegetación del trópicocálido.( Arango, 1982).

    En Francisco José de Caldas ya se encuentrauna visión objetiva de los páramos andinos,aunque no del todo libre del asombro, el mie-do y la sensibilidad. Le dio gran importanciaal relieve, la topografía y la cobertura vegetal,como rasgos esenciales del páramo, así como al

    riguroso clima y a la sensación de soledad queproducía en el visitante lo áspero del paisaje yla ausencia de gente:

    Los páramos están colocados en la partesuperior de las montañas (1.500-2.300 toesas).Bajo un cielo nebuloso y frío, no produce sinomatas, pequeños arbustos y gramíneas. Los

    musgos, las algas y demáscriptógamas ponen términoa toda la vegetación a 2.800toesas sobre el mar. Los seresvivientes huyen de éstosclimas rigurosos y muy pocosse atreven a escalar estasmontañas espantosas. De estenivel hacia arriba ya no sedescubren sino arenas estériles,rocas desnudas, hielos eternos,

    soledad y niebla (Caldas: 1808,citado por Molano: s.f.).

    Alejandro Humboldt, de quiense dice que su experiencia con lospáramos pudo haberle servidopara consolidar las apreciaciones botánicas que le permitieron es-cribir la Geografía de las plantas(Arango: 1982), escribió a su her-mano Guillermo el 25 de noviem- bre de 1802:

    Páramo se denomina en losAndes todo lugar donde enuna altura desde los 1.700hasta 2.000 Toisas (sic) (1

    toesa= 1,95 mts) la vegetación ya no prospera y donde el frío penetra hasta los huesos (…)

    No se puede imaginar unonada más espantoso que elcamino que sirve de entradaa la pequeña ciudad de Pasto(…) Espesos bosques alternan

    con pantanos. Las mulas se entierran hastala barriga, y el viajero tiene que pasar por tanestrechos y profundos pasos entre las rocas,que da la impresión de estar en un socavónde unas minas.

    Los caminos están empedrados con loshuesos de las mulas que aquí se caen ymueren por causa del frío y agotamiento.Todas las provincias de Pasto, inclusiveregiones alrededor de Guachucal y de

    Túquerres, representan una superciemontañosa, congelada, muy helada, hastael punto donde puede resistir la vegetación y está encerrado por volcanes y solfatarasque expulsan constantemente remolinos dehumo. Los desgraciados habitantes de estastierras yermas no tienen otra alimentaciónque las patatas, y cuando éstas no madurancomo el año que acaba de pasar, entoncesla gente se va al monte para buscar comoalimento, contra la terrible hambre, el troncode un pequeño árbol que se llama Achupulla(Purretia Pit = carnía). Pero como este árboltambién sirve de forraje para el oso, entonceses frecuente la rivalidad entre el hombre y elanimal. (Humboldt: 1802, citado por Guhl:1982, 29).

    Así la sociedad colonial, en especial durante losaños que precedieron a la Independencia y ainstancias de la propia corona española, empe-zó a asumir cientícamente el conocimiento delpaisaje, pues de ello dependía en buena medidala explotación económica de la tierra y, en ge-neral, de los recursos naturales disponibles enel Nuevo Reino de Granada que le permitirían

    al virreinato satisfacer las necesidades alimentarias de la población, así como la producción deexcedentes exportables para lmetrópoli y otras naciones europeas (recuérdese el caso de la quina, por ejemplo). No obstante laproximación de los naturalistahacia el páramo no trascendió lataxonomía vegetal y siguió siendo considerado un escenario inhóspito y solitario. Pasarían un

    par de siglos más para que se reconociera que los páramos tam bién eran fuente de riqueza.

    IV. El páramo del sigloXIX: viajeros y naturalistas

    Con la consolidación del proyecto de nación a mediados del sigloXIX, el páramo como paisaje empieza a cobrar relevancia comoescenario de la trasformación económica que atravesara el país poese entonces. Aunque los trasgoslos fantasmas y los espíritus delos muertos aún se paseaban polas altas cumbres de los Andes, lpresión demográca, debida en

    algunos casos a las migracioneinternas o forzadas (despojo dlos indígenas o las guerras civiles), o como política de gobierno(colonización antioqueña) entrotros, acentuó el proceso de ocupación del páramo que se habíiniciado durante la Conquisty la Colonia. Así mismo, la tal

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    continuada del bosque andino supuso un des-plazamiento de la vegetación paramuna a nive-les altitudinales en los cuales antes era comple-tamente inexistente.En efecto, como anota Molano:

    La ganaderización (sic) y los cultivos deorigen principalmente mediterráneo, dieronlugar a formas de producción agropecuaria y de producción del espacio social paramero,el cual no sólo ocurre de manera amplia enlos páramos boyacenses, sino que se extiende

    ampliamente en los páramos de Santander y Norte de Santander. Sobre el camino fríode los páramos se aanza (sic) el proyectocolonial hispánico no sólo en su producciónsocioeconómica sino lo urbano, con muchas poblaciones sobre o en proximidades de los páramos (Molano s.f., s.p).

     Aunque los testimonios de viajeros yexploradores del siglo XIX sobre su experienciaen el páramo son numerosos, citaremos apenasdos: el de Manuel Ancízar y la de la ComisiónCorográca, presidida por el coronel AgustínCodazzi. Merecen destacarse los trabajos sobrela colonización antioqueña, especialmente el deParsons (1987) y Santa (1991) como también lacrónica de viaje titulada De Medellín a Bogotá

    (Pombo 1990), en los que se narran las diversasperipecias de los viajeros y colonizadores demediados de este siglo en su relación particularcon el paisaje de páramo.

    Ancízar en su Peregrinación de Alpha (1983) re-lata su viaje por el departamento de Boyacá y sesorprende en primera instancia de la apariciónde frailejones y de la aridez del terreno en la

    planicie de la venta del Conten-to, zona ubicada apenas a 2.600msnm, cuando lo corriente, se-gún sus fuentes (Caldas) y su vi-sión cientíca, esas característicaspaisajísticas propias del páramodeberían presentarse a los 2.923metros, mutación del paisaje queatribuyó a los vientos que atra-vesaban un abra de la cordilleraoriental y esterilizaban el terreno(Molano: 1996)

    Al describir el páramo de Peña-negra durante el mes de agosto,mes de las lluvias, Ancízar hacea un lado su vocación de natura-lista y se deja llevar por su sen-sibilidad ante la imponencia delpaisaje y presenta una visión delpáramo más bien recurrente des-de las crónicas de Indias hasta co-mienzos del siglo XIX.

    En los páramos la tempestadno es majestuosa, tronadora y rápida como en los vallesardientes de nuestros grandesríos: es callada y persistente

    cual la muerte, y como ella,también yerta y lóbrega, sinlas magnicencias del rayo,sin la terrible animación delhuracán que transporta veloz y arroja sobre la tierra océanosde agua; morir en mediode estos grandes ruidos yconmociones de la naturaleza

    debe ser para el viajero un accidente súbito,casi no sentido; en los páramos se mueresilenciosamente, miembro por miembro,oyendo cómo se extinguen por grados las pulsaciones del corazón; por eso es temible yterrible sin belleza, una tempestad en la cimade los Andes: el ánimo se abate y la energíaqueda reducida a los términos pasivos dela resignación (Ancízar, 1983, citado por Molano, 1996).

    A su turno, Codazzi (1958) citado por Molano(s.f.), casi por la misma época ofrece una visiónde las altas montañas de Boyacá y Santander enla que se mezclan por momentos, la mirada delcientíco y la visión del hombre común. Así,respecto de los páramos cercanos al Cocuy, losseñala como:

    Elevados, de formas redondeadas unos, chatos y aplanados otros, o terminados en picosdesnudos que asoman las rocas arenáceasaglomeradas a veces con aparente desorden, ya veces manifestando las hiladas extensas de gruesos estratos concordantes, interrumpidos por cuencas de la tierra negra, compacta yresbalosa, entapizada de grama na y regada por arroyuelos límpidos y silenciosos. Donde

    los vientos cargados de niebla y escarchabaten libremente el suelo, brota el frailejónapiñado y se carga de hojas y ores velludas,adquiriendo frecuentemente la proporción delárbol como sucede en los páramos de Chita yel Escobar y en el pie de la Sierra Nevada.Allí se ven bosquecillos de frailejón de 8 a10 metros de altura, inmóviles, desplegandoen macetas sus largas hojas en el extremo

    de un tronco negruzco,bañado de trementina; y a suabrigo las llanuras cubiertasde gramíneas, pastadas conavidez por los ganados que secrían ventajosamente en estos páramos.

    No faltan habitantes en aque-llas abiertas regiones, encon-trándose las sementeras de

    trigo, habas, maíz, papa y al-verjas hasta la altura de 3.030m sobre el nivel del mar; y aúna 3.668, cerca de la lagunaVerde del Cocui, prosperan las papas, cebada y habas.

     Más arriba de esos parajes,todo es silencio; el aire mismo permanece quieto, insuciente para la respiración del hombre fatigado, diáfano, y tenuehasta el punto de representarengañosamente cerca losobjetos distantes, rara vez claro y casi de continuo cargado deligeras pajillas de nieve o de las

     frígidas nieblas que avanzandesde los boquerones de abrasinferiores. La vegetaciónalegre ha desaparecido; tal cualarbusto de ramas retorcidas,arropadas de amarillentomusgo y vestidas de recio follaje, crecen adheridos a los

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     peñascos lisos, en que se notan señales denieve recién derretida: ni un ave, ni un ruidode vida perturba la solemne soledad, salvo elmurmullo de los arroyos que nacen debajo delas nieves perpetuas de la altiva Sierra, y sedeslizan sin cauce jo en busca de suelo más propicio (Molano 1996).

    Al cierre del siglo XIX las relaciones con los pá-ramos andinos entrañan una visión mas allá delos lindes de la ciencia, con amplias caracteriza-ciones, bastante precisas por cierto, de la topo-grafía, el clima, la fauna y la ora de este ecosis-tema, así como del aprovechamiento pecuarioy agropecuario de sus suelos, sin dejar de ladola cosmovisión, entre espiritual y poética, conla que lo abordaron los primeros europeos queentraron en contacto con las altas montañas delos Andes. No sería sino hasta el siglo siguientecuando esa caracterización se atendría a los lí-mites del conocimiento cientíco y se descubri-ría su verdadero valor desde el punto de vistaeconómico y social.

    V. El páramo del siglo XX: la visióncientífica y legal

    La consolidación del modo de produccióncapitalista en Colombia a lo largo del siglo

    pasado requería que la percepción de lanaturaleza, incluido el paisaje paramuno, sedespojara por entero de sus ropajes míticos,espirituales y poéticos, para hacer un usoeciente de los recursos escasos e impulsar eldesarrollo del país. Las apreciaciones culturales,sociales y políticas sobre la naturaleza eranfuentes tal vez respetables de conocimiento,pero permeadas por la subjetividad, la opinión

    y el sentido común que nadaaportaban al desarrollo de laciencia y al crecimiento económicode la nación, y por eso debíanser descartadas. Con ello puededecirse que el conocimiento delos páramos andinos ha sidoobjeto de un reduccionismocienticista, representado porlas numerosas investigacionesde corte naturalista adelantadasen Colombia por universidades,

    institutos y fundaciones, que si bien ha contribuido a esclarecerlos orígenes, las funciones y laestructura de los mismos, haimpedido su comprensión. Sinembargo, también ha habidoapreciaciones que se inclinanhacia este último procesocognitivo. En efecto, como anotaMolano:

    Esta visión, empeñada en elconocimiento cientíco de laestructura, composición, fun-ción, origen, etc., de los eco-sistemas en los paisajes para-meros, ha omitido necesarios

    contextos planetarios, históri-cos, culturales, socioambien-tales, etnológicos y políticos, fundamentales para alcanzarun pensamiento que no sóloexplique sino que permitacomprender el ambiente pára-mo (Molano 1996).

    Y esa visión es reduccionista porque ha excluidodel análisis al hombre, quien es precisamente elque da a un paisaje su carta de identidad, no sóloen cuanto a la representación que hace de ella,a su simbología, sino también a las formas deinteracción, económica o no, que establece con él.La ocupación del entorno humaniza el paisaje,así lo destruya, para adaptarse a él. Fenómenoscomo la violencia o el desplazamiento forzadohacia las altas montañas, plantean un desafío ala visión naturalista del ecosistema paramuno,sin contar con el asentamiento de grupos

    armados al margen de la ley y el establecimientode bases militares en esos territorios. Lomismo hay que decir de la construcción deobras de infraestructura como hidroeléctricas,embalses, radares, torres de energía, antenas detelecomunicaciones, entre otras, que no hacenneutra la presencia del hombre y de sus obrasen la alta montaña.

    Así lo han entendido otras áreas deinvestigación como las ciencias sociales quehan abordado el estudio de los páramosandinos de Colombia desde una perspectivamultidisciplinar, incluyendo la participacióncomunitaria orientada a regular, a partir dela comprensión de las relaciones que hanestablecido las comunidades con los páramos yaprovechando sus conocimientos tradicionales,

    las formas de explotación económica de losmismos. Estos procesos han sido lideradospor universidades nacionales y extranjeras,fundaciones, instituciones, organizaciones nogubernamentales y las instituciones ambientalesdel país, con diversos resultados. Paralelamente,el Estado ha construido una visión del páramodesde el conservacionismo, mediante la

    expedición, por iniciativa dla administración Pastran(1970-1974) del Código de loRecursos Naturales y variadlegislación complementaria. Asmismo, se crearon entidadedescentralizadas encargadade la vigilancia y control de lorecursos naturales (incluidos lopáramos), como las CorporacioneAutónomas Regionales y eantiguo INDERENA, en e

    entendido de que el páramo eindispensable para el desarrollodel país, pues allí se encuentranlas principales fuentes de agudel territorio nacional.

    Esta postura conservacionista sconsolidó con la expedición dla Constitución de 1991, cuyoartículos 79 y 80 especialmenteincorporaron conceptos como ede “desarrollo sostenible” y “participación comunitaria” que sconvirtieron en derroteros de laacción estatal, con respecto a lorecursos naturales. Como complemento de estas disposiciones, se creó, mediante la Ley 9

    de 1993 el Ministerio del MedioAmbiente que tuvo importantelogros en el marco de la políticaambiental del país, particularmente durante las gestiones de Juan Mayr y Manuel Rodríguez.

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    Sin embargo, en los últimos años se ha presentado un deterioro de la gestión am- biental estatal, a raíz de la fusión de la cartera de ambiente con la de desarrollo,particularmente en lo que tiene que ver con vivienda y servicio de acueducto. Leyescomo la Forestal y la de Aguas, propuestas por el actual gobierno, así como la auto-rización de la explotación de una mina de oro en la zona de páramo del municipiode Calarcá o la reducción de requisitos para la expedición de licencias ambientales,van en contravía de los mandatos constitucionales sobre lo que debe ser la gestióndel Estado en este tema, y plantean un retroceso a una concepción del paisaje comoproveedor sin límites de recursos para el desarrollo de la economía.

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    El paisaje de los páramos andinos de Colombia ha sido construidopor el hombre desde diversas perspectivas que apuntan en su granmayoría a la deshumanización del páramo, sobre todo en los últimostiempos, y lo sitúan como objeto de observación y de generaciónde recursos explotables económicamente. Se trata de escindir loinescindible, de separar la mirada, digamos más bien, la cultura delentorno que interactúa con ella, es decir, los enfoques cienticistasdel siglo XX, como también las aproximaciones de los naturalistas delos siglos anteriores.

    Por otra parte, se destacan las apreciaciones “subjetivas” de viajerosy exploradores que desde el asombro han tejido lo que podríamos lla-

    mar la “leyenda negra” de los páramos con sus historias de muertes,desolaciones, lluvias babilónicas, ambientes inhóspitos y ásperos queconstituyen un buen aporte a la literatura, pero que no envuelvenuna actitud relacional con el ecosistema paramuno, ni contribuyen ala comprensión del mismo.

    Igualmente, se presenta la visión indígena (la antigua y la actual) quepretende la integración del hombre con el entorno y el respeto porla madre tierra, que apunta a la recuperación de la soledad y de ladignidad del páramo como fuente originaria de la vida y morada delos ancestros. En esta cosmovisión, junto con algunas aproximacionesal ecosistema paramuno desde lo multidisciplinario, parece estar laclave de un constructo mental que permita apreciar el páramo en susverdaderas dimensiones naturales y humanas.

    Finalmente, la visión política y legal con avances y retrocesos, más delos últimos que de los primeros que no se sabe a dónde conducirá nicómo mirará al páramo en el futuro.

       C   O

       N   C   L   U   S   I   O   N   E

       S

       L   O   S   P    Á   R   A   M   O   S   E   N   L   A   H   I   S   T   O   R   I   A

       F  r  a  n  c   i  s  c  o   G  o  n  z   á   l  e  z   L  a   d  r   ó  n   d  e   G  u  e  v  a  r  a  y   J  o  r  g  e   V  a   l  e  n  c   i  a   C  u   é   l   l  a  r .

    *

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       B   I   B   L   I   O   G   R   A   F   I   A

       L   O   S   P    Á   R   A   M   O   S   E   N   L   A   H   I   S   T   O   R   I   A

       F  r  a  n  c   i  s  c  o   G  o  n  z   á   l  e  z   L  a   d  r   ó  n   d  e   G  u  e  v  a  r  a  y   J  o  r  g  e   V  a   l  e  n  c   i  a   C  u   é   l   l  a  r .

    *

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    G

    wirkuna1  es la expre-sión de la ¨Ley Madrey Padre¨ donde cadaelemento forma par-

    te del entorno vital;todas las entidades vivienteshabitantes2  de Gwirkuna, con-forman un cuerpo con cada roca,cada árbol, cada pozo en el río,cada animal, tienen un profundosignicado sobrenatural.

    El conjunto de elementos de-nen un código, una ley de origen,un mapa, una huella del creadordonde se encuentran los símbo-los y señales para el manejo de lavida. En Gwirkuna los diferentesniveles de espiritualidad de losseres vivientes se elevan y andanlas memorias de los hombres, los

    animales, lasaguas, las lagunas,los pozos y los cambios cíclicosdel tiempo, en una gran malla re-ticular por donde se comunica elpasado, el presente y el porvenir.

    1 Gwirkuna se entiende los lugares frío de lamontañas

    2 Por habitantes se entienden los que están vivos y

    los que vivieron antes. 

    En el principio de todas las cosas de lacreación, cuando todo era oscuro todoestaba en espíritu, todo era Anugwe, (enespíritu) tanto personas, animales, ríos,montañas en forma de espíritu vigilabanel mundo. En ese entonces no se cono-cían las enfermedades físicas, mentales yemocionales; sólo la libertad uía de ma-nera solidaria y armónica formando ungran telar, tejido por un mismo hilo dela vida es decir, ̈ uno en el universo¨. En-tonces cuando se avecinaba el amanecertodas las cosas animadas e inanimadasque estaban allí, esperando y vigilandoen forma de espíritu, fueron atravesandopor cuatro niveles, cuatros trasmutacio-nes:

    Primero, era sólo espíritu quevigilabaSegundo, luego era sólo sombra que

    vigilabaTercero, después era sólo una tinajade barro que vigilabaCuarto y último era sólo mineral, oroque vigilaba

    Todos fueron transmutándose, colocán-dose cada cosa en su lugar, y cada cosavigilaban y siguen vigilando en el mun-

    do, desde el inicio hasta el nal del universo, para que el mundo tenga equili brio y mantenga el orden natural.

    En el momento que iba a amanecer eMamu Seyawiku quería que no amaneciera, mientras el Mamu Dwiawikuquería que amaneciera. Entonces hubouna gran discusión la cual terminaron enacuerdo; ambos Mamu decidieron quera mejor que existiera el día y la nocheAsí delimitaron los espacios para todalas entidades que anden en el día y todalas entidades que anden de noche.

    Crearon Seyawiku3, responsable espiritual para que vigile y cuide estos animales habitantes de la noche y Dwiawikuresponsable espiritual para que vigile ycuide los animales habitantes del día. Easí como cada cosa que hay en el mundo

    tiene su dueño o padres, y cada dueño eresponsable de cuidar a sus hijos y de vigilar para que haya equilibrio y para quel universo continúe su recorrido normasin dañarse.

    3 Seyawiku, en el lenguaje de los Mamu, es el padre espirituade la noche (Arhuaco) 4 Dwiawiku, en el lenguaje de los Mamu, es el padre espiri-tual del día (Arhuaco)

    Moisés Villafañe Izquierdo*

    22_ ELAGUAM E N S A J E R A D EL A M A D R E

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    Es por eso que los ¨padres¨, ¨dueños¨,¨dioses¨ mitológicos de la noche y deldía siguen vigilando, Dwiawiku vigilalos buenos actos, lo positivo, y Seyawikuvigila todo lo negativo. Cuando todavía estaba oscuro, tranquilo,todavía en espíritu, no había nadie quehiciera amanecer, se pensó mucho y seconsultó, hasta que descubrieron que era ¨Bunkwakukwi¨ 5  el sol, pero este aúnera adolescente; cuando se hizo joven

    lo prepararon y lo vistieron de plateadoy lo enviaron a Ku´naba6  donde nadieexiste, para que fuera el corazón delcielo. Entonces se sentó en su silla deplata y fue cuando amaneció y alumbróa todos las personas y los animalesque habitaban en la noche; al sentirsu luz todos ellos se volvieron rocas yaquellos que gobernaban y vigilaban enla noche se trasformaron en montañas,en Morundua7 , hermano mayor de todolos árboles. Todos los personajes queestaban bajo la oscuridad se fosilizarony los personajes Padres se trasformaronen cerros y las Madres en lagunas.

    Las noches eran demasiado oscuras ynecesitaban tener algo de claridad. Se

    consultó a los padres espirituales, enton-ces descubrieron a Tima8 , lo enviaron a

    5 Bunkwakukwi, en el lenguaje de los Mamu, es el padre sol

    (Arhuaco)

    6 Ku´naba, en el lenguaje de los Mamu, es el cielo

    (Arhuaco) 7 Morundua en el lenguaje de los Mamu, es el árbol mas

    antiguo (Arhuaco) 8 Tima, en el leguaje de los Mamu, es la luna

    Ku´naba para alumbrar de noche comoalegoría de la noche y símbolo de la fer-tilidad. El sol y la luna desde entoncesse convirtieron en esposos y quedaroncon la responsabilidad de la claridad demarcar el destino de la madre tierra. Así,hubo la luz, el calor y empezaron a su-ceder los cambios, los animales que esta- ban en Anugwe9 , en espíritu se hicieronpresentes, se materializó lo que estaba enpensamiento, se diversicó el espacio,nacieron animales, plantas, los ríos, el

    aire. En ese instante, allí, se establecieronlas leyes de armonía e integridad con losdemás seres.

     Junto con la madre tierra quedaron lospáramos, los cerros, las lagunas, los ani-males, las plantas como testigo y padrede la creación, así como las rocas grandesson padres todas las piedras pequeñashasta nuestros huesos. Éstas rocas estáncompuestas por diversos colores, tama-ños, posiciones que nos indican cuál fuesu origen, así como las montañas sonlos templos de la madre progenitora devida, de las aguas, de los buenos espíri-tus, es donde se eleva y transita nuestravibración cósmica.

    Todos tuvieron un inicio, una energía,un espíritu, un pensamiento, una tras-formación. Todo fue ecuánime en cadacosa y cada cosa tiene su dualidad, sufunción y misión. Por eso se dice quecuando amaneció, los que antes vivían

    9 Anugwe, en el lenguaje de los Mamu, es el alma o

    espritu 

    en la noche se transformaron en rocas, sefosilizaron, se volvieron montañas, peroellos siguen como guardianes y dueñosde los espíritus vivientes incluyendo alas personas. Ellos son dueños de nues-tro espíritu, guardan la sabiduría y lasmemorias de los antepasados, cuidan elpensamiento de día y de noche, sanannuestros errores, sólo demandan respetoy entendimientos para continuar con suciclo natural.

    Esta manera de concebir y denir elmundo es la forma como el pueblo in-dígena ve, cree y siente en las sustanciasy elementos que de alguna manera jus-tica la razón de ser inmerso al serviciode la madre tierra. Es un deber ineludi- ble de reconocimiento que está impreg-nado en cada cosa que constituye cadaaccidente geográco, las montañas, laslagunas, los ríos y sus desembocadurasy las rocas tienen un valor simbólico es-piritual enorme.

    Siempre los pueblos indígenas tenemosdos formas de ver las cosas; las cosassiempre tienen su doble en la naturalezapara que funcionen. La existencia de ladualidad y la integralidad, es algo esen-

    cial e imprescindible para los indígenasen la vida de la creación. Éstas caracte-rísticas están presentes en cada ser, encada cosa y en cada lugar sea aquí o enel más allá, pero eternamente debe exis-tir lo femenino y el masculino para quehaya hijos, como también existen los po-los positivos y negativos para que hayaluz, como existe la energía y la materia.

    Por lo tanto la duplicidad del héroe mitológico de la creación no son más qulos puntos de equilibrio que constituyen básicamente un principio de vidade origen y fundamento de todo aquelloque es positivo; ella no podría existir sintodo lo que conforma su opuesto, con ecual se encuentra en una lucha permanente. Evidentemente, la vida no podríaser concebida sin la muerte, aquella qupone n a toda fuerza vital, como la luzno podría existir sin la oscuridad; el bien

    sin el mal; la mujer sin el hombre; la alegría sin la angustia etc. Se puede abstraeque el principio fundamental de la ley deorigen o la ley de los primeros padres eel de la madre, el de la fertilidad, y comosegundo principio fundamental es el dela oposición o mejor, el de la lógica de loopuestos.

    Desde este punto de vista, la conductahumana está básicamente en lograr unequilibrio entre opuestos, en “poner dacuerdo este mundo”, de tal manera, eclaro que la búsqueda constante por lograr un equilibrio universal se encuentrigualmente presente en todo el simbolismo religioso y en la vivencia cotidianaTanto es así, que todos están conectado

    por una lógica de la unidad, de la interdependencia que está presente en la naturaleza donde los Mamus han aprendido a relacionarse para estar de acuerdocon cada estación, con cada fenómeno ycíclos del mundo; es una fuerza y dirección que tiene la tierra con el n de quese mantenga sin que se desvíe de su ejcentral y cuide de la vida.

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    allí, una vida ordenada como el rmamentoy sus planetas; Así, como en los bosques hayMamu espirituales, como en los páramos hayMamu mayores espirituales, con responsabili-dades, dueños de los sitios de los páramos quelos custodian y los cuidan.

    Esta, la madre, a su vez cumple la misión queescogió en el primer día de la creación demanera voluntaria su destino de servir comolaguna, como piedra, como lago, como árbol,como bosques, como sitios de ofrendas o como

    cualquier otra forma, pero que su destino esservir a todos los seres. A cambio espera de laspersonas una mínima reciprocidad y respetoa los dueños, a la madres y a los padres, el nohacer uso de nada sin el debido conocimientoy sin la debida  ¨seguranza12 ¨   que testimoniael permiso, sin realizar ofrenda respectiva, seacarrean enfermedades y desequilibrios.

    La gran importancia y signicado de lospáramos conlleva a una actitud de respeto porla función que los sitios sagrados cumplen enla interrelación con todos. Al interrumpirse larelación se crea desequilibrio, enfermedad, setraen desastres naturales y desórdenes en eltiempo. La idea de unidad entre el ser humanoy la tierra forma un cuerpo inseparable eindivisible en donde nada está suelto, nada

    sobra, forman parte de una visión integral dela vida, no se puede concebir que estos lugaressean para humanizar porque la humanizaciónha traído consecuencias, desastres irreversibles.

    Al comprender esta relación, es decir la relaciónentre la naturaleza y los seres que la habitan,

    12 Seguranza, en el lenguaje de los Mamu, es el Amuleto o la protec-ción.

    comprobamos que los páramostienen un papel fundamental enla vida de los indígenas pues ledan uso exclusivo para el apren-dizaje espiritual y el desarrollomental. Antiguamente era pro-hibido vivir allí porque se creíaque se espantaban los buenos es-píritus y se dañaba el lugar conlos actos. Sólo quien estuviera deaprendiz podía hacer uso de ma-nera temporal para ir a reconocer

    los sitios sagrados de los padresy madres de la creación pues eraconsiderado como una especiede órgano intocable del cuerpo,como el ¨corazón¨. Se iba allí conprevia autorización del Mamu, arecoger los elementos que sirvenpara las ceremonias de bautizo,matrimonio, mortuorios y ele-mentos que sirven de amuletosen el aprendizajes.

    La conciencia de armonizaciónespiritual, signica una búsquedaconstante de encontrar elequilibrio a través de la conductapersonal o colectiva, retribuyendocon ofrendas a los sitios sagrados

    con la nalidad de que haya saludpara todos los seres con los queestamos unidos, como las plantas,los animales, los minerales, yque todo lo que tenga vida no seenferme, que los ríos no se agoten,que las enfermedades de tierrafría se curen con elementos detierra caliente; es por eso que las

    piedras que se emplean en las ceremonias delmatrimonio son de las lagunas de los páramosy otras son recogidas en la orillas del mar. Laspersonas que deben realizar estos pagamentosy recoger los elementos ceremoniales deben seridóneas, tener buena conducta en su aprendizajey respeto a la tradición, con previa autorizaciónespiritual a través de los Mamu, de lo contrariose torna negativo.

    En todos los páramos existen las lagunas madresque tienen sus nombres como Ati Nabowa, Ati

    Mundiwa, Ati13

      Gundiwa, Ati Seykundiwa,Ati Bundiwa, Ati kungaka, Ati Tinugrewa, AtiKumariyurewa, Ati Umuriwa, como Madre delagua, como ojos del alma que comunica con elespíritu de la Madre tierra. Los abuelos Mamunos cuentan que los lagos, ríos, arroyos quecorren hasta llegar al mar recogen las historias,los pensamientos buenos y malos de los seresque lo habitan y los lleva al fondo del mar, dondeMaku Juntana14  (padre de la tierra) tiene sutemplo. Allí queda registrado todo lo pensado,meditado; entonces Juntana los analiza y luegocon su Gunnamu15 sube a buscar a la personapara hacer cumplir su petición, aunque supensamiento haya sido sin intensión de hacerloreal. Por eso debemos tener cuidado para que nonos condenemos con el pensamiento, debemospensar positivamente; por tal razón dejaron

    señales o sitios para cada petición y cada sitiotoma distintos nombres como koriwa16 , que esel lugar donde nace el agua en forma de charco,35 Ati, en el lenguaje de los Mamu, es la madre espiritual que dio luzo para referirse Madre en su potencia ̈ Ati Nabowa, Ati Mundiwa, AtiGundiwa, Ati Seykundiwa, Ati Bundiwa, Ati Kungaka, Ati Kumariyu-rewa, Ati Umuriwa, todos estos nombres son para explicar las diferenteslagunas de colores y tamaños de los páramos¨.14 Maku Juntana, en el lenguaje de los Mamu, es el padre de la tierra15 Gunnamu, es el lenguaje común de los Arhuaco, para referirse de susmiembros o vasallo16 Koriwa, en el lenguaje de los Mamu, son los manantiales

    fango y luego tomará el nombrde arroyo, y luego cuando siguesu recorrido y se vuelve mácaudaloso, formará un pozosagrado llamado Jwikunuma1

    lugar sagrado donde sencuentran unos guardianes qudivulgan las decisiones de lopadres y el poder del lugar.

    De acuerdo a la acumulaciónlas aguas forman Makuriwa1

    (mar). y de acuerdo el color yal tamaño toma distintos nom bres como Seynuriwa,(manegro) Gunriwa,(mar rojo)Manuriwa,(mar amarillo) Zanuriwa (mar celeste).

    Realmente estos lugares estánhabitados por seres animadoe inanimados que cuidan cadalugar, cada sitio; tienen supropias normas que rigen junto las del universo. Esta es la formacomo los indígenas creen, ven yagradecen por el servicio prestadodesde que nacemos, mientracrecemos y hasta que morimosElla provee los alimentos par

    vivir, nos calma la sed para irriganuestro cuerpo, nos da la saludpara que la muerte no se adelantenos da la sabiduría para cuidar yvigilar el mundo, nos da la tierra

    17 Jwikunuma, en el lenguaje de los Mamu, son lopozo sagrados de los ríos18 Makuriwa, en el lenguaje de los Mamu, es elmar, diferentes estados del mar como: Seynuriwa(mar negro) Gunuriwa (Mar rojo), Manuriwa ( Maamarrillo),Zanuriwa(Mar celeste).

    Colombia tiene28 Colombia tiene 2

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    para sembrar y cosechar para la familia, nos dala dignidad para vivir en estrecha relación conMadre tierra cultivando la paz.

    Comprendemos que todos los seres vivientesson hermanos que han pasado por muchasevoluciones, pero compartimos la misma tierra,la misma agua, el mismo aire, un mismo alimentouna misma sangre roja, (en los semovientes blanca -las savias de las plantas-), amarrilla,(el oro de la tierra) y la negra (el petróleo); deesta manera podemos entender la asociación

    que tenemos con todos formando una solafamilia, esto une con nuestros antepasadoscreadores y con los que existen; para no tenersoledad en la naturaleza nos dejaron las avesque cantan, que comunican lo que sucederá,que nos recuerdan siempre a los antepasadosa través de sus cantos. Como cuenta la historia,como cuentan los Mamu: que en un principioa cada ser de la naturaleza le encargaron unasfunciones, a algunos animales le delegaron laresponsabilidad de cantarles a los Padres y lasMadres, a los ciclos fenomenológico para quedanzaran al compás del tambor del corazón,para que sean felices rodeados de melodías;las ranas, los pájaros, los grillos, los caracoles,las arañas todos ellos le cantan al espíritu, a losfenómenos para hacer llover, o para que hayasol, para que haya fertilidad, para que de esta

    manera se comunicara con la humanidad.

    Una de las razones por las que los indígenas nopermiten que haya cría de ganado, ovejas, caba-llos, cerdos, gallinas etc, es porque allí habitansus propios animales, que tienen unas funcio-nes que consideran místicas como las aves, lasranas y los grillos que a su vez están presentes

    en los bailes y ceremonias de losMamu como muestra de gratitudy respeto hacia estos animales.

    También existen plantasendémicas de los páramos quecumplen funciones de alimentosy nes curativos; es la farmaciade los indígenas para curarsu cuerpo, su mente, como eltusilago, el romero, Punu, Tiyonu(frailejones de olores), chicoria,

    tomillos, ka´unka, jarilla etc.También encontramos las plantascomestibles, alimentos propios deesta región, como Be´sa, Jurinsi,Tunarepa, Chuku, Mukesu, queson regalo de la naturaleza, no sonsembradas intencionalmente sinoson herencias de las generaciónpasadas como encarnación de la biodiversidad y de la cultura, asícomo también sobre el particularcomportamiento de interaccióncon otras plantas y animales,suelos y aguas.

    En nuestro Kunsamu19 , esdecir en nuestra ley de origen,los derechos sobre la tierra

    comienzan desde el epicentrode la tierra pasa por cuatroniveles hacia abajo: Bonekun,Gunekun, Munekun, Seynekun,llamados Seyre´rigun20 , y por19 Kunsamu, en el lenguaje de los Mamu, es elconocimiento tradicional20 Seyre´rigun, en el lenguajes de los Mamu, eshacia abajo en el profundo de la tierra o puede seren el más allá conformado por distinto niveles decolores Bonekun, (tierra blanca), Gunekun (tierraroja), Munekun (tierra amarilla) Seynekun (tierranegra).

    otros cuatro niveles hacia arriba: Bunsi´rigun,Anugue´sirigun, Kunaba´rigun, Jwite´rerigun,llamados Bunkware´rigun21; cada nivel de latierra tiene su propia vida y tiene sus propiospadres.

    Para los Mamu el mundo tiene forma de olla de barro muy grande, con nueve niveles uno pues-to sobre otro. Los indígenas nos encontramosen medio de Seyre´rigun y Bunkware´rigun; deesta manera está puesto sobre cuatro vigas deoro, sostenida por cuatros hombres, debajo de

    ella hay agua y una mujer cuidando a los cua-tros hombres espirituales.

    Antes de continuar es importante insistir en laidea de que el concepto que posee el indígenacon relación al páramo lo conforman cuatroáreas de conocimiento: la siología propia dellugar, la antropología aborigen existente en losmismos; la cosmogonía y la teogonía que en-vuelven culturalmente dichos espacios, todo locual les otorga el calicativo de sitios sagrados.

    Desde el punto de vista de la cultura Tayrona yconcretamente de la etnia arhuaca, realizamoslos siguientes aportes entremezclados, comoun ejemplo de todo lo expuesto anteriormente.Como muestra de una cultura viva que perma-nece en estos espacios, siempre protegidos por

    sus antiguos, por sus ancestros. Los páramosque se encuentran en el mundo están impreg-nados de la viva representación del pasado,que tiene su incidencia desde la creación deluniverso hasta el respiro de nuestros días; des-de las epopeyas de la mitología heroica hasta21 Bunkware´rigun, en el lenguaje de los Mamu, es hacia arriba en elprofundo del cielo, conformados por distintos niveles de acuerdo loscolores, Bunsi´rigun,(atmósfera ) Anugue´sirigun, (geoestacionario)Kunaba´rigun, (azul del cielo) Jwite´rerigun (la casa del sol)

    los recuerdos de los ancianos Mamos que podían convertirse en jaguares.

    El país, cuenta con una riqueza natural importante e imponente quconverge biogeográcamentNos ofrece una herencia biológicintacta de vegetación, de páramoy de altos niveles de endemismque se interrelacionan entre sabasteciendo y sistematizando

    agua como un bien público a diferencia de lo que ocurre en la cultura occidental, que se convierte e bienes y servicios del ambiente.

    La creación de los Parques Nacionales parte de la visión prehispánica, mediante el manejo de loterritorios transmitidos por diferentes grupos étnicos, sostenida través de la tradición y costum bres, siendo nosotros los primros ambientalistas que proclamaron respeto y veneración al lugade origen debido a su intrincadrelación espiritual, asociada a sdinámica productiva (agricultur- sembradas en terrazas) y su si

    tema de canalización de agua parirrigar los cultivos, evitándose ala erosión. Como vemos los pue blos indígenas han tenido desdsiempre un enorme conocimientde las estrategias tanto de consevación como de sostenibilidad dlos paisajes naturales, especiamente los de las altas montañas.

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    mana de los páramos, siempre parciales e in-completas, llenas de evocaciones y asociacionesemotivas, de colores y sonidos, de aguas, rocasy suelos que son a la vez recuerdos de viajes pa-sados, fotografías inspiradas, lecturas o relatos

    de amigos. Así trabaja la ecología del paisaje: buscando transmitir una sensación de comple- jidad, de riqueza sensible, que nos permita re-presentarnos una realidad más allá de las cosasde las que está compuesta, más allá de las listasde componentes congeladas por una idea deidentidad, de deber ser.

    Al visitar un páramo la experiencia de nuestrossentidos rápidamente nos sumerge en un mun-do donde los pies húmedos se vinculan con lascumbres volcánicas a las cuales estamos ascen-diendo, o donde la visión de un águila se mezclacon el relato de historias de cacería que compar-timos con una cerveza la noche anterior en unatienda apenas alumbrada con algunas velas.Pequeñas cosas que, consciente e inconsciente-mente nos conectan con otras más grandes a las

    cuales raras veces ponemos mucha atención: elclima, la geología, los suelos, la evolución de laora y la fauna, las tradiciones de una sociedad,los conictos de una nación. Porque cuandosalimos embozados en una ruana para iniciarla mañana gélida es como si recorriésemos losAndes hace quince mil años, cubiertos de hielomacizo y tan pesado que fue cavando los vallesglaciares al deslizarse lentamente por las lade-

    ras de la montaña. Y cuando sem bramos las papas entre el suelespeso y negro que construyerongeneraciones de musgos inundados, pastizales cíclicamente in

    cendiados, arbustales y bosqueque lentamente las colonizarones como si empujásemos una semilla en contra de las heladas, dlos insectos y de los hongos qutambién suben cada vez un pocohacia la cumbre, buscando expandir sus territorios, peleandopor la vida.

    Hablar de ecología del paisaje dpáramo es entonces reconoceestas relaciones entre escalas dtiempo y espacio que se intuyenapenas en una mirada, en un recorrido por la montaña, y organizarlas en la mente y el relato pardar cuenta de una realidad. Por

    que así como no estuvimos hacquince mil años para ver cómocomenzaba el deshielo monumental o se acababan los mastodontes, tampoco experimentamos gran parte de los fenómenoque hacen que el ecosistema dpáramo sea lo que creemos quees, obligándonos a establecer un

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    Son tan simbólicos, al ha- blar del páramo, los altoscinchos y escarpes roco-sos, unas veces de lava,otros de arenisca, como

    los densos frailejonales presen-tes entre la niebla y las negras la-gunas de aguas quietas. Tal veztambién lo son las pequeñas va-cas peludas y manchadas, los re- baños de ovejas de lana húmeday el verde vívido de los cultivosde papa que contrasta con el co-lor de los pajonales.

    Cuando hablamos del páramonos imaginamos el golpe de la llo-vizna y la ventisca, los pies en sus botas de caucho, enterrados en latierra negra y cuando aparece elsol, la paz silenciosa de las cum- bres que deja ver a lo lejos el restodel país: los valles interandinos,

    las planicies detrás de las nubes,los grandes ríos que sabemos co-rrerán llenos con el agua reciénllovida que aún brilla en las hojaspeludas de la vegetación.

    Todas estas imágenes correspon-den a elementos concretos de larealidad física, biológica o hu-

    Brigitte LG Baptiste1*

     

    23. Bióloga, MA en Estudios Latinoamericanos y Conser-vación y Desarrollo Tropicales.

    32_ ECOLOGÍADEL PAISAJEE N L O S P Á R A M O S

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    acuerdo mínimo en el cual podamos ubicarnuestras experiencias y decidir cómo queremosrelacionarlos con el páramo.

    Escogemos entonces un patrón para organizarla información que viene de nuestras experien-cias compartidas del páramo, una forma de na-rrarlo en la cual quepan muchas voces, muchossignicados, muchas verdades. Como resulta-do construimos un páramo que nunca se redu-ce a sus partes y que crece en signicados y seenriquece con nuestra imaginación así ello nos

    implique más trabajo para ponernos de acuer-do cuando hay que decidir sobre la expansiónde un cultivo, abrir una mina, o construir unarepresa. Surge así un método que nos sirve, másallá de la comprensión del páramo, para abor-dar cualquier paisaje; un método que reconocea los seres humanos como los más comprome-tidos con la existencia de la realidad, y que en-tiende que son nuestras ideas el ámbito dondeocurren los cambios más rápidos: en un abrir ycerrar de ojos nuestra voluntad escoge prenderfuego a los pastos secos, trasladar las vacas deun potrero a otro, cavar un pozo, hacer un di-que. Lo que la lluvia y el viento tardan mileniosen hacer, la cultura lo mueve en un instante.

    El patrón que nos propone la ecología del pai-saje es entonces un mecanismo de integración

    de información para construir modelos men-tales del páramo, de la alta montaña ecuato-rial. Información que nos permite entender loscambios climáticos y su inuencia en el restode las cosas, el surgimiento y demolición delas montañas, la constitución, acumulación ymovimiento de las aguas y los suelos, la colo-nización de las plantas y sus ciclos de vida, el

    movimiento de los animales quese asocian con ellos, su compor-tamiento y adaptaciones, y nal-mente, la historia y quehaceresde los recién llegados: nosotros.Ese orden de observación nospermite discriminar los factoresmás importantes que hacen decada páramo lo que es, y deci-dir dónde y cómo podemos ope-rar en ellos. Qué le dejamos a lastormentas, las erupciones y los

    terremotos, qué a las lluvia y lostorrentes, qué a las institucionesy a los movimientos sociales…

    I. Los paisajes depáramo

    Siguiendo entonces lo planteadoen la sección anterior, encontra-mos que pueden existir, en teo-ría, muchos paisajes de páramoaunque en la realidad sólo se pre-senten algunos. Para empezar,debemos preguntarnos por lageomorfología de la alta monta-ña ecuatorial, es decir, el origen,conformación y dinámica de losrelieves que conguran la base

    del ecosistema de páramo. Ha- blaríamos entonces de páramosvolcánicos (activos o inactivos),sedimentarios o metamórcos,sujetos a modelamiento glaciar ono, con mayor o menor grado deestabilidad tectónica o erodabili-dad . A continuación, miraríamosla relación entre el tipo geológi-

    co del páramo y la climatología, que demarcados procesos de diferenciación claros: balancehídrico (pluviosidad total y distribución de lalluvia a lo largo del año) y exposición (que im-plica cantidad de energía solar recibida duranteel año y efecto de vientos dominantes). Al com- binar estos criterios, encontramos que puedenexistir páramos volcánicos secos, por ejemplodonde la actividad tectónica es alta y la estabi-lidad del relieve media. Estos páramos podríanestar ubicados en ciertas zonas del macizo co-lombiano, en contraposición a los de Pisba, se-

    dimentarios, glaciares, erosivos y húmedos, dela cordillera oriental de Boyacá.

    Siguiendo estas condiciones climático-geoló-gicas se desarrollan los suelos de cada uno delos complejos de páramo del país, resultado delintemperismo y su efecto en el material paren-tal (tipo de roca) y la capacidad de evolucionaren las diferentes posiciones del relieve (picos,laderas, terrazas, planicies aluviales). Aquí esdonde la hidrogeología marca un efecto cla-ro, al acumular material en las depresiones ytransportarlo en las pendientes creando lagu-nas y riachuelos, cuyos volúmenes y caudalesdependerán de los ciclos anuales e interanualesde cambio climático y su efecto en las masas dehielo en caso de que existan. Así, es muy distin-to pensar en el páramo del volcán nevado del

    Ruiz, al páramo de la Sierra Nevada de SantaMarta, en Colombia, o de Mucunchíes en Méri-da, Venezuela.

    Cuando hacemos conciencia de esta grandísi-ma diversidad de escenarios de páramo y leañadimos la variabilidad latitudinal, que aun-que poca, tiene efectos en la distribución de laslluvias a lo largo de las estaciones astronómicas

    (casi imperceptibles en las regiones ecuatoriales, pero impactantes por su efecto en la circulaciónatmosférica global), nos damocuenta que las posibilidades dcolonización para los organismovivos son múltiples.Al revisar el origen de la vegetación del páramo nos damos cuenta de que, dada la juventud de lomacizos montañosos andinostoda debe provenir de dos fuen

    tes: una más antigua, que evolucionó durante los procesos de elevación de la cordillera, junto conella; correspondería a vegetacióntípica de tierras bajas que se fueadaptando paulatinamente a laalturas, por ejemplo, los pastos; yotra más moderna que migró delas tierras septentrionales o meridionales, aprovechando su capacidad de resistir el frío de loinviernos.

    El ejemplo más típico en la orandina colombiana (no del páramo) es el del roble (género Quercus), un árbol “recién llegadodesde sus centros de origen lau

    rásicos, hoy en día norteaméricy Europa. En el páramo, el casoinverso es el del “colorado” o“quebracho” (género Polylepis)como lo llaman en el sur, único ár bol que se desarrolla por encimde los 3.500 msnm en ColombiaCuando consideramos la faunaocurre otro tanto: el oso andino

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    llega lentamente desde el norte, con el puma yel venado. La guartinaja y el guache junto conel armadillo ascienden desde las tierras bajas, elcóndor viene desde el sur. Las llamas se queda-ron en el camino…

    Tenemos entonces como conclusión, que lospaisajes de páramo que hoy percibimos son elresultado de una historia que es muy lenta entérminos de nuestra capacidad de percepción,pero que si corremos como una película en cua-dros de 10.000 años cada uno, veremos muy

    dinámica. Nos cuesta entender y aceptar quelos páramos, como todo ecosistema, cambianpermanentemente, porque sus componentestambién lo hacen, aunque con distintos ritmoscada uno: lento el clima y la geología, más rápi-do el suelo, mucho más rápido la vegetación yla fauna. Cambio que no es independiente, cabeseñalar, ya que entre cada uno de estos compo-nentes del paisaje se presentan complejas rela-ciones que retroalimentan en comportamientode las otras, deniendo a su vez nuevas trayec-torias que hace que páramos similares hoy díasean muy diferentes, aún sin la presencia hu-mana.

    A este último aspecto que interviene en la de-nición de los paisajes de páramo, atribuimosuna historia que probablemente no supera los

    20.000 años, ya que es con la fase interglacialque los migrantes nómadas del norte puedenavanzar hacia lo alto de la montaña, que va de- jando espacios con climas aptos para la caceríay la llegada de la agricultura, hace unos 6.000años. Para Colombia, sin embargo, los espaciosde la alta montaña más allá de los 3.000 metrosno requieren ocupación productiva, dada laabundancia de tierras fértiles en los valles in-

    terandinos y los altiplanos, que,en contraposición con los de losAndes centrales de Perú y Bo-livia, se ubican más abajo y sonmás húmedos. Los humedales dela Sabana de Bogotá por ejemplo,están a 500 metros por debajo dellago Titicaca, y casi 1.000 por de- bajo de la ciudad de Tiahuanaco,abandonada en el siglo XIV trasuna larguísima sequía.

    Así, la presencia humana y su im-pacto en los páramos colombianoses más lenta y reciente y permitióuna diferenciación cultural tam- bién más clara de los signicadosy formas de apropiación, que cul-minó en una sacralización de laslagunas y picos de la alta montañaecuatorial, basada más en el aguay la humedad que en el sol y lafertilidad, factores críticos al surdel Ecuador. La variabilidad geo-lógica, climática, edáca y bióti-ca de los Andes colombianos fueaprehendida de muchas maneraspor los pueblos que colonizaronsu territorio, donde unos aspectosson más determinantes que otros.

    Igual pasa con la diversidad cul-tural de los Andes centrales, peromucho más afectada por las limi-taciones de agua y una mayor al-tura de las planicies fértiles. Prue- ba de ello es el desarrollo de loscomplejos sistemas de acueductoy riego requeridos por la civiliza-ción Inca, y que nunca fueron ne-

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    cesarios en las regiones ecuatoriales húmedas,que en cambio desarrollaron su ingeniería enlos complejos de ciénagas bajas.

    En estas condiciones, cuando el poblamien-to hispánico se consolida hace menos de 500años, la alta montaña se convierte en refugiode desplazados, quienes deben adaptarse a unecosistema que no habían transformado masi-vamente, que conocían bien por sus rituales depagamento en las lagunas y eventuales caceríasde venado, pero donde no desarrollaban agri-

    cultura ni obras de infraestructura.

    La historia nos muestra un páramo donde sonestos pobladores indígenas y mestizos quienesllegan no antes del siglo XVIII a construir ha-ciendas para sus patrones en el límite de los3.000 metros, y a colonizar lentamente la fron-tera del bosque altoandino abriendo potrerosentre los encenillales para mantener ovejas yvacas peludas traídas de los Alpes asturianos,actividad que combinarían con la cacería oca-sional y la agricultura de papa, haba y tubér-culos tradicionales como los cubios, las hibiasy las rubas. Paisajes que irían transformándoselentamente hasta que las presiones por la tierraen las zonas más bajas, la violencia y la inequi-dad impulsaron a los más necesitados a conver-tirse en parameros de tiempo completo, tres o

    cinco generaciones atrás, a lo sumo, de perso-nas que, aprovechando su ingenio y la tecno-logía disponible, se vieron obligados a llevarsus ovejas, sus papas y sus escopetas hasta lomás alto del límite del bosque para sobrevivirintercambiando productos y servicios con susfamiliares ubicados algunos centenares de me-tros más abajo, siguiendo los patrones de la cul-tura del archipiélago que habían desarrollado

    los pueblos indígenas un milenio atrás.Agroquímicos, canteras, carreteras, reservorios de agua y cultivos de pinopara proteger las represas de la erosiónfueron la última etapa de transformaciones de los paisajes de páramo, creandola diversidad de escenarios socioecológicos que llega a nosotros, muchos de elloclaramente insostenibles, otros menosDiversidad de conguraciones que eimprescindible reconocer para poder actuar consistentemente y proteger la alt

    montaña de la degradación y con ello, dlos efectos directos que esta conlleva enlas tierras más bajas: pérdida de la capacidad de regulación del ciclo hidrológicoerosión, extinción de recursos genéticospérdida de referentes históricos y deterioro estético, para citar sólo unos pocos

    En conclusión, la ecología de los paisajede páramo nos permite entender cómointeractúan los diferentes factores formadores de los escenarios territorialede la alta montaña ecuatorial, guían unlectura de su estado actual, sus relaciones funcionales y sus posible deveniresresultado de la interacción de las dimensiones físicas, bióticas y antrópicas implicadas. Los paisajes del futuro resultarán

    de la capacidad que tengamos de gestionar nuestras acciones de uso y conservación de manera sensible a las diferenciaclimáticas, geológicas, edácas, biológicas y culturales comprometidas con lahistoria de los páramos, que seguiránexistiendo, pero indudablemente con unrostro diferente cada día.

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    EclipseCrossword.com

    I. Horizontales1. “los sistemas humanos y los ecosistemasse han ido moldeando y adaptando conjunta-mente, convirtiendose en un sistema integra-do de humanos en la naturaleza denomina-do:……………….” (Anderies et al, 2004)

    3. Zona de paramos del sur de Colombia endonde se ubica la comunidad indígena Nasa.

    11. Ciencia que estudia la interrelación existen-te entre los organismos vivos, incluyendo alhombre, con su medio natural.

    13. Surte de agua a: Cúcuta, Bucaramanga yotros 17 municipios de Santander y norte deSantander.

    14. Páramo ubicado entre Cundinamarca yBoyaca. Municipios de Guachetá, Lenguaza-que, Ventaquemada, Raquira, Samacá y Vi-llapinzon. Surte de agua a aproximadamente300.000 personas de zonas rurales y urbanasde estos municipios y de Tunja.

    17. el páramo más intervenido de de Colom- bia. Ubicado entre Zipaquirá y Cogua, Cundi-namarca.

    19. Nombre cientíco del Oso de anteojos,también conocido como oso frontino, oso sud-americano, andino.

    21. Nudo que se forma en el extremo norte dela cordillera occidental, de donde surgen lasserranías de Abibe, San Jeronimo y Ayapel.

    22. En este páramo surgió la vida según losMuiscas.

    24. Geólogo y palinólogo holandés al cual de- bemos mucha de la información sobre el ori-gen y la evolución de los Andes.

    27. En este complejo de páramos del valle delcauca encontramos más de 400 lagunas.

    28. Páramo de Antioquia, que hace parte delsistema de paramos y bosques altoandinos delnoroccidente medio antioqueño.

    30. Páramo más grande del mundo.

    31. Conjunto de ecosistemas que poseen carac-terísticas similares.

    32. Cordillera con más presencia de área depáramo.

    33. Ave rapaz diurna, de cabeza y cuello des-nudos, plumaje negro azulado, collar y es-palda blancos, cola pequeña y patas negras;considerado unas de las aves más grandes ypesadas del mundo.

    34. Es un proceso que busca que los ecosiste-mas degradados por causas naturales o huma-nas, alcancen nuevamente una estabilidad enlos ujos ecológicos básicos.

    II. Verticales2. De allí sale el agua para los bogotanos

    4. Estrategia para la gestión integrada de tie-rras, extensiones de agua y recursos vivos quepromueve la conservación y el usos sosteniblede manera equitativa. Adoptada en 1992 por elConvenio sobre la diversidad biológica.

    5. Páramo ubicado entre el Valle de cauca yChocó, en 2006 fue declarado Parque Naturalregional.

    6. Capacidades adaptativas de un socioecosis-tema al cambio: creando, innovando, proban-do, a la vez que se generan y se mantienen lasoportunidades de autoorganización (Folke etal. 2002).

    7. Comunidad indígena que habita en el pára-mo de Chiles, sur del departamento de Nariño.

    8. Ecosistema boscoso ubicado en el límite infe-rior del páramo que contribuye notablementeen el proceso de regulación hídrica que realizala altamontaña.

    9. Por este páramo de Boyacá pasó la ruta li- bertadora.10. Instituto adscrito al SINA cuya misión esla investigación sobre los recursos biológicosdel país. Debe su nombre al ilustre cientíco yviajero alemán de los siglos XVIII y XIX, consi-derado el padre de la geografía moderna.

    12. Botánico catalán que propuso una clasi-cación del área de páramo, según su altitud yvegetación en páramo, subpármo y superpára-mo.

    15. Fenómeno meteorológico que se presentacomo nubes muy bajas a nivel del suelo com-puestas por pequeñas partículas de agua.

    16. Cuando el número de animales excede lacapacidad productiva de la tierra, debilitandola productividad de los pastos progresivamen-te…

    18. Una de las formaciones montañosas másespectaculares de Boyacá, con el glaciar másgrande de Colombia. Fue declarado Parquenacional Natural.

    20. País centroamericano con pequeñas exten-siones de páramo.

    23. Páramo que comparten Colombia y Vene-zuela. Es Parque Nacional de cada país.

    25. Especie de mamífero del orden Carnívorade la familia de los úrsidos. Conocido en Vene-zuela como Ukumarí.

    26. Zona geográca terrestre, costera, marina olacustre, declarada legalmente, para satisfacerobjetivos de conservación, recreación, educa-ción o investigación de los recursos naturalesy culturales.

    29. El genero Espeletia. Que cumple una im-portante misión en la retención de agua delpáramo. Se encuentran desde Venezuela hastaEcuador.

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    La colonización y empleo de lastierras de páramo en actividadesagrícolas y pecuarias representanuna amenaza para el ecosistemagenerando procesos de erosión,

    compactación y contaminaciónde suelos y cuerpos de agua de- bido al uso indiscriminado deagroquímicos (Etter et, al, 2004,Sarmiento y Bottner 2002, Reyeset al, 1996).

    Los Andes tropicales de Ecuador,Colombia y Venezuela están con-formados por ecosistemas conalta diversidad de especies (Ca-valier, 1996; Küper et al., 2004;Hilt y Fiedler, 2005). Esta diversi-dad se relaciona con los cambiosambientales que ocurren en elgradiente altitudinal. Es así comola temperatura del aire decrececon la altitud en el trópico (Cava-

    lier, 1996), 6ºC por cada 100 m dealtura en lugares como la SierraNevada de Santa Marta. En con-traste, la temperatura del suelo esmás baja que la del aire, en un ran-go entre 0,4 y 1,0ºC para altitudesentre 500 y 1.300 msnm (Cavalier,1996). Estas reducciones de tem-peratura se reejan en reduccio-

    nes del tamaño de la vegetación,menor capacidad de producciónde biomasa (Röderstein et al.,2005), cambios en la morfologíade la planta (Odlan, 2009) y dis-

    minuciones en el tamaño de lahoja (Cuatrecasa, 1958; Körner, etal., 1983). Las bajas temperaturasen el trópico reducen la produc-ción de hojarasca y el pH del sue-lo, mientras que con el aumentoen el gradiente altitudinal se in-crementan la humedad del suelo,el espesor de las capas orgánicasy la relación Carbono: Nitrógeno(C:N) (Leuschner et al., 2007; Mo-ser et al., 2007).

    El ecosistema de páramo se pre-senta en las zonas altas de la re-gión Andina de Colombia, Ve-nezuela y Ecuador y en formageneral se considera que se en-

    cuentra en una franja entre los2.700 y 3.000 msnm y el iniciode las nieves perpetuas, con unacobertura aproximada de 30.000km². Colombia es el país con ma-yor área de páramos, los cuales seencuentran en las tres cordilleras,siendo el páramo de Sumapaz elde mayor extensión (IGAC, 1977).

    Colombia  es un país ampliamentereconocido en el mundo por su altadiversidad de ora y fauna1  resul-tado de una amplia y compleja hete-rogeneidad de patrones geográcos,

    suelos y climas. El páramo es un ecosistemade gran importancia en el almacenamiento yregulación hídrica presente en la cordillera delos Andes de Colombia, Ecuador y Venezuela.La existencia de este ecosistema en Colombiapermite que sea considerado como uno de lospaíses con mayor riqueza hídrica en el mundo.

    Los ecosistemas de páramo de los Andes ecua-toriales tienen un papel fundamental en el al-macenamiento de agua y regulación hídrica,razón por la cual se les denomina ecosistemasestratégicos que deben ser conservados paraque puedan cumplir con su función en formaadecuada (Armenteras et, al, 2003). La impor-tancia de los páramos ha sido reconocida porlas culturas precolombinas quienes lo han con-siderado como lugar sagrado, base de la rela-

    ción hombre-tierra y hombre-montaña que sereeja en muchos mitos y leyendas. Sin embar-go, la cultura occidental no le ha dado la mismaimportancia a este ecosistema, encontrándoseserios procesos de degradación debido a la tala,quema y conictos de uso de la tierra que llevana la pérdida de diversidad y reducen la capaci-dad de almacenamiento y regulación hídrica.1 Chaves y Arango, 1998; Fandiño y Ferreira, 1998

    Margarita Ramírez Gómez*

    42_ IMPORTANCIADE LOS MICROORGANISMOS Y L A E D A F O F A U N A E NL O S P Á R A M O S

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    I. Características edafoclimáticas del páramo

    En este ecosistema se encuentran varias zonasde vida: bosque muy húmedo montano (bmh-M) , bosque húmedo montano (bh-M), bosquepluvial montano y páramo subalpino (p-SA) ypáramo pluvial subalipino (pp-SA) de acuerdocon la clasicación de Holdridge. Los bosqueshúmedos y muy húmedos montanos están lo-calizados en los departamentos de Cundina-marca, Boyacá y los Santanderes, así como en

    Nariño y Cauca. El bosque pluvial montanoestá localizado en las zonas altas de las cordi-lleras occidental y oriental y el páramo subal-pino, considerado como el verdadero páramo,localizado en toda la región andina en la franjasuperior al subpáramo (IGAC, 1977).

    Los bosques húmedos, muy húmedos y pluvia-les, presentan temperaturas promedio entre 6y 12oC y generalmente en la noche se alcanzatemperaturas por debajo de 0 oC, precipitacio-nes anuales entre 1.000 y 2.000 mm, con eva-poraciones menores a la precipitación, lo cualgenera un ambiente húmedo con formación fre-cuente de nubes y neblinas que depositan aguaal contacto con la vegetación. El paisaje de pá-ramo es accidentado, con planicies atravesadaspor corrientes de agua y formación de lagunas

    de diversos tamaños. El ambiente de humedadfavorece la presencia de especies vegetales epi-tas como musgos, líquenes, quiches, brome-lias, helechos, orquídeas, plantas con ores decolores intensos, entre otros. Sin embargo laespecie vegetal característica del páramo es elfrailejón (Espeletia sp.) (IGAC, 1977).

    Los páramos subalpinos ypluviales subalpinos, presentantemperaturas entre 3 y 6 oC yprecipitaciones entre 500 y 1.000mm anuales, fuertes vientos ypresencia de nubes y neblinas.El relieve es escarpado conaorac