Liahona Febrero 2008

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LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS • FEBRERO DE 2008 Liahona TEMA DE LA CUBIERTA: El poder de una vida equilibrada, pág. 38 Cómo hablar con tus padres, págs. 18, 22 ¿Qué te encontrarán haciendo? pág. 26 Encontrándote a ti mismo en las Escrituras, pág. A12 Liahona TEMA DE LA CUBIERTA: El poder de una vida equilibrada, pág. 38 Cómo hablar con tus padres, págs. 18, 22 ¿Qué te encontrarán haciendo? pág. 26 Encontrándote a ti mismo en las Escrituras, pág. A12

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Revista Liahona de La Iglesia de JESUCRISTO de los Santos de los Ultimos Dias

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L A I G L E S I A D E J E S U C R I S T O D E L O S S A N T O S D E L O S Ú L T I M O S D Í A S • F E B R E R O D E 2 0 0 8

LiahonaTEMA DE LA CUBIERTA:

El poder de unavida equilibrada,pág. 38Cómo hablar con tus padres,págs. 18, 22

¿Qué te encontrarán haciendo?pág. 26

Encontrándote a ti mismo en lasEscrituras, pág. A12

LiahonaTEMA DE LA CUBIERTA:

El poder de unavida equilibrada,pág. 38Cómo hablar con tus padres,págs. 18, 22

¿Qué te encontrarán haciendo?pág. 26

Encontrándote a ti mismo en lasEscrituras, pág. A12

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LIAHONA, FEBRERO DE 2008

IDEAS PARA LA NOCHE DE HOGAR

Estas ideas le serán útiles para

la enseñanza en el aula y en el ho-

gar. Las puede adaptar

para presentarlas a su

familia o a su clase.

“Una decisión en una

fracción de segundo”,

pág. 8: Analicen la ideade que sacrificar puedesignificar renunciar a algo para te-ner algo aún mejor. Explique que“por sacrificios se dan bendiciones”(Himnos, Nº. 15). Lean el relato deHugo y después hablen sobre lasbendiciones que recibió debido asu sacrificio.

“Escojamos la libertad y la vida

eterna”, pág. 26: Una vez que relate la experiencia del élderCraig A. Cardon, pida a los inte-

grantes de la familia que elijanun tema (como educación,finanzas, nutrición) e invíte-

los a anotar ejemplos de la forma en que lasbuenas decisiones

que tomen en ese tema particu-lar, los llevarán a tener más liber-tad. Permítales expresar esosejemplos. Recalque que somos li-bres de elegir nuestra conducta,pero no las consecuencias.

“Una vida equilibrada”,

pág. 38: Pida a un miembro de la

LIAHONA, febrero de 2008Vol. 32, Número 2 02282-002Publicación oficial de La Iglesia de Jesucristo de los Santosde los Últimos Días, en el idioma español.La Primera Presidencia: Gordon B. Hinckley, Thomas S. Monson, Henry B. EyringEl Quórum de los Doce Apóstoles: Boyd K. Packer, L. Tom Perry, Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks, M. Russell Ballard, Joseph B. Wirthlin, Richard G. Scott, Robert D. Hales, Jeffrey R. Holland, Dieter F. Uchtdorf,David A. Bednar, Quentin L. CookEditor: Jay E. JensenAsesores: Gary J. Coleman, Yoshihiko Kikuchi, Gerald N. Lund, W. Douglas ShumwayDirector administrativo: David L. FrischknechtDirector editorial: Victor D. CaveEditor principal: Larry HillerDirector de artes gráficas: Allan R. LoyborgEditor administrativo: R. Val JohnsonEditora administrativa auxiliar: Jenifer L. GreenwoodEditores adjuntos: Ryan Carr, Adam C. OlsonEditora auxiliar: Susan BarrettPersonal de redacción: Christy Banz, Linda Stahle Cooper,David A. Edwards, LaRene Porter Gaunt, Carrie Kasten,Melissa Merrill, Michael R. Morris, Sally J. Odekirk, Judith M.Paller, Vivian Paulsen, Jennifer Rose, Don L. Searle, Richard M. Romney, Janet Thomas, Paul VanDenBerghe,Julie Wardell, Kimberly WebbSecretaria principal: Laurel TeuscherGerente de mercadotecnia: Larry HillerDirector administrativo de arte: M. M. KawasakiDirector de arte: Scott Van KampenGerente de producción: Jane Ann PetersPersonal de diseño y de producción: Cali R. Arroyo,Collette Nebeker Aune, Howard G. Brown, Julie Burdett,Thomas S. Child, Reginald J. Christensen, Kathleen Howard,Eric P. Johnsen, Denise Kirby, Ginny J. Nilson, Randall J.PixtonDirector de impresión: Craig K. SedgwickDirector de distribución: Randy J. BensonCoordinación de Liahona: Enrique Resek, Diana R. TuckerPara saber el costo de la revista y cómo suscribirse a ellafuera de Estados Unidos y Canadá, póngase en contactocon el Centro de Distribución local o con el líder del barrioo de la rama.Los manuscritos y las preguntas deben enviarse a Liahona,Room 2420, 50 East North Temple Street, Salt Lake City, UT 84150-3220, USA; o por correo electrónico a: [email protected] (un término del Libro de Mormón que significa“brújula” o “director”) se publica en albanés, alemán,armenio, bisiama, búlgaro, camboyano, cebuano, coreano,croata, checo, chino, danés, esloveno, español, estonio, fidji, finlandés, francés, griego, haitiano, hindi, holandés,húngaro, indonesio, inglés, islandés, italiano, japonés,kiribati, latvio, lituano, malgache, marshallés, mongol,noruego, polaco, portugués, rumano, ruso, samoano, sinalés, sueco, tagalo, tailandés, tahitiano, tamil, telugu,tongano, ucraniano, urdu, y vietnamita. (La frecuencia delas publicaciones varía de acuerdo con el idioma.)© 2008 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados. Impreso en los Estados Unidos de América.El material de texto y visual de la revista Liahona se puedecopiar para utilizarse en la Iglesia o en el hogar, siempre queno sea con fines de lucro. El material visual no se puedecopiar si aparecen restricciones en la línea de crédito delmismo. Las preguntas que tengan que ver con este asunto sedeben dirigir a Intellectual Property Office, 50 East NorthTemple Street, Salt Lake City, UT 84150, USA; correo electrónico: [email protected] aparece en Internet en varios idiomas en el sitiowww.lds.org. Si lo desea, pulse “Gospel Library”, luego“PDF”. Ahora haga clic en la cubierta que está debajo deLiahona “International” y después pulse “Select a language”.Para los lectores de México: Certificado de Licitud de título número 6988 y Licitud de contenido número 5199,expedidos por la Comisión Calificadora de Publicaciones y revistas ilustradas el 15 de septiembre de 1993.“Liahona” © es nombre registrado en la Dirección deDerechos de Autor con el número 252093. Publicaciónregistrada en la Dirección General de Correos número100. Registro del S.P.M. 0340294 características218141210.For readers in the United States and Canada:February 2008 Vol. 32 No. 2. LIAHONA (USPS 311-480)Spanish (ISSN 0885-3169) is published monthly by TheChurch of Jesus Christ of Latter-day Saints, 50 East NorthTemple, Salt Lake City, UT 84150. USA subscription price is $10.00 per year; Canada, $12.00 plus applicable taxes.Periodicals Postage Paid at Salt Lake City, Utah. Sixty days’notice required for change of address. Include address label from a recent issue; old and new address must be included. Send USA and Canadian subscriptions to SaltLake Distribution Center at the address below. Subscriptionhelp line: 1-800-537-5971. Credit card orders (Visa,MasterCard, American Express) may be taken by phone.(Canada Poste Information: Publication Agreement#40017431)POSTMASTER: Send address changes to Salt LakeDistribution Center, Church Magazines, PO Box 26368, Salt Lake City, UT 84126-0368

14 Templemos nuestrotemperamento

38 Una vida equilibrada

26Lecciones del

Libro de Mormón

EN LA CUBIERTAFotografías por Robert Casey, tomadas con un modelo.

CUBIERTA DE AMIGOSIlustración por Jim Madsen.

P A R A L O S A D U L T O S2 Mensaje de la Primera Presidencia:

Apacentemos a Sus ovejas Presidente Henry B. Eyring

14 Templemos nuestro temperamento Douglas E. Brinley

25 Mensaje de las maestras visitantes: La familia es laparte central del plan del Creador

26 Lecciones del Libro de Mormón: Escojamos la libertad y la vida eterna Élder Craig A. Cardon

29 El liderazgo que produce un cambio38 Una vida equilibrada Élder Robert F. Orton

44 Voces de los Santos de los Últimos DíasValor para hacer una pregunta Lai Chang Hui-lingUna voz de advertencia Sandra GatesNecesitaba una bendición Yves RaoelinaEl poder de dos testimonios Kathy Truman

48 Comentarios

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TEMAS DE ESTE EJEMPLAR

A=Amigos

Albedrío, 26

Amor, 14, 22

Arrepentimiento, 14, 22

Autodisciplina, 14

Conversión, 34

Deber, A2

Diezmo, 29

Educación, 43

Equilibrio, 38

Escrituras, A4, A15, A16

Espíritu Santo, 34, 38, 45

Familia, 14, 18, 22, 25

Hacer lo justo, 8, 26

Historia Familiar, A6

Ira, 14, 22

Libro de Mormón, 26, 47,

A8, A12

Liderazgo, 29, 43

Misión, 8, 11

Música, 21

Noche de hogar, 1

Obediencia, 11, A8

Obra misional, 44

Oración, 21, 22, 38, A12

Orientación familiar, 2

Padres, 18

Palabra de Sabiduría, 26

Perdón, 22

Plan de salvación, 25, 26

Primaria, A4

Sacerdocio, bendición

del, 46

Sacrificio, 8

Servicio, 11, 29

Sión, 43

Smith, José, A10

Sociedad de Socorro, 25

Testimonio, 18, 34, 47

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familia que sostenga al mismo tiem-po varios objetos grandes, y des-pués de dejar por un momento quela persona trate de equilibrarlos,déle una bolsa o canasta donde po-nerlos. Compare los objetos connuestras responsabilidades, y la bolsa con el depositar nuestras cargas en el Señor. Comparta ideasde la sección “La guía del Espíritu”,y analicen cómo podemos encon-trar equilibrio si permitimos que el Señor nos ayude.

“El milagro de mi historia fami-

liar”, pág. A6: Como familia, con-feccionen algo especial (comogalletitas) que requiera tiempo

hacer. Lean el relato en voz alta, ha-ciendo hincapié en la parte que serefiere a tener que esperar para en-contrar los nombres de los antepa-sados. ¿Por qué es esta idea similar atener que esperar una golosina es-pecial? Programen una visita a la bi-blioteca de historia familiar paraempezar o continuar con la investi-gación de su propia historia familiar.

“Como Nefi”, pág. A12:Después de contar el relato deTanya, hablen sobre lo que Nefi hi-zo cuando su familia salió de sutierra (véase 1 Nefi 2:16). ¿A quéexperiencias de su vida se podríaaplicar el ejemplo de Nefi?

P A R A L O S J Ó V E N E S8 Una decisión en una fracción

de segundo Hugo da CunhaSilvantos Rodrigues

11 Llamado a servir, después detodo Peter James Marrelli

18 Una conversación con papáKjersten Johnson

21 Póster: Ora en voz alta22 Preguntas y respuestas: “A ve-

ces mi madre y yo no nos lle-vamos bien. Decimos cosasque no deberíamos y nos ha-cemos daño. En mis oracionesle pido al Señor que me ayudea amarla, pero los buenos sen-timientos sólo duran un tiem-po. ¿Qué puedo hacer paramejorar nuestra relación?”

34 Cómo obtener el testimonioÉlder Paul K. Sybrowsky

43 ¿Sabías que...?

A M I G O S : P A R A L O S N I Ñ O SA2 Ven y escucha la voz de un

profeta: Haz tu deberPresidente Thomas S. Monson

A4 Tiempo para compartir: Poderque sólo tengo al leer Linda Christensen

A6 El milagro de mi historia familiarMatthew Mangum

A8 Para los más pequeños: Lehi yNefi obedecen a Dios Val Chadwick Bagley

A10 De la vida del profeta José Smith: La operación enla pierna de JoséA12 Como Nefi Sheralee B. Hardy

A15 Testigo especial: ¿Cómo puedo sacarmás provecho de mi estudio de

las Escrituras? Presidente Henry B. Eyring

A16 Página para colorear

Los números indican la primera página del artículo.

Una conversación con papá

18

Una decisión enuna fracción de segundo

8

A12 Como Nefi

A medida que busques el anillo HLJ en francés

que está escondido en este ejemplar, piensa

cómo el estudio de las Escrituras te puede

hacer lo justo.

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P O R E L P R E S I D E N T E H E N R Y B . E Y R I N GSegundo Consejero de la Primera Presidencia

El Salvador enseñó a Pedro y a Sus otrosapóstoles y discípulos por qué teníanque nutrir a los demás y cómo hacerlo.

Ustedes recordarán que en el relato de laBiblia, Él los alimentó antes de enseñarles. Élhabía sido crucificado y luego resucitado; sussiervos habían ido a Galilea; habían pescadodurante toda la noche sin lograr nada. Al rayarel alba, cuando se acercaron a la orilla, al prin-cipio no lo reconocieron. Él los llamó y les dijodónde echar las redes y cuando hicieron loque Él les mandó, éstas se llenaron; entoncesse apresuraron a ir a la orilla a Su encuentro.

Allí encontraron una hoguera, un pezasándose y pan. Con frecuencia me he pre-guntado quién encendió el fuego, quién pes-có el pez y quién cocinó la comida, mas fue elMaestro quien preparó a Sus discípulos paraser alimentados con algo más que pescado ypan. Primero les dejó comer y luego les ense-

ñó acerca del alimento espiritual, y Él lesdio un mandamiento que todavía se apli-ca a cada uno de nosotros.

“Cuando hubieron comido, Jesús dijoa Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás,¿me amas más que éstos? Le respon-

dió: Sí, Señor; tú sabes que te amo.Él le dijo: Apacienta mis corderos”

(Juan 21:15).

Nuestro convenio de nutrir

Los santos de Dios han estado siempre bajoel convenio de nutrirse espiritualmente losunos a los otros, y de nutrir en forma especiala los que aún son tiernos en el Evangelio.Somos bendecidos al vivir en una época enque un gran aumento de esa capacidad denutrir a los nuevos miembros de la Iglesia debe ser y, por lo tanto, será derramada sobrelos santos fieles. Ese poder se ha dado antesentre el pueblo del Señor. He aquí la descrip-ción de cómo el pueblo del Señor lo hizo unavez, en una época registrada en el Libro deMormón: “...eran contados... a fin de que sehiciese memoria de ellos y fuesen nutridospor la buena palabra de Dios, para guardarlosen el camino recto, para conservarlos conti-nuamente atentos a orar, confiando solamen-te en los méritos de Cristo, que era el autor yperfeccionador de su fe” (Moroni 6:4).

En algún momento, todos hemos tratadode nutrir la fe de otra persona; la mayoría denosotros ha sentido la preocupación de losdemás por nuestra propia fe y, con ello, he-mos sentido su amor. Muchos de nosotroshemos tenido un hijo que ha puesto los ojosen nosotros y nos ha dicho: “¿Quieres ir a laIglesia conmigo?” o “¿Quieres orar conmi-go?”. Y hemos tenido también nuestras desi-lusiones. Tal vez alguien a quien amamos nohaya aceptado nuestros intentos de nutrir su

M E N S A J E D E L A P R I M E R A P R E S I D E N C I A

Apacentemosa Sus ovejas

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EY.Los santos de Dios

han estado siemprebajo el convenio denutrirse espiritual-mente los unos a losotros, y de nutrir enforma especial a losque aún son tiernosen el Evangelio.

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fe. Por medio de dolorosas experiencias, sa-bemos que Dios respeta la decisión de Sus hijos de no permitir que se les nutra. Sin embargo, éste es un momento de sentir re-novado optimismo y esperanza de que nues-tro poder para nutrir aumentará.

Por medio de Su Profeta viviente, el Señor

nos ha dicho que Él preservará la abundantecosecha de los nuevos conversos que estánentrando en las aguas del bautismo. Y elSeñor lo hará por medio de nosotros. A fin detener confianza de que al hacer cosas senci-llas, cosas que hasta un niño las puede hacer,se nos otorgará un poder más grande paranutrir la fe tierna.

El lugar para comenzar es nuestro propiocorazón. Lo que deseemos con todo nuestrocorazón determinará en alto grado si pode-mos reclamar el derecho de tener la compa-ñía del Espíritu Santo, sin la cual no puedehaber una nutrición espiritual. Podemos co-menzar hoy mismo a tratar de ver a quienesvamos a nutrir, de la misma forma en quenuestro Padre Celestial los ve y, así, sentir algo de lo que Él siente por ellos.

Esos nuevos miembros de la Iglesia sonSus hijos; Él los ha conocido y ellos le han

conocido a Él en el mundo anterior a éste. Su propósito y el de Su Hijo, el SeñorJesucristo, es hacer que vuelvan a Él y darlesla vida eterna si ellos tan sólo la eligen. Élha guiado y ha apoyado a Sus misionerospor medio del Espíritu Santo para que losencuentren, los enseñen y bauticen. Él permitió que Su Hijo pagara el precio de los pecados de ellos. Nuestro Padre y elSalvador ven a esos conversos como tiernoscorderitos, comprados a un precio que nonos podemos imaginar.

Un padre terrenal podrá apreciar, en ínfi-mo grado, los sentimientos de un amorosoPadre Celestial. Cuando nuestros hijos llegana la edad en que deben dejar nuestro cuidadodirecto, sentimos inquietud por su seguridady preocupación de que aquellos que les vayan

a brindar ayuda no les vayan a fallar. Podemosexperimentar por lo menos una porción delamor que el Padre Celestial y el Salvador sien-ten por los nuevos miembros de la Iglesia y laconfianza que Ellos depositan en nosotros para que los nutramos.

Nuestra dependencia en el Espíritu

Los sentimientos que tengamos hacia losnuevos miembros nos servirán para hacernos

4

El EspírituSanto seránuestro

compañero; el miedode no saber quédecir y el de serrechazadodesaparecerá denosotros. Esapersona no nosparecerá más unaextraña.

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merecedores de la ayuda del Espíritu y, deese modo, vencer los temores que nos im-pidan cumplir nuestra sagrada responsabili-dad. Es prudente sentir temor de quenuestras aptitudes sean insuficientes paracumplir con el mandato que tenemos denutrir la fe de los demás. Nuestras propiashabilidades, no obstante cuán buenas sean,no serán suficientes; sin embargo, el ver enforma realista nuestras limitaciones crea unsentimiento de humildad que nos puedehacer depender del Espíritu y, de ese modo, del poder.

El presidente Brigham Young (1801–1877) nos dijo que tuviéramos valor a pesarde nuestras debilidades: “Cuando un oradorse dirige a una congregación, aunque sea in-capaz de pronunciar más que una docenade frases, y las construya torpemente, si su corazón es puroante Dios, esas pocas frases entrecortadas son de muchomás mérito que la más grande elocuencia carente delEspíritu del Señor, y de más valor verdadero a la vista deDios, de ángeles y de toda buena persona. Al orar, aunquelas palabras de una persona sean pocas y torpemente ex-presadas, si el corazón es puro ante Dios, esa oración serámucho más benéfica que la elocuencia de un Cicerón [ora-dor romano del primer siglo a. de J.C.]. ¿Por qué le preocu-pa al Señor, el Padre de todos nosotros, nuestro modo deexpresarnos? El corazón simple y honrado tiene más valorpara el Señor que toda la pompa, el orgullo, el esplendor yla elocuencia que produzcan los hombres. Cuando Él perci-be un corazón que está lleno de sinceridad, integridad einocente sencillez, ve un principio que perdurará parasiempre: ‘Ése es el espíritu de mi propio reino, el espírituque he dado a mis hijos’ ”1.

Un niño puede hacer las cosas que nos darán el poderpara nutrir la fe de los demás. Los niños pueden invitar aun converso reciente a asistir con ellos a una reunión; pue-den sonreír y dar la bienvenida a un nuevo miembro quellega a la capilla o a una clase. Nosotros también podemoshacerlo. Y, tan ciertamente como lo hagamos, el EspírituSanto será nuestro compañero; el miedo de no saber quédecir y el de ser rechazado desaparecerá de nosotros. Esapersona no nos parecerá más una extraña y el EspírituSanto comenzará a nutrirla aun antes de que le hayamos

hablado sobre las verdades del Evangelio.No se requiere ningún otro llamamiento

más que el de ser un miembro para nutrirpor medio de un acercamiento bondadoso.Aquellos de nosotros que no tengamos unllamamiento para enseñar o para predicarpodemos nutrir por la buena palabra deDios si nos preparamos para ello. Podemoshacerlo cada vez que hablemos con unmiembro nuevo y cada vez que participe-mos en un análisis en clase. Necesitamos laayuda del Espíritu para hablar las palabrasque nutran y que fortalezcan.

Dos claves para recibir ayuda

Hay dos grandes claves para invitar a queel Espíritu dirija las palabras que vayamos apronunciar al brindar alimento espiritual a

los demás; ellas son el estudio diario de las Escrituras y laoración de fe.

El Espíritu Santo nos guiará en lo que digamos si estu-diamos las Escrituras y las meditamos a diario. Las pala-bras de las Escrituras invitan al Espíritu Santo. El Señor lodijo de esta manera: “No intentes declarar mi palabra, sinoprimero procura obtenerla, y entonces será desatada tulengua; luego, si lo deseas, tendrás mi Espíritu y mi pala-bra, sí, el poder de Dios para convencer a los hombres”(D. y C. 11:21). Por medio del estudio de las Escrituras po-demos contar con esa bendición aun en las conversacio-nes casuales o en una clase cuando el maestro nos pidaresponder a una pregunta. Experimentaremos el poderque el Señor prometió: “Ni os preocupéis tampoco de an-temano por lo que habéis de decir; mas atesorad constan-temente en vuestras mentes las palabras devida, y os será dado en la hora precisa laporción que le será medida a cadahombre” (D. y C. 84:85).

No sólo atesoramos la palabra de Dios por mediode la lectura de lasEscrituras, sino tam-bién al escudriñarlas.Quizás nos nutra-mos más al meditarunas cuantas

Podemos co-

menzar hoy

mismo a tratar

de ver a quie-

nes vamos a

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Padre Celestial

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palabras y al permitir que el Espíritu Santo lasconvierta en tesoros para nosotros, que al leer en forma rápida y superficial capítulosenteros de las Escrituras.

De la misma forma en que la meditación delas Escrituras invita al Espíritu Santo, tambiénlo hace la súplica diaria en oración. Si no lo im-ploramos mediante la oración, Él raramentevendrá a nosotros y, si no se lo pedimos, es po-sible que no permanezca con nosotros: “Y seos dará el Espíritu por la oración de fe; y si norecibís el Espíritu, no enseñaréis” (D. y C.42:14). La plegaria sincera y constante por lacompañía del Espíritu Santo, con la intenciónverdadera de nutrir a los hijos de nuestroPadre, sin duda traerá bendiciones sobre noso-tros y sobre aquellos a quienes amamos y pres-

tamos servicio.La buena palabra de Dios

por medio de la cual debe-mos nutrir, es la sencilladoctrina del Evangelio. No

debemos temer a la sencillezni a la repetición. El Señormismo describió cómo esadoctrina se introduce en elcorazón del hombre y de la

mujer para nutrirlos:“…ésta es mi doctrina,

y es la doctrina que el Padre me ha dado; y yodoy testimonio del Padre, y el Padre da testi-monio de mí, y el Espíritu Santo da testimo-nio del Padre y de mí; y yo testifico que elPadre manda a todos los hombres, en todolugar, que se arrepientan y crean en mí.

“Y cualquiera que crea en mí, y sea bauti-zado, éste será salvo; y son ellos los que here-darán el reino de Dios.

“Y quien no crea en mí, ni sea bautizado,será condenado.

“De cierto, de cierto os digo que ésta esmi doctrina, y del Padre yo doy testimonio deella; y quien en mí cree, también cree en elPadre; y el Padre le testificará a él de mí, por-que lo visitará con fuego y con el EspírituSanto” (3 Nefi 11:32–35).

El Señor siguió describiendo a los que se-rían nutridos por esa sencilla doctrina y de esemodo perseverar, a aquellos que heredarían el reino celestial, como a aquellos que fuerancomo niños. Es preciso tener el corazón comoel de un niño para sentir los susurros delEspíritu, para someterse a esas órdenes y paraobedecer. Eso es lo que se requiere para sernutrido por la buena palabra de Dios.

Lo tierno de los corderos

Y esa es la razón por la que podemos sertan optimistas en la responsabilidad que tene-mos de nutrir a los nuevos miembros de laIglesia. No obstante lo mucho o lo poco quesepan de la doctrina, ellos acaban de some-terse con humildad a la ordenanza del bautis-mo y han recibido el derecho de tener lacompañía del Espíritu Santo. De modo que lomismo tierno de la fe que poseen, que haceque el Salvador se refiriera a ellos como cor-deros, llega en un momento en el cual hanprobado que están dispuestos a hacer lo queel Salvador les pida.

Si se les han explicado todos los requisitosde su nuevo estado de miembros con claridady amor, si se les da la oportunidad de prestarservicio en la Iglesia en forma prudente y su

La plegariasincera yconstante por

la compañía delEspíritu Santo, con la intenciónverdadera de nutrir a los hijos denuestro Padre, sin duda traerábendiciones sobrenosotros y sobreaquellos a quienesamamos y prestamosservicio.

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actuación en ese servicio se juzga con caridad y se nutrecon paciente aliento, ellos serán fortalecidos por medio dela compañía del Espíritu Santo y serán nutridos por un po-der que va más allá del nuestro. A medida que perseveren,incluso las puertas del infierno no prevalecerán en contrade ellos.

El presidente Brigham Young hizo la promesa de cómo crecería la fortaleza de la postura de ellos: “Quienesse humillen ante el Señor y le sirvan con corazón perfectoy una mente dispuesta, recibirán poco a poco, línea por lí-nea, precepto por precepto, un poco aquí y un poco allí.‘Un poco ahora y un poco después’, como dice [el herma-no] John Taylor, hasta que reciban una cierta cantidad.Entonces, tendrán que nutrir y cuidar lo que reciban y ha-cer que se convierta en su compañero constante, fomen-tando todo buen pensamiento, doctrina y principio yhaciendo toda obra buena que puedan llevar a cabo, hastaque después de un tiempo, el Señor sea en ellos una fuen-te de agua que salte para vida eterna”2.

Eso es lo que quiere decir en Moroni al expresar:“...confiando solamente en los méritos de Cristo, que erael autor y perfeccionador de su fe” (Moroni 6:4). Es elSalvador quien hizo posible que fuéramos purificados pormedio de Su Expiación y de nuestra obediencia a Sus man-damientos, y es el Salvador el que nutrirá a los que des-ciendan con fe a las aguas del bautismo y reciban el dondel Espíritu Santo. Cuando siempre se acuerden de Él ycontinúen obedeciendo como niños, Él se asegurará deque siempre tengan Su Espíritu consigo.

Por medio de pequeños medios, ustedes y yo pode-mos ser parte de una grandiosa obra y llegaremos a ser-lo. Estudiaremos, oraremos y prestaremos servicio paraser merecedores de la compañía del Espíritu Santo; en-tonces, se nos permitirá contemplar a los nuevos miem-bros como valiosos y queridos hijos de nuestro PadreCelestial y seremos guiados para nutrirlos con amor, conla oportunidad de prestar servicio y con la buena palabrade Dios. Y entonces podremos ver, en nuestra propiaépoca, lo que el gran misionero Ammón describió a suscompañeros misionales, tal como ahora nosotros somoscompañeros de los misioneros que trabajan en todo elmundo:

“He aquí, el campo estaba maduro, y benditos sois vo-sotros, porque metisteis la hoz y segasteis con vuestrafuerza; sí, trabajasteis todo el día; ¡y he aquí el número devuestras gavillas! Y serán recogidas en los graneros paraque no se desperdicien.

“Sí, las tormentas no las abatirán en el postrer día; sí, niserán perturbadas por los torbellinos; mas cuando venga latempestad, serán reunidas en su lugar para que la tempes-tad no penetre hasta donde estén; sí, ni serán impelidaspor los fuertes vientos a donde el enemigo quiera llevarlas.

“Mas he aquí, se hallan en manos del Señor de la co-secha, y son suyas, y las levantará en el postrer día”(Alma 26:5–7.)

Por medio de la sencilla obediencia, podemos ayudar alSeñor a llevar a los corderos, a Sus corderos, a Sus manos yllevarlos en Sus brazos a la morada del Padre de ellos, denuestro Padre. Sé que Dios derramará sobre nosotros lospoderes del cielo mientras participamos en la preservaciónde esa sagrada cosecha de almas. ■

NOTAS1. Enseñanzas de los presidentes de la Iglesia: Brigham Young, pág. 159.2. “Discourse”, Deseret News, 25 de marzo de 1857, pág. 21.

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IDEAS PARA LOS MAESTROSORIENTADORES

Una vez que estudie este mensaje con la ayuda de la ora-ción, preséntelo empleando un método que fomente la parti-cipación de las personas a quienes enseñe. A continuación secitan algunos ejemplos:

1. Después de que uno de los integrantes de la familia lealos primeros tres párrafos del mensaje, pregunte: “¿Por quéel Señor alimentó a Sus discípulos antes de enseñarles? ¿Enqué forma podemos fortalecer a los nuevos miembros denuestro barrio (o rama)?

2. En familia, piensen en algunas doctrinas del Evangelioque, si se obedecieran, serían una bendición para las perso-nas que ustedes conocen. Analicen las maneras en que po-drían darles a conocer o reafirmarles esas doctrinas.

3. Si la familia a la que visite tiene hijos pequeños, mues-tre una lámina de un cordero y pregunte: ¿Por qué es necesa-rio cuidar y proteger a los corderos? Explique que laspersonas, al igual que los corderos, a veces necesitan ayuda.Compartir el Evangelio, ser un amigo o ayudar a los demásen sus dificultades es parecido a lo que hace un buen pastorpor las ovejas. Haga planes de ayudar a un vecino, amigo ofamiliar por medio de un sencillo acto de servicio.

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P O R H U G O D A C U N H A S I LV A N T O SR O D R I G U E S

Desde que tengo memoria, siempre hetenido una pelota de fútbol a mi lado yel sueño de llegar a ser un jugador pro-

fesional. Mis padres me apoyaban en mi esfuer-zo de hacerrealidad ese

sueño y tam-bién me animaban a ir a la

Iglesia. Sin embargo, a partir de cierta edad co-mencé a asistir a la Iglesia únicamente cuando no te-

nía ningún partido. Sabía que el Evangelio, lasactividades de la Iglesia y mis amigos me

ayudarían mucho en la vida, pero miverdadero objetivo era cumplir el

sueño de jugar al fútbol.A medida que me entrenaba,

comencé a hacerme amigos en losgrandes clubes de fútbol. Pude jugarcontra algunos de esos equipos e in-

cluso entrenarme con ellos. Viajé porvarios países para participar en torne-

os, y estaba entusiasmado e ilusionadocon la idea de vivir como jugador de fút-

bol profesional. En uno de estos viajes aAsia, tuve mi sueño al alcance de la ma-

no. Un gran equipo se fijó en mí mientrasjugaba y quiso que me incorporara a él,

pero mi agente encontró algunos obs-táculos durante la negociación y nose llegó a cerrar el contrato.

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Como jugador de fútbol, aprendí a tomar

decisiones en una fracción de se-

gundo. En un momento da-

do, tuve que decidir

entre mi sueño y

el del Señor.

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Una decisiónen una fracción de s

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En casa, mis amigos estaban preparandolos papeles para la misión; otros regresabande ella y hablaban de la vida misional conmucho entusiasmo. Se les llenaban los ojosde emoción cada vez que hablaban, y sesentía mucho el Espíritu al escucharles.Sentí el deseo de servir en una misión yotambién y disfrutar de las mismas experien-cias, pero me preocupaba que si tomabaesa decisión no alcanzaría mi sueño, ya quemi forma física y agilidad disminuirían. Mideseo de llegar a ser un jugador profesionalera enorme; había postergado la universi-dad, y trabajaba y vivía únicamente paracumplir ese sueño.

En mis viajes futbolísticos siemprellevaba un ejemplar del Libro deMormón. Me encantaban las palabrasde los profetas, su estilo de vida, sudeterminación de obedecer los man-damientos y el buen ejemplo quedaban a su pueblo. Me avergonzabano ser un ejemplo para los otrosjugadores y no poner las cosas deDios en primer lugar. A veces inten-taba compartir mis creencias, pero siem-pre me respondían: “Olvídate de esastonterías y disfrutemos del viaje. ¡Vamos adivertirnos!”. Los chismorreos, la falta dehonradez y otros aspectos de la vida del fút-bol comenzaron a irritarme. En muchas oca-siones me sentía solo y triste, y sabía quehabía un lugar en el que siempre me sentía

Cuando llegómi llamamien-to, toda mi fa-

milia se reunió encasa con mucho en-tusiasmo. Entonces

sonó el teléfono.Era mi agente de fútbol, que tenía noticias

estupendas.

segundo

L IAHONA FE B RE RO DE 2008 9

Page 12: Liahona Febrero 2008

feliz y tenía amigos que se preocupaban pormí, amigos que estaban juntos en las activi-dades y los bailes, en las clases de seminarioe instituto: amigos celestiales. Echaba mu-cho de menos esas cosas.

Un domingo en el que no me tocó viajar,acudí a las reuniones de la Iglesia de mi ba-rrio en Brasil. Al terminar éstas, el obispo me llamó para que habláramos en su ofici-na. Sabía que íbamos a hablar de la misión,porque todos los jóvenes de mi edad esta-ban regresando del campo misional. Meinstó a servir en una misión e intenté cam-biar de tema diciéndole que no estaba pre-parado. Le lancé todas las evasivas quepude, pero él no se dio por vencido y meconvenció de la importancia de la misión.Terminamos la conversación fijando unameta para prepararme.

Unos meses más tarde entregué los pape-les y regresé a los entrenamientos. Por elmomento, había logrado reconciliar el fútboly la Iglesia en mi mente, pero lo que no sabíaes que eso no duraría mucho y que tendría

que escoger.Cuando llegó mi llamamiento, toda

mi familia se reunió en casa con mu-cho entusiasmo. Entonces sonó elteléfono.

Era mi agente, que me dijo quehabía obtenido un buen contrato

con un club europeo. ¡Mi imagina-ción empezó a volar! Veía el estadio

lleno de gente que acudía a ver los parti-dos. Pensaba en la preciosa casa y el ve-

hículo y el salario que disfrutaría. Mi sueñoestaba a punto de cumplirse,

estaba a mi alcance, y enton-ces miré el sobre que

estaba junto al teléfono que contenía millamamiento misional.

Los ojos se me empezaron a llenar de lá-grimas, y en un momento vi pasar toda mivida como si fuera una película. Al teléfono,mi agente me preguntaba qué me parecíaesa noticia. Yo no respondía. No podía ha-blar y me temblaban las piernas. Me resistíaa que ese momento fuera real, ¡pero sí loera! Tenía que tomar una decisión, la másdifícil de mi vida.

Con voz temblorosa, terminé por decirleque ya había conseguido un contrato mejor.Sería misionero de La Iglesia de Jesucristode los Santos de los Últimos Días durantedos años. Le di las gracias por la oportuni-dad y por su trabajo y esfuerzo por ayudar-me. Después colgué el teléfono y fui a micuarto, donde lloré mucho. Sabía que esaoportunidad no me esperaría dos años yque mi sueño no se haría realidad.

Me arrodillé y oré al Padre Celestial enbusca de consuelo. Sentí una voz dulce ysuave que me respondía y reconfortaba micorazón y me decía: “Hijo mío, tú ya formasparte del mejor equipo del mundo”. Meditéen esas palabras y aún sigo meditándolas.

Al estar de regreso, después de servir enla Misión Brasil Fortaleza, no me arrepientode ninguna manera de la decisión que to-mé. La verdadera Iglesia de Jesucristo estáahí para toda persona que desee ser feliz, yen la misión aprendí que la mejor manerade serlo es hacer lo que el Padre Celestialquiere que hagamos. La misión fue la mejordecisión que he tomado en la vida. Me en-señó que todos los que buscan primero elreino de Dios tendrán sitio en el equipo delSeñor (véase Mateo 6:33). ■

En la misiónaprendí que lamejor manera

de ser feliz es hacerlo que el PadreCelestial quiere quehagamos. La misiónfue la mejor decisiónque he tomado en lavida.

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LLAMADO ASERVIR, DESPUÉSDE TODO

Se me exoneró

honorablemente

de servir en una

misión de tiempo

completo, pero

aun así tuve la

oportunidad de

prestar servicio.

City, podía ofrecerme. Mi presidente de esta-ca me extendió un llamamiento, me apartó yme estableció reglas especiales para este añode servicio. Aunque las reglas meparecían estrictas, me di cuen-ta de que cuando las seguíarecibía bendiciones.Puede que otros misio-neros de servicio reci-ban reglas diferentes desu presidente de estaca,pero las mías eran las siguientes:

1. Respetar el siguientehorario: levantarme alas 6:30 de la mañana,estudiar las Escrituras yPredicad Mi Evangelio

P O R P E T E R J A M E S M A R R E L L I

En mi niñez y mi adolescencia, me es-tuve preparando para servir en unamisión de proselitismo de tiempo

completo para la Iglesia. Como nos aconse-jó el élder David A. Bednar, del Quórum delos Doce Apóstoles, yo quería llegar a ser

misionero, no sólo ir a la misión1. No obs-tante, debido a problemas médicos, elDepartamento Misional me informó que no me convenía afrontar el estrés de unamisión de tiempo completo. Aunque lomás fácil hubiera sido amargarme, yo mehabía preparado para servir a mi Salvador y estaba dispuesto a aceptar Su voluntad.

Mi oportunidad

A lo que a mí me sucedió se lo conocecomo ser exonerado honorablemente, loque significa que los líderes de la Iglesiavieron mi dignidad y mi deseo de servir,pero me invitaban a prestar servicio de otramanera. Al igual que les sucede a muchosotros que no pueden servir en una misiónde tiempo completo, tuve el deseo de ha-cer algo más que “volver a la vida nor-mal”. Quería prestar servicio, así que lohice localmente, como misionero deservicio a la Iglesia. Con la ayuda de miobispo y de mi presidente de estaca,encontré la manera de servir al Señormientras vivía en casa.

El Departamento Audiovisual de laIglesia necesitaba ayuda, y dado quevivo cerca del edificio de las OficinasGenerales de la Iglesia en Salt Lake

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dos horas al día, hacer ejercicio treintaminutos al día y acostarme a las 10:30 dela noche.

2. Respetar las normas del vestir de laIglesia.

3. Escuchar únicamente música clásica o dela Iglesia.

4. Utilizar la computadora solamente para elcorreo electrónico, restringir el tiempo dever la televisión y no ocuparme de video-juegos.

5. Participar solamente en actividades degrupo y no en citas en pareja.

6. Tener una entrevista mensual con elobispo.

A veces me pasaba un día entero a gataspor debajo del piso de un edificio, colocan-do cables, con una temperatura de 38º C, yme preguntaba qué tenía que ver eso con lle-var a cabo la inmortalidad y la vida eterna delhombre (véase Moisés 1:39). ¿De veras for-maba parte del gran equipo que comparte elEvangelio por todo el mundo? Sabía que en

Mosíah 2:17 se nos enseña que cuando esta-mos al servicio de nuestros semejantes esta-mos al servicio de Dios, pero me tomó algode tiempo creer que eso era verdad.

Aprendí que una misión de servicio, aligual que una de proselitismo, no se centra

en uno mismo. Consiste en aprender a hacer lo que el Señor desea que hagamos.Durante mi servicio ayudé a instalar y quitarluces, poner en marcha el sonido para lasreuniones y transportar equipos. Fue untrabajo duro y sucio, y nunca más podréconsiderar la Conferencia General como al-go de rutina. De hecho, ahora cuando veocualquier transmisión, me duele todo elcuerpo porque sé cuánto trabajo se requie-re para hacerla realidad.

La obra es cuestión de trabajo

Durante mi misión de servicio a la Iglesia,aprendí la importancia de la puntualidad, dela responsabilidad, de hacer bien mi trabajo yde esforzarme al máximo. Aunque mis pa-dres intentaron enseñarme estas cosas, nolas comprendí hasta que vi que perder tiem-po y energía puede afectar directamente eltrabajo de otras personas. Antes de la mi-sión, era fácil pensar sólo en divertirme. Encambio, en la misión te das cuenta de que noserá divertido ser ese compañero que no sa-be trabajar. Aprender a trabajar forma partede la preparación para servir.

Otras cosas que aprendí

También aprendí a apreciar a los que tra-bajan de manera reservada, sin reconoci-miento público. Observé lo mucho quetrabajan los líderes de la Iglesia sin buscarla atención de los demás ni aspirar a un tra-to especial. Vi a otras personas que presta-ban servicio a pesar de sufrir problemasmás difíciles que los míos, lo cual me ense-ñó que todas las personas pueden servir dealguna manera.

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Ya fuese que meencontrara co-locando cables

o ayudando en lastransmisiones de laIglesia, mi misión deservicio me ayudó adesarrollar la con-fianza y el sentidodel respeto. Sentí lainfluencia y la ayu-da del Señor cuandohacía cosas difícilesy agotadoras.

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Me di cuenta de que he sido bendecido con virtudesy aptitudes, y de que por medio de un esfuerzo dedica-do podía hacer más de lo que estaba haciendo. Aprendíque al respetar a otras personas, logro tener un mejorconcepto de mí mismo. Es fácil caer en la mala costum-bre de mirar con desprecio a las personas, a fin de tratarde sentirnos mejor con nosotros mismos, pero el respe-to debe ser mutuo, y los que representan a Jesucristodeben ser respetuosos.

No obstante, la lección más importante que aprendí fueque el Señor nos ayuda a hacer las cosas difíciles. Fue difí-cil quedarme en casa, desempeñar tareas modestas, no ser

el centro de atención, obedecer las reglas de la misión yescuchar a las personas que me decían que no estaba ha-ciendo una “verdadera” misión; pero el Señor me ayudó.Sé que también les ayudará a ustedes a hacer las cosas queles brindarán la felicidad, que les permitirán tener un buenconcepto de sí mismos, que les ayudarán a crecer y a sermejores personas. Arrodíllense, inclinen la cabeza y seansinceros consigo mismos al orar. Después, prepárense pa-ra servir donde y cuando se les llame. ■

NOTA1. Véase “Llegar a ser misioneros”, Liahona, noviembre de 2005,

pág. 45.

O T R A S M A N E R A S D E S E R V I RDebido a problemas de salud o a otras circunstancias, algunas

personas no pueden servir en una misión de proselitismo de tiempocompleto. Si a usted se le ha exonerado del servicio como misione-ro de tiempo completo pero desea servir al Señor de alguna otramanera, pregunte a su obispo o presidente de rama qué otras posi-bilidades hay disponibles. Él, con la ayuda del presidente de estacao de distrito, podrá ayudarle a encontrar oportunidades de servicioa la Iglesia en la región donde viva. Algunos lugares en los que po-dría prestar servicio serían los siguientes:

• Un centro de seminario o instituto,donde se puede trabajaren una oficina, en la recepción o en asistencia informática.

• Instalaciones de bienestar,como fábricas de enlatados, al-macenes del obispo, Industrias Deseret, un centro de empleou otras.

• Una granja o rancho de la Iglesia,llevando a cabo tareas físi-cas o trabajo de oficina.

• Un centro de reuniones,donde se puede ayudar con el man-tenimiento del edificio.Fuera del horario de la misión de servicio a la Iglesia, también

puede prestar servicio al participar en bautismos por los muertos.Al servir en la Iglesia, demostrará su amor por el Señor, así co-

mo la dedicación que tiene a sus convenios bautismales. El serviciocontribuye a edificar el reino del Señor sobre la tierra.

L IAHONA FE B RE RO DE 2008 13

Page 16: Liahona Febrero 2008

Levantémonos y seamos hombres y mu-

jeres de Dios y, para ello, controlemos

nuestro temperamento para que la paz

y el amor abunden en nuestro hogar.

P O R D O U G L A S E . B R I N L E YProfesor de Historia y Doctrina de la Iglesia de la Universidad Brigham Young

A l enseñar cursos sobre el matrimonio y la familia yleer trabajos de los alumnos acerca de la relacióncon sus padres, he comprobado, a lo largo de los

años, que la ira o el enojo, si no se controlan, resultan su-mamente destructivos para las relaciones del matrimonio y de la familia. El pecado del enojo (véase Traducción deJosé Smith, Efesios 4:26) no sólo daña las relaciones, sinoque corroe el carácter.

No concibo ningún contexto positivo para la demostra-ción del enojo, aunque ciertamente pueden justificarse lajusta indignación y la enmienda de faltas. Las Escrituras in-dican que la ira indisciplinada es siempre perjudicial ydestructiva. Es una de las herramientas principales deSatanás para destruir matrimonios y relaciones familiares.

El Señor ha dicho de Satanás que es “el padre de la contención, y él irrita los corazones de los hombres, para que contiendan con ira unos con otros” (3 Nefi 11:29). ElSalvador declaró lo siguiente a los nefitas: “He aquí, ésta noes mi doctrina, agitar con ira el corazón de los hombres, eluno contra el otro; antes bien mi doctrina es ésta, que seacaben tales cosas” (3 Nefi 11:30; cursiva agregada).

Reemplacemos la ira con el aliento

Una de las asignaciones que suelo dar a mis alumnosconsiste en escribir un trabajo sobre sus antecedentes

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Templemos nuestrotemperamento

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familiares. En concreto, les pido que describan el matrimo-nio, las virtudes y los defectos de sus padres. Quizá la di-mensión negativa que se menciona más frecuentementeen los trabajos de los alumnos es el carácter del padre,aunque el mal carácter no se limita exclusivamente a lospadres. Aun cuando los padres desempeñan sus llama-mientos activamente en la Iglesia, leen las Escrituras enfamilia y prestan servicio a los demás, algunos tienenproblemas para controlar su temperamento.

Por supuesto, los hijos consideran más tempera-mentales a los padres (y a las madres) debido a la obli-gación que tienen éstos de disciplinarlos, y hay pocosjóvenes que se sienten agradecidos por la corrección quesus padres les imparten. Sin embargo, los alumnos deedad universitaria ven la vida familiar en retrospectiva conmás objetividad y evalúan tanto lo bueno como lo malo.¡Muchos admiten que desearían que sus padres hubieransido más estrictos con ellos! No obstante, muchos llevancicatrices producidas por acontecimientos que ocurrierona temprana edad.

Una joven recordaba que su padre con frecuencia grita-ba, amenazaba y golpeaba con severidad a sus hijos. Si al-guno de los hijos hacía algo incorrecto durante el día,todos se escondían cuando el padre regresaba del trabajo.

Comparen esto con el método que siguió el padre delpresidente Gordon B. Hinckley: “Estaré agradecido parasiempre por mi padre que nunca alzó la mano a sus hijos”,dijo el presidente. “Poseía el admirable talento de hacerlessaber lo que se esperaba de ellos y de alentarlos para quelo hicieran”1.

Al comentar sobre el efecto duradero que los padrestienen en sus hijos, el presidente Hinckley añadió: “Estoy convencido de que un padre violento origina hijos

Page 17: Liahona Febrero 2008

L os padres ejercen una influencia in-

mensa en sus hijos.Qué gran bendiciónrecibe el hijo o la hi-ja cuyo padre se preocupa, enseña,corrige con amor einfluye en ellos paraque lleguen a ser me-jores personas.

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violentos; soy de la opinión de que el casti-go físico, en la mayoría de los casos, hacemás daño que bien. Los niños no necesitangolpes, sino que necesitan amor e incenti-vos; necesitan un padre al que puedan mirarcon respeto y no con temor. Sobre todo, ne-cesitan el buen ejemplo”2.

Respecto a los padres que pierden la auto-disciplina y cometen abusos al perder el con-trol, el presidente Hinckley advirtió: “Ningúnhombre que actúa de manera tan malvada eimpropia es digno del sacerdocio de Dios.Ningún hombre tan ruin es digno de los pri-vilegios de la Casa del Señor. Lamento quehaya algunos hombres que no sean merece-dores del amor de su esposa y de sus hijos.Hay hijos que temen a su padre y mujeresque tienen miedo de su esposo”3.

El presidente Hinckley llamó a tales padresal arrepentimiento. “Tengan disciplina; con-trolen su temperamento”, dijo. “La mayoríade las cosas que les enceguecen son de muypoca importancia, mas cuán terrible el precioa pagar por ese enojo. Pidan al Señor que lesperdone. Pidan a su esposa que les perdone ypidan perdón a sus hijos”4.

El poder de un ejemplo de rectitud

Piensen ahora en el comportamientoejemplar que llevó a un joven a escribir lo

siguiente acerca de su padre:“Nunca he escuchado

una palabra áspera salir de la boca de mi pa-dre. Para mí, esto esuna gran fuente defortaleza, porque mipadre es el mayorejemplo viviente decómo llevar una buenavida como Santo de los Últimos Días. El he-cho de haber tenidoun ejemplo tan buenopara seguir me simplifica

enormemente todas las pequeñas decisio-nes de la vida. Cuando me sorprendo ha-ciendo cosas que vi a mi padre hacer, mesiento todavía más agradecido por un padrejusto que vivía el evangelio de Jesucristo to-dos los días. Siempre estaré en deuda con élpor haberme mostrado la manera en queCristo habría vivido”.

Los padres ejercen una influencia inmen-sa en sus hijos. Qué gran bendición tiene elhijo o la hija cuyo padre se preocupa, ense-ña, corrige con amor e influye en ellos paraque lleguen a ser mejores personas, mejoresesposos o esposas y mejores padres o ma-dres. El mal carácter no engendra sentimien-tos de amor y confianza en el corazón deaquellos que son el objeto del enojo, sinoque produce sufrimiento y recuerdos de unaniñez dolorosa que, con demasiada frecuen-cia, se transmiten a la siguiente generación.

Cómo controlar el temperamento

En vista de ello, ¿cómo aprende la auto-disciplina una persona que tiene problemascon la ira? El mundo intentaría ayudar a laspersonas a controlar su temperamento esta-bleciendo algún programa de modificaciónde la conducta que podría durar varios años,y no obstante producir resultados mínimos,pero el Señor y el profeta nos dicen que yasabemos lo que tenemos que hacer paracontrolar la ira. El problema del enojo resul-ta de no comprender ni aplicar las doctrinasdel Evangelio. El presidente Boyd K. Packer,Presidente en Funciones del Quórum de losDoce Apóstoles, dijo: “La verdadera doctri-na, cuando se entiende, cambia la actitud yla conducta. El estudio de las doctrinas delEvangelio mejorará la conducta más rápidode lo que el estudio del comportamientomejorará el comportamiento”5.

La doctrina del arrepentimiento se aplicaespecíficamente al pecado de la ira y brinda anuestra vida el poder sanador de la Expiación.El élder Jeffrey R. Holland, del Quórum de los

El Señor y elprofeta nos dicen que ya

sabemos lo que tene-mos que hacer paracontrolar la ira. Elproblema del enojoresulta de no com-prender ni aplicar las doctrinas delEvangelio.

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DoceApóstoles, dijo:“Podemos cambiar cualquier cosa que queramos, y pode-mos hacerlo muy rápidamente. Otra superchería satánicaes que el arrepentirse supone una tardanza de años y años.En arrepentirnos, tardaremos tanto como tardemos en de-cir: ‘Cambiaré’, y en decirlo con la verdadera intención dehacerlo. Claro que habrá problemas que solucionar y resti-tuciones que hacer. De hecho, bien podríamos pasarnos elresto de la vida —y preferible que así fuera— probandoque nuestro arrepentimiento es verdadero mediante uncambio permanente. En realidad, el cambio, el progreso, larenovación, el arrepentimiento, en fin, pueden llegar a for-mar parte de nuestra vida de un modo tan súbito como lofue para Alma y los hijos de Mosíah”6.

En relación con el control de la ira, el presidenteHinckley ha enseñado: “¿Quién puede calcular las heridas,su profundidad y el dolor, causados por palabras expresa-das con ira? Qué triste es ver a un hombre, fuerte en mu-chos aspectos, perder control de sí mismo, cuando dejaque algo insignificante haga que pierda la compostura. Entodo matrimonio, por supuesto, existen diferencias. Perono encuentro justificación para el temperamento que ex-plota en circunstancias insignificantes...

“El carácter violento es una cosa terrible y corrosiva, y lo trágico de ello es que no produce nada bueno. Sólo ali-menta el resentimiento, la rebelión y el dolor. A todo hom-bre y joven que me escucha, que tiene problemas paracontrolar la lengua, le sugiero que implore al Señor paraque le dé fuerza para vencer su debilidad, que pida discul-pas a quien haya ofendido, y que se arme de poder paradisciplinar la lengua”7.

Los jóvenes perciben el ejemplo de sus padres y se venenormemente afectados por él. Levantémonos y seamoshombres y mujeres de Dios y, para ello, controlemos nues-tro carácter para que la paz y el amor abunden en nuestrohogar. El aspecto más importante de la paternidad es que lapareja tenga un buen matrimonio y muestre un ejemplo deamor y paciencia a los hijos. El control del temperamentogenerará dividendos ahora y en los años sucesivos, a medidaque los hijos establezcan sus propios hogares y familias. ■

NOTAS1. “Salvemos a los niños”, Liahona, enero de 1995, pág. 66.2. Liahona, enero de 1995, pág. 66.3. “Las mujeres de la Iglesia”, Liahona, enero de 1997, pág. 76.4. Liahona, enero de 1997, pág. 76.5. “No temáis”, Liahona, mayo de 2004, pág. 79.6. “Cuando estéis angustiados”, Liahona, enero de 1982, págs. 11–12.7. Véase “Nuestras solemnes responsabilidades”, Liahona, enero de

1992, pág. 58.

L IAHONA FE B RE RO DE 2008 17

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dejamos las motocicletas y nos sentamos en unas rocas desde las que se veía todo el bosque. Los dos permanecimos calladospor un momento, disfrutando del bello pai-saje que nos rodeaba. Cuando miré a mi pa-pá, advertí su mirada pensativa y supe quealgo me esperaba.

Él y yo nunca habíamos hablado mucho.Supongo que para él era demasiado difícilexpresarse con otras personas aparte de mimadre. En ese momento, interrumpió mispensamientos y me dijo: “Kjersten, tu madrey yo hemos estado hablando y hemos decidi-do que ya tienes la madurez suficiente paraconocer algunos detalles respecto a nuestromatrimonio y nuestra familia”. Al escucharlas palabras que utilizaba y la manera de de-cirlas, pude darme cuenta de que había esta-do planeando esa conversación durante untiempo.

Su voz se suavizó cuando empezó a ha-blar: “Tu madre y yo nos conocimos por pri-mera vez en la estación de bomberos en laque yo me encontraba como aprendiz, y ellatrabajaba en la oficina. Empezamos a salirjuntos y me di cuenta de que era diferentede las otras jóvenes con las que había salidoantes. Yo era un joven despreocupado que

Estaba entusiasma-da por ir en motoci-cleta a solas con mipapá. Terminamoshablando como nun-ca antes lo habíamoshecho.

Una conversacióncon papá

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P O R K J E R S T E N J O H N S O N

A cabábamos de cenar en la cabaña de misabuelos y yo me encontraba afuera ju-gando con mis cinco hermanos cuando

mi padre salió y me llamó.Por supuesto, cuando un padre te llama

de esa manera, tienes miedo de haberte me-tido en problemas, así que me acerqué lenta-mente y musité: “¿Sí, papá?”

Para mi sorpresa, me dijo: “¿Quieres ir adar un paseo en la motocicleta conmigo?”.Estoy segura de que ha de haber parecidoque los ojos se me iban a salir, y le respondíinmediatamente: “Sí, me gustaría mucho”.

Al poco rato, mi padre abría el camino, amedida que ambos conducíamos las motoci-cletas a lo largo de un sendero que conducea través del impresionante bosque que rodeala cabaña y después asciende hasta lo alto deuna colina. Durante el trayecto me sentía tanentusiasmada que apenas conseguía contro-lar el acelerador, y una o dos veces papá tuvoque decirme que fuera más despacio.

El viaje dio rienda suelta a mis pensa-mientos. Me preguntaba por qué se me ha-bía dado ese privilegio especial a mí y a mis hermanos no. Al llegar a la cima de lamontaña, papá dijo: “Me parece que éste es un buen lugar para descansar”, así que

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se había criado en otra iglesia, peroque en realidad no había prestadomucha atención a la religión.

“En aquella época, tenía pocosvalores o metas”, prosiguió, “y nome importaba lo más mínimo”.Entonces se inclinó hacia adelantey me confió lo siguiente con mu-cho sentimiento: “Kjersten, tu ma-dre me dio el ejemplo más grandede una vida recta que jamás habíavisto”. Cuando dijo eso, me sobre-vino un sentimiento muy cálido.

Mi papá me contó detalles de sumatrimonio, de mi nacimiento y denuestra familia que yo jamás habíaescuchado. Me contó la historia desu conversión a la Iglesia y que, de-bido a que se casaron primero porel civil, tuvieron que esperar unaño antes de poder sellarse en eltemplo. También compartió conmi-go algunas aventuras que él y ma-

má afrontaron juntos en el primer año de su matrimonio.Por primera vez, comencé a comprender algunas cosas so-bre las que siempre había tenido preguntas. Por fin com-prendía por qué la fecha de matrimonio y la de sellamientode mis padres eran diferentes y la razón por la que decíanque el primer año de su matrimonio fue el más difícil queatravesaron.

Mientras me contaba esas cosas, a veces le parpadeabanlos ojos de tristeza y otras veces se le arrugaban por la risa.No me acuerdo exactamente hasta qué punto entendí lascosas en aquel momento, pero recuerdo muy bien los alti-bajos causados por las sensaciones de sorpresa, confusióny amor que me invadían.

Esa experiencia tuvo un gran impacto en mí. Me dicuenta de que las familias son unverdadero milagro, y me dio unamayor comprensión del plan deDios. También obtuve una mayorfe en el Evangelio y el efecto quepuede producir en la vida de laspersonas. Hablamos de muchascosas en aquella montaña, perohay algo que nunca olvidaré.Nunca he sentido tanta gratituden el corazón como en el mo-mento en que mi padre me ex-presó su gran amor por Dios, el Evangelio, mi madre y nuestrafamilia. Me di cuenta de las nu-merosas maneras en que elEvangelio había afectado su vida,así como la mía.

Mi padre y yo nos unimos mu-cho ese día. Por primera vez lo vicomo a una persona real, consentimientos y emociones, y nocomo una entidad reguladoraque tenía que darme permiso pa-ra divertirme. Creo que tambiénél aprendió más acerca de mí.Nunca olvidaré aquella conversa-ción especial con mi papá y lossentimientos de amor y com-prensión que compartimos. ■

L A C O M U N I C A C I Ó N C O NL O S PA D R E SP O R L O S S E R V I C I O S PA R A L A F A M I L I A S U D

Estas sugerencias te ayudarán a estableceruna comunicación positiva con tus padres yotras personas.• Estar atento a las oportunidades para

conversar. A veces, las oportunidades deentablar una buena comunicación surgencuando menos se esperan.

• Escuchar con el corazón. Procura com-prender los motivos y las intenciones de loque te dicen tus padres.

• Mostrar interés. Una persona que escuchaatentamente ayuda a que los demás sientanseguridad para compartir sus sentimientos.

• De vez en cuando, repetir con tus pro-

pias palabras lo que estés escuchan-

do. Esto demuestra que estás escuchandosinceramente lo que dicen tus padres.

• Hacer preguntas. Las preguntas sirven pa-ra asegurarse de que ambas personas com-prendan correctamente lo que dice el otro.

• Recordar que los padres también son

personas. Tienen sentimientos y deseanmantener una relación cercana contigo.A medida que tú y tus padres pongan en

práctica buenas técnicas de comunicación, ten-drán una relación más estrecha que se conver-tirá en una bendición para ambos.

Page 23: Liahona Febrero 2008

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ORA EN VOZ ALTA“LA CANCIÓN DE LOS JUSTOS ES UNA ORACIÓN PARA MÍ” (D. Y C. 25:12).

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L I A H O N AL I A H O N A

EEs estupendo que desees mejorar la rela-ción con tu madre, ya que una buenarelación con ella será una bendición.

Pero el tener una buena relación no significaque estarás de acuerdo con ella en todo; y es-tá bien que así sea. Lo que no está bien es ha-cerse daño mutuamente cuando expresen lasdiferencias de opinión.

Como primer paso para mejorar la relacióncon tu madre, procura entenderla, lo cual no resultará fácil si te sientes dolida, así que hablen cuando las dos estén tranquilas.Podrían empezar por leer este artículo juntasy después conversar sobre las cosas en las quediscrepan, una por una. Una vez que la com-prendas, toma tu turno para compartir tuspensamientos y sentimientos, sin acusarla.

Tu madre y tú podrían incluso fijar juntasalgunas reglas básicas, como conversar conamabilidad, hablar de las cosas antes de quese conviertan en un gran problema y tomarturnos para escucharse la una a la otra. ElSeñor enseñó: “La blanda respuesta quita laira; mas la palabra áspera hace subir el fu-ror” (Proverbios 15:1), y también: “Hableuno a la vez y escuchen todos lo que él

dijere” (D. y C. 88:122). El Espíritu se mar-cha cuando existe la contención; pero el se-guir estos consejos ayudará a quepermanezca con ustedes.

También, realiza una introspección sincera.¿Qué cosas haces que te impiden desarrollaruna mejor relación con tu madre? ¿Obedeceslas reglas de la familia? ¿Convendría que fuerasmás abierta? ¿Deberías mostrar más respeto?

Las familias son importantes para el PadreCelestial, así que la oración te será muy útil.Puedes orar para experimentar un cambio decorazón respecto a tu madre. Lo bueno esque podemos llegar a ser mejores personascon la ayuda del Señor. Un cambio de cora-zón te permitirá hablarle a tu madre con másamor y comprensión, y ella probablementeresponderá de la misma manera.

Puedes orar para lograr apreciar sus virtu-des. Elógiala, dile que la quieres y dale las gra-cias por las cosas que ha hecho por ti.

También puedes orar para ser más humil-de. La humildad te ayudará a darte cuentade que tu madre realmente se preocupa porti, de que es importante escucharla y de queestá diciéndote cosas que podrían ayudarte.

22

Preguntas yrespuestasPreguntas yrespuestas

“A veces mi madre y yo no nos llevamos bien. Decimos cosas que no debería-

mos y nos hacemos daño. En mis oraciones le pido al Señor que me ayude a

amarla, pero los buenos sentimientos sólo duran un tiempo. ¿Qué puedo hacer

para mejorar nuestra relación?”

Habla con tu madrecuando las dos esténtranquilas y procuracomprenderla.

Asegúrate de que elEspíritu Santo puedaestar contigo y con tumadre mientrashablan.

Piensa en lo quepodrías cambiar en timisma para mejorar la relación con ella.

Pide en oración tenermás humildad, caridady un cambio decorazón.

La respuesta de Liahonase basa en la suposición

de que tú y tu madre

no se maltratan

mutuamente. Si hay

maltrato de por medio,

se deberá hablar con el

obispo o presidente de

rama.

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Ser humilde te ayudará a darte cuen-ta de que lo importante no es quién

está en lo correcto, sino qué es locorrecto.

Por último, recuerda que el Señorha pedido a los padres que enseñen y guíen a sus hijos, y ha pedido a loshijos que honren a sus padres. Nopierdas esto de vista, especialmentecuando tu madre te hable de las re-glas familiares o de lo que es correctoe incorrecto.

Con el tiempo, si oras y demuestrastu amor y te esfuerzas por honrar a tumadre, tu relación con ella mejorará.

L E C TL E C T O R E SO R E SUn día le falté al respeto a

mi madre. Las dos nos gri-

tamos y nos dijimos cosas

hirientes. Más tarde, abrí

las Escrituras y leí acerca

del amor. Entonces decidí pedirle perdón

a mi madre. Ella había salido de casa, y

cuando regresó, puso una nota en mi al-

mohada que decía que lo sentía. Lo úni-

co que deseaba era que la ayudara más

con las tareas de casa. Después de leer

su mensaje, fui corriendo a decirle cuán-

to lo sentía y cuánto la quería, mientras

le daba un fuerte abrazo. Fue un mo-

mento maravilloso. Desde aquel día, el

mensaje de amor que me revelaron las

Escrituras sigue en mi mente, y me he

esforzado por evitar las discusiones, ha-

blándole con amabilidad. Dile a tu ma-

dre que la amas y ella responderá de la

misma manera. Contrólate cuando ella

haga algo que te irrite, y piensa más bien

en todas sus virtudes. Procura averiguar

lo que ella espera de ti. Estoy segura de

que al hacer estas cosas, la situación se

resolverá por sí misma.

Raquel L., 21 años, Borgoña, Francia

Hace poco aprendí algunas cosas que

me ayudan a no pelearme con mi madre.

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JESU

CRI

STO

,

Aprendí que una palabra dura incita a la ira,

pero una palabra cariñosa es capaz de resolver

el problema o al menos aliviarlo. Aprendí que

una madre “siempre tiene la razón”, ya que

incluso cuando se equivoca, está procurando

lo mejor para su hijo. Ora para tener el Espíritu

y todo será más fácil.

Fernando V., 18 años, São Paulo, Brasil

Sigue orando para desarrollar el

amor por tu madre y para que

el Padre Celestial te ayude a mante-

ner en una nota positiva y edificante

tus pensamientos y palabras. Si de-

seas que los sentimientos de amor perduren, tie-

nes que desarrollar “el amor puro de Cristo”

(Moroni 7:47). Cuando tengo dificultad para en-

tenderme con un compañero de misión, he com-

probado que si le presto servicio me resulta más

fácil desarrollar la caridad hacia él, lo cual mejo-

ra nuestra relación.

Élder Toby Pontious, 21 años, Misión

California Arcadia

Haz cosas que le demuestren a tu

madre que la amas y que es im-

portante para ti. Ayúdala en sus

tareas domésticas, invítala a

acompañarte a una actividad di-

vertida. Sé humilde y ora siempre por ella a

nuestro Padre Celestial. Lo más importante que

uno puede decir es: “Lo siento”.

Gena G., 19 años, Basilan, Filipinas

Escojan un día para salir como ma-

dre e hija. Pasen el día juntas, ha-

ciendo cualquier cosa que les ayude

a apreciar las virtudes de ambas.

Dile lo mucho que la amas, y muy

pronto empezarán a estar en mayor sintonía y a

encontrar las cosas que tienen en común.

Lydia H., 14 años, Iowa, E.U.A.

No deseaba que las conversaciones con mi madre

terminaran siempre en una discusión, así que

decidí cambiar la manera en que me comunicaba

24

con ella. Me esforcé por hacer una oración cuando

parecía que íbamos a entrar en una pelea.

También me esforcé en pensar de antemano lo

que debía y no debía decir. Mi madre y yo nos lle-

vamos mucho mejor desde entonces.

Lin H., 17 años, Taizhong, Taiwan

Esfuérzate por pasar momentos sig-

nificativos con tu madre. Hagan al-

go que les guste a las dos y que les

permita relacionarse, o intenten

aprender a hacer algo nuevo juntas.

También conviene que te pongas en su lugar; pue-

de que ella se encuentre bajo mucha presión.

Pregúntale cómo le fue ese día y, ante todo, sigue

orando.

Kyelee S., 12 años, Utah, E.U.A.

Las respuestas tienen por objeto servir de ayuda yexponer un punto de vista, y no deben considerarsecomo pronunciamientos de doctrina de la Iglesia.

S I G U I E N T E P R E G U N T A“Tengo miedo de que alguien me ofrezca alcohol

o drogas. No me gusta decir que no a la gente ni

que se enojen conmigo. ¿Cómo puedo asegurarme

de que no cederé a la tentación?”

Envíen su respuesta para el 15 de marzo

de 2008 a:

Liahona, Questions & Answers 3/08

50 E. North Temple St., Rm. 2420

Salt Lake City, UT 84150-3220, USA

O por correo electrónico a:

[email protected]

En su mensaje o carta debe constar la siguienteinformación y autorización:

NOMBRE COMPLETO

FECHA DE NACIMIENTO

BARRIO (o rama)

ESTACA (o distrito)

Concedo mi autorización para que se imprima mirespuesta y mi foto:

FIRMA

FIRMA DE LOS PADRES (si eres menor de 18 años)

“Son valiosos pa-

ra sus padres.

Puede que a ve-

ces no piensen así,

cuando parezca im-

portarles poco lo que

piensan de su padre

y de su madre. Todas

las esperanzas y los

sueños de ellos des-

cansan en ustedes.

Ellos oran por uste-

des, se preocupan por

ustedes, piensan en

ustedes y les aman.

Sean buenos con sus

padres; trátenles con

amor, respeto y ama-

bilidad. No les hará

daño alguno decirles

de vez en cuando que

les aman”.

Véase de PresidenteGordon B. Hinckley,“Pensamientosinspiradores”, Liahona,agosto de 2000, pág. 4.

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y se les dice: Saldréis en la primeraresurrección, y si fuere después de laprimera, en la siguiente resurrección,y heredaréis tronos, reinos, principa-dos, potestades y dominios, toda al-tura y toda profundidad, entonces seescribirá en el Libro de la Vida delCordero… y estará en pleno vigorcuando ya no estén en el mundo; ylos ángeles y los dioses que están allíles dejarán pasar a su exaltación ygloria en todas las cosas, según loque haya sido sellado sobre su cabe-za, y esta gloria será una plenitud ycontinuación de las simientes porsiempre jamás’ (D. y C. 132:19)…

“Cuando la familia funciona de lamanera en que Dios lo dispuso, lasrelaciones que se encuentran en ellason las más preciadas de la vida terre-nal. El plan del Padre es que el amory el compañerismo familiares conti-núen en las eternidades” (“La familiaeterna”, Liahona, enero de 1997,págs. 72–73).

¿Qué debo hacer sabiendo que la

familia es la parte central del plan

de salvación?

Presidente Henry B. Eyring,

Segundo Consejero de la Primera

Presidencia: “La familia es funda-mental… para nuestra esperanza deobtener la vida eterna. Comenzamosa practicar en la familia, la agrupa-ción más pequeña, lo que se exten-derá a la Iglesia y a la sociedad enque vivimos en este mundo, y enton-ces será eso lo que practicaremos enlas familias unidas para siempre porlos convenios y por la fidelidad.

Por medio de la ora-

ción, estudie este men-

saje y seleccione y

enseñe los pasajes de

las Escrituras y las declaraciones que

satisfagan las necesidades de las her-

manas a las que visite. Comparta su

testimonio respecto a la doctrina e in-

vite a las hermanas a las que enseñe

a hacer lo mismo.

¿Por qué es la familia la parte cen-

tral del plan de nuestro Padre

Celestial?

Élder Robert D. Hales, del Quórum

de los Doce Apóstoles: “La doctrinade la familia tuvo su principio connuestros Padres Celestiales; nuestraaspiración más elevada es llegar a sercomo Ellos…

“Desde el principio mismo, Diosestableció a la familia y la hizo eterna.Adán y Eva fueron sellados en su ma-trimonio por esta vida y por toda laeternidad…

“La restauración de esas llaves y de esa autoridad del sacerdocio trajoconsigo para todos los que sean dig-nos la oportunidad de recibir las ben-diciones de una familia eterna… ElSeñor hace un bosquejo de la prome-sa y de los requisitos en este versículosagrado:

“ ‘Y además, de cierto te digo, siun hombre se casa con una mujerpor mi palabra, la cual es mi ley, ypor el nuevo y sempiterno convenio,y les es sellado por el Santo Espíritude la promesa, por conducto del quees ungido, a quien he otorgado estepoder y las llaves de este sacerdocio,

Podemos comenzar ahora mismo a‘promover medidas destinadas a fortalecer la familia y mantenerla’.Ruego que así lo hagamos y que ustedes pregunten: ‘Padre, ¿cómopuedo prepararme?’. Díganle a Élcuánto desean lo que Él quiere dar-les. Recibirán impresiones, y si ac-túan de conformidad con ellas, lesprometo la ayuda de los poderes delcielo” (“La familia”, Liahona, octu-bre de 1998, pág. 23).

Margaret S. Lifferth, Primera

Consejera de la Presidencia General

de la Primaria: “…en el mundo ac-tual, los niños necesitarán no sólouna madre y un padre dedicados, si-no que necesitarán que cada uno denosotros los proteja, les enseñe y lesame… la obediencia personal y el serun ejemplo en todos los aspectos denuestra vida son lecciones supremasdel Evangelio para nuestros hijos. Demodo que estudiemos, aprendamosy pongamos el Evangelio en práctica”(“Mirad a vuestros pequeñitos”,Liahona, noviembre de 2006, págs.74–75). ■

La familia es la parte centraldel plan del Creador

M E N S A J E D E L A S M A E S T R A S V I S I T A N T E S

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Escojamos la libertady la vida eterna

Testifico que el esco-ger la libertad y lavida eterna nos brin-da la felicidad másgrande que podamosobtener.

P O R E L É L D E R C R A I G A . C A R D O NDe los Setenta

Empecé mis estudios superiores en una universidad situada a unas cienmillas (160 kilómetros) de mi casa.

Aquélla era una época muy emocionante pa-ra todos los estudiantes del primer año; mu-chos de ellos vivían lejos de su hogar porprimera vez y estaban ansiosos por dar ex-presión a su recién adquirida libertad de lasupervisión paterna.

Yo formaba parte del equipo universitariode básquetbol, y en seguida se extendió lavoz de que era miembro de La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últimos Días.En las primeras semanas del semestre, unode mis compañeros del equipo me invitó auna fiesta que se iba a realizar para los estu-diantes nuevos el sábado por la noche en eldesierto de las afueras de la ciudad; le pre-gunté si iban a servir bebidas alcohólicas yme aseguró que no. Aunque no me sentí to-talmente a gusto con su respuesta, decidí irde todos modos. Me habían arreglado unacita con una chica que yo no conocía, afir-mando que ella tenía las mismas normas queyo; mi compañero me explicó que iríamosen su auto.

Ese sábado por la noche, después de reco-rrer cierta distancia por el desierto, llegamosa la fiesta. Para mi gran desilusión, el consu-mo de bebidas alcohólicas era la actividad

principal, a pesar de que la edad legal paraconsumirlas en aquel estado era de tres añospor encima de la que tenían la mayoría de losestudiantes de primer año. La jovencita queme acompañaba estaba ansiosa por empezara beber, así como mi compañero del equipo ysu chica. Cuando les expliqué lo decepciona-do que estaba, me dijeron que era “tiempode que creciera y disfrutara un poco de la vi-da”, y que estaban dispuestos a ayudarme.Les contesté que nunca había tomado bebi-das alcohólicas y que no iba a empezar enton-ces, por lo que me dejaron solo y se unierona los demás.

Me senté a solas y apartado de la algarabíay las risotadas, sin medio de transporte paravolver y preguntándome por qué me habríametido en aquel lío. Más tarde esa noche, dis-tinguí una línea de luces de automóviles quese acercaban por el desierto hacia el lugar dela fiesta. Los autos se colocaron en círculo al-rededor del grupo y luego, como si se hubie-ra dado una señal, las luces intermitentes quellevaban en el techo se prendieron al mismotiempo; reconocí entonces que eran autos dela policía. Muchos de los estudiantes intenta-ron huir por el desierto, pero en seguida losaprehendieron; yo me quedé donde estaba,perplejo ante lo que sucedía.

Los agentes de policía empezaron a revisarlos documentos de identidad para determi-nar la edad de los estudiantes y a hacerles la IL

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prueba del alcohol a los que no habían alcan-zado la edad legal de beber, para averiguar silo habían hecho. Cuando se acercaron a mí,le dije al oficial que no había bebido nada al-cohólico aquella noche ni nunca; se rió demí, pero al decirle firmemente que podía cre-erme, su expresión cambió; me dijo que noera necesario que me hicieran la prueba y mepidió que condujera el auto de mi compañe-ro de equipo de regreso a la universidad. Losque no tenían la edad y habían bebido reci-bieron una citación y tuvieron que pagar unamulta; a algunos los llevaron a la cárcel.

Un mensaje personal

Yo, en cambio, salí de allí sin que mi nom-bre quedara en el registro policial y llegué acasa alrededor de las tres de la mañana deldomingo. La reunión del sacerdocio de mibarrio empezaba a las siete; el despertadorsonó a las 6:45; lo apagué y me di vuelta,pensando por unos instantes en todos los

justificativos para no asistir aquella mañana.Pero espiritualmente no pude descansar, porlo que me levanté, me vestí con la ropa dedomingo y me fui caminando hasta la capilla,adonde llegué unos diez minutos después dehaber comenzado la reunión.

Cuando entré en la capilla, el corazón medio un vuelco al reconocer la cabeza de mipadre; había llegado para visitarme, sin anun-ciarse. Me deslicé junto a él y me senté. Él memiró sonriente y, poniéndome la mano firme-mente en la rodilla, se inclinó hacia mí y mesusurró un mensaje con un significado queiba mucho más allá de las palabras: “Sabía que te encontraría aquí, hijo”. Al mismo tiempo, el Padre Celestialme susurró al alma el mismo mensa-je. No puedo describir adecuada-mente el amor y el gozo que sentíen aquel momento.

Al poco tiempo, me encontréen la misión; y unos cuantos

L e dije al ofi-cial que no había bebido

nada alcohólicoaquella noche ninunca; se rió de mí,pero al decirle firme-mente que podía cre-erme, su expresióncambió.

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Page 30: Liahona Febrero 2008

meses más tarde, mi padre murió inesperadamente. Sinembargo, el mensaje que recibí de él y por su intermedioaquel domingo nunca me ha abandonado.

Somos libres de escoger la libertad o la cautividad

Esa experiencia proporciona un ejemplo de la verdadeterna que Lehi comunicó a sus hijos hace mucho tiem-po: “...Y porque [los hijos de los hombres] son redimidosde la caída, han llegado a quedar libres para siempre, dis-cerniendo el bien del mal, para actuar por sí mismos, y nopara que se actúe sobre ellos… Y son libres para escogerla libertad y la vida eterna, por medio del gran Mediadorde todos los hombres, o escoger la cautividad y la muerte,según la cautividad y el poder del diablo” (2 Nefi 2:26–27).

En el plan de felicidad de nuestro Padre, se incluye elejercicio del albedrío, pero también incluye, necesariamen-te, la responsabilidad y el juicio. Mi compañero de equipoy los demás que estaban en la fiesta eran libres de decidircuál sería su conducta, pero no tenían la libertad de esco-

ger las consecuencias de su comportamiento;algunos pasaron la noche en la cárcel;

otros comenzaron una vida de apetitosdesenfrenados que continúan esclavizán-dolos en la actualidad.

La esclavitud que acarreamos sobre nosotros al buscar la

libertad a través de decisiones

erróneas constituye una gran ironía. Caín pensó que esta-ría libre después de asesinar a su hermano, pero se encon-tró maldecido y atormentado por lo que había hecho(véase Moisés 5:32–39). Pedro se refirió a los que tienenmala influencia diciendo que son “fuentes sin agua” queprometen libertad siendo ellos mismos esclavos de la co-rrupción. “Porque el que es vencido por alguno es hechoesclavo del que lo venció” (2 Pedro 2:17, 19). Al mismotiempo, describió el verdadero camino de la libertad conestas palabras: “sabe el Señor librar de tentación a los pia-dosos”, porque escapamos “de las contaminaciones delmundo, por el conocimiento del Señor y SalvadorJesucristo” (2 Pedro 2:9, 20).

Samuel el lamanita nos exhortó a recordar que se nos“permite obrar por [nosotros] mismos; pues he aquí, Dios[nos] ha dado el conocimiento y [nos] ha hecho libres… y[nos] ha concedido que escoja[mos] la vida o la muerte”(Helamán 14:30–31).

Cuando mi compañero del equipo me ofreció una ver-sión tergiversada de lo que iba a pasar en la fiesta, sentíuna inquietud espiritual a la que no presté atención. Al

darme cuenta de esa realidad, me encontré más desilu-sionado de mí mismo que de mi compañero;

pero el hecho de mantenerme alejado delgrupo me reconfortó espiritualmente ymás tarde me brindó un beneficio tempo-ral cuando la policía me permitió regresar

a casa.No obstante, en la intimidad de mi ha-

bitación el domingo, temprano por lamañana, recibí la mayor bendición, la de la libertad, al decidir estar donde debíaestar sin saber con anticipación el tesoro que me esperaba allí. Esas ex-

periencias, acompañadas de laministración del Espíritu,representan la libertad

que concierne a labendición de la vida

eterna.Testifico que el esco-

ger la libertad y la vidaeterna nos brinda la felici-

dad más grande que poda-mos obtener. ■

Page 31: Liahona Febrero 2008

Líder de una sola persona

Cuando cumplí los doce años, era el únicojovencito del barrio de Cape Town, Sudáfrica,al que asistía. Aún así, el obispo se sintió ins-pirado a llamar a una presidencia deHombres Jóvenes.

Aquel presidente de Hombres Jóvenespodría haberse dicho: “¿Qué quieren quehaga con un solo muchacho? No podemosorganizar actividades solamente para uno”.En cambio, dio todo de sí y magnificó su lla-mamiento. La presidencia organizó camina-tas, campamentos, actividades de Scout,noches de Mutual los martes, lecciones losdomingos, juegos en las dunas y actividadesen la playa. Después de un tiempo, empeza-ron a llegar otros jóvenes, primero dos, des-pués tres y luego cuatro.

Me siento lleno de gratitud porqueaquellos líderes de Hombres Jóvenesfueron fieles en sus llamamientos y seesforzaron por un solo muchacho:Yo. Soy una persona mejor por-que ellos no se dieron por ven-cidos, y también lo son losdemás que participaron en elprograma de Hombres Jóvenesde nuestro barrio.Greg Burgoyne, Sudáfrica

Paso a paso, aprendí a dirigir

Pocas semanas después de haber si-do bautizada y confirmada, me llama-ron para prestar servicio como

secretaria de la Primaria del Barrio ValleDorado, de México. Aquello me sorprendióporque hacía poco que había conocido elEvangelio, pero amaba a mi Salvador y queríaservirlo.

Le dije al obispo que había muchas otraspersonas que podrían desempeñar esa labormejor que yo; pero mediante el servicio, lle-gué a saber que el llamamiento había sidoinspirado. Por estar con los niños de laPrimaria, aprendí los principios delEvangelio, himnos hermosos y losArtículos de Fe. También amaba a lospequeñitos

El liderazgo queproduce un cambio

Estos Santos de

los Últimos Días

de todo el mun-

do cuentan la

forma en que el

liderazgo los ha

bendecido, ya

sea prestando

servicio como

líderes o reci-

biendo el servi-

cio de éstos.

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Page 32: Liahona Febrero 2008

y por medio de ellos conocí a sus padres.Sin embargo, la instrucción principal que

recibí provino de trabajar con la presidentade la Primaria y sus consejeras; ellas me ayu-daron pacientemente, pasaron por alto miserrores y, paso a paso, aprendí a cumplir conmi llamamiento. Trabajamos juntas durantetres años y llegamos a ser grandes amigas.

Cuando nos relevaron, nos llamaron paraprestar servicio en la Sociedad de Socorro y,como resultado del amor que había entre no-sotras, trabajamos juntas en unidad otros dosaños. Aquellas hermanas me enseñaron a de-legar responsabilidades y a permitir que otraspersonas aprendieran a ser líderes; comparti-mos el almacenamiento de alimentos, ayuna-mos por un propósito determinado yasistimos juntas al templo. Ellas me ayudarona convertirme en una líder fiel, dedicada y lle-na de amor. Siento la obligación de compartircon otras hermanas lo que aprendí, para queellas tengan el mismo tipo de experiencia queyo tuve trabajando con las hermanas que mecapacitaron.Laura Viga D’Alva, México

Sencillamente, no estoy preparado

Tres semanas después de mi bautismo yconfirmación, el obispo Ayala me entrevistó yme preguntó cómo iba mi progreso; le con-testé: “Muy bien; terminé de leer el Libro deMormón por segunda vez y estoy leyendotambién el manual Principios del Evangelio

para aprender aún más y poner en práctica loque leo”.

Entonces me dijo: “Tu Padre Celestial tetiene presente y te ha llamado para ser maes-tro de la clase de los jóvenes de catorce a die-cisiete años en la Escuela Dominical”.

De inmediato pensé en el hecho de quevarios de los jovencitos de esa clase, que eranapenas unos años menores que yo, se habíancriado en la Iglesia y conocían el Evangeliomejor que yo.

Así que le respondí: “Pero yo no estoy pre-parado para ese tipo de asignación”.

El obispo me contestó, hablando clara ypausadamente: “Roberto, el Padre Celestial esquien te extiende este llamamiento; Él está altanto de tus habilidades y de tu fidelidad”.

“Pero es que, sencillamente, no estoy

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La instrucciónprincipal querecibí provino

de trabajar con lapresidenta de laPrimaria y sus con-sejeras; ellas meayudaron paciente-mente, pasaron poralto mis errores y,paso a paso, aprendía cumplir con mi lla-mamiento.

Page 33: Liahona Febrero 2008

preparado; necesito más tiempo”, insistí.El obispo me miró fijamente a los ojos y me dijo con

calma, pero con una voz firme: “Si piensas que no puedesaceptar este llamamiento, no me lo digas a mí; arrodíllate ydíselo a tu Padre Celestial. Él te contestará y yo aceptaré tudecisión”.

A continuación, hubo un largo silencio. Después, mi-rándome como un padre que mira a su hijo, agregó:“Roberto, ésta no es una iglesia de cobardes; es unaIglesia de valientes”.

Súbitamente, me sentí arrepentido y, con lágrimas enlos ojos y la voz llena de emoción, le pregunté: “Obispo,¿cuándo empiezo?”.

Él me abrazó, me dio una palmadita en la espalda y

me dijo: “Te ayudaré a preparar la primera lección estasemana”.

Me sentí lleno de gozo al ver que el Padre Celestial mehabía dado aquel líder tan especial, un obispo que no só-lo enseñaba por la palabra sino también por medio delejemplo.

Muchas veces recordé esa experiencia durante la misióny al prestar servicio en otros llamamientos. Pienso ahoraen ello y estoy agradecido al Padre Celestial por ser miem-bro de la Iglesia del Señor.Roberto Carlos Pacheco Pretel, Perú

Diáconos dedicados

Una de mis cuñadas que vivía en Guatemala había pa-sado por un período sumamente difícil, lo que le provo-

có ciertos problemas de salud. Mi esposa y yo oramos por ella, pero no sabíamos qué

otra cosa podíamos hacer. Un día, tuveoportunidad de viajar a mi tierra natal,Guatemala, por asuntos de negocios y visitar a mis suegros; allí aprendí esta

hermosa lección de liderazgo.Mientras estaba sentado en el patio,

conversando con mi suegro, uno de losniños de doce años del barrio pasó

por allí y nos saludó. Después deque se fue, mi suegro me dijo:

“Ese niño y otros dos mucha-chitos de su edad me deja-ron muy sorprendido elotro día. Los tres aparecie-ron acá, vestidos con cami-sa blanca y corbata; meextrañó que, después desaludarme, se dirigieran ala sala para ver a mi hija.Le dijeron que habían ve-nido a visitarla porque se

habían enterado de losproblemas de salud que te-

nía; y le explicaron que, auncuando eran diáconos y no

podían darle una bendición,podían orar por ella y que

Jesucristo la iba a bendecir.

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Page 34: Liahona Febrero 2008

“Esos tres jovencitos se arrodillaron y ofrecieron unahermosa oración, pidiendo a nuestro Padre Celestial quebendijera a mi hija; luego se pusieron de pie y, después deexpresarle su cariño, se despidieron.

“¿Y sabes?”, continuó mi suegro; “me impresionó mu-cho el gran ejemplo de esos muchachitos”.

Al día siguiente, cuando fui a la reunión sacramental,observé a los tres jóvenes, que estaban bien vestidos y lis-tos para repartir la Santa Cena, y sentí por ellos admiracióny respeto. Al terminar la reunión, fui a saludarlos con unapretón de manos, unas manos pequeñas pero fuertes ensu habilidad para elevar y animar a los de espíritu desalen-tado y afligido. Que Dios bendiga a aquellos muchachospor su ejemplo de servicio, amor y fe.Óscar Abad Gutiérrez, Utah

¿El obispo le iba a hablar a mi madre?

Desde que soy miembro de la Iglesia, he tenido el de-seo sincero de guardar los mandamientos. Sin embargo, elpago del diezmo era un problema porque mi madre, queno era miembro de la Iglesia, no me lo permitía.

Cuando recibía el salario, apartaba el dinero del diezmoy lo ponía en un cajón de mi cómoda; pero cuando llegabael día de devolver al Señor lo que le correspondía, el dinerono estaba allí. Le pregunté una vez a mi mamá si lo habíavisto, y me contestó que lo había gastado porque el Señorno lo necesitaba. No quise discutir con ella, porque penséque habría otra manera de resolver aquella dificultad.

Durante mucho tiempo me sentí muy triste por no po-der pagarlo. Cuando fui a la oficina del obispo para el ajus-te anual de diezmos y él me preguntó si pagaba el diezmoíntegro, con lágrimas en los ojos le dije que no, porque mi

madre había tomado el dinero que tenía para ese propósi-to. El obispo me consoló diciéndome que el Señor conocíalos deseos de mi corazón; después, me pidió que llevara ami mamá el miércoles siguiente para tener una entrevistacon él, y le dije que lo haría.

En toda esa semana estuve pensando: “¿Cómo voy a lle-var a mamá para una entrevista con el obispo si ella no esmiembro de la Iglesia? ¡No querrá ir!”.

Al llegar el miércoles, todavía no le había dicho nada, asíque ese día le pedí sencillamente que me acompañara alcentro de reuniones, explicándole que no quería ir sola.Felizmente, me dijo que lo haría.

El obispo Feitosa la recibió con amabilidad y la hizo pa-sar a su oficina. Me sentí muy nerviosa mientras ella estuvoallí; al fin salió de la oficina, ¡y estaba sonriente!

En el regreso a casa, me miró y me dijo: “De ahora enadelante vas a pagar el diezmo todos los meses”. ¡Qué ale-gría sentí! El Señor había preparado la forma para que mimadre entendiera mi deseo de observar ese mandamientosagrado.

Ahora mi mamá es miembro de la Iglesia; ella misma paga el diezmo y se asegura de que yo pague el mío. Porcumplir ese mandamiento, hemos recibido bendicionesmaravillosas, todo gracias a que un líder inspirado le hablósobre el sacrificio, la dedicación y la fidelidad al Señor.Evanilda Gomes do Nascimento, Brasil

Acércate y habla con él

En 1998, cuando era presidente de los Hombres Jóvenesdel barrio, participé en un campamento de jóvenes de laestaca. Un día, mientras descansaba después de un juego,noté a un jovencito que no conocía; estaba sentado solo en

32

I N S T R U M E N T O S E N S U S M A N O S“El líder debe tener iniciativa para la

acción y ser una influencia en aque-

llos a quienes dirige; debe inducir al

movimiento y al cambio, debe asegu-

rarse de que los que estén bajo su res-

ponsabilidad no fracasen, pero debe

hacerlo según la manera del Señor.

Debe ser un instrumento en las manos del

Todopoderoso para cambiar la vida de las perso-

nas. Debe saber dónde se encuentra en la actuali-

dad, adónde va y qué hará para llegar allí”.

Presidente James E. Faust (1920–2007), Segundo Consejero dela Primera Presidencia. Véase “A éstos haré mis gobernantes”,Liahona, febrero de 1981, págs. 69–70.

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un pequeño montículo alejado del campa-mento; tenía en la cara una expresión de desa-grado y sentí que debía acercarme y hablarle.

Me presenté y le pregunté cómo se llama-ba. No tengo memoria de todo lo que habla-mos, pero recuerdo que derramé algunaslágrimas; fue una conversación especial queduró hasta que nos llamaron para la siguienteactividad. Después de eso, vi muy pocas ve-ces a aquel joven y nunca tuve otra oportuni-dad de hablar con él.

En agosto de 2005 tuvimos una reunión enel centro de estaca. Aquel mismo joven se meacercó, me saludó y me entregó una carta enla que decía:

Hoy empecé a pensar en la conversación

que tuvimos en el Parque San Martín, alre-

dedor de 1998. Por si no se acuerda, yo esta-

ba sentado solo y me sentía un poco triste;

usted se me acercó y me dijo que sentía que

debía hablar conmigo. Me dijo… que había

llegado el momento de decidir: quedarme

en la Iglesia y seguir a Jesucristo o alejarme

de ella y no gozar de las bendiciones que se

reciben cuando se es activo en la Iglesia. Lo

que realmente se grabó en mí fue lo que me

dijo de que si yo caía, toda mi familia cae-

ría conmigo; pero que si seguía adelante,

mi familia seguiría también.

…Surgió en mí un gran deseo de ayu-

darles… así que desde el día en que usted y

yo conversamos, tomé la decisión de ser

fiel al Señor, y todavía, después de siete

años, sigo con esa fidelidad y mi familia es-

tá firme en el Evangelio y es también fiel al

Señor… Muchísimas gracias por haber sido

tan sincero y verídico conmigo. Nunca sa-

brá el gran bien que hicieron sus palabras

aquel día.

Aquel joven cumplió una misión y se hacasado en el templo. Estoy agradecido alSeñor por haberme dado la oportunidad deprestar servicio como líder, y le doy las gra-cias por haber llegado a entender la impor-tancia de ponerme en el lugar de los demás afin de comprender las dificultades por las queestén pasando. ■Alejandro Humberto Villarreal, Argentina

Cuando le dijeal obispo quemi madre no

me dejaba pagar eldiezmo, me dijo quela llevara para teneruna entrevista con él.

L IAHONA FE B RE RO DE 2008 33

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L IAHONA FE B RE RO DE 2008 35

P O R E L É L D E R PA U L K . S Y B R O W S KYDe los Setenta

M e crié en una familia magnífica pe-ro menos activa en la Iglesia y noestaba acostumbrado a escuchar

testimonios de la veracidad del Evangelio enmi hogar; así que, aunque crecí en Salt LakeCity, Utah, en un ambiente donde predomi-nan los Santos de los Últimos Días, no mecrié en una familia típica de Santos de losÚltimos Días. En casa no teníamos nochesde hogar ni oraciones familiares; muchas delas prácticas religiosas a las que mis amigosestaban acostumbrados me resultaban untanto extrañas.

Por haber crecido en ese tipo de hogar,probablemente se me habría considerado elmenos dispuesto a ponerme de pie y expre-sar mi testimonio en medio de una gran congregación de seminario. Además, era unpoco tímido a los quince años, por lo que yomismo me sorprendí al encontrarme frenteal micrófono delante de trescientos alumnosde seminario; pero estaba a gusto debido alo que sentía en lo profundo de mi ser. Aunahora, todavía recuerdo la intensa inspira-ción del Espíritu que sentí de ponerme depie y dar mi testimonio en aquella reuniónde seminario.

No me acuerdo de las palabras exactasque pronuncié, pero jamás olvidaré aquel ar-dor en el pecho, aquella certeza que recibí

de que la Iglesia es verdadera. Recuerdo bienhaber sentido al Espíritu Santo que descen-día sobre mí al testificar de la veracidad deesta Iglesia.

Lo supe

Antes de aquel día, creía que la Iglesia eraverdadera; me gustaba, pensaba que era algobueno y participaba en las actividades; peroen aquel momento decisivo de mi vida, supe

que era verdadera. No podía negarlo, y nadiehabría podido privarme de ese testimonio.

Desde aquel día en el seminario, he compartido mi testimonio miles de veces.Recuerdo algunas de esas otras ocasiones,pero ninguna ha sido tan impresionante paramí, ni ha tenido tanta influencia para dar for-ma a mi futuro, como aquella oportunidad enque lo hice siendo un adolescente. Una de lasrazones por las que ese acontecimiento medejó una impresión tan duradera fue que te-nía entonces aproximadamente la mismaedad que el profeta José Smith cuando vio alPadre Celestial y a Su Hijo, Jesucristo, y supoque iba a ser el instrumento principal pararestaurar la Iglesia verdadera en la tierra.

La experiencia de expresar mi testimonioy de obtener una absoluta certeza de la ver-dad fue, en muchos aspectos, un momentocrucial de mi vida. Cuando se recibe instruc-ción directamente del Señor, es lo más gran-dioso que se puede aprender. Por ese

Cómo obtener elTESTIMONIO

Recuerdo muchas delas veces en que dimi testimonio, peroninguna tan vívida-mente como aquellaen la que era un tí-mido adolescente y me encontré delan-te de trescientoscompañeros de seminario.

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testimonio, sentí deseos de prestar servicio,de ser mejor estudiante y de desarrollar másmis habilidades sociales y personales. Se in-crementó mi anhelo de aprender más de lasEscrituras, sentí que mi vida tenía un propó-sito y supe que, si me mantenía digno, se me

permitiría predicar el Evangelio.Además, me di cuenta de que Dios sabía

quién era yo, y ése fue uno de los elementosmuy importantes que me sorprendió y me

cambió. ¡Yo era hijo Suyo! Una vez que sa-bes quién eres, deseas ser mejor. Y jun-

to con ese conocimiento recibes unpoder, un poder que sólo puedesobtener mediante la inspiración denuestro Padre Celestial.

Al pensar en aquella experien-cia, creo que el Padre Celestial

quería darme la oportunidad dedesarrollar algunos atributos y ha-bilidades de los que Él pudieraservirse para obrar más fácilmen-te conmigo. Creo que tambiénhabrá querido hacerme pensar

en prestar servicio misional, algoa lo cual no se me alentaba en mi

hogar. En mis primeros años deadolescencia, no pensé mucho enuna misión; pero mediante esa expe-riencia con el testimonio, supe porprimera vez que quería ser misionero;

muchas otras reforzaron mi deseo,pero aquélla fue la primera oportu-

nidad en que supe que quería hacerlo. Supe que mi Padre

Celestial deseaba que cumplierauna misión de tiempo comple-

to para compartir con Sushijos lo que ya sabía.

36

Es vital que in-crementen sutestimonio y

tengan fe en queJesucristo es suSalvador y Redentor;es vital que compren-dan que, debido aSu amor perfecto, Élexpió por ustedes.

Page 39: Liahona Febrero 2008

Abran el corazón

El obtener un testimonio es algo simi-lar a lo que los nefitas experimentaroncuando el Salvador fue a visitarlos. Al prin-cipio no entendían lo que les hablaba lavoz de Dios porque escuchaban sólo conlos oídos; pero cuando abrieron el corazón,entonces pudieron entender Su voz.

“Y nuevamente por tercera vez oyeron lavoz, y aguzaron el oído para escucharla; y te-nían la vista fija en dirección del sonido; y mi-raban atentamente hacia el cielo, de dondevenía el sonido.

“Y he aquí, la tercera vez entendieron lavoz que oyeron…” (3 Nefi 11:5–6).

El abrir el corazón a la inspiración de nuestro PadreCelestial es un elemento esencial en la vida, y ustedes ne-cesitarán Su inspiración.

Se enfrentan con algunas dificultades singulares y la for-ma de vencerlas es permitir al Espíritu Santo que destileSu influencia sobre ustedes. Permítanle que los guíe. Lafortaleza que recibimos de nuestro Padre Celestial nos lle-ga de espíritu a espíritu y de corazón a corazón; y es con lafuerza del Señor que podemos avanzar. Él nos proporcio-nará esa fuerza por medio de nuestro testimonio.

Disfruten de la adolescencia

El hecho de fortalecer su testimonio les ayudará a disfrutar de sus años de adolescencia, que pueden seruno de los períodos más emocionantes de su vida. Esode ninguna manera disminuye la importancia de prestarservicio misional, de casarse en el templo o de cualquie-ra de las maravillosas experiencias que tendrán más adelante, pero los exhorto a disfrutar de su vida de ado-lescentes. ¿Y cómo lo hacen? Guardando todos los man-damientos del Señor, ¡que no son optativos! Cada unose ha dado con un sabio propósito: el de mantenernos a salvo.

Parte del mensaje de la Primera Presidencia en Para la

Fortaleza de la Juventud dice:“Su Padre Celestial desea que vivan felices y desea lle-

varlos de nuevo a Su presencia. Las decisiones que tomenhoy determinarán mucho de lo que habrá de venir duran-te su vida y la eternidad.

“Dado que el Señor les ama, les ha dadomandamientos y las palabras de los profe-tas para guiarles en su jornada”1.

El presidente Gordon B. Hinckley,nuestro Profeta y Presidente, ha dichoesto: “Seamos personas felices. El plandel Señor es un plan de felicidad”2.Sigamos al Profeta y tengamos una existencia feliz. Esta época de su vidaes emocionante y debe resultarles di-vertida. La actividad en la Iglesia con-tribuye a que disfruten realmente de

su juventud.Tengan el valor de seguir lo que sientan en el cora-

zón. Aférrense a esas impresiones y ensánchenlas. Es vi-tal que incrementen su testimonio y tengan fe en queJesucristo es su Salvador y Redentor; es vital que com-prendan que, debido a Su amor perfecto, Él expió porustedes.

Con ese conocimiento, tienen el maravilloso privilegiode combinar su fe en Jesucristo con el arrepentimiento afin de cerciorarse de que sus convenios estén vigentes; en-tonces estarán en condiciones de recibir dirección y guíade uno de los miembros de la Trinidad, el Espíritu Santo.¡Y qué grandioso don es ése! Es un don maravilloso querecibimos por tener fe en el Señor Jesucristo y por gozarde los frutos del arrepentimiento.

Cuando era adolescente, recibí otro don: un testimoniovivo y creciente del Evangelio de Jesucristo. Al nutrirlo, esetestimonio continuó aumentando; empecé a comprenderel designio del Señor, Su plan para llevarme de regreso ami Padre Celestial. “Lo que es de Dios es luz; y el que reci-be luz y persevera en Dios, recibe más luz, y esa luz se ha-ce más y más resplandeciente hasta el día perfecto” (D. y C. 50:24).

Testifico solemnemente que Dios es nuestro Padre yque Su Hijo, Jesucristo, es el Salvador de toda la humani-dad. Ustedes también pueden tener ese testimonio; pue-den tenerlo ahora, mientras son adolescentes, como lotuve yo. No tienen por qué esperar. ■

NOTAS1. Para la Fortaleza de la Juventud, 2001, pág. 2.2. “Cada uno… una persona mejor”, Liahona, noviembre de 2002,

pág. 100.IMAG

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Para la

Fortaleza de la JuventudCumplir nuestro deber a Dios

L IAHONA FE B RE RO DE 2008 37

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P O R E L É L D E R R O B E R T F. O R TO NEl élder Orton sirvió como miembro de losSetenta desde 2001 hasta 2007

Supongo que casi todo el mundo deseallevar un tipo de vida que le brinde feli-cidad eterna, algo que, en mi opinión,

se consigue al trazar un curso que nos con-duzca a la vida eterna. Este hecho se puedeacelerar y alcanzar cuando damos oído a lasimpresiones del Espíritu y logramos el equili-brio adecuado.

Cuando digo equilibrio, me estoy refirien-do a factores espirituales, intelectuales, físi-cos, sociales y económicos. Equilibrio sedefine como entereza mental y emocional;equilibrar es disponer algo en armonía o proporción.

El reto de lograr el equilibrio

Como bien saben, asumir los retos de la vida cotidiana puede llegar a alterar el equi-librio y la armonía que anhelamos. Muchosnos sentimos abrumados en nuestra

búsqueda por lograr y conservar ciertoequilibrio en nuestra vida. Tomé los ejem-plos siguientes de un discurso del élder M. Russell Ballard, del Quórum de los DoceApóstoles1.

Un estudiante soltero comentó: “Sé quelas Escrituras y los líderes actuales de laIglesia declaran que no debemos posponerinnecesariamente el matrimonio y la forma-ción de una familia, pero tengo 26 años, aúnno he terminado mis estudios y no tengo unempleo que me permita mantener a una fa-milia. ¿Sería posible exonerarme de contraermatrimonio por el momento?”.

Otra persona dijo: “Soy mujer y nadie meha pedido en matrimonio. ¿Cómo voy a ob-servar el mandamiento de casarme?”.

Una joven madre indicó: “Mi vida se con-sume entre terminar mis estudios y cuidar amis hijos. Apenas dispongo de tiempo parapensar en nada más. A veces creo que el

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Vida Equilibrada

Enfrentamos muchosretos, pero no es ne-cesario abandonarnuestra lucha por alcanzar una educa-ción superior, el ma-trimonio y la familia,y el servicio a laIglesia.

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verdad, sea cual fuere su origen”2. Además, re-veló que “la gloria de Dios es la inteligencia (D. y C. 93:36) y que “cualquier principio de inteligencia que logremos en esta vida se levan-tará con nosotros en la resurrección” (D. y C.130:18).

El presidente Gordon B. Hinckley ha declara-do: “Les suplico que tengan una vida equilibra-da. No se obsesionen con lo que podríamosllamar ‘un Evangelio de pasatiempo’. Una buenacomida incluye más que un plato. Por supuestoque se deben destacar en su... especialidad, pe-ro les advierto en contra de hacer de ella su úni-co interés...

“...Cuídense de la obsesión, de la estrechezde miras. Permitan que sus intereses procedande una variedad de campos buenos a la vez quetrabajan con un mayor ahínco en la especialidadde su profesión”3.

El presidente Hinckley también nos ha en-señado que tenemos una responsabilidad cua-tripartita: para con nuestra familia, nuestrosempleadores, el Señor y nosotros mismos.Además, nos ha aconsejado que “dediquemostiempo a meditar un poco y a hacer algo de ejercicio”4.

Al desplazarme en avión, me he fijado en que durantela fase de despegue una azafata o un sobrecargo se ponede pie y, entre otras cosas, dice: “Si perdiéramos presiónen la cabina, descenderá sobre sus cabezas una mascarillade oxígeno. Si están sentados al lado de un niño pequeñoo de alguien discapacitado, asegúrense de ponerse su pro-pia mascarilla antes de tratar de ayudar a otras personas”.¿Por qué diría eso el auxiliar de vuelo? Evidentemente, siuno está inconsciente, no puede ayudar a nadie. Pues lomismo sucede con nuestro servicio al género humano y ala Iglesia, y con nuestros empleos. Si no nos fortalecemosa nosotros mismos, jamás estaremos en condiciones defortalecer a nuestro prójimo.

El presidente James E. Faust (1920–2007), SegundoConsejero de la Primera Presidencia, también ha recalcadoque “resulta mucho más fácil someterse ‘al influjo delEspíritu Santo’ (Mosíah 3:19) para aquellos que tienen unequilibrio justo; por lo que podemos dejar atrás los atribu-tos del hombre y la mujer naturales... FO

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mundo y la Iglesia esperan demasiado de mí.No importa cuán arduamente trabaje, jamás es-taré a la altura de las expectativas de nadie. Medebato entre tener confianza y sentirme culpa-ble y desalentada por no hacer todo lo que de-bemos para merecer el reino celestial”.

Otro estudiante soltero indicó: “Debo traba-jar para costearme los estudios y no dispongode tiempo suficiente para las tareas y servir en la Iglesia. ¿Cómo se espera que lleve una vidaequilibrada?”.

He oído a muchas personas decir: “Nadiemás que yo sabe lo importante que es que haga-mos ejercicio, pero no dispongo del tiempo”.

Se oyó a una hermana decir: “¿Cómo puedehoy en día el esposo y la esposa proveer para sufamilia si la esposa no trabaja fuera de casa? Sino lo hace, no hay dinero suficiente para todoslos gastos”.

Un joven padre agregó: “Mi negocio requiereuna dedicación completa. Me doy cuenta deque estoy desatendiendo a mi esposa, a mis hi-jos y los llamamientos de la Iglesia, pero si tansólo aguantamos este año, ganaré suficiente di-nero y al final todo saldrá bien”.

¡Vaya, soñador! La vida no es así de sencilla;al contrario, se complica cada vez más. No sueñen con que el mañana les conceda más tiempo y menos responsabilidades. Prepárense para encarar el futuro practicando hoy, cualesquiera sean sus circunstancias, lo que necesiten hacer para entonces.

¿Debiéramos cesar en nuestro esfuerzo por obtener unaeducación superior o dejar de desarrollarnos y de fortale-cernos? ¿Debiéramos abandonar nuestra lucha por alcanzarel matrimonio y la familia? ¿Debiéramos dejar de preparar-nos para proveer para nuestras familias y para nosotros mis-mos? ¿Debiéramos olvidarnos de servir en la Iglesia?

La respuesta a cada una de estas preguntas es, evidente-mente, no. Aunque resulta imposible responder desde es-tas páginas a todas las frustraciones que he indicado, lesruego que reflexionen en las ideas siguientes.

El equilibrio es una necesidad

El profeta José Smith enseñó: “Uno de los sublimesprincipios fundamentales del ‘mormonismo’ es recibir la

Si un avión pierde

presión en su interior,

los pasajeros deben

ponerse sus propias

mascarillas de

oxígeno antes de

ayudar a otras

personas. Lo mismo

ocurre con el servicio.

Si no nos fortalecemos

a nosotros mismos,

jamás estaremos en

condiciones de

fortalecer a nuestro

prójimo.

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“En gran medida, el equilibrio consiste ensaber qué cosas se pueden cambiar, en po-nerlas en la perspectiva apropiada y en reco-nocer aquellas que no van a cambiar”5.

Tres experiencias personales

Me crié en Panguitch, Utah, un puebleci-to de unos 1.500 habitantes. Allí, yo era unaespecie de pez gordo. Al graduarme de se-cundaria, obtuve una beca para asistir a laUniversidad Brigham Young. Al llegar allí,descubrí que no era sino uno de tantos, yme desanimé. No dejaba de pensar: “Quieroirme de aquí”. Comencé a ir a casa durantelos fines de semana; asistía a la Iglesia en ca-sa, no en el campus. Los resultados escola-res no fueron lo que deberían haber sido.No me relacionaba con la gente y al términodel año me dije: “No voy a volver. Eso no espara mí”.

Ese verano me fui a casa y a mediados deagosto descubrí que deseaba volver a la uni-versidad. Y así lo hice. Esta vez me uní deinmediato a una hermandad social y a unaorganización de servicio. Me trasladé a la re-sidencia estudiantil y comencé a asistir a lasreuniones en el campus, en vez de irme acasa durante los fines de semana. Los resul-tados académicos mejoraron y empecé a

darme cuenta de que la vida universitariaera buena y que me sentía feliz de estar allí.

Más adelante, asistí a la facultad deDerecho. El primer año fue difícil porqueestaba estudiando una disciplina diferente ala de mis estudios anteriores, por lo que losresultados no fueron tan buenos como de-bieron haberlo sido. El segundo año trabajéa media jornada para un bufete mientras se-guía estudiando. Los resultados académicosmejoraron. Al término del segundo año mecasé con mi esposa, Joy, y aún con las res-ponsabilidades adicionales, todo iba bien.Los resultados académicos fueron mejor delo que jamás había recibido.

La última experiencia que deseo compartirtuvo lugar al aprobar el examen del colegiode abogados. Un abogado de mucha expe-riencia se me acercó y me dijo: “Bob, no pue-des ser un abogado eficaz y de éxito y ser a lavez miembro activo de la Iglesia SUD”. Penséen otras personas que habían ejercido la abo-gacía con éxito y eran activos en la Iglesia, ytomé la determinación de permanecer activoen la Iglesia. Mi decisión no afectó mi éxitocomo abogado; de hecho, lo realzó porquehabía equilibrado mi vida. Dado que intenta-ba hacer lo que el Señor me había pedido, Élme dio más fortaleza, comprensión y ayuda.

L IAHONA FE B RE O 41

T ener un equili-brio entre losaspectos espi-

ritual, intelectual, físico, social y econó-mico de nuestra vidanos permite trazarun curso que nosconducirá a la vidaeterna y a una felici-dad duradera.

Page 44: Liahona Febrero 2008

La guía del Espíritu

Las respuestas a las decisio-nes más importantes de la vidatenderán a generar equilibrio yfelicidad si llegan a través delas impresiones del Espíritu.¿Cómo obtenemos el Espíritu ylas respuestas que buscamos?

En primer lugar, permítan-me sugerir que debemos asis-tir a la reunión sacramentalcada semana y que debemos

participar de la Santa Cena. Al hacerlo, recor-damos a Cristo y Sus padecimientos por no-sotros. Hacemos un convenio, tal y comosucedió en el bautismo, de que tomaremosSu nombre sobre nosotros, y lo renovamos al observar los mandamientos. ¿Por qué hace-mos todo esto? La última frase de la oraciónsacramental responde a este interrogante:“Para que siempre puedan tener su Espírituconsigo” (D. y C. 20:77).

Allí yace la clave para disfrutar de la com-pañía del Espíritu Santo, el cual nos ayudará a responder las preguntas vitales que encare-mos. Además, debemos arrodillarnos y orarcon regularidad; debemos estar dispuestos a servir a nuestro prójimo; debemos tenderuna mano de amor y no temer (véase 1 Juan4:18).

Si le pedimos al Señor que nos conceda elEspíritu y hacemos lo que sea necesario paratener Su influencia con nosotros, el Espíritunos enseñará todas las cosas, nos ayudará connuestros estudios, nos ayudará a tomar deci-siones sobre los derroteros de nuestra vida ynos brindará paz y sentimientos de calma.

Una parábola sobre la oración

Concluyo con un pasaje de Lucas 18:1–8:“También les refirió Jesús una parábola

sobre la necesidad de orar siempre, y nodesmayar,

“diciendo: Había en una ciudad un juez,

que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre.“Había también en aquella ciudad una viu-

da, la cual venía a él, diciendo: Hazme justiciade mi adversario.

“Y él no quiso por algún tiempo; pero des-pués de esto dijo dentro de sí: Aunque ni te-mo a Dios, ni tengo respeto a hombre,

“sin embargo, porque esta viuda me esmolesta, le haré justicia, no sea que viniendode continuo, me agote la paciencia.

“Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juezinjusto.

“¿Y acaso Dios no hará justicia a sus esco-gidos, que claman a él día y noche? ¿Se tarda-rá en responderles?

“Os digo que pronto les hará justicia”.El Señor escucha y contesta nuestras ora-

ciones. A veces tenemos la tendencia de dar-nos por vencidos demasiado pronto cuandole oramos a Él; es necesario perseverar.

En calidad de testigo especial deJesucristo, llamado a dar testimonio a lasnaciones del mundo (véase D. y C. 107:25), testifico que Él vive y que es nuestroSalvador. Él les conoce a ustedes y me cono-ce a mí. Él sabe lo que hay en nuestra men-te y en nuestro corazón. Él será nuestroabogado ante el Padre si observamos losconvenios que hacemos al participar de la Santa Cena cada semana.

Podemos vencer al mundo si aspiramos a tener un equilibrio en nuestra vida.Seremos bendecidos cuando deseemos tener el Espíritu con nosotros en todo mo-mento y seamos fieles al responder a Sus impresiones. ■Adaptado de un discurso pronunciado en el LDSBusiness College el 1 de marzo de 2006.

NOTAS1. Véase “El equilibrio en las exigencias de la vida”,

Liahona, julio de 1987, págs. 12–14.2. History of the Church, tomo V, pág. 499.3. Teachings of Gordon B. Hinckley, 1997, págs. 31–32.4. Teachings of Gordon B. Hinckley, pág. 33.5. “La necesidad del equilibrio en nuestra vida”,

Liahona, marzo de 2000, págs. 4, 7.

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P odemos tenerel Espíritusiempre con

nosotros cuandoasistimos cada sema-na a la reunión sacramental y parti-cipamos de la SantaCena. El EspírituSanto nos ayudará a responder las pre-guntas vitales quevayan surgiendo.

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¿Sabías que...?

La medalla de oro de la reina

Christopher Vingoe, del BarrioKings Lynn, Estaca Norwich, Inglaterra,se sobrepuso a graves lesiones cere-brales que padeció en su infancia hasta alcanzar los mejores logros aca-démicos durante los exámenes de grado que realizó el año pasado, elequivalente a superar los exámenes de admisión de la universidad en seisasignaturas diferentes. Este logro in-creíble le valió a Christopher la obten-ción de la Medalla de Oro de la Reinaal Mérito Académico.

La reina Isabel II entregó este reco-nocimiento a Christopher. “Se mostróencantadora y fue muy fácil conversar

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“De alguna manera, el perdón, acompañado del amor y de la toleran-cia, logra milagros que no podrían acontecer de ninguna otra forma”.

Presidente Gordon B. Hinckley, “El perdón”, Liahona, noviembre de 2005, pág. 84.

En una palabra

Sión: El Señor nos manda “estable-cer la causa de Sión” (D. y C. 6:6).¿Qué es Sión? Una definición es: “lospuros de corazón” (D. y C. 97:21). Lapalabra Sión suele emplearse con estesentido para referirse al pueblo delSeñor o a la Iglesia y sus estacas (véa-se D. y C. 82:14). Se nos insta a edifi-car Sión dondequiera que vivamos.

Sión también puede aludir a ubica-ciones geográficas concretas:

• La ciudad de Enoc (véase Moisés7:18–21).

• La antigua ciudad de Jerusalén (véase 1 Reyes 8:1).

• La Nueva Jerusalén, que se edifica-rá en el condado de Jackson,Misuri (véase D. y C. 57:1–3).

Pauta de liderazgo

El presidente N. Eldon Tanner (1898–1982), consejero de la PrimeraPresidencia durante muchos años, enseñó que para ser un líder con éxito debe-mos seguir el ejemplo de Jesucristo, y dio nueve sugerencias para ayudarnos aser grandes líderes:

1. Consideren al Salvador como el ejemplo perfecto de liderazgo.2. Acepten la función de maestro y de siervo.3. Escudriñen las Escrituras en busca de principios correctos.4. Oren para recibir guía, escuchen y respondan.5. Ayuden a las personas a gobernarse a sí mismas.6. Cuenten con que las personas se responsabilicen por su trabajo.7. Expresen el debido agradecimiento.8. Den un ejemplo personal que sea compatible con lo que enseñamos.9. Den oído a la voz del Presidente de la Iglesia, que es un profeta de Dios,

y sigan su consejo y su ejemplo.Véase “Dirigir como el Señor dirigió“, Liahona, enero de 1978, págs. 4–5.

con ella”, dice Christopher, que ahorase halla sirviendo como misionero enLeeds, Inglaterra. Hasta le habló unpoco sobre el servicio misional de laIglesia.

Cuando Christopher tenía seisaños de edad, lo atropelló un vehícu-lo cuando cruzaba la calle. Estuvo cin-co días en coma y se le produjo uncoágulo sanguíneo en el cerebro. Surecuperación asombró a los médicos.Cuando le contaron a la reina Isabeldel accidente de Christopher y de có-mo se había recuperado, ella bromeó,diciendo: “Tal vez eso es lo que le des-pertó los sesos”.

Page 46: Liahona Febrero 2008

Valor parahacer unapreguntaPor Lai Chang Hui-ling

En el verano de 1994 hice una pausa en mis estudios enTaipei, Taiwán, para regresar a

mi ciudad natal de Miao-li y tomarunas vacaciones. Al estar allí, aceptéun empleo en una florería. Mi cora-zón rebosa de gratitud al recordar losucedido.

Cierto día, mientras me hallaba re-gando las plantas, un hombre en unasilla de ruedas motorizada se detuvoa contemplar las flores. Declinó tími-damente mi invitación a pasar al inte-rior de la tienda, pero hubo algo enél que dejó una profunda impresiónen mi mente. Posteriormente me to-pé varias veces con él en la calle ysiempre intercambiábamos un saludocon la cabeza y una sonrisa amistosa.

Un día muy caluroso, mientras es-taba sentada en un restaurante disfru-tando de un helado, alguien me diounas palmaditas en el hombro. Era elhombre de la silla de ruedas, que es-taba elegantemente vestido y esboza-ba una gran sonrisa. Armado de valor,me preguntó por mi nombre y mi nú-mero de teléfono, y se fue.

A los pocos días me llamó para in-vitarme a una cena de la iglesia. Con

el ánimo que medio una amiga,

acudí, aunque algo vacilante. La cenaestaba deliciosa y la acogida de losmiembros me hizo sentir bienvenidadesde el momento en que entré. Esamisma noche, otro miembro de laIglesia me pidió mi teléfono y mi di-rección de Taipei y envió mis datos alos misioneros de esa ciudad. Así co-menzaron mis lazos eternos con LaIglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días.

Fui bautizada y confirmada en elotoño de 1994 y serví en una misiónde tiempo completo en 1997. Dosaños después de que regresé a casa,me casé con un ex misionero y co-menzamos nuestra propia familia.

Todas estas bendiciones tuvieronlugar porque un miembro de la Iglesiatuvo el valor de hacerme una pregun-ta. En aquel momento no era más queun extraño, pero a la larga, me ayudóa encontrar el evangelio del Salvador.Aquel hombre me recuerda un pasajeque descubrí en el Libro de Mormón:

“Y no tengo ninguna otra in-tención sino el eterno bie-nestar de vuestras almas”

(2 Nefi 2:30). ■

V O C E S D E L O S S A N T O S D E L O S Ú L T I M O S D Í A S

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Cierto día,mientras mehallaba re-

gando las plantas,un hombre en unasilla de ruedas mo-torizada se detuvoa contemplar lasflores. Algo en éldejó una profundaimpresión en mimente.

Page 47: Liahona Febrero 2008

Una voz deadvertenciaPor Sandra Gates

Había estado unos días con mispadres, descansando, porquehabía estado enferma. Pero

ya era hora de volver a casa, así queme despedí y tomé un autobús hastaLeicester, en el centro de Inglaterra.Desde la ventanilla observaba las ca-sas y a la gente ocupada en sus ruti-nas diarias. Era un día brillante ysoleado de verano de 1976; yo mesentía feliz, decidida a hacer frente a

cualquier cosa quese interpusiera enmi camino. Bajédel autobús y cami-né cerca de kiló-metro y medio hasta la estación del tren.

Los pasajeros se daban empujonesen el andén mientras aguardaban lallegada de los trenes que los llevaríana sus diversos destinos. De vez encuando, una voz anunciaba los trenespor el sistema de megafonía.

No tardó en llegar mi tren, pero enel momento en que me subía, recibíuna clara impresión. Me apeé con elfuerte sentimiento de que no debía

tomar el tren y que sería mejor regre-sar a casa en autobús. Había compra-do un billete de ida y vuelta y nopodía darme el lujo de comprar, ade-más, un billete de autobús. Sin em-bargo, la impresión era tan fuerte queno podía dejar de tenerla en cuenta.

Llevaba poco tiempo en la Iglesia,pero había sentido el Espíritu du-rante el bautismo y la confirmación.A punto de subirme al tren, oí unavoz apacible que me decía: “¡No!”.Me quedé quieta por un rato paraver si volvía a oírla, y de nuevo lavoz dijo: “¡No!”.

Tan pronto como salí de la esta-ción de tren sentí una calidez que meconfirmaba que la decisión que había

tomado era correcta. Despuésde llegar a la estación de autobu-ses tuve que esperar más de unahora por el autobús que me lle-varía a mi casa en Coventry. Sihubiera tomado el tren ya habríallegado (o eso creía yo), pero alir en autobús, no llegué sinohasta bien entrada la tarde.

Al poner el noticiario en latelevisión, me quedé impactadacon lo que vi. ¡El tren que estu-ve a punto de tomar había colisionado en las afueras deNuneaton! Había muchos heri-

dos y varios muertos.Yo siempre viajaba en el vagón

delantero, el primero después de lalocomotora, una zona que resultó gra-vemente dañada en el accidente. Nopodía dejar de pensar en lo que ha-bría sucedido si no hubiera prestadoatención a la voz dulce y apacible.Tampoco lograba dejar de pensar entoda la historia familiar y la obra deltemplo que no hubiera podido llevara cabo por mis antepasados si hubiera

Cuando esta-ba a puntode subir al

tren, oí una vozapacible que medijo: “¡No!”.

L IAHONA FE B RE RO DE 2008 45

Page 48: Liahona Febrero 2008

46

resultado gravemente herida o falleci-do en el accidente.

Me siento agradecida por la reafir-mante voz de amonestación delEspíritu Santo. Sé que no nos equivo-caremos si damos oído a la voz delEspíritu. ■

Necesitabauna bendiciónPor Yves Raoelina

En febrero de 2005 estaba apunto de terminar la fase final de la academia de candi-

datos a oficiales de las fuerzas arma-das en los bosques invernales deAlabama, donde pasamos días y no-ches perfeccionando tácticas parapelotones de infantería a temperatu-ras bajo cero. Una noche deter-minada cayó incesantemente unaguacero helado mientras mis

compañeros candida-tos a oficiales y yo in-tentábamos levantarun campamento paraguarecernos esa noche.

Me sentía con el áni-mo por los suelos; tenía las manos ylos pies congelados y cualquier movi-miento me causaba dolor. Estaba em-papado de pies a cabeza y no dejabade temblar. Por si eso fuera poco, te-mía estar contrayendo pulmonía, en-fermedad que ya había padecidovarias veces.

Pensé en desertar, pero entoncesrecordé el ejemplo de los pionerosde los carros de mano, quienes jamásse dieron por vencidos a pesar de te-nerlo todo en su contra. Decidí queterminaría mi entrenamiento. Mi fa-milia y yo habíamos sacrificado dema-siado como para abandonar mi metade convertirme en oficial. Oré a miPadre Celestial para que me dierafuerzas para seguir adelante.

Esa noche no concilié el sueño y

al día siguiente me sentía mucho pe-or. Estaba exhausto. Las horas de entrenamiento que pasé a la intempe-rie no hicieron nada para aliviarme niel dolor ni la tos. Uno de los instruc-tores se percató de mi situación y memandó pasar un par de horas en latienda de campaña templada.

Mientras me encontraba descalzoen el barro colgando mi ropa moja-

da, añoraba una bendicióndel sacerdocio. De repentese abrió la portezuela detela de la tienda y entrarondos candidatos a oficiales.Comencé a conversar conuno de ellos, Scott Lundell,y terminamos hablando deviajes por otros países.Scott me dijo que había es-tado un par de años en lasFilipinas antes de unirse alejército. En ese instante, elEspíritu me hizo sentir queScott era un ex misionero.

“¿Y qué fuiste a hacer allá?”, le pre-gunté.

“Cosas religiosas”, me contestó.“¿Eres miembro de La Iglesia de

Jesucristo de los Santos de los Últi-mos Días?”, le pregunté.

“Sí”, dijo.“Yo también”, agregué.Nos estrechamos la mano y le

pregunté si podría darme una ben-dición. De inmediato accedió, y yome arrodillé en el barro. ¡Pronuncióla bendición y sané de inmediato!Recuperé las fuerzas y dejé de toser:la enfermedad había desaparecido.Terminé el entrenamiento y un mesmás tarde fui ascendido a oficial.

Ciertamente, nuestro PadreCelestial se acuerda de cada uno denosotros y nos bendice a Su manera

T enía las ma-nos y los piescongelados

y cualquier movi-miento me causa-ba dolor. Por si esofuera poco, temíaestar contrayendopulmonía.

Page 49: Liahona Febrero 2008

cuando ejercemos fe en Él. Él nossostendrá aun en los momentos másdifíciles.

Scott Lundell murió en combateen Afganistán el 25 de noviembre de2006. No lo conocía muy bien, perosu muerte me afectó profundamen-te. Nuestro Padre Celestial me lo en-vió en un momento crítico de mivida. Jamás lo olvidaré y siempre re-cordaré aquella bendición especialque recibí de un digno poseedor delsacerdocio. ■

El poder dedos testimo-niosPor Kathy Truman

Un día echaba un vistazo a los li-bros de la tienda de artículosde segunda mano de Deseret

Industries (Industrias Deseret) quehay cerca de mi casa y decidí comprarun ejemplar del Libro de Mormón para dárselo a una amiga la mañanadel día de Pascua de Resurrección.Encontré un ejemplar usado en buenestado, lo puse en el carrito de la com-pra y seguí viendo aquí y allá. Al poco

rato encontré otro ejemplar que es-taba en condiciones aún mejores, así

que lo cambié por el que tenía en elcarrito y me dirigí a pagar en la caja.

Al llegar a casa, puse elLibro de Mormón en mi

escritorio para guar-darlo hasta el día de

la Pascua. Cuando

llegó ese día, lo saqué y decidí escri-bir mi testimonio en su interior.

Imaginen mi sorpresa cuando, alabrir el libro, vi una fotografía de mifamilia que se había tomado hacía 25años. En la parte inferior de la fotoestaba el testimonio que había escritomi padre, quien había fallecido re-cientemente. Las lágrimas inundaronmis ojos mientras leía su testimonio ypercibía su presencia.

Recordé que cuando yo era jo-ven, el presidente Ezra Taft Benson(1899–1994) había dado el reto a lasfamilias de personalizar ejemplares delLibro de Mormón con sus fotografías ytestimonios, y enviarlos a las oficinasgenerales de la Iglesia para que desdeallí se distribuyeran a todas las misio-nes del mundo1. Cuando encontréaquel ejemplar del Libro de Mormón,yo vivía a varios cientos de kilómetrosde distancia de donde mi familia habíavivido cuando tuvimos aquel libro.

Después de añadir mi testimonio alde mi padre, le di el Libro de Mormóna mi amiga y agradecí a mi PadreCelestial la bendición que aquel anti-guo proyecto del Libro de Mormónhabía sido para mi amiga y para mí.Ella se sintió particularmente conmo-vida por el testimonio de mi padre ypor la “coincidencia” que se habíaproducido. Con el tiempo, ella tam-bién obtuvo su propio testimonio delLibro de Mormón y entró en las aguasdel bautismo.

Mi testimonio se fortaleció y mesentí conmovida por la inspiración delpresidente Benson y por la bendiciónde ese Libro de Mormón que volvió amis manos después de 25 años. ■NOTA

1. Véase “Tenemos que inundar la tierra conel Libro de Mormón”, Liahona, enero de1989, págs. 4–6.

Mientrasechaba unvistazo a

los libros de la tien-da de artículos desegunda mano deDeseret Industries,decidí comprar unejemplar del Librode Mormón paradárselo a una ami-ga la mañana deldía de Pascua deResurrección.

L IAHONA FE B RE RO DE 2008 47

Page 50: Liahona Febrero 2008

Compartir la revista Liahona

Siempre leo la revista Liahona

porque aprendo sobre muchas cosas,como la obra del templo, los llama-mientos de la Iglesia y cómo amar aDios. Mi corazón se ablanda con lascosas que leo. Aprendo mucho y mispensamientos se aclaran. Me hanconmovido los mensajes del presi-dente Gordon B. Hinckley. Compartíla revista con miembros nuevos y me-nos activos; los fortaleció y ahora hepedido ejemplares para ellos.Josephine A. Manzon, Filipinas

El mejor regalo que puede hacer

una amiga

Amo la revista. Estoy tan ansiosapor leerla porque comparto el mensa-je de las maestras visitantes con her-manas que no están suscritas. Para mí,es el mejor regalo que una amiga pue-de hacer.Isabel Medina Méndez, Puerto Rico

Artículos para miembros y no

miembros

El material de la revista Liahona

es realmente sencillo y de una lectu-ra sumamente interesante. Mi sec-ción favorita es la del mensaje de laPrimera Presidencia; siempre les sa-co provecho, pues están repletos deconsejo espiritual para todos los hijos de nuestroPadre Celestial y

constituyen una fuenteabundante de información ce-lestial para todo el que lo lea.Ana Encarnación, República Dominicana

Relectura de la revista Liahona

La revista Liahona es una bendi-ción y una compañera. He vuelto a le-er el ejemplar de septiembre de 2003y el artículo “Me quedé corto” volvió ainspirarme. Lo leí mientras me prepa-raba para ser misionera y lo releí a laconclusión de mi servicio misional.Ciertamente, el efecto que tuvo en mí fue diferente y maravilloso.

A veces siento que se me exigenmuchas cosas, pero la lectura de eseartículo me recordó que debo seguirsiendo como Cristo. La vida no siem-pre es justa pero ahora estoy más de-cidida a dar lo mejor de mí.Georgia Pahulaya, Filipinas

La transmisión de la conferencia

general

La primera vez que vi la conferen-cia general vía satélite quedé muyimpresionado. Siento mucha gratitudpor un profeta viviente y por las de-más Autoridades Generales. Cuandolos oímos testificar del Salvador y denuestro Padre Celestial, cuando losoímos hablar con inspiración y poderde lo alto, todos nos renovamos espi-

ritualmente. Después de ver laconferencia tengo más fuerzaspara seguir adelante y aguardocon anhelo la conferencia si-guiente. Los discursos de laconferencia en la revista tam-bién son un gran consuelo, enespecial para quienes no tie-nen la oportunidad de verla.Felipe Urbina, Costa Rica

48

E N E L E J E M P L A R D E LM E S P R Ó X I M O

“¿Son cristianos los mormones?”es una pregunta que la gentesuele hacer a los miembros de la

Iglesia. El ejemplar del mes próximoresponderá a dicha pregunta: cadaartículo se centrará en nuestras cre-encias en el Salvador Jesucristo.Entre otros artículos se incluyen lossiguientes:

• El presidente Gordon B. Hinckleytestifica del Salvador, incluso Sus funciones como Dios delAntiguo Testamento y como Señorresucitado, el punto central denuestra fe.

• El élder Russell M. Nelson, delQuórum de los Doce Apóstoles,explica el significado de tener una fe dinámica en Jesucristo.

• El élder D. Todd Christofferson, dela Presidencia de los Setenta, nosenseña cómo llegar a ser testigosdel Señor.

Si desea más ideas sobre cómocompartir el ejemplar de marzo de 2008 con miembros de otrasreligiones, vea el artículo al respectoen la sección de las noticias de esteejemplar.

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Page 51: Liahona Febrero 2008

P A R A L O S N I Ñ O S • L A I G L E S I A D E J E S U C R I S T O D E L O S S A N T O S D E L O S Ú L T I M O S D Í A S • F E B R E R O D E 2 0 0 8

Amigos

Page 52: Liahona Febrero 2008

P O R E L P R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O NPrimer Consejero de la Primera Presidencia

Hace cincuenta y un años escuché aWilliam J. Critchlow Jr., en esa épocapresidente de la Estaca Ogden Sur,

contar un relato acerca de la confianza, delhonor y del deber.

“El joven Rupert se detuvo al lado del cami-no a contemplar a un gran número de perso-nas que pasaban apresuradas. Al poco rato,reconoció a un amigo. ‘¿A dónde van todoscon tanta prisa?’, preguntó.

“El amigo se detuvo... ‘¡El rey ha perdido suesmeralda real!... Todos la buscan porque elrey ofreció una recompensa… a quien la en-cuentre. Vamos, date prisa’.

“ ‘No puedo ir sin pedirle permiso a miabuela’, titubeó Rupert.

“ ‘Entonces, no te puedo esperar; deseo encontrar laesmeralda’, contestó su amigo.

“Rupert regresó de prisa a la cabaña, que se encontra-ba a la entrada del bosque, en busca del permiso de suabuela...

“Pero su abuela movió la cabeza en señal negativa.‘¿Qué harían las ovejas?’, preguntó. ‘Ya están inquietas enel corral esperando que las lleves a pastar; y por favor noolvides llevarlas a beber cuando el sol brille en lo alto delcielo’.

“Lleno de tristeza, Rupert llevó las ovejas a pastar y almediodía las guió hasta el abrevadero del bosque, dondese sentó sobre una roca, junto al arroyo. ‘¡Si tan sólo hu-biera tenido la oportunidad de ir a buscar la esmeralda delrey!’, pensó. Al volver la cabeza para mirar el fondo areno-so del arroyo, repentinamente fijó la vista en el agua. ¿Quéera eso? ¡No podía ser! Saltó al agua... ‘¡La esmeralda delrey!’ gritó.

“Con ojos relucientes, Rupert corrió hacia la choza de

su abuela para contarle sobre su gran hallazgo.‘Bendito seas, hijo’, le dijo ella, ‘pero nunca lahabrías encontrado si no hubieras cumplidocon tu deber de pastorear las ovejas”. Rupertsabía que eso era verdad”1.

La lección que se debe aprender de ese re-lato se encuentra en un verso popular: “Haz tudeber, que es lo mejor; deja el resto para elSeñor”2.

Aprendamos nuestros deberes; seamossiempre dignos de efectuar esos deberes y, al hacerlo, sigamos los pasos del Maestro.Cuando a Él le llegó el llamado a servir, con-testó: “Padre, hágase tu voluntad, y sea tuyala gloria para siempre” (Moisés 4:2). Ruegoque hagamos lo mismo. ●Tomado de un discurso de la conferencia general de

octubre de 2006.

NOTAS1. Conference Report, octubre de 1955, pág. 86; la división de los párrafos,

las mayúsculas y la puntuación se han cambiado.2. Henry Wadsworth Longfellow, “The Legend Beautiful”, en The Complete

Poetical Works of Longfellow, 1983, pág. 258).

A2

El presidenteMonson nos hace el recordatorio

de seguir al Señormediante el cumpli-miento de nuestro

deber.

Haz tu deber

V E N Y E S C U C H A L A V O Z D E U N P R O F E T A

ILU

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.

A L G O E N Q U É P E N S A R1. ¿Por qué la abuela le pidió a Rupert que

se quedara en casa y pastoreara a las

ovejas? ¿Qué habría sucedido si no hubiera

obedecido?

2. ¿Y si Rupert no hubiese encontrado

la esmeralda? ¿Por qué razón cumplimos

nuestro deber incluso si no esperamos recibir

una recompensa?

3. ¿Cuáles son algunos de nuestros deberes

como miembros de la Iglesia? ¿Qué clases de

recompensas recibiremos por llevar a cabo

esos deberes?

Page 53: Liahona Febrero 2008
Page 54: Liahona Febrero 2008

A4

Escrituras, me protegerán.

Con su poder el mal yo

venceré.

Escrituras, poder me

darán.

Poder que sólo tengo al

leer.

EL PODERDE LAS

ESCRITURAS

FEBRERO

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Nota: Si no desea quitar las páginas de la revista, esta actividad puede copiarse,calcarse o imprimirse desde Internet en www.lds.org. Para la versión en inglés, haga clic en “Gospel Library”. Para las versiones en otros idiomas, haga clic en “Languages”.

ELPODER DE LAS ESCRITURAS

Page 55: Liahona Febrero 2008

AMIGOS FEBRERO DE 2008 A5

“Porque mi alma se deleita en las Escrituras, y mi co-razón las medita, y las escribo para la instrucción y elbeneficio de mis hijos” (2 Nefi 4:15).

P O R L I N D A C H R I S T E N S E N

§Nefi, un profeta del Libro de Mormón, amabalas Escrituras y se pasaba el tiempo leyéndolas,meditando sobre ellas y enseñándolas a los de-

más. Él sabía que las Escrituras los harían felices.Alma, otro profeta del Libro de Mormón, se dio

cuenta de que los zoramitas no estaban obedeciendolos mandamientos, y eso lo entristeció. Él deseaba ayu-dar, de modo que fue en una misión y les enseñó elEvangelio. Debido al poder de la palabra de Dios, mu-chos zoramitas se arrepintieron y empezaron a cumplirlos mandamientos.

Al igual que Nefi y Alma, tú puedes tener el poder dela palabra de Dios todos los días, si lees las Escrituras.

Escrituras, me protegerán.

Con su poder el mal yo venceré.

Escrituras, poder me darán.

Poder que sólo tengo al leer.

(“El poder de las Escrituras”, Bosquejo de la Presentación

por los niños en la reunión sacramental y del Tiempo

para compartir 2006, págs. 10–11)

Eres bendecido por tener las Escrituras; a medidaque las leas, aprenderás cuáles son los mandamientos y la forma de obedecerlos. Te recordarán que eres hijode Dios y que Él te ama.

Actividad

Quita la página A4 y pégala en cartulina gruesa.Recorta el marcador de libros por las líneas negrascontinuas; dóblalo por las líneas punteadas y pegajuntos los reversos. Utiliza el marcador de libros paraayudarte a marcar el lugar que deseas a medida quelees las Escrituras. Marca la gráfica todos los días quelas leas.

Ideas del Tiempo para compartir

1. Ponga a la vista un diario personal y pregunte a los ni-

ños lo que es. Un diario es un registro de los pensamientos,

sentimientos y acontecimientos que deseamos recordar.

Muestre la lámina 122 “Jacob bendice a sus hijos”, del juego

de láminas Las Bellas Artes del Evangelio, y brevemente

cuente la historia de Jacob, incluso el nombre de sus doce hi-

jos. Pida a los niños que, a medida que usted lea Ezequiel

37:16, pongan mucha atención en dos de esos nombres.

Explíqueles que a Judá, a José y a sus descendientes se le dijo

que llevasen registros de los acontecimientos importantes.

Lea Ezequiel 37:15–17. Muestre la lámina 326 “La Biblia y el

Libro de Mormón: Dos testigos”, del juego de láminas Las

Bellas Artes del Evangelio”, y explique que la Biblia es el palo

de Judá, y que el Libro de Mormón es el palo de José. Ayude a

los niños a memorizar Ezequiel 37:17. Pídales que piensen

en otras maneras de conocer mejor las Escrituras (marcar

los pasajes, aprenderlos de memoria, llevar a cabo el estudio

personal y familiar de las Escrituras, etc.). Testifique sobre la

bendición de que la Biblia y el Libro de Mormón “sean uno”

a medida que testifican de Cristo (véase también 2 Nefi 3:12).

2. Prepare una actividad para hacer coincidir partes

de Mis Normas del Evangelio, y pasajes de Doctrina y

Convenios. (Por ejemplo: “Honraré a mis padres y haré lo

que esté de mi parte para fortalecer a mi familia” y D. y C.

88:123; “Buscaré buenos amigos y trataré con bondad a los

demás” y D. y C. 4:6.) En la pizarra, escriba las palabras

Doctrina y Convenio, y analicen el significado de ambas.

Acuda a la Introducción de Doctrina y Convenios, y lean

juntos la primera oración. Hablen en cuanto a las carac-

terísticas singulares de Doctrina y Convenios (por ejemplo,

está dividida en secciones, no en capítulos, y consta de re-

velaciones dadas en esta dispensación). Escriba en la piza-

rra las referencias de los pasajes de las Escrituras, y ponga

a la vista Mis Normas del Evangelio. Asigne a los niños que

busquen los pasajes y los hagan coincidir con una de las

normas. Invite a varios niños a leer uno de los pasajes y

una norma que ellos deseen y a compartir un ejemplo de

la forma en que pueden llevar esa norma a la práctica. ●

Poder que sólo tengo al leer

T I E M P O P A R A C O M P A R T I R

Page 56: Liahona Febrero 2008

“Adán declaró esta profecía al ser inspirado por el

Espíritu Santo, y se guardaba una genealogía de los

hijos de Dios” (Moisés 6:8).

P O R M AT T H E W M A N G U MBasado en una historia verídica

Papá había estado muy ocupado con la obra de historia familiar; me encantaba oír acerca de misantepasados que habían sido pioneros, de los

que habían peleado en la Guerra de Independencia, yde los que habían sido reyes y caballeros en Europa.

“¿Te gustaría ir conmigo a la Biblioteca de HistoriaFamiliar el sábado?, me preguntó papá un día.

“¡Claro que sí!” Me moría de ganas de ver por mí mis-mo escritos en nuestro árbol genealógico los nombresde la realeza.

Llegamos a Salt Lake City y disfrutamos del brillo delsol de la mañana de verano al caminar hacia la bibliote-ca. La emoción que sentía se hacía cada vez más grandeal ir acercándonos; adentro de ese gran edificio se en-contraban los nombres y las historias de mi propia fami-lia: pioneros, soldados, caballeros y demás.

Al llegar, papá colocó dos sillas frente a la computado-ra; nos sentamos, y él empezó a navegar por las bases dedatos para mostrarme el punto donde los lazos de nues-tra familia se conectaban con una línea de la realeza.

“Hmmm”. Frunciendo el entrecejo, dijo: “Por algunarazón hoy no la encuentro”.

Yo me sentí muy decepcionado. El resto de la maña-na lo pasamos repasando los libros en los que había his-torias en cuanto a mis antepasados pioneros. Me gustóhacerlo, pero aún deseaba saber en cuanto a mis otrosantepasados.

“No te preocupes”, dijo papá, “volveremos el próxi-mo fin de semana”.

A6

La semana se pasó volando, y no tardamos en estarsentados de nuevo frente a la computadora en laBiblioteca de Historia Familiar. Esta vez, papá dijo:“¡Ajá!”, lo encontré”.

Se desplazó a través de nombres de reyes y reinas detoda Europa que se encontraban registrados en mi his-toria familiar. Había tantos nombres y fechas que toma-ría muchos días ingresarlos todos en nuestra historiafamiliar. “Tendremos que regresar muchas veces paraconseguir toda la información que necesitamos”, dije.

Una mujer que estaba sentada frente a una computa-dora al lado de nosotros echó una mirada y vio lo queestábamos haciendo. “Yo también estoy emparentadacon esa línea”, dijo. “He estado trabajando aquí todoslos días para conseguir información sobre esos antepa-sados”. En unos minutos, ella copió en un disco toda lainformación que tenía y se la entregó a papá.

Cuando regresábamos al auto, pensé seriamente.“Nuestro Padre Celestial en verdad desea que encontre-mos a nuestros antepasados, ¿no es así, papá?”

Él sonrió. “Creo que tienes razón. Si hubiéramos en-contrado a los antepasados que buscábamos la semanapasada, tal vez hoy no hubiéramos conocido a nuestranueva amiga, y si no la hubiéramos conocido, no habría-mos podido encontrar tan rápido a tantos antepasados”.

Sabía que nuestro Padre Celestial nos había ayudadoa descubrir en una mañana casi el equivalente de milaños de trabajo de historia familiar. Él ama a nuestrosantepasados tanto como nos ama a nosotros. Era nece-sario que los ayudáramos al igual que Él nos había ayu-dado a nosotros, y para ello debíamos indagar susnombres, saber en cuanto a su vida, yasegurarnos de que se efectuara laobra por ellos en el templo. Algúndía los conoceremos y podremosser una familia eterna. ●

El milagro de mihistoria familiar

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LOR.

Page 57: Liahona Febrero 2008

“A todas lasfamilias aconsejo:Escudriñensus orígenes.

En la medida de lo posible esimportante que conozcamosa los que nos precedieron.Descubrimos algo de noso-tros mismos cuando apren-demos sobre nuestrosantepasados”.

Presidente Thomas S.Monson, Primer Consejero de la Primera Presidencia,“Verdades constantes paratiempos cambiantes”,Liahona, mayo de 2005, pág. 21.

AMIGOS FEBRERO DE 2008 A7

Page 58: Liahona Febrero 2008

P O R V A L C H A D W I C K B A G L E YInstrucciones: Las figuras se pueden pegar sobre

cartulina gruesa, recortarse y después convertirse enmarionetas con varillas de madera, en figuras para elfranelógrafo o pueden exhibirse en una caja (añadirpestañas en la parte de abajo de cada figura) como laque aparece en la ilustración. Utilízalas para contar elrelato de cuando Lehi obedeció a Dios (véase 1 Nefi1:4–6, 18–20; 2:1–7). También puedes utilizar algu-nas de las figuras para contar el relato de cuandoNefi obedeció a Dios y fue a obtener las planchas de bronce (véase 1 Nefi 3; 4:1–13, 20, 24, 26).

Nota: Si no deseas quitar las páginas de la revista, estaactividad puede copiarse, calcarse o imprimirse desde Interneten www.lds.org. Para la versión en inglés, haz clic en “GospelLibrary”. Para las versiones en otros idiomas, haz clic en“Languages”.

Lehi y Nefiobedecen a Dios

P A R A L O S M Á S P E Q U E Ñ O S

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Marionetas con varillas

Caja de exhibición

Page 59: Liahona Febrero 2008

AMIGOS FEBRERO DE 2008 A9

Page 60: Liahona Febrero 2008

A10

D E L A V I D A D E L P R O F E T A J O S É S M I T H

La operación en la pierna de José

Cuando José Smith teníasiete años, se puso muyenfermo; tenía fiebre yen el hombro le brotóuna dolorosa infección.Después sintió un terri-ble dolor en la pierna,que se le empezó a hinchar.

No podemos hacer nada;tenemos que amputársela para

salvarle la vida.

Su madre, Lucy, y su hermanoHyrum lo atendieron; lo llevabanen brazos alrededor de la casa, sesentaban al lado de su cama y lesostenían la pierna dolorida paraaminorarle el dolor.

Caballeros, ¿qué puedenhacer para sanarle la pierna

a mi hijo?

Ustedesno le cortarán la pierna hastaque hagan un intento más.

¡Ay, papá! Me due-le la pierna. ¿Cómo podré soportarlo?

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Un médico que fue aver a José hizo un cor-te profundo en la pier-na de éste. Por untiempo, José se sintiómejor, pero despuésel dolor fue peor queantes.

Otros médicos fueron a ayudar, perodecidieron amputarle la pierna.

Page 61: Liahona Febrero 2008

Los médicos decidie-ron hacerle una ope-ración diferente. Paraaminorar el dolor,querían atar a José asu cama y darle bebi-das fuertes.

Los médicos quitaron pedazos grandes de hueso dela pierna de José; la operación fue muy dolorosa.Cuando gritó, su madre corrió hacia él.

Adaptado de Lucy Mack Smith, History of Joseph Smith, ed. Preston Nibley, 1979, págs. 54–58; véasetambién Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, págs. XV, 2.

¿Beberásentonces un poco de

vino?

Debes tomar algo, ode otro modo no podrás

soportar el dolor.

No. No tocaré niuna gota de licor.

El Señor me ayudará ylo podré soportar.

No, doctor; nopermitiré que me

aten.

José le pidió a su padre que se senta-ra en la cama y lo sostuviera en susbrazos. Le pidió a su madre que salie-ra de la habitación para que no lo vie-ra sufrir.

¡Madre, sal de aquí,sal de aquí!

No quiero que entres;trataré de soportarlo si te

vas de aquí.

José se sintió muchomejor después de laoperación. Mientras lapierna se le recupera-ba, usó muletas.Aunque durante elresto de su vida tuvouna leve cojera, volvióa ser fuerte y sano.

AMIGOS FEBRERO DE 2008 A11

Page 62: Liahona Febrero 2008

Me asomé por la ventana de mi dormitorio y viuna horrible telaraña; ésa era una de las cosasque no echaría de menos de esa casa: las ara-

ñas. Tal vez no habría arañas en nuestra nueva casa; quizás, después de todo, no echaría de menos ese destartalado lugar.

“Lo dudo”, rezongué, acostándome y tapándome lacara con las cobijas. ¿No echar de menos esta casa, estevecindario, a mis compañeros de la escuela, a mis mejo-res amigas? Estaría dispuesta a enfrentar una casa llenade arañas, antes que estar dispuesta a cambiar de casa.

“¿Tanya?”, llamó la tía Carrie por fuera de la puerta deldormitorio; ella nos estaba cuidando a mis hermanos ya mí.

Me asomé por encima de las cobijas. “¿Sí?”“¿Puedo entrar para darte las buenas noches?”,

preguntó.“Si quieres”, dije entre dientes. Si hubiera sido cual-

quier otra persona, tal vez habría dicho que no, pero latía Carrie era mi tía favorita: Ella dejaba que me pusierasu maquillaje para los ojos, nos daba chocolate calienteantes de acostarnos, y me leía relatos del diario que es-cribió cuando tenía once años, como yo.

Entró en la habitación y se sentó al pie de la cama.“Has estado muy callada esta noche, Tanya. ¿Estás preo-cupada por la mudanza?”

Refunfuñando, contesté: “Todas mis amigas vivenaquí; ¿con quién voy a caminar a la escuela? ¿Con quiénme sentaré a la hora del almuerzo? Iba a empezar a ir alas Mujeres Jóvenes aquí y el próximo verano iría decampamento, y ahora no voy a conocer a nadie. Tendréque volver a empezar”.

La voz se me apagó al mismo tiempo que los ojos seme llenaban de lágrimas. La tía Carrie me dio un pañue-lo desechable. “No ha de ser fácil, dejar a todas las

personas a las que amas y empezar de nuevo en otro lugar donde no conoces a nadie”, dijo.

Le dije que no con la cabeza; no era nada fácil.La tía Carrie dijo también: “¿Sabes?, Tanya, cuando

pienso en cambiar de casa, pienso en Nefi”.“¿Por qué en Nefi?”, pregunté.“Porque probablemente él no era mucho mayor

que tú cuando su padre le dijo a la familia que se ibana cambiar”.

Siempre me imaginé a Nefi como una persona adulta.“¿Cuándo fue Nefi de mi edad?”, pregunté.

La tía Carrie tomó mi Libro de Mormón de mi mesade noche; lo abrió en 1 Nefi y empezó a explicar:“¿Recuerdas el relato de Lehi, verdad?”.

Asentí con la cabeza; sabía que la familia de Lehi habíaobedecido al Señor y que habían abandonado su hogar.

La tía Carrie leyó del libro abierto que tenía en el re-gazo. “En 1 Nefi 2:4 dice esto: ‘Y ocurrió que [Lehi] saliópara el desierto; y abandonó su casa, y la tierra de su he-rencia, y su oro, su plata y sus objetos preciosos, y nollevó nada consigo, salvo a su familia, y provisiones ytiendas, y se dirigió al desierto’”.

“¿Dijiste que Nefi era de mi edad?”, interrumpí.La tía Carrie sonrió. “No sé exactamente la edad que

tenía, pero en el versículo 16 dice que era ‘muy joven’.Aunque pudiera haber sido mayor que tú, no creo quele haya resultado fácil abandonar su hogar. Te aseguroque no conocía ni a una sola persona en el desierto, ¡yprobablemente no había ni una sola persona a quien conocer!”

Sonreí; al menos cuando nos cambiáramos, tendría-mos vecinos. “¿Y, qué hizo Nefi?”, pregunté. “Nunca se quejó. Lamán y Lemuel dijeron: ‘¿Por qué tenemosque salir de Jerusalén? ¿Por qué tenemos que dejarnuestras riquezas, nuestra casa y nuestros amigos?’

A12

“Consulta al Señor en todos tus hechos, y él te dirigirá para bien” (Alma 37:37).

Como NefiP O R S H E R A L E E B . H A R D YBasado en una historia verídica

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Pero Nefi nunca se quejó. ¿Por qué no?”Los ojos de la tía Carrie brillaban, como si hubiese

estado esperando que yo hiciera la pregunta. “No sétodas las respuestas, pero Nefi nos da una idea en elversículo 16: ‘...clamé... al Señor; y he aquí que él mevisitó y enterneció mi corazón, de modo que creí to-das las palabras que mi padre había hablado; así queno me rebelé en contra de él como lo habían hechomis hermanos’”.

Se quedó observándome, mirándome a los ojos paraver si yo había comprendido.

“Así que él oró”, dije.“Sí”. La voz de la tía Carrie se suavizó, y me apretó la

mano. “Tanya”, dijo, “tienes que decidir: puedes quejar-te por la mudanza, al igual que Lamán y Lemuel, o pue-des darle a conocer tus problemas a nuestro PadreCelestial en oración. Si se lo pides, Él te dará fortalezacomo lo hizo con Nefi”.

Miré a la tía Carrie y sentí algo cálido por todo elcuerpo. Me incorporé y la abracé fuertemente. “Gracias,tía Carrie”, le susurré.

“Te quiero, Tanya. Buenas noches”.Después de que apagó la luz y cerró la puerta, salí

calladamente de la cama y me arrodillé. Tal vez con la ayuda de mi Padre Celestial podría sobrellevar esa mudanza. ●

A14

“Con la puerta de nuestro corazón abierta,debemos aprender cómo aplicar lasEscrituras a nuestra vida”.

Élder Robert D. Hales, del Quórum de losDoce Apóstoles, “Con todo el sentimiento deun tierno padre: Un mensaje de esperanzapara las familias”, Liahona, mayo de 2004,pág. 88.

Page 65: Liahona Febrero 2008

¿Cómo puedo sacar más provecho de mi estudio de las Escrituras?

Con el tiempo, si en verdad

empiezas a deleitarte en las

Escrituras, te darás cuenta de

que forman parte de ti.

De “Un análisis sobre el estudiode las Escrituras”, Liahona, juliode 2005, págs. 8–12.

El presidente Henry B.

Eyring, Segundo

Consejero de la Primera

Presidencia, nos da al-

gunas ideas en cuanto a

este tema.

T E S T I G O E S P E C I A L

Establece una hora fija para

estudiarlas. Una vez que uno se

acostumbra al estudio regular de

las Escrituras, se echa de menos si

no se hace.

Si lees el Libro de Mormón con

un corazón deseoso de aprender,

sabrás que es la palabra de Dios

y que es verdadero.

Cuando nos enfrentamos

a una crisis en nuestra

vida, deberíamos acudir

a las Escrituras en busca

de ayuda específica,

puesto que encontraremos

respuestas en las Escrituras.

Debemos acudir a

las Escrituras con

humildad y

entusiasmo.

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AMIGOS FEBRERO DE 2008 A15

Page 66: Liahona Febrero 2008

P Á G I N A P A R A C O L O R E A R

EN LAS ESCRITURAS SE ME ENSEÑA EN CUANTO A MI PADRE CELESTIAL Y JESUCRISTO Y LA FORMA DE REGRESAR A SU PRESENCIA

“Y sobre éstas escribo las cosas de mi alma, y muchas de las Escrituras que están grabadas sobre las plan-chas de bronce. Porque mi alma se deleita en las Escrituras, y mi corazón las medita, y las escribo para la

instrucción y el beneficio de mis hijos” (2 Nefi 4:15).

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CORTESÍA DEL MUSEO DE HISTORIA Y ARTE DE LA IGLESIA.

Page 68: Liahona Febrero 2008

Tenemos una respon-

sabilidad cuatriparti-

ta: para con nuestra

familia, nuestros empleado-

res, el Señor y nosotros mis-

mos. El tipo de vida que

brindará felicidad eterna se

consigue —no al descuidar

esas responsabilidades ni al

sentirnos abrumados por

ellas, sino— al encontrar

el debido equilibrio. Véase

“Una vida equilibrada”,

pág. 38.

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